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“Me compré ésta pistola porque a los de mi promoción nos hicieron una oferta o un
descuento muy bueno, pero nunca la he probado ni la conozco”.
“Me dijeron que esta era muy buena y por eso me la compré”.
“Una vez la probé y me gustó, pero no he probado ni conozco ninguna otra”.
“Si esta marca es la que fabrica nuestros fusiles, seguro que sus pistolas son muy
buenas también y se ajustan perfectamente a mis requerimientos personales. No
quiero probar ninguna otra cosa ni complicarme”.
“Esa pistola es más cara que tal o cual otra y además está hecha en tal o cual país,
así que tiene que ser muy buena”.
“Esa pistola es de las más baratas, así que muy buena no puede ser”.
“Esa pistola es el último modelo de la marca, así que seguro que es la mejor que
hay”.
Por mucho que algunas de estas afirmaciones puedan parecer algo
ambiguas, o incluso difíciles de creer, seguro que muchos hemos
escuchado todos estos argumentos y otros aún más chocantes en varias
ocasiones y pronunciados por personal procedente de colectivos muy
diferentes entre sí, tanto civiles como militares. Siendo honestos,
seguramente muchos de nosotros también hayamos actuado alguna vez
según una o más de estas pautas equivocadas. A fin de cuentas, ¡nadie
está exento de cometer errores! Una vez analizadas estas posibles fuentes
de error, entremos en materia realizándonos esta primera y
FUNDAMENTAL pregunta:
o Uso en nuestro trabajo diario como miembros de las FCSE o Fuerzas Armadas, de
uniforme y con el arma a la vista en su funda de cintura o pernera.
o Ídem de lo anterior, pero con la necesidad de llevarla oculta y vistiendo ropa de
paisano.
o Uso para la práctica del tiro deportivo o de competición, ya sea en precisión,
recorridos de tiro u otras modalidades.
o Utilización durante nuestro tiempo libre como herramienta de entrenamiento
personal y perfeccionamiento de nuestras habilidades en el empleo del arma corta.
o Utilización como medio de autoprotección.
o Cualquier combinación de los anteriores.
Si mi intención de adquirir un arma corta NO está motivada por alguno de
los posibles usos anteriores, quizá debería reflexionar acerca de si
simplemente voy a comprarla “porque me apetece” o “porque me gusta
tenerla”, lo cual tarde o temprano puede tener como consecuencia venderla
o inutilizarla porque nos habremos cansado de ella y nos supone una carga
y una responsabilidad no deseada, con lo que habremos perdido tiempo y
dinero, o peor aún, guardarla en su maletín y sacarla de vez en cuando para
ver lo bonita que es y enseñarla a los compañeros y a las visitas. Cierto es,
que si estamos en este caso, la ventaja que tenemos es que… ¡podemos
comprarnos literalmente el arma que más nos guste en el mundo, ya que el
resto de consideraciones no son importantes para nosotros! Pero no debe
ser esta la mentalidad, ni es esta la manera correcta y responsable de
proceder. Adquirir un arma de fuego es una decisión seria, así que una vez
dicho esto, ¡que cada uno sea consecuente!
Empecemos por la primera categoría, utilización en nuestro trabajo diario,
de uniforme y con el arma a la vista. Si pretendemos adquirir un arma y
utilizarla de esta manera, es de entender que dicho uso estará permitido en
nuestra unidad, es decir, que las normas o nuestros superiores nos
amparan y se nos permite descartar nuestra arma reglamentaria y emplear
la nuestra propia en el trabajo, tanto en instrucción como en misiones
reales… ¿o quizá solo en instrucción? Esto es algo que debemos tener en
cuenta, porque quizá no sea la decisión más sabia sustituir nuestra arma
reglamentaria por una que después no podremos (o no deberemos) llevar a
una misión real. Quizá nuestros motivos sean otros, como que, por ejemplo,
a lo mejor en nuestra unidad hay un 50% de pistolas viejas y obsoletas y
otro 50% de pistolas nuevas y modernas, y como no se nos ha asignado
una de las nuevas, pedimos permiso para llevar la nuestra particular porque
es mucho más fiable que el arma obsoleta que nos han dado de dotación, o
porque quizá no se nos haya proporcionado una funda de seguridad
adecuada para portarla, o porque quizá prefiramos que otro miembro de la
unidad utilice la pistola buena mientras nosotros nos arreglamos con la
nuestra propia y así descartamos otra pistola vieja o poco segura.Si este es
nuestro caso, puede ser una buena idea adquirir una pistola igual o similar a
la que tenemos de dotación o a la que nos asignarían para una misión real.
Si bien no es imprescindible proceder de ese modo, no deja de ser cierto
que ese criterio de elección contribuirá favorablemente a mejorar nuestro
nivel de instrucción con el arma de dotación o aquella que emplearíamos en
una operación real.
Para las
Fuerzas Armadas o FCSE, la elección más lógica en este sentido serían
armas de calibre 9x19mm como HK (Heckler & Koch) USP, HK USP
Compact, HK P-30, Glock 17, Beretta M92FS, Walther P-99, Walther PPQ o
cualquier otro modelo de dotación en estos colectivos. Nos interesan
factores como: alta capacidad del cargador (15 o más cartuchos en el caso
del 9x19mm), y muy alta fiabilidad y seguridad. En este caso no nos
preocupan demasiado otros factores como el tamaño o la portabilidad,
siempre dentro de unos límites.
