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i CHARLES MAURRAS
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P R O L O G O D E L A E D IC I O N E S P A Ñ O L A
ca. Unos los buscan como posible solución ante las inmi
nencias revolucionarias que nos circundan y angustian:
como realización práctica y científica del instinto de reac
ción despertado en tantas conciencias; otros los buscan
por el deseo de apuntalar con razones sólidas lo que ya
es en ellos sentimiento, simpatía y nostalgia.
L a época de la ante-guerra, la que podríamos encerrar
cronológicamente entre la Exposición Universal de París
y el 1911}, fué una época cómoda y fácil: una época— can
taba nostálgicamente el poeta magiar Andrés A d y— en que
la vida ‘‘valió la pena de vivirse". Todo el progreso mate
rial y mecánico del siglo X IX , en efecto, rendía en esa épo
ca sus frutos de madurez, sin dejar ver todavía todo lo que
de trastorno y desequilibrio llevaba en sí su crecimiento
rápido y vistoso, en desarmonía con el progreso moral. E l
capitalismo y el industrialismo se veían todavía por las
caras brillantes de lo que tienen de lujo, progreso y belleza
y no por las caras trágicas de lo que tienen de problema
o injusticia. L a superproducción acumulaba confiadamen
te sus stocks, sin engendrar aún la quiebra y la crisis: era
todavía abundancia, no tragedia. Paralelamente, en la vida
política el orden era fácil, los problemas mínimos... Fué a
merced de esta vida suave y cómoda, aprovechando ese es
pejismo y dejándose llevar por esa dulce inercia, como la
democracia pudo, con tanto éxito, dedicarse a hablar a los
i
X PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA XI
hombres nada más que de derechos y no de deberes, nada coche, porque son ya lujos-insostenibles, hemos tenido que
más que de libertad y no de autoridad. Estas palabras de quitar la libertad y la democracia. Y , torpemente, por fa l
serpiente, unidas al ambiente paradisíaco de la hora, fue ta de costumbre, pero con buena voluntad, queremos ga
ron las que engendraron en toda una generación ese con narnos, en todo, él pan de cada día...
cepto fácil de la civilización y de la vida, que las concibe Y es dentro de esta general actitud, formando parte de
como gratuito usufructo y no como esfuerzo duro y coti ella, donde se ha producido dentro de muchos espíritus ese
diana tarea. Se infiltró en toda una generación la creencia deseo de conocer los fundamentos doctrinales de la forma
deliciosa, de que todo “ estaba ahí” , a la mano, como la fru monárquica. H em os comprendido, de pronto, ante la dolo-
ta en él árbol: él tren, él teléfono, el telégrafo, el Estado, rosa sacudida de su derrumbamiento, que la Monarquía
él orden, la autoridad, la Monarquía. Pero no se le enseñó no es tampoco un cómodo usufructo legado por las gene
cómo había de cuidar el árbol que tales frutas le ofrecía: raciones pasadas, y por nosotros pasivamente disfrutado.
no se le enseñó un solo deber, una sola aportación para el La Monarquía no es un simple hecho; es una verdad que
sostenimiento de todo ese mecanismo difícil y complicado hay que conocer, estudiar, amar y defender.
que hace posible que se hagan trenes y teléfonos, que haya Para servir a esa necesidad de los espíritus de la actual
Estados y orden y que subsistan las Monarquías. Y natu generación, era indispensable, en España, traducir él libro
ralmente, un buen día aquella generación optimista e ilusa, clásico de Charles Maurras, titulado E ncuesta sobre la
de buenas a primeras, amaneció sin tren, y otro día sin te Monarquía. A la bibliografía monárquica española, flo
léfono, y otro sin orden ni autoridad, y otro sin M onar recida en estos años con abundancia, y con impaciencia
quía... que tiene algo de atropellada reparación, le hubiera falta
Uno de los signos más característicos de esa genera do un fragmento fundamental si no se hubiera hecho la
ción fué su urbanismo acentuado. Había perdido su contac traducción de este libro original y famoso.
to con él campo. Mandaban los hombres de la ciudad. Y el N o es esto decir que este libro contenga la totalidad de
hombre de la ciudad, a fuerza de encontrárselo todo hecho la doctrina monárquica, tal como en España debe enten
con sólo salir a la calle— el escaparate, él tranvía, el guar derse, por tradición y espíritu nacional, esta doctrina. P ero
dia—, se convierte en un Pangloss cándido y optimista que este libro es una aportación provechosísima e insustitui
se olvida de que nada de esto es gratuito: que nada de esto ble para la consideración total de la tesis monárquica, que
puede sostenerse atacándolo diariamente con derechos examina desde un ángulo de óbervación para nosotros n o
agresivos, en vez de apuntalarlo con deberes de colabora- vísimo.
f ción. E l hombre del campo, en cambio, amanece teniendo N ada tendremos que aprender en él, es cierto, acerca
i cada día ante sí, como un problema, la tierra desnuda, de los fundamentos filosóficos, hasta teológicos si queréis,
* .'donde todo lo que se recoge ha de ser sembrado prim ero; del gobierno monárquico: difícilmente libro alguno extran
\donde todo se hace a la vista, sin ilusas y mágicas espon jero podrá añadir nada en esta materia a lo que la escuela
taneidades; donde cada fruto es precio de una labor. tradñcionalista española tiene sobre esto estudiado y di
Ahora nosotros somos una generación escarmentada y cho, desde Saavedra Fajardo, Monzón, Rivadeneyra, Q u e-
dolorida, que quiere abandonar esa actitud pasiva y urba vedo, Santa María o Mollea, hasta Bálmes, Aparisi o Mella.
na de la pasada generación, para adoptar, por reacción, P ero él hecho, puramente circunstancial y político, de
otra actitud más saludable, activa y agraria. Hem os apren haberse vinculado esta escuela, en el último período de su
dido que nada se hace sin siembra y labor. Somos una ge vida, a Ja causa de una dinastía disidente y desterrada,
neración venida a menos. Gomo quien quita el portero o él cuyas posibilidades de triunfo n o parecían inmediatas, en -
xn PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA X III
PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA
gendró en sus pensadores una tendencia natural a mante de pragmatismo. Pero esto 'ocurre contadas veces. E n con
nerse en la región de los principios puros, sin dar a sus junto, no podemos creer en el peligro de un libro que apor
doctrinas la concreción y el sentido de detalle y eficacia ta razones positivas y realistas a una tesis que ya está su
que requiere una tesis politica actuante. ficientemente apuntalada de razones filosóficas e históri
Esto contribuyó a mantener la tesis monárquica en una cas. L o que deja de decir un libro que intencionadamente
especie de alejamiento nebuloso, que le valió ante muchos se señaló su límite y se marcó su campo de labor, no po
espíritus la consideración de algo extremo, pasado, román drá ser nunca objeción contra el. N o creemos que un buen
tico e irreal. P o r eso juzgamos convenientísimo traer al tratado de ingeniería aplicada, haga peligrar, sino al con
palenque de la lucha intelectual española pro-Monarquía trario, los principios puros de la Mecánica.
la formidable aportación de este libro que contempla el Y por lo que toca ya directamente a la cuestión de or
problema monárquico desde un punto de vista puramente todoxia, nos atenemos en un todo a la resolución superior
positivo, actuante y funcional. A l lado de la voz veterana de la Iglesia, que en el decreto de la Congregación del San
de nuestros teólogos del X V I y nuestros políticos tradi- to Oficio de 29 de diciembre de 1928, promulgando resolu
cionalistas del X IX , insuperables en los grandes funda ción del 26 de enero de 191If, condenó expresa y nominal
mentos filosóficos de la Monarquía, es interesantísimo oír mente algunos escritos de Maurras, sin hacer la más mí
la voz de Charles Maurras y de todos los escritores de la nima referencia a la obra que hoy, traducida al castella
E ncuesta, que, con Com te y Renán, han llegado al campo no, publicamos.
monárquico por camino bien distinto y han elaborado su
N o estimamos necesario encarecer, finalmente, todo lo
convicción con dolores de cotidiana experiencia y de pa
que a la útilísima aportación que esta obra representa para
triotismo en carne viva. Se han publicado en España re
la doctrina monárquica, añade de fuerza y eficacia el pe
cientemente las obras de Ba'lmes y de Mella. Se han tra
culiar estilo del autor, lleno de calidades didácticas: cla
ducido interesantes tesis inglesas en apoyo de la Monar
ridad, firmeza, expresivismo, y sobre todo, de un peculiar
quía. José María Pemán, el maravilloso poeta y sutilísi
contagio de entusiasmo y pasión.
mo pensador, ha escrito en sus ocho Cartas a un escéptico
L a generación pasada tuvo un momento en que conside
en materia de formas de gobierno un compendio magis ró, repitiendo la frase hasta marchitarla en tópico, a Ana
tral— fácil y hondo, ameno y rigurosamente científico a la
tole France como el más genuino heredero y representante
vez— de la doctrina monárquica española en todos sus as
del espíritu latino. Esto fué un puro exceso, superficial y
pectos y facetas. E ra preciso, para completar la labor, tra
verbalista, nacido de la concepción frívola y academicista
ducir este libro donde, como repetidamente dice Charles
que tuvo el siglo pasado, heredándolo del X V I I I , del la
Maurras, la Monarquía no es considerada como “una mís
tinismo: latinismo ligero y burbujeante, que parecía ro
tica", sino como una realidad positiva y nacional.
ciado con el champán que derrochaban los sudamericanos
¿ Tiene esto algún peligro, ni siquiera para el lector m e en cuyo honor y acogimiento se inventó. Si ese hubiera
dio o poco preparado? Entendemos que ninguno. N o había
sido el verdadero latinismo, en Rom a se hubiera escrito el
de estar nuestra literatura monárquica tan sobresaturada Satyricón, pero no las Décadas, ni los A nales: y sobre todo,
de puros principios católicos e inmunizadores, y aun así no
Rom a no hubiera construido el Foro, ni el Capitolio, ni el
estimaríamos peligrosa la lectura del libro de Maurras. N o
Imperio.
\ negamos que el enfoque puramente utilitario con que el
N o : si a algún escritor francés de la generación ya en
i autor se coloca ante la tesis monárquica, tiñe alguna de
canecida merece ser adjudicada, con honores de primacía,
¿ las afirmaciones del libro de positivismo ó, m ejor quizá,
la representación de la verdadera latinidad, es a Charles
XIV PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA
E L 16 D E M A Y O
la cuestión, religiosa. Gambetta había lanzado su famoso grito: "El la mayoría cuando las izquierdas se hubieran gastado y desacredi
clericalism o; este es el enemigo." Y este mismo Gambetta, a quien tado en el poder, pero tampoco pensaban en recurrir a la fuerza.
aun muchos republicanos, empezando por Thiers, y con él los más En el fondo, su pensamiento era confuso y no encerraba más que
prudentes, los más sensatos, tenían por un loco furioso y lo consi una confesión del error sufrido en sus cálculos.
deraban como un peligro para la misma República (“que sería E l 16 de mayo fué, además, impolítico. N o sólo permitió a los
conservadora o no sería") se encaminaba, con sus radicales, al po republicanos quejarse de arbitrariedad y de violencia y hablar de
der. E l presidente Mac-Mahon consideraba un deber de concien golpe de Estado, sino que tuvo la virtud de provocar la unión de
cia el cerrarle el paso. E l presidente resumía en su actitud el sen las izquierdas. Por primera vez éstas se alian y forman un frente^
tido del agudo conflicto entre la izquierda y la derecha. común. No hay distinción entre revolucionarios y moderados. L a ,
En el Senado, la derecha tenía aún mayoría, a pesar de la dismi consigna "a la izquierda no hay enemigo" entra en vigor; la gran
nución que acababa de sufrir; en el Congreso, sus diputados no lle burguesía republicanizada form a en primera fila en la batalla y
gaban a 160, de los cuales 75 eran bonapartistas. E l estado de espí asi se va a las elecciones.
ritu de estos últimos frente a los republicanos que habían derribado Las derechas, en cambio— bonapartistas, legitimistas, orleanis-
el Imperio contribuyó en gran manera a acentuar la belicosidad de tas, constitucionales mac-mahonianos— , se entendían mal. Con
la derecha y a provocar el 16 de mayo. todo, de los 363 diputados que formaban la mayoría de la Cámara
Se intentaron los mejores esfuerzos para conciliar a la mayo disuelta, sólo 325 volvieron al Congreso. Pero esto no era, cierta
ría de la Cám ara con el mariscal presidente y con el Senado. Jules mente, el triunfo de la derecha, que habla luchado con todas sus
Simón, encargado del Gobierno, no se cansaba de repetir dirigién fuerzas y con el prestigio del mariscal. L a operación había fallado.
dose a la izquierda: “Yo soy profundamente republicano” ; y segui L a izquierda, mermada, seguía en mayoría. E l peligro que todavía
damente, volviéndose hacia la derecha: “Y profundamente conser temía de que Mac-Mahon se decidiera a un golpe de Estado verda
vador.” Fué la última tentativa de prolongar la República conser dero era un peligro imaginario, porque el mariscal no era hombre
vadora de Thiers. Fracasó ante los ataques de los radicales, que capaz de pasar un Rubicón. De haberlo pasado, ello sólo hubiera
provocaban la natural reacción de la derecha. Apoyándose en la podido redundar en beneficio del heredero de la Corona imperial
pequeña mayoría que tenía aún en el Senado, ésta se dispuso a re que acababa de caer en Sedán. Porque nada estaba más lejos del
sistir y atacar. E l centro republicano prefirió acercarse a los radica ánimo del mariscal que el aspirar a ejercer la dictadura él perso
les que seguirla. De este modo se desvanecían las tentativas de con nalmente. Bastó con que la Cám ara recién elegida se negara a en
ciliación. trar en contacto con el Ministerio que acababa de nombrar, para
L a Constitución otorgaba al presidente de la República el dere que se demostrara que Mac-Mahon no pensaba salirse de su papel
cho de disolver el Congreso contando con la aprobación del Senado. constitucional. Por otro lado, los triunfadores advirtieron que no les
Usando de sus poderes, el 16 de mayo de 1877, Mac-Mahon, en des convenía abusar de su triunfo. E l mariscal conservaba su prestigio
acuerdo con Jules Simón, obliga al primer ministro a dimitir y en y el apoyo del Senado; se aceptó, pues, un Ministerio liberal, mo
carga al duque de Broglie la formación de Ministerio; la Cámara, derado, conservador, único con el que aquél hubiera transigido por
por 363 votos contra 158, le niega la confianza y, con el asentimien su parte.
to del Senado, el mariscal la disuelve. Aunque la disolución, de Mac-Mahon dimitió la presidencia de la República antes de ter
hecho, no tuvo lugar hasta un mes más tarde, la fecha del 16 de minar el plazo legal de su mandato. Se fué con dignidad, tras ne
mayo ha quedado ligada al recuerdo de este episodio político, de garse sencillamente a firmar un decreto que dejaba en situación
no escasa trascendencia. de disponibles a algunos generales, compañeros suyos de armas. E ra
¿Qué fué, en el fondo, el 16 de mayo? U na operación política el año de 1879. L a pequeña mayoría que la derecha conservaba en
ambigua. De inspiración bonapartista, la dirigían unos políticos li el Senado había desaparecido en las elecciones senatoriales de ene
berales que se habían parado a mitad de camino de su pensamiento ro de este mismo año.
constitucional. L a idea de un golpe de Estado los horrorizaba. N o Dos grandes hechos marcaban el curso de la política francesa?
podían o no se habían atrevido a jugar sencillamente la carta par por una parte, el partido republicano se había fortalecido, se había
lamentaria fiados a una “oscilación del péndulo” que les devolviera aguerrido en la lucha y aprendido a unirse; por otra, los directo
XVIII NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA XIX
res más cautos de la República habían aprendido la lección que se Los gobernantes temian su-creciente popularidad y, embarazados
desprendía de los acontecimientos: era menester ir despacio, no se ante aquel hombre a quien todo parecía designar p ara que acabara
podía otorgar “el máximo de República” que los impacientes pe ejerciendo el poder personal, no acertaban a ver cómo sería más pe
dían, si no se quería asustar a la masa media de ciudadanos y poner ligroso: si eliminado del Ministerio, como enemigo en la calle, o
en peligro a la República misma. contenido dentro de su alto puesto. De todos modos era peligroso
Por lo demás, los seis años de presidencia de Mac-Mahon no desafiar el sentimiento nacional “sacrificando a Alem ania" a un g e
hablan dejado de serle favorables, a pesar de todo. M ás o menos neral a quien los republicanos más revanchistas seguían apoyando.
republicano “auténtico”, el mariscal fué uno de aquellos— y no el de Pero no todos los republicanos pensaban lo mismo y los m onár
menos peso— que la aclimataron. quicos coincidían con el sectario Ferry en el veto contra B ou
langer.
E L G E N E R A L B O U L A N G E R Y E L B O U L A N G IS M O Los acontecimientos iban de prisa. E n medio de estas discusio
nes, el 22 de mayo de 1887, en unas elecciones parciales por el de
En los albores del año 1886, empieza a perfilarse en Francia la partamento del Sena, Boulanger obtenía 38.000 votos que lo ele
figura del general Boulanger, o, mejor dicho, comienza a cimentarse gían diputado, votos obtenidos por un movimiento espontáneo de
el pedestal de la enorme popularidad que había de disfrutar durante los electores, ya que Boulanger, militar en activo, no podía ser can
unos años. E l general Boulanger fué el hombre que, por un cúmulo didato.
de circunstancias propicias, pudo acabar con la tercera República y L a izquierda combate pronto abiertamente al “general de golpe
convertirse en dictador, en césar. de Estado”, a quien los radicales que lo habían incubado han ido
Sus comienzos fueron los de un republicano intransigente. Nom abandonando, y el general, por un movimiento natural, comienza
brado casi por azar ministro de la Guerra, su primera disposición a buscar apoyos en la derecha. “L a República— escribe Jacques
fué para eliminar del Ejército a los principes de la Casa de Francia, Bainville— no le había negado ningún elemento de éxito. A h ora
agravando, por sí y ante sí, una ley menos agresiva votada por el ella misma lo reconciliaba con el adversario, forjaba la coalición
Parlamento. L a Cámara aprobó su decisión y el general recogió las con sus mismas manos.”
primeras auras de la popularidad del París republicano. Boulanger ya no es ministro de la Guerra, pero esto no ha hecho
Los monárquicos, y los conservadores en general, combatieron más que aumentar su popularidad en un momento en que las cau
ásperamente a aquel “demagogo de uniforme” al que, andando el sas del descontento se acumulan; al descontento del patriotismo
tiempo, habían de apoyar eficazmente. por lo que, en la pólítica gubernamental, le parece una renuncia
Pero Boulanger no era sólo el hombre a quien los republicanos a la Alsacia y la Lorena perdidas, se une*la protesta por los co
mienzos de la expansión colonial en el Tonkin, que parece una aven
aclamaron, tras su disposición antimonárquica, y con valedores en
tura, más antipática tras la derrota de Lang-Son.
tre los políticos de izquierda. Era, sobre todo, un "general de la re
vancha”. Cuando Bismarck pensaba, según todos los indicios, atacar E l Gobierno decide alejar a Boulanger de P arís y le confiere el
nuevamente a Francia, una frase suya ante el Reichstag alusiva al mando de un cuerpo de Ejército en Clermont-Ferrand. “E l 8 de ju
general al tratar de obtener, en enero de 1887, el voto de créditos lio de 1887, una muchedumbre inmensa se trasladó a la estación p ara
para el aumento de los efectivos alemanes, bastaba para consagrar impedir que Boulanger partiera. Registráronse escenas de entusias
lo definitivamente como un símbolo del patriotismo francés. “ ¿Es mo idolátrico. Hubo hombres que se tendían en la vía férrea p ara
que el general Boulanger— había dicho Bismarck— , si llegase al po parar el tren. ¿Qué hizo Boulanger? N i por un momento tuvo la
der, no intentaría la guerra?” Así fué cómo, según la explicación idea de refugiarse en medio de aquella muchedumbre ni de ponerse
de Clemenceau, el general vino a ser “por el entredicho que sobre a su cabeza. Hubiera podido conducirla adonde hubiese querido y,
él hacía pesar Bismarck, la encamación de la patria, mientras que sin duda, no sabía adónde llevarla.” Así fué cómo se escapó monta
el ostracismo que querían imponerle los monárquicos lo convertía do en una locomotora dejando burlada a aquella turba delirante.
en la encamación de la República”. “Y con todo ello— añade Cle Pero el boulangismo no amenguó por esta actitud poco gallar
menceau— Boulanger no era nada más que un general de golpe de da (sus motivos eran más profundos que un simple entusiasmo per
sonalista). “E l prestigio del general resistía hasta el ridículo." Y , a
Estado.”
NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA XXI
XX NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA
procedimientos legales, un gran plebiscito que le otorgara la con E n todo ello, no había nada que pudiese turbar al Estado. L a
fianza popular le librarla de todo ligaraen. Lo ciercio es que su de Sociedad del Panamá era una empresa privada; si quebraba y había
bilidad en los momentos decisivos y sus empachos de legalismo fue falta de probidad en sus administradores, ellos solos responderían
ron perfectamente explotados por el Gobierno. Con una inmedia ante la justicia. Pero la Sociedad emitía empréstito tras emprés
ta actuación judicial contra él y sus principales lugartenientes, se tito, los gastos aumentaban sin cesar, hasta el punto de que, para
daba al boulangi3mo un carácter sedicioso. En cuanto al plebiscito, hallar capitales, recurrió a un procedimiento empleado por la Com
chocaría con el restablecimiento del escrutinio por distritos y con pañía del canal de Suez: la emisión de un empréstito con lotes.
todas las artimañas electorales de quien está en posesión de los Este fué el camino por el que el Parlamento se mezcló a la empre
resortes del poder, usados (como se usaron) sin escrúpulos. Bou- sa Panamá, ya que la ley exigía, en atención al bien general y a la
langer fué advertido de que se le iba a detener e inmediatamente protección del ahorro de los franceses, que esta clase de emprésti
pasó la frontera declarando que no reconocía a sus adversarios como tos fuera autorizada por las Cámaras. U n a vez más, el ahorro hubo
jueces. E l Senado juzgó al fugitivo en rebeldía. “A partir de aquel de temer a sus protectores.
momento, el encanto estaba roto. Boulanger, condenado a reclusión E l caso es que la Cámara, al principio, no era favorable al em
en un fuerte, no era más que un conspirador huido.” L a sentencia préstito, porque la Compañía andaba tan mal de crédito como de
se dió el 14 de agosto de 1889. Las elecciones cantonales, celebradas recursos. Si el Parlamento daba la autorización, recomendaba el
a fines del mes anterior, hablan señalado la decadencia del “parti asunto. Pero vacilaba entre el temor de provocar la ruina de una
do nacional”. Y en estas condiciones se fué a las elecciones gene gran empresa francesa (lo que era tirar los enormes capitales que
rales. Sólo 38 boulangistas fueron elegidos en toda Francia; Bou ya se habían gastado) y la responsabilidad de animar a nuevos
langer lo fué por el 18.° distrito de París, pero su condena anulaba suscriptores a que entregasen su dinero. En este punto intervienen
la elección. los agentes corruptores: pagan dictámenes favorables, compran
L a estrella brillante y fugaz estaba en su ocaso. Y el suicidio votos. Se autoriza y emite el empréstito. Corre el mes de junio de
del general en el destierro, sobre la tumba de Mme. Bonnemain, 1888. Siete meses más tarde, la Compañía presenta el balance:
ponía un triste epílogo de novelón romántico a lo que se anunciara 1.400 millones, aportados por 850.000 suscriptores, perdidos.
como una historia épica. L a muerte del general ocurría en Ixelles Como se advertirá por la fecha, estos hechos coinciden con el
(Bruselas) el 30 de setiembre de 1891. momento más agudo de la fiebre boulangista. L a liquidación de P a
namá sigue de cerca el triunfo electoral de Boulanger en París. Si
“A F F A IR E ” P A N A M A entonces llega a estallar el escándalo, ¡cómo hubiera aumentado la
Pocos hombres había en Francia más gloriosos que Fem an efervescencia política! Por espacio de cuatro años, los Gobiernos,
do de Lesseps, autor del canal de Suez. Cristóbal Colón había presionando la justicia, consiguieron detener las investigaciones que
descubierto un nuevo mundo: Lesseps acababa de cambiar la faz pedían los suscriptores perjudicados. M ás tarde había de probarse
de la tierra. Y también enriquecía a quienes tenían fe en su que hasta ciertos ministros habían tomado dinero de la Compañía
palabra y en su estrella. H acía diez años que el canal de Suez en quiebra. Los otros sabían o sospechaban que los parlamentarios
estaba abierto a la navegación. Tras algunos años de incertidum corrompidos eran muchos. Si el asunto llegaba a los tribunales,
bres, el genial realizador había obviado todos los obstáculos y la era inevitable que la corrupción fuese descubierta en toda su ex
empresa estaba en plena prosperidad. Asi es que, al fundar una tensión y el escándalo era tanto más temible cuanto que los ven
nueva sociedad para el canal de Panamá, excitó juntamente la ima didos, salvo rarísimas excepciones, eran del partido republicano.
A pesar de todas las investigaciones, no se pudo inculpar más que
ginación y el espíritu de lucro de sus conciudadanos. Hízose pa
a un solo diputado de derecha y a un amigo de Boulanger.
tente entonces que el genio es también una fuerza ilusoria. Lesseps
Cuatro Gobiernos se aplicaron sucesivamente a echar tierra al
perdía de vista las dificultades y las cifras. E ra de aquellos para
asunto. Se buscaba la prescripción, que se hubiera conseguido en
quienes el dinero es un medio, no un fin. Confiando en su idea, se
1893, pretextando que no se podía deshonrar a Lesseps, una de
dirige al ahorro nacional y le hace promesas sinceras; pero qui
las glorias de Francia.' Le sobraban al Gobierno los motivos— desde
méricas, de apariencia al menos; lo esencial, para Lesseps, es la
su punto de vista— para proceder así. Los comprometidos eran de-
obra que debe emprenderse.
XXIV NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA
NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA XXV
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XXVI NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESFAÑOLA XXVII
les Méline, repetía: “N o hay tal asunto Dreyfus”, pero la verdad es gada después del 70— de crear un instrumento militar capaz de
que el “asunto” existía por partida doble: una judicial y otra políti hacer frente a Alemania. E ra naturalísimo, pues, que Alemania se
ca, una que se desarrollaba ante los tribunales y otra pasionalmente inquietara por ello y que tratara de conocer los planes del Estado
vivida por la opinión. Y hubo, sobre todo, un “affaire” Dreyfus en Mayor francés y los secretos de los armamentos. A partir del día
las ideas, en las almas, y este fué el que lo removió todo porque en que se hubo emprendido la reorganización militar, se desarrolló,
hacía de Dreyfus un símbolo. pues, el espionaje. Y a habían sido descubiertos y condenados dos
E l presidente del Consejo, en su empeño de dar por finiquitado traidores; el Servicio de Información del Ministerio de la Guerra
un asunto que estaba juzgado, se atenía a un principio elemental estaba ojo avizor, pues no le cabia duda de que el agregado militar
de orden público. Pero, al atacar el fallo que condenaba al traidor alemán tenía montada una Agencia de espionaje en su embajada
Dreyfus, se atacaba a los jueces que lo habían dictado y, como de acuerdo con el agregado militar de Italia. E l contraespionaje
éstos vestían uniforme, el ataque adquiría una trascendencia que funcionaba activamente y hasta contaba, en la Em bajada alemana,
no hubiera tenido de ser aquéllos unos magistrados ordinarios. Drey con una mujer del servicio doméstico que se encargaba de recoger
fus era judio. N ad a conmueve más a la opinión que el barrunto de cuidadosamente los papeles arrojados en las papeleras p a ra hacer
un error o una injusticia judicial. E ra facilísimo agitar ante ella los llegar al Ministerio de Guerra sin discernir de qué se trataba,
la idea de que el militar condenado lo había sido en virtud de un pues ni siquera sabía leer. Uno de estos papeles, medio roto y arru
prejuicio de raiza. Y, si se añadía, no menos gratuitamente, que el gado, hallado en setiembre de 1894, era una carta cuyo autor
tribunal militar había obedecido al espíritu de casta, que habla abu anunciaba la entrega de documentos referentes a la defensa nacio
sado de un doble poder: el que le daban sus funciones y el inheren nal. Aquel trozo de papel tenía que levantar en vilo a Francia. N o
te a la graduación dentro del Ejército, el odio instintivo a la disci salieron de la caja de Pandora más calamidades que las que salie
plina y al jefe tenían que acudir naturalmente al reclamo. Terreno ron de la cesta de papeles del agregado Schwartzkoppen.
de anarquía. En reacción también naturalísima, se provocaba la de L a autenticidad del documento no era discutida; constituía el
fensa de la autoridad. Tales eran los elementos del nuevo drama. cuerpo del delito en torno del cual las gentes polemizaron por espa
E l "affaire” Dreyfus pudo quedarse en causa célebre o en uno cio de doce años, pero sin ponerlo nunca en duda. E n el primer m o
de tantos enigmas de la Historia, pero creció monstruosamente al mento, las sospechas no se habían concretado en nadie; procedien
convertirse en una guerra civil. Las fuerzas intelectuales y los do por eliminación, la semejanza de la escritura hizo que se acu
nombres más ilustres se mezclaron en él. En nuestros días, apenas sara al capitán Dreyfus. Este fué condenado por el Consejo de Gue
son conocidos los hechos, las causas que determinaron su extensión, rra sin que hubiera flagrante delito ni confesión de parte, por lo
el fondo de aquella querella sin fin, las razones por las que la ver que el abogado había pedido la absolución. Las explicaciones que
dad se vid constantemente oscurecida dejando el problema siempre Dreyfus dió después, en la ceremonia de su degradación, y que
en pie; pero los doce años de su duración, los seis volúmenes que equivalían a una confesión, fueron discutidas posteriormente y has
Joseph Reinach necesitó para referirlo y las setecientas grandes ta negadas.
páginas que Dutrait-Cruzon dedica a la simple exposición de sus L a familia Dreyfus se propuso, tras el proceso, probar la ino
elementos pueden dar idea de lo que fué el proceso, “la revolución cencia del condenado, ya que no habia podido salvarlo; dotada de re
dreyfusiana”, como ha dicho George Sorel. N i se han presenciado laciones y de medios, emprende una acción tenaz.
jamás tantos incidentes, tantos episodios, tantos procesos encadena L a cam paña .— E l asunto rebasa en seguida los límites judicia
dos unos con otros, tantas repercusiones dramáticas, en tanto que les. Ataques a los consejos de guerra, a los oficiales, a su lealtad,
militares, abogados, magistrados, peritos, espías, ministros, diplo a su jerarquía, al mismo Ejército, sagrado para la m ayor parte
máticos, escritores, hasta criados y hasta un ex jefe del Estado— en de franceses. Por ello, el grupo de los partidarios de la inocencia
conjunto, cerca de un millar de personas— tenían papel en ellos ya de Dreyfus es, a los comienzos, tan impopular como reducido, cir
como actores, ya como testigos. N o se decía ya el "affaire” Dreyfus, cunstancia que favorece la causa, que así tiene el atractivo de la
sino “el A ffaire”, el grande, el único, el que alzó a los franceses irnos originalidad, del desafío a la opinión vulgar, hasta del sacrificio. Los
contra otros y, durante años, llenó su espíritu. primeros dreyfusistas son, pues, los que orgullosamente se llaman
O rígenes .— L a República se había preocupado— preocupación obli intelectuales. M ás adelante, tendrán buen cuidado en que no se les
i 1
confunda con los dreyfusistas de la última hora, con la turba que la puerta para la revisión deL “affaire” Dreyfus. Con el presidente
invade su capilla cuando en ella ya no hay más que un botín que Méline, acababa la R epública conservadora.
repartir. R evisión .— E l nuevo presidente del Consejo, Brisson, era favora
La aportación de los intelectuales no modifica lo esencial del ble á ella. Radical como él, gran patriota, sincero en sus conviccio
“affaire". Porque, si Dreyfus es inocente, es indispensable que nes, el ministro de la Guerra, Godefroy Cavaignac, nombre repu
haya un culpable, puesto que el cuerpo del delito está patente. Se blicano de gran prestigio que había salido puro de las sucias co
acusa al comandante de infantería Esterhazy, hombre comido de rrientes del Panamá, era una garantía de que, si habia alguna prue
deudas y de honorabilidad más que dudosa; éste, frente al Consejo ba de la inocencia de Dreyfus, si se hallaba alguna huella de irregu
de guerra, se proclama inocente; todo es equivoco en él, pero faltan laridad en el proceso, resplandecería la verdad, cualquiera que fuese.
las pruebas y es absuelto. E l público aplaude creyendo que el eno Cavaignac estudia el proceso, saca la certidumbre de que Dreyfus
joso asunto ha terminado. Entonces, en realidad, comenzaba. era culpabíe y lo proclama ante la Cámara leyendo varios documen
L a verdadera señal de ataque la da un periódico fundado para tos, entre ellos una carta del agregado militar italiano abrumadora
la defensa de Dreyfus y dirigido por Clemenceau. E l 13 de enero para el condenado. L a causa de la revisión parece perdida en el mo-
de 18S8, dos días después de la absolución de Esterhazy, L’A urore . mentó en que se creía ganada.
publica un violento alegato firmado por Zola y con el título J’accuse. Ocurre esto el 7 de julio de 1898. Cinco semanas más tarde, el
Zola acusa a los jefes y a los juéces militares de haber perdido de oficial designado por el ministro para estudiar el asunto descubre
liberadamente a un inocente y purificado conscientemente a un cul que la carta del agregado italiano es apócrifa. E l teniente coronel
pable. Se le persigue, a su vez, por difamación, y es condenado. Henry, del gabinete de información, confiesa haberla compuesto dos
Crece la excitación de los dos campos. Am bas partes han tomado ya .años, después del proceso Dreyfus, al comienzo de la campaña re
posiciones de tal manera que ya no es posible llegar a una demos visionista, a fin de poder exhibir un documento claro, preciso, un
tración que convenza a ninguna de los dos. En frase de Anatole compendio de prueba, en cierta manera, que dispensara de más
explicaciones. Pero niega haber cometido propiamente una falsedad.
Prance, el J’accuse de Zola era “un acto revolucionario de una fuer
Detenido, como antes lo fuera su adversario el coronel Picquart,
za incomparable”. De tal modo, que con razón pudo decir M aurras
Henry se suicida en la prisión. E l partido de Dreyfus exulta, pro
que, si Dreyfus era inocente, había que nombrarlo mariscal de
Francia y fusilar una docena de sus principales defensores. Porque clama que la inocencia del condenado queda patente, cuenta ya con
una base para la revisión; el primer ministro apremia para que se
lo cierto era que cuantos en Francia eran anarquistas de tempera
emprenda. E l 3 de setiembre, Godefroy Cavaignac dimite decla
mento o de profesión se iban alineando poco a poco a su lado.
rándose en desacuerdo con aquél y afirmando de nuevo la culpabili
Y , con ellos, todos cuantos aspiraban a que la República volviera a
dad de Dreyfus.
ser “auténtica”. E l “affaire” Dreyfus se había convertido en un
E l descubrimiento de la falsificación de Henry desconcertó al
“affaire” político que habia de permitir a los radicales la reconquis
público, hasta entonces persuadido en su mayoría de que el proceso
ta del poder y a los socialistas deslizarse tras ellos.
había sido irreprochable, y favorecía las dudas sobre la sinceri
E n mayo de 1898, se celebran elecciones generales. L a alianza
dad o la clarividencia del Estado Mayor. Pero, en realidad, no afec
de los moderados y la derecha había dado al Ministerio Méline una
taba al proceso de 1894, puesto que la carta apócrifa era posterior
larga duración. L a Cám ara nuevamente elegida no parecía tener
a la sentencia y no había podido tener ninguna influencia en ella.
que cambiar el estado de cosas. En realidad, el “A ffaire” apenas
A mayor abundamiento, el capitán Cuignet, que había descubierto
había influido en los resultados electorales, tal como si la política
la falsificación, con lo que su buena fe y su perspicacia quedaban
fuera una cosa y las elecciones fueran otra distinta. Pronto se vió,
bien probadas, afirmaba la autenticidad de los restantes documentos.
no obstante, cómo había cambiado todo. Cuando parecía que el Go
Se producía, pues, de nuevo una extraña situación: la falsificación
bierno debía contar con la antigua mayoría, vióse abandonaao por
Henry causaba enorme efecto en favor de la tesis de la inocencia,
parte de los suyos en la votación de una moción por la que los ra
pero su valor judicial era nulo.
dicales le conminaban a que no siguiera aceptando los votos de la Brisson ha reemplazado a Cavaignac por el general Chanoine, el
derecha. E l Gobierno dimite. Desde este momento, quedaba abierta cual, el 26 de octubre, dimite en la misma Cám ara afirmando que no
XXX NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA XXXI
tiene sobre Dreyfus una opinión distinta de la de sus predecesores. reemplazado por M. Emile Loubet; al elegirlo, la mayoría de las dos
Brisson procura dar a Chanoine aspecto de general faccioso y hace Cámaras elegía una política: la del partido de Dreyfus, de la “de
votar una moción afirmando la “supremacía del poder civil”, expre fensa republicana” y de la izquierda. L a inquietaba el nacionalismo,
sión que ya anunciaba la de “defensa republicana”. Pero en la hus nombre nuevo del boulangismo (sin Boulanger). L a elección de Lou
ma sesión, y a pesar de la oposición del Gobierno, se vota otra mo bet fué para París como una injuria y un desafío; el nuevo presi
ción que invita a éste a reprimir los ataques contra el Ejército. Y el dente entró en el Elíseo entre las voces que recordaban el Panamá.
Gobierno tiene que dimitir. Paul Dérouléde, el antiguo boulangista, intenta oponerse por la fuer
Frente al sentido antipatriótico y antimilitarista de la campaña za a la política que se inicia y, en la tarde del 23 de febrero, tras
pro Dreyfus, el patriotismo lleva a las filas de combate a multitud de del entierro del presidente difunto, esperando el apoyo del Ejército
franceses hasta entonces alejados de la política, hace caer vendas y la calle, intenta un teatral golpe de Estado. Cogiendo de la brida
de muchos ojos y que se rectifiquen no pocas actitudes, ta palabra el caballo del general Roget, intenta convencer a este jefe (por quien
“nacionalismo” está en todos los labios. Por todas partes surgen las los dreyfusistas sentían un odio especial) de que marche al Elíseo.
Ligas de patriotas. L a izquierda teme esta reacción, pero advierte Inútilmente: el general, como todo el Ejército, tan vilipendiado, den
claramente que se está librando la batalla decisiva y que es la hora . tro de la más estricta disciplina, se niega a ello y él mismo manda
de que formen el frente común cuantos en un avance de la derecha detener a Dérouléde.
tienen, o ven, algo que perder. Los socialistas entran en masa en el Entre estos y otros muchos incidentes, se llega a la revisión del
dreyfusismo con Jaurès a la cabeza. Clemenceau los había precedi proceso Dreyfus, mero pretexto ya. E l 3 de junio lo acuerda el
do, guiado por todos sus instintos: los de republicano enemigo de Tribunal de Casación. E l mismo día, Esterhazy, refugiado en In g la
las jerarquías y los de ’’desterrado del interior” a quien las salpica- ^ terra, se declara autor de la famosa carta, base del proceso, dando
duras del Panamá mantenían en el ostracismo; un “affaire” hacía al mismo tiempo la explicación, contradictoria y absurda, de que la
olvidar otro; el dreyfusismo quitaba las manchas de panamismo. carta había sido escrita por él, pero “por encargo” de Dreyfus, y
Y así como el sentimiento patriótico hacía que muchos que empe que éste era el verdadero culpable. Dreyfus es llamado de la Isla del
zaron siendo dreyfusistas acabaran en las filas contrarias, así tam Diablo, en que cumple condena, para que comparezca ante el tri
bién el dreyfusismo arrojó al socialismo revolucionario a hombres bunal de Rennes. Este debía dar la sentencia definitiva a la que to
que hasta entonces habían estado muy lejos de él. Tal el caso de dos habían de someterse. N o fué así; parecía que todo conspirara
Anatole France, el cual, años más tarde, en 1904, conmemorando a mantener la agitación. Por cinco votos contra dos, el Consejo de
la muerte de Zola, diría esta3 palabras : "E l “affaire” Dreyfus prestó Guerra condena de nuevo a Dreyfus, pero mitigando la pena y re
a nuestro país el inestimable servicio de poner poco a poco al des- conociendo circunstancias atenuantes. Waldeck-Rousseau, jefe del
: cubierto y frente a frente las fuerzas del pasado y las del porvenir : Gobierno a la sazón, quería la absolución pura y simple; irritado
; de un lado, el autoritarismo burgués y la teocracia católica ; del otro, por el nuevo veredicto, contesta a él con el indulto del condenado;
el socialismo y el librepensamiento.” el presidente Loubet lo firma inmediatamente, Dreyfus lo acepta,
’Los potentes órganos de que masonería y judaísmé' disponen por renuncia a todo recurso. Parecía todo terminado, pero, lejos de esto,
todo el mundo dan repercusión internacional a la campaña y, como el partido del indultado no deponía las armas. L a causa de D re y
ésta coincide con un incidente diplomático-militar de la importan fus le había dado el poder y le permitiría conservarlo y ejercer re
cia del de Fashoda, se llega a acusar al oro inglés de alimentar la presalias. A fin de mantener la agitación revolucionaria que tan
campaña del “sindicato” dreyfusista, aquella campaña venenosa útil había sido, Jaurès emprende la campaña p o r la rehabilitación,
contra el Ejército y contra los hombres de uniforme, uno de los con la misma tenacidad que ya había obtenido la revisión. Siete
cuales, Marchand, tan bizarramente acababa de sostener la bandera años después del juicio de Rennes, obtiene una sentencia de casa
de Francia en Fashoda frente a Inglaterra. Esto aumenta la indig- _ ción que declara a Dreyfus inocente, todo y reconociendo que en
nación y el fervor de las fuerzas nacionales contra “el partido del 1894 se había cometido “un gran crimen” de traición y sin sentar
Extranjero”. legalmente que el culpable fuera Esterhazy. El “gran crimen” que
En plena agitación, en febrero de 1899, muere el presidente Félix da difuminado en úna serie de “considerandos”. P a ra dispensar al
Faure, antidreyfusista notorio. Cuarenta y ocho horas después, es condenado de Rennes de comparecer ante un tercer Consejo de
XXXH NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA
esencial del país, con un entusiasmo, una lealtad y un acierto determinación es delicadísima: una vez afirmada la evidencia
de que hay pocos ejemplos en la historia ele ningún pueblo. En de la regresión moral, aun siendo ésta tan cierta, difícilmente
resumen; los que integraban la oposición de la Restauración y ; se haría sensible al corazón de todos y más difícil aún resul
del Gobierno de julio, se dolían amargamente de naderías. Con taría el defenderla contra los groseros sofismas materiales de
un poco de suerte y de habilidad, hubiera'bastqdo un pequeño « los abogados a sueldo del régimen. P or el contrario, cabe de
impulso para corregir la dirección del Estado o el cambiante § finir y evaluar, con una claridad que quita a los contradictores
curso de la opinión, y los Gobiernos inculpados habrían salido i hasta las ganas de abrir la boca, tal y tal perjuicio de orden
del paso sin trastornos. A la temporada siguiente, no se hubie- 1 material: los más intrépidos de aquéllos escamotearán el tema,
ra guardado el menor recuerdo de un agravio ni de otro. ¡Se '| pero no se atreverán a abordarlo siquiera.
quejaba el país por tan poca cosa i Esto explica el extraor¡- 1 Recordémosles, por ejemplo, que en los alrededores de Crécy,
dinario arcaísmo de los innumerables escritos que han dejado t -i en el Oise, se levanta una llamada “Casa Blanca” en cuya fa
las oposiciones de 1829 y 1847, así como las de 1873 y 1875. chada el propietario (que, al parecer, es un antiguo magistra
A parte de todo mérito literario, toda esta bibliografía ha per do) ha hecho grabar la siguiente inscripción “ La Casa Blanca,
dido su sentido en algunos años, porque con ella se trataba edificada en 1728, saqueada por los prusianos en 1814, incen
de agitar la opinión pública por causas tan fugaces como míni diada por los rusos en 1815, reconstruida en 1835, saqueada e
mas, comparables a aquellas que la sabiduría mistraliana ca incendiada por los bávaros en 1870, reconstruida en 1877, sa
lificaba jocosamente de “paupières de pie” l. queada y arrasada por los alemanes de 1914 a 1918 y reedifi
P o r el contrario, nuestras quejas de 1900 se refieren a algo cada en 1920...”. Añadamos que este trofeo de nuestros desas
perdurable, visible o no, oculto o no, pero que causa al país un tres no es el único ni el mejor situado; si la Casa Blanca hu
daño crónico o agudo, pero siempre profundo y para no descui biera estado más al Este, probablemente hubiera sufrido un
dado. Profundo, porque amenaza la substancia viva. Para no des- . saqueo más, en 1792, y se hubiera podido grabar en la misma
cuidado, porque está siempre a punto de manifestarse y de cau lápida la conmemoración completa de las grandes invasiones
sar nuevos dolores como efecto nuevo de la vieja causa. que ha sufrido Francia desde hace ciento treinta años. Ciertas
casas de la Lorena y de Bar, destruidas en 1792, fueron recons
Con todo, hay hechos y realidades que, entrañando tanta truidas inmediatamente, pero un poco más atrás de su primiti
gravedad como otros, no tienen la misma fuerza de persuasión, vo emplazamiento; las sucesivas invasiones de los prusianos en
por lo que el lector comprenderá que nuestra atención, para des 1814, en 1815 y en 1870 enseñaron a los reconstructores, con
pertar la suya, se aplique preferentemente a los más tangi la triste experiencia de aquel brote periódico, a retirarse cada
bles, a fin de eliminar réplicas y hacer inútiles las argucias. vez más en dirección Oeste, y la irrupción alemana ha estre
P o r ejemplo : si, contrariamente a nuestros métodos, empe chado este último repliegue en 1914. L a historia de los cinco
záramos por afirmar que la política específicamente republi últimos cuartos de siglo es la historia de estas repetidas in
cana de la República o, en términos generales, ciento treinta cursiones.
años de democracia, combatida o triunfante, han determina Después de esto, que es indiscutible, observemos cómo esta
do un considerable descenso del nivel de la inteligencia y de concentración de las construcciones, de las viviendas, de la ac
las costumbres, no haríamos más que dejar sentada una ver tividad de la raza francesa hacia el Este, bajo la amenaza ene
dad indudable que puede demostrarse y que nosotros sabría miga, coincide con el establecimiento del Gobierno popular que
mos demostrar, pero, no obstante, por clara que resultase la tantos juzgan como un principio de progreso. Las conquistas
prueba, habría de descomponerse en elementos morales cuya y los avances dél extranjero en nuestro territorio datan de
1. Párp,ado.s de urraca. (N . dej 5 P .). las conquistas y de los progresos de la democracia. Entre el
14 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
demócrata del deber de la lucha exterior, a menos que la mis nuestra encuesta, y no puedo callar el nombre de la última
ma preocupación no lo arroje a ella en condiciones igualmente : conquista de la Encuesta sobre la Monarquía antes de la
peligrosas. Esta primacía del interés de grupo puede conside- : guerra: el general Mercier, verdugo de la traición, padre del
rarse como la regla de la democracia. E l tiempo no cambia í cañón del 75, al cual se debe la dicha de las primeras victorias.
nada ni a la esencia del gobierno popular, ni a las condiciones Pero, para ser justo, tendría que reunir en la misma evocación
territoriales y nacionales del país. ¿Qué son dos o tres sema a todos los jóvenes lectores monárquicos y republicanos que
nas de años ? ¿ Qué vale la pequeña arruga que representan en , intervinieron en esta discusión apasionada. ¿Dónde están,
el espíritu público los cambios que traen consigo? E l pagano ? dónde duermen su sueño eterno, en qué necrópolis de la reta
cantará su ruit hora, el cristiano su ruat coelum. E n medio de ; guardia o del frente ? Dondequiera que estén, de sus cenizas se
un mundo que se mantiene ñel a lo fundamental de sus inte desprende un espíritu de vida inmortal, porque las institucio
reses y de sus pasiones, la República sigue siendo la Repúbli nes que estudiaron, las causas que examinaron, constituyen io
ca y Alemania sigue siendo Alemania. En tanto que lo que que más importa al corazón, al espíritu y al cuerpo mismo del
existe, es, las leyes del ser no varían ni por la acción del tiem eterno animal político. Los hombres pasan, pero la naturaleza
po ni por las mudanzas del universo. E s evidente que nuestro humana sobrevive. Preciso sería que las condiciones de la exis
mundo no es eterno y que sus materiales se agotan, pero no es tencia estuvieran profundamente alteradas por factores quími
menos evidente que su forma perdura, que sus relaciones esen cos y astronómicos desconocidos para que las condiciones aquí
ciales son fijas y que duran tanto como él mismo. estudiadas hubieran cambiado mucho. ¿Y cómo un simple lapso
Con estos sentimientos debemos acercarnos al cuerpo de de veinticinco años no iba a confirmarlas punto por punto ?
Francia y considerar la relación de las revoluciones pasadas
con nuestras necesidades permanentes. E l trabajo que reim
primo ha tratado de fija r esta relación por lo que se refiere al
período comprendido desde César Clovis, Carlomagno y Hugo
el Grande hasta el año 1900. Queda por estudiar la misma re
lación por lo que atañe al pequeño espacio comprendido entre
la distancia de la hora presente de aquella en que este volumi
noso libro fué escrito. Veremos destacarse en él gran número
de accidentes, de personas y de cataclismos de pueblos, pero
no veremos ningún cambio a la ley que rige las cosas. Muchos
de aquellos que colaboraron con nosotros no podrán releer sus
palabras. ¿Dónde están nuestros primeros inspiradores y maes
tros, Buffet y Lur-Saluces? ¿Dónde nuestro caro Jules L e
maître, nuestro gran Maurice Barrés? ¿Dónde Sully-Prud-
homme? ¿Dónde mi amigo Frédéric Amouretti? ¿Dónde Henry
Vauge ois? ¿ Y tú, Léon de Montesquiou, y tú, Lionel des Rieux,
y tú, Octave Tauxier, y tú, Hugues Rebell, Albert Jacquin, E u
gène Ledrain y Richard Cosse?
H e citado por su nombre al director-fundador de L ’Action
Française; he de nombrar también al director-renovador de la
Gazette de France, Gustave Janicot, que abrió sus columnas £
2
DISCURSO PRELIMINAR 19
W
.1
rápida y tan profunda, que la nueva Cámara, bastante mode
en vano la culpable debilidad de Briand, de Ribot y de Pain-
rada, no eligió para la presidencia de la República al jefe de
levé, en vano el error final que anunciaba el armisticio y co- ,
Gobierno autor del tratado de paz. Si M. Clemenceau había en
rrompía la paz, multiplican las tentativas de depresión: mien-y
carnado la bravura francesa, los que lo rodeaban inquietaban
tras el enemigo estuvo presente, el tono general se mantiene, i
por un espíritu de jactancia, de ligereza y de apetito mani
pero, una vez desaparecido el enemigo y alejado el peligro, la ;
fiestos. Sus sucesores cedieron más aún que él a la costum
curva de buen sentido y de patriotismo no tarda en volver a
bre de supeditarnos a los ingleses. L a política de MM. Briand
Jsajar en cuanto se hubo firmado el Tratado. Todo el mundo
y Berthelot lindó con la traición, tanto en la conferencia de
veía la locura del Tratado, pero casi todos lo votaron y ratifi
Washington como en las negociaciones sobre el Rhin. Fueron i
caron. Razón por la cual la curva se precipita con creciente ve
cuatro años vergonzosos cortados por la semana de gloria de J
locidad en el malestar propio de un gobierno dividido, de unas
Yarsovia.
facciones sublevadas contra la Patria, de una asamblea de bue
L a reincorporación de M. Poincaré a los negocios públicos
nas gentes que procuran aminorar— pero que lo conservan—
evitó una catástrofe. Esta segunda experiencia Poincaré im
un mal cuyo total recrudecimiento el mismo M. Poincaré se
plicaba el programa que hubiera debido ejecutarse cuatro años
espantaría de impedir, a pesar de haberle cabido la gloria de
antes, pero dicho programa estaba viciado por el espíritu de
librarse de él por espacio de diez años. L a s elecciones de 1924
su política interior que abría el porvenir a unos republicanos
representan el asalto natural de los partidos contra una forma
amigos del enemigo, partidarios de la inacción a toda costa,
dulcificada y benigna de República, y este asalto vencedor expre
con lo que el Gobierno perdía todo aspecto de solidez y de con
sa, ni más ni menos, la necesidad que impele a la democracia
tinuidad. De este modo, era fatal que al mismo M. Poincaré
a eliminar los paliativos que la prueba nacional le había im
se le escurrieran de entre los dedos los resultados de su obra
puesto.
de 1912. ¡El esfuerzo salvador no servía para nada! Y de este
Lo que todo el mundo llama la verdadera República ha re
modo un gran pueblo en el que la sensibilidad intelectual, razo
cobrado su fuerza. Veamos, pues, en qué consiste la verdadera
nable o no, es sin disputa igual a su vivacidad nerviosa y a su
República.
fuerza de sentimientos, debía verse decepcionado hasta por la
victoria. 1 . V éase nuestro libro Los jefes sochalistfis durante la guerra.
P a ra resumir la sucesión de los acontecimientos de la era (N. L. N .)
nacional y poincareniana que va de 1912 a 1924, hay, pues,
que imaginarse una curva que, partiendo de los fondos “ab-
DISCURSO PRELIMINAR 23
dadano, de los veinte a los cincuenta años, puede ser moviliza sus ideas. Victoriosos en el affaire Dreyfus, dueños del Esta
do para la carnicería del campo de batalla; ni siquiera ya edad do en virtud del destierro de Dérouléde, de B u ffet y de L u r-
ni sexo son bastantes a sustraerlo a las consecuencias univer Saluces, pudieron dar libre curso a su espíritu de destrucción.
sales de una guerra moderna tal como nos la hacen concebir a En este largo reinado que va de 1900 a 1912, el Estado Mayor
General del Ejército ha sido desorganizado, el mosconeo de
un tiempo los recuerdos y los pronósticos. Servicio univer
los fabricantes de fichas trastorna los Cuerpos de oficiales,
sal, peligro universal. P o r consiguiente, la necesidad más apre
el servicio militar es reducido a un año, los períodos de llama
miante de los franceses coincide con la necesidad de F ran
da de los reservistas y territoriales son acortados, la preceden
cia misma y con el deber primero del Estado, que es hallarse
cia de los decretos de Mesidor es abolida, el reclutamiento de
siempre presto a la trágica coyuntura. Todo lo demás se supe
los jefes se ve entorpecido, el número de los candidatos a las
dita a esto, y aquellos que sostenían en el período comprendido
escuelas militares baja en un cincuenta por ciento, y lo más
entre 1900 y 1912 que el Ejército, la Marina y la Diplomacia
importante de todo es que el servicio de informaciones del M i-
eran unos órganos del Estado condenados a desaparecer y ya
nisterio de la Guerra, confiado a la Seguridad general, queda
anticuados, aquellos escritores, aquellos oradores y políticos
prácticamente suprimido, abriendo así la puerta a un espiona
sin abrigar, acaso, una mala intención, tienen una parte— la 1
je desenfrenado. N o obstante, y por mucho que les apurara el
1. E l m ás Ingenuo de estos desgraciados fué, sin disp u ta, M. M aro recuerdo de todos estos atentados contra el bien y la salud pú
Sagnier. V éase en m i D ilem a de M arc Sagnier su s estupendos ensueños blicos, los criminales que los cometieron se sentían menos pre-
de 1905.
24 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 25
ocupados por ellos que por la evocación precisa de ciertos he nisterio de Hacienda había hecho de oficio una reducción de
chos materiales que fueron sometidos al Senado y a la Cá más de 35 millones en los 104.500.000 francos que pedía el M i
mara. E n los momentos en que el estrépito del hierro enemigo nisterio de la Guerra; que en el presupuesto de 1902 la cifra
resonaba bajo nuestras murallas, ¿nuestro hierro, el nuestro, pedida por los Servicios pasaba de los 98 millones y que fué
dónde estaba? ¿Cuál era el número, la fuerza y el peso de reducida a 38 por el ministro de la Guerra y luego en 10 mille
nuestro material de artillería y de ingeniería y de nuestras mu nes más por el ministro de Hacienda.
niciones? Habíamos tenido que votar unos gastos de construc Se ha añadido también que, a partir de este momento, las
ción, de preparación, pero ¿ cuáles eran ? E l Gobierno, enloqueci sumas pedidas por los Servicios se han ido haciendo mucho
do, pedía al Parlamento, de una sola vez, una enorme cantidad de más pequeñas poYque los directores del Ministerio tenían o r d e n
créditos militares, cerca de 1.500 millones, lo que viene a ser de reducir al mínimo sus previsiones, pero estas previsiones, ya
hoy ocho o nueve mil millones. Inició la discusión de estos cré tan reducidas, fueron aún grandemente limitadas, ora por el
ditos en el Luxemburgo, el 13 de julio de 1914, el presidente ministro de la Guerra espontáneamente, ora atendiendo im p e
M. Antonin Dubost, en los siguientes términos: riosas in d ic a c io n e s del Ministerio de Hacienda.
“E l orden del día contiene la discusión del proyecto de ley E n 1903, los Servicios no pedían más que 59 millones y se
adoptado por la Cámara de los Diputados, adoptado con modi les concedían 36. E n 1904, pedían 61 y no se les concedían
ficaciones por el Senado y modificado por la Cámara de los D i más que 30. En 1905, pedían 44 y no se les concedían más
putados, que autoriza a los Ministerios de la Guerra y de la que 27. Es verdad que de 1905 a 1907, tras la manifestación
Marina a realizar gastos no renovables con objeto de proveer alemana de Tánger, se habían gastado fuera de Presupuesto
a las necesidades de la defensa nacional y determinando las cerca de 200 millones, pero a partir de 1911 y hasta la época
normas financieras aplicables a dichos gastos..." de los acontecimientos de Agadir, las previsiones son disminui
A l son de estas lentas fórmulas que permiten entrever bas das de nuevo; los Servicios reclaman 88 millones y no se les
tante bien la estructura y la marcha de la carreta merovingia dan más que 57. E n 1909 piden 98 y no se les conceden más,
de lá democracia, tuvieron que galopar por una ves sus caba que 66. En 1910, en vez de los 81 que pidieron, no se les da
llos. Porque había un aguijón que era exterior: la guerra, y ha más que 69, y en 1911 los 113 millones que manifiestan ser ne
bía un jefe, que hincaba la espuela, exterior también: el enemigo. cesarios son reducidos a 86.”
E l ponente, M. Charles Humbert, habia preparado para Tal es el documento oficial presentado al Senado por un
este debate un verdadero grito de alarma. Su exposición de ponente autorizado que no puede discutir las cifras. ¿Qué re
nuestro descuido lo había obligado a investigar las causas de plica M. Humbert a estas explicaciones de los Servicios? H e
éste, y, naturalmente, había tratado de echar las responsabili aquí su tesis: “Si los Servicios, en vez de limitarse a formular
dades fuera del Parlamento, es decir, sobre los servicios téc y exponer unas proposiciones, hubieran insistido, si hubieran
nicos del Estado Mayor del Ejército. Pero no había podido de advertido “lo bastante” a sus ministros, si no hubiesen consen
ja r de oír la defensa que de sí mismos hicieron estos Servicios, tido que sus inocentes superiores soportaran “con toda tran
fácil defensa contenida en la breve nota que M. Charles Hum quilidad de conciencia” los cortes y reducciones del Consejo de
bert tuvo que incluir entre sus consideraciones. Basta extrac Ministros, del ministro de Hacienda y de las Comisiones par
tarla para mostrar el mecanismo de las relaciones del Gobierno lamentarias, y si, en una palabra, “se hubiera lanzado una voz
y del Parlamento y del Parlamento con los Servicios. autorizada para advertirles con energía, es indiscutible que los
“Se ha dicho (en el lenguaje hostil de M. Charles Humbert, ministros hubieran considerado “criminales estas economías”.
el se ha dicho quiere decir los Servicios), se ha dicho, por Los Servicios hubieran debido reclamar, insistir, protestar...”
ejemplo, que en 1900, para el Presupuesto de 1901, el M i- Desgraciadamente para la tesis, este deber se había cumplido,
26 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA d is c u r s o p r e l im in a r 27
habían redoblado ¡ay! sus instancias; sí, habían insistido y * E l M in is t r o .— Aquí hay,, señor Senador, un comisario del
hasta protestado, pero sufrieron negativa sobre negativa y Gobierno, antiguo Jefe de Sección... (V iva s interrupciones.)
hasta se les prohibió que reprodujeran sus peticiones. ¿Cuán Pero, señores, tengan ustedes la bondad de escuchar. A qu í hay
do, cómo y por qué ? Nuestra generación no puede ignorarlo. un Comisario del Gobierno, director de Ingenieros, antiguo jefe
En el régimen 1900-1912, las protestas del Ejército eran de la Sección de material en la Dirección de ingeniería, que os
consideradas como facciosas. Lo m ejor que podía sobrevenir dirá que, de 1904 a 1906, cuando reclamaba dotaciones de seis
les a los jefes de las tropas de mar y tierra que se permitían millones para los campos de instrucción y de ocho millones pa
un suspiro de descontento, era la desgracia muda. N o les que ra las fortificaciones, recibió la orden terminante de reducir
daba más partido que el de una dimisión cuyos motivos que sus demandas.
darían ignorados del público y que no podía producir ningún M. C l e m e n c e a u .— ¿Pero de quién, de quién?
resultado. E l desarme republicano era una doctrina que no to E l M in is t r o .— Del jefe del Departamento1. (Rumores.) ¡O h!
leraba la contradicción. N i los André, ni los Picquart, ni los Y o no hago la menor crítica, sino que explico un simple hecho:
Goiran, ni los Brun eran hombres capaces de prestar oídos a durante gran número de años, los Servicios militares estuvie
los Servicios competentes contra las Cámaras soberanas, con ron recibiendo del Ministerio de Hacienda la orden precisa,
tra la Hacienda omnipotente, contra una opinión antimilitar formal, imperativa, de reducir a la mitad, en tres cuartas par
que, en el fondo, forjaban ellos mismos. tes, los presupuestos de la Tercera Sección (material) y es mi
Razón por la que las pequeñas excusas tuvieron que des deber darlo a conocer al Parlamento.
vanecerse ante el Senado. E l ministro de la Guerra de enton P a ra abreviar: en la sesión siguiente, el mismo ministro
ces, partidario acérrimo del desarme en 1907, pero que en 1914 de la Guerra repitió los términos irrefutables de la nota de
tenía que sufrir el primer choque de la Guerra, M. Messimy, los Servicios inserta en el informe Humbert, citándolos sin
sentía acercarse los acontecimientos. Así es que tomó la pala tratar siquiera de discutirlos:
bra y, desde el primer momento, determinó cuál era el verda E l M in is t r o .— En 1901 los Servicios del Ministerio de la
dero lugar de las responsabilidades, es decir, el Gobierno y su Guerra piden 96 millones y, en el proyecto de Presupuesto, se
política, el Parlamento y la política del Parlamento. H e aquí les ctsignan (este “se” aplícase al Ministerio Waldeck-Rou-
lo que dijo este militar radical: sseau) 71; en 1902 los Servicios del Ministerio de la Guerra pi
“Estaba yo hablando ayer con un oficial general que ha den 99 millones y esta petición es réducida por orden del mi
ocupado durante mucho tiempo un importante puesto en el nistro de la Guerra (A n d ré ) a 60 millones, pero no se les seña
Ministerio de la Guerra, y, repitiendo el reproche que había en lan más que 50 en el proyecto de Presupuesto. En 1903 los
contrado en el informe de M. Humbert, le decía: — ¿Cómo du Servicios, que habían recibido la indicación de mantener sus
rante diez años no han reclamado ustedes créditos más impor presupuestos, piden 60 millones y el ministro transforma esta
tantes para el material, puesto que sólo el armamento se dis cifra en 45 millones, pero, al fin de cuentas, no se conceden
cute?... Y él me contestó: — Los he pedido, los he reclamado, más que 36.
pero mi oficio de soldado es obedecer y no me era permitido M. G a u d i n de V i l l a i n e .— E s un caso de résponsabilidadés.
reclamar con vehemencia contra la orden expresa que me había E l M in is t r o .— En 1904 los Servicios piden 62 millones, la
sido dada de reducir en un cincuenta, en un sesenta, en un petición es reducida a 32 por el ministro y se conceden 30. En
ochenta por ciento la dotación de la Tercera Sección (m aterial).” 1905 los Servicios restringen su presupuesto y piden 45 rtii-
M. C l e m e n c e a u .— ¿De quién era la orden?
E l genio del olvido forja incesantemente a M. Clemenceau 1. P ú d ica perífrasis que h a y que tra d u c ir a s i : ministro del D epar
tam en to de G uerra. ¡E ste m in istro recibía órdenes del Ministerio de
una juventud y una inocencia eternas. H a c ie n d a !
28 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 29
Hones, Redúcese la demanda definitiva a 32 y se conceden 27. ’ lia gastado 700 millones y Francia 282, lo que significa para
Prescindo de los años 1906 y 1907, en los que se hicieron unos, Alemania un gasto medio anual de 115 millones, contra 47 mi
gastos suplementarios de 193 millones como consecuencia de la llones de Francia. E n el periodo de 1906 a 1910, se cuentan
alarma de Tánger. E n 1908 los Servicios piden 90 millones; la en Alemania 930 millones de gastos contra 476 en Francia, o
idemanda es reducido, a 72 por el ministro y el proyecto de Pre sea un gasto medio anual de 190 millones en Alemania, contra
supuesto no fija más que 57. En 1909 la demanda es de 99' mi 95 en Francia. E n fin, de 1911 a 1913, Alemania ha gastado
llones que se transforman en 75 en cuanto entran en contac 585 millones, contra 411 de Francia, o sea un gasto medio
to los dos Ministerios, y la cifra definitiva marcada por el anual de 195 millones en Alemania y de 137 en Francia."
Presupuesto es de 66. En 1910 los Servicios piden 81 millones; E n el primer momento el Senado trató de acusar de des
esta petición, al ser transmitida al Ministerio de Hacienda, es pilfarro de los créditos, pero no, no habían sido malgastados:
reducida a 70, y esta es la cantidad que figura en el proyecto se les había empleado bien, sólo que las cantidades votadas re
de Presupuesto. E n 1911, la petición inicial es de 113 millones, sultaban harto cortas, como consecuencia de la política finan
pero queda reducida a 95 en el mismo Ministerio y fijada de ciera impuesta por la política general del Gobierno. Se habían
finitivamente en 86 por las Comisiones y las Cámaras. ' . sacrificado los presupuestos militares o “presupuestos de la
Quien habla es el mismo ministro, representante de los Ser muerte”, a los presupuestos electorales o “presupuestos de la
vicios en el Parlamento y representante del Parlamento ante vida” , y, en castigo de esto, hemos tenido que llenar las lagu
los Servicios; es el Gobierno quien, en la plenitud de la com nas del material inerte con masas palpitantes de “materia!
petencia y la información, explica en esta forma, en vísperas humano”.
de la guerra, el estado de impreparación de sus arsenales, de Podía, pues, sobradamente M. Messimy sacar la siguiente
sus almacenes y su material viniendo a decir en resumen: “N o conclusión: “E l hecho mismo de presentar un proyecto de pre
me habéis dado dinero para esto.” L a Asam blea se sorprende, supuesto de 1.400 millones y el de haber comprometido un gas
se alarma, se irrita, pero no puede discutir lo que le dicen. to de muchos centenares de mMlones en el año último y éste,
Y el ministro vuelve á poner paño al pulpito. L a víspe constituyen por sí solos l a c o n f e s ió n de que no se ha hecho
ra— 13 de julio— había hecho la comparación entre nuestros en el pasado todo lo que era (¡M u y
n e c e s a r io e in d is p e n s a b l e .”
gastos de material y los que se imponía en aquellos momen bien, muy bien!)
tos mismos el Adversario; no un adversario desconocido e in A pesar de la moderación de los eufemismos, no era posi
opinado, sino el adversario esperado, inminente, que no podía ble ninguna escapatoria. E l mismo Charles Humbert, renun
dejar de venir; el enemigo hereditario: ciando a complicar al Ejército y al Ministerio de la Guerra,
“E n 1903 se han gastado en Francia 31 millones; en Ale cierra más el camino con una aportación de su cosecha que re
mania, 130, o sea el cuádruple. dobla la prueba de aquello que al principio él había negado, o
’> E n 1904, 32 millones en Francia y 130 en Alemania. sea que la inhibición venía del Gobierno parlamentario y no de
■; E n 1905, 52 millones en Francia y 130 en Alemania. los militares profesionales:
E n 1907, 92 millones en Franciay 245 en Alemania. “Antes de dejar la tribuna, voy a leer al señor ministro de
E n 1908, 59 millones en Francia y 222 en Alem m ia. la Guerra dos edificantes documentos que conciernen al Ins
E n 1909, 71 millones en Francia y 178 en Alemania. pector de Artillería ligera de sitio y de plaza. E l 6 de enero
En 1910, 99 millones en Franciay 126 en Alemania. d¡e 1914 este general, que tiene categoría de jefe d e Cuerpo de
E n 1911, 93 millones en Franciay 128 en Alemania.” Ejército, dirigía >al señor ministro de la Guerra un a carta de
A l siguiente día— 14— M. Messimy añadía aún: la que entresaco los siguientes párrafos: “Desde a l punto de
“E n el período que se extiende de 1900 a 1905, Alemania vista del material existente en nuestras plazas, no s e ha hecho
30 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 31
el menor progreso desde hace cuarenta años. Las cureñas dé prendido por los poderes públicos y por todos los buenos fran
nuestros cañones de plaza habría que cambiarlas de manera ceses."
que se asegurase la protección de los servidores de las piezas En otra carta, del 30 de julio anterior, habíase dolido “de
y se aumentase la rapidez del tiro. Necesitaríamos-. l.°, mor la agonía del Ejército”, que él llamaba “el principio del fin de
teros ligeros que permitieran batir los fondos y los alrededo todo”, añadiendo: “N o me era lícito traicionar con mi silencio
res de las obras; 2.°, algunos cañones móviles de 14 o 15 kiló la confianza del país... Cuanto a las causas secundarias que
metros de alcance, como los que los alemanes tienen en Metz, venían a unirse a" las causas precedentes, son legión, y si quie
para retirar la línea de asedio. Aunque estas cuestiones han nes están encargados de velar por los intereses de la patria
sido ya planteadas otras veces, la ejecución sufre una lentitud las conocieran, se llenarían de estupor. Y , a pesar de todo, hay
deplorable.’’ un Gran Consejo de la Defensa Nacional. Jamás he sido lla
Véase ahora un extracto de la respuesta que este general mado a él. Y hay un Consejo Superior de la Guerra. Pero el
recibió del ministro, con fecha 6 de febrero de 1914: “E n la ministro no lo ha reunido más que una sola vez, y esto por
segunda parte de su carta formula usted críticas gravísimas, una cuestión secundaria, a pesar de que nuestras reuniones
eran legales, o, más exactamente, impuestas por Ja ley, etc...
aunque muy imprecisas, a propósito de las lentitudes sufridas
El rosario es largo."
en la realización de las diversas mejoras que afectan al ma
En 1907 estas crueles verdades eran rodeadas de silencio,
terial de artillería de plaza. Bus últimas líneas parecen una
pero en julio de 1914 hacía falta rasgar algunos velos. E l mi
acusación, aunque indirecta, contra mi predecesor, que, al pa
nistro de la Guerra, Messimy, salía al paso de la suprema excu
recer, habría dejado estas cuestiones a la iniciativa de Servi
sa -en que se refugiaban los últimos defensores interesados de
cios incapaces de llevarlas a buen término, y me ha sorpren
la negligencia y de la incuria.
dido penosamente (rumores) el ver bajo la pluma de un oficial
El M in is t r o .— Otra objeción que no se ha hecho en la
general que ocupa la situación de usted acusaciones de este gé
tribuna, pero que he oído murmurar o me ha sido hecha en
nero que se refieren a colectividades o personalidades sin con
conversaciones particulares, es que las partidas de la Tercera
cretar ni nombrarlas.’’ Señores, juzguen ustedes." (Manifesta
Sección (m aterial) eran insuficientes y restringidas porque el
ciones diversas.)
Ministerio de la Guerra no podía emplear nunca los créditos
He aquí cómo eran tratados los generales cuando se atre que le eran concedidos. La Administración ha tenido siempre
vían a hacer oír un simple murmullo de advertencia. Siete años buen cuidado de no .pedir nunca créditos suplementarios a los
antes, el generalísimo Hagron había dimitido viendo que no gastos de la Tercera Sección. D e consiguiente, Jas anulacio
lograba que sus consejos de salud pública fueran oídos por nes en el Capítulo de la Tercera Sección se deben al hecho de
el Gobierno parlamentario, que lo trataba como a un enemigo. que los pagos efectuados durante él ejercicio no pueden nunca
A sí es que el 3 de agosto de 1907 escribía a M. Millevoye: “N o corresponder di montante de los compromisos, los cuales no
es tam. sólo para dejar a salvo mi responsabilidad por lo que he deben pasar él límite de los créditos abiertos. E s claro, pues,
pedido al ministro de la Guerra el ser relevado de mis funcio que las sumas gastadas en importantes canteras o en fabrica
nes. Tampoco es por consideraciones personales por lo que he ciones en grande no pueden, por diversas razones, estar ínte
hecho el gran sacrificio de separarme antes de tiempo de mis gramente pagadas e n 1el momento de cerrarse e l ejercicio. Pero
camaradas del Ejército y de abandonar una obra a la que con las sumas que quedan disponibles no se han perdido y la admi
sagraba con entusiasmo todos los instantes: la preparación de nistración de la Guerra pide él remanente para el ¡ejercicio que
la defensa nacional. Más que nada, lo que he querido es lanzar sigue. Estos remanentes, por lo que se refiere a los ejercicios
un grito de alarma con la esperanza de que sea oido y com que van de 1906 a 1912, se cifran en un total de 61 millones.
32 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DI3CURS0 PBELIMINAR 33
en un conjunto de 770 millones de crédito y representan ape■ j Uones. E n el último año, 1902; que es el de las elecciones:
ñas el siete y medio por ciento de los compromisos. E s bien ‘ 47 millones de aumento. ‘ . __
poca cosa. ’ "D e 1902 a 1906, reinado de M. Combes. Aumentos anua
Pretendióse igualmente que. las peticiones eran “regular- , les: 46 millones. Ultimo año, que es el de las elecciones:
mente hinchadas” teniendo en cuenta las disminuciones mi 86 millones.
nisteriales y parlamentarias con que los Servicios ya conta ’’De 1906 a 1910, aumentos anuales: 98 millones. Año últi
ban. Pero este argumento no puede piasar. Cúando en 1902 los mo, o sea el de las elecciones: 180 millones.
Servicios pedían 90 millones, que el ministro competente reba ’’De 1910 a 1914 los aumentos anuales son de 184 millo
b a b a a setenta y de los que la Cámara no concedía más que nes. Los del último año, que es año electoral, llegan a 453 m í -.
cincuenta, ¿quién puede creer que los cuarenta de diferencia Uones."
se debieran a una “inflación” de los Servicios deseosos de Había, pues, dinero y se gastaba alegremente, pero para ‘
prevenir las previstas disminuciones? Los Servicios que hu- tener contento al elector, no para defenderlo mi para salvarlo.
En aquel terrible debate de mediados de julio, ni un senador
hubieran practicado la “inflación” en esta escala y en estas
de 1914, mi un diputado de 1914, pudo sostener lo contrario.
proporciones hubieran sido barridos al momento en aquel tiem
po en que los funcionarios militares eran tratados sin ningún De modo que, quince días antes de las hostilidades, la na
ción se encontró frente a frente de la verdad. ¿Qué podría opo
miramiento.
ner ella a los obuses pesados alemanes ? “Apenas nada.” Nues
iEn cambio, se guardaron de hablar— y con buen m otivo-
tros cinco regimientos de artillería pesada no tenían más que
de la única razón que hubiera sido válida, a condición de ser
cañones viejos. Francia había inventado el mortero moderno
verdadera, o sea la falta de recursos o la voluntad de ahorrar
de 28 centímetros: Inglaterra y Rusia lo tenían; Francia, en
esfuerzos al pobre contribuyente. E l mismo Parlamento y el
cambio, acababa de adoptarlo y lo tendría demasiado tarde.
mismo Gobierno de chorlitos criminales que tacañeaban con la
¿Qué hacer? “N i nos defienden ni nos gobiernan", tronaba
protección de las tropas francesas echaban el dinero por la
M. Clemenoeau. N o sospechaba cuán cierto era. Porque aquel
ventana en cuanto se trataba del interés de su partido. Bien
grito no era mejor comprendido por sus oyentes que por su
ha dicho Nansen que “no hay nada más costoso que el Go
mismo autor. Las aspas se agitaban en el aire: las falsas cau
bierno de la democracia”. N o hay nada que ponga en m ovi
sas eran eliminadas, pero las verdaderas seguían ocultas. Mes-
miento un mayor número de individuos animados de más as
simy declaraba que había estado frente a otros departamen
tutas avideces en condiciones de anonimato e irresponsabili tos ministeriales, pero que en ningún otro había hallado tanta
dad más favorables. Siempre que la democracia francesa ha competencia y tan buena voluntad como en el Ministerio de
estado a sus anchas, ha arrojado el dinero por la ventana, la Guerra. ¿Entonces? ¡A h !— musitaba él— ; en tres años
lo que reconoce un oficioso del régimen, Le Temps. hemos tenido nueve ministros de la Guerra y, bajo esta débil
“Desde 1898 a 1914— dice L e Temps— las Cámaras son r a e inestable autoridad, los Servicios de la Guerra son indepen
dicales.” (El mayor periódico de la República llama radical la dientes unos de otros, no se comunican entre sí por no tener un
opinión que expresa el espíritu de las elecciones tal como se jefe constante-que los ponga en contacto.
viene manifestando desde 1898 a 1914.) ¿ Y qué hicieron estas “Desde 1870— gemía M. Clemenceau— no he asistido a una
Cámaras? L e Temps estudia, legislatura por legislatura, los sesión del Parlamento tan angustiosa." También en esto daba
presupuestos de este período, que, en vez de decreoer, como el en un blanco más alto que su propio pensamiento. “N o se ha
de material militar, no han dejado nunca de subir. hecho nada durante diez años", confesaba a seguida el minis
“MédÁa de los aumentos anuales desde 1899 a 1902: 40 mi- tro. Y como estos diez años englobaban el período acusador
3
34 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 35
de 1906 a 1909, durante el que M. Clemenceau había sido con dos tan diferentes como los de M. Poincaré y de M. Combes:
sejero, M. Messimy daba lectura, a un resumen histórico de la la forma, la organización, o la desorganización republicana
tercera sección del Presupuesto de la Guerra (M aterial) en el misma? Los males imputables a la buena y a la mala Repúbli
que aparecía el ex presidente del Consejo y su famoso favori ca no pueden ser más que males específicamente republicanos.
to, el general Picquart, pidiendo, en 10 de marzo de 1907, M. Clemenceau estuvo un momento sobre la pista de esta ver
73 millones para el material, mientras que el ministro de Hacien dad, mas no supo mantenerse en ella y se ha dejado engañar.
da no ofrece más que 42; Guerra insiste, ¡pero debe darse por Pero, por lo menos, dijo al radical-socialista que era minis
satisfecha con 60! tro de la Guerra: — “Usted se oponía al aumento de nuestros
Tantos tira y afloja, tantas disputas e incertidumbres en las efectivos por la ley de los tres años, y esto sería porque usted
regiones del poder durante esta penosa serie de años, no dis ponía su confianza en la superioridad de nuestro armamento.
minuyeron algo hasta después de la amenaza y las humillacio ¡Y no existía tal superioridad! ¿ Y es usted quien nos lo dice?...”
nes de A gadir; y, aun después de Agadir, el 13 de marzo de L a atinada objeción no sugirió otra conclusión que vagas
1913, el ministro de Hacienda contestaba al ministro de la Gue generalidades sobre el universal “dejar hacer’’ y el universal
rra, que había pedido que el presupuesto de 420 millones se “dejar pasar” de “este país". Y el país juzgado de este modo,
aumentase en 504, lo que elevaba a 924 la cifra de las necesi tras haber sido engañado y desmantelado, iba a mostrar algu
dades de la Guerra, que no podía pasar de una cifra total de nos días más tarde de lo que era capaz y lo que valía en cuan
cuatrocientos cincuenta y cuatro millones. to las desfavorables condiciones políticas en que tenía que mo
“D e modo que, mientras et ministro de la Guerra afirmaba, : verse cedían a la monarquía de la guerra y al mando de uno
tras minucioso estudio y de experiencias que habían sido decir - solo.
sivas en sus resultados, que era absolutamente necesario el re E l debate senatorial se prolongaba angustiosamente y hu
forzar aún el material, los aprovisionamientos y la organización biera acabado en una noche opaca si M. Dominique Delahayg
definitiva del territorio y llegar a la cifra de 504 millones, no hubiera hecho brillar el rayo de la verdad exclamando al
500.000 francos de gastos no renovables, ¡ se le o f r e c ía n fin: “ ¡T odo esto es c u l p a de l a R e p ú b l i c a !”, a lo que M . Char
t r e i n t a !” les Humbert repuso:
U n poco antes, M. Messimy alegaba que “en los comienzos — “P u e s señor D ela h a ye , quédese usted con el Imperio
del siglo x x , este país se había dejado conquistar por la qui de 1 8 6 9 .”
mera de un idealismo, por la quimera de la pacificación uni A lo que M. Dominique Delahaye replicó:
versal’’. Sea; pero aun admitiendo que quepa confundir el país — “ ¡Pero si yo hablo del Rey y no del Im perio!”
francés, qué no interviene en política, con el viejo partido re M. Clemenceau intervino entonces diciendo:
publicano, que no hace otra cosa, el mes de mayo de 1913 no — “ ¡Cállese usted, M. H u m bert!"
estaba en los “comienzos del siglo x x ” y el envenenamiento del M. Delahaye:
país por las ideas dreyfusistas había acabado entonces, en gran — “E s muy cómodo decir “cállese usted”, M . Clemenceau,
parte gracias a los esfuerzos de los monárquicos; el mes de mayo pero no tiene un gran valor.”
de 1913 es la flor de la experiencia Poincaré: y la buena Re N o tiene un gran valor, en efecto, pero tapa y disimula y
pública conservaba las tradiciones de la mala ¡*y negaba cua priva de pensar. En estas cosas, el silencio es la única arma de
trocientos setenta y cuatro millones a las necesidades urgentes que puede servirse el partido republicano, porque no puede
de nuestro armamento! contestar nada. L a divergencia continua del personal republi
¿Dónde hallar, pues, las responsabilidades de semejante cano es fruto natural del régimen que ha hecho posible un des
error si se prescinde del único elemento común a irnos reina- file semejante; hasta añadiremos que el hacerlo posible es su
36 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
DISCURSO PRELIMINAR 37
única razón de ser. Si hay quien afirma que su unidad tiene un
bastará un hecho para mostrar cómo el régimen favorece to
carácter completamente ideal, pero que no tipne nada de real,
dos los errores del olvido. E l 15 de julio de 1914, André Lefè
en otras palabras viene a decir lo que es justo y que nosotros^
vre, reanudando en la Cámara el grave debate del Senado, aca
decimos, esto es, que toda la responsabilidad de la culpa es de
bó con la maniobra infantil que pretendía cargar a los Ser
la falta de unidad y de compenetración gubernamental. Si la
vicios la incuria y la utopía de los políticos.
culpa es de todos y no es de nadie, a quien hay que acusar es al
“Resulta bastante sorprendente que los ingenieros no cons
Gobierno de todos y de nadie que se llama República.
truyeran— decía André Lefèvre— , porque, en resumidas cuen
" E l argumento del Imperio es débil y se vuelve en contra
tas, su tendencia es construir, la tendencia de los oficiales de
de quien lo usa, porque el Imperio de 1869 quería armarse y
las fundiciones es fundir cañones, la tendencia de los inge
fueron sus adversarios republicanos los que le negaron los me
nieros de los arsenales es fundir cureñas, las*de los oficiales de
dios de hacerlo. En cambio, de 1000 a 1912, la oposición de la
ingenieros es consolidar fuertes, la[de,los militares en general
República aconsejaba armarse, y desde todas las alturas del
el armarse, y si ninguno #e ellos ha hecho aquello a que se
partido republicano gobernante venían, o la voluntad de desar
siente llamado, la razón 'del caSo es sencillísima: es que no se
mar, o la desastrosa preparación de los armamentos. Y el Im
les han dado las sumas necesarias para hacerlo. Si hace falta,
perio, aun en el caso de que hubiera sido cien veces más cul
lo demostraré con cifras que tengo aquí.”
pable de lo que se ha dicho, no era otra cosa que un Gobierno
M. B é n a z e t .— “ A b s o l u t a m e n t e exacto."
popular, una democracia a base de plebiscito y de elección, un
Animado por una aprobación tan expresa y grave, M. Le
sucedáneo de dictadura republicana. M. Delahaye tenía r^zón
fèvre prosiguió diciendo:
que le sobraba al decir que el gobierno de la Corona es una
cosa muy distinta. — ‘‘...Desde hace treinta años, desde 1882 a 1912, los alema
Por muchas que sean las desvergonzadas calumnias con que nes han gastado cuatro mil setecientos millones, al tiempo que
se han llenado nuestros libros de clase contra un Francisco I, nosotros gastamos dos mil setecientos cincuenta y un millones
un Luis XTV o un Luis X V, ninguno de ellos ha dado el ejem en el mismo intervalo. N o es lícito decir, no se puede dejar de
plo de semejante indefensión ante el extranjero. Podrá alguno cir que unos funcionarios scm los culpables del hecho.”
haber tenido una distracción o una negligencia, pero ninguno L a sonora adhesión prestada por M. Bénazet1 a la defensa
abrigó nunca la voluntad sistemática de desarme y de debi de los funcionarios de Guerra recordaba y venia a repetir la
lidad en el exterior. Nuestros reyes han podido una o dos opinión por él sostenida en la precedente legislatura, el 26 de
veces aflojar las riendas en el interior del país, pero, fuera, marzo de 1914, menos de cuatro meses antes:
frente- a otros príncipes, nunca. Previsoi^s, caseros, modera M. P a u l B é n a z e t , ponente de la Comisión de Presupuestos.—
dos, no por esto descuidaban el ser fuertes, y de este modo fo r “Los gastos extraordinarios reales de Guerra bajan de 137 mi
jaron la patria desde el siglo ix al xvm, y de este modo toda llones en 1906 a 92 millones en 1907 y a 60 millones, en 1908 y
vía la reorganizaron, la pacificaron y la salvaron en el xix. Es a 66 en 1909...”
‘ natural que los republicanos, cuando se les recuerda esta po ¡Son las cifras que ya conocíamos! P ara explicar tan formi
lítica de sabiduría y autoridad, no tengan más recurso que dables yerros, M. Bénazet inculpaba, no al Parlamento, sino
ocultar al país la solución monárquica del problema de la na a los sucesivos Gobiernos emanados del Parlamento, que viene
ción.— “ /Cállese usted, M. H u m bert!"— ¡N o es flojo el motivo,
M. Clemenceau! 1. Al reco rd arle yo, m ás adelante, este hecho, M. B énazet rae con
¡Y , por lo menos, si, dejando tranquilos a los republica testó en u n a c a rta de 30 de setiem bre de 1919 que, como su intervención
de entonces se lim itó a cu atro p alab ras, no ten ia valor, cualquiera que
nos, hubiera podido creerse en la eficacia de la lección! Pero
hubiese sido el sentido de estas palab ras.
38 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA d is c u r s o p r e l im in a r 39
a ser lo mismo. Después de los discursos de MM. Messimy y ¿cuántos franceses tuvieron presente en la memoria, en 1919,
Humbert, vale la pena dé citar el suyo: y cuántos son capaces de acordarle en 1924 del monumento
Ponente B é n a z e t .— " E l 'proyecto de Presupuesto para el acusador levantado por las dos Cámaras contra la política m is
i hmiíw*
año 1902 fué cerrado el 29 de marzo de 1901; la cifra que pe ma de estas dos asambleas? Del mism'o modo que se ha olvi
dían los Servicios pasaba de 98 millones; el nuevo ministro de dado cuanto se hizo, en el transcurso de los quince años que
la Guerra (André) propuso reducir la suma a 38 millones y, precedieron a la guerra, conducente a diezmar a nuestros po
. . . . . . 1— iiT .i. h
a su vez, el ministro de Hacienda (C aillaux) pidió otra reduc ■ bres soldados, del mismo modo se há olvidado la recapitula
ción de doce millones. De 1903 ’o 1905 las sumas pedidas por ción de estos crímenes hecha precisamente quince días antes
los Servicios disminuyen cada vez más, porque los directores de la carnicería. Viene una ola y borra todas las que la pre
de los mismos han. recibido la orden de reducir al ,mínimo sus cedieron. "E s el mar, es el m ar...”, .declama B arbier: creyendo
Presupuestos... „ - * hablar de la popularidad, el poeta definía a los pueblos. Pero
■_ _____
A sí es como el »presupuesto especial de los Servicios para se plantea la cuestión de si se puede dejar al M a r el gobierno
los generales de 1902 y 1903 ■desciende de 9"8 millones a 51. de la Barca. Esto es lo que nosotros negamos y lo que afirma
Para los dei 1904 y 1905 nuevo descenso, de 61 a 45 millones, la doctrina de la verdadera República.
y, no obstante, todavía hay una enorme diferencia entre lo
que piden los Servicios y lo que el Gobierno concede.
E S , PUES, .UNA LEYENDA, SEÑORES, EL AFIRMAR QUE LOS SER
VICIOS d e l a G u e r r a n o s e p r e c a v ía n .”
A h ora bien, el ponente que denunciaba esta “leyenda” en
1914 tenía que reeditarla cinco años más tarde. En 1919,
M. Bénazet sostenía ante la Cámara que las Cámaras eran ab
solutamente inocentes de nuestra indefensión de 1914. E l vier
nes 26 de setiembre de 1919 pronunciaba estas palabras:
"N o es justa la suposición de que el Parlamento de la R e
pública dejó de cumplir plenamente su deber. Antes de la Gue
rra, hizo llegar sus inquietudes a los t é c n ic o s m il it a r e s y votó
t o d o l o q u e e s t o s t é c n ic o s l e p i d i e r o n . (Grandes aplausos
en la izquierda.) ¡Esta es la verdad!”
Los expertos y los técnicos a quienes M. Bénazet defendie
ra con los números en la mano y el apoyo de todas las eviden
cias de la-razón en 1914, son acusados en 1919 por el mismo
M. Bénazet sin el menor miramiento para la verdad. L a verdad
no cuenta cuando choca con la comodidad y la conveniencia
del partidlo. Cuando se veía venir la guerra, todos los m ira
mientos eran pocos para los militares, pero, una vez consuma
da la matanza y comprobada la incuria, 4o que se sobrepone es
el temor de que el elector pida cuentas al partido. Y entonces
llega la hora de mentir sin el menor escrúpulo.
Salvo un puñado de hombres diseminados por la nación,
DISCURSO PRELIMINAR 41
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42 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 43
secuencias de la anarquía, sin dejar de respetar las fuertes parlamentos y a menudo desmoralizan a los individuos. Las
causas latentes de la misma. Y a partir del 4 de setiem bre1 tendencias sociales de la legislación resultan antisociales en sus
todos los frenos superficiales se rompieron. resultados. Los pocos progresos registrados en este orden por
Desde 1869 el partido republicano ha venido elaborando el ciertas Cajas de sindicatos y de mutualidades agrícolas son de
program a general que desde 1878 aplica y cuyo carácter esencial bidos a la energía heroica de. los particulares, pero 110 han te
consiste en conceder todo a un individualismo ético-social que nido la menor influencia en el movimiento de población. L a
trae como forzada secuela la irreligión del Estado. L a religión natalidad tenía en contra suya el conjunto de las instituciones
es negada en cuanto fuerza nacional o política y ho se la tolera y las costumbres que las instituciones determinaban.
más que como “asunto de conciencia”. Si hay una política a la ¿Acaso la República nos ha dado, a cambio de una pobla
que este régimen inconstante haya sido fiel, es esta. P o r medio ción numerosa, influencia sobre las cosas y, a falta de fuerza
del divorcio y de la escuela, por la ilimitada extensión de la numérica, la fuerza económica? ¿H a ganado en calidad el desen
acción material del Estado (de un Estado agitado por el es volvimiento de la economía nacional lo que perdía por el lado
píritu revolucionario), mediante la acción creciente del fisco en del número que el régimen del número ahogaba? L a República
materia de sucesiones, las tradiciones morales, los recursos ma ni siquiera nos ha colocado en plan» de igualdad con las otras
teriales de los hogares han ido siendo saqueados metódica naciones. Si el material de guerra de 1914 no estaba “a la altu
mente. ¡Y pensar que la perspectiva de semejante porvenir es ra de los últimos descubrimientos modernos” x, nuestro mate
lo que cantó el abuelo H u go!: rial de paz no valía mucho más. E l utillaje estaba anticuado
en todos los dominios. Las mismas naciones vecinas que cre
¡ Sembremos, sembremos la bellota, y que se convierta en una enci-
[na inmensal cían por el aumento de su natalidad, al mismo tiempo se exten
¡Sembremos, el derecho y que se convierta en dicha, gloria y claridad! dían y se fortalecían gracias a la cantidad de sus productos y
¡Sembremos al hombre y que se convierta en pueblo! a la calidad de sus medios de producción, y de este modo po
¡Sembremos a Francia! 2. dían imponernos, con sus mercancías, la maquinaria para f a
bricarlas. E n cambio, nuestros métodos seguían siendo casi
E l poeta hubiera podido contestarse a sí mismo que no na
absolutamente estacionarios. N o contentos con crear menos,
cen pájaros cuando se queman los nidos. Quien destruye los creábamos menos bien, y Francia adquiría en todas partes una
hogares, detiene el nacimiento de los hombres. A l demoler la sólida reputación de pueblo rico y lleno de recursos, pero pro
casa, se ha extenuado la raza. Las grandes causas de la deca fundamente atrasado. “Nuestro utillaje es viejo— decía en
dencia de nuestra población están íntimamente ligadas con el 1910, al acabar de dejar el cargo, el ministro de Comercio,
cuerpo de ideas y leyes que forman el ser y el espíritu de la M. Cruppi— , nuestro utillaje está gastado y no lo renovamos
República. Podemos darnos cuenta de ello observando el poco con bastante rapidez.” ¿ Y cómo hubiera podido renovarse?
alcance o el mal resultado y el alcance débil y falso de las pocas ¿Por la presión, por el aguijón de quién o de qué? L a consigna
leyes llamadas sociales que el régimen ha dictado en horas de del “se acabaron Tos negocios’’ alcanzaba más allá de la diplo
distracción favorables: la ley Ribot sobre la propiedad familiar macia. L a sociedad, descompuesta por las ideas y las leyes de
apenas funciona; la organización obrera ha sido concebida de la democracia, difícilmente podía suplir la falta de. un E s
modo que resulta inevitable la lucha de clases; las leyes, de tado. L a ausencia de un jefe supremo no había estimulado la
asistencia y de retiro abruman de deudas a municipios y de- acción de los jefes secundarios, jefes de familia, jefes de ex
1. E l 4 de setiem bre de 1870 rep re se n ta , con Ul c a ld a del tro n o de plotación, jefes de industria. L a inercia democrática nos envol-
N apoleón III, los albores de la te rc e ra R epública. (N. del T.)
2. A la- encina simbólica de ¡os E stad o s Unidos de. Ewrapa. (14 de
julio de 1870.) 1. P a la b ra s de A ndré L efébvr» «n la C ám ara.
44 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 45
vía en esta muelle y dulce “facilidad” que, según testimonio de cano, este Gobierno hubiera sido una democracia cesárea de
M. Anatole Franoe, es el carácter distintivo de la República. tendencias conservadoras, tales familias, utilizadas en las fun
Y así, desanimando el esfuerzo privado, confiscando las ri ciones públicas, ciertamente hubieran sido diezmadas y exte
quezas productivas para esterilizarlas, y endosando a los demás nuadas por el virus inherente a todas las modalidades de la de
las producciones onerosas, cristalizaba el socialismo de Estado mocracia, pero en el gobierno de la tercera República no cabía
y paralizaba a un pueblo que tan vivaz había sido. Los ciuda esta moderación nociva propia del Imperio: era radical, y radi
danos que quedaban, contribuyentes y administrados, coloca calmente obraba, con lo que una importante minoría de buenos
ban su dinero no en empresas nacionales que hubieran dado franceses y buenas francesas vióse constreñida a sacrificar su
vida a la colectividad y consecuentemente enriquecido a sus permanencia en las ciudades y a vivir junto a sus viñas y junto
a sus surcos, a crear de nuevo el tesoro material y fisiológico
miembros, sino en los fondos del Estado, generalmente extran
jeros y a menudo enemigos, sin preocuparse del crimen a que en peligro de agotarse en otros lados. E s allí donde el nervio de
cooperaban, sin conciencia de la responsabilidad que adquirían, la patria se ha conservado durante cuarenta años. Y el patri
sin otro cálculo verdadero ""que el de la renta automática co monio así mantenido regeneraba la sangre. Esto ha podido ver
se en la guerra por el valor de los oficiales y los soldados, ia
brable por semestres vencidos. E l caso excepcional de tal in
inmensa mayoría de los cuales era de cepa rural. Pero ya se
dustria floreciente y de tal tráfico enérgicamente continuado
advertía en los años anteriores a la guerra, cuando la erosión
debe llenarnos de admiración y de gratitud hacia la voluntad
democrática era compensada por un esfuerzo* campesino que no
y la inteligencia desplegadas por tal o cual ciudadano, pero
sólo tendía a producir, sino que asociaba, sindicaba y federaba
este merecido homenaje no debe hacernos perder de vista la
unas fuerzas sociales y financieras cuya importancia no se ha
suma increíble de todo lo que hubiera podido ser y no ha sido.
medido bien todavía. A pesar de lo que, el conjunto del Estado,
Unas instituciones egoístas determinan unas costumbres pa
forzado en algunas ocasiones a servir estos intereses, no podía
sivas. A menudo se ha hablado de maltusianismo económico
hacer otra cosa qua combatirlos en aquello que encerraban de
como del resultado de un cálculo perverso, mas es lo cierto que
elementos de porvenir. L a hipoteca roía el dominio de los cam
las voluntades sólo se han pervertido por obra del desbarajuste
pos, las tasas sucesorias lo agotaban, las particiones lo divi
de las cosas y de las leyes, de las convenciones, de los re g la
dían hasta lo infinito. Nadie puede afirmar que la tercera R e
mentos, del Estado mismo que los impone. E l Estado quería ser
pública ha visto una prosperidad agrícola, porque precisamente
. el único árbitro de la vida pública y privada; en consecuencia,
en esta zona es donde se ha hecho sentir más duramente la ca
no quería tener que habérselas más que con individuos desuni
lamidad de la despoblación. En 1881, las profesiones rurales
dos o lo peor unidos posible. E n virtud de la constitución es
constituían el 48 por ciento de la población de Francia. En
tadista e individualista proclamada de 1789 a 1799 y afirmada
3^03 no representaban más que el 33 por ciento; el 67 por
a partir de 1870, I03 franceses, tomados uno a uno, viendo que
ciento estaba acaparado por la industria, el comercio y las pro
les tenía más cuenta el vivir solos que casados, o siendo rentis
fesiones llamadas liberales; dicho se está que los productores
tas que productores, se lanzaron a gozar y a traficar, con pre
verdaderos han disminuido en proporción. M. Pierre Caziot cita
ferencia a trabajar y crear.
un grupo de cinco departamentos en los que la población ha
L a única excepción de esta regla se ha producido feliz
disminuido en un quinto en medio siglo, lo que equivale a de
mente en el dominio agrícola al convertirse la agricultura en
cir que, de cinco departamentos, ha desaparecido uno. Por con
el único recurso de un cierto número de familias numerosas,
siguiente, lo que la burguesía y la aristocracia rural recupera
fecundas, propietarias de una parte del territorio cultivado y
ban resultaba anulado por el lado del pueblo1. P o r esté lado
cuyo origen católico y monárquico las señalaba al ostracismo
del gobierno. Si, por desgracia, en vez de ser un puro republi 1. Después de la g u erra se h a producido un hernioso reflorecim iento
46 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 47
Francia seguía perdiendo. L a legislación elaborada en las ciu requiere una continuidad y una independencia, que faltan tam
dades, aun en el caso de que tendiera a hacer más fértiles los bién. En República democrática, cada yo, armado de su derecho,
campos, tendía al mismo tiempo a hacer menos fiel al campe tira por su lado, y la ley del menor esfuerzo viene a ser la ley
sino. Por cada burgués que volvía al campo, lo abandonaban de la inmensa mayoría. Es harto injusto el añadir que Francia
diez jornaleros para hacerse funcionarios u obreros de peque lo’ ha querido así, y M. Víctor Cambon no tiene razón cuando
ña o gran industria. explica los males cpie ve: perfectamente mediante causas que
Las grandes y hermosas ciudades de Francia podían des analiza pésimamente. Él dice: “En los tiempos en que Francia
lumbrar al nuevo ciudadano, pero, caídas bajo la férula de ins era rica prefirió dispersar por todos lados sus capitales mejor
tituciones perezosas e inmóviles, causaban al visitante extran que sanear sus ciudades y mejorar su patrimonio inmobiliario.’1
jero una creciente decepción en todo cuanto se refería a me Francia no ha preferido nada; han hecho que prefiera, la han
joras, a saneamiento y a la elegancia de la vida moderna. En arrastrado a estas preferencias. ¿ Quién ? Los jefes de la demo
París, bajo el Segundo Imperio, el plan Haussmann fué casi cracia, las circunstancias derivadas de la democracia. ¡A y !, dice
concluido en veintidós años, pero los cincuenta transcurridos M. Cambon, “ninguno de los servicios públicos: basureros, co
después no han sido bastantes a ver acabados el boulevard rreos, teléfonos, estaciones, hospitales, mercados, establecimien
Haussmann, ni la rué de Rennes, ni la rué del Louvre. E l bur tos científicos o de educación, está en proporción al número de
gomaestre de Berlín, invitado en mayo de 1914 por el Museo habitantes. La aglomeración ,reina por todas partes, con de
Social, hizo sobre esto, ante un auditorio de técnicos que pre trimento de la higiene y de todos los principios de urbanismo” .
sidía M. Ribot, observaciones bastante penosas. “Hizo notar ¿Y es Francia quien ha pedido esto? Esto no lo ha querido más
— dice M. Víctor Cambon— , no sin cierta ironía, que, mientras que el régimen, no lo ha traído más que la lógica, consciente
todas las grandes ciudades del mundo civilizado habían acumu o inconsciente, de un régimen que Francia ha recibido de las
lado esfuerzos para sus mejoras urbanas, París, desde él punto bandas de agitadores pagadas por el Extranjero, cuando no
de vista del urbanismo y de la arquitectura, se había estacio por el Enemigo. Del mismo modo que no ha querido que se des
nado desde hacía medio siglo. Demostró cómo toda ciudad que cuidaran los palacios y castillos históricos como Versalles y Fon-
crece tiene que multiplicar las avenidas y los parques, que la tainebleau, cuyo entretenimiento ha quedado confiado a la
preocupación del urbanismo debería ser que ttodos estos oasis caridad de los extranjeros, y que no ha querido la suciedad, ¡a
de verdor y de reposo estuvieran unidos entre sí por amplios aglomeración y la incomodidad de su vida urbana, resultado de
bulevares con árboles, a fin de queda sucesión de grandes a r su regresión administrativa y política, Francia no ha admitido
terias constituyera un objetivo de paseo agradable e ininterrum ni querido la anarquía gubernamental, causa de esta regresión.
pido. 'Tampoco se privó de proclamar que el nuevo Berlín había Le habían ocultado y disfrazado el mal, le habían prometido el
sido concebido según estos principios... Pasando después al exa progreso y la libertad, y lo que ella quiso fueron estas cosas
men de los afueras, el conferenciante criticó vivamente la au que, en realidad, eran unos fantasmas. D e ello se han seguido
sencia de todo plan de conjunto en los municipios suburbanos ruinas, pero no como objetivos que escogiera nadie, sino como
y, sobre todo, la falta de disciplina que hace que cualquiera consecuencias apenas entrevistas y aun inadvertidas casi siem
construya en ellos según su capricho, ora un inmueble de seis pre. L a Francia de 1910 no sabía que sólo tuviese un material
pisos, ora un hotel, ora una fábrica "1. civil y militar ridiculamente anticuado, cLel mismo modo que
L a disciplina supone una autoridad, que falta, y la autoridad ignoraba que su Marina mercante estuviera en plena decaden
cia y que su Marina militar caminase a la desaparición. Lo pro
de prosperidad cam pesina, pero el régim en sucesorio lo c o a rta y re a p a pio de las naciones es vivir y no reinar. N o se podía pedir a
rece la hipoteca.
1. In fo rm a tio n del 21 de febrero de 1924. Francia que sintiera, pensara y escogiera como ún soberano.
48 ENCUESTA. SOBRE LA MONARQUIA DISCURSO PRELIMINAR 49
Y no tenía soberano: el mal estaba aquí, y ella no lo sabía. demostrar que el corazón francés podía soportar, la sangre
Cuando algún crítico, algún polemista, ponía el dedo sobre francesa producir y el espíritu francés concebir, emprender y
la llaga, ésta era negada. Si el critico probaba su existencia, si, realizar todo lo necesario y todo lo deseable. L a mala excusa
por ejemplo, demostraba que la decadencia del comercio marí sacada de nuestros pretendidos defectos substantivos no puede
timo era mayor por la decadencia de la Marina militar y en resistir al cuadro de las improvisaciones del genio nacional.
parte debida a ella, y que, siendo el segundo en el mar en 1870, Bajo direcciones a menudo débiles y de corto alcance, contradic
nuestro poderío naval se quedaba en cuarto lugar, o en quinto, torias e inseguras, pero bajo el rudo látigo de la ocupación y la
y acaso bien pronto en sexto en los años que iban a seguir al ofensiva enemiga», las armas, los productos y las máquinas para
de 1910; si el mismo crítico hacía notar cuán grave era esta fabricarlos han salido de debajo de tierra; se ha hecho cuanto se
situación para un país que posee el segundo imperio colonial podía y debía hacerse. Ningún material humano pudo dar en
del planeta, el ciudadano o los ciudadanos que lo escuchaban vidia al de Francia una vez que estuvo puesto en orden, ya por
no podían dejar de quedar sorprendidos por la evidencia de la voluntad de los jefes militares, ya por las circunstancias
esta sencilla idea: ¡tener unos inmensos dominios ultramarinos , equivalentes a ella. Pero en cuanto estas duras circunstancias
y no tener barcos para defenderlos, ni siquiera para ir a ellos!... faltaron, reapareció la verdad republicana y el desorden co
¡Impresión momentánea! ¡Reflexión forzosamente fugas! A p a r menzó de nuevo. .
te sus trabajos y sus placeres, cada ciudadano de un país como
Francia tiene, como es natural,’ ocupado su espíritu por otras
cosas que por el cuidado de la cinta litoral que sólo bordea vein
tiséis departamentos entre ochenta y nueve y que apenas re
presenta la cuarta parte de nuestros intereses comunes, de los
verdaderamente vivos, directos, sensibles e inmediatos! L a dis
tracción, la ligereza, las ocupaciones de la vida, la misma n a
turaleza de las cosas, se combinaban para hacer olvidar en se
guida este punto negro junto con todos los demás.
¿Por ventura estaba, pues, embrutecido o degenerado, ago
tado por los mil años de su hermosa historia este ciudadano-rey
a quien inútilmente se apelaba? ¿Acaso estaba sólo abrumado
por la absurda función en el desempeño de la cual cualquier
otro en su lugar hubiérase mostrado igualmente inepto?
O la culpa de todo radicaba en su falsa, en su impracticable
soberanía, o era debida a una depresión nacional. P ara discul
par la República, los publicistas republicanos de antes de 1914
no vacilaban en sostener que la culpa era del país, no del país-
territorio cuya riqueza y cuya hermosura no han dejado de
excitar la codicia del mundo entero, sino del país-raza, del país-
sangre, de su vitalidad, de sus costumbres, de su voluntad, de
su espíritu y de su corazón. Juzgábannos en decadencia rela
tivamente a los germanos y a los anglosajones. Pero la prueba
de la guerra ha sido, desgraciadamente, lo bastante dura para
4
DISCURSO PRELIMINAR 51
canos más que cuando se ven perdidos. Es su último refugio la reacción pidió y el Gobierno de un Viavini impuso, a des
pecho de las protestas de M. Clemenceau, entonces en la opo
de fidelidad constitucional, al que no acuden por gusto, porque,
como no prepararon la victoria (¡o la prepararon tan poco!: sición, y esto sin contar las otras medidas de riguroso orden
sólo durante los años 1912-13-14), tienen clara conciencia de interior que uno de nuestros jóvenes amigos, M. Pierre Ba
rrière, ha expuesto y analizado en una tesis de doctorado que
haberla merecido poquísimo, y, como tampoco han sabido uti
se ha hecho célebre ? 1. E l quebrantamiento de la moral hubie
lizarla, el tacto de nuestras costumbres y la clarividente mali
ra podido provocar un pánico que se lo llevase todo por de
cia del espíritu público les impiden sacar de él demasiada
lante.
vanagloria.
Además, este pudor secreto tiene otras causas. N o pocos ¿ Y cómo se hubiera tomado la ruptura de marzo de 1918 y
republicanos evitan prevalerse de la victoria porque no la tie la del Camino de las Damas en el mismo año, sin análogas
nen demasiado cariño y de buena gana renegarían de ella. L a medidas de salud pública y sin los hábitos de discreción y de
victoria, aun siendo completa, no es una divinidad ortodoxa, y resignación muda que aquéllas habían producido? Por dicha,
se la soporta como un grillete inevitable. A mayor abunda la guerra victoriosa acabó lo mismo que había comenzado : tras
miento, la victoria de 1918 no ha sido buena republicana. “E n la dictadura de Joffre, vino la de Clemenceau, cuyo anarquismo
todas las naciones victoriosas”, ha escrito M. Aulard \ la gue natural se transformó en el poder en un saludable jacobinismo.
rra ha sido ganada por “procedimientos de dictadura conserva L a dictadura más reñida con el espíritu y la tradición del
dora... E n todas partes se ha restablecido provisionalmente, y régimen era la de un militar. Nadie la había combatido más
mirando al esfuerzo guerrero qile debía_ realizarse, el antiguo rudamente que M. Clemenceau y nadie debía imitar y agravar
régimen”. más firmemente sus procedimientos que él. Si el periódico de
— Estamos viviendo bajo la dictadura de Joffre— suspiraba M. Clemenceau había sido suspendido bajo la égida de Joffre,
otro gran personaje público en octubre de 1914, y añadía— : es M. Malvy, M. Caillaux, los iguales, los amigos de aquél, todos
muy dura. E l peso de esta dictadura se ha hecho sentir desde cuantos encarnaban el puro espíritu republicano, desde el
guerra se encuentra una desacertada dirección de la alianza de los* errores del enemigo, felizmente multiplicada en virtud
rusa y que ésta nos la impuso en condiciones desfavorables. de la estructura geográfica de Europa, reduce a proporción las
Hubiera sido preciso que, en vez de soportarla, la hubiéramos pretensiones de los republicanos.
declarado cuando nos conviniera, para hacerla a nuestra hora, La. República democrática se ha aprovechado de la hubris
a nuestro momento y según nuestros intereses. E l grande y alemana que'coaligó al mundo entero en contra suya. Se ha
noble esfuerzo de Delcassé fué meritorio; nadie lo olvida. Pero aprovechado del general sobresalto natural de la F rancia eter
fué un esfuerzo, no un resultado. También es indiscutible que na fuera y por encima de todos los partidos. Se aprovechó del
a
ha sido útil el grande y noble esfuerzo de M. Barreré en Roma, genio de hombres de guerra a quienes había mantenido aleja
pero es de una claridad meridiana que era tan imposible que dos de los primeros puestos y a quienes hasta había vejado un
Italia contribuyese a que Austria se extendiera por el A d riá poco r Castelnau, arrojado del Ministerio de la G uerra en 1900;
tico en detrimento de Servia, como que Inglaterra permitiera Pétain, simple coronel en 1914; pero esto no es'tocfo, porque no
que Hamburgo prolongase su tráfico y sus armamentos hasta puede descontarse del balance total el capítulo de los últimos
Amberes. A l ser invadida Servia, Italia tenía necesariamente “beneficios de la Monarquía”. Desaparecida lfece„trés cuartos
que abstenerse de dar su ayuda a Viena y Berlín. A l ser inva de siglo, la Monarquía no estuvo ausente de la victoria. ¿ Quién,
dida Bélgica, Inglaterra tenía necesariamente que prestarnos si no, había constituido a nuestras puertas un Estado católico
el apoyo de su Ejército y su Marina. A l ser amenazado a fondo cuya lengua oficial era el francés y cuya tradición dinástica
el tráfico interoceánico por la guerra marítima alemana, Am é estaba animada por la amistad francesa? Nuestro rey Luis-
rica tenía necesariamente que entrar en la lucha para que se Felipe, el propio bisabuelo del rey Alberto I. ¿Quién separó a
respetara su pabellón. E stas exigencias de los respectivos egoís América de Inglaterra, y creó allá abajo una gran nación en
mos nacionales se daban con independencia de nuestra política donde la gratitud hacia el pueblo francés form a parte de la he
republicana, que tardó mucho en aprovecharse de ellos. Estos rencia ciudadana ? Puesf nuestro rey Luis X V I. ¿Y quién colo
intereses obraban por sí solos. Y si obraron con demasiada len có en el trono de España a un príncipe de su familia, amigo
titud, fué por falta de una acción hábil, valiente, eficaz de nues natural de Francia, impidiendo que se sentase en él la familia
tro Gobierno. de Carlos V, aliada natural del Imperio que antaño nos atacó
Si se mide por la importancia del juego la mediocridad de por la frontera pirenaica? Pues nuestro rey Luis X IV . De mo
la contribución política y diplomática del régimen, puede de do que parte de las victorias actuales se debe a las victorias
cirse que nunca contó con una posición más favorable un E sta pasadas. De modo que los reyes que fueron, aun habiéndose
do menos diligente, menos previsor, menos hábil y menos de renegado oficialmente de ellos, han trabajado en provecho de
acuerdo con los acontecimientos: si la intervención america los republicanos, que los desconocen y los difaman. D e modo
na se hubiera obtenido dos años antes, la Guerra se hubiese re que la obra borbónica y capeta, coordinada por los siglos, ha
ducido a la mitad, y si la alianza inglesa se hubiera concluido cooperado a esta ráfa g a de heroísmo que honra a la Patria,
antes del 2 de agosto, es probable que la Guerra no hubiese pero cuyo dolor hubiera podido evitarle un Es'tado m ejor cons
llegado a estallar. L a correspondencia cambiada a fines de ju tituido. De modo que, en la economía de nuestro pasado y en
lio en M. Poincaré y Jorge V deja sentado que la misma los capítulos más discutidos del mismo, la Francia contempo
mano que dispuso el bombardeo de L ieja provocó al mismo ránea ha encontrado diversos medios capitales de su victoria
tiempo la intervención inglesa; lo que comúnmente se llama y su salvación. L a guerra de sucesión de España, la -g u e rra
la “democracia británica” , representada aquí por su alta aris de la Independencia americana y la expedición de Amberes han
tocracia, únicamente ha sentido el reflejo de la invasión, la de figurar en la Historia como fiadas madrinas del ansioso es
llamada de los cañones alemanes. Esta preciosa colaboración fuerzo de. 1914-1918. Factores de la victoria, y factores de pri-
56 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
DISCURSO PRELIMINAR 57
que le causa nuestra instalación provisional en el Rhin y el de su Imperio y de sus Estados, el inmenso pánico civil y mi
dolor que le inflingen las desanexiones de Estrasburgo, de litar, eran, en efecto, desconocidos por el Ejército francés, co
Posen y de una parte del Slesvig. N o la hemos debilitado en mo consecuencia de que dieciocho años antes había éste reci
lo más mínimo en sus puntos vitales : cortémosle algunas tiras bido del enemigo interior el golpe que le privara de los órganos
de piel para irritarla de veras. En fin, al pedir que pague el ¡necesarios de visión:
mal que ha hecho, guardémonos de reclamar nada inmediato, ’’Nos ha faltado el estar enterados de esta situación. Y he
ni siquiera una prenda de los pagos futuros.” 'aquí que ahora estamos palpando u n o d e l o s m a y o r e s f a l l o s
Sólo en dos sitios se lamentó el alto del armisticio, y en que h e m o s s u f r id o d u e a n t e l a g u e r r a . H ubo un tiempo en que
ambos no se podía nada en contra del hecho: en L ’Action nuestro Estado Mayor había creado en Alemania un servicio de
Française y en el Elíseo. U n a protesta de los escritores mon- , informaciones tan bueno (mejor quizá) que aquel cuyos frutos
árquicos quedó declarada por definición fuera de la ley. L a tenía que recoger Alemania un dÁa en Francia. Circunstancias
protesta de M. Poincaré hubiera sido ilegal también, según su en las que importa poco insistir (¿usted cree?) echaron aba
punto de vista. E n cuanto a M. Clemenceau, había admirable jo, después de 1900, la obra del coronel Sandherr. Y , cuando
mente sentido el excitante de la guerra, pero en cuanto percibió vino la crisis, s ó l o n o s q u ed a b a n e n A l e m a n ia u n o s p o c o s
la posibilidad próxima de una paz, la que fuese, le falló la vo Desencadenada la guerra, era evidentemente difícil
a g en tes .
luntad y gritó: “ ¡Paz, paz, paz!” , sin contenerse. Hábilmente el que entraran otros. Así se explica la ignorancia de que cons
se las compuso para asociar a la responsabilidad de su decisión tantemente sufrimos, no sólo por lo que respecta a los desig
el poder militar, al que había mantenido apartado de toda nios del enemigo, sino al estado real de la opinión.
su política de guerra. Los altos jefes a quienes en setiembre Si en él otoño de 1918 hubieran venido mil informes senci
decía: “La paz nó es cosa vuestra; vosotros ocupaos de hacer llamente a decir y repetir lo que escribía un burgués alsaciano
Ja guerra”, tuvieron que fijar en octubre las condiciones del (se trata del diario de un francés de Alsacia al final de la
armisticio que pedía el enemigo. Los altos jefes cumplieron guerra), acaso hubiéramos podido tratar a los alemanes en
concienzudamente con su oficio elaborando un texto que, se consecuencia y no imponerles, temerosos de verles rebelarse por
gún la expresión del mariscal Foch, permitía imponer al ven ello, LA MITAD DE LO QUE ESTABAN RESIGNADOS A ACEPTAR.
cido la paz que se quisiera. Pero nuestros jefes militares no Y es una lección para él porvenir.”
pudieron librarse de las consecuencias de las viejas locuras De nada servirá la lección si no se indica con precisión im
del poder civil, y por efecto de estas locuras, la verdadera placable las causas del error pasado. Este proviene de los hom
situación de Alemania les era poco conocida. Y , en el mo bres que sostuvieron en contra de Francia la causa de un ofi
mento en que más les importaba conocerla con exactitud, ¡en cial judío juzgado y condenado por crimen de traición. Si por
el otoño de 1918, faltaban al Gran Estado Mayor francés in milagro pudiera probarse que aquel judío no hubiera traicio
formaciones completas de la situación moral y política en él nado a nuestra patria, es indiscutible que la han traicionado
pais enemigo! unos parlamentarios y unos periodistas franceses al echar por
E l hecho parecerá increíble y hay que corroborarlo con tierra la obrajdel coronel Sandherr, al entregar nuestros es
autoridades indiscutibles. U n historiador republicano, en un fuerzos de contra-aspionaje a las curiosidades de la justicia y
periódico republicano, La Petite Gironde1, atestigua y explica de la policía, al desmoralizar a los agentes de fuera dando a
esta'verdad. M. Louis Madelin cuenta cómo la prodigiosa catás creer que Francia no guardaba ni sus propios secretos ni los
trofe interior de Alemania en 1918, la general descomposición de ellos, al cegar la fuente de nuestras informaciones sobre
los armamentos de Alemania, en una palabra, al obtener que
un solemne majadero como Waldeck-Rousseau acabara por de-
1. 6 de junio de 1923.
