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Poblaciones, vecinos y fronteras rioplatenses.

Santa Fe a fines del siglo XVIII

Santa Fe: Crecimiento espacial y reacomodamientos de sus pago, pueblos de indios, curatos, capillas
y fuertes durante las últimas tres décadas del siglo XVIII. Tales adecuaciones se produjeron tanto por
estrategias de población flotante en búsqueda de asentamientos, como por cambios institucionales,
en el marco de las reformas borbónicas y la cercanía de las autoridades virreinales. Así, se reconoce
una política de frontera que resulta de las negociaciones de los sectores subalternos con las familias
de elite en un momento de expansión ganadera y consecuente aumento de la demanda de tierra.
Así mismo, las autoridades de la ciudad lucharon por fijar población en su jurisdicción a fines de
marcar su espacio frente a los avances de cabildos vecinos.
Fundada en 1573 para enlazar la ruta Lima – Asunción del Paraguay. Las gran extensión
espacial que le adjudico su fundador Juan de Garay quedo desde un comenzó fuera del control
efectivo de las autoridades políticas, en manos indígenas o disputadas por jurisdicciones vecinas. A
diferencia de otras ciudades su poblamiento fue muy dinámico.
Primero, área periférica del Virreinato del Perú en los siglos XVI y XVII, desde mediados del
XVIII, se vio beneficiada por la reorientación económica y demográfica hacia el atlántico a raíz de la
crisis de los territorios del virreinato peruano. Los cambios económicos europeos y las políticas
reformistas de los Borbones. La creación del Virreinato del Rio de la Plata en 1776, la promulgación
del libre comercio, la consolidación de un poder político y económico fuerte en el extremos sur del
imperio español, permitieron a la región rioplatense consolidarse como el polo mas dinámico,
fundamentalmente por su ganadería.
Santa Fe fue durante cuatro décadas “puerto preciso” en la navegación del Paraná de los
productos del Paraguay, obligados por disposición real a recalar en este puerto y pagar impuesto.
Por su ubicación, paso obligado de los mercaderes que viniendo del Paraguay hacia el Tucumán y
Perú, logrando con ello la conexión con una economía con moneda metálica, al ser ciudad de paso,
al mismo tiempo, permitía relaciones también con Buenos Aires y la vía atlántica.
La yerba mate de las misiones primero y el ganado vacuno y mular después se convirtieron
en la más importante fuente de recursos de la región. Cuando Santa Fe dejo de gozar del privilegio
de Puerto Preciso comenzó la cría y comercio mular que se vendían en Salta y Potosí así como los
cueros y sebo a Buenos Aires.
En la segunda mitad del siglo XVIII la producción ganadera estuvo ligada al corredor fluvial
paranaense y se había expandido entre nuevos curatos y pagos donde vecinos hacendados,
puesteros y la orden jesuita poseían tierras y ganados. Al sur de la ciudad, el Pago de los Arroyos con
estancias privadas desde mediados del siglo XVII y jesuitas. Las autoridades del cabildo dotaron de
institucionalidad este pago nombrándole un alcalde de hermandad y constituyéndole un curato al
igual que Coronda fue nombrada pueblo y curato poco después.
Hacia el este de Santa Fe, Rincón y la Bajada de Entre Ríos, las dos bandas de ríos Paraná,
son de producción de ganado vacuno y caballar introducido por grandes hacendados, expansión que
comenzó a chocar las jurisdicciones de Corrientes y Buenos Aires. Y hacia el norte, luego de
establecer las reducciones de indios, se establecieron una sucesión de estancias en las
inmediaciones del rio Salado y Saladillo, zona constituida económica, política y culturalmente como
frontera.
La clave del poblamiento de Santa Fe está en la existencia de caudalosos sistemas fluviales,
tanto las estancias, pueblos, postas, fuertes y demás establecimientos están localizados siguiendo el
curso de los ríos y extendiéndose más allá de lo que debían los grandes hacendados. La otra calve es
la vegetación y su riqueza natural.

Estrategias de poblamiento y políticas de fronteras: Los vecinos santafesinos tenían dos


competidores ocupantes de su espacio: Los indígenas de las ex reducciones y los llegados de otras
provincias. Por otro lado, otro competidor parte de las pretensiones de las ciudades vecinas y sus
jurisdicciones.
Las políticas de frontera de la segunda mitad del siglo XVIII tomo un curso diferente, el
cabildo tuvo que hacer ajustes institucionales: efectuar traslados compulsivos de población, designar
jueces, reforzar milicias, repoblar reducciones y fuertes, fundar otros nuevos y constituir pueblos y
parroquias. Es decir, la presencia de estos nuevos pobladores no parece haber generado una sola
reacción. La guerra, los pactos, los conciertos, los traslados a los fuertes fueron estrategias que se
dieron alternativamente. Sobre mediados del siglo XVIII Santa Fe instrumento la fundación de
reducciones primero y fuertes después radicando en ellos población aborigen no belicosa.

