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«Algo de sagrado y divino se asociaba natural­

mente a estas ciudades que los dioses habían erigi­


do, y que seguían llenando con su presencia. Sábese
que las tradiciones romanas prometían a Roma la
eternidad; cada ciudad tenía tradiciones semejantes.
Todas las ciudades se erigían para ser eternas».
Fuste[ de Coulanges 1•

'La ciudad antigua, Península, Barcelona 1984, 157.

Cubierta: Autor.
© Víctor Urrutia - © Editorial Verbo Divino, 1999. Printed in Spain.
Fotocomposición: Larraona, Pamplona. Impresión: Gráficas Lizarra,
Villatuerta (Navarra).
Depósito Legal: NA. 2.146-1999.
ISBN 84-8169-305-7

4 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Contenido

l. Teorías sociales y sociología urbana......... 7 2.1. La dicotomía comunidad-asociación.. 80


l. Los orígenes: una larga historia ............... 7 Ferdinand Tonnies, Comunidad-aso-
ciación.................................................. 80
2. Las tradiciones teóricas de la sociología
2.2. La perspectiva psico-sociológica ........ 89
urbana ........................................................ 9
Georg Simmel, Las grandes ciudades
3. Constantes metodológicas y ámbitos del y la vida intelectual.............................. 89
paradigma urbano ..................................... 26
2.3. La dicotomía rural-urbano ....... .......... 96
Louis Wirth, El urbanismo como mo-
2. Presentación y orientaciones para las lecturas 35 do de vida............................................. 96
1. Presentación .............................................. 35
3. La ciudad como sistema socio-espacial y
2. Orientaciones para la lectura de los textos 36
comunidad política . .. .. . .. .. . . . .. ...... ...... .. . .. .. .. . 109
Max Weber, La ciudad (la dominación
3. Selección de textos ...................................... 37 no legítima) ........... .... ... .. .. ........ .. ..... .. ... 109
1. Los ecólogos urbanos: la ciudad como sis-
tema ecológico ........... . ............... ....... ........... 37 4. La ciudad como unidad de consumo colee-
tivo y como escenario de la lucha de clases 138
l. l. Un programa de investigación............. 37
4.1. La urbanización como proceso revolu-
Robert Park, La ciudad....................... 37 cionario .. .. .. . .. .. .. .. . . . . . . . .. .. .. . .... .. . . . . . . . . . . . . . 138
1.2. Los orígenes.......................................... 60 Henri Lefebvre, De la ciudad a la so-
Gideon Sjoberj, Origen y evolución de ciedad urbana....................................... 138
la ciudad............................................... 60
4.2. La crítica a la ideologización de la ciu-
1.3. La comunidad urbana.................... 69 dad........................................................ 147
Theodor W Adorno y Max Horkheimer, Manuel Castells, La cuestión urbana. 147
Estudios de comunidad....................... 69
4.3. La ciudad en la economía mundializada 170
2. La cultura urbana: la ciudad como expre- Saskia Sassen, El complejo urbano de
sión y forma cultural ... .... ......... ..... ..... .. ..... 80 una economía mundial ...... . . . ......... . .. . . 170

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 5


1
Teorías sociales
y sociología urbana

L
1 . Los orígenes: una larga historia comprender la ciudad» debido al intrincado tejido
de factores y fuerzas que concurren en ella, verda­
dero crisol de la historia de la humanidad, y 3) la
os orígenes de la sociología urbana se con­
in:u:>ortancia de «una sociología de la ciudad» como
. funden con la expansión de la sociología y de
requisito esencial y preliminar para cualquier com­
l:,s ciencias sociales en general a finales del siglo pa­
prensión de la misma y de sus funciones. Se hacía
s:,do. Bien es cierto que no puede hablarse con pro­
también una invitación expresa a los sociólogos eu­
pil'dad de la sociología urbana como una subdisci­
ropeos para «construir un cuerpo de conocimiento
pli 11a o especialidad encajada en la sociología, sino,
sobre sus propias ciudades».
111:,s bien, cabe hablar de aspectos, temas o líneas de
1,·lkxión relacionadas con la ciudad, la vida urbana ¿Cómo y cuándo surgieron los primeros trabajos
e, el proceso de urbanización. Por otra parte, todos sobre la ciudad o sobre cuestiones relacionadas con
le,.-; nmceptos que han dado pie a la existencia de la ella? ¿Dónde se localizan sus raíces teóricas o sus re­
se ll:iología urbana, tanto desde la sociología como ferencias científicas? ¿Cómo se fraguó el interés por
d1•sde otras disciplinas, al estar cargados con mayor la ciudad? El breve repaso histórico-bibliográfico
" 111enor intensidad, de contenidos presentes a lo que se inicia a continuación tiene por objeto recu­
l,11 go ele la historia de las ciencias sociales y de sus perar esas señas de identidad, primeras y elementa­
1 rn1frontaciones teóricas, han provocado permanen- les, que permitirán después construir el entramado
1 ('S debates sobre la pertinencia o no de esta espe- teórico que sustenta a la sociología urbana.
1 i:tlización o subdisciplina. No obstante, en una de
l.,s primeras publicaciones realizadas en España so­ En 1894, C. H. Cooley publicaba un trabajo so­
l ,,e la materia (El proceso urbano de Leonard Reiss- bre la localización de las ciudades (The Theory of
111:111) 1, en la que se reconocían estas cuestiones, se Transportation) 3• Tonnies, en su obra capital Ge-
u,11stalaba ya: 1) la «extensa bibliografía sobre so­
, iología urbana»; 2) la dificultad «de estudiar y de
1
Ver en la Introducción (Prefatory Remarks: The Theory of the
City) realizada por D. Martindale en Max Weber, The City, Free
Press, 1958 (publicación en español en Don Martindale, Comuni­
L. Reissman, El proceso urbano, Gustavo Gili, Barcelona dad, carácter y civilización, Paidós, Buenos Aires 1969, capítulo 5,
1'172 «La teoría de la ciudad», 127-175).

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 7


meinschaft und Gesellschaft (1887), comienza a refle­ Simmel, con la publicación de su influyente tra­
jar espacialmente las características de las socieda­ bajo de 1903, Las grandes ciudades y la vida intelec­
des de su famosa dicotomía (vida urbana-vida cos­ tual 6, fundamenta las bases culturales de las ciuda­
mopolita, pueblo-ciudad). Max Weber, en su diserta­ des, las ambigüedades sociológicas de su lectura y la
ción doctoral (1889), se ocupa especialmente de las estrecha relación existente entre individuo-ciudad­
ciudades mercantiles italianas de Génova y Pisa y de vida/sociedad moderna dando pie a un fructífero de­
su relación con las regulaciones mercantiles de las bate sobre la pertinencia de una cultura urbana y
empresas comerciales en la edad media. La ciudad creando una nueva perspectiva socio-psicológica de
es para él un pretexto para eje111plificar la gestación la ciudad.
de las nuevas formas de poder y la «ciudad-comuni­
dad urbana occidental» la condición necesaria, aun­ Requiere una mención especial, por lo que su­
que no suficiente, que permite el desarrollo del ca­ pone el centrarse en «las ciudades» como objeto es­
pitalismo. En un enfoque más específico, Pirenne pecífico de análisis, el trabajo pionero efectuado por
describe en sus dos obras más influyentes, Early De­ A. F. Weber, The Growth of Cities in the Nineteenth
mocracies in the Low Countries, Urban Society and Century (1899), fruto de su tesis doctoral de 1894. A.
Political Conflict in the Middle Ages and the Renais­ F. Weber, que dirigió the Cities Census Committee,
sance (1910/1915) y Las ciudades en la Edad Media Inc. (USA) entre 1924 y 1932, desarrolla un extenso
(original en 1939), CQ!!J-O en la ciudad reside el ger:-­ análisis estadístico/demográfico del proceso de ur­
men que ha hecho posible el desarrqllo de la_s de­ banización mundial del que extrae conclusiones
mocracias actuales. acerca del papel de las ciudades en la configuración
del orden moral de la sociedad industrial.
De la misma forma que Weber, Adam Smith se
centra en Venecia, Génova y Pisa para explicar las En este trabajo se recogen, de forma temprana,
diferencias rurales/urbanas y su conexión con «el algunas constantes analíticas: la relación entre el
progreso de la opulencia» y con la emergencia de la crecimiento de las ciudades y el «desorden moral»
sociedad comercial. En el libro 3 de La riqueza de las que supuestamente ello implica y la dicotomía con­
naciones, Smith elabora muchos temas que han apa­ flictiva campo-ciudad, argumentos que flotaban en
recido en debates posteriores tales como las divisio­ el ambiente y que dieron paso, en décadas posterio­
nes culturales entre comerciantes y propietarios de res, a otros análisis más sistematizados y finos por
la tierra, y por encima de todo la autonomía de la parte de otros clásicos de la sociología y, de forma
ciudad europea respecto del campo y, en.....general, su especial, de la sociología urbana.
influencia en el desarrollo del sistema-capitalista 4. Ciertamente, todos estos autores que se ocupa­
Engels también fijó parte de su atención sobre los ron de las ciudades con ocasión de otros análisis
efectos del desarrollo de las ciudades en las clases más amplios y globales (la transición de la sociedad
trabajadoras y en especial en Manchester en su co­ feudal a la capitalista o de la sociedad tradicional a
nocida obra The Conditions of the Working Class in la sociedad industrial, etc.) indican ya algunas cons­
England (1845) y en la posterior El problema de la vi­ tantes en la historia de la sociología urbana, en sus·
vienda (1872/1887). Más secundariamente, Marx lla­ relaciones con las teorías sociológicas y con el resto
ma la atención en Las formaciones económicas pre­ de las ciencias sociales:
capitalistas (1850) sobre las relaciones campo/ciu­
dad e interpreta las formas urbanas como «depen­ ·_ La utilización de la ciudad como recurso, ámbi­
dientes del modo de producción», entrelazando éste to o institución clave a la que se recurre a la hora de
con la evolución de las ciudades 5• fundamentar teorías o interpretaciones sociológicas
generales.

' Cf. R. J. Holton, Cities, Capitalism and Civilization, Allen


and Unwin, 1986, 34.
5
Cf. R. I. Holton, o. c., 20, 45. • Cf. p. 89.

8 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


v' !,a co11{z1sión o ambigüedad, a la hora de situar Estas constantes, total o parcialmente conside­
l'II una perspectiva causal, tan en boga en los oríge- radas, han generado innumerables problemas epis­
11cs de las ciencias sociales, los problemas derivados temológicos a lo largo de la ya larga tradición de la
dl'I crecimiento urbano que unas veces eran consi­ sociología urbana que ha sufrido los avatares de la
dl'rados efecto de las propias ciudades y otras del sociología como disciplina científica y como profe­
«sistema» (fuera éste calificado como industrial o sión. Han influido en ello los contextos culturales,
capitalista). las escuelas académicas, los grandes modelos socio­
- Los diferentes entornos culturales de las comu­ lógicos, etc., así como el contacto fronterizo con
nidades científicas en las que brotaron las teorías otras disciplinas colindantes con la sociología (la
aci:rca de la sociedad o de la ciudad. En términos antropología, la economía, la historia y la geogra­
generales podemos diferenciar el entorno europeo, fía). Todo ello ha contribuido a estructurar una es­
111arcado más notoriamente por el pensamiento po- pecialidad que se ha mostrado como una de las más
1 ílico y económico de las ciudades y el norteameri­ ricas y sólidas de la sociología.
ca 110, en el que prevalecieron los aspectos culturales Así, el número de publicaciones acerca de las
y demográficos. En esta división en los orígenes ciudades, del proceso de urbanización o de sus com­
pueden apreciarse las inclinaciones que posterior­ ponentes más específicos, derivados de la teoría o de
mente han marcado las diversas escuelas y los de­ la acción social sobre el espacio urbano, es casi infi­
ha tes a uno y otro lado del Atlántico. En un caso, en nito. Las revistas especializadas, las escuelas acadé­
el que la vida urbana se contaba por siglos, se hacía micas y de pensamiento han sido y son también
hincapié en los rasgos jurídico-políticos de la comu­ múltiples, así como los enfoques particulares y lí­
nidad urbana. Las ciudades eran vistas como insti- neas de investigación en desarrollo.
1 uciones políticas (Weber-Pirenne son los máximos
l'xponentes de esta concepción). En el otro caso, con
11 na vida urbana incipiente pero intensa, el interés
giraba en torno al choque cultural y al crecimiento 2. Las tradiciones teóricas
dl'mográfico que se gestaba en aquella sociedad. de la sociología urbana
Este choque cultural era doble y cruzado: entre el
l'slc (civilizado y urbano) y el oeste (salvaje y rural) Aunque los primeros clásicos de la sociología no
y en el interior de los grandes núcleos habitados (en- estuvieron interesados en el fenómeno urbano en sí
1 rl' los distintos grupos étnicos, nativos e inmigran­ mismo de una manera directa y central, parece evi­
lL's que residían en sus distritos). dente que su influencia en la pujante sociología ur­
bana fructificó con posterioridad debido a la desi­
- La institucionalización de las escuelas socioló­ gual recepción que sus escritos tuvieron en la co­
gicas en el sentido establecido por Khun para la munidad de los científicos sociales.
construcción de los paradigmas científicos. Es muy
significativa para la estructuración de la sociología Independientemente de los trabajos de Marx,
urbana la expansión de los primeros Departamentos Weber y Durkheim, la sociología emergió en los pri­
de Sociología en la primera década del presente si­ meros años del siglo XX como una disciplina prin­
glo y en especial la consolidación del Departamento cipalmente interesada por la naturaleza de la vida
de Sociología de la Universidad de Chicago dirigido urbana y, muy especialmente, por los llamados
por Albion Small. En este proceso organizativo/ins- «problemas urbanos»: el desempleo, la 2._obreza, el
1 i t ucional, la simultaneidad de los trabajos, publica­ desarraigo, la congestión, etc. En ámbito francés, la
ciones e investigaciones sobre la ciudad y los «pro­ proyección de la sociología se debió en gran parte al
blemas sociales» fue total, de tal forma que no cabía influjo de Durkheim (L'Année Sociologique), Le Play
hablar de planteamientos teóricos diferenciados o y La Science Sociale. En el caso anglosajón, la so­
«particulares». ciología de las ciudades dominó la investigación so-

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CTUDAD 9


ciológica desde el principio y demostró con destreza a) Los ecólogos urbanos: la ciudad
cómo se desarrollaban las relaciones sociales en la como sistema ecológico
fragmentada sociedad de la época 7•
Desde su constitución en 1892, el Departamento
De cualquier forma, y debido al fuerte impulso de Sociología de la Universidad de Chicago marcó
académico y a los recursos conseguidos por los De­ los derroteros de la sociología en los USA y muy es­
partamentos de Sociología de los EE.UU., este país pecialmente de la sociología urbana. En gran parte,
desarrolló muy pronto la investigación urbana. Sus su influencia no ha cesado hasta nuestros días, aun­
iniciadores bebieron en las fuentes centro-europeas que su influjo, ejercido en un principio desde la he­
(Simmel, Tonnies, Durkheim, más tarde Weber) y, a gemonía de sus trabajos en el American Journal of
través de sus aplicaciones al desarrollo de sus ciu­ Sociology, ha variado de forma desigual en el tiempo
dades, hegemonizaron el pensamiento urbano hasta (muy fuerte en las primeras décadas, más moderado
los años 70 cuando las inquietudes críticas europeas y constante en las posteriores a la Segunda Guerra
fructificaron en una nueva forma de entender lo ur­ Mundial).
bano. Esta corriente (la «nueva sociología urbana»),
impregnada de las teorías críticas marxistas y webe­ Esta influencia no se ha limitado únicamente a
rianas, abrió nuevas áreas de investigación, introdu­ la soci.ología urbana. Otras disciplinas como la geo­
ciendo las «perspectivas políticas» de los movimÍen­ grafía 8 y la antropología 9 recibieron también su im­
tos sociales urbanos, las conexiones económicas del pacto, que ha llegado incluso a provocar, al menos
eSQªC.!Q urbano y las perspectivas globales (macro­ entre los antropólogos sociales,
sociológicas) de los fenómenos analizados (consu­ «una angustia crónica por no ser suficientemente di­
mo colectivo, poder, desarrollo económico). ferentes de los sociólogos urbanos, especialmente de
los primeros sociólogos urbanos» 10•
Todas estas grandes corrientes «continentales»
se complican y enriquecen en su confrontación con Todavía hoy, debido tanto a su coherencia inter­
los problemas de otros países olvidados: aquellos na como a la exhaustiva agenda que diseñó Park
en los que, simplificadamente, ubicamos a los lla­ para la sociología urbana, T_he City 11 sigue siendo
mados «países del Tercer Mundo o países subdesa­
rrollados». La realidad resultante es así más com­
pleja, de tal forma que el mestizaje ideológico y la
búsqueda de nuevos horizontes emprendida por el 8
Esta influencia se refleja en las constantes referencias en
conjunto de las ciencias sociales ha ido configuran­ los manuales y publicaciones de los geógrafos, especialmente en
do modelos e interpretaciones que integran con­ los «urbanos» o «humanos». Ver, por ejemplo, J. H. Johnson, Geo­
ceptos y planteamientos aparentemente contra­ grafía urbana, Oikos-tau, Barcelona 1974, o en nuestro contexto
español, Puyol, Estébanez, Méndez, Geografía humana, Cátedra,
puestos. Madrid 1988.
La presentación que de todas esas g@ndes tradi­ ' U. Hannerz, en su libro Exploración de la ciudad, FCE, Ma­
drid 1993 (1ª ed. en inglés: Exploring the City. Inquiries Toward ar¡
ciones se realiza a continuación es un intento de sín­ Urban Anthropology es de 1980; 1ª ed. en español es de 1986, Mé­
tesis que, en lógica con lo expuesto hasta ahora, deja xico), hace un recorrido preciso de las relaciones, en sus orígenes,
las puertas abiertas a modos de pensamiento que entre la sociología urbana y la antropología urbana.
considero no cerrados y a los que recurro con flexi­ 'º Cf. o. c., 19.
bilidad ideológica para extraer pautas y criterios de 11
R. Park, E. W. Burgess, The City (Introducción de M. Jano­
investigación. witz, cap. IV de R. D. McKenzie y cap. X de L. With), University
of Chicago Press, 1967 (primera publicación del trabajo de R.
Park, «The City: Suggestions for the Investigation of Human Be­
havior in the City Environment», American lournal of Sociology
20 (march 1915) 577-612, revisado en 1925 y reeditado en la pu­
blicación cit.). Ver otros trabajos de R. Park en On Social Control
7
Cf. M. Savage, A. Warde, Urban Sociology, Capitalism and and Collective Behavior, University of Chicago Press, 1967, entre
Modernity, Continuum, Nueva York 1993, 9. ellos: «The City as a Social Laboratory», 3-19.

1Ü PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


uno de los libros más citados no sólo en los textos de enfrentarse con el innegable efecto de la cultura y de
sociología urbana, sino también en otras disciplinas la acción humana sobre la estructura social y su
que confluyen en los análisis urbanos. Asimismo el proyección espacial, optaron por la consideración
modelo de las zonas concéntricas diseñado por Bur­ únicamente de los aspectos espontáneos (bióticos)
gess a partir de las estructuras de usos del suelo en distinguiéndolos de los culturales.
Chicago de los años 20 con objeto de describir el
crecimiento urbano y las estructuras básicas de la «La consideración puede parecer actualmente un
segregación social es una referencia obligada para tanto ingenua, pero hay que situarse en el contexto de
muchos sociólogos y geógrafos urbanos. la ciudad de Chicago en los años 20, en una eferves­
cencia social considerable que producía transforma­
Estas primeras formulaciones dieron paso a ciones espaciales con una rapidez y contundencia no­
otras más precisas 12 que perseguían tables, para comprender hasta qué punto se podía
considerar la ciudad como un auténtico laboratorio
«describir la repetición de la disposición geográfica social en el que se podían estudiar con toda claridad
de las áreas, de acuerdo con una serie de factores los extremos de ese comportamiento social que gene­
como, por ejemplo, el valor del suelo, la accesibilidad raba tales convulsiones espaciales» 15•
y el proceso de crecimiento urbano» 13.
Entre los planteamientos primeros de los ecólo­ lrJ:ValiQ71, sucesión,, competición y segregación
gos urbanos y las formulaciones más maduras efec- son algunos de los conceptos utilizados para expre­
1 uadas por Hawley en su obra Teoría de la ecología sar los cambios urbanos como procesos naturales, a
humana hay un largo trayecto en el que se entrecru­ través de los cuales pretenden explicar cómo se «si­
zan elementos de la ecología como disciplina bioló­ túan en el espacio» los grupos, cómo se unen o se­
gica (que da soporte a la ecología urbana) y la eco­ paran de acuerdo con su homogeneidad social. Todo
logía humana como disciplina sociológica que han ello en el «ecosistema» llamado «ciudad», entendida
hecho que «éste permanezca como un influyente pa­ como una entidad natural e independiente como co­
radigma en la sociología urbana contemporánea» 4. 1 munidad y, por tanto, un medio ecológico.
En sus orígenes, los ecólogos pretendían situar­ «Otros entornos ambientales asimismo definidos
se en una perspectiva de los fenómenos sociales dis- fueron el barrio y la región, aunque nunca tuvieron
1 i nta de la que podían tener la sociología o la eco­ los finos límites de la ciudad, ni en ellos la unidad so­
nomía. Se trataba de aplicar una metodología que, cial era tan clara. La ciudad, en otras palabras, era
vista como una unidad ecológica en la que modelos y
l'Xlraída de las ciencias naturales y, en concreto, de procesos se podían discernir por las mismas técnicas
la recién nacida ecología, cuyos avances en la expli­ y desde las mismas perspectivas que las usadas en la
cación de los fenómenos biológicos era verdadera­ naturaleza» ".
mente notable, fuera válida para el análisis de los fe-
11ómenos sociales, fundamentalmente de aquellos Estos planteamientos sufren un giro a partir del
que tenían una dimensión espacial muy evidente. Al impulso que Hawley da a los nuevos trabajos de la
ecología humana. Díez Nicolás lo expresa de la si­
guiente forma:
12
Entre otras, seí'íalo algunas más significativas: «modelo o «¿Cuáles son los puntos más importantes de esta
teoría de los sectores», del economista Hoyt (The Structure and nueva ecología humana? El más importante es el de
( ;mwth of Residential Neighboords in American Cities, Washing­ considerar que la ecología humana constituye un sis-
ton 1939); «modelo o teoría plurinuclear», de los geógrafos Ha-
1Tis & Ullman («The Nature of Cities», Annals of the American
kademy of Political and Social Science 242 [1945] 7-17).
13 Cf. H. Johnson, Geografía Urbana, Oikos-tau, Barcelona

1974, 231. " Cf. J. Leal, Perspectiva sociológica, Master de Educación


14 Cf. W. G. Flanagan, Contemporary Urban Sociology, Cam­
Ambiental, UNED, Madrid 1993, mimeo, 7.
bridge U. P. 1993, 67. "Cf. L. Reissman, o. c., 113.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 11


lema lc<.>rico p.ir.i los sislL·111as sol'i<1ks, 110 p.ira un ✓ - La epistemológica, en tanto que su interés se
solo sisLema social como parcela anleriormcnle: la centra en la búsqueda de un modelo típico de «co­
ciudad. El mérilo principal de Hawley ha sido, por munidad o grupo» que explique el funcionamiento
consiguiente, el de elevar el nivel de generalización de del conjunto de la sociedad.
ese sistema teórico, de forma que sea utilizable no
sólo para explicar el sistema social de la ciudad, sino El desarrollo de estos estudios se enmarca en un
prácticamente para explicar cualquier sistema social momento clave de la reorientación de la ciencia so­
en el espacio y en el tiempo» 17• cial ante la dificultad de explicar desde una pers­
En parte, la intuición de que la ecología humana pectiva teórica global la complejidad de la sociedad
iba en otra dirección distinta a la ciudad, o al menos moderna. Esta sociedad, surgida tras las convulsio­
no restringida a ella, estaba ya presente en uno de nes políticas, económicas y sociales que dejara la II
los mejores estudiantes de Park, Wirth, que en su Guerra Mundial, se refleja
trabajo Human Ecology dice: «en las teorías científicas que elogian la renuncia a
comprender el todo como prueba de ascesis científica,
«La ecología humana no era una rama de la so­
y recomiendan la limitación al conocimiento sectorial
ciología, sino más bien una perspectiva, un método y - - l o - - ...

como única actividad todavía posible. Lo que se pue­


un cuerpo de conocimiento esencial para el estudio
de decir con certeza es que la sociedad moderna como
científico de la vida social y por tanto, como la psico­
totalidad ya no es accesible a la experiencia inmedia­
logía social, una disciplina general básica para todas
ta» (Adorno/Horkheimer, 1971, 149) 19•
las ciencias sociales» 18•
Desde este punto de vista, las ciudades de di­
El legado de la ecología humana en los estudios
mensiones medias 20 permiten afrontar con éxito es­
urbanos y más específicamente en la sociología ur­
tudios que puedan «extrapolar resultados aplicables
bana puede calificarse de definitivo. Su concepción
a la totalidad social» 21• Adorno y Horkheimer seña­
de lo urbano/la ciudad como sistema ecológico ha
lan distintos aspectos y dificultades que limitan el
demostrado ser fructífero desde los años 20 hasta
objetivo de este intento: el contexto histórico-social
nuestros días. Señalaremos tres líneas fundamenta­
(por ejemplo la trayectoria urbana de Europa y los
les:
USA, el entorno rural/urbano en la aplicación del
concepto de comunidad y en las relaciones econó­
• Los estudios de comunidad micas de ambos, etc.). Las objeciones epistemológi­
cas son graves:
Dentro de su amplitud de contenidos y orienta­
ciones, pueden destacarse tres perspectivas: «Si se aísla una ciudad media, incluso aunque se
tenga en cuenta su «territorio», se realiza precisa-

"La síntesis realizada por Adorno/Horkheimer en el cap. 10,


17El texto pertenece al prólogo de la obra de A. Hawley, La' «Estudios de comunidad» en su publicación La sociedad, Proteo,
estructura de los sistemas sociales, Tecnos, Madrid 1966. La pri­ Buenos Aires 1971 (2ª edición), escrita en los años 50, refleja con
mera publicación de A. Hawley, Ecología humana, es también de gran claridad los aspectos fundamentales de este tipo de trabajos,
Tecnos, Madrid 1962 (Traducción de J. Jiménez Blanco). La pre­ de los que ofrecen una extensa relación de publicaciones referi­
sentación más exhaustiva de la ecología humana cf. en G. A. das no sólo a los USA, sino también a Europa Central (muy es­
Theodorson, Estudios de ecología humana, Labor, Barcelona 1974 pecialmente en Alemania). Ver más adelante, p. 69.
(2 tomos). La mejor síntesis de las tendencias de la ecología hu­ 20
El subrayado es de los autores que indican cómo tampoco
mana cf. en J. Díez Nicolás, Especialización funcional y domina­ es posible partir de las grandes ciudades, dada su complejidad,
ción en la España urbana, Guadarrama, Madrid 1972, específica­ para efectuar un análisis completo (152). Este es el caso de los
mente el cap. I. clásicos análisis de W. L. Warner de Yankee-City o de R. S. Lynd
"Ver L. Wirth, «Human Ecology», en Community Life and & H. L. Lynd de Middletown (1929) y Middletown in transition
Social Policy, The University of Chicago Press, 1956, 133-142. Ori­ (1937).
ginalmente publicado en American Joumal of Sociology (may 21
La ciudad se asocia de esta forma al concepto de comuni­
1945). dad difundido, entre otros, por MacIVER.

12 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


mente ese conocimiento del todo que se quiere susti­ nidad como máximo exponente de la cohesión so­
tuir por el estudio del sector. Pero aunque se prescin­ cial desvelando el romanticismo encubierto de las
da del problema de si existen ciudades medias típicas, comunidades rurales (presentada� como soc.iedades
y a qué se refiere esa tipicidad, sigue siendo necesario i4_eales). En este sentido, los estudios de comunidad
postular el problema de principio de si las formas de giran la vista a la totalidad, a la sociedad de masas,
vida asociativa observables en una ciudad media son tratando de equilibrar el sesgo micro-sociológico de
en la actualidad verdaderamente decisivas, y si en
cambio no lo son algunas de las metrópolis industria­ sus orígenes. Un ejemplo de ello lo encontramos en
les, que se ofrecen con mucha mayor dificultad a los la significativa publicación colectiva, Re-fl,ections on
métodos de investigación de los estudios de comuni­ Community Studies, en su primera parte: «The Com­
dad». munity Sociologist Discovers the World» 23• Con an­
terioridad se había producido ya la desmitificación
En conclusión, se hace insostenible la esperanza de las pequeñas comunidades rurales confrontadas
de conseguir una parte que represente al todo y, ade­ con la sociedad de masas marcando un cambio de­
más, cisivo en este tipo de estudios 24•
«los estudios de comunidad chocan con el hecho, no ✓ - La subcultura[, en tanto que una determinada
accidental, de la divergencia de fondo entre la teoría «unida.él comunitaria» (Uámese vecindario,- h - arrio o
de la sociedad, por un lado, y la investigación empíri­ área natural) re_flaje una cJerta idt,mtidad en uriJe­
ca por el otro» 22•
rritorio (urbano) más amplio.
No obstante, como señalan estos autores, es jus-
Las observaciones realizadas para el caso ante­
to ver en los estudios de comunidad
rior son también válidas para éste. Sólo se trata de
«una de las tentativas más enérgicas que se hayan he­ una dimensión espacialmente inferior, limitada a
cho para superar la fractura que divide la ciencia de la ámbitos particulares de la ciudad o de la metrópolis.
sociedad». El sistema ecológico/comunidad se reduce aquí al
"/ - La cultural, en tan_tQ que la «comunidad» refle­ «área natural», barrio o vecindario que en muchos
je un tipo de cultura o sistema de comportamiento casos operan como unidades sinónimas. Así, estaría­
específico y diferenciado (en concreto, de otro ru­ mos ante distintas «culturas» correspondientes
ral). cada una de ellas a organizaciones sociales particu­
lares insertadas en la ciudad. Las orientaciones son
Los análisis más depurados sobre los estudios de también muy plurales, centradas, bien en el análisis
comunidad siguieron tras las críticas que fue reci­ de las variables constituyentes de la localización y
biendo el enfoque ecológico primitivo en sus versio­ diferenciación social 25, la organización social 26, la
nes sobre el crecimiento físico de la ciudad (vía Bur­
¿•css) o las etnografías (vía Anderson, Trasher, etc.),
ya fuera desde las nuevas corrientes «neo-ortodo­
xas» o de los seguidores de Wirth. En esta última di-
1 ncnsión también puede considerarse esta perspecti­ 23 Esta publicación de A. Vidich, J. Bensman & M. R. Stein,

v,1 cultural dentro de la tradición de la «cultura ur­ Reflections on Community Studies, Harper & Row, 1964, plantea
li,111a» surgida del pensamiento wirthiano. una revisión de los estudios de comunidad haciendo hincapié en
los problemas metodológicos y en la orientación teórica de di­
La preocupación en los seguidores de esta senda chos estudios. Otra publicación importante en esta dirección: M.
t'Sdescribir, no tanto las específicas características R. Stein, The Eclipse of Community. An lnterpretation of American
Studies, Harper & Row, 1960.
q11c definen a las comunidades urbanas, como el
24 Cf. A. Vidich & J. Bensman, Small Town in Mass Society,
uwstionar la mitologización del concepto de comu- Princeton Univ. Press, 1958 (2ª ed. revisada en 1968).
25
Cf. D. Timms, El mosaico urbano , IEAL, Madrid 1976.
26
Cf. G. Suttles, The Social Order of the Slum, The University
CI'. Adorno-Horkheimer, La sociedad, Proteo, B. Aires 1971, of Chicago Press, 1968 y The Construction of Communities, The
lú< 1 170. University of Chicago Press, 1972.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 13


especificidad cultural 27, o en la discusión metodoló­ no encontraron seguidores en la misma medida que
gica y su aplicación práctica a la planificación urba­ aquéllos.
na 2s_
Desde la incidencia interdisciplinar en la planifi­
Los vecindarios o barrios han sido reconocidos cación urbana en España, cuando ésta se hizo obje­
ampliamente como componentes significativos de la to de reflexión puede decirse que pesaron más los
vida urbana no sólo desde un ángulo sociológico/co­ aspectos demográfico-ecológicos que los comunita­
munitario, sino también desde la organización ad­ rios, a pesar de que éstos ofrecían elementos de aná­
ministrativa/política de la ciudad, aunque tradicio­ lisis «no rupturistas» con la política oficial domi­
nalmente han interesado más sus aspectos morfoló­ nante 37.
gicos o arquitectónicos. En nuestro país han esca­
Una variante de este enfoque subcultura! lo en­
seado, en comparación con el mundo anglosajón y
contramos en los estudios de «redes» aplicados a la
el continental, los enfoques más directamente rela­
ciudad. En este caso, la comunidad es equiparada a
cionados con la organización social de la comuni­
una red social (network). En palabras de uno de los
dad local entendida como barrio o municipio. Esta
seguidores de esta tendencia:
perspectiva, que contó inicialmente con la obra de
Koning 29 y la de Anderson 30, no encontró tanto eco «El análisis de las redes sociales ha liberado al es­
como los estudios ecológicos de carácter macroso­ tudio de la comunidad de su tradicional preocupación
ciológico realizados por Díez Nicolás 31• Por esa épo­ por la solidaridad y la veracidad. El gran desplaza­
ca de los años 70 se suscitaba en España un interés miento en las ciencias sociales hacia el análisis es­
por el desarrollo de nuestras ciudades y, en ciertos tructural ha creado posibilidades para la integración
círculos de intelectuales, profesionales y políticos, del estado de la comunidad en investigaciones sobre
la familia, el hogar y la salud» 38•
por la «posibilidad de enmendar la situación urba­
nística nacional» 32• En este contexto, las aportacio­ El análisis de redes, concepto incorporado de la
nes fundamentales de la sociología urbana surgie­ antropología urbana 39, se refiere a las cadenas de co-
ron desde una perspectiva territorial/ecológica y, crí­
ticamente, desde los enfoques marxistas de Lefeb­
vre 33 y Castells 34. Los trabajos de Ledrut 35 y Keller 36 37 Es importante destacar un precedente en este sentido: el

trabajo de G. Alomar, Teoría de la ciudad, IEAL, 1980 (1ª edición


en 1947) que, siguiendo las corrientes norteamericanas de la épo­
ca, introdujo el concepto de neigborhood unit como célula básica
27 Cf. C. S. Fischer, T he Urban Experience, Harcourt Brace Jo­
de planeamiento urbano (cf. el comentario de F. de Terán en Pla­
vanovich, 1976. neamiento urbano en la España contemporánea [1900-1980},
Alianza, Madrid (1ª ed. 1978) 1982, 353-361. Deben reseñarse
"Cf. S. Keller, El vecindario urbano, Siglo XXI, Madrid 1975. igualmente los trabajos de M. Gaviria, «Estudio sociológico del
29 Cf. R. Koning, Sociología de la comunidad local, Euraméri­ Gran San Bias», Rev. Arquitectura, n. 113 y 114 (Madrid 1968) y
ca, Madrid 1971. Campo, urbe y espacio del ocio, Siglo XXI, Madrid 1971. En otra
· ° Cf. N. Anderson, Sociología de la comunidad urbana, FCE, dirección distinta a las anteriores se sitúa el trabajo de Villasante
1

México 1965. (1984), que hace hincapié en los aspectos metodológicos de algu­
31 Cf. J. Díez Nicolás, o. c., 1972. nas de las tendencias de comunidad, así como en su carácter al­
32 Cf. Fernando de Terán, Planeamiento urbano en la España
ternativo en el marco de los movimientos sociales urbanos. Un
contemporánea (1900-1980), Alianza, Madrid 1982, 491. artículo «divulgativo y de síntesis» sobre los conceptos de comu­
nidad es el de A. de Miguel, «Algunas ideas sobre la moderna so­
33 Cf. H. Lefebvre, El derecho a la ciudad, Península, Barcelo­
ciología de la ciudad», Ciudad y Territorio, n. 2 (abril-junio 1974)
na 1969; La revolución urbana, Alianza, Madrid 1972; Espacio y 6-14.
política, Península, Barcelona 1976.
38 Es altamente indicativo el título del trabajo de B. Wellman,
34 Cf. M. Castells, Problemas de investigación en sociología ur­ «The Community Question Re-evaluated», en Power, Community
bana, Siglo XXI, Madrid 1971; La cuestión urbana, Siglo XXI, and the City, Comparative Urban and Community Research, vol.1,
Madrid 1974. ed. por M. P. Smith, Transaction Books, 1988. Lógicamente la re­
'Cf. R. Ledrut, El espacio social de la ciudad, Amorrortu, B. evaluación está referida a las redes (cit. p. 81).
Aires 1974; Sociología urbana, IEAL, Madrid 1976. "Cf. U. Hannerz, o. c.; C. V., «Pensar en redes», 188-228. Es
" S. Keller, o. c., 1975. interesante destacar la incorporación de este concepto a áreas que

14 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


11111nicac1on establecidas entre personas con algún en un sistema ecológico que va más allá de la ciudad
tipo de relación entre sí (y por tanto elegidas), así y que puede ampliarse al concepto de área, región o
como a sus ramificaciones dentro de un grupo o co- país. Por ello la conexión de esta línea con los pre­
11 n111idad concretos (las cadenas de cartas frecuen­ supuestos ecológicos es evidente, aunque también
lémente utilizadas para difundir mensajes es un se dan descripciones del proceso de urbanización
ejemplo de ello). Este tipo de análisis admite, como con otros presupuestos teóricos 43•
Ita señalado Wellman, distintos frentes: la familia, la
El concepto que expresa estas ideas es el de sis­
salud, el poder, etc. La ciudad aparece como una red
tema urbano o sistema de ciudades que puede con­
tk redes 40 que, juntas, constituyen la ciudad como
textualizarse en distintos niveles 44• La terminología
< irdcn social 41•
sistémica define un sistema como un conjunto de
elementos en interacción, sus relaciones y caracte­
• El proceso de urbanización rísticas, de tal modo que, en cualquiera que sea su
como un proceso demográfico naturaleza, hay unos principios básicos por los que
tal sistema se define, se organiza, funciona y evolu­
En esta línea se hace hincapié en la idea de pro­ ciona. Desde este punto de vista, y en una perspecti­
ceso o de estructura funcional a partir de determi- va sociológica, un sistema urbano (sistema de ciu­
11adas variables demográficas y económicas. El con­ dades) es un sistema social en el que se pueden de­
l'l'pto de ciudad es frecuentemente analizado desde finir elementos, relaciones y funciones, y cuyo fin
1111a perspectiva sistémica (el sistema de ciudades o último es el mantenimiento del conjunto. En este
-,istcma urbano) y considerando su forma espacial sentido, y aunque el aspecto del territorio es espe­
de carácter metropolitano 42• Su orientación general cialmente importante, un sistema urbano no es un
l'S más descriptiva que interpretativa del proceso de sistema físico de asentamientos, sino sobre todo un
11 rbanización al que se le suele colocar en paralelo sistema social 45•
con otros procesos: el de industrialización o el de
111odcrnización. El proceso de urbanización vendría Aplicando la definición sistémica, cada sistema
:, ser una constatación más de los grandes cambios urbano tiene unos elementos concretos (ciudades)
..,, ,ciales operados en una sociedad determinada. con unas ciracterísticas determinadas (población,
actividades, distribución), unas funciones (econó­
Desde esta perspectiva, la densidad y concentra­ micas, mantenimiento, políticas sociales) y unas re­
e i<'>n de la población, así como sus características laciones entre unidades y funciones (distribución
l111icionales en el sistema productivo, se enmarcan funcional) que definen en cada situación espacio­
temporal su estructura.
El concepto de estructura hace referencia al as­
, ,·gistran un rápido cambio en el proceso de urbanización tal pecto morfológico de la organización básica del sis-
, 111110 lo describe P. C. W. Gutkind en «Urbanismo africano, mo­
vilidad y la red social», en G. Breese, o. c., 483-503.
'" Cf. P. Craven & B. Wellman, The Network City, en M. Pelly
l'llrat (comp.), The Community, Free Press. 1974 (cit. 80). Para 41 Cf. M. Castells, o. c., 1974: el proceso de urbanización o al­

1111;1 discusión de las relaciones entre los conceptos de redes, ba­ gunas de sus características o tendencias vistas desde el sistema
,, ios y comunidades ver: B. Wellman & B. Leighton, «Networks, capitalista en una versión crítica o/y marxista.
N,·ighborhoods and Communities. Approaches to the Study of the 44
Estos niveles pueden ser: regional, nacional o internacio­
< 0111munity Question», Urba11 Affairs Quarterly 14, n. 3 (march nal: cf. F. D. Wilson, «Urban Ecology: Urbanization and Systems
1 1179) 363-390. o[ Citie's», Annual Review of Sociology, 10, 283-307. En una pers­
" Cf. U. Hannerz, o. c., 228. pectiva más formal que ecológico-funcional, L. Racionero, Siste­
" En el caso de España, una aportación pionera en esta di­ ma de ciudades y ordenación del territorio, Alianza, Madrid 1981.
, ecl'iún es la de S. del Campo, J. Díez Nicolás y J. L. Pérez Amáiz, 45
Se pretende, con este matiz, establecer una diferencia en­
Aproximación al análisis de la estructura socio-económica de tre las visiones geográficas que utilizan profusamente esta orien­
Lis arcas metropolitanas en España», Revista de Estudios Socia- tación sistémica, y las perspectivas sociológicas en las que la base
1,·s, 11. 1 (Madrid, enero-abril 1971). territorial es un componente más del sistema social.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 15


tema, es decir, constituiría la plasmación concreta « En un sentido amplio, diferenciación hace refe­
de las posiciones de todos los elementos, relaciones rencia a los modos de vida, características peculiares
y funciones del sistema. El aspecto más importante que definen a los distintos grupos sociales, como con­
de la estructura de los sistemas es el hecho de que secuencia fundamentalmente del puesto que ocupan
tiene un orden jerárquico, y a que las funciones del en la estructura social. De este modo, el rango social
que tienen los diferentes grupos sociales constituye el
sistema están jerarquizadas. La jerarquía de funcio­
eje central de los estudios de diferenciación social» 48•
nes implica una jerarquía de unidades y, en definiti­
va, una estructura jerárquica del sistema. Los estudios de diferenciación residencial, aun-
que admiten aportaciones procedentes de otras vías
Entre otras consecuencias importantes para la
teóricas, tienen sus raíces y referencias más ricas en
investigación, los principios jerárquicos de organi­
el largo desarrollo de la tradición de la ecología ur­
zación de los sistemas urbanos han dado lugar a un
bana 49•
gran interés empírico por analizar tipologías y je­
rarquías de ciudades, normalmente en sistemas na­ La ecología factorial se ha derivado de este inte­
cionales. Tales jerarquías en algunos casos se han rés por precisar las diferencias residenciales actuan­
generalizado como «modelos de estructura» bastan­ do de puente teórico y empírico entre ciertas teorías
te conocidos. También los análisis comparativos y de la comunidad y las diferencias existentes en la es­
evolutivos sobre la estructura de los sistemas urba­ tructura social. Retomando a J. Leonardo en su tra­
nos tienen larga tradición en la investigación urba­ bajo sobre Bilbao:
na 46.
«nos atreveríamos a afirmar que el mismo persigue es­
A la vez, todo sistema es dinámico, cambia adap­ tablecer una conexión teórica entre los estudios de di­
tando constantemente elementos, funciones y rela­ ferenciación residencial y las teorías de la comunidad,
ciones, según sus influencias externas y según las no suficientemente explicitada por la mayoría de los
necesidades para su mantenimiento. Normalmente autores. Es decir, pretendemos mostrar cómo detrás de
el sistema tiende a la expansión, y el crecimiento es los estudios de diferenciación residencial efectuados la­
ten las mismas preguntas, interrogantes, que inspiran a
una de las formas por las que un sistema se hace las diferentes teorías de la comunidad» 50•
más complejo 47 •
El análisis factorial, en esta perspectiva ecológi­
ca, hace posible, como técnica, la reducción de una
• La diferenciación residencial elevada cantidad de indicadores a un número limi­
Siguiendo la pauta iniciada por Burgess, se en­ tado de factores a partir de los cuales puede estable­
tiende en esta línea de investigación que la ciudad cerse una fundamentación de la diferenciación resi­
no es un conjunto o unidad socialmente homogé­ dencial urbana de forma básica. Todo lo cual abre
nea, sino que se encuentra dividida en una serie de
subcomunidades. Esto es debido a que las poblacio­
nes semejantes se reúnen en áreas a las que impri­ 48 Cf. J. Leonardo, Estructura urbana y diferenciación residen,

men sus características sociales. Es decir, se da una cial: el caso de Bilbao, CIS, Madrid 1989, 6.
diferenciación residencial de la ciudad susceptible 49 Un ejemplo de ello es la citada publicación de J. Leonardo

de analizarse en función de aquellas características (1989), así como la de C. Lavia y J. Leonardo, Vitoria-Gasteiz.
Análisis de las pautas de localización residencial, Diputación Foral
o factores. de A!ava, 1990; J. Leonardo y C. Lavia, «Hacia un modelo gene­
ral de diferenciación residencial: análisis comparativo de Bilbao
y Vitoria-Gasteiz», Ciudad y Territorio, n. 83, 97-110. Para una
ampliación de esta tendencia, cf. D. Timms, El mosaico urbano.
Hacia una teoría de la diferenciación residencial, IEAL, 1976; O. D.
46 Cf. el análisis mejor estructurado desde esta perspectiva en Duncan & B. Duncan, «Residential Distribution and Occupatio­
España: J. Díez Nicolás, o. c., 1972. nal Stratification», en P. K. Hatt & A. Reiss Jr., Cities and Society,
47
De acuerdo con la concepción que sobre el sistema ecoló­ Free Press, 283-329.
gico desarrolla A. Hawley (1991). 50 Cf. J. Leonardo, o. c., 10.

16 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


las puertas a la posibilidad de simplificar complejos No obstante, existen otras opm10nes, como la
estudios de casos y hacerlos comparables entre sí y de W. Flanagan, para quien Hawley puede ser visto
extraer finalmente algún tipo de conclusión genera­ como alguien que ejerce una importante influencia
lizable y teórica 51• en el pensamiento urbano contemporáneo 53• Los
nuevos ecólogos han integrado los conceptos de la
Como hemos visto, la ecología urbana, en su
corriente neo-ortodoxa con otros conceptos toma­
concepción básica de lo urbano como sistema ecoló­
dos de la economía y de la geografía para explicar
gico ha sufrido múltiples derivaciones desde que
la expansión urbana y las estructuras de domina­
Park redactara sus líneas de investigación sobre la
ción y subordinación entre las ciudades, ampliando
ciudad. Todas ellas han crecido, se han entrecruza­
de esta forma su capacidad explicativa de los fenó­
do y han saltado, incluso, a otros mundos y para­
menos urbanos, muy especialmente los macro-so­
digmas teóricos. Esta perspectiva, tras su división
ciológicos 54•
en 1950 en las dos ramas, la «empiricista» y la «teó­
rica/funcionalista», continúa activa en la actualidad, El hecho de afrontar distintos campos de la so­
aunque se constatan distintas percepciones acerca ciología urbana dificulta una valoración global de su
de su peso o influencia. Saunders, sin quitar la im­ legado. La aportación, lógicamente, se presenta de
portancia de los ecólogos a lo largo de su trayectoria forma desigual según sea el campo investigado (más
histórica para el análisis de la ciudad, considera teórico o más empírico y dentro de estas dos divi­
que: siones el tipo de análisis efectuado).
« Una vez que la ecología humana se encuentra lo­ Por otra parte, la recepción de la ecología urba­
calizada como una subdisciplina dentro del estnictu­ na ha sido también diversa entre los países y las co­
ral - funcionalismo, su significación para el análisis munidades de investigadores sociales que han se­
urbano puede ser más fácilmente evaluada... tal como guido sus orientaciones. Así, Savage y Warde, a la
originariamente fue desarrollada por la Escuela de hora de confrontar, en el Reino Unido, las aporta­
Chicago, la ecología humana, representaba un inten­ ciones de los ecólogos urbanos, aprecian tres gran­
to de generar no sólo una aproximación teórica dis­
tinta de la sociedad humana, sino también una teoría
des direcciones: la socialización en la ciudad mo­
específica de la ciudad, y esa tensión irreconciliable derna, la naturaleza de la modernidad y la acción re­
entre ambas fue lo que dio origen a su consiguiente formadora en un proyecto político liberal. Conclu­
colapso. Hawley fue capaz de hacer resurgir la ecolo­ yen que su impacto ha sido desigual en cuanto al in­
gía humana ... Ahora que la ecología ha encontrado su terés de campos, poco influyente en los plantea­
nicho dentro del paradigma funcionalista, podríamos mientos teóricos y más intenso en todo lo relaciona­
debatir su validez y utilidad en ese contexto, pero al do con las técnicas de investigación 55•
margen de las conclusiones de tal debate, parece cla­
ro que la ecología humana ya no es esencialmente una
teoría urbana y que no puede facilitar un marco con­ b) La cultura urbana:
ceptual en el que se pueda desarrollar una teoría so­ la ciudad como expresión
cial específicamente urbana» 52• y forma cultural
Esta tradición arranca de los presupuestos desa­
rrollados por Tonnies y Simmel que adquirieron su
51 Cf. E. Shevky & W. Bell, Social Areas Analysis: Theory Jllus­
trative and Computational Procedures, Stanford University Press,
5·1Cf. W. Flanagan, o. c., 1993, 60.
1955. En España, J. Leonardo, o. c. (en 11); F. K. Sweetser, «Fac­
torial Ecology: Helsinky,, , Demography 2 (1969) 372-385 y «Eco­ 54 Este es el caso de Wilson que ha adaptado el esquema de
logical Factors in Metropolitan Zones and Sectors", en M. Dogan Hawley para analizar la expansión de las ciudades y de los sistemas
& S. Rokkan (eds.), Quantitative Ecological Analysis in the Social urbanos. Cf. «Urban Ecology: Urbanization and Sistems of Cities",
Sciences, The MIT Press, 1969, 413-456. Annual Review of Sociology 1O (1984) 283-307. En otra escala po­
52 Cf. P. Saunders, Social Theory and the Urban Question, Un­
driamos considerar el trabajo de J. Díez Nicolas, o. c., 1972.
win Hyman, 1989, 83. 55 Cf. Savage-Warde, o. c., 1993, 21-22.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD l7


forma más sistematizada en los trabajos de Wirth. es decil� considerando éste como el punto de llegada
Son centrales en sus fundamentaciones teóricas: su de un proceso que discurre desde unas relaciones de
particular visión de la clásica distinción comunidad­ comunidad a otras de carácter societario, de una so­
sociedad, su análisis de la relación que existe entre lidaridad mecánica a otra orgánica, de una cultura
los conflictos individuales y la «desorganización so­ folk a otra urbana. El marco conceptual de Wirth se
cial», así como la valoración del papel que juega la mueve, pues, en las dicotomías de los primeros clá­
ciudad tanto en esa desorganización como en los sicos de la sociología que son situadas con gran ha­
conflictos sociales. En este sentido, la ciudad ad­ bilidad en el contexto cambiante del proceso de ur­
quiere, con su consideración de variable indepen­ banización. La simplicidad y sistematicidad de su
diente, un peso decisivo en la forma de vida de los publicación El urbanismo como modo de vida, en­
individuos y, en concreto, en la creación de un esti­ raizada en los planteamientos de Simmel, Tónnies y
lo de vida que genera el «desorden social». Durkheim, han hecho de ella una de las obras más
influyentes de la tradición sociológica, y muy espe­
De acuerdo con los postulados de la ecología ur­ cialmente de la urbana 58•
bana, Wirth entiende la comunidad como un fenó­
meno natural, condicionado por la proximidad es­ Wirth, al acentuar los aspectos «negativos» de la
pacial, los lazos de amistad y la interacción simultá­ vida urbana confrontándolos con los «positivos» de
neamente igualitaria y competitiva entre todos sus la vida rural consiguió articular uno de los estereo­
miembros. Junto a esta idea de comunidad, enten­ tipos más fructíferos de la cultura contemporánea
dida como fenómeno natural fundamentado en la que se acentuaron con la expansión de la antropolo­
interdependencia, Wirth utiliza la idea de sociedad gía norteamericana y muy especialmente con los es­
para referirse a esas relaciones deseadas y consen­ tudios de Redfield 59• Así , la pareja de conceptos ur­
suadas entre los seres humanos que les afectan me­ bano-rural o folk-urbano no ha conocido manual o
nos que aquellas mencionadas anteriormente (es de­ texto en el que no se les haya realizado una referen­
cir, las que se dan por su situación «orgánica o/y es­ cia obligada.
pacial») 56•
Para Wirth, la caracterización del urbanismo en
Entiende también estos conceptos como un con­ esa dicotomía es, ante todo, un tipo ideal o cons­
tinuo 57 más que como variables discretas, de tal for­ tructo lógico, no una descripción empírica. Tiene,
ma que cada uno de ellos puede localizarse en uno por tanto, un alcance limitado, diseñado para facili­
de los polos del continuo. Comunidad y sociedad no tar la comprensión de un fenómeno social y, conse­
son dos tipos distintos de grupo, sino dos facetas de cuentemente, para el posterior desarrollo de crite­
la vida en todos los grupos humanos. En sintonía rios que hagan posible la investigación empírica.
con Tónnies y Durkheim, Wirth interpreta la dicoto­
Simmel, cuya influencia tanto en Park como en
mía evolucionista en la clave del «mundo moderno»,
Wirth es patente, difiere de éste en una apreciación

"Wirth dice textualmente: «"Community" has come to refer


..
to group life when v:iewed from the standpoint of symbiosis, "so­ " Las variables asignadas en su definición de la ciudad: ta­
ciety" when viewed from the standpoint of consensus». Cf. en L. maño, densidad y heterogeneidad se han mostrado consistentes
Wirht, «The Scope and Problems of the Community», On Cities desde un punto de vista operativo, a lo largo del tiempo. De la
and Social Life, University Press, Chicago 1964, 165-177. misma manera, su planteamiento de las líneas de investigación
"El continuo rural-urbano (rural-urban continuum), utiliza­ urbana (la perspectiva ecológica, la organizacional y la psicoso­
do con profusión por diversos sociólogos y antropólogos, princi­ ciológica) ha abierto nuevas vías de análisis dentro de la sociolo­
palmente Redfield, ha sido cuestionado por R. Dewey por su gran gía urbana y nuevos contactos con otras disciplinas (geografía y
elasticidad a la hora de fijar una definición precisa de sus conte­ psicología social).
nidos, en el artículo «The Rural-Urban Continuum: Real but Re­ " Cf. principalmente: R. Redfield, The Folk Culture of Yuca­
latively Unimportant», The American Journal of Sociology Uuly tan, 1941; The Little Community, 1955 y Peasant Society and Cul­
1960), LXVI, n. 1, 60-67, donde señala hasta 40 ítems para defi­ ture, 1956, todas ellas publicadas en The University of Chicago
nir este concepto. Press.

18 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


importante. Mientras que para Wirth la comunidad desarrollo de la vida social, a una de las pocas con res­
urbana, debido a su carácter segmentador, genera pecto a las cuales es posible encontrar una fórmula
necesariamente efectos desintegradores para las aproximadamente general... A partir de este estadio,
personas, para Simmel queda una puerta abierta a la evolución social se dirige simultáneamente hacia
la libertad. Las personas pueden elegir sus ámbitos, dos lados diferentes y que, sin embargo, se corres­
ponden. En la medida en que el grupo crece -numéri­
sus amistades y, en definitiva, salir tanto del control
ca, espacialmente, en importancia y en contenidos vi­
social que ejercen los pequeños núcleos rurales tales-, se afloja su unidad interna inmediata, se suavi­
como de la presión cultural de la ciudad. Esta apa­ za la dureza de la delimitación originaria contra los
rece, pues , como un campo abierto, no determinado demás, a través de las relaciones recíprocas y de las
por sus fuerzas disgregadoras como en el caso de conexiones; al mismo tiempo, el individuo gana en li­
Wirth. Podría decirse que Wirth y Freud tienen un bertad de movimiento... No es sólo la gran dimensión
punto de contacto en la consideración de la ciudad inmediata de las organizaciones administrativas o el
como expresión cultural opresora sobre las perso­ número de personas lo que, en virtud de la correla­
nas, mientras que Simmel aporta una posibilidad de ción mundial entre el aumento del círculo y la liber­
libertad y de distanciamiento de los habitantes de tad personal interna-externa, transforma a la gran
las grandes ciudades respecto de la anomía o la seg­ ciudad en sede de esta libertad, sino que, además, por
mentación urbanas. encima de esta amplitud perceptible, las grandes ciu­
dades son también sede del cosmopolitanismo» 61•
Sirvan de ejemplo las siguientes citas:
Las valoraciones sobre las aportaciones de Wirth
Wirth en el apartado sobre personalidad y con­ y junto a él las de Simmel como máximos represen­
ducta colectiva: tantes de la concepción de la ciudad como expresión
«Es a través de las actividades de los grupos vo­ cultural son diversas y polémicas. Hay que decir
luntarios, sean sus objetivos económicos, políticos, también que han sufrido una ostensible variación
educacionales, recreativos o culturales, como el hom­ hacia un mayor equilibrio crítico. Este es el caso de
bre urbano se expresa y desarrolla su personalidad, la crítica radical que hiciera Castells en La cuestión
adquiere un status y es capaz de llevar a cabo el con­ urbana (1974) 62, descalificando las aportaciones de
junto de actividades que constituyen su vida. Sin em­ ambos autores por ideológicas y carentes de rigor
bargo, se puede inferir fácilmente que el marco de re­ teórico, hasta su posterior revisión de La ciudad y
ferencia organizativo que producen estas funciones las masas (1986) 63, donde se aceptan los factores
altamente diferenciadas no asegura por sí mismo la culturales antes ignorados.
compatibilidad e integridad de personalidades cuyos
intereses abarca. Bajo estas circunstancias, es de es­ Savage y Warde apuntan dos aproximaciones al
perar que la desorganización personal, el trastorno estudio de la cultura urbana:
mental, el suicidio, la delincuencia, el crimen, la co­
rrupción y el desorden prevalezcan con más fuerza en - El primero hace referencia al interés por des­
la comunidad urbana que en la rural» 60• cubrir los aspectos comunes aplicables a todas las
Simmel, tras constatar los efectos perversos de
las grandes ciudades, manifiesta cierta reserva des­
lacando otros «ropajes» de ' Cf. G. Simmel, «Las grandes ciudades y la vida intelec­
1

tual»: texto en p. 93.


«un ser espiritual mucho más general, de la gran ciu­ • Cf. especialmente el capítulo sobre «El mito de la cultura
2

dad. Otorga al individuo un tipo y medida de libertad urbana», 95-117.


personal que no tiene análogos en otras relaciones: se "Cf. la parte 3ª sobre «La ciudad y la cultura: la experiencia
remonta con ello a una de las grandes tendencias de de S. Francisco», 151-245 y, sobre todo, la consideración que, so­
bre los objetivos, hace en «La ciudad alternativa...». En el segun­
do de ellos rescata «la búsqueda de la identidad cultural, del man­
tenimiento o creación de culturas locales autónomas, étnicamen­
'" Cf. L. Wirth, «El urbanismo como modo de vida»: texto en te basadas o históricamente originadas... Al movimiento orienta­
p 107. do hacia este objetivo, lo llamamos comunidad» (430-431).

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 19


ciudades. Tiene que ver con las tentativas de delimi­ dades y que también influyen en la fijación de las
tar un modo de vida urbano (urban way of life). formas culturales. Las ciudades son como micro­
cosmos aislados, sin engarce alguno con la sociedad­
- En esta posición se mueve el pensamiento de
como-un-todo o con procesos estructurales más am­
Wirth, básicamente orientado a contrastar, en térmi­
plios.
nos espaciales, la forma de vida de la ciudad y el
campo (urbanlfolk dicotomía). A pesar de tales consideraciones críticas, las va­
riables utilizadas en estos enfoques de la ciudad,
- El segundo abandona el intento de definir esta
tanto las espaciales como las del tamaño y la densi­
singular forma de cultura urbana. Sugiere que cada
dad, no pueden ser ignoradas en el análisis socioló­
ciudad tiene su cultura específica y su propio signi­
gico. Su adecuada utilización puede facilitar la ex­
ficado. No se trata tanto de identificar el proceso ge­
plicación de ciertos fenómenos sociales,
neral de construcción de la cultura urbana, sino de
identificar cómo se generan las culturas urbanas «sin embargo hay un salto gigante entre esta afirma­
particulares y cómo las ciudades adquieren tal sig­ ción y el aceptar la idea de que las variables espacia­
nificación cultural. les determinan los fenómenos sociales en el sentido
sugerido por Wirth» 65•
- En esta línea se sitúa el interés de Simmel que
define la moderna cultura urbana desde una pers­ Otra consideración final, al margen del legado
pectiva temporal, en relación con las viejas formas de Wirth y de Simmel, es la referente a las relacio­
sociales. nes entre modernidad, postmodernidad y cultura
urbana en las que pueden enmarcarse los trabajos
- Wirth contrasta la ciudad con el campo. Sim­ de H. Lefebvre y D. Harvey 66• En síntesis, se parte de
mel contrasta el moderno habitante urbano con los la interpretación de la ciudad como un texto, en el
residentes de los pequeños pueblos y ciudades de las mismo sentido que una novela. Este texto posee
épocas primitivas 64• unos autores, es construido en una dirección parti­
Saunders (1989) en su apreciación sobre ambas cular, por medio de varios procedimientos o técni­
tendencias destaca la relación causal que se des­ cas y tiene una serie de significados 67••• Esta pers­
prende de sus planteamientos: la relación entre la pectiva es una de las ya atribuidas por Lefebvre en
evolución demográfico/ecológica (tamaño) de los su forma de acercarse al estudio de la ciudad (como
asentamientos humanos y la repercusión que tal objeto, como sujeto, como obra). Tiene que ver con
evolución (crecimiento y densificación de la pobla­ aquellos elementos estéticos del espacio que es so­
ción) tiene en los comportamientos de las personas. cial y simbólicamente construido. Es, en cierta me­
En un caso, el efecto se manifiesta en la desorgani­ dida, un acercamiento arquitectónico o constructi­
zación social (relaciones sociales anónimas, superfi­ vista a la ciudad 68•
ciales y segmentadas (Wirth), en otro en cultura de Las relaciones entre la construcción de la ciu­
la modernidad (derivada directamente del tamaño dad, su orden o su caos dependen de la imagen de
de la ciudad-metrópolis, Simmel). La no considera­ sus creadores: los urbanistas y en ese sentido las
ción de otras variables como la clase social, la etnia, concepciones culturales de tales creadores condicio­
la situación de los ciclos familiares, etc., en los cam­ nan de forma decisiva el futuro de las ciudades, la
bios de las estructuras de la vida urbana ponen en ordenación de espacio y, en última instancia, la vida
cuestión estas tendencias construidas a partir de
factores demográficos. Por otra parte, no existe tam­
poco referencia alguna a otros procesos generales o
contextos sociales en los que están inmersas las ciu- "Cf. P. Saunders, o. c., 1989, 248.
" Cf. H. Lefebvre, o. c. y D. Harvey, «Social Justice, P ostmo­
dernism and the City», IJURR 16 (1992).
67 Cf. Savage-Warde, o. c., 1993, 122.

"Cf. Savage-Warde, o. c., 1993, c. 5 y 6. ' K. Lynch, La imagen de la ciudad, G. Gili, Barcelona 1984.
8

20 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


de los ciudadanos. F. Choay 69 ha descrito las distin­ una corriente a la que se ha calificado como «la nue­
tas utopías y escuelas que han configurado física­ va sociología urbana» 11•
mente las ciudades a lo largo de la industrialización
Asistimos pues a una ruptura con las tradiciones
y los tiempos modernos. Estamos pues ante un flan­
presentadas anteriormente. Es significativa la san­
co interdisciplinar en el que la sociología urbana, en
ción de Castells en sus obras de 1971 y 1974 respec­
este caso su perspectiva de la percepción de la ciu­
to de la sociología urbana a la que califica de prác­
dad, adquiere un papel discursivo.
tica ideológica sin contenido científico. De esta for­
Los significados varían de un grupo a otro y, por ma, al negarle su objeto científico propio, crea una
lanto, existen interpretaciones plurales de los sím­ dificultad seria a la hora de establecer la frontera de
bolos e imágenes visibles de las ciudades. Cada ciu­ lo urbano y a la hora de realizar una descripción ca­
dad y cada barrio adquieren su propia significación bal de la urbanización que se da en ciertas zonas. En
.i lo largo del tiempo, siendo apreciados a partir de las investigaciones de sociología urbana queda, se­
l'sos particulares distintivos. La diversidad de imá­ gún este autor, un punto fundamental por esclare­
¡•,cncs y significados, acelerados por una cultura en cer: se trata del objeto de la propia sociología urba­
lll'.rmanente cambio, induce a una evaluación tam­ na. Toda ciencia debe tener un objeto específico so­
liiC·n permanente de las percepciones colectivas del bre el que fundamentar su contenido, o al menos un
L'spacio. Así, pues, se hace necesario el análisis de objeto teórico, es decir, un corpus teórico indepen­
L'slos cambios considerando las relaciones de poder, diente, lo que en filosofía se denomina objeto mate­
1, ,s conflictos sociales urbanos, las relaciones econó- rial y objeto formal.
111 icas y las decisiones políticas que afectan a la
Pues bien, la sociología urbana, tal como se ha
¡11:ktica de la planificación urbana.
desarrollado hasta este momento, carece de ambos
objetos y por tanto no puede denominarse ciencia,
e) La ciudad como sistema socio-espacial sino ideología al servicio de una justificación del es­
y comunidad política tado de dominación de una clase social por otra. En
definitiva, no hay objeto teórico porque no se ha po­
Tras la Segunda Guerra Mundial, la sociología dido establecer, según él, una conexión directa entre
111 liana había alcanzado un alto reconocimiento el espacio y los procesos sociales.
1 p1110 subdisciplina dentro de la tradición sociológi­
l o1 No obstante, el agotamiento del modelo ecológi­ Las críticas a la sociología urbana son, a fin de
l < , • .isí como el cultural eran patentes entre los estu­
cuentas, un índice del resurgimiento de los estudios
diosos de la ciudad que iban progresivamente am­ sobre las ciudades que desde otros ángulos weberia­
pl1.111do los campos de investigación y difuminando
nos o marxistas coinciden con el rechazo de la so­
•.i 11111 ltáneamente sus planteamientos teóricos. La
ciología urbana ortodoxa/tradicional. Para I. Szelen­
yi (1979), este cambio data de comienzos de la dé­
,sociología urbana llegó a constituirse como el ámbi­ cada de los 70 con el trabajo de H. Gans (1965), ya
ln de estudio de todo lo que ocurría en las áreas ur­ que ahí se plantea por primera vez el análisis de la
banas: el cambio de las estructuras de amistad, las
, 0111 roversias sobre los usos del suelo, la privatización
d1· la educación en las clases trabajadoras, etc. » 70•
F11 este contexto, que se alarga hasta finales de
71 Las obras de S. Greer (1962), The Emerging City. Myth and
In·, ;111os 60, brota, desde distintas fuentes teóricas, Reality; J. H. Gans (1965), The Urban Villagers; J. Rex & R. Moo­
re (1967), Race, Community and Confiict; R. Pahl (1970), Patterns
of Urban Life (1975); Whose City?; P. Saunders (1979), Urban Po­
litics; M. Castells (1971), Problemas de investigación en sociología
urbana (1974); La cuestión urbana, abren otras perspectivas de
< 1 F. Choay, El urbanismo. Utopías y realidades, Lumen, análisis urbanos planteando no sólo nuevos contenidos de inves­
11.ot, ,·l,111.i 1970. tigación, sino también diferentes bases teóricas a la hora de
< 1 I'. Saunders, o. c., 1989, 114. afrontarlos.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 21


ciudad en términos de comparación de clases socia­ que dos personas no pueden ocupar el mismo lugar
les. Igualmente hay que considerar el otro gran con­ en relación con cualquier utilidad o recurso estable­
tenido, el del poder y su aplicación a la vida urbana cido en él. Es claro, pues, que todo recurso urbano
como expresión de los grupos y clases sociales en debe tener su componente espacial. La especificidad
pugna por la conformación del espacio y la gestión de la sociología urbana tiene que ver con todo aque­
de la ciudad. llo que esté relacionado con las estructuras de dis­
tribución de dichos recursos en el espacio que pre­
La nueva orientación es eminentemente política sentan una ubicación inherentemente desigual y ha­
y macrosociológica y, como ya se ha señalado ante­
cen necesaria su localización en un contexto deter­
riormente, arranca de dos concepciones básicas:
minado. Como las desigualdades en la distribución
weberiana una y marxista la otra. La primera hace
de los recursos urbanos son inevitables, surgen fuer­
más hincapié en la ciudad como sistema socio-espa­
zas espaciales que operan independientemente del
cial y la segunda en lo urbano como unidad espacial
de consumo colectivo. modo económico y de la organización política de la
sociedad, sea ésta capitalista o socialista.
Me detendré ahora en esta primera orientación
y describiré posteriormente la segunda. - El espacio, sin embargo, no es considerado «eco­
lógicamente determinista». Aunque los recursos ur­
Para los autores que entienden la ciudad como banos estarán siempre desigualmente distribuidos,
un sistema socio-espacial, ésta puede ser conceptua­ la cuestión de cómo se efectúa su distribución de­
lizada como un sistema local relativamente discreto. pende de las acciones de aquellos individuos que
Esto no implica que la ciudad pueda ser estudiada ocupan una posición estratégica en el sistema so­
independientemente de la sociedad en su conjunto y cial. Son estos «porteros» (gatekeepers) los que de­
de la cual forma parte. De hecho, uno de los repre­ terminan el grado de acceso de la población a dife­
sentantes más significados, Pahl, critica la posición rentes recursos mediante su control, bien sea a tra­
tradicional de la sociología urbana cuyo error fun­ vés del mercado o a través del estado a la hora de lo­
damental ha consistido en mirar la ciudad sólo des­ calizar aquellos recursos. En resumen, la sociología
de la ciudad y no desde la sociedad que la hace po­ urbana tendría entre sus tareas la de estudiar sus
sible. En este sentido, la conclusión es clara: no cabe metas (de los managers) con objeto de explicar las
un divorcio entre el sistema urbano y la sociedad. estructuras de distribución resultantes.
Los procesos que se dan en la ciudad sólo pueden
identificarse y analizarse correctamente desde la so­ - La tercera implicación de este planteamiento es
ciedad 72• que el conf7.icto en la distribución de los recursos ur­
banos es inevitable en cualquier sociedad. Esto es así
Lo más importante de estos procesos concierne porque los recursos son cruciales en la determina­
a la distribución de los escasos recursos urbanos. ción de las oportunidades de vida de los individuos
Así, de acuerdo con Pahl, la ciudad es definida como y, todavía, esos recursos son escasos y están desi­
«una configuración de sistemas de redistribución gualmente distribuidos. La clave de tal desigualdad
cuyo componente más significante es el espacio» 73• reside en las decisiones realizadas estratégicamente
Desde estos presupuestos se desprenden tres gran­ por los managers, que ejercen una influencia crucial
des implicaciones: en la distribución de los recursos mediante sus gru­
- El espacio, en esta concepción urbana, penna­ pos de influencia. Si tales conflictos se van a mani­
nece como un importante factor de análisis. El espa­ festar o no en formas de lucha políticamente orga­
cio refleja en sí mismo la desigualdad social, dado nizadas, es una cuestión abierta porque las estruc­
turas de distribución no siempre aparecen inmedia­
tamente visibles y porque los diferentes gn1pos re­
accionan dependiendo de la localización también
72 Cf. P. Saunders, o. c., 1989, 20. desigual de sus recursos. Sin embargo, Pahl sugiere
71
· Cf. P. Saunders, o. c., 1989, 20. que, en los años futuros, la conciencia de las priva-

22 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


ciones urbanas colectivas puede desarrollarse e in­ El Estado ejerce hoy todavía un papel decisivo en la
crementar en tal caso los conflictos entre los mana­ configuración u oferta de oportunidades de vida
gers y los ciudadanos. para muchos ciudadanos. Oferta que no depende es­
trictamente de la lógica capitalista y que pone de re­
Estas cuestiones se enmarcan en los trabajos e
lieve cómo el Estado sigue siendo uno de los actores
investigaciones sobre la planificación urbana desde clave que penetra en múltiples ámbitos de la vida de
la que ponen en cuestión la supuesta neutralidad de
los ciudadanos. En este sentido, encontramos en
los gestores urbanos (managers que se sitúan en los este legado un ángulo de análisis complementario
distintos campos de la construcción de la ciudad: la
con el representado por la confrontación entre el ca­
vivienda, las sociedades inmobiliarias y/o las cons­ pital y el trabajo cuando se trata de estudiar la desi­
tn1ctoras, etc.). Con todo ello se desarrolla un con­ gualdad y el poder. Igualmente, todo esto nos lleva a
junto muy amplio de trabajos que van desde la dis­
considerar la relevancia de otros procesos sociales
cusión del papel más o menos «determinante» de los
más amplios en los que se encuentra involucrada la
gestores/managers en la configuración de las estruc­ ciudad y sin los cuales es imposible explicar lo que
turas de desigualdad urbana, de sus metas y moti­ internamente ocurre en ella.
vaciones, de las llamadas housing classes hasta la
configuración de la nueva sociedad corporativa, en Una aplicación temática de este legado está es­
línea con la tradición de la sociología política webe­ trechamente relacionada con los análisis de la vi­
riana. Los gestores y el Estado en sus niveles central vienda. Tal como lo ha expresado Cortés 75, pueden
o local, así como los grupos de ciudadanos residen­ tipificarse dos enfoques:
tes, propietarios u organizaciones voluntarias, en­
- El que trata de modificar los ejes neoclásicos
tran en juego en la localización de los recursos y en
sobre la problemática de la localización residencial,
su distribución. Y aunque, como lo hizo notar We­
«considerando que las decisiones individuales son el
ber, el poder económico o de mercado y el poder po­
resultado de los conflictos de intereses entre los di­
lítico son, analíticamente, distintas bases de domi­
ferentes grupos sociales que se caracterizan por la
nación en el mundo moderno, podemos asumir que
diversidad de intereses, objetivos y grados de poder
uno y otro se influyen y condicionan mutuamente.
e influencia. Este es el caso de O. P. Williams 76, en
Saunders ha recogido las críticas fundamentales cuyos trabajos argumenta sobre las implicaciones
a esta corriente en su consideración de la ciudad que las políticas urbanas tienen en las rentas reales,
como un sistema de localización de recursos y en la los costes, las oportunidades, la satisfacción o insa­
utilización del concepto de housing classes 74• Los tra­ tisfacción de los individuos y grupos, etc. La organi­
bajos de Pahl, según este autor, no aclaran los crite­ zación del espacio es inherentemente política, por lo
rios que configuran aquellos gestores que son signi­ que el estudio de las políticas urbanas se convierte
ficantes a la hora de localizar los recursos ni su pa­ en esencial para comprender las estructuras espa­
pel en las estructuras de distribución. Pero, al mar­ ciales de la localización residencial, favoreciendo a
gen de esta descripción que afectaría también a su determinados individuos y colectivos sociales. Este
ubicación en la esfera administrativa (burócratas de autor introduce el concepto de las externalidades es­
los gobiernos centrales o locales) y en el campo de paciales que posteriormente será desarrollado mag­
actuación (privado-público), quedaría por precisar níficamente por D. Harvey a través de su concepto
su autonomía respecto de los gobiernos y/o de los de renta real» 77•
grupos sociales en y desde los que ejercen su poder.
No obstante, el legado que aportan estos traba­
jos es muy importante en el actual contexto político. 7 Cf. L. Cortés, La cuestión residencial, Fundamentos, Ma­
5

drid 1995.
" Cf. Ó. P. Williams, Metropolitan Political Analysis, Free
Press, Nueva York.
CL P. Saunders, o. c., 1989, 248-249. 77 CL L. Cortés, o. c., 1995, 81.
74

PARA COMPRENDFR QUÉ ES LA CIUDAD 23


- El que desarrolla el concepto de housing clas­ De una manera heurística, parece beneficioso ver
ses, básicamente iniciado y fundamentado por Rex y el surgimiento de desigualdades materiales en térmi­
Moore 78• Frente a la analogía biológica de los ecólo­ nos de mecanismos del mercado capitalista de distri­
gos urbanos, estos autores introducen en su análisis bución de beneficios, reguladas y coordinadas a través
dos elementos del pensamiento weberiano: la im­ de políticas estatales y uso del suelo, empleo y bien­
portancia de la estructura de consumo en la defini­ estar. Los informes sobre desigualdad dentro de las
ciudades han empezado a hacer algunos progresos al
ción de la posición de clase de los individuos y la di­ conectar la producción económica con los modelos de
ferenciación de la posición de clase dentro de cate­ segregación ... Pero hasta ahora, las conexiones teóri­
gorías amplias como son los propietarios y los ca­ cas con teorías más generales de desigualdad siguen
rentes de propiedad. La propuesta de este concepto siendo relativamente débiles ... los determinantes de la
de housing classes da pie a una interpretación de la vida cotidiana de los grupos subculturales, que surgen
ciudad como un área de conflictos y a la fundamen­ a partir de desigualdades materiales, permanecen os­
tación de los diferentes niveles y grados de acceso a curos» 80•
los mercados privados y públicos de la vivienda.
Mercados que están determinados por el nivel de
renta de los individuos, la ocupación y el status ét­ d) La ciudad como unidad espacial
nico. de consumo colectivo y
como escenario de la lucha de clases
Ambos enfoques han servido para extender los
análisis de la vivienda y, aunque fuertemente cues­ La idea de la ciudad como unidad espacial de
tionados 79, han dado pie a considerar la importancia consumo colectivo está estrechamente ligada a las
de la residencia como variable explicativa de las de­ concepciones teóricas del estructuralismo marxista
sigualdades sociales. que, a través de M. Castells, irrumpió en los análisis
urbanos con una gran fuerza crítica en la década de
Sirva como resumen y valoración global de las los 70. Desde la publicación de Problemas de investi­
aportaciones de esta tendencia weberiana, empeña­ gación en sociología urbana (1971), Castells ha figu­
da en explicar las desigualdades espaciales y los me­ rado como uno de los autores más prolíficos y cita­
canismos que las generan, el siguiente texto: dos de esta tradición que, a lo largo de las últimas
«El resultado han sido análisis fundamentales décadas, no ha cesado de avanzar por múltiples y, a
con una mayor base teórica de las desigualdades so­ veces, contradictorios caminos.
ciales y sus representaciones espaciales en proceso
como la gentrificación, la suburbialización y la apari­ Como ya he adelantado anteriormente, para
ción de guetos. Estos procesos nos recuerdan que los Castells 81 la sociología urbana constituye una «prác­
modelos de segregación son dinámicos y que el desa­ tica ideológica sin contenido científico». El punto de
rrollo urbano reordena continuamente el mosaico so­ arranque de este supuesto parte de Althuser, padre
cio-espacial de desigualdad residencial . Somos, por del estructuralismo marxista en el que se funda­
tanto, escépticos en cuanto a la existencia de algún mentó el pensamiento del primer Castells. Para Al­
modelo universal de desigualdad dentro de las ciuda­ thuser, Marx constituyó una ciencia -el materialis-
des, ya que la gran diferencia socio-estructural entre
una ciudad mundo (Word City) y la isla de Sheppey in­
dica que cualquier generalización global es probable­
mente inadecuada. 'º Cf. Savage-Warde, o. c., 1993, 94.
81
Utilizo para estos comentarios las primeras ediciones en
español: M. Castells, Problemas de investigación en sociología ur­
bana, Siglo XXI, Madrid 1971 y La cuestión urbana, Siglo XXI,
" Cf. J. Rex & R. Moore, Race, Community and Conflict, Ox­ Madrid 1974. Son importantes también los comentarios realiza­
ford University Press, 1967. dos por C. G. Pickvance, Urban Sociology. Critical Essays, St.
79 Cf. K. Bassett y J. Short, Housing and Residential Structu­ Martin's Press, N. York 1976; P. Saunders (1989); M. Savage-A.
re. Altemative Approaches, Rouledge and Kegan P., 1980 y R. E. Warde (1993) y W. G. Flanagan (1993); G. Bettin, Los sociólogos
Pahl, Whose City?, Penguin, 1975. de la ciudad, G. Gili, Barcelona 1982.

24 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


1110 histórico- en un campo -la economía política­ sino también relacionados con la pugna por el poder
( ksvdando así las concepciones ideológicas impues- político y la identidad cultural 84•
1 :1s por la burguesía. Castells intenta conseguir lo
Castells sostenía ( 1974) que la función social dis­
111ismo en la sociología urbana, tratando de separar
tintiva de la ciudad en el capitalismo tardío consis­
los aspectos ideológicos de los estrictamente teóri­
tía en ser el lugar de reproducción de la fuerza de
cos en ese campo específico del espacio. Para Cas­
trabajo. Las ciudades, en esa fase del desarrollo ca­
t ells, como para Althuser, el concepto de ciencia, por
pitalista, eran más el lugar central de los procesos
definición es equivalente a materialismo histórico,
de consumo colectivo que el lugar de producción e
la ciencia de las formaciones sociales 82• De ahí la crí­
intercambio. En este sentido, destaca como concep­
tica radical de Castells a los cimientos históricos de
tos medulares la reproducción de la fuerza de traba­
la sociología urbana y su pretensión de eliminar la
jo y el consumo colectivo.
supuesta cientificidad de la misma y de poner al
descubierto su función ideológica en el sistema eco­ No obstante, aunque Castells incluyó la dimen­
nómico capitalista. Así, dice que sión espacial dentro de su idea de lo urbano, el es­
«la cuestión urbana, tal como se formula en la prácti­ pacio juega actualmente un papel secundario en sus
ca social y en las teorías sociológicas y urbanísticas, es análisis. Como Gottdiener sugiere, una vez «cerra­
una cuestión ideológica en el sentido preciso de que dos» el consumo coleclivo y más tarde los movi­
confunde en un mismo discurso la problemática de mientos sociales urbanos, su orientación central ha
las formas espaciales, la que concierne al proceso de dejado de ser la teoría del espacio per se inclinándo­
reproducción de la fuerza de trabajo y la de especifi­ se a la teoría de los problemas urbanos 85• Lo cual no
cidad de la sociedad moderna» 83• significa que el espacio sea poco importante ni que
la dimensión espacial de la crisis social deba ser ig­
La acusación de Castells se dirigía a combatir el
norada. En cierto sentido viene a coincidir con su
supuesto de que la ciudad era una variable indepen­
originalmente criticado Lefebvre al argumentar que
diente o causal de un modo de vida (el urbano) y a
las implicaciones espaciales del uso de la nueva tec­
demostrar que quien realmente generaba los «pro­
nología son cruciales en el refuerzo de las relaciones
blemas urbanos, la desigualdad y la segregación»
jerárquicas entre los diferentes lugares según su es­
L:ra el capitalismo. La ciudad es, pues, un efecto y no
pecialización. El espacio es inseparable de la vida
la causa. En sus primeros trabajos, la contestación a cotidiana y el uso del espacio es el resultado de las
los análisis urbanos (incluidos los desarrollados por
luchas entre los distintos grupos sociales.
marxistas como H. Lefebvre) se centraba en la críti­
ca a la fetichización del espacio al atribuirle propie­ Es muy significativa la imagen que Kirby sugiere
dades causales respecto de las formas de vida urba­ al respecto. Según este autor, la imagen del espacio
na. que tiene Castells es similar a un tablero de ajedrez:
En su reformulación de la cuestión urbana, la «El espacio se convierte, por tanto, en un tablero
L·iudad es teóricamente significante como container de ajedrez sobre el que cada persona se encuentra ubi­
L'Spacial dentro del cual la fuerza de trabajo se re­ cada. Los movimientos que hacen las piezas tienen lu­
produce a través de los medios de consumo colecti­ gar dentro de las limitaciones espaciales del tablero y
rn, aunque posteriormente desarrolló esta idea ar­ de las direcciones permitidas. Pero más importante es
que, si quitamos el tablero, ya no podremos entender
gumentando (y añadiendo) que las ciudades son el
la lógica de las piezas que quedan. De hecho, esto está
L'scenario de las luchas sociales, el espacio en el que en la base del informe de Castells: principalmente,
umfluyen los intereses de grupo, no sólo orientados
:1 la consecución de medios de consumo colectivo,
" Esto es claro en sus últimas publicaciones. Cf. M. Castells,
La ciudad y las masas. Sociología de los movimientos sociales,
"CL C. P ickvance, o. c., 1976, 2. Alianza, Madrid 1986.
"CL M. Castells, o. c., 1974, 423. 85 Ver cita de P. Saunders, o. c., 1989, 251.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 25


esos rápidos cambios dentro del modo de producción - El segundo grupo hace hincapié en la ciudad y
capitalista contemporáneo están desapareciendo del en otras formas espaciales como objeto de análisis
tablero». evitando teorizar sobre la ciudad como fenómeno o
Lo que le interesa a Castells no es el tablero, sino proceso social específico. Este grupo está interesado
las piezas, es decir, no la ciudad en sí misma, sino en las ciudades y regiones como formas espaciales
las luchas que ocurren dentro de ella. A pesar de la que reflejan, en alguna medida, cambios económi­
importancia de sus creativos enfoques sobre lo ur­ cos y sociales. Algunos autores ven, por ejemplo, las
bano: el consumo colectivo, los movimientos socia­ organizaciones espaciales como un elemento impor­
les urbanos, el poder político, etc., para Castells la tante a través del cual opera el sistema capitalista.
ciudad es un espacio dentro del cual ocurren cosas Otros se orientan en la organización espacial como
interesantes y, por tanto, no hay razón para limitar­ un factor capaz de restringir o potenciar el desarro­
se al estudio de un sólo fenómeno urbano (sea éste llo social, etc. 89•
el consumo o los movimientos sociales urbanos) 86• En ambos casos nos encontramos con una base
Esta perspectiva multipolar de Castells, que se común: la importancia de considerar los parámetros
completa con sus publicaciones más recientes 87, se en relación con la economía política y el intento de
ha fragmentado en la última década en dos grandes relacionar los aspectos analizados con las formas
grupos de analistas urbanos: del capitalismo moderno.
- El primero de ellos se caracteriza por su inte­
rés en las cuestiones relacionadas con el consumo 3. Constantes metodológicas
colectivo dejando de lado la visión de la ciudad
como objeto de análisis. Este grupo se interesa por y ámbitos del paradigma urbano
la crisis del estado de bienestar: sus efectos en las Tras la presentación y síntesis de las tradiciones
desigualdades sociales urbanas, los servicios colecti­ más significativas de la sociología urbana, extraeré
vos locales, la gestión de los gobiernos locales y sus a continuación aquellas constantes metodológicas
conflictos con los gobiernos centrales en aquellos que se han mantenido en ese largo proceso históri­
aspectos que afectan a la vida urbana, las economías co con objeto de fijar su marco teórico (límites y di­
locales como alternativas a la crisis, la privatización ficultades analíticas) y definir los ámbitos de la so­
de los servicios colectivos y sus implicaciones en las ciología en los que la sociología urbana ha desarro­
relaciones de clase, etc. 88• llado y desarrolla sus aportaciones más específicas.
La pretensión es facilitar la toma de conciencia
sobre la existencia de un corpus teórico propio que
86
Cf. P. Saunders y cita de IGrby, o. c., 1985, 251. ha permitido una acumulación de conocimiento su­
"Cf. M. Castells, o. c., 1986 y La ciudad infomzacional, Alian­ ficientemente sólido y sistematizable.
za, Madrid 1995.
" Cf. Lipietz, El capital y su espacio, Siglo XXI, México 1980;
F. Lamarche, «Property Development and the Economic Founda­
tions of the Urban Question», en C. Pickvance, Urban Sociology: 89 Cf. Urry, «Localities, Regions and Social Class», Internatio­
Critica/ Essays, Methuen 1976; Roweis & Scott, «The Urban Land nal Journal o( Urban & Regional Research, n. 5 (1981); «Social Re­
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Sociology, 89n (4) 904-917; Mingione, Social conflict in the City, Sassen-Koob, «Grandes ciudades, transformaciones económicas
1981; Bassel & Short, o. c., 1980; E. Preteceille, La Production des y polarización social», en Rodríguez et alt., Las grandes ciudades,
Grands Ensembles, CSU, París 1971. debates y propuestas, Economistas, Madrid 1991.

26 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Antes de proceder a esa recapitulación, me pare­ a) Las constantes metodológicas
ce oportuno adelantar unas breves observaciones de
carácter general sobre el conjunto de las tradiciones ¿Cuáles serían pues las constantes metodológi­
aquí reseñadas: cas más relevantes de esta larga tradición teórico­
empírica de la sociología urbana? Sin una preten­
- Ninguna de las vías abiertas desde principios sión de exhaustividad o de jerarquización, señalo las
de siglo permanece totalmente muerta. Unas se han siguientes:
mostrado más productivas que otras y, en la bús­
queda teórica que en tiempos de postmodernidad - La dependencia o engarce con la teoría social.
persigue la sociología, el cajón de herramientas que En todas las tradiciones urbanas ha existido una
ofrece la sociología urbana es todavía variado y rico. tensión analítica derivada del marco o teoría gene­
- En consonancia con Warde-Savage creo que el ral en el que se inscribe la percepción de lo urbano
debate surgido en torno al concepto urbano en los o la ciudad. La presencia, unas veces explícita, otras
años 70 ha sido confuso y obsesivo, que sigue siendo implícita o subyacente, de Durkheim, Tonnies, Sim­
válida la denominación de sociología urbana y que la mel, Weber o Marx, han estado en la base de los
práctica desarrollada por los sociólogos urbanos, en planteamientos sobre la ciudad o el proceso de ur­
contacto con otros sociólogos y con otras disciplinas banización. Esta tensión pone de relieve el necesario
v subdisciplinas, ha configurado un corpus distinti­ engarce de la sociología urbana y sus particulares
vo, especializado e históricamente reconocido. formas de plantear los análisis sobre la realidad, con
teorías más amplias o globales. En ese sentido, la
- En síntesis, en el estudio de las ciudades exis­ presencia de las grandes perspectivas sociológicas,
ten tres grandes fuerzas teórico-metodológicas que sean las de los clásicos-fundadores o las de los con­
lo hace, una y otra vez, atrayente a los científicos so­ temporáneos, es vital para el desarrollo de la socio­
ciales: logía urbana.
La primera de ellas estriba en su oferta de un La relación puede concretarse igualmente con
marco espacial concreto, en su capacidad para suge­ otros procesos sociales, no sólo con teorías o visio­
rir y avanzar explicaciones sobre los procesos y nes generales y, por supuesto, más con aquellas o
fragmentos de la sociedad global «contenidos» en su aquellos que tienen una mayor sensibilidad por el
l spacio más o menos determinado.
espacio. Este es el caso de Giddens, una muestra
0

La segunda reside en su atractivo y necesario tra­ que expresa esta sensibilidad por el espacio como
hojo empírico, en su constante exigencia para con­ variable significativa a la hora de explicar otros pro­
trastar y comprobar supuestos y modelos teóricos, cesos sociales más complejos. En su desarrollo de la
en su implicación fronteriza con otras disciplinas Teoría de la estructuración 91 argumenta que la socio­
111uy pegadas a las realidades materiales de las per­ logía urbana posee un papel central en el esfuerzo
s, >nas y grupos. que la sociología hace para comprender el mundo
moderno. Piensa que las ciudades todavía constitu­
La tercera tiene que ver con el ámbito local, al yen un lugar especial para el estudio de la sociedad
q11e, por lo general, deben circunscribirse los estudios moderna, ya que sirven de mediación entre lo local
11 rbanos. El ámbito local es el dominio por excelencia y los procesos regionales más amplios. Los moder­
dl· los urbanistas porque la gran historia, la que se ex- nos estudios urbanos, según Giddens, se han intere­
1 iende más allá del horizonte local, es una historia es-
sado por los aspectos estructurales y macrosocioló­
1 n 1etural, narrada no por los urbanistas, que se limi­ gicos y por ello ofrecen un puente conceptual entre
t,111 a la escena local, sino por los analistas de la eco-
110111ía política, quienes lideran las dimensiones in-
1,·rnacionales del desarrollo y del cambio político 9°.
" Cf. las referencias específicas de A. Giddens ( 1980 y 1984),
así como los comentarios, contrapuestos sobre su relación con la
"'Cf. G. Flanagan, o. c., 1993, 164. sociología urbana, de G. Flanagan (1993) y P. Saunders (1989).

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 27


la acc10n social y la estructura social (Flanagan, metropolitana, ciudad/municipio, distrito/área, etc.,
1993, 141). Por todo ello, en la actualidad, este refe­ o en términos de procesos sociales particulares con
rente teórico de la modernidad, a la vez que extrae expresión espacial: movimientos sociales, vivienda,
ciertos logros e intereses de la sociología urbana, lla­ etc. En cualquier caso, la constante se traduce en
ma la atención en ciertas corrientes de analistas ur­ una tendencia a la búsqueda de «lo manejable ana­
banos por su tratamiento del espacio-tiempo en­ lítica y empíricamente». Por ello, la contextualiza­
marcados en una teoría general. Pero, sobre todo, lo ción es un ejercicio permanente que, como se ha
que demuestra es la tensión permanente entre el apuntado anteriormente, genera una tensión teóri­
ámbito particular del conocimiento de lo urbano y ca. Tensión que procede no sólo de la contextualiza­
la comprensión de la globalidad social. ción espacial, sino también de la necesaria contex­
tualización de los múltiples componentes sociales
- La vinculación empírica con lo local. Desde sus «contenidos» en esos espacios, que están relaciona­
orígenes, la sociología urbana ha estado pegada a dos con otros procesos del sistema social.
problemas muy concretos (los llamados «problemas
urbanos»). Y de la misma forma ha mantenido un Los párrafos finales de la publicación de Savage­
interés especial por los ámbitos locales en los que ta­ Warde expresan con claridad la cuestión, aplicada al
les problemas surgían. Pero, junto a esta posición análisis de la vida urbana en el contexto del cambio
aparentemente limitada de su objeto de investiga­ social:
ción, también se han introducido constantes refe­ «La especificidad de un suceso, una situación o
rencias a procesos y ámbitos sociales más amplios. ubicación no puede ser comprendida de manera abs­
Desde los planteamientos de los ecólogos urbanos tracta, lo cual es la razón por la que los métodos et­
hasta los de los seguidores de la economía política nográficos han demostrado ser tan importantes para
(sean o no marxistas o neomarxistas), se ha mani­ entender la experiencia moderna tal y como se vive la
festado esta doble vía local-cosmopolita o micro­ vida cotidiana de las metrópolis. Muchos aspectos de
macrosociológica. No obstante, lo que deseo expre­ esa experiencia no se pueden apreciar utilizando mé­
sar no es tanto esa relación, que es también extensi­ todos estadísticos. Es más, la reconstrucción com­
ble a la sociología, sino el efecto empírico que la vin­ prensiva de los significados cotidianos llevada a cabo
culación local tiene en el caso de la sociología urba­ a través del análisis de pequeños grupos, subculturas,
na. En otras palabras: esta vinculación a lo local es­ barrios, comunidades y localidades, nos proporciona
timula la finura y la precisión de los análisis, la bús­ los medios para identificar organizaciones sociales en
queda de modelos interpretativos, variables explica­ situaciones modernas. Tales cuestiones descubren, en
parte, configuraciones únicas, reconocidas por nues­
tivas e índices precisos que midan lo más aproxima­ tro análisis del lugar. Al mismo tiempo, los episodios
damente posible la realidad, sus procesos y actores dramáticos únicos de la vida cotidiana constituyen la
implicados. Como lo han expresado Logan y Mo­ característica fundamental y común de la experiencia
lotch, de modernidad» 93•
«centrarse en los actores locales (a escala cercana) no - La relación interdisciplinar: los vínculos co71 la
significa menospreciar los nexos claramente impor­ planificación urbana. Bajo distintas formas, la so­
tantes entre estos fenómenos urbanos locales por un
lado, y las fuerzas políticas y económicas globales,
ciología urbana ha mantenido estrechas relaciones
por otro. Pero, por motivos de manejabilidad, nuestra con la praxis del urbanismo, con el diseño material
sociología debe centrarse en las manifestaciones loca­ del espacio y con la construcción de la ciudad. Esto,
les de estos nexos» 92• que ha sido muy evidente en las tradiciones de la
«nueva sociología urbana», sean weberianas o críti­
Lo local admite, a su vez, distintas realidades es­ cas-neomarxistas, puede extenderse, como lo ha
paciales, en términos de unidad de análisis: área

"Cf. en W. G. Flanagan, o. c., 144. 93


Cf. Savage-Warde, o. c., 1993, 193.

28 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


puesto de relieve M. P. Srnith 94, a las más aparentes ciencia social) en la construcción de un marco de
formulaciones abstractas de los ecólogos y del pro­ conocimiento consensuado o un cierto paradigma
pio Whirth. Todos han demostrado una gran impli­ científico.
cación en el desarrollo de la planificación urbana.
No obstante, la internacionalización del sistema
En este sentido, las colaboraciones con otras disci­
plinas confluyentes como la geografía urbana, la urbano, el incremento de los contactos científicos,
la difusión del conocimiento a través de las revistas
economía política y regional, la arquitectura en su
especializadas, el pluralismo ideológico y teórico, la
versión urbanística y el derecho urbanístico, han he­
expansión de los sistemas democráticos, han contri­
cho posible un corpus teórico en torno al urbanismo
buido a un acercamiento progresivo de las escuelas
o urbanística cada vez más reconocido, tanto en los
ámbitos de la ciencia política (políticas territoriales, y tendencias urbanas, y aunque existen grandes di­
ferencias entre los países desarrollados y subdesa­
medio-ambientales y urbanas) como en la gestión de
rrollados, entre las tendencias anglosajonas y las
las administraciones públicas (central-regional/au­
continentales y, dentro de éstas, las del norte y las
tonómica-local).
del sur, la praxis y la aplicación de los estudios ur­
- La perspectiva comparada. Tanto esta última banos han forzado el avance de síntesis comparati­
constante como la anterior confluyen en una terce­ va.
ra cuya manifestación en el tiempo ha sido más re­
Como botón de muestra puede reseñarse en el
ciente que las anteriores: se trata de la necesidad de
campo de los movimientos sociales urbanos la pro­
análisis comparativos que posibiliten la sistematiza­
puesta de C. Pickvance (1985) 95•
ción y acumulación del conocimiento. La diversidad
de los contextos, de los enfoques teóricos y de los ta­
maños de las unidades de análisis, ha dificultado la b) Los ámbitos de la sociología
aplicabilidad (y reproducción) de los modelos inter­
pretativos de la sociología urbana. A esto habría que La referencia al espacio es una condición que ha
añadir las aportaciones, matices y mestizajes produ­ vertebrado las distintas tradiciones de la sociología
cidos desde otras ciencias sociales fronterizas, así urbana. Aunque existen opiniones controvertidas
como la complejidad de los sistemas políticos, de las sobre esta cuestión 96, el espacio como componente
1radiciones culturales que han configurado los siste­ de un sistema, ciudad o unidad de consumo colecti­
mas urbanos y las diferencias económicas y sociales vo, es la preocupación o el prisma específico que
continentales. esta subdisciplina aporta a la sociología. Otra cues­
tión bien distinta es si tal variable es la causa de de­
Los trabajos pioneros de Burgess sobre las áreas terminados fenómenos sociales o si, por el contra­
concéntricas de Chicago, las investigaciones de las rio, es efecto de ellos. De cualquier forma, el uso o
ciudades tipo como Middletown (Lynd), los proce­ tratamiento que se ha hecho de él, y más específica­
sos de decisión/gestión de New Haven (R. Dahl) o mente del espacio urbano en sus diferentes particu­
regional City (F. Hunter), los espacios sociales de laridades, ha servido para desarrollar o explicar
Toulouse (R. Ledrut) o los movimientos sociales ur­
banos (M. Castells) son algunos de los casos que
pueden citarse en la extensa producción urbana
corno ejemplos de ese no siempre acumulativo tra­ 95 En este trabajo de C. P ickvance, «The Rise and Fall of Ur­

bajo de investigación. ban Movements and The Role of Comparative Analysis», Envi­
ronment and Planning D: Society and Space 3 (1985) 31-53 se pre­
Esta constante tiene que ver más con una labor senta una interpretación de síntesis comparativa de los movi­
no culminada dentro de la sociología urbana (y de la mientos sociales urbanos de Francia, Italia y España a partir de
cinco parámetros: rápida urbanización, acción del Estado, el
contexto político, el desarrollo de la clase media y las condiciones
sociales y económicas generales.
94 Cf. M. P. Smith, The City and Social Theory, St. Martin's "Cf. por ejemplo P. Saunders (1989) que plantea la posibili­
l'ress, Nueva York 1979. dad de una «sociología urbana no espacial».

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 29


otros procesos desde los más diversos planteamien­ del sistema urbano 99, un indudable caudal de recur­
tos sociológicos. sos analíticos y de técnicas de investigación. Así, por
ejemplo, la referencia al espacio en los trabajos de­
En el apartado anterior se han reflejado las pers­
mográficos (distribución, densidad, etc.) es obligada
pectivas metodológicas que se han mantenido en las
cuando se trata de explicar los cambios de la pobla­
tradiciones teóricas de la sociología urbana. Ahora se ción, su movilidad, la formulación de hipótesis so­
trata de reflejar los ámbitos que, desde ella, intere­ bre la diferenciación social, etc. Lo mismo puede de­
san o tienen que ver con la sociología o sociologías
cirse de los nuevos enfoques sobre la vida colectiva
específicas. En otras palabras, los grandes campos
en determinados núcleos, barrios o vecindarios res­
en los que se da un encuentro o una llegada, desde
pecto de la recuperación de la vida colectiva, la bús­
el punto de vista del conocimiento y del método so­ queda de las señas de identidad que reflejan ciertas
ciológico.
organizaciones o movimientos cuyo interés se orien­
En el cuadro de la página siguiente se presentan ta más a lo comunitario que a lo político 10º. En esa
de forma esquemática las relaciones más significati­ dirección apuntan también los trabajos sobre las re­
vas de las tradiciones de la sociología urbana que, des sociales 1 º 1•
como veremos, no son excluyentes entre sí ni desde
Desde la tradición cultural, la confluencia con los
el punto de vista teórico-metodológico ni desde su
campos de la sociología de la cultura o de la comu­
desarrollo empírico. Todas ellas pueden enfocarse,
nicación de masas es muy estrecha en el marco de
igualmente, desde alguna parcela o especialidad so­ los debates sobre la modernidad y su plasmación en
ciológica (sociología de la cultura, sociología del de­ el diseño de los espacios urbanos 102, el análisis de los
sarrollo, sociología industrial, etc.).
grupos o «tribus urbanas» consideradas desde las
El análisis de los ámbitos temáticos presentados
se puede realizar a partir de distintos tipos de fuen­
tes. Puede efectuarse a través del análisis bibliográ­ 99 Cf. los ya citados de J. Díez Nicolás (1972), J. Leonardo

fico de los libros de texto de sociología 97 o de la pro­ (1989), C. Lavia y J. Leonardo (1990), J. M. Moreno y A. de Mi­
ducción bibliográfica en general, incluyendo artícu­ guel, La estructura de las ciudades espai'iolas, CIS, Madrid 1978;
los de revistas científicas especializadas. El resulta­ A. de Esteban, Las áreas metropolitanas en Espafia, CIS, Madrid
1981 y los geógrafos Precedo (1990), M. Ferrer, Los sistemas ur­
do precedente, sin la pretensión de realizar una «so­ banos, Síntesis, Madrid 1992; Ferrer-Precedo, Las ciudades de
ciología de la sociología», se ha fundamentado en Guipúzcoa y Vizcaya, Ed. L. Zugaza, Durango 1977; J. Juaristi, La
las publicaciones más recientes recogidas en la bi­ estructura urbana en Vizcaya, UPV/EHU, Bilbao 1985.
bliografía aquí comentada, en publicaciones de tex­ "º Cf. B. Wellman (1973) y desde otros ángulos teóricos M.
tos y artículos de revistas especializadas, tanto en Castells (1986), A. Gail Bier, Crecimiento urbano y participación
otros países como en España 98• vecinal, CIS, Madrid 1980; T. R. Villasante (1984), M. Maffesoli,
El tiempo de las tribus, Icaria, Madrid 1990; cf. también el análi­
La tradición del sistema ecológico aporta, tanto sis particular para las ciudades españolas en V. Urrutia, «Trans­
formación y persistencia de los movimientos sociales urbanos»,
desde su legado de los estudios de comunidad, como Política y Sociedad, UCM, n. 10 (1992) 49-57, donde se apuntan
de los de diferenciación residencial o de los análisis las nuevas pautas de grupos y organizaciones vecinales.
101
En España por ejemplo T. R. Villasante, Movimiento ciu­
dadano e iniciativas populares, HOAC, Madrid 1991 y «El desa­
rrollo local: analizadores y potencialidades desde las iniciativas
97 Procedimiento utilizado por Hornell Hart, quien estudió el ciudadanas», Política y Sociedad, UCM, n. 10 (1992) 31-49. Debe
contenido de 24 libros editados en EE.UU. entre 1952 y 1958 de señalarse, sin embargo, que este concepto es susceptible de in­
los que extrajo 12 temas dominantes (cit. por L. González Seara, terpretarse desde distintos enfoques metodológicos: el crítico-al­
La sociología aventura dialéctica, Tecnos, Madrid 1971). ternativo o el amical-de-vecindad. El primero se engarza más con
"Cf. las referencias anotadas a lo largo de la presentación de los análisis de la tradición marxista, mientras que el segundo lo
las cuatro tradiciones de la sociología urbana. A partir de ahora, hace con los funcionalistas.
utilizaré preferentemente (por razones de simplificación y por la 102
Cf. J. Arpa], «La ciudad, espacio de práctica y representa­
gran producción registrada en nuestro país en las dos últimas dé­ ción social: educación y cultura de los ciudadanos», Inguruak, n.
cadas) referencias de investigadores españoles. 9 Uulio de 1994); A. Moles y E. Rohmer (1972).

