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Popol Vuh

Es considerado el texto más importante de la literatura indígena del Nuevo Mundo. Se dice que es
la versión Mitológica de la creación del mundo, también que es el “libro del consejo o libro de la
comunidad”. Según su etimología Popol Vuh o Pop Woj significa: Popol: Reunión, comunidad, casa
común, junta y vuh: libro, papel.

Al Popol Vuh, muchos lo han llamado erróneamente libro sagrado Quiché, porque no es un libro de
orden espiritual, de revelaciones divinas o descritas por fuentes teológicas. Éste solo trata de
explicar el origen del mundo, la creación del hombre y su civilización, así como los diversos
fenómenos que ocurren en la naturaleza.

Se cree que la primera versión fue escrita en lengua Quiche, entre los años de 1550 y 1569, por un
indígena estudiado que plasmó los relatos orales de un anciano, sí éste fuera el caso, dicha versión
permaneció oculta hasta los años de 1701 – 1703 cuando el sacerdote dominico Fray Francisco
Jiménez, cura de la parroquia de Santo Tomas de Chichicastenango, lo encuentra y traduce al
español de manera literal, resultando muy confusa. Los documentos se archivaron en el convento
de Santo Domingo, hasta 1830 que fueron trasladados a la Universidad de San Carlos de Guatemala.
El 30 de Mayo de 1972, el documento fue declarado Libro Nacional de Guatemala, por su valor
representado de diversas maneras.

El 27 de agosto de 2012 el Ministerio de Cultura y Deportes declaró el texto Patrimonio Cultural


Intangible, por su valor histórico, cultural, filosófico y espiritual.

El Popol vuh abarca una variedad de temas que incluye la creación, ascendencia, historia y
cosmología. No hay divisiones de contenido en el ológrafo de la Biblioteca de Newberry, pero en
general las ediciones populares han adoptado la organización introducida por Brasseur de
Bourbourg en 1861 con el fin de facilitar los estudios comparativos. El escritor guatemalteco Adrián
Recinos explica que: "El manuscrito original no se divide en partes o capítulos, el texto corre sin
interrupción desde el principio hasta el final. En esta traducción he seguido la división de Brasseur
de Bourbourg en cuatro partes y cada parte en capítulos, porque el ordenamiento parece lógico y
conforme a la materia y el significado de la obra. Como la versión del abate francés es la más
conocida, esto facilitará el trabajo de aquellos lectores que deseen hacer un estudio comparativo
de las distintas traducciones del Popol Vuh".
Chilam Balam
Chilam Balam es el nombre de varios libros que relatan hechos y circunstancias históricas de la
civilización maya. Escritos en lengua maya, por personajes anónimos, durante los siglos XVI y XVII,
en la península de Yucatán. A ese nombre se le agrega el nombre de la población en donde fueron
escritos, por ejemplo, el Chilam Balam de Chumayel, etc.

Los libros del Chilam Balam fueron redactados después de la conquista española. Durante la época
colonial, la mayor parte de los escritos y vestigios de la religión maya fueron destruidos por los
misioneros católicos españoles, al considerar que tales vestigios representaban influencias paganas
y por tanto nocivas para la catequización de los mayas. Los libros Chilam Balam fueron escritos por
los mayas después de la conquista, presuntamente propiciados por los europeos, por lo que en su
redacción se nota ya la influencia de la cultura española, sobre todo en materia religiosa. Los libros
en su conjunto relatan acontecimientos de relevancia histórica consignados conforme a los katunes
(períodos de 20 años) del calendario maya. Los relatos dejan constancia de las tradiciones religiosas
del pueblo original, así como de su devenir histórico. Algunos historiadores piensan que los libros
podrían contener cierta información que habría provenido, a través de la memoria colectiva, de los
escritos destruidos en el auto de fe de Maní del arzobispo Diego de Landa (1524-1579).

Desde el siglo XVI, indígenas evangelizados recopilaron, en el alfabeto latino, viejas memorias orales
vertidas en códices o dibujos. Así se fueron reuniendo textos de diversa naturaleza: cosmogonías,
calendarios, astronomía, rituales, crónicas y profecías; todos sin estructura unitaria. Entre esas
memorias están los libros del profeta Chilam Balam de la región de Chumayel en Yucatán. En el texto
se dice, es la “Profecía de Chilam Balam, que era cantor, en la antigua Maní”, quien preparaba a los
mayas sobre la llegada de un “Padre, señor del cielo y de la tierra”.

