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3. ¿Forjar patriotas o educar cosmopolitas?
CI\\~Q.E11?MI 'f1~~'ú 1 ~M6-\E; Uoss. "~(¿6jnEe.. '1 ~S~ El pasado y el presente de la historia
L ~ f..h :STO e...- A l\ HtOQ.WQ;<:\.? 20° ~ escolar en un mundo global
t I
Mario Carretero! y Miriam Kriger

En este trabajo presentaremos una reflexión sobre al-


gunos de los interrogantes teóricos que han acompañado
el surgimiento y desarrollo de la enseñanza de la historia
como asignatura escolar. Particularmente, nos centrare-
mos en el estudio de las causas de la contra4i<::G.iQp..,~ntre
los obj~~~<?gniti~~ o instruccion~,~,s..de dicha asigna-
tura, de origen ilustrado, y los de naturaleza identitaria,
cuya fuente es sin duda de índole romántica. Es decir, par-
tiremos de la hipótesis de que ep.señar,a.mmsl:i:r crítica-
men~-, en términos historiográficos, suele entrar en éon-
tradicción con fOIjar la conciencia naeióñai de los filt~ros
ciudadañoscle determinado país '(para un desarrollo más
exumso;Véase Carretero, 2004). Creemos que para com-
prender cabalmente esta situación conflictiva -que bien
podría tomarse como una aporía- resulta de interés ras-
trear algunas de sus raíces teóricas, así como tener en
cuenta de qué manera se manifiesta en la actualidad en
distintos países y sociedades.2
Frente a cambios políticos que afectan a las identida-
des y a las formaciones nacionales en el contexto de los
procesos de globalización y transnacionalización -y que
tienen un alto impacto sobre los estatutos del saber acadé-
mico y sobre las instituciones de construcción y distribu-
f

1 Este trabajo ha sido escrito para el prescJ;te volumen. Agradecemos


la ayuda prestada por la Fundación Guggenheim (Nueva York) y la
nmCYT (España) (proyecto BSO.2003.02044). La correspondencia
puede dirigirse a mario.cal'rctero@uam.es.
2 En España ha habido excelentes oportunidades de estudiar algunas
de las formas en que tiene lugar la contradicción referida. Véase, por
ejemplo, Cuesta (1998); Pérez Garzón, Manzano, López Facal y Riviere
(2000), y Prats (2001).

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i{ 1 de éste, como la escuela-, aparecen una serie de ir.: 8- daron el foro y plasmaron el proyecto que hoy se anuncia
: :-'gantes. Decimos, en efecto, que aparecen, y no que sur- agónico o, en el mejor de los casos ~lacabado, pero del
gen, porque tenemos la sensación de que siempre han cs- cual no debemos olvidar que son tri "tarios -todavía--
t:~~oahí ! ~ue de ningún modo son nuevos. Pero tampoco todos nuestros ideales de libertad y t:b justicia.
'.
VIeJOS: aJ.1CJOS tal vez, atalien en principio al sentido mis-
n: o de la escolaridad, en tanto proyecto de emancipación
vmcula~o al id~al ilustrado y en tanto forjadora de esa l.
«comumdad de aestino» (Bauer, 1924) llamada Nación, en
la c~al el presente se cimienta por vía de un pasado com- Tomar parte en la discusión acerc~ de la educación y la
partIdo. En ambos aspectos, la enseñanza de la historia enseñanza de la historia implica la decisión de asomarnos
ha tenido un lugar protag6nico; dicho de modo contunden- al vértigo fascinante de antiguos precipicios. Precisamen-
te, en palabras de Morin (2000): «La enseñanza de la his- te desde allí nos llegan unas palabras con las qüe bien po-
toda es insustituible para el arraigo de la identidad nacio- demos dar inicio a la aventura. Nos dicen:
m.l,,; lo cual nos hace preguntarnos si también lo inverso
es ,cierto y la identidad nacional resulta, a su vez, insusti- <,Lainstitución pública no existe, ya no puede existir, por-
tUlble para la enseñanza de la historia. que donde ya no hay patria ya no puede haber ciudada-
.Pero! ¿es 'posible c~señar una historia «desarraigada», nos. Esas dos palabras, patria y ciudadano, deben ser bo-
o una hlstona tan. flUIda como las fluidas identidades que rradas de las lenguas modernas».
pare?en c~ractenzar a este nuevo tiempo? ¿Es posible
,
j.
rel~clOnar la historia con ideales que escapan a las sobe- ¡Qué impresi6n nos causa semejante sentenci:l cuando
ramas firmemente instituidas, pero que han constituido I
I
apenas empezábamos a preguntarnos por el sentido de la
el mismo horizonte sobre el cual se plantaron las bande- escuela, no sólo una institución .pública, sino incluso "1",,,'
ras n~cionales? ¿Es posible articular escuela e historia en ! instituci6n instituyente de lo público en las últimas centu-
rehc16~ con st..3orígc.:lesmás univej.'sales, distinguiendo rias de historia occidental! Más inquietante resuli.,a dd-
c?n clandad l~uni:ersa~ de lo global? y, por último, ¿es po- cubrir que el autor de la frase es el propio Jean-Jacques
sIble q~: l~ ~Iston.a se mscriba en un nuevo proyecto de Rousseau ...,--entreotras cosas, padre de la pedagogía mo-
e~ucacI~n ~:Ica ~ cIUdadana, sin que ello signifique la in- derna-, y que la condena enunciada pertenece a su céle-
dlferenclaclOn, Silla el reconocimiento de la alteridad y la bre tratado Emilio, o de la Educación (Rousseau, 1760,
diversidad? pág. 43 de la traducción al español).
Cree~os que t~do ello s~es posible, aunque previ.amen- Sin duda, esta inquieta impresión puede ser un audaz
t~, y debIdo al caracter radIcal de las transformaciones so- punto de partida y nos permitirá -sin caídas abruptas,
CIales y ~o~íticas actuales, se nos exija redefinir algunos sino por medio de una suerte de deslizamiento intempo-
p~tos baslCos del contrato, poniendo enjuego la vigencia ral, como el de Alicia por el hueco del árbol que la llevaría
n;Isma d~ conceptos como «comunidad» y «destino», es de- al País de las Maravillas- desplazarnos en la dimensión
CIr: ~.testlonando el origen y el sentido de las identidades del vértigo para ambar al suspense, Estamos; por tanto,
tra !l~lonales. Por eso, en las sigu.ientes páginas intenta- en flotación: no hay puntos fijos de referencia sino la ines-
r~n (13 comprender -con cierta renuncia a la explica- tabilidad donde -¡hace ta...'1poco!-- rarecía haber e~ta-
CIón- algunas claves de las antiguas aporías que siguen bIes.puntos d~ referencia. .
marcando el entreverado y atravesado diálogo de las vo- Veamos, entonces: ¿cómo es posible que Rousseau, pre-
ces más diversas, recuperando el eco de aquellas que fun- cisamente en los umbrales de l.as Luces, en el aI\0 1760,

