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Zacarías 8:15 - 9:4

Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro viaje por el libro del
profeta Zacarías, uno de los últimos libros del antiguo Testamento, la primera
parte de las Sagradas Escrituras, o como también la llamamos, La Biblia.
Pero antes de retomar nuestra lectura en el versículo 15 del capítulo 8,
recordemos brevemente nuestra historia: Zacarías está respondiendo a la
pregunta de la delegación de judíos que ha venido a Jerusalén desde Betel.
Su pregunta era acerca de si era correcto o no de continuar practicando
ciertos ritos que recordaban la antigua destrucción del templo. El profeta
Zacarías les respondió que lo que importaba no era el rito en sí, o el
cumplimiento de una ceremonia, sino el estado del corazón de la persona.
Dios, les dijo Zacarías, no cambiará su intención, ni su propósito por causa
de ningún ritual humano. Y a lo largo de todos estos versículos, Zacarías
estableció un contraste entre el juicio pasado de Israel, su cautiverio y
esclavitud en Babilonia, y la restauración futura que ha sido prometida. En
vista del cautiverio vivido en el pasado, la nación debía arrepentirse y vivir en
rectitud. En vista de las bendiciones futuras que les fueron prometidas, Israel
debía arrepentirse y vivir en justicia. De esta manera, Zacarías estaba
invitando a la delegación de visitantes judíos a mirar hacia el futuro, cuando
Israel sería colocado en un lugar de bendición y privilegio y los pesados
ayunos pasarían a convertirse en fiestas.
El apóstol Pablo escribió en su Carta a los Romanos, en el capítulo 9,
versículos 15 y 16: "Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia".
Usted recuerda que fue Moisés quien le preguntó a Dios si iba a destruir a los
hijos de Israel. Y Dios le respondió: "Yo te voy a escuchar, Moisés, pero no te
voy a escuchar porque tú eres Moisés, porque yo mostraré gracia a aquellos
a quienes mostraré gracia, y tendré misericordia del que yo tenga
misericordia".
Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia. De modo que, no depende de aquel que corre por medio de un
rito, ni tampoco de aquellas personas que son muy religiosas, cumplen y
hasta asisten con frecuencia a una iglesia, sino de Aquel que es Dios. Es el
Señor Jesucristo quien demuestra misericordia hacia su vida y la mía, y no
debido a nuestra práctica regular de ciertos ritos, sino por amor hacia usted,
y hacía mí: ¿No es una verdad sorprendente y, a la vez, maravillosa? Y, amigo
oyente, hoy, nosotros podemos decir nuevamente con el apóstol Pablo: "Por
la gracia de Dios soy lo que soy". (1 Corintios 15:10)
Retornando al libro de Zacarías, leemos lo que le dijo a esta delegación de
visitantes de Betel, en el versículo 15 del capítulo 8:
"Así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en
estos días; no temáis."
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Lo que Dios estaba diciendo a través del profeta era que:
"Independientemente del rito que realicéis, Yo sigo demostrando mi fidelidad
y misericordia con vosotros."
Las tristezas del juicio pasado dieron paso a los juramentos de bendiciones
futuras. Y, como veremos a continuación, las bendiciones prometidas estarán
supeditadas a la obediencia a Dios, según sus propios parámetros. Tal
obediencia sólo puede hacerse una realidad por el poder del Espíritu en la
vida de una persona que ha sido transformada por la gracia de Dios a través
de la fe.
Escuchemos lo que Dios dijo en el versículo 16 de este capítulo 8 de Zacarías:
"Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su
prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras
puertas."
¿Ha confiado usted ya, amigo oyente, en Jesús como su Salvador personal?
Usted puede ser salvo por gracia y misericordia de Dios. Dios le ama, incluso
aunque usted no lo ame a Él. Ahora bien, debemos prestar atención a lo que
Él también dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos". (Juan 14:15).
Si usted le ama, estimado oyente, demuéstrelo cumpliendo Sus
mandamientos, aun sabiendo que su salvación no depende de esta
obediencia, pero sí su equilibrio, bienestar, paz y alegría.
Es por eso que Zacarías le dice a esta delegación de judíos: "Estas son las
cosas que habéis de hacer: hablad verdad cada cual con su prójimo". Hoy en
día parece ser que la mentira, o las mal llamadas "verdades a medias",
presuponen o se dan por hecho en cualquier ámbito de la vida. El hombre y
la mujer del siglo XXI apenas puede moverse sin pensar que alguien le va a
engañar: la publicidad, el marketing, las promociones engañosas, los premios
"con truco", la letra pequeña de los contratos bancarios, etc. Tampoco
podemos confiar en los políticos, sean del signo y color que sean. Hasta la
ciencia y el arte han sido pasto de numerosos engaños y embustes. La verdad
es que hoy vivimos una crisis de confianza.
Luego, Zacarías añadió: "Juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en
vuestras puertas". Esta expresión, "en vuestras puertas", indica el lugar
donde se celebraban los tribunales en aquel día. Y cuántas personas hoy han
confesado haber mentido aun estando declarando bajo juramento. Juzgad -
dice aquí - según la verdad. Él no está hablando aquí del hecho de juzgar. Él
no está diciendo que uno no debe juzgar. Usted y yo vamos a juzgar, ya sea
honesta o deshonestamente. Eso quiere decir que no debemos desear o
codiciar aquello que es posesión del prójimo.
Y la última parte de este mismo versículo 17, añade:
"Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis
el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice el
Señor."

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¿Nunca se ha preguntado, estimado oyente, qué cosas aborrece Dios? Dios
es amor. Pero Dios también aborrece. De la misma manera, usted no podría
amar sin aborrecer algo. Por ejemplo, si usted ama la verdad, aborrecerá
entonces la mentira. Y Dios aborrece ciertas cosas: Dios aborrece las
mentiras. Dios aborrece la codicia. Dios aborrece muchas cosas que, en el
mundo, en nuestra sociedad, consideramos "normales".
Continuando con nuestra lectura, los versículos 18 y 19 de este capítulo 8 de
Zacarías, dicen así:
"Vino a mí palabra del Señor de los ejércitos, diciendo: Así ha dicho el Señor
de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del
séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo
y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz."
La cuarta y última respuesta de Zacarías a la delegación de Betel los hace
darse cuenta de que los días nacionales de ayuno y lamento serán
transformados en fiestas de júbilo y regocijo. En realidad, ésta fue la
respuesta a la pregunta original que leímos en el capítulo 7 versículo 3. Y
además de los ayunos de los meses quinto y séptimo, se tenían otros dos
ayunos adicionales: En el cuarto mes se conmemoraba la ruptura de los
muros de Jerusalén y en el décimo mes recordaban el comienzo del último
asedio contra la ciudad, que comenzó en el 588 a.C.
De alguna manera, Dios les estaba indicando: "Yo nunca os he obligado a
realizar ayunos o ritos religiosos. Y los días que vosotros señalasteis para
guardar esos complicados rituales, los voy a cambiar por días de fiesta y
celebración. Se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en
festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz". En los versículos 20
y 21 de este capítulo 8 de Zacarías, leemos:
"Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de
muchas ciudades; y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán:
Vamos a implorar el favor del Señor, y a buscar al Señor de los ejércitos. Yo
también iré."
Estas palabras apuntan hacia el futuro, al momento en que Jerusalén, según
las profecías bíblicas, llegará a ser la capital, no sólo la capital política, sino
la capital religiosa de la tierra. Y continúa diciendo el versículo 22:
"Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar al Señor de los
ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor del Señor."
¿Qué vemos aquí? Que Israel será restaurada por completo en la gloria del
milenio, o periodo de mil años que, según la Biblia es cuando Jesús regresará
por segunda vez a la Tierra para gobernar durante un periodo de mil años.
Los gentiles, es decir, los no judíos, de todo el mundo harán una peregrinación
a Jerusalén para implorar el favor del Señor. Continuemos con el versículo
23:

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"Así ha dicho el Señor de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez
hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío,
diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con
vosotros."
Cuando leemos: "En aquellos días" ¿Qué significa? Esta es una expresión que
ya hemos venido escuchando una y otra vez y significa los días en los que es
inaugurado el reino mesiánico en la tierra, periodo de tiempo en el que los
judíos serán de verdad los mensajeros de Dios, como fue su propósito
original, y traerán multitudes a Cristo. La proporción de 10 a 1 representa la
inmensa cantidad de gente que vendrá a Jerusalén. El Mesías, que estará en
mitad de Israel durante el milenio, será la mayor atracción del mundo. Y al
ver que los judíos son tan bendecidos en su reino, las personas exigirán que
les permitan acudir a conocer al Rey y Salvador.
Y con esto, amigo oyente, llegamos al fin de este interludio histórico.
Llegamos ahora a la tercera y última división del libro de Zacarías. La hemos
denominado "oráculos proféticos" que abarcan los capítulos 9 al 14. El primer
"oráculo profético", del capítulo 9 al 11, se relaciona con la primera venida de
Cristo, y el "segundo oráculo", de capítulo 12 al 14, se relaciona con la
segunda venida de Cristo.
En esta tercera y última sección, queridos amigos, vamos, de alguna manera,
a recorrer el mismo terreno que ya hemos explorado durante los programas
anteriores. Nos estamos refiriendo a las diez visiones que, programa a
programa, hemos ido comentando del libro del profeta Zacarías. La profecía
comienza con Israel, en los días de Zacarías. Los judíos eran pocos y bastante
desanimados. Acababan de regresar de los 70 años de cautiverio babilónico
y estaban, al fin, reconstruyendo su sagrado templo.
En medio de este panorama, dos profetas, Zacarías y Hageo, fueron enviados
por Dios como profetas para animar y motivar al pueblo a reedificar el templo.
Y luego, la profecía avanza hacia el futuro inmediato, donde Dios les iba a
bendecir, aunque no de manera permanente, ni incondicional, tal y como
veremos en el capítulo 9. A través de los siglos, Dios tenía un plan y un
propósito. Primero, Jesús vendría como el Salvador, y, en la futura segunda
venida, vendrá como Rey y Soberano. La primera venida culminó con una
cruz; la segunda, comenzará con una corona.
En los primeros 8 versículos de este capítulo 9, el primer oráculo que antes
mencionábamos presenta una serie de juicios anunciados en contra de las
naciones que rodean a Israel, así como la liberación prometida a Israel. La
mayoría de los intérpretes bíblicos concuerdan en que se trata de una profecía
sobre las victorias del famoso conquistador Alejandro Magno, dada unos 200
años antes de que él conquistara Palestina. Sus acciones proveen, por otro
lado, una analogía del regreso de Cristo para juzgar a las naciones y salvar a
Israel al final de la Gran Tribulación o periodo de gran sufrimiento para toda
la Tierra durante los últimos tiempos, justo antes de la segunda venida de
Cristo.
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En el versículo 1 de este capítulo 9 de Zacarías, leemos:
"La profecía de la palabra del Señor está contra la tierra de Hadrac y sobre
Damasco; porque al Señor deben mirar los ojos de los hombres, y de todas
las tribus de Israel."
Esto es similar a lo que vimos en el libro de Isaías, y aquí tenemos el juicio
de Dios, avanzando desde el norte, desde el occidente, de donde vendrá
Alejandro Magno. Y este lugar mencionado aquí, Hadrac, se encuentra en el
norte. Damasco también se encuentra en ese lugar, ambos lugares fuera de
la tierra prometida. Y en el versículo 2 dice:
"También Hamat será comprendida en el territorio de éste"
Y Hamat también estaba en el norte muy cerca del mar de Galilea. Y el
versículo 2 completo de este capítulo 9 de Zacarías, añade:
"También Hamat será comprendida en el territorio de éste; Tiro y Sidón,
aunque sean muy sabias."
Estas ciudades, Tiro y Sidón, eran muy ricas; eran ciudades comerciales muy
conocidas por aquel entonces. Sus habitantes se sentían seguros tras sus
inexpugnables fortalezas. Tiro ocupaba una isla a casi un kilómetro de la playa
y tenía muros de 46 metros de altura. Era una ciudad tan impenetrable que
el rey Salmanasar "el asirio", la sitió durante cinco años y no pudo
conquistarla. Nabucodonosor trató de hacerlo durante 13 años, sin éxito. Pero
a diferencia de ellos, Alejandro Magno fue el instrumento de Dios para
construir un pasadizo con los escombros que quedaron de la ciudad costera
que Nabucodonosor destruyó, y la arrasó en 7 meses, en el 332 a.C. Más
adelante en la lectura, en los versículos 3 y 4 de este capítulo 9 de Zacarías,
leemos lo siguiente:
"Bien que Tiro se edificó fortaleza, y amontonó plata como polvo, y oro como
lodo de las calles, he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá en el mar su
poderío, y ella será consumida de fuego."
Anteriormente, el profeta Ezequiel nos había advertido en cuanto a esto, y
aquí lo leemos nuevamente.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Continuaremos con
nuestro estudio en el próximo programa. Mientras tanto, le sugerimos que
usted lea todo este capítulo 9 del libro del profeta Zacarías, para familiarizarse
con el contenido de este pasaje.
Será entonces, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, ¡que las
bendiciones de Dios llenen su vida y la de su familia al acercarse más a Él, y
buscarle con toda la sinceridad de su corazón!
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Zacarías 9:5 - 9
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Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro recorrido por el libro del
profeta Zacarías. Nuestros habituales oyentes ya saben que este libro se
encuentra en el Antiguo Testamento, de las Sagradas Escrituras, la Biblia.
En nuestro programa anterior habíamos comenzado el estudio de la última
división principal de este libro, donde se nos presentan las profecías que
aparecen en los capítulos 9 al 14.
La primera profecía abarca los capítulos 9 al 11, que primordialmente tiene
que ver con la primera venida de Cristo. Este capítulo 9 comienza con la
profecía de la Palabra del Señor contra la tierra de Hadrac. Aunque su
ubicación es incierta podría tratarse de Hatarika, una ciudad en las
inmediaciones de Hamat (situada a 200 kilómetros al norte de Damasco) y
por lo tanto al norte de Israel. Pero aquí se nos describe la marcha de un
ejército, y de un gran general, a la Tierra Prometida. Sin lugar a dudas,
tenemos aquí uno de los relatos más destacados que uno pueda encontrar en
la Palabra de Dios. Todo lo que aquí leemos fue cumplido literalmente, y por
lo tanto, históricamente comprobable.
El profeta Zacarías profetizó acerca de una época en la historia universal que
estuvo relacionada con Alejandro Magno. Describió en realidad la conquista
de Alejandro Magno, que partió de Europa y se dirigió a Asia Menor, lo que
nosotros conocemos hoy como la Turquía moderna. Él se apoderó de una
ciudad tras otra. Era un hombre muy cruel, y muy ansioso de poder y gloria.
Debemos comprender que él tenía un ejército muy pequeño para aquella
época, de sólo unos 50.000 hombres. Él no podía dejar detrás de sí a ningún
hombre para cuidar o gobernar a de la ciudad que acababa de conquistar, o
destruir. De modo que, Alejandro Magno tenía que debilitar a una ciudad de
tal manera que no fuera a constituirse en un problema para él en el futuro. O
sea que, él no quería tener ninguna dificultad en su retaguardia. Así es que
su táctica constituía en aniquilar la mayoría de estas ciudades. Era un hombre
muy inteligente, y como dijimos en nuestro programa anterior: arrogante, un
hombre joven, muy presumido que murió a la edad de 33 años, que dicho
sea de paso, es la misma edad que tenía el Señor Jesucristo cuando fue
crucificado. Ahora, lo interesante es que la Palabra de Dios hace aquí una
comparación entre los dos. Existe un poema excelente que compara a
Alejandro Magno con el Señor Jesucristo; comienza diciendo que tanto
Alejandro Magno como el Señor Jesucristo murieron a la edad de 33 años. Sin
embargo, Alejandro Magno, murió borracho después de una noche de orgía y
libertinaje al llegar a Persia.
Pero este hombre era un general muy destacado, sobresaliente, y él
representa, en el libro de Daniel, ese tercer gran poder mundial, "el leopardo"
mencionado en el capítulo 7 de Daniel, donde se describe a un macho cabrío
que tenía un gran cuerno. Ese macho cabrío era una figura simbólica del
imperio greco-macedonio, y ese gran cuerno, era Alejandro Magno. Pero aquí
se nos presenta también en el libro de Zacarías. Toda su trayectoria quedó
registrada en la historia. Los historiadores Josefo y Flavio, escribieron sobre

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sus guerras y mencionaron las tierras judías; en los relatos históricos cuentan
la marcha de este hombre victorioso y su llegada a esa tierra. Alejandro
Magno se apoderó de una ciudad tras otra. Él destruyó a Tiro y a Sidón. Todos
pensaban que Tiro era un lugar inexpugnable, porque que se encontraba
ubicada en una isla, y porque era una verdadera fortaleza. Ellos eran muy
buenos marineros. Los fenicios formaban una gran nación comercial en ese
día, y era una de las naciones más ricas. Alejandro Magno, con mucha calma
y paciencia, utilizando escombros que se encontraban en el continente,
construyó un camino que le permitió llegar a Tiro. Todavía hoy se puede
apreciar la obra que él construyó. Él se apoderó de Tiro, y luego se introdujo
en territorio de los filisteos, y en el versículo 5 de este capítulo 9 de Zacarías,
leemos:
"Verá Ascalón, y temerá; Gaza también, y se dolerá en gran manera;
asimismo Ecrón, porque su esperanza será confundida; y perecerá el rey de
Gaza, y Ascalón no será habitada."
Si usted, estimado oyente visita este lugar, podrá sacar fotografías de las
ruinas del antiguo templo de la deidad pagana de Dagón. Esa zona ha sido
devuelta a la nación de Israel. Y en Asdod, ellos habían construido un puerto
artificial y muchos edificios de apartamentos. Literalmente, miles de personas
han ido a vivir a esa zona. Cuando el turista se introduce al interior, encuentra
la ciudad de Ascalón, la cual fue una ciudad muy progresista, pero no se
encuentra en el mismo sitio original. Antes estaba ubicada sobre la costa. Y
allí se pueden encontrar las ruinas y por supuesto, debemos señalar es un
lugar ocupado por un parque en el que se puede pasear y descansar, pero ya
no es una ciudad. Es interesante notar como la Palabra de Dios se cumple
literalmente. Alejandro Magno destruyó esas grandes ciudades filisteas. Y
leemos luego en el versículo 6 de este capítulo 9 de Zacarías:
"Habitará en Asdod un extranjero, y pondré fin a la soberbia de los filisteos."
Ahora, aquí no se nos dice que será habitada. Sencillamente se nos dice que
no vivirá allí gente de elevada posición. Y luego dice: "Y pondré fin a la
soberbia de los filisteos". O sea que, Alejandro Magno le puso el "punto final"
a la nación Filistea. Después de eso, ellos ya no volvieron a surgir como
nación, nunca más. Después de esa conquista de Alejandro Magno, ya no
volveremos a saber nada destacable acerca de ese pueblo. Y en el versículo
7 leemos:
"Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes, y
quedará también un remanente para nuestro Dios, y serán como capitanes
en Judá, y Ecrón será como el jebuseo."
Así es que, Dios dijo que Él iba a ponerle fin a la nación Filistea. Pero, ¿qué
hay en cuanto a la ciudad de Jerusalén? Este guerrero, Alejandro Magno,
destruyó todo lo que se encontraba a su paso. No importaba a qué ciudad
llegaba, él la arrasaba sin compasión. Si él tenía que esperar unos cuantos
meses, como lo hizo delante de la ciudad de Tiro, para apoderarse de ese
lugar, a él no le preocupaba el tiempo. Él tenía por táctica y por norma no
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dejar ninguna fortaleza a sus espaldas, en la retaguardia. Y como ya hemos
dicho, Alejandro Magno fue un general muy inteligente. Luego, tenemos esta
declaración un poco extraña aquí en el versículo 8, donde dice:
"Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno
vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré
con mis ojos."
Bien, ahora Zacarías se estaba refiriendo a ese pequeño templo que el pueblo
de Dios estaba construyendo. Dios le mostró a Zacarías que Él iba a protegerlo
de Alejandro Magno. Leamos una vez más este versículo 8:
"Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno
vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré
con mis ojos."
Dios dijo eso y Zacarías tuvo el valor de presentar ese mensaje. El pueblo de
Israel sabía que podían confiar en la exactitud de la Palabra de Dios y que eso
iba a ser cumplido. Dios dijo que Él iba a proteger ese pequeño edificio, ese
pequeño templo. Esto debería haber servido de ánimo a este pueblo, para
continuar la edificación del mismo, simplemente porque Dios lo había dicho,
aunque llegase ese gran conquistador mundial, Alejandro Magno. Él no iba a
permitir que nadie destruyera el templo. Ahora, ¿por qué no destruyó
Alejandro la ciudad de Jerusalén? Recordemos que el rey Nabucodonosor llegó
a destruirla completamente. Y lo mismo hicieron los demás generales que
marcharon contra la ciudad de Jerusalén. La mayoría de los conquistadores
la dejó en ruinas y escombros. Jerusalén ha sido destruida una y otra vez.
Y ésa es la razón por la cual, en el presente, no podemos ver, ni andar, por
las calles de Jerusalén, ni por los lugares donde anduvo el Señor Jesús. Ha
habido tantos escombros en ese lugar que la ciudad se ha construido una y
otra vez sobre sus propias ruinas. Podemos decir que un lugar, como el
mencionado estanque de Betesda, en los tiempo de Jesucristo, por ejemplo,
se encuentra a unos doce o quince metros debajo del nivel donde se
encuentra la actual ciudad, debajo de la superficie actual. Así es que, esta
ciudad ha sufrido mucho en manos del hombre. Alejandro Magno, siendo un
hombre brutal como lo era, ciertamente iba a destruir la ciudad de Jerusalén,
porque entre todas las naciones había sido la única que se le resistía
obstinadamente. Pero Dios dijo: "entonces acamparé alrededor de mi casa".
Dios prometió que Él iba a protegerla.
Ahora, ¿realmente hizo Dios eso? El historiador judío Josefo tuvo mucho que
decir en cuanto a Alejandro Magno. No vamos a tomar el tiempo para leer
todo lo que escribió, solamente vamos a citar algo brevemente. Si usted
desea informarse más detalladamente, puede hacerlo leyendo este libro de
las profecías de Zacarías. Usted descubrirá que la explicación que Josefo dio
era la siguiente: el gran Sumo Sacerdote de aquella época tuvo una visión en
la que él tenía que salir al encuentro con el conquistador que se aproximaba.
Cuando Alejandro Magno se acercó a Jerusalén, vio al sumo sacerdote, que
le salía a recibir. Y en lugar de permitir que su ejército avanzara y diera
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muerte a todos los habitantes, Alejandro se dirigió al Templo de Jerusalén y
allí adoró. Él había comentado con sus generales que, antes de partir de una
localidad llamada "Días", él tuvo una visión en la que iba a encontrarse con
un hombre que representaba al Dios vivo y verdadero. Después Josefo
escribió que Alejandro fue a Jerusalén y allí adoró. Una historia asombrosa.
Ahora, otra tradición cuenta que no sólo se presentó ante él el sumo sacerdote
vestido en sus ropas ceremoniales, sino que trajo consigo el libro de Daniel.
Y que le mostró allí, en el libro de Daniel, lo que Dios había profetizado en
cuanto a Alejandro Magno. Esto le tocó al conquistador de tal manera que
entró a la ciudad, ofreció sacrificios, y adoró al Dios vivo y verdadero. Pero
no destruyó a Jerusalén. Esto convierte a esta profecía en algo muy
excepcional. Pero, todo este relato verídico, no cambia el hecho de que
Alejandro Magno fue un general muy brillante en su época, pero también fue
una persona muy cruel y brutal, arrogante y engreída.
Llegamos ahora a la siguiente porción de las Escrituras que tiene un profundo
sentido. Nos referimos a un versículo que se usó en la entrada triunfal del
Señor Jesucristo a Jerusalén. Porque Él, el Hijo de Dios también entró a esa
ciudad. Y ahora se nos ofrece una comparación entre Alejandro Magno y Aquel
que vendrá, el Hijo de Dios. Vamos a leer un versículo muy importante, el
versículo 9 de este capítulo 9 de Zacarías, que dice:
"Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí
tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,
sobre un pollino hijo de asna."
Ahora, si usted desea leer como relatan este evento los evangelios, puede
encontrarlo en el evangelio según Mateo, capítulo 21, versículo 5. Y sería muy
útil si usted puede tener delante de sí ese pasaje bíblico para leerlo. Usted
podrá notar que existen unas diferencias entre lo que se mencionó en
Zacarías, y lo que relató Mateo. Algunas personas creen que esta era una cita
errónea de la profecía. Por supuesto que hay personas que están tratando de
encontrar errores en la Biblia, y no la estudian. Veamos, entonces, lo que nos
dice el evangelio según Mateo, capítulo 21, versículo 5: "Decid a la hija de
Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, sobre un
pollino, hijo de animal de carga". Hay ciertas partes de esta profecía que no
están citadas en este versículo. En el próximo programa, hablaremos con más
detenimiento acerca de esta profecía, y veremos porque sólo la parte que cita
Mateo es lo que fue cumplida. El resto del texto bíblico se refiere a la segunda
venida de Cristo a la Tierra.
Veamos ahora lo que dice el evangelio de Juan, porque Juan también citó esto
en el capítulo 12 de su evangelio, versículo 15. Y él escribió: "No temas, hija
de Sión; he aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna". Esto es
todo el texto mencionado por Juan. Ahora, ¿por qué o cuál es la razón por la
que se presentó a la profecía tan condensada y abreviada?
Bueno, vamos a ver que la porción que se cita en el Nuevo Testamento fue
cumplida durante la primera venida de Cristo, y la segunda parte será
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cumplida en la segunda venida de Cristo. Esto lo veremos en nuestro próximo
programa y vamos a detenernos para observar las lecciones que de este tema
podemos extraer. También vamos reflexionar sobre el tema de la así llamada
"entrada triunfal" de Jesucristo. En realidad podemos considerar esa
cabalgata de Jesucristo como el principio del fin.
También señalaremos algunos detalles más en los que nos detendremos en
nuestro próximo encuentro, el programa siguiente. Jesucristo no entró
únicamente ese día de la llamada "entrada triunfal". Él entró tres veces por
las puertas de esa muy amada ciudad. Y usted lo podrá leer por sí mismo, en
los evangelios, como por ejemplo, en Marcos, en el capítulo 11, el autor
escribió que Jesús entró primero durante el día del Sábado. Ese fue en
realidad el día que se conoce o se festeja como "el domingo de ramos",
solamente que en realidad fue un "sábado de ramos", y Él, el Hijo de Dios
entró como Rey. Jesucristo entró en Jerusalén, pero no hizo nada, como nos
demuestra Marcos; solamente observó el Templo y la ciudad. Allí no estaban
los cambiadores de dinero, porque era el día sagrado, el Sabat, el sábado. Él
entró como el Rey, pero al salir, lloró sobre la ciudad de Jerusalén, como su
Rey.
Luego, Él entró una segunda vez en la ciudad, y ese fue el domingo. Era el
"domingo de ramos". Los cambiadores de dinero estaban en el templo, y
ahora sí, Jesucristo realizó un acto con mucha autoridad y valentía. Jesucristo
comenzó, para la sorpresa de todos, a limpiar el templo. En esa visita Él entró
en Jerusalén como sacerdote. Usted puede leer este episodio en el capítulo
21 del evangelio según Mateo, versículo 12. Él entró como el Sacerdote en
Jerusalén y en el Templo.
El lunes Él regresó por tercera vez. En su camino, se nos relató que maldijo
la higuera. El evangelista Mateo, en el capítulo 21 de su evangelio, versículo
23, nos comenta que Él enseñó en el templo. Esta fue la tercera visita a
Jerusalén y al Templo, y en esa ocasión lo hizo como el profeta de Dios. Así
es que, Él vino como Rey, como Sacerdote, y como Profeta a la ciudad de
Jerusalén. Cualquier israelita instruido sabía lo que Jesucristo estaba
haciendo. Él se estaba presentando, a sí mismo, como el Mesías. Entonces,
¿entró Él de manera humilde por el hecho de estar montado en un pollino? Y
la respuesta es: "No". Él era manso y humilde, pero no porque estuviera
montado en un pollino. Y hay muchas cosas amigo oyente que debemos
aclarar, en nuestro próximo programa. Estamos entrando a aquello que
pensamos es uno de los pasajes de la Escritura más importantes: el versículo
9 del capítulo 9 de Zacarías. Y lo notable es que esta cita también la
encontramos en el Nuevo Testamento, pero solamente una parte. Aquello que
fue citado fue cumplido, y el resto no tendrá cumplimiento hasta cuando Él,
Jesucristo, venga por segunda vez.
Bien, amigo oyente vamos a detenernos aquí por hoy. Retornaremos, en
nuestro próximo programa y esperamos que usted vuelva a sintonizarnos.
Mientras tanto, le sugerimos leer el resto de este capítulo 9 de Zacarías, para

