Sei sulla pagina 1di 31

Cómo elegir correctamente un arma corta?

No entraré en cuestiones básicas como la fiabilidad o la precisión que debemos


buscar en un arma corta y que esta debería tener, sencillamente porque hoy en
día la calidad de la mayoría de estas armas es tan alta que elijamos lo que
elijamos, casi con toda seguridad estaremos adquiriendo ante todo un arma fiable
y precisa. Es cierto que hay modelos de referencia en esos dos aspectos, pero
hoy en día la fiabilidad y la precisión son factores que literalmente se dan por
hechos y que todos los buenos fabricantes cuidan hasta el extremo. La mayoría de
las armas son fabricadas con las últimas y más modernas tecnologías; disponen
de armazones de polímero, mecanismos de seguridad internos, cañones
poligonales y tratamientos anti óxido y anticorrosión, entre otras muchas
características, que las hacen sobradamente fiables y precisas en la gran mayoría
de los casos.

Para finalizar esta introducción, y con ello entrar ya en materia, me gustaría


destacar una serie de afirmaciones o motivos, muchos de ellos falsos mitos
y creencias, que en mi opinión no justifican adecuadamente la elección
concreta de un arma u otra, o tan siquiera la decisión de adquirirla o no.
Estas afirmaciones nos pueden llevar a error y a tomar una decisión de la
que posteriormente podríamos arrepentirnos, por no haber dispuesto de la
información adecuada en su debido momento. Repasemos algunas de ellas
a continuación, con objeto de no caer nosotros en esos mismos errores:

 “Me compré ésta pistola porque a los de mi promoción nos hicieron una oferta o un
descuento muy bueno, pero nunca la he probado ni la conozco”.
 “Me dijeron que esta era muy buena y por eso me la compré”.
 “Una vez la probé y me gustó, pero no he probado ni conozco ninguna otra”.
 “Si esta marca es la que fabrica nuestros fusiles, seguro que sus pistolas son muy
buenas también y se ajustan perfectamente a mis requerimientos personales. No
quiero probar ninguna otra cosa ni complicarme”.
 “Esa pistola es más cara que tal o cual otra y además está hecha en tal o cual país,
así que tiene que ser muy buena”.
 “Esa pistola es de las más baratas, así que muy buena no puede ser”.
 “Esa pistola es el último modelo de la marca, así que seguro que es la mejor que
hay”.
Por mucho que algunas de estas afirmaciones puedan parecer algo
ambiguas, o incluso difíciles de creer, seguro que muchos hemos
escuchado todos estos argumentos y otros aún más chocantes en varias
ocasiones y pronunciados por personal procedente de colectivos muy
diferentes entre sí, tanto civiles como militares. Siendo honestos,
seguramente muchos de nosotros también hayamos actuado alguna vez
según una o más de estas pautas equivocadas. A fin de cuentas, ¡nadie
está exento de cometer errores! Una vez analizadas estas posibles fuentes
de error, entremos en materia realizándonos esta primera y
FUNDAMENTAL pregunta:

¿Qué tipo de uso vamos a dar al arma?


Para responder a esta cuestión clave, vamos a enumerar y estudiar los
posibles usos que podemos darle a un arma corta adquirida a título
particular:

