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El paladar del espíritu, los ojos del corazón, las venas del
alma... La verdad es que el lenguaje de los místicos posee una fas-
cinación extraña y misteriosa. Tan profundo y al mismo tiempo tan
cotidiano. Tan lejano y a la vez tan cercano. ¿Sabría usted explicar
por qué el corazón tiene ‘ojos’, o por qué el alma tiene ‘venas’, o
por qué el espíritu tiene su propio ‘paladar’? Pues nada, no se rompa
la cabeza. Son metáforas. Metáforas conceptuales. Tal es el caso de
la metáfora que da razón de las expresiones de más arriba, pues EL
ALMA ES EL CUERPO, y como tal, puede tener ojos, oídos, venas, pa-
ladar... 1
Así las cosas, parece que las realidades espirituales sólo son
comprensibles desde las realidades físicas. Y de conceptos abstrac-
tos tales como el ‘amor’ o la ‘verdad’ sólo podemos dar razón con
la ayuda de metáforas. De hecho, apenas un puñado de realidades
físicas tales como el ‘espacio’, el ‘cuerpo’ y el ‘movimiento’ son
capaces de describir casi todo lo que ocurre en el mundo del espí-
ritu. San Juan de la Cruz lo dijo de una manera afortunadísima: «Él
está sobre el cielo y habla en camino de eternidad; nosotros, ciegos,
sobre la tierra, y no entendemos sino vías de carne y tiempo» (2S
1
Los desarrollos de todo lo que sigue, aquí apenas esbozados, se encuen-
tran en JUAN ANTONIO MARCOS, Un viaje a la libertad. San Juan de la Cruz (La
experiencia mística en metáforas cotidianas), Madrid: Editorial de Espirituali-
dad, 2003.
20,5). He aquí la clave. Porque son esas vías de carne y tiempo las
que nos permiten dar cauce expresivo a las otras vías, las del espí-
ritu y el alma.
En el fondo esta es la cuestión clave de la mística. El problema
epistemológico, o gnoseológico, o metalingüístico, o de conocimien-
to. Es decir, cómo traducir a categorías conceptuales las experien-
cias vividas. Y nada, los místicos lo único que hicieron fue dejarse
llevar. Pues nuestras expresiones más cotidianas rebosan de metáfo-
ras cognitivas. Todos utilizamos dichas metáforas de una manera
inconsciente y automática. Y lo mismo hicieron los místicos a la
hora de traducir en palabras sus experiencias. Cuando San Juan de
la Cruz habla de ‘las venas del alma’, a buen seguro que no estaba
pensando en metáfora conceptual alguna. Y sin embargo (como ten-
dremos ocasión de ver), la metáfora EL ALMA ES EL CUERPO es la única
capaz de dar razón de dicha expresión.
Volvamos ahora sobre eso de «las vías de carne y tiempo», y
aquello de «Él está sobre el cielo». Y es que la experiencia mística,
aunque es de este mundo, parece empeñarse en remitirnos a un
mundo diferente. Un mundo alejadísimo, remotísimo, anchísimo,
profundísimo... Algo que, al igual que Dios, parece estar (aunque no
sólo) por los cielos. La mística (o el místico) nos habla de una nueva
dimensión, un nuevo estado de conciencia, o un estado de concien-
cia alterada. Se trata de una experiencia supraconceptual o supraca-
tegorial. Pero de la que, paradójicamente, sólo podemos hablar a
nivel categorial o conceptual. Es decir, por «vías de carne y tiem-
po», en la expresión feliz de Juan de la Cruz.
Y en esto consiste, en puridad, la así llamada metáfora concep-
tual o cognitiva, en expresar un dominio desde otro. Por lo general
un dominio más abstracto (pero no menos real) desde otro más
concreto y cotidiano. La dimensión cognitiva de la metáfora nos
capacita para explorar dominios menos conocidos con la ayuda de
otros mejor conocidos, permitiéndonos así unir dominios formal-
mente separados 2. De tal manera que del ‘tiempo’ (lo abstracto) se
2
Cf. MAIER, R., «Religious communication and pragmatic metaphors», en:
Paper, Nº 387, Duisburg: LAUD, 1996, p. 6. Cf. también BOTBOL-BAUM, M.,
«The Role of Metaphor in Religious Discourse», en: Paper, Nº 389, Duisburg:
LAUD, 1996, p. 5.