Ex reducciones jesuíticas: Estas reducciones pretendieron poner fin a los conflictos de indios
belicosos y nómades en el límite sur del Chaco austral. Las tres reducciones en Santa Fe se instalaron
al Norte y Noreste. El establecimiento da cuenta de la estrategia de poblamiento y aprovechamiento
de los recursos de los indios, su capacidad para NEGOCIAR con los vecinos de la ciudad. El proceso
de interacción entre estas dos posturas se convirtió en algo muy complejo, marcado por la
obtención de tierras de acuerdo a su productividad y posición estratégica.
Luego de la expulsión de los jesuitas quienes subsidiaban parciamente a estos pueblos, los
nuevos administradores, trataron de sacar partido poniendo trabas al comercio que los indígenas
tenían con diversos mercaderes, lo que llevo a una serie de conflictos. A pesar de décadas de
reducciones la conversión fue muy relativa y la mayoría continuaban siendo infieles, sin convivir en
sujeción a las pautas cristianas, de todos modos se adaptaron, dejaron los pueblos para trabajar en
estancias o unirse a milicias, utilizados por los españoles para reubicarlos en los fuertes: Indios
confiables en tanto aculturados y pacíficos, pero además necesarios porque conocían la tácticas de
ataque de las otras parcialidades no sometidas. En definitiva, no se logra el adoctrinamiento pero el
desarrollo poblacional de la ciudad fue favorecido.
Estos indios, integrados al espacio español en la medida en que permanecieron en sus
reducciones y en los lugares asignados a ellos, pasaban a ser sujetos indeseables cuando
abandonaban sus pueblos y se dispersaban por el campo en compañía de otros. De allí que las
autoridades tratasen de reubicarlos nuevamente en el área reducida. La intervención de los
sacerdotes fue funcional a este objetivo.
La política fiscal de los borbones había ordenado censar a los pueblos de indios a los fines
de recaudar tributo. Esta demanda de tributo explica que las familias indígenas se dispersaran para
instalarse de modo autónomo. Luego de la expulsión de los jesuitas, los indígenas del norte
constituyeron agrupamientos heterogéneos: 1. Los que quedaron en los pueblos, 2. Los que se
incluyeron como trabajadores en las estancias y 3. Los que optaron por una vida independiente.
Todo esto da cuenta de la complejidad de las políticas empleadas por los vecinos
santafesinos para resolver esta problemática indígena dejando de lado la explicación simplista de
indios contra españoles en guerra permanente.

Llegados de otras provincias: Se da en el singlo XVIII un proceso migratorio de las provincias del
norte (hombres de distintos orígenes geográficos y sin condición étnica precisa) hacia El Litoral, lo
que produjo un reordenamiento por parte de las autoridades y vecinos de estas ciudades. Estos
migrantes que podían compartir tiempos de ocio y una serie de actividades ajenas al control de
hacendados y autoridades, produjo las continuas quejas de estos hacendados y vecinos por el
crecimiento de esta población rural sin sujeción. A fines del siglo XVIII las migraciones ya fueron
producto de movimientos voluntarios, tanto bajo la forma de migración familiar como individual que
abandonaban temporalmente la unidad domestica para instalarse en circuitos comerciales externos
a su pueblo.

Tierras del salado y tierras de la bajada: Una vez se desarrolló la lucha interétnica entre la ciudad de
Santa Fe y los indígenas del norte y este, el poblamiento adquirió nueva localizaciones y formas.
Establecida la frontera norte tras las negociaciones de “vivir en policía” a los indios, se dispuso la
creación de fuertes para radicar a la población faltante de tierras de los recién llegados, a la vez que
resolvía este problema de ocupación de tierras. Respecto de la frontera del Este se ejecutó una
avanzada que culminó con la extinción de estos indios por lo tanto los fuertes no se presenciaron en
esta zona.
La expulsión de los jesuitas dejo libre grandes extensiones de tierras objeto de diversas
pretensiones. Los vecinos de Santa Fe por un lado y los numerosos grupos familiares producto de las
migraciones del norte por el crecimiento ganadero en El Litoral. Las disputas entre la autoridad
eclesiástica y la cívico militar española durante este periodo fueron aprovechadas por la obtención
de tierras y para impedir los grandes latifundios con el argumento de no tener asistencia religiosa,
una justificación religiosa como estrategia para no ser expulsados y volverse legítimos dueños de las
tierras.
A su vez se evidencia el conflicto jurisdiccional entre los cabildos de Santa Fe y Buenos Aires
siendo que un juez pedaño nombrado por el primero fue sustituido por el segundo, por otro lado, es
significativo que el área en pleito este sobre el rio Uruguay, localización que permite el contacto con
mercaderes portugueses y una salida alternativa al Atlántico. La particularidad de este proceso fue
una mayor distribución de las tierras en la actual Entre Ríos.

