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The I éVALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA?* Massivio Pavarani®™ 1. gQué Mevar a bordo? En su obra péstumalLecciones americanas. Seis propuestas para ei préximo mienio (1988)} Itale( Calving’se piantea una ta- rea: en los umbrales del tercer inilenio, qué se debe salvar de las virtudes literarias expresadas por las lenguas formadas y desi Holladas en el segundo milenio. El recurso retorico es por demas ‘estimulantel pean cada virtud| que Calvino desearia salvar para el nucyo milenio/corresponde in viciojdel cual querria liberar defi- Miuygmenteales Wferaturas faburas. “La criminologia se ha formado como disciplina cientifica en ef Sgiopasaddy ha sido reconocida académicamente durante los ultimos cien arios. En este sentido, es una ciencia relativamente Joven que sure en el presente, de cara al nuevo siglo, crisis pro- + publicade originartamente en inglés como: “Is criminology worth sawing”. en Neuen, Davis (ed: The furure of enmunelogy. Sage, Londres, 1394, pp. 4-62 ‘Una version mas siotética aparecié en italiano en: Pavan, Massimo: Inout confini della penalita Introduztone ala socologia della pena, Ediioni Martina, Bolonia, 1996, cap. 7. pp. 129-149. Esa misma version redueida fue publi cada en castellano en Pavan, Massimo, y Pecoraro, Juan: "El control social tn el fin de siglo”. Cuademos de Posgrad, Facultad de Ciencias Sociales. UBA, Suenos Aires, 1995, pp. 41-61, Traduccion del italiana de Laura Marit y Maximo Sozzo (Universidad Nacional del Litora). s+ Universita degli Studi dl Bologna. Vv 16 eVALE LA ‘A SALVAR A LA CRIMINOLOGLA? fundas (conf, entre otros: Melossi, 1983:447; Chambliss, 1988; Cohen. 1988), cuya’magnitud hace dudar seriamente sobre stu supervivencia, al menos con los contenidos que para nosotros hoy, la. hacen.—justamente— reconocible como criminologia. No puedo sabe® qué discursos sobre la cuestion criminal podratrserrecondeides como criminologicos en el futuro, porque deberia conocer primero qué demandas de orden social oe bn. pondran en los Gempos por venir. Y no pudiendo conocer las cemandas —niego que prever sea una virtud criminelégicn— en cuentro insensato imaginar las respuestas y los discursos sobre esas respuestas, Pero! aun cuaido ignore Jas futuras demandas de orden soclalsé, 5.361 odra responder ullizan- 06.0 yme,conocer. La‘metafo c aytvonstrenida a reparar Tos datos producidos por la peligrosa travesia recurriendo a los tint. Cos instrumentos que posee ya a bordo o creando nuevas herra- mientas a partir de las que ya posee, sin posibilidad de anclar en ‘un puerto bien equipado, la encuentro particularmente tlustrativa Adin mas dustrativa sf, para continuar con la metafora, no es pensable cargar @ bordo todas las herramientas posibles, sino S6lo aquellas que se constderan mas utiles. De todo aquelio que la reflexion eritica sobre la cuestion crt minal en poco mas de un siglo ha praducilores-pFEZis0: este, enmas, elegir aquello que sera parte de la “caja de herramientas qué se empleara para hacer frente a las cuestones de diseipina social del futuro, Me interesa individualizar este patyimonio, aun- que Se minimo, del discurso critico sobre la cuestién criminal Gel pasado y det presente que desearia que pasara en herencia al futuro, do-aquello que ya se deircien 2. La conciencia de ta ficcién Stanley ensamiento juridice modemo la relacién punitiva “3 ha debido erigirse sobre un a prion politico: el contrato social, el ae acto cotstitucional Eato agniheaba reconeeer oonoterene ee Ja ausencia de toda racionalidad implicita en [a relacién puniti-. f Oe Se MASSIMO PAVARINI 7 va es decir, si no hay naturalidad alguna en la pena, no hay “tampoco ninguna naturalidad en Ja desviacion criminal. El siste- ma de los delitos y sistems ‘convencional.! Sey | eusonesprscans de legimacion.han obigad al sistema net” penal —entrelos siglos wx y xx a buscar proteccién en la men: lira naturalisia de la criminalidad (Roshier, 1980). Esta es una L qiSthus toncada gue paweneceat snburcelice desde hace ern ‘Tcesisipo y que se encuentra en la base de la revolucién antietiologica & \S93° en el campo de la criminologia, llevada adelante por una determi- ‘tims nada sociologia de la desviacién desde mediados de la década del “60 (Matza, 1964; 1969). "Modelo integrado de ciencia penal”? porun lado, finalidad especial-preventiva, por el ot, son —en efecto— los puntos extremos del proceso histérico que va de un sistema de conflict (0 "modelo de justicia") a un sistema de inte- | gracién (0 “modelo correccional’, con fo que ello implica en el {Plano de la patologeacion de ia desviacion. Me parece que en estos i alcaimeceschabecho, swespotta casa que, repetidamente, intentar forza esta puerta ya able”, berries ee oe Renin aioe jevelarienat Qua faleza ideolégica del discurso sobre la riminali aoe Crone Beokerara (BerKer, TUBS) dé que es criminal quien es definido como tal, indviciria en Becearia un sentimiento de desconsolada ceonmpasion oon resgecto al progreso centica. ‘Sin embargo. 7 aqui oe advierte una de las paradajasUel pensamiente criminologico, develada la falacia normativista de ena ire apreciacn del earécterconvencional el sistema de contro socal WY fe al nice bamino seguro para afgumenta potlcamcsic a favor des ga : TEcttts de Justin peal 6 este tren, taj de Fon (1009) resulta nootesable : + Sobve os detaiee del aocelo sapleado pars nega la clenla jrico-pe raisin a sincas cal Specaimnt on ropes Arana Veoe ‘Palate ade de ers (1985: 40" + Eurasdl cofters en el cual nena entender los arguments camblantes audos por ne novumietos econ, ete sa erat del modelo covecsunal Sra jst penal ds he Eeeadoe Unos Weave pe Amercan Pease SS Ceah a, ae a7 ln Cae o8) ee + Iizanapionen on est pecspecia cosine de Taylor eta SUL UMRMO ES autores de ee culos bre son actuate etemada: f cldens cela que percatan "9 talves cranes rants stow aed set ur, oneamente pasaran ala sstona de ponaamiento stings For patccanonce sguell dee que ahora cast ee arengienean heamsia Bence 18 GVALE LA PENA SALVAR 4 LCRIMINOLOGIA? CY modelos y proposiciones normativas presentados como enuncia- | dos descriptivos, se termina luego por reproponer. en un nivel +) diferente, una nueva concepeién natury lista de la criminalidad 1 (Hess, 1986:186-213). = — = Pienso en log abolicionistas