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estar mejor informado y quizá, mejor preparado para nuestro próximo
estudio. Será pues, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, es
nuestra oración ¡que Dios bendiga su vida y su familia, al estudiar y conocerle
a Él, el Eterno, cada vez más! Pero recuerde, la mejor manera de conocer a
una persona es cultivar un trato personal, y eso mismo ocurre con Dios.
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Zacarías 9:9
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra interesante travesía a través del
libro del Profeta Zacarías y retomamos nuestra lectura en el capítulo 9,
versículo 9; un versículo, por cierto, que nos indujo a analizar varias
cuestiones en nuestro programa anterior.
Y vamos a leerlo otra vez. Por lo general, se presenta este texto bíblico en el
llamado "domingo de ramos", como un mensaje de esperanza, porque tiene
que ver con la "entrada triunfal" de Cristo en Jerusalén, a pocos días de ser
apresado, juzgado y crucificado.
"Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí
tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,
sobre un pollino hijo de asna."
Recordemos que en nuestro programa anterior vimos que en los versículos
que preceden a éste se nos presentaba un oráculo, palabra que proviene del
latín oraculum y significa "respuesta que da Dios", con una serie de juicios
anunciados a las naciones que rodean Israel, así como la liberación prometida
de la nación.
La mayoría de los intérpretes coinciden en que se trata de una profecía sobre
las victorias del famoso conquistador griego Alejandro Magno, pronunciada
unos doscientos años ante de que él marchara sobre Palestina. Y sus acciones,
proveen a este pasaje de una analogía del regreso de Cristo para juzgar a las
naciones y salvar a Israel al final de la Gran Tribulación anunciada en el libro
de Apocalipsis.
También quisiéramos observar lo que nos dice el Evangelio según Mateo.
Aunque todos los escritores de los evangelios señalan una entrada triunfal del
Mesías, Mateo es el único que sigue en cierto modo el matiz aportado por el
profeta Zacarías. Juan nos presenta, por así decirlo, un comentario sobre la
profecía de Zacarías. En lugar de decir "regocijaos", él dice: "No temas". (Juan
12:15). Pero en cuanto a Mateo, en el capítulo 21 de su evangelio, versículos
1 al 5, dice: "Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte
de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está
en frente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella;
desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: el Señor los
necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo
dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey

11
viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal
de carga".
Él dice: "Decid a la hija de Sion". Él no dice: "Alégrate mucho, hija de Sion".
Usted también puede comprobar que Mateo no menciona: "Justo y Salvador"
como lo hace Zacarías. Así es que, tenemos aquí dos omisiones curiosas que
merece la pena comentar. La pregunta es, ¿por qué dejó fuera Mateo estas
dos palabras? ¿Tal vez no pudo u olvidó citarlas correctamente? ¿Las
desconocía, quizá?
En nuestra modesta opinión, amigo oyente, esto no puede haber sucedido
así. Los cristianos creemos en que toda la Biblia, desde el Génesis hasta el
Apocalipsis, ha sido inspirada totalmente, completamente, por el Espíritu
Santo. Creemos que la Biblia, aunque ha sido escrita por manos humanas y
por escritores de carne y hueso, sólo tiene, en cambio, un autor, que es Dios.
Así que tanto Zacarías, como Mateo, ambos escribieron con casi 500 años de
diferencia, palabras que ya estaban en la mente de Dios, no pudiendo por
tanto haber ningún error. Vamos a concentrarnos y considerar este versículo
que tenemos ante nosotros en el texto en Zacarías.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba cómo, en
una ocasión, él se encontraba de paso en la ciudad de San Francisco, en
California, en la época en que concluyó la Segunda Guerra Mundial. En aquella
ocasión, llegó a esa ciudad el famoso General militar estadounidense Douglas
MacArthur, que acababa de regresar de Japón. Las autoridades le esperaban
en el aeropuerto y le llevaron hasta el hotel. Ahora bien, en la zona se había
congregado tal aglomeración de gente que ningún vehículo podía transitar. Al
Dr. McGee se le había advertido, por medio de un amigo, que era
recomendable, para no perder su tren, estar temprano en la estación. De
modo que él llevó sus maletas temprano, las facturó y decidió regresar a la
ciudad para cenar. Cuando poco después salió del restaurante, observó que
la calle estaba completamente atestada de un alegre y bullicioso gentío. Allí
había tal cantidad de gente que apenas se podía caminar, y mucho menos
coger un taxi para regresar a la estación de tren. Por ello, se resignó a
regresar caminando hasta la misma, justo a tiempo para coger su tren. Al día
siguiente los periódicos publicaban en portada que ésta había sido la
verdadera entrada triunfal para el General MacArthur en su viaje de regreso
a los Estados Unidos de América.
Si la entrada triunfal del Señor Jesucristo a Jerusalén, hace más de 2.000
años pudiera compararse con la del viejo militar estadounidense, diríamos
que fue bastante más deslucida y pobre. La de Jesús fue una entrada en una
ciudad de un hombre muy pobre, con unos seguidores bastante pobres
también. Cualquier turista que en aquella época hubiera estado recorriendo
Jerusalén hubiera pensado cualquier cosa, menos que estaba asistiendo a una
entrada triunfal de una celebridad del momento. Cuando César regresó
victorioso después de haber conquistado la terca ciudad de Jerusalén, en el

12
año 70 D.C., su desfile, cuando él entró a la ciudad de Roma, con todo lo que
había obtenido en la batalla, con los cautivos, se prolongó durante tres días.
Y amigo oyente, creemos que tal vez la Iglesia se haya exagerado al calificar
de "triunfal" la entrada de Cristo en esta ciudad. Cristo nunca tuvo la intención
de disfrutar de un baño de multitudes mediante una entrada triunfal. En su
anterior visita a Jerusalén, Él había entrado en la ciudad sigilosamente, de
manera desapercibida, sin publicidad, ni marketing de ningún tipo. Jesús
nunca pretendió ser el centro de atención. Al contrario; muchas veces pedía
a sus discípulos, o a las personas a las que Él sanaba, que guardasen un
prudente silencio sobre los milagros, los viajes, las visitas a los lugares. Pero
tal era el magnetismo, el poder, la autoridad, y la gracia de Jesús, que la
gente le seguía, le escuchaba y muchos le creyeron.
Y Mateo toma este versículo que Jesús citó del libro de Zacarías, en que decía
que Él era manso y justo: "He aquí tu rey viene a ti, manso, y sentado sobre
una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga".
Ahora, en este versículo hay tres cosas destacadas que han sido, por algún
motivo, omitidas. Mateo no cita todo lo que dice Zacarías, dado que no cita:
"Alégrate mucho, hija de Sion, da voces de júbilo", sino que dice: "Decid a la
hija de Sion". Zacarías dice: "He aquí tu rey vendrá a ti, Justo y Salvador".
Mateo, por su parte, deja ambas palabras fuera. ¿Por qué? Mateo incluye aquí
la palabra "manso". Y hay personas que al leer esto, opinan, que la razón por
la cual es llamado "manso" aquí, es porque Jesús entró en la ciudad a lomos
de un pollino, sobre un pequeño animal, humilde y utilizado para la carga, lo
cual denota, en Jesús, un espíritu de humildad y mansedumbre.
Pero en realidad, querido oyente, la realidad es bien diferente: Este pequeño
animal, el pollino, era el que utilizaban los reyes cuando entraban en una
ciudad que acababa de ser conquistada. El caballo era, en cambio, un animal
de guerra y para la batalla. Pero el pollino era el animal sobre el cual
cabalgaban los reyes que estaban proclamando la paz, y no la guerra. Era un
animal considerado de condición "real".
Y si usted lee lo que menciona el libro bíblico de los Jueces, en el capítulo 10,
versículos 3 y 4, y también en el capítulo 12, versículo 13, encontrará que los
jueces daban estos animales, estos asnos, a sus hijos, lo cual era muy notorio
en aquellos días. Uno de esos jueces tuvo 20 hijos y consiguió 20 asnos, uno
para cada uno de sus hijos. Es como si hoy un padre les comprara a sus hijos
automóviles deportivos. El asno, así pues, era un animal real, en el cual
cabalgaban los reyes.
Ahora, el pensamiento que se presenta en Zacarías es que, a pesar de que Él
está cabalgando como un rey, demostrando paz, Él era manso y era humilde.
Numerosos maestros bíblicos han reconocido en su gran mayoría, que fueron
tres las ocasiones en las que Jesús entró triunfalmente en Jerusalén. En el día
de reposo, es decir, el día sábado, la primera vez; en domingo, la segunda y
en lunes, en la tercera ocasión. Y las Escrituras dan testimonio de esto. Por
13
ejemplo, Él entró la primera ocasión en el día del sábado, y entró como el
Rey. Y en el evangelio según Marcos, capítulo 11, versículo 11, leemos: "Y
entró Jesús en Jerusalén, y en el Templo; y habiendo mirado alrededor todas
las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce". Así es que, la
primera ocasión en que Él entró, sencillamente miró a Su alrededor. Los
cambistas del Templo no se encontraban allí en el día del sábado. De modo
que, Él sencillamente observo el entorno, y miraba el escenario. Eso
podríamos llamarlo, la entrada del sábado de ramos.
Poco después, según la historia bíblica, nos encontramos con el llamado
"domingo de ramos", en el primer día de la semana. Este día Jesús se enfrentó
con los cambistas de moneda del templo y los expulsó, limpiando y
purificando de esta manera el templo. Por eso podemos decir que Él entró en
la ciudad como Sacerdote. Mateo nos presenta esto de una manera muy clara,
en el versículo 12, capítulo 21 de su evangelio: "Y entró Jesús en el templo
de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y
volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas". Y
ésa fue la única acción que Él hizo como sacerdote, cuando Él estuvo aquí
sobre la tierra. Y eso, amigo oyente, es algo que merece la pena destacar.
El escritor de la epístola a los Hebreos, nos presenta eso de una forma que
no deja ninguna duda de que Él nunca fue o ejerció como sacerdote aquí
sobre la tierra. En Hebreos, capítulo 8, versículo 4, leemos: "Así que, si
estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes
que presentan las ofrendas según la ley". Pero ningún sacerdote se atrevió a
limpiar o a purificar el templo. Y Él hizo eso, y fue Su única actividad en ese
día, cuando entró a la ciudad el domingo.
Posteriormente, Él entró nuevamente en Jerusalén el lunes. Yendo de camino
a la ciudad, Él maldijo a una higuera estéril, según nos dice el evangelista
Marcos en el capítulo 11, versículo 12: "Al día siguiente, cuando salieron de
Betania, tuvo hambre". El evangelista Mateo narra en el capítulo 21, versículo
23 de su evangelio, lo que luego sucedió en el Templo: "Cuando vino al
templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a Él
mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y
quién te dio esta autoridad?" Él entró, en esa tercera ocasión, como el profeta
de Dios. Él estaba enseñando quien era Dios. Y Él enfrentó toda objeción que
se le presentó en esa ocasión, dejando a sus enemigos boquiabiertos, con su
sabiduría, y silenciosos, ante sus acusaciones. Y Su voz era la voz de Dios. Él
no solo dijo: "El que me ha visto", sino "el que me ha oído, ha oído al Padre".
Así pues, Él entró tres veces en la ciudad. Y esto resulta ciertamente
relevante, dado que su presentación final ante la nación demostró una
posición triple, como Profeta, como Sacerdote, y como Rey. Él no estaba
haciendo una entrada, sino que, en realidad, estaba realizando una salida. Él
no se estaba preparando para residir en la ciudad de Jerusalén, y reinar. Él
envió a Sus discípulos a que buscaran y prepararan un lugar para la Pascua.
Él nunca les dijo que fueran a buscar y a alquilar un apartamento por tres

14
años. Él no estaba preparándose para entrar, o para ser Rey, sino que Él
estaba entrando para preparar Su partida. Él estaba preparándose para Su
pasión, Su sufrimiento; para Su muerte; pasando a través de la muerte. Y Su
entrada a Jerusalén no era un pasaje de ida solamente. Sino que fue un billete
de ida y de vuelta, para cumplir el Plan que le llevó al calvario, a morir, a Su
resurrección, Su ascensión, Su intercesión, actualmente, y, en el futuro, Su
regreso de nuevo, como Rey.
En realidad, amigo oyente, el camino del triunfo de Jesús no puede ser
confinado o limitado a una cabalgata sobre un pequeño asno desde la ciudad
de Betania hasta Jerusalén. Ésa es solamente una minúscula parte de un
trayecto que comenzó en la Eternidad, cuando Él ya era el Cordero de Dios,
inmolado antes de la fundación del mundo, y que se extiende hacia las
eternidades futuras.
Y aquel que salió de la eternidad es el Mismo que entró a Jerusalén. "Porque
así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el
Santo". - dijo el profeta Isaías en el capítulo 57 y versículo 15 de su libro. Y
en el Salmo 90, versículo 2, leemos: "Antes que naciesen los montes y
formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, Tú eres Dios".
Desde un punto en el infinito a otro punto en el infinito, Él es Dios.
Ahora, la Iglesia llama a esto una entrada triunfal en Jerusalén, pero algunos
no opinan de la misma manera, dado que piensan que se trataba, más bien,
de una salida triunfal. El obispo Rule dice: "Esta multitud que le seguía, que
le cantaba ?Hosanna?, nunca pensó que Él era el Hijo de Dios, el Salvador del
mundo. Y esa misma multitud que gritaba ?Hosanna?, exclamó ?crucifícale?
al día siguiente".
Tal vez no fue una "entrada" triunfal sino una "salida" triunfal. Seis meses
antes de eso, afirmó su rostro para ir a Jerusalén a morir. Y Él actuó siguiendo
un plan preparado de antemano, por medio de una decisión ya preestablecida,
ya definida, y no fue accidental, o por casualidad. Nada fue dejado a la
aventura. Ese pollino había sido preparado, el aposento alto había sido
reservado. Y Él cumplió todo eso conforme al Plan y la Voluntad del Padre.
Es como el piloto de un avión que parte de una capital europea y se dirige a
otro país. Al despegar, informa a sus pasajeros que su destino se encuentra
a 12 horas. Ese avión cruza los océanos, países, montañas y ciudades, hasta
que finalmente llega a su destino, según el plan de vuelo preestablecido.
Y cuando el Señor Jesucristo fue a Jerusalén, Él había surgido de la Eternidad
pasada, e iba hacia la Eternidad futura, así que, más que una entrada triunfal,
podemos pensar que estaba haciendo una salida, por medio de la cruz. Pero
ése no era Su destino, y la tumba, vacía tras Su resurrección al tercer día,
tampoco era Su objetivo.
No, amigo oyente. La ascensión no fue el fin de Su historia. Lo que Él, en
realidad, hizo pues, fue una "salida triunfal". Es por esa razón que el apóstol
Pablo escribió: "Subiendo a lo Alto, llevó cautiva la cautividad". (Efesios 4:8).
15
Y el Señor le dijo al ladrón crucificado junto a Él: "Hoy estarás conmigo en el
paraíso". (Lucas 23:43). Amigo oyente, nosotros podemos hoy mirar hacia el
futuro, cuando Él venga, cuando Él regrese como Rey, porque Él tiene un
billete de ida y de vuelta. Y podemos cantar ese himno cristiano tradicional
que dice: "A Cristo coronad, divino salvador, sentado en alta majestad es
digno de loor; al rey de gloria y paz loores tributad, y bendecidle al inmortal
por toda eternidad".
Y aquí nos detenemos por hoy, amigo oyente. Retomaremos nuestro estudio
en nuestro próximo programa, en el cual esperamos encontrarle nuevamente.
Mientras tanto, le sugerimos que lea los versículos siguientes del capítulo 9.
Hasta entonces, ¡que el Dios de Paz llene su corazón y vida con el
conocimiento de Aquel que nos amó como nadie jamás podría o quisiera
hacerlo! Sólo podemos aconsejarle que tenga la misma experiencia que
hemos tenido todo los que estamos involucrados en ese programa que se
llama "La Fuente de la Vida"; Dios le está esperando con los brazos abiertos,
no importa quién es, o qué ha hecho. Hay perdón para todos aquellos que
con humildad le confiesan sus pecados, y "la sangre de Jesucristo, nos limpia
de todo pecado".
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Todos los derechos reservados.

Zacarías 9:10 - 17
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra particular travesía por el libro del
profeta Zacarías.
En nuestro programa anterior dedicamos todo el programa a la así llamada
"entrada triunfal" de Jesús en Jerusalén. Recordamos que, a diferencia del
militar y conquistador griego, Alejandro Magno, Jesucristo, al que la multitud
aclamaba como su Rey, vino montado sobre un asno. En este sencillo
versículo pudimos anticipar cuatro elementos clave que podían describir el
carácter del Mesías: Él era Rey, era justo, trajo salvación y también era
humilde.
Y como recordarán nuestros estimados oyentes habituales que diariamente
nos sintonizan, más que "entrada triunfal", preferimos denominar la llegada
de Jesús a Jerusalén "salida triunfal". También mencionamos que el apóstol
Mateo, en su Evangelio, citaba solamente una porción de este versículo 9. Y
a la pregunta de: "¿Por qué dejó de lado Mateo ciertas cosas e incluyó otras?"
Mencionábamos en el programa anterior que aquello que citó San Mateo y
que también interpretó Juan, tenía que ver con la primera venida de Cristo;
y que lo demás tenía que ver con la segunda venida de Cristo. Jesús entró en
Jerusalén montado sobre ese pequeño asno en la primera ocasión, trayendo
paz. Pero en la siguiente ocasión, Él vendrá montado sobre un caballo blanco,
un animal de guerra.
Estimado amigo oyente, el mundo ha tenido más de 2.000 años para decidir
lo que va a hacer con Jesucristo. Él ha sido rechazado por la mayor parte de
la humanidad. Es verdad que la religión cristiana es una de las tres
16
mayoritarias religiones monoteístas que existen en todo el mundo, y es
verdad que la Biblia es bastante conocida, pero, también es cierto que son
pocos los hombres y las mujeres, los jóvenes y los niños que hoy, en el siglo
XXI, han hecho un compromiso serio, que hayan decidido seguir a Jesucristo
y que estén decididos a obedecerle, hasta las últimas consecuencias.
De modo que, Dios ya anticipó de una manera muy clara, por medio de los
profetas, que su Hijo Jesús iba a regresar por segunda vez para reinar, no
para morir, ni para redimir nuestros pecados, sino para reinar. Y eso es algo
que estamos seguros, era un enigma para Zacarías. Esto es lo que dijo Simón
Pedro cuando escribió en su primera carta, en el capítulo 1, versículo 10,
indicando: "Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros,
inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación". Ahora,
¿inquirieron qué? "Escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu
de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos
de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos". Así es que, los profetas, al
igual que Zacarías en estos versículos, unían la primera a la segunda venida
de Cristo. ¿Por qué? Porque ellos inquirieron y escudriñaron diligentemente,
y no podían encontrar la diferencia. Ellos pues, tenían que expresarlo de la
manera en que el Espíritu de Dios les había dado que lo hicieran.
Muchos años después, Simón Pedro, un pescador de peces "reconvertido" por
Jesús en un pescador de hombres, por medio del Espíritu de Dios, demostró
la diferencia. Jesús vino en la primera ocasión para sufrir, para traer
redención a toda la humanidad. Pero Él vendrá, en la próxima ocasión, en
gloria para reinar sobre esta tierra. Así, Mateo, por medio del Espíritu, pudo
hacer esa distinción, entre la primera y la segunda venida de Cristo a la tierra.
Vamos a seguir avanzando con nuestra lectura de hoy, avanzando a partir del
versículo 9 del capítulo 9 de Zacarías.
"Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de
guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de
mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra. Y tú también por la
sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que
no hay agua. Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también
os anuncio que os restauraré el doble. Porque he entesado para mí a Judá
como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra
tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente."
Efraín era otro nombre para Israel que se empleó con frecuencia en el Antiguo
Testamento para aludir al Reino del Norte, y en ocasiones a la nación entera.
Ahora, aquí tenemos algo que debemos considerar cada vez que estudiamos
el capítulo 9 de Zacarías. Los libros de historia cuentan la marcha realizada
por Alejandro Magno al cruzar lo que hoy se conoce como Turquía, y
mencionan cómo él se apoderó de esas grandes ciudades griegas y las
destruyó. Éstos fueron hechos registrados; tenía un ejército bastante
pequeño para esa época, de unos 50.000 hombres, que avanzaba
rápidamente para gobernar el mundo. Así es como él aplastó todo lo que
17
estaba a su alcance. Y continuó marchando hasta que dio media vuelta para
cruzar por este puente que es la tierra de Israel. Alejandro destruyó las
grandes ciudades que se encontró en el norte, en Asiria. Posteriormente este
conquistador entró en la Tierra Prometida, la tierra de los filisteos. Pero
cuando llegó a Jerusalén, no la destruyó. Dios había afirmado, muchos años
atrás, que Él la iba a proteger. Él dijo: "Entonces acamparé alrededor de mi
casa como un guarda". Dios protegió la ciudad y el templo. Todos pensaban
en aquella época que así ocurriría, porque el sumo sacerdote se había negado
a pagar el tributo a Alejandro Magno, porque ya se lo estaba entregando al
imperio medo-persa. No le podía dar el tributo que demandaba Alejandro
porque estaba obligado por un tratado, situación que enfureció a Alejandro
Magno. Y aunque él se apoderó de Egipto, de Babilonia, y destruyó al imperio
medo-persa, con sólo 33 años de edad, terminó muriendo sin haber destruido
Jerusalén.
De esta manera, Alejandro, el conquistador, murió con prácticamente todo el
mundo en sus manos. Se dice de él que tenía un asombroso carisma personal,
y que sus seguidores le eran muy fieles. Era un brillante general militar, muy
atractivo y de gran personalidad, y se cuenta que muchas de esas naciones
conquistadas le seguían.
Sin embargo, Alejandro Magno también era una persona con un carácter
feroz, cruel y arrogante. Ahora, alguien quizá nos pudiera preguntar: "¿Cómo
sabemos que Zacarías está hablando de esa época, de ese personaje
histórico, y de esas circunstancias?" Bien, el versículo 13 dice: "Despertaré a
tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia". De eso es de lo que Él estaba
hablando aquí en este capítulo. Y así fue como Alejandro Magno, máximo
exponente del poderío del imperio macedonio, del imperio greco-macedonio,
llegó a convertirse en un gobernante mundial. Él controló al mundo de su día.
Él controló todo, con la excepción que no pudo controlarse a sí mismo. Se
cuenta que él murió borracho.
Debemos decir que lo que Zacarías estaba haciendo era situar al conquistador
griego en su contexto histórico. Esa entrada triunfal de Alejandro Magno en
la ciudad de Jerusalén fue, muy probablemente, algo extraordinario de
contemplar.
Intentemos por unos momentos, estimado oyente, recrear e imaginarnos esta
historia: El Sumo Sacerdote salió a recibirle. Alejandro Magno, que era una
persona muy supersticiosa, había tenido una visión, por medio de un sueño,
en la que un hombre salía a recibirle, que iba vestido como el Sumo
Sacerdote. Y soñó que él debía escuchar lo que ese hombre tuviera que
decirle.
¿Qué sucedió a continuación? La tradición nos cuenta que el Sumo Sacerdote
mostró a Alejandro Magno el libro del profeta Daniel, en el que se hacía una
mención acerca de él. Se menciona a "un macho cabrío con un cuerno de gran
tamaño que sería quebrantado". Ese cuerno era el imperio greco-macedonio.

