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TEMA 3: LA COMUNICACIÓN HUMANA Y EL LENGUAJE: LENGUAJE NATURAL Y

LENGUAJES FORMALES.

1. Comunicación humana
- Elementos del acto comunicativo (emisor, receptor, mensaje, canal, código,
contexto) + funcionamiento del acto comunicativo (Umberto Eco).
- Diferencia entre comunicación y transmisión de información: en la comunicación
los signos son significativos, necesitan ser interpretados por un interlocutor. En la
transmisión de información son meras señales que funcionan como estímulos.
- En consecuencia, en la comunicación humana siempre media el lenguaje como
código significativo que es cifrado/descifrado por el emisor y el destinatario.

2. El lenguaje
- Los 3 requisitos que caracterizan todo lenguaje según José Hierro Pescador.
- Primera gran aportación aclaratoria: Lenguaje como actividad (habla) y lenguaje
como estructura (lengua) de Ferdinand de Saussure. Problema de su interrelación:
el habla evoluciona continuamente y la lengua son un conjunto de normas fijas que
regulan el habla.
- La semiótica como estudio del lenguaje: sintaxis, semántica y pragmática.
- Las funciones del lenguaje: Karl Bühler (3 funciones) y Jakobson (6 funciones)
referidas a cada uno de los elementos comunicativos.
- Wittgenstein y los usos del lenguaje: similares a las funciones, pero mucho más
complejos. Se enmarcan en el lenguaje como actividad y su finalidad.

3. Lenguaje natural y lenguaje formal


3.1. Lenguaje natural
- Definición y características: Lenguajes de uso cotidiano, creados y evolucionados
históricamente, que se heredan, tienen un carácter convencional, son articulados,
simbólicos y productivos (finito léxico pero infinitas combinaciones).
- Ventajas e inconvenientes: gran flexibilidad y expresividad pero ambigüedad y
falta de precisión cuando es necesario expresarse con rigor científico. Creación de
los lenguajes artificiales para subsanar sus limitaciones e instrumentalizar el
pensamiento individual con fines científicos.
- Diferencia entre lenguaje natural y artificial a partir de la metáfora
wittgensteniana del lenguaje como ciudad.
3.2. Lenguaje formal
- Definición: Códigos convencionales totalmente explícitos que expresan de un
modo unívoco sus mensajes a través de una sistematización formal.
- Requisitos de la formalización: enumeración de elementos y axiomas,
especificación de las expresiones bien formadas y de las reglas de inferencia que
permiten operar con él (cálculo)
- El cálculo como estructura sintáctica. Sus elementos y la necesidad de
interpretarlos para convertirlos en lenguajes significativos para el conocimiento
científico.
- La diferencia entre lenguaje objeto y metalenguaje y el porqué un lenguaje formal
no puede ser metalenguaje de sí mismo.
0. INTRODUCCIÓN

Para desarrollar el tema que nos ocupa, partiremos del fenómeno de la


comunicación humana. Una vez introducido, presentaremos el modelo
comunicativo elemental que propuso Umberto Eco en Tratatado de Semiótica
General, a partir del cual distinguiremos entre comunicación y transmisión de
información y explicitaremos el hecho de la mediación lingüística como elemento
característico de la comunicación humana. Esto nos llevará a la consideración del
lenguaje, el cual abordaremos según su rasgos distintivos, la diferencia entre
actividad y estructura de Saussure y las funciones y usos del lenguaje. Por último, se
abordarán las características del lenguaje natural y sus limitaciones, lo que
conducirá al tratamiento de los lenguajes formales (formalización y cálculo) y a la
distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje.

1. LA COMUNICACIÓN HUMANA

De entrada, llamamos comunicación a aquel proceso en virtud del cual dos o


más individuos establecen un contacto que les permite intercambiar información.
La comunicación supone un fenómeno de primera necesidad en los grupos humanos
y de otras especies animales en la medida en que les permite realizar actividades de
colaboración y competitividad necesarias para la supervivencia. Además, en las
especies que son sociales por naturaleza, también vendría exigida por ese carácter
social de sus vidas. Pese a que la comunicación no es un acto exclusivo de los seres
humanos, han sido éstos los que han desarrollado un mayor número de formas
comunicativas y, entre ellas, las más complejas que existen. En nuestro caso no hay
que olvidar que la comunicación es condición de posibilidad de la transmisión de la
cultura, algo fundamental para nuestra "naturaleza".

