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Por: Alejandro López González | Viernes, 29/07/2016 04:28 PM | Versión para imprimir
De acuerdo a la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), independientemente
de las gravísimas fallas que hoy persisten, Venezuela es uno de los países con mayor grado
de electrificación en América Latina, ofreciendo cobertura del servicio eléctrico a más del
98% de su población. Según las estadísticas manejadas por esta organización, en cuanto a la
cobertura del servicio eléctrico, Venezuela pasó del tercer lugar en electrificación en el año
2002 hasta el primer lugar en el año 2012. La electrificación de comunidades aisladas,
indígenas y fronterizas ha representado un desafío para el estado venezolano, debido a la
lejanía de estos centros poblados respecto a los puntos de interconexión a la red de
distribución y a las dificultades de accesibilidad. El incremento en la cobertura del servicio
eléctrico se ha debido a que el estado venezolano, entre 2005 y 2013, ha optado por el uso de
sistemas basados en energías renovables (solar fotovoltaica y mini eólica, con
almacenamiento en baterías y respaldo en generadores a gasoil). Pocos venezolanos saben
que desde el año 2005, en Venezuela, se han instalado sistemas fotovoltaicos unifamiliares
que iniciaron con tecnología española (paneles solares y aerogeneradores) y alemana (banco
de baterías) siendo la estructura de soporte y equipos complementarios ensamblados en
Venezuela. Además, se han instalado catorce (14) sistemas híbridos, cuya tecnología está
integrada por uno o dos aerogeneradores de 2 y 3 palas, un conjunto de paneles fotovoltaicos
y un moto-generador (diesel) de respaldo, es decir, aprovechan el viento y el sol abundantes
en la región occidental costera de nuestro país (Zulia y Falcón). En esa región el país cuenta
con el mayor potencial en energías renovables (eólica y solar) debido a la incidencia directa
de los vientos alisios y la latitud tropical del norte costero. Estos sistemas se han instalado en
La Guajira (Zulia) y Paraguaná (Edo. Falcón) fundamentalmente, aunque también hay dos
en Los Andes (Mérida).
Entre 2009 y 2011 se instalaron alrededor de 2000 sistemas fotovoltaicos en el país mientras
que entre 2011 y 2013 apenas unos 200, es decir, sólo una décima parte de lo instalado en
los dos años anteriores. Luego, en 2013 apenas se instalaron unos 50 sistemas y el programa
hoy en día está casi completamente abandonado, Fundelec, está trabajando con muy poco
presupuesto y sus trabajadores sobre exigidos y sub pagados, como casi todos los empleados
públicos del país. Un programa ejemplar como éste está siendo abandonado ¿A qué se debe
esto?. Originalmente, Fundelec estaba encargado del programa "Sembrando Luz", pero
durante en 2013 gran parte de los equipos adquiridos fueron transferidos a la Gerencia de
Fuentes Alternas de Corpoelec, conjuntamente con otros proyectos de electrificación rural,
basados en energías renovables. Desde entonces, no se ha avanzado al mismo ritmo que lo
venía haciendo Fundelec y se han visto retrasados varios proyectos, entre otros, el de la
Comunidad de Apiapá, en la parroquia Alta Guajira del Municipio Guajira del Estado Zulia
(frontera con Colombia). Esta comunidad no cuenta con servicio eléctrico aún cumplidos los
pasos previos ante Fundelec para el desarrollo de su proyecto de electrificación, puesto que
arbitrariamente se decidió traspasar estos proyectos a una Corpoelec que, hasta el momento,
no ha avanzado más en este plan aún cuando se cuenta con los aerogeneradores, módulos
solares fotovoltaicos y baterías para proceder.
