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INDISOLUBILIDAD Y DIVORCIO EN LAS IGLESIAS ORTODOXAS. UNA CONTRIBUCION AL DIALOGO ECUMENICO La presente exposicion tiene por objeto presentar sintéticamente el camino seguido por las Iglesias ortodoxas separadas respecto de la indisolubilidad matrimonial y las causas por las cuales es posible en ellas admitir el divorcio. Esto permitird conocer mejor la teologia y la legislacidn canénica oriental desde el periodo de los Padres hasta el dia de hoy, que ciertamente no es el mismo camino seguido por la Iglesia catélica, al interpretar las palabras de Cristo (Mt 19, 9) “cual- quiera que despidiere a su mujer --no hablo en caso de fornicacién— y se casare con otra, éste tal comete adulterio”. I. LA DOCTRINA DE LOS PADRES ORIENTALES El primero, después de los Apéstoles, que habl6 del tema, fue Hermas (afio 140) que condenaba el divorcio!, incluso a los esposos separados y particularmente al marido que hubiera dejado a su esposa por adulterio. Atendgoras (afio 177), escribia que el segundo matrimonio de un viudo era como un “adulterio protegido”, prohi- bia la separacién del esposo y afirmaba la indisolubilidad matrimo- nial ‘“monogdmica”?. Tedfilo de Alejandria reputaba culpable de adulterio tanto a quien se case con la mujer repudiada, como quien dejase la propia esposa, a menos que el adulterio de ésta no fuera pro- bado.3 San Clemente de Alejandria (afia 215) declaraba adultero a quien se casaba nuevamente en vida del otro cényuge, también a quien 1 ELPastor de Hermas, en Padres Apostélicos, B.A.C., vol. 65, Mandamiento IV, p.975; Bressan L., II divorzio nelle Chiese orientali, Bologna 1976, p. 14-15. 2 Atendgoras, “Pro christianis”, PG, 6, 966. 3 Teéfilo de Alejandria, “Ad Antolicum”, c. Ill, n. 13, PG, 6, 1139. 60 LUIS GLINKA recibia a la mujer repudiada, porque de esta forma, la inducia a aban- donar a su marido*. Origenes (afio 254) condenaba claramente cl divorcio y enfrenté a algunos jefes de comunidades cristianas que lo favorecian violando los preceptos evangélicos®. San Basilio, obispo de Ancira (aio 336) prohibia el casamiento por iglesia con la mujer legitimamente repudiada; Efren de Nisiba (306-373) afirmaba que Cristo habia establecido un nuevo orden por lo cual el divorcio que- daba abolido. Sobre el divorcio también escribid mucho San Basilio el Grande (330-379)®. En sus “Moralia” declaraba que la separacion de los esposos era permitido en caso de adulterio de uno de los con- yuges 0 en caso que uno de los esposos quisiese consagrarse en la vida religiosa, pero prohibia a la otra parte casarse nuevamente. Siendo obispo, san Basilio, en tres cartas dirigidas a Anfiloquio, obispo de Iconio, notaba que el Santo Evangelio no establecia distincion alguna entre los dos sexos en materia de fidelidad matrimonial, pero segun la costumbre de su region, se mostraba mds tolerante hacia el marido en caso de adulterio de la esposa. Precisaba sin embargo que el marido que abandonaba a su esposa y se unia con otra era culpable de adul- terio, asf como lo era también la segunda mujer que se uniaa él. En su segunda carta san Basilio ensefiaba que el hombre que se unia a una mujer no casada, cometfa la fornicacién y en cambio la infideli- dad de la mujer era castigada como un pecado de adulterio’. San Gre- gorio (330-390) atribufa las mismas responsabilidades y dignidad a los dos cényuges, y fue contrario al casamiento de los viudos y el ter- cer matrimonio de los mismos era considerado como una “‘suciedad”.