Para que haya comunicación son


necesarios los siguientes elementos: emisor del
mensaje, receptor del mensaje, el mensaje, un
canal de comunicación o vía de circulación, un
código que permita construir e interpretar el
mensaje y una situación o contexto de
transmisión.

Ahora bien, aunque podemos identificar todos estos factores necesarios para
la comunicación en el proceso comunicativo animal, o incluso en ciertos sistemas
cibernéticos, la diferencia con nuestra forma de comunicarnos es sustantiva. De
hecho, ante los erráticos intentos de universalizar la definición de comunicación, la
semiótica actual exige distinguir entre comunicación y transmisión de
información.

Para comprender mejor las peculiaridades de esta distinción, nos


detendremos previamente en el modelo comunicativo elemental formulado por
Umberto Eco en su obra Tratado de semiótica general. Según este, el
funcionamiento de los procesos comunicativos se rige por el siguiente patrón:
La fuente de información supone el origen del proceso comunicativo en tanto
provee de la información que se va a transmitir. El transmisor se refiere al emisor de
la información provista por la fuente, pudiendo coincidir con esta o no. La señal es
la forma que toma la información enviada por el transmisor (acústica, gráfica,
gestual...). Ésta viaja a través de un canal o vía de circulación hasta el receptor de la
misma, encargado de recibir la señal y de convertirla en un mensaje que el
destinatario pueda comprender. Al igual que con la fuente y el transmisor, el
receptor y el destinatario pueden coincidir o no. En cuanto al rumor o ruido, se
entiende que es todo aquello que pueda estorbar o interferir la correcta transmisión
de la señal (normalmente, deficiencias técnicas en el canal).

Todos los factores hasta ahora mencionados pueden ser iguales en el proceso
comunicativo e informativo. Es el código, pues, el que marca la diferencia.

Estrictamente, el código es el sistema de significados empleado en cada caso


que indica qué señales significan qué cosas y cómo deben organizarse para
convertirse en un mensaje inteligible. Es decir, se trata de un sistema de significados
y reglas compartidas por el emisor y destinatario del mensaje donde las señales
empleadas son signos (piénsese en cualquier lenguaje natural que conozcamos).
Pero esto sólo ocurre en los actos considerados comunicativos; en los informativos,
dichas señales más que signos, son estímulos. Veamos la diferencia:

Los signos son objetos que se refieren a entidades diferentes a ellos mismos
-significan otros objetos- y necesitan ser interpretados previamente por el receptor
para responder a ellos. Sin embargo, las señales son unidades de transmisión de
información que pueden computarse independientemente del significado que
puedan tener (colores, sonidos, gestos...), y que provocan una reacción automática
en el receptor en determinado sentido y sin necesidad de una interpretación previa.

Llegados a este punto, cabe decir que todos los signos pueden ser señales si
se abstrae su posible significado (fonemas, palabras, colores...) pero no todas las
señales son signos. Al fin y al cabo, la clave está en la intención significativa que
posee el signo frente a la señal y, con ella, su correspondiente necesidad de
interpretación, no sólo de reacción. Precisamente, este es el rasgo que caracteriza el
acto comunicativo: la exigencia de que el código sea un sistema de significados
interpretable por los actores del proceso. Por ejemplo, el código binario es un
ejemplo de conjunto de señales y no de signos teniendo en cuenta que el
"interlocutor" es un ordenador. Aunque para nosotros sea totalmente un código
significativo, para el ordenador simplemente supone un conjunto de estímulos
eléctricos de encendido/apagado que son traducidos inevitablemente por el
procesador en una serie de reacciones físicas en la pantalla u otros dispositivos. En
ningún caso hay interpretación semántica-referencial por su parte. Otro ejemplo
sería la información transmitida por los genes, donde la transferencia de
características biológicas se da de forma causal, no significativa.