radicales> que para liberarse del sistema de las penas legales estan obligados a naluralizar mue- wcewty vamente la desviacin misma. “En mi vida —ama repetir Louk Huisman (1983: 71)— no he conocido jamés gente ‘mmalvada’ {en el sentido de libre’ de quezer el mal, aun pudiendo hacer el bien), sino solamente gente débil y necesitada de ayuda” Lo mismo puede decirse dé la critica utilitarista-al sistema de Ia Justicia penat sobre el modelo propuesto, por ejemplo, por Nils Christie (1981), cuando acusa al derecho penal de mostrar- se. en los hechos, incapaz de dar unia solucién aceptable, en tér- minos de “defensa social’, al problema del delito, En efécto, la afirmacion de que en ningiin tiempo y en ningiin lugar el sistema penal se ha demostrado capaz de derrotar ala criminalidad pue- de ser una critica compartible sélo a condicién de que se acepte que Ia eriminalidad es una realidad no normativa y que, por tan- >, preexiste a las definiciones.tegales de criminalidad Omito reterirme a log realistaS——de derechat (Hag Van. 1975; Hirsh Von. 1975) o de izquierda (Kinsey, Lea. Young, 1986, Lea, Young, 1984: Young, 1989)— para quienes el dario social Producico por Ia criminalidad parece de por si ser suflciente para confertrle una especie de naturalidad a la misma (conf. Pitch, 1986: 469-487) Pero pregunio: gtlene atin sentido seguir develando la men- | ia naturalista de la eriminalidad: continuar mestrando el equi. Fmativista en el cual ha incurrido la-eriminologia desde | duc ha sustliuidedageelag maniiiestaidel homo penalis por aquella al No ena a a aes eae, Mare semi Ne sre Fara una investigacion bibliografca de ta labor de la escuela abcitcionista, wase Gatcis Mewes (1885:591-6). De hecho. es mucho mas pequete eo extension que el eco con el que reverbera a traves de la comuaiane de lee eriminlogcs (radicionales lacilmente asustados gracias al fervor revoluce: ‘arlo de clertos sumos sacerdotes del pensumiento abolicionista, * Para una interpretacion fuertemente ertica y aleamente conivincente del rol Ge estos dencminados intetectuaies en las pollcas reaganlanas de “ley y orden” vase Play Tati, 1977. 1-16 MASSIMO PAVARINE by ongamos un giemplo particularmente relevante para los, cviminglogos aus t a. En palses que c= tan Situados en la “periferia” del sistema mundial capitalista, una posicién coherente para la criminologia critica fue pensada como una “criminologia de la liberacion”, en el sentido teorizado por Aniyar de Castro (1987) sdlo algunos afios atras. Tal 7 logia denundia, sin términps medios, la obscena mezcla de dis- cursos al interior del modelo integrado de ciencia penal. Grita “(Bl rey esta desnudol", pues detras de las imagenes construidas socialmente de peligrosos criminales, es facil advertir el rostro Gel poder imperialista. Un ejemplo deberia ser suficiente: el pro- blema de las drogas’en América latina es, de hecho, socialmente construido en los gabinetes que disenian politicas en los paises hegemonices, de forma tal que reflea la dependencia econémica de los paises periféricos (véase, mas recientemente, Kaplan, 1989). Hasta aqui, a vision offecida por la criminologia de la liberacion puede ser considerada adecuada, Pero también resulta demasia do obvia. Se puede ir atin mas allé: ep Jos sistemas politicos en que la hegemoni: de fundam nt i wm ofrecer algo mas, aparte ede la criminologia de la iberacion ofrecer algo mas, ie rasgar et velo para develar como los erimmndloges han pro tudo su di de la tirania? Pareceria que solo socialisia, siguiendo el modelo poeres constituides pa a subeccinaria,alas eee hicto entonces. 2a quién puede liberar realmente es: ‘mlnolbdia de la Nberasion’? Sospecho que solo ala conciencia de! erimindlogo critica.” elt a més ciel magi ls pole ruts de una pasta crim: Iba tmmactpados bajo extn condiciones, Feeanalmone, manta se :tFscn por os apunenton que prciaman gue debenanes vase ooo delineuenic alguien que esta suendo ia exlotacin social eon (ado 0 curse cei en eva ean sua, fiegie gue 80 dei gbiacibn genenciaria de fos pane eat ae ueata por “pobres diablos, pero simplemente porque 2fuetlos gure Iefningn cn piston sor tambien “pebres abi Acuerdo fn tote punto, por tanto. con ioe veaistae de eguiens’cierios eiszanes pertencdon a ee resto arquealdgices de una entminologle romance. Cini aagsn an ie Godkee fio see ver tone Bl diseurso criminoliatcs.. 20 VALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA? aac pg Oe Sat! Se desprende que reconocer Ia arificialidad del dis! : séla_limitarse.a la_critica jones de legitimacion operadas por ic Por otra parte, esta tarea puede ser| mejor realizada, antes que por la criminologia critica, por la filo-_ sofia poltica yjundiea® : —~“Latondiencia de la del sistema penal y de I icfalidad d rr nalidad y sobre el control social es, en cami a hace autocritica de Su propia “mirada” sobre la. cu: =aue, Geftamente, no es sélo aquello definido por el sistema ieee eet eee ‘= Me explico ayudandome con una feliz imagen que da el titulo aun reciente monografia de Ceretti (1992), pero que en su formu- Jacion originaria se remite Gadamer, que es aquelia de “horizon- te" ¥en particular ~con rejectoarh saminclog ce hoes artificial”. “Todo presente —nos ensefia Gadamer (1983: 352} Uene Sus confines. El concepto de situacién se puede definir jus~ tamente en base al hecho de que la situacién representa un pun- to de vista que limita la posibilidad de visién. Al concepto de situacion se liga entonces. esencialmente, el de horizonte, Dl ho- Fizonte ¢s ¢l circulo que abraza y comprende todo aquello que es visible desde un determinado punto” Con respecto al saber criminolégico, mas apropiado seria hablar de “Horizonte artificial”, haciendo explicita referencia a ‘aquel importante instrumento a bordo de un avion que sustitu- ye. én el vuelo ctego, al horizonte. Sobre un cuadrante aparece tuna representacion esquemitica de la aeronave con la posicign longitudinal y la inclinacion lateral representadas exactamente tal como son en realidad respecto al horizonte natural. de modo Que el plloto pueda leer directament, en cualquier momento, los Angulos deoscilacion y de balanceo” (Ceretti, 1992: 20) (La cuestién, por lo tanto, ng es negar “ aunTIaMecesidad— de valerse de ub NePonTe aT al one uief©FAVEgar, sino préguntarse sila Sriifica a "No es casualidad que en ct mundo académico italiano aquellos que han contribuide mas a ésta tarea. lo hayan hecho desde disciplinaa diferentes + {2 cHiminologia misma. Ptenso en el brillante trabajo de Goss (1374) eo la historia del derecho o en el de Basarsn, en particular su Volumen de toes ue es béslcamente un trabajo de flosofia del derecho aplicada a la crm ologia. fi MASSIMO PAVARINI 21 gleado hasta ahora es util_para futuras navegaciones. 