18
De esta manera, Alejandro entró a Jerusalén con mucho triunfo, pero sin
destruir la ciudad.
Eso fue algo realmente sorprendente. Ahora, aquí podemos establecer un
gran contraste. El Señor Jesucristo entró en Jerusalén montado sobre un
pollino, un asno joven. Pero Él no vino a destruir al mundo, sino a salvar al
mundo. Él no vino a formar un gran reino, y a buscar la aclamación de las
multitudes para que le siguieran y para que le sirvieran. "El Hijo del Hombre
no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos". - dice el mismo Señor Jesucristo en el evangelio según Mateo,
capítulo 20, versículo 28. Así es que, Él entró en Jerusalén como Rey, pero
no con una actitud, ni una disposición de orgullo al recibir la aclamación
multitudinario. Él, Jesucristo, se estaba preparando para salir de en medio de
Sus discípulos, de marcharse de este planeta Tierra. Pero, cuando Él regrese,
el mundo habrá tenido mucho tiempo para decidir su actitud con respecto a
Jesús. Por su parte, querido amigo y amiga, ¿ha tomado ya alguna decisión
respecto a Jesús? ¿Le considera usted un buen hombre, un estadista, un
religioso, un agitador, un luchador del pueblo, un sanador, un maestro... o
como el Hijo de Dios? Recuerde, estimado oyente, que su actitud, y su
decisión, hoy, pueden determinar su eternidad.
Bien, prosigamos con nuestro estudio de hoy.
¿Sabe usted, amigo oyente, cuál es la razón por la cual no hemos tenido
nunca paz total en este mundo? La humanidad siempre ha estado en guerra
consigo misma; dos guerras mundiales, innumerables guerras civiles,
incontables ejércitos en los cinco continentes, niños soldado en África,
millones de armas nucleares, etc. Fue Gandhi quien advirtió: "Ojo por ojo y
el mundo acabará ciego".
El hombre, el ser humano, habla de la Paz pero sólo sabe hacer la guerra. Y
sólo el Señor Jesucristo puede traer la verdadera paz, terminando con toda
injusticia. Él es el Único que puede traer paz a la tierra. "Y hablará paz a las
naciones". - dice aquí el versículo 10. Y eso no ocurrirá hasta que Él regrese
otra vez a esta tierra.
Continuando leyendo en Zacarías, capítulo 9, versículo 11:
"Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos
de la cisterna en que no hay agua."
¿Por qué Israel recibió y recibirá tanta bendición, tal y como podemos leer en
este libro de Zacarías? No fue por su fidelidad a lo largo de los siglos sino por
la misericordia y fidelidad de Dios hacia Su pacto con Su pueblo. Dios cumple
siempre sus promesas, a diferencia de nosotros. Dios estableció un pacto de
sangre con el patriarca judío Abraham que permanecerá vigente mientras
Dios viva, es decir, para siempre. Para toda la eternidad.
Veamos ahora la interpretación espiritual de este versículo. "Y tú también,
por la sangre de tu pacto serás salva", esa sangre del pacto es la sangre del
Nuevo Testamento, la sangre de Jesucristo. Y solamente a través de esta
19
sangre existe liberación para la humanidad. Porque el hombre, el ser humano
en este mundo, no está verdaderamente libre. Sí, hablamos de liberación y
libertad, pero en realidad, somos prisionero. Prisioneros de nuestros propios
deseos, del materialismo, de la sed de prosperidad, de la búsqueda de la
felicidad, del amor, de la riqueza, del placer, de la salud, de la vida eterna en
la tierra. Del pecado, en definitiva, que es para nosotros, los cristianos,
cualquier cosa que reemplaza a Dios en nuestras vidas, que nos aleja de Él y
que va en contra de Su voluntad para nosotros, la cual es, según la Biblia,
buena, agradable y perfecta para nuestras vidas.
Más adelante, en los versículos 12 al 14 de este capítulo 9 de Zacarías,
leemos:
"Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio
que os restauraré el doble. Porque he entesado para mí a Judá como arco, e
hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh
Grecia, y te pondré como espada de valiente. Y El Señor será visto sobre ellos,
y su dardo saldrá como relámpago; y El Señor tocará trompeta, e irá entre
torbellinos del austro."
Los cristianos estamos esperando que llegue el milenio, la época cuando Jesús
reine por mil años en la tierra, tras su segunda venida, en un futuro próximo
pero para el cual nadie, salvo el mismo Dios, conoce la fecha. Anhelamos ese
momento en el que todas las naciones del mundo inclinarán sus cabezas ante
Él. Amigo oyente, cuando Él regrese de nuevo, sí que va a realizar una
verdadera entrada triunfal.
El versículo 15, dice:
"El Señor de los ejércitos los amparará, y ellos devorarán, y hollarán las
piedras de la honda, y beberán, y harán estrépito como tomados de vino; y
se llenarán como tazón, o como cuernos del altar."
Y el versículo 16 comienza diciendo:
"Y los salvará en aquel día"
En estos últimos versículos hemos visto, por medio de Zacarías, una visión
evocadora de la liberación del pueblo judío, su salida de Egipto y su travesía
por el desierto narrada en el libro del Éxodo, en la cual el Señor protegió a su
pueblo y le dio poder sobre sus enemigos. El cumplimiento inicial de esta
profecía tuvo lugar cuando los macabeos derrotaron a los griegos en el año
167 A.C. El cumplimiento final y completo ocurrirá en Su segunda venida. El
triunfo sobre los macabeos sólo fue un juramento y una visión anticipada del
triunfo final sobre todos los enemigos.
La expresión: "hollarán las piedras en la honda" podría significar, según
numerosos intérpretes bíblicos, la facilidad con la que los judíos someterán a
sus enemigos, tal y como hizo un joven judío llamado David, que luego sería
Rey, ante cierto temible soldado enemigo, de gigantescas proporciones
llamado Goliat.
20
Enfocando esta profecía hacia el futuro, podría, según algunos eruditos,
referirse a que los judíos podrán pisar los misiles inofensivos lanzados por sus
enemigos, en clara referencia a la futura y terrible batalla de Armagedón, en
la cual, los ejércitos del mundo, aborrecidos por el Señor, se juntarán para
intentar destruir a Israel. La profecía añade un final poco halagüeño para los
enemigos de Israel; serán destruidos por completo y su sangre será visible
desde un extremo de Palestina hasta el otro, como la sangre que salpicaba
los cuernos del altar del sacrificio, en el Templo, y caía en los tazones que la
recolectaban durante los sacrificios de animales.
El versículo 16, continúa diciendo:
"Y los salvará en aquel día El Señor su Dios como rebaño de su pueblo; porque
como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra."
Aquí se está hablando de joyas que resplandecen. Habrá joyas
resplandecientes en aquel día de El Señor. Una prosperidad abundante como
el mundo no ha conocido producirá gozo y alabanza constante como resultado
que el Señor salvará, en aquel día, a su pueblo. Y el profeta Malaquías nos
anunciará que el Señor va a reunir Sus joyas en aquel día, para comprar esta
perla de gran precio. Él pagó un precio tremendo por esa perla de gran precio.
Y el versículo 17 continúa:
"Porque ¡cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura!"
Ahora, ésta es la bondad de Aquel que viene, en contraste con Alejandro
Magno, que no era conocido precisamente por su bondad, sino más bien por
una tremenda crueldad, brutalidad, arrogancia y orgullo.
El Señor Jesucristo fue manso y humilde, y Él estaba lleno de bondad y
hermosura. Y el versículo 17, concluye diciendo:
"El trigo alegrará a los jóvenes, y el vino a las doncellas."
Este es un vino nuevo que no intoxica. No ha tenido oportunidad de
fermentarse. Así es que, aquí, nos habla de comida para comer, de trigo y el
vino. Eso será lo que caracterizará Su reino. Habrá mucha abundancia, a
diferencia de la situación mundial actual en la que muchos países no tienen
suficientes recursos para alimentar a sus habitantes.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Hasta entonces, pues,
¡que el Señor le bendiga, le guarde y le llene de su Paz!
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Zacarías 10:1 - 2
Continuamos hoy, amigo oyente nuestro estudio del libro del Profeta Zacarías,
retomando nuestra lectura a partir del capítulo 10.
En el capítulo anterior, el profeta Zacarías describió la liberación futura de los
reinos del norte y el sur (recordemos brevemente que Israel había quedado
separada en dos reinos debido a luchas internas de poder) y cómo Dios va a
21
utilizarlos en el futuro. En la última parte del capítulo 9, Zacarías habló de la
segunda venida de Cristo y el establecimiento de su reino universal de mil
años, cuya capital será Jerusalén. Pero a diferencia de los demás reinos de la
tierra, el de Cristo no se caracterizará por el derramamiento de sangre sino
que será un reino de paz en el cual las armas de guerra serán destruidas por
completo o convertidas en instrumentos pacíficos y constructivos. Y esta paz
milenaria se propagará desde el río Éufrates (las fronteras de la civilización)
hasta los confines del mundo.
Hemos querido titular al capítulo 10 de la siguiente manera: "Judá e Israel
serán nuevamente esparcidos para ser finalmente reunidos de nuevo". Y el
versículo 1, dice así:
"Pedid a El Señor lluvia en la estación tardía. El Señor hará relámpagos, y os
dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno."
En vistas de las bendiciones prometidas en el último versículo del capítulo
anterior, "El trigo alegrará a los jóvenes y el vino a las doncellas", el profeta
alienta al pueblo a que solicite estas bendiciones al Señor, con plena
confianza. Y aquí, cuando menciona: "Pedir al Señor la lluvia", el profeta alude
a que será literal la lluvia y la lluvia tardía (entre abril y mayo) en el reino, lo
cual hará florecer la tierra, pero la promesa se extiende aquí para deferirse a
las promesas espirituales. La "lluvia de gracia" y el beneficio espiritual "en la
estación tardía" vendrá de Dios sin fallo alguno y será un refrigerio perfecto
para el alma de los israelitas.
Por eso, debemos insistir en que cuando aquí dice "lluvias", debemos
interpretarlo en sentido estrictamente literal. Dios le ha prometido a Israel, a
Su pueblo terrenal, bendiciones terrenales. Él ha prometido a los judíos algo
que no ha prometido a la iglesia como tal, es decir, a la familia de creyentes
independiente de su raza, color, nacionalidad, sexo y estatus socio
económico.
A nosotros, los que no siendo israelitas formamos parte de esta Su iglesia, la
iglesia universal de Cristo que no conoce fronteras ni nacionalidad, se nos ha
prometido que seremos bendecidos con bendiciones espirituales. Pero ellos
van a ser bendecidos con bendiciones físicas, materiales, que son temporales.
Esta promesa se materializará por medio de las lluvias que caerán sobre la
nación de Israel, y que producirían buenas cosechas. Y aunque hasta la fecha
este suceso no ha tenido lugar en Israel, Dios promete que algún día, en un
futuro, enviará una lluvia tardía que será de enorme bendición.
De la misma manera sucede en este versículo cuando se menciona la "lluvia
tardía", cuya interpretación es también literal, algo que a los judíos de aquella
época nos imaginamos les habrá resultado reconfortante, debido a la intensa
sequía crónica a la que la zona de palestina está sometida.
Ahora bien, la mencionada "lluvia tardía", o como se le ha denominado "lluvia
de primavera", hacía su aparición durante los meses de marzo y abril. Y lo
que Dios dice que Él va a enviar lluvia en la estación tardía, y que será una
22
lluvia abundante, y que dará lugar a verdes pastizales en el campo para los
animales. Habrá abundante lluvia para los árboles y para los sembrados, para
las plantas y para las frutas que a ellos les gustaría plantar.
De manera adicional, creemos encontrarnos aquí con una representación
física de una promesa espiritual: la promesa de un anhelado refrigerio
espiritual. Así es como se utiliza en la profecía del profeta Joel, por ejemplo,
en el capítulo 2, versículo 28, que ya hemos considerado anteriormente: Lo
que la lluvia física hace por la tierra, así hace Dios mediante la lluvia o el
refrigerio espiritual, mediante el Espíritu de Dios actuando sobre esta gente.
Y tanto las profecías de Zacarías como las de Joel, si bien tienen una aplicación
práctica inmediata, ofrecen también una referencia muy clara en cuanto al
milenio, a ese período futuro del cual no conocemos la fecha pero que
tenemos la plena certeza que tendrá lugar. Y entonces, habrá un
derramamiento del Espíritu de Dios en aquel día, tal y como profetizó Joel.
Al llegar al versículo 2, vemos una alusión a que debe haber un juicio de
aquello que estaba malo o equivocado, en los reinos del norte y del sur. Y
Dios les va a fortalecer para los días postreros, y Él les va a llevar al milenio;
pero hay ciertas cosas que están completamente equivocadas en su medio, y
esto es destacado aquí para nosotros en los versículos 2 y 3 de este capítulo
10 de Zacarías, donde leemos:
"Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto
mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el
pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor. Contra los pastores
se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero El Señor de los
ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como su caballo de
honor en la guerra."
A diferencia de Dios, quien provee en abundancia, los ídolos o dioses
domésticos y los adivinadores demoníacos dejaron a Israel como ovejas sin
pastor. Dios juzgará a todos por este liderazgo falso. Y encontramos en estas
palabras un paralelismo entre esta época (recordemos que estamos en el siglo
VI a.C.) y el engaño similar, ocurrido al final de los tiempos, tal y como
podremos leer en varios pasajes del Nuevo Testamento de la Biblia.
En estos versículos se presenta ante nosotros aquello que estaba causando
problemas en la nación: Los "terafines" o ídolos. "Porque los terafines han
dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablando sueños
vanos, y vano es su consuelo".
Efectivamente, uno de los grandes pecados de Israel era esa dependencia de
los ídolos y de los adivinos. Y la Palabra de Dios ha sido siempre muy clara
respecto a esto. Dios, por medio de Zacarías, está aquí hablando de estos
ídolos, terafines, pequeñas divinidades caseras. De ellas se habla en otros
lugares en las Escrituras, por ejemplo, en el capítulo 21 de Ezequiel, versículo
21, dice: "Porque el rey de Babilonia se ha detenido en una encrucijada, al
principio de los dos caminos, para usar de adivinación; ha sacudido las saetas,
consultó a sus ídolos, miró el hígado".
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Muy bien, como podemos ver, esta cita resulta muy elocuente para nuestro
estudio. El Dr. Merrill Unger, recocido erudito del idioma hebreo, experto en
demonología, que es el estudio de las cualidades y naturaleza de todos los
demonios, comenta la existencia de un lugar cerca de la antigua ciudad de
Nínive, llamado Noozoo, en las proximidades de un lugar llamado Kircah. En
unas excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 1.925 y 1.941, se
encontraron tablillas de barro que ilustraban las costumbres de los patriarcas
bíblicos.
Por ejemplo, recordemos que en la historia de Israel, cuando Jacob tomó a
sus dos esposas, llamadas Lea y Raquel y dejó a su tío Labán, debido a serios
problemas familiares, la Biblia nos menciona que Raquel se llevó el terafín -
eso se menciona en el libro de Génesis, capítulo 31, versículo 34.
El hallazgo de las tablillas de barro prueba la idea de que la posesión de estos
dioses caseros implicaba el liderazgo de la familia. Y recordemos que la
historia bíblica nos cuenta cómo Raquel sustrajo esa representación de un
dios y se sentó sobre él para evitar que alguien pudiera descubrir su robo.
Ahora, el hecho de que Raquel robara este objeto que representaba a un dios
era un asunto muy serio, y era la razón por la cual Labán estaba muy enojado
dado que su posesión era símbolo de derecho a posesión de todos los bienes
materiales y, como es lógico, no deseaba que Jacob heredara todo cuanto él
poseía.
Por otro lado, estimado oyente, el terafín era frecuentemente utilizado por los
adivinadores, y se nos dice aquí que los adivinadores habían predicho falsos
hechos, y dicho muchas mentiras acerca de Israel y su futuro.
La adivinación es una imitación pagana de la profecía bíblica. El diablo siempre
ha intentado emular a Dios, ser como Él, imitarle lo posible e intentado
engañar a los hombres simulando ser "un ángel de luz". Satanás es, según la
Biblia, el maestro de la mentira y del engaño. Él conoce perfectamente las
Escrituras y ha intentado imitar a Dios hasta en las profecías. ¿Cómo? Por
medio de los adivinadores paganos y de de sus falsas profecías.
En el texto original, la palabra que se utiliza para adivinación indica el hecho
de cortar o dividir y tiene que ver con el tomar un sacrificio, cortarlo, abrirlo
y mirar en las entrañas. Es decir, mirar al hígado, su forma, posibles señales
o malformaciones, etc. Esto se llamaba hepatoscopía y era una forma de
predicción que se utilizó en la Antigüedad para hacer pronósticos vitales. Se
realizaba, como hemos mencionado, examinando el hígado de los animales,
una vez eran éstos sacrificados.
Y estos adivinos que menciona Zacarías trataban de interpretar el futuro de
esa manera. Y al observar el hígado, la forma de éste, pretendían adivinar los
sucesos que habrían de venir. De hecho, ellos consideraban al hígado como
la raíz misma de la vida, de ahí su importancia.
Por ello vemos que, retomando nuestra historia del robo del ídolo de Balaam
por Raquel, éste era uno de estos adivinos. Y fuesen estos babilónicos o
24
filisteos, sus métodos eran ampliamente copiados y utilizados por los falsos
profetas de Israel.
De esta manera, Zacarías traslada a su pueblo el enorme desagrado de Dios
respecto a este asunto: muchos judíos han preferido prestar sus oídos a
engañadores y adivinos en lugar de escuchar y obedecer su voluntad,
anunciada tantas veces por sus profetas. En otras palabras, el pueblo prestó
atención a falsos profetas inspirados por demonios y no por el Espíritu Santo.
Por ello, Dios estableció una ley en cuanto a eso, como bien sabemos por las
Escrituras, de, que ellos, su pueblo, no debían tener nada que ver con magos,
adivinos e ídolos.
No entraremos ahora en mucho detalle a este respecto, al cual aludiremos
más extensamente en nuestro próximo estudio de Apocalipsis. El autor de
estos estudios bíblicos en los que se basa este Programa, el Dr. J. Vernon
McGee, contó cómo con ocasión de un Estudio Bíblico sobre los demonios, el
aforo de su iglesia fue ampliamente sobrepasado por una multitud de más de
3.000 personas que, cada domingo, acudía presta a escucharle con la mayor
atención que él podía recordar en mucho tiempo. Algunos amigos le tomaban
el pelo diciéndole que él usaba cualquier método con tal de conseguir que la
gente acudiese a escucharle. Pero él insistía en hablar de un tema que creía
importante pero que, paradójicamente había sido ignorado en la iglesia hasta
ese momento.
Estimados oyentes, parafraseando al célebre escritor británico C.S. Lewis, "los
demonios se alegran grandemente tanto cuando se habla demasiado de ellos
como cuando se les ignora por completo". ¿Por qué afirmaba esto C.S. Lewis?
En nuestra opinión, porque había comprendido que Satanás y los demonios
eran una realidad (tal y como vemos a lo largo de toda la Biblia), pero que su
estrategia era pasar o bien absolutamente inadvertidos, con lo cual podrían
campar completamente a su antojo, o bien, ser sobrevalorados, generando
así un respeto y un temor absolutamente inmerecido. Con Satanás, estimado
oyente, no podemos caer en una sobrevaloración, porque Jesús ya lo venció
en la Cruz, cosa que él sabe perfectamente, ni en minusvalorarle, porque
hasta que sea "arrojado al lago de fuego" (al final de los tiempos, tal y como
se narra en Apocalipsis) sigue siendo el príncipe de este mundo, con amplios
poderes para matar, robar y engañar.
De hecho, él está operando en estos mismos momentos en las vidas de
muchas personas y especialmente en aquellos lugares donde se está
predicando la Palabra de Dios. El mismo Dr. McGee decía que muchos de los
problemas físicos que él experimentaba eran a causa de esto. Él pensaba que
Satanás deseaba detener estos estudios y programas que pretenden
transmitir la Palabra de Dios.
Y ésa es la razón por la cual necesitamos la protección de Dios, y hoy
necesitamos la protección de Dios como nunca antes. La carta del apóstol
Pablo a los Romanos, en el Nuevo Testamento de la Biblia, nos asegura que

25
tenemos a nuestra disposición una "armadura" de Dios capaz de parar los
dardos y los ataques de Satanás y sus demonios.
Por ello, como cristianos, necesitamos mantener nuestros ojos, nuestra
mirada puesta en el Señor Jesucristo. Esa es la razón por la cual debemos
mantener nuestra atención fija en Él, porque si uno se mantiene cerca de Él,
usted va a estar bajo su protección y cuidado. Y esta es la buena noticia: ¡Que
Jesús ya luchó y venció en la Cruz por usted, y pagando con su propia vida,
compró el derecho de que usted fuera salvo para siempre! Si querido amigo:
para siempre. Es lo que los cristianos llamamos "Vida Eterna". ¿Y qué es lo
opuesto a la vida eterna? La eternidad en el infierno.
Usted recordará una parábola que contó el Señor Jesucristo en cuanto a un
hombre que había sido poseído por un demonio. Y ese demonio salió del
hombre, ante lo cual "el hombre barrió y adornó bien la casa de donde había
salido el demonio". Pero él no tenía nada con qué llenar ese lugar vacío. Así
es que, ese demonio que había salido de él, cansado de vagar sin un destino
más atractivo, se acordó del hombre del cual había salido y regresó. Pero,
este demonio decidió traerse consigo algunos amigos, otros demonios y la
condición de ese hombre, dijo Jesús, fue mucho peor de lo que había sido
anteriormente.
Así que, como podrá ver, querido amigo, es mejor no jugar con fuego, tal y
como hicieron los antiguos israelitas, y no consultar supuestos adivinos,
brujas, magos, hechiceros, y un larguísimo etc., porque, sin saberlo, nos
estamos adentrando en un terreno tan peligroso como resbaladizo, tanto que
el propio Dios prohibió a sus hijos acercarse a este tipo de engañadores.
Porque cada vez que usted lo hace, usted está cediendo terreno al enemigo
y otorgándole poder sobre su vida y la de su casa.
De modo que, tenemos aquí una profecía muy destacada. Porque los terafines
han dado vanos oráculos: Los adivinos han mentido. Siempre lo han hecho.
Y los adivinos han visto mentir: Ellos son los que han contado falsos sueños,
visiones que nunca han tenido. Vano es su consuelo, por lo cual el pueblo
vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor: Y, por aquel entonces, no
había un verdadero pastor que guiara al pueblo. O mejor dicho, el propio
pueblo dejó de lado su pastor, dándole la espalda a Dios, desobedeciendo su
voluntad y haciendo caso omiso de los Profetas.
Y en el día de hoy, amigo oyente, la gran necesidad de la iglesia no es la de
más actividad, sino que las ovejas sean bien alimentadas con la Palabra de
Dios.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Dios mediante,
continuaremos en nuestro próximo programa, esperando que usted nos
sintonice de nuevo. Hasta entonces, le sugerimos leer los siguientes
versículos de este capítulo 10 de Zacarías, cuyo estudio hemos iniciado hoy.
H

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Zacarías 10:3 - 6
Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro viaje por este libro del
profeta Zacarías. En nuestro programa anterior habíamos comenzado a
comentar el capítulo 10.
Habíamos comentado que el título de este texto era "Judá e Israel debían ser
esparcidas otra vez, pero finalmente serán reunidas". Dios estaba
presentando su mensaje de una manera clara a través del profeta, y en el
libro de Zacarías, comprendemos que el regreso del pueblo de Israel de la
cautividad babilónica, no era un regreso permanente; que ellos nuevamente
irían a una cautividad y que iban a ser esparcidos a través de todo el mundo.
Vimos que Zacarías, en nombre de Dios y como Su mensajero, hablaba de la
liberación futura de "Efraín y Judá". Ahora, al mencionar a "Efraín", Dios se
refería a las diez tribus del norte. El profeta estaba escribiéndole a los dos
grupos de tribus en las que se dividía el pueblo de Israel, es decir, a las del
norte y a las del sur. Evidentemente, tanto Zacarías, y obviamente el mismo
Señor sabían dónde se encontraban estas "10 tribus"; todavía no se las podía
llamar las "tribus perdidas", porque no habían sido esparcidas por todo el
mundo como en la actualidad.
En nuestros estudios anteriores vimos que Dios los había enviado a la
cautividad, con todo el dolor de Su corazón, porque Dios anhelaba una
comunión más estrecha con Su pueblo elegido. Pero una vez más les anunció
que les enviaría a la cautividad nuevamente, porque ellos estaban rechazando
a los mensajeros de Dios y al mensaje de Dios. El alejamiento de Dios y la
superficialidad de la fe, así como las ceremonias religiosas, vacías de
contenido, que en realidad no les llevaba a un arrepentimiento sincero ni un
regreso genuino a Dios, dio como resultado la introducción de prácticas de
ocultismo, algo que Dios aborrecía totalmente. Cuando lleguemos al libro de
Apocalipsis, vamos a tratar este tema.
Ahora, en nuestros días también estamos ante un auge del ocultismo, de la
magia, de la búsqueda de lo sobrenatural, de supuestas respuestas y consejos
a través de adivinos, espiritistas, magos y brujas. Casi ya es parte de la
cultura habitual, no hay una cadena de televisión o de radio que no disponga
de un espacio para temas relacionados con el mundo sobrenatural. Pero la
mayoría de las personas, aunque se consideran "cristianos" ignoran lo que la
Palabra de Dios dice al respecto.
Muchas personas fueron a ver en su día la película "El Exorcista", una película
que produjo pingües ganancias a sus productores. Es una película de terror,
fue producida por personas que no creen en Dios, ni en un Salvador personal.
Pero, aparentemente, en general, la gente cree que existe un espíritu "del
mal" en el mundo, pero que debe haber un espíritu del bien, que están en
lucha, y no siempre vence "el bien" sobre "el mal".
Eso, es cierto. En la actualidad podemos observar esa tendencia de la
búsqueda por lo oculto, de la misma manera que hace siglos lo hizo el pueblo
27
de Israel; tenían curiosidad por aquellos dioses que eran más exóticos, no
eran tan exigentes como era el Dios de sus antepasados, Abraham, Isaac y
Jacob, y sin pretenderlo, por ignorancia e indiferencia habían traspasado los
límites de la ley de Dios. El pueblo se había entregado a ritos que involucraba
a los demonios y los espíritus. Y esto es lo que Dios estaba diciendo; que su
alejamiento, su desobediencia los iba a llevar nuevamente a la cautividad.
Dios iba a castigarlos muy severamente, serían humillados, derrotados y
llevados otra vez a la cautividad.
Vamos a leer el versículo 3 de este capítulo 10 de Zacarías; leamos:
"Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero
el Señor de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá
como su caballo de honor en la guerra."
Estos "pastores" de los que se habla en este texto, eran los falsos profetas en
Israel que se habían entregado al ocultismo, se habían entregado al
espiritismo, y sus prácticas incluían lo sobrenatural, lo cual era,
expresamente, prohibido por Dios. Y Dios dijo: "Contra los pastores se ha
encendido mi enojo, y castigaré a los jefes".
Estos jefes eran los líderes espirituales del pueblo. El autor de estos estudios
bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, contaba que, cuando él era joven, trabajó
en un matadero. Allí llevaban al ganado de la región: corderos, ovejas, vacas,
toda clase de animales. Era un trabajo bastante desagradable. Una de las
cosas le parecían más crueles, contaba el Dr. McGee, era observar allí a un
macho cabrío viejo que tenía una campanilla atada al cuello. El trabajo de ese
macho cabrío era guiar a las ovejas al matadero. Todas las ovejas lo seguían,
seguían la campanilla de ese viejo animal; no hacía falta empujar o forzar a
las ovejas para que entraran en los corrales y los pasillos que los llevarían a
la muerte. Se necesitaba tan sólo de una persona que guiaba a este macho
cabrío en la dirección de la entrada del matadero, y todas las ovejas le
seguían. Eran conducidas tranquilamente, sin esfuerzo, sin violencia, a su
muerte segura.
Estas personas de las cuales estaba hablando Dios en este pasaje de Zacarías
eran los líderes religiosos, los guías espirituales del pueblo. Estos hombres
debían guiar al pueblo a la Palabra de Dios, enseñando y ayudándoles a tener
paz con Dios en lo profundo de sus corazones; pero en lugar de hacer esta
labor, resultaron ser un grupo de falsos profetas que en realidad estaba
apartando al pueblo de Dios. Por lo tanto, Dios envió el mensaje a través del
profeta Zacarías, expresando su enojo. En el versículo 3 dice:
"Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero
el Señor de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá
como su caballo de honor en la guerra."
Dios manifestó en este versículo Su intención de fortalecer al reino del sur
contra los ataques de sus enemigos. Si usted, estimado amigo oyente desea
leer algo más acerca de ese período inter-testamentario, puede leer el libro
28
de Macabeos. Allí encontrará mucha información adicional. El reconocido
historiador Flavio Josefo también se ocupó en escribir relatos sobre ese
período en particular. El pueblo de Israel sufrió mucho en ese período de
tiempo, pero pudo hacerle frente a sus enemigos. Dios les había prometido
que Él los iba a fortalecer.
Continuando con el versículo 4 de este capítulo 10 de Zacarías, vemos que
Dios dirigió Sus pensamientos hacia el futuro, a la venida del Mesías. Creemos
que podemos identificar al Mesías en este texto:
"De él saldrá la piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él
también todo apremiador."
"De él saldrá". ¿De quién saldrá? Es de Aquel que vendrá, y el tiempo que
Zacarías empleó era futuro. Por eso es que dijo claramente: "De él saldrá la
piedra angular". La piedra angular de un edificio es fundamental y de vital
importancia. Se la coloca en el punto de unión de dos paredes, en un ángulo
de 90 grados. Ése es el lugar preciso y necesario, y allí se coloca esa piedra
angular. El cuadro que aquí se describe, hablaba ya de Cristo de una manera
asombrosa, maravillosa. Se lo presentaba como esta piedra angular entre el
muro de Judá y el muro de las diez tribus. El mensaje que se desprendía en
este texto era que Él, el Mesías, el Cristo, sería la piedra angular que uniría y
juntaría a todas estas tribus. Pero esta piedra angular, además, tiene un
significado mucho más profundo.
Nuestros oyentes habituales recordarán que el profeta Isaías escribió también
algo acerca de este tema. En el capítulo 28 del libro de Isaías, versículo 16,
leemos: "Por tanto, el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por
fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento
estable; el que creyere, no se apresure". Esta descripción es muy parecida a
la que se nos presentó en el texto de Zacarías que estamos estudiando.
Éste es precisamente el versículo que el apóstol Pedro citó en su primera
epístola, capítulo 2 y versículo 6, donde escribió: "Por lo cual también contiene
la Escritura: He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida,
preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado". Un texto casi idéntico
al del profeta Isaías quien utilizó la frase "el que creyere, no se "apresure".
Ahora, ¿qué significado tenía ese mensaje de Zacarías que Dios le mandó a
proclamar al pueblo? El mensaje contenía temas importantes para el
presente, una denuncia de las circunstancias que se desarrollaban
abiertamente y que disgustaban profundamente a Dios, pero también les
habló de un futuro esperanzador que debía alentarles. Así es nuestro Dios.
Denunció, con paciencia, y sigue declarando con misericordia en nuestros
días, todo aquello que es contrario a Su Santidad, a lo que Él llama pecado.
Previno a Su pueblo, y sigue haciéndolo en la actualidad, que todo pecado,
todo aquello que atenta contra Sus Leyes, sufrirá las consecuencias de un
justo juicio, de un veredicto, y de un castigo. Pero hay perdón incondicional
para todos los pecados, por muy horrendos que sean, si hay arrepentimiento