64 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA DISCURSO PRELIMINAR 65
i
clarar desde la tribuna del Senado: “ ¡Señores, se acabó el Ser- ¡ ciegamente y que no se hubiese temido el prolongar un poco
vicio de In fo rm a cio n es!” Así es como se arrancó a un valiente ^ aquella lucha gigantesca de cincuenta y dos meses; suponga
Ejército, magníficamente mandado, los ojos que alumbraban su 1 mos que hubiéramos llegado hasta el Rhin con Foch y Castel-
marcha y dirigían su camino. Nosotros somos de los poeos que nau: que se hubiera autorizado a Franchet d’Esperey a llevar
pueden recordar acusatoriamente el hecho, porque a tiempo pre su ofensiva general hasta el nudo del centro enemigo; que no
vimos y calificamos esta operación como se merecía. Lo mismo nos hubiésemos dejado detener por ninguna visión ni nebu
cuando nuestros amigos antidreyfusistas eran la mayoría, que losidad wilsoniana, por ninguna amenaza americana de defec
cuando no fueron más que una insignificante minoría, siempre se ción, y todavía cabe preguntarse qué programa claramente
desarrolló en este terreno nuestro ataque contra Dreyfus, nues concebido y determinado hubiera podido explotar esta esplén
tra defensa del coronel Henry y del Estado Mayor General del dida acción militar.
Ejército francés. Y tal como nosotros temimos que se presenta
Las concepciones republicanas durante todo el transcurso
ra el porvenir, tal ha sido. E l historiador Madelin, cumpliendo su
de la guerra fueron de una vaciedad sin límites; cuando veía
deber, lo deja sentado en sus referencias de lo que fué. Nosotros
y pensaba algo, .el régimen veía y pensaba equivocadamente,
cumplimos el nuestro de políticos al preverlo cuando estaba to
no sólo en io tocante a Alemania y a Austria, al carácter de
davía por nacer. Pero vale decir que no hubo en esto ni trabajo
la guerra y de la paz, sino a la naturaleza esencial del hombre.
ni mérito, porque el porvenir no era dudoso; lo que tenía que s
Ninguna de las consideraciones de buen sentido que dominan
ocurrir a dieciocho años vista, era de una claridad meridiana
toda política pesó sobre la República. Esta reconquistó a Alsa-
hasta para unos sencillos particulares como nosotros. ¿Y cómo,
cia y Lorena, con una mezcla de alegría patriótica, de irrefle
entonces, la República y su personal de ministros, de diplo- i
xión populachera y de cálculo político que surgía en el espí
máticos, de parlamentarios y de policías no hallaron medio de í
ritu de la mayor parte de sus mejores hombres de Estado:
contener el monstruoso esfuerzo llevado a cabo para destruir
¡era hermoso que Metz, Estrasburgo, Colmar y Mulhouse re
un servicio sin el cual el Ejército y el Estado tenían que avan
tornaran, con la cabeza y el corazón intactos, a la madre pa
zar a tientas?
tria; era hermoso y dulce que nuestras banderas fuesen reci
Incuria semejante debería bastar para degradar el régimen.
bidas allí con cantos y danzas mezclados con tales aclamacio
Nunca el sentimiento de los conductores de un pueblo ha dege
nes, que M. Poincaré pudo exclamar en el portal del Broglie
nerado hasta tal punto. Consentir esta venganza de Dreyfus
que el plebiscito estaba hecho. Pero un Estado no es un pue
era consentir en el más eficaz de los crímenes contra la Patria.
blo. Se debe a sí mismo el pensar y razonar sobre estos nobles
Apenas anoto la mala acción como tal mala acción, porque hay
fenómenos de la alegría pública. O, por el contrario, éstos que
que comprenderla en sus consecuencias de verdadera catás
dan amenazados de graves rectificaciones. Pero la República
trofe: nuestra ignorancia de la situación de Alemania en 1918
no se enteró de nada. N o prestó atención a que, si le dejaban
nos arrebató el fruto de nuestros sacrificios.
reconquistar nuestro patrimonio alsaciano y lorenés, se guar
daban bien de dejarle tomar ninguna garantía de posesión pa
Y con todo, sr dejamos a un lado esta ignorancia e im agi cífica. A l amparo de la coalición del mundo entero, un pueblo
namos a la República enterada del desconcierto” enemigo y del de cuarenta millones de habitantes reconquistaba un territo
partido que podía sacar de una anarquía que bastaba para des rio de disputas seculares a un pueblo de sesenta millones, y
hacer la unidad alemana, ¿hubiera sido mucho mejor el re
aquél omitía el asegurar su buena suerte, se olvidaba de resta
sultado de las hostilidades? Hinchemos, forcemos la hipótesis
blecer el equilibrio entre el enemigo y él, y hasta manifestaba
optimista: supongamos que merced al sostenimiento de una
un desdén trascendente para el sistema experimentado que anta
buena Oficina de informes no hubiéramos tenido que obrar
ño se aplicara a desarticular la gigantesta reunión de naciones
5
66 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
DISCURSO PRELIMINAR 67
¡ cuando de lo que se trataba era de satisfacer a los particula va sino a destiempo, como en Wàshington, en donde nuestros
res al mismo tiempo que se servía a la comunidad! representantes blandieron un programa ruidoso de reconcilia
ción. de Inglaterra y América que no tenía más que un de
De una manera o de otra, lo más urgente era el restaSfecer
el equilibrio entre la moral francesa y la moral alemana, que se fecto: el de que ingleses y americanos no tenían necesidad de
rompía en detrimento nuestro. Nadie se preocupó de ello, salvo, reconciliarse porque se estaban entendiendo a maravilla a nues
paradójicamente, unos monárquicos a quienes sus doctrinas y tras espaldas. Manejados o resistiendo al manejo, pero casi
sus gustos inclinan poco al estudio de los factores que operan nunca manejando ellos los hilos, los estadistas del régimen sos
sobre la opinión popular. Y ¿por qué? Pues lo repito: porque tienen unos principios de defensa jurídica a buen seguro muy
lo esencial del orden republicano, el arte de persuadir las ma aceptables, pero sin ninguna eficacia. Les vemos aferrados a
sas, los mejores resortes del oficio de la República, son echa un tratado reconocido como malo y sin atreverse a ofrecer la
dos a un lado cuando no se trata más que del interés nacio- revisión del mismo. Cuando su entrada en el Ruhr provocó,
' nal. Todo lo que han* sido capaces de replicarnos ha sido, o en el otoño de 1923, un verdadero caos alemán, lo contempla
-bien que rió había dinero para esto (cuando hace falta, se b u s ron sin atreverse a sacar nada de él. Su acción es totalmente
ca), o bien que lo que procurábamos era la formación de un estática de aspecto y de acento. Cuando mucho, les sirve para
Ejército de golpe dé Estado. ¡Tan cierto es que el espíritu sostenerse en sus posiciones, pero no p ara ir a ninguna parte,
político republicano no concibe las cosas ni vive más que den o para ir lejos, cosa que quita a su palabra todo poder de per
tro del cuadro de las facciones! E n este cuadro no entra nun suasión. L a elocuencia del mismo M. Poincaré hiela la opinión
ca por entero la opinión nacional, ni se piensa en ella, ni se del mundo en vez de aunarla y conmoverla en nombre de los
le invita a entrar. numerosos intereses y de los poderosos sentimientos que si
M ás aún; una vez firmado un tratado que se concluyó a guen siendo análogos a los nuestros... Comprenderíamos que
puerta cerrada y se negoció entre cuatro personas, quedaba unos hijos de tribunos se sintieran cohibidos bajo el fra c ceñi
instituido una especie de. Parlamento foráneo entre las nacio do de los antiguos diplomáticos de Corte, pero, aquí, en su ele
nes amigas y enemigas de Europa y de Am érica; y en medio mento, bajo las miradas de la opinión universal, ¿qué es lo
de aquellos vastos, pesados y continuos cambios de discursos, que los empequeñece a tal punto?
de telegramas y de radios, en que tanto lugar ocupó la manio Tanto y más que la palabra eficaz faltan de modo que pas
bra de Alemania, nuestro personal parlamentario estuvo casi ma los medios de darle resonancia. L a literatura política fran
eclipsado; nunca dominó la situación y, no obstante, tenía el
cesa— me refiero a la oficial— se encuentra en las mismas con
juego en la mano. E l cesarismo financiero de A m erican os ha
diciones subalternas que todo lo demás. ¿Cómo es que un G o
bía hecho una jugarreta con sus diálogos públicos con Alem a
bierno de opinión, cuidadoso de ser oído por el mundo entero,
nia en setiembre y octubre de 1918; la misma diplomacia ora
no ha sabido dotarse más que de una Prensa tan débil ? — Uste
toria, desarrollada en mayor escala, siguió haciendo caso om i
des no están enterados— decía Roosevelt a nuestro colega G a -
so de nuestra República durante la elaboración del tratado. Su
72 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 73
briel A lp h a u d 1— . N o están ustedes al corriente, son ustedes de querer garantizar su seguridad como está oBligada a -ha
siempre de los últimos en enterarse de las cosas— repite este pa cerlo. A sí vacilan y no se sostienen, así nos fallan, cualquiera
tricio de una República tradicional— . Prefieren ustedes curar que sea el lado desde donde se les mire, los puntos de apoyo
las enfermedades a prevenirlas y preservarse de ellas a tiempo. exteriores de una efectiva irradiación moral, y esto depende
Sus periódicos, al lado de los grandes órganos de la Prensa del régimen, como la guerra y la post-guerra nos lo han hecho
alemana, italiana, inglesa y americana del Norte y del Sur, palpar.
son de una lamentable inferidridad. Están ustedes constituidos Vayamos al fondo. Los procedimientos de un Gobierno da
en República, en democracia; quieren gobernarse por sí mis opinión casan mal con los hábitos de espíritu de los franceses
mos y lo ignoran todo, no sólo aquello que se refiere al arte que salen de Francia para trabajar por la más grande patria;
de gobernar, sino a los diversos campos de aplicación en los 3
- cualquiera que sea el grado de energía de los particulares,
que se ejerce, lo mismo dentro que fuera, la acción del que go éstos dan por descontada la existencia de un Gobierno en el
bierna... que se pueda fundamentar una iniciativa inteligente y en el
' ÍNO h a habido nunca ningún régimen que se haya visto ba- I que puedan apoyarse o replegarse. Pero tal Gobierno apenas
tido tan por completo en su propio terreno. Batido por las existe, y, situado en estas condiciones, el francés de fuera se
Repúblicas después de haber sido manejado por las Monar desanima, se encorajina o se subleva y envidia a los Gobier
quías durante tanto tiempo. Si queremos explicarnos con toda nos extranjeros, reniega o se burla del suyo y, si continúa
exactitud este fenómeno, es justo tener en cuenta la regresión ocupándose de sus propios asuntos, deja de comprender los del
económica general. U n país que se despuebla, que produce y , país. De este modo van produciéndose unas tristes corrientes
que crea menos, sufre las consecuencias de ello en su Prensa de desnacionalización. Nadie puede cambiar la manera de ser
y en su propaganda exterior. Pero es que despoblación y m a de los franceses ni la de Francia. L a posición del Gobierno de
rasmo son consecuencias de un régimen político contrario a ; la República aparece desde fuera como completamente falsa,
los intereses del país. H ay que contar con lo torpe, cohibido y j puesto que se le ve teniendo que ocuparse de las realidades
hasta un poco contradictorio que habrá de ser en su expansión nacionales al tiempo que se inspira en principios y en ideas
moral y material un pueblo cuyo gobierno no corresponde ni a de sectas que son antinacionales. Incluso cuando ocasional
su genio profundo ni al pensamiento sincero y natural de sus me mente se mueve por la preocupación de sus responsabilidades
jores elementos activos. Nosotros exportamos católicos al Cana políticas o por amor del bien público, lo detienen y lo parali
dá: ¿acaso la política de su corazón puede ser la de la tercera zan el evangelio humanitario y el pontificado jurídico a que lo
República? Enviamos a las pequeñas y grandes Indias, al ligan las tradiciones del régimen. E l combate que se librá en
Asia anterior, al Egipto y a América del Sur, jesuítas, capuchl- su interior hace que se pliegue al método de las medias me
nos, dominicos; los más republicanos entre estos misioneros didas, de los arreglos, de las transacciones consentidas y hasta
no pueden dejar de sentirse, con harta frecuencia, en desacuer deseadas. Védase a sí mismo todo cuanto sea osar y moverse
do con la política de los sucesores de M. Combes y de los siquiera. L a franqueza le es tan penosa como la audacia. Del
colaboradores de M. Poinearé. Y si, como ocurre, exportamos mismo modo que no explota sus victorias guerreras, no saca
pacifismo humanitarista, también estas doctrinas laicas de una d jugo de sus raros éxitos diplomáticos. E s incapaz de llegar
política francesa irrealizable tienen derecho a quejarse de sen al fondo ni al fin de nada, porque su falsa moralidad fomenta
tirse mal apoyadas por una metrópolis que ocupa el Ruhr, que una sostenida oposición, una ininterrumpida oposición a todos
ocupa a Francfort y que de tanto en cuanto tiene la veleidad 1 sus movimientos nacionales. Y como, a veces, el personal que
exporta carece de verdadera moralidad, vese asediado de es
cia, que fué ayer el Estado más por completo manejado, se ha • “Truco y reclamo, reclamo y truco— decía Liebknecht— .
convertido en el más impune y ridiculamente difamado. Nuestros Jamás se dieron otros parecidos, ni puestos en un pie tan g i-
antiguos aliados tienen unos formidables presupuestos navales y gantesco... Ora era un concierto de estilo severo> ora una zam
nos acusan de militarismo. Nuestros antiguos aliados han ob bra bien compuesta, uno y otra dirigidos por un jefe de or
tenido de la guerra cuantas indemnidades podían esperar de questa al menor de cuyos gestos obedecían todos los ejecutan
ella, aun sin razón:— ruina de la Marina enemiga, conquista de tes. Bastaba un movimiento de batuta, y en París, en Londres,
las colonias enemigas, dominio absoluto del mar— , y nos acu en Berlín, en Viena y en New York, en todas partes, se canta
san de imperialismó. Tienen el control planetario del dinero, ba, se tarareaba, se silbaba, se cencerreaba, se piaba o mugía
encierran en el fondo de sus cajas, restos de nuestra prosperi él mismo motivo. ¡ Y hay quien se sorprende de que naciera la
dad, un depósito de cerca de dos mil millones de nuestro oro, y creencia en un “Sindicato” ! Cuando, en todos los países, qui
es esta avidez extendida a todo quien nos acusa de malos de nientos periódicos de diferentes partidos entonan a diario una
seos. Traicionados por el Tratado, no conseguimos que se eje vez, dos veces y más la misma melodía, en verdad que no cabe
cuten las escasas cláusulas que nos son favorables y se pre creer en un puro azar o en misteriosas simpatías de los ner
gona nuestra injusticia, nuestra falsedad, nuestra avaricia y vios y las almas. E l oculto director de orquesta no daba mu
nuestra falta de caridad. Pero se prodiga una caridad ardiente cha variedad a la ejecución. N o había más que dos tonos y
‘ os gamas: música de las esferas celestes para los santos y
d
al menos interesante de los vencidos.
los ángeles de la revisión, y griterío infernal de salvajes, insul
L a epidemia de hipocresía es contagiosa. U n buen Gobierno
tos de rabanera contra los diablos, grandes y chicos, que no
la hubiese previsto. Con un poco de memoria, le hubiera hecho
aclamaban la revisión y no querían creer en él “nuevo Jesús
frente y no habría consentido que la catástrofe moral siguie
de Nazaret” de la Isla del Diablo.”
ra tan de cerca la ruina física. ¿Acaso hay alguien que pueda
E l progreso de la hipocresía ha sugerido algunos perfeccio
creer que hemos de habérnoslas con ella por primera vez?
namientos en este concierto de calumnias internacionales. La
Que lo digan los franceses de mi generación. “Aquellos
defensa, en cambio, no lia hecho el menor progreso, o los ha
que— como dice Mistral— tienen memoria” y “el corazón en su
hecho al revés. Judío y amigo de los judíos en el interior,
puesto”, se acuerdan, sin duda, del ensayo general de la albo
nuestro Gobierno no ha obtenido nada a buen precio de los
rada cosmopolita que presenciamos hoy. Nuestros contempo
amigos de sus amigos, los judíos de fuera. H a tenido que con
ráneos de 1898 y 1899 contestarán riéndose que se parece mu
fesar que tenía en contra suya “la Finanza internacional”, ab
cho al guirigay del asunto Dreyfus. En otra escala, con una
solutamente como si, en vez de llamarse Poincaré o Millerand,
masa de ejecutantes multiplicada, y con otros envites, es el
se hubiera llamado Felipe V IH , general de Boisdeffre, general
mismo concierto que llenó la Prensa del munjlo, que sacudió la
Mercier o Léon Daudet. Resulta, pues, que el areópago finan
opinión financiera del mundo a cada fase del duelo entre la
ciero establecido en Francfort y en Amsterdam entiende que
justicia militar francesa y la judería de la Prensa y de la
la República francesa ocupa las mismas posiciones que el anti
Bolsa. E n estas últimas temporadas, ante las obras maestras
guo nacionalismo francés, tal como, grosso modo, la natura
de la propaganda prusiana, muchas veces hemos tenido que
leza de los intereses primarios del país exige que sea. Y hay
recitarnos la famosa página que antaño inspiraron a un socia
que, o traicionarlos, o, a despecho de todas las repugnancias
lista alemán imparcial, Wilhelm Liebknecht, padre de Karl, los
de sus partidarios, sostenerse y conducirse como si l a R e p ú
oficleides y los trombones de aquel chantage universal. Sólo
fuese para l a f in a n z a in t e r n a c io n a l poco m á s
b l ic a f r a n c e s a
un punto ha cambiado en el tema repetido: allí donde se de
o menos lo que fué ayer el conglomerado P a t r ie F r a n ç a is e y
cía “Estado Mayor”, ya no se dice más que “Francia” , pero
A c t io n F r a n ç a is e para la antigua R e p ú b l ic a a n t if r a n c e s a .
hay el mismo lujo de coro y de instrumentos.
78 ENCUESTA SOBEE LA MONARQUÍA
DISCURSO PRELIMINAR 79
A l salir de las batallas exteriores, cuando la fuerza misma
1914 los acontecimientos dieron cruelmente razón a Ja clarivi
de las cosas hubo asentado la República en las posiciones que
dencia de aquellos a quienes considerábamos como unos ciegos
ocupaban los monárquicos y los nacionalistas de hace veinte
y unos simples. Los ciegos y los simples no estaban en el lado
años, resultó que ella aparecía allí más débil que nosotros por
que nos figurábamos” 1. Estos ciegos y simples form aban en
que tenía que defender su puesto con los hombres y con las
1900 el gran partido victorioso d M a verdadera República. Helos
ideas que en 1898, 1899 y 1900 le servían para atacar este
aquí reaparecidos y coronados con el mismo laurel electoral
puesto sagrado: cuando tenía que sostener la política del or
que gotea sangre de futuras hecatombes.
den y de la patria, no podía emplear más que los hom bres]
La lucha contra la tendencia que representan resulta in
y los medios de la anarquía liberal y parlamentaria. Por lo j
grata y cruel ante la ignara muchedumbre cambiante que no
mismo, tenían que crecer las esperanzas de los agresores in
ve, no entiende ni comprende más que los golpes.
ternacionales, porque se decían ellos, con razón: — Semejan- 1
te defensa implica contradicciones que podemos explotar has — Ciudadanos— dicen las gentes de bien— , hay que volverse
ta desmoralizarla a fondo. ¿No tenemos precedentes que nos a armar, puesto que la guerra y la paz han resultado inútiles.
animan? ¿Acaso en 1898-1809 no hicimos bascular de dere Y ellos replican que no hay que armarse, de miedo que tienen
cha a izquierda, desde Charles Dupuy-Cavaignac a Waldeck- a ver caer de nuevo los obuses. E l enemigo subvenciona esta
Jaurés, la defensa similar que nos oponía el sentimiento di inteligente propaganda de desarme/
fuso de los franceses desorganizados? L a mayoría de ellos — Pues, con todo, tendremos que armarnos cuando el ene
querían el orden y la patria, pero tenían y mantenían la R e migo llegue de nuevo.
pública; una evocación oratoria de la verdadera República, su — ¡No! ¡Antes haremos una revolución!
ficientemente sazonada de provocaciones revolucionarias, bas Así era como se hablaba en 1914 cuando el caricaturista-
tó para acabar con su República que nadaba entre los licores diputado Paul Poncet denunciaba la locura de los armamentos,
sospechosos de un nacionalismo vergonzante. U n esfuerzo del di millones derrochados en cañones' y en municiones en vez de
nero internacional, un esfuerzo de anarquía, y se repetirá la aplicarlos a material escolar. Y estas mismas cosas se repiten
victoria de antaño con la misma táctica y en provecho de las en 1924 en el mismo órgano y en otros órganos menos avan
mismas banderas. zados, no sólo en L ’Humanité, sino en L e Quotidien.
Los “caballeros de San Jorge”, secundados por el marco-oro ¿Significará esto que la historia contemporánea está ence
y el rublo-oro de Moscou y de Berlín, tendieron el galope en rrada en un círculo vicioso? Esta explicación mistagógica no
nuestro país. Se ha desencadenado la anarquía en 1923-24 con - quiere decir nada. L a repetición de situaciones no significa sino
los mismos medios que en 1898-99. Lo mismo que entonces, la , que se repiten idénticos efectos, y éstos no se repetirían si no
idea nacional ha sido tratada de patrioterismo exaltado, de obraran las mismas causas. N o damos vueltas más que porque
reaccionaria e insensata, de quimérica e incorregible: “ ¿El pe tenemos puesto el cabezal de las ideas republicanas y esta
ligro prusiano?— preguntaba antaño Gustave Hervé— . ¿Acoso mos bajo el látigo de los intereses de la democracia. E l repu
la Humanidad no camina hacia una era de paz y de frater blicano doctrinario y el republicano chupóptero son la raíz
nidad? ¿Acaso la creciente fuerza de los socialistas alemanes y el fruto de todo el mal. Por tanto, hay que acabar con la
no era una garantía de que el Kaiser no había de atreverse falta y el yerro si se quiere acabar de pagarlos demasiado ca
jamás a dar la señal de una nueva matanza? ¡Imbéciles!, ros. Cuando nos libertemos de la Verdadera República en la
— añade Gustave Hervé, juzgándose certeramente— . E n nues
tros partidos de extrema izquierda éramos sordos a todas las
1. Lta Victoire, del 6 de diciem bre d e 1923; confesiones de G u stav e
advertencias de Déroulede y de Barres. E l 3 de agosto de
H ervé en ocasión d e la m u e rte de B arrés.
so ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
vm
A L S A L IR D E L A R E P U B L IC A
canas” que no han sido nada más que una coalición de intere . En medio de semejantes temores, un instinto físico advier
ses organizada por unos pequeños funcionarios inquietos. El te a todos que no habrá seguridad sin un violento retorno a la
régimen se defiende por abajo, por ideas de abajo, por hom autoridad y al orden por medio de un poder personal, nominal,
bres de abajo; pero estos concursos y estos apoyos inferiores único y duradero. A u n hoy, después que cinco cuartos de siglo
alarman al elemento que había empezado a creer en la Repú han obscurecido y entorpecido el juicio público, cuando la en
blica conservadora. Los conservadores verdaderos releen esta señanza oficial ha retardado y complicado con vagos temores
brava profecía que publicó Henry Lasserre en tiempos de lo y obscuros intereses las evoluciones del buen sentido, el grito
Asam blea N acion al: del país no ha cambiado y sigue pidiendo ¡que venga alguien,
“Llegará un día en que sólo las clases ignorantes estarán alguien!
representadas en el Poder. Todo lo demás quedará sistemática Las objeciones no tienen ya ninguna consistencia. Nadie
mente excluido, todo lo demás estará en minoría en todas partes. . teme la acumulación de poderes en una sola mano, sino, al con
” &Qué ocurrirá cuando él desarrollo lógico del sufragio ‘ trario, se la desea. Y a nadie dice que es injusto el que uno solo
universal, tal como está organizado, haya producido estos in- • mande a todos los demás; ¿injusto, por qué? Si, sea como sea,
evitables resultados? E l mundo social será transtornado brus- ' tienen que gobernarnos, lo justo es que nos gobiernen bien:
camente y por igual. Los que necesitan ser gobernados, gober- , ¿qué más da obedecer a uno, que a ciento, que a mil? N o hay
narán, y gobernarán solos. iniquidad peor que la de carecer de lo necesario por falta de
"Se votarán impuestos sobre la propiedad, y los votarán, ¡ un buen gobierno y el ir a parar a una hecatombe por culpa
con exclusión de los propietarios, gentes que no tienen nada. 1 de la incoherencia y de la inestabilidad. ¿Que los peligros del
La trasmisión de herencias y el retorno de la riqueza al común , poder son grandes? Mucho menos que los peligros de la falta
social serán regulados por individuos carentes de patrimonio. . de poder. ¿Pero es que el poder tiene más probabilidades de
Las leyes sobre instrucción y educación las harán hombres sin fallar cuando lo tiene uno solo que cuando lo tienen mil? E l
instrucción y sin educación. Lo que es ilegítimo será legal, lo poder de esos mil añade a los inconvenientes, a los abusos y
antisocial figurará a la cabeza de la sociedad. Los enemigos excesos naturales a toda autoridad, una probabilidad fortísima
del orden público mandarán la fuerza pública. Los malhechores ; de no ser suficiente y de hurtar a los pueblos su derecho a ser
ocuparán el Ministerio de Justicia y designarán a los magis gobernados. E l poder de uno solo, menos expuesto a esta des
trados. Los ladrones tendrán a sus órdenes la gendarmería... , gracia, comporta una probabilidad mayor de ser beneficioso.
D e este modo razonan, o, por mejor decir, desvarían, y de este E l valor de esta respuesta no disminuye por mucho que sea
modo obrarán los bárbaros que tenemos ya a las puertas y el mal que cabe pensar de los desastres imperiales imputados
que mañana ocuparán, si hoy no nos prevenimos, todas las al poder personal. Fué una Asam blea liberal la que negó al
puertas de la ciudad. Imperio, hijo del plebiscito, las fuerzas militares que hubieran
” Es indiscutible que un estado de cosas tan fuera de lo evitado Sedan; fué una Asam blea republicana, fué el partido
normal no podrá durar mucho .tiempo. N o hay duda de que, tras republicano quien inició las hostilidades de veintitrés años que
haber acumulado ruinas sobre ruinas, estos comunistas y radi dieron como resultado W aterloo; son asambleas, comisiones
cales, estos locos e imbéciles, perversos y desgraciados, monó- y ministros parlamentarios los que de 1900 a 1912 desarmaron
manos y malvados, se devorarán entre ellos. Pero, cuando esto a Francia frente al continuo armamento de Alemania. Nuestro
ocurra, Francia habrá perecido en las convulsiones y caerá Gobierno ha tenido que simplificarse y unificarse cuando ha
deshecha en podredumbre1.” hecho falta un esfuerzo para reparar estas desdichas. Tales son
los crímenes del gobierno de muchos frente a los errores y las
1. De la reform a y la organización del su fra g io u n iversa l, por H en ry culpas del gobierno de uno solo. Menos perceptibles a los ojos
L asserre.
84 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 85
e infinitamente más graves, son, pues, dos veces peligrosos. soberanía, la mayor parte de.los casos nos lo muestran del
Antaño se decía: — Pero ¿y la libertad? Lo mismo si hay todo desligado de las consecuencias de su voto. E l país verda
República que si hay Monarquía, la falta de libertad no depen deramente político es pequeñísimo. Pongamos, por 1.000 go
de del legislador, sino de los términos de la ley: un solo legis bernantes del mundo presidencial, ministerial y parlamentario,
lador puede hacer leyes benignas y mil pueden promulgar una 100.000 mandantes reales, 100.000 hombres que dan un man
ley feroz. — ¡Pero siquiera los mil legisladores nos representan! dato definido cuyo ejercicio vigilan y fiscalizan de lejos. Y
— En primer lugar, no representan a la minoría: el ciudadano será mucho decir, será demasiado decir, porque cada uno de
que no forma parte de la mayoría, o que flota enere la tropa nuestros Mil no tiene tras de sí a cien ciudadanos activos, y
de los abstencionistas, ¿qué ventaja, qué gusto encuentra en los que aparecen ligados a su nombre vienen persiguiendo des
ser administrado, regido, gobernado, lo más frecuentemente de tiempo, a veces de padre a hijo, unos simples beneficios ad
sin equidad, por el partido de su vecino o de su criado, de su ministrativos debidos al usufructo del poder. N o hay duda de
patrón o de su granjero o de su más viejo enemigo? L a ley es que la autoridad republicana propiamente dicha se apoya so
siempre dura para cualquiera que considere la libertad como el bre un número de hombres inferior en mucho al que hemos di
primero de los bienes, pero no hay .ninguna que sea tan dura cho: si diez mil resultaría algo bajo, cincuenta mil sería una
como la cortada en ángulo agudo por el odio de las partes. cifra excesiva. E l número de ciudadanos ante los cuales los
Esta ley marcial dictada por un adversario vencedor parece Mil creen tener que dar una cuenta legislativa, oscilará entre
dos veces menos soportable que si viene de regiones superio veinte y treinta mil a lo sumo. Son estos veinte o treinta mil
res en las que la curiosidad pública no penetra. Veamos ahora quienes en los días de elecciones, a favor de ocasiones fortui
las consecuencias de esta ley de guerra propia de los países re tas, comprometen a todo el resto. E n relación a este clan acti
publicanos. L a actividad de los ciudadanos, que se creían li vo y politiquero, el resto de los cuarenta millones de habitan
bres, queda inmediatamente suspensa, captada y acaparada tes del país es pasivo y politiqueado; nace, vive y muere como
por las garras de la ley: se aplicarán, pues, a modificarla; la si fuera el súbdito de este soberano repartido en veinte o
libertad del ciudadano de la minoría consistirá en la capaci treinta mil miembros.
dad de introducir el espíritu de cambio en aquella zona en que N o hay que creer tampoco que aun este soberano, este amo
debería reinar un verdadero espíritu de conservación y de con del país legal que fo rja la mayoría, ejerza ninguna soberanía
fianza, aunque no fuera más que para mantener unas condi verdadera. E l país dominado que se agita y se queja está evi
ciones de vida igual y constante que permitieran la libre pro dentemente mal gobernado, pero el país que quiere o cree go
secución de verdaderos perfeccionamientos físicos y morales. bernar no gobierna para nada. ¡ O gobierna tan poco! Las pre
rrogativas de la soberanía le escapan por la naturaleza misma
En cuanto al ciudadano soberano que forma parte de la mayo
de las cosas, como la experiencia ha demostrado hasta la sacie
ría victoriosa, ¿resulta mucho mejor tratado? Su mandatario
dad. Este soberano no quería la guerra en 1914, y ha tenido
no refleja su pensamiento y su voluntad más que en puntos
la guerra. L a Cámara que eligió en primavera, con el mandato
muy generales y, en la mayor parte de los casos, infinitamente
de desarmar en bien de la paz, tuvo que proceder a los arma
alejados de la práctica diaria. Nadie le consulta, ni puede con
mentos intensivos que le impuso a bastonazos, o mejor dicho,
sultarlo, y la fidelidad a ios programas es un sueño de que el
“Barodet” es testigo. A cada paso surgirían sorpresas y dis a cetrazos, el más obedecido de los soberanos, es a saber, la
gustos si el elector engañado de este modo se sintiera verda Necesidad, encamada en el emperador alemán. Probablemente
deramente decepcionado; pero no se siente tal más que cuan la misma oligarquía soberana no tenía, en 1918 y 1919, ni una
do advierte que le falta la protección administrativa de su idea, ni siquiera una aspiración definida, sobre las condiciones
diputado. Por lo que toca a la legislación, que es el eje de la de paz, y la paz se hizo sin contar con ella. De modo que los
86 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 87
dos grandes atributos de la soberanía, la guerra y la paz, han de nuestras Cámaras puede significarse por la fracción 0,001,
quedado fuera del alcance de quien querría reinar y gobernar pero se puede cifrar en un 0‘,999 todo lo que le representan
en el país. la languidez administrativa dada a las leyes y la gestión ad
Y una opinión que se engaña o se hace engañar como se ministrativa arbitraria que provienen de la inexistencia de un
engañó la opinión directora de los treinta mil republicanos alto poder político. Las malas guerras obligan a morir, las
de 1914 y 1918, está incapacitada. L a realidad se le escapa. No malas paces a servir y a pagar, las malas leyes también a
pagar, y, además, a la despoblación del país; la mala calidad
puede dar al poder que la representa más que unas indicacio
de la policía y de la justicia, a estar esclavo de verdaderas
nes vagas e inútiles, con las que aquél hace lo que se le an
calamidades morales, en primera fila de las cuales figura la
toja. Pero, a su vez, este poder es tan poca cosa que tiende a
obliteración de la justicia, incompatible con la profesión y la
absorberse en otros poderes que lo aprisionan cada vez más. ■
calidad de hombre libre. Casi todos perciben que sería m ayor
¿Qué queda, pues, de la libertad soberana del elector opinante
la libertad bajo un Gobierno que realizase una buena política
y fautor de los escrutinios o del legislador parlamentarizante ¿
y confeccionase buenas leyes; la argumentación republicana
en un orden de cosas que la administración regula como quiere? ^
acaba por este lado en el cuadro de sus resultados históricos.
E l elector que cree todavía en estas cosas, si lee el Oficial y el
Boletín de las Leyes no recoge más que decepciones. ¿Dónde P ara tranquilidad de mi conciencia, voy a recoger aún la
está él Gobierno?, puede preguntarse. O, si tiene el verdadero objeción, corriente ayer, de que, así como cuatro ojos ven
más que dos, muchos hombres dispondrán de más luces quo
espíritu de la teología republicana: — ¿Donóle está el Gobierno,
uno solo. E l balance de nuestras direcciones colectivas se ha
el Gobierno ele mi libertad? Las leyes prácticas, las que alcan
zan y aprietan al elector, emanan, sobre todo, de reglamentos encargado de demostrar que un número exagerado de órganos
de visión crea o visiones contradictorias o borrosas, y, por lo que
elaborados en el Consejo de Estado por unos sucesores natu
hace a la iniciativa, novecientas cabezas dan un excelente re
rales de los consejeros del rey, que, efectivamente, son los con
sultado para paralizar mil ochocientos brazos. L a diversidad
sejeros de un rey anónimo, invisible, desencarnado, todavía
es buena para el consejo, no para la acción: tal es el resultado
vivo (¡ y no faltaba m ás!), aunque carente de una personalidad
de una experiencia que viene a corroborar los dictados de la
realmente viva, y este rey duradero se llama la constante ne
razón.
cesidad del público, esta viva necesidad que el público tiene
Todavía la doctrina republicana alega como ejemplo el que
de ser administrado, regido, disciplinado y gobernado.
cualquier empresa privada, industrial o comercial, no deja de
Después de Guillermo II, que disponía de nuestra guerra,
rejuvenecerse y vivificarse merced a una rápida afluencia de
después del Parlamento inglés y el Parlamento interaliado, que
direcciones sucesivas. Y a lo hemos visto. ¡Y de qué m anera!:
dispusieron de nuestra paz, el dueño soberano de los más im
sesenta y siete Ministerios en cincuenta y cuatro años; la para
portantes de nuestros pequeños asuntos no lo es, pues, ni m u
doja ya no se tiene en pie.
cho menos, el pequeño sector del país que puede decir: Y o
P ara hacerse oír, el republicano, doctrinario o chupóptero,
hago la ley y la deshago, sino que otros órganos semijudiciales
no ha tenido, pues, más remedio que explotar la amarga es
y semiburocráticos, que tienen la autoridad por herencia del
puma de las envidias que fermentan contra los privilegios y la
pasado o por sí mismos o en virtud de la necesidad que satis
honra anejos a la persona del jefe único. Cón todo, en este
facen, intervienen más auténticamente que el poder electivo
punto, hácese patente en el espíritu público un poco de buen
y legislativo, para el que quedan las grandes tierras baldías de
sentido. Todos hemos podido ver la enorme porción de botín
la discusión y la peroración. ¿ Y con gestos y discursos se s a
que corresponde al mangoneo de un millar de reyezuelos. Este
tisface el prejuicio de la libertad política? L a dosis de libertad
desmenuzamiento de la realeza, que no hace a ésta ni más efi-
que proporciona al ciudadano su representación en los debates
88 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 89
4
caz ni más activa, multiplica las prebendas y las sinecuras que dar con alguna independencia más que sacudiéndose la autori
de ella se derivan; con lo que las satisfacciones de amor pro dad de aquellos a quienes debe el ser, nacería de ello una
pio y de vanidad, menos útiles, significativas y fecundas a guerra encendida, con lo que se juntarían los defectos de la
medida que el gobierno va subdividiéndose, se hacen más República y de la Monarquía, sin tener ninguna de las venta
y más numerosas cada día. La envidia democrática conviér jas de la una ni de la otra. Esta rivalidad fatal no se produce
tese entonces en desprecio, casi en lástima, y esto hace que en el caso contrario: el monarca se aconseja, escucha, oye y
el espíritu público se pregunte si el gobierno, cuyos bene adopta las opiniones de su Consejo, sin por esto rebajarse en
ficiarios hacen ostentación de honores y provechos, no debiera lo más mínimo, y el Consejo, tras haber opinado libremente,
concebirse mejor como una carga de la que hay que respon no tiene por qué sentirse vejado si el rey sigue la opinión con
der y que no se siente ni se desempeña bien más que a con traria. E l gobierno de uno solo puede coger del gobierno plural
dición de que se sustente sobre un único par de hombros. lo que éste tiene de bueno, pero se destruye a sí mismo ha
— Paciencia— me decía sentenciosamente un viejo campesi ciendo la combinación inversa, lo que hace ver su rigidez y su
no provenzal del distrito que elegía antaño a Pelletan— , pacien falta de adaptación.
cia: todo el mundo acabará enterándose. Mire usted el sol, que Por esta razón, no tienen límite los riesgos que se corren,
madura todas las cosas de la tierra: ¿acaso hay dos solest los daños que se causan, los excesos que se toleran, los abusos
Mire usted el rebaño: no tiene más que un solo pastor. Lo que se fomentan y, sobre todo, las negligencias que se sopor
mismo pasa con el gobierno... tan bajo un régimen de colectividad soberana. E l jefe único
N o hay que entender por esto que la actividad del jefe ten halla su límite moral en sí mismo y en su alrededor; en la
ga que absorber todo el poder ni que haya de suprimirse entre práctica, lo que se dice de su poder absoluto no tiene más que
el poder y el común de los ciudadanos toda la cadena de lugar una significación relativa, ya que, para obrar, necesita que lo
tenientes, agentes e intermediarios que los unen. Y a se en asesoren, lo sirvan, lo apoyen, lo informen, lo defiendan y lo
tiende que el pastor puede tener ayudantes y que el sol puede obedezcan el número extensísimo de personas a quienes su
ser asistido por uno o más círculos de satélites. H ay colecti misma posición le obliga a respetar en sus intereses, sus dig
vidades sin rey, pero no hay ningún rey sin un poder colectivo nidades y sus honores, lo que lo dispone mucho más fuerte
auxiliar. E l principio de la República es ni más ni menos que mente para promover el bien que el mal.
la exclusión de las decisiones de uno solo, de su presencia, de su En lugar de unir a los ciudadanos “en contra de U n o ”, lo
precedencia. “Ausencia de príncipe”, decía M. Anatole France que el desbarajuste republicano hace es dividirlos entre sí,
para definirle. E l principio de la Monarquía es, en cambio, ya que, en las facciones a que da lugar, los que se aprovechan
mucho más amplio: ningún jefe único está obligado en virtud de la opresión de los demás lo confirman en sus excesos cuan
de los principios a que debe su existencia a rehusar la cola do no lo impulsan a cometerlos.
boración de consejeros reunidos a este fin, y todo jefe que com E l abuso que comete un solo jefe en provecho suyo le ex
prende un poco su función se rodea de luces y busca la coope pone a alzar en contra suya toda la colectividad. Pero una
ración de la prudencia ajena para apoyo de la suya. U n go asamblea mala agota los recursos del mal antes de trope
bierno colectivo que confiara sus decisiones a uno solo y a no zar con las primeras dificultades grandes; ¡cuánto tiene que
sería un gobierno colectivo, sino que abdicaría de su carácter hacer para llegar a ser impopular! L o que el poeta ha lla
y renegaría de su razón de ser y, si no lo hiciera radical mado el veneno del poder la intoxica naturalmente; en cam
mente, si pretendiera conciliar en la práctica los dos princi bio, un hombre malo que llega a ser jefe tiene todas las pro
pios, se engañaría con la ilusión de tener en sus manos y babilidades de que su elevación lo mejore. Los primeros re
de frenar a un jefe hechura suya, y como éste no puede man sultados de los errores que cometa le enseñarán con claridad
90 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
DISCURSO PRELIMINAR 91
que no hay quien le siga por el camino equivocado, por lo que <
fe hereditario queda muy por. encima, en orden a la utilidad
su mayor interés será frenar o retroceder.
y el bien de su acción, sobre cualquier otra clase de jefe. E l
Si seguimos comparando los comparables y, después de pa instinto público, cuando repite con el cantor homérico E I Z
rangonar el mal con el mal, comparamos el bien con el bien, K O iP A N O Z EZT£2, no expresa otra cosa que el conjunto
veremos que un número bastante grande de bonísimos p rín -, de las confusas experiencias que lo han guiado en algunas oca
cipes han hecho mucho bien, o, por lo menos, no han hecho siones. Pero, al confrontar con las experiencias del género hu
mal, mientras que las mejores asambleas, sobre todo en Fran mano las meditaciones del Espíritu, el héroe de Homero, el
cia, son responsables de una inmensa parte de nuestros ma sabio entre todos los griegos, se apresura a añadir en el si
les. Ejem plos: las Constituyentes, a las que debemos una de guiente verso: E 1 Z B A Z 1 A E Y Z , un rey, el rey hijo de rey.
.
cadencia secular de la patria; la Legislativa de 1849, que hizo Cuando se discute este aspecto del problema de la Monarquía, en
fatal el derroche por el Imperio de los tesoros acumulados^ el fondo se trata de saber si la suerte de Francia no se apro
durante los treinta y tres años de Monarquía que le prece vechará más que del espontáneo juego de las adivinaciones
dieron ; la Asam blea Nacional de 1871, patriota, religiosa, mo instintivas o si trataremos de hacer que se aproveche de las
derada, y que, por torpeza, creó la República radical, antiele- j enseñanzas de la experiencia y la razón. E l grito público tiene
rical y antipatriótica; la Cámara de 1885, a la que se debe el J un valor; la memoria y la reflexión de los selectos, otro. Ambos
“affaire” Panam á; la de 1893, madre del “affaire” Dreyfus, y.; valores pueden ser dispares, pero ¿por qué no van a ponerse
nuestra Cámara “azul horizonte”, elegida en 1919, cuyas exce de acuerdo ? Y si hoy no hay acuerdo, ¿ por qué no tratar de
lentes intenciones y buenas obras están jalonadas por los desas que lo haya?
tres de nuestra diplomacia, de nuestra Marina y nuestras Para ver claro, recapitulemos nuestras definiciones. Siendo
finanzas, esto sin hablar de negligencias militares indiscutibles. la República el régimen que excluye el principado de uno solo,
E l merecido descrédito que envuelve al gobierno colectivo el gobierno plural puede ser el de un corto número, o sea una
y republicano extiéndese, como es natural, a todo Gobierno sa- * ¡ oligarquía que, a su vez, puede ser el gobierno de los de mejor
lido de la elección. Georges Thiébaud perdería el tiempo si tra cuna— la aristocracia— y, en tal caso, presentar las ventajas
tara de reanimar la fe popular en un plebiscito salvador. El y los inconvenientes de la herencia. Puede también ser la
anhelo de dictadura, propio a nuestros contemporáneos, en democracia, pero la democracia no siempre es republicana. L a
vuelve un deseo de duración, y de duración la rg a; el dictador ley de la democracia representa la exclusión de la herencia y
vitalicio que la voz pública llama no es el rey, pero puede ca se define como el gobierno del mayor número: ora cesaris-
lificarse muy exactamente de mon-arca. A un mon-arca así no ta o plebiscitaria, viene a ser el gobierno del jefe único ele
se le elige, y ya ni se pretende hacerlo, porque se prefiere su gido por el mayor número; ora republicana, pretende ser el
poner que él se apoderará del poder y lo consolidará mediante gobierno de todos por todos, y, en realidad, es el gobierno de
los bienes deparados por su gobierno. Márcase, pues, aquí el muchos que el mayor número se ha visto en la precisión de ele-
punto de diferencia entre la aspiración popular y el principio ' gir. Saliendo de la República, la Mon-arquía puede variar se
de herencia que un grupo importante de espíritus políticos gún que esté supeditada a la elección del pueblo entero o bien
franceses ha considerado siempre como el único adecuado ge a la elección de una asamblea, o bien al voto de ciertos Cuer
nerador del jefe permanente. Tal principio ha obtenido una pos nacionales; puede, en fin, proceder de una operación de
sanción reiterada más de treinta veces a través de diez siglos simule fuerza independiente de toda condición de legalidad o
en la consagración de nuestros reyes. H oy no tiene aquel de ligitimidad. Este cesarismo puede tender, renegando de su
arraigo. Pero nada nos dice que, en el momento oportuno, propia naturaleza, a la Monarquía hereditaria, que entonces se
le sea seriamente regateado el rápido asenso de todos. E l je l l a m a i m p e r i a l ; pero la forma nacional e histórica de ésta es
f.
92 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 93
xa Realeza. L a Realeza legítima en el país de Francia es la so-1 j*a de su sangre. N o habléis, pues, de nosotros, o enteraos antes
beranía de los sucesores de Hugo Capeto, siguiendo la ley tra- -I ■- de nuestro auténtico pensamiento.
dicional de su sucesión. r'| i -*’ *>■ Por otra parte, el papanatas vulgar, que tiene siempre algo
Las definiciones que acabamos de dejar sentadas dan la I de los doctores Toulouse, tiene a mano unos pequeños puna-
medida de toda la distancia que hay entre el simple jefe raon- J ¡ V dos de objeciones que no lo son. Resulta tan fácil disiparlas
árquico y esta “Monarquía en regla” que Bismarck temía ver i ' • '■como acumularlas. P or ejemplo: un jefe imbécil puede nacer
renacer en Francia. Es la diferencia que hay entre una idea| de un jefe inteligente. L a naturaleza hace jugarretas de estas,
rudimentaria y el tipo perfecto y completo. Cosa que se com- \ pero tiene también salidas inversas: un jefe inteligente puede
prenderá mucho mejor al darse cuenta cabal de cuál es la. • * nacer de un jefe imbécil, y con esto queda restablecida la ba
principal importancia de la designación hereditaria. E l mayorj;J lanza. ¿Y si el triste período en que reina el imbécil acarrea
esfuerzo de discusión de la Encuesta sobre la Monarquía se re- i males? Todavía serán menos que bajo el régimen de asam
fiere, precisamente, a este gran punto del poder dinástico, cuya bleas, las mejores de las cuales han hecho siempre lo peor.
belleza no deben oscurecer ligeras dificultades. Limitada t<* Entonces, ¿qué? Pues esto: la propiedad rural, industrial, in
davía a un número relativamente pequeño de corazones fieles, ; mobiliaria, mobiiiaria, se trasmite por vía de herencia; cuando
la idea de restauración de la Corona legítima equivale a una el heredero es incapaz, se ve asistido por tutores y conseje
promesa de autoridad independiente creadora de orden y de ros. Pues bien, en la trasmisión hereditaria del mando hay re
paz implícita en la ley que trasmite la soberanía de varón a ; cursos semejantes. ¿Que esto no es más que un mal menor?
varón por orden de primogenitura. Apenas hay exageración " Concedido, pero no hay nada que valga más. Ved, si no, io
ninguna en decir como dijo uno de los nuestros a unos monár que pasa en la acera de enfrente.
quicos portugueses y húngaros: — ¿Qué es la realeza? L a he Dejemos y a al vulgar que nos hace hablar como él habla.
rencia de la Corona. ¿ Y qué es la herencia? L a ley de suce- No se trata de una cuestión entre la imbecilidad y la inteli
sión. gencia, ni siquiera entre la capacidad y la incapacidad. P or en
Pero ya se entiende que esta ley no debe entenderse de cima de estos valores fortuitos que el arte de la vida política
mala manera. Algunos biólogos ingenuos y sus mediocres vul- utiliza como puede, tratemos de ver lo esencial de las institu
garizadores se han figurado que esta ley política suponía en ciones.
nuestro espiritu no se sabe qué principio de selección por la ; Es un sueño el pretender que en todo momento de la vida
herencia física, en el que nosotros no hemos pensado jamás. de un pueblo haya a la cabeza del Estado el espíritu mejor do
El Dr. Toulouse ha hecho treinta y seis carnicerías de nues tado o el carácter más capaz; si, de todos modos, alguien quie
tra doctrina en este terreno, en el que, para su desgracia, no re perseguir esta quimera, no tiene más que un camino: habrá
ha sido nunca planteada. ¿Y pues? N o hay pues que valga. que decidir que un campo cerrado está siempre abierto, que un
Combatidnos cuando nos conozcáis. Entretanto, vuestra ima escrutinio o una Comisión de examen funcionen permanente
ginación forja cosas que nada tienen que ver con nuestras mente hasta que se logre saber quién es absolutamente el me
ideas, aunque les deis nuestro nombre. Nos atribuís una fe mís jor de todos, con la reserva todavía de que en las profundida
tico-científica en una constante personal de capacidad guber des de la población no se halle oculto alguien que lo aventaje.
namental unida a la sangre. Pero esto nos lo colgáis vosotros Que nadie se sonría ni nos acuse de establecer hipótesis da
y nosotros lo rechazamos, porque siempre hemos dicho algo matemático loco. Si se mira al fondo de la psicología de la
muy distinto. Esto es: que el soberano hereditario se encuen democracia, la carrera desenfrenada hacia este “mejor” ene
tra en la mejor de las posiciones para gobernar bien, pero nun migo de lo bueno constituye el resorte moral constante del
ca hemos dicho que este buen gobierno se debiera a virtud algu- régimen, el aguijón de los mejores, el pretexto de los peores, y,
94 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 95
sin que por ello resulte más seguro el progreso bajo ningún ¡ "ro de los blancos. Y a tenemos.al ciudadano más capaz alzado
aspecto, es lo que hace que el Estado no tenga asiento ni el . ; sobre el pavés. Pues bien, todavía se ha errado el blanco.
Gobierno reposo. A pesar de los períodos de tranquilidad apa-; ¿Y por qué? Pues porque capacidad política y capacidad be
rente, la perturbación late sin cesar. ¿Quién no es el mejor? neficiosa política son dos cosas distintas. E l caso excepcio
¿Quién no es el más digno? ¿ Y quién no pretende serlo?? nal de Napoleón Bonaparte demuestra cuánto puede contra
Cuando la voz popular clama por un dictador, no hay ningún ■el bien de un pueblo el mejor dotado de los genios, el m ejor
hombre público que no responda en su fuero interno que el . hecho para conducir, si no se siente templado y limitado por
dictador soñado es él, no hay ningún militante alistado en al-; ciertos elementos, el principal de los cuales es la preocupación
guna facción que no coloque a la cabeza del Estado a su ídolo, por el bien público. Supo mandar, fué sobresaliente en el
al jefe o patrono que se ha dado a sí mismo. E l régimen e lec-' mando, pero, con todo, fué poco sensible a la preocupación de
tivo podría definirse, en psicología teórica, como un inmenso,^ tratar con cuidado los intereses del bien público que pretendió
antagonismo, furioso o latente, pero incesante, de once millo- \ servir. Por otra parte, el modo que había tenido para escalar
nes de nuestros yo respectivos o de los delegados de nuestros el poder obligábalo a una defensiva agotadora contra las fo r
yo. Natural es, pues, que en él todo sean intrigas, exámenes, ¿ mas similares de ascensión y de usurpación. B asta con este
votaciones, discusiones, batallas, que tanto perturban el Esta- * ejemplo para enseñarnos cómo la autoridad del Mejor, cuando
do como minan la unidad de la nación. Como el debate tiene , se logra designar a éste, se verá siempre roída por la amenaza
invariablemente por objeto el saber cuál es la mejor cabeza , de algún nuevo elegido del destino, ya que está siempre some
del país o cuál su corazón mejor templado, una de las conse- s tida a continuas tentativas de sustitución.
cuencias naturales del mismo será el convertir, en número cre E l bien y el anhelo públicos reclaman por igu al la estabi
ciente cada día, algunos de los más preciosos valores de la in lidad en vez de estos funestos relevos; al perpetuo cambio, co
teligencia y hasta del alma en unos amargados, en unos des rresponden una emoción y un malestar continuos. Esto está
contentos, siempre pendientes de una repetida querella por . comprobado. Medio siglo de penosa y estéril disputa por el
eternas revanchas de amor propio o de interés; así ocurrirá ' principado habrá servido principalmente para enseñar a apre
que unos auténticos valores se salgan del dominio (por lo de ciar y desear el contrario directo de este grave mal. E l mal
más, contaminado) de su ciencia, de su industria, de su arte que hay que eliminar es la emulación: emulación de los méri
o de su caridad para agitar los dominios colindantes, ocupar tos, de los talentos o las ambiciones. E l mejor soberano está
los y perturbarlos con el eco de sus agravios. De nada sirve libre de rivalidades.
el que la existencia de un mundo particular a los políticos ami E n efecto, la competencia puede tomar form as particular
nore un poco estos trastornos, porque esta nueva profesión mente peligrosas para el Estado y para la Nación. P a ra el
constituye una herejía que especializa y acota para sí el te Estado, si la competencia es libre, si el rango principal está
rreno político, en vez de dejarlo abierto a todos, como exige reservado a la elección; el sufragio se compra lo mismo si se
el dogma. Además, esta profesión no constituye ningún círcu ejerce en la asamblea del pueblo que en una dieta de prín
lo cerrado y, para mantenerse, tiene interés en reclutar segui cipes, de lo que resulta que el oro puede conquistar y secues
dores de tanto en cuanto fuera de sus límites, y esto viene a trar el Estado. Pero el oro puede, al mismo tiempo y por el mis
aumentar los trastornos. Y a hemos perdido bastante con fun- mo juego, desnacionalizar el poder, entregarlo a intereses exte
cionarizar un cierto número de altas actividades del alma y del riores y hasta enemigos. Y en esto estamos: un pequeño judío de
espíritu: ¡qué será de todo esto al embarcarlo en la g ab arra Galitzia que apenas habla el francés llega a París, vende sus ha
permanente del sistema electivo! rapos, trafica, especula en la Bolsa; ya rico, se naturaliza, envía
Pero supongamos que por una vez se da en el más insegu- a su hijo al liceo y el hijo se gradúa, se hace abogado, profesor,
96 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 97
i
periodista y acaba siendo senador, ministro y presidente de que deriva simplemente de haberse tomado el trabajo de na
la República. N ada se opone a este extraño cursus honorum. cer, dispensa a los demás de plantearse la cuestión del valor
’ L a Corona hereditaria conjura estos dos males: el poder a ella respectivo y de comparar el suyo al de aquél. Entre ellos no
inherente no puede comprarse con oro y nacionaliza el poder, hay una medida común. Este poder personal es impersonal en
lo sustrae a las divisiones de los partidos, lo mismo que a la su origen. E l rey no es un competidor. E stá fuera de concur
subasta de los traficantes y a la influencia del Extranjero. so, no por propio mérito, sino por obra de la suerte: él nada
Este género de soberanía es aquel ante el que el hombre se { ha hecho para reinar; la razón de su soberanía es ajena a él y
inclina más fácilmente. L a ambición suscita por su propia vir-~ depende enteramente de que vale infinitamente más para todos
tud émulos, el talento inspira celos, el mérito envidia, y lo i. que sea así.
mismo ocurre con la felicidad cuando ésta va unida a las do En efecto, el punto central es éste: lo que importa no es,
tes personales. En 1813, cuando el espíritu público francés ni mucho menos, el que en un momento dado (a l que pueden
se ocupaba del posible sucesor de Bonaparte, Bruno de Bois- seguir momentos muy distintos) la soberanía esté en manos
gelin, que debía de ser bastante fatuo, puso algo de buen sen del más digno ni del mejor absoluta o relativamente; lo que
tido en su impertinencia al dar esta lección de monarquía a importa, por encima de todo, no es que el soberano reúna en
Madame de Coigny: “Sobre este trono, en lugar de un soldado su persona la mayor suma de inteligencia, de cultura o de
turbulento y de un hombre de mérito a cuyos pies nuestra na virtud, por más que virtud, cultura e inteligencia sean pre
ción, idólatra de las cualidades personales, se arrastraría, yo ciosas para llenar su ardua función: lo importante es que un
pido que se siente al primer Señor (L uis X V I I I ), después al estrecho vínculo lo una, lo encadene fuertemente al cargo de so
señor conde de Artois (Carlos X ) y así sucesivamente a sus berano y que esté directamente interesado en él y mejor predis
hijos y a todos los de su raza por rango de primogenitura, puesto que cualquier otro al cuidado de conservar y desenvolver
toda vez que no conozco nada que menos se preste al entu los bienes a tal cargo anejos y a eliminar los males que podrían
siasmo y que se parezca más al orden numérico que el orden dar al traste con ellos. Funcional, antes que personal, su valor
de nacimiento, y que más impongan el respeto a las leyes que el verdadero es aquel que le hará sentir el deseo de adivinar y esco-
amor al monarca acaba siempre por destruir.” E l doctrinario ! , ger con el mayor cuidado los valores personales de que él
Bruno de Eoisgelin exagera. Hay un entusiasmo por el derecho mismo necesita para obrar debidamente.
real que es justo, pero es una pasión serena, y quien lo experi Pues bien: ¿cuál es el lazo más estrecho y la fusión más
menta tiene conciencia de estar sirviendo un orden que él no fuerte entre funcionario y función? ¿Es acaso la atadura pa
ha establecido. L a justa admiración de las personas reales no sajera y que se suelta, o la que dura hasta la muerte. ¿ Lo será
arrastra a la idolatría a que el culto de un eéáar lanza a sus un* lazo vitalicio, o aquel que se lega a los descendientes, here
secuaces, lo mismo si el césar ha surgido por sí mismo que si deros y continuadores? ¿Un lazo definido por un edicto revo
son ellos quienes lo han hecho surgir. E l súbdito que rinde su cable, o el que es fruto de una apropiación definitiva? ¿Cuál es
homenaje a su rey, saluda en él al representante nato de la el hombre apegado a la casa o al campo, el que los habita
historia de la nación, y este sentimiento puede compartirlo con porque los tiene arrendados por un período de tiempo, o el
él todo el pueblo y no únicamente un solo partido ; L a Bruyère que los habita y les hace valer para él y para sus descendien
diría que este sentimiento es republicano y no cesáreo. Sólo tes?'H ay un medio de interesar sin reservas a un hombre en
que, como un bien impuesto por servicios seculares anteriores al lo que hace, y consiste en lograr que su acción sea algo suyo y
nacimiento del súbdito, lo mismo que al del Señor, este res al mismo tiempo una cosa de los suyos para siempre. Que el
peto no supone para el amor propio más que un mínimo de s a bien público del Estado se convierta de este modo en el bien
crificio. E l heredero del Trono está en él porque sí; su derecho, particular de su príncipe, que ¿éste herede el mando del mismo
DISCURSO PRELIMINAR 99
98 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA Jj
que Bossuet llama su “patriotismo innato”— , se confundirá
modo que hereda la sangre, su riqueza mobiliaria e inm obilia-fl
psicológicamente con el ejercicio moral de las obligaciones de
ría: este es el feliz resultado que corona el más natural y m ás|j
su estado; el dueño de la Corona hereditaria es a l mismo tiem
elegante de los artificios realistas de la Historia. Nupcias d e lj
po su esclavo, atado a ella como a un terruño sublime que es
una raza y de un pueblo, identificación política de un Estado M
preciso labrar para poder vivir y para perdurar. De este modo,
y una Casa. Los diferentes príncipes podrán sucederse con la | ]
el instinto de conservación— de la conservación de un hombre
extrema variedad de cualidades, de caracteres y de destinos f] y de una raza— se convierte en fianza del instinto de con
que se observan en la línea de una misma fam ilia: lo que va- 1
servación de la vida de un pueblo. Espíritu que advierte, sen
j- .. riará siempre en menor proporción, lo que siempre será lo _
M¿5’;
sibilidad previsora que no pueden bastar a todo, pero sin los
más duradero y más semejante a sí mismo, será el interés que
fr ' que la existencia de las naciones queda harto indefensa. Con
preste a la cosa pública aqáel que asuma los provechos y la ^
fieso que no comprendo a quienes cuentan los casos en los
honra de ella.
que ha fallado el resorte del interés dinástico o ha funcionado
Puede equivocarse, ciertamente, como todos los hombres,
mal y que se preguntan irónicamente que para qué sirve en
sobre las exigencias de su interés y del interés público, que
tonces. ¿Acaso porque ocurre alguna vez que el timón flaquee
se identifica con él, pero a nadie le importará tanto rectificar-
o se rompa, en razón de ser de mala calidad, tendremos que
el error y reparar el perjuicio cuando los haya. Si sus facul
construir navios sin timón?
tades son medianas, tendrá vivo interés en completarlas ro- ,
L a cuestión de la capacidad personal del jefe hereditario
deándose de servidores bien dotados; un secreto aguijón le lle
puede zanjarse en algunas palabras: o existe o no existe.
vará sin cesar a esto, toda vez que a él le importa menos bri
Cuando existe, los bienes públicos son inmensos. Y cuando
llar que llevar de veras las cosas a buen término, porque el
no, todavía queda algo que no puede salir de la suma de
brillo del éxito le vendrá por añadidura. Si es de por sí labo
voluntades, de sentimientos y de pareceres de millones de ciu
rioso, concienzudo, atento y capaz, será su propio ministro. Si
dadanos: queda lo que tiene de lazo de Unión de todos, queda
su capacidad es grande, el punto de partida que su raza y su
el puesto de rey, quedan el centro y el nombre, las formas y la
familia le deparan le permitirá ligar su nombre a su siglo,
cima viviente del Estado; habrá un ser débil, o quizá hasta
modelar éste a su imagen y a la imagen de su pueblo; de este
malo, pero cuyas fibras conscientes permanecen interesadas en
modo es cómo el más grande de los Borbones da nombre al
el bien general, y, mientras que en otro sistema van y vienen
Reino de Francia en toda la tierra habitada. Pero admitamos
tantos ministros, tantos magistrados y presidentes, este ser
aún que, obligado a hacerse suplir por curadores e intenden
subsiste inmóvil, atado por su pasado y por su porvenir al ser
tes, no haya tenido la clara visión que permite distinguir des
político común.
de lejos los talentos útiles, y siempre le quedará el ser el pri
Puede equivocarse y pecar, pero, entre todas las faltas y
mero a quien los resultados zarandean, el primero a quien los
errores, hasta criminales, en que nuestra naturaleza humana
acontecimientos someten a prueba. Ambos efectos los sentirá
le haga caer, la que menos podrá cometer, la de que será más
mucho más de cerca que el término medio de los particulares.
incapaz, será la de experimentar este despego, esta indiferen
La democracia dispersa lamentablemente el cuidado vigi
cia, esta profunda negligencia, esta flor de ataraxia, insolente
lante del interés público; aquí, en cambio, está providencial
o cándida, que constituyen los caracteres de la democracia con
mente unificado. Lo que el príncipe tenga de corazón y de
relación a los intereses generales y vitales.
alma, lo que tenga de talento— grande, pequeño o medio— ofre
Entre todos los pueblos civilizados, acaso sea el nuestro el
cerá un punto de convergencia a la conciencié pública; la mez
que más se desinterese del lote de soberanía repartido entre
cla de egoísmo inocente y de altruismo espontáneo, inheren
sus once millones de electores y elegidos. N i los falsos elec
te a las reacciones naturales de una conciencia de rey— le
100 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA DISCURSO PRELIMINAR 101
tores de los comicios de 1924, en los que se hizo votar a Diluvio; mas, a despecho de los manuales cívicos y de las pre
tantos ausentes y muertos, ni la movilización de todos los pe-,? dicaciones morales, la opinión y la costumbre no son nada se
queños intereses puestos en pie por las amenazas de economía veros con su sucesor, el ciudadano soberano, cuando se olvida
y por los impuestos pueden engañarnos sobre el estado de es de votar o de opinar en materia política. Se exige al príncipe
píritu del Cuerpo electoral francés. N o es siquiera la inclinación, aquello mismo que se agradece poquísimo al ciudadano. Este
sino que, casi siempre, es el trabajo honrado y hasta el de no ejerce la función soberana más que de una manera indi
ber lo que aparta a los particulares, ya no diré del ejercicio recta, por azar y accidente fortuito. Aquél, en cambio, está
cuadrienal del sufragio, sino de lo principal del examen, del destinado y ligado a ella por la voz de un interés elemental,
estudio, de la fuerte preocupación que debería suscitar en ellos que es su propio interés: “el bien público— decía orgullosa-
el simple hecho de vivir en democracia. L a inmensa mayoría mente Luis X IV — para el que solamente hemos nacido” . Más
de los mejores, los más rectos, los más inteligentes, los mejor rey aún que gran rey, Luis X I V decía lo que sentía y sus con
dotados, vive entregada, seria y discretamente, a las tareas temporáneos se lo veían sentir. Y esta es la razón por la que
que les impone la necesidad de sostener una familia, ejercitar . el observador L a Fontaine, haciendo la psicología de su rey,
un pensamiento, un oficio o un arte. Salvo raras excepciones, sitúa la facultad económico-política en las zonas naturales en
la parte que consagran al interés público es ínfima y todavía que es más profunda la vida de los sentidos y del corazón:
ésta se concede con reservas de prudencia y discreción funda '‘Para ver, no hay como el ojo del amo, pero yo añadiría siem
das en la complicación de los negocios, en la inevitable falta pre el ojo del enamorado.”
de informes seguros, todas las razones casi justas que hacen Am or e interés son una misma cosa. E l interés se identi
que un espíritu recto abandone la afición a la vida política a fica con el amor a sí mismo en el viviente tesoro de que el rey es
los elementos menos recomendables del país. En tiempo normal dueño, ya que dependen de él la vida y la muerte de tantos
y una vez pasadas las grandes crisis, ¿quién se atreverá a hombres, por lo que apenas hay egoísmo en aficionarse a ejer
comparar el vago e inconsistente interés que en todo francés cer esta magistratura hasta el apasionamiento. L a esfera pro
normal despiertan los asuntos del Estado con el eco directo, pia de la función real es del orden del sentimiento. E s una
la emoción profunda que estos mismos asuntos despiertan na rama de la capacidad de ver, de tocar, de juzgar. Si necesita
turalmente en el ánimo del más pequeño de los guardianes de algo— añade nuestro fabulista— , todo el cuerpo lo siente. Y me
una Corona hereditaria, en el ánimo del más mediocre deposi jor se diría aún, al revés, que su función es el sentir la ne
V?
tario del derecho real, por la simple razón de que en él lo pú cesidad de todo el cuerpo. Antes que el resto del país se haya
blico y lo privado no son más que una sola cosa y que lo que dado cuenta de lo que se necesita, él ha sentido la prisa de
toque a uno de estos dos intereses alcanzará forzosamente al echar mano de los remedios. Allí donde el ciempiés democrá
otro? tico no siente nada, él tiene conciencia de los problemas y de
Se arguye con el caso de los hijos de familia despreocupa las heridas y tiene la voluntad, el deseo y la necesidad de re
dos ante la ruina del patrimonio familiar, y es cierto que no es currir a las máximas competencias para resolver aquéllos y
imposible hallar algún insensato hijo de rey a quien tenga curar éstas. Su oficio es darse cuenta de cuándo hay que pedir
sin cuidado la herencia de sus abuelos. Pero estos tales son socorro.
el escándalo o el pasmo de la Historia. P or el contrario, na De modo que el sistema de gobierno que a primera vista
die se extraña de que haya hijos incluseros a los que importa parece exponer al pueblo a los azares de una tutela incapaz,
un bledo la ruina de la casa ajena, y lo sorprendente sería que es el único que con más frecuencia lo libra de ellos. Hemos
les interesase. Luis X V ha sido el más execrado de todos los empezado por negarnos a plantear de modo directo el insolu
príncipes porque se le atribuye la frase de después de mí, el ble problema de la capacidad dél soberano y lo hemos resuelto
l'i ■ ,!
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reyes... Y la guardia que vigila... Malherbe y Corneille son dos hijos de Luis Felipe. Lo que se dicute es más bien los linajes
monárquicos de buen sentido. Pero, independientemente de la continuados. N o obstante, es ‘cosa que se palpa aun en un
grande y hermosísima fiesta que proporciona a la imaginación siglo particularmente hostil a la revelación de los talentos
histórica el espectáculo de una raza de hombres que mantiene principescos. U n estratega eminente, el coronel Grouard, en
el vigor de su dominio sobre la larga cadena de los siglos, y tiende que en 1870 los celos y el temor de Gambetta fueron lo
sin contar el placer que no puede dejar de experimentar en que impidió que se diera un mando en jefe al primer estratega
ello cierto sentido popular de lo grande y lo duradero, la san de la época porque éste era príncipe, el duque de Aumale. El
gre corre y obra y el río de la vida nos acarrea algo más conde de París, según el parecer de todos sus íntimos, junta
que malos gérmenes o que una mezcla indescifrable en donde ba, a una extraordinaria capacidad de trabajo, una seguridad
el bien y el mal se anulan. Tanto práctica como científicamente, de juicio y una claridad de ideas que hubiera autorizado todas
la raza aparece como un factor general que debe tenerse en las ambiciones si hubiese podido actuar como un simple ciu
cuenta. E s harto mal conocido para que pueda basarse en él - dadano. Hace dos siglos y medio que los Broglie están esta
ninguna ley, pero proporciona tema de observaciones físicas y - blecidos en Francia, y en cada generación se hacen notar por
morales que la política utiliza. E l tipo de una raza de hombres servicios prestados con una curiosa constante del carácter y
ejercitada en el mando y consagrada a él, no es menos digno de las aptitudes propias a todos los trabajos del espíritu, de
de ser tenido en cuenta que el tipo de una raza de caballos de lo que dan testimonio los catálogos de las librerías y los regis
carreras o de perros de caza. Si no me equivoco, han sido pre tros de las Academias. Lo mismo ocurre, por lo menos desde
cisas largas experiencias en ratones para que se admitiera hace tres siglos, con los Cochin, cuya significación está en la
que hay una transmisión hereditaria de ciertas sensaciones in- •> memoria de cualquier parisiense instruido. Es un hecho. Sin
telectuales, visto que el cerebro del animal conserva y trans que baste, como ya hemos visto, para motivar el gobierno here
mite la aptitud para comprender el sentido de un timbre, lo ditario, que se apoya en otros principios, este hecho no des
que ha permitido reconocer que hay dinastías naturales de miente en lo más mínimo la idea que hay que formarse de la
artesanos, de sabios y de artistas. L a sabiduría espontánea Monarquía, sino que la rodea de elementos de confianza y de
del género humano ha reconocido desde hace mucho tiempo esperanza; al bien principal y necesario añade otros adventi
que una familia buena es una buena familia, que la manera de cios que tienen su precio. L a herencia soberana es un bien en
pensar y de obrar de los padres se refleja en los hijos y que, sí misma; sin m irar a la persona del heredero, este sistema de
conforme a la fuerte expresión mistraliana, la sangre tira más sucesión excluye las querellas, asegura la paz y mantiene uni
de los hombres que una maroma, y que, en una palabra, hay do lo que la rivalidad separa; es el más sencillo de todos,
unas dinastías de jefes. Porque la influencia sea compleja y marcha por sí solo, como dice Bossuet, y, según la observa
mal determinada aún, no por esto hemos de cerrar los ojos ni ción de Auguste Comte, transmite la autoridad del mismo mo
negar nuestra atención a las majestades natas que saben im do que la propiedad. N o es más injusta que la de otros bie-
ponerse como el paso de la diosa y que hacen murmurar a la nes, tales como la riqueza o el talento, pero es menos peligro
eterna Berenice consagrada al favorito de la gracia y la jus sa que otros dones naturales, por cuanto es conservadora
ticia de los tiempos “que por mwy obscuramente que el desti y previsora y está impregnada de un vigoroso sentido del por
no lo hubiera hecho nacer, el mundo, al verlo, hubiera recono ven ir. N o hay uno solo de sus riesgos que no sea inferior al
cido en él a su dueño". riesgo igualitario y democrático. Recibe normalmente retoques
E n general, todo el mundo se complace en alabar la perdu y ampliaciones que la democracia no recibe más que por excep
ración de unos bellos rasgos mantenidos de padres a hijos ción. Se habla a todas horas de la educación del pueblo sobe
como puede verse en el hermoso grupo ecuestre de los cinco rano, pero esta educación es un mito; en cambio, es un hecho
I
padre de familia, el derecho del propietario, el derecho del ven L a evolución de la incredulidad puede obscurecer esta na
dedor y del obrero. N o hablemos del derecho, o aceptemos que turaleza religiosa y moral del derecho, cuyo sentido y alcance
trae consigo una garantía teológica. altera también por no formarse de ella una idea bien definida.
Nos equivocaríamos si pensáramos que las edades de fe ima
N o hay ningún derecho divino que sea particular. L a gracia
ginaban que la unción de la consagración era la causa primera
de Dios, invocada por los reyes de Francia, fué invocada tam- '
y última de la legítima autoridad: la Escuela exigía del poder
bién por todos sus colegas contemporáneos. Otro tanto hicieron
merecedor de la consagración que fuese capaz de asegurar el
las repúblicas cristianas. L a inscripción Jesús Christus rex F io..
bonum commune; y esta Escuela medieval pasó examen, lo
rentinorum, trazada por Savonarola, o la conmovedora donación
mismo que nosotros, de los caracteres positivos de la autori
del reino de Francia al Rey del Cielo, por Juana de Arco, ilus
dad. Y exactamente lo mismo, si se penetra en el fondo de las
tran la ley general; en la diversidad de los tiempos y lugares
cosas, en 1924 estos caracteres positivos de la autoridad no
a que hay que referirlas, estas imágenes sacras derivan de un
alcanzan fuerza jurídica más que en virtud de las mismas con
principio mucho más extendido: lo que la Humanidad más ve
diciones que en el año 1300, es decir, en virtud de una con
nera— la autoridad— y lo que más le cuesta cuando lo piensa
dición mística. Mística panteista o naturalista, pero mística.
— la obediencia— nunca ha podido parecerle que provenía de si
La mayoría que derribase la República sería juzgada por los
misma y por esto todos los pueblos cristianos han promul
doctores republicanos como atentatoria a las leyes de no sa
gado la ley en nombre de Dios y todos los pueblos paganos
bemos qué progreso vital. E n todo tiempo, una obediencia que
han legislado en nombre de los dioses. L a democracia francesa
no se otorga a la presión directa o indirecta, a la costumbre,
quiere ser laica, pero, a pesar de ello, sus verdaderos doc
a la utilidad privada, al agente de la autoridad, toda obedien
tores confiesan las raíces celestes de su derecho popular; quie
cia voluntaria y moral, se concede a algo de carácter sobre
nes pretendieron regularizar las cosas forjándose una teoría ju
humano. Por consiguiente, la clasificación del señor Ferrerò sólo
rídica estrictamente laica, caen en una logomaquia que destru
tangencialmente tocaba el tema, puesto que confundía legiti
ye cuando toca, empezando por la noción de un poder soberano
midad y consagración, el carácter en que se fundamenta la
en superlativo, simmus, el más alto, el último de todos.
autoridad con el derecho que la reconoce y que la aureola.
Cuando se ha querido rejuvenecer el “derecho” republicano
E s lícito, pues, el dejar a un lado el elemento divino del
ha habido que barnizarlo con las ideas de Péguy y hasta de
derecho que sabemos es la corona de todos los poderes y que
Marc Sagnier, ideas que no tienen otro yerro en este punto que
no constituye fundamento directo de ninguno, si se exceptúa
el limitar la glosa mística a la doctrina republicana. Esta
el caso de los reyes de Judea en la doctrina católica. Pero que
glosa es común a todas las teorías de derecho. E l error con
da intacta la cuestión de saber qué es lo que crea los títulos
siste en creer que la democracia es legítima entre nosotros.
verdaderos, las justas pretensiones a la consagración del de
Pero, si lo fuera, sería divina. Los que no creen en Dios, o que
recho. Nos queda el contestar a esto poniendo en claro lo que
sólo creen en El a medias, porque le niegan la personalidad, no
justifica, en general, la obediencia a una ley, la autoridad de
por ello dejan de fundar el derecho y su autoridad en una fuer
un tribunal y el respeto y la eficacia del poder de un Estado.
za superior a las cosas, un nisus o ímpetus evolutivo de la
Humanidad o de la Vida, que adoran en secreto. Jaurès, Ranc,
N o será la aceptación por los súbditos y el pueblo. L a acep
todos los Padres, colocan la República por encima del sufra
tación no precede, sino que sigue. E s un efecto y no una causa.
gio universal, lo que equivale a confesar que, derivado de lo
Es una consecuencia y no un motivo. L a aceptación reviste su
trascendente, su derecho inmanente conserva un timbre de pro
forma consciente y noble en los ritos de asentimiento o de acla
cedencia metafísica y que oculta un Dios lo quiere, aunque lo
mación. ¿ Y por qué el pueblo concede el asentimiento o la
oculta bastante mal. *
114 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 115
aclamación, cuál es la razón superior en nombre de la que a*' yoría, que la aceptó por los motivos más diversos, pero con
pide y se consigue este favor público con justicia y provecho? cordantes: el territorio, la sangre, la propiedad, la herencia, la
Esto es lo que estamos tratando de averiguar. injusticia de la agresión y de la invasión, el sueño y la espe
ranza de que se iba a hacer la última guerra, la filantropía uni
E l autor del Contrato Social intenta escamotear la cues
versal y hasta el orgullo de la República: en nadie operó el
tión identificando al autor de la ley y a aquel para quien se le
sentimiento concreto, la idea espartana o estoica del deber de
gisla, al que la dicta y al que la acepta o la rechaza. Pero el
morir porque una mayoría o una ley lo hubieran dispuesto.
sofisma, que involucra la voluntad particular con la voluntad
Por el contrarío, los electores soberanos de mayo anterior se
general, se desvanece ante los hechos: ¿ acaso hay un solo ciu
habían pronunciado en sentido adverso, es decir, por el desarme.
dadano que crea sinceramente que no obedece más que a sir
La patria es una idea-fuerza. Centenares de millares de
propio albedrío cuando obedece a unas leyes confeccionadas
por unos diputados, por el simple hecho de contarse entre hombres le han sacrificado su vida. P o r el contrario, nadie
vive ni se hace matar por el derecho electivo, por muy cierto
los electores de éstos?
que sea que de él se puede vivir en cambio. N o inspira ya
Podemos preguntárselo a los buenos republicanos que es
ningún sacrificio voluntario. Los partidos comunista y anar
tuvieron en minoría entre 1919 y 1924, y su respuesta no
quista lo repudian y se confían a la fuerza pura. ¡A b a jo la
ofrece duda. ¡Bah! Esto puede creerse cuando uno forma
democracia!, gritan en pleno palacio Borbón, y, si bien se equi
parte de la mayoría. Sólo quienes se aprovechan de él atribu
vocan sobre la naturaleza del bien público, perciben que la
yen al escrutinio electoral la significación moral y venerable
autenticidad de este bien prevalece o debe prevalecer sobre las
soñada por los teóricos de la democracia: el éxito de las ma
volubilidades de la mayoría. Si acaso h a existido alguna vez,
yorías es un fenómeno de fuerza que no inspira mayor respeto
el imperativo moral del voto es un monumento en ruinas. Mu
ni estimación que el éxito del golpe de Estado. Ello es tan cier
chos son los que han llegado a darse cuenta de que se equivoca
to, que el vencido no se suma al vencedor, como sucedería si
ban a cuenta de él, y otros muchos sacan la conclusión de que
ambos abrigaran alguna fe en el sentido augusto de su con
a cuenta de él los traían engañados. E sta es la opinión ilustra
tienda legal, en el valor moral de las soluciones halladas a tra
da en Francia. En Inglaterra, se matiza con un fuerte senti
vés de una mayoría. E l 4 de junio M. Painlevé decía a la Cá
miento de lealtad a la Corona y, al mismo tiempo, de concien
mara: “E l sufragio universal es el soberano de todos nosotros.
cia de un estado de civilización material y de bienestar econó
Cuando habla, todos hemos de bajar la cabeza ante su vere
mico muy elevados. Durante la guerra, Inglaterra se h a sacri
dicto." Pero es un hecho que nadie la baja. Todo el mundo se
ficado por esto. Los italianos pusieron en su sacrificio más
inclina ante la fuerza, pero el vencido odia al vencedor en pro
substancia histórica, menos jurismo económico, democrático y
porción de la victoria de éste que procurará volver del revés y
moral: sus revolucionarios son comunistas y, por consiguien
desvirtuar.
te, antidemócratas, y sus conservadores, nacionalistas más anti
E l ciudadano emplea el voto para sus conveniencias de mo
demócratas aún si cabe.
mento, pero de ningún modo para imponerse una obligación o
Estos estados de espíritu nacionales pueden hacernos adi
asumir una responsabilidad en la cosa pública. L a voluntad
vinar los diversos elementos que integran el nuevo derecho,
popular está de tal modo horra de todo prestigio humano, que
cuya form a sigue siendo una idea divina, mientras que su ma
nadie piensa ya en pedir en su nombre a las gentes, no digo
teria tiende a sacudirse la superstición de la ley de las mayo
un acto de abnegación, sino ni siquiera una concesión insig
rías. L a tendencia es muy general. Y de ningún modo parece
nificante. Cuando hace falta obtener un esfuerzo, se recurre
justificar la inquietud del señor Ferrero y de sus discípulos
a otros argumentos. E n la admirable movilización de 1914, na
cuando se preguntan: — ¿En qué van a apoyarse el poder, la
die marchó a la guerra porque ésta fuese aceptada por la ma
116 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
DISCURSO PRELIMINAR 117
ley y el Estado ? ¿Qué es lo que hará que los pueblos religio
' la sociedad y del Estado, adquiere un título indiscutible a la
sos digan que es Dios quien ha establecido el poder y que los
perduración. N o es más que un título, pero que cuenta. L a mag
pueblos formalistas proclamen que satisface a la justicia, a
nitud de la obra de salvación de la nación y de la patria basta
la razón y a la naturaleza y que todos los pueblos indiferen
a crear una disciplina y ésta ha aparecido lo mismo en los orí
temente admitan que es bueno? ¿En qué se reconocerá el
genes de Gobiernos transitorios y de Gobiernos seculares.
'fundamento de la obligación establecida por la ley y qué dará
Bien público y mal público. Porque no eran capaces de ga
garantía de bondad al mando?
rantizar la seguridad del territorio y de los pueblos frente a
búlgaros y normandos, los carolingios cedieron el puesto a
Respuesta: lo mismo que lo ha justificado y lo ha garantizado
nuestros Capetos, y porque éstos fueron una protección eficaz,
siempre.
la unción de la consagración vino lógicamente a marcar su
E l Gobierno legítimo, el buen Gobierno, es el que hace lo
frente. Si la democracia hubiera proporcionado siquiera el mí
que debe hacer, el que lo hace bien, el que lleva a buen tér
nimo de estos bienes, hubiese merecido idéntica consagración.
mino la obra del bien público. Su legitimidad se comprueba
Sus errores— agravados con el recuerdo de sus fastuosas pro
por lo que tiene de útil. Se prevé que lo será cuando sus me mesas— que alcanzan, todos, a puntos vitales para la nación,
dios de acción, por su fuerza y su estructura, aparecen ade imponen, racional y fatalmente, que se la elimine. La calidad
cuados y proporcionados al objeto que persigue. E l poder jus de generadora de mal público es un título de ilegitimidad que
to nace para proporcionar a los hombres lo que necesitan ningún voto popular puede rectificar. L a condena se deriva de
reunidos en comunidad y se reconoce su existencia porque se ios hechos. Los legistas tardarán más o menos en consignarla,
lo proporciona. Existe cuando existe este bien necesario. L a pero todo el aparato y el vocabulario del derecho ya se inclinan
ausencia de este bien revela la ausencia del poder, que se le del lado de aquellos que defienden la causa de la vida de los
ha abolido o que se ha descarriado o desvirtuado. La pernicio pueblos contra la causa de su perdición. Las mayorías podrán
sidad de un poder es señal y confesión de su mala naturaleza gritar, como tantas veces han hecho, viva mi muerte y muera
o de su mala estructura y prueba que es inepto para desempe mi vida \ pero sus inconscientes palabras nada pueden alte
ñar su función. rar de las realidades que desmoronan un poder. Aunque no
Naturalmente, no puede hablarse del bien y el mal de las fueran más que ciento, o que diez, o no fuera más que uno solo
naciones como se habla del bien y el mal de los individuos. quien lo dijera, el antídoto tiene que prevalecer sobre el vene
Estos disponen de un término medio de vida de treinta y cinco no, aunque éste floreciese entre la hierba más agradable del
años, mientras que aquéllas, que cuentan su edad por generacio mundo, como nos aseguraban hace sesenta años. El gobierno
nes de mortales, gozan de una especie de inmortalidad. Las ex legítimo es el gobierno que nos salva; el que nos pierde es el
presiones bien público y mal público deben entenderse, pues, ilegítimo usurpador.
como bien durable o mal que se prolonga. Asimismo, debe tener Salgamos al paso de un equívoco evitando que nadie pueda
se en cuenta el grado de los bienes procurados o de los perjuicios creer que pensamos lo más mínimo en persuadir a los hombres
sufridos. Cada punto de la escala supone posibilidades de duda, de que se gobiernen en razón de su utilidad superior. Nuestro
de debate, que el contradictor vecino aumenta o disminuye. análisis no tiende a semejante quimera. A quí no tratamos para
Pero hay un cierto punto en el que la discusión se detiene y nada de suscitar actos humanos, sino de justificar la ley que
es el punto de criterio acerca del cual no caben ya dudas; es los regula.
aquel que se llama la “salud pública” ; un poder que no se Si creyéramos en la fuerza de la razón pura, no hubiéramos
basta para ella es un poder al que su propia incapacidad des
autoriza. Por el contrario, un poder que asegura la defensa de
1. D ante, citado por M aquiavelo.
118 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA
DISCURSO PRELIMINAR 119
descrito la operación en virtud de la cual el poder de hecho se ' que estoy hablando aquí del rey de Francia y de la nación
•convierte en un poder de derecho: éste, más aún que racional, francesa. E n Venecia, en Alemania, en Inglaterra y en las
es moral, religioso, cosa de sentimiento y cosa de fe. L a regla ligas suizas, las cosas ocurrieron de otro modo y era natural
¿que tomaran distinto rumbo, porque allí el interés público de
útil al Estado y a la sociedad recibe de la creencia y de la
pendía de otras condiciones y porque los pueblos de Europa, a
opinión nacidos del sentimiento la energía que falta a la seca ra
•partir del año 1300, habían evolucionado originalmente según
zón. De igual modo, poco más o menos, el matrimonio, institu
la diversidad de las necesidades propias de cada uno.
ción de utilidad y de conveniencia social, deriva su eficacia im
No obstante, bajo la influencia de la Reforma, los movi
perativa del juramento que ata el corazón y del sacramento que
mientos revolucionarios que fueron surgiendo por todas partes
lata la conciencia: justificado por las necesidades vitales de
y cuyo tipo es la Revolución francesa coincidieron en equi
la naturaleza y de la especie, explicado por ellas, basándose en
vocarse sobre el punto en que radica la soberanía. Se prescin
ellas en última instancia, el matrimonio vale y opera en virtud
dió del bonum commune. Se tuvo por insuficiente el asenti
del rito sagrado que le confiere el carácter obligatorio y la digna
miento, la aceptación, la aclamación que reconocían y ratifica
sanción de una ley más que humana. Determinado gobierno |jw
ban un poder digno. Se quiso sustituir aquél con un acto expre
es necesario a determinado pueblo. E l buen gobierno será aquel
so de voluntad y de elección popular repetido con todo motivo
que esté en condiciones de hacer frente a este género de ne
y renovado sin motivo. U n procedimiento pasajero, la elección,
cesidad. U na vez probado, con prueba racional o experimental,
pareció el órgano permanente de esta voluntad en ininterrum
que tal régimen corresponde a esta función, dicho régimen
pido ejercicio, constantemente requerida, infatigablemente ten
será digno del sello religioso, del signo moral que deciden a
sa. N o se volvió a los principios de interés público y bien pú
las almas a su favor, lo consagran y lo legitiman.
blico más que bajo el látigo de necesidades imprevistas no ins
critas en la ley de los regímenes. A pesar de tantos errores, el
¿Dónde radica el Bien público, raíz y esencia de la legiti
verdadero sentido de la soberanía no h a dejado de reaparecer
midad? En la Edad Media, el interés público soberano, el
bajo las máscaras más diversas. En el canto revolucionario
bonum commune, parecía depender del contrato bilateral con
frente al enemigo palpitaba un hálito de legitimidad:
cluido entre vasallo y señor; entendíase que, unlversalizando
dicho pacto, se podía asegurar suficientemente, junto con el
L a R epública nos lla m a ...
respeto de las personas y la seguridad de los bienes, el con
junto del orden público. Nuestros revolucionarios ignoran de
H abía también otra parte de legitimidad obscuramente con
masiado, dicho sea de paso, que nunca la idea de Justicia y
corde en la canción de fidelidad lanzada en el otro sentido:
de Paz ha tenido en el mundo un papel tan importante. Pero
no pudo sostenerse contra la anarquía natural del corazón hu ¡V iva el R e y
mano, a despecho del poderoso concurso que significaba una y la cucarda blanca!
ardiente vida religiosa. Surgieron dificultades nuevas que el ¡V iva el R ey
sistema no resolvía (porque las variaciones del objeto hacen
y el conde de A rtois!
variar los medios de corresponder a él, y ya estamos de lleno
E l primero de estos dos cánticos estaba en lo justo al
en la relatividad de los tiempos y lugares) y entonces la era
querer rechazar a toda costa la invasión extranjera; el otro
moderna vino a confiar el depósito de la soberanía y entregar
no se equivocaba al afirmar que la conservación de los colores
la custodia del bien público a la Monarquía hereditaria, con
reales era la verdadera garantía de unidad, de vigor y de inde
siderada como expresión viva y vigilante de los más profun
pendencia francesa. Pero República, o voluntad nacional ante
dos intereses comunes entre el rey y la nación. Y a se entiende
120 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 121
todo, venía a ser algo así como poner la carreta delante de los tria francesa, dando a patria el significado de territorio en
I" bueyes, hacer depender lo superior de lo inferior, el mando de que han vivido los abuelos y a nación el movimiento de la
la obediencia: cualquiera que fuese, el poder perdía la libre raza en el pasado y en el porvenir no menos que en el instan
apreciación del bien, y su autoridad desaparecía. Pero Monar te presente. Y , más sencillamente, entendamos el término pue
quía equivalía a dificultad de obtener el asentimiento de una blo en el sentido próximo de patria y nación. Inmediatamente
Jl; ■' parte de la nación. Por no poder entenderse, se pegaban los todo cambia de aspecto, de valor y de significado. A l impera
•
í dos bandos y con esto se iniciaba un daño innegable, al que tivo desvalorizado, al lugar común vago o estéril, desdeñado u
hoy están a punto de poner fin la experiencia y la crítica, odiado, sustituye, dentro del espíritu, una nueva forma, tanto
pero sólo en virtud de causas que pertenecen al ayer. más brillante cuanto que la hemos visto decidir movimientos
de voluntad espontánea hacia actos difíciles y generosos. La
Mas una crítica, por luminosa que sea, y una experiencia, I’ nación, la patria, concebidas no como la suma de obscuras vo
por muy decisiva que resulte, pesan poco si no interviene é! luntades, discutibles. y revocables, de unos electores que hoy
corazón del hombre para inflamar una y otra. P or dicha, ocu viven, pero que morirán, sipo como una entidad superior que
rre que la discusión y la experiencia se dan en un campo tra perdura mientras los siglos pasan y pasan las formas y los
m
bajado, caldeado y como electrizado por un factor nuevo, que ’ i f- cuerpos, la idea de Francia así concebida, añadiría, pues, un
es el factor esencial de todo desenvolvimiento público con nuevo poder de hecho al que ya posee, una nueva eficacia a la
temporáneo. > eterna influencia de su persuasivo encanto, el día en que, a
Este nuevo elemento puede compararse, sin desventaja, a consecuencia de una revolución política cualquiera, se convir
las ideas, a los sentimientos y a las fuerzas que han cambiado tiera en soberana arrojando al soberano inhábil y nulo que la
más profundamente la vida del universo. L a sociedad feudal suplanta, en que el juez se resolviera a dar fe oficialmente de
nació de la fidelidad al jefe y del deber del jefe para con su ello, en que el alguacil y el gendarme le prestaran el apoyo
fiel. Las ideas de libertad y de igualdad políticas trastornaron complementario de su fuerza material... Realicemos en hipó
y renovaron los dos últimos siglos. Cabe calcular un porvenir tesis esta evolución jurídica: más allá de la agonía del dere
igual, por lo menos, para la idea cuyo irresistible poderío está cho democrático, vemos alumbrarse la antorcha del derecho
a punto de reemplazar la idea democrática más de prisa y más nacional.
por completo que ésta reemplazó la idea feudal. Todo cuan P ara medir exactamente su fuerza, hay que seguir sus pro
■h
to la nueva idea toque con su fiebre se amplificará y multi gresos. Algunos pueblos que han dejado de tener la demo
plicará sin medida. Todo cuanto olvide o desdeñe parece con cracia como nervio de su acción y propulsora de su vida, se
denado a secarse sin remedio. Y, no obstante, apenas si unos es han colocado ya de modo explícito bajo el vocablo “nacional”.
píritus bien orientados empiezan a distinguirla hoy de su con Al principio, en parte. Poco a poco, totalmente, Italia es un
trario absoluto. buen ejemplo de esta evolución.
Cuando en medio de alguaciles y guardias los jueces pro Los hombres del Risorgimento, que erigieron en norma de
nuncian su sentencia e n n o m b r e d e l p u e b l o f r a n c é s , entién ley la voluntad expresa y consciente de sus compatriotas y
dese este nombre como el de una comunidad que elabora su contemporáneos según el derecho democrático individual, no
ley expresando la voluntad de la mayoría de sus miembros, pensaban sólo en los italianos que vivían en el momento en
cosa que hace que todo oyente de buen sentido murmure que que ellos hablaban de los nuevos derechos a la vida de su
se promulga la ley en nombre de un imperativo que ha dejado joven Italia. Lo mismo que los Antiguos, y a diferencia de los
I de tener valor. Mas cambiemos a la fórmula un término, uno hombres de la Revolución francesa* invocabap a los abuelos,
solo. Reemplacemos pueblo francés por nación francesa, o por la tradición, la tierra y los muertos. Su idea de Italia incluía,
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«
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zado, cualquier ser inteligente puede aquí identificar su país M r para darnos a conocer aquello que es lícito mandar y que
con la fuerza que creó casi todo aquello de que él vive; “lo qué es lícito prohibir, lo que se debe eliminar y lo que debe con-
nos une, lo que es nuestra razón de ser” , como decía Renán. af lservarse. Allí donde la voluntad inmotivada del soberano elec-
De este modo se ha adquirido conciencia del inmenso capi \ tor arranca una carcajada universal, el interés nacional es
tal material y moral, indiviso, viviente y vital, que puede ga algo que, en Francia, merece el asentimiento de las inteligen-
rantizarse a los franceses de hoy lo mismo que a los france !>■ cias equilibradas y la adhesión de los corazones rectos. L a ra
zón y el sentimiento se confunden y se apoyan mutuamente
ses de mañana y de un más lejano porvenir. Esta preciosa
' Jén la implícita o explícita fórmula de un mandamiento que
fuerza hereditaria que va unida a la significación de francés'
. ,¡sería: “Si quieres que Francia viva, hay que querer esto o
no hay quien crea que no valga la pena defenderla y sal-i
y aquello.”
varia junto con aquello que la protege y la fomenta. E l mal
Claro que la nación dominará sin sombras, en este hipo
sueño de la igualdad de los hombres y de los pueblos inútil
tético imperativo, sólo en un pequeñísimo número de pensa
mente se opone a ello, porque también el patrimonio de Fran
mientos alerta y de conciencias sensibles. Pero, toda vez que
cia es sagrado.
aquí estamos en el imperio de los sentimientos fuertes y los
Por consiguiente, la obligación que tenemos de conservar
'sentimientos blandos, un mayor número podrá ceder a las pia-
y proteger el fruto del trabajo de nuestros muertos puede ser-
; dosas solicitaciones del coro de poetas:
“H ay un momento en que la a c titu d de los n acio n a listas y de los mon Ui Contará los pu ertos de Francia— Y las ciudades, los pueblos y
árquicos nos resu lta com prensible y justificada, y es cuando llega
*los fuertes,—Irguiendo derecha una fren te audaz,— Y una m irada
mos a la m agnífica explanada de las T ullerías, o estam os fre n te a la
m ajestad del Louvre, o el encanto clásico de la p la z a del P a la is Roya!, que a los cielos desafia.—D entro del recinto de n uestras bellas ciu-
o fren te al Coro de N otre-D am e. Entonces el P a rís nacido del seno del su -c dudes—Mil y m il a rtes se pra ctica n ...— Sum ad aún tan tos dorados
fragio universal desaparece sin honor, todo lo que h a producido el régi J;palacios,— T antas cúpulas de tem plos venerados,— T antos vencedo
men republicano francés h uye a n te n u e stra vista. res de laurel coronados— Y ta n to s espíritu s a las m usas consagra
L a Monarquía, con todo lo que la M onarquía lleva consigo, podrá en j
otros países se r motivo de discusión. No sabem os h a s ta qué punto los dos.— Yo te saludo, ¡oh tierra venturosa,— A fortunada en pueblo
reyes y la a risto cracia son indispensables a la belleza y a la grandio íy en príncipes dichosa!
sidad de P ortugal, ni si Ita lia , pasando a se r u n a RepúbUca, perderla
su acento y su c a rá c te r particulares. P ero cualq u ier e sp íritu libre
sabe que F ran cia, bella y noble como se ofrece a n u estro s ojos, es un Otros Ronsard hablarán del país como de la más hermosa
producto directo del antiguo régimen. ■de las cosas. Nuevos Chénier cantarán su diosa Francia. Las
Y si me refiero a los monum entos, no es porque se a n la ú n ic a expre imaginaciones y los corazones así incitados tendrán con qué
sión de la acción m onárquica y a risto c rá tic a . Los edificios y los ja r
dines no hacen m ás que reflejar en la m a te ria el ritm o del espíri emocionarse y estímulos para el trabajo. Si un ciudadano cual
tu. L a silu eta que reco rta n sobre el cíelo fino de P a rís el Palacio quiera no es capaz de hallar por sí solo la fuente del derecho a
del Louvre y los jard in es de las T ullerías, el gesto de N otre-D am e que está sometido y de que se aprovecha a un tiempo, es de
cerca del Sena, son cosas que se arm onizan lógicam ente con los hábi
tos, la sociabilidad, la lite ra tu ra y la lengua de los fran ceses. Con masiado grande el tesoro moral y material de los bienes na
versación, elegancia, m aneras, gestos, proceden de la M onarquía y cionales para que su pensamiento, por sencillo que sea, esté
de la aristocracia. Son ellas las que, a p a rtir de los tiem pos merovin- totalmente cerrado a la idea confusa de que su porvenir, en
gios, pasando por las épocas de m ayor esplendor, bajo la d in a stía de
los Luises, fijaron p a ra siem pre la belleza y la g ran d eza de F ra n c ia .” i general, está ligado al porvenir del compuesto francés. Como
í feír
L a p alab ra aristo c ra c ia h ay que entenderla e n u n sentido nacional Sí decía Mistral, sentirá cuán hermoso es el form ar un pueblo y
y amplio. E sta aristo c ra c ia n a tiv a se h a lla lo m ism o en los cantos cuán hermoso el llamarse hijo de Francia. N o podrá recordar
populares de nuestros campos, en el rico m obiliario de los campesinos ' sin repugnancia las sangrientas pruebas a que nos ha some-
de antaño, en la indu m en taria de sus m ujeres, en n u e stra s1 casas mu
nicipales y n u e stra s casas burguesas, en todo lo que es m u e stra de -« tido la absurda experiencia del gobierno de las mayorías.
un pasado que nos legó ta n bellos testim onios d e lo que fué.
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P o r encima del nivel en que son posibles y reales semejan Fquerer, va a penetrar para siglos enteros todas las profundi-
tes sentimientos, ¿hay conciencia, voluntad y vida políticas
■j dades del Africa y del Asia, de modo que lo que no esté fuer-
N o hay más que hábito y costumbre, sorda concesión a la obli ' ttemente agrupado y unido en cuerpo de nación se halla expues-
gación y a la fuerza, cuyos flujo y reflujo son semejantes baj- ‘í to a la amenaza de verse arruinado, destrozado y borrado del
todos los regímenes y que no forjan el derecho. Mantengá í.'mundo de los vivos. L a barbarie nacionalista no amenaza me-
monos en esta zona superior en que nos encontramos y desd tos que la barbarie anarquista. Desde el punto de vista del
la que se difunden sobre los pueblos la verdad y el bien. Por 1 ^‘¿género humano, estos riesgos de conflagración pueden asus
inteligencia que irradia del espíritu nacional, por los error: t a r , pero son menos espantosos que los riesgos que entrañan
que excluye, por el orden de que es causa, por la abundancia .los desgarramientos interiores que, con las armas modernas,
y la paz que anuncia y, sobre todo, por la ferviente sensa ■han segado en Rusia más millones de vidas que lo que pudo
ción de un común destino que un espíritu de profunda frater f^hacer la guerra en el resto del mundo. Se pueden deplorar las
nidad alimenta, el derecho nacional tiende a conquistar una competencias nacionales en interés por las naciones de vieja
unanimidad de sufragios que no necesita ver metidos en una su constitución que en adelante no serán solas en gozar de los
urna ni recontados en escrutinio. privilegios de este régimen. Con todo, mientras la evolución
N o s libraremos, pues, del derecho democrático sin que haya 'lleve este camino, el Sr. Ferrero puede estar seguro de que,
tenido que producirse ningún trastorno de religión o de moral. • / en los pueblos que aquélla arrastra, no hay que temer ni una
P or la razón principal de que “Dios lo quiere” o de que lo * verdadera crisis de disciplina y obediencia ni una profunda falta
“quiere el Derecho”, se admitirá, a título de razón secundaria de mando. Lo que se pida en nombre de la salud pública, se hará,
y obligatoria, la sumisión a lo que mantiene el ser de la pa y lo que encarne más o menos la nación ejercerá sin grandes
tria y, a través de ella, la sociedad de las personas y las cosas, estorbos un poder vigoroso.
ni más ni menos al modo que la razón primera de la voluntad Lo inseguro es la suerte que podría correr una Francia en
divina impone la obediencia, dentro del cuadro de la casa y del la que las anticuadas formas del derecho democrático estuvie
hogar, a la razón segunda de la voluntad de los jefes natura ran luchando por espacio de demasiado tiempo contra las reali
les. Restablecida sobre bases justas, la obediencia contará con dades del derecho nacional. ¿Comprenderá, al fin, y sentirá la
el apoyo de los motivos y los móviles de un amor mucho más necesidad y la conveniencia de la Monarquía? Todo depende del
natural y fuerte que ninguno de los principios derivados del grado de su sensibilidad a los llamamientos del bien público.
amor a la democracia. Los huracanes del nacionalismo universal son muy propios
Este imperativo nacional es el más moderno de todos, y el . para hacerla lúcida y valiente.
mundo contemporáneo no conoce otro más eficaz. Podrá pare
cer que una revolución lo abate, pero lo reaviva, como el ejem
plo ruso lo demuestra hasta la saciedad. E l ejemplo de Amé
rica, que tiende a la pura xenofobia, prueba cómo la plutocra
cia puede acabar mostrándose tan violentamente nacionalista
como la Revolución y la Monarquía. Y la democracia estimu
la el nacionalismo en todas partes donde alguna tribu humana
"puede decirse: “ ¿ Y por qué no nosotros?” O bien: “ Y o valgo
tanto como cualquier otro.” Bueno o malo, el porvenir es de las
naciones. L o que el pastor servio, el campesino búlgaro, el es
tudiante chino y el granjero-soldado otomano están empezando
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hasta antinacional, si no empezaban por aplicarse a la reforma una reforma del Estado en sentido contrario del espíritu
de nuestro Estado democrático y divisor, a su transformación ’ democrático.
en Estado monárquico unitario.
Otro tanto diremos de los intentos de reforma administra Empezad, pues, por reformar el Estado. Las democracias
tiva o territorial tendentes a unir a los patriotas con la pa fundamentan su orden— tan triste, tan pobre y tan débil— en
tria, a los ciudadanos con la ciudad. Ciertamente, el esfuerzo' la voluntad, el bienestar y la comodidad política y social del
descentralizador es una pieza indispensable de la reconstruc , individuo en el presente. U n a reforma emprendida en nombre
ción general. E l lazo de unión nacional debe refrescarse y re del derecho nacional empezará por tener en cuenta lo que Paul
novarse en sus fuentes: la provincia, la comarca, la ciudad, Bourget llama ingeniosamente las “dimensiones del tiempo” ;
el pueblo, el hogar. H ay que devolver, lo mismo a los campa el pasado le suministrará lecciones, precedentes, balances de
narios de nuestro lugares que a las acrópolis de nuestras pro- . pérdidas y ganancias, “debe” y “haber”, perjuicios y bene
vincias, un poderío de vida autónoma que los regenere. Fran ficios; el cuidado del porvenir tasará el consumo y estimulará
cia es una federación histórica creada en torno del federador ¡a producción, impulsará la moderación y la iniciativa, la pru
parisiense. Este elemento federador es valiosísimo desde todos dencia que anda con cuidado y la precaución que funda y em
los puntos de vista, pero no debe atar ni sojuzgar a los ele prende. Pero el derecho nacional buscará un órgano de estas
mentos federados. ¡Sean, pues, éstos lo que deben ser! Y , si£ funciones de la permanencia y tendrá que reconocer que el in
han dejado en alguna parte de serlo, que lo vuelvan a ser atre- ■ dividuo pasa y la nación perdura. Y la nación perdura por un
vida y generosamente. P or la conciencia y el amor de nuestros fenómeno independiente de las opciones de la voluntad indivi
más humildes cimientos, que empiezan en la parroquia, en la pe-' dual. Nadie escoge lo que ha de ser, nadie determina ser fran
queña ciudad, o en el barrio de la grande, pueden y deben rena cés, sino que se nace tal. L a nación sale del nacimiento; ya lo
cer la conciencia y el amor del compuesto nacional entero. E l dice la palabra: natío, natus. Las ideas de nación y familia,
patriotismo a lo Dérouléde debe vestirse de un patriotismo a' que son casi idénticas, tienen un ritmo concorde. Quien quiera
lo Barres. A la vista de nuestra generación se ha hecho en prolongar la nación, ha de querer prolongar las familias, fal
Francia un buen progreso en el sentido de esta reviviscencia. tándole las cuales, aquélla se disuelve y perece. U n a nación
que quiere nacionalizar su Estado, empieza, pues, por devol
E l patriotismo francés se perdía en la abstracción jurídica y-
ver al elemento estable y continuo de la familia, en cualquier
en el burocratismo grato a las democracias. Mistral y el feli-
parte en donde la encuentra, lo que el individuo, átomo vaga
braje, los barresianos del Este y los del Oeste, particularmente
bundo, había usurpado saliéndose de los límites de su fuerza
el grupo bretón, con Le Goffic y sus amigos a la cabeza, han
y de su bienestar.
vuelto a hallar la substancia concreta que es el alimento y el
¿Vam os a sacrificar al individuo? E l derecho nacional no
estimulante de toda dialéctica nacional, cuando, partiendo de
sacrifica más que aquello que ahoga la vida del individuo aho
cualquier punto del tiempo o del espacio, de la historia o del
gando los factores de que ésta depende. E l individualismo
territorio, tiene como punto de convergencia la capital, el E s
democrático queda relegado, de derecho y de hecho, a una sola
tado. Pero el Estado no puede aún sancionar este esfuerzo cen
función del individuo, precisamente aquella que él desempeña
trífugo que conduce al centro por los caminos más segu
difícilmente y mal: la función cívica. E l derecho nacional con
ros: mientras el Estado siga siendo democrático, mientras
sidera al Estado según la función natural en virtud de la que
continúe siendo electivo y siga necesitando el Poder contar
se hace posible la vida de los hogares y de aquellos que en ellos
periódicamente con el elector a través del funcionario (co
viven, a saber: el trabajo más o menos diferenciado de los
mo lo hemos copiosamente demostrado), la descentralización
jefes y los miembros de cada hogar, la profesión de cada uno
no será más que un sueño y habrá una razón de más para exi-
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y su oñcio. L a misma función cívica será tenida como un ofi recluta, paga y ceba para que_ conviertan en botín propio la
cio en la medida en que lo mismo que un oficio se ejerce, se hacienda pública: es la tribu vergonzosa y la secreta corpora
especializa y se aprende. ción de esos políticos amos y gananciosos de un Estado que ex
Hay un primer grado de función cívica y es aquel que con plotan y saquean. Son ellos quienes gobiernan al tiempo que
siste en gozar del patrimonio del país y en sufrir de sus males, se esfuerzan en ilusionar a cada individuo haciéndole creer que
en enriquecerlo con la propia riqueza y el propio trabajo, en quien manca es él. Aristófanes enseña cómo se hace esto en la
gravarlo con la propia pobreza o la propia ociosidad, en pagar discusión del bonachón Demos con Agoracrita.
los impuestos, en percibir las rentas, en defender el territorio, El derecho nacional dice la verdad al individuo, o, para
en contribuir a la restauración del orden cuando es pertur hablar correctamente, a la persona, al hombre que no es más
bado, en apoyar al Gobierno que defiende la vida y la hacien ; que un hombre, al ciudadano que no es más que un ciudadano.
da de los ciudadanos, en dar opinión sobre los impuestos y Este hombre es lo que puede ser, hace lo que puede hacer,
las ganancias, en delegar una representación cerca del Poder pero allí donde se acaban sus medios de acción acaban sus
para hacer conocer a éste lo que se desea y lo que se ve con deberes y, por consiguiente, sus derechos. L a política es una
disgusto. Este es el dominio del sufragio universal que ciencia porque es un oñcio, o, mejor aún, un arte- -arte de ser
que guardarse mucho de suprimir o restringir. E s justo y na-| vir el interés general— que supone instrucción, educación,
tural que todos participen en este grado tan tenue de la vida aprendizaje, competencia, y no puede dejar de contar con las
cívica, y, puesto que todos pueden hacerlo, el deber de hacerlo condiciones naturales de todas estas cosas. Asimismo, ha de
es inexcusable. Más allá de la posibilidad, el deber y el dere excluir a los intrigantes y los aventureros. Debe ejercerse a
i
cho se acaban. plena luz. Admitido así, ha de ofrecer garantías de gestión
E l carácter de la democracia consiste en prolongar el deber útil al mismo tiempo que compensaciones e indemnidades le
y el derecho mucho más allá de las posibilidades de llenar gítimas. E l quid está en interesar en el honor, en la abne
los, sólo que para hacer creer en estas falsas posibilidades gación y, si cabe decirlo, en el desinterés.
adopta un camino fa lso 1. Lo que los interesados no hacen por Y a hemos visto con qué dificultades tropieza la idea de un
incapacidad, hace que lo ejecuten mandatarios suyos que ella poder fundado en el nacimiento cuando la discusión se sostie
ne con el lenguaje individualista del siglo pasado. Pero hable
1. Algún lector malicioso acaso nos p reg u n te quién es ella, quién mos el lenguaje del derecho nacional, y todo se allana, se alum
es esta dam a D em ocracia; ta l vez crea que estam os realizando una
bra, y las fuerzas del discurso y sus naturales analogías traba
abstracción. Pero la lectura de la Encuesta, sobre la M onarquía le demos
tr a r á que no hay nada de esto. E xiste en v erd ad u n a dem ocracia activa jan en nuestro favor. Se advierte que, si la nación está com
y operante, una oligarquía dem ocrática p a ra e n g añ ar y m a n e ja r al puesta de familias, una familia o varias la dirigen. Si el na
sujeto pasivo, elector, al que se quiere p ersu ad ir de que es u n verdadéro ft
rey. E n virtud de una coincidencia h istó rica llena de sentido y que cimiento es el carácter de mayor importancia en el fenómeno
equivale a un homenaje a la ley n a tu ra l de los grupos sociales, a u n cuan nacional, si todo depende de él en primer término, ¿cómo este
do éstos adoptan un carácter antisocial, el reclutam iento de esta oli elemento primordial de ia nación estaría ausente del Estado?
g arquía otorga un gran papel al norm al y doble fa c to r de la h erencia n a
tu ra l y de la tradición histórico-religiosa. Porque, en efecto, se recluta Ambos elementos se complementan, en lu gar de contradecirse.
en tre los judíos, los protestantes y los metecos, todos ellos sindicados Si el Estado quiere salvaguardar el elemento nato de la na
en la francm asonería. Mi teoría de los C uatro E stad o s confederados, ción, h a de tener como objeto esencial la salvaguardia de las
hereditarios soberanos de la República, puede serv ir de contraprueba
a la teoría de la herencia en la Monarquía, expresión del bien nacional. familias y le interesa ser él mismo una familia: entre las ne
A los republicanos que conservan el espíritu fran cés cabe decirles: cesidades a que debe responder y el elemento nativo del poder
habéis derribado a vuestros jefes natos hijos de v u e stra raza, pero
nato, hay, actuantes, afinidades esenciales.
estáis soportando a otros jefes natos ex tran jero s o desnacionalizados
y que os están desnacionalizando a vosotros mismos. Este cambio del punto de vista cambia, pues, las objeciones
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en facilidades, lo contradictorio se convierte en complemen? disciplina, las guía y las reduce al bien del país. D ru-
tario y la democracia aparece, por contraste, como la más per-*'! ¡i^nont ia llamaba la familia-jefe. Y como la situación de la
niciosa paradoja que pueda aplicarse a la prosecución del bien' familia-jefe está en relación directa con las conveniencias del
público. nterés nacional, el derecho nacional tiende a pedir de esta
^familia que asegure la dirección en jefe del servicio públi-
L a acción política y cívica pasa de la zona de los indivi
jtco y a entregarle el mando único de que el espíritu público
duos a la zona de las familias; hay que tener en cuenta nues
“manifiesta sentir una aguda necesidad.
tras familias profesionales: militares, comerciantes, industria
f.\ ¿Dudaremos a pesar de todo ? ¿Nos preguntaremos aún qué
les, marítimas, obreras, a las que la naturaleza fo r ja y dis
.será mejor, si el mando de muchas familias o el de una sola?
persa como todas las demás cosas, ya que ninguna de ellas es]
Bajo el gobierno de toda aristocracia republicana, el senti
algo fijo ni cerrado, por más que los hábitos históricos con-',
miento público corre el riesgo de disolverse en las competen-
serven en ellas naturalmente, y aun iba a decir que voluptuo
tías de las dinastías de Capuletos y Mónteseos, harto fácil
samente, a la mayoría de sus miembros como en el lugar del
mente armadas unas contra otras; el bien público zozobra
menor esfuerzo o del esfuerzo más fácil y más fructuoso. ¿Ha
pronto en estas rivalidades de intereses, cuyo mal está en
llaremos acaso en este orden un clan de familias políticas?
que muchas veces son tan respetables y legítimos los unos
Empecemos por llamarlas políticas. E s justo dar una denomi
como los otros y sólo la voluntad de un jefe puede dirimir la
nación honrosa cuando el oficio es confesado y se ejerce con
contienda. E l sentimiento nacional francés no ha tendido ja
preparación y adecuación. No hay duda de que en nuestro país
más a ser una república de principes o de% udades, como Ale
(verdad es que acaso menos que en otros) un cierto número de
mania o Italia. Salvo en ciertos casos privilegiados que más
familias nobles y burguesas sobresalen entre las demás per
adelante indicaremos, la República aristocrática no es m ás que
petuando, con su patrimonio, además de un sentido nacional
la razón social de una rivalidad entre familias-jefes a las que
afinado, un vivo espíritu del servicio público y unos hábitos de
ningún principio superior obliga a ponerse de acuerdo: “ ¡ausen
clientela y de mando local o regional. A llí donde el individuo
cia de un príncipe!” L a República burguesa presenta en Fran
que vivía de la política era un intruso, a menudo peligroso,
cia el mismo vicio: nuestros intereses económicos varían mu
la fam ilia dedicada a la política sabe lo que se hace y, me
chísimo de región a región y, si se les permite constituir el
diante su perduración, prueba que da tanto como recibe. N o di
Gobierno, es decir, combatirse los unos a los otros, sin otra
simula su pbra, sino que la publica. N o le dice al pueblo que
ley que su libertad, ésta nos lleva al borde de la Estigia como
reina ni gobierna, sino reconoce que lo administra, lo gobierna
la cola de la hidra de L a Fontaine: ¡otra vez la “ausencia
y que de este modo le sirve. Caracterizadas por la educación re
»■ de príncipe” ! Si no tiene en cuenta este peligro, un Gobierno
cibida y transmitida, por la tradición conservada, por el rango
constituido merced a continuas negociaciones entre firmas ri
moral mantenido, tales familias sostienen la carga, llenan sus
vales, cada una de las cuales quiere todo cuanto puede obte
deberes y suben al poder parcial o total según los países. Estos
ner, oscilará fácil y pesadamente del pro al contra y nunca
elementos de aristocracia, ¿representan una tendencia a la Mon
será otra cosa que el signo de una diferencia en la sustracción
arquía? Esto suele decirse, pero no es así, sino todo lo contra
de los totales de las fuerzas en lucha. A l término de esta lucha
rio. Si en Francia hubiera un fuerte vivero de tales familias
sorda, el país quedará gobernado por la pequeña diferencia
políticas estables, habría menos probabilidades para el gobier
que separa una minoría de una mayoría: miseria o barullo...
no de uno solo que para una República aristocrática. Pero es
¡E l príncipe, el príncipe, el jefe!
otra cosa lo que encontramos: en el número importante, pe
. Por el contrario, sustituyamos la rivalidad de diez, cien o
ro limitadísimo, de las familias señoriales o capaces de ser
mil familias-jefes por el reinado de una sola designada, no por
lo, encontramos una que, desde hace mil años, las domina,
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ella misma, sino por las relaciones que sostiene con la nación.“ representa al frente de la nación todo cuanto ésta tiene de cons
Adoptemos la fam ilia-jefe que encarna el trabajo político, el i tante e idéntico, todo aquello que, salido de la profundidad ori
esfuerzo nacional, la función unificadora y conservadora de'| ginal, quiere y puede tener la garantía de áureas cunas futuras.
que ha salido toda la nación. N o hay discusión honrada po- '] é No cabe imaginar un poder más digno de gratitud y me
sible: es la fam ilia de los Capeto-Borbón-Orleans. N o hay recedor de esperanza, ni más conforme a las exigencias de la
competencia posible. N o es que nosotros la escojamos, sino, tazón. N i el mando ni la obediencia están aquí solicitados al
que la historia de la Patria nos la da tal cual es. H ay un punto ¿bsurdo modo que lo son en las democracias, como tampoco
de vista nacional en el que todo el mundo puede accidental- ; se imponen del violento modo que se usa en las tiranías. Todo
mente situarse, pero es justamente aquel en que se mantiene ; aquello que la nación puede contener de augusto y de venera
siempre y vive como en su elemento una estirpe que por espa- [ ble, a un tiempo que de juvenil anhelo, el heredero del Poder
ció de mil años ha tenido como oficio el llevar a cabo la unión, Real lo evoca y representa. Su oficio verdadero consiste en in
y la dirección del país. E n él se circunscriben su orden de función vitar a lo más selecto de su generación a colaborar con él en
®s
y su plan de acción, el campo sensorial de su inteligencia y la favor de un progreso dentro del orden que obtenga el asen
misma línea de su vida. Está especializada en él profesional y se timiento práctico de la casi unanimidad del país.