0 bien, Slantearse si es posible, hipotéticamente, crear uno diverso. ca- paz de comprender un nuevo horizont er Ua mirada Gferenté v. por lo tanto, de trazar nuevos confines. “Es verdad que la criminologia, hasta ahora, ha utilizado puntos de vista de otros sistemas para definir artificialmente.¢l arapio (el legal. in primis, pero tambien el de otros estatutos de aber como la psicologia, la sociologia, la antropologia (Pitch, 1989:39). También me parece relativamente cierto que el hoi zonte finite de su mirada se ha liffitado a comprender las aIver- 383 formas del conflicto entre capital que éste producia —o corria el riesg una splacion Gel orden social (0 mejor dicho: ha reeonducido a aquel ‘conflicto, todo desorden) [Melossi, 1980:277-362). Piénsese en Jos topicos obsesivos de la criminologia: pobreza y criminalidad, inmigracion y criminalidad, urbanizacién y criminalidad, raza obviamente, aquéllas marginadas economicamente) y criminalt- dad, jovenes (como excluidos todavia del mercado de trabajo) y criminalidad, etc. Tan asi es que, refiriéndose constantemente a sete nico horizonte, los criminélogos Ran proatucida Tectui Teaccioniarias. conservadoras, progresistas o revolucioriarias, en fanciéii de $u$ personales simpatias frente a los actores en con- Ait regunto si un 0 de vista n hoy otf6 -horizonte artificial” capaz de indluir én su propia mira ga fnita aguello que, de otra forma. no nos es dado ver —o bien, Se ve, pero luego estamos constremidos a explicar de manera for. zada—, Me-sxplico con dos ejemplos. @ El primerses ofrecido por algun: suitados a los qt Emivicm@ arrtbads 1a Investigacion criminologica “en femenino’, a propési- tode Ja vivlencia sobre las mujeres.” La violencia masculina so- bre las mujeres —y en particular aquélla sexual— se puede decir que es un tema clasico de la criminoiogia, dado que en los orde- namientos penales modernos formaimente esta violencia es criminalizada y por ende. no puede sino ser comprendida en el horizonte del saber criminolégico. Pero el punto. de vista a través Mas generalment, para una seeccién dela iteratura crminolica en ta- lato Sabre laa mujeres por las mujeres. tease Prot (1087) eVALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGLA? € una manifestacion de la violencia tout court, fruto de la igno- yancia, de la miseria, de Ia mala educacién, del aleoholismo y. | cuando no se logra comprender de otro modo, de la locura, En Jas patologias que afligen a los marginados, En los uiltimos arios,"° a través de la constitucton de los mo- Vimientos politicos de las mujeres ha cambiado, en primer lugar, | Ja pereepcion que las mujeres mismas tienen de la violencia y, | or consiguiente, se ha producido un nuevo conocimiento de la violencia sobre las mujeres que ha evidenciado su transversalidad. csto es la presencia de hombres volentos contra las mujeres al| intertor de franjas sociales y culturales diversas (Hamuer, Maynard, | 1987; Ventimiglia, 1991, 1992). En sintesis: este fenomeno ya no , Puede ser explicado en terminos de patologias o anormalidades | individuales y sociales, ya no puede ser relegado al interior del ( ambito circunscrpto de las familias multiproblematicas. ¥ adn { mas: se ha podide evidenciar la diversa percepcién sobre qué es violencia para los varones y para las mujeres, Todo esto obliga a buscar un punto de vista diferente que comprenda en el propio horizonte también la diversidad ligada a Ja tpertenencia a un género", que esté en condiciones de asumir Ja existencia no ya de un ser universal, el *hombre:. sine de dos Sujetos distintos --masculino y temenino—: y esto significa ex. tender la mirada hasta comprender y dar legitimacion a una di- versa percepcién dei mundo y de la vida, Impiicaria reeemacer ax. plicitamente que “la persistencia del privilegio del punto de vista masculino (es) no solamente una constriccion que subordina los poderes de las mujeres para la toma de decisiones y el progreso cultural, en una forma tal que ha signilieado que sean las mujer Jas que paguen el precio de la comunicacién ambigua que ha ca. acteriza la relacién entre los sexos. (Ademas, representa} un imi. te cognitivo y politico que ha impedido una lectura adecuada de la naturaleza del problema y de las intervenciones para gestionarlo, con el resultado de que ei trabajo cientifico sobre el problema de la violencia contra las mujeres sirve como win lugar para raciona liar las estrategias de justificacién y negacién de muchos hom- bres violentos” (Creazzo, 1992:13). "© ara una bibliogratia de la literatura sobre mujer, desviactén y contra social, vease Facciu (198:239-44) MASSIMO PAVARINT 23 Lo que resulta mas interesante para comprender mi argu- mento en este trabajo es que esta nueva mirada define un nuevo horizonte, en el que pueden Ser abarcados nuevos objetos y los abjetos que se Gon prendides de man z= “DE! segundo ejemplo me es sugertte-por los nuevos enon sobre la cussion de la enminalidad organizad=~ Tambien con respecto a este fema nos entontramos frente a unlebjeto clasico * de la reflexidn criminolégicay{cont. Sutherland, 1949; Cressey, 1989), obviamente comprendido al interior del propio horizonte especulativo desde siempre, dado que las conductas ilicitas referibles a la criminalidad organizada son por lo general criminalizadas en todas partes. Por mucho tiempo, en los Estados Unidos (que fue el primer pals, recordemos, en utilizar el término organized rime) las politi- cas criminales emplearon la etiqueta de eriminalidad organizada s6lo para definir el fendmeno dela mafia. Contemporaneamente la literatura criminologica norteamericana —que ya desde los aos “20 lidiaba con cuestiones definitorias— declinaba el aspecto organizativo de la criminalidad sobre el paradigma empresarial dé Ig sociedad anénima (o sea: la organizaciéai tiene un rol preem- nente y auténomo con respecto a los asociadas y efercita racional: mente la gestion de los