29
sincero, y un cambio de propósito y actitudes de toda persona que se acerca
a Jesucristo, quien pagó todos los pecados en la cruz.
¿Qué es lo que debemos hacer? Estimado amigo oyente, debemos buscar a
la persona de Cristo, Él es la Piedra Angular, de nuestra vida y sobre ese
cimiento podemos descansar confiadamente.
El apóstol Pedro en su primera epístola, capítulo 2, versículos 7 y 8 nos dice:
"Para vosotros, pues, los que creéis, Él es precioso; pero para los que no
creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza
del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en
la Palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados."
Al comienzo de nuestro programa de hoy comentamos que Dios iba a castigar
a Su Pueblo por haber mezclado su fe y sus prácticas espirituales con las de
otros pueblos, que no creían en el único Dios, el Dios de sus antepasados, el
Dios de Abraham, Jacob e Isaac. Recordemos que, acudir a adivinos, y
practicar el ocultismo, o mezclarse con ritos espiritistas, no sólo es peligroso
para la salud espiritual y el equilibrio emocional, sino que Dios lo prohíbe
expresamente. Él quiere que sola y únicamente confiemos en Él; pero,
entendemos que es difícil creer y confiar en Alguien que no se conoce de una
manera íntima, como deberíamos los cristianos conocer a nuestro Dios y a
Jesucristo, nuestro Salvador. Esto nos lo explica el apóstol Pablo en su
segunda epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículo 11, donde dice:
"Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira".
Creemos que ese es un principio espiritual que opera en nuestros presentes
días.
Ahora, en el capítulo 21 del evangelio según Mateo, versículo 44, el Señor
Jesucristo hizo una declaración sorprendente. Él se llamó a sí mismo allí una
"piedra": "Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien
ella cayere, le desmenuzará". Cristo es esa roca, esa piedra. Usted puede
aceptarle a Él y recibirlo; puede venir a Él, como pecador y caer sobre Él,
confiar en Él, descansar en Él, y usted experimentará la amista y compañía
de un amigo que jamás le defraudará, ni le traicionará.
Cuando Cristo es la piedra, nuestro fundamento ya no confiamos en nuestros
juicios o criterios, porque confiamos en Él, que siempre desea lo mejor para
cada uno de Sus hijos, y con sabiduría nos enseñará a tomar las decisiones
mejores, porque son de acuerdo a Su perfecta Voluntad. Pero, si nos
rebelamos, hacemos oídos sordos, damos la espalda a Dios, entonces Él va a
ser esa piedra que caerá sobre los que no desean Su comunión, y los
desmenuzará. Es decir, Él será el Juez. El profeta Daniel mencionó que al final
del gobierno gentil será enviada una piedra que no ha sido cortada por manos
humanas, que será el Señor Jesucristo; Él castigará a esta tierra, a cada
gobierno, a cada uno que esté en rebelión contra Dios.
Ahora, ¿qué es lo que debemos hacer los que nos llamamos y somos
"cristianos", seguidores de Cristo en medio de una sociedad que no sólo
acepta el ocultismo, sino que abiertamente busca el consejo de aquellos que
30
invocan a los espíritus, y que con engaño afirman conocer o interpretar el
futuro? Pues, estimado amigo oyente, debemos acercarnos más a Cristo,
fundamentarnos sobre ese cimiento, y descansar confiadamente en Él.
Ahora, observemos que Él no sólo es la Piedra Angular, sino que se dijo en
este versículo 4 del capítulo 10 de Zacarías, que de Él saldrá "la clavija". Este
detalle es interesante. La mencionada "clavija" se refiere a una estaca o
espiga, como se le llama en algunas partes, que se utilizaba para asegurar
una carpa, un toldo, una tienda de campaña. Esta clavija ayudaba para que
las carpas, o tiendas de campaña no fuesen derribadas por el viento. Israel
utilizó esta herramienta en los 40 años de su peregrinaje por el desierto tanto
para asegurar las tiendas familiares como para que el Tabernáculo, el recinto
sagrado. Utilizando estas "clavijas" como puntos de unión, de apoyo y de
resistencias contra los vendavales del desierto se aseguraron la estabilidad
de sus frágiles tiendas. Esas "clavijas" se introducían profundamente en la
arena del desierto para así mantener las tiendas en pie.
En el texto que leímos se le llamó a Cristo "la clavija", y veremos que este
término se utilizó en varios pasajes en la Palabra de Dios. Por ejemplo, en el
libro del profeta Isaías, capítulo 22, versículo 23, leemos: "Y lo hincaré como
clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre". Él,
Jesucristo, es quien está sosteniendo nuestras vidas, nuestras circunstancias,
nuestro presente y futuro, si somos hijos de Dios, y pertenecemos al Reino
de Dios. ¡Y cuánto necesitamos asirnos de Él, o permitirle que Él nos sostenga
ante tantas presiones contrarias a la Palabra de Dios! ¡Qué descripción más
gráfica o comprensible el que se nos presenta aquí del Señor, estimado amigo
oyente! Ahora, este "clavo" también tenía usos diferentes. Era una
herramienta que se clavaba dentro de la carpa. Era un objeto que se utilizaba
para colgar las cosas. Las mujeres podían colgar en él sus joyas; los hombres
podían colgar sobre él las cosas de valor que tenían dentro de la carpa en la
cual vivían. Así que, Él, la piedra angular, Jesucristo, no es sólo esa clavija
que mantiene las cosas firmes, sino que Él es también Aquel en el que
podemos depositar también todo aquello que valoramos más en nuestra vida,
porque podemos confiar en esa seguridad.
Dios en Su mensaje que envió por medio del profeta Zacarías no había
concluido todavía, porque dijo que de Él saldrá el arco de guerra. Eso indica
que Él es Aquel que vendrá a esta Tierra a consolar y dominar toda la
injusticia. Los ejércitos del cielo le van a seguir. "De Él el arco de guerra", -
dijo - "de Él también todo apremiador". Él va a dominar toda opresión, todos
estos jefes, todos estos líderes, esos falsos maestros, profetas o responsables
ya sean religiosos o políticos. Continuamos en el versículo 5, leemos:
"Y serán como valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las
calles; y pelearán, porque el Señor estará con ellos; y los que cabalgan en
caballos serán avergonzados."
Ese tiempo, ese período será muy difícil, será un tiempo tenebroso. Pero Dios
prometió que va a encargarse de cuidar de Su pueblo y permitirles que pasen
31
a través de estas aflicciones, porque durante ese período, Cristo, el Mesías
vendría. Pero si ellos, Su pueblo lo rechazare, entonces ya no habría más
esperanza. Cuando Tito, con el poderoso ejército romano en el año 70,
después de Cristo, se encontró a las puertas de Jerusalén, sitió la ciudad y
después de un tiempo terrible de acoso, derribó sus muros; la ciudad fue
destruida, y el pueblo hebreo fue esparcido a través de todo el mundo.
En realidad, hay muchos, destacados expositores que creen que Israel no está
todavía reunido en esa tierra que ocupan ahora. Cuando Dios haga regresar
a todo Su pueblo a esa tierra, ellos lo harán llevados por el Señor, y llegarán
a ser una bendición para el mundo. Y serán como valientes en la batalla. En
el versículo 6 de este capítulo 10 de Zacarías, leemos:
"Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré
volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera
desechado; porque yo soy el Señor su Dios, y los oiré."
La casa de José que se menciona en este texto pertenece al reino del norte.
Y hemos leído: "Y los haré volver; porque de ellos tendré piedad". ¿Cómo va
a hacer eso Dios? Demostrando misericordia, piedad. Ése es el único método
por el cual Él nos puede y quiere salvar. Y así es como Él puede salvarle a
usted, estimado amigo oyente. "Y serán - dijo Dios por medio de Zacarías -
como si no los hubiera desechado; porque yo soy el Señor su Dios, y los oiré".
Estas fueron palabras de mucho ánimo y de aliento para el pueblo elegido en
aquella época, en los tiempos del profeta Zacarías, pero también son para
nosotros hoy. Dios tiene y sigue teniendo misericordia, poder y amor por
todas sus creaturas.
Estimado amigo oyente, vamos a detenernos aquí. Le esperamos para
compartir las profundas enseñanzas de la Palabra de Dios en nuestro próximo
programa. Pedimos al Señor que Su presencia, Su luz y calor llenen su
corazón con un sincero deseo de conocerle más a Él. Porque sólo la presencia
de Dios en nuestra vida nos puede dar propósito, guía y una meta clara para
nuestra existencia.
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Zacarías 10:7 - 11:6


Continuamos hoy, estimados oyentes nuestro estudio del libro del profeta
Zacarías y regresamos nuevamente al capítulo 10, al cual estamos dedicando
bastante tiempo debido a su importancia.
Pero como siempre y antes de aterrizar en nuestra lectura, recordemos
brevemente el contexto de la misma.
Zacarías nos lleva a uno de los periodos más turbulentos de la historia de
Judá. Por más de cincuenta años los judíos fueron cautivos por los babilónicos.
Alejados de su tierra natal, algunos nacieron en una tierra extraña y pudieron
ver, como Zacarías, cómo el pueblo de Israel iba abandonando poco a poco
su fidelidad a Dios y abrazaba, en cambio, costumbres paganas contrarias a
32
la Ley del Señor. Pero a partir del 530 A.C., tiene lugar un suceso que cambia
su destino: Babilonia es conquistada por los persas y a Zacarías y sus
hermanos de sangre se les permite regresar a su país.
Si tuviéramos que resumir el propósito de este libro sería el siguiente:
"Preparación para el Mesías". Recordemos que este libro se divide en dos
secciones. La primera sección, que abarca los ocho primeros capítulos, se
refiere al templo y anima al pueblo a completar su gran obra del nuevo
santuario. Zacarías, con palabras de aliento, traslada a sus hermanos de
sangre el mensaje de Dios de que mientras edifican el templo, están
edificando su futuro, porque esta misma estructura será utilizada por el
Mesías cuando Él venga a traer la salvación.
En la segunda sección, en la cual nos encontramos ahora y que abarca hasta
el final del libro, el capítulo 14, Zacarías recibe dos cargas, u oráculos. El
primero de ellos, que ya hemos comenzado a estudiar en el anterior
programa, tiene que ver con la primera venida del Mesías y su rechazo como
rey de Israel. Alejandro Magno conquistará a los vecinos de Israel, pero
perdonará a Jerusalén, que será preservada para su futuro Rey. Israel tendrá
éxito contra Grecia (la rebelión contra los Macabeos) y aunque luego serán
dispersados, el Mesías los bendecirá y los traerá de regreso. Sin embargo,
Israel rechazará a su Rey Pastor y se dejará extraviar por falsos pastores.
En nuestro programa anterior considerábamos dos aspectos interesantes del
versículo 6 y que son absolutamente aplicables a nuestro contexto
contemporáneo.
El primero de ellos es la gran hambre que hoy existe por lo sobrenatural, en
cuanto a religiones (más de 50.000 en todo el mundo) y sectas (más de 250,
sólo en España), de las cuáles unas dos docenas están catalogadas como
"satánicas", según el Observatorio Nacional de Sectas. El hombre y la mujer
del siglo XXI, al igual que los israelitas del siglo VI A.C. siguen jugando con
la idea de adentrarse en el desconocido y siempre atractivo mundo de los
espíritus.
Y tal y como hemos visto, esta fue una de las razones por las cuáles Dios
envió a su propio pueblo al castigo de la cautividad por más de cincuenta
años: Darle la espalda a Él, para abrazar costumbres contrarias a la voluntad
del Señor, prestando oído a falsos profetas y cambiando su natural amor hacia
su Padre por falsas promesas de paz, prosperidad y bienestar, que nunca
llegaron a materializarse. Zacarías va a denunciar el peligro de prestar más
atención a lo demoníaco que a lo divino.
El segundo aspecto que comentábamos en nuestro programa anterior era
cómo Zacarías habló de la venida del Señor Jesucristo, quien sería la Piedra
Angular: Él iba a ser el garante y el anclaje de nuestra fe. Él también será el
Arco de Guerra. Él llegará algún día a dominar la injusticia y a establecer Su
reino sobre la tierra. Mientras tanto, Dios trasladó a su pueblo, en el capítulo
5 de Zacarías: "Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de

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José". Él dice: "Y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como
si no los hubiera desechado; porque yo soy el Señor su Dios, y los oiré".
Ahora bien, ¿por qué Dios les protegió durante este intervalo? Él lo explica
claramente: "Porque de ellos tendré piedad". ¿Cómo fuimos salvos usted y
yo, amigo oyente? Desde luego no fue por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia. (Tito 3:5). Y Él es rico en
misericordia. Y ha tenido que tener mucho de esa misericordia para poder
salvarme a mí y a usted también, estimado oyente. Y cuando el pueblo judío
regresa del cautiverio babilónico, Él les advierte que no deben caer
nuevamente en la idolatría, ni mezclarse con el mundo de lo sobrenatural
ajeno a Dios, especialmente con todas aquellas costumbres satánicas o cuyo
centro sea Satanás y sus demonios. Y Dios fue muy tajante y claro a este
respecto.
Ahora bien, Dios dijo que los iba a guardar durante este período. Y eso nos
lleva al período que denominados inter-testamentario, es decir, un espacio
de unos 400 años que separa temporalmente el Antiguo Testamento del
Nuevo Testamento. Muy pronto estudiaremos el libro del profeta Malaquías,
que es el último libro del Antiguo Testamento. Tras este libro, Dios, por
motivos que se escapan a nuestra limitada comprensión humana, dejó de
transmitir y de comunicarse con el hombre, durante este periodo de 400 años.
Ahora, en ese período interino, ellos probablemente sufrieron mucho más
como nación que en cualquier otro tiempo; excepto tal vez durante la época
de Hitler y el régimen Nazi. Sin embargo, este pueblo fue siempre preservado
y sobrevivió a través de estos siglos.
Y todo eso es bosquejado aquí en Zacarías y también en el libro del profeta
Daniel, donde se nos presenta un cuadro muy claro de ese tiempo que
denominamos período silencioso, entre Malaquías, en el Antiguo Testamento,
y el evangelio según Mateo, en el Nuevo Testamento.
El versículo 7 del capítulo 10 de Zacarías, dice así:
"Y será Efraín como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino;
sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en el Señor."
De esta manera, el gozo de la nación restaurada de Israel al comienzo del
milenio, o los mil años de reinado del Mesías se compara al que otorga el vino
a quiénes lo beben.
Zacarías les advierte que éste va a ser un período en el cual habrá muchas
dificultades para ellos y que iban a estar muy lejos de Dios en varias ocasiones
durante este período. Pero también habrá momentos en lo que ellos se
regocijarán en el Señor.
A continuación, en el versículo 8, Dios dice por medio de Zacarías:
"Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán
multiplicados tanto como fueron antes."

34
Esta profecía resume lo que se ha dicho acerca del llamado del Mesías a Israel
para su redención y para que se vuelva a agrupar en su tierra. Como en
Egipto, aquellos de Israel que son protegidos por Dios, a causa de su fe en el
Mesías, sobrevivirán a la tribulación y entrarán al milenio para juntarse y
multiplicarse en gran manera.
En el momento en que Jerusalén fue destruida por Tito, Flavio Josefo, el
famoso historiador, nos indicó que probablemente había doce millones de
personas en esa tierra, número que duplica a los actuales (seis millones en
2008). Dios dice aquí: "Yo los llamaré con un silbido". Dios está diciendo que
Él los va a llamar con un silbido y los va a juntar. Amigo oyente, esta profecía
apunta hacia el futuro, hacia un retorno del pueblo judío a Israel, que aún no
ha tenido lugar. Ahora, escuche usted lo que dice aquí el versículo 9:
"Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán
de mí; y vivirán con sus hijos, y volverán."
De nuevo, aquí se les anuncia que, así como Dios les había esparcido antes
por todo el mundo (año 70 D.C.), ahora les traería de vuelta para que
poblaran Su reino mesiánico.
A continuación, el versículo 10 dice:
"Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria; y los
traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y no les bastará."
Este versículo es una alusión al primer éxodo. Egipto y Asiria son símbolos de
esclavitud y exilio. Aquí, probablemente, representan a todos los países por
donde fueron esparcidos los israelitas.
¿Por qué se menciona a El Líbano? En realidad, El Líbano es parte de la Tierra
Prometida, tal y como se deduce del libro de Josué. Algunos estudiosos
consideran que cuando la Biblia habla de una tierra rica en leche y miel, está
haciendo referencia a la parte sur de la costa libanesa, una zona muy rica y
fértil.
Sin embargo, otros eruditos no opinan así, dado que cuando Josué envió los
exploradores a esa tierra, era temporada de lluvias y las montañas estarían
cubiertas de árboles y fruta en abundancia. Pero, por todos es conocido que
tras unos cuantos años sin lluvia hasta el más frondoso vergel puede derivar
en un árido desierto. Por medio de modernas técnicas de irrigación, el actual
gobierno judío, al igual que sus vecinos árabes, están reconvirtiendo zonas
desérticas en espectaculares campos de cultivo.
Sin embargo, esta promesa no tendrá cumplimiento hasta el comienzo del
reinado de Cristo en la Tierra, es decir, del Milenio.
Seguidamente, en los versículos 11 y 12 de este capítulo 10 de Zacarías,
leemos:
"Y la tribulación pasará por el mar, y herirá en el mar las ondas, y se secarán
todas las profundidades del río; y la soberbia de Asiria será derribada, y se
35
perderá el cetro de Egipto. Y yo los fortaleceré en el Señor, y caminarán en
su nombre, dice Jehová, el Señor."
Así como Israel cruzó el Mar Rojo, Dios testifica que eliminará todos los
obstáculos geográficos y políticos para el regreso de Israel en el reino del
Mesías. De nuevo, Asiria y Egipto, enemigos tradicionales de Israel, son la
representación simbólica de cualquier nación que pretenda impedir el
cumplimiento de la voluntad de Dios.
Bien, con esto llegamos al capítulo 11 de Zacarías. Como veremos, este
capítulo presenta un fuerte constaste con los anteriores, en los que el Mesías
se presenta como "un pastor maravilloso". Ahora, este pasaje presenta un
cuadro terrible del rechazo del Mesías, el Pastor verdadero. Zacarías, el
profeta, pasa de cantar las glorias del Mesías, aceptado en su futura segunda
venida, a la apostasía y el rechazo nacional que sufrió en su primera venida.
Y en el primer versículo de este capítulo 11 de Zacarías, leemos lo siguiente:
"Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus cedros."
¡Qué contraste con los versículos anteriores! Como un incendio que arrasa
toda la tierra de Israel, Zacarías describió el fuego del juicio que consumiría
a los impíos como un incendio consume los árboles.
Los cedros del Líbano eran muy famosos. Estos fueron utilizados en el primer
Templo. Su preciada madera fue utilizada en gran cantidad en ese edificio. El
templo de Salomón fue edificado con esta valiosa madera libanesa. Continúan
diciendo los siguientes tres versículos 2, 3 y 4:
"Aúlla, oh ciprés, porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son
derribados. Aullad, encinas de Basán, porque el bosque espeso es derribado.
Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de
rugidos de cachorros de leones, porque la gloria del Jordán es destruida."
La devastación de los impíos anunciada en el versículo 1 no está sólo limitada
al juicio espiritual sino que también incluirá la muerte de muchos en la medida
que la tierra de Israel es juzgada. Y aquí encontramos el lenguaje más poético
del libro, dado que "Líbano", "Basán" y "Jordán" representan a la tierra entera
mientras recibe juicio total de un extremo a otro, desde la frontera Norte y el
valle del Jordán, hasta el límite Sur. El "aullido de los pastores" alude a su
lamento por la pérdida de pastos. Y los "rugidos de cachorros de leones", a
que éstos extrañarán su hogar y su comida. Mediante estas figuras poéticas,
estimado oyente, se nos hace evidente la miseria que tendrá lugar en la tierra
como resultado de haber sido sometida a un juicio devastador. Y, a medida
que avance este capítulo, veremos que es más evidente que se refiere a
profecías relacionadas con la futura destrucción de Jerusalén en el año 70
D.C.
Y los versículos 4, 5 y 6 continúan:
"Así ha dicho el Señor mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza, a las
cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las
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vende, dice: Bendito sea el Señor, porque he enriquecido; ni sus pastores
tienen piedad de ellas. Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores
de la tierra, dice el Señor; porque he aquí, yo entregaré los hombres cada
cual en mano de su compañero y en mano de su rey; y asolarán la tierra, y
yo no los libraré de sus manos."
Dios está diciendo que Él permitirá el cumplimiento de estas terribles
palabras. Ya hemos visto, querido amigo, que Dios es Amor. Pero también es
un Dios justo, que debe juzgar a cada uno por sus hechos. Por ello, el amor
de Dios no impide la ira de Dios, cuando vulneramos sus principios morales y
espirituales. Y Zacarías anuncia que todo esto iba a tener lugar debido a la
reiterada actitud de desobediencia del pueblo, a su insistencia en apartarse
una y otra vez de Él hasta, finalmente, rechazarle cuando Dios envió nada
menos que a Su hijo Jesús a esta tierra, para rescatarnos del peor destino
posible: la muerte eterna.
Es fácil mirar hacia atrás y extraer conclusiones, ¿verdad, estimado amigo
oyente? Cuando estudiamos las Escrituras y leemos cómo la nación entera de
Israel, Su pueblo no le reconoció, nada más fácil y humano que criticar su
cortedad de entendederas, su limitada comprensión de sus propios profetas,
su ceguedad espiritual. Pero usted, estimado oyente, y por favor, escuche
con atención, reflexione, con la mano en el corazón, si le ha dado, hasta el
día de hoy, una oportunidad a Dios para demostrarle el verdadero camino
hacia la salvación de su alma, hacia la vida eterna. Este camino es "Jesús".
No hay otro. ¡Es Jesús!
Recuerde estimado oyente que la fe cristiana no puede ser probada mediante
demostraciones matemáticas, químicas o físicas, pero se fundamenta sobre
unos hechos suficientemente probados, y no sobre ideas, como numerosas
ideologías y corrientes filosóficas. Nuestro fundamento es la Biblia, que es
históricamente mucho más sólido y fiable que cualquier obra o tratado de la
literatura clásica, incluyendo a Platón, Aristóteles, Julio César, etc. Y es un
fundamento lo suficientemente firme para cualquier persona seria, por
exigente que sea intelectualmente.
Por ello, querido amigo, no queremos despedirnos hasta el próximo programa
sin desearle una vida mejor, una vida plena, con certezas más que esperanzas
y con hechos, más que palabras, basada íntegramente en la Palabra de Dios.
Léala, estúdiela, dese a usted mismo la oportunidad de leer un libro único,
singular y precioso: ¡Nada menos que la Palabra de Dios, que son Buenas
Noticias para su vida! ¿Acaso está usted dispuesto a perderse algo así?
Con estas palabras nos despedimos de usted hasta muy pronto, en nuestro
próximo programa, en el que junto con usted, si nos sigue acompañando,
continuaremos nuestro fascinante viaje por el libro de Zacarías, un profeta
que tuvo mucho que decir a su pueblo, y que hoy tiene, también, mucho que
decirnos a nosotros.
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37
Zacarías 11:7 - 16
Reanudamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro viaje por el libro del
profeta Zacarías.
Ya hemos visto en nuestro estudio anterior que Zacarías es el profeta de la
esperanza. Su nombre en realidad significa: "El Señor recordó". Es muy
interesante recordar que su voz es una de las últimas del Antiguo Testamento.
Y paradójicamente, el Nuevo Testamento comienza con un ángel
apareciéndose a un hombre llamado Zacarías, un sacerdote, el esposo de
Elisabet, la prima de la virgen María, que fue madre de otro profeta: Juan el
Bautista. Por tanto, diríamos que este nombre de Zacarías o "El Señor
recordó", es muy significativo, porque Zacarías es el profeta de la esperanza.
En nuestro anterior encuentro comentamos que, de la misma manera que
existieron en la Biblia verdaderos profetas, también hubo falsos profetas que
intentaron confundir y desviar al pueblo de Dios hacia la idolatría y el
paganismo.
El capítulo 11 de Zacarías, con el cual comenzamos nuestro estudio en el
programa anterior, nos llevó al período del imperio romano en el siglo VI A.
C. En el versículo 4 de este capítulo 11, dice así:
"Así ha dicho el Señor mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza"
A partir de este cuarto versículo y hasta el versículo 14 se nos va a presentar
la causa de la calamidad descrita en los tres versículos anteriores (del 1 al 3):
el rechazo del Pastor Verdadero. Dios usó a Zacarías como un actor que
interpretó el papel de un pastor para ilustrar al pastor verdadero, Jesucristo,
y el rechazo que padeció.
Aquí vemos como el Señor dijo que Su pueblo debía ser tratado como ovejas
engordadas para el sacrificio, cuyos pastores no tenían clemencia y sólo
estaban interesados en el dinero que podían obtener a cambio de la carne.
De la misma manera, Dios presentó a sus ovejas para la matanza, sin piedad
alguna. Y al quedarse sin protección de Dios, quedaron abandonadas al
Imperio Romano, al César y a la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C.
Recordemos que casi medio millón de judíos perecieron en el ataque romano,
y otro medio millón en ataques posteriores producidos a lo largo y a lo ancho
de Palestina.
El versículo 7 comienza diciendo:
"Apacenté, pues, las ovejas de la matanza"
A partir de este versículo el profeta Zacarías interpretó el papel dramático
que representaba el rechazo de Cristo que finalmente condujo al juicio de
Israel, descrito en los tres primeros versículos del capítulo 11.
Y aquí tenemos esta expresión nuevamente, en la que Zacarías afirma haber
alimentado al pueblo con la verdad de Dios, lo cual sirvió, como ilustración de
lo que el Mesías haría por ellos al venir.
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"Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño."
Esto es en referencia a ese pequeño grupo de entre las doce tribus, que
regresaron. Alude también a la idea de que los pobres fueron los únicos que
respondieron bien a la alimentación del rebaño, por parte de Jesús, ya que
con mansedumbre y humildad no siguieron el orgullo del sacerdote, los
escribas y los fariseos de la época. Leamos ahora el versículo 7 completo:
"Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño.
Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro
Ataduras; y apacenté las ovejas."
Este texto que tenemos aquí resulta muy interesante. ¿Llevó Zacarías a cabo
esta acción en realidad? ¿O fue tal vez, sólo un ejemplo o una metáfora
ilustrativa?
Amigo oyente, creemos que, efectivamente, el profeta Zacarías llevó a la
práctica estas palabras. Ya hemos visto que, de hecho, hubo otros profetas
que hicieron lo mismo, por ejemplo, el profeta Ezequiel, el cual quiso
simbolizar la realidad de su pueblo y la voluntad de Dios, con la acción de
encerrarse dentro de su casa y saliendo de ella a través de una zanja que él
mismo cavó.
Hoy día este tipo de manifestaciones se nos podrían antojar divertidas o
absurdas, pero en aquella época, los "actos" de un profeta tenían tanta
repercusión o "publicidad", como el de sus palabras que lograban, de hecho,
una gran difusión debido a lo vistoso y gráfico de la acción realizada.
De la misma forma, el acto simbólico de Zacarías le requirió el uso de dos
cayados. Los pastores del antiguo oriente portaban con frecuencia dos
callados, uno semejante a una vara larga y puntiaguda, utilizada para
mantener alejado a las fieras, y otro como un báculo, con la función de guiar
a las ovejas descarriadas. La vara, llamada "Gracia" alude a Cristo el Buen
Pastor, que expresa el amor y la gracia de Dios mediante la dirección tierna
y el cuidado permanente de Su pueblo, tal y como se nos menciona en el libro
de Marcos 6:34. El báculo, llamado "Ataduras", en cambio, se refiere al
ministerio unificador para juntar a la casa dispersa de Israel en un solo
rebaño.
El versículo 8 comienza diciendo:
"Y destruí a tres pastores en un mes"
Creemos que se refiere aquí a los profetas falsos. Los versículos 8 y 9 de este
capítulo 11 de Zacarías, continúan diciendo:
"Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra
ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí. Y dije: No os apacentaré;
la que muriere, que muera; y la que se perdiere, que se pierda; y las que
quedaren, que cada una coma la carne de su compañera."