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 471
3
Cf. Para esta metáfora, tal como la ha estudiado la semántica cognitiva
y la metáfora en perspectiva conceptual: SANTOS DOMÍNGUEZ, L. A. y R. Mª.
ESPINOSA ELORZA, Manual de semántica histórica, Madrid: Síntesis, 1996, pp.15-
16; LAKOFF, G., «What is a Conceptual System?», en: The Nature and Ontoge-
nesis of Meaning, Hillsdale, N.J.: Lawrence Erlbaum Ass., 1994: 41-90, pp.59-
61; LAKOFF, G., «The Invariance Hypothesis: is abstract reason based on
image-schema?», en: Cognitive Linguistics, 1,1 (1990), 39-74: pp.57-61; LAKO-
FF, G., «The contemporary theory of metaphor», en: Metaphor and Thought,
Cambridge: Univ. Press, 1993: 202-51, p.220 y ss. Es una convención nombrar
siempre este tipo de metáforas con letras mayúsculas.
4
Cf. LAKOFF, G. «The contemporary theory of metaphor», a.c., p.240.
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 473
10
Y con todo, repárese en que el poema Cántico comienza «in media res»,
en un comienzo «ex abrupto». Se abre con un ‘blanco’ o, si se prefiere, con una
‘presuposición’. Nada sabemos de lo ocurrido antes de esa interrogación:
«¿Adónde te escondiste...?», y el lector puede tomar la actitud de esperar a que
el texto explique algo, o bien puede él mismo rellenar ese blanco (Cf. BOBES
NAVES, Mª.C., «Lecturas del ‘Cántico Espiritual’ desde la estética de la recep-
ción», en: Simposio sobre San Juan de la Cruz, Ávila: Artes Gráficas Miján,
1986, p. 47).
11
Cf. BRADY, J., Dios vuelve en una Harley, Madrid: Ediciones B, 2002, p.
70.
476 JUAN ANTONIO MARCOS
2. EL MÍSTICO ES UN VIAJERO
12
Cf. MARK, B., Mysticism and Cognition. The Cognitive Development of
John of the Cross as Revealed in his Works, Oxford: Aarhus Univ. Press, 2000,
pp. 171-2.
13
Que LA PERSONA ES UN RECIPIENTE aparece reflejado en expresiones del
tipo: está lleno de alegría, rebosa felicidad, está lleno de odio, está fuera de
sí, se siente vacío...
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 477
reciben de Dios en este viaje: «pues que, así como el sol está madru-
gando y dando en tu casa para entrar si destapas el agujero, así
Dios..., entrará en el alma vacía y la llenará de bienes divinos» (L
3,46). Repárese en la afortunada y bonitísima imagen sanjuanista. El
sol siempre ha estado (y está) ahí, aunque no siempre sientas su luz
y su calor. (Dios nunca se ausenta: «¡Señor Dios mío!, no eres tú
extraño a quien no se extraña contigo; ¿cómo dicen que te ausentas
tú?» 14). Y sucede que una mañana te levantas y por primera vez en
tu vida experimentas de verdad esa luz y ese calor 15.
Repetimos: Así como el sol está madrugando y dando en tu casa
para entrar si destapas el agujero, así Dios..., entrará en tu alma
vacía y la llenará de bienes. ‘Entrar en’, ‘vacía’, ‘llenar’... Sólo si
concebimos metafóricamente a la persona (alma) como un ‘recipien-
te’, entenderemos lo que aquí nos quiere decir San Juan de la Cruz:
los recipientes tienen un ‘interior’ y un ‘exterior’, se puede ‘entrar’
o ‘salir’ de ellos, pueden estar ‘llenos’ o ‘vacíos’... Y lo mismo la
persona. Lo mismo el alma.
