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Filosofía de la ciencia.
4to. Año Lic. en Filosofía.
Alumno: Emmanuel Chasco.
Este trabajo tiene como objeto analizar dos cuestiones sobre la figura de Galileo: La
primera versa sobre la supuesta revolución científica que produce un progreso en cuanto
al modo de investigación de la naturaleza. Intentaremos mostrar que en realidad no hay
tal revolución, si no una ruptura en cuanto a la metafísica subyacente en la ciencia natural.
La segunda tiene que ver con su conflicto con la inquisición.
Podemos afirmar que el caso Galileo está dentro de la disputa ciencia antigua o
medieval-ciencia moderna. Esta problemática desde el planteamiento peca del error
historicista, pretendiendo que la esencia del saber científico cambia con las épocas. Y que
tal esencia depende de los hombres que ejercen esta actividad, podríamos decir, de la
comunidad científica de cada tiempo.
Dentro de la tan extendida como errónea división de la historia en Edad Antigua, Edad
Media, y Edad Moderna, precedida esta última por el llamado Renacimiento, la
problemática de la mutación esencial de la ciencia tendría lugar en el siglo XVII con
Galileo Galilei. Este reaccionaria frente a una ciencia caduca, que tiene sus bases en la
antigüedad, fundamentalmente en Aristóteles, por estar imbuida de ingenuidad por la
metafísica y por métodos poco rigurosos. Expondremos los puntos que consideramos
importantes respecto de esta cuestión.
Tanto Sagredo como Simplicio están en lo cierto. Pareciera que hay una conciliación del
aristotelismo con la mentalidad de Galileo. Sin embargo, esto no es así. Y la diferencia es
metafísica.
No es que Galileo afirme que todo lo referente al ser físico es cuantificable, pero si que ese
es el objeto de la física por ser lo cuanto la esencia, mientras que para Aristóteles -y
creemos que lleva razón- la cantidad es solo una propiedad del ser físico, es decir,
accidental.
Todo cambio se explica por movimientos locales que, conociendo la ley matemática que
los rige, conocemos lo más profundo del ser corpóreo. Hay un mecanicismo de base, que
es doctrina metafísica, y no física. Esta mentalidad es la que rige el interés de Galileo en la
investigación de la naturaleza.
Y la reducción de la física al solo estudio del movimiento local queda justificada por su
trasfondo ontológico.
Dice Koyre: "Si reivindicamos para las matemáticas un estatuto superior, si además le atribuimos
un valor real y una posición decisiva en física, somos platónicos. Si, por el contrario, vemos en las
matemáticas una ciencia abstracta, así, pues, de menos valor que aquellas —física y metafísica—
que tratan del ser real; si particularmente sostenemos que la física no necesita ninguna otra base
que la experiencia y debe edificarse directamente sobre la percepción, que las matemáticas deben
contentarse con el papel secundario y subsidiario de un simple auxiliar, somos aristotélicos."
(KOYRÉ, Alexandre. Estudios de historia del pensamiento cientifico. Siglo XXI Editores.
Pag. 172)
Si bien creemos que en parte lleva razón, habría que hacer la distinción entre platonismo
y pitagorismo. Platón afirma que todo enfoque físico matemático de la realidad natural
lleva solo a conjetura, por no ser plenamente evidentes sus principios. Pitágoras en cambio
afirma que la esencia es el número. (Cf. MONDOLFO, Rodolfo. El pensamiento antiguo,
tomo I. Ed. Losada. Pag. 64.).
“Aunque Galileo y experimentación son a juicio de muchas personas, términos sinónimos, hay en
esto una enorme falacia.” (ibid. Pag 29).
Lo que nos importa es ver cuáles son las diferencias entre la física concebida por Galileo
y por Aristóteles, y como esto condiciona el modo de investigación.
En este sentido la física de Galileo es mucho menos empírica que la Aristotélica, que está
en mayor acuerdo con los datos de experiencia vulgar; a todos nos parece que lo que se
mueve es el Sol y que la Tierra permanece estática.
Puede dar como fruto un tipo de saber que es el saber por experiencia, puesto que versa
sobre realidades concretas, singulares. Pero no saber científico.
Toda la física matemática es teórica, abstracta. ¿Dónde uno comprueba la ley de inercia
formulada por Newton? El positivismo, dejando a la inteligencia sin alcance ontológico, y
por tanto universal, de manera puramente infundada, deforma el concepto de ciencia.
Dejaremos de lado las hipótesis que presentan el caso como un conflicto de la luz de la
ciencia contra el oscurantismo de la Iglesia por carecer completamente de rigor histórico.
No existió tal cosa. El conflicto de Galileo fue en principio por el heliocentrismo, que lo
había postulado Copérnico un siglo antes, quien no tuvo jamás ningún problema con la
censura.
Son dos los puntos que hay que destacar. Por un lado, la invención del telescopio, que
Galileo perfeccionará y se valdrá de este instrumento para observar los cielos,
descubriendo fenómenos antes no contemplados. Por otro lado, su adhesión al sistema
heliocéntrico propuesto por Copérnico. Esto último no fue sino hasta 1610; nos dice
Furlong que hasta esa fecha “fue uno de los impugnadores de la doctrina copernicana, se atuvo
en un todo a Tolomeo. En los diez y ocho años que regento la Universidad de Padua, toda su
enseñanza fue contraria a la de Copérnico, aunque… reconocía algún fundamento en la teoría del
Canónigo de Fraunberg, y no por temor a persecución alguna, sino por miedo de hacer el ridículo,
no la profesaba ni la enseñaba.” (FURLONG, Guillermo. Galileo Galilei y la Inquisición
Romana, Ed. Club de lectores, pagina 15.)