39
Una de las interpretaciones más antiguas de este pasaje sugiere que se refiere
a los falsos profetas de la época, pero especialmente a los sacerdotes,
ancianos y escribas de la época de Jesucristo, el cual confrontó la hipocresía
de estas tres figuras religiosas de su tiempo, que al haberle rechazado,
desaparecieron al cabo de un tiempo. De esta manera, Dios puso fin a los
mediadores tradicionales entre Él y el pueblo, debido a su ineficacia y pecado,
instaurando el sacerdocio de todos los creyentes, tal y como leemos en 1
Pedro 2:5, 9, y Apocalipsis 1:6, 5:10 y 20:6.
Las palabras "Mi alma se impacientó con ellos" indican claramente que la
paciencia de Dios tiene unos límites lo cuales, una vez traspasados, desatan
su ira y castigo. De la misma manera, la frase "cada una coma carne de su
compañera" Zacarías alude de manera dramática a lo que muchos años
sucedería en Jerusalén durante el asedio Romano, documentado por los
historiadores: muchos de sus habitantes, desesperados y enloquecidos a
causa del hambre que sufrieron por el largo sitio romano, recurrieron al
canibalismo. Quienes se negaron a creer las dramáticas palabras del profeta
fueron, por tanto, entregados a la satisfacción de sus propios deseos y
quedaron así expuestos a sus letales enemigos.
A continuación, seguimos leyendo en el versículo 10:
"Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que
concerté con todos los pueblos."
De esta manera tan visual y expresiva, el profeta Zacarías simbolizó la ruptura
de un pacto, del pacto de la Gracia. Dios ha hecho el pacto con Su pueblo de
que Él les iba a bendecir, si le obedecían de manera consecuente (podemos
leerlo en Deuteronomio 28:1.14). Dios les iba a proteger de las naciones
enemigas que durante toda su existencia, le habían perseguido, asediado y
atacado. Pero, por el contrario, escogieron desobedecerle y seguir sus propios
deseos, dando la espalda a Dios. Y tal ha sido su desobediencia que Dios no
ha tenido más remedio que romper Su pacto inicial, para demostrar Su
justicia, rectitud y firmeza.
Sin duda alguna, el pueblo no podía clamar a Dios diciendo que no había
tenido suficientes oportunidades. En el capítulo 10, versículo 6, Dios dijo:
"Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré
volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera
desechado; porque yo soy el Señor su Dios, y los oiré."
Pero debido a su reiterada desobediencia, la paciencia de Dios se agotó y Él
decidió rescindir este pacto: Su Gracia ya no sería para con ellos.
Y en el versículo 11 de este capítulo 11 de Zacarías, leemos:
"Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que
miraban a mí, que era palabra del Señor."
Los pobres del rebaño es el remanente que obedeció a Dios y creyó en Su
Palabra. Este remanente, en tiempos posteriores a los de Zacarías, supo que
40
la Palabra de Dios se estaba cumpliendo "en Cristo", y que el juicio de Dios
venía en camino, pero se libraron de las consecuencias a largo plazo por su
fe en Jesucristo.
Y, estimado amigo oyente, lo más importante para el creyente, el cristiano
que cree y sigue a Jesucristo, lo que debería ser su prioridad y su deseo, es
creer en la Palabra de Dios, es decir, la Biblia. No se trata de creer en un Dios
difuso o etéreo, sino en una persona concreta, de carne y hueso, que habitó
entre nosotros y murió por nuestras faltas y pecados: Jesús.
Veamos ahora, lo que Él dice aquí en el versículo 12 de este capítulo 11 del
libro de Zacarías:
"Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron
por mi salario treinta piezas de plata."
Como vemos, el profeta Zacarías continúa el drama al representar a Jesús en
una escena simbólica, en la que pregunta a quienes vino a pastorear, cuán
valioso era Él para ellos. Y en una respuesta ofensiva e injuriosa, los líderes
le ofrecieron 30 monedas de plata, que equivalían al precio pagado por un
esclavo que había sido corneado por un buey (tal y como narra el libro del
Éxodo 21:32). Y proféticamente, como usted recordará, ésta es la cifra exacta
que los líderes religiosos pagaron al discípulo de Jesús, a Judas Iscariote, por
traicionarle. Así lo narra el evangelio según Mateo, capítulo 26, en los
versículos 14 y 15: "Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote,
fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo
entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata."
¿No le parece un detalle muy interesante, amigo oyente? Los judíos del
tiempo de Jesús consideraron que su valor era equivalente al de un esclavo
moribundo. Ahora, leamos otro pasaje interesante relacionado con ese tema,
lo que dice el capítulo 27 de Mateo, versículos 9 y 10: Así se cumplió lo dicho
por el profeta Jeremías, cuando dijo: "Y tomaron las treinta piezas de plata,
precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron
para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor".
Continuando con nuestra lectura en el versículo 13:
"Y me dijo el Señor: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han
apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa del Señor
al tesoro."
Zacarías recibió instrucciones de llevar a cabo una ilustración dramática en la
que se ilustra el rechazo de Cristo, lanzando las treinta monedas de plata en
el templo. Esto se cumplió literalmente cuando Judas Iscariote, abrumado por
el peso de la culpa, regresó para echar en el suelo del Templo el dinero
manchado con la sangre de Cristo; los sacerdotes se limitaron a recogerlo y
a utilizarlo para comprar un terreno que pertenecía a un alfarero, que es
donde, posteriormente, se ahorcó el propio Judas. Tal y como narra Mateo en
su capítulo 27, versículo 6, los principales sacerdotes dijeron: "No es lícito
echar las monedas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre".
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Así es que, tomaron ese dinero, y lo pusieron en inversión al comprar el
Campo del Alfarero. Allí es donde se daba sepultura a los pobres.
Llama la atención la expresión utilizada en este versículo, que dice: "¡hermoso
precio con que me han apreciado!" Vemos aquí que con sarcasmo doloroso
se expresa la respuesta divina al máximo insulto de la humanidad.
Leamos ahora lo que dice aquí el versículo 14 de este capítulo 11 de Zacarías:
"Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre
Judá e Israel."
Si la ruptura del primer cayado simbolizó el rechazo de los judíos contra Su
pastor, la ruptura del segundo ejemplifica lo que sucedió después de este
rechazo, tan pronto los romanos rompieron sus lazos fraternales del pueblo
en Palestina. El gran historiador Josefo escribió que durante la conquista
romana, las disensiones internas entre el pueblo y sus partidos opositores
enfrentaron a judíos contra judíos de tal manera que se hicieron tanto daño
entre sí como el afligido por los romanos en su contra.
Seguidamente, en los versículos 15 y 16 de este capítulo 11 de Zacarías,
leemos:
"Y me dijo Jehová el Señor: Toma aún los aperos de un pastor insensato;
porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará a las
perdidas, ni buscará a la pequeña, ni curará a la perniquebrada, ni llevará a
la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus
pezuñas."
El profeta Zacarías continúa su dramática representación de lo que habrá de
acontecer: Al ser quitado de en medio el Pastor Verdadero, el profeta pasa
ahora a representar el papel de un pastor necio que corresponde al
"Anticristo". De esta manera, la profecía de Zacarías salta del primer siglo a
los últimos días antes de la segunda venida de Cristo. Vemos aquí que este
pastor maligno tenía un cayado quebrado o un garrote para golpear a las
ovejas a fin de que se sometieran a él. Dios permitió que este pastor se
levantara para destruir a las ovejas tercas de Israel que despreciaron al
primer pastor. Por esta necia decisión, recibirán a un pastor que hará todo lo
opuesto a lo que se espera de un pastor, porque traicionará a las ovejas, y
finalmente las destruirá.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Proseguiremos, si Dios
lo permite, en nuestro próximo programa. Hasta entonces, continuamos con
nuestra intercesión y oración ferviente, para que cada uno de nuestros muy
estimados oyentes pueden experimentar la PAZ que solamente puede venir
de lo Alto, de Dios; esa paz que nadie puede fabricar ni producir, porque es
la paz que produce el saberse totalmente aceptado, totalmente perdonado y
totalmente amado por el Creador y Dios de todo el Universo, dueño absoluto
de cada ser creado, que, a pesar de Su grandiosidad eterna e inimaginable,
nos individualiza, nos conoce por nombre, y al que podemos acudir, sencilla
y directamente, sin más inter-mediadores que JESUCRISTO, pues, sólo Jesús
42
es el "camino, la verdad, y la vida, y NADIE viene al Padre sino por mí", dijo
Jesús, en Juan 14:6.
Muy estimado amigo que nos está escuchando: dondequiera que usted se
encuentre, ahora mismo, ahora, puede tener un encuentro personal con un
Dios todo amor que desea intervenir en su vida para darle propósito,
significado y trascendencia. ¡Háblele, sencillamente, con sus propias
palabras, y dígalo, lo que hay en lo más profundo de su corazón, y sabe...ÉL
le escuchará y le RESPONDERÁ!
Y si tiene preguntas o dudas, por favor, póngase en contacto con nosotros.
Deseamos ponernos a su disposición para compartir con usted lo que Dios ha
hecho en nuestras vidas, y desea hacer también en la suya. ¡Que Dios le
bendiga!
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Zacarías 11:15 - 12:3


Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro estudio del libro del
profeta Zacarías, iniciando otra de las principales divisiones del mismo.
Como comentamos en el programa anterior, este libro se divide en tres
secciones principales. La primera sección comprende las diez visiones iniciales
del profeta Zacarías, que ocupan los seis primeros capítulos. Tras un breve
interludio histórico de unos dos años, que encontramos en los capítulos 7 y
8, llegamos a la última división principal, los mensajes o encargos proféticos,
en los capítulos 9 al 14.
Bien, hemos visto que la primera de las profecías tenía que ver con los
aspectos relacionados con la primera venida de Cristo (capítulos 9 al 11).
Hoy, y a partir del capítulo 12, analizaremos la siguiente profecía, que alude
directamente a la segunda venida de Cristo. Eso lo veremos en los capítulos
12 y 13.
Pero dado que en nuestro anterior programa no tratamos en profundidad el
versículo 17 del capítulo 11, vamos ahora a detenernos allí por unos
momentos para analizarlo adecuadamente.
Recordemos que la primera parte del capítulo 11 presentaba la figura del
"Buen Pastor" de Su pueblo; el Buen Pastor, que daba Su vida por las ovejas.
El Buen pastor que fue vendido por 30 piezas de plata para ser luego
entregado al gobierno romano y muerto en una cruz. Pero esa cruz, en vez
de ser un lugar de "rendición", y derrota, resultó, y se transformó, en un lugar
de "redención". El madero de la cruz llegó a ser "el altar de bronce de Dios".
Allí, el Buen Pastor fue ofrecido como el Cordero de Dios, que vino para quitar
los pecados del mundo. Ése era el Buen Pastor. El Buen Pastor que dio Su
vida voluntariamente, obedientemente, por las ovejas. Eso lo comentamos en
la primera sección.

43
A continuación vimos que se mencionaba a un pastor diferente: un pastor
necio, cuyas características eran claramente opuestas al "Buen Pastor", quien
generosamente, y voluntariamente dio su vida por sus ovejas. Este pastor
necio no vendrá hasta más tarde, mucho más tarde, que el primer pastor.
¿Por qué? La razón es porque habrá un intervalo de tiempo que tendrá lugar
entre la presencia de ambos, y cuya duración desconocemos. Volvamos a leer
los versículos 15 y 16 del capítulo 11 de Zacarías, que dicen:
"Y me dijo el Señor: Toma aún los aperos de un pastor insensato; porque he
aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará las perdidas, ni
buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a
cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas."
El texto bíblico nos explica que este pastor necio será todo lo contrario al
Buen Pastor que procuraba el bien de sus ovejas, de su rebaño, que hasta
llegó a dar su vida para salvarlas. Este pastor necio esquilará las ovejas, se
aprovechará de ellas, y hasta llegará a darles muerte para obtener su
alimento, es decir, obtendrá beneficios propios a costa de un gran sufrimiento
por parte de las ovejas.
Pero este pastor necio, aprovechado, engañador, éste será un pastor para
estas ovejas. El pastor necio es la figura del Anti-Cristo. Qué clara fue la
advertencia de las palabras del Señor Jesucristo cuando advirtió: "Yo he
venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniere en su propio
nombre, a ése recibiréis". (Juan 5:43).
Y en este versículo 17 del capítulo 11 del libro del profeta Zacarías, leemos:
"¡Ay del pastor necio que abandona el ganado! Hiera la espada su brazo, y su
ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo derecho será enteramente
oscurecido."
El Dr. Merrill Unger, teólogo y profesor de Biblia, un conocido erudito del
idioma hebreo, realiza la siguiente traducción del versículo 17 del capítulo 11
de Zacarías: "¡Ay del pastor necio, que abandona el rebaño! Que la espada
sea contra su brazo y contra su ojo derecho; su brazo se secará
completamente, y su ojo derecho se secará enteramente."
La expresión "Ay" es una palabra que proviene del hebreo, "Jói, Jói, Jói" que
indica una dificultad, o un problema que acontecerá. Este pastor necio,
egoísta, buscará solamente su propia gratificación y bien, y no traerá ningún
beneficio a sus ovejas. Muy al contrario: las destruirá despiadadamente, sin
remordimientos, ni conciencia. Pero, a pesar de todo su proceder nefasto,
perjudicial y mortífero, el mundo le seguirá, la gente no verá su verdadera
naturaleza.
Como consecuencia del total rechazo que Israel mostró abiertamente al Buen
Pastor prometido, Dios cumplió con Su advertencia, con Su promesa, porque
los judíos, el Pueblo escogido, amado por Dios, tristemente fue esparcido por
todo el mundo, sufriendo una larga historia de cruel discriminación. Pero,
paradójicamente, y también por la buena voluntad de Dios, y de la misma
44
manera, el mensaje de las "buenas nuevas", el evangelio que el Señor
Jesucristo comenzó en Jerusalén, se extendió por todo el resto del mundo, tal
y como Él, el Hijo del Dios Altísimo había anunciado.
El espacio de tiempo, este intervalo temporal entre el Pastor verdadero, el
Buen Pastor, el Mesías, el Cristo, que fue rechazado por su pueblo, y aquel
otro pastor anunciado en el mensaje del profeta Zacarías como " el pastor
necio", que habría de venir, ya ha durado más de 2.000 años. Pero algún día,
nadie conoce ni la hora ni el día, sólo el Señor, ese momento llegará. Y ese
llamado "pastor necio" vendrá, y prometerá paz y seguridad. Será el mejor
político que haya pisado jamás la tierra. Leamos una vez más este versículo
17:
"¡Ay del pastor necio que abandona el ganado! Hiera la espada su brazo, y su
ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo derecho será enteramente
oscurecido."
¿Qué quieren decir estas palabras proféticas pronunciadas en nombre de Dios
por Zacarías? Quiere decir que el "pastor necio", ese falso pastor, utilizará su
ojo, no para observar a las ovejas para protegerlas de los peligros, ampararlas
de los enemigos, o para buscar los recursos más convenientes, sino para ver
y seleccionar aquellas que podrían serle más útiles para lograr sus fines
egoístas.
Luego Zacarías menciona "su brazo", que tenía que haber utilizado para
proteger a las ovejas, mediante su cayado. Pero él, el pastor necio, en
cambio, las dejará literalmente al descubierto, sin protección alguna. Él no
las cuidará en absoluto. Por ello, vendrá el juicio o castigo sobre su ojo
derecho y su brazo. Dios juzgará algún día a ese falso pastor, al Anticristo.
En el libro del Apocalipsis podemos leer que será arrojado al lago de fuego
antes, incluso, que el mismo Satanás (capítulos 19 al 21 del libro de
Apocalipsis).
Ahora, al llegar al capítulo 12, observaremos aquellos aspectos proféticos que
están directamente relacionados con la segunda venida de Cristo. Y nos
encontraremos, por ejemplo, con el sitio final de la ciudad de Jerusalén y el
levantamiento de dicho asedio.
Como ya hemos mencionado anteriormente, desde este capítulo y hasta el
final del libro (en el capítulo 14), estudiaremos la segunda y última misiva
profética de Zacarías, en la que presenta el tema ya familiar de la salvación
y la liberación definitiva de Israel, al final de los tiempos. A diferencia del
juicio inicial, ahora el profeta alentará al pueblo del pacto de Dios con una
descripción de su restauración y bendición en el reino milenario, de
conformidad con el carácter de Dios y el significado del nombre de "Zacarías",
que significa "El Señor recuerda".
En este capítulo, "Jerusalén" es mencionada en diez ocasiones. Y la expresión
"en aquel día" aparece mencionada siete veces. En realidad, esta expresión
de "el día del Señor" es la que se menciona en relación con el que comienza
45
el período de la Gran Tribulación. Este período sólo finalizará con la llegada
del reino milenario (o el reino de los mil años) del Señor Jesucristo, que Él
inaugurará cuando regrese por segunda vez a esta tierra; éste será un
reinado de gran paz y prosperidad en la tierra. El anticristo, por el contrario,
traerá consigo la denominada "Gran Tribulación" o periodo de enorme
sufrimiento para la humanidad. Por ello, esta interesante expresión, "en aquel
día", mencionada de manera recurrente en esta sección, será objeto de
nuestra atención en este programa.
Vayamos por tanto al texto bíblico y leamos el primer versículo del capítulo
12 de Zacarías, que dice así:
"Profecía de la palabra del Señor acerca de Israel. El Señor, que extiende los
cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho"
Fijemos nuestra atención en la primera palabra de este versículo: "profecía",
que significa un juicio que vendrá sobre la nación, un futuro asedio sobre el
pueblo, indicando una considerable devastación antes de que hubiera
arrepentimiento y conversión a Dios en Israel. Esto es una palabra profética
de advertencia que tiene que ver aquí con el sitio de Jerusalén, que precede
a la gran batalla de Armagedón descrita en el libro del Apocalipsis.
Ahora, quisiéramos dedicar algo de tiempo a hablar acerca de la interesante
expresión "el día del Señor", ya mencionado anteriormente cuando
estudiábamos a los denominados profetas menores.
¿Qué piensa usted, estimado oyente, al escuchar la frase, "el día del Señor"?
¿Qué idea le viene a la mente? Si usted ha sido un asiduo oyente y nos ha
acompañado en nuestro estudio bíblico sistemático de este programa que ya
ha recorrido casi todos los libros de las Sagradas Escrituras, la Biblia, es
probable que ya tenga una opinión definida, ya recordará lo que en otras
ocasiones comentamos.
Ahora bien, esta frase "el día del Señor" puede tener un significado desigual
para diferentes personas. Y se trata de una expresión muy importante. Se
menciona 18 veces en el libro de Zacarías y ya la hemos visto reiteradamente
tanto en los libros de los profetas mayores, como de los menores.
Recordemos que éste era el tema principal del libro del profeta Joel, por
ejemplo. En el libro del profeta Malaquías, que estudiaremos próximamente,
también se menciona: Malaquías nos habla de la venida del grande y terrible
"día de Jehová". Y en cierto sentido, es también uno de los más importantes
temas del Antiguo Testamento. De ahí nuestro interés en estudiarlo en
detalle.
Veamos ahora, el significado de la palabra "Día". ¿Qué quiere decir aquí la
palabra "día"? Obviamente no se trata de un día con sus habituales 24 horas.
El apóstol Pedro escribió en su segunda epístola, capítulo 3, versículo 8: 2Mas,
oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años,
y mil años como un día".

46
Ahora, los sucesos que los profetas incluyen en "el día del Señor" excluyen la
posibilidad de que éstos tengan lugar en un día de 24 horas. Lo cierto es que
estos hechos tan significativos que relata Zacarías tendrán lugar durante la
Gran Tribulación.
Una de las interpretaciones bíblicas más extendidas asume que el así llamado
"día del Señor" abarcará un período de tiempo que incluirá el período de la
Gran Tribulación y el reino milenial de Cristo; lo que significa que durará algo
más de 1.000 años.
Una pregunta que alguno de ustedes se estará haciendo podría ser la
siguiente: ¿Ha llegado ya "el día del Señor? ¿Estamos viviendo, de hecho, en
ese día? El Antiguo Testamento señala hacia este día y el Nuevo Testamento
también lo anticipa. Usted recordará que el apóstol Pablo indicaba en su
primera epístola a los Tesalonicenses, de manera muy clara, que ese día aún
se encuentra en el futuro, tal y como menciona en 1ª Tesalonicenses capítulo
5, versículo 2: "Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor
vendrá así como ladrón en la noche". Aparentemente no había llegado aún en
la época en la que el apóstol Pablo escribió estas líneas. Y nada ha sucedido
desde entonces que indique lo contrario.
El denominado "día de Jehová" es un día con connotaciones tanto positivas
como negativas. De hecho, podría afirmarse que, "el día de Jehová" implica
tanto buenas como malas noticias. ¿Cuáles serían "las malas" noticias? La
"mala" noticia sería el comienzo del período denominado "la Gran
Tribulación". ¿Cuáles serían entonces las "buenas" noticias? La "buena"
noticia será el comienzo del tiempo, o el acercamiento del próximo
advenimiento del reino milenario de Cristo en la tierra. Leamos ahora juntos
los versículos 2 y 3 de este capítulo 12 de Zacarías, que dice así:
"He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos
de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo
pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se
la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se
juntarán contra ella."
Ésas son las "malas" noticias. Pero, más adelante, en el capítulo 14 de
Zacarías, encontraremos las "buenas" noticias: leamos el versículo 8 del
capítulo 14:
"Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la
mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental,
en verano y en invierno."
En nuestro próximo programa analizaremos el contenido y mensaje de los
versículos 1 al 3 de este capítulo 12 que hoy hemos leído, pero que no nos
hemos detenido a estudiar en profundidad; hoy pretendíamos tan sólo
contextualizarlo debidamente para poder, en nuestro próximo encuentro,
adentrarnos en toda la profundidad y la amplitud de la Palabra de Dios de
esta importante sección del libro del profeta Zacarías.
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Como veremos, estimado amigo oyente, estos versículos tienen realmente
una gran relevancia para la historia de la Iglesia, pasada, presente y futura,
y por lo tanto, merecen un mayor detenimiento para prestarle toda nuestra
atención.
Así es que nos despedimos hasta nuestro próximo programa, deseando de
todo corazón que Vd. siga leyendo la Palabra de Dios para que ésta, que es
poderosa para cambiar vidas, le acerque más a Él, y le llene del conocimiento
del profundo amor que Dios le tiene, y así usted también podrá llegar a
pertenecer a la familia de Dios.
Que Dios le bendiga, y confiamos que nos acompañará en nuestro próximo
programa.
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Zacarías 12:1 - 5
Comenzamos nuestro programa de hoy, estimados oyentes, situándonos en
el capítulo 12 del libro del profeta Zacarías.
Como ya mencionamos en nuestro anterior encuentro, desde este capítulo 12
y hasta el final del libro (en el capítulo 14), estudiaremos la segunda y última
sección de profecías dadas a de Zacarías por Dios, en la que presenta el tema
ya familiar de la salvación y liberación definitiva de Israel al final de los
tiempos. A diferencia del juicio inicial, ahora el profeta alentará al "pueblo del
pacto de Dios" con una descripción de su restauración y bendición en el reino
del Milenio, de conformidad con el carácter de Dios y que hace honor al
significado del nombre de "Zacarías", que es: "El Señor recuerda".
Nos encontramos en una sección muy importante del libro. En la primera
parte de sus profecías analizamos ya los aspectos proféticos de la primera
venida de Cristo. Ahora, y hasta el final del libro, valoraremos los aspectos
proféticos relativos a la segunda venida de Cristo.
En el capítulo 12 nos encontramos con el último sitio a la ciudad de Jerusalén,
así como el levantamiento del mismo. La razón por la cual esta sección resulta
tan importante se debe a que nos ayuda a ubicar estas profecías dentro de
un proceso o calendario temporal de sucesos. Zacarías nos está presentando
un programa bastante detallado, a lo largo de este capítulo. En el capítulo
anterior, el 11, el profeta manifestó que "el verdadero Pastor" es aquel que
entrega Su vida por las ovejas, y el que las cuida, las alimenta, las resguarda.
Este pastor, el verdadero pastor, fue sin embargo rechazado y vendido por
30 piezas de plata. ¡Qué cantidad más mísera!, ¿verdad? El importe que se
pagaba en esa época por un esclavo tullido, o que sufría algún defecto.
Nuestra salvación, la salvación de nuestra alma, la vida eterna, el perdón por
nuestros pecados, rebeliones, errores, y omisiones, en cambio, no fue
comprada con oro o plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, el unigénito
Hijo de Dios que murió por amor, para pagar esa deuda que cada uno
teníamos con la justicia de Dios.
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A continuación, el profeta Zacarías nos presentó una figura opuesta y mucho
más siniestra: "el pastor necio", el cual, muchos estudiosos de la Biblia han
identificado como el Anti- Cristo, ese personaje que se ganará la simpatía y
el apoyo de todas las naciones, que prometerá paz, armonía y estabilidad,
pero que una vez ganado el poder absoluto sobre la Tierra, lo empleará para
sus propios fines, y, anulando toda libertad, perseguirá a todo aquel que no
le rinda pleitesía y obediencia ciega. El gobierno del Anticristo creará el más
sangriento y terrible período sobre el planeta. Tal y como menciona el libro
del Apocalipsis, tras el arrebatamiento o desaparición de la Iglesia, cuando
millones de creyentes en Jesucristo desaparecerán todos a la vez, el así
denominado "pastor necio" se presentará a sí mismo como la única persona
capaz para conquistar la paz sobre la Tierra. Su aceptación por parte de todas
las naciones del mundo inaugurará el denominado período de "la Gran
Tribulación", una época de crisis, sufrimiento y destrucción como jamás se ha
vivido en la historia de la humanidad.
Tras este aciago periodo, Cristo vendrá, regresará, por segunda vez a la
tierra, inaugurando el período que se llama el reinado del Milenio, un reinado
de paz y prosperidad cuyo único rey será Cristo, y su capital será la ciudad
de Jerusalén. Y en esta sección veremos cómo se nos menciona que esta
ciudad amada por Dios, será atacada por el Anticristo, pero que
milagrosamente también será preservada por Dios.
Tenemos aquí, por tanto, "la Gran Tribulación" y el sitio a la ciudad de
Jerusalén. Fue ese tiempo que Jeremías llamó el "tiempo de angustia para
Jacob". El profeta Daniel escribió sobre este tema en el capítulo 12 de su libro.
Si lo desea le invitamos a leer la referencia anterior a Jeremías en el capítulo
30, de su libro, versículos 5 al 7. En el libro de Daniel, en su capítulo 12,
versículo 1, leemos lo siguiente: "Y será tiempo de angustia, cual nunca fue
desde que hubo gente hasta entonces". Y el Señor Jesucristo, en el evangelio
según San Mateo, capítulo 24, versículos 21 y 22 dijo: "Porque habrá
entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo
hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería
salvo".
Vayamos ahora al comienzo de este capítulo 12 de Zacarías, que dice así:
"Profecía de la palabra del Señor acerca de Israel. El Señor, que extiende los
cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:"
Como podemos observar, la profecía describía un asedio futuro en contra de
la nación, lo cual indica que tendría lugar una devastación considerable antes
de que hubiera arrepentimiento y conversión en Israel. El mismo Dios que
llevó a cabo la obra de la creación, ejecutará hasta sus últimas consecuencias,
la obra de la consumación contenida en esta profecía.
Analicemos ahora las primeras y tan significativas palabras de este versículo:
"Profecía de la Palabra del Señor acerca de Israel". Es una profecía de juicio.
Y su autor, Zacarías, dice aquí, es el mismo Señor. Él es quien lo ha dicho. Y
lo expresa, de hecho, de una manera que podríamos calificar de bastante
49
dura, contundente. Tengamos además en cuenta que Él, el Señor, no ha
concluido su obra. Él dijo: "...que extiende los cielos y funda la tierra, y forma
el espíritu del hombre dentro de él."
Aquí tenemos tres grandes declaraciones. Y estas tres magníficas
afirmaciones nos presentan una visión de Dios como Creador de este universo
y de todo lo que se encuentra en él.
En primer lugar, Él es quien extiende los cielos. El salmista, es decir, el
escritor o los autores del libro de los Salmos, escribió: "Los cielos cuentan la
gloria de Dios, y el firmamento declara la obra de sus manos".
La expresión "El Señor, que extiende los cielos" resulta bastante curiosa en
virtud de lo siguiente: Hace ya varios años, un astrónomo inglés, Sir James
Jean, acuñó una teoría que posteriormente sería validada y adoptada como
cierta entre los científicos: El universo está en constante expansión; las
galaxias, los planetas, los astros y todo lo creado está en continuo movimiento
y expansión.
Y Zacarías dice: "El Señor, que extiende los cielos". Y luego añade: "Y funda
la tierra". Dios fundó la tierra, porque la creó y la llenó de todo lo que en ella
hay, tal y como relata el primer libro de la Biblia, el Génesis.
Finalmente, leemos la más notable de estas tres declaraciones iniciales: "Y
forma el Espíritu del hombre dentro de él". El hombre es superior a cualquier
otra cosa creada, no sólo por su inteligencia sino también porque Dios nos
diseñó para contener Su Espíritu.
Al contrario de lo que opinan los denominados "deístas", es decir, aquellos
que opinan que hay un Dios, pero no el que relata la Biblia, sino un Dios sin
nombre, y que está en todo y en todos; al contrario de éstos, hay aquellos
que opinan que este Dios actuó como una especie de relojero, que dio cuerda
al universo y luego se desentendió de él, pero aquí Zacarías nos revela, con
pocas palabras la grandiosidad absoluta de un Dios creador que no se
desentendió de Su obra, sino que sigue actuando y continúa interesado en Su
creación.
Encontramos entonces que, Dios está obrando en una forma activa y positiva
en el universo. Y Él es el que ha formado el espíritu dentro del hombre. Él es
nuestro Dios, Omnipotente, Todopoderoso, Omnisciente. Él es sabiduría y
conocimiento.
Ahora, notemos lo que dice el segundo versículo de este capítulo 12 de
Zacarías:
"He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos
de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén."
Aquí, el profeta utiliza una metáfora o símil: La ciudad de Jerusalén se nos
representa como una inmensa copa o cáliz del que beberán las naciones sólo
para terminar ebrias e impotentes del "juicio divino al final de la semana