o Uso en nuestro trabajo diario como miembros de las FCSE o Fuerzas Armadas, de
uniforme y con el arma a la vista en su funda de cintura o pernera.
o Ídem de lo anterior, pero con la necesidad de llevarla oculta y vistiendo ropa de
paisano.
o Uso para la práctica del tiro deportivo o de competición, ya sea en precisión,
recorridos de tiro u otras modalidades.
o Utilización durante nuestro tiempo libre como herramienta de entrenamiento
personal y perfeccionamiento de nuestras habilidades en el empleo del arma corta.
o Utilización como medio de autoprotección.
o Cualquier combinación de los anteriores.
Si mi intención de adquirir un arma corta NO está motivada por alguno de
los posibles usos anteriores, quizá debería reflexionar acerca de si
simplemente voy a comprarla “porque me apetece” o “porque me gusta
tenerla”, lo cual tarde o temprano puede tener como consecuencia venderla
o inutilizarla porque nos habremos cansado de ella y nos supone una carga
y una responsabilidad no deseada, con lo que habremos perdido tiempo y
dinero, o peor aún, guardarla en su maletín y sacarla de vez en cuando para
ver lo bonita que es y enseñarla a los compañeros y a las visitas. Cierto es,
que si estamos en este caso, la ventaja que tenemos es que… ¡podemos
comprarnos literalmente el arma que más nos guste en el mundo, ya que el
resto de consideraciones no son importantes para nosotros! Pero no debe
ser esta la mentalidad, ni es esta la manera correcta y responsable de
proceder. Adquirir un arma de fuego es una decisión seria, así que una vez
dicho esto, ¡que cada uno sea consecuente!
Empecemos por la primera categoría, utilización en nuestro trabajo diario,
de uniforme y con el arma a la vista. Si pretendemos adquirir un arma y
utilizarla de esta manera, es de entender que dicho uso estará permitido en
nuestra unidad, es decir, que las normas o nuestros superiores nos
amparan y se nos permite descartar nuestra arma reglamentaria y emplear
la nuestra propia en el trabajo, tanto en instrucción como en misiones
reales… ¿o quizá solo en instrucción? Esto es algo que debemos tener en
cuenta, porque quizá no sea la decisión más sabia sustituir nuestra arma
reglamentaria por una que después no podremos (o no deberemos) llevar a
una misión real. Quizá nuestros motivos sean otros, como que, por ejemplo,
a lo mejor en nuestra unidad hay un 50% de pistolas viejas y obsoletas y
otro 50% de pistolas nuevas y modernas, y como no se nos ha asignado
una de las nuevas, pedimos permiso para llevar la nuestra particular porque
es mucho más fiable que el arma obsoleta que nos han dado de dotación, o
porque quizá no se nos haya proporcionado una funda de seguridad
adecuada para portarla, o porque quizá prefiramos que otro miembro de la
unidad utilice la pistola buena mientras nosotros nos arreglamos con la
nuestra propia y así descartamos otra pistola vieja o poco segura.Si este es
nuestro caso, puede ser una buena idea adquirir una pistola igual o similar a
la que tenemos de dotación o a la que nos asignarían para una misión real.
Si bien no es imprescindible proceder de ese modo, no deja de ser cierto
que ese criterio de elección contribuirá favorablemente a mejorar nuestro
nivel de instrucción con el arma de dotación o aquella que emplearíamos en
una operación real.
Para las
Fuerzas Armadas o FCSE, la elección más lógica en este sentido serían
armas de calibre 9x19mm como HK (Heckler & Koch) USP, HK USP
Compact, HK P-30, Glock 17, Beretta M92FS, Walther P-99, Walther PPQ o
cualquier otro modelo de dotación en estos colectivos. Nos interesan
factores como: alta capacidad del cargador (15 o más cartuchos en el caso
del 9x19mm), y muy alta fiabilidad y seguridad. En este caso no nos
preocupan demasiado otros factores como el tamaño o la portabilidad,
siempre dentro de unos límites.
No obstante, es conveniente recordar que si nuestra arma de dotación
reúne las condiciones de fiabilidad, precisión y seguridad adecuadas, por
ejemplo en el caso de la HK USP, probablemente no deberíamos adquirir un
arma particular, por ejemplo una Glock 17, solo con intención de utilizarla en
favor de la de dotación por el mero hecho de que “yo prefiero usar la mía”.
Si el arma reglamentaria es buena, en teoría debemos poner todos los
medios para utilizarla e instruirnos con ella todo lo posible.

El mismo principio básico se aplica en el segundo tipo de utilización, el porte


oculto estando de servicio. Este caso difiere del anterior en que la elección
del arma será ahora más selectiva y con otro tipo de opciones disponibles,
ya que la portabilidad es uno de los factores más importantes, con lo cual el
tamaño ahora adquiere relevancia. Por lo tanto deben tomarse en
consideración factores como el tipo de funda que necesitamos para el porte
oculto si es que la necesito, la ropa que visto habitualmente durante este
tipo de trabajo o instrucción, y básicamente todos los condicionantes que
afecten a la portabilidad segura y discreta del arma, empezando por el
propio tamaño de la misma. También, quizá en lugar de una funda
prefiramos utilizar una riñonera o algún tipo de bandolera o “bolso” en el que
pueda llevar el arma cómodamente y -muy importante- que no me dificulte
su utilización inmediata en caso necesario. Algunos modelos que cumplen
estos requerimientos son: HK USP Compact, Glock-19, Glock-26, Walther
PPS, Kahr CM9, S&W (Smith & Wesson) MP9 Compact, Sig Sauer P250 o
Springfield XDM entre otros muchos. Cabe destacar que algunos de ellos,
como la Glock-26 o la Walther P-99C ya entran en la categoría de
“subcompactas”, pues son de un tamaño aún más reducido y pensado
específicamente para el porte oculto o como arma de apoyo (back-up gun)
incluso llevando ya otra arma corta.Por supuesto, también entra en juego en
este caso la complexión física de las personas, ya que cada uno tendrá más
o menos facilidad para llevar tal o cual arma con discreción. Hay quien
puede ocultar perfectamente una P-30 o una Glock 17 a pesar de que no
son armas de tamaño compacto, y hay quien tiene más dificultades por una
simple cuestión de constitución física.