En conclusión, durante el proceso comunicativo el emisor construye el


mensaje de acuerdo a un código significativo donde los signos se refieren a
entidades diferentes a ellos mismos (realidad extralingüística), obligando al
receptor a interpretar el mensaje para entenderlo. En cambio, en la transmisión de
información, el mensaje carece de capacidad significante al no estar construido
sobre un código referencial. Es por esto que se ha llegado a considerar la mediación
lingüística como elemento característico de la comunicación humana.

En la medida en que en los procesos comunicativos se requiere de un código


con su respectivo sistema de significados y reglas, donde el emisor ha de elegir
determinados signos para transmitir su mensaje y el destinatario/receptor ha de
seleccionar los posibles significados de ese mensaje, autores como Aranguren han
llegado a considerar la comunicación como un proceso intersubjetivo de
interpretación de un determinado lenguaje. Es decir, la comunicación aparece como
sistema de cifrado/descifrado de un lenguaje en mensajes, cuyo éxito dependerá
de la descodificación o interpretación realizada por el destinatario. Dicho de otra
manera, comunicarse es traducir un texto (original, fuente) a otro texto (mensaje
interpretado por el destinatario) siempre por mediación de un lenguaje
intermediador.

2. EL LENGUAJE

Hasta ahora hemos explicado que el lenguaje es un tipo de código, esto es, un
sistema de significados que relaciona signos y realidades, que además contiene un
conjunto de reglas acerca del uso de sus signos y que es el elemento mediador por
antonomasia de la comunicación. Pues bien, sobre esto Hierro Pescador añadió tres
requisitos que todo lenguaje debe cumplir para ser considerado como tal:

- Sus elementos constitutivos podrán combinarse de unas formas y no otras.


- Cada elemento podrá ser intercambiado por ciertos elementos y sólo por
ellos.
- A partir de una combinación correcta de signos podrán formarse otras
mediantes determinadas transformaciones.

Aunque la definición que se deriva es amplia y engloba una multitud de


códigos significativos más allá de los lenguajes naturales, sirve para diluir la frontera
entre lo que es un lenguaje realmente y lo que es un simple sistema de señales.

Es el turno ahora de realizar una serie de apreciaciones sobre el lenguaje


humano tal y como lo entendemos comúnmente. Para ello, a lo primero que nos
remitiremos será a la distinción entre lenguaje como actividad humana (habla)
y lenguaje como estructura (lengua) que realizó Ferdinand de Saussure en 1916
en su obra Curso de lingüística general, pionera en su campo.

El lenguaje como actividad se refiere a todas las operaciones verbales


posibles (hablar, escribir, escuchar, malentender...) que se realizan en una
comunidad lingüística real. Incluye actos lingüísticos diferentes (orden, pregunta,
descripción...) y modos distintos de realización (diálogo, discurso, razonamiento...).
Al ser una actividad que se da en sociedades, culturas y grupos concretos de
individuos que comparten un mismo código referencial [estructura], genera
productos culturalmente objetivables (conversaciones, cartas, literatura...). La
peculiaridad del habla con respecto al resto de actividades culturales es que el
lenguaje permite hablar de todas ellas, o lo que es lo mismo, todas las actividades
pueden convertirse en objeto de la actividad lingüística.

La otra peculiaridad de la actividad lingüística es que sus resultados son


objetivados en un sistema o estructura que le sirve de referencia a la propia
actividad. Esto es lo que Saussure entiende por lenguaje como estructura o lengua.
Si el habla puede tener una vertiente tanto individual como social, la lengua sólo
puede ser social en tanto que es el sistema de referencia que una comunidad
establece para el habla, como hemos dicho.

La cuestión es: ¿cuál es la relación entre actividad y estructura dada la gran


versatilidad y continua evolución de la primera con respecto al sistema ya
establecido y cuasi estático que supone la segunda? Ante esto, Saussure propuso
tomar desde el primer momento el terreno de la lengua como norma ineludible de
todas las otras manifestaciones del lenguaje, aunque dicha perspectiva fue criticada
posteriormente por estatista. La solución conciliadora que los lingüistas acabaron
aceptando llamaba a centrarse en la formación y evolución de las lenguas. Ello
permitió concluir que, sincrónicamente, la lengua ejerce de criterio de corrección y
construcción del lenguaje, pero diacrónicamente existe una dialéctica entre dicho
criterio y la evolución del habla que llega a ser capaz de cambiar la estructura y, por
tanto, el criterio de corrección (véanse los numerosos neologismos o localismos que
acaban siendo incluidos en los diccionarios de referencia). En conclusión, es la
propia actividad lingüística la que hace evolucionar la norma.