50
setenta" mencionada por el profeta Daniel, cuando sucederá la gran "batalla
de Armagedón", cuando todas las naciones se reúnan para atacar a Jerusalén.
Notemos que menciona reiteradamente a la ciudad de Jerusalén; en
solamente un versículo es mencionada dos veces. Y como mencionamos
anteriormente, Jerusalén es nombrada en diez ocasiones en este capítulo.
Jerusalén, la llamada ciudad santa, y que algún día será protagonista de la
Historia, cuando venga el denominado "Anticristo" y todo lo que este
personaje provocará con el gobierno mundial que instalará. Jerusalén llegará
a ser el centro o escenario del juicio divino.
Estimados amigos, cuánto nos gustaría tener ante nosotros un calendario con
las fechas de cumplimiento de estas profecías, ¿verdad? Y si bien es verdad
que este calendario divino será siempre un misterio para nosotros hasta su
cumplimiento, bien es cierto que podemos establecer una secuencia de los
hechos aquí narrados y que habrán de suceder algún día.
Por lo que aquí se nos menciona, el periodo de tiempo que el Señor Jesucristo
llamó "la Gran Tribulación" comenzará cuando tenga lugar el asedio contra la
ciudad de Jerusalén. En el versículo 3, leemos:
"Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos;
todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones
de la tierra se juntarán contra ella."
No es casualidad el uso de una expresión como la que acabamos de leer:
"serán despedazados". Como una carga muy pesada que cae desde lo alto,
Jerusalén ocasionará daños severos a cualquier pueblo que trate de ganar la
victoria sobre ella. Y todo ello por intervención y protección divina, tal y como
leeremos en el siguiente versículo.
Y aquí dice que el Señor pondrá a Jerusalén por piedra pesada a todos los
pueblos. Ahora, esto parece algo extraño, ¿verdad? ¿Cómo podría convertirse
esta ciudad en una piedra pesada? De alguna manera, podríamos decir, que
esta ciudad ha llegado a ser una especie de piedra pesada en el presente.
Actualmente, no son muchos los aliados de la nación de Israel. Rodeada de
países árabes enemigos, algunos de los cuáles han jurado "borrarla del
mapa", como su vecina Irán, Israel mantiene difíciles relaciones diplomáticas
con el resto del mundo. Sin el apoyo de su único aliado incondicional, los
Estados Unidos, humanamente hablando, y porque los tiempo de Dios y Su
plan para con esa amada ciudad y Su pueblo escogido no se ha cumplido
todavía, es muy posible que Israel hubiera desaparecido hace tiempo. De esta
manera, y utilizando un lenguaje metafórico, podríamos decir que es como
"una piedra pesada", una nación con una especie de carga o lastre a sus
espaldas de la que ni sus políticos son capaces de librarla.
Si echamos un vistazo a la lista de naciones que han capturado esa ciudad y
han tratado de dominarla o destruirla, esta lista sería bastante extensa. Ese
listado incluiría, por ejemplo, a Gran Bretaña, cuando el General Allen se
apoderó de Jerusalén. Gran Bretaña era entonces una de las mayores
51
potencias del mundo. Literalmente el sol nunca se ponía sobre el imperio
británico. Pero el imperio no pudo doblegar las rodillas israelíes; tuvo que
retirarse y perdió toda su influencia en esta zona.
Leamos ahora el versículo 4 de este capítulo 12 de Zacarías, que dice así:
"En aquel día, dice el Señor, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al
jinete; pero sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los
pueblos heriré con ceguera."
Los caballos, estimado oyente, eran símbolo de poder y fuerza en el mundo
antiguo. Y en este versículo se hace hincapié en la superioridad del Señor
sobre sus enemigos. Confusión, demencia y ceguera son maldiciones que se
advierten a Israel en Deuteronomio 28:28 y que se prometen aquí a los
enemigos de Israel.
Dios promete aquí que, cuando el enemigo caiga sobre ellos, les librará. En
el versículo 5 leemos:
"Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de
Jerusalén en el Señor de los ejércitos, su Dios."
La ciudad de Jerusalén, en aquel día, llegará a ser un refugio para el pueblo
de Dios en la tierra.
Al saber que Dios había escogido a Israel como su ciudad predilecta y amada,
los líderes, llamados aquí "capitanes", del pueblo, tendrán confianza en todo
su territorio. Este versículo indica que los judíos tendrán fe para salvación en
aquel día, porque no afirman una alianza en sus propios méritos, sino que
reconocen que su fuerza está en su Dios.
¿Dónde está su fuerza, querido amigo? ¿Dónde radica su fortaleza? ¿En sus
propias fuerzas y energías? ¿En su inteligencia y sabiduría? ¿En su dinero y
su posición social?
Estimado amigo oyente, todo lo mencionado, puede derribarse con la misma
facilidad que lo haría un castillo de naipes ante una ligera brisa. En realidad,
todo lo que nos rodea está sometido a influencias externas que escapan a
nuestro control. El escritor y poeta Shakespeare decía que tan sólo éramos
"juguetes de la fortuna", meros títeres manejados por las fuerzas de este
mundo. No estamos completamente de acuerdo con esta afirmación, aunque
sí tenemos que admitir que toda persona que no reconoce a Dios, como Su
Creador y Padre eterno, que no conoce ni ha aceptado a Jesucristo como su
Salvador y Señor, y toda persona que no sabe que el Espíritu de Dios puede
y quiere guiar nuestra frágil barca al puerto seguro, que es nuestra Eternidad
con Dios, esa persona sí puede pensar que su vida no tiene mayor
trascendencia.
Por ello, amigo, de nuevo le preguntamos, ¿en quién radica su fuerza? ¿Puede
estar completamente seguro que ésta no le fallará, que la salud no le
abandonará, que el dinero siempre estará ahí y que el amor siempre le será
recíproco?
52
Hoy le invitamos, estimado amigo, a basar su vida en alguien mucho mayor
y más fuerte que usted. Es "Alguien" que no está sujeto a las fluctuaciones
de este mundo. Alguien que no se irá de su lado sino que siempre estará
contigo. Esa persona es Jesús, el hijo de Dios, el que Zacarías profetizó como
"el buen pastor" o el "pastor bueno" que cuida de sus ovejas, y que cuidará
también de usted y de mí. Sólo tiene que tener fe en Él y aceptar que le amó
tanto que se hizo hombre con el único fin de morir por usted en una cruz. Sin
este sacrificio, usted hubiera muerto, algún día, eternamente.
Pero Él ocupó su lugar en una Cruz y hoy le invita a recibirle como su Salvador
personal y Señor de su vida; tal y como algún día harán los habitantes de
Jerusalén, cuando perplejos experimenten cómo, milagrosamente, su Señor
les está librando del mayor ataque que jamás se ha perpetrado contra ciudad
alguna en toda la historia de la humanidad. Nos referimos a la batalla última
y definitiva: la terrible batalla de Armagedón, que estudiaremos
próximamente.
Bien, amigo oyente, vamos a detener por hoy nuestro estudio aquí, para
retomarlo, en nuestro próximo programa. Le invitamos muy cordialmente,
como siempre, a que nos acompañe para seguir investigando el plan que Dios
ha preparado para los últimos días de la historia de la humanidad.
Mientras tanto, le sugerimos que lea el resto de este capítulo 12 de Zacarías
y se familiarice con su contenido para estar así mejor preparado para nuestro
próximo estudio. Será pues, hasta entonces, y es nuestra ferviente oración
¡que Dios le bendiga abundantemente con Su luz divina, mediante la lectura
diaria de Su Palabra, que es vida y vida en abundancia!
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Zacarías 12:6 - 14
Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro viaje por este libro del
profeta Zacarías. Como ya hemos mencionado en nuestros programas
anteriores, al comenzar el estudio de este libro profético, Zacarías nos
presentó un gran cuadro panorámico en el que Dios revelaba, por medio de
visiones y palabras proféticas, parte de su plan de los acontecimientos
futuros.
Hemos comentado la exposición del programa profético de Dios, que fue
revelado al profeta y que están relacionados con el futuro. En el programa
anterior vimos como el profeta hablaba acerca del Mesías, pero al que el
mundo iba a rechazar, porque no iba a venir de la forma regia y espléndida
como se le esperaba. El Señor Jesucristo, el "Emanuel - Dios con nosotros"
vino a este mundo de manera nada espectacular, todo había sido ya
profetizado, pero el pueblo le rechazó. Le vendieron por 30 piezas de plata,
una cantidad que se pagaba por un esclavo que tuviera un defecto físico. Y
todos estos detalles estaban ya anunciados con varios siglos de antelación. El
Hijo de Dios fue rechazado entonces de la misma manera en que es
rechazado, ignorado, y ridiculizado, hoy en todo el mundo. Pero, aun así, hay
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muchos que están acudiendo a Él en el presente, y le están encontrando como
su Salvador personal.
Cuando el Señor Jesucristo ascendió a los Cielos, Él dijo que había venido en
nombre de Su Padre Celestial, pero la gente, el pueblo lo rechazó. Él también
habló acerca de "uno" que vendría en su propio nombre, y que a "ése" sí le
recibirían.
Bueno, ese "alguien", o ese "uno" que Él mencionó, no ha venido todavía,
pero vendrá algún día. En el texto que estudiamos, escrito por el mandato de
Dios, se le llamó "el pastor inútil" o "pastor necio", y se le identifica
claramente en ese cuadro profético como el Anticristo.
Habíamos ya mencionado que, a diferencia con el Mesías rechazado, este
personaje será aceptado, honrado y seguido por todas las naciones, pero él
no va a traer el reinado de paz, el llamado milenio. Él traerá, y comenzará el
período llamado "de la Gran Tribulación."
Al llegar en nuestro estudio a esta segunda profecía, a este segundo juicio
que comienza en el capítulo 12, comprobamos que está relacionada con la
segunda venida de Cristo. Veremos que, como resultado de la actividad del
Anticristo, Jerusalén es sitiada, y el enemigo se aproxima por todas partes.
En nuestro programa anterior hablamos de que Dios había prometido
intervenir en su favor.
Vamos a continuar aquí con nuestro estudio de esta sección en particular,
donde veremos que Dios ayudará a Su pueblo en esa ocasión. Podremos
preguntarnos: "¿Por qué interviene Él a favor de aquellos que le habían
rechazando?" Lo veremos dentro de algunos instantes; leamos lo que dice el
versículo 6 de este capítulo 12 de Zacarías:
"En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre
leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a
siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en
su lugar, en Jerusalén."
Recordemos, estimado amigo oyente, que estamos hablando de la ciudad de
Jerusalén. No se está aquí hablando de alguna otra capital del mundo, de
Roma, o de Washington, Berlín, o de cualquier otra gran ciudad. Se está
hablando aquí de un lugar geográfico muy concreto, localizado en Judá,
Jerusalén. Nuevamente en el versículo 7 de este capítulo 12 de Zacarías, se
les menciona juntos, dice:
"Y librará el Señor las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa
de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá."
En este texto, que comienza con una promesa positiva de liberación, vemos
que el Señor cuida la dignidad de las personas, y que le desagrada la
discriminación y el rechazo de personas que provienen de otras regiones, con
otras costumbres y formas de vida. El Señor ya organizó Su plan de liberación

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para prevenir esa tentación natural y tendencia humana, de mirar
despectivamente a las personas que son distintas a nosotros.
Dios sabía que si Él se manifestaba primero a Jerusalén y a la casa de David,
entonces ellos mirarían con desprecio y soberbia al resto de los judíos, que
eran de su mismo pueblo, pero de otras regiones. Podrían interpretarlo como
que eran mejores, o favoritos. También el Señor Jesucristo tuvo en cuenta
ese sentimiento de superioridad; podemos recordar que mencionó que "los
primeros serán los postreros (los últimos) y éstos serán los primeros". Es muy
probable que, cuando lleguemos al Cielo, estimado amigo oyente, nos
llevaremos muchas sorpresas. Una de las sorpresas más grandes será
encontrar allí a personas que no pensábamos que podían o debían estar allí.
Y faltarán otros, que según nuestro criterio, sí deberían acompañarnos allí.
Esa seguramente será nuestra primera sorpresa. Después, seguramente,
comprobaremos quienes fueron las personas que Dios ha reconocido como
Sus siervos, los que trabajaron fielmente en aquello que Él quería que
hicieran; y seguramente también seremos sorprendidos.
La expresa mención de que "Y librará el Señor las tiendas de Judá primero"
dará algo que pensar a Jerusalén, y a la casa de David. Luego, en el versículo
8 de este capítulo 12 de Zacarías, leemos:
"En aquel día el Señor defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos
fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios,
como el ángel del Señor delante de ellos."
Seguramente recordará, estimado amigo oyente, al rey David quien fue un
gran soldado. Él tomó esta nación esparcida y dividida, y los unió con gran
esfuerzo. David fue un gran administrador, un gran soldado, un gran general.
Fue un personaje muy hábil y poseía una gran capacidad estratégica. Con
este guerrero en mente, Zacarías profetizó que "en aquel día", todo hombre,
aun el más débil, sería fuerte como lo fue David.
Puede asombrarnos la frase de que "la casa de David será como Dios", pero
la comprenderemos si tenemos conocimiento de un importante dato: del
linaje de David, nació siglos más tarde UNO que es Dios, Cristo, el Mesías, el
Emanuel "Dios con nosotros", el Señor Jesucristo. Él nació de la joven virgen
María, de la casa y linaje, descendiente del árbol genealógico de David, en la
aldea de Belén, porque ella debía empadronarse en ese lugar. José, su
marido, también era descendiente de la casa de David, aunque él no tuvo
nada que ver con el nacimiento de Jesucristo. Así es como comienza el Nuevo
Testamento. Continuemos leyendo el versículo 9 de este capítulo 12 de
Zacarías:
"Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra
Jerusalén."
Habrá una gran concentración de naciones; veremos esta profecía con más
detenimiento cuando estudiemos, algo más adelante, el libro de Apocalipsis.
Todas estas profecías que están relacionadas con el futuro convergirán en el
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último libro de la Biblia llamado "el Apocalipsis". Así es que, por las profecías
sabemos que en aquel día vendrá contra Israel el enemigo, para aniquilar a
toda la nación. Ahora, ¿por qué los va a proteger Dios y les liberará? Aquí se
nos da la explicación. La encontramos en el versículo 10 de este capítulo 12
de Zacarías, donde leemos:
"Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén,
espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán
como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por
el primogénito."
Ésta es otra razón por la cual no creemos que el presente regreso de muchos
judíos a la tierra de Israel, sea el cumplimiento de las profecías. Tanto esta
Escritura como las profecías de Joel mencionan que Dios derramará sobre
ellos el Espíritu de Gracia, es decir, el Espíritu Santo. Dios derramará el
Espíritu Santo sobre esta gente durante ese período, y ellos serán Sus
testigos. Dios prometió protegerlos durante el período de la Gran Tribulación,
para que el ángel selle a las 144.000 personas que estarán viviendo en Israel.
(Apocalipsis 7:4)
Desde que los habitantes de Israel se constituyeron como nación en 1.948,
no creemos que tuvo lugar el anunciado derramamiento del Espíritu de Dios
sobre el pueblo. Cuando esto ocurra, ellos reconocerán a Cristo como su
Salvador. Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por
hijo unigénito - escribió Zacarías en el versículo 10. Pues, bien, ése será el
cumplimiento del gran "día de la expiación", cuando levantarán sus ojos a
Cristo y le reconocerán como su Mesías. El capítulo 13 de este libro de
Zacarías desarrollará este tema. Como un adelanto mencionamos el versículo
1 del capítulo 13:
"En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los
habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia."
Y más adelante en el versículo 6 del mismo capítulo 13, leemos:
"Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá:
Con ellas fui herido en casa de mis amigos."
En aquel día, ellos mirarán a Aquel que traspasaron. Y Le preguntarán: "¿Qué
heridas son éstas en Tus manos? Nosotros no esperábamos que nuestro
Mesías, nuestro Rey, viniera con heridas como las que Tú tienes en Tus
manos, en Tus pies, y en Tu costado". Y Él les contestará: "Con ellas fui herido
en casa de mis amigos". Él les dirá: "Yo vine antes, pero no me aceptaron,
no me recibieron. Ahora he regresado, y ahora comienzan a lamentarse". Él
los llamará "amigos", de la misma manera en que llamó "amigo" a Judas,
después que éste le hubo traicionado: "Amigo, ¿a qué vienes?"
Hemos hablado de la razón por la cual Dios defenderá a Jerusalén. Zacarías
profetizó que Dios derramará el Espíritu de Gracia, el Espíritu de Dios, sobre
ellos; y, estimado amigo oyente, ésa es la única manera por la cual podemos
tener el Espíritu de Dios en nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es
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acercarnos al Señor Jesucristo como pecadores arrepentidos, pedirle perdón,
aceptarle y recibirle a Él como nuestro Salvador personal. No sólo Dios borrará
todos nuestros pecados y faltas con la sangre de Jesucristo, sino que a partir
de ese momento morará el Espíritu Santo de Dios en nosotros. Cuando el
apóstol Pablo escribía a los creyentes de Corinto, él los llamó niños,
inmaduros, carnales. Aun así, él les preguntó: "¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo?" (1 Corintios 6:19) Él, el Espíritu de Dios,
no morará en mí, o no me llenará, porque yo sea una persona especialmente
santa, o mejor que las demás. Es sólo y únicamente por Su gracia que Dios
nos da de Su Espíritu.
Volviendo al texto bíblico, Zacarías anunció que cuando ellos, el pueblo judío
llegarán a conocer al Mesías, les será quitado el velo de sus ojos, tal como
dijo el apóstol Pablo. Y cada persona que abra su corazón a Cristo, le ocurrirá
lo que el apóstol Pablo describió de una manera muy clara: ese velo de
ceguera y de incredulidad será quitado, y ellos podrán ver a Cristo como su
Salvador.
Amigo oyente, esta verdad es vigente, y se puede aplicar a cualquier pecador
en este siglo 21. Si usted hoy no tiene la certeza de que pasará la Eternidad
con Dios no será porque nunca ha escuchado el evangelio de las "buenas
nuevas". Usted estará perdido, amigo oyente, única y exclusivamente porque
usted ha tomado la decisión de rechazar a Jesucristo. Usted y yo sabemos
que somos responsables por cómo respondemos a esa maravillosa gracia del
perdón de Dios. Dios nos salvó, Él nos salvó por la preciosa sangre de Cristo.
Ahora, observemos que en este versículo 11 del capítulo 12 de Zacarías, se
vuelve a repetir esta expresión, "en aquel día". A través de todo lo que nos
resta por descubrir al estudiar el libro de Zacarías, en realidad hasta el último
versículo, Dios continuará hablando acerca de "aquel día".
Ya conocemos el significado de esa expresión de: aquel día. Es ese período
de tiempo, como vimos en anteriores programas, que se presenta como, el
día del Señor. ¿Qué es lo que quiere decir? El día del Señor comenzará cuando
la iglesia deje esta tierra por medio del "rapto", es decir, es llevada al Cielo,
arrebatada, quitada, en un momento determinado, ante el estupor y la
incredulidad de todos aquellos que rodean y viven alrededor de un creyente;
entonces comenzará el período de la Gran Tribulación. Este tiempo difícil
continuará hasta la llegada del reino milenario, y durante todo este tiempo se
dominará toda rebelión y comenzará el reino eterno. Continuamos con el
versículo 11, leemos:
"En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén"
Y ése será el verdadero "día de la expiación" que hoy en día todavía se
observa como parte de la tradición hebrea. Ése es el único día en que ellos,
el Pueblo de Dios, el pueblo hebreo, debía, o podía llorar. "En aquel día habrá
gran llanto en Jerusalén".

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Estimado amigo oyente, permítanos detenernos un momento para reflexionar
sobre este tema. ¿Qué es lo que usted piensa en realidad sobre sus pecados?
¿Se ha lamentado alguna vez por ellos? ¿Ha sentido usted tristeza, o pena,
se le rompe el corazón, cuando ha cometido algún pecado?
Amigo oyente, usted y yo, somos pecadores ante los ojos de Dios, y todas las
cosas buenas que podamos pensar o hacer, son insuficientes para Él. Amigo
oyente, si usted y yo pudiéramos contemplarnos de la misma manera en que
Dios nos ve, no podríamos tolerarnos a nosotros mismos. Nos libraríamos
enseguida de ese orgullo y esa auto-confianza que tenemos. Eso es lo que se
necesita hoy; arrepentimiento de parte de los no creyentes, y arrepentimiento
y confesión de los ya creyentes. Y en este versículo 11 del capítulo 12 de
Zacarías, leemos:
"En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón
en el valle de Meguido."
El profeta se refiere al valle de Meguido, y a la época del rey Josías. Josías
era muy amado entre la gente, y cuando él murió, hubo mucho llanto por él.
El profeta Jeremías lloró por él, como no lloró por ninguna otra persona. Y en
el versículo 12, leemos:
"Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de
David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por
sí, y sus mujeres por sí"
Este lamento será necesariamente privado. Y continuamos con los dos últimos
versículos, los versículos 13 y 14, dicen:
"Los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los
descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes,
cada uno por sí, y sus mujeres por sí."
Aquí se describe un lamento y un llanto profundo y desgarrador. ¿Cuál es la
causa, el origen, de tanto desgarro? La profunda tristeza y el arrepentimiento
que se manifestará a través de lamentos y las expresiones de pena, serán
por haber rechazado al Mesías, a Cristo, cuando Él vino por primera vez.
Pensemos lo que significará, cuando Él regrese por segunda vez, para
aquellos que han escuchado el evangelio y le han rechazado. Amigo oyente,
ese día se está acercando sobre esta tierra. Si oyereis hoy su voz, no
endurezcáis vuestros corazones. (Hebreos 3:7-8). Abra, amigo oyente, su
corazón ahora mismo y reciba a Cristo como su Salvador personal. Su vida
nunca más será la misma.
Terminamos hoy aquí, y confiamos que nos volverá a sintonizar en nuestro
próximo programa. Continuamos orando para ¡que Dios le bendiga ricamente!
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Zacarías 13:1 - 3

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Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro del profeta
Zacarías. Para aquellos estimados oyentes que hoy nos acompañan por
primera vez les aclaramos que estamos estudiando uno de los últimos libros
proféticos del Antiguo Testamento, de las Sagradas Escrituras, la Biblia.
Antes de retomar nuestra lectura donde la dejamos en nuestro programa
anterior, recordemos que nos hallamos en la recta final de este estudio de
Zacarías. En estos dos últimos capítulos (del 12 al 14) el profeta nos revela
su segunda visión, que gira alrededor de dos escenas: el asedio final de todas
las naciones de la Tierra contra la ciudad de Jerusalén, la capital de Israel, y
el regreso del Mesías, para derrotar a los enemigos de Israel y establecer al
fin, Su reino. El género literario que se emplea aquí es apocalíptico,
caracterizado por constantes metáforas e imágenes, que poco a poco, y en
su atenta compañía, estamos analizando.
Tal y como hemos podido apreciar en nuestros anteriores programas, el plan
de Dios se va desgranando poco a poco, por medio de las palabras que Dios
mandó decir al profeta. Y hemos visto un evidente progreso desde la primera
sección en la que se aludía a la primera venida de Cristo a la Tierra, la cual
nosotros ahora podemos contemplar, mirando hacia el pasado; Zacarías y sus
contemporáneos tuvieron que mirar hacia el futuro, porque todavía habrían
de pasar más de 5 siglos para que el Mesías naciese en la ciudad de Belén.
Tal y como profetizó Zacarías, Jesús fue vendido por 30 monedas de plata.
Días antes de este terrible acontecimiento, la traición de un discípulo, tal y
como adelantó el profeta, Jesús hizo su entrada triunfal sobre el lomo de un
humilde pollino, un asno. Pero a pesar de todo, Él fue rechazado, como el
Buen Pastor que dio Su vida por las ovejas.
En esta segunda sección del mensaje profético estamos viendo que el Mesías
vendrá de nuevo, regresará algún día a la Tierra, para terminar de cumplir
con su plan. Él vendrá cuando Su Iglesia haya sido arrebatada, recogida, o
llevada de la Tierra, tal y como profetiza el libro del Apocalipsis. Luego vendrá
el denominado como "el pastor falso", o necio, que guiará al mundo en una
espiral de autodestrucción y caos, un tiempo terrible como jamás ha habido
en la historia de la humanidad, tal y como lo llamó el propio Jesús. Y la única
liberación posible tendrá lugar cuando Cristo vuelva a la Tierra a establecer
Su reino de los mil años. Él será el único que puede traer verdadera u
auténtica paz a esta Tierra.
Al llegar a este punto particular del programa, nos gustaría realizar algunos
comentarios preliminares.
Hace casi medio siglo, en los EE.UU, el avión del presidente Eisenhower
despegó de la base militar de Maryland. Su propósito era realizar uno de los
viajes más largos que cualquiera de sus antecesores hubiera realizado: En
sólo 19 días recorrería 35.000 kms visitando tres continentes y
parlamentando con doce jefes de gobierno. Este viaje, seguido masivamente
por los periódicos de la época, fue bautizado con el nombre de "El viaje de la

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Paz". El mismo Eisenhower se refirió al mismo como un formidable esfuerzo
del pueblo norteamericano para obtener la paz y la justicia.
Desde aquel viaje muchos otros personajes públicos han realizado ímprobos
esfuerzos por lograr la paz; a veces han tenido éxito, otras, no.
El corazón humano, sobre cualquier otra cosa, anhela vivir en paz. Y cuán
maravilloso resulta cada año, recordar el nacimiento de un niño, de quien se
dijo: "Gloria a Dios en las Alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres". (Lucas 2:14).
A estas alturas de la historia de la humanidad, pocos son lo que aún se
ilusionan con políticos que prometen paz y prosperidad. Y los cristianos,
después de algo más de 2.000 años, seguimos teniendo la certeza de que Él,
Jesucristo, sigue siendo la única esperanza de una paz duradera, permanente,
en un mundo azotado por las consecuencias que los seres humanos nos
afligimos mutuamente.
Solamente Él, el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios, traerá paz a esta tierra.
Uno de sus títulos es precisamente el de "Príncipe de Paz". Y esta tierra no
disfrutará de una paz y prosperidad plena hasta que Él regrese nuevamente.
Su plan eterno para la humanidad se cumplirá algún día, y tal vez algunos de
nosotros podamos ser testigos presenciales de todo lo que ha de venir. Y
finalmente Él establecerá el reino de los cielos en la tierra.
¿Qué nos está enseñando Zacarías? El profeta nos está mostrando un avance
o un bosquejo de todo lo que ha de venir. Por medio de su crónica,
constatamos que Dios tiene un programa preciso y detallado para hacer una
realidad el comienzo de Su reino en esta tierra. ¿Puede acaso existir, amigo
oyente, una historia mayor? ¿Puede acaso contarse una epopeya más sublime
y magnífica que ésta?
Su reino, estimado amigo oyente, estará caracterizado por la paz.
Anteriormente, en el capítulo 8, versículo 3, pudimos leer: "Así dice el Señor:
Yo he restaurado a Sión, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se
llamará Ciudad de la Verdad".
Cuando estudiamos esto, en nuestro programa anterior, mencionamos que
estas hermosas palabras no eran una realidad presente, pero que algún día
sí lo serían, cuando Él reine aquí. Ahora, en el capítulo 13 que hoy
comenzamos a estudiar, podremos vislumbrar que, el reino que Él
establecerá, se caracterizará por Su santidad y Su justicia. En los primeros
dos versículos de este capítulo 13 de Zacarías, leemos lo siguiente:
"En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los
habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. Y
en aquel día, dice el Señor de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres
de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la
tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia."