30 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


CUADRO RESUMEN

TRADICIÓN LEGADO ÁMBITOS


URBANA INTERESES COMUNES SOCIOLOGÍA

Sistema ecológico

Estudios de comunidad
Diferenciación residencial
Sistemas urbanos
-Análisis demográficos POBLACIÓN
- Comunidades, barrios y vecindarios ESTRUCTURA SOCIAL
urbanos (identidad colectiva) SOCIEDAD CIVIL
redes sociales, participación
Forma cultural

Teorías culturales del capitalismo


-Culturas urbanas, modernidad y CULTURA
estilos de vida, comunicación de COMUNICACION DE MASAS
masas
Sistema socio-espacial
y comunidad política
Sociología de la desigualdad espacial
Análisis de estratificación social
- Desigualdad, polarización ESTRUCTURA SOCIAL
-Vivienda
Estudios de la dominación
-Organizaciones vecinales, élites PODER/POLITICA
- Descentralización, participación MOVIMIENTOS SOCIALES
-Redes sociales, M.S.U. VIDA LOCAL
Unidad espacial de
consumo colectivo

Teoría de la urbanización capitalista


Economía política del espacio
Sociología del consumo colectivo
- Desarrollo económico y desigualdad DESARROLLO
Políticas urbanas, planificación, NUEVAS TECNOLOGÍAS
Consumo colectivo (equipamientos),
vivienda

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 31


nuevas perspectivas de la postmodernidad, los esti­ teóricas no exclusivas de la tradición socio-espacial
los de vida y del espacio como territorio cultural 103, (completadas con las del consumo colectivo) 107.
los usos de los medios de comunicación de masas en
Dentro de la misma tradición, el campo específi­
la sociedad urbana 1º4 o los efectos psico-sociales de
co de la vivienda ha desplegado un ingente desarro­
la vida urbana 105•
llo en todo lo relativo a la desigualdad social en los
La tradición del sistema socio-espacial ha pro­ últimos años y está registrando importantes aporta­
porcionado múltiples referencias para los estudios ciones a los estudios de la estructura social 108•
de la estructura social a partir de la gran compleji­
Respecto de los estudios de dominación, aunque
dad que registra la sociedad moderna en términos
más escasos en lo referente a las élites políticas y
de clases o estratos sociales, sobre todo cuando se
grupos de presión en la gestión de los ámbitos loca­
miran desde ángulos espaciales y muy significativa­
les, el incremento de los trabajos sobre descentrali­
mente cuando se circunscriben a las áreas metropo­
zación, poder local, participación ciudadana y, en
litanas. Es el caso de los debates actuales sobre la
general, aspectos relacionados con la vida local han
dualización o polarización social, conceptos no exen­ sido también cuantiosos 109•
tos de una considerable indefinición teórica y ope­
rativa, a pesar de su eficacia como factor explicativo
de las transformaciones sociales que la crisis econó­
mica de los 70 y las estrategias posteriores de recu­ 107
Cf. por ejemplo S. Sassen Knoob, The Global City: New
peración han producido. P. Marcuse ha recordado York, London, Tokio, Univ. Press, Princeton 1990; J. Mollenkopf &
que la imagen de la ciudad dual no es nueva 106• En M. Castells, Dual City, Russell Sage, Nueva York 1991; M. Subi­
rats et. alt., Enquesta de la Regió Metropolitana de Barcelona 1990.
todo caso, y esta es la confluencia y aportación de la Condicions de vida i habits de la poblacio, Mancomunitat de Mu­
perspectiva urbana, los cambios en la estructura so­ nicipis de l'Area Metropolitana de Barcelona, Diputació de Bar­
cial puestos en relación con los distintos espacios de celona, Bellaterra 1991; l. Boter y C. Tobio, Investigación conti­
la ciudad enriquecen considerablemente el análisis nua sobre formas de vida y su evolución. La estructura social del
municipio de Madrid (1975-1986), Documento de Trabajo n. 15,
de los estratos/clases sociales. Así lo han demostrado Departamento de Estudios y Análisis del Ayuntamiento de Ma­
distintos trabajos en los que se parte de perspectivas drid, 1988, 64-74; J. Leal, «Crecimiento económico y desigualdad
social en la Comunidad de Madrid», Economía y Sociedad, n. 4
(Madrid 1990) 55-66, y La segregación social en Madrid, Docu­
mento de Trabajo n. 21, Departamento de Estudios y Análisis del
Ayuntamiento de Madrid, 1990.
'º' J. Leal ha desarrollado desde su investigación de 1976, La
1
º' Entre otros, cf. especialmente M. Maffesoli (1990). A ca­ vivienda social en Madrid (tesis doctoral no publicada), UCM, un
ballo entre estos enfoques y los apuntados para el «sistema eco­ largo y productivo recorrido del que destacan: «Vivienda y Socie­
lógico» en su relación con la reconstrucción de la sociedad civil dad. El análisis sociológico del problema de la vivienda», Revista
(de raíces fundamentalmente antropológicas) se encuentran los Española de Investigaciones Sociológicas, n. 8 (Madrid 1978) 89-
trabajos de J. Cuco, en El quotidia Ignorat. La trama associativa 102; «El impacto social y económico de los cambios en el sector
valenciana, Ed. Alfons el Magnanim, Valencia 1991. inmobiliario», Revista Española de Financiación de la Vivienda, n.
10 (1989) 113-116; Informe para una nueva política de vivienda,
104
Cf. las referencias de D. McQuail, Sociología de los medios MOPT, Madrid 1992; J. Leal y L. Cortés, La intervención pública
masivos de comunicación, Paidós, Buenos Aires 1979, el análisis sobre la vivienda, MOPU, 1991 (rnimeo), La dimensión de la ciu­
concreto en un área metropolitana de V. Urrutia y A. Díaz Man­ dad, CIS, Madrid 1995.
cisidor, La nueva radio, Univ. del País Vasco, Bilbao 1986; V. Urru­
tia, «Prensa y sociedad», La prensa ante el cambio de siglo, Deus­
10'
Cf. por ejemplo J. Borja, «La crisis del poder municipal en
to, Bilbao 1988, cap. l. España: ayuntamientos y movimientos urbanos ante la democra­
1 5
cia», Revista de Estudios Sociales (Madrid 1978); Estado y ciudad,
0 Entre las múltiples referencias a los «efectos de la vida ur­
Promociones y Publicaciones Universitarias, Barcelona 1988; M.
bana», cf. J. L. Pinillos, Psicopatología de la vida urbana, Espasa­ Castells, o. c., 1986; S. García, «Ciudadanía en España», en A. Ala­
Calpe, Madrid 1977; L. Rojas Marcos, La ciudad y sus desafíos. bart, S. García, S. Giner (comps.), Clase, poder y ciudadanía, Siglo
Héroes y víctimas, Espasa-Calpe, Madrid 1992. XXI, 1994, 225-247; S. Giner, «Ciudad y politeya en la Europa Me­
106
Cf. P. Marcuse, «Dual City: a Muddy Metaphor for a Quar­ ridional. Algunas reflexiones históricas y sociológicas», en o. c.,
tered City», International Journal of Urban and Regional Research, 17-61. Sobre movimientos sociales urbanos y participación: V.
13, 4 (1989) 697-708. Urrutia, o. c., 1992 (1986); T. R. Villasante, o. c., 1984, 1992.

32 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


El contexto económico, social y político de los Es pues en este amplio marco, el que abre inter­
años 70 hizo posible el surgimiento de la gran co- namente la propia sociología urbana y el que desde
1-riente crítica de la «nueva sociología urbana» preo­ ella se lanza al conjunto de la sociología (en sus es­
cupada por los mecanismos generadores de la con­ pecialidades o en sus particulares procesos socia­
flictividad urbana, tanto en su dimensión interna les), en el que se debate la configuración de un pa­
(de las ciudades) como en su proyección externa radigma, todavía complejo pero rico, de conoci­
(nacional e internacional). Esa inquietud se traslada miento acumulado a lo largo de casi un siglo.
igualmente al análisis del sistema capitalista, a sus
Junto a él se han desarrollado igualmente un
estrategias de crecimiento y, en definitiva, a las rela­
compendio de técnicas de investigación, tanto cuan­
ciones existentes entre el sistema urbano y el con­
titativas como cualitativas, ceñidas a parámetros re­
junto de las fuerzas productivas, incluidas las políti­
ducidos (micro), o bien a amplios sistemas o cam­
cas que controlaban sus procesos de desarrollo eco­
pos de análisis (macro). Cada tradición ha ido in­
nómico. El objetivo fundamental era y es, por tanto,
corporando con su orientación metodológica propia
de carácter estructural y macro-sociológico. La
aquellas herramientas que mejor satisfacen la apli­
perspectiva se situaba en la línea de la sociología del
cación empírica de sus variables que, en este mo­
desarrollo y/o del consumo colectivo y, en conso­
mento de madurez de la disciplina, requerirían un
nancia con las teorías neo-marxistas, su aportación
trabajo específico de depuración y síntesis Jll.

se expande a una multiplicidad de campos: la con­


flictividad social urbana, el consumo colectivo Este bagaje analítico-empírico se ha desarrolla­
(equipamientos colectivos), las políticas urbanas do igualmente debido al fuerte impulso de los pro­
(planificación urbana), la vivienda, la desigualdad cedimientos de planificación urbana en los que los
social generada por el espacio, el impacto de las sociólogos están implicándose progresivamente con
nuevas tecnologías de la información en el sistema gran rigor y eficacia 112•
urbano, es decir, en todo lo que tiene que ver con la
economía política del espacio.
Muchos de sus planteamientos se cruzan con la
tradición anterior en tanto que unos y otros coinci­
den en los aspectos políticos relativos a la articula­
ción y gestión de las ciudades o de los sistemas ur­
banos, así como en el interés por los agentes socia­
ks, sean movimientos sociales, grupos de presión o
instituciones administrativas que intervienen en los
procesos de desarrollo urbano. Todo lo cual implica vas: J. Borja et alt. (eds), Las grandes ciudades en la década de los
noventa, Sistema, Madrid 1990; P. Hall, G. Campos Venuti et alt.,
la progresiva integración de los factores estructura­ Metrópolis, territorio y crisis, Asamblea de Madrid/Alfoz, 1985.
les y políticos en los parámetros de análisis urbanos 11'
Los citados trabajos de Díez Nicolás (1972), de Esteban
hasta entonces ignorados o no suficientemente valo­ (1981 ), J. Leonardo ( 1989), Lavia-Leonardo (1990) utilizan, des­
rados uo_ de la tradición de los análisis ecológicos, distintos indicadores e
índices de concentración-diferenciación-especialización-jerar­
quización espacial. J. Leal y L. Cortés desarrollan, para el caso de
la vivienda, los recursos espaciales y humanos, los equipamientos
110
Gran parte de la bibliografía apuntada en la nota anterior colectivos y los servicios terciarios un conjunto de técnicas e ín­
,., susceptible de ser incorporada aquí. Ya se ha citado la obra de dices precisos en su trabajo La dimensión de la ciudad, CIS, Ma­
M. Castells (1974, 1986, 1991), a la que habría que añadir: Los drid 1995.
111ovimientos sociales urbanos, Siglo XXI, Madrid 1974; Sociología 112
Producto del creciente desarrollo de la planificación urba­
del espacio industrial, Ayuso, Madrid 1977; Crisis urbana y cam­ na, en todos sus niveles, se ha generado en las últimas décadas un
hio social, Siglo XXI, Madrid 1981; J. Borja (1988), J. Leal y J. grande y rico caudal de trabajos e informes que hacen urgente un
Ríos, Los espacios colectivos en la ciudad, MOPU, Madrid 1989; C. análisis sistemático de las técnicas utilizadas con objeto de faci­
1 ks, «Malestar residencial y demanda de vivienda», Alfoz, Territo- litar su homogeneización y enseñanza en los centros universita­
1 in, economía y sociedad, n. 71 (1990) 33-82; las obras colecti- rios.

PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD 33


2
Presentación y orientaciones
para las lecturas

1. Presentación tantes que, de una forma u otra, emergen y condi­


cionan nuestra percepción de la ciudad y del espa­
La selección de lecturas que sigue a continua­ cio. Es una oferta limitada de fuentes, hasta ahora
non está concebida como una presentación funda- dispersas o no traducidas al castellano, agrupadas
111L·ntal y básica de textos para una iniciación en la con una intencionalidad pedagógica que permita un
-,ol'iología urbana. Trata de ofrecer, en una extensión acercamiento al estudio de la ciudad y del espacio
111ínima, las reflexiones de aquellos pensadores so­ urbano.
l ialcs que han teorizado sobre la ciudad. En una se­
l l 1cncia cronológica que se inicia con los textos de fi- Acercamiento que se hace todavía más necesario
11alcs del siglo pasado y que llega hasta nuestros para aquellos que por primera vez desean analizar el
dú,s, se han incorporado las aportaciones de los papel de la ciudad no sólo en la configuración de
p,randes clásicos y de las líneas de pensamiento que nuestra sociedad contemporánea , sino también en
111{1s han influido en los estudios urbanos y que cons- su proyección futura.
1 1 t II ven las bases teóricas de la sociología urbana.
La pretensión del responsable de esta selección
Los cimientos teóricos aquí representados cons­ es facilitar ese proceso de análisis y de búsqueda de
t i t 11yen la base de las interpretaciones y de los plan- las tradiciones teóricas de la ciudad a partir de los
1 c:1 mientos metodológicos de múltiples problemas textos originales de los autores, textos que serán
1l'lacionados con el territorio entendido como ámbi­ presentados y comentados en clase. No se quiere
to de las relaciones sociales y de la intervención po­ con esto eliminar la lectura de obras enteras ni tam­
l 11 ica en la ciudad (la segregación espacial, el desa­ poco acudir, cuando sea necesario, a la consulta de
rrnllo de los nuevos estilos de vida vinculados al uso textos de referencia (preferentemente los señalados
del espacio, el influjo de las ciudades en la economía al comienzo de algunas lecturas). Muy al contrario,
v l'll la política, el ejercicio del control público y la se pretende estimular, abrir cauces de reflexión, de­
�•.l'slión de las ciudades, los procesos de expansión seos de búsqueda y, en definitiva, animar el interés
ll'rrilorial, etc.). por el estudio de la ciudad.
Se trata, por tanto, de «tirar del hilo conductor» Será bien recibida cualquier observación ten­
p.ira posibilitar el descubrimiento de aquellas cons- dente a mejorar este trabajo (textos, guía de lectu-

PRESENTACIÓN Y ORIENTACIONES PARA LAS LECTURAS 35


ras, etc.) pensado como apoyo del programa de so­ CUESTIONES ESPECIFICAS
ciología urbana. Las cuestiones específicas planteadas a conti­
nuación son un esquema que puede organizar u
orientar la atención en la lectura de los textos. Pre­
2. Orientaciones para la lectura supone que se va avanzando en la introducción a las
de los textos diferentes posiciones teóricas. No todos los puntos o
Estas orientaciones tienen como objetivo facili­ cuestiones son estrictamente aplicables a cada tex­
tar la comprensión de los textos, así como su posi­ to. En cualquier caso, se trataría de determinar la
ble discusión en grupo. No se pretende con ellas aportación específica del autor.
agotar los posibles enfoques o aspectos especulati­ Tener en cuenta los debates de la tradición so­
vos que ofrece un texto, aunque sí ofrecer una bate­ ciológica sobre la ciudad y el espacio: los propios
ría de cuestiones suficientemente amplia y precisa conceptos de ciudad, espacio urbano, urbanismo, la
que ayude a descubrir aquellos puntos y matices idea o variable ciudad respecto de la sociedad, la
fundamentales permitiendo así una mayor profun­ confrontación cultural, económica o política de la
dización en el pensamiento de sus autores. En todo ciudad, las connotaciones peyorativas de la ciudad o
caso, el lector debe evitar las prisas y el repaso su­ lo urbano, etc.
perficial y concentrarse en la captación de lo que los
autores plantean y quieren exponer. 1. ¿De qué presupuestos parte el autor?
2. ¿Cuáles son los conceptos centrales que utili­
CUESTIONES GENERALES za?
a) Objetivación del texto 3. ¿Qué objetivo persigue el autor y cómo lo
fundamenta?
l. ¿Cuáles son los problemas centrales que se 4. ¿Aparecen posiciones de otro autor critica­
afrontan en el texto? das? ¿Cuáles?
2. ¿Qué tesis defiende el autor? 5. ¿Por dónde o hacia dónde se ofrecen impul­
sos a la reflexión o la investigación?
3. ¿Cómo la fundamenta?
4. Aportaciones y dificultades encontradas en la
lectura de este texto. ANAL/SIS COMPARATIVOS
(TEXTOS, AUTORES)

1. ¿Cuáles serían los puntos en los que se po­


b) Juicios de valor drían resumir las principales aportaciones de
los autores?
1. ¿Qué afirmaciones del texto pueden cuestio­ 2. ¿Dónde se hallan las principales diferencias
narse? entre ellos?
2. ¿Puedo formular y fundamentar una concep­ 3. ¿Y sus coincidencias?
ción contraria a la del autor? 4. ¿Dónde y cómo se podrían acercar sus posi­
3. ¿El texto toca algún problema importante sin ciones?
que sea suficientemente desarrollado? 5. ¿Dónde se encuentran los puntos fuertes y
4. ¿Qué puedo decir sobre tales cuestiones? los débiles de cada autor?

36 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


3
Selección de textos

1 LOS ECÓLOGOS URBANOS:


, LA CIUDAD COMO SISTEMA ECOLÓGICO
es un producto de la naturaleza y, en particular, de la natu­
raleza humana.
La ciudad, como ha señalado recientemente Oswald
1.1. Un programa de investigación Spengler, tiene su propia cultura:
«La ciudad es para el hombre civilizado lo que para el
Robert Park campesino es su casa. Del mismo modo que ésta tiene sus dio­
ses domésticos, la ciudad tiene también su Dios protector, su
La ciudad: sugerencias para la investigación del santo patrón y, al igual que la cabaña del campesino, la ciudad
comportamiento humano en el medio ambiente urbano tiene también sus raíces en la tierra» '.
(1925)
En estos últimos tiempos, se ha estudiado la ciudad des­
Traducción de Manel Ibáñez Lladós de el punto de vista de su geografía y, aún más recientemen­
Referencia: Robert E. Park, Ernest W. Burguess, The City, te, desde el punto de vista de su ecología. Dentro de los lími­
l/niversity Chicago Press. 1974 (cap. 1). tes de la comunidad urbana -de hecho, dentro de los límites
de cualquier área natural habitada por el hombre- hay fuer­
zas en movimiento que tienden a ocasionar un típico y metó­
Desde el punto de vista de este estudio, la ciudad es algo dico agrupamiento de su población e instituciones. La ciencia
111as que un conglomerado de personas individuales y utili­ que trata de aislar estos factores y describir la típica conste­
dndns sociales: calles, edificios, luces eléctricas, tranvías, te­ lación de personas e instituciones producida por dicha coo­
l1•1'011os, etc. También es algo más que una mera constelación peración de fuerzas es lo que llamamos ecología humana,
d,· instituciones y aparatos administrativos: juzgados, hospi­ para distinguirla de la ecología vegetal y animal.
t11 h, escuelas, policía y funcionarios civiles de diversa índo­ Transporte y comunicaciones, tranvías y teléfonos, pe­
lt 1 , l .a ciudad es, más bien, un estado de ánimo, un conjunto riódicos y publicidad, construcciones de acero y ascensores
d,· costumbres y tradiciones, y de aquellos sentimientos y ac­
t1111dns inherentes a estas costumbres y que son transmitidos
1•1111 <!Stas tradiciones. En otras palabras, la ciudad no es me-
111111<·11tc un mecanismo y una construcción artificial; está im­ 'Oswald Spengler, Der Untergang des Abendlandes, IV, Munich 1922,
pl1rada en el proceso vital de las personas que la componen; 105.

R.PARK 37
-cosas todas ellas que, de hecho, tienden a crear W1a mayor te como objeto de investigación y, al mismo tiempo, su vida
movilidad, a la vez que originan W1a mayor concentración de es más accesible para la observación y el estudio. La vida y
la población urbana- son factores primordiales en la organi­ la cultura urbanas son más variadas, sutiles y complicadas,
zación ecológica de la ciudad. No obstante, la ciudad no es pero los temas fundamentales son los mismos en ambos ca­
simplemente W1a unidad ecológica y geográfica, sino que, a sos. Los mismos métodos de observación utilizados paciente­
su vez, es una unidad económica. La organización económi­ mente por antropólogos como Boas y Lowie para el estudio
ca de la ciudad se basa en la división del trabajo. La multi­ de la vida y costumbres de los Indios norteamericanos po­
plicidad de oficios y profesiones, dentro de los límites de la drían ser empleados, y quizá de manera más provechosa, en
población urbana, es uno de los aspectos más notables y me­ la investigación de las prácticas sociales, concepción general
nos comprendidos de la vida de la ciudad moderna. Si que­ de la vida, creencias y costumbres predominantes en Little
remos, desde este punto de vista, podemos concebir la ciu­ Italy, situada en la parte más baja de North Side de Chicago,
dad, es decir, el lugar y la gente, con todos sus mecanismos y o en señalar las aún más sofisticadas costumbres tradiciona­
aparatos administrativos, como orgánicamente relacionados les de los habitantes del Greenwich Village y del barrio de
entre sí; una especie de mecanismo psicológico en el cual, y Washington Square de Nueva York.
a través del cual, los intereses privados y políticos encuen­ Estamos principalmente en deuda con los novelistas por
tran no solamente una expresión colectiva, sino también una el conocimiento más detallado que poseemos de la vida ur­
expresión corporativa. bana contemporánea; pero la vida de nuestras ciudades exi­
Muchos de los aspectos que normalmente consideramos ge un estudio profundo y desinteresado, más incluso que el
propios de la ciudad -sus cartas constitucionales, organiza­ que Emile Zola nos ofrece en sus novelas «experimentales» y
ción convencional, edificios, red de tranvías y demás- son, o en las crónicas de la familia Rougon-Macquart. Este tipo de
parecen ser, simples artefactos; pero estas cosas son en sí estudios es necesario, aunque sólo sea para permitirnos leer
mismas servicios públicos, dispositivos accidentales que lle­ el periódico de una manera más inteligente. Si la crónica dia­
gan a formar parte activa de la ciudad sólo cuando, y en la ria del periódico resulta tan escandalosa, y a la vez tan fasci­
medida en que, a través del uso y la costumbre, se acoplan nante para el lector medio, es porque éste está muy poco en­
con las fuerzas vitales inherentes a los individuos y a la co­ terado de la vida, de la cual el periódico es el documento es­
mm1idad, al igual que una herramienta en manos del hom­ crito.
bre. Las observaciones que vienen a continuación tienen el
Por último, la ciudad es el hábitat natural del hombre ci­ propósito de definir un punto de vista y marcar un programa
vilizado. Debido a ello, es un área cultural que se caracteriza de estudio de la vida urbana: su organización física, sus ocu­
por su propio y peculiar modelo cultural: paciones y su cultura.
«Aunque no se admita de un modo absoluto», dice Spen­
gler, «es un hecho verdaderamente cierto que todas las grandes a) El diseño de la ciudad
culturas han nacido en ciudades. El excepcional hombre de la y la organización local
segunda generación es un animal constructor de ciudades. El
verdadero criterio de la historia universal, a diferencia de la A primera vista, la ciudad, en especial la ciudad m9der­
historia humana, es el siguiente: la historia universal es la his­ na americana, da tan poca impresión de ser un producto de
toria de los habitantes de la ciudad. Tanto los países, como los los procesos espontáneos de la naturaleza y del desarrollo,
gobiernos, la política y las religiones, descansan sobre un fe­ que es difícil reconocerla como un ente vivo. La forma básica
nómeno básico de la existencia humana: la ciudad»'. de las ciudades americanas, por ejemplo, es la de un tablero
Hasta ahora, la antropología -o ciencia del hombre- se de ajedrez; la unidad de distancia es la manzana. Esta forma
ha ocupado principalmente del estudio de los pueblos primi­ geométrica artificial nos hace pensar que la ciudad es W1a
tivos; pero el hombre civilizado resulta igualmente interesan- construcción puramente artificial que podría perfectamente
ser desmontada y vuelta a montar de nuevo, como si se tra­
tara de un rompecabezas de piezas cúbicas.
De hecho, la ciudad tiene sus raíces en los hábitos y cos­
'Oswald Spengler. Der Untergand des Abend/andes, IV, 106. tumbres de sus habitantes y, en consecuencia, posee una or-

38 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


ganización moral y también una organización física. Ambas mento de población y su distribución dentro de las áreas me­
se influyen mutuamente de manera muy característica, amol­ tropolitanas, anticipándose a los verdaderos cambios. Por su
dándose y modificándose la una a la otra. Es la estructura de parte, la Sage Foundation, en el transcurso de unos estudios
la ciudad lo que más nos impresiona, debido a su notable in­ que realizó sobre planificación ciudadana, intentó encontrar
mensidad y complejidad; pero esta estructura tiene, no obs­ fórmulas matemáticas que le permitieran predecir la futura
tante, su base en la naturaleza humana, de la cual es una ex­ expansión y límites de población en la ciudad de Nueva York.
presión. Por otro lado, una vez formada, esta inmensa orga­ El reciente despliegue de cadenas de grandes almacenes ha
nización que ha surgido en respuesta a las necesidades de convertido el problema de la ubicación en objeto de una nue­
sus habitantes se impone sobre ello como un riguroso hecho va profesión.
externo y, a su vez, los va formando de acuerdo con el dise­ Actualmente hay una serie de expertos que, teniendo en
ño y los intereses que se engloban en ella. Estructura y tra­ cuenta los cambios que con toda probabilidad originarán las
dición no son más que diferentes aspectos de un único com­ tendencias actuales, se dedican exclusivamente a la tarea de
plejo cultural que determina qué es propio y característico de descubrir y localizar, utilizando lo que podríamos llamar es­
la vida de la ciudad, diferenciándola de la del pueblo y de la mero científico: restaurantes, estancos, drugstores y otros
vida en el campo. pequeños negocios cuyo éxito depende en gran medida de su
ubicación. No son raras las veces que el propietario de un in­
• El diseño de la ciudad mueble se siente dispuesto a financiar un negocio de este tipo
en su zona, confiando en que será lucrativo y arrendándolo a
Dado que la ciudad tiene totalmente una vida propia, cambio de un tanto por cien de los beneficios.
nxiste un límite para las modificaciones arbitrarias que se
pueden hacer: en su estructura física y en su orden moral. El La naturaleza geográfica de la ciudad, sus ventajas y des­
plano de la ciudad, por ejemplo, establece límites y divisio­ ventajas naturales, incluidos los medios de transporte, perfi­
nes, determina de un modo general la situación de las cons­ lan de antemano los rasgos generales del trazado urbano. A
trucciones de la ciudad y el carácter de éstas, e impone un or­ medida que la cantidad de población aumenta, los pequeños
den en la disposición de los edificios que se construyen den­ influjos ejercidos por las afinidades, las rivalidades y las ne­
tro del casco urbano, tanto por iniciativa privada como por la cesidades económicas tienden a controlar la distribución de
autoridad pública. No obstante, y dentro de las limitaciones dicha población por la geografía de la ciudad. El comercio y
prescritas, los inevitables procesos de la naturaleza humana la industria van en busca de ubicaciones ventajosas y atraen
imprimen a estas zonas y edificios un carácter no tan fácil de a su entorno a ciertos sectores de la población. Están sur­
controlar. Bajo nuestro sistema de propiedad privada, por giendo elegantes barrios residenciales de los cuales quedan
njemplo, es imposible determinar de antemano qué nivel de excluidas las clases más pobres debido al aumento experi­
concentración es probable que alcance la población en una mentado por el precio del suelo. Esto hace que se vayan
zona determinada. La ciudad no puede establecer los precios creando slums en los que habita una gran cantidad de gente
del suelo y, por lo general, dejamos en manos de la iniciativa perteneciente a aquellas clases más desfavorecidas y que, de­
privada la tarea de determinar los límites de la ciudad, así jadas a su suerte, les resulta imposible evitar el contacto con
wmo la ubicación de sus distritos residenciales e industria- un ambiente de abandono, carente de referentes morales.
11\S. Con el tiempo, todos los barrios y secciones de la ciudad
Tanto las distintas preferencias y conveniencias perso- van adquiriendo algunas características peculiares que defi­
11ales, como los intereses económicos y profesionales, tienden nen a la gente que los habita. Cada una de las partes de la ciu­
di' manera infalible a segregar, y de este modo a clasificar, las dad está inevitablemente teñida del modo de pensar que ca­
poblaciones de las grandes ciudades. Así, pues, la ciudad ad­ racteriza a su población, y, en consecuencia, aquello que en
quiere una organización y distribución de su población que ni un principio no era más que un simple espacio geográfico se
1•stán planificadas ni controladas. convierte en un barrio, es decir, un lugar que posee su propia
historia y sus propias tradiciones y manera de pensar. De al­
Actualmente, la Bel! Telephone Company está llevando a gún modo, dentro de este barrio se mantendrá la continuidad
cabo minuciosas investigaciones, en especial en Nueva York del proceso histórico. El pasado se impone al presente, y la
y Chicago, con el propósito de determinar el probable au- vida en cada comunidad sigue avanzando como una especie

R.PARK 39
de impulso interior, más o menos independiente de los más «Una de las realidades sociales más significativas es el he­
amplios intereses y modos de vida existentes a su alrededor. cho de que, desde tiempos inmemoriales, se haya establecido
instintivamente esa especie de acuerdo por el cual aquel que se
La magnitud de la población, sus niveles de concentra­ establece al lado de otro empieza ya exigiendo el sentido de
ción y la manera en que ésta se va distribuyendo dentro de la compañerismo de éste ... El barrio es una unidad social cuyo
geografía de la ciudad son los factores que determinarán fi­ funcionamiento, por la clara definición de sus contornos, su in­
nalmente su organización, así como las características del tegridad orgánica interna y sus reacciones impulsivas, puede
medio ambiente urbano y del orden que éste exige. Esto ex­ perfectamente ser considerado como el de una mente social...
plica lo importante que es el estudio del crecimiento de las El líder local, por muy autocrático que pueda llegar a ser en el
ciudades y el comparar las distintas idiosincrasias en la dis­ más amplio campo de acción que la ciudad ofrece, utilizando el
tribución de su población. Así, pues, éstas son algunas de las poder que ha conseguido a través del barrio, debe estar siem­
cosas que en primer lugar nos interesa saber acerca de la pre por y para el pueblo, y tener mucho cuidado de no defrau­
ciudad: dar a la gente del lugar en lo que se refiere a sus intereses. Es
muy dificil embaucar a un barrio tonteando con sus propios
- ¿Cuáles son los orígenes de su población? asuntos» 1 .
- ¿En qué medida el crecimiento de su población (debi- La sociedad moderna local es una estructura erigida so­
do al mayor número de nacimientos que de defunciones) es bre la base de una organización de barrio espontánea y su
normal? razón de ser es la de expresar los sentimientos con relación
a los asuntos de interés local.
- ¿Qué parte de la población está compuesta por: a) na­
tivos, b) extranjeros? Aquello que podríamos llamar el sentir general de un ba­
rrio ha experimentado diversos cambios, curiosos e intere­
- ¿Cuáles son las áreas «naturales» más destacadas, es santes, bajo las complejas influencias de la vida de la ciudad,
decir, aquellas donde habita la población segregada? produciendo numerosos e insólitos tipos de comunidades lo­
- ¿De qué manera influyen en la distribución de la po­ cales; es más, hay barrios que están naciendo y otros que es­
blación dentro de la ciudad: a) los intereses económicos, es tán en proceso de disolución. Consideramos, por ejemplo, la
decir, los precios del suelo; b) la raza, los intereses sentimen­ Quinta Avenida de Nueva York, que probablemente no ha te­
tales, la vocación, etc.? nido nunca una asociación que se encargara de su embelle­
cimiento, y comparémosla con la calle 135 del Bronx (donde
- ¿Qué zonas de la ciudad están experimentando una hay probablemente una mayor concentración de población
disminución, o un aumento de su población? negra que en ningún lugar del mundo), que se está convir­
- ¿Qué relación existe entre el aumento de población y el tiendo rápidamente en una estrecha comunidad muy bien or­
número de miembros en las familias que viven en las distin­ ganizada.
tas áreas naturales, y el número de nacimientos y defuncio­ «En la historia de Nueva York, el hombre de Harlem ha
nes, matrimonios y divorcios, el precio de los alquileres y el pasado de ser asociado con Holandés, a ser asociado con Ir­
nivel de vida? landés, más tarde con Judío y, por último, con Negro. De todos
estos cambios, el último es el que se ha efectuado con mayor
rapidez. Para toda la América de color, desde Massachusetts
• El barrio hasta Mississippi y, cruzando todo el continente, hasta Los An­
La proximidad y el trato amistoso entre los vecinos son geles y Seattle, el nombre de Harlem, que hasta hace 15 años
apenas nadie había oído nombrar, significa "metrópolis de ne­
la base de las más sencillas y elementales formas de asocia­ gros". Harlem es, verdaderamente, la gran Meca del turista en
ción con las que nos encontramos en la organización de la busca de lugares de interés, del amante de los placeres, del cu-
ciudad. Los intereses y asociaciones locales generan un sen­
timiento propio del lugar y, puesto que el sistema basa la par­
ticipación política en el hecho de ser residente, el barrio se
convierte en la base del control político, siendo de este modo 3
Robert A. Woods, «The Neighborhood in Social Reconstruction», Pa­
el elemento local menor dentro de la organización social y pers and Proceedings of the Eighth Annual Meeting of the American Socio­
política de la ciudad. logical Society (1913).

40 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD

'-'
rioso, del aventurero, del emprendedor, del ambicioso y del es­ En muchas ciudades europeas y, hasta cierto punto, en
pabilado, de raza negra, porque su poder de seducción se ha este país, la reconstrucción de la vida ciudadana ha llegado
extendido por todas las islas del Caribe, llegando incluso a pro­ al extremo de que se construyen suburbios ajardinados, o de
pagarse por Africa»•. que las viviendas de estado ruinoso y con problemas de in­
Es importante saber cuáles son las fuerzas que contribu­ salubridad sean reemplazadas por modélicos edificios, pro­
yen a disolver las tensiones, intereses y sentimientos que piedad del municipio y controlados por éste.
confieren a cada barrio su propio carácter. En general, po­ En las ciudades americanas se han llevado a cabo tenta­
dríamos decir que son todas aquellas cosas que contribuyen tivas para restaurar aquellos barrios peligrosos, construyén­
a crear una inestabilidad entre la población, dividiendo y dis­ dose en ellos parques de recreo e introduciéndose diversos ti­
persando su atención para concentrarla en una amplia dis­ pos de actividades entre las que se incluyen danzas popula­
paridad de asuntos de interés. res en los salones de baile municipales. Estas y otras estrate­
- ¿Qué parte de la población nada en la abundancia? gias, cuya finalidad primordial es la de elevar el tono moral
- ¿De qué elementos se compone su población, es decir: de las poblaciones segregadas de las grandes ciudades, de­
razas, clases, etc.? berían ser analizados en conexión con el análisis del barrio
en general; y deberían serlo, en suma, no solamente por su
- ¿Cuánta gente vive en hoteles, apartamentos y vivien­ propio bien, sino por lo que pueden revelar acerca del com­
das de alquiler? portamiento humano y la naturaleza humana en general.
- ¿Cuánta gente es propietaria de su propia vivienda?
- ¿Cuál es la proporción de vagabundos, gitanos y gente • Colonias y zonas segregadas
de tránsito existente entre la población?
En el medio ambiente de la ciudad, el barrio tiende a
Por otra parte, ciertos barrios urbanos sufren una situa­ perder gran parte del significado que poseía cuando la socie­
ción de aislamiento. En diversas ocasiones, se han hecho es­ dad vivía de manera más simple y primitiva. Las ventajas que
fuerzos para reconstruir y estimular la vida de los barrios, ofrecen los medios de comunicación y de transporte, que per­
con el propósito de ponerles en contacto con otros intereses miten a los individuos distribuir su atención y vivir en varios
más amplios de la ciudad, ampliando así sus posibilidades de mundos distintos a la vez, contribuyen a la destrucción de la
participación con la comunidad. Esta es, en parte, la finalidad familiaridad y de la estancia permanente en el barrio. Por
de los centros sociales. Estas, y otras organizaciones que in­ otra parte, el aislamiento de las colonias raciales y de inmi­
tentan reconstruir la vida de la ciudad, han ido desarrollando grantes de los llamados guetos y de aquellas zonas habitadas
determinados métodos y técnicas que deberíamos estudiar en por una población segregada, contribuye a preservar e in­
relación con las investigaciones de estas entidades, ya que es tensificar, allí donde existen prejuicios raciales, las relaciones
el método por el cual el objeto de análisis consigue ser prác­ y la solidaridad de los grupos locales y vecinales.
ticamente controlado revelando así su naturaleza elemental,
es decir, su carácter predecible (Gesetzmassigkeit) '. En aquellos lugares en los que conviven, agrupados en
estado de segregación, individuos de una misma raza o de un
mismo origen, el sentir del barrio tiende a impregnarse de
antagonismos raciales e intereses de clase.
James Weldon Johnson, «The Making of 1-larlem». Survey Graphic Las distancias físicas y sentimentales se refuerzan las
(marzo, 1925). unas a las otras, y las influencias ejercidas por la distribución
«Por tanto cuando queremos usar la palabra (:'iaturaleza) como un local de la población, junto con las de clase y raza, contribu­
l1'rmino lógico en la teoría de la ciencia, diremos que la Naturaleza es la rea­ yen a la evolución de la organización social.
hrlad considerada en su marco Iegaliforme. Tal significado lo hallamos, por
f'Jl'lllJJIO, en la palabra «Ley natural». Pero también podríamos llamar en- Toda gran ciudad tiene sus colonias raciales, como los
11,nres a lo que entra en los conceptos naturaleza de las cosas, o expresar­ Chinatowns de San Francisco y de Nueva York o la Pequeña
nos. lo más brevemente posible, del modo que sigue: la Naturaleza es la rea­ Sicilia de Chicago, y otros de tipo diverso y de carácter no tan
lidad considerada de un modo universal. Sólo así adquiere la palabra una re­
lPvanria lógica» (H Rickert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Be­ marcado. Asimismo, la mayoría de las ciudades tienen, ade­
qn[(�bildung, 212). más, sus distritos segregados en los que impera el vicio y la

R. PARK 41
corrupción y que son lugar de reunión para delincum1tPs d(• ciones qur sP <1stab!Pcen Piltn• los difi•n:nt<•s harnos son pro
todo tipo; tal es el caso del que ha existido hasta hace poco bablrmente más acusadas que las que sr dan rn Amrrica.
en Chicago. Toda gran ciudad posee también sus barrios en East London rs una ciudad habitada por una población pPr­
los que habita gente con profesiones y oficios afines, como trnrciente a una única clase social que queda relegada una )
por ejemplo Stockyards, en Chicago, con sus zonas residen­ otra vez en los confines de la ciudad debido a intereses ra­
ciales; Brookline, en Boston; el denominado Gold Coast, en ciales, culturalf,s y profesionales. El modo de sentir del ba­
Chicago; o Greenwich Village, en Nueva York; cada uno de los rrio, profundamente enraizado en las costumbres y tradicio­
cuales podría constituir ya de por sí, debido a su magnitud y nes locales, ejerce un decisivo influjo selectivo sobre las po­
características, un pueblo o una ciudad; la única diferencia es blaciones de las antiguas ciudades europeas, manifestándosP
que su población es escogida. De entre estas ciudades dentro por último marcadamente en las características de sus habi­
de ciudades, cuya principal característica es que su población tantes.
está compuesta por personas de una misma raza, o bien de
distinta raza perteneciente a una misma clase social, East Lo importante de esos barrios, comunidades raciales y
London, con una población de 2.000.000 de trabajadores, es zonas segregadas existentes dentro de las grandes ciudades
sin duda el caso más destacado. o de su periferia coincide con nuestro interés acerca de todos
los demás grupos sociales; y es lo siguiente:
«Debido al exceso de población en el East London original,
la gente ha ido diseminándose por los prados y marismas que - ¿Qué elementos los componen?
se encuentran al otro lado del río Lea, convirtiendo de este - ¿En qué medida son el resultado de un proceso selec-
modo en nuevas ciudades lo que anteriormente habían sido tivo?
pueblos rurales. Tenemos por ejemplo West 11am, con una po­
blación de cerca de 300.000 habitantes; East Ham, con 90.000; - ¿Cómo ingresa la gente en el grupo así formado y cómo
Stratford, junto con sus "hijas". con 150.000; y otras "aldeas" sale de él?
que, al igual que las anteriores, han crecido desmesuradamen­
te. La suma del conjunto de todas estas nuevas poblaciones nos - ¿Cuáles son los niveles de permanencia y estabilidad
da un total de cerca de dos millones de personas, que es una de su población?
población mayor que la de Berlín. Viena, San Petersburgo o Fi­
ladelfia. East London es una ciudad llena de templos e iglesias; - ¿Cuál es la situación de la gente en cuanto a edad, sexo
sin embargo, no hay catedrales, ni anglicanas ni católicas. Está y condición social?
bien surtida de escuelas de enseñanza primaria, pero no tiene - En cuanto a los niños, ¿cuántos nacen y cuántos de
ninguna escuela pública o de enseñanza media, y tampoco dis­ ellos permanecen en el barrio?
pone de universidad o de centros donde realizar estudios su­
periores. Todo el mundo lee el periódico, sin embargo no exis­ - ¿Cuál es la historia del barrio? ¿Qué es lo que hay en
te un periódico de East London como tal, sino tan sólo peque­ su subconsciente -en sus experiencias ya olvidadas o que no
ñas ediciones locales. Nunca se ve en sus calles un solo vehícu­ son más que nebulosos recuerdos- que determina sus actitu­
lo particular y no existe ningún barrio elegante... ni tampoco des y sentimientos?
puede uno encontrarse con señoras en las principales aveni­
das. La gente, los comercios, las casas, los medios de transpor­ - ¿Qué cosas son patentes, es decir, cuáles son sus ma-
te, todo, absolutamente todo, lleva consigo el sello inconfundi­ neras de pensar, sus doctrinas, etc.?
ble de la clase obrera.
- ¿Qué es lo que en realidad el grupo tiene en cuenta?
Lo más curioso de todo es el hecho de que en una ciudad ¿Qué es noticia? ¿Qué es lo que ocupa la atención general ?
de dos millones de personas no haya hoteles, y esto natural­ ¿Qué modelos imita? ¿Están estos modelos dentro o fuera del
mente significa que no tiene risitantes»". grupo?
En las ciudades europeas con mayor antigüedad, donde - ¿Cuál es el ritual social, es decir, qué es lo que uno tie­
los procesos de segregación han llegado más lejos, las distin- ne que hacer en el barrio para evitar ser observado con re­
celo o como un bicho raro ?
- ¿Quiénes son los líderes? ¿A qué intereses del barrio
'' Walter Besant, East London, 7-9. representan, y qué técnica utilizan para ejercer un control?

42 PARA COMPRF.NnER QU( ES L4 CIUDAD


b) Organización industrial filósofo y un portero normal y corriente, por ejemplo- no pare­
y orden moral cen ser tanto producto de la naturaleza romo de los hábitos y
costumbres y la educación. Cuando vinieron al mundo, y du­
Antiguamente, la ciudad era ante todo una fortaleza, un rante sus primeros 6 u 8 años de existencia, eran quizá muy
lugar de refugio en épocas de guerra; por el contrario, la ciu­ parecidos y ni sus padres ni sus compañeros de juegos podían
dad moderna resulta principalmente ventajosa para las rela­ advertir ninguna diferencia notable. Alrededor de esa edad, o
ciones comerciales y debe su existencia al mercado alrededor algo más tarde, ocurre que empiezan a dedicarse a distintas ta­
del cual surgió. La competencia industrial y la división del reas y es entonces cuando se empieza a advertir la diferencia
trabajo, que son probablemente los elementos que más han de talentos, diferencia que poco a poco va dilatándose hasta
que al final la vanidad del filósofo se complace en reconocer
contribuido al desarrollo de las fuerzas latentes en el género que no existe apenas ningún parecido. Pero, de no haber dis­
humano, sólo se pueden dar en el caso de que existan mer­ puesto de la capacidad de realizar tratos, canjes y trueques.
cados, dinero y otros mecanismos que faciliten y hagan posi­ todo hombre hubiera tenido que obtener por sí mismo lo indis­
bles las relaciones comerciales en general. pensable para su existencia; todo el mundo hubiera tenido que
En Alemania hay un viejo refrán que dice así: «el aire de cumplir las mismas obligaciones y realizar los mismos traba­
la ciudad libera a los hombres» (Stadt Luft machtfrei). Dicho jos, y no hubiera podido darse tal diferencia de ocupaciones,
que es la única que podía producir una enorme diferencia de
refrán hace sin duda referencia a aquellos días en que las talento...
ciudades libres alemanas gozaban de la protección del em­
perador y las leyes convertían a los siervos fugitivos en hom­ Siendo el poder de intercambio lo que da pie a la división
bres libres si conseguían respirar el aire de la ciudad duran­ del trabajo, el grado que alcance tal división estará siempre li­
te un año y un día. Sin embargo, la ley, de por sí, no hubiera mitado por la magnitud de ese poder o, en otras palabras, por
podido liberar al artesano, puesto que para conseguir la li­ la magnitud del mercado... Hay algunos tipos de actividad in­
hertad era indispensable que éste pudiera vender los pro­ dustrial, incluso de la de más bajo nivel, que no puede desem­
peñarse en ningún otro lugar más que en una gran ciudad»·.
ductos, por él elaborados, en un mercado al aire libre, y era
•iecesaria la aplicación de la economía monetaria en la rela­ Bajo las condiciones de competencia personal, el éxito
( ión patrono-obrero para que se completara la emancipación depende de la concentración puesta en una única tarea, y di­
del siervo. cha concentración estimula la necesidad de métodos racio­
nales. recursos técnicos y una habilidad excepcional. Esta úl­
• Clases profesionales y tipos de vocación tima, en tanto que se apoya en el talento innato, requiere una
preparación especial y ha provocado la aparición de escuelas
El viejo refrán, que describe la ciudad como el medio de formación profesional y de comercio y, por último, los cen­
ambiente natural del hombre libre, sigue teniendo validez en tros de asesoramiento profesional; todos ellos sirven, directa
la medida en que cada individuo encuentra en las oportuni­ o indirectamente, para seleccionar, a la vez que acentuar, las
dades, en la diversidad de intereses y tareas, y en la inmen­ diferencias individuales.
sa, e inconsciente, cooperación de la vida en la ciudad, la Todos aquellos mecanismos que facilitan el comercio y la
ocasión de elegir su propia vocación y desarrollar sus propias industria preparan el camino para una mayor división del
rapacidades individuales. La ciudad ofrece un mercado trabajo, contribuyendo de este modo a que el hombre descu­
11hierto a las distintas aptitudes de cada individuo en parti­ bra su vocación en tareas cada vez más especializadas. Como
cular, } la competencia entre los individuos contribuye a se­ resultado de todo este proceso se desbarata o modifica la an­
lnccionar para cada tarea determinada a aquel que reúne tigua organización social y económica de la sociedad -basa­
lll'lS condicionrs para realizarla. da en los vínculos familiares, las asociaciones locales, la cul­
«La diferencia que existe entre las capacidades innatas de tura, la casta y el status o niveles sociales- y se reemplaza
los distintos individuos es, en realidad, mucho menor de lo que por una organización basada en el interés por distintas ta­
podríamos pensar; y la disparidad de talentos que parece dis­ reas y profesiones.
tinguir a personas de diversa profesión. una vez éstos han al­
canzado un estado de madurez, no es en muchas ocasiones la
causa, sino mas bien el efecto de la división del trabajo. La di­
fprencia que existe entre las personas más dispares -entre un Adam Smith, The Wealth of Nations, 28-29

R. PARA. 43
En la ciudad, toda ocupación, incluso la de mendigo, tien­ - ¿Pueden las aptitudes innatas o una preparación espe­
de a adquirir el carácter de profesión, y la disciplina que im­ cial determinar el éxito en las diferentes ocupaciones?
pone el éxito en cualquier ocupación, junto con las asociacio­
nes a las que obliga, acentúa esta tendencia -tendencia que, - ¿Qué favorece o perjudica a los diferentes mercados de
sobre todo, no va simplemente encaminada hacia la especia­ profesiones o negocios, y por qué?
lización, sino también hacia la racionalización de la propia - ¿Viene la elección de una profesión por motivos senti­
ocupación y hacia el desarrollo consciente de una técnica es­ mentales, económicos o temperamentales?
pecífica para llevarla a término. Como consecuencia de las
ocupaciones y de la división del trabajo se producen, en pri­ - ¿En qué profesiones los hombres, y en cuáles las mu­
mer lugar, no grupos sociales, sino modelos ocupacionales: el jeres, consiguen mayor éxito y por qué?
actor, el fontanero, el trabajador forestal. .. Las organizaciones - ¿Hasta qué punto es la profesión, más que la asocia­
formadas por personas de un mismo oficio y profesión, como ción, la responsable de la actitud mental y las preferencias
son los sindicatos y los gremios, se basan en los intereses co­ morales?
munes. En este sentido, se diferencia de otros tipos de aso­
ciación como es el caso del barrio, que se basa en la contigüi­ - Aquellos hombres que ejercen una misma profesión u
dad, la asociación personal y los vínculos que normalmente se oficio, pero pertenecen a diferentes nacionales y grupos cul­
establecen en la humanidad. Los diferentes oficios y profesio­ turales, ¿tienen idénticos pareceres que les son característi­
nes parecen estar dispuestos a agruparse en clases, esto es: la cos?
clase artesanal, la empresarial y la profesional. Pero, hasta - ¿En qué medida la creencia en una doctrina social o
ahora, en los modernos estados democráticos, las clases no política, esto es: el socialismo, el anarquismo, el sindicalismo,
han alcanzado una organización efectiva. El socialismo, fun­ etc., viene determinada por el tipo de trabajo, o por el tem­
dado en un esfuerzo por crear una organización que se basa­ peramento?
ra en la «conciencia de clase», no ha conseguido nunca crear,
excepto, quizá, en Rusia, más que un partido político. - ¿En qué medida dentro de las distintas ocupaciones,
las doctrinas e idealismos sociales han suplantado y sustitui­
Por tanto, las consecuencias de la división del trabajo do a la fe religiosa, y por qué?
como disciplina, es decir, como medio para moldear el ca­
rácter, se podrán analizar mejor en los modelos ocupaciona­ - ¿Tienden las clases sociales a adoptar el carácter de
les que ha producido. Entre los modelos que sería interesan­ grupos culturales?; en otras palabras, ¿tienden las clases a
te analizar, se encuentran: la dependienta, el policía, el ven­ adquirir la exclusividad e independencia propias de una cas­
dedor ambulante, el taxista, el vigilante nocturno, el artista ta o nacionalidad, o acaso cada clase depende siempre de la
de vodevil, el curandero, el barman, el superior de distrito, el existencia de otra, con la que se corresponde?
esquirol, el agitador laboral, el maestro de escuela, el repor­ - ¿Hasta qué punto los hijos siguen la vocación de sus
tero, el agente de bolsa, el prestamista; todos ellos son pro­ padres, y por qué?
ducto característico de las condiciones de vida en la ciudad,
y cada uno, con su experiencia, modo de concebir las cosas y - ¿En qué medida los individuos cambian de una clase a
punto de vista particulares, determina la personalidad de otra, y qué alteraciones produce este hecho en el carácter de
cada grupo profesional y del conjunto de la ciudad. las relaciones de clase?
- ¿Hasta qué punto existe una relación entre el coefi­
ciente de inteligencia y los diferentes oficios y profesiones • Noticias y movilidad del grupo social
que requieren unas aptitudes innatas?
Al hacer que el éxito individual dependa de la concen­
- ¿Hasta qué punto la inteligencia viene determinada por tración en una tarea específica, la división del trabajo ha au­
las características de la profesión y las condiciones en las que mentado y, en consecuencia, también la interdependencia de
ésta se desempeña? las distintas profesiones. De este modo se crea un tipÓ de or­
- ¿Hasta qué punto el éxito en una profesión depende del ganización social en la que el individuo va dependiendo cada
buen criterio y del sentido común, y hasta qué punto depen­ vez más de la comunidad, de la que forma parte. En las con­
de de la habilidad técnica? diciones de competencia personal, el resultado de esa ere-

44 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


ciente interdependencia de las partes es la aparición de un como nos ocurre con nuestro hogar, por ejemplo, es la razón
cierto tipo de solidaridad social en el conjunto de la organi­ por la que el dinero se convierte en un valioso medio de in­
zación industrial; pero una solidaridad que no se basa en los tercambio. Pongamos por ejemplo que tenemos interés en
sentimientos y costumbres, sino en la comunidad de intere­ conseguir una cierta suma de dinero para alcanzar un pro­
ses. pósito determinado, pero, probablemente, ante la posibilidad
de que este propósito se lleve a cabo de cualquier otro modo,
Según la acepción de los términos aquí empleados, el nos sentiremos igualmente satisfechos. Es tan sólo el avaro
sentimiento es el término más concreto y el interés, el más quien se vuelve sentimental con el dinero, y siendo así, es
abstracto. Por mucho que abriguemos un sentimiento hacia probable que éste prefiera un tipo de dinero -oro, por ejem­
una persona, un lugar o un objeto cualquiera -bien sea un plo- a otro, sin tener en cuenta su valor; en este caso, el va­
sentimiento de aversión o bien de posesión-, el hecho de po­ lor del oro viene determinado por el sentimiento personal
seer o de ser poseído por un sentimiento hacia, o con res­ más que por la razón.
pecto a, alguna cosa supone la incapacidad de perseguir
nuestro objetivo actuando de un modo absolutamente racio­ Una organización que está compuesta por grupos e indi­
nal. Esto significa que el objeto de nuestro sentimiento res­ viduos que compiten entre sí se halla en un estado de equili­
ponde de alguna manera específica a una inclinación adqui­ brio inestable, y sólo un proceso de continua readaptación
rida o heredada. Tal inclinación es, por ejemplo, el cariño de puede mantener ese equilibrio. Tanto este aspecto de la vida
la madre por su hijo, o incluso la sensación que ésta pueda social como este tipo de organización se refleja mejor en el
sentir ante la cuna vacía de su hijo; en el primer caso, la in­ mundo de los negocios, que es el principal objeto de investi­
clinación es instintiva, mientras que en el segundo es adqui­ gación de la economía política.
rida. La magnitud de la organización industrial, que se basa
La existencia de una actitud sentimental indica que hay en las relaciones impersonales determinadas por el dinero,
unos motivos por los que actuar; motivos de los cuales el in­ ha ido aumentando a la vez que se daba una creciente movi­
dividuo, aun estando impulsado por ellos, no es plenamente lidad de la población. En las condiciones creadas por la vida
consciente, y sobre los que ejerce tan sólo un control parcial. en la ciudad, el trabajador y/o el artesano aptos para desem­
Todo sentimiento tiene su historia, ya sea en la experiencia peñar una tarea específica se ven obligados a trasladarse de
individual o en la de una raza, pero puede que la persona que una región a otra en busca de aquel determinado tipo de em­
actúa de acuerdo con sus sentimientos no sea consciente de pleo para el cual están preparados. Asimismo, la corriente de
la historia. inmigración que va y viene entre Europa y América nos sir­
ve, hasta cierto punto, para tener una estimación de esta mo­
Los intereses no están en tanta medida dirigidos hacia vilidad 8.
objetivos específicos, como hacia los fines que ese o aquel ob­
jetivo concreto representan en un momento determinado. Por otro lado, y a medida que disminuyen los obstáculos
Por consiguiente, los intereses suponen la existencia de me­ en el terreno de los viajes y de la comunicación en un área te­
dios y una conciencia de la diferencia que existe entre medio rritorial en constante expansión, el fabricante, el comercian­
y fines. Nuestros sentimientos tienen relación con nuestros te, el profesional o el especialista en un oficio salen a buscar
prejuicios, y éstos pueden ir unidos a cualquier cosa: perso­ a sus clientes, y este es otro medio por el que se puede medir
na, razas, así como objetos inanimados. Los prejuicios tienen la movilidad de la población. Sin embargo, la movilidad que
también que ver con los tabúes, contribuyendo, por tanto, al se da en un individuo o en una población no se mide simple­
mantenimiento de las «distancias sociales» y de la organiza­ mente por sus cambios de ubicación, sino más bien por la
ción social existente. Los sentimientos y los prejuicios son cantidad y diversidad de estímulos a los que responde el in­
formas elementales de conservadurismo. Nuestros intereses dividuo o la población. La movilidad no depende tan sólo del
son racionales y volubles, y tienen tendencia a cambiar. poder de desplazamiento, sino también del de comunicación.
El dinero es el dispositivo fundamental por el que los va­
lores se han racionalizado y los sentimientos han sido susti­
tuidos por los intereses. El hecho de que no experimentemos 'Walter Bagehot. The Postulates of Political Economy, Londres 1985,
una actitud personal ni sentimental para con nuestro dinero, 7-8.

R. PARK 45
La educación y la facultad de leer, la expansión del sistema identidades y las diferencias, es decir. en al análisis y la clasifi­
económico monetario, que es aplicado a un creciente núme­ cación. Su educación ha ido estrechamente unida al bullicio y
ro de intereses, aparte de haber contribuido a una desperso­ movimiento de compra y venta del mercado. y, al dedicarse sin
nalización de las relaciones sociales, ha contribuido a su vez cesar a emplear toda su astucia en el fascinante juego de com­
en grado sumo a un aumento de movilidad de las gentes del prar y vender -para el cual se sirve de la más interesante de las
mundo moderno. abstracciones. el dinero- no tiene ocasión de. ni se siente incli­
nado a, cultivar vínculos estrechos con personas y lugares, ras­
«El término "movilidad", al igual que su correlativo, "ais­ go característico en la gente sedentaria»".
lamiento", abarca una gran variedad de fenómenos y puede co­
rresponder al mismo tiempo a un carácter y a una condición. La concentración de población en las ciudades, la am­
Del mismo modo que el aislamiento puede ser debido a barre­ pliación de los mercados, la división del trabajo y la concen­
ras puramente físicas que impidan la comunicación, o bien a tración de individuos y grupos en tareas específicas, han ido
un rasgo característico del temperamento y a una falta de edu­ cambiando de manera constante las condiciones materiales
cación, la movilidad puede ser la consecuencia de los medios de la vida, y con ello se han hecho cada vez más necesarias
naturales de comunicación o de una conducta adaptable y una las readaptaciones a las nuevas circunstancias. Debido a esa
educación universitaria. necesidad, han surgido diversas organizaciones especiales
En la actualidad, se admite abiertamente que lo que ordi­ que existen con la única finalidad de facilitar estas readapta­
nariamente llamamos falta de inteligencia en algunos indivi­ ciones. El mercado que dio vida a la ciudad moderna es una
duos, razas v comunidades es con frecuencia el resultado de un de esos mecanismos. De todos modos, las lonjas resultan to­
aislamiento." Por otra parte, la movilidad de una población es davía más interesantes, en especial la bolsa de valores y la
indiscutiblemente un factor de gran importancia para su desa­ junta de comercio, donde se establecen continuamente los
rrollo intelectual. precios de acuerdo a los cambios, o más bien a los rumores
Existe una estrecha conexión entre la inmovilidad del de cambio, en las condiciones económicas de todo el mundo.
hombre primitivo y lo que podríamos denominar su incapaci­ Dichos rumores tienen el carácter de lo que llamamos noti­
dad para valerse de ideas abstractas. El conocimiento que de cia, en cuanto se les considera causantes de reajustes. La
ordinario posee un campesino, por la propia naturaleza de su r.xistencia de una situación crítica convierte en noticia aque­
trabajo, es concreto y personal. Este conoce individual y perso­ llo que era más que simple información. Cuando hay un
nalmente a cada uno de los miembros que componen el reba­ asunto que está en juego, cuando, en pocas palabras, hay cri­
ño que atiende. Con el paso de los años, llega a sentirse tan vin­ sis, la información que podría influir en un sentido o en otro
culado a la tierra que trabaja, que el mero hecho de ser trasla­ en las consecuencias que se deriven de esa crisis se convier­
dado del pedazo de tierra en el que ha crecido a otro con el que
no está tan estrechamente familiarizado le representa una pér­ te en lo que los periodistas han dado en llamar «tema de ac­
dida personal. En cierto sentido, para este hombre el valle cer­ tualidad». Los temas de actualidad son noticia, mientras que
cano, o incluso aquella franja de tierra situada al otro extremo los temas pasados son simple información.
del pueblo, es en cierto sentido territorio extraño. La eficiencia - ¿Qué relación existe entre movilidad y sugerencia, imi­
del campesino como trabajador agrícola depende en gran par­ tación, etc.'?
te de la relación estrecha y personal que éste mantiene con las
idiosincrasias de una única y pequeña porción de tierra para - ¿Cuáles son los mecanismos prácticos por los que se
cuyo cuidado ha sido instruido. Evidentemente, en tales condi­ aumentan la sugestibilidad y la movilidad en una comunidad
ciones, serán mínimos los conocimientos prácticos del campe­ o en un individuo'?
sino que adopten la forma abstracta de la generalización cien­ - ¿Existen en las comunidades circunstancias patológi­
tífica. El campesino piensa en términos concretos porque no cas que respondan a la histeria de sus individuos'? Si es así,
conoce otros. ni siente necesidad de ellos.
¿de qué modo se presentan y cómo se las controla'?
Por otra parte, las características intelectuales del judío y
el interés -que en general se le atribuye- que éste pone en va­ - ¿Hasta qué punto la moda es signo de movilidad'?
lerse de ideas abstractas y radicales están incuestionablemen­ - ¿Qué diferencia hay en el modo en que se transmiten
te relacionados con el hecho de que los judíos son ante todo un las modas y las costumbres'?
pueblo urbano. El «Judío errante» adquiere términos abstrac­
tos con los cuales describe las distintas escenas con las que se
va encontrando. Su conocimiento del mundo se basa en las "Cf. W. l. Thomas, Source Book of Social Origins. 169

46 PARA COMPRENDFR QUÉ ES f,A CfUDAD


- ¿Qué es la inestabilidad social y en qué circunstancias de provocar un efecto desmesurado. El eufemismo actual: «el
se pone de manifiesto? momento psicológico», define dicha situación crítica.
- ¿Cuáles son los rasgos característicos de una comuni­ Los momentos psicológicos pueden surgir en cualquier
dad progresista y de una estática, en cuanto a su resistencia tipo de circunstancias sociales, pero se producen con mayor
a ideas nuevas? ¿Cuáles son estos rasgos característicos en el frecuencia en aquellas sociedades que han alcanzado un ele­
caso de una comunidad estática? vado estado de movilidad, en aquellas en las que la educación
está generalizada y los ferrocarriles, el telégrafo y la prensa
- ¿Qué características mentales podemos encontrar en se han convertido en elementos imprescindibles para la eco­
general en las costumbres nómadas de un gitano, un vaga­ nomía social; también se producen con mayor frecuencia en
bundo y un nómada? las ciudades que en comunidades más pequeñas. En la mul­
titud y en los públicos, todo momento puede ser considerado
• La bolsa de valores y las masas «psicológico».
Podemos afirmar que la crisis es el estado normal en que
La existencia de las bolsas es algo típico; en ellas pode­ se desenvuelven las bolsas y que aquello que llamamos crisis
mos observar la fluctuación de los precios en respuesta a las financieras no son más que una prolongación de este estado
noticias sobre la situación económica en distintas partes del crítico hacia la comunidad más extensa del mundo de los ne­
mundo. En cada uno de los ámbitos de la vida social tienen gocios. Las situaciones de pánico financiero que siguen a ve­
lugar reajustes similares; no obstante, los mecanismos para ces a las crisis financieras vienen producidas por ese estado
llevar a cabo esos reajustes no son tan absolutos y perfectos. crítico.
Los periódicos dirigidos a profesionales o a comerciantes,
por ejemplo, que les mantienen informados con respecto a Lo que resulta fascinante acerca del estudio de la crisis,
nuevos métodos, experiencias y mecanismo, sirven para así como de las multitudes, es el hecho de que al ser en rea­
mantener a los miembros de esas profesiones y oficios al tan­ lidad debidas a causas psicológicas, esto es, por cuanto son
to de las corrientes del momento, lo cual significa que facili­ el resultado de la movilidad de las comunidades en las cua­
tan los reajustes a las circunstancias cambiantes. les se producen, éstas pueden ser controladas; prueba de
ello es el hecho de que se las puede manipular. Existen
Existe, sin embargo, un factor importante que debemos abundantes indicios que demuestran una manipulación en
señalar: la competencia en la bolsa es muy intensa; los cam­ las transacciones de bolsa. Las pruebas que demuestran la
bios son más rápidos y. por lo que respecta a los individuos manipulación de las masas resultan menos accesibles; no
implicados, más trascendentales. Contrastando con tal cons­ obstante, las organizaciones laborales han hallado el modo
tPlación de fuerzas como la que nos encontramos en la bolsa, de desarrollar técnicas bastante concretas para instigar y
donde los hombres de negocios se reúnen para competir ven­ controlar las huelgas. La Armada de Salvación ha elabora­
clinndo y comprando, está la relativa estabilidad que presen­ do un libro de técnicas que trata en su mayor parte sobre
la una forma de organización social tan móvil como es la mu­ cómo manejar multitudes en las calles; y hay predicadores
chedumbre y las masas. profesionales, como Billy Sunday, que han elaborado técni­
cas para dirigir a las masas que acuden a sus prédicas reli­
Es de todos bien sabido que, al igual que ocurre en las giosas.
11uctuaciones de los mercados, los factores que resultan deci­
•,ivos para los movimientos de muchedumbres son psicológi­ En estos últimos años, se ha escrito extensamente sobre
<'<,-,. Esto quiere decir que existe una situación de inestabili­ el tema de la psicología colectiva en relación con los fenóme­
d11rl l'ntre los individuos que componen la multitud o que nos que se dan en la vida social de los grupos y de las masas.
f(ll1stituyen el público que participa en los movimientos que Hasta ahora, la mayor parte de lo que se ha escrito se fun­
·,,, n·llejan en el mercado, y dicha inestabilidad se corres­ damenta en la observación general y apenas si existen méto­
¡u,n<le con lo que en otro apartado se ha descrito como crisis. dos sistemáticos para analizar este tipo de organización so­
l ei ciPrto es que tanto las bolsas como las muchedumbres cial. Los métodos prácticos que han desarrollado hombres,
11111r-stran siempre una situación crítica, es decir, son tales las también prácticos, como son el líder político, el agitador la­
tP11�10111's que se c•stablecen que una causa insignificante pue- boral, el especulador de bolsa y otros, para el control y ma-

R PARK 47
nipulación del público y las masas, nos proporcionan todo un - ¿Contribuyen las oscilaciones en la bolsa a exagerar las
conjunto de elementos que nos permiten realizar un estudio fluctuaciones en el mercado, o a estabilizarlas?
más profundo y minucioso de lo que podíamos llamar com­
portamiento colectivo, para distinguirlo del comportamiento - Los informes de la prensa, en cuanto equivalen a los
hechos, ¿contribuyen a una aceleración de los cambios so­
de aquellos grupos sumamente organizados. ciales o tienden a estabilizar un movimiento ya en marcha?
La ciudad y, en particular, la gran ciudad, donde el pun­
to de vista del interés y del dinero las relaciones humanas - ¿Qué consecuencias tienen la propaganda y los rumo­
tienden a ser impersonales y racionales más que en cualquier res en aquellos casos en que las fuentes fidedignas de infor­
otro lugar, es un laboratorio -en un sentido bastante literal­ mación han sido suprimidas?
para la investigación del comportamiento colectivo. Tanto las - ¿En qué medida puede una reglamentación formal
huelgas como otros movimientos revolucionarios de menor ejercer un control sobre las fluctuaciones de la bolsa?
relevancia son males endémicos en el medio ambiente urba­
no. Las ciudades, y también en particular las grandes ciuda­ - ¿Hasta qué punto puede la censura ejercer un control
des, se hallan en una situación de equilibrio inestable. El re­ sobre los cambios sociales, las huelgas y los movimientos re­
sultado es que los amplios y variables contingentes que acci­ volucionarios?
dentalmente constituyen nuestras poblaciones urbanas se - ¿En qué medida pueden los pronósticos científicos so­
encuentran en eterno estado de agitación, siendo arrastrados bre cambios sociales y económicos ejercer un control prove­
por la ola de cualquier nueva doctrina y hallándose expues­ choso sobre el curso de los acontecimientos y la tendencia de
tos a continuos sobresaltos y, en consecuencia, la comunidad los precios?
se encuentra en una situación de crisis crónica.
- ¿Hasta qué punto la relación de precios en la bolsa se
Todo lo que se ha dicho indica, ante todo, lo importante corresponde con la opinión pública, según ésta se refleja en
que resulta un estudio más minucioso y profundo del com­ la prensa?
portamiento colectivo. Las preguntas que vienen a continua­
ción quizá puedan sugerir posibles vías de investigación a se­ - ¿Hasta qué punto la ciudad, que responde de una ma­
guir y resulten de utilidad para aquellas personas dedicadas nera más rápida y terminante a las situaciones de cambio
al estudio de la vida urbana. puede ser considerada un centro neurálgico del organismo
social?
- ¿Cuál es la psicología de la crisis? ¿Qué ciclo de acon­
tecimientos entraña la evolución de toda crisis, política o eco­
nómica? c) Relaciones secundarias
y control social
- ¿Hasta qué punto el sistema parlamentario, incluyendo
el sistema electoral, puede ser reconocido como un intento de En los últimos años, los modernos medios de transporte
regularizar la revolución y de hacer frente y controlar la cri­ y comunicación -el ferrocarril eléctrico, el automóvil, el telé­
sis? fono y la radio- han ido efectuando cambios, de manera rá­
- ¿Hasta qué punto la violencia en las masas, las huelgas pida y silenciosa, en la organización social e industrial de la
y los movimientos políticos radicales son consecuencia de las ciudad moderna. Mediante ellos, la actividad general ·se ha
mismas circunstancias generales que provocan pánicos fi­ concentrado en los distritos comerciales y el carácter de los
negocios al por menor ha cambiado completamente, aumen­
nancieros, incrementos en las propiedades inmobiliarias y tándose el número de barrios periféricos y haciendo posible
movimientos masivos de la población en general? la existencia de los grandes almacenes. Esos cambios en la
- ¿En qué medida la agitación social y el equilibrio ines­ organización industrial y en la distribución de la población
table existentes se deben a la rapidez y alcance de los cam­ han ido acompañados de los correspondientes cambios en las
bios económicos que refleja la bolsa? costumbres, los sentimientos y el carácter de la población ur­
- ¿Cuáles son en general los resultados que un mayor ni­ bana.
vel de comunicación y de noticias producen en las fluctuacio­ La naturaleza general de estos cambios viene indicada
nes de la bolsa y en los cambios económicos? por el hecho de que el crecimiento de las ciudades ha ido

48 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


acompañado de una sustitución de las relaciones directas y das y, poco a poco, el orden moral que descansaba sobre ellas
personales o «primarias» por otras indirectas o «secunda­ se descompone.
rias» en la asociación de individuos en la comunidad. La mayoría de nuestras instituciones tradicionales: la
«Cuando digo grupos primarios. me refiero a aquellos que iglesia, la escuela y la familia, han sufrido grandes modifica­
se caracterizan por una asociación cara a cara y de coopera­ ciones bajo las desintegradoras influencias de la vida en la
ción estrechas, y son primarios en diversos sentidos. princi­ ciudad: la escuela, por ejemplo, ha asumido algunas de las
palmente porque son fundamentales para moldear los ideales funciones de la familia. En torno a la escuela, y al gran cui­
y la naturaleza social del individuo. Psicológicamente, la aso­ dado que ésta pone en el bienestar físico y moral de los ni­
ciación estrecha trae como resultado una cierta fusión de los ños, tiende a formarse por sí solo algo así como un nuevo es­
individuos en un conjunto común, de manera que, por varios píritu de vecindad y colectividad.
motivos por lo menos, la propia identidad de uno se funde con
los objetivos y la vida en común del grupo. El modo más sen­ Por otra parte, parece que actualmente la iglesia, ha­
cillo de describir esta integridad sea quizá decir que se trata de biendo perdido gran parte de su influencia desde que la letra
un "nosotros", ya que encierra en sí el tipo de afinidad e iden­ impresa ha sustituido ampliamente a los predicadores en la
tificación mutua cuya expresión natural es: "nosotros". Vivi­ interpretación de la vida, se encuentra en un proceso de re­
mos con la sensación de ser parte de un todo y es en esa sen­ adaptación a las nuevas circunstancias.
s_ación d ?tde nuestra voluntad encuentra sus principales obje­
tivos ...» Es importante que la iglesia, la escuela y la familia sean
analizadas desde el punto de vista de esa readaptación a las
El tacto y la visión, el contacto físico, son la base de las condiciones de vida que se dan en la ciudad.
relaciones humanas más elementales y primarias. Las rela­
ciones madre e hijo, marido y mujer, padre e hijo, amo y cria­ - ¿Qué cambios se han verificado en esos últimos años
do, vecino y pariente, párroco, médico y profesor son las más en los sentimientos familiares, en la actitud de los maridos
estrechas y verdaderas que se dan en la vida, y forman prác­ con sus esposas, de éstas con sus maridos, de los hijos con
ticamente todo el conjunto de relaciones que se establecen en los padres, etc.?
las comunidades pequeñas. - ¿Qué indican los informes del Tribunal tutelar de me­
Las interacciones que se dan entre los miembros de una nores y de la moral pública en lo referente a esta cuestión?
comunidad así constituida son inmediatas e irreflexivas, y el - ¿Cuáles son las áreas de la vida social que han experi­
tipo de trato y de relaciones que se establece entre ellos se mentado mayores cambios en los usos y costumbres, en
desarrolla sobre todo dentro del terreno de los instintos y de cuanto al tema de la vida familiar?
los sentimientos. Por lo general, el control social surge de
manera espontánea como respuesta directa a las influencias - ¿En qué medida estos cambios han tenido lugar en res­
personales y al sentimiento popular, tratándose pues del re­ puesta a las influencias del medio ambiente urbano?
sultado de una adaptación personal, más que de la formula­ Asimismo, deberían seguirse adelante las investigacio­
ción de un principio racional y abstracto. nes en lo referente a la escuela y la iglesia, puesto que tam­
bién en ellas ha habido un cambio de política y de actitud en
• La iglesia. la escuela y la familia respuesta a los cambios registrados en el medio ambiente.
Es importante seguir haciendo estudios acerca de estas
En una gran ciudad, donde la población es inestable, instituciones -en las que las cuestiones más inmediatas e im­
donde padres e hijos trabajan fuera de casa -a menudo en prescindibles para la existencia encuentran una expresión
lugares de la ciudad que quedan muy alejados- y donde mi­ corporativa-, ya que, a fin de cuentas, y en el fondo, es sobre
lr1s de personas viven próximas unas a otras durante años sin ellas donde descansa la organización social.
mantener entre ellas más que una relación superficial, aque­
llas relaciones estrechas del grupo primario se ven debilita- Es probable que el deterioro de los vínculos locales y el
debilitamiento de las restricciones e inhibiciones del grupo
primario, bajo el influjo ejercido por el medio ambiente ur­
bano, sean en gran parte responsables del incremento de la
Charles Horton Cooley, Social Organization, 15 delincuencia y la corrupción en las grandes ciudades. Con

R. PARK 49
respecto a esto, sería interesante que se determinara, me­ pente con algún genio oculto y desconocido. Los lectores del
diante investigaciones, hasta qué punto la delincuencia va diario pertenecían a las diversas clases relacionadas con el sec­
aumentando a un ritmo directamente proporcional a la cre­ tor educativo del lugar: eran en su mayoría jóvenes oficinistas
ciente movilidad de la población, y en qué medida dicha mo­ y. algunos de ellos, muy buenos muchachos. Tenían una aso­
vilidad está en función del aumento de población; este es el ciación en la que se celebraban debates a los que yo asistía de
punto de vista desde el cual debiéramos tratar de hacer nues­ vez en cuando. Pero, ¡ay de mí1• aquellos debates se llevaban a
cabo con la más profunda, inconsciente y complacida dr las ig­
tras interpretaciones acerca de todas aquellas estadísticas en norancias. Intenté convencerles de que antes de hablar era
las que se registra la desintegración del orden moral, como conveniente conocer a fondo los argumentos; pero todo fue en
por ejemplo: las estadísticas sobre el divorcio, la falta de asis­ vano. Entonces propuse temas para que escribieran ensayos y
tencia a las aulas y la delincuencia. ofrecí premios a los mejores versos que se presentaran; y des­
- ¿Cuáles son las consecuencias de la posesión de bienes, cubrí, lleno de asombro. que entre todos esos miles de jóvenes,
muchachos y muchachas, era imposible hallar el más mínimo
especialmente del propio hogar, en la falta de asistencia a las y rudimentario indicio de talento literario alguno. En todas las
aulas, el divorcio y la delincuencia? demás ciudades hay jóvenes que tienen aspiraciones literarias
- ¿En qué zonas y clases hay cierto tipo de delitos que y poseen un cierto grado de habilidad literaria, pero ¿cómo iba
son endémicos? a haber ninguno en esa ciudad, en la que no había libros, ni pe­
riódicos, ni diarios y, en aquella época, ni siquiera bibliotecas
- ¿En qué clases se dan con más frecuencia los casos de públicas"», ..
divorcio? ¿Qué diferencia existe al respecto entre granjeros y Las poblaciones extranjeras que forman las diversas co­
actores, por ejemplo? lonias de inmigrantes -en la actualidad, convenientemente
- ¿Hasta qué punto en un grupo racial determinado, establecidas en todas las grandes ciudades- viven una situa­
como por ejemplo: los italianos en Nueva York o los polacos ción de aislamiento diferente de la que sufre la población de
en Chicago, viven padres e hijos en un mismo mundo, hablan East London, aunque en algunos aspectos el aislamiento es
la misma lengua y comparten las mismas ideas; y en qué me­ más absoluto. La diferencia es que cada una de estas peque­
dida las circunstancias allí existentes explican la delincuencia ñas colonias posee su propia organización política y social,
juvenil en aquel grupo en concreto? más o menos independiente, siendo a su vez un centro de
propaganda nacionalista, más o menos enérgica. Cada uno
- ¿Hasta qué punto los usos y costumbres adquiridos en de estos grupos, por ejemplo, tiene uno o varios periódicos
el país de origen podrían ser los responsables de las mani­ publicados en su propio idioma. Hace unos años, en la ciu­
festaciones de la criminalidad en un grupo inmigrante? dad de Nueva York había 270 publicaciones editadas en 23
idiomas distintos; la mayoría de estas publicaciones se man­
tenía gracias a la población local. En Chicago había 19 pe­
• La crisis y los tribunales riódicos que se publicaban en 7 lenguas extranjeras, forman­
Una de las características de la ciudad es que en ella se do en total una tirada de 368.000 ejemplares al día.
reúne y entremezcla todo tipo de personas que nunca llegan En estas condiciones, el ritual social y el orden moral que
a comprenderse plenamente unas a otras; el anarquista y el esos inmigrantes habían traído consigo desde sus países de
frívolo, el sacerdote y el diácono, el actor y el misionero, aun origen han conseguido mantenerse durante un tiempo consi­
codeándose en la calle, viven todos ellos en mundos total­ derable bajo el influjo ejercido por el medio ambiente ameri­
mente distintos. La segregación de las clases ocupacionales cano. Sin embargo, con la segunda generación, ese control
es tan absoluta que se puede estar viviendo, dentro de los lí­ social basado en los usos y costumbres propios de los países
mites de la ciudad, aislado casi por completo, como si uno se de origen se desbarata. En términos generales, y para expli­
hallara en alguna remota comunidad rural. car qué relación tiene la ciudad con este hecho, podemos de­
cir que el efecto que produce el medio ambiente urbano es el
Walter Besant cuenta la siguiente anécdota acerca de su de intensificar todos los efectos de la crisis.
experiencia como editor del People 's Palace Journal:
«Hallándome en calidad de editor intenté fomentar el in­
terés por la literatura, con la esperanza de encontrarme de re- Walter Resant, East l.ondon, 13.

50 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


«No hay que concebir el término "crisis" en un sentido vio­ cuanto a las características de sus actos delictivos. Parece de­
lento. Cualquier alteración de los hábitos y costumbres implica ducirse también que esta diferencia es mucho más frecuente en
una crisis. Hay crisis en la vida de un muchacho cuando éste se el caso de los delitos cometidos por aquellos nacidos en Améri­
va de casa. La emancipación de los negros y la inmigración de ca y de ascendencia no inmigrante, que no en el caso contra­
campesinos europeos son crisis de grupo. Cualquier tipo de cri­ rio. Esto quiere decir que la actividad criminal de la segunda
sis implica tres cambios posibles: mayor aptitud, menor efi­ generación tiene tendencia de alejarse del tipo de delitos ca­
ciencia, o muerte. Desde el punto de vista de la biología, "su­ racterístico de los inmigrantes para irse acercando al de los
pervivencia" significa haberse adaptado con éxito a la crisis, descendientes nativos. A veces esta tendencia ha llegado inclu­
hecho que va típicamente acompañado de una modificación de so a llevar la actividad criminal de la segunda generación más
la estructura. En el caso del hombre significa estimulación allá todavía que los nativos, descendientes también de nativos.
mental y mayor inteligencia o, si se trata de un fracaso, de pre­ De entre los grupos de la segunda generación que fueron so­
sión mental» 12•
metidos a esta comparación, sólo hay uno que responda fiel y
constantemente a la regla general a la que nos hemos referido
En las circunstancias que impone la vida en la ciudad, de anteriormente: este grupo es el de la segunda generación de ir­
donde han sido ampliamente erradicados la comprensión y landeses; todos los demás, en cambio, dejan de responder a la
los lazos de unión entre los individuos y grupos de individuos regla general en algún momento determinado»'".
que viven juntos en unas condiciones de interdependencia, si
no de intimidad, la situación del control social sufre grandes Lo que en verdad se advierte es que, como consecuencia
alteraciones y las dificultades aumentan. Todo esto origina de la crisis, el control que en otro tiempo se basaba en los
un problema que habitualmente se caracteriza por ser un usos y costumbres ha sido reemplazado por un control basa­
problema de «asimilación cultural». Se da por sentado que el do en el derecho positivo. Este cambio sigue un camino pa­
motivo del rápido aumento de la delincuencia que han expe­ ralelo al de la tendencia de las relaciones secundarias, según
rimentado nuestras grandes ciudades es debido al hecho de la cual éstas han ido sustituyendo a las primarias en las aso­
que aquella parte de la población que es forastera no ha con­ ciaciones de individuos en el medio ambiente de la ciudad.
snguido integrarse en la cultura americana y no se amolda a El hecho de que los grandes cambios políticos se efec­
los usos y costumbres aquí establecidos. Caso de ser cierta, túen experimentalmente bajo la presión de alguna agitación
nsta explicación podría resultar interesante, pero los hechos o por iniciativa de minorías pequeñas pero militantes es algo
parecen indicar que quizá debiéramos buscar la verdad en característico de los Estados Unidos. No hay probablemente
dirección opuesta. ningún otro país en el mundo que esté en vías de llevar a
«Uno de los hechos más significativos que se establecen en cabo tantas «reformas» como lo está Estados Unidos en la ac­
la investigación afecta a los hijos inmigrantes, nacidos en Amé­ tualidad. Las reformas se han convertido, de hecho, en una
rica -la "segunda generación"-. Este análisis sobre las tenden­ especie de «deporte nacional». Así, pues, las reformas efec­
cias delictivas que se dan en la segunda generación se basa en tuadas implican, casi sin excepción, algún que otro tipo de
las condenas registradas en el Tribunal de audiencia pública de restricción o de control gubernamental en aquellas activida­
Nueva York durante el período comprendido entre el 1 de oc­ des que en su momento habían sido «permitidas» o contro­
tubre de 1908 y el 30 de junio de 1909. y todas las reclusiones ladas solamente por la opinión pública y las tradiciones con
decretadas para las instituciones penales de Massachusetts, ex­ fuerza de ley.
cepto aquellas que eran para la Granja penal del Estado du­
rante el año comprendido entre el 1 de octubre de 1908 y el 30 El resultado de esta ampliación de lo que denominamos
de septiembre de 1909. fuerza pública ha sido el de producir un cambio, no sola­
A partir de esos informes, parece deducirse que existe una mente en el curso de acción fundamental de la ley, sino en el
clara inclinación, por parte de la segunda generación, a dife­ carácter y la postura a tomar por los tribunales.
renciarse de la primera generación o generación inmigrante en El Tribunal tutelar de menores y el de la Moral pública
nos sirven para ilustrar un cambio que quizá esté teniendo
lugar también en otros sitios. En dichos tribunales, los jueces
' William l. Thomas, «Race Psychology: Standpoint and Questionnaire
1�1th Particular Reference to the Inmigran! and Negro», American Journal of
�·ociology XVII (mayo 1912) 736. "Reports ofthe United States lmmigration Commission, VI, 14-16.

R. PARK 51
han asumido algunas de las funciones propias de funciona­ jugo extraído de los miembros de una rolonia "hostil" y la hor­
rios administrativos, ya que su tarea consiste no tanto en ha­ miga fue atacada y muerta al instante» '.
cer una interpretación de la ley como en recetar remedios y Otro ejemplo del modo en que las hormigas se comuni­
administrar consejos con el propósito de reinsertar a aque­ can nos servirá para ilustrar lo simple y automática que pue­
llos delincuentes que han sido conducidos ante él a su posi­ de llegar a ser la comunicación a un nivel instintivo.
ción normal dentro de la sociedad.
«Cuando una hormiga parte de su nido tomando por pri­
También se observa claramente una tendencia similar a mera vez un rumbo distinto, ésta siempre regresa por la mis­
otorgar a los jueces gran amplitud de arbitrio -a la vez que ma senda, lo cual demuestra que es muy probable que la hor­
se les impone una mayor responsabilidad- en aquellos tribu­ miga vaya dejando tras de sí algún rastro que le sirve para
nales que tienen que encargarse de las cuestiones técnicas orientarse en su camino de regreso al nido. Bethe descubrió
del mundo de los negocios, y en la popularidad que han ido que si una hormiga, de regreso por su sendero, no lleva consi­
adquiriendo aquellas comisiones que desempeñan a la vez go algún botín, ninguna otra hormiga intentará emprender
funciones judiciales y administrativas, como es el caso de la aquel rumbo; sin embargo, si vuelve cargada con miel o azúcar,
fnterstate Commerce Commission (Delegación de comercio es seguro que otras hormigas tantearán la ruta. De ello se des­
interestatal). prende que parte de las sustancias acarreadas por las hormi­
gas a lo largo de ese sendero deben permanecer en él, siendo,
Para hacer una interpretación con buenos fundamentos además, lo suficientemente fuertes como para influir química­
de los hechos en relación con el control social, es importante mente en las hormigas» ".
empezar teniendo un concepto claro de la naturaleza de la
actividad corporativa. Lo más significativo de todo esto es el hecho de que me­
diante un mecanismo tan simple sea posible llevar a cabo
La actividad corporativa comienza en el momento en que una acción corporativa.
existe algún tipo de comunicación entre los individuos que
constituyen un grupo. La comunicación puede darse a distin­ Los individuos no sólo reaccionan entre sí de un modo
tos niveles; es decir, a un nivel instintivo, sensorial o de ideas. reflejo, sino que comunican inevitablemente sus sentimien­
El mecanismo de la comunicación es muy sutil; de hecho es tos, actitudes y excitaciones orgánicas, y al obrar así reaccio­
tan sutil que a menudo resulta difícil formarse una idea de nan forzosamente, no sólo ante lo que cada individuo hace en
cómo se transmiten las sugerencias de una mente a otra. Eso realidad, sino ante lo que éste se propone. desea o tiene es­
no significa que para que se explique la actividad corporati­ peranzas de hacer. El hecho de que los individuos revelen a
va tenga que existir necesariamente alguna forma de con­ menudo a otras personas sus sentimientos y actitudes, de los
ciencia especial, como una conciencia de clase o un senti­ cuales ellos mismos no son más que ligeramente conscientes.
miento de parentesco. hace posible que un individuo A, por ejemplo, pueda influir
en las motivaciones y tensiones que B pudiera tener tan
De hecho, se ha demostrado recientemente que es pro­ pronto como éste esté capacitado para ello, o incluso antes;
bable que en ciertas sociedades estáticas sumamente organi­ además de esto, A puede influir en las sugerencias emitidas
zadas, como es el consabido caso de las hormigas, no se ve­ por B sin ser él mismo plenamente consciente de cuál es la
rifique nada de aquello que pudiéramos llamar comunica­ fuente de donde han surgido sus motivaciones. Así de sutiles
ción. y profundas pueden llegar a ser las reacciones que dominan
a individuos que están vinculados unos a otros en un proce­
«Es harto sabido el hecho de que si a una hormiga se la so socio-psicológico.
saca de su nido y más tarde es devuelta otra vez a él, sus com­
pañeras no la atacarán; mientras que una hormiga pertene­ Esta especie de control instintivo y espontáneo ha de ser
ciente a otro nido será atacada, casi invariablemente. Para des­ la base sobre la que se fundamente todo tipo de control más
cribir este hecho, se han venido utilizando de forma habitual formal, a fin de que éste sea efectivo.
los términos: memoria, enemistad y amistad. Ahora bien, Be­
the realizó el siguiente experimento: se depositó una hormiga
en los fluidos -sangre y linfa- extraídos de los cuerpos de algu­
nas de sus compañeras y luego se la introdujo de nuevo en su 'Jacques Locb, Comparalive Physio/ogy of the Brain, 220-221
nido; la hormiga no fue atacada. Entonces se la depositó en el "Ibzd., 221.

52 PARA COMPRENDER QUÉ ES T.A CIUDAD


Para hacer una investigación acerca de los cambios de negocio, 2) las circunstancias sociales que contribuyen a con­
conformación del control social, éstos pueden ser agrupados vertir apetitos normales en vicios sociales, 3) los resultados
en los siguientes apartados generales: prácticos de los esfuerzos realizados para limitar, controlar y
- La sustitución de las costumbres por el derecho positi­ erradicar el negocio de la corrupción, y acabar con la venta
vo y la prolongación del control municipal a actividades que y consumo de bebidas alcohólicas.
antes estaban encomendadas a la iniciativa y libre albedrío Esto es, entre otras cosas, lo que interesa saber:
de los individuos.
- ¿Hasta qué punto el ansia de un estímulo alcohólico es
- La tendencia de los jueces de las Audiencias municipa­ una propensión congénita?
les y de los Tribunales penales a asumir funciones adminis­
trativas, de modo que la administración del derecho penal - ¿En qué medida estas mismas ansias pueden ser trans­
deja de ser una simple aplicación del ritual social para con­ feridas de una clase de estímulo a otra, como por ejemplo: del
vertirse en la aplicación de métodos racionales y técnicos que whisky a la cocaína, etc.?
hacen necesarios los conocimientos e informes hechos por - ¿Hasta qué punto es posible sustituir los estímulos mal­
peritos, a fin de reinsertar al individuo en la sociedad y re­ sanos y patológicos por estímulos normales y saludables?
parar el daño que éste haya causado con sus delitos.
- ¿Qué consecuencias morales y sociales produce el be­
- Los cambios y divergencias en los usos y costumbres de ber a escondidas?
los distintos grupos aislados y segregados que viven en la ciu­
dad. ¿Cuáles son, por ejemplo, los usos y costumbres de una - Allí donde desde un principio se establece un tabú,
dependienta, de un inmigrante, de un político o de un agita­ ¿produce éste como resultado la realización de los deleites de
dor laboral? la indulgencia? ¿Ocurre esto en algunos casos y no en otros?
Si es así, ¿qué circunstancias contribuyen a ello? ¿Pierde al­
El objetivo de estas investigaciones debería ser el de dis­ guien de repente el gusto por el alcohol y otros estimulantes?
tinguir, no solamente las causas de esos cambios y en qué di­ ¿En qué circunstancias llega a suceder eso?
rección se inclinan, sino también las fuerzas que pueden mi­
nimizarlos y neutralizarlos. Es importante saber, por ejem­ Muchas de estas preguntas tan sólo pueden ser respon­
plo, si los motivos por los que actualmente se está multipli­ didas a través del estudio de experiencias individuales. Los
cando el número de restricciones positivas impuestas a los vicios tienen sin duda su historia natural, igual que ciertas
individuos llegarán necesariamente tan lejos en este país clases de enfermedad y, por tanto, se los puede considerar
como han hecho ya en Alemania. Dichos motivos ¿originarán entidades independientes cuyo hábitat es el medio ambiente
a la larga unas condiciones próximas al socialismo? humano; ciertas circunstancias los estimulan y otras los inhi­
ben, pero invariablemente presentan unas características tí­
picas a través de todos los cambios.
• La comercialización del vicio
y el tráfico de bebidas alcohólicas Al principio, el movimiento de abstinencia tenía un cier­
to carácter de regeneración religiosa y los efectos eran muy
En las condiciones de vida de la ciudad, quizá podamos pintorescos. En estos últimos años, en cambio, los líderes
hacer un mejor análisis del control social si examinamos los han desplegado una estrategia más reflexionada; pero la lu­
intentos que éste hace por acabar con el vicio y la corrupción cha contra el tráfico de bebidas alcohólicas tiene todavía to­
y controlar el tráfico de bebidas alcohólicas. das las características de un movimiento popular de gran im­
Las tabernas y aquellos establecimientos en los que se portancia, movimiento que, habiendo ya triunfado en las zo­
ejerce el vicio y la corrupción empezaron a existir como una nas rurales, en la actualidad está tratando de imponerse en
manera de explotar los apetitos e instintos fundamentales de las ciudades.
la naturaleza humana; ello hace que los esfuerzos realizados Por otra parte, la cruzada antivicio empezó con las ciu­
con el fin de regular y suprimir estas formas de tráfico y ex­ dades, que son, de hecho, el lugar donde nació la comercia­
plotación sean interesantes e importantes temas a investigar. lización del vicio. La simple discusión en público de este tema
Tal investigación debería basarse en un minucioso análi­ ha significado un enorme cambio en las costumbres sexuales.
..
•;1s de: 1) la naturaleza humana sobre la que se ha erigido el Es significativo el hecho de que este movimiento coincida en

R. PARK 53
todas partes con la entrada de las mujeres a una situación de dades que albergan poblaciones heterogéneas y cambiantes,
mayor libertad y su ingreso en la industria, las profesionales de 3 o 4 millones de personas.
y la política de partidos. «Naturalmente. muchas cosas dependen de las caracterís­
Hay una serie de circunstancias características de la vida ticas y magnitud de la población. Aquellos lugares cuya pobla­
en las grandes ciudades -a las cuales nos hemos referido ción está formada por americanos nativos, y con una cantidad
bajo el encabezamiento: «Movilidad de la población de las de ciudadanos votantes no excesivamente numerosa para sos­
grandes ciudades»- que dificultan especialmente el control tener debates tranquilos y minuciosos, son la mejor escuela de
del vicio. Las cruzadas y los movimientos religiosos, por política que se pueda imaginar y el método más seguro para
manejar los asuntos y evitar con ello la corrupción en los car­
ejemplo, no tienen el mismo éxito en el medio ambiente de la gos públicos y el despilfarro, así como para estimular la vigi­
ciudad que en otras comunidades más pequeñas y menos he­ lancia y general satisfacción. Sin embargo, cuando el concejo
terogéneas, ¿Cuáles son las circunstancias que hacen que eso municipal crece hasta el punto de superar las 700 u 800 per­
suceda? sonas, o incluso más; cuando cualquiera de los sectores más
Con respecto al movimiento por la supresión del vicio. considerables está compuesto por extranjeros, como es el caso
de los irlandeses y canadienses de habla francesa, que recien­
los hechos más dignos de estudio son quizá aquellos que in­ temente han entrado a montones en Nueva Inglaterra, enton­
dican los cambios que se han verificado en las costumbres ces el funcionamiento de la institución no es tan perfecto por­
sexuales en los últimos 50 años, especialmente en lo referen­ que: la multitud es excesivamente numerosa para sostener
te a lo que se considera decoroso o indecoroso en el modo de cualquier debate, es muy probable que surjan bandos, y los in­
vestir y de comportarse, así como a la libertad con que los migrantes, debido a su falta de experiencia en el autogobierno,
chicos y chicas de hoy discuten temas sexuales. se convierten en víctimas de los manipuladores políticos y de
mezquinos demagogos» 11••
Parece, realmente, como si nos halláramos ante dos
cambios de estos que marcan época y cuyo último destino En primer lugar, con la expansión y organización de la
parece ser, en un caso, el de situar las bebidas alcohólicas vida en la ciudad, los problemas para gobernarla han llega­
-por sus poderes embriagadores- dentro de la categoría de do a ser tan complicados que ya no resulta nada convenien­
drogas venenosas; y en el otro, el de suprimir los tabúes que te dejar su control en manos de personas cuya capacidad
han impedido hasta el momento actual el debate abierto de para negociarlos consiste solamente en el hecho de haber
los temas relacionados con el sexo, en particular entre los an­ conseguido llegar al poder mediante el sistema ordinario de
glosajones. la política de distritos.
Por otro lado, el votante, a excepción de algunos casos
determinados, sabe muy poco -o nada- acerca de los funcio­
• La política de partidos y la publicidad narios por los que vota; también sabe muy poco -o nada­
En la actualidad, existe en todas partes una tendencia a acerca de qué funciones desempeña el cargo para el que tal
reforzar el poder ejecutivo del gobierno a costa del legislati­ funcionario va a ser elegido; y, además de todo esto, está de­
vo. En algunos casos, la autoridad de las legislaturas estata­ masiado ocupado en otros asuntos para informarse acerca de
les y de los concejos municipales se ha visto disminuida por las necesidades y condiciones en que se encuentra el co.njun­
la implantación del referéndum y el «recall» -facultad de des­ to de la ciudad. Esta es otra circunstancia que ha hecho que,
tituir funcionarios y/o anular sus decisiones por votación po­ dadas las condiciones de vida de la ciudad, la elección de sus
pular-; en otros, han sido ampliamente reemplazados por la cargos públicos por votación popular resulte poco práctica.
conformación del gobierno en comisiones. El motivo aparen­ En unas elecciones que se celebraron recientemente en
te de que se produzcan estos cambios es que proporcionan Chicago, por ejemplo, los votantes fueron llamados a las ur­
una vía para derrocar el poder de los políticos profesionales. nas para elegir candidatos de unas listas electorales en las
La verdadera razón es, a mi entender, el reconocimiento del que constaban 250 nombres, la mayoría de los cuales les
hecho de que la forma de gobierno que tuvo su origen en el eran desconocidos. En estas circunstancias, el ciudadano que
concejo municipal, y que era muy apropiada para satisfacer
las necesidades de una pequeña comunidad basada en las re­
laciones primarias, no resulta adecuada para gobernar ciu- • James Bryce, The 1\merican Commonwealth, I, 566

54 PARA COMPRENDF,R QUÉ ES LA CIUDAD


desea emitir su voto de manera inteligente cuenta con algu­ tribales de fidelidad, lealtad y entrega a los intereses del jefe
na organización o algún asesor, más o menos interesados, y del clan. Las personas que están dentro de la organización
para que le digan cómo votar. constituyen, junto con sus amigos y partidarios, un grupo
Para hacer frente a esta situación crítica, creada princi­ «nosotros», mientras que el resto de la ciudad es simple­
palmente por las condiciones impuestas por la vida en la ciu­ mente el mundo exterior, no está completamente vivo ni es
dad, han aparecido dos tipos de organización que controlan totalmente humano en el sentido en que lo son los miembros
esas crisis artificiales, a las que llamamos elecciones. Una de del grupo «nosotros». Nos encontramos pues ante algo pró­
ellas es la organización representada por el líder político y la ximo a una sociedad en estado primitivo.
maquinaria política; la otra es aquella que está representada «La idea que deberíamos formarnos de la "sociedad pri­
por las ligas de votantes independientes, las asociaciones de mitiva" es la de pequeños grupos diseminados por todo un te­
contribuyentes y organizaciones como las agencias guberna­ rritorio. La magnitud de los grupos viene determinada por las
mentales de investigación municipal. condiciones de lucha por la subsistencia, y la organización in­
terna de cada grupo se corresponde con la magnitud de éste.
Uno de los hechos que denotan las condiciones más bien Un grupo puede estar formado por otros grupos relacionados
primitivas en que se formaron nuestros partidos políticos es de algún modo entre sí (por razones de: parentesco, vecindad,
que éstos trataron de gobernar el país partiendo de la base alianzas, y también conyugales y comerciales), que los unen,
de que el remedio contra todo tipo de males administrativos diferenciándolos de otros grupos. De este modo surge una di­
era, según decía la expresión popular, el de «expulsar a los ferenciación entre nosotros mismos, o sea, el grupo "nosotros"
bribones», es decir, un cambio de gobierno. La maquinaria o grupo "excluyente", y todos los demás, o sea, los grupos
política y la figura del líder político aparecieron en interés de "ellos" o grupos "excluidos". Los miembros de un grupo "noso­
la política de partidos. Necesariamente, los partidos tuvieron tros" mantienen entre ellos unas relaciones regidas por la paz,
que organizarse para conseguir votos: la maquinaria política el orden, la ley, el gobierno y la industria, y sus relaciones con
es sencillamente un dispositivo técnico creado con el propó­ personas ajenas al grupo, o con grupos "ellos", es de guerra y
sito de llevar a cabo ese objetivo. El líder político es el espe­ expoliación, a no ser que algún tipo de acuerdo las modifique.
cialista que maneja la maquinaria, y es tan imprescindible Las relaciones pacíficas y de camaradería en el grupo "no­
para ganar unas elecciones como lo es un entrenador de fút­ sotros" y las de hostilidad y guerra para con los grupos "ellos"
bol profesional para que su equipo obtenga la victoria. son correlativas entre sí; la necesidad de declarar la guerra a
los grupos "excluidos" es lo que hace que reine la paz en el in­
De estos dos tipos de organización creados con el propó­ terior, a no ser que las disensiones internas debiliten al grupo
sito de controlar la votación popular, el primero, o sea, la ma­ "nosotros" para la guerra. Es también esta necesidad la que es­
quinaria política, se basa en general en las relaciones locales tablece el gobierno y las leyes en el grupo "excluyente", con el
y de carácter personal, es decir, primarias; mientras que el fin de evitar los altercados e imponer el orden» 17•
segundo, o sea, las organizaciones del gobierno bien enten­
dido, hacen su llamamiento al público y, como normalmente La política de la mayoría de las grandes ciudades ofrece
se entiende, el público es un grupo basado en las relaciones abundante material para el estudio del modelo representado
secundarias, ya que por lo general los miembros que lo com­ por el líder político, así como los mecanismos sociales crea­
ponen no se conocen personalmente. dos por la maquinaria política y comprendidos en ella. Es ne­
cesario, sin embargo, que seamos imparciales al hacer ese
Dentro de la organización administrativa convencional estudio.
de una ciudad, la maquinaria política es, en realidad, una
111anera de intentar mantener el control de un grupo prima­ Estas son algunas de las preguntas que deberíamos tra­
rio. Las organizaciones que de este modo se van formando, tar de responder:
de las cuales el Tammany Hall es un claro y típico ejemplo, - ¿Cuál es realmente la organización política en cual­
parecen tener un carácter completamente feudal. Las rela­ quier punto dentro de la ciudad? ¿Qué sentimientos, postu­
ritmes que se establecen entre el líder político y su superior ras e intereses se manifiestan a través de ella?
dn distrito parecen ser exactamente éstas: por un lado, de
l<\altad personal, y por otro, de protección personal, que es lo
que el tipo de relación feudal implica. Las virtudes proclama­
das por este tipo de organización son las antiguas virtudes 11
Sumner, Folkways, 12.

