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La otra historia del guano:

Perú 1840 - 1879 (*)


Cecilia Méndez
"Todos generalmente han oído hablar de los
virtudes fertilizantes del huano, escremento
de pájaros, que hasta estos últimos años han
estado en pacifica posesión de unos altos pe-
ñascos por innumerables siglos, quizá desde
lo creación; mas pocos probablemente están
dados a saber que lo adquisición de este abo-
no, que fertiliza nuestras tierras y llena las
arcas de nuestros negociantes, acumulo in-
mensos males y padecimientos sobre una
porción de nuestros prójimos, cuya relación
se califican'a de imajinaria si no estuviese
atestiguada por personas fidedignas''.
Periodista norteamericano, hacia 1856.
B.N. Dl928

INTRODUCCION

Probablemente pocos productos de exportación en la historia económi-


ca del Perú, y aun de América Latina, desde el siglo XIX, nos confrontan tan

(*) La necesidad de emprender esta investigación se discutió en el seno del grupo Taki
Onqoy. Quiero agradecer particularmente a Carlos Contreras por su invalorable
aporte en estas discusiones, al profesor Alberto Flores Galindo por su apoyo cons-
tante y entusiasta a esta investigación y a CELADEC, que proporcionó la ayuda
económica que la hizo posible.

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Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

nítidamente como el guano a un hecho paradójico: la abismal desproporción


entre requerimientos tecnológicos, de mano de obra y espacios productivos,
y la obtención de una renta cuya acertada utilización hubiese podido, según
algunos, cambiar el destino mismo de un país.
Entre 1 840, en que el Estado peruano realiza los primeros contratos de
comercialización del abono en el exterior, y 1879, en que el agotamiento de
las más ricas vetas guaneras coincidió con la competencia de otros fertilizan-
tes en el mercado mundial y con el estallido de la guerra con Chile, el Perú
vivió de sus exportaciones de guano. Casi cuatro décadas de bonanza econó-
mica sustentada virtualmente en un solo producto. Al margen del desacierto
con que el Estado manejó la renta del guano, llevando al país a una cadena
de endeudamientos que terminarían en una honda crisis, agravando la depen-
dencia, en vez de propiciar un desarrollo productivo autónomo( 1), debemos
convenir en que la "era del guano" selló en la historia peruana una época de
importantes cambios. Sólo los ingresos provenientes de sus exportaciones po-
sibilitaron la cancelación del tributo indígena y la esclavitud negra, ambos
sistemas remanentes de la estructura social colonial; el guano consolidó una
nueva clase dirigente (llámesele burguesía, como Heraclio Bonilla, o pluto-
cracia , como Jorge Basadre), que entró a la escena política nacional cerrando
una larga etapa de luchas caudillescas por el poder; el guano de alguna mane-
ra sentó las bases de un Estado y un aparato financiero moderno en el país.
Una nutrida bibliografía, que no es el caso enumerar, viene abriéndonos
al conocimiento de dichos procesos. Entre los muchos interrogantes relativos
a la "historia del guano" que aún quedan por resolver, uno nos produce espe-
cial preocupación: ¿bajo qué condiciones y características fue explotada una
riqueza que antes de conmocionar lo nacional iría a revitalizar para la agricul-
tura las exhaustas tierras de los países que emergían como potencias indus-
triales?
El problema no ha motivado mucho a los investigadores(2). Y acaso la
medida de este olvido ha sido la poca relevancia de la producción guanera en
términos macroeconómicos(3 ). Ningún insumo o procesamiento fueron nece-
sarios. El guano de las islas era cargado a los buques (extranjeros en un
990/0) y repartido en los puertos del mundo sin exigir de las costas vecinas
ningún esfuerzo que alterase sustancialmente su estructura productiva, ni
obviamente la del interior del país( 4 ). Pero no existen razones válidas para
obviar el proceso de producción, menos cuando, como en este caso, fue la
base de la generación de una riqueza de tan vasta trascendencia.
Este artículo está dedicado precisamente a esclarecer un aspecto vital
en el proceso de la producción guanera: el del trabajo humano. Es, de alguna
manera, un intento por restituir a los trabajadores guaneros su rol protagóni-
co en la generación de esta riqueza, al amparo de algunas fuentes inéditas.
Ello nos lleva a discutir primero el problema de la captación de su fuerza la-
boral y así a examinar las características y racionalidad de este sistema de
explotación para finalmente evaluar su costo social.

8 Revista Andina, año 5


Méndez: El guano

1.- El MERCADO LABORAL

1.1. Panorama en el siglo XIX

Reiteradas veces se ha insistido en el problema de la ausencia de una


oferta de trabajo libre en el Perú del siglo XIX , situación que se habría agu-
dizado, especialmente para los agricultores costeños, a partir de la segunda
mitad del siglo, en que medidas como la abolición de la esclavitud negra y el
tributo indígena ( 1854) representaron para los hacendados la pérdida del
control que ejercían sobre una parte sustancial de su fuerza laboral. Los
negros constituían, en efecto, un sector laboral primordial en la agricultura
hacendaría de la costa , mientras la carga fiscal impuesta sobre los indios ase-
guraba, de otro lado, la afluencia periódica de éstos a las haciendas: como en
la colonia, los campesinos se veían obligados a alquilarse en diversas indus-
trias para obtener un excedente monetario que les permitiese pagar la contri-
bución. En algunos casos era el mismo hacendado quien se encargaba de
cubrir por adelantado las cargas tributarias de los indios para, de este modo,
retener su fuerza laboral. Liquidar las cargas tributarias , abolir la esclavitud,
significó, pues, la desarticulación de todo un sistema que aseguraba no sólo
un importante ingreso al fisco (tributo), sino el control más o menos efectivo
que unos hombres ejercían sobre el trabajo de otros.
Luego de las medidas liberales del 54 no se produjo la emergencia de un
ejército de trabajadores libres, dispuestos a enrolarse en industrias o hacien-
das. Esta estrechez de la oferta ha sido explicada parcialmente por el hecho
de ser el Perú un país eminentemente agrario, con ancestral tradición comu-
nitaria. Es decir, por la propia resistencia que opusieron los campesinos a la
proletarización, aferrándose a la seguridad que les brindaba la pertenencia a
una comunidad en el control y acceso a recursos propios. Se ha hablado tam-
bién de la negativa de los propietarios a asumir los costos de un trabajador
libre(5) .
Ambos factores habrían pesado en la opción de los hacendados por el
mantenimiento · de formas coactivas de acceso a la fu erza laboral , lo que en
efecto se logró. La importación de mano de obra , llevada a la práctica con
el ingreso al Perú de unos 100 ,000 chinos entre 1849 y 1874 -teóricamente
en condición de trabajadores contratados, pero en la práctica poco menos
que esclavos-, fue , en términos económicos, la salida más exitosa para los
hacendados costeños, cuyo esfuerzo empresarial estaba orientado a la pro-
ducción de insumos agrícolas de exportación: básicamente algodón y azúcar .
Pero hay algo más. En su afán por explicar por qué el propietario agrí-
cola prefirió la importación de cutis frente al empleo de trabajadores locales
e incluso colonos europeos, Macera ha postulado que "no fueron decisivos ni
la procedencia (en cuanto a 'distancia' como gasto del transporte o resisten-
cia cultural) ni el costo del trabajo por sí solo. sino más bien la naturaleza y
disponibilidad de la oferta, así como la relación social implicada "(6). Era

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Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

probable , por sus deterioradas condiciones de vida (mala alimentación , etc.),


qi.1e el rendimiento individual por hora de trabajo en el chino fuese más bajo
que en otros trabajadores. Pero , a la larga, su rendimiento final promedio ter-
minaba siendo más alto que el de los libres, sobre quienes existía una menor
capacidad de control y presión: "el jornalero peruano, al menos el criollo o
el mestizo de la costa , casi nunca trabajaba seis días a la semana y acostum-
braba a descansar de domingo a martes inclusive"(?). Un culi chino , en cam-
bio , representaba trabajo seguro en cualquier día y a toda hora . "Lo que se
paga y no tiene precio en el colono de la China -subrayó Larrabure en la
época- no es el trabajo sino esa seguridad"(8 ).
Estas son, a grandes rasgos, las características del mercado laboral que
habría de compartir la industria del guano. Intentamos, en esta primera par-
te, explicar la forma específica en que dicha industria solucionó sus requeri-
mientos de mano de obra, así como la causalidad implicada en esta elección.

1.2. Fuerza laboral en el guano: número y composición

Los años cuarenta, primera década de explotación del guano para la


exportación , han dejado muy escasos testimonios al presente. Cuando el
gobierno peruano autoriza la explotación del abono en las islas Chincha(9 ),
delega las labores de extracción a los propios comercializadores del guano
en el exterior. Estos subcontrataban a su vez los servicios de particulares
(los subcontratistas) que se encargasen de la extracción del guano , lo que
desde luego implicaba resolver el problema de mano de obra. Durant.e esta
etapa, el mayor caudal de trabajadores en las islas Chincha habría provenido
del propio litoral. No estamos en condiciones de afirmar que se practicaran
entonces formas coercitivas de captación y retención de mano de obra con
intervención estatal(} 0) . Al menos , no de manera mayoritaria o legalizada ,
si bien la participación de algunas decenas de esclavos negros en el trabajo del
guano (cuya presencia se constata en los tempranos cincuenta) pudo datar
de los cuarenta.
La habilitación ·de peones para el trabajo en las islas se realizaba en el
puerto de Pisco, bajo un sistema de endeudamiento al que comúnmente se ha
llamado "enganche", aplicado también en las haciendas y las minas. La
Compañía del Guano entregaba al futuro jornalero de ocho a diez pesos que
luego le serían descontados de su salario, "condición sin la que no son admi-
tidos"( 11 ). La mayor parte de estos jornaleros eran eventuales (al "engancha-
do" se le otorgaba cuatro reales, es decir medio peso , por el flete ida y vuelta
de un bote a las islas, suma que también les sería descontada)( 12), y sólo
unos pocos se convirtieron en trabajadores permanentes. Entre 1840 y 1854
se habían establecido en las islas Chincha al menos 13 individuos, "jornaleros
libres" , procedentes de diversos lugares de la costa de lea (Pisco, lea, Chincha
Alta, Chincha Baja), y algunos otros provenientes de diversos lugares del lito-
ral , como puede apreciarse mejor en el Cuadro No. l.

10 Revista Andina, año 5


______________________________ Méndez: El guano

Islas Chincha y Puerto de Pisco:


ubicación

• Lurín
~ Chincha

t) Isla Chincha Norte


(,J Isla Chincha Centro
O Isla Chincha Sur
San Jacinto •
San José •
IN o

SAN ANDRES
Q! Islas Ballestas O Isla Blanca

o
o

º
Isla
San Gollá

No. 1, Julio 1987 11


Estudios y Debates

Cuadro No. J

Trabajadores libres y personal establecido en las islas Chincho en J853

Año
Lugar de Estado que se
Nombre Profesión/ocupación origen civil Edad estab.

J. Juan Ríos Carpio Jornalero y abarrotador Pisco s 33 1840


2. Miguel Saabedra Guayaquil s 32 1841
3. Mariano Peñafiel Jornalero lea e 32 1842
4. Antonio Freyre Chile e 38 1842
5. Narciso Huamán Isla y c 30 1843
6. Eugenio Reyes Sastre s 25 1844
7. Bias Munayco Chincha Alta c 30 1844
8. José María Cueto De ejercicio zapatero ,
actualmente jornalero lea s 31 1846(A)
9. Apolinario Ferreyro lea V 40 1847
10. Juan Quintana Jornalero Pisco s 26 1847
1 J. Juan Pablo Manrique De ejercicio jornalero, en
la actualidad caporal de
trabajadores libres s 33 1847
12. Marcelo Ormeño Jornalero lea V 36 1847
13 . Pedro Arrieta lea s 30 1847(A)
14 . Ambrosio Galves Sastre 33 1847
15 . Manuel Medina Trabajador 23 1848
16. Casimiro Arrieta De eje rcicio zapatero y
actualmente jornalero lea s 30 1848(A)
17. Pedro Cegarra Jornalero Chincha Baja s 30 1848(A)
18 . José Cabezudo Pisco s 25 1848(A)
19. Nicanor Calderón Jornalero Huánuco s 23 1849(A)
20. Tomás Bolívar lea s 22 1849(A)
2 1. Valerio Gálvez Jornalero Guadalupe c 37 1850(A)
(Piura)
22 . Melchor Mantilla c 23 1850(A)
23. José Orrneiio lea s 24 1850(A)
24 . Agustín Ramírez Acarí s 23 1850(A)
25. José Antonio
Belaochaga Dependiente V 45 1851
26 . Juan de la Cruz
Loayza Jornalero c 23 1851(A)
27 . Pedro Vale Dependiente lea s 23 1852
28 . Miguel Garrido Teniente, encargado de la
Guarnición y la custodia
de los presos Piura s 30 1853
29. Benjamín Herrera "residente" Chile s 23
30. Ceberiano Andrés
Zerrate Director del carguío España c 53
31. Melchor Arredondo Trabajador y vivandero (*)
Fuente: Elaborado en base al "Expediente sobre las Informaciones relativas a las islas Guaneras"
A.G.N., O.L. 380-433, 1854. ·
(AJ Aproximadamente.
(*) "el más antiguo trabajador y vivandero de este lugar"

12 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ___,.,éndez: El guano

A fines de los cu aren ta, un observador calcularía la fuerza laboral activa


en las islas en unos 280 hombres, "casi todos indios"( 13 ). Aunque es posible
que se tratase de una estimación modesta, no tenemos otros referentes cuan-
titativos para entonces. La condición étnica que se señala puede más bien
corroborarse por el tipo de alimentación que recibían estos hombres, básica-
mente "charqui" o carne seca(l 4 ), muy común en la dieta del poblador andi-
no . Pero esta fuerza laboral "enganchada" devino insuficiente con los años.
La demanda del abono en el exterior exigía acelerar los mecanismos de pro-
ducción . Así, pues, en 1849 el Estado decide intervenir más directamente en
el control de la explotación del guano. Desde diciembre de ese año, el Estado
empieza a contratar por separado la comercialización y la producción, fir-
mando en esa fecha un contrato de carguío del guano con Domingo Elías, a
cuyo cargo quedaría la explotación del fertilizante en las Chincha por un
lapso de seis años, los que, con interrupciones, se cumplirían a fines de los
cincuenta. Sólo con el nuevo respaldo estatal conseguido por influencia del
propio El ías, pudo crecer el número de trabajadores. A partir de entonces, la
industria del guano participó de los más diversos sistemas coercitivos de cap-
tación y retención de mano de obra: empleo de esclavos hasta 1854 , de tra-
bajadores chinos entre los cincuenta y finales de los setenta (ambos comunes
al sector agrario costeño), y la concurrencia de presidiarios (a quienes se em-
pleó también en la construcción de vías férreas y diversas obras públicas). Se
sumaban eventualmente a ellos sujetos reclutados como vagos y desertores
del ejército. Los jornaleros o peones libres siguieron participando en la explo-
tación del abono, aunque con el tiempo quedarían reducidos a proporciones
mínimas, en el caso específico de las Chincha. Las cifras de los Cuadros 2, 3 ,
4 y 5 darán mayor nitidez a estas palabras.

Cuadro No. 2

Composición de lo fuerza laboral en los islas Chincha. 1853

chinos 262
esclavos 39
Isla Norte libres 130
presidiarios 209
640

Isla del Medio chinos 326


Ambas islas 966

Fuente: A .G.N., O.L. 386, 442-491, Gobernación de las islas Chincha, 1854. El "Informe . . . " de Pié-
rola (1853) reporta una información similar, aunque totaliza en 840 el número de trabajadores.

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Estudios y Debate,,,___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

Cuadro No. 3

Composición de la fuerza laboral en los is/os Chincha. 1854

Trabajadores del cargu io Otros trabajs. y habitantes

Isla Trabajadores libres de Pisco 165 Dependientes (empleados) 13


Norte Trabajadores libres chilenos 33 Carpinteros y calafates 13
Trabajadores chinos 180 Otros artesanos y sector
Trabajadores esclavos 47 subsistencias (vivanderos, etc.) 147
Trabajadores presos 183
608 TI3
Isla del Trabajadores chinos 329 Dependientes 4
Medio Trabajadores esclavos 3 Sector subsistencias 24
Otros 5
337 28
Total 945 201
Fuente: A.G.N., O.L. 380-433, "Expediente sobre las Informaciones relativas a las islas guaneras",
1853-1854.

El primer hecho que destaca en esta información es el número tan redu-


cido de trabajadores. Un promedio de mil jornaleros fueron suficientes para
producir 351,000 toneladas anuales entre 1850 y 1860, y 450,000 en el pe-
ríodo 1861-1870. Otros varios cientos de trabajadores extrajeron unas
468,000 toneladas, en el transcurso de los setenta, de los otros depósitos gua-
neros( 15). La totalidad del ingreso por exportaciones de guano ha sido calcu-
lada entre 381 y 432 millones de pesos por sólo considerar lo que derivó al
Estado( 16 ). El guano no sólo fue de lejos el sector exportador más importan-
te del siglo XIX, sino que sus ingresos posibilitaron una expansión presupues-
taria del 800 por ciento en un lapso de 25 años( 17), fenómeno cuyo impacto
en la economía nacional -verificado básicamente en los estudios de Hunt , de
donde provienen nuestras cifras- ha cuestionado el modelo de "economía de
enclave" sugerido por Levin( 18). La magnitud de la desproporción entre los
requerimientos laborales y el volumen de los ingresos en el guano, aunque
queda demostrada por las solas cifras, puede ilustrarse mejor con una compa-
ración. El sector agrícola exportador, el segundo en importancia después del
guano, habría movilizado en los campos algodoneros y azucareros entre Piura
e lea un total de 37,867 jornaleros(l 9) (siendo , entre ambos, el azúcar el sec-
tor más importante) , sin llegar a tener la gravitación del guano en la vida eco-
nómica nacional.
La paradoja ha sido con razón interpretada como la clave de la rentabili-
dad del guano, y en ella se encierra una de las hipótesis principales de Mathew :

14 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _Méndez: El guano

Cuadro No. 4

Población asiática en las islas Chincha

Año No. Fuente

1853 588 cfr. cuadro 2


1854 509 cfr. cuadro 3
1855 600 citado en Mathew , "A
primitive ... ", p. 42.
1856 800 ibidem
1857 550 ibidem
1866 683 B.N ., D7024, 1867
1867 750(*) A.G.N., H-4, 383 ,
1863-1869, p. 94.

(*) sobre un total de más de mil trabajadores.

fue precisamente el mínimo esfuerzo productivo que exigió el guano (técni-


cas de extracción "primitivas", pequeños espacios , reducida fuerza laboral ,
bajos salarios) lo que posibilitó tan altas tasas de ganancia para el Estado y
los contratistas(20). '
Al margen ya de estas reflexiones , la información que hemos presentado
en los cuadros nos conduce a algunas precisiones que deben cancelar una se-
rie de imágenes que sobre la fuerza laboral guanera han venido circulando a
partir de Levin. La idea, por ejemplo, de que grupos de polinesios (que en
número de 4 ,300 ingresaron al Perú como esclavos entre 1862 y 1863) traba-
jaron en los depósitos guaneros aparece desvirtuada. No sólo por el hecho de
no figurar en ninguna de las estadísticas o estimaciones sobre población y
námero de trabajadores en las islas, sino porque la más reciente investigación
consagrada precisamente al estudio de esta inmigración ha demostrado la in-
sustancialidad de tal hipótesis(21 ). En segundo lugar, la idea de que la apor-
tación laboral de presidiarios habría correspondido sólo. a una primera etapa ;
es decir, a la etapa anterior a la introducción de culis en las guaneras, es igual-
mente errada, como queda demostrado en el Cuadro No . 5. Para empezar, no
tenemos indicios muy certeros de la presencia de convictos en las islas duran-
te los cuarenta. Y aun si los hubiese. es visible que la implantación de nuevas
formas laborales no canceló las anteriores.
La presencia de los culis resulta, por último, las más relevante, mayori-
taria a partir de los cincuenta . El empleo de chinos para trabajar en el guano
fue, en efecto, la solución más efectiva para los contratistas. El sistema de
trabajo con asiáticos debió ser tan exitoso que una vez agotadas las Chincha,
éstos siguieron siendo empleados en los otros depósitos que quedaban por
explotar. No obstante que el tráfico de culis había sido oficialmente prohibi-
do en 1874, los hallaremos cumpliendo contratas como guaneros en los años

No. 1, Julio 1987 15


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

Cuadro No. 5

Envío y existencia de presidiarios en las islas Chincha

Año Número Fuente

1853 183 trabajando en las islas A.G.N. , O.L. , 380-433, "Expedien-


te sobre las informaciones relativas
a las islas guaneras", 1853-1854.
1853 209 presidiarios censados Cfr. cuadro No. 2.
1854 139 presidiarios
28 desertores trabajando en las islas A.G.N., O.L. , 380-433 , 1854
5 vagos
1855 Arribo de 28 presos ( 11 de ellos políticos) A.G .N., H-4 , 2004 , 1855 y O.L. 39
2018, 1855.
1856 Arribo de varios presidiarios A.G.N., R-J, 272, 1854/1872 y H-4,
460 , 1856-59.
1858 Fallos que condenan a trabajos forzados
en las Chincha y envío de varios reos A.G.N ., R-J , 99-101, 1856-1879
1860 Envío de 68 reos A.G.N. , R-J , 99 , 1860.
186 1 Envío de '56 reos A.G .N., O.L. , 1667-1724-1861
1862 Envío de 100 reos A.G.N ., R-J , 100, 1862.
1863 200 trabajando en las islas A.G.N ., H-4 , 383 , 1863-1869, p . 5.
1868 Remisión de diarios adeudados a 13 presi-
diarios que laboran en las islas Ibídem , p. 123
1870 Envío de 60 reos A.G.N. , R-J , 272 , 1854-1872.
1870 43 trabajando en las Islas Ibídem
1871 Grupo de presidiarios son trasladados de
las Chincha a las Ballestas Ibídem
1872 Llegan al Callao 40 presos procedentes de
las Chincha para ser remitidos a la Isla San
Lorenzo A.G.N ., R-J , 101 , 1868-1879.

subsiguientes casi hasta finalizar la década. En 1876 laboraban en Lobos de


Tierra 241 asiáticos, dentro de un total de 286 jornaleros(22). Ese mismo
año , en Lobos de Afuera trabajaban 87 "chinos esclavos , propiedad de la
Empresa Administradora del Cargu ío (sic.)" (23 ). Como en las islas del Nor-
te, en el litoral tarapaqueño los chinos se harían presentes casi desde el inicio
de las operaciones, hallándose, hacia 1875, 355 trabajadores chinos sólo en
el Pabellón de Pica(24 ). En 1877, 240 asiáticos operaban en Punta de Lobos
y otros 212 , en el Pabellón de Pica(25).
El problema de la oferta laboral en los depósitos del sur merecería un
tratamiento especial que no podemos hacer ahora. Pero lo que sí podemos
decir es que a los asiáticos no se sumaron precisamente trabajadores naciona-
les. En I 87 5 arribó al Pabellón de Pica un vapor con 600 chilenos contrata-
dos por la Empresa del Carguío del Guano del Perú en Chile y Antofagasta

16
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ •. éndez: El guano

(Bolivia)(26). Más aún, de acuerdo a sus contratos, estos trabajadores se com-


prometían a laborar todos los días que no fuesen festivos de acuerdo al ca-
lendario chileno(27). A estos peones chilenos se sumaban otros bolivianos.
En el depósito de Huanillos, hacia 1879, el grueso de la "peonada'' la confor-
maban trabajadores de ambos países(28) . Esta información nos invita a hacer
diferenciaciones regionales al hablar de la oferta laboral para el guano: la pre-
sencia de trabajadores libres en esta zona sur aparece con una fuerza que no
se observa ni en las islas Chincha ni en las guaneras del norte. Pero la situa-
ción en parte se explica por sí misma: desde que el tráfico oficial de culis se
canceló en 1874, la Empresa del Carguío debía estar ensayando formas efec-
tivas de "enganche" de trabajadores en la región, mientras se esforzaba por
conservar a los últimos jornaleros chinos que le quedaban. Por lo demás (al
margen del interés que pudiera suscitar este caso particular), no puede tomar-
se esta situación como representativa del conjunto: la explotación de los ya-
cimientos tarapaqueños se enmarca en un corto lapso temporal (1875-1879),
que coincide precisamente con el eclipse de la "era del guano".
En conclusión, podemos decir que la explotación del guano descansó
mayoritariamente en una fuerza laboral de carácter forzado , en la que los
asiáticos jugaron un rol fundamental. La pregunta es por qué no prosperó el
sistema de los "enganchados" locales y en qué se fundó la presencia masiva
de asiáticos y la concurrencia permanente de presidiarios durante la mayor
parte del período.

13. ¿Carencia de brazos?