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Tal y como podemos leer, Su Reino se caracterizará por Su santidad y Su
justicia. Y más adelante, en el capítulo 14 de Zacarías, leeremos: "En aquel
día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD AL
SEÑOR; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar".
Este reino se distinguirá también por la liberación del temor o del miedo, tal
y como estudiaremos en el capítulo 14. Estos son los aspectos espirituales del
reino. No los aspectos físicos. También vamos a ver que el gozo será habitual
en ese reino. Y qué cosa más hermosa es esta descripción. En el capítulo 10,
versículos 6 y 7, leíamos: "Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré
la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán
como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré.
Y será Efraín como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino;
sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Jehová, el
Señor".
También se nos dijo en el capítulo 9, versículo 10 de este libro de Zacarías:
"Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de
guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones". Ese es el momento
en que Él vendrá a reinar.
Ahora, como usted bien sabe, Él, Jesucristo, ya vino una primera vez. Y
entonces fue traicionado, vendido, rechazado, y finalmente entregado a los
gentiles, es decir, a los soldados romanos, para que le crucificaran.
Resulta significativo que Zacarías no tuviera nada que decir para el periodo
en el que actualmente vivimos, un tiempo que ya ha durado más de 2.000
años desde la venida del "Pastor verdadero" y que precede al "final de los
tiempos", tiempo en el que vendrá un segundo pastor, "el pastor malo o
necio". Esto desencadenará, según el plan divino, la última escena de esta
gran obra que es "la historia de la humanidad". Tras ella, el mundo, tal y
como lo conocemos, dejará de existir.
Este período que la iglesia está viviendo en el presente llegará algún día a su
fin. Y cuando eso suceda, aparecerá el pastor necio, "el anticristo", con el que
comenzará el período de la Gran Tribulación, que tendrá lugar bajo su dominio
y dictadura mundial.
En el capítulo 12 hemos podido ver como en el mismo centro del plan de Dios
toda gira alrededor de la ciudad de Jerusalén. Y en estos últimos capítulos,
13 y 14 de Zacarías, Jerusalén es mencionada más de 20 veces.
El Dr. Merrill Unger, uno de los intérpretes más reconocidos de este libro de
Zacarías, dijo: "Sólo una aplicación literal de estas profecías de restauración
y futura conversión de la nación judía durante la segunda venida de Cristo
puede satisfacer los detalles de estas revelaciones proféticas. Otras
interpretaciones ignoran el verdadero alcance de la profecía de Zacarías en
su totalidad, violan el contexto inmediato, recurren a mistificaciones sin
sentido y terminan en un embrollo de incertidumbre y confusión".

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Leamos ahora el primer versículo de este capítulo 13 de Zacarías, que dice
así:
En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los
habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.
Una vez más nos encontramos con la expresión "en aquel tiempo", "en aquel
día". Y ya hemos determinado que estas expresiones se refieren a ese período
que comienza con "la Gran Tribulación" y que continúa hasta "el reino del
Milenio". En la mitad de ese periodo denominado Gran Tribulación, según
algunos intérpretes, tendrá lugar la venida de Cristo a esta tierra para
establecer Su reino.
Y este versículo que acabamos de leer no se refiere a la primera venida de
Cristo, porque por aquel entonces la ciudad santa no era un manantial abierto
para la casa de David, y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación
del pecado y de la inmundicia. En realidad era todo lo contrario. Ellos
rechazaron al Mesías, y fue crucificado. Y aun el apóstol Pablo escribió en su
epístola a los Romanos, capítulo 10, versículo 3: "Porque ignorando la justicia
de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la
justicia de Dios". Así es que, en Su primera venida, ellos, Su pueblo, le
rechazaron. Pero este manantial será abierto en la segunda venida del Mesías.
Y como vimos en el capítulo 12, sería en aquel día en que Dios derramaría Su
espíritu sobre esta gente. El profeta Joel también habló en cuanto a esto. Y
será entonces cuando este pueblo tendrá el manantial abierto para ellos.
Entonces, ellos le mirarán, y Zacarías profetizó de una manera muy clara que
"le mirarán", tal y como leímos en el capítulo 12, versículo 10, que dice: "Y
derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén,
espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán
como se llora por hijo unigénito". Ése será "el día de verdadero de
arrepentimiento" para el pueblo judío cuando Cristo regrese como Rey y
Señor; se verán conmovidos en lo más profundo; el Espíritu de Dios quitará
ese velo de sus ojos para reconocer, finalmente, que Jesús es el Señor.
Amigo oyente, el problema del hombre es un problema del corazón y no del
intelecto o de la esfera de la inteligencia. El problema del hombre, del ser
humano es que no desea abandonar su estilo de vida actual, que es contrario
a la voluntad de Dios, y que puede definirse con una sola palabra: pecado. Y
por pecado no entendemos la realización de actos horribles, ni depravados,
sino cualquier transgresión de la voluntad de Dios por el hombre. ¿Y dónde
podemos conocer su voluntad? En la Biblia, la Palabra de Dios.
Efectivamente, estimado amigo, la Biblia tiene palabra de vida para usted.
Sólo tiene que leerla, meditarla, interiorizarla y obedecerla. No siempre será
fácil hacerlo, porque más sencillo es seguir repitiendo, día tras día, nuestros
viejos hábitos de conducta, no siempre malos, incluso, muchas veces,
buenos. Pero por buenas que sean nuestras acciones, nunca serán suficientes
para hacernos merecer la vida eterna. Recuerde, estimado amigo, que la
salvación no depende de lo bueno que usted sea, sino de cuánto obedece
62
usted a Dios. Y el primer mandato es amarle sobre todas las demás cosas;
¿está usted haciendo esto? En caso negativo, le animamos a remar
contracorriente, a tomar una decisión que cambiará su vida, que transformará
la forma en que se enfrentará a cada día; le animamos a aceptar a Jesús
como su Señor y Salvador. Tal y como, según Zacarías, algún día harán los
miles de judíos que hoy siguen pensando que Jesús fue sólo un gran maestro
de las Escrituras.
Estimado oyente: Jesús fue mucho más que un buen hombre o que un gran
maestro: fue el Hijo de Dios que vino con la exclusiva misión de entregar su
vida en su lugar. ¿Puede acaso haber un mayor acto de amor que este? Es
por esto que decimos que el cristianismo no es una religión, sino una relación
de amor entre usted y Jesús. No se trata de palabras, sino de hechos: Jesús
murió para que usted pudiera disfrutar de la vida eterna junto a Él. Tampoco
se trata de esperanzas, sino de certezas: Algún día, usted y yo seremos
juzgados en el tribunal de Cristo. ¿Está usted preparado para recibir el regalo
de la salvación?
Este mensaje es el que Zacarías transmitió a sus contemporáneos: es
necesario arrepentirse y reconocer que todos, de una manera u otra, hemos
caminado de espaldas a Dios. Dios ha prometido una futura restauración de
la nación de Israel. Y les protegerá en el futuro, tal y como podemos seguir
leyendo en el versículo 2 del capítulo 13:
"Y en aquel día, dice el Señor de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres
de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la
tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia."
Recordemos cual fue la causa de la rebeldía y el extravío del pueblo judío: los
falsos profetas y sus falsas profecías, que también fue un problema en el
Israel tras el exilio babilónico y también lo será en el futuro. Por eso, las
palabras que acabamos de leer equivalen a dejar a los ídolos sin ninguna
función, haciendo así honor a su naturaleza inservible, ya que son objetos
inútiles. Y siendo como eran una de las causas de la rebelión del pueblo, el
Señor las arrancará por completo.
¿Quiénes son, según Zacarías, los agentes de la falsa idolatría? Los profetas
falsos, si bien el poder espiritual que sostiene a los ídolos tiene un origen
satánico. Los espíritus malos que daban energía a estos falsos profetas son
inmundos porque odian a Dios y a la santidad, y porque conducen a sus
víctimas hacia impurezas morales y a la práctica de una religión falsa.
Bien, observemos esto: "dice el Señor de los ejércitos, quitaré de la tierra".
Cuando el pueblo regresó de la cautividad babilónica y la gente había
supuestamente abandonado la idolatría, pero todavía seguían conservando
en sus hogares unos pequeños serafines o ídolos, que adoraban y veneraban.
Esta especie de "idolatría light, suave", resultaba igualmente repugnante a
ojos del Señor. Y Dios dice aquí: "Quitaré de la tierra los nombres de las
imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra
a los profetas y al espíritu de inmundicia". Esto hace referencia, por supuesto,
63
a la venida de Cristo e indica que los demonios serán quitados. Y Usted y yo,
amigo oyente, aunque resulte "políticamente incorrecto admitirlo", vivimos
en un mundo donde los espíritus malignos o demonios están muy activos. Su
actividad, sutil, inteligente e invisible tiene efectos devastadores y, por cierto,
es muy visibles.
La razón por la cual este pasaje de las Escrituras es tan importante es porque
es el único pasaje que afirma que la actividad de los demonios será cortada
o eliminada de la tierra durante el Milenio. En el libro de Apocalipsis, se nos
dice que los falsos profetas y el Anticristo, ese rey engañador, así como el
mismo Satanás, serán quitados. Pero nada se dice allí en cuanto a los
demonios. Ahora, aquí los tenemos mencionados en este versículo de
Zacarías. Y añade además la razón por la cual su actividad será cortada
durante aquella época en concreto. Podemos ver lo que nos dice aquí el
versículo 3:
"Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su
madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el
nombre del Señor; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán
cuando profetizare."
Las palabras que acabamos de leer son muy duras, ¿verdad? ¿Qué significado
esconden? Este versículo nos indica que algún día, la fidelidad a Dios será tan
grande que los mismos padres estarán dispuestos a dar muerte a sus propios
hijos si éstos profetizan falsamente. A causa de la salvación de Dios, el pueblo
judío manifestará tal amor y celo por el Señor que su aborrecimiento por
cualquier profecía falsa superará el sentimiento humano normal; incluso un
padre o una madre estarán dispuestos a matar a un hijo o hija apóstata. Todo
ello refleja la drástica posición de Dios con respecto al engaño profético, al
igual que los predicadores contemporáneos que no presentan adecuadamente
la verdad.
Y bien, vamos a detenernos aquí por hoy. Volveremos en nuestro próximo
programa, para continuar este estudio del capítulo 13 de Zacarías, esperando
encontrarle nuevamente en nuestra habitual cita. Hasta nuestro próximo
programa, estimado amigo, ¡que Dios le bendiga al meditar en Su Palabra!
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Zacarías 13:2 - 9
Retomamos, amigo oyente, nuestro estudio del libro del profeta Zacarías en
su capítulo 13, el cual ya comenzamos a analizar en nuestro anterior
programa.
La expresión temporal con la que comienza este capítulo "en aquel tiempo",
y la que le sigue, en el versículo segundo, "y en aquel día" están en tiempo
pasado, pero se refieren a sucesos futuros. Ambas expresiones se refieren al
periodo conocido como "la Gran Tribulación" y al Anticristo, aquel personaje
64
que será un dictador mundial que prometerá "paz y seguridad", pero que
empujará a la humanidad hacia el abismo y el peor periodo de toda su
historia: porque habrá guerras, desastres naturales, hambre, pobreza,
represión, etc. Como vimos ya en nuestro programa anterior, sólo y
únicamente el Señor Jesucristo puede hacer de esa promesa una realidad. Y
"en aquel tiempo", se refiere a aquel día. También alude aquí a la segunda
venida de Cristo, momento que desencadenará "un manantial abierto" para
la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación de su
pecado y de la inmundicia.
En el capítulo 12, versículo 10, leímos: "Y mirarán a mí, a quien traspasaron".
Él, el anunciado Mesías, Jesucristo, es Aquel que murió, y a quien, en su
primera venida a esta tierra, ellos rechazaron. Ellos no esperaban su venido
como un niño indefenso, manso y humilde, y que les hablara del amor de
Dios, Su Padre, por todos y cada uno. No era el rey triunfante que los libertó
de su humillante situación ante el poder del Imperio romano que dominaba
toda la tierra. Y no le recibieron. Y al final, pidieron su muerte, una muerte
cruel que sólo recibían los peores criminales.
Y el versículo 2, dice así:
"Y en aquel día, dice el Señor de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres
de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la
tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia."
Tal y como comentamos en nuestro programa anterior, Él va a quitar todos
los ídolos, que son abominación para Dios. Leemos en el capítulo 19 del libro
de Apocalipsis, versículo 20: "Y la bestia fue apresada, y con ella el falso
profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había
engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su
imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde
con azufre".
Muchos estudiosos de las Escrituras identifican los "espíritus de inmundicia"
mencionados por Zacarías con los demonios que habitan el mundo, que son
diferentes del "falso profeta" y "la bestia" mencionados en Apocalipsis. En el
libro de Apocalipsis se profetiza que Satanás será arrojado al abismo
profundo. Y el falso profeta y la bestia, es decir al Anticristo, serán arrojados
a un lago de fuego. Pero en el libro de las profecías de Zacarías se nos
menciona también que los espíritus malignos serán quitados de la tierra,
cortados de la tierra. Esto alude al fin de la idolatría, que fue un reiterado
problema para el pueblo judío, aun tras el regreso de su exilio y esclavitud.
Veamos ahora lo que nos dicen los versículos 3 y 4 de este capítulo 13 de
Zacarías:
"Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su
madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el
nombre de Jehová, el Señor; y su padre y su madre que lo engendraron le
traspasarán cuando profetizare. Y sucederá en aquel tiempo, que todos los
65
profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más
vestirán el manto velloso para mentir."
Ya comentamos el significado de estas duras palabras en nuestro anterior
programa. Éste nos indica que algún día, la fidelidad del pueblo de Dios será
tan grande que los mismos padres estarán dispuestos a dar muerte a sus
propios hijos si éstos profetizan falsamente. Curiosa resulta, así mismo, la
expresión de "el manto velloso para mentir" que era la vestimenta tradicional
que los profetas utilizaban en Israel, un manto, como se describe aquí, lleno
de vellos. Encontramos alusiones a esta clase de ropa en otras partes en la
Escritura.
Esaú, el primogénito de Isaac, por ejemplo, era una persona con mucho vello.
Y él se asemejaba a esa clase de persona. Parecería como que él estuviera
usando un manto velloso; también se menciona que el profeta Elías utilizaba
un manto como este para cubrirse. Este fue el manto que cayó sobre su
discípulo y sucesor Eliseo. Y se menciona aquí que estas son cosas que serán
quitadas. ¿Por qué? Bueno, "Las profecías se acabarán" dijo el apóstol Pablo
en su primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 8, porque ya se
habrá cumplido todo lo profetizado. Y los profetas aquí mencionados serán
llamados mentirosos, y sus profecías no se cumplirán.
En el versículo 5 de este capítulo 13 de Zacarías, continuamos leyendo lo
siguiente:
"Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo
desde mi juventud."
A causa de las drásticas medidas adoptadas, que incluyen la muerte aún a
manos de sus propios padres, los falsos profetas mentirán cada vez que
alguien les pregunte si son profetas, porque afirmarán ser agricultores.
Por otra parte, la profesión de profeta, recordemos, era uno de los tres oficios
mencionados en el Antiguo Testamento, de la Biblia, que junto con la de Rey
y Sacerdote, ya no existirán más en Israel. Aquellos hombres, los profetas
falsos tendrán que regresar a trabajar la tierra, a ser labradores. Si usted
puede recordarlo, estimado amigo oyente, vimos precisamente este asunto
al estudiar al profeta Amós, el cual debió regresar a esta labor, después de
haber concluido su oficio como profeta.
Llegamos ahora al versículo 6 de este capítulo 13 de Zacarías, que dice así:
"Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá:
Con ellas fui herido en casa de mis amigos."
Resulta evidente que esta frase no puede referirse al Mesías, porque continúa
la descripción de los falsos profetas de los dos versículos anteriores. Por otro
lado, este versículo ha sido traducido por algunos críticos como: "Fui herido
en casa de los que me amaban". Pero tampoco puede referirse a Jesús, en su
primera venida, porque Él no fue amado, sino aborrecido, tal y como dice su
discípulo Juan cuando escribe: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
66
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios".
Cierto es que los israelitas del futuro, algún día le recibirán como su Señor y
Salvador. Y que al mirarle, le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus
manos? Entonces Él responderá que por su causa fue herido, cuando Él vino
la primera vez. Por ello, el versículo que acabamos de leer, sigue refiriéndose
a los falsos profetas los cuáles, a fin de negar su asociación con prácticas
paganas, mentirán para negar las marcas sospechosas que tienen en su
cuerpo. Esto sucederá porque los falsos profetas se auto infligían severos
cortes, lesiones y marcas con el fin de elevar su éxtasis durante los ritos
idólatras de adivinación. Pero ellos mentirán afirmando que las cicatrices son
el resultado de algún ataque que sufrieron por parte de sus amigos.
Veamos ahora lo que dice el versículo 7 de este capítulo 13 de Zacarías:
"Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío,
dice el Señor de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas;
y haré volver mi mano contra los pequeñitos."
Tal y como veremos en éste y en los siguientes dos versículos, Zacarías pasó
de los falsos profetas que supuestamente fueron heridos en la casa de sus
amigos al profeta verdadero, a Jesús, que fue realmente herido en la casa de
sus amigos, en Israel. Este versículo presenta acontecimientos pertinentes al
primer advenimiento del Mesías y su crucifixión, mientras que en los
siguientes se referirá al segundo advenimiento y al remanente judío en la
segunda venida.
El versículo que acabamos de leer nos recuerda al que ya leímos en el
versículo 10 del capítulo 12 de Zacarías: "Y derramaré sobre la casa de David,
y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán
a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito",.
Dios habló por medio de Zacarías en este versículo para referirse al así
llamado "Pastor Verdadero", aquel que da la vida por sus ovejas, aquel
Hombre poderoso a quien identifica como su colaborador más íntimo.
Cuando se refiere a "Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas" se refiere
a que, quien debía ser realmente herido, era el pastor malo o necio, y no el
Buen Pastor, cuya muerte ya había sido determinada desde antes de la
fundación del mundo.
En cuanto a las ovejas, muchos son los intérpretes que las identifican con los
discípulos de Jesús, que lo abandonaron después de su arresto, incluido
Pedro, quien le negó tres veces. Y cuando menciona "y haré volver mi mano
contra los pequeñitos" se refiere, según los mismos eruditos, al igual que "a
los pobres del rebaño", al remanente de creyentes entre los judíos quienes
fueron fieles al Mesías después de su crucifixión. La frase final del versículo:
"y haré volver mi mano contra los pequeñitos" puede parecernos
contradictoria: ¿El propio Señor se vuelve contra sus fieles? Nada más lejos
de la realidad: Los indicios apuntan a que éstos sufrirían persecución, como
67
finalmente sucedió, aunque también podría traducirse como "y haré volver mi
mano sobre (en lugar de contra) los pequeñitos", lo cual aludiría a la
protección de Dios sobre éstos.
La tragedia del pueblo de Israel es ésta: que cuando Él vino por primera vez,
ellos no Le reconocieron. Muchos otros escritores han basado el argumento
de sus obras en dramas similares, en los que un terrible error de
interpretación cambia drástica y dramáticamente el curso de los
acontecimientos; Shakespeare, por ejemplo, escribió "La Comedia de los
Errores", Dickens, por su parte, "La Historia de dos Ciudades", Víctor Hugo,
el "Conde de Monte Cristo."
Pero esta historia es mucho más trágica que aquéllas, porque los hechos
fueron reales: el propio Dios que permite el asesinato de su hijo; los
cómplices, Su propio pueblo, y las consecuencias: la herida de muerte
inflingida con el sacrificio de Jesús a Satanás, y la vida eterna, para los que
Le acepten como Señor y Salvador; ¿Podría acaso haber escrito alguno de los
escritores anteriores un drama de semejantes proporciones épicas, con un
alcance universal y eterno?
¡Qué panorámica se abre ante nuestros ojos, estimado amigo oyente! Si usted
recuerda, el profeta Juan el Bautista mencionó esto, tal y como podemos leer
en el capítulo 1 del evangelio según Juan, versículo 26: "Yo bautizo con agua;
mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis". Y el Señor
Jesucristo mismo dijo: "Porque vosotros no conocéis el tiempo de vuestra
visitación". ¡Qué declaración más tremenda esa, querido amigo! Más tarde,
el apóstol Pablo, en su segunda epístola a los Corintios, capítulo 3, versículos
14 y 15, dijo: "Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día
de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto,
el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a
Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos". Y usted puede
imaginarse que este velo se encuentra sobre sus corazones, no sobre sus
mentes. Porque la fe no es una cuestión de la mente, sino del corazón. Y
puede darse cuenta que cuando este velo que nubla la fe es quitado, cuando
el corazón está preparado para creer y recibirle, usted puede volverse hacia
Él, con la fe sencilla de un niño, que sin hacerse más preguntas, corre con los
brazos abiertos hacia su Padre.
No nos sorprende entonces que Jesús, hablando con Sus discípulos les
preguntara: "¿Quién creéis vosotros que soy yo?". Y fue Simón Pedro el que
habló por todos los demás, y dijo: "Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente".
Y algún día serán ellos quiénes le pregunten a Jesús, según afirma el versículo
6 de este capítulo 13 de Zacarías:" ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y
Él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos".
Leamos nuevamente el versículo 7, que decía así:
"Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío,
dice el Señor de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas;
y haré volver mi mano contra los pequeñitos."
68
¿Quién hubiera pensado que estas palabras se referían al mismo Señor
Jesucristo? Representan una clara referencia a Él, dado que cuando uno acude
al evangelio según Mateo, capítulo 26, versículo 31, podemos darnos cuenta
al leer lo siguiente: "Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os
escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las
ovejas del rebaño serán dispersadas". Él se aplicó estas palabras a Sí mismo.
Zacarías estaba refiriéndose a Él cuando dijo: "Heriré al pastor, y las ovejas
del rebaño serán dispersadas". Y cuando Él venga, por segunda vez, ellos
dirán: "¿Qué heridas son estas en tus manos? Y Él responderá: Con ellas fui
herido en casa de mis amigos". Y Él afirma en el capítulo 12 que ese día será
el del gran arrepentimiento del pueblo de Israel.
Retomemos nuestra lectura en el versículo 8 del capítulo 13 de Zacarías,
donde leemos:
"Y acontecerá en toda la tierra, dice el Señor, que las dos terceras partes
serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella."
De manera clara se alude a que sólo una porción del pueblo de Israel
permanecerá fiel a Cristo y estará con vida al final de todos estos
acontecimientos. Los supervivientes espirituales conformarán el remanente
que mirará a Cristo con arrepentimiento, e incluirá a personas que formarán
parte de los 144.000 aludidos en Apocalipsis 7:4.
Y a continuación, el versículo 9, dice:
"Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata,
y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y
diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová, el Señor, es mi Dios."
Según esta declaración, en medio de su purificación por el fuego, el
remanente de elegidos del pueblo de Israel verá a Jesucristo, su Mesías, y lo
invocará como su Salvador y Señor. De este modo, Israel será salvo y
restaurado a una relación de pacto con el Señor.
Bien, estimados oyentes, vamos a detenernos aquí por hoy. Retomaremos
nuestro estudio de Zacarías en nuestro próximo programa, donde seguiremos
analizando los mensajes del profeta que encontraremos a partir del capítulo
14.
Mientras tanto, nos permitimos sugerirle leer este último capítulo, con el que
finaliza el libro, para comprender mejor las últimas declaraciones y profecías
de Zacarías. Hasta entonces, nos despedimos de usted rogando al Señor que
en Su misericordia usted pueda comprender cada día más el alcance profundo
y eterno de la Palabra de Dios. Le esperamos en nuestro próximo programa.
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Zacarías 14:1 - 4
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro del profeta
Zacarías, y nos corresponde hoy comenzar el último capítulo de este libro.
69
En este capítulo continúa y concluye la segunda división de este libro que
hemos estudiado en programas anteriores. Hemos dividido esta última
sección según los temas proféticos que comienzan con el capítulo 9 y
concluyen en el capítulo 14. Hemos estado reflexionando sobre los aspectos
proféticos de la primera sección que estaba relacionada con la "primera
venida" de Jesucristo a la Tierra. Y en esta última parte, que comenzó con el
capítulo 12, y que finaliza aquí en el capítulo 14, estamos profundizando los
aspectos proféticos relacionados con la "segunda venida" de Jesucristo.
Ahora, en este último capítulo, veremos la conclusión de todas las profecías
anteriores que describen acontecimientos que todavía no han ocurrido hasta
el día de hoy. Podemos titular este capítulo "Características y hechos
relacionados con la Segunda Venida de Cristo a la Tierra".
Estimado amigo oyente, tenemos delante de nosotros una descripción muy
definida que el profeta Zacarías tuvo que comunicar por mandato de Dios.
Recordemos que en este libro profético se pueden encontrar tres divisiones
principales. En programas anteriores hemos hablado sobre las 10 visiones
que tuvo Zacarías; después meditamos sobre el interludio histórico. Y ahora,
finalmente hemos llegado a la última sección profética.
Nuestros amigos oyentes que habitualmente nos acompañan recordarán que
el profeta anunció eventos que todavía no han ocurrido hasta la fecha y
Zacarías hablaba sobre las dificultades futuras que el pueblo de Israel tendrá
que enfrentar. También hemos estudiado los acontecimientos que llevarán al
arrepentimiento y a la conversión de toda la nación de Israel y el
derramamiento del Espíritu de Dios sobre ellos. Estos eventos prepararán la
escena para el regreso del Mesías, la segunda venida de Jesucristo a la Tierra.
Ahora, este último capítulo es el capítulo culminante de todos los
acontecimientos que forman parte del plan o programa que Zacarías
profetizó, y ahora nos encontramos con una situación mundial que nos llevará
a contemplar el establecimiento del Reino en la Segunda Venida de Cristo.
En otras palabras, Zacarías está animando a la gente de su tiempo para que
mire con confianza hacia un futuro que será glorioso, al final de la historia, a
pesar de las muchas dificultades que todavía les esperaban. En esta sección
que tenemos ante nosotros, en este capítulo 14, hay ciertos aspectos que
necesitamos aclarar en cuanto al texto bíblico. El primer aspecto es que
estamos hablando de profecías, es decir que es totalmente profético. Y el
segundo, es que no es una profecía que está específicamente relacionada con
nuestro tiempo presente, para esta época en la cual estamos viviendo.
Zacarías está hablando del "fin de la era" que introduce el Reino del Milenio.
Hay numerosos comentaristas bíblicos que enseñan que este texto no habla
en realidad de profecías que todavía no se han cumplido, que este capítulo
no se debe afrontar de manera literal.
Sin embargo creemos que la totalidad de este capítulo es profético porque la
única interpretación que puede satisfacer es una interpretación literal. Ésa es
la única que puede darle significado y sentido porque sólo así se puede
70
encontrar armonía con el contexto de la Escritura. Ya hemos mencionado en
distintas ocasiones que el tratamiento de cualquier texto bíblico siempre debe
ser muy cuidadoso, ya sea la interpretación de una profecía o de cualquier
otro pasaje de la Escritura. Un analista bíblico nunca puede despreciar, o dejar
de lado, el contexto anterior y posterior del texto bíblico que está
contemplando, porque todo tiene que ser interpretado en plena armonía con
el espíritu y el sentimiento de toda la Palabra de Dios. No es serio tomar
pasajes sueltos y reunirlos arbitrariamente para así llegar a una interpretación
subjetiva, y este pasaje bíblico es una buena muestra de que existe una
diferencia entre la interpretación literal, y la práctica de espiritualizar o
mistificar algunos textos bíblicos. Estos versículos que trataremos no son
meramente figurativos, y tampoco son aplicables a los tiempos del Nuevo
Testamento. El remanente que aquí se menciona - y esto ha sido muy
claramente expresado en este libro profético- se refiere al remanente del
pueblo judío. Tenemos que reconocer que todo este capítulo final es
enteramente escatológico.
Después de estas aclaraciones, volvamos al texto que hoy nos ocupa, y
comenzamos con el primer versículo del capítulo 14 de Zacarías, que dice:
"He aquí, el día del Señor viene, y en medio de ti serán repartidos tus
despojos."
Ahora, esta frase "he aquí, el día del Señor viene" podría ser un buen titular
para el comienzo de este capítulo. Probablemente usted se habrá dado
cuenta, al leer un periódico, que el editor encabeza los artículos con llamativos
titulares; después de leer el contenido de algún artículo, encontramos que el
autor retrocede y presenta más información preliminar que lleva a la
conclusión relacionado con el titular. Pues, bien, eso es lo que aquí tenemos.
Fijemos nuestra atención en la frase: "He aquí, el día del Señor viene".
Nuevamente encontramos esta declaración tan impresionante. Vamos a ver
que en los primeros tres versículos de este capítulo, tenemos lo que se llama
"el último sitio de Jerusalén".
A continuación veremos los cuatro versículos que siguen a estos, del versículo
4 al 7, cuando Zacarías habla acerca del advenimiento personal del Mesías.
Todos estos temas los hemos tratado y conocido ya en los anteriores capítulos
del libro. Pero ahora, se nos presentan desde un ángulo algo diferente. Por
ejemplo, el período de la Gran Tribulación, y el sitio de Jerusalén; lo que era
importante en los demás pasajes bíblicos era el énfasis que Zacarías ponía en
los últimos acontecimientos, en el final que culmina con la liberación que venía
de parte del Señor, para animar y dar esperanzas al pueblo. Ahora, sin
embargo, veremos cuán trágico va a ser ese período del día del Señor. El
profeta Joel dijo que "el día del Señor" no es un día diáfano, claro o agradable;
quizá usted recuerda, él dijo: "El día, de tinieblas y de oscuridad". (Joel 2:2).
Así será el día del Señor; no habrá claridad, no habrá luz, comenzará con las
tinieblas, y nos es imposible entender la desesperación de la gente que vivirá
en ese tiempo.