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• I
'.r L1.l1ciara
o deseara el final de la «patria» y, más aún, Je Un poco más adelante, Rousseau nos s0111rendecon la
bs «ciudadanos»? ¿Cómo podía, precisamente uno de los vehemencia de una nueva afirmaci. n.
padres fundadores del Estado ilustrado y de la educación
estatal, proponer que conceptos tales como "patria» y"ciu- «Aquel que en el orden civil quiere conservar la In'imacía
dadano» fueran borrados de las lenguas "modernas»? ¿Pe- de los sentimientos de la naturaleza, no sabe lo que quie-
ro es que acaso no son esos mismos conceptos los que ci- re. Siempre en contradicción consigo mismo, Siem¡H'u flo-
mentaron el proyecto y la ideología modernos? . tando entre sus inclinaciones y sus deberes, nunca será ni
Por decirlo de algún modo, esta sospecha de que hombre ni ciudadano; no será bueno ni para sí ni pata los
e.quello que parecía más resuelto es precisamente lo que demás. Será uno de esos hombres de nuestros días, un
no se puede aún resolver, inaugura nuestra reflexión francés, un inglés: no será nada» (Rousseau, 17GO, pág. 43
acerca de la escuela y su rol en la formación patria y ciu- de la traducción al español).
dadana. Efectivamente: entre estos mismos términos se
formulan las diversas tensiones que, tal como para Rous-
seau en los albores de la modernidad, vuelven a definir un Se destaca la contradicción entre la esfera de la civili-
tópico de confluencia tan crucial para la agenda educativa dad y la esfera de la naturaleza. El burgués y el hombre
como para la política, y que de modo general es definido sencillamente se excluyen: o se es uno o se es otro. Querer
como el de educación y ciudadanía. unirlos sería el peor plan -«ser nada» creyendo que St'l es
«algo»o «alguien», como un "hor..;brede nuestros días, un
francés, o un inglés»- en una situación donde aún la pa-
n. tria y el ciudadano no estaban mediados por la comunidad
imaginaria de la Nación (Anderson, 1983) ni por la potes-
Cuando vemos a Rousseau anunciar un final, un. cOlte, tad del Estado. Surgen por ello preguntas que dan cuenta
o la necesidad de "uúrrar» conceptos al amparo de un nue- de un desplazamiento de las ideas y los valores:
vo lenguaje -«moderno»-, sucede, primero, que esta-
blecemos algún parentesco entre ese momento y el actual, «¿Qué hacer cuando en lugar de educar a un hombre para
percibido tantas veces como la muerte de una época; y él mismo se le quiere educar para los demás? Entonces, el
segundo, que nos invita a revisar la lectura en busca de un acuerdo es imposible. Forzado a combatir la naturaleza o
conflicto original que hoy se nos aparece velado por inter- las instrucciones sociales, hay que optar entre hacer un
pretaciones cuya legitimidad se desvanece, y al hacerlo hombre o un ciudadano; porque no se puede hacer uno y
deja entrever viejas e irresueltas cuestiones. otro al mismo tiempo" (Rousseau, 1760, pág. 41 de la tra-
Sobre todo, lo que parece decirnos el filósofo francés es ducción al español).
que ese momento previo a la fundación de los Estados na-
r~~lnales no fue sólo de gloria, sino también de decader.~~ia.
El desafio consiste en compatibilizar la igualdad uni-
J 3 dos conceptos, sublimes y excluidos, más tarde re:la':
versal del género humano con la desigualdad específica de
~(':án en otra clave: la "patria:-,pasará de ser universal a
r.er nacional, y el (ciudadano» será escindido de su dimen- las posiciones sociales pero -subrr.'y12moslo- aún no na-
si6n humanista cosmopolita y convertido en personajurí- cionales. El proyecto pedagógico df; J:\.)usseau s610 es via-
dica, sujeto tributario de deberes y derechos respecto del ble si se acepta que 10 humano no está dado «naturalmen-
te" sino que se constituye en un proceso de aprendizaje,
Estado nacional.

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I delo que naturaliza la obediencia, y permiLe desplazarla
-l .ndé el rol de la naturaleza es brindar directrices De
r .odo que la educación pasa a ser una necesidad de primer
orden, porque la vida misma es un oficio que debe ser
enseñado.
¡ entre la familia y la educación:

«Si [la madre) lo educa [al hijo), dé.+_ que el estado de na-
turaleza es un estado de guena se ha de entender que lo
Este discurso ~de transición entre dos cosmovisio-
educa en orden a que de adulto no sea su enemigo, esto es,
nes- ilustra también la idea de que la congruencia entre
en orden a que le obedezca,) (Hobbes, 1649, pág. 32 de la
el Estado y la Nación no fue simultánea, sino resultado de
un largo proceso de producción -cultural y política-, de I traducción al español).
!
tal magnitud que conllevó la redefinición radical de la
! Pero esa «patria» no ef:. patria -penlicla, por cier-
condición humana y su relación con el universo y la natu- ¡
:raleza. En ella se realiza el descubrimiento de la niñez I
to- de la que hablaba Ro,. _au, sino la patria recupera-
da en clave nacionalista, a partir del siglo XIX, por la his-
(Aries, 1960) y su especificidad, tal vez el núcleo más po-
t toriografía alemana liberada del hipercriticismo erudito
tente del desarrollo rousseauniano, que se resume muy
bien en el siguiente pánafo: ¡ de los filósofos galocéntricos. La semilla del humanismo,
sembrada por la Ilustración, es fel,tilizada en las tierras

.,La naturaleza quiere que los niños sean niños antes de I del Romanticismo, y aflorará más tarde bajo la fonna de
las identidades nacionales, para conciliar la brecha entre

li
8er hombres. Si queremos pervertir ese orden producire- naturaleza y realidad histórica. De hecho, sólo a partir de
::nosfrutos precoces, qU0 no tendrán ni madurez ni sabor., la universalización de los valO! '.::lB será posible emprender
y que no tardarán en corromperse: tendremos jóvenes la particularización de las identidades.
doctores y viejos niños. La infancia tiene maneras de pen- El Estado arribará a una boda feliz con la N ación: él
sar, de ver, de sentir, que le son propias; no hay nada me- -ilustrado- aportará la estructura crítica y la adminis-
nos sensato que pretender sustituirlas por las nuestras» I tración racional, y ella -romántica- llegará al lecho
(Rousseau, J 760, pág. 120 de la traducción al español). t nupcial con su preciada dote: identidades que hilvanan el
tiempo en un relato compartido, el entramado de la histo-
Los ciudadanos son originariamente niños, iguales en- ria de la patria con la emotividad de los nombres propios.
tre sí en tanto criaturas de la naturaleza distinguidas con
características propias que los diferencian de los adultos,
y que requieren ser educadas o domesticadas. Para ello, la III.
escuela se legitima como institución de formación y socia-
.lización, y los padres, paralelamente, como propietarios En un escenario de profunda transformación histórica
custodios que, de acuerdo con lo que devendrá en el ejer- --el de la redefinición de todas las coordenadas, espacia-
cicio de su patria potestad, deberán asegurar a los hijos les y temporales, del propio mundo-, Rousseau se halla-
ba en suspense, frente al Emilio y.el vasto desafío de la pe-
alimento, salud y educación.
Paternidad y Estado, por una parte, y maternica:l y dagogía: comprender al niño, fonnar hombres, educar so-
.9; tria, por la otra, hilvanan una red simbólica de sigúifi- ciedades, construir mundos.
Su reflexión no puede escapar:::. la fatalidad ética ni al
~~ciOl:es,.vitales en la histori~ de los sujetos y su adhesión .
( ldentltana a los Estados naclOilales. Hobbes nos ofrece un destino político: el tiempo de Rov..;,..:;eau,como el nuestro,
interesante argumento -tal vez un prototipo del que la ve abrirse las .aguas e ineludiblen¡Eilte obliga a tomar de.
escuela patriótica tomará inspiración- en pro de un mo- cisiones, que en tiena firme serán posiciones. Tal vez por