R. PARK 55
- ¿Qué recursos prácticos emplea para movilizar sus el público que hay más allá de las comunidades -reducidas y
fuerzas y ponerlas en acción? más íntimas- que viven en los pueblos y pequeñas ciudades,
- ¿Qué características tiene el poder de atracción de un han empezado a disponer de sus agentes de prensa, que, a
partido en las distintas regiones morales que componen una menudo, más que hombres dedicados a la publicidad son di­
ciudad? plomáticos acreditados por los periódicos y, a través de ellos,
por el mundo entero. Hay instituciones como la Russell Sage
- ¿En qué proporción el interés en la política es útil y en Foundation y, en menor grado, la General Education Board
qué proporción es un simple pasatiempo? que han tratado de influir de un modo directo en la opinión
- ¿Qué parte del coste de las elecciones se destina a pro­ pública a través de los medios publicitarios. Por su parte, el
paganda? ¿Cuánta de esta propaganda puede ser calificada de Informe Carnegie sobre Educación Sanitaria, la Encuesta
«publicidad educativa», y cuánta de ella es puro mangoneo? Pittsburgh, o el Informe de la Russell Sage Foundation sobre
los Gastos Comparados de la Enseñanza pública en los dife­
- ¿Hasta qué punto, según las circunstancias existentes, rentes Estados, son algo más que informes científicos; son un
y en especial aquellas con las que nos encontramos en las tipo de periodismo de alto nivel que aborda, de un modo crí­
grandes ciudades, las elecciones pueden ser prácticamente tico, las circunstancias existentes y que, por medio de las
controladas por todo un sistema de dispositivos técnicos, ca­ agencias de publicidad, intenta hacer que se produzcan re­
tálogos de fichas, desfiles de antorchas, oradores persuasi­ formas radicales; el trabajo realizado por la Agencia guber­
vos, etc.? namental de Investigación municipal en Nueva York tiene
- ¿Qué consecuencias tendrá la implantación del refe­ también una utilidad parecida. A todo esto hay que añadir la
réndum, y del recall, en los métodos actuales con que se di­ labor realizada por las exposiciones documentales sobre el
rige el funcionamiento de las elecciones en las ciudades? bienestar infantil, por los estudios sociológicos emprendidos
en diversas partes del país, y por otros tipos de propaganda
parecida en favor de la salud pública.
• Propaganda y control social
La opinión pública adquiere, como fuente de control so­
A diferencia del aparato político, cuyo funcionamiento cial, en aquellas sociedades basadas en las relaciones secun­
está basado en los intereses locales, personas e inmediatos darias, como es el caso de las grandes ciudades, donde cada
correspondientes a los distintos barrios y localidades, las or­ grupo social tiende a crearse su propio ambiente; de ese
ganizaciones de un buen gobierno, las agencias guberna­ modo, y a medida que esas nuevas condiciones van afirmán­
mentales de investigación municipal y otros organismos si­ dose, los usos y costumbres tienden a amoldarse a ellas. En
milares han tratado de representar los intereses de la ciudad los grupos secundarios, y en la ciudad, la moda tiende a re­
en su conjunto sin apelar a ningún sentimiento ni opinión, lo­ emplazar a las costumbres, siendo la opinión pública, más
cal o personal. Estas agencias han intentado asegurar la efi­ que las tradiciones, la que se convierte en la fuerza domi­
ciencia y el buen gobierno mediante la educación del votan­ nante en el control social.
te, es decir, investigando y divulgando los hechos en relación
con el gobierno. Es importante que en cualquier intento que hagamos
para entender la naturaleza de la opinión pública y la rela­
De este modo, la publicidad ha llegado a convertirse en ción que existe entre ella y el control social, investiguemos
una forma reconocida de control social, y el mundo de la pro­ ante todo aquellos organismos y dispositivos que han empe­
paganda -«la propaganda social»- se ha convertido en una zado a prestar un servicio de gran utilidad en los esfuerzos
profesión con una técnica muy elaborada que se apoya en realizados para controlarla, instruirla y sacarle un rendi­
todo un conjunto de conocimientos especiales. El hecho de miento. De estas entidades, la primera y más importante es
que la publicidad haya llegado a ocupar una posición tan im­ la prensa, es decir, el periódico y la literatura actual, inclui­
portante en la economía es uno de los fenómenos que carac­ dos aquellos libros calificados como de actualidad 18•
terizan la vida de la ciudad y de aquellas sociedades basadas
en las relaciones secundarias.
En estos últimos años, todos aquellos individuos y orga­
nizaciones que tienen que tratar con el público, es decir, con 'Cf. Bryce. The American Commonwealth, 267.

56 PARA COMPRENDER QUF F.S LA CIUDAD


Las agencias gubernamentales de investigación que ac­ - ¿Qué es una «falsa noticia», y por qué?
tualmente están surgiendo con gran rapidez en todas las
grandes ciudades son, después de la prensa, los dispositivos - ¿Qué es la prensa amarilla, y por qué se llama así?
más interesantes y prometedores para el uso de la publicidad - ¿Qué ocurriría si la prensa se convirtiera en un mono-
como medio de control. Los frutos de estas investigaciones no polio municipal?
llegan al público de forma directa, sino que se difunden por
mediación de la prensa, los oradores y otras fuentes de ins­ - ¿Qué diferencia hay entre propaganda y noticia?
trucción popular.
Además de todo esto, existen también las campañas edu­ d) El temperamento
cativas que se llevan a cabo en atención a unas mejores con­ y el medio ambiente urbano
diciones sanitarias, las exposiciones documentadas sobre el Las grandes ciudades han sido siempre un crisol de ra­
bienestar infantil y los numerosos dispositivos de «propa­ zas y culturas, el centro de vívidas y sutiles interacciones de
ganda social» que actualmente se emplean por iniciativa, donde han surgido las nuevas generaciones y modelos socia­
unas veces, de asociaciones privadas y, otras, de periódicos y les. En Estados Unidos, por ejemplo, las grandes ciudades
revistas populares, con el fin de educar al público y hacer que han atraído a grandes masas de población provenientes de
las masas populares participen en el movimiento en favor de las zonas rurales de Europa y América, arrancándolas del
una mejora de las condiciones de vida de la comunidad. aislamiento de sus pueblos natales. Las energías latentes
En la ciudad, la prensa es el principal medio de comuni­ dentro de estos pueblos primitivos se han desatado debido a
cación y la información que ésta proporciona es la base sobre la conmoción causada por nuevos contactos, y la mayor suti­
la que descansa la opinión pública. La función principal que leza en los procesos interactivos han engendrado modelos,
desempeña la prensa es lo que anteriormente venía ejercien­ no simplemente vocacionales, sino temperamentales.
do el chismorreo popular. No obstante, a pesar del afán y la
diligencia con que los periódicos van a la caza de hechos que • Movilización del individuo
puedan ser noticia -bien sea de carácter personal o de inte­
rés humano-, no pueden competir con el chismorreo popular El transporte y la comunicación, además de otros mu­
como medio de control social; en primer lugar, porque la chos cambios de gran trascendencia que han venido produ­
prensa guarda una cierta cautela en aquellos temas de carác­ ciéndose silenciosamente, han dado lugar a lo que yo llamo
lN personal que son noticia, cosa que no ocurre en el caso del la «movilización del individuo»; gracias a ellos, las oportuni­
chismorreo popular. Por ejemplo, hasta que un individuo -sea dades del individuo para ponerse en contacto y asociarse con
hombre o mujer- no presenta su candidatura para un cargo sus congéneres se han multiplicado, pero, también debido a
público o realiza algún otro tipo de acción manifiesta que le ellos, esos contactos y asociaciones son más transitorios e
Pxponga visiblemente ante el público, su vida privada es, para inestables. Gran parte de la población de las grandes ciuda­
la prensa, un tema tabú. Esto no ocurre con el chismorreo, en des, incluso aquellos que habitan en viviendas de alquiler y
parte porque en una comunidad pequeña ningún individuo en edificios de apartamentos, se ven y se encuentran, pero no
rnsulta tan desconocido que pueda escapar a los comentarios se conocen entre sí, viven casi tal como hace la gente que está
y polémicas acerca de sus asuntos privados, y en parte por­ hospedada en cualquier gran hotel. Como consecuencia,
que el campo de acción es más reducido. Estas son algunas aquellas asociaciones de carácter más íntimo y permanente
de las preguntas que generalmente surgen en relación con la que se daban en la pequeña comunidad han sido sustituidas
naturaleza y funciones de la prensa y la publicidad. por un tipo de relaciones más fortuitas e informales.
- ¿Qué es noticia? Dadas estas circunstancias, la condición social del indi­
viduo viene determinada por una serie de signos convencio­
- ¿Cuáles son los métodos y motivaciones de un perio- nales que alcanzan un valor considerable -la moda y la «van­
dista'? ¿Son los mismos que los de un artista o un historiador,
11 son simplemente los de un comerciante?
guardia»- y el arte de vivir se reduce en gran medida a tener
que afrontar situaciones precarias y hacer un análisis minu­
- ¿Hasta qué punto la prensa ejerce un control sobre la cioso del estilo y los modelos de comportamiento que están
Ppinión pública y hasta qué punto está controlada por ella? en boga.

R.PARK 57
Junto con el transporte y la comunicación, también la Hace 50 años, cada pueblo tenía dos o tres personajes
segregación que sufre la población urbana tiende a propor­ excéntricos a los que de ordinario se les trataba con toleran­
cionar una mayor movilidad al individuo. Las distancias mo­ cia benevolente, aunque a su vez eran considerados unos ti­
rales establecidas por los procesos de segregación hacen de pos raros y unos soñadores. Estos individuos poco comunes
la ciudad un mosaico formado por pequeños mundos que se llevaban una vida aislada; se les había cortado el acceso a
tocan entre sí, pero que no se compenetran; esto les propor­ cualquier tipo de relación verdaderamente íntima con los de­
ciona a los individuos la posibilidad de cruzar, rápidamente más miembros de la comunidad a causa de sus propias ex­
y sin dificultad, de un medio moral a otro y sirve también de centricidades, bien fuera debidas a su talento o a un defecto.
estímulo para llevar a cabo el fascinante, aunque arriesgado, Si tenían madera de criminales, las restricciones e inhibicio­
experimento de vivir al mismo tiempo en varios mundos dis­ nes que la pequeña comunidad ejercía sobre ellos los volvía
tintos, próximos entre sí, pero a su vez muy separados. Todo inofensivos, y si gozaban de talento, permanecían en un es­
ello confiere un carácter de accidentalidad y superficialidad tado improductivo debido a la falta de reconocimiento y de
a la vida en la ciudad y tiende a complicar las relaciones so­ oportunidades. Mark Twain, en su relato Pudd'n Head Wil­
ciales y a producir nuevos, y divergentes, modelos indivi­ son, nos describe a uno de estos genios no apreciados que
duales; al mismo tiempo, introduce los elementos: oportuni­ permanecen a la sombra. Aunque quizá sean más precisas
dad y aventura, que se suman al estímulo producido por la las palabras que Gray escribió en la Elegía a un cementerio
vida de la ciudad, concediéndole un atractivo particular que campestre, antes de que surgieran las modernas metrópolis:
resulta tentador para aquellos con espíritu de juventud y lle­ «Full many a flower is born to blush unseen
nos de vigor. And waste its fragance on the desert air» 19•
La atracción que ejercen las grandes ciudades es quizá Para bien o para mal, muchos de esos modelos diver­
una consecuencia de los estímulos que actúan directamente gentes encuentran ahora en la ciudad una atmósfera que
sobre los reflejos y, como modelo de comportamiento huma­ hace que sus inclinaciones y talentos salgan definitivamente
no, podemos decir que se trata de una variedad de tropismo, a la luz y den sus frutos.
igual que la atracción que la llama ejerce sobre la polilla.
Para investigar esos modelos temperamentales y poco
No obstante, la atracción que ejerce la metrópolis es en comunes producidos por la ciudad, habríamos de procurar,
parte debida al hecho de que a la larga, entre las diversas en lo posible, distinguir entre la capacidad mental de abs­
manifestaciones de la vida en la ciudad, el individuo encuen­ tracción sobre la que se basa la superioridad técnica y aque­
tra en alguna parte el tipo de ambiente en el cual puede ex­ llas características innatas más fundamentales que se mani­
pansionarse y sentirse cómodo; en otras palabras, el indivi­ fiestan a través del temperamento. Por consiguiente, podría­
duo encuentra aquel clima moral en el que su naturaleza pe­ mos formular las siguientes preguntas:
culiar obtiene los estímulos que harán que sus inclinaciones
innatas se manifiesten libremente y por completo. - ¿Hasta qué punto las cualidades morales de los indivi­
duos tienen su base en el temperamento innato? ¿Hasta qué
Imagino que es este tipo de motivos -que no se basan en punto son hábitos que se han vuelto convencionales, habien­
el interés ni tan siquiera en el sentimiento, sino en algo más do sido impuestos por el grupo a los individuos, aun contra
fundamental y primitivo- lo que arranca a muchos, por no su voluntad, o bien adoptados por éstos a través del grupó?
decir a la mayoría, de los chicos y chicas de sus hogares en
las zonas rurales para arrastrarlos hacía la imponente y flo­ - ¿Cuáles son las cualidades y características innatas so­
reciente confusión y agitación de la vida en la ciudad. En una bre las que se basa lo que el grupo reconoce como carácter
comunidad pequeña, el hombre normal, aquel que no es un moral o inmoral, convirtiéndolo en algo convencional?
excéntrico ni un genio, es el que parece tener más probabili­ - ¿Qué puntos de conexión o de divergencia parecen
dades de éxito. Con frecuencia, la pequeña comunidad tolera existir entre las características mentales y las morales en los
la excentricidad, mientras que, por el contrario, la ciudad la grupos y en los individuos que los componen?
premia. Tanto el criminal, como el tarado o el genio no pue­
den encontrar en una población pequeña una oportunidad de
desarrollar sus inclinaciones innatas, como la que invaria­ 1
«Con intenso color, más de una flor nace para, sin ser vista, emitir su
'

blemente les brinda la gran ciudad. rubor y desperdiciar su fragancia en el aire desértico».

58 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


- ¿Poseen los criminales, por regla general, un tipo de in­ común, la civilización exige que estas licenciosas inclinacio­
teligencia inferior a la de los no criminales? Si es así, ¿qué nes naturales sean siempre controladas y, a veces, reprimi­
clase de inteligencia va asociada a los distintos tipos de deli­ das; y en este proceso de imponer su disciplina al individuo
to? Por ejemplo: los ladrones y estafadores profesionales, y transformarlo de acuerdo con el modelo aceptado para vi­
¿representan distintos modelos mentales? vir en comunidad, se le reprimen por completo muchas de
- ¿Qué efectos producen el aislamiento y la movilidad, sus facetas, y muchas otras se manifiestan indirectamente a
los estímulos y las represiones en esos distintos modelos? través de comportamientos socialmente apreciables, o al me­
nos inofensivos; y es exactamente ahí donde entran en fun­
- ¿En qué medida pueden los campos deportivos, zonas cionamiento el deporte, el arte y las diversiones, ya que per­
de recreo y demás formas de esparcimiento proporcionar el miten al individuo que se purifique a sí mismo mediante la
estímulo que, de otra manera, se busca en los placeres mal­ expresión simbólica de esos salvajes impulsos reprimidos.
sanos? Esta es la catarsis sobre la que escribió Aristóteles en La Poé­
- ¿Hasta qué punto un asesoramiento vocacional puede tica y que, con las investigaciones realizadas por Sigmund
prestar una ayuda al individuo para que éste descubra el tipo Freud y los psicoanalistas, ha adquirido una nueva significa­
de profesión en la que tendrá ocasión de conseguir que sus ción de suma importancia.
características temperamentales se manifiesten libremente? Es indudable que hay muchos otros fenómenos sociales,
como son: las huelgas, las guerras, las elecciones populares y
• La región moral los encuentros o concentraciones religiosas, que desempeñan
Es inevitable que aquellos individuos que tratan de obte­ una función parecida a la hora de liberar las tensiones del
ner una misma clase de estímulo, bien sea a través de las ca­ subconsciente; pero en aquellas comunidades reducidas,
rreras de caballos o de la gran ópera, coincidan de vez en donde las relaciones sociales son más estrechas y existe una
rnando en los mismos lugares. El resultado es que, dentro de mayor exigencia en las inhibiciones, hay varios individuos
la organización que la vida en la ciudad adopta de manera excepcionales cuyos temperamentos y aptitudes no pueden
<•spontánea, la población tiende a autosegregarse, no sola­ manifestarse de una manera sana y normal dentro de los lí­
mente de acuerdo con sus intereses, sino también de acuer­ mites marcados por la actividad comunal.
do con sus gustos y temperamentos; y es muy probable que Las causas que dan origen a lo que aquí se describe
la distribución de la población resultante sea totalmente dis­ como «regiones morales» se deben, en parte, a las restric­
tinta de la originada por los intereses profesionales o las con­ ciones impuestas por la vida en la ciudad y, en parte, a la li­
diciones económicas. bertad de acción que estas mismas condiciones ofrecen. Has­
Dados los influjos que contribuyen a la distribución y se­ ta hace muy poco tiempo, hemos venido realizando muchos
gregación de las poblaciones en la ciudad, podemos decir que estudios acerca de las tentaciones que ofrece la vida en la ciu­
rada barrio adquiere carácter de «región moral»; tal es el dad, pero no hemos reflexionado tanto acerca de los efectos
raso, por ejemplo, de los bajos fondos que podemos encon- producidos por las inhibiciones y represiones que las nuevas
1 rar en la mayoría de las ciudades. Una región moral no es
condiciones de vida en la metrópolis imponen sobre los im­
11Pcesariamente un lugar de residencia; puede tratarse de un pulsos e instintos naturales. En primer lugar, los niños, que
simple centro de reunión, o de un lugar muy frecuentado. en el campo son considerados una ventaja, en la ciudad se
convierten en una desventaja; aparte de esto, es mucho más
Para comprender las fuerzas que en toda gran ciudad difícil cuidar de una familia en la ciudad que en una granja
rontribuyen a la evolución de estos pequeños mundos inde­ en el campo; también en la ciudad la gente se casa más tar­
¡11•11dientes en los que aquellos sinuosos impulsos reprimidos, de, y a veces ni siquiera se casa. Estos hechos tienen unas
11quollas pasiones e ideales, se autoemancipan del orden mo­ consecuencias cuya significación no es, por ahora, totalmen­
r;il dominante, es necesario que nos remitamos al hecho o la te imposible de estimar.
[('(Iría de los impulsos latentes en el hombre.
Podríamos empezar perfectamente la investigación de
El hecho es, al parecer, que el hombre viene a este mun­ los problemas que nos ocupan haciendo un estudio compa­
do eon todas sus pasiones, instintos y apetitos, aunque care- rativo de los tipos característicos de organización social exis­
1·1P11do de disciplina y control sobre ellos. En interés del bien tentes en las regiones referidas.

R. PARK. 59
- ¿Cuáles son los aspectos externos de los hechos rela­ Así, pues, estas «regiones morales», y aquellas personas
cionados con la vida bohemia, el mundo del hampa, los «ba­ más o menos excéntricas y fuera de lo común que, al menos
rrios bajos» y otras «regiones morales» de carácter menos en cierto sentido, habitan en ellas, deben ser aceptadas, si no
pronunciado'? como algo normal, sí como parte natural de la vida de una
ciudad.
- ¿Cuál es la naturaleza do las vocaciones que conectan
con la vida normal de estas regiones'? ¿Cuáles son los tipos Es preciso que no entendamos la expresión «región mo­
de mentalidad característicos que so sienten atraídos por la ral» como un lugar o una sociedad necesariamente criminal
libertad que éstas ofrecen'? o anormal, sino que más bien ha de ser aplicada a aquellas
zonas en las que prevalece un código moral divergente, ya
- ¿Cómo encuentran los individuos la manera de acceder que una «región moral» es aquella cuyos habitantes están do­
a estas regiones'? ¿Cómo huyen de ellas'? minados -de un modo que la gente normalmente no lo está­
- ¿En qué medida las regiones a las que nos referimos por una afición, una pasión, o algún interés cuyas raíces se
son fruto de la libertad de acción, y en qué medida son debi­ encuentran exactamente en la naturaleza misma del indivi­
das a las restricciones impuestas al hombre por la vida en la duo; puede tratarse de una actividad artística, como la músi­
ciudad? ca; o bien deportiva, como las carreras de caballos. Tales re­
giones se diferencian de otros grupos sociales por el hecho de
que sus intereses son más inmediatos y fundamentales, y
• Temperamento y contagio social esta es la razón por la que existen mayores probabilidades de
que sus diferencias sean más bien fruto del aislamiento mo­
Lo que confiero especial importancia a la segregación del ral, que no acaso de un aislamiento intelectual.
pobre, del vicioso, del criminal y, en general, de todas aque­
llas personas que se apartan de lo común, lo cual es un ras­ Debido a las oportunidades que brinda la gran ciudad,
go tan característico de la vida en la ciudad, es el hecho de en especial a los individuos poco comunes, ésta tiende a des­
que el contagio social tiende a avivar las diferencias tempe­ plegar y poner al descubierto, ante la opinión pública y de
ramentales comunes en modelos divergentes, suprimiendo a manera impresionante, todos aquellos rasgos y característi­
su vez las características que los unen a aquellos modelos cas que permanecen normalmente ocultos, o están reprimi­
normales que tienen a su alrededor. Debido a las peculiari­ dos en las comunidades reducidas. En resumen, la ciudad
dades que tienen en común con otros que son de su misma nos muestra, claramente, lo bueno y lo malo de la naturale­
condición, la asociación con ellos les proporciona no sola­ za humana, y quizá sea este hecho, más que ningún otro, el
mente un estímulo, sino también un apoyo moral que no en­ que justifique la idea de que la ciudad pueda ser considerada
contrarían en una sociedad menos selecta. En la gran ciudad, como un laboratorio o una clínica en la que se pueden anali­
el pobre, el vicioso y el delincuente se van procreando y de­ zar, convenientemente y de forma provechosa, la naturaleza
generando física y espiritualmente, viviendo todos juntos y humana y los procesos sociales.
apiñados en una intimidad contagiosa y malsana, de manera
que a menudo se me ha ocurrido pensar que aquellas largas
genealogías de Jukes 'º (y los hatajos de vagabundos rufianes) 1.2. Los orígenes
no mostrarían una uniformidad tan persistente y penosa en
cuanto al vicio, el crimen y la pobreza, a no ser que fueran Gideon Sjoberj
especialmente aptos para el medio ambiente en el cual están
condenados a vivir. «Origen y evolución de las ciudades» (1965), en
Scientific American, La ciudad, Alianza, Madrid 1967,
37-54.
,,, Jukes: Descendientes de las «hermanas Juke» que vivieron en el Es­ Referencia: Gideon Sjoberg, The Preindustrial City, Free
tado de Nueva York en el siglo XVIJJ. El término Jukes era utilizado a prin­ Press, Nueva York 1960.
cipios de este siglo para designar a aquellas familias que, a través de suce­
sivas generaciones, sufren un continuo estado de decadencia, mostrando a
su vez una clara tendencia al crimen, la inmoralidad, las infecciones y la po­ Las primeras ciudades aparecieron hace unos 5.500
breza (Nota del traductor}. años, pero la urbanización en gran escala se inició hace

60 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


sólo 100 años. Los peldaños intermedios de la evolución dios de fabricarlos, que multiplican la producción e intensifi­
de las ciudades fueron, con todo, un requisito previo can la distribución de los excedentes agrícolas.
para llegar a las modernas sociedades urbanas. Dos nuevos elementos de primera importancia caracteri­
El hombre empezó a vivir en la ciudad hace unos 5.500 zan el estadio preindustrial de organización social. Uno de
años. Pero la proporción de la población humana concentra­ ellos es la escritura; no ya sólo la simple operación de llevar
da en ciudades no empezó a aumentar de forma significativa las cuentas, sino también el registro de los acontecimientos
hasta hace unos 100 años. Estos hechos suscitan dos inte­ históricos, la anotación de las leyes, la redacción literaria y la
rrogantes, que me propongo contestar en el presente capítu­ de las creencias religiosas. La instrucción es, sin embargo, en
lo. Primero, ¿cuáles fueron los factores que intervinieron en este estadio patrimonio exclusivo de la ociosa élite gober­
el origen de las ciudades? Segundo, ¿a través de qué estadios nante. El otro elemento es que no existen en este período or­
evolucionaron las ciudades antes de llegar a la urbanización gánico más fuentes de energía que los músculos del hombre
de la época moderna? Las respuestas a esos interrogantes es­ y el empleo del ganado de labor. Las sociedades preindus­
tán íntimamente relacionadas con tres de los grandes niveles triales, en su fase superior, consiguieron domar la fuerza del
de la organización humana; niveles caracterizados -cada uno viento aplicándola a la navegación marítima y a la molienda
de ellos- por sus propias normas tecnológicas, económicas, del grano, y aprendieron a utilizar la fuerza hidráulica.
sociales y políticas. El menos complejo de esos niveles -al que En el contexto de este segundo tipo de sociedad fue don­
llamaremos «sociedad popular»- es preurbano, y aun preli­ de se desarrollaron las primeras ciudades. Aun cuando las
terato. Aparece típicamente integrado por pequeños grupos ciudades preindustriales subsisten todavía en nuestros días,
humanos, reunidos en núcleos homogéneos y autárquicos, y la moderna ciudad industrial está íntimamente ligada a un
limitados, en sus actividades, a la búsqueda de alimentos. En tercer nivel de complejidad en la organización humana; un
tales condiciones, es evidente que vivirían al día, es decir, que plano caracterizado por la instrucción masiva, un régimen de
no les quedaría sobrante alguno después de haber subvenido clases fluido y, lo que es más importante, la tremenda irrup­
a sus necesidades cotidianas. Por consiguiente, en la socie­ ción tecnológica hacia nuevas fuentes de energía inanimada;
dad que describimos no tiene cabida el trabajo especializado, avance tecnológico que dio origen -y que todavía hoy consti­
como tampoco la división en clases. tuye su motor- a la revolución industrial. Visto sobre el tras­
Aunque todavía hoy existen algunas sociedades popula­ fondo de esa estructura de tres niveles, la primera aparición
res, agrupaciones humanas similares a éstas iniciaron, hace de ciudades en el plano de la civilizada sociedad preindus­
millares de años, el lento proceso evolutivo hacia sociedades trial puede ser más fácilmente comprendida.
más complejas, gracias a su asentamiento en poblados, a los Para posibilitar la aparición de las ciudades fue preciso,
adelantos tecnológicos y al desarrollo de estructuras orgáni­ aparte del progreso tecnológico alcanzado con posterioridad
cas adecuadas. Ello propició el ascenso al segundo nivel or­ al nivel de la sociedad popular, que entraran en juego dos fac­
gánico: la sociedad civilizada preindustrial o «feudal». En tores. Uno, un tipo especial de organización social gracias al
este estadio aparece ya un excedente de alimentos determi­ cual el excedente agrícola, fruto del progreso tecnológico,
nado por el cultivo selectivo de granos (de cosecha copiosa, pudo ser convenientemente cosechado, almacenado y distri­
ricos en energías biológicas y susceptibles de un prolongado buido. Este tipo de aparato social fue capaz también de or­
almacenamiento) y también, con frecuencia, motivado por la ganizar la gran escala de edificios públicos, de murallas de
práctica de la labranza con animales. El excedente de ali­ defensa de la ciudad, así como también de sistemas raciona­
mentos permite la especialización del trabajo y suscita la es­ les de irrigación. Una organización social de esta clase re­
tructura de clases necesaria para que aparezca una élite di­ quiere un estamento de especialistas profesionales dirigidos
rigente que se encargue de ejercer su autoridad sobre la so­ por una élite gobernante. Esta última, aunque numéricamen­
ciedad y de encauzar la fuerza de trabajo hacia el desarrollo te pequeña, debe poseer el suficiente poder político -reforza­
y conservación de sistemas de irrigación extensiva; sistemas do por una ideología, generalmente de carácter religioso­
que, a su vez, posibilitan ulteriores aumentos de los produc­ para asegurar la entrega regular y periódica, por parte del
tos alimenticios. La mayoría de las sociedades preindustria­ campesinado, de una parte sustancial de la producción agrí­
les disponen ya de producción metalúrgica, así como también cola con destino al sostenimiento de los moradores de la ciu­
de los artificios del arado y de la rueda; artificios, o los me- dad. Y el otro factor requerido fue la existencia de un medio

G. SJOBERJ 61
ambiente geográfico que permitiera facilitar a los campesinos cierto punto, también en Akad, algo más hacia el norte. Al­
no solamente el suelo fértil imprescindible, sino también el gunas de estas ciudades -entre ellas Eridú, Erech, Lagash y
abastecimiento de agua adecuado a las necesidades del cam­ Kish- son más familiares a los arqueólogos que otras. Ur es
po y del consumo urbano. Tales condiciones se dan óptima­ la más conocida de todas ellas por ser la de más reciente fun­
mente en los valles geológicamente «maduros» de las latitu­ dación.
des medias, es decir, en la zona templada; y efectivamente en
tales regiones fue precisamente donde aparecieron las pri­ Las primigenias ciudades se parecían mucho unas a
meras ciudades del mundo. otras. En primer lugar, tenían una base tecnológica similar.
El trigo y la cebada constituían su producción cerealista; el
¿Qué es una ciudad? Una ciudad es una comunidad de bronce era su metal; sus bueyes tiraban de la misma clase de
considerable magnitud y de elevada densidad de población, arado y sus vehículos tenían ruedas. Por otra parte, sus jefes
que alberga en su seno una gran variedad de trabajadores eran reyes y sumo-pontífices a la vez; el tributo de los cam­
especializados, no agrícolas, amén de una élite cultural, inte­ pesinos al dios de la ciudad era almacenado en los graneros
lectual. Por razones que considero muy válidas, quiero poner del templo. Los lujosos utensilios y demás efectos recupera­
de relieve el papel de la intelectualidad en tanto que ingre­ dos en las tumbas reales y en los templos atestiguan la exis­
diente de la vida moderna. Aun cuando los sistemas de es­ tencia de hábiles y expertos artesanos, y la importación de
critura tardaron siglos en desarrollarse, su presencia o su au­ metales y piedras preciosas desde mucho más allá de los con­
sencia sirve de piedra de toque para distinguir una comuni­ fines de la Mesopotamia demuestra la existencia de una capa
dad genuinamente urbana de otras que, a pesar de su tama­ social de mercaderes y traficantes.
ño y de su elevada densidad de población, deben ser consi­
deradas como casi urbanas o no urbanas. Esto se explica por La población de dichas ciudades sólo puede ser deduci­
el hecho de que cuando una comunidad ha realizado o, por da en función de incógnitas tales como el promedio de mora­
otra parte, ha adquirido ese adelanto técnico al que denomi­ dores por casa o familia y la extensión de la zona de influen­
namos escritura, indefectiblemente tiene lugar una transfor­ cia de cada ciudad. El arqueólogo Sir Leonard Woolley, exca­
mación básica, esencial del orden social. Cuando se tiene una vador de la ciudad de Ur, calcula que poco después del año
tradición escrita, existen más posibilidades de crear sistemas 2000 a. de J. C. la ciudad propiamente dicha llegó a albergar
administrativos y legales más complejos, así como también 34.000 personas. En mi opinión, es probable que -por lo me­
sistemas de pensamiento más rigurosos que cuando no se nos en los primeros periodos- aun la más extensa de dichas
cuenta más que con una mera tradición oral. La escritura es ciudades no llegara a contener más de 5.000 a 10.000 mora­
indispensable para el desarrollo de las matemáticas, de la as­ dores, incluyendo en este número a los labriegos temporales
tronomía y, naturalmente, de las demás ciencias; su existen­ que habitaban en los contornos de la ciudad.
cia implica la aparición, dentro del orden social, de numero­
sas especializaciones. El valle del Nilo, no muy lejos de Mesopotamia, fue tam­
bién una región de urbanización precoz. A juzgar por los es­
Parece ser que las ciudades empezaron a configurarse critos egipcios más próximos a nuestros días, pudo haber co­
alrededor del año 3500 antes de la era cristiana en el llama­ munidades urbanas en el delta del Nilo allá por el año 3100
do Creciente Fértil, en cuyo segmento oriental está enclava­ a. de J. C. El que la idea egipcia de la vida ciudadana proce­
da la Mesopotamia: en los valles del Tigris y del Eúfrates, diera de la Mesopotamia o que, por el contrario, hubiera te­
concretamente. Esta región no sólo disponía del terreno y del nido su origen en el mismo Egipto (y quizá incluso que antes
agua adecuados, sino que, además, constituía una encrucija­ apareciera en Mesopotamia) es tema a debatir por los erudi­
da propicia a los frecuentes contactos entre pueblos de cultu­ tos. De todos modos, los estadios iniciales de la vida urbana
ras milenarias y divergentes. Por tanto, allí se produjo una egipcia puede que sean descubiertos algún día en las profun­
mezcla de oficios y de habilidades varias, tanto extrañas didades de los terrenos de aluvión del delta, en donde acaban
como indígenas, que ha tenido sin duda que aportar una va­ de ser iniciadas varias excavaciones científicas.
liosa contribución a la metamorfosis de los poblados de la
baja Mesopotamia en las primeras ciudades propiamente ta­ Las comunidades urbanas, bien fuera por difusión, bien
les, así como a la ulterior evolución de las mismas. Donde se por generación espontánea, se propagaron ampliamente du­
dio por primera vez este fenómeno fue en Sumeria, y, hasta rante el tercer y el segundo milenios antes de nuestra era. Al-

62 PARA COMPRF.NDI:R QUE ES LA CIUDAD


Gráfico 1. Proceso temporal de la evolución humana

4000 3000 2000 1000 A.C. D.C. 1000


MESOPOTAMIA

b:: Jl l!liilL!j
SU . !
ERilJll
EGIPTO
1
MENFIS
INDO

MOHE]fJO-DARO
MEDITERRANEO Y
UGARlT EUROPA

BIBLOS
ANYANG CHINA

CHENG-CHOU
1 Tl:OTIIIL:AC\\ !\LEVO MLf\DO

DZIBILCHALTUN

El proceso de la evolución humana empieza con las primeras ciudades de la Mesopotamia; a


éstas les siguen las del Valle del Nilo; más tarde surgen las del Indo y las de la región oriental del
Mediterráneo; y al final aparecen las de China. En cada una de estas regiones -incluido el Nuevo
Mundo, urbanizado de forma independiente-, nacieron y desaparecieron ciudades, pero la vida ur­
bana, una vez establecida, no se extinguió nunca por completo.

rededor del año 2500 a. de J. C., las ciudades de Mohenjo­ La probabilidad de que las primera ciudades de Egipto
Daro y Harappa se hallaban en pleno florecimiento en el va­ aparecieran más tarde que las de Sumeria, unido a la certeza
lle del Indo, en lo que ahora es el Pakistán. Antes de que hu­ de que las del Indo y las del río Amarillo hicieron su aparición
biera transcurrido otro milenio -a lo sumo-, en las secciones aún más tardíamente, da mayor peso al argumento de que la
centrales del río Amarillo, China, existían establecimientos noción de la vida urbana se propagó a estos países desde la
urbanos. Antes de la segunda guerra mundial fue descubier­ Mesopotamia. Sea ello como fuere, nadie puede negar que, en
ta, cerca de Anyang, una capital de la dinastía Shang, que uno y otro caso, la población indígena contribuyó solamente
data de unos 1.500 años a. de J. C. De las investigaciones ar­ al desarrollo de las ciudades de su propio territorio.
queológicas que en la actualidad están realizando los chinos,
se espera la prueba de que la vida ciudadana se inició en la En contraste con lo acontecido en el Mundo Antiguo,
antigua China varios siglos antes de la fecha antes indicada. existe ya hoy la certeza de que la difusión desempeñó un pa-

G. SJOBERJ 63
pe! insignificante, por no decir nulo, en la creación de las ciu­ Mesoamérica no fue la única región del Nuevo Mundo en
dades precolombinas del Nuevo Mundo. Los pueblos de Mo­ que existieron grandes y densas comunidades; también en la
seamérica -principalmente los mayas, zapotecas, mixtecas y región andina se desarrollaron importantes núcleos de po­
aztecas- desarrollaron con toda evidencia comunidades ur­ blación humana. Con todo, una cultura del tenor de la incai­
banas en gran escala y cuya extensión exacta está siendo ac­ ca no puede ser clasificada como verdaderamente urbana. A
tualmente revelada gracias a las investigaciones que se están pesar de -o quizá a causa de- estar en posesión de medios
llevando a cabo hoy en aquellas tierras. Hasta fecha muy re­ mnemotécnicos que hacían posible el llevar de memoria los
ciente, muchos arqueólogos del Nuevo Mundo ponían en inventarios (un sistema de cuerdas con nudos, llamado qui­
duda que los mayas hubieran jamás construido ciudad algu­ pu}, los incas no disponían de ningún conjunto de símbolos
na, y estaba muy de moda el caracterizar las impresionantes gráficos para representar las palabras, u otros conceptos o
ruinas mayas como centros ceremoniales visitados periódi­ nociones, que no fueran los números y cierta clase de datos
camente por los miembros de aquella desperdigada pobla­ concretos. Como consecuencia de ello, no tuvieron acceso a
ción rural. Pero hoy ya no cabe duda de que estos centros los elementos estructurales que constituyen la clave de toda
eran ni más ni menos que auténticas ciudades. En la estación comunidad urbana, como son una élite instruida y un legado
arqueológica maya de Tikal, Guatemala, han sido localizadas de leyes, religión e historia plasmado en la escritura. Aunque
unas 3.000 edificaciones, desparramadas en una extensión los incas tienen en su haber grandes triunfos militares. ar­
de 6,2 millas cuadradas. Solamente el 10% de estas edifica­ quitectónicos y de ingeniería, aparte de haber llegado casi a
ciones han resultado ser realmente grandes estructuras cere­ lograr un orden civilizado, todavía se encontraban en una
moniales. Procediendo a una extrapolación basándose en ex­ etapa que podríamos denominar cuasi-urbana cuando fueron
cavaciones de prueba de más de 100 de las estructuras me­ sometidos a tutela por los conquistadores europeos, al igual
nores, se infiere que unos dos tercios de las mismas fueron de lo que les sucedió, años más tarde, a los pueblos africanos
en su día viviendas. Si aplicamos a Tikal solamente la mitad de Dahomey, Ashanti y Yoruba.
del promedio del número de personas que componen una fa­ El Nuevo Mundo nos ha hecho dos revelaciones. En Me­
milia normal de las que ahora residen en aquella región (5,6 soamérica, la creación de ciudades no estuvo presidida por la
miembros), resulta que la población de aquella ciudad habría cría de animales domésticos ni por la rueda, y ni siquiera tu­
sido de más de 5.000 habitantes. En otro gran emplaza­ vieron sus ciudades como solar un extenso medio ambiente
miento arqueológico maya -Dzibilchaltun, en el Yucatán- se aluvial. El maíz, cuyo cultivo proporcionaba a esos pueblos
ha revelado, por medio de una inspección ocular de menos un abundante excedente alimenticio a costa de no muy gran­
de la mitad del área total, la existencia de más de 8.500 es­ des esfuerzos, constituye uno de los factores de compensa­
tructuras. Teotihuacán, el mayor emplazamiento urbano de ción de la carencia de aperos adecuados y de un favorable
la región de la moderna ciudad de Méjico, puede haber teni­ medio ambiente ribereño. Para la creación de una sociedad
do una población de 100.000 habitantes durante el primer realmente urbana en la región andina, no fueron parte a
milenio de nuestra era. compensar la carencia de sistemas de escritura las imponen­
A pesar de que sólo han sido identificados unos pocos tes proezas de ingeniería ni la extensiva división del trabajo.
ejemplares de escritura en Teotihuacán, es razonable supo­ A pesar de las considerables diferencias culturales entre
ner que la escritura era conocida, puesto que ya entonces los diversos pueblos del Cercano Oriente, del Oriente y· del
existían pueblos instruidos por doquier en Mesoamérica. A Nuevo Mundo. las primitivas ciudades de todas estas regio­
mayor abundamiento. las realizaciones de los mayas en la nes tenían muchas formas de organización comunes. El tipo
esfera de las matemáticas y de la astronomía forzosamente dominante de estas formas era la teocracia: el rey y el sumo
nos llevarían por sí solas a la conclusión de que allí han exis­ pontífice eran una sola y misma persona. La élite tenía sus
tido comunidades urbanas. Su noción del cero (descubri­ principales residencias en la ciudad, en cuyo centro vivía en
miento hecho con antelación a los hindúes) y su tan preciso unión de su séquito y demás personal a su servicio. El centro
cálculo de la duración del año solar hubieran sido segura­ era el lugar de más prestigio, y en él se hallaban enclavados
mente imposibles si su élite instruida hubiera vivido despa­ los más importantes edificios religiosos y gubernativos. Esta
rramada, por todo el país, en pequeños poblados y no en cen­ céntrica ubicación residencial tenía un doble valor: en una
tros urbanos donde solamente era dable un fecundo cruce de era en que las comunicaciones y el transporte se hallaban to­
ideas. davía en estado embrionario, la proximidad y cercanía de sus

64 PARA COMPRENDER Ql!É ES LA CIUDAD


residencias revalorizaba la interacción de los miembros de la mente, de la organización política. La evolución de estas or­
élite. Al mismo tiempo, ello deparaba a la clase gobernante el ganizaciones no es ya sólo un requisito previo para el desa­
máximo de protección contra los ataques procedentes del ex­ rrollo de la vida urbana, sino que constituye su base misma.
terior. Como centros de innovación, las ciudades proporcionaron un
ambiente adecuado, fecundo, para los continuos progresos
Las moradas y los obradores de los artesanos (albañiles, tecnológicos: progresos que posibilitaron la ulterior expan­
carpinteros, herreros, joyeros, alfareros), muchos de los cua­ sión de las ciudades. El perfeccionamiento de la tecnología
les trabajaban para la élite, estaban situadas a gran distan­ dependía, a su vez, de la creciente y compleja división del tra­
cia del centro urbano. La división del trabajo en oficios, que bajo, particularmente en la esfera política. Un ejemplo de ello
encontramos ya en las más primitivas ciudades, se hizo más lo constituyen las primigenias comunidades urbanas de Su­
compleja con el transcurso del tiempo. Diversos grupos arte­ meria, meros estados-ciudades con exiguos hinterlands, y
sanos, algunos de los cuales pudieron haber pertenecido, en cuyo tráfico y comercio, al desplegarse sobre una extensión
tiempos pretéritos, a minorías étnicas específicas, procura­ de terreno, cada vez más amplia, permitieron a dichas ciu­
ban establecerse en barrios y calles especiales. En todas las dades absorber los recursos humanos y materiales de una re­
ciudades preindustriales, tal conducta ha sido la característi­ gión más vasta, más diversificada, y provocar, incluso, el na­
ca de todos los medios culturales, desde los tiempos más pri­ cimiento de otras ciudades. Los primigenios imperios de la
mitivos hasta nuestros días. Los ciudadanos más pobres se edad de Hierro -por ejemplo el imperio aqueménida de Per­
veían obligados a vivir en las afueras de la ciudad, como tam­ sia, establecido en los albores del siglo VI antes de nuestra
bién los labradores propiamente dichos y los que sólo practi­ era, y el imperio Han de China, establecido en el siglo III a.
caban la labranza ocasionalmente; sus dispersas viviendas de J. C.- sobrepujaron, en cuanto a esfera de acción, a cual­
acababan por confundirse con el campo libre. quier otro de la edad de Bronce. Y a medida que los imperios
Desde sus comienzos, la ciudad, residencia permanente se fueron haciendo mayores, crecieron en tamaño y esplen­
de los trabajadores especializados, ha sido una continua dor sus ciudades. En efecto, como observa Childe, la urbani­
fuente de innovaciones técnicas. No hay duda de que la mis­ zación se desarrolló y se propagó más rápidamente en los
ma aparición de las ciudades aceleró grandemente los cam­ primeros cinco siglos de la edad de Hierro que en los quince
bios sociales y culturales. Empleando un vocablo del desapa­ que duró la edad de Bronce.
recido arqueólogo inglés V. Gordon Childe, podemos conside­ En los siglos VI y V a. de J. C., los persas ensancharon
rar que la «revolución urbana» tiene idéntico significado que los límites de su imperio hasta el mismo Turkestán occiden­
la revolución agraria que la precedió y que la industrial que tal, fundando por doquier numerosas ciudades, las más de
la siguió. La ciudad actuó como elemento promotor de trans­ las veces asentadas sobre lo que antes fueran oscuros pobla­
formaciones y de cambios en diversos sentidos. Muchas de dos. Al socaire de tal expansión, Toprakala, Merv y Mara­
las primitivas ciudades nacieron al borde de grandes rutas de kanda (una parte de la cual fue más tarde el solar de Samar­
tráfico; nuevas ideas e invenciones afluyeron a ellas de una kanda) llegaron a adquirir el rango de importantes centros
manera natural. El mero hecho de que gran número de tra­ urbanos. Así, también en la India los mauryas norteños ex­
bajadores especializados vivieran concentrados en un redu­ tendieron, hacia finales del siglo IV a. de J. C., su imperio ha­
cido espacio excitó y alentó las innovaciones no solamente en cia el sur, todavía sin urbanizar, e igualmente ocuparon la
ni campo de la tecnología, sino también en la esfera del pen­ isla de Ceilán, impulsando con ello el nacimiento de ciudades
samiento religioso, filosófico y científico. Al mismo tiempo, tales como Ajanta y Kanchi. Bajo las dinastías de Ch'in y Han,
las ciudades pudieron servir de baluartes de la tradición. Al­ entre los siglos III a. de J. C. y III después de J. C., la vida ciu­
gunas -por ejemplo Jerusalén y Benarés- llegaron a ser, a los dadana prendió y echó raíces en la mayor parte de lo que lue­
ojos del pueblo, ciudades sagradas. No obstante haber sido go fue China, y aún más allá, particularmente hacia el sur y
víctima de reiteradas destrucciones, Jerusalén ha venido el oeste. El «Gran Camino de la Seda», que se extendía des­
manteniendo ese carácter sagrado por espacio de dos mile­ de la China al Turkestán, llegó a verse flanqueado de ciuda­
nios. des, tales como Suchow, Khotán y Kashgar; Nankin y Cantón
El curso de la evolución urbana no sólo puede ser co­ parece ser que alcanzaron por entonces la categoría de cen­
rrectamente interpretado si se le estudia paralelamente a la tros urbanos, y lo mismo aconteció con el poblado que más
Pvolución de la organización tecnológica y social y, especial- tarde llegaría a convertirse en Pekín.

G. SJOBERJ 65
Al otro extremo de la masa eurásica, los fenicios empe­ tencia griega, puesto que pudo -y supo- engancharse al ca­
zaron, hacia el final del segundo milenio a. de J. C., a exten­ rro del imperio romano; el cual, a su vez, y al mismo tiempo,
derse en dirección del oeste, reavivando u organizando, a fue subsidiario de Atenas, como centro del saber que ésta era
través de sus activid!ides, la vida urbana a lo largo de la cos­ en el mundo occidental. Pero una vez consumada la caída del
ta septentrional de Africa y aun en las de la misma España. imperio romano, tanto la población como el prestigio de Ate­
Estos traficantes costeros poseían ya entonces considerables nas fueron decayendo gradualmente; Atenas quedó reducida
conocimientos sobre. la construcción de embarcaciones. Y a poco más que un pequeño poblado, y en este estado conti­
esto, combinado con sus ligazones comerciales de largo al­ nuó su existencia hasta el resurgimiento de la Grecia moder­
cance y con el poderío de sus armas, hizo de los fenicios los na en el siglo XIX. Por otra parte, Bizancio, estado-ciudad de
dueños del Mediterráneo durante cierto tiempo. Varios siglos escasa importancia bajo la dominación romana, no sólo llegó
después, los griegos siguieron un rumbo análogo. Sus esta­ a convertirse en capital del imperio romano de oriente y has­
dos-ciudades -en realidad, y en cierto modo, pequeños im­ ta en el sucesor de éste -el imperio otomano-, sino que ha lle­
perios- crearon o reconstruyeron numerosas avanzadas ur­ gado a ser la gran ciudad de Estambul de nuestros días.
banas a lo largo del litoral mediterráneo, desde el Asia me­
nor hasta España y Francia, y, hacia el este, hasta las dis­ Al contemplar el periódico ascenso y decadencia de tan­
tantes costas del mar Negro. El imperio que más contribuyó tas ciudades en toda la redondez de la tierra, cabe pregun­
a la propagación de la vida ciudadana en las regiones no ur­ tarse cómo ha sido posible que la vida urbana haya sobrevi­
banizadas aún de occidente -Francia, Gran Bretaña, los Paí­ vido a tantas vicisitudes y azares, así cómo por qué los cono­
ses Bajos, la Alemania del oeste del Rin, la Europa central, e cimientos prácticos y teóricos de la tecnología, tan necesarios
incluso la oriental- fue, naturalmente, Roma. para la erección de ciudades, no desaparecieron del todo. La
respuesta está en que -dentro de la estructura de los impe­
Los imperios son eficaces diseminadores de formas de rios- el saber fue conservado por medio de las crónicas y de
vida urbana, toda vez que se ven obligados, si quieren man­ las memorias escritas, a la vez que por transmisión oral; todo
tener la supremacía militar en las regiones conquistadas, a ello, obra de especialistas en las diversas ramas del saber.
construir ciudades. Y las ciudades- fortalecidas requieren, a Por otra parte, todos los imperios han procurado añadir a su
su vez, un aparato administrativo apto para la absorción de acervo de conocimientos prácticos relacionados con el desa­
los recursos de las tierras conquistadas y una red comercial rrollo urbano la pericia y habilidad procedentes de otras re­
que asegure tanto el mantenimiento de la guarnición militar giones civilizadas, incluida la inmigración de especialistas.
como el aumento de la riqueza de la metrópoli. Aun cuando Esto sin contar con que bastantes súbditos, civilizados o sin
la nueva ciudad empezara siendo una mera avanzada co­ civilizar, de tales imperios fueron instruidos por sus conquis­
mercial (como fue el caso de la de los fenicios), era necesario tadores o, en todo caso, ingresaron por sus propios esfuerzos
proporcionarle algún apoyo militar y administrativo a fin de en la corporación del saber urbanístico. Resultado de ello fue
garantizar su supervivencia y su funcionamiento en territorio que los pueblos colonizados empezaron a desafiar el mando
extraño. del grupo que ejercía el poder.
Existe una significativa relación entre el ascenso y la de­ La expansión y caída del imperio romano nos proporcio­
cadencia de los imperios y el ascenso y la decadencia de las naron un caso de estudio altamente instructivo, ya que ilus·­
ciudades. No en vano la historia es, en el sentido real, el es­ tra las diversas relaciones entre la duración de la vida de las
tudio de los cementerios urbanos. Las capitales de muchos ciudades y el desarrollo y la declinación de los imperios. Los
imperios que fueron son hoy poco menos que fantasmales si­ propios romanos tomaron de los etruscos, griegos y otros
luetas de aparecidos que nos señalan con el dedo su glorioso pueblos civilizados puestos bajo su soberanía muchos ele­
pasado. Tal fue el destino de Babilonia y Nínive, de Susa en mentos de civilización. En el período que siguió a la expan­
Persia, de Seleucia en la Mesopotamia y de Vijayanagar en la sión de los límites del imperio romano hacia el noroeste de
India. Sin embargo, existen excepciones. Algunas ciudades Europa y a la proliferación de las ciudades romanas en re­
han conseguido sobrevivir a lo largo de considerables perío­ giones habitadas por los llamados «bárbaros» -en el ejemplo
dos de tiempo, haciendo uso del recurso de echarse en bra­ presente, pueblos preliteratos o «no civilizados»-, los diri­
zos primero de uno y después de otro imperio. Atenas, por gentes romanos fueron sencillamente incapaces de cubrir los
ejemplo, no entró en decadencia a raíz del colapso de la po- puestos burocráticos con sus propios conciudadanos. Así que

66 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


un contingente de esos preliteratos hubo de ser debidamente El Cairo y Bagdad- llegaron a superar la ciencia que habían
instruido y preparado para ocupar los cargos burocráticos heredado de la antigüedad. Es sabido que los árabes toma­
vacantes en sus propias naciones o en las ciudades a lo largo ron de los hindúes el concepto del cero y el sistema decimal
de las fronteras del imperio. Tal proceso propició la explota­ de numeración; y, utilizando estos conceptos en la teoría y en
ción por los romanos de las riquezas de las regiones con­ la práctica, realizaron sensibles avances más allá del desa­
quistadas: y aun puede que contribuyera a la pacificación rrollo alcanzado por la ciencia entre los occidentales. Y, fi­
temporal de los grupos subyugados, aunque a la larga hubo nalmente, buena parte de los nuevos conocimientos fue
de engendrar serios conflictos. Finalmente, los ostrogodos, transmitida a Europa, en donde contribuyó a echar los ci­
vándalos, burgundos y demás pueblos sujetos al poder de mientos de la ulterior revolución industrial.
Roma (que habían sido parcialmente urbanizados, habían
formado una élite autóctona ilustrada y adquirido de los ro­ Con el tiempo, Europa restableció e intensificó el contac­
manos muchos conocimientos tecnológicos y administrativos) to comercial con los imperios bizantino y árabe, desempe­
se revolvieron contra la estructura del poder imperial, oca­ ñando tal intercambio un importante papel en el resurgi­
sionando a la alarga el colapso de Roma y de su imperio. Este miento de la vida urbana del mediodía de Europa. La revita­
no es un caso único en la historia; casos análogos se han lización del tráfico comercial estuvo estrechamente ligada a
dado en los movimientos modernos por la independencia de la formación de algunos prósperos estados-ciudades de Italia
los pueblos coloniales de África. en los siglos X y XI de nuestra era. Venecia y otras ciudades
se transformaron finalmente en imperios -aunque a escala
Con la caída del imperio romano, no sólo entró en deca­ reducida- poseedores de colonias en toda la región medite­
dencia la ciudad de Roma (que nunca pasó de los 300.000 rránea, colonias que hacían las veces de hinterland, del que
habitantes), sino que desaparecieron, también, muchas ciu­ las ciudades de la metrópoli extraían muchos de sus artícu­
dades situadas en la periferia del imperio o quedaron redu­ los de primera necesidad, como también de lujo. Allá por el
cidas al tamaño de pueblos y aun al de aldeas. La decaden­ año 1000, Venecia -debido en parte a las actividades de la
cia fue dramática. Pero, contrariamente a la idea tan fre­ colonia griega que albergaba en su seno- había establecido
cuentemente expresada de que después de la caída de Roma lazos comerciales con Constantinopla y otras ciudades del
desaparecieron totalmente las ciudades en el ámbito de la imperio romano de oriente. Los venecianos pudieron así
Europa occidental, el historiador E. Ewig ha probado recien­ aprovecharse del saber de los griegos residentes en su ciudad
temente que muchas ciudades continuaron su existencia nor­ y, a la vez, de la experiencia práctica de los pilotos náuticos
mal, particularmente en Italia y en el sur de Francia. En ésta, y otros especialistas de esta misma nacionalidad. Tales ejem­
como en toda sociedad civilizada, las ciudades supervivientes plos ponen en claro que los estados-ciudades italianos no fue­
fueron las capitales en donde residía, y en donde ejercía su ron meras creaciones locales, sino más bien el resultado de
actividad política y religiosa, la élite, la cual se mantuvo en el la acción de una multiplicidad de fuerzas culturales.
poder, con todos sus privilegios, a todo lo largo de los llama­
dos siglos de superstición e ignorancia (del siglo V al XV). Cerca ya del final del siglo XI, muchas ciudades europeas
iniciaron un movimiento autonomista, consiguiendo, con el
A pesar de la decadencia de Roma, muchas de las técni­ tiempo, cierto grado de independencia de los soberanos de
cas y nociones inherentes a sus tradiciones culturales fueron los principados y de los pequeños reinos que las rodeaban.
mantenidas en todo su vigor en el campo de la medicina y de Especialmente en el norte de Italia, las comunidades urbanas
la astronomía. Tal caso se dio en las pequeñas comunidades llegaron a disfrutar de una considerable autonomía política.
urbanas europeas supervivientes, así como también en las Este nuevo régimen suscitó un ambiente cada vez más favo­
regiones orientales sometidas antes de la férula romana, fun­ rable al comercio, alentando el desarrollo de instituciones ur­
damentalmente en las ciudades del imperio romano de orien­ banas tales como los gremios de artesanos. El modelo euro­
te, sucesor del de occidente. Buena parte de la tecnología y peo difiere totalmente del que se dio en la mayor parte de
del saber romanos sirvió de base a la vida ciudadana de los Asia (India y China, por ejemplo), en donde la ciudad nunca
imperios árabes gue, más tarde, surgieron en el Cercano fue capaz de alcanzar, dentro de la más amplia estructura po­
Oriente, norte de Africa, España y aun en el Asia Central. En lítica de la que dependía, cierto nivel de autonomía. Al mis­
pfocto, los imperios bizantino y árabe -cuyos centros intelec­ mo tiempo, el grado de autogobierno de que disfrutaban las
tuales máximos fueron Constantinopla, Antioquía, Damasco, ciudades europeas medievales ha sido con frecuencia so-

c. SJOBERJ 67
breestimado. Hacia el final de la Edad Media, la autonomía rentes y aun divergentes de las que hasta entonces habían es­
ciudadana entró en su fase de extinción. Es, por tanto, evi­ tado de moda entre ellos. Los descubrimientos relatados por
dente que la autonomía política de las ciudades estuvo rela­ exploradores europeos «de largo alcance» añadieron nuevo
cionada sólo indirectamente con la eventual evolución de la ímpetu al progreso de las ciencias.
ciudad industrial. Los conocimientos adquiridos mediante la aplicación del
Lo que en realidad promovió los cambios de largo alcan­ método científico fueron el principal factor en la génesis de la
ce en la vida ciudadana fue la revolución industrial. En algu­ ciudad moderna. El método científico, activa y ampliamente
nas de las naciones actuales -como observa Kingsley Davis-, aplicado, ha permitido al hombre controlar las fuerzas de la
la mayoría de la población vive concentrada en ciudades; casi naturaleza hasta un extremo jamás imaginado en la era
el 80% de los habitantes del Reino Unido son residentes ur­ preindustrial. Si bien es verdad que durante el transcurso de
banos, como también lo son el 70% de los de Norteamérica. varios milenios la élite culta de las ciudades preindustriales
El contraste con esto y lo que acontecía en el mundo civiliza­ hizo un sensible aporte al acervo del saber humano en el
do preindustrial, en el que solamente una pequeña minoría, campo de la medicina, de la astronomía y de las matemáti­
socialmente dominante, vivía en ciudades es evidente. La re­ cas, tales eruditos sentían un marcado desdén por las activi­
volución industrial ha suscitado igualmente cambios funda­ dades mundanas, evitando todo contacto con quienes se de­
mentales en la geografía social de la ciudad, a la vez que en dicaban a actividades de índole práctica. Esto explica que las
su organización social. La ciudad industrial se caracteriza teorías de los hombres de estudio no fueran llevadas al te­
por una mayor fluidez en el régimen de clases, debido a la rreno de la práctica, no fueran aplicadas a lo cotidiano. Por
aparición de la educación popular, a las comunicaciones ma­ otra parte, conforme al pensamiento religioso prevaleciente,
sivas y al desplazamiento de parte de la élite desde el centro el hombre no debía inmiscuirse en el orden natural ni menos
a los contornos suburbanos de la ciudad. intentar controlarlo; y ello, tanto en su aspecto físico como en
el social. Por ejemplo, los médicos de las ciudades griegas y
Por más que no existan todavía datos suficientes sobre la romanas no se dedicaron jamás a la disección de cadáveres;
aparición de la ciudad industrial -acontecimiento que tuvo y, en Europa, hasta el siglo XVI (Andreas Vesalius, médico de
lugar, con toda certeza, entre 1750 y 1850-, y aunque los Bruselas) no empezaron a ser utilizados, para la revisión de
hombres de estudio discrepen sobre determinadas etapas las antiguas teorías médicas, los descubrimientos realizados
evolutivas de tal proceso, las máximas fuerzas en acción du­ por medio de la disección.
rante los dos o tres siglos que precedieron a aquella apari­
ción pueden ser fácil y claramente discernidas. Vistos a la luz En el campo de la ingeniería, la mayor parte de los pro­
de la era urbana pre-industrial de Europa, se destacan, con gresos realizados con anterioridad al siglo XVII fueron obra
indiscutible evidencia, dos factores: la expansión de la poten­ exclusiva de artesanos que procedían, en sus investigaciones,
cialidad europea sobre otros continentes, y el desarrollo de basándose en tanteos. De todos modos, con el desarrollo del
una tecnología basada predominantemente en fuentes de método experimental, la ilustración de la élite llegó a conju­
energía inanimada. La extensión del tráfico comercial y la ex­ garse con los conocimientos prácticos del artesano, del ciru­
ploración europea (que iban a culminar en el colonialismo) jano-barbero y demás similares. Ello dio por resultado una
no solamente fueron la causa del crecimiento de determina­ dramática explosión de la ciencia que hizo posible la revisión
das ciudades de Asia, de las de ciertas partes del África no fundamental del método científico y la puesta en marcha dé
urbana y de las de todas las Américas, sino que también con­ la revolución en el campo de las ciencias, lo que constituyó la
tribuyeron a elevar el nivel de vida de los mismos europeos, base de la revolución industrial y, por ende, la de la ciudad
posibilitando con ello el sostenimiento de un creciente con­ industrial.
tingente de especialistas. Entre estos últimos, nació un nue­ No fue por casualidad que precisamente en Inglaterra
vo grupo de profesionales liberales: los llamados hombres de fuera donde aparecieron las primeras ciudades industriales;
ciencia. La expansión hacia el exterior había contribuido a la estructura social inglesa estaba exenta de la rigidez que ca­
destruir la antigua concepción del mundo que hasta ahora se racterizó a la mayor parte de Europa como al resto del mun­
había venido teniendo entre los hombres de estudio euro­ do civilizado. La tradición puritana inglesa -un sistema ético
peos, los cuales, desde entonces en adelante, se vieron obli­ dentro de la línea del utilitarismo y del empirismo- ayudó en
gados a entendérselas con ideas y costumbres nuevas, dife- gran manera a modificar las viejas perspectivas relativas al

68 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


lugar que el hombre ocupa en la naturaleza. En Inglaterra, 1.3. La comunidad urbana
los hombres de estudio tenían más facilidades para entrar en
comunicación con los artesanos que en cualquier otra parte
de Europa. Theodor W. Adorno - Max Horkheimer
Al advenimiento del industrialismo, se realizaron gran­ «Estudios de comunidad» (1966}, en La sociedad
des progresos en la rama de la fabricación de aperos y he­ (cap. 10}. Proteo, Buenos Aires 1971 (2 ª ed.}, 149-
rramientas agrícolas, en las técnicas de cultivo y en la pre­ 170.
paración de conservas alimenticias, como también en la es­
fera de los transportes y de las comunicaciones. El mejora­
miento de los abastecimientos de agua y la mayor efectividad El objeto de la sociología parece formar parte de la ex­
de los servicios de alcantarillado permitieron una mayor con­ periencia inmediata de cada uno, y muchos encuentran des­
centración demográfica en las ciudades. Quizá el invento más concertante que se quiera hacer de ella una ciencia. Incluso,
decisivo, el invento clave, fue la máquina de vapor, la cual a menudo se justifica por esto la investigación sociológica,
proporcionó una fuente de energía extremadamente genero­ por medio de la presunta complejidad de la sociedad moder­
sa. Si exceptuamos la fuerza del agua y del viento, el hombre na, en la cual la mirada se extravía. El extraordinario au­
no disponía antes de más recursos energéticos que los del mento de la población en todos los países, luego de la revo­
músculo humano y de la bestia de labor. En el tiempo que nos lución industrial; los procesos económicos tan ampliamente
ocupa, el sistema de factorías (que suponía una producción ramificados y entrelazados, la especialización de la mayor
masiva de artículos y una mecanización de la actividad) em­ parte de las funciones humanas, hacen imposible, se dice,
pezó a tomar cuerpo. Con dicho sistema apareció una nueva que se oriente en la sociedad quien no ha recibido de la cien­
modalidad de estructuración profesional: una estructura ba­ cia los esquemas que lo guíen. En suma, se acusa a la socie­
sada en conocimientos altamente especializados y que sólo dad moderna de ser demasiado «complicada», con el mismo
funciona eficazmente cuando las actividades de las profesio- avieso fundamento con que se dirige esta acusación contra
1ws que la integran están debidamente sincronizadas. Este un hombre. Sigue siendo dudoso que se pueda hablar de so­
proceso de industrialización no solamente ha conservado su ciedad complicada en sentido estricto, y que la complicación
i11t¡1gridad hasta nuestros días, sino que experimentó una no­ no sea en cambio una apariencia, una parte del velo que
tahle aceleración con la aparición de las máquinas auto-con­ oculta el modo de funcionar del mecanismo social y los sa­
troladas. crificios que ello impone. En todo caso, se puede sospechar
que no es complicada la cosa en sí. sino más bien que los su­
La evolución de la ciudad industrial no puede ser consi­ jetos, investidos de su función cognoscitiva por la división de
dPrada, pura y simplemente, como un beneficio. Los histo- las funciones propias de la sociedad basada en la división del
1 i:tdores han venido argumentando, volumen tras volumen, trabajo, se limitan hasta tal punto a las actividades particu­
l:1 1·11estión de si la nueva clase trabajadora (incluidos en ella lares y técnico-prácticas, que encuentran obstruido el cami­
11111rl10s inmigrantes procedentes del campo} ha ganado o no para la comprensión del todo. Tal estado de cosas se re­
pnrdido, económica y socialmente, con la destrucción de las fleja luego, a su vez, en las teorías científicas que elogian la
v11•¡as normas sociales. En la actualidad, la industrialización, renuncia a comprender el todo como prueba de exceso cien­
,1 111odida que va extendiéndose a través de todo el globo, tífico, y recomiendan la limitación al conocimiento sectorial
1 011t111üa planteando nuevos y cada vez más complicados como única actividad todavía posible. Lo que se puede decir
prnh!Pntas de tipo social. Muchas ciudades supervivientes, de con certeza es que la sociedad moderna como totalidad ya no
1111!!' tradicional, van poniendo de manifiesto, de un modo u es accesible a la experiencia inmediata, perceptible en su to­
nlro el conflicto entre su pasado preindustrial y su futuro in­ talidad y en sus motivaciones, en el sentido y en la medida en
il11',trial. No obstante, la tendencia general aparece del todo que podía serlo una sociedad agrícola pura, o inclusive la vie­
1l1,1fona; Pxceptuando una guerra nuclear, la ciudad indus- ja economía corporativa urbana. Este orden de hechos en­
1, 1,il !il' convertirá en la forma urbana dominante a lo largo y contró su expresión en el concepto filosófico de la alienación
,111 ti,, de toda la tierra, y la ciudad preindustrial, primera social, que permitía derivarlo de la estructura de una socie­
, 11·,1<1011 urbana del hombre, desaparecerá para siempre de dad de intercambio basado en la división del trabajo. En con­
1111, H,I ro globo. secuencia, la comprensión de lo que es la sociedad pareció

TH. W ADORNO- M. l/ORKHEIMER 69


ser fruto del esfuerzo teórico, primero de la filosofía, y luego el otro, orientadas a menudo según modelos de origen botá­
de la crisis de los grandes sistemas, de la teoría sociológica. nico y zoológico 4; al mismo tiempo se formaba toda una es­
Este esfuerzo de encontrar las leyes que permitan entender cuela alrededor de Robert E. Park y su gran proyecto de in­
conceptualmente el devenir social alienado, y ya no transpa­ vestigación sobre una metrópoli, Chicago 1•
rente, en que se mezclan apariencia y realidad, se percibe to­
davía en investigadores y eruditos como Max Weber, Durk­
heim y Pareto. Pero el desarrollo de la sociología científica en
los últimos 30 años aguzó la desconfianza hacia las tentati­ ' R. D. McKenzie, uno de los iniciadores de la human ecology, la dis­
vas de teorización interpretativa, y llevó al primer plano el tingue de este modo de las disciplinas similares: «Ln simple estudio de la co­
otro impulso ideal que ya se anunciaba en la obra de los pos­ munidad como unidad de población toma el nombre de demografía; el estu­
dio de los grupos de población y de las condiciones de afincamiento se lla­
teriores grandes teóricos de la sociología, impregnados del ma geografía; ecología es la investigación de las relaciones entre los grupos
espíritu empirista y positivista: el de comprobar los «hechos». de población como unidades vitales. El interés principal se concentra en to­
dos los casos en las relaciones entre los hombres» (R. D. McKenzie. «The
Pero con el progresivo escepticismo frente a las teorías Field and Problems of Demography, Human Geography and Human Eco­
creció también la preocupación por la complejidad del obje­ logy» (Ambito y problemas de la demografía. geografia y ecología humanas).
to: los innumerables hechos que se recogían parecían con­ en el volumen The Fields and Methods of Soriology (Métodos y campos de
vertirse en opaque ítems 1, materiales opacos y no significati­ investigación de la sociología). por L. l. Bernard, Nueva York 1934. 52. Una
delimitación más precisa de las investigaciones de la human ecology del mis­
vos. Se buscó desesperadamente una salida para esta situa­ mo McKenzie, en su artículo «Ecology Human», en la Encyclopaedia of the
ción, un método que permitiese unir la certeza y el control de Social Sciences. vol. V. 314: «La ecología humana se ocupa de los aspectos
la ciencia moderna con la posibilidad de esclarecer la cone­ espaciales de las relaciones simbióticas de seres e instituciones humanas.
xión del todo. En otras palabras, se buscaron modelos y tipos Tiende a descubrir los principios y los factores que juegan en las cambian­
tes formas de asentamiento espacial de la población y de las instituciones.
de la sociedad actual, que fuesen al mismo tiempo objetos resultando de la acción recíproca de seres vivientes en una cultura en per­
concretos de investigación y concentrasen, como en el foco de petua transformación».
un espejo cóncavo, la difusa sustancia del todo. La primacía asignada a las «relaciones simbióticas» excluye a priori las
relaciones culturales de los hombres convertidos en objeto de estudio. La
En la moderna sociedad de masas, que ha visto surgir al symbiotic society, en la que se desarrollan los «procesos de oscilación y equi­
mismo tiempo la industrialización y la urbanización, la ciu­ librio, distribución y transmisión de energía», es claramente distinta de la
dad parecía ofrecerse como modelo de estructuras y tenden­ cultural society (cf. Robert Ezra Park. «Human Ecology». American Journal
cias sociales típicas, y a ella se dirigió rápidamente la aten­ of Sociology. vol. 42, Chicago Uulio 1936), I y ss.]. Cf. también Emma C. Lle­
wellyn y Audrey Hawthorn, «Human Ecology», en el volumen Twentieth
ción de los sociólogos. Entre las primeras investigaciones em­ Century Sociology (Sociología del siglo XX}, por Georges Gurvitch y Wilbert
píricas en gran escala se contaron las efectuadas respecto de E. Moore, Nueva York 1945, 466 y ss.; Pauline V. Young, Scientific Social
la gran ciudad y sus habitantes, iniciadas por Charles Pooth Surveys and Research (La investigación y las encuestas sociales científicas},
sobre Londres en 1886, la encuesta de Pittsburgh, comenza­ Nueva York 1949. 429 y ss., 491 y ss.; P. H. Chombart de Lauwe. París 1952,
da en 1914. Estas investigaciones estaban animadas, más 2 vols.
que por una intención de indagación objetiva, por un espíri­ Robert Ezra Park. Ernest W. Burgess, R. D. McKenzie, The City. Chi­
cago 1925. Los intereses predominantes en las investigaciones de la escuela
tu de crítica social: se quería mostrar cómo vive la mayor
parte de los hombres 2• Luego se afirmó, como rama especial
de Chicago resultan de los títulos de algunas de las monografías que apare­
cieron: Neis Handerson, The Hobo (El vagabundo}, 1923; F. M.. Trasher. The
de la sociología, la llamada human ecology 3, investigación de Gang (La banda), 1927; Ernest Russell Mowrer. Family Disorganization'and
las relaciones entre hombre y ambiente desde el punto de Family Discord (Desorganización de la familia y discordias familiares),
vista de las relaciones entre los individuos humanos, por un 1927; Louis Wirth. The Ghetto. 1928; Ernest Theodor Hiller, The Strike. A
Study in Collective Action (La huelga: estudio sobre la acción colectiva},
lado, y las instituciones y formas de estructuración social, por 1928; Harvey W. Zorbaugh, The GoldCoast and the Slum Town Stuff (Cosas
de ciudades pequeñas}, 1932; para la bibliografía sobre grandes ciudades,
cf. Georg Simmel, «Die Grosstadte und das Geistesleben» (Grandes ciudades y
vida cultural). en la miscelánea Die Grosstadt. de Tbeodor Petermann, Leip­
' En inglés en el texto (N. del E.) zig 1903; Adolf Weber, Die Grosstadt und ihre sozialen Probleme (La gran
ciudad y sus problemas sociales). Leipzig 1918: Werner Sombart. artículo
' Cf. el artículo «Sozialforschung. empirische», en el Handworterbuch «Die Stadtische Siedlung» (El afincamiento urbano) en el Handworterbuch der
der Sozialwissenschaften. de E. von Beckerath y otros, cit., sección «Histo­ Soziologie (Diccionario de Sociología). a cargo de Alfred Vierkandt, Stuttgart
ria». 420 y ss. El artículo está firmado por el Institut für Sozialforschung. 1931; Lewis Murnford, The Culture ofCities, Nueva York 1938 (La cultura de
'En inglés en el texto (N. del E.). la ciudad); Stuart A. Queen y Lewis F. Thomas, The City. A Study of Urba-

7Ü PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Pero las grandes ciudades presentan dentro de sus lími­ de la sociedad elegido como modelo de la totalidad condujo
tes todas las características de complejidad, exceso de opaci­ rápidamente a la constitución de una nueva disciplina espe­
dad y alienación que hacen difícil la orientación de la inves­ cial, la sociografía, inaugurada por el sociólogo holandés Ru­
tigación. Y el estudio de la gran ciudad se encontraba frente dolf Steinmetz con la intención de estudiar naciones y regio­
a las mismas dificultades con que choca el enunciado empí­ nes «en su unidad concreta» ". Esta intención originaria per­
rico sobre la sociedad en su totalidad. De ahí la idea de lle­ maneció luego un tanto en la sombra, cuando pasaron al
var a cabo investigaciones modelo en ciudades de dimensio­ primer plano los debates metodológicos sobre la relación en­
nes medias, donde se podía abrigar la esperanza de estudiar tre sociología teórica y empírica, siendo esta última aquella a
las tendencias a la urbanización y sus consecuencias sociales, la cual los sociógrafos deseaban asimilar sus estudios 9; y sólo
sobre un material todavía bastante circunscrito como para en los últimos años se produjo un retorno a la concepción de
poder ser abarcado casi por completo 6. Estos proyectos esta­ la sociografía como estudio del «problema del espacio, el
ban tácitamente animados por la aspiración de extrapolar, de tiempo y el recíproco entrelazamiento de los hechos, com­
los resultados de la investigación sobre ciudades medianas, portamientos y opiniones a partir de una situación dada» lll_
consecuencias aplicables a la totalidad social. que según se
pensaba serían válidas si los detalles eran examinados en
profundidad y elegidos con la cautela necesaria para asig­
narle un carácter típico 7• La tendencia a estudiar un sector tos, en el sentido de que no sólo les es común este o aquel interés específi­
co, sino las condiciones elementales de la vida. Una característica específica
de este grupo es que el miembro individual puede desarrollar toda su vida.
Es así como se puede vivir exclusivamente en una tribu o en una ciudad;
pero, en cambio, no es posible hacerlo en una organización económica o en
nism in the United States (!.a gran ciudad. fatudio del urbanismo en Esta­ una iglesia.
dos Unidos}, \Jueva York-Londres 1939; Noel P. Gist y Leroy A. llalbert, Ur­
ban Society, Nueva York 1933: Elisabeth Pfeil, Grosstadtforschung, Frage­ El criterio fundamental para definir la community está dado «por el
stellungen. Verfahrensweisen und Ergebnisse einer 't\!issenschaft {El estudio hecho de que en ella se pueden encontrar todas las relaciones sociales de
de las grandes ciudades: problemas, métodos. y resultados de ww ciencia}. una persona» (Robert Maclver y Charles H. Page, Society. Nueva York 1950.
Bremen 1950: Louis Wirth, «Urbanism as a Way of Life» (El urbanismo como 8 y ss). Cf. también de los mismos autores, Community. A Sociologica/ Study
estilo de vida). en el volumen Soziologische Forschung in unserer Zeit (La in­ (Comunidad. Un estudio sociológiro}, Nueva York 1930. Cf. luego: Maric l.a­
vestigación sociológica en nuestro tiempo}. a cargo de Karl Gustav Specht, zarsfeld-Jahoda y Hans Zcisel, Die Arbeitslosen von Marienthal (!.os
Colonia 1951, 320 y ss.: Svcnd Riemer, The Modern City, Nueva York 1952: desocupados de MarienthalJ: John Dollard, Caste and C/ass in a Southern
Willy Hellpach, Mensch und Vo/k der Grosstadt {El hombre y la gente de la Town {Castas y clases en una ciudad del sur de Estados Unidos}, New
gran ciudad). Stuttgart 1952. Haven 1937: Economisch-Technologische lnstituuten, Social-economisch
rapport Leeuwarden (Relaciones económico-sociales sobre Leeuwarden/,
' Las dificultades halladas en los intentos de extender las investigacio­ I.ecuwarden 1948, y Rapport betreffende de industrie/e ontu•ikkelin en
nes sobre la posición de los obreros en algunas fábricas de Chicago a esfe­ mogelijkheden in de gemeente Zwolle {Relaciones sobre el desarrollo y la
ras socialmente más interesantes indujeron a W. Lloyd Warner a elegir como posibilidad industrial en la comuna de Zwolle}, Zwolle 1950: Leon Festin­
objeto de estudio una ciudad media: «Los tipos más simples de comunidad. ger. Stanley Schachter, Kurt Back. Social Pressures in Informal Groups (Pre­
con población más reducida, instituciones sociales menos numerosas, siste­ siones sociales en grupos informales). Nueva York l 950: Economisch-Tech­
mas de creación ideal y técnica menos compleja, brindan al antropólogo so­ nologische Instituuten, De gemeent.e Elburg en haar bestaans-bronnen (!.a
cial el equivalente de un laboratorio, en el cual podrá poner a prueba sus comuna de Hlburg y sus fuentes de sustentación}. Arnhem 1952; C. von Die­
ideas y sus técnicas de investigación. El estudio de estas sociedades simples tze, M. Rolfes y G. Weippert, Lebensverhiiltnisse in kleinbiiwerlichen D6r­
le permite armarse mejor para el análisis de formas más complejas de la so­ fen. Ergebnisse einer Untersuchung in der B1mdesrepublik 1952 {Condicio­
ciPdad humana» (W. Lloyd Warner y Paul S. Lunt, The Social Life of a Mo­ nes de vida en pueblos de pequeños campesinos. Resultados de una im·es­
drr11 Community {Vida social en una comunidad moderna}, New Haven tigación realizada en la República Federal Alemana en 1952). Hamburgo,
1941. 3). Berlín 1953
; Los resultados de la investigación de «Yankee-City» son, según War­ ' Rudolf Steinmetz, «Die Soziographie in der Reihe der Geisteswissen­
ner, válidos para todo Estados Unidos: en ella se encontrarían «los rasgos ca­ schaften» (La sociografía en la serie de las ciencias morales), Archiv für
racterísticos y esenciales de la estructura social norteamericana» (Warncr, Rechts-und Wirtschaftsphilosophie \'I (1913).
Stmcture of American Lije (La estructura de la vida norteamericana), Edin­
hurgo 1952, XII. Pero también cree encontrar allí algunos rasgos funda­ '' Así, por ejemplo, Rudolf lleberle en el artículo <<Soziographie». del
mentales del comportamiento social humano en general. Esta hipótesis está Handwiírterbuch der Soziologie, cit., 564, donde la sociografía es identifica­
sustentada por la definición de la commu11ity como la esfera, delimitada en da con la «investigación inductiva, tendiente al conocimiento expresado en
el espacio. en que el hombre puede desarrollar todas sus funciones sociales: números y medidas».
por tanto se la considera socialmente autárquica. Dice Maclver: «Llamamos " Ludwig Neudórfer, «Das soziographische Erherbungsverfahren» (El
rommunity a cualquier grupo, grande o pequeño, cuyos miembros viven jun- procedimiento del rclevamiento sociográfico). en el volumen 13 de la serie

TH. W ADORNO - M. llORKHF.lMER 71


En esta perspectiva, resulta importante no tanto obtener En una cultura como la de Middletown, que atribuye va­
enunciados generalizables, sino «entender íntimamente las lor positivo al «progreso» y al «máximo bienestar» (having
conexiones reales», y restringir la investigación a «zonas y the best in the world). la realización de estos valores depen­
grupos bien delimitados» 11• de, a juicio del investigador, y especialmente cuando esta cul­
tura atraviesa una fase de cambios rápidos e irregulares, de
Las concepciones de los estudios de ciudades medianas una actitud de apertura hacia el cambio, y no de la resisten­
se remontan en su enfoque a los sociólogos norteamericanos cia opuesta a él. Si se considera la rapidez de algunos cam­
Robert y Helen Lynd 12, cuyo trabajo, a pesar de la objetividad bios culturales ocurridos en Middletown en los últimos dece­
expositiva que lo caracteriza, expresa el momento autocrítico nios, la resistencia de la comunidad al cambio, su incapaci­
de la sociedad norteamericana que dominó en la década del dad para crear ocasiones que disminuyan las propias friccio­
20. En toda la literatura de la época, representaba un papel nes internas, aparece como un punto negativo (liability) res­
decisivo el descubrimiento de la provincia norteamericana pecto de los valores reconocidos por la misma comunidad 13•
como gran extensión de vida uniformemente provincial, que
impresiona inmediatamente al observador por la semejanza Sobre todo con la repetición de la investigación sobre el
física de tantas ciudades menores, y que corresponde a con­ mismo objeto lograron los Lynd describir las interacciones
diciones económicas y tecnológicas que no se encuentran en actuantes entre infraestructura y superestructura social.
la misma forma en Europa, por más inconfundibles que sean Además, principalmente en el período de la crisis económica,
las tendencias en ese sentido. pudieron mostrar que la ciudad no actúa como una mónada
social, sino que depende de los procesos que abarcan la tota­
Lynd y sus colaboradores eligieron como objeto de la in­ lidad de la sociedad.
vestigación una ciudad media norteamericana del Estado de
Indiana, que llegaba a los 50.000 habitantes en 1935, año en La extraordinaria influencia ejercida por los dos libros
que el programa de investigación tocó a su fin. El estudio de los Lynd proviene no sólo de su rigor científico, sino tam­
abarcaba no sólo las transformaciones institucionales y la di­ bién de la crítica social que supieron incluir en su investiga­
námica de las relaciones sociales, sino también el clima cul­ ción de los fenómenos típicos. En una ciudad del middle West
tural y político, excluido de las investigaciones de human eco­ americano, elegida entre tantas y tan espantosamente igua­
logy, y fue articulado en dos investigaciones sucesivas sobre les, el análisis de los dos sociólogos ponía de relieve la mo­
las transformaciones estructurales de la ciudad en los perío­ notonía, la standarización, la desolada existencia que se com­
dos que van de 1885 a 1925 y de 1925 a 1935, que cerraban prueba entre hombres que cohabitan y se ganan la vida en
una fase de intenso desarrollo industrial con alternancia de un espacio vacío de tradiciones históricas, y sujeto sólo a las
boom y depresiones. El interés de los Lynd no se dirigía en leyes económicas y a la presión conformista de la sociedad de
primer lugar a datos estadísticamente verificables, sino a la «los que han llegado»: orden ya constituido. Esas experien­
interacción de las condiciones económicas y sociales por un cias habían sido registradas ya en Alemania, a comienzos del
lado, y a las normas y concepciones subjetivas de la pobla­ siglo, entre otros en el sorprendente escrito de Sombart, Wa­
ción por el otro, partiendo del presupuesto de que la comu­ rum gibt es in den Vereinigten Staaten keinen Sozialismus?
nidad estudiada y su desarrollo eran determinados en gran (¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?) 14• Se
medida por las formas que esa interacción adoptaba. rescataban en él, y se profundizaban empíricamente: el tra­
bajo de los Lynd estaba ligado en su esencia a la literatura- de
crítica social de Norteamérica en la década del 20: querían
mostrar en qué se convierte el hombre en condiciones de
vida de las cuales se ha eliminado el mundo de las imágenes,
<<Wissenschaftliche Schriftenreihe des Institut zur Forderung offentlicher en la universal drabness 15• Pero al mismo tiempo, deseaban
Angelegenheiten e. V», Empirische Sozialforschung (Investigación social
empírica}, Francfort del Meno 1952, 157.
11
o. c., 158.
' Lynd, Middletown in Transition, cit., XVI-XVII.
" Robert S. Lynd y Helen M. Lynd, Middletown. A Study in Contempo­
rary American Culture (Middletown. Investigación sobre la cultura nortea­ " Sombart, Warum gibt es in den Vereinigten Staaten keinen Sozialis­
mericana contemporánea). Nueva York 1929; y Middletown in transition. A mus?, Tubinga 1906.
Study in cultural conflicts (Middletown en transición. Estudio de conflictos " Monotonía visual. Drab: grisáceo, escuálido, indeterminado. En in­
culturales}, Nueva York 1937. glés en el texto (N. del E.).

72 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


evitar los peligros de la generalización apresurada, que a me­ granjeado una reputación con sus estudios sobre las comuni­
nudo se filtra en la investigación social en forma de novela, y dades neolíticas de Australia 19, pero quiso «aprender a en­
alentar la observación del escritor con datos empíricos in­ tender mejor en qué forma resuelven los hombres los pro­
controvertibles. blemas que se les presentan en todos los grupos, sin referen­
cia de tiempo o lugar» 20, y trató de encontrar la community,
Muchos estudiosos siguieron el camino de las investiga­ definida como una «pluralidad de hombres dotados de inte­
ciones de los Lynd, casi todos con la voluntad de superar la reses, sentimientos, comportamientos y finalidades comunes
fractura entre experiencia viva y objetividad del conocimien­ en virtud de la pertenencia al mismo grupo social» 21, como
to exacto, en especial del tipo estadístico. En estos estudios, estructura constante en todas las formas de sociedad antigua
los modernos métodos de relevamiento se combinaban con la y moderna:
observación realizada en el lugar, y a menudo por personas
que participaban de manera activa en la vida de las ciudades «La múltiple variedad de grupos modernos y primitivos, a
medias estudiadas, los llamados participant observers 16• pesar de que difieren en gran medida entre sí, son en esencia
Pero el espíritu social crítico de los Lynd dejó paso rápida­ de igual naturaleza. En efecto, todos se encuentran asentados
mente a un ideal de objetividad científica y desapasiona­ en cierto territorio, lo trasforman en parte con el objeto de per­
miento, en cuyo nombre pasaron al primer plano los mo­ petuar la vida física y social del grupo, y todos los individuos
mentos de la exactitud de la prueba, sin caer casi nunca, hay miembros del grupo tienen entre sí relaciones sociales directas
o indirectas» 12•
que reconocerlo, en los viejos métodos de la human ecology,
que eliminaba del campo de investigación las opiniones, con­ En el primer volumen de la serie dedicada a «Yankee­
vicciones subjetivas e ideas de valor. Estas investigaciones City», la comunidad es descrita en su vida cultural, sobre todo
más recientes tienden más bien a combinar los métodos pro­ en relación con la distribución horizontal de sus miembros en
pios de la sociología con los de la psicología y la antropolo­ «clases superiores e inferiores» 23 • El segundo es un profundo
gía, como ocurre por ejemplo en el trabajo de orientación psi­ estudio de las instituciones sociales de la ciudad, y en él se
co-analítica de John Dollard, donde la estructura de una co­ quiere mostrar que sus habitantes «viven de manera bien or­
munidad norteamericana se observa por transparencia a tra­ denada, sobre la base de una jerarquía mantenida por medio
vés del ordenamiento social de las relaciones sexuales 11• de esas diversas instituciones» 24• El tercer volumen es un es­
tudio de los grupos étnicos minoritarios de la ciudad, irlande­
W. Lloyd Warner fue uno de los primeros que aplicó al ses, franceses, judíos, polacos, y de los modos en que se pro­
estudio de una ciudad media de Estados Unidos los procedi­ duce su alejamiento de sus hábitos tradicionales y la adapta­
mientos de investigación antropológica desarrollados en las ción a las costumbres de una ciudad media norteamericana.
investigaciones sobre los primitivos. La escala se amplió en
ese caso a una ciudad de 18.000 habitantes de Nueva Ingla­ En la temática de la transformación y estratificación so­
terra. Los resultados de esta investigación aparecieron en los cial se ubican toda una serie de estudios sobre ciudades me-
volúmenes de la «Yankee-City-Series» 18• Warner se había

ma social de los grupos étnicos en EE.UU.}, New Haen 1945 (vol. Ill); W.
"Cf. August B. Hollingshead, «Community Research: Development and Lloyd Warner y J. O. Low, The Social System of the Modem Factory (El sis­
Present Condition» (Desarrollo y estado actual de los estudios de comuni­ tema social de la fábrica moderna}, New Haven 1947 (vol. IV). Un breve re­
dad), American Sociological Review XlII (abril de 1948) 136 y ss.; Kurt Uter­ sumen de Warner en American Life, Dream and Reality (La vida norteame­
man, «Aufgaben und Methoden der gemeindlichen Sozialforschung» (Resul­ ricana, sueño y realidad), Chicago 1953.
tados y métodos de la sociología de la comunidad), en el volumen Beitriige '" Warner, A Black Civilization. A Social Study of an Australian Tribe
wr Soziologie der industriellen Gesellschaft, a cargo de Walther G. 1-Ioff­ (Una civilización negra. Estudio social de una tribu australiana}, Nueva
man. Dortmund 1952. York 1937.
'J. Dollard. o. c. 'º Warner y Lunt, o. c., 3.
' De los seis volúmenes previstos para la «Yankee-City-Series». han 11
Jbíd., 16 y ss., y XIX, respectivamente.
¡¡parecido hasta ahora: Warner y Lunt, The Social Life of a Modern Commu- 12
lbíd., 16 y ss., y XIX, respectivamente.
11ity, cit. (vol. I); Id., The Status System of a Modern Community (El sistema
de s/a/1/s en una comunidad moderna), New !-laven 1942 (vol. II); W. Lloyd '!bid., 16 y ss., y XIX, respectivamente.
Warner y Leo Srole, The Social System of American Ethnic Groups (El siste- "!bid., 16 y ss., y XIX, respectivamente.

TH. W ADORNO - M. HORKHEIMER 73


dias norteamericanas, que, además, revelan situaciones pe­ des era motivado a menudo por el deseo de combatir los as­
culiares regionales y problemas específicos, como el de la pectos negativos de la vida social actual. En cambio, muchas
tensión entre negros y blancos en los Estados del sur y su sig­ de las investigaciones sobre las aldeas se inspiraron en la
25
nificación en el conjunto de la comunidad Más adelante se • idealización romántica de la vida rural, de acuerdo con la
realizaron estudios de comunidad en otros países, como en oposición de «comunidad» y «sociedad». Pero más tarde, y
26
Francia sobre la ciudad de Auxerres en Alemania sobre, bajo la influencia de los resultados experimentales adquiri­
Darmstadt, en Australia con los trabajos de Oeser y Ham­ dos, se fueron integrando la relación entre ciudad y campo, y
mond 21. los problemas peculiares de la sociología rural en el contexto
En otro grupo de estudios de comunidad se pueden cla­ conceptual de la dinámica general de la sociedad 29•
sificar los que se realizaron sobre las comunidades rurales. En este punto hay que recordar los méritos de la «socio­
Los problemas principales están ligados aquí a las transfor­ logía del afincamiento», de Leopold Wiese, y las numerosas
maciones de la aldea luego de la modernización de la vida so­ investigaciones dirigidas sobre diversas formas de afinca­
cial, a la introducción de los nuevos métodos de cultivo, la ex­ miento propuestas por él, y efectuadas dentro de los marcos
tensión de las vías de comunicación, de los medios de trans­ de su teoría formal de las relaciones sociales 30•
porte y de comunicación modernos, en el marco del desarro­ Los estudios de comunidades europeas, como el de
28
llo general de la sociedad El estudio de las grandes ciuda-
.
Darmstadt, por ejemplo, se distinguen inevitablemente de los
norteamericanos, a pesar de estar inspirados en elementos
comunes, por la ausencia de un objeto delimitado en sí mis­
mo y construido teóricamente como unidad sociológica, como
25 Allison Davis, Burleigh B. Gardner, Mary R. Gardner, Deep South. A
Social Anthropological Study of Caste and Class (El «profundo sud»: estu­
puede ser «Middletown». La investigación sobre Darmstadt
31
dio socio-antropológico de castas y clases}, Chicago 1941; St. Clair Drake y debió ser dividida en nueve monografías tanto por razones
,

Horace R. Clayton, Black Metropolis (Metrópolis Negra}, Nueva York 1945;


James West, Plainville USA, Nueva York 1945.
" Charles Bettelheim y S. Frere, Une vi/le fran9aise moyenne: Auxerres
en 1950 (Una ciudad media francesa: Auxerres en 1950), París 1950. Rural Sociology (Sociología rural), Nueva York 1948; N. L. Sims, Elements of
Rural Sociology, Nueva York 1947; C. P. Loomis, Rural Social Systems (Sis­
"O. A. Oeser y S. B. Hammond, Social Structure and Personality in a temas sociales rurales}, Nueva York 1950; Lucien Bernot y René Blancard,
City (Estructura social y personalidad en una gran ciudad), Nueva York Nozwille, un village franrais (Nouville. un pueblo francés}, París 1953.
1954; O. A. Oeser y F. E. Emery, Social Structure and Personality in a Rural
Community (Estructura social y personalidad en una comunidad rural). " Vil/es et Campagnes. Civilisation urbaine et civilisation rurale en
Nueva York 1954. France (Ciudades y campo. Civilización urbana y civilización rural en Fran­
28 El estudio de las comunidades rurales ya había recibido cierto im­ cia}, por Georges Friedman, París s. f.; Hans Jürg Beck, Der Kulturzusam­
menstoss von Stadt und land in einer Vorortgemeinde (El choque cultural de
pulso en el romanticismo: sólo recordamos aquí el Agronomische Briefe la ciudad y campo en una comunidad suburbana}, Zurich 1952; Das Dorf im
(Cartas agronómicas de Adam Miller, 1812) y las descripciones de formas de Spannungsfeld industrieller Entwicklung (El pueblo en el ambiente de ten­
afincamiento rusas de August Frhr. von Haxthausen. Verdaderas monogra­ sión del desarrollo industrial}, Stuttgart 1954. Fascículo especial 162 de la
fías acordes con los criterios científicos rigurosos comienzan a aparecer a revista Beriehte über Landwirtschaft. Zeitschrift für Agrarpolitik und Land­
comienzos del siglo: James M. Williams, An American Town (Un pueblo nor­ wirtschaft, Dorfuntersuchungen (Estudios de pueblos}, Hamburgo-Berlín
teamericano}, Nueva York 1906; Newell L. Sims, A Hosier Village (Una aldea 1955; para el estudio de Darmsta.dt, cf. nota 28.
de tejedores de medias}, Nueva York 1912; Warren H. Wilson, Quaker Hill,
Nueva York 1907; sobre este punto, cf. Car! C. Taylor, «Techniques of Com­ 'º Das Dorf als soziales Gebilde (El pueblo como conformación social),
munity Study» (Técnicas para el estudio de comunidad), en el volumen por Leopold von Wiese, Munich-Leipzig 1928. Para el método y para poste­
Science of Man in the World Crisis (Ciencias humanas en un mundo en cri­ riores datos bibliográficos sobre «sociología del afincamiento» de von Wie­
sis), por Ralph Linton, Nueva York 1945, 416 y ss. Sobre sociología de la so­ se, cf. Harriet Hoffmann, «Die Beziehungslehre als sozialwissenschaftliche
ciedad rural: Laverne Burchfield, 0ur Rural Communities. A Guidebook to Forschungsmethode» (La teoría de las relaciones como método de investiga­
Published Materials on Rural Problems (Nuestras comunidades rurales. ción en las ciencias sociales), en Soziologische Forschung in unserer Zeit,
Guía bibliográfica}, Chicago 1947; John H. Kolb y Edmund S. Brunner, A cit., 25 y SS.
Study of Rural Society (Un estudio de la sociedad rural), Boston 1946; Da­ '
1
Gemeindestudie des Instituts für sozialwissenschajtliche Forschung,
vid E. Lindstrom, American Rural Life {Vida rural norteamericana}, Nueva Darmstadt 1952-54. Las monografías son: 1) Herbert Kotter, Struktur und
York 1948; Paul H. Landis, Rural Life in Process (La vida rural en transfor­ Funktion von Landgemeinden im Einflussbereich einer deutschen Mittelstadt
mación}, Nueva York 1948; Charles P. Loomis, Studies of Rural Organization (Estructura y funciones de la comunidad rural en el radio de influencia de
in the United States, Latin America and Germany (Estudios de organización una ciudad media alemana); 2) Karl Günsein, Landbevolkerung im Kraftfeld
rural en EE. UU., América latina y Alemania), Lansing 1945; Lowry Nelson, der Stadt (Población rural en el ámbito de influencia de la ciudad); 3)

74 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


111herentes a los medios financieros más modestos de que falta de conciencia de las barreras existentes entre las clases,
dispone la sociología alemana, como por cierta deficiencia de que se presentó en el comportamiento de la población de
investigadores adecuadamente preparados. A pesar de ello, Darmstadt, destruida en un 80% en 1945 por los bombar­
surge un elemento común a los nueve trabajos, a saber, que deos; en su comportamiento, en esas circunstancias, frente a
una ciudad moderna no constituye precisamente una unidad los problemas de alojamiento y reconstrucción, y convertirlo
cerrada en sí misma, sino que existe en un contexto de rela­ en comportamiento típico de las ciudades medias alemanas,
ciones funcionales con toda una región y, en último análisis, e inclusive de toda Alemania. La nivelación de las diferencia­
con la sociedad en su totalidad. Este es, precisamente, el ciones históricas en una forma de vida social racional-iguali­
punto de contacto con Norteamérica, sobre todo si se tiene en taria no es comparable, ni siquiera de lejos, en Europa, con
cuenta el desarrollo de los medios de transporte y de los ins­ la que tiene lugar en Norteamérica, donde la resistencia a la
trumentos de comunicación. Una comunidad moderna no se nivelación no se nutre de ninguna herencia feudal. En otras
deja tratar como organismo económico o socialmente autár­ palabras, la búsqueda de «modelos» sociológicos presupone
quico; es necesario tener en cuenta las funciones sociales, a su vez la existencia de una sociedad que muestre tendencia
que remiten siempre más allá del ámbito ciudadano. a asimilarse al tipo ideal de un objeto de las ciencias natura­
les. Esta tendencia existe, por cierto, y es irrefutable incluso
En qué medida se puede hablar de una ciudad media «tí­ en Europa, y los estudios sobre la ciudad de Darmstadt con­
pica», es, en cambio, una problema que se plantea de mane­ tribuyeron en gran medida a documentarla. Entre las tareas
ra específica para las investigaciones llevadas a cabo en Eu­ que una «sociología de las cosas» crítica y realista puede pro­
ropa. En el caso de Darmstadt, la ciudad se caracteriza, aún ponerse no se contaría entre las últimas la de resolver críti­
hoy, en gran parte, por factores que provienen de la tradición camente los elementos ideológicos que con tanta tenacidad se
de la capital gran ducal de Hesse, a pesar de la caída de la adhieren, en Europa, a categorías como la de individuo, y
monarquía en 1918 y la unificación administrativa de la vie­ que son hipostasiados por la conciencia social justamente en
ja Hesse electoral con la antigua provincia prusiana de Hes­ el momento en que dejan de tener existencia real en la so­
se-Nassau, en el Tercer Reich de Hitler. En el considerable ciedad. Es cierto que el estereotipo de la «joven América»,
papel que representa la capa de los funcionarios, en los resi­ empeñada en recorrer el camino de la vieja cultura europea,
duos de la vieja sociedad de Corte, en el destacado significa­ no resiste al análisis, y los resultados de numerosas investi­
do de las diferencias sociales, y aun en la vitalidad de la tra­ gaciones empíricas hacen aún más verosímil la hipótesis de
dición artística (que distingue con claridad a Darmstadt, don­ un progresivo proceso de norteamericanización de Europa,
de en verdad no falta la industria, de las ciudades medias de que a su vez lleva a transformaciones estructurales bastante
regiones específicamente industriales), se observa todavía el profundas de la sociedad europea y no puede explicarse sim­
antiguo carácter de la ciudad que fue residencia principesca. plemente por la ocupación militar y la influencia ejercida por
1labría sido erróneo generalizar por ejemplo los síntomas de Norteamérica luego de la Segunda Guerra Mundial. La insis­
tencia con que se afirman ciertas presuntas peculiaridades
inalienables de Europa se inserta precisamente en el proce­
Cerhard Teiwes, Der Nebenerwerbslandwirt und seine Familie im Schnitt­ so de tendencia a la norteamericanización, dado que aquellas
prmkt Lii.ndlicher 1md stii.dtischer I.ebensform (La agricult11ra como profe­ peculiaridades terminan por convertirse en una suerte de
sión subsidiaria en el limite entre la vida rural y urbana): 4) Gerhard Bau­ monopolio natural que permite un aprovechamiento suple­
mcrt, Jugend der Nachkriegszeit. !,ebensverhdltnisse und Reaktions1reisen mentario en el ámbito omnicomprensivo de las relaciones de
(La j1H'ent11d de postguerra. Condiciones de vida y tipos de reacciones): 5) intercambio.
Id., con la colaboración de Edith llünniger, Deutsche Familien nach dem
Kriege (Familias alemanas después de la guerra); 6) Irma Kuhr, Schule Und El estudio sobre la ciudad de Darmstadt fue dirigido por
Jugend in einer ausgebombten Stadt (Hscuela y juventud en una ciudad des­ el Institut für sozialwissenschaftliche Forschung (Darmstadt)
truida por los bombardeos); 7) Gisclheid Koepnick, Mii.dchen einer Oberpri­
ma. Eine Gruppen (Muchachos del curso superior. Un estudio de grupo); 8) en consulta, particularmente importante en las fases finales,
Klaus A. Lindeman, Behorde und Bürger. Das Verhii.ltnis zwischen Verwal­ con el Institut für Sozialforschung (Francfort del Meno), y el
tung und Bevolkerung in einer deutschen Mittelstadt (Autoridad y ciudada­ Institut für landwirtschaftliche Betriebslehre de la Escuela
nos. Relaciones entre administradores y administrados en una ciudad me­ Superior Instituto Justus Liebig de Giessen; la primera ini­
dia alemana); 9) Anneliese Mausolff, Gewerkschaft und Betriebsrat im Urteil
der 4rbeitnehmer (Sindicato y comisiones internas según e/juicio de los tra­ ciativa surge de la Oficina del Trabajo, adjunta al gobierno
bajadores). militar norteamericano. La responsabilidad administrativa

TH. iv. ADORNO- /IJ. FJORKflh/MER 15


fue encarada por la Academia del trabajo de Francfort del cas, sobre todo en los casos de unidades agrícolas de peque­
Meno. La reunión de los materiales fue iniciada según el ños campesinos, que subsisten en una trama social no sólo
principio de registrar cualquier dato que se pudiese compro­ agraria, sino determinada en gran parte por las actividades
bar sobre Darmstadt, sin una valoración a priori de la im­ comerciales e industriales. Una monografía especial 32 puso
portancia que pudiesen tener. En una segunda fase de reor­ de relieve que la ciudad de Darmstadt ejercía una creciente
ganización se debió encarar la tarea de determinar a poste­ influencia sobre la zona circundante, tanto en sentido econó­
riori, en el material mismo, los focos de interés principales en mico como en el plano social y cultural, y en forma despro­
torno de los cuales se fue ordenando la exposición. Este es un porcionada al impulso contrario del campo a la ciudad. Las
procedimiento que la investigación social empírica debe se­ comunidades campesinas se transforman, lenta pero ince­
guir con frecuencia. El carácter «campesino» de la ciudad, si­ santemente, en comunidades de vivienda de obreros, campe­
tuada en las pendientes boscosas, al pie del Odenwald, y li­ sinos, y obreros-campesinos: el elemento campesino como
gada funcionalmente, de manera muy estrecha, a la vida eco­ tal, por un lado retrocede, y por el otro se inserta en el desa­
nómica de su territorio, se expresa en forma inconfundible, rrollo social general, dando lugar así a fenómenos de tensión.
aun en la arquitectura. Considerando esta característica de A la luz de los resultados del estudio, los esfuerzos tendien­
Darmstadt, se procedió a la elección de cuatro pueblos rela­ tes a «volver a ruralizar» aparecen sumamente problemáti­
tivamente próximos a la ciudad, en los que se analizaron las cos: el contacto cotidiano con las influencias ciudadanas mo­
complejas relaciones con el centro urbano, y se extrajeron in­ difica no sólo la estructura objetiva, sino también la socio­
cluso algunas consecuencias generales sobre el problema de psicológica, los lazos de tipo tradicional dejan lugar a consi­
la urbanización en Alemania y sobre diversos problemas de deraciones objetivamente económicas, las tendencias a la ni­
sociología rural. velación de todas las formas de vida se extienden también al
campo. Comienzan a representar un papel importante tipos
En el centro urbano mismo, el material de la investiga­ intermedios como el trabajador en movimiento pendular en­
ción se cristalizó alrededor del problema de las relaciones tre residencia y lugar de trabajo, el campesino con un segun­
entre la población y las instituciones con las cuales tiene re­ do empleo y otros similares. Las empresas campesinas de
laciones. A este planteo correspondió, en el plano del méto­ este tipo comienzan, sin embargo, a disminuir bajo la in­
do, el paralelismo del análisis institucional desde el ángulo fluencia de las tendencias a la urbanización 33• La propiedad
del objeto -autoridades administrativas, escuelas, condicio­ agrícola es todavía, con mucha frecuencia, un valor ideológi­
nes de vivienda- y de cuestionarios y entrevistas con las que camente intocable, pero se trasforma económicamente, sin
recogían las opiniones y actitudes subjetivas de la población. pausa, en capital. Pero las ideas de independencia y autono­
Los problemas de los trabajadores fueron estudiados a partir mía a ella vinculadas todavía se encuentran sólidamente
de sus juicios sobre el sindicato y las comisiones internas de arraigadas en la mayor parte de la población rural, y condu­
las empresas, como instituciones que les concernían más de cen a conflictos no despreciables. La tendencia objetiva al
cerca. El sector administrativo fue estudiado bajo el aspecto progreso y a la racionalización choca aquí, más que en cual­
de las relaciones entre la administración pública y la pobla­ quier otro grupo social, con el temor de la desposesión. Pero
ción. El sector más amplio de la investigación se refería a los el persistente momento de inercia de la conciencia campesi­
problemas de la juventud y de la familia, también en este na no se convierte, románticamente, en una presunta ahisto­
caso según el doble aspecto de las condiciones objetivas e in­ ricidad del modo campesino de producción 34, que ya no éxis­
clusive «físicas» existentes en la ciudad, gravemente reduci­ te en este sentido, si existió alguna vez. Precisamente en la
da por los bombardeos, y de la influencia de estas condicio­ esfera agrícola la sociología empírica ha podido confirmar la
nes sobre los sujetos humanos. De este modo, toda la inves­ tesis teórica de que la transformación de la superestructura
tigación se orientó como una integración de sociología insti­
tucional y psicología social.
En el sector de las relaciones entre ciudad y campo se "Ktitter, o. c.
observó muy pronto que los propios fenómenos económicos "Teiwes, o. c.
del campo no podían ser entendidos sólo con los instrumen­ 34 Cf. W. H. Riehl, Die Naturgeschichte des Volkes als Grundlage einer
tos de la economía agrícola en sentido estricto. Era indispen­ deutschen Social-Politik (La historia natural de la nación como base de una
sable recurrir a consideraciones específicamente sociológi- poUtica social alemana), Stuttgart 1866.

