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Parroquia San José Obrero Curso de Valores

VIRTUD DE LA PACIENCIA
Estrictamente la paciencia se vive tan sólo cuando se soporta un mal para repeler otro mal
superior, mientras que la longanimidad ayuda a soportar las molestias cuando tarda en llegar
algún bien.
La paciencia, como toda virtud, tiene dos vicios opuestos. Uno es la impaciencia, pero el otro
es la insensibilidad o dureza de corazón. Indudablemente, los padres necesitamos desarrollar
la virtud de la paciencia, pero los hijos también necesitan aprender a ser pacientes.
LA INFLUENCIA DEL AMBIENTE
Hay en la actualidad muchos hombres que llenan su tiempo con una actividad frenética
incesante, buscando resultados inmediatos. Suelen querer ver las consecuencias de lo que
hacen. No ven a largo plazo. No les preocupa lo que pasará mañana o a la semana siguiente.
Es decir, aprender a conseguir los mismos resultados en menos tiempo o con menor
esfuerzo. En relación con las condiciones naturales básicas que el hombre busca para su
sociedad, encontramos el deseo de resolver los problemas ya. Otra característica de la
sociedad actual que convendría tener en cuenta es la tendencia de no ver valor en soportar
molestias.
INTRODUCCIÓN A LA EDUCACIÓN DE LA VIRTUD DE LA PACIENCIA
Isaak Walton en 1600 escribió así refiriéndose a la pesca: «Es una manera de pasar el
tiempo de ocio, es un descanso para la mente, anima el espíritu, repele la tristeza, calma los
pensamientos intranquilos, modera las pasiones, da gusto y desarrolla hábitos de paz y de
paciencia»
ACTIVIDADES IDÓNEAS PARA ESTIMULAR POSITIVAMENTE LA PACIENCIA

 que exista un cierto tiempo entre lo que se hace y el fin previsto;


 que haya que dominar algunas pasiones;
 que haya que esforzarse para dominar alguna molestia corporal o un deseo de
moverse, de actuar innecesariamente;
 que haya que dominar una tendencia de actividad mental inútil;
 que, como resultado de la actividad, se llegue a ver la conveniencia del
autodominio que haya supuesto.
LOS MOTIVOS

 Como consecuencia del acto de paciencia, se derivará algún bien para uno mismo,
para los demás, o en honor de Dios.
 Es la conformidad con la voluntad de Dios,
 Serenidad para soportar
LA PACIENCIA Y LAS EDADES: LOS NIÑOS PEQUEÑOS
Los padres habrán de ayudar a sus hijos a desarrollar los sentimientos y, paralelamente, la
paciencia para que el deseo de alcanzar el bien sea una fuerza vital en el ser de cada uno, y
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no sólo una razón intelectual. El ambiente necesario para desarrollar esta virtud dependerá,
en gran parte, de la seguridad afectiva en que se vive.
PAZ INTERIOR
La paz interior que necesitan los más pequeños será resultado de la exigencia comprensiva
y del cariño manifiesto de sus padres. Los padres pueden enseñar a sus hijos a aceptar los
disgustos, las molestias y las dificultades que encuentran, y también los pueden animar a
esperar con serenidad la llegada delo bueno.
En un mundo lleno de nervios y tensiones es una gran alegría encontrarse con personas que
irradian paz a su alrededor. Como cristianos debemos ser hombres que irradiamos la paz del
Señor.
Una cualidad de los cristianos me parece debe ser, o por lo menos debería ser, la paz
interior. Es importante sobre todo para la mujer. Así puede ser el centro del hogar en torno
al cual gira la vida familiar. Una auténtica madre ha conquistado e irradia una profunda paz.
Debemos promover :
1. Paz con Dios. Según San Agustín paz es “ tranquillitas ordinis” , el sosiego por ajustarse
al orden establecido por Dios. Para que pueda tener paz interior debo haber conquistado la
paz con Dios: saberme y sentirme hijo querido del Padre, entregarme filialmente a Él.
2. Paz con los hombres. Quien se sabe en paz con Dios puede lanzarse a la ardua tarea de
buscar paz con los hombres. Meta tan necesaria como difícil en la vida conflictiva que
llevamos. Que los que viven en contacto conmigo sepan que nada tienen que temer de mí.
Que no vean un rival, sino un amigo; no un obstáculo para su carrera, sino una ayuda en su
camino.
3. Paz conmigo mismo. La paz más difícil es la paz consigo mismo. La división más profunda
es la del propio yo. Por culpa del pecado estamos divididos por dentro en algo así como una
guerra civil ambulante: conflictos entre alma y cuerpo, hombre viejo y hombre nuevo, voluntad
e instintos, razón y sentimientos, ángel y bestia.
4. Paz con el mundo entero, con toda la creación. Paz cristiana que ama la naturaleza,
porque es obra de Dios, y se encuentra a gusto en el mundo, porque es la casa del Padre
Dios. Paz que todo lo abarca y todo lo lleva hacia su destino final en el corazón de Dios.
LOS HIJOS MAYORES
En estas edades, podemos dar unos criterios y razonar más con los hijos. Será especialmente
importante reforzar el ambiente adecuado para permitir esa paz interior que hemos
mencionado, pero ahora los hijos pueden reconocer mejor el sentido de los esfuerzos que
les sugerimos o que les exigimos.
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LA PACIENCIA CON LOS HIJOS


Santo Tomás dice que la paciencia es la virtud por la que los males presentes (principalmente
los infligidos por otros) se soportan de modo tal que de ellos no se deriva nunca una tristeza
sobrenatural.

La clave del papel del educador es la paciencia. Sencillamente porque no se ven


normalmente los resultados de su actuación a corto plazo. O, por lo menos, lo que se ve a
corto plazo no es lo más importante. Además, se perciben muchas dificultades en la tarea de
educar y en la actuación del educando, y hay que soportar muchas molestias para lograr el
fin deseado.

Cada hijo necesita una atención diferente por parte de sus padres: más o menos afecto, más
o menos dedicación de tiempo, más o menos exigencia, etc. Pero todos necesitan ser
comprendidos por igual. Es la virtud de la paciencia «la que nos impulsa a ser comprensivos
con los demás, persuadidos de que las almas, con el buen vino, se mejoran con el tiempo»

Oración de la serenidad
Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar;
Valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.
Viviendo un día a la vez;
Disfrutando un momento a la vez;
Aceptando dificultades como el camino a la paz;
Aceptando, como hizo Él, este mundo pecador tal como es, no como yo lo tendría;
Confiando que Él hará bien todas las cosas si yo me rindo a Su voluntad;
Que yo sea razonablemente feliz en esta vida y supremamente feliz con Él
Para siempre en la próxima. Amén.

Referencias
Isaacs, D. (2003). La Educación de las Virtudes humanas.pag. 96. España: Edit-Universidad de Navarra.

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