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< la lucidez de sus escritos sigue siendo la de quien (~is-
:b. contraria a la idea que muy posteriormen f-.e, en 1916, sos-
~ gue l~s so~bras en la penruabra y, tras dos siglos y ;';,le- tendría Ortega y Gasset, según la cual la pedagogía era la
(;,0 de hIstona, nos devuelve las preguntas que las Luces ciencia de transformar las sociedae ,qUl: antes se llama-
~o pudieron develar (ni desencantar): ¿Es posible conci- ba política (Ortega y Gasset, 1916 c;ado por Boyd, 1997,
har el orden de la naturaleza y el de las sociedades? ¿En pág. 53), descubrimos que en verdad fue cosa del siglo XIX
cuál de los dos dominios se conforma el desarrollo huma- erigir a la política como «la ciencia de transformar las so-
n~o?¿Es ~able una pedagogía ética que preludie una polí- ciedades», que dos centurias antes se llamaba pedago¡"TÍa.
t:.ca no vIOlenta para el individuo y para la sociedad?
Otros pensadores corroboran el carácter universalista
del pensamiento previo -y necesario- a la estructura- Iv.
ci.ónpolítica moderna, que será internacional. Sigamos los
pasos de una figura central, la de Thomas Hobbes, que al. Las voces de Hobbes y de Rousseau pareCVJihacer refe-
rededor de un siglo antes, en 1649, concebía a su Leviatán rencia a problemas actuales, sus pregunta::; señalan nues-
s!n distinción de rasgos ni caracteres nacionales, sino pre- tras dudas, nos interpelan, y hasta estaríamos tentados
CIsamente a partir del principio de igualdad natural de los de asegurar que hablan de nosotros.
hombres, el que determina que el Estado sea resultado Evidentemente, este pequeiio diálogo -aunque im-
del «pacto social» que instaura las diferencias. Dicho en posible y contrahistórico- nos permitió percibir un mun-
sus propias palabras: do, pero no debemos olvidar que se trata de «f)tro»mundo
donde las certezas eran un bien escaso, y la dimensión co-
«(. . ,) los hombres son por naturaleza iguales entre sí. La yuntural de los problemas que plantea se desplaza hasta
desi~~ldad que ahora existe ha sido introducida por la dejarnos avizorar los dilemas propios de la condición
ley CIVIl»(Hobbes, 1649, pág. 17 de la traducción al es- humana, trágica y autopoiética.
pañol). Los dos interlocutores 011e elegimos Rparecen cons-
cientes de que su compre. . .. de lo natural es en sí mis-
Es ~ecir: la igualdad natural equivale al estado de gue- ma un acto de creación cUlcc.L.al del/nundo. Así, el «esLado
rra, :rllentras que la desigualdad es el logro de la cultura absoluto» de Hobbes es todos los estados, y su formulación
que mstaura la paz. El pacto es, por lo tanto, el fundamen- instituye «loestatal»; el «Enilio» de Rousseau es todos los
to de la j~sticia tanto como de la injusticia, ya que regula niños y su entendimiento instituye «la niñez». Ambos au-
las relacIOnes entre los hombres sobre la base de una tores son lúcidos en el sentido más literal del término, que
oscilación irreductible. Al final, si el individuo renuncia a remite a la capacidad de iluminar, de develar aquello que
su inclinación bélica original, es menos por el bien de la no podía hacerse ver y que marca el pasaje desde el Anti-
mayoría que a cambio de su propia paz y seguridad. guo Régimen hasta las sociedades de soberanía; descu-
Des~~ este punto ~e partida, no es de extrañar que la bren: uno, el pacto social; y el otro, la infancia.
ed~caclOn sea concebIda como el dispositivo primario y A través de esos descubrimientos, primero incorporan
pr.¡nero de la socialización, pero sobre todo como el e ti ' al hombre a la naturaleza, pero sólo para incorporar in-
g. r: }tiza la preservación del pacto --por lo menos e~ el mediatamente la naturaleza a la reflexión sobre el hom-
~ 71 L in~:n:o de las sociedades, ya que es renovable y pre-
bre: un contrapunto del cual nac~ el pensamiento social,
CIsapenodlCas recontrataciones- que define el campo de desplegando desde el Estado y la m -iez los campos abier-
toda política posible, y -lo que es fundamental para no- tos y fecundos de la pedagogía y lE.pr lítica. Ambos campos
sotros- también el de toda pedagogía posible. En forma precisan del concepto nodal de «persona», al que Hobbes

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tribuye embrionariamente en la dimensiónjurídic~. y
-:0 hombre, ni de conocer perfectamente un estado que ya no
{, usseau en la dimensión ped.agógica. No hay «persona» existe, que tal vez no ha existido, ";.'leprobablemente no
jtlrídicamente constituida sin pacto y sin infancia. existirá jamás y del cual es necesa ~:), sin embargo, tener
y sin embargo, Hobbes y Rousseau se lanzan desde nociones justas para poder juzgar ,,':.;nde nuestro estado
plataformas muy diferentes, de presupuestos que se con- presente» (Rousseau, 1755).
trarían. Mientras que para el primero la naturaleza es
«mala», caótica e inconducente (como lo es el estado de De esta revisión de la cultura que no acaba de resolver
guerra permanente), para el segundo es ,<buena»,sabia y su tensión con la naturaleza, sino que la instituye --le im-
conduc~nte ..Claro que Rousseau contesta a Hobbes y po- pone leyes, la hace única y previsible- decíamos que sur-
dem.os Imagmar que menos contra él que con él y para él ge «lo social», entre el derecho y la educación. En efecto:
escrIbe gran parte de su obra, en particular el Contrato entre el Estado yel niño se erige la escuela, como un puen-
social y el Discurso sobre el origen y fundamento de la de- te, ~~ pIilJler~obIetiyo'es>sociállzar); y reconciliar todos
sigualdad entre los hombres, en el que le replica: los términos: intervenir sobre la naturaleza original del
niño p;~f~~arlo cómo ciudadano y como hombre, desa-
«,Alrazonar, sobre los principios que establece, este autor rrOIlandosüs_'~ªQª~!dad~s orgánicas y cognitivas; fOl:jando
(Hobbes) debió decir que el estado de naturaleza, siendo su lna:ívidU-~ciónpero procurando también su asimilación
aquel en que el cuidado de nuestra conservación es el más (uniforme, estandarizada y disciplinada) al grupo.
peIjudicial a la de otro, ese estado era, en consecuencia, el La escuela, entre otras instituciones modernas que
más adecuado para la paz y el más conveniente para el gé- respond~n'.!Í)i16g¡c¡:l del «grau encierro» de una m.l¡;v~
~ero hu~ano. Dice precisamente lo contrario, por haber ep~tiiiñe.(Foucault, 1975) contribuirá por eso a neutralI-
mtroduCIdo de manera inoportuna en el cuidado de la COIl- zar el poder ;ÍTüiíador-de la naturaleza, pieza fundamen-
servación del hombre salvaje, la necesidad de satisfacer tal de ese «programa de desencantamiento del mundo»
muchas pasiones que son obra de la sociedad y que han que constituyó la Ilustración. ,
vuelto las leyes necesarias. El malo, dice, es un niño ro- Sin embargo, la naturaleza no es fácil de destüuir, ya
busto e... )
pero en el estado de natu.raleza ser robusto y que -como señalaron los críticos de Francfort- el domi-
dependIente son dos suposiciones contradictorias' el hom- nio del hombre sobre la naturaleza lleva consigo, paradó-
bre es débil cuando es dependiente y es eman~ipado antes jicamente, el dominio de la naturaleza sobre los hombres
de ser robusto» (Rousseau, 1755, pág. 310 de la traducción (Horkheimer y Adorno, 1969). En efecto: la tensión entre
al español). naturaleza y cultura es resignificada valorativamente en
los términos sociológicos de barbarie y civilización, que
La naturaleza es tomada por ambos autores como di- permiten desplazar ambos dominios a la esfera humana,
rectriz, y -más allá del bien y del mal- en ningún caso yen la cual la escuela se postula como institución de la ci-
puede ser ignorada: es una fuente ineludible de verdad la vilidad y el civismo.
gran ~sp~radora, como se puede comprender en las p;lél- Lo interesante es que a medida que avanza el siglo
brf.,:;,sIgUIentes que, aunque salidas de la pluma del fil) XVIII y nos adentramos en el XIX, frente a la barbarie
SOJ '~rancés, bien podrían haber sido pronunciadas pr-::: (que no es sino la sombra' bestialidad) la «naturale-
He b~)es: za') será reformulada comu ,_,,:tón l.,,1,tural»,expresada en
diversos órdenes a través de las )0..:,) es «naturales» de un
«~o es empresa sencilla la de distinguir 10 que hay de ori- universo que se vuelve mecánico, ¿.-;;.losdestinos históri-
gmal y lo que hay de artificial en la naturaleza actual del cos «naturales» de las naciones que se forjan en la «natu-