76 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


r
cultural se produce con mayor lentitud que la transformación tíficas de naturaleza y orientación bastante distintas, tarea a
de las condiciones materiales de producción'\ Si es posible la que no puede sustraerse la sociología, si quiere evitar el
generalizar aquí los resultados del estudio sobre Darmstadt, peligro de quedar reducida a un juego de formalismos socia­
se puede decir que los elementos conservadores, de econo­ les vacíos.
mía doméstica precapitalista, subsisten en la conciencia de la
población rural al lado de los «modernos», en el sentido de la Ya se ha dicho que el sector más amplio de la investiga­
cultura de masas, del deporte, la radio, el cine, casi sin nexos ción sobre Darmstadt fue el del estudio de la juventud. El
entre los dos polos, y sin que se haya podido afirmar entre análisis Schule und Jugend in einer ausgebombten Sladt (Es­
ellos las formas específicas de la conciencia liberal-burguesa cuela y juventud en una ciudad destruida por los bombar­
y la educación culta de tipo burgués. Esta condición de «in­ deos) " ofrece muchas informaciones, sobre todo acerca de
contemporaneidad» de la conciencia rural refleja la situación los procesos de adaptación de los jóvenes. La resistencia de
de crisis permanente del mundo campesino alemán, sólo los hijos de los obreros es menor, en las escuelas superiores,
temporalmente resuelta en estos años. El cultural lag '6 del que la de los otros escolares, en apariencia debido a un es­
campo es uno de esos vacíos ideales peligrosos en que la pro­ fuerzo de compensación de su condición socialmente desfa­
paganda totalitaria penetra con facilidad. Si existe una con­ vorable con el celo en la identificación con el orden constitui­
secuencia válida para toda la sociedad, que se puede extraer do. Un comportamiento similar se encuentra entre los hijos
de los datos de la sociología rural empírica, es la de la nece­ de prófugos y los huérfanos de padre. A pesar de que la es­
sidad de una transformación de las condiciones de concien­ cuela actual ya no es centro de terror como los reflejados por
cia en el campo; por cierto que sigue en pie la duda de que las novelas alemanas aún a comienzos de siglo, los momen­
esta transformación pueda producirse sólo con instrumentos tos de autoritarismo sobreviven con tenacidad, no sólo entre
de educación, y no presuponga, en cambio, la modificación maestros y padres, sino también entre los mismos escolares,
de las condiciones materiales. Sea como fuere, el estudio so­ especialmente en forma de «conciencia privilegiada». Una
bre Darmstadt ha contribuido a conmover en sus cimientos transformación histórica que sorprende es, en cambio, aque­
las ideas sobre la «humanidad campesina», supervivencias, lla por la cual los jóvenes adquieren un sentido a menudo
entre nosotros, de la ideología nacional-socialista de la san­ exagerado de todo lo «práctico», un «objetivismo» al que se
gre y de la tierra. atribuye un valor fuertemente positivo. Las declaraciones de
los entrevistados sobre la catástrofe de los bombardeos son
La descripción de los entes administrativos de Darm­ extraordinariamente reducidas: se trata de un dato que ano­
stadt 11, a la luz de las consideraciones generales de sociolo­ nada, pero que se confirma en la investigación conducida por
gía administrativa derivadas de Max Weber, fue realizada de Anna Freud en Londres 39. La catástrofe ciudadana parece
acuerdo con categorías como las del formalismo, de la iden­ subyacer, junto a todos los horrores del período hitleriano, a
tificación del funcionario con la institución, de la tendencia a un proceso colectivo de cambio. El estudio sobre Schule und
la expansión, al perf eccionismo y al exclusivismo de la capa Jugend se completa con una monografía sobre una clase de
dr los funcionarios, y permitió luego aplicar estas categorías adolescentes 40, realizada con procedimientos de tipo socio­
al análisis del juicio de la población sobre la autoridad admi­ métrico 41, pero que se utiliza sólo para el análisis cualitativo,
nistrativa y sobre sus experiencias en el contacto con las ofi­ sin elaboración matemática. Se pidió a todas las adolescen­
cinas. Incluso se trató de interpretar los resultados de las in­ tes de la clase que escribieran sobre el carácter de cada una
vestigaciones de opiniones, reduciendo los distintos tipos de de sus compañeras, y se vio con claridad que el grupo se ar-
reacciones a tipos psicológicos como los de la personalidad
«autoritaria» y «liberada de la autoridad». El material elegi­
do para la investigación permite entrever aquí una posible
"'Kuhr, o. c.
conexión, en la universitas litterarum, entre disciplinas cien-
39 Arma F reud y D. T. I3urlingham, War and Children (Los núlos y la
guerra}, Londres 1952
"' Koepnick. o. e
Grüneisen, o. c., 88. ' Cf. J. L Moreno, Die Grundlagen der Soziometrie (Fundamentos de
la Sociometría). Colonia-Opladen 1954; G. Linde y E. F. Borgotta, «Sociome­
En inglés en el texto (N del E.). tric Measuremcnt» (Medición sociométrica). en el llandbook of Social Psy­
' Lindemann, o. c. clwlogy. Cambridge, Mass., 1954, l.

TI/. W ADORNO· M. HORKHE!MER 77


ticulaba en dos camarillas: por un lado, la burguesa-tradicio­ en los nuevos poderes autoritarios. Todavía no existen las
nalista de las «hijas de familia»; por el otro, una minoría, de­ condiciones antropológicas de un verdadero espíritu demo­
dicada a imitar la imagen de la college-girl norteamericana crático. La monografía sobre la juventud se completa luego
«lista» (smart), tal como se había difundido en Alemania en con un estudio titulado Deutsche Familien nach dem Kriege
los primeros años de la postguerra. Este grupo se sentía en (Familias alemanas después de la guerra) 41. Los resultados
la oposición, pero incluso esto parece una tendencia a orien­ aquí obtenidos implican la consecuencia de que la institución
tarse según el sistema de normas propio de los teenagers, de la familia tradicional, en general inestable, ha encontrado
que se va definiendo gradualmente, incluso en Alemania. una solidez nueva, sólo provisional, en el período de emer­
Surge aquí el problema sociológico bastante más amplio de la gencia y en la solidaridad que ella produce. El diagnóstico se
«conformación mediante el no conformismo», de la oposición orienta más bien en dirección de un debilitamiento de los
socialmente canalizada. vínculos familiares, en sentido positivo o negativo, no en el
sentido de un límite impuesto por la estabilidad de la institu­
El estudio sobre Jugend der Nachkriegszeit (La juventud ción familiar a la desintegración social contemporánea (que
de postguerra) ofrece resultados sociológicos de importancia es el reverso de todos los procesos de integración).
general, a pesar de la limitación temática del modelo, que se
atiene a la ciudad de Darmstadt, como toda la investigación •2• Las ventajas que ha podido extraer la sociología de los
La diferenciación social corresponde todavía a la de pregue­ estudios de comunidad están fuera de duda: al elegir la co­
rra, o por lo menos es bastante parecida, a pesar de la gue­ munidad como modelo delimitado y posible de descripción
rra, la destrucción por los bombardeos, la desvalorización y empírica, se pudo unir la riqueza de los materiales a un mé­
la siguiente reforma monetaria. También aquí la investiga­ todo de investigación que vinculaba disciplinas complemen­
ción sobre Darmstadt pone en tela de juicio la tesis, formula­ tarias, y en todo caso divergentes, obteniendo resultados cog­
da a menudo, según la cual todos aquellos hechos habrían noscitivos que de otro modo no habrían sido logrados por la
determinado más bien una nivelación económica, social y investigación social. Los materiales que poco a poco surgen,
psíquica de la estructura social alemana, aunque la contro­ todavía son opacos y no directamente significativos, pero
versia sobre este tema está por cierto lejos de su solución en­ tampoco esto es un elemento solamente negativo. Max Weber
tre los autores de la sociología empírica. Se ha visto que las instaba a no perder el gusto por los hechos con preferencia a
diferenciaciones ideológicas se reconstituyen con mayor ra­ las teorías 44, con lo cual señalaba una exigencia que nada tie­
pidez que las materiales. o sobreviven como expresión del es­ ne que ver con el vulgarismo de los materiales, caricatura del
píritu jerárquico de clase en las bases materiales de este es­ fervor coleccionador del sabio. Hoy probablemente es nece­
píritu, mientras por otro lado, ya desde hace varios años, las saria una gran cantidad de materiales, ajenos a priori a la
diferencias materiales en Alemania tienden a evidenciarse de transparencia de las categorías por obtener, en una cultura
nuevo. La psicología de la juventud de postguerra, en cam­ demasiado impregnada por intencionalidades interpretati­
bio, se aleja de manera sustancial de la imagen que ofrecía la vas, conocimientos no preformados y cosificados convencio­
psicología juvenil tradicional. El estudio de la juventud, como nalmente, y tanto más en Alemania, donde la construcción
el de la escuela, destaca los comportamientos toscamente di­ teórica mediante conceptos puros, procedentes «de lo alto»,
rigidos a la autoconservación, orientados en modo extremo ha sido profundamente comprometida, en sociología, por los
hacia todo lo «práctico», inmediatamente accesible, y ello no hábitos mortificantes de un pensamiento que procede, por
sólo entre muchachos de alrededor de 10 años, sino también decreto, habituado a superponer los conceptos a las cosas vi­
a menudo en los de alrededor de 14; se trata de cierto mate­ vas, como si fuesen otros tantos sellos de recibos. Es cierto
rialismo o «concretismo» vulgar, llevado a polarizaciones in­ que con los estudios de comunidad se pueden destacar en un
fantiles producidas bajo la presión de las circunstancias de la modelo muchas cosas que también son válidas en general y
época. Esta ligazón con lo «concreto» (la categoría celebrada
hoy en todas partes) no impide que la juventud de postguerra
se sienta insegura y que busque un punto de apoyo, incluso
" !bid., Deutsche Familien nach dem Kriege, cit.
" Weber, «La objetividad cognoscitiva de la ciencia social y de la políti­
ca social», en El método de las ciencias histórico-sociales (Ges Aufsdtze wr
Baumert. Jugend der Nachkriegszeit, ed. cit. Wissenschaftslehre, Tubinga 1951, 214)

78 PARA COMPRENDLR QUÉ ES LA CIUDAD


que, en el conjunto de la sociedad, sería quizá imposible cap­ que sólo se pueden explicar en relación con condiciones mu­
tar empíricamente. No por ello, sin embargo, desaparecen cho más generales, entonces, por cierto, se hace insostenible
las preocupaciones de orden epistemológico. Si se aísla una la esperanza de obtener una parte que represente al todo. En
ciudad media, incluso aunque se tenga en cuenta su «territo­ resumen, también los estudios de comunidad chocan con el
rio», se realiza precisamente ese conocimiento del todo que hecho, no accidental, de la divergencia de fondo entre la teo­
se quiere sustituir por el estudio del sector. Pero aunque se ría de la sociedad, por un lado, y la investigación empírica
prescinda del problema de si existen ciudades medias típicas, por el otro. Esta tensión no se explica simplemente por la fal­
y a qué se refiere esta tipicidad, sigue siendo necesario pos­ ta de un sistema conceptual adecuado o la insuficiencia de
tular el problema de principio de si las formas de vida aso­ hechos conocidos y disponibles. En su raíz hay un elemento
ciativa observables en una ciudad media son en la actualidad de principio, la relación entre apariencia y esencia en la so­
verdaderamente decisivas, y si en cambio no lo son algunas ciedad considerada en su conjunto. Así, los estudios de co­
de las metrópolis industriales, que se ofrecen con mucha ma­ munidad no satisfacen plenamente, por una parte, los crite­
yor dificultad a los métodos de investigación de los estudios rios modelados sobre las ciencias naturales que la investiga­
de comunidad. En primer término, las consecuencias sobre el ción social empírica ha hecho suyos, y que postulan la repe­
comportamiento humano en general, que se extraen de estos tibilidad, el control, el aislamiento de los factores individua­
estudios, se prestan a graves objeciones. En la monografía les de un todo; y no alcanzan a darnos la esencia de las co­
sobre las autoridades administrativas de Darmstadt, por sas. Por otra parte, si los investigadores no tienen un conoci­
ejemplo, vemos que se comprueba una discrepancia entre la miento desde el principio, este conocimiento, sea como fue­
actitud de los habitantes hacia dichas autoridades y las ex­ re, se da luego. Sin embargo, en estos estudios es justo ver
periencias realizadas efectivamente en contacto con éstas; una de las tentativas más enérgicas que se hayan hecho para
pero si en verdad las opiniones sobre una oficina pública no superar la fractura que divide la ciencia de la sociedad; ello
dependen tanto de la situación concreta en la ciudad en cues­ los justifica ampliamente, y los resultados que han producido
tión, y de las experiencias vividas en esa oficina o ente, sino contribuyen con frecuencia a la corrección de las deficiencias
de factores ideológicos, del clima ideal, de componentes so­ que los afectan.
ciales que poco tienen que ver con la comunidad estudiada y

TH. W ADORNO - M. HORKHEIMER 79


LA CULTURA URBANA: cia de los servicios comunales (como, por ejemplo, el herrero
2 LA CIUDAD COMO EXPRESIÓN y otros artesanos de la aldea). La casa lugareña, sin embar­
• Y FORMA CULTURAL
go, puede encerrar todos esos enclaves de trabajo en una
unidad completa, y si no bajo un mismo techo, sí, al menos,
bajo una sola reglamentación. Este es el tipo de casa greco­
2.1. La dicotomía comunidad-asociación rromana clásica, caracterizada por una autoridad en la ma­
teria (Rodbertus) en la siguiente afirmación: «Nihil hic emi­
tur, omnia domi gignuntur» (Nada se compra, todo se produ­
Ferdinand Tonnies ce en la casa).
Comunidad y asociación (1887), Península, Barce­
lona 1979. - La casa urbana, que consideramos predominantemen­
te la casa del artesano, permanece, por el contrario, depen­
Selección de textos: Teoría de la comunidad: (15) Ciudad diente del intercambio incluso en lo que se refiere a las ne­
y campo como polos complementarios, (16) Analogía de la cesidades vitales. Lo que el artesano produce por sí mismo
casa. La aldea. Relaciones de propiedad, (17) Comunidad de (calzado, por ejemplo) no es, a la larga, para uso propio. Si
aldea y tierra comunal, (18) La ciudad. Artesanía como arte. se concibe la ciudad como un todo, como una comunidad de
Arte y religión. Ciudad y comercio, 55-66 y Resultado y Pers­ quehaceres que, mediante la cooperación mutua, provee a
pectiva, (4) Asociación, ciudad, metrópolis, (5) De la comuni­ las casas de los ciudadanos y, por tanto, a sí misma de obje­
dad familiar al Estado, (6) Influjo sobre la muchedumbre, (7)
Épocas históricas, (8) Analogía con los períodos individuales tos útiles y bellos, constantemente habrá de producir, sin em­
de vida, 271-280. bargo, un excedente de bienes para suministrarse a sí misma
los alimentos necesarios a través de las granjas vecinas, a
menos que la propia ciudad o los ciudadanos posean y culti­
• Ciudad y campo como polos complementarios. ven la tierra.
Formas de intercambio De esta manera se desenvuelve el intercambio de bienes
Considerando la casa propiamente dicha en sus aspectos entre la ciudad y el campo, que es el más importante para
físicos, pueden distinguirse tres tipos: una teoría general de los fenómenos de la cultura. En esta re­
lación, el campo goza de obvia ventaja de poseer los bienes
- La casa aislada, esto es, la casa que no pertenece a un que son necesarios, comparados con los de segundo orden,
conjunto de casas. La tienda móvil de los nómadas pertene­ siempre que no precise herramientas y otros utensilios de la­
ce a esta categoría. La casa aislada se encuentra también en branza. La ciudad tiene la ventaja de producir bienes raros y
la época agrícola bajo la forma de granja, que es el tipo de bellos, de donde se desprende que, en un área rural extensa,
construcción característico y típico de las regiones montaño­ sólo un selecto grupo de su población se encuentra concen­
sas y de los marjales de las tierras bajas. De la misma forma, trada en la ciudad; en consecuencia, el número de trabaja­
la granja aislada continuó existiendo como casa solariega o dores que produce excedente de granos y carnes se encuen­
asiento familiar fuera y por encima de la aldea, que quedaba tra en razón de dos a uno respecto a aquellos que fabrican
obligada por la costumbre a prestar servicios a aquélla, como objetos artísticos y manuales para el intercambio. Es innega­
originaria y protectora, por decirlo así. ble, por cierto, que ninguno de ellos es un mercader profe­
- La casa lugareña de la aldea constituye el asiento bien sional que, en competencia con los demás, pugna por vender
fundamentado y, en un sistema agrícola normal, apropiado sus mercancías, y que tampoco se trata de un monopolista
para una hacienda que, en razón de todas sus demandas que aguarda a que la necesidad de sus clientes se vuelva más
esenciales, es autosuficiente o puede abastecer sus propios urgente y, por consiguiente, a que sus ofertas encuentren me­
recursos mediante la cooperación de los vecinos y la asisten- jor acogida para obtener el precio más alto posible. No hay

80 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


duda de que se dan estas posibilidades, pero no se materia­ procreación) se encuentra mezclado con el carácter fraternal
lizarán hasta que no se entrometan los intermediarios que no (basado en la igualdad de hermanos y hermanas). Del mismo
trabajan. modo, los elementos de autoridad, de una parte, y de com­
pañerismo entre iguales, de otra, son inherentes a las insti­
Parece justificada la presunción de que, a despecho del tuciones del clan. En la comunidad de la casa prevalece lo
deseo natural de mantenerse a sí mismo o de obtener la ma­ primero, mientras que en la comunidad de la aldea domina
yor cantidad posible de bienes de las otras personas, perma­ lo segundo. Sin embargo, el espíritu fraterno no escasea más
nece vivo en la relación de ciudad y campo cierto espíritu fra­ en la casa que en la aldea el dominio paterno. Pero el princi­
terno para dar y recibir, espíritu que, aparte de estas activi­ pio paternalista, que es un factor importante en un sistema
dades de trueque, se alimenta en virtud de los múltiples la­ de organización aldeano, sólo es significativo para la teoría
zos de amistad y parentesco y suministra puntos de reunión conceptual de la historia, a saber, como la raíz del feudalis­
gracias a los templos y plazas públicas. mo. Pues, en este principio, la creencia en la dignidad y la au­
Probablemente se dé una situación similar en el inter­ toridad naturales de una casa eminente, o bien noble y aris­
cambio, mucho más animado, entre dos ciudades, aunque tocrática, sigue viviendo aun después de que los fundamen­
éste se encuentre menos favorecido por el espíritu colectivo, tos de tal creencia se hayan debilitado: lo que conecta direc­
ya que el parentesco, la proximidad y el carácter no comer­ tamente al cabeza de clan, en efectivo o mediante la apari­
cial de la población rural contribuyen a ello. Más aún, las ción (por descendencia lineal), con el antepasado común de
más altas funciones de un cuerpo social de esta índole, es de­ todo el clan y que al mismo tiempo parece garantizar su ori­
cir, las pertinentes a la dirección intelectual y material, no gen divino y consecuentemente su autoridad inmediatamen­
pueden concebirse si forman un todo ofreciendo y vendiendo te divina es el respeto por la ancianidad y el linaje. Pero tam­
mercancías. Por el contrario, esas funciones aparecen orgá­ bién se concede respeto y gratitud al hombre de noble naci­
nicamente mantenidas, nutridas y alimentadas por una vo­ miento, en beneficio de la jefatura. Así, es bastante natural
luntad común y, a partir de aquí, por los medios a su dispo­ que los primeros frutos de los campos y los primeros retoños
sición bajo la forma de donativos, tributos y servicios obliga­ de los animales domésticos le sean ofrecidos. Cuando se ocu­
torios. El intercambio por servicios, si las funciones se pre­ pa y se parcela una nueva tierra bajo su mando, también es
sentan como tales, no constituye sino una forma en que pue­ natural que, antes de que tenga lugar el reparto, se añadan a
de expresarse a sí mismo el carácter mutuo de esta relación. su hacienda las tierras cultivables más próximas y selectas,
Pero es posible que, en el curso de un desarrollo ulterior, tal por consenso general, primero para que las use alternativa­
expresión deba ser considerada adecuada. Similar adecua­ mente y luego las tome como posesión permanente. Su parti­
ción puede darse dentro de los mismos límites en los cuales cipación de las tierras es, sin embargo, superior varias veces
la destreza y el goce que sobrevienen tras realizar ciertas a la de los demás miembros del clan; si el clan se encuentra
funciones pueden ser considerados iguales a una mercancía dividido en diversas aldeas, el jefe participa a partes iguales
adquirida en el mercado. en todas ellas (ese fue el procedimiento más común en el sis­
tema agrícola germano). Su casa y su heredad quedan en el
punto medio de la aldea (o aldeas), o, si se trata de zona mon­
• Analogía de la casa. La aldea. tañosa, su castillo se cierne sobre la aldea.
Relaciones de propiedad
Pero el señor feudal adquiere poder real sólo cuando, en
En analogía con la casa, la aldea y la ciudad se conside­ nombre de la comunidad, realiza funciones cuyos resultados
ran las formaciones más claramente delimitadas de propie­ sirven sobre todo a su propio interés. De aquí se sigue que al
dad colectiva y consumo comunal. El clan domina sobre la final parece que tales funciones se lleven a cabo sólo en su
dualidad de casa y aldea y se ha descrito ya como un antece­ propio nombre. Lo cual tiene especial presencia en la admi­
dente de la familia (familia antes de la familia), pero, de la nistración de la tierra no distribuida, que es la más pronta a
misma manera, puede concebirse, aunque con menos clari­ entregársele cuanto menos utilizable y fructífera es. Esto se
dad, como un precedente de la aldea (aldea antes de la al­ refiere más a los bosques que a los pastizales, a las tierras
doa). Esto se debe a que el clan comprende en sí mismo esas baldías que a los bosques. En efecto, las tierras muertas ni si­
dos formas mayores como potencialidades. En el clan, el ca­ quiera se consideran de los campos comunales; pertenecen a
r¡Ícter patriarcal (válido para toda autoridad basada en la una unidad superior (el distrito o el país) administrada por

F. TÓNNIES 81
los regidores de esas mismas unidades superiores y entrega­ gal de la misma institución. Por otro lado, la dependencia de
da como feudo a los barones de menor rango. Estos barones toda propiedad campesina o restringida puede abolirse me­
instalan a su gente en la parte de la tierra que parece asegu­ diante la voluntad del señor feudal o mediante el peso de la
rar un cultivo provechoso. Con el crecimiento de la pobla­ legislación que lo obliga a ceder derechos. La propiedad será
ción, el barón, como señor de la guerra o de la caza, puede declarada entonces individual y absoluta en el mismo senti­
reunir en torno de su feudo un séquito creciente de partida­ do que la propiedad señorial. En todos estos casos tiene lu­
rios que, no obstante, consumen más de lo que puede pro­ gar una separación definida, que en principio sólo es de na­
porcionar el zurrón del cazador y los saqueos bélicos junto turaleza jurídica. En realidad, las condiciones comunitarias
con los tributos y los beneficios de la propia tierra señorial. pueden persistir allí donde han existido antes. Pero la pre­
Así, los partidarios se convierten en campesinos y ganaderos sión y la resistencia, que corresponden a la dominación y la
y reciben del señor rebaños (de donde deriva el término dependencia respectivamente, continuarán también y se re­
fe-od), herramientas y semillas. Quedan pues todos en rela­ novarán constantemente si la dominación alcanza a firmarse
ción muy estrecha con el señor del feudo y bajo la obligación en virtud de la superioridad de la propiedad mayor sobre la
de prestar servicios a la heredad, así como de seguir sus ban­ menor.
deras en caso de guerra. Poseen propiedades; pero, a dife­
rencia de la propiedad de los hacendados, su propiedad no
surge de su propio grupo, es decir, de su propia comunidad, • Comunidad de aldea y tierra comunal.
sino de su relación (Gemeinschaft) con el señor, y queda a La comunidad como casa.
disposición de éste por un derecho superior de propiedad en Organización económico - comunal
el que tienen origen las diversas ideas del señorío feudal y la La gran variedad de estas relaciones, que se modifican
propiedad de la tierra. Esta propiedad señorial pertenece, se­ considerablemente cuando un cuerpo eclesiástico, un mo­
gún definición correcta, esto es, basada en la naturaleza de nasterio u otra organización toma el puesto del señor feudal,
las cosas y la tradición (armonía social, ritos y usanzas), a la no pueden ni siquiera bosquejarse. No obstante, importa ha­
Gemeinschaft, el conjunto de la comunidad y el señor. Sin cer ver en qué medida domina todas las realidades vitales y
embargo, este último puede ver la oportunidad o sentirse todas las correspondientes ideas de su orden justo y necesa­
tentado a considerar esos derechos de propiedad como una
prerrogativa exclusivamente suya, sobre todo cuando le han rio, en la cultura de la aldea y el sistema feudal, que se basa
correspondido las partes menos valiosas de la tierra. Hecho en ella, la idea de una distribución natural y de una tradición
que puede conducir al cabo a degradar a los terratenientes sagrada que determina y descansa sobre esta distribución
junto con aquellos que de ellos dependen a un estado similar natural, así como la poca importancia e influencia que tienen
al de sus siervos y trocar sus derechos de propiedad por me­ los conceptos de intercambio y compra, de contrato y regula­
ros derechos de uso (dominium utile). Cuando hay necesidad ciones. La relación entre comunidad y señores feudales, en
de proteger mayor medida que la relación entre la comunidad y sus
. ' y mitigar
. ' los
. deberes en las organizaciones su-
torr�+on;ontoc nnorlon favorecer miembros, se basa, no en contratos, sino, como las relacio-
'
ese desarrollo. munidad aldeana, aun allí donde abarca también al señor
En caso extremo, el señor feudal deja de poseer una pro­ feudal, es, en su relación necesaria con la tierra, como una
piedad relativa, dividida, a la manera de una Gemeinschaft, casa individual. La tierra común constituye el objeto de su ac­
para adquirir la apariencia de propiedad absoluta, individual tividad y su cuidado, y afecta en parte a los propósitos colec­
y exclusiva. Por otra parte, esto se convierte, o bien en un ilo­ tivos del conjunto y en parte a los propósitos idénticos y re­
tismo completo, si se exigen servicios y contribuciones ilimi­ lacionados de sus miembros. Lo primero se observa más cla­
tados, o bien en un arrendamiento libre bajo contrato, aun­ ramente en el caso de los bosques, lo segundo en el caso de
que acaso excesivo, si servicios y contribuciones tienen lími­ los pastos comunes. Pero incluso los campos y los pastos re­
tes. Puede ocurrir que con el empleo de capital y con una partidos pertenecen a la familia individual únicamente du­
educación superior del arrendatario, el arriendo pueda desa­ rante el período de cultivo; después de las cosechas, las va­
rrollarse realmente como el punto opuesto de la servidum­ llas son derribadas y las tierras se vuelven pastizales y, por
bre. No obstante, bajo condiciones diferentes, acaso no signi­ tanto, nuevamente tierra común. También en el uso indivi­
fique nada más que otra denominación y una nueva forma le- dual el aldeano se encuentra:

82 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


«Limitado de múltiples formas mediante el derecho gene­ tivada que podrá transmitir en herencia. Cualquier otra cosa
ral, las reglas y regulaciones del orden común lo sujetan al cul­ que pueda exigir por los productos que realiza queda tasada se­
tivo de sus prados, sus campos y sus viñedos. Para que el cam­ gún un modelo acostumbrado de precio, modelo que muy ra­
pesino individual prosiga la tradicional rotación de la recolec­ ramente se alterna. Lo que nos permite sospechar que los gru­
ción, la plantación no menos tradicional y las temporadas de pos germánicos primitivos fueron similarmente autosuficientes
cosecha, apenas si se requiere una regulación expresa. Y ello en esta asignación de un lote concreto de área cultivada para
porque le resulta imposible económica y factualmente emanci­ sus negocios particulares» (Sir H. S. Maine, Village Communi­
par de la economía de la comunidad su economía privada, que ties in the East and West, 125 y ss.)
no puede sobrevivir sin la complementación e incluso el sopor­
te del derecho comunitario. Las reglas detalladas, aquellas so­ Lo cual queda confirmado en una descripción del coto
bre todo que conciernen al período de apertura y clausura de alemán:
los campos y prados son insuficientes o tienen que transfor­ «De acuerdo con la concepción moderna, en la medida en
marse, cambio que ha de realizarse por decisión de la comuni­ que la tierra común era usada también para realizar pagos y
dad. A partir de aquí, la comunidad abre y cierra los prados y compensaciones a los administradores, oficiales y empleados
campos, determina las cosechas de invierno y de verano, los de la comunidad, los propósitos de ésta estaban relacionados
barbechos de los campos, regula el tiempo de siembra y cose­ con la tierra común. A veces, los feudos por servicios especia­
cha, preceptúa la vendimia, y luego estatuye hasta la paga de la les eran concedidos a los oficiales de la comunidad y empleados
cosecha. Ejerce asimismo la intendencia de tal manera que el del coto. A veces, incluso se concedían feudos por servicios es­
uso acostumbrado de los campos bajo la regulación común no peciales fuera del coto a los oficiales y empleados de la comu­
puede cambiar arbitrariamente, de modo que la comunidad ru­ nidad. En casi todas partes se les permitía la utilización parti­
ral sea alterada ... En las leyes de las entidades encuentran tam­ cular de bosques y pastos que tenía carácter de remuneración.
bién arraigadas todas las limitaciones y obligaciones de la pro­ A este nivel pertenecía, hasta que modificaron su carácter con
piedad individual de los terrenos acotados causadas por la ubi­ el cambio de oficio en el derecho señorial, el uso-privilegio de
cación diseminada de las parcelas individuales de tierra ... Aquí los oficiales, delegados forestales, jueces, etc. Lo que también es
se percibe también, a tenor de su origen, el conjunto de leyes verdad para los usos oficiales o privilegios de los jueces de paz
relativas a las relaciones de vecindad, ya que ello fue más bien y comarcales. Sin embargo, los privilegios de los jurados, los
un resultado en el comienzo de la organización de cotos que asesores, los guardabosques, los molineros, los guardias jura­
wrn modificación individual de la propiedad (absoluta) provo­ dos, los alguaciles, los apacentadores y otros oficiales comuna­
cada por el título especial de una parcela de tierra colindante» les, que a menudo son expresamente descritos y considerados
(O. Gierke, Das deutsche Genossenschaftsrecht, Zweiter Band: como resultado del descargo de los deberes oficiales que esti­
Geschichte des deutschen Korperschaftsbegriffs. 216-218). pulaba la comunidad, podían legar como compensación el uso
de la tierra común. Los privilegios de los sacerdotes y los edu­
Una autoridad en el campesinado hindú describe esta si- cadores suelen tomarse de manera similar. Por último, también
tuación como semejante a las instituciones primitivas de oc­ poseería idéntico carácter el uso de la tierra común, que era
cidente, y a la comunidad como un ser organizado, indepen­ privilegio de los artesanos autorizados por la comunidad o el
diente y activo. señor a llevar adelante sus actividades en el coto. Los artesanos
«lnclHye Hn establecimiento casi completo ae ocHpaciones @ran consid@rados como empl¡rn,dos de la comunidad y @staban
e industrias para hacer posible que continúen su vida colectiva no sólo habilitados, sino también obligados a trabajar exclusiva
sin ayuda de ninguna persona o cuerpo externo a ellas. Excep­ o inicialmente para la comunidad y sus miembros; o tenían que
ción hecha del jefe del consejo que ejerce un poder cuasijudi­ librar cierta cantidad de trabajo en calidad de deberes o se les
cial y cuasilegislativo, poseen una policía propia... Engloban fijaba un precio. La utilización de la propiedad común que se les
varias familias de artesanos que ejercen oficios transmitidos permitía hacía posible su labor y se consideraba una compen­
hereditariamente; el herrero, el alfarero, el zapatero. Se en­ sación. Constituía una especie de pago. Según la forma de pen­
cuentra también el brahmín para la realización de ceremonias sar propia de la comunidad, aquello que hemos considerado
y hasta la danzarina que se ocupa de las festividades. Hallamos como utilización de la tierra común para efectuar los reintegros
asimismo invariablemente un administrador del poblado...; la por los servicios especiales de la comunidad se considera tam­
persona que ejerce cualquiera de estos oficios hereditarios es bién como uso de los bienes comunes para la satisfacción de las
realmente un siervo de la comunidad en igual medida que cual­ necesidades inmediatas de todos. Jefes, oficiales y siervos, así
quiera de los miembros que la componen. A veces se le paga como artesanos empleados, son gravados con algún cometido
con una asignación de grano, aunque suele ser más general el por la totalidad del grupo, con lo cual resultan útiles a la comu­
que se le adscriba para él y su familia una parcela de tierra cul- nidad total e individualmente» (O. Gierke, o. c., 239 y ss.).

F TÓNNIES 83
Son comparables a los órganos de su cuerpo. La consti­ para mantener o inspirar esa misma actitud. Se concede una
tución de la vida del grupo es económica, lo que significa que justa atención a las formas refinadas y armoniosas del len­
es de naturaleza comunitaria o comunal. guaje, de representaciones y de obras, esto es, a todo aquello
que posee su propio ritmo y armonía o revista el calmo ca­
rácter de éstos, como si se hubieran originado a sí mismas.
• La ciudad. Artesanía como arte. Todo lo que es molesto, sin mesura y contrario a la tradición,
Arte y religión. Ciudad y comercio es aborrecido y rechazado. Es cierto que aquello que resulta
De acuerdo con la descripción aristotélica y de conformi­ honrado por el tiempo y la costumbre puede ser muy bien un
dad con la idea que subyace en su condición de fenómeno na­ impedimento para la búsqueda de la belleza en el culto, pero
tural, la ciudad es una casa autosuficiente, un organismo con esto ocurre sólo porque se encuentra rodeado de una belleza
vida colectiva. Cualquiera que sea su origen empírico, la ciu­ y santidad peculiares para la tradición y los espíritus piado­
dad ha de ser considerada como un todo del que la solidari­ sos. En la vida urbana, sin embargo, disminuye el apremio
dad individual y las familias particulares que la constituyen de la tradición; predomina el alborozo del trabajo creador. De
son necesariamente dependientes. Tanto en lo que atañe a su la misma manera, el arte de las palabras habladas o escritas
lenguaje, sus costumbres, su credo, como con su tierra, sus retrocede frente a las artes plásticas, o bien se combina con
construcciones y sus tesoros, representa algo perdurable que ellas y las asimila.
sobrevive a la secuencia de generaciones y reproduce siem­ La religión, que se debe en principio a la contemplación
pre, en parte por sí misma, en parte mediante la herencia y de la muerte, atañe a una cuidadosa relación con la vida mis­
la educación de sus habitantes, el mismo carácter e idéntica ma como culto de las fuerzas de la naturaleza. El gozo de
actitud intelectual. Asegura la alimentación y acumula mate­ todo lo que crece renovado se expresa en imágenes o fanta­
riales, bien de sus propias posesiones territoriales, bien de sías gigantescas. Los demonios que, al igual que los antepa­
las de los ciudadanos, o mediante compras regulares de los sados, no son más que fantasmas subterráneos aplacados,
distritos circundantes. En cualquier caso, dedica su mayor resucitan como los dioses y ascienden a los cielos. La ciudad
esfuerzo a las más refinadas actividades del cerebro que, al aproxima a los dioses a su corazón mediante la recreación de
dotar a los objetos materiales de una forma placentera en ar­ sus imágenes para la contemplación diaria, como ocurriera
monía con el espíritu colectivo, representa la esencia general con las leyes de la casa. Al mismo tiempo, los dioses, des­
del arte. En este sentido y como determinada por el estilo de cendidos del cielo e investidos de una significación más espi­
la comunidad y sus estamentos, toda artesanía urbana es ritual, se vuelven ejemplos de pureza moral, elevación y bon­
arte auténtico, aunque esa tendencia tiene pocas oportunida­ dad; los sacerdotes se tornan pedagogos y vigilantes de la vir­
des de manifestarse en algunas de sus variantes. Como arte, tud. En esa idea se encuentra la consumación de la religión.
sin embargo, la artesanía sirve a la primera de todas las ne­ Un elemento así será tanto más necesario cuanto más varia­
cesidades de la comunidad: la arquitectura de las murallas, da y de tonalidad urbana se transforme la vida, cuanto más
las �orr�s, los port?_nes d� la ciudad, los �dificios yAf:lico� y pierdan poder o se true_quen en pequeños y limitad?s grup?_s
_ , ,
'
res de los edificios y su exterior, para retener y cultivar me- mientos y los gestos afectivos, la estrecha amistad y la ver­
diante imágenes, estatuas y retratos el recuerdo de las dei­ güenza mutua. En cambio, el arte como práctica sacerdotal .
dades y de las personas distinguidas; en general, para situar recibe un estímulo mucho mayor. Pues lo que es bueno, no­
lo noble y lo eterno ante los ojos de los hombres. La relación ble y, en cierto sentido, santo, ha de ser percibido sensual­
especialmente estrecha entre el arte y la religión (como afir­ mente a fin de influir en el pensamiento y la conciencia.
mó Goethe: el arte está basado en sentimientos religiosos) La artesanía y el arte se transmiten mediante la ense­
tiene sus raíces en la vida de la casa. Cada culto original per­ ñanza y el ejemplo, al igual que un credo, como si se tratara
manece ligado a la familia y encuentra su expresión más vi­ de un dogma y un misterio religioso. Se conservan mucho
gorosa en tanto que culto doméstico donde, en principio, el mejor en el interior de la familia, pasan a los hijos y los her­
lar y el altar son la misma cosa. El culto en sí mismo es un manos los comparten. De esta forma la solidaridad puede de­
arte. Lo que se hace en honor de los difuntos y las figuras ve­ sarrollarse como si se tratase de un clan en torno a la figura
neradas surge de una actitud solemne y respetuosa y se lleva de un antepasado e inventor de su arte. Mantiene la heren­
a cabo de una manera tan completa y comedida que sirve cia común y, como parte integrante de la ciudadanía, repre-

84 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


senta un «olicio» de la comunidad urbana. Las art es, qu e pecialmente las grandes, desea aislarse, busca extender su
constituy en en su conj unto un elemento cada vez más esen­ dominación económica y política tan lejos como le sea posi­
cial de la ciudad, alcanzan de este modo una libertad y do­ ble». Y así sucesivamente.
minio total sobre la comunidad. La ciudad es la protec tora de
la paz colectiva y de la normativa en que esta paz se realiza, . ., . , .
dentro y fuer a, como la organización del trabajo. Son éstas, • Asoczacwn, ciudad, metropolzs
norm�s sagradas de �ignifica_d? moral inme �iato. El gremio
c?nstituy e una comunidad �ehgwsa, Y 10 Pr?P10 suced e �on la
Las formas exteriores de la vida en comunidad, repre-
, sent adas por la voluntad natural y la comunidad, quedaron
cmdad. A este t enor, la ex1s ten�i� economica de una cmdad
perfecta, tanto en el mundo h elemco como en el germ an?, no diferenciadas como casa, aldea y villa. Constituy en los tipos
pued.e abarcarse por,completo a menos que el arte, en ig.ual duraderos de la vida real e hi.stóric . a. .En una asoci
. ación de-
, sarrollada, como en los estad10s mfenor y med10, las perso-
. . .
me, dIda que 1a re1·ig10· n, sean consi'derados como 1a func10n . .
mas e_1evad e imp?
ª · ª
rtante de 1 cm ª
· d d entera Y, en �onse- nas viven J untas de esas maneras distmtas. La cmdad es el
estadio superior, esto es, la fo rma de vida social más com-
cuen cia, de �u _gobi�rno, s:iis estaI?,entos � sus gremws. �l
. P1eJ a· . Su carácte,r local · en. . común con el de la aldea con-
arte y la relig10n eJercen mfluencia y reciben el r econoci-
tr asta con el caracter faffilliar de la casa. Tanto aldea como
· t° sigm
II:10n · ·fiicarivo de 1a vi· d ª diana · · en 1as acrivi• d.ª des de 1 ª
c��dad, en tanto que i:nodelos Y !egl�s de pe_nsamiento Y ac-
ciudad mantienen muchas características de la familia ; la al-
cwn, orden Y ley. La cmdad (p?lzs), dice Platon en Las Leye�, dea más que la ciudad. Sólo cuando la ciudad se convierte en
urbe puede decirse que esas características se pierden casi
es como �n drama _ en la realidad. Ma�tenerse pleno -�e n-
queza y vig?r constl�uy e y a _ un arte, al ig�al _q�e tambien es por completo. Las familias y los individuos tienen identidades
un arte la v ida sensible y vi rtuosa de un mdividuo. Por esta
separadas, y su ubicación común es sólo un lugar accidental
, , o deli'beradamente elegid· o para vi· vir· . pero comO la ci·udad
razon, l ª dqw·sic
ª · w· , n Y vent ª de merc�ncias, JUn · t° con 1os de-
rechos fundamentales de almacenamiento y mercado, no son
pervive dentro de la urbe, ciertos elementos vitales de la co-
ª munr'dad, como "o 1, rma rea1 de vi'da, persr·sten dentro de la
para 1 cm_ · d ª d cosa de �ventura m· d'rv'd � ua1 ' smo• 1ª empresa asociación aunque languidecentes y en decadencia . Por otro
de su prop10 ser, C?nducido por ella mism� 0, en su_ nombre, lado, cuan do más general se vuelve en la nación o grupo de
�or u no de los ofic10s cmdadan?s. E l conseJ_o de la cmdad en� naciones la condición de asociación ' con mayor claridad co-
tiende que no es bueno que l a cmdad necesita exportarse a si
. . ,
mr· s1!1a m· que h. aya de rmpo · rtarse 1O dan - m?;
• e1 gremw en mienza a parecerse a una gran urbe todo ese «pars» o el
particular s cwda de que los oduct?s v �1 por us se-
nores sean iuenos Y d�gnos ¡r e gremw. t
1º�
ª ig esra Y e� clero
«mundo» entero. No obstante, en la urbe y, por tanto, allí
donde prevalecen las condiciones generales características
rtrr de los efectos destructores d el co-
de la asociación, sólo los estratos superiores, los ricos y los
a
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:e:�� ; ��n�:��:,
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J� c�;f��:�:i/�� :�t;���� 1�r���e�ºt:�
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El carácter corporativo de la ciudad y a señalado es co- clases infe riores se avienen en parte a sustituir a los otros, en
rrectamente considerado por el historiador d1i la 0conomía parte también a imitarlos a fin de conseguir para sí poder e
desde un punto de vista estrictamente comercial y político. A independencia sociales . La urbe consiste para ambos grupos
este respecto, ciertas afirmaciones contundentes de Schmo- (lo mismo en la «nación» que en el «mundo») en personas li-
ller (Jahrbuch für Gesetzgebung, etc., VIII, 1) confirman la bres que están en contacto entre sí, intercambian y cooperan
teoría como evidente. H ace hincapié de manera significativa sin ninguna comunidad o voluntad desarrollada entre ellos a
en «la dependencia de las instituciones socio-económicas bá- partir de aquí, salvo que ésta pueda desarrollarse esporádi-
sicas en un momento dado respecto de los cuerpos políticos camente o a partir de las condiciones primitivas. Por el con-
más importantes». Y añade en este sentido: «La aldea es un trario, estos contactos, contratos y relaciones contractuales
sistem a económico y comercial cerrado en sí mismo». (Lo externos y numerosos alcanzan sólo a cubr ir cuanto más hos-
que podría extenderse hasta el estamento señorial y el con- tilidades internas e intereses antagónicos. Esto es especial-
ventum en el área cultural germánica). «Parecida a la comu- mente válido al hablar del antagonismo entre los ricos o la
nidad- aldea y sus órganos, la ciudad tiende a desarro ll arse llamada clase ilustrada y los pobres o clase sometida, que ha-
preferentemente en un cuerpo económico dotado de potente cen todo lo posible por obstaculizarse y destruirse. Contraste
energía y dominador de todo lo indiv idual. .. Cada ciudad, es- semejante es el que, según Platón, da a la «ciudad» su carác-

F. TÓNNIES 85
ter dual y la divide. Según nuestra concepción, esto en sí organismos elementales de su cuerpo social; los gremios, las
constituye la urbe, pero el mismo contraste queda también corporaciones y los oficios representan a su vez los tejidos y
manifiesto en toda relación a gran escala entre capital y tra­ órganos de la ciudad. Aquí, el parentesco original y la condi­
bajo. La vida en la ciudad permanece dentro de la comuni­ ción heredada permanecen como condición esencial, o por lo
dad de familia y vida rural; se dedica a fines agrícolas, pero menos de mayor importancia, para participar plenamente en
se interesa particularmente en el arte y la artesanía que sur­ la propiedad común y otros derechos. Los extraños pueden
ge de sus necesidades y hábitos naturales. La vida de la urbe, ser aceptados y protegidos como miembros de la servidum­
empero, se diferencia tajantemente de aquélla; las activida­ bre o invitados, bien temporal bien permanentemente. Pue­
des básicas se utilizan sólo como medios y herramientas para den de este modo pertenecer a la comunidad como objetos,
los fines particulares de la urbe. pero nada fácilmente como agentes activos y representantes
de la misma. Los niños, durante su minoría de edad, depen­
La urbe es típica de la asociación en general. Es esen­ den de los miembros de la familia, pero según la costumbre
cialmente un centro comercial, y mientras el comercio domi­ romana se consideran libres porque se anticipa que en con­
na su trabajo productivo, un centro fabril. Su riqueza es el ca­ diciones posibles y normales llegarán a ser amos, herederos.
pital que, bajo la forma de comercio, usura o inversión in­ Lo que no alcanza ni a siervos ni a invitados de la casa o la
dustrial, se mueve y multiplica. El capital es el medio de comunidad. Pero los huéspedes de honor pueden acercarse a
apropiarse de los productos del trabajo o de explotar a los la condición de los niños. Si resultan adoptados o se les con­
trabajadores. La urbe constituye también el centro de la cien­ ceden derechos civiles, adquieren totalmente aquella posi­
cia y la cultura, que siempre van a la zaga del comercio y la ción mediante el derecho a la herencia. Los siervos pueden
industria. También han de sobrevivir aquí, por supuesto, las estimarse o tratarse en calidad de invitados y, a causa del va­
artes; pero son explotadas a la manera capitalista. Las ideas lor de sus funciones, hasta tomar parte en las actividades del
cambian y se difunden con rapidez asombrosa. Los idiomas grupo como si fueran miembros del mismo. También ocurre
y los libros para la distribución masiva se vuelven estímulos a veces que llegan a ser herederos naturales o designados.
de importancia amplísima. Existen en realidad numerosos grados, inferiores y superio­
La urbe ha de distinguirse de la capital de la nación, que, res, que no están establecidos por una fórmula jurídica. To­
como residencia de la corte o del gobierno, manifiesta en mu­ das estas relaciones, bajo circunstancias particulares, pue­
chos aspectos los rasgos de la urbe por antonomasia, aunque den transformarse en intercambio meramente interesado en­
su población y ciertas condiciones diversas no han alcanzado tre partes independientes que contratan.
todavía aquel nivel. Mediante la síntesis de urbe y capital, se En la urbe, este cambio, al menos con vistas al conjunto
logra la forma superior de esta especie: la metrópolis. Es la de las relaciones de servicio, no es más que natural y se di­
esencia no sólo de una asociación nacional, sino que contie­ funde cada vez en mayor medida según se desarrolla. La di­
ne representaciones de todo un grupo de naciones, es decir, ferencia entre naturales y extranjeros se vuelve irrelevante.
del mundo. En la metrópolis, dinero y capital no tienen lími­ Todo el mundo es lo que es, mediante su libertad personal,
tes y son todopoderosos. Es capaz de producir y abastecer de mediante 1,1-1 riq1-1eza y 1,1-11, relacione¡;; contrnctualeíl. Es un
bienes y ciencia a todo el orbe, tanto como de leyes y opinión siervo sólo mientras los brillos y lujos en las ventanas ilumi­
pública a todas las naciones. Representa el mercado mundial nadas estén más allá de su alcance. Su vida no es más que una•
y el tráfico de todo el mundo; en ella se concentran las in­ constante alternativa entre trabajo y ocio, actividades ambas
dustrias internacionales. Sus periódicos son de alcance mun­ distorsionadas por la rutina de la fábrica y las exiguas satis­
dial, sus habitantes proceden de todos los puntos del globo, facciones de los cafetines. La vida de la ciudad y la asociación
tentados y con hambre de dinero y placeres. llevan al pueblo llano a la decadencia y la muerte; en vano lu­
chan por el poder uniéndose en multitud y hasta se dijera que
• De la comunidadfamiliar al Estado creen que pueden usar su fuerza sólo para hacer una revolu­
ción si quieren ser libres de su destino. Las masas toman con­
La vida como totalidad constituye la base de la vida en la ciencia de esta posición social mediante la educación en cole­
comunidad. Subsiste en la vida de la aldea y de la ciudad. La gios y periódicos. Pasan de clase consciente a clase que lucha.
comunidad aldeana y la ciudad pueden considerarse grandes Pasan de la conciencia de clase a la lucha de clases. Esta lu­
familias, y sus clanes y casas diversos representantes de los cha de clases puede destruir la sociedad y el Estado que quie-

86 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


ren reformar. Toda la cultura se ha vuelto civilización del Es­ Tanto en la urbe como en la capital, y sobre todo en la
tado y la asociación y semejante transformación significa una metrópolis, decae la vida familiar. Cuanto más y en mayor
amenaza contra la cultura misma mientras no quede viva nin­ medida prevalece su influencia, mayor carácter puramente
guna de sus semillas dispersas y vuelva a germinar la esencia accidental adquieren los residuos de vida doméstica. Pues en
y la idea de la comunidad, alimentando así, secretamente, una ellas muy pocos confinarán sus energías en círculo tan estre­
nueva cultura en medio de la que está en decadencia. cho; antes bien, son atraídos al exterior por los negocios, los
intereses, los placeres, quedando separados, por tanto, los
unos de los otros. Los grandes y los poderosos, sintiéndose li­
• Influjo sobre la muchedumbre. bres e independientes, han experimentado en todo tiempo
Cultura y civilización una fuerte inclinación tendente a romper las barreras de los
La opinión pública, que encauza la moralidad de la aso­ ritos y costumbres. Saben que pueden hacer lo que les plaz­
ca. Tienen el poder de lograr cambios en su favor, y ello es
ciación en reglas y fórmulas y que puede situarse por encima prueba positiva del poder arbitrario individual. El mecanis­
del Estado, ha optado, sin embargo, por urgir a que el Esta­ mo del dinero, en condiciones usuales y cuando opera bajo
do utilice su poder irresistible para forzar a todo el mundo a fuertes presiones, es un medio de vencer toda resistencia, de
que haga lo útil y deje de ocuparse de lo perjudicial. La am­ obtener todo lo querido y deseado, de eliminar todos los pe­
pliación del código penal y de las fuerzas de policía parecen ligros y de remediar todos los males. Lo que no se da siem­
ser el medio justo de domeñar los impulsos malignos de las pre. Incluso si fuera eliminado todo el dominio de la comuni­
masas. La opinión pública pasa con facilidad de la exigencia dad, queda, sin embargo, en la asociación cierta dependen­
de libertad (para las clases superiores) a la de despotismo cia a la que están sujetos los individuos libres e independien­
(contra las clases inferiores). Los tapujos y las convenciones tes. Para la asociación (en su sentido más estricto), la con­
tienen poca influencia en las masas. En su lucha por el pla­ vención ocupa en gran medida el lugar de los ritos, las cos­
cer y el entretenimiento están limitadas por la escasez de me­ tumbres y la religión. Prohibe como inconveniente para el in­
dios que los capitalistas les conceden como precio por su tra­ terés común lo que ya los ritos, los usos y la religión habían
bajo, cuya condición es tan general como natural es en un condenado por nocivo.
mundo en que los intereses de los capitalistas y los comer­
ciantes anticipan todas las necesidades posibles y en compe­ La voluntad del Estado representa el mismo papel me­
tencia mutua inciten a los más variados dispendios de dine­ diante los tribunales y la policía, aunque dentro de límites
ro. Sólo en virtud del miedo al descubrimiento y el castigo, más estrechos. Las leyes del Estado se aplican a todos por
esto es, mediante el miedo al Estado, un grupo particular y igual; sólo los niños y los locos no son responsables ante
vasto que abarca algo más que delincuentes profesionales re­ ellas. La convención mantiene por lo menos la apariencia de
prime sus deseos de alcanzar la llave de todos los placeres moralidad; está todavía relacionada con los ritos, los usos y
necesarios e innecesarios. El Estado es su enemigo. El Esta­ el sentimiento religioso y estético, aunque este sentimiento
do constituye para ellos un. poder ajeno y nada familiar; aun- tiende a volverse arbitrario y de forma. El Estado se interesa
. . alidad directamente. Se limita a su-
de la voluntad de éstas, se opone empero a todas sus necesi­ primir y castigar acciones hostiles que se oponen al bien co­
dades y deseos, protegiendo la propiedad que no poseen, for­ mún o que al parecer son peligrosas para sí mismo y la so­
zándolas a prestar servicios militares en beneficio de un país ciedad. Pues como el Estado ha de administrar el bien co­
que les ofrece hogar y altar sólo bajo la forma de un habitá­ mún, ha de ser capaz de definirlo como mejor venga. Al final
culo caliente en el ático o que les da, por suelo nativo, calles advertirá sin ninguna duda que el aumento del conocimiento
urbanas donde pueden contemplar los beneficios. La riqueza y el incremento de la cultura por sí solos no hacen más ama­
es, en efecto, la única característica diferenciadora efectiva y bles, menos egoístas y más felices a las personas, y que los
original, mientras que en las comunidades la propiedad se ritos, las usanzas y las religiones muertas no pueden revivir­
considera participación en las pertenencias comunes y con­ se mediante la coerción y el adoctrinamiento. El Estado lle­
cepto legal específico que es completa consecuencia y resul­ gará a la conclusión de que, para originar seres y fuerzas mo­
tado de la libertad o la ingenuidad, originales o adquiridas. rales, ha de preparar el terreno y cumplir las condiciones ne­
Por consiguiente, la riqueza, en la medida en que es posible, cesarias, o, cuando menos, eliminar las resistencias contra­
se corresponde con el grado de libertad que se posee. rias. El Estado, como razón de la asociación, debiera decidir

F. TÓNNIES 87
la destrucción de la asociación, o cuando menos reforzarla o un período de asociación sigue a un período de comunidad.
renovarla. Que esto se cumpla es altamente improbable. La comunidad se caracteriza por la voluntad social como ar­
monía, ritos, costumbres y religión; la asociación mediante
• Épocas históricas la voluntad social en calidad de convención, legislación y
opinión pública. Los conceptos corresponden a los tipos de
Para concluir nuestra teoría, hay que contrastar dos organización social externa, que puede clasificarse como si­
épocas en la historia de los grandes sistemas de la cultura: gue:

A. Comunidad - Economía doméstica, basada en la inclinación o la prefe­


rencia, a saber, en el placer y el deleite de crear y conservar. El
- Vida familiar = armonía. El hombre participa en ella con consenso (entendimiento) desarrolla las normas de una econo­
todas sus facultades. El sujeto propio es el pueblo (Volk). mía semejante.
- Vida rural de aldea = ritos y costumbres. Aquí participa - Agricultura, basada en los hábitos, o sea, en las tareas re­
el hombre con su corazón y toda su alma. El sujeto propio es la gularmente repetidas. La cooperación se deja llevar por la cos­
comunidad. tumbre.
- Vida de ciudad = religión. El ser humano participa aquí - Arte, basado en la memoria, esto es, en modelos origina­
con toda su conciencia. El sujeto propio es la iglesia. rios instructivos, reglas que se obedecen e ideas que se conciben
en la mente propia. La fe en el trabajo y la obra aúna las volun­
B. Asociación tades artísticas.
- Vida urbana= convención. Está determinada por la inten­ - Comercio basado en la deliberación; a saber, en la aten­
cionalidad individual. El sujeto propio es la Gesellschaft en sí. ción, la comparación, el cálculo, que se hallan a la base de todo
- Vida nacional = legislación. Está determinada por el cál­ negocio. El comercio es acción deliberada en sí. El contrato
culo privado. El sujeto propio es el Estado. constituye la costumbre y el credo de los negocios.
- Vida cosmopolita = opinión pública. Se desarrolla me­ - Industria basada en decisiones; esto es, en el uso pro­
diante la conciencia particular. El sujeto propio es la república ductivo e inteligente del capital y la venta del trabajo. Las nor­
de los sabios. mas rigen la fábrica.
Cada una de estas categorías exige una ocupación predo­ - Ciencia, basada en conceptos, como es evidente. Sus ver­
minante y una tendencia dominante en la vida intelectual que se dades y opiniones pasan entonces a la literatura y la prensa, y
relacionan como sigue: se convierte de este modo en parte de la opinión pública.

• Analogía con los períodos individuales El primer período está formado por la influencia de la
de vida nueva base de organización social que resulta del cultivo del
suelo: la relación vecinal se agrega a las antiguas y persis­
En el primer período, lo que marca la pauta es la vida fa­ tentes relaciones parentales, y la aldea al clan. La otra época
miliar y la economía doméstica; en el segundo, el comercio y comienza cuando las aldeas derivan hacia las ciudades. La
la vida urbana. No obstante, si investigamos el período de la aldea y la ciudad tienen en común el principio de organiza­
comunidad de manera más atenta, podremos distinguir va­ ción social del espacio en vez del principio del tiempo que
rias épocas. Su desarrollo total tiende a aproximarse a la predomina a través de las generaciones de la familia, la tri­
asociación donde, por otro lado, persiste la fuerza de la co­ bu y el pueblo. Puesto que desciende de antepasados comu­
munidad, aunque con ímpetu menguado, incluso en el perío­ nes, la familia tiene raíces metafísicas invisibles, como si es­
do de asociación, y queda la realidad de la vida social. tuvieran ocultas en la tierra. Los individuos vivos de la fami-

88 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


lia están conectados entre sí por la serie de generaciones pa­ siendo válido para el ser humano, aunque puede cobrar for­
sadas y futuras. Pero en la aldea y en la ciudad lo que crea ma especial en que el elemento animal, en cuanto se expresa
las relaciones y ataduras más firmes es el suelo físico y real, en la vida mental, atraviesa este proceso y se vuelve idéntico
la ubicación permanente, la tierra visible. Durante el período al elemento vegetativo.
de comunidad, el joven principio del espacio permanece liga­ Así, en el período de crecimiento, que significa dominio
do al viejo principio del tiempo. En el período de asociación, del elemento vegetativo-animal, pueden distinguirse tres ca­
ambos principios comienzan a separarse y de la separación tegorías o grados: a) en la vida vegetativa misma; b) en la
brota la urbe. Esta es la exageración del principio del espa­ vida animal; c) en la vida mental. Hay una trinidad corres­
cio en su forma urbana. En esta exageración, la forma urba­ pondiente en el período de decadencia, que se define por el
na contrasta de manera tajante con la forma rural del mismo dominio del elemento animal-mental. Según esto, la vida ru­
principio, pues la aldea se mantiene esencial y casi necesa­ ral corresponde a la vida vegetativa-animal, y la vida urbana
riamente ligada a ambos principios. En este sentido, el desa­ a la vida animal-mental. El primer tipo de vida, que perma­
rrollo total continuo puede considerarse proceso de urbani­ nece también activo en la ciudad, significa el desarrollo su­
zación incesante. «Puede decirse que toda la historia econó­ perior de todo el organismo; la otra forma, mientras se sepa­
mica de la asociación, es decir, de las naciones modernas, se ra para convertirse en vida urbana, parece existir por sí mis­
encuentra resumida en esencia en el cambio de relación en­ ma, produciendo y consumiendo, tendiendo a dominar el
tre la ciudad y el campo» (Karl Marx, El Capital, vol. I, 364). campo de manera creciente, agotando sus propias fuerzas y
Esto es, desde cierta perspectiva de progreso, las urbes, en encaminándose hacia su destrucción.
virtud de su influencia e importancia, alcanzan en la nación
el predominio sobre la organización rural. En consecuencia,
el campo y la aldea han de aprovechar sus fuerzas producti­
vas para el sostén y fomento de las áreas urbanas en una me­ 2.2. La perspectiva psico-sociológica
dida mayor de la que pueden ahorrar para la reproducción.
Por tanto, la organización rural queda amenazada con la di­ Georg Simmel
solución, que acaba teniendo por consecuencia la decadencia
dn sus órganos y funciones. Es esta ley general de la relación «Las grandes ciudades y la vida intelectual» (1903) 1,
nntre la vida orgánica o vegetativa y la vida animal o sensiti­ Rev. Discusión, n. 2, Barral, Barcelona 1977, 11-24.
va la que invariablemente se manifiesta en el desarrollo nor­ Otras referencias: «El espacio y la sociedad», en Sociolo­
lllal de la vida animal, así como en el desarrollo bajo las con­ gía. Estudios sobre las formas de socialización, Alianza, Ma­
diciones más favorables. En el ser humano, cuando la vida y drid, 643-7 40.
la voluntad animal han cambiado a vida y voluntad mental,
adquiere esta ley un sentido especial. Cosa cierta porque, en
primer lugar,. el"ser humano es capaz de destruirse a sí mis- Los problemas más profundos de la vida moderna sur­
· · ,. · · ,. nte la razón, o en de la _p_retensión del individuo de afirmar la independen-
n•sulta de igual manera posible que, en la medida en que cia y pecuuanctact cte su ex1stenc1a trente al mmens
ptwde seguir ciertos objetivos y finalidades al determinar su la sociedad. Se trata de la afirmación de lo históricamente he­
propio destino, puede también acortar o prolongar el perío­ redado, de la cultura exterior y de la técnica de la vida. Es la
do de su vida al tenor de su voluntad. Lo que es cierto, en se­ última transformación de la lucha contra la naturaleza, que
¡¡111Hlo lugar, porque su decadencia tanto como su vida pue­ el hombre primitivo tenía que librar para asegurar su exis­
dl'11 llegar a ser evidentes en la propia vida intelectual y en tencia física. El siglo XVIII incitó a la liberación de todos los
1·alidad de tal dominar y sobrevivir a la existencia animal. En vínculos históricos que unían al hombre con el Estado y la re-
111 qtw toca a estos fenómenos, el elemento animal queda en­
¡ 1·p la vida mental y la vegetativa, unas veces inclinándose por
l,1 1111a, otras veces por la otra. En un desarrollo normal, pue­
d1· d<'lectarse un período de crecimiento en que el elemento ' La propia naturaleza del contenido de esta conferencia no hace nece­
saria la indicación de una bibliografía especializada de fundamentación y
wgdativo prevalece sobre el elemento animal. En un perío­ desarrollo de las ideas más importantes desde el punto de vista histórico­
do dP decadencia, prevalece la relación opuesta. Lo que sigue temporal, que se encuentran en mi Philosophie des Ge/des.

G.SJMMEL 89
ligión, a fin de que la naturaleza, que es la misma en todos bio, la sede del entendimiento son los estratos superiores,
los hombres, pudiera desarrollarse sin traba alguna; el siglo conscientes, más claros, de nuestra alma; el entendimiento es
XIX promovió, además de la mera libertad, el aspecto de la el que mayor capacidad de adaptación tiene de nuestras fuer­
división del trabajo de los hombres y de su rendimiento, que zas internas. Para hacerse cargo del cambio y oposición de
convierte al individuo en algo incomparable e imprescindi­ los fenómenos no necesita de los sacudimientos y de la con­
ble, a la vez que lo remite a una complementación tanto más moción interna, que es lo único que permite al tradicional
estrecha por parte de los demás; Nietzsche vio quizá en la lu­ sentimiento moverse al mismo ritmo de los fenómenos. De
cha despiadada del individuo o del socialismo, precisamente esta manera, el tipo de habitante de la gran ciudad -que na­
en la supresión de toda competencia, la condición del desa­ turalmente está sujeto a miles de modificaciones- se crea una
rrollo pleno del individuo. Pero en todos estos casos, el moti­ especie de órgano protector contra el desarraigo con que lo
vo fundamental es el mismo: la resistencia del individuo a de­ amenazan las corrientes y discrepancias de su medio am­
jarse nivelar y utilizar por un mecanismo técnico-social. biente: en lugar de reaccionar con el sentimiento, lo hace con
Cuando se analiza la cuestión de la interioridad de los pro­ el entendimiento que le proporciona el aumento de la con­
ductos de la vida específicamente moderna, la cuestión, por ciencia que creara la misma causa, la prerrogativa del alma.
así decirlo, del alma del cuerpo de la cultura -tal como se me De esta manera, la reacción ante aquellos fenómenos es des­
plantea en la actualidad con respecto a nuestras grandes ciu­ plazada al órgano psíquico menos sensible, más apartado de
dades-, la respuesta tendrá que investigar la igualación que las profundidades de la personalidad.
estas formaciones crean entre los contenidos individuales y
supraindividuales de la vida, la adecuación de la personali­ Esta intelectualización, como elemento preservador de la
dad con la que ésta tiene que conformarse frente a los pode­ vida subjetiva frente a la violación de la gran ciudad, se ra­
res exteriores. mifica en una serie de múltiples fenómenos individuales. Las
grandes ciudades han sido siempre la sede de la economía
El fundamente psicológico, sobre el que se levanta el tipo del dinero porque la pluralidad y la concentración del inter­
de las individualidades de las grandes ciudades, es la inten­ cambio económico confieren al medio de intercambio una
sificación de la vida nerviosa que resulta del rápido e ininte­ importancia que no hubiera sido posible lograr con el escaso
rrumpido intercambio de impresiones externas e internas. El intercambio rural. Pero la economía del dinero y el dominio
hombre es un ser de diferencia; es decir, su conciencia es es­ del entendimiento se encuentran en profunda conexión. Am­
timulada por la diferencia entre la impresión del momento y bos tienen en común la objetividad pura en el manejo de las
la anterior; las impresiones persistentes, la insignificancia de personas y las cosas, que suele ir acompañada de una justi­
sus diferencias, la regularidad habitual de su decurso, con­ cia formal de una dureza sin contemplaciones. El hombre pu­
sumen, por así decirlo, menos conciencia que la rápida aglo­ ramente intelectualizado es indiferente frente a todo aquello
meración de imágenes cambiantes, la abrupta separación que es realmente individual, ya que de aquí resultan condi­
que existe entre las cosas que uno capta con la mirada, lo ciones y reacciones que no pueden ser agotadas con el en­
· ' ' ' · · os imponen. La gran tendimiento lógico -precisamente de la misma manera como
ciudad, precisamente al crear estas condiciones -en caaa en el principio del ainero no aparece la mm
cruce de calles, el ritmo y la pluralidad que impone a la vida fenómenos-. Pues el dinero se interesa tan sólo por aquello
económica, profesional y social-, crea, en los fundamentos que les es común, por el valor de cambio, que nivela a toda·
sensibles de la vida anímica, en el «quantum» de conciencia cualidad y peculiaridad con el criterio del mero cuánto. To­
que nos exige a causa de nuestra organización como seres de das las relaciones afectivas de las personas se basan en la in­
diferencias, una profunda oposición con la pequeña ciudad y dividualidad de estas últimas, mientras que las relaciones in­
la vida rural, con el ritmo más lento, más habitual, más re­ telectuales calculan con las personas como se calcula con nú­
gular de su vida sensible e intelectual. meros, como si fueran en sí mismos elementos indiferentes,
Ello explica, sobre todo, el carácter intelectualista de la que sólo tienen un interés de acuerdo con su rendimiento ob­
vida anímica de las grandes ciudades frente a la de las pe­ jetivamente mensurable -al igual que el habitante de la gran
queñas ciudades, que apunta más bien al sentimiento y las ciudad calcula con sus proveedores y compradores, sus sir­
relaciones afectivas. Estas están enraizadas en los estratos vientes y, a menudo, con las personas con las que mantiene
más inconscientes del alma y crecen principalmente en la contacto social obligatorio, a diferencia del círculo pequeño,
tranquila armonía de los hábitos ininterrumpidos. En cam- en el que el inevitable conocimiento de las individualidades,

90 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


crea, de una manera igualmente inevitable, un tono afectivo plicadas y variadas -sobre todo debido a la aglomeración de
en el comportamiento, que va más allá de la mera pondera­ tantas personas con intereses tan diferenciados que afectan
ción objetiva de prestación y contraprestación. recíprocamente sus relaciones y actividades hasta convertir­
Lo esencial en el ámbito económico-psicológico es que en las en un organismo múltiple- que sin la más exacta puntua­
las relaciones primitivas se produce para el cliente que en­ lidad en las promesas y rendimientos, el todo se derrumba­
carga la mercancía, de manera tal que el productor y com­ ría en un inextricable caos. Si repentinamente todos los relo­
prador se conocen recíprocamente. Pero la gran ciudad mo­ jes de Berlín comenzaran a funcionar en total desacuerdo,
derna se alimenta casi totalmente de la producción para el aun cuando hubiese un margen de sólo una hora, toda la vida
mercado, es decir, para compradores totalmente desconoci­ económica y de relación quedaría radicalmente perturbada
dos, que no aparecen nunca en el horizonte visual del pro­ por largo tiempo. A esto se agrega algo que aparentemente es
ductor propiamente dicho. De esta manera, el interés de am­ sólo externo: la magnitud de las distancias que convierte a
bas partes adquiere una despiadada objetividad; su egoísmo toda espera y a toda cita no cumplida en una palabra inso­
económico que calcula intelectualmente no tiene que temer portable de tiempo. Así, pues, la técnica de la vida en la gran
ninguna distracción por parte de los imponderables de las re­ ciudad no es concebible si todas las actividades y relaciones
laciones personales. Y esto se encuentra en una relación re­ recíprocas no están ordenadas con la mayor puntualidad,
cíproca tan notoria y estrecha con la economía del dinero que dentro de un esquema temporal supra-subjetivo.
domina en las grandes ciudades y que ha desplazado a los úl­ Pero aquí surge también aquello que sólo puede consti­
timos restos de la producción propia y del intercambio direc­ tuir la tarea de estas consideraciones: desde cada uno de los
to de productos, reduciendo día a día el trabajo con los clien­ puntos de la superficie de la existencia, por más que parez­
tes, que ya nadie podría decir a ciencia cierta si fue aquella can haber surgido en ella y desde ella, puede lanzarse una
actitud anímica intelectual la que provocó la economía del di­ sonda a la profundidad del alma, de manera tal que, final­
nero o si ésta fue el factor condicionante de aquélla. Lo que mente, hasta las más banales exteriorizaciones están vincu­
es seguro es sólo que la vida de la gran ciudad es el campo ladas, mediante líneas rectas, con las últimas decisiones
más fecundo para esta acción recíproca; hecho que quisiera acerca del sentido y estilo de la vida. La puntualidad, el cál­
confirmar con la frase del más famoso historiador constitu­ culo, la exactitud, que imponen las complicaciones y la am­
cional de Inglaterra: a lo largo de toda la historia inglesa, plitud de la vida de la gran ciudad, se encuentran en estre­
Londres no ha actuado nunca como el corazón de Inglaterra; cha relación no sólo con su carácter económico-pecuniario e
a menudo ha sido su entendimiento y, siempre, su monedero. intelectualista, sino que también tienen que afectar los conte­
En un rasgo aparentemente insignificante, en la superfi­ nidos de la vida y favorecer la exclusión de aquellas caracte­
cie de la vida, se reúnen, de una manera no menos caracte­ rísticas e impulsos irracionales, instintivos y soberanos que
rística, las mismas corrientes anímicas. El espíritu moderno pretenden determinar por sí mismos la forma de vida, en vez
se ha vuelto cada vez más calculador. Al ideal de las ciencias de recibirlos como algo general, esquemáticamente precisa­
naturales, de convertir al mundo en un modelo de cálculo, de
• 1 1 "'
do e impuesto, desde �fu�ra. Aun cuan?º �stas existencias _so-
rresponde la exactitud calculadora de la vida práctica, que le posibles en la ciudad, se oponen a ella en virtud de su propio
ha proporcionado la economía del dinero; es ella la que ha tipo, hecho que explica el odio apasionado contra la gran ciu­
hecho surgir tantas personas que sopesan, calculan, deter­ dad de seres tales como Ruskin y Nietzsche. Seres que consi­
minan numéricamente, reducen los valores cualitativos a los deran que el valor de la vida se encuentra en lo esquemáti­
cuantitativos. A través de la esencia calculadora del dinero, camente peculiar y no en lo regularmente precisable; en ellos
ha ingresado en la relación de los elementos vitales la preci­ fluye, de la misma fuente, el odio contra la economía del di­
sión, la seguridad en la determinación de igualdades y desi­ nero y el intelectualismo de la existencia.
gualdades, la univocidad en los acuerdos y convenios, una de
cuyas manifestaciones externas es la difusión del uso del re­ Los mismos factores, que en la exactitud y en la precisión
loj de bolsillo. Pero estas son las condiciones de la gran ciu­ al segundo de las formas de vida, constituyen una estructura
dad que, con respecto a sus rasgos esenciales, funcionan tan­ sumamente despersonalizada, ejercen, por otra parte, una
to como causa cuanto como efecto. Las relaciones y cuestio­ influencia enormemente personal. Quizá no exista ningún fe­
nes del típico habitante de gran ciudad suelen ser tan com- nómeno anímico que de una manera tan absoluta sea propio

G.SIMMEL 91
de la gran ciudad, como la indiferencia. Ella es, por lo pron­ cia en dinero; pero en la relación que el rico tiene con res­
to, la consecuencia de aquellos estímulos nerviosos rápida­ pecto a las cosas que son adquiribles con el dinero, quizá
mente cambiantes, que se excluyen recíprocamente de sus también en el carácter total que el espíritu público confiere a
oposiciones, y de los que nos parece surgir el aumento de la estos objetos, se convierte en una magnitud perfectamente
intelectualidad de la gran ciudad; por esta razón, también las apreciable.
personas tontas y fundamentalmente muertas desde el punto
de vista intelectual no suelen ser directamente indiferentes. Por esta razón, las grandes ciudades, en las que en tan­
Al igual que una vida de goce descontrolado trae como con­ to sede principal de tráfico monetario, la posibilidad de com­
secuencia la indiferencia, por excitar los nervios durante de­ pra de las cosas se impone de una manera diferente a cuan­
masiado tiempo provocando sus reacciones más fuertes has­ do se trata de relaciones reducidas, son los verdaderos cen­
ta que, finalmente, se vuelven incapaces de reacción alguna, tros de la indiferencia. En cierto modo, en ellas culmina el re­
así también las impresiones más inofensivas, debido a la ve­ sultado de la concentración de personas y cosas, que provo­
locidad y contraposición de sus cambios, obligan a respues­ ca en el individuo una enorme exigencia a los nervios; me­
tas tan poderosas, desgarran los nervios de una manera tan diante el mero aumento cuantitativo de las mismas condicio­
brutal que los obligan a entregar la última reserva de sus nes, transforma este resultado justamente en su opuesto, en
fuerzas y, al quedarse en el mismo ambiente, ya no tienen ese peculiar fenómeno de adecuación propio de la indiferen­
tiempo para acumular otras nuevas. La incapacidad, que así cia en el que los nervios descubren su última posibilidad de
surge, de reaccionar con la adecuada energía frente a los adaptarse a los contenidos y formas de la vida en la gran ciu­
nuevos estímulos, es precisamente aquella indiferencia que dad, que no están en condiciones de reaccionar ante ellos - la
muestra todo niño de una gran ciudad en comparación con autoconservación de ciertos seres a costa de desvalorizar
los niños de ambientes más tranquilos y sujetos a menos todo el mundo objetivo que, al final, conduce inevitablemen­
cambios. te a la propia personalidad a un sentimiento de desvaloriza­
ción igual.
A esta fuente psicológica de la indiferencia de la gran
ciudad se agrega otra que fluye de la economía del dinero. La Mientras que el sujeto tiene que adecuarse a esta forma
esencia de la indiferencia es la insensibilidad frente a las di­ de existencia, su autoconservación frente a la gran ciudad
ferencias de las cosas, no en el sentido de que aquéllas no exige de él un comportamiento de tipo social no menos ne­
sean percibidas, como es el caso de quienes tienen abotarga­ gativo. La actitud espiritual de los habitantes de la gran ciu­
dos sus sentidos, sino que no se percibe el significado y el va­ dad entre sí podría ser calificada, desde un punto de vista
lor de las diferencias entre las cosas y, con ello, se acaba por formal, como de reserva. Si en el permanente contacto exter­
no percibir las cosas mismas. Ante el indiferente se presen­ no con innumerables personas tuvieran que dar respuesta
tan bajo una uniforme, opaca y gris apariencia, de manera con tantas reacciones internas como en la pequeña ciudad en
tal que no parece tener ningún valor preferir unas a otras. la que se conoce casi a todas las personas con quienes uno se
Este talante anímico es el reflejo fiel de una economía del di­ enc�entra y �on,cada una de la� c�ale� seyene un� relación
nero que se impone totalmente; el dineru, '
misma manera toda la variedad de las cosas, al expresar to­ estado an1mico verdaderamente inconcebible. En parte esta
das las diferencias cualitativas entre ellas mediante la dife­ circunstancia psicológica, en parte el derecho a ser descon­
rencia del «cuánto»; al convertirse el dinero, con su descolo­ fiados con respecto a los contactos fugaces y transitorios que
rida indiferencia, en común denominador de todos los valo­ tenemos con los elementos de la gran ciudad, nos obligan a
res, se transforma en el más terrible de los niveladores, eli­ aquella reserva que nos hace que ni siquiera conozcamos de
mina el núcleo de las cosas, las priva irreparablemente de su vista a nuestros vecinos de años, actitud que, ante los ojos del
peculiaridad, de su valor específico, de su incomparabilidad. habitante de la pequeña ciudad, se presenta como fría y des­
Todas ellas fluyen, con el mismo peso específico, en la co­ provista de todo sentimiento. Si no me equivoco, el lado in­
rriente monetaria en permanente movimiento, todas están terno de esta reserva exterior no es la indiferencia, sino más
en un mismo nivel y se diferencian entre sí tan sólo por el ta­ bien una ligera aversión, mucho más frecuente de lo que
maño de la superficie que ocupan. En el caso particular, esta nuestra conciencia nos dice, una extrañeza y rechazo que, en
coloración o, mejor dicho, esta decoloración de las cosas pue­ el momento de un contacto algo más próximo, puede trans­
de ser irreconociblemente pequeña a través de su equivalen- formarse en odio y lucha. Toda la organización interna de

92 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


una vida de relación así configurada se basa en una estruc­ go, se corresponden. En la medida en que el grupo crece -nu­
tura escalonada de simpatías, indiferencias y aversiones, mérica, espacialmente, en importancia y en contenidos vita­
tanto de corta como de larga duración. les-, se afloja su unidad interna inmediata, se suaviza la du­
La esfera de la indiferencia no es, por otra parte, tan reza de la delimitación originaria en contra de los demás, a
grande como parece a primera vista; la actividad de nuestra través de las relaciones recíprocas y de las conexiones; al
alma responde casi a cada impresión que recibimos de otra mismo tiempo, el individuo gana en libertad de movimiento,
persona con una determinada sensación cuyo carácter in­ mucho más allá de la primera y celosa restricción y obtiene
consciente, fugacidad y cambio sólo parece ser absorbida por una peculiaridad y particularidad que permite y requiere la
una actitud de indiferencia. En realidad, ésta nos sería tan división del trabajo en el grupo, que se ha vuelto mayor. De
poco natural como insoportable la nebulosidad de sugestio­ acuerdo con esta fórmula se han desarrollado el Estado y el
nes desordenadas y opuestas; de estos dos típicos peligros de cristianismo, los gremios y los partidos políticos e innumera­
la gran ciudad nos salva la antipatía, el estadio latente y pre­ bles otros grupos, por más que, naturalmente, las condicio­
vio del antagonismo práctico; ella conduce a las distancias y nes y fuerzas especiales de los individuos hayan modificado
apartamientos sin los cuales sería imposible llevar a cabo el esquema general.
este tipo de vida; su medida y sus mezclas, el ritmo de su Pero me parece también claramente reconocible en el
aparición y desaparición, las formas en como es satisfecha: desarrollo de la individualidad dentro de la vida urbana. La
todo ello constituye, con los motivos unificantes en sentido vida en las pequeñas ciudades de la Antigüedad y de la Edad
estricto, un todo inseparable de la conformación de la vida en Media impuso barreras al movimiento del individuo y de las
la gran ciudad: lo que aquí aparece inmediatamente como di­ relaciones con el exterior y, hacia dentro, a la independencia
sociación es, en realidad, sólo una de sus formas elementales y diferenciación, con las cuales el hombre moderno no podría
de socialización. ni siquiera respirar; aun en la actualidad, el habitante de la
Pero esta reserva con un cierto tono de oculta aversión gran ciudad cuando se desplaza a la pequeña ciudad siente
aparece nuevamente como forma o ropaje de un ser espiri­ una cierta estrechez similar, al menos en su estilo, a aquélla.
tual mucho más general de la gran ciudad. Otorga al indivi­ Cuanto más pequeño es el círculo que constituye nuestro am­
duo un tipo y medida de libertad personal que no tiene aná­ biente, tanto más limitadas son las relaciones con los demás
logos en otras relaciones: se remonta, con ello, a una de las cuando ellas aspiran a liberarse de estas limitaciones, con
grandes tendencias de desarrollo de la vida social, a una de tanto mayor temor controlan las acciones, la vida, las con­
las pocas con respecto a las cuales es posible encontrar una vicciones del individuo, con tanta mayor rapidez la peculiari­
formula aproximadamente general. dad cuantitativa o cualitativa puede rebasar los marcos del
El estadio más primitivo de las formaciones sociales que todo.
SI' encuentra tanto en las de la historia pasada como en las De acuerdo con esta dirección, la antigua polis parece
q110 se constituyen en la actualidad es éste: un círculo relati­ haber tenido el carácter de la pequeña ciudad. La perma­
vamente pequeño, fuertemente cerrado frente a los otros cír- nte amenaza de su existencia por parte de los enemigos
mios proximos, extranos o, cte alguna manera, antagomcos, próximos o lejanos, trajo consigo aquella rígida coherencia
1u•ro, en cambio, con una estrecha unión en sí mismo, que en la relación política y militar, aquella vigilancia del ciuda­
pmnite a los miembros individuales sólo un pequeño campo dano por parte de los otros ciudadanos, aquellos celos de la
dn acción para el desarrollo de sus cualidades peculiares y totalidad con respecto al individuo cuya vida particular podía
para movimientos libres y auto-responsables. Así comienzan mantener quizá intacta cuando más, a través del despotismo
l11s grupos políticos y familiares, las formaciones partidarias, con respecto a su propia casa. La enorme movilidad y excita­
l;is comunidades religiosas; la autoconservación de asocia­ ción, el peculiar colorido de la vida ateniense, puede expli­
r11111ns muy jóvenes exige una delimitación estricta y una uni­ carse, quizá, por el hecho de que un pueblo de personalidad
d:id centrípeta y, por tanto, no puede conceder al individuo incomparablemente individualista procuraba imponerse
,,i11g1111a libertad y peculiaridad en el desarrollo interno y ex- frente a las presiones internas y externas de una pequeña
11•r110. ciudad desindividualizante. Esto creaba una atmósfera de
A partir de este estadio, la evolución social se dirige si- tensión en la que los débiles se mantenían sumisos y los más
11111iliÍneamente hacia dos lados diferentes y que, sin embar- fuertes se sentían estimulados para lograr una apasionada

G.SIMMEL 93
autoafirmación. Y precisamente por ello, llegó a florecer en los hilos que uno no teje a partir de ellas, crecen otros nue­
Atenas aquello que uno podría describir aproximadamente vos, casi por sí mismos, exactamente igual como, dentro de
como «lo universalmente humano» en el desarrollo espiritual la ciudad, el unearned increment de la renta inmobiliaria
de nuestra especie. proporciona crecientes ganancias a los propietarios, debido
al mero aumento del tránsito.
Pues este es el contexto cuya validez, tanto objetiva como
histórica, aquí se sostiene: los contenidos más amplios y más En este punto, la cantidad de vida se transforma inme­
generales de la vida están estrechamente vinculados con los diatamente en calidad y carácter. La esfera vital de la peque­
más individuales; ambos tienen su estadio previo común o su ña ciudad está cerrada en ella misma, en lo que respecta a
adversario común, en conformaciones o agrupaciones estre­ las cuestiones fundamentales. Para la gran ciudad es decisi­
chas, cuya autoconservación se defiende, tanto contra lo am­ vo el hecho de que su vida interna se extienda como en on­
plio y lo general fuera de ellas, cuanto contra lo individual y das, en un ámbito nacional e internacional. Weimar no es
lo que se mueve libremente dentro de ellas. Así como en la contraejemplo alguno, ya que precisamente su importancia
época feudal el hombre «libre» era aquel que se encontraba estuvo vinculada a personalidades singulares y desapareció
bajo el derecho territorial, es decir, bajo el derecho del círcu­ con ellas, mientras que precisamente la gran ciudad está ca­
lo social más amplio y no era libre quien obtenía su derecho racterizada por su independencia esencial con respecto a las
del círculo estrecho de una asociación feudal que excluía a más importantes personalidades - la contraimagen y el pre­
aquéllos, así también, en la actualidad, en un sentido intelec­ cio de la independencia que el individuo goza dentro de ella.
tualizado y refinado, la gran ciudad «libera» frente a las pe­ La esencia más importante de la gran ciudad reside en
queñeces y prejuicios que confieren su estrechez a las pe­
queñas ciudades. Pues en ninguna otra parte como en la den­ esta magnitud funcional que va más allá de sus límites físi­
sa congestión de la gran ciudad se sienten con tanta fuerza cos: y esta eficacia tiene también un retroefecto y le otorga a
los efectos que para la independencia del individuo tienen la la gran ciudad su vida, significación e importancia, su res­
reserva y la indiferencia recíprocas, en tanto condiciones es­ ponsabilidad. Así como el hombre no termina en los límites
pirituales para la vida en grandes círculos; y esto es así por­ de su cuerpo o de la circunscripción administrativa que re­
que la proximidad física y la estrechez permiten percibir per­ corre en virtud de su propia actividad, sino tan sólo en la
fectamente la distancia espiritual. Obviamente, el reverso de suma de los efectos que temporal y espacialmente surgen de
esta libertad es la sensación de soledad y abandono que uno él, así también una ciudad está constituida por la totalidad de
suele sentir precisamente dentro de la muchedumbre de la los efectos que van más allá de su vecindad inmediata. Esta
gran ciudad; pues aquí tampoco es, de ninguna manera, ne­ es su verdadera dimensión, en la que se expresa su propio
ser.
cesario que la libertad de los hombres se refleje como bien­
estar en su vida sensitiva. Esto indica ya que la libertad, lógico e histórico miembro
complementario de aquella amplitud, no ha de ser entendida
No e� sólo l� g:an di�ensión de l�s organiza�iones ad- en sentido puramente negativo, como mera libertad de movi-
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correlación mundial entre aumento del círculo y la libertad es que, en la conformacion de la vida, se exprese la peculia-
personal interna-externa, transforma a la gran ciudad en ridad e incomparabilidad que toda naturaleza posee en algu­
sede de esta libertad, sino que, además, por encima de esta na parte de su ser. La obediencia a las leyes de la propia na­
amplitud perceptible, las grandes ciudades son también sede turaleza -y en esto consiste la libertad- se nos vuelve, a no­
del cosmopolitismo. De una manera comparable al desarro­ sotros y a los demás, patente y convincente, sólo cuando dis­
llo de las fortunas -más allá de un determinado límite, las tinguimos las expresiones de esta naturaleza de la de los de­
fortunas suelen aumentar por sí mismas, en una progresión más; sólo nuestra no-intercambiabilidad con los demás de­
cada vez más acelerada-, el campo de acción de las relacio­ muestra que nuestra forma de existir no nos ha sido impues­
nes económicas, personales y espirituales de la ciudad, que ta por los demás.
es su recinto ideal, aumenta en progresión geométrica tan
pronto como se ha superado un determinado límite; cada ex­ Las ciudades son, por lo pronto, la sede de la mayor di­
pansión dinámica obtenida se convierte en peldaño para una visión del trabajo; crean así fenómenos tan extremos como,
próxima expansión no sólo igual, sino mayor; de cada uno de en París, la lucrativa profesión del quatorzieme: personas

94 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


que pueden ser localizadas en virtud de un cartel especial co- tibies: la brevedad y poca frecuencia de los encuentros que
locado en la puerta de sus domicilios y que, a la hora de co- puede tener un individuo con los demás, comparados con las
mer, están vestidas adecuadamente como para poder asistir, relaciones en una ciudad pequeña. Por esta razón, existe una
si se les solicita, a una comida en la que sólo hay 13 comen- tentación mucho mayor de presentarse a sí mismo esquemá-
sales. Exactamente en la medida de su extensión, la ciudad tica, concentrada y lo más característicamente posible que
ofrece las condiciones decisivas para la división del trabajo: allí donde los encuentros prolongados y frecuentes contribu-
un círculo que, debido a su tamaño, está en condiciones de yen a evitar una imagen equivocada de la otra persona.
absorber una variadísima pluralidad de tareas, mientras que, . , ,
al mismo tiempo, la aglomeración de individuos y su lucha . Sm �mbargo, 1� razon mas p�ofun�a por la c�a� la gr�n
para obtener clientes, obliga al individuo a una especializa- crndad tien_de a est11!1�ar una e�1stencia
_ personalísm�a -sm
ción de su tarea, de manera tal que no pueda ser desplazado que ahora importe s1 t10ne o no extto- parece_ que es esta: el
tan fácilmente por otro. desarrollo de la cultura moderna se caractenza por la supre­
macía de aquello que podría llamarse el espíritu objetivo, so-
Lo decisivo es que la vida urbana ha transformado la lu- bre el espíritu subjetivo, es decir, tanto en el lenguaje como
cha contra la naturaleza para la obtención de alimentos en en el derecho, en la técnica de producción como en el arte,
una lucha por los hombres; la ganancia por la cual se lucha en la ciencia como en los objetos de la vida doméstica, está
aquí no es proporcionada por la naturaleza, sino por los personificada la suma del espíritu, cuyo crecimiento cotidia-
hombres. De aquí fluye no sólo la fuente de la especialización no es seguido, a distancia y de manera sólo muy imperfecta,
a la que acabo de referirme, sino algo más profundo: quien por el desarrollo espiritual de los sujetos. Se suele no tener
ofrece algo tiene que buscar despertar en sus clientes poten- en cuenta, por ejemplo, la inmensa cultura que desde hace si-
ciales siempre nuevas y peculiares necesidades. La obliga- glos se personifica en cosas y conocimientos, instituciones y
ción de especializar las tareas y rendimientos, a fin de en- confort de vida; pero si se compara el progreso del individuo
contrar una fuente de ganancias aún no agotada, una función durante el mismo lapso -por lo menos en los estratos supe-
que no sea fácilmente sustituible, impone diferenciación, re- riores-, resulta una terrible diferencia de crecimiento entre
finamiento, enriquecimiento de las necesidades del público, ambas culturas y, en algunos puntos, hasta un retroceso de la
que evidentemente tienen que conducir a crecientes diferen- cultura del individuo en lo que respecta a espiritualidad, ter-
cias personales dentro de este público. nura, idealismo. Esta discrepancia es fundamentalmente el
. . . . ., .. . resultado de la creciente división del trabajo. En efecto, ésta
Y e�to conduce
_ a la md1V1dualiza
_ �1?n espmtual en sentt- exige del individuo una tarea cada vez más unilateral, cuya
do restnng1do,
_ de las P:?PIC�ades espmtuales, a_la que da lu� realización máxima suele conducir a una atrofia de la perso-
gar la crndad en relac10n d1recta con su tamano. Hay aqm nalidad total del individuo. En todo caso, el individuo está
�a serie de caus�s notorias._ En primer lug�r, la �ificultad de cada vez más en peores condiciones para hacer frente a la hi-
11!1poner la prop1a_ personalidad, en las d1mens10n�s de la pertrofia de la cultura objetiva. Quizá menos consciente que
y1da en la �ran crndad. C�ando el aume,nt? cuant1tat1vo de la en la praxis y en el conjunto oscuro de sentimientos que de
_ !ª energ¡a llega a s�s hm1tes. s� re��rre a la
lillpar�?ncrn y de ella surgen, el individuo es reducida a 1JDa quantité négli-
sele�c1_0� cuahtat1va,. a fin �e. mediante la �xcltac10n de la geable, un polvillo, frente la inmensa organización de cosas y
sens1b1hdad Rºr las _ d1fe�enc1as, g�nar para s1, de algu�a ma- poderes que le sacan de la mano todo progreso, espirituali-
nera, la con�10nc1� del mcul? social: ello, suele conduc1r a �as dad, valores, a fin de conducirlo de la forma de vida subjeti-
extravaganc1as mas tendenc10sas, especificas de la gran cm- va a la de una puramente objetiva.
dad, a la pretensión de ser diferentes, a caprichos y presun-
ciones cuyo sentido no reside en el contenido de tales com- Basta tan sólo señalar que las grandes ciudades son el
portamientos, sino en su forma de ser otro, del destacarse, verdadero escenario de esta cultura que crece por encima de
del hacerse notar - que para muchos es, por último, el único todo lo personal. Aquí se ofrece, en las construcciones y en
medio de conseguirse un lugar para ellos mismos, una auto- las instituciones de enseñanza, en los milagros y en el confort
valoración y la conciencia de cumplir alguna función, preci- de una técnica superadora de espacios y distancias, en las
samente a través de un rodeo que pasa por la conciencia de formas de la vida de la comunidad y en las instituciones visi-
los demás. En este mismo sentido actúa otro momento de bles del Estado, un conjunto tan avasallador de un espíritu
subsunción, modesto pero con efectos perfectamente percep- cristalizado e impersonal que, por así decirlo, la personalidad

G.SIMMEL 95
no está en condiciones de resistir. Por una parte, la vida se le dos tendencias, al ponernos de manifiesto sus peculiares con­
vuelve extremadamente fácil en la medida en que, por todas diciones como oportunidades y estímulos para el desarrollo
partes, se le ofrecen incitaciones, intereses, formas de llenar de ambas. De esta manera, adquieren una única y notoria
el tiempo y la conciencia, y es arrastrado por una corriente importancia como lugar fecundo del desarrollo de la existen­
en la que no necesita hacer el menor movimiento para man­ cia espiritual; se manifiestan como una de aquellas grandes
tenerse a flote. Pero, por otra parte, la vida se va integrando formaciones históricas en las que fluyen y se desenvuelven,
cada vez más con estos contenidos y ofrecimientos imperso­ con igualdad de derechos, las corrientes opuestas que abar­
nales que aspiran a desplazar los matices y peculiaridades can la vida. Pero con ello, sean sus diversos fenómenos sim­
incomparablemente personales; por esta razón, para salvar páticos o antipáticos para nosotros, salen de la esfera que co­
lo intrínsecamente personal, el individuo tiene que esforzar­ rresponde a un juez frente a nosotros. Como estos poderes se
se enormemente en sus peculiaridades y distinciones; tiene encuentran tanto en la raíz como en la copa de toda la vida
que exagerarlas a fin de hacerse oír y llegar a ser sí mismo. histórica a la que pertenecemos en la fugaz existencia de una
La atrofia de lo individual, debido a la hipertrofia de la cul­ célula, nuestra tarea no es la de acusar o personar, sino tan
tura objetiva, es una de las razones del enconado odio que los sólo la de comprender.
predicadores del individualismo, encabezados por Nietzsche,
sienten por las grandes ciudades, pero también es una razón
del apasionado amor que suelen despertar las grandes ciu­ 2.3. La dicotomía rural - urbano
dades, precisamente en tanto anunciadoras y redentoras de
las ansias más insatisfechas del individuo.
Si uno investiga estas dos formas del individualismo que Louis Wirth
se nutren de las relaciones cuantitativas de la gran ciudad: la El urbanismo como modo de vida (1938), Ediciones
independencia individual y la formación de un modo especial 3, Buenos Aires 1968.
y personal de ser, desde el punto de vista de su ubicación his­
tórica, entonces la gran ciudad adquiere un valor totalmente
nuevo en la historia universal del espíritu. El siglo XVIII en­
contró al individuo sujeto a ataduras forzadas y que ya care­ a) La ciudad y la civilización
cían de sentido, de tipo agrario, estamental y religioso; es de­ contemporánea
cir, restricciones que imponían a los hombres formas antina­
turales y desigualdades que hacía ya tiempo eran injustas. En Así como el comienzo de la civilización occidental se ca­
esta situación, surgió el clamor por libertad e igualdad: la racterizó por la instalación permanente de pueblos nómadas
creencia en la total libertad de movimiento del individuo en en la cuenca del Mediterráneo, el comienzo de lo que es dis­
todas las relaciones sociales y espirituales que haría surgir en tintivamente moderno en nuestra civilización se caracteriza
todos el mismo noble núcleo común que la naturaleza ha co­ por el crecimiento de las grandes ciudades. En ninguna par­
locado en cada ooo y que la historia ha deformado. Jooto con t@ ha @stado la humanidad más al@jada d@ su naturaleza or-
este ideal del liberalismo, en el siglo XIX, se desarrolló, a tra­ gánica que bajo las condiciones de vida propias de las gran­
vés de Goethe y el romanticismo por una parte, y la división des ciudades. El mundo contemporáneo ya no presenta el
económica del trabajo por otra, otro fenómeno: los individuos cuadro de pequeños grupos aislados de seres humanos dis­
liberados de los vínculos históricos quisieron también dife­ persos sobre un vasto territorio, tal como Sumer describió a
renciarse entre sí. Ya no es lo «universalmente humano» en la sociedad primitiva 1. El rasgo que distingue el modo de vida
cada individuo, sino precisamente la peculiaridad y la incom­ del hombre de la edad moderna es su concentración en agre­
parabilidad cualitativa, la sede de su valor. En la lucha y en gados gigantescos que irradian las ideas y prácticas que lla­
los cambiantes entrecruzamientos de estos dos tipos que de­ mamos civilización, y alrededor de los cuales se aglomeran
terminan el papel del sujeto dentro de la sociedad, transcurre
tanto la historia externa como la interna de nuestra época.
La función de las grandes ciudades consiste en ser el lu­ 1
William Graham Sumner, Folkways, Boston 1906, 12 (Hay traducción
gar de polémica y de los intentos de reconciliación de estas castellana: Los pueblos y sus costumbres, Kraft, Buenos Aires: N. del T.)

