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Por lo tanto, ¿qué pueden hacer estos países para reducir los efectos económicos
del aumento de la temperatura?
Las soluciones internas pueden ayudar, pero solo hasta cierto punto
Del mismo modo, los países con políticas y estructuras institucionales que facilitan
el movimiento de la mano de obra y el capital entre sectores económicos y regiones
geográficas y fomentan el desarrollo en general —como un mayor acceso al
financiamiento, alta calidad de infraestructura e instituciones más sólidas— tienden
a recuperarse a un ritmo ligeramente más rápido de los shocks climatológicos.
También hay ejemplos de países que han adoptado estrategias eficaces para
adaptarse a los cambios climáticos. Por ejemplo, el Programa “Red de Seguridad
Productiva” de Etiopía incluye ayuda bien focalizada a los hogares afectados y
programas y proyectos medioambientales y de infraestructura para diversificar las
fuentes de ingreso. La adopción de tecnología adecuada, como el aire
acondicionado, puede limitar las consecuencias del aumento de la temperatura en
la productividad y la salud. La inversión en infraestructura inteligente en relación con
el clima, como el túnel inteligente de doble uso en Kuala Lumpur, Malasia, también
puede reforzar la capacidad de resistencia a los diversos riesgos climatológicos.
Sin embargo, aplicar las políticas adecuadas y realizar las inversiones necesarias
para hacer frente al cambio climático será una tarea difícil para muchos países de
bajo ingreso. Sus necesidades de gasto son enormes y sus recursos limitados.
Incluso la aplicación de estas políticas internas por sí sola no aislará por completo
a estos países de las consecuencias del cambio climático. El aumento de las
temperaturas empujará los límites biofísicos de los ecosistemas, lo que podría
provocar desastres naturales con mayor frecuencia, contribuyendo a aumentar las
presiones inmigratorias y los riesgos de conflicto. Los efectos de contagio
transfronterizo derivados de estas consecuencias del cambio climático en los países
vulnerables podrían ser muy importantes, y las economías avanzadas tampoco
serán inmunes.
La comunidad internacional debe desempeñar un papel crucial de apoyo a los
esfuerzos que realicen los países de bajo ingreso para hacer frente al cambio
climático. Las economías avanzadas y de mercados emergentes son las que más
han contribuido al calentamiento efectivo y proyectado. Por lo tanto, ayudar a los
países de bajo ingreso a hacer frente a sus consecuencias no solo es una obligación
moral sino también una política económica mundial acertada que ayude a
compensar la incapacidad de los países de internalizar totalmente los costos de las
emisiones de gases de efecto invernadero.
El mundo sufrirá cada vez más los efectos directos negativos del cambio climático
no mitigado, como una mayor frecuencia de los desastres naturales, la subida del
nivel del mar y la pérdida de la biodiversidad. Solo una iniciativa a escala mundial
para limitar las emisiones de carbono a niveles congruentes con aumentos de la
temperatura muy inferiores a los proyectados actualmente puede contener los
riesgos a largo plazo. El cambio climático no solo amenaza a los países de bajo
ingreso, sino que amenaza a todos.