bienes y servicios iliitos)“JLuego. en parte diversamente, la literatura norteamericana tendio a privilegiar los caracteres de la interseccién entre economia legal y economia lle gal (Chambliss, 1978) y a estigmatizer la propensién a dominar en sentido monopolisia u oligopolista el mercado recurriendo tam- bién a métodos criminales (Pearce, 1976), como los elementos que (califican a la criminalidad organizada. En este sentido, los fené- enos que se definfan como criminalidad organizada no serian [sino aspectos de Ia criminalidad econémica. En el contexta italiano me parece que Ia difundida alarma social eon respecto a este fenémeno. reflejada en la forma en que es formulada la politica criminal, terminan por construir el con cepto de examen organizado casi exclusivamente sobre la base de ibilidad” y “peligrosicad” de algunos h elictuosos aque. por olro lado, son entre ellos absolutarmente helerogsneos. La seonstriceion hates des versos paradigms nterprtaios iuados en al estudio ten organizado en la cultura norteamencans ped ‘Sramr99 165-58 puede eeconcars ener & 24 {VALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA? La criminalidad organizada ingresa asi en el I4xico politico-juri- dico cuando fenémenos delictivos —muchos de los cuales, por otro lado, histOricamente presentes desde hace tiempo— alcan- zan niveles elevados de intolerabilidad social; es decir que es so- bre el elemento externo de la reaccién social que se termina por definir una determinada realidad como criminalidad organizada, ¥ no sobre su caracteristicas intrinsecas. La vasta literatura sobre el tema de la criminalidad organi- zada,” aun en la diversidad de enfoques, esta constrenida a com- render el fenémeno como si fuese, justamente, un aspecto dela cHiminalidad con alguna cosa de mas (mas peligroso, mas es- tructurado, mas ligado a la legalidad, mas comprometido con la politica, etc.) Bs decir que el punto de vista elegido por la crimi- nologia no puede ver “mas alla” ni “diversamente” de su propio Doronte artiia Pero si se asume un punto de vista distinto, por ejemplo. el sugerido por la economia politica, es posible ver y, sobre todo, comprender, cosas diversas: enteras economias nacionales que ‘se sostienen por procesos econsmicos acumulatives v distributivos que legalmente definimos como delictivos; organizaciones crimi- jRales que condicionan fuertemente la economia y la politica de |muchos paises o de vastas areas de sus territories (Kaplan, 198; [Tenorio Tagle. 1991): un producto bruto mundial llegal que no |Sesluce en cuanto al ntimero de cifras en relacién al acumulado respetando las reglas del juego: y tal vez todavia mas: la riqueza ‘de las naciones esta también hoy —o sobre todo hoy—, en buena parte, constituida por los productos dei delito organizado. Pero ' podria agregar todavia mas: desd= este nuevo punto de vista es \gosible alisbar que ei proceso orientado a la, monopolizacion y Joligopolizacion del capital no pertenece, clertamente, sélo aja stra de la Jegalidad economtca: tambien la economia qu iimos como tlegal ha suftide la misma transformacién, La criminologia es “vieja” aun cuando se autoprociama “nue- ye": Eyal vez Ik Unica que continua razonande tomando como verdadera la mentira del.“ Productores, némades y. Solamente respecto a las recientes contrbuciones al estudio del problema el crimen organtzado en italia, vease Aztacci (1983). Carantato (1868), Zc (19801. y Faccove (1991, 1992) 25 alternativa basada en la economia politica es bien diferente. De~ Jando de lado los delitos culposos y aquéllos ocasionales (Lodavia hhay casos de amantes celosos que matan a sus rivales), en Italia toda forma de legalidad econémicamente signifcativa, necesita estructurarse oligopélicamente y conectarse en red." Es decir, ninguna actividad ilegal de alguna forma econémicamente pro- ductiva, puede sobrevivir adiualmente sino es dentro de la red de las organizaciones delictivas y en una relacién simbiotica con la economia legal. Pero deede este punto de vista diverso, se puede viskumbrar también que una vasta economia criminal no séle acumula in- gentes capitales, sino que los distribuye, ciertamente, para co= romper el sistema politico-administrativo,"* pero tambien para tute dur oe ame ern ee Beg auu seam imintneemncr ee twolan el racket de aquellos que limpian parabrisas ilegalments, Estos mis- cn se at gi teeter raves surunistres de cptal, Estos nds sran provieton dead ol cus se bajo la forma de un 26 (VALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA? mantener un verdadero ejército de “asalariadi la tlegalidad han hecho un trabajo como cualq do por un salario que sélo 1992: 95: Hobbs, 1988)."5 Seguramente se puede replicar 1 delito” que de T otro, a menu- garantiza la supervivencia (Ruggiero, defensa de k iminolo- gai estos escenarios han sido “imaginados" también por los criminélogos. Justamente, “tmaginados", como algo cuya exis- teniela se intuye pero que de todas maneras escapa al propio ho- Tizonte cognoscitivo, continentes desconocidos seftalados en los. mapas con la expresién: Hic sunt leones. Si ellos estuvieran, al contrario, en et centro de nuestra reflexion, necesariamente todo nuestro conocimiento artificial de la cuestion criminal asumirfa una perspectiva distinta, Estos son sélo dos entre los posibles ejemplos que nos su. gleren extender diversamente y mas allé la mirada criminologica Cieriainente, esta iiirada distinta capaz de abarcar un horizonte |{2n amplio puede producit vértigo\mas que la conciencia de la | artificialidad de Jas definiciories legales, lo que escapa casi defl- nitivamente desde estos puntos de vista diversos, es el anclaje |nismo de la nocion de eriminalidad oftseides por el crimen organizado y, por ello mismo, que las organizacto we ic oo snmp deers Sey ee oy ca aricho més ala de ate: miles de otros wien a aves, 9 Se mr eeeeteeaee ‘ese geld al eeraito de aquellos que wven de Is provisiin de oporturicades de {Utbal ee): despuss, esta el enorme negocio ct tales de drcgae, he venta de tabaco (Lasiwexn, 1989), mn oe ae MASSIMO PAVARINI a7 3, La tentacién suicida ‘Como todas las cosas adolescentes, también la criminologia ha acariciado el escalofrio de terminar con todo. de negarse como disctplina. Uno de los padres fundadores de ia disciplina, Fern, en la conelusién de su Sociologia criminal, sofaba: “(la criminologia) se cavaré a si misma su propia tumba porque la diagnosis cientifica ~y positiva de las causas de Ia criminalidad... reducira et nomero de delincuentes al minimo irreductible en el ordenamiento futu- ro, siempre en via de formaciin cotidianamente, de las socieda- des civiles. en las cuales existira tanta menos justicia penal en cuanto mas habré justicia sorial” (Ferri, 1900:938), _Otros autores, menos oplimistas acerca del irresistible pro- greso de la ciencia y del socialism, al interrogarse sobre los fun- damentos epistemologicos de la disciplina criminolégica postti- vista, han negado, mas radicalmente, que ella siquiera haya nacido (Michael y Adler, 1971): saber confuuso, sintético 0, mejor atin. pre- datorio de otros saberes. 