El tercer uso es el relativo a la competición o el tiro deportivo. Si bien


escribimos más arriba que la precisión y la fiabilidad son factores hoy por
hoy sobradamente conseguidos por la gran mayoría de fabricantes, en este
caso concreto la precisión, la ergonomía y sobre todo el sistema de
funcionamiento adquieren un papel protagonista, y podemos poner en un
segundo plano o descartar completamente factores como el tamaño, la
portabilidad o casi cualquier cosa que tenga que ver con nuestro trabajo
como miembros de las FCSE o Fuerzas Armadas. Básicamente, vamos a
utilizar el arma durante nuestro tiempo libre, entrenando tiro de precisión,
recorridos de IPSC o alguna modalidad similar. Queremos que sea fiable,
queremos que sea precisa, y queremos que su sistema de funcionamiento
sea favorable de cara a aumentar la precisión y la velocidad de tiro. Para
estos cometidos, algunas elecciones buenas serían: CZ-75 SP, Sig Sauer
P220, Glock 17, Glock 34 o algunos modelos derivados de la Colt 1911,
populares por su sistema de simple acción. Este es el único ámbito de uso
en el que las pistolas con sistema de funcionamiento por simple acción son
recomendables, ya que favorecen la precisión. A pesar de que ciertas
unidades aún mantienen este tipo de armas en servicio, hoy por hoy no es
ni mucho menos la tendencia normal como todos sabemos.

Los seguros manuales también pueden ser requeridos según la modalidad


deportiva, y por supuesto no todos los modelos de armas se pueden utilizar
en todas las modalidades, categorías o divisiones. Por ejemplo, la Glock 34,
pensada para la competición, está autorizada para recorridos de tiro (IPSC),
pero no en la división de Producción, sino solo en la Standard. También es
importante recalcar que muchas de estas armas utilizadas en competición
son inicialmente diseñadas para las FCSE o FAS, como las Sig Sauer, HK o
Glock, y que existen muchas otras diseñadas específicamente para la
competición, armas especializadas como las Infinity o Hammerli, o algunos
modelos específicamente deportivos como por ejemplo la Walther GSP
Expert, este último en calibre .22, entre muchos otros que podemos
encontrar.

El cuarto uso que podemos dar a un arma


corta particular es como herramienta para nuestro entreno personal. Aquí
vuelve a entrar en juego la consideración de elegir un modelo igual o similar
al que se nos asigna de dotación. Si procedemos de ese modo,
evidentemente nuestro rendimiento y nuestra habilidad con el arma de
dotación mejorarán, y estaremos cumpliendo la popular máxima de “entrena
como combates” incluso en nuestro tiempo libre. No hay ningún problema
en proceder de esta forma, pero quizá la pistola que tenemos de dotación
no es la que más nos gusta, ni aquella que “siempre hemos querido tener”.
Hay quienes defenderían este criterio diciendo “es la que tengo en mi
unidad, por lo tanto si además la tengo en propiedad y entreno con ella,
mejoraré”, y por otro lado quienes dirían “si ya la tengo en mi unidad, ¿para
qué voy a comprarme yo una igual? Prefiero comprar otra que me guste
más”.
Ambos argumentos son lógicos y válidos, y en este aspecto, a la hora de
decidir, es uno mismo el que tiene que escoger aquello que más le guste o
más le convenza. Por ejemplo, puede ser que yo tenga de dotación una HK
USP, pero disfrute más en mi tiempo libre entrenándome con mi Sig-Sauer
228, o puede ser que me haya comprado una completamente distinta a la
que tengo de dotación porque quiero conocer este otro modelo que también
me gusta.

Personalmente, y después de haber tirado con más de 30 modelos distintos,


creo que la adaptación de una pistola a otra no es algo tan difícil de
conseguir con el entrenamiento adecuado. No obstante, si bien podemos
entrenar con otro modelo que sea más de nuestro gusto, no debemos
olvidar que nuestra arma de dotación es aquella que en teoría debemos
conocer mejor y con la que más deberíamos practicar.

En mi opinión es bueno conocer muchas armas, pero debemos centrarnos


en aquellas que tienen más posibilidades de ser empleadas en una
situación real, y no en un entreno personalizado de fin de semana, por muy
bueno o táctico que este sea. Para este tipo de uso de un arma particular, el
modelo que debemos elegir es sencillamente el que más nos guste,
teniendo en cuenta una serie de consideraciones que veremos más
adelante.
El quinto modo de
utilizar el arma corta es como medio de autoprotección. Lo más importante
en este aspecto, mucho más que cualquier factor relacionado con el arma,
es tener perfectamente claro el marco legal en el que nos estamos
moviendo. Esta muy bien llevar el arma siempre encima “por si pasa algo”,
pero… ¿conocemos todas las cuestiones legales que implica este
controvertido hábito? ¿Realmente tenemos la necesidad absoluta de llevar
siempre con nosotros el arma? Para algunos es una cuestión de simple
costumbre, de mentalidad táctica, personalidad tipo “A”, o como prefiramos
llamarlo. Para otros es absurdo e innecesario. Cada uno es responsable de
sus actos, pero esa responsabilidad no consiste solo en ser un usuario
seguro de las armas de fuego, sino también en conocer el marco legal
aplicable a las mismas. Si no sabemos nada sobre las leyes en las que nos
estamos inmiscuyendo, ¿cómo sabremos si las estamos infringiendo o no?
Como todos sabemos, el desconocimiento de una norma no nos exime de
cumplirla ni de las responsabilidades legales que puede acarrear el no
hacerlo.Por ejemplo, ¿soy consciente de las consecuencias que puede
tener el hecho de que otra persona me vea el arma corta yendo de paisano
por la calle, o en un supermercado o una cafetería? Si alguien, en su
derecho, da la voz de alarma, ¿estoy amparado por la ley, o por el contrario
la estoy infringiendo? ¿Cuándo puede un agente de la autoridad considerar
que estoy alterando el orden público por llevar mi arma particular por la
calle? ¿Qué puede ocurrir si por cualquier motivo, por improbable que sea,
desenfundo mi arma particular en la vía pública o en un establecimiento, no
digamos ya si realizo uno o varios disparos? ¿Qué es la defensa propia?
¿Que es la proporcionalidad? ¿Es posible que por defender mi propia vida
pueda acabar en un juicio o incluso en prisión? Es nuestro deber, como
propietarios de un arma particular, tener al menos unas nociones básicas y
fundamentales sobre estas y otras responsabilidades y cuestiones legales.

