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“Si por el dinero que tengo he perdido a mis amigos, o la estabilidad familiar, no he ganado
demasiado; la tarta se quiere para la fiesta: comérsela estando solo es una experiencia que
entristece, que puede acabar amargando”. En cambio, tener amigos es lo mejor que te
puede pasar; se tiene amigos por el sólo hecho de tenerlos.
“La vida social se funda en compartir este tipo de bienes y en repartir los demás”. “Una
sociedad ocupada sólo en repartir no tiene vida en común: es un engendro burocrático que
no tiene más riqueza que la que crea materialmente”. En cambio, compartir hace a una
sociedad más humana.
Si sólo me dan, reparten dividendos, si sólo tengo derechos, mi existencia es pasiva. Si
tengo que actuar, si debo tratar de hacer llegar a todos más lejos, entonces mi vida es un
proyecto que tiene todas las características de una aventura” (Yepes & Stork; 139).
La forma más intensa y excelente de compartir es el amor.
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Amor: rasgos y dimensiones
Todas las acciones de la vida humana tienen que ver, en último término, con el
amor. Ya sea porque lo afirman o porque lo niegan.
El amor es el uso más humano y más profundo de… la voluntad (¡no de los
sentimientos!).
o Amor: se le quiere por sí mismo
o Interés: se le quiere como medio para alcanzar otra cosa; se le
instrumentaliza. (García Cuadrado; 168)
El amor es un acto de la voluntad acompañado de un sentimiento (afecto), que
puede no estar o desaparecer con el tiempo.
o Primero y antes que todo, es un acto de la voluntad: “yo quiero, elijo, a
alguien”
o Producto de esa elección, después y como resultado de ella, tengo un
sentimiento. Ese sentimiento es el afecto. El afecto es sentir que se quiere.
Es la sensación que produce el movimiento de la voluntad, el querer, el
desear, la volición.
Amar es un acto de la persona, y por eso es que se dirige, en primer término, a otras
personas.
El amor produce afectos y efectos. Uno de esos efectos es el placer. “Gozo o deleite
que se siente al poseer lo que se busca o hacer lo que se quiere”.
o Educación moral consiste en “moderar” el gozo del placer. Se entiende por
“moderar” pasarlo por el filtro de la razón, la libertad y la voluntad. Hacerlo
“conciente”. Ej. guagua que se toma la leche o niño que se come el helado
como si su vida dependiera de ello. Lo zampa y llora cuando se acaba, sin
darse cuenta siquiera de que se lo comió. No lo disfrutó (Yepes & Stork; 141).
Amar es poseer. Buscar ser uno con lo amado. Se es feliz cuando se deja de desear
porque ya se posee todo; todas las necesidades están satisfechas. Se es pleno.
(Pregunta: ¿existe un bien que logre eso?)
Amar es conocer (no “estudiar”, como se estudia matemáticas, sino que es un
conocimiento producto del diálogo con el amado). El amor no se conforma con un
conocimiento superficial, epidérmico o pasajero del otro.
o ¡Pero no es necesario comprender todo o entender a otro para amar! No es
lo mismo conocer que comprender o entender. A mi esposa no la “entiendo”,
pero la amo con locura (y quizás sea precisamente por eso que la amo). Y
ella, ciertamente, no entiende muchas cosas de mí y, sin embargo, me ama.
Amor de cosa: es el bien querido, la “cosa buena”. No se busca por sí, sino en cuanto
su destinación, su fin, aquello para lo que sirve. Ej. el agua la quiero como a una
cosa, por cuanto me satisface la sed. La quiero como un “medio”.
Amor de persona: el destinatario de ese bien, aquel para quien se quiere la cosa
buena. A mi hija la quiero por ella misma; no porque a mí me sirva para algo. La
quiero como un “fin”.
Si este orden es alterado, nos encontramos con deformaciones o defectos del amor (García
Cuadrado; 169).
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Se puede querer con valor de fin aquello que sólo tiene valor de medio. Se absolutiza
o endiosa valores que son medios. Ej.: el avaro endiosa el dinero, ama con amor de
persona aquello que sólo se debe amar como a una cosa.
Se puede querer con valor de medio aquello que es un fin en sí mismo. Tratar a una
persona como un objeto o un mero medio. Ej.: placer o utilidad personal.
Amar a las personas sin amar ninguna cosa para ellas. Separamos los medios de
los fines. Un amor “platónico” o abstracto, que no se concreta en cosas o acciones
no es verdadero amor, porque falta algo esencial del mismo. Ej.: la falta de amor
propio, no quererse ni tenerse en estima, no considerarse lo suficientemente bueno
o “amable” por otro, impide donarse, entregarse. De aquí se deduce la importancia
del recto amor propio, considerarse como algo valioso.
Benevolencia y deseo
Benevolencia: cuando se “quiere el bien del otro”, se “desea el bien del otro”; se
afirma al otro por su alteridad, por ser un alter. Ej. Lo que mueve a una persona a
ahorrar para asegurar el bienestar futuro suyo o de su familia que bien podría no
disfrutar él.
Deseo: es la inclinación a la propia plenitud. Ej. Un niño asustado que corre hacia
su madre.
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o La voluntad debe quererlas en ese mismo orden; queriendo más a las más
excelentes y menos a las accesorias. Queriendo a las cosas por aquello que
tienen de buenas, en el sentido de que nos acercan a nuestra perfección.
Si no “amo” a las cosas en el orden natural que tienen, se puede hablar de un “afecto
desordenado”.
o Decía C. S. Lewis que los tipos de amor llevan en sí las semillas del odio. Si
las cosas se convertían en dioses, convertían el amor en odio. (Los cuatro
amores; 70).
“Apuesta, insensata, por la libertad. No la mía, la ajena”. (Octavio Paz. La llama doble,
p. 60)
Apuesta: algo mío se juega en el destino del otro. Yo soy, de algún modo,
responsable del destino del otro.
Insensato: no es una apuesta segura; no sería un amor muy noble. Desinterés, pero
también le aporta rasgos de locura y transgresión a la definición.
Libertad del otro: pliego mi voluntad a la del otro, buscar algo que para el otro es
valioso.