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https://es.scribd.

com/doc/230312943/texto-argumentativo-eutanasia

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https://es.slideshare.net/aasarimaravilla/ensayo-2docx-oyuki

http://ensayosfaciles.blogspot.com/2014/02/ensayo-sobre-la-eutanasia.html

https://www.buenastareas.com/ensayos/Ensayo-Argumentativo-De-
Eutanasia/74184826.html

https://mx.answers.yahoo.com/question/index;_ylt=AwrB4T4OM0JbUlMAgDmnfAx.;_y
lu=X3oDMTBybGY3bmpvBGNvbG8DYmYxBHBvcwMyBHZ0aWQDBHNlYwNzcg--
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0eutanasia

http://vidasinsufrir.blogspot.com/2016/04/ensayo-sobre-la-eutanasia.html

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https://www.aboutespanol.com/ensayo-sobre-la-eutanasia-2879584

http://www.elmundo.es/sociedad/2015/10/01/560d2c93ca4741da2a8b4579.html

La Eutanasia como derecho a una muerte digna

¿Por qué es necesario hablar de eutanasia? ¿Por qué ocuparnos de un tema cuyo punto central
es la buena muerte? Por la sencilla razón de que la muerte, en última instancia, no la podemos
evitar, pero sí podemos hacer cosas para que ésta llegue de la mejor manera. Postergar la muerte
está plenamente justificado mientras se consiga alargar una vida que vale la pena vivir a quien
la vive, pero cuando la elección no está entre morir o no morir, la elección es morir de lo mejor
posible.

El ser humano debe tener derecho a que se le respete la libertad de acortar su vida o, lo que es
lo mismo, acelerar su muerte para terminar con sufrimientos personales y familiares ocasionados
por el padecimiento de una enfermedad incurable en fase terminal. La eutanasia se presenta
como un conflicto de intereses entre la vida como bien jurídico supremo y el derecho a una
muerte tranquila y digna sin imposiciones. Sin embargo, según Morillas Cuevas, “La alternativa
no es matar o no matar, privar de la vida o no privar, sino en aceptar una muerte larga y dolorosa
o una muerte rápida y tranquila”. También considera que, “El acortamiento de la vida de quien
sufre una enfermedad incurable para terminar con sus sufrimientos, es un derecho que el propio
Estado debe garantizar sobre la base del respeto a la dignidad del ser humano…”

La eutanasia debe ser una opción que no amerite la clandestinidad ya que toda persona es libre
de terminar con su vida si así lo desea, sin sentirse un criminal. La moral de la eutanasia es más
válida que la de alargar artificialmente la vida de una persona con el sufrimiento que conlleva.
Como decía una mujer entrevistada antes de su suicidio asistido “Quiero dejar de no vivir”.
Cuando la vida no es vivida, valga la redundancia, acompañada de un dolor tanto psíquico como
físico, es sólo entendible para ellos la decisión tan drástica de quitarse la vida. Nada ni nadie
puede detener una decisión tan firmemente formada bajo ningún argumento, sin embargo, la
cristiandad cegada por la “fe” y su posición, se encierra en el hecho de que la vida es un regalo.
El regalo de amar, disfrutar, lo que comparto plenamente, pero sin las herramientas ¿Cómo?, no
puedo moverme ¿Cómo te doy un abrazo?, no puedo mover el rostro, ¿cómo expreso lo que
siento?, no puedo verte, ¿Cómo disfruto?, ¿Quién mas puede sentir lo que yo siento? Quiero paz
¿Cómo no me la vas a querer dar?

En términos generales, la eutanasia se distingue de dos formas: la activa y la pasiva. La


diferencia entre las dos formas estriba en que en la eutanasia activa el paciente terminal fallece
como consecuencia directa de una acción intencionada del médico, mientras que en la eutanasia
pasiva la muerte del enfermo se debe a la omisión o suspensión por el médico del uso de medidas
que podrían prolongarle la vida, además la eutanasia puede ser requerida (voluntaria) o no por
el paciente (involuntaria).

La eutanasia voluntaria es justificada por el principio de autonomía. Derecho del individuo sobre
su propio cuerpo, y admite que el destino de una persona racional es un acto que le corresponde
sólo a ella misma, este principio implica proteger al individuo frente a decisiones que uno pueda
tomar que lo afectará a el mismo, si matar a una persona que no ha elegido morir no respeta su
autonomía, tampoco lo hace el que no cumple con el pedido de asistir a alguien en su muerte.

Creo en el valor y en la dignidad del individuo. Ello exige que sea tratado con respeto y, en
consecuencia, que sea libre para decidir sobre su propia muerte, ninguna moral racional puede
prohibir categóricamente la terminación de la vida si ha sido ensombrecida por una enfermedad
horrible para la que son inútiles todos los remedios y medidas disponibles, es cruel y bárbaro
exigir que una persona sea mantenida en vida en contra de su voluntad, rehusándole la liberación
que desea, cuando su vida ha perdido toda dignidad, belleza, sentido y perspectiva de porvenir.
El sufrimiento inútil es un mal que debería evitarse, desde el punto de vista ético, la muerte
debería ser considerada como parte integrante de la vida. Puesto que todo individuo tiene
derecho a vivir con dignidad, también tiene el derecho de morir con dignidad.