La explicación más generalizada al por qué la mano de obra empleada
en el guano fue esencialmente forzada ha girado más o menos en torno a lo
siguiente: la "carencia de brazos" en el litoral , como consecuencia de estar
los posibles trabajadores atados a sus corporaciones (a los gremios en las ciu-
dades, a las comunidades en las áreas rurales), habría obligado, "sin más re-
medio", a los empresarios del guano a recurrir a formas coercitivas de capta-
ción de mano de obra , básicamente al empleo de culis(29). Debemos decir,
sin negar el hecho de que la oferta laboral en la costa fue, en efecto, reduci-
da, que no se puede explicar el problema unilateralmente. La "carencia de
brazos" , de la que tantas veces se ha hablado , haciendo eco, acríticamente ,
de las lamentaciones de hacendados y propietarios contemporáneos, debe
tomarse con cuidado. "Rectamente analizada -escribió Santiago Távara en
1855- significa falta: de brazos que trabajen barato o en balde"(30). La
expresión, que fue vertida a propósito de los hacendados costeños, puede
ilustrar y explicar parcialmente el caso del guano. Si bien, a diferencia de las
haciendas, la explotación del guano fue una empresa estatal , debemos recor-
dar que ésta recayó básicamente en particulares, a través de concesiones
otorgadas por el propio Estado. La forma en que se realizaron las concesio-
nes y los términos de las sucesivas contratas determinaron que contratistas

No. 1, Julio 1987 17


Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ - - - - - ~

y concesionarios manejasen la explotación del guano como un verdadero


negocio. Al asumir Elías, por ejemplo, el carguío del guano en las islas
Chincha, el estado se comprometía a entregarle 12 pesos por cada tonelada
de guano embarcada. Los contratos subsiguientes (Andrés Alvarez Calderón,
en las islas Chincha) se realizarían en términos similares. De allí que el afán
de aminorar los costos a fin de retener una máxima ganancia para sí estuviese
tan presente en los contratistas del guano como en otros empresarios, y aún
más, habida cuenta de que la explotación del guano era una concesión otor-
gada sólo por un determinado período de tiempo. "Mano de obra barata"
fue pues un lema tan caro a empresas y particulares involucrados en la explo-
tación del guano: como pudo serlo a los hacendados agroexportadores de la
época. Analicemos, pues, en primer lugar, el problema de los costos.
Dentro de la gama de trabajadores que se empleó en el guano, el presi-
diario, primero , y luego el culi , representaron los más bajos costos. La paga
recibida por un jornalero chino a partir de 1854, en que mejoró su situación,
fue de ocho pesos al mes (1 peso = 8 reales), sin contar los alimentos(3 l ).
Para el resto de trabajadores no existió una mensualidad fija, las pagas eran
por tareas.
En 1853 , los presos (incluidos posibles vagos, desertores y reclutas) per-
cibían tres reales -que luego se estabilizaron en cuatro- por cada cuatro to-
neladas de guano entregadas -en eso consistía la tarea- y no se les otorgó
ninguna cantidad adicional por alimentos(32). Tomando en cuenta solamen-
te las remuneraciones, los asiáticos se situaban, pues, en el nivel inferior:
ocho pesos mensuales contra doce de los presidiarios (considerando semanas
de seis días, a cuatro reales por día); sin embargo , a la larga resultaban más
costosos que los presos. Mientras estos últimos se automantenían con la paga,
los chinos debían serlo por la empresa; con los presidiarios, además, no había
necesidad de adelantar ni invertir capitales, como con los chinos, para su
enganche .
Los jornaleros libres, por su parte, recibían seis reales por tarea , aunque
se les llegaba a pagar hasta un peso o diez reales, dependiendo del grado de
dificultad de la misma (lugar en donde fuese extraído el guano, etc.), más
dos reales adicionales por alimentos(33 ). A todo trabajador, indistintamente,
se le otorgaba seis reales por tarea adicional, lo que, especialmente en el caso
de los libres, no parecía darse muy a menudo.
El costo de los libres era, pues, considerablemente más alto que el de los
otros trabajadores. Pero no sólo por la forma en que eran remunerados, sino
porque su transporte ocasionaba más gastos. Los chinos eran trasladados a los
depósitos por una vez, con pocas posibilidades de retorno , mientras el trans-
porte de los presos corría a cargo del propio Estado . A los libres, en cambio ,
había que habilitarles los medios de transporte a las islas. Si , como ocurrió
en un principio (años 40), estos gastos les eran luego descontados de su sala-
rio , el hecho no hacía mucha diferencia. Pero al menos durante los setenta,
un trabajador libre tenía derecho no sólo al pasaje de ida gratis, sino a volver

18 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ___c_ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

a su lugar de origen con gastos pagados por la empresa, una vez cumplidos los
diez meses de la contrata(34 ). En cualquiera de los casos, la movilización de
los libres era más frecuente que la de los asiáticos, lo que desde ya implicaba
un mayor gasto.
Este breve análisis de costos del trabajo, comprendido dentro de los cri-
terios de rentabilidad que observaran los empresarios del guano, sugiere,
pues, que la presencia mayoritaria de asiáticos y presidiarios obedecía a inte-
reses económicos muy específicos. Pero estos costos estaban a su vez en fun-
ción de la oferta laboral. Los libres eran más caros porque su oferta no pare-
cía ser precisamente abundante: "la experiencia ha demostrado -escribía
una autoridad de las Chinchas en 1863- no ser fácil encontrar peones en el
continente y se ha ocurrido al enganche de éstos en el Callao sin que sean los
más aparentes para el trabajo"(35). Aunque los salarios de los libres eran más
elevados que las pagas de presos y chinos, seguían siendo muy bajos. Los seis
o diez reales diarios pagados a los jornaleros libres en las islas quedaban pe-
queños comparados con los tres pesos diarios que recibían los cabos matricu-
lados(36) y con los tres o cuatro pesos diarios que los particulares abonaban
a los carpinteros y calafates que trabajaban reparando lanchas para el car-
gu ío(37 ). Es cierto que estos últimos desempeñaban un trabajo más califica-
do , pero aún los dos pesos diarios que recibía un carpintero o calafate que
trabajaba en las islas por cuenta del Estado (más una "ración armada" en di-
nero) resultaba "un salario muy pequeño y casi les es insuficiente para su
subsistencia en éstas en donde tienen todos los artículos a precios muy subi-
dos"(38). Los libres que aceptaban la propuesta del "enganchador", lo ha-
cían, pues, midiendo su "costo de oportunidad", y si no se dio el caso de que
se presentara una legión de voluntarios dispuestos a enrolarse en el trabajo de
las islas era precisamente porque dentro de su juego de oportunidades labora-
les la remuneración ofrecida no representaba un gran aliciente.
De haberse resuelto a pagar salarios más decorosos por el rudo trabajo
en las islas y de acuerdo al elevado costo de vida, seguramente los contratis-
tas habrían podido conseguir el número de jornaleros requeridos. Después de
todo, el trabajo en el guano exigía un mínimo de especialización y ejércitos
más bien reducidos de trabajadores. Que durante la primera década de explo-
tación se empleasen mayoritariamente libres resulta por demás significativo:
el "enganche" de jornaleros en el litoral no era lo "imposible" que se ha pen-
sado. Pero los empresarios del carguío no alentaron esta situación. Y no sólo
por un problema de costos, sino porque los libres no podían asegurar una
permanencia prolongada en las islas y llevaban , además , una disciplina de
trabajo más relajada que el resto de jornaleros: "los libres son muy eventua-
les -lamentaba Piérola-; no quieren trabajar como constantemente se expe-
rimenta en la isla. Con libres -añadía- no cuente el Gobierno para cumplir
sus compromisos"(39).
Y en efecto, no eran precisamente los jornaleros libres quienes se esfor-
zaban por !1acer tareas extras, alentados por la posibilidad de un ingreso adi-

No. 1, Julio 1987 19


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

cional, sino los presidiarios, "que son los más trabajadores, que echan hasta
dos tareas fuera de su obligación ganando por lo tanto doce reales más"( 40).
Por su misma condición de voluntarios, era más difícil retener y presionar
para el trabajo a los libres contratados para el cargu ío, pues, a pesar de los
compromisos adquiridos, podían desertar, como lo hizo en 1857 un grupo de
carpinteros y herreros contratados para trabajar en el muelle de las islas Chin-
cha , "quienes faltando a su contrata han abandonado el trabajo y se hallan
en la provincia"(41 ).
Claro está que en estos casos, por el carácter calificado de esta mano de
obra , los contratistas y el gobierno no tenían más que depender de los libres
(si bien trataron de explotar, asimismo, las habilidades y adiestramiento de
algunos presidiarios)(42). Para la contrata de trabajadores del carguío, en
cambio, había un cierto margen de elección, que por razones más complejas
que la evaluación de los costos del trabajo que hemos realizado, no se inclinó
a favor de los libres. "La naturaleza y disponibilidad de la oferta, así como la
relación social implicada", de las que habla Macera, fueron tan o más decisi-
vas en el guano que en la agricultura costeña para determinar el tipo de fuerza
de trabajo a emplear. La seguridad de contar con una fuerza laboral perma-
nente y siempre disponible ("que es la que se paga y no tiene precio"), era
acaso más imperativa en la producción del guano, donde la urgencia de la de-
manda no podía tolerar demoras. Un buque licitado para recibir guano tenía
el derecho de esperar su carga durante un cierto margen de tiempo, pasado el
cual el Estado se comprometía a abonar una cantidad de dinero por los per-
juicios que esta demora pudiera ocasionarle. De allí que la necesidad de con-
tar con un mínimo indispensable de trabajadores permanentes en el carguío
era no sólo conveniente para los contratistas, que ganaban más mientras más
guano embarcasen, sino para el propio Estado, que se perjudicaba con las
tardanzas en la entrega. Sólo los asiáticos, que estuvieron atados al servicio
exclusivo de un patrón, en un principio por tres y luego durante un período
de ocho años (en lo que constituyó, en la práctica, una nueva forma de escla-
vismo )( 43 ), y los presidiarios, que por razones obvias estaban privados de li-
bertad de decisión, represen ta ban esa seguridad que no podían brindarla los
libres, con el beneficio adicional de ser "más trabajadores" y más baratos.
"Se precisa la necesidad -decía el gobernador de las Chincha en 1863-
que el licitador tenga trabajadores constantes para atender estas fluc-
tuaciones (de los buques que se presentan para carga) ( ... ). Los presi-
diarios y los chinos contratados con que puede contarse en estos casos
son los únicos que evitan a que reuniéndose muchos buques sean demo-
rados en su carga y por consiguiente que las casas consignatarias dejen
de tener en tiempo oportuno en los mercados en que se espende (sic) el
abono nacional los cargamentos necesarios, ésta es la ventaja que la na-
ción reporta al conservar el supremo Gobierno presidiarios en éstas, ade-
más de no gravar a las entradas fiscales con los alimentos que les ten-
drían que dar estando en esa o en el Callao (los presidiarios se automan-
ten ían con la paga que recibían de los contratistas)"(44).

20 Revista Andina, año 5


Más tarde, al asumir Augusto Dreyfus el control absoluto de los yaci-
mientos guaneros en virtud de la concesión que recibe del Estado en 1869 , la
Empresa del Carguío del Guano del Perú , formada para cumplir con estos
propósitos , solicitaría "que el gobierno le preste las mismas facilidades que
proporcionó al antiguo contratista (Andrés Alvarez Calderón) remitiendo a
las islas Chincha un número de presidiarios que se ocuparon por mucho tiem-
po en el trabajo del acarreo del huano . .. "(45), lo que, en efecto , llegó a
cumplirse( 46 ).
De haber existido convictos en un número conveniente para cubrir las
demandas del trabajo en el guano, es probable que se hubiese prescindido de
la contrata de asiáticos, dado el doble interés (empresa y Estado) que existía
para ello. Pero esta situación no se dio , no sólo por la insuficiencia numérica
de los presidiarios, sino porque hubo que privilegiar también otros intereses :
las líneas férreas fueron construidas gracias al trabajo , entre otros , de los pre-
sidiarios, así como diversas obras públicas(4 7 ). La habilitación de la Peniten-
ciaría de Lima en 1862 , que dio cabida a unos 260 y más reos, erigida como
parte de un proceso de reforma del sistema carcelario y, más aún, como ex-
presión de la modernización de los criterios de la penalidad en la época , signi-
ficó , asimismo, una reducción de la oferta de mano de obra forzada en el
guano( 48 ). La Penitenciaría venía a sumarse a los ya existen tes presidios del
Callao (Casas Matas) -de donde básicamente eran remitidos los reos que iban
a laborar a las Chincha- y del Cusco(49).
Quedaban, pues, los asiáticos. Y con el mismo afán con que acudían al
gobierno para que facilitase sus requerimientos laborales con el envío de pre-
sidiarios, empresas y contratistas se volcaron al "enganche" de asiáticos en el
puerto chino (colonia portuguesa) de Macao, siguiendo los pasos de Domingo
El ías, gracias a cuya iniciativa fue_ron introducidos los primeros chinos al
Perú. Elías fue uno de los más influyentes partidarios de la inmigración china
y representaba los intereses de los hacendados costeños , ávidos de mano de
obra. Consiguió que en noviembre de 1849 se aprobara una ley que promovía
la inmigración de colonos extranjeros al Perú, otorgando el Estado Peruano una
subvención de treinta pesos "por cabeza" a las personas que trajeran colonos.
A esta ley, que con modificaciones estaría vigente durante unos 25 años, se le
llamó "ley china", por el evidente propósito de favorecer la inmigración asiá-
tica. La ley concedía, además, ·a Domingo Elías y a Juan Rodríguez el privi-
legio exclusivo de importar chinos para los departamentos de Lima y La
Libertad , por un término de cuatro años, con lo que Elías legalizaba la situa-
ción de los asiáticos que ya había introducido antes de la promulgación de la
ley(50). Casi inmediatamente después de promulgada la "ley china", Elías re-
cibía la concesión exclusiva de la explotación de las islas Chincha. Se asegura-
ba así no sólo una oferta segura de trabajadores para sus vastas haciendas de
algodón y viña en la costa (no es casual que en poco tiempo Elías se convirtie-
ra en el productor del 50 por ciento del algodón peruano de exportación)(5 l ),
sino obviamente la garantía de que la nueva empresa del guano en la que in-

No. 1, Julio 1987 21


Estudios y D e b a t e o - - - - - - , , - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

cursionaba no fracasaría por la " ausencia de brazos" . La cercanía de sus ha-


ciendas iqueñas a las islas Chincha era, por lo demás, un punto a favor.
Elías había abierto, pues, un camino que los posteriores concesionarios
del carguío , así como los hacendados costeños, no estaban dispuestos a per-
der.
Aun cuando el enganche de trabajadores en las zonas aledañas a los de-
pósitos fue más significativo en los años setenta (zona guanera de Tarapacá)
que en las dos décadas anteriores, cuando la explotación de las Chinchas , los
trabajadores chinos seguían siendo los preferidos , por su probada eficacia:
" . .. el embarque de guano en este depósito [Punta de Lobos] ha dis-
minuido considerablemente a consecuencia de la absoluta carencia de
pólvora y del mal resultado que dan los peones últimamente contrata-
dos que no pueden hacer ni la mitad del trabajo que hacen los peones
chinos"(52).
No podemos probar ahora si el mayor rendimiento que demostraron los
trabajadores chinos era debido a su mejor calificación en relación a otros jor-
naleros (recordemos que "se ha ocurrido al enganche de éstos en el Callao sin
que sean los más aparentes para el trabajo") o si , como dice Macera en alu-
sión a los culis en las haciendas, este alto rendimiento se explica porque
existía sobre ellos una mayor capacidad de presión (aunque pueden no ser
excluyentes, nos inclinamos por la mayor fuerza del segundo argumento) . Lo
cierto es que mejor rendimiento , inferiores costos y, acaso por sobre todo ,
necesidad de contar con una oferta prolongada y estable de trabajadores, de-
terminaron ,finalmente el carácter compulsivo de la mano de obra empleada
en el guano. De esta manera , además de quedar minimizados al máximo los
costos del trabajo dando lugar a más altas tasas de ganancia para los contra-
tistas, se garantizaba un "eficiente" funcionamiento del sistema de explota-
ción. Aunque ello tuviera que ocasionar, para decirlo con palabras de alguien
situado al margen del drama, "inmensos males y padecimientos sobre una
porción de nuestros prójimos, cuya relación se calificaría de imajinaria si no
estuviese atestiguada por personas fidedignas"(53 ). En otras palabras, el pre-
cio de la rentabilidad del guano fue pagado con un alto y dramático costo
social.

2.- EL SISTEMA DE EXPLOTACION

2.1. La organización del trabajo

La riqueza generada por el guano , que ocasionara un impacto económi-


co tan decisivo en la "modernización" del Estado y la sociedad peruanos del
siglo XIX , fue , paradójicamente, erigida sobre la base de un sistema de explo-
tación muy rudimentario y hasta "primitivo", para decirlo en términos de
Mathew .
Las capas de guano depositado en las islas tomaron una consistencia

22 Revista Andina, año 5


éndez: El guano

dura con el tiempo. Para removerlas no faltó quien pensara en máquinas. En


las Chincha, a comienzos de los cincuenta entró en funcionamiento una pe-
culiar máquina a vapor que atacaba el guano por medio de unas cuchillas,
pero sin mayor éxito(54 ). La topografía desigual de las islas y la poca efecti-
vidad de la máquina para con el guano más endurecido no permitieron la ge-
neralización de este método. De allí que la mayor parte del trabajo fuera rea-
lizada manualmente , con ayuda de picos y barretas y, eventualmente, tiros
de pólvora. El guano así removido era depositado en los carros que se encon-
traban al pie de las "ramblas" (los cortes de guano), siendo éstos tirados por
mulas y a través del ferrocarril, cuando éste fue habilitado , hacia los "monto-
nes" o tolvas, que podían contener llenas hasta mil toneladas de guano. El
abono era también acarreado hacia ellas en carretillas o sacos al hombro. Las
tolvas se hallaban conectadas a unas gruesas mangueras de lona , por las que el
guano era vaciado a las embarcaciones, directamente o por medio de lanchas,
siendo esto último lo más frecuente. Cada peón, como eran habitualmente
llamados los trabajadores, tenía la obligación de completar diariamente una
tarea , que consistía en un carro lleno al pie de la rambla o en 80 sacos o ca-
rretillas de guano, equivalentes a cuatro toneladas de este abono(55).
Los operarios que controlaban el vaciado del guano por las mangueras,
llamados los mangueros, eran todos jornaleros libres. Ello no resultaba ca-
sual. Nicolás de Piérola, quien fuera comisionado en 1853 por el gobierno
para inspeccionar el carguío en las Chincha, llamó la atención sobre el alto
riesgo que representaba este trabajo : "sólo se permite que sea desempefiado
por libres por no haber responsabilidad respecto a ellos"(56 ). Los accidentes
laborales no eran desconocidos en las islas y probablemente nunca tengamos
una idea muy clara de su magnitud o frecuencia , pero sabemos que, por ejem-
plo , al desplomarse un improvisado puente por el que un grupo de trabajado-
res transportaba una viga (a efectos de la construcción de una plataforma) en
el Pabellón de Pica , murieron instantáneamente quince trabajadores, quedan-
do heridos 22(57). Aparte del riesgo que suponía este tipo de trabajos, que
formaban parte más bien de las obras de infraestructura, queda claro, como
dice Piérola, que el trabajo de los mangueros era no sólo el más penoso. "por
estar metidos en una densa nube de polvo , cuya inspiración evitan de algún
modo con un tapa boca y narices" . sino el más peligroso , "por el inminente
riesgo de colarse por la manguera e ir a parar a la cubierta del buque o a las
lanchas que están cargando", habiéndose perdido ya "varios hombres por
este incidente"(58).
El sistema de explotación del guano tenía serios defectos. Las pérdidas
eran enormes, sobre todo al momento del vaciado: las mangueras podían
romperse o agujerearse, las lanchas que recibían el guano eran sobrecargadas ,
con lo que mucho guano iba a dar al mar(59). Ello se agravaba si realizándose
el vaciado y el embarque, sobrevenían fuertes vientos, la paraca en las islas
Chincha. Las fallas técnicas y la negligencia , que ocasionaban desperdicios,
fueron duramente criticadas por las autoridades que representaban los intere-

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Estudios y Debates,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ses del Estado. Se sugirió así el reemplazo del sistema de mangueras por el de
ensacamiento total , pero esto no pasó de ser una idea(60). Aun con todo sus
rudimentos. el sistema adoptado resultaba aceptable y era, dentro de los que
materialmente se pudo aplicar, el más eficiente. Es cierto que las p é rdidas
hubiesen podido ser menores, pero no tanto aplicando nuevos métodos o me-
jores técnicas. Piérola argumentó que el origen de los desperdicios estaba en
la forma en que se habían establecido las responsabilidades en la explotación.
El contratista sólo se encargaba de la extracción. mientras el embarque era
controlado directament e por el gobierno.
"Sin esta particular distinción , quiero decir que si todo fuera a cargo del
contratista, gravitando sobre él la responsabilidad del desperdicio, estoy
seguro de que éste habría puesto todos los medios eficaces para evitar
tan considerables pérdidas''(6 I ).
No sabemos hasta qué punto la aplicación de esta sugerencia hubiese
traído consigo una extrema liberalidad en el manejo del guano. Lo cierto es
qu e esto no llegó a darse. Al menos en las islas Chincha la división de respon-
sabilidades tierra : contratistas, mar : Estado, permaneció , con un evidente sal-
do en contra para el último. La comunión de intereses entre el Estado y los
contratistas, que propiciara, con éxito, el empleo de mano de obra forzada,
parecía diluirse a cierta altura del proceso de ex plotación. Aun cuando en la
e tapa fin al del mismo la oferta de tra bajo se "a utorregulaba " al intervenir los
int e reses de los compradores (los propios capitanes pagaban a los trabajado-
res que abarrotaban el r,uano e n las bodegas de los buques, colaborando tam-
bién los marin eros en las labores de embarque), el Estado debía asumir direc-
tamente la mante nción de una flota de lanchas (eran alrededor de cincuenta
en las islas Chincha). la construcción de muelles y otras obras de infraestruc-
tura y, por consiguiente, la responsabilidad sobre esta mano de obra . forma-
da , a diferencia ele la mayoría de trabajad ores de "tierra". por jornaleros vo-
luntarios, definidos é tnicamente corno " individuos de castas me zcla das y
bajas"(62). Vista de esta manera, la explotación del guano funcionó a modo
de una e mpresa privad a. con todo e l respaldo y apoyo es tatal.

2.2. Politica salarial: una explotación diferenciada

La estructura ele salarios en las islas fue abiertamente discriminatoria.


Primero , porque la paga no estuvo de acuerdo necesa riamente a la califica-
ción del trabajador ni incluso. como hemos visto , al producto y calidad de
su trabajo . Habíamos dicho que un trabajador libre recibía en las islas seis
reales por tarea. que podían ser hasta ocho o m ás "si lo ex trae n de la parte
más fu ert e"(63), y dos reales diarios adicionales por alimentación. Asimismo.
los "mangueros" eran los mejor remunerados en función al alto riesgo que
- veíamos- suponía su labor : doce reales diarios(64 ). Pero ninguno de am-
bos factores, grado de dificultad y riesgo, eran considerados en la remunera-
ción el e presos y chinos. que constituían la mayoría: la ínfima paga de tres o

24 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

cuatro reales diarios y ocho pesos mensuales que recibían, respectivamente,


obedecía únicamente a su condición de chinos y de presos. Los factores ideo-
lógicos que justificaron y posibilitaron no sólo el acceso a esta mano de obra,
sino su consecuente sobre-explotación, fueron, pues, decisivos. "Se debe pa-
gar a todos según su trabajo, no según su calidad personal"(65), fue una voz
solitaria que tardaría en ser atendida.
No podemos comparar deliberadamente los salarios de un jornalero li-
bre de las islas con los de un jornalero de la misma condición en el campo o
en la ciudad, que eran en promedio muy inferiores y cercanos más bien a los
de un trabajador forzado(66). Los guaneros no tuvieron el respaldo de la eco-
nomía doméstica con el que los anteriores pudieron compensar sus magros
ingresos y, además, el costo de vida en las islas era bastante más elevado que
en el interior. Los salarios de los guaneros libres, sin ser altos, habrían satisfe-
cho sus necesidades de subsistencia y posibilitado la acumulación de un exce-
dente, sin el ánimo del cual no hubiesen concurrido a los depósitos. Como
consecuencia de su condición de libres y su situación salarial comparativa-
mente privilegiada, estos trabajadores estaban sujetos a una menor presión y
a un trato más tolerable , que habría llevado a algunos representantes del car-
guío en las islas Chincha a afirmar "no haber poder en ellas que pueda com-
pelir a los peones a trabajar"(67). sobre lo cual ya hemos llamado la aten-
ción. No es éste el caso de los chinos y presos. Su enorme explotación econó-
mica (una plusvalía equivalente en cálculos optimistas a 1/16)(68) se expresó
material y moralmente en el trato de que eran objeto y en sus deplorables
condiciones de vida.
Desde el momento de su remisión a las islas hasta el cumplimiento de su
período en ellas(69). un trabajador presidiario no merecía más que la atención
indispensable a su "utilidad" inmediata. A solicitud de los contratistas y por
orden expresa de las autoridades políticas, los presos eran conducidos a las
islas Chincha mayoritariamente del presidio "Casas Matas" en el Callao , a ve-
ces de manera intempestiva , "sin darles tiempo para recoger las prendas que
les pertenecían"(70) y con el perjuicio adicional de tener algunos que " aban-
donar sus peq uei'ios in te reses adquiridos con su trabajo en el presidio" ( 71 ).
Cuando estando en las islas un presidiario enfermaba, no importaba tanto cu-
rarlo -por que esto implicaba gasto- cuanto "canjearlo" por otro sano , a fin
de no retrasar el trabajo. No son desestimables las relaciones de trabajadores
devueltos por "incapaces por sus enfermedades crónicas" , las que con alguna
frecuencia se habrían contraído a causa de la dura rutina de trabajo y la fuer-
te humedad que caracteriza el clima de esos Jugares , factores a los que se
aunaban las condiciones de insalubridad y hacinamiento en que vivían los
presidiarios , durmiendo "en contacto unos con otros y, Jo que es peor aún,
los sanos con los enfermos y a veces hasta con los cadáveres"(72). Si deseaba
o pensaba que podía curarse, un presidiario debía sacrificar parte de sus in-
gresos para costear sus gastos de subsistencia en las islas , lo que lograba a du-
ras penas por lo exiguo de la paga - "con [ella] no pueden ser nunca compen-

No. 1, Julio 1987 25


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

sacios ele las fuertes tareas que clesempefían "(73 )- y porque a pesar ele recibir
jornales tan bajos los presos procuraban obtener algún excedente con su tra-
bajo, ele allí que alentados por esta posibilidad se esforzaran mucho más que
los libres en hacer tareas extras. Otras estrategias de recuperación del exce-
dente fueron la venta clandestina de amoniaco , "a cuya especulación se dedi-
can particularmente los asiáticos"( 74 ), y ·eventualmente el robo(7 5 ).
El delito contra la sociedad (aun cuando no fuese debidamente proba-
do) privaba , de hecho , a un individuo de la libertad de disponer de su propio
trabajo y por ende de una parte sustancial de su vida. La única manera ele re-
dimirse del mal causado a la sociedad era poner su tiempo, su trabajo y su
vida al servicio de ella. Esta fue la justificación ideológica que estuvo detrás
de la sobre-explotación de la fuerza de trabajo de los presidiarios. Está de
más decir que, en el caso específico de las islas guaneras , lo que se presentaba
como un "servicio a la nación" era sobre todo un servicio al contratista, y la
verdadera palabra es negocio. El sistema permitió incluso el envío a las islas
de presos políticos (se admitía la existencia del delito poi ítico en la legisla-
ción). lo que fue justificado o recusado , conforme unos u otros grupos o cau-
dillos estuvieron en el poder(76).
Con respecto a la situación ele los asiáticos, no vamos a detenernos aho-
ra en su condición legal. Quienes han eludido el término esclavo, lo han he-
cho atendiendo más bien a criterios teóricos que prácticos. Se ha dicho que,
mal que bien, el chino percibía un "salario" , que es el que "lo diferenciaba
esencialmente del esclavo"(77) y que , por otro lado, firmaba contratos que
lo ligaban a un "señor" sólo por un determinado número de años (que empe-
zaron con ser cuatro, pero Juego se establecieron en ocho), terminados los
cuales podía considerarse libre, lo cual ha dado pie a que se hable de una
"semi-esclavitud "(7 8 ).
Sin embargo, sabemos que la relación salarial debe ser matizada no sólo
por el ínfimo monto de la paga , que apenas cubría sus subsistencias, sino
porque el chino contratado terminaba pagando con su trabajo los costos de
su "enganche": parcialmente los gastos de transporte desde los puertos chi-
neros al Perú , así como los "adelantos" que recibía del contratista al ser em-
barcado(79). Por otro lado, es cierto que la condición de contratado pudo
diferenciar legalmente a un culi de un esclavo convencional , poniendo al
margen la forma coercitiva y engañosa con que se obtenían estos contratos o
bien las circunstancias sociales y precisas que expulsaban a los chinos de su
propio país. Mas esta afirmación debe también relativizarse en atención a lo
que las últimas investigaciones vienen revelando sobre la situación del esclavo
negro en la Lima del siglo XIX: éste era capaz de comprar su libertad con el
producto de su trabajo artesanal en un lapso de tiempo hasta cuatro veces in-
ferior al mús largo contrato chino(80).
Las oportunidades laborales de los chinos fuera de las obligaciones para
con su patrón eran , a diferencia de aquel esclavo , prácticamente nulas y sólo
posibles furtivamente, como hemos visto , en tanto "queda convenido que

26 Revista Andina, año 5


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

durante dicho término de 8 afios no trabajaré para mí ni para otra persona


que no sea Don .. . "(81 ). Vista de esta manera , la "servidumbre" china no
era sólo una nueva forma de esclavitud por las características de la trata (al
comprar o vender el contrato se estaba comprando o vendiendo un ser huma-
no) , sino una forma de esclavitud acaso más radical y desventajosa que aque-
lla que habían soportado sus antecesores negros. A la prohibición expresa de
no trabajar en modo alguno para sí, se sumaba el hecho de que la trata de
chinos fue enteramente masculina, con lo que se les privaba de una vida fami-
liar a la que, no sin limitaciones , pudieron acceder los esclavos negros, y en
las islas guaneras los propios presidiarios y obviamente los libres(82) . Como
un esclavo en cualquier parte del mundo, el chino en el Perú se comprometía
a hacer todo tipo de labor que le fuese exigida por su patrón (o amo)(83).
-Mientras duraba su dependencia de éste , el chino fue, debe decirse sin eufe-
mismos, como sin eufemismos lo declararon los usufructuarios de su trabajo,
un esclavo. Considerando como un "bien más", entre tantos otros que ha-
bían adquirido los contratistas del cargu ío( 84 ). el chino guanero mereció
un trato correspondiente a esta categoría.
En síntesis, puede decirse que el nivel de explotación , en el sentido más
amplio, de los trabajadores guaneros. fue directamente proporcional al nivel
de coerción ejercible sobre su fuerza de trabajo. Los salarios pueden medir
bien esta graduación. En el plano inferior, los asiáticos; en un segundo nivel ,
los presidiarios, quienes, si bien como los chinos estaban privados de su liber-
tad, a diferencia de ellos tenían ciertos canales oficialmente abiertos para
elevar quejas y denunciar malos tratos(85) ; y, por último , en un nivel que
podríamos llamar privilegiado , los jornaleros libres , de cuyas ventajas ya he-
mos hablado .