Detrás de todas estas expresiones se encuentra, pues, una ima-
gen o concepción metafórica absolutamente familiar, la del RECIPIEN-
16
TE . Y el fundamento de esta imagen se encuentra en nuestros pro-
pios cuerpos. Todos somos conscientes de que nuestros cuerpos son
recipientes tridimensionales, en los que entran ciertas sustancias
(comida, agua, aire...) y de los que salen otras (sangre, saliva, aire...).
Incluso, nos sentimos rodeados, envueltos por las cosas. Pero no
sólo el cuerpo fundamenta esta imagen. Nosotros mismos nos mo-
vemos ‘dentro’ y ‘fuera’ de las habitaciones, de un coche, de todo
tipo de espacios delimitados. Manipulamos objetos continuamente
metiéndolos o sacándolos de recipientes (cajas, bolsas, tazas...). Se
trata de una experiencia recurrente en nuestra vida cotidiana. Si
nuestro propio cuerpo es un recipiente que puede estar lleno o vacío,
14
D 54.
15
«Algún día caeremos en la cuenta de que Dios siempre ha estado ‘pa-
seando con nosotros en el Edén’, de que en realidad nunca hemos estado se-
parados de él, simplemente, no nos habíamos dado cuenta. El paraíso está hoy
delante de nosotros» (JÄGER, W., La ola es el mar. Espiritualidad mística,
Bilbao: DDB, 2002, p.175)
16
Cf. SANTOS DOMÍNGUEZ, o.c., p.25; JOHNSON, M., The Body in the Mind,
o.c., p.21.
478 JUAN ANTONIO MARCOS
17
Y Juan de la Cruz invita a orar precisamente allí, en ‘el escondrijo de
nuestro retrete’: «Y las ceremonias con que él [Cristo] nos enseñó a orar sólo
es una de dos: o que sea en el escondrijo de nuestro retrete, donde sin bullicio
y sin dar cuenta a nadie lo podemos hacer con más entero y puro corazón [...],
o, si no, a los desiertos solitarios, como él lo hacía, y en el mejor y más quieto
tiempo de la noche. [...] ni hay para qué otros modos ni retruécanos de palabras
ni oraciones..., porque todas se reducen a las que habemos dicho del Pater
noster» (3S 44,4).
18
Cf. SANTOS DOMÍNGUEZ, o.c., pp.15-16; LAKOFF, G., «What is a Concep-
tual System?», a.c., p.60; LAKOFF, G. y M. JOHNSON, Philosophy in the Flesh.
The Embodied Mind and Its Challenge to Western Thought, New York: Basic
Books, 1999, pp.187 y ss.
480 JUAN ANTONIO MARCOS
19
Cf. SANTOS DOMÍNGUEZ, o.c., p.145.
20
Etimológicamente hay que relacionar la palabra ‘deseo’ con el latín
vulgar DESIDIUM, correspondiente al clásico DESIDIA, básicamente ‘estar senta-
do’, de donde ‘indolencia, pereza’. La presunta interpretación de la ociosidad
como incentivo de la lujuria hizo que DESIDIUM tomara el sentido de ‘deseo
erótico’. (Cf. COROMINAS, J. Y J.A. PASCUAL, Diccionario crítico etimológico
castellano e hispánico, Madrid: Gredos, 1984, s.v. DESEO).
21
URBINA, F., Comentario a Noche oscura del espíritu y Subida al Monte
Carmelo de San Juan de la Cruz, Madrid: Marova, 1982, p.35. Para Urbina, la
traducción moderna del término ‘apetito’ es ‘fijación’, y lo explica así: «En
psicoanálisis la ‘fijación’ es una posibilidad en el desarrollo psíquico que tiene
una función inmovilizadora del dinamismo afectivo, deteniéndolo en una etapa
infantil y compromentiendo así, gravemente, el equilibrio, expansión y plenitud
de la vida. En San Juan de la Cruz el ‘apetito’ tiene una función paralizadora
de la potencia afectiva reteniéndola en una etapa que el autor llama con fre-
cuencia con la metáfora de la infancia, e impidiendo el avance, expansión y
plenitud de la vida espiritual» (Ib., p.34).