2 refugia Ejesatoro,clertamente,poraue el erminslog. recurrenteffiénte en otras disciplinas, dado que cada uno es re- ativamente libre de trazar los confines del hacer criminologia: ninguna actio finium regundorum ha jamas encontrado el con- senso undnime de la comunidad de aquellos que institucional y —en particular— académicamente, son reconocides como cri- mindlogos.'* Todo esto produce un difuso sentimiento de inseguridad y is de la” deberiamos registrar a mi eS, que ante cualquier oca: \* Esta} pensando aqui, en particular, 2n al estado de la ciencia criminologica ftalla, Ajgunos aeadénuicos, la mayor’, fueron iniciados en su oficto em Jas mesae de disecoton de cadaveres, Otros apreadieron su criminclogia en las Facultades de Derecho que, n Italia, coma legado del idealismo Mlosofico ‘ensetiado por Gentile. estan deminadas por un cechazo visceral con respect Ziss clencias empiricas. Estoy mas 0 menos convencido de que los Crimindloges en italla son el perfecto ejemplo de aquellos que tienen que chsefiarse a st mismos la qaturaleza ce su materia. Pero, probablemente. sto no es algo lamitado a Teal: se aplica tambien a los paises hispanona- biantes, ee verdad —al menos er parte— de Ia criminologia en Francia y, cal ea aun en Alemania. wee “sien Beil {a5 limitadas a fos problemas, sin tener que hacerlas deriv a oS 28 eVALS LA PENA SALVAR ALA CRIMINOLOGIA? rto!". Es curioso, sin embargo, que lo griten ee ts No obstante, este estado permane; fariedad, de in- Seguridad, de crisis; esta recurrente tentacién de.suicidarse, puede fevelarse como una cualidad para nada despr como nos ensefia la experiencia, la ausencia de un tertitorio se. guro, de un refugio, han resultado elementos decisivos, en situa- ciones de extrema emergencia, para la supervivencia de un puie- bl 1d Persona. Giulero simplemente decir que para el crimiinélogo és relativamente facil “hacer las valijas" y emigrar hacia otro lugar, pues tiene bien poco que perder. Esta vaguedad del vineulo disciplinar podria considerarse una de las fortalezas min r Pienso, en este sen- Tico, que el desafio de la complejidad social —con la necesidad de tomar, de todas formas, decisiones— puede ser una emergencia extremadamente favorable a la “liviandad” (0, Si se prefiere, ala srresponsabilidad cientifica) del crimindlogo. En suma, la criminologia puede estar mejor prep: mn la crin yarada que otras disciplinas para hacer elecciones parc i lales, sugerir respues- ae ha election metodoldica, de una resoldcién general. ¥ esta por a. La criminolo eis auc-desdé su origen, careve de una h fe e Sido siempre “y folate ae ohn ee Hlosofes dela posmodernidad han lamer teorizacion sobre la ase de una “ontologi fattimo y Roveraito, 1983} Tesla dette ecto que esto ene mi seta ra bajo clentifico y profesional. Desde hace dos arios me he compro. metico fuertemente en las politicas de “nueva prevencisn de! de. lito”.'® Dinjo una revista de difusién (Sicurezza e Territorio. Per ana politica af prevenaione delia criminalita) ortentada ‘a proveer informacion sobre la produccion de seguridad frente a la desvia- Entre los trabalos recientes en felia. Op Lea y Prem: (1990) yaceven haber fomaco una tinea claramente opuesta 4 is argumentads er Sone cn ‘Scciedad moderne. intenaaa’ i Teconoceren ta misina somplsjidad socal de (a ermanaildadel factor que puede servic pura nausea de Sa aoe do de analists, ca aa = “ so ests expresidn enol sentido preciso adoptado y conceptualmente elabo- do por Rear (1991) en el Congreso ‘ntertacional sobre Sepiriiad Utes, 2a y Prevenciéa del Delta (Paris Ta:20 de noviembre oe 155k: MASSIMO PAVARINE 23 cién criminal que impacta én la vida urbana, para los trabajado- res sociales, los voluntarios, y aquellos que tenen responsabill- dad politica y administrativa en el nivel de los gobiernos locales. Ademas, coordino actualmente investigaciones cientificas acerca de las percepciones y el panico sociales sobre el delito en la ciu- dad. Para el desarroilo de proyectos de prevencién del delito trato de convencer a aquellos qué desean escucharme, de que es posi- ~ ble vivir mas seguramente y con menos miedo al delito, a través de la difusion de la cultura de los “nuevos enfoques con respecto a la prevencion del delito’, € involucrando a las comunidades locales en esta tarea. Confio en que activando e incrementando Ja interacelén y comunicacion social entre sus miembros, una comunidad puede encontrar los recursos adecuados para enfren- tar sus necesidades de seguridad. A partir de los primeros resul- tados de estos esfuerz0s, siento que el mensaje ha sido conside- rado razonablemente convincente. ~ ,Cémo puede ser concebida esta actividad en términos de mi perspectiva criminologice? Mas alld de las innegables diferen- cias de contexto politico, cuitural é institucional, podria decirse, clertamente, que en muchos aspectos-trabajo en las direcciones Propuestas por I ealistas de izquierda o por algunos at 2 jentras mi practica puede parecer lar a aquella que ellos ‘propanen, wa pienso como ellos, For el contrario, soy extremadamente critics €8 farios de sus argumentos tedricos (Pavarini, 1985:525-54), Mas atin: lo que miego es la idea misma ce que sea necesario tener una teoria \general del delito y el contro, social para interveriir en el eshietzo por aliviar algurios aspectos particulares del problema dat deilt (nadie nunca espera quié uno resueiva el problema def delité de una vez y para siempre!