Dejando aparte ese aspecto que


considero fundamental, y ciñéndonos solo a lo que afecta al arma en sí,
para este tipo de uso lo recomendable sería un arma con buena
portabilidad, sencillez de uso, seguridad, discreción y como siempre
fiabilidad. Los revólveres no han dejado de ser una alternativa válida para la
autodefensa, por razones que detallaremos más adelante como la sencillez
de uso o la gran fiabilidad, y más especialmente por la posibilidad de
disparar cartuchos de gran potencia como el .357 o .44 Magnum, menos
frecuentes en el mercado de las pistolas. Hoy por hoy, considerando el alto
nivel de fiabilidad de las pistolas modernas, esta última es la única ventaja
real que mantiene el revólver sobre ellas. No obstante no debemos olvidar
que disparar cartuchos de gran potencia como los anteriores por lo general
suele requerir más instrucción con el arma.

El sexto y último tipo de uso no es más que una combinación de algunos o


todos los anteriores. Por ejemplo, es posible que yo adquiera un arma y
pueda utilizarla en mi trabajo de uniforme, competir con ella en recorridos de
tiro y después llevarla oculta por razones de autoprotección. También es
posible que me interese llevar un arma para mi autoprotección y los fines de
semana practicar el tiro de precisión con ella, etc.

La cuestión es que, si queremos combinar varios usos para el arma


personal, tendremos que decantarnos por algunos modelos que son más
“todo-terreno”. Estas armas serán buenas para todos los usos, pero no
serán las mejores en casi ninguno en concreto. Por ejemplo, si adquiero una
Walther PPS tendré una de las mejores armas del mercado en cuanto a
portabilidad y discreción, pero no puedo pretender realizar con ella un
recorrido de tiro y esperar salir victorioso por encima de quien utilice una Sig
Sauer 226 o una CZ-70. Por el contrario, si adquiero una Glock 19 o una
USP Compact, tendré un arma fiable, con buena portabilidad, buena
precisión, quizá valida para el trabajo de uniforme, con posibilidades de
hacer buena puntuación en un recorrido de tiro, o para entrenar un fin de
semana algún aspecto táctico que me interese. No será la mejor en nada,
pero me valdrá para casi todo. La Glock-19, la USP Compact, la MP-9
Compact y por lo general toda la gama de pistolas de dimensiones
ligeramente inferiores a las estándar son buenas opciones como armas
“todoterreno”.

Llegados a este punto, y una vez he reflexionado sobre el tipo de uso que
pretendo dar a mi arma personal, entran ahora en juego una serie de
factores a tener en cuenta. Pasaremos a enumerarlos y a contestarlos uno
por uno:

1. ¿Qué tipo de calibre me interesa y por qué?

A la hora de hablar de calibres y municiones, no entraremos en conceptos


tan controvertidos como el “poder de parada” ni cuestiones similares ya que
no son objeto de este artículo. A modo de apunte y siendo totalmente
objetivos, lo que importa no es el calibre, sino el tirador. Mucho más
importante que las características de la munición es EL LUGAR en el que
impacta esa munición.
Salvo que tenga la intención de hacer tiro deportivo en modalidades de
precisión y similares, para lo cual el calibre más popular sigue siendo el .22
LR, lo normal sería que adquiriese un arma del calibre 9x19mm Parabellum.
Sencillamente, este tipo de munición sigue siendo en nuestro país el más
conocido y asequible para todos aquellos interesados en adquirir un arma
corta. ¿Podemos preferir un arma de otro calibre? ¡Por supuesto! Nada nos
lo impide. Sin ir más lejos, no deja de ser una realidad que el calibre 9×19
está cuanto menos en entredicho en EE.UU. en favor de otros como el .40
SW y cada vez más el .357 Sig, cartuchos muy similares entre sí pero con
un rendimiento teóricamente superior al 9×19. El problema en nuestro país
es que casi cualquier munición diferente del 9×19 o el .22 LR será
generalmente más difícil de adquirir y casi con toda seguridad nos supondrá
un desembolso económico significativamente más elevado. Si compramos
un arma del .45 ACP sin lugar a dudas tendremos un calibre muy potente y
eficaz, pero podemos estar hablando de pagar 1€ por cada cartucho
disparado, siendo igual en el caso de, por ejemplo, un revolver del calibre
.44 o una Desert Eagle del calibre .50.Una vez más, esto queda a elección
de cada uno, pero la premisa fundamental es la misma: debo instruirme en
el uso del arma, y eso requerirá gastar munición.