ü
cularmente, ya que no tiene otro oficio ni otro interés que la
protección y el desenvolvimiento del país que es suyo. A l fin, ; Y esto ¿cómo? Por una parte, no hay que perder de vista
la idea más amplia de la nación halla el cobijo necesario a su sus Consejos que vigilan en su nombre la Administración, y,
seguridad, y el derecho nacional, su depositario, su funciona por otra, las representaciones de los intereses locales y pro
rio, en la cabeza y el consejo de un personaje a quien su fesionales sucesivamente federadas y confederadas. Nuestros
puesto mismo vincula al máximo de provecho y bien públicos: padres decían: “A l rey con sus Consejos”, el gobierno; “al
el Rey. pueblo en sus Estados”, la representación. Esta dirá lo que la
Porque no basta con el gobierno de la fam ilia real. E n vir contenta y lo que la desplace, o hará ver qué es lo que falta
tud de las razones irrefutables que han militado ya en favor y qué lo que sobra. Aquéllos se ocuparán de conformar a estas
de la unidad, la Monarquía que el Estado necesita se impone manifestaciones las exigencias del bien general. L a confusión
en la más alta de sus cimas: la fam ilia-jefe necesita un jefe democrática acaba, pues, de este modo. N o más acumular las
V distintas funciones de representación y de gobierno en un sis
a su vez, pero escogido y designado en su seno tal como ella
misma lo ha sido, no por la elección del presente, sino en vir tema contradictorio en el que un mismo ser se cree, contra
tud de las selecciones del pasado, no por el sufragio de todos toda razón, gobernante y gobernado, soberano y súbdito1.
ni de algunos, no por la suerte, sino en virtud de una regla Quien medite en ello, echará de ver cómo la doble vía de
de utilidad. Desde el punto de vista de la nación, lo mejor es ios Estados locales o profesionales y de los Consejos reales
que el primogénito sea sin discusiones el primero que ocupe el abre a un tiempo a la actividad política del país, a los talentos
Trono, y tras él quien de él nazca en este orden de primogeni- administrativos de los individuos, una amplia carrera: sería ri-
tura. Importa que así ocurra a fin de que, en' el correr de los 1. Jules L achelier (citado por M. Jacques Chevalier) decía. “L a
tiempos, en cuanto se diga el “ R ey ha muerto”, pueda decirse soberanía del pueblo reem plaza la au to rid ad d e la razón por la volun
tad común, cuyo c a rá c te r es s e r insegura y caprichosa. E l g ran error
“ ¡V iva el R e y !” , y que el mundo entero esté acostumbrado a
de la dem ocracia consiste en confundir a súbdito y soberano, en olvidar
que se le diga, como lo hacían nuestros legistas de Tolosa y ^ que la v e rd ad era lib ertad consiste esencialm ente en obedecer sólo a la
de París, que “él R ey de Francia no muere". Síndico nato de ilpTazón, en su b ordinar la 'f o rm a (o alm a) a la m ateria, lo uno a lo múl
tiple. L a dem ocracia re p resen ta el tra stru e q u e de todos los principios,
todas las familias, símbolo nato de todos los oficios, federador» d pecado co n tra el esp íritu .” L o que y a es m ucho decir p a ra u n discí
nato de todas las provincias, que en él saludaban a su unificador, pulo de K ant.
138 ENCUESTA SOBEE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 139
p
dículo considerarla estrecha, si se tiene en cuenta la extensión Impolítica puede muy bien ser, en cambio, una auténtica se
los sentimientos de tolerancia y de curiosidad que pueden im nacional no se estanque. Nuestra juventud nacionalista ha
perar gustosamente en una sociedad refinada, a condición d podido sentir dudas sobre la conveniencia y la oportunidad de
que no usurpen la menor parcela del gobierno del Estado. |sta costumbre, y la evolución moderna podría tender a res
De modo que, en nombre del Derecho nacional y bajó el im tringirla o a suprimirla, como parecían anunciarlo ciertas inno
perio de las necesidades nacionales, el nacionalismo arrebata vaciones de la Corte de Inglaterra en 1914 y 1915, y, no obs
la soberanía al número inerte de los individuos y la devuelve tante, no es nada seguro que la nueva costumbre sea mejor
a la nación que perdura y que trabaja y que el rey personifica que la antigua. Los pueblos del mundo se comunican entre sí
y simboliza. A l llegar aquí, el lector republicano objeta: — ¡Pero en virtud de la mano de obra, de las finanzas, de sus comer
vuestro hombre-idea, vuestro hombre-nación, vuestro rey de ciantes y sus marinos; no hay mal ninguno en que se comuni
Francia, concebido como una especie de dios francés, va a en-'! quen también por la cumbre de las altas selecciones directi
carnar fatalmente un nacionalismo cerrado, exclusivo y beli- •• vas, con tal de que el interés nacional permanezca defendido
coso! Cosa en la que el lector republicano, nutrido de falsos como lo es por el interés dinástico y con tal de que el corazón
prejuicios, se equivocará una vez más. Estos no le dejan * del país, representado por los grandes batallones de las clases
ver la realidad. Cabría temer un nacionalismo de esta 3 uer-, medias, permanezca suficientemente fiel al espíritu del terru
te si el derecho nacional quedara abandonado al estado sim ño. Será siempre deseable que estos intercambios aireadores
ple y bruto de instinto popular, pero es que nosotros lo procedan de acuerdo con las grandes líneas de las afinidades
desarrollamos íntegramente hasta hallar su medida y su per de cultura, de religión y de espíritu: tal matrimonio sajón o
fección en el rey, en el derecho, el consejo, el poder personal eslavo no resultó tan favorable a los reyes de París como tal
del rey, con lo que se hace consciente, racional y responsable. unión florentina o madrileña, pero, bien que vigilado en su
Y a nada tiene de multitudinario, grosero ni bestial. Se ha hu-, aplicación, el principio merece perdurar, porque contribuye
manizado. L a historia y la estructura de la Monarquía paten también al equilibrio de los planos sociales, toda vez que una
tizan que está demasiado interesada en el bien de la nación reina de cuna de pastora es menos apta que una reina nata
para dejar de manejar todos los frenos necesarios ante un a secundar el esfuerzo de su regia pareja; además, un lazo de
caso de conflicto internacional. Muy fuerte ha de ser este ca parentesco entre los jefes de Estado, abanderados del dere
rácter pacífico de la Monarquía cuando aparece aun en pueblos cho nacional respectivo, puede contribuir a la inteligencia, al
germánicos o mezclados a Germania: Luis X V I, al resistir a acuerdo y la paz entre las naciones que conducen. E l medio
los republicanos de la Legislativa, no expresaba menor deseo que preconizamos no siempre es útil, fracasa algunas veces y
de paz que el abrigado por Carlos I-I V de Austria-Hungría aun diremos que a menudo: ¿pero habremos ganado mucho
contra los pangermanistas que lo traicionaban. E l mismo Gui cuando no preste el menor servicio en virtud de habérsele
llermo II fué el último defensor de la paz frente a su feroz desterrado totalmente?
pueblo. En parte, puede provenir el fenómeno de que, en su U n rey de Francia así dotado de numerosos elementos de
ser íntimo, la Monarquía hereditaria es el más nacional y al comunicación con todas las Monarquías y las aristocracias del
mismo tiempo el más internacional de todos los poderes. globo, tendría muchas más probabilidades que nuestros presi
En efecto, a partir de la edad moderna, el régimen de m a dentes y sus ministros de realizar un designio de paz con or
trimonios hace que penetre, en cada generación de las fam i den y dignidad. Como no son ningunos charlatanes, los monár
lias reinantes, en su Corte y, por ella, en el conjunto de la quicos no prometen que la guerra vaya a terminar. Tampoco
nación, como un reguero de sangre, de alma y de espíritu ex preconizan, como los demócratas, este “guerra a la Guerra”
teriores que hace que sus pueblos no puedan vivir con dema lleno de gérmenes de lucha y que tanta sangre ha hecho de
siada obstinación concentrados en sí mismos y que el espíritu rramar. Cuando las democracias se ven constreñidas a la ne-
142 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 143
cesidad de servir el derecho o el interés nacional, saben colmar*j ¡¿jp Cuando, treinta y tres años después de Waterloo, la Re
la medida de hecatombe. L a Historia demuestra que la Monarci pública y sus revolucionarios volvieron al Poder, se dieron
quia es una servidora más prudente, más razonable y más hu-J ÉL buena prisa en llevamos de gran guerra en gran g u erra
mana. Emprende las menos guerras posibles y las emprende a —Crimea, Italia, Méjico— para acabar en la catástrofe de Se-
lo más útilmente que se puede. Su última gran guerra en el •• ¡fídán. Nacida en Sedán, y aterrada por el desastre, la tercera
siglo x vm no fué la segunda guerra de los Siete Años, como.; ' ¡República cayó en el exceso opuesto, que se la aparecía como
se enseña comúnmente (porque su resultado fué fa ta l), sino,, ? un puerto seguro: dedicada más cada día a no pensar sino en
que fué la grande y afortunada guerra de América, comenzada^ $ la paz a toda costa, aun a costa del desarme, se atrajo, al cabo
en 1778 y acabada en 1783 y sobre la que se prefiere no decir 1 j de cuarenta y cuatro años, cuatro de una guerra inmensa, y
nada antes que pasar por el apuro de tener que decir que, aun no sabemos a qué nuevas operaciones sangrientas pueden
si Luis X V perdió nuestras colonias, Luis X V I reparó la culpa arrastrarnos nuestros últimos años de paz democrática des
de su abuelo, reemprendió la restauración del Imperio colo-'; pués del armisticio.
nial, separó a Inglaterra de sus colonos y dejó establecida la En cambio, en el únieo período no democrático, no repu
amistad de París y de Wàshington. N o faltaron filósofos que blicano, del siglo xix, desde 1815 a 1848, Luis X V III, C a r
reprocharon acremente a la Monarquía esta obra del “gran los X y Luis Felipe supieron concertar el derecho nacional y
Vergennes” 1 como una locura. También reprocharon al mis la humanidad asegurando a los franceses una profunda paz.
mo ministro la ruptura de nuestras alianzas, pero, por el solo . Sus limitadas empresas nos valieron ventajas, prestigio y pro-
placer de destronar a Luis X V I, los discípulos de tales filóso ’ vecho, tal como la expedición de España, la liberación de Gre
fos, adueñados de la Asamblea Legislativa, declararon, el 20 cia, el sitio de Amberes, la conquista de Argelia, verdade
de abril de 1792, la guerra a Europa entera. E l motivo de su ras empresas de antiguo régimen, en las que sólo el Estado
crimen fué confesado públicamente por Brissot desde la tri estaba en armas y no se movilizaba la masa del pueblo. H ay
buna de la Convención el 3 de abril de 1793, cuando, acusado que leer este hermoso capítulo en la magnífica Historia de
por Robespierre de haber favorecido a Dumouriez “en contra, Francia, de Jacques Bainville. E n estos tres reinados no hubo
de la libertad”, restableció la verdad recordando que, en los ninguna gran guerra, por más que la quisiera u na parte del
Jacobinos, había sostenido y probado que la guerra era “el pueblo, la parte liberal y democrática.
único medio” de poder acusar al rey y que la Constitución U n Nepoleón m , elegido de la masa pacífica, hechura de
monárquica “no podía caer más que gracias a la guerra” ; que los conservadores, tenía la obligación de mover gu e rra a Euro
tal parecer fué seguido por la Legislativa que “declaró la gue pa entera para aplicar las ideas democráticas y sostener los
rra por unanimidad y sin discusión.” “Fué ella sola— añade
intereses de la “libertad”. Aunque elegido por el mismo parti
Brissot— , fué esta Asamblea quien, guiada por un principio do, Luis Felipe, príncipe real, pasó dieciocho años de su vida
de republicanismo, declaró la guerra a Austria." A Austria y: defendiendo la paz de Francia contra los caprichos guerreros
al mundo entero. Guerra que duró veintitrés años y costó mi
de los hombres de la Revolución y del Imperio; si se quiere
llones de muertos a la Humanidad. A Francia le costó su po
saber cómo lo logró, no hay que olvidar, ante todo, que aquel
derío marítimo en Trafalgar, en 1805, y su poderío continen
patriota tradicional halló el concurso del vigilante espíritu in
tal, en 1815, en Waterloo. Tal es el “republicanismo”. T al el
ternacional que albergaban entonces otras dos testas corona
idealismo republicano. Quiere la paz de palabra, pero de hecho
das: Victoria de Inglaterra y Leopoldo de Bélgica; los tres
lleva a la guerra. )
f trabajaron por el mismo benéfico designio que sus Parlamen
I. L a fra se no as de un fran cés, sino del am ericano Dr. W illiam tos estaban muy lejos de favorecer. Pero el rey de los fran
G uthrie, de B altim ore, al cual envío mi saludo desde esta s p á g in a s ! ceses hubiera trabajado por él con menos éxito, y no hubie
144 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 145
ra encontrado tan seguros colaboradores, si no hubiese to |§|más ambiciosos— lo que forzosamente las hará sucumbir ante
mado la precaución de poseer al mismo tiempo ciertos elemen ,^jel endemoniado pensamiento de destruirse unas a otras, hasta
tos indispensables para que le, respetaran, tales como buenos jfque el globo se convierta en un desierto— , o el instinto de con
:i : y sólidos ejércitos, buenos y numerosos navios, con los que ni
< servación hará que pidan de nuevo a la raza internacional de
los más poderosos sentían ningunas ganas de medir sus fuer dos reyes que tengan en alto las banderas de sus nacionalida-
zas en tierra ni en mar. Quien es lo bastante prudente para rdes históricas para sostener su derecho, es decir, lo que les es
no abusar de la fuerza, debe ser bastante fuerte para poder 1 (necesario, y, en cuanto a lo demás, negociar las inteligencias
dar el ejemplo de su prudencia. y los acuerdos de la vida común. E n el estado de división en
Quien quiere asegurar la paz, ha de quererlo con decisión, p ie se halla el alma del mundo, hay poca esperanza de llegar
pero debe ponerse en condiciones de que nadie le imponga la pie otro modo al concordato de una verdadera paz. Aun en esta
guerra: ni demasiado amante de su fuerza, ni embriagado por í dulce Francia, en donde hay inteligencia y espíritu de paz para
ella, se guarda de que nada lo arrastre más allá de lo que es de i dar y tomar, un nacionalismo enérgico, robustamente apo-
razón. Esta clase de razón difícilmente va unida a un poder yado en las virtudes guerreras del país, se distinguirá ape
que la imponga y la practique en tanto que la nación no dis onas de un imperialismo revolucionario bonapartista si se con-
pone de una tradición de Estado y de una información de Es-' -,.fía a las zaragatas de los Gobiernos de partido y de los Gobiér
tado, en tanto que no cuenta con los consejeros y agentes fuer nanos de opinión: en tales condiciones, una cierta exaltación po-
temente especializados que el poder con doble carácter nacio fpular y, por mejor decir, populachera, será inseparable de los
nal e internacional del rey nato y suscita y multiplica. Y a hemos ^movimientos patrióticos más sensatos: todo se decidirá febril
visto cómo la Monarquía francesa es legitimada por las nece mente, sin clarividencia ni previsión del porvenir. Unicamente
sidades esenciales del país. Si su derecho nacional necesitara jlm Gobierno real tiene medios de actuar sobre la opinión y de
un complemento de razón de ser y una comprobación en el (cooperar con ella sin exasperarla ni excitarla peligrosamente.
exterior, nada habría más justo que invocar los servicios que fj3us capacidades de razón y de prudencia, de maniobra y de
su espíritu federador y moderador es capaz de rendir a la cau ^medida son casi ilimitadas, tal como las posibilidades de male
sa de los pueblos y de la paz. a d o y de delirio en la República y la democracia. E l poderío
“Conocer a Europa como un ciudadano conoce su ciudad”, |jeal va unido a la inteligencia que el sentido nacional agui
dirá Jules Lemaitre hablando de Su Alteza el señor duque de jona, y las fuerzas del mal, siempre presentes en la vida, son
Orleans, no es ninguna mala condición para llevar nuestros ne (reducidas al mínimo de acción nociva.
gocios algo menos mal que la cambiante cohorte de esos mi
nistros, de los cuales, nueve entre diez, no saben ni una pala
bra de su oficio antes de dedicarse a él. En su curioso libro
The Purple or the red (Púrpura real o rojo bolchevista), un es Los inmensos daños que se han seguido atestiguan en nues-
critor americano, Mr. Charles Hitchcoolc Sherrill, no ha podi S-tros días que acaso sea ya tiempo de tener en cuenta tantas
do dejar de expresar su admiración por la severa educación Yerdades, patentes pero desdeñadas. Son verdades generales
que reciben los jóvenes herederos de los viejos tronos de Euro ibstractas, y tal como van pueden parecer un poco frías y ale-
pa. Sus funciones representan más cada día una sabiduría ac ijadas de la vida. Con todo, ésta se las tropieza a cada paso.
tiva en medio de las democracias entregadas a la demencia y a gCuanto se hace por evitarlas, lleva de nuevo a ellas. Los cam-
la inercia. O las naciones, ebrias de sus intereses y sus pasio
libios de principio que aconsejan, deben hacerse sin más tardar,
nes, queriéndolo hacer todo por sí mismas y que todo sea para
’orque apenas hay cambio limitándose a cambiar los hombres,
ellas solas, llevarán a las últimas consecuencias sus sueños
es inútil que los mismos hombres cambien, porque ninguno
10
146 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 147
escapa a la constante de la democracia histórica, que les irapi- ^¿ños de 1913, de nuevo comunalista después de su Ministerio
de hacer lo que quisieran o quisieran querer y les hace hacei f i e 1915-17, M. Briand, ha resbalado otra vez hacia el acuerdo
lo que no quisieran o temen querer. Ello es tan cierto, que nue¿. ^ re volucionario con el Extranjero. Acaso cambie de nuevo to-
tros moderados y nuestros patriotas republicanos se encuen ".davía. Nunca hemos oído decir que sus transformaciones ha
tran exactamente allí donde se encontraban sus predecesores yan servido a nadie más que a una clientela sospechosa de sor-
de la Asam blea nacional de 1871, de la buena Cámara de 1893- adidas intimidades.
1898, de la reacción nacional de 1912-1914. P or no haber que |#|. Del todo distinto, casi opuesto, he aquí a uno de los anti-
rido tener en cuenta la evidencia, por no haber tenido la bue Iguos compañeros de Briand, salido de la caverna de la guerra
na voluntad y los buenos sentimientos que los animaban la »social y de droguería abortiva presidida por una bandera en
base regular y el resistente apoyo de una Monarquía capaz de cenagada: M. Gustave Hervé prodiga hoy los consejos de re
hacer perdurable el buen estado de espíritu del país, helos aqui población, de patriotismo y de religión. ¿Qué es lo que v a a
sumidos de nuevo en una crisis de anarquía y de revolución hacer ahora que la muerte de M. Millerand lo ha dejado fuera
que puede costar cara al país y a ellos mismos. ¡Quieran los del Estado? Y aunque fuera presidente de todo y de todos,
dioses cambiar el augurio! Pero nos llevamos instintivamente |¿qué podría hacer sin la reforma de aquél? Cierto que quiere
las manos a los ojos tratando de no ver la mucha sangre ¡reformar la Constitución dentro de la República, lo mismo que,
que v a a correr de nuevo. en 1913, se pretendía corregir el régimen electivo por medio
de la panacea proporcionalista. ¡Adelante, adelante!, le grita
Desde hace sesenta años, nuestros falsos prudentes han
al oído la lógica de las cosas: Hervé se detendrá a dos metros
creído poder suplir la Monarquía mediante esas rectificaciones
de la meta.
de personas, llevadas a cabo ora en la administración, ora en
la Ley o merced a pequeños cambios de postura y de direc
ción. Cabe registrar estos esfuerzos de adaptación sin conde Pero no se ha dado caso más significativo ni más instruc-
narlos demasiado a condición de sentir y hacer que todoa tivo que la aventura del trágico y doloroso Poincaré. H abía
sientan su inconsistencia e inanidad. llegado a ser el hombre de Francia, y ni las instituciones, ni
¿Quién ha dado más pasos hacia la derecha que el presi las leyes, ni los partidos, ni los hombres del clan concurrente
dente de la República saliente? E l Millerand de 1924 no se hu le han despojado de este título, ni lo han arrojado de tan her-
biera reconocido en el Millerand de 1894 si se le hubiera podi • moso puesto, sino que han sido el espíritu del régimen, la idea
do tropezar en la calle, y sus sueños del Elíseo perseguirían de República, su secreta vergüenza de haber dejado de pa-
como a un fantasma inadmisible el recuerdo de sus campañas recer republicano ortodoxo.
contra su predecesor Casimir-Périer; al amigo ferviente de I, Antes de la guerra, simbolizó la reacción contra el desar-
me, contra la incuria militar y contra el antipatriotismo. Dió
Dreyfus, el que en 1899 amenazaba con separarse del gabinete
Waldeck-Rousseau si Dreyfus no era inmediatamente indulta
do, le costaría trabajo reconocer en su espejo al ministro
■la fórm ula de la “unión sagrada”. Unos puntos de vista exae-
tos sobre Europa, Alemania y la paz lo distinguieron luego de
de la Guerra de 1912 que declaraba querer el restablecimiento Clemenceau. Su civismo indiscutido, su probidad intacta ha-
del Ejército francés en el mismo estado en que se encontraba cían de él algo aparte de Briand. Ante las dificultades de la
antes del affaire Dreyfus, Pero cayó. Si acaso sube de nuevo, paz, había habido que llamarle de nuevo a grandes gritos
no podrá ser más que a uno de los sillones desde los que nada en 1921, y en 1922 quedaba casi impuesto como el hombre ne-
durable ha podido hacer. cesario por el anhelo de toda la derecha del país. Como él se
Otro famoso adaptador: boulangista en 1899, anarquista había lamentado de su impotencia en el Elíseo, se le entregó
en 1900, reaccionario en 1910, colaborador de la ley de tres fel Quai d ’Orsay. Desde allí empezó una política extranjera de
148 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 149
derecha; sus apoyos, sus sostenes, hasta sus consejos, no ve de lo que se resintió casi en seguida la política exterior, que apa
nían de otro lado entonces; el mundo republicano, casi por en reció menos independiente de Inglaterra, menos decidida frente
tero, mostrábase refractario a una política de acción enérgica a Alemania y, sobre todo, indiferente e inaccesible a las oca-
en Alemania; el futuro presidente del Senado, hoy presidente’ , siones • de obrar que ofrecían los acontecimientos. Las malas
de la República, M. Doumer, se pronunciaba ante sus electo lenguas hablaron de un Ministerio Briand sin Eriand. A sí pa
v res del Gard contra “la política del Ruhr” . Pero apenas hubo recía, en efecto. Cuando la ocupación del Ruhr determinó en
entrado en el Ruhr, M. Poincaré no pudo habituarse a su es Alemania una recaída en ese caos espontáneo que siempre fué
colta de nacionalistas y monárquicos: mentalmente retroce la providencia del mundo, la propicia coyuntura no fué uti
día, dudaba, hacía examen de conciencia, comenzaba a hacer lizada por M. Poincaré, el cual permitió que Alemania se re
se oposición a sí mismo. constituyera y dejó ver que a nada se atrevería para im
fendidos por todas las izquierdas, y Alemania se aprovecharía nos contra los separatistas y federalistas palatinos. Cuando las
matanzas de Pirmasens y de Kaiserslautern fueron como la
■i : de las incidencias de una crisis así provocada; si negaba la . *
señal de muerte para ia política francesa renana, el mundo
justicia, si no se preocupaba de estudiar el macabro desfile de
muertos— Marius Plateau, Gohary y Joseph Dumas— , si dejaba anglosajón volvió a ser dueño de los asuntos de Europa y la
i'
diplomacia inglesa se desquitó con creces del fracaso de 1922
pasar sin reacción enérgica esta serie de asesinatos, de falsos
suicidios, de falsas muertes súbitas, el enemigo descontaba una cumpliendo el juramento que habían hecho en diciembre de
ruptura inevitable entre M. Poincaré y sus aliados de derecha. 1921 la Corona, el Parlamento y el pueblo de Inglaterra, acor
Desgraciadamente para él, M. Poincaré cerró los ojos. A pesar des en el mismo programa: si los franceses entran en el Ruhr,
de eDo, la ruptura soñada en Berlín no se produjo; los monár la libra subirá a cien francos. M. Poincaré estuvo directísima-
\l
quicos patriotas se negaron a hacer lo que el enemigo deseaba; mente informado de esta amenaza, inmediatamente puesta en
el enfriamiento fué apenas perceptible y quedó cubierto y disi práctica, ya que la libra empezó a subir. L a ofensiva financie
mulado merced a la decidida voluntad de los hombres de dere ra hubiera debido dictar decisiones de energía y de rapidez.
cha. Pero se sintió cómo se distendía el lazo natural que ha Menester era obrar de prisa y bien, para poner a Inglaterra en
bía constituido la fuerza y la autoridad de la política del Ruhr presencia de hechos consumados. N o había que entregarse a la
y se reanudaron lazos nuevos con los hombres de la izquierda, esperanza de una acción progresiva que procediera por pe-
1
DISCURSO PRELIMINAR 151
150 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
un héroe ni un santo y no estaba dispuesto a pagar más im gos, a los peores de ellos. ¡Pobres, pobres republicanos na
puestos, ni a recibir menos pensiones, ni a perder el provecho cionales! Se creían unos grandes políticos porque no se atre
de las funciones remuneradas que lo sostienen, el elector con vían a nada ni pensaban en nada. Respondían a quienes les
testó a la confianza de M. Poincaré de la única manera que aconsejaban decisión y previsión, que “el sentido de lo posi
le era posible: votando en favor del campo enemigo y derri- ble” alumbraba su marcha, como si lo posible así concebido no
fuera la insuficiencia misma y el camino fatal de la derrota.
1. E l a u to r de estas -lineas puede en v an ecerse de h a b e r señalado, L a segunda experiencia Poincaré ha fracasado por sí mis
y a en seU em bre de 1922, en L ’A ction F rançaise, todo el v a lo r d e e sta ma, por obra y gracia propias, y la República ha fracasado
advertencia, m ás de u n año an tes de que los hechos la confirm aran.
152 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 153
con ella. L a República no tiene nada mejor que M. Poincaré. .. para sustraerse a la ley no habrá conseguido más, después de
Su talento era la última carta del régimen. Esfumándose de tanta experiencia, que consolidárla.
este modo, probablemente por causas de fatiga ante unas ame
nazas más fuertes que él, pero, en fin, comoquiera que sea, Mientras se debatían contra ella, ¿qué hacíamos nosotros?
envuelto en el más sorprendente remolino de imprevisión y de Pues repetir la advertencia. N os esforzábamos en ilustrarla,
indecisiones que hayan preparado jamás la agonía de una in >én precisarla, en desarrollarla. Lo decimos sin vanidad, ya
fluencia y la pérdida del gobierno, M. Poincaré merece ser que mfestro mérito ha sido nulo, porque hubiera sido dema-
contado como un excelente apologista de nuestras ideas, ya siado difícil equivocarse en una materia en la que, en verdad,
que no sólo ha hecho la demostración que no quería hacer, sino *r es el error lo que hubiera requerido arte y talento.
que ha hecho al mismo tiempo lo contrario de lo que preten > Por lo demás, nunca me he hecho la ilusión de que una
día. Él, que soñaba con demostrar la inanidad de nuestros ^ ■tan amplia amalgama de argumentos y experiencia, elabora-
temores y nuestras esperanzas, ha hecho todo lo contrario de ~b da durante veinticinco años, pudiera desvanecer la leyenda de
su deseo de ver triunfantes, al fin, de un mismo golpe, la na mis sofismas. ¡ H ay tantas gentes interesadas en aferrarse a
ción francesa y ei regimen republicano. N o poema dolerse de olla.! Pe ?q he podido comprobar arenas han contestado
que nosotros hayamos hecho el menor esfuerzo para alterar . cuando yo les decía y repetía: “ ¡Veamos, pues! Y a que el autor
la pureza de la experiencia ni su valor demostrativo. Lo he .^gde la Encuesta sobre la Monarquía razona tan mal, o de tan
mos ayudado con toda nuestra alma en la parte francesa de :• mala fe, será posible y fácil el cazar al correr de la pluma, en
su ruda empresa. Lo hemos defendido contra sus amigos (se un libro tan voluminoso, los argumentos deficientes, el razona-
gún él, demasiado; lo preciso, según nosotros). E l resultado ümiento insidioso, las señales de duplicidad intelectual...” Y na-
indiscutible ha sido el que han dado y forzosamente debían die ha recogido nunca honestamente el desafío.
I Verdad es que los publicistas republicanos han creído co-
dar las fuerzas que entraban en juego. ¿Contaba siquiera con
Igerme en falta en un punto. Desde hace veinticinco años, se
un partido, fuera de nosotros? Desde el momento en que quiso
pasan de mano en mano el mismo trozo escandaloso sacado
prescindir de su política de derecha, de una política monárqui
I de las mismas páginas 476-477 y que, por su belleza, voy a re
ca sin Monarquía, pero que hubiera llevado a la restauración
coger en el frontón de este pequeño monumento, pero no tal
de ésta,. entregóse a las aventuras que comprometían la vida
tomo lo han citado, truncado y mutilado, sino reponiéndolo tal
de Francia. Leamos de nuevo, en el libro I de Kiel et Tánger
átomo es, en su sitio y a su tenor.
el error de los republicanos moderados. Releamos, en el capí
^ Creyendo que yo aportaba una infalible receta de Cons
tulo V del nuevo Kiel et Tánger, el ocaso de la experiencia
titución escrita, negro sobre blanco, o, como decía él, “un sis-
Poincaré. Lo mismo que en 1895, cuando los jóvenes ministros
* tema armoniosamente combinado”, un contradictor a quien
pretendieron llenar una función sin órgano; lo mismo que en
1913, cuando Sembat repetía traed, al Rey, o, si no, poned fin
I yo había hecho ver las ventajas positivas, pero, como todo en
íe l mundo, relativas de la Monarquía, me pidió unas seguri-
a una política monárquica; derribad la República, y, si no, de
jad de consideraros como los buenos gerentes de los asuntos
Iü dades absolutas, fijas, contractuales, jurídicas, contra la repe
tición del desastre de 1789-1793, porque— decía él con insis
de Francia, lo que ocurrió ayer se repite hoy, como se repe tencia— “ lo que ocurrió una vez, puede repetirse”... Natural
tirá mañana. Los hombres no habrán vagado tanto, andado y era el contestar que, comoquiera que fuese, teníamos la expe
cambiado tanto, más que para hallar de nuevo, a fin de cuen dí rienda, que hablaba, y que sus consejos luminosos habían de
tas, la misma verdad política esencial, comprobación de cons permitir escapar a la fatalidad de monótonas repeticiones. Pero
tantes que no pueden variar. Todo esfuerzo, violento o sutil. mi hombre repetía: “ Contra el peligro de un rey que por su
154 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA
DISCURSO PRELIMINAR 155
sucumbió el trono tenían un poder y una extensión enormes y que, semejante trato sofístico, y una conciencia respetuosa del ré
de resultas de todo el período precedente, la resistencia del trono y _ gimen electivo no debería servir al elector soberano semejante
de sus defensores había quedado reducida a un mínimo. U n con
información fraudulenta, semejante interesada mentira, p o r
curso de fuerzas tan extraordinario, por una parte, y de desmayo
lo demás, nada más honroso* pára nosotros que la obligación
por otra ¿volvería a repetirse? Es posible. Pero tampoco es impo
en que una vez más se ha visto el adversario de desnaturalizar
sible lo contrario. N o obstante, si bien un historiador borracho de
mala metafísica puede conmoverse ante este fantasma de la Revo y rebajar nuestras ideas para poder discutirlas. N o s acusa de
lución, al filósofo reflexivo le deja indiferente, porque, en fin de | sofistas y, cuando le conminamos a que cite dónde está el
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cuentas, aquella fué laa
única ocasión AH M
en 11A A « tm AfllMl aI a /íA VA^fl
que, en un espacio de más |; sofisma, he aquí de qué modo manipula los textos y los hechos.
de ocho siglos y treinta y tres reinados, la Monarquía capeta re- -■ Z ¿Qué más respondieron? Nada. Me lanzaran algunos adje
sultó inferior a su papel. Frente al historiador idólatra e hipno
tivos calificativos. Y o no sólo era un sofista, sino también u n
tizado, esta Monarquía puede definirse como una institución que no
mal profeta, y Basta un profeta de desgracias. Parece que mi
se cuartea ni se derrumba más que cada ochocientos años y cada
treinta y tres reinados; y aun para ello es menester que se produzca Encuesta de 1900 fué un anuncio de la derrota de Francia, e n
el más enorme de los huracanes humanos que jamás se haya visto vez de un anuncio de la victoria de 1914. Es fácil contestar
desencadenarse. Tantee molis erat. que anunciamos la victoria cuando ésta nos pareció posible
después de la reorganización material y moral de 1912, des
E s ta es la salida de tono colocada en su sitio. D e todo este pués de este “renacimiento del orgullo francés” cuyos artífi
cuadro de ideas perfectam ente razonables y medidas, toda la ces hemos sido. Predijimos la victoria en 1913, lo que ya está
156 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA *
DISCURSO PRELIMINAR 157
b ien 1, pero, antes de la experiencia Poincaré, tras el desastre! i la invasión extranjera y a la revolución, prevenir tales aconte
dreyfusista, entre 1900 y 1909, 1909 y 1912, era conveniente; cimientos y, a sangre fría y con la cabeza tranquila, combinar
necesario decir, coincidiendo en esto con un general cuyo en algunos medios serios para impedir que todos estos males que son
tusiasmo republicano nadie discutirá, M. de Gallifet: “ ¡A y ^ seguros resulten m ortales, es el segundo de los deberes de los pa
que no venga una guerra, porque estaríamos perdidos!” Estam triotas conscientes si son además clarividentes y saben que el
pé estas palabras como epígrafe de un libro de Eiel et TángerA primero de ellos es intentar lo, imposible para parar el tren antes
y, precisamente repitiendo estos justos gritos de alarma, losl de la ca tá stro fe...
buenos franceses hicieron imposible el mal irreparable que' No cabe que nosotros deseemos y «esperemos el mal, pero tam
poco podemos evitar que tantos errores políticos lo engendren. ¿ Ha
temían. N o hay muchos de estos gritos de alarma en la En
brá que privarse de preverlo o evitar caritativamente que se con
cuesta, pero puede decirse que de toda ella emana este 5
tribuya a él?
obscuro y certero, generoso y útil espanto. Compasión me ins-
piran los ciegos y perversos que no hubieran sentido semejan
te terror en los tiempos en que desfilaban por el Ministerio de No pudimos parar el tren antes de la catástrofe, pero con
la uuerra los sauoteadorcs ,a cie^ensa del país. tribuimos a detenerlo a alguna distancia del abismo en que la
Quedaba el que alguien nos motejase de mal francés. Y no nación corría peligro de sucumbir. Sin poder impedir la gue
faltó. En aquella misma época en que hubiera sido insensato i rra, obligamos a los poderes republicanos a prepararse a ella.
contar con la victoria, y cuando la amenaza de la catástrofe H i*. Gracias, en parte, a nuestras advertencias, que nadie hubiera
nacional se perfilaba sobre nuestra espantosa falta de prepa-"i reemplazado, nos encontramos en disposición de no sucumbir
ración, tan consubstancialmente ligada al régimen que de nue- * m brutalmente, de hacer frente y resistir; con algunos centenares
vo nos lleva a ella a grandes pasos, examinamos el deber de : de millares de pechos palpitantes se sustituyó en el Ejército
una revolución monárquica, que la catástrofe o los pródromos el armamento que había descuidado un régimen de traición.
de la catástrofe acabarían imponiendo, y nos objetamos a nos Y ahora son los autores y los cómplices o los instigadores de
otros mismos en estos términos: esta traición, son hasta aquellos que en 1912 se preparaban
% para aprovecharse de la victoria enemiga, son los cómplices
• *
Alguien podrá decirnos: — ¡Pero, entonces, usted da ya como del Bonnet Rouge, los alemanes del interior, quienes nos re
inevitables las peores noticias! ¡Cuenta usted con los prusianos lo prochan el haber invocado contra la República la eventualidad
mismo que al día siguiente d e ,Sedán, o con los aliados lo mismo de un Lang-Son, de un Sedán y de un Waterloo, a la que ella
que después de Waterloo! nos arrastraba y que ellos mismos fomentaron fríamente. El
Encarecemos al lector que no se deje desmontar por habilida temor de semejante desdicha es motejado de criminal por quie
des verbales que no son argumentos, sino simples tonterías. A lg u nes cometieron el doble crimen de atraerla formalmente y rea
nas veces nos da pena de ver éstas expresadas por plumas dignas, lizarla materialmente. Los legatarios y beneficiarios del Cuatro
bien intencionadas y que juzgan patriótico esta clase de lenguaje.
de setiembre, los teorizantes y practicantes de las revoluciones
Si hemos de replicar, repliquemos que m ás vale echar cuenta de
frente a la victoria enemiga, nos reprochan el haber planteado
las m alas noticias que hacerlas inevitables, tal como hacen los in
la cuestión de saber cómo sería posible salvar a Francia del
sensatos que están en el Poder o sus inocentes colaboradores y
cómplices de la derecha nacionalista o de la derecha reconoce- mismo repetido abismo.
mentera. Calcular que un régimen de tal modo forjado, de tal modo E n estas condiciones, me ha parecido que no era digno de
dirigido y tan débilmente atacado por la oposición conduce al país este libro cambiar una tilde de él. Tal como apareció antes de
la guerra, así reaparece ahora, lo mismo que los opúsculos que
1. V er L ’Allée des pHilosophes: “Viendo v en ir la g u erra.” lo completan: JJna campaña monárquica en el “Fígaro’’ y Posi
158 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA DISCURSO PRELIMINAR 159
bilidad del golpe de fuerza (1). Lo reedito sin miramiento a las •les... Mi viejo capítulo Dictador y Rey, decano de les de este
pequeñas modificaciones que se han producido, ya en la acti viejo libro, planteó la doble cuestión ya en 1899, y hoy segui
tud de las personas, ya en el matiz de los distintos aspectos mos desafiando a la República a que la resuelva o la plantee
de algunas cuestiones de segundo plano: la medida en que' siquiera1. De modo que todo continúa igual o todo vuelve.
nuestra obra resulta anticuada es harto menguada para Aquí oigo jóvenes voces leales y amigas como las de
que deje de servir a subrayar la inquietante y doloro MM. Georges Suarez y Kessel replicando que soy yo quien
sa identidad de todo lo esencial de los acontecimientos, de las; fuerza este retorno de la3 ideas y de las cosas que fueron, que
ideas, de las amenazas y dé los problemas de hace veinte años' es por la arbitrariedad o las naturales obsesiones de mi espí
con los acontecimientos, las ideas, las amenazas y los proble ritu y las voluntarias sutilidades de mi dialéctica. Así lo en-
mas de hoy. E l asunto Dreyfus sigue siendo el lógico prefa ' tienden ellos *. Y esto me hace concebir un inmenso deseo de
cio de la Gran Guerra. Él estableció, a partir de 1900, e l. llamar a estos muchachos, de cogerles las manos, de sentar
dominio sin limitación de los cuatro Estados confederados los, quieran que no, en la silla de operaciones y, adaptándoles
— Judío, Protestante, Masón y Meteco— , y el fracaso de l a , las pinzas de párpados, sin las que nada conseguiríamos, exa
experiencia Poincaré cede el sitio a la dominación de los ex- , minar si no tendrán alguna catarata o nube en los órganos de
tranjeros del interior. L a victoria no disminuye en nada la visión... Pero no, ya sé que gozan de buena salud. ¡Que me
importancia de la cuestión de la salvación de Francia. La place! Y su vista es clara. H ay otra cosa en su caso. Estos
amenaza alemana, atenuada al presente, resulta agravada jóvenes han sido y volverán a ser admirables soldados. El
y complicada con otras muchas amenazas para el porve deber cívico concreto lo cumplen a maravilla en los cuadros
nir. En fin, el problema de la vida nacional sigue entrañan-- de su municipio, de su provincia, de su patria o de su profe
do las dos cuestiones insolubles para el régimen: necesidad de sión. Sólo, a despecho del cloroformo republicano, su buen
autoridad, que una República anárquica no puede emplear sino sentido francés no les ha permitido aún acostumbrarse a la
contra sus adversarios, sin que le sea posible aplicarla a sus idea de que son, en parte alícuota, soberanos responsables de
partidarios, a pesar de ser éstos unos perturbadores natos, las cosas y de que la dirección del Estado depende de su voto
y necesidad de libertadles, necesidad de autonomía, de econo y de su manera de pensar. Por tanto, son escépticos. Se ríen
mía, de descentralización rural, municipal y provincial, con que, alegremente de todo. ¡Se ríen, los condenados! Se ríen del can
una democracia naturalmente centralizadora, “estatista y de- didato y del elector, del elegible y del elegido, y se ríen por
rrochona”, según frase de Le Tempe, no es capaz de avenirse encima de todo de mi civismo y mi republicanismo ingenuo; el
verdaderamente. L a República moderada no ha podido descen republicanismo que se ocupa con angustia, como yo hago, de
tralizar y la República radical centralizará. L a República pa los asuntos públicos y que se apasiona por ellos; este es el
triota no ha podido tener una política nacional sana y sen que les parece más ridículo de todos. ¿Yerran? Algo. ¿Acier
sata. L a República antipatriota nos trae de nuevo la política tan? Mucho. ¡A y, qué buenos, qué hermosos, qué excelentes
antinacional de extravagancia y de inercia. Esta nos empujará súbditos para un rey! ¡Y cómo, sin saberlo, confirman con su
a los peores extremos en estos dos puntos en que la otra R e despreocupación misma la verdad monárquica! Pero nos falta
pública ha hecho patente su impotencia para el bien. el Rey. Falta reconstruir la Corona. P o r tanto, no hay quien
Pues todo está aquí, todo consiste en estos dos puntos, a
estos dos puntos se refiere todo. Autoridad arriba, libertades
1. V éase, so b re el segundo punto, e l libro que publiqué en 1904 en
a b a jo ; autoridad previsora, franquicias locales y profesiona- colaboración con M. P aul-B oncour, L a R epública y la descentralización,
reeditado por la N. L. N. en 1924.
1. E ste segundo opúsculo se b a om itido e n lá. p re se n te traducción. 2. V éase el m aravilloso libro de MM. G. S uárez y J. Kessel E l IX
(N, del 2\) de M ayo.
160 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
A L G U N A S C IF R A S S O B R E L O S C R E D IT O S M IL IT A R E S ANTES DE LA GUERRA
“L a o p i n i ó n pú bli& a , q u e es e n e s t e p a ís s o b e r a n a y q u e a m e n u c io a
l a m e n t o y .a los m i n i s t r o s , ha ig n o r a d o d u ra n te m u c h o t ie m p o lo e n o r m e d e l e s
III. G ASTO S
I. C R E D IT O S P A R A E L M A I I . G A S T O S D E U T I-
M IL IT A R E S
T E R I A L (en m illon es) LLAJE (en m illo n e s ) O B S E R V A C IO N E S
E x tra o rd .
NOMBRE!
S olicitad os por
de los T L o s presupuestos se hacen h a
p b itu alm en te p a ra el año que
m in istros sigue, p or lo que en las c i
o'w og, fra s de 1901-1906 h a y que v e r la
de la G u erra Años
a
o s<í S& esponsabilidad de los m inistros
del año a n te rio r con el resu ltado
w 2. de los a con tecim ien tos d e sa rro
llados du ran te el m ism o. E x p lic a
do así el sen tid o de este cuadro,
se v e q u e:
D esde 1900 a 1905 el P a r la m e n
G eneral A ndré 1901 96 71 71 1901 143 to no p a ra de red u cir los créditos
p a ra el m a te ria l, a p esa r de la
1902 99 60 50 1902 119 p ro te s ta del gen e ra l de N é g r ie r
n 1904.
1903 60 45 36 1903 31 105 E n 1905 se v o ta la L e y de dos
años (21 de m a r z o ); go lp e de
1964 62 32 30 1904 32 SI T á n g e r (31 de m a rz o ).
1905 E n 1906, ta rd ío au m en to de los
45 32 27 1905 57 137 gastos fijad os en el P r e s u p u e s t o
p ara 1907.
A. p a r t i r de 1907, v u e l v e la. i n
1Ô06 o9 1906 ir- U f ia. til _ J./njSTi.»« g
3
1910 70 70 1910 99 126 95 142 £ 431 m i ll o n e s m á s q u e iios-l
G eneral B run 81
( b a jo el M in is te r io de C íe - \
1911 95 86 1911 93 128 98 142 i
GOIRAN BERTEAUX 113
Con e sta sum a h u b ié r a m o s te-
3
M e ssim y
) 1912 98 84 84 1912 135 216 — 1
(
M iller and I
E n 1911, el g o lp e de A g a d ir, la
M illerand esión <iel C on go p or C aillau x
1913 115 115 119 1913 _ d esp ierta n al p a ís : n o m b ram ien to
E tie n n e de J o ffr e , v u e lta al s e rv ic io de
tres años. Con todo, el presu
1150 943 798 T o ta les de 669 1505 809 1689 puesto to ta l en 1913 sigu e siendo
l o s años de 1.100 m i ll o n e s e n F r a n c i a c o n
t r a 1.700 m i ll o n e s e n A l e m a n ia .
o
indicados. w
GO
¡ Y a h o ra n ecesitam os en co n tra r d o s m i l o c h o c i e n t o s m i ll o n e s p o r m e s ! (D e c la ra c ió n de R ib o t, de 24 de
d ic iem b re de 1914.) ,
Se n o ta rá que los S e rv icio s T é cn ic o s del M in is te rio de la G u erra, en el tran scu rso d e doce anos, pid ieron
m il cien to cin cu en ta m illones, o s e a t r e s c i e n t o s c i n c u e n t a m á s d e lo q u e s e c o n c e d ió .
P e r o los m in istros de la G u e rra y de H a c ie n d a , es decir, los dos d elegad os del P a rla m e n to en el M in isterio ,
h a bía n red u cid o dichas p eticion es en d o s c ie n t o s s i e t e m ill o n e s que las C ám a ras red u je ro n aún m ás : e n c ie n to
c u a r e n t a y c in c o m i ll o n e s ...
P o r e x c e p c i ó n , e n 1913 la s C á m a r a s v o t a n cu a tro m illo n e s m ás de lo que se le s h a b ía p e d i d o : ¡d e m a s i a d o
p o c o , d e m a s ia d o t a r d e !
N ota.— L o s cuadros 1 y 2 los hem os sacad o del D i a r i o O f i c i a l , 1914, p ágin as 1208 y 1264 (sesion es de los
días 13 y 14 de ju lio, discu rso M e s s im y ). E l cu ad ro te r c e r o lo hem os c o n feccio n a d o s igu ien d o el a rtícu lo de m on
sieu r B é n a ze t ( M a t i n del 18 de ju lio de 1914.)
E s te cu adro de las E c o n o m í a s r u in o s a s lo hem os sa ca d o de L 'A c t i o n F r a n ç a i s e de 26 de jun io de 1916.
P R E F A C IO D E L A E D IC IO N D E 1909
1900-1909
I.— L a c u e s t i ó n
pues, la cuestión constitucional. L a democracia republicana, ¿es c /N" Acaso este adverbio bárbaro haga entender a los espíritus cerrados
no apta para dirigir el interés nacional francés? Y, si la razón y . ÍB|o mal intencionados que no tenemos, ni mucho menos, el propósito
iA ■ la experiencia contestan que no, ¿cuál será la form a de Monarquía fde negar el orden intrínseco de estos problemas, ni la existencia
ít llamadá a sustituir la República? ¿Cuál es la organización ge- | de puntos de vista más generales. Lo que decimos es que no hay
neral llamada a sustituir la democracia ? i punto de vista político más general, que no hay cuadro político
: más amplio que la nación. Y la nación está en peligro, y es de esto
II.— E l m étodo ! de lo que estamos hablando y de lo que de ello se deriva.
perduración, a través de un siglo, del sólido núcleo monárquico, "gaciones de política no era cosa nueva, sino que empecé a aplicarla
Por haberse conservado la tradición de fidelidad a nuestro rey en;| ■a la estructura del Estado francés contemporáneo en cuanto dos o
muchos hogares franceses de toda condición, lo único que yo tres breves estancias en el extranjero me hicieron sentir el grado
tenido que hacer ha sido recoger la chispa que de ellos brotaba. Por i¿’ de desestima a que nuestro valor político había llegado. Las gu e
que hace a la manera de comprender esta tradición, se ha conser-f rras turco-griega e hispano-americana fueron el prim er pasto de
vado purísima gracias a nuestros príncipes, el conde de Chambord, ei i un espíritu hambriento de ejemplos que seguir y que esquivar, de
conde de París y el duque de Orleans. Muchos de sus fieles, al fren- buenos modelos y de tipos funestos. Vino después, como una inmen
te de los cuales tengo el deber de citar a mi maestro directo, el sa lección de cosas, el a f f a ir e Dreyfus qué abrió nuevos caminos a
marqués de la Tour du Pin L a Charce, han cuidado de tener al la reflexión y amplió los anteriores puntos de vista y, sobre todo,
día la concordancia entre la lección desprendida de las desgracias fué un estímulo en virtud del espectáculo del desorden del Estado
públicas que se sucedían y nuestros principios generales que el y de la opinión; el Estado, inseguro de sus derechos y de sus de
tiempo exalta y consagra, lejos de alterarlos. beres; la opinión, turbulenta, irritada y agitada, y los mismos p a
L a aportación personal es aquí de critica y de ejecución. Un triotas apelotonándose para gritar sin una idea precisa, tan anar
punto hubo en el que abrevié de razones, porque no Íbamos a vol quistas de hecho como sus enemigos.
ver a las interminables discusiones sobre la constitución de la anti Yendo y viniendo entre los grupos, yo les m urm uraba al oído,
gua Francia o las leyes fundamentales del Reino. L a política mo al principio mal, después un poco mejor, las enseñanzas que yo
nárquica no tiene por qué aceptar el peso de las ideas, muy distin había recibido, la aplicación que de ellas hacía, la perfecta y pro
tas y a menudo opuestas, que los diferentes teorizantes jurídicos funda comprobación que de ellas aportaban a diario los aconteci
y otros han elaborado sobre la Monarquía en el transcurso de los mientos, comparables a fieles criados. E sta palabra monárquica,
tiempos. En efecto; de lo que yo hablo es de la Monarquía, no de al caer en medio de republicanos alarmados, causaba una sorpre
la idea que las gentes se han hecho de ella; de la institución mon sa indescriptible. Los antiguos números de L ’A c t i o n F r a n ç a i s e y
árquica, no del sentimiento que pudieron tener de ella el conde .. de la G a z e t t e d e F r a n c e del mismo tiempo conservan una muestra
Adalberto, el senescal Felipe Pot o el cronista Saint Simón. Yo w de las discusiones mantenidas en esta atmósfera electrizada, para
estoy hablando de una cosa. No se trata de saber cómo ha sido en lelamente a los encuentros más directos de Longchamps y de
tendida la realidad monárquica, ni lo que se ha deseado que fuera, Armenonville, del proceso de Rennes y del Tribunal Supremo. N o
ni lo que ella misma ha podido creerse, sino lo que ha sido de #*» se habían disipado las emociones, antes al contrario se esperaban
hecho mientras consiguió realizar su obra peculiar. L as tesis de otras nuevas, y trabajábamos en la elección municipal, tan curio
derecho han variado mucho, pero el resultado de la experiencia his samente significativa, de mayo de 1900, cuando M. Lucien Moreau,
tórica es constante, y por el resultado es por lo que yo defino la en una conferencia dada en la “Asociación nacionalista de la ju
función. Yo repaso las eras de prosperidad nacional, en que un ventud francesa”, expuso la substancia y la encadenación de las
buen resultado ha dado testimonio de la bondad de la causa que predicciones del amigo que él designaba con el nombre de “un polí
lo producía, y también de las horas de crisis en que se compro tico monárquico". N o podemos excusarnos de reproducir aquí un
metió todo. Sírveme esto de contraprueba, pero la prueba se basa extracto de esta hermosa exposición. Sólo ella puede dar u n a idea
en la sucesión de los testimonios orgánicos y positivos. Tal cual general del estado de espíritu del público, al que, algo más tarde,
era aun en los períodos en que el régimen ha sido acusado de des en julio del mismo año, debían ofrecerse las conversaciones y las
viación, la Monarquía creó y conservó a Francia, y ésta ha venido cartas de la E n c u e s t a s o b r e la M o n a r q u í a .
a menos, siempre, sin la Monarquía. Este es el terreno firme de
que no he querido moverme. 1. Se puede tra d u c ir con b a sta n te exactitud p o r “el muy re a lista
N o pretendo negar la pasión personal puesta en esta discusión. Investigador político”, y a que en este caso, la p a la b ra a-- '/ooq indica
aplicación del e sp íritu al objeto, m ás que presencia de espíritu propia
E ra la época en que un amigo, gran helenista, al enviar la edición
m ente dicha.
de los trozos escogidos de un griego antiguo al autor de la E n c u e s
t a s o b r e la M o n a r q u í a , lo llamaba, con doctísima gentileza, T ñ pótX
ccyXivóco tóov ttoá.iti.kcov épeuvijTf] *. Mi preocupación dé las investi-
#
176 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
PREFACIO DE 1 9 0 9 177
hacerse monárquicos ? Entonces merecerían que se les aplicaran lo sa verle contraponer nuestras ideas tradicionales a lo que él llama
sarcasmos que M. Maurras dirigíá a M. Arthur Ranc: « “ideas suizas”, a la metafísica liberal, al iluminismo revolucio-
' nario, a la idolatría democrática.
“Una tu rb a de •pertigueros y sacristan es m al disfrazados em M j-- Hace mucho tiempo que nuestro autor muestra afición a citar,
plea en provecho de la revolución un sistem a usddo antaño por la ja ['como a sus primeros maestros intelectuales, a espíritus tan des
clérigos y los monjes. P ara estos nuevos fanáticos, Francia ha ha-Í| aprendidos de la superstición liberal y romántica como Taine, como
liado su fin moral y su destino sobrenatural, no en la devoción'^* Renán, como M M . Anatole France (¡ah!, el de antes del A f f a i r e ) ,
particu lar a N uestra Señora, sino en los actos generadores, confuía Maurice Barrés y Paul Bourget. Pero lo esencial es que nuestro
nuadores y propagadores de la revolución, en la función reveladoraa amigo es un naturalista 1 y un nacionalista, y creo haberos demos-
de las ideas revolucionarias. E sto es lo que la hace amable, con-'a i trado las razones que abonan el que se lo aprobemos. El ha creado,
sideráble y , por tanto, digna de que se la defienda. Fuera de esto,‘Jj :para aplicarla a Sainte Beuve, una fórmula que debería servimos
Francia no es m ás que un territorio como los otros. Si som os bue-Ji .'de divisa a todos nosotros que, libres de las supersticiones de nues
mos filósofos, no tiene por qué interesarnos m ás que la India o la'M tros padres, nos esforzamos por restaurar la tradición nacional: me
M ongolie. Oigamos a M Ranc. Cuando por casualidad, o negli-’A refiero al “empirismo organizador”
gencia, o torpeza, se deja arrebatar h a sta él punto de que puede~* “E ste em pirism o — nos dice— enseña y p rofesa que él orden de
sa lir de su plum a el nombre de la p a tria , M. R anc tiene buen cui- 'Î í las sociedades, cualquiera que sea el m odo de obtenerlo, im p o rta
dado de recobrarse en seguida y de co rreg irse : “Francia... — escri- ,5 más que la lib erta d de las personas, pu esto que aquél es é l fun-
be— . Sí, la Francia grande y la República fuerte, pero la Francia . , demento de ésta . En v e z de exaltar la igualdad, aunque sea delan
de la Revolución y la República que representa en él mundo el $ te de la ley, su atención se dirige in stin tiva , pero tam bién m e tó d i
derecho y la justicia..." F r an c ia , pero ..., F r a n c ia , s i ..., F r a n c ia , a con- ■ camente, al cúmulo de diferencias n aturales que no pueden dejar
DICIÓN DE QUE... Con poca diferencia, no hablaban de otro modo lo3 |¡ de llam ar la atención a una m irada de a n a lista ...
pontífices m ás celosos de las prerrogativas del poder espiritual. No “El em pirism o organizador apenas excluye nada de cuanto es
contentos con atar y desatar las alm as, querían ju zg a r a las na tradicional o “v ie ja Francia”, com o no sea acaso los excesos del
ciones. M. Ranc tenía m adera de un gran obispo. M ás religioso que v sentimiento cristiano. P ero puede decirse que la m ism a Iglesia neu
político, m ás sectario que ciudadano, ofrece sus anhelos a la idea traliza estos grandes excesos , o los com bate, pu esto que ja m á s
de derecho y de justicia, hija p u ta tiva de la revolución, no a Fra -, ha dejado de condenar las secta s ignorantinas o iconoclastas na
cia. Una Francia contrarrevolucionaria carecería de valor para él. ? cidas de la lectu ra de los libros judíos. En una palabra, este em
Una revolución no francesa, y hasta antifrancesa, con ta l de que se - pirismo no presen ta nada de sectario ni violen ta a nadie. P arecido
inspirara en los mismos principios, le arrancaría, sin duda, los ^ a la higiene, le basta con que fenezcan cuantos no hacen ca so de
m ism os acentos de entusiasmo" 1 . él, personas o sociedades 3.
Nosotros, ante todo, somos franceses y lo somos sin condicio-: De modo que el punto de vista está muy claro. L o priiuero que
nes. L a República no puede tener valor a nuestros ojos más que’ hay que asegurar es la prosperidad del Estado: esta es— nos dice—
como un medio de asegurar la prosperidad intelectual y material, la máxima fundamental de la política. Y en otro sitio alaba a Le
de Francia. Nos dicen que este medio nada vale y que hay otro Play por haber dejado sentado cuál es el criterio experimental de
mejor. ¿Vamos a negarnos a examinar y comparar? las sociedades, que no es otro que el de “su prosperidad” :
M. Lucien Moreau contesta que semejante negativa no ten “Un teorizan te naturalista, sin desdeñar la idea de ju sticia , y
dría excusa. El político realista que él analiza "elimina constan- . manteniéndola en su sitio y rango, le asignaría, de todos m o d o s,
temente de la especulación positiva esos simulacros de pensamien como base y fundam ento, las ideas de u tilidad y conveniencia.
to, esas llamadas al corazón más o menos disfrazadas, esos senti — ¿Qué es lo que conviene a la prosperidad y a la subsistencia
de un determinado grupo social?— E sto es lo que se preguntará
mientos sistematizados, esas hipótesis gratuitas que, como sabe un teorizante n aturalista y científico, que, en cam bio, no se p r e
mos de sobra, han constituido todo el fondo de la argumentación guntará nunca: — ¿Cómo podrá realizarse dentro del Estaio t a l o
dreyfusista. Tiene, pues, que proporcionarnos armas seguras. Las tal derecho del hombre o del ciudadano f"
que necesitamos nosotros, que procuramos razonar, contra ellos, que
son unos idólatras”. 1. “U n n a tu ra lis ta ”, es decir, un observador de la naturaleza, de
ningún modo u n optim ista a lo R ousseau y menos un fa ta lis ta 1 l a tu r - *
ca. (N ota de M, L ucien M oreau.)
...Nos hallamos ante un francés clásico enamorado de la sola
2. T r e s id ea s políticas : C h a tea u b ria n d , M ic h e le t, S M n t e -B e w e . Ed.
razón, refractario a todo misticismo. Nadie puede sorprenderse de1
Champion, 1898. R eim preso en R o m a n tic is m o y R e v o lu c ió n , 1 vol, e n 8.°,
N o u v e lle L ib r a ir ie N a tio n a le , 1922. (N ota de 1923.)
1. A c tio n Française, n,° 7, 15 de octubre de 1899, pág. 308. 3. T r e s ideas políticas.
[*■ PREFACIO DE 1 9 0 9 181
180 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
í-í.
^Napoleón I al rey de Nápoles, José Bonaparte, de 5 de junio
Así llegamos a las críticas mediante las que este empirismo fui. V d e 1806.)
minará los elementos corrosivos de la revolución.
No se trataba, pues, de emancipar a los individuos, como les
"En lo que menos pensaron nuestros revolucionarios fuá en "lo; tgusta repetir a los liberales admiradores del Código civil. De lo
que pudiera convenir a la prosperidad y a la subsistencia de núes-' que se trataba era de destruir todo Estado particular dentro del
tra nación” ; acaso sea Ernest Renán quien mejor lo haya de-' Estado napoleónico, y precisamente por esto las instituciones con
mostrado en esta página admirable: sulares abolieron en Francia toda posibilidad de asociación. Mon-
j“sieur Maurras nos demuestra cómo:
“ l.° Las asociaciones profesionales fueron expresam ente pro-
—No conservando m ás que una sola desigualdad, la de la for ‘ hibidas;
tuna; no dejando en pie m ás que un solo gigante, el Estado, ”2.° L as asociaciones confesionales y religiosas quedaron so
veinticinco millones de enanos; creando un centro poderoso, París, metidas a una vig ila n te policía del E stado, de modo que dependie
en medio de un desierto intelectual, las provincias; transformando : ran para todo de su adm inistración;
todos nuestros servicios sociales en adm inistración; deteniendo el ”3.° L a beneficencia, convertida en un servicio público, tenían
desenvolvimiento de las colonias y dejando así cerrada la única que dirigirla y realizarla em pleados del E stado;
salida por la que los E stados modernos pueden escapar a los pro ”4.° L a ciencia, en virtu d del secuestro del In stitu to y de la
blemas del socialismo, la revolución ha creado una nación cuyo Universidad, quedó reducida a análoga dom esticidad del E stado;
porvenir es poco seguro, una nación en la que sólo la riqueza tiene ”5.° Las provincias, después del seccionam iento departam ental
valor, en donde la nobleza necesariam ente tiene que decaer. Un de 1789, estaban y seguían estando abolidas;
código de leyes que parece hecho para un ciudadano ideal que na- ”6.° Cuanto a los municipios, la m ayoría de ellos se sentían
ciera niño expósito y m uriera solterón; un código que convierte en harto pequeños para a treverse a ser algo diferente dél Estado. Los
sim plem ente vitalicias todas las cosas, en el que los hijos resultan grandes, ocupados m ilitarm en te, eran adm inistrados del m ism o mo
un inconveniente para el padre, en el que queda prohibida toda do y tenían que recibir todo impulso de aquél;
obra colectiva y perpetua, en el que las unidades morales, que son ”7.“ En fin, las fam ilias recibieron un estatu to invariable e in
las verdaderas, quedan disueltas a cada fallecim iento, en el que flexible, propio para lim itar su existencia al tiem po necesario para
el hombre prudente es el egoísta que se arregla m ejor para tener procrear hijos y nutrirlos. Apenas crecidos, los jóven es ciudadanos
los menos deberes posibles, en el que se concibe la propiedad no obtenían de la ley un derecho sobre la fortuna paterna. E l hijo
como una cosa moral, sino como la equivalencia de un goce siem de la nueva fam ilia francesa, cuando es único, recibe a su m ayoría
pre apreciable en dinero; sem ejante código, digo, sólo puede engen de edad todas las municiones que le hacen fa lta para guerrear contra
drar debilidad y pequenez... Con su mezquina concepción de la fa sus progenitores. Y si no es hijo único, la odiosa guerra se hace do
milia y de la propiedad, los tristes liquidadores de la bancarrota ble:: prim ero la querella es entre hijos y padres y después entre
de la revolución, en los últim os años del siglo XVIII, dejaron pre hermanos.
parado un mundo de pigm eos y rebeldes... ’’E s ta divergencia m oral se complicó con divisiones económicas.
A cada partición, el interés de uno solo pudo exigir la total conver
¿Quiere esto decir que el autor del Código civil participaba de sión en dinero de los m uebles e inm uebles, de su erte que el fenó
las ilusiones revolucionarias? Haria falta ignorar que Napoleón se meno de liquidación que se produjo en 1798 para el conjunto de
propuso precisamente debilitar las antiguas familias francesas a la ra za francesa tenía que repetirse, en adelante, de edad en edad
fin de asegurar su dominio y fortalecer el Estado constituyendo en periodos fijos, con caracteres m ás reducidos, pero innumerables,
alrededor de él una nueva aristocracia hereditaria. Es digna de re para cada una de las fam ilias de la nación.
cordarse esta carta a José Bonaparte que tan claramente descubre "En ejecución de las voluntades del año VIII, se hizo difícil y
el objetivo que Napoleón perseguía: raro que una em presa cualquiera durara m á s allá de la vid a de su
fundador. L a generación que desaparecía y a no legaba a la super
"Quiero tener en París cien familias que hayan subido junto cotí vivien te operaciones que proseguir y que com pletar. Oreadas y
él trono y que sean las únicas que tengan im portancia, puesto que deshechas sin cesar, form adas y disu éltas casi a un tiem po, las
no serán m ás que unos fideicomisos y que lo que no sea suyo va asociaciones de poderes, las concentraciones de riquezas quedaban
a diseminarse por efecto del Código civil. Establece el Código civil así en la im posibilidad de hacer la m ás pequeña som bra al Estado.
, en Ñ ápeles y, así, todo lo que no esté unido a ti va a quedar des D el m ism o modo que sólo él perduraba, sólo él ejercía un verda
truido en pocos años y lo que quieras conservar se consolidará. dero poderío." (Los M o n o d p i n t a d o s p o r s í m i s m o s , L ’A ction Fran
”E sta es la gran ven taja del Código civil. Tienes que esta çaise de 1 de enero de 1900.)
blecerlo ahí y él consolidará tu poder, y a que, gracias a él, todo
lo que no es fideicomiso cae y no quedan otras grandes casas Así fué cómo, al llegar la Restauración, “la opinión liberal” se
que las que tu erijas en feudos. E sto es LO que m e h a h ec h o p r e puso a combatir la omnipotencia del Estado, pero ocurrió que este
dicar UN CODIGO CIVIL Y ME HA IMPULSADO A DICTARLO. (C arta de
182 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
1909
PREFACIO DE 183
esfuerzo tendía, no a devolver a los ciudadanos las libertades que
Monod; nuestro Estado ha perdido la fuerza, nuestros ciudadanos,
les hubieran sido útiles, sino tan sólo a anular la fuerza propia del'
aislados, están a merced, primero de la Administración y , después,
Estado:
de cualquier otra colectividad solidaria, como los protestantes, los
masones y los judíos.
"Parecía que el prim er deber de una opinión liberal debería
haber consistido en arrancar, por fin, al E stado todas las funcione>, •' El realismo político opone a esta libertad revolucionaria que ani
ciudadanas y privadas que había inútilm ente usurpado, pero «c quila al Estado y al ciudadano la concepción de las libertades
fué asi. Con lo que se encarnizaron los liberales fu é con la función tradicionales del país.
peculiar del Estado. N o atacaron para nada ni la enseñanza de
E stado, ni la asistencia pública de E stado, ni las o tra s adminis
Si reconocemos lo bien fundado de esta crítica de nuestras ins
traciones de Estado, sino que se lim itaron a barrenar la autoridad
tituciones, si estimamos que los ciudadanos son oprirrúdos por
de aquél en los grandes asuntos de política extran jera e interior, la Administración y que el Estado resulta impotente, sacaremos
precisam ente aquello que debe llam arse su poder p rivativo. San con el autor la conclusión de que importa a la vez limitar y
cionaron la anulación cívica, la m u erte civil de los franceses, preco definir las atribuciones del Estado y fortificarlo contra toda sedi
nizaron el E stado cesáreo, considerado como gendarm e y despen ción individual y colectiva. Tendremos, pues, que reconocer que ne
sero de la dem ocracia, como m ercader, como enferm ero y maestro cesitamos “reaccionar hasta lograr la salud” 1 contra el m al revo
de escuela, como adm inistrador y curador universal. Sólo que a la lucionario, que tenemos que devolver al Estado su fuerza y a las
prim itiva calam idad añadieron una segunda que fu é la religión dt asociaciones sus libertades:
la indocilidad política, la rebeldía sistem á tica y ritu a l con tra los Go “R econstitución de las provincias, autonom ía de las U niversi
biernos que gobernaran, la firm e resolución de debilitar, de empe dades, supresión de la partición de las herencias p o r igual, reins
queñecer, de destruir al Estado en el ejercicio de sus m ás justai tauración de poderosos patrim onios in dustriales y territo ria les, auto
regalías.. . ” (LOS MONOD.) nomía sindical, autonom ía confesional: he aquí exactam ente lo que
nuestro pasado aconseja, lo que fa lta a n uestro presente, lo que
E l Parlamento servia a los liberales como medio para aniquilai reclama nuestro porvenir." (G a zette de France, 17 de marzo de
el Estado, del mismo modo que el Código civil, por falta de las ins 1900) 2.
tituciones complementarias que Napoleón soñaba, tuvo como conse
cuencia la ruina de los ciudadanos. Con un Estado fuerte y unas asociaciones poderosas, el sueño de
Mirabeau podría realizarse, aquel sueño “en que el legislador se
"Amiel ha conocido y descrito la enferm edad de un alm a en la contentase con apelar al interés individual, con depararla ios me
que la fuerza y la vivacidad de la crítica, la constancia y la vo dios necesarios para actuar y con dirigirle invenciblernente ha
luntad de dominio, precediendo vida y acción, hablan dism inuido el cia el interés general para la mayor conveniencia de todas los re
poder de actuar y de vivir. L a enferm edad liberal y parlam entaria sortes políticos...” En otros términos, según el deseo de Augusta
es la enferm edad de A m iel extendida a l cuerpo del E stado. Las Comte, un régimen así podría "valerse de los im pulsos personales
Cámaras critican las menores resoluciones y las m enores tenden para rem edio de las dolencias sociales", concediendo a los particu
cias del Gobierno y éste pierde el tiem po en discutir esta crítica lares todas las libertades compatibles con el bien público.
previa; a la larga, y a ni siquiera in ten ta, ta l como haría el ser
sano, oponer a sus vanos censores una voluntad positiva. Sus fuer
za s vivas las absorben las discusiones con la oposición y llega a 1. T r e s id eas políticas.
confundir la necesidad de sostenerse fren te a los asaltos de ésta 2. P ro g ra m a idéntico h ab ía sido indicado m ucho a n tes por ei autor
con su oficio de adm in istrar y gobernar a l país. L o poco de in te de la E n c u e s ta s o b re la M o n a r q u ía en um a rtícu lo sobre la ¿lonarquia
ligencia y de energía práctica no tocado de a ta x ia o de parálisis de julio y su h isto riador M. T h u reau -D an g in : “R eform as orgánicas...
se m algasta así en bajas m aniobras de defensa m inisterial. E l E s R eform as esenciales... Lo que no pudo em prender ta l Ministerio clari
tado languidece y se disuelve; la adm inistración se le escapa; la vidente de la R estau ración. R eform as esenciales que p reco n iza io s pri
burocracia centralizada, igualitaria y uniform e del Consulado niega m eros teo rizan tes del m onarquism o, M aistre y Bonald, y de las q u e , más
su concurso al desenvolvim iento nacional y no sirve m ás que para d i tard e, y tra s h a b erlas laicizado lo b astan te, se constituyó en d efen so r
vidir y debilitar la nación, toda vez que, por inexistencia de un E sta el profundo filósofo del S istem a de política p o s itiv a ” . El G obierno de
do, no funciona m ás que en provecho de intereses sucesivos, variables julio se aseguró el E jército. Pudo, de querer, rev isar el C ó %.0 civil y
o divergentes, todos ellos particulares, m isteriosos y difícilm ente a te n u a r, por ejemplo, alguno d e los peligros de la ley de partición por
confesadles” (Los MONOD). igual de la s herencias, abolir el C oncordato o modificarlo, a fr o n ta r de
nuevo el problem a de la descentralización en aquel punto q u e los
Demasiado sabemos qué progresos ha hecho desde 1815 a nues hom bres de 1788 lo h a b ía n dejado... P ero s u esp íritu se halla conser
tros días la enfermedad, y los resultados saltan a la vista. Los vado liberal, o, lo que es lo mismo, revolucionario." (Revire htbcloma&ai-
re de 16 de diciem bre de 1893.)
hallamos claramente revelados en los primeros capítulos de L os
j ’ 184 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA PREFACIO DE 1 9 0 9 185
Ciertas franquicias locales figuran en la primera línea de est¡ ¡ Entre las libertades que están haciendo falta, incluimos asimis-
libertades que el interés de todos reclama. Nuestros ciudadanos del
no la libertad de testar que h a ‘ de permitir la reconstrucción de
ningún modo mejor podrán ejercitarse en el espíritu político qoef
cuando se trate de sus intereses más inmediatos y, además, Ia| íiuestras disueltas familias: todas estas reconstrucciones de hecho
vi Administración resultará tanto menos gravosa, tanto menos irresll deben conspirar al restablecimiento de los elementos psicológicos
ponsable, menos anónima y tiránica, cuanto menos complicada seaS de un patriotismo concreto. Los intereses privados que atan a los
y esté menos distante y menos centralizada. P o r consiguientes 4
tíombres a la suerte de la patria deben sentirse directamente si se
el empirismo organizador implica la descentralización. Yo qmsie->| I
ra poder exponer cómo, de qué modo realista entiende la deseen-i Quiere que el sentimiento patriótico sea real, vivo y efectivo. Nada
tralización que otros conciben de una manera harto quimérica y! ígeria más peligroso que el reducir el patriotismo a un “acto de fe
casi mística i. En efecto, para nuestro amigo, no se trata de sus Moblemente desinteresado”, porque resultarla harto precario.
tst’
tituir unas subdivisiones artificiales con otras, sino de resucitar"
las circunscripciones naturales de Francia, y habría que encargar '
i, Generosos sentimientos, últimos restos de las tradiciones anti-
de semejante tarea a geógrafos mejor que a políticos, porque la ,guas, fuerzan aún a este acto de fe a la mayoría de los franceses.
historia del siglo xix demuestra a saciedad la impotencia de los h;‘ Pero, sin referirnos a la propaganda de los anarquistas y los inter-
recortes administrativos para crear agrupaciones homogéneas que ’ nacionalistas, que, sin duda, recluta sólo un pequeño número de
equivalgan exactamente a esas comunidades que nacen espontánea ¡adeptos, no podemos menos de reconocer que buen número de espí-
mente de la naturaleza de las cosas. .ffitus comienzan a sentir las consecuencias del absurdo liberalismo
de este siglo; ya no hablan de Francia más que con toda clase de
E l conferenciante se remite aquí a las campañas de Barréa .peros y otras condicionales: como M. Ranc, no hablan de Francia
en L a C o c a r d e (1894-1895) y en L e s D é r a c i n é s , a los libros de más que a c o n d ic ió n de algo. Si queremos que de nuevo se invoque
Bourget ( O u t r e - M e r , etc.), a las conferencias de Frédéric Amou-: a Francia sin condiciones, poniéndola por encima de los Ídolos me-
.tafísicos, lo mismo que de la opinión de esto que suele llamarse la
retti (Escuela parisiense del Felibraje) y a la obra de M. Foncin,,' Europa civilizada, tenemos que mostrar por todas partes, bajo una
( L e P a y s d e F r a n c e ) , e indica las aplicaciones del mismo prin ■Francia abstracta, la realidad francesa, es decir la sangre y el
cipio a los problemas conexos de las Universidades y de la Igle suelo franceses, las tradiciones naturales y el campo nacional, o,
sia añadiendo: para repetir la noble frase de vuestro presidente Maurice Barres,
“nuestra tierra y nuestros muertos”.
i
Tal tiene que ser la propaganda nacionalista, si ha de tener un
í ; “L a autonomía sindical forma parte también del' número de las ■sentido. Debe hacer comprender que los franceses contemporáneos
libertades que más necesitamos. Sólo ella puede garantizar a la "s o n lo s u s u f r u c t u a r io s , n o lo s p r o p ie t a r i o s , d e s u c a p it a l n a c io n a l ”.
vez la defensa del trabajo y la seguridad del capital. Como siem Tendrá que defender a veces este capital contra sus caprichos efí
pre, se trata de conceder a unas colectividades los medios nece meros tal como— ségún la frase grata a M. M aurras— se defiende
sarios para la defensa de sus intereses, al mismo tiempo que se la caza contra los cazadores, la pesca contra los pescadores o el
dirige a éstos hacia el interés general. Se trata de poner remedio trabajo contra los trabajadores mismos.
a la precaria situación del obrero aislado por el Código civil y des U n a política nacional tendrá, pues, por program a la multipli
pojado por él de todo medio de resistir a lo que los liberales orto cación y fortificación de instituciones capaces de interesar al ma
doxos llaman el libre juego de la oferta y la demanda, que, en rea yor número posible de organismos vivos en el mantenimiento de
lidad, es la omnipotencia, no del capital, sino de capitales irrespon la integridad nacional y, después, en el aumento del poderío na
sables y anónimos. Y se trata, al mismo tiempo, de dar al obrero cional (ya que un país declina cuando no progresa). Provincias, mu
intereses que defender que identifiquen su conveniencia particular nicipios, familias, Universidades, Sindicatos, Congregaciones religio
con la conveniencia pública y lo sustraigan a la influencia de los sas, es menester que todos estos grupos tengan lo suyo y lo admi
organizadores de huelgas electorales. ¿Se nos echará en cara que nistren libremente bajo la simple vigilancia del Estado. Si el Esta
pretendemos restaurar las antiguas corporaciones? También que do tiene que hacerse administrador de provincias, magistrado mu
remos restaurar otras muchas instituciones antiguas: todas aque i9- nicipal, padre de familia, maestro de escuela, patrón, arzobispo y
llas cuya destrucción, según testifican pensadores como Auguste I arcipreste1, para llenar todas estas funciones, y ello de manera
Comte, Taine y Renán, ha sido causa de la decadencia del Estado
A francés y, bajo el nombre de libertad, de la auténtica servidumbre 1. E l E stado, que se h a separado de la Iglesia, no h a dejado p o r ello
de todos los ciudadanos. de seg u ir asum iendo la cu ra de alm as que el sentido com ún reserva a
los clérigos. Su política religiosa an ticató lica h a cambio de eje, de ins
1. Alusión a los señores Clem enceau, Léopold L acour y otros descen- trum ento. P rocede co n tra los obispos y los sacerdotes por medio de los
tralizadores de la escuela republicana. V éase la Idea de descentraliza- trib u n ales en vez de llam arlos a sus despachos y an te el Consejo de
ción, pág. 17 y siguientes, 31 y siguientes. E stado. P ero la intención y el resultado son los m ism os: la am bición
186 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA 187
PREFACIO DE 1 9 0 9
M e queda por abordar el medio que se propone a quienes de Parece, pues, que la única oligarquía que es posible que tenga
buen grado querrían aplicar esta filosofía política. No hay duda de mos (ya que el común de los ciudadanos está pulverizado por las
que aquí me resulta más difícil conservar a nuestro autor el tí instituciones) es precisamente la plutocracia judío-masónica, pluto
tulo de realista, que tan bien merecido tiene en otros terrenos, ya cracia de naturaleza cosmopolita que no conoce otros intereses fue
que se declara monárquico, y, a mi entender, si bien no tengo nin
ra de los financieros o metafísicos y no se preocupa más, por lo
guna objeción teórica que presentar contra la Monarquía, no creo mismo, que de “un mínimo de estabilidad política y de orden apa
nada en la posibilidad de una restauración, ni que, si esta restaura rente". Pero me equivoco: hay todavía otra forma de oligarquía
ción fuese posible, pudiera, en las circunstancias actuales, llevar a que, precisamente, estamos viendo superpuesta en nuestro país,
cabo las reformas que acabamos de resumir... i la anterior, y es lo que se llama gobierno de los partidos; pero
Harto sabemos todos que, en teoría, una sola persona, por muy esta form a parece también la más detestable de todas, porque,
vulgar que sea, es más capaz de iniciativa inteligente que una para perdurar, se ve obligada a “entregar al Estado al saqueo del
asamblea deliberante. También sabemos que la herencia es, natural e mayor número”. Todos sabéis cómo el saqueo del presupuesto e3
históricamente, un principio de sucesión preferible a la elección de para nuestros diputados el principal instrumento de poderío. Tal
jefe de Estado: lógicamente, ya que al jefe del Estado le importa, saqueo es una necesidad para un Estado democrático que debe
por interés dinástico, no derrochar un capital que es, no vitalicio, mantener a diario su popularidad y, por consiguiente, multiplicar sin
sino hereditario; e históricamente, ya que el antiguo régimen no medida las dádivas dfe toda especie.
ha ofrecido jamás una sucesión de personas tan mediocres como ¿ Además, también se puede objetar a los plebiscitarios, como a
MM. Grévy, Carnot, Périer, Faure y Loubet i. Pero— repitám oslo- todos los demócratas, que la misma necesidad hace imposible toda
no creemos que hoy sea adaptable a Francia otro régimen que la medida descentralizadora, puesto que, según confesión de los más
República, por lo que debemos probar a sacar de ella el mejor prácticos manipuladores del sufragio universal, se necesita una
partido posible confiando nuestros intereses a gentes capaces de administración fuertemente centralizada para obtener “buenas elec-
mejorarla. clones”. L a tendencia de todo sistema electivo, si bien lo mira-
Nos limitaremos, pues, a examinar rápidamente, para aprove * mos, resulta, pues, opuesta a todas las reformas que acabamos de
charnos de ellas, las críticas dirigidas a los distintos “Constituyen ' considerar como indicadas para aminorar la opresión adminis
tes” republicanos. trativa. En efecto, todo organismo independiente del Estado— ad
Los reformadores pueden clasificarse en parlamentarios y plebis ministraciones regionales, municipios, familias, universidades, sin
citarios. Unos y otros— por lo menos, dentro del partido naciona dicatos y congregaciones— al que se consultara sobre los intere
lista— tratan, en mayor o menor grado, de fortalecer el poder ejecuti- ses del Estado, es capaz, en nombre de intereses particulares
y, por tanto, mejor sentidos, de oponerse, en razón directa de su
de ejercer un poder espiritual y las persecuciones que dé ello sé derivan propia fuerza, a los designios del poder central. Y éste, aunque
no han podido variar. estuviera representado por el mejor de los dictadores, y precisa
1. M. Lucien Moreau me hace notar que, en 1909, hace falta añadir mente porque este dictador se sentiría útil al pais, no podría re-
el nombre de M. Fallieres, que dista, por cierto, de descomponer la lista. fe signarse tranquilamente a suicidarse, porque sería un puro suicidio,
Voto por el más tonto, sigue siendo una de las mejores frases atribuidas | hablando propiamente, el que un poder electivo, tras privarse de
a M. Clemenceau. Tanto como al pobre M. Carnpt,,es aplicable a la serie i los medios de organizar administrativamente las elecciones, se
de los seis presidentes. pusiera a favorecer organismos distintos de él, capaces de hacer
188 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
PREFACIO DE 1 9 0 9 189
las elecciones en contra suya. De modo que siempre tropezariam'
con la opresión administrativa, siempre acompañada de la im concilia en vez de contraponer, el único que utiliza en vez de
tencia del Estado... gastar.
La variedad natural de nuestras fuerzas económicas, regiona-
y morales representa un argumento temible contra un Estado
“Son éstas — termina diciendo como conclusión M. Lucie£
ancés privado de su rey, porque la unidad de todo ello no puede
Moreau— unas graves objeciones. Inspíranse en una concepción ;
stir ni durar sino a costa de las más duras mutilaciones im-
optimista, pero, a mi entender, casi exacta del régimen electiv1
estas a cada uno por todos, consentidas a todos por cada uno.
Bueno es que invitemos a nuestros Constituyentes a que las medité
¡Pero el riesgo se desvanece y la dificultad se resuelve restaurando
y a que nos presenten algún remedio eficaz y aceptable, que para
Reino, porque el Estado Central dispone en él de vida propia,
nosotros vendría a ser una misma cosa, ¿no es cierto?, cualesquie
o hecha de los jirones de cada Estado particular: todo lo admite
ra que sean nuestras concepciones propias y nuestras personales
respeta, lo puede armonizar y utilizar todo. Y a en cada uno de nos-
preferencias. Todavía no sabemos cuál es la solución que podría sa
‘ tros la simple idea del Rey dispone el pensamiento a rebuscar
tisfacernos, pero siquiera conocemos ya los términos del problema.”1'
y descubrir aquellos puntos sobre que debe basarse el acuerdo, la
E l problema estaba resuelto, porque, al declararse “france-'
■linea en la que las acciones comunes resultan posibles; en fin, una
ses ante todo y sin condiciones”, ya no era posible sustraerse a
área espaciosa en la que cimentar la construcción futura.
las exigencias del bien de Francia. M. Moreau convirtióse en -,
un monárquico militante y tras él la mayor parte de los mu-! Este nacionalismo integral así concebido presentaba un aspecto
chos jóvenes que lo escuchaban el 29 de marzo de 1900 en el de útil novedad, pero que corría el riesgo de acabar representan
primer piso del Café Procopio. Las objeciones, las repugnancias; do una flaqueza. E ra esencial el que todos palpasen cuanto estos
mismas pierden toda significación en cuanto se entra en contacto pensamientos envolvían de tradición impersonal. Acepté, pues, con
con este “olvidado nombre del rey”. Sorprendido uno, al princl- * el mayor gusto y la mayor gratitud el encargo de M. Janicot, di-
pió, de despertarse un buen día siendo monárquico, en seguida se ’rector de L a G a zette de France , en mayo de 1900, de dirigirme a
maravilla de no haberlo sido siempre. L a satisfacción de la in Bruselas para recoger los juicios y las afirmaciones de M. André
teligencia y del patriotismo se mezcla, en efecto, con un sen »Buffet, jefe del Gabinete político del Príncipe, y del conde Eugéne
timiento de bienestar, de alivio, de facilidad para pensar y para ¡de Lur-Saluces, presidente de los Comités monárquicos del Sur
vivir que deriva de una preexistente armonía entre la institu- oeste, ambos condenados a destierro para servicio y gloria de nues
cióri real y el instinto del hombre y el sentido de las cosas en tras ideas.
nuestro país. Esta satisfacción de respirar por fin una atmósfera
tranquila se hace tanto más sensible cuanto que las ideas contra- ■
VI.— P rogresos u lter io res
rías engendraban un estado de irritación, de protesta, de perpe
tua censura, que hacían imposibles a la vez el reposo y el progre
Sus respuestas y las que fui reuniendo después constituyen lo
so. L a democracia es la envidia; la República es la división y el
esencial de este libro que el lector juzgará. Pero como datan de
odio. Ni una ni otra aceptan el presente ni el pasado y no consi- ‘
diez años, conviene preguntarse con respecto a ellas, tal como he
guen representarse para nuestro futuro otra cosa que utopías siem
mos hecho con el problema que las motivó, en qué han venido a
pre bastante simples y a menudo groseras. E l alma republicana,
parar con el tiempo y cuál será el valor en 1909 de una doctrina de
incesantemente agitada sin objeto y sin esperanza, equivale a un
la Monarquía hereditaria y tradicional, antiparlamentaria y descen-
compendio de la anarquía intensa a que la República somete al
" tralizada que se formuló en 1900.
conjunto del país y sus elementos constitutivos. E, inversamente,
Su persistencia y los prosélitos que ha conseguido predispon
esta paz interior cuyo disfrute gozan los monárquicos, y que mon
drán, sin duda, a su favor. Pero, prescindiendo de esos testimonios
sieur Jules Lemaître ha descrito recreándose en ello, constituye
adjetivos, que son de gran valor, hay que afirmar ante todo que
como una especie de anticipo de la profunda paz pública que la
esta doctrina se sostiene. Permanece en pie por su propia fuerza
Monarquía tiende a realizar. Sin aminorar los movimientos de la
y no ha entrado en iiza ningún nuevo elemento que la contra
vida francesa, es capaz de distribuirlos según su orden, el único
diga. E l tiempo, al transcurrir, como el sol al alzarse, no ha hecho
jm-
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m
más que añadir claridades a su luz. Los motivos para aceptarla democrático representado por los Parlamentos. Roma, Viena y Ber-
&l n han sido los puntos de partida de experiencias sociales del más
propagarla se han hecho mucho más graves, más apremiantes y
más numerosos. Mejor conocida que antaño, amigos y enemigos Alto interés, sea del jefe del Estado, sea de la cooperación libre:
trabajan más en su favor. Las circunstancias propicias se multipli en ningún sitio han disminuido la autoridad, los servicios y las
can. Y los acontecimientos la corroboran con una serie de notables funciones del rey o del emperador. Hemos asistido a un crecimien
confirmaciones. to considerable del poder monárquico en los dos pueblos parlamen-
s§*: taños y liberales por excelencia, Bélgica e Inglaterra i, que son tam
—M uy sensato es todo esto — me decía un socialista a quien yo
daba a conocer nuestros primeros trabajos— ; sólo que u sted razona, bién los pueblos en los que el socialismo municipal y las grandes
como si no debiera producirse ninguna transform ación... cooperativas federadas han aportado un elemento de verdadera no
vedad a la economía general. Transformación económica, aumento
' del poder real. N o establezco una ley, pero registro los hechos pro
En efecto. E l factor de las transformaciones económicas he de
pios a tranquilizar los espíritus a quienes inquieta el sentido de
reconocer que había sido dado de lado absoluta y deliberadamente
jfla evolución. Acaso no haya ningún ligamen entre la evolución so
en estas páginas. En primer lugar, me hubiera parecido poco co
cial y la Monarquía, pero ciertamente tampoco hay ninguna opo-
rrecto razonar sobre la regulación del orden público en virtud de
Í5; sición entre ambos términos y aun, mirándolo de más cerca, se
hipótesis relativas a transformaciones que necesitan del orden pú
descubrirían afinidades complementarias entre ellos. P or lo demás,
blico para realizarse con provecho. Se nos dice que pertenecen al
poco importa. Lo esencial es que no sea precisamente un favo
futuro, pero todas distan de ser probables y algunas parecen más
rito de Carlos Stuart, sino un ministro de Eduardo VH , miembro
que dudosas; en todo caso, habría que esperarlas durante cierto
de un Gabinete radical y colega de un ministro socialista, quien
lapso de tiempo, y el retorno que yo preconizo a la Monarquía obe
if| ha proclamado en alta voz, en el más inconstitucional de los dis
dece a la amenaza de desdichas que no han de hacerse esperar,
cursos, la precedencia política de la Corona sobre la Cám ara de
M arx ha podido exponerse a las rectificaciones de hecho que Berns-
tein ha creído observar. U n sistema filosófico puede correr estas los Comunes.
aventuras, pero a un Estado le están prohibidas. Además, yo estaba Se puede pensar lo que se quiera del discurso de Mr. Haldane.
persuadido, y continúo estándolo, de que el fenómeno económico Lo cierto es que ha sido pronunciado. N o necesitamos más con
y el fenómeno político son dos cosas distintas y hay que empezar tra los que, prescindiendo de la cuestión de utilidad o necesi-
por distinguirlas, sobre todo cuando se piensa estudiar más tarde g- dad, se limitan a oponer lo que creen poder llam ar su moderni-
las relaciones que entre sí mantienen. Lo específico de las leyes ”■ dad a lo que llaman nuestro arcaísmo, cuando los arcaizantes son
políticas y la autonomía de su estudio es uno de los fundamentos ellos. Su manera de pensar data de 1848. Viven de lo que se decía
de esta máxima, “P olítica an te todo", que nos guía en todas nues y se pensaba entonces. Pero las transformaciones industriales del
tras actuaciones. En tercer lugar, en fin, me pareceía que toda re maqumismo que han hecho sentir sus efectos en el último medio
percusión de la economía en la política habría de fortificar nues siglo determinaron este período de prosperidad europea sin ejem
tras doctrinas en vez de debilitarlas, cualquiera que fuese el senti plo bajo un régimen de reacción monárquica y autoritaria que bas
do en que la evolución se produjese, lo mismo, por ejemplo, si la tan a calificar los nombres de Bismarck, de Cavour, de Disraeli, de
Cánovas del Castillo y de Stambouloff. Stambouloff que creó la fuer
propiedad individual persistía, como ha persistido, que si la pro
piedad colectiva hacía todos los progresos que ha hecho y más que
B za búlgara, Cánovas que restableció la vida de España, Disraeli que
pudiera hacer. elevó el Imperio británico a su apogeo, Cavour y Bismarck, forja
Estos diez años han presenciado no pocas transformaciones eco j r dores de la Alemania y la Italia modernas, fueron todos ministros de
nómicas, y bien profundas, sobre todo en Inglaterra, en Italia, en i
1, L 'A c tio n Française de 1.» de ab ril de 1903 reprodujo y comentó
Bélgica, en Austria-Hungría y en Alemania: ¿cuál ha sido su reper un im p o rta n te y curioso estudio publicado en un ó rg an o de la demo
cusión política? ¿Qué tipo de gobierno ha salido ganador? ¿Cuál cracia católica belga, L e X X Siècle, sobre el crecim iento del poder real
ha perdido terreno? Los hechos nos reponden. En cada uno de di en Bélgica. Sobre el crecim iento dél poder re a l en In g la te rra , L 'A ctio n
F rançaise de 15 de m ayo siguiente trad u jo tam bién y com entó un a r
chos países, o bien la autoridad monárquica ha conservado toda su
ticulo sin g u larm en te p robante e in structivo de M. S ydney Low e en The
integridad, o bien ha ganado terreno sobre el elemento republicano n in eteen th C entury and after.
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reyes. Los grandes Estados que han operac.o su unidad, no la han ‘canos se habían desprendido parcialmente de ella. Su República,
conseguido sino bajo la Monarquía. Los pequeños que se han eman aquello que tuvo de viviente, rilo fué más que la expresión de un
cipado de una dominación extranjera se han aprovechado del brev .protectorado concedido desde Londres o Berlín al dominio de los
ejemplo de Grecia y pasado rápidamente la inútil etapa republican^, ’extranjeros o semiextranjeros del interior. Actúa entre estos úl-
para agruparse bajo jefes únicos, y la mayor parte de ellos adoptan-, f timos un elemento de autoridad y de herencia que no puede escapar
do el régimen sucesorio practicado desde siempre por la Casa de q,; los espíritus atentos. Los republicanos que siguen abrigando el
Francia. En Bulgaria y Rumania, el benéfico resultado de la obra amor de Francia, acaban por desear que esta oligarquía extranjera,
monárquica ha podido seguirse en vivo por la crónica de los últi que emplea entre nosotros y en contra nuestra los resortes de la
mos treinta años. democracia, sea sustituida por una aristocracia o una burguesía in
Ora los hijos suceden tranquilamente a los padres, ora, como en dígenas; pero los franceses que no han olvidado la historia y la geo
España, la elevación del príncipe llegado a mayoría pone fin a una grafía objetan que éste es un sueño imposible y acaban proclamando
regencia difícil. Han tenido lugar atentados o verdaderas revolu la necesidad de un jefe único— dictador, cónsul, presidente— ; que los
ciones, especialmente en Servia y en Turquía, pero a nadie se le ha más clarividentes llaman sencillamente el Rey.
ocurrido constituirse en República. N o se ha rozado la constitución .f Los revolucionarios no son los últimos en dar prueba de esta
monárquica. N o se habla ya de la Duma rusa si no es para dejar evolución de la inteligencia y del senttido práctico. Cuando el so-
sentados el fracaso radical de las dos primeras y el c.elo monárquico >cialista austríaco Kautsky hizo notar en 1903 que en ningún país
de la tercera. Noruega se ha separado de Suecia y ha querido darse se ha derramado más sangre proletaria que en la República fran
un rey por las tres razones explícitas de que quería la paz en el cesa durante los últimos doce años 1, nuestros periódicos más avan
interior, alianzas en Europa y administración barata. E l joven prín zados lo aplaudieron de un modo sorprendente. E l año siguiente, en
cipe, sacado de una familia real influyente por sus lazos de paren el Congreso de Amsterdam, M. Jaurès, que hacía la defensa de la
tesco con toda Europa y famosa también por las victorias de su ■República, tuvo que soportar un cruel martirio ; “— En cierta medi
jefe sobre los parlamentarios daneses, ha querido reinar bajo el da—le decía Bebel— tengo que ser el abogado de la Monarquía
nombre más antiguo y más tradicional que ha podido descubrir en la frente a usted... L a Monarquía no puede lanzarse a fondo en la
historia de la Edad M edial. L a misma nebulosa americana parece i lucha de clases. Tiene necesariamente que contar con el pueblo. En
orientarse claramente hacia una dictadura imperial; a medida que todas las repúblicas se registra la intervención de las tropas en las
disminuyen las distancias geográficas y que sus condiciones de exis huelgas. También el Gobierno francés es un Gobierno de clase.”
tencia se aproximan a las de Europa, busca la autoridad como una El abogado de la República tuvo que abandonar el duro terreno de
j ios hechos y refugiarse en la apología de los móviles democráticos.
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necesidad cada vez más preciosa y la tradición como un ornamento
de que el Nuevo Mundo no podrá prescindir. Pero esta confusión de la política y de la moral no resultó favorable
E l viejo estado de espíritu republicano decrece en el mundo en a la tesis: si M. Jaurès invocaba la majestad del sufragio universal,
tero. L a soberanía política, mirada y deseada como fin en 1848, Bebel le respondía: “Os lo dió Bonaparte” ; si el orador celebraba
baja al papel de medio. E l sufragio universal era un medio para las virtudes de la forma republicana, el implacable germano res
Bismarck y lo es también, evidentemente, para Francisco José. pondía: “Os la dió Bismarck, que hizo prisionero a vuestro empe
Los pueblos se muestran de la opinión de sus príncipes: los únicos rador.” Todo lo más, M. Jaurès creía hacer un gran daño a la Mon
problemas políticos por que parecen apasionarse en nuestros días son arquía alegando que ésta tiende al bien del pueblo, no por amor,
de orden nacional o de orden social. Caída la democracia en uni no por deber, sino “por egoísmo”. “ ¿Por egoísmo inteligente? ¡De
versal descrédito, estaba reservado a conservadores franceses como modo que la Monarquía es un régimen que hace el bien ajeno sin
M. Sangnier o M. Piou el recoger lo poco que subsiste de este cuerpo quererlo y contentándose con buscar el suyo propio!” Es lo que
muerto. Con Gambetta, Ferry y Waldeck-Rousseau, nuestros repu- L'Action Française había dicho siempre 2.
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L a intervención de M. Guesde hizo ver que su grupo era tan' mado de un mes a otro este odio de la clase obrera contra el
ajeno como la socialdemocracia alemana a los sentimientos re p u régimen; ni un conflicto económico que no haya acabado plan
blicanos de M. Jaurès: “¿En qué, os pregunto, la form a república^! teando el problema de las perturbaciones que el régimen ori
í'I*'-' _¡ na favorecería la emancipación del proletariado? Cuando hayáisJ gina. Y, por una coincidencia digna de admiración, a partir de la
salvado la República, no habréis hecho nada por el proletariado. Si ! misma fecha, una altiva juventud, reclutada en todas las clases
por ella debe éste abandonar sus intereses propios siempre que esté del país, viene apasionándose por las ideas de Monarquía y se con
|Lp[ en peligro, la República resulta el peer de los Gobiernos.” Estas sagra a propagarlas. E l grupo recién nacido de los C am elots du
últimas palabras, prescindiendo de la condicional que ponía, fue Roí pone en ello tanta resolución, que, en pocos meses, desde el
ron largamente comentadas por los congresistas fuera de la se Barrio Latino, tomado como centro, hasta los confines del territo
sión. “¡La República es el peor de los Gobiernos!” Guesde había rio, todas las reacciones del patriotismo se han producido a l grito
añadido, aludiendo a proyectos de ley que todavía no se han lo de “¡Viva el R ey!” L a propaganda de hecho se ve estimulada con
grado: “Está en estudio un proyecto de retiros obreros que no con numerosas condenas de multa y prisión, soportadas con heroica cons
cede a éstos la décima parte de lo que la Monarquía de los Hohen- tancia. Y todo ello revestido de formas tan vivas, que se empieza
zollem concede a los obreros alemanes.” a reprochar a los monárquicos que prefieren la acción material a
la discusión razonada. Esto no deja de tener gracia: porque nadie
Una nueva escuela, representada por MM. Georges Sorel y Hu
hubiera sospechado que se nos hiciera este cumplido cuando, hace
bert Lagardelle, ha desplegado no poca energía y espíritu de con
diez años, amigos y enemigos coincidían en apabullarnos aplicán
tinuidad en renovar y vulgarizar las antiguas críticas de Proudhon
donos el mote de teorizantes.
y de Marx, de MM. Lafargue y Guesde, con relación a la “revo
lución burguesa” de 1789, de la que deriva el parlamentarismo fran
cés. L a misma escuela ha hecho percibir totalmente la oposición
que hay entre el régimen sindicalista, basado en un interés social
común, y el régimen democrático, fundado, en derecho, en la volun
tad o la opinión del individuo. Los rápidos progresos del movimien
to sindical han acarreado y propagado, junto con este sentimiento,
las ideas más hostiles a la democracia. Esta es tratada como una
enemiga de primer orden. E l partido gobernante, por muy radical-
socialista que se llamara y por más que sus miembros se hubieran
reclutado entre antiguos profesos del socialismo, estaba obligado
a defender a tiros las leyes de las Cámaras, hijas de la elección, y
las decisiones de los despachos centrales contra la ofensiva de
los sindicalistas unidos. Así es cómo los directores de la masa obre
ra han dado un paso más; ya no se limitan a apuntar contra
el régimen y el personal del Parlamento, o la legislación de
mocrática; casi prescinden de los hombres contra los cuales se
alzaron mayores cóleras en el mundo sindicalista— M. Clemenceau
o M. Briand— : los obreros parisienses más revolucionarios han col
gado de la ventana de la Bolsa del Trabajo el busto mismo de la
República.
Esta memorable ejecución, que tuvo lugar en la plaza de Châ
teau d’Eau el lunes 3 de agosto de 1908, iniciaba la separación
de las masas revolucionarias y el Estado republicano. Contenía tam-
biéñ promesas que los acontecimientos no han dejada después de
cumplir. N o ha habido crisis social que no haya acusado y confir
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'* ;: SOBRE U N P U N T O D E L V O C A B U L A R IO
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a no quiere que n a ja
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fuerte que las causas que determinan nuestra ruina, les <li|>u.'
tara la patria.
gante y generosa. Resolución, finura, evidentes virtudes af] Jffalta de un reinado efectivo, teorías tan profundas acerca
ran de los cuadritos de frío cartón. Pero, a despecho de i j la Monarquía nacional, que todos los espíritus competentes
cosa patente, ¡cuántos misterios guardan las cuatro pequeña; ¡¡¡ admiran y saborean.
imágenes! ¡ Cuánto pasado y cuánto porvenir! Para un pá Qué educación política y qué pura tradición hubo de tras
triota francés ¡qué magnífica e inquietante procesión de sueflo|| pasar semejante padre a su hijo! Pero el señor duque de
|Orleans difiere en un punto importantísimo de su predecesor:
“De este grupo de hombres y de mujeres, particularmeni llpno es un teorizante; pero Francia ya no necesita a un teo-
de aquel que es el jefe de todos, dependen los destinos de ;ante: toda la teoría está hecha y sólo hace falta aplicarla.
inmenso imperio, la suerte de una gran nación. Y no se diga ; Una especie de providencia dinástica hizo casi siempre apa-
que esta dependencia no será efectiva hasta que llegue ijíeter en la serie de los Capetos, generadores y ordenadores de
reinar Felipe V III: esta familia Capeta, aun estando desterra-; Francia, los caracteres apropiados a las necesidades de cada
da, tal vez precisamente por estarlo, es la depositaría de !a.j ¡Énomento. Según todos aquellos que lo conocen, el señor duque
fortuna francesa. ..¡Je Orleans parece indicado p ara realizar las ideas políticas que
”Si los príncipes siguen indefinidamente fuera de Francia’ -ha heredado con la sangre. Joven, hombre de aire libre más
o alejados del Trono, será que hay grandes probabilidades his-| jg¡ue de gabinete, necesita el trabajo y las ocupaciones de la
tóricas de que nosotros mismos como pueblo hemos de estar1 ’ ^vida activa. Gran cazador, tirador perfecto y navegante apa-
alejados de los verdaderos movimientos de la vida. fsionado, tiene esta resistencia, este espíritu de empresa y esta
’’Los movimientos opuestos, los de la muerte, han comenza-,! Concepción ágil y rápida que son esenciales al hombre de acción.
do ya. Los agentes de la descomposición destruyen y se re iPuesto que su padre y su tío-abuelo meditaron durante tres
parten nuestro cuerpo político. Sólo la realeza puede oponer ' ; cuartos de siglo por si, él obrará, ateniéndose a sus reflexio-
se a su obra e impedir que las fuerzas de la anarquía nos fcfenes, por ellos dos. i.
hagan retroceder a los elementos primitivos...”
P ara avivar estas reflexiones había yo cogido el retrato
del conde de París, junto con el del señor duque de Orleans; M. A N D R É B U F F E T
mis pensamientos iban de hijo a padre, de padre a hijo, así
confrontados por la mirada, esforzándose en penetrar dentro L a puerta se abre. Aparece M. André Buffet: otro argu
de uno y de otro para formularme las relaciones de sucesión mento viviente de la política real.
entre ambos príncipes. En efecto, nada nos hace ver mejor el decidido gusto del
Ti * príncipe por la acción como la deliberada elección, el favor
E l padre fué un gran talento. Movidos por el fundado odio- constante de que M. Buffet goza. E n el Tribunal Supremo he
• i
que los mediocres sienten por quienes están por encima de ; mos visto a este lorenés de cuarenta y tres años que aparen
ellos, Thiers y los discípulos de Thiers no han perdonado nun e ta apenas treinta y seis. E l cabello corto y negro, el bigote duro,
ca al conde de París. Las burlas y las injurias de esos peque los hombros sólidos le daban un aire mucho más militar que
ños ambiciosos y de esos grandísimos tontos constituyen hoy abogadil. E s verdad que regía su elocuencia por la razón, pero
para él uno de esos homenajes al revés que tan preciosos son una razón esencialmente práctica e inspirada por una indoma
para la historia. Nacido en medio de los horrores revoluciona ble energía: ni Dérouléde ni Guérin lo superaron en esto.
rios y parlamentarios, este príncipe supo encontrar el espí ¡Cuántas veces, en la cárcel, se trató de separar a André
ritu de la tradición monárquica tal como el conde de Cham- Buffet del partido de la Monarquía! Paul Dérouléde le decía:
bord la definiera. Heredero de Enrique V, Felipe V I I nos legó. — ¡Pero si usted es plebiscitario! — ¿Plebiscitario yo?— André
V
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CON M. ANDRÉ BUFFET 207
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Sí: el control, para las asambleas; para el jefe del poder, el go-' "L a Monarquía francesa halló un día su propia definición.
bierno efectivo... Pero esto será una distribución en el pape!.' « Una definición perfecta. Es la frase de Enrique I V antes de la
H ay países en donde el parlamentarismo ejercita menos dere-¡ batalla de I v r y : Estad pendientes de mi penacho blanco¡ porque
chos de los que le confieren en su texto explícito las leyes cons- .- siempre lo hallaréis en el camino de la gloria y del honor. ¿ H ay
titucionales. Y , por el contrario, hay otros en los que el parla-' algo más netamente antiparlamentario, o más monárquico, ni
mentarismo se ha arrogado derechos infinitamente más vastos más francés?..."
que los que la Constitución le atribuye. — ¡O h!— corto yo, resuelto a ju g a r hasta el fin mi papel de
”¿De dónde proceden estas diferencias entre el texto y la abogado del diablo— : ¡Enrique I V está un poco lejos!
práctica? Débense, ni más ni menos, al carácter del jefe del M. André B u ffet se me acerca:
poder. N o me refiero sólo a su carácter personal, sino al ca — E n serio: ¿ es que la Monarquía, tal como la había prepa
rácter de los principios a que obedece. U n presidente de Repú rado el conde de París, le parece a usted un sucedáneo del par
blica, hechura del parlamentarismo, está inerme contra el Par lamentarismo ?
lamento, cualesquiera que sean los poderes legales que se le con — P or desgracia, tuvo demasiado esta reputación.
fieran. P or el contrario, un príncipe hereditario concentra en si, M. B uffet insiste:
por su misma esencia, el máximo de poderes efectivos conlra — Pero ¿la merecía?
esta calamidad.” Y sigue desenvolviendo su pensamiento:
“Usted trata a los enemigos del parlamentarismo. ¿Qué es
— Sí, pero— digo yo a M. Buffet— : ¿en qué consiste, según |j lo que quieren? Quieren asegurar la independencia del poder
usted, el parlamentarismo? central, quieren darle estabilidad, unidad de pensamiento, du
— Ninguna de las definiciones que de él se dan me satisfa ración y fuerza. Quieren libertarle de la dominación indiscreta,
ce. L a única que encuentro algo satisfactoria es esta: E s par-/ irresponsable, tumultuaria, de las asambleas, fácilmente anár-
lamentarlo todo aquel que prefiere las explicaciones a una ac . quicas y a veces hasta opuestas al sentimiento o el interés de
titud. la nación... ¿N o es esto?”
”En política, explicar equivale a disfrazar, a engañar. Las — Exactamente.
explicaciones no las entienden nunca más que aquellos a quie — ¡Pues bien!: E l conde París no quería ni más ni menos
nes interesa entenderlas. El pueblo sólo entiende bien las acti que esto. H abía hallado el medio práctico de devolver a l E s
tudes. tado su libertad. Medio sencillísimo: debía votarse el presu
’’Cuando se habla ante el pueblo, es para engañarlo y, por puesto para un período de años; las deliberaciones anuales del
este medio, servirse de él. L a impopularidad del parlamentaris Parlamento no versarían más que sobre las modificaciones y las
mo deriva de que el pueblo se ha dado cuenta de la maniobra novedades que hubiera que introducir en el presupuesto primi
y, si no la comprende en todos sus detalles, la percibe y deja tivo, sobre los créditos, en una palabra. Ahorro de tiempo, de
de creer en él. Lo que ayer aparecía como una habilidad, se ha palabras, de entorpecimientos, de vanas querellas: si se la mira
convertido en una tontería. Hábil o tonto, el parlamentarismo es de cerca, reforma capital.
invariablemente una cosa rastrera y equívoca. — Pero reform a técnica. Y el pueblo no es ningún g ra n téc
’’Una Monarquía nacional rechaza naturalmente tales com nico. N o mira las cosas de cerca... A l conde de París ni siquiera
binaciones. En Francia, el poder no debe hacerse oír más que lo escucharon, por muy lamentable que esto haya sido.
excepcionalmente: debe ser visto. Cuando se le ve, se le sigue. — Muy lamentable. M. Charles Benoist se ha dolido u n día
Pero cuando habla, la gente se para, no entiende nada de sus de que su amigo Jules Lemaitre lo hubiera despojado de su
explicaciones, se turba, discute lo que dice y le abandona. Constitución. Nosotros podríamos quejarnos también (si la idea
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CON M. ANDRÉ BUFFET 213
monárquica no fuera patrimonio de todos) de que M. Dárouléd
mienzos del affaire D reyfu s), el conde de París lo pedía y
haya cogido al conde de París sus ideas sobre la preparación
articulaba en 1885. ¡E l príncipe estaba de vuelta de los me-
las leyes. Cuando las Cámaras o el Gobierno necesitan una ley
anismos constitucionales de la Restauración y del Gobierno
no son ellos quienes deben hacerla, sino que deben pedirse
de julio, mecanismos calcados sobre los ingleses, pero importa
a los especialistas, a los legistas de profesión, es decir, al Con
o s en un país que no tiene las instituciones y las costum
sejo de Estado. Este heredero de los Consejos administrativos:
bres de Inglaterra!
del antiguo régimen trabajará conforme a las normas que se le
”L a concepción del conde, de París derivaba de la antigua
indiquen, hasta tanto que sus dos clientes, el Gobierno y las
Monarquía. Pero en ella se acordaban y conciliaban la polí
Cámaras, queden satisfechos de su obra. H e aquí el medio—y
tica de un Richelieu con la de un Suger, la Monarquía republi
el único— de evitar también las equivocaciones, las contradic
cana y comunalista de la E d ad Media con el régimen unitario
ciones y los olvidos que abundan en el trabajo legislativo con
! y nacionalista de los Borbones: libertad civil y administra
temporáneo. ¿Y era parlamentarismo esto?
tiva. Firme autoridad política. E l Estado es dueño de los ne-
”¿ Y la descentralización? ¿Acaso era parlamentaria la Mon
, godos del Estado; las asociaciones locales, profesionales o con
arquía, tan fuertemente descentralizada, del conde de París?
fesionales son dueñas de sus asuntos particulares.
Acuérdese usted de su fórmula admirable: E l Municipio libre...
’’¿Hay régimen más autoritario, es decir, más potente para
— ...en el Estado libre, completo yo. N o puedo retenerme de
' la salvación y el progreso nacional?
acabar el pensamiento y la frase de M. Buffet, porque se refiere
’’¿Pero hay régimen más libre y más respetuoso de la con
a la cuestión que más me preocupa. Pero él prosigue:
dición de los individuos? Estos hallan en la libertad y la vita
— Sí, el Estado libre. ¿ Y qué quiere decir esto sino el Estado
lidad garantizada a sus agrupaciones respectivas todas las segu
fuerte, el Estado desembarazado del parasitismo parlamenta-'
ridades que puedan apetecer y todos los apoyos que necesiten.
rio, el Estado soberano en su fuero propio, emancipado del yugo
— Entonces, ¿ ¡vivan los municipios!?
anárquico de los diputados, controlado por ellos, pero no domi
— ¡ Y las provincias y las asociaciones, y los organismos
nado, el Estado libre y dueño de sí, la autoridad central úni
de todo orden!— replica M. Buffet— . ¡V iv a la Francia orga
camente subordinada al interés general? M. Judet decía un día
nizada! Pero ¡abajo la anarquía, es decir, la República!
en L e Petit Journal:
Y , como yo aprobase con todas mis fuerzas semejante con
U n a lamentable tendencia de nuestra época consiste en man cepción gubernamental, M. André Buffet añade:
tener hasta lo insoportable las prerrogativas del Estado en los más
pequeños detalles de la administración, que lo hacen odioso, al
mismo tiempb que se le debilita por la cima en aquello que tiene de *r, U N C E S A R C O N F U E R O S
más esencial, de más necesario. Y seria precisamente el movimien
to inverso lo que conseguiría nuestra unión, si fuéramos pruden
— Eos nacionalistas no piden otra cosa en sus sueños más
tes y previsores. Despojemos al Estado de sus mínimos pero desagra
completos. Me han contado una certera frase que pinta su esta
dables privilegios, que no son más que un instrumento de tiranía
do de espíritu. E s de un nacionalista a quien preguntaban
local en manos de funcionarios exagerados y omnipotentes, pero
apretemos más y más el haz invencible de las fuerzas que corres cuál sería el régimen que él preferiría y contestó tranquila
ponden a la misión superior del Estado y que le permiten garanti mente : “ U n C é s a r c o n f u e r o s ” . P or César entendía una auto
zar nuestra seguridad colectiva, nuestro orgullo nacional y nues ridad enérgica y, por fueros, libertades comunales y provinciales.
tra grandeza exterior. Pero este nacionalista hablaba español y la tín 1. Hablando
”L o que M. Judet pedía en 1897 (estas líneas datan de los 1. E n el texto francés se dice literalm ente Un César avec des fueros.
