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Las articulaciones son el punto de unión de uno o más huesos y su configuración determina el
grado y la dirección del posible movimiento. Algunas articulaciones no tienen movimiento en los
adultos, como las suturas que se encuentran entre los huesos planos del cráneo. Otras, sin embargo,
permiten un cierto grado de movilidad. Es el caso de la articulación del hombro, una junta
articulada esférica que permite la rotación interna y externa del brazo y los movimientos hacia
adelante, hacia atrás y hacia los lados. En cambio, las articulaciones de tipo bisagra de los codos,
los dedos de la mano y del pie permiten tan sólo doblar (flexión) y estirar (extensión).
Otros componentes de las articulaciones sirven de estabilizadores y disminuyen el riesgo de
lesiones que puedan resultar del uso constante. Los extremos óseos de la articulación están
cubiertos por cartílago, un tejido liso, resistente y protector que amortigua y disminuye la fricción.
Las articulaciones también están provistas de un revestimiento (membrana sinovial) que, a su vez,
forma la cápsula articular. Las células del tejido sinovial producen un líquido lubricante (líquido
sinovial) que llena la cápsula contribuyendo a disminuir la fricción y a facilitar el movimiento.
Los componentes de una articulación trabajan conjuntamente para facilitar un movimiento
equilibrado y que no cause daño. Por ejemplo, cuando se dobla la rodilla para dar un paso, los
músculos poplíteos, en la parte posterior del muslo, se contraen y se acortan recogiendo la parte
inferior de la pierna y flexionando la rodilla. Al mismo tiempo, se relajan los músculos del
cuádriceps de la parte anterior del muslo permitiendo la flexión de la rodilla. El cartílago y el
líquido sinovial reducen la fricción al mínimo dentro de la articulación de la rodilla. Cinco
ligamentos alrededor de la articulación ayudan a mantener los huesos debidamente alineados. Las
bolsas sirven de amortiguación entre estructuras como la tibia y el tendón de la rótula.
Las articulaciones fijas están fijas en su lugar y no pueden moverse en absoluto. Tu cráneo tiene
algunas de estas articulaciones (llamadas suturas, ¿recuerdas?), que cierran los huesos del cráneo en
la cabeza de una persona joven. Una de estas articulaciones, llamada temporoparietal, es la
articulación que rodea los lados del cráneo.
Las articulaciones móviles son aquellas que te permiten montar la bicicleta, comer cereales, o jugar
a un videojuego - las que te permiten girar, agacharte y mover distintas partes de tu cuerpo. Algunas
articulaciones móviles, como las de tu columna vertebral, se mueven sólo un poquito. Otras
articulaciones se mueven mucho. Uno de los principales tipos de articulaciones móviles es la
articulación en bisagra. Tus codos y rodillas tienen una articulación en bisagra, que te permite
doblar y estirar brazos y piernas. Estas articulaciones son como las bisagras de una puerta; al igual
que la mayoría de puertas, que sólo pueden abrirse en una dirección, tú también sólo puedes doblar
tus brazos y tus piernas en una sola dirección. También tienes muchas articulaciones en bisagra más
pequeñas en los dedos de las manos y de los pies.
Otro tipo importante de articulación móvil son las articulaciones esféricas. Los hombros y las
caderas tienen este tipo de articulación. Están formadas por el extremo redondeado de un hueso que
encaja en un área similar a una taza en otro hueso. Estas articulaciones esféricas permiten que haya
amplitud de movimiento en todas las direcciones. Asegúrate de tener mucho espacio e intenta
mover tus brazos en todas las direcciones.
¿Alguna vez has visto a alguien aceitar una bisagra para hacerla funcionar mejor o para que dejara
de chirriar? Bien, tus articulaciones tienen un líquido especial llamado líquido sinovial que las
ayuda a moverse con más libertad. Los huesos se mantienen unidos en las articulaciones gracias a
los ligamentos, que son una especie de bandas elásticas muy fuertes.
Las articulaciones, en particular las articulaciones en bisagra como el hombro y la rodilla, son
estructuras complejas formadas por hueso, músculos, membrana sinovial, cartílago y ligamentos,
que están diseñados para soportar peso y movilizar el cuerpo a través del espacio. La rodilla está
compuesta por el fémur (hueso del muslo), en la parte superior, y la tibia (hueso de la espinilla) y el
peroné en la parte inferior. La rótula se desliza a través de un surco poco profundo en la parte
frontal de la porción inferior del fémur. Los ligamentos y tendones se conectan a los tres huesos de
la rodilla, los cuales están contenidos en la cápsula de la articulación (membrana sinovial) y son
amortiguados por el cartílago.