96 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


centros menorns. El grado en que el mundo contemporáneo Dado que la ciudad es producto del crecimiento antes
puede ser llamado urbano no es entera o correctamente me­ que de una creación instantánea, puede suponerse que las in­
dido por la proporción de hombres que, sobre la población fluencias que ejerce sobre los modos de vida no logran extir­
total, vive en las ciudades. Las influencias que la ciudad ejer­ par por completo los modos previamente dominantes de aso­
ce sobre la vida social del hombre son mayores de lo que in­ ciación humana. Por tanto, y en un grado mayor o menor,
dicaría la magnitud de la población urbana, pues la ciudad nuestra vida social muestra huellas de una temprana socie­
no es sólo la morada y el taller del hombre moderno, sino dad folk 4 , de la que son modos característicos de instalación
también el centro de iniciación y control de la vida económi­ las granjas, la hacienda («manor») y la villa. Tal influencia
ca, política y cultural que ha atraído a su órbita las más re­ histórica está reforzada por la circunstancia de que la pobla­
motas partes del mundo y entrelazado en un cosmos diversas ción de la ciudad misma es en gran medida reclutada en el
áreas, pueblos y actividades. campo, donde persiste un modo de vida que recuerda aque­
lla forma primera. De aquí que no nos sea dado esperar el
El crecimiento de las ciudades y la urbanización del hallazgo de variaciones abruptas y discontinuas entre los ti­
mundo es uno de los hechos más impresionantes de los tiem­ pos urbano y rural de personalidad. La ciudad y el campo
pos modernos. Aunque es imposible establecer en forma pre­ deben ser vistos como dos polos y todos los establecimientos
cisa qué proporción de la población total mundial, estimada humanos tienden a acomodarse con relación a uno u otro de
m 1.800.000.000 de habitantes, es urbana, el 69,22% de la ellos.
población total de aquellos países que sostienen la distinción
cmtre áreas urbanas y rurales lo es 2• Tomando la sociedad urbana-industrial y la sociedad
folk-rural como tipos ideales de comunidades, podemos ob­
Más aún, considerando el hecho de que la población del tener una perspectiva para el análisis de los modelos básicos
mundo está muy desigualmente distribuida y que en algunos de asociación humana, tal como aparecen en la civilización
dn los países sólo recientemente tocados por el industrialis­ contemporánea.
mo, el crecimiento de las ciudades no ha sido muy intenso,
nste promedio subestima la extensión alcanzada por la con­
rnntración urbana en aquellos países donde el impacto de la b) Una definición sociológica
revolución industrial ha sido más violenta y de fecha menos de la ciudad
rnciente. Esta transformación de una sociedad rural en una
prndominantemente urbana, acaecida en áreas industrializa­ A pesar de la significación que la ciudad tiene en nues­
das tales como los Estados Unidos y el Japón en el lapso de tra civilización, el conocimiento de la naturaleza del urbanis­
1111a simple generación, fue virtualmente acompañada por mo y del proceso de urbanización es pobre. Ciertamente, se
cambios que han afectado profundamente todos los aspectos
dn la vida social.
Son estos cambios y sus ramificaciones los que llaman la mentales, el �nf?,r�efºm��i1o al pr�si_ ?e,i,ite Teodoro
, _ _ ,
Roos��elt e� 1909 P?r
•{ 1 l • 'l 1 , l• 1 1 1 •P •
notable de exposición comprensiva y es digno de señalar que ninguna in­
111odos de vida rural y urbano. El mantenimiento de este in- vestigación oficial sobre la vida urbana pudo comparársela hasta el estable­
1,•r�s es un prerrequisito indispensable para la comprensión cimiento de un Comité de Investigación sobre Urbanismo (Research Commi­
v posible dominio de algunos de los más cruciales problemas ttee on Urbanism) del National Resources Committee. (Cf. «Our Cities: Their
r1111temporáneos de la vida social, pues promete suministrar Role in the National Economy», Government Printing Office, Washington
1111a de las perspectivas más reveladoras para la intelección 1937).
il,• los cambios que están ocurriendo en la naturaleza huma- 'Sociedad Folk: tipo ideal de sociedad opuesto al tipo ideal urbano in­
dustrial y en el que se dan como características fundamentales, entre otras,
11:1 y en el orden social 3. el tamaño reducido, el aislamiento con respecto a otra sociedad, el prealfa­
betismo, la homogeneidad en cuanto a que sus integrantes comparten la
misma tradición y valores; en ella la división del trabajo es mínima, la inter­
relación es típicamente personal, la economía es de status y no de mercado,
S. V. Pearson, The Growth and Distribution of Population, Nueva York lo sagrado prevalece sobre lo secular. Ver: Robert Redfield, The Primitive
l'U.,, 211. World and its Transformations, Cornell University Press, Ithaca, N .Y. 1953,
'Considerando que la vida rural en los Estados Unidos ha sido duran- y Horace Miner, «The folk-urban continuum», American Sociological Review
,, J;1 rgo tiempo asunto de considerable interés para las oficinas guberna- 7 (octubre 1952) (N. del T.).

L. WIRTH 97
han hecho muchos intentos para aislar las características vida. El desarrollo tecnológico de los transportes y la comu­
distintivas de la vida urbana. Geógrafos, historiadores, eco­ nicación, que marcó virtualmente una nueva época en la his­
nomistas y estudiosos de ciencias políticas han incorporado toria humana, ha acentuado el papel de las ciudades como
los puntos de vista de sus respectivas disciplinas en diversas elementos dominantes de nuestra civilización y extendido
definiciones de la ciudad. Aunque de manera alguna se in­ enormemente el modo urbano de vida más allá de los confi­
tente reemplazar a éstas, la formulación de un enfoque so­ nes de la ciudad misma. El dominio de la ciudad, especial­
ciológico de la ciudad puede servir incidentalmente para lla­ mente de la gran ciudad, puede ser visto como una conse­
mar la atención hacia sus interrelaciones acentuando las ca­ cuencia de la concentración operada en ella de servicios y ac­
racterísticas peculiares de la ciudad como forma particular tividades industriales, comerciales, financieras y administra­
de asociación humana. tivas; de líneas de transporte y comunicación; de equipos cul­
Una definición de la ciudad sociológicamente significati­ turales y recreativos tales como la prensa, estaciones de ra­
va busca seleccionar aquellos elementos del urbanismo que dio, teatros, bibliotecas, museos, salas de conciertos, teatros
lo caracterizan como un modo distintivo de la vida humana líricos, hospitales, instituciones de educación superior, cen­
de grupo. Caracterizar como urbana una comunidad sólo so­ tros de investigaciones, publicidad, organizaciones profesio­
bre la base de su tamaño es obviamente arbitrario. Es dificil nales de instituciones religiosas y de beneficencia. Si no fue­
defender semejante definición censal, que designa como ur­ ra por la atracción y sugestiones que la ciudad ejerce sobre
la población rural a través de estos instrumentos, las dife­
bana a una comunidad de 2.500 habitantes o más, y a todas rencias entre los modos de vida rural y urbano serían mayo­
las menores como rurales. La situación sería la misma si el res aún de lo que son. Urbanización no denota ya meramen­
criterio fuese 4.000, 8.000, 10.000, 25.000 ó 100.000 habi­ te el proceso por el cual las personas son atraídas a un lugar
tantes, pues aunque en el último caso podemos sentir que es­ llamado ciudad e incorporadas a su sistema de vida. Refiere
tamos más cerca de un agregado urbano que tratándose de también esa acentuación acumulativa de las características
comunidades de menor tamaño, ninguna definición del ur­ distintivas del modo de vida que está asociado al crecimien­
banismo puede pretender ser completamente satisfactoria en to de las ciudades y, finalmente, los cambios en la dirección
tanto las cifras sean consideradas como criterio único. Ade­ de los modos de vida reconocidos como urbanos y manifies­
más, no es dificil demostrar que comunidades que poseen un tos en la gente que, dondequiera que se halle, ha sufrido el
número menor de habitantes del que indica aquel límite ar­ hechicero influjo que la ciudad ejerce en virtud del poder de
bitrario, pero que están situadas en la esfera de influencia de sus instituciones y personalidades a través de los medios de
los centros metropolitanos, tienen mayor derecho a ser reco­ comunicación y transporte.
nocidos como urbanos que otras de mayor extensión, pero
que llevan una existencia más aislada, en un área predomi­ Los defectos imputables al enfoque de quienes conside­
nantemente rural. ran el número de habitantes de una concentración criterio
Finalmente, debe reconocerse que las definiciones cen­ suficiente para determinar su carácter rural o urbano son
les están indebidamente influidas por el hecho de que la igualmente• imputables en buena parte al planteamiento de
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ciudad, donde los límites legales representan un papel deci­
sivo delineando el área urbana es siempre, estadísticamente Sea que como criterio para la determinación del carácter
hablando, un concepto administrativo. En ninguna parte es urbano de una concentración aceptemos el de una densidad
esto más claramente manifiesto que en las concentraciones mínima de 10.000 personas por milla cuadrada, propuesto
de población de las periferias de los grandes centros metro­ por Jefferson 5, o el de 1.000, sustentado por Wilcox 6 , está
politanos que atraviesan los arbitrarios límites administrati­ claro que, a menos que la densidad esté correlacionada con
vos de ciudad, jurisdicción, Estado y nación. características sociales significativas, sólo puede suministrar
En tanto identifiquemos urbanismo con la entidad física
de la ciudad, viéndola sólo como rígidamente delimitada en
el espacio, y procedamos como si los atributos urbanos cesa­ 'Mark Jefferson, «The Anthropogeography of Sorne Great Cities», Bu//.
ran abruptamente de manifestarse más allá de una línea li­ American Geographical Society XLI (1909) 537-66.
mítrofe arbitraria, no estaremos en condiciones de elaborar "Walter F. Wilcox, «A Definition of "City" in Terms of Density», en E.W
ninguna adecuada concepción del urbanismo como modo de Burguess, The Urban Community, Chicago 1926, 119.

98 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


una basr arbitraria de diferenciación entre comunidades ru­ ciudad industrial diferirá significativamente, en los aspectos
rales y urbanas. Dado que nuestros censos de área computan sociales, de una ciudad comercial, minera, pesquera, univer­
la población nocturna más bien que la diurna, la región de sitaria o capital. Una ciudad de una sola industria presenta­
vida humana más intensa -el centro de la ciudad- tiene ge­ rá una serie de características sociales diferente de la de una
neralmente una baja densidad de población, y las áreas in­ ciudad de muchas industrias, así como lo hará una ciudad in­
dustriales y comerciales de la ciudad, que contienen las acti­ dustrialmente equilibrada respecto de una desequilibrada,
vidades económicas más características, subyacentes a la so­ un suburbio respecto de un satélite, un suburbio industrial
ciedad urbana, en realidad serían escasamente urbanas si la con relación a un suburbio residencial, una ciudad de una re­
densidad fuera literalmente interpretada como señal de ur­ gión metropolitana respecto de una que no pertenece a ella,
banismo. Sin embargo, el hecho de que la comunidad urba­ una ciudad vieja con relación a una nueva, una ciudad sure­
na se distingue por un gran agregado y una densidad de po­ ña respecto de una de Nueva Inglaterra, una ciudad del cen­
blación relativamente alta no puede dejar de ser tenido en tro o del este con relación a una de la costa del Pacífico, una
cuenta en una definición de la ciudad. En todo caso, estos cri­ ciudad en crecimiento respecto de una estable u otra deca­
terios deben considerarse relativos al contexto cultural gene­ dente.
ral en el que surgen y existen las ciudades, y sociológica­
mente relevantes sólo en tanto operan como factores condi­ Una definición sociológica, como es obvio, debe ser lo su­
cionantes de la vida social. ficientemente inclusiva como para comprender toda caracte­
rística esencial que los diferentes tipos de ciudades tengan en
Las mismas críticas se aplican a criterios tales como la común en tanto entidades sociales; de modo igualmente ob­
ocupación de los habitantes y la existencia de ciertos servi­ vio, no puede ser tan detallada como para tomar en cuenta
cios públicos, instituciones y formas de organización política. todas las variaciones implícitas en las diversas clases que he­
La cuestión no es si las ciudades, en nuestra civilización o en mos esquematizado. Presumiblemente, algunas de las carac­
otras, exhiben estos rasgos distintivos, sino la de si poseen la terísticas de las ciudades son más significativas que otras en
potencia para moldear el carácter de la vida social en su for­ cuanto al condicionamiento de la naturaleza de la vida urba­
ma específicamente urbana. na, y cabe esperar que los rasgos salientes de la escena ur­
Al intentar formular una definición fecunda, tampoco po­ bano-social varíen de acuerdo con el tamaño, densidad y di­
demos permitirnos pasar por alto las grandes variaciones ferencias del tipo funcional de ciudades.
que se dan entre las ciudades. Mediante una tipología de ciu­ Además, podemos inferir que la vida rural tendrá la
dades basada en el tamaño, la ubicación, la edad y la función marca del urbanismo en la medida en que experimente la in­
de las mismas, como la que intentamos establecer en nuestro fluencia de las ciudades a través del contacto y la comunica­
reciente informe al National Resources Committee 1, hemos ción. Puede contribuir a la claridad de las proposiciones que
podido ordenar y clasificar las comunidades urbanas en una se anuncian a continuación, al repetir que, mientras que el
escala que fluctúa desde pueblos pequeños y precarios hasta «locus» del urbanismo como modo de vida debe ser encon­
florecientes centros metropolitanos mundiales; desde aisla­ trada par supuesta, de ruada característica, eu lugares que
dos centros de comercio situados en medio de regiones agrí­ llenen los requisitos que estableceremos como definitorios de
colas hasta prósperos puertos cosmopolitas y conurbaciones la ciudad, el urbanismo no está confinado a tales localidades,
comerciales e industriales. Diferencias como ésas se hacen sino que se manifiesta en grado variable dondequiera que pe­
cruciales, ya que las características e influencias sociales de netren las influencias de la ciudad. El urbanismo, ese com­
las diferentes «ciudades» varían ampliamente. plejo de rasgos que componen el modo característico de la
Una definición útil del urbanismo no debería limitarse a vida en las ciudades, y la urbanización, que denota el desa­
denotar las características esenciales que todas las ciudades rrollo y extensión de esos factores, no se encuentra pues ex­
-por lo menos en nuestra cultura- tienen en común, sino que clusivamente en establecimientos que son ciudades en un
debería prestarse al descubrimiento de sus variaciones. Una sentido físico y demográfico. Con todo, deben encontrar su
más pronunciada expresión en tales áreas, especialmente en
las ciudades metropolitanas. Al formular una definición de la
ciudad, es necesario tener cierta cautela para no incurrir en
'O. c., 8. la identificación de urbanismo como modo de vida con cual-

L. WIRTH 99
quier influencia cultural específica, local o históricamente sayo, «Die Stadt», de Max Weber 9, y en un memorable artí­
condicionada que, aunque pueda afectar significativamente culo de Robert E. Park sobre «La ciudad: sugestiones para la
el carácter específico de la comunidad, no sea el determi­ investigación de la conducta humana en un medio ambiente
nante esencial de su carácter como ciudad. urbano» 10. Pero aun estas excelentes contribuciones están le­
Es particularmente importante llamar la atención sobre jos de constituir un marco teórico de referencia ordenado y
coherente mediante el cual pueda operar provechosamente
el peligro de confundir urbanismo con industrialismo y capi­ la investigación. En las páginas que siguen trataremos de ex­
talismo moderno. El surgimiento de las ciudades en el mun­ poner un número limitado de características identificatorias
do moderno no es, sin duda, independiente de la emergencia de la ciudad. Dadas estas características, indicaremos, a la
de la moderna tecnología de las máquinas a fuerza motriz, de luz de la teoría sociológica general y de la investigación em­
la producción en serie y de la empresa capitalista. Pero por pírica, qué consecuencias u otras características las acompa­
diferentes que, respecto de las ciudades de épocas tempranas ñan. De este modo, esperamos arribar a proposiciones esen­
y de un orden preindustrial y precapitalista, hayan llegado a ciales que comprendan una teoría del urbanismo.
ser, en virtud de su desarrollo, las grandes ciudades actuales,
aquéllas fueron, con todo, ciudades. Algunas de estas proposiciones pueden ser apoyadas por
un conjunto considerable de materiales de investigación, fá­
Para propósitos sociológicos, una ciudad puede ser defi­ cilmente asequibles; otras deben ser aceptadas como hipóte­
nida como un establecimiento relativamente grande, denso y sis para las que existe una cierta cantidad de evidencia pre­
permanente de individuos socialmente heterogéneos. Sobre suntiva, pero para las que se requiere una verificación más
la base de los postulados que esta definición mínima sostie­ amplia y exacta. Esperamos que, al menos, tal procedimien­
ne, una teoría del urbanismo puede ser formulada a la luz del to muestre qué nivel se ha alcanzado y cuáles son las hipóte­
conocimiento existente sobre grupos sociales. sis más fructíferas y cruciales para la investigación futura.
El problema central del sociólogo de la ciudad es descu­
e) Una teoría del urbanismo brir las formas de acción y organización sociales que, de
En la rica literatura acerca de la ciudad buscamos en modo típico, emergen allí donde se da el establecimiento re­
vano una teoría del urbanismo que ofrezca de un modo sis­ lativamente permanente y compacto de grandes cantidades
temático conocimientos asequibles concernientes a la ciudad de individuos heterogéneos. Debemos también inferir que el
como una entidad social. Ciertamente, disponemos de exce­ urbanismo asumirá formas más características y extremas
lentes formulaciones teóricas acerca de problemas especia­ en la medida en que se den las condiciones con las cuales es
les, tales como el del crecimiento de la ciudad visto como una congruente. Así, cuanto más grande, más densamente pobla­
tendencia histórica y como un proceso recurrente 8, una rica da y más heterogénea sea una comunidad, más acentuadas
literatura exponente de ideas de relevancia sociológica y es­ estarán las características asociadas con el urbanismo. Debe,
tudios empíricos que ofrecen información detallada sobre empero, reconocerse que en el mundo social de las institu­
una variedad de asoec· ·· ciones v prácticas pueden ser aceptadas y continuadas por
Pero, a pesar de las múltiples investigaciones y libros de tex­ razones distintas a las que ongmalmente les dieron exi:iLtrn­
to sobre la ciudad, aún no contamos con la posibilidad de de­ cia, y que acorde con esto el modo urbano de vida puede per­
rivar un conjunto comprensivo de hipótesis a partir de una petuarse bajo condiciones bastante distintas de aquellas que ·
serie de postulados implícitamente contenidos en una defini­ fueron necesarias para originarlo.
ción sociológica de la ciudad, ni con conocimientos sociológi­ Quizá quepa alguna justificación de la elección de los
cos generales que puedan ser verificados a través de la in­ principales términos empleados en nuestra definición de la
vestigación empírica. Los enfoques más cercanos a una teo­ ciudad. Se ha intentado hacerla tan inclusiva y al mismo
ría sistemática del urbanismo hállanse en un penetrante en-

' Wirtschaft und Gessellschaft, Tübinga 1925, parte I, cap. VIII, 514-
'Ver Robert E. Park, Ernest W. Burguess, et al., The City, Chicago 1925, 601. Hay traducción en castellano: Economía y sociedad, Trad. J. Medina
especialmente cap. 11 y Ill; Werner Sombart, «Stadtische Siedlung, Stadt», en Echevarría, Fondo de Cultura Económica, México 1944 (N. del T.).
Handwórterbuch der Soziologie, de Alfred Vierkandt, Stuttgart 1931. w Park, Burguess, et. al., o. c., cap. l.

100 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


tiempo denotativa como fuera posible sin cargarla con su­ más allá de un cierto límite, afecta a las relaciones entre ellos
puestos innecesarios. Decir que son necesarias grandes can­ y el carácter de la ciudad. Como se ha señalado, las grandes
tidades para constituir una ciudad significa, por supuesto, cantidades involucran una esfera mayor de variaciones indi­
grandes cantidades con relación a un área restringida o a un viduales. Además, cuanto mayor es el número de individuos
establecimiento de alta densidad. Con todo, hay buenas ra­ que participan en un proceso de interacción, mayor es la di­
zones para tratar las «grandes cantidades» y la «densidad» ferenciación potencial entre ellos. Por tanto, se puede supo­
como factores separados desde que cada uno puede estar re­ ner que los rasgos personales, las ocupaciones, la vida cultu­
lacionado con consecuencias de relevancia social diferentes. ral y las ideas de los miembros de una comunidad urbana,
Al mismo tiempo, la necesidad de agregar «la heterogenei­ variarán entre polos más ampliamente separados que los de
dad» a «cantidades de población» como un criterio distintivo los habitantes rurales.
y necesario de urbanismo puede ser cuestionado, ya que es Fácilmente se puede inferir que tales variaciones dan
de esperar que el grado de diferencias varíe con la cantidad. surgimiento a la segregación espacial de individuos según el
En defensa de lo expuesto, puede decirse que la ciudad color, la herencia étnica, el status económico y social, los gus­
muestra una clase y grado de heterogeneidad de población tos y las preferencias. Los lazos de parentesco y vecindad y
que no puede ser enteramente explicada por la ley de las los sentimientos que surgen de la vida en común, por gene­
grandes cantidades o representada adecuadamente por me­ raciones, bajo una común tradición folk, pueden estar au­
dio de una curva de distribución normal. Dado que la pobla­ sentes o, en el mejor de los casos, ser relativamente débiles
ción de la ciudad no se reproduce sólo por sí misma, debe re­ en un agregado en el que los miembros tienen orígenes y cul­
clutar sus inmigrantes de otras ciudades, del campo, y -en turas tan diversos. En tales circunstancias, los mecanismos
este país hasta hace poco- de otros países. Así, histórica­ de competencia y control formal suministran los sustitutos
mente la ciudad ha sido un crisol de razas, gentes y culturas para los vínculos de solidaridad en que descansa una socie­
y la base más favorable para nuevos híbridos biológicos y dad folk.
culturales. No sólo ha tolerado, sino también gratificado, las
diferencias individuales. Ha unido a gentes de los confines de El aumento en el número de habitantes de una comuni­
la tierra por ser diferentes y, así, útiles unos a otros, antes dad, más allá de unos pocos centenares, necesariamente li-
que por ser homogéneos y de mentalidades similares 11•
Hay un número de proposiciones sociológicas referentes
;1 la relación entre cantidad de población, densidad del esta­ lo hay para otras cosas, plantas, animales, implementos; porque ninguno de
t,/ecimiento, heterogeneidad de los habitantes y vida de gru­ éstos retienen su poder natural cuando son demasiado grandes o demasia­
do pequeños, sino que, o pierden enteramente su naturaleza, o se echan a
po, que pueden ser formuladas sobre la base de la observa­ perder .... (Un) Estado compuesto de demasiados pocos no es, como un Es­
ciún y la investigación. tado debe ser, autosuficiente; si en cambio tiene demasiados, aunque auto­
suficiente en todos los requisitos esenciales, es una nación y no un Estado,
siendo casi incapaz de un gobierno institucional. Porque ¿quién puede ser
• eneral de una multitud tan vasta o quién su heraldo, a menos que tenga la
voz de un Stentor?
Ya desde La Política de Aristóteles 12 se reconoce que el Por tanto, un Estado sólo comienza a existir cuando ha logrado una po­
:1111nento del número de habitantes de un establecimiento, blación suficiente para wia vida buena en la comunidad política; ciertamen­
te puede exceder fácilmente determinado por la experiencia. Porque tanto
gobernadores como gobernados tienen deberes que ejecutar; las funciones
especiales de un gobernador son dirigir y juzgar. Pero si los ciudadanos de
" Quizá la inclusión del término «permanente» en nuestra definición un Estado deben ser juzgados y distribuidos en los oficios de acuerdo a su
1 1•q1111,ra ser fundada. Si hemos omitido la justificación extensa de esta señal mérito, entonces ellos deben conocer el carácter de cada uno; donde no po­
i:,J11firadora de lo urbano, ha sido pensando en lo obvio del hecho de que, a sean este conocimiento, tanto la elección de oficios como la decisión de plei­
1111·111,s que los establecimientos humanos arraiguen de modo bastante per- tos legales será errónea. Cuando la población es muy grande, manifiesta­
111,1111•11lc, en una localidad, no pueden surgir las características de la vida ur- mente está dispuesta al azar, cosa que, como es obvio, no debería ser así.
1,,111a, y rncíprocamente, de que la vida en conjunto de grandes cantidades Además, en un Estado sobrepoblado. extranjeros y metecos adquirirán fá­
Ii1· 111dividuos heterogéneos bajo condiciones de alta densidad de población cilmente los derechos de ciudadanos, porque ¿quién los descubrió? Es claro
1111 1·, posible sin el desarrollo de una estructura más o menos tecnológica. entonces que el mejor límite de población de w1 Estado es el número más
V1,r· esp. VI! 4.4-4. Traducida al inglés por B. Jowett, de donde se ex- grande que baste para los propósitos de vida y pueda ser observado con una
1, º'' la s1�11iente cita: «Hay un límite para el tamaño de los Estados, así como simple ojeada. Con esto alcanza respecto al tamaño de la ciudad».

L. WfRTH 101
mita la posibilidad del cono cimiento mutuo y personal de derados, por tanto, como recursos de auto-inmunización
cada miembro de la comunidad. Reconociendo la significa­ contra las exigencias personales y las expectativas de otros.
ción social de este hecho, Max Web er señaló que, desde un
punto de vista sociológico, un gran número de habitantes y La superficialidad, el anonimato y el carácter transitorio
una gran densidad de población significan que el conoci­ de las relaciones sociales urbanas hacen también inteligible
miento personal mutuo entre los habitantes inherentes a una la sofisticación y la racionalidad adscriptas generalmente a
vecindad no existe 13• El aumento cuantitativo involucra así los habitantes de la ciudad. Tendemos a limitar las relaciones
con nuestros conocidos a las de utilidad, en el sentido de que
un cambio en el carácter de las relaciones sociales. Como se­ irresistiblemente consideramos el papel que cada uno juega
ñala Simmel:
en nuestra vida como un medio para el logro de nuestros pro­
«(Si) al incesante contacto externo de cantidad de perso­ pios fines. Entonces, mientras que el individuo gana, por una
nas en la ciudad correspondiera de modo proporcional el nú­ parte, un cierto grado de emancipac ión o liberación respecto
mero de reacciones internas que se dan en un pequeño pueblo, de los controles emocionales o personales de los grupos ínti­
donde cada uno conoce a toda persona que encuentra y con mos, pierde, por otra, la autoexpresión espontánea, la moral
cada una de las cuales tiene una relación positiva, uno estaría y el sentido de participación que se tiene al vivir en una so­
ciedad integrada. Esto constituye esencialmente el estado de
atomizado internamente por completo y caería en un estado
mental increíble» 14•
«anomía» o vacío social al cual alude Durkheim intentando
La multiplicación de personas en un estado de interac- dar cuenta de las diversas formas de desorganización social
ción bajo condiciones que hacen imposible su contacto como existentes en la sociedad tecnológica.

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de la vida mental de las ciudades como una explicación del �10�es 1_nterpersonales e� la c1_�dad encuentran su �x�res10n

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fesionales y sus éticas ocupacionales. El interés puesto sobre
menor, y de estos se tiene un conocimiento menos mtenso. la utilidad y la eficiencia sugiere la adaptabilidad del esque-
ma colectivo a la organización de empresas, las que los indi-
Característicamente, los hombres urbanos se encuentran viduos sólo pueden integrar en grupos . La ventaja de que
unos con otros en papeles altamente segmentados. Sin duda, goza la corporación frente al empresario individual o a la so-
dependen de más personas para la satisfacción de sus nece- ciedad individual en un mundo industrial-urbano deriva no
sidades diarias que los habit antes rurales, pero dependen sólo de la posibilidad de centralizar los recursos de miles de
menos de determinadas personas, y su dependencia de otros individuas a del privilegia legal de la responsabilidad limita-
está confmada a un aspecto altamente específico de la esfera da y sucesión perpetua, sino del hecho de que la corporación
ajena de actividades. Esto es lo que esencialmente se quiere no tiene alma.
significar cuando s� dice que la ciud�d e�tá ca�acterizada por
contactos secund_anos antes que pnmanos . Ciertamente, l? s La especialización de los individuos, particularmente en
sus ocupaciones, sólo puede avanzar, tal como Adam Smith
contactos �e la cmdad pueden s� r cara ª c�ra, _ p ero son, s m
embargo, lIDpersonales, �uperfi�iales, trans1tonos y se�men- lo señaló, sobre las bases de la ampliación del mercado, lo
tados . La reserv�, la md1ferencia y e_l aspecto de hastío qu_e
que a su vez acentúa la división del trabajo. Este mercado
sólo en parte es abastecido por el hinterland 15 de la ciudad;
los urbanos marnfiestan en sus relac10nes pueden ser cons1- en gran medida lo es también por la ciudad misma, qun
cuenta con grandes cantidades de habitantes. El dominio dn

O. c., 514.
1
'

Georg Simmel, Die Grosstiidte und des Geistesleben, en Die Grosstadt,


1
'
11
Hinterland: región de la cual una ciudad o metrópolis es el centro do
de Theodor Petermann, Dresden 1903, 187-206. minante, particularmente en la esfera económica (N de. T.).

102 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


la ciudad sobre la región interior circundante se explica en Por el lado subjetivo, como sugirió Simmel, el estrecho
función de la división del trabajo que la vida urbana ocasio­ contacto físico de numerosos individuos produce necesaria­
na y promueve. El extremo grado de esta interdependencia e mente un cambio en los medios a través de los cuales nos
inestabilidad aumenta debido a la tendencia de toda ciudad orientamos en el «medio» urbano, de modo particular res­
a especializarse en aquellas funciones en las cuales tienen la pecto a nuestros compañeros. Característicamente, nuestros
mayor superioridad. contactos físicos son estrechos, pero nuestros contactos so­
ciales son distantes. El mundo urbano acentúa el reconoci­
En una comunidad constituida por una cantidad de indi­ miento visual. Vemos el uniforme que denota el rol de los
viduos que excede a aquella en la que puedan conocerse ín­ funcionarios y olvidamos las excentricidades personales sub­
timamente unos a otros y sea dado reunirlos en un solo lu­ yacentes al uniforme. Tendemos a adquirir y a desarrollar
gar, se hace necesario comunicarse a través de medios indi­ una sensibilidad para un mundo de artefactos y nos alejamos
rectos y articular los intereses individuales por un proceso de cada vez más del mundo de la naturaleza. Estamos expues­
delegación. Típicamente, en la ciudad los intereses se hacen tos a contrastes notorios entre esplendor y escualidez, rique­
efectivos a través de la representación. El individuo cuenta za y pobreza, inteligencia e ignorancia, orden y caos. La
poco, pero la voz del representante es oída con una deferen­ competencia por el espacio es grande, de modo que cada
cia aproximadamente proporcional al número representado. área tiende a ser usada de manera que produzca el mayor
Si bien esta caracterización del urbanismo, en tanto de­ provecho económico. El lugar de trabajo tiende a disociarse
riva de «grandes cantidades», no agota de ninguna manera del lugar de residencia, pues la proximidad de estableci­
las inferencias sociológicas que podrían ser extraídas de mientos industriales y comerciales tornan a un área cual­
nuestro conocimiento de las relaciones entre el tamaño de un quiera, económica y socialmente indeseable para propósitos
grupo y la conducta característica de sus miembros, las aser­ residenciales.
ciones hechas pueden servir, en beneficio de la brevedad, La densidad, los valores de la tierra, las rentas, la acce­
para ejemplificar la clase de proposiciones que podrían ser sibilidad, la salubridad, el prestigio, las consideraciones esté­
desarrolladas. ticas, la ausencia de molestias tales como el ruido, el humo y
la suciedad, determinan el deseo de las diversas áreas de la
• Densidad ciudad como lugares para el establecimiento de los diferen­
tes sectores de la población. El lugar y la naturaleza del tra­
Como en el caso del número, también de la concentra­ bajo, los ingresos, las características raciales y étnicas, el sta­
ción en un espacio limitado surgen ciertas consecuencias en tus social, las costumbres, los hábitos, los gustos, las prefe­
relevancia para un análisis sociológico de la ciudad. Sólo in­ rencias y los prejuicios están entre los factores significativos
dicaremos algunas de ellas. de acuerdo con los cuales la población urbana es selecciona­
Tal como Darwin lo señalo en relación con la flora y fau­ da y distribuida en instalaciones más o menos diferenciadas.
na v Durkheim 16 respecto de las sociedad Diversos elementos de la población _gue habitan un establecí-
mento cuantitativo dentro de un área que se mantiene cons­ mrnnto compacto tienden, así, a segregarse unos de otros en
tante (es decir, el aumento de su densidad) tiende a producir la medida que sus requerimientos y modos de vida son in­
diferenciación y especialización, dado que sólo así puede di­ compatibles unos con otros y en la medida en que son anta­
cha área soportar cantidades crecientes. De este modo, la gónicos entre sí. De modo similar, las personas de status y
densidad refuerza la acción de la cantidad en punto a diver­ necesidades homogéneas se agrupan inconscientemente, se
sificar hombres y actividades y a aumentar la complejidad de seleccionan conscientemente, o son forzadas a hacerlo por
la estructura social. imperio de las circunstancias, dentro de una misma área.
Así, las diferentes partes de la ciudad adquieren funciones
especializadas. Consecuentemente, la ciudad tiende a aseme­
jarse a un mosaico de mundos sociales, donde la transición
de uno a otro es abrupta. La yuxtaposición de personalidades
'" Emile Durkheim, De la division du travail social, París 1932, 248 y modos de vida divergentes tiende a producir una perspec­
(llay traducción al castellano: La división del trabajo social, Daniel Jorro, tiva relativista y un sentido de tolerancia hacia las diferen­
Madrid 1928: N. del T.) cias, los que pueden ser considerados como prerrequisitos de

L. W!RTH 103
la racionalidad y que conducen hacia la secularización de la que promueven los diferentes aspectos de la vida social, el in­
vida 1.
1
dividuo es miembro de grupos ampliamente divergentes,
cada uno de los cuales sólo funciona con referencia a un sim­
La vida y el trabajo en común de individuos que no tie­ ple segmento de su personalidad. Tampoco estos grupos per­
nen lazos sentimentales y emocionales fomentan un espíritu miten un fácil ordenamiento concéntrico tal que los más li­
de competencia, engrandecimiento y mutua explotación. Se mitados caigan dentro de la circunferencia de los más inclu­
tiende a recurrir a controles formales para contrarrestar la sivos, como es muy probable suceda en la comunidad rural o
irresponsabilidad y el desorden potencial. Sin una rígida ad­ en sociedades primitivas. Los grupos a los cuales la persona
herencia a rutinas predecibles, una gran sociedad compacta está afiliada son, más bien, tangenciales uno con respecto a
no sería casi capaz de mantenerse a sí misma. El reloj y las otro, o se conectan entre sí de un modo muy variable.
señales de tránsito son símbolos de las bases de nuestro or­
den social en el mundo urbano. El frecuente y estrecho con­ En parte a causa del poco arraigo fisico de la población
tacto fisico unido a una gran distancia social acentúan la re­ y en parte como resultado de su movilidad social, el cambio
serva mutua de individuos desligados entre sí, la que, de no de la pertenencia a grupos es generalmente rápido. Fluctúan
estar compensada por otras oportunidades para una res­ el lugar de residencia, el lugar y carácter del empleo, los in­
puesta, es causa del sentimiento de soledad. El movimiento gresos y los intereses; la tarea de unir organizaciones y man­
necesario y frecuente de gran número de individuos en un tener y promover un conocimiento mutuo, íntimo y duradero
hábitat congestionado da lugar a roces y a la irritación. Las entre sus miembros es, pues difícil. Esto se aplica vívida­
tensiones nerviosas que derivan de tales frustraciones perso­ mente a áreas locales dentro de la ciudad en las que las per­
nales son acentuadas por el ritmo rápido y la tecnología com­ sonas se segregan en virtud de las diferencias de raza, idio­
plicada, propios de la vida en las áreas densas. ma, ingresos y status social más que por la elección o atrac­
ción positiva hacia individuos que se les asemejan.
• Heterogeneidad En una proporción abrumadora, el habitante de la ciu­
dad no es propietario de su hogar, y, dado que un hábitat
La interacción social existente en el «medio» urbano en­ transitorio no genera tradiciones y sentimientos firmes, sólo
tre tal variedad de tipos de personalidad tiende a destruir la raramente es en realidad un vecino. El individuo tiene esca­
rigidez de las líneas de casta y a complicar la estructura de sas posibilidades de acceder a una concepción de la ciudad
clases, produciendo así un entramado de estratificación so­ como un todo o de reconocer su lugar en el esquema total.
cial más diferenciado y ramificado que el que se encuentra en Consecuentemente, le resulta dificil determinar cuáles son
sociedades más integradas. La alta movilidad del individuo, sus propios «mejores intereses» y decidir acerca de los pro­
que lo introduce dentro del campo de estimulación de una blemas y líderes que le son presentados por los agentes de
gran cantidad de individuos diferentes y lo sujeta a status sugestión de masas. Los individuos que están así separados
fluctuante en los grupos sociales diferenciados que compo­ de los cuerpos organizados que integran la sociedad consti­
nen la estructura social de la ciudad, tiende a hacer que la tuyen masas fluidas que hacen que la conducta colectiva sea
inestabilidad e inseguridad en el mundo sean · ' " ' n consecuencia tan problemahco.
como una norma. Este hecho ayuda a explicar, también, la
sofisticación y el cosmopolitismo del individuo urbano. Aunque por el reclutamiento de tipos variados, requeri­
dos para la ejecución de las diversas tareas, así como por la
Ningún grupo monopoliza la lealtad del individuo. Los acentuación de su singularidad promovida mediante la com­
grupos a los cuales está afiliado no se prestan fácilmente a un petencia y la gratificación a la excentricidad, la novedad, la
ordenamiento jerárquico. En virtud de los distintos intereses ejecución eficiente y la inventiva, la ciudad produce una po­
blación altamente diferenciada; también ejerce una influen­
cia niveladora. Dondequiera que se congreguen grandes can­
11 Hasta qué punto la segregación de la población en distintas áreas cul­ tidades de individuos diferentemente constituidos, se intro­
turales y ecológicas y la actitud social resultante de tolerancia, racionalidad duce también el proceso de despersonalización. Esta tenden­
y mentalidad secular son funciones de la densidad, independientemente de cia niveladora es en parte inherente a la base económica de
la heterogeneidad, es algo difícil de determinar. Lo más probable es que es­
temos tratando aquí con fenómenos que son consecuencia de la acción si­ la ciudad. El desarrollo de las grandes ciudades, por lo me­
multánea de ambos factores. nos en la edad moderna, dependía en alto grado de la fuerza

104 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


concentrada del vapor. El surgimiento de la fábrica hizo po­ ginas precedentes; cabe, asimismo, bosquejar algunos de los
sible la producción en serie para un mercado impersonal. Sin problemas cruciales para un estudio más amplio.
embargo, la total explotación de las posibilidades de la divi­ Parece posible explicar las características de la vida ur­
sión del trabajo y de la producción en masa sólo es posible bana y dar cuenta de las diferencias entre ciudades de diver­
con la estandarización de procesos y productos. Una econo­ sos tamaños y tipos sobre la base de las tres variables: can­
mía monetaria va aparejada con tal sistema de producción. tidad, densidad y grado de heterogeneidad de la población
Progresivamente y a medida que las ciudades se desarrolla­ urbana.
ron sobre la base de ese sistema de producción, el nexo pe­
cuniario que implica la posibilidad de compra de servicios y El urbanismo en tanto modo característico de vida pue­
cosas ha desplazado a las relaciones personales como base de ser enfocado empíricamente desde tres puntos de vista in­
de asociación. En estas circunstancias, la individualidad debe terrelacionados: como una estructura física que comprende
ser reemplazada por las categorías. una base de población, una tecnología y un orden ecológico;
como un sistema de organización social que involucra una
Cuando grandes cantidades de personas deben hacer estructura social característica, una serie de instituciones
uso común de servicios e instituciones, tiene que surgir un sociales y una pauta típica de relaciones sociales; y como un
arreglo para ajustar los servicios e instituciones a las necesi­ conjunto de actitudes e ideas, y una constelación de perso­
dades de la persona promedio antes que a las de los indivi­ nalidades comprometidas en formas típicas de conducta co­
duos particulares. Las ventajas de los servicios públicos y de lectiva y sujetas a mecanismos característicos de control so­
las instituciones recreativas, culturales y educativas, deben cial.
ser ajustadas a los requerimientos de las masas. Similar­
mente, las instituciones culturales, tales como escuelas, cine­
matógrafos, radios y periódicos, en virtud del carácter masi­ • El urbanismo en una perspectiva ecológica
vo de su clientela deben operar necesariamente como in­
fluencias niveladoras. El proceso político tal como aparece en Ya que se trata de una estructura física y de procesos
la vida urbana no podría ser explicado sin tomar en cuenta ecológicos, somos capaces de operar con índices aproxima­
las llamadas a las masas hechos a través de modernas técni­ damente objetivos; se hace posible arribar a resultados bas­
cas de propaganda. Si el individuo quiere participar de algu­ tante precisos y generalmente cuantitativos. El dominio de la
na manera en la vida social, política y económica de la ciu­ ciudad sobre sus hinterlands se hace explicable a través de
dad, debe subordinar algo de su individualidad a las deman­ las características funcionales de la ciudad, que derivan en
das de la comunidad más amplia y en esa medida sumergir­ gran medida de los efectos de la cantidad y la densidad. Mu­
se en los movimientos de masas. chas de las facilidades técnicas, oficios y organizaciones sur­
gidas de la vida urbana sólo pueden crecer y prosperar en
ciudades donde la demanda es suficientemente grande. La
d) Relación entre una teoría del urbanismo naturaleza y escala de los servicios suministrados por estas
la investioación sociolóoica organizaciones e instituciones v la ventaia de que gozan en
Mediante un conjunto de teorías tal como el que queda comparación con servicios menos desarrollados, de pueblos
delineado ilustrativamente más arriba, los complicados y más pequeños, acrecientan el dominio de la ciudad y la de­
multifacéticos fenómenos del urbanismo pueden ser analiza­ pendencia de regiones todavía más amplias respecto de la
dos en función de un número limitado de categorías básicas. metrópoli central.
De este modo, el enfoque sociológico de la ciudad adquiere La composición de la población urbana muestra el fun­
una unidad y coherencia esencial, capacitando al investiga­ cionamiento de factores selectivos y de diferenciación. Las
dor empírico no sólo para enfocar en forma meramente dis­ ciudades contienen una mayor proporción de personas en la
tintiva los problemas y procesos que caen propiamente en su primavera de la vida que las áreas rurales, que contienen
r:ampo, sino también para tratar su materia de un modo más gente más vieja y muy joven. En esto, como en muchos otros
integrado y sistemático. Cabe indicar unos pocos descubri­ aspectos, cuanto más grande es la ciudad, más manifiestas
mientos típicos de la investigación empírica en el campo del son las características específicas del urbanismo. Con excep­
11rbanismo, con especial referencia a los Estados Unidos, ción de las grandes ciudades, que han atraído el grueso de
para verificar las proposiciones teóricas señaladas en las pá- varones extranjeros, y otros pocos tipos especiales de ciudad,

L. W/RTH 105
las mujeres predominan numéricamente sobre los hombres. res de la tierra, de las rentas y la propiedad, de la naturale­
La heterogeneidad de la población urbana es aún más evi­ za y funcionamiento de las estructuras físicas, de las vivien­
dente a lo largo de las líneas raciales y étnicas. Los extranje­ das, de los servicios de transporte y comunicación, de los
ros nacidos fuera de aquélla y sus hijos constituyen aproxi­ servicios públicos, estas y otras fases del mecanismo físico de
madamente los dos tercios de la población de ciudades de la ciudad no son fenómenos aislados y no relacionados con la
más de un millón de habitantes. Su proporción en la pobla­ ciudad como entidad social, sino que son afectados por el
ción urbana declina a medida que decrece el tamaño de la modo urbano de vida, a que a su vez afectan.
ciudad, hasta que en las áreas rurales comprende no más de
un sexto de la población total. Igualmente, las grandes ciu­
dades han atraído más negros y otros grupos raciales que las • El urbanismo como forma de organización social
pequeñas comunidades. Considerando que la edad, el sexo,
la raza y el origen étnico están asociados con otros factores, Los rasgos característicos del modo de vida urbano han
tales como ocupación e interés, se hace claro que una de las sido a menudo descritos sociológicamente como consistentes
mayores características de los habitantes urbanos es la falta en la sustitución de contactos primarios por secundarios, el
de similitud existente entre ellos. Masas tan numerosas y de debilitamiento de los vínculos de parentesco y la decadencia
rasgos tan diferentes como las que encontramos actualmen­ de la significación social de la familia, la desaparición del ve­
te en las ciudades de los Estados Unidos no habían coexisti­ cindario y la socavación de las bases tradicionales de la soli­
do nunca en tan estrecho contacto físico. Las ciudades en ge­ daridad social. Todos estos fenómenos pueden ser sustan­
neral, y especialmente las ciudades norteamericanas, com­ cialmente verificados a través de índices objetivos. Así, por
prenden una mezcla de gentes y culturas, de modos de vida ejemplo, las bajas y declinantes tasas urbanas de reproduc­
altamente diferenciados, entre los cuales sólo hay, a menudo, ción sugieren que la ciudad no conduce al tipo tradicional de
una muy débil comunicación, la indiferencia más grande y la vida familiar, incluyendo la crianza de los niños y el mante­
más amplia tolerancia; ocasionalmente puede darse una ri­ nimiento del hogar como el «locus» de un círculo completo de
validad áspera; siempre el más agudo contraste. actividades vitales. La transferencia de actividades industria­
les, educacionales y recreativas e instituciones especializadas
El fracaso de la población urbana para reproducirse por exteriores al hogar ha privado a la familia de algunas de sus
sí misma parece ser una consecuencia biológica de una com­ más características funciones históricas. En las ciudades es
binación de factores dados en el complejo de la vida urbana; más probable que las madres estén empleadas, los huéspe­
la declinación de la tasa de natalidad puede en general con­ des son frecuentemente parte de la casa, los matrimonios
siderarse como uno de los signos más característicos de la tienden a ser pospuestos y es grande la proporción de gente
urbanización del mundo occidental. Mientras que la tasa de solitaria y aislada. Las familias son menores que en el cam­
mortalidad en las ciudades es ligeramente mayor que en el po y frecuentemente sin hijos. La familia como unidad de
campo, la diferencia saliente entre el fracaso de las ciudades vida social está emancipada de los grandes grupos de paren-
·, ' ' las del pasado ,···· ' ' · · · ' ros individuales
consiste en que éstas lo debían a las altas tasas de mortali­ persiguen sus propios intereses divergentes en su vida voca­
dad, en tanto que aquéllas, desde que se han hecho más ap­ cional, educacional, religiosa, recreativa y política.
tas para la vida desde el punto de vista de la salubridad, lo
deben a las bajas tasas de natalidad. Funciones como el mantenimiento de la salud, métodos
para aliviar las penalidades asociadas con la inseguridad
Estas características biológicas de la población urbana personal y social, las previsiones para la educación, la re­
son sociológicamente significativas, no sólo porque reflejan el creación y el adelanto cultural, han dado surgimiento a insti­
modo urbano de existencia, sino también porque condicio­ tuciones altamente especializadas, sea en el ámbito de la co­
nan el crecimiento y futuro dominio de las ciudades y su or­ munidad, del Estado, o aun con bases nacionales. Los mis­
ganización social básica. Dado que las ciudades son comuni­ mos factores que han causado esa mayor inseguridad perso­
dades consumidoras antes que productoras de hombres, el nal también subyacen en los más amplios contrastes que se
valor de la vida humana y la estimación social de la perso­ dan entre individuos en el mundo urbano. Al mismo tiempo
nalidad no dejaron de ser afectados por el balance de naci­ que la ciudad ha destruido las rígidas líneas de casta de la so­
mientos y muertes. La pauta del uso de la tierra, de los valo- ciedad pre-industrial, ha agudizado y diferenciado los grupos

106 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


según ingresos y status. Por lo general, una mayor propor­ ma más complicada, frágil y volátil de interrelaciones mu­
ción de la población urbana adulta está más ventajosamente tuas, en muchas de cuyas fases el individuo como tal escasa­
empleada que la población rural adulta. La clase de los whi­ mente puede ejercer algún control. Frecuentemente hay sólo
te-collar 18, que comprende los empleados de comercio, inte­ una relación muy tenue entre la posición económica y los
lectuales y profesionales, es proporcionalmente más numero­ otros factores básicos que determinan la existencia del indi­
sa en las grandes ciudades y centros metropolitanos y en pe­ viduo en el mundo urbano y los grupos de participación vo­
queños pueblos que en el campo. luntaria a los cuales está afiliado; en tanto que en una socie­
En general, la ciudad desalienta una vida económica en dad primitiva y en una rural, generalmente es posible, sobre
la que en tiempos de crisis el individuo tenga una base de la base de unos pocos factores conocidos, predecir quién per­
subsistencia a la cual recurrir, y desaliente el trabajo por tenece a qué y quién está asociado con quién, en casi todas
cuenta propia. Si bien los ingresos de la gente de la ciudad las relaciones de la vida en la ciudad sólo podemos proyectar
son más altos que los de la del campo, el costo de la vida tam­ la pauta general de formación y afiliación de grupos, y esta
bién parece ser más alto en las grandes ciudades. La propie­ pauta pondrá de manifiesto muchas incongruencias y con­
dad de una casa involucra mayores gravámenes y es cada vez tradicciones.
más rara.
• Personalidad urbana y conducta colectiva
Los a1qm·1eres son mas
, a1tos y ab sorb en una gran pro-
porción de los ingresos. Aunque el habitante urbano tenga el Es a través de las actividades de los grupos voluntarios,
beneficio de muchos servicios comunales, gasta una gran sean sus objetivos económicos, políticos, educacionales, re-
proporción de sus ingresos en cuestiones tales como recrea- creativos o culturales, como el hombre urbano se expresa y
ción y ascenso social, y solo una pequeña en comida; debe desarrolla su personalidad, adquiere un status y es capaz de
comprar lo que los servicios comunales no suministran, y vir- llevar a cabo el conjunto de actividades que constituyen su
tualmente no hay ninguna necesidad humana que perma- vida. Sin embargo, se puede inferir fácilmente que el marco
nezca sin ser explotada por el comercio. Proveer de emocio- de referencia organizativo que producen estas funciones al-
nes y suministrar medios de escape a las ocupaciones, la mo- tamente diferenciadas no asegura por sí mismo la compati-
notonía y la rutina, son las principales funciones de la recrea- bilidad e integridad de personalidades cuyos intereses abar-
ción urbana, que en el mejor de los casos proporcionan me- ca. En estas circunstancias, es de esperar que la desorgani-
dios para una autoexpresión creativa y una asociación de zación personal, el trastorno mental, el suicidio, la delin-
grupo espontánea, pero que más típicamente producen, en el cuencia, el crimen, la corrupción y el desorden prevalezcan
mundo urbano, por una parte, el espectador pasivo; por la con más fuerza en la comunidad urbana que en la rural. Esto
otra, el héroe que bate récords sensacionales. es confirmado por índices de comparación de los que se dis-
po�e; los mecanismos que su_bf�cen a estos fenómenos re-
El hombre urbano, reducido a un estado de impotencia quieren empero un mayor analisis.
virtual como individuo, está condenado, para obtener sus fi-
IH'S, a empeñarse en lograr una unión en grupos organizados Desde que en la ciudad es imposible, para la mayoría de
rn11 otros individuos de intereses similares. Esto da por re- los propósitos de grupo, apelar individualmente a la gran
si litado la enorme multiplicación de organizaciones volunta- cantidad de individuos opuestos y diferenciados, y desde que
rías dirigidas a una variedad tan grande de objetivos como es sólo a través de las organizaciones a las que los hombres
11ni:esidades e intereses humanos existen. Mientras que por pertenecen, que sus intereses y recursos pueden ser abarca-
1111 lado los lazos tradicionales de la asociación humana se dos para una causa colectiva, puede inferirse que en la ciu-
lian debilitado, la existencia urbana involucra un estado de dad el control social se efectúa típicamente a través de gru-
111lmlependencia mucho mayor entre los hombres y una for- pos formalmente organizados.
Síguese, también, que las masas de hombres en la ciudad
están sujetas a la manipulación por medio de símbolos y es­
tereotipos y son conducidos por individuos que trabajan a dis­
" White-collar o «trabajador de cuello blanco», grupo social integran­
¡,. rl1• l.1s clases medias, compuesto fundamentalmente por empleados, ofici- tancia u operan invisiblemente detrás de la escena, a través
111•,l;1s, burócratas, retribuidos mediante un salario: C. Wright Milis, Las cla­ del control de los instrumentos de comunicación. En estas cir­
., ..� 11//'dias en Norteamérica (white collar), Aguilar, Madrid 1957 (N. del T.). cunstancias, el autogobierno, ya sea en el reino de lo econó-

L. WIRTH 107
mico, lo político o lo cultural, está reducido a una mera figura Sólo en tanto que el sociólogo posea una clara concep­
literaria o, en el mejor de los casos, está sujeto al equilibrio ción de la ciudad como una entidad social y una teoría prac­
inestable de los grupos de presión. En vista de la ineficacia de ticable del urbanismo, puede esperar el desarrollo de un
los actuales lazos de parentesco, creamos ficticios grupos de cuerpo unificado y confiable de conocimientos, cosa que cier­
parentesco. Frente a la desaparición de la unidad territorial tamente no ocurre con la «sociología urbana» de nuestros
como base de la solidaridad social, creamos unidades de inte­ días. Es de esperar que puedan ser determinados los criterios
reses. Mientras tanto, la ciudad como comunidad se resuelve de relevancia y validez de los datos fácticos, tomando este
en una serie de tenues relaciones segmentadas y sobreim­ punto de partida para una teoría del urbanismo, tal como ha
puestas en una base territorial con un centro definido, pero sido bosquejado en las páginas precedentes, y elaborándolo,
sin una periferia definida, y descansa sobre una división del probándolo y revisándolo a la luz de un mejor análisis y de la
trabajo que trasciende la localidad inmediata y es de alcance investigación empírica. La miscelánea, colección de informa­
universal. Cuanto mayor es la cantidad de personas en estado ción aislada que ha encontrado hasta ahora su camino en los
de interacción, más bajo es el nivel de comunicación y mayor tratados sociológicos sobre la ciudad, debe ser así examina­
es la tendencia de la comunicación a funcionar sobre un nivel da e incorporada a un cuerpo coherente de conocimientos.
elemental, es decir, sobre la base de aquellas cosas que son De paso diremos que, sólo por medio de una teoría tal, esca­
supuestas como comunes y de interés general. pará el sociólogo de la fútil práctica de expresar en nombre de
Por tanto, con respecto a las tendencias emergentes en el la ciencia sociológica una variedad de juicios casi insoporta­
sistema de comunicación y a la tecnología de la producción y ble, referente a problemas tales como la pobreza, el aloja­
distribución que han comenzado su existencia con la civiliza­ miento, la planificación de la ciudad, la sanidad, la adminis­
ción moderna, es obvio que debemos buscar los síntomas que tración municipal, la policía, el mercado, el transporte y otros
indicarán el probable desarrollo futuro del urbanismo como productos técnicos. Si bien el sociólogo no puede resolver nin­
un modo de vida social. La dirección de los cambios que es­ guno de estos problemas prácticos -al menos por sí mismo-,
tán en marcha con el urbanismo, sea para bien o para mal, puede, si descubre su propia función, hacer una importante
transformarán no sólo la ciudad, sino el mundo todo. Algu­ contribución a su comprensión y solución. Las perspectivas
nos de estos factores y procesos básicos y las posibilidades de para ello son más brillantes si se emplea un enfoque teórico y
su dirección y control invitan a un estudio más detallado. general que si se lo hace a través de un enfoque «ad hoc» -
,

108 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


juntas, que representan, por tanto, un asentamiento amplio,
3 LA CIUDAD COMO SI,STEMA SOCIO-ESPACIAL pero conexo, pues de lo contrario faltaría el conocimiento
, Y COMUNIDAD POLITICA
personal mutuo de los habitantes que es específico de la aso­
ciación de vecindad. En ese caso, sólo localidades relativa­
mente grandes serían ciudades, y dependería de las condi­
ciones culturales generales en qué punto habría de empezar­
Max Weber se a contar. Pero para aquellas localidades que en el pasado
La ciudad (la dominación no legítima) (1921) poseyeron el carácter jurídico de ciudades no se aplica, ni
con mucho, esta característica. Y en la Rusia actual existen
Referencias: «aldeas», con varios miles de habitantes, mayores que mu­
Español: chas «ciudades» antiguas (por ejemplo en el territorio de
Economía y sociedad, FCE, México 1964 (2ª ed.) Traduc­ asentamientos polacos del oriente prusiano), que no conta­
ción (1 ª ed. 1944: J. Medina Echevarría y otros a partir de la ban más que con unos cuantos centenares de vecinos. El ta­
4ª ed. alemana - Winckelmann), 938-1046, Selección de tex­ maño por sí sólo no puede decidir. Si se intenta definir la ciu­
tos: apartados: 1. Concepto y categorías de ciudad, 938-955 y dad económicamente, entonces tendríamos que fijar un asen­
4. La ciudad plebeya, 998-1024. Textos tomados de esta publi­ tamiento la mayoría de cuyos habitantes vive del producto de
cación y organizados según Roth-Wittich (retoques del autor). la industria o del comercio y no de la agricultura.
La ciudad, Las ediciones de La Piqueta, Madrid 1987.
Traducción: Julia Vareta y Fernando Alvarez-Uria. Pero no sería adecuado designar con el nombre de «ciu­
Inglés: dad» todas las localidades de este tipo. Así, no podrían lla­
Economy and Society, UCP, 1978. Ed. a cargo de Roth­
marse «ciudades» aquellos asentamientos que se componen
Wittich., cap. XVI, 1212-1372. de miembros de un clan con un solo tipo de ocupación in­
dustrial, hereditariamente fijado, por ejemplo las «aldeas in­
The City, University Chicago Press, 1966. Ed. a cargo de
D. Martindale.
dustriales» de Asia y de Rusia. Habría que añadir, como otra
característica, cierta «diversidad» de las ocupaciones indus­
triales. Pero tampoco con esto tendríamos una caracteriza­
ción decisiva.
a) Concepto y categorías de la ciudad
Una ciudad puede fundarse de dos modos. Bien sea exis­
• La naturaleza economzca de la «czudad»: tiendo previamente algún señorío territorial o, sobre todo,
asentamiento de mercado una sede principesca como centro donde exista una industria
en un régimen de especialización, para dar satisfacción a sus
Se puede intentar definir de diversos modos la «ciudad». necesidades económicas o políticas, y donde se trafique a
Pero a todas les es común representar un asentamiento ce­ este efecto con mercancías. Pero un oikos señorial o princi­
rrado (por lo menos relativamente), una «localidad» y no ca­ pesco, con un asentamiento de artesanos y comerciantes so­
seríos más o menos dispersos. En las ciudades (claro que no metidos a prestaciones personales y a tributos, sea tan gran­
sólo en ellas) las casas suelen estar muy juntas; en la actua­ de como se quiera, no se suele denominar ciudad, a pesar de
lidad, por lo general, pared por medio. La idea corriente sue­ que históricamente una porción muy grande de las ciudades
le enlazar, además, a la palabra «ciudad» otras característi­ más importantes ha surgido de tales asentamientos y la pro­
cas puramente cuantitativas; así al decir que se trata de una ducción para la corte del príncipe ha constituido para mu­
gran localidad. Esta caracterización no es en sí misma im­ chas de ellas («ciudades principescas») una fuente de ingre­
precisa. Sociológicamente considerada significaría la locali­ sos muy importante, si no la más importante con que conta­
dad un asentamiento en casas pegadas unas a otras y muy ban sus habitantes.

M. WEBER 109
Otra característica que habría que añadir para poder ha­ que una ciudad carezca de este apoyo, ni siquiera espacial,
blar de «ciudad» sería la existencia de un intercambio regu­ en una sede señorial o principesca y que se plante en un ám­
lar y no ocasional de mercancías en la localidad, como ele­ bito adecuado en virtud de una concesión de un señor o prín­
mento esencial de la actividad lucrativa y del abastecimiento cipe que no reside en la localidad, o que nazca por usurpa­
de sus habitantes; por tanto un mercado. Pero no cualquier ción de los interesados como un asentamiento de mercado. O
mercado convierte a la localidad en que tiene lugar en «ciu­ también se puede otorgar una concesión a un emprendedor
dad». Mercados periódicos y ferias anuales, en los que en para que establezca un mercado y asiente habitantes en él.
épocas determinadas se dan cita comerciantes de lejanos paí­ Este fenómeno era bastante frecuente en la Edad Media, es­
ses para cambiar entre sí sus mercaderías al por mayor o al pecialmente en la Europa nórdica, oriental y central, en las
por menor, o colocarlas directamente en manos del consumi­ zonas donde se fundaron ciudades, y se presenta también a
dor, tenían lugar con mucha frecuencia en sitios que nosotros lo largo de toda la historia y del planeta, aunque no es lo nor­
reconocimos como «aldeas». Hablaremos de «ciudad» en mal.
sentido económico cuando la población local satisface una Pero la ciudad podía nacer también sin ese apoyo en la
parte económicamente esencial también, mediante productos corte principesca o en la concesión de príncipes, mediante la
que los habitantes de la localidad y la población de los alre­ reunión de intrusos, piratas o comerciantes colonizadores o
dedores producen o adquieren para colocarlos en el mercado. nativos dedicados al comercio intermediario, y este fenóme­
Toda ciudad en el sentido que aquí damos a la palabra es no ha sido bastante frecuente en las costas mediterráneas en
una «localidad de mercado», es decir, que cuenta como cen­ los primeros tiempos de la Antigüedad y también, en ocasio­
tro económico del asentamiento con un mercado local y en el nes, en los primeros tiempos de la Edad Media. Una ciudad
cual, en virtud de una especialización permanente de la pro­ semejante podía ser una pura localidad de mercado. Pero, de
ducción económica, también la población no urbana se abas­ todos modos, era más frecuente todavía la concurrencia de
tece de productos industriales o de artículos de comercio o de grandes haciendas patrimoniales, principescas o señoriales,
ambos, y, como es natural, los habitantes de la ciudad inter­ por un lado, y el mercado por otro. La corte señorial o prin­
cambian los productos especiales de sus economías respecti­ cipesca, como punto de apoyo de la ciudad, podía cubrir sus
vas y satisfacen de este modo sus necesidades. Suele ser lo necesidades de modo preferente por economía natural, me­
normal que la ciudad, tan pronto como se ofrece como una diante prestaciones personales y tributos en especie de los
estructura diferente del campo, sea a la vez sede de un señor, artesanos o comerciantes dependientes de ella, o podía ha­
o de un príncipe, y lugar de mercado, o posea centros econó­ cerlo, más bien, por el cambio en el mercado urbano, como
micos de ambas especies -oikos y mercado-, y también es su cliente de mayor capacidad adquisitiva. Cuanto más do­
frecuente que tengan lugar periódicamente en la localidad, minaba este último aspecto, más resaltaba la base de merca­
además del mercado local regular, ferias de comerciantes do de la ciudad y cesaba ésta de ser un puro apéndice, un
viajeros. Pero la ciudad -en el sentido en que usamos el vo­ mero «asentamiento de mercado» junto al oikos y, a pesar de
cablo aquí- es un asentamiento de mercado. apoyarse en las grandes haciendas, se convert_ !a en un� «?�u-
.
La existencia del mercado descansa, con mucha frecuen­ de las ciudades principescas y su importancia económica han
cia, en una concesión o garantía de protección del señor te­ marchado paralelas con un incremento del abastecimient0
rritorial o del príncipe, el cual tiene interés, por una parte, en en el mercado de la hacienda del príncipe y de otras hacien­
la oferta regular de artículos mercantiles y de productos in­ das urbanas de los vasallos o grandes funcionarios que for­
dustriales extranjeros que le ofrece la feria y en las aduanas, maban su corte.
derechos de escolta y protección, derechos de mercado, de
justicia, etc., que suele traer consigo y, por otra, en el asen­ • Tipos de ciudad: de «consumidores»,
tamiento local de industriales y traficantes que pueden pagar de «productores», «mercantil»
impuestos y, tan pronto como el mercado trae consigo un
asentamiento, también espera sacar ganancias con las rentas Se acercan al tipo de «ciudad principesca», es decir, dn
del suelo. Probabilidades éstas que tienen para él tanta ma­ aquella ciudad cuyos habitantes dependen de sus probabili­
yor importancia cuanto que se trata de ingresos monetarios dades adquisitivas de manera dominante, directa o indirec­
que aumentan su tesoro de metales preciosos. Puede ocurrir tamente, del poder adquisitivo de la gran hacienda princi-

11Ü PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


pesca y de otras grandes haciendas, aquellas otras ciudades chum- están localizadas en ellas fábricas, manufacturas o in­
en las que el poder adquisitivo de otros grandes consumido­ dustrias a domicilio que abastecen el exterior (tipo moderno);
res, es decir, los rentistas, determina de modo decisivo las o existen en la localidad industrias artesanales cuyos pro­
probabilidades lucrativas de los artesanos y comerciantes ductos se envían fuera (tipo asiático, antiguo y medieval). Los
que la habitan. Pero estos grandes consumidores pueden ser consumidores del mercado local son, por una parte, los gran­
de muy diversos tipos, según la clase y origen de sus ingre­ des consumidores: empresarios -si es que residen en la loca­
sos. Pueden ser: funcionarios que gastan en ella sus ingresos lidad, lo que no siempre es el caso- y, por otra parte, la masa
legales o ilegales, o señores territoriales y señores políticos, de consumidores, trabajadores y artesanos; pero en parte
que hacen lo mismo con sus rentas inmobiliarias de fuera de también, y como grandes consumidores, los comerciantes y
la ciudad o con otros ingresos, más bien de carácter político. rentistas indirectamente alimentados por ellos.
En ambos casos, la ciudad se acerca al tipo de «ciudad prin­
cipesca»: descansa en ingresos patrimoniales y políticos que Pero la ciudad industrial, lo mismo que la ciudad de con­
constituyen la base del poder adquisitivo de los grandes con­ sumidores, se opone a la ciudad mercantil, es decir, aquella
sumidores (ejemplo de ciudad de funcionarios, Pekín, y de en la que el poder adquisitivo de sus grandes consumidores
ciudad de rentistas, Moscú antes de la supresión de la servi­ descansa en la venta al detalle en el mercado local de pro­
dumbre). ductos extranjeros (como los cortadores de paños de la Edad
Media), o en la venta para fuera de productos naturales o de
Hay que distinguir, en principio, de estos casos, otro que artículos producidos por gente de la localidad -como la Han­
se le parece: aquel en que rentas de la tierra, condicionadas sa con los arenques-, o en la adquisición de productos ex­
por la «situación monopólica del tráfico» con fincas urbanas, tranjeros para colocarlos fuera, con o sin almacenamientos
que tienen, por tanto, sus fuentes indirectamente en la in­ en la ciudad (ciudades de comercio intermediario). O también
dustria y el comercio de la ciudad, se concentran en manos -y éste es, naturalmente, un caso muy frecuente- se combi­
de una aristocracia urbana (extendida por todas las épocas, nan todas estas cosas: la commenda y la societas maris de los
y muy especialmente en la Antigüedad, desde los primeros países mediterráneos significaban en gran parte que un trac­
tiempos hasta Bizancio, y también en la Edad Media). La ciu­ tator (comerciante viajero) conducía hacia los mercados de
dad no es entonces, económicamente, una ciudad de comer­ Levante, con el capital que le habían encomendado en todo o
ciantes o de artesanos, y esas rentas significan el tributo de en parte los capitalistas de la localidad, los productos de la
las gentes industriosas a los dueños de casas. La separación misma o comprados en su mercado para venderlos allí, com­
rnnceptual entre este caso y ese otro en que lo determinante prar con el producto mercancías orientales y traerlas al mer­
son las rentas no urbanas no impide que en la realidad am- cado nativo, donde las vendía, repartiendo el producto según
1,os tipos se confundieran bastante en el pasado. O, también, lo acordado entre el tractator y los capitalistas. A menudo
los grandes consumidores pueden ser rentistas que consu-
111Pn en la ciudad ingresos de tipo lucrativo, en la actualidad
• 1 1• � l 1 l •
r
también se dirigía a Levante sin carga alguna. Por tanto, tam­
bién el pode:, �dquisitivo la �apacida� tri�u�ar�a �e la ciu-
,
sitivo descansa, sobre todo, en fuentes rentísticas condicio- productores y en oposición a la de consumidores, en explota­
11.idas por una economía monetaria, especialmente capitalis­ ciones industriales locales. A las probabilidades adquisitivas
L;1. O descansa en pensiones del Estado u otras rentas públi­ de los comerciantes se añaden las de los expedidores, trans­
ras (así, la ciudad de Wiesbaden, una verdadera Pensionó­ portistas y otras numerosas probabilidades de la industria
polis). En todos estos casos y otros parecidos, la ciudad re­ mayor y menor. Sin embargo, los negocios que componen la
�11ll.c1, en mayor o menor grado, según las circunstancias, una vida de estas explotaciones sólo en el caso de la venta al de­
1ill(/ad de consumidores. Porque es decisivo para las proba­ talle tienen lugar en el mercado local, mientras que, en el
hilidados adquisitivas de sus artesanos y comerciantes la do- caso del comercio al exterior, en parte considerable, o pre­
111il'iliación de esos grandes consumidores, de naturaleza ponderante, tienen lugar en el exterior. Algo parecido signifi­
1·r1,1ui111ica tan varia. ca en principio que una ciudad moderna (Londres, París,
Berlín) se convierta en sede de los prestamistas nacionales o
( l bicm tenemos todo lo contrario: la ciudad es de pro­ internacionales y de los grandes bancos, o en sede de gran­
rlurlnrl's y el crecimiento de su población y el de su poder ad­ des sociedades anónimas o centrales de cárteles (DusseldorD.
c¡111s11ivo dPscansa on qLw -como ocurre en Essen o en Bo- La mayor parte de las ganancias que proceden de la indus-

M. WEBE:R 111
tria fluyen, en mayor grado que antes, a lugar distinto de fundas (en Israel, chclek}, es decir, de un lote del que vivía;
aquel en que se obtienen. Y, por otra parte, sumas crecientes así que el ciudadano pleno de la Antigüedad es un «ciudada­
de las ganancias no las consumen sus beneficiarios en el gran no labrador».
centro urbano donde residen, sino fuera, en parte en los al­ Encontramos propiedad agraria sobre todo en manos de
rededores, en el campo, en hoteles internacionales, etc. Pa­ las capas urbanas distinguidas, tanto en la Edad Media
ralelamente a éste, surge esa parte de la ciudad que se com­ -pero, también, más en el sur que en el norte- como en la
pone casi exclusivamente, o exclusivamente, de casas de ne­
gocios, la City, que más que una ciudad suele ser un barrio Antigüedad. Propiedad agraria, en ocasiones de dimensio­
de la misma. nes, encontramos en la ciudad-estado medieval o antigua, ya
sea en manos de las autoridades de ciudades poderosas, que
No nos proponemos ofrecer una casuística más detalla­ ejercían sobre ellas un dominio político o una señoría terri­
da, como la que correspondería a una teoría rigurosamente torial, o también la encontramos bajo el dominio señorial de
económica de la ciudad. Apenas cabe decir que las ciudades algunos ciudadanos encopetados: ejemplos de ello, el domi­
en la realidad representan, casi siempre, tipos mixtos y que, nio de Milcíades en el Quersoneso o las posesiones políticas
por tanto, no pueden ser clasificadas en cada caso más que y señoriales de familias aristocráticas urbanas de la Edad
teniendo en cuenta sus componentes económicos predomi­ Media, como los Grimaldi genoveses en la Provenza y en
nantes. otros dominios ultramarinos. Pero estas posesiones y dere­
chos señoriales interlocales de ciudadanos aislados no eran,
• Relación de la ciudad con la agricultura por lo general, objeto de la política económica de la ciudad,
si bien se produce un equívoco muy especial cuando la pro­
La relación de las ciudades con el campo no fue en modo piedad del individuo, que pertenece al poderoso grupo de no­
alguno unívoca. Se dieron y se dan «ciudades agrarias», es tables, es protegida por la ciudad, o la conquista y afirma con
decir, lugares que, como sedes de un tráfico de mercado y de ayuda de su poder, y hasta la ciudad misma participa en su
típicas industrias urbanas, se alejan mucho del tipo medio de aprovechamiento económico o político, cosas que no eran ra­
aldea, pero en ellas una ancha capa de sus habitantes cubre ras en el pasado.
sus necesidades en economía propia y hasta producen para
el mercado. Lo normal es, ciertamente, que cuanto mayor sea
• La «economía urbana» como una etapa
una ciudad, sus habitantes dispongan menos de una tierra de
cultivo que guarde alguna proporción con sus necesidades de del desarrollo económico
sustento y que les sirva como medio de obtención de produc­ El tipo de relación de la ciudad, soporte de la industria o
tos alimenticios, y tampoco disponen, en la mayoría de los del comercio, con el campo, suministrador de los medios de
casos, del aprovechamiento de pastos y bosque suficiente subsistencia, constituye parte de un complejo de fenómenos
para sus necesidades, como suele suceder en una «aldea». La que se ha denominado «economía urbana» y que se ha
mavor ciudad alemana de la Edad Media, Colonia, carecía mo una d!)terminada «etapa de economía», a la
por completo, y desde un princip10, por 10 que parece, de la cerrada o «propia», por una parte, y a la «econom1a nacio­
almenda de que no carecía ninguna aldea normal de enton­ nal», por otra (o a una diversidad de otras etapas constituí-
ces. Pero otras ciudades medievales alemanas y extranjeras das en forma parecida).
disponían, sin embargo, de prados y bosque importantes a
disposición de sus habitantes. Y a medida que descendemos Pero en este concepto se confunden medidas de política
hacia el sur y retrocedemos hacia el pasado, es más frecuen­ económica con categorías puramente económicas. La razón
te el caso de ciudades que disponían de grandes campos de está en que el mero hecho de la coexistencia de comerciantes
cultivo. Si en la actualidad consideramos que el habitante tí­ o industriales y el abastecimiento regulado de las necesida­
pico de la ciudad es un hombre que no cubre sus propias ne­ des cotidianas por el mercado no agotan el concepto de «ciu­
cesidades por el cultivo propio, en la mayor parte de las ciu­ dad». Cuando ocurre esto, es decir, cuando dentro de los
dades típicas de la Antigüedad (polis) ocurría precisamente lo asentamientos cerrados tomamos como diferencia única­
contrario. Ya veremos cómo el derecho pleno del antiguo ciu­ mente el grado de la propia cobertura de necesidades por
dadano, a diferencia del burgués medieval, se caracterizó en medio de la agricultura o -lo que no es idéntico a esto- el gra -
su origen precisamente porque era propietario de un aleros, do de la producción agraria en relación con la actividad lu-

112 PARA COMPRF!NDER QUF. l:S LA CIUD,\D


crativa no agraria, y la ausencia o presencia de mercados, do menos en su plenitud no se ha dado más que en algunas
hablaremos de «localidades» industriales y mercantiles y de (bajo el régimen político de los gremios), ni tampoco se pue­
«zonas de mercado», pero no de «ciudad». El que la ciudad de caracterizar como una etapa general de todas las ciuda­
sea no sólo una aglomeración de casas, sino, además, una des. En todo caso, esta política económica no representa una
asociación económica con propiedad territorial propia, con etapa universal de la economía. Lo único que se puede decir
economía de ingresos y gastos, tampoco la diferencia de la al­ es que el mercado urbano local representa, con su intercam­
dea, que conoce las mismas cosas, aunque cualitativamente bio entre productores agrícolas y no agrícolas y comerciantes
la diferencia puede ser muy grande. Tampoco es algo pecu­ locales a base de las relaciones con los clientes y del peque­
liar a la ciudad el que, además de asociación económica, sea, ño taller sin capital, una especie de réplica del oikos en régi­
en el pasado cuando menos, asociación reguladora. Porque men de economía de cambio, pues éste conoce una gestión
también la aldea conoce la imposición de labranza, la regu­ económica que depende de una distribución ordenada de
lación de pastos, la prohibición de exportación de madera y prestaciones y tributos en unión con la acumulación y coope­
paja y otras regulaciones económicas semejantes; por tanto ración del trabajo en la corte del señor, representando la re­
una política económica de la asociación como tal. gulación de las relaciones de cambio y de producción en la
ciudad la réplica de la organización de las aportaciones de
Lo que sí fue peculiar es el tipo de tal asociación que so­ las diversas economías reunidas en el oikos.
lía presentarse en el pasado y, sobre todo, los objetos de esta
regulación económica y la amplitud de las medidas adopta­
das. Esta «política económica urbana» orientaba, en gran • El concepto político-administrativo de ciudad
parte, sus medidas de acuerdo con el hecho de que la mayo­ Por lo mismo que al hacer estas consideraciones nos ve­
ría de las ciudades del interior, a tono con las condiciones de mos obligados a hablar de «política» económica urbana, de
tráfico de entonces -pues no se puede decir lo mismo res­ una «zona urbana» y de una «autoridad urbana», vemos que
pecto a las ciudades marítimas, como nos lo demuestra la po­ el concepto de «ciudad» tiene que ser acomodado en otra se­
lítica cerealista de Atenas y Roma-, tenían que atender a sus rie de conceptos, además de los conceptos económicos usa­
necesidades con las posibilidades de los alrededores, de la dos hasta ahora, es decir, en conceptos políticos. También un
campiña, y esta zona constituía también el mercado para la príncipe puede ser el soporte de una política económica ur­
mayoría de la industria urbana -no de toda ella-, y el proce­ bana, un príncipe a cuya zona política de dominación perte­
so de intercambio local así producido encontraba su lugar nezca, como objeto, la ciudad con sus habitantes. Si se da en
natural, si no único, en el mercado urbano, especialmente en ese caso una política económica urbana, lo será para la ciu­
lo que se refiere a la compra y venta de subsistencias. Tam­ dad y sus habitantes, pero no de ella. Pero esto no puede ser
bién tenía en cuenta que la porción principal de la produc­ el caso que nos interesa. Si es el caso, entonces la ciudad tie­
ción industrial se desarrollaba técnicamente como artesana­ ne que ofrecérsenos como una asociación autónoma en algún
do, y, desde el punto de vista de la organización, como pe­ grado, como un ayuntamiento con especiales instituciones
qunña explotación
, especializada sin capital o con poco capi- olíticas v administrativas.
limitado de oficialm
y, Pconómicamente, como trabajo por salario o como trabajo Hay que retener de todas maneras que es necesario se­
por precio para el cliente, y que el mercado de los minoristas parar el concepto económico, explicado hasta ahora, del con­
locales era en gran medida mercado de clientes. cepto político-administrativo de la ciudad. Sólo en este último
sentido le corresponde un especial ámbito urbano. En senti­
La «política económica urbana» en sentido específico se do político-administrativo puede corresponder el nombre de
ra racterizaba, por tanto, porque trataba de fijar esas condi­ ciudad a una localidad que, económicamente, no podría pre­
riones de la economía urbana, en gran medida ofrecidas por tender tal título. En la Edad Media existieron «ciudades» en
l;1 11aturaleza, en interés del aseguramiento de una alimenta- sentido jurídico cuyos habitantes, en sus nueve décimas par­
1·11n1 constante y barata de la masa, y de la estabilidad de las tes y a veces más, en todo caso en un grado mucho mayor
prnhabilidades adquisitivas de los industriales y comercian­ que en muchas localidades jurídicamente connotadas como
t,•s Pero esta regulación económica, como veremos, no ha «aldeas», vivían de la propia labranza. El tránsito de una se­
r1111st.ituido el único objeto y sentido de la política económica mejante «ciudad agraria» a una ciudad de consumidores,
11rha11a, ni tampoco se ha dado en todas las épocas, o cuan- productores o comerciantes, es naturalmente muy fluido.

M. WEBER 113
Pero hay un punto en que un asentamiento que, administra­ mientas de los eslavos, cuya forma nacional parece que fue,
tivamente, se distingue de la aldea y es tratado como «ciu­ ya en los comienzos, la aldea en cordel, adoptaron la forma,
dad», se diferencia del asentamiento rural: en el modo de re­ seguramente bajo la presión del peligro constante de guerra
gulación de las relaciones de propiedad inmobiliaria. En las en la zona del Elba y del Oder, de un cerco con setos con un
ciudades, en el sentido económico de la palabra, se halla con­ solo acceso por donde se hacía entrar por la noche el gana­
dicionado ese modo de regulación por el tipo especial de las do. O se ha adoptado por todo el mundo, lo mismo en la Jor­
bases de la rentabilidad que ofrece la propiedad inmobiliaria dania oriental de los judíos que en Alemania, esa otra forma
urbana: la propiedad de las casas, de las que es como un de fortalezas en las alturas, donde se refugiaba el ganado y
apéndice la tierra adscrita. Pero, administrativamente, la si­ la gente sin armas. Las llamadas «ciudades de Enrique I», de
tuación particular de la propiedad urbana depende, sobre la Alemania oriental, no eran sino fortalezas de este tipo. En
todo, de principios impositivos muy particulares, y también, Inglaterra, todo condado de la época anglosajona contaba
casi siempre, de una característica decisiva para el concepto con un «burgo» (borough) al que debía su nombre, y el servi­
político-administrativo de la ciudad y que se sustrae al puro cio de vigilancia y guarnición constituía uno de los graváme­
análisis económico, a saber, que la ciudad, lo mismo en la nes específicos más viejos de personas y tierras determina­
Antigüedad que en la Edad Media, dentro y fuera de Europa, das. Si en tiempos normales no se hallan vacíos, sino que
constituye una clase especial de fortaleza y de guarnición. En mantienen una guarnición constante a cambio de soldada o
la actualidad, esta característica ha desaparecido por com­ de tierra, fácilmente se pasa al burgo anglosajón, una «ciu­
pleto, pero tampoco en el pasado se daba siempre. Así, por dad de guarnición» en el sentido de la teoría de Maitlant, con
ejemplo, en el Japón no era lo general. Desde un punto de burgueses como habitantes, cuyo nombre procede de este
vista administrativo, se puede dudar, pues, con Rathgen, si caso, como en otros, del hecho de que su posición jurídico­
hubo en el Japón verdaderas «ciudades». Por el contrario, en política, lo mismo que la condición jurídica de la casa y tierra
China cada ciudad estaba rodeada de ingentes murallas. Pero que poseían -específicamente burgueses- estaba determina­
también localidades que, económicamente, eran puramente da por la obligación de vigilar y defender la fortaleza. Pero,
rurales, que no eran ciudades desde el punto de vista admi­ históricamente, ni las aldeas con empalizadas ni las fortale­
nistrativo -es decir, en el caso de China, no son sede de au­ zas de emergencia forman precedentes importantes de la for­
toridades políticas- estaban también rodeadas de murallas. taleza urbana, sino otra cosa, a saber, el burgo señorial, una
En muchas zonas del Mediterráneo, por ejemplo en Sicilia, y fortaleza habitada por el señor con sus funcionarios patri­
debido a una inseguridad de siglos, no se conocieron habi­ moniales o con los guerreros de su séquito, junto con las fa­
tantes que estuvieran fuera de recintos amurallados urbanos, milias y sus servidores.
ni siquiera los campesinos. En la vieja Hélade tenemos el
caso de la polis de Esparta sin murallas, pero a la que le con­ La construcción militar de fortalezas es muy vieja, segu­
viene muy bien la característica de «guarnición», en sentido ramente más que el carro de guerra y hasta que la utilización
específico, puesto que, por ser el campamento abierto de los guerrera del caballo. Así como el carro de guerra ha deter­
espartanos, despreciaban las murallas. Si todavía se discute minado la guerra caballeresca y real, lo mismo en la vieja
euánto tiempo estuvo Atenas sin mwalla, lo cierto es que po­ China d@ los cantos clásicos, en la India de losVeda, en Egip
seía con la Acrópolis, lo mismo que todas las ciudades helé­ to y Mesopotamia, en Canaán, en el Israel del Canto de Dé­
nicas, fuera de Esparta, un castillo roquero y también Ecba­ bora, en la época homérica, entre los etruscos y los celtas y
tana y Persépolis eran burgos reales con asentamientos ad­ entre los irlandeses, también la construcción de fortalezas y
yacentes. Pero, de un modo general, lo mismo la ciudad el principado con fortalezas o burgos es algo universalmente
oriental que la del Mediterráneo antiguo y la ciudad medieval extendido. Las viejas fuentes egipcias conocen el burgo y el
conocen el burgo con las murallas. comandante del burgo, y parece seguro que los burgos signi­
ficaban, al principio, otros tantos pequeños principados. Se­
gún los más viejos documentos, en Mesopotamia el desarro­
• Fortaleza y guarnición llo de la realeza va precedido por un principado esparcido en
burgos, como conoció la India occidental en la época de los
La ciudad no era ni la única ni la más vieja fortaleza. Veda, como parece probable en el Irán en la época de los más
Toda aldea se amurallaba en las zonas fronterizas disputadas viejos Gathas, mientras que en el norte de la India, en el Gan­
o cuando había un estado crónico de guerra. Así, los asenta- ges, dominaba, por lo que parece, la disgregación política: ni

114 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


viejo Ksl111lriy11, q 1 111 l;is l1 1n11tns 110s lo 1111wstran como una fi­ ha hecho ver con especial claridad Maitland en el caso de In­
gura intenlHidia @l1T el rny y los nobles, es seguramente un glaterra: las casas del burgh son, al contrario de lo que ocu­
príncipe de estos burgos. rre en la aldea, propiedad de gente cuya obligación primor­
En la época de la cristianización lo encontramos también dial es defender la fortaleza.
en Rusia, en Siria en la época de la dinastía Tutmosis, en la La paz burguesa militar se encuentra, junto a la paz del
época de la alianza israelita (Abimelec), y también la vieja li­ mercado, garantizada por el rey o por el señor en favor del
te ratura chin a lo deja so spe char en sus orígenes. Lo s burgos mercado de la ciudad. El burgo apaciguado y el mercado po­
marít imos helénicos y del Asia Menor fueron seguramente un lítico-militar de la ciudad, lugar de ejercicio y de reunión del
fenómeno universal hasta donde alcanza la piratería, y debió ejército y de la asamblea de lo s burgue se s, por una parte , y
de suponer una época de gran pacificación , aquella que vio por otra el apaciguado mercado económico de la ciudad, se
le vantarse los palacios cretenses sin murallas en lugar de los encuentran a me nudo uno junto a otro en plástico dualismo.
burgos. Burgos tan importantes en la guerra del Peloponeso No siempre separados localmente. Así, la pnyx ática era mu­
como Dekeleia, fueron en su tiempo fortalezas de linajes no­ cho más moderna que el ágora que, originalmente, sirvió tan­
bles. También el desarrollo medieval del estamento señorial to al tráfico e conómico como a los acto s político s y religiosos.
políticamente indepen diente comienza en Italia con numero ­ Pero en Roma tenemos desde antiguo el comitium y el cam­
sas construcciones de burgos, cuya importancia fundamental pus Martius junto a lafora económica. En la Edad Media te­
nos aclara muy bien Below, pues todavía en la época moder­ nemos, e n Siena, la Piazza del Campo (plaza de torneo s y, to­
na la residencia del individuo en el campo dependí a, en Ale ­ davía, pista de carreras del barrio), por delante del palacio
mania, de que la familia poseyera un castillo, aunque fuera municipal, junto al mercato, que está por detrás y, análo ga­
una pobre ruina. Disponer del burgo significaba el dominio mente, en las ciudades islámicas el Kasbeh, campamento for­
militar del país y la cuestión era quién lo tenía en sus manos, tificado de los guerreros, localmente separados del bazar, y
si el castellano o una confederación de caballeros o un prín­ en la India me ridion al la ciudad (po lí tica) de lo s notable s jun­
cipe que se pudiera confiar en el feudatario, ministerial u ofi­ to a la ciudad económica.
i:ial suyo que allí residiera. La cuest ión de la relación entre la guarnición, los bur­
gueses de la fortaleza, por una parte , y la población burgue-
• La ciudad como una fusión de fortaleza sa dedicada a actividades lucrativas, es muy complicada pero
y mercado decisiva en cuestiones fundamentales de la historia constitu-
. . . cional urbana. Allí donde existe un burgo, se asientan o son
La cmda� fortaleza, en el pnmer e?�adw de _ su desarro- asentados artesanos para cubrir las necesidades de la ha-
llo en �l sentido de un a estructura poht1ca particular, er� o
rnnlema o se apoyaba en el burgo de un re y o de un senor . y las de los guerreros·' por una parte.' el po-
cienda señorial
1H1 11le o de una asoci· ac10 ·, n de ta1es qu. e o b'rnn res1'dían .en e1 der consuntivo de una co rte guerrera y. la pro-tecc10., n que
n t , n ,1 i i: , d
presta, atrae al artesano y, po r otra, el mismo senor t rnne un
,�;i�-���o� � ;� :::;:l�S� E� 1�1�:i��;� � ��gl:s::����r��� e�
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n t e e í e

1110 ,t pos ee r un haw, ,una c�sa-fort�l�za, en un bur�h, e ra


. do contribuciones al comercio y a la industria, ya participan-
11'. '..' n e
ª
'" cho. que se concedia mediante_ pnvilegw determmado_s
do en ellos mediante adelantos de capital, ya ejercitando él
;; 1 ;/;;\� � ��1� ft�li� :;;�J��af
o
:�:�:�:O��� :sa :���:á;
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· to a su burgo rura1. Al sen- or mi'litar de 1a cm-


1 11�; 110 bles Jill1 •
i
º.
mismo e! �omercio I?on opolizándolo, ya, s_i se trata de bur-
gos mantlmos, participando en las gan ancias, como posee-
,
d11d 11• están obligados los habitantes interiores o adyacen tes dor d� �arcos o como sen- or de los puertos, en forma pacífi-
dl'I hurgo, todos ellos o determinadas capas, en calidad de ca O vio ent ª·
h11rgueses, a determin adas prestaciones militares, especial- En la misma situación se hallan también las gentes del
1111•111<• a la construcción y reparación de murallas, centinela séquito o los vasallos residentes en la localidad, bien que el
\ d1•1'nnsa y, a veces, a otros servicios militares impo rtantes señor se lo conce da voluntariamente o no tenga más remedio
(pnr njemplo de mensajeros) o a ciertos suministros. Porque que hacerlo así para poder contar con su buena volun tad. En
¡i111!irípa y en el grado en que participa en la asociación de- las viejas ciudade s helénicas, como Cirena, vemos en los va-
l1•11�iv11 urbana, el burgués es miembro de un estamento. Lo sos cómo el rey asiste al pesaje de la mercancía; en Egipto,

M. WEBER 115
ya cuando comienzan las noticias históricas sobre el país, en­ los industriales y a los comerciantes que se dedican a sus ac­
contramos la flota comercial del Faraón del bajo Egipto. tividades lucrativas con independencia de la corte del señor,
Y muy extendido por toda la tierra (mas no sólo en las pero contribuyendo con impuestos a ella, pese más o menos
«ciudades»), especialmente por la costa (aunque no sólo en que el interés de que sus propias necesidades cubran con las
ella), porque en la costa es donde se puede controlar fácil­ fuerzas de trabajo propias de que disponga y con la mono­
mente el comercio, tenemos el fenómeno siguiente: que, jun­ polización del comercio, así como también varía mucho el
to al monopolio del príncipe del burgo, creció el interés de los tipo de los privilegios concedidos en el primero de los su­
guerreros de la localidad de participar en las ganancias del puestos. Claro que al atraer foráneos mediante tales privile­
comercio y acabó por quebrantar el monopolio del príncipe, gios, el señor tenía que tomar en cuenta los intereses y la ca­
si es que existía. Si ocurría esto, entonces el príncipe no era pacidad impositiva, que le afectaba a él económicamente, de
más que un primus ínter pares o, simplemente, resultaba in­ los residentes que dependían de él política o señorialmente.
corporado al círculo parejo de los linajes urbanos, y partici­ A todas estas diferencias de la posible evolución se aña­
paba de alguna forma en el comercio pacíficamente median­ de la estructura político-militar, que también podía ser muy
te capital, que en la Edad Media era sobre todo capital de diversa, de aquella asociación de dominación dentro de la
commenda, en la piratería y en la guerra marítimas con su cual tenía lugar la fundación o el desarrollo de la ciudad.
persona; era elegido por poco tiempo y, en todo caso, su po­ Consideremos las antítesis principales que se siguen de este
derío se hallaba muy limitado. Es éste un fenómeno que se ha desarrollo urbano.
desarrollado lo mismo en las ciudades marítimas de la Anti­
güedad, desde la época homérica, con ese tránsito gradual a • El Ayuntamiento («comuna») y el burgo:
la magistratura anual, que en la Edad Media temprana, así occidente y oriente
en Venecia con respecto a los dogos y -con un reparto de
fuerzas diferente según se tratara de un conde o vizconde - Rasgos del ayuntamiento occidental
real o de un obispo o de cualquier otro señor de la ciudad­
en otras ciudades mercantiles típicas. Pero hay que distinguir No toda «ciudad» en sentido económico ni toda fortaleza
-y esto lo mismo en los primeros tiempos de la Antigüedad que, en sentido político-administrativo, suponía un derecho
como en la Edad Media- entre capitalistas urbanos, interesa­ particular de los habitantes, constituye un «ayuntamiento».
dos en el tráfico, que dan el dinero para el comercio, notables El ayuntamiento urbano, en el pleno sentido del vocablo, lo
específicos de la ciudad, auténticos «profesionales» del co­ conoce como fenómeno extendido únicamente el occidente.
mercio que residen en ella, verdaderos comerciantes, aunque Además, lo conocen una parte del Cercano Oriente (Siria y
ambas capas se entremezclan con frecuencia. Pero con esto Fenicia, acaso Mesopotamia), pero sólo por temporadas y
nos adelantamos a explicaciones que vendrán después. nada más que en germen. Porque para ello era necesario que
se tratara de asentamientos de un carácter industrial-mer­
En el interior, los puntos de nacimiento, desembocadura cantil b�st�nte Pr?n�ci�do, ª lo� que corre�po�dían estas
o confluencia de ríos, puntos semejantes en una ruta de cara- n, ,
e1emp10 tiabl!omaJ, pueoen convertirse en escena­
,------.-,1·v..1. .1...1...LV..LV'UJ._.,'V,

pio y derecho por lo menos parcialmente propio, 4) carácter


rio de desarrollos parecidos. El príncipe que habita en el bur­ de asociación y unido a esto, 5) por lo menos, una autonomía
go de la ciudad puede encontrar un competidor, en ocasiones y autocefalia parcial; por tanto, administración por autorida­
en el sacerdote del templo o en el señor sacerdotal de la ciu­ des en cuyo nombramiento los burgueses participaban de al­
dad. Porque las pertenencias del templo, cuando se trata de gún modo. Estos derechos suelen revestir en el pasado la for­
dioses muy conocidos, ofrecen protección sagrada al comercio ma de privilegios estamentales. Por eso, un estamento espe­
intertribal, es decir, no protegido políticamente y pueden dar cial de burgueses, como titular de estos privilegios, constitu­
origen, por tanto, a un asentamiento de tipo urbano que será ye la característica de la ciudad en sentido político.
sostenido económicamente por los ingresos del templo como
lo es la ciudad principesca por los tributos del príncipe.
- Ausencia de rasgos comunales en oriente
Es algo que en cada caso se presenta en forma muy di­
versa el hecho de que el interés del príncipe en los ingresos Medidas con este patrón sólo en parte las ciudades de la
pecuniarios que le proporciona la concesión de privilegios a Edad Media occidental eran «ayuntamientos urbanos», y las

116 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


del siglo XVIII en una mínima parte. Pero las de Asia, quizá vil (mashi-bugyo). Pero no existía un derecho urbano en el
con excepciones aisladas, no lo fueron o sólo en germen. To­ sentido de la Antigüedad y de la Edad Media, ni tampoco el
das tenían mercados y eran también fortalezas. Las grandes carácter corporativo de la ciudad. En todo caso resultaba un
sedes de la industria y del comercio chino estaban todas for­ distrito administrativo especial, como ocurrió también en el
tificadas y las pequeñas en su mayoría, al contrario de lo que reino de los merovingios y de los carolingios. Y muy lejos de
ocurre en el Japón. Lo mismo pasa en Egipto, Cercano Orien­ que, como ocurría en el occidente medieval antiguo, la auto­
te e India. Tampoco es raro que las sedes industriales y co­ nomía y participación de los habitantes de la ciudad en los
merciales de esos países constituyeran distritos judiciales es­ asuntos de la administración local, en una localidad, por tan­
peciales. En China, Egipto, Cercano Oriente e India, fueron to, relativamente grande y de tipo industrial-mercantil, fuera
también sede de las autoridades centrales, mientras que fal­ fenómeno más extendido que en el campo, ocurría precisa­
ta este carácter en las ciudades occidentales de los comien­ mente lo contrario. Por ejemplo, en China tenemos que la
zos de la Edad Media, especialmente en el Norte. Pero las ciu­ confederación de los más ancianos era, en estos asuntos, casi
dades no conocieron un derecho material o procesal que fue­ omnipotente y a ese tenor el taotai se veía obligado de hecho
ra peculiar de sus habitantes como tales, ni tampoco cono­ a contar con su cooperación, aunque la ley nada sabía de
cieron tribunales autónomos. Pudieron conocerlos única­ ello. La comunidad de aldea de la India y el mir ruso tenían
mente en la medida en que las guildas y las castas (en la In­ competencias muy efectivas, que ejercieron con plena auto­
dia) que, por lo general, tenían su asiento en una ciudad, nomía hasta los tiempos más recientes, en Rusia hasta la bu­
eran portadoras de tales privilegios y tribunales especiales. rocratización introducida por Alejandro III. En todo el Cerca­
Pero esta sede de hecho de esas asociaciones era algo jurídi­ no Oriente fueron los «más ancianos» (en Israel, sekenim}, es
camente accidental. Les era totalmente desconocida, o sólo decir, originariamente los ancianos del clan, más tarde los je­
conocida en sus principios, la administración autónoma y, so­ fes de los linajes de notables, representantes y administrado­
bre todo, y esto es lo más importante, el carácter de asocia­ res de las localidades y de los tribunales locales. Nada de esto
ción de la ciudad y el concepto de «ciudadano» en oposición encontramos en la ciudad asiática, porque regularmente era
a «rústico». De esto tampoco había más que gérmenes. En la sede de los altos funcionarios o de los príncipes del país y
China, el habitante de la ciudad correspondía jurídicamente se hallaba directamente bajo la vigilancia de su guardia per­
a su clan y, mediante éste, a su aldea nativa, donde se en­ sonal. Pero era una fortaleza principesca y fue, por ello, ad­
contraba el templo de sus antepasados y con la que mantenía ministrada por funcionarios del príncipe (en Israel, sarim) y
widadosamente relaciones, lo mismo que el ruso que habita­ oficiales que disponían también del poder judicial. En Israel
ha en la ciudad y ganaba en ella el sustento seguía siendo ju­ se puede seguir muy bien el dualismo de funcionarios y an­
rídicamente campesino. Por lo que respecta al habitante indo cianos en la época de los reyes. En los reinos burocráticos
de la ciudad, ocurría además que era miembro de su casta. chinos triunfó por todas partes el funcionario real. Cierto que
no era todopoderoso. Al contrario, tenía que contar con la
Los habitantes de la ciudad eran también eventualmen- voz del pueblo en una medida que a menudo sorprende. El
1.n, y hasta generalmente, miembros •
de asociaciones profe- funcionario chino resultaba por lo regular absolutamente im-
l 1 l 1 'l 1 , ,. •
'
potente frente a las asociaciones locales, profesionales y de
1•specífico en la ciudad. Perteñecían, además, a los distritos clan, cuando hacían un frente común en circunstancias par­
ndministrativos, barrios de la ciudad, distritos callejeros en ticulares, y perdía su cargo en los casos en que se le hacía
que la policía dividía la ciudad, y les correspondían dentro de una resistencia común en serio: la obstrucción, el boicot, el
r-sas demarcaciones algunas obligaciones especiales y tam­ cierre de tiendas y el abandono del trabajo por parte de los
lii,�n. en ocasiones, algunas facultades. Especialmente los ba- artesanos y comerciantes, en caso de opresión, eran cosa de
1Ttos o distritos urbanos podían ser responsables solidarios todos los días y limitaban el poder del funcionario. Pero es­
dP prestaciones litúrgicas, por vía de la garantía de paz, en tos límites fueron de tipo muy indeterminado.
l11•1wlicio de la seguridad de las personas o de otras finalida­
d1•s policíacas. Por esas razones podían constituirse en aso­ Por otra parte, encontramos en China y en la India cier­
r1arión con funcionarios elegidos o con ancianos heredita­ tas competencias concretas de las guildas o de otras asocia­
rios. como ocurría en el Japón, donde por encima de esas ciones profesionales por la necesidad de hecho que tiene el
,rsoriaciones con su administración autónoma, había como funcionario de ponerse de acuerdo con ellas. También ocu­
111sl.a11cia superior uno o varios cuerpos de administración ci- rría que los jefes de estas asociaciones aplicaron amplias me-

M. WFBER 117
didas coactivas contra terceros. Pero en todo esto no se trata (allahabad) con un schreschth común a la cabeza, que co­
normalmente más que del poder de hecho de determinadas rresponde al alcalde o burgomaestre occidental. También en
asociaciones, en determinados casos, que afectan a sus con­ la época anterior a los grandes reinos burocráticos existieron
cretos intereses de grupo. Pero, por lo general, no existe nin­ algunas ciudades políticamente autónomas y regidas por un
guna asociación común, con representación, del ayuntamien­ patricio reclutado entre los clanes que proporcionan elefan­
to de los habitantes de la ciudad como tales. Este concepto tes al ejército. Pero después esta situación desapareció del
falta por completo. Sobre todo falta la calificación específica­ todo. La victoria de la extrañeza ritual entre las castas rom­
mente estamental de los habitantes de la ciudad. Nada de pió la asociación de las guildas, y la burocracia real, unida a
esto encontramos en China, Japón e India y sólo gérmenes en los brahmanes, limpió estos gérmenes y aquellos restos del
el Cercano Oriente. noroeste de la India.
En el Japón, la organización estamental es puramente En la Antigüedad egipcia y en el Cercano Oriente, las ciu­
feudal: los samurai (caballero) y los kasi ministeriales (sin ca­ dades son fortalezas o sedes reales u oficiales con privilegios
ballo) se enfrentan a los campesinos (no) y a los comercian­ de mercado concedidos por los reyes. Pero en la época de los
tes y artesanos agrupados, en parte, en asociaciones profe­ grandes reinos carecen de autonomía, régimen municipal y
sionales. Pero faltaba el concepto de «ciudad», lo mismo que de burguesía estamentalmente privilegiada. En Egipto, du­
el de «ayuntamiento». En China, en la época feudal, la situa­ rante el Imperio Medio, había un feudalismo oficial o admi­
ción era la misma, pero, desde la época burocrática, el letra­ nistrativo y en el Nuevo una administración burócrata de es­
do que ha pasado sus exámenes se halla frente a los diversos cribas. Los «privilegios de las ciudades» no eran otra cosa
grados de gente iletrada y, además, encontramos las guildas que concesiones a los titulares feudales o prebendales del po­
de comerciantes y las asociaciones profesionales de artesa­ der oficial en las localidades correspondientes (como los vie­
nos dotadas de privilegios económicos. Pero también falta el jos privilegios episcopales en Alemania). Pero no en favor de
concepto de ayuntamiento y de burguesía urbana. En China una burguesía autónoma. Por lo menos hasta ahora no se
y en el Japón, las asociaciones profesionales gozaban de «au­ pueden señalar ni gérmenes siquiera de un «patriciado ur­
tonomía administrativa», pero no las ciudades, al contrario bano».
de lo que ocurría en las aldeas. En China, la ciudad era for­ En Mesopotamia y Siria, especialmente Fenicia, encon­
taleza y sede administrativa de las autoridades imperiales y tramos, por el contrario, en los primeros tiempos, la típica
en el Japón no había «ciudades» en este sentido. En la India, realeza urbana de las plazas de comercio marítimo o de ca­
las ciudades eran sedes reales u oficiales de la administra­ ravanas, en parte de carácter sacerdotal, en parte, y con ma­
ción real, fortalezas y mercados. También encontramos guil­ yor frecuencia, de carácter secular, y también encontramos el
das de comerciantes y castas, además, que coinciden en gran poder, típicamente en ascenso, de los linajes patricios en la
medida con las asociaciones profesionales, ambas con muy «casa-ayuntamiento» (bitu en las tablillas de Tell-el-Amarna)
fuerte autonomía, la de establecimiento y aplicación del de­ en la época de combates de carros. La confederación cana­
recho propio. Pero la articulación hereditaria en casas de la nea de ciudades no era otra cosa sino una agrupación cons­
socieaaa en 11171TIITII, !..L. ., 1 1 1 P. •
VVU V� vvy�•�V,VU UO��• �V •VV VUV<VV>
nwaa por 10s caballeros que comoauan en carros, resi
excluye el nacimiento de una «burguesía urbana» lo mismo tes en las ciudades, que mantenían a los campesinos en ser­
que el de un «ayuntamiento». Había y hay todavía muchas vidumbre de deudas y clientela, lo mismo que en los prime-
castas de comerciantes y de artesanos con un gran número ros tiempos de la polis griega. De manera parecida, sin duda,
de subcastas. Pero ni era posible equiparar cualquier mayo­ en Mesopotamia, donde el «patricio», es decir, el gran bur­
ría de ellas a la burguesía urbana occidental, al estamento gués poseedor de tierras, capaz de armarse a sí mismo, se
burgués, ni se podría agrupar tampoco en algo que corres­ distingue del campesino y las capitales reciben inmunidades
pondiera a la ciudad gremial de la Edad Media, porque la ex­ y libertades otorgadas por el rey. Pero a medida que creció el
trañeza de las castas entre sí impedía toda hermandad. poderío de la realeza militar, desapareció también esto.
Es cierto que en la época de las grandes «religiones de sal­ Más tarde, ya no encontramos en Mesopotamia nada que
vación» las guildas constituyen en muchas ciudades una aso­ se parezca a ciudades políticamente autónomas, a un esta­
ciación con sus ancianos hereditarios al frente (schreschth) y mento burgués, como encontramos en el occidente, un dere­
quedan todavía como vestigio de entonces algunas ciudades cho especial urbano junto al derecho real. Solamente los fe.