2. ¿Puede un revólver interesarme más que una pistola?


¿Por qué motivo?

Como ya se ha
mencionado más arriba, dado el alto grado de fiabilidad de las pistolas
modernas, las únicas ventajas reales del revólver sobre la pistola son la
sencillez de uso y sobre todo la posibilidad de disparar calibres de gran
potencia, dada la mayor robustez de sus piezas y su armazón. Pudiera ser
que el revólver me interesase más como medio de autodefensa por esos
motivos, pero teniendo en cuenta que saldríamos perdiendo en cuanto al
número de cartuchos que tendríamos a nuestra disposición, la gran lentitud
para recargar y otros factores, es raro que no haya una o varias pistolas en
el mercado que cumplan todos nuestros requerimientos por encima del
revólver. Otras cuestiones fundamentales de este último son la ausencia,
por lo general, de seguro manual y el concepto de “arma cargada”, ya que
los revólveres, una vez está municionado el tambor, ya se considera tan
preparado para hacer fuego como una pistola con cartucho en recámara y
con el seguro quitado, de modo que en cuanto presione el disparador, el
arma efectuará un disparo. ¿Podemos y queremos asumir ese nivel de
seguridad? Eso es algo que debemos preguntarnos.

3. ¿Qué tipo de funcionamiento combinado prefiero?


Doble acción, aguja lanzada…

Este punto suele ser el talón de Aquiles de quienes adquieren un arma sin
la suficiente información o experiencia, o sin haberla disparado antes.

Debemos preguntarnos lo siguiente: ¿conocemos las características del


funcionamiento por doble acción y por lo tanto con martillo exterior?
¿Hemos tenido ocasión de probar este sistema de funcionamiento y de
compararlo con otros, como la Doble Acción Exclusiva (DAO) o la aguja
lanzada (striker-fired)?

Es de sobra conocido que si nuestra arma


corta es de Doble Acción y queremos realizar un primer disparo con el
martillo abatido, deberemos realizar una presión de unos 4,5 kg sobre el
disparador del arma. A continuación, y una vez efectuado este primer
disparo, el muelle del martillo permanecerá en tensión y este en posición
retrasada, permitiendo que los sucesivos disparos sean en simple acción,
es decir, con una presión de algo menos de 2kg. Esto, nos guste o no,
implicará por fuerza acostumbrarse a dos presiones diferentes de
disparador; un primer disparo que “costará más” efectuar, y disparos
sucesivos que serán muy sencillos de llevar a cabo debido a la poca presión
que requieren. Este sistema es indudablemente más complejo que el DAO y
la aguja lanzada, pero no por ello debemos descartarlo. Quizá pensemos
del siguiente modo: puede ser que queramos una pistola con martillo y
doble acción porque precisamente nos interesa que ese primer disparo sea
algo más difícil de realizar. Quizá estemos a favor de que el disparador
ofrezca más resistencia al primer disparo por razones que nosotros
consideramos “de seguridad”. A pesar de que a este respecto hay muchas
opiniones diferentes, dicho argumento es perfectamente válido para muchos
usuarios de las armas cortas y para ellos justifica sobradamente la decisión
de adquirir un arma de esas características.En el lado negativo, existe la
idea de que “el primer disparo, al ser en doble acción, siempre se
desperdicia”. Esa mentalidad no es digna de ningún tirador que se precie.
Sencillamente, si adquiero un arma de doble acción, deberé asumir la
responsabilidad de instruirme específicamente en la realización correcta y
eficaz de ese primer disparo, por difícil que sea manipular un disparador de
más de 4 kg de presión.

Cada uno es libre de pensar lo que quiera y actuar en consecuencia, pero


es un hecho difícilmente rebatible que las pistolas de aguja lanzada (striker-
fired), o incluso las de Solo Doble Acción (DAO) permiten acostumbrarse
antes y más fácilmente a la presión del disparador, ya que esta es siempre
la misma y no varía del primer disparo al segundo, por lo tanto el
entrenamiento resulta más eficaz con ellas. Casi todos conocemos casos de
personal que dispara con una HK USP y por lo general no obtienen los
mismos resultados en el mismo tiempo que alguien que dispara con una
MP9 o una Glock, debido a la simple realidad de que en las pistolas de
Doble Acción con martillo es siempre más difícil realizar un primer disparo
eficaz. Esta dificultad puede superarse, pero sólo a base de entrenamiento
constante.
Por otra parte, no deja de ser cierto que si utilizamos un arma de doble
acción, la llevamos siempre sin cartucho en recámara y nos entrenamos en
tirar de la corredera nada más realizar la extracción de la funda, nuestro
primer disparo siempre será en Simple Acción. El problema es que esto
supone llevar el arma en la funda sin cartucho en recámara, lo cual es un
asunto que por desgracia hoy por hoy sigue suscitando controversia en
muchos colectivos, y en el que no entraré ya que no constituye el objeto de
este estudio.