Los tendones son cordones resistentes de tejido conectivo que insertan cada extremo del músculo al
hueso. Los ligamentos están compuestos de un tejido similar, rodean las articulaciones y conectan
los huesos entre sí. Los ligamentos contribuyen a reforzar y estabilizar las articulaciones,
permitiendo los movimientos sólo en ciertas direcciones. Las bolsas son cápsulas llenas de líquido
que proporcionan una amortiguación adicional entre estructuras adyacentes que, de otro modo,
rozarían entre sí, ocasionando el desgaste, por ejemplo, entre un hueso y un ligamento.
Un ligamento es una estructura anatómica en forma de banda, compuesto por fibras resistentes que
conectan los tejidos que unen a los huesos en las articulaciones.En pocas palabras es una banda
fibrosa resistente que confiere estabilidad a la articulación.
El ligamento se compone de tejido conectivo fibroso, de una naturaleza similar a los tendones. Este
tejido se encuentra estructurado por un grupo de pequeñas entidades denominadas fascículos, los
cuales conforman las fibras básicas. A su vez, en esta estructura existen fibras onduladas que
contribuyen de forma significativa en su respuesta no lineal a un esfuerzo de tensión aplicado; sin
embargo, aún no está claro en qué forma y cantidad es la relación función-estructura que desempeña
un papel en el comportamiento de un ligamento.
La rodilla es una articulación muy vulnerable que soporta una gran cantidad de presión en las
actividades cotidianas, como levantar objetos y arrodillarse, y en otras actividades de gran
impacto como correr y hacer ejercicios aeróbicos.
Las siguientes partes componen la rodilla:
• Tibia - hueso de la espinilla o hueso más grande de la parte inferior de la pierna.
• Fémur - hueso del muslo o hueso de la parte superior de la pierna.
• Rótula - hueso plano situado delante de la articulación de la rodilla.
Los extremos de los huesos están cubiertos por una capa de cartílago que amortigua los
golpes y protege la rodilla. Básicamente, la rodilla es la confluencia de dos huesos largos de la
pierna unidos por músculos, ligamentos y tendones.
Existen dos grupos de músculos en la rodilla: el cuádriceps (ubicado en la parte frontal del
muslo), que permite enderezar la pierna, y el músculo de parte posterior del muslo, que
permite doblar la pierna en la rodilla.
Los tendones son cordones resistentes de tejido que conectan los músculos con los huesos. Los
ligamentos son bandas de tejido elástico que conectan los huesos entre sí. Ciertos ligamentos
de la rodilla proporcionan estabilidad y protección a las articulaciones, mientras que otros
limitan el movimiento de la tibia (hueso de la espinilla) hacia delante y hacia atrás.
Permite únicamente movimientos de flexión y extensión, y en muy escasa medida movimientos
laterales. La unión de los tres huesos se debe a la cápsula articular cubierta por dentro por la
membrana sinovial, y a los ligamentos que por fuera la rodean. En el interior de la articulación se
encuentran los meniscos, los ligamentos cruzados y los cartílagos articulares.
ARTICULACIÓN DE LA RODILLA
La rodilla es la articulación más grande del esqueleto humano; en ella se unen 3 huesos: el extremo
inferior del fémur, el extremo superior de la tibia y la rótula. Constituye una articulación de suma
importancia para la marcha y la carrera, que soporta todo el peso del cuerpo.
Anatomía de la rodilla
Como superficies articulares presenta cóndilos del fémur, superficie rotuliana del fémur, carilla
articular de la rótula y meniscos femorales (estructuras cartilaginosas que actúan como cojinetes,
amortiguando el choque entre el fémur y la tibia). La cápsula articular es grande y laxa, y se une a
los meniscos.
Con respecto a la articulación femorotibial puede decirse que el menisco articular la divide en 2
cámaras: la proximal o superior, que corresponde a la articulación femoromeniscal, responsable de
los movimientos de flexión y extensión de la pierna; y la distal o inferior, que corresponde a la
articulación meniscotibial y permite los movimientos de rotación de la pierna.
La rodilla humana está construida normalmente con un cierto grado de valguismo. Ello significa
que estando extendido el miembro inferior, los ejes del fémur y de la tibia no se continúan en línea
recta, sino que forman un ángulo obtuso abierto hacia afuera (ángulo femorotibial).