En 1611 Galileo publica Siderus Nuncius, con los nuevos descubrimientos obtenidos por
medio del telescopio. En esta obra, si bien no es una defensa del heliocentrismo, de alguna
manera está implícita la afirmación del sistema de Copérnico. Ahora, según nos dice
Furlong, Galileo trataba de “estúpidos, de pigmeos mentales y que no merecían ser llamados
seres racionales a los que ahora no aceptaban la doctrina contraria a la que el había enseñado
durante toda su vida” (Ibid., pag. 16)
Este relato nos ilustra lo que fue crucial en todo el conflicto con la iglesia: el carácter del
científico. Este elemento es la causa principal de su proceso, e influye no solo en la poca
caridad con que trataba a quien lo contradecía, si no en su obstinación irracional en la
defensa del sistema.
Galileo no aceptaba que su postura fuese una mera hipótesis, como se había presentado
hasta ahora, si no que era la verdad científica. Esa falta de prudencia es advertida
reiteradas veces, y el cardenal Belarmino, en una carta a otro defensor de la teoría
heliocéntrica, Foscarini, les dice que él y Galileo “obrarían prudentemente contentándose con
hablar ex suppositione y no de un modo absoluto, como siempre he creído que había hablado
Copérnico…”. “Si hubiera una verdadera demostración que probara que el sol está en el centro del
mundo y la tierra en el tercer ciclo… Pero no creeré en la existencia de semejante demostración
hasta que me haya sido mostrada; y probar que, suponiendo el sol en el centro del mundo y la tierra
en el cielo, se salvan las apariencias, no es lo mismo que probar que en realidad el sol está en el
centro y la tierra en el cielo”. (RIAZA MORALES, José María. La Iglesia en la historia de la
ciencia, Ed. B.A.C., pag. 217)
El primer ataque publico contra Galileo vino de parte del dominico Tomas Caccini, en
1614, quien en una homilía predico contra las doctrinas del Pisano. El general de la orden
no aprobó este gesto y le escribió pidiendo disculpas por la actitud de Fray Tomas.
Galileo entabla relación con los Jesuitas y pide a Monseñor Pedro Dini que leyese el texto
de una acusación de los dominicos contra él, al Padre y matemático Grienberger. Dini se
reúne con Belarmino y Grienberger, y estos le responden que habría sido mejor no meterse
en el terreno de la teología e intentar dar pruebas científicas de su sistema.
Pero Galileo estaba ofuscado, y llega a decir que les daría a “esos detestables frailes de Santa
María Novella y de San Marcos, una lección de teología, mejor que la que pudieran sacar de sus
viejos y enmohecidos libros de texto.” (FURLONG, Guillermo. Galileo Galilei y la inquisición
romana. Pag. 47)
Como continuaron las hostilidades, el dominico Tomas Cacchini decide llevar denuncia
a Roma del caso Galileo, junto con los documentos concernientes.
Galileo cree conveniente ir a Roma para defenderse personalmente. Allí varios amigos le
aconsejan tratar la cuestión con mayor serenidad, pero lejos de eso Galileo hace todo lo
contrario y emprende una ardiente defensa del copernicanismo, basada en los mismos
falsos argumentos anteriores, que lejos de ayudarlo, aumentaba su fama de poco sensato.
Dos sentencias de Galileo fueron juzgadas censurables: que el sol era el centro del
universo y se hallaba desprovisto de movimiento local, y en segundo lugar que la tierra no
era el centro del universo, ni estaba inmóvil, sino que se movía, además de su movimiento
diurno.
El segundo proceso vino por causa de una conducta desleal de Galileo, pues publica
Dialogo sobre el sistema del mundo, obra de clara defensa del heliocentrismo. Al parecer,
por boca de Simplicio, uno de los personajes del dialogo, exponía las opiniones de Urbano
VIII, que de alguna manera lo dejaba en ridículo.
Se organiza una comisión para investigar el caso, que finaliza con un resultado
desfavorable para Galileo.
El juicio culmino con la condena de Galileo, de la cual sería absuelto si se retractase. Así
lo hizo, y tras una condena puramente formal de prisión -porque como nos dice Furlong,
“no paso ni un minuto encarcelado”- culminó el proceso.
Reflexión final.
Galileo se nombra generalmente como precursor de la ciencia moderna. El adjetivo
moderno significa "lo propio de hoy día". Esto significa que el modo de hacer ciencia, esto
es, de investigación que propone Galileo es el modo que hoy día siguen los científicos.
Además, bajo el nombre física se incluyen las distintas ciencias de la naturaleza y sus
partes. Cuando se dice que la física de Aristóteles queda caduca, o es completamente falsa,
se está confundiendo la teoría del estagirita sobre algunos aspectos de la realidad natural,
y su física ontológica, que sigue teniendo vigencia hasta el día de hoy y es la base de la
metafísica.
Creemos que no hay tal revolución, pero entonces ¿Que lugar ocupa entonces Galileo en el
itinerario histórico de la ciencia?
Ciertamente que el conflicto con la Inquisición es destacado por los adversarios de Cristo y
su Iglesia. Este hecho sufrió tergiversaciones increíbles, y quizás se deba su fama en mayor
parte a su circunstancia histórica.