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Oí' eza» de los pueblos recuperados (1a clave del Volh,,:.ist Por ello es que la presencia de la historia en la escuela
1 rderiano), y en los -«naturales», por cierto- genio,:; y no debe ser pensada como la de un «contenido»respecto de
wracteres nacionales. una «forma», sino que ambas debl1 ~oncebirse como ins-
Parecería que sólo una vez que en el plano simbólico el tancias cuya relación puede darno. ~I ,aves para compren-
hombre logra poner de su lado a ese gran «Otro» que había der procesos comp'!ejº~de construcción de las identidades.
sido la naturaleza hasta entonces -y al alinearse con ella Lo más. atiÍládo"sería hablar del «contenido de la forma»
interrumpe también el diálogo especular en el que se (White, 1992), un concepto que evidencia la complejidad
constituía la identidad y la continuidad del universo me- que suelen tener los procesos de construcción y distribu-
dieval- «losocial» se cristaliza en el «proyecto moderno», ción de las identidades socicles, y su cristalización en for-
que erige nuevos «otros» con quienes dialogar: sujetos mas de la memoria emplazadas en el tiempo y en el espa-
sociales, sociedades, culturas. cio, que representan a la historia de diversos modos.
Esto implica un despegue literalmente prometeico de Desde esta perspectiva, tanto la historiografia como la
la historia humana hacia metas tan sublimes, brillantes escolarización confluyen en la empresa de «invención de
(y enceguecedoras) como el sol: el progreso indefinido, la las naciones», respondiendo a la necesidad y la iniciativa
emancipación o la libertad. Ideales que, por un lado, aro de los Estados liberales. Esta invención se proyecta en
ticulan la razón instrumental Ycientífica, y por el otro, la diversos planos, entre los que destacamos: el narrativo,
formación de un nuevo imaginario del universo y de nue- por medio de romances y leyendas del acervo popular; el
vas identidades específicas. Los Estados tomarán a cargo arqueológico, mediante la recuperación de ruinas que de-
la empresa, en la cual el desarrollo de las historiografías vienen en reliquias; el arquitec~ónico, restaurando obras
nacionales tiene un lugar central. que se transforman en monumentos; y el ritual, creando
Se trata de historias escritas y edificadas frente a la ur- una simbología y periodizando el «culto»de la Nación en el
gencia de ser enseñadas y distribuidas, t~xtos que m~te- calendario (como es muy habitual incluso actualmente en
rializarán el tiempo crónico de las narraCIOnes colectivas la escuela de numerosos países de América latina, me-
en la tempc;:-alidan vital de cada hombre-ciudadano, y que diante la celebración de las llamadas «efeméri(ies», las
inaugurarán en el ambiente de la ciudad un nuevo senti- cuales se habían inspirado originariamente en celebracio-
do de lo público. nes similares en Europa). Culto que da lugar a expresio-
nes como la de Massimo d'Azeglio: «Hemos hecho Italia,
ahora tenemos que hacer a los italianos», pronunciada en
v. la primera reunión del Parlamento del Unido Reino de
Italia (citada por Hobsbawm, 1990, pág. 53 de la traduc-
Existen lazos muy claros entre el surgimiento del ción al español).
Estado liberal y la enseñanza de la historia en la escuela Finalmente, la relación entre la historia y la escuela se
durante el siglo XIX (Altamira, 1895/1997; Boyd, 1997; fundamenta y se legitima en la confluencia de las dos di.
. Berloni, 2001; Escudé, 1990; Manacorda, 1983), en el cual mensiones constitutivas de la educación estatal: la ilus-
I 1desarrollo de la lealtad y el patriotismo ocupan u ~lpri- tra.~~9B:!!:~£Vf:!,_vi!l.~l,l1~<;l~ fildesarrollo del individuo, y la
'iner lugar, por encima de los valores universales, como roniánt~~!J_:2.º!L!!t.flJP:,JJ.I.de .lll identidad nacional. Estas dos
iJ ilustra la exhortación del emperador prusiano Guiller- dimensiones van a estar en una tp:~Jión permanente has-
mo Il a sus ministros: «educar a jóvenes alemanes, no ta nuestros días (Carretero, 2004). -.
griegos o romanos» (Boyd, 1997, pág. 77 de la traducción Sin embargo, esto no significa '-1t:.e fueran ni aparecie-
al español). ran como contradictorias durante todo el período de afian-

82 83
;1.:niento de las naciones (1780-1950), pero sí antes y .:~.'~s- las Luces, representan una desviación de éste, HIltes que
és de él, tanto en la Europa ilustrada y cosmopolita de
!.I1•.•. su consecución lógica» (Todorov, J :JJ9, pág. 441 de la tra-
los siglos XVII y XVIII -en la cual escribieron Hobbes y ducción al español).
!~ousseau- como, posteriúnnente, en el mundo «posmo-
derno» (Lyotard, 1979) o en la modernidad tardía, en la Si rescatamos -y Todorov lo hace con la nYl1rla de los
cual discurre nuestra reflexión. filósofos franceses del siglo XVIII- la libertad -y. no la
La relación entre escuela e historia constituyó, enton- razón- como rasgo distintivo de la humanidad, podemos
ces, una de las articulaciones centrales entre el Estado y conciliar la idea de una patria planetaria y otras naciona-
la Nación, al servicio del progreso y de la emancipación, les, tal como lo proclama Bossuet:
tanto individual (ya que significaba movilidad social e
igualdad) como social (<<laeducación libera a las naciones !<Ladivisión de los bienes entre los hombres y la división
y las enriquece»). Esto fue, sin duda, así mientras el poder misma de los hombres en pueblos y en naciones no debe
del progreso fue percibido sólo en su faz constructiva, es alterar, en absoluto, la sociedad general del género huma-
decir, mientras no se sospechó de cierto fiasco histórico, co- no» (citado por 'Ibdorov, 1989, pág. 217 de la traducción al
mo sí sucedió a partir del genocidio nazi y de la masacre español).
nuclear de Hiroshima, hechos que probaron la «eficacia»
del. progreso respecto de la destrucción y el extenninio de El conflicto entre cosmopolitismo y patriotismo invita
la especie humana, y no tanto respecto del perfecciona- a escuchar a Háoerrnas;'qülen 'dfce: .' '. , ,.
miento de ésta.
Al evidenciarse esta «razón negativa" de la historia «Junto a los dos, conceptos igualitarios de libertad, d de
(Horkheimer y Adorno, 1969) se genera un gran conflicto, libertad privada de los miembros de la sociedad yel de li-
basado en la aporía de que la libertad, en tanto valor cen- bertad o autonomía política de los ciudadanos, entra en
tral de nuestras sociedades, está fundada en los mismos juego un tercer concepto, a s~her: el concepto totalmente
relatos que la limitful; básicamente, el del progreso ilimi- distinto, particularista, de libertad nacionah (H abenual:;,
té,do y la idea, implícita en él, de una historia única. Si 1995, pág. 178 de la traducción al español).
estos relatos, como afinnaba Lyotard (1979), han muerto
o dejan de tener todo valor a la hora de legitimar el proyec- Menos conciliador, nos invita a creer que las nuevas
to de las sociedades avanzadas, ¿qué sucede con la liber- tendencias llevarían a neutralizar la potencial uestructi-
tad, con la democracia, con el individuo? vidad de la «libertad nacional», sin suprimir por ello la "li-
"
i La discusión plantea, por ello, dos posiciones: la que bertad privada» ni la «libertad política», a través de la «au-
considera que la lógica de la Ilustración contiene el ger- tocomprEmsión del Estado democrático de derecho» se-
men de su catástrofe -es decir, la inversión del progreso parado de «los patrones de autoa!innación nacional y de
como regreso-, y la que cree que la Ilustración es un pro- una política de tipo colonialista y.expansiva» (Habennas,
yep.to inconcluso pero no acabado. Horkheimer y AdO'"::'o 1995, pág. 178 de la traducción al español).
r :\.~necen a la primera línea, a la que 'Ibdorov propone la Podemos enmarcar esta discusión en la contradicción
a iternativa del humanismo crítico, y responde: -que ahora sí aparece- elltre ideales de la Ilustración y
del Romanticismo: la primera fue eO:lvertida en razón ins-
«Son posibles otras respuestas; aquella a la que yo llego trumental «adensada» del mundo gl.:>balizado, y el segun-
consiste en decir que el cientificismo, el nacionalismo y el do, refonnateado en la amplia gama que va de los nacio-
egocentrismo, por más que no sean extraños al espíritu de nalismos locales, étnicos, culturales o religiosos, a los fun.