Además del
sistema de funcionamiento y la presión a ejercer sobre el disparador,
debemos examinar cuidadosamente el “recorrido” del mismo y el “reseteo”
del disparador. Sin entrar en tecnicismos, definiremos “recorrido” como la
distancia que debemos mover el disparador con nuestro dedo índice desde
que establecemos contacto con el mismo hasta que se produce el disparo.
Por otra parte, el “reseteo” puede definirse como la distancia que, una vez
realizado el disparo, debemos dejar que el disparador recorra de vuelta
impulsado por su muelle hasta que el mecanismo de disparo vuelva a estar
preparado para hacer fuego, momento en el que se escuchará un
característico “click”, y que llegará mucho antes de que permitamos al
disparador volver a su posición inicial relajada. Pretendo que estas
definiciones sean más intuitivas que técnicas.

Estos factores parecen secundarios frente a muchos otros, y es posible que


muchos ni siquiera nos paremos a contemplarlos, pero son importantes. No
tiene absolutamente nada que ver presionar el disparador de una Walther P-
99 con presionar el de una Sig 228 o el de una Glock 17. Además de la
presión del disparador, tanto el recorrido como el reseteo son
completamente diferentes en cada una de esas armas, y es el usuario el
que debe emplear tiempo en experimentar esas sensaciones y compararlas.
Por supuesto, si es posible, lo ideal sería también disparar con fuego real.
Esto nos ayudará a elegir BIEN un arma con la que nos sintamos cómodos
disparando.

Sencillamente, hay muchos tipos de disparadores y cada uno tiene su


recorrido, y sólo a un tirador con muy bajo nivel de instrucción le parecerá
este un asunto irrelevante. Una vez se prueban las armas, nos damos
cuenta de que “esta se dispara mejor que esta otra”, o que “esta tiene un
recorrido tan largo que me duermo antes de que salga el disparo”. Como ya
se ha mencionado al principio, no es una sabia decisión adquirir un arma sin
haberla probado antes, sin haberla comparado con otras, o “porque me
dijeron que era muy buena”.

La conclusión sobre esto es clara: es una lástima adquirir una pistola para
luego probar la de un compañero y descubrir que el sistema de
funcionamiento me convence más que la de la mía, el tiro me resulta más
sencillo y consigo mejores resultados en mi entrenamiento.

4. ¿Armazón de polímero o armazón de metal?

Los armazones de polímero llevan en el mercado mucho más tiempo del


que quizá pensemos. Este tipo de material se popularizó a principios de los
años 80 con la primera generación de pistolas Glock. Sin embargo, diez
años antes, la empresa alemana Heckler & Koch había desarrollado la
VP70, una peculiar pistola con cargador de 18 cartuchos y capacidad de
fuego automático, que fue la primera arma corta con armazón de polímero.
Su producción cesó en 1989, en pleno auge de las pistolas Glock.

Básicamente, la principal ventaja del armazón de polímero es la reducción


del peso total del arma. La mayoría de pistolas con este tipo de armazones
apenas rondan los 600-700 gramos de peso descargadas, y no llegan a un
kilogramo con el cargador lleno. Esto proporciona mayor comodidad y
portabilidad a la hora de trabajar con el arma, lo cual puede ser muy
importante en aspectos como el porte oculto con ropa civil. El polímero es,
asimismo, muy resistente y duradero, insensible a agentes químicos,
corrosión, óxido, cambios de temperatura y otros factores, pero sin embargo
vulnerable al fuego.

El armazón de
metal, por otra parte, incrementa notablemente el peso del arma, pero tiene
una ventaja significativa: por lo general, tiende a disminuir la relevación del
arma tras el disparo. Cuanto más pesado sea el armazón, más se opone al
movimiento ascendente de la boca del cañón producido por el
desplazamiento de la corredera hacia atrás después del disparo. Debido a
ello, la sensación del tiro con un arma de este tipo es algo más estable,
menos brusca, como si el arma fuera, en términos coloquiales, “menos
nerviosa” o “más dócil” en el tiro. Es importante destacar que por lo general
solo los modelos más antiguos tienen un armazón completo de acero. Lo
habitual son las aleaciones de aluminio, las cuales se crearon ya con objeto
de reducir el peso total del arma. La Sig-Sauer P226 es uno de los mejores
ejemplos de arma equilibrada y de fácil control de disparo.

Debemos tener en cuenta que esta característica de las armas con


armazones metálicos, si bien es digna de mención, por lo general no es muy
significativa. La tendencia actual de la mayoría de fabricantes es decantarse
hacia el armazón de polímero, ya que una notable reducción de peso
parece ser una ventaja más aprovechable que una ligera reducción de la
reelevación del arma. Lo recomendable en este caso es comparar varios
modelos, y si es posible, realizar una prueba con fuego real.

5. ¿De cuánto presupuesto dispongo para adquirir el


arma?