No obstante, es conveniente recordar que si nuestra arma de dotación
reúne las condiciones de fiabilidad, precisión y seguridad adecuadas, por
ejemplo en el caso de la HK USP, probablemente no deberíamos adquirir un
arma particular, por ejemplo una Glock 17, solo con intención de utilizarla en
favor de la de dotación por el mero hecho de que “yo prefiero usar la mía”.
Si el arma reglamentaria es buena, en teoría debemos poner todos los
medios para utilizarla e instruirnos con ella todo lo posible.
Llegados a este punto, y una vez he reflexionado sobre el tipo de uso que
pretendo dar a mi arma personal, entran ahora en juego una serie de
factores a tener en cuenta. Pasaremos a enumerarlos y a contestarlos uno
por uno:
Como ya se ha
mencionado más arriba, dado el alto grado de fiabilidad de las pistolas
modernas, las únicas ventajas reales del revólver sobre la pistola son la
sencillez de uso y sobre todo la posibilidad de disparar calibres de gran
potencia, dada la mayor robustez de sus piezas y su armazón. Pudiera ser
que el revólver me interesase más como medio de autodefensa por esos
motivos, pero teniendo en cuenta que saldríamos perdiendo en cuanto al
número de cartuchos que tendríamos a nuestra disposición, la gran lentitud
para recargar y otros factores, es raro que no haya una o varias pistolas en
el mercado que cumplan todos nuestros requerimientos por encima del
revólver. Otras cuestiones fundamentales de este último son la ausencia,
por lo general, de seguro manual y el concepto de “arma cargada”, ya que
los revólveres, una vez está municionado el tambor, ya se considera tan
preparado para hacer fuego como una pistola con cartucho en recámara y
con el seguro quitado, de modo que en cuanto presione el disparador, el
arma efectuará un disparo. ¿Podemos y queremos asumir ese nivel de
seguridad? Eso es algo que debemos preguntarnos.
Este punto suele ser el talón de Aquiles de quienes adquieren un arma sin
la suficiente información o experiencia, o sin haberla disparado antes.
Además del
sistema de funcionamiento y la presión a ejercer sobre el disparador,
debemos examinar cuidadosamente el “recorrido” del mismo y el “reseteo”
del disparador. Sin entrar en tecnicismos, definiremos “recorrido” como la
distancia que debemos mover el disparador con nuestro dedo índice desde
que establecemos contacto con el mismo hasta que se produce el disparo.
Por otra parte, el “reseteo” puede definirse como la distancia que, una vez
realizado el disparo, debemos dejar que el disparador recorra de vuelta
impulsado por su muelle hasta que el mecanismo de disparo vuelva a estar
preparado para hacer fuego, momento en el que se escuchará un
característico “click”, y que llegará mucho antes de que permitamos al
disparador volver a su posición inicial relajada. Pretendo que estas
definiciones sean más intuitivas que técnicas.
La conclusión sobre esto es clara: es una lástima adquirir una pistola para
luego probar la de un compañero y descubrir que el sistema de
funcionamiento me convence más que la de la mía, el tiro me resulta más
sencillo y consigo mejores resultados en mi entrenamiento.
El armazón de
metal, por otra parte, incrementa notablemente el peso del arma, pero tiene
una ventaja significativa: por lo general, tiende a disminuir la relevación del
arma tras el disparo. Cuanto más pesado sea el armazón, más se opone al
movimiento ascendente de la boca del cañón producido por el
desplazamiento de la corredera hacia atrás después del disparo. Debido a
ello, la sensación del tiro con un arma de este tipo es algo más estable,
menos brusca, como si el arma fuera, en términos coloquiales, “menos
nerviosa” o “más dócil” en el tiro. Es importante destacar que por lo general
solo los modelos más antiguos tienen un armazón completo de acero. Lo
habitual son las aleaciones de aluminio, las cuales se crearon ya con objeto
de reducir el peso total del arma. La Sig-Sauer P226 es uno de los mejores
ejemplos de arma equilibrada y de fácil control de disparo.
Hoy en día la mayoría de los últimos modelos que salen al mercado carecen
de seguro manual, sirvan de ejemplo la HK P-30 en muchas de sus
variantes, la MP9 de Smith and Wesson, la Walther PPQ y muchas otras.
En algunos casos, como en las HK, existen varias versiones, con o sin
seguro, en función de los requerimientos del usuario. Este tema es algo muy
personal que cada uno debe valorar objetivamente. Para arrojar algo de luz
sobre ello, dividiremos los elementos de seguridad de toda arma en dos
categorías:
La capacidad del cargador suele ser, hoy por hoy, alta en la mayoría de
modelos. El estándar más habitual son 15 cartuchos, aunque hay modelos
como la Glock 17, que desde sus primeros días incluyen 17 cartuchos en el
cargador (como anécdota, comentar que la designación “Glock-17″, no tiene
nada que ver con la capacidad del cargador ni con el tamaño del arma, sino
que simplemente es el número de la patente correspondiente a ese modelo
en concreto, por pura casualidad). En términos generales, la capacidad del
cargador tendrá influencia en el tamaño total del arma, lo cual influirá a su
vez en la portabilidad de la misma. Una alternativa a tener en cuenta en el
caso de que un usuario necesite un arma fácilmente ocultable pero con
buena capacidad de cargador es utilizar, si el arma lo permite, cargadores
más largos de otro modelo, como hacen algunos usuarios de Glock 26 que
emplean los cargadores de la propia arma y otros de mayor capacidad
como los de la Glock 17 ó 19.