Este ángulo de divergencia de los 2 huesos que constituyen la articulación mide, como término
medio, de 170 a 177º. Conviene distinguir desde el punto de vista de construcción de la rodilla
humana, el eje anatómico o diafisario del fémur (línea que une el centro de la escotadura
intercondílea con el vértice del trocánter mayor) del llamado eje mecánico o dinámico de este, que
es la línea que une el centro de la cabeza femoral con el centro anatómico de la rodilla y el centro de
la articulación tibiotarsiana; este último eje representa la línea de apoyo o gravedad de toda la
extremidad inferior. En los individuos normales, el eje mecánico o dinámico pasa por el centro de la
articulación, o bien un poco por dentro (cóndilo interno), o un poco por fuera (cóndilo externo).
Posee un fuerte aparato ligamentoso, cuyos ligamentos son: colateral tibial o interno y fibular o
externo, transverso de la rodilla, meniscofemoral anterior y posterior, así como cruzados anterior y
posterior.
Mecánica articular
La articulación de la rodilla puede permanecer estable cuando es sometida rápidamente a cambios
de carga durante la actividad, lo cual se conoce como estabilidad dinámica de la rodilla.
La arquitectura ósea de la rodilla suministra una pequeña estabilidad a la articulación, debido a la
incongruencia de los cóndilos tibiales y femorales; sin embargo, la forma, orientación y propiedades
funcionales de los meniscos mejora la congruencia de la articulación y puede suministrar alguna
estabilidad, que es mínima considerando los grandes pesos trasmitidos a través de la articulación.
La orientación y propiedades materiales de los ligamentos, cápsula y tejidos musculotendinosos de
la rodilla contribuyen significativamente a su estabilidad.
Los ligamentos de la rodilla guían los segmentos esqueléticos adyacentes durante los movimientos
articulares y las restricciones primarias para la traslación de la rodilla durante la carga pasiva. La
estabilidad de la rodilla está asegurada por los ligamentos cruzados anterior y posterior y los
colaterales interno (tibial) y externo (peroneo). El ligamento cruzado anterior tiene la función de
evitar el desplazamiento hacia delante de la tibia respecto al fémur; el cruzado posterior evita el
desplazamiento hacia detrás de la tibia en relación con el fémur, que a 90º de flexión se verticaliza y
tensa y por ello es el responsable del deslizamiento hacia atrás de los cóndilos femorales sobre los
platillos tibiales en el momento de la flexión, lo cual proporciona estabilidad en los movimientos de
extensión y flexión.
Los ligamentos laterales brindan una estabilidad adicional a la rodilla; así, el colateral externo o
peroneo, situado en el exterior de la rodilla, impide que esta se desvíe hacia adentro, mientras que
el colateral interno o tibial se sitúa en el interior de la articulación, de forma que impide la
desviación hacia afuera, y su estabilidad depende prácticamente de los ligamentos y los músculos
asociados.
La articulación de la rodilla realiza fundamentalmente movimientos en 2 planos perpendiculares
entre sí: flexoextensión en el plano sagital (eje frontal) y rotación interna y externa en el plano
frontal (eje vertical).
CAUSAS
Las lesiones meniscales pueden afectar a cualquier edad, pero las causas son algo diferentes en los
distintos grupos de edad. En los pacientes más jóvenes, el menisco es una estructura bastante
resistente y elástica. Las roturas del menisco en pacientes menores de 30 años generalmente son el
resultado de una lesión importante por torsión de la rodilla. Con frecuencia están relacionadas con
alguna actividad deportiva. En las personas mayores, el menisco se vuelve más débil con los años.
El tejido meniscal degenera y se vuelve menos resistente. Las roturas meniscales a estas edades
pueden deberse a un traumatismo menor (por ejemplo, al levantarse de la posición de cuclillas). Las
roturas degenerativas del menisco se ven con frecuencia como una parte integrante de la artrosis de
rodilla en la población de más edad. En muchos casos, no se recuerda un traumatismo específico
que haya roto el menisco.
SÍNTOMAS
El problema más frecuente que aparece con un menisco roto es el dolor. Este dolor puede percibirse
en la línea articular (donde se sitúa el menisco) o puede ser más difuso y apreciarse en toda la
rodilla. Si la parte rota del menisco es lo bastante grande, puede producir un bloqueo: esto es la
incapacidad de extender la rodilla por completo. El bloqueo ocurre cuando el fragmento roto del
menisco resulta atrapado dentro del mecanismo de bisagra de la rodilla impidiendo la extensión
total (imagínese introducir un lápiz en la bisagra de una puerta e intentar cerrarla). También hay
consecuencias a largo plazo de una rotura meniscal. El frotamiento continuo del menisco roto sobre
el cartílago articular puede causar el desgaste y fragmentación de esta superficie, conduciendo a la
degeneración de la articulación. La rodilla puede inflamarse con el uso y volverse rígida y tensa.