Pese a las matizaciones posteriores, las aportaciones de Saussure fueron


fundamentales para los estudios del lenguaje en general y la consolidación de la
lingüística estructural en particular. A partir de entonces, fue naciendo como
disciplina lo que se conoce hoy en día como semiótica, o ciencia general de los
signos, la cual se subdivide en tres ramas: la semántica, o estudio de las relaciones
entre los signos y sus significados, que trabaja sobre una teoría del significado y
ayuda a construir los diccionarios; la sintaxis, disciplina formal que estudia las
relaciones de los signos entre sí con independencia de lo que designan y significan
(reglas de formación y transformación), y cuyo fin es elaborar una teoría general de
la construcción de lenguajes; y la pragmática, que estudia las relaciones entre los
elementos del lenguaje y los sujetos que usan ese lenguaje, como los usos y efectos
en la conducta.
Otro planteamiento fundamental en los estudios del lenguaje fue el análisis
de sus funciones. Karl Bühler fue el primero en detectar 3 funciones diferenciadas
en nuestro uso del lenguaje, que a su vez se correspondían con los 3 elementos más
relevantes según él de todo acto lingüístico: el oyente, que sustenta la función
apelativa por la que se atrae su atención; el hablante, cuya necesidad de manifestar
su propio estado afectivo daría lugar a la función expresiva; y la cosa significada, en
la que se centra la función representativa y más característica de nuestro lenguaje
humano por haber dado lugar a los sistemas de signos referenciales.

Pero quien consiguió dar una perspectiva profunda y detallada de las


distintas funciones del lenguaje fue Roman Jakobson en Lingüística y poética (1960).

Su primer acierto fue describir el acto de comunicación lingüística de


manera completa: El hablante envía un mensaje al oyente. Pero para que el mensaje
sea operativo es necesario un contexto al que referirse, susceptible de ser captado
por el oyente y con capacidad de ser verbalizado, un código común compartido por
hablante/oyente y un contacto (canal de transmisión + conexión psicológica
hablante/oyente) que permita a ambos entrar y permanecer en comunicación.
Como vemos, a diferencia de los 3 elementos detectados por Bühler, Jakobson
identifica 6, a cada uno de los cuales les corresponderá una función específica. Ahora
bien, ni estos elementos se dan en estado puro ni los mensajes suelen cumplir un
único cometido. Por ello es necesario precisar que, aunque la función primordial del
lenguaje sea comunicar ideas, dependerá de los elementos a los que presta mayor
atención un mensaje el que una función predomine en él sobre otra.

ELEMENTO
FUNCIÓN DESCRIPCIÓN EJEMPLO
DOMINANTE
Expresa emociones, sensaciones,
Emotiva estados físicos
Emisor ¡tengo hambre!

Conativa o Incitar o influir a otro para que


Receptor ¡Cállate!
Apelativa haga algo
Alterar el lenguaje cotidiano para
provocar un efecto en la forma. Se Rexona no te
Poética presenta sobre todo en textos
Mensaje abandona.
literarios y publicitarios.
Representar objetivamente la
A las 14:30
realidad, informando o
Referencial exponiendo hechos, conceptos e
Contexto cierran la oficina
de correos.
ideas.
¿Qué significa
Metalingüística Referirse al código mismo Código "inquina"?
Abrir, cerrar y mantener la
Fática comunicación (verificando si se Contacto ¿Hola? ¿Me oyes?
dan las condiciones)

