Sei sulla pagina 1di 6

¿Cómo puedo controlar mi peso?

La Biblia te anima a ser “moderado en los hábitos” (1 Timoteo 3:2). Y eso incluye tus hábitos alimentarios. Si te
cuesta controlar lo que comes, ¿por qué no intentas lo siguiente?

Escucha a tu estómago. “Antes solía contar las calorías que consumía—admite Julia, de 19 años—. Ahora
simplemente dejo de comer cuando me siento satisfecha.”

Evita lo que no sea sano. “Dejando de beber refrescos, bajé 5 kilos (10 libras) en un mes”, explica Peter, de
21 años.

Corrige los malos hábitos. “Siempre trato de no repetir”, dice Elena, de 19 años.

El secreto: Nunca, nunca te saltes las comidas. Te dará tanta hambre después que acabarás comiendo de más.

Claro, algunos que dicen: “¡Qué gordo estoy!”, en realidad no necesitan adelgazar. El problema está en cómo se
ven a sí mismos. Ahora bien, si tú de veras necesitas perder unos kilitos, fíjate en cómo lo logró una chica
llamada Catherine.

“Era apenas una adolescente y ya tenía sobrepeso. Nunca imaginé que me pasaría algo así. ¡Qué mal me sentía!
Odiaba mirarme al espejo.

”Intenté adelgazar en varias ocasiones siguiendo dietas especiales, pero siempre acababa recuperando el peso
perdido. A los 15 años decidí que no podía seguir así. Quería perder peso de la forma adecuada: una que me
sirviera para toda la vida.

”Compré un libro que explicaba los principios básicos de nutrición y ejercicio, y enseguida puse en práctica lo
que aprendí. Estaba decidida a no rendirme aunque alguna vez me saliera de la dieta o me desanimara.

”¿El resultado? ¡Funcionó! En un año perdí 25 kilos (60 libras) y llevo ya dos años manteniéndome en el peso
que quiero. ¡Quién lo iba a decir!

”La clave fue que no me limité a hacer dieta, sino que cambié de estilo de vida.” (Catherine, de 18 años.)

¿Cómo puedo sobrellevar mi enfermedad? (Primera parte)

¿Conoces a algún joven que tenga una enfermedad grave? ¿Padeces tú mismo alguna enfermedad o
discapacidad que te impida realizar actividades que otros jóvenes pueden hacer?

Si una enfermedad te limita, es comprensible que a veces te sientas triste. Veamos algunos pensamientos
bíblicos que te harán sentir mejor.

 El Creador, Jehová, sabe por lo que estás pasando. Y lo que es más, se interesa por ti (1 Pedro 5:7).
 Jehová se ha propuesto acabar con todas las enfermedades. ¿Te imaginas? Puedes leer sobre esta promesa
en Isaías 33:24 yRevelación (Apocalipsis) 21:1-4.

Muchos jóvenes con problemas de salud han visto que la fe en Dios y en sus promesas les da las fuerzas para
seguir adelante. Veamos cuatro casos.

 YEIMY
 MATTEO
 BRUNA
 ANDRÉ
YEIMY

Desde los 11 años necesito una silla de ruedas para moverme. Ni siquiera puedo hacer algo tan sencillo
como levantar cosas ligeras.

Cuando tenía cinco años me diagnosticaron distrofia muscular, una enfermedad que va empeorando con el
tiempo y que me limita muchísimo. A veces me pongo muy triste porque no puedo hacer cosas que hacen otros
de mi edad. Pero cuento con la ayuda de mis padres y los hermanos de la congregación, quienes también me
dan apoyo emocional y espiritual. De hecho, predico a tiempo completo, y los hermanos me acompañan a dar
clases de la Biblia.

Jesús dijo que cada día trae sus propios problemas (Mateo 6:34). Por eso, procuro vivir día a día y voy
trazándome metas que pueda alcanzar. ¡Cuánto deseo que llegue el nuevo mundo que Dios promete! Entonces
me podré olvidar de esta enfermedad y disfrutar de la vida de verdad (1 Timoteo 6:19).

Piensa en esto: A Yeimy le ha servido fijarse metas realistas. ¿Qué metas te pondrías tú? (1 Corintios 9:26.)

MATTEO

Me empezó a doler la espalda cuando tenía seis años. Al principio, los doctores decían que se debía al
crecimiento. Pero un año después descubrieron que tenía un tumor en la columna.

Cuando me operaron, solo pudieron quitarme alrededor del 40 % del tumor; pero en tan solo dos meses
recuperó su tamaño original. Desde entonces me han hecho muchas pruebas, me he sometido a muchos
tratamientos y me he decepcionado muchas veces.