..__u.1 84 85
h ncntalismos. A partir de una crisis que se profundiza partida por los individue., ..... armaban la naeión, para
:11 ~osoche?ta con la caída del Muro de Berlín -que sim- adoptar una propiedad de iluidez, en virtud de la cual el
bhza (casI al modo de una performance) también la del individuo puede, por ejemplo, idenb,fical'se con distintas
~1Un~odecimonónico de las naciones-, se trastruecan las unidades sociopolíticas según qui,'n sea el interlúcutor, o
IdentIdades políticas y las soberanías nacionales en un reacondicionar su identidad psicosodal conforme a mur-
map~ donde el modelo de articulación empieza a ser trans cos de interacción social que le permiten tener mültiples
y no znter: el de la globalización planetaria. caracterizaciones.
El problema es ahora: ¿CÓI~.~~~rJQ político más allá Esto cambia totalmente la~ r.eglqsy el juego de la prác-
de lo estat~~! Una posibiliciad es la que parece h~ber to- tica e~~olar:en;sp~~i~~ ~~.~1.ámpi.t()de la enseñanza de la
mado, en:gran medidá~ el"rumbo del proyecto de la Unión h:j.stQ.~a,que si ya sé <iébatía entre los objetivos disciplina-
Eur.?p~a: ~ade lar.e~:uperación.de'lo'sidea:les de l~Ilust~a- res y los societales, destinados a promover la lealtad na-
ció~ ~~ c~aveh~~s.tica e iritercult~[al, donci~~l ideal cional, ahora debe conciliados con un sistema de valores
ed~c~.t~~?~(yano ~ueda restringido dentro de los lÍmit~~ y globales -consensuados en los términos de lo «políti-
conñiíes del propIOEstado, sino que se encamina hacia la camente correcto»- y las aspiraciones específicas de las
configuración de.un sujeto, de unas personas"capaces de llamadas «nuevas minorías». Buenos ejemplos de todo
moverse en un c~~ex~o más plural y a los que se pretende' ello son, en las sociedades europeas, las recientes discu-
~otar de la capacidad suficiente' para saber valorar rea- siones acerca de los derechos de las muchachas musulma-
hdades co~plejas y 0:r¿.<=:ntarse .~n ~ ~undo en qu~-~a nas a llevar el ehador en las aulas de la educación pública,
gran cantlcad de valon~s están en competencia entre sí o, en Estad.os Unidos, las fuert~s demandas de los gTUpOS
c.. ~ .) En este .sentido, el carácter más-<ioiértodi'Ii educa- hispanos o chinos acerca de la inclusión de unos conteni-
ClOnpretendIda puede ser un buen puente que facilite la dos escolares de' historia que se refieran al origen de di-
comprensión entre los distintos grupos culturales presen- chas comunidades (en Carretero, 2004, pueden hallarse
te.s en cada conjunto social, sean éstos de ámbito regional otros ejemplos recientes desarrollados con mayor detalle).
o mt:-aestatal, sean de ámbito eurupeo o lo sean de proce- Decimos
. . ,
entonces, que eli'e'~oactual de la escuela y de
...'

denCIa extracomunitaria y mundial» (Valls Montes y L6- la historia está. en estrecha rela~i(>p~onla redefinic..:iónin-
pez Serrano, 2002, pág. 29). tegriil'de la~ identidades -polítj~~~~_l,1Ls~óricas;sociales
La un~d~-ªl'~~~.~_~~~~~,<:!..<lo-n.ación»
registra importan- y'subjetivas"':"', y que ambas deben reconfigurar su lugar
tes C~I)lbI,OS en su situación, flanqueada por dos procesos: yfUñCIÓnen los procesos de construcción de imaginarios
el de g~.~b..~li~~?i~n-que se presenta a veces como legado ciüda-da~~~d~ntro de un mundo global de sociedades mul-
del um~ersahsmo, pero que sin duda se distingue de él ticUlfúíiies, y con vistas a la conservación de los patrimo-
sUEltanclalmente- y el del m~lticulturªliJ¡Jl1O -que se nios'ñaéionales singulares.
c:cpresa en-la política de las diferencias y entre cuyas múl-
hpl.es formas. se encuentra la del «regreso» de viejos nacio-
nalIsmos regionales, que habían sido neutralizados en lo~ VI.
p.~r~,"!.sosde unificación que caracterizaron a la constru'~~
CH.1 ' .e la nación entre los siglos XVIII y XX. Precisamente, definimos este momento como de tran-
C',~O ~i conformaran un doble registro de la realidad ' sición, en el cual lo nacional y loF¡.macional pugnan con-
g!obahzaclón y multiculturalismo son procesos interrela~ flictivamente en la transnacional: '::v.ci6n,yen el que la es-
ClOnados (e interculturales). Las identidades pierden su cuela ~ntre otras instituciones, ;.:lcluida la familia mis-
carácter sólido y dejan de ser una sustancia estable, com- ma- debe reposicionarse y encontrar nuevas funciones y