71
De modo que, "He aquí, el día del Señor viene", es el titular que encabeza
nuestra meditación. La expresión hebrea que se utiliza aquí es "Yom ba le
Yawh". La expresión se refiere a este día que vendrá, y que aún se encuentra
en el futuro, cuando la Iglesia será quitada y el Anticristo introduzca la Gran
Tribulación. El mundo, todas las naciones creerá que ese personaje
introducirá el Milenio, el tiempo de la paz. Muchos líderes o gobernantes han
prometido paz, la paz sobre el planeta Tierra, pero, estimado amigo oyente,
ninguno de ellos pudo lograr un período continuado de paz y estabilidad.
Como dijimos en la anterior oportunidad, sólo el Señor Jesucristo puede
hacerlo verdaderamente.
Ahora, este versículo 1, de este capítulo 14 de Zacarías, comienza diciendo:
"He aquí, el día del Señor viene, y en medio de ti serán repartidos tus
despojos". Esto demuestra que el enemigo nuevamente se apoderará de
Jerusalén, pero ésta será la última derrota e invasión que sufrirá. Luego, en
el versículo 2, leemos:
"Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la
ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y
la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado
de la ciudad."
Este será el último sitio de esa amada ciudad, pero el cuadro que se nos
describe no es muy hermoso. El enemigo se apoderará cruelmente de la
ciudad. Y cuando Zacarías profetiza y menciona aquí a "todas las naciones",
pensamos que cada nación tendrá una delegación representativa allí. Hoy en
día ya no es difícil imaginarse cómo podría haber representantes de todas las
naciones todos reunidos en un mismo lugar. Hace años se han creado las
Naciones Unidas, ese organismo que ha aprobado la creación del Estado de
Israel, y que está integrado por la mayoría de las naciones del mundo.
Además, esa entidad mantiene un ejército formado por muchos países que
tiene una función representativa y cuyo fin es pacífico. Ese ejército
internacional está presente en muchas zonas conflictivas del planeta, y
también tiene en las zonas limítrofes de Israel una misión permanente muy
complicada, por los muchos intereses políticos de esa región. Pero todo será
diferente en aquel día. Se presentará un ejército formado por representantes
de todas las naciones que rodearán y al final se apoderarán de Jerusalén.
En este versículo se nos dice: "Serán saqueadas las casas, y violadas las
mujeres, y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no
será cortado de la ciudad". Aparentemente, lo que podemos entender por este
texto es que algunos podrán escapar. Hay quienes creen, y entre ellos
nosotros, que probablemente los que han podido escapar de aquella situación
tan angustiosa irán a refugiarse a esa famosa ciudad esculpida en una zona
netamente rocosa llamada Petra, pero también podría tratarse de la roca
llamada Messada, donde ya, en el primer siglo, alrededor del año 70 D.C,
cuando cayó la ciudad de Jerusalén, un grupo numeroso de judíos se refugió
con sus familias y animales para escapar de los invasores romanos. El único

72
problema de esa roca-refugio Messada es que sería un buen objetivo, un
blanco fácil para los aviones bombarderos. Por esa razón muchos estudiosos
de las profecías se inclinan a pensar que la abandonada ciudad de Petra, tan
original, enclavada en la roca, esa ciudad hoy en día muy visitada por los
turistas, será el sitio elegido por constituir el más adecuado refugio.
Zacarías tuvo que revelar esta triste verdad a su pueblo. Jerusalén será
invadida, tomada por una multitud de enemigos, las casa serán saqueadas, y
las mujeres violadas. Ésas son las tres situaciones que se nos mencionan
aquí. Luego, en el versículo 3, leemos:
"Después saldrá el Señor y peleará con aquellas naciones, como peleó en el
día de la batalla."
Ahora Zacarías describe otro cuadro; dibuja la llegada del Libertador que
vendrá. En esta ocasión la ayuda para el pueblo de Israel no vendrá ni del
norte, ni del sur, ni del oriente, ni del occidente. La ayuda, el oportuno
socorro, para ellos vendrá del Señor, del Omnipotente, quien hizo los Cielos
y la Tierra. Y no será ningún otro sino el Señor Jesucristo que regresa a la
Tierra, a liberar a Su gente, a su pueblo, el pueblo del Pacto. Y su llegada es
parte del programa, del gran plan de este "día del Señor". Veamos ahora lo
que nos dice el versículo 4:
"Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está
en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en
medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y
la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur."
La escena aquí descrita tiene una fuerte carga dramática. Creemos y
comprendemos que lo que nos narra Zacarías debemos interpretarlo
literalmente. Todo lo que se menciona en esta narración se debe interpretar
literalmente; el Monte de los Olivos, es literal; la ciudad de Jerusalén es
literal; la gente, todo es absolutamente literal. Todo está preparado y las
profecías cumplidas, para el regreso, porque es Su Segunda Venida, a este
planeta Tierra, del Hijo del Omnipotente, del Mesías anunciado, y tan
esperado, del Emanuel, de Jesucristo, el Señor. Zacarías menciona
claramente que Sus pies se afirmarán sobre el Monte de los Olivos. Creemos
que esto ocurrirá literalmente. El que viene, el que regresa es ahora el Cristo
glorificado. Los clavos que un día penetraron sus muñecas y pies Le dejaron
las cicatrices en sus manos, en Sus pies, y serán marcas visibles.
Probablemente, usted estimado amigo oyente recordará la escena de la
ascensión de Jesucristo. Cuando el Señor ascendió a los Cielos, después de
haberse presentado corporalmente a más de 500 personas después de Su
Resurrección, se encontraba en el Monte de los Olivos, acompañado por sus
discípulos y seguidores, dice el relato bíblico que hubo dos varones con
vestiduras blancas que les dijeron a los discípulos: "Varones galileos, ¿por
qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de
vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo". (Hechos 1:11).
El cumplimiento de aquel regreso anunciado y tan esperado a través de
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muchos siglos, ciertamente tendrá lugar, literalmente, en el futuro; ¿cuándo
será eso, cuándo ocurrirá lo que millones de seguidores anhelaban ver, el
regreso de Su amado Salvador y Señor? En el día del Señor, dice Zacarías,
en el momento cuando el pueblo judío, Su pueblo escogido y tan amado estén
pasando por grandes dificultades. La profecía es que Jerusalén va a ser
sitiada, y será tomada, pero será la última vez que sufrirá esa humillación y
angustia.
Leemos en este versículo 4: "Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el
Monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente". Esta mención
no es un mero detalle, es una importante declaración. A través de las
Escrituras vemos que la ayuda de Israel viene del oriente. Esa es la razón por
la cual los judíos prestan mucha atención a esa "puerta del oriente" que
algunos llaman "la puerta dorada". Personalmente, opinamos que esa
referencia a "la puerta dorada" se debe a la puerta del templo que será
construido un día. Es la "puerta del oriente", por lo tanto, El Mesías vendrá
del oriente. El profeta Ezequiel también hace una referencia a que la ayuda
que vendrá a socorrerles viene del oriente.
Esa mención es muy interesante. Hay varios países que han estado apoyando
a la nación de Israel por mucho tiempo, desde su creación como Estado, pero
estas naciones se encuentran en el occidente. Así es que, pensamos, que la
verdadera ayuda que vendrá, proviene del Señor, pero hasta el presente, no
ha habido cumplimiento de esta profecía.
Amigo oyente, al leer esta profecía comprendemos que lo que sucederá allí
es que tendrá lugar un gran terremoto, y que esa montaña, el Monte de los
Olivos, sufrirá un fenómeno geológico, se partirá por el medio. Zacarías aquí
nos describe lo que ocurrirá: una mitad se desplazará hacia el norte y la otra
mitad lo hará hacia el sur. Se anuncian grandes cambios geográficos en esa
zona, porque, como explica el profeta:
y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el
occidente, haciendo un valle muy grande;
La ciudad de Jerusalén está rodeada actualmente por un tierra muy rocosa,
agreste, seca, de muchas colinas que se extiende hacía cualquier dirección,
al norte, sur, este y oeste, salpicada toda esa zona por enormes rocas muy
características de esa región. Pero, un día, en cumplimiento de esta profecía,
el Monte de los Olivos, esa zona turística que atrae a cientos de miles de
cristianos de todos los rincones de la Tierra, un día será nuevamente
escenario de las pisadas de Aquel que conocía bien esa región.
Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios hecho Hombre, despreciado, humillado,
perseguido, que sólo hizo el Bien, y que por amor a la Humanidad, y por
obediencia al Padre Celestial, se hizo hombre; vivió y sufrió toda clase de
penalidades, hasta el más humillante castigo que sólo los más desalmados
asesinos recibían, la terrible muerte en una cruz; pero que fue resucitado por
el poder de Dios, Aquel que ascendido hasta el Cielo para estar al lado del
Padre, e interceder por cada uno de nosotros aquí en la Tierra, ¡Él volverá, Él
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regresará! ¿No es maravilloso que podemos tener esa esperanza también
nosotros, que Él un día regresará, y que todos le reconocerán por las marcas
de sus padecimientos que fueron el regalo de amor de Dios?
Un día, toda rodilla de arrodillará, toda lengua confesará, que Jesucristo es el
Señor. El apóstol Pablo, escribiendo a los Filipenses, lo expresa tan
soberbiamente en el capítulo 2, versículos 9 hasta el 11: "Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre."
Estimado amigo oyente, si todavía no conoce a Jesucristo como su Salvador
y Señor, si todavía no le ha pedido que le perdone y limpie de todo pecado, -
porque Él es el único que puede hacerlo, no hay otro Mediador entre Dios
Padre, que Jesús- si todavía no tiene la certeza que pasará la Eternidad con
Dios, y que su nombre ha sido escrito por el dedo de Dios en el Libro de la
Vida, entonces, muy estimado amigo, estimada amiga, le rogamos
encarecidamente que no espere más. HOY puede ser el primer día de una
nueva vida, una vida como hijo de Dios, perdonado, salvado y muy amado
por Aquel que un día será el Rey de Reyes.
Si tiene dudas o preguntas, por favor, contáctenos y con mucho gusto
trataremos de ayudarle a comprender las preciosas promesas de vida y
perdón en Cristo Jesús. Nos despedimos hoy, y esperamos encontrarnos con
usted nuevamente en nuestro próximo programa.
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Zacarías 14:5 - 21
Concluimos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro del profeta
Zacarías con la lectura y análisis de su último capítulo, el capítulo 14, que ya
comenzamos en nuestro anterior programa.
Recordemos que este capítulo 14 es una ampliación de los dos últimos
versículos del anterior. Y para contextualizar mejor este último capítulo de
nuestro estudio de Zacarías, vamos a acudir brevemente a otros pasajes de
las Escrituras: Antes de la conversión de toda la nación de Israel (cp. 12),
Zacarías nos advierte que los judíos harán pacto con un mesías falso (Daniel
9:27), conocido como "el pastor insensato o el anticristo" (cp. 11). A la mitad
de ese pacto de siete años, el Anticristo romperá su tratado especial de paz
con Israel y exigirá adoración exclusiva a su propia persona, a él mismo
(Daniel 9, Mateo 24 y Tesalonicenses 2). Tan pronto como Israel rehúse a
adorarlo, los ejércitos del mundo se unirán para hacer una batalla y el punto
culminante será el asedio contra Jerusalén y la gran batalla de Armagedón,
narrada en Apocalipsis 9. Tras la victoria del Señor en esa batalla (Apocalipsis

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19), vendrá la restauración plena del pueblo de Israel, tal y como adelantaron
los profetas Oseas, Amós, Miqueas y Sofonías.
Este capítulo, como mencionamos ya en el programa anterior, comienza con
un titular que afirma lo siguiente: "He aquí, el día del Señor viene".
Recordemos que la expresión "El día del Señor" es un término técnico para
aludir a la ira de Dios que se desata en contra de los pecados. Zacarías
comienza su relato, en el capítulo 14, con una mirada retrospectiva,
narrándonos de forma secuencial los hechos tal y como sucedieron.
Primero, Jerusalén fue sometida y asediada por sus numerosos enemigos, los
cuáles provenían de todas las naciones de la tierra. En el versículo 5, les
asegura que el Señor vendrá a librarles y que cuando Él venga a ayudarles,
Él afirmará Sus pies en el monte de los Olivos. Para impedir el exterminio de
su pueblo, el Señor intervendrá de forma personal para luchar contra las
naciones reunidas. Así como peleó por Su pueblo en el pasado, lo hará
también en el futuro. Y Su regreso literal a la Tierra tendrá lugar en el Monte
de los Olivos, ubicado al Este del Valle de Cedrón, tal y como sucedió cuando
los ángeles anunciaron Su ascensión. Tan pronto como Él regrese, tendrá
lugar un cataclismo topográfico a escala global (quizá un gran terremoto), lo
cual es un fenómeno común, cada vez que Dios ha llegado, está presente,
para juzgar. La reacción de las personas aparece descrita en el capítulo 15
del libro de Apocalipsis.
Tal y como nos menciona el profeta, habrá un gran terremoto que dividirá al
Monte de los Olivos en dos partes. Una de ellas se desplazará hacia el norte
y la otra hacia el sur. Un gran valle se conformará en medio, dividiendo ambas
vertientes. Resultará interesante que tengamos esta imagen en mente
mientras continuamos avanzando con nuestra lectura, en la cual
encontraremos el motivo de por qué sucede esto.
Jerusalén hoy, en la actualidad, está rodeada de un terreno muy accidentado,
de apariencia áspera y con rocas de grandes dimensiones. Leamos lo que dice
el versículo 5 de este capítulo 14 de Zacarías:
"Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta
Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días
de Uzías rey de Judá; y vendrá el Señor mi Dios, y con él todos los santos."
Ahora, aquí se menciona lo siguiente: "Y huiréis al valle de los montes", lo
cual ha llevado a muchos a pensar que se refiere de manera velada a la rocosa
ciudad de Petra, situada en lo que, en tiempos bíblicos, se conocía como el
antiguo país de Edom. Leamos nuevamente el versículo 5, que dice así:
"Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta
Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días
de Uzías rey de Judá; y vendrá el Señor mi Dios, y con él todos los santos."
Este pasaje de las Escrituras nos permite vislumbrar, amigo oyente, un
momento único en la historia de la humanidad: Es un cuadro de la llamada
"segunda venida", el regreso del Señor Jesucristo a la Tierra. Nos
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encontraremos con una imagen similar en el capítulo 19 del libro de
Apocalipsis, donde además se menciona un indescriptible ejército que
acompañará al Mesías. Aquí se nos afirma que todos los santos vendrán con
Él.
Leamos ahora algunos versículos en las Escrituras relacionados de manera
que podamos apreciar la hermosa unidad de las Escritura que, como si se
tratase de un solo libro, narra una historia absolutamente coherente de
principio a fin. Veamos, por ejemplo, lo que nos dice el capítulo 11 de la
epístola a los Romanos, en su versículo 25, que dice así: "Porque no quiero,
hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto
a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta
que haya entrado la plenitud de los gentiles". Esta expresión, "la plenitud de
los gentiles", alude a lo que se refiere en Zacarías, cuando describe cómo
todas las naciones se levantarán contra Jerusalén. En el versículo 26, de este
mismo capítulo 11 de la epístola a los Romanos, leemos lo siguiente: "Y luego
todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que
apartará de Jacob la impiedad". Podemos afirmar que este hecho aún no ha
tenido lugar, dado que la primera venida de Jesús no sucedió de esta manera.
Regresemos ahora a Zacarías, capítulo 14 y veamos lo que nos dicen los
versículos 6 y 7:
"Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura. Será un día, el
cual es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al
caer la tarde habrá luz."
Nos encontramos aquí con una referencia muy directa al "día del Señor".
Mientras que los judíos huyen por este valle recién creado, las luces del
mundo se apagarán y serán reemplazadas por la luz de la gloria de Cristo
(Isaías 60). Si continuamos un poco más con la lectura, llegaremos a una
nueva sección en la que veremos el establecimiento del Reino del Señor sobre
toda la Tierra. Observemos lo que dice el versículo 9 de este capítulo 14 de
Zacarías:
"Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será uno, y
uno su nombre."
Este breve pasaje se refiere nada más y nada menos que al "día del Señor".
Describe el hecho de que el Señor será finalmente el Rey soberano sobre toda
la Tierra. Otro profeta llamado Sofonías, relató en su libro, en el capítulo 3,
versículo 9: "En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios,
para que todos invoquen el nombre del Señor, para que le sirvan de común
consentimiento". Esta expresión, "devolveré a los pueblos pureza de labios" -
podría indicar, según algunos intérpretes, que todos los pueblos podrán
hablar un mismo idioma.
Retrocedamos un poco, ya que no hemos considerado lo que nos decía el
versículo 8, que dice así:

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"Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la
mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental,
en verano y en invierno."
Aquí se hace referencia a dos mares: el Mar Muerto, en primer lugar, y el Mar
Mediterráneo, en segundo lugar. Numerosos estudiosos de la Palabra afirman
que aquí se refiere a agua en forma literal, si bien es verdad que otros han
querido ver en estas palabras una alusión a la llamada agua espiritual o agua
de vida, indicando de esta manera que la Palabra de Dios saldrá de Jerusalén
en aquel día.
Y luego, el versículo 9, dice:
"Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será uno, y
uno su nombre."
Un idioma, un rey, un Señor. Y el siguiente versículo, el 10, dice así:
"Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón al sur de
Jerusalén; y ésta será enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de
Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Ángulo, y
desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey."
La indicación que acabamos de leer: "desde Geba hasta Rimón", resulta muy
interesante porque se trata del nombre geográfico de una gran falla geológica
que va desde más allá del Mar de Galilea, a través del valle del Jordán y del
Mar Muerto, continuando hacia el golfo de Aqaba, y al norte de África. A esto
se le ha denominado "La Gran Falla". Ya mencionamos en nuestro anterior
programa que ésta nacía en la costa norte de Beirut, en el Líbano. Pues, bien,
Zacarías nos está indicando que aquí surgirá otro gran valle. Y nos dice que
será desde Geba hasta Rimón. Estas indicaciones geográficas nos trasladan
desde el terreno montañoso de la antigua tribu de Judá hasta la frontera con
Simeón, en el sur. Rimón es una zona que está situada a unos 52 kilómetros
al suroeste de Jerusalén. Y según las Escrituras, y por extraño que hoy nos
pueda parecer, todo este áspero y accidentado terreno que rodea a Jerusalén,
va a convertirse en una llanura.
Y continúa diciendo en este mismo versículo 10:
"Y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la
puerta primera, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Hananeel
hasta los lagares del rey."
Cierto crítico bíblico señaló hace muchos años: "No podemos tomar
literalmente estas palabras porque nadie ha podido encontrar la torre de
Hananeel. Sin embargo, los arqueólogos ya la han localizado.
A continuación, en el versículo 11 de este capítulo 14 de Zacarías, leemos:
"Y morarán en ella, y no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será
habitada confiadamente."

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Nos llaman la atención estas palabras, ¿verdad? Hoy en día nos resulta difícil
vincular mentalmente la palabra "paz" o "confianza" a la ciudad de Jerusalén.
La situación actual de la nación de Israel no ha variado mucho en el siglo 21
que en la época de Zacarías: Guerra, conflictos sociales, terrorismo,
problemas de convivencia entre culturas y razas, etc. Por ello, ésta será la
primera ocasión en la historia de esta ciudad, en que va a ser un lugar donde
se podrá vivir seguro.
El Milenio ha llegado. El Señor Jesucristo ha venido. Sus pies han tocado el
Monte de los Olivos. Y han tenido lugar los grandes cambios físicos que hemos
narrado. Ahora los judíos podrán morar en Jerusalén confiadamente, porque
la paz ha venido a la tierra por primera vez. En versículo 12 de este capítulo
14 de Zacarías, leemos:
"Y esta será la plaga con que herirá el Señor a todos los pueblos que pelearon
contra Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus
pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en
su boca."
Nuevamente, Zacarías nos recuerda que el juicio antecede al Reino. Dios
acabará venciendo a las fuerzas paganas que se reúnen en contra de Israel
con una plaga sobrenatural que se asemeja a un juicio contra el ejército
Asirio, narrada en el libro del profeta Isaías, capítulo 37.
El versículo 13, continúa diciendo:
"Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por el
Señor; y trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano
contra la mano de su compañero."
Todo esto, continúa el profeta, causará un pánico tan grande que comenzarán
a atacarse unos a otros. Luego, el versículo 14 nos dice:
"Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas
las naciones de alrededor: oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia."
En otras partes de la profecía se nos dice que como ellos sacaron de Egipto
grandes riquezas en los días de Moisés, y así sucederá de nuevo cuando
regresen a aquella tierra, es decir, cuando Dios les haga regresar. Y en el
versículo 15, continuamos leyendo:
"Así también será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de
los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos."
Dios capacitará a Su pueblo para combatir, y a continuación, enviará una
plaga generalizada que se extenderá aun hasta los animales e impedirá su
uso militar o para poder escapar. Y continúa el versículo 16:
"Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén,
subirán de año en año para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y a
celebrar la fiesta de los tabernáculos."

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Además de la fiesta de los Tabernáculos, se celebrarán otras dos durante el
Milenio o reinado de Cristo en la tierra: la fiesta de "año nuevo" y "la pascua",
según podemos leer en el libro de otro profeta llamado Ezequiel.
Y leemos en el versículo 17:
"Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén
para adorar al Rey, el Señor de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia."
Esto nos recuerda que la sequía es un castigo muy temido porque priva al
pueblo del agua, que sustenta la vida. A continuación, se nos dice en los
versículos 18 y 19:
"Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia;
vendrá la plaga con que el Señor herirá las naciones que no subieren a
celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto,
y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de
los tabernáculos."
Debemos señalar aquí, amigo oyente, que Egipto se utiliza sólo como un
ejemplo figurativo. Y Zacarías continúa anunciando: En aquel día, tal y como
comienza el versículo 20, que dice así:
"En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD
AL SEÑOR; y las ollas de la casa del Señor serán como los tazones del altar."
Aquí, Zacarías nos recuerda que así como la diadema del Sumo sacerdote
tenía grabadas las palabras "Santidad al Señor", demostrando así que era un
hombre apartado para el servicio del Señor, también cosas ordinarias y
comunes como las campanillas que decoran los caballos y las ollas y utensilios
comunes, serán tan santos como el Sumo sacerdote y los tazones del altar
que éste utilizaba en los sacrificios. De esta manera, el profeta nos dice que
no habrá necesidad de hacer diferencias entre lo sagrado y lo secular porque
todas las cosas estarán apartadas para el servicio del Señor en Su reino
glorioso y milenario.
"Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada al Señor de los ejércitos; y
todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y
no habrá en aquel día más mercader en la casa del Señor de los ejércitos."
Esta alusión a la figura del "mercader" nos anuncia que todos los hipócritas
serán quitados. Esto indica que todos los incrédulos y los que no posee
limpieza moral o espiritual serán excluidos de la entrada al templo milenario.
Y no habrá nadie en el servicio de Dios, a menos que pertenezca a Él.
Este es la gran final y el clímax de la profecía de Zacarías. Dios es Santo y
puro, y sólo los limpios de corazón, de mente y de espíritu podrán entrar en
Su presencia. Dios es amor, pero también hace justicia. Dios es misericordia,
pero también exige el máximo nivel de compromiso y obediencia a sus Hijos.
Dios mediante, en nuestro próximo programa, comenzaremos un nuevo
estudio bíblico, el del libro del profeta Malaquías, que es el último libro del
80
Antiguo Testamento, Será, pues, hasta entonces, ¡que Dios le bendiga
abundantemente!
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