Por último, merece la pena mencionar las consideraciones realizadas por el


segundo Wittgenstein en torno a los usos del lenguaje, profundizadas luego por
autores como Ryle y Austin. Para entender qué es el uso, es necesario centrarse en
la finalidad que tiene el mensaje en cuestión. Podríamos decir que las funciones
pertenecen a la propia estructura de la lengua y el uso, más bien, al lenguaje como
actividad. Es cierto que en muchas ocasiones el uso se corresponde con las funciones
del mensaje, pero éste sobrepasa dichas generalidades y puede ser considerado
tanto término a término (ej. usos de la palabra "signo": lingüístico, cotidiano,
biológico...) como referirse a todo un acto comunicativo (ej. usos de "enviar una
postal contando las vacaciones": llamar la atención en la casa que la recibe, hacer
sentir mal a la otra persona por haber descuidado el contacto, marcar la diferencia
con un gesto vintage...). La complejidad e importancia que tienen los usos del
lenguaje es tal que Wittgenstein llegó a afirmar que el lenguaje es como una caja de
herramientas que podía utilizarse de diferentes maneras y donde el significado de
las piezas (términos y expresiones) dependía directamente de su uso.

3. LENGUAJE NATURAL Y LENGUAJE FORMAL

Una vez abordado el fenómeno del lenguaje desde un punto de vista general,
es preciso distinguir entre los dos tipos de lenguajes humanos de los que
disponemos: los lenguajes naturales (LN) y los lenguajes artificiales (LA), que
normalmente son lenguajes formalizados (LF).

3. 1. LENGUAJES NATURALES

Los LN son todos aquellos lenguajes que surgen espontáneamente en una


comunidad de hablantes en algún momento de su historia y que evolucionan según
las necesidades de dicha comunidad y de las influencias recibidas por otras lenguas
o comunidades a lo largo de los siglos (ej. el español, el chino, el finlandés...). Son los
lenguajes que aprendemos desde la infancia y que utilizamos diariamente para
comunicarnos, conformando en cierta forma nuestro marco cultural y conceptual.
En tanto que los signos son el resultado de un acuerdo implícito en entre la
comunidad de hablantes que lo usa, se dice que tienen un carácter convencional. Es
importante aclarar que no existe un único LN dentro de la misma comunidad, ya éste
que puede variar en función de los distintos grupos de individuos que lo practican
debido a factores socioeconómicos, familiares, etc.

Lo característico del LN es que es siempre relativo a la comunidad histórica


en la que nace, derivándose de la capacidad de los individuos de esa comunidad para
comunicarse entre sí por medio de signos que sustituyen a las cosas reales. De
hecho, las estructuras físicas y psíquicas de sus hablantes influyen notablemente en
la forma que adopta cada LN. Dicho esto, resumiremos sus rasgos distintivos en los
cuatro aspectos más relevantes que lo definen:

- Se adquiere mediante aprendizaje. Es decir, la estructura psíquica humana


debe desarrollarse previamente a su adquisición.
- Se compone por lenguajes articulados gracias a la complejidad del aparato
fonador humano.
- Es simbólico, ya que los signos no tienen que estar relacionados directamente
con la realidad. Esta peculiaridad es fruto de la capacidad del ser humano de
distanciarse de la realidad presente y representar lo ausente. En parte, el
hecho de que sea abstracto permite que sea convencional.
- Es productivo, pues los signos pueden cambiarse indefinidamente de muy
diversas formas. Aunque los LN constan de un léxico finito (conjunto de
signos (palabras) y reglas morfosintácticas), este permite construir
"infinitas" oraciones, por no mencionar la posibilidad de expansión
permanente (neologismos, nuevos usos comunicativos, etc.)

Resulta interesante mencionar a colación del carácter creativo del lenguaje


la teoría chomskyana de los universales lingüísticos. Según afirmó Chomsky, y pese
a las notables diferencias entre lenguas (convencionalismo), todos los LN
comparten las mismas reglas generales y conceptos básicos, lo que le llevó a teorizar
sobre la existencia de una estructura básica abstracta innata en los seres humanos
llamada gramática universal.

