E] teatro cubano en la encrucijada
sociopolitica (1959-1990)
Jestis J. Barquet
aunque dificil existencia del teatro cubano dentro de la isla desde
1959 hasta 1990. Sefialaré fundamentalmente tres fases que, s6lo
de forma general, y por fines expositivos enmarcaré dentro de una década
especifica: la época de oro de los aiios sesenta, el oficialismo y el teatro
nuevo de los setenta, y la recuperacién y la apertura critica de los ochenta.
En la medida de lo posible, integraré las voces plurales de criticos y creado-
res cubanos de dentro y fuera de la isla, asi como también las de valiosos
estudiosos extranjeros que han ayudado a entender este complejo proceso.
EB l objetivo de este trabajo es hacer un bosquejo general de la pujante
I. La época de oro de los afios sesenta. Con el triunfo revolucionario de 1959
se eliminaron muchos de los escollos que habian obstruido el desarrollo de
la escena cubana en los aiios anteriores, como “Ia falta de apoyo oficial y la
subestimacién de obras y autores” nacionales por parte de los empresarios
teatrales y del escaso piblico del patio (Carrié: 875). Por esos escollos,
muchos dramaturgos cubanos se sentian entonces, segiin Virgilio Pifiera,
“casi autores”, dramaturgos “proyectos” que pocas veces tenjan “la posibili-
dad de confrontar su teatro con el piblico” (Carrié; 875).' Asi describe
Graziella Pogolotti esa época:
Aunque en la década de los cincuenta el niimero de espectadores parecié crecer con In
aparicién de pequefias salas en distintos lugares de La Habana, se traté siempre de un
‘ El teatro cubano de! exilio posrevolucionario ha sufrido los mismos obstaéculos que sufrié
el de Ia isla en los afios cincuenta, y otros més, como la dispersién geogratica y la radicacién
mayoritaria de los autores en paises de habla no-espafiola como los Estados Unidos (Matias
Montes Huidobro, Pedro Monge Rafuls, Manuel Martin, Rosa Irene Fornés, Dolores Prida,
Héctor Santiago) y Francia (José Triana, Eduardo Manet). Pero no obstante las precarias
condiciones de apoyo econédmico y moral que ha enfrentado, dicho teatro se ha desarrollado
libremente “acorde con las expresiones més renovadoras de la escena del “iltimo medio siglo",
asegura José A. Escarpanter (66)
63sector restringido de la pequefia burguesia urbana, que habia adquirido una limitada ilus-
tracién y se acostumbraba ahora a introducir una nueva variante en sus entretenimientos
de fin de semana. La multiplicacién de los grupos y la ampliacién relativa del ntimero de
‘espectadores, introdujeron diferencias en el repertorio. Mientras en algunos casos se hacia
evidente la tendencia a la comercializacién y al facilismo, otros se atuvieron, corriendo los
riesgos consiguientes, a un eriterio mas exigente, aunque subordinado a los mejores logros
de Paris y Nueva York. La fidelidad a una vocacién habia dado vida a un fenémeno cultu-
ral que carecia de bases reales de sustentacién, por cuanto en las salas que se atenian a un
mayor rigor artistico, el piblico se nucleaba alrededor de grupos que constituian, de hecho,
una extensién de los promotores del movimiento: artistas, intelectuales, contados estu-
diantes. En lugar de proyectarse hacia un pablico, In propuesta escénica se volvia hacia
sus propios productores. Faltaba el didlogo, y el experimento se llevaba a cabo, en cierto
modo, en el vacio. (11-12)
Gracias a la Revolucién de 1959 el dramaturgo cubano tiene, entonces, “por
primera vez, un piblico masivo que va a ver sus obras y una recompensa
econémica por su trabajo”, pero también tiene que lidiar, por primera vez,
con un Estado que “se responsabiliza por la actividad cultural del pais”
(Mufioz: 40) con un celo muchas veces extremado. Nuevos peligros debe
enfrentar entonces e] dramaturgo cubano, quien se halla expuesto a los
zigzagueos de la politica cultural del mismo Estado que lo sostiene econé-
micamente y hasta patrocina de forma paternalista la actividad teatral. De
ahi que, como afirma Matias Montes Huidobro, “si antes de [1959] el escri-
tor era un moribundo sin palpitaciones, después de [esa fecha] legé a una
hipertensién que va de la sistole a la didstole” (152).