118 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CTUDAD


nicios mantuvieron la ciudad-estado con el dominio del pa­ habilidades de lucro que ofrecía la ciudad y que se hallaba in­
triciado terrateniente que participaba con su capital en el co­ vertida en su mayoría en tierras y esclavos, era lo que servía
mercio. Las monedas de Tiro y Cartago con el cam Zor y el de base a su posición de poder, con la que tenían que contar
cam Karthechdeschoth difícilmente aluden a un señorío del los príncipes y sus funcionarios, independientemente de
demos y, si éste es el caso, corresponde a una época poste­ cualquier reconocimiento jurídico formal, para la ejecución
rior. de sus disposiciones, con tanta frecuencia de seguro como el
taotai chino tenía que contar con la posible obstrucción de
En Israel, Judea fue una ciudad-estado, pero los sekenim los ancianos del clan de las aldeas y de las corporaciones de
(ancianos), que dirigían la administración en las ciudades de comerciantes y otras asociaciones profesionales de las ciuda·
los primeros tiempos como jefes de los linajes patricios, pier­ des. Pero la «ciudad» no por eso se agrupaba en algo que se
den su poder en la época de los reyes; los gibborim (caballe­ pudiera considerar como una asociación autónoma. A menu­
ros) fueron gentes del séquito real y soldados, y en las gran­ do ocurría lo contrario. Tomemos un ejemplo.
des ciudades, en contraposición al campo, regían los funcio­
narios reales (sarim). Sólo después de la cautividad aparece Las ciudades árabes, por ejemplo La Meca, ofrecen to­
el «ayuntamiento» (kahal) o la «corporación» (cheber) como davía en la Edad Media y hasta los umbrales del presente el
institución sobre bases confesionales, pero bajo el dominio cuadro típico de un asentamiento de linajes. La ciudad de La
de los linajes sacerdotales. Meca, como nos hace ver la descripción de Snouck Hurgron­
jes, estaba rodeada de bitad: es decir, de señoríos territorios
- Ciudades patricias pre-comunales: Meca de los dewis, de los clanes hasánicos de Alí y otros clanes no­
bles, ocupados por campesinos, clientes y beduinos, en si­
De todos modos, encontramos aquí, en los bordes medi­ tuación de protegidos. Los bitad se hallaban aglomerados.
tnrráneos y en el Eúfrates, las primeras analogías reales con Era dewi todo clan en el que algún antepasado había sido
la polis antigua, algo así como el estado en que se encontra­ cherif. El cherif, por su parte, pertenecía desde el año 1200
ba Roma en la época de la recepción de la gens Claudia. a la familia Katadahs de Alí, y según el derecho oficial tenía
Sipmpre manda un patriciado urbano, cuyo poder en lo eco- que ser nombrado por el gobernador del califa (que a menu­
111\mico descansa en primer lugar en lo ganado por el comer­ do era un hombre no libre y en tiempo de Harun-al-Raschid
cio y, en segundo lugar, en la propiedad de la tierra y en los lo fue un esclavo beréber), pero de hecho era nombrado de
1·sclavos por deudas, y en sus inversiones en esclavos, y en lo entre las familias calificadas por elección de los jefes de los
111ilitar, en su preparación guerrera de tipo caballeresco; a dewis asentados en La Meca. Por esta razón, y porque la re­
111nnudo luchaban entre sí y, sin embargo, conocían asocia­ sidencia en La Meca ofrecía ocasión para tomar parte en la
riones interlocales con un rey como primus inter pares o con explotación de los peregrinos, los jefes de clan o emires vi­
sl'/iofetas o sekenim -como la nobleza romana con sus cón­ vían en la ciudad. Existían entre ellos «acuerdos» acerca de
•;1ilns- a la cabeza y estaban a veces amenazados por la tira- la paz y de los repartos de todas las probabilidades de ga­
11111 de héroes guerreros carismáticos que se apoyaban en su nancia. Pero estos acuerdos eran revocables en todo mo-
grnmtia personar (Ablmelec, Jerte; uav1ctJ. Antes de la epoca
lu·lt>11ística, en ninguna parte se ha superado este estadio o fuera y dentro de la ciudad, sirviéndose de sus tropas de es­
1111 sn ha superado de manera duradera. clavos. Los vencidos en cada ocasión tenían que abandonar
la ciudad y, sin embargo, en virtud de la subsistente comuni­
También prevaleció seguramente la misma situación en dad de intereses de los linajes enemigos frente a las gentes
111� ciudades de la costa arábiga en la época de Mahoma, y de fuera, existía la «cortesía», mantenida por la amenaza de
,,11hsistió en las ciudades islámicas donde, al contrario de lo la indignación general, incluida la de los propios partidarios,
q11I' owrrió en las grandes ciudades, no se destruyó por com­ de respetar los bienes y las vidas de familiares y clientes de
pll'l11 la autonomía de las ciudades y su patriciado. Parece, los desterrados.
p111· lo menos, que bajo el dominio islámico persistió mucho
tl1· la vi,ija situación oriental. Encontramos entonces una si­ En la época moderna encontramos en La Meca como au­
l 11111·1011 autonómica bastante frágil de los linajes urbanos toridades oficiales: 1) un consejo administrativo de tipo cole­
11,·1111' a los funcionarios del príncipe. La riqueza de los lina- gial, instituido por los turcos, pero que existía sólo en el pa­
11", 11rlia nos, que descansaba en la participación en las pro- pel (medschlis); 2) como autoridad efectiva: el gobernador

M. WEBER 119
turco que representaba el papel del «señor protector» (antes mente los linajes y, eventualmente, las asociaciones profesio­
casi siempre los que dominaban en Egipto); 3) los cuatro ca­ nales, pero no la burguesía urbana como tal, constituían el
dís de los ritos ortodoxos, siempre distinguidos ciudadanos sujeto de la acción de la asociación. Claro que también los
de La Meca, de las familias (schfitas) más distinguidas, du­ tránsitos son muy graduales. Pero también los centros máxi­
rante siglos de una sola familia, nombrados por el cherif o mos, que abarcan centenares de miles y a veces hasta millo­
propuestos por el señor; 4) el cherif; al mismo tiempo jefe de nes de habitantes, ofrecen este fenómeno. En la Constantino­
la corporación aristocrática de la ciudad; 5) los gremios, es­ pla bizantina de la Edad Media, los representantes de los ba­
pecialmente los de cicerones y luego los de carniceros, tra­ rrios que financian (como todavía en Siena las carreras de
tantes de granos y otros; 6) el barrio urbano con sus ancia­ caballos) las carreras en el circo, son los que encarnan los
nos. Estas autoridades concurren entre sí sin competencias partidos y la rebelión de Nika en tiempos de Justiniano pro­
fijas. Un demandante busca la autoridad que le parezca más cedía de estas divisiones locales de la ciudad. También en la
favorable y cuyo poder sea el más efectivo frente a la parte Constantinopla de la Edad Media islárn).ca -por tanto, hasta
contraria. El gobernador de la ciudad no podía impedir la el siglo XIX- junto a las asociaciones puramente militares de
apelación al cadí, que concurría con él en todos los asuntos los jenízaros y de los sipotis y de las organizaciones religio­
donde estaba implicado el derecho eclesiástico. El cherif ve­ sas de los ulemas y de los derviches encontramos sólo guil­
nía a ser la autoridad propia de los nativos; a su buena dis­ das de comerciantes y gremios como representantes de inte­
posición se hallaba entregado el gobernador en todos los reses burgueses, pero ninguna representación de la ciudad.
asuntos que afectaban a los beduinos y a las caravanas de pe­ En la Alejandría bizantina de la última época encontramos
regrinos, y la corporación de los nobles era tan decisiva en algo parecido, ya que, junto a los poderes en competencia de
esta ciudad como en otras ciudades y distritos árabes. los patriarcas, protegidos por los belicosos monjes, y del go­
bernador, protegido por su pequeña guarnición, no existían
Encontramos un desarrollo que recuerda un poco las cir­ más que milicias de barrio dentro de las cuales los partidos
cunstancias occidentales en el siglo IX, en las luchas entre los circenses de «verdes» y «azules» representaban las organi­
tulunidas y dschafaridas en La Meca, con la posición que co­ zaciones principales.
bran los gremios más ricos, pues los de carniceros y tratan­
tes de granos tuvieron un peso decisivo, mientras que en la
época de Mahoma no hubiese tenido importancia más que la b) La ciudad plebeya
posición que adoptaran los nobles linajes coraichitas. Pero
nunca surgió un régimen gremial; las tropas de esclavos sos­ • El «popolo» como asociación política
tenidas con las ganancias de los linajes urbanos aseguraron
a éstos la posición decisiva, del mismo modo que, en el occi­ El modo como se quebrantó la dominación de los linajes
dente medieval, el poder efectivo de las ciudades italianas ofrece exteriormente fuertes paralelos entre la Edad Media y
la Antigüedad, sobre todo si tomamos como ejemplos de la
mostraba la tendencia a caer en manos de los linajes caba­
llerescos como portadores del poder militar. En La Meca fa!- r
primera las grandes ciudades, en espe�ia} l�s it�lianas,
taba toda asociación que convirtiera a la cmctact en una uni­
dad corporativa y en esto reside la diferencia característica antiguas por virtud de sus leyes propias, quiere decirse, sin
con el synoikismo de la polis antigua y con la commune de los interferencia de poderes extraurbanos. En las ciudades ita- .
comienzos de la Edad Media en Italia. Pero, por lo demás, lianas, la etapa decisiva después del nacimiento del podestá
hay motivos suficientes para considerar esta situación de la la tenemos en el nacimiento del popolo. En el sentido econó­
ciudad árabe -si prescindimos de los rasgos islámicos espe­ mico, el popolo, lo mismo que los gremios alemanes, se com­
cíficos señalados anteriormente o si los transponemos en tér­ ponía de elementos muy diversos, pero sobre todo de empre­
minos cristianos- como totalmente típica, para la época an­ sarios, por una parte y de artesanos, por otra. Los que lleva­
terior al nacimiento de los ayuntamientos, de otras ciudades ban al principio los linajes caballerescos fueron los primeros.
marítimas mercantiles, especialmente de las occidentales. Ellos crearon el conjuntario de los gremios contra los linajes
y la financiación, mientras que los gremios artesanales pu­
Hasta donde alcanza el conocimiento seguro de los asen­ sieron a disposición las mesas necesarias. La conjuración de
tamientos asiáticos orientales que tenían los caracteres eco­ los gremios colocaba muy a menudo a la cabeza del movi­
nómicos de ciudad, la situación normal era ésta: que sola- miento, para asegurarse las conquistas en la lucha contra los

120 PARA COMPRENDLR QUI' f,S LA Cll!DAD


linajes rnbeldos, a un solo hombre. Así, Zurich, después de Lucca, 1203; Lodi, 1206; Pavía, 1208; Siena, 1210; Verona,
haber sido desterrados los linajes rebeldes en 1335, fue go­ 1227; Bolonia, 1228) el nombre de societas, credenza mer­
bernada por el juez Rodolfo Brun, con un Consejo compues­ cadanza, communanza o sencillamente popolo. El funciona­
to por partes iguales de gremios de comerciantes, negocian­ miento máximo de esta comunidad se llamó casi siempre ca­
tes de paños, de sal, joyeros, con carácter de empresarios por pitanus popoli, se elegía por corto plazo, casi siempre anual­
un lado, y, por otro, los gremios pequeños de artesanos, y así mente y estaba a sueldo; muy a menudo, siguiendo el ejem­
resistió al sitio del ejército imperial. La conjuratio de los gre­ plo del podestá, era llamado de fuera y entonces traía consi­
mios fue casi siempre en Alemania una asociación pasajera. go un cuadro de funcionarios. El popolo ponía a su disposi­
La transformación de la constitución urbana, ya sea acogien­ ción una milicia reclutada por barrios o por gremios. Residía
do a los representantes de los gremios en el Consejo o ingre­ a menudo, como el podestá, en una especial casa del pueblo
sando toda la burguesía incluyendo a los linajes en los gre­ con torre, una verdadera fortaleza del popolo. Tenía a su
mios, ponía término a su establecimiento. Sólo en algunas lado, como órganos especiales para la administración de las
ciudades de la Alemania baja y de la zona báltica subsistió la finanzas, los representantes (anziani o priori) de los gremios,
hermandad como organización total duradera. Su carácter elegidos por corto plazo, también por barrios. Asumían la fa­
secundario, comparado con las asociaciones profesionales, cultad de proteger a los popolani ante el tribunal, de interce­
se desprende de la composición de su presidencia a base de der contra los acuerdos de las autoridades comunales, de di­
los maestros de las guildas de cada asociación singular. En la rigirles propuestas, a menudo una participación directa en la
ciudad de Münster nadie podía ser preso en el siglo XV sin la legislación. Pero, sobre todo, intervenían en los acuerdos del
aprobación de las guildas, así que la agrupación de las guil­ popolo. Este, hasta que llegó a su completo desarrollo, pose­
das funcionaba como entidad protectora frente a la adminis­ yó sus propios estatutos y su orden fiscal propio. A veces lo­
tración de justicia del Consejo, pues en lo que toca a los asun­ gró que los acuerdos del común no tuvieran validez más que
tos administrativos siempre había representantes permanen­ si el popolo los aprobaba también, de suerte que las leyes del
tes o de ocasión de las guildas sin cuya aprobación nada se común se registraban en los dos estatutos. Respecto a sus
podía disponer. En Italia, la asociación protectora de la bur­ propios acuerdos obtenía, cuando podía, la excepción en los
guesía frente a los linajes tomó proporciones mucho mayo­ estatutos comunales y, en algunos casos, que los acuerdos del
res. popolo precedieran a los mismos estatutos comunales (abro­
gent statutis omnibus et semper ultima intelligantur, en
• El carácter revolucionario del «popolo» Brescia). Junto a la jurisdicción del podestá, tenemos la de la
como asociación política no legitimada mercanzia o la del domus mercatorum, que conocía de todos
los asuntos referentes al mercado y a los oficios, represen­
El popolo italiano no era sólo un concepto económico, tando, por tanto, un tribunal especial para los asuntos de los
sino también político: un especial ayuntamiento político den­ comerciantes y artesanos. No raras veces alcanzó significa­
lro de otro ayuntamiento, con funcionarios propios, finanzas
propias y un régimen militar propio, algo, en fin, en el senti- �ión gene�al_ P,ªr�,}.�s popo!a�, i. _El po�está de Pisa tuvo que
is prop10 ctet vocablo, como un Estaao aentro del bsta­ los pleitos entre popolani, y en ocasiones el capitán logró una
do, es decir, la primera asociación política ilegítima y revolu­ jurisdicción general concurrente con la del podestá y hasta
rionaria de modo consciente. La base de este fenómeno se en algunos casos representó una instancia de casación fren­
halla en el hecho de que, gracias al mayor desarrollo que en te a sus sentencias. Muy a menudo obtuvo el derecho de par­
1 lalia experimentan los recursos de poder económico y polí-
ticipar en las sesiones de las autoridades comunales en fun­
1 ico de la ciudad de linajes, se produce un asentamiento mu­
ciones de control, con la facultad en ocasiones de convocar a
rilo mayor de linajes que viven a lo caballero y que se trasla­ la burguesía del común, de llevar a ejecución los acuerdos del
d,111 a la ciudad, hecho de cuyas consecuencias tendremos Consejo cuando no lo hacía el podestá, el derecho de impo­
q111• hablar todavía. ner y perdonar la pena de destierro y el control y la admi­
La asociación del popolo que se les enfrentó descansaba nistración de las finanzas comunales, en primer lugar los bie­
1•11 la confraternidad de asociaciones profesionales (arti o pa­ nes de los desterrados. Por su rango oficial seguía al podes­
mtiri) y el ayuntamiento particular así formado llevó oficial- tá, pero en casos como los últimos citados se había converti­
1111•111.n en los primeros casos de su nacimiento (Milán, 1198; do en un funcionario del común, capitanus populi et commu-

M. WEBER 121
nis, en términos romanos un collega minar, pero en realidad los recursos de poder del partido. Ya esta garantía suminis­
casi siempre el más poderoso de los dos. También disponía a trada por una organización de partido que se apoyaba esen­
menudo de las fuerzas militares del común y con tanta ma­ cialmente en fuerzas caballerescas nos hace sospechar que
yor facilidad cuando se trataba de mercenarios, pues los me­ tampoco los ordinamenti eliminaron realmente el poder so­
dios para su mantenimiento se obtenían con los impuestos de cial y económico de los linajes. De hecho, diez años después
los popolani ricos. de que se decretaran estas leyes clasistas en Florencia, aco­
gidas por numerosas ciudades toscanas, encontramos de
• La distribución del poder entre los estamentos nuevo las luchas entre los linajes, y ningún grupo plutocráti­
de la ciudad italiana medieval co mantuvo el poder de una manera duradera. Los mismos
cargos del popolo fueron ocupados casi siempre por nobles,
En caso de éxito completo del popolo de la nobleza, des­ pues los popolani podían acoger expresamente a linajes no­
de un punto de vista puramente formal, se hallaba en situa­ bles. La renuncia efectiva a la vida caballeresca sólo parcial­
ción de privilegio negativo. Los cargos del común eran acce­ mente fue algo real. En lo esencial había que garantizar la
sibles a los popolani, mientras que los del popolo no lo eran obediencia política e inscribirse en un gremio. El efecto social
de la nobleza. Caso de que los popolani fueran molestados fue sobre todo cierta mezcla de los linajes urbanos con el po­
por los nobili, se hallaban procesalmente privilegiados, el ca­ polo grasso, aquellas capas de formación universitaria o con
pitán y los ancianos controlaban la administración del co­ capital: los siete gremios superiores -que abarcaban a los
mún, mientras que el popolo no tenía control. Sólo los acuer­ jueces, notarios, cambistas, comerciantes en paños extranje­
dos del popolo eran reconocidos a veces por la totalidad de ros, comerciantes en paños florentinos, comerciantes en se­
los burgueses. En muchos casos, la nobleza estaba expresa­ das, médicos, comerciantes de encajes, de pieles- llevaban
mente excluida de un modo temporal o permanente de tomar ese nombre. De estos gremios superiores en que solían en­
parte en la administración del común. El caso más conocido trar los nobles, tenían que escogerse al principio todos los
lo tenemos en los ya citados ordinamenti della giustizia de funcionarios. Sólo después de varias revueltas, se aseguró la
Giano della Bella, de 1293. Junto al capitán, que era aquí el participación de los catorce arti minori del popolo minuto, es
caudillo del ejército burgués de los gremios, encontramos decir, de los pequeños empresarios artesanales, en el ejerci­
como funcionarios extraordinarios puramente políticos los cio del poder. Capas artesanales no pertenecientes a estos ca­
gonfalonieri della giustizia, elegidos por un breve plazo, con torce gremios sólo provisionalmente, después de la revuelta
una milicia popular especial de mil hombres, dispuesta en de los ciompi (1378), obtuvieron participación en el gobierno
todo momento, y con el fin de proteger a los popolani, de ins­ y una organización gremial independiente. Sólo en pocos lu­
truir y ejecutar los procesos contra los nobles y vigilar el gares y por poco tiempo los pequeños burgueses han podido
cumplimiento de los ordinamenti. La justicia política, con un lograr, como en Perugia en 1368, que, además de los nobili,
sistema oficial de espionaje y de dar acogida a acusaciones también el popolo grasso quedara excluido jurídicamente de
económicas, rápido proced�ie?to ��sitorial contra los la participación en el Consejo de los priori. Es muy caracte-
. , ,. , ' · ' ídas de la burguesía in-
presentaba la réplica democrática del procedimiento vene­ dustrial disfrutaban generalmente del apoyo de los nobili
ciano ante el Consejo de los Diez. En el aspecto material, lo para atacar el dominio del popolo grasso, del mismo modo
más importante era la exclusión de toda la familia de caba­ como más tarde se fundó la tiranía con ayuda de las masas,
lleros de los cargos, su obligación de garantía de buena con­ y en diversas ocasiones, durante el siglo XIII, la nobleza y es­
ducta, la responsabilidad de todo el linaje por cada miembro, tas capas bajas se han mantenido unidas contra el ataque de
leyes penales especiales contra los delitos políticos de los la burguesía. Eran factores económicos los que determina­
magnates, en particular por los agravios al honor en un po­ ban estas alianzas. Los intereses de los pequeños artesanos
polano, la prohibición de adquirir un bien inmueble que co­ podían entrar en fuerte colisión con los de los gremios de em­
lindara con el de un popolano sin la aprobación de éste. La presarios en un sistema de trabajo a domicilio muy desarro­
garantía del señorío del popolo la asumió interlocalmente el llado. En Perugia, por ejemplo, el desarrollo de ese sistema
partido güelfo, cuyo estatuto fue considerado como una par­ fue tan rápido que en 1437 un solo empresario daba de co­
te del estatuto de la ciudad. Nadie que no perteneciera al par­ mer, junto a 28 filatori, a 176 filatrici (como lo demuestra PI
tido podía ser elegido para un cargo. Ya hablamos acerca de conde Broglio d'Ajano). La situación de los pequeños artesa-

122 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


nos que trabajaban a domicilio era con frecuencia precaria e jueces y las profesiones académicas de médicos y boticarios.
insegura. llay trabajadores extranjeros y alquilados, y los Estas capas intelectuales, organizadas gremialmente en los
gremios de empresarios trataban de reglamentar unilateral­ comunes, eran dirigentes del popo/o y desarrollaron un pa­
mente las condiciones del trabajo, como los gremios de los pel parecido al de los abogados y otros juristas en Francia
artesanos que trabajan a domicilio (así los cimatori en Peru­ dentro del «tercer estado»; los primeros capitanes del pueblo
gia) prohibieron, por su parte, la rebaja de salario. habían sido antes presidentes de gremio o de una asociación
de gremios. La mercadanza, al principio una asociación no
Como es natural, estas capas nada esperaban del go­ política de comerciantes e industriales (porque la palabra
bierno de los gremios superiores. Pero en ninguna parte han mercatores, como observa con razón E. Salzer, designa todos
alcanzado el poder político de una manera duradera. La capa los artesanos y comerciantes de la ciudad), era la etapa pre­
proletaria de los oficiales ambulantes se hallaba por comple­ via normal de la organización política del popo/o y su presi­
to fuera de toda relación con la administración urbana. Sólo dente, el podestá mercatorum, a menudo el primer capitán
con la participación de los gremios inferiores entró un ele­ del popolo.
mento relativamente democrático en los Consejos de las ciu­
dades, pero su influencia efectiva fue normalmente pequeña. Pero todo el desarrollo del popolo se movió al principio
La costumbre común a todas estas ciudades italianas de en la dirección de una protección organizada de los intereses
constituir comités especiales para la elección de funcionarios de los popolani ante los tribunales y ante las corporaciones y
tendía a evitar la irresponsabilidad política de los agentes autoridades comunales. Punto de arranque del movimiento
electorales, a menudo anónimos, propios de la moderna de­ fue regularmente la frecuente denegación de derecho a los no
mocracia europea y la demagogia. Hacía posible una selec­ nobles. No sólo en Alemania (como muestra la tradición de
ción planeada y una composición unitaria de los Consejos y Estrasburgo) era frecuente que comerciantes y artesanos re­
magistraturas, pero no podía ser posible más que a base de cibieran azotes en lugar de pago correspondiente y que no
un compromiso entre las familias socialmente influyentes y, recibieran amparo alguno. Pero todavía tuvieron más in­
sobre todo, no podía desconocer las capas financieramente fluencia los insultos y amenazas personales de que la noble­
importantes. Sólo en épocas de competencia entre familias za militarmente superior hacía objeto a los popolani, que se
igualmente poderosas que se disputan el poder o en épocas producen todavía un siglo después de haberse formado la
dn excitación religiosa, la «opinión pública» ha podido ejer­ asociación especial del popo/o. Chocaron entre sí el senti­
cer una influencia positiva sobre la composición de las ma­ miento estamental de la caballería y el resentimiento natural
gistraturas. Los Médicis consiguieron dominar la ciudad sin de la burguesía.
disponer de ningún cargo, únicamente por su influencia ge­
nnral y por la influencia electoral sistemática. El desarrollo de la capitanía del pueblo se apoya, por
tanto, en una especie de derecho de ayuda y control de tipo
Los éxitos del popo/o no se lograron sin luchas violentas tribunicio frente a las autoridades comunales, pasó de aquí a
y a menudo sangrientas y tenaces. La nobleza ., . salía de la ciu- ser: una instanc ia d ca ción y fm��ente �n� m8;_gistrat':1fa
dad y_ lo combatía desde sus castillos._L
, , _ � ��
ill'smantefaban los burgos y la legislación de · las ciudades por las luchas entre los linajes, que significaban un perjuicio
q1wbrantaba la organización señorial tradicional del campo, de los intereses económicos de los burgueses y, a menudo, la
1111·diante una liberación planeada de los campesinos. Pero primera ocasión para la intervención de sus funcionarios. A
los medios de poder necesarios para derrotar a la nobleza esto se añadió la ambición de algunos nobles para llegar a la
los logró el popo/o mediante las organizaciones reconocidas tiranía con ayuda del popolo. Por todas partes la nobleza te­
di' los gremios. Desde un principio, los comunes habían uti­ nía estas tentaciones. Pero por todas partes sus divisiones
li,ado a los gremios para fines administrativos. Se había re- ofrecieron al popo/o la ocasión de poner a su servicio los re­
1·!11tado a los artesanos para servicios de centinela y, sobre cursos militares de una parte de la caballería. Desde el pun­
111do. para servicios de infantería, a través de los gremios. to de vista militar, la importancia creciente de la infantería
1 1111 los progresos de la técnica guerrera, la ayuda de los gre- empieza a ensombrecer por primera vez a la caballería de los
111ios dn empresarios se hacía cada vez más imprescindible nobles. En los comienzos de la técnica militar racional en­
!'i11a11cieramente. El apoyo intelectual técnico-administrativo contramos por primera vez en los ejércitos florentinos del si­
111 ol'n)cían los juristas, sobre todo los notarios, también los glo XIV las bombardas, precursoras de la moderna artillería.

M. WEBER 123
• Paralelismo en la Antigüedad rocho de provocación contra sentencias penales, la suaviza­
ción del derecho debitorio, la declaración del derecho en los
- Plebe y tribunos en Roma días de mercado en interés de la gente del campo, la partici­
pación igual en los cargos, finalmente hasta en el sacerdocio
Exteriormente muy parecido fue el desarrollo del demos y en el Consejo, y, lo que en ocasiones se alcanzó en los co­
y de la plebs en la Antigüedad. Sobre todo en Roma, donde, munes italianos y en Roma, se logra por el plebiscito horten­
correspondiendo por completo al ayuntamiento particular del sio: que los acuerdos de la plebe obligarían a toda la comu­
popolo, surge el ayuntamiento particular de la plebs con sus nidad, por tanto una igual posposición formal de los linajes
funcionarios. Los tribunos fueron originariamente los presi­ que en la Italia medieval.
dentes elegidos de los ciudadanos no nobles de los cuatro ba­
rrios de la ciudad, los aediles, como supone E. Meller, admi­ Después del resultado definitivo de las viejas luchas es­
nistradores de los santuarios comunes que eran, al mismo tamentales, se aminora en gran medida la importancia polí­
tiempo, tesoros de los ciudadanos no nobles, y, en relación tica del tribunado. Lo mismo que el capitán, el tribuno se
con esto, jefes de hacienda de la plebe. La plebe misma se convierte en un funcionario de la comunidad, jerarquizado
constituía como una conjuratio, jurando cada uno matar a dentro de la carrera administrativa, elegido únicamente por
quien se interpusiera a la acción de los tribunos en la pro­ los plebeyos, cuya separación histórica del patriciado perdió
tección de los intereses de los plebeyos: que el tribuno fuera toda importancia práctica y dejó sitio al desarrollo de la no­
designado como sacrosanctus en oposición a los funcionarios bleza funcionaria y crematística (nobleza y caballeros). En las
legítimos de la comunidad romana significaba lo mismo que luchas de clase que surgen ahora sólo una vez, después de la
el hecho de que el capitán del popolo italiano careciera de la época de los Gracos, funcionan poderosamente las viejas fa­
gratia que añadían a su nombre los funcionarios con poder cultades políticas como un medio al servicio de los reforma­
legítimo, los cónsules. dores políticos y del movimiento económico clasista de la
burguesía desclasada políticamente y enemiga de la nobleza
También los tribunos carecían de autoridad legítima y de funcionaria. Este resurgimiento condujo a que el poder tri­
su signo: el trato con los dioses de la comunidad, los auspi­ bunicio se convirtiera, junto con el mando militar, en el atri­
cia, y el más importante atributo del imperium legítimo: el buto militar vitalicio del príncipe.
poder penal, en cuya sustitución tenían, como jefes de la ple­ Se dan estas semejanzas, tan sorprendentes, entre el de­
be, el poder de llevar a cabo una especie de justicia lynch, sin sarrollo italiano en la Edad Media y el viejo desarrollo roma­
proceso ni juicio, contra el cogido in fraganti, oponiéndose al no, a pesar de grandes diferencias políticas, sociales y eco­
ejercicio de sus funciones, mandándolo prender y arrojar por nómicas de las que hablaremos enseguida. No existen infini­
la roca Tarpeya. Lo mismo que ocurre con el capitán y los an­ tas formas técnico-administrativas para regular los compro­
cianos, su poder oficial, el de su magistratura, se desenvolvió misos de los estamentos dentro de una ciudad, y por eso las
a base del derecho que tenía de interponerse en favor de los semejanzas de las formas de la administración política no de­
lebeyos en las acciones oficiales del magistrado y de parar ben ser interpretadas como superestructuras semejantes so-
esas acciones. Este derecho de mterces10n, que es el atri re las mISmas bases econon ·
negativo general del funcionario romano contra cualquier pías leyes.
magistrado igual o inferior, representó su primera facultad.
Lo mismo que en el caso del capitán, a partir de aquí se de­
sarrolla su poder, hasta el punto de convertirse en una ins­ - Demos y éforos en Esparta
tancia general de casación y luego en el poder máximo de he­
cho dentro del círculo pacífico de la ciudad. En campaña, el Preguntamos ahora si este desarrollo romano no en­
tribuno nada tenía que decir, pues allí reinaba sin límites el cuentra también algún paralelo dentro de la misma Antigüe­
mando del general. Esta limitación a la ciudad, que no se en­ dad. Según lo que conocemos, en la Antigüedad no encontra­
cuentra en las viejas magistraturas, caracteriza el origen es­ mos una asociación política particular como la que represen­
pecíficamente burgués del tribuno. tan las plebs y el popolo italiano, pero sí existen fenómenos
de un carácter afín. Ya en la Antigüedad (Cicerón) se ha con­
En virtud de ese poder de casación es como los tribunos siderado a los éforos de Esparta como una manifestación pa- f
han impuesto todas las conquistas políticas de la plebe: el de- ralela. Pero esto hay que entenderlo bien.

124 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Los éforos (vigilantes) eran, en oposición a los reyes legí­ compromiso subsiguiente. Lo que da que pensar es única­
timos, funcionarios anuales, y lo mismo que los tribunos, ele­ mente que los éforos revestían también algunas funciones re­
gidos por las cinco phyles locales de espartanos y no por las ligiosas. Pero en mayor grado que los tribunos, se habían
tres phyles gentilicias. Convocaban la asamblea de los ciuda­ convertido en funcionarios legítimos de la comunidad. Los
danos, poseían jurisdicción en asuntos civiles y en materia rasgos característicos de la polis espartana producen dema­
penal (acaso ésta no sin limitación), podían convocar a los siado la impresión de una creación racional para poder pasar
mismos reyes a que se presentaran ante ellos, obligaban a los como vestigio de instituciones antiquísimas.
funcionarios a rendir cuentas y los suspendían, tenían la ad­
ministración en la mano y, junto con el Consejo elegido de la • Etapas y consecuencia de la
Gerusia, poseían dentro del dominio espartano el máximo po­
der político efectivo. En la zona urbana, los reyes estaban li­ democratización en Grecia
mitados al rango principal y a la influencia puramente perso­ En el resto de las comunidades helénicas no encontra­
nal, mientras que en la guerra descansaba en sus manos todo mos ningún paralelo. Por el contrario, sí encontramos por to­
el poder disciplinario, tan fuerte en Esparta. Pertenece a das partes un movimiento democrático de los ciudadanos no
tiempos posteriores el hecho de que los éforos acompañaran nobles contra los linajes y, en su mayor parte, la eliminación,
también a los reyes en la guerra. Nada dicen contra la cuali­ ya sea temporal o duradera, del señorío de los linajes. Lo
dad de los éforos como poder tribunicio, que en sus orígenes, mismo que en la Edad Media, tampoco significaba esto la
todavía acaso después de la primera guerra Mesenia, fueran igualdad de todos los ciudadanos respecto a los cargos, al
alguna vez nombrados por los reyes. Porque es muy posible Consejo, y al derecho de voto, ni tampoco en lo que respecta
que ocurriera en los orígenes eso mismo con los jefes de las a la acogida en la asociación ciudadana de todas las familias
tribus. Y tampoco dice nada en contra el hecho, todavía más personalmente libres y con derecho de asentamiento. En
importante, de que falta en los éforos la facultad de interce­ oposición a Roma, no pertenecían a la asociación ciudadana
sión, característica de los tribunos y que comparte con los los libertos. Pero la igualdad de los ciudadanos se fue impo­
«capitanes del pueblo» de la Edad Media. Porque no sólo nos niendo mediante una gradación del derecho de voto y de la
transmite la tradición que, a tenor del sentido de su posición, capacidad funcionaria, al principio, según la renta de la tie­
les incumbía al principio proteger a los ciudadanos frente a rra y la capacidad militar y, más tarde, según la fortuna. Esta
los reyes, sino que la ausencia posterior de esta función se ex - gradación jamás se eliminó jurídicamente en Atenas de un
plica por la victoria absoluta del demos espartano sobre sus modo completo, del mismo modo como tampoco las capas
enemigos y por el hecho de que se cambió en una clase do­ desposeídas de las ciudades medievales lograron nunca una
minante que mandaba en todo el país, si inicialmente plebe­ equiparación jurídica duradera con la clase media.
ya, más tarde efectivamente oligárquica. En la época históri­
ca no se conoció en Esparta una aristocracia. Si la polis ejer­ El derecho de voto en las asambleas populares se conce-
cía de modo tan absoluto su señorío sobre los ilotas, a los que dió a todos los propietarios de tierras adscri
oiemnemente la guerra» 1 os en a asoc1ac10n militar de una fratría -éste fue el
para motivar así religiosamente su indefensión jurídica, y se primer estadio de la «democracia»- o también a los propie­
mantenía también su posición de monopolio político frente a tarios de otros bienes de fortuna. Al principio fue decisiva la
los periecos, que se hallaban fuera de la asociación guerrera, capacidad para el equipamiento propio en el ejército de los
nn igual grado dominaba en el interior, por lo menos al prin­ hoplitas, con cuya importancia se vincula este cambio. Pron­
cipio, la igualdad social entre los ciudadanos plenos, ambas to veremos que la mera gradación del derecho de voto no
cosas mantenidas por un sistema de espionaje (krypteia) que constituyó en modo alguno el medio principal para conseguir
recuerda al de Venecia. Según la tradición, los lacedemonios este resultado. Lo mismo que en la Edad Media, la constitu­
habían suprimido el modo particular de vida de la nobleza en ción formal de la asamblea ciudadana podía estar ordenada
manto a la indumentaria, que existió en un principio. Los ju­ no importa cómo y su competencia formal medida con la ma­
ramentos recíprocos entre los reyes y los éforos, una especie yor generosidad sin que por ello la posición de poder social
dn pacto constitucional periódicamente renovado, parecen de los poseedores quedara definitivamente destruida.
ilPmostrar suficientemente que esa situación y la recia limita­ Por su resultado final, el movimiento del demos llevó en
ri1in del poder real fueron consecuencia de una lucha y del el transcurso de su desarrollo a configuraciones muy dife-

/\il. wr,:arn 125


rentes entre sí. El resultado primero, y en varios casos dura­ victoria se identifica con el tránsito al demos, distrito local,
dero, fue el nacimiento de una democracia que, exteriormen­ como una sección de todo el dominio y base de todos los de­
te, se parece a la que se presentó también en numerosas co­ rechos y deberes en la polis. Pronto estudiaremos la signifi­
munidades italianas. La capa más rica de los ciudadanos no cación práctica de este cambio. Pero su consecuencia fue que
nobles, estimada por alguna clase de censo, en lo esencial po­ la polis fuera tratada no ya como una confraternidad de aso­
seedora de dinero, esclavos, ergasterios, naves, capital mer­ ciaciones militares y gentilicias, sino como una corporación
cantil y de préstamo, entra a formar parte en el Consejo y en territorial de tipo instituto.
las funciones públicas junto a los linajes, que se apoyan so­ También adquirió este carácter con el cambio de la con­
bre todo en la propiedad territorial. cepción de la naturaleza del derecho. El derecho se convirtió
La masa de los pequeños artesanos, comerciantes y pro­ en derecho institucional de los ciudadanos y habitantes del
pietarios modestos, permaneció jurídicamente excluida de distrito urbano como tal -ya antes vimos con qué repercusio­
los cargos o excluida de hecho a causa de su falta de inde­ nes- y fue también, cada vez más, un derecho racionalmente
pendencia económica; o la democratización fue más lejos y estatuido. En lugar de la judicatura carismática irracional, te­
llegó a colocar el poder en manos de las últimas capas cita­ nemos la ley. Paralelamente a la eliminación del dominio de
das. Pero para que pudiera ocurrir esto había que encontrar los linajes, comienza la legislación. Al principio conserva to­
los medios para compensar la falta de independencia econó­ davía la forma del establecimiento carismático de los dere­
mica de estas capas, como ocurrió en la forma de dietas, y el chos por los aisymnetas. Pero después se produjo la creación
censo para los cargos fue rebajado. Pero esto, y el no tener constante, siempre fluyente, de nuevo derecho por la ekklesia
en cuenta de hecho la gradación en clases del demos, fue tan y la administración de justicia puramente secular vinculada a
sólo el resultado final de la democracia ática, que se alcanza la ley o, como en Roma, a las instrucciones del magistrado.
en el siglo IV. Se produjo cuando había decaído la importan­ Finalmente, en Atenas todos los años se dirigía al pueblo la
cia militar del ejército de los hoplitas. pregunta de si las leyes existentes debían ser conservadas o
cambiadas. Tan natural era la idea de que el derecho en vigor
La consecuencia realmente importante de esta victoria es algo que se crea artificialmente y que descansa en la apro­
total o parcial de los no nobles por lo que respecta a la es­ bación de aquellos a los que trata de imponerse. Es cierto que
tructura de la asociación política y de su administración con­ en la democracia clásica, por ejemplo en la Atenas de los si­
siste en la Antigüedad en lo siguiente: glos V y IV, esta concepción no dominaba de un modo abso­
luto. No todo acuerdo (psephisma) del demos era una ley (no-
- La implantación creciente de la organización mos) ni en el caso en que es!ableciera reglas generales. Había
y legislación territoriales acuerdos del demos contrarios a las leyes y tales acuerdos po­
dían ser impugnados por cada ciudadano ante el tribunal de
Significa la implantación creciente del carácter de insti- jurados (heliaia). Una ley no era el resultado (por lo menos
tuto de la asociación política. Por de pronto, la forma de rea- entonces) de los acuerdos del demos, sino que, a base de la
lización del principio de «ayuntamiento local». Así como en propuesta de tlll eiudadano, se trataba en forma de procB�o
la Edad Media había valido para la masa de burgueses, ya ante un colegio de jurados especiales (nomothetes) la cuestión
bajo el señorío de los linajes, la división en distritos urbanos, de si había de ser considerado como derecho lo viejo o lo nue-
y el popolo elegía sus funcionarios, por lo menos en parte, vamente propuesto; como se ve, un residuo singular de la vie-
por barrios, así también la ciudad de linajes antigua conoció ja concepción de la naturaleza del derecho que desapareció
distritos locales en lo que afecta a los plebeyos no nobles, so- bastante tarde. En Atenas, por la ley de Ephialtes, fue lo que
bre todo en lo referente al reparto de las prestaciones perso- significó el primer paso decisivo en el sentido de la concep-
nales y de las cargas. En Roma encontramos, junto a las tres ción del derecho como una creación racional.
viejas tribus, de carácter personal, compuestas a base de los
clanes y de las curias, cuatro distritos urbanos puramente lo­ - La sustitución de los notables
cales que, con el triunfo de la plebe, se colocan al lado de porfuncionarios democráticos
aquellas tribus, y en Esparta, junto a las tres viejas phyles
personales, las cuatro phyles locales, que más tarde fueron El desarrollo de la democracia trajo consigo una trans­
cinco. En el campo de la democracia propiamente dicha, su formación de la administración. En lugar de los notables que

126 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


gobernaban en virtud de un carisma gentilicio u oficial, tene­ de funcionarios especializados que sólo trabajaban en la oca­
mos un funcionario del demos elegido por corto plazo o sa­ sión y para los que los ingresos del cargo, principalmente
cado a suerte, responsables y, en ocasiones, revocables, o emolumentos, significaban tan sólo un deseable lucro acce­
también secciones directas del mismo demos. Esos funciona­ sorio. Era común también a las ciudades antiguas y a las me­
rios no lo eran en el sentido moderno del vocablo. Recibían dievales, por lo menos las grandes, el hecho de que numero­
únicamente moderadas indemnizaciones por gastos o dietas, sos asuntos que suelen tratarse en asambleas representativas
como los jurados sacados a suerte. Esto, el breve plazo de los se resolvieran mediante colegios especiales elegidos o saca­
cargos y la prohibición muy frecuente de reelección, impidie­ dos a suerte. Así, en la Antigüedad helénica la legislación y
ron el nacimiento del carácter profesional en el sentido de la también otros asuntos políticos, por ejemplo en Atenas el ju­
burocracia moderna. Faltaban la carrera burocrática y el ho­ ramento al pactar alianzas y el reparto de los tributos de los
nor estamental. La resolución de los asuntos tenía lugar miembros de la federación. En la Edad Media, muy a menu­
como cargo de ocasión. En la mayoría de los funcionarios no do la elección de funcionarios, y precisamente los más im­
requería la aplicación de toda su fuerza de trabajo y los in­ portantes, pero también en ocasiones la composición de los
gresos eran, también para las gentes sin recursos, nada más colegios deliberantes más decisivos. Se trata de una especie
que una adquisición, si bien deseable, de tipo subalterno. Sin de sustituto de nuestro sistema representativo, que no existió
embargo, los grandes cargos políticos, sobre todo los milita­ nunca en la forma moderna. Correspondiendo al carácter
res, requerían la prestación de toda la actividad y, por tanto, tradicional estamental y de privilegio de todos los derechos
tenían que recaer en gentes con independencia económica, y políticos, había «representantes» únicamente de las diversas
por lo que se refiere a los cargos de hacienda se exigía en asociaciones, en la democracia antigua comunidades cultu­
Atenas, en lugar de la moderna fianza, un censo muy alto. rales o estatales, acaso ligas de Estados, en la Edad Media los
Estos puestos eran, por su naturaleza, cargos honoríficos. gremios y otras corporaciones. Se representaban derechos
particulares de las asociaciones y no un cambiante «electo­
El genuino director de la política, que creó la democracia rado» de un distrito, como en el Parlamento.
plena, el demagogo, era formalmente por lo regular en la
Atenas de Pericles el primer funcionario militar. Pero su po­
der efectivo no descansaba en la ley o en el cargo, sino en la • El gobierno ilegítimo:
influencia personal y en la confianza del demos. No era, no los tiranos en la Antigüedad
ya legítimo, sino ni siquiera legal, a pesar de que toda la También es común, finalmente, a las ciudades antiguas y
constitución democrática estaba referida a su existencia, algo medievales la aparición de la tiranía o, por lo menos, el in­
así como la moderna constitución inglesa a la existencia del tento de implantación. En ambos casos, un fenómeno local­
gabinete, que no rige en virtud de una competencia legal. Al mente limitado. En la metrópoli helénica se presenta este fe­
voto de desconfianza del Parlamento inglés, que tampoco ha nómeno en los siglos VII y VI sucesivamente en una serie de
sido fijado legalmente, correspondía, en otra forma, la acu­ grand_es ciu�ades:. ent�� �11�-� At�nas '. pero resistió pocas ge-
sación contra los demagogos por dirigir mal el demos. Tam- ,
ién el Consejo, compuesto por msacu1ac10n, se convirtIO en en virtud del sometimiento a un poder militar superior. Por el
1111 mero comité gestor del demos, perdió su poder judicial, contrario, su reinado en el dominio colonial, en el Asia Me­
¡wro tuvo en sus manos la preparación de los acuerdos po­ nor, y sobre todo en Sicilia, fue más duradero y en ocasiones
¡J11lares (mediante probuleuma) y el control de las finanzas. constituyó la forma definitiva del régimen urbano hasta su
En las ciudades medievales el señorío del popolo tuvo declinación.
ronsecuencias semejantes. Redacciones en masa del derecho La tiranía fue, por todas partes, producto de la lucha es­
11rhano, codificación del derecho civil y del procesal, una ver­ tamental. En algunos casos, por ejemplo en Siracusa, parece
dadera acumulación de estatutos de todo genero. Esto, por que los linajes amenazados por el demos ayudaron a la ins­
1111a parte. Por otra, una acumulación también grande de fun­ tauración de la tiranía. Pero en general se trataba de una
<'ionarios, de los que hasta en las mismas pequeñas ciudades parte de la clase media y de los explotados por la usura de los
11 IP111anas encontramos en ocasiones de cuatro a cinco doce- linajes que apoyaban al tirano, siendo sus enemigos los lina­
11as de categorías. Y junto al personal administrativo y poli­ jes, a los que desterraba y confiscaba sus bienes, y quienes,
naco, por una parte, y el burgomaestre por otra, todo un haz por su parte, procuraban derrocarla. En este punto se hace

M. WEBER 127
valer el típico antagonismo clasista de la Antigüedad: los pa­ tuó, por lo menos en la metrópoli, en el sentido de una nive­
tricios de la ciudad, con capacidad militar, en calidad de lación estamental timocrática o democrática, de la que fue
prestamistas, y los campesinos como deudores, que encon­ frecuentemente precursora. Por el contrario, los intentos lo­
tramos tanto entre los israelitas y en Mesopotamia como en grados o malogrados de institución de una tiranía en la épo­
el mundo griego y en el italiano. En Babilonia, la buena tie­ ca helénica tardía surgieron de la política de conquista del
rra ha caído casi toda en manos de los patricios, en cuyos co­ demos. Guardan relación con sus intereses militares, de los
lonos se han convertido los campesinos. En Israel «prestará que hablaremos más tarde. Pugnaban por ella caudillos mili­
a todo el mundo», es decir, que los ciudadanos de Jerusalén tares victoriosos corno Alcibíades y Lisandro. En la metrópo­
serán patricios y señores de deudas, mientras que los demás li, estos intentos no tuvieron éxito hasta la época helenística
serán sus siervos y campesinos. El mismo antagonismo de y también se derrumbaron los imperios militares del demos
clase encontraremos en Grecia y en Roma. La tiranía, una por razones que se explicarán más tarde. Por el contrario, en
vez en el poder, ha contado por lo general con los pequeños Sicilia, la vieja política marítima de expansión en el Mar Ti­
campesinos, con una pequeña camarilla de nobles aliada a él rreno, lo mismo que, más tarde, la defensa nacional contra
políticamente y con una parte de las clases medias de la ciu­ Cartago, fue acaudillada por tiranos que se apoyaban en
dad. Por lo general so apoyaba, por una parte, en la guardia mercenarios y en ejércitos urbanos, y que llevaron a cabo su
personal, cuya concesión al caudillo popular por los ciudada­ política con implacables medidas de cuño oriental: incorpo­
nos significaba aquí (por ejemplo Pisístrato) lo mismo que en raciones en masa de mercenarios en calidad de ciudadanos y
el caso de los «capitanes del pueblo» de la Edad Media, el trasplantes de cuerpos de ciudadanos sometidos, creando
primer paso y, por otra, en mercenarios. En realidad llevaron una monarquía militar interlocal. Roma, finalmente, donde
a menudo una política de nivelación estamental parecida a la en la vieja época republicana se sofocaron los gérmenes de
de los aisymnetas (Charondas, Solón). Muchas veces no había tiranía, abocó, corno consecuencia de la política de conquista
más alternativa que esta nueva ordenación del Estado y del y por razones sociales y políticas, a una monarquía militar,
derecho por los aisymnetas o la institución de una tiranía. La de la que se hablará en particular en otro momento.
política social y económica, tanto de unos como de otros, por
lo menos en la metrópoli, trata de impedir la venta de la tie­
rra campesina a la nobleza urbana y la inmigración de los • El gobierno ilegítimo:
campesinos a la ciudad; también trata, en ocasiones, de limi­ los señores medievales
tar la compra de esclavos, el lujo, el comercio intermediario, En la Edad Media, la tiranía urbana se limitó casi por
la exportación de cereales, medidas que corresponden en lo completo en Italia. La signoria italiana, cuyo paralelismo con
esencial a una política pequeño-burguesa, de «economía ur­ la tiranía antigua es señalado por Ernesto Meyer, tiene de co­
bana», similar a la «política económica urbana» de las ciuda­ mún con ésta que se halla en manos de una familia acomo­
des medievales, de que nos ocuparemos todavía. dada y que se enfrenta a los propios compañeros de esta­
Los tiranos se sienten por doquier como señores ilegíti- mento; además, que es la primera potencia política en el oc­
mos y pasan especrflcamente por tales. Es lo que diferencia cidente de fnncianarias nombrados, y que conserva. sin ern-
su posición entera, tanto religiosa como política, de la vieja bargo, casi siempre, ciertas formas de la constitución urba­
realización urbana. Por lo general, eran fomentadores de na. Pero por lo demás nos encontramos con diferencias irn- .
nuevos cultos patéticos, así el de Dionisios, en oposición a los portantes. Si es verdad que tropezarnos con frecuencia con
cultos rituales de la nobleza. Generalmente buscaban las for­ que la signoria surge directamente de la lucha de los esta­
mas externas de la constitución comunal para cubrir las apa­ mentos, también lo es que aparece al final del desarrollo a
riencias de la legalidad. Por lo regular, su régimen debilitaba que conduce la victoria del popolo y, en ocasiones, bastante
a los linajes y éstos se veían obligados, para asegurarse la ex­ tiempo después. Además, casi siempre se desarrolla sobre la
pulsión del tirano, sólo posible con la ayuda de los no nobles, base de los cargos legales del popo/o, mientras que en la An­
a hacer amplias concesiones al demos. La democracia de cla­ tigüedad helénica la tiranía urbana representa sólo uno de
se media de Clístenes se alió así a la expulsión de los Pisis­ los fenómenos intermedios entre el señorío de los linajes y la
trátidas. En algunas ocasiones ha ocurrido que una plutocra­ timocracia o la democracia.
cia de comerciantes ha sustituido a la tiranía. Esta tiranía, fa­ El desarrollo formal de las signorias tiene lugar en for­
vorecida por antagonismos económicos entre las clases, ac- mas diversas, corno lo ha hecho ver bien E. Salzer. Toda una

128 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


serie de signorias surge directamente como producto de las que nunca se consideró en sus principios como la institución
revueltas del popo/o a base de los nuevos cargos oficiales de de una monarquía permanente. Ciudades como Génova han
los popolani. El capitana del popolo o el podestá de la mer­ impuesto a menudo a poderosos monarcas, a cuyo dominium
cadanza o también el podestá del común son elegidos por el se adscribieron, condiciones muy limitadas, especialmente
popo/o por plazos cada vez más largos o también vitalicia­ en lo que respecta al poder militar, a las contribuciones en di­
mente. Encontramos tales cargos a largo plazo ya a media­ nero y, en ocasiones, les han desposeído de su cargo. Así lo
dos del siglo XII en Piacenza, Parma, Lodi y Milán. En esta logró Génova respecto a monarcas extranjeros, por ejemplo
última ciudad, el dominio de los Visconti, lo mismo que los el rey de Francia. Pero era más difícil conseguir esto respec­
Escalígero en Verona y los Este en Mantua, es ya de hecho to a un signare residente en la ciudad.
hereditario a fines del siglo XIII. Junto a este desarrollo ha­
cia el carácter vitalicio, y más tarde hereditario -de hecho
primero y luego de derecho-, tenemos la ampliación de las • La pacificación de los burgueses
facultades de estos funcionarios máximos. Basándose en un y la legitimación de los señores
poder penal arbitrario, puramente político, se elevan a un
poder pleno (arbitrium generale) en competencia con el Con­ Y sobre todo, se puede observar que con el tiempo de­
sejo y el común, para tomar no importa qué disposiciones y, creció tanto la fuerza como la inclinación de los burgueses a
finalmente, al dominium con derecho a regir la ciudad libero prestar resistencia. Los signares se apoyaban en mercena­
arbitrio, de repartir los cargos y de dictar ordenanzas con rios y, de modo creciente, en alianzas con las autoridades le­
fuerza de ley. gítimas. Después de la dominación violenta de Florencia con
ayuda de tropas españolas, la signoria hereditaria se con­
Este cambio solía tener dos fuentes políticas diferentes, vierte en toda Italia, fuera de Venecia y Génova, en la forma
aunque a menudo idénticas por razón de fondo. Por una par­ estatal legitimada definitivamente por el reconocimiento im­
te, el dominio del partido como tal. Sobre todo, la amenaza perial y pontificio. Pero aquella debilitada resistencia de la
constante de todo el estamento político, e indirectamente del burguesía se explica por toda una serie de circunstancias sin­
económico, y sobre todo del estamento de los propietarios, gulares: la corte del signare creó entre la nobleza y la bur­
por el partido vencido. Especialmente los belicosos linajes y guesía, a medida que transcurría el tiempo, al igual de otras
el miedo a las conjuraciones llevaban a colocar a la cabeza a cortes, capas crecientes interesadas social y económicamen­
un jefe de partido con poderes ilimitados. Por otro lado, las te en su persistencia. El refinamiento creciente de las necesi­
guerras con el exterior, la amenaza de sometimientos a ma­ dades y la expansión económica decreciente, con una sensi­
nos de ciudades vecinas o de otros poderosos. Cuando es esta bilidad cada vez mayor de los intereses económicos de las ca­
la razón principal, encontramos como fuente de la signaría pas burguesas superiores frente a toda perturbación del trá­
no el puesto de caudillo del partido del capitán del pueblo, fico pacífico, además del interés cada vez menor de los arte­
sino la creación de un mando militar extraordinario, la capi­ sanos en las actividades políticas, a medida que aumenta la
tanía �e gu�ra, �ntregada � u? p�-ínci�e �x�ra�jero o a un competencia v crece la estabilidad social v económica, v su
, _
aspiración natural a entregarse puramente al trabajo lucrati­
príncipe para que la protegiera contra la amenaza exterior vo o al pacífico disfrute de rentas, y la política general de los
podía tener lugar en forma que limitara muy estrechamente principios que fomentaron ambos desarrollos en ventaja pro­
las facultades del dominus. Dentro de la ciudad, el tirano so­ pia, condujeron a una rápida disminución del interés por el
lía ganarse las anchas capas bajas de artesanos, excluidas destino político de la ciudad.
prácticamente de la administración, en parte porque el cam­
bio para ellas no significaba ninguna pérdida y la creación de Por todas partes, tanto las grandes monarquías, como la
1111a corte significaba ventajas económicas, en parte como francesa, o las signorias de las diferentes ciudades, podían
consecuencia de la accesibilidad emotiva de las masas al po­ contar con el interés de las capas bajas en la pacificación de
dnr personal. Por eso, los aspirantes a la signoria han utili- la ciudad y en la regulación de la vida lucrativa en el sentido
1.ado generalmente el parlamento como una instancia para el de una política pequeño-burguesa de abastos. Los reyes han
lraspaso de poderes. Pero también en algunas circunstancias sometido a las ciudades francesas con ayuda de estos intere­
los linajes o los comerciantes, amenazados por enemigos po­ ses de los pequeños burgueses e iguales tendencias ha favo­
litii:os o económicos, han recurrido al medio de la signoria, recido en Italia la signoria.

M. WEBER 129
Pero más importante que todo fue un factor esencial­ señores feudales, y en Toscana, por ejemplo, la sustitución
mente político: la pacificación de la burguesía al ser absorbi­ del régimen de prestaciones feudales por la mezzadria -una
da por la actividad económica y desacostumbrarse del servi­ institución que se determina por la coexistencia de una capa
cio de las armas, y el desarme planeado llevado a cabo por de señores, en su mayoría domiciliados en la ciudad y que
los príncipes. Es cierto que no siempre constituyó éste desde mantienen su relación con el campo por el sistema de resi­
un principio una parte de la política de los príncipes, pues va­ dencias campestres, y de sus arrendatarios residentes en el
rios de ellos crearon por el contrario un sistema racional de campo. Pero la población rural se hallaba excluida de toda
reclutamiento. Pero a tono con el tipo general de la formación participación en el poder político, aunque fuera propietaria
patrimonial del ejército, pronto se convirtió éste en una leva libre. Lo mismo que la mezzadria en el campo de la econo­
de desposeídos, extraño, por tanto, al ejército republicano de mía privada, así también la política urbana frente al campo
burgueses. Pero, sobre todo, el tránsito a los ejércitos merce­ se orientaba en su organización por los intereses de consumo
narios y a la satisfacción capitalista de la demanda militar de los habitantes de la ciudad y, luego del triunfo de los gre­
mediante empresarios (condottieri}, debido a la creciente ab­ mios, por sus intereses productivos. La política de los prínci­
sorción del burgués por la economía y a la necesidad también pes no ha cambiado esto enseguida ni tampoco de una ma­
creciente de una formación profesional para el servicio de las nera general. La famosa política fisiocrática del gran duque
armas. Ya en la época en que existían las ciudades libres, es­ Leopoldo de Toscana en el siglo XVIII se hallaba influida por
tas circunstancias habían preparado sensiblemente la pacifi­ ciertas ideas de derecho natural y no en primer lugar por una
cación y desarme de los burgueses. A esto se añadió la unión política de intereses agrarios. Pero en todo caso la política de
personal y política de los príncipes con las grandes dinastías, los príncipes, orientada en su conjunto a una nivelación de
frente a cuyo poder el levantamiento de los burgueses no intereses y a una previsión de conflictos, no era ya la política
ofrecía perspectiva alguna. Fueron, por tanto, en último tér­ de una burguesía urbana que utilizara el campo sólo como
mino, circunstancias que nos son conocidas en su significa­ medio para un fin.
ción general, las que ofrecieron a la signoria las perspectivas
de progresar hasta los términos de un principado patrimo­ El señorío de los príncipes urbanos era, sobre todo, un
nial hereditario. Estas circunstancias fueron la creciente ab­ señorío sobre varias ciudades. Pero no era la regla el que se
sorción de los dedicados a actividades lucrativas, la crecien­ pasara de estos territorios estatales hasta entonces indepen­
te descalificación militar de las capas cultas de la burguesía dientes a una asociación estatal unitaria en el sentido mo­
y la racionalización también creciente de la técnica militar en derno. Por el contrario, ciudades que estaban sometidas a un
el sentido de un ejército profesional, en unión con el desa­ mismo señor han seguido poseyendo el derecho y también la
rrollo de un estamento de nobles rentistas y prebendados in­ oportunidad de cambiar embajadores entre sí. Su constitu­
teresados económica y socialmente en la corte. Cuando la ción no fue tampoco por lo regular unificada. No se convir­
signoria alcanza este grado, entra a formar parte del círculo tieron en ayuntamientos que, en virtud de la delegación del
de los poderes legítimos. Estado, cumplen con una parte de sus tareas. Esta evolución
se ha producido poco a poco y paralelamente a la transfor-
La política que llevan las signorias muestra sobre tacto mac10n nomogenea de ros granctes tstactos patrimoni
en un punto, único que aquí nos interesa, una tendencia co­ modernos. Las entidades políticas surgidas de estos territo­
mún con las tiranías antiguas: el quebrantamiento de la po­ rios urbanos no han poseído en su mayoría representaciones
sición de monopolio político y económico de la ciudad frente estamentales tales como las poseyó ya el reino de Sicilia en la
al campo. La población rural fue muy a menudo la que ayu­ Edad Media y también otras viejas monarquías patrimonia­
dó -como en la Antigüedad- a los titulares del poder a ha­ les. Las novedades de la organización fueron más bien las si­
cerse con él (así en 1328 en Pavía). La libre burguesía urba­ guientes: presencia de funcionarios señoriales, nombrados
na había quebrantado a menudo, después de su victoria so­ por tiempo indeterminado junto a los funcionarios de lo cri­
bre los linajes, y en propio interés, y también con un interés minal elegidos por corto plazo; desarrollo de magistraturas
político, el señorío territorial y había emancipado a los cam­ centrales de tipo colegial, sobre todo para los fines de ha­
pesinos y reclamado el movimiento libre de las tierras para cienda y militares. Esto significó de todos modos un paso im­
permitir su acceso a los posibles compradores. Consiguiente­ portante en el camino de la racionalización de la administra­
mente al dominio del popolo grasso, se llevó a cabo la adqui­ ción. La administración de la ciudad regida por el príncipo
sición en masa de tierras por los burgueses de manos de los podía ser moldeada técnicamente de un modo racional por-

130 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CUIDAD


que muchas ciudades habían creado, al servicio de sus pro­ en la que podremos captar sus rasgos específicos en máximo
pios intereses hacendísticos y militares, y en un grado no co­ desarrollo.
nocido, la base estadística conveniente y porque los bancos
de las ciudades habían desarrollado técnicamente el arte de
llevar los libros de contabilidad. Por lo demás, influyó más en • Autonomía urbana, capitalismo
la racionalización indiscutible de la administración el ejem­ y burocracia patrimonial: compendio
plo de Venecia por un lado, y el del reino de Sicilia por otro,
y ciertamente más por estímulo que por copia. Cuando culmina la autonomía de las ciudades, las carac­
terísticas de éstas se mueven, con una gran riqueza de for­
El ciclo recorrido por las ciudades italianas partiendo de mas, en las siguiente direcciones:
ser elementos de asociaciones patrimoniales o feudales, pa­
sando luego por una época de independencia y de mando de
los notables, logrados revolucionariamente, después por el -Autonomía política
dominio de los gremios hasta llegar a la signoria, para con­ Autonomía política y, en parte, una política exterior, de
vertirse finalmente en partes constitutivas de asociaciones suerte que el régimen de la ciudad dispone de un poder mili­
patrimoniales relativamente racionales, no tiene una réplica tar propio, celebra alianzas, hace grandes guerras, somete la
exacta en el resto de occidente. Sobre todo falta la signoria, comarca y, en algunos casos, a otras ciudades, y adquiere co­
que solamente encontramos en su estadio previo, la de la ca­ lonias ultramarinas. Por lo que se refiere a esas colonias, sólo
pitanía del pueblo, entre algunos de los más poderosos bur­ dos ciudades marítimas italianas las han logrado de un modo
gomaestres al norte de los Alpes. Sin embargo, el desarrollo duradero, y por lo que respecta a la adquisición de grandes
sigue siendo universal en algunos puntos: las ciudades en la territorios y a una significación política internacional, sólo los
época carolingia no eran o casi no eran más que distritos ad­ han conseguido algunos comunes en el norte y en el centro
ministrativos con ciertas peculiaridades de la estructura es­ de Italia y en Suiza y, en grado mucho menor, algunas ciuda­
tamental, y en el moderno Estado patrimonial se aproxima­ des flamencas y una parte de las ciudades hansiáticas de la
ron sensiblemente a esta situación, diferenciándose sólo por Alemania del norte. Por el contrario, ni las ciudades sicilia­
el derecho particular corporativo. Pero en la época interme­ nas y del sur de Italia, ni las españolas, después de un breve
dia fueron, por todas partes, en algún grado «comunes» con intermedio, ni las francesas, después de un período más lar­
derechos políticos propios y una política económica autóno­ go, ni las inglesas desde un principio ni las alemanas, con ex­
ma. cepción de las citadas del norte y de las flamencas y de algu­
De manera parecida transcurre el proceso en la Antigüe­ nas ciudades suizas y otras de la Alemania del sur, y una
dad. Y si nada parecido al capitalismo moderno ni al Estado gran parte del oeste en el breve período de las alianzas de
moderno ha nacido sobre el suelo de las ciudades antiguas, ciudades, conocieron un señorío territorial político que fuera
el desarrollo medieval de las ciudades, si bien no representa más allá del alfoz inmediato y de algunas pequeñas ciudades.
para los dos en modo alguno la única etapa previa decisiva Muchas de ellas han mantenido soldados propios (así todavía
dP aquellas dos funciones, ni es su verdadero portador, tam­ más tarde en Francia) o han pose1do una milicia cmdadana
poco se puede prescindir de él, porque constituye un factor -y ésta era la regla- apoyada en la obligación de defensa de
111uy decisivo en su nacimiento. Por tanto, a pesar de todas los habitantes, que defendía sus murallas y que, a veces, te­
l;1s semejanzas exteriores en el desarrollo, será necesario se- nía fuerza para, en alianza con otras ciudades, imponer la
11alar profundas diferencias. Ahora atenderemos a ellas. paz, allanar castillos de salteadores y tomar partido en las lu­
chas internas del país. Pero en ninguna parte han intentado
Tendremos las mayores posibilidades de reconocerlas si llevar a cabo una política internacional como la de las ciuda­
1'111'rentamos los dos tipos de Estado en sus formas caracte- des italianas y de la Hansa.
11st.icas. Pero para esto tenemos que tener en cuenta que
1:1111hién dentro de las ciudades medievales existían muy En su mayoría, han enviado representantes a las corpo­
1'111•rtPs diferencias de estructura, observadas por nosotros raciones estamentales del imperio o de los países y no pocas
,, 11tns sólo en algunos puntos. Pero tratemos de representar­ veces, a causa de su poder financiero, han llevado en ellos, a
¡111s ron claridad, una vez más, la situación general de las ciu- pesar de su posición formalmente subordinada, la voz can­
1l.1d1•s medievales en la época de su máxima independencia, tante. El máximo ejemplo de esto lo tenemos en los commons

M. WEBER 131
ingleses que, ciertamente, no significan tanto una representa­ proceso que no hay que representárselo en una dirección de­
ción de los comunes urbanos cuanto de corporaciones esta­ masiado rectilínea, puesto que en ocasiones la conservación
mentales. Pero también tenemos el caso de muchas burgue­ de las particularidades procesales de los tribunales urbanos
sías que no han ejercitado un derecho semejante (los detalles significaba también la de los viejos procedimientos frente a
histórico-jurídicos nos llevarían demasiado lejos). Pero el Es­ las innovaciones racionales de los tribunales reales -así en
tado burocrático-patrimonial moderno del continente les ha Inglaterra (ausencia deljury)- y la de los procedimientos me­
arrebatado a la mayoría de ellas toda actividad política propia dievales frente a la penetración del derecho romano, cosa
y también la actividad militar, fuera de los fines de policía. que ocurre mucho en el continente, donde las instituciones
Sólo países como Alemania, que se iban desarrollando en for­ jurídicas aplicables en sentido capitalista proceden del dere­
maciones particulares, tuvieron que permitir la subsistencia cho urbano, pues son las ciudades las sedes de la autonomía
de wia parte de ellas como formaciones políticas particulares. de los intereses, y no del derecho civil romano (o alemán).
La evolución ha trazado una marcha especial en Inglate­ El régimen de las ciudades buscaba, por su parte, que en
rra porque no contó con una burocracia patrimonial. Las di­ lo posible las guildas y los gremios no establecieran estatutos
versas ciudades nunca tuvieron aquí ambiciones políticas sin su consentimiento o sólo aquellos que se limitaran al cam­
propias dentro de la rigurosa organización de la administra­ po estricto suyo. Lo mismo la amplitud de la autonomía ur­
ción central, ya que se presentan juntas en el Parlamento. bana que la distribución del poder legislativo entre el Conse­
Constituyeron monopolios mercantiles, pero no ligas políticas jo y los gremios era algo inestable y cuestión de relación de
urbanas, como en el continente. Eran corporaciones de una fuerzas en todas aquellas ciudades que tenían que contar con
capa privilegiada de notables y no se podía prescindir finan­ un señor político o territorial de la ciudad, por tanto en todas
cieramente de su buena disposición. En la época de los Tu­ las ciudades italianas.
dor, la realeza trató de destruir sus privilegios, pero la caída
de los Estuardo acabó con esto. Desde entonces siguieron El estado burocrático-patrimonial que surge les ha ido
siendo corporaciones con derecho de elección parlamentaria cercenando progresivamente esta autonomía. En Inglaterra,
y lo mismo el Kingdon of influence como las secciones de la los Tudor han encarnado sistemáticamente el principio de
nobleza utilizaron políticamente los gremios electorales ridí­ que las ciudades, lo mismo que los gremios, son institutos es­
culamente pequeños y fácilmente conquistables que muchas tatales corporativamente organizados para determinados fi­
de ellas representaban para obtener mayorías parlamenta­ nes e investidos con derechos que no van más allá de los lí­
rias convenientes. mites señalados en el privilegio, e investidos también con un
poder legislativo que sólo obliga a los burgueses en cuanto
. . propw . son sus miembros. Cualquier violación de estos límites fue
- Poder legzslatwo ocasión para cancelar estas cartas en un proceso quo wa-
Establecimiento autónomo del derecho por la ciudad y, rranto (�JÍ con �ondres todavía_ bajo Jacobo II). Según esta
de;1tro de ella, a su vez por los gremios y las guildas. Han po- concepc10n, la cmda� '. como_ vi�os, n? pasaba en principio
sfüdo est@ d@rncho con pl@a amplitud las ciudad@s italianas C?!11º una «corporac10n terntonal», smo como una asocia-
políticamente independientes, temporalmente las ciudades ci?n estamental
_ privilegiada en cuya administración se in-
españolas e inglesas y una parte considerable de las france- mIScwa constantemente, en funciones de control, el privy,
sas y de las alemanas, sin que existiera siempre un reconoci- c?uncil. En Francia se arrebató a las ciudades en el curso del
miento expreso de este derecho. En lo que se refiere a las fin- siglo XVI su poder judicial fuera de las materias de policía, y
cas urbanas, el tráfico en el mercado y al comercio, los tri- se les exigió la �probación de las autoridades estatales para
bunales de la ciudad compuestos por los burgueses, en cali- todos los actos importantes en materia de hacienda. En la
dad de escabinos, aplican un derecho específico común a to- Europa central se destruyó por completo la autonomía urba-
dos los ciudadanos, surgido por la costumbre O por el esta- na en los diversos territorios o países.
blecimiento autónomo, por imitación, o por concesión o re­
cepción de un modelo extranjero al fundarse la ciudad. Fue­ - Autocefalía
ron eliminando en los procedimientos los medios de prueba
�rracionales y mágicos, tales como el duelo, las ordalías y el Por tanto, autoridades judiciales y administrativas exclu­
Juramento del clan en favor de una demostración racional, sivamente propias. Sólo una parte de las ciudades, sobro

13 2 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


todo las italianas, la han poseído completa, y las ciudades necesidades de la caja pública llevaron a ocupar mediante su
fuera de Italia generalmente para la justicia menor y, casi venta tanto los cargos del Estado como los de la ciudad.
siempre, con la reserva de apelación a los tribunales reales o
a los tribunales supremos del país. Allí donde pronunciaban El Estado burocrático-patrimonial transformó las magis­
sentencias los escabinos nombrados de entre los burgueses, traturas administrativas de la ciudad en representaciones
la personalidad del señor judicial presentaba un interés pre­ corporativas privilegiadas con privilegios estamentales, con
dominantemente fiscal y, por tanto, la ciudad no se ha creído competencia en el círculo de sus intereses corporativos y sin
obligada a apropiarse o a comprar el señorío judicial formal. ninguna significación para los fines administrativos del Esta­
Pero era lo principal para ella que la ciudad representara un do. El Estado inglés, que debió respetar la autocefalia de las
distrito judicial propio, con escabinos salidos de ella. Esto se corporaciones estatales porque eran cuerpos electorales del
consiguió muy pronto, por lo menos en lo que se refiere a la Parlamento, cuando trató de abordar por medio de asocia­
justicia menor, y en parte también para la justicia superior. ciones locales aquellas tareas que hoy resuelven nuestros
Los burgueses lograron en gran medida la elección propia de municipios, prescindió sin contemplaciones de la ciudad y se
los escabinos o la cooptación sin intervención del señor. Tam­ apoyó en las parroquias, a las que no pertenecían únicamen­
bién tuvo importancia la conquista del privilegio de que un te los miembros privilegiados de la corporación, sino todos
burgués sólo debía comparecer ante un tribunal de la ciudad. los habitantes calificados, o en otras asociaciones creadas de
nuevo cuño. Pero casi siempre el burocratismo patrimonial
No es imposible seguir el desarrollo de la magistratura ha transformado las magistraturas municipales en unas au­
administrativa urbana, el Consejo. En la Alta Edad Media, la toridades territoriales junto a las demás.
existencia de un Consejo con amplias facultades administra­
tivas constituía el signo de todo ayuntamiento urbano en el
norte y el oeste de Europa. El modo de su composición va­ -Autonomía tributaria
riaba enormemente y dependía de la relación de fuerzas en­ Poder impositivo sobre los ciudadanos, exención de pa­
tre el patriciado de los «linajes» -rentistas, prestamistas y co­ gar impuestos y rentas para fuera. Lo primero se logró en
merciantes de ocasión-, los comerciantes -a menudo agre­ grados muy diversos, conservándose en formas diferentes el
miados, dedicados según los casos al comercio con el extran­ derecho de control por el señor de la ciudad o no conserván­
jero o al detalle o a la empresa de la industria a domicilio- y dose control alguno. En Inglaterra, las ciudades jamás pose­
los gremios realmente industriales. Y la relación de poder yeron una autonomía fiscal efectiva, sino que necesitaron el
económico entre los burgueses y el señor de la ciudad deter­ consentimiento del rey para toda nueva tributación. También
minaba, por otra parte, el grado en el cual el señor político o la libertad con respecto al exterior sólo en algunas partes se
territorial tomaba parte en el nombramiento del Consejo, alcanzó por completo. Entre las ciudades políticamente no
siendo así en ese caso la ciudad en parte heterocéfala. En pri­ autónomas sólo aquellas que arrendaban los impuestos y lue­
mer lugar, según las necesidades de dinero del señor, que ha­ go se entendían con el señor de la ciudad por el pago de una
cían posible la compra de sus derechos e, inversamente, se­ suma global una vez o regularmente yasumían en propia ad
giín la fuer:i:a füumciera as la ciudad. Pero ni las neeesidades ministración los tributos reales (firma burgi en Inglaterra)
de dinero de la caja del señor ni el mercado de dinero de la obtuvieron autonomía fiscal. Pero donde mejor se logró la li­
ciudad deciden por sí solos cuando el primero dispone de bertad de cargas fue en las obligaciones personales proce­
medios políticos de poder. En Francia, la realeza aliada con dentes de las relaciones de los burgueses con un señor judi­
las ciudades bajo Felipe Augusto (también parcialmente otros cial o corporal.
señores de ciudades) alcanza ya en el siglo XIII, no obstante
crecientes necesidades de dinero, una participación pariage El estado burocrático-patrimonial normal separó, des­
en la provisión de los puestos administrativos, un derecho de pués de su triunfo, la ciudad y el campo desde el punto de vis­
rontrol sobre la administración de los magistrados, especial­ ta técnico-fiscal: trataba de abarcar la producción y el consu­
mente la de la hacienda, que interesa al rey, la confirmación mo de una manera igual mediante sus impuestos urbanos es­
de los cónsules elegidos y, hasta el siglo XV, la presidencia del pecíficos, las accisias. Pero se puede decir que arrebató por
prév6t real en la asamblea de los burgueses. En la época de completo a las ciudades su poder fiscal propio. En Inglaterra
los Luises, las ciudades son dominadas completamente en los el poder impositivo de la corporación urbana significaba
nombramientos de cargos por los «intendentes» reales y las poco, puesto que las nuevas tareas administrativas incum-

M. WEBER 133
bieron a otras comunidades. En Francia, a partir de Mazari­ Estos puntos centrales de la llamada «política económi­
no, el rey se apropia la mitad del octroi de las ciudades, des­ ca urbana», que varían por las infinitas posibilidades de
pués de que todas las operaciones fiscales y el sistema impo­ compromiso entre intereses en pugna, los encontramos con
sitivo de las ciudades se hallaba ya bajo el control público del este carácter general por todas partes. La orientación de la
Estado. En el centro de Europa, las autoridades municipales política en cada caso resulta condicionada, además de la re­
se convierten también en este aspecto, casi siempre, en me­ lación de fuerzas de los interesados dentro de la ciudad, por
ros funcionarios de hacienda del Estado. el campo adquisitivo de que disponga la misma. Su amplia­
ción en el primer período de los asentamiento trajo consigo
una tendencia orientada hacia la ampliación del mercado,
- Derecho de mercado mientras que su estrechamiento hacia fines de la Edad Media
y política económica urbana produjo la tendencia monopolizadora. Por lo demás, cada
Derecho de mercado, policía autónoma del comercio y de ciudad tiene sus intereses propios en pugna con los de sus
la industria y poderes monopólicos de coto. Toda ciudad me­ concurrentes, y especialmente entre las ciudades marítimas
dieval tiene un mercado y el Consejo ha arrebatado al señor del sur, ocupadas en el comercio con tierras lejanas, reina
de la ciudad en gran medida la policía del mercado. La ins­ una lucha a vida o muerte.
pección policíaca del comercio y la industria se repartió lue­ El Estado burocrático-patrimonial no pensó, después de
go, según las relaciones de poder, entre las autoridades de la haber sometido a las ciudades, en romper de una manera
ciudad o los gremios, con amplia exclusión del señor de la fundamental con esta «política económica urbana». Por el
ciudad. contrario, su propio interés hacendístico reclamaba el es­
La policía industrial ejerce la inspección de la calidad de plendor económico de las ciudades y de su industria y el
las mercancías, en parte por interés de la buena fama, de los mantenimiento de su población no menos que el fomento del
intereses de exportación de la industria; por tanto, en parte comercio exterior en el sentido de una política comercial
en interés de los consumidores urbanos, y el control de los mercantilista, cuyas medidas, por otro lado, podía tomar en
precios lo ejerce en interés de estos últimos sobre todo; ade­ parte de la política de algunas ciudades. Trató de equilibrar
más, el aseguramiento de la subsistencia de los pequeños los intereses de las ciudades y grupos abarcados por su aso­
burgueses, la limitación del número de aprendices y oficiales; ciación, especialmente trató de conciliar la política de subsis­
por tanto, en ciertas circunstancias también de los maestros, tencias con la política capitalista. Hasta casi la víspera de la
y cuando se estrechan las posibilidades económicas, el mo­ Revolución francesa, no tocó la política económica tradicio­
nopolio de los puestos de maestre para los nativos, especial­ nal más que en aquellos puntos donde los monopolios locales
mente para los hijos de los maestros; por otra parte, en la y privilegios de los burgueses se oponían a la política mono­
medida en que los gremios manejan esta policía, trabajan pólica y de privilegio, orientada de modo creciente en senti­
para que no se produzcan dependencias capitalistas respec­ do capitalista, inaugurada por él. Es cierto que esta actitud
to a gentes de fuera o a grandes explotaciones mediante la podía conducir en casos aislados a una ruptura violenta de
prohibición de la empresa del trabajo a domieilio y el eontrol Jos privilegios económicos burgueses, pero significaba un
del préstamo de capitales, la regulación y organización del abandono de los carriles habituales sólo en casos excepcio­
abastecimiento de materias primas y, a veces, de la venta de nales y locales. Mas se perdió la autonomía de la regulación
los productos. Pero, sobre todo, la ciudad busca la exclusión económica por parte de la ciudad, y esto podía ser indirecta­
del campo, que le está sometido, de la competencia indus­ mente de gran importancia.
trial; trata, por tanto, de oprimir la industria rural, de obligar Lo decisivo residía, sin embargo, en la imposibilidad de
a los campesinos, en interés de los productores de la ciudad, las ciudades de disponer, al servicio de sus intereses, de un
a abastecerse en la misma, y en interés de los consumidores, poder político y militar de la categoría del que poseía el prín­
a vender sus productos solamente en el mercado urbano; cipe burocrático patrimonial. Y, por otra parte, sólo excep­
procura, en interés de los consumidores y, eventualmente, de cionalmente podrían intentar, en la forma en que lo hacían
los que trabajan materias primas, evitar la compra anticipa­ los príncipes, tomar parte, como asociaciones, en las nuevas
da de la mercancía fuera del mercado; trata, en interés de los probabilidades lucrativas que iban surgiendo en virtud de la
comerciantes, de establecer monopolios de tránsito y de con­ política del patrimonialismo. Por la naturaleza de las cosas.
seguir privilegios en el comercio libre de fuera. sólo elementos individuales y, sobre todo, socialmente privi-

134 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


legiados, tenían acceso a estas probabilidades, y así vemos pertenecían a la burguesía urbana. Esto presenta, sin em­
que en Inglaterra y en Francia sólo gentes pertenecientes al bargo, aspectos muy distintos en las diversas ciudades. Es
estamento de los señores territoriales o de los grandes fun­ común a todas ellas su contraposición a la forma económica
cionarios formaban parte, junto con los reyes, de las empre­ de las estructuras políticas, estamentales y territoriales espe­
sas típicas de patrimonialismo, nacionales y ultramarinas, cíficamente extraurbanas: mercado frente a oikos. No hay
privilegiadas con monopolio, mientras que eran raros -rela­ que representarse, sin embargo, este antagonismo como una
tivamente- los elementos burgueses que intervenían. Ocasio­ «lucha» económica entre los señores políticos o territoriales
nalmente, algunas ciudades como, por ejemplo, Francfort, a y la ciudad. Esta lucha se ofreció, como es natural, en todos
veces de una manera amplia, han participado en empresas los casos en que la ciudad, en interés de la ampliación de su
exteriores de tipo especulativo. Pero casi siempre en perjui­ poder, acogió en la asociación urbana gentes sometidas a un
cio propio, porque un solo fracaso podía afectarles mucho señor político o territorial, que el señor quería retener y que
más que a una gran entidad política. ella amparaba en sus muros o, sin necesidad de tenerlos den­
La decadencia económica de numerosas ciudades, espe­ tro, los consideró como ciudadanos. Esto último fue imposi­
cialmente a partir del siglo XVI, sólo parcialmente se funda ble, después de cierto tiempo, en las ciudades del norte por
de un modo directo en el desplazamiento de las rutas comer­ las ligas de los príncipes y las prohibiciones de los reyes. En
ciales y en el nacimiento de grandes industrias a domicilio ninguna parte, sin embargo, se ha combatido en principio el
que se apoyaban en fuerzas de trabajo exteriores, como lo desarrollo económico de la ciudad como tal, sino sólo la in­
demuestra el hecho de que también esa decadencia afecta a dependencia política. Esto aun allí donde especiales intereses
Inglaterra. En su mayor parte se debe a otras condiciones ge­ económicos del señor chocaron con las tendencias monopoli­
nerales, sobre todo a que las formas de empresa tradiciona­ zadoras y los intereses del tráfico comercial de las ciudades,
les articuladas en la economía urbana no eran ya aquellas caso que fue muy frecuente. Y es natural que los señores feu­
que proporcionaban las grandes ganancias y, lo mismo que le dales, con el rey a la cabeza, vieran con la mayor descon­
ocurrió antes a la técnica guerrera feudal, las empresas capi­ fianza el desarrollo de fortalezas autónomas en el campo de
talistas mercantiles e industriales políticamente orientadas su esfera política de influencia. Los reyes alemanes nunca ce­
no encontraban su apoyo, aun en el caso de tener su sede en jaron en esta desconfianza fuera de cortos intervalos. Por el
una ciudad, en una política económica urbana, y no podían contrario, los reyes franceses e ingleses han sido en ocasio­
descansar en un cuerpo local de empresarios vinculado a una nes muy amigos de las ciudades por razones políticas que se
asociación urbana singular. Las nuevas empresas capitalistas deben a la oposición entre el rey y sus barones y, además, a
se asentaron en nuevas localidades apropiadas. Y el empre­ la importancia fiscal de las ciudades.
sario llamó en ayuda de sus intereses a otros auxiliares dis­
tintos de la comunidad urbana, caso de que los necesitara. Tampoco se ha desarrollado necesariamente en forma de
Así como los dissenters, que desempeñaron tan gran papel una «lucha» de las ciudades contra los intereses contrarios la
en el desarrollo capitalista de Inglaterra, no pertenecían en acción disolvente que la economía de mercado de la ciudad
virtud de la Test-act a las corporaciones urbanas dominan­ podía ejercer y ejerció de hecho con éxito diferente en la aso­
tes, tamfüen las grandes cmdades mercantiles e mdustnales eiaeión señorial territorial e indirectamente también en la
modernas del país se hallaban fuera de los distritos y, por lo feudal. Por el contrario, en amplios sectores encontramos
mismo, de los poderes monopólicos locales de las viejas cor­ hasta una fuerte comunidad de intereses. Lo mismo el señor
poraciones privilegiadas y mostraban en su estructura jurídi­ político que el territorial deseaban de modo extraordinario
ca rasgos muy arcaicos: los viejos tribunales de los señoríos los ingresos en dinero que podían recoger de sus súbditos.
territoriales, la court baron y la court leet subsistieron en Li­ Pero era la ciudad la que ofrecía a éstos un mercado local
verpool y en Manchester hasta la reforma moderna, sólo que para sus productos y, con él, la posibilidad de satisfacer con
PI señor territorial se cambió en señor judicial. dinero sus prestaciones personales o sus tributos en especie;
también ofrecía a los señores la posibilidad de poder conver­
tir en dinero sus ingresos naturales en el mercado local, o
- Actitudes hacia los estratos sociales hasta fuera de él, gracias al comercio que disponía cada vez
no burgueses
de mayor capital. Tanto los señores políticos como los terri­
De la peculiaridad política y económica de las ciudades toriales hicieron un gran uso de estas posibilidades, ya sea
medievales se seguía también su actitud con las capas que no imponiendo a sus campesinos rentas en dinero o utilizando

M. WEBER 135
el interés en una producción mayor que en éstos había des­ ciudades, sino, en ocasiones, comunidad de intereses. Se
pertado el mercado mediante la creación de unidades econó­ produjo un choque económico cuando el señor territorial, con
micas mayores, que permitían una mayor participación en el objeto de aumentar sus ingresos, trató de emprender una
sus productos y la conversión en dinero de este excedente. propia producción lucrativa, lo que no es posible más que en
Además, el señor político y el territorial, a medida que se de­ el caso de que dispusiera de las fuerzas de trabajo apropia­
sarrollaba el tráfico local e interlocal, podían obtener mayo­ das. Cuando ha ocurrido esto, ha estallado la lucha de las ciu­
res ingresos en dinero gracias a los diversos tipos de tributos dades contra esta producción lucrativa del señor territorial y
que gravaban este tráfico, como ocurre ya en la Edad Media se ha desarrollado a menudo con mucha intensidad, precisa­
en el oeste alemán. mente en la época moderna, dentro de la asociación estatal
La fundación de una ciudad era, por tanto, desde el pun­ burocrático-patrimonial. En la Edad Media, por el contrario,
to de vista del fundador, junto con otras cosas, una empresa apenas hay huellas de esto y se ha producido a menudo una
lucrativa para obtener ingresos en dinero. En razón de estos disolución de hecho de la vieja asociación señorial territorial
intereses económicos se explica que todavía en la época de y de la vinculación del campesino sin lucha alguna y única­
las persecuciones de los judíos encontramos en el este, espe­ mente por la penetración de la economía monetaria. Así en
cialmente en Polonia, numerosas fundaciones de «ciudades» Inglaterra. Es cierto que, en otras partes, las ciudades han fo­
por parte de la nobleza; a menudo, fundaciones en falso, mentado de una manera directa y consciente este desarrollo.
cuya población, que apenas pasaba de unos centenares, se Así, por ejemplo, como vimos, en el ámbito dominado por
componía, todavía en el siglo XIX, hasta de un 90% de judíos. Florencia.
Este tipo de fundación de ciudades que corresponde específi­ El Estado burocrático patrimonial trató de compaginar
camente al norte de la Europa medieval resulta de hecho un los contrastes de intereses entre la nobleza y las ciudades,
«acto» lucrativo y, como veremos, en rigurosas oposición con pero como necesitaba de los nobles para sus servicios como
el principio militar de fortaleza que representa la antigua po­ oficiales y funcionarios mantuvo la prohibición del acceso de
lis. La transformación de casi todas las pretensiones perso­ los bienes nobles a los no nobles, por tanto a los burgueses.
nales y reales de los señores territoriales y judiciales en pre­
tensiones rentísticas y la libertad económica -en parte jurídi­ - La ciudad y la iglesia
ca, en parte ampliamente fáctica- de los campesinos que es
su consecuencia -libertad que se detuvo allí donde el desa­ En la Edad Media, los señoríos territoriales de los con­
rrollo de las ciudades fue débil- se debió a que tanto los in­ ventos se hallaban más en situación que los señoríos secula­
gresos del señor político como los del territorial, cuando ha­ res de entrar en este punto en colisión con la ciudad. Junto a
bía un desarrollo urbano intensivo, podían basarse, y se ba­ los judíos, la clerecía, sobre todo desde la separación del Es­
saron de un modo creciente, en la venta en el mercado de los tado y la Iglesia con la guerra de las investiduras, suponía el
productos y de los tributos de los campesinos o en otras fuen­ específico cuerpo extraño. Sus propiedades pretendían, en
tes de la economía del tráfico, y no en la utilización de las calidad de bienes eclesiásticos, una amplia exención de car­
prestaciones personales de los súbditos o en el sistema oikos gas, inmunidad y exelusióH: de toda interveneión ofieial, in
de hacer pesar sobre ellos la satisfacción de las necesidades cluida la de las autoridades urbanas. En calidad de estamen­
de la hacienda señorial y, así, el señor y también, aunque en to, se sustraían a las obligaciones militares u otras de carác-·
menor proporción, sus súbditos, cubrían en economía mone­ ter personal de los burgueses. Pero esas propiedades mis­
taria una parte creciente de sus necesidades. Por otra parte, mas, y con ellas el número de personas sustraídas al poder
también se hallaba muy condicionada por las adquisiciones de la ciudad, fueron aumentando gracias a las incesantes
de tierras nobles por los burgueses, quienes imponían la ad­ fundaciones de los burgueses devotos. Por otra parte, los
ministración racional de sus tierras. Pero este proceso en­ conventos disponían con sus legos de fuerzas de trabajo sin
contraba un límite cuando la asociación feudal exigía para la preocupaciones familiares que podían, por tanto, superar
posición de bienes nobles la capacidad de infeudación y de toda competencia si, como ocurrió muchas veces, se emplea­
ella carecían en general, en la Europa transalpina, los patri­ ban en una explotación propia. Además, los conventos y las
cios de las ciudades. Pero en todo caso no encontramos que, fundaciones poseían en grandes masas -recuérdese el vakuf
por razón de la «economía monetaria», exista una colisión de en el Islam medieval- las fuentes de renta permanente de la
intereses económicos entre señores políticos o territoriales y economía monetaria: instalaciones de mercado, lugares de

136 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


venta de todo género, depósitos de carnes, molino, etc., que dades que muy pronto vinieron a caer bajo el poder del Es­
no sólo se sustraían a los impuestos, sino también a la políti­ tado burocrático-patrimonial no disfrutaron de esta ventaja.
ca económica de la ciudad y a menudo pretendían un mono­
polio. Hasta en el sentido militar podía resultar peligrosa la En este último punto, el desarrollo en la Antigüedad
inmunidad de los claustros amurallados. Y los tribunales transcurrió de modo bien diferente. Cuanto más atrás nos di­
eclesiásticos, con su vinculación a las prohibiciones contra la rigimos, más se parece la posición económica del templo en
usura, amenazaban por todas partes el negocio burgués. La la Antigüedad a la de las iglesias y, especialmente, a la de los
burguesía trató de asegurarse mediante prohibiciones contra conventos en la primera Edad Media, como se observa sobre
la acumulación de la tierra por «mano muerta», lo mismo todo en las colonias venecianas. Pero la evolución no se
que los príncipes y la nobleza por las leyes desamortizadoras. orienta como en la Edad Media en el sentido de una separa­
ción creciente del Estado y de la Iglesia y de una autonomía
Pero, por otra parte, las fiestas religiosas, especialmente también creciente de la dominación eclesiástica, sino en el
los lugares de peregrinación con indulgencias, representaban sentido contrario. Los nobles linajes urbanos se apoderan de
grandes probabilidades de ganancia para una parte de la in­ los sacerdocios como una fuente de emolumentos y de poder,
dustria local, y las fundaciones, en la medida en que eran ac­ la democracia los estatifica por completo y los convierte en
cesibles también para los burgueses, significaban buenas co­ prebendas, casi siempre subastadas, destruye la influencia
locaciones. La relación, por ello, entre la clerecía y los con­ política de los sacerdotes y coloca la administración econó­
ventos, por un lado, y la burguesía, por otro, no era ni si­ mica en manos de la comunidad. Los grandes templos de
quiera a fines de la Edad Media, a pesar de todos los choques, Apolo en Delfos o de Atenea en Atenas servían de depósitos
tan poco amistosa como para suministrar una «explicación de los tesoros de los Estados helenísticos, y de cajas de de­
económica» de la Reforma. Los institutos eclesiásticos y reli­ pósito de los esclavos, y una parte de ellos continuaron sien­
giosos no eran, en realidad, tan invulnerables para la ciudad do grandes propietarios territoriales. Pero dentro de las ciu­
como resultaba del derecho canónico. Con razón se ha seña­ dades antiguas no se produce ninguna competencia econó­
lado que, especialmente en Alemania, las fundaciones y los mica con las industrias burguesas. No tuvo ni pudo tener lu­
conventos, después de que en la guerra de las investiduras gar una secularización de los bienes sagrados. Pero en el fon­
fuera disminuyendo el poder real, perdieron también su más do, si no en la forma, en las ciudades antiguas se llevó a cabo
interesado protector frente a los otros poderes seculares, y fá­ mucho más radicalmente la «secularización» de los oficios,
cilmente podía surgir aquella intervención tutelar de la autori­ antes concentrados en el templo, que en la Edad Media. El
dad local rechazada por ellas si económicamente se motivo esencial se halla en la ausencia de conventos y de una
comprometían de modo sensible. En muchos casos, el Conse­ organización independiente de la Iglesia como asociación in­
jo de la ciudad había sabido colocarse en una situación tutelar terlocal.
parecida a la antigua, imponiéndoles bajo los más diferentes La Antigüedad conoció, lo mismo que la Edad Media y
pretextos procuradores y abogados para su administración,
que ellos llevaban de acuerdo con los intereses burgueses. los comienzos de la Moderna, los conflictos de la bur uesía
nos ern ona es. a cm a antigua ha
La posición estamental del clero dentro de la asociación tenido su política campesina y su política agraria quebranta­
urbana fue muy diferente. En parte se hallaba jurídicamente dora del feudalismo. Pero las proporciones de esta política
l'uera de la corporación, pero también cuando no sucedía son mucho mayores que en la Edad Media y, por lo mismo,
Psto constituía por sus privilegios estamentales inalterables muy diferente su significación dentro del desarrollo de la ciu­
1111 cuerpo extraño incómodo y poco asimilable. La Reforma dad, y así la divergencia en ese terreno salta a la vista. Ha­
acabó con esta situación dentro de su dominio, pero las ciu- brá que explicarla en una conexión general.

M. WEBER 137
LA CIUDAD COMO UNIDAD ESPECIAL asimilación de la producción agraria. Dicha sociedad urbana
4 DE CONSUMO COLECTIVO Y no puede concebirse sino como culminación de un proceso
• COMO ESCENARIO DE LA LUCHA DE CLASES
en el que, a través de transformaciones discontinuas, las an­
tiguas formas urbanas estallan. Un aspecto importante del
problema teórico es el de situar las discontinuidades respec­
to de las continuidades, y viceversa. ¿Cómo podrían darse
4.1. La urbanización discontinuidades absolutas sin continuidades subyacentes,
sin apoyatura ni proceso que le sea propio? Y, recíprocamen­
como proceso revolucionario te, ¿cómo podría darse continuidad sin crisis, sin la aparición
de factores o relaciones inéditas?
Henri Lefebvre Las ciencias especializadas (es decir, la sociología, la eco­
nomía política, la historia, la geografía humana, etc.) han
«De la ciudad a la sociedad urbana» (1970), en La aportado numerosos conceptos para caracterizar «nuestra»
revolución urbana, Alianza, Madrid 1972, 7-28. sociedad, su realidad, sus tendencias fundamentales, su ac­
tualidad y su potencialidad. Así, se habla de sociedad indus­
Nuestro punto de partida será una hipótesis: la urbani­ trial, de sociedad tecnificada, de sociedad de la abundancia,
zación completa de la sociedad, hipótesis que habrá que de­ de ocio, de consumo, etc. En todas y cada una de estas defi­
fender con argumentos y apoyar con hechos. Ello implica una niciones puede hallarse parte de verdad empírica o concep­
definición: llamaremos «sociedad urbana» aquella que surge tual y parte de exageración y extrapolación. Para definir la
de la urbanización completa, hoy todavía virtual, pero pron­ sociedad postindustrial, es decir, aquella que nace en la in­
to realidad. dustrialización y sucede a ésta, proponemos el concepto de
«sociedad urbana», que hace referencia, más que a una rea­
Esta definición rompe con la ambigüedad de los concep­ lidad palpable, a una tendencia, una orientación, una virtua­
tos utilizados. En efecto, frecuentemente se emplea el térmi­ lidad. De ahí que no quede excluida caracterización crítica al­
no «sociedad urbana» para caracterizar tipos muy diferentes guna de la realidad contemporánea: tal, por ejemplo, su aná­
de ciudad o «polis»; la «polis» griega, la ciudad oriental o me­ lisis de la «sociedad burocrática de consumo dirigido».
dieval, la ciudad comercial o industrial, la ciudad pequeña o
la gran urbe. La confusión es tal, c¡tte se haee abstracción o Se trata, pues, de una hipótesis teórica que el pensa­
se ignoran- las relaciones sociales (relaciones de producción) miento científico puede plantearse, tomándola eomo punto
que se hallan ligadas a cada modelo urbano. Se comparan de partida. Procedimiento no ya habitual, sino incluso nece­
entre sí «sociedades urbanas» entre las que no cabe compa­ sario en las ciencias. Es más, no hay ciencia sin hipótesis
ración. Tras todo ello subyacen determinadas ideologías: el científica. Debe quedar claro, desde un primer momento, que
organicismo (según el cual cada sociedad urbana es, en sí nuestra hipótesis, que se inserta en las llamadas «ciencias
misma, un «todo» orgánico), el continuismo (para el cual sociales», lleva implícita una concepción epistemológica y
existiría continuidad histórica o permanencia de la «sociedad metodológica. El conocimiento no es necesariamente copia o
urbana», el evolucionismo (tanto los períodos como las trans­ reflejo, simulacro o imitación de un objeto con existencia
formaciones de las relaciones sociales se paralizan o desapa­ real. Lo cual no significa, por otra parte, que la hipótesis de­
recen). fina su objeto obligatoriamente en función a una teoría pre­
via del conocimiento, de una teoría del objeto o del «mode­
Para nosotros, el término «sociedad urbana» lo aplica­ lo». Para nosotros, en este caso, el objeto se inserta en la hi­
mos a la sociedad que surge de la industrialización. Es decir, pótesis, al mismo tiempo que la hipótesis incide sobre el ob­
la sociedad caracterizada por un proceso de dominación y jeto. Si dicho «objeto» se sitúa más allá de lo constatable (em-

138 PARA COMPRF!NDER QUÉ ros !.A Cf/fl)Af)


pírico), no µor ello os ficticio. La sociedad urbana es para no­ urbanizadas. La ciudad pequeña y mediana se transforma en
sotros un objeto virtual, es decir, un objeto posible, cuyo na­ dependencia, en una sernicolonia de la metrópoli. Así, nues­
cimiento y desarrollo hemos de presentar ligado a un proce­ tra hipótesis se impone corno conclusión de los conocimien­
so y a una praxis (una acción práctica). tos adquiridos y corno punto de partida de un nuevo análisis
y nuevas perspectivas: la urbanización realizada. La hipóte­
No cesaremos de repetir que nuestra hipótesis debe jus­ sis se anticipa, prolongando la tendencia fundamental del
tificarse, y trataremos de hacerlo. En su favor no faltan prue­ momento actual. A través y en el seno de la «sociedad buro­
bas y argumentos, desde los más simples hasta los más suti­ crática de consumo dirigido» se está gestando la sociedad ur­
les. ¿Será necesario recordar que la producción agraria ha bana.
perdido en los grandes países industriales, y a escala inter­
nacional, toda su autonomía?; ¿que ya no es el sector funda­ He aquí un argumento negativo, una prueba que de ser
mental y que carece de características específicas, a no ser la rechazada desembocaría en lo absurdo, a saber: ninguna
del subdesarrollo? Cierto es que las particularidades locales otra hipótesis es válida ni cubre el conjunto de los problemas
y regionales, heredadas de una época en la que la agricultu­ planteados. ¿Acaso «sociedad postindustrial»? Pero ¿qué se
ra era factor dominante, no han desaparecido, cabe incluso produce después de la industrialización? ¿Una sociedad del
que las diferencias así surgidas lleguen a acentuarse en casos ocio? Dicho planteamiento se limita a una parte del proble­
concretos; sin embargo, lo cierto es que la producción agrí­ ma, al análisis de tendencias y potencialidades, al «equipa­
cola se transforma en un sector de la producción industrial, miento», actitud que, si bien es realista, no disminuye la de­
subordinada a sus imperativos y sometida a sus exigencias. magogia de la anterior definición. ¿Sería una sociedad de
El crecimiento económico, la industrialización, al mismo consumo masivo, en constante aumento? Nos limitaríamos a
tiempo causas y razones últimas, extienden su influencia so­ adoptar los indicadores actuales y a extrapolar, con peligro
bre el conjunto de territorios, regiones, naciones y continen­ de reducir la realidad y la potencialidad a uno solo de sus as­
tes. Resultado: la aglomeración tradicional propia de la vida pectos. Y así sucesivamente.
campesina, es decir, la aldea, se transforma; unidades más
amplias la absorben o la asimilan; se produce su integración La expresión «sociedad urbana» responde a una necesi­
en la industria. La concentración de la población se realiza al dad teórica. No se trata solamente de una presentación lite­
mismo tiempo que la de los medios de producción. El tejido raria o pedagógica, ni de una adaptación del saber adquiri­
urbano prolifera, se extiende, consumiendo los residuos de do, sino de una elaboración, de una investigación, y también
vida agraria. Por tejido urbano no se entiende, de manera es­ de una creación de conceptos. Se perfila y se precisa una co­
trecha, la parte construida de las ciudades, sino el conjunto rriente del pensamiento en busca de un cierto concreto y qui­
de manifestaciones del predominio de la ciudad sobre el zá de lo concreto. Esta corriente, caso de confirmarse, tende­
campo. Desde esa perspectiva, una residencia secundaria, rá a una práctica, la práctica urbana, captada o reencontra­
una autopista, un supermercado en pleno campo forman par­ da. Sin duda, será necesario dar un último paso antes de pe­
te del tejido urbano. Más o menos denso, más o menos com­ netrar en lo concreto, es decir, en la práctica social captada
pacto y activo, solam@t@ @scapan a su influencia las regiones teóricamente. No se trata, pttes, de buscar wm receta empí­
estancadas o decadentes, limitadas a la «naturaleza». En el rica para fabricar ese producto, que es la realidad urbana.
horizonte de los productores agrícolas, de los campesinos, se ¿No es precisamente eso lo que se espera con demasiada fre­
perfila la agro-ciudad, sustituyendo al antiguo pueblo. La cuencia del «urbanismo» y lo que, con demasiada frecuencia,
agro-ciudad, prometida por N. Jruschov a los campesinos so­ prometen los «urbanistas»? Contra el empirismo que consta­
viéticos, se hace realidad en todo el mundo. En los Estados ta, contra las extrapolaciones aventuristas, contra el saber
Unidos, excepción hecha de algunas regiones del sur, los despedazado en migajas que se intenta hacernos digerir, nos
agricultores han desaparecido prácticamente; persisten sola­ hallarnos ante una teoría que se presenta a partir de una hi­
mente islotes de pobreza rural junto a islotes de pobreza ur­ pótesis teórica. A esta investigación y elaboración se asocian
bana. Mientras que este aspecto del proceso global (indus­ iniciativas de carácter metódico. Por ejemplo, la investigación
trialización y/o urbanización) sigue su evolución, la gran ciu­ sobre un objeto virtual con vistas a definirlo y realizarlo a
dad ha estallado, provocando una serie de protuberancias partir de un proyecto tiene ya una entidad. Junto a los pasos
ambiguas, tales corno: conjuntos residenciales, complejos in­ y operaciones clásicas, la deducción y la inducción, existe la
dustriales, ciudades satélites, apenas diferentes de las zonas transducción (reflexión sobre el objeto posible).