Se estima que originalmente existían más textos de Chilam Balam, aunque solamente unos cuantos
han llegado hasta nuestros días.

No hay una certeza absoluta acerca de la traducción de las palabras chilam balam, debido a que el
idioma maya utiliza muchas palabras polisémicas.
Rabinal Achí

El nombre original en maya Achí es: Xajoj Tun, que significa Danza del tun (tambor). Es un drama
dinástico de los maya kek’ que data del siglo XV, y un ejemplo raro de las tradiciones prehispánicas.
En él se mezclan mitos del origen del pueblo q'eqchi' y las relaciones político-sociales del pueblo de
Rabinal, Baja Verapaz, Guatemala, que son expresados por medio de máscaras, danza, teatro y
música. Este drama sobrevivió en la clandestinidad desde 1625 hasta 1856, hasta que el sacerdote
francés Charles Étienne Brasseur de Bourbourg lo tradujo, según la narración en achí de Bartolo Sis.

Los personajes principales son dos príncipes: el Rabinal Achí y el K’iche Achí. Otros personajes son:
el rey de Rabinaleb’, Job’Toj, y sus sirvientes Achij Mun e Ixoq Mun, quienes representan al hombre
y la mujer. La madre con plumas verdes es Uchuch Q’uq’, y trece águilas y trece jaguares, que
representa a los guerreros de la fortaleza de Kajyub’. El K’iche’ Achí es capturado y llevado a juicio
por haber intentado secuestrar a niños de Rabinaleb’, un delito muy grave en la ley maya.

El Rabinal Achí es una obra literaria representativa de la cultura maya prehispánica descubierta en
Guatemala. Fue declarada Obra Maestra de la tradición Oral e Intangible de la Humanidad, en 2005
por la Unesco, siendo inscrita en 2008 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad.

En la obra, K’ich’e Achí, guerrero de los K’ich’es, es capturado por el guerrero de los Rabinaleb,
Rabinal Achí, en las afueras de Kajyub’, cuyo dignatario es Job’ Toj; el guerrero K’ich’e es juzgado y
condenado a muerte. Antes de ser sacrif icado K’ich’e Achí pide tomar la bebida ceremonial
embriagante de los Rabinaleb y bailar con la princesa de Kajyub llamada Uchuch Q’uq’ Uchuch Raxon
“La madre de las Plumas Verdes, la Madre de las Plumas Azules”; así también pide que le concedan
260 días para ir a despedirse de su tierra. Una vez concedidos todos estos deseos, K’ich’e Achí es
sacrificado por los guerreros águilas y los guerreros jaguares al mando de Rabinal Achí.

Al cautivo se le permite ir a despedirse de su pueblo. Antes de su ejecución, se le concede bailar al


ritmo del tun con la princesa de Rabinal y disfrutar de bebidas reales. Hoy, 500 años después, los
rabinaleb' creen que los espíritus de los guerreros muertos en esa batalla, que habitan en los montes
circundantes, están presentes también en la danza.
Memorial de Sololá
El Memorial de Sololá -también conocido como Anales de los Cakchiqueles, Anales de los Xahil o
Memorial de Tecpán Atitlán– es una crónica cakchiquel. Sus autores fueron Francisco Hernández
Arana y Francisco Díaz, miembros de la parcialidad xahil, quienes residían en Sololá. El primero
relató los acontecimientos anteriores a la llegada de los españoles a América en 1492, la Conquista
de Guatemala y los principales eventos de la época colonial, hasta 1581. El resto fue escrito por Díaz,
pero es posible que hayan participado otros autores.

El relato está presentado en estricto orden cronológico, es decir, en forma de anales, lo que explica
uno de sus nombres. El manuscrito alude al origen de los cakchiqueles, su presencia en Tulán -desde
donde fueron guiados por Gagagüts y Zactecauj-, las migraciones y conquistas k’iches, los conflictos
que aquellos tuvieron con éstos, el abandono de Chuilá –Chichicastenango– y el asentamiento de
los migrantes en Iximché.

Los autores del Memorial de Sololá consideraban que Pedro de Alvarado, al que llamaban Tonatiuh,
no tenía compasión por los indígenas y que Alonso de Maldonado y Alonso López de Cerrato ,
primeros presidentes de la Audiencia de los Confines , aliviaron los sufrimientos del pueblo.