2. 3. Conflicto y protesta
El aislamiento geográfico de los yacimientos guaneros contribuyó a la
consolidación de microsociedades en torno a ellos(86) . Las reducidas propor-
ciones de las islas propiciaron un estrecho contacto entre la población abas-
tecedora, la eventual (marinos y otros), la tropa que guarnecía las islas y los
trabajadores, y de éstos entre sí. Una situación similar experimentaron otros
centros extractivos, como los campamentos mineros, que compartieron este
carácter de "masa aislada"(87). Pero a diferencia de lo que ocurriera en las
minas, en las islas el permanente contacto entre los pobladores no suscitó un
enfrentamiento significativo entre los trabajadores y la "empresa". Esta se
reducía a fin de cuentas a unos pocos representantes y, por parte del Estado ,
al gobernador y a algunas otras autoridades y oficiales encargados de la tro-
pa. Pero la razón principal era que la precariedad generalizada de las condi-
ciones de vida en las islas matizaba enormemente las posibles diferencias
entre la calidad de las viviendas , ambientes y "estilos" de vida , que fueron
percibidas por los trabajadores de los campamentos mineros modernos y les

No. 1,Julio 1987 27


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

hicieron acaso más concientes de lo desventajoso de su situación. Ello no


ocurría en las islas. Los artesanos y abastecedores de la isla Chincha Norte
vivían en una "multitud de habitaciones de caña, madera y esteras", siendo
de esta misma constitución las "tres grandes habitaciones" destinadas a los
trabajadores chinos y libres y el resto de construcciones levantadas en el lu-
gar(88). Ni las autoridades pudieron librarse de la rusticidad y dureza de las
condiciones habitacionales, al punto de haberse visto José María Frías, Inter-
ventor Fiscal en 1857, "sin tener donde pernoctar sino bajo ramada" la no-
che de su llegada a las islas Chincha( 89 ).
La inexistencia de ambientes y condiciones de vida muy diferenciados,
unida a la estrechez del espacio. creaba en las islas guaneras las condiciones
para una forzada convivencia cotidiana entre grupos claramente diferencia-
dos y enfrentados en otros contextos. Juergas nocturnas animadas por el
alcohol y la música unieron a presos, sus mujeres ("toda gente de color afri-
cano") y agentes (empleados) de la Compañía Gibbs(90) . No estamos segu-
ros que estas "contemporizaciones que menoscaban el prestigio de la autori-
dad"(9 l) trascendieran los linderos de estas reuniones. Pero. en cambio, algo
de complicidad vinculaba más estrechamente a los trabajadores presidiarios
con. paradójicamente, los propios soldados encargados de st1 custodia(92).
Entre el 48 y 61 por ciento de los reos tenía homicidios como cargo ;
el segundo tipo de delito más común era contra el patrimonio (asaltos , ro-
bos, hurtos) , que a veces acompañaba al primero(93 ). Estos convictos gua-
neros residían en el "presidio" ubicado en las islas Chincha Norte , que no
era más que un par de habitaciones de 80 pies de largo por 27 de ancho ,
donde dormían estrechamente. A veces, por falta de espacio, los presos ocu-
paban el cuartel de la guarnición , adonde eran remitidos , asimismo, los "nue-
vos criminales"; es decir, prófugos de !ajusticia de otros lugares e individuos
que llegados a las islas eran sorprendidos en actos delictivos(94 ). Pero presos
y soldados, cuyo número en las islas Chincha oscilaba entre 40 y 50 u 80
individuos de tropa , cuando mucho, tenían más lazos comunes que el inevita-
ble contacto provocado por las condiciones de hacinamiento : "como esta lo-
calidad (el cuartel) carece absolutamente de departamentos los presos se con-
funden con los soldados"(95). Al igual que los presidiarios, la tropa soporta-
ba arduas jornadas de trabajo que eran escasamente compensadas, lo que dio
lugar a sucesivos amotinamientos que a veces terminaban en fugas masivas.
Un grupo de soldados amotinados en 1866 declaró no tener
"otro fin que el de recobrar su libertad dispersándose en la provincia de
Pisco, a causa de hallarse mal asistidos con el socorro diario no obstante
la redoblada fatiga que sufrían en el servicio de estas islas"(96).
De alguna manera, los soldados eran también una suerte de trabajadores
forzados , uno de cuyos mayores anhelos, como seguramente el de los presi-
diarios y los chinos, era escapar. De allí que de ser posible estos "custodios
del orden" facilitasen la fuga de los reos, acaso por un poco de dinero, y

28 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

hasta permitiesen su evasión a través de los mismos canales que ellos abrían
para sí(97) .
En reiteradas oportunidades, las autoridades de las islas solicitaron el
incremento numérico y el oportuno relevo de la tropa (diez meses era un
tiempo prolongado), visto el peligro que los descuidos para con ella suscita-
ban. Pero la preocupación no era obviamente sólo el control de los presos,
quienes, después de todo, no constituían la mayoría, sino la custodia de los
jornaleros chinos, "quienes cumplen forzadamente las obligaciones de su
contrata sólo por temor a la fuerza armada"(98). Esta frase, no obstante ,
exige matices porque si bien es cierto que la tropa, a pesar de sus deficien-
cias, jugó un rol importante en el control de la mano de obra, no fue el posi-
ble enfrentamiento "fuerzas represivas"-trabajadores el que cristalizó más
dramáticamente la violencia consustancial al sistema coercitivo implantado
en la explotación del guano. No eran los soldados , al margen de su rol ame-
drentador, a quienes los trabajadores percibían como su más cercano agresor.
La mayor carga de violencia del sistema se delegó a un verdugo llamado el
caporal. Los asiáticos, tanto por ser mayoría como por su situación más des-
ventajosa (menos canales legales para reclamos, en suma , menos derechos),
fueron sus principales víctimas.
Con una jornada que se iniciaba a las 5.00 a.m ., se interrumpía a las 10
u 11 para almorzar "dos libras de arroz y media de carne"(99) y luego conti-
nuaba nasta el atardecer bajo un sol intenso , los chinos eran compelidos a
trabajar bajo las órdenes de sus capataces, los caporales ; éstos eran, por lo ge-
neral , como en las haciendas de la costa , negros libertos, ex esclavos converti-
dos ahora en verdugos. Con reiteración se ha llamado la atención sobre la
saña con que estos hombres blandirían "sobre otro cuerpo el mismo látigo
que tantas veces había macerado las carnes de ellos"(! 00). Pese a su crudeza,
no pensamos que el trato dado a los asiáticos en las islas fuese peor que en
los demás lugares , como suele afirmarse. Sucede que la crueldad del trato a
los chinos en las islas fue observada y denunciada por periodistas, cronistas y
viajeros de muchas partes del mundo, llegando a provocar escándalo interna-
cional. El drama de los cutis en las haciendas tuvo, en cambio, menos propa-
ladores ; fue , si se quiere , más ocultable a los ojos del mundo , y ello ha inci-
dido sin duda en la conformación de la idea que se maneja hasta el presente
de que el "infierno" de los chinos en el Perú se ubicó geográficamente en las
islas Chincha, sin que ello quiera negar que este infierno existió(IOI ). Las
islas guaneras estuvieron demasiado lejos de las "Colinas Doradas" con las
que ellos habían soñado al dejar su país.
El hecho de que los caporales fuesen por lo general negros no era casual.
El enfrentamiento étnico resultaba hasta cierto punto beneficioso para la
"eficiencia" del sistema laboral , aunque, como bien señala Macera, este en-
frentamiento tuvo un origen económico: la presencia de los chinos envileció
los jornales de los trabajadores locales , quienes , en general -porque el odio
y racismo hacia los chinos fue común a blancos, negros , indios y "castas"-,

No. 1, Julio 1987 29


Estudios y D e b a t e ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

desfogaban en ellos toda la agresión que no pudieron revertir sobre sus ver-
daderos dominadores, a quienes , acaso , no vislumbraron con suficiente cla-
ridad( I 02). Como en otros Jugares del Perú, los asiáticos en las islas guane-
ras fu eron objeto de esta agresión , cuyos componentes psicológicos (senti-
miento de frustración, complejo de inferioridad) no pueden, desde luego ,
subestimarse ; pero, contra lo que también equivocadamente se ha venido
sosteniendo , estuvieron muy lejos de ser receptores pasivos de ella( l 03 ).
Las fuentes oficiales han dejado constancia de por lo menos tres motines de
asiáticos en las islas Chincha. El blanco principal de la violencia: el caporal.
Los tres ocurrieron en la isla del Medio, donde casi la totalidad de trabajado-
res -no es casual- fueron siempre asiáticos. El primer motín estalló en la
noche del 25 de enero de 1866. La noticia de que "los asiáticos de la isla del
Medio se habían insubordinado contra sus caporales" llegó rápidamente a la
sede de la Intendencia de Policía, ubicada en la isla Norte . De inmediato se
ordenó la participación de la tropa "mas por ser ya algo tarde no se pudo
conseguir nada" y la calma sólo llegó a ser reestablecida hacia el amanecer.
El saldo : cuatro caporales muertos, "que fueron asesinados desde el princi-
pio del motín" , y acaso algunos asiáticos. El Intendente que reportaba estos
acontecimientos reconoció que los asiáticos "han dado este serio paso ( ... )
exasperados por el tremendo maltrato que sufren ( ... ) y más que todo en
el alimento y demás precisas necesidades de la vida"( I 04 ). El segundo motín
ocurrió sólo unos días después. Esta vez la violencia de los chinos amenazó
también a "los pocos trabajadores libres que existían en la isla del Medio y
del Sur ( ... )(105) tal era lo resueltos que estaban"(l06). Se aplicó, como
en la anterior oportunidad , la fuerza de las armas para reducirlos, resultando
de ello varios heridos. El Intendente no informó sobre asiáticos muertos (o
no nos han llegado esos informes), y sólo meses más tarde saldría a luz el
caso de un asiático que reclamaba en herencia los bienes de un hermano suyo
muerto "en el motín" (no se especifica si en éste o el anterior)(l 07). El ter-
cer amotinamiento , ocurrido casi exactamente al año ( 17 de enero de 1867),
repitió los rasgos de los primeros estallidos, particularmente del primero. Se
inició en horas de la noche, intervino la tropa en la represión y recién por la
mañana quedó restablecido el orden , "sin otra deplorable ocurrencia que el
asesinato ejecutado por aquellos en la persona de su caporal"(l 08).
¿Tuvieron estos motines planes pre-determinados, líderes precisos, o
fueron solamente reacción espontánea e inorgánica de una masa "exaspera-
da" . para emplear el término del Intendente Arguedas, por el maltrato y las
duras condiciones de vida? Para hacer este análisis a profundidad requeriría-
mos una mayor información sobre los hechos , de la que acaso nunca dispon-
dremos. Las autoridades informaron haber aprehendido a algunos "cabeci-
llas" para que fuesen "severamente juzgados"(l 09), sin que hayamos podido
saber más de ellos ni de la realización de estos "juicios". No obstante, yana-
lizando estos hechos dentro de un contexto más amplio, podemos decir que
algo de ambos elementos, organización y espontaneidad, se mezcló en ellos.

30 Revista Andina, año 5


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

Es sugerente, para empezar, que estas primeras manifestaciones violentas de


protesta ocurriesen entonces y no antes. Recordemos que los primeros asiá-
ticos habían llegado a las islas guaneras y al Perú hacía más de 15 años. En el
transcurso de este tiempo y a pesar de la extrema dureza de sus condiciones
de vida, los cul is de las islas Chincha lograron ganar un espacio para reprodu-
cir sus tradiciones y su cultura: ya a mediados de los cincuenta habían "for-
mado un teatro en el local que habitan, en el cual hacen sus representaciones
en las vísperas y los días festivos"(l 10). Acaso la misma gravedad de su sufri-
miento alimentó estos vínculos comunitarios y no es por azar que los moti-
nes estallasen precisamente en la isla del Medio, donde las posibilidades de
acceder a una mayor integración como grupo -puesto que casi todos los jor-
naleros aquí fueron chinos- eran más amplias( 11 l ). Esto mismo explicaría
el carácter precursor de los motines ocurridos en las islas. Las primeras mani-
festaciones colectivas de protesta de los asiáticos en las haciendas estallarían
sólo a partir de 1869 (vale decir, tres años después del primer motín en las
Chincha), para alcanzar su clímax durante la primera mitad de los setenta,
cuando incluso se llegó a hablar de una conspiración general de asiáticos en el
Perú( 11 2).
Las denuncias internacionales (periodísticas, principalmente, y diplo-
máticas) sobre las malas condiciones de los chinos en las Chincha jugaron un
rol importante en la dación y ejecución de medidas tendentes al mejoramien-
to de éstas (113). En 1854, en parte como consecuencia de estas denuncias,
se concedió a los chinos guaneros un incremento salarial -pasaron a ganar
ocho pesos, como quedó dicho- , dictando el gobierno peruano, asimismo ,
disposiciones para su mejor trato. No obstante, y tomando los motines de
1866 y 1867 como un referente importante , debemos pensar que las mejoras
en el sentido de un trato menos riguroso fueron pasajeras y, en general, no
del todo convincentes para los propios asiáticos. En efecto, a dos años de las
disposiciones de 1854, nuevas y graves denuncias, que incidían en la brutali-
dad con que eran tratados estos hombres en las islas, circularon en un diario
norteamericano , causando revuelo en los círculos políticos nacionales(l 14 ).
Con los años se tomaría una medida extrema para poner punto final a esta
escandalosa situación: hacia 1868 , los contratos firmados por asiáticos que
venían al Perú prohibían expresamente que éstos trabajasen como extracto-
res de guano(l 15). Si bien ello quedó en letra muerta -el envío de chinos a
las islas no sólo no se detuvo, sino que persistió en los setenta- , es significa-
tivo - y cabe resaltarlo- que esta prohibición fue posterior en poco a los moti-
nes , lo que hace pensar que el terreno que los chinos podían estar ganando a
su favor, aun cuando sólo como opción legal, no fue producto únicamente de
presiones externas( 116 ), sino de su propia movilización reivindicativa.
Nuevas quejas contra el maltrato a los chinos en las islas Chincha serían
elevadas al abrirse la década de los setenta, aun cuando ya se habían prohibi-
do "los castigos crueles e innecesarios a los asiáticos que la casa cargadora tie-
ne a su servicio, quitando a los caporales libres el látigo que tenían en la ma-

No. 1, Julio 1987 31


Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

no y evitando así que se repitan las horribles escenas que ya han tenido lugar
en éstas"(l 17).
Y es que, en realidad, la violencia ejercida contra los chinos no se limitó
al látigo blandido por los caporales; éstos no eran sino eficientes verdugos de
un sistema basado exclusivamente en la fuerza. Las órdenes de castigar a los
chinos que incurriesen en algún descuido u osaran resistirse al trabajo en al-
gún momento de la jornada eran impartidas de más arriba o, en todo caso ,
toleradas con amplitud por la empresa del carguío y aun por las propias auto-
ridades militares. Se aplicó penas tan viles como
"tener colgado a un individuo por medio de sogas o cadenas de la cin-
tura o de otra manera desde el amanecer hasta el anochecer sin comer
durante ese período, uno, dos o más días, según la magnitud de la falta ,
y tenerlos atados a las boyas de baja marea espuestos (sic) al agua, a más
del calor y del frío"(l 18), ·
por no mencionar otras modalidades de castigo. El maltrato físico hacia los
chinos fue, en realidad, expresión superlativa de una violencia que ya estaba
dada en la precaria alimentación, el rigor, en general, de la jornada y los bajos
salarios, que eran de responsabilidad de la empresa y el Estado. Las huidas, el
consumo de opio y los suicidios que los asiáticos cometían "cada semana"
arrojándose de los acantilados, en la creencia, según alguna mitología de la
época , de que resucitarían en su propio país( 119), fueron otros mecanismos
de respuesta a la explotación, pero, a diferencia de los motines, se trató de
vías más bien individuales y evasivas. La significación de los motines ocurri-
dos entre 1866 y 1867 radica precisamente en su carácter colectivo -que
denota una mayor conciencia sobre la base de intereses comunes- y de en-
frentamiento, que los diferenció radicalmente de las otras modalidades de
protesta, más bien pasivas.
Las condiciones de los asiáticos sólo parecieron experimentar una mejo-
ra en el transcurso de los setenta, en que las islas Chincha cedieron lugar pro-
tagónico a las islas Lobos y a los depósitos del litoral tarapaqueño. Según los
testimonios, el trato siguió siendo muy duro, pero se había logrado un alza
significativa en el nivel salarial. Entre 1875 y 1877, los chinos contratados por
la Empresa del Carguío en el Pabellón de Pica y Punta de Lobos percibían un
jornal de dos pesos diarios( 120), lo que suponía un considerable incremento
en relación a los ocho pesos mensuales de veinte años atrás. Por otro lado,
también en el transcurso de esta década, y acaso como producto de sus pro-
pias movilizaciones en las haciendas, principalmente, los chinos accedieron a
una serie de reivindicaciones, como el derecho a descansar los domingos, la
regulación de un horario de trabajo y el pago de horas extras( 121 ). Mientras
· tanto , los jornaleros libres apenas habían logrado duplicar sus jornales en el
mismo período: tomando como medida la nueva unidad monetaria, el sol de
cien centavos (que sustituyó al peso de ocho reales), un peón enganchado en
los alrededores de los depósitos tarapaqueños percibía un jornal igual al ofi-
cialmente establecido para los asiáticos: S/. 1.60 ó S/. 2.00 , cuando menos.

32 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

El alza general del costo de vida, ocurrida a partir de 1869, con su consecuen-
te elevación del nivel salarial , afectó, pues, en forma considerablemente des-
favorable a los enganchados locales, esos jornaleros libres que tuvieron en un
comienzo una situación económica y laboral tan ventajosa en relación al res-
to. Hemos dicho ya que el caso de los depósitos del sur no es representativo
del conjunto; es decir, no expresa lo que fue la situación general de los traba-
jadores durante la época del auge del guano (convendría , además, un estudio
específico sobre la oferta de trabajo y el mercado laboral en esta zona duran-
te los setenta). No obstante , al observar la evolución de las condiciones labo-
rales de los chinos guaneros y constatar que , mal que bien , fu e positiva, nos
preguntamos -asumiendo que la situación de las guaneras resumió y reflejó
una situación nacional- si el proceso de adaptación de los chinos a la socie-
dad peruana no fue más positivo y sus caminos reivindicativos más eficaces
de lo qu e se ha venido pensando.

No. 1, Julio 1987 33


Estudios y Debate..__ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

NOTAS

( J) La enorme renta generada por el guano, según ha demostrado Shane Hunt , se desti-
nó a rubros improductivos (ampliación de la burocracia, pago de deudas interna y
externa, reducción de cargas tribu !arias, ferrocarriles), en lugar de reinvertirse en el
desarrollo productivo del país. Ver Hunt, Shane, "Guano y crecimiento en el Perú
del siglo XIX", Hisia, IV, segundo semestre, 1984. La era del guano ha sido, por
ello, para algunos autores sinónimo de "fracaso económico" o de la "oportunidad
perdida" para el país (este enfoque se encuentra especialmente en Bonilla, Heraclio .
Guano Y. Burguesía-en el Perú. IEP. Lima, 1974).
(2) Una importante excepción es el artículo de W.M. Mathew : "A Primitive Export
Sector: Guano Production in Mid-Nineteenth Century Perú " , Journal of Latin Ame-
rican Studies, 9, 1, mayo de 1977. Hasta entonces, las ideas más divulgadas sobre la
fuerza laboral guanera provenían de la información presentada por J onathan Levin
(Economías de Exportación. UTEHA . México, 1964), quien retomó información
impresa que circulaba en la época . Aparte, sólo existe un par de breves artículos que
han querido llamar la atención sobre las condiciones de los trabajadores - básica-
mente los asiáticos- en las islas guaneras. El de Wilma Derpich, "Explotación en las
islas guaneras", El Comercio, suplemento dominical, 25 de enero de 1976, y el de
Juan Zanutelli, ''Los coolíes chinos en las guaneras del sur", La Prensa, 8 de octu-
bre de 1981.
(3) Aun inflando las cifras, Hunt calcula que los costos de trabajo en el guano represen-
taron menos del 4 por ciento de los costos totales. El guano fue prácticamente "un
monopolio sin costos de producción" (Hunt, op. cit. , p. 47).
(4) El cambio debe buscarse, en todo caso, en la estructura demográfica y ocupacional
de los puertos, acaso en un cierto auge de actividades mercantiles debido a la afluen-
cia masiva de buques (ello fue particularmente notorio en el Callao, que centraliza-
ba el tráfico guanero), pero no en la orientación de la estructura productiva de estas
regiones.

34 Revista Andina, año 5


- - - - - - - ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - M é n d e z : El guano

(S) HUNT, Shane, "Guano y crecimiento en el Perú del siglo XIX", Hisla, IV , Urna. ,:
1984, p. 45. Más que de los costos en un sentido amplio, Hunt habla de los salarios.
(6) MACERA, Pablo, "Las plantaciones azucareras andinas ( 1821 - 1875)". En sus Tra-
bajos de Historia. Vol. IV. I.N .C. Lima, 1977. p. 52.
( 7) Tizón 1874, citado en Macera, op. cit., p . 191.
(8) Citado en Macer~, op. cit.,p. 192.
(9) Las Chincha -conjunto de tres pequeñas islas (la isla Norte, la más extensa, tiene
apenas 2 km. de largo por I de ancho) ubicadas a unos 20 km. del puerto iqueño de
Pisco y a 192 km. en dirección sur del Callao , primer puerto peruano- fueron el
más importante depósito guanero. Su explotación se realizó ininterrumpidamente
entre 1840, en que el Estado firma el primer contrato para la comercialización del
abono, y 1870, en que quedan virtualmente agotadas.
(10) LEVIN , Jonathan , Economías de Exportación. UTEHA . México, 1964. Levin ase-
gura que la extracción del guano se efectuó durante el decenio de 1840 con el con-
curso de presidiarios (pp . 95-96) a solicitud de los contratistas. No hemos encontra-
do en las fuentes oficiales evidencias de ello en los años cuarenta, sino sólo después.
Si los hubo, en todo caso, fueron más bien complemento de los peones enganchados
en el litoral y no al revés , como afirma Levin, según quien unos "pocos trabajado-
res peruanos a sueldo" complementaron a los convictos. Este autor toma ciertas
cifras de los años cincuenta para explicar el período anterior. El peligro de estera-
7.onamiento es obviar el significativo movimiento de mano de obra libre que se pro-
dujo en el litoral en los inicios de la explotación del guano y el porqué de su fracaso.
(11) B.N. (Biblioteca Nacional), D 1730. De José María Lizarzaburu al Coronel Subpre-
fecto de lea, 18 de diciembre de 1848.
( 12) Ibídem.
(13) Citado en MATHEW, W.M., "A Primitive Export Sector: Guano Production in Mid-
Nineteenth-Century Perú", Journal of Latin American Studies, 9, I, Cambridge
University Press, 1977, p. 41.
(14) B.N ., D1730, 1848-1849.
(15) Los cálculos del tonelaje pertenecen a Hunt , op. cit., p. 37.
( 16) En ventas finales , el guano exportado habría generado unos 750 millones de pesos.
lbidem, p. 53.
( 17) Ibídem, p. 49.
( 18) Levin postuló que el guano fue un caso típico de "economía de enclave" que dej ó
prácticamente intocada a la economía doméstica y no estimuló la transformación
en otros sectores. Hunt cuestiona la hipótesis central de Levin y sugiere que el pro-
blema con la economía peruana no fue que el ingreso del guano dejara in tocada a la
economía doméstica; el problema estuvo en lo que el ingreso del guano provocó en
y
la estructura de precios costos (Hunt, op. cit.) .
( 19) Cálculos de Macera, op. cit., en base al censo de 1876.
(20) Mathew, op. cit.
(21) De acuerdo a las fuentes de Levin, mil nativos fueron capturados en la isla de Pas-
cua, en 186 2, para ser empleados en la industria del guano en el Perú . Posteriores
estudios han mantenido la idea de que los polinesios trabajaron en las islas guaneras
(DERPICH, Wilma , "Introducción al estudio del trabajador coolie en el Perú del
siglo XIX", Tesis Br. UNMSM , Lima , 1976; MILLONES , Luis, ''Los chinos en el

No. 1, Julio 1987 35


Perú: cuatro siglos de migración y adaptación en el área andina", PUC' , Lima,
rnimeo. s/f). El reciente estudio de H.E. MAUDE, Slavers in Paradise. The Peruvian
slave trade in polynesia, 1862-1864. Stanford University Press, 1981, ha demostra-
do que los polinesios traídos al Perú fueron utilizados únicamente en el trabajo
agrícola y en el servicio doméstico. Es cierto, dice Maude, que hubo un intento de
llevarlos a laborar a las islas Chincha . En setiembre de 1862 le fue concedida a
Andrés Alvarez Calderón, entonces contratista del carguío del guano, una licencia
para reclutar de 800 a 1000 isleños con el fin de emplearlos en los depósitos de las
Chincha, pero ello nunca llegó a hacerse realidad. Mientras el proyecto fue abando-
nado - refiere Maude - la concesión de la licencia se hizo muy conocida y muchos
efectivamente creyeron que un grupo de polinesios fue reclutado para las islas gua-
neras del Perú ( pp. 136-13 7). La inmigración polinesia es un capítulo poco conoci-
do en la historia del Perú, acaso por su corta duración, pero quizá también por tra-
tarse de uno de los intentos fallidos más catastróficos para solucionar con mano de
obra foránea la "carencia de brazos". Los isleños jamás lograron adaptarse al país
como lo hicieron los chinos, su mortandad fue enorme y el tráfico, que había sido
debidamente autorizado por el gobierno, fue prontamente suspendido. Sobre la in-
migración polinesia puede consultarse los trabajos de Derpich y Maude ya citados,
así como el estudio pionero que Juan de Arona (Pedro Paz Soldán) consagró a la
inmigración, en general: La Inmigración en el Perú, Lima, 1891.
(22) Censo General de la República Peruana formado en 1876. Tomo V. Lima.
(23) A.G.N. (Archivo General de la Nación), H-4, 911, 1874-1877, p. 345.
(24) A.G.N .. H-4, 416, 1875-1877. Sin especificar el número, los documentos señalan
la presencia de asiáticos en el Pabellón de Pica hacia 1875. La cifra de 355 asiáticos
pertenece a un observador inglés citado por STEWART, Watt. La Servidumbre Chi-
na en el Perú. Mosca Azul, Lima, 1976, p. 87.
(25) A.G.N ., H-4. 416, 1875-1877.
( 26) I bidem.
( 2 7) Ibídem.
(28) A.G.N., H-4, 421, 1877-1880.
(29) Es Jonathan Levin (op. cit.) quien propone esta hipótesis de la inmovilidad de la
mano de obra para explicar la presencia mayoritaria de trabajadores importados del
Asia en una industria de exportación como la guanera. (Levin enfatiza que se trató
de inmovilidad más que de inadecuación). El panorama, no obstante, aparece mu-
cho más complejo; resulta difícil aceptar, por ejemplo, que la mano de obra poten-
cial en la costa se abstuviese de acudir a los centros de laboreo del guano por estar
"atados" a sus gremios o corporaciones. En Lima, hacia 1858, existían 5,500 indi-
viduos calificados como "vagos": SIL V A SANTISTEBAN, José, Breves Reflexiones
sobre los sucesos ocurridos en Lima y el Callao con motivo de la importación de
artefactos. Lima, 1858, p. 5. La cifra es considerable para una ciudad que bordeaba
los 100,000 habitantes (sabemos, de otro lado, que el régimen de los gremios aquí
tuvo poco que ver con una estructura rígida). Por ello, y a la luz de nuestros testi-
monios, convenimos más bien con Mathew (op. cit.) en sugerir que la captación de
mano de obra en el litoral no era lo imposible que se ha pensado, pero sucede que,
por las razones que serán expuestas más adelante, los contratistas no alentaron esta
opción.
(30) Citado en Macera, op. cit., Tomo IV, p. 151.
(31) Acogiendo una serie de denuncias que se habían vertido a nivel internacional sobre
el pésimo trato que recibían los chinos en las islas Chincha, el gobierno peruano dis-