(N. ie i T.)
214 e n c u e s t a so b ee l a m o n a r q u ía CON M. ANDRÉ BUFFET 215
francés, hubiera dicho, poco más o menos, como el conde de Pocas cabezas habrá más atrevidas y moderadas a la vez:
P a rís: Estado libre, Municipio libre: “Créame usted— se complace en repetir— : hay que ser a la
’’Municipios libres; vez práctico y teórico. Nunca me arredraré de plantear un pro
’’Asambleas nacionales reducidas a su papel de represen blema en los términos más abstractos, pero procuraré siempre
tantes, es decir, de controladoras; comprobar la solución del mismo en la experiencia. A u n en
”U n Estado lo más fuerte posible, es decir, dotado de un esta experiencia imaginaria que consiste en un ejemplo bien
jefe hereditario. • escogido. U n ejemplo, si se le escoge y desenvuelve con preci
’’Este es el triple elemento de la Monarquía francesa.” sión, es la contraprueba de todo sistema. Bien están la s teo
rías, pero, antes de aplicarlas, asegurémonos d e que no tie
nen nada de impracticables.”
L o acabado de su espíritu positivo tenía necesariamente
n que aumentar la simpatía intelectual que M. André B u ffet me
había inspirado.
Habíamos hablado ya de la esencia de la M onarquía; aho
TEÓ RICO Y PR ÁCTICO
ra teníamos que ocuparnos de las reformas que se requieren.
Lo uno exige lo otro. Inútilmente se esperará ninguna refor
Tras estas palabras, hubiera podido retirarme, porque, en
ma en tanto que perdure la República, pero querer traer la
resumidas cuentas, lo que yo había pedido a M. B u ffet era una
Monarquía y no querer ninguna reforma es como trazar un
definición, y acababa de dármela lo más precisa posible. E l más
triángulo y negarse a admitir que la suma de los ángulos es
autorizado de todos los lugartenientes del rey me anunciaba o
igual a dos rectas.
me confirmaba que la futura Monarquía nacional consistiría
esencialmente:
“L a primera preocupación del Rey será, naturalmente, ga
1. ° En la herencia del poder, es decir, en su fuerza y su
rantizar el bien público. Desde luego, habrá que conservar, pero
duración paralelas a la fuerza y a la duración de la nación;
esta conservación se hará naturalmente. P or el solo hecho de
2. ° En la eliminación del parlamentarismo, incompatible
que habremos dejado de vivir en República y de que la Monar
con la libertad y la responsabilidad del jefe del E stado;
quía sea, desaparecerán multitud de cuestiones irritantes y de
3. ° En la descentralización territorial, administrativa, pro
arduas dificultades.
fesional, moral y religiosa.
’’Fijaos, por ejemplo, en ese grande y terrible problema de
Yo no tenía, pues, más que retirarme. Pero la seducción
la subordinación de lo militar a lo civil, que es mortal para
del espíritu de M. Buffet es tal, que no es fácil renunciar a su
trato una vez que se ha penetrado en su intimidad.
I toda República. Esta cuestión sólo puede plantearse bajo la
República; bajo la Monarquía no existe siquiera, porque en ella
el poder político no está dividido, sino que se mantiene in
M i estancia en Bruselas se prolongaba. A mi primera visi
diviso e indivisible, enteramente concentrado en el jefe del E jé r
ta al Faubourg Saint-Gilles, siguieron una segunda y una ter
cito, enteramente concentrado en el jefe del Estado, es decir:
cera. Ora en el pequeño salón, frente a las efigies reales, ora
en el rey. ¿Objetáis acaso que el presidente encarna, entre
en el jardín, en el que M. Buffet se entretiene en cultivar plan
nosotros, el antiguo poder real? Sí, en la Constitución, en un
tas que le envían de Francia, no cesaba éste de desenvolver
trozo de papel. ¡Pero de hecho!
ante mí, en conjunto y en detalle, tal como se los exponía al
”Y , a diferencia de un soldado dictador o presidente, los
príncipe, que repetidamente los ha aprobado, ciertos puntos de
intereses que el rey representa no son exclusivamente milita
vista de su claro espíritu sobre la organización nacional.
w.
Íí
res. E s un soldado, pero no solamente soldado, sino dudada Edad está doblemente asegurada por la persona del príncipe y ^
y el primero de todos ellos. U n rey de Francia puede perf bor el sistema de sucesión hereditaria, los contribuyentes, cuan-
tamente hacer que un civil administre sus ejércitos de tie 5o se les pide que acepten tal o cual sacrificio, tienen una doble
y mar, según costumbre del antiguo régimen, que no por e’ garantía de que, una vez realizado éste, se hallarán práctica-
quedarán sometidos a un poder civil, toda vez que el pode aente a cubierto de nuevas demandas. E l Fisco no rodará por
supremo conserva su esencia militar, puesto que se vincula endientes fatales. U n a voluntad soberana, una autoridad vi-
la persona del rey. lente, estarán alerta para regularlo todo, moderarlo todo, y
’’Eliminad- la República y automáticamente quedará eiimi-'r frenar cuando haga falta.
nado este problema, con tantos otros de una gravedad no me ’’Obtener concesiones en el orden fiscal sin alarmar por
nos amenazadora. L a Monarquía es la paz pública. Esta paz l'ello a la opinión, garantizar la propiedad contra la revolución
hace posibles todas las reformas. ¿ Qué digo ? Las necesita para.,, {•socialista que la amenaza, al tiempo que se obtenga de ella
sostenerse.” i‘ la equitativa aportación que haga falta; interponerse, nego
Cierto día este punto de vista tuvo una singular precisión, ciar sin tregua entre el pobre y el rico, el que tiene y el que
po tiene, para obtener del primero lo que puede ceder de grado
y para dar satisfacción al segundo en la medida de sus ne
L A M O N A R Q U IA R E F O R M A D O R A cesidades, ¿no es esto la obra maestra de toda política fiscal?
Pues sólo la Monarquía puede realizarla.
“Sí— dijo M. Buffet— . L a Monarquía es esencialmente re ’’¿Prefiere usted que pasemos a otro orden de cosas, a
formadora. Sólo ella lo es. Pero ¿se da usted cuenta de por otros ejemplos?”
qué?
I
”Y o no ceso de pensar para mis adentros en la mayor de las IN C A P A C ID A D D E L A R E P Ú B L IC A PARA DESCENTRA
ventajas de la Monarquía. En razón de que perdura y hace L IZ A R
perdurar las cosas a su alrededor, en razón de que garantiza
con toda su fuerza las leyes que necesita promulgar, puede mos “He seguido con una curiosidad que usted puede adivinar la
trarse osada y, en alguna medida, aventurada, sin grandes gran encuesta sobre la descentralización, empezada y llevada a
riesgos. * feliz término en el transcurso de este invierno y esta primavera
’’Fíjese usted bien en lo que estamos viendo en materia de- por el periódico republicano más antiguo, Le National.
impuestos. L a menor reforma asusta. ¿Por qué? Porque toda ”Lo primero que me ha sorprendido ha sido una cosa. Parte
medida parece anunciar otras medidas dirigidas en el mismo de los hombres políticos interrogados sobre la necesidad de
sentido y porque nunca se sabe en dónde se detendrá el poder ampliar los poderes de los consejeros locales o de crear grandes
una vez puesto a resbalar por la pendiente que sea. E l poder circunscripciones más o menos autónomas, han respondido con
republicano es débil por definición, es limitado y cambiante, es una especie de indignación, como si se les hubiera invitado a
irresponsable, porque es colectivo. Los límites que establece, despedazar la patria. Tal indignación puede ser exagerada o
las barreras que levanta no tienen nada de fijo y cambian sin fingida. ¿Pero quién no ve que, estando bajo la República, es
cesar. Está en su naturaleza el que los arrasen fuerzas irre decir, sin un jefe permanente, la prudencia patriótica se sentirá
sistibles. Es un sistema de gobierno que va siempre más lejos en el deber de descentralizar con mucha más tacañería de lo
de donde quiere ir: sus menores inclinaciones resultan temi que cabría osar bajo un régimen monárquico? Sólo un rey,
bles. Todo es en él peligroso y sospechoso. P or tanto, nada hace. un poder estable y hereditario, puede responder de la unidad
’’P o r el contrario, en una Monarquía, en la que la estabi- de la patria...
218 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
CON M. ANDRÉ BUFFET 219
dirán, por su gusto, del funcionario-criado. Estas gentes no s- aliza la afición al funcionariado, hace que se abandone, se
ningunos suicidas. ivida y se venda la tierra, qué se la liquide, en una palabra,
’’Confiese usted que la Monarquía hereditaria, libre del yug uprimiendo al propietario terrícola, suprime la más impor-
de la elección, tendría para esto otras facilidades. Tendría 1 íante de las fuerzas sociales y nacionales.
posibilidad de descentralizarse. E l interés nacional y, por con , ”E1 Manifiesto de San Remo demuestra cuán grande es la
siguiente, su interés propio se lo impondrían a las claras solicitud del príncipe para estos problemas. E l duque de Or-
mo un deber.” (eans sabe que la fuerza de Francia radica, como él dice,
Y diciendo esto, M. André Buffet se quedó pensativo. “Des 'áh la incorporación del individuo al terruño. E l mejor medio
Ée restaurar esta completa unión del ciudadano y de la propie
centralizar... Esto es tan importante hoy como pudo serlo, en
dad territorial consistiría, a mi entender, en convertir ésta en
el siglo x i i , contribuir a la constitución de los Municipios; en
el x iii , reglamentar la vida corporativa; en el xvn, humillar a un individuo. L a tierra ha de tener su personalidad moral. No
Se trata, no, de otorgarle privilegios y derechos, sino de pro
la casa de Austria y, en nuestros días, reconquistar nuestro
teger su vitalidad. Suprimiríase aquel artículo del Código que
Mosela y nuestro Rhin. Descentralizar = reconstruir a Francia.”
establece que nadie está obligado a aceptar un indiviso. E l jefe
& de familia podría, sin amenguar la herencia de ninguno de sus
hijos, legar a uno solo su autoridad sobre la tierra y, así, sólo
L A V ID A L O C A L .— L A P R O P IE D A D .— L A F A M IL IA
el nuevo jefe de familia podría solicitar que el proindiviso ce
sara. V oy aún más lejos, con lo que emparejo con aquellos ami
“Usted es del Midi y yo soy del Este, pero, sobre este
gos nuestros que preconizan la libertad de testar. Si no admito
punto, ambos tenemos necesariamente las mismas ideas, pues
esta libertad para la trasmisión de toda propiedad mobiliaria,
to que, bajo formas muy diversas, hemos presenciado las mis
ni siquiera para los inmuebles desprovistos de valor moral y
mas calamidades. H ay que reconstruir una vida local. Hay que
político, en cuanto se refiere a la tierra yo quisiera que todo
rehacer la propiedaíd terrícola, condición de la vida local. Hay
jefe de fam ilia tuviera el derecho de legar a uno solo de sus
que rehacer la familia, de la que depende todo. hijos, no sólo su autoridad sobre una finca indivisa, sino hasta la
entera propiedad de sus tierras. Y o quisiera que se restable
’’Para rehacer la familia, algunos monárquicos se conten
ciera en este aspecto y en este sentido el derecho de susti
tarían con establecer una absoluta libertad de testar. Yo no
tución.
soy de su opinión.
“E n efecto, la, propiedad rural no es sólo una riqueza indi
’’Esta libertad ha desaparecido de las costumbres. Nues
vidual, una fortuna personal, sino que, como ha dicho el poeta l,
tros padres de fam ilia pueden disponer de una parte (la cuar
“es grandísimo honor poseer una tierra”.
ta, por lo menos) de su fortuna, y son pocos los que usan de
”L a propiedad rural es una institución política y me atreve
este derecho. Y , si se usara mucho, me temo que, en vez de
ría a decir que es bien y capital nacional. A este título merece
reconstituir con ello la familia, se la destruyera sembrando en
que la ley la defienda, la proteja y la fortalezca. Note usted
su seno toda clase de divisiones. N o debemos enemistar a los
que no había de haber en esto ningún equívoco. Todos verían
hijos de un mismo padre por unos deleznables intereses ma i la cosa tal cual es. E l propietario rural comprendería fácil
teriales.
mente que no se trata de favorecer, de mejorar, ni de perju
’’Con todo, si bien veo este hecho, advierto asimismo los
dicar a ninguno de sus hijos, sino de asegurar la integridad de
desastrosos efectos de la legislación vigente. Nuestro sistema
sucesorio tiene como consecuencia el pulverizar la propiedad
1. C harles db P omairols , R egards intim es.
y hacer que los hijos se sientan ajenos a su patrimonio, gene-
222 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 223
una fuerza local, de perpetuar las familias, los nombres, los pa
trimonios— tanto moral como materialmente— .
U N A P O L IT IC A R E A L : LO S 'O B R E R O S A G R IC O L A S
’’Estoy pensando, sobre todo, en las pequeñas fincas rura
les. Cuando la división no las ha castigado demasiado, sus pro- — Pero, p ara lograr esto— digo yo a M. B u ffet— , más que
pietarios, conocidos como tales desde varias generaciones, son la instauración de una Monarquía es precisa la intervención
los más importantes, los más considerados del pueblo y de la ' personal del rey.
comarca. U n Gobierno digno de este nombre se apoyaría en — ¡Pero esta intervención no podría faltar! L e respondo de
esta fuerte raza autóctona que, en vez de combatir su influen ello— repone sonriente.
cia, no desperdiciaría ocasión de distinguirla y honrarla. ”E1 señor duque de Orleans está especialmente resuelto a
”E n cuanto a los grandes propietarios, la Monarquía fran la defensa de los intereses rurales. E l discurso de San Remo,
cesa no se contentaría con predicarles la residencia, sino que que hay que leer una y otra vez, anuncia claramente una polí
se la impondría como un puesto de honor. E l rey Luis X I V fué tica terrícola, una política campesina, una política de influencia
el primer causante de la disolución, monárquica al centralizar rural, orientada en el sentido del renacimiento agrícola de
absorbiendo y desarraigando; procuró destruir toda influencia nuestras provincias. P a ra este renacimiento se tentarán todos
que no fuese la suya y, para acabar con las ajenas, atrajo a los medios: estímulos de mil clases a nuestros productores, ri
los grandes del Reino a su corte. En cambio, las personas guroso castigo de los especuladores parásitos...
caídas en desgracia eran invitadas a retirarse a sus tierras, ’’Los Sindicatos agrícolas, las Cajas de crédito agrícola ha
con lo que vivir lejos de Versalles tenía la apariencia de haber llarán en el rey de Francia una enérgica protección. Pero a los
caído en desgracia. Y o quisiera que la Monarquía empleara el judíos entregados a un escandaloso tráfico de las propiedades
sistema opuesto: el del destierro en la Corte.” se les parará los pies en este saqueo mediante una exacta le
Andró Buffet se para un instante. Con el índice en alto, la gislación. L a tierra francesa se ligará a familias bien arraiga
cabeza erguida, repite la frase: — Sí, el destierro en la Corte. das al terruño. También el trabajo de la tierra, hoy precario
’’Sería, en efecto, de la mayor importancia el que se supie y aventurado, se hará estable.
ra en la Monarquía de mañana que, si el pequeño vizconde que, ’’Desde que el propietario ha dejado de residir y de gastar
para su entretenimiento, no repara en daños, ha sido llamado sus ingresos en sus propias tierras, no se emplea al jornalero
a París, es para que deje de dañar al prójimo. ■nada más que para trabajos de utilidad inmediata y sólo en las
”E n provincias, la independencia, o, lo que es lo mismo, la épocas de los grandes trabajos rústicos. Caído así en la cate
autoridad y la confianza del rey. E n la Corte, la desconfianza, goría de una mercancía cualquiera, el trabajo de los campos
la vigilancia del soberano, la reducción a la impotencia de soporta pesadas holganzas. Puede decirse que un jornalero
dañar y (salvo ciertos casos muy concretos) un a modo de agrícola está parado de ciento cincuenta a doscientos días al
estar en desgracia... año.
’’Que el rey de Francia hiciera algunos escarmientos de este ’’Unas costumbres nuevas que impusieran la .residencia al
género y el abandono de la vida rural no tardaría en parecer ante propietario y restablecieran la comunidad de intereses entre
la opinión pública un verdadero venir a menos moral. Todo el el patrono y el obrero harían que éste volviera a ser un colabo
mundo vería en la deserción de las comarcas una abdicación rador, como lo fué antaño, no lo que es hoy: un proveedor me
política. Por ganas de agradar o por pundonor, gran número de cánico. Renacería la confianza recíproca. Las dificultades irían
desarraigados voluntarios volverían así a sus casas solares.” a medias. Uno ayudaría al otro. H abría un mutuo socorro.
Gran número de males, consecuencia del absentismo, se reme
diarían fácilmente. L a vida rural volvería a ser cómoda y agra-
224 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 225
dable no sólo para los pequeños propietarios, sino para los mis que aumenta sin cesar y resulta cada vez más desastrosa. Si
mos asalariados. L a vida de los campos reflorecería de nuevp se logra detener dicho éxodo, se detiene, a la vez, el aumento de
”De esto— fíjese usted bien— derivaríase un resultado a competencia entre los trabajadores. Se ofrece menos trabajo y
primer orden, y es éste: que el éxodo de los campesinos a las, Sé pide más, con lo que el precio del salario crece natural-
ciudades se detendría.” bínente. De la restauración del campo depende, como usted ve,
A l llegar a este punto, no supe retenerme de pedir a rnon suerte del habitante de las ciudades: desde este punto de
sieur Buffet que hiciera llegar al príncipe mi respetuosa feli ista, hemos vuelto por completo a los tiempos de Sully, cuya
citación. E l régimen contemporáneo desconoce al obrero de política acaso tenía algo de bueno.
campo. Bajo la República, nadie se ocupa más que del obre "Sé perfectamente lo que van a decir. Si el campo cesa de fa
ro urbano. E l campesino es un paria. Salvo en período elec-< cilitar nuevos contingentes obreros, vendrán fatalmente otros
toral, no se tiene para él más que desdén. Él no es pueblo. El del extranjero. — ¿Fatalmente? H abría que verlo. Si esta afluen
pueblo es el obrero de la gran industria. Hasta los funciona-', cia amenazara a l trabajo nacional, se empezaría por nivelar la
ríos que enseñan economía política se hacen cómplices de los competencia entre el productor extranjero parásito de nuestro
políticos a este respecto; para ellos la clase de los consumido suelo y el productor indígena. Y, si el acceso de exóticos con
res, que es la única que goza de la benevolencia de dichos ca II
tinuara, podrían tomarse las medidas de protección necesarias.”
balleros, no la forman más que los obreros industriales y de — Esto— dije yo— es un comienzo de socialismo, o, por lo
núcleos urbanos. E l campesino es tratado como si no con menos, de proteccionismo o intervencionismo. ¡Qué dirán nues
sumiera o no fuese más que un animal de producto... tros librecambistas! *
— Esta gran injusticia me ha indignado siempre— contes — Estas palabras terminadas en isroo— replica M. Buffet—
ta M. Buffet— . N o obstante, no debe darse pie a que adversa sen las más vacías del mundo. Las gentes se matan por ellas
rios de mala fe digan que la política del señor duque de Orleans y, si se las analiza de cerca, se descubre que casi nunca corres
sacrifica la industria a la agricultura y abandona a los obre ponden a ninguna realidad. L a Inglaterra librecambista tiene
ros para favorecer a los campesinos. Vamos a ver cómo la la aduana más feroz del universo... E n muchos casos, esta in
verdad es muy distinta. tervención del Estado, que es costumbre condenar, constituye
una simple medida de humanidad, sin la que la vida resultaría
casi imposible.
LA P O L IT IC A R E A L : L O S O B R E R O S IN D U S T R IA L E S .— ’’Quienes no se pagan de palabras tienen en cuenta que las
L A A S O C IA C IÓ N cuestiones llamadas sociales, económicas o morales se reducen
casi siempre a una cuestión política. A sí ocurre con el problema
“Porque, en realidad, la política monárquica se aplica a tra de la intervención del Estado. Lo que vale el Estado que
tar estos diversos problemas contemporáneos siguiendo un rigu interviene, vale su intervención. Ésta resulta absurda y de
roso método científico. Si empieza preocupándose del campesino, sastrosa si el Estado vive entregado a las competencias y su
es, entre "otras mil razones, porque no hay ningún otro medio bastas de la demagogia o si vive enfeudado a los explotadores
para llegar al obrero. Sr cosmopolitas de la nación.
*
”N o se puede mejorar la condición de los obreros si no se S ’’Puede, por el contrario, ser bienhechora y útil si el Esta
mejora previamente la condición de los campesinos, porque el do, emancipado de la finanza internacional, está por igual libre
malestar de los campos hace que afluyan a las puertas de las de la tiranía caprichosa de las turbas y de sus cortesanos.
ciudades verdaderos ejércitos de nuevos aspirantes al trabajo
industrial, y estos recién llegados ocasionan una competencia "U n a Monarquía nacional realizará en estos dos aspectos la
15
226 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 227
plena libertad del Estado, el cual, siendo perfectamente libre pueV ¿a. Y si resulta ventajoso (ya todo el mundo está de acuerdo en
de, a mi entender, en algunos casos (yo no digo que deba hacerlo^ ello) el devolver este servicio, sea a los municipios, sea a la cor
siempre), intervenir en los conflictos del capital y el tra b a ja poración universitaria autonomizada, no hay razón ninguna
sea en su calidad de juez, sea como jefe de la policía nacional! para hacer que el Estado asuma tales otros servicios ruinosos.
Prevenir ciertos males y reprimirlos todos, me parece que son! Porque los obreros sufrirían las consecuencias de la ruina del
las dos funciones del Estado. fp Estado más aún que los capitalistas.
’’E l derecho de los obreros a la huelga es indiscutible, perol i ”E1 papel del Estado consiste en estimular lo m ejor que
tienen otros derechos más <jue el de holgar. Tenen un derecho; pueda los esfuerzos de las asociaciones mutualistas para la or
no menos real y menos respetable a que no se les excite, se ganización de los retiros obreros. L a República, a través de
les explote y se les engañe por agentes ajenos a su profesión. - sus oradores, inunda estas asociaciones de buenas palabras,
E l noventa y nueve por ciento de las huelgas actuales son de' pero las retiene bajo una severa tutela. L a Monarquía, en cam
orden político y no económico: todo fautor de desórdenes po bio, las emanciparía.
líticos en la esfera económica debería sufrir un castigo ejem ”E1 señor duque de Orléans se propone, en .efecto, exhumar
plar. Porque una de las funciones del Estado es defender de y seguir en este orden de cosas las grandes ideas del conde de
los perturbadores la pujanza, la autonomía y el progreso del Chambord y del conde de París. E s preciso que el obrero halle
trabajo nacional. Pero otra función le es propia y es corolario en la asociación un principio de resistencia, de seguridad y de
de ésta: velar por las condiciones generales de la salud y el des- progreso legítimo. Pero sólo la Monarquía puede favorecer ple
árrollo de la raza. Y , cuando estas condiciones generales se ven namente la asociación. Una República no puede m irar las aso
hmeñazadas, debe intervenir. ciaciones sin un movimiento de inquietud y hasta de alarma, y
”L a limitación de las horas de trabajo para el niño se com ello ha de ser necesariamente así: “Las Repúblicas necesitan
prende perfectamente, pero no la admito para el obrero adulto, ejercer sobre las asociaciones cuyo carácter no es exclusiva
cuya dignidad ofende y cuya actividad detiene. Los obreros mente comercial una vigilancia más estrecha que las Monar
franceses no merecen que se les haga así de menos. Ellos mis quías.” Estas palabras son de un republicano, M. Eugène Pie
mos perciben que en esto habría para ellos una temible dismi rre, secretario general de Ja Presidencia de la Cám ara de los
nución moral y económica. diputados. L a República es, en efecto, un poder colectivo y débil
’’P or lo demás, estas intervenciones directas deberían ser y teme a todo otro poder colectivo que tiende a dominar, so
lo menos frecuentes posible. E l Estado ha de descargarse lo más bre todo cuando, como en el caso de las sociedades obreras,
que pueda de todas las funciones de este género de las Asociacio este lluevo poder procede de las masas profundas de la na
nes profesionales, morales y religiosas, a las que vigila y controla ción. Los jefes de una república se dirán siempre — ¿ Y si, al
desde muy alto, pero dejándolas obrar a su guisa y siguiendo asociarse estas gentes, fueran a concertarse para dejar de
sus inspiraciones espontáneas. E l sueño de ciertos demócratas, votar?
el de los socialistas de Estado, consiste en hacer asumir al ’’Inquietud ésta perfectamente extraña a la Monarquía, ya
Poder central una carga creciente de funciones y deberes: que el príncipe hereditario está por encima de los caprichos de
todo lo transformarían en servicio público. P or el contrario, ins la elección, por lo que no puede temer a las asociaciones más
pirándose en el principio de la descentralización, la Monarquía que a partît Sel momento en que pudieran resultar peligrosas
restringe cada vez más el número de los servicios de esta clase. para la pública tranquilidad.”
Transforma en provecho de la iniciativa individual, y en favor
de las asociaciones y comunidades, ciertos servicios que el E s
tado retiene inútilmente hoy. Por ejemplo, la instrucción públi-
228 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 229
funcionarios entre los franceses de cualquier creencia. ¿Que ‘ pero antaño los respetuosos, los temblorosos servidores de la
uno de aquéllos cumple con su deber? ¿Tiene en su esfera los ta Monarquía nacional eran ellos*. Usted sabe de sobra la antipa
lentos que hacen falta? Pues el Estado no tendrá por qué sa tía personal, fundamental y, por así decirlo, física, que esta
lirse de este terreno. Buena o m alar la Inquisición religiosa,' '■gentecilla inspira al señor duque de O rleans: pue3, a pesar de
que los reyes de Francia no aceptaron nunca, supone una uni '■ello, éste se ha declarado enemigo de las querellas de raza y
dad de conciencia que se ha perdido. E l rey de Francia no pe Lde religión. N a d a de violencias inútiles. ¿ P ara qué? L o que
dirá a los franceses otra unidad moral que la que se deriva del I hace falta es abolir el régimen anárquico y cosmopolita de los
civismo y del patriotismo. ¡.judíos, y no colgar o despedazar a algunos pobres (¡o ricos!)
— Pero, interrumpo yo, ¿y las confesiones que precisamente diablos.
alteran este patriotismo, falsean el sentimiento cívico y fo ’’Vaya, que bastará con una buena ley sobre la tierra, una
mentan un estado de espíritu anárquico? exacta policía económica y financiera y, sin duda también, con
— En este caso, tales confesiones se hacen culpables de un una revisión completa de los registros de empadronamiento y
crimen, pero de un crimen de derecho común. P or ejemplo: ha • de las cartas de naturalización. Los bandidos judíos pasarán
habido protestantes que se han portado muy mal durante el ; por el tamiz en su calidad de bandidos, y los judíos extranjeros
affaire Dreyfus. Pues por dreyfusianos es por lo que se Ies en su calidad de extranjeros.
hubiera podido perseguir. Pero no echemos en olvido los her
mosos ejemplos de firmeza y patriotismo dados por el coman ’’Dejemos esto: la cuestión judía es, ciertamente, una cues
dante Lauth o por M. André Lebon, protestantes ambos, en tión económica y étnica y se regulará desde este doble punto
sus deposiciones de Rennes y del Tribunal de casación. Uno y de vista. N o tiene nada de cuestión religiosa, moral ni filosó
otro supieron despojarse de las pasiones de su secta para cum fica. Filosófica, moral y religiosamente, todo es digno de consi
plir, respectivamente, su deber militar y su deber civil. deración, porque en este momento hay de todo: en la concien
— Pero ¿no sería conveniente que, por lo menos, el Estado cia francesa coexisten las ideas más diferentes. N o hay que
vigilara unos grupos religiosos tan proclives como lo es este hacer más que dejar que el tiempo haga su obra, no sin con
a la anarquía revolucionaria?... ceder una preferencia muy natural a las ideas filosóficas y
— E l Estado vigila a todo el mundo: esta es su primera re morales que unen a los hombres y facilitan las funciones polí
galía. Lo ve todo y lo sabe todo, y por lo mismo puede sacar ticas y nacionales del Estado. A sí lo exige la naturaleza mis
Entre tres o cuatrocientos recortes de periódicos que se había f e encuentra tan mal administrada es porque unas institucio
hecho leer, había conservado precisamente aquél. nes detestables han impedido a unos hombres, a veces eminen
”— ¡Está muy bien!— decía al tiempo que releía el artículo— . tes y bien intencionados, que dieran toda su medida y todo el
A l fin se sabrá que yo haré respetar las convicciones de todos: \ fruto que podrían dar. L o que más me pasma en la Repúbli
no hay otra distinción que la de buenos y malos franceses. ca es la espantosa dilapidación de talentos a que ha dado
”E1 positivista Ritti, que ha fundado, en contra de las ca- . lugar en treinta años. Se han gastado en vano enérgicas vo
pillitas más o menos científicas y literarias, una “L ig a para la luntades y brillantes y sólidos pensamientos: ¡Francia no ha
defensa de la libertad espiritual”, podría, como usted ve, contar sacado, ni podía sacar, nada de ellos!”
entre los suyos al joven jefe de la Casa de Francia.
L A P O L IT IC A R E A L : S U P E R S O N A L
“ ¡Qué lástima que los hombres de la Patrie Française no
; hayan comprendido esta verdad! Sin duda, tienen razón cuan
M. Buffet añade:
do quieren expulsar al personal dreyfusante, judío y masónico
— Entre las normas que el señor duque de Orleans se en
que deshonra y traiciona a Francia. Pero andarían menos acer
contró, en cierto modo, en su cuna, aquella que acaso le es más
tados si no advirtieran que el personal renovado estará expues-
grata de todas y que ha heredado del conde de París, que a
; to, por la fuerza de las cosas, a culpas que acaso sean peores.
Su vez la heredara del conde de Chambord, se resume en este
’’¿Pero de veras no lo advierten? ¿ L a alta y fina inteligen
axioma:
cia de un Lemaître, la ardiente sensibilidad francesa de un
"N o hay ni debe haber un partido monárquico.” Coppée pueden hurtarse a una visión tan clara? Y, si lo ven,
¿por qué obran lo mismo que si no lo vieran?
“E l monarquismo existe tal como debe existir: como esta
’’Dos verdades hay de que se olvida demasiado esta grande
do de opinión, como movimiento, pero no puede ser un parti
y buena “L ig a del Bien público”. L a primera emana del conde
do. L a razón de ello es muy sencilla. E l rey de Francia no
de P arís: "Las instituciones han corrompido a los hombres”, y
puede ser el rey de un partido, porque es enemigo de los ban
lo que aquí es pasado puede ponerse lo mismo en presente que
dos. Los detesta todos como otros tantos obstáculos a la uni
en futuro. Ello será en tanto que dure la República. L a segun
dad de la patria. Los monárquicos no se han ocultado nunca
da creo que emana de Dantón: "N o se destruye más que aque
que su fidelidad no les daba derecho más que a la simpatía per
llo que se sustituye.” N i Coppée ni Lemaître acabarán con la
sonal de su príncipe, pero ésta no les otorga ninguna hipoteca
tiranía de nuestros comunes adversarios en tanto no tengan
para el porvenir. Su recompensa no puede consistir más que
una doctrina completa y un régimen orgánico que oponerle.
en el bien público, cuyos fieles promotores habrán sido.
’’¿Quiere usted conocer el pensamiento íntegro de un hom
bre a quien *la prensa republicana ha calumniado vilmente en Los Bonaparte
este punto, como en tantos otros? ¡Pues bien!: yo consideraría
como una desgracia para lá Corona el cambio total, inmedia “E n cambio, hay una doctrina bonapartista que consiste
to, del personal, de los funcionarios, aun de orden adminis en que el pueblo elija al príncipe. E s el hombre, el individuo,
trativo. a quien el plebiscito aclama y eleva. P or consiguiente, el prín
’’¿Por qué ciertos republicanos de hoy no iban a ser bue cipe, para ser’ elegido, debe hacerse ver, mostrarse, convertir
nos administradores bajo el régimen de mañana? Si Francia se en alguien aplaudido y popular. Pero Francia no conoce a
234 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 235
ninguno de los pretendientes bonapartistas. ¿Pero es que son'¡ Supremo. E n virtud de su misma teoría, el régimen dictato
dos? ¿ Y en qué consisten sus diferencias de carácter o dei¡ rial sería precario y pasajero. P o r el contrario, las institucio-
programa? Nadie lo sabe, y hasta parece que ellos se esfuer-, es de la Monarquía serían sólidas, permanentes y tradiciona
cen en que todo el mundo lo ignore. m les : ¿por qué no las habrá formulado él, que tan bien se ex-
’’¿Príncipe Luis? ¿Príncipe Víctor? ¿Dos personalida-- presa?
des o dos entidades? Si son entidad, ¿en qué consiste ésta?- ”Y no es que a él le importe personalmente el poder. En
¿ Y en qué su respectiva personalidad? Yo admiro una contra-' nuestras conversaciones de prisión, Déroüléde me ha contado
dicción tan palmaria entre el principio generador del plebisci cómo había ido a ofreeer a muchos personajes políticos el pues
to, que es la popularidad, y la política de los príncipes plebis to de hombre quien plebiscitar que él no quería para sí. Me
citarios... Mas ¿acaso existe esta política? Si existe, está muy lo ha dicho ^ lo creo. Déroüléde es de este temple.
disimulada. (T es una pura intriga, o no es nada. ¡E n un re "Desgraciadamente, y- por causa' de un malentendido de
ciente manifiesto, uno de los príncipes Bonaparte se felicitaba orden intelectual, Déroüléde es el hombre de un hombre: tanto
de haber estado haciéndose el muerto! si este hombre fuese él mismo, como si fuese otro, Déroüléde
”L a gran ambición del partido bonapartista, su pretensión cree que el Elegido de la democracia tendría capacidad bas
conocida, consiste, hoy por hoy, en modificar su emblema y tante para normalizar cada situación política que se presen-
sustituir en él el águila por el topo. Y o no conozco al prín ^ tase. Porque— dice él— el pueblo no se equivoca. E l sufragio
cipe Víctor y no puedo juzgarle, pero sí digo que su partido pone de manifiesto cuál es la tendencia de la nación y cuál
se aplica a reprensentarlo en público como tal. la política útil a los intereses nacionales. Infunde en quienes
”Si el sentimiento plebiscitario es tan vivo como afirman al designa su infalible instinto director. U n a vez plebiscitado, el
gunas personas de buena intención, pero extraviadas, yo ad general Boulanger habría recibido la inspiración popular, toda
vierto a los bonapartistas que el señor duque de Orleans ocu vez que su poder hubiese emanado del mismo pueblo. Por
pa ante la opinión el sitio de un Bonaparte.” consiguiente, no cabía que se equivocara. Hubiérase conver
tido, por gracia de estado, en un político... P o r lo demás, el
jefe plebiscitado no tiene que consultar a sus electores en las
Paul Déroüléde cuestiones de detalle, porque es un conductor en un camino
previamente trazado.
— ¡Pero— digo yo— tenemos a ese condenado de Déroüléde! ”H e aquí, tan fielmente como puedo reproducirla en subs
— Condenado, si usted se empeña; en todo caso, el mejor de tancia, la teoría que Déroüléde me ha expuesto muchas veces.
los condenados. Él podrá representar una amenaza de perdi Me preguntará usted, sin duda, quién establecería la distinción
ción irreparable para su país, pero crea usted que es con la entre los detalles sobre los que no se debe consultar al pue
mejor intención del mundo. blo y el conjunto en que el pueblo debe ser soberano. Pero no
”Yo siento un gran afecto por Paul Déroüléde, que ha con nos detengamos en esto. Sin duda, me preguntaría usted si el
quistado toda mi amistad en nuestra común prisión. Su bon pueblo de 1852 no se equivocó en grande cuando adoptó con el
dad como hombre privado, su generosidad como hombre pú segundo .de los Bonaparte esa política italiana y alemana de
blico, su valentía, su elocuencia, su audacia, le han conquista las nacionalidades que nos condujo a Sedán. Tampoco me de
do adhesiones y admiraciones. ¡Fuerzas santas, preciosas a la tengo en esto.
Patria! ¿Por qué las emplea él contra la conveniencia nacional? i "Porque es bien claro, en efecto: l.°, que un dictador ele
”Yo me imagino a un Déroüléde monárquico,"Déroüléde pa gido en plebiscito decidiría lo mismo sobre el conjunto que so
rangonando la Monarquía con la República ante el Tribunal bre el detalle, y 2.“, que no es menos claro que eso de la infali-
236 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA jS CON M. ANDRÉ BUFFET 237
bilidad del pueblo es una quimera absurda que no puede acepíf iArior, ni política exterior. E l presidente, como buen candidato,
tar ningún hombre serio. Vamos derechamente a lo esencial*) evita el mostrar en nada la menor preferencia, por temor a
Yo doy por sentado que el dictador es un hombre de bien, un® enajenarse en su reelección el menor grupo de electores. El
desdichado fluctúa; ya no dirige.
Dérouléde. Acaba de ser elegido. ¿Cuál será su política? Si''
sueña en su reelección, le interesa convertirse en servidor del " Y aun, y durante mucho tiempo, los Estados Unidos, ais
las pasiones populares y de los errores de la mayoría. Pero, lados al otro lado del planeta, no conocerán ninguna de las pesá
si no piensa en ella, se expone a que lo sustituya cualquiera que 'í is das obligaciones políticas que pesan sobre los pueblos europeos 2.
sepa adular errores y pasiones, ordinariamente dueños del pue- * * ¡Pero Francia! Sus intereses, lo mismo dentro que fuera, exigen
blo soberano. Si piensa en ello, pierde al país.JT si no, pierde el máximo de estabilidad, de continuidad y, a un tiempo mismo,
el poder, y unos competidores indignos se encargarán de con - de valentía, de iniciativa. Pues esta iniciativa y esté espíritu
sumar, cuando se haya ido, la pérdida de la patria. Su patrio ■i de conservación requieren por igual un poder director constante.
tismo le obligará, pues, a un golpe de Estado, y, si no lo da, Toda interrupción y todo corte serían funestos. So pretexto
faltará a sus deberes para con la patria, pero, dándolo, pro de acabar con la anarquía parlamentaria y de restaurar el
bará que la violencia y la perturbación revolucionarias entran . orden, Paul Dérouléde llevaría la anarquía al grado máximo y
en la lógica absoluta del régimen plebiscitario. convertiría el desorden en una institución.
”Me da pena que Dérouléde se pierda en unos sueños tan
— Por lo demás— insiste M. Buffet— , si Dérouléde es de- mal fundados y, sobre todo, me da pena el que un hombre que
rouledista, porque no se puede plebiscitar más que a él, y si sirve a Francia con toda su alma la sirva tan mal.’’
Francia tiene que hacerse derouledista como él, ¿qué 3erá de Generosas y conformes al puro espíritu caballeresco, estas •
la nación cuando Dérouléde desaparezca? Muerto él, el régi lamentaciones sobre la suerte de M. Dérouléde me parecieron
men se para... Pero ¿y Francia? E l derouledismo no responde desproporcionadas al asunto, y bruscamente di a entender a
a esta cuestión, presente de continuo en la mente de un monár M. Andró Buffet el sentimiento que me inspiraban:
quico, que puede gritar siempre, en cambio: E l Rey ha muerto; — Deje usted, deje usted, interrumpo— . Su Dérouléde es un
¡V iva el R ey! elemento divisor.
”L a República de Dérouléde sería necesariamente, no por — Se equivoca usted: el elemento divisor no es Dérouléde,
culpa de las personas, sino de las instituciones, una República sino la República, a la que él se aferra obstinadamente.
empeorada1. ’’Dérouléde sufre, como todos los republicanos, la inelucta
’’Como nuestro amigo M. Frédéric Amouretti ha hecho no ble, la cruel ley republicana, que es la ley del exclusivismo. La
tar muchas veces, la crisis electoral de la Presidencia causa,
cada cuatro años, en los Estados Unidos, un período de iner
2. L a evolución am ericana h a resu ltad o m ás rá p id a de lo que pen
cia cuya duración varía entre doce y dieciocho meses. ¡Doce
sab an los m onárquicos franceses. A si es como hemos podido v er modi
o dieciocho meses de impotencia periódica por cuatro años de ficarse los fenóm enos propios del régim en electivo. Como brillantes hechos
ejercicio' presidencial! Imaginaos nuestra Exposición de 1900 de g u e rra h ab ían valido en 1396 a Mr. Roosevgjt una brillan te populari
dad, los políticos lo relegaron a la vicepresidencia de la Unión. E l ase
repitiéifdose cada cuatro años. Todo se para; ni política inte-
sinato del presidente Mac Kinley le devolvió la presidencia por u n a espe
cie de principio hereditario. L uego lo reeligieron. A hora acab a de cons
X. E n el texto fran cés, la p alab ra empirée (em peorada) perm ite ha titu irse en g ra n elector de Mr. T aft. U na especie de C ésar sobrepóne-
cer, aun -con la p ro testa de no q u erer hacerlo, u n retru écan o a b ase de se a las instituciones republicanas en el mismo in sta n te en que A m érica
em pire (imperio), oportuno a l tr a ta r de Dérouléde, que coincidía con los empieza a a d q u irir el aspecto de E stad o político completo en el mundo.
partidarios del im perio b o n a p a rtista en la fórmula del plebiscito. (Nota E ste sincronism o confirm a con h a rta claridad n u e stra s ideas p a ra que
del T.) h a g a falta in sistir en ello. (N ota de 190S.)
*I
i ít
*
238 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 239
sufre como los cuerpos obedecen a la fuerza de la atracció I qo? y que él me hizo bromeando con reticencias y reservas
su voluntad no puede resistir a ella. líticas: — “E s muy comprometido— me decía— , comprometi-
”Y o comprendo su apasionamiento de monárquico, pe imo, esto que estoy haciendo.” — E n ■broma, en broma— le
¿cómo es que los mejores amigos de Dérouléde, que son repu ntesté— acaba usted de darme la verdadera fórmula del re
blicanos^ echan en cara a este hombre, cuyo carácter y cuy men que ustedes nos prometen. Si yo necesitara una cerilla,
patriotismo no se discuten, que carece de clarividencia y d ' hasta un cigarro, se lo pediría a usted sin tantos miramien-
espíritu político ? ¿ Por qué se califica de increíble esa carta a .os, y aun si lo que le pidiera fuese su voto o su apoyo para
Georges Thiébaud ?” 1. ’onseguir el bien público, tampoco me sentiría comprometido
— Pía humillado al candidato que patrocinaba— interrumpo én lo más mínimo. Esta es la diferencia que hay entre nosotros,
yo— , H a pretendido servirse de un hombre inteligente y enér ríos monárquicos, que no podemos sentirnos comprometidos por
gico como de un peón para el juego de damas de su política. nada ni por nadie, y ustedes, republicanos, que se sienten com
¿ Y para obtener qué?: el más completo de los fracasos elec prometidos por todo y que a menudo hasta temen serlo por
torales. ‘.una nonada.
— Este es el reproche de los amigos de Thiébaud, pero a t*. ’’Pero es que esta desconfianza no es ninguna novedad,
mi entender no tienen razón. Lo que Dérouléde ha hecho, lo han sino una necesidad republicana que, bajo la República, se ha
hecho antes todos los republicanos y lo harán todos aún en el „ dado en todo tiempo. ¿Quiere usted que se lo demuestre con
porvenir. Dérouléde, una vez situado en el plano republicano, -unas anécdotas más o menos personales? Hace unos quince
no podía moverse de otro modo. Dérouléde no dependía de sí | ;; años, un subprefecto de Mirecourt fué dimitido por el delito de
• mismo, bino del espíritu republicano; su política se desenvuelve, haber estrechado la mano a uno de mis hermanos al encon-
pues, normalmente y acabará siendo, usted lo verá, cada vez s trarlo en la calle. Otro subprefecto de Mirecourt se hizo excu
más “particularista”, ya que la República no puede ser otra * sar discretamente cerca de mi padre, que era senador, por no
cosa que el gobierno de una secta, de un partido, y que to haberle visitado (visita que, por lo demás, es una obligación
do republicano se ve constreñido, si sus intenciones no han1' de los funcionarios administrativos para con los miembros de
de resultar sospechosas, a precauciones, a exclusiones y a las asambleas, en virtud de unos reglamentos que siguen vigen
protestas de desconfianza. tes, pero que nadie observa). Según él, había pedido permiso al
’’M ire: estos días pasados me venía a la memoria un re ministro para hacer la visita, y como respuesta recibió la prohi
cuerdo de prisión al releer la fam osa carta de Dérouléde a bición de hacerla, acompañada de severas observaciones acer
Thiébaud. Unos días después de haber venido a constituirse ca de lo inconveniente de su petición. E n 1885, y siendo can
prisionero, me tropecé en un pasillo a Marcel Habert, al que didato en los Vosgos, fui, acompañado de mi amigo y compa
acompañaba su abogado M. Chenu. A l verme, me preguntó si ñero de lista M. Bouloumié, a casa de un elector influyente del
podía darle una cerilla; petición sencillísima e inocentísima distrito de Neufcháteau que era republicano. E l recibimiento
que nos hizo, si bien correcto en la forma, en el fondo fué m ás
1. V éase L e Drapeav. de 22 de julio de 1900. E n e s ta c arta, D érou
léde hab lab a como un psjncipe: "...Seguid, a p e sa r de todo. To acepto bien frío; no nos ocultó que no obtendríamos nunca sus votos.
toda mi p a rte de responsabilidad en e sta cam paña. U sted no la h a que* ¿ Y sabe usted qué pasó?: pues que el desgraciado fué denun
rid o : yo soy quien se la pidió. Si sale derrotado, no se rá usted el ven- * ciado por haber recibido nuestra visita; él ¡no era funcionario,
cido, sino yo.” E n el mismo documento se leían, adem ás estas, p a la b ra s:
"Q uería yo tam bién aprovecharm e de e sta c ircu n sta n cia electoral p a ra pero -tenía un sobrino-nieto en el Registro de Marsella y ¡cuál
se p a ra r claram en te a los nacionalistas republicanos de todos esos na- • no sería mi sorpresa al recibir dos meses después una «a rta
cionalistas sin epíteto que creen poder o c u lta r b ajo e s ta expresión ta n
flj firmafHsima en que me comunicaba las amenazas que el G o
dem ocrática y ta n c la ra sus secretas aspiraciones m onárquicas." (N ota
de 1909.} bierno había hecho a su sobrino y me pedía que le diese un
240 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON M. ANDRÉ BUFFET 241
certificado de que nos había recibido muy mal! E l inciden, ”Y a veo que me he ido un poco lejos de Dérouléde, que era
te me resultó tan original, que me interesé en la cosa y obre quien usted me preguntaba. Dérouléde, nacionalista, se
no dudé en enviarle, con objeto de hacerle el favor que m e obligado a defenderse de toda alianza nacional, caso natural
pedía, una carta escrita en términos muy vivos, en que le d y fatal en un republicano. H oy pone él la República por enci
cía que no me podía explicar su petición después de las inso ma de todo. ;M ejor! Porque, en adelante, seremos sólo los mon
lentas maneras que había empleado con nosotros, que él se ha" árquicos quienes digamos: “Ante todo, Francia” y quienes con
bía conducido con nosotros como un hombre perfectamente mal' juremos a todos los partidos nacionales a unirse en contra del
educado y que no cabía pedir un certificado a quien había des ^extranjero. Cada vez será más exacto lo que usted ha dicho:
pedido de su casa. Supongo fundadamente que el buen hombre que sólo nosotros representamos el nacionalismo integral.
quedó contento, porque no oí hablar más de él. Tal es la des
confianza de los republicanos entre sí.
»Nacionalistas y antisemitas: Drumont, Thiébaud, Barres
”¿Y cuál es la razón de esto ? Pues que un republicano no pue
de creer en el republicanismo de su vecino en el que no ve “Pero esta gran oposición nacionalista ¿resultará tan derro
— y tal vez con ello se juzga él a sí mismo— más que una si chadora como la República parlamentaria? Y tantos talen
mulación. B ajo otros gobiernos, los funcionarios sostenían las tos de primer orden ¿se verán condenados a desaparecer antes
mejores y más correctas relaciones personales con los más de de que Francia los utilice ?
cididos adversarios del régimen. Pero hoy, si no quiere resul ’’Aquí tenemos a Drumont. Drumont es uno de los hom-
tar sospechoso, hace falta que el republicano, y sobre todo el •bres que mayor influencia habrán ejercido en su época. El
neorepublicano, haya dado prendas de cierta especie, haya co cuarto de siglo que .va de 1886,.fecha de la aparición de La
metido algún acto que lo enajene por completo a los otros Francia judía, a 1909 le pertenece. Y no está acabado, ade
partidos.” más, el período. E n esta incubación del antisemitismo, en la
— Pero— pregunto yo— ¿qué acto, qué prenda le bastarán? que ciertamente no han escaseado las brutalidades, los errores
— Permítame usted que le conteste con un nuevo recuerdo. de detalle, las exageraciones, las cóleras y las crueldades ge
Y o he luchado mucho en provincias; los parisienses no cono nerosas, Drumont ha sabido dar vida a una gran idea. Los de
cen lo bastante el verdadero rostro de la República en pro talles se olvidan, pero la abstracción dura en el alma del pue
vincias, que es todavía menos agradable que el otro: enséñe blo y la idea antisemita fué arrojada en ella con decisión.
selo usted. E n 1889, un elector conservador, pero de opiniones ’’Pero, siendo, como es, tan osado por naturaleza, ¿por qué
republicanas, vino a verme y me expresó con gran franqueza Drumont no se atreve ni a estudiar siquiera, ni a mencionar,
cuánto sentía no poder votar por mí. — Llámese usted republi nuestra solución monárquica del antisemitismo? E l señor du
cano— me dijo— y somos muchos los que, tras esta declaración, que de Orleans ha contestado siempre con franqueza, y a me
podríamos votarle. — Pero si yo no soy republicano. — Lláme nudo con vehemencia, a las preguntas que La Libre Parole
selo usted de todos modos. — Yo no hago esto; no diré nunca acostumbra a hacer, al revés de Dérouléde, que guarda un si
más que lo que pienso, y, aunque así no fuera, se equivoca usted lencio excesivamente prudente. U n patriota como Drumont, o
figurándose que, si lo dijese, me creerían. N o me bastaría con jomo ese Jules Guérin, a quien yo envío desde aquí un recuer
decirlo, sino que necesitaría demostrarlo, cometer alguna infa do de simpatía y de admiración, deberían darse cuenta de que
mia que me cerrara para siempre la puerta de otros medios. sólo la nación organizada puede arreglar las cuentas a los ju
¿ E s esto lo que me aconseja usted que haga? N o, ¿verdadf díos. Y la nación organizada es la Monarquía.
Entonces déjeme usted que me quede lamentándome de no po
d er tener su voto. ’’A quí tenemos a Thiébaud. Espíritu claro, aunque un poco
242 encuesta s o b r e l a m o n a r q u ía CON M. ANDRÉ BUFFET 243
caprichoso, palabra enérgica, impetuosa, cálida, acaso sea, coa que distintos. Estos cambios de personal no me interesan. U n
su concisión y su ardor totalmente romanos, el primer pole monárquico no piensa más que' en la patria, es decir, en el
mista político de nuestro tiempo. ¿ Cree usted que tan hermo interés más general, y este interés sólo lo representa bien
sos dones hayafi dado un resultado digno de ellos?” un rey.
— ¡E l boulangismo es su obra!— contesto yo.
— Y o he sido antiboulangista, muy antiboulangista— con f ; ”¡ Y Barres! Huelga el elogio del escritor, y, a mayor abun
testa M. André Buffet— , y sigo siéndolo. Como soy monárqui damiento, el hombre es amigo de usted. E n su magnífico Appel
co, me horroriza la dictadura personal. Con todo, el boulangismo m soldat inserta unas palabras que un publicista de extrema
fué, prescindiendo de detalles, la afirmación popular de la ne derecha no contradiría, pero que también podría firmar uno
cesidad de un jefe, la declaración de los derechos del pueblo a de extrema izquierda: tan por igual concretan las dolencias del
ser guiado, la manifestación del deseo, de la necesidad y el país y el remedio a que éste secretamente aspira:
gusto autoritario de los franceses. ”Francia— dice— pasará del antiguo liberalismo a un protec
’’¡Sentimiento innegable! ¿ Y cómo Thiébaud no verá que cionismo general que su instinto de enfermo reclama.
sólo 1% herencia monárquica es capaz de dar a este sentimien ’’Nadie ha definido mejor la crisis que atravesamos y el
to una forma concreta y sólida? A él le gusta hablar de las sentido en que es muy probable que pudiera resolverse. Pero,
federaciones y de la anarquía célticas, que, según él, reapare planteado así el problema y con la solución indicada, más las
cieron bajo fo rm ^ feudal después c¡ue la invasión de los bár ideas harto conocidas del autor de los Déracinés sobre la des
baros acabó con la administración romana. Y observa cómo centralización, me sería facilísimo deducir de su fórmula, con
hoy reaparecen bajo forma parlamentaria, judía y protestan rigor matemático, la fórmula de la Monarquía nacional y de
te: verdadero feudalismo eclesiástico. Sí, buen número de pe mostrar sin dificultad ninguna que sólo ésta corresponde a
queñas fuerzas que se dibujaban ya a fines del siglo xvi están aquélla.
corroyendo la unidad moral y política de nuestro país. ¡ Y Thié ’’Pero la inteligencia de Maurice Barres es demasiado des
baud no se decide a aplicar a este mal antiguo el antiguo re pierta para que haga falta explicarle nada y demasiado patrio
medio que por dos veces lo curó: nuestra Monarquía capeta ta para que pueda no rendirse a las evidentes necesidades del
de los Felipe-Augusto y los Enrique I V ! bien público. ¡ Y Maurice Barres no duda; sin vacilación nin
’’¿Qué invoca él contra la oligarquía? L a democracia. Pero guna se aparta de la idea de Monarquía!
la democracia pura es un poder completamente negativo. No ”Se lo confieso a usted: esto es mi escándalo y mi pasmo.
es capaz más que de destruir: por ejemplo, agotar nuestros La Historia futura no podrá explicarse todas estas compli
recursos económicos tras haber debilitado nuestra fuerza polí caciones.
tica. E l hombre que se convierta en leal servidor de la demo
cracia, la perderá y, juntamente con ella, se perderá él con el Los republicanos moderados: M. Méline, los melinistas y mon-
país. sieur Rambaud.
’’Todo lo que puede lograrse contra la oligarquía reinante
es, y ello a costa de un espantoso derroche de esfuerzos y a, ”E n el grupo oportunista hay, sin duda, odiosos bandidos
través de dificultades infinitas, promover un personal nuevo, dignos de castigo; ¿pero cree usted que el sector que se llama
una nueva oligarquía de gentes menos averiadas que nuestros republicano moderado no representa importantes fuerzas fran
déspotas contemporáneos. Pero, suponiendo que durara, puede cesas ?
apostarse que no tardaría mucho en sufrir las consecuencias de ”Y o he coir.batido siempre en nuestra común provincia a
los mismos males, o que daría lugar a otros equivalentes, aun M. Méline y a sus amigos de la pléyade vosguiana, MM. Krantz
244 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
CON M. ANDRÉ BUFFET 245
C O N E L C O N D E D E L U R -S A L U C E S
Me despido de M. Buffet y me alejo preocupado por una
coincidencia: aquel joven nacionalista de los suburbios, cuya
curiosa frase sobre la Francia “amiga de la mano dura” había
yo citado a M. André Buffet, este joven, digo, que acababa de
convertirse a la Monarquía, me había formulado en muchas
o me pareció que tenía que esperar a terminar mis con
ocasiones e r mismo pensamiento de M. Buffet padre en térmi
nos más crudos: N ferencias con M. André Buffet para ir a visitar a su compa
ñero de lucha y de destierro. Gustábame, por el contrario, com
"Si la Monarquía es o no posible en Francia, yo no lo sé. Yo no partir entre el jefe del gabinete político del señor duque de
sé más que una cosa: que sin la Monarquía estamos reventados." • ’ Orleans y el jefe de los Comités monárquicos del Suroeste
* todas mis horas de discusión y de investigación política, y, así,
N i M. Buffet padre, ni M. B uffet hijo dijeron esta malso la luz de las palabras que recogía se doblaba para mí. L a ma
nante palabra. Malsonante, pero fuerte. A l bajar de la frente ñana o la tarde transcurrían generalmente en Faubourg Saint-
de los sabios al ardiente tumulto de las muchedifmbres, ciertas Gilles, pero, por la noche, me subía por unas amplias y nuevas
verdades adquieren pronto peso, volumen y energía. Sólo así
avenidas al barrio llamado de Leopoldo, hasta el domicilio del
pueden actuar sobre la realidad.
conde Eugqne de Lur-Saluces. También aquí frondosos árbo
¡Ojalá nuestras verdades se realicen l o ‘antes posible! Por
les se alzan en ramilletes por entre las masas de piedra azul
que son la última esperanza de la p a tria 1.
y de ladrillo rojo. Frescos jardines y grandes parques avizó-
ranse al extremo de las veredas y despliegan una frondosidad
1. P erm ítasen o s' reco rd ar aquí que el him no de los “Camelots du RqjT
en 1909 empieza a d a r satisfacció n p arcial a este voto de 1900. L a ver verdosa sobre el horizonte. También aquí, traspuesto el dintel,
d ad b aja de la fre n te de los sabios a este cuplé relativo a la Repú el visitante francés advierte en la disposición, en la forma y
b lica :
«k
en la atmósfera de todas las cosas un sentimiento y un gusto
E t V o n s ’ en /... que no son belgas.
E t Von s ’ en /...
Aunque ligados por una amistad fuerte y estrecha y vi
viendo en una intimidad casi diaria, pocos hombres presenta
rán un contraste más claro que estos dos monárquicos unidos
por la misma suerte. N o se parecen ni por fuera ni por den
tro, tan cierto es que la Monarquía francesa concilia todas las
variedades del temperamento nacional.
Viendo a M. Buffet ir y venir tempestuosamente, lanzarse
sobre las objeciones y llevarse por delante las opiniones ajenas
como si fueran reductos, se le confiaría de buen grado el man
do de un regimiento: el Regimiento de la Gascuña o del Lan-
250 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
CON E L CONDE DE LUR-SALUCES 251
guedoc. Tiene el tono y el aire de un militar nacido en e!
cubrimientos, porque, ateos o místicos, siguen de ordinario un
Sur del Loire. Pero, como ya es sabido, es de los Vosgos y
método realista directamente inspirado en la experiencia.
abogado. En cambio, M. de Lur-Saluces, jefe de escuadrón re-
L a vida militar no da un cuadro completo de la vida de un
tirado 1, tiene el porte de un filósofo y, aunque es meridional,
pueblo, pero en todo momento despierta una idea exacta de la
o tal vez precisamente por ser del Mediodía, de Montesquieu,
misma. D a de ella una imagen sumaria, un resumen vigoroso,
es un filósofo silencioso y concentrado. Sin melancolía ni tris
significativo y elocuente; adquiérese en ella el sentido adivi
teza, pero sin vanos ensueños, es un contemplativo y parece nador del orden y de sus medios más seguros. Todo lo esen
siempre absorbido por algún problema. cial, y sólo lo esencial, del mecanismo de las sociedades se
Pero habla sin ambages y con precisión. Los monárquicos hace sensible en el movimiento y, con m ás razón, en el ma
de la Gironda recuerdan la vigorosa y sabia campaña que tuvo nejo de las tropas armadas. Como a ojos vistas, se perciben
como resultado el segundo pacto de Burdeos. Los lectores del los porqués y los cómos, a poco que uno se aplique a ello con
Reveil Français saben que escribe con elegancia, pureza y vigor. espíritu de continuidad y de meditación. N a d a faltaba a M. de
L o mismo escribiendo que hablando, M. de Saluces sugiere Saluces para llegar a ser un excelente teorizador político; el
más que dice, reserva más que indica. Con todo, si se le trata, rigor de sus teorías se templaba anticipadamente tanto por su
pronto se advierte que las artes le son familiares y las cien gusto de la acción real como por sus curiosidades y sus lecturas.
cias le están abiertas. Apenas hay un museo de Europa, desde
Atenas y Constantinopla hasta Londres y Amberes, que no Libros en corto número, pero escogidos y reveladores, apa
haya visitado y profundizado al detalle. Otro tanto hay que recen esparcidos en el salón en que M. de Saluces me recibe
decir de las bibliotecas. Le gustan los libros, creo que todos, en la planta b a ja del hotelito que ocupa desde hace cinco me
pero sobre todo los de Historia. En Historia su gusto es apa ses. Entre montones de revistas y algunos números de L a Libre
sionado y su saber erudito, pero saber agradable y sin, osten Parole, veo La reforma intelectual y moral de Francia entre
tación ni aparato. Si hoy es la esperanza de cuantos soñamos abierta; se la ve abundantemente señalada y tiene los már
en una Monarquía protectora de toda cultura sup*erior, acaso genes llenos de notas a lápiz; este diálogo entre Ernest Renán
en tiempos menos agitados que los nuestros M. de Saluces hu y el conde de Lur-Saluces no carecerá de interés. A l lado, la
biera sido un simple curioso, un puro aficionado de las cosas Introducción al positivismo, del jesuíta Grüber, y el Auguste
bellas. Comte conservador, de Léon Kuhn. Estas obras de libre y pro
Pero no. Aparte la Estética, otro demonio lo posee y en fana especulación se codean con otrco volúmenes más peque
todo tiempo lo hubiese influido : es la carerra militar y la vida ños— éstos, más al alcance de la mano— , que, por su formato y
de oficial; fueron ellas las que movieron su inteligencia a sus encuadernación, denuncian la literatura sagrada: me salta a
investigaciones de filosofía política. Este caso resulta menos los ojos el título de una Imitación de Jesucristo, recordán
excepcional de lo que podría creerse. M. de W ollm ar en A le dome que mi interlocutor es un creyente firmísimo al mismo
mania, D ragom iroff en Rusia y, entre nosotros, el marqués tiempo que el espíritu más libre, aquel, entre todos los mon
de la Tour du Pin L a Char ce se han visto arrastrados por el árquicos, con el que los gentiles del nacionalismo y del so
ejercicio y el hábito de la profesión militar, casi tanto como por cialismo se entienden mejor.
su íntima afición, a meditar sobre los principios y las leyes E n fin, un Código administrativo y político de Bélgica y
de la organización, en los que a menudo hacen interesantes des- una copiosísima encuesta sobre E l estado independiente del
Congo demuestran que el desterrado emplea su duro ocio en
X. Salió de la E sc u e la M ilitar a los veinte años p a ra la cam p añ a de ponerse al corriente de las prácticas de sus huéspedes, nuestros
1870. Tomó p arte, e n tre otras, en la b ata lla de Coulmiers. vecinos.
252 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON EL CONDE DE LUR-SALUCES 253
L a conversación con M. de Saluces adquirió, como era na ender forzar a un país a que reviviera su vida al revés. N o cabe
tural, un sesgo muy distinto del que tuvo la sostenida con, etener la evolución de un pueblo, lo mismo que no es posible
M. Buffet. Con este último mantuve el más vivaz y pintoresco detener la de vm cuerpo vivo : el papel del poder es el de regula
de los diálogos, y culpa mía es si los lectores no lo han per-, rizarla y dirigirla sin coartarla, de modo que resulte fecunda.
cibido. Aquí, en cambio, tuve una exposición precisa, concre ’’Este sería el papel de la Monarquía. E l rey tendría que
ta y encadenada como un teorema. Mi interlocutor salía al paso • onvertirse en el iniciador y director necesario de profundas re
de todas mis preguntas. Las preveía y las contestaba, en cier-' formas que la salvación de nuestro país exige imperiosamente.
to modo, como desde tiempo inmemorial, tal como pueden serlo
las relaciones esenciales de las ideas y de las cosas. E l sistema
form aba un bloque, pero un bloque jaspeado y matizado con , LA B A S E D E T O D A R E F O R M A
extrema finura.
He aquí él amplio cuadro de historia política cuyas primi "Tenemos que recobrarnos de un gran atraso de rutina, de
cias gocé al preguntar a M. de Saluces qué es lo que era_, exac error y de anarquía. Desde hace cien años no se ha empren
ta. y esencialmente, la Monarquía. dido seria y metódicamente reforma alguna. ¿ Y por qué? Pues
porque el país, durante este período, no ha tenido una base
fija. U n a transformación feliz y duradera no se produce más
que contando con algún punto de apoyo que no cambie. Me
N A T U R A L E Z A D E L A M O N A R Q U ÍA
cánicos ingeniosos podrán haber procurado corregir tal ele
mento defectuoso, pero, en cuanto ponían la mano en él, se des
“Sin duda, se cae en infinitos errores al discurrir sobre la
plazaban y alteraban lo mismo los otros elementos del sistema;
naturaleza de la Monarquía. Para algunos pobres de espíritu,
por consiguiente, la reforma intentada no tenía otro resultado
volver a la Monarquía consiste simplemente en instalar en el
que el de extender un desorden al que precisamente se quería
Elíseo a la persona del rey. Sustituyen a M. Loubet con Fe
poner fin.
lipe V m atribuyéndole poco más o menos las mismas fun
”L a Monarquía es un centro fijo. N o cabe compararla me
ciones.
jor que a uno de estos pivotes que, sin ser inmóviles, no se mue
’’Otros hacen a la Monarquía una injuria más grosera
ven de su sitio mientras que el resto del aparato se mueve.
aún: le confían la custodia de una caja de caudales, la suya.
Cuando hayamos restablecido el pivote, la antigua evolución
E l rey es, para ellos, el patrono y garante supremo de la Bolsa.
regular y feliz podrá reanudarse.
Con este título lo invocan, a voz más bien baja, por miedo de
”— Todos juntos, y cuando queráis reanudaremos el gran
atraer la curiosidad de los socialistas...
movimiento de 1789.” Esta invitación del conde de Chambord
’’Otros, en fin, y son tal vez los más, conciben la Mon
a Francia me parece trazar el programa de la Monarquía fu
arquía como un salto atrás, como una galvanización de ins
tura.
tituciones caducas, como una resurrección pura y simple del
’’P or lo demás, bien se ve que, frente a la situación actual,
pasado.
la idea de que ha habido una equivocación, de que la revo
’’Pero nada de esto es cierto. Por una parte, Francia no ne
lución ha arrastrado al país a un camino equivocado y que
cesita para nada un rey inoperante. P o r otra, necesita algo
hace falta volver al punto de partida, p ara rectificar el error,
más que un simple gendarme. Defensor natural de todo interés
se abre más paso cada día entre una multitud de buenos espí
legítimo, un rey de Francia tiene deberes superiores.
ritus exentos de todo prejuicio.
”Su papel no puede consistir en intentar la absurda obra,
”¿No ha sido esta idea, o por lo menos algo parecido, la que
que sería desastrosa si no fuera imposible, consistente en pre-
254 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON EL CONDE DE LUR-SALUCES 255
él toda la autoridad, ya que las tres cosas van juntas: autori ’’Desde hace cien años, el poder central se halla en la si
dad, libertad y responsabilidad son términos que representan, tuación de un atleta que levanta'un peso muy fuerte y que lo
los diferentes aspectos de una realidad, las diversas relacio sostiene a brazo alzado hasta el momento en que, fallándole los
nes de una misma idea. músculos, vese obligado a dejarlo caer. E l poder central ha de
”L a antigua Monarquía tuvo excusa en buscar en la cen-.' jado caer a menudo su carga. Esto ha ocurrido, hasta 1870,
tralización una fuerza que creyó indispensable para luchar con- - cada quince o dieciocho años, y, desde que estamos bajo la R e
tra la poderosa Casa de Austria en el exterior y, en el inte pública, ocurre cada ocho o nueve meses. N o son ya revolu
rior, contra las facciones políticas y religiosas que destrozaban ciones, sino simples caídas de Ministerio. Estos reiterados
al país. Pero la Monarquía se dió perfecta cuenta de que ha cambios dentro del régimen actual parecen menos importan
bía ido demasiado lejos en este camino; el rey Luis X V I juzgó tes y menos trágicos que antaño, en razón de que el ser que
necesario descargar al poder real de una parte de las responsa sostiene el peso de las responsabilidades es ficticio e imper
bilidades que lo aplastaban y pretendió hacer revivir antiguos sonal, lo que equivale a decir que sus responsabilidades son
organismos que tendían a atrofiarse, de modo que pudiera ilusorias y que, de hecho, estamos viviendo en pura anarquía.
transmitirles, con una parte de responsabilidad, la parte corres "Parece que hasta aquí no nos hayamos dado bien cuenta
pondiente de autoridad y de libertad. N o hay duda de que, al de los términos del problema que hay que resolver. Ora so pre
provocar la reunión de la Asam blea de los notables, su obje texto de defender la libertad, ora para devolver al país la se
tivo era hacer revivir las antiguas provincias y devolverles guridad y el orden, lo único que se ha hecho ha sido complicar
su función de antaño en el gobierno del país. de una manera más o menos hábil los engranajes del poder
”:En la descripción, tan llena de encantos y de finas y pro central, y a con el designio de entorpecer su acción, ya, por el
fundas observaciones, que M. Maurice Barres nos ha hecho del contrario, buscando el hacerla más eficaz, y así es como,
V alle del Mosela, no ha dejado de hacer notar los indicios que en estado de perpetua inestabilidad, no acabamos de oscilar
halló en Lorena de este ensayo de reconstitución. “Saint-Phlin entre la anarquía y la tiranía. N o se ha comprendido que im
podría añadir— dice— que las ideas nacionales tuvieron un in portaba menos el desplegar talentos de sutil relojero en la
tento de reanimación de 1786 a 1789: esta pequeña nación mal confección del mecanismo del poder central, que el descargar
informada esperó un gobierno indígena por medio de una asam lo del formidable peso de responsabilidades que, de todos mo
blea 'provincial” (L ’Appel au soldat). dos, era el único en llevar y bajo el que acababa siempre por
sucumbir. N o se ha visto que era preciso dejarle la parte que
le correspondía y repartir el resto sobre otros hombros... H ay
L A C E N T R A L IZ A C IÓ N , E N E M IG A D E L P O D E R C E N T R A L que tener bien en cuenta que la duración del antiguo régimen
debióse a la descentralización: el feudalismo; los municipios,
’’Cuando la revolución pudo operar las reformas necesarias, luego; después, las corporaciones religiosas, obreras y de otras
por el contrario, agravó el mal haciendo desaparecer los últi clases, las universidades y los parlamentos fueron otros tan
mos vestigios de la organización— provincias, asociaciones, et tos organismos medianeros entre el poder central y el indi
cétera— , confiscando en provecho del poder central toda auto viduo y que tenían su parte de responsabilidad y de libertad.
ridad y libertad, pero asumiendo por esto mismo toda la res ”Se dirá, sin duda, que quiero volver a un orden de cosas
ponsabilidad, con lo que la revolución debilitó el poder central, hoy desaparecido. H ay que anticiparse a las objeciones, incluso
lejos de fortificarlo. Aquel funesto presente fué la causa de la a las más tontas. E s indiscutible que las antiguas institucio
inestabilidad de que ha sufrido el poder central durante el nes tuvieron antaño su razón de ser; desempeñaron entonces
siglo XIX. un papel útil, por cuanto correspondían a las condiciones de la
17
258 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON EL CONDE DE LUR-SALUCES 259
existencia social y a las ideas y las necesidades del tiempo, | deben funcionar bajo una vigilancia más que bajo una direc
Pero no porque una cosa haya funcionado bien una vez, hay i ción y dar la medida de su utilidad y su actividad bienhechoras
que querer restablecerla. N o hay fusil que haya proporcionado más por los resultados que de ellos se obtengan que por su do
más victorias que el fusil de piedra, y, a pesar de ello, no se ^ cilidad y su ciega sumisión a las circulares emanadas de arri
le ocurrirá a nadie dárselo a la infantería francesa y quitarle. ba. Y o estimo que la solución del problema de la alianza de
sus Lebels. Pero hará falta, en cambio, dejarle un fusil, y de ’ la autoridad y la libertad debe buscarse en este equitativo re
análogo modo es menester dejar que, en lugar de los antiguos ; parto de las responsabilidades. Se sorprenderá usted tal vez
organismos que facilitaron la descentralización, se formen otros si le digo que he sacado esta concepción del estado político
adecuados a las necesidades actuales y que la faciliten a su y social de un país de mis experiencias militares. ¡T an cierto es
vez. que el mismo Ejército, elemento centralizador y centralizado
por excelencia, puede suscitar, desde ciertos puntos de vista,
la idea clara de la descentralización!
C E N T R A L IZ A C IÓ N M IL IT A R “¿Cuál es el Ejército en donde la autoridad tiene más
fuerza o es menos discutida? Sin duda, el ejército prusiano.
’’Nótese, con todo, que en la antigua organización había un ¡Pues bien!: estudie usted los principios sobre los que se
grave elemento de desorden. Cada uno de estos organismos par basa su admirable organización y se convencerá de que este
ticulares (señor feudal, municipio, corporación y hasta aba Ejército tan fuerte y tan disciplinado es el más descentrali
día) disponía en cierta medida de fuerza militar, de lo que se zado de todos. Su cuerpo de oficiales es, en cierto modo, autó
derivaban guerras interiores harto frecuentes. nomo y se í'ecluta a sí mismo, y, a mayor abundamiento, en
”L a fuerza militar debe hallarse enteramente en manos todos los grados del mando, cada oficial tiene su parte de res
del soberano: hay en esto un género de responsabilidad que él ponsabilidad con la parte correspondiente de autoridad e ini
tiene que reservarse. Tiene que conservar bajo su sola auto ciativa, palabra que en el lenguaje militar sustituye la de li
ridad el ejército del país. Sólo él tendrá la iniciativa del em bertad. Si no temiera alargar desmesuradamente esta conver
pleo que debe dársele. E n realidad, como los alemanes dicen, sación, me sería fácil mostrar con ejemplos el equilibrio, la
“el rey debe ser el jefe de guerra”. E l Ejército es entre sus fuerza y, al mismo tiempo, la elasticidad que da a las institu
manos como una potente espada con la que protege al país ciones militares de Prusia la aplicación de semejante principio.
del enemigo de fuera y defiende en el interior los derechos y A h ora se han decidido, en una medida harto restringida toda
la libertad de todos. vía, a introducirlo en el Ejército francés, y, ciertamente, esta es
la más fecunda de todas las imitaciones que nos hemos creído
en el caso de hacer de nuestros vecinos desde 1870. U n simple
D E S C E N T R A L IZ A C IÓ N P A R A LO D E M A S capitán es responsable de su compañía y de su escuadrón. Lo
administra y lo instruye según sus ideas: lo único que se le
’’Exceptuado el orden militar, todos los grados de todos los pide es el buen resultado. Y o sé muy bien, por experiencia,
órdenes de la jerarquía política, administrativa, jurídica y ci hasta qué punto semejante sistema desarrolla en los oficiales
vil deben descentralizarse, es decir, implicar una cierta suma el espíritu de iniciativa. Igualmente fortalece entre la tropa la
de libertad (con relación al poder), de autoridad (con relación disciplina y el espíritu de cuerpo.
al público) y de responsabilidad (con relación a uno y otro). ”¿ Y por qué este sistema, que resulta excelente en la vida
’’Los diversos órganos, de creación más o menos espon militar, no iba a ampliarse a los servicios públicos? Cuando las
tánea, que se escalonen entre el poder central y los individuos responsabilidades estuvieran m ejor establecidas, la autoridad
260 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON EL CONDE DE LUR-SALUCES 261
se haría más activa, de lo que se seguirían, de modo espontá de la vieja ortopedia. L a Monarquía francesa será menos ti
neo, no pocos progresos: nuestros engranajes mejorarían con morata.
una simplificación que todas las Comisiones parlamentarias del
mundo y todos los Gabinetes ministeriales no pueden ni ima ’’H ay que suprimir los departamentos, porque casi ninguno
ginar. responde a nada real. Play que substituirlos con regiones mu
’’Tomemos por ejemplo la Universidad. ¿N o cree usted que cho más vastas. N o faltarán tontos que digan que pretendemos
le interesaría mucho verse emancipada de la tutela adminis resucitar las antiguas provincias. Cierto es que, si en algún
trativa, recobrar su autonomía y hasta dejar crecer a su lado sitio los intereses antiguos y los nuevos coinciden, donde la
otras Universidades con derechos equivalentes a los suyos, es forma del territorio, la ley de las relaciones y el trazado de
decir, otros tantos organismos con la responsabilidad de la los caminos producen un conjunto que coincida con la delimita
instrucción en Francia, con la libertad de escoger sus progra ción del antiguo régimen, no habría razón para oponerse por
mas y sus métodos y la autoridad necesaria para imponerlos e ningún apriorismo a esta concordancia histórica. Si todavía
imponer las sanciones que hicieran falta? existen una Bretaña, una Provenza, una Borgoña y una Ñ or-
rnandía, trataremos a estas provincias lo mismo que a las
otras reconociendo su existencia, ya que ¿a qué razón violar,
A B O L IC IO N D E R E G L A M E N T A C IO N E S Y S E C C IO N A - en su daño, el derecho natural?
M IE N T O S .— D E S T R U C C IO N E S N E C E S A R IA S ’’Pero, cuando se presente el caso, nos atendremos a lo con
trario; estamos dispuestísimos a ello. Los ferrocarriles han
”A1 mismo tiempo que se acabe con la reglamentación uni creado naturalmente nuevos centros, nuevas regiones; y cien
forme, brutal y anónima y que se la sustituya por un juego de años de rebeldía sistemática contra la naturaleza de las cosas
libertades, de autoridad y de responsabilidades vivas, habrá habrán servido por lo menos para enseñar a Francia que no
que librar a Francia del seccionamiento contra natura que en se debe mutilar la realidad. L a sumisión a las realidades que
torpece sus movimientos. ¡Fuera la cuadrícula arbitraria y si comprueban la estadística y la geografía se impone a cual
métrica! Lo vivo no es simétrico; lo natural es siempre va quier política tradicional y, por consiguiente, a la monárqui
riado. Por lo demás, esta variedad y esta carencia de sime ca. Esta destruirá lo artificial, lo ficticio, y resucitará lo natural
tría no excluyen el orden: pruébalo la misma naturaleza, en y lo eterno.
que tan admirablemente se muestra. Si una mujer se ahoga, el
primer cuidado del médico es aflojarle el corsé; rigurosamen
te enconsertada por las instituciones consulares, Francia ne L A S C O M A R C A S D E F R A N C IA
cesita poder respirar. Pues las instituciones de la Corona sig
nifican el rompimiento de este aparato compresivo. Sustitui ”A1 libertar, por segunda vez, los municipios, al constituir
rán las circunscripciones arbitrarias con circunscripciones na grandes regiones, la Monarquía tampoco podrá desdeñar estas
turales, aquellas que marcan la naturaleza del país y el carácter naturales y admirables subdivisiones de las provincias, que
permanente de sus moradores. constituían antaño las comarcas y que han sobrevivido más o
’’H ay muchos descentralizadores que sólo piensan en aumen menos en todas partes: Quercy, Limagne, Agenais, Médoc, B i-
tar el poder de los prefectos, sin imponer a éstos el menor gorre, Armagnac, etc. Me dice usted que un geógrafo de gran
aumento de responsabilidad. Otros no tienden más que a ha distinción, que, por lo demás, es enemigo nuestro en política,
cer desaparecer aquí y allá pequeños órganos de transmisión M. Foncin, inspector general de la Universidad, ha hecho una
que juzgan inútiles, dejando, en cambio, subsistir el mecanismo ardida e ingeniosa defensa de la división por comarcas; él
262 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON EL CONDE DE LUR-SALUCES 263
podrá defenderse y hacer todas las reservas que quiera, pero tapete verde y que forjan en el papel y de prim era intención,
lo que en este sentido enseña M. Foncin va directamente con casi en sus menores detalles, la Constitución destinada a hacer
tra la destructora obra revolucionaria. la eterna felicidad del país. M ejor nos representamos esta
’’Opone al compás democrático e igualitario del Consulado, obra como la de un soberano que sigue atentamente y a diario
la constitución real de la patria, que es exactamente lo que nos el trabajo espontáneo de las fuerzas del país y, a medida que
otros hacemos por nuestro lado. P o r consiguiente, de corazón ve crearse y tomar consistencia a los nuevos organismos, les
y de pensamiento, ya que no de voluntad, M. Foncin está con va entregando poco a poco su parte de autoridad, de liber
nosotros. Está con nosotros a pesar suyo; en cambio, a nos tad y de responsabilidad, limitándose desde aquel momento a
otros no nos cuesta nada darle nuestra aprobación: los monár vigilar el uso que de ellas hacen y a corregir los descarríos
quicos consideramos como una obligación y un placer el no posibles.
distinguir a los hombres por el color de sus ideas; aplaudimos
a todos los buenos servidores del país, y donde vemos el mérito
LA S A S O C IA C IO N E S
allí vamos a buscarlo. Como ha dicho el señor duque de Or-
leans en su discurso de Y ork House: “Todo lo nacional es
”Se ha dicho a menudo que al francés le importa mucho
nuestro; no tenemos por qué temer ningún concurso, cualquie
más la igualdad que la libertad, y yo no creo que se le pueda
ra que sea el punto del horizonte de donde venga."
Inferir mayor injuria. Si no gusta o no aprecia la libertad,
’’Una Francia así dividida naturalmente, tendría unos ad
tal vez no sea más que por temor de la responsabilidad, senti
ministradores designados naturalmente tanto a la elección del
miento que no es muy atractivo, por cierto.
soberano como a la del sufragio popular. Según observaba el
Y , con todo, es muy excusable. E n el estado de aislamiento
constituyente Thouret, “un plan de división de un gran impe
a que le reduce el individualismo revolucionario, se siente de
rio equivale casi por sí solo a una Constitución.” Los intereses
masiado perdido en medio de los hombres y demasiado débil
de cada región tendrían más fuerza que las intrigas de una
para asumir ninguna responsabilidad seria. P a ra devolverle
Corte o que los caprichos de un pueblo. Ellos designarían sus
la afición a responder de sí mismo, hay que poner a su dis
representantes útiles y sus delegados competentes. Pero la res
posición una fuerza poderosa y yo creo que la asociación pue
ponsabilidad inherente al cargo de cada uno, una vez bien
de darle una fuerza de esta clase. Cuanto más libertad y, por
definida, permitiría que los abusos y las culpas fuesen repri
consiguiente, más poder se dé a las asociaciones, más pro
midos con certeza y rigor tanto por parte del pueblo como por
babilidades tendrá la iniciativa del ciudadano de desenvolverse
parte del rey.
y afinarse. De este modo “la constitución voluntaria y regula
da de corporaciones libres se convertiría en uno de los ele
mentos más poderosos de orden y armonía social". E sta obser
M E T Ó D IC A P R U D E N C IA E N L A S M U T A C IO N E S
vación es del conde de Chambord, el cual añadía: “ Los corpo
raciones podrían tener parte en la organización del Municipio
’’Esto quiere decir que los nuevos organismos que deben
y ser una de las bases del sufragio.” Fíjese usted en que estas
crearse no han de nacer de la improvisación de un decreto,
instrucciones del conde de Chambord datan del 20 de abril
sino que han de ser obra de las fuerzas vivas del país, vuel
de 1865. Todos los franceses reformadores y los que fingen
tas a su libertad de acción, de tal modo que la función venga
serlo, incluidos M. Waldeck-Rousseau en sus Cuestiones so
. por sí misma a crear el órgano. De modo que la obra de un
ciales y su joven secretario, M. J. Paul-Boncour1, en su Fede-
Gobierno reformador no se concibe como se concibe la de una
asamblea de políticos trascendentes reunidos alrededor de un 1. M. P aul-B o n co u r h a publicado después, en colaboración co n el
264 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CON EL CONDE DE LUR-SALUCES 265
ralismo económico, plagian antiguas concepciones del conde un hombre haya podido hacer de útil no muere con él, sino que
de Chambord. N o ha habido príncipe peor conocido que éste: se transmite con la sangre y el nombre a su descendencia. E l
pasó por un anticuado y se anticipaba en cuarenta años a fruto de antiguos esfuerzos, unido al esfuerzo actual, hace
sus contemporáneos. éste más eficaz y afortunado, de lo que se deriva para el bien
’’Nadie puede olvidar tampoco que el conde de París hizo público un gran provecho. Todas las cosas adquieren así un
de la asociación el objeto de sus meditaciones preferidas. Re gran aire de solidez y de fuerza. L a tradición viva se convier
cuerde usted sus trabajos sobre la libertad de asociación y las te entonces, según la bella expresión de un gran escritor mon
Trade Union inglesas. También él se anticipaba a su tiempo. árquico, M. Paul Bourget, en “ese genio de la perduración que
P o r lo que hace al señor duque de Orleans, en varias circuns asienta lo que es sobre todo lo que fué” . En otros términos:
tancias, y sobre todo en su último discurso de York House, ha lo mismo que en la caída de los cuerpos, se produce una adi
afirmado la completa conformidad de sus ideas con las de sus ción creciente, una aceleración continua. Las fuerzas reunidas
augustos predecesores, ¡Qué lúcida previsión la de todos estos en un instante dado se aumentan con todas las fuerzas acumu
príncipes de la Casa de Francia! Estaban designados para ladas durante los instantes que lo precedieron.
volver a ser los padres de la patria. Su pensamiento se iba ’’P a ra hacer sensible la bienhechora acción de la transmi
naturalmente a las cuestiones más delicadas, aun antes de sión hereditaria, echad cuenta de lo que ocurre cuando llega a
plantearse en el espíritu público. faltar: los cuerpos políticos pasan de un período de actividad
a una crisis de esterilidad. Como en el ingenioso mecanismo
da Atwood, una vez quitado este acelerador, el movimiento, de
R E O R G A N IZ A C IÓ N D E L A S F A M IL IA S F R A N C E S A S acelerado que era, se hace uniforme, es decir, una simple ma
nifestación de la inercia: la pieza motriz podría continuar
”En el orden natural (que yo llamo plan divino), la fami su curso durante eternidades, que este tiempo infinito no aña
lia es la primera entre todas las asociaciones, la más directa, diría para nada el menor átomo de energía a su movimiento
la menos artificial y la que menos depende del capricho de los que duraría y se desarrollaría sin ganar nada.
hombres. Con todo, la fam ilia francesa ha sufrido mucho del ”E n el principio de transmisión hereditaria hay un ele
régimen anárquico que la Revolución le asignara, y la misma mento de aceleración metódica que permite a las fuerzas hu
Francia ha sufrido mucho por falta de una buena constitución manas producir, sin desperdiciar nada, sus mayores resulta
de la familia. L a Corona restablecerá necesariamente en ella dos. Francia sería insensata si no supiese añadir a su trabajo
el triple uso de la libertad, la autoridad y la responsabilidad, actual todo el esfuerzo capitalizado de los franceses de antaño.
sin el que nuestra estirpe está amenazada de caer en una te E s menester que las familias vuelvan a ser aptas para merecer
rrible debilitación. y desmerecer lo mismo que los individuos.
L A S F A M IL IA S Y L A T R A D IC IÓ N
L A IG U A L D A D E N F R A N C IA
M i querido Maurras:
"®pÉ
274 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
LA ENCUESTA
SOBRE LA MONARQUÍA
(LAS RESPUESTAS)
E l segundo libro de la “Encuesta", en su primitiva edición, Se cometió alegrem ente la torpeza ca
p ita l de som eter a la m asa la cuestión
tenía, los siguientes epígrafes que reproducimos como otros que es m enos capaz de resolver: la cues
tantos documentos útiles para indicar Ja orientación de la tión de la fo rm a de gobierno y la elección
obra. de soberano. El párvulo de diez años a
quien im prudentem ente se habían concedi
do los derechos de la m ayoría de edad,
“Vuelvo a a b rir mi c a rta p a ra felicitar a usted por los comienzos empezó a h a c e r tonterías. ¿Quién podía
d e la E ncuesta. ¡E sto es a lta política! No s a b rá usted n u n c a lo que sorprenderse? Se le pedía discernim iento
fué el conde de P aria y qué rey h u b iera sido. E l principe no tuvo
ta n to s adversarios m ás que a causa de su superioridad. Se le calumnió a esa tu rh a que en un día mismo es ca
sistem áticam en te como se calum nia hoy al duque de O rleans, como se paz de m o strarse sensible al c h a rlatan is
calum nió a L uis X VI, como se calum nió a L uis X V III y después a m o m ás grosero y acoger to n tam en te todas
C arlos X y después al conde de Chambord.
"No hem os defendido lo bastante a nuestros príncipes. Usted lo hace, la s calum nias. P en sab an que u n a nación
y hace usted) m u y bien.” puede e sta r d o tad a de un cerebro perm a
(C arta de P aul B ourget al a u to r de la E ncuesta, de 1.® de agosto n e n te sin u n a dinastía. D e aquí u n a la
d e 1900.)
m entable dism inución de la razón cen tral:
A xiom a elem ental de la sociología e s tá tic a : la sociedad hum ana se el “sensoi-ium com m une” de la nación quedó
compone de fam ilias y no de individuos. reducido a casi nada.
A uguste Comte Con preciosas cualidades de valor, de
generosidad, de elevación, la m ejor dota
E l principio de la elección aplicado a todo, es falso: F ran cia se
d a de las naciones, si h a dejado reb ajar
desen g añ ará de él.
dem asiado su centro de gravedad intelec
B alzac
tu a l y m oral, vive teniendo sus destinos
¿C reerá usted que en la fiebre de los prim eros dias me sentí casi pendientes del capricho de u n a opinión me
legitim ista y que todavía m e siento m uy ten tad o de declararm e ta l si se d ia inferior a los alcances del soberano
m e dem uestra bien que la trasm isión h e red itaria del poder es él único m ás m ediocre llam ado a l trono por el azar
m edio de escapar al cesarism o, consecuencia fa ta l de la democracia
ta l como se la entiende en F ran cia? de la herencia.
R enán R enán (D iscurso de la A cadem ia, 1889.)
(C arta de 14 de enero de 1852 sobre el golpe de E stado.)
L a M onarquía nos m u e stra “u na nación concentrada en un individuo
o, si se prefiere, en u n a fam ilia y alcanzando por este medio el m ás L a Encuesta sobre la Monarquía comprende dos partes dis
a lto grado de conciencia nacional, y a ' que ning u n a conciencia puede
ig u alarse a la que dim ana de un cerebro”. tintas \
R enán (Diálogos filosóficos)
I
Y allí, en el caos de la s razas - m ezcladas y de las sociedades que
cru jían , hubo un hom bre que por s u ascendiente supo reu n ir alrededor
de él un grupo de fieles, a rro ja r a los extran jero s, dom eñar a los m alhe E n la parte primera, se plantea y se resuelve esta pre
chores, restablecer la seguridad, re s ta u ra r la ag ricu ltu ra, fu n d ar la
p a tr ia y que tran sm itió como una propiedad, a su s descendientes su gunta :
oficio de "Ju sticia” h ered itario y de general nato. E n v irtu d de esta de
legación perm anente, queda su straíd o a las com petencias un g ra n — ¿Qué es la Monarquía?
oficio público, vinculado en u n a fam ilia y secuestrado en u n as m anos
seg u ras; en adelante, la nación poseerá un centro vivo y cada derecho L a cuestión, de importancia demasiado grande para dejar
h a lla rá un protector visible.
la abandonada al juicio particular, ha sido sometida a los dos
T a in e (Orígenes de la F rancia contem poránea)
L a unidad nacional se m a n ten d rá merced a la h erencia de la función 1. L a publicación de la E n cu esta sobre la M onarquía en la Ga-
suprem a... . ze tte de France se escalona de fines de julio a m ediados de noviem
L a función del jefe del E stad o es h ered ita ria de varón a varón por
orden de prim ogenitura. b re de 1900.
L ouis V buillot
278 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA LAS RESPUESTAS 279
franceses que, por sus funciones, y asimismo por su condición Concepción reform adora: “Reformar para conservar; es todo
de proscritos, ocupan los primeros puestos cerca del jefe de mi programa.” Concepción nacionalista: el príncipe recuerda so
la Casa de Francia.-Condenados a diez años de destierro por un bre este punto su defensa del Ejército francés “contra el cosmo
tribunal compuesto de masones, de judíos y de protestantes, politismo judío y francmasón". Concepción de la autoridad:
André Buffet y Lur-Saluces merecieron esta pena, con el ho aquí denuncia la insuficiencia de un “poder débil". Concepción
nor que comporta, por su fidelidad a la causa de la Monarquía. de respeto a todos los intereses y todos los derechos: anuncia
Interrogados ambos acerca de cómo conciben la naturaleza una política decididamente, francamente descentralizadora.
de una monarquía nacional, contestaron con dos series de res
puestas de una absoluta concordancia.
L a Monarquía ha de ser fuerte. m
Su fuerza es, pues, incompatible con las intromisiones del
parlamentarismo, que rechazará necesariamente, y, libre de A sí precisada, por esta carta del señor duque de Orleans, la
ellas, podrá emprender las reformas que la nación ha reclamado esencia de la Monarquía, restábanos a nosotros el presentar a
en vano, durante treinta años, de sus pretendidos mandatarios los buenos franceses una monarquía en tales términos definida.
en el orden político y en el económico. Entonces yo he formulado esta pregunta: La institución de una
¿Qué reformas serán éstas? monarquía tradicional, hereditaria, antiparlamentaria y descen
Como el Estado habrá recobrado la fuerza que le es propia, tralizada, ¿es o no de salud publica?
el ciudadano tendrá que recobrar la suya. E l Estado volverá Hubiéramos podido buscar la respuesta por nuestras solas
a ser libre en su área: habrá que hacer que el ciudadano lo fuerzas, con un análisis profundo de la situación en que Fran
sea en la que le corresponde. cia se debate. Hubiéramos podido también recurrir al buen
L a descentralización y la libertad de asociación son la con sentido de cualquiera. Pero nos ha parecido m ejor ser fieles al
dición indispensable de las libertades civiles, sin las que no método de las autoridades y de las competencias técnicas. Para
puede haber vida, ni mucho menos vida próspera, para una na resolver un problema de matemática, se recurre a los matemáti
ción. Tanto según M. Buffet como según el conde de Lur-Sa- cos; a los químicos, para esclarecer una cuestión de química; a
luces, la Monarquía tradicional y hereditaria será antiparla los médicos, para los asuntos de higiene y de medicina. Tratá
mentaria y descentralizada, y mis interlocutores me hacían base en nuestro caso de la más difícil de las cuestiones políticas,
palpar con la mano cómo la descentralización y la elimi y, en consecuencia, nos hemos dirigido en primer lugar a los es
nación de los excesos del Parlamento son imposibles sin la pecialistas de la investigación o de la ciencia política, a aque
Monarquía hereditaria y tradicional. llos que han meditado el problema nacionalista francés, no co
mo funcionarios, no como candidatos, sino como filósofos e in
n vestigadores independientes. E l principio de la división del tra
bajo nos ordenaba proceder de este modo. Sin acepción de si
A l testimonio de los dos jefes realistas, avalorado con la au tuación o de edad, todo espíritu libre que se h a distinguido en
toridad matemática de la razón, quiso el jefe de la Casa de Fran esta área del pensamiento ha sido solicitado p ara que nos expu
cia añadir la consagración de sus reales palabras: en efecto, siera su punto de vista personal, cualquiera que éste fuese.
el señor duque de Orleans me escribió el 18 de agosto, desde Porque, si bien es cierto que el sentimiento impetuoso, ciego,
Mañenbad, esa admirable carta sobre “la unidad profunda de magnífico, se nos aparece como el creador necesario de todos
la concepción realista” tal como queda patente desde las pri los impulsos fuertes de la Historia, la dirección de esta misma
m eras páginas de la Encuesta. fuerza corresponde a la inteligencia. Nunca será excesiva la
280 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA LAS RESPUESTAS 281
minuciosidad que pongamos al consultar a los pensadores desta Spinoza, perseguía en la meditación de áridos problemas un re
cados en tan alta esfera, porque sus experiencias tienen un precio fugio contra el am or), un pequeño tratado de veinte páginas
incalculable. Pero, al mismo tiempo, nos hubiera parecido mal titulado Du gouvemement modeme, que, desconocido durante
desdeñar el criterio de los artistas y los poetas, y a él reser mucho tiempo, acaba de ser lanzado al público. E n la Grande
vamos una parte importante. Son ellos la voz de la nación. La Revue de 1 de diciembre de 1900, M. de Lovenjoul, que poseía el
vivacidad del instinto ilumina la inteligencia: ¿quién podría de manuscrito, ha dado la primera edición del tratado en cuestión.
cir el valor de las intuiciones de un Forain, por ejemplo? Cuantos lean sus páginas tendrán que admirar la previsión y la
E l eminente autor de los Ensayos de psicología contempo sabiduría de aquel espíritu altamente deductivo que en ellas
ránea, M. Paul Bourget, de la Academia Francesa, ha sido el campean. Y los lectores de nuestra Encuesta reconocerán la
primero en contestarme; su carta es del 19 de agosto. L a se exactitud con que habíamos espigado, en este o en aquel pasa
gunda respuesta es de M. Maurice Barrés. Sucesivamente fue je, estas lecciones de Balzac que nos eran totalmente descono
ron contestando los señores Hugues Rebell, Gustave Boucher, cidas.
Henri Vaugeois, Lucien Moreau, Charles Le Goffic, Henri Bor Balzac escribe sobre el individualismo lo siguiente: “Hacer
deaux, Jacques Bainville, Jules Caplain-Cortambert, Lionel des depender de cada uno la base de la seguridad, no es un proce
Rieux, Louis Dimier, Léon de Montesquiou, Eugène Ledrain, dimiento tan discreto como hacer depender la base de la seguri
Sully Prudhomme, Copin-Albancelli, Albert Jacquin, Albert A r- dad de las instituciones." Y sobre el parlamentarismo, que él
navielle, Forain y Frédéric Amouretti. llama ministerialismo constitucional, dice: “E l ministerialismo
Amigos o adversarios, cada uno ha expuesto su punto de constitucional no se librará jam ás de este dilema, cruel para
vista; a éste sigue el nuestro. U n solo favor solicitamos del quienes esperan de él frutos muy distintos: O la nación se verá
público, nuestro juez común: y es su atención continuada. T rá sometida durante largo tiempo al despotismo de un hombre de
tase nada menos que de la salvación de la patria.IV talento y volverá a encontrarse con la autoridad de un monar
ca bajo otra forma, pero sin ninguna de las ventajas que su
pone la herencia; serán casos de fortuna insólita que ella pagará
IV periódicamente. O, por el contrario, cambiará de ministros a
menudo, en cuyo caso será materialmente imposible que pros
pere, porque no hay nada peor en administración que el cambio
N o pocos hechos nacionales e internacionales, políticos, mili
de sistemas. Y sabido es que cada ministro tiene su plan, y el
tares, económicos, se han producido al tiempo que trazábamos el
más mediocre no renunciará a crear el suyo, bueno o malo. Ade
libro segundo de la Encuesta sobre la Monarquía. ¡ Y ni uno
más, no es posible que un ministro efímero se dedique a la vez
sólo ha dejado de confirmar alguna de nuestras conclusiones!
a las intrigas necesarias para sostenerse y a los asuntos del
Si no he de malgastar tiempo mostrando por ello sorpresa al
Estado. Llega al poder de paso, lanza un empréstito para salir
guna, es que necesariamente tenía que ser así y siempre ocurri
de apuros, acrecienta la deuda y a menudo se va cuando empie
rá lo mismo y nada tiene que sorprendernos en este sentido.
Lo maravilloso, lo sorprendente, es que uno de los muertos ilus za a saber algo de la ciencia de gobernar...”
Coincidencias de pensamiento como esta tienen el mayor
tres cuya autoridad se ha invocado aquí haya escogido este mo
valor para nosotros que apenas nos hemos propuesto aquí otra
mento para dejar la tumba y venir a ratificar no sólo lo que
cosa que condensar la experiencia y el pensamiento de las más
hemos escrito apoyándonos en él, sino las deducciones que ha
claras inteligencias. Que nuestros conciudadanos saquen de ellos
bíamos sacado de su obra.
Honoré de Balzac escribió, en setiembre de 1832, en Aix-Ies- el mayor provecho posible.
DE LA ACADEMIA FRANCESA
resado de ellos. Hubiera sido una suerte de locura en mí el no actividad sostenida. ¿Qué más nos dice la Ciencia? Que otra de las
leyes del desenvolvimiento de la vida es la selección , es decir, la
pedir la opinión, o por lo menos el consejo y las indicaciones, de
herencia fija. ¿ Qué hay de más contrario a este principio, en el
M. Paul Bourget. Nuestra Encuesta ha ido a buscarlo al extran
orden social, que la igualdad ? ¿ Qué más nos dice la Ciencia ? Que
jero. La respuesta nos llega de Inglaterra.
uno de los factores más poderosos de la personalidad humana es
la raza, esta energía acumulada por nuestros antepasados, por
Douvres, 19 agosto 1900.
esos muertos que— empleando la lúcida imagen de M. de Vogüé—
Mi querido amigo: diríamos que hablan en nosotros. N ada más opuesto a este princi
Me pide V. mi impresión sobre la encuesta que ha publicado en pio que la fórmula de los Derechos del hombre que coloca como
la G azette de France. N o creo que pueda haber dos opiniones sobre primer elemento del problema gubernamental al hombre en sí, la
este interesante trabajo. Se puede aceptar o rechazar sus ideas más vacía, la más irreal de las abstracciones... Sería facilísimo pro
— ya sabe V. que, por lo que a mí hace, estoy ganado por ellas des seguir esta serie de comparaciones demostrando sin dificultad que
de hace mucho tiempo— , pero es imposible no reconocer la fuerza el ideal democrático no es, ni en conjunto ni en detalle, más que
de pensamiento político que MM. André Buffet y de Lur-Saluees un resumen de errores, todos igualmente groseros. Ensáyese una
han puesto de manifiesto al exponérselas a usted. Dichos señores se crítica análoga sobre la fórmula monárquica. ¿Qué hallamos en
han mostrado como perfectos conocedores de la Francia contempo tonces? Limitándonos a los tres puntos que acabamos de enunciar,
ránea, al mismo tiempo que como teorizantes de primer orden, como ¿qué es la vinculación del poder real en una misma familia sino
realistas con una doctrina: la clara doctrina de conservación y de la garantía de continuidad 9 ¿ Qué representan la nobleza abier
reparación que se desprende, con precisión idéntica, de los tratados ta— como lo fué siempre— , las promociones aristocráticas del anti
de Bonald y de los estudios de costumbres de Balzac, de las mono guo régimen, más que la selección organizada? ¿Qué significa la
grafías de Le Play y de la vasta obra histórica de Taine, los ma apelación a la ra za ? Y así en todo lo demás.
yores genios de filosofía social en la Francia del siglo XIX, que— los Esta armonía de la doctrina monárquica con las verdades es
cuatro a la vez— coinciden en idéntica conclusión definitivamente tablecidas hoy por la Ciencia es uno de los hechos tranquilizadores
condenatoria de los falsos dogmas del 89. de la triste época que atravesamos. Está tan preñado de conse
Si yo tuviera que señalar una distintiva característica de esta cuencias como lo estuvo antaño la armonía de la forma republi
encuesta, diría que su rasgo saliente es éste: el empleo de los bue cana con la filosofía de Rousseau. E l que un hombre como Taine
nos métodos intelectuales que usaron también los cuatro ad haya llegado, sólo por el estudio de los documentos y con una
versarios de la Revolución que acabo de citar. Ello demuestra una psicología estrictamente experimental, a una visión de la Revolución
vez más esta verdad que espero ha de sentar algún día un talento idéntica a la de Bonald, es, en la historia de la conciencia france
tan vigoroso como el de usted, esto es: que la solución monárquica sa, un acontecimiento enorme cuyo alcance comienza a manifes
es la única que se arm oniza con las enseñanzas m ás recientes de la tarse. Estamos viendo crecer a nuestro alrededor una generación
Ciencia. Es muy de notar, ciertamente, el que todas las hipótesis aleccionada por la Historia y que va buscando la vitalidad na
en que se ha basado la Revolución resulten absolutamente contra cional donde ella está: en la Francia m ás profunda. Esta genera
dictorias de las realidades que nuestra filosofía de la naturaleza, ción debe forzosamente llegar a lo que usted ha llamado, con pre
apoyada en la experiencia, nos señala hoy como las leyes más proba cisa expresión, el nacionalismo integral, es decir, a la Monarquía.
bles de la salud pública. Citemos sólo algunos ejemplos de evidencia E ra muy útil el demostrar a aquellos de entre estos jóvenes—los
absoluta. La Ciencia nos muestra, como una de las leyes más cons obreros del mañana— , todavía vacilantes, que el programa de la
tantemente comprobadas, que todo desarrollo de la vida se hace por restauración monárquica es el más amplio, el de más sólidas ba
continuidad. Aplicando este principio a lo que ya Rivarol llamaba ses, el más inteligente de cuantos se ofrecen hoy a los buenos fran
el Cuerpo social, se verá que es exactamente el reverso de la me ceses. Esto es lo que debemos a MM. André Buffet y de Lur-Salu-
dalla de esa ley del número o, para expresarse en lenguaje electoral, ces y a usted. Permítame que lo felicite por ello y que me repita
de la soberanía del pueblo, que coloca el origen del poder en la ma suyo afectísimo compañero,
yoría presente y, por tanto, impide necesariamente al país toda P aul bourget
9
286 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M . PAUL BOURGET 28T
Semejante c a rta 1 no debería desmerecer con ningún co os halláis encaminados de este modo hacia la Monarquía, no
mentario, pero, así y todo, resulta difícil prescindir de subra podéis torceros hacia el liberalismo, hacia el democratismo o
yar su serena audacia. sus sucedáneos. Lo exige la lógica. H ay que atenerse a ésta y
S i las armonías del régimen monárquico y de la ciencia no llegar hasta donde nos lleve. Raza, selección, continuidad; estas
han sido jamás puestas de relieve con tanta fuerza, tampoco ideas redentoras, lógica y racionalmente ordenadas, exigen la
nunca se ha puesto de manifiesto'con tanta sencillez un desdén reconstitución, la restauración y la reorganización completa de
tan perfecto a los diversos prejuicios que llenan las mentes Francia.
francesas. M. Paul Bourget prepara un tratado completo del Con sólo unas palabras de tono sencillísimo y de acento dis
Error francés. E n él quedarán al desnudo las causas intelec creto, ¡qué carnicería hace M. Paul Bourget en el principio
tuales de nuestra degeneración moral y física. Las líneas que igualitario! Pero no es M. P au l Bourget quien habla. Es la irre
acabamos de leer hacen presentir la obra m agistral; serán tam sistible necesidad científica lo que se expresa por su boca. E l loco
bién el breviario de cuantos son monárquicos por razón y por iluminismo de las gentes del Terror, decía: ¡L a fraternidad o la
reflexión. muerte! L a ciencia política plantea un dilema un poco diferente,
L a necesidad de la Monarquía se demuestra como un teore pero certísimo, cuando dice al pueblo: ¡L a desigualdad o la de
ma. Una vez sentada como postulado la voluntad de conservar cadencia, la desigualdad o la anarquía, la desigualdad o la
nuestra patria francesa, todo se encadena, todo se deduce en un muerte!
movimiento irrefrenable. L a fantasía, las preferencias propias, Los pueblos escogerán, pero, para el que tenga una voluntad
no pueden tener parte en ello: si os habéis resuelto a ser pa de vivir, la elección está ya hecha. N o pueden escoger a capri
triotas, tendréis, necesariamente, que ser monárquicos. Pero si cho y tienen, o que someterse a unas leyes inexorables, o dimitir
de toda voluntad de perduración.
1. Son de n o ta r en el lenguaje de M. P a u l B ourget algunas expre Se podrán eludir o disimular estas leyes profundas de la po
siones da esa filosofía o rg an icísta que se e sfu erza en m ezclar la lítica natural; pero no se puede desvirtuarlas en sí mismas ni
ciencia social con la biología, filosofía que nosotros combatim os en sí
ocultarlas a la mirada tranquila y penetrante de un analista
m ism a cuando es m anifiesta. Aquí no la recusam os, porque, a nuestro
entender—y las subsiguientes obras de M. P a u l B ourget lo com prueban—, como M. Paul Bourget. M. P au l Bourget sabe que “el ideal de
en la c a rta que acabam os de tran sc rib ir cam pea m ucho m ás un voca mocrático” es falso, no en sus detalles y sus accidentes, sino en
bulario o rg an icísta que u n organicism o efectivo. L as analogías de la
sociedad y de los organism os hum anos son lo b a sta n te fu ertes p a ra su principio y en su esencia. U n a democracia es necesariamente
que resulte legítim a la aproxim ación de estos dos órdenes de cosas en amorfa y atómica, o deja de ser una democracia. U n a democra
la expresión. Con todo, es preciso n o ta r que, en el com entario que si- cia no se organiza, porque la idea de organización, en cualquier
gue, y haciendo n u e stra s todas la s conclusiones de M. P a u l Bourget,
hem os reem plazado, con el fin de m otivar cad a u n a de ellas, la m e grado que sea, excluye, también en cualquier grado, la idea de
tá fo ra fisiológica de aquél con consideraciones de orden histórico y igualdad: organizar es diferenciar y es, en consecuencia, esta
de orden m oral. Como no hem os cam biado n i u n a sola p a la b ra de es blecer grados y jerarqu ías1. Ningún orden puede ser igua
te texto, que d a ta y a de nueve años, nuestros lectores podrán darse
cu en ta de la continuidad de n uestro pensam iento que algunos de n u es litario, como no sea en los tipos más humildes y más primarios
tro s contradictores h a n puesto en duda. de la vida política, en sociedades muy pobres y limpias de toda
A propósito de n u estro pretendido organicism o, consúltese la rev ista complejidad.
L ’A ction Française, de 15 de mayo de 1908: “U n a g reso r”. Sobre la
evolución filosófica de M. P a u l B ourget a este propósito y sobre el E n un Estado poderoso, vasto, rico y complejo como el nues
g rad o de im p o rtan cia que él concede al vocabulario biológico, debe tro, es indiscutible que cada uno de sus componentes ha de go-
leerse su prefacio a la te rc e ra edición de los L im ite s de ta biologie del
profesor G rasset. M. P a u l B ourget h a recogido este prefacio en su
libro Sociologie e t L itté ra tu re : “De la v raie m éthode scientifique”. (N ota 1, E s te p u n to fu é exam inado por mi en u n a serie de artículos d e
de 1909.) - la G azette de F rance que L ’A ctio n F rançaise reprodujo m ás ta rd e con.
el titu lo : “Le dossier d’une discussion”. (N ota de 1909.)
'í!
zar de la mayor cantidad posible de derechos, pero nadie pue por otra nobleza, verdaderamente salida de las entrañas de la
de hacer que tales derechos sean iguales cuando corresponden nación.
a situaciones naturalmente distintas. De consiguiente, cuando Las costumbres, si bien debilitadas por las instituciones,
la ley proclama esta igualdad, la ley miente, y, como los hechos han reaccionado como han podido contra la igualdad democrá
cotidianos ponen en evidencia esta mentira y hacen que el ciu tica. Sería ridículo pretender que nuestras costumbres son de
dadano pierda el respeto que debería tener al régimen po mocráticas. P o r el contrario, cualquier observador atento verá
lítico de su país, en lógica consecuencia, el ciudadano va cayen cómo las diferencias de clase se marcan y se acentúan en Fran
do poco a poco en un estado de espíritu permanente de anar cia de día en día. Los socialistas se dan cuenta de ello. Y no
quía y de insurrección. se privan de decirlo. M. Ernest Lavisse ha registrado el he
L a Monarquía, como la Ciencia, es realista. N o se paga de cho. M. Paul Bourget, en su novela E l lujo de los demás, se
palabras. Ve las cosas como son y toma en cuenta aun las más ha entretenido en describir las numerosas capas que encierra
pequeñas. Si la democracia fuese, como suele decirse, un hecho en sí un pequeño grupo de la burguesía parisiense. M ejor que
económico, y si existiera realmente un estado democrático de la nadie sabe él que la democracia no es más que una palabra ve
sociedad, la Monarquía, como la Ciencia, tendría en cuenta esta nenosa, representada por un sistema político contra natu^h.
realidad escrupulosamente. Pero la democracia, como ya hemos He aquí el enemigo: un tal sistema político. N o hay duda
dicho, no es más que una mentira. Lo que existe en Francia de que la República es la más visible consecuencia del mismo.
desde la funesta declaración de los derechos del hombre es un Pero, si se respetara la democracia, se dejarían vivas todas
estado de espíritu democrático, verdadero nido de groseros erro las raíces del sentimiento republicano. L a República no tar
res. Asimismo, desde la Constitución del año V III, hay un con daría en reaparecer y la fuerza francesa en debilitarse y ago
junto de instituciones tendentes a realizar este estado de espí tarse. E l mal es la democracia. L a democracia es la muerte.
ritu democrático, nido de desventuras, causa de ruinas. Estas Tenía que ser un maestro de la ciencia política quien nos pre
instituciones “criminales”, según la exacta definición de Bourget, caviera contra toda complacencia con ella. Demos las gracias
procuran desde hace cien años debilitar, porque no pueden des a P au l Bourget por el eminente servicio que de este modo ha
truirlas totalmente, la familia, la asociación, el municipio, la hecho a la causa de la Corana nacional. N o s ha hecho ver que
provincia y, en una palabra, todo cuanto ayuda y hace fuerte en ella está la salvación, precisamente porque ella significa
al individuo, todo cuanto no limita al ciudadano a un liviano de la oposición radical a la democracia, al m al y a la muerte.
recho personal. Poco después de haber aparecido su magnífica carta, el
Cada una de las debilidades de la Francia moderna se de jefe de la Casa de Francia felicitaba por ella a M. Paul Bourget
riva de esas instituciones como de su causa primera. A ellas se en otra de la que destacamos las siguientes líneas:
debe la importancia del estado judío entre nosotros. A ellas la “Como dice usted muy bien, la ciencia histórica y natural
de la comunidad protestante. A ellas la fuerza de nuestros me- y la doctrina monárquica están de perfecto acuerdo. L a de
tecos cosmopolitas. A ellas también la hegemonía del Estado mostración que usted hace de esta verdad no dejará de impre
Monod: si unas vigorosas familias francesas hubieran continua sionar a los espíritus reflexivos .y sinceros...
do uniendo sus raíces y sus copas frondosas por debajo y por en Sólo el poder legítimo y tradicional puede ser autoritario
cima del territorio nacional, jamás hubiéramos visto a la des sin convertirse en despótico y violento. Jamás podrían diri
cendencia de un pequeño pastor suizo reinando, como reina hoy girse al rey de Francia las palabras vindicativas con que Mon-
día, sobre el Estado francés. Pero ha sido suprimida la nobleza talembert ponía en guardia al jefe del Poder contra la borra
autóctona y una oligarquía extranjera ha venido a ocupar su chera de la victoria y los deslumbramientos de la dictadura.”
lugar. Sólo se podrá destruir ésta a condición de reemplazarla
19
L O Q U E DIJO L A P R E N S A
L e Temps
I
LO QUE DIJO LA PRENSA 293
í-292 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
Dios y que, conocidas por nosotros, constituyen el orden de
Vacío absoluto, dice él. Tal juicio referido a la prensa repu la Ciencia. Hasta desponjándolo de su aparato teológico, la
blicana me parece demasiado duro. Politique tirée de VÉcriture sainte es un libro de muy sólida
EL— Muy amable, por el contrario, para el movimiento de base científica. Todos los teorizantes políticos lo reconocen.
ideas realistas que condescienden en encontrar “ingenioso y ori Auguste Comte lo ha incluido en su biblioteca positivista.
gin al”, L e Temps se ha equivocado tal vez sobre el sentido au
V I.— Después de estas explicaciones, empeñarse en que hay
téntico de este movimiento.
oposición entre los legitimista3 místicos y los monárquicos posi
m . — E n la tradición realista, es de notar una parte de sen
tivistas resulta caprichoso; los segundos se limitan a suscri
timiento puro y hasta de puro misticismo. Los realistas que
bir las tesis de los primeros, y ello por razones que, además,
se inspiran en el método positivo se guardan muy bien de com
no eran extrañas a éstos. N o se podría imaginar una compe
batir este sentimiento, aun cuando se presenta con caracteres
netración más completa.
místicos. Pero no dejan de hacer notar que los efectos de este
V H .— L a acogida dispensada por toda la prensa realista de
misticismo, de este sentimiento, son comprobados, corrobora
nuestras provincias demuestra el acuerdo reinante entre los
dos, por la crítica racional. Esto es lo que M. Paul Bourget, en
tradicionalistas antiguos y los nuevos.
particular, señalaba hace ya doce años en uno de sus libros;
V III. — Conseguida la restauración (Le Temps se ve obli
esto es lo que, en su carta tantas veces citada, indicaba de nue
gado a hacer esta hipótesis), ¿podría subsistir este acuerdo?
vo al subrayar las concordancias de la doctrina monárquica
— N o— dice Le Temps— . Todo el pasado de la Monarquía
con las enseñanzas más recientes de la ciencia, las concordan
se opondría a ello. Conviene transcribir sus palabras: “En
cias Bonald-Taine, Le Play-Balzac, y yo añado, en algunos
cuanto al público imparcial que escucha gustoso todas las
aspectos, Bonald-Comte-Renan.
opiniones, que no va a la política con apriorismos, que no es
Contraprueba: el iluminismo revolucionario, base cierta del
republicano por iluminismo y preferiría la Monarquía si se le
sentimiento democrático y republicano, está en manifiesto y
demostrara que es preferible, vese obligado a concebirla no
completo desacuerdo con todos los puntos de vista de política
según la interpretación arbitraria de algunos escritores que no
positiva.
representan más que a sí mismos, sino conforme a su realidad,
IV . — N o eliminamos nada de la tradición monárquica. Añadi
a su tradición, al aspecto que ha tenido siempre y que nece
mos a ella algunos refuerzos. De todos modos, por lo que toca
sariamente tendría otra vez.” Y L e Temps afirma que, “en su
al “derecho divino”, que Le Temps nos acusa de dejar arrin-,
tradición”, en “el aspecto que ha tenido siempre”, la Monar
conado, he de decir que no hace falta que nos tomemos seme
quía francesa fué clerical. T al afirmación es un audaz atrevi
jante trabajo. L a Gazette de France ha llevado a cabo esta
miento contra la Historia. P or el contrario, era creencia admi
obra saludable, y lo ha hecho perfectamente y desde el princi
tida hasta ahora que, desde Felipe Augusto al mismo Carlos X,
pio. N o hay un derecho divino propio de la realeza. E n efecto,
la Monarquía francesa había sido muy religiosa, pero viva
p ara quien cree en Dios, todos los derechos son divinos. Los de
mente anticlerical. Le Temps ha modificado esto.
rechos propios de la realeza son derechos históricos.
