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Educación e Innovación

una Esperanza para Bolivia

Bolivia como gran parte de los países latinoamericanos, es considerado un país tercermundista o para
decirlo de manera más elegante, un país en vías de desarrollo, pero ¿cuánto ha avanzado en estos
últimos años? y una mejor pregunta es ¿Cuánto nos falta para llegar a ser un país de primer mundo?
Las respuestas para ambas preguntas parecían ser muy desalentadoras. Sin embargo, en su libro
¡Crear o Morir!1 el laureado escritor y periodista Andrés Oppenheimer, presenta un rayo de esperanza
para países como el nuestro, para decirlo de una manera sencilla “el camino es la educación y la
innovación”, el más claro y alentador ejemplo es el denominado milagro de Corea del Sur2, que hace tan
sólo apenas 60 años no era más que un país destruido y desolado por la guerra y en menos de un siglo
se ha logrado erigir como uno de los países emergentes más influyentes de Asia y el mundo,
actualmente genera más patentes que todos los países de América latina juntos. A pesar de que hay
varios factores que contribuyen al alcance de estos objetivos, me gustaría hablar de tres que a mi juicio
son los más esenciales. La educación de calidad, la cultura de innovación y la tolerancia al fracaso.

Creo que esta revolución debe comenzar con un cambio de mentalidad, es decir un cambio de cultura,
la pregunta es ¿cómo se cambia la idiosincrasia que se ha forjado durante muchas generaciones y cala
hondo en el corazón de nuestros pueblos?, en realidad la respuesta es muy sencilla, el cambio se logra
a través de la educación, no debemos subestimar el poderoso impacto de esta herramienta. Por eso el
primer aspecto que Bolivia debe trabajar es la “Educación de Calidad, la cual es la clave en la
3
economía del conocimiento” , esto implica reformar por completo el sistema educativo tradicional y
reemplazarlo por los nuevos sistema disruptivos que utilizan los países asiáticos, invertir en el desarrollo
de los mejores talentos, brindándoles oportunidades de estudios y capacitación en las mejores
universidades, así como fomentar la investigación en ciencia y tecnología. Los países que han
destinado importantes recursos a la educación, han logrado avanzar a pasos agigantados, dejando
relegados a aquellos que no lo hicieron.

Esta revolución educativa, además de brindar el cimiento para poder desarrollar conocimiento y hacer
florecer la innovación, debe promover un ambiente propicio para los innovadores en sí. Y los
innovadores florecen en culturas que glorifican más el talento que el dinero4, donde los emprendedores
son respetados y admirados, donde existe inclusión social y donde prima la colaboración más que el

1
Oppenheimer Andrés, ¡Crear o morir!: La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación – 2o ed – Buenos
Aires :Debate, 2015.
2
Oppenheimer (2015, p.52) El rezago tecnológico de Latinoamérica – ¡Crear o morir!.
3
Oppenheimer Andrés, Basta de historias: La obsesión de América Latina con el pasado y las 12 claves para el futuro –
Buenos Aires: Debate, 2010.
4
Oppenheimer (2015, p.24) En Argentina, Brasil o México puede haber un Silicon Valley - ¡Crear o morir!
egoísmo; quizás parezca una sociedad muy idealista y hasta utópica, pero este es el camino que se
debe recorrer, si queremos ver Silicon Valley’s en Bolivia, de las cuales se erijan emprendedores de la
talla de Jobs o Zuckerberg. Es esencial lograr un cambio en las personas que conforman la sociedad,
pues sin este paso sustancial, no importará cuanto esfuerzo y dinero se invierta en infraestructura o se
destine a I&D, sin un ambiente fértil para las personas innovadoras la ecuación se reduce a cero.

Finalmente, otro común denominador de la innovación es la tolerancia al fracaso, este factor es algo tan
natural de la innovación misma, pues ninguna de las grandes compañías que hoy admiramos, fue
resultado de un momento de Eureka de algún genio solitario5, sino que muchas de ellas fueron el último
eslabón de una larga cadena de fracasos. Bajo esta lógica, se debe dejar de crucificar y estigmatizar a
quienes fracasan. Por el contrario, debemos crear una admiración colectiva a quienes emprenden sin
importar si tienen éxito o no, aceptando el fracaso como parte del proceso natural de la innovación. Esta
nueva visión, debe verse reflejada: en la implementación de mecanismos financieros para respaldar el
capital de riesgo, la derogación de leyes de quiebra que castigan el fracaso6 y la otorgación de
incentivos fiscales para estimular la investigación y el desarrollo.

Para concluir, cabe resaltar que no sólo el gobierno, sino la sociedad y es más cada boliviano en
particular tiene un rol fundamental en la construcción del futuro del país, aunque no podemos decir a
ciencia cierta qué futuro nos espera, podemos decir que hay esperanza y que no estamos condenados
a ser siempre los últimos o resignarnos a ser un país rezagado, por el contrario debemos estar
conscientes de que estamos viviendo un momento crucial, donde la tecnología está revolucionando el
mundo como lo conocíamos, de una manera vertiginosa y si jugamos bien nuestras cartas, no es una
utopía pensar que en un par de décadas podríamos alcanzar un desarrollo como el logrado por Corea
del Sur. Una renovación del sistema educativo, la promoción de un ambiente adecuado para la
innovación y una mayor tolerancia al fracaso, son la llave a un futuro muy prometedor. Como bolivianos
es nuestro deber impulsar y promover estas ideas, además de aportar cada día con nuestro trabajo y
esfuerzo para construir una nueva sociedad, una sociedad que renueve su mentalidad y tome
conciencia que el escenario mundial ha cambiado y la Innovación ya no es una opción sino es el único
camino.

Denisse Balcázar Rada

5
Oppenheimer (2015, p.115) Bre Pettis y la nueva Revolución Industrial - ¡Crear o morir!
6
Oppenheimer (2015, p.298) Leyes de quiebra que castigan el fracaso - ¡Crear o morir!

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