Hay días en que me duele todo el cuerpo, como si me estuvieran dando puñaladas, pero donde más dolor
siento es en la espalda y el pecho. Con todo y eso, trato de que mi situación no me afecte más de la cuenta.
Pienso en que otros también han aguantado cosas horribles y aun así no pierden el ánimo. Lo que más me
ayuda a mantener una actitud positiva es saber que llegará el día en que Jehová cumpla su promesa de acabar
con el dolor (Revelación 21:⁠ 4).

Piensa en esto: ¿Por qué crees que reflexionar en que Jehová acabará con el sufrimiento le ayuda a Matteo a
no perder el ánimo? ¿Podría ayudarte a ti también? (Isaías 65:17.)
BRUNA

Como a simple vista no se nota mi enfermedad, hay quienes pudieran pensar que soy perezosa. Pero la
verdad es que todo me cuesta muchísimo trabajo: estudiar, cumplir con mis deberes y hasta
levantarme de la cama.

A los 16 años me diagnosticaron esclerosis múltiple. Esta es una enfermedad debilitante y progresiva que
afecta mi capacidad para trabajar y no me deja realizar todas las actividades cristianas que quisiera. Me gusta
repasar 1 Pedro 5:7, que nos anima a echar sobre Dios todas nuestras inquietudes porque él se interesa por
cada uno de nosotros. Pensar en esto me ha dado fuerzas hasta el día de hoy.

Piensa en esto: ¿Cómo puede ayudarte echar todas tus inquietudes sobre Jehová, tal como lo hace Bruna?
(Salmo 55:22.)

ANDRÉ

Algunas personas me tratan como si tuviera 10 años. Y no los culpo, pues parezco un niño.

Cuando tenía dos años, me descubrieron un tipo de cáncer muy raro que me empezó en la médula espinal y se
extendió al cerebro. Los médicos lograron controlar la enfermedad, pero los tratamientos frenaron mi
crecimiento. Mido 1,37 metros (4 pies y 6 pulgadas). Así que muchos no me creen cuando les digo que tengo
18 años.

En la congregación me tratan con dignidad. Nadie se burla de mí, como lo hacían los chicos de la escuela. Trato
de ver las cosas buenas que hay en mi vida, como haber conocido a Jehová. ¡Eso es lo mejor que puede pasarle
a alguien! Estoy convencido de que él me cuidará siempre, pase lo que pase. También me ayuda pensar en el
maravilloso nuevo mundo que Jehová ha prometido (Isaías 33:24).

Piensa en esto: ¿Por qué crees que conocer a Jehová es lo mejor que le puede pasar a alguien? (Juan 17:3.)

¿Cómo puedo sobrellevar mi enfermedad? (Segunda parte)

Hay distintos tipos de enfermedades:

 Las que se notan a simple vista y las que no.


 Las que atacan de vez en cuando y las que se sufren día tras día.
 Las que se pueden curar —o, al menos, controlar— y las que van empeorando cada vez más hasta el punto de
poner en riesgo la vida.
Y todas ellas pueden afectar tanto a mayores como a jóvenes. En este artículo te presentaremos a cuatro
jóvenes que han sido víctimas de la enfermedad. Si tú mismo tienes problemas de salud, tal vez sus
comentarios puedan darte ánimo.

 GUÉNAELLE
 ZACHARY
 ANAÏS
 JULIANA
GUÉNAELLE

Lo peor es aceptar que no puedo hacer todo lo que quisiera. ¡Y son tantas cosas...! Todos los días tengo
que adaptarme a cómo me siento.

Padezco un trastorno neuromuscular, es decir, la comunicación entre mi cerebro y mis músculos es deficiente.
En ocasiones me tiemblan o se me paralizan distintas partes del cuerpo, desde la cabeza hasta la punta de los
pies. Cosas tan sencillas como moverme, leer, escribir, hablar o entender lo que otros dicen pueden ser muy
difíciles para mí. A veces me pongo muy mal, pero entonces los ancianos de mi congregación oran conmigo, y
enseguida me siento más relajada.

Jehová me ha dado las fuerzas para aguantar todas y cada una de mis pruebas. Por eso, estoy decidida a
no dejar que mi enfermedad me impida darle lo mejor. Enseñar a otros que él pronto convertirá la Tierra en un
paraíso donde ya no habrá sufrimiento es muy importante para mí (Revelación [Apocalipsis] 21:1-4).

Piensa en esto: ¿Cómo podrías tú, como Guénaelle, mostrar amor a otros? (1 Corintios 10:24.)