IX . — Le Temps dice que el rey necesitaría para gobernar “un
V. — “N o es el orden establecido por Dios, según la concep
partido, un personal”. Partido y personal no son palabras si
ción de Bossuet, lo que presupone la necesidad de la Monar
quía, sino la Ciencia." En esto hay algunos errores. Bossuet nónimas. Aunque Le Temps nos acusa de ser más originales
admite la República cuando la halla en conformidad con la que sólidos y de proceder por afirmaciones más que por de
Historia, con la Geografía y, en una palabra, con los carac mostraciones, hemos explicado y demostrado hasta la sacie
teres de un pueblo determinado. E l orden divino, para Bossuet, dad la diferencia de estas dos palabras.
es el conjunto de las condiciones naturales determinadas por Si Le Temps me hubiese hecho el honor de seguir con aten
294 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA LO QUE D IJO LA PRENSA 295
ha visto a Luis X V dudar— según la voluntad o el capricho de explica la formación territorial de Francia? ¿Cree Lé Temps
que ha sido espontánea? Y a “sería mucho leer un error más
sus favoritas— entre la alianza con Austria o con Prúsia.”
en Le Temps.
N o desbarremos. .Los miembros de la Convención fueron
más justos que Le Temps con la política exterior.de Francia X IH .— Le Temps añade: “L a Gazette de France considera
el interés de Italia como diametralmente opuesto al de la di
en el siglo xvin 1. L a peor favorita del peor de los príncipes
nastía de Saboya, De consiguiente... la Monarquía no es nin
ha sido siempre menos funesta que los caprichos paríamen-
tarios o dictatoriales de la soberanía nacional. N i una sola vez guna panacea,”
l.° A l hablar de Monarquía, nos referimos ordinariamente
en un reinado larguísimo (1715-1774) se han producido^,desas
a la Monarquía en Francia, no a la Monarquía en Italia. 2.° Si
tres comparables a las tres invasiones de 1814, 1815 y 1870.
un día la dinastía de los Hohenzollem anexionase a Francia a
¡De qué pequeñez resulta Rosbaeh comparado a Sedán y a W a-
Prusia, consideraríamos el interés de esta dinastía antinacional
terloo, o a la unificación de Alemania y de Italia, lifidas obras
del Imperio liberal y de la democracia liberal! * como diametralmente opuesto al interés de Francia. ¿Cree Le
En política debe mirarse, no a la moralidad de los reyes, ni Temps que por ello se desmentiría mucho nuestra doctrina de
siquiera a su gloria, sino a los frutos de su reinado. Luis XV, la Monarquía nacional? 3.° N o hemos dicho jam ás que el inte
aumentó el territorio francés con Córcega y la Lorena. He rés de los Estados del Rey de Cerdeña fuese diametralmente
aquí su rasgo de continuidad de Capeto: el nacionalismo. Nues opuesto al interés de la Casa de Saboya, que, por derecho na
tros soberanos, aun aquellos que ofrecen entre sí mayores di cional e histórico, es soberana de dichos Estados. 4.° Y , en
ferencias, tienen un parecido común ¡en esto: en que, bien que fin, si bien la política de la Casa de Saboya en Italia y los ver
mal, con buen o mal reinado, aumentaron nuestro capital na daderos intereses italianos son opuestos, no es menos cierto
cional y, como dicen nuestros labriegos, han hecho mejoras. que el interés de dicha Casa radica, evidentemente, en procu
Y si Luis X V I es, aparentemente, una excepción de la re rar ponerse de acuerdo con el interés del pueblo. ¿Es fácil este
gla,-¿no es justo también recordar lo que a su reinado debie acuerdo? P a ra no referirnos más que a la cuestión romana,
ron los Ejércitos de mar y tierra? Si cedió de modo tan lamen ¿no hay en ella una imposibilidad radical? Y , aun sin tener
table frente a los enemigos del interior, preparó, en cambio, en cuenta a los católicos, ¿ acaso no está condenado Víctor Ma
todos los elementos de la defensa nacional contra el enemigo nuel m a una política anárquica y revolucionaria? 1.
de fuera. Sus ejércitos fueron una obra maestra en el género. Cuestión de hechos. En Italia se plantea así. L a situación
Lu is X V I fué el organizador de victorias, más aún que el gran francesa es completamente distinta. Y o no soy un realista
Carnot. Y, en este aspecto, la obra de este pobre rey es digna italiano.
de la de un Enrique IV y de un Luis X IV . P or lo demás, si se X IV .— “L a Monarquía ha muerto”, afirma L e Temps para
pretende negar la continuidad dinástica de los Capetos, ¿ cómo se terminar. Hubiera podido comenzar por esto. ¿Pero qué es
morir para una institución? Y , si se emplea esta palabra, ¿en
1. E s prodigioso que este trastru eq u e de alianzas, obra m a e stra qué podrá impedir la reviviscencia de los hechos? L a s liber
de l a diplomacia del siglo x v m , h a y a sido juzgado ta n sev eram en te por tades locales también habían muerto. Y hoy todo reclama un
u n periódico como L e Tem ps al finalizar el siglo x ix . P o r el c o n tra
rio, nunca se h ab ía afirmado m ejor la continuidad (la verdadera, dúc
til, viviente) de la Monarquía. Cuando B erlín es u n a am enaza m ayor 1. A tre in ta y cinco años de distancia, los acontecim ientos que cul
q ue Viena, la M onarquía se h a aliado con V iena, d e acuerdo con el m in an en el P a c to de L e trá n pregonan la conseguida fusión de los inte
esp íritu de la política de Richelieu. H ubiera b astad o con seg u ir en este reses de la C asa de Saboya con el superior interés del pueblo italiano:
'sen tid o p a ra e v ita r a Sedán. L a Corona fra n c e sa lo com prendió así, este hecho no hace m ás que confirm ar la tesis principal del a u to r, o sea,
pero la opinión fran cesa no. M. Jacques B ainville h a dilucidado m arav i la coincidencia del in terés dinástico con el interes nacional, a u n en casos
llosam ente e ste punto en sus lecciones de 1906-1907 del In s titu t d'A ctio n de a p a re n te oposición, y la facilidad d e adaptación de u n a d in a stía á las
Française. V éase el Apéndice I. (N ota de 1909.) conveniencias de la nación que rep resen ta. .(N . del T.)
208 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA LO QUE D U O LA PRENSA 299
poder lo bastante fuerte para hacerlas revivir. L a libertad clase. M ejor: está completamente libre de ellas. D e consiguien
corporativa había muerto con la Revolución, y hoy la tierra te, puede lo que no puede hacer la República: descentralizar.
de Francia vuelve a cubrirse de tantos sindicatos y asociacio
nes como catedrales tuvo en la Edad Media.
La Gironde
¿Se ha extinguido acaso la raza de los Capetos? ¿ N o la re
presenta hoy un príncipe de treinta años? ¿Han desaparecido
I.— L a ciudad de Marienbad no está en Alem ania. Antes de
de Francia los monárquicos ? ¿Acaso no están tan vivos y son tan
dar vagas lecciones de Gramática, le conviene a La Gironde
activos como en otros días ? ¿ No muestran, con evidencia mayor
ponerse al corriente de la Geografía. II.— N o fu é la Conven
cada día, a los espíritus reflexivos y libres la necesidad de la
ción, sino la Asam blea constituyente, quien hizo la división
Monarquía? ¿N o se aproximan cada día más a nosotros? Pues,
departamental del territorio francés. Tampoco les vendrían
si es así, ¿qué quiere decir L e Tempe con esto de la Monar
mal unas lecciones de Historia a los ilustrados redactores polí
quía “muerta” y “suicidada” ? Su razonamiento antropomórfico
ticos de La Gironde. H L — N o hemos hablado jam ás de resta
no se acomoda en nada a los principios positivos. Me tomo la
blecer las “antiguas provincias”. M. de Lur-Saluces se ha ex
libertad de recordárselo.
presado con toda claridad sobre este punto. Y yo agrego que
sus explicaciones concuerdan con los postulados más raciona
U É c la ir 1
les de la ciencia geográfica y económica.
nal
F u H primero en pronunciar, en 1890, el nombre del nacio
nacionalismo literario y filosòfico (protección y de
fensa del pensamiento francés), nacionalismoeconomicoCp
tección del trabajo francés), nacionalismo político (defensa d
1. Los desarraigados..
302 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
CARTA DE M. MAURICE BARRÉS 303
creer que lo mejor para una nación era el tener la menos cantidad
ñas de las consecuencias propias de la centralización. E l lector
de gobierno posible. Esta es la doctrina que M. Grévy, por ejemplo,
tiene que reconocer con el autor el carácter de las necesidades
predicaba habitualmente en el Elíseo. ¿Quién podrá hoy desconocer
esenciales de la planta humana, hija de un terruño y de un lo que pueden, en cualquier orden de los servicios públicos, unos
clima particulares y necesitada de correlación con las que la directores competentes, una voluntad inteligente, un plan reflexivo
han precedido. U na política local, una política tradicional: esto y continuado? E l republicano Rousseau llega hasta declarar que,
es lo que Francia necesita. ante el peligro, la “dictadura” es de derecho, ya que sólo ella puede
Le hace falta, además, una política de autoridad: este es salvar al pais.
el sentido del volumen que sigue a los Déracinés, L ’Appel au M e explico perfectamente el que una inteligencia que juzga in
soldat1. Pero nuestros lectores están familiarizados con los tí abstracto adopte el sistema monárquico que ha creado el territo
tulos y las ideas directivas de estos hermosos libros y es igual rio francés y que encomian, todavía muy cerca de nosotros, los
mente superfluo el recordar la inteligente y valentísima acti Bonald, los Balzac, los Le Flay, el Renán de un bello libro *, los
Bourget. Tales adhesiones tienen un gran peso en el laboratorio del
tud de Maurice Barres en el segundo asunto Dreyfus. Duran
teórico. Pero en el orden de los hechos, para que la M onarquía fue
te algún tiempo, antes del nacimiento de la “Ligue de la P a
se posible, seria menester que hubiera en Francia una familia que
trie Française” y de la “Action Française”, y bastante antes del
arrastrara en favor de su nombre a la mayoría (si no la totalidad),
refuerzo que fueron los Jules Soury, los Jules Lemaître, los la gran mayoría de los electores. Y esto no existe.
François Coppée, Maurice Barrés batalló casi solo con los inte Y no solamente no tenéis esta familia, que poseen Alemania o
lectuales antipatriotas. N o han olvidado éstos el artículo san Rusia y a la que estos países se apegan con una adhesión instinti
griento que denunció su traición, ni las consecuencias de las va, religiosa en cierto modo, sino que os falta también una aris
admirables cartas de Rennes, en las que se proyectaron, como tocracia (cuerpo indispensable, a lo que creo, de vuestra Monarquía
sobre una pantalla de lívida luz, los rictus criminosos de los tradicional). Por lo menos, el conde de Chambord, el conde de París,
Dreyfus, de los Picquart, de los Trarieux y de los Bertulus. el duque de Orleans muestran, con todo y estar lejos del trono,.
un sentido histórico que no tenia Luis X V ni, mucho menos,
Fruto de ello, un amplio y copioso montón de odios bajunos
Luis X VI. ¡Pero la aristocracia! ¿Qué queda de aquellos nobles
se acumuló contra el autor de L ’Appel au soldat. Antes de ce
que, casi cómicamente, anularon sus prerrogativas la noche del 4 de
derle la palabra y de exponer a las necesarias discrepancias
agosto? N i siquiera saben librarse de los advenedizos que poco a
de nuestros lectores a este republicano cesarista, a este plebis
poco van degradándolos ignominiosamente.
citario, a este amigo político de Dérouléde, be querido recor N o es que para mi la historia de Francia haya comenzado hace
dar los eminentes servicios rendidos por él a la causa de la un siglo, pero tampoco puedo desentenderme de sus períodos más
patria. recientes. Nuestros conciudadanos han sacado de ellos un estado de
espíritu que les hace reservar para el principio republicano esa
Mi querido amigo: fuerza sentimental que otros pueblos otorgan al principio heredi
tario y sin la que no puede subsistir ningún Gobierno.
He leído con el más vivo bíteres las dos importantes opiniones Y a que no podéis lograr que lo que os parece razonable sea
por usted recogidas, y no habría de costarme mucho el explicar mi aceptado por todos, ¿por qué no procuráis que lo que la mayoría
coincidencia en muchos puntos. P ara limitarme a lo esencial, diré acepta se haga razonable? En la cima del Estado, la autoridad;
que coincido con ustedes en que es indispensable el que un cerebro en la base y en los grupos, la descentralización: he aquí unas re
gobierne el Estado. formas compatibles con el sistema republicano y que garantizarían
Dos siglos de mal gobierno han hecho caer a los franceses en el el desarrollo de las fuerzas francesas, hoy gravemente debilitadas.
error, de que yo mismo he participado durante algún tiempo, de Es su afectísimo,
M au r ic e BARRÉS
1. L a lla m a d a á l so ld a d o . 1. L a R éfo rm e intelectuelle e t morale de la Frunce, Ch. M.
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RESPUESTA A M. MAURICE BARRÉS 305
20
RESPUESTA A M . MAURICE BARRÉS 307
306 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
ro estos resultados no sirvieron para organizar nada, porque fos que las selecciones francesas habrán de ofrecerle.
faltó una minoría selecta con ideas directivas y voluntad firme V oy más lejos aún: si bien lo mira Barrés, se dará cuenta
para rehacer la Monarquía. de que el vigor de una organización aristocrática en la F ran
N o tenemos, pues, por qué preocuparnos de conquistar una cia contemporánea no sería ningún fenómeno favorable a la
mayoría, porque la mayoría vendrá a nosotros por sí misma. restauración de la Monarquía. Antes al contrario, podría ser
Me parecen posibles dos cosas: o las amenazadoras corrientes causa favorable al matenimiento de una República. L a deca
naturales llevarán automáticamente, como en 1871, como en dencia de la aristocracia es un hecho certísimo; pero, si no hu
1849, a la mayoría nacional a desear una restauración, o bien biera tal decadencia y por el contrario contáramos con una
un golpe de Estado militar derribará la República y restau aristocracia floreciente, una aristocracia organizada, arraigada,
rará la Monarquía, porque nuestra propaganda, anticipándose fuertemente unida a los destinos de Francia, ello podría re
a la ruina, habrá logrado que una minoría selecta se haya de presentar una gran fuente de vida y de prosperidad p ara el
clarado monárquica, y esta minoría consciente habrá hecho sen régimen republicano.
tir desde los altos puestos su influencia directora. Todas las Repúblicas prósperas, todas las Repúblicas en su
E n el primero de los casos, la adhesión de la mayoría que tiempo de prosperidad, han sido aristocráticas. Basta con citar
da lograda por definición. E n el segundo, la adhesión se im a Venecia, a Roma, y el período orgánico de Atenas. Cuando
pone por la fuerza apoyada en la persuasión: el poder espi una República tiende a las formas democráticas, se convierte
ritual de la selección convertida al monarquismo, la autoridad — de un régimen de producción regular y coordinada que era—
de sus componentes, la influencia intrínseca de una concep en un régimen de puro consumo. Vienen el botín y el reparto
ción verdadera, vendrán a justificar, después de haberlo pro de los recursos morales y físicos del Estado. Los intereses par
vocado, el arranque del brazo secular en favor de la Corona. ticulares suplantan el interés general; parásitos, viven de él
Objeta Barrés: — ¿Pero en qué queda, en tal caso, la vo y, ni queriéndolo, pueden servirle: una divergencia funesta,
luntad de la mayoría? — ¡A h !, pues en lo mismo en que viene que crece todos los días, estalla entre los ciudadanos, que des
a quedar en presencia del cirujano que cuenta para operar con de aquel momento quedan entregados a la tiranía de las fac
el consentimiento de la razón. Recuerde Barrés las lecciones ciones (a menudo representadas por el nombre de un hombre)
de toda la Historia. Agrupe las diversas sugestiones de su y expuestos, como último resultado, a la conquista extranjera,
psicología tan fina y tan profunda: la m ayoría está siempre precedida o seguida de un agotamiento general.
en favor del gobierno establecido en cuanto éste consigue ase N o cuesta gran trabajo el explicarse esta carrera de las
gurar el orden y hacerse respetar. Y esto será lo que haga el Repúblicas democráticas. Pero ¿de dónde proviene la prospe
duque de Orleans. ¿En qué se apoyará para lograrlo?, pregun ridad de las repúblicas aristocráticas? De una causa constan-
RESPUESTA A M. MAURICE BARRÉS 309
308 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
enérgica. Pero ¿cómo se las arreglaría para nacionalizar esta
te, aunque misteriosa. Las Repúblicas patricias se rigen por la
autoridad, o, dicho de otra manera, para que ésta se aplicase
ley de los Estados prósperos. Esta ley es la herencia.
de modo espontáneo, natural, habitual, no sólo en los arran
Lo mismo da que el poder supremo esté concentrado en una ques de buena voluntad, sino a cada hora, a cada minuto, a
familia o repartido entre muchas, porque el efecto primero del procurar el bien público?
régimen hereditario es nacionalizar su poder. L a dinastía rei
M. Waldeck-Rousseau, y antes de él M. Constans, han sido
nante, o, si existen en número necesario, las familias preponde
cada uno una especie de dictadores. ¿Parlamentarios? Pase.
rantes, unidas con estrechos vínculos por su interés propio a los
Pero ¿qué seguridad hay de que la masa no sea conquistada
intereses más profundos del Estado, procuran, como es hu
un día u otro por los errores o por la corrupción de su Parla
mano, su interés particular, pero, al servirlo, sirven además, y
mento ? L a Historia nos enseña que hay que tener previsto este
al mismo tiempo, el interés general. E sta es una de las cosas
caso. Mediante una figura más cordial o de colores un poco
más sutiles de la política natural. Hay que empezar por com
más vivos, un Waldeck, un Constans pueden ser plebiscitados.
prenderla bien. Porque, una vez comprendida, se explica
Las funestas instituciones del Consulado, la abominable polí
perfectamente la prosperidad o la decadencia de los Estados se
tica de las nacionalidades europeas, fueron plebiscitadas en la
gún vivan o no en conformidad con la ley de la herencia.
persona de Napoleón III. ¿ Y de qué sirve aumentar los poderes
¿Cuenta el interés general con un órgano o con órganos pode
de la autoridad central si ésta se ejerce en provecho y al ser
rosos interesados por su propia conveniencia en defenderlo?
vicio de los judíos, de los Monod y de todo cuanto es extran
E l Estado monárquico y poliárquico podrá marchar, pero, si
jero?
faltan tales órganos, falta todo, por no haber una dirección
orgánica continuada. Cuando la representación nacional está sabiamente combi
nada (sírvame de apoyo M. Charles B en oist), la elección puede,
Si existieran en Francia algunos millares de grandes secu
al fin y al cabo, expresar la suma exacta de los intereses parti
lares familias nacionales organizadas a la manera del Estado
M onod1, que es antinacional, sería posible la República Fran culares representados, pero sería una gran equivocación el con
cesa. Hasta podría llegar a ser floreciente. Observemos, de cebir el interés general como una simple suma de intereses par
paso, que pareció posible una república en nuestro país, ya a ticulares. E s esto, sí, pero es también otra cosa, como el agua
mediados del siglo xvi, ya en el tiempo de la F ro n d a 1
2. A l es oxígeno e hidrógeno con algo más, o sea la disposición de
mostrarme la decadencia de la aristocracia, Barrés me mues estos componentes. L a noción del interés general lleva en sí
tra la imposibilidad actual de una República próspera, pode hasta un elemento material nuevo o que no se encuentra más
rosa, o siquiera decentemente viable... que en dosis insensibles en la suma de los intereses particu
Él quiere establecer en ella una autoridad gubernamental lares: es la inquietud y el presentimiento de lo por venir. L o s
intereses particulares son de orden inmediato. E n política, mi
1. SI, pero no tenem os ni hem os tenido n u n c a un as fam ilias “o rg a ran a lo presente. P or el contrario, el interés general de un
nizadas a la m an era del E stado Monod”, es decir, capaces de confe gran Estado entraña en cada momento el sacrificio de un bien
derarse en tre ellas y de este modo re g ir el E stado. ¿A qué es debido inmediato en razón y beneficio de posteriores desenvolvimien
esto? En la época en que llevaba a cabo mi E n c u e s t a s o b r e la M o n a r
q u ía , n o h ab ía pensado mucho sobre este problem a que me he p la n tos. Cuando llega a ocurrir que una aristocracia directora une
teado y resuelto m ás tard e, p articu larm en te en u n a serie de confe ? estrechamente la propiedad y la herencia, el territorio y la
rencias en el "In stitu t d 'Action fra n ç a ise ” sobre la d erro ta de la a ris
I sangre, el interés general puede aún serle sensible, calculable,
to cracia ateniense y en mi D ilè m m e d e M a r c S a g n ie r , páginas 49, 50, í
51, 55, 56 y 57. (N ota de 1909). P ág in as 57 a 61 de la edición definitiva, X accesible. N a d a de esto ocurre en la Francia de 1900. Pero hay
L o D é m o c r a tie r e lig ie u s e . (N ota d e l e d ito r .) que buscar lo equivalente, si los franceses de 1900 tienen algún
2. F ustel de C oulanges, según sus notas postumas, recogidas por
M. Paul G uirau. deseo de conducir a su patria más allá de la hora que pasa.
RESPUESTA A M. MAURICE BARRÉS 311
310 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
de su propia familia étnica. Estas confesiones del germano guntas que dicta una prudencia ciega y santa, puesto que no hay
más que una sola manera de ser’ monárquico, se encargan de con
fueron muy provechosas para M. Hugues Rebell, pero éste no
testar M. André Buffet y el conde de Lur-Saluces, como hombres
ha asimilado de Nietzsche ni la extravagancia romántica de
que prefieren los hechos a las palabras, la realidad a las utopias,
las concepciones ni el giro bíblico de la inspiración.
las construcciones sólidas a lo improvisado y a los paraísos enga
M. Hugues Rebell es un antiprotestante nato. Sus Cantos ñosos de la democracia.
de la lluvia y del sol están llenos de invectivas contra la cohor Lo primero que sorprende en esta encuesta es la naturalidad, la
te lúgubre de los ministros, de los pastores y los predicantes: sencilla campechania de las explicaciones. M. Buffet y el conde de
“ ¡Amigos, amigos míos! ¿Qué día quemaremos en la plaza Lur-Saluces hubieran podido, como Bossuet, como Joseph de Mais-
pública la Institución Cristiana? ¿Cuándo cubriremos de lodo tre, sacar sus argumentos de la filosofía y ofrecernos unas sabias
la efigie de Calvino?” E s de notar que semejantes frenesíes demostraciones. Pero han pensado acertadamente que no había
no son frecuentes en M. Rebell. Para ello, es menester que un que probar ya lo que la experiencia demuestra a diario, que los
desórdenes de estos últimos años son bastante elocuentes por sí
nombre harto odioso le cruce por la imaginación. E l estilo
mismos y que, para defender una causa tan clara, no hacía falta
que le es grato tiene, por el contrario, un tono dulce, .una luz
más que presentarla bien.
moderada y fina, un ritmo sencillo e igual. Tal estudio de crí
A través de sus palabras precisas, la Monarquía aparece joven
tica aparecido en esta o en la otra revista, tal Carta a un católico
y vivida; no es una de estas viejas cataplasmas que nuestros sal
(serie de observaciones dirigidas a nuestros “reconocemente- vadores modernos nos ofrecen a diario: mitad americanas, mitad
ros” ) 1, dan idea de esta manera, muy francesa. inglesas, mitad plebiscitarias, mitad autcritaristas; no, es algo nue
Espíritu audaz y libre, antidemócrata por gusto y por re vo cuya novedad, con todo, no puede sorprendemos, porque le halla
flexión, pero demasiado superior a la política al uso, M. Hugues mos los rasgos familiares que nuestros antepasados veneraban, el
Rebell era monárquico desde hace mucho tiempo. ¡Cuántas ve perfil mismo de la patria.
ces hemos deplorado juntos la debilidad o la inercia de un E s en vano que la República se pavonee de encam ar la patria;
“partido” que desconoce sus magníficoá recursos! ¡Qué de ges para nosotros no es más que bastardía y usurpación. Viene del
país de Utopía, pero no por ello resulta menos extranjera. Ella
tiones hemos hechó los dos! ¡Qué lamentables conversaciones
misma se siente extraña a nuestro hogar. ¿Acaso todo nuestro arte,
con gentes que el rumor público nos asignaba por jefes, hemos
nuestra literatura, nuestros monumentos, nuestras costumbres, todo
sostenido y soportado! Estas fatigas pasadas, aun habiendo
lo que es francés, no proclama muy alto la sabiduría y la autori
sido un poco inútiles, no desanimaron nunca a Hugues Rebell, dad de nuestros reyes? L a República no puede entroncarse más
pero la revelación de un Buffet y de un Lur-Saluces, esta re que con nuestras flaquezas y nuestras culpas; ¿qué hombre, si no
pentina aparición de verdaderos jefes, no podían dejarlo indi e"s un insensato o el último de los ignorantes, se atreverá a com
ferente. parar la vida magnífica y gloriosa que fué la de la Monarquía fran
A este propósito me ha escrito la hermosa carta que sigue: cesa, este gran esfuerzo, este dilatado ahorro de cerca de diez si
glos, con el inmundo derroche del 89 y del 70, a aquellos diez años
de motín, de guillotina y de proscripciones, a estos treinta años
' M i querido- amigo:
de desorden y vergüenza?
Su encuesta sobre la Monarquía debe llenar de gozo a cuantos U n escritor español, que, por cierto, no es de los nuestros, me
ven en el restablecimiento ’de la monarquía nacional el único medio decía hace poco: “¡Cómo ha cambiado París! Echo de menos su
de salvar a Francia. Viene, como la luz, a disipar las tinieblas que lujo, su elegancia, su alegría de antaño.” E s cierto. P a rís está des
nos envuelven y a revelar nuestra verdadera existencia. E l partido conocido, las ciudades francesas están desconocidas. L a República,
monárquico ya no es la tropa de sofiadores que podía parecer a al que no es capaz más que de levantar sus palacios de cartón, se
gunos hasta ahora. Y a nadie podrá decimos: “ ¿ A dónde‘ vais?, lanza con rabia contra todo lo que es noble y durable, contra todo
¿cuál es vuestra bandera?, ¿qué pretendéis?” A todas estas pre lo que recuerda el esplendor de nuestro pasado, contra los castillos
316 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CARTA DE M. HUGUES REBELL 317
!
y los jardines de los reyes. ¡Se siente ante todo ello tan pequeña! movimiento nacionalista, tanto en Francia como en el resto de
Pero no le basta con afear y entristecer nuestras calles; lo que, Europa, lo mismo entre los cristianos que entre los judíos, es el
por encima de todo, quiere hacer suyo, lo que quiere transformar, gran hecho histórico de este siglo? ¿Cómo puede saber que las
es el alma y la vida francesas. razas humanas se perfeccionan lo mismo que las razas animales,
U n día en que Guillermo I I insistía con Bismarck para conocer gracias al celo de los educadores por eliminar cualquier principio
unas conversaciones políticas que se habían sostenido en casa de extraño, una vez que el tipo, tras múltiples cruces, está creado y
este último, el canciller le contestó: “Majestad, los derechos del que la estima de la propia raza se ha convertido en él en el ins
emperador se detienen en el salón de la princesa de Bismarck.1' tinto mismo de la vida? Este buen republicano es “intelectual”,
Guillermo I I no replicó. Contrariamente a lo que ocurre con los es sabio, del mismo modo que es liberal: sólo de palabra.
poderes absolutos, los derechos de la República comienzan en el Persuadámonos, pues, de que es tanto más peligroso cuanto
dintel de la intimidad de cada uno de nosotros. Sabe de sobra que más se ocupa del bien público, porque su "bien público ” es cuanto
v
es demasiado antifrancesa para poder gobernar sin una inquisi hay de más opuesto a los intereses de la raza. Por ejemplo: el bien
ción de cada momento. Y ni siquiera lo oculta. Hace tiempo que público es la supresión del Ejército. M ás de una vez ha procurado
ha renunciado a las hipocresías de los comienzos: lo mismo los la realización de su sueño. H a empezado por confeccionar unas
jacobinos como M. Brisson, que los socialistas como M. Guesde, quie leyes militares, las más funestas de todas, las que tienden a reem
ren borrar de sus programas respectivos aquella libertad con que *v plazar al soldado de profesión, de calidad, por una turba inex
embaucaban a las turbas y que, por lo demás, no ha existido nun perta y a convertir una carrera especial y llena de honor en algo
ca más que en sus discursos y sobre sus monumentos. Ocupado en fe penoso' y común a todos. Tras esto, ha abierto las filas del Ejér
vigilar a cada ciudadano, en ejercer su tiranía sobre todos los fun *- cito a los extraños, a la raza que, como no tiene una patria que
cionarios, con la pretensión de imponer su doctrina con exclusión defender, no puede ser, en los campamentos, más que un enemi
de otra cualquiera, y de controlar nuestra fortuna, nuestras cos go o un desorganizador.
tumbres, nuestro pensamiento, él Estado republicano, que quiere Será la Corona quien restablezca en su dignidad al Ejército en
serlo todo: profesor, médico, higienista, sacerdote, censor; el Es tregándolo de nuevo a los soldados y a los franceses. Asimismo,
tado republicano, que quita hoy su puesto a los padres al arran devolverá al país estos grandes cuerpos del Estado que sólo de
carles la educación de los hijos, y que mañana acaso (pues hay ben estar en manos de franceses: la magistratura y la Universi
que esperar de él cualquier locura) se hará nodriza y ama de ni dad. L a República humanitaria ha podido confiar a extranjeros
ños; el Estado republicano no puede, ciertamente, tener tiempo de que desconocían nuestra lengua y nuestro espíritu la misión de ins
ser simplemente él mismo, de llenar sus funciones de Estado, es truir a nuestra infancia; la Monarquía nacional velará por el te
decir, de velar por los intereses generales, por el poder y la glo soro de nuestra conciencia como sobre nuestros demás bienes.
ria del país. Del dinero que sirve hoy para la propaganda jacobina, para
Aunque pudiera, no querría. Interesadísimo como es cuando se las escuelas revolucionarias y para los derroches privados, sacará
trata de su propia fortuna, es de una generosidad sin limites cuan una retribución decorosa para el profesor y para el oficial, los pri
do de la fortuna del país se trata. Entonces ya no es francés, sino meros servidores de la patria, a los cuales la generosa República
humanitario, ya no es un jefe, sino un apóstol, algo así como un no otorga siquiera el sueldo del último viajante de novedades.
Robert-Macaire iluminado. Cuida de sus asuntos propios con un Ciertamente, la tarea de la Monarquía es vasta, pero M. Buffet
cierto buen sentido, pero, en cuanto ha cerrado su caja, se olvida y el conde de Lur-Saluces nos han demostrado que es perfecta
de las pasiones humanas, habla de las "encrucijadas de la Histo mente realizable por la sencilla razón de que es perfectamente ra
ria” (? ), de la “fraternidad universal”, de la “paz general”. Todas zonable. ¿Acaso las dos palabras que la resumen— libertad, auto
las tonterías sentimentales de los sanguinarios jacobinos le vienen a ridad— no constituyen la condición esencial del bienestar de los in
la memoria. Se desquita en sus actos públicos de su vida privada. dividuos y de la forma de una sociedad? L a República da a los
¿Cómo, pues, en su completa ignorancia de la historia de los seres libertades inútiles y les niega las libertades necesarias. La
pueblos, en su instintivo menosprecio de todo aquello que no se República tiene la tiranía social y la indiferencia política de los
reñere a su persona y a sus bienes, cómo podría adivinar que el poderes amenazados, la República desdeña el mérito personal y no
ü i
318 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
He aquí unos conceptos irreprochables que todo realista el seno de los “antiguos partidos” y en provecho de la
ilustrado y consciente suscribirá gozosamente. ¡ Y qué sinóni República, verdaderas pescas milagrosas. N os guardaremos bien
mo tan hermoso ha encontrado M. Hugues Rebell al nombre de de dudar de tales adhesiones, que no nos costaría ningún traba
la República democrática! Taine había dicho “el cocodrilo”. jo explicar en detalle. Si la República no es muy seductora,
Pero ¿por qué el cocodrilo más que el camello, el asno o la es, en cambio, una realidad, y más de un candidato impaciente
víbora? Bajeza, majadería, vaciedad, todo esto es republicano calcula que una profesión de fe republicana impulsará su ca
democrático. Nuestro amigo ha hallado un apodo más sin rrera, abreviará sus esperas o le valdrá acaso fuertes contin
tético que ningún otro. H a dicho simplemente “ la Bestia”, y gentes de nuevos electores. Probablemente, el cálculo es falso.
todo el mundo ha reconocido en seguida al funesto animal. André B uffet me lo demostraba, y, a mayor abundamiento, los
hechos se han encargado de hacernos ver cómo, si a los rea
listas se les tiene miedo, a los “reconocementeros” se los des
precia.
Hay, pues, motivos para pensar que semejante cálculo polí
tico, inexacto en sí mismo y desmentido sin cesar por la expe
riencia, no tiene hoy demasiado crédito. A u n la candidez de
las personas más simples tiene sus límites, y los prosélitos del
;
? sistema republicano no se hacen grandes ilusiones sobre el
I
valor y la extensión de sus conquistas, ya que no hablan de ellas
más que muy a medias palabras.
I
P o r nuestra parte, si la fortuna favorece la obra emprendida,
f
seguiremos el procedimiento contrario: cada vez que podamos
gloriarnos de haber hecho un prosélito de la Monarquía, deja
remos consignado su nombre, su filiación y la calidad de los
prosélitos. Y a ello añadiremos los motivos exactos de su evo
lución. Esto es más franco y claro e instructivo, además.
Acaba de darse el caso. Y o no había escrito a M. Gustave
Boucher, director del Pays Poitevin, organizador de los Con-
♦
320 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA CARTA DE M. GUSTAVE BOUCHER 321
gresos etnográficos de Francia. Me acuso hasta de no haberle Sácase de este estudio que el señor duque de Orleans y sus
consejeros basan la salvación de'Francia en el regionalismo, doc
hecho conocer directamente las páginas de la E n c u e s t a so bre
trina de la que debe emanar, efectivamente, todo renacimiento na
la M o n a r q u ía . Gracias a nuestro distinguido colega M. Edmond
cional, toda libertad, toda autoridad, toda justicia.
Béraud, redactor jefe de la Revue de VOuest, antiguo colabo Me permito enviar a usted mi artículo aparecido en el P a ys
rador de la Gazette ele France, que se ha distinguido por una ar P oitevin de marzo de 1899. Si se toma usted la molestia de con
diente y generosa propaganda de nuestra encuesta, M. Gustave frontarlo con las declaraciones de los señores Buffet y de Lur-Sa-
Boucher ha declarado su adhesión al program a de la monarquía luces, quedará sorprendido, como me sorprendí yo mismo, de la abso
nacional. L a Revue de VOuest, en su número de 25 de agosto, luta coincidencia de puntos de vista entre los regionalistas militantes
insertó la carta de M. Gustave Boucher; gustosamente alteré y los consejeros del Príncipe. Soy demasiado lógico para no sacar
el orden de lo que veníamos publicando para reproducir sin una conclusión práctica de esta coincidencia.
tardanza este noble documento, fruto de la lógica y de la En el articulo que le envío, expresaba ya mi convencimiento de
la impotencia republicana para implantar esta reforma salvadora:
buena fe.
“E l triunfo del regionalismo... lo asegurará un hombre que encarne
M. Gustave Boucher es un devoto ardiente de nuestras tra
en sí el genio francés, y no una colectividad incapaz de cualquier
diciones. Joven, activo, consagrado a las ideas que le son caras,
arranque. ”
ha provocado y sistematizado en las provincias del Oeste un Esta impotencia parlamentaria yo la he oído proclamar hace
vivísimo movimiento de renacimiento regional. Desde los pro algunos días, en el Congreso regionalista de París, por dos vete
ductos más modestos del arte doméstico hasta los rasgos loca ranos de la República, los señores Charles Beauquier y Edmond
les de la antigua liturgia, nada han olvidado M. Gustave Bou ThiaucGére.
cher y sus colaboradores de la Tradition de cuanto form a la S i la salvación de Francia— según confesión de hombres de to
venerable faz de nuestra vieja Francia. Sus congresos, sus ex dos los partidos— está en el regionalismo; si, por otra parte, la Re
pública jacobina y el cesarismo son incompatibles con esta fór
posiciones, sus fiestas populares, así como los estudios litera
mula gubernamental; si, en fin, el duque de Orleans es el único pre
rios y artísticos aparecidos en el Pays Poitevin, están impreg
tendiente cuyo programa incluye, en estos momentos, la organiza
nados de un sentimiento grande y fecundo de este dulce pa
ción regionalista del país, a los regionalistas patriotas no les queda
sado nacional. En más de una ocasión yo he reconocido el más que hacer una cosa: abrazar lisa y llanamente la causa mo
valor de los trabajos de M. Gustave Boucher, cuando éste era nárquica.
todavía un infeliz republicano lleno de la voluntad de descu ¡Francia sobre todo!
brir, bajo los barnices cosmopolitas, la fuerte substancia fran ¡Y viva el Rey!
cesa. Hoy ya es realista. Y o le felicito por ello de todo co Su afectísimo,
razón. G ustave b o u c h e r .
F u n d ad o r
Niort, 24 agosto 1900. de los Congresos de la “T radición nacional”.
D irector del P ays P oitevin.
A M. Edmond Béraud, redactor jefe
de la R evu e de V O uest M. Edmond Béraud ha acompañado esta carta de la repro
ducción del artículo en que Gustave Boucher afirmaba, en mar
Mi querido amigo: zo de 1899, la incapacidad de la República para descentralizar,
Acabo de leer, con apasionado interés, la encuesta sobre la Mon y pedía, para acometer esta gran obra, un hombre.
arquía que mi amigo Charles Maurras ha publicado recientemente “¿Quién será este hombre? ¿Presidente, Emperador, Rey,
en la G azette de France y que ha llegado a mi conocimiento gra Dictador? ¿Es uno de los actuales pretendientes? ¿Es el sal
cias a la atención de usted. vador que esperan algunos, guardado por la Providencia para
21
322 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
contra esta Action Française de Henri Vaugeois dos revistas T e n g o c u rio sid a d de c o m p ro b a r d e n tro d e unáis s e m a n a s si este
p o d e r d e l a p r e n s a q u e h em o s a p re c ia d o en e l “ a ff a ir e ” D r e y f u s v a le
de propaganda: L ’ Union Démocratique y L ’Œuvre sociale. Aho
p a r a e x te n d e r y v u lg a r iz a r Id eas s ó lid a s c o m o h a v a lid o p a r a d i
ra se habla de una tercera que acaso sea la buena, porque,
fu n d i r v a g a s se n tim e n ta lid a d e s y e n o rm e s m e n t ir a s : s i a s í f u e r a (q u e
hasta este momento el adversario no ha hecho nada que valga
m u c h o lo dudo, q u e rid o a m i g o ), p ro n to t e n d r ía u sted a s u la d o este
mucho la pena. M. Henri Vaugeois no ha hallado todavía en su
n u e v o y v iv a z p a rt id o m o n á rq u ic o en q u e u s t e d su eñ a. T o d o cu an to
camino ningún obstáculo serio. E s verdad que, en cambio, sos en F r a n c i a q u ie re l a c la rid a d , l a fu e r z a s o b e r a n a y l a v iv a c id a d de
tenía en su interior una lucha bastante dramática. l a s concepciones, le segu iría... V e r ía m o s re p e tirse , c o n t r a o t r a s su
M. Henri Vaugeois nos la ha descrito. Esta descripción, que p ersticio n e s, y ca si en sentido co n trario , l a m a r a v illo s a cam paña
aquí sigue, me dispensa de tributar ningún elogio al talento d e lo s enciclopedistas... P e r o ¡a y !, ¿ e s que t o d a v ía e s tá n lo s tiem
del escritor, a su estilo sensual y rápido, a su lenguaje flexi p o s p a r a e m p re s a s de filó so fo ? E n to d o caso , p refiero c re e rlo , ra z ó n
ble, avalorado por los más vivos y más sutiles matices, con cu p o r la q u e v o y a c o n testarle tra ta n d o de d e ja r a n o t a d a s s o la m e n
riosas ironías en sordina. Pero sí diré que quienes oyeron a te — y t a l com o yo la s veo— , p a r a q u e u s t e d la s t e n g a en cu en ta
si le p a re c e o po rtu n o , la s co in cid en cias y l a s d iv e r g e n c ia s p sico ló
M. Henri Vaugeois en la “Asociación nacionalista de la juven
g i c a s o m o ra le s q u e q u e d a n en pie, d e sp u é s d e su e n c u e s ta , en tre
tud” reconocen unánimemente en el sobresalientes dotes de ora
la s v e le id a d e s d e lo s fr a n c e s e s de h o y q u e so n r e p u b lic a n o s y lo s
dor y conferenciante.
o b je t iv o s co n creto s de l a p o lítica del se ñ o r d u q u e de O rle a n s/
Réstame prevenir a los lectores contra la influencia exage
E s m en e ster qu e el descendiente de n u e s tro s re y e s — si re a lm e n
rada que M. Vaugeois me atribuye en esta crisis espiritual, de t e a b r i g a el te m ib le p ro p ó sito de re c o n s t r u ir su C a s a (la c iu d ad e la
la que sólo he sido un intérprete, ora para traducir al lengua q u e d efen d ió d u ra n te ta n to tiem po a F r a n c i a ) — s e p a c u á n p o b res
r e c u r s o s H a de e n c o n tra r en tre noso tro s, q u é ir re d u c tib le s , c ie g a s y
1. C ada uno de los núm eros de L ’A ction F rançaise v a encabezado c a s i fís ic a s p o te n c ia s h a b r á n de o p o n é rsele, y a c a s o h a s t a a su s
por u n a g ïa n “N o ta política" de M. H enri Vaugeois.
s u c e so re s to d av ía . P e r o l a H is t o r ia n o se h a c e a p o c o p recio .
2. D iputado hoy p e r el distrito 7.» de P a ris. (N ota de 1909.)
328 ENCUESTA SOERE LA MONARQUÍA CARTA DE M. H E N R I VAUGEOIS 329
i
334 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. H E N R I VAUGEOIS 335
bio, ninguna esperanza ni barrunto de poder vivir más que a base nos oponen una resistencia considerable. Sí: los intereses de los
de prudentes abstenciones. ¿ Y quién nos dice que no tiene razón? políticos están en contra de los intereses de la conveniencia pú
Repito, pues: contra esta apatía de la masa, ¿qué pueden daros blica, y no son menos hostiles los intereses de los pedantes.
los directores? ¡Escritores! ¡Políticos! ¡Hombres de acción! ¡Pen Y sí otra vez: lo que Henri Vaugeois llama los “elementos tra
sadores! ¿Se da usted bien cuenta? dicionalmente conservadores”, apoya, hoy por hoy, las institu
No hablemos de los primeros: amañan sus elecciones y no se
ciones antinacionales: industriales, agricultores, comerciantes
apasionan ni tienen arranque más que contra los curas. Pero ¿y los
están ciegos y no saben ver la enfermedad que nos corroe y,
pensadores ? Usted no ignora que la multiplicación absurda de libros
y de escribidores ha creado un ambiente tal, que lo más probable es
naturalmente, no son capaces de adivinar donde está el único
que los espíritus probos y enteros, los no lisiados, que es de creer remedio eficaz. Y , si su inercia es una prueba lo bastante fuerte
nazcan hoy en tan gran número como hace cien años, se ahoguen de lo incapaces que son las masas francesas contemporáneas,
en él. Resulta de ello que, en el siglo xix, salvo raras coincidencias, hasta en sus respectivas selecciones, para prever y prevenir
la notoriedad exalta casi siempre a hombres talentosos, pero no a § y, consiguientemente, para gobernar; si con ello se demuestra
hombres nacidos para conducir e iluminar a los otros. ¿ A quién, una vez más la imopsibilidad de una República próspera, ¡qué
pues, vamos a pedirle, en estos momentos, que despierte, aguijone y espantosos y nuevos obstáculos, a base de debilidades y de
domine la opinión francesa?
indecisión, no se opondrán al restablecimiento de la Monar
En fin; no voy a hablar a usted de la fuerza material del mun
quía! Pero ¿se quiere una prueba más decisiva? Ved la indi
do de nuestros días: el dinero, que está en manos de los intemacio
nalistas y que, en su circulación, borra cada dia más las fronteras,
ferencia, la apatía y la resignación de la Iglesia. E n los ecle
las patrias, las civilizaciones locales naturales, delicadas y vivaces; siásticos y entre sus amigos directos es donde con más fre
el dinero, que mata el arte en provecho del confort más adocenado cuencia encuentro este tipo de la aprobación m itigada: — Sí,
y alza hoteles en lugar de palacios. Tampoco le hablaré de la otra tiene V . razón, pero ¿cómo iba a convertirse todo esto en rea
gran fuerza, la inmaterial: la imaginación, que se desvía y corre lidad?
en la misma dirección: hacia el colectivismo y sus horrores.
(El medio de conseguirlo nacerá por sí mismo si verdade
N o quiero recordarle más que esto: los franceses más apasiona
ramente tenemos razón. Paréceme que no hay una idea clara
dos hoy por la política, es decir, los demócratas, adoran estas dos
de lo que es tener razón en política. N o se trata aquí de una
fuerzas, por las que están poseídos casi religiosamente, como por
una nueva revelación, y que las defenderán contra nosotros con un simple razón abstracta vagamente susceptible de ser confir
frenesí ciego: la lucha con estos locos acaso tenga que ser cruenta. mada por rebuscas ulteriores. Cuando Lam arck tenía razón
¿Qué hacer, pues? Usted no quiere forzar las cosas. Otros po en contra de los naturalistas de su época, ello significaba que
drán seducir más fácilmente que usted, porque mienten. Usted tra las investigaciones futuras confirmarían sus puntos de vista,
ta de enseñar... í pero esta confirmación hubiera podido retrasarse lo mismo
Le felicita y estrecha su mano, cuatro siglos que mucho más. Menos de un siglo después de
H en RI V a x jg e o is Aristóteles, Aristarco de Samos decía que la tierra no era el
ombligo del mundo y que era ella la que daba vueltas alrede
Vemos, pues, cómo M. Henri Vaugeois no discute el que la dor del sol, y hasta el siglo xvi de nuestra era la experiencia
institución monárquica sea la salvación, sino que, dudando no le ha dado la razón. Pero— ¿quién no lo reconocerá?— , como
de que la salvación sea posible, me hace la lista minuciosa de que la experimentación política se contrae a objetos infinita
los obstáculos y me presenta la medida exacta de las dificul mente más próximos, se confirma mucho más pronto.
tades. Tener razón en este punto, es presentir qué es lo que com
Yo encuentro que M. Vaugeois se queda corto. Sí: la selec promete el interés general; es señalar con el dedo la herida
ción, la intelectualidad, por su “lentitud”, por su “opacidad”, todavía insensible e inadvertida; es apuntar un peligro públi-
RESPUESTA A M. H E N E I VAUGEOIS 337
336 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
»
338 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. H EN RI VAUGEOIS 339
el espectáculo de su propia evolución política, visto por dentro, truir, a organizar, a hacer, a crear. ¡Y qué magnífica materia es
le dé idea de la enormidad prodigiosa de los obstáculos ven la Francia contemporánea para unos buenos artífices, labo
cidos, pero yo, que he contemplado esta evolución desde fuera, riosos y conscientes! Está a merced del más audaz: si hay
entiendo que ha sido de una facilidad, de una sencillez y de un puñado de hombres clarividentes que sepan, unir a la auda
una rapidez grandísimas. Me atribuye a mí el mérito de ello, cia su clarividencia, estoy convencido de que Europa verá ele
porque no ve que todo a nuestro alrededor unía su voz y su ad varse, sorprendida, en un cuarto de siglo, el monumento más
monición a mi voz y a mis admoniciones. esplendoroso e imprevisto del poderío francés, al fin restable
¡No hace falta más que concretar una breve síntesis! Loa cido en su orden inmutable y en la armonía de su belleza. Este
elementos los tenemos. L a Monarquía debe ser tradicional: se país rico y valeroso volvería, por fin, a tener su administración
marca hoy precisamente una novísima orientación de los espí natural y la organización normal de sus poderes. Volvería a
ritus favorable a la tradición nacional y, como Barres dice, a existir Francia.
las sugestiones de nuestra tierra y de nuestros muertos. La P a ra conseguir esto, mi querido Vaugeois, todo es lícito.
Monarquía debe ser hereditaria; hay también un movimiento Y hasta me atrevo a escribir, todo es laudable y obligatorio.
favorable a la reconstitución de la familia, fundamento de la Mas, a este propósito, ¿de dónde saca usted que yo rechazo
herencia. L a Monarquía debe ser antiparlamentaria: el par “la violencia” ? "Se vuelve como se puede” , ha dicho un día el
tido nacionalista, casi en su totalidad, se pronuncia contra el jefe de la Casa de Francia. Y a Francia hay que restaurarla
parlamentarismo y en favor de un gobierno con nombres, per también cómo se pueda. Sólo estoy convencido de que toda
sonal, responsable. E n ñn, la Monarquía debe ser descentra- tentativa en el orden político será consecutiva a la articula
lizadora: un poderoso movimiento anticentralista dibújase y ción de un poder espiritual monárquico. L a tarea que me he
crece de día en día en nuestro país. impuesto, y la que debería imponerse usted, es n i más ni me
Hacer comprender que la Monarquía es todo esto y que nos que el dejar consolidada esta altísima autoridad científica,
sólo ella puede realizarlo todo a la vez: he aquí las líneas ge agrupar los elementos que se requieren y presentarlos a todos
nerales de nuestra obra. L a creo muy sencilla. U n pequeño los franceses conscientes. Si espera al fin del mundo, no estará
grupo basta para acometerla. Si es activo, inteligente y re de humor de confeccionar sonetos ni de poner música a
suelto, puede provocar y conquistar por lo menos el asenti
miento del Ejército francés, en el que los elementos monár ...acrósticos indolentes
quicos abundan... de un áureo estilo en que baila la languidez del sol.
¡El Ejército! A mí no me parece tan mal como a otros la
dificultad extrema que parece que hay para decidirlo a inter Milita usted en política, y milita apasionadamente. Nuestra
venir: cuanto menos fácil sea conseguir su intervención, menos competencia política defínese por las mismas leyes de la divi
probable será el que se repita... Y o deseo un alzamiento mili sión del trabajo. E l público supone en nosotros espacio y li
tar, pero no deseo más que uno, con la condición de que éste bertad para la meditación. N os concede, nos otorga esta liber
sea el bueno. tad y este espacio. P or ello, mientras él trabaja, nosotros
Y , una vez restablecida la Monarquía, todo va por sus meditamos.
pasos contados. L a docilidad cívica, lamentable hoy, conviér E l fruto de nuestras meditaciones es la verdad, o, si usted
tese en una prenda de duración, una garantía de reformas. La lo prefiere, nuestra verdad. Pero ya que, en lo tocante a la
gran obra comienza. Tras siglo y medio de un trabajo que, para esencia de esta verdad, entre nosotros no hay discusión, y,
mí, carece de interés '(porque ha sido puramente crítico y des puesto que usted me concede que no hay dos verdades polí
tructor y le bastaba con deshacer) empezaremos al fin a cons ticas en Francia, sino una sola, que es la Monarquía, no nos
H EN RI VAUGEOIS! DESPUÉS DE NUEVE AÑOS 341
340 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
de un joven escritor dreyfusista convertido al monarquismo,
queda que hacer más que una cosa, que es decirlo, sin preocu M. Joachim Gasquet: “Si el nacionalismo no puede imponerse
parnos de más. y vencer más que siendo integral, no por esto vamos a retro
De este modo viviremos nuestra vida. Habremos llenado ceder. E n L ’Action Française, será integral.” E l 15 de junio,
nuestra natural función. • en el prólogo a una conferencia dada por él mismo y presidida
por Barrés, dice: “Barrés sigue siendo republicano... Yo, en
Después de nueve años cambio, estoy convencido de que la ordenación nacional a que
aspiramos no podrá ser un hecho ni mantenerse más que a
A l estrecharnos la mano, como dice al final de su carta, base de la institución monárquica.” E n el transcurso de esta con
Vaugeois no se despedía definitivamente de nosotros. Tampoco ferencia añade que acepta “cada día con una confianza mayor y
la idea monárquica lo abandonaba a él. L a colección de L ’Action con más satisfacción de espíritu la hipótesis de una nueva articu
Française, a partir de finales del verano de 1900, resume el lación de la patria que fuese sencillamente la antigua ordena
diagrama viviente de sus perplejidades. No es un combate de ción de la Monarquía”. E n 26 de junio de 1901, el conde Eugène
la luz contra las tinieblas : es el esfuerzo de una llama ardiente de Lur-Saluces era castigado con seis años de destierro por sen
para poner en duda su propio calor. Tan pronto alega, para tencia del Tribunal Supremo, a la que precedieron unas decla
impresionarse a sí mismo, “el poderío de los sentimientos” in raciones del procesado de una precisión magnífica. Y Vaugeois
vocado por Barrés como grandes obstáculos que se oponen a rinde homenaje a esta confesión de una “mente en completo
la instauración de la Monarquía, como se duele del apego que acuerdo consigo misma y con la naturaleza propia de las cosas
Jules Lemaître manifiesta a “la idealista Declaración de los de Francia, con la historia del reino de Francia”. A 1 de agos
derechos del hombre”. to de 1901, cuando la oposición demostró que la única cosa que
En diciembre de 1900, explicando ante el Consejo superior le importaba eran sus carteles de propaganda electoral, Vau
de Instrucción pública por qué no había querido tomar pose geois escribe : “nosotros prescindiremos de carteles”. Porque la
sión de su puesto universitario, declaraba sin ambages “que Action Française “está consagrada al nacionalismo integral”.
no podía incorporarse a la Universidad en tanto que ésta, H a y “un principio verdadero, que es la Monarquía”. “Nosotros
cuando menos a través de sus elementos directores, estuviera li vamos a lanzarnos a la lucha contra la ignorancia y los pre
gada y adicta al poder actual”, ya que él, Vaugeois, por patrio juicios de nuestros contemporáneos, a fin de fijar, por lo
tismo y por convencimiento, no puede menos de discutir a menos en un puñado de cerebros jóvenes, el principio monár
fondo este poder, es decir, la República: “N o puedo menos de quico.”
preguntar si..., al separar a nuestra nación de una familia, de E n fin, el 1 de noviembre, L ’Action Française insertaba, to
una dinastía cuyos intereses se confundían con los nuestros, mándolo de la Gazette de France, el relato del viaje hecho por
no hemos preparado la disolución de la- patria”. Y , para ter Vaugeois, el mes antes, a Carlsruhe, titulado así: “U n fran
minar, añadía: “He llegado a un punto en que ya no tengo cés con el duque de Orléans” *. Es una página admirable, al
derecho de hacerme pasar por un servidor adicto del Estado guno de cuyos párrafos no podemos dejar de transcribir aquí:
republicano”.
• E n L ’Action Française del 15 de marzo de 1901, Vaugeois, “Acabo de experimentar en el viaje de París a Carlsruhe, de
ampliando las críticas del plebiscito déroulédiano (que ya eran que regreso, la más viva emoción que hoy pueda sentir un francés.
cosa antigua en él), rechazaba la República como cosa inevi Y al mismo tiempo he comprendido la mayor verdad que pueda
tablemente “protestante y suiza". En 1 de abril, defendía la caber en cerebro humano, a la edad en que lo que empieza a inte-
disciplina católica como factor del orden tradicional. En el
I. E n venta en la G azette de F ra n c e : 1 bis, ru e B aillif, P arís.
fascículo del 15 de abril, escribe, comentando el “viva el rey"
H ENRI VAUGEOIS: DESPUÉS DE NUEVE AÑOS 343
342 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
Germania. Acababa de despedirme del conde Jean de Sabran-Pon-
resamos por encima de todo es nuestra propia historia humana,
con el secreto de nuestras luchas y de nuestros pasatiempos, de tevés, cuyas habitaciones, contiguas a las del Príncipe, habían sido,
nuestras guerras y de nuestras sociedades. como en días anteriores, un lugar de irresistible atraccióji para los
Una sociedad que se llama Francia ha sido posible, creada y realistas llegados a Carlsruhe: ¡qué placer este de volver a hallar,
desarticulada y puede ser rehecha otra vez: esto es lo que me ha en una ciudad alemana, el fuego, los constantes destellos de la
conmovido. A esta sociedad, a otra sociedad cualquiera, sólo le hace conversación de un hombre de corazón y mente tan franceses!
falta un jefe que la conciba, que la quiera y, que no haya sido Iba ya a marcharme para regresar a mi hotel, cuando me enteré
escogido por e lla : esto es lo que he comprendido. Y Francia tie de que, como las audiencias de la tarde se habían acabado, el Señor
ne un jefe, un verdadero rey que sus hados protectores le impo pasaría probablemente, al salir de su salón de recibir, por el co
nen. Y o he visto a este rey que vive y quiere reinar: ¿no basta rredor del primer piso en donde yo me hallaba. En el mismo ins
esto para confortamos y merecer nuestro agradecimiento? tante me sentí convertido en una de esas unidades de la buena
...Monárquico ya lo era yo en virtud de un análisis riguroso, y muchedumbre parisiense que en todo tiempo han tenido la pasión de
en adelante indiscutible a mis ojos, de las condiciones indispensa “ver pasar” y aclamar a su soberano, a su patria encamada y
bles para un orden francés a que me había visto compelido diñan viviente en una figura humana. L a aclamación es uno de esos be
te la crisis dreyfusista. Me repugnaba la sola idea de aceptar, ni llos y perdurables movimientos instintivos de que los puritanos
siquiera provisionalmente, el “hecho republicano”, es decir, el anar hipócritas a quienes debemos la mentira de un “ideal” republicano
quismo indeciso e hipócrita formulado a medias en nuestros códi han pretendido privarnos. Yo me sentía próximo a gritar sin reparo
gos y en nuestras Constituciones judaico-protestantes del siglo xix. ninguno: “ ¡Viva el R ey!” Pero ¡ay!, que ni yo, ni el Príncipe mismo,
...Pero todavía faltaba algo. No hay especulación tan intere estábamos en nuestra casa, y había que callarse.
sante como el comprenderse a sí mismo y comprender al propio ...El ruido leve de una puerta que se abre: el Principe salía de
país, darse claramente cuenta de los rasgos esenciales de la cons sus habitaciones para dirigirse a las de M. de Fonscolombe, miem
titución de Francia tal como la Historia y la Geografía la han mo bro de su séquito. Tenía en la mano unos papeles cuya lectura pa
delado, comprobar y subrayar a diario las innumerables disposi recía acabar de terminar.
ciones físicas, psicológicas y morales que inclinan a los franceses, L a impresión que, a primera vista, me causó toda su actitud fué
hoy más que nunca, a no concebir la sociedad política más que la de una extrema seriedad. E ra un hombre a quien yo sorprendía
en la forma monárquica. Pero, en momentos en que se impone trabajando y abstraído por sus pensamientos, pero, en cuanto dió
la lucha, cada vez más implacable, contra los locos que desorgani un paso por el corredor y su cabeza quedó a plena luz, tuve una
zan a nuestra patria y que, en sus sueños monstruosos, ni siquiera de estas completas e indiscutibles certezas que ciertos rostros nos dan
saben ya distinguirla de esta especie de Humanidad-fantasma que con respecto a la calidad del ser interior que revelan. L a fuerza,
los obsesiona, la especulación es sólo un placer muy mediano. Ya y una fuerza consciente de sí misma, una fuerza que, siendo, evi
ÍÍÍÜÍSÉ®
no le basta a uno el estar en posesión de la verdad: lo que busca dentemente, impetuosa e irresistible en su nacimiento, se deja hoy
es la victoria, y lo que quiere, en fin de cuentas, es la vuelta del administrar, con maravillosa facilidad, onda por onda, por decirlo
rey de Francia. así, y minuto a minuto, según el claro dictamen de la mente. ¡Qué
Pero entonces se plantea una cuestión singularmente dramáti tranquila, qué abierta y qué infinitamente benévola y amistosa para
ca; una cuestión de hecho: ¿qué rey nos espera? Y este rey, del todo lo de este mundo se revela la inteligencia que brilla en estos
cual Francia no tiene la menor idea, ¿ conoce él, por su parte, a los ojos juveniles!
franceses de hoy? ¿Sabrá, cuando menos, adivinarlos lo bastante ¿Qué andamos buscando? ¿Un hombre de realidades? ¿Un
p ara ofrecerles el don de esta armónica ordenación, de esta cons príncipe que nos libre del sombrío misticismo judío de la Revolu
titución natural que los más conscientes comienzan a definirse ya ción? ¿Un príncipe que restablezca en nuestros compatriotas todos
por sí mismos y a exponerla a los demás, pero que sólo el rey el sentido de las bellas desigualdades, es decir, de las potenciali
podría hacer que todos aceptasen por la fuerza prestigiosa y sin dades y los triunfos que componen la figura de una sociedad civi
discusión del principio hereditario? lizada? ¡Pues no busquemos más! El nuevo rey de Francia irradia
...Vagaba yo alrededor de las siete por los corredores del hotel la sabiduría que buscamos.”
344 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA HENRI VAUGEOIS: DESPUÉS DE NUEVE AÑOS 345
A continuación viene la descripción de la audiencia, que po y de todos sus progresos, la organización que preside M. Henri
drá leerse en el folleto publicado por la Gazette. Debemos trans Vaugeois ha continuado convirtiendo a republicanos en nionár-
cribir sus*últimas palabras, por las consecuencias que tuvieron. quicos valiéndose de las mismas razones que habían decidido
Dicen así: su propia evolución. Progresivamente, han ido uniéndose a la
revista una L ig a de Action Française, un servicio de conferen
“E l príncipe, sabedor de cuáles son, en París, mis preferencias cias, un Instituto y, como remate, un periódico diario; todos
y cuáles los amigos de mi tentativa de L’A ction Française, me
estos órganos han conquistado nuevos monárquicos estimulan
pregunta afectuosamente por muchos de ellos... Me habla de nues
do los intereses de nuestra nacionalidad amenazada por fuera
tro eminente maestro Bourget y de sus estudios de Outre-Mer.
y medio sumergida por la afluencia de extranjeros en el
Y, de pronto, sonriendo y mirándome fijamente, pregunta: ¿ Y Ba
rrés? interior.
A l salir de la estancia del Príncipe, cerca de las seis de la tar Este planteamiento del problema, ¿ es el acertado ? Los acon
de, sentíame lleno de una gran certeza y de una alegre voluntad. tecimientos, en el transcurso de los nueve últimos años, no
Sentíame seguro de haber acertado al seguir hasta las ú ltim as con han cesado de confirmarlo, y muchos franceses se han conven
secuencias m i propio pensam iento, a través de tres años de conti cido con las razones que esgrime L ’Action Française. Esta
nuados esfuerzos para ver claro en él, para precisar y apreciar sus triunfa allí donde todos los demás métodos habían alcanzado
movimientos espontáneos. A l fin comprendía mi propio naciona sólo resultados insignificantes o nulos. E l éxito es, en el terre
lismo.”
no de la acción, una prueba de verdad. Y aquí el éxito es tal,
que permite esperarlo todo y atreverse a todo.
Comprender el propio nacionalismo, el propio patriotismo,
la propia cualidad y posición de francés, tanto ante Europa
o el mundo como ante la Francia eterna y ante los problemas
políticos y sociales de la Francia moderna, es el resultado in
mediato, casi repentino, de la adhesión a la Monarquía; pero
Vaugeois no experimentó el sentimiento decisivo de ello hasta
hallarse en presencia del Príncipe.
E l 15 de diciembre siguiente escribió a M. Godefroy Ca-
vaignac (“a quien debía el ser nacionalista" y que precisamen
te acababa de protestar contra el herveismo naciente en la Uni
versidad) una bellísima carta abierta para invitar al ex mi
nistro de la Guerra a que viese de cerca las razones que tenía
L ’Action Française “para no oponer en adelante al anarquismo
moral humanitario de las selecciones docentes otra cosa que
una institución política: la Monarquía francesa”. L a carta
quedó incontestada. M. Cavaignac fué derrotado en las elec
ciones de 1902. Murió algo después. A l parecer, durante sus úl
timos años, estaba dejando de creer en la posibilidad de una
República francesa.
Desde entonces comenzó una nueva vida política para
M. Henri Vaugeois y para L ’Action Française. N o es este el
lugar de describirla, pero, a través de todo su desenvolvimiento
I
C A R T A D E M. L U C IE N M O R E A U
i
348 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CARTA DE M. LUCIEN MOKEAü 349
a todos los manejos de los dreyfusistas contra el Estado, hasta menos, fruto de la fantasía de un solitario, sino la síntesis de
el punto de haber contribuido a la suscripción en favor de Ma ja opinión general de los grupos monárquicos desde hace tres
dame Henry, se negó, con todo, a firmar el programa de la uartos de siglo por lo menos. L a carta con la que la egregia
Patrie Française, a lo que le invitaban algunos de sus mejo autoridad del señor duque de Orleans vino a sancionar este
res amigos, a pesar de que M. Barrés y M, Lemaître tenían hecho evidente es posterior en muchos días a las considera-
desde hacía mucho tiempo su admiración y sus simpatías. fciones de M. Lucien Moreau, que, en virtud de aquélla, resul
¿ A qué se debía esta negativa? P or lo que yo he podido tan singularmente corroboradas.
observar, a un enorme deseo de claridad y de precisión. El
programa de la nueva y poderosa L ig a le parecía vago y
M i querido amigo:
como impregnado de un liberalismo y un democratismo igual
mente nocivos. En cambio, una mañana de octubre último, y De hoy en adelante, sabemos ya que, con usted, no hay que tra
sin que nadie le hubiese requerido, M. Lucien Moreau llamaba tar de una concepción puramente teórica de la Monarquía. Dos
a la puerta de U Action Française, que estaba entonces en el personas de las más autorizadas de su partido se han mostrado de
?
completo acuerdo con sus principios, con los principios, podríamos
tercer mes de su vida, y entregaba un habilidoso y profundo
decir, de cuantos, con libertad de espíritu, han meditado sobre la
artículo dedicado a M. Jules Lemaître, en el que discutía si el
política. Es un hecho considerable para nosotros que, hasta ahora,
“affaire” Dreyfus era o no “una simple cuestión de hecho”. Con '
catalogábamos a usted entre los utopistas. Le concedíamos y a i
una facilidad, una lucidez y una elocuencia raras, mostraba —no lo habrá, usted olvidado— que su Monarquía hubiera sido un
qué elementos de vida y de muerte se ocultaban bajo la mise régimen excelente para la mentalidad general y para la prosperi
rable anécdota dreyfusiana y cómo este “affaire” patentizaba dad material de nuestro país. Pero, en cambio, entendíamos que este
hasta la saciedad que un verdadero cisma religioso ha de divi régimen se correspondía tan poco con el criterio de vuestros prác
■! i
dir actualmente el espíritu francés. ticos 2 como con el sentimiento de nuestros conciudadanos.
A partir de aquel día, la colaboración de M. Lucien Moreau Tengo amigos que no conceden una gran importancia a este
no ha faltado nunca en U Action Française, para la que ha sido sentimiento o, como suele decirse, a la “voluntad popular”, y no
porque sus antecedentes los predispongan en favor de un régimen
valiosísima. Su inteligencia, clara y metódica, su estilo sobrio,
autoritario. Republicanos de origen, pero más alejados que la ge
cortante, informado por estas fórmulas de filosofía positiva
neración precedente de las supervivencias antiguas, desde su ju
que definen, en cierta manera, indefectiblemente, no sé qué
ventud habian descubierto que la ética espiritualista y liberal no
especie de ardor seco, qué clase de violencia fría, un desprecio tiene más sólidos fundamentos de razón que la vieja moral cris
absoluto de todo lo que no es la razón, una capacidad casi in tiana s y han salido de la Universidad hechos unos verdaderos ni
creíble de desdén y de expresar el más leve matiz de éste, todos hilistas, hasta tal punto, que se escandalizaron de las sentencias
estos varios dones prestan a los artículos de M. Lucien Moreau nacionalistas que ya había manifestado Barrés, del cual habían sido
una fisionomía y un mérito singularísimos. N o podemos decir primero entusiastas por su independencia. U n cúmulo de circuns
que sea uno de los nuestros, pero por ello mismo importa más tancias, que coincidieron con su descubrimiento de que los princi-
el dejar consignados sus méritos indiscutibles antes de entrar
1. E n la conferencia d a d a por M. L ucien M oreau en la Asociación
a discutir las ideas que sostiene.
n ac io n a lista de la ju v en tu d y que e stá re su m id a en la introducción d j
Con las primeras líneas de la carta de M. Lucien Moreau e ste libro.
se convencerá el lector del enorme interés que han despertado 2. E xpresión del vocabulario po sitiv ista co n trap u esta a la de “teo-
riz a d o r”. E quivale a la de “hom bre de E sta d o ”.—Ch. M.
las declaraciones de MM. André Buffet y de Lur-Saluces: ellas 3. Se tr a ta aq u i de la "razón p u ra ” en sentido h u m an itario y kan
han descubierto a los espíritus libres que nuestras disquisicio tia n o : fam osa nebulosidad sobre la que, por espacio de un siglo, se
nes sobre la Monarquía descentralizada no eran, ni mucho h a pretendido co n struir u n a m oral Independiente. (N ota de M. L u d e n
iío re a u .)
CARTA DE M. LUCIEN MOREAU 351
350 ENCUESTA SOBRE LA ^MONARQUÍA
más ingenuo de los Monod, el cual no hace mucho decía estas pa
pales libertarios, siempre poco reflexivos, resultaban a menudo
labras: “N o puedo prescindir de subrayar la admirable unanimidad
poco inteligentes, los desengañaron en algunos años de un estado
con que, salvo raras excepciones, todos los filósofos de Francia han
de espíritu que antes habian tenido como superior. Pronto Les Dé-
demostrado su idealismo durante nuestra gran crisis, es decir, su
racinés les hicieron comprender la génesis de tal estado de es
adhesión a la noble causa de la justicia y del bien, en ta n to que los
píritu. Y, por otro lado, M. Paul Bourget les indicaba en dónde po
historiadores se dividían en dos clases: los que todo lo cifran, su
drían hallar de nuevo las verdades salvadoras que les habían sido
perficialm ente, en el culto del orden exterior, de la prosperidad m a
arrebatadas.
terial y de las apariencias, y los que merecen también el nombre
En el momento en que algunas inducciones temerarias desembo
de filósofos” i.
caron, al comenzar 1898, en la crisis propiamente dreyfusiana, un
cierto número de jóvenes anarquistas estaban estudiando a Comte, ¿No es verdad que este divertido galimatías descubre un espí
a Taine, a Le Flay y. a Balzac. Ellos que ya habían aprendido ritu prisionero de mil supersticiones? ¿E s un filósofo cualquier vi
pronto a aborrecer los desvarios democráticos, iban así librándose sionario que se recrea entre hipótesis gratuitas y postulados inúti
poco a poco de la ilusión liberal. E l robusto pensamiento de aque les? Entonces, este nombre vendría de perlas a los pensadores de
llos grandes hombres, los acontecimientos que a diario los confir tres al cuarto que desdeñan las leyes históricas, a los teócratas de
man, esta critica abstracta y esta comprobación en la realidad, nos cualquier procedencia que no comprenden los fines puramente tem
llevaron a comprender la indiscutible legitimidad 'de un Estado porales del Estado, a los humanitaristas para quienes nada impor
fuerte. E l papel de éste limitase a “la protección de la comunidad tan las necesidades contemporáneas, a los mesianistas que sueñan
contra el extranjero y de los particulares en sus mutuas relaciones’’. en una “naturaleza mejor”, en suma: a todos los enemigos “del or
En el desempeño de esta doble función no debe hallar ninguna den exterior, de la prosperidad material y de las apariencias”. Pero
resistencia, pero el interés general no consiente que se inmiscuya estos tres objetivos— orden, prosperidad, buenas apariencias— son
en las que le son ajenas. precisamente los únicos de que los partidarios conscientes de la
U n espíritu positivo no le pide al Estado que realice este o el libertad de las conciencias quieren que el Estado se ocupe. Sólo una
otro "ideal” ; le pide sólo su propia continuidad; no quiere saber teocracia podrá tener otros objetivos, y “nuestra gran crisis”, como
nada de ninguna especie de conformismo moral: reclama todas las dice M. Stapfer con tanta familiaridad, nos ha hecho comprender
libertades que pueden servirle y no reserva al Estado más que la que lo que más repugnamos en el Estado son las intromisiones de
libertad política, que no le sirve para nada. Le distinguen especial carácter teocrático. Definidas así las cosas, preferiremos siempre
mente una tendencia descentralizadora y su adhesión a la fórmula al pedantismo legalista un arbitrismo inteligente.
eomtista de la “supresión de los presupuestos teóricos” i. Y ello, Creo, mi querido amigo, que esta manera de ver las cosas es
porque no puede menos de deplorar por igual la ruinosa debilidad idéntica a la de usted. Esta es la razón por la que yo no puedo
del Estado y la increíble tiranía de la Administración. Puesto que oponer ningún argumento a sus conclusiones teóricas. Y estoy tan
una y otra son consecuencia de los principios de 1789, renuncia, tan convencido como usted de que la Declaración de los D erechos del
a gusto como el mismo Renán, a estos dogmas mentirosos. H om bre es un “cúmulo de groseros errores” y la Constitución del
Estas fueron las conclusiones a que llegaron, en el transcurso año VTII “un semillero de ruinas". Teníamos, pues, que coincidir
del “affaire“ Dreyfus, unos espíritus en los que no quedaba ninguna en la aquiescencia a las certeras críticas del régimen actual que se
supervivencia de carácter teológico. U n texto significativo precisará deben, principalmente, a los señores Charles Benoist y Léouzon-
mejor, por la fuerza del contraste, su carácter distintivo. E s del1 Leduc. Sólo me ha sorprendido que M. Benoist no haya advertido
que las aberraciones de nuestro parlamentarismo tienen su fuente
-¿
RESPUESTA A M. LUCIEN MOREAU 353
352 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
do no de la democracia; en una palabra, esos monárquicos que, en
en su propia naturaleza y no en ningún azar maravilloso, y que
otro sentido de Paul Bert, son “herederos también del 1789” ? ¿ A ca
M. Léouzon-Leduc haya coronado su incisiva Dem i-République con
so no creen todos ellos— quién por servicios verdaderos, quién por
un acto de fe casi deroulediano en la infalibilidad de la democracia.
haber sabido mantener su mal humor— tener una hipoteca sobre una
¿ Coincidiré, pues, también con usted en que la institución de una
posible Restauración? Unos y otros se aliarían contra M. André
Monarquía tradicional, hereditaria, antiparlamentaria y descentra
:Buffet en cuanto se tratase de aplicar su criterio tan ponderado, tan
lizada es “de salud pública” ? M e guardaré de afirmarlo, en primer
lugar, porque no estoy seguro de que no haya ningún otro medio perfectamente acertado, sobre los grandes intereses administrativos,
de salvación (aunque los republicanos no paran un momento de religiosos y económicos. Correrían al lado del rey, y el rey, sitiado,
postular la “perfección” del género humano) y, segundamente, por no podría gobernar contra todos ellos y contra los manejos demo
que no creo que nadie pueda instaurar una Monarquía con aquellas cráticos y en conformidad con los intereses permanentes de la Mon
características. arquía. Añadamos aún que la descentralización disgustaría a la
casta de los funcionarios. ¿ En qué se apoyaría, pues, en sus co
Verdad es que usted acaba de demostrar que los principios de
mienzos, el nuevo régimen para llevar a cabo las reformas que, de
:1a política positiva informan el pensamiento de dos monárquicos tan
poder realizarse, acabarían, a la larga, por afirmarlo en todo el
influyentes como los señores Buffet y de Lur-Saluees. Y la adhe
país? Los apuros inmediatos, ¿no darían al traste con los mejores
sión de estos dos espíritus vigorosos y clarividentes, a un tiempo
propósitos? ¿No nos encontraríamos con que habíamos traído una
hombres de acción, prestaría a tales principios, si por ventura les
Monarquía parlamentaria? A fin de cuentas, no nos quedaría entre
hiciera falta, una autoridad nueva. E l perfecto conocimiento del
las manos más que el principio hereditario: sin duda, una garantía
estado de espíritu de los franceses de hoy, patentizado por M. Buffet,
me había sorprendido desde su proceso ante el Tribunal Supremo. importante a los ojos de los psicólogos.
Como apenas leo periódicos monárquicos, no conocía a M. de Lur- Y a ve usted que no tengo ninguna objeción teórica contra su Mon
Saluces más que a través de algunos comentarios de retórica li arquía y la de sus dos desterrados. Y si no la creo factible, ya acabo
beral en tomo del Pacto de Burdeos, y no podía sospechar que hubie de decirle el porqué: puede resumirse en lo que hay de retrógrado
se en él un teorizador tan vigoroso. L a existencia de semejantes en la mayor parte de los monárquicos. A decir verdad, los repu
consejeros cerca del señor duque de Orleans obliga a los hombree blicanos no están mucho menos atrasados y usted ha sabido demos
de buena fe a hacerse otra idea de sus propósitos políticos. trar que serían totalmente incapaces de acometer la obra de que
venimos hablando. ¿Cómo confiar ni en unos ni en otros? A los
M as ¿de qué pueden servir tales propósitos ante tantas cosas,
nacionalistas como yo, nos corresponde todavía una actitud expec
tantas resistencias físicas como fácilmente se adivinan? Usted no
tante y crítica. Nuestro único papel es ir favoreciendo al día cual
admite la existencia de un partido monárquico, pero, por lo menos,
quier empresa de tendencias nacionales. Por ello mismo, deseamos la
hay un conjunto de personas que anhelan la restauración de la Mo
difusión de la E ncuesta y que ella conquiste para la política posi
narquía. Pues bien: porque algunas de estas personas, y entre
tiva a aquellos a quienes la escolástica liberal no haya privado por
ellas los principales lugartenientes de vuestro Príncipe, conciben
completo del sentimiento de la realidad.
exactamente lo mismo que nosotros las reformas indispensables,
Afectuosamente suyo, mi querido amigo,
¿dejará de ser verdad que ej grueso del “partido” está compuesto
por viejos parlamentarios con su clientela, por una parte, y de L tjcien M oreau
hidalgüelos desposeídos, por otra, y, finalmente, de clericales anti
cuados? En cuanto a estos últimos, reconozco que los más peligro Porque es radicalmente opuesto al error liberal y a la ver
sos, por más "romanos”, se han pasado, por orden superior, a la
borrea democrática, porque se da cuenta de los peligros na- -
República; aparte esto, usted sabe que yo no tengo la menor aver
cionales, M. Lucien Moreau es de los que aceptan que está
sión hacia el clero cuando no se inmiscuye en lo temporal. Pero
planteado el problema constitucional. H a visto que los republi
¿y esta aristocracia inútil, retirada de la vida pública desde hace
casi tres cuartos de siglos, que ya no tiene ninguna tradición, que canos son incapaces de salvar los principios elementales de todo
liquida sus propiedades territoriales y se disputa las cadenas de orden público. Los encuentra tan anticuados y tan retrógrados
Israel ? ¿ Y todos esos cortesanos profesionales del liberalismo, cuan como los componentes más antiguos de los partidos más viejos.
23
354 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M . LUCIEN MOREAU 355
Prevé, hasta aquel límite en que se puede ver con cierta se rior, una auténtica República democrática. Y esto significa
guridad, que el solo principio del régimen republicano hace renunciar a la dirección y hasta al movimiento de la propia
casi imposible toda reforma. vida.
Podría producirse un milagro: M. Luden Moreau no lo Comprendo que se dude en convertirse a la Monarquía, pero
espera. Pero, calculista prudente, se pregunta si nuestros cálcu no comprendo que se soporte, ni por un instante, la menor
aproximación, el menor ligamen mental y moral con el hecho
los son completamente exactos. ¡Ah, pues que los compruebe
o que pida a los peritos republicanos que hagan de ellos una republicano cuando se le juzga absurdo en sí mismo y contra
producente en la práctica. E n sus objeciones a la Monarquía,
crítica exacta! Más arriba he m ostrado1 la consistencia que
tienen las criticas de L e Temps, por lo demás muy ingeniosas. M. Lucien Moreau abulta un poco los “defectos” y las “tachas"
Siquiera L e Temps ha hablado, que es un gran mérito. Ordi de los monárquicos viejos. Y o he de dejar exactamente anotado
nariamente, nuestros adversarios, tanto nacionalistas como ra cuanto en igual sentido pueda decirse, y ello ayudará a nues
dicales, guardan un silencio malévolo que los más exaltados tros amigos a darse cuenta de los perjuicios que les han causa
rompen para injuriamos. do las menores intimidades de algunos de ellos, y a sea con Is
rael, ya con el resto de la sociedad cosmopolita. Se imponen se
Pero acaso me habré olvidado de algún factor... H e aqui,
en resumen, la dubitativa esperanza a que se agarra mi amigo. paraciones y cortes casi quirúrgicos, urgentemente; creo que
Cuelga del altar del azar y la suerte los restos de su espe ahora sean cosa sencilla y pronta, gracias al provechoso espí
ranza. Reconozcamos que, hasta el presente, estas divinidades, ritu de antisemitismo que M. Edouard Drumont, por un lado,
que son grandes, se han ocupado muy poco de los asuntos de y, por otro, el jefe de la Casa de Francia han despertado o re
la tercera República. A lo mejor, la República acaba tenien novado en todas las viejas familias de nuestro país.
do razón contra la razón misma llevando a cabo una obra feliz M. Lucien Moreau me objeta que, si no existe un partido
a pesar de su propia constitución. Si admito en hipótesis esta monárquico, hay, por lo menos, monárquicos, y que Felipe V III
posibilidad, es porque no debemos perder nunca el sentimien tendría que gobernar con ellos. Tal vez. Y , para abreviar esta
to de que todo es posible... incluso lo imposible. Pero no olvi discusión, acepto la hipótesis, a pesar de que también podría
demos que si la lógica, por su parte, lleva a conclusiones anti no aceptarla y decir a M. Lucien Moreau, como a Le Temps,
republicanas, ¿es que, por ventura, la experiencia de treinta que la Monarquía es natural, necesaria y orgánicamente ene
difíciles y vergonzosos años no añade nuevos cargos contra la miga del gobierno de partidos.
República? Entonces, si tras el juicio de la razón, tampoco ha “H a y monárquicos y son retrógrados, clericales y parla
cemos caso de las enseñanzas de la experiencia, ¿ qué podrá de mentarios.” L a Gazette de France ha replicado siempre de una
terminar y regular en adelante nuestras actividades? Esperar manera sencillísima a esta objeción: ¿Desconfiáis del perso
una República buena, o una República menos mala, es empe nal monárquico? ¡Pues haceos monárquicos! Puesto que acep
ñarse en esperar algo contra los dictados coincidentes de nues táis la tesis de la Monarquía y el conjunto de sus instituciones,
tra memoria y nuestra inteligencia. E s esperar esforzándose .puesto que lo único que teméis es ver surgir una Monarquía
en no pensar entretanto. E n el fondo, es no esperar nada. mitigada y contradictoria, una Monarquía parlamentaria y cen
• Más claro aún. Me parece que, para un pensador político y tralizada, y todo ello a causa de los actuales monárquicos,
para un buen ciudadano, eso de “imponerse una actitud pura haceos monárquicos vosotros y el peligro de todo aquello amen
mente crítica y expectante", como pretende M. Lucien Moreau, guará a proporción.
equivale a proclamar en sí, dentro de su propia ciudad inte E l monarquismo no es un grupo cerrado. E n tra en él quien
quiere. Proclame usted los principios, que es lo que importa,
1. P á g in a 291 y siguientes. y haga usted que los proclamen cuantos más m ejor y que apor-
356 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA LUCIEN m o rea u : d espu és de n ueve a ñ o s 357
ten sus mismos puntos de vista, y el esfuerzo mecánico, la in poner a contribución, ni en la más mínima parte, nuestra acti
fluencia “física” del personai que usted teme será, consiguien vidad, nuestro valor, nuestra inteligencia; puesto que este me
temente, compensada y neutralizada. Asegurará usted con ello dio, este órgano esencial y primordial hace falta, empecemos
a los proyectos del duque de Orleans, a los planes de André por crearlo, pongámonos a forjarlo. Suponiendo que no dé in
B u ffet y de Lur-Saluces, una nueva fuerza de realización. Con mediatamente los frutos que esperamos de él, ¡por lo menos
tribuirá a la reform a nacional en la medida en que pueden ha lo tendremos!, contaremos con este instrumental indispensa
cerlo los buenos ciudadanos. ble: podrá aplazarse la obra, pero la habremos hecho posible
B ajo la República, esta medida es nula. L a República fran y de nosotros dependerá el apresurar su ejecución. Porque, una
cesa podría definirse como una permanente imposibilidad de vez conseguida la Monarquía, podremos colaborar con todos los
reformas, una permanente conspiración contra el bien público. franceses patriotas y clarividentes para hacer de ella el uso
L a Monarquía hace posibles este bien y estas reformas. Ene más directo y provechoso. Pero lo primero es que la Monar
migo como soy del charlatanismo electoral, no voy a caer en quía exista. Y, para que exista, es menester que la inteligen
el charlatanismo filosófico y me guardaré de decir que una cia francesa declare solemnemente que es necesaria. U n a vez
monarquía sea incapaz de error, que en ella no pueda verse li más: esta es la tarea de M. Lucien Moreau, de todos los ce
cenciado el mejor ministro y que la buena voluntad y la cla rebros de su fuerza y su claridad.
rividencia del príncipe no puedan ser nunca víctimas de la ig
norancia y de la astucia ambientes. Pero añado algo mucho
más importante y que no cabe discutir: afirmo que la clarivi Después de nueve años
dencia y la buena voluntad funcionales, más aún que perso
nales, del príncipe, son de tal naturaleza en una monarquía, Mientras que, como hemos visto, Henri Vaugeois abrazó la
que se establece una afinidad natural entre el bien público y causa monárquica en agosto de 1901, la colección de L ’Action
él. No está obligado, pero se siente inducido, hasta a la fuer Française no presenta una señal explícita de la conversión de
za, a oír la opinión de los buenos ciudadanos y de los ciuda Lucien Moreau hasta el 15 de octubre de 1903. Aparece en el
danos ilustrados, a solicitarla. epílogo de un sagaz estudio del “Testimonio de Barrés”.
Lo qué Lucien Moreau llama “resistencias físicas” y que T al vez nunca se ha hecho ver tan claramente la distinción
yo sólo llamo dificultades, estos obstáculos a nuestras refor entre el orden político y el orden estético o moral. Repitiéndose
mas— repito-— , e3te personal parlamentario o clerical, y hasta, la pregunta que había formulado el príncipe al final de la au
si cabe aliar los términos, este personal realista-filosemita, diencia de Carlsruhe: “¿ Y Barrés?”, pero con objeto de inves
por el mismo orden natural de una monarquía francesa, serían tigar si el autor de Am ori et dolori tendría que prescindir del
difícilmente soportados por ésta y acabaría combatiéndolos y más pequeño “matiz de su sensibilidad” el día en que se decidie
aniquilándolos. se por la Monarquía, Lucien Moreau dirigía al autor de la E n
La Monarquía es la conciencia y la voluntad nacionales. Si cuesta esta respuesta admirable que merece citarse por su deci
la Monarquía es vencida en este combate, podrá decirse que sión, su discreción y su firmeza: “ ...Usted, exigente y duro teo
toda fuerza francesa es vencida con ella. N o hemos llegado aún rizante, nunca ha pedido tanto. Pide usted que le sacrifiquemos
a tanto. Pero, aun llegando a ello, el primer deber de las fuer una pretendida libertad política, la ficción de un sueño. In
zas nacionalistas sería, en tanto cuanto les quedase alguna es vita usted a transformaciones juzgadas necesarias. Señala, sin
peranza de triunfo, el trabajar de nuevo por el único órgano que nadie le haya refutado, qué medios serían eficaces a este
capaz de alcanzar los objetivos que desean. Establezcamos este fin. Tales medios son difíciles. Pero los otros no valen nada : los
órgano del interés público. Puesto que nos vemos privados de últimos años lo han probado. En una palabra, usted expone las .
358 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
cerlo nacer poeta. N o es ahora ocasión— pero la he tenido yectos y de postulados de reformas. Por otra parte, no hay
cien veces y volveré a tenerla muchas más— de proclamar la más que hojear las novelas de M. Charles L e Goffic, particu
admiración y la simpatía de todos nuestros literatos por la larmente Payse y Morgane, para apreciar lo vivo de su senti
poesía de M. Charles Le Goffic. Aunque de inspiración bre miento de solicitud cívica en relación con los más pequeños in
tona, raras veces se ha expresado en la lengua de los bardos, tereses bretones. Hasta el panceltismo— un panceltismo com
sino en el francés más dulce y limpio. Grave y encantadora, pletamente francés o en provecho de Francia— atrae y encanta
profunda y tierna, amiga fiel del recuerdo, la poesía de Amor a Le Goffic.
bretón y del Bosque dormido evoca el lamento de las mujeres L a Academia Francesa le ha premiado repetidas veces por
de los marinos volando sobre las aguas como un vuelo de sus poemas y sus trabajos de crítica o de economía. En la
gaviotas: promoción de 14 de julio último, fuá nombrado caballero de la
Legión de Honor.
Las bretonas de tierno corazón
Como puede verse, era casi obligado en mí el tener a mon-
lloran ai borde del mar...
sieur Charles Le Goffic al corriente de mi encuesta sobre la
Monarquía. Su respuesta a la misma ha sido espontánea, una
Arómala el perfume penetrante, salobre, de los lirios y los
de las primeras que recibí de mis amigos. Todavía no había
claveles salvajes de las riberas en otoño; canta una larga y
publicado ni la opinión de M. Paul Bourget ni la de M. Barres.
antigua tristeza, los deseos íntimos y los sueños infatigables
Todavía el señor duque de Orleans no me había escrito su car
de una raza aventurera y resignada... Con todo, no nos hubié
ta. Pero como tenía que pedir a M. Le Goffic que me autori
ramos dirigido a M. Charles Le Goffic si no fuese más que por
zase a dar publicidad a la suya y él estaba de viaje, mi pe
su lira, ni aun siendo ésta bretona y de tan delicioso son.
tición tuvo que andar siguiéndole a Trégastel y a Guingamp,
Pero es que, además, M. L e Goffic se ha constituido, en su
provincia, en defensor y, como dicen en el Mediodía, en man y esta es la razón del retraso con que aparece. E s una carta
tenedor de cuanto ella tiene de peculiar. M. André Buffet me íntima y yo he querido mantenerle este carácter para que se
señalaba, durante una de nuestras conversaciones, lo conside percibiera mejor la verdad de su acento:
rable de la intervención de M. Charles Le Goffic en el Congre
so regionalista celebrado en París, durante el mes de julio, “Trégastel, 20 de agosto de 1900.
en la Exposición: presidió la sesión de apertura y no cesó de
sostener en la asamblea la causa de la reconstrucción fran M i querido M aurras:
cesa por la descentralización. Estos días últimos, tomaba par He leído su encuesta con verdadera pasión; sería el ideal, lo
te, en Guingamp, en las largas y brillantes sesiones de la Unión soñado, un Gobierno semejante. Y, en cuanto a construcción, es de
regionalista bretona, uno de cuyos principales y más activos una precisión de líneas verdaderamente admirable. Si la Monar
organizadores ha sido. quía fuera a realizar semejante programa— y pudiera hacerlo— , ni
un solo ciudadano podría dejar de aceptarla ahora mismo. Pero,
Si el poeta se mantiene en él muy cercano a la imaginación
con la mejor voluntad del mundo, ¿cree usted que realmente po
y a la sensibilidad de su país, hay también un Le Goffic crí
dría y que, teniendo que dominar mil resistencias locales, no sería
tico, economista y hasta político, que no ignora una sola de
su primera preocupación el centralizar hasta el límite, el apretar
las necesidades de sus conciudadanos y que trabaja generosa
todavía los tornillos y atenazamos definitivamente?
mente en satisfacerlas. Quiero señalar uno de sus libros— Sur Además, soslaya usted demasiado en su encuesta, la cuestión
la cote— , que no es tan sólo una serie de cuadros pintorescos, del personal monárquico. Y este es el punto principal para las tres
hábiles y bien vistos, sino también un repertorio de observacio cuartas partes de francéses que experimentan una alegre satisfac
nes útilísimo y, al mismo tiempo, un excelente conjunto de pro ción democrática en sentirse iguales a los noblezuelos que tan al-
362 CARTA DE M. CHARLES L E GOFFIC 363
ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA
I mayoría de los republicanos actuales sólo son republicanos de sen
tivamente los trataron antaño y en hacerles notar esta igualdad
llenándolos de afrentas. L a simple idea de que todos esos condes, timiento: es que es duro tenei* que renunciar a la fe de toda una
I vida. Por lo que a mí hace, nada detestaría tanto como pasar por
vizcondes, marqueses, semilla de antiguo régimen, pudieran levan
tar cabeza y nacerse dueños otra vez de la situación, esta sola idea renegado. Me dirá usted que me pago de palabras. Y es mucha ver
les es insoportable. Estoy convencido de que aceptarían mucho más dad que, si uno tomase la opinión como regla y la opinión se equi
a gusto la fórm ula napoleónica que puede prescindir de apoyos tan vocase, estaría condenado a andar equivocado toda la vida con ella.
comprometedores y darse un aire democrático. Y ello es sensible, Admitamos que ahora se equivoca: ¿quién se lo da a entender?
porque a mí me gusta tan poco como a usted una democracia de ¿Y erg? usted que el país seguiría dócilmente a quienes se presen
careta cesárea. taran a él con la lis monárquica en la mano? L a pobre flo r in
Queda, además, la cuestión clerical. Usted me conoce; usted sabe maculada ya no florece en nuestros jardines. N i siquiera en los
que yo no soy un comecuras, que, católico, respeto profundamente campos. E l partido orleanista o legitimista ha sido hasta ahora un
la religión católica y que quiero que todo ciudadano pueda ir li Estado Mayor sin tropas. Con razón o sin ella, mucho me temo
bremente a oír misa si gusta. Pero también quiero que puedan dejar que siga igual.
de ir, si no les acomodar. Luis Felipe (inmediatamente después de M uy afectuosamente suyo, querido Maurfihs,
la Restauración) pensaba esto mismo. Pero la fecha del 16 de mayo C h a r l e s L e G o ffic «
— fecha que vivirá siempre en la memoria del país— planteó, o,
mejor dicho, volvió a plantear la cuestión clerical, y jam ás la alian Queda, pues, sentado que M. L e G offic continúa siendo re
za, la famosa alianza del trono y el altar, se había manifestado
publicano, pero con poca fe republicana. V oy a pedirle que me
con tanto impudor. Inquisición en la vida pública, en la vida pri
permita no tener en cuenta las metáforas ingeniosas que cie
vada, denuncias, inclusiones en el Indice, ¡todas las cuerdas de
rran su carta. ¿Estado Mayor sin tropas? Siempre es el Esta
la lira! Mi hermano, por haber cantado la Marsellesa, fué despe;-
dido (estaba empleado en la Administración de contribuciones), y yo, do Mayor quien recluta éstas. Urt buen cuerpo de oficiales
que tenía entonces trece o catorce años, por una niñería publicada atrae a muchos soldados y, en todo caso, los hace aguerridos.
en el periódico comarcal, fui excomulgado desde el pùlpito. Tres E n cuanto a la flor de lis, puede renacer como todas.
curas vinieron a casa a amenazar a mi madre y, como ella los
echó, la boicotearon. Nuestro almacén fué declarado infrecuenta- M ulta renascentur quee ja m cecidere, cadentque
ble. Y lo que nos ocurrió a nosotros ocurrió a otras cien familias quee nuno su n t in honore...
de la región.
Estas cosas no las ha olvidado el país, y por nada del mundo L a necesidad inmutable asignó a cada necesidad las insti
quiere que se repitan, y ima restauración monárquica parece amena tuciones que la satisfacen. Francia necesita la Monarquía; si,
zarnos con ellas. Digo "parece” porque tanto usted como los seño por una razón u otra, no satisface esta necesidad, vendrá fa
res Buffet y de Lur-Saluces obran de buena fe. Pero los hombres talmente (po»* inanición o por cualquier otra consecuencia de
nada pueden contra la*lógica de las cosas, y, fatalmente, una res debilidad física) el fin de Francia.
tauración monárquica daría la señal de una reacción clerical. ¿Quiere M. Le Goffic que acabe realmente? ¿Puede consen
En lo que toca al puro principio monárquico, la razón e3tá con
tirlo? Puesto que lo prevé lo mismo que nosotros, ¿por qué no
usted. En lo referente a la orientación del país hacia un orden de
trata de evitarlo? Puede hacerlo, en la medida de sus fuerzas.
cosas descentralizados también. Y asimismo cuando afirma que la1
L e es dado ejercer con provecho su función de miembro del
1. M. L e Goffic escribía, sobre la m ism a cuestión, en u n a c a rta a n poder espiritual de Francia enseñando francamente a sus con
í terior, lo siguiente: ciudadanos las verdades que por sí mismos no pueden alcanzar.
“No soy enemigo del clero, de n in g ú n modo. Al contrario. Lo quiero Su propio mérito le señala un puesto entre quienes meditativa
( libre, respetado, considerado, pero a condición de que no caig a tam po
co en los escasos que él mism o reprocha, con m otivo, a los fra n c mente se desvelan pensando en el porvenir de la nación. A d e
m asones." más, sus éxitos le dan autoridad. Tiene competencia y créditq.
í
t
RESPUESTA A M. CHARLES LE GOFFIC 365
364 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
M. Lucien Moreau, cuando me presentaba la misma obje 3.° L a descentralización. M. Le G offic prevé que habría
ción de M. Le Goffic, la resolvía en parte al subrayar cómo la que “dominar mil resistencias locales”. Tefhe que, por ello, el
política siciliana impuesta desde Roma a los franceses1 apar poder se sienta obligado a “atenazar definitivamente” unas ini
taba de los años primeros, de los años críticos de la Monar ciativas preciosas. Quisiera darle unas explicaciones y al mis
quía, a los más fogosos, intemperantes y peligrosos de nuestros mo tiempo contestar a muchas objeciones que la carta del
teócratas *ultramontanos. Católico y respetuoso del Catolicismo,1 señor duque de Orleans ha levantado en los periódicos de P a
rís y de provincias.
1. A tribulase por aquel entonces a la influencia del siciliano carde
E l nuevo poder, como cualquier poder nuevo, tendría que
nal Rampolla la in iciativa de la política "reconocem entera”. (N ota de
1909.) vencer ciertas resistencias. Los prefectos, subprefectos, comi-
RESPUESTA A M. CHARLES LE GOFFIC 367
366 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
conseguirlo, serían menester diez años de una acción enérgica,
sarios de policía y, con el nombre que se les dé, todos los
y concluye con estas palabras:. “¿Qué Gobierno sería capaz
agentes de la Administración propiamente dicha, tendrían que
de engolfarse durante diez años en esta tarea ingrata y ruda?”
conjurar, junto con el Ejército, los desórdenes, el motín y la
Otro “republicano” que escribe en el Propagateur Picard, pe
insurrección. Tal estado de cosas, que en las regiones más re
riódico de Montdidier, declara al señor duque de Orléans que
vueltas podría llegar al borde del estado de sitio, es, por defi
la obra de la descentralización es “un trabajo de Hércules” y
nición, un estado transitorio. Se contrae a un momento deter
que el “excelente” program a del joven príncipe es audacísimo.
minado de la vida pública, pero no afecta al concepto mismo
Yo replico a estos dos republicanos que uno y otro están en
de esta vida. E s el juego momentáneo de una institución, pero
lo cierto. Pero que se quedan a la mitad del camino. Tiene r a
no la institución misma. Me sorprende que M. Charles Le
zón el Lyon républicain cuando dice que la República no se
Goffic no haya notado esta diferencia.
atreverá, en muchísimo tiempo, a descentralizar; sólo que debe
Diferencia tanto más de notar cuanto que este estado de
ría decir que no se atreverá nunca. E n cuanto al Propagateur
disciplina rigurosa puede hermanarse bastante bien con una
Picard, si bien tiene razón cuando admira “la audacia del des
completísima descentralización. L a enseñanza, la beneficencia
cendiente de Enrique I V ”, debería advertir que es una auda
y la mayor parte de los otros grandes servicios públicos pue
cia fundamentada que está en proporción al vigor de un poder
den ser confiados (bajo un riguroso control de hecho) a la ini
real enérgico.
ciativa privada en los mismos momentos en que se redoblarían
la prevención y la vigilancia en materia de política genera!. Cuando el señor duque de Orléans se dignaba escribirme
U n poder constitucional débil es hipócrita. Necesita valerse de estas palabras: ‘‘Sólo y o estoy en potencia de resucitar ta vi
medios disimulados y qgtutelosos y, por consiguiente, el concur da espontánea en la ciudad y en el campo...’’, sentaba una ve r
so de miríadas de funcionarios que estén a su merced, para dad rigurosa de la que es fácil darse cuenta con un poco de
asegurarse el que le obedezcan y, simplemente, que le sopor reflexión. Yo la he explicado en L ’Éclair, de París, y en el
ten. Un poder que sea lo bastante resuelto para reprimir y cas Petit Comtois de Besançon. V oy a insistir en la explicación,
tigar, no tiene que preocuparse de estas triquiñuelas ni que re en obsequio del Propagateur Picard y de Lyon républicain, ya
bajarse a estas pequeñas astucias. Le basta con imponerse y, que M. Charles Le G offic me ha dado pie para ello.
seguro de su fuerza, puede mostrarse generoso. Lo mismo si es parlamentaria que si es plebiscitaria, una
Pero prescindamos, para simplificar, de la idea de una des República no es capaz de descentralizar. Pongamos los puntos
centralización coincidente con los comienzos mismos de la res sobre la íes. Y o no digo que no haya ninguna República des
tauración. Pues “bien: yo digo que, en esta era crítica y en lo centralizada. Sé que existen la de Suiza y la de los Estados
más apretado de la necesaria compresión, por el solo hecho Unidos. Digo que una República, parlamentaria o plebiscitaria,
de que el rey hubiera subido a su trono, la descentralización no es capaz de pasar del estado de centralización a la descen
habría dado un gran paso, porque se habría hecho ‘p osible y, tralización. Y ello por una razón fácil de comprender: en ella,
bajo la República, no lo es. los grandes poderes públicos son electivos. De consiguiente, el
“Un republicano” se burla elegantemente de mí, en Lyon Gobierno, cualquiera que sea, tiene interés, para que le reeli
républicain, por haber yo subordinado la descentralización a jan, en mantener bajo su férula, cuantos más mejor, a los ad
la institución monárquica. Pero se guarda' muy bien de decir a ministradores de los servicios públicos; o sea, dicho en otras
sus lectores la razón precisa por la que subordino, en efecto, palabras, en centralizar. Cuantos más funcionarios adictos ten
la una a la otra. Mi contradictor (parisiense y lionés, porque ga, con mayores probabilidades de disponer de sus electores
junta estas dos cualidades) reconoce que la República no ha contará este poder central electivo, y a que los funcionarios
podido descentralizar y que es difícil que lo haga y que, para son el mejor intermediario entre los electores y él. Lejos, pues,
í
24
»
pere, hace falta que esta poliarquía dinástica tenga impor Brisson 1: las familias judías, las familias protestantes, el Es
tancia y poderío suficientes en el Estado para conducir y re tado meteco o Monod, el mundo masónico. Estas oligarquías,
gular las veleidades del público. Cuando éste se sobrepone y fuertemente unidas en medio de la desorganización nacional,
el patriciado se empequeñece, la República se empequeñece para son los dueños que fatalmente nos dan las leyes de la física
lelamente. Se inclina a la democracia y, por ella, a la tiranía, tan política. Antes de que la “latente aristocracia de la inteligen
pronto demagógica, tan pronto cesárea. Todos estos recuerdos de cia, de la honradez y de la fortuna” haya comenzado a organi
la historia romana están corroborados por la historia repetida de zarse según los deseos de M. Henri Bordeaux, aquellos gru
las repúblicas griegas, italianas, americanas e incluso helvéticas. pos, nacidos de una selección al revés, asegurarán su dominio
¿Será preciso que detallemos? ¡Pero si el simple análisis de sobre nuestro país.
muestra, a simple vista, lo imposible que es el que ningún Es Pero podrán dominarlo y administrarlo: lo que no podrán se
tado, monárquico o poliárquico, sea próspero si no le asiste un rá llenar las funciones de un órgano del bien público, porque se
órgano, único o vario, del interés general! mejante oligarquía es profundamente internacional. Los maso
I
U na aristocracia, tal como acabamos de definirla, no se s e s son cosmopolitas; los protestantes, suizos, ingleses y ale
n
improvisa. Es H i j a de las edades, j u o s primeros reyes de Roma manes; los judíos son judíos, los Monod, sencillamente monodia-
y de Atenas dejaron eupátridas1 y patricios, a lo que se de nos. Seguros en su traición y en su unión, que no es fruto de
bió la altura alcanzada en sus comienzos por la República su voluntad, sino producto de hondas necesidades históricas,
de Atenas y la solidez de la República romana. Fustel cre esas tres o cuatro grandes Casas antifrancesas se reparten a
yó que esto mismo hubiera podido darse entre nosotros si, Francia y, lo que no pueden quedarse para ellas, se lo entregan
una vez acabada la unidad nacional, por ejemplo bajo Francis a la canalla o al extranjero.
i *
co I o en el tiempo de la Fronda, la nobleza francesa hubiese N o creo yo que esta aristocracia de conquista pueda seducir
proclamado la República 12. N o hay la menor paridad con nues a M. Henry Bordeaux. Pero no hay otra. Y, con todo, necesi
tro caso. L a República ha surgido tras la desorganización po tamos una, inmediatamente, y que ya esté lista, si se quiere
lítica de la nobleza. ¿En qué va a apoyarse? inyectar vida al régimen républicano. En 1875, Fustel de Cou-
L a República, fiel a la ley republicana que implica la gober langes supuso que iba a formarse de golpe. L a calculaba en
nación de un corto número, la República en Francia habrá de cinco millones de cabezas. Y la describía tal como él hubiera
apoyarse en los únicos grupos hereditarios que conserven al querido que fuese. Pero no surgió, y todas sus supuestas virtu
guna cohesión. Tendrá la osamenta que le señalaba M. Henri des han quedado inéditas. Las instituciones del año V III han di
vidido demasiado a los franceses para permitirles un renaci
1. E n tre ellos fueron elegidos por sorteo los axcontes d u ran te mucho miento tan espontáneo del espíritu cívico en lo que éste tiene
tiem po. de más delicado, de más fuerte y de más profundo.
2. E l desarrollo de m is análisis m e h a hecho tem er—repito—que
aquí h a y a un error. P o r la varied ad de su territo rio y de sus costum M. Bordeaux me dice: “Este fenómeno (de una organiza
bres, F ra n c ia escapaba a la regla de las R epúblicas prósperas. E n efec ción de la aristocracia), ¿sería más sorprendente que la resu
to, e sta regla es doble. N o b a sta con que exista u n a fu erte a risto cra rrección del espíritu monárquico ?” ,
c ia dueña de u n a g ra n p a rte del capital de la República. H ace falta
tam b ié n que este interés general sea homogéneo, sencillo, sensible. En
R om a, e ra la tie rra que h a b la que colonizar. E n Venecia, en Cartago, 1. E n un consejo de m inistros celebrado en setiem bre de 1898, como
e ra el comercio y la dom inación del m ar. E n A tenas, la comple los últim os ad v ersario s de la revisión del proceso D reyfus (MM. Ca-
jid ad de la situación, proclam ada especialm ente por el falso Jenofonte, v a ig n ac y T illaye) denunciasen el poderlo de los judíos, de los pro
produ cía u n a g ra n heterogeneidad de intereses, de lo que se derivó él te sta n te s y de los francm asones, M. B risson, presidente del Consejo y
fra c a so de la a risto cracia ateniense, dividida en tre la tie rra y el mar. m in istro del In te rio r, defendió enérgicam ente a los tre s grupos acu
U n v istazo sobre el m a p a de F ra n c ia e n señ a cuán parecida es su sados y exclamó que los judíos, los p ro testan tes y los francm asones
situ ac ió n a la de A tenas. (N ota de 1909.) era n la osam enta del régim en republicano.
378 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA
vo; lo que tuvo un punto de partida puede tener otro. Una vez pues, más que veintidós años, dato que hay que tener
restaurada la Monarquía en Francia, incumbiría a quienes en* en cuenta al hablar- de él, no para pasarle alguna deficiencia o
la actualidad laboran por el bien público, y que laboran en vano, irreflexión, sino para mejor admirar en lo que valen la extraor
el seguir trabajando, pero ya con eficacia: se consagrarían a dinaria seriedad y la madurez poco común de su talento.
servir al príncipe y a informarlo y, al mismo tiempo, a ilus A sus años, es ya autor de un estudio sobre Luis I I de Ba-
trar a la masa de la nación. N o hay duda de que pueden fra-* viera; en este voluminoso libro, que h a dedicado a Barres,
casar en este doble oficio, pero también pueden triunfar. Y la M. Bainville relata fríamente la existencia del soberano idea
hipótesis monárquica es la única que contiene esta posibilidad lista “explotado hasta ahora por cuantos románticos retrasa
de triunfo. dos cuentan las letras francesas”. Y ha ejecutado el plan de su
M. Henry Bordeaux dice: “usted así lo asegura”. Si no en obra con un rigor, una ciencia, una tranquila ecuanimidad
cuentra que mis pruebas bastan, estoy dispuesto a reforzarlas. de pensamiento y de estilo que sorprenderán a unos y harán
temblar también a otros. A los veinte años, y del primer em
bate, ha hecho lo que se consigue difícilmente a los cuarenta,
después de mucho trabajo y con gran talento: un sólido libro
de historia. N o conozco otro ejemplo de tan vastas lecturas
puestas al servicio de una crítica tan sagaz y de tanta faci
*
lidad literaria.
L a s conclusiones de la obra de M. Jacques Bainville nos
permiten definir su estado de espíritu como una doble reacción
contra lo que él llama “el veneno romántico” y contra las ideas
revolucionarias. En Alemania— dice ingeniosamente— el roman
ticismo “apenas había sido más que un remedio heroico, y tan
peligroso como el mismo mal, contra las ideas revolucionarias
importadas por nuestros Ejércitos”. E l daño y su remedio eran
igualmente contrarios a la constitución de una Alem ania fuer
te. L a reducción de Baviera en provecho de Prusia, la deca
dencia de los Wittelsbach en provecho de los Hohensollern, el
CARTA DE M. JACQUES BAINVILLE 381
380 ENCUESTA SOBRE L A M O N A R Q U ÍA
C osa a d m ir a b le : la M o n a rq u ía e s tá ya o r g a n iz a d a an te s de
empequeñecimiento de Luis II en provecho de Guillermo I, son s a b e r si e l re y s u b ir á n u n c a a l tróno. E n cam bio , d espu és de tre in
fenómenos históricos que ilustran perfectamente, como las con t a a ñ o s de ré g im e n re p u b lic a n o , lo s triste s a u g u r e s que p resid en
secuencias que ponen de manifiesto la causa que las produce, n u e stro s destinos andan to d a v ía prom etien d o— com o he le íd o el
la perversidad política de cierta filosofía. Pero, espíritu descon 25 de a g o s to ú ltim o e n L e T e m p s — q u e d en tro de p oco co m e n z a rá
lógica, de esta inteligente percepción de la s realidades, de este es fo r m a s g e n e ra le s a u n a l e s p íritu m á s sencillo, al m en o s in clin ad o
p íritu de orden gubernam ental, la an a rq u ía, el fan atism o , l a m i a lo s in tereses pú blicos, p o r m e d io d e r e fo r m a s p a rt ic u la r e s e in
í ' se ria esp iritu al de los republicanos lib erale s! m e d ia t a s n a tu ra lm e n te d e riv a d a s de a q u é lla s . E s te p r o g r a m a , v a sto
382 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. JACQUES BAINVILLE 383
y preciso a un tiempo, cuyas amplitud y armónica ordenación sa la gente enterada sabrá dónde están la incoherencia, los planes
tisfacen plenamente a los espíritus formados por la cultura francesa, vacilantes, la endeblez lógica. Ahora lo que importa es trabajar para
será menester, en un cierto sentido, ilustrarlo para uso de los que todos los franceses de buen sentido y buena fe lo sepan y lo
humildes poco preparados para la reflexión y para la crítica y a comprendan también.
quienes una imagen convence mejor que la más impecable conca- Le ruego que acepte la reiteración de los sentimientos con que
' tenación de ideas. Acuérdese usted de que, al final del segundo í soy de usted affmo.,
Imperio, los republicanos, privados por su anarquía intelectual y
JACQUES BAINVILLE
sus divisiones intestinas de una doctrina fuerte y coherente, se
habían ingeniado para escoger en el derecho público, administra
tivo o civil, algunos ejemplos de los abusos que todos los franceses
E l espíritu práctico de M. Jacques Bainville no podía limi
estaban expuestos a sufrir a diario (tal la irresponsabilidad de los
tarse a una adhesión de teorizante. E s de los nuestros y su
funcionarios) y que el Gobierno imperial no podía corregir sin
atacar los principios mismos en que se apoyaba. Yo creo que hoy primera preocupación es indicarnos lo que, a su juicio, convie
no sería difícil confeccionar un católogo de reformas que tuviesen ne preparar para reconquistar por lo menos una parte de la opi
la. doble virtud de interesar directamente a un gran número de fran nión nacional.
ceses y de no poder ser acometidas por los demócratas: ciertas sim Su proyecto de reforma práctica me parece bien visto. L a
plificaciones en la organización judicial, la creación de registros hipo reforma judicial es indispensable, porque todo el mundo sufre de
tecarios para facilitar 1a transmisión de propiedades y el estableci las fantasías de nuestra justicia. Pero, lo mismo que ocurre con
miento de hipotecas; estos son ejemplos que escojo al azar, entre las la descentralización, “ningún poder débil”, como dice el señor
cien cuestiones que se agitan actualmente. Los juristas y los econo duque de Orleans, sería capaz de emprender esta reforma co
mistas que se han mantenido fieles a la tradición nacional sabrán ha
losal. E s más imposible aún en una democracia parlamentaria,
llar los puntos sensibles y desarrollar, conforme a los principios mis
mos de la doctrina monárquica, estas cuestiones de detalle. Los repu I en la que la influencia de los oradores y los leguleyos alcanza
blicanos que, con su política de partido, han debilitado a Francia, ¡
: naturalmente el máximo. N o sólo serían infinitas las resisten
por lo menos nos han dado un ejemplo que imitar: como usted cias que habría que vencer, sino que hasta es imposible soñar
mismo ha hecho notar hace dos meses, la organización que son in siquiera en ello, porque, al romperlas, el mundo oficial arruina
capaces de dar a la patria saben adaptarla perfectamente a sus ría a la clase que le dota de sus órganos más necesarios. U n
grupos. Y, aunque los monárquicos, según oportunamente recor hecho revelador: el Elíseo, el palacio Borbón y el palacio del
daba M. Buffet, no forman ningún partido político, sino que repre Luxemburgo están habitados por tres abogados1. Los mon
sentan una opinión nacional, sería conveniente seguir una táctica
árquicos tenemos que hacer comprender a las gentes de la
que tan buen resultado ha dado a quienes han sido los primeros en
ciudad y del campo que, si bien es verdad que podríamos
emplearla.
sufrir opresores más violentos, también lo es el que apenas hay
¡Qué rara eficacia encerrarían de este modo las teorías monár
explotadores más temibles que los “hombres de la Biblia y el
quicas, capaces lo mismo de satisfacer las más puras inteligencias
especulativas que de contentar a los espíritus más prácticos! Esta Código” , como los ha llamado Maurice Barres.
doctrina se me aparece como la única capaz de realizar en Francia Procúrese evitar un grave error posible. E l juego de la discu
el indispensable consensus omnium. U n a frase absurda de Thiers sión y de la lucha por las reformas de detalle no debe nunca ha
pretende que es la República "lo que menos nos divide”. Treinta cer olvidar el punto central y el término único de nuestra acción.
años de experiencia han probado copiosamente lo contrario. L a uni Este punto, este término, es la Monarquía, o, si se quiere, el
dad es una fuerza que pretenece hoy sólo a los monárquicos. Y — quie
ro decírselo como final— nada me ha parecido más admirable, ni
1. Loa tre s inquilinos h a n cam biado, pero no la pro fesió n : tre s abo
mejor síntoma, en su Encuesta que el cabal acuerdo entre las de gados, D eschanel, F alliéres y L oubet, h a n cedido el sitio a tre s aboga
claraciones de M. Buffet y las de M. de Lur-Saluces. En adelante, dos, B risa on, A n to n in D ubost y F alliéres. (N o ta de 1909.)
384 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
<5
CARTA DE M. J . CAPLAIN-CORTAMBERT 387
386 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
recusación: el ser monárquico. Sin duda, usted mismo se da cuenta lidad a todo individuo viviente, lo merezca o no, sea o no consciente
de ello, pero sabe también que, antes de catequizar a los infieles, de ello.
es necesario formar misioneros, y ha comenzado por esto, como E l hombre, a este modo de ver las cosas, es un hecho que tiene
un valor intrínseco, sin que puedan influirlo ni el ambiente ni el
era natural.
origen. Tendrá usted que luchar contra la negación presente de
M e pide usted que le formule mis objeciones, lo que me emba
la influencia moral de la herencia.
raza no poco. ¿Cómo voy a llevarle la contraria a M. Buffet cuan
Y la herencia, si no del sentimiento, por lo menos de la capaci
do condena nuestro parlamentarismo? ¿Cómo negarle a usted la
dad de sentimiento, no está menos probada científicamente que la
razón cuando nos presenta la venida del duque de Orléans como el
herencia morfológica, de la que no es más que una forma, para
único remedio de las dolencias nacionales?
unos, y, para otros, una consecuencia. Concedo, pues, que la for
¿Acaso éstoy yo seguro de que no la tenga? N o puedo hacer
mación de una selección, de una aristocracia hereditaria, para de
más que repetir en tono de interrogación algunas de sus propo
cirlo de una vez, es un hecho cierto.
siciones. Por ejemplo: los contribuyentes, a los que se pida este P or consiguiente, la transmisión hereditaria del poder es ló
sacrificio o el de más allá, ¿tendrán la garantía de que, tras haberlo gica y razonable en sí. Con todo, no hay que olvidar que la in-,
aceptado, estarán a cubierto de toda persecución? O bien: el fisco, fluencia de los cruces exóticos ha sido considerable en Francia en
precisamente porque el rey, seguro del porvenir, podrá sentirse ci siglo de vigencia de una ley estúpida que concede a los extran
valiente y emprendedor sin grandes riesgos, ¿no se verá lanzado por jeros una hospitalidad tan sin limites. Las clases directoras, sobre
pendientes fatales? O bien: al morir el rey, ¿se pondrán de acuer todo la aristocracia, se han modificado con esta afluencia excesiva
do todos los franceses para aclamar al nuevo soberano? Acuérde de sangre extranjera. Naturalmente, el pueblo, por su pobreza, ha
se usted de las luchas entre legitimistas y orleanistas: ¿quién se estado menos expuesto, e instintivamente advierte que él representa
hubiera atrevido a inclinar la balanza en favor de uno de los la Francia genuina, la raza autóctona, colocada así bajo la hege
bandos ? monía de unas clases privilegiadas, en parte judaizadas y eosiho- I
Dice acertadamente el conde de Lur-Saluces : E l oficio del pódel politizadas en sangre e intereses. Esto explica la conducta de una
es regular la evolución del pueblo, dirigirla sin ponerle trabas, gran parte de las clases directoras en el “affaire” que Thiébaud ha
de modo que resulte fecunda. Hubiera debido añadir que el poder comparado con tanto acierto, por su utilidad para distinguir a los
no debe suplantar las iniciativas individuales que dan vida a la extranjeros de raza de los autóctonos, a la tintura de tornasol, que
nación e impulsan, por tanto, su evolución. descubre en seguida I03 ácidos y las bases.