36 Revista Andina, año 5


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

puso que "entretanto se resuelve mejorar su condición, se les pague ocho pesos
mensuales por semanas de a dos pesos, que no se les maltrate y que se cuide el ali-
mento que debe ser bueno" (A.G.N., H-4, 2004, 1853-1857, p. 95, y Mathew, op .
cit ., pp. 47-48). Es difícil precisar los salarios que los chinos percibían antes de ese
decreto (1854); los testimonios se prestan a confusión. En 1853, Piérola aseguró
que los chinos recibían, como los presos, vagos y reclutas, un diario de tres reales,
de los que destinaban dos a su alimentación, más un peso a la semana ("Informe
sobre el estado del carguío de guano en las islas de Chincha y sobre el cumplimiento
del contrato celebrado con D. Domingo Elías", 1853. Boletín de la Compañía
Administradora del Guano. Vol. IV. No. 4, 1928, p. 157). Otras fuentes atribuyen
a los chinos un jornal de un real diario y ninguna paga adicional a la semana
(Mathew, op. cit., p. 47), la misma que para los chinos se extendía hasta los domin-
gos inclusive, si hemos de fiarnos del testimonio de George Washington Peck: los
trabajadores de la isla Chincha Norte tenían descanso dominical, mientras que los
de la del Medio -donde los chinos eran casi la totalidad- no (citado en MURPHY ,
R.C. , Bird Islands of Perú. A record of a sojourn in the west coast. New York , p.
115).
Por último, los primeros con tratos de inmigración china ( 1849) habían estimado
una remuneración de cuatro pesos mensuales, es decir 3 2 reales (ver nota SO). lo
que resulta más cercano a la estimación de un real diario. El salario de ocho pesos al
mes establecido en 1854, se mantendría para los chinos durante la década siguiente
(Mathew, op. cit., p. 48) y sólo se alteraría para elevarse en el transcurso de los se-
tenta, como más adelante veremos.
(3 2) Pié rola señaló en su "Informe" que aparte de tres reales por tarea, los presos y los
chinos percibían un peso adicional a la semana (p. 157), sin que hayamos podido
corroborar esto último en ninguna otra fuente. En realidad, tal paga semanal pare-
cía no efectuarse . La información recabada por una comisión investigadora enviada
por el gobierno a las Chincha en 1853 confirmó que los presidiarios recibían sólo
tres reales por tarea; es decir, tres reales diarios, que podían ser más si efectuaban
tareas extras, sin otra paga adicional ("Expediente sobre las informaciones relativas
a las islas Guaneras", A.G.N., O.L., 380-433, 1853-1854). En 1854 se dispuso que
los presidiarios ganaran cuatro reales por tarea más dos por alimentos (A.G.N ., H-4,
2004, 1853-1857, 30 de setiembre de 1854, p. 101). Si bien el incremento de un
real por tarea se habría hecho efectivo con los años, nunca se cumplió la disposición
que les otorgaba dos reales por alimentos. Hacia 1862, los presidiarios percibían
únicamente cuatro reales por tarea (A .G.N., H-4, 383, 1863-1871, 1863, p. 7) y en
1870 esta suma permanecía inalterada (A.G.N., H-J, leg. 272, 1854-1872).
(33) A.G .N. , 0-L, 380-433 , "Expediente sobre las informaciones relativas a las islas gua-
neras" , 1853-1854.
(34) A.G.N., H-4, 416, Empresa del Carguío del Guano, Arrendamiento de servicios, art .
8, 1875 .
(35) A.G.N., H-4, 383. De José María García al Ministro de Guerra , 1863 .
(36) A.G.N., H-4, 460, 1850-1859, p . 22 .
(37) A.G .N., 383, 1863-1871. De José María García al Ministro de Hacienda, 6 de julio
de 1863.
(3 8) Ibídem.
(39) Piérola, op . cit., p. 167. Esto lo decía contemplando la posibilidad de que la explo-
tación del guano fuese asumida directamente por el Estado : "Si el Gobierno toma
la empresa de su cuenta, no tiene para trabajar con certeza sino presidiarios .. . "
(lbidem , loe. cit.).

No. 1, Julio 1987 37


Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

(40) lbidem, p. 157.


(41) A.C.N ., H-4, 369, 1855-1857.
(42) El taller de herrería instalado en las islas Chincha estuvo , hacia 1853, a cargo de los
presidiarios. A.C.N., O.L ., 380-433, "Expediente sobre las informaciones relativas a
las islas guaneras" , 1853-1854.
(43) La historia del tráfico chinero y la situación de los chinos llegados al Perú durante el
siglo XIX están bien documentadas en el ya citado libro de Watt Stewart, La Servi-
dumbre China en el Perú. Una situación social explosiva -dentro de la que se ubica
la gran rebelión de Taiping ( 1849-1864) - habría impulsado a muchos chinos a
abandonar su país. Algunos lo hacían voluntariamente, con la esperanza de un "me-
jor porvenir"; otros fueron persuadidos a firmar contratos de trabajo para lugares
como Cuba y el Perú - países ávidos de mano de obra para sus haciendas- , sin re-
parar - puesto qu e la mayoría eran analfabetos- que ello los sometía a una situa-
ciérn de verdadera esclavitud. Todo el tráfico de chinos con destino a los diversos
lugares de América estuvo centrado en la isla de Macao, entonces colonia portugue-
sa; en él participaron diversas empresas constituidas para el efecto, con importante
presencia de ingleses y portugueses. En el Perú , aparte de Domingo Elías, promotor
di: la inmigración, y de Andrés Alvarez Calderón (ambos contratistas en el carguío
del guano), destacan por su participación en el tráfico chinero la firma Canevaro,
que tuvo una fuerte presencia en los círculos políticos y comerciales peruanos, y las
familias Canaval y Laos (Stewart , op. ,·it. , y RODRIGUEZ PASTOR, Humberto ,
··Los Trabajadores chinos colíes en el Pc'rú , Artículos Histi>ricos' '. Lima, 1977 , p.
24, mimeo.).
(44) A.G .N., H-4, 383, 1863-1871, p. 8. Algunos otros ejemplos que ilustran la necesi-
dad de mantener un número estable de trabajadores en las islas en: A.G .N. , H-4,
894, 1867-1872 y H-4, 359, 1850-1852, p. 23.
(45) A.C.N., H-4, 894, 1867-1872.
(46) Véase Cuadro No. 5.
(47) Sobre el envío de presidiarios a diversas obras públicas realizadas en Lima y Callao
y al trabajo en los ferrocarriles, puede verse los documentos de la sección R-J (Mi-
nisterio de Justicia) del A.G.N ., a partir de 1840.
(48) Un espíritu de reforma carcelaria y de los criterio·s de la penalidad surgió en el Perú
alrededor de los años cuarenta . Juristas e intelectuales peruanos fueron influidos
por la nueva concepción del castigo (castigar para corregir y rehabilitar, no para
hacer escarnio público ni en represalia) y la nueva filosofía jurídica que se asumía
en diversos países europeos y en los Estados Unidos, lo cual llevó a dichos países a
realizar importantes reformas en su infraestructura carcelaria. De alguna manera se
trataba de una reacción humanista a la deshumanización implicada en el proceso de
revolución industrial. Uno de los principales voceros de esta tendencia en el Perú
fue el jurista Mariano Felipe Paz Soldán , quien impresionado por la modernidad de
las nuevas cárceles y panópticos norteamericanos alentó la construcción de una pe-
nitenciaría en Lima, siendo al concluirse ésta su primer director. Véase: "Cárceles",
en El Peruano, 30 de octubre de 1840; Informe de M.F. Paz Soldán, en El Peruano,
30 de julio de 1854; A.C .N., R-J, Penitenciaría , legajo 242, 1863- 1868; CARCIA
CALDERON, Francisco, Diccionario de la Legislación Peruana, Lima, 1879. El li-
bro de Michel Foucault, Vigilar y Castigar. Siglo XXI. Madrid , 1978 , que enfoca la
evolución de los criterios de la penalidad a partir de las sociedades europeas, es im-
portante para comprender este proceso en nuestro medio .
(49) García Calderón, op . cit., p . 1579.

38 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

(SO) Stewart, op . cit., p . 26; Levin, op. cit., p. 96. El contrato que autorizaba a Domingo
Elías y Juan Rodríguez a traer cutis estipulaba que "los chinos debían servir a su
patrón o amo por un período de cinco años a partir de la fecha del contrato, des-
contando el tiempo de enfermedad; que debían ejecutar cualquier labor ordenada
por d patrón; que no les era permitido cambiar ·e[ lugar de su trabajo sin permiso
escrito; que debían vestirse de su peculio y pagar a su amo el adelanto recibido para
el viaje a razón de un peso al mes. En cambio, el patrón se comprometía a pagarle
cuatro pesos mensuales, alimentarlo /y/ pagarle los gastos de enfermedad" (Stewart ,
op. cit., p. 30). El período de servicio establecido en este contrato sufrió algunas
variaciones. Hacia 1856, por ejemplo , los cutis se comprometían a laborar en las
islas Chincha por un mínimo de tres años (B.N., Dl928 , 18Sú). Los contratos fir-
mados durante los sesenta, en cambio, fijarían el plazo de servi cio en ocho a,ños.
(51) Macera, op. cit., tomo IV, p. 216.
(52) A.G.N., H-4, 416. De José María García al Director de Rentas, 5 de febrero de
1877.
(53) B.N., Dl928, Traducción de un artículo publicado en los Estados Unidos, 1856.
(54) Piérola, op. cit., p. 158.
(55) Ibídem, p . 157: A.G .N., O.L., 380-433, 1853-1854. Según Piérola, los carros, las
carretillas y los sacos nunca se entregaban del todo llenos, de allí que , en la práctica,
la tarea consistía en tres y media toneladas.
(56) Ibídem, p. 159.
(57) A.M.N. (Archivo del Museo Naval), Libro Copiador, 1877-1879, Informe dirigido al
Director de Rentas, p. 164.
(58) Piérola , op. cit., p . 158.
(59) Ibídem, p. 162, Piérola calculó los desperdicios de guano en un cinco por ciento.
Otros fueron más lejos: Francisco Cañas criticó el sistema de carguío argumentando
que las pérdidas llegaban al diez por ciento (CAÑAS, Francisco, Exploración de las
Islas Chincha con tres planos. Lima, 1854, p. 31 ). El problema persistió, pese a las
denuncias y llamadas de alarma de las autoridades. Hacia 1875, el Interventor Fiscal
del Pabellón de Pica expresaba su "profundo desagrado ( ... ) al ver y calcular las
enormes pérdidas que sufre la nación, con el sistema adoptado en los depósitos del
sur para el carguío del huano", asegurando "que desde que se coloca el huano en los
carros, hasta que entra en las bodegas de los buques, ha perdido más de un veinte
por ciento de su peso bruto" (A.G.N., H-4, 416 , Comunicación dirigida al Director
de Rentas, 13 de noviembre de 1875).
(60) Cañas, op. cit., pp. 31-32 ; Piérola, op . cit., p. 165.
(61) Piérola, op. cit. , p. 162.
(62) B.N ., Dl928, 1856.
( 63)La declaración pertenece a José Antonio Belaochaga, dependiente en las Islas Chin-
cha hacia 1853: "por cada carro les satisfacen (a los peones) 1 peso cuando lo
extraen de la parte más fuerte y dos reales para comida y cuando lo sacan de un
lugar flojo entonces solamente se les satisfacen seis reales" . Declaraciones de diver-
sos trabajadores corroboran esta afirmación , A.G.N. , O.L. , 380-433 , 1853-1854.
(64) Pié rola, op. cit ., p . 159.
(65) Ibídem, p. 171.
(66) Al peón libre se le pagó , hacia 1854, de tres a cuatro reales diarios, sin alimentos, y

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Estudios y D e b a t e ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

en 1869 su jornal fue de seis a ocho reales (BASADRE, Jorge, Historia de la Repú-
blica del Perú. Tomo IV. Ed. Universitaria. Lima, 1968, p. 160). Es importante re-
parar en que este incremento salarial fue parte del encarecimiento, en general, del
costo de vida que ocurrió a partir de este último año. Una información más amplia
sobre jornales a mediados del siglo XIX puede verse en Macera, op. cit., tomo JV.
En base al sol de cien centavos, unidad monetaria que reemplazó al peso, el Minis-
terio de Hacienda elaboró en 1866 una escala de jornales compuesta por seis clases,
los jornales más altos eran de S/. 0.80 y comprendían la ciudad de Lima, los demás
variaban entre S/. 0.20 y 0.60 (ibidem, p. 156).
(67) A.G .N., O.L., 406, 207 . De Juan Elías (por Domingo Elías) al Ministro de Hacien-
da , 9 de mayo de 1857.
( 68) Sobre la base de las cifras proporcionadas en el "Informe" de Pié rola, Luis Pásara
("El Rol del Derecho en la época del Guano", Derecho, 28, PUC, Lima, 1970) ha
calculado la plusvalía obtenida por Domingo Elías con la explotación del guano . Si
éste cobraba al Estado doce reales por cada tonelada puesta en buque y pagaba a los
presos y chinos a su servicio tres reales por cada cuatro toneladas extraídas, estaba
recibiendo 48 allí donde pagaba tres: una ganancia a razón de 1/16 . Esta estimación
puede no ser del todo representativa: las cifras de Piérola no son ilustrativas de todo
el período (el jornal de los presos sería de cuatro pesos después de 1854, y el de los
chinos ocho pesos mensuales ; es decir, menos de tres reales diarios); sin embargo, es
válida como aproximación y expresa lo lucrativo del negocio de los contratistas.
( 69) La pena de presidio - que por lo general conllevaba trabajos forzados- era, de
acuerdo al código penal de 1862 , una pena grave : "su gravedad es tal que sigue a la
pena de muerte en la escala descendente de las penas" (García Calderón , op. cit.. p .
I 507). Su duración podía variar entre un mínimo de cuatro y un máximo de quince
años. De acuerdo a la ley , los tribunales designaban el lugar donde los reos debían
cumplir sus condenas, pero ello no siempre ocurría. El empleo de presidiarios en
obras públicas y en la extracción del guano dependió mucho de la urgencia de la de-
manda de mano de obra y de las presiones de los contratistas. Si un reo era conde-
nado a diez o quince años de presidio con trabajos forzados no significaba que iba a
pasarlos todo el tiempo en un solo lugar. Concretamente hablando de las islas Chin-
cha, el tiempo de permanencia de un reo en ellas dependía en última instancia de su
rendimiento y estado de salud : si éstos eran aceptables, el presidiario era retenido
hasta el cumplimiento de su condena; de lo contrario, era remitido nuevamente al
lugar de reclusión de procedencia (véase : A.G .N., documentos de la sección R-J,
Prefectura del Callao).
(70) A.G .N ., R-J , leg. 1O1, Prefectura del Callao, 1868-1879. Del Comandante de la
Guarnición de las islas Chincha al Gobernador de las mismas, 10 de diciembre de
1870.
(71) Ibídem.
(72) A.G.N., H-4, 385 . De Castañeda al Gobernador de las islas Chincha, 5 de febrero
de 1863, sobre presidiarios devueltos por "inútiles". Véase: A.G.N., H-4, 432
(1855-1857), H-4 383 (1863-1871), pp. 5, 20, 24, 25, 279; A.G.N., O.L., 434,
1667-1742, O.L., 2010, 2014 ( 1855); A.G .N., R-J, leg. 272 ( 1854-1872).
(73) A.G .N., O.L. 384-433, 1853-1854. La declaración corresponde a un jornalero libre
de las islas Chincha en 1853, y con ella coinciden casi la totalidad de opiniones
recogidas en el expediente.
(74) A.G .N., H-4, 373, Del Interventor Fiscal de las islas Chincha al Ministro de Hacien-
da, 20 de octubre de 1857, f. 7. La comunicación dice : "A la respetable nota de
Ud. de 5 del presente en la que me transcribe el ( . .. ) documento de 3 del mismo

40 Revista Andina , año 5


______________________________ Méndez: El guano

acerca de la cstracción (sic) y venta de amoniaco que hacen los _jornaleros en estas
islas tengo el honor de contestar a Ud. que estas sales son halladas por ellos en tro-
zos muy pequeños y cuando han reunido alguna cantidad llenan una a dos botell as
al cabo de algún tiempo que venden a peso c/u. a cuya especulación se dedican par-
ticularmente los asiáticos, esto es inaveriguable , sin embargo si pudiera sorprender
algunas sales en esta clase serán secuestradas, lo mismo que las cristalizaciones".
(75) En las isl as Chincha fueron denunciados algunos casos de fugas de asiáticos, previo
robo de dinero o especies. En marzo de 1856 (A .G.N., H-4, 368, nota del Goberna-
dor de las islas Chincha , 20 de marzo de 1856; un caso) y en junio de 1863 (A .G .N.,
H-4 . 383, pp. 3 y 17: dos casos) . Lo curioso es que de estos tres casos, dos eran de
chinos que servían a algún "patrón" (servicio doméstico) en las islas y no eran , al
momento, trabajadores en la explotación de guano. Más que una estrategia cotidia-
na para recuperar un excedente, como fue la venta de amoniaco, el robo parece
haber sido un recurso extremo y acaso exitoso cuando no fue descubierto. El caso
del asiático Acay, quien fuera asesinado en el motín que tuvo lugar en la isla Chin-
cha del Medio, en enero de 1866, merece alguna atención . En el inventario de sus
bienes se anotó "una suma metálica aproximada a trescie ntos pesos y algunas alha-
_jillas de poco valor", que fueron reclamadas en herencia por otro asiático que asegu-
raba ser su hermano (A.G.N., H-4 , 383, de M. Zavala al Ministro de Justicia, 6 de
diciembre de 1866). Dado el salario percibido por los chinos es difícil pensar que la
cantidad acumulada por Acay fuese producto del ahorro de su trabajo como con-
tratado en el guano. Cualquiera que hubiese sido el mecanismo que les permitió
esta acumulación, se trató de una vía ilegal, puesto que los asiáticos se habían com-
prometido , bajo contrato, a no trabajar para otro que no fuera su patrón y ni aun
para sí mismos.
(76) El problema de si los presos políticos debían o no laborar en el guano salió a flote
cuando el conflicto entre Castilla y Echenique (1854-1855). En setie mbre de 1854
se dispuso que se "remita a esta capital a disposición del gobierno a los presos polí-
ticos que se han mandado a esas islas (Chincha) en distintas ocasiones (sic) y que
por su calidad de personas decentes u otras circunstancias no pueden tomar una
lampa como los demás peones destinados allí" (A .G.N .. H-4 , 2004 , del Ministro de
Guerra y Marina al Gobernador de las Islas Chincha, 15 de setiembre de 1854, p .
98). Algún tiempo después, 16 presidiarios pedirían su libertad arguyendo que per-
manecían en las islas por causas políticas (A.G .N., R-J , leg. 272, del Gobernador
Cesáreo Vargas al Ministro de Hacienda, 26 de enero de 1855). Una relación de fe-
cha posterior estableció en once el número de "presos políticos de la administración
pasada" (Echenique) , los mismos que serían remitidos al Callao junto con otros 17
reos "inapropiados para el trabajo" (A .G .N., O. L. 2018 , 5 de marzo de 1855, y
A .G.N ., H-4 , 2004, del Jefe Supremo Político y de Marina al Gobernador de las islas
Chincha , 7 de marzo de 1855).
(77) DERPICH . Wilma, "Introducción al estudio del trabajador coolíe chino en el Perú
del Siglo XIX", Tesis Br. U .N.M.S .M., Lima, 1976, pp . 32-33. Derpich sostiene que
la condic·ión del chino en el Perú fue de "servidumbre".
(78) RODRIGUEZ PASTOR , Humberto , "Los trabajadores chinos culíes en el Perú ,
Artículos Históricos", Lima,1977 (mimeo).
(79) De acuerdo a los contratos firmados en Macao hacia 1868, "queda convenido y me
doy por satisfecho - decía el firmante - que será descontado del salario que ha sido
estipulado un sol al mes hasta reintegrar en su totalidad la suma de 8 dólares". Tex-
to del contrato en Stewart, op. cit. , p. 4 7.
(80) Christine Hünefeldt , quien viene realizando algunas investigaciones exhaustivas acer-
ca de la esclavitud en Lima durante el siglo XIX, ha demostrado cómo un esclavo

No. 1, Julio 1987 41


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

negro era capaz de comprar su libertad en períodos de hasta dos y tres años, gracias
al producto de su trabajo artesanal, con el que inclusive "mantenía" a su amo . Véa-
se "Esclavitud y Familia en el Perú en el siglo XIX", Revista del Archivo General de
la Nación, 7, Lima, 1984.
(81) Contrato de 1868 transcrito en Stewart, op. cit., p. 47.
(82) Un sondeo estadístico realizado en las islas Chincha en 1853 registró en la isla Norte
42 "mujeres de vivanderos y trabajapores libres", estimando en 114 el número de
"sus hijos menores" (A .G .N., O.L. 380, 433, 1853-1854). Otros documentos se re-
fieren a las mujeres de los presidiarios y las describen como "gente de color africa-
no" (A .G.N. , O .L. 386,461, 1854).
(83) Ibídem, loe. cit. Estas condiciones fueron establecidas desde los primeros contratos
firmados por los chinos (véase nota 50).
(84) Algunos ejemplos. En febrero de 1854 se da cuenta de la fuga de treinta chinos de
las islas Chincha, "de los pertenecientes a D. Domingo Elías" (A .G.N., O.L. 386,
4:i4 , del Gobernador de las Islas al Ministro de Hacienda). En julio de 1857, el Mi-
nistro de Hacienda comunica al Gobernador de las Chincha haberse enterado de la
suspensión del "secuestro de los chinos y otros bienes pertenecientes al Coronel
Cesáreo Vargas" (A .G.N., H-4, 432, 1855-1859, f. 25). También existían en las
Chincha chinos que habían sido "comprados por el Gobierno" (A.G.N . , O . L. 386,
4 73: Del Gobernador de las Islas al Ministro de Hacienda, 21 de julio de 1884 ).
Otro testimonio señala sin eufemismos que, hacia 1876, en el Pabellón de Pica exis-
tían 87 "chinos esclavos, propiedad de la Empresa" (A .G.N ., H-4, 911, 1874-1879,
p. 345).
( 85) El 30 de setiembre de 1871 , doce reos, trabajadores de las islas Ballestas, remiten
una queja al Juez de Rematados, denunciando los malos tratos a que eran someti-
dos. Estos reos fueron transferidos a estas islas de las islas Chincha para realizar la
limpieza de la basura del guano. El expediente sobre este caso en : A.G.N. , R.J.,
leg. 272, 1854-1872.
(86) Las islas Chincha llegaron a albergar, en sus mejores momentos, a más de tres mi-
llares de habitantes. Aunque precario y efímero, se había consolidado un pueblo
alrededor de una comunidad de trabajadores. Su sede fue la isla Norte. Véase Mén-
dez, Cecilia, "Los trabajadores guaneros del Perú, 1840-1879". Memoria de Bachi-
llerato. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1986, capítulo 2.
(87) La noción de "masa aislada" fue planteada por Eric Hobsbawn para definir asenta-
mientos de trabajadores aislados geográficamente y dentro de los cuales se establece
un tipo particular de relaciones sociales (mayor roce entre trabajadores y empresa-
rios), que no se da en los contextos urbanos, por ejemplo, donde los obreros residen
por lo general en barrios diferenciados de los de sus patrones. Esta noción de "masa
aislada" ha sido empleada por Alberto Flores Galindo al caracterizar los asentamien-
tos mineros de Cerro de Paseo en las primeras décadas del siglo XX. Véase Los Mi-
neros de la Cerro de Paseo. Universidad Católica. Lima, 1983, p. 40.
(88) A.G.N., O.L., 380-433, Inventario realizado por el Gobernador de las islas Chincha,
por orden del gobierno, 1853-1854 .
(89) A.G .N., H-4, 373, del Interventor Fiscal al Ministro de Hacienda, 5 de mayo de
18S7.
(90) A.G.N . , O.L. 383-461, 1853-1854. La Casa Gibbs jugó un rol gravitante en la co-
mercialización del guano peruano durante los 50 y parte de los 60. Al suspenderse
el acuerdo del gobierno central con Domingo Elías por ciertas irregularidades y el
incumplimiento de algunas cláusulas del contrato (la suspensión del contrato se pro-

42 Revista Andina, año 5


duce en 1853), la Casa Gibbs pasa a asumir el control del carguío, de allí que la pre-
sencia de sus agentes en las islas fuese importante.
(91) A.G .N., H-4, 383, de M. Zavala al Secretario de Gobierno, Policía y Obras Públicas,
16 de enero de 1867.
(92) Si bien no consta en la documentación revisada, no es improbable que algunos jor-
naleros libres participasen de estas "fiestas", aunque debemos entender que su vida
personal se desarrollaba más bien en el contexto del pueblo donde habían levantado
sus viviendas. Los chinos d.e la isla del Norte -sede del pueblo- , segregados como
estaban por su idioma y su cultura, no obstante su número, se situaron más bien al
margen de este tipo de contactos, reforzando en cambio sus lazos como grupo étni-
co, los que vendrían a primar sobre los del grupo laboral (era difícil, por lo demás,
esperar algún tipo de solidaridad allí donde se practicaba una explotación tan abier-
tamente diferenciada) .
(93) Tomamos estas estimaciones de dos relaciones de presidiarios enviados a las islas
Chincha, en 1860 y 1862, respectivamente, que existen en la sección R-J (Corte
Superior) del A.G.N., legajos 99 y 100.
(94) "Por no haber en estas Islas una cárcel donde debieran ser depositados los crimina-
les durante el juicio se acostumbra a tenerlos en el cuartel de la Guarnición"
(A .G.N., H-4, 887, del Intendente Miguel Zavala al Ministro de Justicia, 20 de mayo
de 1865).
(95) A.G.N., H-4, 887, 1864-1871 . Del Intendente Miguel Zavala al Ministro de Justicia,
20 de mayo de 1865, p . 4.
(96) A.G.N., H-4, 383, de José María García al Ministro de Guerra, 19 de noviembre de
1866 , pp . 85-86. Luego del amotinamiento, producido en horas de la madrugada,
34 soldados armados llegaron a huir a Pisco. De los enfrentamientos en las islas
Chincha resultaron algunos heridos. Esta insurrección de la tropa sería el preludio
de los amotinamientos que sobrevendrían después, en octubre de 1867 y enero de
1868 , aunque ambos fueron debelados antes que los amotinados pudiesen fugar, tal
como en la primera oportunidad, no sin saldos lamentables, como la muerte de por
lo menos un soldado (ibidem, del Intendente Zavala al Secretario de Estado en el
despacho de Gobierno, Policía y Obras Públicas, enero de 1868).
(97) Julián Guzmán, acusado de asesinato de un chino en las islas, llegó a huir con la
tropa sublevada a sólo tres días de su detención. A.G.N., H-4, 383 (De M. Zavala al
Juez de Primera Instancia de la Provincia de la Independencia. 19 de setiembre de
1867, p . 113).
(98) A.G.N., H-4, 383 , de Zavala al Ministro de Gobierno, 16 de enero de 1867.
(99) Testimonio citado en Stewart , op . cit., p. 87.
( 100) ARON A, Juan de (Pedro Paz Soldán), La Inmigración en el Perú, Lima, 1891 , p. 43 .
En las islas, cronistas y viajeros comprobaron el ejercicio de esta crueldad. Véase el
libro de Robert Cushman Murphy , Bird Islands of Perú. A Record of a Sojourn on
the West Coast (N .Y., 1925, pp. 115-116) y, del mismo autor, "Las islas guaneras
del Perú hace setenta años'.' , Boletín de la Compañía Administradora del Guano,
IV , 4 , abril, 1928 , p. 154.
( 1Ol) Los estudios que han difundido la idea de que el peor trato recibido por los chinos
en el Perú se dio en las guaneras (Stewart, Derpich, Mathew) han tomado como base
documentación inglesa y norteamericana. Los periodistas, viajeros, capitanes y mari-
nos de estos y otros lugares que observaron la crueldad del trato a los chinos en las
islas Chincha y el litoral tarapaqueño, tuvieron, en realidad , poco que comparar con
las haciendas costeñas, que no conocían, ni con otros lugares del interior donde