También se refiere a la Conquista de Guatemala, a una peste que precedió a ésta y que diezmó a la
población, a la insurrección cakchiquel, a la reducción de este señorío a poblados y al desarrollo de
la vida colonial.

George Raynaud le dio el nombre de Anales de los Xahiles, en su traducción al francés, la cual, a su
vez, fue traducida al español, en 1927, por Miguel Ángel Asturias y J. M. González de Mendoza. En
1934, J. Antonio Villacorta publicó una versión cakchiquel- español, que abarca también hasta 1583,
y la acompañó de un estudio sobre lingüística guatemalteca.

De alto contenido poético e histórico, resultan invaluables para aproximarnos a los orígenes de los
pueblos mayas -en particular del pueblo cakchiquel- que, con el paso del tiempo, conformarían a
uno de los imperios más grandes e importantes de Mesoamérica, cuna de una de las culturas más
refinadas y una de las civilizaciones más poderosas de nuestro continente.
Anales de los Cakchiqueles

Los Anales de los Cakchiqueles, también conocido como Anales de los Xahil, Memorial de Tecpán-
Atitlán o Memorial de Sololá, es un documento escrito en el idioma kaqchikel por miembros del
linaje gobernante Xahil, entre ellos Francisco Hernández Arana Xajilá (de 1560 hasta 1583),
alfabetizado por los frailes franciscanos al principio de la cristianización, y su nieto, Francisco Rojas
(de 1583 hasta 1604), compuesto en forma de crónica histórica y épica mitológica, a manera de libro
recopilado.

El manuscrito cuenta la historia y la mitología del pueblo kaqchikel, conservada por vía oral durante
siglos y finalmente recogida y preservada por los miembros del patrilinaje Xahil, reyes del señorío
kaqchikel y muy probablemente sacerdotes del culto precolombino. Destaca primeramente la
cosmogonía con la visión mágica del origen divino de los reyes que guarda la introducción del texto.
La parte histórica narra los logros y conquistas de los reyes kaqchikeles y sus guerreros, la fundación
de ciudades y pueblos, y la sucesión de gobernantes hasta la expansión del reino kaqchikel y la época
de la conquista española, que relata con minuciosidad por haber sido el principal autor, Francisco
Hernández Arana, testigo presencial de la conquista y sobre todo, de la llegada de las tropas de
Alvarado a Iximché y la evangelización y la instauración forzosa del cristianismo con las
consecuencias dramáticas de la invasión sobre el pueblo conquistado.

El libro es una fuente histórica invaluable porque permite conocer fechas exactas, registradas por
supuesto en calendario maya, de hechos comprobables, así como los topónimos de las regiones de
Guatemala en maya, los nombres originales de la geografía del país, en especial de la tierra alta,
según los mayas kaqchikeles desde la antigüedad. Se relata la migración hacia las montañas
Razamut, Chimaltenango, donde fue fundada Iximché, la ciudad kaqchikel hasta que por los
conquistadores españoles se abandonó, contando luego, detalladamente, el comienzo de la Colonia.
Además del carácter estrictamente narrativo y literario, la obra presenta una clara intención de
preservación cultural a través de la memoria histórica.

Tanto como en el Popol Vuh, los anales identifican a Tulán como el lugar originario de los
kaqchikeles. Sin embargo, el texto difiere de otras fuentes históricas, tales como Historia de los
Xpantzay de Tecpán Guatemala, el Título de Totonicapán, y el Popol Vuh en particular, mencionando
que los ancestros kaqchikeles llegaron a Tulán "por mar" (ch'aqa palow), donde el sol desciende
("uqajib'al q'ij"), es decir, el oeste.
Ollantay
Ollantay u Ollántay es un drama escrito originalmente en quechua colonial, considerado por unos
como de origen incaico —y como tal la más antigua y rotunda expresión de la literatura quechua—
; y por otros como de origen hispano colonial. El más antiguo manuscrito de esta obra perteneció al
sacerdote Antonio Valdés (siglo XVIII), a quien por algún tiempo se consideró su autor original; pero
existen otros manuscritos divergentes que han hecho pensar en la existencia de una fuente común,
de más remoto origen. La posición más aceptada actualmente es que la historia contada en el drama
es de origen inca, que fue conservada durante mucho tiempo como tradición oral, hasta que en la
época colonial fue adaptada para su escenificación teatral según el molde occidental, aunque
continúa en el anonimato el autor o autores de tal adaptación. Fue publicado por primera vez en
1857 por Johann Jakob von Tschudi, en quechua y alemán. La primera versión en castellano apareció
en Lima, en 1868, publicada por José Sebastián Barranca y subtitulada Los rigores de un padre y la
generosidad de un rey; desde entonces han aparecido distintas versiones en diversos idiomas.