22
«El ego es un conglomerado de condicionantes que se han incorporado
a nuestra psique a lo largo de la vida. Durante años vamos construyendo una
identidad que llamamos yo. La casa paterna, la escuela, la religión, la sociedad,
la pareja, los amigos, los ideales, miedos, deseos, prejuicios e ilusiones han
aportado su contribución. Nos identificamos con ese conjunto de patrones.
Defendemos nuestro yo con ira y miedo. Lo enjuiciamos y condenamos, en
nosotros y en los demás. Nos enorgullecemos por él y nos culpabilizamos por
él. Con todo ello, la ilusión del ego va en aumento. Pero en el fondo el yo
carece de sustancia» (JÄGER, W., La ola es el mar., o.c., p.50)
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 481
23
Cf. RUIZ, F., Místico y maestro. San Juan de la Cruz, Madrid: Editorial
de Espiritualidad, 1986, pp. 105-106.
482 JUAN ANTONIO MARCOS
29
Cf. 3S 41,1.
30
Cf. Mt. 11,25 y ss.
31
En el éxodo bíblico, las tentaciones del desierto, son identificadas por
nuestro místico con los obstáculos a superar o sortear a lo largo del viaje
místico: el apetito de las ollas de carne de Egipto impide el gusto delicado del
maná espiritual de la palabra de Dios; otra tentación era la necesidad de repre-
sentarse a Dios por imágenes tangibles o sensibles; y una tercera, la de la
conquista de la tierra prometida, afirmándose en su propia fuerza y llegando a
ser un pueblo como los demás (Cf. URBINA, F., Comentario a..., o.c., p. 61).
32
GUERRA, S., «La oscura cercanía del Dios de Jesús», en: Rev. de Espiri-
tualidad, 228 (1998), p.383.
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 485
33
Cf. 2S 17,4.
34
Los avisos sanjuanistas dirigidos a los espirituales son especialmente
incisivos en este aspecto: «Con decir: cosas santas son, se aseguran más y no
temen la propiedad y asimiento natural. Y así, se engañan a veces harto, pen-
sando que ya están llenos de devoción porque se sienten tener el gusto en estas
cosas santas, y, por ventura, no es más que condición y apetito natural» (1S
38,1). «En lo cual yo condeno la propiedad de corazón y el asimiento que
tienen» (1N 3,1).
35
«Por tanto, trasponiéndose a todo lo que espiritual y naturalmente puede
saber y entender, ha de desear el alma con todo deseo venir a aquello que en
esta vida no puede saber ni caer en el corazón, y, dejando atrás todo lo que
temporal y espiritualmente gusta y siente y puede gustar y sentir en esta vida,
ha de desear con todo deseo venir a aquello que excede todo sentimiento y
gusto» (2S 4,6).
36
Cf. LAKOFF, G., Women, Fire, and Dangerous Things,o.c., p.7.
486 JUAN ANTONIO MARCOS
de todo (Caut. 8), y gozar del olvido de sí y de todas las cosas (Cta.
25). Esto conllevará todo un proceso de sanación de la mente, de la
psique, del alma. El no hacer archivo o perder en olvido, es la
forma de superar todo ‘rencor’ en el viaje místico. Pues sólo supe-
rando el rencor se abre camino la verdadera sanación del espíritu.
En el fondo, el perdón es una forma de sanación a nivel personal,
y de sanación de las relaciones interpersonales. Téngase en cuenta
que la etimología de la palabra ‘rencoroso’ (del latín RANCIDUS),
daría también en castellano la palabra ‘rancio’. Y ‘rancio’ no signi-
fica otra cosa que ‘amargo’: es lo que ocurre con ciertos comestibles
que con el paso del tiempo se echan a perder por guardarlos dema-
siado. También tú, cuando «guardas rencor», terminas por ‘echarte
a perder’, por pudrirte interiormente y vivir amargado.