No. 1, Julio 1987 43


también trabajaron asiáticos. La dureza de condiciones y excesiva crueldad con que
se trató al culi en algunas haciendas han sido documentadas en estudios como el de
Humberto Rodríguez Pastor, La Rebelión de los Rostros Pintados, Pativilca, 1870.
Instituto de Estudios Andinos. Huancayo, 1979.
( 102) rlíacera, op. cit., tomo IV, p. 224.
( 103) Por no haber hallado evidencias empíricas a la mano, los diversos autores han suscri-
to la tesis de que, a diferencia de lo sucedido en las haciendas, "entre los culíes
dedicados a la explotación del guano todo estaba tranquilo" y que "no había pro-
blema laboral en las guaneras" (Levin, op . cit., p. 99). Nada más irónico.
(104)A.G.N ., H-4, 383, del Intendente Pablo Arguedas al Secretario de Gobierno, 26 de
enero de 1886, p. 64.
( 105) Este rasgo es significativo y revela algo más sobre la prevalencia de una identifica-
ción étnica sobre una identificación de grupo laboral entre los trabajadores guane-
ros. Esto no nos debe llevar a pensar, sin embargo, que la solidaridad étnica de los
chinos fue invulnerable. Bastó que la empresa designase a los caporales entre los
mismos asiáticos (esto fue común sobre todo en los depósitos del sur) para que re-
sultase totalmente resquebrajada .
(106)Ibidem, 31 de enero de 1866, p. 65.
( 107) Según las informaciones de las autoridades, el asiático en cuestión había sido muer-
to por los propios amotinados (ibídem, 20 de mayo de 1866, p. 71 ). No obstante,
cabe la posibilidad de que hubiese caído en la refriega, en manos de la fuerza arma-
da, que intervino para sofocar este y los otros motines. Las autoridades, en realidad,
parecieron no estar muy dispuestas a asumir responsabilidades sobre la vida de estos
asiáticos.
( 108) A.G.N ., H-4, 3 83, del Intendente Zavala al Secretario de Estado en el despacho de
Gobierno, 18 de enero de 1867, p. 95.
(109) A.G.N., H-4, de Pablo Arguedas al representante de la Casa Cargadora, 27 de enero
de 1866, p. 64.
( 11 O) B.N ., D 1928, 1856. De Roberto Stirling al Gobernador de las islas Chincha, 30 de
abril de 1856.
( 111) El aislamiento en que se encontraban los chinos en la isla del Medio habría llevado
los abusos que se cometían con ellos a un extremo, de ser cierto el testimonio de
George Washington Peck: los trabajadores de la isla Norte tenían descanso domini-
cal, mientras los de la del Medio no (ver nota 31, al final) .
( 1 1 2) Las primeras sublevaciones o conspiraciones de asiáticos en la costa tuvieron lugar
en 1869, en Lurín (Macera, op. cit., tomo IV, p. 222). Luego estallaron revueltas en
Pativilca (setiembre de 1870), Huacho (t 87 5) y en las haciendas vecinas a Trujillo
(al comenzar 1876). Véase Basadre, op. cit., tomo VII, p . 106, y los ya citados tra-
bajos de Stewart y Rodríguez Pastor.
( 113) Mathew, op. cit., pp. 44-45. Este autor ha registrado información sobre las condi-
ciones de los chinos en las Chincha en The Morning Chronicle, The Times, The Nau-
tical Magazine, Naval Chronicle, De Bow's y Commercial Review, entre 1853 y
1856.
( 114) El texto del artículo en cuestión fue traducido al castellano e incluido en un expe-
diente que se encuentra en la Biblioteca Nacional: B.N., DI 928, 1856.
( 11 5) La primera cláusula de los contratos firmados en Macao hacia 1868 comprometía al
culi a ponerse "a las órdenes del arriba mencionado caballero, para servir como tra-

44 Revista Andina, año 5


____________________________ Méndez: El guano

bajador agrícola, jardinero , pastor, empleado de servicio doméstico u obrero , por


un término de ocho años, a partir del día del inicio de mis labores durante los cuales
araré, desbrozaré, cuidaré el ganado , trabajaré en el jardín, o en suma haré cualquier
otra labor que tenga de mecánica o artesanía. Pero no para extraer guano en las
islas". Stewart, op. cit. , p. 4 7 (subrayado nuestro) .
( 116) Como puede creer Mathew . El desconocimiento por parte de este autor, de una im-
portante documentación producida por personajes y autoridades que residieron en
las islas, frente a su excelente conocimiento de fuentes diplomáticas, principalmente
inglesas, sobre la situación de los chinos en las mismas, ha orientado su interpreta-
ción, que pone el énfasis en las presiones diplomáticas (cuyo efecto no negamos) y
omite el rol activo que les cupo a los asiáticos en la consecución de sus reivindica-
ciones.
(I 1 7) A.G.N ., H-4, 887, de Manuel Díaz al Director de Rentas, 1O de enero de 1871.
( 1 I 8) B.N. , D 1928, 185 6. De acuerdo a este articulista, los castigos se infligían " de conti-
nuo a los trabajadores por orden del Comandante, por la más ligera falta " . Prosi-
guiendo con la denuncia y la descripción de las modalidades punitivas refiere:
"Tamb_ién se nos mostró µn instrumento de refinado tormento , recordando al fabu-
loso trabajo de las Conaidas, con la pena de muerte pintada en la cara del reo si lle-
gaba a caer de inanición o de otro modo, cuando estaba haciendo la tarea a que
había sido condenado, cual era una lancha con un agujero grande en el fondo en
donde estaba amarrado el reo, con un balde en mano para salvar la vida, baldeando
incesantemente . Se nos aseguró que uno de los castigos que se imponían a los chi-
nos en las Islas, es el de ponerlos en la puntita de un peñón en que están amarrados,
tan pequeño, que el sueño o cambio de postura, debe ocasionar su caída, suspendi-
dos de las esposas, quedan cruelmente magullados o compromidos (?) hasta el rele-
vo '' .
La dureza del trato a los chinos sobre la que este articÚlista norteamericano llama la
atención había sido ya observada y anotada por Piérola al elaborar su "Informe" en
1853 : "Consulta también al orden , a la humanidad y a la religión que se trate con
menos severidad a los miserables chinos de la Isla del Medio : tienen allí a su cabeza
un hombre que se dice húngaro, que se supone hermano del General Kossouth y
cuyo mismo nombre se da, pero tan inhumano que somete a aquellos infelices al
azote hasta descubrirles los huesos" (op. cit., p. 174).
( 119) Según George Washington Peck , más de sesenta asiáticos se suicidaron en las islas
Chincha en el transcurso de dos años (citado en Murphy, op . cit. , pp. 14-15). Piéro-
la informó, de otro lado, que "no se pasa un día sin que alguno se ahorque o se pre-
cipite por las peñas" (op . cit., p. 174). Otros testimonios sobre suicidios en Mathew ,
op. cit., p. 47.
La fuga fue otro mecanismo de escape que emplearon los asiáticos. Entre enero y
julio de 1854, los chinos fugados de las islas Chincha pasaban de cuarenta (A.G.N .,
O.L. 386-473, del Gobernador de las islas Chincha al Ministro de Hacienda , 21 de
julio de 1854 ). La alarma que ello provocó llevó a la sistematización de medidas
tendentes a cautelar de manera más efectiva las actividades desarrolladas en las islas
para así evitar la fuga de asiáticos, que era especialmente preocupante en la isla
Chincha del Medio (A.G.N., O.L. 386-474, "Instrucciones que deberá observar el
oficial del destacamento de la Isla del Medio", dadas por el Gobernador Carlos
Lagomarcino el 20 de julio de 1854). La búsqueda de chinos prófugos fue una ver-
dadera empresa. Se sugirió que fuese orientada por los caporales "de confianza" ,
que también eran asiáticos (A.G.N., H-4 , 2004, del Ministro de Hacienda al Gober-
nador de las islas, 24 de diciembre de 1854, p. 117). Algunos chinos prófugos eran
hallados en Pisco y Cañete; quienes entregaban a chinos desertores se hacían acree-
dores a una recompensa , como sucedió con Mariano Ruiz, quien recibió 25 pesos

No. 1, Julio 1987 45


"por la aprehensión y mantención de cuatro chinos que fugaron de estas islas"
(ibídem, del Ministro de Hacienda al Gobernador de las islas, 24 de julio de 1854,
p. 82). Las fugas fueron también practicadas por trabajadores presidiarios que resi-
dían en la isla Norte, aunque, a diferencia de los chinos, era común observar en ellos
fugas individuales o en pares (A.G.N ., H-4, 383, de J.M. García al Juez de Primera
In stancia de la Provincia Litoral de lea, 16 de octubre de 1863; A.C.. N ., R-J , leg.
272, mayo de 1854 y junio y octubre de 1862). Los chinos i:n cambio, se eva-
dían en grupos mayores, de doce o trece, acaso buscando una mayor protección
mutua y seguridad, por sus mismas dificultades con el idioma y su condición
de extranjeros tan tenidos a menos. La fuga de presidiarios se hizo casi siempre en
complicidad con la guardia. Para lograr los mismos objetivos, los chinos debieron
mostrarse acaso tan fuertes y desafiantes como los más osados reos; el respaldo del
grupo era, pues, indispensable.
( 120) Nuestras referencias sobre salarios en los depósitos del litoral tarapaqueño se basan
en: A.G.N., H-4 , 911, 1877, p. 186 ; H-4. 919, 1877,p. 63 y H-4, 416, 1875-1877,
s/p. Las primeras dos fuentes son libros copiadores de informes de la "Sección Hua-
no", la tercera es un libro copiador. de comunicaciones de la Intervención Fiscal del
Carguío en Punta de Lobos al Director de Rentas (Gobierno Central).
( 121) Estos decretos se dieron en 1873. Además, en este mismo año se estableció en la
Prefectura del Callao un registro de asiáticos con amplias funciones de "supervigi-
lancia y tutela", llegando a ordenarse el reembarque del que "quisiera volver a su
patria al término de su contrato". Basadre, op . cit., tomo VI, p. 106.

46 Revista Andina, año 5


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

COMENTARIOS

brazos que prácticamente se aceptó como


Carlos Aguirre un hecho real. Sin embargo, recientemente
Urquiaga 130. Torres de Limatambo se viene cuestionando esta imagen y se va
Lima 41. Perú abriendo paso otra interpretación: más que
falta de brazos, lo que hubo fue una per-
El artículo de Cecilia Méndez repre- sistente reticencia por . parte de los sectores
senta una excelente muestra de los logros y populares a incorporarse a relaciones de
promesas de la más joven historiografía pe- trabajo rigurosas, disc iplinadas y mal remu-
ruana . Aun a riesgo de caer en la frase gas- neradas. Por el contrario, dichos sectores
tada, debemos decir con justeza que cubre mantenían hábitos y tradiciones que choca-
un clamoroso vacío dentro de la amplia bi- ban con las necesidades de explotación de
bliografía dedicada a estudiar el guano y fuerza de trabajo. Una suerte de "cultura
sus efectos económicos y sociales. Se recu- plebeya" (en el sentido que Je otorga , por
pera así para la Historia a esos centenares ejemplo, Hans Medick) se erigió en tenaz
de trabajadores que un imperdonable olvi- freno al avance de determinadas formas de
do había mantenido en el silencio: pecado explotación capitalista.
de una historiografía que hasta ahora h abía Esta resistencia pretendió ser quebrada
compartido con su objeto de estudio -el con una batalla constante contra el ocio, la
negocio del guano- el mismo desdén por vagancia, el juego, la bebida , etc .: con la
esos seres humanos. prédica de las supuestas ventajas del trabajo
El desentrañamiento de la " paradoja" disciplinado y la aplicación de medidas pu-
del guano - es decir, la combinación de una nitivas para castigar esos delitos. ¿En qué
altísima rentabilidad y la producción para medida esto fue logrado y a costa de qué?
el mercado capitalista europeo, por un la- ¿Qué representó para los propios sectores
do, con las más rudimentarias técnicas pro- populares esta resistencia? ¿Cómo fue con-
ductivas y una escasísima fuerza laboral , dicionado el desarrollo capitalista en el
por otro - supone interrogarse acerca de los Perú por la naturaleza de estos conflictos?
mecanismos que hicieron posible tal nego- Estas y otras preguntas siguen aún pendien-
cio. La conclusión más evidente es que to- tes, y necesitamos investigaciones que es-
do el sistema productivo y de explotación clarezcan las relaciones entre mano de obra,
reposó - literalmente - sobre las espaldas población , recursos productivos y actitudes
de alrededor de un millar de trabajadores, de las clases populares.
en las condiciones más lamentables de tra- El caso del guano es sumamente ilustra-
bajo, salud , vivienda, alimentación, vida tivo al respecto. El trabajador libre asalaria-
sexual , etc . Fueron ese "primitivismo" del do no sol amen te resultaba más caro que el
sistema y la sobreexplotación de la mano trabajador forzado , aun pagando magros sa-
de obra los que hicieron posibles las altísi- larios -con lo que de paso se desalentaba la
mas ganancias generadas por el guano . Pero, oferta laboral- . Además, y sobre todo , co-
a diferencia de otras explicaciones, la auto- mo correctamente enfatiza la autora , la im-
ra pone énfasis - y aquí radica la fuerz a de posibilidad de contar con una oferta de ma-
su argumento - en que el sistema de explo- no de obra libre disciplinada y constante
tación implementado respondió a una op- hizo que esta opción no fuera auspiciada.
ción concientemente ejecutada antes que a Si al lado de ello se podía disponer de un
una resignada elección obligada por las cir- suministro permanente de mano de obra
cunstancias. forzada - esclavos, presidiarios y cu lis - , la
La cuestión de la escasez de mano de elección aparece diáfanamente clara. La ne-
obra en el Perú del siglo XIX no ha recibi- cesidad de responder a la incesante deman-
do hasta hoy la atención que merece. Fue- da del producto por el mercado europeo y
ron tan reiteradas las quejas por la falta de el ansia irrefrenable de lucro se combinaron

No. 1, Julio 1987 47


Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

para que el trabajo compulsivo -única ma- tuvo que esperar 1O, 20, 30 años antes de
nera de asegurar un trabajo permanente - poder reunir el monto de su valor o tuvo
fuera el eje que sustentara todo el sistema que endeudarse -vía el servicio personal-
productivo del guano. para comprar su boleta. Los culis. enton-
Dentro de este contexto no ha de extra- ces, vivían en condiciones cercanas a las de
ñar que los presidiarios hayan sido un re- los esclavos negros, a veces peores, pero
curso tan importante. La cárcel tuvo siem- también podían vivir con una esperanza
pre una íntima relación con el trabajo y la más cercana de acceder a la libertad. (Aun-
producción . Aunque en el caso peruano la que, ciertamente, en ambos casos tal "li-
relación entre encarcelamiento y escasez de bertad" no era sino un abuso del lenguaje) .
mano de obra no sea tan clara como en la En suma. el artículo de Cecilia Mén-
Europa de los siglos XVI a XIX (Melessi y dez nos permite percibir cómo, en el caso
Pavarini 1980), lo cierto es que siempre se del guano como en tantos otros, la articula-
usó del trabajo de los presos para cubrir ción de nuestra economía al sistema mun-
ciertas necesidades. La justificación ideoló- dial, con nuestras clases dominantes de por
gica era la misma : el delincuente tenía una medio, se ha dado siempre sobre la base no
deuda con la sociedad y debía saldarla: ade- solamente de tecnología "atrasada", sino
más, como decía M.F.Paz Soldán, la cárcel fundamentalmente sobre la explotación de
debía servir como "ejemplo, conversión y nuestras clases trabajadoras. Contribuir a
arrepentimiento" . Pero la "rehabilitación" esclarecer esos mecanismos de explotación
tenía también otra finalidad muy clara: do- -pasados y presentes- es uno de los apor-
mesticar al preso para el trabajo disciplina- tes más significativos de la nueva historia
do y productivo. El propio Paz Soldán sos- social en el Perú .
tenía enfáticamente que sin trabajo en las
cárceles no habría rehabilitación posible.
En el caso del guano , como demuestra el REFERENCIAS:
artículo de C. Méndez, se cumplía con am- MEDICK, Hans. "Plebeian Culture in the
bos propósitos: obtener trabajo barato y transition to capitalism". In: R. Samuel
hacer de los presos elementos aptos para in- y G. Stedman J. eds., Culture, Ideology
corporarse al ejército laboral. and Politics. Routledge and Kegan Paul.
Fueron los culis. empero, el grupo más London, 1982.
numeroso en la explotación guanera. Ellos
tenían todas las ventajas apetecibles por los MELESSI, D. y PAVARlNI, M. Cárcel y fá-
empresarios: abundante número, menor brica. Los orígenes del sistema peniten-
costo relativo, disponibilidad total y lapo- ciario (Siglos XVI-XIX). Siglo XXI Ed.
sibilidad casi impune de ejercer sobre ellos México, 1980.
la máxima explotación. Estas condiciones
motivan a la autora a tildar de "una nueva
forma de esclavismo" al tráfico chinero. La
polémica sobre si los culis fueron esclavos,
semi-esclavos o siervos es antigua y proba- Fred Bronner
blemente no sea más que una cuestión de 4 Avi Zohar
términos. Pero lo cierto es que las condicio- Jerusalén 96-26 7
nes de los chinos durante el tiempo que du- Israel
raba su "contrato" eran similares y hasta
peores que las de los esclavos negros. No Un trabajo que bien vale la pena publi-
t~nían, por ejemplo, vida familiar, ni posi- car, digno de la investigación comprometi-
bilidad de una "economía propia" (que sí da de alto nivel que estamos acostumbrados
tenían los esclavos negros como "jornaleros a ver en Revista Andina.
libres" o con sus chacras y crías). Pero en Cecilia Méndez -creo- ha examinado
todo caso era una esclavitud "a plazo fijo". concienzudamente todas las fuentes publi-
Y si bien es cierto que hubo esclavos que en cadas sobre la era del guano y ha trabajado
dos o tres años podían conseguir su liber- laboriosamente en el Archivo Histórico Na-
tad , éste no fue el caso general. La mayoría cional, algo menos en la Biblioteca Nacio-

48 Revista Andina, año 5


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

nal y hasta en el Archivo del Museo Naval.


Sus referencias son virtualmente impeca- Carlos Contreras
bles, aunque álgunas de las pruebas debe- Instituto de Estudios Peruanos
rían sacarse de las notas e incorporarse en Horacio Urteaga 694
el texto . Lima 11, Perú
La tesis del ensayo tiene dos partes:
I) Jonathan Levin estaba equivocado al Cecilia Méndez nos entrega un estudio
atribuir la importación de trabajadores chi- novedoso sobre la historia de la explotación
nos contratados a la indisponibilidad de gu,anera en el Perú del siglo XIX, que viel'le
mano de obra libre en el Perú; y 2) estos as1 a engrnsar la ya nutrida bibliografía(Le-
chinos constituían una "masa aislada" en vm, Ma1guashca, Hunt, Bonilla, Mathew)
virtud de su divergencia étnica. existente al respecto. Pero el interés de este
En la primera su btesis, la autora sostie- trabajo es que, apartándose de los temas
ne que los barones del guano importaron más e.stu.diados en el problema del guano
coolíes con fines de lucro. Esto no sólo es -su significado en la macroeconomía na-
cierto, sino paradójico, como lo muestra cional y su rol en la formación de una bur-
ella con ayuda de Mathew y Macera. La pa- guesía nativa-, la autora se centra en la his-
radoja radica en el hecho de que la fuerza toria más "local": la conformación de la
laboral del guano era mínima en compara- fuerza de trabajo y sus condiciones de vida.
ción con la totalidad de la del Perú y de En la primera parte se precisa la identidad
que su mantenimiento no afectaba mayor- de los trabajadores guaneros en el Perú del
mente la rentabilidad del comercio del gua- siglo pasado y se intenta responder a la
no . Aun con trabajadores libres, los empre- cuestión de por qué ellos fueron fundamen-
sanos del guano podían obtener ingentes talmente coolíes asiáticos en vez de traba-
ganancias. Tampoco había competencia en- jadores libres o "enganchados" de la sierra
tre los diferentes tipos de empleadores por o del propio litoral adyacente. En la segun-
la mano de obra: Domingo Elías era dueño da, se describe el cuadro de condiciones de
tanto de albos campos de algodón como de trabajo y de vida en esos "microcosmos so-
pelados cerros de estiércol, los que por ciales", como ella bautiza acertadamente a
igual transformaba en oro. Así que la expli- las islas guaneras.
cación es la codicia, llamémosla "acumula- La autora concluye en que la mano de
ción primitiva" ; a menos que la autora sus- obra fue predominantemente china porque
criba el argumento de seguridad de Larra- ell,a,. más que ~u.alquier otra, aseguraba la
bure, pero esto la haría volver más o menos max1ma rentabihdad para los empresarios
al campo de Levin. del .guano. No fue, según ella, "porque no
La segunda subtesis es casi evidente (y hubiera más remedio" frente a la inexisten-
muy cruel para los chinos). Mas las reaccio- cia de una oferta laboral interna. Existía la
nes de los trabajadores difícilmente pueden alternativa - desechada por la angurria de
examinarse en base a las islas Chincha sola- los empresarios- de elevar los salarios atra-
mente. C. Méndez es conciente de ello yendo así fuerza de trabajo libre. De esta
cuando cita el trabajo de Hum berto Rodrí- manera, el trabajo busca desmentir las ver-
guez Pastor sobre Pativilca. Su libro, Chinos siones extendidas para la agricultura coste-
culíes: bibliografía y fuentes, documentos ña que explican la migración china al Perú
y ensayos (Instituto de Apoyo Agrario, por "la carencia de brazos" internamente
l 984 ), bien puede ser un punto de partida Según Cecilia Méndez tales brazos estaba~
para investigaciones más detenidas. Se nece- aquí, pero demandaban altos salarios relati-
sita, empero, la ayuda de sinólogos; porque vos.
estos chinos ya se encontraban aislados lo- Sobre ello, considero que la autora pone
cal y socialmente dentro de la China. demasiado énfasis en el asunto del salario
Ella sostiene que "de haberse resuelto a p·a:
gar salarios más decorosos . .. seguramente
los contratistas habrían podido cubrir con
Traducción de Sheila Campion
el número de jornaleros requeridos". Pero
creo que aquí no se trataba de una cuestión

No. 1, Julio 1987 49


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

de cifras, ni tampoco de empresarios avaros boral en que el trabajador es "fijado" en la


(de quienes, además, no cabría esperar otra unidad productiva, no porque no tenga
cosa). Eran los grandes "costos de oportu- otro medio de supervivencia que la venta
nidad" no económicos (es decir, más allá de su fuerza de trabajo, sino a través del
de los "ingresos") que tenían las clases po- "adelanto" o la deuda (por ejemplo, el "en-
pulares locales lo que constituía el proble- ganche", local o internacional), fue un me-
ma'. Ellas mantenían en un grado todavía canismo inherente a los procesos de surgi-
muy alto un fuerte control sobre los me- miento de economías de exportación en
dios que aseguraban su reproducción, tráte- América Latina en el contexto de socieda-
se de campesinos o de artesanos urbanos y des que aún no habían iniciado sus fases de
rurales. El reclutamiento de esta población modernización y la consiguiente formación
como trabajadores dependientes y fijos era de un ejército laboral de reserva. Recién en
entonces difícil y costoso. El alto costo re- el siglo XX, el alto costo del trabajo libre
lativo de la mano de obra libre para la ex- comenzó a ser compensado con una mayor
tracción guanera, constatado por la autora, productividad, derivada de la calificación
traduce precisamente la realidad de un mer- en el trabajo y de la presencia de competen-
cado laboral restringido. Pero, además, al cia en el mercado laboral. En la experiencia
problema del alto costo de la mano de obra latinoamericana podemos decir que la posi-
libre se sumaba el de la indisciplina laboral bilidad de importar masivamente mano de
(ausentismo, deserciones, baja productivi- obra retrasó o atenuó los esfuerzos locales
dad), otro elemento típico de un mercado por conformar un mercado laboral interno
de fuerza de trabajo estrecho (en el que hay a través de la liquidación de las institucio-
competencia en la demanda, pero no en la nes corporativas (como, por ejemplo, las
oferta). Elevando los salarios probablemen- comunidades indígenas andinas) que garan-
te se habría logrado extender la mano de tizaban a la población popular el control
obra libre, pero el resultado para los empre- directo de sus medios de producción.
sarios hubiera sido, más que una disminu- En la segunda parte de su estudio, Ceci-
ción de sus márgenes de ganancia, un com- lia Méndez presenta las condiciones cotidia-
pleto desastre. nas de trabajo en las islas guaneras. Destaca
Puestas las cosas así, no veo que exista el aislamiento (comparable al de los centros
la contradicción -planteada en el artículo- mineros en las altas estepas andinas) y las
entre pensar que: a) los trabajadores chinos prácticas reivindicativas de los peones, en
fueron utilizados porque no hubiera inter- las que se mezclan las situaciones laborales
namente una oferta laboral adecuada, y y étnicas. Se trata de un material muy rico
b) que fueron utilizados porque ellos asegu- con el que podría profundizarse un análisis
raban una mayor rentabilidad. Precisamen- de tipo thompsoniano: la manera como la
te, la oferta de trabajo local no era adecua- "experiencia" de clase va conformando a la
da por la dificultad de "fijarla" y de ejercer clase. La autora señala que a pesar de que
sobre ella un control y porque, frente a la las condiciones de vida fueron mejorando
alternativa de importar trabajadores, signi- entre las décadas de 1850 y 1870, ellas con-
ficaba un recorte en la rentabilidad. Creo virtieron a los coolíes en una casta equipa-
que el problema de la "fijación" y la disci- rable a la de los esclavos. Creo que es a este
plina laboral era para los empresarios y los sentido que debe limitarse tal afirmación,
potenciales trabajadores tan decisivo como porque su uso como categoría analítica ten-
el del salario. Y de b_iera serlo también para dría serios problemas. Al final, todos los
el análisis de los historiadores. No quisiera sistemas de "enganche" tendrían que ser
ser injusto en dejar de reconocer que Ceci- considerados sistemas esclavistas, perdién-
lia Méndez toma en cuenta estos aspectos al dose de vista la originalidad de uno de los
examinar las bondades que para los contra- mecanismos de reclutamiento laboral más
tistas tuvo la mano de obra china, pero hay difundidos en América Latina.
un problema de énfasis y quizás de orden C. Méndez ha abordado un punto impor-
en su exposición, que la lleva a distorsionar tante y descuidado en la historia del guano:
sus propias conclusiones. la historia de los trabajadores. Para ello ha
El recurso a formas de reclutamiento la- utilizado fuentes locales, añadiendo así otra