Cabe mencionar que en el Plan de Desarrollo del Sistema Eléctrico 2013-2019 (PDSEN
2013-2019) se establece, en la página 53, la meta de la instalación de 149 sistemas híbridos
eólico-fotovoltaicos (incluido el de Apiapá), sin embargo, desde que fueron transferidas estas
competencias a la Gerencia de Fuentes Alternas de Corpoelec no se ha instalado ni uno solo,
siendo el último instalado por Fundelec, en el año 2013. Corresponde al Ministerio de Poder
Popular para la Energía Eléctrica tomar las medidas correspondientes tal y como lo dice en
el artículo 15 de la Ley de Uso Racional y Eficiente de la Energía, donde se establece que
"(...) el ministerio del poder popular con competencia en materia de energía eléctrica ofrecerá
los servicios de inspección y fiscalización, para medir los grados de aplicación y
cumplimiento de los objetivos y metas establecidas en cada uno de sus planes" y en ejercicio
del principio de corresponsabilidad social establecido en el numeral 8 del artículo 5 de la Ley
Orgánica de Sistema y Servicio Eléctrico ¿Quién hace cumplir la ley en Venezuela? ¿En
donde han quedado los principios institucionales, el respeto a lo prometido y a los planes de
nuestro país? ¿Por qué los ministerios, empresas públicas y el gobierno nacional son tan
indolentes ante la pérdida de bienes del estado?.
No es sólo la comunidad de Apiapá en la alta Guajira; el Ministerio del Poder Popular para
la Energía Eléctrica (MPPEE) estima que alrededor de 500.000 personas en nuestro país aún
carecen del servicio eléctrico, debido a su lejanía de los centros urbanos. Esta cifra representa
algo más del 1% de la población venezolana actual. Estas personas se distribuyen en unos
100 mil hogares en 9.000 comunidades en zonas aisladas, indígenas y fronterizas. Estos
habitantes tienen vulnerado el derecho a un acceso universal al servicio eléctrico, según lo
establece el artículo 6 de la Ley Orgánica del Sistema y Servicio Eléctrico. Esta situación
incide directamente, en que estos asentamientos presenten índices de desarrollo humano
(IDH) y esperanza de vida muy por debajo del umbral de aceptación mínimo. El PDSEN
2013-2019, ha identificado, para una primera etapa, una población objetivo de 2.020
comunidades rurales, con alrededor de 97.000 habitantes. Estos proyectos, que serán
ejecutados por la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) y la Fundación para el
Desarrollo Eléctrico (Fundelec). En conjunto, se visualiza la instalación de 63 MW para
electrificación rural, con una reducción estimada en las emisiones de CO2 de alrededor de
29.184 toneladas. Entonces ¿Por qué Corpoelec no ha continuado con el programa
"Sembrando Luz"? ¿Por qué se le retiró a Fundelec gran parte de los equipos adquiridos para
proseguir con instalación de sistemas fotovoltaicos e híbridos en el país? ¿Por qué se omite
tan flagrantemente el cumplimiento del PDSEN 2013-2019 y el Plan de la Patria? ¿Por qué
el MPPEE se burla del legado del ex presidente Hugo Chávez y no hace cumplir los planes
establecidos para el desarrollo de las energías renovables en el país, según lo establece el
artículo 15 de la Ley de Uso Racional y Eficiente del Energía? ¿Por qué el gobierno actual
es tan indiferente a esta situación?
El programa "Sembrando Luz" podría ser una referencia nacional, regional e incluso a nivel
internacional. Pero ha sido silenciado y olvidado por las autoridades del sector eléctrico. Con
referencia a este programa, su fundador, Jesús Marrero dijo en 2015 lo siguiente: "No somos
los primeros, hay que reconocerlo, pero si lo hemos logrado, se han instalado sistemas en
gran cantidad de comunidades aisladas, indígenas y fronterizas, y el conocimiento y/o
experiencia recolectada en ese trabajo, la podemos catalogar como un acervo histórico en
cuanto a energías renovables". No podemos permitir que este inmenso acervo en energías
renovables se pierda por la indolencia de esta burocracia impostora, que ha ocupado los altos
cargos en el sector eléctrico nacional de espaldas al pensamiento del ex presidente Chávez y
los intereses estratégicos de nuestro país.
En el país de los grandes ríos y las reservas de petróleo más grandes del mundo, a la hora de
generar energía es difícil pensar en otra alternativa que no sean las grandes centrales
hidroeléctricas y las plantas termoeléctricas.
Al estallar la crisis eléctrica en 2009, la capacidad instalada en el sistema eléctrico nacional
(SEN) era de 22.434 MW, de los cuales 7.812 MW provenían de termoeléctricas que
dependen de la quema de combustibles fósiles y 14.622 MW de hidroelectricidad.