}. Naturalmente, también yo he tenido, y todavia tengo, algunas ideas generales sobre la cuestién crimi- nal, quiizas porque es cast inevitable tenerlas. Pero es justamente porque he visto también mis ideas cambiar a lo largo del tiempo, que he llegado a considerar que tales visiones generales no son otra cosa que conceptualizaciones provisurlas ue soluiienite Ge~ ne valor heuristico. Pueden, ser titiles para explicar algunos as- pectos del delito, al mismo tempo de que no lo son para explicar otros. Ena medida en que astas teorias son construidas en un nivel mas alto de generalidad, mas disuel [cualquier aspecto particular del problema d mente, este upo de teorizacién puede hasta correr el riesgo 30 LVALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA? eee , Perder contacto con la cuestidn criminal misma, Sin embargo, lo tua || gue planteo a8 que para ls propdstios dela teotaeato puede al uekase’ |'vez, Ser-considerado una ventaja. ‘| (_ Ahora bien; volviendo a mi experiencia personal actual, mien- fea {tas paso buena parte de mi tempo construyendo proyectas prac- ‘eGift ticos orientados a la prevencién del delito, contintio estando, sin Gog, sinbargo. fascinado por la idea de que ya no tiene sentido busear SET explicar el delito 0, mas bien, que esta cestion esta paullating fnente perdiendo'su éspecificidad: También tengo (como Stanley, ‘Cohen tis “vistories del céntrol social’. Imagind que la defini cion y la distriBiigiéar de 1a critninalidad se transforma ea ada w Un “Hésgo" due acomparia la competicion social. Como jek ‘tina consecuencia inevitable de la htpertrofia del control social el oor sistema disciplinario pierdé progrésivamentesu originario cardctér \fSgmentario y, en cambio, se presenta a si mismo como un Sis- ‘ma total. omniabarcativo de proteccién social. De ser un ins- thumentodisenado para defender un orden natural (cuando se ‘erefa que el orden del mercado era “natural’), las tecnologias de control social han pasado a ser métodos utilizados para reforzar ilo que se reconoce como un orden artificial. '® | La cuestion de qué debe ser considerado delito se transfor- ma bajo estas conglisiones en un “bien” o “recurso” que puede ser Objéto de intercambio". Las prohibiciones penales Ocupan su IgE" COMO explica Sgubbbi, “entre los asi denominados publicos que, de acuerdo con el modelo neocorporativa de ara nizacién social, son objeto de negociaciin entre las autoridades. publicgs, por un lado, y los grupos sociales organizados, por el fro” (Sguabbi, 1990:26). Cada individuo, en sv particular sta vise, ok entajas y desventajas en el sistema de control social. La gociacion Social generada para sroducir una distribucién so- de los delitos y las peas es llevada adelante actualmente en ontexto neocorporalivoilLos actores mas fuertes busca ns sistemas de control social de este tipo adquleren su forma en virtud de procesos arulciolmerte ereados ce eriminalizacion primaria, Co que'cs 9 Bio esta desconeetado de todo tipo de sentmtento de desaprobacten ue goa apron yne ene ningun eon sel ocltral ab samo te ede generarse a prsteror™. Es por asta razdq que podemes eonsiderarla Sule. Et control soca de i erminalidad a traves‘de tg presopcones ieoleg, gr lo tanto, se transforma sn una suerte de tecnologia det arcen isaac MASSIMO PAVARINE 31 parar la mayor cuota de este “bien”, penalizando las conductas de las otras partes, mientras intentan maximizar su propia in- | muunidad, asegujando de esta manera una distnibucton desigual de la penalidad, Este sistema emergente de control social tiene caracteristi- cas que lo distinguen ciaramente de los que lo han precedido, La negociacién que lleva a una distribucién desigual de la penalidad | sélo persigue el objetivo de'perjudicar algunas actividades 0 ac- ” tores sociales, frente a otras/os. Su funcién no es realmente pre- venir que tales actividades se realicen ni eliminar o resocializar (ciertos actores. Bt sis \vierte en un elemento intemo'a los &F 5 ujetos sociales colectivos y grupos de intereses des y penalidades que resulta es, entonces, un aspecto de I di8- tnbucion a aide es Su sentido ima amplld cafobe: on sintesis ec producto contingente de los conflictos sociales cuyos resultados a iderado criminal. Pero lo que dis: tingue esta situacién como nueva es que la definicion de la crimi- nalidad no es solamente convencional, sino que ha perdido todo tipo de especificidad: la etiqueta de criminal es sdlo un recurso al exactamente como aldinero. Ahora bien, siesto es asf, 7qué sentido tena i i fiologia como una disciplina que especificamente trata la cues-| ‘én criminal? 4, La vocacién partisana Segish Stanlev Cohen, es posible ser un criminélogo profe- D fr: ,De qué parte estas” (Cohen, 1985:938). (Si al sociologo de las religiones no le es requerido vestirse con habito alguno, ni rogar a ningiin Dios, al socidlogo de la desviatién no debe pedirsele sugerir o tomar partido por alguna politica criminal. O al menos, no necesariamente\, Esto es solo abstractamente posible, en el sentido de que se puede afirmar, ciertamente, pero dudo que se haya dado alguna ‘vez. Deberiamos preguntarnos si es auspicioso que se dé No me interesa afrontar la cuestién irresoluble —mas que irresuelta— de la neutralidad —o no neutralidad— de la ciencia. c 32 VALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA? “bajo” nivel en el que se ha movido la criminologia creo que ni siquiera ha rozado alguna vez este nudo epistemologico. En cam- bio, si deseo afirmar que el discurso sobre la cuestidn criminal se ha traducide, cast siempre, en politica criminal, toda criminolo- gla en préctica criminologica. No creo que pueda decirse lo mis- mo de las diversas sociologias de la religién. Sila criminologia ha sido siempre una ciencia comprometi- da, {Nene Sendo preguntade al criminologo “de que-parte es t83°7 Dudo que tenga un sentido si la cuestion es examinada en Telacién a la practica criminologica pues, de otro modo, deberia admitirse la existencia de una posible antinomia entre libertad y autoridad en las politicas de control social de la desviacién criminalizada. Y esta antinomia no se i@naunca'l Plantearse esta pregunta es consecuencla de una cierta pere- za mental que termina por transferir acriticamente en la crimino- logia y en las practic social de la desviacion criminal la presencia de una ambigtiedad qle pertenece verdaderamente a otros campos de sabery de poder, como por ejemplo, el de la psi- guiatria y