50 Revista Andina, año 5


dosis de novedad a su estudio. Ciertamente Cuadro No. 1 es realmente atractivo, por-
que sus conclusiones debieran ser todavía que, además de cifras, indica procedencia
profundizadas, pero su paciente búsqueda del trabajador y ocupación anterior). La
y la calidad de su entrega comprometen mayoría de guaneros efectivamente no eran
nuestra gratitud. trabajadores fijos ni mucho menos libres o
asalariados. Los guaneros fueron coolíes
chinos y presidiarios esencialmente. Para el
caso de los polinesios o canacas, sería reco-
mendable menor contundencia. La licencia
Wilma Derpich concedida a Andrés Alvarez Calderón en
Ayacucho 216 1862 exige atención; es decir, mayor bús-
Magdalena queda de fuentes primarias, como, por
Lima 1 7, Perú ejemplo, los archivos de la Compañía Ad-
ministradora del Guano y/o la correspon-
Durante cuarenta años del siglo pasado, dencia de algunos ilustres "propietarios"
el Perú tuvo la posibilidad de hacerse país; del negocio, como el mismo Alvarez Calde-
la ocasión se perdió. Son tesis de ingreso rón y Domingo Elías. No estaría tan segura
que sirven a Cecilia Méndez, junto con de afirmar que los canacas no fueron a las
aquella de la carencia de mano de obra, pa- islas; los detalles leídos en el boletín de la
ra un obj~tivo razonable: devolver la pre- Sociedad Anti-esclavista de Londres me in-
sencia a los hombres que ex traían el guano. vitan a la duda. La prudencia aconseja se-
Los presupuestos discutibles no invali- guir la pista, aun en historias oficiales. A
dan el buen propósito de la autora: desta- propósito, es recomendable agregar que la
car con fuentes de primera mano la historia prohibición, expresa en los contratos a par-
de quienes trabajaron en el proceso de ex- tir de 1854, de trabajar en las islas guane-
tracción del famoso abono o fertilizante. ras, tuvo efectos en el Perú, aunque siguiera
Preferiría sugerir hablar de procesos de ex- encontrándose coolíes chinos en las islas.
tracción a secas y no de producción guane- Me parece aceptable la conclusión de
ra, porque precisamente la extracción expli- Cecilia Méndez: la masa laboral forzada fue
ca la dimensión del problema, como Mariá- la central en la extracción del guano.
tegui lo señalara en sus Siete ensayos. En el Hubo necesidad. No fue el azar. No éra-
ámbito desarticulado del país, las catego- mos un país capitalista. No teníamos un
rías capitalistas (salario, costos, mercado li- mercado de trabajo, agregaría. Tampoco
bre, burguesía) deben obligarnos a celoso un Estado controlista. Me parece que
empleo. De hecho, como queda claro, la . Cecilia Méndez hace un loable ejercicio
despoblación del país iba pareja a la deso- para esclarecer el sistema de costos, con
cupación, pero también a la "aprehensión" auxilio de Mathew, N. de Piérola, Macera.
a la tierra de la población indígena. De ma- Sin duda, todo el mundo laboral del siglo
nera tal que el problema de la ausencia de XIX debe buscarse con lupa en mano, hasta
trabajadores no se explica en 1854 con la encontrar las planillas de pago, por ejemplo
cancelación del tributo indígena y la escla- las habidas en el archivo de la casa Dreyfus,
vitud, sino más bien por la ampliación ex- como ha ocurrido en el caso de algunas ha-
traordinaria de los ingresos del Estado gra- ciendas costeñas (específicamente con los
cias a la extracción del fertilizante; ni in- coolíes chinos de Cayaltí), para, además,
dios ni negros juntos hubieran evitado la cotejarlas con los contratos de trabajo. Por
traída de coolíes chinos. Como sucedió. ello.mismo, el costo de los trabajadores chi-
El artículo se compone de dos partes. nos, presidiarios y libres ameritaría en el
En la primera resulta indiscutible que el artículo que comentamos un cuadro que
mercado de trabajo es más bien el juego de destaque el pago por tarea. Sólo me resta
intereses de comerciantes del guano, con- añadir aquí que los conocidos cuatro pesos
tratistas y enganchadores. Por tanto, esta- que recibían los trabajadores chinos tenían
mos ante una forma no capitalista de capta- relación directa con los con tratos hechos en
ción de mano de obra. En las islas, los jor- los barracones en China, donde los años de
naleros permanentes serán una minoría (el "servicio" eran decididamente de cinco a

No. 1, Julio 1987 51


Estudios y Debates,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ocho, y no tres. de el ámbito ideológico. La envoltura pre-


Tengo la impresión que fuentes como las juiciosa que signara todos los actos de los
cartas e informes de Piérola, Francisco de explotadores de los trabajadores del guano
Rivera , Serrate, Francisco Cañas, Alvarez redondeaba más bien, como es de rigor,
Calderón y el Gobernador Lagomarcino, la condición material del sistema.
entre otras habidas en el Archivo General El esfuerzo de Cecilia Méndez nos con-
de la Nación , la Sala de Investigaciones de voca a reflexionar sobre la república del
la Biblioteca Nacional, el Museo Británico apogeo y la crisis. Es preciso continuar el
de Londres y el Archivo de Relaciones Ex- análisis y a partir de los apuntes sobre pro-
teriores, ayudan descriptivamente a com- testas y otras modalidades de lucha indagar
prender la situación de los coolíes chinos sobre la vida cotidiana en las islas. Las fuen-
en las islas. A los factores mencionados que tes primarias todavía tienen qué decir.
intervenían en el proceso de extracción del
guano, debe sumarse otros: la compulsiva
demanda del abono por el mercado interna-
cional: la personalidad de contratistas y/o
empresarios (de hecho, Alvarez Calderón José Deustua
fue un innovador tecnológico) y las reper- Eco/e des Hautes Etudes
cusiones que el tráfico de coolíes chinos te- en Sciences Sociales
nía en el exterior. 2 7, Le Bosquet No. 113
Veo muy atinada la explicación que so- 91940 Les Ulis
bre la utilización de mano de obra presidia- Région Parisienne
ria hace C. Méndez a propósito de la inter- Francia
vención de juristas nacionales. Pero esa mo-
derna conceptualización legal debió sufrir Leí el artículo de Cecilia Méndez con
un período para aplicarse. Fue un proceso. mucho entusiasmo, con el mismo con que
Por ello es que los mismos cuadros que ad- leí su reciente tesis presentada en la Univer-
junta la autora indican la presencia de tra- sidad Católica de Lima, si no me equivoco,
bajadores presos, en número considerable , en 1986. La tesis me dejó verdaderamente
en los años 1853, 1854, 1861 y 1872. Los satisfecho por un gran uso de las fuentes,
ritmos jurídicos no siempre van unidos al por tratar aspectos desconocidos de la his-
latido del ritmo económico, como dice E.P. toria del guano y ser un bello ejercicio lite-
Thompson. rario. Este artículo no es de una calidad
En la segunda parte del artículo, encon- menor, pero es evidentemente una parte de
tramos luces respecto al sistema de explota- la tesis (sé que algo de ella también ha sido
ción, el mismo que fue rudimentario. J.C. publicado en el Seminario de Historia Rural
Mariátegui escribiría en 1928 que mediante Andina que dirige Pablo Macera en la Uni-
el yanaconazco y el enganche la clase domi- versidad Nacional Mayor de San Marcos) .
nante resistiría el establecimiento del régi- La primera gran virtud es que se trata de
men del salario libre. La descripción de este una historia del guano vista por dentro (su-
proceso hasta permitiría estructurar un cua- pongo que a eso se debe lo de la "otra" his-
dro sencillo de la división del trabajo en las toria), un estudio de la explotación guane-
guaneras. Quiero destacar que el contratista ra, de las relaciones de trabajo. Hasta el mo-
no miraba puramente la extracción del gua- mento, el guano había sido visto desde
no , sino que asumía un rol de empresario; afuera (Basadre, Levin, Hunt , Bonilla), des-
esto es, buscaba la manera de evitar pérdi- de su impacto económico sobre la sociedad
das del abono. peruana del siglo XIX; en este caso (como
En segundo orden, la afirmación que también en los de Stewart y Mathew) es vis-
hace Cecilia Méndez sobre la forma de re- to desde su propia producción interna y la
muneración de los trabajadores chinos me de los trabajadores encargados de extraerlo
parece delicada. La condición real, objetiva en las islas de la costa peruana. En este sen-
del coolí chino era de trabajador forzado tido, uno podría vislumbrar también un
por un contrato de alquiler ; por tanto, la cambio de enfoque, desde la economía y la
sobre-explotación no puede explicarse des- sociología histórica, en el primer caso, a

52 Revista Andina, año 5


______________________________ Méndez: El guano

una antropología o sociología de lo cotidia- mas del salario, de la dieta, del consumo del
no, en el segundo. Sin embargo, hay casi pueblo trabajador peruano y, en el interme-
una ausencia, en el artículo de Cecilia Mén- dio, evidentemente, a los precios. Creo que
dez, de un enfoque antropológico, pese a un trabajador o un campesino del siglo XIX
algunas referencias que hace la autora a los peruano estaba mejor alimentado que un
problemas étnico-laborales: los coolíes chi- niño de las barriadas hoy en día. El capita-
nos deberían hablar un dialecto del chino lismo, la industrialización (dependiente), la
( ¿cuál?) y comportarse culturalmente de urbanización (bajo la forma de barriadas,
una manera diferente a los trabajadores villas miserias o poblaciones en otros países
"libres", presidiarios o negros esclavos de América Latina, slums en el Africa con-
(aquello de "color africano" me parece temporánea) conllevan un deterioro de las
una frase genial, supongo que es un color condiciones de vida de las clases populares
social que escapa a los que, yo conocía , y esto no sólo se mide por el salario, sino
existían en la descomposición de la luz). Y también por el consumo, por la dieta, etc.
la sociología de lo cotidiano a veces tam- Derivo de esto dos conclusiones: a) En el
bién se pierde por algunas observaciones terreno metodológico de la Historia como
macroeconómicas, aunque estaba bastante disciplina no hay que centrar tanto la aten-
pre sen te en la tesis ( esas páginas sobre las ción en el salario en sí, como lo hace la
vivanderas, sobre el consumo de los traba- autora, sino también en los otros factores
jadores, sobre la cerveza, me gustaron mu- que actúan en la vida de un trabajador no
cho). libre; b) En el terreno político, si los traba-
Sigo con las objeciones, aunque también jadores del guano son explotados, ¿qué
podría continuar con los elogios (desafor- pensar de los trabajadores peruanos hoy en
tunadamente, aquí hay que presentar las día? Téngase en cuenta, desde el punto de
críticas para crear polémica, abrir el debate vista de ciertos verdes en la Alemania con-
y así continuar con la investigación y no temporánea, que el capitalismo no sólo con-
cerrarla con la exaltación de las virtudes y lleva un deterioro de las condiciones de vi-
los hallazgos de la autora) . La cuestión de da del trabajador actual (más calorías y gra-
los trabajadores libres: ¿son verdaderamen- sas, más alimentos artificiales, químicos, el
te libres? Cecilia Méndez habla de engan- problema de lo nuclear, las nuevas tecnolo-
che, de adelantos de dinero, de deuda . Sin gías), sino también la destrucción irreme-
embargo, a la hora de referirse al salario lo diable de la naturaleza . Como me decía
hace con la mayor libertad. Permítaseme Joan Martínez Allier, habría que calcular la
recordar que una cosa es el salario en una explotación del guano en el Perú del siglo
economía capitalista y otra en una econo- XIX no sólo por su valor monetario en tér-
mía pre-capitalista. En este segundo caso minos de cantidad y precios, sino también
habría que referirse a todos esos mecanis- en términos energéticos, en sus componen-
mos que justamente impiden que el salario tes de fosfatos, nitrógeno o potasio. ¿Cuán-
sea un salario real ; por ejemplo, la cuestión to de esta energía que acumuló Inglaterra
del consumo forzado de los trabajadores. perdió el Perú en el siglo pasado y cuánto
Hay pocas menciones a eso en el artículo, fue lo que produjo el trabajador guanero ,
son mayores en la tesis. En algún momen- sea negro esclavo, _coolí chino, libre o pre-
to, hablando de la explotación de los chi- sidiario (peruano, boliviano o chileno)?
nos, se dice que almorzaban "dos libras de Dos conclusiones finales, por falta de es-
arroz y media de carne": ¡casi un kilo de pacio y tiempo, se añaden a lo dicho: a) La
arroz y un ciiarto de kilo de carne! Perdó- introducción, que se nota artificial, sobre-
neseme, pero, si en algo conozco los mer- · impuesta, presenta los mayores errores. Se
cactos de Lima, sobre todo los de las barria- dice que cuatro décadas de la historia perua-
das, en el Perú de hoy, podría fácilmente na, supongo que de 1840 a 1880; se susten-
afirmar que mejor comía un coolí chino, taron "virtualmente en un solo producto".
trabajador del guano, en el siglo XIX, que ¿Y la plata, el oro, el cobre, las lanas, el sa-
un desempleado o subempleado de las ba- litre, el azúcar, el algodón, etc., etc.? Luego
rriadas limeñas hoy en día. es insostenible (ningún trabajo que haya leí-
La observación nos remite a los proble- do lo dice) que las tierras inglesas en el siglo

No. 1, Julio 1987 53


Estudios y Debates,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

XIX se encontraban "exhaustas". Por el tazo a las notas), la autora oculta estos ha-
contrario, se trataba de elevar su ya crecien- llazgos presentando en cambio una secuen-
te productividad; b) La labor de Cecilia cia lógica de cuestiones muy tradicionales.
Méndez me parece encomiable; Jo mismo Verdaderamente que aquí hay muy poco
puedo decir de su tesis, la publicación del "revisionismo".
Seminario de Historia Rural Andina, este Este conservadurismo, ¿hace que el es-
artículo, así como del trabajo de muchas de tudio sea un ejemplo, extremadamente cui-
sus compañeras y compañeros de profesión dadoso y convincente, de historia social o
y generación. Al respecto, sólo un consejo: deja sin resolver demasiadas cuestiones im-
trabajar pacientemente. Como lector espe- portantes? Al principio, Méndez adelanta
raría leer en el futuro más trabajos de esta una serie de proposiciones justamente con-
(y aún mayor) calidad, con la misma (y aún servadoras: las riquezas del guano sentaron
mayor) abundancia en el uso de fuentes do- las bases del Estado moderno y las élites
cumentales. del Perú, y la mano de obra jugó un peque-
ño papel (en términos económicos y tecno-
lógicos) en la creación de esta bonanza.
(Después de todo, las aves hicieron horas
extras por siglos.) Sin embargo, el trabajo
Pau/ Gootenberg aún tenía un rol protagónico. ¿En qué sen-
The Institute for Advanced Study tido? ¿Qué huella dejaron los trabajadores
Princeton University aparte de acarrear el guano a los barcos?
Princeton, NJ 08540 Nuestra comprensión de cómo funcionaban
Estados Unidos la economía y el Estado en la era del guano
sigue siendo primitiva. A través de esta ven-
El rasgo más notable de "La otra histo- tana uno quisiera saber si la organización de
ria del guano" , de Cecilia Méndez, es su ra- la mano de obra afectó, y cómo, a la em-
dical · conservadurismo. La autora se aferra presa del guano y a las políticas y al Estado
a problemas particulares sin declarar nada que fertilizó . Al final de este estudio, pare-
de extraordinaria importancia, sin vuelos ce que la respuesta sigue siendo "mínima-
de la imaginación acerca de la sociedad pe- mente", aunque, como lo recalcara W.M.
ruana. Es raro encontrar tal disciplina en el Mathew , este hecho de por sí tal vez sea el
desconocido terreno del siglo XIX , donde, factor principal para comprender la econo-
para bien o para mal, cada pequeño avance mía del guano . El rudimentario sistema de
en el conocimiento de los grupos sociales producción permitió al Estado peruano un
(unos cuantos artesanos, consolidados, mi- espacio sin igual para maniobrar en la histo-
neros , los trabajadores de una hacienda), es ria de América Latina. (Esta conclusión di-
una tentación para los historiadores de con- fiere bastante de la de Levin, en el sentido
vertirlos en ventanas que den a grandes y que la necesidad de importar directamente
aun más misteriosos procesos sociales. En la mano de obra disminuyó los beneficios
el contenido, Méndez es igualmente conser- que el Perú obtuvo de este comercio.) Qui-
vadora: la era del guano dejó como legado zás debiéramos invertir la pregunta para
el Estado "moderno" del Perú, así como que tenga más sentido : ¿habría sido, por
notables reformas; la empresa misma del ejemplo, la historia la misma si los barones
guano operaba a partir de criterios comer- del guano se hubiesen visto obligados a re-
ciales "racionales" y de una tecnología currir a una mano de obra voluntaria local
"e ficiente" ; sus trabajadores no fueron o de algún modo hubiesen tenido que trans-
peor tratados que los de las haciendas y el formar las relaciones sociales peruanas para
migrante chino demostró que se adaptaba conseguir a sus trabajadores?
mejor y que era aún más eficaz política- Méndez empieza acertadamente su dis-
mente de lo que normalmente se suponía. cusión sobre la movilización del trabajo y
Quizás lo más conservador de todo sea el las formas laborales evaluando, dentro del
estilo historiográfico. Y si bien es obvio que contexto más amplio de sistemas de trabajo
el trabajo surge de una extensa y nueva do- y la movilidad de mediados de siglo, la así
cumentación de archivos (echemos un vis- llamada "falta de brazos". He aquí una ven-

54 Revista Andina , año 5


______________________________ Méndez: El guano

tana grande que da a un paisaje no recorri- con el infierno del guano.)


do (respecto al cual se ha especulado mu- Pero he aquí el problema. Los criterios
cho). Los estudios de migración campesina de rentabilidad descritos por Méndez eran
podrían , en efecto, esclarecer y probar realmente bastante flexibles ; esto es, se po-
grandes teorías acerca del lugar del campe- día haber pagado una prima substancial a
sinado en la sociedad peruana . ( ¿Eran "sier- la fuerza de trabajo local, en caso de ser ne-
vos" atados a las haciendas, o "indígenas" cesario. El número de trabajadores requeri-
insensibles a todo signo del mercado, inmu- do tampoco era un desafío - la cifra citada
tables ante las reformas bolivarianas, o po- para el guano (unos mil) no sobrepasaba ,
dían actuar libremente con sus propias pre- por ejemplo, la mano de obra empleada en
ferencias domésticas?) Méndez sugiere una una de las dos haciendas más capitalizadas
movilidad, conciencia y libertad mayores del Perú - . Con el transcurso del tiempo ,
de lo que se suponía usualmente. Por ejem- llegó a constituir sólo el cuatro por ciento
plo, había jornaleros disponibles, pero a un del total de los costos de producción del
precio que pocos querían pagar. Se debería guano, las utilidades públicas netas exce-
subrayar que si (y solamente si) la inmovili- dían el 70 por ciento y sólo dios sabe cuán-
dad del trabajo forzado predominaba en el to percibían los contratistas particulares
campo, el costo económico preciso (costo (una cuestión que Méndez debió investi-
social) habría sido hacer las otras empresas gar) . ¿Qué hubiera impedido, digamos, que
más costosas y difíciles de empezar, inclu- el Perú duplicara los jornales de sus traba-
yendo las exportaciones de guano. Sin em- jadores del guano convirtiéndolos en una
bargo, parece que la inelasticidad del traba- típica y disciplinada "aristocracia laboral''
jo estaba más relacionada con las preferen- de los enclaves de exportación, en los que
cias del campesino que con la fuerza (por la productividad marginal de la mano de
ejemplo, el deseo de permanecer cerca de la obra excedía todo lo conocido en los secto-
comunidad, los ingresos familiares más ele- res tradicionales? No sólo la "rentabilidad",
vados y estables, además de extensos recur- ya que con el monopolio internacional ejer-
sos), lo que a su modo podría haber parado cido por el Perú, el guano habría continua-
la industria del guano. Todo ello debe ha- do siendo un negocio de ingresos fabulosos,
ber contribuido a la opción de recurrir a las aun si los costos del trabajo se hubiesen dis-
prisiones y a la China (aparte de los facto- parado en un diez o hasta en un veinte por
res que menciona Méndez), aunque tal vez ciento.
indirectamente, como veremos a continua- Quizás, y esto es sólo conjetura, el rápido
ción . cambio hacia la importación de una mano
Más adelante, los argumentos de la auto- de obra forzada tuvo su origen dentro de un
ra devienen confusos al atribuir la subsi- contexto más amplio (y abandonados a su
guiente adopción de formas de trabajo for- suerte como estaban los trabajadores en las
zado a los criterios principalmente de ren- islas, no es necesario aplicar una clásica mi-
tabilidad, lo que a primera vista parece cier- crotesis de Domar para explicar la existen-
to. Mas se debiera poner énfasis desde el cia de la coerción misma). Hombres como
comienzo -como lo recalcan la mayoría de Domingo -Elías, contratistas claves, empre-
los relatos moralizadores- en el aspecto sarios y luminarias políticas, no sólo pensa-
más impresionante del trabajo en los mon- ban en las utilidades y ganancias del guano
tículos de guano: ¡era el trabajo más horri- cuando, a fines de la década de 1840 , de-
ble, insalubre y degradante que se pueda mandaron y ganaron un subsidio de $30 por
imaginar! Este simple hecho explica mu- cada asiático importado. Estaban preocupa-
chos problemas en la contratación de la dos por la "falta de brazos" general - cada
mano de obra local. ¿Por qué demonios un escasez tiene su precio - en las haciendas
peruano libre , frente a alternativas menos agrícolas del Perú (e, incidentalmente, este
catastróficas, se sometería por vida en las subsidio, según los economistas, fue el gran
islas Chincha? Sólo si se le pagaba una pri- costo social del guano). Por razones de Es-
ma prohibitivamente alta . (Algo similar im- tado -éste estaba directamente interesado
pera hoy en día en la industria minera mo- en una producción estable de guano- , las
derna, siendo ésta un paraíso comparada más grandes necesidades laborales se legiti-

No. 1, Julio 1987 55


Estudios y D e b a t e " - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

mizaron y fueron atendidas en una época salarial es estimulante , en particular su


en que la mano de obra evidentemente no audaz (no conservadora) afirmación de que
libre se hacía cada vez menos popular en los coolíes del guano eran tratados como
los mercados mundiales. La forma mixta de "esclavos" aun más que los negros nominal-
producción del guano -estatal/privada- mente esclavizados. Aparte de posibles es-
era una fórmula tradicional, muy semejan- caramuzas académicas en torno al término
te , en efecto, a la misma conquista españo- "esclavitud", emerge un problema cultural,
la. Pero la gran mayoría de coolíes termi- que tal vez ayude también a explicar esta
naron trabajando en plantaciones y viñedos preferencia por esclavos chinos. Estudiosos
privados, Jo que parece ser un típico rol de recientes de la esclavitud (como D.B. Davis.
transición de esclavo a trabajador libre. (A y Orlando Paterson) subrayan que, más allá
través del mundo del siglo XIX, migracio- del usual cálculo económico, la esclavitud
nes masivas de trabajadores chinos e indíge- oculta una relación cultural básica y con
nas representaron este papel.) Así, me pare- razón. En toda sociedad histórica, el pre-
ce que el guano era un pretexto eficaz para rrequisito de la esclavitud o para un trata-
captar este mayor suministro de mano de miento de esclavo es la diferenciación (ser
obra con fines personales de lucro en las in- de los otros). No se puede imponer la escla-
dustrias de exportación con márgenes de vitud a gentes integradas a la sociedad prin-
ganancia mucho más bajos y requerimien- cipal, pues primeramente hay que experi-
tos laborales mucho mayores: azúcar, algo- mentar una "muerte social", la denegación
dón y alcohol. El Perú contaba con sufi- de todos los derechos y pretensiones. Mén-
cientes prisioneros para trabajar en los de- dez muestra claramente cómo el empleo
pósitos de guano. Aparte de la importación que hizo el Perú de la fuerza de trabajo de
de una relación de producción específica, los penales cumple muy bien con este re-
subrayada por Méndez, y las difíciles con- quisito (y ojalá que nunca más). Con todo,
diciones de trabajo, el hecho de recurrir a los africanos y los indígenas, si bien eran
una fuerza de trabajo forzada en las Chin- minorías étnicas ciertamente oprimidas en
cha debe verse a la luz de estos vastos movi- el Perú, ya por el año 1850 se encontraban
mientos internacionales de trabajo engan- bastante bien integrados a la sociedad pe-
chado durante el siglo XIX, un fenómeno ruana y, por tanto, no eran aptos para la es-
ya bien analizado en otro lugar. clavitud del guano: Los coo!íes, sin em bar-
Un misterio persiste : ¿por qué hombres go, podían ser sometidos a condiciones de
de negocios peruanos como Elías recurren extrema servidumbre sin que ello provoca-
al Asia y hasta saben de la disponibilidad de ra disensión o remordimiento excesivo en
una elástica oferta de mano de obra que es- la sociedad peruana. Mas la esclavitud de
taba surgiendo a causa de las rebeliones de los coolíes carecía de una firme base socio-
Taiping? Supongo que ello estaría vincula- jurídica ni la podía tener, pues por 1850
do al continuo interés de los peruanos por los británicos iban por el mundo en pos de
el otro lado de las costas del Pacífico, por tales atavismos con celo misionero. Así,
el. comercio con Asia. Por ejemplo, a co- pues, como Jo sugiere Méndez, la "esclavi-
mienzos de la década de 1840, los principa- tud" se convirtió en un problema cuando
les comerciantes nacionales (Elías entre los chinos se integraron más al Perú, demos-
ellos) hacen fuertes inversiones en una em- trando · que realmente eran seres humanos
presa mercantil asiática patrocinada por el (y rebeldes, además). Por la década de
Estado (la Compañía Asiática, 1839-43), 1850, otra serie de nuevas transiciones en
siguiendo las rutas y prácticas mercantiles las formas laborales ya estaba claramente
coloniales. Al final, dicha empresa fracasa en proceso, tanto en las islas guaneras co-
pero es indudable que los comerciantes: mo en las haciendas de todo el Perú .
colonos adquirieron los conocimientos ne- Foráneos aislados y desmoralizados, con
cesarios para empezar un nuevo negocio pocas pretensiones de comunidad en el Pe-
con Asia, oficialmente sancionado -en ser- rú, los trabajadores del guano no eran pro-
vidumbre humana en lugar de seda-, esta pensos a la rebelión, aun en horrendas con-
vez un comercio sumamente rentable . diciones de vida y de trabajo . Esto parece
La discusión de Méndez sobre la política suficiente para explicar la poca resistencia