r
,i 86 87
,:,.ntidos, o de lo contrario corl'er el riesgo de perder ;)en-
~'.dohistórico y legitimidad. los dO~!ª-~.~!~~Lm,l~)?lfund::i:?n; los romántico;", de
Y10' :lUstrados, de caracter
carácter elT!otiy~U!a~j~!1aJ!~t.a,
Ahora. bien: la escuela no está sola en este desafío, ya
La disyuntivc. se reproduce en eljue-
co@itIy9_p.gh~e!_~!3,1.
que preCIsamente el r~p}i<~guedel ESͪQo -o el paso,
go de los objetivos de la asignat~ra, perfil~~1do,~or u~ la-
entre los cincuenta y los ochenta de los Estados benefacto-
do los societales, que apuntan a la formaClOnde ldentIda.
res a los Estados liberales- ha estimulado la participa-
de~ colectivas de tipo nacional, y, por eluLro, los disciplina-
ción de muy diversos sectores en una suerte de «democra-
res, referidos al desarrollo cognitivo individual.
tización» que se expresa en foros y discusiones cada vez
Estos objetivos remiten al sentido original de la esco-
más abiertos a la sociedad civil y a la opinión pública. Sin
laridad y se volvieron contradictorios ruando la escuela
embargo, no debemos olvidar que esta apertura no se rea-
alcanzó su máximo desarrollo, a mediados del siglo XX,
liza sobre un terreno ganado sino desertizado, donde es
tras la última contienda J, .. mundial. Antes de ello, J'
notable el vacío institucional dejado por las grandes ad-
en particular durante tOL ;:,.gloXIX, la enseñanza de
ministraciones -10 cual se refleja, a su vez, en el achi.
las historias nacionales acompañó el desarrollo de la esco-
camiento de los presupuestos educativos públicos y en la
laridad tanto como de los nacionalismos territoriales, y
expansión de la educación privada-, y donde posiciones
sustentó la formación patriótica en diversos proyectos y
muy he~er~g~neas_~u~a?- por hegemonizar el qúe parece
espacios nacionales, tomando un importante Jugar en el
s~r.5~~fl.n~~Ipal~~ntl~o de.1a,escolaridad: la legitiglación y
revanchismo y el belicismo alcanzados a comienzos del
dls~nbuclOn de Identld~des sociales e imaginarios ciuda-
siglo XX en Europa.
d.¿~.9~,además de (ojunto con) las del conoci~iento sociáI-
mente validado. - ~ .. - . ._- - - Vázquez y Gonzalbo Aizpuru (1994, pág. 3) señalan
que a partir de la Primera Guerra Mundial la función pa-
-.. "Es'por eÍl~ que en la escena contemporánea el proble-
triótica de la historia escolar se agudizó hasta la exalta-
ma de la enseñanza de la historia es capturado SÍmultá-
ción y que «mientras en Francia se imponía el estudio de
:r:eamente por las agendas académicas, meditticas y polí-
la historia nacional a lo largo de toda la educac~ón con el
t~cas -con una conti-ontación €ntre investigadores y po-
objetivo de generar el sentido de veneración por la patri.a,
lwy mahers, como ha podido '.Terse en las diversas polémi-
los textos alemanes definían a esa nación como "una tLe-
cas que en la última década del siglo XX se desataron al
rra enteramente rodeada de enemigos"».
mismo tiempo, en diferentes países, con relación a los li-
De este modo, al final de la contienda, los textos de his-
bros de historia escolar-, a la vez que es secuestrado de
toria fueron objeto de preocupación e interés, expresados
la propia escuela. En efecto: al profundizar el análisis de
en diversos foros y encuentros que generaron iniciativas
este fenómeno, nos parece que la preocupación central no
concretas de educación para la paz. Pese a todo -y aun-
es_l~..e~,u..£~ció~_~~.~niños, sino la image-ñq~e)a s~i~-
que es dificil evaluar la responsabilidad que pudo .hab~r
d~~ tl~ne_~~_s.f_mlsm~, 'desenfocada en la lucha y las ten-
tenido en ello la historia esco1ar-, sabemos que ellmagI-
sion~s .entre ideñt}-ªj3,~es!9cales'=<>ficr~i~s'(n~cio~al~;) v
altfl,rnat~~Jgrupos minoritB.rioS)- y globales-:------ ..•.. narío de «los otros» en la educación europea de entregue-
, _... _._ •••-..~ .••- •••••
- •__ .!¡¡_.
rras no abandonó sus rasgos belicistas, sino que, por el
contrario, logró plena realización en el imaginario del na-
VIL' zismo y del fascismo, donde los regi6tr.oSde la historia fue-
ron asimilados y deformados par': 11er«enseñados» a las
masas, por primera vez, en ellengu<lje de los medios masi-
Decimos, entonces, que la enseñanza actual de la his-
toria en la escuela se enfrenta con la contradicción entre vos de comunicación, junto con el reacondicionamiento co-
rrespondiente de la historia escolar.

88
89
\
La división bipolar del mundo en Este-Oeste, entre la t dependencia y otro por medio de l~,i.'nifi.caci6n-, la rela-
posguerra y la caída del bloque soviético, se reflejó en la 1 ción entre historia escolar y polític: 1: -; tratada prioritaria-
constr:ucción de historias recientes yen la invención de es- I mente por cada nuevo régimen político, ya sea dictatorial
tereotlpos de «los otros», tal como 10 demuestran diversas I o democrático.
obras notables de los últimos años, que han advertido El fin de la Guerra Fría, momento que fue tramita.do
acerca ~e la tergiversación de la historia que se ha dado 1 masivamente por medio de la transmisión en vivo y en Jj-
--y se s~gue dando- en los libros norteamericanos y de 1¡ recto de las imágenes de la caída del Muro de Berlín, im-
ot:os paJ.se~,sobre todo en lo que concierne a la segunda / plicó una inflexión histórica de tal magnitud que la idea
mItad del sIglo XX. Así, Linenthal y Engelhardt (1996) y de historia fue problematizada, con un alto impado en el
Loewen (1995) han documentado abundantemente la
existencia. de una exposición sesgada de la Segunda Gue-
rra MundIal y de la Guerra de Vietnam, entre otros te-
I
¡
campo político y educativo. Esta crisis tuvo carácter int~-
gral, ético y epistémico -enfatizada por el acuñamiento
de nuevos conceptos, como pos-historia. (Vattimo, 1985) o
I
m~s, demostrando que los '!;extosescolares suelen ofrecer pos-humanismo-, y significó para muchos el pasaje de la
mIradas parciales e incluso ocultan hechos relevantes en era internacional a la transnacional globalizada.
favor d~ la poIí~ica imperial de Estados Unidos y de una En este escenario, la historia como disciplina comenzó
concepcIón partIcular de su identidad nacional. Es preciso a cuestionarse sus métodos y su objeto, tendiendo de modo
afinnar que en los análisis de los textos alemanes y japo- general a relativizar las «historias únicas», dando lugar él
neses de nuestros días (Hein y Selden, 2000) se han en- diversas historias y a nuevos sujetos históricos, rompien-
contrado sesgos parecidos. do con la concepción lineal, regida por leyes inapelables, y
I?ura~te la Guerra Fría, ambos bloques manipularon adoptando nuevas herramientas (muchas de ellas, prove-
la hIstona como una «herramienta cultural» apta para el nientes del campo de la retórica y los enfoques dialógico-
desarro!lo d~ «hi~torias oficiales» (Wertsch, 1998), en la narrativos), que le permitier~m incorporar el estudio de
que los unagmanos de «los otros» radicalizaron su alteri- las identidades en términos culturales.
?ad. E! comunismo soviético fite en este sentido muy lejos, Por otra parte, la histori" '1cadémica, al igual que la
Impomendo .enlo~países anexados versiones oficiales que gran mayoría de las-aiscl' -téndló a un,a clara auto-
negaba~ la. Identldad de origen de un modo que parecía ..-_
nomización..-- ..• -_.
respecto del EaL"uo y a fá adopción
. de posicio-
ser, en SI~Ism~, una ostentación del poder instituido. Ca- nes multiculturales y/o globales por fuera de los naciona-
sos par~dIgmátIcos son el de Estonia, cuya independencia en
lismós-ro'caIes~" congruencia con el liberalismo social
en l~ decada de 1940 era ignorada en los programas pro- q~e eü""éi--;;ampo político captó la elección democrát.ica en
vementes de Moscú, mientras que la invasión comunista gran parte de los países y propugnó, en la década del no-
era llamada <<liberación»,y el de la República Democráti- venta, la profundización sustancial de los procesos de glo-
ca Alemana, donde se daba una raíz soviética «histórica- balización económica y financiera'.
me;?te legíti~a» a la identidad alemana de los habitant'~f CuriQ.s--ªIDente,sin embargo, el registro de la historia
d~ ~ ~rlín OrIental, integrados de repente a la «familia so- enseftada, si bie"n-fue-prod'tfct(i"ae- sücesiv.as reformas,
Vll~J ,~a».La historiadora finlandesa Ahonen (1992) ofrece ofrea6-yoIrec.e_Ma.iriñ"resi¿téi'lcia a estos c,ambiqs que
un,~ exha~stiva inv.estigación de los cambios impuestos desatarón'polémicas dentro y füen ,le la esc\l~la. No sólo
e~ l~s c~cula de hIstoria en estos países, tanto por la ad- persist"ejijm ella muchos de íOs"rasf,os patrióticos carac-
mU:lstraclOn de Moscú, a mediados de siglo, como por los terí~ticos del imaginario nacionalista d,ecimononiCo:-sino
gobIernos democráticos a fines de los ochenta, tras la caí- que 'ElCiemás"esllamada desde diversas posiciones y gru-
da del comunismo. En ambos países -uno mediante la in- pos a configurarse como guard~Ea del patrimonio nacio-