las practicas de salud mental. En [a psiquiatria tiene sentido —o ha tenido sentido— pre- guntarse a qué mandato responde el psiquiatra: a la tutela social “de la”. o “contra la” locura, esto es, para defender al loco. de sociedad 6 a la Sociedad del ioco (Betti y Pavarini, 1984: 161-183) En €lecto: si se responde “ala tutela de la”. se define el espacio de los de:eclios de lbertad (como el derecho a la salud); por el con- ‘trario, si se responde “a la tutela contra Ia’, se termina por pro- pender a la negacion de la libertad, y por ende, ala represién, al coritrol social... en suma, a la autoridad. La préctica criminalégica, histéricamente, no co: mente al campo de la defensa : re 2 este Séntido, a la practica criminologica pertenece —genérica- mente— séio la autoridad. Desde este punto de vista —esto es. aquel que se refiere a las finalidades sociales de la practica criminclogica— no tiene ningtin significado plantearse la cues- tion de una dicotomia entre libertad y autoridad. El eriminsiogo. en este decisive aspecto, sélo puede estar de un lado, porque existe s6lo un lado. 7 oO ~ Inchuso cuando se afirma (Pisapia, 1992777] que Ehdeher de la eriminologia seria empefiarse én reformular las demandaSde orden social mas que en proveer re&} as-demandas, [MASSIMO PAVARIN 33 es facil contestar que, por mas que nos empeftemos en reformular las-demandas, Io qué Socialmente se espera de Ja criminologia son siempre las respuestas, 0 bien, que epistemologicamente es posible forinlar diversamente las demandas de orden sacial s6lo es funcién de una distinta respuesta. Resulta de otra manera si, en cambio. el punto de vista no ‘se refiere tanto a las finalidades sociales de la practica criminol6- gica cuanto al(pereepoion soiat que los actores sociales —en- tre ellos, también él erifsindlogo— pueden tener de una determi- nada practica criminolégica ode control social. En su contribucion reciente y decisiva, ‘Tamar Pitch {1989:/ 13y se.) muestra como "bibertad” y “autoridad: en las politicas de control, social pued “puntos de vista” de jos, actores sociales involucrados en el proceso soci: ynirol. Desde! cate punto de vista —que Tamara “subj ‘posicién al, precedente de tipo “objetivo’— tanto control social como desvia~| ida son conceptos “ambiguos’ ~~ La eategoria de control social | pusse series, sino contra~ dictoriamente. conjugada, ComoGuestion politic® [p. ej.! como imponer, cambiar, consérvar un order-secial}-ei-control social es leido a través de categorias politol6gicas y juridicas como poder, | Sominio, Esta, derecho, eepesion.. auoridad Como cuss tidn_soctologica. en cambio, el control social es interpretado a “tavée-de Otros paradigmas: motivacion para la accién, integra- [cid sucial, socializacién, cn unia dimensién social no conilictual, fen la que quien es controlado no retvindica ninguna “alteridad” frente a quien ejercita el control. % Tratar el contol sorta come una cuestisa polluca implies, come argumenta Pret (1981S). que la tacion descripea es una =n la qué existen nos que \fominan v otras que son dominados 7 que estos grupos estan an coniicto. fc domiaadoe von sbgaces a acrpar i gla ee ancl que dominan lm compartiria. a menudo cesistiendola aetivamente. parque representa In fereses Contrarvs a ios suyos. £9 por esta razon que el control socal se [ansformes cn vepresion dela vesiatencia”y del door Irene al orden do- 2 inalmente, Frecuentemente lo contrartoes cierto. Aquéltos sometidos al can trol social pueden ser visualleados como demandando una mayor integra Son ch la sociedad, en cl sentido de que pueden tsner expectativas legitimas, hasta derechos, a ser integrados, Por ejemplo, en el Estado de bienestar de- fmandarhos el derecho a la salud. sla educacion, a la seguridad social. ES Gite resis al conto! social cuando se presenta bajo esta forma, 34 AVALE LA PENA SALVAR 4 LA CRIMINOLOGIA? MASSIMO PAVARINI 35 {a primers acepeion de control sacial —aquella politica de = a tipo conficttal— produce una definicién de la “desviacién” curso distinto sobre la cuesti¢n criminal, aquellos que se Jos actores $06 produce e subjetiva: de tipo *positivary’el desviado como portador de innovacion, titu- producen en las percepciones subjetivas Jar de alteerdades no homologablesy £l desviado es, por lo tanto de alguna manera, actor politico, agente de transfoumactén, Fre~ cuentementeesxevolucionario. La segunda peepcién de control social —aquella sociolégica de tipo consensual produce en cambio una definicion de la “des” Wiacion” de tipo. “negativa”:/el desviado como quien sufre pues tiene menos, no porqué es diverso,/De aqui, necesariamente, se Geriva la patologizacién del desviado: la cura, el tratamiento de quien tiene necesidad. ble acepeion de desviacién y control social traduce, de dos puntos de vista opuestos de los actores sociales: lectura conflictual, involuerados en la accién diseiplinar. Bl esfuuerzo —aun cuando loabie y cientificamente sofisticado— de individualizar un “refe- rente material” en la construccién social de la criminalidad aque escape por Io tanto a las contingencias del subjetivismo y ancle los procesos de crimipalizacion unicamente en la represion, de las conductas objetivamente dafosas— no ha producido re- sultados apreciables (Baratta, 1983:5-13) 3 fetite, a la explicita eleccion de bando, por ellos exprésada, 4 favor de una politica priminal que tutele la “clase obrera” de los riesgos de criminalizacion y victimi- zacloni, Sind al haber repropuesto.una dimension reificada de la crimialidad (De Leo, 1986:453-68; Pitch, 1986:469-489; Ruggiero, rime fad en oposicion al mismo: ia segunda, justamente por- gue no pereibe conflicts aiguno, no puede siquiera individualizar ‘um espacio de libertad como “diferente” al del control Cos términosentonces apropiados can los que podemos tra- ae por ende, a defender como virtuosa Ja elec: ductriberad”yautorteaden la gestion dela deonace es | cioce‘de cnn tartan la praction SAeniagToes se los de "fesistencia” y “adhesian’ ala accion de control social. Y Sa sue se Teconozea como, en Ja detnicici ina cues. resistencia y adhesion al eontral Soult sok Mee oe | Sar ea ae en a sigs de puntos de vista subjetivos v, por ende. contingentes. fol soeial, es siempre decisivo no sélo quien tiene el “ aquello a lo que hoy yo puedo resistir, es a lo que mafiana ti | puedes adherir. Se