56 Revista Andina, año 5


______________________________ Méndez: El guano

directa que ofrecieron, pero Méndez ofrece,


en cambio,interesantes comparaciones con Christine Hunefeldt
los enclaves de trabajadores mineros. El Pontificia Universidad Católica del Perú
problema radicaba en las condiciones socia- Dpto. de Econom1'a
les no diferenciadas en las islas, donde el Apartado 1 761
patrón y el esclavo compartían, asimismo, Lima 100, Perú
muchas de las penalidades y la misma cultu-
ra . Era difícil que los trabajadores identifi- El guano ha representado y representa
caran claramente una empresa antagonista, uno de los temas predilectos de la historia
aparte de sus caporales más sádicos. Aquí peruana del siglo XIX. Con él, el Perú se
nos habría gustado ver un poco más de his- convirtió ya en la década del cincuenta en
toria social, más material extraído de las un laboratorio analítico para comprobar, y
notas al pie de página. ¿Cómo veían los eventualmente contradecir, lo que ha veni-
coolíes su condición y cómo la expresaban? do a llamarse una economía de enclave. En
(Una fuente interesante serían las cartas oposición a la idea del enclave, Shane Hunt ,
que enviaban a sus familias , algo que la his- a partir de un análisis sistemático de la uti-
toriadora sinoamericana Evelyn Hu-Dehart lización de los recursos guaneros, pudo de-
podría explorar en su continuo estudio.) mostrar que la tasa de retorno del guano as-
Por ejemplo, seguro que los coolíes habían cendió a nada menos que aproximadamen-
oído de los beneficiarios de su opresión, los te el 600/0 . Esta es la gran discusión, que
plutócratas de Lima que se daban una vida recientemente ha sido enriquecida con las
regalada, prosperando a costa del sudor y la propuestas de Paul Gootenberg, al señalar
sangre de los coolíes dentro del espíritu si- la imposibilidad del Estado peruano de im-
barita de la era del guano. Si no una compa- poner una política proteccionista (que hu-
ñía o relación de clase, el chino debe por lo biera sido una parte de los supuestos míni-
menos haber imaginado un segmento de la mos para garantizar o eventualmente alen-
sociedad peruana como antípoda de su in- tar las inversiones en sectores productivos
fernal trabajo. ¿Fue así? ¿Qué pensaban y con el capital guanero), por los múltiples
sentían realmente? frentes de conflicto derivados de una fuer-
Una aproximación conservadora a un za relativaniente pareja de los diferentes
problema que usualmente evoca espontá- sectores productivos del país. Así , el argu-
neas y apasionadas protestas: aquí radica la mento de Gooten berg es en realidad una
fuerza (y quizás la deficiencia) del sólido y prolongación del enunciado de Hunt y par-
absorbente estudio de Méndez. La econo- te del supuesto demostrado por este autor
mía ha sido acertadamente descrita como (aquél acerca de que hubo una alta tasa de
una "perfecta abstracción del economista". retorno) para ilustrar una parte de las con-
Por cierto que quienes vivieron y murieron tradicciones endógenas que hicieron que
por el guano son ahora más que factores esta alta tasa de retorno no encontrara las
abstractos de producción. Los trabajadores condiciones posibles para provocar un cre-
del guano fueron protagonistas de la histo- cimiento sostenido y contundente de la
ria, aunque parece que el mundo que crea- economía peruana. A partir de aquí , enten-
ron no era de ninguna manera el que ellos demos ( o volvemos a entender), siguiendo
hubieran deseado. las propuestas de Robinson et . al. ( 1968),
que la capacidad de explotación imperialis-
ta tuvo su contrapartida e incluso encontró
un aliciente y una apertura en las imposibi-
lidades generadas al interior de un espacio
Traducción de Sheila Campion dependiente. ·
En cierto sentido, el análisis de la mano
de obra dedicada a la extracción guanera
que nos presenta Cecilia Méndez se ubica
(como lo reconoce la propia autora) en el
contexto de esta discusión a un doble ni-
vel. Por una parte, porque permite enten-

No . 1, Julio 1987 57
der casi en términos de relaciones cotidia- ción, ¿pero en el caso del guano con una
nas por qué, tanto por su volumen como población aparentemente desligada de sus
por las características de su retribución, la medios de producción? A menos que este-
mano de obra guanera pudo sólo represen- mos dispuestos a incurrir en una extrava-
tar un 30/0 (Hunt 1985) del gasto total en gancia (esta vez interpretativa) como decir
la producción guanera y, por tanto, expli- que era más rentable ser vago que guanero,
car también por qué los efectos de arrastre no podremos ser coherentes teóricamente .
a este nivel (por ejemplo, vía la creación de Además, en el contexto de otras experien-
un mercado interno) fueron casi nulos. Por cias "enclavísticas" peruanas, sabemos que
otra parte, porque las aseveraciones de C. los salarios recibidos por los obreros (Cerro
Méndez permiten plantear un interrogante de Paseo por ejemplo) en épocas de clara
más general acerca de los costos de oportu- bonanza 'de la empresa, fueron más altos
nidad de la mano de obra en el contexto que el promedio de los salarios recibidos
guanero. Al comparar el nivel de las retri- por obreros en otros sectores o empresas. Y
buciones entre coolíes chinos, presidiarios en el guano al parecer sucede exactamente
y jornaleros libres nos queda la certidum- lo contrario. Uno realmente se pregunta si
bre de una desigualdad existente, donde la en términos de racionalidad, el comporta-
mano de obra coolí es la más barata. El miento económico encierra algún tipo de
prejuicio étnico, el desamparo, la capaci- secreto especial que aún no hemos podido
dad de control militar y la propia diferen- detectar. Tal vez, por ejemplo, para respon-
ciación al interior de la fuerza de trabajo der a estos interrogantes debamos pensar
son la base de esta capacidad de explota- más en una lógica del fraude -como inten-
ción ampliada en función de los chinos. ta demostrar Edmundo Paredes ( 1986)-
Estos argumentos son plausibles y ahora, que en una lógica salarial. Y, ciertamente,
además, cuentan con el debido respaldo resulta importante responderlos, en vi.s ta de
empírico. que desde esta plataforma (el análisis de la
Sin embargo, existe otra dimensión del fuerza laboral) es que debemos comenzar a
problema, una cuestión a la que a mienten- repensar no sólo el carácter del imperialis-
der no se ha dado una respuesta convincen- mo ligado a la extracción guanera, sino
te aún. ¿Por qué una empresa altamente también la imposibilidad del desarrollo ca-
rentable, en la que además se ha demostra- pitalista en el país. Es, entonces, ciertamen-
do que las ganancias de los consignatarios te "otra historia" del guano, pero que re-
medidas en función del precio de adquisi- quiere de proyecciones más amplias.
ción del producto y el precio de venta en En esta dirección es significativa la preo-
el mercado europeo fueron altas, tuvo que cupación plasmada sobre la historia de los
recurrir a un sistema laboral tan complica- Estados Unidos (que tampoco fue clara-
do en términos organizativos y tan exóti- mente racional en términos de su lógica sa-
co? ¿Cuánto hubiera sido un salario com- larial/laboral). En realidad, lo común de las
petente en el mercado laboral de la época experiencias descritas y lo que nos ofrece
capaz de alentar a los 5000 vagabundos de C. Méndez es impactante (Hahn y Prude
Lima a vender su fuerza de trabajo en las (eds.) 1985).
islas y en cuánto el pago de un salario com-
petitivo hubiera aminorado las ganancias
de los consignatarios, sobre todo teniendo
en cuenta que .estamos hablando de una
masa laboral relativamente pequeña frente Shane Hunt
a Jo enorme del volumen de transacciones y Universidad de Boston
ganancias? Hasta ahora seguimos afirmando Center for Latin American
que el grado de explotación fue alto y que Deve/opment Studies
el coolí chino fue una modalidad laboral 745 Commonwealth Avenue
para subsanar deficiencias laborales de la Boston,Massachusetts 02215
economía peruana. En el caso de las hacien- Estados Unidos
das costeñas, la dificultad de irrumpir en la
economía campesina puede ser una explica- En Lord Jim, Joseph Conrad describe la

58 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

degradación de un joven inglés que, habien- rad la usó sólo para recordar al lector la de-
do perdido el derecho a ejercer su profesión gradación moral que caracterizó al peor as-
como oficial de marina, se hunde cada vez pecto del colonialismo europeo en Asia du-
más profundamente en lo peor de la socie- rante el siglo XIX . La isla del guano es la
dad europea que en el siglo XIX parasitaba metáfora que usa Conrad para el infierno
por los puertos asiáticos. En uno de los mo- en la tierra.
mentos más depresivos de Jim, Conrad in- Si la isla guanera era demasiado terrible
troduce un personaje australiano particular- como para Jim, es difícil imaginar cómo
mente repulsivo , un hombre empeñado en habrá sido para los chinos. Sin embargo,
un proyecto. uno necesita saber cómo fue para ellos, al
"Recientemente, en algún insospechado menos para recordar su sufrimiento.
lugar -según solía contar- había descubier- Aun aparte de la esclavitud, el siglo XIX
to una isla de guano . . . 'Tan buena como fue muy cruel para incontables grupos la-
una mina de oro', y luego exclamaría . .. 'y borales; en las fábricas de Inglaterra, en las
he logrado algo que le vendrá muy bien a minas y plantaciones de algodón de los
él. Le daré empleo en mi isla'. Movía afir- EE.UU., en los sistemas laborales de contra-
mativamente su cabeza. 'Voy a meter cua- tación que emergieron en el trópico, en la
renta coolíes en el lugar, aunque tenga que selva del Congo y Putumayo y en la masiva
robármelos. Alguien tiene que trabajar la migración coolí.
materia. Oh! que no se me mal interprete: Nuestra comprensión de la migración
cabaña de madera, techo con planchas me- coolí al Perú, originalmente abierta al inte-
tálicas ... También habrá que recoger agua. rés académico por el trabajo pionero de
·cendré que merodear por ahí y hacer que Watt Stewart, ha avanzado enormemente
alguien me preste una media docena de es- gracias al excelente trabajo de Cecilia Mén-
tanques de fierro de segunda mano. Para dez. A mi juicio, ella ha escogido el mejor
recolectar el agua de lluvia, ¿no? Dejemos camino para estudiar la historia, esto es,
que él se haga cargo. Hagámoslo jefe supre- con cuidadosa documentación , un enfoque
mo de los chinos. Que buena idea, ¿no? apropiado y un tratamiento sensible de su
¿Qué piensas?' 'Hay años enteros "sin que tema. Su análisis del pasado es también re-
caiga una gota de lluvia sobre Walpole' dije levante para la comprensión de la realidad
yo, demasiado impactado como para reír. actual: •
El mordía su labio y parecía molesto. 'Oh, Buena parte del trabajo de Méndez es
bueno . . . Y a arreglaré algo para ellos o les empírica: nos habla de cuales eran las con-
haré llegar suficiente agua. ¡Qué importa! diciones laborales en las islas del guano.
Eso no es problema". Pero también aborda cuestiones de inter-
"Yo no dije nada. Tuve una rápida visión pretación de tal realidad. Una de esas pre-
de Jim encaramado en una asoleada roca, guntas tiene que ver con el uso del trabajo
con guano hasta las rodillas, con gritos de forzado. Méndez revisa las explicaciones li-
aves marinas en sus orejas, con la incandes- gadas a la coerción : el vago lamento con-
cente bola del sol arriba de su cabeza; el temporáneo de "falta de brazos" o la más
amplio cielo y el vacío océano, todo inquie- precisa idea de inmovilidad laboral. Su pro-
to y casi hirviendo en medio del calor, has- pia explicación, pienso, está mejor susten-
ta perderse de vista. 'No se lo aconsejaría tada empíricamente y es más convincente :
ni a mi peor enemigo .. .', comencé. '¿Qué los trabajadores forzados eran subremune-
le pasa a Ud.?', gritó Chester. 'Yo pretendo rados y se les podía exigir más. La elastici-
darle una buena oportunidad, apenas las dad de la curva de oferta de trabajo era
cosas caminen, por supuesto. Es muy fácil. francamente de poca importancia, puesto
No tendría casi nada que hacer; con dos que los empleadores no se veían en la nece-
pistolas en su cinto seguramente no le teme- sidad de restringirse a la oferta doméstica
ría a nada que pudieran hacer los cuarenta de trabajo. Si esta fuera cero (esto es, in-
coolíes, con dos pistolas y siendo, además, movilidad laboral) o positiva en el punto
el único hombre armado!" relevante, las condiciones políticas y socia-
A pesar de toda su humillación y deses- les imperantes permitían que el empleador
peración, Jim no va a la isla guanera. Con- no aumentara salarios para nuevas contrata-

No. 1, Julio 1987 59


Estudios y Debates ____________________________

ciones. Si los coolíes estaban disponibles y mo que una interpretación correcta de los
la estructura política permitía su importa- cambios salariales en las islas guaneras está
ción, ¿por qué no hacerlo? muy lejos de nosotros porque, incluso si tu-
Los coolíes eran usados porque era lo viéramos un buen índic.e de precios, proba-
más barato por tonelada de guano. La sepa- blemente sería adecuado sólo para Lima.
ración de este bajo costo de mano de obra Persistiría la duda respecto de la estructura
en una diferencia en salarios y una diferen- de precios realmente enfrentada por los tra-
cia en productividad debido a la mayor dis- bajadores en mercados tan remotos como,
ciplina laboral es simple conceptualmente, por ejemplo, la plaza de una isla guanera.
pero difícil de estimar. Méndez hace referencia al trabajo de
Levin, en su trabajo sobre el Africa, da Mathew sobre protestas mundiales contra
un dramático ejemplo de la importancia de las condiciones laborales en las islas guane-
la disciplina laboral. Hace notar que habían ras y hace notar correctamente que Mathew
regiones donde la mano de obra para las no tomó en cuenta las evidencias de protes-
plantaciones era importada, mientras al ta en el mismo Perú. En efecto, muchas de
mismo tiempo la población nativa era en- las fuentes que refiere Méndez son reportes
ganchada en otras partes para trabajos simi- oficiales en los que se protesta por las con-
lares. diciones laborales en muy duros términos.
El argumento clásico sobre este fenóme- Los comentarios de Méndez demuestran la
no viene de Marx, en su análisis de "La acu- necesidad de un estudio más amplio respec-
mulación primitiva", donde sostiene que la to de la formación de actitudes y políticas
disciplina proletaria sólo puede formarse si en relación a las condiciones laborales de
el trabajador es expropiado de sus propios los coolíes en Perú. Tal estudio demandaría
medios de producción. "La expropiación determinación y objetividad de parte del
del campesino de la tierra es la base de todo investigador peruano, dado que entraría a
el proceso". Marx notaba, con ironía, que un área en la cual el extranjero se pone una
un esquema de colonización en Australia, coraza de virtud para criticar los pecados
basado en un modo de producción capita- de los peruanos. Parece ser razonable una
lista, había fracasado simplemente porque hipótesis de trabajo que sostenga que la crí-
los colonos "importados" habían escapado tica externa fue más fuerte que la peruana
hacia una agricultura de subsistencia. El uso simplemente porque la élite social .peruana
de los coolíes en las islas guaneras y en la estaba ligada con intereses económicos que
costa ayudó al Estado y a los hacendados se beneficiaban del trabajo de los coolíes.
peruanos a evitar un destino similar. Si cualquier peruano hubiera observado las
Aunque el estudio de Méndez ha agrega- condiciones laborales en Misisipi durante la
do mucho a nuestro conocimiento sobre las misma época, sin duda que le habrían
condiciones laborales en las islas guaneras, arrancado comentarios más críticos que a
principalmente gracias a su cuidadoso tra- los observadores locales. En ambos casos, el
bajo de archivos, éste nos hace pensar en extranjero habría estado más cerca de la
todo lo que todavía no sabemos. Buenas in- verdad, de acuerdo a la visión de la verdad
vestigaciones crean la necesidad de nuevas que recibimos como habitantes del siglo
investigaciones. En este caso, yo quisiera XX.
sugerir algunas de las direcciones adiciona- Lo que más se echa de menos en el tra-
les que parecen más interesantes. bajo de Méndez, como seguramente ella
Primero, está la pregunta sobre los pre- misma reconoce, es la voz del coolí. A ve-
cios y los salarios, y la significación en tér- ces, unos observadores simpatizantes tratan
minos de bienestar de las tendencias de los de hablar por él, pero a él mismo no se le
salarios nominales. Existe una variedad de oye. Parece particularmente irónico que las
datos sobre salarios nominales del siglo XIX barreras idiomáticas y culturales, que a me-
dispersos en varios estudios históricos, pe- nudo le negaron al coolí la protección de
ro, hasta donde tengo conocimiento, toda- los sentimientos humanitarios de su propio
vía no hay un índice confiable de precios amo, también hayan excluido su voz del
que nos permita interpretar los cambios de registro histórico. Quizás esto no es cierto,
los salarios nominales en el tiempo. Me te- pero entonces me pregunto: ¿adónde fue-

60 Revista Andina, año 5


______________________________ Méndez: El guano

ron los coolíes?, ¿a quién le contaron su loable) e inversionistas que sentaron las pri-
historia?, ¿qué registro de tal relato fue he- meras bases de la modernización económi-
cho alguna vez? ca queda evidenciado en la siguiente cita :
"Los señores Dreyfus hnos. y Cia. entre-
Traducción d e Sheila Campion
guen a la orden de Enrique Meiggs la canti-
dad de ciento sesenta mil libras 160,000 i
en Bonos de los ferrocarriles de La Oroya y
Puno o !11.1 equivalente en dinero" (J.F. Gar-
Isabel/e Lausent-Herrera cía, Dirección de Contabilidad General y
12, rue d'Hennemont Crédito del Ministério de Hacienda y Co-
78100 St. Germain-en-Laye mercio- 21/7/1870, B34 , AGN , Meiggs).
Francia Antes de comentar las ideas centrales del
artículo , no podemos dejar de señalar que
El artículo de Cecilia Méndez tiene el ellas pierden fuerza o devienen confusas de-
doble mérito de plantear nuevos y relevan- bido al empleo de una term in ología ambi-
tes interrogantes sobre la economía del gua- gua o inadecuada. Así , por ejemplo, se alu-
no y el de haber examinado la cuestión a de repetidas veces a "la producción guane-
partir de fuentes documentales de primera ra", al "proceso de producción", aunque el
mano, hasta ahora insuficientemente explo- contenido de estas categorí as (como queda
tadas. Nuestros comentarios se limitarán a claro a lo largo del texto) corresponde más
señalar los temas que a nuestro parecer de- bien a u na actividad ex tractiva, de recolec-
berían ser el objeto de un desarrollo ulte- ción y no de produce ión propiamente di-
rior y aquellos que nos plantean dudas o cha, y que no todo proceso laboral implica
discrepan cias, sin insistir en los múltiples necesariamente producción o creación de
aportes del artículo. nueva riqueza. La distinción no es pura-
En primer término, investigaciones igual- mente formal pues permite captar la parti-
mente detalladas deberán trazar un balan ce cularidad de las actividades ex tractivas res-
del impacto de la economía guanera sobre pecto a la explotación de la fuerza de tra-
el resto de la economía, yendo más allá de bajo. En efecto, en la extracción del guano,
la simple constatación de las "oportunida- el objeto de trabajo está dado como una
des perdidas" para así concentrarse en los masa pre-existen te y, puesto que sólo se re-
"importantes cambios" que la era del gua- quieren herramientas rudimentarias , la ma-
no suscitó en la sociedad peruana. Que la sa y valor del guano aumentan en propor-
mayor parte de la renta guanera haya sido ción directa con la cantidad de trabajo em-
destinada a fines improductivos no implica pleado sin que haya necesidad alguna de
que su impacto sea desdeñable. La enorme aumentar el capital avanzado en materias
expansión presupuestaria permitió , entre primas ( como es el caso de la industria). Es
otras cosas, la supresión de la esclavitud y decir, los beneficios aum entlin a medida
del tribu to indígena, cambiando de este que crece (en extensión e intensidad) la ex-
modo el paisaje del mercado laboral coste- plotación de la fuerza de trabajo , de allí la
ño . La consolidación de la deuda interna tendencia a sobre-explotar a los trabajado-
puso en manos de particulares considera- res imponiéndoles un sistema de trabajo a
bles sumas de dinero: ¿cuáles fueron sus destajo hasta el límite de sus fuerzas físicas.
efectos sobre la circulación de mercancías El problema de la captación y del crite-
y el desarrollo del sistema bancario? La rio de selección de la mano de obra (libre o
construcción de ferrocarriles - indebida- forzada), así como la racionalidad del siste-
mente considerada como parte de los gas- ma de explotación del guano , constituyen
tos improductivos- en un país desarticula- los ejes y aportes del artículo. ¿Por qué se
do como el Perú, ¿no integró más estrecha- recurrió principalmente a mano de obra im-
mente a la capital vastos espacios de los An- portada ( coolíes) o forzada y no a jornale-
des centrales motivando especializaciones ros libres? Aparte de las razones avanzadas
productivas? El vínculo entre los beneficia- por la autora, no debe olvidarse que el trá-
rios de la renta guanera (obtenida, es cierto , fico de coolíes fu e, en sí mismo, una activi-
al precio de una explotación humana nada dad lucrativa que rindió jugosos beneficios ,

No . 1, Julio 1987 61
como lo prueba la carta de W.R. Grace a reproducción de la fuerza laboral (14 7 vi-
Michael Grace. Según ella, en 18 70- 71, 600 vanderos y otros en 18 54 ). Por otro lado,
hombres en China costaban cada uno $100 que la autora no haya encontrado rastros
y luego de deducir los costos de flete, segu- de polinesios ( ca naques) en las islas guane-
ros y pérdidas por decesos, el costo unita- ras no implica que su existencia quede des-
rio subía a $255, mientras que el precio fi- virtuada ( en particular si la autora no pre-
nal de cada sobreviviente (540 individuos) senta cifras de la población para el período
en Lima era de $340; es decir, una ganancia 1863-1865, época en la que los canaques
neta de $84.5 por cada coolí o $45,600 hubieran podido trabajar en las islas): tam-
por cada travesía (C. Alexander G. de Seca- poco ofrece cita alguna de Maude en apoyo
da 1985 : 608). de la "insustancialidad de tal hipótesis".
Aunque intuitivamente sea sensato su- Otros testimonios tienden , por el contrario,
poner que a medida que las reservas de gua- a confirmar su existencia. Así, E. Reclus,
no se agotaban los consignatarios recurrían citando el informe médico de D'Ornellas,
crecientemente al empleo de mano de obra afirma que los dos mil canaques traídos de
forzada y que frente a la exigüidad del mer- las islas Marquesas en 1863 murieron casi
cado laboral ello se traducía en el empleo todos de tuberculosis al cabo de 18 meses
de un mayor número de chinos, las cifras (Reclus 1893 : 557). Que según las mismas
avanzadas por la autora para sostener esta fuentes de la autora el número de chinos en
hipótesis son contradictorias o bien inexis- 1857 sea de 800 ó 500 (Cuadro No. 4) o
tentes. La autora sostiene que "los jornale- que el número de presidiarios en 1854 sea
ros o peones libres siguieron participando de 183 en el Cuadro No . 3 y de 139 (en el
en la explotación del abono, aunque con el mismo año, en las mismas islas) en el Cua-
tiempo quedarían reducidos a proporciones dro No. 5, nos lleva a pensar que las fuentes
mínimas" y que "la presencia de los culis debieron ser tratadas críticamente o con
resulta, por último, la más relevante , mayo- mayor cautela.
ritaria a partir de los cincuenta" y para ello Volviendo a la cuestión del criterio pre-
cita cifras expuestas en los Cuadros No. 2 y . valeciente en la captación de la mano de
3, los únicos en los cuales se detalla la com- obra y la racionalidad de la explotación
posición de la fuerza laboral en las islas guanera, los argumentos avanzados por la
Chincha. Sin embargo, según los cuadros, autora plantean aún varios interrogantes
entre 1853 y 1854, la proporción de traba- que estudios más específicos deben tratar
jadores libres pasó de 140/0 a 210/0 (o a de resolver. En primer lugar, el estudio de
3 50/0 si se incluye en el total los "otros los mercados de trabajo y de la movilidad
trabajadores"), mientras que la de chinos de la mano de obra revelaría quizá una ima-
se redujo de 61 o/o a 540/0 (o 440/0 si in- gen más compleja que la simple idea de es-
cluirnos "otros" en el total). Si se excluye casez absoluta de jornaleros libres. Nuestra
del cálculo a los trabajadores de la isla del impresión, basada en evidencias fragmenta-
Medio (que no empleó ningún trabajador rias, es que existió efectivamente un con-
libre entre 1853-1854), la proporción de tingente de trabajadores "libres", cierta-
chinos en la isla del Norte se reduce de mente no muy numerosos en relación a la
41 o/o a 300/0 ( o 220/0 si consideramos demanda de los hacendados y consignata-
" otros") y la de libres aumenta de 200/0 a rios y cuya escasa movilidad daba al merca-
330/0 (o 490/0 si incluimos "otros" dentro do laboral un carácter marcadamente local
de la categoría "libres"). Llama la atención o regional. En estas circunstancias, es natu-
que el importante grupo de "otros trabaja- ral encontrar que la mayor parte de "jorna-
dores y habitantes" no sea analizado con leros libres" provengan de las cercanías
mayor detalle. La mención del tráfico de (lea) y que la competencia entre propieta-
opio sugiere la existencia, en una micro-so- rios y consignatarios entre sí diera lugar a
ciedad como la de las islas guaneras, reputa- los jornales relativamente más elevados en
das como desiertas, de una suerte de econo- las islas. En el texto que sigue, los emplea-
mía subterránea en conexión con provee- dos de Meiggs en Arequipa se enfrentan a
dores exteriores. Tal análisis habría permi- las mismas dificultades para la construcción
tido comprender mejor las condiciones de del ferrocarril , lo cual los conduce a recu-

62 Revista Andina, año 5


______________________________ Méndez: El guano

rrir a la mano de obra comunera, cuya mo- proyecta de Chimbote a Huaraz , tanto por-
tivación para asalariarse difiere de las exis- que es general el entusiasmo que esa obra
tentes bajo la época del tributo indígena , inspira aquí como porque entonces, no
conservando a la vez su naturaleza (necesi- tendrían que salir de su departamento, que
dad de un excedente monetario). Nótese, es la parte ardua para estas gentes'' (Huari,
además, que el jornal ofrecido corresponde 15-9-1870, carta de B. Arana a E. Meiggs,
al pagado a los presidiarios de las islas gua- AGN, Meiggs).
neras y peones de la costa. Finalmente, un estudio más profundo
"El Sr. Franck está meditando arreglar de los jornales efectivamente pagados y, so-
con "reducciones" de indígenas que com- bre todo, de los costos totales para el con-
pren sus bienes, denominadas comunidades, signatario de cada tipo de trabajador, po-
vendidos últimamente por el Estado . La re- dría conducir a la conclusión de que, des-
ducción adquiriente se comprometería a pués de todo, las diferencias de costos no
mantener cierto número constante de peo- fueron significativas en la selección prefe-
nes en la línea durante tal tiempo que el rencial de una categoría en vez de otra. Un
abono de 4 reales diarios por individuo pro- delicado equilibrio parece haberse estable-
duzca el valor de la tierra" (Arequipa 21-5- cido entre jornal, costo total y rendimien-
1869. AGN, Meiggs; carta de La Jara/ to. De este modo, si bien los chinos reci-
Harmsen a Meiggs). bían el menor jornal, es probable que la in-
P(l)r su parte, Dows, en su búsqueda de versión inicial en la "compra" del coolí.
trabajadores libres para el ferrocarril de La amortizada sobre la duración del contrato
Oroya, escribe a Meiggs quejándose de que (prolongado de 3 a 8 años con el fin de re-
los trabajadores que él había contratado en ducir el costo por período de servicio), y
lea habían sido ya empleados por José Boza los gastos de mantenimiento en que incu-
en su hacienda, generándose así un conflic- rría el consignatario(*), vuelvan insignifi-
to de intereses (AGN , Meiggs, 20-3-1872). cante la diferencia de costos entre chinos
Benito Arana, encargado de prospectar la y jornaleros libres de la costa (y presidiarios
región de Huari a fin de reclutar mano de en la isla, cuya manutención no estaba ase-
obra para la misma línea de ferrocarril, se gurada por el consignatario). El jornalero
queja de la poca movilidad de los peones libre; por su parte, recibió un jornal supe-
dispuestos a enrolarse como jornaleros, rior, producto quizá de la compensación
dando cuenta de un mercado laboral estric- necesaria para desempeñar tareas que jmpli-
tamente local, limitado a un espacio ecoló- caban riesgo de muerte ("mangueros") y de
gico homogéneo y probablemente estacio- la competencia entre demandantes por pro-
nal (cuya explicación residiría quizá en los curarse fuerza de trabajo. Esta compensa-
vínculos con la comunidad y su condición ción era, sin duda, igual o menor a las pér-
de agricultores): didas promedio (de la inversión en la "com-
" . .. y tengo el sentimiento de anunciar- pra") que podía ocasionar la muerte de un
le que he adquirido el convensimiento (sic .) coolf.
de que de estas provincias trans-andinas es Si asumimos que los costos para el con-
de todo punto imposible conseguir trabaja- signatario de cada categoría de trabajadores
dores en número competente, es decir, en eran similares y si, como afirma la autora,
número que meresca (sic) la pena para la todos debían al menos cumplir una tarea
mencionada vía de La Oroya, porque creen diaria ( 4 toneladas de guano aproximada-
que por la distancia, sería para ellos hacer mente) , recibiendo todos seis reales por ta-
un viaje a la eternidad y que marcharían a rea adicional, entonces la única razón plim-
una muerte segura separándose a tanta dis- sible para preferir chinos residiría (aparte
tancia de sus hogares. Ninguna reflección de la larga duración del contrato) en el he-
(sic), ningún aliciente es bastante a arrancar cho de que éstos, al no descansar ni domin-
a estos infelices de esta fatal obsecación, gos ni lunes y al proporcionar tareas ex tras
hija más bien que de su negligencia, de su más frecuentemente que los jornaleros li-
ignorancia y de sus preocupaciones provin- bres (calidad que compartían con los presi-
ciales. Pero no sucedería esto si se trataba diarios), eran por consiguiente capaces de
de concurrir al trabajo del ferrocarril que se procurar una mayor cantidad de guano por