Hoy en día, y tal y como está la presente situación, es posible que la


mayoría de nosotros no tenga presupuesto en absoluto para adquirir un
arma particular, pero en caso de tenerlo, hay una pauta que debemos tener
en cuenta: el precio no es indicativo de nada. Por ejemplo, una Sig-Sauer
casi siempre me costará más cara que una USP, y sin embargo la corredera
de la Sig probablemente se oxidará y la de la USP no lo hará. Este hecho
era por desgracia algo común en las pistolas Sig de la serie Pro y en
algunos otros modelos.
La casa Glock bajó
el precio de sus pistolas a menos de 500 euros hace pocos años, lo cual fue
motivo suficiente para que muchos “entendidos” se permitieran la licencia de
decir cosas como “esa pistola es muy barata, con lo cual seguro que es
mala”, cuando la realidad era que Glock se preparaba para lanzar la 4ª
generación del mismo modelo, a un precio nuevamente superior a 500
euros. El precio de las armas no solo tiene que ver con la calidad o fiabilidad
de las mismas, sino con los costes de fabricación, los contratos de ventas,
las importaciones, el valor de la propia empresa en el ámbito de la
economía, la aceptación del arma en el mercado, las patentes y un sinfín de
factores.Como conclusión, podemos tener un presupuesto más o menos
ajustado para adquirir un arma personal, pero no debemos dejar que el
precio del arma nos condicione ni para bien ni para mal, porque
seguramente nos estaremos equivocando.
6. ¿El hecho de que tenga seguro manual externo es
importante para mi?

El seguro manual externo es un elemento que cada vez se contempla


menos en las pistolas actuales. En algunos casos nunca o casi nunca se ha
contemplado, como con las fabricadas por Glock o Sig Sauer, ambas
marcas de gran prestigio.

Hoy en día la mayoría de los últimos modelos que salen al mercado carecen
de seguro manual, sirvan de ejemplo la HK P-30 en muchas de sus
variantes, la MP9 de Smith and Wesson, la Walther PPQ y muchas otras.
En algunos casos, como en las HK, existen varias versiones, con o sin
seguro, en función de los requerimientos del usuario. Este tema es algo muy
personal que cada uno debe valorar objetivamente. Para arrojar algo de luz
sobre ello, dividiremos los elementos de seguridad de toda arma en dos
categorías:

1) Elementos de seguridad activos: aquellos que el usuario debe


manipular para su funcionamiento y que tienen una influencia directa en la
posibilidad de que el arma efectúe o no un disparo. En esta categoría están
los seguros manuales de aleta, los seguros de cargador que impiden que el
arma haga fuego sin estar el mismo insertado, los seguros de empuñadura
estilo Colt-1911 y de otros tipos.
2) Elementos de seguridad pasivos: aquellos cuyo funcionamiento no
depende de la manipulación del usuario, sino que son automáticos y sólo se
desactivan mediante la acción del disparador. Ejemplos de este tipo son los
seguros de caída, los seguros de bloqueo de la aguja percutora, o el
sistema “SAFE Action” de Glock.
Los seguros activos proporcionan al usuario una seguridad “visual” del
estado de su arma. Si vemos un seguro de aleta puesto, sabemos que el
arma no hará fuego (o no debería) si presionamos el disparador, pero…
¿por qué íbamos a presionarlo a no ser que quisiéramos hacer fuego? La
única respuesta válida, aparte del disparo en seco, sería el disparo
accidental, la negligencia. La experiencia demuestra que al final, en la
mayoría de los casos, los usuarios no utilizan el seguro manual de sus
armas, sino que simplemente lo llevan desactivado y con el arma en la
funda. No está de más decir que la propia funda es, ante todo, el primer
elemento de seguridad de que disponemos, el primer eslabón de la cadena
de seguridad. El hecho de que la mayoría de empresas ya no incluyan el
seguro manual en sus armas es un claro indicativo de que la mentalidad
general cada vez evoluciona más hacia no necesitarlo. No obstante,
algunas marcas como HK aún siguen incluyéndolo en muchas de sus
armas, muchas veces por requerimientos específicos militares o policiales
en los que tampoco entraremos en este estudio.

Los seguros pasivos son los verdaderamente importantes e imprescindibles


en toda arma que se precie, y la razón es muy sencilla: un arma no puede
bajo ningún concepto dispararse debido a una caída, un golpe, una presión
lateral sobre el disparador o cualquier otra causa similar. Un arma debe
hacer fuego única y exclusivamente cuando el usuario presione el
disparador, y ya otra cosa es si lo ha hecho por voluntad propia o por
negligencia. ¿Necesitamos entonces los seguros manuales? Depende de
nuestro nivel de instrucción, las circunstancias, el entorno en el que
trabajemos, los requerimientos que tengamos impuestos y otra serie de
factores, pero en cuanto a los seguros pasivos no hay duda: son
imprescindibles. Un arma corta que se me cae de las manos, golpea el
suelo y se dispara, es un arma cuya mejor utilidad es como pieza de museo
o como material de reciclaje.

7. ¿La capacidad del cargador y la ergonomía son


también importantes?

