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[D e lo s e s c r it o s de P a p ía s ]
3»2 Todos los Mss, menos M , y las versiones SL, lo mismo que San Jerónimo (De v ir.
ill. i8), traen o suponen έξηγήσεως, sin duda por una mala lectura de έξηγήσεις (M ). Sobre
el sentido de λ ο γ ίώ ν , cf. R. G r y s o v , A propos du témoignage de Papias sur Mathieu. Le sens
du mot λ ό γ ιο ν chez les Pères du second siècle: Ephemerides Theologicae Lovanienses 41
(1965) 547; J. D o n o v a n , Note on the Eusebian Use o f «Logia·: Bíblica 7 (1926) 302. Sobre
los fragmentos que nos quedan de la obra, c f. K . B e y s c h la g , H erkunft und Eigenart des
Papiasfragmente: Studia Patrística t.4: T U 79 (Berlín 1961) 268-280; J. K.UERZINGER, Papias
von Hierajyolis und die Evangelien des Neuen Testaments = Eichstätter M aterialien. Ser.
Philos, u. Theol., 4 (Ratisbona 1983).
303 E. Gutwenger (Papias. Eine chronologische Studie: Zeitschrift fü r katholische Theo
logie 69 [1947] 416) se apoya en esta expresión de San Ireneo y en su interpretación por
Eusebio (infra § 13), para concluir que Papias publicó sus libros entre los años 90-100,
antes de la composición del Apocalipsis. Si fue compañero de Policarpo, debió de ser oyente
de Juan, como él, en su niñez o adolescencia y alcanzar su florecimiento entre 120 y 130.
C f. G. B a r d y , Papias d’Hiérapolis: D T C 1. 11 col. 1944-1947; M . J o u r jo n , Papias: Supplé
ment du D iet, de la Bible, t . 6 col.1103-1109; U . H . J. K.OERTNER, Papias von Hierapolis. t i n
Beitrag zur Geschichte des frühen Christentums = Forschungen z. Relig. u. L iterat, d. A . u
N . Testaments, 133 (G otinga 1983).
304 S a n I r e n e o , A dv. haer. 5 , 33 , 4 .
305 Eusebio le discute a Ireneo su inform ación sobre Papias, negando que éste haya sido
oyente directo del apóstol Juan (Ireneo, sin embargo, no parece conocer otro). El texto que
aduce en su apoyo no parece en realidad contradecir a Ireneo.
que bien recuerdo, segurísimo como estoy de su verdad. Porque
yo no me complacía como hace la gente en los que mucho hablan,
sino en los que enseñan la verdad; ni tampoco en los que recuerdan
mandamientos ajenos, sino en los que traen a la memoria los que
se han dado a la fe de parte del Señor y nacen de la verdad misma.
4 »Y si acaso llegaba alguno que había seguido tam bién a los
presbíteros, yo procuraba discernir las palabras de los presbíteros:
qué d ijo Andrés, o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Santiago, o Juan,
o M ateo o cualquier otro de los discípulos del Señor, y qué dicen
A ris tió n y el presbítero Juan, discípulos del Señor, porque yo pen
saba que no me aprovecharía tanto lo que sacara de los libros como
lo que proviene de una voz viva 306 y durable» 307.
5 A q u í bueno será tam bién hacer notar que enumera dos ve
ces el nombre de Juan. A l prim ero lo pone en lista con Pedro,
Santiago, M ateo y los demás apóstoles 308, siendo evidente que
señala al evangelista; en cambio, al otro Juan, después de cortar el
discurso, lo coloca con otros, fuera del núm ero de los apóstoles,
anteponiéndole A ris tió n y llamándole claramente presbítero 309.
306 Más que preferir la tradición oral frente a la escrita, Papías quiere acentuar la garan
tía «apostólica» de lo que le dicen; cf. A . F . W a l l s , Papias and oral tradition: V igC h 21
(1967) 137-140.
307 Este texto ha constituido y sigue siendo una verdadera «crux interprctum», un au
téntico enigma que ha dado lugar a una ingente literatura, sobre todo entre historiadores y
exegetas, sin hacer posible un acuerdo. U n buen estudio es el de J. M u nck (Presbyters and
Disciples o f the Lord in Papias. Exegetics Comments on Eusebius, Ecclesiastical H istory I I I ,
39: H T R 52 [1959] 223-243). C f. G . M ., Presbyters and Apostles: Z N W K A K 62 ( i9 7 i)
122, donde se afirma que πρεσβύτερος está tomado por apóstol, como en el Canon de A ta -
nasio 87.
308 La deducción es obvia, pero Papías no ha empleado la palabra «apóstoles», sino «pres
bíteros* y «discípulos del Señor».
309 Es d ifíc il no estar de acuerdo con Eusebio en esta interpretación, afirmando con él
la existencia de dos personajes distintos con el nombre de Juan, uno el apóstol y otro co
nocido por «el presbítero», del que nada más sabemos; cf. J. M u n c k , a.c., p.238; G. B a r d y ,
Jean le Presbytre: Supplément d u D ie t, de la Bible, t.4 (1949) col.843-847; F. M . B r a u n ,
Jean le Théologien et son Évangile dans l’Église ancienne (Paris 1959) p.357-364. Tam poco
de A ristió n se sabe más. Quizás tenga razón F. C. Conybeare al identificarlo (en «The
Expositor», 5a s.2 [1895] 407-421) con «el presbítero Aristión» del evangelio armeno que
6 De manera que tam bién por esto se demuestra que es ve r
dad la historia de los que dicen que en Asia hubo dos con ese
m ism o nombre, y en Efeso dos sepulcros, de los que aun hoy día
se afirm a que son, uno y otro, de Juan 31°. Es necesario prestar
atención a estos hechos, porque es probable que fuese el segundo
— si no se prefiere el prim ero— el que vio la Revelación ( = A po
calipsis) que corre bajo el nombre de Juan 31*.
7 Ahora bien, Papías, de quien estamos hablando, confiesa
que las palabras de los apóstoles las ha recibido de los discípulos
de éstos, mientras que de A ris tió n y de Juan el Presbítero dice
haber sido él mismo oyente directo 312. Efectivamente, los m encio
na por su nombre muchas veces en sus escritos y recoge sus tra
diciones.
8 Y no se diga que por nuestra parte es in ú til lo dicho. Pero
es ju sto añadir a las palabras de Papías ya citadas otros dichos su
yos con los que refiere algunas cosas extrañas y otros detalles que,
según él, le han llegado por la tradición.
9 A hora bien, ya quedó explicado más arriba 313 que el após
to l Felipe había morado en H ierápolis con sus hijas, pero ahora
hay que señalar cómo Papías, que viv ió en esos mismos tiempos,