dird que quien es arrastrado al cadalso 0 constrenido a budrirse en la carcel no puede sino percibir el sistema de justicia penal en términos antagonistas y conictuales. Pero me pregum to si lo mismo puede decirse del menor desadaptada a cuya des WiaciOn criminal el sistema de justicia penal responde con un Programa de formacién profesional ¢ insercién escolar; 0 bien, Gel joven toxicodependiente que ha delinguido y que es penado con un programa terapéutico de desintoxicacion. mien.quien tiene lnweliniear Bh eleeto, deli un proceso como de Control aa” Gal yuna realidad social come deaviada y criminal da cuenta ct ‘iting instancla, del grado de oposicion, de resistencia, a la ‘na- ralidad” dela intervencion misma. raid z “ra elécoiin de erimmnalizar una determinada problematica social ode contratarla par offs medics [psiguiateis, aSSTEN” ofa SO8IaT, ET oat perar su iieegracion a traves de la socializacion primarla. feénvia siempre a 6 dal dela problemadiea thistia cle cual un rol central y desisivo | if, Selesnrazin de esta ambizaedad en la percepeln sub) SE eo aR os alg oleae /AeSoN0 \| va dela accion de control, ef enmindlogs piede-esamas-tebe, es jugado por la conciencia de nas ictores Sociales investidos por ite, de" rés disciplifiar. . Bara comprender correctamente lo expuesto tedricamente. basia tener en mente dos construcciones sociales exizemas opuestas: la administrativizacion del control social en las eas de control social de la desviacion juvenil,a través de politicas Gea a mi ese ESpEEHTCO | éiegir de qué lado esta. Dé aqut la" presencia Gena ~ 4 GHimihologia administrative. una d dereehia y otra de wqU & etcetera, * __ Porio tanto, no existe ninguna postbilidad para el crim de elegir “otro” punto dé vista a través del go constnur an dis- 26 VALE LA PENA SALVAR A LA CRIMINOLOGIA? Unicamente de tipo asistencial, por un lado; y el estatuto politico de combatiente, reservado en algunas situaciones a los miem- bros de las organizaciones terroristas, por el otro (Desde esta perspectiva diferente, la cuestion de la “liber- tac" y la “autoridad” en la gestién de la desviacién es compren- sible s6lo “desde el punto de vista” de quien es definide como desviado, y dialécticamente: cuanto mas resiste ala accién de control y se opone a ella, tanto mas “libre” del control y vice- versa. Me explico con un ejemplo. Pienso en el rea problematica de la toxicodependencia, suspendida entre criminalizacién y medicalizacién, donde la construccién social penal del consumo de droga no compromete sino que refuerza la supervivencia de una cultura antagonista de aquel que es definide como droga- dependiente, mientras la construccién social terapéutica niega dicha cultura antagonista. Pero, en realidad, esto solo sucede abstractamente. Pienso en el joven drogadependiente que se "ve" a si mismo como “enfermo” y consiguientemente, invoca el dere- cho de'ser curado. En suma: si el drogadependiente comparte y, Por ende, no resiste la intervencién social que lleva a una cons- trucei6n de la toxicodependencia como cuestién sanitaria, el es- acto de las libertades esta, para él, mas tutelado dejandose “cu rar" que haciéndose reprimir penalmente. Pero me pregunto: gestamos seguros de que el punto de vis- ta de quien, de todas formas, termina por sulrir. sea el elemento decisive para legitimar una u otra modalidad de control social? cEs convincente que una eleccién a favor de la criminalizacion sea mas legitima que una a favor de la mecicaltzacién o de la Psiquiatrizactén, sélo porque “subjetivamente’ el desviado esta en condiciones de reivindicar, mas o menos, una alteridad frente ala accién de control? i ‘particular no puede ser reducida a iz sacialés involucradas, tanto aquellos que. iacién definida como problematica como ‘Sguellos Comprometicos en la respuesia discialinania. STabani- io de actores relevantes va desde las victimas y sus familiares a jos desviados y sus familiares, se extiende a lds sectores socia- MASSIMO PAVARINT 37 les mas expuestos a los riesgos de criminalizacién y victimiza- cidny, por ultimo, deberia incluir a la comunidad como un todo. 1 opuestos (ai bien éste no serd siempre La cuestiOn se plantea entonces: el"pun- to de vista” de quien se deberia privilegiar? ¥ cl dra qué optar, No hay.escapatoria.., BIBLIOGRAFIA American Friends Service Commitee: Struggle for Justice: A Report on Crime and Punishment in America, Hill and Wang, Nueva York, 1971. ‘Anmran de Casto, L.: Criminologia de la liberacién, Universidad del Zulia, Maracaibo, 1987, Auaccm, P.: La mafia imprenditri¢e, Il Mulino, Bolonia, 1983. Satan aire enna eecnian, wee jai See eae sone beige REALE ocala iter tete ante g on i aaSuaieanates cece oatemaee rea capa mannan oct pte nnismo en el que se basan sus identidades sociales. 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Zincaxt, Vii La Criminatita Organizzata: Strutture Criminalli e Controllo Sociale, CLUEB, Bolonia, 1989. u EL NUEVO ESTADO REGULADOR Y LA TRANSFORMACION DE LA CRIMINOLOGIA* Jon Brarrewarre™* 1, Taltado en la piedra En 1969, cuando ingresé a la Universidad de Queensland, habia un gran edificio de piedra que tenia tallada sobre su entra- da la palabra “Zoologia”. Al lado de ésta, estaba tallada la palabra “Botanica”, Detras del primer edificio habia uno mas nuevo lla- mado “Microbiologia”. Hoy. estas divisiones disciplinarias no sig- nifican demasiado. Los principales temas que organizan a las ciencias biolégicas son Ja biologia molecular (transformada por Ja revolucién del ADN), la Biologia evolucionista y la ecologia —todos temas que, justamente, atraviesan a la vieja biologia ba- sada en tipos de organismos Un cambio comparable esta descendiendo también sobre las ciencias sociales. Este ensayo intentara explicar por qué. Se sos- tendra que algunos estudiosos actualmente identificados como criminélogos podrian convertirse en influencias centrales en las clencias sociales, a pesar de que la criminologia en si misma, de acuerdo con este andlisis, esta destinada a declinar. La mayoria * Publicado originartamente en inglés coma “The New Regulatory State and the ‘Transformation of Criminology”, en Brtish Journal of Crminology (40:2), 2000, pp. 222-238, Traduecion de Enrique Andres Pont y Ana Oberin. ‘Stustrallan National University

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