El cargo más importante que cabe hacer contra un Gobierno Los cruzamientos solos no bastan para determinar las varia
parlamentario es precisamente el de que no regula ni dirige, sino ciones individuales, cuya frecuencia ha llegado a hacer dudar a
que, por el contrario, se ve arrastrado por una corriente a menudo algunos de la estabilidad de la raza francesa. L a influencia en la
artificial porque es impersonal y anónima, emanada de la psico sociedad del Yo con mayúscula, como diría Izoulet, la profusión de
logía de las turbas. hojas más o menos protestantes— y, de consiguiente, individualis
La demostración de esta verdad es uno de los lugares comunes tas— , los métodos de selección artificial empleados desde hace tiem
familiares a los colaboradores de L’A ction Française, cuya tenden po por el Gobierno en nuestras escuelas, han “maltrecho”, de dife
cia actual fué tan acertadamente definida desde el primer momento rentes modos, las Circunvoluciones cerebrales de los jóvenes fran
por Vaugeois: A n te todo, reacción... ceses y han creado una especie de atmósfera de individualismo que
Nosotros nos hemos propuesto coger la doctrina política en aquel es adversa al establecimiento de un poder basado en la herencia.
punto en que el legislador abandonó el realismo— lo único fecun N o hay duda de que una reacción seria que una propaganda
do— ; pero, para no caer en el mismo error que nuestros padres, oral y escrita, y los hechos, estimulasen, podría, a la larga, mo
hemos de tener en cuenta los cambios introducidos en nuestro sen dificar este estado de espíritu, si, por otro lado, las clases privi
timiento político en virtud de este mismo error que ha durado ya legiadas alcanzasen una sana comprensión de las tendencias y las
más de un siglo. necesidades del pueblo. Para esto harían falta muchos hombres
Y usted no cuenta con que la ley reconoce la misma persona del temple del conde de Sabran-Pontevés. Y todavía muchos mali-
L
RESPUESTA A M . J . CAPLAIN-CORTAMBERT 391
390 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
,v^D reyfu s lo que me hizo darme clara cuenta de por qué la Re-
v* pública era impotente p ara resolver un negocio de Estado.
Aquel “Y a no tenemos Estado”, lacónica frase de M. Anatole
France, cobró para mi todo su sentido, y a que la menor mirada
que echase sobre Europa me enseñaba la necesidad en que nos
hallábamos de tener un Estado precisamente ahora.
C A R T A D E M. L IO N E L D E S R IE U X
10. Y todavía entonces no se trataba más que de una voz
de mi razón, pero convirtióse en cosa de sentimiento, se in
corporó a todas mis pasiones de ciudadano y de francés, deter
minó todos mis actos de confianza y de esperanza, mis resolu
ciones y mis voliciones últimas, el día en que me puse a exa
minar la actitud del señor duque de Orléans durante el “affai Encuesta sobre la Monarquía no estaría completa si la
L
a
re ” Dreyfus. ¿Sabe usted de alguien, mi querido Caplain, cuya cofradía de los poetas no tuviera en ella un eco de sus
“reacción” haya sido más francesa que la del señor duque de sentimientos y su modo de pensar. L a verdadera política nece
Orléans ? sita el andar ingrávido, el movimiento alado que sólo la esté
Fué, ni más ni menos, el sentimiento mismo de la Fran tica puede proporcionarle. Además, para rectificar las falsas
cia eterna. E l jefe de la Casa de Francia advirtió desde el pri ideas que por ahí corren, necesitamos del concurso de quienes
mer momento el complot extranjero y señaló a los agentes cos saben apaciguar los ánimos, templar los vanos ardores y, con
mopolitas del mismo: los judíos. Dicho esto, ya no vaciló. N in la sutil armonía de unos eufónicos sones concatenados, son ca
guna circunstancia le hizo dudar en su manera de ver el in paces de domar las mentes más informes y penetrar la corteza
terés público más profundo. Sus declaraciones más firmes y de los corazones más groseros. L a espumeante fu ria de un
graves datan del período más agitado del “affaire”, de des Pressensé puede ser incurable en muchos sentidos, pero no
pués de setiembre de 18981. Ninguno de los turbios sentimien pocos de los lectores mismos de un Pressensé, sobre todo aque
tos que arrastraron a tantas cabezas inseguras al dreyfusis- llos en quienes el error o la crasa ignorancia no derivan de un
mo hizo mella en él. Sentía las cosas como rey y por todos. histerismo religioso ni de pura epilepsia, pueden ser sensibles
Sostenía la necesidad nacional y la razón de Estado. N o en a una armonía perfecta y, en virtud de ella, inclinarse a com
tendía más que de lo que era su función en aquellos momentos prender el orden intelectual, la exactitud y la verdad de nues
históricos y de las reglas de su función. Durante aquellos tris tros argumentos.
tes días en que tantos franceses conocieron horas de vacilación
y de apuro, el Príncipe desterrado pudo decir, en el verdadero
M. Lionel des Rieux es conocido bajo dos aspectos bastan
sentido de la frase, lo que decía Luis X I V desde el trono y en
te distintos, aunque no incompatibles.
plena gloria: E l Estado soy yo.
U n hermoso libro de versos, publicados sueltos primera
Entonces comprendí que él era, en efecto, el Estado des
mente y reunidos después en un volumen b a jo el sintético tí
terrado.
tulo de E l coro de las Musas, le conquistó la amistad y la
P o r esta señal reconocí al rey de Francia. ¿Cómo podrán
admiración de cuantos conservan un sentido del estilo, de la
dudar todavía los buenos ciudadanos ante una señal tan clara?
lengua y del gusto clásico francés. Los lectores de Chénier, de
1. E s decir, después de la detención y la m u erte del teniente coro Racine, de L a Fontaine y de Ronsard reconocieron en seguida
nel H enry . V éase la serie de los “Actos del P rin cip e” en. Lo Monarchie una inspiración y un aliento que les eran familiares. L a “Antolo
F rançaise¡ 1 vol. ; L ib re ría N acional. (N ota de 1909.) gía”, Sófocles y Horacio siguen siendo las puras fuentes, elegidas
CARTA DE M. LIONEL DES RIEUX 397
39P ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
lidades. Pero me parece que, porque no la haya seguido nuestra biscito— , que sería completamente accidental p ara la Monarquía
República, no es incompatible con todo régimen republicano.” tradicional, es la misma esencia dfel Imperio.
— N o se lo niego— le he respuesto— . Pero, si nos limitáramos a — E n derecho, es posible. Pero, de hecho, el plebiscito no ha sido
las reformas de que usted habla (y conste que no desconozco todo más que una ficción gubernamental, comparable, en cierto modo,
lo necesarias que son) no garantizaríamos al cuerpo social más al derecho divino de los reyes. Puede reforzar la autoridad sobe
que el libre juego de sus funciones esplánicas. Y esto puede bastar rana, pero, comoi el emperador es libre para señalarle momento
a un pólipo o a una Suiza, pero no a una Francia. Francia está y objeto, no puede debilitarla. Mucho más peligroso es el parlamen
hecha para ima vida de relación; posee un genio único, ima sola tarismo, con sus convocatorias obligatorias y la predeterminación
conciencia: necesita, pues, una voluntad única, un solo jefe. de aquello en que es competente. Pues, si los Bonaparte son el ple
biscito, con mayor motivo aún, como dice M. Thiébaud, los Orleans
¿Pretenderá alguien que nuestro presidente representa esta vo
son el parlamentarismo.
luntad nacional ? Ello no es cierto. Elegido por el Parlamento, de él
depende (como demuestra hasta la saciedad M. B uffet). Y el Par — Esto es verdad. Pero "el conde de París (M. B uffet lo recuer
lamento, ¿qué representa?: unos intereses locales, o más particu da) ya estaba de vuelta de los mecanismos constitucionales de la
lares aún, que pueden estar en contra del interés general. Restauración y del Gobierno de julio, mecanismos calcados de los
Diputados y senadores emanan del subconsciente popular; son ingleses e importados a un país que no tiene las instituciones ni
como sus reflejos: por tanto, son incapaces de encarnar una con las costumbres inglesas. E l pensamiento del conde de París se ba
ciencia general, una voluntad nacional. saba en la antigua Monarquía”. Y su hijo piensa como él: no hay
nadie menos orleanista que este duque de Orleans.
Pero, aun cuando la situación fuese otra, aunque tuviéramos,
como los Estados Unidos, un presidente autorizado a imponer su — ¡Que me place!— repone mi amigo— . Pero, si se enlaza de
voluntad, no bastaría. En efecto: un alcalde vive lo bastante para este modo con los últimos Borbones, ¿qué digo?, con Enrique IV,
dirigir la construcción de una fuente-guardacantón, y un goberna olvida lo que es la esencia misma de la Monarquía, que es una tra
dor para dotar a su provincia de una red telefónica o de una ruta. dición efectiva, impersonal; hace acto de voluntad individual: actúa
Pero ¿cree usted que la duración de un Ministerio o el septenado como un Bonaparte; esta flor de lis liba en las abejas.
de un presidente bastan siempre para llevar a buen término un — P o r lo menos, reconozcamos que este Bonaparte, como usted
designio político? Se requiere más tiempo para formar una Fran dice, sabe lo que quiere y se atreve a decirlo. E n cambio, ¿qué es
cia; incluso para pacificar las Filipinas hará falta más tiempo. lo que quieren un príncipe Víctor o un príncipe Luis?
L a voluntad que anima una nación ha de poder durar tanto como — Acaso— responde mi amigo— lo mismo que el duque de Or-
la nación misma: se necesita una dinastía.
leans, porque su program a no tiene nada que se oponga a su na
Aquí mi amigo me interrumpe: turaleza, y bastaría con un Buffet o un Lur-Saluces para que esta
— M e hace usted ver— dice— el error de un Dérouléde y la de posibilidad se trocase en certidumbre. Pero, no ya un príncipe Víc
bilidad congènita de toda República. Pero el Imperio, ¿no es tan tor o un príncipe Luis: cualquier desconocido sin el nombre pres
hereditario como la Monarquía tradicional? tigioso de Napoleón ni las antiguas glorias de la dinastía real, sin
— Sí. más atractivo que este de la novedad, siempre operante sobre nues
— Por otra parte, la Monarquía tradicional (usted lo admite, tro pueblo, podría hacer suyas las mismas ideas. E l enfermo ignora
¿no?) sólo podría ser restaurada en virtud de un golpe de fuerza casi siempre qué médico fué el primero que, en un docto tratado,
o de un plebiscito, lo mismo que el Imperio. describió sus males y los remedios que a éstos podían darse. Su g ra
— Lo concedo. titud va enderezada sólo al que, adoctrinado con la salvadora en
— Si ofrecen, pues, las mismas ventajas y cuentan con idénticos señanza, sabe aplicarla rápida y adecuadamente y lo salva así de la
medios, ¿ por qué quiere usted que me declare partidario de la Mon muerte.
arquía tradicional y no del Imperio? — Sea— digo— . Pero, si usted quiere a Francia, su obligación es
— Juega usted con las palabras— replico— ; ambos regímenes di llevar al salvador a su cabecera. Y ¿a dónde irá usted a buscarlo
fieren profúndamente, porque la apelación al pueblo — el ple de primera intención? ¿ A casa de un médico cualquiera, que acaso
RESPUESTA A M. LIONEL DES RIEUX 401
400 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
26
RESPUESTA A M. LIONEL DES RIEUX 403
402 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
I
404 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
manifiesta por el apoyo que los anarquistas, los mismos que ponían
deración como sagacidad, ciencia y razón. Aquel pequeño tra
bombas, prestan hoy al poder: gritos de “ ¡Viva Loubet, viva la
tado de veinte páginas, escrito al correr de la pluma, fué por anarquía!” en la fiesta revolucionaria de la plaza del Trono; per
ello más conocido y admirado. L a admiración hubiera subido secución universal, por la asimilación a los clericales— materia
de punto, de conocerse exactamente el sector religioso a que perseguible— de cuanto aborrece a Dreyfus, es decir, la mayor
pertenece M. Louis Dimier: al revés de mis corresponsales or parte de los franceses. V así no hay política que pueda sostenerse;
dinarios, casi todos agnósticos y positivistas, M. Dimier es ca persecución y anarquía son lo contrario de cualquier Gobierno, y el
tólico, un católico creyente, practicante, militante casi. Gobierno que cae en ellas abdica. Esto es lo que hace que cuantos
Como podrá apreciarse por la carta que sigue, los escritos entre nosotros piensan con libertad se pregunten si se ha abierto
la sucesión del régimen presente.
de M. Louis Dimier respiran una perfecta libertad de espíritu.
E l señor duque de Orléans se presenta p ara recogerla. H a y que
confesar que nada le faltaría para esto. Posee el derecho histórico
8 de setiembre de 1900. y sus lugartenientes acaban de expresarse de modo que hace desear
que este derecho se convierta en realidad. Y hay todavía algo me
Mi querido amigo: jor, a mi entender: ha sido el único, entre todos los partidos caídos,
en contestar debidamente al problema planteado por el “affaire”
Plantea usted unas preguntas tan apremiantes que no se puede
Dreyfus. E l proceso del Tribunal Supremo señaló su respuesta a
contestar a ellas así como asi: “L a restauración de la Monarquía
los aplausos de todos los buenos franceses sin distinción de par
tradicional, hereditaria, antiparlamentaria y descentralizada— pre
tido.
gunta usted— ¿es o no cosa de salud pública en Francia?” De salud
¿ Qué falta para que se le conteste a usted que si ? L a exacta con
pública, no sé, pero convengo en que la Monarquía que nos han
formidad de los hechos con lo que usted desea p ara el futuro, o,
presentado sus interviús de la G azette de Franoe es tentadora. Le
si usted quiere, para hablar como todo el mundo, la dificultad de
diré, no obstante, que M. Buffet y M. de Lur-Saluces, a pesar del
restablecer la Monarquía.
talento que despliegan, tal vez no hubieran conseguido hacerla ver
Antes del examen de los principios, a que usted— es evidente—
tal si no hubiese defendido la misma causa que ellos un tercer
se inclina ante todo, plantéase una cuestión, a mi entender, más
orador, en el que usted pensaba sin decirlo, más elocuente que ellos
importante. Lo que se sobrepone a todo en el mundo es la conti
y que todos: Dreyfus.
nuidad y el cuidado de evitar esto que se llama una revolución.
N o lo neguemos: es por Dreyfus por lo que la pregunta se for
Pues bien: después de veinticinco años de República, que no ha ca
mula realmente. Sin Dreyfus, ¡cuántas gentes le han leído a usted
recido, por lo menos, de los signos externos de un Gobierno regu
que tal vez no lo hubiesen hecho!, para su mal, desde luego; pero,
lar, traer a un rey quiere decir una revolución. Si la República
por lo menos, yo soy de aquellos que, no hace más que dos años,
abdica, esta revolución se hace necesaria y, por lo tanto, natural.
veían la monarquía de Borbón-Orleans como una vana antigualla,
Pero, en lo que yo digo que el dreyfusismo implica p ara el régimen
un cadáver que las ambiciones de algunas personas y el esnobismo
de abdicación real, ¿es la República quien abdica? P a ra asegurar
de algunos desocupados galvanizaban un poco. Después de lo que
esto último— lo que obligaría a contestar a usted con un sí— , hay
hemos presenciado, ya no es lícito hablar de este modo.
que empezar por eliminar a tres hombres que dicen que no, cada
En primer lugar, el régimen a que Francia se había adaptado
uno a su modo: M. Méline, M. Déroulède y M. Lemattre. Cada uno
desde hace veinticinco años y que no habla lugar a no creer defi
de ellos promete separar la República del. dreyfusismo y de la ma
nitivo, tras haber disimulado durante mucho tiempo lamentables
sonería (que son la misma cosa) partiendo de salvar en Francia,
fermentos de anarquía y haber mantenido, mejor o peor, en medio
para m ayor provecho de la continuidad y del orden, la tradición
de las persecuciones religiosas, ora realizadas a las claras, ora en
republicana comprometida.
secreto, una suficiente tradición de autoridad regular y un mínimo
M. Méline ofrece llevamos de nuevo al régimen anterior a Drey
de espíritu de gobierno, ha caído de golpe en la anarquía pública
fus. N o será la confianza en este primer remedio lo que me haga
y en la persecución universal. Esto ya casi lo habíamos visto con
discutir con usted. L a República que hemos conocido antes de lo de
Boulanger y lo hemos visto del todo con Dreyfus. Anarquía pública
CARTA DE M. LOUIS DIMIER 409
408 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
nes para no obstinarse, pero que quienes, como yo, vemos las
D re y fu s, y sie m p re ,, e sta b a , s i m e a tr e v o a decirlo, p re ñ a d a de
cosas desde fuera, estimamos considerable. M i distinguido colega
d re y fu sism o , a u n q u e m u c h o s d e su s p a rtid a r io s c a re c ie ra n , a fo r
y amigo Fonsegrive escribió un día una frase cuyo examen— lo
tu n a d a m e n te , de lo que le s h u b ie r a h e c h a f a l ta p a r a c o n v e rtirse a
confieso— ha modificado profundamente mis ideas. N o tengo a la
tie m p o e n u n o s d re y fu s is ta s . E s t a e s p a n to s a e n fe rm e d a d n o debe, de
mano el texto y cito de memoria: "Combatir la revolución revolu
n in g ú n m odo, c o n ta rs e com o a lg o p ro p io del ré g im e n , sino como
cionariamente es trabajar en su favor”, decía. Esto es lo que hace
e l r e s u lta d o n a tu ra lísim o , a u n q u e im p re v isto , de g é rm e n e s que, por
que, a mi juicio, haya un solo hombre en Francia que tenga el de
lo d e m á s, d isim u la b a a p e n a s. L a v u e lta a u n e sta d o de co sas en
recho de dar un golpe de Estado, y este hombre es el señor duque
q u e el m a l y a se a n u n c ia b a n o p o d ría lla m a rs e u n a cu ració n .
P o r lo que to c a a M. D éro u léd e, s e r ia in e x c u sa b le d e c ir alg o que de Orleans, pero que más nos valdría aún que no se diese ninguno.
sig n ific a se p o ca e stim a de su g e n e ro s id a d y su v a le n tía . P e ro no p o r Además, ¿ por qué M. Lemaitre y sus amigos no han de lograr hacer
ello es m en o s c ie rto q u e su p le b isc ito n o se tie n e e n pie, q u e s u innecesario el retomo de la Monarquía que usted propugna?
p r o g r a m a de A n g u le m a e s el v a c ío codificado, que s u p rete n sió n Llego ahora a la discusión de las ventajas que ésta, una vez
d e d e te n e r— en el d elirio d el g o lp e de fu e r z a en q u e s u e ñ a — al señor restablecida, nos traería, que es lo que sus eminentes interlocuto
d u q u e d e O rlé a n s p o r s u m an o , e s a lg o q u e confina co n lo bufo. res se han propuesto. Lo que prometen es para satisfacer a cuan
A q u í se im p o n e u n p a ré n te s is p a r a d e c ir q u e e s t a o c u rre n c ia su y a tos conserven, en nuestro país, algún gusto de lo concreto y de lo
d a u n a b u e n a o casió n de m e d ir l a c o n siste n c ia de lo s d e re c h o s del real. M. Buffet y M. de Lur-Saluces, comparados con nuestros doc
p rín c ip e . U n a v ez d e rrib a d o el ré g im e n , ¿ p o r qué ib a a su b stitu irlo tores republicanos de cualquier clase y matiz, son Montesquieu
M . D éro u léd e m e jo r que o tro , comparado con Rousseau; la economía social y la investigación de
los efectos y las causas junto a la metafísica de Exposición uni
m ejor que Ju an , m ejor que yo? versal. Todo está dicho ya sobre esto y no quiero hacerme pesa
do. Pero hay un punto de que quiero hacer mención, tanto más
¿ Q u ié n lo d e sig n a ? ¿ D e d ó n d e s a c a él e s ta se ñ a l e x te r io r que gustoso cuanto que aquellos señores le dan particular importancia,
im p o n e l a obediencia y de que el o rd e n so c ia l n o sa b e p re s c in d ir? hasta el punto de que la interviú de M. Lur-Saluces se limita a él
¿ L o e le g irá u n p le b isc ito ? ¿ V a a h a c e r m ila g ro s ? P o r el c o n tra rio , casi exclusivamente: la descentralización.
y p o r objeciones que u n o h a g a , el se ñ o r d u q u e de O rlé a n s puede Durante mucho tiempo se ha tenido la idea de que la política,
a firm a r: “ Soy el h e re d e ro de c u a r e n ta re y e s .” Y e sto le da, p or por lo menos en aquello que encierra de más importante, consiste
lo m eno s, el derecho de d e te n e r a l o tro i. en los modos y procedimientos mediante los que se ejerce el poder,
P e ro to d o esto no p u ed e o c u rr ir m á s q u e en la h ip ó te sis de u n a no en las prácticas mediante las que se delega. E l camino que
revolució n , que alguien, que es M. L a m a ítre , p ro m e te e v ita rn o s, como se estudiaba iba del príncipe a los súbditos, nunca de los súbditos
u s te d sabe. M. L a m a ítre q u iere u n ré g im e n nuevo, p ero , a l d ecir al príncipe. ¿Qué nos harán pagar? ¿ A qué nos obligarán? ¿Cómo
esto , no p re te n d e n a d a que se a d is tin to de re p ú b lic a y p a p e le ta nos defenderemos de lo arbitrario y de la in form ata conscientia?
e le c to ra l. N o es único en h a b la r d e e s te m odo. T o d a l a P atrie ¿Qué garantías se nos dan para la familia, la propiedad y la prác
française lo aco m p a ñ a con u n a c o n s ta n c ia q u e e n fu re c e a su s ene tica de la religión? ¿Cómo hemos de ser juzgados, defendidos, vigi
m ig o s y e x a sp e ra a v e ces a s u s am ig o s. Y ¿ q u é q u ie re u s te d ? lados, castigados y educados? Esto era lo que se tenía como esen
E s to es u n hecho en el que e s p o sib le q u e h a y a p o d e ro sa s ra zo - 1 cial i. E l personal gobernante y la manera de reclutarle eran cosas
de menos importancia. De acuerdo con este punto de vista, la teoría
1, Napoleón decía en 1804—hablando con Rcederer de su herm ano de la Administración ha sido el objetivo principal de la mayor
José, a quien tuvo después la debilidad de hacer rey—, con un buen
sentido clarísim o: “Yo he nacido en la m iseria y él h a nacido, como
yo, en la más extrem a mediocridad, pero yo me he elevado por 1. Me tomo la lib ertad de recom endar aquí la im p o rtan te observa-
mis acciones y él h a seguido alli donde el nacim iento lo colocó. Para ción de M. Dimier. P ero e sta posición—la ú n ica p ráctica—del problem a
reinar en Franciaj hay que haber nacido en la grandeza, haber sida político o a d m in istrativo supone, si no un poder personal y hereditario,
v is ta desde la infancia en un palacio, con guardias, o bien ser u n hom p or lo m enos u n a constitución m uy fu erte del poder central. E s menes-
b re capas de distinguirse por sí m ism o entre todos los dem ás. (N ota te r que este poder no sea discutido. H ace fa lta , pues, que, de hecho y
de 1909.) de derecho, esté por encim a de los demás poderes.
m
t
l o u is d im ie r : d e sp u é s d e n u e v e a ñ o s 415
414 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
27
CARTA DE M. LÉON DE MONTESQUIOU 419
418 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
ya que todo el siglo xvin contribuyó a formarlo. Y nuestra con
bre " L a primacía de la salud pública” (en lugar de la primacía, ciencia política data, sobre todo, del "a ffa ire ” Dreyfus. ¿ Cómo pue
A
o soberanía, del pueblo) al que dedica a "E l llamado sufragio den dos años anular la obra de doscientos ?
universal”, y desde éste al artículo sobre el "Papel de una capi Pues bien: este ser político inconsciente que vive en nosotros
tal en un Estado democrático” (lo mismo que Littré, el Littré de y nos domina rechaza la Monarquía, juzgándola— ju zgar no es la
antes de la Commune, que, después de ésta, se desdijo, M. Léon palabra, puesto que la razón no cuenta— , presentándola como in
de Montesquiou abogaba por que se confiriesen a la población compatible con todos los principios de que él está empapado y
de París el rango y las funciones de una aristocracia direc i hecho: igualdad, libertad, etc. Usted nos demuestra que esta apren
tora), desde este último artículo— repito— al más reciente de sión es infundada y absurda, porque estos principios, o bien son
todos, “Dos gritos, dos doctrinas”, que señala vigorosamente la entendidos de una manera absoluta, en cuyo caso son principios
oculta antinomia del espíritu militar y de la religión democrá de muerte, o bien se les entiende relativamente y, en este caso, la
Monarquía los garantiza mejor que ningún otro régimen. D a de
tica, se v a observando el progreso de las ideas en el joven es
mostración llega a nuestro cerebro, pero allí se detiene.
critor, puede decirse que de un mes a otro.
Porque, así como hace falta mucho tiempo para crear un ins
Creo que la carta aguda y curiosa que me dirige significa
tinto, se necesita mucho para destruirlo. U n a simple demostración
un paso más que da hacia el realismo político; también nos
de que es absurdo y de que sólo puede perjudicarnos, no basta. Dos
hace apreciar cuál es, exactamente, la distancia que lo sepa siglos de funesta filosofía nos han intoxicado; ¿no cree usted que,
ra todavía del nacionalismo integral. 1 para curamos, sería necesario mucho tiempo? Acaso mía sola cosa
pudiera activar la curación: un peligro muy visible y muy inm i
Mi querido amigo: nente. E s posible, en efecto, que el instinto de conservación, con
trarrestado por todos los instintos que nos matan, fuera entonces
Todo lo que dice usted en su Encuesta sobre la Monarquía es tan lo bastante fuerte para dominarlos. En este aspecto, el “a ffaire’’
lógico, tan irrefutable, que creo que hasta el espíritu más crítico Dreyfus, que ha despertado en nosotros este instinto vital, ha sido
no puede tener nada que objetarle. De modo que lo que voy a tratar útilísimo, pero no ha bastado. ¿ Y cómo desear que se presenten
de averiguar es, no si usted nos señala el camino de la salvación, otros peligros nuevos a fin de activar esta obra de renovación, cómo
sino tan sólo si hay posibilidad de que tomemos este camino. desearlo cuando no sabemos si Francia lo resistiría?
A mi entender, el obstáculo radica principalmente en un esta Sin duda, usted ya comprende que si vengo a hablarle del estado
do de sensibilidad de la Francia contemporánea. Hasta en el mo de sensibilidad de Francia, no es, ciertamente, para divagar sobre
mento preciso en que nuestra razón se somete plenamente a lo que psicología. Lo que nos interesa es la política; de consiguiente, a mi
usted dice, queda algo en nosotros que se rebela.— A l decir nos entender, hemos de ser, ante todo, realistas. Y yo creo que el ser rea
otros, quiero decir la mayoría de ios franceses.— ¿ A qué es debido? lista, es reconocer que este estado de sensibilidad existe, que hay que
N o puedo explicármelo más que de este modo: hay en nosotros dos contar con él, que es un hecho, en una palabra, y un hecho tan
seres, uno consciente, que se manifiesta por la razón, y el otro in fuerte, que puede hasta— según yo creo— impedir la posibilidad de
consciente, que se manifiesta por medio de instintos, de sentimien una restauración. ¿Qué haría falta, pues, a mi ver, para que la
tos, de fenómenos que nos es difícil determinar, porque escapan, Monarquía fuese posible? Reformamos cada uno de nosotros, y
en gran parte, a nuestro análisis. Y yo creo que casi siempre es acaso esto sería, en efecto, la verdadera obra política sólida y du
tamos dominados por este inconsciente. Nuestra razón nos dicta que rable. ¿Pero es que esta obra no es de mucha más duración que
tomemos tal camino: nuestro instinto o nuestro sentimiento nos nuestra propia vida? Y, entretanto, ¿qué v a a ser de Francia?
arrastran a otro. Es que en nosotros el ser inconsciente es mucho En resumen: yo creo que la fe monárquica ya no existe en nues
más viejo que el ser consciente, de modo que ha podido calar más tro país; que, para que reviviera, se necesitaría mucho tiempo y
hondo, hasta fundirse a nuestra sangre. Nuestro inconsciente polí que, sin ella, la Monarquía no es posible. Y lo que nosotros nece
tico — permítame usted esta expresión— cuenta cien años de exis sitamos es actuar de una manera inmediata, porque el peligro apre
tencia, desde la Revolución. ¿Qué digo cien años? ¡Doscientos!. mia. Pero, para actuar inmediatamente, no disponemos m ás que de
RESPUESTA A M. LÉON DE MONTESQUIOU 421
420 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
más cerca de nosotros: el patriotismo, el temor de peligros pú
una sola cosa: la fe que llamaré republicana, aunque la palabra
blicos inminentes, el deseo de lá salvación nacional.
sea impropia, puesto que esta fe nos inclina lo mismo hacia el Ce-
Todo el mecanismo de la solución monárquica consiste en
sarismo que hacia la República. ¿No habrá medio de construir so
bre esta fe republicana, si no una fortaleza sólida, por lo menos un esto. Es verdad que “un peligro muy visible y muy inminente”
atrincheramiento ? aumentaría las fuerzas con que ya contamos. M. de Montesquiou
no quiere un peligro semejante. Nosotros tampoco le queremos,
M uy cordialmente suyo, mi querido amigo.
pero le prevemos como fatal y quisiéramos que se adoptaran
LÉON DE MONTESQUIOU las medidas consiguientes.
También hay que notar, antes de proseguir, que las obje
ciones de M. de Montesquiou no son sólo aplicables al na
Tal vez'resulte un poco escandaloso el ver al joven conde
cionalismo monárquico o integral: sirven también contra el
Léon de Montesquiou-Fezensac mezclándose, él y los suyos
nacionalismo antidemocrático de MM. Henri Vaugeois y Lucien
(pues habla en plural), entre la “mayoría de los franceses”.
Moreau, Henry Bordeaux y Jules Caplain-Cortambert. “Estos
Puesto que es de aquellos que, según la bella definición de
principios de igualdad, de libertad, etc.”, se oponen, tanto como
M. de Lur-Saluces, tienen más deberes que los demás, su fun
a la misma Monarquía, al establecimiento de una República
ción natural seria el alzarse delante de sus conciudadanos para
fuerte, orgánica, nacionalista y, por ejemplo, capaz de tratar
enseñarlos y dirigirlos: en una palabra, para prestarles todos
el “affaire” Dreyfus como cualquier Estado verdadero hubie
los servicios que, en el fondo de su corazón, esperan de él.
ra tratado este asunto de Estado. Y para que una tal Repúbli
De hecho, el ingrato plural que usa no es más que una palabra,
ca, la República de M. de Montesquiou, fuese posible, haría fal
y, en la Action Française, M. de Montesquiou hace, sin decirlo,
ta también “reform am os cada uno de nosotros”, y esta refor
lo que yo quisiera que hiciera y que dijese.
ma no se hará nunca espontáneamente; el medio necesario, el
Todo cuanto observa del consciente y del inconsciente polí
órgano indispensable de esta reforma, es también la Monarquía.
tico es irreprochable. Pero yo apelo a nuestro común amigo
¿Que la Monarquía no es posible? Pues bien: esta reforma
M. Jules Caplain-Cortambert, el cual no quiere que la cola guíe
lo es mucho menos todavía. Entretanto, M. de Montesquiou
la cabeza: ¿es lo insconsciente lo que ha de guiar lo consciente?
quiere actuar. Quiere actuar “de una manera inmediata”, por
¿ E l órgano ciego el que gobierne el órgano dotado de vista?
que el peligro apremia. Bueno es saberlo. Pero, para con
¿ E l instinto el que dicte las decisiones de la inteligencia? Y a sé
ju ra r este apremiante peligro, como no es posible construir
yo que es corriente el atribuir a quienes plantean de este modo
“una fortaleza sólida”, M. de Montesquiou admite que tene
el problema una especie de insensibilidad contra la naturaleza
mos que construir “un atrincheramiento”, por supuesto sin
y un desconocimiento del poder del instinto, del antojo y de la
solidez.
animalidad en el hombre. L a verdad es que no desconocen nada
Siempre hemos visto a los niños haciendo castillos en la
de esto. Saben perfectamente que toda fuerza es inconsciente,
arena, con los que quieren detener el mar. Se les dice que para
pero no echan en olvido que, en el orden humano, la dirección
esto haría falta un dique. Dicen que sí, pero siguen construyen
de estas fuerzas corresponde al pensamiento y a la razón y que,
do sus castillos de arena. ¿Nos atreveríamos a reñirlos por
sin esta dirección, se despilfarran para su propio mal.
ello?
Imponer el orden que sea a unas energías desencadenadas
¡E n cambio, los nacionalistas republicanos ni siquiera con
es mucho menos fácil que el avenirse a desencadenarse con
seguirán construir el pequeño castillete de sus sueños! Se opo
ellas. Pero hay que afrontar la dificultad y hay que vencerla.
nen grandes dificultades, no teóricas, sino prácticas, a que lle
N o hace falta más que captar y hacer servir a los fines dei
ven, a término este trabajo de niños. Prometí a M. Louis Di-
bien público algunos de los sentimientos fuertes que están hoy
LÉON DE MONTESQUIOU: NUEVE AÑOS DESPUÉS 423
422 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
S e r á vencido,
vap u lead o ,
roto, arro lla d o ,
m a l d is p e rs a d o ;
I lo p e rs e g u irá n ,
lo h o stigará n ...
■1
i
ADVERTENCIA A LAS PERSONAS PRÁCTICAS 427
426 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
imposibilidad en que había de encontrarse de conservarlo; sería
¿cómo vamos a poder condenar los golpes justicieros del des menester un segundo milagro para que durasen los resultados
tino ? del primero.
¡Les estará bien! En efecto: reconocida la república democrática como el go
De lo que escogieron bierno de un partido, pertenece en Francia, en la Francia de
será el fruto cierto. 1880 y de 1900, necesariamente y por una especie de derecho,
¡Les estará bien! al partido masónico internacional. Y le pertenecerá en tanto
que la situación francesa no haya cambiado. Mas las causas
Y perfectísimamente merecido. Ciertos errores son imper que puedan determinar este deseado cambio no son conocidas
donables y hasta inexcusables. Porque el más pequeño estudio del todavía y no hay nada que haga creer que estén siquiera a
estado en que se encuentra el pueblo francés incapacita a todo punto de producirse.
hombre prudente para ciertas aventuras: puesto que las pro Quienes son, ante todo, fieles a la República y sacrifi
babilidades examinadas anuncian unánimemente la derrota y
can a esta fidelidad el porvenir político de su país, no pueden
que ningún cálculo serio permite esperar la menor victoria, no
dejar de tener una cierta gratitud a la Francmasonería, puesto
es lícito entrar en campaña en condiciones semejantes.
que tanto se complacen en la solidez, la firmeza, el espíritu
de continuidad y los talentos, no diré políticos, sino admi
I nistrativos, del personal que dicha sociedad secreta ha pro
porcionado a la República. En un pais conservador, es decir,
L a s personas que se resignan a la República, es decir, que rico, apacible, amigo de una tranquilidad por lo menos apa
eliminan, por una parte, la restauración monárquica y, por rente, una República abiertamente anárquica no hubiese du
otra, se ven obligadas a reconocer que no pueden contar, como rado : la francmasonería ha dado la apariencia y, p ara decirlo
los republicanos griegos, romanos, florentinos o helvéticos con asi, el decorado del orden material. Claro que, a cambio de este
una poderosa aristocracia nacional, se resignan, por este mis
servicio, ha explotado al país en provecho propio, lo ha debili
mo hecho, al gobierno de los partidos. Pero trabajan, y no sin
tado y arruinado, conforme a su religión liberal y democrá
energía, para substituir el partido antinacional que detenta el
tica. Pero no es menos cierto que, gramas a la masonería, la
poder por su propio partido, que es, sin discusión posible entre
República aparece todavía como un Gobierno en algunos as
nosotros, el partido nacional. Veamos, pues, cuál es el porve
pectos.
nir de éste.
Hacíalo yo notar, en noviembre de 1899, en una carta
Háblase de un porvenir de carácter exclusivamente electo
a b ie rta 1 a M. Jules Lemaître, cuya brillante y generosa lucha
ral, un porvenir nacido de la opinión: porque es infinitamente
contra la Francmasonería no había sido yo el último, cierta
poco probable el que los jefes militares arriesguen jamás, ya
mente, en admirar. Pero al mismo tiempo le indicaba los esco
sea su suerte y su honor, y a la suerte de Francia, en favor de
llos de su tarea precisando, lo más claramente posible, el ofi
una oposición que, carente de unas normas directoras genera
cio histórico de la Masonería en la República.
les y firmes, no tiene de común más que dos o tres buenos sen
timientos. U n golpe de fuerza que se intentara en apoyo de D ije yo entonces: “Si las calles son barridas en invierno y
este sector, pronto iría seguido de movimientos análogos, bien regadas en verano, si el correo circula, si los impuestos se co
en favor de los adversarios, bien en favor de las subdivisiones bran con regularidad, si los quintos son llamados a fecha fija
del mismo sector. Y , en todo caso, lo que voy a decir acerca y licenciados en la fecha establecida, si las mercancías pagan en
de la impotencia de este partido paya conquistar el poder, se 1. L a p rim era de la serie de Los C o n stitu yen tes, com enzada el 12 de
aplicaría— en el supuesto de que milagrosamente lo lograra— a la noviem bre en la G azette de Frunce.
428 encuesta s o b r e l a m o n a r q u ía
ADVERTENCIA A LAS PERSONAS PRÁCTICAS 429
los puertos las tasas fijadas por la ley, si los prefectos ad
ministran, si los embajadores tratan y negocian, si, en una n
palabra, los asuntos corrientes son despachados de mane
ra que Francia parece existir y que la República tiene Estas últimas palabras no son completamente exactas. La
hechura de Gobierno, crea usted, mi querido presidente, que Francmasonería no es la única oligarquía constituida en la
se lo debemos a la oligarquía masónica. Bien o mal, ella República francesa, pero es la única cuyo dominio es posible.
se ha encargado de la sucesión de los Gobiernos regulares. Porque su gran rival, la Iglesia católica, dispone también
Bien o mal, ella continúa sus funciones indispensables. Dispone de una organización poderosa, y muchos esperan, o temen, su
de un personal experimentado. Mantenida y guiada por la plu transformación en oligarquía directora de la República. E l ve
tocracia, suple la inestabilidad constitucional, fo rja una serie nerable e ingenioso arzobispo de A ix pensaba tal vez en ello
de planes políticos y administrativos, provee al mínimo de con cuando exclamaba con pintoresco lenguaje: “No vivimos en
tinuidad necesaria. ¿Se duele usted de que tantos senadores y República, sino en Francmasonería.” Monseñor Gouthe-Soulard
tantos ministros sean francmasones? Alégrese usted de ello y podía, en efecto, concebir una República no masónica, es decir,
dé gracias a la feliz mentira de estos cínicos. Gracias a ellos, presidida por un obispo o su mandatario, con un senado de
son restituidas a la dirección del país las condiciones normales obispos o de clérigos, o de sus mandatarios, con una Cámara
de la vida política: unidad de doctrina, unidad de planes se análoga, y una administración calcada en la de los antiguos
cundarios, unidad de personal; gracias a ellos, las elecciones no Estados romanos... N o creo que una sociedad de célibes, ocu
son revolucionarias: vuelven a encontrarse los mismos hom pada por grandes fines espirituales, como es la Iglesia, esté in
bres, y los mismos programas de iniciativa parlamentaria nos dicada para ejercer el poder temporal en un vasto- país. Su
evitan el trastorno cuatrienal que nos prometía la Constitu gobierno sería mediocre o francamente malo. Y, en todo caso,
ción. Quitemos este sólido lazo de la Masonería, apartemos el en Francia no se quiere esta clase de gobierno.
cimiento que sostiene los frágiles materiales del régimen repu Se lo decía yo también a M. Jules Lemaître: “P or enemigo
blicano y, si no renunciamos al mismo tiempo a semejante que sea usted, querido señor presidente, de la oligarquía masó
régimen, caemos en tal estado de desorden, de división y de nica, no es usted más partidario que nosotros de una oligarquía
incoherencia, que el nombre de anarquía resulta demasiado sua teocrática o clerical. Usted dice, con la sonrisa en los labios:
ve para él. Anticlerical, lo fué San Luis, y Enrique IV y Luis X IV , y todos
”De consiguiente, a los ojos de un republicano, la Masone nuestros reyes del antiguo régimen. E l Gobierno de Luis-Fe-
ría puede parecer, en rigor, un gran mal, pero será el mejor lipe ( ¡ y de Luis X V III y de Carlos X ! ) lo fué también, y la
de los males, como decía del ajenjo el discípulo de usted inmensa mayoría de los católicos de Francia lo es todavía.
Jules Tellier. Para Francia tiene de malo que disimula los de E l cura, en su iglesia, es, entre nosotros, una fórmula casi na
fectos de la República; para la República tiene de bueno el que
cional.”
la sostiene. H a tenido el arte de hacer posible y casi respetable
Asimismo, para dar una idea justa de la desconfianza que
la anarquía. Nadie más que ella podría lograrlo ¿Por qué? Es
despierta y merece la Francmasonería, M. Copin-Albancelli es
bien sencillo: en Francia, fuera de ella, no hay nada. Ella es
cribía su Apólogo de las Congregaciones: “E l pueblo francés
la única oligarquía constituida.”
no se sentiría, ciertamente, tranquilo si viese su personal gober
nante integrado del modo que voy a decir. Como presidente de
la República, un fraile; como presidente del Senado, otro frai
le; como presidente de lá Cámara de diputados, un tercer fraile;
en el Consejo de ministros, de los once, diez frailes, y, en una
ADVERTENCIA A LAS PERSONAS PRÁCTICAS 431
430 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
patriotas. Pues aun esta fuerza, enorme pará otras cosas, resul
palabra, una mayoría de frailes en el Senado y en la Cámara.’'
ta demasiado débil, ,en el dominio puramente político, para
Estoy seguro de que M. Copin-Albancelli no se sentiría,
luchar contra la Masonería: ¿qué sería, de consiguiente, una
ciertamente, tranquilo si su apólogo se realizase al pie de la
organización recentísima, sin gran cohesión económica y a la que
letra. N i nadie estaría tranquilo. Los más píos, los más defe
falta casi por completo la unidad de doctrinas? Se unirán las
rentes, los más santos, imitarían a Luis IX pensando en salvar
fuerzas para luchar contra el partido de Dreyfus. Pero, tras un
el orden civil de las ingerencias religiosas. O jalá le hagan caso
éxito o un medio éxito en este terreno, vendrá la separación,
ios demócratas cristianos, mi querido presidente; hágannos
porque lo exigirán así mil conveniencias y mil intereses diver
caso a M. Copin-Albancelli y a mí; su concepción de un nue
gentes. ¿Qué podrán contra estas fuerzas ni el patriotismo, ni
vo Paraguay en Francia es una quimera. N i hay, ni habrá, ni
el celo del bien público, sentimientos éstos respetabilísimos,
puede haber un partido católico constituido en nuestro país en
pero un poco abstractos y fáciles de disfrazar, de rebajar, de
oligarquía directora. O bien, extraño a la jerarquía de la Igle
desviar ?
sia, morirá (como está muriendo hoy) por sus divisiones in
testinas, o bien, unido a dicha jerarquía, dirigido por los obis Miremos de más cerca la organización masónica. Su po
pos, los curas, los vicarios, los chantres, los sacristanes y los derío data de un siglo. Presente siempre para favorecer la
pertigueros lo derribará, en el momento de su primera mani política de izquierda, cuenta en su activo, exhibe como otras
festación, su espantosa impopularidad K tantas victorias, todos los desórdenes revolucionarios que han
desorganizado y ensangrentado al país. Le basta esto para
crear en favor suyo un grande y poderoso prejuicio. Esto, por
ni lo que hace a las fuerzas de imaginación. Además, hay las rea
lidades.
Siendo, como es, imposible el gobierno de los curas, porque L a Francmasonería (y yo comprendo en ella toda la oli
las condiciones generales de nuestra Francia son demasiado garquía del mundo republicano ortodoxo que va desde M. Mille-
diferentes de las de mía Bretaña o una Bélgica, por ejemplo, y, rand a M. Ribot y que, de hacer falta, iría de M. Jaurès a
si rechazan la Francmasonería— que, por su parte, sabe recha M. Poincaré), esta Masonería, se apoya, en primer lugar, en
zarlos a ellos incondicionalmente— , ¿a qué organización podrán un grupo semiétnico de más de medio millón de hombres: los
aferrarse los nacionalistas republicanos? protestantes; con tres siglos de existencia, albergando en lo
Sé que van a contestarme: a la nuestra. Contestación al más sensible de la carne y del alma los más vivaces rencores
tiva. L a L ig a de la Patria Francesa se siente llamada a formar históricos, este grupo de hombres dista de ser un simple con
el partido de gobierno y la oligarquía directora que toda re curso de voluntades: significa una manera de ser, de pensar,
pública necesita Pero ¡ay!, que abundan las razones de que de sentir y, por tanto, de obrar. P o r encima de las fórmulas
una vocación tan noble sea ilusoria. E l clero francés tiene cierto que invoca o de las decisiones que manifiesta, el protestante
poder porque es antiguo, porque se remonta a catorce siglos, francés es incapaz de no obedecer a ciertas voces profundas
porque se basa en una disciplina severísima y, en una palabra, del interés de su clan o de su tribu. Que este interés sea vio
porque se apoya en doctrinas fuertes, coherentes, arraigadas lentamente antifrancés, el asunto Dreyfus y, si hiciera falta,
en el espíritu y el corazón de gran número de nuestros eom-1 otros muchos asuntos semejantes lo demostrarían. Y que haya
un acuerdo natural entre este interés y el de la Masonería, lo
1. ¿H a modificado este estado de cosas el aum ento de las perse
cuciones su frid a s por la Ig lesia de F ra n c ia d u ra n te estos nueve años prueba también abundantemente nuestra historia contempo
y su v u e lta a la independencia m ediante su sep aració n del E stado? ránea.
R om a aconseja a los católicos que se unan, pero no que fo rm en u n p a r
Pero no reina sólo el interés protestante en las logias. Este
tido. Y ello es digno de se r m editado. (N ota de 1909.)
ADVERTENCIA A LAS PERSONAS PRÁCTICAS ’ 433
432 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
coincide allí, para solidarizarse con ellos, según la fórmula de otros aconsejamos a los ciudadanos que prefieran a su interés
Thiébaud, con los intereses judíos. E l mundo judío, más aún individual el de la comunidad: por razones nulas, pero espe
que el protestantismo, es una agrupación natural. Atribúyese ciosas y, aparentemente, difíciles de discutir, la oligarquía re
él en nuestro país los derechos de una aristocracia, y, en cierto publicana sobreexcita el interés individual contra el de la co
modo, ejerce sus funciones, en cuanto que abre y cierra la munidad. Su política democrática promete la igualdad progre
bolsa. Entre judíos, apenas hay necesidad de negociar las con siva l, y su política anárquica, una libertad infinita 2. Una por
diciones de una inteligencia. Su acuerdo sobre las grandes cues ción de hombres conscientes y valerosos es capaz de preferir la
tiones que interesan a la comunidad judaica, y hasta a la co parte más difícil, pero, casi necesariamente, la multitud se
munidad no francesa, surge con absoluta espontaneidad. Una langa a lo más cómodo, a lo más sencillo. P ara que la opinión
vez más, la naturaleza actúa por sí misma: mientras nosotros y la elección no sigan la fácil inclinación de las muchedum
deliberamos para tomar nuestros acuerdos y constituir nues bres, hace falta la amenaza evidente o el recuerdo doloroso de
tras ligas, esta comunidad natural nos desafía y nos arrolla. las peores desgracias.
Otro concurso se junta a lo dicho: el del meteco1 o extran E l partido conservador del Dieciséis de Mayo representó ayer
jero domiciliado entre nosotros; la plutocracia europea, tan lo que hoy representan nuestros nacionalistas republicanos.
bien representada en P arís; los Gobiernos extranjeros, en fin. Teniendo, como tenían, el poder, pero no queriendo hacer de él
E l extranjero, la gran banca cosmopolita y los diferentes hués más que el empleo legal, es decir, sin usar más que de la pre
pedes que prosperan bajo nuestro cielo, tienen todos algún in sión moral (yo preferiría decir inmoral, porque la astucia es
terés en que ningún poder nacionalista fuerte dé a Francia or más odiosa que la peor de las brutalidades), los ministros del
ganización, vigor y disciplina: sus poderes acuñados, batallones Mariscal sufrieron un gran desastre. ¡Qué será de los naciona
de oro o papel, tan fáciles de disimular como de utilizar, y de listas republicanos, los cuales precisamente se encuentran en la
los que la República de los Reinach y de los Herz ha vivido situación de conquistar un poder que no poseen!
siempre, están así puestos a la disposición de la Francmasone E l descontento, la moda, un aire de Fronda que pasa, la
ría contra todos los arranques del partido nacional. autoridad de ciertos jefes, la actividad de unos buenos cabeci
llas, pueden, sin duda, proporcionar algunos éxitos en las gran
des ciudades. ¡Pero en los centros pequeños! ¡Y en el campo!
% IV
L a Administración reina en ellos como señora absoluta: dicta*
los votos o los suma, los atribuye o los distribuye. Además, la
Y todavía no he contado un cuarto aliado de la Masonería
Prensa y, con la Prensa, la tribuna y los otros órganos de opi
que no es de desdeñar: la complicidad secreta, la complacen
nión, todos ellos nutridos por cajas opulentas, todos ellos man
cia oscura de cada uno de nuestros electores con la doctrina
tenidos en una disciplina severa por el más espontáneo y el
de esta Iglesia al revés.
más natural de los acuerdos. Antes mismo de votar, estaréis
¿Cuál es esta doctrina? L a del menor esfuerzo. Por motivos
perdidos.
muy elevados, e imposibles de contradecir razonablemente, nos-1
1. E n el á re a m ilita r se en cuentran buenos ejemplos p a r a el caso:
1. Los m etecos fo rm ab an en A ten as u n a cate g o ría p a rtic u la r de sólo en el periodo de 1900-1908, todo conspiró h a c ia el reb ajam ien to de
h ab itan tes colocados bajo la v igilancia d e u n m agistrado. C ada uno de la condición de los oficiales: se les h a facilitado ciertas uniones, se
ellos venía obligado a escoger un patro n o y un fiador e n tre los ciuda les h a expuesto a las denuncias de los inferiores, se les h a som etido
danos atenienses. L as m ujeres de los m etecos, en las procesiones de * a la delación política, se les h a n lim itado las precedencias del decreto
las Panateneas, so sten ían u n p araso l a b ie rto sobre la s aten ien ses v er de M esidor. Lo exigía a si la pasión dem ocrática o ig u alitaria. (N ota
daderas. E s ta e ra la ley de la s R epúblicas a risto c rá tic a s de la a n ti de 1909.)
güedad : sab ía n h acerse re sp e ta r de aquellos a quienes su generosidad 2. L a ley electoral del servicio de dos años se h a v otado p a ra con
dab a asilo. fo rm a rse a la a n a rq u ía dem ocrática. (N ota de 1909.)
28
434 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA ADVERTENCIA A LAS PERSONAS PRÁCTICAS 435
-(
LA C A R T A A B I E R T A D E M. E U G È N E L E D R A I N
Podría hacerse un interesante estudio de la evolución del bre este punto-que no se espere de mí la menor concesión. Los
versos discutidos son divinos, y dentro de diez años, lo mismo
gusto en M. Ledrain. ¿Conservaría él hoy su actitud de ayer
que hace otros diez, M. Ledrain me hallará dispuesto a mante
con los parnasianos? Durante mucho tiempo fué su favorece
ner la misma afirmación. ¿Quiere que, a mayor abundamiento,
dor. Les pasaba casi todo. Pero, a medida que su razón se
los cite en público? Pero, en este momento, lo que nos inte
alumbraba con nuevas luces, iba apartándose, poco a poco, de
nuestro siglo, y los maestros de antaño, particularmente los resa es la política, más que un torneo poético.
del tiempo de Luis X V , lo conquistaban de nuevo. ¡ Y qué cla Y cedo la palabra a mi armonioso censor.
rividencia le han prestado! Gracias a ella, M. Ledrain ha po
dido escribir verdades definitivas a cuenta de Michelet. Claro ...Acabo de recibir sus últimas interviús de la Gazette de Fran
que sus críticas de Michelet le permitían exaltar a su querido ce, sobre las que me complace opinar, no como político, sino un poco
Quinet. Pero tal vez su afición a Quinet desaparezca llevándose como pensador. N o pertenezco a ningún grupo conocido ni a ninguna
las últimas huellas de complacencia romántica del espíritu de fracción del Parlamento, por lo que estoy reducido a la meditación de
mi cuarto de trabajo, con mis libros— con los de usted— , conmigo
M. Ledrain. Aquellos que aspiran a un renacimiento del genio
mismo. Filosofemos, pues, un poco si quiere.
clásico francés tendrán el mayor gusto en ponerse en más
Nos expone usted en dos puntos— no es como en los sermones
íntimo contacto con su pensamiento.
trinitarios de Bourdaloue— el program a de la Monarquía futura,
según la sueña su propia mente, la de M. André Buffet y la
L a carta abierta de M. Eugène Ledrain es una pequeña obra
del príncipe Felipe de Orléans.
maestra de ironía y de discusión familiar. Creo que encierra
L o primero que adivino es que la próxima restauración será
toda la belleza que exige el género
de mano dura. Si no me equivoco, la palabra es de usted y parece
aceptada por M. Buffet y por el príncipe. Pero ¿cómo hará usted
y la gracia más fina...
para realizar semejante ideal?...
Desgraciadamente, es imposible transcribirla íntegra. Cier Lo que yo saco de sus páginas-programa, enteramente apro
tas alusiones un poco personales deben omitirse, toda vez que badas por el príncipe, es que todos han de ser hombres de mano dura,
a la manera de Napoleón H I en 1851 y 1852. L a Constitución det
no tienen ninguna relación directa con nuestra encuesta. Las
2 de diciembre quitaba a las Cámaras la iniciativa de las leyes y
más intencionadas resultan aún demasiado benévolas. N o obstan
su confección para confiársela a un Consejo de Estado: es de creer
te, una de ellas exige una respuesta. M. Ledrain quisiera saber
que ustedes la adopten con entusiasmo y que, llegados al poder, res
en qué ha parado mi admiración por M. Anatole France. “¿Per tablezcan esta Constitución de la época consular.
siste usted en ella?”, me pregunta. ¿ Y por qué no?, arguyo.
...Sin duda, ha leído usted la Historia del Segundo Imperio de
Quien, desde hace tres años, ha cambiado es Anatole France y M. de la Gorce, uno de sus amigos políticos, obra que h a hecho
ino yo. premiar— justamente— la derecha de la Academia desde la apari
Siempre que M. Anatole France deja que su genio natural ción de los primeros volúmenes. Pues bien: el capítulo en que ex
reaparezca y brille bajo la horrible envoltura del dreyfusismo, pone la Constitución de 1852 M. de la Gorce lo titula : La Dictadura.
se ve con gusto el esplendor de esta grata luz. Desventu Asi llamaban antaño a la mano dura, sobre la que, en verdad, no
radamente, he traspuesto ya la hermosa edad en que el des se edifica nunca nada que no sea muy efímero.
tino de los planetas parece depender de la perfecta medida U n hombre de noble carácter, de encendida palabra, se extravió
440 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CARTA DE M. EUGÈNE LEDRAtN 441
por un instante en los vericuetos del régimen de 1852. Había acep jóvenes, más ardorosos y mucho menos prudentes. ¿ Y qué ocurrió ?
tado form ar parte de la Cámara de los neutros, entrar en aque Que hubo catástrofes. N ad a más- quimérico que vuestro sueño de
lla sala sin tribuna, donde se votaba en bloque el presupuesto elabo restauración. Pero admitamos, por un momento, lo imposible: que,
rado fuera y las leyes enviadas por otra asamblea pagada y sumi por una fatalidad imprevista, se restableciese la Monarquía. Merced
sa. Pero, en medio de aquel silencio universal, M, de Montalem- sólo a vuestros liberales podría sostenerse conquistando a las gen
bert no tardó en estallar desde su banco. Y hubo un pánico general, tes ilustradas y al pueblo : el atractivo y un buen equilibrio no se lo
y quizás un alivio, cuando se le oyó exclamar: “Yo quisiera defen darían los hombres de la mano dura. Lo que se basa en la fuerza
der al jefe del Gobierno actual de los peligros de la omnipotencia, no puede sostenerse mucho tiempo sin que la torrentera lo arrastre.
contra la embriaguez de la victoria, contra los deslumbramientos - Asi fué cómo la profecía de M. de Montalembert no tardó en cum
de la dictadura, contra sus propios entusiasmos, contra sus conse plirse en el segundo Imperio *.
jeros imprudentes y sus aduladores, si es que los tiene. Y quisiera . E l segundo punto de vuestro programa, igualmente aprobado por
defenderos a todos vosotros, señores, del más grande de los peli el príncipe, es la descentralización. ¿Se acuerda usted de cierto
gros que acechan a los Cuerpos políticos, el descorazonamiento y ágape de felibres en que se leyó un manifiesto que, si no era obra
el abandono de sí mismo. Hoy por hoy, bien lo advierto (lo tengo suya, contaba al menos con su aprobación? Hasta creo que era
previsto) no me acompañaréis en mi abstención; me dejaréis solo, fruto de su colaboración con M. Amouretti. Pedían ustedes en él,
pero, tarde o temprano, haréis lo contrario. N o sólo hay en vos osadamente, asambleas soberanas en Burdeos, en Nantes, etc... La
otros los gérmenes de independencia que todo hombre honesto tie palabra soberanas se decía, no hay que olvidarlo. Por lo que, les
ne en su conciencia, sino que, en vuestra organización misma, re acusé de separatismo, cosa que estuvo a punto de hacer que se
siden las condiciones básicas de toda independencia: la gratuidad vertiera sangre, ya que M. Amouretti cogió una espada y yo le
y la elección. Estas condiciones os arrastrarán fatalmente algún di, sobre el terreno, la réplica adecuada. Acaso después de aquella
día al terreno de la resistencia a unas instituciones adulteradas, a fecha ha atenuado usted la palabra soberanas, que me parece sue
linas pretensiones abusivas. Sólo un favor os pido: ¡no me miréis na mal y que hubiera afilado el hacha de Richelieu y de Robes
mal por haberme anticipado a vosotros!” pierre. Pero usted, y con usted su rey, pide "la descentralización
Medite usted bien estas elevadas y vigorosas palabras contra territorial”. ¡Cuántas palabras cuyo sentido me escapa! ¿Qué es,
la Constitución de sus sueños y hallará usted en el fondo de ellas por ejemplo, la descentralización moral, la descentralización religio
el pensamiento de que la dictadura no puede apoyarse más que sa? ¿Queréis crear unas sectas, tantas sectas como antiguas pro
en el total aniquilamiento de las conciencias. Y las conciencias no vincias o actuales departamentos? Su pensamiento, que usted des
mueren nunca por completo, ni el orgullo; en el momento mismo arrollará sin duda, y el del príncipe, no los veo más que en una
en que se les cree muertos, tienen terribles resurrecciones, explo nebulosa muy brillante, pero m uy insegura; con todo, usted lanza
siones formidables. Además, cuando un pueblo ha probado la liber la palabra: descentralización. 1.» Apretemos la mano. 2.° Descen
tad y la discusión libre, vuelve siempre a ellas. Se puede ser par tralicemos. He aquí vuestro programa.
tidario de la mana dura cuando uno es el puño, pero no se continúa Y, no obstante, la Monarquía* tradicional que debería restaurar
siéndolo mucho tiempo cuando hay que sufrirla. ¿ No son ustedes mis el principe Felipe de Orléans fué esencialmente unitaria. Cogió a
mos un ejemplo de ello ? Como ustedes se imaginan poseer dentro de Francia hecha pedazos, desmenuzada, en virtud del tratado de Ver
poco el poder, entre ocho o diez, son todos ustedes, con vistas a aquel dun, y la reconstruyó, ayudada por los municipios y por el pueblo,
momento, grandes partidarios de la mano dura, pero al mismo tiem pedazo por pedazo. A l ocaso de la Monarquía, en medio de las ver-
po se revuelven como unos condenados contra quienes, hoy por
hoy, les impiden reunirse, hablar, moverse a gusto. Yo, republicano 2. H a y en esto u n a pequeña in ex actitu d q ue no he subrayado en
perfectamente independiente, les veo y les juzgo desde fuera, mu 1900, pero que h a y que s e ñ a la r : la profecía de M ontalem bert no se cum
cho mejor que pueden hacerlo ustedes mismos. plió n i mucho menos y la conciencia de los elegidos del Cuerpo legislativo
im perial no se vió a r r a s tr a d a “al te rren o de la re sisten cia”. F u é el tiran o
Vuestro rey ha apartado de su lado a los viejos parlamentarios
N apoleón I I I quien, por sí y a n te sí, creyó conveniente convertir su
cuyas ideas usted condena. Lo mismo pasó en Israel. Los antiguos Im perio a l liberalism o y al p arlam en tarism o que acabaron con él.
consejeros fueron arrinconados para substituirlos con otros más (N o ta de 1909.)
442 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. EUGÈNE LEDRAIN 443
giienzas del reinado de Luis XV, añadíase todavía al gran manto partista, ni monárquica. ¿Quiere usted saber lo que es? ¡Fran
del territorio un trozo que faltaba: la Lorena. Acabada su obra cia es amiga de la mano dura! "
magnífica, la Monarquía cayó, como un fruto maduro, al soplo de Plantéase aquí una cuestión de hecho. ¿Hay, entre los fran
la Revolución francesa. En vano se han hecho tentativas de restau ceses de 1900, un estado de espíritu favorable a una política
ración. Todas han abortado. ¿Por qué? Porque, estando ya hecha de mano dura? ¿ L a Francia de hoy quiere realmente un buen
la unidad, lo que la habla creado no tenia otra cosa que hacer que
puño que la dirija ? ¿ Siente la necesidad de un Gobierno enérgico
desaparecer. Nuestra supervivencia en el mundo no se comprende
que la saque del desorden y de la anarquía en que vive?
cuando ya hemos dado todo lo qUe podíamos dar.
Es inútil, mi querido Maurras, que se vuelva usted a derecha e Si M. Ledrain me responde que no, aquí me quedo en
izquierda con su ágil y sutil talento; no escapará usted a la ley el desarrollo de la tesis. En cuyo caso habré de rogar a su
histórica. N o logrará usted que la realeza unitaria remonta el cami ingenioso colaborador, M. Georges Thiébaud, que h aga mis ve
no de sus orígenes, de la obra que ya cumplió. N o podrá usted evi ces para poner de relieve ante M. Ledrain lo que todos los na
tar que estos tiempos sean tiempos pasados. cionalistas consideran como una de las necesidades del mo
Y además, ¿no cree usted que los dos puntos de su programa se mento. Necesidades que no son únicamente reales, sino que,
contradicen? ¿Puede usted imaginarse una Monarquía de mano además, se las siente. N o sólo Francia necesita de alguien,
dura, apoyada en irnos servidores de mano dura, y que, al mismo sino que tiene conciencia de esta necesidad, y es un deseo;
tiempo, sea descentralizadora? ¿No es esto el colmo de lo impo
este alguien es llamado de todos lados. Y a este alguien no
sible ? Quien es hombre de mano dura no comparte el poder con
sólo lo desea la masa de la nación, sino que los más autoriza
nadie y se conduce fatalmente como unitario.
Esto es cuanto tenía que decirle, encantado de controvertir con dos definidores del nacionalismo coinciden en que se le debe
un hombre como usted y con un periódico tan cortés como la llamar. L a irresponsabilidad, el anonimato, la incuria, la ines
G a zette de Frunce. tabilidad del poder parlamentario republicano hacen indispen
E . L e d r a in 1 sable una enérgica intervención personal. N i en el gran pú
blico, ni en la selección intelectual que yo he consultado, na
1. A s í es cómo, en el mismo periódico en que M. Georges die me ha negado todavía estos extremos de hecho.
Thiébaud suele calificar a los monárquicos de parlamentarios 4. Ellos han sido los puntos de partida de la Encuesta.
incorregibles, M. ¡Ledrain se duele de descubrir en nosotros una Pregunté al jefe del Secretariado político del señor duque
inclinación inmoderada hacia la “dictadura” y la “mano fuerte”. de Orléans si, siendo de tal suerte las circunstancias, la Monar
2. H a y que advertir a M. Ledrain que se ha equivocado quía podría adaptarse fácilmente a ellas. Y M. B u ffet me ha
acerca de la paternidad de eSt&s hermosas palabras “puño” y contestado: “Las circunstancias actuales exigen una Monar
“mano dura”. Débense, no a mí,» sino— como puede verse en las quía de buen puño, como dice su amigo. Si usted quiere, diga
páginas de la Encuesta— a un “joven nacionalista de los arra mos una Monarquía autoritaria.”
bales” que pronto tendré el gusto de presentar a M. Ledrain 5. Autoridad, Monarquía autoritaria: he aquí cómo tra
y a los lectores de la Gazette, ya que he recibido una intere ducen los jefes monárquicos (lo mismo M. de Saluces que Mon
sante carta suya en contestación a nuestro cuestionario. Mon- sieur B u ffet) las palabras mano dura y partidario de una
sieur Ledrain me hace demasiado favor al atribuirme una clase política de mano dura. M. Eugène Ledrain traduce de otro
de invención verbal que no me corresponde en lo más mínimo. modo: él traduce dictadura.
3. E s conveniente releer estas palabras del joven nacio 6. Pero la palabra ¡no me asusta. Hablemos de la dicta
nalista de los arrabales. Yo las he consignado como “fórmula dura, sin decir ninguna de las tonterías habituales tanto en
sintética de los anhelos de la nación”. sus enemigos como en sus partidarios. L a dictadura era, en
“¿Francia— dijo— , Francia? N o es republicana, ni bona- Boma, una magistratura perfectamente regular: en tanto se
444 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. EUGÉNE LEDRAIN 445
mantuvo la fuerza del patriciado, condición indispensable del incapaz de aguantar solo el enorme conjunto de las responsa
régimen republicano, funcionó sin daño, para el interés públi bilidades que asumía.
co. E n las situaciones difíciles, un ciudadano era investido, 9. E l encadenamiento de la controversia entablada nos
por un cónsul y por el Senado, de una autoridad sin límites; lleva, pues, a plantear el problema constitucional, como se lo
pasado el trance, el dictador se reintegraba a la vida común. plantea todo el mundo. Nos imaginamos los primeros actos
N ada más útil, pero, al mismo tiempo, nada más peligroso, reales como actos de justicia y de reparación, pero, una vez
ni más delicado, en verdad, que esta institución de una espe terminado este primer período, ¿cómo imaginarse la constitu
cie de monarquía temporal. Precisamente, una de las ventajas ción normal del reino, las relaciones de autoridad y libertad?
de la realeza es el hacerla innecesaria. E l príncipe hereditario, Dedúcese, claramente, de las respuestas del jefe del Secre
acuciado por el público interés, de que él es órgano y repre tariado político del señor duque de Orleans sobre este punto,
sentación viva, advierte cuándo debe asumir la dictadura, en que la vieja fórmula liberal parlamentaria no reaparecerá para
virtud de lo que las circunstancias demandan, y cuándo debe nada.
deponerla, según lo que ellas aconsejen. Si desdeña esta ad 10. Pero ¿en qué consiste esta vieja fórmula liberal par
vertencia natural, sufre el castigo de la experiencia, y, por lo lamentaria que rechazan por igual e! desdén del público y la
mismo, todo le induce a tenerla en cuenta. Esta alternativa reflexión de los más discretos? H abría que ponerse de acuer
de autoridad y libertad, en exacta correspondencia con los tiem do para definirla antes de discutir sus méritos.
pos, llena la historia entera de Francia. E l parlamentarismo es una institución inglesa de nacimien
7. Sentado esto, es fácil comprender que la idea de una to y que se ha conservado inglesa a despecho de lo mucho que
dictadura perpetua (o de una monarquía autoritaria a perpe se la ha trasplantado: es el Gobierno de las Cámaras, o mejor
tuidad) es de una inepcia brutal. N o sá yo si el mismo deste dicho, de una Cámara. L a de los Comunes es la que gobierna:
rrado de San Sebastián se atrevería a declararse partidario de según observa certeramente M. Amouretti— al cual M. Le
ella. N o porque la quinina corte la fiebre, querría nadie hacer drain me permitirá, a pesar de todo, citar ante él— , la Corona
de ella base de su alimentación. y los pares sólo disponen de un poder de control *. Este es
Pero ¿me negará, en cambio, M. Ledrain que la autoridad, el parlamentarismo en estado puro, tal como triunfa en Ingla
o, como él dice, la mano fuerte, o la dictadura, han tenido su terra, por razones que dependen del fondo de la historia in
utilidad política? Parece que Enrique I V y Luis X I fueron glesa, y tal como fracasa en todos los otros países en que se
hombres “de buen puño”, unos “dictadores”, y la Francia que ha adoptado el sistema inglés. En Francia, Luis X V III, Car
ellos hicieron, o rehicieron, reconoce de buen grado que debe los X, Luis Felipe, dóciles a este sistema, se vieron obligados
ría ponerlos en un altar, como a padres y salvadores. Por más a incurrir, de hecho, en un sinnúmero de usurpaciones disimu
que M. Ledrain afirme que la autoridad no crea nada, aquí te ladas (conste que no se lo reprocho), tan pronto para ad
nemos algo que ella creó, una obra bastante hermosa por cier ministrar debidamente al país, y, a veces, hasta para salvar
to: nada menos que Francia. le. L a República parlamentaria de 1875, creada y votada por
8. M. André Buffet me ha dicho: “L o admirable en la liberales anglómanos, es de la misma desgraciada especie; si,
Monarquía es la ductilidad, la variedad de su fuerza.” Bastaría
esto para diferenciarla del Segundo Imperio, de que M. Ledrain 1. E sto se ap licab a al derecho constitucional inglés ta l como era
me habla. E n el momento en que se convirtió de autoritario definido, m ás, ta l vez, que practicado, en v ida de la rein a V ictoria.
B ajo E duardo V II vemos in sin u arse o tr a s definiciones. Un m inistro
en liberal, el Segundo Imperio tuvo que llevar a cabo una re de la G uerra, m iem bro de un gabinete liberal, lord H aldane, h a am
volución contra sí mismo. E s indiscutible que concitó en con pliado sin g u larm en te la teo ría de los derechos de la C orona en el
reciente discurso a que hace referencia n u e stra Introducción. (N ota
tra suya fuerzas inmensas. Pero el príncipe era físicamente
de 1909.)
446 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. EUGÈNE LEDRAIN 447
en la práctica, ha resultado más perniciosa todavía, se debe, esos abogados que discuten p,ara em barullar las cuestiones.
evidentemente, a la falta de un patriciado, sobre todo a la 12. Experimento por estos señores el mismo sentimiento
falta de un príncipe que, de vez en cuando, se saliera de la de todo el país, que los detesta. E l país, que conoce hoy su es-
legalidad para entrar en los carriles del bien público. • terilidad, se acuerda del mal que antaño le hicieron, del que
Pero, como dice M. André Buffet, ¿vamos a denunciar el se han señalado no pocas huellas a través de la Encuesta. Si
parlamentarismo “en cada uno de los países dotados de un M. Eugène Ledrain no se acuerda ya de él, el país guarda, en
parlamento?” Y M. Buffet se contesta a sí mismo que “Ale cambio, el recuerdo del 16 de mayo. N o fueron, ciertamente,
mania tiene un Parlamento, sin verse castigada por la cala realistas de mano dura los culpables del 16 de mayo, sino par
midad parlamentaria”. ¿Por qué? Pues porque en Alemania lamentarios, liberales. Los partidarios más acérrimos del parla
se ha tenido en cuenta la situación alemana, se ha tenido pre mentarismo y del liberalismo tentaron aquel día la más. cómica
sente que no se podían importar las instituciones, las cos y más cándida de las aventuras aplicando sus talentos^ a pre
tumbres, la historia inglesa, como se importa el texto de una parar, en fin de cuentas, un golpe de Estado legal. E l fracaso
Constitución. Allí se ha hecho, pues, lo contrario del sistema vasto, completo y resanante nada les ha enseñado ni ha hecho
inglés: en Alemania, es la Corona quien gobierna y es el Par que se olviden de nada, pero sepan que a ellos no se les
lamento el que controla, ¡y qué poco todavía! olvida. U n monárquico ha dicho, dirigiéndose a los torpes fau
Tan* tonto sería calcar lo de Alemania como copiar de In tores del Dieciséis de mayo: “Escribid la historia, señores, pero
glaterra el sistema de la futura Monarquía francesa: la situa no os mezcléis en hacerla” 1. Escribirla, la han escrito muy
ción francesa es original, y dará, por lo mismo, instituciones bien. Pues que la escriban mejor todavía, porque siempre es
posible, y que nos dejen trabajar en paz.
originales. N o obstante, ¿quién no advierte que, entre el ré
gimen británico y el germánico, es este último el que se avie 13. Treinta años de República parlamentaria han puesto
ne mejor con el estado actual de Francia, con el temperamento de manifiesto un hecho importantísimo: el parlamentarismo,
de los franceses, con la política que aconseja nuestra situa que debilita al Estado, no proporciona al ciudadano las ga
ción en Europa? Más amenazado que en Inglaterra, nuestro rantías particulares que éste necesita. De consiguiente, el par
poder central, director militar y diplomático de la nación, debe lamentarismo falla en la consecución de su propio objetivo.
ser más independiente, para que pueda defendernos con más L a historia del Dieciséis de mayo es aleccionadora precisamen
energía. Basta con abrir una historia de Francia o con mirar te porque presenta contra la derecha una demostración análo
un mapa para que salten a la vista las razones que para ello ga â la que nos proporciona contra la izquierda la larga his
hay. toria de las vejaciones religiosas, de las mezquindades políti
11. Además, hoy, los liberales parlamentarios, aun aque cas cometidas por los oportunistas y los radicales que han
llos de que M. Ledrain nos habla con una indulgencia llena de venido a ser hoy tan impopulares como los hombres del Die
cariño, no parecen muy deseosos de gobernar, sino únicamen ciséis de mayo. E l que una Asam blea ocupe el lu g a r del Prín
te de controlar los actos gubernamentales. Si no he compren cipe no basta para garantizar la libertad de las personas ni la
dido mal su pensamiento, limítase a esto. Pero ¿lo he com seguridad de los bienes. Lo mismo da el que la Asam blea rei
prendido bien? Porque una de las cosas que hay que repro nante esté compuesta de francmasones o de doctrinarios de la
char al pensamiento de estos caballeros es su falta de claridad. tolerancia, de hombres íntegros o de pillastres: la pasión po
Parece como si, deliberadamente, evitaran la precisión. Con lítica no dejará de arrastrarla, por una- necesidad orgánica,
M. Ledrain, que es un pensador, da gusto discutir, porque con a toda clase de menudos delitos en provecho de un partido, en
creta los asuntos de que trata y porque, con él, la discusión,
por acerada que sea, propende al acuerdo; pero me desagradan 1. L a fra se es de M. de P o n tm artín . (N ota de 1909.)
RESPUESTA A M. EUGÈNE LEDRAIN 449
448 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
ciera, el libre cambio o el proteccionismo, pero sabe perfecta lo tanto, débil para cuanto se salga de lo suyo y se inmiscuya
mente que, en realidad, nada de todo e3to depende de él; de lo en la dirección general de la nación?
que, además, si es discreto, se felicita íntimamente. 22. Sin duda, M. Eugéne Ledrain habrá comprendido, por
Con todo, el régimen de la República parlamentaria y cen esta exposición, que él mismo me invitaba a desarrollar, que la
tralizada supone un caso en que el ciudadano puede obtener mayor parte de sus objeciones quedan ya resueltas en ella.
garantías contra el Estado: es cuando el ciudadano se hace Vea cómo la palabra “descentralización” no tiene únicamente
agente electoral y cliente regular de alguna potencia electiva. un sentido territorial. Asimismo, para hacer la descentraliza
Mas tal modo de clientela es una triste esclavitud. E l hombre ción religiosa, no hace falta establecer tantas sectas como
deja en ella de ser dueño de sí mismo. Todo servicio que reci cantones: basta con substituir la tutela administrativa im
be presupone una cantidad de servicios que él ha prestado a puesta a las Iglesias con una simple vigilancia. Y se descen
su vez y que no puede ni confesar, porque han sido hechos a tralizan las costumbres al procurar la reducción del número
expensas de su libertad y de su dignidad. Algú n estadístico y de la importancia de los funcionarios, cuando se acostumbra
debería calcular la perturbación que esta form a de vida polí a los ciudadanos a no confiar para todo en el Estado y cuan
tica causa necesariamente en la vida económica de una na do, en fin, se substituye, en la medida de lo posible, la admi
ción; ¡cuánto esfuerzo perdido, qué cantidad de útiles ener nistración mecánica con una administración espontánea.
gías dispersada! 23. M. Ledrain advertirá asimismo que no hay la menor
20. Si el ejercicio de las libertades civiles, bien sean loca sombra de oposición entre una fuerte autoridad real y las
les o profesionales, tiene, por el contrario, como campo de ac autoridades secundarias surgidas en todas partes por obra de
ción una esfera reducida, familiar, todos pueden en ella dar la descentralización, ya que estos dos órdenes de autoridad no
a conocer sus aspiraciones, fijar sus preferencias, insertar al tienen ni la misma competencia ni los mismos puntos de apli
go de su vida y de su pensamiento. E l ciudadano puede sentir cación. Adáptanse, por el contrario, a dos series de objetivos
se elemento activo de la vida de la ciudad. Su poder es con muy distintos. Digo una vez más que el rey, para resolver sobe
creto, lo emplea, siente su empleo, ve sus efectos. ranamente todos los casos de verdadera competencia real, tendrá
Razón por la que, en la Monarquía descentralizada, basta gran interés en respetar, y hasta diría en multiplicar, todos los
con ser de una ciudad, de una provincia, de un gremio, para casos especiales que no reclamen necesariamente su autori
disfrutar, por tres o cuatro conceptos diferentes, de las ga dad. Y , a la recíproca, no será pequeño el interés que el ciuda
rantías más sólidas contra los excesos del poder. dano tenga en respetar el fuero real para ser respetado, a su
21. N o hay que decir que ciudades, provincias, asociacio vez, en su fuero civil.
nes, todas estas soberanías, son representativas. Sus Consejos, 24. N o habrá “desmenuzamiento”, ya que el rey seguirá
que se eligen (y es de sobra sabido cómo la elección profesio siendo jefe de un ejército centralizado y de todos los grandes
nal da resultados superiores a los de la elección política), son, servicios nacionales. Además, como ninguna de las pequeñas
de este modo, Consejos soberanos. Constituyen verdaderos se repúblicas locales o profesionales form ará un círculo cerrado,
nados especializados o locales. Digámoslo exactamente: son cada una de estas organizaciones penetrará, en cierto modo, en
unos “Estados”, no generales, sino particulares, como la an las vecinas, cada ciudadano pertenecerá a agrupaciones muy
tigua Francia los ha conocido, en tan gran número. diversas.
¿Quién no echa de ver que, como el valor de cada uno de 25. ¿Cuál sería la función de la Monarquía ? M. Ledrain se
estos Estados es técnico y definido, será fortísimo en lo suyo ha figurado meterme en un atolladero al alegar esa “ley histó
y para la defensa de los suyos? ¿Quién no comprenderá que rica” de que los órganos desaparecen al acabar su cometido. La
esta fuerza, por ser concreta y técnica, será torpísima y, por Monarquía— dice— ha terminado “su obra magnífica” : ha hecho
RESPUESTA A M . EUGÈNE LEDRAIN 455
454 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
las ingerencias del parlamentarismo, que, para que no faite
a Francia; no tiene ya ninguna razón de ser; hoy, su presen nada, introduce en el Estado político propiamente dicho la ines
cia sería incomprensible. tabilidad, la irresponsabilidad, la división y la anarquía. E l ré
Muchas cosas tendría yo que preguntar a M. Ledrain. En gimen republicano democrático, generador y nutridor de cien
primer lugar, ¿qué entiende él por terminación de Francia? querellas intestinas, h a destruido la unidad moral del país.
¿Estaba Francia tan terminada como todo esto en 1789? ¿Está ¡Mientras un Consejo socialista internacional, integrado por
terminada hoy? Y o veo más allá de nuestras fronteras no po proletarios alemanes y belgas, establece su autoridad sobre el
cas poblaciones de lengua y de civilización francesas que una proletariado francés, la capitis diminutio del mundo militar, la
política continuada y discreta, una política de audacia y de
debilitación progresiva y sistemática de nuestro Ejército, abren
contemporización a lo Capeto, podría, andando el tiempo, nuestras fronteras a las organizaciones militares del extran
agregar a nuestro dominio político. Y hasta veo, en las m ár jero!
genes del Rin, más de una Marca germánica cuya anexión pro
26. Tras la guerra de América, el mediocre y desventu
gresiva y lenta transformación en Marcas francesas tendrían
rado Luis X V I legaba a la Revolución acaso el más florido de
asimismo su utilidad.
los ejércitos franceses que fueron jamás. E n cambio, frente a
Francia parece terminada en el momento de caer la Mon
Inglaterra (la antigua rival de sus predecesores), o frente a
arquía, porque, en efecto, una vez desaparecida ésta, Francia
Italia y Alemania (nuevas potencias instauradas o soportadas
ha dejado de crecer y de perfilarse. Pero habría que saber si
por la democracia revolucionaria), ¿qué ejército, qué situación,
la Monarquía ha desaparecido porque Francia no tenía que
qué Francia, en una palabra, encontrará Felipe V E cuando
crecer más o si a Francia le han faltado los medios de creci
venga y h aga el triste inventario de lo que le hayan legado
miento al faltarle la Monarquía. Resuelto como estoy a elimi
nuestras revoluciones? M. Eugène Ledrain gusta de una discre
nar de mi concepción de la Historia todo misticismo, confieso
ta jovialidad, pero yo le ruego que no bromee ahora. N o me
que no comprendo nada de la primera explicación, la explica
pregunte más en qué consistirá la función del órgano monár
ción de M. Ledrain. Nadie puede saber lo que hubiera ocurrido
quico restaurado: no será tarea lo que falte. Económica, diplo
si la fuerte Casa de Francia hubiese continuado velando sobre
mática y militarmente, tendrá demasiadas cosas que hacer, por
nuestras transformaciones históricas, pero parece bastante pro
que, en los tres aspectos, tendrá, piedra a piedra, que recons
bable que la misma causa engendrara los mismos efectos. Efec
truir una Francia.
tos de grandeza y gloria. Efectos de un sabio y continuado
desenvolvimiento. Post scriptum.— L a carta de M. Ledrain y mi contestación,
Escribe M. Ledrain: “Todavía en el ocaso de la Monarquía, que acaba de leerse, aparecieron en la Gazette de France los
entre las vergüenzas del reinado de Luis X V , añadíase al man días 5 y 6 de octubre de 1900; M. Ledrain replicó en L ’Éclair
to del territorio un trozo que faltaba: la Lorena.” Y o pregunto del 15 de octubre siguiente. Bastará, para hacerse una idea de
a M. Ledrain si por ventura no le falta algo hoy a nuestra la parte política de su artículo, tan espiritual y cortés como el
Lorena. anterior, con el párrafo siguiente:
L e pregunto también, si, en el interior, la Francia tan bien
arquitecturada por los Capetos no empieza a descomponerse “Mas, cualesquiera que sean mis sentimientos hacia M. Maurras,
no le sorprenderé al decirle que su respuesta no me ha convencido.
desde su caída. Unificada y todo, ¿ acaso no se desune un poco
Creo que podríamos estar luchando eternamente uno contra otro
cada día? Hemos visto la extrema centralización destruyendo
sin convencemos jamás.”
todas las pequeñas unidades locales y morales que componen
a Francia y substituyendo a nuestros ciudadanos con simples ad De modo que M. Ledrain ha seguido en su puesto. Y o me
ministrados. Pero la misma Administración vese corroída por
456 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
Con vivo interés y no poca confusión he leído el elogioso resu Anselmo, tu fe tiembla y tu razón la asiste.
men que usted ha hecho de nuestras conversaciones. E l lector sa Toda perfección en tu Dios se concibe;
brá distinguir las vivacidades y las sorpresas de un diálogo íntimo. la existencia lo es; preciso es, pues, que exista.
P o r lo demás, nada tengo que rectificar de su artículo; tan sólo Concebirlo perfecto, es exigir que sea i.
hubiese querido poder hilvanar mejor estas palabras lanzadas al
azar de la improvisación.
Muchas gracias y un cordial apretón de manos. N o atribuyo, ciertamente, ningún mérito particular a esta
poesía por definir rigurosamente, ya sea el argumento ontoló-
SULLY PRUDHOMME gico, y a el mecanismo de la aerostación. Pero el que tenga tal
grado de exactitud, es prueba evidente de la inteligencia y del
E l hecho de que un joven bachiller, uno de los ingenios más gran saber del poeta. U n príncipe sacaría provecho de consul
vivos y precoces de su generación, al hablar con un maestro del
«i tarlo. E l vulgo debe escucharlo religiosamente. P ara mí es un
arte poética, se haya acordado de pedirle su parecer sobre la grato deber el entresacar de su conversación con M. Édouard
fuerza de la teoría monárquica, es algo que no puede dejar de Champion todo lo que se refiere a la Encuesta sobre la M on
ser para nosotros un gran motivo de confianza. Por lo menos, es arquía.
un claro indicio de la próxima orientación del espíritu público.
Recibamos como a mensajeros de la esperanza a estos nuevos
colaboradores cuyos diecisiete años están en sazón para se
Por naturaleza, el hombre es un animal político.
guir y rodear a un príncipe de treinta.
En cuanto a los juicios de M. Sully Prudhomme, no creo A r istó te les
que haya que entretenerse en ponderar el alto valor que en
cierran. Cualquiera que sea el sentido en que se pronuncie,
Como veo encima de la mesa cargada de libros la E n cu esta so
todo el mundo habrá de escucharlo con respeto. M. Sully Prud
bre la Monarquía de Charles Maurras, interrogo a M. Sully Prud
homme figura, por sus méritos propios, en el gran Consejo del
homme: ¿Cuál es, a punto fijo, el interés de una cuestión política
pensamiento contemporáneo. N o es un simple tañedor de laúd. para quien ha sabido construirse una filosofía de la Historia?
Y su poesía, a la que debemos hermosísimos ejemplos del la “ ¿No es acaso la Historia la más decepcionadora de las cien
mento desesperado y tierno (reléase el inmortal suspiro de la cias? Es la más humana, aquella en que nuestra personalidad toma
Agonía), ha reflejado asimismo todo cuanto el-espanto y la mayor parte. L a Historia escapa a la medida: las experiencias nada
curiosidad del espíritu humano hacen concebir sobre los mis prueban, porque las condiciones en que cada una se realiza son
terios de la tierra o del cielo. Antes de ser poeta, y para ali siempre contingentes, susceptibles siempre de cambio. Si hay un
mentar el vigor de su poesía, M. Sully Prudhomme ha querido elemento seguro, es el que el hombre lleva consigo, y estas son las
someterse a los métodos de la ciencia y se ha hecho matemá condiciones psicológicas de la Historia.”
tico, físico, moralista y sociólogo. H a estudiado la historia de M. Sully Prudhomme se susbtrae, pues, a las cuestiones prác
ticas. Conténtase con confesar que es descentralizador. Y descen-
las conjeturas y de las doctrinas. Su obra poética, tan cara a
tralizador, ¿cómo? Confiesa que no lo sabe. Y el poeta levanta un
las inteligencias meditativas, siente los efectos de tal profu
altar respetuoso a la Buena Suerte.
sión de estudios. E n ellos han ganado su lenguaje y su estilo
una precisión a menudo maravillosa. Sólo M. Sully Prudhomme
1. L e B onheur.
*
RESPUESTA A M. SULLY PRUDHOMME 461
460 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
doctrina, y esto le basta: M. Sully Prudhomme no tenia ninguna
Por lo que hace al conjunto de las doctrinas políticas, me re necesidad de hacer exámenes de conciencia política.
mite a su prefacio de la Biblia de la H umanidad de Michelet; ade
más, antaño habla escrito un. volumen entero sobre la Posesión
del hom bre por él hombre, cuyo manuscrito se ha perdido:
édouard C ha m pion
“Puede considerarse al hombre— dice— desde dos puntos de vis
ta muy distintos. Considéralo la ciencia como un ser determinado
al mismo título que los animales y las plantas: en el hombre ve unos Y a hemos visto cómo M. Édouard Champion ha hecho au
órganos múltiples, adecuados a diversas funciones y que tienen, tentificar esta conversación; pero, en verdad, no hacía ningu
entre sí, sumisiones recíprocas para el m ayor bien y el desenvol na falta. Las líneas que acabamos de leer llevan en sí mismas
vim iento del individuo. E sta concepción realista, que es la de la cien
la pru eba: tienen el sello de ese giro familiar, de ese abandono,
cia, es, en política, propiam ente monárquica: es la sumisión del
propios de los poetas y de los sabios. Sin duda, los lectores
humilde al superior, de lo que vale menos a lo que va le m ás, la su
misión de los órganos a una cabeza, un cerebro. P ositivism o y mon habrán recogido un rasgo de negligencia platónica que resalta
arquismo son doctrinas paralelas. E sto es obvio.” al comienzo del quinto párrafo. Afirm a en él M. Sully Prud
Pero M. Sully Prudhomme añade— y estas son sus propias pa homme que el hombre puede ser considerado bajo dos aspectos
labras : distintos, y en seguida declara el primero de ellos, pero se olvida
“P or m i gu sto, yo preferiría, ciertam ente, él dejar a otros la del segundo... N o es más que un pequeño olvido, y no hubiera
preocupación de los asuntos públicos y poder confiar m i libertad a habido cosa más fácil que completar el pensamiento del pregun
unos sabios. Desgraciadamente, la aristocracia, que n uestra historia tado. T ras haber contemplado al hombre desde el punto de vista
parece haber designado para libertar a los soñadores de las tareas
de la ciencia, M. Sully Prudhomme le hubiera, sin duda, con
políticas, traiciona su misión. H a empleado su ascendiente en so
templado desde el de la moralidad, de continuar el orden lógico
meterse a aquellos cuyo trabajo y cuya paz tenía la misión de pro
teger. El sufragio universal es la revancha de los burlados contra de su discurso.
el abuso; pero no por ello es menos peligroso.” — E l hombre (hubiera dicho) no es tan sólo el esclavo de las
Resume aquí M. Sully Prudhomme su teoría de la posesión del leyes del mundo, sino que, en cierta manera, es, al mismo tiem
hombre por el hombre, es decir, de unas voluntades por otras, ya po, su dios. Este dios, atrincherado en el cielo interior de su
sea por medio de la violencia, que vicia el consentimiento por la conciencia, dispone de una incoercible e inviolable majestad.
alternativa de ceder o de morir, sea por el ascendiente que subyuga N a d ie es capaz de manderle, ni él es capaz de obedecer a na
la voluntad, sea por el contrato libremente discutido, sea por el
die. “N o llaméis a nadie vuestro dueño, porque no tenéis más
amor que seduce.
que un solo dueño, que está en los cielos.” El protestantismo,
M. Sully Prudhomme afirma la realidad de estos principios. L a
menta no poder escribir algún día la historia de la civilización (una Rousseau y Kant y la Revolución francesa han aplicado a la
historia que él concibe parecida a la de la libertad por A . Chala- política estas palabras de San Mateo.
mel) y me presenta, como un ejemplo, y en singular recorrido, De este modo hubiera hablado M. Sully Prudhomme. A l no
el mundo de la fuerza y de los instintos que personifica el bárbaro; atribuirle palabras semejantes, M. Champion ha querido res
al galorromano que conserva los principios del derecho; la Iglesia petar la exactitud histórica de la conversación por él relatada.
dominando por el amor, y, en fin, la aparición de la ascendencia
Y , de este modo, no sólo ha conservado todo el sabor de la
del monarca. Después, la revuelta del pueblo, que hace, contra el
misma, sino que ha librado al poeta que le es caro de una ré-
poder de la ascendencia, la Revolución.
petar la exactitud histórica de la conversación por él relatada,
Añade M. Sully Prudhomme que, en virtud de nuestro tempe
to, con argüirle que el orden de la política y el orden de la con
ramento y nuestra educación, nos inclinamos naturalmente a am
pliar cualquiera que sea de estas categorías. Filósofo, sabe perfec ciencia son cosas distintas. L a conciencia humana persigue
tamente en qué sitio y dentro de qué orden clasificará tal o cual fines espirituales, tiende a la salvación individual. L a política,
462 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA RESPUESTA A M. SULLY PRUDHOMME 463
limitada a lo temporal, busca la vida próspera de la comuni Según M. Paul Bourget, el monarquismo se corresponde,
dad; determina las condiciones generales del bien público en las con las leyes más probables del bien público. Según M. Sully
agrupaciones naturales formadas por los hombres. Depende, Prudhomme, el monarquismo aplica la ley de las recíprocas su
. pues, como estos mismos grupos, de un conjunto de leyes na misiones “para el mayor bien y el desenvolvimiento del indi
turales. Presupuestas, pues, estas leyes, que ella se esfuerza viduo”. M. Sully Prudhomme parece, pues, más partidario to
en discernir y formular con toda la claridad de la ciencia, traza davía de la teoría monárquica que M. P au l Bourget. P ara
e ilumina el camino de los políticos, casi del mismo modo como M. Bourget, es la nación; para M. Sully Prudhomme, es cada
la fisiología, la patología y la terapéutica inspiran y dirigen la uno de los individuos— elementos de la nación— , quien, en úl
acción de los médicos. tima instancia, se beneficiaría con la institución monárquica.
Esto, por lo que hace al segundo aspecto del hombre. En ¿H abla sólo en teoría? Pues también M. Bourget habla teóri
cuanto al primero, sobre el que se ha expresado con términos camente. E l que, en teoría, un monárquico y un republicano,
precisos, M. Sully Prudhomme no vacila en reconocer que el discurriendo en el terreno de la razón, de la ciencia y de la
sistema monárquico es, evidentemente, el que la ciencia acon inteligencia, coincidan tan por completo en condenar la de
seja como mejor, único. Este republicano, este gran dignatario mocracia, el sistema electivo y la República; que el teórico de
de la República, llega al punto de dejar sentada sin reservas procedencia republicana hasta parezca p u jar sobre el teórico
ni reticencias la verdad que había dejado sentada antes que él, monárquico, es un hecho de gran importancia; es un hecho
en una carta inolvidable, su compañero de Academia France (dejo la palabra a M. Bourget) tan preñado de consecuencias
sa, el monárquico M. Paul Bourget. Pata el mayor bien y el como antaño lo fué la concordancia de la forma republicana
desenvolvimiento del individuo, el monarquismo viene pro con la filosofía de Rousseau.
puesto, aconsejado y hasta impuesto por la ciencia. Ruego a los lectores y, con ellos, a todos nuestros amigos,
¿Hace falta confrontar ambos textos? y hasta a nuestros enemigos, que mediten seriamente sobre las
consecuencias de este gran hecho; M. Paul Bourget, en virtud
de la historia natural y de la historia política, M. Sully P ru d
M. SULLY PRUDHOMME M. PAUL BOURGET homme, en razón de la historia natural y de la economía polí
t ic a 1, desembocan en el resultado de coincidir científicamente,
...Esta concepción realista, ...La solución monárquica es es decir, sin intervención de su voluntad, por la pu ra necesi
que es la de la ciencia, es, en la única en armonía con las
dad de la evidencia, por el solo método del libre raciocinio.
politica, propiamente monár enseñanzas más recientes de la
Cierto ¡es un gran hecho, rico en preciosas verdades, ricas
quica. ciencia.
...Es la sumisión del humil ...Todas las hipótesis en que
ellas, a su vez, de una infinidad de otros hechos nuevos! ¿ Qué
de al superior, de lo que vale se ha basado la Revolución re es, comparada a esto, la decadencia de algunas fam ilias de
menos a lo que vale más, la sultan absolutamente opuestas aristócratas judaizados o de nobles náufragos en la gota de agua
sumisión de los órganos a una a las condiciones que nuestra del parlamentarismo? Esta aristocracia que, según la dura ex
cabeza, un cerebro. Positivismo filosofía de la naturaleza, basa presión del poeta, “ha traicionado su misión”, no tiene ser real.
y monarquismo son doctrinas da en la experiencia, nos señala L o único que hay que hacer con ella es negarla. E n torno ul
paralelas. Esto es obvio. hoy como las leyes más proba
bles del bien público. 1. N otad las curiosas p a la b ra s: "D ejar a otros la preocupación de
los asu n to s públicos”, “poder confiar la propia lib ertad a unos sabios,
lib e rta r a l soñador de la ta re a política”. Y a que no me h a sido po si
¡Afortunada y aleccionadora concordancia! Se la brindo a ble com entarlas, quiero siquiera in d icar que d em u estran cóm o M. S u lly
P rudhom m e se d a cu en ta de las deducciones políticas q u e h a y que
M. A rth u r Ranc para sus reflexiones. s a c a r del principio económico de la división del trab ajo .
464 ENCUESTA s o b r e l a m o n a r q u ía
C A R T A D E M. C O P IN -A L B A N C E L L I
¿"A 30
■
CARTA DE M. COPIN-ALBANCELLI 487
466 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
vela filósofo y político tan clarividente como sincero. Con todo,
me hubiese confiado, aunque, no una vez, sino cien, tuviera que
he estado a punto de pedir a Copin-Albancelli una ligera modi
costarme la cabeza.”
ficación de los términos de una frase del p árrafo vigésimo de
M. Copin-Albancelli no esperó a las convulsiones del “affai
su hermosa carta. M ejor pensado, no lo hice, porque importa
re ” Dreyfus para procurar poner en guardia a sus compatrio
que los monárquicos sepan por qué ignominiosos procedimientos
tas ; dos años antes de la condenación del traidor y cinco antes
la superstición republicana se defiende de la verdad monárqui
de la campaña del partido de la traición, M. Copin-Albancelli
ca. Y a nos había advertido M. Lucien Moreau, en su conferen
publicaba en la Librería Académica su obra sobre La cuestión
cia de marzo último en la Asociación nacionalista de la ju
religiosa y la francmasonería. Pero, en los períodos de relativa
ventud, de las calumnias, groseras pero habilidosas, que se tra
calma, los avisos de los prudentes caen en el vacío; nadie quie
ta de hacer circular contra el jefe de la Casa de Francia; la
re escucharlos. Hicieron falta estos tres años de guerra civil
Gazette de France reprodujo esta conferencia tan instructiva
en pequeño para que algunos franceses de las categorías más
y, en los primeros días de nuestra Encuesta, publicó también
selectas empezaran a abrir los ojos. U n tributo de justicia hay
unas líneas de la importante carta que me había dirigido, acer
que rendir a M. Jules Lemaître: apenas hubo conocido la franc
ca del mismo tema, uno de los espíritus más ilustres de nuestro
masonería, ésta despertó su curiosidad, su inquietud, y en se
tiempo, al cual pido me autorice a recordar aquí estas palabras:
guida su indignación patriótica. Informado por el mismo M. Co
pin-Albancelli y por su amigo M. Louis Dasté, codirector de Vuelvo a abrir mi carta para felicitar a usted por los comienzos
A bas les tyrans, M. Lemaître comenzó aquella bella serie de de la Encuesta. ¡Esto es alta política! Nunca se sabrá lo que fué
artículos que provocó tan cómicos furores y que revelaban a el conde de París y qué rey hubiera sido. L a frase sobre Thiers
todo el mundo lo que no conocía más que un pequeño grupo es la misma justicia. E l príncipe no tuvo tantos adversarios más
escogido: baterías y contactos secretos, santos y señas, mara que a causa de su superioridad. Se le calumnió sistem áticam en te,
ñas y maldades de la secta. como se calumnia hoy a l duque de Orléans, como se calumnió a
¿Quién hubiera podido pensar que M. Jules Lemaître iba Luis X VI, después a Luis X V H I, después a Carlos X y después
al conde de Chambord.
a ser el sucesor, el propagandista y el continuador de Claudio
No hemos defendido lo bastante a n u estros príncipes. U ste d lo
Jannet? Pero todo es posible, y los escépticos, los faltos de
hace , y hace u sted m u y bien.
aliento, los que lo quitan a los otros, no son más que imagina
ciones perezosas o malos observadores, incapaces de advertir M. Copin-Albancelli tiene un juicio demasiado independien
los cambios profundos que a su alrededor se operan. E n cambio, te y un corazón demasiado puesto en su sitio para que, a cuen
quienes desde hace diez años han visto cambiar tantas cosas y ta de su carta, emprenda yo una defensa del señor duque de
trastornarse tantas relaciones y han adquirido la costumbre Orléans. Él mismo dice que desconfía de las mentirosas le
de reflexionar sobre estos enormes vaivenes, están prontos a yendas: reflexione sobre la historia pública de aquél y ella
atreverse a todo, ya que ningún designio les parece excesivo. bastará para hacerle advertir hasta la saciedad a qué punto
Tienen el sentimiento de las posibilidades infinitas. Y o quisiera
son insensatas las dos o tres calumnias en circulación.
que M. Copin-Albancelli comunicara este sentimiento a M. Ju
les Lemaître, ya que él está lleno del mismo, como puede ad
M i querido M aurras:
vertirse en el acento y el fondo de su carta.
C arta admirable, permítame que se lo diga. Sabíamos ya E n el número de L ’A ction Française del 1.« de junio pasado in
que M. Copin-Albancelli era un polemista consumado, un his vitaba yo a Vaugeois a emprender, tras su encuesta sobre el pro
toriador de notable malicia y vivamente jocundo en la descrip testantismo, otra encuesta sobre la orientación política que nece
ción de las trastiendas y los dobles fondos. En su carta se re- sitamos.
CARTA DE M. COPIN-ALBANCELLI 469
468 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
suerte que todo viene a estar sujeto a discusión en el fondo de cada
Todos estamos de acuerdo— le decía— en que hay algo que hacer
uno de ellos, no por deliberada voluntad de ellos mismos, sino— lo
por Francia, pero ¿en qué ha de consistir? Aquí el acuerdo aca
que es más grave— en virtud del instinto de conservación nacional
ba. Y, no obstante, menester es que nos entendamos... o perecemos.
que en ellos habla. Y, al decir que todo viene a estar sujeto a revi
“¿Qué tal estaría, pues, que empleáramos el recurso de que se
sión en su espíritu, quiero decir: hasta la forma de gobierno.
echa mano cuando el médico habitual de un enfermo ha llegado
Su magistral encuesta sobre la Monarquía y las impresionan
al límite de cuanto puede hacer? ¿Qué tal estaría el llamar a va
rios doctores a consulta? tes consultas de los señores André Buffet y de Lur-Saluces vienen,
’’Puesto que es preciso hacer algo y que no nos entendemos so pues, en momento oportuno.
bre este algo, hay que invitar a cierto número de escritores polí ¿ Quiere esto decir que estemos nosotros cerca de prestar nues
ticos y de pensadores a que digan su opinión y, sobre todo, las tra adhesión al sistema de Monarquía nacional que sueña usted con
razones en que la fundan.” sus amigos? Hasta ahora, no. Pero ¿qué prueba esto? Sencilla
Lo que a mí me parecía útil se lo ha parecido a usted también, mente, que acaso tiene usted que reforzar más, que completar aún,
pero usted no se ha contentado con pensarlo, sino que ha puesto su argumentación y sus alegatos.
manos a la obra con la iniciativa de esta Encuesta, en la que yo Por mi parte, hay ciertos puntos que me gustaría verle profun
me contenté con pensar durante unas horas i. dizar.
Guiado por sus convicciones, le ha señalado usted como último Veo con claridad, por ejemplo, que la Monarquía es el gobierno
objetivo la política de la Monarquía. Le felicito por ello, si bien yo más capaz de luchar con éxito contra los males que actualmente
todavía sigo siendo republicano. Porque, de hecho, la política mon nos corroen, males nacidos por obra y gracia del sistema republi
árquica es hoy algo completamente desconocido de la nación. Y, si cano parlamentario y de que, por una consecuencia natural, este
se quiere que la nación escoja, hace falta que antes conozca lo sistema es incapaz de defendemos. Dichos males son: el judío, el
que ha de escoger. francmasón, el exceso de centralización, el fanatismo y la dicta
¿Nuestros jacobinos exclamarán: N o tiene que escoger nada. La dura de la ignorancia instaurada por ese dogma imbécil de la igual
nación está ya poseída por nuestra República y debe someterse a dad, que, en razón de su propia imbecilidad, no ha sido capaz de
esta posesión. producir hasta ahora más que el odio de unos ciudadanos contra
Pero, si no nos dejamos impresionar por los alaridos de los ja otros.
cobinos y miramos las cosas tal como son, advertiremos que tiende Pero son posibles otros males que actualmente no padecemos
a precisarse cada día más un pensamiento, obscuro aún, en el es y que vendrían naturalmente con una Monarquía. Por ejemplo, éste:
píritu de un cierto número de aquellos que, abrigando un real y sin un mal rey.
cero deseo de mantenerse republicanos, quieren, no obstante, ante ¿Qué garantía nos ofrece su sistema contra esta plaga de las
todo, mantenerse buenos franceses. monarquías: el mal rey?
A consecuencia de la abominable manera como han sido dirigi M e contestará usted que, como el interés del rey es el mismo de
dos, desde hace veinticinco años, los asuntos públicos por los la nación, el rey se verá obligado siempre a servir a ésta, toda vez
gigolos políticos, que, so color de gobernar la República, no pen que este será el único modo que tenga de servir su personal in
saban más que en que ella los mantuviera, está a punto de produ terés.
cirse un hecho de considerable importancia. Desde hoy, en la con Con todo, usted no ignora que no pocas gentes, ya sea por pa
ciencia de un gran número de excelentes republicanos está plantea sión, y a por torpeza, yerran sobre sus verdaderos intereses y los
da una lucha que pone frente a frente su republicanismo y su pa sirven pésimamente. Su rey puede ser uno de estos.
triotismo, ya que éste se ve obligado a rebelarse contra aquél, de ta!1 A s í como hoy son ciertos republicanos quienes están matando
la República, fueron los reyes quienes mataron la Monarquía; y el
1. H e de decir que mi am igo H enri V augeois no m e dio a cono primero de sus matadores, Luis X IV , fué, al mismo tiempo, un gran
cer n u n ca este deseo de M. Copin-Albancelli. Y a se h a v isto en el p re monarca. Lo que ocurrió una vez, puede repetirse. Se lo pregunto
facio cómo la idea de la E ncuesta sobre la M onarquía m e fué sugerida
una vez más: ¿qué garantías defensivas tiene usted previstas con
por M. Janicot, director de la G asette de F runce; en el preám bulo del
Apéndice III se verá cuál fué el prim er germ en de e sta idea. tra el peligro de un rey que por sus errores nos llevase de nuevo a
CARTA DE M. COFIN-ALBANCELLI 471
470 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
sen tim ien to del país estén todavía del lado republicano, A estas
una República tan repugnante como esta, y cuál es el resultado com horas, las fuerzas de sentimiento de Francia están baldías. Fran
pleto de sus estudios para obtenerlas? cia no tiene ya objeto alguno de amor. L o que es absolutamen
Admitiendo que el pretendiente actual fuese a ser un rey insu te opuesto a su propia naturaleza, y es incontestable que, más
ficiente o un rey únicamente preocupado de sus placeres, como pre temprano o más tarde, sonará para ella la hora psicológica. Pero
tende una reputación de la que— dicho sea de paso— no me fio me figuro que, escarmentada por las repetidas desilusiones que
mucho, porque tenemos demasiados periódicos para estar bien in ha venido sufriendo desde hace un siglo, no se entregará m ás que
formados, ¿cómo y de qué manera estaríamos, y estaría él mis a quien, antes de ilusionarla, haya sabido convencerla.
mo, a cubierto de sus debilidades?
A menudo le he oído a usted decir a sus contradictores: ¡Traed
Y a sé: cuenta usted con la descentralización, imposible en una
la Monarquía! A lo que yo contesto: comience usted por traer mon
República parlamentaria y posible en una Monarquía nacional. Pero
árquicos. N o deje usted ningún resquicio a ninguna objeción; obli
¿ en qué consistirá vuestra descentralización? ¿En provecho de
gúenos a rendimos a la razón. Se ha consagrado usted a mos
quién se organizará? ¿En qué medida se ejercerá? En una palabra:
¿cuál es el detalle de vuestro plan de descentralización? tram os todos los aspectos buenos de la Monarquía: muestre tam
bién valientemente los que tiene malos— porque los tiene como todo
P o r otro lado, como la igualdad no es más que una de esas
lo humano— y háganos ver al mismo tiempo cómo su sistema, ar
ideas abominablemente hipócritas que tanta habilidad se dan los
judíos para arrojar como un fermento de discordia en medio de los moniosamente combinado, sabe defenderse de sus propios peligros.
ciudadanos de un país, es evidente que el ritmo natural de una Sois vosotros‘señores monárquicos, vosotros y vuestros reyes, quie
vida política normal produciría la jerarquización y, en la cima de la nes, con los errores de vuestros padres, aniquilasteis la Monarquía.
jerarquía, asentaría una aristocracia. ¿Cómo formaríais vosotros A vosotros os toca rehacerla, si ello entra todavía en la ley de la
esta aristocracia? H abla usted de la herencia. Entiendo que, en evolución histórica, a fuerza de paciencia, de razón, de abnegación a
efecto, el principio de herencia interviene necesariamente en la vuestra causa y a la de Francia, de servicios y méritos.
constitución de una aristocracia. Pero ¿hasta qué punto? Compren Cosa que sería harto difícil... si no tuvierais tantos colaborado
do que el recuerdo del nombre y de las grandes gestas llevadas a res en el campo enemigo. Pero allí están— entre dreyfusistas, radi
cabo por un ciudadano se perpetúe en sus descendientes. Pero ¿cree cales, panamistas, francmasones, pastores y Judíos— un montón de
usted que los privilegios con que la nación recompense los servicios seres de una suciedad moral y de una corrupción de espíritu tales,
prestados deben ser todos hereditarios? ¿En qué medida lo serían? que la atmósfera republicana está completamente infestada por
Entre los descendientes de nuestros antiguos nobles, hay un ellos.
cierto número que no han conservado nada de lo que de grande les — Pues bien— me dirá usted— : ante semejante estado de cosas,
habían transmitido sus ascendientes y que no se distinguen del ¿le es a usted lícito no pronunciarse? No, no me es licito hacerlo,
resto de los ciudadanos más que por una vanidad cómica. ¿Qué porque cada uno tiene su tarea. Mientras espero que acabe usted
rango asignaría usted a estos degenerados en su aristocracia ? de convencernos— o que, por el contrario, no lo logre usted— , nos
Tuvimos antaño una nobleza de toga. ¿ Por qué no íbamos a te otros seguiremos, en A has les ty ra n s!, a toque de carga, sin can
ner hoy una nobleza obrera?
sarnos, agitando, contra la francmasonería, a guisa de bandera,
Acaso me diga usted, mi querido amigo, que le hago unas pre
ante la pequeñísima porción de público sobre la que ejercemos
guntas que están fuera de lugar. Yo creo, por el contrario, que no
alguna acción, las grandes ideas de deber, de honor, de amor p a
podrá usted hacer cosa mejor, en bien de su causa, que tenerlas
trio, de irreductible odio a los traidores, de revuelta santa contra
en cuenta. Porque, el día en que usted presentase al país un sistema
las dictaduras hipócritas y enmascaradas.
que respondiera de una manera total a lo que usted mismo llama
Haciendo esta labor, ¿trabajaremos en pro de la Monarquía o
los prejuicios antimonárquicos, prejuicios que quizás carecen de
de la República? Y o no lo sé. E l poder oculto que sojuzga a nues
fundamento, pero que no por ello están menos universalmente
tro país desde hace veinte años y que lo arrastra más abajo cada
extendidos, este día habría usted ganado casi los dos tercios de la
partida. día parece haberse encargado de probar que nada que sea grande
Y o no creo, como nuestro amigo Vaugeois, que las fu erza s de puede ser ya compatible con la República en Francia. Sí: reconoz-
RESPUESTA A M. COPIN-ALBANCELLI 473
472 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
con tantas bajezas de orden electoral repartidas sin discerni to) la perfección del anonimato republicano, realizan así— diga
miento entre los muñidores políticos del mundo obrero por los si no M. Copin-Albancelli— la funesta perfección de la irrespon
fantasmas de ministro que presiden el régimen republicano. sabilidad en la tiranía.
¿ El punto débil de la Monarquía ? ¿E l mal rey ? Con mucho A un espíritu recto le repugna anunciar el paraíso en la
gusto estudiaría aquí estos temas si no me preocupara un poco tierra: lo qe la Monarquía representa no es un gobierno per
un simple escrúpulo de método. Fíjese M. Copin-Albancelli: fecto, sino un gobierno normal. Podemos estar seguros de que
cuando yo he señalado los defectos de la República, no me re con Monarquía habrá malos ministros, pero la fuerza de la
fería a la República terrorista ni a la Gommune; al denunciar institución monárquica es tal, que la malicia de estos malos
las deficiencias de las Asambleas, no pensaba particularmente ni servidores se hace en ella sensible más pronto y se corrige más
en la Convención, ni en el Club de los jacobinos; es la esencia, no fácilmente que en régimen republicano, y el rey experimenta en
el accidente dél parlamentarismo; es la esencia, no el accidente ella, como una impresión física, lo mucho que le importa subs
de la República, lo que he criticado; de consiguiente, no tengo tituirlos.
por qué defender el accidente, sino la esencia, el ritmo ordinario Cierto que el rey se podrá equivocar (porque el rey es un
de la Monarquía. hombre) sobre su verdadero interés, pero este error, como todo
Resultará siempre fácil cosa el oponer una buena asamblea error político, traerá alguna perturbación, y, a diferencia del
o una buena república a un mal rey. Pero esto es un juego. régimen actual, al que la experiencia no puede servir de nada,
Y, cuando se ha contestado a él contraponiendo a una mala se aprovechará de la desgracia, que provocará unas rectifica
asamblea, a una mala república, un buen rey, ¿ se ha adelantado ciones, unas reacciones, unas reformas. Comparad, si hacen
mucho en la ciencia política? N o me cansaré de repetir que falta ejemplos que ilustren estas consideraciones, la política
no hay que comparar más que las cosas comparables, los bue de la República francesa después de Sedán con la política de la
nos reyes con las buenas repúblicas y con las buenas asam Monarquía prusiana después de Jena. Medid también la es
bleas, los reyes malos con las asambleas y las repúblicas ma pantosa inutilidad del “affaire” Dreyfus en cuanto lección po
las, de manera que ambas partes puedan prescindir de epíte lítica: una Monarquía se hubiera aprovechado de él, suponien
tos que se compensan (como, en la operación de la división, se do que este asunto hubiera podido producirse bajo una Mon
prescinde— y se les borra a un tiempo— de los ceros del divisor arquía.
y del dividendo) y que acabemos por limitarnos a oponer la Incluso será posible, a pesar de toda la excelencia de la san
Monarquía, ni más ni menos, a la República, ni más ni menos. gre capeta, que se dé un mal rey. Descarto la hipótesis de la
Pero, ya que insisten, dejemos de desdeñar los epítetos: es locura y de la imbecilidad, contingencia que todas las monar
bastante fácil darse cuenta de que un mal rey, consciente, res quías del mundo han afrontado resolviéndola con el estableci
ponsable y con un nombre propio, temeroso, al menos, por su miento de una regencia: si el rey malo no está privado de sus
vida, si no por el porvenir de su dinastía, se encuentra, por la facultades intelectuales, su maldad se verá contenida y mode
fuerza misma de las cosas, infinitamente más limitado en sus rada por el sentimiento humanísimo de la responsabilidad per
caprichos que un poder colectivo e inconsciente, en el que las sonal en que incurre; a la violencia puede responder la vio
responsabilidades fragmentadas se atomizan facilísimamente lencia; a los excesos del poder, la revuelta y las dificultades de
sobre un gran número de cabezas. De modo que treinta tira todo género... Los teólogos hablan de la gracia de estado; por
nos son más de temer que uno solo, y ochocientos tiranos (si lo menos, es indiscutible que hay unas virtudes propias de la
están organizados de modo que les permita actuar) más de posición que se ocupa. Por su posición, un mal rey es siempre
temer que treinta. Pues los veinticinco mil tiranos de la franc mucho menos él mismo que lo que podría desear. Además,
masonería que han realizado (hasta establecer un gobierno ócul- habría que aclarar si príncipes moralmente bastante malos
COPIN-ALBANCELLI: DESPUÉS DE NUEVE AÑOS 477
476 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
peta resultó inferior a su papel. Frente al historiador idólatra
no se han convertido, en razón misma de sus vicios, en gran
e hipnotizado, esta Monarquía puede definirse como una insti
des bienhechores de sus pueblos. E l juego psicológico de su am
tución que no se cuartea ni se derrumba más que cada ocho
bición, de su avidez, a menudo se ha confundido con la línea del
cientos años y cada treinta y tres reinados, y aun para ello es
bien público, porque ésta representaba la línea del menor es
menester que se produzca el más enorme de los huracanes
fuerzo.
humanos que jamás se haya visto desencadenarse. Tantee molis
Vamos al argumento de la revolución: Luis X IV , gran rey,
erat...1.
corruptor de la monarquía, y Luis X V, rey disoluto, dinasta
Si la reconstruimos, pues, metódicamente, esta admirable
egoísta y limitado, y Luis X V I, excesivamente inferior a esta
fortaleza podrá resistir presiones y choques mucho más fuertes
pesada herencia... N o acabaríamos nunca de analizar, por años
que los deleznables mecanismos constitucionales que nos ofre
que empleáramos en ello y por muchos tomos que le dedicára
cen, acá y allá, modestos reformadores. ¿Estará a prueba de
mos, la inmensa acumulación de crueles calamidades europeas
tiempo, que todo lo gasta? ¿Será resistente para siempre? E s
y francesas que determinaron la Revolución. N o voy a preva-
tas son unas preguntas trascendentes. N o conviene formulár
ierme del hecho de que M. Copin-Albancelli se haya pronuncia
selas a los hombres. Humanamente, nacionalmente, no estamos
do tan vivamente en contra de la francmasonería para llamar
seguros más que de una cosa: la Monarquía reconstituirá a
su atención sobre los complots de la masonería cosmopolita
Francia y, sin la Monarquía, Francia perecerá.
que contribuyeron a la común caída del Trono y de la nación.