Esto se debe a la acumulación de líquido sinovial dentro de la rodilla. No es específico de las
roturas meniscales, sino que ocurre cuando se inflama la rodilla por cualquier causa.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El diagnóstico comienza con la realización de la historia clínica y la exploración. Con esto se trata
de determinar dónde se localiza el dolor, si han existido episodios de bloqueo y si usted siente
chasquidos o "clicks" al mover la rodilla. Las radiografías convencionales no sirven para ver un
menisco roto. La resonancia magnética nuclear ofrece una buena imagen del menisco. Con esta
máquina, se pueden efectuar "cortes" precisos a través del área de interés. Generalmente se pide esta
exploración para descartar lesiones de la rodilla como desgarros meniscales o ligamentarios.
Si la historia y la exploración sugieren fuertemente una lesión meniscal, puede realizarse una
artroscopia para confirmar el diagnóstico y tratar el problema al mismo tiempo. La artroscopia es
una intervención en la que se introduce una microcámara de fibra óptica en la articulación de la
rodilla, permitiendo al cirujano ortopédico observar directamente las estructuras internas de la
articulación. Realmente la artroscopia permite a su médico mirar dentro de la articulación y valorar
el estado del cartílago articular, los ligamentos y los meniscos.
La cadera
Se define como "cadera" la región que se encuentra a ambos lados de la pelvis. El hueso de la
cadera consta de tres secciones:
• Ilio - porción ancha y acampanada del hueso de la cadera (la cresta ilíaca).
• Pubis - parte inferior y posterior del hueso de la cadera.
• Isquio - uno de los huesos que forman la cadera.
La articulación de la cadera es de tipo esférico, que además de permitir el movimiento, ofrece la
estabilidad necesaria para soportar el peso del cuerpo.
El área de la cavidad, ubicada dentro de la pelvis, se denomina acetábulo. La parte esférica de esta
articulación corresponde al extremo superior del hueso de la pierna. Se une con el acetábulo para
formar la articulación de la cadera.
La cadera es una de las articulaciones más estables del cuerpo. Pero debido a que debe soportar el
peso del cuerpo también es propensa a la artritis como consecuencia del exceso de presión. El dolor
en la cadera puede deberse a lesiones de los músculos, los tendones o las bursas (pequeños sacos
llenos de fluido que amortiguan y lubrican las articulaciones).
Se parece mucho a la del hombro. Sus superfícies articulares son la cabeza del fémur, el
acetábulo y el rodete acetabular. Es una enartrosis. Tiene una cápsula muy grande y no
limitará por tanto los movimientos. Es muy fuerte asímismo. Realiza todos los movimientos
posibles: flexión/extensión, rotación interna/externa, abducción/adducción además de poder
hacer circundicción (en forma de cono).
• Lig. zonular: o también llamado zónula orbicular (es el más profundo de la cápsula
y es, como indica el nombre, como un cinturón que la rodea).
• Lig. iliofermoral: desde la cresta ilíaca anteroinferior hasta el trocánter mayor del
fémur.
• Lig. isquionfemoral: del troncánter mayor del fémur al isquion (parte inferior lateral
del coxal)
• Lig. de la cabeza del fémur (lig. redondo menor). De la fosita de la cabeza del
fémur hasta la incisura acetabular o escotadura.
Articulación sacroilíaca
Corresponde a las superfícies en contacto de las carillas auriculares del coxal y del sacro.
Depende de los autores se considera amfiartrosis, simfibrosis o sinfisis. Lo importante es que
están constituídas por hueso, un fibrocartílago en medio y otra vez hueso. Realiza pequeños
movimientos para adaptarse a la posición del cuerpo. Los ligamentos más destacables son:
Ligamento sacroilíaco anterior, posterior e interóseo.
• Ligamento sacrotuberoso o sacrociático mayor: va del sacro hasta el tuber del coxal.
• Ligamento sacroespinoso o sacrociático menor: va del sacro hasta la espina del coxal.
El hombro
El hombro es la parte donde se une el brazo con el torso. Está formado por tres huesos: la
clavícula, la escápula y el húmero; así como por músculos, ligamentos y tendones. Posee cinco
articulaciones: tres verdaderas y dos falsas o fisiológicas. Su flexibilidad y fortaleza nos permite
hacer toda clase de funciones.