ZACHARY

A los 16 años, me encontraron un tipo de cáncer cerebral muy agresivo. Los médicos me dijeron que
solo me quedaban ocho meses de vida. Desde entonces, he estado luchando por sobrevivir.

Los tumores me han paralizado el lado derecho del cuerpo, y como no puedo caminar, siempre tiene que haber
alguien en casa para ayudarme.

A medida que la enfermedad avanza, voy perdiendo la capacidad de expresarme con claridad. Antes siempre
estaba haciendo algo. Me gustaba el esquí acuático, el baloncesto y el voleibol. Y también iba mucho a predicar,
pues soy testigo de Jehová. Creo que la mayoría de la gente no sabe lo que duele no poder hacer las cosas que
más te gustan.
Isaías 57:15 —donde dice que Jehová está con los que se sienten “aplastados”— me da fuerzas, pues me
confirma que él se preocupa por mí. También me gusta Isaías 35:6 porque ahí Jehová promete que los que
no pueden caminar serán sanados. Sé que en el futuro podré servirle con salud perfecta.

Aunque hay días en que es muy difícil soportar mi enfermedad, siento que Jehová está conmigo. Gracias a la
oración siempre tengo a alguien con quien hablar cuando estoy triste o temo que voy a morir. No hay nada que
pueda separarme del amor de Jehová (Romanos 8:39).

Zachary falleció a los 18 años de edad, dos meses después de esta entrevista. Hasta el último momento se mantuvo
aferrado a su esperanza de resucitar en un paraíso terrestre, tal como Dios ha prometido.

Piensa en esto: ¿Cómo puede la oración ayudarte a ti a fortalecer tu relación con Dios?

ANAÏS

A los pocos días de nacida, una hemorragia cerebral me dejó discapacitada. La parte más afectada
fueron mis piernas.

Hoy puedo caminar distancias cortas con un andador, pero por lo general tengo que usar una silla de ruedas.
Y como también me dan espasmos, se me hace muy difícil realizar tareas que requieran cierta precisión, como
escribir.

Todo esto me causa mucha tensión, y para colmo, el tratamiento tiene sus retos. Desde muy pequeña he tenido
que ir a sesiones de fisioterapia varias veces a la semana. Me han hecho cuatro grandes operaciones, la
primera cuando tenía solo cinco años. Las últimas dos fueron las más difíciles, pues tuve que pasar tres meses
fuera de casa en lo que me recuperaba.

Mi familia me da mucho apoyo. A menudo, nos reímos juntos, y eso me levanta el ánimo. Como no me puedo
arreglar sola, mi mamá y mi hermana me ayudan. Algo que lamento es no poder usar tacones. Aunque una vez,
cuando era niña, me puse a gatear con tacones en las manos. ¡Todos nos reímos muchísimo!

Para que la enfermedad no sea el centro de mi vida procuro mantenerme ocupada. Por ejemplo, estudio
idiomas. Además, practico la natación, un buen sustituto del surf o el snowboard, que tanto me atraen. Y como
testigo de Jehová, disfruto de enseñar mis creencias a los demás, pues he visto que las personas suelen ser
atentas conmigo.

De niña, mis padres me enseñaron que mi enfermedad es pasajera. Desde entonces me he esforzado por
fortalecer mi fe en Jehová y en su promesa de acabar con todo el sufrimiento, incluido el mío. Eso me da
fuerzas para seguir adelante (Revelación 21:3, 4).

Piensa en esto: Anaïs ha logrado que la enfermedad no sea el centro de su vida. ¿Qué podrías hacer tú para
lograr lo mismo?
JULIANA

Padezco una dolorosa enfermedad autoinmune que puede afectar al corazón, los pulmones y la sangre.
Ya ha dañado mis riñones.

Me diagnosticaron lupus cuando tenía 10 años. Esta enfermedad me causa dolor, agotamiento y cambios de
humor. A veces siento que no sirvo para nada.

A los 13, una testigo de Jehová vino a predicar a mi casa y me leyó Isaías 41:10, donde Jehová dice: “No tengas
miedo, porque estoy contigo. [...] Te mantendré firmemente asido con mi diestra de justicia”. Después de eso
comencé a estudiar la Biblia con los Testigos. Ya han pasado ocho años, y ahora uso mi vida para servir a Dios.
Estoy resuelta a no dejar que el lupus controle mi vida. Además, he logrado mantener una actitud positiva
gracias a que Jehová me ha dado “el poder que es más allá de lo normal” (2 Corintios 4:7).

Piensa en esto: ¿Cómo puede Isaías 41:10 ayudarte a ti a mantener una actitud positiva como la de Juliana?

Potrebbero piacerti anche