90
91
~l:'lr-acervo cultural reacondicionado como capital 8:m~ semboca en una visión profilácticamente desencantada de
::1 11CO-,que las propias políticas gubernamentales ;~:.te- los sucesos» (Machuca Ramírez, S/A. pág. 80).
"(..11 dejar a un lado en el interior de los procesos de globa- En este punto, la diferencia entre '31 registro escolar y
lización.
el académico -entre educadores ") .westigadores- se
Un buen ejemplo de ello es lo sucedido en 1992 en Mé- amplía, pues «desde el ámbito de la investigación sobre la
xico, a partir de la modificación sustancial introducida por enseñanza de la historia se ha criticado desde tiempo
el gobierno del presidente Salinas de Gortari en los libros atrás la enseñanza de esta asignatura a través de los hé-
de te~to de historia, que por. ley nacional se distribuyen roes, o el que se tome a éstos como figura central de los
gratUItamente en la red estatal. En septiembre de dicho movimientos sociales» (Elizondo Muñoz, SI A, pág. 8). En
año se publicaron nuevos libros, con contenidos muy dife- el caso particular de los héroes y las leyendas patrias, se
rentes de los anteriores. Ello suscitó una reacción muy ne- nos ofrece la clara visión' de Jos aspectos ueformantes de la
gativa en amplios y diversos grupos mexicanos, que se ne- transposición didáctica llevada a sus extremos máximos y
garon a vivir en el campo de la cultura la (,desnacionaliza- capaz de hacer que la escuela fracase en sus objetivos
ción» acaecida en otros ámbitos de la soberanía a causa ilustrados, pero que triunfe ampliamente en pos de otros
de la aplicación de políticas de corte neoliberal. ' intereses menos cognitivos y más conativos, menos edu-
Las críticas especializadas, provenientes de educado- cativos y más adoctrinantes.
res y académicos, señalaron, además de la existencia de La controversia mexicana refleja nuevos paisajes de
todo tipo de errores, aspectos ideológicos vinculados al cer- un mundo social y político en transformación, donde la
cenamiento ciela ident.idad mexicana. El más llamativo historia acentúa su centralidad P11 tanto dispositiv(¡ de le-
fue la desaparición de ciertos actores de la historia nacio- gitimación de las identidades, con la peculiaridad de que
nal: na~a ~enos que los «protagonistas oficiales», próce- los roles de la sociedad y del Estado suelen parecer inver-
res destItmdos precisamente por una reforma -oficial- tidos: mientras la primera defiende la simbología oficial,
y reivindicados por sectores tradicionalmente antioficia- el segundo la invalida (para una exposición más detallada
listas, pero que creyeron necesario defender un legado co- de lo acontecido con los textos r.:c~¿canos,así como el cam-
mún, esto es, formar parte de generaciones de mexicanos bio de programas en el ámbito soviético y las discusiones
educados al amparo de las «vidas de santos» patrióticos y en Estados Unidos, véase Carretero, 2004).
los «niños héroes».
En la medida en que la hist<LIj~escolar s~ transfonna
De modo tal que la reforma educativa generó una si- en un espacio abierto donde se discuten las Ídentidacles
tuación paradójica: colocó al gobierno como gestor de un soéiáles:-siÍÍ <lejar"de"sér,-asu vez, el punto de apoyo de la
«secuestro» de la propia memoria oficialista, y a los oposi- legI'ti;D.idadde la escüeia misma como institución oficial y
tor~s, co.mo defensores de un repertorio originalmente estataf,-con'siderámos que por esta razón tiene un l:ugar
naCIOnalIsta, que pasó con rapidez a ser resignificado en estratégico -además de irreemplazable aun desde el
clave popular como «lonacional". pWrto de "VIstade su eficacia emotiva- en la mediación de
Bien podría ser que los progresistas acusaran a los los conflictos presentes.
nuevos libros por la desaparición de los héroes porque ,l) Asimisrifó70bserVamos cómo este registro escolar toma
fl :::'l~'ncapaces de crear nuevas metáforas referidas a un distancia del académico y de sus objetivos cognitivos
pe t;l'imonio común; o que su posición constituyera una e3- -ahora sí en franca y explícita contrndicción con los socie-
trHi:egia de resistencia a los procesos de globalización tales-, permitiendo que se r" sel'n la historia escolar
perspectiva desde la cual los nuevos textos constituirí~ no sólo las luchas políticas, ,_ tauhién las resistencias
¡v

una «tentativa de mundanización de la historia que de- locales a formatos y contenidos globales que, en cambio,

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. 93
'3on fácil Y hasta entusiastame!lte asimilados er:o(ltras
.signaturas, en términos de «actualizaciones», «cr.,ací- París en 1923, propusiéramos de inmediato eliminar la
,aciones» y «perfeccionamientos». historia del currículum, es decir, no considerarla un salle:;
válido en la medida en que no puc.:lf. conducir, a priori, R
un conocimiento universal.
VIII. Es cierto que hoy nos parece lógico aceptar que cada
construcción de la historia S6 realiza conforme al marco
Rendidos ante la evidencia de lo endeble, podemos per- cultural, social, político, e in.cluso histórico, en que se ins-
mitirnos no sólo dudar, sino aun afirmar, que los hechos cribe; y que en general podemos reconocer la alta implica.
históricos no son únicamente acontecimientos: sontam- ción -incluso la intervención- del hibLoriador con rela-
biéTl.conslrzicciones a partir de éie;t~;~~~~~"0;q~~ sólo .ción al objeto que estudia. Pero precisamente esta COll-
'.\ \
;'. , I1 adguieiéñ sentido en el interior de sisteñias-másamplios ciencia crítica, que señala el valor relativo y cultura] de
1 cada historia, es tributaria del punto de llegada de la his-
I de comprensiÓn del mundo. Una vez más, el eco de "1~óus-