Aupado, pues, por el hecho histérico, un movimiento teatral que se venia
gestando en Cuba desde las décadas anteriores alcanza su m4xima expre-
sién en los afios sesenta. El centro de esta intensa actividad teatral se ha-
lla, casi exclusivamente, en La Habana. Florecen nuevas y viejas salas de
teatro, asi como nuevos y viejos directores y dramaturgos del patio; se prac-
tican las mas diversas estéticas: desde el realismo critico mas tradicional
hasta las nuevas técnicas de la vanguardia occidental (absurdo, crueldad,
ritual); se publican por primera vez a nivel nacional numerosas piezas cu.
banas y extranjeras; se crean seminarios, festivales e intercambios artisti-
cos a nivel internacional. El climax del periodo lo marca el éxito en Cuba y
en el extranjero de La noche de los asesinos del dramaturgo cubano José
‘Triana. Ganadora del Premio Casa de las Américas en 1965, La noche...
sube a escena dirigida por Vicente Revuelta en 1966 y obtiene el Gallo de
La Habana en el vi Festival de Teatro Latinoamericano de 1967. Su exitosa
gira al extranjero ese mismo afo y su puesta en escena por otros grupos
teatrales del mundo significan el maximo reconocimiento internacional al
nuevo teatro de la isla. Pero ya a mediados de los sesenta, en plena época
de oro, como se le llamé a esta primera fase del teatro cubano
64posrevolucionario, muchos criticos y dramaturgos nacionales comienzan a
percibir una supuesta distancia o desfase entre las propuestas ideoestéticas
del teatro cubano de entonces y el répido proceso de cambios y conflictos
politicos y sociales que vive el pais. El reclamo a escala nacional de
una dramaturgia mAs afin con aquel extraordinario momento histérico
—una dramaturgia que revele el compromiso del artista con la nueva so-
ciedad y que sea el fundamento de la futura utopia social tan anhelada—,
lanza a unos a la practica colectiva de nuevas modalidades dramiticas y, a
otros, a personales reflexiones e indagaciones tedricas.
Similares preocupaciones intelectuales y artisticas parecen acompafiar
a los diferentes procesos revolucionarios del siglo xx durante sus primeros
aiios en el poder. Asi lo demuestra, en el caso de los teatristas cubanos de
los aiios sesenta, el siguiente testimonio del director y actor Sergio Corrieri:
{habia} una contradiccién entre lo que yo Hamaria una actitud ciudadana y una actitud
stica. Es decir, toda esa generacién era revolucionaria, fuimos milicianos, peleamos en
Girén, nos enfrentamos con las duras transformaciones y los serios problemas del cambio
revolucionario y... jcarajo!, luego nos {bamos a ensayar a Ionesco. Ahi sentiamos muchos
que habia un serio desajuste; el clima de discusién fue eada vez mayor y alcanzé una inten-
sidad que, en definitiva, respondia a las exigencias de la lucha ideolégica. (Rodriguez
Sardifias: 136)
Seguin Randy Martin, “during those formative times, art was not taken as
a representation of life and politics but as a politics itself” (42). De ahi que,
entusiasmados por las inquietudes y los interrogantes artisticos y
sociopoliticos surgidos en estos primeros aiios del proceso revolucionario,
aparecieron en Cuba, entre 1968 y 1969, cuatro importantes grupos teatra-
les: Escambray, Conjunto Dramatico de Oriente, Tercer Mundo y Los Doce.
En 1968, un colectivo de prestigiosos teatristas (Corrieri, Gilda
Hernndez, Flora Lauten) provenientes de diferentes grupos profesionales
de La Habana comenzé a estudiar las posibilidades de abandonar la capital
del pais para instalarse en las montafias del Escambray y producir un tea-
tro de corte sociopolitico para aquella poblacién rural que habia sido testigo o
protagonista de una reciente guerra civil (conocida también como Lucha
contra Bandidos). Insatisfechos con la actividad teatral habanera, estos
teatristas “aspiraban a desbrozar caminos, a encontrar nuevas perspecti-
vas para el desarrollo del teatro cubano”: no se trataba de llevar la cultura
a los campesinos mediante espectaculos previamente programados, sino de
crear obras originales y diddcticas a partir de “la experiencia acumulada a
través de la convivencia y la investigacién” en cierto sector de la realidad
nacional (Pogolotti: 7-19). Fundaron asi el Grupo de Teatro Escambray,
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