Las recientes medidas de racionamiento en ocho estados del país indican que Venezuela
nuevamente está a las puertas de una nueva crisis energética y encara el gran desafío de
redefinir su modelo energético para hacerlo menos vulnerable a las sequías, sin tener que
recurrir a las fuentes de energía sucias que generan gases de efecto invernadero. Esto implica
abrir nuevos espacios para las energías renovables en el sistema eléctrico nacional.
Necesarias más no suficientes
A partir de la declaración del estado de emergencia eléctrica se adoptaron diversas medidas.
Además de las multas aplicadas a empresas y usuarios particulares que no cumplen las metas
de reducción del consumo, se realizaron cortes programados de 4 horas cada dos días en el
suministro de energía.
Se adoptaron también, medidas para enfrentar el vaciamiento de la represa “El Guri”, tales
como el recorte de electricidad a las empresas básicas de Guayana, y a los sectores de la
industria y el comercio.
Se creó un fondo eléctrico nacional para acelerar el desarrollo de obras que alivien el colapso
de la generación de energía y se propuso instalar un total de 5,9 GW de generación
termoeléctrica.
Pero la mayoría de los proyectos que forman parte del Plan de Expansión de Generación son
básicamente termoeléctricas fósiles y nuevas hidroeléctricas. Las fuentes renovables no
terminan de alcanzar la relevancia que deben tener en un balance energético acechado por
los largos períodos de sequía y la creciente crítica a la quema de combustibles fósiles que
agravan el calentamiento global.
Con una matriz energética basada en hidroelectricidad y combustibles fósiles, el país posee
poca experiencia en la implementación de proyectos de fuentes renovables.
Las principales acciones para la promoción de las energías renovables se concentran en la
generación eólica. Pero su desarrollo aún está lejos de la relevancia que ha alcanzado en otros
países.
Con grandes tropiezos se ha tratado de instalar parques eólicos en las zonas con más vientos
del país. Un ejemplo el proyecto Parque Eólico Península de Paraguaná, ejecutado por Pdvsa
y el Parque Eólico de La Guajira, ejecutado por Corpoelec. Pero que al finalizar el año 2015
todavía no se ven resultados y actualmente están en revisión.
La reconversión energética
La ola de calor que atormenta a Venezuela es apenas el comienzo del fenómeno de “El Niño”,
el cual se hará sentir con toda su fuerza a comienzos de 2016. Esto presagia una dura sequía
que afectará la vida urbana y rural, debido al racionamiento de la electricidad.
Recordemos que en el país 66% de la energía proviene de las hidroeléctricas y las sequías
reducen el nivel de agua en los embalses, limitando su capacidad dado que las turbinas no
pueden funcionar a plena capacidad.
Para evitar que se prolongue indefinidamente la crisis eléctrica, hay que profundizar el
proceso de reconversión energética e incursionar en fuentes de energías renovables, que
complementen y sustituyan a aquellas que dependen de los cambios climáticos, así como a
las contaminantes.
La reconversión energética implica la transición gradual de las energías obtenidas por la
quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) hacia fuentes de energías renovables
(viento, sol, biomasa), que producen pocas emisiones de Co2 y contribuyen a la lucha contra
el calentamiento global.
Tras la catástrofe nuclear de Chernóbil en 1986, la resistencia antinuclear abrió vías para
impulsar las energías renovables. Más recientemente, el accidente nuclear sufrido en Japón
en la planta de Fukushima ha impulsado las inversiones en energías renovables.
Si bien sigue privando la energía nuclear, también ha cobrado fuerza la fuente de energía
eólica, tal y como lo demuestra la construcción del parque eólico marino más grande del
mundo. Japón ha decidido apostar a otras opciones.
Acelerar la reconversión energética plantea la necesidad de repensar la escala de estos
proyectos energéticos, de tal forma que sean emprendidos por las comunas y gobiernos
locales como dolientes y usuarios directos de las energías renovables que generen.
Así se podrá conjurar la amenaza que subyace en el Decreto 1.606, que permite la explotación
de carbón en la Sierra de Perijá. Al explotar minas nuevas habrá suficiente carbón y esto será
una tentación para instalar una planta carboeléctrica que genera energía muy sucia y
contaminante.
Victor Álvarez R.