Y permítame añadir M. Copin-Albancelli que aun una mon
Si he entendido bien, no se trata de buscar responsabilidades,
arquía transitoria sería un beneficio incomparable. Quienes
ni siquiera causas. M. Copin-Albancelli viene a decirme: “A pe
hayan leído la historia de la Restauración, y hasta la del G o
sar de la excelencia teórica y práctica de la Monarquía, la Re
bierno de julio, no olvidarán nunca que nuestro capital nacio
volución se consumó. Supongamos que se restaura la Monar
nal— moral, económico o militar— data de estos treinta y tres
quía: ¿qué podría impedir el que la Revolución se repitiera?”
fecundos años: con la marcha del último rey, se cierra nues
Como se me está hablando de una monarquía genuina, es de
tro gran período de producción y comienza el tiempo de puro
cir, tradicionalhereditaria> antiparlamentaria y descentrali
consumo y de ruina.
zada, puedo prescindir de ocuparme de los funestos aconteci
mientos de 1830 y 1848, de los que no se me ha dicho palabra.
De lo que se me habla es de 1789, de 1792, de 1793... He de Después de nueve años
hacer notar que estas catástrofes fueron, que son hechos, por
E l antiguo director de Abajo los tiranos y fundador de La
consiguiente hechos pasados; que, en aquellas fechas memora
Bastilla Antimasónica, que dirige, ¿podría llamarse aún repu
bles, las fuerzas ante las que sucumbió el trono tenían un po
blicano? N o lo creo. Si bien no ha manifestado una adhesión
der y una extensión enormes, y que, de resultas de todo el pe
explícita a la Monarquía, parece que no deja de ir acercándose
ríodo precedente, la resistencia del Trono y de sus defensores
a ella cada día. Y aun puede afirmarse sin miedo, que, hoy,
había quedado reducida al mínimo. U n concurso de fuerzas tan
M. Copin-Albancelli no aludiría a las estúpidas calumnias lan
extraordinario, por una parte, y de desmayo, por otra, ¿volvería
zadas por los “reconoeementeros” y los judíos contra el here-
a repetirse? Es posible. Pero tampoco es imposible lo contra
rio. N o obstante, si bien un historiador borracho de mala me 1. E n s u lib ro T r a d it i o n a li s m e e t D é m o c r a tie , M. D . P a ro d i, y , en
tafísica puede conmoverse ante este fantasma de la Revolu lo s A n a le s d e la J u v e n t u d la ic a , M. G. G u y -G ra n d , se h a n m o stra d o
so r p r en d id o s d el to n o p a ra d ó jic o d e e s ta r e s p u e s t a m ía . P ero ¿cóm o
ción, al filósofo reflexivo le deja indiferente, porque, en fin de n o h a n rep arad o e n la p a r a d o ja d e la o b je ció n ? N o h a y m á s rem ed io
cuentas, aquella fué la única ocasión en que, en un espacio de q u e m e z c la r la m e ta f ís ic a co n la h isto r ia p a r a c o n te sta r a u n a m e z c la
m ás de ocho siglos y treinta y tres reinados, la Monarquía ca- d e h is to r ia y m e ta f ís ic a . ( N o ta de 1909.)
478 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
31
CARTA DE M. ALBERT JACQUIN 483
482 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
K Semejantes cosas, que todo el mundo dice, que todo el mundo
He aquí, a mi entender, los primeros problemas que debe plan
* oye, pero que nadie escribe, pintan mejor el estado de espíritu de
tearse todo buen ciudadano. N o hay que decir que me refiero al
un pueblo, que todas las declamaciones de un demagogo atacado de
republicano en el verdadero sentido de la palabra, al republicano-
fiebre electoral.
para el cual república significa todavía cosa pública y no designa
esta divinidad obscura a la que nuestros ministeriales, en general, Pruébannos, mucho mejor que todos los análisis de profundos
y M. Ranc, en particular, rinden un culto tan ferviente que, a. poco psicólogos, que los franceses se mantienen fieles tanto a los buenos
más, no dudarían en sacrificar al país en el altar de su querida como a los malos caracteres de su tipo histórico: respetuosos de la
diosa. fuerza, de la autoridad, aun siendo anónima; miedosos ante la menor
L a Constitución que nos gobierna a la hora presente se basa responsabilidad; profundamente embebidos en el sentido de la
esencialmente en los famosos principios de 1789. Principios inmor desigualdad; siempre inclinados a infringir la ley, ya por interés,
tales, como a menudo han dicho, sobre todo aquellos que no los ya simplemente por gusto.
conocen más que de oídas— que es, por desgracia, el caso de la De lo que saco la conclusión, a pesar m ío, de que el régimen re
mayor parte de electores— . Yo, por mi parte, no estoy lejos de con publicano parlamentario, basado sobre la idea de libertad y sobre
siderarlos como obra de inmortales, en efecto, ya que, si bien se la de igualdad, que implican como consecuencia natural la idea de
les examina, suponen, para ponerlos en práctica integramente, tan responsabilidad, no está adecuado al carácter francés. Por consi
ta nobleza o sencillez de carácter, tanta abnegación cándida, tan guiente, deja de cumplirse una de las condiciones fijadas por Joseph
completo olvido de las condiciones de la vida material, que me pa de Maistre.
recen indicados para regir una asamblea de héroes, de semidioses, Por otra parte, la centralización a todo pasto, iniciada— justo es
más que una aglomeración de habitantes de nuestro globo sublunar. decirlo— por Luis X IV , proseguida por sus sucesores y empeorada
Verdad es— y este punto tiene su valor, dado uno de los rasgos todavía por el régimen actual, nos prueba hasta la saciedad que no
distintivos del carácter francés— que, cuando se promulgaron, era se tienen en cuenta para nada las condiciones geográficas, económi
de muy buen tono el ju gar a los héroes antiguos. cas e históricas de nuestro país. L a centralización, que tendría su
Perdóneme, mi querido amigo, que bromee en estas circunstan razón de ser si las condiciones predichas fuesen las mismas para
cias. Pero es que tengo unas ganas furiosas de reírme después de toda Francia, es absurda, porque las diferencias entre el hombre
haber leído un artículo de M. Ranc y cuando oigo a mi alrededor,
del Norte y el del Sur, entre la vida de bretones y loreneaes, entre la
a cada instante, pronunciadas por gente de todas clases, de todas
del obrero y la del campesino, son demasiado grandes para que se
condiciones, de diversa cultura, frases como éstas:
pueda aplicarles con provecho las mismas leyes.
De aquí viene la incoherencia de la conducta de nuestros go
S i y o fu e r a el G ob iern o, y a v e r ía n s i e s t o t e n ía q u e m a r c h a r ... P ero
y o n o s o y e l G ob iern o... bernantes. De aquí los fallos súbitos del Estado, su impotencia ante
...L o q u e n o s f a lt a e s u n h o m b re d e m a n o d u ra ... ciertos problemas. U n solo ejemplo entre mil: la venta de los vinos
a bajo precio, que apasiona actualmente al Midi y que tiene al Norte
...¡ B a h ! , d ecid lo q u e q u e r á is, p ero n o m e n e g a r é is q u e, p a r a reci
perfectamente sin cuidado.
b ir a lo s so b er a n o s e x tr a n je r o s, h u b ie se e s ta d o m ejo r q u e M . L o u b et un
r e y o u n em p erad or ro d ea d o d e la n o b le z a ... De aquí también todos los escándalos parlamentarios: el pue
blo, al que tantas veces han dicho que la República parlamentaria
S í, ch ico , e s u n o d e l a a lta , d e la d e v e r d a d , n o u n c u r s i...
le daría la felicidad, elige como diputado a quien le hace mejores
...O tro q u e h a q u erid o h a c e r m á s q u e lo s d em á s y s e h a r o to la s n a
r ic e s . L e e s t á b ien ; n o t e n ía m á s q u e e s ta r s e en s u s it io ... promesas, y luego, para cumplir una ínfima parte de tales prome
sas, hay que sacrificar, necesariamente, el interés general al inte
U s te d , jo v e n , tie n e q u e s u f r ir u n e x a m en , o d e se a u n em p leo p ú b li rés particular, con lo que la reelección queda asegurada, pero se
c o : lo e s e n c ia l n o e s q u e t e n g a u sted c a p a cid a d , s in o c o n ta r c o n p ro
te c c io n e s . mata al país.
Por consiguiente, el mal que sufrimos radica en la Constitución
...L a le y ..., la le y ... ¡ H a y t a n t a s m a n e r a s d e d o b le g a r l a le y ... misma del régimen. Sólo una operación radical puede traer, pri
P ro h ib id o el p a s o : h a y u n c a r te l q u e lo p ro h ib e...
mero, una mejoría y, después, la duración.
RESPUESTA A M. ALEERT JACQUIN 485
484 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
presión de uno de sus hijos, "ec la Bastilla abierta de nuevo, es el
L a comprobación de estos extremos me tiene harto perplejo al
solideo, es el feudalismo”.
tratar de oponer unas objeciones teóricas al programa monárquico
He aquí una de las objeciones que usted— lo sé perfectamente—
que usted nos presenta.
rebatirá con facilidad. D irá usted: "no hay más que instruir al pue
¿Cómo no coincidir con M. Buffet cuando nos dice que sólo la
blo”. Y esto es difícil, en los momentos presentes sobre todo.
herencia puede asegurar la estabilidad gubernamental, la unidad de
He aquí otra objeción. Como hace notar M. de Lur-Saluces, las
pensamiento, la continuidad, la fuerza que el régimen republicano
ideas directoras de la masa han realizado, desde hace un siglo, un
parlamentario no puede tener, en razón de su misma constitución?
gran progreso que hay que tener muy en cuenta. E l avance del
¿ Qué contestar a M. de Lur-Saluces cuando nos declara que "el socialismo, por ejemplo, es innegable. L a fórmula: a cada uno según
papel de un rey de Francia no podría consistir en hacemos dar un su rendim iento social, según su capacidad de llevarlo a cabo, es
salto atrás, en asentar de nuevo unas instituciones anticuadas, en aceptada por todos. F uera inútiles, será probablemente la consigna
la reconstrucción pura y simple del pasado, en acometer el absur
que más adeptos reúna.
do intento de forzar al país a continuar su vida a la inversa, sino
Por otra parte, si todo espíritu justiciero encuentra bien que
que el papel del Poder consiste en regularizar, en dirigir la evolu
se dé una distinción a quien ha prestado algún servicio ejemplar;
ción del pueblo sin entorpecerla, de modo que resulte fecunda? ¡Si
si admitimos, por el interés general, que el recuerdo de este hecho
todo esto es puro socialismo racional!
se perpetúe en su descendencia, no es menos cierto -d a d a la evolu
Cuando usted nos presenta un régimen de descentralización, ción que antes hemos señalado— que las ventajas materiales con
cuando reclama la autonomía universitaria, la autonomía religiosa, cedidas a un miembro de la colectividad como recompensa nacional
la autonomía municipal y regional; cuando propugna la libertad de deben extinguirse con él.
asociación, en tanto cuanto asociación económica; cuando disputa Y tengo mucho miedo, mi querido amigo, de que una restaura
a los diputados todo derecho que no sea el del control reservando ción no tuviese, como primera consecuencia, el devolvernos todos los
la confección de las leyes a unas capacidades más verdaderas que inútiles, todos los visionarios que desde hace tanto tiempo esperan
las que deben su origen al resultado de una campaña electoral; so el retomo del rey para dorar de nuevo sus blasones, y algunos de los
bre todo, cuando nos habla de un Gobierno responsable con el que cuales— hay que decirlo— no han esperado a este retomo para do
sea posible entenderse, responde a los deseos que abrigamos todos rarlos con el oro judio.
los republicanos nacionalistas, deseosos, ante todo, de la buena mar Que el pretendiente, puesto que quiere estar en íntimo contacto
cha de la cosa pública. con el pueblo de Francia, declare bien alto su voluntad, su decidida
No, las objeciones que pueden oponérsele no son de orden teóri voluntad de no contar entre los suyos más que a quienes sean ca
co, ciertamente, sino puramente prácticas, dimanantes de las con paces de hacer algo útil para Francia; que rechace enérgicamente
diciones del ambiente actual, y pueden, por tanto, variar y hasta a todos aquellos a quienes fustigaba tan elocuentemente, hace irnos
desaparecer s i estas condiciones cambian. meses, el vizconde de Bruc, y, si pierde con ello algunas inutilidades,
Entre las más importantes, he de citar, como observador im hará crecer notablemente, en cambio, el número de los que dicen
parcial, la falsa noción o, mejor dicho, la total ignorancia del pue en estos momentos: E sto no m archa; antes m archábam os m ejor.
blo de las concepciones monárquicas. Y de esta ignorancia no tiene Pero ¿podrá y querrá hacerlo?
él la culpa. De niño, en la escuela, las impresiones recibidas le han M uy cordialmente suyo.
presentado la realeza como síntesis del “capricho de una persona”. A lbert J acquin
Y, si bien el pueblo gusta de la autoridad y respeta la fuerza,
ello es cuando la autoridad se ejerce con justicia, cuando la
Según acostumbramos en esta Encuesta, dedicaremos pocas
fuerza está al servicio de una buena causa. E l capricho y la ar
palabras a la complacencia que nos causa la adhesión de mon-
bitrariedad le sublevan.
sieur Albert Jacquin a lo esencial de nuestras ideas. Su espí
L a primera impresión ha ido acentuándose luego. Los discur
ritu alerta advierte que la filosofía de Joseph de Maistre es
sos, las fiestas, los periódicos, lo han confirmado en aquella idea.
En una palabra; para el pueblo, la Corona, según la pintoresca ex- la más laica del mundo y que las Consideraciones sobre Fran-
RESPUESTA A M. ALBERT JACQUIN 487
486 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
¡P El pueblo, ha dicho él mismo, quiere un puño fuerte. Con
cia son, ante todo, un libro de ciencia política pura. N o es úni
¡féllo, el pueblo manifiesta su anhelo de una autoridad enérgica
co en esto M. Jacquin, pero ¿ qué sorpresa puede haber en ello ?
| cuyo advenimiento reclama, con tal que haya de emplearse en
Esta evolución era inevitable. De lo que había que sorpren
| provecho del bien común. E l pueblo es, pues, sin saberlo, tan
derse un poco era de lo contrario, de los antiguos prejuicios.
» monárquico como nosotros. Y aunque no lo fuera, aun cuando
A h ora se vuelve a la visión serena de una límpida verdad, y
| no sintiera la necesidad de la Monarquía, esta necesidad no
esto es todo.
dejaría de estar en el secreto de su estructura natural y volve-
Pero he de exhortar a M. Albert Jacquin a que continúe su
| ría siempre a hacerse sentir conscientemente al menor recru
estudio y el espigueo de las ideas en curso. L a s palabras por
decimiento de nuestras desdichas. De consiguiente, tarde o tem
él recogidas son de lo más característico. Si quisiera reunir en
prano, el pueblo estará con nosotros: la misión de los monár
un pequeño volumen estos apotegmas de la reflexión popular,
quicos, es decir, de todo nacionalista sensato, es lo grar que
realizaría uno de los planes acariciados por Gustavo Flaubert.
esto ocurra muy pronto, a fin de evitar las catástrofes que se
E l autor de Bouvard et Pécuchet quería, por lo menos, formar
están mascando.
se un Diccionario de las ideas mostrencas. Unos cuadernos de
En el delicado problema de la reconstitución de una aris
reflexiones análogas a las coleccionadas más arriba serían úti
tocracia M. Jacquin quisiera que sólo el honor fuese heredi
lísimos a un historiador de las costumbres, y el político los
tario y no las remuneraciones. Quisiera él evitar que la epi
tendría como libro de cabecera.
demia de hijos de papá, que arruina el régimen republicano,
E n cuanto a las objeciones formuladas por M. Jacquin, no
se extendiera también a la Monarquía restaurada. Creo que
al principio, sino a la práctica de una política monárquica, con
puede estar tranquilo. “Más deberes que los demás” : esta ha-
fiesa que pueden variar junto con el ambiente en que se incu
H w á de ser la nota característica de los futuros nobles, según
ban. Este ambiente varía a diario. Vivimos en un mundo de
M. de Saluces. N o es bastante conocido cuáles eran a este res
opiniones que se descomponen sin cesar. A nosotros nos toca
pecto las prácticas de la vieja Monarquía: júzgaselas, no si
apresurar la descomposición.
quiera a través de las que prevalecieron entre 1650 y 1789 (pe
H ay un punto en que, sin el menor distingo, debemos ser
ríodo constitutivo del antiguo régim en), sino por los nueve
de la opinión de M. Jacquin: nuestro gran enemigo es la ig
o diez años que precedieron inmediatamente a la Revolución.
norancia del pueblo. Le han rellenado metódicamente la cabe
Se juzga de aquellas prácticas por la ordenanza de Saint Ger-
za con los prejuicios más tontos. Sí: “Bastilla”, “solideo”, "feu
main, falta grave, pero exagerada. L a verdad es que la anti
dalismo”, son las bobadas que le han hecho tragarse. Pero,
gua Monarquía nacional admitió siempre, hasta Luis X V I, el
con todo, ¿tan difícil será el explicar que lo que pretendemos
que todos' los ciudadanos pudieran llegar a todos los puestos,
destruir por medio de la Monarquía nacional es un feudalis
al mismo tiempo que evitaba en lo posible las causas de deca
mo plutocrático y religioso— judíos, protestantes, francmaso
dencia de los nobles.
nes? ¿Que el solideo, o, mejor dicho, tratándose de quien se
Favoreció la herencia profesional, no para dar a los hijos
trata, el casquete que hay que hacer trizas hoy es el que cu
de los grandes los primeros puestos, sino para que las leyes
bre la venerable cabeza de M. Ranc, canónigo u obispo de las
Logias ? Y, en una palabra, ¿ que la Bastilla del parlamentaris y las costumbres animaran a los hijos a proseguir la profesión
mo, del burocratismo, de la administración ejercida en prove de sus padres, cualquiera que fuese el rango jerárquico que la
cho de un partido anónimo e irresponsable constituye, hoy por capacidad o la suerte tuviera que asignarles en esta profesión.
hoy, la mayor de las amenazas contra el poder del Estado y Gracias a la herencia profesional, que no era la de rangos y
contra la seguridad de cada uno de nosotros? Pruebe M. Jac dignidades, se formó la selección de fam ilias a que debió la
quin ir a decir esto al pueblo y verá si éste le entiende bien. vieja Francia, de siglo en siglo, un personal tan notable de ofi-
488 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
RESPUESTA A M. ALBERT JACQUIN 489
trétiene en hacer surgir un guerrero en una estirpe de apaci necesario y natural como los desdichados que se van a pedir
bles magistrados, o un marino en una familia de viñadores, á la República que sea nacionalista y decente y a la demo
la vocación nueva se manifiesta lo bastante fuerte y está asis cracia que se organice.
tida por una voluntad lo bastante firme para que desaparezcan Desengañar a un príncipe es posible, pero es imposible
todas las resistencias. Pero en estas resistencias, en estas di hacer que lo blanco sea negro, que el triángulo sea cuadrado,
ficultades, hay una cosa buena. Son como una prueba y examen la anarquía previsora y prudente y el igualitarismo adecuado
natural que abre paso a los fuertes, pero que rechaza a los a la naturaleza y al sentido común.
débiles devolviéndolos a su condición hereditaria, que les con L a diferencia entre monárquicos y republicanos es esta.
viene más, porque les garantiza defensa y apoyo. Hay que medirla con exactitud.
Como final, M. Jacquin expresa un gran deseo: el de que Post-scrvptum.— L a siguiente anécdota que M. de Claye oyó
los inútiles no se acerquen al trono. Y o le acompañaré en este referir al difunto duque de Broglie, sirve para ilustrar cuanto
deseo, con tal de que M. Albert Jacquin me conceda que hay venimos diciendo acerca de la herencia profesional.
muchas clases de utilidad. Un diamante es útil, una obra maes “U n día, en 1791, Madame Roland vió llegar a su marido
tra del arte o de la razón humana tiene también su utilidad; que salía del primer Consejo a que había asistido como minis
la esfera de lo útil no se limita al cocido ni a las judías con tro y en el que se había tratado de una desavenencia diplo
tocino. Estoy seguro de que M. Jacquin, por el bien del pueblo mática con Austria. Como ninguno de los ministros entendía
francés, por el mismo brillo de Francia, desea que el rey de de lo que se trataba, el rey Luis X V I les había explicado el
Francia tenga una corte, lo más brillánte, lo más gloriosa po punto en litigio. Ingenuo como siempre, Roland se admiraba
sible. A mi entender, ninguna fuerza ni ninguna elegancia del de haber hallado en el rey, en lugar de un ser “embrutecido
presente, ninguna gloria del pasado, unas y otras íntimamente por el ejercicio del poder absoluto”, un hombre, un francés
unidas en torno del Jefe, estará de más para devolver a nues más al corriente de los intereses de Francia que sus ministros
tra raza un esplendor desvanecido hace mucho tiempo. de ocasión, adeptos del Contrato Social. — Grandísimo tonto,
Con estas importantes reservas, no niego la necesidad de le dijo familiarmente Madame Roland: si, en su 'puesto, él no
apartar a los inútiles, si los hay, que no creo que los haya, supiera de esto mucho más que todos vosotros juntos, seria
porque esos inútiles, como observa el mismo M. Jacquin, se el último de los imbéciles.
han judaizado a más y mejor, y todos sabemos que el señor
duque de Orleans no soporta el menor faetor judaieus.
M. Jacquin me dirá: — Pero, ¿y si, a pesar de todo, algún
inútil no judaizado se obstina en estorbar al lado del príncipe ?
— Entonces— replicaré yo a M. Jacquin— , usted y yo iremos
a pedir del príncipe, en nombre de los intereses generales del
país, que arroje de su lado a estos inútiles. L a gestión podrá
resultar extremadamente fácil y afortunada o dificilísima. Si
fracasamos una vez, podremos repetirla. Y, si somos perseve
rantes, el príncipe, órgano del interés general, aunque nos haya
negado una vez lo pedido, acabará por oírnos. En cualquier
caso, al intentar nuestro objeto, intentaremos una cosa posi
ble, razonable y sensata. N o afrontaremos un fracaso cierto,
CARTA DE M. ALBERT ARNAVIELLE
M
I viejo y excelente amigo, mi hermano en G ay Saber, el
1 !
poeta languedociano Albert Arnavielle me autoriza a pu
blicar la carta que espontáneamente me ha dirigido.
Si contiene epítetos excesivamente halagadores para mí,
y de que el lector clarividente sabrá hacer caso omiso sin ne
cesidad de que yo se lo pida, tiene, en cambio, un tono y un
fondo tan hermosos como puros. Esta carta posee la poesía,
la pasión, el buen sentido de todo cuanto fluye espontánea
mente del alma del pueblo, del pueblo activo y organizado.
Confieso que esta carta no hubiera perdido nada de su en
canto para el mayor número de nuestros lectores si yo me hu
biera limitado a dar de ella una traducción aproximada: pero
tiene que permitírseme el que al mismo tiempo dé su texto
en sana y robusta lengua de oc. Esta Encuesta sobre la Mon
arquía, que está tocando a su fin, ha sido una obra de piedad
nacional y de salud pública: página a página, la he ido consa
grando al total renacimiento de la antigua patria francesa.
Permítaseme ahora dedicar una pequeña parte de ella a las
fuerzas y virtudes de mi patria chica, a la sonora belleza de la
lengua que cantó junto a mi cuna. Acaso no sería yo monár
quico, ni tradicionista, ni nacionalista, ni siquiera patriota,
sin las enseñanzas en esta lengua dadas por el divino canto de
Mistral.
Además, Arnavielle es uno de nuestros maestros. Su nom
bre, sus versos y sus discursos, que tantas veces sonaron honro
samente junto a Mistral, son conocidos desde el Medoc y las co
linas del Limosín hasta más allá del Ródano y hasta del Var,
hasta los Pirineos y los Alpes. Del océano gascón a nuestro
m ar latino, el aplauso popular es su estela. Pero Arnavielle es
un cevenés. Aunque vive en Montpelier, toda su vida intelec-
494 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CARTA DE M. ALBERT ARNAVIELLE 495
tual gira en torno de su viejo Alais nativo. En su carta se ños latinos, pensando en la vil sonrisa con ||||||lguiios ignaros
verá cómo se confunden su pueblo y la comarca que lo rodea pagan este celo piadoso, yo me felicitaba a W ^ m is m o de sen
con todos ios sentimientos profundos de que está animado. tirme camarada de Arnavielle no sólo como felibre-mantene-
Albert Arnavielle es un simple empleado de ferrocarriles dor, sino, además, como monárquico.
que, valiéndose del vasto Tesoro del felibrismo de Mistral y del Tanto sobre este punto como sobre el otro, Arnavielle no
amplio ciclo de las publicaciones históricas y filosóficas refe puede abrir la boca sin que salga de ella una especie de cán
rentes a su lengua y a su región, ha adquirido una extensa y tico. Oigám osle1.
profunda cultura. E l verdadero saber, que, por cierto, no con
siste en saber muchas cosas, sino en saber con exactitud, com M o n tp e lie r.
Quiero acabar con esta estrofa tan hermosa y que resume de las siete u ocho personas cuya infatigable labor ha
perfectamente lo que el señor duque de Orleans llamaba, en la mantenido en su sitio, durante los días dei affaire Dreyfus,
carta con que ha querido honrarme, la unidad profunda d^ la el corazón de los franceses \ Forain puso en guardia a F ran
concepción ‘monárquica. He aquí una estrofa de canción com cia contra el complot internacional que a todos nos amena
puesta, hace cuatro años, por un poeta popular de Montpelier: zaba. E n vano se intentó en el campo dreyfusista oponerle otros
sus dos primeros versos— reconciliación nacional, nueva ascen dibujantes: éstos no supieron replicarle nunca más que pla
sión hacia el porvenir, reanudación de la Gesta francesa— pa giándole.
recen resumir, palabra por palabra, las recientes declaraciones Tanto como su genio y su esclarecida mentalidad, la autori
de M. de Lur-Saluces, en Bruselas, tal como las he consignado dad de aquella patriótica campaña me señalaba a Forain co
en la Encuesta. Los dos últimos— la vida rústica, la tierra pa mo a uno de los más considerables testigos a quienes había que
yesa rehabilitada— condensan las ideas de M. André Buffet, interrogar. N o habíamos encontrado los dos en los días de
también tal como las he recogido. Así es cómo desde el hijo de batalla, y yo me he aprovechado de ello para ser un poco in
los Vosgos al cevenés y al girondino, desde el abogado al obre discreto.
ro, del obrero al soldado y del soldado al príncipe, en todas
las esferas reina el mismo pensamiento y late el mismo co Hubiera sido de mal gusto someter a Forain este cuestio
razón.1 nario sentencioso: La institución de una Monarquía tradicio
nal, hereditaria, antiparlamentaria y descentralizada, $es o no
1. Alusión a las fiestas francorrusas que acababan de celebrarse. de salud pública? Pero, cuando hace falta, el lenguaje de los
teorizantes se traduce fácilmente al de los artistas, P o r lo
demás, Forain había seguido con interés las respuestas de mis
distintos colaboradores. Yo observaba que él había sumado
por su cuenta y a su manera, que es viva y poderosa, las be
llas fórmulas de Bourget, de Barres, de Vaugeois y de todos
nuestros amigos nacionalistas y monárquicos. Quedaba por
saber qué opinión personal sacaba de ello y cuál le mere ta innoble tarea van a dar como fruto la eclosión del blanco
cían las distintas fórmulas. Esta opinión me interesaba en ropaje de estas hermosas lises!
gran manera, y pude advertir con alegría que Forain no rehu A primera vista se oye decir a la Bella Jardinera: — Sí, yo
saba darla. Tan sólo me dijo: “Espere usted unos días.” soy esa judía que vosotros llamáis República. N o me miréis
Pasaron muchos, que yo dejaba perder con liberalidad, pero
la respuesta esperada no llegaba. L a impaciencia, el desencan
to, la inquietud, me invadieron sucesivamente, y ya iba a aban
donarme a ellos, cuando me llegó este aviso: “L a respuesta
está a punto: venga usted."
Corrí a estas palabras tan oportunas y que tan bien me so
naban. Forain no me había engañado. L a respuesta estaba a
punto. ¡Y qué respuesta! L a encontré extendida sobre una
mesa. N o hacía falta leerla, saltaba a la vista, era una fiesta
para los ojos. L a tardanza quedó explicada:
— “¿Qué hubiera podido yo escribirle”, dijo Forain, con
su concisión decisiva y casi militar. “¿Un sí? ¿Un no? Pero,
¿y los motivos? E l motivar es cosa de otros. Yo soy una fuer
za, un proyectil: verá usted en qué dirección, sobre qué ene
migo he ido a caer.”
¿En qué campo ha estallado el maravilloso proyectil? Quie
nes contemplen conmigo la justa y violenta figura de esta
Bella Jardinera regando la cosecha de lises, respondan como
les parezca. Pero está bien claro que estas lises tan bellas y
altivas pertenecen a nuestro rey. En cuanto a la regante, aun
que no llevara el gorro frigio, la nariz ganchuda, los ojos salto
nes de judía treintona, bastarían para reconocer en ella nues
tra tercera República. E l moño de pelos desgreñados anudado
tumultuosamente en la nuca, alude sin duda a este idealismo
protestante que sazona las obras y las palabras del hada per
versa; a su tontería natural, añade ella este poco de locura
religiosa adquirido en la escuela primaria. ¡Y el cuerpo! De LA BELLA JARDINERA
contaba 1, con gracia e ingenio, en L ’Action F ra n ça ise' a^ pro ponde a “la voz elevada y salvadora de las leyes de grada
pósito de su maestro Fustel de Coulanges, cómo el Bottin de ción que penetran tan vivaménte todas las cosas en la tierra
1os departamentos, examinado sin interrupción durante quin y en el cielo” *. L a democracia tiene como esencia2 el renegar
ce años, le ha dado la idea clara de la realidad de nuestras i"de estas leyes eternas o no tenerlas en cuenta. L o que hace al
ciudades y de nuestras provincias, tan desdeñadas, tan desco i socialismo anárquico y revolucionario no es lo que tiene de
nocidas hoy todavía por los mejores franceses. De una minu socialista, sino el veneno democrático que se mezcla siempre
ciosa investigación de todos los elementos contemporáneos de a él: eliminad este veneno, y la organización del trabajo per
Francia han salido estos mapas, estos programas, estos pla siste como un importante problema de hecho que toda socie
nes de ordenación administrativa que M. Amouretti ha expues dad sana resolverá conveniente y hasta espontáneamente,
to en numerosas conferencias y numerosos artículos: en los úl con tal que el poder político, siendo continuado y fuerte, se
timos años, ha tenido la agradable y rara sorpresa de notar baste para mantener el orden en ella.
la coincidencia casi completa de sus personales puntos de vista Todo debe ser referido a una cuestión de alta política na
con las ideas expuestas por el conocido geógrafo M. Foncin. cional. U na descentralización bien pensada, es decir, confor
Pero es lamentable que M. Amouretti haya dejado que se le • me a la naturaleza de Francia y la buena ordenación de las
anticipen; siempre se le ha reprochado su indolencia, no, cier cuestiones obreras dependen de la constitución que el Estado
tamente, para el estudio, sino en la ordenación, en el poner tenga. Y no es posible dar una constitución fuerte al Estado
en obra y al 'día .su profundo y original pensamiento. francés si se descarta el sistema monárquico. E sta conclu
U n movimiento natural tenía que llevarlo del conocimiento sión, a la que M. Amouretti había llegado tan pronto, ha ser
del territorio al examen de las condiciones de trabajo y de la vido desde entonces de luz y guía a todos sus trabajos. Cada
riqueza. Atraído y repelido a la vez por los sistemas de la eco día que pasa, se confirma en ella por los estudios de política
nomía ortodoxa y por los del marxismo, no tardó en situar extranjera a que se consagra, con pasión casi exclusiva, en
se en una posición vecina a la de Le Play y del coronel de Le Soleü, L ’Express du Midi y, sobre todo, desde que ha sido
L a Tour du Pin. Miembro del grupo monárquico de estudios nombrado subdirector de Paris-Nouvelles, en los boletines de
sociales que fundaron el coronel de Parseval y el príncipe esta agencia de informaciones internacionales. En este orden
Louis de Broglie, M. Amouretti ha sostenido con M. Jaurès de ideas, M. Amouretti se ha ocupado especialmente del exa
muchas polémicas muy sonadas. Se da perfecta cuenta de que men del sistema plebiscitario tal como funciona en los Estados
aquí lo necesario es distinguir claramente el orden político del Unidos de América. Y a hemos visto en el primer libro de la
económico y la democracia del socialismo. H ay que organizar Encuesta que los trabajos de M. Frédéric Amouretti sobre
el trabajo, pero no hay que organizarlo con base democrática. este tema interesaron vivamente a André Buffet.
M. Amouretti afirmaría gustoso con Le Play: “L a Monarquía, Dase en M. Amouretti la paradoja de convertirse en de
en el Estado ; la aristocracia, en las provincias”, pero, por nada fensor de M. Delcassé s, cuyos planes e intenciones— afirma—
del mundo, añadiría: “la democracia, en el municipio”, porque no son peores que otros y cuyas faltas todas derivan de lo
el municipio, tanto como el Estado y la provincia, necesita
“organización”, y quien yuxtapone las palabras organización 1. E dgar P ob : Coloquio entre Monos y Una.
2. H a se discutido sobre e sta esencia, sobre la que no cabe d iscu tir:
y democracia no junta más que las palabras : las ideas que ex
es u n a com pleta locura el pretender cam biar el sentido de las palabras,
presan son y se mantienen opuestas. Dte hecho y de derecho, T, políticam ente, es m ás que un a lo cu ra: es u n delito.
la organización supone diferencias, clases, una jerarquía; res- 3. M inistro de Negocios E x tran jero s de F ra n c ia al que se debió,
e n tre otros facto res decisivos de la pólítica exterior fran cesa, en el
cu arto de siglo a n terio r a la g ra n guerra, la alian za franco-rusa.
1. A ction F rançaise de 1 de noviem bre de 1900. (N . del T.)
506 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CARTA DE M. FRÉDÉRXC AMOURETTI 507
absurdo del mecanismo republicano. Se propone preguntarle fina que se deduce de la E ncuesta, pero que entienden que se puede
algún día, en una carta abierta, si resulta muy agradable el llevarle a cabo sin la Monarquía. “Y es que están equivocados sobre
el pensamiento de los monárquicos: lo que creen que es un fin, su-
vivir bajo la amenaza de una interpelación de M. Tourgnol...
perfluo según ellos, es para los monárquicos un medio necesario.
Pero M. Amouretti explica su pensamiento con mucha más
“P ero — insisten ellos— no tenéis un partido monárquico ni un
claridad de lo que yo podría hacerlo. He aquí lo que me escribe :
personal monárquico. ¿Cómo ibais a organizar vuestro Gobierno?”
— Es verdad. Aunque hay monárquicos de talento y de expe-
. rienda, no tenemos ni partido monárquico ni personal monárquico,
Mi querido amigo:
y, además..., no los necesitamos. L a idea <Je los partidos es republi
Su campaña antidreyfusista y su Encuesta monárquica tienen cana. L a República, por definición histórica, es el gobierno de los
una ilación lógica. partidos. Si nuestra República dura es porque está en manos de
Estos últimos tiempos he encontrado a un gran número de na un partido i. Soñemos, pues, un poco menos y abramos los ojos:
cionalistas, de republicanos moderados, de “reconocementeros”, de la República de todos es una estolidez sin fundamento.
bonapartistas, de católicos, que fingían indiferencia para lo que ellos Nosotros no queremos organizar ningún partido, sino crear un
llaman una etiqueta política. Pero todos ellos me han hablado de su sentimiento. L a Monarquía nacerá de una ocasión: es menester que
Encuesta en los términos más elogiosos. Todos han convenido en entonces sea acogida con unánimes gritos de alegría.
aprobar las ideas que se desprenden de ella y en reconocer que de
ella se puede sacar un admirable programa de gobierno. Mas todos Mi situación es difícil, porque sus anteriores comunicantes me
terminaban diciendo: han dejado pocas cosas que decir. M e mantendré, pues, a ras de
"¿Pero qué falta hace un rey para llevar a cabo estas exce tierra, esforzándome en mostrar cuáles son las necesidades histó
lentes reformas? ¿Por qué no acometerlas sin más dilaciones, en ricas y geográficas de la Monarquía francesa restaurada y a qué
lugar de esperar vanamente a un rey que mucho nos tememos que punto preciso debe anudarse la Restauración.
no llegue nunca?" Como ha dicho muy bien M. de Lur-Saluces, la palabra restau
A esta última objeción es fácil contestar: "E l rey vendrá st ración implica el retorno a una época determinada, de la que se
usted y sus amigos trabajan por que vuelva.” parte de nuevo para comenzar una nueva carrera; de otro modo,
Responden entonces: “Acaso tiene usted razón y, ciertamente, no hay restauración, sino una simple sucesión en la serie de los
como nosotros somos patriotas antes que nada, si creyéramos que acontecimientos históricos. De todos modos, no hay que ser de aque
hacía falta el rey para llevar a cabo estas reformas, nos ha llos que no han aprendido ni olvidado nada y hay que tener en
ríamos monárquicos... Pero no creemos en la necesidad— y no cuenta cuanto ha ocurrido, bueno o malo, para eliminar lo malo
hablemos de la posibilidad— de este retorno. Estamos convencidos y asimilar lo bueno.
de que con el régimen republicano se puede beneficiar al país con E l período de desviación nacional comienza a mediados del si
todo lo que dicen sus amigos. Verdad es que no derrocaríamos la glo xvii con Mazarino 2 ; Luis X IV dejó de convocar los Estados
Monarquía si existiera, pero tampoco queremos derribar la Re
pública.” 1. V é a s e m á s a rrib a , en el A v iso o la s p e r s o n a s p r á c tic a s , e l e x a
Y a ve usted, mi querido amigo, que no le estoy hablando de las m en d el p a p el d e l a fr a n c m a s o n e r ía , c o n sid e r a d a co m o ú n ic a g a r a n t ía
pocas personas estimables que tienen ideas justísimas sobre mu de la m a r c h a d e lo s n e g o c io s co r r ie n te s y d el r e c lu ta m ie n to de u n p e r
so n a l d e co n fia n z a . . .
chos puntos, pero que creen, no obstante, en la superioridad teó
2. C o n v ie n e le e r b ien e s te p a sa je . A m o u r e tti h a c e a q u í h is t o r ia *y
rica de la República. Estos son'pocos.
n o s is te m a . D e fin e h e c h o s, a p r e c ia a c c io n e s , a c c io n e s d ig n a s d e c e n
Un poco más numerosos son los monárquicos que saben que la s u r a , p e r o q u e u n a n u e v a in ic ia tiv a p o d ía r e p a r a r : d e n in g ú n m o d o
República es un gobierno inferior, pero que, creyendo imposible res p r e te n d e d e fi n i r u n n u e v o r é g i m e n in s titu id o c o n to d o s s u s e le m e n to s
tablecer la Monarquía, se resignan a la tarea de atenuar el mal, sin p or L u is X I V . A p e s a r d e lo s a c t o s d e c e n t r a liz a c ió n q u e l e s o n j u s t a
m e n te im p u ta d o s, l a a u to r id a d r e a l d e l a é p o c a n o e s ta b a m en o s e q u i
empeñarse en curarlo.
lib ra d a , s in o m u c h o m á s, d e h e c h o , q u e l a d e u n m in istr o d e h o y en
Vuelvo, pues, a quienes aprueban y hasta admiran el progra- c u a n to s e r e fe r ía a la c o n d ició n d e lo s c iu d a d a n o s y d e lo s C u erp o s.
CARTA DE M. FRÉDÉRIC AMOURETTI 509
508 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA
■f Estoy completamente convencido de que es Richelieu quien m ar
Generales, estableció la capitación por ordenanza, erigió los cargos
ca el apogeo de la gloria francesa. Eclesiástico, el gran cardenal
municipales en títulos de oficios. De este modo, suprimió la repre
pertenecía a la pequeña nobleza, muy cerca aún del tercer estado,
sentación nacional. Este es el primer movimiento. Ciento cincuenta
:al parecer. Tenía algo, pues, de¡ las tres clases. Principe por la
años más tarde, la representación nacional, regularmente restable
púrpura romana, inclinábase ante su rey, Luis Xin, este excelente
cida, pero que había olvidado cómo tenía que funcionar, suprimía
rey, hombre admirable por su energía y su desinterés. E l gran
al rey. E s el segundo movimiento.
tcardenal, obligado a subordinarse a un jefe hereditario, se veia a
P ara evitar el tercero, que suprimiría a Francia, se impone el
cubierto, de este modo, del vértigo de la omnipotencia, tan peli
retomo a la época que precedió al primero. Lejos de mí olvidarme
groso.
de la grandeza del siglo xvn y de la gracia del xvni, pero ni una
Puso a Francia tan alto, que, después de él, sólo debía decrecer.
ni otra son cosa3 a las que uno pueda insertarse directamente con
Es, pues, hasta él a donde debemos remontarnos: al tiempo en que
más facilidad que a la gloria napoleónica o que a la prosperidad
él gobernaba debe anudar Francia el curso de sus destinos i.
económica de la Restauración, del régimen de julio y del segundo
Francia tuvo siempre un suelo fértil, su espléndida raza, su situa
Imperio.
ción incomparable: siempre poseyó muchos escudos amontonados por
Aquí escribimos únicamente para las personas que piensan hon
do: por esto es por lo que no tenemos ningún escrúpulo en remon gentes ahorrativas. Estas cualidades naturales y sociales persisten
tar tan arriba, a la época en que la fuerza de Francia era todavía todavía. Bien coordinadas y dirigidas, tras haber permitido al país
puramente terrícola. Porque (y esto lo ha visto perfectamente M. An resistir durante mucho tiempo al derroche y a la incoherencia de
dró Buffet) todo anuncia en Francia un maravilloso renacimiento los Gobiernos, reintegrarán a Francia al primer lugar entre las
agrícola, a pesar de las quejas de los agricultores, justificadas por nacional es capaz de mantener la continuidad de este trabajo: el
nuestra mala dirección administrativa y económica. Luis X III, pero ello será por una obra de Incansable paciencia que
Los Capetos directos, los Valois, tan indignamente calumniados, exige el esfuerzo de numerosas generaciones. Sólo una dinastía
los dos primeros Borbones, han realizado el tipo de Monarquía tem nacional es capaz de mantener la continuidad de este trabajo: el
plada que, primeramente, hizo a nuestro país palmo a palmo y, rey Enrique Et es objeto de mucho desprecio por parte de los his
luego, lo convirtió en el primero,, del mundo. Se aquivocan quie toriadores oficiales que le acusan de haber perdido ciento cincuen
nes atribuyen a Richelieu la funesta desviación que se produjo des ta plazas ocupadas por las tropas francesas en regiones alejadas
pués de él. La dictadura de Richelieu, impuesta por la guerra de de nuestra frontera, más allá de los Alpes, el Mosa, y el Rin, pero,
los Treinta años, debía ser pasajera, como la de Luis XI, por ejem con todo, ¡él es quien arrojó definitivamente de Francia a les in
plo. En la Monarquía templada, los cortos períodos de dictadura gleses quitándoles Calais y quien tomó a Metz!
son posibles cuando se hacen necesarios, pero en seguida la marcha Quien tiene sentido histórico y contempla en su conjunto el
del Estado vuelve a su ritmo normal. Lo que se hace entonces es admirable y paralelo desarrollo de Francia y de los Capetos, siente
suspender, no suprimir, ciertas libertades públicas cuyo abuso, o estremecerse de gozo lo más profundo de su inteligencia. Y este
simplemente el uso, podría ser, en aquellos momentos, funesto. E ! estremecimiento sentido en el tiempo ante nuestra historia se le
resto del tiempo, los franceses gozaron de una libertad casi li siente también en el espacio, cuando, en el curso de un viaje, se
cenciosa.
1. T a l v e z ae so r p r e n d a a lg u ie n d e q u e y o , p a r tic u la r is ta p ro v en za l,
A d e m á s, é s to s su b s is tía n a u n q u e, en m u c h o s c a s o s, h u b ie r a n perdido n o m e a s o c ie a lo s rep r o c h e s q u e h a c e n a l g r a n m in is tr o a lg u n o s de
-su r e p r e s e n ta c ió n r e g u la r : q u ed a b a la p o sib ilid a d d e r e s ta b le c e r ésta n u e str o s a m ig o s f e d e r a lis t a s . E l p a r tic u la r is m o e s e s e n c ia l a la d o ctrin a
d e v o lv ie n d o a a q u éllo s la p le n itu d d e s u lib erta d y , d e e s te modo, im ita r la y m o n á r q u ica , p o rq u e e v it a la s d o s a b o m in a b le s ca la m id a d e s
to d o s u v ig o r . E n cam b io, la R e v o lu c ió n s e la n zó so b r e lo s Cuerpos d el d e sp o tism o c e s á r e o y d e l c o m u n ism o a n a r q u is t a . P e r o R ic h e lie u , e s
m ism o s, e n s u co n ju n to , so b r e s u p rin cip io ta n to co m o so b r e su rea p e c ia lm e n te por lo q u e h a c e a P r o v e n z a , n o to c ó p a r a n a d a a n u e s tr a s
lid a d . N o c o n te n ta c o n c e n tr a liz a r , h a s e e sfo r z a d o en h a c e r im posible f r a n q u ic ia s : sim p le m e n te , c o n v o c ó a r e p r e s e n ta n te s d e la s co m u n id a d es
to d a d e s c e n tr a liz a c ió n u lte r io r : s e a ca b ó la I g le s ia a u tó n o m a , s e a c a c o n e x c lu s ió n d e lo s r e p r e s e n ta n te s d e l a n o b le z a y d e la I g le s ia . Y h a y
b a ro n lo s C u erp os d e E s ta d o , s e a c a b a r o n la s p r o v in c ia s, etc. Esta, q u e te n e r e n c u e n t a q u e a p e n a s h a b la n o b le s e n P r o v e n z a y q u e la
p r o fu n d a d ife r e n c ia im p id e co m p a ra r la s p eo res f a lt a s de la política I g l e s i a t u v o s ie m p r e s u s a s a m b le a s p a r tic u la r e s. (N o ta d e F r é d é r ic
del a n tig u o r é g im e n co n e l s i s t e m a d e la R ev o lu ció n . (N o ta de 1909.) A m o u r e tU .)
510 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CARTA DE M. FRÉDÉR1C AMOURETTI 511
ve desfilar ante los ojos las llanadas y las colinas, los ríos y las después de la Reforma, es el acontecimiento más importante ocu
playas donde han luchado y luchan, admirables de fuerza, de pa rrido en Europa. En el momento en que estallaba la Revolución
ciencia y de voluntad, nuestros agricultores, nuestros pastores y francesa, Inglaterra se hacía duefia de los mares, Prusia había
nuestros pescadores, a los cuales debemos todo el sostén de nuestra adquirido el primer lugar en Alemania y Rusia anunciaba su pro-
vida. ¡Y estos pueblos llenos de encanto y poderío, bajo sus cam * pósito de dominar a Oriente.
panarios puntiagudos, redondos o cuadrados, al pie de los cua Los comienzos del período democrático que siguieron al perío
les tantas generaciones, inclinadas bajo el respeto debido a toda do absolutista fueron tan felices como los comienzos de la M onar-
autoridad, han luchado por el mantenimiento de sus franquicias vi -quia absoluta tras la crisis primera. Austerlitz equivale a Rocroi,
viendo ora duramente, ora en la abundancia, pero siempre alegre pero la democracia vale menos que la Monarquía absoluta y 'W a
mente, y que, en la hora actual, muestran aún tanta tenacidad en terloo es mucho más humillante que Rosbach; los tratados de 1815
vivir y desarrollarse! debilitaron a Francia mucho más que los tratados de París que
Bien, si, en corta jomada, con el bastón del turista en la mano, pusieron fin a la guerra de los Siete afio3. E l periodo democràti
va uno aspirando deliciosamente el perfume de cada flor de Fran co! ha durado ya ciento diez años. N o hablemos mal de nuestro
cia; bien, si, en rápido viaje, respira a un tiempo el compuesto siglo: materialmente, se vive en él bastante bien. Pero no mejor que
francés esencial, habría que carecer de corazón y de alma para no se vivía en el xvm o en el xvu, teniendo en cuenta la diferen
elevar un reconocimiento sensible e intelectual hacia aquellos a quie cia de circunstancias. Mas, desde el punto de vista de las personas,
nes debemos estos placeres.-* lo mismo que desde el punto de vista nacional, en cuanto a energia
Pero ¡ay!, nosotros, pobres administrados, no podemos ya com e inteligencia, Francia y franceses de ahora somos muy inferiores a
pletarlos con la satisfacción que nuestros padres conocieron antes lo que había en tiempos de San Luis y de Francisco I. Y hoy, cuan
del período de desviación nacional; nosotros no sabemos ya lo que do no falta nada para la plena democracia, nos encontramos lo
es esto de sentirse ciudadano libre dentro de nuestros hogares, de mismo que en 1788. Francia es siempre Francia, como dice la
nuestros pueblos y provincias y súbditos de un rey poderoso y uni canción. Pero comparad: Inglaterra, Prusia o Alemania, Rusia...
versalmente respetado. Yo no digo que nuestros gobernantes actuales sean irnos imbé
Los tratados de W estfalia fueron un admirable fruto de la Mon ciles, ni que son unos ladrones, porque no lo creo de una manera
arquía templada. Eran el triunfo de la política de equilibrio: nun general, si bien los decentes y talentosos se ven paralizados por
ca fué más grande Francia; nunca, en ninguna época, tuvo en Eu las instituciones, gero muchos de ellos son de una mediocridad de
ropa una nación prestigio semejante. nivel excesivamente bajo, lo que es debido al empleo continuo y
L a Monarquía absoluta duró ciento treinta años: en su haber creciente, durante un siglo, de los procedimientos democráticos para
está Versalles, en su haber todo lo que usted sabe de grandeza; la la elección de los políticos y administradores de la cosa pública.
agonía comienza en Rosbach, donde el ejército de los circuios ale Del Imperio a la Restauración y después al Gobierno de julio, ai
manes al que dieron el nombre de ejército francés, huyó ante los segundo Imperio y a la República actual, nuestro retroceso es cons
soldados de Federico. Entonces vino la decadencia definitiva, inte tante y patente. Y ello depende exclusivamente del sistema de re
rrumpida por un movimiento de energía cuando la guerra de Amé clutamiento de las autoridades encargadas de dirigir la nación.
rica. Como la prosperidad material era muy grande y el régimen H ay que cambiar, pues, estos métodos y convencerse de que un
fiscal, detestable, la nación, privada de todos sus derechos, quiso sistema que consiste en proceder bruscamente, por una elección o
restablecer la Monarquía templada, pero, con tan poca maña, que un concurso, a una selección de capacidades puramente individual,
desencadenó la Revolución i. es insuficiente del todo y que hay que substituirlo por el de una se
Cierto que ésta no significa el comienzo de una nueva era, pero,1 lección fam iliar y hereditaria Individualidades poderosas, nacidas
de un tronco campesino o proletario, se ven demasiado a menudo -de la tradición histórica: sus doctrinas, fuertes y precisas, han
detenidas en su desenvolvimiento por políticos charlatanes o por penetrado, lenta y profundamente, en el alma y el corazón de las
premiados en concurso. Para que un hombre logre ascender a una nuevas generaciones inteligentes. Son estos jóvenes cultivados y
clase superior, hace falta que tenga una talla por la que sea capaz enteros quienes reconstituirán la Monarquía templada, histórica,
de arrastrar tras él a toda su familia. Si sube solo, es una burbuja adaptándola a las nuevas condiciones que han creado doscientos
hinchada. cincuenta años de vida nacional desviada, pero gloriosa, y que nos
N ada temo para el Estado de estas ascensiones familiares: son otros adoptamos íntegramente.
útiles y necesarias, dan lastre y estabilidad. Los nombres se amon Porque sólo la Monarquía templada puede dar a Francia se
tonan bajo mi pluma, pero no nombraré a nadie personalmente guridad con el Ejército, reputación con la diplomacia, prosperi
N o obstante, en esta aristocracia nueva pongo yo toda mi confianza, dad con la paz económica, y hacerle recobrar la conciencia nacio
porque ha de sentir la necesidad de fundamentarse, de ligarse a la nal mediante la rehabilitación de todas las energías locales.
tierra, de reanudar la tradición, de recibir de nuestra nobleza his
tórica la elegancia suprema y el espíritu militar que no se apren Antes de terminar, ne de dirigir, respetuosamente, dos obser
den en los clubs ni en los cafés, y, de nuestra vieja burguesía, la vaciones: una, a la nación; la otra, al rey.
rígida probidad y el espíritu abierto. Los “desarraigados” de Mau- A la nación le digo: “Ciudadanos, os han contado que nuestros
rice Barrés volverán a tener raíces. reyes eran unos monstruos; es cierto que hubo entre ellos hombres
To admiro, pues, a esto3 hombres robustos que llegan a los débiles, poco inteligentes, bastantes mediocres y licenciosos y acaso
primeros puestos del Estado: tal peón que, a pesar de sus doce dos o tres malos. Pocos ha habido que fueran hombres notables; la
hijos, ha llegado a...— no acabo la historia— , es muy capaz de dar mayoría fueron hombres de inteligencia media y concienzudos.
comienzo a una dinastía tan dilatadamente gloriosa como la de Pues bien, mirad su obra: es Francia.”
Mateo Bouchard, más conocido bajo el nombre de Montmorency. Y digo al rey: “Bey, mi señor: entre la serie de vuestros ante
Y otros hay, aunque no cuento entre ellos— al contrario— a ciertos pasados, no os fijéis ni en San Luis, ni en Enrique TV, ni en
políticos promovidos a diputado o ministro porque la tienda pater Luis X IV . Fijaos en el buen rey Luis V I que abatió a los barones-
na, bien situada en una calle de tránsito, prosperó, y el muchacho, bandidos, transformó a los buenos barones en prebostes que prote
que tenía una lengua expedita, se hizo abogado. Esta e3 la gente gían auténticamente al bajo pueblo de Francia— campesinos y ar
que nos está devorando. 0 tesanos— y dió a los burgueses libertades valiosas y amplias, pero
Por el contrario, los hombres de quienes hablo más _arriba son concretas y reglamentadas. Esta era la tarea indispensable: ella
aquellos con quienes hay que contar para restablecer en Francia hizo posible las glorias seculares.”
esa Monarquía muy fuerte, pero templada, que labró la grandeza de
F r é d é r ic A m o u r e t t i
nuestro país. Desde que Francia la perdió, y a pesar de accesos
pasajeros de respiro y de gloria, cayó en decadencia. Esto es lo que
N o hay nada que decir al margen de esta carta, como no
empiezan a comprender esos jóvenes de aguda inteligencia que
sea: bene, recte, optime.
advierten, al fin, que los han engañado, que, bajo el nombre pom
poso de Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano,
les han ofrecido unas palabras vacías de sentido y no unos princi
pios sólidos. Después de nueve años
Toda la vida me acordaré de la expresiva mímica de repugnan
cia con que M. Paul Bourget citaba la primera afirmación de dicha
Perdimos a Frédéric Amouretti el 26 de agosto de 1903.
declaración: "los hombres nacen libres”. ¡A la edad de un minuto,
Quienes hayan leído bien su admirable carta, pensarán con
libres.’ ¡Absurda conclusión a que se ha llegado!
nosotros que su muerte fué una gran pérdida para el país. Su
Durante todo el presente siglo, unos hombres que van de M. de
recuerdo merece permanecer vivo y venerado en la Action
Maistre a M. Taine, pasando por M. Le Play y M. Fustel de Cou-
langes, han mantenido los derechos de la autoridad, unidos a los Françaiset porque nadie participó más eficazmente que Frédéric
33
514 ENCUESTA SOBRE'LA MONARQUÍA
la Encuesta sobre la Monarquía, por decisión propia, por la No obstante, mi deuda mayor y, por así decirlo, la más
absorción del estudio, por gusto, he prescindido de todo lo de escandalosa, es la que tengo pendiente con mis colegas de la
más. A sí como se cierran los ojos para meditar o se acalla el prensa de París y de nuestras provincias. Los artículos que
pensamiento para realizar una obra de fuerza corporal, yo he esta Encuesta ha inspirado forman un legajo inmenso: si me
abolido durante este tiempo toda imaginación personal, he sa gustaran estas cosas, darían pie a la confección de un buen
crificado todo lo que se salía de las ideas que había que pro album. Yo no he hecho el album. Como un soldado afortunado
pagar o de las fantasías que había que discutir. L a objeción o escoge para su príncipe las primicias de su botín, he en
el asentimiento, el elemento de fuerza o la amenaza de debili viado al señor duque de Orléans la flor de disputas y enco
dad para nuestras doctrinas: esto es lo único de que me he mios, de los que ha sido él, desde el principio y por su enér
ocupado durante toda una estación. gica actitud francesa, el punto central. Si el trono fué derri
Quienes han atravesado algún período de absorción inte bado a consecuencia de una larga agitación intelectual, estos
lectual saben hasta qué punto los hombres nos son entonces in frágiles papeles que han interesado a una parte de la opinión
diferentes y extraños. Buenos o malos, amigos o enemigos, su pueden hacer que el recuerdo y la esperanza no pierdan sus
silueta se esfuma en un horizonte lejano: uno no concibe en naturales derechos.
tonces ninguna relación útil con ellos. Visitarlos, contestar a ¿Cuáles han sido los amigos más fieles de la Encuesta? La
sus cartas, corresponder con una señal de simpatía a las mues enumeración sería digna del viejo Homero, por el cual debería
tras más generosas de aprobación, son cosas que parecen por comenzarse, puesto que el padre de los poetas nos ha propor
encima de las fuerzas de uno. Cosas de las que todo prisionero cionado liberalmente para nuestro primer fascículo un epí
de un trabajo que le apasiona debería estar libre y como excep grafe de incomparable belleza: “E l gobierno de muchos no
tuado de derecho. Él no tiene sentidos ni alma más que para
es bueno: venga un solo jefe, un rey.” Joseph de Maistre ha
esta Arm ida que lo encierra en sus jardines.
bía puesto ya este texto de la Iliada a la cabeza de su tratado
Salido de este encantamiento, no quiero parecer ingrato
Del Papa. Otras cosas de mayor importancia hemos sacado, tan
ni, sobre todo, dejar de contribuir por mi parte a la mayor
to del conde de Maistre como del vizconde de Bonald, del mis
unión de nuestro antiguo haz monárquico.
mo modo que ellos no temieron inspirarse en toda la sabidu
L a propaganda monárquica dispone en todo el país de una
ría de los profesionales de la ciencia política que escribieron
notable fuerza. Pocos eran antes los que osaban reconocerlo.
antes que ellos. Estos maestros, estos doctores, han sido nues
Aun hoy, muchos lo dudan. Y o he apreciado con mis ojos estas
tros primeros apoyos. U n a larga tradición que recoge la expe
fuerzas espontáneas: concursos y abnegaciones que se ofrecen,
riencia del género humano ha sido nuestra guía ; de ninguna
entusiasmos que piden ser utilizados. L a idea de la causa que
época, ni de ninguna edad, hemos desdeñado voluntariamente
hay que servir y el nombre de nuestros desterrados han bas
nada que fuese útil e instructivo. Pero los materiales de todo
tado a movilizarlo todo. Desde la aparición del primer fas
esto estaban reunidos y preparados desde hace mucho tiem
cículo de la Encuesta, la corriente surgió. Tanto en el pueblo,
como en la burguesía, como en la vieja o en la reciente aris po en la misma casa en que yo me he puesto a usarlos; si la
tocracia, quedaban desbordadas todas las esperanzas que yo tradición amenazara extinguirse, su último refugio estaría al
me había atrevido a concebir. lado del director de la Gazette de France. -,
m
E l montón de cartas esparcidas sobre mi escritorio ates E l coronel de Parseval, que no ha cesado de reproducir en
tigua que el impulso no ha disminuido después. Las hay de to el semanario Réveil Français las páginas de la Encuesta y
das las fechas y de todas las procedencias. H asta ahora no he las palabras de su autor, es, entre todos nuestros colegas, aquel
contestado a nadie, pero espero poder contestar pronto a todos. de quien más cerca estamos. Nos ha hecho el gran honor de
522 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CONCLUSIÓN DEL SEGUNDO LIBRO DE LA ENCUESTA 523
no olvidarnos un sólo d ía 1, y el más eminente de sus colabo chado oportunísimamente las ocasiones que se han presentado
radores, desde el amable retiro de su casa de campo, ha que de encaminarnos a los patriotas y los curiosos. E n estos tiem-
rido significar su atención— acaso más que su atención— hacia de indiferencia intelectual, un cierto género de curiosidad pasa
el método y la doctrina de este trabajo. Yo he tenido a menu casi por virtud.
do ocasión de demostrar a M. de la Tour du Pin el valor que Dirigiendo todos los esfuerzos de propaganda, agrupándo
he dado siempre al menor asentimiento del autor de los A fo los y ordenándolos desde la oficina monárquica del faubourg
rismos de política social2. Saint-Honoré, el director de la Correspondance Nationale,
En el Clairon de la ViTlette, el conde Jean de Sabran y sus M. Paul Bézine, daba a menudo la señal tanto a la prensa
animosos colaboradores, entre los cuales no puedo olvidar a parisiense como a la de los departamentos. L a primera lla
M. Roques, mostraron, desde las primeras palabras llega mada pública, de él salió, el 15 de agosto, en el banquete
das de Bruselas, el apasionado interés que les despertaban de la fiesta de Santa María. L a poderosa organización que pron
aquellas conferencias. Conocido es Sabran, conocidos la poe to unirá todos los elementos monárquicos ha contribuido a di
sía y lo pintoresco de sus salidas, lo imprevisto de su original fundir la Encuesta que, gracias a Paul Bézine, ha sido puesta
elocuencia. Sus invectivas a los católicos “reconocementeros”, así, casi directamente, al servicio del r e y 1.
bautizados por él con el nombre de sixtinianos, hubieran podi Pero, en provincias, nuestros amigos, sin esperar orden al
do servir de ilustración a nuestras páginas haciendo juego con guna, se habían lanzado ya sobre nuestro estudio y lo repro
Forain. ducían y comentaban sin parar; apenas puedo, en medio de su
En el Soleil, nuestro excelente amigo Félicien Pascal, cada número, distinguir a los amigos personales de los amigos des
día más impresionado por la verdad política que Bourget le conocidos: tanto han rivalizado unos con otros en celo, talen
mostró, cada día más penetrado del paralelismo de las leccio to y constancia.
nes de Bonald y de Taine, de Comte y de Le Play, ha sentido Ciertamente, Auguste Giry, en la Gazette y en L e Soleil
y ha hecho sentir, en repetidas ocasiones, la concepción cien du Midi, Henry de Cardonne en L ’A ven ir du Loir-et-Cher, y
tífica de la Monarquía. Ernest Renauld, en L e Pays, Léon Ba- Cordier en su admirable Nouvelliste de Bordeaux, y Lureau en
rracand en Le Moniteur Universel, el padre Henri Brémond en la Jeûneuse Royaliste du Sud-Ouest, han colmado la medida
los Études religieuses ále la Compagnie de Jésus, han aprove- de lo que cabía esperar de su experiencia, de su ardiente mon
1. El coronel de P a rse v a l h a dicho, e n tre o tra s cosas, é sta que tene arquismo y de su buena amistad. Y , además, el director del
mos especial in terés e n rec o rd a r: “E n p rim e r’ lugar, A ndré B u ffet ha. Messager de l’Ailier, M. Lamapet, que lo ha sacrificado todo a
condenado la M onarquía p arlam en taria, de la que nadie quiere saber
n a d a y que lleva infaliblem ente a la R epública : h a dem ostrado que, para dar cuenta exacta de los menores progresos de la Encuesta, y
hacer las reform as, es decir, p a ra responder a su razón de ser, es indis
pensable que, conform e a la tradición, la M onarquía se a representativa." 1. H e aquí las p alab ras de M. P a u l Bézine, seg ú n la G azette de
“L a m a la fe y la ignorancia h an confundido a m enudo la Monar F rance del 16 de agosto de 1900:
qu ía p arla m e n ta ria con la M onarquía re p re se n ta tiv a : la prim era, co “No tengo la m enor intención, señoras y señores, de p ro n u n ciar aquí
piad a de la nación inglesa, que ten ía otras condiciones d istin ta s de 1?. u n discurso político, porque e sta ría fu e ra de lu g a r y, adem ás, porque
n u estra, h a sido un accidente en n u e stra h isto ria ; la seg u n d a es de este discurso a cab a de se r pronunciado, y pronunciado m agistralm ente.
esencia n acio n a l: h a y que re h a b ilita r sus principios, alterad o s p o r el an "E n u n a serie de in terv iu s recientem ente publicadas por la G azette
tiguo régim en. E n e sta m onarquía, el rey re in a y gobierna. L as asam de France con la firm a de un escritor que h o n ra grandem ente a nues
bleas, au té n tic a rep resen tació n social de la nación, controlan el gobier tr a causa, mi am igo A ndré B u ffe t h a trazad o , con la fo rm a orig in al y
no. E l páís se a d m in istra a sí mismo, g racias a l lib re ejercicio del de p in to resca propia de él, el cuadro m ás vivo y m ás exacto de lo q u e será
recho de asociación, de que nace la d escentralización.” la M onarquía de m añana. N ad a h a olvidado: cuestiones políticas, reli
2. E n la colección de los principales estudios de M. de la T o u r du Pin giosas o sociales. H a afro n tad o c a ra a c a ra to d as las objeciones y las
(.Hacia u n orden social cristiano, Jalones de cam ino), pueden verse las h a ido refu tan d o u n a tra s o tra. Y. en u n a rá p id a visión de lo s dife
num erosas p ru eb as del interés' que M. de la T o u r du P in no h a cesado ren tes rem edios preconizados, h a puesto m aravillosam ente de relíev é su
de dem ostrarn o s desde h ace m ás de diez años. (N ota de 1909.)" insuficiencia p rá c tica y la superioridad de n u e s tra solución."
524 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA CONCLUSIÓN DííiL SEGUNDO LIBRO DE LA ENCUESTA 525
el redactor en jefe del Nouvelliste de la Sarthe, M. Robert que la aprobación doctrinal: esta cálida y viva cordialidad
Havard, filósofo y hombre de muchas letras, elocuente y sabio, 'e hombre a hombre que tal vez habrá servido para probar a
que lleva dignamente su nombre célebre, y, en L e Courrier de .muchos lectores ajenos a nuestro campo que el mundo monár
Poitiers, el marqués de Moussac y todos lo3 redactores de est quico, en su conjunto, es ya lo que debe ser: ¡la prolongación
enérgica publicación, y M. de Lagonde en el Express du Midi, ' de nuestras propias familias, un resumen de la nación!...
y M. Guillaume Corfec en la Indépendance Bretonne, y M. Re ¿Habré nombrado ya todos los periódicos amigos de la
né Pierre en la Union Malouine et Dinanaise, y, en la Revue Encuesta? Acabamos de pasar revista a algunos de los más
de l’Ouest— nuestra constante aliada, nuestra fiel colabora decididos. A esta lista hay que añadir L ’Anjou, el Courrier de
dora— , M. Edmond Béraud, y, en el Éclair de Montpellier, M. de l’Aude 1, L ’Écho de la Mayenne, L ’Écho de la Marne 2, mara
Vichet, director del mismo, y su redactor jefe M. Malachie . villoso éste de animación y de entusiasmo en una campaña en
Frizet, y, en el Publicateur de la Roche-sur-Yon, M. Rémy de que todos se han distinguido, la Gazette de Libournais, la
Simony, y, en el Journal du Midi el reflexivo, paciente, tenaz, Gazette du Centre, L e Journal de MaAne-et-Loire, Le Journal
inmutable M. Bourthoumieu, el cual, no hace mucho, dirigien du Centre, L e Journal de Rennes, Le Messager de Valence, Le
do la palabra a los monárquicos de Montpellier y queriendo Morbihannais, el Mémorial de Pau, L e Mellois, el Messager de
dar a sus palabras una conclusión efectiva, no encontró nada Bourges, el Petit Nivernais, el Ralliement de Montauban, el
más decisivo que poner sobre la mesa presidencial unos ejem Vosgien, la Voix du Peuple, La Vendée. Y no hago la cuenta
plares del primer fascículo de la Encuesta; y el director de más que de aquellos que han prodigado, mejor que dado, su
la Espérance du Peuple, M. F eildel1, y M. Martin, su redactor concurso, no interrumpido ni por el tiempo ni por las inciden
jefe; y este colaborador voluntario y oculto de la Espérance cias. Pero, aun habiendo sido menos sistemáticos, otros ha ha
du Peuple que, todavía hace poco y a propósito de la carta de bido que han sido asimismo enormemente útiles.
Albert Arnavielle, escribía en el gran órgano de Nantes esta Tengo, pues, que dar las gracias también a L ’Avenir des
profesión de fe digna de Montluc: “En cuanto a mí, tengo fe, Campagnes, a La Bellêmois, al Courrier de la Lozère, al Cou
tengo esperanza, pero no tengo la menor caridad ni para los rrier de VAisne, al Courrier de Saint-Nazaire, al Courrier de
judíos, ni para los francmasones, ni para los imbéciles que los Verdun, al Courrier du Nord-Est, al Courrier de Bayonne, al
dejan maniobrar a su antojo...“ ; y M. Remy, del Journal de Courrier du Maine, al Écho de la Haute-Marne, al Écho du
Péronne, tal vez exagerado en su entusiasmo, pero cuya sim Velay, a la Franche-Comté, a la Gazette de Château-Gonthier,
patía de espíritu nos llega al corazón; y, en el Réveil de la a l Journal de l’Oise, al Journal de Fougères, al Journal Saint-
Haute-Saône, M. Bailly, que opone, a la evidente mala fe de Quentin, al Journal de la Meurthe, al Journal de l’Ain, a la
sus adversarios, firme y dignamente, la cortesía más perfecta Mayenne, al Nouvelliste d’Êpinal, al Nouvelliste de Rouen, al
y el gusto más insólito por los menores detalles y los meno Rousïllon, al Régional de Lyon, a La Semaine de Bayona, a
res matices de la verdad, escritor que evoca el noble recuerdo L e Salut de Saint-Malo.
de las buenas gentes de antaño... Y tantos otros de nuestros E sta enumeración alfabética parece ya completa y todavía
colegas de provincias a quienes no he visto nunca, con quie no estoy seguro de que estén comprendidos en ella los catorce
nes nunca me he encontrado, cuya mano nunca estreché, y que o quince diarios en los que mi eminente amigo M. Oscar H a
han puesto en sus noticias, en sus artículos, en las líneas que vard, mal oculto tras el seudónimo de Menalco, ha hecho pe-
más impersonales podían ser, algo más que la pasión política
1. E n éste h an sido m uy especialm ente notados los artículos da
1. M. Feildel e ra el p ad re de n u estro am igo M. A ndré Feildel, hoy M. de Bordas.
red acto r de la G azette de France. E ste consecuente m onárquico murió 2. Dirigido entonces por nuestro em inente am igo M. R oger de Fel-
el 26 de junio de 1905. (N ota de 1909.) co u rt, que a cab a de fu n d a r L a Champagne. (N o ta de 1909.)
CONCLUSIÓN DEL SEGUNDO LIBRO DE LA ENCUESTA 527
526 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
a cuya cabeza iba el Voltaire, han empleado a uno de sus co á República se puede decir todo, pero que no se puede decir
laboradores, M. Albert Maybon, en buscar opiniones en respues en favor suyo. Absolutamente nada. Los antiguos devo-
ta a Ja encuesta de M. Maurras. B ajo este título, que subrayo os de la diosa Razón no tienen ya un solo argumento razona-
deplorándolo, porque tiene el defecto de ponerme demasiado en 'e que hacer. Los antiguos fieles de la Ciencia se ven redu
evidencia, M. Maybon ha recogido más de una conversación cidos a alinear, frente a los teoremas de política natural, una
elocuente o interesante y, como adrede, no ha producido una edia docena de vergonzosos prejuicios cuyo origen confesio
sola idea. E l único de sus interlocutores que ha sabido plan nal y cuyo sentido mistagógico no dejan lugar a dudas para
tear bien el problema ha sido M. Léon Parsons h Él se ha ningún espíritu cultivado.
dado cuenta de cuál es la alternativa: colectivismo o monar Y esto no es más que su primer punto flaco. E l segundo es
quía. Y yo me complazco en tomar nota de esta fórmula. que no son capaces de reconocerlo. N o son capaces de decir:
L a sorpresa de los republicanos ya era significativa. Y su “Somos los sacerdotes de una religión en la que la fe prescinde
tono escandalizado no podía dejar de provocar algunas refle de pruebas”, ni menos de balbucear: “E s asunto óie corazón y
xiones en todos los espíritus que eran capaces de hacerlas : no de cabeza” 1. Están condenados a presentarse como racio
"S í, no es broma” {exclamaba, por ejemplo, La Lanterne, ór nalistas irreligiosos, científicos, al tiempo en que la ciencia y
gano de M. Millerand, a la sazón ministro de Comercio); “Sí, la razón, según las autoridades menos religiosas, les infligen
no es broma: M. Paul Bourget pretende que la forma repu nuevas condenaciones.
blicana está condenada por la ciencia y que sólo la Monarquía es Les queda un refugio, pero también es otro título de fla
capaz de operar la selección que es ley de la naturaleza.” A esta queza, ya que consiste en mantener secretas sus debilidades,
expresión de sorpresa, a este no es broma que hace pensar en
¡a M onarquía h ab ían sido acum ulados por mí desde los comienzos del
La hija de Madame Angot, no añadía el periódico ministerial affaire D reyfus, es decir, en noviem bre de 1897. (N ota de 1909.)
más que unas cuantas payasadas sobre el modo como la Monar 1. C u atro años después de la E n cu esta sobre la M onarquía, Mon-
sieur B ouglé h a publicado su libro L a dem ocracia ante la ciencia
quía organizaría la selección. Bien o mal, la organizaría, y
(Alean, 1904). M. Bouglé niega por igual a la “ciencia" el derecho
este es un extremo que La Lanterne no se atreve a discutir, de p ro b ar que la dem ocracia no tiene razó n y la posibilidad de m os
y bastaría este extremo para dejar sentada la inferioridad del tr a r que la tiene. R ecusación por incom petencia. E l “m edio” es bas
ta n te divertido. P ero lo consigue todo m enos d esv irtu ar nuestro a ta
régimen democrático republicano, cuyo principio es, en efecto,
que. P o rq u e M. Bouglé (pág. X ) entiende por “ciencia” tina ciencia
hacer imposibles toda selección, toda organización. De con n a tu ra lista de las costum bres, cuyas “prem isas” d aría “la biología".
siguiente, el principio democrático republicano está en opo T, sobre e ste punto de las aplicaciones de la biología o de la fisiología
a la política, y a hemos dicho lo que teníam os que decir, a propósito
sición formal a las leyes científicas de todo progreso. N o hay
de la c a rta de M. P a u l B ourget (pág. 286. en nota).
de qué pasmarse: son los rudimentos. O tra cosa m uy d istin ta es la ciencia de las instituciones fu n d ad a
Pero, más que su sorpresa ante verdades tan elementales, sobre la h isto ria an alizada. P ero aquí M. Bouglé elude el debate,
después lo ap laza y, finalm ente, se escapa por la tangente. E n esta
ha servido, para informarnos y aleccionarnos, el resignado escapatoria, el a u to r no s e a tre v e a decir claram ente que la R e
silencio de los republicanos, o, lo que viene a ser lo mismo, su pública es u n a religión en la que la fe prescinde de pruebas. P ero
manera de hablar por no callar. Tres años de discusión escrita define el m ovim iento dem ocrático como “la voluntad de conform ar
cad a día m ás, llevando lo m ás lejos posible el respeto a las personas,
y oral, pública y privada 2, me han enseñado que en contra de1 2 la organización social a los anhelos del esp íritu ”.
F a lta u n a m ayúscula en e sta ú ltim a p ala b ra sacad a del A poca
lipsis. E s ta fórm ula de m isticism o se e n cu en tra en la p ág in a 290 del
1. M. Léon Paraons era el je fe de se c re ta ria de M. B riand, ministro libro de M. Bouglé; diez páginas m ás allá, va seguida de u n a de
de Instrucción pública en el g abinete S arrien-C lem enceau y en él p ri claración com pletam ente análoga, en la que el a u to r m anifiesta un
m er periodo del ministerio Clemenceau. H oy desem peña funciones a n á escepticism o to tal con relación a los datos de la experiencia h is tó
logas cerca de M. Doumergue, en el mismo M inisterio. (N ota de 1909.) ric a y geográfica: u n a “norm a o bjetiva” es “indeterm inable” (p ág i
2. H e d>e recordar que los elem entos esenciales de la E n cu esta sobre n a 800). P roclam a, pues, el fracaso de la “ciencia" a fin de poder
34
530 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
decir a la “dem ocracia” que “h a y vía libre" (pág. 303). E s una ma
n e ra como o tr a cualquiera de escoger e n tre estos dos térm in o s: de
m ocracia y ciencia. Cosa que él no h a querido confesar explícitam en
te, pero que h a hecho: M. B ouglé rechaza la ciencia. Su democracia
es u n a construcción de m etafísica, por o tra p a rte a rb itra ria ^ y dis
cutible desde el punto de v ista de los m etafísicas. (N ota de 1909.)
i fuese verdad, como afirman los revolucionarios, que cual
S quier hombre equivale a otro, las opiniones recogidas por el
autor de la Encuesta sobre la Monarquía no tendrían más va-
^ lor que el de un número bastante corto de unidades personales.
« Pero, como emanan de unos espíritus distinguidos, jóvenes, li
bres, activos, dotados de elocuencia y don de proselitismo, nos
' Cabe el derecho de afirmar que representan y anuncian infini
* dad de otras opinones análogas: no vienen a nosotros unos in
dividuos únicamente, sino unos jefes de grupos, unas auténti
cas unidades colectivas.
Cuando decimos Léon de Montesquiou, designamos, apar
te la persona individual de nuestro amigo, a esos muchachos
de la aristocracia francesa que, tentados un momento por la
resignación y el adhesionismo a la República, o por la indife
rencia política, se han recobrado a sí mismos y retornan a la
tradición de su estirpe. Cuando decimos Henri Vaugeois o L u
den Moreau, no pensamos sólo en la personalidad intelectual
y moral de nuestros dos amigos, sino en sus hermanos de inte
ligencia: ¡tantos jóvenes franceses de educación universitaria
y tradición revolucionaria que no ven hoy posible sin un rey
le reconstrucción nacional! Y con Montesquiou, por un lado, y
Moreau y Vaugeois, por otro, no hago más que señalar dos
puntos extremos de un mundo que nace: hay, además, nume
rosos valores intermedios, cada uno de los cuales está repre
sentado entre nosotros. _ ^
A l primer mes de la Encuesta, se decía en cierto círculo, coñ
una cariñosa intención, que yo había “contratado” a mis ami
gos personales. ¡Pero si no nos conocíamos antes de hablar de
política! Poco a poco, la verdad se ha ido abriendo camino.
Hoy, la acción ha rebasado en gran escala los pequeños grupos
534 ENCUESTA SOBRE'LA MONARQUÍA M. JU LE S LEMAÎTRE Y SU AMIGO 535
de nuestra vecindad. E s la conciencia francesa que va modifi "octrina monárquica. E n estos dos meses del otoño de 1903,
cándose por sí misma, en las zonas selectas y también en la ha consagrado siete artículos1 a la descripción, más precisa
m a sa 1, por obra de la excelsa doctrina política de que nos aún, por más viva, de este nuevo estado de espíritu que suce
otros hemos sido intérpretes. sivamente llama neo-reaccionario y neo-monárquico.
Cierto que no nos ha faltado una buena ayuda. Los repu Habiendo alcanzado el contagio de neo-monarquismo a uno
blicanos gobernantes han hecho todo lo posible para asquear al de sus amigos, M. Jules Lemaître somete a confesión, no sin
país de su personal. Pero es el mismo país, por el esfuerzo es curiosidad, a este neófito. Se preguntaban muchos qué conclu*
pontáneo de una dolorosa reflexión, quien se ha asqueado del j sión sacaría M. Lemaître. Pero ¿qué conclusiones saca un na
régimen. Los nuevos monárquicos han apresurado esta refle turalista de la descripción de una planta? M. Lemaître no te
xión espontánea. Éramos republicanos y ya no lo somos. No nía por qué sacar ninguna conclusión. Y lo h a declarado al
éramos ya republicanos: no sabíamos qué hacer, pero la “En terminar, pero, al mismo tiempo, ha expuesto dos hechos a la
cuesta” nos impulsa a hacernos monárquicos. Estas frases resu consideración de su público:
men el contenido de innumerables cartas. Idéntico es también el 1. ° H ay unos nuevos monárquicos, reclutados en el área
sentido de innumerables conversaciones. del republicanismo y del bonapartismo.
Todos estos buenos ciudadanos, quejosos de lo que es, em 2. ° Se han hecho monárquicos por razones de peso y que
piezan a dar un nombre, un nombre propio y preciso, a lo que parecen justas, serias y poderosas si se las m ira de cerca.
debe ser para poner fin a sus quejas. Maduran nuestra fórmula
de un Gobierno apetecible, en favor del que valga la pena de
actuar y en nombre del cual la oposición pueda unirse.
m
A l publicar, en 1900, las reflexiones de los veinte colabo
H radores de la Encuesta *, procurábamos completarlas y criti
carlas en la medida en que se alejaban de nuestros principios.
N o se ha engañado la sagacidad política de M. Jules Le Idéntica tarea se impone hoy al transcribir el diálogo de Mon
maître sobre el valor de este movimiento de los espíritus. El sieur Lemaître y su amigo. Ambos merecen aplausos y ambos
presidente de la L ig a de la Patria francesa no ha querido exa reclaman objeciones, comentarios y críticas. Se impone tam
ge ra r su importancia. Pero él no es de aquellos que no recono bién que saquemos nuestra conclusión propia.
cen el interés práctico de las ideas más teóricas en apariencia. Pero, temiendo todo lo que hace inútiles las discusiones, he
Aquellos que nos piden hechos, aquí tienen uno: la rápida mo querido que se conozca exactamente su opinión. A quí va, pues,
dificación de los espíritus. transcrita de arriba a abajo 3. E l lector hallará a veces una
E s tal, en efecto, que una de las primeras inteligencias de nota al pie de una página, escrita por mí, salvo indicación en
nuestro tiempo y, sin disputa, la más fina y clara, lo ha juz
1. E n L 'E cho de Paria.
gado merecedor de un detenido estudio. M. Lemaître había 2. L a E n c u e sta no quedó cerra d a del todo en los afios siguientes.
empezado, el invierno último, por una exposición benévola, pero M. J e a n R ivain la continuó en la re v ista de A ctio n F rançaise, en los
n ú m ero s de 15 de enero, 15 de febrero, 1 de ab ril, 1 de m ayo y 1 de
crítica, de las teorías plebiscitarias de MM. Paul Dérouléde
o ctu b re de 1S03, interrogando a MM. D elaire, E tch ev erry , D eherm e,
y Georges Thiébaud, y aprovechó la ocasión para examinar la V. de M arolles, J e a n G rave y B aum ann. (N ota de 1909.)
3. A p esar de n u e stra s discrepancias políticas, M. Jules L em aître
1. E ] útilísim o M anual del monárquico, escrito por M. F irm in Bac- h a tenido la atención, con u n a am abilidad que infinitam ente le a g ra
connier, d e m u e stra cuál e ra el grado de necesidades nuevas que en dezco, de au to rizarm e a reproducir su tra b a jo Un nouvel é ta t d’esprit.
1905 se h a b la n m anifestado en el público m onárquico. (N ota: de 1909.) (Juven, editor.)
536 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
14 de setiembre de 1903.
en simpatía para aquellos a quienes ellos proscriben. Yo desco “Seguiré mi confesión hasta el fin. Yo reprocho a los ban-
nocía casi los cánticos de iglesia; hoy, voy a oírlos siempre que Jdos que nos sojuzgan el haberme casi hecho un alma de
tengo ocasión de hacerlo, y, lo confieso, estas melodías secula igrado” 1. L a Francia que les debemos es tan vil, por mal
res, estas invocaciones tiernas y suplicantes hacia un no se dad de unos y pusilanimidad de otros, que me cuesta seguir
sabe qué que está tal vez más allá del mundo, me conmueven queriéndola en el presente. Así es que la quiero doblemente en
hasta lo más hondo del corazón... ¿ Y qué cosa más hermosa su pasado. Es a él a donde yo he “emigrado” , sus viejos libros,
que los conventos, estos oasis de paz y de socialismo aplicado! su historia, sus viejos monumentos de arte. Y no es culpa
U n Gobierno inteligente debería verlos con benevolencia y fe mía, pero sucede que lo que hay de más encantador y más
licitarse de que un número notable de ciudadanos y ciudada conmovedor en este pasado fué casi siempre católico2. De
nas hayan encontrado en estos asilos la vida que les conviene, este modo, a pesar mío, voy “clericalizándome”. N o creo en
vida, por lo menos, inofensiva, cuando no es altamente bien este poema metafísico que es el dogma romano, pero amo su
hechora. Sin contar con que estas antiguas formas de vivir belleza y conozco su repercusión saludable sobre la vida de los
ponen un poco de variedad y de gracia en la vulgaridad de hombres. Veo que el Catolicismo es la religión que mantiene
la humanidad contemporánea... ; Y pensar que ciertos amigos con lo desconocido las relaciones más dramáticas, las más apa
ilustrados de los perseguidores actuales se deshacían, ayer, sionadas y, en una palabra, las más provechosas para la mora
de enternecimiento en Fiésole o San Marco de Florencia! lidad. Y o no me atrevería a decir como Renán: “U n campe
¿ Es que se han vuelto locos ?... sino sin religión es el más feo de los brutos”, pero, con todo,
esta frase, que hubiera suscrito Voltaire, me da que pensar.
1. M. Jacques B ainville c ita b a a este propósito en la G azette una
¡He visto tantas humildes vidas virtuosas cuyo alimento se
curiosísim a pág in a de M. A natole F ran ce, sa c a d a del Jardín de Epicuro
y que dice a sí: creto estaba en el Catecismo nada más!... Y , finalmente, el
"...L a vida religiosa a su s ta a la n a tu ra le z a y, no obstante, tiene una.? anarquismo de los perseguidores, su impotencia para construir,
razones de ser y de p erd u ra r. El pueblo y los filósofos no siem pre a l
canzan estas razones. Son profundas y tocan a los m ás grandes mis me hace gustar naturalmente de lo que hay en la Iglesia de
terios de la n a tu ra le z a hu m an a. El clau stro h a sido tom ado por asalto ordenado, de jerarquizado, de bueno para unir a los hombres
y derribad o : sus ru in as d esiertas se h a n vuelto a poblar. A lgunas al y mantener las sociedades humanas.
m as v an a él por u n a inclinación n a tu ra l; son alm as claustrales. Como
son inhum anas y pacificas, abandonan el mundo y se sepultan gozosa san d o a la s m onjas. L a n atu ra le z a es m ás v a ria de lo que los drago
m ente en el silencio y la paz. O tras m uchas han nacido cansadas. No nes filósofos cre e n ; reúne el sensualism o y el ascetism o en s u seno
tienen ninguna curiosidad. Se a rra s tra n in ertes y sin deseos. No sa in m en so ; y, por lo que to ca a los conventos, preciso es que el m ons
biendo ni vivir ni m orir, a b razan la vida religiosa como un mínimo tru o se a am able, puesto que es amado y que no devora m ás que a
de vida y un mínim o de m uerte. O tras son llevadas al claustro por v íctim a s voluntarias. E l convento tiene sus encantos. L a capilla, con
razones im previstas. E llas no preveían este final. Inocentes heridas, su s vasos dorados y sus rosas de papel, u n a V irgen p in tad a en colo
u n a decepción precoz, u n secreto duelo del corazón, les h a estropeado res n a tu ra le s e ilum inada por u n a luz pálida y m isteriosa como el cla
el universo. Su vida no se coronará de fru to s; el frío les h a helado las ro de luna, los cantos y el incienso y la voz del sacerd o te: he aq u í las
flores. Ttivieron dem asiado pronto el sentim iento del m al universal. Se p rim eras seducciones del c lau stro ; algunas veces pueden m ás que las
ocultan p a ra llo rar. Q uieren que se las olvide. Quieren olvidar... H ay del m undo.
otras, en fin, a las que a r r a s tr a al convento un anhelo de sacrificio y que 1. No sabem os si alegrarnos de la m aldad de los tiempos que ha
quieren h a c e r de sí m ism as u n a entrega total, en u n abandono mayor hecho volverse h acia un pasado glorioso el pensam iento de M. L em altre
a ú n que el del am or. E sta s, m ás raras, son las v erd ad eras esposas de o g r ita r : —¡Jeru salén , G inebra y el tem plo de H ira m no son cosas fra n
Jesucristo. L a Ig lesia le3 p rodiga los dulces nom bres de lirio y de rosa, cesas! L a v erd ad era F ra n c ia m oderna no e stá allí. E s tá con quienes
de palom a y cordero; p or boca de la R ein a de la s Vírgenes, les prome sienten, hab lan y escriben en fr a n c é s : ¡ e3tá con usted, M. L e m a ltre ! Los
te la corona de estrellas y el trono de candor... em igrados son ellos (o los inm igrados).
"...H oy (las religiosas) tom an el velo porque quieren tom arlo. L o de 2. Y lo que tu v o este pasado de poderoso y de sólido, ¿acaso no fué
jarían s i les gustase dejarlo, y y a veis como no lo hacen. Los drago tam bién, y casi siem pre, de origen real o de sentim iento m onárquico?
nes filósofos a quienes vem os forzando los claustros en los vaudevilles E sto es lo que el amigo de M. Jules L em altre v a a p reg u n tarse en
de la Revolución, se quedaron contentos invocando la n atu ra le z a y ca- seguida.
LA RESPUESTA DE M. JU L E S LEM AÎTRE 543
542 ENCUESTA SOBRE LÀ MONARQUÍA
arreglo de las cuestiones sociales), sino: “¿qué es lo que inte ”E n una p a la b ra : al volver a traer al rey, no pretenden
resa al pueblo francés?’’ 1. N o se han dicho: “¿qué régimen más que comenzar de "nuevo, por su medio, la o b r a del 89 tal
nos gustáría ver restaurado?”, sino: “¿qué régimen es el que como ésta hubiera debido ^ser. U n aficionado a fó rm u las diría
puede restaurar a Francia?” Y han llamado al monarquismo que quieren salir de la Revolución p ara entrar de nuevo en la
. “nacionalismo integral”, porque han creído que la Monarquía Evolución. E n realidad, conciben la función real como no la
sería el régimen más completo y duraderamente útil a la han concebido, o no lo han hecho más que por instinto, aun
nación. los m ejores reyes. N osotros sabemos m ejor lo que h a sido an
* ”E n otros términos: han observado (observación fácil, pero taño el rey de Francia, que no lo sabía él mismo. L a función
que ellos han profundizado y llevado al detalle), que Francia real y su utilidad pública son m ejor conocidas y definidas des
sufre y muere por fa lta de responsabilidad y de continuidad en de que la M onarquía ño existe. P ero es lo más n a tu ra l: lo que
el poder central— es decir, por el su fragio universal y el par hemos visto en su ausencia es lo que nos h a enseñado lo que
lamentarismo— y, además, por la centralización exagerada, to ella era verdaderam ente y, sobre todo, lo que p o d ría se r hoy.
do ello fruto de la Revolución, y se han propuesto demostrar ’’Con g ra n habilidad y justicia, los neo-m onárquicos dan
que el remedio necesario y suficiente a todos estos males está al rey de F ran cia el título de “protector” o “je fe fe d e ra l de
en la M onarquía tradicional. las repúblicas francesas”. Y no h ay en esto n in gún ju e g o de
”A m ayor abundamiento, han demostrado que “el error palabras. P o r desgracia, h ay muchas palabras cuyo sentido se
del 89” no había tenido en su favor, en el siglo último, más que ha desfigurado. Ser “republicano” se reduce hoy a qu erer que
a genios puramente sentimentales y románticos— Hugo, L a el jefe del Estado sea elegido (¿ y por quién?: ni siquiera por
martine, Michelet, Sand, Quinet— , pero que las cabezas tnás ' • el pueblo). Con tal que se cumpla este requisito, y a se pueden su
sólidas, y no sólo Bonald y de Maistre, sino Balzac, L e Play, fr ir cobardemente— ¡qué pena!— todas las tiranías. E n otro tiem
Taine y Renan, repudiaron sin am bages este error; que unos po, la palabra “republicano” aplicábase a un ciudadano celoso de
sacaban la conclusión decidida de que había que restablecer las indispensables libertades y que creía tener derecho a interve
la Corona, y que los otros— Taine, L e P la y y hasta Comte, y nir, mediante el voto o la fiscalización, en las cosas que interesa
hasta Proudhon (gran descentralizador)— ofrecían, en gra d a ban a su fam ilia, su corporación, su municipio y su provincia y
ción diversa, argumentos tendentes a idéntica conclusión. que eran de su competencia. “Espíritu republicano, altivez fe-
’’Recuerdan que cuando Renan escribía: “Admirables, sin publicana” , eran expresiones empleadas h onrosam ente1 hasta
duda, fueron los comienzos de la Revolución y, si todo se hu en el antiguo régimen. Si los franceses tuvieran el espíritu re
biera limitado a convocar los Estados generales, a regulari publicano regional, si les im portaran realmente, no la liber
zarlos, a hacerlos anuales, la cosa hubiera estado bien, pero tad— van a palabra— , sino las libertades, sentirían menos re
pudo más la funesta política de Rousseau...”, al mismo tiempo, pugnancia por el régim en que m ejor puede, sirviéndole de con
el conde de Cham bord decía: “Juntos todos, y cuando que trapeso, tolerar y hasta favorecer este espíritu y que es la
ráis, reanudaremos el gran movimiento del 89” 1 2. M onarquía tradicional.
’’L o s neo-monárquicos lo comprenden perfectamente. No
1. Me p erm ito s u b r a y a r e sta p re g u n ta , que es todo el problem a. No tienen la m enor timidez intelectual. Entienden que el parla-
puedo explicarm e cómo re h ú sa n , y h a s ta huyen, e s ta m a n e ra de p la n •
te a rlo ta n to s que se cre e n im p a rc ia le s.
2. E l conde E u g è n e de L u r-S a lu c e s nos c ita b a , p recisam en te, la 2. “C onfieso q u e m e g u s ta v e r en u n h o m b re la fu s ió n de u n sen
m ism a fra s e del conde de C ham b o rd en la co n v ersació n q u e tuvim os en tim ie n to de in d e p e n d e n cia re p u b lic a n a y del p rincipio de o b ed ien c ia y
junio de 1900 en B ru selas. E s te re c u e rd o nos p are c e d e g ra n in terés d e fid elid ad m o n á r q u ic a s : si Jiien se m ira , e sto es lo q ue c o n s titu ía el
como p ru eb a de la coincidencia de la s id eas e n tre los buenos ír a n - e sp íritu fra n c é s y lo que h ace fu e r te a l h o m b re en u n a so c ie d a d fu e r
te .” B onal».
LA RESPUESTA DE M. JU L E S LEMAÎTRE 557
556 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
la única solución, y de esto no estoy bastante seguro No
mentarismo, el gobierno de una asam blea elegida— ¡Dios sabe contestaré, pues, a. la pregunta, en verdad harto apremiante,
en qué condiciones!— p o r el su fragio universal es el régimen de L ’A ction F ran ça ise*, ni sí, ni no, sino: “parece que sí”.
menos práctico y el m ás loco, porque una asam blea elegida de Adem ás, y a te he advertido que prim ero te diría lo que creo
este modo es, necesariamente, la más incapaz que pueda haber que es cierto, pero que luego te d iría lo que creo que es po-
de representar con cierta fidelidad los intereses y los anhelos
de la nación, y que este sistema conduce fatalm ente a la opre 1. E n b u e n a tá c tic a , es de esto de lo que h a b ría qu e em pezar por
sión del país por una facción. E l buen sentido, la verdad, según a s e g u ra rs e . Q uien n o se p a en .q u é r a d ic a la s a lu d pública, se lim ita rá
ellos, consiste (resum iendo) en la existencia de un jefe heredita a e s p e ra r la “solución". Q uien e sp e re la “so lu ció n ”, no tr a b a ja r á e n p re
p a ra r la . Y, si no s e la p re p a ra , no v e n d rá n u n c a . E l estad o de in d ife
rio especialmente encargado de -los intereses generales y perma re n c ia a n te la so lu ció n —so lu cio n ism o , lo m ism o da—es p e rfe c ta m e n te
nentes del país (orden interior y defensa' exterior) y que gobier propio de la m a s a , de la m a y o ría g re g a ria , d e l a m u ltitu d . P ero , si se
na con la ayuda y el consejo de un cierto número de hombres q u ie re o p e ra r e n é sta , h a y q u e s a b e r lo q u e s e v a a h a c e r, a d ú n d e ir,
e n d ónde e s tá el p eligro, en dónde la sa lv a c ió n . N o puede concebirse
competentes cada uno en su esfera (agricultura, industria, co u n a m in o ria en é rg ic a , u n a m in o ria d ire c to ra , c a re n te de o rd en in te
mercio, economía política, hacienda, etc.) y delegados junto rio r y de o b jetiv o ex te rio r. S i h a de o b te n e r a q u e l orden, si h a d e de
fin irse e ste objetivo, es in d isp en sab le q ue el am ig o de M. J u le s L e
al Poder por las asambleas provinciales... N o hace falta entrar
m a îtr e o b te n g a u n conocim iento se g u ro y su ficien te de cu áles son la s con
ahora en los detalles. dicio n es in d isp e n sa b le s del b ien público.
’’P ara term inar: los neo-monárquicos, 'clespués de haber es 2. P a r a m o s tra r cóm o se p e n sa b a e n L ’A c tio n F rançaise, citem os
s u p ro g ra m a d e 1903:
tudiado los males presentes y haberlos referido a sus verdade “L ’A c tio n F ra n ç a ise a p e la a l p a trio tism o co n scien te, reflex iv o y r a
ras causas, que son las instituciones políticas salidas de la Re cional.
volución y del Imperio, se han decidido a plantear a los fran " F u n d a d a en 1899, en p le n a crisis política, m ilita r y religiosa, L ’A c
tio n F ra n ça ise in sp iró se e n 'el se n tim ie n to n a c io n a lis ta ; lo c a ra c te rístic o
ceses esta pregunta: “L a institución de una Monarquía tradi de ella fu é el som eiter e ste s e n tim ie n to a u n a d is c ip lin a rig u ro sa.
cional, hereditaria, antiparlamentaria y descentralizada, ¿es “U n v e rd a d e ro n a c io n a lis ta —a firm ó como principio—coloca l a p a
o no de salud publica ? t r i a p o r e n cim a de to d o ; por consiguiente, concibe, t r a t a y resu elv e
to d a s la s cu estio n es p o líticas p en d ien tes co n fo rm e a su relación con
— Sé de sobras, querido, lo que contestarán las nueve dé el in te ré s n a cio n a l■
cimas partes de franceses 1. P ero ¿ qué contestas tú ? "Con el in te ré s nacio nal, y no con los cap rich o s del sen tim ien to .
"Con el in te ré s n acio nal, y no con su s p re fe re n c ia s o rep u g n an cias,
* — Amigo, estoy de lo más perplejo. Si quieres que te diga su s in clin acio n es o su s a n tip a tía s .
todo lo que pienso, te diré que la teoría de los neo-monárqui "Con el in te ré s n acio nal, y no con s u p ere z a d e esp íritu , sus cálculos
cos me parece coherente, arm ónica; que tiene más en cuenta p riv a d o s o su s in te re se s personales.
"O bedeciendo a e s ta n o rm a, L ’A c tio n F ra n ça ise se vió fo rz a d a a re
las realidades, la historia y la naturaleza hum ana; que es me conocer la rig u ro sa n ecesid ad de la M o n arq u ía en la F ra n c ia contem
nos ingenua, menos imprudente y, p a ra decirlo de una vez, me p o rá n e a .
"S u p u e sta la v o lu n ta d de s a lv a r a F ra n c ia y de p o n er por encim a
nos tonta que las otras teorías políticas que conozco. Pero que
d e todo e s ta v o lu n ta d de sa lv a rla , es in elu d ib le la conclusión m o n á r
la Monarquía sea "de salud publica’’, supone que en ella está q u ica, y a q u e el ex a m e n d e ta lla d o de l a s itu a c ió n d e m u e s tra q u e sólo
con la M o n arq u ía s e r ia posible u n re n a c im ie n to fra n c é s.
"Si p a re c e d ifícil la re s ta u ra c ió n de la M o n arq u ía, ello no p ru e b a
1. No im p o rta el sa b e r la opinión de la s n u e v e décim as p a rte s de m á s? q u e e sto : q u e el ren a c im ie n to fra n c é s es difícil tam b ién .
franceses sobre la s condiciones de la sa lu d p ú b lic a , sin o cuáles son "Q uien q u ie ra éste, tie n e qu e q u e re r aq u élla.
p recisam en te e s ta s condiciones. A u n q u e uno fu e s e el único, fre n te a •"C orno L ’A c tio n F ra n ça ise q u e ría a m b a s co sas, se hizo m o n á rq u i
38 millones, en conocerlas, la ra z ó n e s ta r ía c o n él a l en u n cia rlas, al ca. T odos su s n ú m ero s, desde h a c e dieciocho m eses, tie n d e n al prose-
sostenerlas, al lu c h a r p o r ellas, al tr a b a ja r p o r q u e prev alecieran U tism o m onárquico.
sobre el criterio de los d em ás p o r todos los m ed io s que se presen ta sen . "Los a n tig u o s m o n árq u ico s ce le b ra ro n el v e rs e confirm ados, p o r r a
E ste uno sólo d e ja rla de te n e r ra z ó n si la. v o lu n ta d p o p u la r fuese zones a m enudo in éd itas; en s u tra d ic ió n y s u fe . P ero L ’A c tio n F ra n
el único m edio de h a c e r p re v a le c e r u n a id ea ju s ta . P e ro no es este ça ise se d irig ía e sp ecialm en te a esos p a tr io ta s que v iv en su m id o s to-
LA RESPUESTA DE M . JU L E S LEM AÎTRE 559
558 ENCUESTA SOBRE’ LA MONARQUÍA
se adm iran de la flexibilidad de las espinas dorsales jacobinas, hasta mediada mi edad m adura. M is maestros me habían en
siem pre secretamente deseosas de una llave de chambelán. gañado. A su vez, ellos estaban engañados también. H o y veo
“E l sentimiento igualitario y la “envidia dem ocrática” de claramente que, a p artir de la Revolución, y del Renacimiento
bieran irritarse de que un tan pobre hombre como el ‘presi inclusive, la Historia de Michelet, de que antaño me nutriera,
dente actual—-elegido por un azar tan gratuito, además, como es, no digo que de un impostor (porque parece de buena fe ),
el del nacimiento— , en lu g a r de observar la sencillez de un pre pero sí de un enfermo y un medio loco \ M. Anatole Franca
sidente suizo o americano, se regodee beatíficamente con los dijo admirablemente, en los tiempos en que era escéptico: “Mi
honores anejos a su inútil función, juegue al soberano, moles chelet siempre h a tenido una propensión al enternecimiento;
te a los parisienses, abuse del privilegio de hacer acordonar las derram a dulces lágrim as por M aillard, ese hombrecillo ordena-
calles, etc... Pero, no; la gente encuentra esto m uy bien... dito que introdujo el papeleo en las matanzas de setiembre.
— Y tiene razón, hombre. Cuanto menos vale la persona Pero como el enternecimiento conduce al furor, de pronto se
que ejerce entre nosotros la función soberana, reducida a las enfurece contra las víctimas. E s el sentimentalismo moderno.
fo rm a s exteriores, más encantados están nuestros demócratas Se compadece a l asesino, pero se considera que la víctima es
de esta parodia de la realeza. Cuanto m ás su efím ero presiden imperdonable. E n su último aspecto, Michelet es más Michelet
te h a g a el rey, m ás podrán ellos hacer el príncipe. Además, que nunca. Se acabó el sentido común; ¡es adm irable! N i arte,
todo es poco para honrar en él al funcionario que tiene el ni ciencia, ni crítica, ni relato: nada más que cóleras, espas
botín del partido (vulgo, “la llave de la despensa” ) , y que mos, una crisis de epilepsia a propósito de hechos que no se
no lo tiene m ás que p ara ellos. A caso también los más inteli m olesta en exponer. Gritos de niño, caprichos de preñada...”
gentes gocen el placer delicado, el placer de g ra n señor que ”N o mirando m ás que al fondo, Michelet es, sólo que con
experimentaba Don Salustio ennobleciendo y emperifollando a m ás genio, el padre Loriquet de la R efo rm a y de la Revolución.
su lacayo p ara que hiciera las más obscuras tareas... Y no sólo él y los Lam artine y los H ugo, sino los bu rgu e
’’P ero me parece que nos estamos alejando del tema. En ses sesudos como Thiers y M ignet han abusado de mi larga
nuestra última conversación me dijiste “lo que crees que es inocencia. A los cincuenta años, me veo obligado a rehacer mi
verd ad” de la teoría monárquica. H o y debías decirme lo que educación. ¿ N o es lamentable?...
crees posible y objetarte a ti mismo. — Sí, y a lo sé: le estás metiendo el diente a A u guste Comte,
— Pero, hombre, las objeciones saltan a la vista. Son ob cosa no muy divertida 2; descubres a B onald y a de Maistre,
jeciones de hecho. Sé cómo se form ulan y lo que se puede con
testar a ellas. Pero ¿para qué? Conozco tan por completo los 1. E n los m om entos en que la te r c e r a R e p ú b lica se h a v is to obli
prejuicios populares en este punto como que los he compartido g a d a a re sta b le c e r, en fa v o r de u n d an és m estizo de suizo, G abriel
Monod, la c á te d ra de M ichelet en el Colegio de F ra n c ia , no es n a d a
ocioso el s u b r a y a r la p e rfe c ta e x a c titu d del d iag n ó stico de M. Ju les
la C á m a ra , el 25 de n o viem bre de 1908, h a b la n d o de la e v e n tu a lid a d de L e m a ltre . E s ev id en te qu e su se m ilo c u ra a p a re c e y a en el R en acim ien
u n a g u e rra , q ue él a c a b a b a de lla m a r "la peor de la s a v e n tu r a s ” : to . H a y q u e re le e r el e x tra o rd in a rio c a p ítu lo e n que M ichelet explica
“Y digo la peor de las a v e n tu ra s porque no tie n e m á s que dos salidas, cóm o l a c o rte y los católicos in v e n ta ro n a R o n sa rd p a r a oponerlo a
a cual m á s dolorosa: h a cer de F ra n c ia ■u n a P olonia e n tr e g a d a a los R a b e la is.
a p e tito s de todos, o c o n v e rtir el p a ís de la R evo lu ció n en cu a lq u ier bajo 2. N o sólo n o d iv e rtid a , sin o d u ra . E s ta m o s seg u ro s de que, no
Im p erio c e sa rista inclinado a n te la bota estú p id a de u n soldado con o b sta n te , M. Ju le s L e m a ltre h a p e rd o n a d o a A u g u ste C om te, en g ra c ia
s u e r te .” D e modo que los rep u b lican o s p ie n s a n que si "el p rim ero que d e c ie rta s p á g in a s d e u n a elocuencia s o b ria y fu e rte , que se podrían
fu é re y fu é un soldado con s u e r te ”, la re c ip ro c a no p uede d e ja r de cu m s a c a r ca si e n te ra s, d e l a S ín te sis s u b je tiv a , del S is te m a de política, y,
p lirs e : el p rim e r soldad o con s u e r te te n d rá p ro b ab ilid ad es de im ponerse so b re todo, del T e sta m e n to . P ero es c ie r to : C om te e sc rib e y p ie n sa r u
com o rey. T al es, seg ú n confesión pro p ia, el e sta d o d e e s p íritu en que d a m e n te . S u filosofía tie n e la fu e rz a , pero ta m b ié n la condensación y
s e e n c u e n tra n los fra n c e se s tr a s tr e in ta y ocho añ o s de a b stin e n c ia e l a sp e c to d e u n á lg e b ra . H a y q ue e s ta r su b ien d o m u ch o tiem po p a ra
re p u b lic a n a . (N ota de 1909.) lle g a r a l b elv e d e re q u e d a so b re u n h erm o so p a is a je filosófico.
36
LA RESPUESTA DE M . JU L E S LEMA1TRE 563
562 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
amenazada de continuo. E l Im perio conservaría de sus orígenes Iperio es una transacción entre el principio de orden y de auto-
militares el gusto y la preocupación de una administración ‘ rielad y la ilusión democrática* Esto du raría lo que durase.
exacta y disciplinada \ ¿ E s que todo esto no es nada ? Dice — P o r tanto, no duraría apenas. E l Imperio no h a tenido
usted que el Im perio acaso se inclinase, por la necesidad de tiempo de convertirse en una dinastía. Su principio propio,
conservar la popularidad, hacia un socialismo de E stado: yo haga lo que haga, no reside más que en la cambiante voluntad
creo que poco a poco se vería dispensado de hacerlo, una vez popular, no en algo anterior y superior a esta voluntad, como
reconquistadas la prosperidad y la calm a...1 2. P o r lo demás, vj es la realeza tradicional1. T a l vez, si el príncipe im perial hu-
si el 89 es un error (lo que es m uy posible), un erro r que dura íbiese vivido, u n a dinastía y una legitim idad nuevas hubieran
un siglo se convierte en una tradición y hace las veces de la Ipodido substituir a la dinastía y la legitim idad de lo s Cape-
verdad. E l vino m ana hace m ás de cien años: h ay que seguir tos ; pero, en la situación actual, el Im perio no sería más qu e una
bebiéndolo... ¡ dictadura plebiscitada, es decir, lo que h ay de m ás inestable.
— ¿Aunque reventemos? Revolucionario de origen y de principio, no podría sostenerse
— M i bonapartista te diría: “Caballero, usted exagera mu más que con el absolutismo, y no puede se r absoluto m ás que
cho. U sted recordaba, el otro día, la s palabras de un joven filó en virtud de la gloria militar, que hoy no está a su alcance.
sofo: “E l Im perio suprime la anarquía, no las causas de la ¡Cuántas dificultades, pues! A ñ adiré que tu bonapartista, por
an arqu ía”, y reconocía usted que la supresión de hecho de la modesto que sea en sus sueños, no lo es todavía bastante. E l
anarquía es y a algo. Es, por lo menos, un alto. U n poder cen público h a rechazado la teoría plebiscitaria por miedo a l Im
tral independiente de todo p a r tid o 3, que garantizase la paz perio. Con m ás razón rechazaría el Im perio mismo.
interior y que no gobern ara a contrapelo de los intereses ge — ¡A h ! ¿Quién sabe? Si no fu e ra p o r los recuerdos del 70,
nerales y de la s necesidades y los sentimientos de la mayoría compensados, por otra parte, con la leyenda del gran E m p e
de la nación, no sería una cosa a la que hacer ascos... E l Im- rador, el Im perio es seguramente la fo rm a m onárquica que
repugna menos 2 a muchos franceses, precisamente porque el
1. ¿ C o n se rv a b a el Im p erio , e n 1869, de su s o ríg en es m ilita re s, la pre Im perio sigue siendo la Revolución. T ú verás, si algún día se
ocupación d e la fu e r z a de n u e stro E jé rc ito , o siq u ie ra del n ú m ero de restaura el Imperio, como su M onk será algún general jaco
n u e stro s so ld ad o s? N in g ú n rég im en se h a a b u rg u e sa d o ta n rá p id a m e n
te com o el de los dos Im p erio s. E n cam bio, la M o n a rq u ía burguesa bino ó algún sindicato de radicales... Atiende a lo que se dice
d e 1830 te n d ía en to d o m om ento a a ire s m ás m ilita re s. L o s jóvenes en los pasillos de la Cámara...
p rín cip es d e O rlean s, A u m a le y Join v ille, p ro v o caro n e s ta rá p id a evolu
ción. E l Im p erio , n a c id o en m edio de los cam pos de b a ta lla , acab ó en — L o sé, y ello confirma lo que te decía del p robable jaco
la s in trig a s de c o rte , d e sa ló n o de P a rla m e n to , ta n to en 1814 com o en binismo de un nuevo régimen cesarista.
los C ien D ías y e n 1870.
— H a y bonapartistas muy simpáticos que dicen que n o ; d i
2. P e ro lo im p o rta n te es s a b e r si la p ro sp erid a d y la c a lm a serían
rec o n q u ista d a s, te m p ra n o o ta rd e ... L os b o n a p a rtis ta s am ig o s d e M. Le- cen ellos que, una vez hecha “la cosa” , y a veríamos, y que,
m a ltre n o tien en en c u e n ta n u n c a e s ta p e q u e ñ a c ir c u n s ta n c ia : en vez en todo caso, siempre se alcanzaría un bien relativo, dado el
de su c e d e r a tr e in ta y tre s añ o s de M o n arq u ía p ró sp e ra , s u quim era
de u n te r c e r Im p e rio v e n d ría tr a s los tr e in ta o c u a re n ta a ñ o s d e a n a r miserable estado a que hemos llegado. L o cierto es que la so-
q u ía rep u b lic a n a . S e ría , pu es, n ecesario p ro d u c ir, eco n o m izar, cap ita
liz a r y, p o r s u c o n stitu c ió n elec tiv a y d em o c rá tic a , el Im p e rio n o pue
de h a c e r n u n c a m á s q u e g a s ta r, d e rro c h a r, d e s tr u ir : a h o ra bien, es 1. S u b ray em o s bien esta s d iferen cias cap ita le s.
ta n d o y a consu m ad a« la s d e stru c c io n e s p ro fu n d a s, ¿con qué ib a a a p a re n 2. E s to es m u ch o decir. R e p ita m o s : ¿no h u b ie ra sido m ás ju s to es
t a r s iq u ie ra u n a re o rg a n iz a c ió n ? crib ir que es l a fo rm a m o n á rq u ic a m enos o lv id ad a? Sólo nos s e p a ra n
3. Como y a h e m o s v is to m ás a r r ib a , el Im p e rio e s u n gobierno d e ellai tr e in ta y tre s añ o s. E s u n a sim ple z a n ja . Pero, a l o tro lado de
d e opinión, es d em o crático , p leb iscitario , electivo. E s, pues, dependiente. ella, ¡ c u á n ta sa n g re , qué de p érd id as, qué d e ru in as, c u á n to a m e n g u a
C reo q ue es c la ra la co nclusión de que, lo q u e n o es, es “in d ep e n d ie n te ”. m ien to p a ra n u e s tro p a í s ! S obre todo, ¡ c u á n to crecim ien to de lo s otros
Q ue es lo qu e el am ig o v a a c o n te s ta r a M. Ju le s L e m a ítre . p u e b lo s !
LA RESPUESTA DE M . JU L E S LEiVIAÍTRE 573
572 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
i
¿CÓM O IMPLANTAREMOS LA M ONARQUÍA? 595
594 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
las condiciones fuera de los que la patria no puede subsistir. BgJ üsión natural de toda la Encuesta sobre la M onarquía en
reconocido que la R ep ú b lica es, p o r 'esencia, in ca p a z d e reu n ir y de ancia:
m a n ten er e s ta s condiciones. P o r él co n tra rio , p a re c e que n a d a de l» J “Después de diez años de experiencia de tantos errores, lie-
que es n acion al pu ede se g u ir siendo repu blican o.’’ de confianza, con toda seguridad de alma, levanto m i copa
M. Jules Lem aître se había levantado y, mientras nos excusá la salud del R e y de Francia."
bamos de haberle interrogado un poco a su pesar, le hicimos toda-;
vía esta últim a pregunta: “¿Cree usted que estas declaraciones ;
pueden sorprender a sus amigos de la “Patrie Française?”
— Muchos de ellos probablemente las esperaban. Y o pensaba ya
así hace cuatro o cinco años. Sólo que no podía decirlo tan claramen
te como hoy p a ra no molestar a algunos am igos nuestros. Pero ,
mi sentimiento se veía bastante claro en el folletito de que aca
bam os de hablar.
A l tiempo que nos despedía, M . Jules Lem aitre añadió:
— H e adoptado como ex-libris una divisa sacada del dístico de
Gil B la s: In ven i p o rtu m . H e hallado el puerto.
I n v e n i p o rtu m . S p e s e t fo r tu n a , v á le te !
S a t m e In sistís. L u d ite n u n c alíos.
ilí
II; ;
íi
A P É N D IC E S
APENDICES 613
612 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
funciones de Estado: política extranjera, policía general, Ejército H e aquí la carta de Octave T auxier:
y alta justicia. Separándose de aquellos caballeros, Tauxier po
“M i querido M au rras:
d rá llenar la inmensa laguna que dejan en el centro de su sis
tema. Y ellos mismos tendrán que agradecérselo dentro de nada.