® También se ocupé del tema Teodoro de Mopsuestia (344-426), que admitia el divorcio como un mal menor, pero sostenfa que para los cristianos, no era admisible el segundo matrimonio. San Juan Cri- séstomo (407), admitia en el caso de adulterio el derecho a la separa- cién, pero no a la ruptura de la unién sacramental y se oponia al De- 4 Clemente de Alejandria, PG, 8, 1096 y 1179. 5 Crouzel H., L'Eglise primitive face au divorce, Paris 1971, 72. © §, Basilio, Moralia, 73, PG 31, 849-852: “Quod non licet viro, uxore dimissa, aliam ducere, neque fas est repudiatam a marito, ab alio duci uxorem”. 7 Aeque viris et mulieribus convenit... consuetudo autem non ita se habet, sed mulieri- bus quidem multa accurate observari deprehendimus quare quae una cum viro dimisso habi- tat, nescio an possit adultera appellari..., quare quae reliquit, est adultera, si ada lium virum accessit, Qui autem relictus est, dignus est venia, et quae una cum eo habitat, non condem- natur. Se si vir, qui ab uxore discessit, accessit ad aliam, est et ipse adulter”. La penitencia para los adiilteros era de 15 ajios y para los fornicadores de 7 afios. PG 32, 797; 29, 159; 32, 663-684. Bs Gregorio, Sermén 38 PG 37, 245-248; 36, 289 y 292. INDISOLUBILIDAD Y DIVORCIO EN LAS IGLESIAS ORTODOXAS, 61 recho Romano que la reconocia.? San Juan incluso dejé expresiones como éstas: “...después del adulterio, el marido no es mds marido”, “Ja adultera no es esposa de ninguno”, etc., que son afirmaciones més de cardcter técnico que de contenido doctrinal. Otros Padres orientales, como san Cirilo de Alejandria (afio 444), Apolinaris de Laodicea, Teodoreto de Ciro (aflo 393), dejaron textos dudosos en sus afirmaciones sobre el divorcio en caso de “‘adulterio”.!° En sintcsis, comunmente los Padres, afirmaban la indisolubilidad del vinculo matrimonial, pero dada su interpretacion del pasaje del Evangelio de Mt 19, 9, admitfan el divorcio en caso de adulterio y aun las segundas nupcias ulteriores, después de haber cumplido la peni- tencia impuesta a los divorciados, segun la legislacién candnica orien- tal! 2, LA LEGISLACION CANONICA Los sinodos de Ancira (aio 314) y de Neocesarea (314-325) habian impuesto penas a los que se casaban nuevamente, después de la muerte del conyuge; el Concilio de Nicea (afio 325) pedia, en cambio, a los novacianos aceptar a la comuni6n a aquéllos que se vol- vian a casar, después de la muerte del cOnyuge!?. Los cdnones apos- tolicos prohibjan al hombre unirse con una mujer repudiada, o casar- se con otra, después de huber dejado a la primera esposa. En los pri- meros siglos, la legislacion candnica oriental era favorable a la doctri- na de los Padres. Pero desde el siglo V, segiin un texto atribuido al Concilio ecuménico de Nicea (afio 325), que algunos juristas occiden- tales creen interpolado, se admitia el segundo matrimonio por la acusacion de adulterio de un conyuge contra el otro,aun cuando éste no fuera probado (y aunque la acusacién fuera injusta), en cuanto que hacia ya imposible la vida comin. El divorcio, ademas, parece ser admitido, no sdlo por adulterio de la mujer, sino también por enfer- medad, como la lepra, la esterilidad, la conducta inmoral del marido. Desde entonces el Oriente cristiano se mantendra sustancialmente fiel hasta hoy a esta doctrina y legislacién de los concilios de los primeros siglos y de los Padres del IV y V siglo. Es decir que defiende el matri- ° s.Iuan Criséstomo, Sermones en Mt 5, 32 y 19, 9, PG 48, 552-563. 10 §. Cirilo de Jerusalén, Catequesis IV, n. 26, en “Ichtys” Buenos Aires, 1987, p. 21. Crouzel H... 205-207; Bressin.... 16; 12 Mansi, 2, 549-552.

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