La capacidad del cargador suele ser, hoy por hoy, alta en la mayoría de
modelos. El estándar más habitual son 15 cartuchos, aunque hay modelos
como la Glock 17, que desde sus primeros días incluyen 17 cartuchos en el
cargador (como anécdota, comentar que la designación “Glock-17″, no tiene
nada que ver con la capacidad del cargador ni con el tamaño del arma, sino
que simplemente es el número de la patente correspondiente a ese modelo
en concreto, por pura casualidad). En términos generales, la capacidad del
cargador tendrá influencia en el tamaño total del arma, lo cual influirá a su
vez en la portabilidad de la misma. Una alternativa a tener en cuenta en el
caso de que un usuario necesite un arma fácilmente ocultable pero con
buena capacidad de cargador es utilizar, si el arma lo permite, cargadores
más largos de otro modelo, como hacen algunos usuarios de Glock 26 que
emplean los cargadores de la propia arma y otros de mayor capacidad
como los de la Glock 17 ó 19.

La ergonomía es un factor clave, por desgracia no siempre tenido en


cuenta. Debemos conocer el arma, empuñarla con una y dos manos,
empuñarla desde la funda, ver si se adapta bien a nuestras manos o si
requiere modificaciones. Debemos sentir claramente la comodidad en el
empuña miento, debemos fijarnos en si se adapta bien a la mano o si por el
contrario hay una esquina, arista o cualquier otra parte que nos incomoda, si
el dedo índice puede alcanzar bien el disparador, si nos sobra o nos falta
empuñadura, si puedo manipular eficazmente los seguros, palancas de
desamar tillado.. .etc. Todo esto tendrá mucha influencia en el tiro, con lo
cual es muy importante. Hay pistolas que siempre han destacado por su
buena ergonomía, como la Walther P-99 y posteriores versiones, y otras
cuya ergonomía ha estado algo más en entredicho, como la Glock 19. Una
vez más, debemos PROBAR y COMPARAR, no fiarnos de terceros, y
estudiar con calma todos los factores.

8. ¿Hay en el mercado una amplia variedad de


accesorios para mi arma personal?

Esta cuestión incluye accesorios absolutamente imprescindibles como la


funda (salvo que prefiera o deba llevar mi arma siempre en su maletín de
transporte), y otros no tan relevantes como un módulo láser o unas miras de
tritio. Debemos tomarnos la molestia de conocer los accesorios disponibles
en el mercado y sus precios, no solo a través de internet sino también de
una armería especializada. ¿De qué modo puede influir esto en decantarse
por uno u otro modelo? Básicamente, debemos tener en cuenta que si
adquirimos una USP Compact o una Glock 17, el mercado nos ofrecerá
infinidad de accesorios para casi cualquier circunstancia, desde fundas
hasta piezas personalizadas, mientras que si adquirimos una Walther PPQ
o una Smith and Wesson MP9, probablemente me cueste bastante más
encontrar incluso una funda en condiciones. Las pistolas más modernas
requieren siempre un tiempo “de rodaje” en el mercado, no solo para la
fabricación de accesorios por parte de otras empresas, sino para poder
constatar que son armas fiables y responden bien a lo anunciado por el
fabricante. ¿Cuánto cuesta un cargador extra para nuestra arma? ¿Existen
portacargadores de calidad para llevarlo? ¿Hay alguna empresa que
fabrique fundas de ocultación para nuestro modelo en concreto? ¿Tenemos
la posibilidad de colocar un alza micrométrica en el arma? A medida que
avancemos en la instrucción y el entrenamiento con el arma, estas
pequeñas cuestiones de seguro irán cobrando importancia.

A modo de resumen, y con objeto de determinar unas pautas básicas a


seguir para todo aquel interesado en adquirir un arma personal, propongo
las siguientes recomendaciones:

 Determinar claramente el uso que pretendo dar al arma.


 Informarse todo lo posible a través de todo tipo de fuentes, pero no fiarse
enteramente de las opiniones de terceros ni de aquellos que creen que su arma es
la mejor “porque sí”, sin tener argumentos objetivos.
 Probar y comparar SIEMPRE, y tomarse el tiempo necesario. No limitarse solo a un
arma, sino tener en cuenta varias marcas y modelos.
 El precio no es indicativo de nada.
 Experimentar con la ergonomía, el sistema de funcionamiento, el recorrido del
disparador, el reseteo y los seguros manuales si el arma dispone de ellos.
 Siempre que sea posible, realizar una prueba con fuego real comparando diferentes
armas. A ser posible, no conformarse solamente con las sensaciones que
percibimos en la armería al empuñar el arma. A fin de cuentas, el fuego real es la
prueba clave de toda arma, pero no solo para ver su fiabilidad o precisión, sino para
ver si me siento cómodo disparando con ella.
 Informarse de la disponibilidad y el precio de los accesorios, fundas, piezas de
recambio, etc. que pueda haber en el mercado para ese modelo concreto.
Espero que este artículo haya servido de ayuda a todos aquellos que
tengan interés en el mundo de las armas cortas. Una vez se haya tomado la
decisión y seamos propietarios de un arma personal, el siguiente paso es el
más importante: entrenar, entrenar y entrenar para mejorar nuestra
habilidad y, por encima de todo, ser siempre un usuario seguro y
responsable de las armas de fuego.

Potrebbero piacerti anche