Por otro lado, en la eutanasia no voluntaria se apela al paternalismo, no pudiendo ser el propio
paciente quien realiza la elección, otro decide por él basándose en lo que motiva la eutanasia:
su propio interés o beneficio. Pero este argumento resulta difícil ¿Cómo sabemos cuál es su
“propio interés” cuando lo que está en juego es la propia vida del sujeto? ¿Cómo hacerlo sin
interponer nuestros propios intereses cuando se trata de un familiar o un amigo? ¿Cómo saber
cuáles son los deseos del otro o que lo beneficia? El principio paternalista puede limitarse al
bienestar del paciente o a la posibilidad de realización en su vida futura. Y si lo relacionamos
con el argumento de calidad der vida ¿cómo estar seguros que esa vida no merece ser vivida?
¿Cuáles son los límites de una vida digna y quien los establece?

Ésta es una situación muy difícil que se presenta para decidir la aplicación de la eutanasia, y
ocurre cuando el enfermo cae en un estado de inconsciencia y éste se prolonga por varios meses
o años. En estos casos, son varios los problemas a los que se enfrentan los familiares y los
médicos. El primero es el saber si el enfermo está realmente inconsciente y, por consiguiente,
no percibe los estímulos ambientales, está completamente aislado del mundo que lo rodea, no
siente frío, calor ni dolor, no sufre y ha perdido la autoconciencia, o bien, si su padecimiento
solamente le impide expresar sus sensaciones y pensamientos a pesar de que sí tiene conciencia.
El segundo problema consiste en conocer con la mayor certeza posible si el estado de
inconsciencia es irreversible o existe aún una esperanza fundada de que se recupere y, si éste es
el caso, cuáles serían las secuelas de haber estado inconsciente, es decir, saber hasta qué punto
volverá a ser una persona normal, a ser “el mismo que era antes”. El tercer problema se refiere
a los cuidados de un enfermo en esta condición para mantenerlo vivo, lo cual incluye dos
aspectos: 1) la atención técnico-médica que puede requerirse, por ejemplo, una máquina para
mantener artificialmente la respiración y el funcionamiento del corazón, o tubos para alimentar
e hidratar al enfermo vía sanguínea o intragástrica; y 2) la atención que deben brindarle los
miembros de la familia todos los días, y la repercusión que tiene sobre ellos, en términos del
consumo del tiempo habitualmente dedicado al trabajo o al descanso, de los problemas
económicos resultantes y del deterioro emocional progresivo que todo esto conlleva. El cuarto
problema se refiere a la posibilidad de ensayar tratamientos médicos o seudomédicos poco
estudiados, pero que, dada la situación, puedan parecer atractivos, como fuente última de
esperanza, para los familiares y para algunos médicos. El quinto problema, por supuesto, es la
decisión final de suspender todo procedimiento –respiración, alimentación, hidratación,
estimulantes cardíacos– para dejar morir al enfermo de manera “natural”, lentamente, mediante
lo que sería eutanasia pasiva, o bien, administrar sustancias que causen la muerte rápidamente,
mediante la eutanasia activa.
¿Es en beneficio del paciente el mantenerlo con vida de manera fútil? ¿Es ético que en estas
condiciones se persevere en administrar la alimentación y mantener la hidratación mediante un
tubo que se inserta en el estómago a través de la pared del abdomen y, si se considera necesario,
administrar antibióticos para contrarrestar infecciones? Si la respuesta es sí, ¿este
mantenimiento sería sin límite de tiempo (años) o se establecería un período máximo?, y una
vez alcanzado, ¿se suspendería el tratamiento? ¿Es ésta una manera digna de vivir? ¿Hasta qué
punto la situación física, emocional y económica de los familiares es una limitante justificada?
y, si se toma la decisión de suspender la nutrición e hidratación, en cuyo caso el paciente morirá
lentamente, en el curso de dos o tres semanas, aunque sin ningún dolor o sufrimiento, ¿no es
más ético administrar una droga letal para producir una muerte rápida que por supuesto también
sería indolora? ¿No es en el mejor interés del paciente dejarlo morir, o dicho de otro modo, no
es un maleficio el prolongar su vida inútilmente?
En resumen, la eutanasia se efectúa con el único fin de ayudar a los enfermos que sufren de
alguna enfermedad degenerativa, irreversible y mortal. La eutanasia libera a las personas de la
cárcel que se tornan sus vidas al adquirir una condición fatal. La función más importante que la
voluntad cumple en el caso de la eutanasia voluntaria es la de afirmar el derecho que tiene la
persona en esta situación extrema para permitir o ayudar a terminar con una vida que para ella
ya no tiene sentido seguir viviendo, no debe pensarse que ese derecho se extingue tan sólo
porque la persona no es capaz de ejercerlo directamente por carencia de la facultad respectiva.
Es un caso bastante común en la sociedad que haya instancias para salvaguardar los derechos
de quienes no lo pueden hacer por sí mismos. Puede afirmarse que una persona enferma de
gravedad, sin mayores perspectivas de mejoría, y sin capacidad, de darle sentido a su vida, tiene
todavía el derecho a que se le ayude a poner fin a esa situación.
Bibliografía:

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