Aun cuando no hay alusión a fechas o años, si se tiene solo en cuenta las participaciones de los reyes
incas, Pachacútec y su hijo Túpac Yupanqui, la historia, que abarca diez años, se ubicaría
temporalmente entre los años 1461 y 1471, aproximadamente, siguiendo la cronología establecida
por los estudiosos para el período inca imperial. Los hechos narrados, al menos en su núcleo, pueden
ser reales, aúnque serían distorsionados posteriormente hasta convertirse en leyenda. Las diversas
versiones de la leyenda ollantina se inician en 1776 con la referencia de un manuscrito español al
"Degolladero" de piedra de Tambo y a la muerte del rebelde Ollantay ajusticiado por el Inca Huayna
Cápac; el pueblo de Tambo fue después bautizado como Ollantaytambo.

Se supuso primero que Antonio Valdéz, cura de Sicuani, fuera el autor del Ollantay. Así lo creyó en
el siglo XIX el historiador inglés Clements R. Markham, a quien siguieron luego muchos otros, como
el doctor Raúl Porras Barrenechea. Pero esta teoría ha tenido serias dificultades para mantenerse,
al no haber ningún registro documental que relacione tal autoría; tampoco se concilia con el hecho
de que Valdés no dejara otras piezas literarias o históricas de su creación. Lo más seguro es que la
labor de este cura se limitara simplemente a copiar textos antiguos que halló en La Paz o en alguna
otra ciudad.
LITERATURA INDÍGENA
Después de 500 años, desde la irrupción de la cultura occidental en América, las lenguas indígenas
muestran, no sólo su capacidad de resistencia anegarse a desaparecer, sino otros conceptos, otras
formas de mirar lo cotidiano y lo sagrado; otras formas de maravillarnos de la riqueza de nuestros
idiomas. Para quienes aún persisten en negar nuestra validez cultural, los pueblos indígenas no
tenemos cultura, sino folclor; no tenemos arte sino artesanía; no tenemos literatura, sino sólo mitos
y leyendas orales.

Dicho criterio discriminatorio niega el estatuto de literatura a los relatos, canciones, poemas o
fábulas indígenas y los nombran, por la obligación de nombrarlos de alguna manera, como mitos y
leyendas a pesar que a nadie se le ocurriría llamar mito, pese a su evidente contenido mítico. La
literatura puede ser oral o escrita. La literatura oral, étnica o indígena es literatura. La crítica erudita
y la lingüística contemporánea han admitido y demostrado ese carácter. Las características de la
literatura oral primigenia, aparte de ser oral o hablada, es ser pública, anónima, colectiva, por lo
que es dinámica, cambiante, actualizada, pero fundida con la tradición, y de múltiples versiones. El
narrador cuenta y actúa al mismo tiempo, mientras el público se deja seducir, celebra, protesta y se
emociona con la ficción. La literatura indígena escrita es la creación individual o colectiva que se
recrea, se piensa y se estructura a partir de los elementos estilísticos y patrones culturales de
nuestro pueblo.

La literatura indígena se diferencia de la literatura indianista, literatura indigenista y literatura en


lenguas indígenas, pues cada una tiene sus propias características. En la literatura indianista los
escritores no son indígenas, sino que pretenden ser portavoces de nuestra cultura. En la literatura
indigenista los escritores tampoco son indígenas, pero tratan de adentrarse en nuestro pensamiento
desde su perspectiva, tratan de penetrar nuestra cosmología indígena y ya sus personajes indígenas
son más convincentes. La literatura en lenguas indígenas es realizada por indígenas que han
accedido a la escritura de la lengua autóctona (mapudungun escrito) y están produciendo textos,
aunque debe decirse, que el uso escrito del mapudungun aún está siendo empleado sólo como
instrumento para decir lo que se piensa y se construye en la forma como se hace en castellano, es
decir, falta una reflexión y búsqueda deformas literarias en el mapudungun, reconociendo que su
contribución es la escritura en lengua mapuche y la recopilación de la tradición oral existente en las
comunidades.

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