Volviendo a las peculiaridades de los LN, hay que decir que estos suponen
unos instrumentos de inigualable complejidad y flexibilidad. La gran riqueza
semántica adquirida con los siglos permite una capacidad expresiva y matizadora
fundamental para nuestras posibilidades comunicativas, especialmente visible en el
caso del humor y la ironía. Ahora bien, esta maravillosa versatilidad se convierte en
un inconveniente cuando necesitamos absoluto rigor y precisión, ambos pilares
irrenunciables del conocimiento científico. Como contrapartida, los LN están
plagados de ambigüedades, tanto semánticas como sintácticas. Por ejemplo, existen
oraciones perfectamente correctas desde un punto de vista gramatical que carecen
luego de sentido (ej. "las verdes ideas incoloras duermen furiosamente", Chomsky)
o que simplemente no dejan claro su significado (ej. "la película es de Pedro"). Si a
ello se le suma la habitual imprecisión semántica de las palabras polisémicas o el
uso de términos vagos ligados al punto de vista del emisor (ej. "el examen fue fácil"),
parece evidente que los LN no son los más apropiados para las exigencias del
pensamiento científico.

En consecuencia, bajo la idea de subsanar las limitaciones de los LN y ganar


seguridad en la comunicación, se crearon los lenguajes artificiales. Tal y como
explica A. Deaño en Introducción a la lógica formal, estos lenguajes "son por lo
general lenguajes de precisión, medios artificiosos de expresión construidos por
científicos a fin de poder formular con mayor justeza las relaciones entre los objetos
estudiados por sus respectivas ciencias." Es decir, son productos que responden a
una necesidad específica de instrumentalización del pensamiento y, a diferencia de
los LN, no los heredamos, los construimos. Wittgenstein ilustró icónicamente la
diferencia entre ambos tipos de lenguaje en Investigaciones Filosóficas (§18):

"Podemos considerar nuestro lenguaje como una ciudad antigua: un laberinto de pequeñas
calles y plazas, de casas viejas y nuevas, y de casas con añadidos que datan de épocas
distintas; y todo esto rodeado de una multitud de barrios nuevos con calles rectas
regularmente trazadas y casas uniformes"

Si nos fijamos bien en la metáfora, Wittgenstein viene a decir que los LA son
prolongaciones de los LN. Esto es importante porque, al fin y al cabo, lo que hacen los
constructores de lenguajes es encauzar y dirigir sistemáticamente el LN en un
determinado sentido y en beneficio de una determinada ciencia. Y si esto es posible,
es gracias a la intrínseca posibilidad de expansión de los lenguajes naturales.

3. 2. LENGUAJES FORMALES
Remitiéndonos a lo expuesto sobre los LA, podemos concluir que éstos son
códigos convencionales totalmente explícitos que expresan de un modo unívoco sus
mensajes. Al igual que todo lenguaje, constan de un vocabulario propio y de unas
reglas sintácticas bien definidas que rigen el uso del mismo. Su principal
particularidad es que son lenguajes sistematizados, lo que significa que en su
mayoría son lenguajes formalizados (a excepción de algunos como el código Morse
o lenguaje de las banderas). Esto hace posible el operar con ellos a través de cálculos
eficaces. Valga la pena señalar que los cálculos no son en sí lenguajes, sino códigos
que expresan un sistema de relaciones y que en principio no tienen interpretación
semántica.

Pero antes de adentrarnos en las singularidades del cálculo, conviene


explicitar qué es formalizar. Pues bien, formalizar un lenguaje L equivale a
especificar por medio de otro lenguaje L1 (metalenguaje de L) la estructura del
mismo, es decir, la forma de las expresiones de L. Para formalizar correctamente un
lenguaje es necesario cumplir una serie de requisitos: se deben enumerar todos los
signos no definidos de L; se deben especificar las condiciones en las que una fórmula
compuesta por esos signos es una expresión bien formada de L (EBF) y deben
enumerarse lo principios base del sistema L -axiomas- así como las reglas de
inferencia aceptadas para operar con él. Así pues, todo cálculo constará de:

- Elementos: Un conjunto de signos elementales que son las piezas que


pueden manejarse dentro del sistema (ej. "a, b, c" // "A, B, C") y un conjunto
de signos llamados operadores que son los instrumentos que permiten
ponerlos en relación (ej. %, #). Para definirlos se puede, bien enumerar uno
a uno los elementos de cada conjunto, bien concretarlos por medio de una o
varias propiedades que sean lo suficientemente precisas (ej. "todas las letras
minúsculas del abecedario español").
- Reglas de formación: Un conjunto de reglas que dicen cuáles son las
combinaciones posibles de los símbolos elementales. Deben definir
efectivamente qué es una EBF en dicho cálculo. (ej. "Una expresión
compuesta por cualquier letra minúscula seguida del operador "%" ò "#" es
una EBF")
- Reglas de transformación: Un conjunto de reglas operativas que establecen
qué transformaciones, esto es, paso de una EBF a otra EBF, son correctas
dentro del cálculo.