Controles y resistencias: La recepción de estos nuevos pobladores en Santa Fe generó reacciones de


todo tipo por parte de los vecinos hacendados, una actitud de rechazo. La insistencia de los
migrantes por parecer reconocidos y avecindados desde largo tiempo en el lugar da cuanta que
aquellos sujetos se resistían a ser sospechados, estigmatizados como vagos, intrusos, delincuentes
ya que este rechazo derivo en la vía de la criminalización de estos sujetos, criminalización de
vagancia. La vagancia paso a ser una figura jurídica muy laxa y esta criminalidad se define por el
modo de vida.

Medidas institucionales: Las autoridades locales debieron resolver que destino daba a los recién
llegados. Tras la pérdida del rol distribuidor de las producciones regionales que Santa Fe tenía como
puerto preciso se redefinió la estrategia económica por la vía de la producción y comercialización
ganadera, lo que conllevo a un mayor acaparamiento y control de las tierras por parte de los grandes
hacendados especialmente frente a los sectores subalternos y producto de esta condición de
“frontera abierta” que comenzaba a querer cerrarse.
Medidas institucionales:
 Intento del cabildo de reordenar esa población de origen diverso y trasladarla a la zona de
fuertes bajo el control de la autoridad, lograr un orden social estable que se extendiera a los
confines de la jurisdicción. Pero además fue una medida tomada para erradicar de las
estancias a los sujetos y familias sospechadas de ocupar tierras ajenas como productores
autónomos y volverse competidores económicos de la elite. En los alrededores de los
fuertes y fortines se levantaban los ranchos de las familias de los militares y pobladores
trasladados donde se les asignaban tierras.
 El fortalecimiento del aparato militar a partir de las ordenanzas reales del siglo XVIII fue un
hecho común a la metrópoli española, significo la reorganización de las milicias, su
formación profesional y el establecimiento riguroso de jerarquías, honores y funciones
dentro del personal militar veterano y estacional, Los Blandengues en la Frontera
santafesina. En este marco, en Santa Fe el cabildo decidió se reuniera a las familias vagantes
e indios de las reducciones en las inmediaciones de los fuertes.
 Los fuertes garantizaron la ocupación santafesina en punto distante de la ciudad,
consolidando su jurisdicción y frente a las pretensiones de jurisdicciones vecinas. También
los jueces pedáneos tuvo que ver con esta puja de jurisdicciones. Que esta política de
expulsiones y traslados de pobladores se llevara a cabo, no necesariamente implica que
fuera pasivamente aceptada por los mismos.
Consideraciones finales: En el último cuarto del siglo XVIII se asiste a un proceso de
reacomodamiento de las áreas de población y de control efectivo de la ciudad de Santa Fe: menor
peso misional, mayor poblamiento de fuertes, reasignación de tierras de estancias, fundación de
capillas y ampliación de la justicia rural. Si bien se reconoce a Santa Fe en este periodo como un área
fronteriza de control incompleto, se está lejos de advertir una guerra abierta contra el indio como
rasgo predominante de la política de frontera. Se presentaron algunas hipótesis acerca de las
modalidades con que las autoridades intentaron ampliar su control de la campaña, poblada con los
indígenas que paulatinamente abandonaron las misiones y con grupos de inmigrantes que
provenían del norte.
Se reforzó la hipótesis que el recurso de trasladar la población a los fuertes, más que
prevenir ataques indígenas, se hizo para dar un destino a los ocupantes sin título en la campaña,
evitando su asentamiento en tierras de vecinos, próximas a la seguridad de la ciudad y las rutas de
comercialización. Así, al control de las reducciones o “pueblos en policía”, se agregó el de los fuertes
de frontera. Los pobladores de reciente ocupación de diversas procedencias estarían así inhibidos de
disputar a los vecinos el comercio del ganado, principal recurso económico.
El variado conjunto de medidas institucionales tomadas por los vecinos santafesinos,
presionados por las actividades autónomas llevadas a cabo por la “gente indeseable”, contribuyeron
asimismo, a asegurar la ocupación de la jurisdicción pretendida, disputada por los cabildos de las
ciudades vecinas.
De todas maneras. Los sujetos afectados por estas medidas, aun en un marco de cierre de la
“frontera abierta”, buscaron los modos de resistir el traslado y la vigilancia para preservar su
autonomía y sus formas de vida. Así, la política de fronteras diseñada por la elite en Santa Fe
constituyo a la vez en la imposición y la negociación con los sectores subalternos, al tiempo que
aceptaba y hacia un particular uso de los mecanismos e instituciones creadas o reforzadas con la
política borbónica.

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