Llega un momento del viaje místico en el que hay que dejar de
lado ‘consideraciones’ y ‘discursos interiores’. Todavía más, buena
parte de las neurosis y trastornos psicológicos de la persona (temo-
res, angustias, depresiones, obsesiones, miedos...) están relacionados
con la memoria 38. Por eso, para avanzar por este viaje (como para
ser feliz) hay que tener muy mala memoria. Y no se olvide esto.
Necesitas liberarte de las ataduras al pasado a que te lleva la me-
moria, abriéndote así al misterio de la esperanza. Y una vez más
otro de los consejos sanjuanistas:
«Por lo cual, mejor es aprender a poner las potencias en silencio
y callando para que hable Dios [...] haciendo a la memoria que
quede callada y muda, y sólo el oído del espíritu en silencio a Dios,
diciendo con el profeta: Habla, Señor, que tu siervo oye [...] No
pierda el cuidado de orar y espere en desnudez y vacío, que no
tardará su bien» (3S 3,4-6).
38
«Todos los más engaños que hace el demonio y males al alma entran por
las noticias y discursos de la memoria; la cual, si se oscurece en todas ellas y
se aniquila en olvido, cierra totalmente la puerta a este daño del demonio y se
libra de todas estas cosas, que es gran bien» (3S 4,1). A este respecto cf.
también la glosa del santo a propósito del verso «ni temeré las fieras» (C 3,7).
488 JUAN ANTONIO MARCOS
39
1N. Declar.2
40
«Esta es la clave para entender las experiencias evocadas en la noche
sanjuanista: la influencia amorosa de Dios como fuerza purificadora» (BRÄN-
DLE, F., Biblia en San Juan de la Cruz, Madrid: Editorial de Espiritualidad,
1990, p.65).
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 489
41
«Por tres cosas podemos decir que se llama noche a este tránsito que
hace el alma a la unión de Dios» (1S2,1); «...las causas por qué se llama esta
noche tránsito» (1S 13,1).
42
«A continuación el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el
desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás» (Mc.1,12-13).
43
CF. SANTOS DOMÍNGUEZ, o.c., pp.100-102.
490 JUAN ANTONIO MARCOS
44
Cf. 2N 1,1.
45
Cf. 1N 8,1.
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 491
46
Juan de la Cruz «creyó en la eficacia de una apercepción reguladora.
Desde el comienzo, nos precipitó en una atmósfera nueva. En una noche oscu-
ra: esas primeras palabras de las canciones místicas, resumen el mundo que se
crea en nosotros» (BARUZI, J., o.c., p.395).
47
Cf. LAKOFF, G., «The internal structures of the Self», en: Anual Berke-
keley-UCSD Cognitive Linguistics Conference, La Jolla (California), 1993, p.63.
48
Cf. COROMINAS-PASCUAL, o.c, s.v. MEDITAR.
492 JUAN ANTONIO MARCOS
49
«Suprarracionalidad o supraconceptualidad es el mundo dominado y
guiado por esa fuerza interior que ha hecho callar y avergonzar al entendimien-
to discursivo, al pensamiento humano» (GUERRA, A., «Noche de San Juan de la
Cruz: supraconceptualidad y anchísima soledad», en: Teresianum, XLI (1990/
II), p.450).
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 493
6. LA UNIÓN ES LA META
50
Cf. Mt. 6,26.
51
Cf. Mt 8,5-13 y Mc 7,24-30.
494 JUAN ANTONIO MARCOS
52
Cf. LAKOFF, G., «The contemporary theory of metaphor», a.c, p.226.
53
Cf. 1S 11,8.
54
Es el mismo amor que lo envuelve todo cuando se alcanza la unión
mística. Juan de la Cruz se esfuerza por transmitírselo al lector recurriendo a
la acumulación de símiles: «Comunícase Dios en esta interior unión al alma
con tantas veras de amor, que no hay afición de madre que con tanta ternura
acaricie a su hijo, ni amor de hermano ni amistad de amigo que se le compare;
porque aun llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre
regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma..., que se sujeta a ella
verdaderamente para la engrandecer, como si él fuese su siervo y ella fuese su
señor» (C 27,1).
AHORA ENTIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ 495