I
seau parécearticular con, por o para nosotros la sospecha: toriografía del siglo XX, la cual, en creciente aut<1l1Olnía
respecto de la tutela estatal, delinea nuevo::>métodos y ub-
1: «¿Qué me importan los hechos en sí mismos, cuando su ra-
jetivos, por fuera de las historias nacionales y sus relatos
:' zón me resulta desconocida? ¿Qué lecciones puedo sacar I fundacionales. Si los historiadores decimonónicos defen-
yo de un hecho cuya verdadera causa ignoro? El historia- I dían la verdad unívoca de su versión, ya que a partir de
dor me da una, pero la falsea, y la crítica misma, de la que
I ella establecían nada menos que la identidad y la garan-
tanto se habla, no es más que un arte de conjeturar, el arte
de escoger entre muchas mentiras la que más se parece a
la verdad» (Rousseau, 1760, pág. 353 de la traducción al
, tía de la comunidad -de an'ai~IJ y de destino- en la "na-
ción», la historiografia académica y liberal que surge tL.:J
,"'.;1 español).
I la Segunda Guerra tenderá a incluir muchos puntos de
vista y fragmentarias versiones que se articularán como
,,] De modo que no sería extraño, sino incluso plausible,
I un mosaico, buscando un equilibrio donde "la» historia y
que la histo:ia esc01.ar alemana pr2sentara una visión del el mundo dejan de ser los de las naciones para Uli>l;¡'Ull;:,(;
nazismo muy diferente de la de los ingleses o los israelíes; l
1 en una escena planetaria.
que los manuales norteamericanos narraran la Guerra de Esto no significa que cada historia sea en sí mislna le-
Vietnam de un modo y los vietnamitas de otro; que los ar- gítima, sino justamente que ninguna versión unívoca
gentinos y los chilenos presentasen versiones opuestas so- puede serlo, y que en la medida en que podamos incorpo-
bre la delimitación de sus territorios, etc.; aun cuando no rar diversidad estaremos enriqueciéndola. Por lo tanto, al
parece que podamos aceptar el mismo grado de relativi- comprobar que en cada país la historia enseñada en la es-
dad en lo que respecta a las matemáticas, a la biología, ni
cuela es diferente, no estamos dando cuenta de la plurali-
siquiera a la geografía escolares.
dad, sino de un plural sesgo, que se confIrma al observar
Sin embargo, ¿debemos aceptar que la historia sea el
el distanciamiento sustancial entre el registro escolar y el
ámbito donde las contradicciop.es no invalidan la legibni-
académico, que llega a su franca oposición en la imple-
r' r;":Ide los saberes, sino que la permiten, aunque sielq.l'e
mentación de políticas y en la discusión pública. El prime-
(Iliombre de otras lealtades, muy lejanas -y al parE.Ci~r
~'ui.Jeriores- al conocimiento? ro es proclive aún a conservar rasgos de la tendencia na-
cionalista y unívoca, más comprOl.lp.tida a impartir for-
Si respondiéramos afirmativamente, adoptaríamos
maci6n que conocimiento, o inc1usc a impartir fonnación
una postura hipócrita, a menos que, como los maestros de
a costa del conocimiento.

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95
¿Será que la educación no ha superado nítidame -;.re los
)bjetivos de la pedagOgía política tal como la enuncij 01'-
'.ega y Gasset, o será que eE la historia escolar la que ha
f En relaeión con la escuela misma, la historia en tanto
asignatura constituye una clara excepción respecto de las
tendencias altamente competitivas que llevan a la mayor
~om~dosobre sí la tarea de legitimar a la escuela toda, por parte de las asignaturas a actualiza, f¡r;:"conforI~ea.pautas
medIO de la validación de relatos y valores nacionales de globales provenientes del centro y 1]) de la penfena, y en
los que los propios gobiernos tienden a desligarse? las cuales lo nacional-local suele asociarse al atraso, como
En tal caso, ello indica una incapacidad de la escuela y sucedía en el pasado con el provincianismo respecto de las
de la sociedad para crear nuevas metáforas sobre las cua- grandes urbes.
les instituir representaciones que puedan ser reconocidas Es la historia la que guarda el castillo, al cual siempre
por la memoria colectiva como auténticas y propias. En pueden regresar, cargados más de novedades que de oro,
eso llevan ventaja las tradicionales historias nacionales los caballeros andantes. Mientras ella siga allí, el territo-
aún lo suficientemente poderosas como para sobrevivir e~ rio conservará su propiedad, porque ella resiste, concep-
tantos casos a las propias entidades cuya fundación na- tual y formalmente, las transformaciones. Yeso es preci-
rran: ~unidas de una versatilidad tal como para prestar samente lo que reclama nuestra atención.
servICIO-por no decir auxilio- a quienes las reforma- Así también lo entienden los estudios que hemos men-
tean en clave popular. Además, no puede olvidarse la cionado antes y que al realizar una sistemática compara-
enorme y oportuna contr~bución de dichas historias a la ción de libros de texto en diferentes países (Borre JQhn-
creación de la cohesión social que toda comunidad necesi- sen, 1993; Carretero, Jacott y López-Manjón, 2002, y Ca-
ta. En este punto reside sin duda la paradoja de su natu- rretero, 2004) brindan resultados que son sorprenclentes
raleza. Por un lado, la ciencia social a menudo las conside- al plincipio, pero que permiten ~lJegoreconocer patrones
ra puras invenciones de la memoria popular, pero, por comunes contemporáneos. Es por ello que dicho abordaje
otro lado, actúan como verdaderas fuerzas de la naturale- permite analizar una parte importante del problema: la
za, con tanto impacto sobre la realidad como la energía versión de la historia que se distribuye oficialmente a los
nuclear o los superconductores. niños nos da acceso a la voz de quienes producen y vali-
, Como se ha expresado tantas veces, los hechos históri- dan como tales los conocimientos destinados"a ('(lf~form(l,r
cos n? s?lo acontecen: se construyen, y se reconstruyen en nada menos que las primeras imágenes del mundo (Ferro,
,¡la practIca de la historia, cuyo lugar es siempre el presen- 1981), a vehiculizar las narraciones oficiales que justifi-
, :te. Por eso, hoy la situación diferencial de la historia esco- can el presente, los términos de los contratos sociales y las
lar respecto de sus dos componentes -la historia y la es- posiciones sociales.
cuela- nos muestra un salto importante en el orden de Se trata de un buen punto de partida, pero es precisa-
los acontecimientos, pero que no puede ser aún formulado mente cuando esos libros son lanzados al ruedo, una vez
en la secuencia de los hechos, para lo cual requiere ser in- en las aulas, que la información adquiere su sentido más
terpretado.
pleno y dinámico en tanto conocimiento escolar, e~ lo que
La brecha entre la versión escolar y la académica in- podemos llamar instancia de consumo, por medIO de la
¡
iI dica ~",~~~JE~".E~dicái~~)9.s~ei?Joques,mé~9aO$_i~b~i- lectura, de la interpretación, de la respuesta y también de
V?S~~~:IElm~:r:.e~. que no han podido incorporarse, ya que la resistencia. Para poder tomar contacto con esta otra di-
__ f,7 j1 ':(;'t:~o~_:?"~p'~~I?~eS co~ l~ ~fiei?Íis6ci~!i:t~d~~~p.al-
, ¡ mensión, en la cual la enseñanza es también aprendizaje
¡ rl.it:'~~"~",:~:"~~~~~ta, de la h1stf?J!.a.enseñada;J?~r~l C9}1ii:a- y práctica social, es necesario incorp~rar el estu~io de las
I r~0,.~?~~Isñiil(?~nales p..9.-~que ponen en duda el origen.de percepciones mutuas que se genera '"',entre los dIferentes
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en la
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escala oficial.
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~" .. grupOS a partir de las versiones hist:kicas recibidas.
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97
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Decimos; entonces, que la enseñanza de la historia de- Segunda parte. Enfoques narrativistas en
be intentar abrir el enfoque desde la mirada del «011(,> a la
mirada hacia el «otro», de modo que sea dable comparar la enseñanza y el aprendizaje de la historia
diferentes regímenes de comprensión, atravesados p~r dio, .'
, ferentes narrativas y memorias históricas oficiales, que
no sólo marcan distancias 'entre los países, sino entre las
tendencia.s vernáculas del registro escolar y las globales
del académico. '

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