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DOCENTES-ALUMNOS
4. Nos equivocamos a diario. Por este motivo es fundamental que reconozcamos que
nos hemos equivocado. Muchas veces por nuestra actitud de estar a la defensiva no
queremos reconocerlo y llevamos el error hasta las últimas consecuencias con tal de no
quedar mal ante nadie. Errar es humano y el reconocerlo es una muestra de humanidad
y sinceridad. Si nosotros no lo hacemos tampoco podemos exigir a nuestro hijo que lo
haga pues, ¿cómo lo educamos? Como siempre afirmo, a través del ejemplo ya que los
niños hacen lo que ven.
5. No hagamos oídos sordos. Con frecuencia tanto padres como docentes, mostramos
una actitud defensiva y no nos escuchamos los unos a los otros. Nuestra actitud hace
demasiado ruido como para escucharnos. Nos cerramos en banda ante ciertas opiniones
que muchas veces se nos dan con la mejor intención. Tenemos que aprender a escuchar
y aceptar lo que se dice de nosotros. Esto es síntoma de gran madurez. En ocasiones,
actuamos peor que los propios niños.
6. Aprender a ceder. Tengamos en cuenta que ceder no es igual a perder sino más bien
todo lo contrario. Si lo que queremos es aprender a través del diálogo hemos de aceptar
que de vez en cuando tenemos que ceder pues no podemos estar siempre imponiendo
nuestra opinión, nuestro criterio. Esto genera muchas confrontaciones entre padres y
docentes porque ni unos ni otros saben en qué momento deben ceder ya que lo fácil es
lo que venimos haciendo hasta hoy: echarnos las culpas los unos a los otros quedando
muchísimos problemas por resolver.
10. No podemos decirlo todo. En muchas ocasiones cuando nos reunimos padres y
docentes queremos decirlo todo. Vivimos en una sociedad atrapada en la vorágine del
tiempo, con una rigidez de horarios excesiva y esto está generando muchos problemas
y tensiones. Aunque la cantidad de reuniones quizás sean limitadas por falta de tiempo
en los centros, nos tenemos que enfocar en la calidad de las mismas. Si disponemos de
poco tiempo por lo menos que sea de calidad. Para ello, padres y profesores debemos de
tener muy claro de qué queremos hablar en estas reuniones y no perdernos en
divagaciones: no podemos improvisar sobre la marcha y por este motivo tanto unos
como otros debemos preparar y planificar a conciencia dichas reuniones