Si hay algo especialmente importante a la hora de definir cada uno de estos


puntos es hacerlo de manera efectiva, lo que significa que ante cualquier objeto,
regla o expresión debemos ser capaces de identificar sin lugar a dudas si pertenece
o no al cálculo y qué tipo de elemento es.

Por último, urge explicitar que para que los cálculos sirvan de instrumentos
del quehacer científico necesitan ser interpretados. Es justo al designarles una
semántica que se convierten propiamente en lenguajes formalizados. Digamos que
interpretar es poner en relación los símbolos del cálculo con los objetos de un
determinado campo y con las relaciones que hay entre ellos (p.j. "letras minúsculas
= individuos de sexo masculino" // "letras minúsculas = individuos sexo femenino"
// "#" = matrimonio // "%" = divorcio). Es en este momento que una expresión del
cálculo pasa a ser verdadera o falsa semánticamente hablando. Lo interesante es
que, a diferencia del LN, en los LF existe una plena coincidencia entre semántica y
sintaxis, de manera que una expresión que no esté bien formada no puede tener
sentido de ninguna de la maneras, quedándose fuera de los límites del lenguaje.

Aunque no vamos a entrar en profundidad en el tema, no sería justo finalizar


nuestra exposición sin dedicarle una breve mención a la distinción entre lenguaje
objeto y metalenguaje. Ya hemos visto con Jakobson que el lenguaje goza de una
función por la que es capaz de volverse sobre sí mismo y hablar de su propio código,
y que para definir la estructura de cualquier lenguaje formal L necesitamos de otro
lenguaje L1 para describirlo. Pues bien, el metalenguaje es por definición aquel que
se utiliza para hablar de otro lenguaje (lenguaje objeto), sea éste distinto o el mismo.
La gran pregunta es: ¿puede un LF ser utilizado como metalenguaje de sí mismo, al
igual que hacemos con los LN, y seguir siendo preciso? La respuesta parece negativa
por dos principales motivos. El primero es que, como hemos visto, los LF sacrifican
la flexibilidad en aras de la precisión en la medida en que están diseñados para fines
específicos. Esto supone mutilar su capacidad para expresar realidades ajenas a su
ámbito y prescindir normalmente de los elementos que permiten desarrollar una
teoría de la lengua en el lenguaje en cuestión. El segundo gran motivo es que en el
metalenguaje se da un pensar material, no formal. El metalenguaje no puede ser un
instrumento formal esperando ser llenado de contenido, sino que siempre es un
instrumento concreto referido a un lenguaje en concreto. Además no hay que olvidar
que muchas de las paradojas lingüísticas que conocemos, como por ejemplo la del
mentiroso de Epiménides, surgen justamente cuando el lenguaje habla de sí mismo.
De hecho, la distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje fue en parte motivada
como posible solución a las paradojas de este tipo, dado que no es lo mismo usar
una palabra que mencionarla para hablar de ella.

4. BIBLIOGRAFÍA

- DEAÑO, A., Introducción a la lógica formal, Madrid, Alianza, 1980


- ECO, U., Tratado de semiótica general, Barcelona, Lumen, 1981
- FERRATER MORA, J., Diccionario de filosofía, Madrid, Alianza, 1982
- GARRIDO, M.,: Lógica simbólica, Madrid, Tecnos, 1983
- HIERRO PESCADOR, J.: Elementos de filosofía del lenguaje, Madrid, Alianza,
- JAKOBSON, R., Lingüística y poética, Madrid, Cátedra, 1983
- SAUSSURE, F., Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 1975
- WITTGENSTEIN, L., Investigaciones filosóficas, Critica, 2008

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