H. LEFEBVRE 13 9
El concepto de «sociedad urbana», tal y como lo presen­ recta o indirectamente, una ideología neoliberal, es decir, la
tamos aquí, es pues, al mismo tiempo una hipótesis y una de­ «libre empresa». Abre el camino a todas las iniciativas «pri­
finición. Asimismo, llamaremos más adelante «revolución ur­ vadas» de los capitalistas y de sus capitales.
bana» al conjunto de transformaciones que se producen en la La crítica de izquierdas, y mucha gente todavía lo igno­
sociedad contemporánea para marcar el paso desde el pe­ ra, no es aquella que proclama tal o cual grupo, club, parti­
ríodo en el que predominan los problemas de crecimiento y do, aparato o ideólogo considerados «de izquierdas». Se tra­
de industrialización (modelo, planificación, programación), a ta de una crítica que intenta abrir el camino de lo posible, ex­
aquel otro en el que predominará ante todo la problemática plorar y jalonar un ámbito que no sea solamente el de «lo
urbana y donde la búsqueda de soluciones y modelos propios real», lo realizado, ocupado por las fuerzas económicas, so­
a la «sociedad urbana» pasará a un primer plano. Algunas de ciales y políticas existentes. Es, pues, una crítica utópica,
las transformaciones se realizarán bruscamente, mientras puesto que se mantiene alejada de lo «real» sin por ello per­
que otras tendrán carácter gradual, previsto, concertado. derlo de vista.
¿Cuáles serán estas últimas? Habrá que intentar dar una res­
puesta a esta legítima pregunta. Sin embargo, no puede ase­ Mas si trazamos un eje: 0---10 por 100, que abar­
gurarse a priori que la respuesta sea clara y científicamente ca desde la ausencia de urbanización (la naturaleza «virgen»,
satisfactoria, sin ambigüedades. El concepto «revolución ur­ la tierra poseída por los «elementos») hasta la culminación
bana» no implica necesariamente acciones violentas. Pero del proceso, es decir, lo urbano (la realidad urbana), este eje
tampoco las excluye. ¿Cómo discernir de antemano lo que se es, a la vez, espacial y temporal: espacial en la medida que el
puede conseguir mediante una acción violenta y lo que se proceso se efectúa en el espacio, al cual modifica por otra
puede producir mediante una acción racional? ¿No es propio parte; temporal, puesto que se desarrolla en el tiempo (este
de la violencia el hecho de desencadenarse, mientras que lo último aspecto carece de importancia en un principio, para
propio del espíritu sería el reducir al mínimo la violencia, co­ luego ser predominante en la práctica y en la historia). Este
menzando para ello por destruir los prejuicios que atenazan esquema no presenta más que un aspecto de dicha historia,
toda reflexión? una división del tiempo hasta cierto punto abstracta y arbi­
traria y que da lugar a unas operaciones (periodizaciones) en
En lo que respecta al urbanismo, he aquí dos etapas en lugar de otras. Ello no implica ningún privilegio absoluto,
el camino que hemos de recorrer: sino, más bien, una necesidad común (relativa) respecto de
- Desde hace algunos años, mucha gente ha concebido el otras divisiones.
urbanismo como una práctica social de carácter científico y Destaquemos algunos hitos del transcurrir del «fenóme­
técnico. En tal caso, la reflexión teórica podría, y debería, no urbano» (brevemente, lo urbano). ¿Qué había en un prin­
ejercerse sobre esta práctica, elevándola al nivel de los con­ cipio? Una serie de pueblos, objeto de la etnología y de la an­
ceptos y, más precisamente, al nivel epistemológico. Sin em­ tropología. En las proximidades de ese cero inicial, los pri­
bargo, la ausencia de dicha epistemología urbanística es sor- meros grupos humanos (recolectores, pescadores, cazadores
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dicha carencia puede explicarse. ¿Se debe quizá a que el ca­ han explorado y jalonado. Han indicado las aldeas, los encla­
rácter institucional e ideológico de lo que se llama urbanis­ ves geográficos estratégicos. Más tarde, los campesinos, en- ·
mo predomina actualmente sobre el carácter científico? Su­ raizados en el suelo, han perfeccionado y precisado tal topo­
poniendo que este mecanismo pueda generalizarse y que el logía del espacio, sin alterarla. Lo que más nos interesa es el
conocimiento dependa siempre de la epistemología, el urba­ hecho de que en muchos lugares del mundo, y sin duda allí
nismo contemporáneo parece ignorar la tendencia. Habría donde surge la historia, la ciudad ha acompañado o seguido
que saber el porqué, y decirlo. de cerca a la aldea. La teoría según la cual han sido la tierra
- Tal y como se presenta, es decir, como política (con su cultivada, la aldea y la civilización las que han segregado len­
doble aspecto institucional e ideológico), el urbanismo se ha­ tamente la realidad urbana es fruto de una ideología. Gene­
lla sometido a una doble crítica, de derechas y de izquierdas. raliza lo que ha ocurrido en Europa, ante la descomposición
de la romanidad (del Imperio Romano) y la reconstitución de
La crítica de derechas, como nadie ignora, se apoya en ciudades en la Edad Media. Pero también lo contrario es per­
el pasado, en un cierto humanismo. Alberga y justifica, di- fectamente sostenible. La agricultura no ha superado la re-

140 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


colección, no se ha constituido como tal más que bajo el im­ y de la mercancía (gentes y cosas) en la ciudad se prolonga
pulso (autoritario) de centros urbanos, ocupados, general­ durante siglos. el intercambio y el comercio, indispensables
mente, por hábiles conquistadores, convertidos en protecto­ tanto para sobrevivir como para vivir, aportan la riqueza y el
res, explotadores y opresores, es decir, administradores, fun­ movimiento. La ciudad política resiste con toda su energía,
dadores de un Estado o de un esbozo de Estado. La ciudad con toda su cohesión; se siente y se sabe amenazada, ame­
política acompaña o sigue inmediatamente la instauración nazada por el mercado, por la mercancía, por los comer­
de una vida social organizada de la agricultura y de la aldea. ciantes, por su tipo de propiedad (la propiedad mueble, y mó­
Es evidente que esta tesis no tiene sentido cuando de lo vil por definición: el dinero). Innumerables hechos testimo­
que se trata es de espacios inmensos, donde han sobrevivido nian tanto la existencia, junto a las Atenas política, de la ciu­
sin fin un seminomadismo y una agricultura ambulante mi­ dad comercial -el Pireo-, como las prohibiciones, vanamente
serables. No cabe duda de que la tesis se fundamenta espe­ repetidas, de instalar las mercancías en el ágora, considera­
cialmente en los análisis y documentos sobre el «modo de do espacio libre, destinado a encuentros políticos. Cuando
producción asiático», sobre las antiguas civilizaciones que Cristo expulsa a los mercaderes del templo, se trata de la
generaban al mismo tiempo vida urbana y vida agraria (Me­ misma prohibición, adquiere el mismo sentido. En China, en
sopotamia, Egipto, etc.). El problema general de las relacio­ el Japón, los comerciantes siguen siendo durante mucho
nes entre la ciudad y el campo dista mucho de hallarse re­ tiempo la clase urbana baja, confinada en un barrio «espe­
suelto. cializado» (marginación). En realidad, sólo es en el occiden­
te europeo, al final de la Edad Media, donde la mercancía, el
Así, pues, nosotros nos aventuraremos y situaremos la mercado y los mercaderes se introducen triunfalmente en la
ciudad política cerca del origen, en el eje espacio-temporal. ciudad. Cabe pensar que los mercaderes ambulantes, en par­
¿Quiénes poblaron esta ciudad política? Sacerdotes y guerre­ te guerreros y saqueadores, eligieran deliberadamente las
ros, príncipes y «nobles», jefes militares. Pero también ad­ ruinas fortificadas de las antiguas ciudades (romanas) para
ministradores, escribas, etc. La ciudad política no se concibe llevar a cabo su lucha contra los señores territoriales. Según
sin la escritura: documentos, órdenes, inventarios, percep­ dicha hipótesis, la ciudad política renovada hubiera sido el
ción de impuestos. La ciudad es todo orden, ordenanza y po­ marco de la acción que había de transformarla. A lo largo de
der. No obstante, su existencia implica también un artesana­ esta lucha (de clases) contra los señores, poseedores y domi­
do e intercambios, aunque sólo fuesen debidos a la necesidad nadores del territorio -lucha prodigiosamente fecunda en oc­
de procurarse las materias indispensables para la guerra y el cidente, creadora de una historia e incluso de historia «a se­
poder (muebles, cueros, etc.), con el fin de darles forma y cui­ cas»-, el emplazamiento del mercado se convierte en el cen­
darlos. Con carácter subordinado, la ciudad incluye, pues, ar­ tro. Sustituye y suplanta al lugar de reunión (ágora, forum).
tesanos e incluso obreros. La ciudad política administra, pro­ En torno al mercado, convertido en algo fundamental, se
tege y explota un territorio, con frecuencia amplio. Dirige los agrupan la Iglesia y el Ayuntamiento (dominado por la oli­
grandes trabajos agrícolas: drenaje, regadío, construcción de garquía de mercaderes), con su torreta o su campanil, sím­
diques,__roturaciones, etc. Domina cierto número de aldeas; la bolo de libertad. Obsérvese cómo la arquitectura sigue y re-
propiedad del suelo, símbolo ctel orcten y cte la acc10n, se con­ eJa ra nueva conceoció ' '
viorte en propiedad eminente del monarca. Sin embargo, los
campesinos y las comunidades guardan su posesión real me­ El espacio urbano se convierte en el enclave donde se
diante el pago de tributos. opera el contacto entre las cosas y las gentes, donde tiene lu­
gar el intercambio. Dicho espacio se enriquece con la repre­
El intercambio y el comercio, si bien nunca han estado sentación de esta libertad conquistada, que se asemeja a la
,111scntos, deben aumentar. En un principio, en manos de Libertad. Se trata de un combate grandioso e irrisorio a la
g,·ntes sospechosas, «extranjeros», se fortalecen funcional- vez. En ese sentido, ha sido correcto el estudiar, atribuyén­
111<•11/e. Los lugares destinados al intercambio y el comercio doles un valor simbólico, las «ciudades fortaleza» del sudo­
son, nn un primer momento, claramente estigmatizados por este francés, primeras villas que se constituían en torno a la
�ignos do heterotopía. Estos lugares, así como las gentes que plaza del mercado. ¡Qué ironía de la historia! Así, el fetichis­
los f'rornontan y que los viven, son, en un principio, excluidos mo de la mercancía surge junto al reinado de la mercancía,
di· la «polis» política: reservas para caravanas, terrenos para con su lógica y su ideología, con su lengua y su mundo. En el
lurias, suburbios, etc. El proceso de integración del mercado siglo XN se piensa que para que acudan mercancías y com-

H. LEFEBVRE 141
pradores basta con establecer un mercado y construir co­ punto de vista, ya no trabajan para los señores terratenien­
mercios, pórticos y galerías en torno a la plaza central. Se tes. Ahora producen para la ciudad, para el mercado urbano.
construyen (los propios señores y los burgueses) ciudades Y si bien saben que los negociantes de trigo o de madera los
mercantiles sobre terrenos incultos, casi desérticos, atrave­ explotan, no obstante encuentran en el mercado el camino de
sados todavía por los rebaños y por seminómadas trashu- la libertad.
mantes. Estas ciudades del sudoeste fracasan, por más que , .
lleven los nombres de otras grandes y ricas ciudades (Barce- ¿Que ?curre en torno a e�te momento crucial? Aquellos
lona, Bolonia, Plasencia, Florencia, Granada, etc.). No obs- que reflex10nan ya no se ven mmersos en la naturaleza, ese
tante, la ciudad mercantil se inserta en nuestro proceso des- mundo tenebroso, dominado por fuerzas misteriosas. E�tre
pués de la ciudad política. En esta época (siglo XIV, aproxi- ellos y la �atur�leza, entre su cent:º, y hogar (�e pensam1�n-
madamente, en Europa occidental) el intercambio comercial to y de_ ex1stencia) y el mundo, se situa un media�or esencial:
se convierte en función urbana; dicha función ha hecho que la _re�hdad urbana. Desde ese !11º!11-ento, la s_ociedad ya no
surja una forma (o unas formas arquitectónicas y/o urbanís- comci_d_e con el ca�po._ Ya no comcide_con la crn�ad. El Esta-
ticas) y a partir de ellas una nueva estructura del espacio do, utilizando sus nvahdades, las domma, las reune en su he-
urbano.' ' gemonía. Sin embargo, la majestad que se anuncia se pre­
senta velada a los ojos de los contemporáneos. ¿De quién
Las transformaciones de París ilustran una compleja in- será atributo la razón? ¿De la realeza? ¿Del Divino Señor?
teracción entre los tres aspectos y conceptos más esenciales: ¿Del individuo? Lo que resurgirá será la razón del la Cité des-
función, forma y estructura. Las hurgadas y las barriadas, pués de la ruina de Atenas y de Roma, después del oscurecí-
primero comerciales y artesanales: Beaubourg, Saint-Antoi- miento de sus realizaciones fundamentales, la lógica y el de-
ne, Saint-Honoré, se convierten en centros, que rivalizan con recho. Renace el logos, pero su victoria no se atribuye al re-
los poderes propiamente políticos (las instituciones), en lo nacimiento de lo urbano, sino a una razón trascendente. El
que a influencia, prestigio y espacio respecta; los obligan a racionalismo que culmina con Descartes va parejo con el
compromisos, participando con ellos en la construcción de trastocamiento que supone la sustitución del la primacía ru-
una poderosa unidad urbana. ral por la prioridad urbana. Sin embargo, esto no se entien-
. . de así. Durante este período, no obstante, nace la imagen de
En el oc�id_ente europeo tiene lugar en un momento dad� la ciudad. Anteriormente, la ciudad detentaba ya la escritu-
un !<acontecimient_o» enor�e y, no obstante _latente, por as1 ra, de la que poseía los secretos y poderes. Oponía ya la ur-
�ecIT, ya �ue pasa madvertido. El peso d� la cmd�d en el con- banidad (lo cultivado) a la rusticidad (lo ingenuo y brutal). A
Junto social ll��a a ser tan �rande que dicho conJu�to b,ascu- partir de cierto momento, ostenta su propia escritura: el pla-
la. En la :ela�10n entre , la_ crndad y el_ campo, _la pn1!1_ac�a co- no. Por tal entendemos, no la planificación -aunque ésta se
rrespondia aun a este ultimo: a sus riquezas mmobihanas, a inicia también- sino la planimetría.
los productos de la tierra, a la población establecida territo-
rialmente (poseedores de feudos o de títulos nobiliarios). La En los siglos XVI y XVII, cuando precisamente tiene lu-
ciudad conservaba, con respecto al campo, un carácter hete- gar esta inversión de orientación aparecen en Europa los
rotópico, caracterizado tanto por las murallas como por la se- planos de ciudades y, en especial, los primeros planos de Pa-
paración de sus barriadas. En un momento dado, se invier- rís. No se trata aún de planos abstractos o proyección del es-
ten esas variadas relaciones; la situación cambia. Nuestro eje pacio urbano en un espacio de coordenadas geométricas.
debe reflejar el momento capital en que se realiza ese cam- Conjuntos de visión y concepción, obras de arte y de ciencia,
bio, ese derrumbamiento de la heterotopía. Desde entonces, los planos muestran la ciudad desde arriba y desde lejos, en
la ciudad ya no se considera a sí misma, ni tampoco por los perspectiva, pintada y retratada a la vez, descrita geométri-
demás, como una isla urbana en el océano rural; ya no se camente. Una intención, ideal y realista al mismo tiempo
considera como una paradoja, monstruo, infierno o paraíso, -producto del pensamiento y del poder-, se sitúa en la di-
enfrentada a la naturaleza aldeana o campesina. Penetra en mensión vertical (propios al conocimiento y la razón) para
la conciencia y en el conocimiento como uno de los términos dominar y constituir una totalidad: la ciudad. Esta inflexión
-igual al otro- de la oposición «ciudad-campo». ¿El campo?: de la realidad social hacia lo urbano, esta discontinuidad (re-
ya no es más -nada más- que «los alrededores» de la ciudad, lativa) puede marcarse perfectamente en el eje espacio-tem-
su horizonte, su límite. ¿Y las gentes de la aldea? Desde su poral, cuya continuidad permite situar y fechar correctamen-

14 2 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


te unos períodos (relalivos). Bastaría con trazar una línea banidad; se convierte en disposición, orden represivo, de­
media entre el cero inicial y el número terminal (por hipóte­ marcación con señales, sumarios códigos de circulación (de
sis, cien). recorrido) y de referencia. Su expresión escrita se lee, ya sea
como un borrador, ya sea como un mensaje autoritario. Se
Esta inversión de orientación no puede ser disociada del manifiesta más o menos imperiosamente.
crecimiento del capital comercial ni de la existencia del mer­
cado. La demostración palpable es la propia ciudad comer­ Sin embargo, ninguno de estos términos descriptivos
cial, injertada en la ciudad política, pero que prosigue su ca­ aclara completamente el proceso histórico: la implosión-ex­
mino ascendente. La ciudad comercial precede en muy poco plosión (metáfora tomada de la física nuclear), es decir, la
a la aparición del capital industrial y, en consecuencia, a la enorme concentración (de agentes, de actividades, de rique­
ciudad industrial. Tal concepto merece un comentario. ¿Es zas, de cosas y de objetos, de instrumentos, de medios, de po­
que la industria está ligada a la ciudad? Su conexión se esta­ sibilidades y de pensamiento) en la realidad urbana, y el in­
blecería más bien con la no-ciudad, ausencia o ruptura de la menso estallido, la proyección de múltiples y disociados frag­
realidad urbana. Sabido es que la industria se implanta mentos (periferia, extrarradios, residencias secundarias, sa­
-como suele decirse- en primer lugar cerca de las fuentes de télites, etc.).
energía (carbón, agua), de las materias primas (metales, tex­ La ciudad industrial, frecuentemente sin forma, aglome­
tiles) y de las reservas de mano de obra abundante, sosteni­ ración apenas urbana, conglomerado o «conurbación», como
da a bajo precio. Así, pues, puede instalarse en cualquier si­
tio, pero, más tarde o más temprano, llega a las ciudades el Rubr, precede y anuncia la inmediata zona crítica. La im­
preexistentes, o bien las crea ex profeso, aunque más tarde plosión-explosión produce en ese momento todos sus efectos.
pueda volver a alejarse de ellas si dicho alejamiento le pu­ El aumento de la producción industrial se superpone al cre­
diera interesar. Así como la ciudad política resiste mucho cimiento de los intercambios comerciales, y los multiplica.
tiempo ante la acción conquistadora -mitad pacífica, mitad Este crecimiento va desde el trueque hasta el mercado
violenta- de comerciantes, intercambio y dinero, en la misma mundial, desde el intercambio de productos, realizaciones,
medida se defendió la ciudad política y comercial contra el pensamientos y seres humanos. Parece que la compra y la
dominio de la naciente industria, contra el capital industrial, venta, la mercancía y el mercado, el dinero y el capital barren
contra el capitalismo a secas. los obstáculos. Durante esta generalización, el efecto de dicho
proceso -a saber, la realidad urbana- se convierte también
¿De qué manera lo hizo? A través del corporativismo y en causa y razón. Lo inducido pasa a ser dominante (induc­
del prefigurar las relaciones. Las consecuencias y rupturas a tor). La problemática urbana se impone a escala mundial.
que nos referimos son escamoteadas por el continuismo his­ ¿Cabe definir la realidad urbana como «superestructura»,
tórico y el evolucionismo. El pensamiento dialéctico se re­ que emerge de la estructura económica capitalista y socialis­
nueva a través de un extraño y admirable movimiento: la no­ ta?, ¿o bien como simple resultado del crecimiento de las
ciudad y la anti-ciudad emprenden la conquista de la ciudad, fuerzas p_roductivas?, ¡_o como modesta realidad margin_a_l
' con respecto a la producción? ¡No! La realidad urbana modi­
den desmesuradamente, para llegar finalmente a la urbani- fica las relaciones de producción, sin, por otra parte, llegar a
zación de la sociedad, al tejido urbano que recubre los restos transformarlas. Se convierte en fuerza productiva, como ocu­
de la ciudad anterior a la industria. Si este extraordinario rre con la ciencia. El espacio y la política del espacio «expre­
movimiento no llama la atención, si no ha sido descrito más san» las relaciones sociales, al tiempo que inciden sobre
que fragmentariamente, es porque los ideólogos han querido ellas. Ni que decir tiene que únicamente a través de la pro­
eliminar el pensamiento dialéctico y el análisis de las contra­ blemática urbana, la realidad urbana se afirma y se confirma
dicciones en aras del pensamiento lógico, es decir, de la con­ como dominante.
tratación de las coherencias y solamente de las coherencias.
La realidad urbana, amplificada y rota a la vez, pierde en di­ ¿Qué hacer? ¿Cómo construir ciudades o «algo» que sus­
cho movimiento los rasgos que le atribuía la época anterior: tituya a lo que antaño fue la ciudad? ¿Cómo pensar el fenó­
totalidad orgánica, pertenencia, imagen exaltadora, espacio meno urbano? ¿Cómo formular, clasificar y jerarquizar (para
medido y dominado por los esplendores monumentales. Aho­ resolverlos) los innumerables problemas que plantea dicho
ra se llena del carácter de lo urbano en la disolución de la ur- fenómeno urbano y que difícilmente se colocan, no sin múlti-

H. LEFEBVRE 143
ples resistencias, en un primer plano? ¿Cuáles habrían de ser conciencia llegue a la altura de lo real (que la desborda) y de
los progresos decisivos que habría que lograr para que la lo posible (que se le escapa)?

El eje que describe el proceso se jalona así:

Ciudad Ciudad Ciudad Zona


política comercial industrial - -
- -----►- crítica

!
-------------
-----±a------ - - -----------100%
Inflexión de lo
agrario hacia lo
urbano
Implosión-explosión
(concentración urbana, éxodo
rural, extensión del tejido
urbano, subordinación completa
de lo agrario a lo urbano)

¿Qué ocurre en la fase crítica? Este trabajo intenta res­ Estos términos son preferibles a la palabra «ciudad»,
ponder a dicha interrogante, que sitúa la problemática urba­ que parece designar un objeto defmido y definitivo, objeto
na en el proceso general. para la ciencia y objetivo inmediato de acción, mientras que
la iniciativa científica exige en primer lugar una crítica de ese
¿Se puede aprehender lo que está ocurriendo a través de objeto y la noción, más compleja, de un objeto virtual o posi­
las hipótesis teóricas que permiten trazar un eje, presentar ble.
un período (reconstruido), franquear con el pensamiento la
zona crítica (llegando más allá)? Quizá. En cualquier caso, Dicho en otros términos: en tal perspectiva no cabe una
podemos emitir algunas suposiciones. ciencia de la ciudad (sociología urbana, economía urbana,
. . etc.), sino un conocimiento en curso de elaboración del pro-
., Se da -salvo p�ueba -�e lo co�tran�-: una se�und�_mfle- ceso global así como de su término (objetivo y sentido).
x10n, una segunda mvers10n de onentac10n y de situac10n. La
industrialización, potencia dominante y coactiva, se convier- Lo urbano (abreviación de «sociedad urbana») se define
te en realidad dominada a través de una crisis profwrda, al pues, no como realidad conswnada, situada en el tiempo con
precio de una enorme confusión, en el curso de la cual se desfase respecto de la realidad actual, sino, por el contrario,
confunden lo pasado y lo presente, lo mejor y lo peor. como horizonte y como virtualidad clasificadora. Se trata de
. , . , . . lo posible, definido por una dirección, al término del recorri-
. _Esta hipotesis teonca que se refiere a l? posible y a su re- do que llega hasta él. Para alcanzar dicho posible, es decir,
lacwn con lo a_ctual (lo «real») no pued� ignorar que la e�- para realizarlo, es necesario primeramente evitar o abatir los
tra�� en la sociedad urbana Y la� �odalidades �e la urban�- obstáculos que actualmente lo hacen inviable. El conoci-
zac10¡ �epende� �e las c�r�cte�isticas
, de 1� s�ciedad C?n�i- miento teórico ¿puede mantener en la abstracción dicho ob-
dera a urante � i�dustna z�ci?n (ne�capitalista o social_is- jeto virtual objetivo de la acción? No. Desde este momento
ta, en pleno �recimiento economico o bien alta_mente tecmfi- puede. afirr�arse que únicamente es abstracto en cuanto abs-
cada).· Las diversas
· formas de acceso a. la sociedad urbana,
• . . traccwn, czen l.Jl , es decir,
• tmca · 1eg'ti
i ·ma.
1as implicac10nes y consecuencias · de dichas d·� 11erencrns irn-
ciales forman parte de la problemática que concierne al fe- El conocimiento teórico puede y debe mostrar el terreno
nómeno urbano o a lo urbano. y las bases en las que se fundamenta: una práctica social en

144 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


movimiento, la práctica urbana en vías de constituirse a pe­ en su conjunto en destructores de toda la vida social y urba­
sar de los obstáculos que encuentra. El hecho de que dicha na. Muy pronto será necesario limitar, no sin dificultades y
práctica se presente en la actualidad velada y dislocada, el estragos, los derechos y poderes del auto.
hecho de que hoy día la realidad y la ciencia futuras apenas
se vislumbren, son aspectos de la fase crítica. Lo que hay que ¿Qué es la calle? Es el lugar (topo) del encuentro, sin la
poner de manifiesto es que esta orientación significa una sa­ cual no caben otros posibles encuentros en lugares asignados
lida y soluciones a la problemática actual. En resumen, el ob­ a tal fin (cafés, teatros y salas diversas). Estos lugares privi­
jetivo virtual no es otra cosa que la sociedad planetaria y la legiados, o bien animan la calle y utilizan asimismo la ani­
«ciudad mundial», más allá de una crisis mundial y planeta­ mación de ésta, o bien no existen.
ria de la realidad y del pensamiento, más allá de las viejas En la escena espontánea de la calle yo soy a la vez es­
fronteras trazadas en tiempos del predominio agrícola y pectáculo y espectador, y, a veces, también, actor. Es en la ca­
mantenidos a lo largo del crecimiento de los intercambios y lle donde tiene lugar el movimiento, de catálisis, sin el que no
de la producción industrial. No obstante, la problemática ur­ se da vida humana, sino separación y segregación, estipula­
bana no puede asimilar todos los problemas. Tanto la agri­ das e inmóviles. Cuando se han suprimido las calles (desde
cultura como la industria conservan los suyos propios, si bien Le Corbusier, en los «barrios nuevos»), sus consecuencias no
se hallan modificados por la realidad urbana. Por otra parte, han tardado en manifestarse: desaparición de la vida, limita­
la problemática urbana no posibilita el que el pensamiento se ción de la «ciudad» al papel del dormitorio, aberrante fun­
lance imprudentemente a la exploración de lo posible. El pro­ cionalización de la existencia. La calle cumple una serie de
pio analista es el que debe describir y caracterizar los tipos funciones que Le Corbusier desdeña: función informativa,
de urbanización. Su misión también consiste en enunciar la función simbólica y función de esparcimiento. Se juega y se
evolución de las formas, funciones y estructuras urbanas, aprende. En la calle hay desorden, es cierto, pero todos los
transformadas por el estallido de la antigua ciudad y por la elementos de la vida humana, inmovilizados en otros lugares
urbanización generalizada. por una ordenación fija y redundante, se liberan y confluyen
Hasta el momento, la fase crítica se comporta como una en las calles, y alcanzan el centro a través de ellos; todos se
«caja negra»: se sabe lo que entra, se vislumbra, a veces, lo dan cita, alejados de sus habitáculos fijos. Es un desorden
que sale, pero no se sabe claramente lo que ocurre en el in­ vivo, que informa y sorprende. Por otra parte, este desorden
terior. Tal situación inhabilita los procedimientos habituales construye un orden superior: los trabajos de Jane Jacobs han
de la perspectiva o de la proyección, que extrapolan a partir demostrado que la calle (de paso y preventiva) constituye en
de lo actual, es decir, de lo constatado. Tanto la proyección los Estados Unidos la única seguridad posible contra la vio­
como la perspectiva presentan una base determinada en lencia criminal (robo, violación, agresión). Allí donde desa­
ciencias específicas únicamente: la demografía o la economía parece la calle, la criminalidad aumenta y se organiza.
política, por ejemplo. Ahora bien, lo que «objetivamente» La calle y su espacio es el lugar donde un grupo (la pro­
analizamos es un todo. ia ciudad) se m
m cte mostrar la magnitud de la crisis, la incertidum­ gares y realiza un adecuado tiempo-espacio. Dicha apropia­
bre y la perplejidad que acompañan a la «fase crítica», cabe ción muestra que el uso y el valor de uso pueden dominar el
llevar a cabo una confrontación. ¿Se trata de un simple ejer­ cambio y el valor de cambio. En cuanto al acontecimiento re­
cicio de estilo? Sí, pero también es algo más. He aquí algunos volucionario, éste tiene lugar generalmente en la calle. ¿Aca­
argumentos en pro y en contra de la calle, en pro y en contra so el desorden revolucionario no engendra también un nue­
del monumento. Dejemos para más tarde otros argumentos vo orden?; ¿acaso el espacio urbano de la calle no es el lugar
(Pn pro y en contra de la naturaleza, del urbanismo, del cen­ para la palabra, para el intercambio, tanto de términos y de
tro urbano, etc.). signos como de cosas?; ¿acaso no constituye el lugar privile­
giado en donde se escribe la palabra, el lugar donde la pala­
A favor de la calle. No se trata únicamente de un lugar bra se ha hecho salvaje y se encuentra, eludiendo prescrip­
dn paso y de circulación; la invasión de automóviles y la pre­ ciones e instituciones, inscrita en las paredes?
si<ín de su industria, es decir, del lobby del auto, han conver-
1 ido al coche en un objeto piloto, al aparcamiento en una ob­ En contra de la calle. ¿Un lugar de encuentros?, quizá,
s1•sión, a la circulación en un marco prioritario, y todos ellos pero ¿qué encuentros? Aquellos que son más superficiales.

H. LEFEBVRE 145
En la calle se marcha unos junto a otros, pero no es lugar de tancia de una estética y de una ética. La acumulación de ob­
encuentros. En la calle domina el «se» (impersonal), e impo­ jetos es paralela a la de la población y sucede a la del capital;
sibilita la constitución de un grupo, de un «sujeto», y lo que adopta la forma de una ideología escondida bajo la forma de
la puebla es un amasijo de seres en búsqueda... ¿De mercan­ lo legible y lo visible, y que, a partir de ese momento, parece
cía, que no ha podido limitarse a los lugares especializados, la propia evidencia. Es por ello por lo que puede hablarse de
los mercados (plazas, abastos), ha invadido los anexos de los una colonización del espacio urbano, colonización que se lle­
lugares privilegiados: el templo, el estadio, el ágora y el jar­ va a cabo en la calle a través de la imagen de la publicidad y
dín. Más tarde, en la Edad Media, los artesanos, a la vez pro­ el espectáculo de los objetos: a través del «sistema de los ob­
ductores y vendedores, ocuparon las calles. Posteriormente jetos» convertidos en símbolos y espectáculo. Perceptible a
han sido los comerciantes, cuya actividad es exclusivamente través de la modernización de las calles antiguas, la unifor­
mercantil, los que se hicieron dueños y señores de la calle. mización del marco circundante reserva para los objetos
¿Qué es, pues, la calle? Un escaparate, un camino entre tien­ (mercancías) aquellos efectos de colores y de formas que los
das. La mercancía, convertida en espectáculo (provocante, hacen atractivos. Así, cuando el poder permite que se reali­
incitante), hace de las gentes un espectáculo, unos de otros. cen en la calle mascaradas, bailes, festivales folklóricos, etc.,
Aquí, más que en cualquier sitio, el cambio y el valor de cam­ se trata de una apariencia caricaturesca de apropiación y de
bio dominan al uso hasta reducirlo a algo residual. Tanto es reapropiación del espacio. En cuanto a la verdadera apro­
así que debe realizarse una crítica de la calle de mayor al­ piación, la «manifestación» efectiva, es combatida por las
cance, a saber: la calle se convierte en lugar privilegiado de fuerzas represivas, las cuales imponen el silencio del olvido.
la represión, que puede realizarse merced al carácter «real»
-es decir, a la vez débil y alienado-alienante- de las relacio­ En contra del monumento. El monumento, sede de una
nes que tienen lugar en la calle. El paso por la calle es, en institución (la Iglesia, el Estado, la Universidad), es esencial­
tanto que ámbito de las comunicaciones, obligatorio y repri­ mente represivo. Cuando organiza un espacio en su entorno
mido al mismo tiempo. En caso de amenaza, las primeras es para colonizarle y oprimirle. Los grandes monumentos
prohibiciones que se dictan son las de permanecer y reunir­ han sido erigidos a la gloria de los conquistadores y los po­
se en las calles. Si la calle ha tenido en su tiempo el papel de derosos; con mucha menos frecuencia lo fueron a la gloria de
lugar de encuentros, ese papel lo ha perdido, como no podía los muertos y de la belleza muerta (el Tadj Mahall ...). Se le­
por menos de ocurrir; limitándose mecánicamente al lugar vantaron palacios y tumbas. La desgracia para la arquitectu­
de paso, se produce al mismo tiempo el paso de peatones ra ha sido la de querer levantar monumentos, mientras que
(acorralados) y de automóviles (privilegiados). La calle se ha «el habitar», o bien ha sido concebido a imagen de los mo­
convertido en retículo, organizado por y para el consumo. La numentos, o bien se desatendió. Extender el espacio monu­
velocidad de circulación, todavía permitida, del peatón se ha­ mental al «habitar» ha constituido siempre una catástrofe, si
lla determinada y calculada en función de la posibilidad de bien ignorada por aquellos que la soportan. En efecto, el es­
apercibir los escaparates y de comprar los objetos exhibidos. plendor monumental es formal, y si bien se halla siempre re­
p��to de �írri,bolos; el mo�u�ento �o� ofrece a l,� ?onte�pla-
, ,
compra y de venta, tiempo comprado y vendido). La calle re­ los, ya caducos, han perdido significación. Tal es el caso de
glamenta el tiempo más allá del tiempo de trabajo y lo some­ los símbolos de la revolución en el Arco del Triunfo napoleó­
te al sistema, el del rendimiento y del beneficio. La calle ya nico.
no es más que la obligada transición entre el trabajo forzado,
los esparcimientos programados y la habitación, en cuanto A favor del monumento. Es el único lugar donde se pue­
lugar de consumo. de concebir e imaginar la vida social. Si el monumento ejer­
ce un control es con el fin de congregar. Belleza y monumen­
La organización neocapitalista del consumo muestra en talidad van parejas. Así, los grandes monumentos fueron
la calle su fuerza, que no reside únicamente en el poder (po­ transfuncionales (las catedrales) e incluso transculturales (las
lítico) ni en la represión (reconocida o disimulada). La calle, tumbas); de ahí su poder ético y estético. Los monumentos
sucesión de escaparates, exposición de objetos en venta, proyectan sobre el terreno una concepción del mundo, mien­
muestra cómo la lógica de la mercancía va acompañada de tras que la ciudad proyectaba, y proyecta todavía, la vida so­
una contemplación (pasiva) que toma el carácter y la impor- cial (la globalidad). En el seno, a veces en el propio corazón

146 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


de un espacio en el que se reconocen y se trivializan los ras­ Para la discusión de la problemática relativa a la «cultu­
gos de la sociedad, los monumentos enuncian una trascen­ ra urbana» , remitimos al capítulo 2 4• Podemos, sin embar­
dencia, un «allá». Los monumentos han sido siempre utópi­ go, adelantar lo esencial de nuestra conclusión: se trata de
cos, afirmando, ya fuera en altura, ya fuera en profundidad hecho del sistema cultural característico de la sociedad in­
(pero siempre en una dimensión diferente a la de los recorri­ dustrial capitalista.
dos urbanos), tanto el deber como el poder, el saber como la Por otra parte, continuando en la misma línea de pensa­
alegría y la esperanza. miento, se asimila urbanización e industrialización al hacer
equivalentes los dos procesos al nivel de los indicadores uti­
lizados 5 para construir las dicotomías rural/urbano y ocupa­
4.2 La crítica a la ideologización ción agrícola/ocupación industrial 6•
de la ciudad De hecho, la acepción culturalista de urbanización se
basa en un supuesto previo: la correspondencia entre un de­
Manuel Castells terminado tipo técnico de producción (definido esencialmen­
te por la actividad industrial), un sistema de valores (el «mo­
La cuestión urbana (1972), Siglo XXI, Madrid 1974. dernismo») y una forma particular de asentamiento espacial,
Selección de textos: El fenómeno urbano: delimitaciones la ciudad, cuyas características decisivas son: la dimensión y
conceptuales y realidades históricas (15-28), El mito de la cul­ la densidad.
tura urbana (95-107), El debate sobre la teoría del espacio Dicha correspondencia dista mucho de ser evidente: bas­
(141-158). ta con pensar en las grandes aglomeraciones pre-industria­
les (recordemos el análisis de Sjoberg) 7. Algunos autores 8,
coherentemente, niegan a dichas formas de asentamiento el
• El fenómeno urbano: nombre de «ciudad», mostrando así la confusión entre la
delimitaciones conceptuales problemática «urbana» y una organización socio-cultural
y realidades históricas dada.
La determinación recíproca entre forma espacial y con­
En la maraña de sutilezas definitorias con que nos han tenido cultural es en todo caso una hipótesis de investigación
enriquecido los sociólogos, pueden distinguirse dos conjuntos (que examinaremos con detalle en las páginas siguientes),
bien distintos de acepciones del término urbanización 1

pero que de ningún modo puede constituir un elemento de
- La concentración espacial de la población a partir de definición de la urbanización. De lo contrario, la respuesta
unos determinados límites de dimensión y densidad 2• teórica estaría ya inscrita en la manera de plantear el pro­
blema.
- La difusión del sistema de valores, actitudes y compor-
tamientos que se resume bajo la denominación de «caltwa
urbana» 3•
68; G. Friedmann, Vil/es et Campagnes, A. Colin, París 1953; J. Sirjamaki,
The Sociology of Cities, Random House, Nueva York 1961; A. Boskoff, The
1
Cf. La excelente exposición de motivos de H. T. Eldridge, «The Process Sociology of Urban Region, Appleton Century Crofts, Nueva York 1962; N. P
of Urbanization», en J. Spengler y O. D. Duncan (compiladores), Demogra­ Gist y S. F. Fava, Urban Society, T. Y. Crowell, Nueva York 1964.
phic Analysis, The Free Press, Glencoe 1956, 338; y también D. Popenoe, ' Cf. para la exposición, L. Wirth, «Urbanism as a Way of Life», Ameri­
«On the Meaning of Urban in Urban Studies», en P. Meadoes y E. H. Mizru­ can Journal of Sociology Qulio 1938).
chi (compiladores), Urbanism, Urbanization and Change, Reading (mass)
Addison Wesley 1969, 64-76. 'P. Meadows, «The City Technology and History», Social Forces 36 (di­
ciembre 1967) 141-147.
'D. J. Bogue y Ph. M. J-Iauser, Population, Distribution, Urbanism and In­
terna/ Migration, World Population Conference, 1963, papers; K. Davis, «The 'P. A. Sorokin y C. C. Zimmerman, Principies ofRural-Urban Sociology,
urbanization ofl-luman Population», Cities, Scientiflc American (sept. 1965). Nueva York 1929.
' Cf. E. Bergc. Urban Sociology, Nueva York 1955; N. Anderson, «Ur­ G. Sjoberg, The Pre-industrial City, The Free Press, Glencoe 1960.
banism and Urbanization», American Journal of Sociology 65 (1959-60) 'Cf. L. Riesmann, The Urban Process, The Free Press, Glencoe 1964.

M. CASTELLS 14 7
Si nos atenemos a esta distinción, sin perjuicio de esta- De hecho, la fórmula más flexible parece ser la de clasi-
blecer después relaciones teóricas y empíricas entre las dos ficar las unidades espaciales de un país según diversas di-
formas -espacial y cultural-, podemos apoyarnos, por el mo- mensiones y distintos niveles y establecer entre ellas relacio-
mento, en la definición de H. T. Eldridge . Este caracteriza la nes empíricas teóricamente significativas. Más concretamen-
urbanización como un proceso de concentración de la pobla- te, se podría distinguir la importancia cuantitativa de las
ción, en dos niveles: la multiplicación de los puntos de con- aglomeraciones (10.000 habitantes, 20.000, 100 .000,
centración, y el aumento en la dimensión de cada una de esas 1.000.000, etc.), su jerarquía funcional (género de activida-
concentraciones 9• des, situación en la cadena de interdependencias), su impor-
, .
En est.ª perspecriva, �l, termmo u�bano designara. , a tancia administrativa, para combinar a continuación varias
� de estas características que permitan distinguir tipos dife-
·
forma particular de·,ocupac10n del espac10 por una poblac10n,., · , de1 espac10.
rentes de O cupac10n
o sea, 1a ag1omerac10n resu1tante de una fuerte concentrac10n
y de una densidad relativamente elevada, que tendría, como De este modo, la distinción dicotómica entre rural y ur-
correlato previsible, una diferenciación funcional y social barro pierde toda significación, pues con igual criterio podría
cada vez mayor. Pero, una vez dicho esto, cuando se quiere oponerse urbano a metropolitano y, sobre todo, dejar de pen-
utilizar directamente esta definición «teórica» en un análisis sar en términos de paso continuo de un polo a otro para es-
concreto, empiezan las dificultades: ¿a qué nivel de densidad tablecer un sistema de relaciones entre las diferentes formas
y de dimensión puede considerarse urbana una unidad espa- espaciales históricamente dadas 13.
cial de población?; ¿cuáles son, en la práctica, los funda- .
mentos teóricos y empíricos de cada uno de los criterios? De todas e�t�s constatac10nes se .de�prende que_ no es
buscando defimc10nes de escuela o cntenos de practica ad-
Pierre George ha mostrado, con gran agilidad, las con- ministrativa como llegaremos a una delimitación válida de
tradicciones insolubles del empirismo estadístico en la defi- nuestros conceptos. Por el contrario, será precisamente el
nición del concepto lll_ Si bien el criterio generalizado parece análisis rápido de algunas relaciones históricamente estable-
ser efectivamente el núniero de habitantes -con correctivos cidas entre espacio y sociedad lo que nos permitirá objetiva-
variables según la estructura ocupacional y las delimitacio- mente nuestro estudio.
nes administrativas-, los umbrales retenidos varían enorme- . . . , .
mente, los indicadores de las diversas actividades dependen La� mveStigacwnes_ arqueologicas �an demost�ado que
de cada tipo de sociedad y, por último, las mismas cantida- los primeros asenta�ientos sedentarios y r�lat1va�ente
des cobran un sentido totalmente diferente según las estruc- densos de la po�lac10n humana (Mes�potam1a,_ hacia el
turas productivas y sociales que determinan la organización 3.5oo ª·J .C., �gipto: ?.000 a. J.C ., Chi�a e Indi�,. 3.000�
del espacio 11. 2.500 a. J.C.) 1 , se s1t;1a� al fmal del �enodo
. ne?lít1co, alh
donde el estado de la tecmca y las cond1c10nes sociales y na-
Así, el censo de los Estados Unidos considera el umbral turales del trabajo permitieron a los agricultores producir
de 2 .500 habitantes como el nivel a partir del cual una agio- más de lo que ellos mismos necesitaban para subsistir. A par-
meraeión pasa a ser urbana, pero añado que aqu@llas aglo- tir de este momento se desarrolla un sistema de repartición
meraciones incluidas en la red de interdependencias funcio- y distribución del producto, expresión y muestra de una de-
nales cotidianas con respecto a una ciudad central 11. En cam- terminada capacidad técnica y de un determinado nivel de
bio, laConferencia europea de estadística celebrada en Pra- organización social. Las ciudades son la forma de residencia
ga estableció como criterio el rebasar la cifra de 10.000 ha- adoptada por aquellos miembros de la sociedad cuya perma-
bitantes, corrigiéndolo según la estructura ocupacional. nencia directa sobre el lugar del cultivo no era necesaria. Es

' H. T. Eldridge, o. c., 1956, 338. "Cf. R. Ledrut, Sociologie urbaine, PUF, París 1967.
14 L. Mumford, The City in History, Harcourt, Brace, Jovanovich, N. Y.
'" P. George, Précis de géographie urbaine, A. Colin, París 1964, 7-20.
1961 (trad. castellana: La ciudad en la historia, Infinito, B. Aires 1966); Ho­
' J. Beaujeu - Garnier y G. Chabot, Traité de géographie urbaine, A.
1
bert C., Me C. Adams, The Evolution of Urban Society, Aldine Publishing Co.,
Colin, París 1963, 35. Chicago 1966; Eric E. Lampard, «Historical Aspects of Urbanization)), en Ph.
' U.S. Census of Population, 1960 Number of Inhabitants, United Sta­ Hauser y Leo F. Schnore (comp.), The Study of Urbanization, J. Wiley, N. Y
1

tes Summary, Final Report, P. C. (1)-lA, 1961. 1965, 519-554

148 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


decir, que estas ciudades no podían existir más que sobre la Este rápido análisis nos presenta el «fenómeno urbano»
base del excedente producido por el trabajo de la tierra. Son articulado a la estructura de una sociedad. Se puede repetir
los centros a la vez religiosos, administrativos y políticos, y la misma operación (y llegar a un resultado diferente en tér­
representan la expresión espacial de una complejidad social minos de contenido) para las diversas formas históricas de
determinada por el proceso de apropiación y reinversión del organización espacial. Sin pretender contar en dos palabras
excedente de trabajo. Manifiestan, por tanto, también un la historia humana del espacio, podemos, con una finalidad
nuevo tipo de sistema social, pero que no es diferente o su­ analítica, hacer algunas observaciones sobre la posible lectu­
cesivo del tipo rural, sino que está estrechamente ligado al ra de los tipos urbanos significativos.
mismo en el proceso social; es el reverso de la misma mone­ Así, las ciudades imperiales de los primeros tiempos his­
da en función del proceso de producción de las formas socia­ tóricos, y en particular Roma, acumulan las características
les, aunque, desde el punto de vista de las formas de relación descritas con las funciones comerciales y administrativas, de­
social, sean dos tipos diferentes 15. rivadas de la concentración en una misma aglomeración de
Tenemos, por ejemplo, la síntesis de V. Gordon Childe re­ un poder ejercido mediante la conquista en un vasto territo­
lativa a los criterios que, según los conocimientos empíricos rio. Del mismo modo, la penetración romana en otras civili­
existentes, caracterizan las primeras aglomeraciones urba­ zaciones adopta la forma de una colonización urbana -asen­
nas: existencia de especialistas no productivos a tiempo com­ tamiento de funciones a la vez administrativas y de explota­
pleto (tales como sacerdotes, funcionarios o trabajadores de ción mercantil- . La ciudad no es, por tanto, un lugar de pro­
servicios); población de talla y densidad suficientes; existen­ ducción, sino de gestión y dominación, ligado a la primacía
cia de un arte peculiar; escritura y números; actividad cientí­ social del aparato político-administrativo 18•
fica; sistema tributario que concentra el excedente de pro­ Consecuencia lógica, el fin del Imperio romano en occi­
ducción; Estado; arquitectura pública monumental; comercio dente supuso la pérdida de la base social expresada por la for­
a larga distancia; existencia de clases sociales 16• ma espacial «ciudad», puesto que sus funciones político-ad­
Es evidente el interés que tienen estas constataciones, ministrativas se perdieron y que, rotos los lazos con el campo,
basadas en abundante documentación, a pesar de que su mé­ por cesión de la dominación social a los señores feudales, no
todo de clasificación esté muy próximo al de la famosa enci­ hubo otra justificación de la autoridad eclesiástica o la coloni­
clopedia china de Borges. Leyendo estos datos en un orden zación de regiones fronterizas (por ejemplo, en Cataluña o en
teórico, queda bastante claro que la ciudad es el lugar geo­ Prusia oriental) 19•
gráfico donde se instala la superestructura político-adminis­ La ciudad medieval renace a partir de una nueva diná­
trativa de una sociedad que ha llegado a un tal grado de de­ mica social incluida todavía en la estructura social que la pre­
sarrollo técnico y social (natural y cultural) que ha hecho po­ cedía. Es decir, concretamente, la ciudad medieval nace de la
sible la diferenciación del producto entre reproducción sim­ unión de una fortaleza preexistente en torno a la cual se ha­
ple y ampliada de la fuerza de trabajo, y, por tanto, origina­ bía organizado un núcleo de habitación y de servicios, y de
do un sistema de repartición que supone la existencia de: un un mercado, sobre todo a partir de las nuevas rutas comer­
sistema de clases sociales; un sistema pohhco que asegure a ciales abiertas por las cruzadas. Sobre estas bases se organi-
la vez el funcionamiento del conjunto social y la dominación zan instituciones político-administrativas propias de la ciu­
de una clase; un sistema institucional de inversión, en parti­ dad y que le dan una consistencia interna y una mayor auto­
cular en lo referente a la cultura y a la técnica; un sistema de nomía con relación al exterior. Es precisamente esta especi­
intercambio con el exterior 17. ficidad política de la ciudad lo que hace de ella un mundo en
sí mismo y define sus fronteras como sistema social 10. La ideo-

"' Cf. G. Sjoberg, o. c., 1960, 27-31; y el simposium publicado por R. J.


Braddwood y G. R. Willey (compiladores), Courses Toward Urban Life: Ar­ "Cf. L. Mumford, o. c., 1961, 266-311 de la traducción francesa, Seuil,
cheological Consideration of sorne Cultural Alternates, Chicago 1962. París 1964.
"' Cf. V. G. Childe, «The urban revolution», Town Planing Review (abril, '" H. Pirenne, Les villes du Mayen -Age, Bruselas 1927.
1950) 4-5. "' El mejor análisis de este fenómeno es el de M. Weber, en Wirtschaft
" Véanse en este sentido los análisis de Mumford en Man 's Role in und Gesellschaft, 955 y siguientes de la traducción española, FCE, México
r:hanging the Face aj the Earth, Chicago 1956. 1964.

M. CASTEU,S 149
logía de pertenencia a la ciudad, prolongada incluso hasta ya Del mismo modo podría analizarse la evolución del sis­
avanzada la sociedad industrial, se fundamenta histórica­ tema urbano de cada país según las relaciones triangulares:
mente en este tipo de situación. burguesía - nobleza - poder real. Así, por ejemplo, el menor
desarrollo de las ciudades comerciales españolas, con res­
Esta autonomía político-administrativa es común a la pecto a las alemanas o italianas durante los siglos XVI y XVII,
mayoría de las ciudades que se desarrollan en la Baja Edad se explica por su papel de mera correa de transmisión entre
Media. Sin embargo, las formas concretas, sociales y espa­ la Casa Real y el comercio de Indias, en contraste con las ciu­
ciales, de estas ciudades, dependieron muy estrechamente de dades italianas y alemanas, definidas autónomamente con
la coyuntura de las nuevas relaciones sociales que surgieron respecto al emperador o a los príncipes de las cuales eran tan
de las transformaciones producidas en el sistema de distri­ sólo aliados ocasionales.
bución del producto. En efecto, lo característico es la crea­
ción, frente al poder de los señores feudales y discutiendo su Contrariamente a una visión muy extendida, el desarro­
autoridad sobre el modo de distribución, de una clase mer­ llo del capitalismo industrial no provoca el fortalecimiento de
cantil que rompe el sistema vertical de distribución del pro­ la ciudad, sino su casi total desaparición como sistema insti­
ducto, establece lazos horizontales entre los productores, a tucional y social relativamente autónomo y organizado en
través de su papel de intermediario, rebasa la economía de torno a objetivos propios.
subsistencia y acumula autonomía suficiente para invertir en Efectivamente, la constitución de la mercancía como me­
la producción manufacturera 21• canismo base del sistema económico, la división técnica y so­
La ciudad medieval representa las franquicias de la bur­ cial del trabajo, la diversificación de los intereses económicos
guesía mercantil en su lucha por emanciparse de la nobleza y sociales en un espacio más amplio, la homogeneización del
feudal y del poder central. Su evolución es, pues, muy dife­ sistema institucional, ocasionan la desaparición de la fusión
rente según el tipo de lazos que se establecen entre burgue­ entre una forma espacial, la ciudad, y la esfera de la domi­
sía y nobleza. Así, allá donde estos lazos fueron estrechos, nación de una determinada clase social, la burguesía. La di­
también lo fueron los lazos entre la ciudad y el territorio cir­ fusión urbana equivale justamente a la pérdida del particula­
cundante (campo dependiente de los señores feudales). Y vi­ rismo ecológico y cultural de la ciudad. De este modo, el pro­
ceversa: el conflicto de estas clases trajo consigo el aisla­ ceso de urbanización y la autonomía del modelo cultural «ur­
miento urbano. bano» aparecen como dos procesos paradójicamente contra­
dictorios 22.
Desde otro punto de vista, la contigüidad o separación La urbanización ligada a la primera revolución indus­
geográfica entre las dos clases influyó en la cultura de las ciu­ trial, e inserta en el desarrollo del modo de producción capi­
dades, en particular en lo que respecta al consumo y al aho­ talista, es un proceso de organización del espacio que en­
rro: la integración de la nobleza con la burguesía permitió a cuentra su base en dos conjuntos de hechos fundamentales 23:
la primera organizar el sistema de valores según su modelo
aristoerátieo, mientras que en aquellas eiudades en que la La descomposición previa de las estructmas sociales
burguesía hubo de mantenerse en un mundo propio, resis­ agrarias y la emigración de la población hacia los centros ur­
tiendo a las reacciones del feudalismo, se estrechó la comu­ banos ya existentes, proporcionando la fuerza de trabajo
nidad entre los ciudadanos, lo cual suscitó nuevos valores, esencial a la industrialización.
expresados particularmente en el espíritu de ahorro y de in­
versión; a ello conducía la lógica de su situación en la estruc­ - El paso de una economía doméstica a una economía de
tura social, ya que, cortados de las fuentes de suministro, su manufactura y después a una economía de fábrica, lo que
capacidad financiera y de producción manufacturera consti­ significa al mismo tiempo la concentración de mano de obra,
tuían la única garantía de supervivencia.

"Cf. H. Lefebvre, Le droit ii la vil/e, Anthropos, París 1968, y también


21 Seguimos aquí el extraordinario análisis de A. Pizzorno en su texto
la colección de ensayos del mismo autor, Du rural ii /'urbain, Anthropos, Pa­
«Développement économique et urbanisation», Actes du V Congres Mondial rís 1970.
de Sociologie, 1962. '" Cf. J. Labasse, L'organisation de l'espace, Hermann, París 1966.

150 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


la creación dr un nwrcado y la constitución de un medio in­ - La relación del fenómeno urbano con nuevas formas de
dustrial. articulación social nacidas del modo de producción capitalis­
Las ciudades atraen a la industria justamente por estos ta, pero que tienden a superarlo.
factores esenciales (mano de obra y mercado), y a su vez la Nuestra investigación se esfuerza en plantear teórica­
industria atrae nueva mano de obra y nuevos servicios. Pero mente estos problemas, partiendo de ciertas definiciones que
el proceso inverso también es importante: allí donde hay fa­ creemos posible proponer después de las observaciones his­
cilidades de funcionamiento, y en particular de materias pri­ tóricas que acabamos de hacer.
mas y medios de transporte, la industria coloniza y suscita la
urbanización. - El término de urbanización se refiere al mismo tiempo,
tanto a la constitución de formas espaciales específicas de las
En ambos casos, el elemento dominante es la industria, sociedades humanas, caracterizadas por la significativa con­
que organiza enteramente el paisaje urbano. Ahora bien, la centración de las actividades y poblaciones en un espacio
industrialización no es un puro fenómeno tecnológico, sino restringido, como a la existencia y difusión de un particular
que se produce en un modo de producción determinado, el sistema cultural, la cultura urbana. Esta confusión es ideoló­
capitalismo, cuya lógica refleja. El «desorden urbano» no es gica y tiene como finalidad:
tal desorden, sino que representa la organización espacial
suscitada por el mercado y derivada de la ausencia de con­ • Establecer la correspondencia entre formas ecológicas y con­
trol social de la actividad industrial. La racionalidad técnica tenido cultural.
y el predominio de la tasa de ganancia conducen, por un
lado, a borrar toda diferencia esencial inter-ciudades y a fun- • Sugerir una ideología de la producción de valores sociales a
dir los tipos culturales en el tipo generalizado de la civiliza- partir de un fenómeno «natural» de densificación y heterogeneidad
ción industrial capitalista; por otro lado, a desarrollar la es- sociales (cf. infra, cap. 2).
pecialización funcional y la división del trabajo en el marco ., .
geográfico, y, por tanto, a crear una jerarquía funcional entre - �a _noc1�n _de urbano (opuest_ � a rural) p�rtenece a la di-
las aglomeraciones urbanas. El juego de las economías ex- cotomia 1deolog1ca _ sociedad tr�d1c10na� / socied�d mo�erna,
ternas tiende a crear un proceso acumulativo, no controlado y se refiere_ a c1�rta heterogenei�ad �ocia! y func10nal, sm po-
socialmente, en las grandes aglomeraciones 24_ derla ?efimr mas que por su_ aleJa!:liento,
_ maror o menor, de
la sociedad moderna. La d1stmc10n entre cmdad y campo
Finalmente, la problemática actual de la urbanización plantea, sin embargo, el problema de la diferenciación de las
gira en torno a tres datos fundamentales y a una cuestión formas espaciales de la organización social. Pero esta dife-
candente 25: renciación no se reduce ni a una dicotomía ni a una evolu-
- La aceleración del ritmo de urbanización en el conjun- ción _ continua, como da por supuesto el evolucion�smo natu-
to del mundo (véase Tabla 1). ral, mcapaz de comprender estas formas espaciales como
productos de una estructura y procesos sociales. Por otra
La eoneentrnción de este crecimiento wbano en las re- parte, ta 1mpos1bilidad de encontrar un entena empmco de
giones llamadas «subdesarrolladas», sin correspondencia con definición de lo urbano no es más que la expresión de una va-
l'! crecimiento económico que acompañó la primera urbani- guedad teórica. Esta imprecisión es ideológicamente necesa-
,1ación en los países capitalistas industriales (véase Tabla 2). ria para connotar, a través de una organización material, el
- La aparición de nuevas formas urbanas, y, en particu- mito de la modernidad.
lar. de grandes metrópolis (véase Tabla 3). - Por consiguiente, y en espera de una discusión propia-
mente teórica del problema, más que hablar de urbanización,
trataremos del tema de la producción social de formas espa­
ciales. En el seno de esta problemática, la noción ideológica
1
P. George, La ville, PUF, París 19.50.
'
de urbanización se refiere al proceso a través del cual una
'Estos problemas están claramente planteados, sin indicar caminos de proporción significativamente importante de la población de
1111,•sligación netamente definidos, en Scott Greer, Dennis, L. Me Elrath, Da­
vid W Minar y Peter Orleans (compiladores), The New Urbanization, St. Mar- una sociedad se concentra en un cierto espacio, en el cual se
1111 � l'n�ss, Nueva York 1968. constituyen aglomeraciones funcional y socialmente interde-

M. CASTELLS 151
pendientes desde el punto de vista interno, y en relación de laciones sociales que poseen una especificidad histórica y
articulación jerarquizada (red urbana). una lógica propia de organización y de transformación. Di­
cho esto, el calificativo «urbano», adherido a la forma cul­
- El análisis de la urbanización va estrechamente ligado tural así definida, no es inocente. Se trata claramente, como
a la problemática del desarrollo, que conviene, por tanto, de­ hemos ya señalado, de hacer que la hipótesis de la produc­
limitar también. La noción de desarrollo produce la misma ción de la cultura connote la idea de naturaleza o, si se pre­
confusión al remitir, a un tiempo, a un nivel (técnico, econó­ fiere, que la de un sistema específico de relaciones sociales
mico) y a un proceso (transformación cualitativa de las es­ (la cultura urbana) connote un cuadro ecológico dado (la
tructuras sociales que permiten un acrecentamiento del po­ ciudad) 26.
tencial de las fuerzas productivas). Esta confusión tiene una
función ideológica: el presentar las transformaciones estruc­ Una tal construcción está directamente conectada con el
turales como un simple movimiento acumulativo de los re­ pensamiento evolucionista-funcionalista de la escuela socio­
cursos técnicos y materiales de una sociedad. En esta pers­ lógica alemana, de Tiinnies a Spengler, pasando por Simmel.
pectiva existirían, por tanto, niveles y una evolución lenta, En efecto, el modelo teórico de «sociedad urbana» ha sido
pero ineluctable, que organizaría el paso a un nivel superior pensado ante todo en oposición a «sociedad rural», al anali­
cuando hubiese suficientes recursos. zar el paso de la segunda a la primera en los términos em­
pleados por Tiinnies, como la evolución de una forma comu­
- La noción de desarrollo plantea el problema de la nitaria a una forma asociativa, caracterizada ante todo por la
transformación de la estructura social básica de una sociedad segmentación de los papeles, la multiplicidad de las perte­
de modo que libere una capacidad de acción progresiva (re­ nencias y la primacía de las relaciones sociales secundarias
lación inversión/ consumo). (a través de las asociaciones específicas) sobre las primarias
- Si la noción de desarrollo se sitúa en relación a la arti­ (contactos personales directos fundados en la afinidad afecti­
culación de las estructuras de una determinada formación va) 21.
social, no puede analizarse sin hacer referencia a la articula­ Prolongando esta reflexión, Simmel (cuya influencia so­
ción de un conjunto de formaciones sociales (escala llamada bre la «sociología americana» es cada vez mayor) llega a pro­
«internacional»). Para ello necesitamos un segundo concep­ poner un verdadero tipo ideal de civilización urbana, defini­
to: el de dependencia, que caracterice las relaciones asimé­ do ante todo en términos psico-sociológicos: partiendo de la
tricas entre un tipo tal de formaciones sociales que hace que idea (bastante durkheimiana) de una crisis de la personali­
la organización estructural de una de ellas no encuentre su dad, sometida a un exceso de estímulos psíquicos a través de
lógica al margen de su inserción en el sistema general. la complejidad desmedida de las grandes ciudades, Simmel
- Estas precisiones permiten sustituir la problemática deduce la necesidad de un proceso de fragmentación de las
ideológica expuesta (connotativa de la relación entre evolu­ actividades y de una fuerte limitación de compromisos del in­
ción técnica natural y ev�lu�ión hacia-�� c�lt�a de las, sacie- dividuo en sus diferentes papeles, única defensa posible con­
tra un desequilibrio general motivado por la multiplicidad de
proceso de producción social de las formas espaciales de pulsiones contradictorias. Entre las consecuencias que un ta
una sociedad?, y recíprocamente, ¿ cuáles son las relaciones proceso provoca en la organización social, Simmel señala la
entre el espacio constituido y las transformaciones estructu­ formación de una economía de mercado y el desarrollo de las
rales de una sociedad, en el seno de un conjunto internacio­ grandes organizaciones burocráticas, instrumentos adecua­
nal caracterizado por relaciones de dependencia? dos para la racionalización y la despersonalización exigidas
por la complejidad urbana. A partir de esto, el círculo se cie­
• El mito de la cultura urbana rra sobre sí mismo y es como el tipo humano «metropolita-

Cuando se habla de «sociedad urbana», no se trata


nunca de la simple constatación de una forma espacial. La "' Cf. M. Castells, «Théorie et idéologie en sociologie urbaine», Sociolo­
«sociedad urbana» es definida ante todo como una cierta gie et Sociétés, 1, n. 2 (1969) 171-191.
cultura, la cultura urbana, en el sentido antropológico del 21
P. H. Mann, An Approach to Urban Sociology, Routledge and Kegan
término, es decir, un cierto sistema de valores, normas y re- Paul, Londres 1965.

15 2 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Tabla 1. Situación y previsiones del fenómeno urbano en el mundo
(1920-1960 y 1960-80)
(en millones, estimación)
Regiones geográficas 1920 1940 1960 1980 Crecimiento absoluto
�cupación del espacio (est.) (est.) (est.) (prev.) 1920-60 1960-80
Total mundial
--
Población total 1.860 2.298 2.994 4.269 1.134 1.275
Rural y ciudades pequeñas 1.607 1.871 2.242 2.909 635 667
Urbana 253 427 752 1.360 499 608
(Ciudades grandes) (96) (175) (351) (725) (255) (374)
-
Europa ( sin la URSS)
Población total 324 379 425 479 101 54
_ Rural y ciudades pequeñas 220 239 251 244 31 7
Urbana 104 140 174 235 70 61
(Ciudades grandes) (44) (61) (73) (99) (29) (26)
América del norte
Población total 116 144 198 262 82 64
�ral y ciudades pequeñas 72 80 86 101 14 15
Urbana 44 64 112 161 68 49
(Ciudades grandes) (22) (30) (72) (111) (50) (39)
Asia oriental
Población total 553 636 794 1.038 241 244
Rural y ciudades pequeñas 514 554 634 742 120 108
f----
Urbana 39 82 160 296 121 136
(Ciudades grandes) (15) (34) (86) (155) (71) (69)
Asia del sur
Población total 470 610 858 1.366 388 508
Rural y ciudades pequeñas 443 560 742 1.079 299 337
-·--··-
1 'l7 '"' 11t: 'l07 on 1 71
(Ciudades grandes) (5) (13) (42) (149) (37) (107)
Unión Soviética
Población total 155 195 214 278 59 --
64
Rural y ciudades pequeñas 139 148 136 150 3 14
Urbana 16 47 78 128 62 50
(Ciudades grandes) (2) (14) (27) (56) (25) (29)
América Latina
Población total 90 130 213 374 123 161
Rural y ciudades pequeñas 77 105 145 222 68 77
Urbana 13 25 68 152 55 84
(Ciudades grandes) (5) (12) (35) (100) (30) (65)

M. CASTELLS 153
Africa
Población total 143 192 276 449 133 173
Rural y ciudades pequeñas 136 178 240 360 104 120
Urbana 7 14 36 89 29 54
(Ciudades grandes) (1) (3) (11) (47) (10) (36)
Oceanía
Población total 9 12 16 23 7 7
Rural y ciudades pequeñas 6 7 8 11 2 3
Urbana 3 5 8 11 5 3
(Ciudades grandes) (2) (2) (5) (8) (3) (3)
Fuente: Population Division. United Nations Bureau of Social Affairs.

Tabla 2. Evolución de la urbanización según el nivel de desarrollo (en millones)


Regiones geográficas 1920 1940 1960 1980 Crecimiento Absoluto
y ocupación del espacio (est.J (est.) (est.) (prev.) 1920-60 1960-80
Total mundial
Población total 1.860 2.298 2.994 4.269 1.134 1.275
Rural y ciudades pequeñas 1.607 1.871 2.242 2.909 635 667
Urbana 253 427 752 1.360 499 608
(Ciudades grandes) (96) (175) (351) (725) (255) (374)
Regiones desarrolladas
Población total 672 821 977 1.189 305 212
Rural y ciudades pequeñas 487 530 544 566 57 22
Urbana 185 291 433 623 248 190
(Ciudades grandes) lOV/ ll.:l':1/
n,
\<CH,) ,~- J re,..,..,
e•~- (11<:)
,~ ~~
Regiones subdesarrolladas
Población total 1.188 1.476 2.017 3.080 829 1.063 ¡

Rural y ciudades pequeñas 1.120 1.341 1.698 2.343 578 645


Urbana 68 135 319 737 251 418
(Ciudades grandes) (16) (41) (139) (398) (123) (259)
Porcentaje de regiones subdesarrolladas para todo el mundo
Población total 64 64 67 72 73 83
Rural y ciudades pequeñas 70 72 76 81 91 97
Urbana 27 32 42 54 50 69
(Ciudades grandes) (16) (24) (40) (55) (48) (694)
Fuente: Population Division, United Nations Bureau of Social Afjairs.

154 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Tabla 3. El crecimiento de las grandes aglomeraciones en el mundo (1920-1960)
(estimaciones generales, miles de personas)

Ciudad Año 1920 Año 1930 Año 1940 Año 1950 Año 1960
Total mundial 30.294 48.660 66.364 84.923 141.156
Europa ( total) 16.051 18.337 18.675 18.016 18.605
Londres 7.236 8.127 8.275 8.366 8.190
París 4.965 5.885 6.050 6.300 7.140
Berlín 3.850 4.325 4.350 3.350 3.275
-�- �
América del norte (tola/) 10.075 13.300 17.300 26.950 33.875
Nueva York 7.125 9.350 10.600 12.350 14.150
Los Angeles (750)a (1.800)a 2.500 4.025 6.525
Chicago 2950 3.950 4.200 4.950 6.000
Filadelfia (2.025)a (2.350)a (2.475)a 2.950 3.650
Detroit (1.lOO)a (1.825)a (2.050)a 2.675 3.550
-
Asia oriental (total) 4.168 11.773 15.789 16.487 40.806
Tokio 4.168 6.064 8.558 8.182 13.534
Shanghai (2.000)a 3.100 3.750 5.250 8.500
Osaka (1.889)a 2.609 3.481 3.055 5.158
Pekín (1.000)a (1.350)a (1.750)a (2.lOO)a 5.000
Tientsin (800)a (1.000)a (1.500)a (1.900)a 3.500
Hong-Kong (550)a (700)a (1.500)a (1.925)a 2.614
Shenyang ... b (700)a (1.150)a (1.700)a 2.500
Asia del sur (total) ... ... 3.400 7.220 12.700
Calcuta (1.820)a (2.055)a 3.400 4.490 5.810
Bombay (1.275)a (1.300)a (1.660)a 2.730 4.040
Yakarta ... b (525)a (1.000)a (1.750)a 2.850
Unión Soviética (total) ... 2.500 7.700 4.250 9.550
Moscú (1.120)a 2.500 4.350 4.250 6.150
L' •-----o·--~
T f"1Am
" /') /\/\filo
\.-·~~ 11�n (? ?�ílb 3 A.nn
América Latina (total) ... 2.750 3.500 12.000 22.300
Buenos Aires (2.275)a 2.750 3.500 5.150 6.775
México (835)a (1.435)a (2.175)a 3.800 6.450
Río de Janeiro (1.325)a (1.675)a (2.150)a 3.050 4.700
Sao-Paulo (600)a (900)a (1.425)a (2.450)a 4.375
Africa (total) ... ... ... ... 3.320
El Cairo (875)a (1.150)a (1.525)a (2.350)a 3.320

a) las ciudades inferiores a 2.500.000 no están comprendidas en los totales.


b) menor de 500.000.
Fuente: Population Division, United Nations Bureau of Social Affairs.

M. CASTELLS 155
no», centrado sobre su individualidad y siempre libre en re­ años 1920, como un laboratorio social, como un lugar de
lación a sí mismo, puede ser comprendido 28• emergencia de problemas, más que como una fuente de ex­
plicación de los fenómenos observados 31•
Si en la obra de Simmel queda una cierta ambigüedad
entre una civilización metropolitana no concebida como Por el contrario, las proposiciones de su discípulo más
fuente eventual de desequilibrio social y un nuevo tipo de brillante, Louis Wirth, tienden verdaderamente a definir los
personalidad que se adapta a él exacerbando su libertad in­ rasgos característicos de una cultura urbana y a explicar su
dividual, en las profecías de Spengler, en cambio, el primer proceso de producción a partir del contenido de esta forma
aspecto vence abiertamente al segundo y la cultura urbana ecológica particular que es la ciudad. Se trata probablemen­
queda ligada a la última fase del ciclo de civilizaciones, en la te del esfuerzo teórico más serio que jamás se haya hecho en
que, al romperse todo lazo de solidaridad, el conjunto de la el seno de la sociología para establecer un objeto teórico (y
sociedad debe autodestruirse en la guerra. Pero lo que es in­ por consiguiente, un campo de investigación) específico de la
teresante en Spengler es la ligazón directa que establece, de sociología urbana. Sus ecos, 33 años después, continúan do­
un lado, entre las formas ecológicas y el «espíritu» de cada minando la discusión. Lo que nos incita por una vez a inten­
etapa de la civilización, y de otro, entre la «cultura urbana» tar una exposición sucinta, pero fiel, de su perspectiva, con el
y la «cultura occidental», que se habría manifestado sobre fin de definir los temas teóricos sobre la «cultura urbana» a
todo en esta parte del mundo, debido al desarrollo de la ur­ través de sus pensadores más serios.
banización 29• Como se sabe, Toynbee se ha basado en estas
tesis para proponer la asimilación pura y simple entre los tér­ Para Wirth 32, el hecho característico de los tiempos mo­
minos de «urbanización» y de «occidentalización» (westerni­ dernos es la concentración de la especie humana en gigan­
zation...). La formulación de Spengler tiene sin duda la ven­ tescas aglomeraciones, a partir de las cuales la civilización
taja de la claridad, es decir, que lleva la perspectiva cultura­ irradia su luz. Frente a la importancia del fenómeno, es ur­
lista hasta sus últimas consecuencias, fundando las etapas gente establecer una teoría sociológica de la ciudad que su­
históricas en un «espíritu» y ligando su dinámica a una es­ pere, de una parte, los simples criterios geográficos y, de
pecie de evolución natural e indiferenciada 30• otra, no la reduzca a la expresión de un proceso económico,
por ejemplo la industrialización o el capitalismo. Decir <<so­
El conjunto de estos temas es recogido con mucha fuer­ ciología» equivale para Wirth centrarse sobre los seres hu­
za por los culturalistas de la escuela de Chicago a partir de la manos y sobre las características de su relación. A partir de
influencia directa experimentada por Park, fundador de la aquí, toda la problemática viene a girar sobre una definición
escuela, durante sus estudios en Alemania. Es así como fue y una interrogación. Una definición sociológica de la ciudad:
fundada la sociología urbana, en cuanto ciencia de las nue­ «Localización permanente, relativamente extensa y densa,
vas formas de vida social que aparecen en las grandes me­ de individuos socialmente heterogéneos». Una interrogación:
trópolis. Para Park se trataba ante todo de utilizar la ciudad, ¿cuáles son las nuevas formas de vida social producidas por
y en particular esa ciudad inaudita que era el Chicago de los estas tres características esenciales de dimensión, densidad y
heterogeneidad de las aglomeraciones humanas?
Wirth se consagra a destacar la importancia de estas re­
laciones causales entre características urbanas y formas cul­
"Cf., sobre todo, G. Sirnmel, «The Metropolis and Mental Life», en K. turales. En primer lugar, en lo que concierne a la dimensión
Wolff (com.), The Sociology of Georg Simmel, The Free Press, Glencoe 1950.
de una ciudad: cuanto mayor es, más amplio es el abanico de
''' O. Spengler, The Decline of the West, 11, G. Allen and Unwin, Londres
(publicado en 1928).
rn El texto de M. Weber, La ciudad, publicado primero en 1905, pero
que en realidad forma parte de Wirtschaft und Gesellschaft, se ha interpre­
tado a veces como una de las primeras formulaciones de la tesis de la cultu­ " Cf. R. E. Park, «The City: Suggestions for the lnvestigatíon of Human
ra urbana. En la medida en que especifica mucho las condiciones económi­ Behavior ín the Urban Environment», R. E. Park, E. W. Burgess, R. D. Me
cas y políticas de esta autonomía administrativa (lo que, según él, caracteri­ Kenzie, The City, The University of Chicago Press, 1925.
za la ciudad), nosotros creemos, contrariamente, que so trata de una locali­ 31 L. Wirth, «Urbanism as a Way of Life», American Journal of Socio­

zación histórica de lo urbano, en oposición a las tesis evolucionistas de la co­ logy XLIV Qulio 1938) 1-24; para una selección de la obra de Wírth, cf. la re­
rriente culturalista para la cual urbanización y modernización son fenóme­ copilación de textos: On Cities and Social Life, The Uníversíty of Chicago
nos equivalentes. Press, Chícago 1964.

156 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


variación individual y más grande será también la diferen­ riable explicativa. Y la cultura urbana llega a proponerse
ciación social, lo que determina el debilitamiento de los lazos como modo de vida (Urbanism as a way of lije).
comunitarios, reemplazados por los mecanismos de control
formal y por la concurrencia social. Por otra parte, la multi­ Lo esencial de la tesis relacionada con la cultura urbana
plicación de las interacciones produce la segmentación de las propiamente dicha no constituye sino variaciones en torno a
relaciones sociales y suscita el carácter «esquizoide» de la las proposiciones de Wirh. Sin embargo, han sido utilizadas
personalidad urbana. Los rasgos distintivos de un tal sistema como instrumento de interpretación evolucionista de la his­
de comportamiento son, por consiguiente: el anonimato, la toria humana, a través de la teoría desarrollada por Redfield
superficialidad, el carácter transitorio de las relaciones so­ del Folk-urban continuum, cuya resonancia ha sido enorme
ciales urbanas, la anomia, la falta de participación. Esta si­ en la sociología del desarrollo 33.
tuación tiene consecuencias sobre el proceso económico y so­ En efecto, Redfield recoge la dicotomía rural/urbano y la
bre el sistema político: de una parte, la segmentación y el uti­ vuelve a situar dentro de una perspectiva de evolución ecoló­
litarismo de las relaciones urbanas acarrean la especializa­ gico-cultural, identificando tradicional/moderno y folk/urba­
ción funcional de la actividad, la división del trabajo y la eco­ no. Con esta diferencia, que, al partir de una tradición antro­
nomía de mercado; de otra, ya que no es posible la comuni­ pológica, piensa la sociedad urbana en relación a una carac­
cación directa, los intereses de los individuos no son defen­ terización previa de la sociedadfolk: se trata de una sociedad
didos más que por representación.
«de dimensión restringida, aislada, analfabeta, homogénea,
En segundo lugar, la densidad refuerza la diferenciación con un sentido extremadamente fuerte de la solidaridad de
interna, porque, paradójicamente, cuanto más próximo se grupo. Sus formas de vida están codificadas en un sistema co­
está físicamente, más distantes son los contactos sociales a herente llamado "cultura". La conducta (que predomina en
partir del momento en que resulta necesario no comprome­ ella) es tradicional, espontánea, acrítica y personal; no hay le­
terse más que parcialmente en cada una de las pertenencias. gislación ni costumbre de experimentación y de reflexión con
Hay por tanto yuxtaposición, sin mezcolanza de medios so­ fines intelectuales. El sistema de parentesco, sus relaciones e
instituciones se derivan directamente de las categorías de la ex­
ciales diferentes, lo que implica el relativismo y la seculari­ periencia y la unidad de acción es el grupo familiar. Lo sagra­
zación de la sociedad urbana (indiferencia a todo lo que no do domina lo secular; la economía es mucho más un factor de
está directamente ligado a los objetivos propios de cada indi­ estatuto que un elemento de mercado».
viduo). En fin, la cohabitación sin posibilidad de expansión
real desemboca en el salvajismo individual (para evitar el El tipo urbano se define por oposición simétrica al con­
control social) y, por consiguiente, en la agresividad. junto de los factores enumerados, está centrado por tanto so­
bre la desorganización social, la individualización y la secu­
Por su parte, la heterogeneidad social del medio urbano larización. La evolución de un polo a otro se hace casi natu­
permite la fluidez del sistema de clases y la tasa elevada de ralmente, por aumento de la heterogeneidad social y de las
movilidad social explica que la filiación a los grupos no sea posibilidades de interacción, a medida que la sociedad va
estable, sino ligada a la posición transitoria de cada indivi- creciendo; además, la pérdida del aislamiento provocada por
duo: hay, por tanto, predominio de la asociación (basada en el contacto con otra sociedad y/o con otra cultura acelera
la afinidad racional de los intereses de cada individuo) sobre considerablemente el proceso. Al ser esta construcción ideal­
la comunidad, definida por la pertenencia a una clase o esta­ típica, ninguna sociedad le corresponde plenamente, pero
tuto. Esta heterogeneidad social corresponde también a la di­ toda sociedad se coloca en alguna parte a lo largo de este
versificación de la economía de mercado y a una vida políti­ continuum, aunque los diferentes rasgos enunciados se con-
ca fundada en los movimientos de masas.
En fin, la diversificación de las actividades y de los me­
dios urbanos provoca una fuerte desorganización de la perso­
nalidad, lo que explica la progresión del crimen, del suicidio, " Cf. R. Redfield, «The Folk Society», American Journal of Sociology
(enero 1947) 294; R. Redfield y M. Singer, «The Cultural Role ofCities», Eco­
de la corrupción, de la locura, en las grandes metrópolis ... nomic Development and Cultural Change IV (1954); y sobre todo R. Redfield,
The Folk Culture of Yucatan, University of Chicago Press, 1941; H. Miner,
A partir de las perspectivas así descritas, la ciudad reci­ «The Folk-urban Continuurn», American Sociological Review 17 (octubre
be un contenido cultural específico y se convierte en su va- 1952) 529-537.

M. CASTELLS 15 7
tinúan en proporciones diversas según el grado de la evolu­ problemática del terreno culturalista donde había sido defini­
ción social. Esto indica suficientemente que estas caracterís­ da. Así, autores como Scott Greer 36 o como Dhooghe 37 seña­
ticas definen el eje central de la problemática de las socieda­ lan la importancia de las nuevas formas de solidaridad social
des y que, por consiguiente, la densificación progresiva de en las sociedades modernas y en las grandes metrópolis, mos­
una colectividad, con la complejidad social que provoca, es el trando los prejuicios románticos de la escuela de Chicago, in­
motor natural de la evolución histórica, lo que se expresa ma­ capaz de concebir el funcionamiento de una sociedad de otra
terialmente a través de las formas de ocupación del espacio. manera que bajo la forma de una integración comunitaria,
que sería necesario reservar evidentemente para las socieda­
En este sentido, las críticas de Osear Lewis a las tesis de des primitivas y poco diferenciadas. Otros sociólogos, relan­
Redfield, demostrando que la comunidad «folk», que le había zando el debate, han intentado renovar la exposición de las
servido de primer terreno de observación, estaba desgarrada tesis de Wirth, bien sobre el plan teórico, como Anderson 38,
por conflictos internos y concedía un lugar importante a las bien «verificándolas» por enésima vez, como ha probado Gu­
relaciones mercantiles, pisan terreno incierto (a pesar de su terman, para citar un ejemplo 39 de los más recientes.
brío), ya que la teoría del folk-urban continuum se propone,
más que describir una realidad, definir los elementos esen­ Más serias son las objeciones que se hacen en relación
ciales de una problemática del cambio social 34. con las eventuales conexiones causales entre las formas es­
paciales de la ciudad y el contenido social característico de la
Por el contrario, la crítica fundamental de Dewey («El «cultura urbana». A un nivel muy empírico, Reiss ha demos­
continuum rural-urbano: un hecho real, pero sin gran im­ trado hace tiempo la independencia estadística (en las ciuda­
portancia») 35 cuestiona más profundamente esta perspectiva des norteamericanas) de la «cultura urbana» respecto a la di­
al señalar que, si bien es verdad que existen diferencias en­ mensión y a la densidad de la población•10. Más aún , Duncan,
tre ciudad y campo, éstas no son más que la expresión empí­ en una encuesta extensiva, no ha encontrado correlación en­
rica de una serie de procesos que producen al mismo tiempo tre la magnitud de la población, de una parte, y los ingresos,
toda una serie de efectos específicos a otros niveles de la es­ las clases de edad, la movilidad, la escolarización, el tamaño
tructura social. En otras palabras, hay una variación conco­ de la familia, la pertenencia étnica, la población activa, todos
mitante entre la evolución de las formas ecológicas y de las los factores que deben especificar un contenido «urbano» ".
formas culturales y sociales, sin que se pueda afirmar por Por su lado, la gran investigación histórica de Sjoberg 41 sobre
ello que esta covariación sea sistemática ni, sobre todo, que las ciudades preindustriales muestra la diferencia total de
las segundas sean producidas por las primeras. La prueba contenido social y cultural entre estas «ciudades» y las «ciu­
está en que puede haber difusión de la «cultura urbana» en dades» de principios de la industrialización capitalista o de
el campo sin que por ello se borre la diferencia de formas las regiones metropolitanas actuales. Ledrut ha recordado en
ecológicas entre ambos. Sería necesario, por tanto, conservar detalle y mostrado en su especificidad los diferentes tipos his­
de la tesis del folk-urban continuum su carácter descriptivo tóricos de las formas urbanas, con contenidos sociales y cul-
más que hacer de ella una teoría general de la evolución de
las sociedades.
Esta crítica de Dewey es una de las pocas en la literatura
del tema que va al fondo del problema, porque en general el "' S. Greer, The Emerging City, The Free Press ofGlencoe, 1962.
debate sobre la cultura urbana, tal como ha sido formulado "J. Dhooge, «Tendances actuelles en sociologie urbaine», Social Com­
pass 8, n. 3 (1961) 199-209.
por Wirth y Redfield, ha girado en torno de una pura cuestión
empírica, buscando establecer la existencia o inexistencia his­ "N. Anderson, «The Urban Way ofLife», lnternation.al Journal of Com­
parative Sociology 3, n. 2 (1962) 175-188.
tórica de un tal sistema o sobre la discusión de los prejuicios
''' Stanley S. Guterman, «In Defense of Wirth's Urbanism as a Way of
anti-urbanos de la escuela de Chicago, pero sin superar la Life», American Journal of Sociology 74 (marzo 1969) 492-499.
'" O. D. Duncan y A J. Reiss, Social Characteristics of Urban and Ru­
ral Communities, J. Wiley, Nueva York 1956.
" O. Lewis, «Tepoztaln Restudied. A Critique of the Folk-Urban Con­ " O. D. Duncan y A. J. Reiss, o. c. (1956).
ceptualization of Social Changes», Rural Sociology 18 (1953) 121-134. "G. Sjoberg, «Cities in Developing and in Industrial Societies: A cross­
'" R. Dewey, «The Rural-Urban Continuum: Real but Relatively Unim­ cultural Analysis», en Ph. Hauser y Leo F. Schnore (comps.), o. c., 1965, 213-
portant», American Journal of Sociology LXVI 1 Uulio 1960) 60-67. 265.

15 8 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


turales extremadamente diferentes y que no se colocan sobre damos desarrollar aquí un sistema completo de determina­
un continuum porque se trata de expresiones espaciales y so­ ción de las formas culturales en nuestras sociedades, dado
ciales cualitativamente diferentes las unas de las otras 43• que el objetivo de nuestras observaciones es únicamente el
¿Será necesario entonces, como hacen Weber 44 o Leo­ de tratar este contenido social de otra forma que por un aná­
nard Riessman 45, reservar el término de «ciudad» a ciertos ti­ lisis en términos de «urbano». Sin embargo puede aparecer
pos de organización espacial definidos, ante todo en términos una objeción de mayor importancia contra esta interpreta­
culturales (ciudades del Renacimiento o ciudades «moder­ ción de la cultura urbana. Si las ciudades soviéticas, no capi­
nas», es decir, capitalistas avanzadas)? De acuerdo, pero en­ talistas, presentan rasgos análogos a los de las ciudades ca­
tonces nos deslizamos hacia una definición puramente cultu­ pitalistas, ¿no es porque estamos en presencia de un tipo de
ral de lo urbano, al margen de toda especificidad espacial. comportamiento ligado a la forma ecológica urbana? La res­
Sin embargo, es esta fusión -confusión entre la connotación puesta puede darse a dos niveles: efectivamente, si se en­
de una cierta forma ecológica y la asignación de un conteni­ tiende por capitalismo la propiedad privada jurídica de los
do cultural específico, lo que se encuentra en la base de toda medios de producción, es evidente que este carácter no basta
problemática de la cultura urbana. Basta examinar las ca­ para fundamentar la especificidad de un sistema cultural.
racterísticas propuestas por Wirth para comprender que lo Pero, de hecho, empleamos el término «capitalismo» en el
que se llama «cultura urbana» corresponde perfectamente a sentido empleado por Marx en El capital: matriz particular de
una cierta realidad histórica: el modo de organización social los diversos sistemas a la base de una sociedad (económico,
ligado a la industrialización capitalista, en particular en su político, ideológico). Sin embargo, incluso en esta definición
fase concurrencial. Por tanto, no se define únicamente por vulgar del capitalismo, el parecido de los tipos culturales sería
oposición a «rural», sino por un contenido específico que le debido no a la existencia de una misma forma ecológica, sino
es propio, sobre todo en un momento en que la urbanización a la complejidad social y técnica en que se basa la heteroge­
generalizada y la interpenetración de ciudades y campo vuel­ neidad y la concentración de las poblaciones. Estaríamos más
ven incómoda su distinción empírica. bien ante una «cultura industrial». El elemento importante
que determinaría la evolución de las formas sociales sería en­
Un análisis detallado de cada uno de los rasgos que la ca­ tonces el hecho tecnológico de la industrialización. Nos esta­
racterizan mostraría sin dificultad el vínculo causal, en pla­ ríamos acercando a las tesis sobre la «sociedad industrial»...
nos sucesivos, que existe entre la matriz estructural caracte­
rística del modo de producción capitalista, y el efecto produ­ Por otro lado, sin embargo, si nos atenemos a una defi­
cido sobre tal y tal campo de comportamiento. Por ejemplo, nición científica del capitalismo, lo que podemos afirmar es
la famosa «segmentación de roles» que está en la base de la que en las sociedades históricamente dadas, donde se han
complejidad social «urbana» está directamente determinada efectuado estudios sobre la transformación de las relaciones
por el estatuto de «trabajador libre», cuya necesidad para sociales, la articulación del modo de producción dominante
asegurar una rentabilidad máxima de la utilización de la llamado capitalismo puede dar cuenta de la aparición de un
fuerza de trabajo ha sido demostrada por Marx. El predomi­ tal sistema de relaciones y a la vez de una nueva forma eco-
nio de las «relaciones secundarias» sobre las «primariaSJl, tógira.
así como la individualización acelerada de las relaciones, ex­
presan también esta necesidad económica y política del nue­ La constatación de comportamientos similares en socie­
vo modo de producción de constituir en «ciudadanos libres e dades donde se puede presumir que el modo de producción
iguales» los soportes respectivos de los medios de producción capitalista no es dominante no invalida el descubrimiento an­
y de la fuerza de trabajo 46• Y así sucesivamente, sin que po- terior, ya que es necesario rechazar la dicotomía grosera ca­
pitalismo/socialismo como instrumento teórico. Por el con­
trario, esto plantea una interrogación y exige una investiga­
13 Cf. R. Ledrut, Sociologie Urbaine, PUF, París 1968, cap. l. ción que debería tener como objetivo: - Determinar si, efec­
"M. Weber, o. c., 1905. tivamente, el contenido real y no solamente formal de estos
"' L. Riessman, The Urban Process, F ree Press, Nueva York 1964. comportamientos es el mismo. - Ver cuál es la articulación
"' Cf. los análisis de N. Poulantzas sobre la determinación social del es­ concreta de los modos de producción diferentes en la socie­
tatuto jurídico del ciudadano, en Pouvoir politique et classes sociales, Mas­ dad soviética, ya que, indiscutiblemente, el modo de produc­
pero, París 1968, 299 y siguientes (ed. castellana: Siglo XXl Editores). ción capitalista se encuentra allí presente, aun cuando no

M. CASTELLS 15 9
domine. - Establecer los contornos del nuevo modo de pro­ Otro problema, nuestro problema, es el de saber cuáles
ducción post-capitalista, porque si la teoría científica del son el lugar y las leyes de articulación de este «marco», es de­
modo de producción capitalista ha sido en parte elaborado cir, de las formas espaciales, en el conjunto de la estructura
(en El capital}, falta el equivalente para el modo de produc­ social. Para poder tratar esta cuestión, es necesario primero
ción socialista. - Elaborar una teoría de los pasos entre la ar­ romper la globalidad de esta sociedad urbana entendida
ticulación concreta de los diversos modos de producción en como un verdadero desembocar de la historia en la moder­
la sociedad soviética y los sistemas de comportamiento. nidad. Si es verdad que para identificarlo hemos designado
los nuevos fenómenos por su lugar de origen, no es menos
Es evidente que en ese momento la problemática de la cierto que la «cultura urbana», tal como es presentada, no es
cultura urbana no será ya pertinente. Mientras tanto, a la es­ ni un concepto ni una teoría. Propiamente hablando es un
pera de esta investigación, podemos decir intuitivamente: mito, ya que cuenta ideológicamente la historia de la espe­
que hay determinantes sociológicos parecidos que pueden cie humana. Por consiguiente, los temas sobre la «sociedad
desembocar en parecidos comportamientos; que esto queda urbana» que se fundan directamente sobre este mito consti­
reforzado por la presencia viva de elementos estructurales tuyen las palabras-clave de una ideología de la modernidad,
capitalistas; que las analogías formales de los comporta­ asimilada, de forma etnocéntrica, a las formas sociales del
mientos no tienen sentido más que en la medida en que sean capitalismo liberal.
referidos a la estructura social a la que pertenecen. Razonar
de otro modo nos llevaría a afirmar la unidad de las socieda­ Estos temas, al ser «vulgarizados», por así decir, han
des por el hecho de que todo el mundo come y duerme más tenido y siguen teniendo una enorme influencia sobre la
o menos regularmente. ideología del desarrollo y la «sociología espontánea» de los
tecnócratas. De una parte, la transposición de la problemá­
Una vez dicho esto, ¿por qué no aceptar el llamar «cul­ tica del folk-urban continuum al análisis de las relaciones
tura urbana» a este sistema de comportamiento ligado a la interiores al sistema imperialista se hace en los términos de
sociedad capitalista? Porque, como hemos señalado, dicha un pasaje de la sociedad «tradicional» a la sociedad «mo­
apelación sugiere que estas formas culturales han sido pro­ derna» 47•
ducidas por esta forma ecológica particular que es la ciudad.
Basta reflexionar unos instantes para descubrir el absurdo de De otra parte, la «cultura urbana» es lo que sirve de
una teoría del cambio social, fundada en la complejización base a toda una serie de discursos que hacen las veces del
creciente de las colectividades humanas a partir de un sim­ análisis de la evolución social en el pensamiento de las éli­
ple crecimiento demográfico. tes dirigentes occidentales y que por ello son ampliamente
vehiculadas por los mass media y forman parte del ambien­
Realmente no ha habido nunca, ni puede darse, en la te ideológico cotidiano. Así, por ejemplo, el Comisariado Ge­
evolución de las sociedades fenómeno perceptible únicamen­ neral del Plan en Francia, en una serie de estudios sobre las
te en términos físicos, por ejemplo de «tamaño». Toda evolu­ ciudades, publicados en 1970, para preparar el VI Plan fran­
ción de la dimensión y de la diferenciación de un grupo so- cés, ha consagrado un pequeño volumen a la «sociedad ur-
cial es en sí el producto y la expresión de una estructura so­ barra» 48 que constituye una verdadera antología de esta pro­
cial y de sus leyes de transformación. blemática.
Por consiguiente, la simple descripción del proceso no Partiendo de la afirmación de que «toda ciudad es el lu­
nos informa sobre el complejo técnico-social (por ejemplo so­ gar de una cultura», el documento intenta establecer las con­
bre las fuerzas productivas y las relaciones de producción) diciones de realización de los modelos ideales, de las con­
que actúa en la transformación. Hay, por tanto, producción cepciones de la ciudad-sociedad, teniendo en cuenta las «exi­
simultánea y concomitante de las formas sociales en sus di­ gencias de la economía». He aquí lo que caracteriza a un
ferentes dimensiones espacial y cultural. Se puede plantear el
problema de su interacción, pero no partir de la proposición
según la cual una de las formas produciría la otra. Las tesis 47 D. Lerner, The Passing ofTraditional Society, Free Press, Nueva York
sobre la cultura urbana se han desarrollado en una perspec­ 1958
tiva empirista, en la que se ha tomado por fuente de produc­ +s Commissariat Général au Plan, Les vil/es: la société urbaine, A. Co­
ción social lo que era su marco. lin, París 1970.

160 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


cierto humanismo tecnocrático: la ciudad (que no es sino la compleja de su organización social y como medio determina­
sociedad) se hace a partir de las iniciativas libres de los indi­ do por exigencias bastantes rígidas- se convierte así, alter­
viduos y de los grupos, que se encuentran limitados, pero no nativamente, en centro de creación y lugar de opresión bajo
determinados por un problema de medios. El urbanismo se el efecto de las fuerzas técnico-naturales suscitadas. La efica­
convierte entonces en la racionalidad de lo posible, intentan­ cia social de esta ideología estriba en que describe los pro­
do ligar los medios de que dispone y los grandes objetivos blemas cotidianos vividos por las gentes, aportando una in­
que se plantea. terpretación en términos de evolución natural, de la que está
Porque el fenómeno urbano es «la expresión del sistema excluida la división en clases antagónicas. Lo que tiene la
de valores en curso en la cultura propia de un lugar y de una fuerza de lo concreto y da la impresión tranquilizadora de
época», lo que explica que «cuanto más consciente es una so­ una sociedad integrada, que cierra filas frente a sus «proble­
ciedad de los objetivos que persigue ... más tipificadas son mas comunes»...
sus ciudades». En la base de una tal organización social se
encuentran los factores ecológicos, avanzados desde hace
tiempo por los clásicos del culturalismo urbano: «El funda­ • El debate sobre la teoría del espacio
mento de la sociedad urbana se encuentra en el reagrupa­
miento de una colectividad importante en número y densi­ El considerar la ciudad como la proyección de la socie­
dad, que implica una división más o menos rigurosa de las dad en el espacio es, al mismo tiempo, un punto de partida
actividades y de las funciones y hace necesarios los inter­ indispensable y una afirmación demasiado elemental. Pues si
cambios entre los subgrupos dotados de un estatuto que les bien es cierto que hay que superar el empirismo de la mera
es propio: diferenciarse y unirse» (p. 21). Así queda expues­ descripción geográfica, se corre el grave peligro de figurarse
ta toda una teoría de la producción de las formas sociales, es­ el espacio como una página en blanco sobre la que se inscri­
paciales y culturales, a partir de un simple fenómeno orgáni­ be la acción de los grupos y de las instituciones, sin encon­
co de crecimiento - como si se tratase de una especie de mo­ trar otro obstáculo que la huella de las generaciones pasadas.
vimiento ascendente y lineal de la materia hacia el espíritu... Esto equivale a concebir la naturaleza como algo enteramen­
te modelado por la cultura, mientras que toda la problemáti­
Está claro, hay especificidades culturales en los diferen­ ca social tiene su origen en la unión indisoluble de estos dos
tes medios sociales; pero es también evidente que la delimi­ términos, a través del proceso dialéctico mediante el cual una
tación no pasa ya por la separación ciudad/campo, y la ex­ especie biológica particular (particular, puesto que está divi­
plicación de cada modo de vida exige que se le articule en el dida en clases), el «hombre», se transforma y transforma su
conjunto de una estructura social, en lugar de atenerse a la medio ambiente en su lucha por la vida y por la apropiación
pura correlación empírica entre un contenido cultural y su diferencial del producto de su trabajo.
asiento espacial. Lo que se discute es simplemente el análisis
del proceso de producción social de los sistemas de repre­ El espacio es un producto material en relación con otros
sentacián y de cam1micación o, si se quiern, d€l la superes elementosmateriales, entrn @!los los h0mbros, les cuales con
tructura ideológica. traen determinadas relaciones sociales, que dan al espacio (y
a los otros elementos de la combinación) una forma, una fun­
Si estas tesis de la «sociedad urbana» tienen tanta difu­ ción, una significación social. No es, por tanto, una mera oca­
sión es justamente porque permiten poder prescindir de un sión de despliegue de la estructura social, sino la expresión
estudio de la emergencia de las formas ideológicas a partir de concreta de cada conjunto histórico en el cual una sociedad
las contradicciones sociales y de la división de clases. La so­ se especifica. Se trata, por tanto, de establecer, al igual que
ciedad aparece así unificada y se desarrolla de manera orgá­ para cualquier otro objeto real, las leyes estructurales y co­
nica secretando tipos globales que se oponen en el tiempo a yunturales que rigen su existencia y su transformación, así
términos de desfase, pero nunca al interior de una misma es­ como su específica articulación con otros elementos de una
tructura social, en términos de contradicción. Esto, por lo de­ realidad histórica.
más, no impide en absoluto compadecerse de la alienación
de este «hombre unificado», enfrentado a las exigencias na­ De lo que se deduce que no hay teoría del espacio al
turales y técnicas que obstaculizan el florecimiento de su margen de una teoría social general, sea ésta explícita o im­
creatividad. La ciudad -considerada a la vez como expresión plícita.

M. CASTELLS 161
El espacio urbano está estructurado, o sea, no se organi­ pitalista, enteramente dirigida por la lógica del beneficio y
za al azar, y los procesos sociales que se refieren a él expre­ que parte de la existencia de un núcleo urbano inicial con es­
san, especificándolos, los determinismos de cada tipo y de caso valor simbólico y débilmente constituido social y arqui­
cada período de la organización social. Partiendo de esta evi­ tectónicamente. Así, en el Chicago estudiado por Burgess, la
dencia, cargada, sin embargo, de implicaciones, el estudio de ocupación del centro urbano (zona I) por las sedes de las
la estructura urbana debe realizarse en dos planos: por una grandes empresas y los centros administrativos (en el lugar
parte, se trata de elaborar útiles teóricos susceptibles de estratégico de acceso y densidad social de la ciudad) es con­
aprehender significativamente lo concreto-real, y, por otra, secuencia del dominio social ejercido por las empresas y de
de utilizar estos útiles en una sucesión discontinua de análi­ la importancia estratégica de sus centros direccionales con­
sis particulares que apunten a fenómenos históricamente da­ centrados en el interior de un medio fuertemente organizado.
dos. La abundancia de investigaciones al respecto da cuenta Las zonas I y III, que corresponden a la invasión del antiguo
de los esfuerzos que varias corrientes teóricas han dedicado casco urbano por la industria y las residencias necesarias a
a este estudio. Así, el esfuerzo teórico de la ecología humana, los trabajadores empleados, son el resultado, por una parte,
en particular de la Escuela de Chicago, domina todavía la de las ventajas enormes que le da a la industria de la prime­
aprehensión de la organización urbana, en la bibliografía y ra época su incrustación en el tejido urbano y, por otra, la po­
en la práctica, bien sea a través de la vigencia de sus temas sibilidad social de dominación e incluso de destrucción del
clásicos o a través de las críticas y reacciones suscitadas 49• marco urbano por la implantación industrial. La zona IV, re­
Efectivamente, la mayor parte de las alternativas teóricas sidencia de las clases superiores, es producto de la consi­
propuestas situadas en esta línea no hacen más que dar una guiente deteriorización urbana y expresa la distancia social
imagen invertida, sin volver a definir los términos mismos de materializada en la creación de un nuevo espacio residencial
la cuestión. más allá de la ciudad, reservada a lo funcional. Por último, la
zona V comprende los satélites residenciales y productivos
Es imposible abordar el análisis de la organización del aún no integrados en la aglomeración, y expresa el dominio
espacio sin una discusión, aunque sea rápida, de esta tradi­ progresivo que la ciudad ejerce sobre su hinterland por me­
ción de investigación, sin pretender con esto hacer historia dio de la concentración económica y la especialización de
de las ideas, sino examinar la eficacia de las proposiciones funciones 51•
avanzadas y de los trabajos realizados. Pues la formulación
de la famosa teoría de Burgess sobre la evolución de las aglo­ El hacer explícitas las condiciones básicas permite com­
meraciones urbanas por zonas concéntricas 50 hace sonreír prender el hecho de que el mismo modelo de urbanización
por su ingenuidad, pero al mismo tiempo explica un deter­ haya explicado el crecimiento de varias ciudades norteame­
minado proceso de desarrollo urbano, históricamente situa­ ricanas 52 y, parcialmente, de ciudades europeas. Respecto a
do en condiciones socioeconómicas bien precisadas por estas últimas, lo han mostrado los trabajos de Chombart de
Quinn, a saber: determinado grado de heterogeneidad étnica Lauwe en París 53 y de McElrath en Roma 54, introduciendo,
y social; base económica industrial-comercial; propiedad pri­ sin embargo, la importantísima modificación de la existencia
vada; comercio; organizaciones económicas especializadas de ttfüt residencia privilegiada de las categorías superiores en
funcionalmente y diferenciadas espacialmente; sistema de
transportes eficaz y especialmente homogéneo; núcleo urba­
no central con elevado valor del suelo.
Se trata, pues, de la evolución de una aglomeración en " Los elementos que facilitan esta discusión, en P. H. Mann, An Ap­
proach to Urban Sociology, Routledge and Kegan Paul, Londres 1965.
rápido crecimiento, dominada por una industrialización ca- ·12 Por ejemplo, R. V. Bowers, «Ecological Patterning of Rochester, New

York», American Sociological Review 4 (1939) 180-189; Th. R. Anderson y


J. A. Egeland, «Spatial Aspects of Social Area Analysis», A.S.R. 26 (1961)
l'I
La obra de base sigue siendo la de R. Park, E. Burgess y R. McKen­ 392-398; R. W. O'Brien, «Beatle Street, Memphis, A Study in Ecological Suc­
zie, The City, Univorsity of Chicago Press, Chicago 1925. La mejor colección cession», Sociology and Social Research XXVI (mayo 1941) 439-536.
de trabajos ecológicos es la editada por G. A. Theodorson, Studies in Human 53
P. H. Chombart de Lauwe y colaboradores, Paris et l'agglomération
Ecology, Row, Peterson and Cº, Evanston, Illinois 1961, 626 p. parisienne, PUF, París 1950, 2 t.
'° E. Burgess, «The Growth of the City», en Park, Burgess y McKenzie, "D. E. McElrath, «The Social Areas of Rome», A.S.R. 27 Uunio 1962)
o. c., 47-62. 389-390.