I| Cuando usted llevaba a cabo la E n cu esta so b re la M onarquía, yo
Démosle nosotros gracias ahora mismo. Apenas iniciado, Tau ¡o era monárquico, sino únicamente, y tanto como el que más, anti-
xier perfecciona y completa una de nuestras fórm ulas más im ■epublicano.
portantes: la de la identidad de los intereses de una dinastía na P o r aquel entonces, seguidor asiduo de los trabajos de la re
cional con los intereses mismos de la nación. Adivinada por Mon- sista L a S cien ce S ocíale, me desentendía, como ella, del problema
í 'f tesquieu, aprehendida por Renán, esta verdad, que pasa hoy a |el Estado. Los redactores de aquella revista, influidos por M. Tour-
I:> manos— doctas manos— de Octave Tauxier, fué form ulada en ios
í ville, profesan una especie de recelo hacia la institución del E stá
siguientes términos en la E n cu esta sobre la M onarquía (primer felo; partidarios y propagandistas de la acción p riv a d a , opónenla a
fascícu lo ): “A n d r é B u f f e t :— U n a República depende del talento ¡a acción p ú blica como puede oponerse el bien al mal, y, llevados
ih
y del ánimo de sus partidarios. Pero un soberano hereditario por su sistema, no mencionan la acción de los poderes públicos
está demasiado directamente interesado en el bien público para [como no sea para denunciar sus abusos o su impotencia.
gobern ar sólo según su humor o según un sistema. É l es el cere Convierten un hecho cierto — la excelencia de la acción privada—
i* bro, el centro nervioso de la nación. Tiem bla por el peligro co 1« pu nto de p a rtid a p ara venir a p arar en el desprecio de la ac
mún, aspira a la común prosperidad. Su naturaleza profunda, su ción del poder público, de la institución estatal. Transform ados así
función necesaria y natural, o, si usted prefiere decirlo en términos de |n liberales, parece que desean un Estado impotente, y hasta creo
geometría, su posición, oblíganle a conducirse de acuerdo con las íque estos discípulos de L e Play, despistados por un sistema erró
exigencias del bien público. N o hay duda de que puede equivocarse neamente fundado, tienen cierta simpatía por nuestro presente
en la interpretación de estas necesidades, pero trata de decubrirlas,
'anarquismo.
no puede dejar de hacerlo, y, apenas advierte el error, su propio
í P o r otra parte, ¿no es cosa de sorprenderse el hecho de que el
\| in te r é s lo induce a rectificarlo.” examen de la N o m en cla tu ra 1 esté detenido desde hace nueve años
En el segundo fascículo de la E n cu esta, en el que se repite bas
t| ¡y precisamente en el prim er escalón de las agrupaciones de la
tante este tema, sostengo, principalmente al contestar a Barrés,
vida pública: el Municipio? Los redactores de L a Science Sociale
que este es el privilegio del gobierno hereditario, personal o co
1—hago excepción de M. de Rousiers— que se paran ante las agru
% lectivo, aristocrático o monárquico. L a s dinastías “ buscan, como
paciones de la vida privada, ¿acaso consideran como no existentes
to d o lo hum ano , su in terés pa rticu la r, pero, buscándolo, procuran,
las agrupaciones de la vida pública? U n lector asiduo de L a Scien-
a d em á s y al m ism o tiem po, el in te ré s general".
]ce S ociale tiene motivos para pensar que, si M . de Tourville hubiera
Cuando sistematizaba estas ideas, ya indiqué su sutilidad Tuve
que desarrollarlas mil veces en la G a se tte de F ran ce, h e Boleil y idea con e ste térm in o e x p re s a d a y definida, se h a epilogado so b re la
L e Fígaro. ¿H an sido bien comprendidas? M. Georges Fonsegrive, p alab ra y todos n u e stro s d e m ó c ra ta s c ristia n o s s e h an a p ro v ech ad o de
cuya inteligencia nadie sería capaz de negar, las ha discutido en ella p a ra a c u s a r a n u e s tra s d o ctrin as, bien de elim in ar el a ltru ism o y
su libro L a Crise Sociále, sin que parezca haberlas penetrado exac de re c h a z a r los m ás g enerosos a rra n q u e s del a lm a h u m an a, o b ien h a s ta
i-de p o n e rse a l serv icio de la s m a la s p asiones q u e e n g e n d ra e! egoísm o, o,
tamente. L e invito a que profundice las explicaciones de M. Tau 'por m e jo r d ecir, su s e x tra v ío s. L im itém onos a d e c ir que no com prenden
n xier, que son luminosas. Apenas hay comparación entre nuestros [lo que es b ie n fá c il de co m p ren d er. E l te o riz a d o r del altru ism o , A u g u ste
!fH. rápidos diseños y la form a perfecta que nuestro amigo da a la
g ra n verdad política que con nosotros aspira a servir i.
Comte, y a a c o n se ja a los políticos y h a s t a a los m o ra lista s “que llam en
)los im p u lso s personales en ,a yu d a de las n ecesid a d es sociales”. No sólo no
(hay n a d a m á s se n sa to , sino n a d a m ejor, en todo3 los sen tid o s de la p ala-
;bra, desde todos los p u n to s de v is ta . A despecho de a lg u n a asp e re z a
1. Como v a a verse. O ctave T au x ier, q u erien d o d e sig n a r las cosas }de le n g u a je d eb id a a su p e rso n al filosofía del m undo, O ctave T au x ier
co n u n té rm in o co m pletam ente explícito e inequívoco, em p lea la palabra ’no dice m á s que esto. N o sólo n o d e s c a rta l a v irtu d , sin o que l a sos
egoísm o en s u evidente sen tid o de in s tin to d e co n serv ació n , de voluntad tie n e , le dp, p u n to s de apoyo. (N o ta de 1909.)
d e v iv ir o de ten d en c ia del s e r a p e rs e v e ra r en su se r, ley com ún a todo ? 1. L a N o m e n c la tu ra es la ta b la de los fenóm enos so ciales en el or
lo que existe. Como era n a tu ra l, hallán d o lo m ás cóm odo que d iscu tir la den en q u e se d e te rm in a n unos a otros.
4
\
me.t
APÉNDICES 615
614 ENCUESTA SOBRE -LA MONARQUÍA
V o y a repetir los términos de la E n c u e s ta :
hecho llegar sus estudios hasta las agrupaciones de la vida pública 1.« “ ¿Q ué e s la M on arquía?"
y hubiese aplicado su poderoso talento a esta parte indispensable U n a institución que convierte los intereses públicos de los fra n
de su obra, tanto él como sus colaboradores hubieran visto el Es ceses en intereses personales y privados de un hombre. O m e
tado como una institución justificada, y, estudiándole, le hubieran jor aún: una institución que hace de los intereses públicos de los
considerado como un organism o necesario a la vida presente de la
¡franceses el patrimonio de una fam ilia. E s decir, u n a in stitu c ió n
sociedad, tai como en el cuerpo del hom bre lo es el cerebro, y hu
que coloca la co sa p ú b lica fra n c e sa b ajo la sa lv a g u a rd ia d e un
biesen pensado que su buen funcionamiento tiene un capital inte egoísm o.
rés p ara la salud del cuerpo social.
i N o es verdad que este es un sistem a de gobierno de una
E s un poco excusable el que cueste trabajo el rechazar, aunque
sencillez adm irable? M ás aún: e s e l m edio se ñ a la d o p o r la N a tu
sea en parte, las orientaciones m arcadas por L a Science Sociale;
raleza. Esto es lo que esencialmente me su by u ga en el sistema mon
los meritísimos trabajos llevados a cabo p o r ésta, no solamente han
árquico: que es é l m e d io n atural.
agrandado y renovado, a los ojos de quienes les han seguido, la
V oy^a explicarm e: la naturaleza confía a cada uno de los se
concepción de la sociedad, sino también su capacidad de compren
res el cuidado de su propia conservación, y p a ra ello lo dota de un
sión general de las ideas y de los hombres.
sentimiento, principio de sus acciones, que es el egoísmo. E l ser
Pero los acontecimientos de que Francia es víctima y las ense
¡ dotado de inteligencia, el hombre, puede lle g a r a unas transaccio
ñanzas de usted, mi querido Maurras, han hecho ver a algunos lec
nes con sus semejantes, a estipular unas alianzas, hasta a eri
tores de la Science Sociale, entre los que me cuento, que errarían
girlas en el terreno de lo absoluto, y de este modo lle g a r a dar
limitándose enteramente a sus orientaciones p ara la solución de
la ilusión del altruismo, pero todo ello será en razón de su mismo
las cuestiones que nos apremian. L a institución del Estado acaso
egoísmo. E l egoísmo es p ara el individuo el medio de proveer a su
podía ser indiferente a los campesinos de la costa de Escandinavia
existencia y el principio de la estabilidad de esta existencia misma.
del siglo xi y hasta a los compañeros de Cedrico. Pero su exis
Gustan los redactores de L a S cience S o ciá le de hablar, siguien
tencia y su m anera de ser no pueden ser indiferentes a los france
ses de 1902. do a L e Play, del plan providencial; con estas p alab ras expresan,
U no de los méritos de usted, mi querido M aurras, ha sido el o m ejor dicho, reconocen que la arm onía total de u n a sociedad de
haber restaurado la noción del Estado en las mentes francesas, en pende únicamente del ejercicio del egoísmo por las unidades que la
una época en que, paralelamente a otras influencias secundarias, componen, es decir, que se mantiene unida y próspera no en virtud
el republicanismo y el liberalismo la habían destruido. H a hecho de las cualidades altruistas, sino por la sola rebusca, por p arte de
usted que se contemple al Estado en sí mismo, como órgano pro cada uno, de su propio interés exclusivo. Sólo cuando el hom bre
pio, independiente, cuando se le creía condicionado a unas concep m ira a su interés propio, sirve eficazmente a la sociedad. ¿Qué se
ciones de baja metafísica heredadas del siglo xvm . desprende de esto sino que nada grande, ni de carácter general,
Por lo que a mí respecta, maduro ya el espíritu, apremiado por es via b le si se basa ú n ica m en te en el am or al prójim o (excep
uno de nuestros amigos i, y estimulado por una fórm ula que Vau- tuando, como cosa fuera de discusión, los grupos religiosos), en la
geois ha repetido en estos últimos tiempos, ha llegado el momen abnegación, la virtud, la conciencia, fuerzas intimas, raras, frá g ile s:
to de que exprese a usted mi adhesión a la institución real. fantasm as? ¿Qué valen estas apariencias frente al egoísmo, ex
Y no es que la razón de mi monarquismo no h aya sido for presión del ser “que quiere vivir” ?
m ulada hasta ahora: a usted le es fam iliar, pero tiene en su abo Y siendo así, ¿ a quién vamos a entregar nuestros intereses pú
no el ser la más fuerte de todas, el sobresalir entre todas, y me blicos, a quién entregaremos el Estado? ¿ A la v ir tu d de uno o de
siento inclinado a exponerla, puesto que no h a sido m ás que indi varios centenares de hombres que hayan sobresalido en el oficio de
cada, tanto en la E n cu esta, por M. B u ffet y usted, como en L’Action candidato? ¿O bien al egoísmo de una fam ilia?
F rançaise, por Vaugeois.1 E l hombre prudente pensará que debe servirse del medio cons
tante que la naturaleza le ofrece y no le pasará por las mientes
tratar de forzarla, porque sabe que el medio que ella le presenta
1. No h a y n in g u n a in d iscrec ió n en d a r el no m b re de éste, que es
es el único eficaz y que, de pretender sustituirlo por otro, no im -
M. Jac q u e s B aínville.
p*í
t' '
APÉNDICES 617
616 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
ipompadour) no andaban tan descaminadas al encarnizarse con-
pedirá por esto su acción omnipotente, si bien entonces actuará
gtra Federico y contra el Estado naciente que ellas trataron de aho-
contra su propia inclinación.
Igar en la cuna. L o s h isto ria d o res que unán im em en te han censurado
N em o n aturae, n isi parendo, im p e ra t. En efecto, lo que vemos
M adam e de P o m p a d o u r no h abían v is to lo que n o so tro s h em os
en los parlamentarios es el cuidado de su solo interés personal.
I enido a l alcance de n u e stro s ojos. E lla y su s m in istro s, M achauU
fy B e m is , p resin tiero n con g ra n ju s t e s a que no debe fa vo re ce rse la
¿ Tendré que añadir que es vano el preguntarse si un heredero
m orm ación d e E sta d o s n u evo s en un cuadro ta n e s tric to com o es
resultará más "capaz” que un elegido, cuando sabemos que sólo la
pZ cu adro de la s n acion es eu ro p ea s; que h a y que in ten ta rlo todo
institución real cuenta con la plenitud del conocimiento? Porque
posee todo aquello en que ésta se basa y todo lo que la hace posi
lantes que d eja r que crezca n aqu ellos que anuncian g ra n d es am b i
i¡ r, cio n es. L a marquesa, ciertamente aconsejada por cabezas ipás
f\ ble, las fuerzas esenciales de lo inconsciente, la sensibilidad y los
movimientos reflejos. Igólidas que la suya, había comprendido que A u stria era mucho
¿Puedo, pues, en adelante oír hablar, a propósito de monarquía 'menos temible que la nueva nación dirigida por un principe joven,
y de república, de fo rm a ( ! ) d e gobierno , de indiferencia, de la fgran político y y a consumado militar, apoyado y flanqueado por
cu estión de fo rm a f |ja irreductible enemiga, Inglaterra, en la que reinaba uno* de los
2 .0 L a segunda y última pregunta de la E n cu esta es ésta: La «(mayores hombres de Estado que han gobernado una nación.
* *«r- in stitu c ió n de una M onarquía tradicion al, h ered ita ria , antiparlam en Lo que nos falló fué la ejecución. Aquella cantidad de ge-
ta r ia y d escen tra liza d a , ¿ e s o no de salu d p ú b lic a f ¡nerales que mandaban a los rusos, los círculos alemanes, a los
i :.l
«austríacos y los franceses no siempre se entendieron (como pu-
L a prim era pregunta era de orden teórico; la segunda lo es de
orden práctico; completa la prim era en cuanto deja a los hechos do verse en R osbach), y, aun vencido, aquel reyezuelo que no
la justificación de la excelencia de la teoría monárquica; justifica |tiene por encima de sí, como hombre de guerra, m ás que a N ap o
ción indirecta, pero plena y suficiente. N o se puede responder más león, era todavía superior a Daun, por muy vencedor que éste fue-
que con un sí. |se. Muchos han reprochado a M adam e de Pom padour sus eleccio-
Su buen amigo nes. Los generales designados por la m arquesa habían servido ya
O ctave t a u x ie r en la guerra de sucesión de A ustria y no todos carecían de talen-
tos militares, pero faltó el mando supremo, los diversos mandos
Ilustrem os con una viñeta las rudas y claras verdades ex no se entendieron, y enfrente estaba Federico. N o se sacó de las
puestas por Octave Tauxier. E n el mismo número en que apa (victorias todo el provecho posible. Además, Francia, agobiada de
t deudas, pagaba por todos sus aliados, mientras que el rey de Prusia
recieron éstas, uno de los colaboradores de L ’A ction Française,
K metía el brazo hasta el codo en los cofres de la rica Inglaterra.
Richard Cosse, p u b lic a b a 1 unas importantes notas sobre esa
|! Por este lado había una alianza sencilla y apretada entre dos
política de Luis X V y de Madam e Pom padour que tan pronto
grandes hombres de Estado, uno de los cuales era, a l mismo tiem
ha sido presentada como un espantapájaros, tan pronto como
po, el prim er capitán de su siglo. P o r el otro lado, confusión, inte
algo escandaloso, y cuyas operaciones, cálculos y móviles estu reses numerosos y dispares, tropas diseminadas y oficiales valien-
vieron, no obstante, regidos por el sentido de los intereses de : tes, pero para (os cuales el oficio de soldado y a no era la sola pre-
la Monarquía. E n el mismo rebajam iento de la persona del rey, ocupación. Y, además, Francia vivía todavía de la gloria de Luis XTV,
la Corona seguía siendo lo que es y conservaba un fuerte as del mismo modo que, bajo Napoleón, P ru sia vivía de la gloria de
cendiente sobre la opinión (que es lo que se trata de demostrar) : Federico II. E l error de M adam e de Pom padour fué el no darse
Is cuenta de esta situación. Pero ¡Francia era todavía tan poderosa
Cotillón I, Cotillón I I y Cotillón I I I (sabido es que Federico de f. y P ru sia era tan poca cosa! i . N o obstante, Madam e de Pompadour
signaba con estos nombres a las dos emperatrices y a Madame de1 I había olido al enemigo. ¿ Podremos nosotros censurarla con de-
¡i
I ,
II
■V
618 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
fuerza nacional. Restauración de la lib e rta d gu b ern a m en ta l. (Todos |ores, los desilusionados exigen que se les presente un plan de
los dictatoriales, todos los plebiscitarios, todos los autoritarios, to : Reconstrucción. Como acabamos de ver, este plan viene im
dos los antiparlamentarios, Lemaître, Coppée, Quesnay, Drumont, plícito en la form a misma de las lamentaciones nacionales,
Guéfin, Dérouléde, Cavaignac, etc.). íestá inscrito en la misma estructura del país y de la nación.
Sumad las cinco críticas, y tendréis la crítica de todo el siste
(Basta con analizarlas de buena fe. E l anhelo general dirígese
m a íiberál, parlamentario y republicano. Sum ad las cinco liberta
ja la M onarquía. Y la M onarquía es la expresión de nuestras
des, y tendréis las cinco libertades o cinco poderes naturales en
(necesidades elementales. E n esto radica exactamente el pro
que se basaba la Constitución de la antigua Francia. Sumad, final
fundo realismo de nuestra doctrina.
mente, a la institución hereditaria dé la fa m ilia el estatuto perma
nente del m unicipio y de la provin cia, la institución profesional, y
" e l principio estable de la a u to rid a d política, y tendréis la fórmula
de la Monarquía.
Y todas estas tesis son profesadas, sostenidas y apoyadas por
sectores considerables de las clases directoras francesas y a me
nudo hasta por organizaciones poderosas. L o que queda por hacer
es unirlas, agruparlas, ordenarlas. ¡ Y esto no se ha hecho! ;Y los
monárquicos no piensan aún en hacerlo! ¡Si los monárquicos qui
sieran! ¡Si los monárquicos supieran! E n algunos meses se con
vertirían en los directores indiscutibles de la conciencia francesa
y la M onarquía quedaría consagrada, por lo menos ante la opi
nión. N o faltaría m ás que convertirla en un hecho como postulado
unánime del espíritu público.
1. Extracto de L ’Action Frpmgabse de 1 de agosto de 1903. 1. L a s p a la b ra s “so b re todo” son de F ré d é ric A m o u re tti.
I
m
APENDICES 625
624 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
Hoy, la libertad y sus peligros están a rrib a , queremos decir,
ción que debe ejercer; una transitoria y, la otra, permanente: en
lí donde se ventilan los asuntos capitales que comprometen el
p rim e r lu gar, haciendo ju stic ia en los crim in a les d e E sta d o y pro
iiorvenir de la nación y la seguridad del Estado; en cambio, la au-
cediendo a seg u id a a la reco n stitu ció n y la dirección d el país.
iridad, en sus extremos rigores, se ha reservado, con perfecta
utilidad, para los de a b a jo , p a ra los súbditos entre los que, por
LA DICTADURA MONARQUICA: SUS PRINCIPIOS $1 contrario, la discusión, las diferenciaciones, la iniciativa de cada
iudadano, estarían no sólo desprovistas de peligro, sino que se
Los abajo firmantes, escritores monárquicos, hablando en su
an provechosas; la autoridad soberana y decisiva aplícase al
solo nombre, pero invocando, a más de las tradiciones y consti
enor detalle de las relaciones de los particulares con la Adminis
tuciones de la antigua M onarquía francesa, los discursos y cartas
tración.
del señor conde de Chambord, de Su A lteza el conde de París y de
Invertir este orden, colocar la libertad abajo, la autoridad arri-
Su Alteza el duque de Orleans, en particular los recientes manifies
ia, es, ni más ni menos, reconstituir el orden natural y racional;
tos de este último, afirman en prim er lu g a r que el jefe de la Casa
¡jpor tanto, la constitución m onárquica significaría, sencillamente, la
de Francia les aparece como un dictador necesario tanto como
constitución natural y racional del país, a l fin recuperada, y el
rey legítimo.
reino del R ey no significa m ás que el retorno a nuestro orden.
Afirman, en segundo lugar, que el gobierno del R ey de Francia
no puede dejar de ser represor y vengador en sus primeros actos
de dictadura p ara poder ser reparador en los que sigan a éstos.
L a s lib e rta d e s, a bajo
Afirman, finalmente, que la represión ejercida por el Rey evitará
N o hay vejación legal o ilegal que la Administración francesa
el multiplicar inútilmente los rencores. N o debe form arse en Fran í
|jo se permita contra los contribuyentes y administrados. N o hay
cia un nuevo partido de vencidos y de parias. L a venganza pública
Insolencia que la burocracia no se perm ita contra los ciudadanos.
debe alcanzar a los cabecillas, a- todos los cabecillas, pero a ellos
¡Un C ésar anónimo e impersonal, todopoderoso, pero irresponsable
solos: el R ey traerá la paz y el olvido a los seducidos y extravia
dos. Su abuelo Enrique IV, que no daba excesiva importancia a é inconsciente, dedícase a molestar a los franceses desde la cuna.
las sediciones del pueblo bajo, no vaciló en hacer ejecutar a cincuen ¡¡Lo mismo si vive aislado que si decide asociarse, el ciudadano fran
ta caballeros de una sola provincia, culpables de preparar la guerra cés puede estar seguro de tropezarse a cada paso de su camino
civil. De modo que la acción real no debe dirigirse m ás que contra con el César-Estado, con el César-burocracia, que le impone, ora sus
los grandes criminales, pero debe buscarlos con una fría y metó ¡orientaciones junto con sus prohibiciones, o ra sus mercancías jun-
dica energía, sin otro sentimiento que el am or del país y el odio j|o con los subsidios que hay que pagarle.
de los enemigos de la nación. Después de la C om m une, se fusiló L o s negocios públicos que el ciudadano conoce mejor estén
a millares de obreros y se dejó escapar a los jefes: un Rey de ¡sometidos a la vigilancia o al capricho del Estado. Sin el Estado,
Francia hubiera castigado a estos últimos sin misericordia, pero !un padre de familia, un ayuntamiento, una directiva de sociedad,
hubiera perdonado al pueblo. 'ün simple comité de fiestas, no pueden decidir casi nada en aquello
jjue de más cerca les toca y que les interesa de modo inmediato.
¡Asociaciones voluntarias, como las sociedades morales y políticas,
jo asociaciones naturales, como la familia, el municipio y lá provin
EB> RÉGIMEN MONARQUICO
cia, todas las agrupaciones de ciudadanos, se ven, ora paralizadas
Después de que la dictadura monárquica haya resuelto esta por las leyes del Estado, ora inclusive por el capricho de los jefes
crisis, nos queda por prever lo que h abrá de ser el gobierno nor ¡temporales del mismo...
m al del reino. N o sólo éste molesta y perturba al ciudadano francés, sino que
Lo concebimos como el régimen del orden. Concebimos este Je proporciona com odidades p e lig r o s a s : le sirve en casos en que él de
orden como algo conforme a la naturaleza de la nación francesa y bería servirse a sí mismo, le desacostumbra de la reflexión y de la
a las reglas de la razón universal. E ir otros términos: concebimos cción personal; de este modo el Estado adormece y atrofia la
este régimen como el reverso del que estamos sufriendo. función cívica; el ciudadano se hace ignorante, perezoso y .flo jo ;
APÉNDICES 627
626 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
i Los municipios y comarcas (o distritos), mediante una serie de
pierde el sentido y el espíritu públicos; tratado como un menor,
Inedidas liberadoras, prudentemente escalonadas, vendrán a ser
acaba haciéndose digno de la tutela; los inmediatos intereses de
|jueños de regu lar según les plazca sus propios asuntos, dispo-
su comunidad no le interesan ni le ocupan; deja hacer a los cura
piiendo de su orden interior sin intervención del Estado, decidien-
dores que se ocupan del patrimonio común; aíslase de sus conciu
b o en aquellos asuntos que son familiares, o pueden serlo, a cada
dadanos y viene a caer en la condición individualista del salvaje y
fuño de sus miembros y sin otro límite en esta honesta y razona-
del primitivo.
ï b l e libertad que el bien común y la seguridad del reino.
P o r una consecuencia natural de este régimen, ciudades de diez
K Esas vastas regiones que se extienden alrededor de nuestras
mil alm as no encierran, a menudo, un solo habitante que sea digno de
«g ra n d e s ciudades (Lyon, Burdeos, M arsella, Lilla, N ancy, Tolosa,
ellas. ¿ P or qué molestarse en hacer ciudadanos en lugares en que
; Rouen, Montpellier, Grenoble, Besançon, Lim oges, Clermont, etc.)
el Estado centralizado se encarga, sin excepción, de todas la3 tareas
íserán reconocidas por la Ley y libertadas del seccionamiento depar
cívicas? Pero la verdad es que estas tareas el Estado las hace
tamental, que es absurdo y anárquico; los territorios aglomerados
m al porque está m al aparejado para realizarlas. L a s distintas co
alrededor de estas capitales naturales obtendrán progresivam en
munidades van resbalando así hacia una decadencia profunda, a la
te la autonomía para todo aquello que se refiere a sus asuntos
que el mismo Estado les sigue: pobre en hombres, Francia será
f propios y que no comprometa el interés nacional; unos grandes
bien pronto pobre en todo.
;Consejos provinciales, bajo el control superior, pero lejano, del
[Estado, colaborarán en el despertar y renacimiento del cuerpo en
C o n sid e r a n d o qu e lo s tie m p o s de verd ad era y s ó lid a p r o s p e r i
itero de la patria, que la política jacobina ha empequeñecido,
dad n a c io n a l fu e r o n en F r a n cia a q u ello s en que el P od er r e a l in d e
í L a s asociaciones profesionales, confesionales y morales, dota
p e n d ie n te y d u eñ o de la s a tr ib u c io n e s p r o p ia s d el E sta d o no im p e
b a s de la m ás am plia libertad, serán sometidas al derecho común
d ía n lo s d ife r e n te s C u erp os, a s o c ia c io n e s y c o m u n id a d e s de la n a
iy consideradas como personas civiles autónomas que se ocuparán
c ió n el d ir ig ir lib r e m e n te su s p a r tic u la r e s in tereses;
[por sí m ism as de su orden interno, por este espíritu de cuerpo que
C o n sid e r a n d o qu e a la d e c a d e n c ia de la M o n a r q u ía n a cio n a l si
¡es el principio de todo progreso; tendrán capacidad de poseer, de
g u ió , b a jo lo s B orbon es, la d e c a d e n c ia de d ic h o s C u erp os, a s o c ia
adquirir, de enajenar, pero p agarán impuestos y m ultas y, en caso
c io n e s y co m u n id a d e s , y a que cad a in tr o m is ió n d e l p o d e r r e a l e n su
de indignidad legal, serán borradas de la vida común, tem poral
a u to n o m ía se se ñ a la b a p a r a le la m e n te p or una secreta d ism in u ció n
mente o a perpetuidad.
d e e s te m is m o p od er;
C o n sid e r a n d o que e s ta s c la rís im a s lec c io n e s dadas al R ey y a
R es u m ie n d o : en la a c tu a lid a d , el c iu d a d a n o es com o un es cla v o
F ra n cia por och o s ig lo s de e x p e r ie n c ia h is tó r ic a n o h a b rá n de ser
V en to d a s a q u ella s cosa s en que es c o m p e te n te y que d irecta m en te
in ú tile s n i p a ra F ra n cia ni para el R e y ;
te a fe cta n , en to d o a q u ello de qu e e s tá b ien en tera d o y que tie n e ,
E l pod er rea l no pu ed e en a d e la n te d e ja r de ten d er con fir m e z a ,
por ta n to , c a p a cid a d de ju z g a r . E l p od er rea l le d ev o lv erá la lib r e
aun que con p r u d e n c ia y s in p r e s cin d ir de la s eta p a s in d is p e n s a b le s
d is p o s ic ió n y la s o b e r a n ía en e s to s a su n to s qu e le fu ero n arran ca
en la p r á c tic a , al r e s ta b le c im ie n to de e s ta s lib e r ta d e s a llí donde
dos s in d e r e c h o , s in u tilid a d y h a sta con d e tr im e n to d el v ig o r de la
el in terés s u p e r io r de la P a tr ia y d el E sta d o no e x ija n la su pre
p a tr ia .
m a c ía a b s o lu ta de la a u to rid a d c e n tr a l.
E s decir: que las fam ilias se organizarán como les plazca; cada Esto es lo que h ará el R ey en favor de las libertades: se las
uno testará como quiera, los padres que deseen constituir en su devolverá a los ciudadanos, saldrá garante de ellas, será su de
descendencia unos bienes hereditarios intangibles e inalienables, fensor y su custodio. Veam os ahora lo que h a rá en fav o r de la
tendrán completa libertad p ara hacerlo; las familias, reconocidas autoridad, desentendida, como queda dicho, de los detalles íntimos
por fin como asociaciones naturales, tendrán capacidad para ad de la vida civil.
quirir derechos análogos a los de los ciudadanos y poseer en co
mún un patrimonio honorífico y moral, lo mismo que poseen un pa
trimonio natural.
APÉNDICES 629
628 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
te o t r e i n t a m e s e s ; n o e s p o s ib le q u e d u r e m á s u n g a b in e te r e p u
L a a u toridad , a rrib a b lic a n o q u e d e b e ría , n a d a m e n tís, s u b v e n ir a la s m á s g r a v e s n e c e
s id a d e s p o lític a s y e c o n ó m ic a s d e l a n a c ió n . ¿ Q ué g r a n d e o p e q u e
ño a lm a c é n , q u é in s ig n if ic a n te te n d u c h o d e f r u t e r í a o d e z a p a
E l r e y r e s t a u r a r á , d e fin irá y u t i l i z a r á la a u to r id a d p a r a fines
te r o re m e n d ó n p o d r ía s o p o r t a r s e m e ja n t e c a m b io c o n tin u o y s i s te
p u r a m e n t e n a c io n a le s .
m á tic o d e d ir e c c ió n ? ¿ Q u é in d u s t r i a n o s e a r r u m a r í a si e l p e r s o
E l E s ta d o fr a n c é s , q u e a c tu a lm e n t e s e o c u p a d e to d o , h a s t a de
n a l d ir e c to r d e l a m is m a c a m b i a r á c a d a d ie z , v e in te o t r e i n t a
h a c e r e s c u e la s y d e v e n d e r c e rilla s , y q u e , c o m o e s n a tu r a l, lo
m e s e s ? i.
h a c e to d o m a lís im a m e n te y v e n d e u n a s c e r illa s q u e n o s e en
N in g ú n m i n is tr o tie n e tie m p o s u f ic ie n te p a r a e s t u d ia r lo s s e r v i
c ie n d e n y d is tr ib u y e u n a e n s e ñ a n z a in s e n s a ta , e s t e E s ta d o , es, en
c io s q u e tie n e l a o b lig a c ió n d e d ir ig ir . A p e n a s s i lo s co n o ce d e v is ta .
c a m b io , in c a p a z d e c u m p lir lo s c o m e tid o s q u e le s o n p ro p io s, y
P o r lo m ism o , e l p o b re h o m b r e s e v e o b lig a d o a d e j a r q u e lo s je f e s
s e a b a n d o n a a lo s r e p r e s e n ta n t e s d e l p o d e r le g is la tiv o . L o s m in is
d e S e c c ió n c u id e n d e to d o . D e v e z e n c u a n d o , im p e lid o p o r a lg ú n
t r o s n o s o n o t r a c o s a q u e m a n d a t a r i o s y s e r v id o r e s d e se n a d o re s
g r u p o p a r l a m e n t a r io , lo s a t o s i g a c o n u n a p a s ió n ig n o r a n te y v io
y d ip u ta d o s , y n o p ie n s a n m á s q u e e n o b e d e c e r a s u s d ic ta d o s a
le n ta , y a s í s e p a s a d e l a R u t i n a a l a R e v o lu c ió n s in té r m in o m e
fin d e c o n s e r v a r l a c a r t e r a . C o m o e x p r e s a u n a e n é r g i c a fó rm u la ,
d io p o sib le . N i d ir e c c ió n s e r ia , só lid a , p e r s o n a l, n i tr a d ic ió n s e g u r a ,
“e l e le c to r m e n d ig a f a v o r e s d e l d ip u ta d o , q u e lo s m e n d ig a del m i
y , a s i, n u e s t r a a d m i n is tr a c i ó n n o a d e l a n t a u n p a s o ; y a e s b a s t a n t e
n i s t r o , el c u a l, a s u v e z , m e n d ig a lo s v o to s d e l d ip u ta d o q u e m e n d ig a
si l o g r a e v it a r e l i r p a r a a t r á s .
lo s s u f r a g io s d e l e le c to r ” i.
P o r q u e e s t a in e s ta b le d ir e c c ió n m i n i s t e r i a l s e v e d iv id id a c o n
U n a c la s e d e c iu d a d a n o s p r o f u n d a m e n te d e s p r e c ia d a p o r el p aís
t r a s í m is m a h a s t a l a lo c u r a . N a d a de u n id a d d e p e n s a m ie n to
e n te r o , c o n v ie r te e n oficio l a in f lu e n c ia y l a i n t r i g a y m e rc a d e a
e n t r e lo s m ie m b r o s d e l m is m o M in is te rio . N i s i q u ie r a n a d a d e u n i
c o n e lla s . S e n a d o re s , d ip u ta d o s , c o r r e d o r e s e le c to ra le s ... S ólo p o r
d a d d e p la n e s e n e l m is m o m in is tr o . P o r u n a p a r t e , tie n e q u e co n
c a s u a l id a d s e e n c u e n t r a u n c a r á c t e r in d e p e n d ie n te e n t r e m il in d i
t e n t a r a s u s a m ig o s , y p o r o t r a , tr a n q u i l i z a r a lo s a d v e r s a r io s . L a
v id u o s d e t a l p ro fe s ió n . L o s q u e p a s a n p o r t e n e r la s m a n o s lim
p i a s s o n u n o s p a te n t e s m a ja d e r o s . L a m is m a m a ñ a n a d e la elec m a n io b r a p a r l a m e n t a r i a es, d e c o n s ig u ie n te , e l a g o b io d e s u p o líti
c ió n d e L o u b e t, p u d o e s c r ib ir co n r a z ó n u n o d e n u e s t r o s m a e s tro s c a g e n e r a l q u e e s t á t o t a lm e n te s u b o r d in a d a a a q u é lla . C o m o l a
q u e e l f u t u r o e le g id o d e l C o n g re so b r i ll a b a m á s q u e p o r n a d a p o r m a y o r p a r t e d e lo s m i n is tr o s p ro c e d e d e l a v e rg o n z o s a c la s e q u e
s u in s u fic ie n c ia in te le c tu a l. v iv e d e l p r e s u p u e s to , y c o m o é s t a n o se s o s tie n e m á s q u e g r a c i a s
S ie m p r e ig n o r a n te s y lim ita d o s , a m e n u d o fa m é lic o s y c o rro m a la p a n d illa d e s u s c o m p in c h e s e le c to r a le s , lo s r e c u r s o s d e l a n a
p id o s , h e a q u í lo q u e so n lo s d u e ñ o s d e F r a n c i a . N o s d ic e n q u e se c ió n s o n e n tr e g a d o s a l p illa je . L o s g a s t o s in ú t il e s y d e o r ig e n elec
lo s s u s t i t u i r á , p e r o c a m b ia r e l p e r s o n a l n o s ir v e d e n a d a . U n a a s a m t o r a l a u m e n t a n a d ia r io , y lo s in g r e s o s s e v e n re d u c id o s p o r u n
b le a q u e p o r c a s u a lid a d e s t u v ie r a c o m p u e s ta p o r g e n te s i l u s t r a m o v im ie n to p a ra le lo . D e f e n s a n a c io n a l, i n d u s t r i a y c o m e rc io de
d a s v e r í a s e r e e m p la z a d a e n b re v e p la z o , c o m o la a s a m b le a d e 187>, - l a n a c ió n , to d o e s s a c r ific a d o a lo s m e n u d o s in t e r e s e s d e n u e s t r o s
p o r u n a h o r d a d e a g ita d o r e s , c a p ta d o r e s d e l s u f r a g io p o p u la r . Si f a b r ic a n t e s d e e s c r u tin io s . S i s e t r a z a u n p u e r to , p a r a e llo s es.
lo s s u s t i t u t o s f u e r a n , a l lle g a r , p e r s o n a s d e c e n te s, el m e c a n ism o P a r a e llo s se c o n s tr u y e n la s c a r r e t e r a s ; p a r a ello s, lo s f e r r o c a r r ile s .
d el r é g i m e n lo s p e r v e r t i r í a p ro n to . Y a e l c o n d e d e P a r í s lo h a h echo A l in t e r é s g e n e r a l n o s e le r e s e r v a m á s q u e u n a p e q u e ñ a p a r te .
n o t a r : u n a in s titu c ió n c o m o é s t a c o r r o m p e a s u s h o m b r e s , q u ie N u e s t r a p o te n c ia fin a n c ie r a se a g o t a p a r a s a t is f a c c ió n d e l a c lie n
n e s q u i e r a q u e é s to s se a n . t e l a e le c to r a l d e lo s d ip u ta d o s y d e lo s s e n a d o r e s in f lu y e n te s , del
¿ Q u é v ie n e a se r, p u e s, s e m e ja n te g o b ie r n o ? ¡ U n - f a n t a s m a , un. m is m o m o d o q u e n u e s t r a p o te n c ia p o lític a s e c o n s u m e e n a s e n t a r
ju e g o d e p a la b r a s ! L o s d iv e r s o s je f e s q u e e n é l a c t ú a n s o n d e m a f irm e m e n te y e n d e fe n d e r co n o b s tin a c ió n l a in f lu e n c ia d e e s ta s
s ia d o e q u iv a le n te s e n tr e sí p a r a s o b r e p a s a r s e y v e n c e rs e n u n c a de
u n m o d o d e fin itiv o . T o d o lo m á s q u e d u r a , p o c o m á s o m e n o s , 1a. 1. E sto s espacios de tiem po h a n a u m e n ta d o h a s ta tr e in ta y seis y
v ic t o r i a d e u n o de s u s c o n g lo m e ra d o s m in is te r ia le s , e s d iez, v ein - 1 c u a re n ta m eses en los la rg o s m in isterio s de W ald e c k -R o u sse a u , Com bes
y C lem enceau, p ero n o por ello dism inuyó s u h ila ra n te insuficiencia,
com o lo d e m u e s tra el estad o de n u e stro s g ra n d e s serv icio s técnicos, la
1. L e s m o rís qui p a rlen tj del vizconde de Vogrtié. M a rin a , p o r ejem plo. (N o ta de 1909.)
APÉNDICES 631
630 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
e le c c ió n s e n s a t a y e m i ti r u n a o p in ió n v á li d a s o b r e l a s c u e s tio n e s
g e n te s . I m p o te n t e p a r a e l b ie n p ú b lic o , el ré g im e n , c u a n d o p r e q u e e s t á n m á s a l e j a d a s d e él, l a s m á s p r o f u n d a s y l a s m á s e s p i
te n d e s e r f u e r te , g a s t a s u s r e c u r s o s fis c a le s y s u s in s tr u m e n to s de n o s a s d e l a p o lí ti c a g e n e r a l. Y e l e le c to r, e l c iu d a d a n o , c u y a c o m
d e f e n s a e n e s t a b le c e r a s u s h o m b r e s o e n c o n s o lid a r l a a n a r q u ía p e te n c ia e n a s u n t o s m o d e s tís im o s se h a c í a s o s p e c h o s a a n te s , s e ve
q u e c o n e llo s re in a . d e p r o n to o b lig a d o a p o s e e r l a s lu c e s d e l a s c in c o c la s e s d e l I n s
D e b id o a e s t a s d ila p id a c io n e s , y a s im is m o p o r f a l t a d e u n a ti tu t o , p u e s t o q u e tie n e q u e e le g ir e n t r e l a p o lí ti c a r a d i c a l y la
d ire c c ió n c o m p e te n te y c o n tin u a d a , e l c o m e rc io d is m in u y e y la o p o r t u n is t a , e n t r e l a a u t o r i t a r i a y l a lib e ra l, e n t r e s o c ia lis m o y c a
in d u s tr i a d e s c ie n d e , a p e s a r d e l a u m e n to fic tic io q u e l a E x p o sic ió n p ita lis m o , y h a d e e je r c e r e l d e re c h o d e o r i e n t a r m e d i a n te s u
h a d e te r m in a d o . L a a g r i c u l t u r a n o v e n d e s u s p ro d u c to s , o lo s v ende v o to l a le g is la c ió n , l a a l t a ju s ti c ia , l a d ip lo m a c ia , l a o r g a n iz a c ió n
m a l, y e l p r e s tig i o p o lític o d e F r a n c i a e x p e r i m e n t a l a m is m a d e p re m i l i t a r y n a v a l d e l p a ís e n te r o .
sió n q u e s u p o d e río e c o n ó m ic o . U n p o d e r s i n v ig o r q u e a d m i n is tr a J a m á s q u im e r a t a n a b s u r d a h a s id o r e a l iz a d a c o n p r o b id a d . E n
b a d é b ilm e n te e l E jé r c ito y n o s e o c u p a b a d e c a p ita n e a r lo , h a d e v e z d e l a m e n t a r s e d e ello, lo q u e h a c e f a l t a e s v e r to d o lo q u e
ja d o d u r a n t e d o s a ñ o s e n te r o s q u e f u e r a b la n c o d e to d o s lo s in tie n e d e i r r e a l iz a b le y d a r s e c u e n ta d e q u e , a u n s ie n d o in d e p e n
s u lto s . Y , e n e l o r d e n d ip lo m á tic o , d e s p u é s d e m e te r s e , n o s in in d ie n te , p ro b o e in te lig e n te , e l e le c to r c a r e c e r á s i e m p r e d e c o m p e
c o h e re n c ia , e n l a e m p r e s a d e F a s h o d a , n o p u d o s a l i r d e e lla m á s te n c i a s o b r e l a m a y o r p a r t e d e lo s a s u n t o s s o m e tid o s a s u ju ic io .
q u e a c o s t a d e n u e s t r a c o m ú n v e r g ü e n z a . L a a li a n z a r u s a h a de
T a l in c o m p e te n c ia lo h a c e , o v io le n to y c ie g o , o v a c i l a n t e y v e r s á til,
ja d o h a s t a d e f i g u r a r e n e l v o c a b u la rio d e la s c o n v e rs a c io n e s de
y , a m e n u d o , a m b a s c o s a s a l a v ez. E l e l e c t o r f r a n c é s s e p a s a la
E u r o p a i.
v id a c o n c e d ie n d o s u s v o to s a u n o s d e s c o n o c id o s s in m á s g a r a n t í a
S in d u d a , B is m a r c k p re v ió n o p o c o s d e n u e s t r o s m a le s a c tu a le s
q u e el c o lo r d e lo s c a r t e le s e n q u e lo s c a n d id a to s p u b li c a n s u s d e
c u a n d o h iz o to d o lo q u e p u d o p a r a s o m e te r n o s a l s i s te m a r e p u b li
c la r a c io n e s r e s p e c tiv a s . S e m e ja n te s i s t e m a e s tim u la , e x c ita , d e te r
c a n o . B is m a r c k n o ig n o r a b a q u e la f u e r z a d e u n E s ta d o su p o n e
m i n a a lo s p a r t i d o s d e o p o sic ió n , a u n a lo s d e c e n te s , y c o n m á s
l a u n id a d d e p e n s a m ie n to y e l e s p í r it u d e c o n tin u id a d , la co h e sió n
m o tiv o a lo s q u e n o lo so n , a p r o v o c a r e l m a y o r n ú m e r o p o s ib le
y l a o r g a n iz a c ió n . Y c o m o el r é g im e n d e l a R e p ú b lic a n o e s o tr a
d e e s c á n d a lo s y c a tá s tr o f e s , d e m o d o q u e d e n m o t iv o a l m a y o r
c o s a q u e l a a u s e n c ia d e u n a v o lu n ta d d ir e c to r a y d e u n p e n s a
n ú m e r o d e c a m b io s a c a d a re n o v a c ió n e le c to ra l. E l i n t e r é s d e p a r
m ie n to s o s te n id o e n la c u m b r e d e l p o d e r, se d a b a p e r f e c t a c u e n ta
tid o r e e m p la z a d e e s t e m o d o a l b ie n p ú b lic o . Y p o c o a p o c o s e v a
d e h a s t a q u é p u n to t a l ré g im e n e s c a u s a d e d iv isió n y d e p e rp e tu o
d e s c o m p o n ie n d o F r a n c i a .
c a m b io e n e l p u e b lo q u e a él s e e n tr e g a .
A to d o e s to , ¿ e n q u é s e c o n v ie r te el E s t a d o ? E n u n e s c la v o :
Y a p u e d e n d e c ir n o s lo s r e p u b lic a n o s p a r l a m e n t a r io s , y c o n ellos
e s c la v o d e la s C á m a r a s , e s c la v o de lo s p a r t id o s p a r l a m e n t a r i o s y
lo s p le b is c ita rio s , q u e e s te p o d e r in e s ta b le y d é b il se a s i e n t a so b re
d e l a s p a n d illa s e le c to ra le s , e s c la v o h a s t a d e e s to s a c o n te c im ie n to s
u n a firm e b a s e . L a b a s e q u e e llo s ju z g a n t a n s ó lid a e s la v o lu n ta d
im p r e v is to s q u e b a jo s e m e ja n t e r é g im e n d e s e n c a d e n a n , c o n e l p á
n a c io n a l e x p r e s a d a p o r la s e le c c io n e s le g i s l a ti v a s o lo s p le b isc i
n ic o , m u ta c io n e s d e o p in ió n y, p o r c o n s ig u ie n te , d e p e r s o n a l y de
to s ; de e lla v ie n e , p u e s to q u e e n e lla re s id e — a firm a n — la a u to r id a d
d ire c c ió n , p e ro q u e s o n p r e c is a m e n te lo s q u e r e q u e r i r í a n , c o n r e l a
g u b e r n a m e n ta l. L o s m is m o s h o m b r e s q u e n ie g a n a l c iu d a d a n o el
c ió n a l b ie n p ú b lic o , e l m á x im o d e firm e z a , d e e s t a b il id a d y d e p o
d e re c h o d e t r a t a r la s c u e s tio n e s q u e c o n o c e y d e d i r i g i r lo s in te r e
s e s ió n d e sí m is m o . H a y q u e t r a s t r o c a r l o to d o c u a n d o m á s f a l t a
s e s q u e le s o n m á s in m e d ia to s , lo s m is m o s h o m b r e s q u e n ie g a n
h a r í a e s t a b iliz a r lo ; s e d e s titu y e a V a r r ó n e n e l m o m e n to p r e c is o
a l e le c to r m u n ic ip a l el d e re c h o d e c a m b i a r d e s itio u n a fu e n te o
e n q u e h a r í a f a l t a c o lm a rlo , a u n s ie n d o in c a p a z y h a s t a in d ig n o ,
d e a b r i r u n c a m in o s in p e rm is o d e l E s ta d o , p o r l a m á s s o r p r e n
d e n te de la s fic c io n e s c o n s titu c io n a le s a tr ib u y e n a e s te m is m o c iu d e lo s te s tim o n io s d e la c o n fia n z a d e l E s ta d o .
d a d a n o , a e s te m is m o e le c to r, el p o d e r a b s o lu to p a r a h a c e r u n a 1 P o r e s t a t r i p l e y c u á d r u p le e s c la v itu d e n el in t e r i o r , ti e n d e e l
E s ta d o f r a n c é s a la s e r v id u m b r e e x te r io r ; lo s o tr o s E s t a d o s n o t o
l e r a n s u a p a r e n t e in d e p e n d e n c ia m á s q u e p a r a d e j a r q u e s e h u n d a
1. E s ta a lia n z a nos condujo a u n a especie de ac u e rd o con A lem a
n ia (18 de ju n io d e 1895, K iel), que tuvo com o re s u lta d o el crac de m e jo r, q u e d e g e n e r e y s e d e s c o m p o n g a p o r s í m is m o .
F a sh o d a . P o r n u e s tr a p a rte , con n u e stro d esco n sid erad o coqueteo con
In g la te r ra , c o n trib u im o s a que R u s ia se e x tr a v ia r a p o r los cam inos
de M ukden. (N o ta de 1909.) C onsiderando que los escrito res a b a jo firm a n tes e s tá n p e n e tra -
APÉNDICES 633
632 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA
dos de la s necesidades p o lítica s que pu eden esca p a r a sus conciu [5* albedrío con scien te, leg a l y resp o n sa b le, y el de su s su cesores,
dadano.s, y que actú an com o apodera d o s y h erm an os m a yo res de asegurarán la u nidad, la co n stan cia y perm anencia de designios,
la ra sa , en el pleno ejercicio de los d eb eres y de los derechos que yon la a yu d a y colaboración de h o m b res co m p ete n tes que fo rm a
las d esve n tu ra s pú blicas les con fieren; rán en lo s C onsejos técn ico s y en las a sa m b lea s locales.
C onsiderando que son con scien tes de la obligación d e ve la r y
p ro v e e r a la com ún salvación ; Expliquemos ahora al detalle la m anera de funcionar el E sta
C onsiderando que la sa lvación com ún, condición d e todos los co según el program a esbozado. D esaparecerá el Parlam ento a la
derechos, im pon e un esen cial d eb er h acia la com un idad nacional; Inglesa. L a experiencia parlam entaria ensayada desde 1815 a 1830
C onsiderando que ésta , la p a tria , e l E sta d o , no son, ni mucho jy desde esta fecha a 1848 por las gentes más honorables y hasta
m en o s, asociaciones n acidas d e la elección p erso n a l d e su s m iem ilustradas, fué un rotundo fracaso. Si bajo la Restauración y el
bros, sin o creaciones de la n a tu ra leza y d e la n ecesid a d ; '‘Gobierno de julio hubo considerables progresos, si cabe decir que
C onsiderando ta m b ién que la u n idad d e F ra n cia no e s tá fo rm a {nuestro capital m oral y económico se rehizo en aquellos días y
d a p o r un cierto n úm ero de in dividu o s e x iste n te s en un m om ento |que aun estamos viviendo del capital entonces amasado, la Histo
dado y u nidos por d eterm in a d a s id e a s -o d eterm in a d o s g u sto s efí ria nos enseña que estos progresos se realizaron a p esa r del régt-
m e ro s, sino, a l con trario, p o r un d eterm in a d o n úm ero de fam ilias ¿men parlamentario, gracias al espíritu político de los príncipes o
que s e desen vu elven de edad en edad y tien en en com ún cierto s in a verdaderas dictaduras ministeriales (el duque de Kichelíeu, Vi-
te re se s p e r m a n e n te s : in terese s del te rrito rio que se debe defender, lléle, G u iz o t): dictaduras que, por lo demás, no hubieran sido po
de la ra za que h ay que p erp etu a r, del c a p ita l económ ico y m oral sibles fuera de la Monarquía.
que h a y que d esarrollar; E l principe necesita tener una responsabilidad definida. Como
C onsiderando que la au sen cia fa ta l de to d a a u to rid a d p erm a dice Renán, "la M onarquía nos m uestra una nación concentrada
n en te bajo el rég im en republicano am en a za y co m p ro m ete estos *en un individuo, o, si se prefiere, en una fam ilia, y alcanzando por
profu n dos in terese s g en eradores de la fu e rza fra n cesa , de la vo •este medio el más alto grado de la conciencia nacional, toda vez
lu n tad, de las ideas y de los sen tim ie n to s que son propios de que ninguna conciencia puede valer como la que responde a un
fra n c ese s; solo cerebro”, cualquiera que sea, por otra parte, el valo r particu
E l ciudadano fra n c és confiará, en v ir tu d d e un fideicom iso so lar del cerebro en cuestión.
lem ne e irrevocable 1, a la ra m a su p e rv iv ie n te de la fa m ilia Capeta Los ministros serán responsables ante el príncipe. Cada año se
e l ejercicio de la soberanía. M edian te lo cual, se resta u ra rá la reunirá en París una delegación de las asam bleas provinciales para
a u to rid a d en la cim a del E stado. E l P o d er ce n tra l se v e rá asi votar y vigilar las finanzas comunes. P a rís será la sede ordinaria
líbre de la s em ulacion es de los p a rtid o s y de las a sa m b lea s y de de la Corte y el punto de reunión permanente de todos los grandes
los caprich os e le c to ra le s: reco b ra rá el E sta d o su lib e rta d de m o vi Cuerpos del Estado.
m ien tos. Con respon sabilidad plena, en el in d ivisib le in terés de su Dam os este nombre a todos los Cuerpos que lo merecen: C á
fa m ilia y de su pueblo, el re y , je fe del E sta d ó , rein a rá y gobernará. 1 maras Industriales y Comerciales, Unión de las Corporaciones, So
ciedad de los Agricultores de Francia, Instituto, etc. Los Consejos
1. P o d rá o b je tá rse n o s que e ste fideicom iso o ab an d o n o de derechos del rey se reclutarán, naturalmente, entre estas elevadas C ám a
s e r ia en si m ism o u n a c to de la v o lu n ta d p o p u la r y que con esto ras técnicas, testigos autorizados de la actividad y de la produc
caem os en el m ism o s iste m a q u e e sta m o s condenando. E s ta objeción ís ción de Francia, sin nada de común con la cohorte de arribis
d e o rd en lógico no nos la p re s e n ta rá n in g ú n lógico co rrecto . E n efecto,
ta s , intrigantes y charlatanes que, so pretexto de un mandato elec-
u n a c o sa es u n a d o c trin a de m ito lo g ía p o lítica en v irtu d de la que la
v o lu n ta d p o p u la r es so b e ra n a p o r el solo h echo de que es la voluntad (toral, bullen en el Palacio de Borbón y en el Luxem burgo, ajena al
p o p u lar, y o tr a cosa u n d e term in ad o a c to de e3 ta m ism a v o lu n ta d eje r ¿país, separada del país y de sus intereses m ás valiosos, tanto co-
cido p o r u n a vez y, en lu g a r de s e r to m a d a com o fu n d a m e n to , fu n d ad a mo de sus más puros sentimientos.
en la ra z ó n y en el in te ré s público. E s te a c to d e te rm in a d o de la vo £ De este modo, el pais productor, el país que trabaja, estará en
lu n ta d p o p u la r v a ld rá ta n to c u a n to v a lg a n d ic h a ra z ó n y dicho in te
r é s : de co n sig u ien te, s e r á ló g ic a m e n te a n te r io r y s u p e rio r a dicho acto ¿ininterrumpido contacto con el Poder público, y éste, convertido en
volitivo. ;;un órgano especial, será dueño absoluto de su especialidad. Se po
634 ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA APÉNDICES 635
abierto desde hace cien años, an arquism o a d m in istra tiv o , anarquis yez, pero que de diez veces se da en nueve), que el jefe del E stad o
m o de E sta d o , el E sta d o sin dueño, la A d m in istra c ió n dueña de todo, |o comprometerá fácilmente el porvenir de su dinastía y que h a rá
curará la causa de nuestras miserias. Somos monárquicos porque todos sus cálculos con prudencia y reflexión. Estas virtudes verda
entendemos que sólo la M onarquía es capaz de realizar esta cura de deramente paternales, propias de un jefe de fam ilia, distinguieron
urgencia. precisamente a la C asa de los Capetos en su obra de constitución
U n Parlam ento nacido de la elección, depende también de la elec de Francia. D e un reinado a otro, los principes de aquélla se a p a
ción; de consiguiente, no puede conferir al Estado ni autoridad ni in raron no a gan ar demasiado en una sola empresa, por temor a per
dependencia. Y un jefe de Estado que lo sea en virtud de plebiscito jse der demasiado después, como h a sucedido luego a p a rtir de N a p o
encuentra en condiciones idénticas a las de un Parlam ento. Si su nom león. Pero, a diferencia de N apoleón I y de N apoleón m , que de
bramiento es temporal ¡qué prim a se ofrece a las mayores agitacio jaron una F rancia— ambos— m ás pequeña de lo que la habían encon
nes electorales! ¡ Y qué perturbación periódica en el Estado! E l presi trado, los descendientes de H u g o Capeto todos trasm itieron su p a
dente de los Estados Unidos, en Am érica, no se atreve, ni aun en trimonio tal como lo habían recibido de sus antecesores o aumenta
coyunturas de la m ayor gravedad, a tom ar una sola decisión, a cor ndo con alguna provincia.
tar una discusión importante ni dar una orden precisa, si está pró P o r consiguiente, si para evitarnos inútiles y peligrosas 'luchas
xim a la fecha de la elección presidencial, porque teme, al aventurar electorales, p ara prevenir la periódica repetición de agitaciones y,
irna opinión cualquiera, enajenarse las simpatías de un grupo de en fin, p a ra tener paz, conviene confiar el poder a m ía fam ilia, es
electores. Si el nombramiento es vitalicio, ¡qué prim a se ofre .¿¡evidente que este honor debe recaer en la m ás antigua y más ilustre
ce al asesinato y, en todo caso, qué revolución, qué agitación,
de las fam ilias francesas. N i la fam ilia Bonaparte, por g lo rio so -q ue
qué transportes de fiebre m alsana se preparan p ara el momento de
haya sido su papel histórico, ni ninguna otra C asa francesa, cuales
sucederle! Este régimen fué el que perdió a la desventurada Polo
q u iera que sean los servicios que haya hecho a la nación, ofrece g a
nia, porque, en vez de reducir y circunscribir la emulación guber
rantías comparables a las de la raza de los Capetos que no tiene
namental a una clase, a una casta, a una fam ilia, la extiende al país
otra superior en antigüedad a ella en E uropa y que es nuestra.
entero.
Mucho m ás aún: es n o so tro s m ism o s. Su historia es la nuestra. El
Además, el tal dictador no es responsable más que para un tiem haz de nuestra tierra tiene estampado en todas partes su nombre
po : como máximo, el de la duración de su vida. E n estas condicio
<y su recuerdo. L o mismo que Iv án el Grande fué llam ado el uni-
nes, si evita los errores y las imprudencias de un orden demasiado
fieador de la tierra rusa, esta dinastía puede ser calificada de unifi-
directo e inmediato, nada le impide comprometer, g ra v a r y sacri
cadora de la tierra francesa. Sin ella, Francia no existiría. Esto es
ficar el porvenir del país; esto es propio de la dictadura persona!;
¿una rigorosa verdad indiscutible.
he aquí por qué nosotros pedimos el poder soberano, no para un
E l recuerdo de R om a hizo la unidad italiana. L a realidad de la
hombre, no p ara un pueblo, sino para una fam ilia, representante
de este pueblo y ella a su vez representada por un hombre. raza y de la lengua germánicas, unida a las tradiciones de Carlo-
magno y del Sacro Romano Imperio, ha hecho la unidad alemana.
Esperam os que no se nos responderá con sornas sobre el azar
del nacimiento. ¡Como si la elección no tuviera también sus azares! L a unidad británica es producto de la condición insular. Pero la uni
¡Como si éstos no fueran peores que los primeros! Se educa a un dad francesa, obra de política, de la más hábil, paciente y firme
delfín p ara el Trono, pero a nadie se le educa como candidato a la política autoritaria, es fruto, y fruto exclusivo, de un pensamiento
presidencia de la República. Por lo demás, ¿cuándo en algún país, sostenido durante mil años por la C asa de Francia. E sta unidad,
ni siquiera en las tribus más salvajes, el azar natural de la herencia s.que hoy nos parece tan sólida, espontánea y natural, es obra de
ha elevado al Trono una sucesión de mediocridades comparables a ¡nuestros príncipes. L a naturaleza habíase limitado a hacerla po
la serie Carnot-Périer, Faure-Loubet ? Este cuádruple vacío fué ele sible, pero no necesaria ni fa ta l: los principes la form aron y
vado a l sillón presidencial por la elección de dos asam bleas reuni .labraron como un artista da su rasgo personal a la m ateria en
das en solemne congreso. 'que trabaja.
E l sistema de la herencia monárquica supone, conforme a un ¡Dinastía verdaderamente te rríc o la y ca m pesin a, puesto que ha
sentimiento natural de previsión doméstica (que puede fallar una “redondeado sus tie rra s y articulado nuestro país, pero de la que no
-■fyS
A M a u r ic e P u j o
justificar la acusación del almirante Caillard como violador rta r de Alem ania y el de Ita lia en los albores y a mediados
de la Constitución y de las leyes de la República. E l Elíseo y del siglo pasado palidecerán en parangón con este despertar de
el Quay d ’O rsay no eran muy descontentadizos, por lo visto, Francia, en que el corazón h a respondido tan bien a las luces
Menos preocupado que los grandes por el cuidado del gesto, de la mente. Desde ahora, la verdad política une a la inmensa
m ás libre de movimientos, M. A rth u r Ranc, que estaba enton mayoría de los antepasados muertos, la raza que crece y las
ces en la flo r de su espinosa vejez, me hacía el honor de espu azas que nacerán. N o puedo menos de adm irar el ardiente
m ear de ra b ia a cada artículo mío y voceaba que E l Figaro era catolicismo que sostiene el ánimo de la m ayor parte de los
un traidor. D a b a gusto v e r al causante principal de todo este juveniles jefes que conducen al combate a un ejército de jóve
zipizape : nunca ha aparecido m ás alegre M. P au l Bourget. nes héroes. Como sus padres, han sabido conjugar fuertemente
E ste estado de cosas duró tanto como la dirección Périvier: ¿su fe religiosa con el servicio del rey. L o s antiguos sentimien
algo menos de seis meses. E n enero de 1902 los nuevos directo tos, disociados durante mucho tiempo, vuelven a unirse por
res, apenas llegados, nos notificaron que la campaña monár todas partes.
quica del Figaro h abía terminado. D irig í entonces una carta N i la am istad ni la admiración me deslum bran; no digo
a M. Gastón Calmette p a ra darle las gracias por el involunta más que lo que veo... Caminamos, como el poeta, en medio de
rio homenaje que rendía a la fuerza de nuestras ideas. los jardines de la “V ie ja Esperanza” . Y es, en efecto, u na vieja
M . Calmette, que no oculta su celo bonapartista, probaba esperanza lo que se está cumpliendo. E s nuestra espera de ayer,
su clarividencia dándose cuenta de la necesidad política de aho que la reflexión iluminó, colmada por los acontecimientos.
g a r en un profundo silencio a L ’A ction Française y de cubrir
la con un manto de espesas tinieblas. P ero nunca las tinieblas C h . M.
privaron a un grano vivaz de germ in ar: ferm enta y opera en
secreto, esto es todo. Como nos fa ltab a un gran periódico de
la m añana que acogiera nuestras opiniones, hemos acabado por
fun d ar el órgano que necesitábamos. Como nos faltaba un pú
blico ya form ado y favorable, hemos ido modelando, uniendo
y creando este público a base de ciudadanos dispersos. Y, en
fin, como no lográbam os que nos escucharan el aturdimiento,
la presunción y las vanas preocupaciones propias de los fran
ceses que estaban en su juventud o en su madurez cuando
nuestra juventud declinaba, nos hemos dirigido a la Francia
fu tu ra que espigaba en los bancos de las escuelas y de los
Liceos. L a s generaciones de 1908-1911 respondieron manifes
tando el v igor de la humilde simiente que les habíamos confiado.
L A D IO S A F R A N C I A
26 agosto de 1901.
S obre tu fre n te ra d ia n te jes hubiera dem ostrado que el colectivismo o el Im perio eran
esplen de un noble p o rv en ir cosa de interés nacional o de salud pública.
de g lo ria y de opulencia; . D ado que hace fa lta que F ran cia sea fuerte, ¿en dónde en
¡salud., oh d iosa F rancia! contraremos los elementos reales y prácticos de la fu e rza de la
patria?, se preguntaban.
P a r a unos cerebros naturalistas, pero deseosos de poner en — ¿ N o b astaría con d e rrib a r el M inisterio?
orden sus pensamientos, una diosa F ran cia no presenta ningu — Sí— les decía M. Lem aitre.
na de las dificultades que hallan en otras fórm ulas. E s idea que — N o — les contestaban el análisis y la reflexión.
satisface la razón, puesto que, representando a la Patria, há — ¿ N i con votar unas leyes sociales?
llase incluida— como diria Sófocles— entre las grandes leyes — Sí— afirm aban los dem ócratas cristianos.
del mundo. Con todo, esta divinidad tan racional no tiene nada E l análisis y la reflexión contestaban otra vez que no.
de abstracta. A F ran cia se la ve y se la toca; tiene un cuerpo — ¿ Con descentralizar ?
y un alm a: su historia, sus artes, su encantadora naturaleza, — Sí— decía M. de Marcére.
el coro magnánimo de sus héroes. Pero como la diosa está su — N o — decía la o tra voz.
je ta a la muerte, reclam a nuestra asistencia filial. Y participa
— ¿Con destruir o reducir el parlam entarism o?
de la m ajestad eterna, porque su vida sobrehum ana puede, a
— Sí— decía M. Dérouléde.
pesar de todo, prolongarse hasta lo infinito, cosa que, en algún
— N o y no.
modo, depende de nosotros. E stá por encima de nosotros y al
I H abía, o que ir más lejos, o que ser infieles a los com
mismo tiempo nos es deudora: madre e h ija de nuestros des
promisos adquiridos con la idea de P atria , o bien f a lt a r a
tinos.
las reglas fundam entales del raciocinio. Preciso era ir más
V .— A caso parezca, a prim era vista, que nos estamos ale
jando de los monárquicos, pero no nos hemos m ovido de su allá.
lado. N o s encontramos entre aquellos a quienes la diosa F ran E n el sentido literal de la expresión, no pudimos pararn os
cia h a guiado hacia el monarquismo. Ninguno de ellos había hasta haber reconocido que Francia, como antaño la repúbli
nacido monárquico. E l m ás joven de todos nació en un piso ca de Polonia, era roída p o r un m al constitucional; que este
parisiense que su padre ponía a la disposición de M. Pelletan mal se llam aba régimen electivo; que la elección somete a un
p ara d a r conferencias republicanas. E l m ás viejo es sobrino país a tres soberanías anónimas e irresponsables: la A dm in is
nieto de un convencional regicida y recibió por esta línea indi tración, la Opinión y el D in ero; que el E stado político debía
recta el espíritu de la revolución. Otro tercero, suscritor desde estar por encima del D inero, de la Adm inistración y de la
la cuna del Radical y del Rappel, fué arrullado con la vieja Opinión; en una palabra, que la elección debía sustituirse con
canción de M. V acqu erie; aunque de estirpe católica, sus pa la herencia.
dres no hicieron bautizar a sus hijos. Otro, salido de una fami N o hubiéram os llegado a esta conclusión si hubiésemos em
lia de “blancos” del Mediodía, se hizo socialista en la Univer pezado por em pobrecer y m utilar la idea de Francia.
sidad... E n tre unos espíritus tan dispares, sólo podía haber un — S e a ; F rancia— dice M. R anc— , pero la F ran cia de la R evo
ligam en común: el culto de la Patria. lu ción y de la Justicia.
P ero los unía también el uso de un común método cien — F ran cia— dice M. Dérouléde— , pero la F ran cia de los fr a n
tífico y crítico al que debían claridad en las ideas. N o se ren ceses de hoy, la F ran cia que éstos quieren o sueñan, la F ran cia
dían más que a la evidencia, pero se rendían a ella de verdad. |de las corazonadas y de los plebiscitos.
H ubiéranse adherido al bonapartism o o al colectivismo si se
— F rancia— dicen algunos ultram ontanos— , pero la h ija p ri
LA ACOGIDA 653
652 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO”
LA ACOGIDA 657
656 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA EN “ LE FIGARO”
I
que y a se habían visto en el destierro; que habían com matar p or ustedes, lo mismo que ustedes están dispuestos a
probado sus innúmeras concordancias políticas... P a r a aca hacerse matar por su Dios.
b a r de calificar a M. de Lur-Saluces, he de decir que es fer- 1
H ugo, a un Michelet, a un Chateaubriand, es decir, a unos nacimiento, h a prevalecido siempre en él. Modas, corrientes,
poetas románticos famosos, pero historiadores mediocres al circunstancias, caprichos, todo' tuvo que ceder a l fin ante las
p a r que pensadores nulos. Su influencia ha corrompido toda profundas inclinaciones de su tipo nativo.
la enseñanza pública, y, como dice B arres, que sabe algo de Llévalo grabado en el rostro. E s t á a la vista, y el instinto
esto, “descerebra” a los franceses. p o p u lar lo veía en seguida. Después de u n a conferencia que
III. — A los veinte años B arres era un nihilista sentimental. B a rré s acababa de d a r en M arsella, oí a un dem agogo que de
Y si las palabras terminadas en ista no dicen nada, por lo me cía encogiéndose de hom bros y con los ojos llenos de odio:
nos no hemos de olvidar que el “niño ávido”, como P au l Bour- — ¡Bah, es un socialista bien vestido!— L o que probablem ente
get le llam aba, estaba completamente entregado a sus nervios. se podía traducir así: — B a rré s es un socialista sincero. N o
Pero, junto a sus nervios, él se rehizo un cerebro y, pese a puede discutirse que desea la organización del trabajo, u n re
ellos, una patria, una moral, una política. T al es la naturaleza parto de los beneficios m ás equitativo y u n a atenta vigilan cia
de los hombres cuando quieren portarse como bien nacidos. económica...; pero no quiere desórdenes, no quiere la revolu
E l libro, verdaderam ente insensato, escrito por él, doce ción, porque no puede quererlos.
años después, con la ardiente pasión de una juventud inm ar N o , esta silueta tiene dem asiada elegancia y dem asiada r a
cesible y la reflexión de la madurez, nos da una idea de lo que za. Puede que sea la de un conductor del pueblo, pero no es la
fu é aquella naturaleza exaltada. E l título es m ás violento aún de un demagogo. E l austero matiz de este rostro, este perfil
que el lib ro : D e la Sangre, del Placer y de la Muerte. L e m agro y fino, cortado como un pico de águila, que tiene algo del
yéndolo bien, se advierte que aquella sensibilidad se regía, a de César y del de Condé, estos ojos grandes y altivos, de una
p esar de todo, por una regla misteriosa. E s frenética, pero luz magnifica, este labio con pliegue de ironía y de displi
justa. E l aparato de la vida nerviosa v ib ra según la razón, y cencia, este desdén, esta impertinencia, esta melancolía de e x
sus acentos, en vez de perturbar, calman. E xpulsan las ideas presión, no serán nunca esclavos nuestros, ni siquiera funcio
fa lsa s y hasta las inspiran verdaderas. P odría decirse literal narios a nuestro servicio. E ste servicio impone curvaturas que
mente que Barres, antes de conocer la verdad, y a la sentía y, repugnarían necesariamente a un ser como éste. N o le hemos
en cierto modo, la palpaba con el m ás físico de los sentidos. pedido nada y y a se encoleriza.
L a fuerza de la patria y la belleza del orden se impusieron a V .— Otro signo menos aparente y m ás serio: el estilo. B a
su corazón mucho antes de conquistar su inteligencia. rré s debutó en la literatu ra francesa en pleno apogeo deca
Sí, todo ello fué una m aravilla del sentimiento. E l anarquis dente e impresionista. E ste hombre sensible y curioso atravesó
ta v u lg a r dirá que encuentra su patria en cualquier parte don todos los ambientes y probó todas las maneras. Pero en nin
de se encuentre bien. Pero un francés selecto, un Barres, aca guna parte le hemos visto encanallarse; h a sido el estilo hecho
b a advirtiendo que no está bien en ninguna parte donde le hombre. Desde su prim era frase brillaban el orden y la liber
fa lt e la presencia o la imagen de su patria. Se da cuenta de tad del patricio. U n a firmeza llena de gracia, u na flexible y
que la fuerza de su nación es parte de su propia fuerza. Que vivaz energía. ¿Sistema? N o . ¿Estudio? N o . ¿Tradición? A p e
la felicidad pública es algo indispensable a su propia felicidad. nas, sino, ante todo, gusto n atu ral; su gusto incom parable e
E l espectáculo del desorden político le hace sufrir. incomunicable hacíale volver a hallar los tesoros de la vieja
IV . — N o digáis que con todos ocurre lo mismo. ¡Cuántos Francia, que él conocía poco o m al cuando y a viejos aficiona
que se hicieron nihilistas han continuado siéndolo! N o todos dos m urm uraban, hablando de él, los m ás grandes nombres del
los hom bres son iguales, y aun de B a rre s no d iría yo que siem pasado. Los de nuestros escritores de hum or y fantasía. U n
pre h aya sido igu al a sí mismo, pero fu é el héroe de la más Montaigne, un P ascal (el de los Pensam ientos'), un duque de
bella de las aventuras del alm a: su “calidad”, la que tenía de Saint-Simón.
LA PO LÍTICA DE BARRÉS 669
668 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA EN "L E FIGARO’’
cierto día u na discusión con estas p alab ras llenas de concesio sámente conservado g a n t e s de ser un Estado, era ya un pue-
nes: “Sí— decía— , todo es posible.” Pues, si todo es posible, blo. ¿Qué teníamos “nosotros de semejante? N i el espléndido
si no h ay nada que no pueda ocurrir algún día, procuremos que ¡ aislamiento de In glaterra, ni la unidad de lengua, ni la homoge-
ocurra lo mejor... neidad de la sangre, a no ser en profundidades oscuras y poco
perceptibles. A mi entender, César y sus legiones y las de sus
IV sucesores, al unificar el país, al crear desde el prim er siglo a l
É.!$- siglo v el tipo del galo latino, hicieron “posible” a Francia. L a si¡|
invasiones norm andas am enazaban con anular la frá g il espe-
L A C A S A D E F R A N C IA 1
¡ ranza creada por aquellos buenos operarios. P ero los Capetos
l.° de octubre de 1901.
■ la hicieron renacer y la realizaron con el concurso de la
« Iglesia.
¡I A lg u n a s veces nos preguntamos, y el mismo Renán se lo pre-
E l jueves, cuando los restos de este joven príncipe llega
ban a aguas provenzales, el viernes, cuando descansaron en B g u n ta : ¿ de dónde venían los abuelos de H u go Capeto ? Sajones,
nuestro suelo, y el sábado, durante la lúgubre ceremonia de p francos, o galorrom anos, el problem a carece de interés, por-
D reux, me he unido en el sentimiento, y a que no en el pensa que todo ha sucedido como si hubiera corrido p o r sus venas la
miento, con la salm odia de la Iglesia. A mi manera, he recita más pu ra sangre autóctona.
do su Oficio de difuntos. \\ Im aginaos el h o rro r de las devastaciones escandinavas y la
I.— ¡Treinta y ocho reyes en mil años, un inmenso corte j debilitación de todo lo que tuvo que resistirlas. Imaginaos, en
jo de príncipes! Los muertos de la C asa de Francia son tan [ este caos, una raza de Bonapartes que, en vez de valernos tres
numerosos y tan desconocidos, se remontan tan lejos, que no invasiones y espantosas mutilaciones territoriales, no cesaron
he querido contar sólo con mi memoria y he tenido ante mis i de ser la m uralla de defensa y la salvación del país. ¿Cabe
ojos, como un misal, el libro en que están más claramente re i pregun tar a estos Bonapartes del siglo iv si descienden de W i -
sumidas las actas de dicha Casa. tikind, de un franco o de un galo? A u n en el supuesto de que
H e abierto, pues, la Reform a intelectual y moral de Fran fu eran extranjeros, nuestra continuada defensa durante cien
cia (de Renán, y acaso el m ás perfecto de todos sus lib ro s) por años hubiéralos naturalizado sobradamente.
las páginas en que el autor expone a sus lectores lo que la III.— Se impusieron por su valor. Aquellos venerables fu n
C asa de F ran cia h a sido. G ran tema ignorado por la m ayoría dadores de la dinastía nacional, lo que equivale a decir del
de los franceses. poderío histórico de la nación, no olvidaron nunca este carác
II.— N u estra Francia es una obra de arte, una obra de arte ter fundam ental de su autoridad, pero no olvidaron tampoco
político, fru to de la colaboración de una naturaleza propicia que la fuerza no puede ser desmedida si no quiere verse conde
y del pensamiento de nuestros reyes. nada a doblegarse miserablemente algún día. N in g u n o de aque
O tras nacionalidades se deben a la naturaleza casi sola. llos grandes hombres, ni un L u is IX , ni un L u is X I, ni un
E xistiría In glaterra sin los reyes que en ella han reinado. L a Lu is X IV , se figuró que se pudieran im provisar de un solo
fo rm a de su territorio disponía a sus razas diversas a la uni golpe una cuarentena de departamentos franceses, ni exten
dad. Alem ania tenía la unidad de la lengua y la supremacía der el Imperio (p orque decían Im perio) desde L a H a y a hasta
de u n a raza. Italia, dotada también de una lengua común, ha .R om a, sino que, completamente libres de estas locuras de am
vivido durante mucho tiempo del g ra n recuerdo romano, celo- bicioso romántico, van extendiendo de padre a hijo, de herm a
1. A rtíc u lo e s c rito con m o tiv o del tr a s la d o a F r a n c ia de los resto e no a hermano, de tío a sobrino, extendiendo sin cesar, el te
m o rta le s del p rin c ip e E n riq u e d e O rleans. rritorio nacional. Como hace notar acertadamente un sabio co-
LA CASA DE FRANCIA 673
672 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO"
l e n su respetabilidad p o r las costumbres de la corte de L u is X V .
lega de Ernest Renán, M. Ledrain, “en el tocaso de la Monar
f Y o me atrevo a decir que lés pasaría de buen grado al pre-
quía, en medio de las vergüenzas del reinado de L u is X V ”,
I sidente, a sus ministros y a las dos C ám aras las pequeñas
añadían aún “a la vestidura deí territorio nacional un trozo
i bacanales con que quisieran obsequiarse, si al mismo tiempo
que le fa lta b a : la L o ren a”. A menudo, antes de conquistar, asi
I nos procuraran, en cambio, el m ás pequeño jirón de la Lorena
milan. O tras veces, el menor dominio conquistado es sometido
| anexionada.
a un paciente esfuerzo de asimilación antes de intentar ningu-
,n a nueva conquista. v L o que yo pido a los detentadores del Poder político, no es
Este ha sido su arte, esta la “continuidad adm irable” cuyo | que sean virtuosos por mí, sino el que se ocupen de los asuntos
monumento es Francia: “la Francia que h a creado todo aque del país. ¿ Y qué ha sido de los asuntos de Francia desde que
llo de que vivimos, lo que nos une, lo que constituye nuestra , la Casa de Francia h a dejado de dirigirlos? Renán ha escrito
razón de ser”. E rn est Renán trata de hombres ignorantes y estas p a la b ra s : “E l día en que Francia cortó la cabeza ai rey,
de cortos alcances a los revolucionarios que no han sabido se suicidó.”
nunca comprender esto. L u is X V I dejaba a F ran cia un E jército y una M arin a; la
IV .— Gentes así son unos m ilagreros: creen que la historia Restauración, una magnífica situación en E u ro p a ; L u is Fe
se hace sola por obra de un dios que inútilmente procuran lipe, la organización creada por la L e y de 1832, quiero decir,
laicizar llamándolo fatalidad, fuerza de las cosas, evolución de las tropas de Crimea. T a l fué, en sus últimos momentos, la
lo inconsciente o ley del mundo. E sta especie de orientales no obra de la C asa de F ran cia. E n cuanto ésta cae, empezamos
ven lo que vemos nosotros, viejos franceses injertados de subs nosotros a dar tumbos. C atástrofes desconocidas desde el si
tancia griega y rom ana: ignoran que el hombre es un factor, g lo x v (pero en el siglo xv la dinastía nacional se rehizo, y
una energía creadora, un poder modificador. E l cerebro huma nosotros con ella) no han cesado de agotarnos. ¿Qué es Pavía,
no desmonta el universo para componerlo de nuevo según sus que es Rosbach, de que tanto se habla, en comparación con
planes. E n la historia de la form ación de Francia, nuestras Sedán y con W aterloo? Revolución tras revolución. B ancarro
fuerzas étnicas tiraban a derecha, nuestras fuerzas geográ
ta del Estado. E l extranjero entrando p o r tres veces distintas
ficas tiraban a izquierda y nuestras fuerzas económicas acaso
en París. D os guerras civiles. Y hemos visto hacerse la uni
tirasen en un tercer sentido. Como el dios de Anaxágoras, el
dad italiana y la unidad alemana y el desmesurado crecimiento
pensamiento de los Capetos hizo juntarse estas tres fuerzas en
del doble imperio anglosajón.
un mismo plano, y cada una de ellas encontró así su expansión
necesaria. V .— L a F ran cia política no h abía sido nunca tan pequeña.
Buenos o malos, débiles o fuertes, ninguno de estos prínci P ero todavía llegó después al máximo que podía llegar su pe-
pes pierde de vista la plasmación de Francia, que así se diría queñez: constituirse en República, es decir, que se ha decidido
es obra de un solo hombre. Pero es la obra de una institución, a ser débil y vencida. Y a lo advertía R enán : “H a y gentes
de una tradición y de una Casa. — dice— que sueñan con una República poderosa, gloriosa, in
E l Languedoc, observa Renán, e ra distinto de la Francia fluyente. Pues que se desengañen y escojan. Sí, la República
del N o rte por el carácter, la lengua y el clima, pero, porque el es posible en Francia, pero una R epública apenas superior en
rey se empeña, acaba siendo francés. L o mismo ocurre con la' im portancia a la helvética y menos considerada que ella. La
Provenza, y con Lyon, y con el Delfinado. L o mi3mo con el República no puede tener ni E jército ni diplomacia; la R e
Franco-Condado y con Alsacia y Lorena. pública sería un Estado militar de una rara nulidad, la dis
...El nombre de L oren a me vuelve a la memoria y me obse ciplina sería en él imperfectísima... E l principio de Repú
siona siempre que oigo a algún virtuoso publicista lastimado blica es la elección; una sociedad republicana es tan débil co-
MLLE. JEA N JAURÈS 675
674 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO”
I
676 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO” M LLE. JE A N JA U R È S 677
día: — Todas estas desgracias públicas no h abrán tenido para saciones; emocionarse y vu lgarizar emociones; vibrar y hacer
mí m ás que una compensación : la de haber conocido a una mu v ib ra r con ciertas sacudidas nerviosas. E ste era el oficio a que
chacha encantadora. Y como yo me mostré curioso, repitió: h abía aspirado en sus juveniles sueños. P ero le fu é fácil darse
— E n can tadora: mademoiselle Jean Jaurès. cuenta de que un diputado del centro tiene pocas veces la oca
I. — P or aquellos días, esta irónica fra se podía ir sin glosa; sión de entregarse a líricos trasportes. E n plena paz, ¿qué se
nadie hubiera pensado todavía en la fam osa comulgante 1. Cual puede decir ni hacer de dram ático? ¿Qué cuplé lírico se pue
qu iera hubiera entendido, como yo, que, al decir mademoiselle de entonar? ¿ Y qué actitud teatral adoptar? E l boulangismo
Jean Jaurès, se h ablaba del orador Jaurès en persona, toda e ra antiparlamentario, y este orador nato no sentía la me
vez que el “señorita” se aplicaba aquí al sexo de su menta n or inclinación seria a derribar la tribuna. L a derecha, a la
lidad. que entonces como ah ora estaba reservado el difícil honor de
L a frase, una vez explicada y comprendida, es de una pre las protestas elocuentes, hubiera tentado su clase de im agina
cisión admirable. Cuanto m ejor se conoce el pensamiento de ción si la calidad de diputado de la derecha no hubiera impli
M . Jaurès, m ejor se convence uno de que no hay otra fórm u cado unos principios políticos sólidos y conformes con la razón.
la p a ra definirlo. Quienes han seguido al joven profesor de L a razón asustó a la joven damisela. E l socialismo era lo que
filosofía a partir de sus tesis de ia Sorbona, pasando por el le quedaba y se a rro jó en sus brazos.
fam oso libro de las Preuves, hasta sus últimos artículos de la m. — E n aquel tiempo, el socialismo lo form aban una doc
Petite République Socialiste, saben que su espíritu reúne to trin a y una organización. L a doctrina no era entonces más
das las debilidades y todas las seducciones del espíritu feme verdadera que hoy, pero todas sus partes parecían estar uni
nino. Tiene de él la brillantez, la flexibilidad, el entusiasmo das con mucho vigor. L a organización form aba una especie de
fá cil y continuado. Tiene su abundancia de imágenes, su inex bloque. L a señorita Jean Jaurès se dió cuenta, en cuanto llegó,
tinguible flu jo de palabras. Tiene, además (no temamos ren del estado de los hom bres y de las ideas, y, después de exami
dirle un homenaje completo), este supremo espíritu de intriga narlos, se dijo: — V o y a encender todo esto de pasión.
y esta habilidad sin igual que designan a las mujeres 1 2 para Su instinto, su carácter, lo habían inspirado con acierto.
un papel principal en la diplomacia, la policía y la política P orque lo cierto es que mademoiselle Jean Jaurès apasionó al
electoral, a condición de que estén orientadas por hombres. socialismo. Pero, calentándole de cascos, exaltándolo hasta una
N o veo ningún carácter distintivo del género femenino que tem peratura de ebullición y división, contribuyó m ás que nadie
falte a M. Jean Jaurès. L o hemos visto lo bastante versátil y a acusar las lagunas que disimulaba. Y o no soy de aquellos
lo bastante testarudo p ara que nos recuerde los variados as que pretenden negar el grave problem a a que el colectivismo
pectos de la E v a eterna.
trata de corresponder. E l conde de Cham bord, el conde de París,
II. — N o voy a decir que se h aya contentado con seguir los
siguieron siempre estos problem as y las soluciones que ellos
impulsos de su corazón. L a señorita Jean Jaurès era ya una
propusieron, y que Su A lteza el duque de Orléans acaba de re
muchacha talludita cuando cambió de partido. Si le faltaba
cordar, demuestran la preocupación constante de los jefes de
madurez de juicio, tenía, en cambio, experiencia, y, si desco
la C asa de F rancia p o r la prosperidad pública y p o r el bienes
nocía el mundo, se conocía a sí misma. Sabía en qué podía
ta r privado. Y a quisiera el legislador republicano apoderarse,
emplear su magnífico capital. Experim entar y propagar sen
borrando su procedencia, de estas soluciones tradicionales; pe
ro es inútil: le fa lta ría representar un Estado independiente,
1. L a p rim e ra com unión de la h ija de J a u r è s a c a b a b a de a rm a r
g ra n e stré p ito en el m undo so c ia lista . (N o ta de 1902.) previsor y fuerte. N u e stra Francia, país de propiedad media y
2. E s te a sp e c to del c a rá c te r de M. J e a n J a u r è s se h a acentuado pequeña, es uno de los parajes del mundo en que m ás fácil
m ás a ú n desde h a c e u n año. (N o ta de 1902.) sería la lucha contra el colectivismo si, por suerte, el Estado
MLL E . JE A N JA U R È S 679
678 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO”
no fu era electivo. U n Estado electivo obliga a m endigar el Estos textos vagos han hecho el colectivismo accesible y
voto de las m asas y tiene que despreciar la realidad por las h asta simpático a muchos republicanos a quienes repugnaba.
apariencias. Cuantas más prom esas hace, menos puede cum Porque, rascad a un republicano, y en seguida encontraréis a
plirlas; cuantos más proyectos de leyes obreras amontona, me un romántico que explica sus ideas políticas con escapatorias
nos puede m ejorar la condición de los obreros, condición que a la Teología. L a justicia metafísica, la justicia eterna, la ju s
merece un estudio profundo y un arreglo equitativo. Este a rre ticia absoluta, tom adas como reglas de la acción y la s circuns
glo y este estudio valdrán lo que v a lg a el E stado que los lleve tancias, todos estos sueños, caros al corazón de mademoiselle
a cabo. Jean Jaurès, se parecen extraordinariam ente a lo que los
Tanto m ejor será la solución cuanto m ás libremente pueda hom bres de 1848 llam aban el ideal republicano y que sería m ás
pensar en el bien común el poder que deba prepararla. E l pro justo llam ar, con un francés que trasciende a alemán, el ideal
blem a económico contemporáneo depende, pues, del problem a de la democracia. L a señorita Jean Jaurès colg a ba de este
político. Resolviendo éste, h ay la posibilidad de resolver aquél. ideal todas sus guirnaldas y le consagraba sus elocuentes sus
D e otro modo, no. piros. Y como los radicales y los radicales-socialistas acudían
IV . — Mademoiselle Jean Jaurès no se preocupaba de resol a sus suspiros y la rodeaban por todas partes, su partido, el
ver, sino de agitar. Se agitó ella cuanto pudo a fin de agitar partido colectivista propiamente dicho, iba insensiblemente ale
a los demás, y la multitud le respondió. Porque tam bién la mul jándose de la trébedes.
titud es hem bra. Su imaginación acoge con transportes de jú Mademoiselle Jean Jaurès no concedió im portancia a esto al
bilo el elemento capaz de turbarla. principio. Pero, a rra stra d a por el flu jo de su elocuencia y so
Ú n observador hábil y preciso, M. Adolphe Brisson, ha ob m etida a la ley de su auditorio, hacía m ás frecuentes cada día
servado los efectos de la p a lab ra jauresiana sobre un joven lo s tem as favoritos del radicalismo. Prescindiendo d e los intere
obrero de los suburbios. E r a un efecto físico. Con aquella voz ses inmediatos del proletariado, desdeñando lo esencial de la
y aquellas palabras hubiera podido convencer de todo lo contra cuestión obrera, es decir, la organización del trabajo, ponía en
rio, si hubiera querido : por la sonoridad de sus palabras, le hu prim er lu g a r la defensa republicana y la g u e rra a l Catolicis
bieran dado crédito y le hubieran seguido a donde se propusiera. m o, es decir, “los derechos del pueblo” y “los principios de la
Mademoiselle Jean Jaurès no busca más que emociones. revolución”. A lo que los colectivistas le objetaban duramente
Ocúpase en d a r a los trabajadores una im agen emocionante de que la revolución b u rgu esa había sido un timo y que la repú- •
los paraísos sociales del porvenir. Como obra de arte, esta im a b lie a burguesa no es m ás que una palabra.
gen es mediocre, es nula como cosa científica, pero no por esto ¡U n a palabra! L a desventurada se m aravilla de oír despre
carece de eficacia revolucionaria. ciar las palabras: ¿acaso tenía ella otros méritos cuando las
V. — Pero lo que la propaganda colectivista ga n a de este mo reuniones populares la cubrían de aplausos?
do por un lado, lo pierde por otro. L a seorita Jean Jaurès es V I.— N o tengo ningún propósito de ensañarme en esta po
una bu rgu esa: romántica, sentimental, exasperada, demente, b re muchacha con el recuerdo de sus tribulaciones domésticas,
pero una burguesa. Tiene, pues, sus delicadezas y no sabe decir pero, con todo, quiero desengañarla. E l otro día, en cinco co
con aquella crudeza propia de los prim itivos teorizantes de la lum nas de su diario, acusaba al partido clerical de h aber u r
escuela: “Nosotros somos el partido dél vientre”, sino que tra dido contra ella la agradable historia de la prim era comunión
duce eso con eufemismos bastante distantes o con transcrip de su hija. ¡ Pues no ! ; no cabe pensar que “el golp e” v e n g a de
ciones carentes de fidelidad: — “Nosotros aspiram os a la flo r la Iglesia, ni del nacionalismo, ni del antisemitismo, ni mucho
de la justicia eterna.” A u n dicho en latín (aetem ae justitiae .m enos de nuestros monárquicos. N o son los monárquicos, ni los
florem ) el texto carece tal vez de precisión. antisemitas, ni los nacionalistas, ni los clericales quienes están
CONTRA EL CISMA 681
680 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA EN “ LE FIGARO”
44
E L ESCÁNDALO 691
690 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ L E FIGARO
Í
en verdad que los agitadores están, p o r su v alor o p o r su nú
mero, en condiciones de hacer la ley. sean solidarios entre sí, el obrero europeo se aprovecha del
I.— Y, no obstante, la idea socialista tiene que b a ja r la ca progreso económico de su patria y que asimismo se beneficia
beza ante la crítica de los hechos. H ace unos cincuenta años, 1 de los males económicos de los países competidores: un obre-
los doctores de la iglesia socialista enseñaban que su sistema 1 ro del puerto de G énova cobra lo que aportan a su trabajo la
no e ra un program a de reform as concebido con objeto de al I huelga y el ayuno del obrero del puerto de M arsella; el rnine-
canzar ciertos bienes apetecibles o de curar unas dolencias in I ro belga advierte al minero francés que no espere que él huel-
soportables: no; según ellos, el socialismo presentaba senci I gue porque se vaya a la h uelga de nuestras fronteras para
llamente úna imagen, en cierto modo fotográfica, de la futura I "dentro. M ás aún : el obrero ni siquiera form a un proletariado
sociedad tal como sus dimensiones y contornos son calculados | unido, compacto y solidario dentro de su respectiva patria.
p o r la Ciencia, tal como una evolución, y a m uy adelantada, Este proletariado de que tanto se h abla y tanto se escribe, no
iba necesariamente a m odelarla. N o nos decían nunca: Estaría es más que una ficción que de tanto en cuanto se desvanece.
bien que esto fuese así..., sino: Será esto, nosotros no hace H a sta en F ran cia hemos visto a nuestros metalúrgicos repro
mos más que anticipamos a los hechos para facilitar y simpli chando a los mineros su arrogancia, su egoísmo y sus preten
ficar su advenimiento. E stas parteras del porvenir conjuga siones de privilegio. P o r su parte, el minero francés se lamen
ban todos los tiempos de los verbos en futuro, pero como lo t a ásperamente de que, con las cotizaciones que él aporta a
hacían con una gran seguridad, cualquiera que hallaba gusto la caja nacional de retiros p ara la vejez, “aporta a la masa
o estaba interesado en que sus predicciones se cumplieran, los mucho más de lo que ésta le d a rá a él”. ¡Oh solidaridad de las
creía con verdadera pasión. m asas proletarias, éstas son tus pruebas!
Tales teorías de visionario eran aceptadas como “leyes”. Y no hablo del obrero del campo. De un extremo a otro
D e hacerles caso, las clases pobres de todas las naciones esta de Europa, el obrero agrícola ha comprendido a menudo que,
ban destinadas a unirse frente a las clases capitalistas del si tiene algún interés común con el proletario de las ciudades,
mundo entero: ley de la lucha de clases. Y asimismo, mien tiene unos intereses comunes m ayores aún, más estrechos y
tras que los ricos debían enriquecerse m ás cada día, los po m ás profundos, con su propietario y su arrendador. E s fácil dar
bres tenían que empobrecerse también paralelam ente: ley de se cuenta, gracias al funcionamiento de los Sindicatos Agrícolas
la pauperización del proletariado. Y am bas “leyes” han que y de las C ajas de Crédito Agrícola, en Francia, Alemania, A u s
dado desmentidas. tria e Italia, científica y experimentalmente, de donde está la co
II.— U n espíritu de los m ás penetrantes, uno de nuestros munidad de intereses. E s menos fuerte de lo que se dice entre
críticos m ás sabios, M. Jean Bourdeau, recordaba el otro día personas de la misma clase, y, por el contrario, lo es más de lo
en los D ébats que, lejos de hacerse cada día m ás pobre, el1 que se dice entre personas aplicadas al mismo tra b a jo : em
pleados y capitalistas, obreros y patronos, proletarios y pro
1, N o h a sido el n ú m ero de d ip u ta d o s c o le c tiv ista s sino el p a rtid o pietarios. Si una industria es floreciente, todos los que de ella
ra d ic a l-so c ia lista , el p a rtid o d e C om bes y de P e lle tá n , lo q u e h a c re
cido en las ú ltim a s elecciones. P e ro e sto no m odifica p a r a n a d a n u e s viven prosperan con ella, pero, si languidece, todos sufren las
tr a s conclusiones. Como hem os d icho a m enudo, y com o se v e rá m á s consecuencias de ello, desde los dueños del capital hasta los
a d e la n te , n o es lo pelig ro so el colectivism o, sin o el e lem en to dem ocrá m ás ínfimos asalariados.
tic o q u e se a ñ a d e a él. E l p a rtid o ra d ic a l-so c ia lista es a n te todo de
m ó c r a ta , p o r Jo que c o n stitu y e e l elem en to v iru le n to del socialism o. L a apariencia de lo contrario se d a sólo en la g ra n indus
(N o ta de 1902.) tria, pero sólo en ella. O, por m ejor decir, es en ella donde se
EL ESCÁNDALO 6?5
694 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGAKO”
basa únicamente en la elección extendida a todas las cosas,
h a dado y donde podía despistar a las gentes. L a g ra n indus como decía Balzac, fomenta, adiestra y suscita necesariamente
tria ha sido el pretexto general del socialismo. B a jo su influen toda una turba de candidatos. Os daréis cuenta de que ninguna
cia, el socialismo nació y se desarrolló.
reform a electoral sería capaz de acabar con toda esta turba.
ni. — Razón p o r la que el crecimiento del socialismo se ex
¿Pues qué? E l Estado, un presupuesto enorme, u n a influencia
plicaría en Alem ania, en Bélgica, en In glaterra, países hulle
inmensa son entregados a la voracidad del prim ero que sepa ha
ros, países en los que la g ra n industria absorbe en la mayor
cerse notar a los ojos de los electores, ¿y qu erríais que no se
parte la actividad y los recursos.
echaran a la vez sobre este magnífico botín todos los caba
Tanto allí como aquí, sería indudablemente un mal un cre
lleros de industria, todos los bandidos, todos los pillastres de
cimiento del socialismo, pero un mal natural, un fenómeno ex
F ran cia ?
plicable p o r simples causas económicas. ¡Pero en Francia!
L a naturaleza misma del suelo francés y de nuestro pueblo
¡E n Francia, país de pequeña y de m ediana propiedad! ¡E n
rechazan el socialismo. Este sólo tiene un elemento que le f a
F rancia, donde, a fin de cuentas, hay cerca de veinte millones
vorezca en F ran cia: el régim en electivo. P atron os amenazados
de rurales p o r treinta y nueve millones de habitantes! ¡E n
de ruina, trabajadores decentes que os veis amenazados en
Francia, cuna y patria de elección de la clase m edia! ¡E n F ra n
vuestro medio de vida, ¿queréis acabar con el socialismo? Pues
cia, el país del mundo en donde, según observa M. Frédéric
acabad con el régimen electivo. Vuestro m al nace de él, y sólo
Am ouretti, se cuenta el m ayor número de personas que tie
con él acabará. Balzac tenía previsto que F ra n c ia Testificaría
nen de tres a cuatro mil francos de ren ta! ¡E n Francia, donde
algú n día la práctica de “la elección aplicada a todo". L o exi
los mineros, estos mineros que absorben toda la atención des
gen el interés público y el interés privado. N o h a y m ás que un
de hace tres largos meses, no son más de 165.000, un poco más
remedio a este escándalo del socialismo electoral: la sustitu
de la doscientascuarentaava parte de la población! *
ción de la elección por la herencia, de la R epública por la M on
Sum ad estas insignificantes minorías de los obreros de la gran
arquía. L o he dicho muchas veces y lo repetiré siempre, del
industria y, por otro lado, las mayorías form idables que dan,
puestos en fila, nuestros rurales, nuestros rentistas, nuestros mismo modo que Catón repetía al Senado de R o m a que había
pequeños y medianos propietarios de las ciudades, nuestros obre que destruir a C a rta g o : hay que acabar con la República.
ros y patronos de las pequeñas y medianas industrias: es enor V .— Seguramente, b a jo un rey dinástico y superior a los
me la diferencia entre la pequeña tropa expuesta al contagio partidos, el capital y el tra b a jo tendrían tam bién sus conflic
del socialismo y la inmensa muchedumbre de aquellos a quienes tos, pero serían los conflictos naturales, proporcionados a su
el socialismo sólo puede asustar. Tengo, pues, sobrados motivos verdadera importancia y no desnaturalizados p o r la política
p a ra afirm ar que en Francia el progreso actual dél socialismo no electoral. E l rey, actuando en sus Consejos, sería el árbitro su
deriva de hechos económicos, de hechos naturales, de hechos prem o de los mismos, pero nunca su esclavo. G aran tizaría la
puros. Depende de una impureza y de un artificio. Depende de fortuna de F ran cia en toda la extensión de esta palabra. Trein
la intrusión de un elemento extraño en el orden económico. Re ta y nueve millones de franceses vivirían felizmente en este
pito que es un escándalo, un escándalo político, ni m ás ni régim en y los 165.000 mineros que tienen en ja q u e a nuestro
menos. desgraciado presidente y a sus pobres ministros tampoco ten
IV .— In vestigad cuál es la causa política de todo esto. Fácil drían que dolerse del cambio de régimen. Puesto que el carbón
mente la encontraréis. Os daréis cuenta de que son muchas las es necesario y que ellos hacen fa lta para extraer el carbón y,
personas interesadas en desnaturalizar las relaciones entre el puesto que, tras haber obtenido y a cien privilegios, quieren to
capital y e l trabajo. Os daréis cuenta de que este interés es de davía otros cien, se pondría punto final a tales privilegios nom
orden electoral. Os daréis cuenta de que el régimen que se brándoles caballeros, como se hizo antaño con lo s obreros del
E L NUEVO ADHESIONISMO 697
696 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO”
den ser personalmente excelentes, pero su obra es el espejo de H e aquí a dónde vamos a parar. Y aquí precisamente es a
las necesidades del régimen. donde no quieren ir los fundadores de la “L ig a de los Contri
E n nuestro país, rico, fértil, industrioso y altivo, en el que buyentes” y los ochenta mil ciudadanos, acomodados o ricos,
cada uno vivía celoso de su pequeño patrimonio, de su haber inteligentes y patriotas, agrupados en ella. ¡Ochenta mil con
independiente, mediana y suficiente economía que no debía n a tra diez millones de electores, es decir, ni el uno, ni siquiera el
d a a nadie; en este país que casi no tenía plebe, la democracia uno por ciento! Sin un esfuerzo sobrehumano siempre en ten
h a engendrado una plebe medio burguesa, medio pueblo: la sión, constantemente renovado de cuatro en cuatro años, es
plebe política que am aña las elecciones. decir, a menos de un milagro, quedarán aplastados mientras
E lla arrastra, m aneja y, si hace falta, intim ida a nuestras se siga el sistema de la cuenta de votos.
pobres buenas gentes. U n ejem plo: el día siguiente mismo al ¡ Y pensar que, con su oro, con su influencia, con la autori
de la fundación de la “L ig a de los Contribuyentes”, un puñado dad que les da su posición, podrían operar de un solo gol
de buenos radicales se alarmó, y, p a ra darle una réplica in pe, de un brusco golpe de audacia, la Restauración, y, me
mediata, fundaron la “L ig a democrática de los pequeños con diante ella, disipar, junto con el peligro financiero, todos los
tribuyentes”. demás peligros!
¿Comprendéis bien? E r a como si dijeran: — ¡A h !, ¿queréis Pues decídselo. Hacedles ver en dónde está la salvación,
restringir nuestros gastos electorales? ¿Queréis libertar la cuál es el único medio razonable, práctico y seguro, y todas
fortu n a pública de las acometidas del Estado, es decir, de nues estas gentes palidecerán y correrán a apelotonarse, como en
tras succiones? ¿Os dirigís a los contribuyentes pensando que tiempos de André Chenier, ante los altares del Miedo.
querrán poner fin a un derroche tan peligroso? Pues sólo los H I.— Todo está dicho ya tocante al punto de la reform a
grandes contribuyentes sienten este interés, nada más que de las reformas, o sea la descentralización. E sta representaría
ellos. la economía y la libertad; sería a un tiempo el m ejor contra
N o h ay duda de que una política ahorrativa puede be peso y la más sólida defensa de la autoridad. ¿Quién h a di
neficiar también a los pequeños, pero ¿se dan cuenta si cho esto? Su Alteza el señor duque de Orleans, pero además
quiera de ello? Su interés es un interés lejano, indirecto, in hay muchos republicanos que piensan en este punto como él.
sensible ; de momento, el E stado les pide poco, pero les pro Pues bien: la imposibilidad de descentralizar en la Repú
mete mucho en cambio. N o digáis que estas promesas del E s blica puede demostrarse como un teorema. Demos por supues
tado no tienen ningún porvenir, porque nuestra función, nues to que existiera un partido favorable a la descentralización
tro deber de republicanos demócratas es ni m ás ni menos que y que este partido resultara algún día triunfante: llegado este
hipotecar indefinidamente el porvenir. momento, nos diría: — “Esperad, esperad que hayamos acaba
Cuando un Estado h a caído en el régimen democrático, sus do de una vez p ara siempre con esos diablos de jacobinos cen-
atribuciones naturales (políticas, diplomáticas m ilitares) tien tralizadores.” Y , p ara m ejor dar fin de ellos, extrem aría aún
den a desaparecer, pero en cambio recibe otras. Empezando por la centralización.
hacerse enfermero de hospital y maestro de escuela, procura U n rey no necesita m ás que el asentimiento general, pero
d o r de las bellas artes, sacristán y estanquero, el Estado de el poder republicano necesita una delegación expresa y cons
mocrático tiende a convertirse en el copero y el proveedor tantemente renovada de la voluntad nacional. Sin el elector, no
universal. Coge, pues, el pan y el vino donde los hay, de la bode puede durar. U n poder así necesita, por consiguiente, tener en
g a de los ricos y de sus cuevas, y cuando, acabados los ricos, se su mano al elector, para lo cual necesita disponer de los fun
a c ab ó la riqueza, adm inistra la inopia y se pone a presidir el cionarios; sin éstos, no h ay buenas elecciones, y, cuando al
ham bre. guien desea que éstas den mejores resultados todavía, necesi-
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LA DIM ISIÓN DEL SOBERANO 707
706 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA EN “ LE FIGARO”
45*
LA DIM ISIÓN DEL SOBERANO TOS
703 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA EN “ LE FIGARO”
nombre de la salud pública, hace evidentemente falta pasar nuestros enemigos? — ¡Pues bien, ea, y a no lo som os!: haga
por encima de ella. P o r el contrario, nuestra servidum bre ad mos las paces. — ¡L a s paces, las paces!; esto se dice muy
m inistrativa no es una palabra, sino una cosa real. ¿Quién nos pronto. — ¡A h !, ¿pero ahora no queréis hacerlas, después de
libertará de la esclavitud administrativa? ¿Quién nos propor habernos llamado? — Sí, pero... — ¡Siem pre este p e ro !"
cionará unas libertades reales y prácticas? Si el precio de és Bastan estas cuantas palabras para que todos reconozcáis
tas fu era nuestra soberanía nominal y ficticia, habría que con la disputa molieresca que, de cuatro en cuatro años, a la vuel
fe sa r que era un precio de saldo. ta de las elecciones, estalla entre los republicanos llamados
V .— P ero ¿acaso la ilusión de la soberanía del pueblo se moderados y los conservadores “reconocementeros”. P alabras,
mantiene en el pueblo mismo? ¿Cree éste que gobierna? P o r palabras y palabras. Cuando, en vez de palabras, aduzcan
lo menos, ¿ espera gobernar algún día ? Hoy, ya, esta pretensión hechos, nos ocuparemos de ellos. ¿Queréis que entretanto nos
está menos extendida que antaño y creo que no queda el demos una vuelta hasta Chile, por ejemplo?
m enor motivo p ara mantenerla. U n inmenso desdén del régi I. — A l otro lado del mundo, ba jo un cielo p a ra nosotros ig
men electivo abre al pueblo francés el buen camino de la sa noto, vive en Santiago de Chile un filósofo que merece el nom
biduría. Quien conozca al pueblo, no en sus veleidades cons bre de apóstol. Su predicación me interesa desde hace mucho
cientes, sino en los detalles precisos de sus deseos y sus nece tiempo porque revela un noble espíritu y porque procede de
sidades, verá cómo oscuramente aspira a realizar su necesaria una gran fuente francesa. Su nombre es Juan Enrique L a g a -
abdicación. P o r todas partes contamos con buenos aliados: rrigue. Su hermano, Jorge Lagarrigu e, h a bía consagrado y a
E l buen sentido de las masas rurales; su vida al positivismo, cuyas doctrinas y métodos profesó
E l espíritu crítico de los hombres de letras; en P arís. A h o ra el señor Juan Enrique L a g a rrig u e traba
E l escepticismo de los hombres mundanos y de las gentes j a también por extender entre los hombres el sistema de A u -
de negocios. guste Comte.
Todos estos elementos contribuirán a la eliminación de loa U s a el procedimiento de San Pablo, pero él envía sus epísto
principios republicanos. las a los grandes del siglo: el Zar, el Papa, el Em perador ale
E s verdad que todavía quedan los obreros de las ciudades, mán, la reina Victoria, el rey Eduardo V II, el presidente Mac
pero también entre ellos actúan a fa v o r nuestro unos impor Kinley, Monseñor Ireland, son las personas con quienes suele
tantes fa cto re s: el socialismo, que asocia y organiza, y el an ar mantener correspondencia. A pen as si de tiempo en tiempo condes
quismo, que desbarata tantas combinaciones insensatas. ciende con señores de menos categoría, tales como M . Brunetiére,
M. Hyacinthe Loyson y M. A g a th o n de Potter. Es, pues, gran
de la confusión que yo experimento cuando recibo también
xn desde los antípodas mi correspondiente m isiva. E l folleto que
M. L a g a rrigu e me hace el honor de dedicarme me h a llegado
D E P A R IS A S A N T IA G O como aguinaldo la otra mañana.
E s una carta política que tra ta de los asuntos de Francia.
Teniendo en cuenta que el autor ocupa en el planeta una po
2 2 d e en e r o d e 1902.
sición diametralmente opuesta a la nuestra, resulta prodigioso
su conocimiento de nuestras aficiones y de nuestras ideas.
“— Vosotros tenéis la culpa. — L a tenéis vosotros. — N o II. — H a y un punto en el que M . L a g a rrig u e nos conoce me
teníais m ás que situaros dentro de la República. — Pero si jo r de lo que nosotros mismos pensamos conocernos. Interrogad,
la habíais traído para aplastarnos! — ¿Pero no erais vosotros si no, ya sea al ministro de Instrucción pública, ya a l último
DE P A R ÍS A SANTIAGO 713
712 UNA CAMPAÑA MONÁRQUICA E N “ LE FIGARO”
que h a sido el patrimonio de un partido, de un partido cerra — Porque no puede hacer esa evolución sin perder la arma
do, organizado lo bastante celosamente p a ra resistir todos los zón que constituye su fuerza!
asaltos. M. Méline, que quiso gobernar prescindiendo de él, tuvo E s t a armazón está constituida por dos m inorías confesiona
que caer; quiere ahora reconquistar el poder, y por ello y a es les existentes en Francia. U n a de ellas, integrada p o r unas cien
tamos viendo cómo se aplica a recobrar la benevolencia de este mil alm as; la otra, por seiscientas cincuenta o setecientas mil
partido y a confundirse de nuevo con él. personas, además de una sociedad bastante an tigua y llena de
E ste partido es el V ie jo Partido Republicano; V . P. R . : tres¡ vida que comprende a cerca de treinta mil adheridos. P oca gen
grandes mayúsculas que no deben olvidarse. te, si quiere U3ted, pero organizada por el común interés, el
IV .— Acabaríam os p o r aceptar el reinado del V ie jo P arti sentimiento hereditario, la religión y la comunidad de la san
do Republicano si éste fuese capaz de aceptar las condicio gre, es decir, dinero, disciplina y pasión, y esto no p o r una hora,
nes norm ales de las funciones de gobierno. Pero, al tiem no p ara una temporada, no para combatir una le y o hacer con
po que ejerce el gobierno, es también la revolución. Como el denar .a un culpable, sino permanente, constante, histórica, here
republicano de M éry que desembarcó en la isla desierta, se ditaria y naturalmente, en todo momento.
juzgó a sí mismo, se condenó, se ejecutó y enseñó en seguida ...“A lian za natural”, dijo tal vez imprudentemente M . W a l-
su cabeza cortada al pueblo, el Orden del V . P. R. está en opo deck-Rousseau en Saint Etienne. Pues, por el mecanismo sen
sición con la vida normal y la salvación del Orden francés. cillísimo de esta inteligencia natural, F rancia está soportando
E l Orden francés exige un ejército fuerte. E l Orden del un régimen contra natura.
V. P. R . entrega el ejército al Parlam ento y a la Prensa. E l N o hay m ás que una organización, la Iglesia, que pudiera
Orden francés requiere el respeto a la propiedad, a la fortuna .sustituir a l V . P. R . y hacer posible una solución republicana:
adquirida, el sólido fundamento de la paz pública, la economía. la teocracia católica; pero estamos en Francia y no en Bélgica.
E l Orden del V. P. R. condena a éste, en tiempo normal, al Nuestros mismos católicos son aficionados a posar en anticle
pillaje del Estado para subvencionar la democracia, y, en los ricales. D e consiguiente, la República católica es una quimera.
tiempos de agitación, a apoyarse en los elementos subversivos E l partido del Orden no puede escoger.
que lo han elevado al poder (Joffrin y com pañía). E l Orden Si rechaza la anarquía, tiene que adoptar la M onarquía.
francés es am igo del Catolicismo. E l Orden del V. P. R . es an Si rechaza la Monarquía, tiene que resignarse a la anarquía.
ticatólico. N o sé qué dirán de esto en Santiago, pero los franceses tie
E n una palabra, el Orden francés manda combatir, en nom nen la palabra.
bre del Orden mismo, tal como Auguste Com te lo define, “los
dogmas revolucionarios” ; el Orden del V . P. R. impone “m a
terialmente” “un respeto legal” para estos mismos dogmas.
— Pero ¿no puede cam biar este partido?— me dirá M. L a -
garrigue.
N i él puede cambiar, ni puede cambiarlo nadie. A lejad o del
Poder, fo rm ará la más fuerte minoría revolucionaria, y, es
tando en el Poder, no puede ser otra cosa que la revolución
enmascarada, como Napoleón fuá la Revolución con botas de
montar.
— ¿ Y p or qué este Partido no puede evolucionar hacia el
orden ?
ÍNDICE
E N C U E S T A SO BR E L A M O N A R Q U IA
P á g s.
........ IX
P rólogo de l a edición españo la ...........................................
NOTAS PRELIMINARES A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA ......................... **
D iscurso p r e l im in a r (1000-1924) ................................................
I . — M o d o y c a lid a d d e l a p r u e b a ..................................................
XI. — D u r a c ió n d e l a p r u e b a .................................................................
ttt __ F lu c t u a c i o n e s e n t r e d e m o c r a c ia t e m p l a d a y d e m o
.... lo
c r a c i a p u r a ................................................................... 22
I V . — L a v e r d a d e r a R e p ú b lic a .............................................................
V . — C o n t in u a c ió n d e l a v e r d a d e r a R e p ú b lic a ...................... 40
V I . __ L a v i c t o r i a d e F r a n c i a ..........................................................
V I L — L a p a z r e p u b lic a n a : R e t o r n o a l a v e r d a d e r a R e - ^
p ú b lic a ........................................ ....................................................... S1
V m . — A l s a l i r d e l a R e p ú b lic a ............................................................
IX . — D e l a a u t o r id a d l e g i t i m a ..................................................... 12g
X __ E l d e r e c h o n a c i o n a l y e l r e y ...................................................
. ...... 161
A p é n d ic e s a l d is c u r s o p r e lim in a r ...........................................
P refacio de l a ed ic ió n de 1909 .........................................
............ 167
I . — L a c u e s t i ó n ............................................. 170
I I . — E l m é t o d o .................................... 171
I H . — L a a d h e s ió n a l a M o n a r q u ía ................................................
I V __ A n t e s d e l a Encuesta sobre la Monarquía ............
V. — La “P o l í t i c a r e a l i s t a ” , c o n f e r e n c i a d e M . L u c ie n ^
M o r e a u ........ ......................................................................................
, V I . — P r o g r e s o s u l t e r i o r e s .......................................................................... ^
Bobre un punto del vocabulario ...............................................
ÍNDICE 719
718 ÍNDICE
Págs.
U n César con fueros ................................. 213 sobre la M o n a r q u ía ” .................. ............ • ......... 271
n, — Teórico y práctico ........................................................ 214
L a M onarquía reform adora .............................................. 216
EL SEGUNDO LIBRO DE LA “ENCUESTA SOBRE
LA MONARQUIA”
Incapacidad de la República para descentralizar .......... £17
L a vida local. — L a propiedad. — L a fam ilia ....... ....... 220 L as r e spu e s ta s ................................................................................... 275
U n a política re a l: Los obreros a g ríc o la s ......................... 223 Carta de M. Paul Bourget, miembro de la Academia Fran
lia política re a l: Los obreros industriales. — L a A so cesa .......................... 283
ciación .......................................................................... 224 Respuesta a M. Paul Bourget .......................................... 286
L a política real: Libertad religiosa y filosófica .............. £28 Lo que dijo la prensa ............................................................ 291
L a política real: Su personal ............................................ 232
Carta de M. Maurice Barrés ................................................. 301
L a "L ig a de la P atria francesa” ................................. 233
Respuesta a M. Maurice Barrés ....................................... 304
Los Bonaparte ............................................................... 233
Después de nueve años .............. 311
P au l Dérouléde ............................................................... 234
Nacionalistas y antisemitas: Drumont, Thiébaud,
Carta de M. Hugues Rebell ....... ,....... ................................ 313
Barres ......................................................................... 241
Respuesta a M. Hugues Rebell ...................................... 318
Los republicanos moderados: M. Méline, los melinis- Carta de M. Gustave Boucher .............................................. 319
tas y M. Ram baud ................................................... 243 Respuesta a M. Gustave Boucher ................................... 321
Conclusión ........................................................................................ 247 Carta de M. Henri Vaugeois .................................................. 323
CON EL CONDE DE LUR-SALUCES ....................................................... 249
Respuesta a M. Henri Vaugeois ...................................... 334
Después de nueve años ..................................................... 340
N aturaleza de la M o n a rq u ía ..................................................... 252
Base de teda reform a ............................................................... 253
Carta de M. Lucien Moreau ................................................. 347
Algunos Indices históricos ....................................................... 254
Respuesta a M. Lucien Moreau ...................................... 353
L a Revolución ........................................................................ 255
Después de nueve años ............................'......................357
Libertad, autoridad, responsabilidad .................................... 255 Carta de M. Charles Le Goffic .............................................. 359
L a centralización, enemiga del poder central ..................... 256 Respuesta a M. Charles Le Goffic ................................... 363
Centralización m ilitar .............................................................. 258 Carta de M. Henry Bordeaux ...... ....................................... 371
Descentralización p ara lo demás ............................. .............. 258 Respuesta a M. Henry Bordeaux ................................... 373
Anulación de reglamentaciones y seccionamientos. — D es Carta de M. Jacques Bainville .............................................. 379
trucciones necesarias ..................... ..................................... 260 Respuesta a M. Jacques Bainville ................................... 383
L a s comarcas de Francia ....................................................... 261
Carta de M. J. Caplain-Cortambert ................................... 385
Metódica prudencia de las mutaciones ................................ 262
720 ÍNDICE
ÍNDICE 721
Págs.
Fágs.
Pág-g.
LA TRA D U CCIO N E S P A Ñ O L A D E L A “E N Q U Ê T E SU R
L A M O N A R C H IE ” T E R M IN O SE D E IM P R IM IR E L
D IA 25 D E AGOSTO, F E S T IV ID A D D E SA N LUIS,
E L R E Y CRUZADO, E N LOS T A L L E R E S
D E IM P R E N T A A L D E C O A, S. A.,
D E L A C IU D A D D E BURGOS.
AÑO M C M X XX V