162 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


el centro de la ciudad, espacios cargados de lazos simbólicos lugar de trasladarse globalmente fuera del viejo casco urba-
y de lugares de consumo cultural. no y transformarse en una nueva corona. Pero el movimien-
. . to ecológico y su determinación funcional siguen siendo los
• cuando 1as cond1c10nes de base cam-
por e1 contrano, mismos
bian cualitativamente, la pretensión de universalidad del mo-
delo de Burgess se cae por su propio peso. Es el caso, por Por el contrario, la teoría de los núcleos múltiples 59, que
ejemplo, del clásico estudio de Gist sobre la ecología de Ban- intenta combinar el desarrollo por coronas y la división fun-
galore 55, que muestra la fragmentación del centro y la inter- cional de la ciudad, considerando el despliegue espacial de
penetración espacial de las actividades y de las poblaciones. cada función como una serie de procesos separados, prolon-
Más interesante aún es el análisis de Schnore sobre la orga- ga de alguna manera las proposiciones iniciales de la Escue-
nización espacial de unas 60 ciudades latinoamericanas, que la de Chicago en el análisis de las nuevas áreas metropolita-
concluye en la existencia de dos formas urbanas principales: nas, cuya complejidad supera el cuadro somero del modelo
el modelo «tradicional» -un centro histórico rodeado de arra- de Burgess. Es cierto que, a pesar de este esfuerzo, la región
bales de populares y que sirve de asiento a las capas supe- metropolitana rompe completamente la formulación clásica,
riores y a las funciones de dirección- y el modelo de creci- como muestran análisis concretos tan importantes como los
miento industrial, que reproduce parcialmente los rasgos de Gottmann para la costa nordeste de los Estados Unidos 60
fundamentales del desarrollo por zonas 56. o de Vernon 61 para Nueva York.
Más aún: el mismo Chicago de mediados del siglo XIX, El ejemplo de la teoría del crecimiento urbano, elabora-
así como las grandes ciudades europeas de antes de la in- da por la Escuela de Chicago, muestra los límites de una in-
dustrialización, estructuran su espacio jerárquicamente alre- vestigación definida por su formulación concreta más que
dedor del centro de primera implantación. Del mismo modo, por sus principios de análisis, porque, de hecho, el conjunto
algunas ciudades del sur de los Estados Unidos se apartan de trabajo de Burgess, McKenzie, Wirth, etc., establece una
considerablemente por su configuración de las normas de serie de nociones cuyo alcance supera un estudio singular y
una organización espacial dominada por la ley del mercado que en realidad fundamentan todavía numerosos trabajos. Es
en la medida en que los restos de la tradicional oligarquía precisamente este esfuerzo por construir una auténtica teo-
agraria ocupaban un lugar importante en la composición so- ría del espacio, tan poco frecuente en un terreno barrido al-
cial 57• ternativamente por el empirismo y el profetismo, lo que ex-
. . . plica la persistencia de concepciones directamente ligadas al
, Las mod1ficac10nes que se han mtenta_do hacer a las ,t�o- más puro organismo evolucionista.
nas de las zonas no desplazan en lo esencial la problemat1ca
y se someten, por tanto, a la misma crítica que exige una es- Efectivamente, en la base de los análisis espaciales exis-
pecificación de las condiciones históricas de su validez. Por te una teoría general de la organización social, a la que se
ejemplo, las distinciones sectoriales propuestas por Hoyt 58 considera dirigida por dos principios esenciales 62:
intentan adaptar. . el modelo
. a las
. situaciones .en las
. que se
. en- · · · de in
euentra ttna ng1dez soe1al motivada por la h1stona part1ettla1
- El prznczpw · terdependencza
· entre los in
· d.wi·duos,
b_asad. o _en sus dºf · comp1ement_anas
: e��ncias · ( re_1ac10nes
· de
de una zona. Tal o cual capa social, implantada en un sector,
coloniza todo un radio en una dirección, de dentro afuera, en s1IDb10 1� s) y sus s1m1litudes suplementanas (relac10nes de co­
mensalismo) .

55
N. P. Gist, «The Ecology of Bangalore. India: An East-West Compari­
son», Social Forces 35 (mayo 1957) 356-365. ,,, Cf. Ch. D. Harris y E. L. Ullman, «The Nature of Cities», The Annals
" L. F. Schnore, «On the Spatial Structure of Cities in the Two Ameri­ 242 (noviembre 1945) 7-17.
cas», en Ph. M. Hauser y L. F. Schnore (compiladores), The Study of Urbani­ 'º Cf. J. Gottmann, Megalopolis, o. c.
zation, John Wiley and Sons, Nueva York 1965, 347-398. ' R. Vernon, Metropolis 1985, Harvard University Press, Cambridge,
1

57
H. W. Gilmore, «The Old New Orleans and the New: A Case for Eco­ Mass. 1960.
logy», A.S.R. 9 (agosto 1944) 385-394. " Nos hemos beneficiado, para esta discusión, de la preciosa ayuda de
" H. Hoyt, Washington D. C., The Structure and Growth of Residential L. de Laberbis, profesor de la Universidad de Montreal y antiguo discípulo
Neighborhoods in American Cities, Federal Harsing Administration 1939. de A. Hawley.

M. CASTELLS 163
- El principio de la función central; en todo sistema de a las leyes económicas generales. Pues una teoría de la es­
relación con un medio ambiente se asegura la coordinación tructura urbana debe buscar las leyes por las cuales diferen­
por medio de un pequeño número de funciones centrales. La tes contenidos sociales se expresan a través de los procesos
posición de cada individuo en relación a esta función deter­ anunciados. La formalización de observaciones empíricas so­
mina su posición en el sistema y sus relaciones de dominio 63. bre tal o cual realidad urbana no permite avanzar por esta
vía.
Teniendo en cuenta el materialismo inmediato (¿vulgar?)
de esta perspectiva teórica, los problemas de la relación al La escuela «neo-ortodoxa» de la ecología humana ha in­
espacio serán un terreno de elección para el desarrollo de sus tentado una sistematización de sus investigaciones codificán­
investigaciones, pues la sociedad se piensa ante todo en tan­ dolas en los términos de complejo ecológico o ecosistema. En
to que comunidad y se define a ésta como «un sistema de re­ la formulación de Duncan r,6, el conjunto do una estructura ur­
laciones entre partes funcionalmente diferenciadas y locali­ bana puede entenderse como el resultado de la interacción
zado territorialmente» 64• de cuatro elementos fundamentales: la población (P), el me­
dio ambiente o medio físico (M), la tecnología (T) y la organi­
Se explica entonces la organización urbana como un zación social (O), entendida esta última como el conjunto de
conjunto del proceso modelado, distribuido y puesto en rela­ instituciones y prácticas sociales. Así, por ejemplo, con ayu­
ción por las «unidades ecológicas», a saber, toda expresión da de estos términos, intenta explicar el problema de la con­
espacial que presenta una determinada especificidad en re­ taminación en Los Angeles 67• De hecho, todo el análisis repi­
lación a su medio ambiente inmediato (residencias, fábricas, te la formalización de los procesos reales observados, al co­
oficinas, etc.). Los principales procesos ecológicos son 65: la dificarlos en estos cuatro elementos. No existe transforma­
concentración, o sea, el aumento de la densidad de una po­ ción de las observaciones en conceptos ni, sobre todo, esta­
blación en un espacio y momento determinado; la centrali­ blecimiento de relaciones entre conceptos, que implique las
zación o especialización funcional de una actividad o red de secuencias observadas. La única ventaja es la de poder resu­
actividades sobre un mismo espacio, con su articulación je­ mir bajo algunos títulos algunas constataciones empíricas.
rarquizada con el conjunto del territorio regional; la centra­ Pero ¿es esto realmente una ventaja? Podemos dudar de ello
lización, con su corolario la descentralización, origina pro­ (por ejemplo cuando se asimila los transportes a la introduc­
cesos de movilidad de la estructura urbana y, por consi­ ción de un nuevo equipo industrial bajo pretexto de que se
guiente, funciones de circulación en sentido amplio; la segre­ trata en los dos casos de progresos tecnológicos) 68•
gación se refiere al proceso mediante el cual el contenido so­
cial del espacio se hace homogéneo dentro de una unidad y Por otra parte, el elemento «organización social» es un
se diferencia fuertemente respecto a unidades exteriores, ge­ saco donde todo cabe y que permite no tratar las articulacio­
neralmente según la distancia social derivada del sistema de nes precisas con la estructura social, fundiéndolas en una re­
estratificación; por último, la invasión-sucesión explica el lación global entre lo social y la naturaleza (y la técnica).
movimiento por el que una nueva población (o actividad) se Gist y Pava han intentado paliar este inconveniente aña­
introduce en un espacio previamente ocupado. siendo recha- diendo m1 quinto elemento eultttral o psico sociológico para
zada por el asentamiento anterior, integrada o sucediéndole,
como dominante en la unidad ecológica así pretendida. diferenciar los valores de las instituciones 69. Pero su análisis
Esta construcción se queda sin embargo a un nivel for­
mal en la medida en que estos procesos ecológicos, explicati­
vos de las configuraciones urbanas observadas (zonas, secto­ ''' O. D. Duncan, «I-!uman Ecology and Population Studies», en Ph. M.
res, núcleos, radios, etc.), no se explican más que aludiendo Hauser y O. D. Duncan (compiladores), The Study of Population, The Uni­
versity of Chicago Press, Chicago 1959, 681-684.
"' O. D. Duncan, «From Social System to Ecosystem», Sociological In­
quiry 31, n. 2 (1961) 140-149.
,., Cf. A. Hawley, Human Ecology, Ronald Press, Nueva York 1950. " Un tecnologismo en extremo ecológico orienta los trabajos, por otra
"A. Hawley, Human Ecology, Definition and History (Notas de curso no parte excelentes, de Gibbs y Martín. Véase, por ejemplo, J. P. Gibbs y W. T.
publicadas, Ann Arbor, Michigan 1963). Martin, «Toward a Theoretical System of Human Ecology», Pacific Sociolo­
" Cf. R. D. McKenzie, «The Scope of Human Ecology», Publications of gical Review n. 2 (1959) 29-36.
the American Sociological Society XX (1926) 141-154. '" N. P. Gist y S. F. F ava, o. c., 1964, 102-103.

164 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


del proceso de suburbanización norteamericana presenta juegan en la sociedad. Form 75 ha insistido en las repercusio­
exactamente las mismas características que el de Duncan y nes espaciales de los fenómenos de dominación social, y de
no supera la simple categorización formal de los diferentes Dickinson 76 a Sjoberg 77 y de Max Sorre 78 a Pierre George 79,
«factores», históricamente combinados en el proceso de difu­ toda una tradición de estudios de geografía histórica y com­
sión urbana en los Estados Unidos. parativa, ha mostrado la diversidad social de las formas es­
paciales. ¿Debemos, por tanto, concluir en la existencia de
La insistencia de los ecólogos en tratar el conjunto de la una organización del espacio esencialmente determinada por
organización del espacio partiendo de la interacción entre la la acción de hombres guiados por orientaciones culturales?
especie humana, los útiles creados por ella y el medio natu­
ral los coloca en una posición de fuerza en la medida en que, La crítica de Wilhelm es más profunda: muestra cómo,
efectivamente, estos elementos son los datos básicos del pro­ amparándose en el organicismo ecológico, se descuida un ca­
blema y se pueden captar a veces directamente, incluso des­ rácter fundamental del espacio humano, a saber, la contra­
de el punto de vista estadístico 70• Pero al no intentar teorizar dictoria diferenciación de los grupos sociales. Pues la apro­
estas relaciones y al presentarlas simplemente como mate­ piación del espacio forma parte de un proceso de lucha que
riales insertos en el proceso universal de la lucha por la vida, afecta al conjunto del producto social, y esta lucha no es una
su elemental biologismo se presta fácilmente a la crítica cul­ mera competencia individual, sino que enfrenta a los grupos
turalista, particularmente en un momento en que las ciencias formados por la inserción diferencial de los individuos en los
sociales conocían el auge de la psico-sociología y cuando la diversos componentes de la estructura social - mientras que
problemática de los valores se situaba en el centro de la in­ «el complejo ecológico presenta una distinción sin hacer ver
vestigación. una diferencia» 80• Este sesgo teórico se manifiesta muy con­
cretamente en la investigación, al utilizar como material de
Así, las primeras críticas serias, en particular las de base datos del censo que caracterizan globalmente una co­
Alihan 71 y Gettys 72, insistían sobre todo en la especificidad del lectividad según las categorías de la práctica administrativa,
comportamiento humano y se negaban a aplicar directamen­ pero que no pueden explicar su dinámica interna ni el paso
te a las comunidades las manifestaciones del determinismo de las relaciones sociales a la organización del espacio.
natural constatadas en las otras especies, pero la corriente
que les siguió invirtió abiertamente los términos del proble­ He aquí, pues, una nueva dimensión que desplaza la
ma considerando el espacio -a partir del estudio de Walter oposición entre «factores culturales» y «factores naturales».
Firey sobre Boston 73- como modelado por los valores y com­ Pues en la problemática culturalista propiamente dicha no se
portamientos de los grupos. Por ejemplo William Kolb 74 for­ incluye tampoco el aspecto cambiante de la aproximación del
mula las condiciones culturales previas a la urbanización espacio en función de la diferenciación social. Así, una de las
(equivalente de los sistemas de valores subyacentes a la in­ mejores formulaciones recientes, la de Achille Ardigo 81, con­
dustrialización, en el análisis weberiano) y propone una in­ sidera la metrópoli como un sistema social, transponiendo
terpretación de la composición del espacio según las afinida­
des simbólicas de los diferentes grupos sociales y el papel que
75
W. 11. Form. «The Place of Social Structure in the Determination or
Land Use». Social Forces n. 32 (mayo 1954) 317-323.
;" O. D. Duncan y L. F. Schnore, «Cultural, Behavioral and Ecological
76
R. Dickinson, The West European City, Routledge and Kegan Paul,
Perspectives in the Study of Social Organization». American Journal of So­ Londres 1951.
ciology LXV (septiembre 1959) 132-146. " G. Sjoberg, The Pre-Industrial City. III, The F ree Press. Glencoe
71 M. A.Alihan, Social Ecology, Columbia University Press, Nueva York
1960.
1938. n M. Sorre. Les fondements de la géographie humaine, A. Colin, París
" W. E. Gettys. «Human Ecology and Social Theory». Social Forces 1952.
XVIII (mayo 1940) 469-476. ;n P. George, Précis de Géographie Urbaine, PUF, París 1961.
" Cf. W. F irey, Land Use in Central Bastan, Harvard University Press, "' Véase S.M. Willhelm, «The Concept of the Ecological Complex: A cri­
Cambridge. Mass. 1947. tique». The American Journal of Economics and Sociology 23 Gulio 1964)
;, W. L. Kolb, i<The Social Structure and Functions of Cities». Economic 241-248.
/Jeuelopment and Cultural Change 3 (1945-55) 30-46 . "A. Ardigo, La diffusione urbana. AVE, Roma 1967, 41-66.

M. CASTELLS 165
los cuatro subsistemas parsonianos al área urbana y seña­ afirmación y de desarrollar el aparato conceptual en función
lando cómo las diferentes implantaciones espaciales siguen de la complejidad de las investigaciones específicas 82•
estos procesos de adaptación y de intercambio según los va­
lores institucionalizados. Por encima de todo eclecticismo académico hay que su­
perar la oposición ideológica entre la determinación del es­
De hecho, la problemática propia a toda teoría del espa­ pacio por la naturaleza y su modelado por la cultura, con el
cio no consiste en oponer valores y factores «naturales», fin de unir estos dos términos en una problemática que reco­
sino, por una parte, en el plano epistemológico, en descubrir nozca la especificidad de lo social humano, sin afirmarlo
las leyes estructurales o la composición de situaciones histó­ como creación voluntaria, que ninguna ley puede explicar. Al
ricamente dadas, y, por otro, en el plano propiamente teóri­ frente común ideológico del culturalismo y del historicismo
co, en establecer hipótesis sobre el factor dominante de una conviene oponer un frente teórico que integre la problemáti­
estructura en la cual, manifiestamente, todas las escuelas in­ ca ecológica de base materialista en un análisis sociológico;
cluyen el conjunto de los elementos de la vida social: su di­ dicho análisis debe tener como tema central la acción con­
vergencia esencial concierne al estatuto de cada elemento y tradictoria de los agentes sociales (clases sociales), pero debe
de las combinaciones de elementos. encontrar su fundamento en la trama estructural que hace la
problemática de toda sociedad - o sea, el modo en que una
Esta yuxtaposición de problemáticas explica la confusión formación social trabaja la naturaleza y la forma de reparto
en la bibliografía de dos tipos de crítica hecha a la tradición y de gestión, y por tanto de contradicción, que resulta de ello.
de la ecología humana: la que reemplaza la determinación
natural por un arbitrario social con base cultural y la que lla­ En este esfuerzo, los resultados obtenidos por la ecología
ma la atención sobre la especificidad del espacio histórico tienen más valor para fundar una teoría del espacio que las
haciendo intervenir la división de la sociedad en clases, con correlaciones socio-culturales acumuladas, pues aquéllos re­
los conflictos y las estrategias que resultan de ello en el pro­ miten a esta primera determinación por las fuerzas produc­
ceso social de constitución de un espacio. Pues este frente co­ tivas y a las relaciones de producción que derivan de ello, lo
mún teórico contra el naturalismo ecológico se ha estableci­ cual no se trata de contradecir, sino más bien de desarrollar
do sobre posiciones (ideológicas) de derecha, o sea, centra­ articulando a sus efectos sobre el espacio los producidos por
das sobre el predominio de los valores en la explicación so­ las otras instancias de determinación social.
cial. Esta fusión es sólo posible dentro de una perspectiva
historicista: los hombres (los grupos sociales) crean las for­ En alguna medida podemos situar en esta perspectiva
mas sociales (el espacio) a través de la producción, contra­ las investigaciones de la llamada escuela de «Social Area
dictoria a veces, de los valores, los cuales, orientando los Analysis», inauguradas por Shevky 83 y Bell; éstos analizan el
comportamientos y actitudes y creando las instituciones, mo­ espacio urbano a partir de la combinación de una serie de ca­
delan la naturaleza. Se reconoce en esta formulación el meo­ racterísticas socio-económicas descompuestas en tres gran­
llo de trabajos tan importantes como los de Lewis Mumford y des dimensiones: «rango social» (ocupación, instrucción,
Alessandro Pizzorno, entrn otros, o una parte del pensa- renta); «urbanización» (características de la familia); «segre-
miento de Henri Lefebvre. gación» (diferenciación étnica en el espacio). Este tipo de tra­
bajos, impulsados de nuevo por Duncan 84 y últimamente por
Podemos preguntarnos sin embargo si este cambio de
perspectiva no conduce a un análisis puramente voluntarista
del espacio, incapaz de integrar las adquisiciones de la tradi­
ción ecológica, para la cual el espacio se relaciona con las "L. F. Schnore, «The City as a Social Organism», Urban Affairs Quar­
condiciones materiales de producción y de existencia de cada terly 1, 3 (marzo 1966) 58-69. En general los trabajos del Center for Demo­
sociedad. Así, por ejemplo, cuando Leo Schnore trata la ciu­ graphy and Ecology de la Universidad de Wisconsin, dirigidos por Schnore,
son muy interesantes.
dad como algo esencialmente formado por la relación que se
" Cf. E. Shevky y W. Bell, Social Area Analysis, Stanford University
establece entre centros de trabajo y zonas residenciales con Press, Stanford 1955.
las funciones y espacios derivados de la dinámica suscitada " O. D. Duncan y B. Duncan, «Residential Distribution and Occupatio­
por estos dos polos, abre un camino fecundo de pensamien­ nal Stratification», The American Joumal of Sociology 60 (marzo 1955) 493-
to, pero a condición de superar el carácter elemental de esta 503.

166 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


el grupo de la Universidad de Wisconsin 85, si bien expresan Más sencillamente, no basta con pensar en términos de
la articulación entre la diferenciación social y la configura­ estructura urbana: hay que definir los elementos de la es­
ción del espacio, no pueden explicar la producción de estas tructura urbana y sus relaciones antes de analizar la compo­
formas. Sería necesario para esto relacionarlos con el resto sición y la diferenciación de las formas espaciales 87•
de los elementos que estructuran los ritmos y las formas de
una aglomeración. ¿Cuáles son entonces las perspectivas en lo que concier­
ne a una elaboración progresiva de la teoría del espacio? Vol­
La tentativa de Raymond Ledrut apunta por el contrario vamos a tomar los elementos extraídos de la discusión: se
a reconstituir el conjunto partiendo del análisis de la diferen­ trata de superar la descripción de los mecanismos de inte­
ciación y composición del espacio social 86. Después de definir racción entre implantaciones y actividades para descubrir las
diversas formas de unidades urbanas (el vecindario, el burgo, leyes estructurales de la producción y del funcionamiento de
el barrio, la ciudad), uniéndolas particularmente a una espe­ las formas espaciales estudiadas, la oposición entre determi­
cificidad de los procesos de consumo, analiza la ciudad como naciones natural y cultural del espacio debe superarse a par­
un sistema de intercambios entre diferentes sectores que ocu­ tir de un análisis de la estructura social, considerada como
pan un lugar y desempeñan una función determinados (esta proceso dialéctico de puesta en relación de dos tipos de ele­
función, dice Ledrut, es «el papel que juega el sector en el fun­ mentos por medio de prácticas sociales determinadas por sus
cionamiento interno de la ciudad», p. 138). De lo que se des­ características históricas; la diferenciación de un espacio, la
prende: la organización del espacio según el carácter unifun­ distinción entre las funciones y proceso que ponen en rela­
cional o plurifuncional de sus componentes y el tipo de arti­ ción las diversas unidades carecen de significación si no se
culación ejercida por los centros, nudos de comunicación y refieren a elementos teóricamente significativos, los cuales
órganos de jerarquización de la estructura urbana. Una vez sitúan al espacio en el conjunto de la estructura social.
definido así para cada sector un interior y un exterior (par­
tiendo de sus relaciones con los otros sectores) y después de Es precisamente la confirmación de nuestro punto de
haber distinguido una serie de funciones urbanas, se puede partida: no existe teoría específica del espacio, sino simple­
estudiar entonces la homogeneidad y heterogeneidad de cada mente despliegue y especificación de la teoría de la estructu­
unidad urbana y seguir las transformaciones suscitadas en el ra social, de modo que permita explicar las características de
circuito por la realización de cada actividad. una forma social particular, el espacio, y de su articulación
con otras formas y procesos históricamente dados.
Este análisis, que representa un gran progreso en la teo­
ría del espacio, sigue siendo sin embargo algo formal, en la Es de hecho lo que ocurre respecto a las corrientes teó­
medida en que es puro andamiaje metodológico. No es por la ricas a las que hemos aludido, a pesar de lo arraigada que
falta de «datos», sino porque el razonamiento se hace por está la ecología humana en la problemática del espacio. El
oposición o similitud. No comporta un contenido teórico pre­ organicismo evolucionista, heredado de Spencer, es lo que
ciso ni se sabe de qué funciones se habla ni cuáles son las re­ está en la base de la ecología humana, y es la psico-sociolo­
laciones sociales y funcionales entre los diferentes sectores. gía, encubierta por Parsons como sociología de los valores, lo
Porque llenar estas formas de observaciones empíricas no que influencia directamente los analis1s culturahstas, y es el
puede conducir más que a la descripción de un mecanismo historicismo, de fuente weberiana, lo que influencia los te­
particular, sin posibilidad de transcripción teórica, ya que en­ mas voluntaristas de la creación del espacio.
tre este esquema sistemático y una realidad dada hay que in­ Las rápidas críticas que hemos formulado son por tanto
tercalar una delimitación conceptual que defina las funciones críticas propiamente teóricas, que se refieren a los mismos
y las relaciones entre funciones, con la posibilidad de deter­ fundamentos de la perspectiva. No invalidan, aun en el caso
minar el contenido histórico captado en la investigación con­ de que fuesen justas, la masa de estudios y resultados obte-
creta.

87 Tal conclusión se desprende fácilmente de la lectura de la reseña de


" Véase el bosquejo dado por L. F. Schnore en su libro The Urban Sce­ las Jornadas de sociología urbana de Aix-en-Provence, Les fonctions urbai­
ne, The Free Press, Nueva York 1965. nes et la structure de la vil/e, Faculté des Lettres et Sciences llumaines
"' Cf. R. Ledrut, Sociologie Urbaine, PUF, París 1968, 101-177. d'Aix, 19 y 20 de enero de 1968, 166 páginas multicopiadas.

M. CASTELLS 16 7
nidos, ya que se han hecho constataciones y se han expuesto sistemas y elementos de la estructura se hacen por interme­
mecanismos sociales dentro de su lógica. Pero en la medida dio de prácticas sociales, o sea, de la acción de los hombres,
en que estos descubrimientos se comprenden y analizan den­ determinada por su particular inserción en los diferentes lu­
tro de una perspectiva dominada por la ideología, ni se pue­ gares de la estructura así definida.
den transponer ni son acumulables.
Esta acción, siempre contradictoria, en la medida en que
Mas si podemos señalar los límites de una perspectiva, toda estructura social presenta desfases y engendra oposicio­
es mucho más difícil avanzar nuevos elementos que permitan nes en su desarrollo, actúa sobre la misma estructura. No es
precisar el análisis, no resuelto, de la organización social del tan sólo un puro vehículo de efectos estructurados, sino que
espacio. Pues sería tan pretencioso como voluntarista «fun­ produce otros nuevos. Sin embargo, estos nuevos efectos no
dar» una nueva teoría. Mucho más modestamente, lo que provienen de la conciencia de los hombres, sino de la especi­
pretendemos es prolongar en el campo del análisis del espa­ ficidad de las combinaciones de sus prácticas, y esta especi­
cio e intentar cierta especificación teórica, los conceptos fun­ ficidad viene determinada por el estado de la estructura. Se
damentales del materialismo histórico en la medida en que la puede explicar así el que las relaciones sociales no sean la
problemática marxista se propone justamente la fusión dia­ pura expresión de una libertad metafísica, sino que conser­
léctica de sus diferentes elementos, cuya fragmentación en van la posibilidad -dado su carácter específico, siempre re­
términos de «factores» impide por el momento la construc­ novado- de influir en la estructura que les ha dado forma.
ción de una teoría estructural del espacio. Entonces, ¿cómo Esta capacidad de modificación nunca es, sin embargo, ili­
se puede captar lo específico de las formas del espacio social mitada: se ajusta a las etapas de despliegue de una estructu­
sobre la base de los conceptos fundamentales del materialis­ ra, aunque pueda acelerar el ritmo de ella y, por consiguien­
mo histórico'? 88• te, modificar considerablemente su contenido histórico.
Recordemos que toda sociedad concreta, y por tanto toda En consecuencia, analizar el espacio en tanto que expre­
forma social (el espacio, por ejemplo), puede comprenderse a sión de la estructura social equivale a estudiar su elaboración
partir de la articulación histórica de varios modos de pro­ por los elementos del sistema económico, del sistema políti­
ducción. Por modo de producción no entendemos el tipo de co y del sistema ideológico, así como por sus combinaciones
actividades productivas, sino la matriz particular de combi­ y las prácticas sociales que derivan de ello. Cada uno de es­
nación entre las «instancias» (sistemas de prácticas) funda­ tos tres sistemas se compone de algunos elementos funda­
mentales de la estructura social: económica, político-institu­ mentales interdependientes, que determinan la misma reali­
cional e ideológica esencialmente. Lo económico, o sea, la zación de los objetivos del sistema (el cual no consiste por
manera como el «trabajador», con ayuda de determinados otra parte en nada más que en sus elementos y en sus rela­
medios de producción, transforma la naturaleza (objeto del ciones).
trabajo) para la producción de bienes necesarios a la exis­ Así, el sistema económico se organiza en torno a las re­
tencia social, determina, en última instancia, la forma parti­
cular de la matriz, es decir, las leyes del modo de producción. laciones entre la fuerza de trabajo, los medios de producción
Las combinaciones y transformaciones entre los diferentes y el no trabajo, qu@ s@ combinan según dos relaciones priu-
cipales: la relación de propiedad (apropiación del producto) y
la relación de «apropiación real» (proceso técnico de traba­
jo). La expresión espacial de estos elementos puede encon­
trarse por medio de la dialéctica entre dos elementos princi­
" Cf. Para los fundamentos teóricos generales, N. Poulantzas, Pouvoir pales: producción(= expresión espacial de los medios de pro­
politique et classes sociales de l'État capitaliste, Maspero, París 1968; E.
Balibar, «Les concepts fondamentaux du matérialisme historique», L. Al­ ducción), consumo (= expresión espacial de la fuerza de tra­
thusser y E. Balibar, Lire le Capital, Maspero, París 1968, 2; A. Badiou, «Le bajo) y un elemento derivado, el intercambio, que resulta de
(Re)commencement du matérialisme dialectique», Critique (mayo 1967) la espacialización de las transmisiones entre la producción y
348-467. el consumo. El elemento no-trabajo no tiene expresión espa­
Para unos primeros apuntes previos relativos a los problemas urbanos: cial específica; se traduce en la manera en que las dos rela­
M. Castells, «Théorie et idéologie en sociologie urbaine», Sociologie et So­
ciétés n. 2 (1969) 170-190; J. Lojkine, «Eléments pour une théorie scientifi­ ciones, de propiedad y de apropiación, se organizan en rela­
que de l'urbanisation capitaliste», Cahiers Internationaux de Sociologie ción al espacio, así como en la forma de espacialización de
(1972). cada elemento.

168 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Se pueden dar dos ejemplos concretos de la significación - Por cada uno de los elementos de las tres instancias
de estos elementos en relación al espacio: Ejemplos de ex- (económica, político-jurídica, ideológica). Estos elementos es-
presiones concretas de estos elementos 89: tán siempre combinados con los otros elementos de su pro-
. . pia instancia.
. , ): conJunto de act1v1'dades productoras de
- p (producc10n
bienes, servicios e informaciones. - Por la combinación de las tres instancias.
• Ejemplo: la industria, las oficinas. - Por la persistencia de formas espaciales ecológicas,
. . . .
- _e (_ �onsu!11°): C?�Junto de act1V1dades relativas la ª suscitadas por estructuras sociales anteriores. Estas formas
se articulan a las nuevas produciendo por tanto situaciones
aprop1ac10n social, md1V1dual y colectiva del producto. concretas siempre específicas.
• Ejemplo: la residencia, los equipos colectivos. - Por la acción diferencial de los individuos y de los gru-
- I (Intercambio): intercambios producidos entre P y C, pos sociales sobre su marco; esta acción viene determinada
en el interior de P y en el interior de C. por la pertenencia social y espacial de estos grupos, pero
. . ., . puede producir efectos nuevos debidos a la especificidad del
• EJemp1o: 1a c1rculac10n, e1 comerc10. sistema de interacciones.
- G (Gestión): proceso de regulación de las relaciones en- La explicación de la estructura espacial requeriría, pues,
tre P, C, I. una previa teorización de los diferentes niveles señalados (ni-
• Ejemplo: gestión municipal, planes de urbanismo. veles abstractos, realidades concretas) y de sus modos de ar-
. ., . ,. . . . ticulación. Después se podrían presentar análisis concretos
L� art1culac�on del sistema poht1co�rnstituc10n�l con el aplicando específicamente las leyes estructurales exploradas
espac10 se orgamza en torno de dos relac10nes esenciales que y aportando así la demostración.
definen este sistema (relación de dominación-regulación y re- . ., , . en que nos encontramos es,
lación de integración-represión) y de los lugares así determi- Pero la s1tuac10� t_eonca
nados. La expresión espacial del sistema institucional es, por como se sabe,_ 1!1;UY d1_stmta. Hay, pues, que aban�onar el or-
una parte, la delimitación del espacio (por ejemplo las comu- den de expos1c10n e mc_luso �l or�en de pensamiento, para
nas, las aglomeraciones, etc.), y por otro, la acción sobre la dar paso a un orden de mvest1gac10n, a un orden_ de tareas a
organización económica del espacio a través de la regula- realizar, con el fin de progresar en nuestro estud10.
ción-dominac�ón que ejer�en_ las institucio�es sobre los ele- Intentaremos, por tanto, concretizar nuestra problemáti-
mentos. �el s1ste!Ila econom1co, co�prendiendo en ello su ca tratando de las condiciones de expresión espacial de los
traducc1on espacial (proceso de gestzon). principales elementos de la estructura social. A partir de
Por último, el sistema ideológico organiza el espacio e�!o, �e �b_rirá la �osi�ilidad de hacer una prim��a formula-
marcándolo con una red de signos, cuyos significantes se c10n ��tetica, en ter!Ilmos conceptuales, en relac10n a la pro-
componen de formas espaciales y los significados, de cante b)ematica del espacio. Ent?n?es,_ r solamen:te entonces, po-
. nidos ideológicos, cuya eficacia debe medirse por sus efectos dremos vo�ver �obre la delim1t�c10n concep�ual de l? «ur��-
sobre el conjunto de la estructura social. no» en el mtenor de una teorza del espaczo, espec1ficac10n
ella misma de una teoría de la estructura social.
Se puede, pues, comprender la organización social del es- . .
pacio a partir de la determinación de las formas espaciales: Precisamos que no se trata de partir de los datos para
construir a continuación la teoría, puesto que los análisis
concretos obedecen ya a una cierta teorización. Pero no se
puede hacer realmente el análisis mientras en el estudio de
" Estos ejemplos son extremadamente peligrosos y no tienen más que un elemento: la industria por ejemplo, no se indiquen las re­
un valor indicativo, pues no existe coincidencia entre un elemento teórico y laciones estructurales que la unen a otros elementos. Teóri­
una realidad empírica que contiene siempre todo a la vez (por ejemplo, la camente habría que empezar por exponer el conjunto de la
vivienda es económico, político e ideológico, aunque su esencial contribución estructura para deducir después el comportamiento de cada
os sobre el plano de la reproducción de la fuerza de trabajo). Para una visión
más precisa, es mejor referirse a los primeros análisis intentados en este ca­ elemento, tomándolo siempre en una combinación dada.
pítulo. Pero mientras no se adquiera una mínima definición de la es-

M. CASTELLS 169
tructura espacial en su conjunto, es preciso hacer investiga­ como en la sociología urbana. Entre las transformaciones
ciones generales y teorizar desde ahora sus descubrimientos prácticas hay una serie de hechos ya bien conocidos. En pri­
en conceptos susceptibles de relacionarse con los fundamen­ mer lugar, 17 de las 20 ciudades más grandes del mundo se
tos teóricos que se acaban de exponer. Hacemos aquí una encuentran en países en vías de desarrollo. Este crecimiento
apuesta, basada en la fecundidad del materialismo histórico ha ido acompañado de una intensificación del deterioro físi­
en el descubrimiento de las leyes de la sociedad en otros te­ co, particularmente evidente en éstas y en muchas otras
rrenos. Está claro que es precisamente nuestra futura capaci­ grandes ciudades cuya infraestructura física ya no puede
dad de explicación de las formas y de los procesos del espa­ proporcionar servicios al número de habitantes que los nece­
cio lo único que justificará lo acertado de nuestra tentativa. sita. En segundo lugar, tanto en los países desarrollados
La discusión sobre la teoría del espacio, la referencia a como en los países en vías de desarrollo se ha registrado una
las investigaciones e intentos de explicación concluyen así en suburbanización y metropolitanización cada vez mayores.
un doble resultado: de una parte, nos permiten plantear las En tercer lugar, hay una concentración cada vez mayor
condiciones de un análisis propiamente teórico de la organi­ de pobres, personas sin hogar y desempleados en grandes
zación del espacio sin darnos sin embargo acceso directo a ciudades, especialmente de países en vías de desarrollo, aun­
los útiles conceptuales necesarios a su elaboración; de otra, que también ahora con mayor frecuencia cada vez esto ocu­
nos proporcionan descubrimientos parciales, resultados teo­ rre en los países desarrollados. Se ha producido, en cuarto
rizados a medias, que pueden servir de puntos de referencia lugar, una notable transformación de la estructura económi­
para observar la realización de ciertas leyes sociales a través ca de las grandes ciudades; cabe mencionar en particular la
de sus efectos sobre la estructura espacial. mayor frecuencia de industrias de servicios y empleos en el
Una vez planteado el problema teórico, nos es preciso sector terciario y el declive, a menudo muy marcado, del sec­
ahora observar algunos procesos históricos relativos al espa­ tor industrial. Estos cambios en la economía se advierten,
cio, que han sido ya en parte teorizados y que nos permitirán aunque de modo distinto, tanto en los países desarrollados
avanzar en nuestra investigación. La síntesis ulterior de los como en proceso de desarrollo.
resultados y de los problemas no debe ser un cuerpo teórico Se han registrado también diversas transformaciones
encerrado en sí mismo, sino, al contrario, una serie de pro­ menos evidentes que apuntan hacia una nueva configuración
posiciones de trabajo siempre abiertas, puesto que un campo urbana. En primer lugar, hay que mencionar la aparición de
teórico no evoluciona hacia su cierre, sino hacia su apertura. nuevas o mayores desigualdades dentro de las ciudades y en­
tre ciudades en los planos mundial, nacional y regional. Es­
tas desigualdades revisten formas sociales, económicas y es­
4.3. La ciudad en la economía paciales concretas y están atadas a los grandes movimientos
mundializada económicos, lo que plantea interrogantes a la interpretación
tradicional de la relación entre centro y periferia en términos
de avance y retroceso, de desarrollado - subdesarrollado.
Saskia Sassen En segundo lugar, vemos aparecer un nuevo tipo de sis­
«El complejo urbano de una economía mundial tema urbano en los planos mundial y regional transnacional.
(1994)», Revista Internacional de Ciencias Sociales n. Se trata de sistemas en los cuales las ciudades constituyen
139 (1994), UNESCO, 55-78. nódulos cruciales para la coordinación internacional y la
prestación de servicios a economías de carácter cada vez más
Referencia: The Global City, Princeton University Press, tradicional. La marcada orientación hacia los mercados
Nueva York, Londres, Tokyo 1991. mundiales puesta de manifiesto en esas ciudades plantea in­
terrogantes acerca de la articulación con el interior de sus
países y con el Estado-nación de que forman parte. Plantea
• Introducción también interrogantes teóricos acerca de un postulado clave
de la teoría sobre los sistemas urbanos, el de que promueven
En los últimos 20 años se han registrado profundas la integración territorial de las economías regional y nacio­
transformaciones, tanto en las características de las ciudades nal.

1 7Ü PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Se observan dos tendencias básicas en la teoría. Una amplia diversidad de procesos sociales, económicos y políti­
consiste en la relación detallada de los cambios en la morfo­ cos de importancia crítica para la era actual: la internacio­
logía de las ciudades, incluidas algunas de las grandes ten­ nalización de la economía, la migración internacional, la apa­
dencias que hemos indicado antes, donde se destacan las rición de los servicios al productor y de las finanzas como el
obras relativas a las megaciudades 1. La segunda constituye sector de mayor crecimiento en las economías avanzadas, los
todo un cuerpo nuevo de obras teóricas y empíricas donde se nuevos pobres 3. En este contexto, vale la pena mencionar
examinan los efectos de la mundialización de la economía que estamos también en presencia del principio de una reu­
sobre los sistemas urbanos de los países y sobre la estructu­ bicación de las ciudades en el ámbito político. Se destacan
ra socio-económica interna de las ciudades, y en ella se des­ dos ejemplos. Uno es el reciente programa del Banco Mun­
tacan las obras relativas a las ciudades planetarias y a la dial, encaminado a preparar análisis que indiquen la impor­
nueva economía urbana 2• Gran parte de las obras académi­ tancia central de la productividad macroeconómicos 4 • El otro
cas relativa a la mundialización de la economía se ha cen­ se refiere a la clara competencia entre grandes ciudades para
trado en las actividades de las empresas multinacionales y tener acceso a mercados de carácter cada vez más interna­
en las de los bancos; en ellas se expone que la clave de la cional en busca de recursos tales como la inversión extranje­
mundialización consiste en el poderío de las empresas mul­ ra, las sedes e instituciones internacionales, el turismo o las
tinacionales. convenciones 5.
La inclusión de las ciudades en este análisis añade dos El tema del complejo urbano es sumamente amplio y
importantes dimensiones al estudio de la mundialización de también lo es la teoría al respecto. El presente artículo se
la economía. En primer lugar, desplaza el centro de atención centra en los acontecimientos empíricos y conceptuales más
del poder de las grandes empresas sobre los gobiernos y las recientes y menos conocidos porque constituyen una expre­
economías hacia la diversidad de actividades y modos de or­ sión de grandes cambios en la economía urbana nacional y
ganización necesarios para poner en práctica y mantener en los modos de investigación al respecto. Este enfoque es
una red mundial de fábricas, de servicios y mercados. Se tra­ inevitablemente parcial y por lógica no puede tener en cuen­
ta de procesos que las actividades de las empresas transna­ ta la experiencia de un gran número de ciudades que tal vez
cionales y los bancos sólo abarcan en parte. La segunda di­ no hayan experimentado grandes cambios en los dos últimos
mensión centra el análisis en el lugar, el orden político y so­ decenios 6. Sin embargo, las principales características del
cial de las ciudades atadas a estas actividades. En esa di­ período histórico en curso y la necesidad de que los sociólo­
mensión, los procesos de internacionalización de la econo­ gos urbanos, junto con otros profesionales de las ciencias so­
mía son reconstituidos como complejos de producción con­ ciales, se ocupen de esos cambios justifican que centremos
cretos que están situados en lugares concretos y en los que nuestra atención en las grandes novedades, y especialmente
hay una multiplicidad de actividades e intereses, en muchos en las consecuencias urbanas de la internacionalización de la
casos sin relación alguna con procesos mundiales. Esta di­ economía y las nuevas desigualdades.
mensión nos permite especificar una geografía de lugares es­
tratégicas a escala mundial yde las microgeografías y políti- En la primera sección del presente artículo figura una re­
cas que se desarrollan dentro de estos lugares. seña amplia de las nuevas desigualdades intertttbaruts, pres
Las nuevas tendencias empíricas y las nuevas corrientes
teóricas han hecho que las ciudades ocupen nuevamente un
primer plano en la mayoría de las ciencias sociales. Las ciu­ ' Molkenkopf y Castells (1991); Fainstein, Gordon, Harloe (1992);
dades han resurgido no sólo como objeto de estudio, sino Goldsmith y Blakeley (1992); Abu-Lughod (1980); Beneria (1991); Ilarvey
también como lugares estratégicos para la teorización de una (1985); Kowarick y otros (1991); Lomnitz (1985); Mioni (1991); Pérez-Sáinz
(1992); Mayer (se publicará próximamente); Pradilla Cobos (1984).
• Banco Mundial (1992).
" Eurocities (1989); Kunzmann y Wagener (1991); Logan y Molotch
'Véase una reseña en Dogan y Kasarda (1988); véase también Hardoy (1987)
(197 5); Linn (1983) y Stren y White (1989). " O en las que el cambio revista la forma de un aumento de la pobre­
Friedman (1986); Prigge (1991); Weniz (1991); Sassen (1991); Savitch za y el estancamiento de la economía: Pérez-Sáinz (1993); Vida! y Viard
(1988). (1990).

S. SASSEN 1 71
tando sólo atención a dos cuestiones clave en las obras teóri­ • Los efectos sobre los sistemas
cas. Una es la cuestión de la primacía y la segunda se refiere urbanos equilibrados:
a los efectos de las nuevas y grandes tendencias económicas el caso de Europa
sobre los llamados sistemas urbanos equilibrados. En la se­
gunda sección se hace una referencia más detallada a un En Europa observamos por lo menos tres tendencias. En
caso concreto de las nuevas desigualdades interurbanas, al primer lugar, han surgido varios sistemas regionales subeu­
sistema urbano que está surgiendo en el mundo. Está cre­ ropeos 7. En segundo lugar, dentro del territorio de la Comu­
ciendo con rapidez una corriente de investigación según la nidad Económica Europea y en varios países inmediatamen­
cual nos hallamos ante una jerarquía mundial entre ciudades te adyacentes (Austria, Dinamarca, Grecia), un número redu­
que funcionan como lugares de producción y mercados para cido de ciudades ha consolidado su papel en un nuevo siste­
el gran capital. ma urbano europeo 8. Por último, varias de estas ciudades
forman también parte de un sistema urbano que funciona en
La tercera parte se centra en las nuevas formas urbanas el plano mundial.
y en sus estructuras sociales. Se plantean los interrogantes de
si estamos en presencia de patrones según los cuales el con­ Estos acontecimientos afectan también al sistema urba­
cepto de «ciudad», utilizado en el sentido convencional, no es no de las naciones europeas 9. Las tradicionales redes urba­
adecuado para el estudio de lo que está aconteciendo en las nas nacionales están cambiando. Puede ocurrir que ciudades
grandes regiones urbanas nuevas, desde las megápolis del que antes tenían una posición predominante en la nación
tercer mundo a la nueva red regional de nódulos urbanos in­ pierdan esa importancia y, al mismo tiempo, ciudades situa­
ternacionales que constituyen la base espacial de muchas das en zonas fronterizas o en centros de transporte cobren
ciudades planetarias, y de si las nuevas alineaciones sociales nueva importancia. Puede ocurrir, además, que las nuevas
dentro de ciudades constituyen una transformación mera­ ciudades internacionales de Europa atraigan parte de los ne­
mente cuantitativa o también cualitativa. gocios, la demanda de servicios especializados y las inversio­
nes que antes iban a las capitales de los países o a grandes
ciudades de provincia. Las ciudades situadas en la periferia
• Nuevas desigualdades interurbanas sentirán los efectos de la brecha cada vez mayor que las se­
para del centro, tal como lo define y ubica la nueva geogra­
Los grandes acontecimientos económicos en el período fía.
en curso han surtido efectos distintos sobre diferentes tipos
de sistemas urbanos. En el presente artículo nos referiremos Las ciudades de regiones periféricas y los viejos puertos
a los efectos del desplazamiento hacia una economía de ser­ han perdido básicamente terreno en el sistema urbano de sus
vicios y a la mundialización de la economía sobre los siste­ países como consecuencia de las nuevas jerarquías 10• Están
mas urbanos, tanto si son equilibrados como si están domi­ cada vez más desconectadas de los grandes sistemas urbanos
nados por otra ciudad. Típicamente se ha pensado en Euro­ europeos. Algunas de estas ciudades que han pasado a la pe­
pa occidental como ejemplo de los primeros y en América La­ riferia y tienen bases industriales obsoletas han resurgido
tina de los segllll:dos. La iflvesti:gación más reciente indica al eon nuevas funciones y como parte de fltlevas redes, como Li­
gunos cambios muy marcados en las dos regiones, a los que lle en Francia o Glasgow en el Reino Unido. Otras han perdi­
nos referiremos a continuación. do funciones político-económicas y es poco probable que las
recuperen en el futuro previsible. Los cambios en la política
Hay dos grandes tendencias evidentes en la geografía y de defensa, como consecuencia de los cambios en el Este,
características de las jerarquías urbanas. Existe por una par­
te una articulación cada vez mayor en el plano transnacional
entre ciudades, lo que se manifiesta tanto en el plano regio­
nal como en el mundial; en ambos casos, se encuentra lo que 7
Kunzmann y Wegener (1991); CEMAT (1988).
cabría calificar de geografía superpuesta, de articulación o je­ ' Eurocities (1989); Hall y Hay (1980); RECLUS (1989).
rarquía superpuesta en planos múltiples. Por la otra, las ciu­ ' rriedrichs (1985); Kunzmann y Wegener (1991); Eurocities (1989);
dades y las zonas que están fuera de estas jerarquías tienden Roncayolo (1990).
a quedar en la periferia totalmente o, por lo menos, más que "'Van den Berg y otros (1982); Vida! y Viard (1990); Siebel (1984); Par­
en un período anterior. kinson y otros (1989).

1 72 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


causarán el deterioro de ciudades que antes constituían cen­ nales, especialmente Hamburgo, Copenhague y Nuremberg,
tros cruciales de producción o centros cruciales de control en lo que, a su vez, puede surtir el efecto de debilitar la posición
los sistemas de defensa nacional 11• de otras ciudades periféricas en esas regiones.
Las ciudades portuarias más pequeñas o las grandes que Las ciudades que limitan con Europa oriental pueden
no hayan mejorado o modernizado su infraestructura se ha­ asumir nuevas funciones o recuperar las que tenían antes;
llarán en desventaja en la competencia con las ciudades por­ Viena y Berlín están surgiendo como plataformas de negocios
tuarias grandes y modernas de Europa. No se observa nada internacionales para toda la región de Europa central 14. Por
en el futuro próximo que parezca asegurar la revitalización de último, las grandes ciudades de Europa oriental, como Buda­
antiguos centros industriales sobre la base de las industrias pest, Praga o Varsovia, tal vez recuperen parte de la impor­
que antes constituían su núcleo económico 12. Los casos más tancia que tenían en la preguerra. Budapest es un buen ejem­
difíciles corresponden a ciudades pequeñas y medianas situa­ plo; hacia fines de los años 80 se había convertido en el prin­
das en zonas periféricas o un tanto aisladas y que dependen cipal centro de negocios internacionales en la región de Eu­
de las industrias del carbón y el acero. Es probable que su me­ ropa oriental. Las empresas de Europa occidental o de otros
dio ambiente se haya deteriorado y, por tanto, no tengan si­ continentes que querían hacer negocios en Europa oriental
quiera la posibilidad de convertirse en centros turísticos. instalaban oficinas en Budapest para las transacciones en la
Según Kunzmann y Wegener (1992), la predominancia región. Budapest tiene ahora un complejo internacional de
de las grandes ciudades se mantendrá, en parte porque la negocios bastante elegante y de apariencia occcidentalizada
competencia entre las ciudades del viejo continente para ob­ que ofrece las comodidades, los hoteles, los restaurantes y los
tener inversiones europeas y no europeas seguirá favore­ servicios comerciales necesarios que aún no ofrecen la ma­
ciendo a las ciudades industriales con servicios de alta tec­ yoría de las grandes ciudades de Europa oriental.
nología más desarrollados. Esta polarización espacial se Se prevé que la inmigración aumentará convirtiéndose
profundizará además en razón del desarrollo de corredores en un factor importante en muchas ciudades de Europa 15.
de comunicaciones e infraestructura de transporte de alta Las ciudades que funcionan como puertas de Europa recibi­
velocidad, que unirán grandes centros, o centros sumamen­ rán corrientes de inmigración cada vez mayores procedentes
te especializados, esenciales para el sistema económico mo­ de Europa occidental, Africa y el Oriente Medio Muchas de 1
•.
derno 13• Por ejemplo, el lugar que ocupa Lille en el centro de estas ciudades, particularmente antiguas ciudades portuarias
Europa occidental ha consolidado su papel de núcleo de como Marsella, Palermo o Nápoles, ya experimentan un des­
transporte y comunicaciones y, de una ciudad industrial mo­ censo en su economía y no podrán absorber los gastos ni la
ribunda, se ha convertido en sede de masivos proyectos de mano de obra adicionales 11• Por más que estas ciudades fun­
infraestructura. cionen básicamente como centros de distribución y se prevea
Es posible que nos encontremos en un proceso de recen­
tralización de algunas ciudades que han sido un tanto perifé-
ricas. E_s probable qne el Mer_cado Enro��w Unic� redunde 011 1
' El fortalecimiento de Berlín, tanto en razón de la reunificación como
benefic1? de, algunas de las CIU?ades_ �as pequ�nas de Euro-_ de la recuperación de su condición de capital, puede modificar en parte las
pa (Aqrnsgran, Estrasburgo, N1za, LieJa, Arnhe1m, por eJem- relaciones de poder entre Budapest, Viena y Berlín. Muchos analistas creen
plo) en la medida en que éstas puedan ampliar su interior y que Berlín se convertirá en el principal centro inter�acional_ �e negocios
funcionar como nexo con para Europa centr�l, lo que,. en consecuencia, reduma la func10n de Buda-
. una región europea
. más amplia. Es pest y Viena. Cabria tambien afirmar que esas tres ciudades pueden crear
probabl� que 1os camb!OS en E1;ll'opa onental ';efuercen el pa- un sistema urbano transnacional para toda la región, en el cual tanto la cam-
pe! de cmdades de Europa occidental que solían tener, antes petencia como una división de funciones surtan el efecto de incrementar las
de la Segunda Guerra Mundial, extensos vínculos interregio- posibilidades de negocios internacionales en la región en general.
' Balbo y Manconi (1990); Brown (1984); Canevari (1991); Cohen
1

(1987); Tribalat y otros (1991); Gilletto y Sayad (1984). Por primera vez en
la historia del Japón, se encuentra también en ese país inmigración legal e
1
1
Markusen (1985); Castells (1989). ilegal (Sassen (1991), capítulo 9; lyotani (1989); AMPO (1988); Asociación de
11
Hausserman y Siebel (1987); van den Berg y otros (1982); Roncayolo Mujeres de ASlA (1988)).
(1990). 1
1, Pugliese (1983); Prader (1992).

n Masser y otros (1990). 1


• Mingione (1991); Nada] y Viard (1991).

S. SASSEN 173
que una proporción variable de inmigrantes se traslade a destino final para muchos inmigrantes, que constituyen una
otras ciudades más dinámicas, existirá en todo caso la ten­ proporción importante de su población y su fuerza de traba­
dencia al aumento de la población de inmigrantes residentes. jo 18. Berlín, que según algunos está surgiendo como ciudad
La sobrecarga de sus infraestructuras y servicios las dejarán internacional, constituye también el lugar preferido de mu­
en una condición aún más periférica en la jerarquía urbana chas migraciones nuevas, y lo mismo ocurre con Viena. En el
que vincula a las principales ciudades de Europa, lo que con­ pasado, Berlín y Viena eran centros de vastos sistemas de mi­
tribuirá aún más a la polarización. gración regional y parecen estar recuperando esa función.
Las pequeñas ciudades de paso, como Salónica o Trieste, pa­
En cambio, algunas de las ciudades internacionales de recen tener una función más limitada como lugar de transi­
Europa, como París y Francfort, que se encuentran en el cen­ ción y no parecen estar tan abrumadas como algunas de las
tro de grandes redes de transporte, constituyen el lugar de otras ciudades más grandes que sirven de acceso.

Gráfico 2. Población de 20 grandes aglomeraciones

París
Tianjin
Moscú __J Población
Osaka (en millones)
Londres

1 1
Los Angeles
El Cairo ■ 2000
O 1970
Beijing

Burnos Aires
Jakarta
!lío
Teherán

Seúl
Shangai
Nu,wa York
Bombay J
Calcuta
Tokyo
Sao Paulo
Méjico

() 5 ]() 15 20 25 30

Fuentes: Naciones Unidas, The Prospects of World Urbanization, 1987.

" Gillette y Sayad (1988); Body-Gendrot y otros (1992); Blaschke y Ge­


1

mershausen (1989).

174 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA C!VDAD


Existen pues en Europa múltiples g<iogrnfías de la cen­ tes de las ciudades principales 20• Sin embargo, algunos de es­
tralidad y de la marginalidad en este momento. Hay una je­ tos polos de crecimiento surtieron el efecto opuesto al estar
rarquía urbana central que vincula a las grandes ciudades, situados en ciudades principales o en la región de estas ciu­
muchas de las cuales desempeñan a su vez un papel central dades. El aumento de la suburbanización o metropolitaniza­
en el sistema mundial más amplio, como París, Londres, ción ha tenido también el efecto de descentralizar parte de la
Francfort, Amsterdam o Zurich. Hay una gran red de capita­ población de las ciudades principales, si bien al mismo tiem­
les europeas financieras-culturales de servicios, algunas con po aumentaban la densidad y la escala de las regiones más
una sola de estas funciones, otras con varias, que unen la re­ amplias que las rodean. El crecimiento del turismo en algu­
gión europea y tienen una orientación hacia la economía nos casos ha sido sumamente importante para desacelerar la
mundial un tanto menor que París, Francfort o Londres. primacía 21. Para ciertos autores, la desaceleración puede ser
Existen luego diversas configuraciones geográficas de la mar­ también el resultado de la saturación de la capacidad de cre­
ginalidad: la división entre Este y Oeste, la división entre Nor­ cimiento de las ciudades principales 22, que pueden haber lle­
te y Sur a través de las fronteras en el seno mismo de un país. gado a su límite para absorber población. Al mismo tiempo,
Dentro de Europa oriental, ciertas ciudades y regiones son los posibles migrantes se dan cuenta del rendimiento decre­
bastante atractivas para la inversión, tanto europea como no ciente de la migración a las ciudades principales 23. La mayo­
europea, mientras otras quedarán cada vez más rezagadas, ría de las megaciudades constituyen ejemplos de casos en
especialmente Rumania, Yugoslavia o Albania. Vemos dife­ que se han alcanzado estos límites. Ha habido un grado con­
rencias similares en el sur de Europa; Madrid, Barcelona y siderable de convergencia en la determinación de grandes
Milán ganan terreno a la nueva jerarquía europea; Nápoles y patrones, pero no necesariamente en su evaluación. En mu­
Roma, y probablemente Atenas, lo pierden. chos estudios se ha observado el hecho de que la primacía si­
gue en aumento, en lugar del mayor equilibrio en los siste­
• Efectos sobre los sistemas principales mas urbanos nacionales que cabría prever con la «moderni­
zación» 24• Se ha reconocido que la desintegración de la eco-
Está ampliamente demostrado que muchas regiones del
mundo se han caracterizado durante mucho tiempo por la
primacía urbana; así ha ocurrido en América Latina, el Cari­ "'Portes y Lungo (1992a; 1992b); Landell, Mills y otros (1989). Véase
be, grandes regiones de Asia y, en cierta medida, África ' 9• también el caso especial de ciudades fronterizas, tales como Tijuana, que
han tenido un crecimiento explosivo en razón de la internacionalización de
Está ampliamente documentada la aparición de megaciuda­ la producción y se han convertido en importantes lugares de destino para in­
des, fenómeno que se supone debe continuar; estas ciudades migrantes (Sánchez y Alegría, 1992) y de las nuevas zonas en China (Sklair,
no sólo son populosas, sino que, además, les corresponde 1985).
una parte importante del PNB (véanse los Cuadros 1 y 2). Me­ "Uno de los casos más claros es el de Jamaica, en que el índice de pri­
nos conocido y demostrado es el hecho de que en los años 80 macía bajó de 7,2 en 1960 a 2,2 en 1990 como consecuencia, en buena par­
te, del desarrollo de la industria turística en la costa septentrional del país,
se registró una disminución de la primacía en varios países, la reactivación de la producción de bauxita en el interior, orientada hacia la
aunque no en todos Esta tendencia no ha de poner término exp01 tación, y el desa11 olio de ciudades satélites en los bordes de la zona
al crecimiento de las megaciudades, pero vale la pena exa­ metropolitana del Gran Kingston. En el caso de Costa Rica, sin embargo, el
minarla con cierto detalle. resultado ha sido distinto. Se trataba de un país cuyo sistema urbano era
más equilibrado antes de la promoción del turismo y la manufactura para la
El desplazamiento general de las estrategias de creci­ exportación; ambas industrias se han concentrado en la zona metropolitana
miento hacia el desarrollo orientado a la exportación, pro­ de la ciudad principal, San José, y en las ciudades inmediatamente adya­
centes. En otros países, la extrema violencia política y militar ha hecho im­
movido en buena parte por la ampliación de los mercados posible este tipo de desarrollo (véase Jonas, 1991).
mundiales de productos básicos y por la inversión extranjera " Hardoy y Satterthwaite (1969); Lee (1989) de Queiroz; Kowarick y
directa de las empresas multinacionales, creó polos de creci­ otros (1991).
miento que aparecieron como alternativas para los emigran- " Los municipios han tratado de difundir esa información. El de Sao
Paulo, por ejemplo, ha producido películas para la televisión que muestran
cuán miserable es la vida en los asentamientos de marginados, instando a
los posibles emigrantes para que no vayan a la ciudad.
" Dogan y Kasarda (1988); Naciones Unidas (1987); Lozano y Duarte " El-Shaks (1972); Walters (1985); Edel (1986); Roberts (1976); Smith
(1992); Lee (1989); Linn (1983); Stren y White (1989); Abreu y otros (1989). (1985).

S. SASSEN 175
Cuadro 2. Indicadores de la importancia económica estimada de ciertas regiones
Región urbana Año Población Empleo Ingresos Gastos Medidas de la producción
públicos públicos
Brasil 3,6 del PIN
Sao Paulo 1970 8,6 - - - 48,0 del PIN
China 12,5 del producto industrial
Shangai 1980 1,2 - - - bruto
República Dominicana 70,00 de las transacciones
Santo Domingo 1981 24,0 - - - comerciales y bancarias
56,0 del crecimiento industrial
Ecuador
Guayaquil 1'' 13,0 - - - 30,0 del PIB
Haití
Total zonas urbanas 1976 24,2 15,6 - - 57,6 del ingreso nacional
Puerto Príncipe - 15,0 7,7 47,2 87,2lbl 38,7 del ingreso nacional
Otras regiones urbanas - 9,2 7,9 - - 18,9 del ingreso nacional
India
Total zonas urbanas 1970/71 19,9 17,7 1 1
" - - 38,9 del PIN
Kenya
Total zonas urbanas 1976 11,9 - - - 30,3 del ingreso
Nairobi - 5,2 - - - 20,0 del ingreso
Otras regiones urbanas - 6,7 - - - 10,3 del ingreso
Méjico
Total zonas urbanas 1970 60,0 - - 29,0ld) 79,7 del ingreso del hogar
Distrito Federal - 14,2 - - 33,6 del ingreso del hogar
Pakistán
Karachi 1974/75 6,1 - - - 43,0 del PIB
Perú
Lima 1980 28,0 - - - 43,0 del PIB
Filipinas
Manila 1970 12,0 - 45,0 - 25,0 del PIB
Tailandia
Bangkok 1972 10,9 14,0 1'1 - 30,5 !0 37,4 del PIB
Turquía
Total zonas urbanas 1981 47,0 42,0 - - 70,0 del PIB
Túnez 1975 16,0 17,2 - -

Fuentes: Friedrick Kahnert, «Improving Urban Employment: and Labor Productivity», Banco Mundial, Debate Paper n. 10 (mayo 1987).

'" Provincia de Guayas "' Inversiones públicas federales sólo


<hi Gastos ordinarios sólo
le)
Cifras de 1970
'" Obreros rn Cifras de 1969

176 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


nomía rural, incluido el desplazamiento de los pequeños pro­ desarrollo basado en el fomento de la exportación, se creó
pietarios en razón de la ampliación de la agricultura comer­ una multiplicidad de polos de crecimiento: la migración en
cial a gran escala, y la continua desigualdad en la distribu­ cierta medida se reorientó hacia los nuevos polos de creci­
ción espacial de los recursos institucionales son factores fun­ miento creados por la agricultura, la pesca y las manufactu­
damentales para conservar la primacía 25. ras para la exportación.
La convergencia es menor cuando se investiga sobre los
efectos de las crisis económicas de los años 80 sobre las ciu­ • Hacia una jerarquía mundial
dades y la implantación generalizada de medidas de austeri­
dad: los llamados programas de ajuste u,_ Algunos investiga­ La combinación de la dispersión geográfica de las activi­
dores sostienen que la crisis ha frenado el aumento de la su­ dades económicas y la integración, de importancia central en
premacía, que no ha acentuado la polarización espacial como nuestra era económica, han contribuido a que las grandes
cabría haber previsto en razón de que los sectores críticos de ciudades tengan una función estratégica en la actual etapa de
la clase media se encontraron ante la necesidad de adoptar la economía mundial. Esas ciudades, más allá de su, a veces,
las mismas estrategias de supervivencia que los pobres y que largo historial de centros comerciales y bancarios, funcionan
el sector no estructurado, en lugar de simplemente crecer ahora como puntos de mando en la organización de la eco­
como consecuencia de la crisis, era incapaz de absorber el nomía mundial, como lugares y mercados clave para las más
enorme aumento del desempleo 27• importantes industrias del período (finanzas y servicios es­
pecializados para empresas) y como centros generadores de
En suma, la ampliación de las industrias de exportación innovación para esas industrias 28• Un número reducido de
y el turismo han modificado los patrones de urbanización tí­ ciudades surgen como lugares transnacionales para la inver­
picos de los años 60 y 70. Ha surtido el efecto de reducir el sión, para el establecimiento de empresas, para la produc­
papel central y a menudo exclusivo de las ciudades principa­ ción de servicios e instrumentos financieros y para los diver­
les como polos de crecimiento y, naturalmente, ha estableci­ sos mercados internacionales 29• Estas ciudades han llegado a
do diversos vínculos nuevos, incluidos los postcoloniales con concentrar recursos tan vastos y las principales industrias
mercados mundiales y países desarrollados. La internaciona­
lización de la producción, estrategia que aplican fundamen­
talmente las empresas multinacionales, y el crecimiento
orientado hacia la exportación en los países en vías de desa­ '" El marcado aumento de la descentralización de la actividad econó­
mica implantada por grandes empresas, en su mayor parte de países desa­
rrollo, han surtido el efecto de desplazar parte de las altas rrollados a escala nacional y mundial, ha generado nuevas necesidades de
funciones de coordinación y planificación de la economía na­ ampliar el control y la administración central para que la dispersión tenga
cional de las ciudades principales a los mercados mundiales lugar en condiciones de continua concentración económica. El enorme au­
o hacia los grandes centros internacionales de negocios del mento de las licencias y las filiales intensifica aún más esta ampliación de las
mundo desarrollado donde están situados en la práctica mu­ funciones centrales. En principio, la descentralización territorial de la acti­
vidad económica podía haber venido acompañada de una descentralización
chos de estos «mercados mundiales». concomitante de la propiedad y, por tanto, en la distribución de las utilida-
des. S1 brnn las grandes empresas han rncmrido con mayor frecaencia a la
Estos cambios implican en parte una modificación de las subcontratación con empresas más pequeñas de países desarrollados y en
pautas económicas del desarrollo, de un período de recesión vías de desarrollo y, como consecuencia, muchas empresas de estos últimos
de importaciones que ha tenido el efecto de concentrar el de­ países han crecido con rapidez, esta forma de crecimiento forma parte en úl­
sarrollo industrial en unos pocos lugares donde existe la in­ tima instancia de una cadena en la cual el número reducido de empresas si­
fraestructura necesaria y el acceso a los servicios necesarios, gue controlando el producto final, quedándose con las utilidades que entra­
ña la venta en el mercado mundial.
lo que ha atraído a emigrantes del campo. Al implantarse el
" Así, la internacionalización y la ampliación de las finanzas ha hecho
que se desarrollara un gran número de mercados financieros más pequeños,
lo que a su vez ha impulsado la ampliación de la industria internacional. Sin
"Kowarick y otros (1991); PREALC (1987). embargo, la administración y el control superiores de la industria han que­
dado concentrados en unos pocos centros financieros, especialmente en
" Banco Mundial (1991); Kowarick y otros (1991); Portes y Lungo Nueva York, Londres y Tokyo y, más recientemente, también en París y
(1992a, b) Francfort, a los que corresponde una parte desproporcionada de todas las
27 Pérez Sáinz (1992); Beneria (1989); Nabuco y otros (1991); Linn transacciones financieras y que además han crecido con rapidez desde prin­
(1983); Mayo y otros (1986); Stren y White (1989). cipios de los años 80.

s. SASSEN l 77
han ejercido en ellas una influencia tan masiva en el orden La reorganización de la industria financiera en los años 80
económico y social, que se plantea la posibilidad de un nue­ entrañó cambios fundamentales, en particular un menor gra­
vo tipo de urbanización, de un nuevo tipo de ciudad . Para ca­ do de reglamentación, una mayor diversificación, una mayor
lificar este nuevo tipo de ciudad se ha incorporado en la teo­ competencia, la pérdida de mercado para los grandes bancos
ría del urbanismo el viejo concepto de Weltstadt que ha rea­ comerciales y un aumento masivo de los niveles de transac­
parecido en el último decenio en la forma de la «ciudad-mun­ ciones internacionales. Esas tendencias se pusieron de mani­
do» (Friedman y Wolf, 1992; véase también Hall, 1962) y el fiesto, si bien con un orden de magnitud distinto, hacia fina­
nuevo concepto de «ciudad planetaria» (global city, *Sassen, les del decenio de 1980 en varias ciudades del mundo en vías
1984; 1991). Entre los ejemplos más importantes de los años de desarrollo, Sao Paulo, Bangkok, Taipei y México, D. F. Ha­
80 se encuentran la ciudad de Nueva York, Londres, Tokyo, bida cuenta del tamaño de algunas ciudades, los efectos ur­
París, Francfort, Amsterdam, Zurich, Los Angeles, Hong banos no fueron siempre tan evidentes como en el caso del
Kong, Singapur, Sao Paulo y Sydney. Ese análisis sugiere que centro de Londres o de Francfort. De todas maneras, se han
la formación de bloques regionales de comercio reforzará la venido produciendo los fenómenos de desreglamentación de
concentración de las funciones de planificación estratégica, los mercados financieros, el desarrollo de las finanzas, el de
coordinación y prestación de servicios especializados en las los servicios especializados y la integración en los mercados
grandes ciudades de las regiones de que se trate 30• Muchas mundiales, lo que seguirá ocurriendo a pesar de la desacele­
de estas ciudades, especialmente las que son capitales de ración debida a la reciente crisis financiera.
país, pueden haber perdido funciones de más alta jerarquía
en aras de un nuevo sistema urbano internacional, pero asu­ Cada vez resulta más evidente que el tamaño no basta
mirán nuevas funciones en el plano regional 31. por sí sólo para explicar el grado de poder económico de una
ciudad en la economía mundial. En alguna de las ciudades
Observemos en las grandes ciudades la formación de más grandes del mundo no hay sedes de grandes empresas
una nueva economía urbana. Desde hace tiempo, esas ciuda­ o bancos mundiales 33• En cambio, ciudades tales como Lon­
des han sido centro de comercio y finanzas. Lo que ha cam­ dres, París, Tokyo y otras tienen una concentración despro­
biado a partir de finales de los 70 es la estructura de los sec­ porcionada de las sedes más importante en los sectores, de
tores comerciales y financieros, la magnitud de esos sectores servicios financieros, manufactureros, comerciales y servi­
y su peso en la economía de esas ciudades 32• En el período cios al productor, por más que distan de contarse entre las
anterior, un número reducido de grandes empresas y unos ciudades1con mayor número de habitantes 34• En ellas se en­
pocos bancos comerciales de gran envergadura dominaban cuentran muchas de las empresas transnacionales industria­
un mercado que se caracterizaba por un alto grado de regla­ les a las que corresponde entre el 70 y 80% del comercio
mentación, una inflación baja y tasas de crecimiento mode­ mundial de las economías de mercado. Si observamos 10 de
radas pero viables. Estas condiciones cambiaron en razón de las ciudades más populosas del mundo, encontramos que en
la elevada inflación en los años 70, la crisis de la deuda del la mitad de éstas no existe sede alguna de estas sociedades,
Tercer mundo y el hecho de que las empresas prestatarias re­ mientras que, en las otras 5, el número va de 14 en Los An­
currieran cada vez con mayor frecuencia al Euromercado. geles a 59 en la ciudad de Nueva York.
Hacia mediados de los 80, un gran número de empresas
constituía el centro de los sectores comerciales financieros y Por otra parte, el empleo de la concentración de sedes
correspondía a ellas la mayor parte del crecimiento del sec­ como un indicador necesita algunas aclaraciones. Un cierto
tor privado y un gran volumen de transacciones económicas. número de variables determinan la circunstancia de qué se­
des se concentran en los grandes centros internacionales de
las finanzas y de los negocios. En primer lugar, depende de
cómo medimos o simplemente contamos las sedes. Con fre­
"º Kunzmann y Wegener (1991); Rimmer (1986); Sassen (1991); Kowa­ cuencia, el tamaño de la sede constituye la medida funda­
rick y otros (1991). mental desde el punto de vista del empleo e ingresos genera-
" Hall y Hay (1980); Masser y otros (1990); van de Berg y otros (1982);
Gardew y otros (1982); Carleial y Nabuco (1989); Santoso (1991); Smitb y Fea­
ging (1987); Seiko (1987); Prigge (1991).
'" Sassen (1991); Thrift (1987); Machimura (1992); Stanback y Noyelle "Sassen (1991, capítulo 7).
(1982); Marshall y otros (1986); Seiko (1987); Teresaka y otros (1988). '' !bid.

178 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


les. En este caso, algunas de las empresas más importantes Por ejemplo, el orden jerárquico de los más grandes centros
del mundo siguen siendo empresas manufactureras y mu­ bancarios y bolsas de valores en el mundo de los años 80, de
chas no necesitan estar situadas en un centro internacional, gran crecimiento, o a principios de los 90 (véanse los cuadros
ya que sus mercados son primordialmente nacionales. Fue­ 3, 4 y 5), indica una marcada concentración de estas activi­
ron empresas de esa índole las que, con tanta publicidad, de­ dades en un número reducido de países.
jaron sus sedes en la ciudad de Nueva York en los años 60 y
70. Si miramos el índice de las 500 empresas más grandes de Otra medida consiste en la concentración de los servicios
los Estados Unidos según la revista Fortune, nos encontra­ especializados. Las empresas más importantes que propor­
mos con que muchas han salido de la ciudad de Nueva York cionan modernos servicios al productor han establecido vas­
o de otras grandes ciudades. En cambio, si empleamos para tas redes multinacionales con vínculos geográficos e institu­
la medición la parte de los ingresos totales que corresponde cionales especiales, que hacen que resulte provechoso a los
a las ventas internacionales, los resultados cambian dramá­ clientes utilizar una diversidad cada vez mayor de los servi­
ticamente; el 40% de las empresas estadounidenses, la mitad cios ofrecidos por el mismo proveedor 37• La integración mun­
de cuyos ingresos corresponde a las ventas internacionales, dial de las filiales y los mercados hace necesario utilizar tec­
tienen sus sedes en la ciudad de Nueva York. El segundo fac­ nología avanzada de información y telecomunicaciones que
tor es la naturaleza del sistema urbano de un país 35• Una puede llegar a representar una parte importante de los gas­
marcada primacía urbana de una ciudad sobre las otras ge­ tos, no sólo de los operacionales, sino también, y tal vez esto
nerará por lo general una concentración desproporcionada sea más importante, de los de investigación y desarrollo en el
de sedes, sea cual sea el criterio de medida. En tercer lugar, caso de productos nuevos o de perfeccionamiento de produc­
las distintas tradiciones comerciales y el distinto historial tos existentes. La necesidad de economías a gran escala ex­
económico pueden combinarse para arrojar resultados dife­ plica el reciente aumento del número de fusiones y adquisi­
rentes. Por último, la concentración de las sedes puede guar­ ciones, que ha consolidado la posición de unas pocas empre­
dar relación con una determinada etapa de la economía. Por sas de gran tamaño en muchas de estas industrias. Estas em­
ejemplo, a diferencia de Nueva York, el número de sedes de presas pueden controlar una parte importante de los merca­
empresas en Tokyo ha venido en aumento, mientras que Osa­ dos nacionales e internacionales, como se ha puesto particu­
ka y Nagoya, los otros dos grandes centros económicos del larmente de manifiesto en el caso de la contabilidad y la pu·
país, están perdiendo sedes que se trasladan a Tokyo. Ello blicidad. Las agencias publicitarias multinacionales pueden
parece guardar relación con la mundialización cada vez ma­ ofrecer campañas publicitarias a un segmento específico de
yor de la economía de Japón y el correspondiente aumento su clientela potencial en todo el mundo (Noyelle y Dutka,
de las funciones centrales de mando y prestación de servicios 1988). A mediados del decenio de 1980, las cinco empresas
(véase Sassen, 1991, cap. 1 y 7). de publicidad más grandes del mundo controlaban el 38% del
mercado de Europa occidental y alrededor del 56% de los de
Una forma de medir la dimensión empírica de esta evo­ América Latina y de la región del Pacífico. Se trataba de ven­
lución consiste en centrarse en los servicios al productor 36• tajas importantes para las empresas que funcionan en un

Forman parte de una economía de intermediación más amplia. Es perfecta­


'" Es interesante observar que así ocurría también en los grandes im· mente posible que las empresas se ocupen por sí mismas de estas activida­
perios no occidentales del pasado (véase Abu-Lughod, 1989). des y muchas lo hacen, o que adquieran esos servicios en el mercado. Los
"' La ampliación de estos servicios constituye una característica central servicios al productor comprenden cuestiones financieras, jurídicas y de ad­
del actual crecimiento de los países desarrollados y también de grandes ciu· ministración general; la innovación, el desarrollo, el diseño, la administra·
dades de países en vías de desarrollo que se han convertido en importantes ción, el personal, la tecnología de producción, el mantenimiento, transporte,
recursos de la organización de todas las industrias, desde las manufacture­ comunicaciones, distribución al por mayor, publicidad, servicios de limpieza
ras hasta las de servicios propiamente tales. Estos servicios son también para empresas, seguridad y almacenamiento. Los componentes centrales de
componentes fundamentales de todas las transacciones internacionales. Los la categoría de servicios al productor son diversas industrias con mercados
servicios al productor pueden ser considerados una parte de la capacidad de mixtos de empresas y conswnidores. Se trata de los seguros, la banca, los
la oferta de una economía. «Ejercen influencia en la forma en que ésta se servicios financieros, las empresas inmobiliarias, los servicios jurídicos, la
ajusta a los cambios en las circunstancias económicas» (Marshall y otros, contabilidad y las asociaciones profesionales.
1986, 16) y representan un mecanismo que «contra el pago de honorarios, ª' Noyolle y Dutka (1988); Marshall y otros (1986); Delaunay y Gadrey
organiza el intercambio económico y hace de intermediario» (Thrift, 1987). (1987); Thomas (1983).

S. SASSEN 179
Cuadro 3. Dimensión de los mercados de ciertas bolsas (1990)
Valor del Obligaciones Sociedades Sociedades Firmas
Ciudades mercado (millones de cotizadas cotizadas miembros
Acciones dólares EU) nacionales extranjeras (n)
Nueva York 2.692.123 1.610.175 1.678 96 516
Tokyo 2.281.660 978.895 1.627 125 124
Reino Unido (Londres) 858.165 576.291 1.946 613 410
Francfort 341.030 645.382 389 354 214
París 304.388 481.073 443 226 44
Zurich 163.416 158.487 182 240 27
Toronto 241.925 - 1.127 66 71
Amsterdam 148.553 166.308 260 238 152
Milán 148.766 588.757 220 - 113
Australia 108.628 46.443 1.085 37 90
Hong Kong 83.279 656 284 15 686
Singapur 34.268 98.698 150 22 26
Taiwan 98.854 6.551 199 - 373
Corea 110.301 71.353 699 - 23
Fuentes: Tokyo Stock Exchange 1992 Fact Book (Tokyo, Dirección asuntos internacionales), Bolsa de Tokyo, abril 1992.

Cuadro 4. Partes respectivas de los Estados Unidos, Japón y Reino Unido


en los 100 primeros bancos del mundo (1991)
País N Créditos Capital
Japón 27 6.572.416 975.192
Estados Unidos 7 913.009 104.726
Reino Unido 5 791.652 56.750
Total parcial 39 8.277.077 1.136.668
Todos los demás países 61 7.866.276 1.263.771
TOTAL 100 16.143.353 2.400.439
Fuentes: The Wall Street Journal. World Business Queves, 24 setiembre 1992) R 27.

180 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


Cuadro 5. Estados Unidos, Japón y Reino Unido: 50 primeros mercados de valores (1991)
País N Créditos Capital
Japón 10 171.913 61.871
Estados Unidos 11 340.558 52.340
Reino Unido 2 44.574 3.039
Total parcial 23 557.045 117.340
Todos los demás países 2 6.578 5.221
TOTAL 25 563.623 122.561
Fuentes: The Wall Street Journal. World Business Queves, 24 setiembre 1992) R 27.

mercado mundial. Los gabinetes de abogados de los Estados sostienen Hall (1966) y Friedman y Wolff (1982), estas ciuda­
Unidos y el Reino Unido en Nueva York y Londres mantienen des están relacionadas entre sí de forma sistemática y clara.
estrechos vínculos con las instituciones financieras de esas Por ejemplo la interacción entre Nueva York, Londres y To­
ciudades, lo que les da una ventaja en la competencia con kyo, en cuanto a las finanzas y la inversión, indica particu­
otros empresas (Noyelle y Dutka, 1988; Thrift, 1987; Leyson, larmente la posibilidad de que constituyan un sistema. No se
Daniels y Thrift, 1987); con el tiempo, acaban trabajando trata simplemente de que estas ciudades compitan entre sí
para empresas de diversos países en el extranjero 38• En los por el mismo negocio; hay un sistema económico que se basa
grandes centros comerciales prosperan pequeñas empresas en los tres tipos distintos de emplazamiento que estas ciuda­
independientes en razón de la subcontratación que reciben des representan. La descentralización de sus industrias más
de empresas mayores y de la multiplicidad de mercados es­ importantes en los planos internos e internacional ha perju­
pecializados 39. dicado a ciudades tales como Detroit, Liverpool, Manchester,
Marsella, las ciudades del Ruhr y ahora, cada vez más, a Na­
Una de las cuestiones que se plantean se refiere a los goya y Osaka, Según la hipótesis desarrollada en otro traba­
efectos de la mundialización de las grandes industrias sobre jo (Sassen, 1991), este proceso de descentralización ha con­
los sistemas urbanos nacionales, desde la fabricación de au­ tribuido al crecimiento de las industrias de servicios que pro­
tomóviles hasta las finanzas. Con escasas excepciones (Wal­ ducen los recursos especializados necesarios para organizar
ter, 1985; Chase-Dunn, 1985), en los estudios de los sistemas procesos de producción dispersos y mercados mundiales de
urbanos se parte del supuesto de que la unidad de análisis es medios de producción y productos. Estos servicios especiali­
el Estado-nación y que los sistemas urbanos tienen el mismo zados {servicios jurídicos y contables internacionales, consul-
alcance que los Estados-nac10nes. Sm embargo existen casos torías de administración, servicios financieros) estan muy
en que un Estado-nación puede abarcar varios sistemas ur­ concentrados en los centros comerciales y financieros, más
banos y, a la inversa, otros sistemas urbanos pueden abarcar que en ciudades industriales.
más de un Estado-nación. El caso descrito por Hall (1966), en
su importante estudio denominado The World Cities, no al­ Es preciso que conozcamos la forma en que, a nivel na­
canza a explicar íntegramente las transacciones que vinculan cional, estos acontecimientos modifican las relaciones entre
ciudades internacionales. Además de las funciones de centro las ciudades planetarias y las que fueron en su momento los
que desempeñan esas ciudades en el plano mundial, como principales centros industriales de sus países. Hay que pre­
guntarse si la mundialización conlleva relaciones triangula­
res de manera que la suerte de Detroit, por ejemplo, depen­
de de Nueva York en un grado que no se daba cuando esta
'"Noyelle y Dutka (1988); Thrift (1987); Leyson, Daniels y Thrift (1987). ciudad era el principal centro industrial en la fabricación de
'"Parkinson y otros (1989); Sassen (1991); Stanback y Noyelle (1982); automóviles y constituía una industria exclusivamente esta­
véase también Lash y Urry (1987). dounidense, tanto desde el punto de vista de la concentración

S. SASSEN 181
geográfica como del de la propiedad. En caso afirmativo, componentes de la estructura económica y social de una gran
cabe preguntarse además en qué forma esa circunstancia ciudad? Después de todo, las grandes ciudades son entidades
modifica la relación entre grandes ciudades tales como Chi­ complejas que contienen una gran diversidad de procesos
cago, Osaka o Manchester, en su momento grandes centros económicos y sociales.
industriales del mundo, y la de los mercados nacionales y
mundiales en general, perdiendo también estas ciudades te­ ¿Cuáles son las consecuencias de esa evolución para las
rreno en su función de, por ejemplo, centros financieros. condiciones socio-económicas generales de los ciudadanos?
Tanto Chicago como Osaka eran y siguen siendo importantes La fabricación en serie de productos estandard, mientras fue
centros financieros 40• ¿Han perdido terreno en esas funcio­ la actividad predominante de los países desarrollados y la de
nes como resultado de su menor importancia en los merca­ países en vías de desarrollo como Argentina y Chile, contri­
dos industriales del mundo? ¿O han experimentado una buyó a la expansión de la clase media. La sindicalización y la
transformación paralela hacia el fortalecimiento de las fun­ importancia central del consumo doméstico para el creci­
ciones de servicios? Los datos correspondientes a ambas ciu­ miento industrial facilitaron el aumento de los salarios reales
dades indican que su participación en los mercados financie­ de grandes sectores de la fuerza de trabajo. Sabemos mucho
ros es menor (Sassen, 1991, capítulo 7). ¿Cómo les ha ido a menos acerca de lo que ocurre en una economía dominada
los centros industriales de Europa? ¿Ha cambiado la relación por los servicios y menos todavía acerca de una economía ur­
entre los que en su momento fueron los principales centros bana dominada por un complejo de industrias de servicios
industriales y los mercados nacionales de otras grandes ciu­ orientadas hacia los mercados transnacionales 42•
dades? Una ciudad como Chicago constituía y sigue constitu­ Las investigaciones recientes muestran un grave aumen­
yendo el centro de un masivo complejo agroindustrial, una to de las desigualdades socio-económicas y espaciales dentro
vasta economía regional. ¿En qué forma ha afectado a Chi­ de las grandes ciudades del mundo desarrollado 43. Según una
cago el declive de su sistema económico regional? El nuevo corriente teórica, ello representa una transformación en la
crecimiento de los servicios de productos y los servicios fi­ geografía del centro y de la periferia, y no simplemente un
nancieros, ¿qué ha entrañado para los distintos niveles de la aumento cuantitativo del grado de desigualdad. Se trata de
jerarquía urbana nacional? ¿Y en qué medida ha modificado un indicio de que tienen lugar procesos de periferializacióh
la descentralización de las manufacturas la base económica en zonas que antes se consideraban «centrales», ya sea en
de las ciudades más pequeñas en la jerarquía urbana nacio­ los planos mundial, regional o urbano y, junto con la agudi­
nal? La descentralización de las fábricas, las oficinas y los zación de los proceso de periferialización, este centralismo se
servicios, junto con la ampliación de las funciones centrales, ha hecho también más evidente en los tres planos.
como consecuencia de la necesidad de administrar esa orga­
nización descentralizada de las empresas, bien puede haber En los países desarrollados están surgiendo tres pautas
creado condiciones que contribuyan al crecimiento de sub­ claras en las grandes ciudades y sus regiones. En los años 80
centros regionales, versiones en menor escala de lo que Nue­ se registra un aumento del número de empresas por km2 en
va York, Londres, París, F rancfort, Tokyo, Sydney o Sao Pau­ el centro urbano tradicional, asociada con el crecimiento de
lo hacen a escala nac10nal y mundlal11 los sectorns más importantiis y dii las ind1Jstrias sec1Jndarias
Se registró también este tipo de crecimiento en algunas de las
.

ciudades más dinámicas de los países en vías de desarrollo,


• Nuevas formas urbanas como Bangkok, Taipei, Sao Paulo, México, D. F. y, hacia fines
y nuevas alineaciones sociales de decenio, Buenos Aires. Junto a este crecimiento de la gran
ciudad, se formaron grandes redes de centros comerciales y
Estos procesos de internacionalización ¿cómo se consti­ núcleos de actividad económica más densa en una región ur-
tuyen en la práctica en ciudades que funcionan como centros
regionales o mundiales? ¿Qué relaciones tienen con otros
•12 Gershuny y Miles (1983); Giarini (1987); Sassen (1988, 1991).
'' Harrison y Bluestone (1988); Susser (1982); Pretecille (1986); Renooy
'" Sassen (1991). (1984); Vieillaf-Baron (1991); Wilson (1987); Lash y Urry (1987); Colon y
" De Queiroz Ribeiro (1990); Rodríguez y Feagin (1986); Portes y Lue­ otros (1988); Deere y otros (1991); Fainstein y otros (1993); Jenkins (1991);
go (1992a, b). Scott (1988).

182 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


barra más amplia, pauta que no se observa en los países en deos y sus carreteras digitales tenga coherencia como aglo­
vías de desarrollo, con la excepción de los polos de creci­ meración espacial compleja. Desde una perspectiva transna­
miento orientados hacia la exportación a que se ha hecho re­ cional más amplia, se trata de regiones centrales y enorme­
ferencia antes 44• Estos centros revestían distintas formas, mente ampliadas. Esta reconstitución del centro constituye
complejos suburbanos de oficinas, ciudades limítrofes, polos también una novedad en el sentido de que es distinta de las
exógenos, que no se manifiestan (¿aún?) en los países en vías pautas de aglomeración que siguen imperando en la mayoría
de desarrollo. En estos últimos, la norma ha sido una gran de las ciudades donde no se ha registrado una ampliación
dispersión urbana con una metropolitanización tentacular, masiva de su papel como lugar de emplazamiento para las
que parece no tener fin, de la región que circunda a las ciu­ funciones de una ciudad internacional ni el nuevo régimen de
dades: esto es lo que ha dado lugar a las megaciudades que acumulación que ello entraña. Estamos en presencia de una
surgieron en los dos últimos decenios. En los países desarro­ reorganización de las dimensiones de la economía urbana en
llados, el centro urbano revitalizado y los nuevos centros re­ el tiempo y en el espacio.
gionales constituyen juntos la base espacial de las ciudades
que se encuentran en la cumbre de las jerarquías transna­ Es bajo esas condiciones como el perímetro tradicional
cionales 45• La tercera pauta se refiere a la intensidad cada de la ciudad, una forma de «periferia», desarrolla todo su po­
vez mayor del carácter local o marginal de las zonas y secto­ tencial de crecimiento industrial y estructural 48• El desarrollo
res que operan fuera de este subsistema orientado hacia el del espacio comercial y de oficinas da lugar a una forma es­
mercado mundial, lo que incluye un aumento de la pobreza y pecífica de reconcentración en la periferia de las ciudades de
las desventajas 46• Resulta interesante observar cómo funcio­ la actividad económica descentralizada. Esta reorientación
na esta dinámica general en ciudades con mecanismos eco­ geográfica guarda relación con las decisiones de las empre­
nómicos, políticos, sociales y culturales muy diversos 47• Otro sas nacionales y transnacionales respecto del lugar en que se
problema que vale la pena examinar es si este nuevo ámbito emplazarán, y que hacen de la periferia urbana el centro de
de «centralidad» está diferenciado, es decir, si básicamente crecimiento de las industrias más dinámicas 49• A este res­
la vieja ciudad central sigue siendo el núcleo más grande y pecto, es preciso distinguirlo de la suburbanización o la me­
más denso, constituyendo también el núcleo más estratégico tropolitanización primordialmente residencial.
y poderoso. Cabe preguntarse si tiene algún tipo de poder de Es posible que estemos en presencia de una diferencia
gravitación sobre la región, haciendo que la nueva red de nú- en la pauta de formación de la ciudad mundial en ciertos lu­
gares de los Estados Unidos y de Europa occidental. En los
Estados Unidos, ciudades tales como Nueva York y Chicago
tienen importantes centros que se han reconstruido muchas
44 De Queiroz Ribeiro (1990); Abella (1991); Beneria (1989); Pérez-
ve�es, habida cuenta del enorme descuido d_e �ran parte de
Sáinz (1992); Nabuco y otros (1991); Vieillard-Baron (1991); Vida] y Viard la mfraestructura urbana y de la obsolescencia impuesta, tan
(1990); Wilson (1987). característica en las ciudades de ese país. El descuido y la
· " Cabe preguntarse aquí si el tipo de organización espacial caracteri- aceleración de la obsolescencia crean vastos espacios para
zacto _por densos moctulos estrateg1cos mspersos en _una reg10n mas amp�a reconstrmr el centro segun las necesidades del regimen de
constituye o no una forma �e orga111zac10n del terntono del «centro»_ ?JªS acumulación urbana O de la pauta de organización espacial
que, como en el enfoque mas convenc10nal, un caso de suburba111zac10n o , .
dispersión geográfica. Estos diversos módulos, en la medida en que estén ar- de su economia, la que impera en ll;1 momento �etermm�do.
ticulados por lo que denomino «ciber-rutas» o «carreteras digitales», repre- En Europa, los centros urbanos estan mucho mas protegidos
sentan el nuevo correlato geográfico del tipo más avanzado de «centro». Lo y muy pocas veces se encuentran en ellos extensiones impor-
que queda fuer� de este_ ?uevo trnzado de carreteras digitales es la per�ena. tantes de espacio abandonado. La ampliación de los lugares
Se plantea aq1U la cuestion de s1 ello ocurre en mayor grado que en periodos
anteriores, cuando el terreno económico urbano o no central estaba inte-
grado al centro porque se hallaba primordialmente orientado hacia él.
"'Brosnan y Wilkinson (1987); Cheshire y Hay (1989); Renooy (1984);
Harrison y Bluestone (1988); Cohen (1987); Fernández Kelly y García (1989); "Castells (1989); Sassen (1991); Chase-Dunn (1984); Daniels (1984);
Gans (1984). Véase también Pradilla Cobos (1984). Gershuny y Miles (1983). Gregory y Urry (1985); Knight y Gappert (1989);
,; Bestor (1989); Komori (1983); Kowarick y otros (1991); Brosnan y Masser y otros (1990); Rimmer (1986); Saskai (1991); Thrift (1987); Wentz
Wilkinson (1987); Hardoy y Satterthwaite (1989); Henderson y Castells (1991).
(1987). " Polos exógenos, complejos suburbanos de oficinas.

S. SASSEN 18 3
de trabajo y la necesidad de edificios inteligentes deberán en ro que las concentraciones de infraestructura construida que
parte y necesariamente tener lugar fuera del centro antiguo. hacen posible la transmisión. Revisten también mayor im­
El complejo de La Defense constituye, naturalmente, el caso portancia los productos de información que los trabajadores
más extremo de lo que hemos venido diciendo, un ejemplo que los producen, desde los especialistas hasta los secreta­
explícito de política y planificación públicas. Sin embargo, en rios, y tiene más importancia la nueva cultura, incluidas las
los Docklands de Londres se encuentra otra variante de esa culturas de las empresas transnacionales, que la multiplici­
ampliación del «centro» en tierras antes periféricas. La vas­ dad de entornos culturales de los emigrantes que cambian de
ta y poco usada zona portuaria de Londres, conocida como territorio, dentro de los cuales se dan muchos de los «otros»
los Docklands, fue escenario de un costoso y avanzado pro­ puestos de trabajo de la economía mundial de la información.
yecto de urbanización que obedecía al propósito de atender
el rápido aumento de la demanda de espacio de oficinas en El efecto general de todo ello es una pérdida de los lími­
el centro. En los años 80 se emprendieron en varias ciudades tes geográficos de importantes componentes de la economía
importantes de Europa, América del norte y el Japón proyec­ de la información, quedando fuera del ámbito de la mundia­
tos similares de recentralización de zonas periféricas. lización toda una gama de actividades y tipos de trabajado­
res que forman parte integrante de ella en la misma medida
Lo que antes era zona suburbana, perímetro urbano o que las finanzas internacionales. Al desalojar esas activida­
periferia urbana se ha convertido ahora en emplazamiento de des y esos trabajadores, se excluye la diversidad de contex­
un intenso desarrollo comercial. Pero ello no significa que ya tos culturales dentro de los cuales existen, diversidad tan
no exista periferia. La condición de periferia se encuentra en presente en los procesos de mundialización como en la nue­
diferentes ámbitos geográficos según la dinámica económica va cultura de las empresas transnacionales y su nueva cultu­
que prevalezca en distintos contextos de espacio y tiempo. ra, como también, por ejemplo, las economías y las culturas
Observamos nuevas formas de periferialización en el centro de trabajo de los inmigrantes que se ponen de manifiesto
de grandes ciudades de países desarrollados. A poca distan­ abiertamente en nuestras grandes ciudades 52•
cia de algunos de los terrenos comerciales más caros del
mundo, se encuentran «guetos urbanos» no sólo en los Esta­ Por lo general pensamos en las finanzas y en los servi­
dos Unidos y en las grandes ciudades europeas, sino también cios especializados como cuestión más de pericia que de pro­
en Tokyo 50. Además, podemos ver la periferialización en el ducción. Los servicios comerciales de alto nivel, desde la con­
centro también desde el punto de vista de la organización 51• tabilidad hasta la adopción de decisiones, no se analizan por
Desde hace mucho tiempo se habla de la fragmentación de los lo general desde el punto de vista de su producción. Así, no
mercados de trabajo. Sin embargo, el deterioro de éstos, el se ha prestado suficiente atención a los distintos tipos de
declive de la industria manufacturera y la desvalorización del puestos de trabajo, desde los de alta remuneración hasta los
trabajo no especializado en las principales industrias que hoy de baja remuneración, que participan en la producción de
observamos en esas ciudades van más allá de la fragmenta­ esos servicios. De hecho, la preparación de instrumentos fi-
ción y constituyen de hecho un caso de periferialización.
Tal vez vale la pena señalar que lo que cabría calificar de
tónica dominante en la mundialización económica es la epo­ 52 ¿Cómo se inscribe la mundialización en el espacio construido? La
peya del desalojo (Sassen, 1991). Los conceptos fundamenta­ respuesta habitual consiste en que lo hace en los espacios de la nueva cul­
les en este contexto (internacionalización, economía de la in­ tura de las empresas transnacionales. Al volver a introducir el concepto de
formación y telemáticas) sugieren que el lugar ya no impor­ lugar teniendo en cuenta el «otro» heterogéneo, queda claro que hay com­
petencia para el espacio de la cultura de la empresa transnacional. Las to­
ta. En la descripción predominante tiene más importancia la rres de las grandes empresas que ejemplifican esa cultura están también
capacidad de transmisión de información en el mundo ente- ocupadas por ejércitos de trabajadores de oficina con salarios bajos, en su
mayor parte mujeres, y en muchos casos inmigrantes de color. Durante la
noche, una fuerza de trabajo totalmente distinta se instala en las torres, in­
cluidas las oficinas de los presidentes y directores, e inscriben en esos espa­
cios una variedad de culturas distintas de la de la empresa. Cabe pregun­
5
° Kupi (1981); Nakabayashi (1987); Komori (1983). tarse si, de tener en cuenta estas formas de ocupación, no habría que rede­
"Sassen-Koob (1987); Wilson (1988); Brosnan y Wilkinson (1987); Sus­ finir la arquitectura de las grandes empresas (véase Sennet, 1992). En tér­
ser (1982); Vieillard Baron (1991); Nakabayashi (1987); Portes y Sassen­ minos más generales, esta descripción deja en claro en cuántos lugares la in­
Koob (1987) ternacionalización se inscribe en el espacio urbano.

184 PARA COMPRENDER QUÉ ES LA CIUDAD


nancieros, por ejemplo, requiere aportaciones del derecho, la y Ronneberger (1993) señalan que hay una motivación ideo­
contabilidad, la publicidad, etc. En la economía avanzada de lógica cuando los políticos instan a que se tenga en cuenta la
servicios existe un complejo de producción que aprovecha la región, para así reforzar la posición de Francfort en la com­
aglomeración. Además, el proceso real de producción inclu­ petencia interurbana mundial; se trata también de un argu­
ye a diversos trabajadores y a diversas empresas que nor­ mento en favor de la coherencia y de la idea de intereses co­
malmente no se consideran parte de la economía de infor­ munes entre los muchos intereses, objetivamente distintos,
mación, especialmente secretarias, personal de manteni­ de la región; los conflictos entre sectores que tienen distintos
miento y de limpieza. Estos últimos puestos de trabajo cons­ grados de ventajas quedarán desplazados a un proyecto de
tituyen también componentes fundamentales de la economía competencia con otras regiones. Surge entonces el regiona­
de servicios. Así, por alto que sea el lugar que ocupe la ciu­ lismo como concepto que sirve de puente entre la orientación
dad en las nuevas jerarquías transnacionales, tendrá una mundial de los sectores más importantes y los diversos inte­
proporción importante de trabajadores que no sólo están mal reses locales.
remunerados, sino que se consideran además fuera de lugar
en una economía avanzada de la información. También en este caso vemos una cierta diferencia entre
esos tipos de ciudades. Así, en ciudades como Nueva York o
Las nuevas formas de crecimiento que se encuentran en Sao Paulo predomina la ideología de la ciudad sobre la del
la periferia significan también crisis: violencia en el gueto de «regionalismo». El problema consiste en cómo tender un
inmigrantes en los suburbios, habitantes de zonas exurbanas puente entre el «gueto urbano» o los marginados de la peri­
que quieren controlar el crecimiento para proteger su entor­ feria al centro urbano. En las ciudades plurirraciales ha sur­
no, nuevas formas de administración urbana 53• La modalidad gido el multiculturalismo como forma de este puente. Tal vez
regional de reglamentación en muchas de esas ciudades se esté empezando a aparecer una ideología «regional», pero
basa en el antiguo modelo centro-suburbio y, por ello, es po­ hasta ahora ha quedado totalmente sumergida bajo el con­
sible que sea cada vez más insuficiente para superar los con­ cepto de suburbanización y sugiere a la vez un éxodo de la
flictos «intraperiféricos», esto es, los conflictos entre distintos ciudad y una dependencia de ésta. El concepto de conflicto
tipos de integrantes del perímetro urbano o la región urbana. dentro de la periferia urbana, esto es, entre intereses diver­
Francfort, por ejemplo, es una ciudad que no puede funcio­ sos e integrantes de la región urbana, no ha tenido mayor im­
nar sin las ciudades y pueblos vecinos; al mismo tiempo, esta portancia. En el plano regional, la cuestión más delicada ha
región urbana tan especial no habría surgido sin las modali­ consistido más bien en la articulación entre los suburbios re­
dades especiales de crecimiento del centro en Francfort. Keil sidenciales y la ciudad.

53 Keil y Ronneberger (1993); Cardew y otros (1982); Cheshire y Hay


(1989); Logan y Molotch (1987); Clavel (1986); Leborgne y Lipietz (1988);
Preteceille (1986); Siebel (1984); Vieillard-Baron (1991); Mayer (se publica­
rá próximamente).

S.SASSEN 185

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