No ; 1, Julio 1987 63
semana. En suma, se prefirió a los chinos po. Esta es una de las razones por la que
principalmente por la posibilidad de ex traer aplaudo la publicación del trabajo de Ceci-
de ellos una mayor cantidad de trabajo ex- lia Méndez sobre la fuerza laboral guanera.
cedente que del resto de trabajadores. Las otras son las siguientes. En primer lu-
No nos cabe duda que la investigación gar, éste es un esfuerzo pionero por estu-
emprendida por Cecilia Méndez representa diar el trabajo humano en la producción
una contribución importante al conocimien- guanera, asunto que hasta el momento ha
to de los trabajadores guaneros del Perú en- sido inexplorado. En segundo lugar, se tra-
tre 1840 y 1879. ta de un trabajo bien hecho .
Claro, todo trabajo de investigación im-
(*) Para un análisis detallado de los costos plica selección y esto, a su vez, exclusión o
totales (salario, alimentación , vestido, limitación, circunstancias que ofrecen a los
etc .) de un coolí para t;l hacendado¡ comentaristas la oportunidad de puntuali-
véase M. Ch. Renoz (citado por Pie zar sus desacuerdos y predilecciones. El tra-
1983 : 142). Un estudio sugerente acerca bajo de Cecilia Méndez no es una excepción
del uso de trabajo forzado y trabajo li- y, por lo tanto, acto seguido me propongo
bre en la minería andina es el proporcio-
nado por E. Tandeter. La estructura de expresar por lo menos un desacuerdo y una
costos y márgenes de ganancia del con- predilección.
signatario alrededor de 1875 se encuen- Primero quiero referirme al desacuerdo .
tra en Cruchaga 1929: 225-26. Para mí el título del trabajo, "La otra his-
toria del guano", conlleva un planteamien-
REFERENCIAS: to metodológico muy claro, el de recons-
ALEXANDER G. DE SECADA, C. "Arms, truir la historia de este producto a partir de
Guano, and Shipping: The W.R. Grace la perspectiva del trabajador guanero. Ceci-
Interests in Peru, 1865-1885", Business lia Méndez no hace esto, excepto tal vez en
History Review, 59, 4: 597-621, 1985. las últimas trece páginas de su artículo. El
resto es más bien la historia del explotador
CRUCHAGA , M. Guano y Salitre. Editorial guanero: sus intereses, sus propósitos, sus
Reus S.A. Madrid, 1929. planes y la implementación de los mismos .
PIEL , Jean. Capitalisme Agraire au Pérou. Obviamente, no estoy diciendo que esto no
Deuxieme volume. Edición Anthropos. vale la pena ser estudiado. Lo que estoy su-
Paris, 1983. giriendo es que, a mi manera de ver, el títu-
lo del artículo compagina mal con su con-
RECLUS, E. Géographie Universelle Vol. tenido. Un título más adecuado pudo haber
18. Amérique du Sud. Librería Hachette sido "La fuerza laboral en la explotación
y Cia. Paris, 1893. del guano: Perú, 1840-1879".
T ANDETER, E. "Trabajo Forzado y Traba- Habiendo registrado un desacuerdo, me
jo Libre en el Potosí Colonial Tardío" , gustaría ahora hacer referencia a una predi-
Desarrollo Económico, Vol. 20, No. 80. lección. Tengo que confesar que la parte
Enero-marzo 1981 . que más me ha interesado del trabajo de
Cecilia Méndez es la última. la sección inti-
tulada "Conflicto y protesta". Aquí sí la
investigadora se coloca en el ámbito de la
"Otra historia" y nos ofrece una caracteri-
Juan Maiguashca zación del coolí guanero no como un ente
164 Munro Bvld. inerte y pasivo, sino más bien como un pro-
Willowda/e, Ontario tagonista histórico. Desgraciadamente, en
' M2P JCB una docena de páginas la autora no tiene el
Canadá espacio suficiente para desarrollar esta ca-
racterización a fondo. Claro que no se trata
A pesar de que la historia "de los de de una crítica, pues e·s evidente que la auto-
abajo" ha recibido alguna atención en estos ra se propuso en un primer trabajo explora-
últimos años en los países andinos, queda torio ofrecernos una visión panorámica de
todavía muchísimo por hacer en este cam- todos los aspectos relativos a la fuerza !abo-

64 Revista Andina, año 5


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

ral guanera. Pero ahora que ya ha logrado han respondido con activ idades artísticas,
este fin, ¿no se le podría pedir que estudie el teatro entre ellas. Este no es el momento
más a fondo la protesta del coolí guanero? para desarrollar esta hipótesis, puesto que
En caso que se anime a abordar este tema, lo estamos haciendo en otro lugar. La única
me permito a continuación ofrecerle un par razón por la que la hemos mencionado es
de sugerencias, fruto de un trabajo paralelo porque tenemos la sospecha de que un es-
que he venido realizando por algunos años. tudio de las representaciones teatrales y
La primera es de carácter metodológico . otras expresiones artísticas de los coolíes
Creo que el método comparativo es muy guaneros confirmaría la tesis que propone-
útil en el estudio de la protesta popular. El mos. Nuestra segunda sugerencia, por lo
paso de la protesta individual a la colectiva, tanto, se reduce a lo siguiente: para com-
por ejemplo, que la autora identifica en el prender al coolí guanero como protagonis-
caso de los coolíes guaneros, se da también ta histórico no basta dar importancia a sus
en la protesta de los esclavos negros en las motines. Igualmente importantes son sus
Antillas y en la de los indígenas andinos. Es expresiones artísticas, a través de las cuales
evidente que entre coolíes, negros e indios seguramente canalizaron su protesta. En lo
hay diferencias fundamentales. Pero tam- que se refiere a la incidencia de estos dos
bién hay semejanzas, un aspecto que ha si- tipos de protesta, la hipótesis que acaba-
do por lo general ignorado. A mi manera de mos de formular podría ser un punto de
ver, estudiando debidamente estas semejan- partida: teatro en los años cincuenta cuan-
zas se puede llegar a una mejor compren- do el coolí fue la víctima de un sistema de
sión de las relaciones de opresión y explo- control casi completo; motines en los años
tación entre colonizadores y colonizados. sesenta cuando, como Cecilia Méndez lo
Esta mejor comprensión, a su vez, permiti- admite, "las condiciones de los asiáticos
rá la elaboración de estudios sobre la pro- experimentaron una mejora . . ."
testa popular de una mayor riqueza con-
ceptual.
La segunda sugerencia es sustantiva y se
relaciona con una propuesta hecha última-
mente por Alberto Flores Galindo. Este his- Carlos D. Malamud
toriador, en su hermoso libro intitulado Dpto. de Historia de América
Europa y el país de los Incas: La utopía Facultad de Geografía e Historia
andina (1986), mantiene que a fines del si- Universidad Complutense
glo XVII los indígenas andinos comenzaron Madrid 28040, España
a utilizar corrientemente formas culturales
artísticas, como el teatro y la pintura, por El acercarse al presente trabajo, que
ejemplo, en respuesta a las relaciones de aborda una temática de mediados del siglo
opresión y de explotación impuestas sobre XIX, un período bastante dejado de lama-
ellos por los colonizadores. Según Flores no de dios por parte de los historiadores
Galindo, este fenómeno se debió a un cam- latinoamericanos o que se ocupan de esas
bio notable de circunstancias pues, ya para cuestiones, representa una gran alegría, es-
fines del siglo XVII , "había terminado el pecialmente si en él se abordan cuestiones
prolongado asedio a la cultura indígena y generalmente descuidadas, principalmente
los españoles optaron por la tolerancia". los problemas sociales y económicos. Sin
¿Fue tolerancia lo que realmente permi- embargo, al comenzar. su lectura, surge una
tió el uso corriente del teatro popular y cantidad de interrogantes acerca de cuál
otras formas de arte folklórico entre los será la "otra historia" prometida, interro-
indígenas andinos? Lo dudo mucho, por- gantes que tardan un cierto tiempo en ser
que en otros ámbitos ha sucedido todo lo respondidos. Antes de que esto suceda se
contrario. En efecto, ha sido precisamente esboza el planteamiento de un cierto mode-
en períodos en que los colonizadores lo contrafactual, del tipo "que hubiera pa-
han aumentado el nivel de control social sado si la renta generada por el guano se hu-
sobre los colonizados cuando estos últimos, biera utilizado acertadamente", ya que se
desprovistos de otras válvulas de escape, parte de la idea de que el Estado no lama-

No. 1, Julio 1987 65


nejó de la forma más adecuada, "agravando de un mercado laboral libre era una pura
la dependencia, en vez de propiciar un de- entelequia.
sarrollo productivo autónomo". El envío de trabajadores chinos al Perú,
Sin in tentar defin irlo ni aclarar cómo se así como sus condiciones de explotación,
hu hiera logrado ese "desarrollo autóno- presentan, tanto en su origen como en su
mo", se señala que "la enorme renta gene- desarrollo, una marcada similitud con el
rada por el guano .. . se destinó a rubros . caso cubano. Por ello, sería interesante
improdu ctivos . .. en lugar de reinvertirse plantearse una adecuada comparación de
en el desarrollo productivo del país". Den- ambos casos, a fin de extraer las conclusio-
tro de los rubros improductivos se incluyen nes de rigor.
la construcción de ferrocarriles, la reduc- Sin pretender restar dramatismo a las
ción de las cargas tributarias o la ampliación condiciones de explotación que debían so-
de la burocracia, lo que podría reescribirse portar los trabajadores guaneros, tan bien
en términos de construcción del aparato planteadas a lo largo del artículo, la afirma-
del Estado. Afortunadamente, sin embargo, ción de la autora de que "el precio de la
las veleidades contrafactuales son abando- rentabilidad del guano fue pagado con un
nadas bastante rápidamente, para introdu- alto y dramático costo social" suena bas-
cirnos en un detallado estudio de las condi- tante fuerte . De hecho, deberíamos pregun-
ciones laborales soportadas por la mano de tarnos a qué sectores o grupos sociales afec-
obra guanera. tó la cuestión y, por lo tanto, cuánto supu-
Y es precisamente en este punto donde so en términos de costo social y no de ex-
se dejan de lado los condicionantes socio- plotación de una mano de obra que , como
económicos imperantes en el Perú de me- ya vimos, era bastante marginal.
diados del siglo pasado, que llevaron a una
determinada organización de la producción
guanera, capaz en todo caso de provocar
únicamente escasas tensiones en la sociedad
del momento. Y si bien se señala que los in- Alfonso Quiroz Norris
gresos provenientes del guano "posibilita- The City University of New York
ron la cancelación del tributo indígena y la Department of History
esclavitud negra" , lo que "significó . . . la 1 7 Lexington A venue
desarticulación de todo un sistema que ase- New York, NY 10010
guraba no sólo un importante ingreso al fis- Estados Unidos
co (tributo), sino el control más o menos
efectivo que unos hombres ejercían sobre el La época del guano continúa suscitando
trabajo de otros" al despojar a los hacenda- interés entre los historiadores de temas eco-
dos costeños de una importante fuente de nómicos. Han pasado más de dos décadas
mano de obra (la indígena); no se dice nada desde que el estudio de Levin sobre las eco-
acerca del mayor o menor consenso social nomías de exportación reviviera la discu-
alcanzado por la medida ni de las razones sión académica sobre el sorprendente caso
profundas que impulsaron al Estado a po- del guano peruano. Su punto de vista pesi-
nerla en práctica, pese a los perjuicios que mista sobre los beneficios de la explotación
le suponía. del guano para la economía peruana no re-
Si lo que se pretende es evaluar el costo sultaba tan novedoso, sin embargo, para
social de la explotación de una mano de lectores peruanos proclives a percibir el epi-
obra prácticamente marginal, precisamente sodio del guano como una bochornosa
lo que no se puede olvidar es su misma mar- oportunidad desperdiciada. Los estudios
ginalidad , tanto por la escasez del número que desde entonces enfocaron el tema del
de trabajadores como por su origen étnico guano sobre bases más cuantitativas y me-
( chinos) o por su condición de presidiarios. nos teorizantes han criticado desde muchos
También hay que tener presente el escaso ángulos el concepto de economía de encla-
eco encontrado por la demanda de mano de ve defendido por Levin . Mientras mayor
obra guanera entre los estratos sociales más evidencia aparecía sobre el tremendo im-
bajos, en un medio en el cual la existencia pacto de la explotación del guano sobre el

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_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Méndez: El guano

ingreso fiscal, el comercio exterior y la in- les el Estado concedió monopolios sobre el
fraestructura en el Perú, más remota se per- abastecimiento de trabajadores para las is-
filaba la opción de un "enclave" del guano las, decidieron afrontar la desigual fluctua-
con mínima o ninguna repercusión sobre la ción e incremento de embarcaciones en de-
economía peruana. Los estudios de Hunt manda de carga de guano con el empleo de
soq especialmente valiosos en descubrir las presidiarios y chinos, cuya presencia perma-
magnitudes que transformaron sustancial- nente en las islas era posible garantizar. Así
mente la condición depresiva de la econo- los contratos de carguío del guano no se
mía peruana de mediados del siglo XIX. A demoraban más de la cuenta, lo cual garan-
pesar de ello, la crítica de Hunt a los resul- tizaba igualmente los ingresos estatales. Los
tados de largo plazo del boom guanero trabajadores libres significaban costos adi-
apunta al uso inadecuado de los ingresos cionales en salarios, transportes y disciplina
provenientes del guano en proyectos "im- laboral. Era de interés de los contratistas el
productivos", sobre todo los ferrocarriles, mantener una fuerza de trabajo reducida y
y a la mínima distribución del ingreso debi- confiable . Además, para los presidiarios
do a los bajos costos laborales. ( como para los trabajadores libres, se ten-
Es sobre este último aspecto que el ar- dría que añadir) existía demanda de traba-
tículo de Cecilia Méndez elabora un bien jo alternativa en la construcción de ferroca-
razonado argumento explicativo del fracaso rriles (y en las haciendas costeñas para los
en la formación de una fuerza laboral libre libres). Bajo estas circunstancias no es sor-
en las islas guaneras. Este tema de historia prendente la alta rentabilidad que para los
laboral guanera no había sido tratado ante- capitalistas significó la explotación y co-
riormente en lo específico por los especia- mercialización del guano.
listas. Utilizando hábilmente fuentes ma- Cabría señalar si es posible en el esque-
nuscritas dispersas de las secciones de Ha- ma de Méndez considerar la administración
cienda y Justicia del Archivo General de la de la fuerza laboral en la explotación del
Nación, Méndez demuestra que hubo una guano como una faceta del "fracaso" de la
evolución én la utilización de la fuerza la- época del guano o, por el contrario, como
boral en las islas guaneras. En los primeros una adaptación "eficiente" a las condicio-
años de la explotación guanera se da "un nes éapitalistas existentes. En todo caso, en
significativo movimiento de mano de obra la evaluación ~inal de este período se tendrá
libre que se produjo en el litoral" (nota 5), que tomar en consideración el efecto multi-
mientras que hacia la década de 1850 ocu- plicador que sobre el comercio y otros sec-
rre una etapa transitoria en la cual se u ti liza tores económicos tuvo el guano. Pequeños
cada vez más trabajo forzado en las islas comerciantes, vivanderos, artesanos y tra-
Chincha, en especial el proveniente de culis bajadores del sector servicios deben ser in-
chinos y presidiarios. En la década de 1870 cluidos igualmente como integrantes de una
se da, por el contrario, conjuntamente con fuerza laboral en formación. Los efectos
el declive de la producción en las Chincha , del guano en el sector comercio no deben
una mayoritaria presencia de trabajadores subestimarse. W.R. Grace inició su gran for-
asalariados, muchos de ellos chilenos, en las tuna como empleado-socio de una tienda
islas guaneras de la zona sur, de explotación de artículos navales instalada en una embar-
más reciente. Trabajo libre y trabajo com- cación anclada por años en una de las islas
pulsivo estarán, pues, presentes en una com- Chincha. Si, como demuestra Méndez , se
binación determinada de acuerdo a ciertos corrobora la utilización de una fuerza de
factores que Méndez se propone explicar. trabajo mayoritariamente forzada en el pe-
En lo básico, Méndez atribuye el fracaso ríodo de mayor explotación en las islas gua-
del sistema local de enganche, fuente inicial neras, ¿en qué otros sectores se deben bus-
de la formación de una fuerza laboral libre car los efectos multiplicadores del guano?
en · Ja costa, a los objetivos administrativos Sería esclarecedor, además, hacer compa-
de maximización de la ganancia privada e raciones con otros sectores laborales de la
ingreso estatal provenientes de la explota- costa para constatar si los efectos indirec-
ción del guano. Los contratistas privados tos del guano contribuyeron o no a la for-
(Elías, Alvarez Calderón y otros), a los cua- mación de una fuerza de trabajo libre ( ¿en

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el Callao? ¿Pisco?), a pesar del uso mayori- entre ellos hay especializaciones definidas,
tario de una de carácter forzado en las islas. como, por ejemplo, el chino en el interior
En conclusión, el artículo de Cecilia del país, el chino y el comercio, el chino y
Méndez , basado en uno de los capítulos de la agricultura costeña. Pues bien, dentro de
su Memoria de Bachiller, constituye un esta corriente y con su propia especializa-
apreciable adelanto en el estudio del aspec- ción ubicamos a Cecilia Méndez. Ella se ha
to laboral en la época del guano, que aguar- definido por los chinos guaneros al estudiar .
da su integración con el tema más general a los trabajadores de las islas. Por lo demás,
de los efectos multiplicadores del guano so- no por gusto el artículo lleva el título que
bre la economía peruana. tiene. Lo que ella y otros intentamos hacer
es la otra historia. La de los sectores popu-
lares, la de la gente sin historia, la del anó-
nimo trabajador que siempre ha sido el ele-
Humberto Rodríguez Pastor mento fundamental en la creación de rique-
· Camilo, Carrillo 114 zas en el país.
Lima_ 11, Perú Evidentemente lo más adecuado no es
resumir el artículo de la autora, pues con
seguridad los interesados ya lo leyeron. Lo
En una reciente reunión sobre poblacio- que a continuación haremos es indicar la
nes inmigrantes organizada por el Consejo importancia que tiene este trabajo, señalar
Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCY- pequeños errores y discutir algunos asuntos
TEC), en la que participó Cecilia Méndez, conceptuales e interpretativos. Todo lo di-
presenté una ponencia evaluando los traba- cho sobre los chinos culis y no acerca de
jos (artículos, libros, ensayos, tesis) que en otros trabajadores, que también los hubo
distintas épocas se han hecho sobre la his- en las islas guaneras.
toria de los chinos culis en el Perú. En ese Cecilia Méndez nos muestra de manera
trabajo planteaba que, de manera un tanto integral la situación de los chinos en las is~
reduccionista, en un primer momento el las Chincha (Norte, Centro y Sur). Con es-
libro de Juan de Arona, La lnrnigracibn en to queremos decir que ve al chino, y a los
el Perú (18 91 ), por su importancia cubre otros trabajadores que lo acompañaron, en
todo un período en el que se muestra, a su momento y en su contexto histórico,
partir de experiencias personales y la utili- tratando de comprender los diferentes as-
zación de documentación de la época, la pectos que conforman su problemática.
historia de estos inmigrantes asiáticos. En Esta manera de hacer historia es una opción
un segundo momento, a partir de la década metodológica y de análisis a nuestro pare-
de 1950 y más aún con su edición encaste- cer correcta y positiva.
llano en 1976, el libro La servidumbre chi- Debe tenerse en cuenta que todo lo he-
na en el Perú cubre e influye en un espacio cho anteriormente sobre los chinos guane-
que llega hasta nuestros días, pero que va ros ha sido parcial o sesgado. Nos referirnos
siendo de a pocos superado. Claro que en- principalmente a artículos periodísticos o
tre estos dos libros y su influencia hay al- informes de la época y en menor medida a
gunos otros -trabajos, pero de menor impor- estudios -recientes, que son muy pocos. Hay
tancia. ¿Cómo van siendo sobrepasados es- que considerar, entonces, que éste es el pri-
tos "viejos" libros de Arona y de Watt Ste- mer trabajo de investigación realizado siste-
wart? De dos maneras: máticamente y con seriedad sobre los chi-
a) Se va ampliando y precisando el tema ; nos guaneros. Y es un buen comienzo, a pe-
b) se va dando mayor importancia a la in- sar de que se centra sólo en los chinos de
terpretación y al análisis antes que a la las islas Chincha -que indudablemente fue-
descripción. ron las islas guaneras más importantes, pero
Dentro de esta corriente actual hallamos no las únicas- y a pesar de que su arco
a algunos investigadores (pocos pero somos) temporal de análisis comprende desde los
que más han persistido en el tema, entre los comienzos del período guanero (años 40)
que están Wilma Derpich, Isabelle Lausent, hasta los años 70. De lo dicho se sugiere ya
Evelyn Hu y Humberto Rodríguez. Hasta una perspectiva de trabajo que continúe lo

68 Revista Andina, año 5


___________________________ Méndez: El guano

hecho por Cecilia Méndez: ¿por qué no in- Parece del todo cierto que en los depósi-
vestigar lo sucedido en otras islas guaneras?, tos guaneros no trabajaron grupos de poli-
¿por qué no investigar lo que acontece años nesios, como nos dice C. Méndez. Ella ase-
después, cuando va decayendo la presencia gura equivocadamente que los polinesios
de los chinos culis? que ingresaron al Perú los años 186 2 y
Veamos a continuación los pequeños e 1863 fueron 4,300. La relación más precisa
involuntarios gazapos, que son, nos parece, que se conoce de las embarcaciones que tra-
sobre todo acerca de información no bien ficaron con colonos polinesios y el número
revisada. de ellos han sido presentados por Mario
La autora nos dice que "el Perú vivió Castro de Mendoza en su libro La marina
(entre 1840 y 1879) de sus exportaciones mercante en la República 1821-1968, edi-
de guano. Casi cuatro décadas de bonanza ción de 1980. Este autor, que utilizó como
económica sustentada virtualmente en un fuente la información del archivo del Mu-
solo producto". Como consecuencia del seo Naval del Perú, indica que los poline-
guano se consolidó, añade, "una nueva cla- sios ingresados fueron 2,816, faltándole
se dirigente" a la que, como nos recuerda la precisar el número de polinesios de cinco
joven historiadora, Jorge Basadre llamó buques de un total de 30 embarques. De
plutocracia. Téngase en cuenta, empero, ninguna manera esta ausencia elevaría el
que Basadre no dice que la nueva clase que número en 1,500 polinesios más, ya que
va emergiendo se enriqueció sólo con el tres de estos buques, en otros viajes que
guano, sino " ... también (con sus) propie- realizaron, sólo trajeron (entre los tres) a
dades urbanas y, a la vez, en el auge que su- 87 polinesios.
pieron dar a sus haciendas trabajadas prin- En la parte dedicada a "conflicto y pro-
cipalmente por los chinos" (Historia de la testa", la autora supone que los motines en
República. T. IV, p. 224). Es evidente, las islas guaner¡¡,s tendrían carácter precur-
pues, que la autora no tiene muy en cuenta sor pues ocurren antes de 1869, fecha en
la importancia económica que hubo y los que suceden, de acuerdo a lo que conoce
cambios sociales que ocurrieron en el agro C. Méndez, "las primeras sublevaciones o
costeño como consecuencia del cultivo ex- conspiraciones de asiáticos". Amotinamien-
tensivo de algodón y azúcar. Y añadido a tos Y- otras formas de protesta de chinos ha
ello lo que económicamente representó (no habido desde los primeros años en que se
gran cosa en comparación con el guano, pe- inicia la inmigración. Y no sólo cuando ya
ro significó algo) la venta de los contratos estaban en las costas peruanas, sino tam-
de los chinos, así como lo que estos miles bién, y de formas muy graves, durante la
de culis fueron como mercado que consu- travesía entre Macao (u otro puerto chino)
mía alimentos y vestimenta. y Callao. Estamos sí seguros que estos amo-
En varias oportunidades la autora nos tinamientos se acentúan a partir de 1870,
dice que todos los chinos que vinieron al en tanto desde este año el número de culis
Perú salieron en barcos que partieron de que van ingresando a las haciendas es mu-
Macao, colonia portuguesa en los mares cho mayor. Además de que un conocimien-
chinos. No es así. También partieron bar- to más preciso de cómo comportarse ante
cos de puertos del mar del sur de China, una nueva realidad total (geográfica, social,
como Amoy, Swatow, Whampoa, Cantón. racial, económica, costumbres, etc.) la tie-
Esto ocurrió los primeros años del tráfico. nen los chinos conforme han pasado los
Posteriormente, los barcos chineros parten años y las múltiples experiencias individua-
exclusivamente de Macao, cuando el tráfico les se van conjugando en un solo haz.
amarillo al Perú, Cuba y Estados Unidos se Pero no son los asuntos mencionados en
regulariza. Para ello era necesario tener en los últimos cuatro párrafos con los que
esos momentos mayor libertad de acción principalmente discreparíamos. Son los que
-que no la permitían los colonizadores in- indicamos en las líneas que siguen.
gleses y sí la admitían los p~>rtugueses- , Una primera parte importante del artícu-
así como construcciones adecuadas; los ba- lo está destinada a analizar el mercado la-
rracones, donde podían quedar "almacena- boral a partir de la década de 1840 y la for-
dos" los chinos que esperaban emigrar. ma específica como la industria del guano

No . 1, Julio 1987 69
solucionó sus requerimientos de mano de dice, luego de presentar las características
obra. Sobre este asunto, la autora concluye del contrato del chino (olvida una de las ca-
en que "la explotación del guano descansó racterísticas fundamentales), que el dinero
mayoritariamente en una fuerza laboral de que éste recibe como pago semanal no debe
carácter forzado, en la que los asiáticos ju- ser considerado como salario, pero que eso
garon un rol fundamental". ¿Por qué fue es algo importante porque lo diferencia del
esto posible? Ella nos da otra conclusión, esclavo de origen africano. Además, otro
según la cual "la presencia mayoritaria de elemento diferenciador fundamental es que
asiáticos y presidiarios obedecía a intereses el culi tenía la opción de ser libre al final
económicos muy específicos. Pero estos del contrato. Por todo ello, Derpich termi-
costos estaban a su vez en función de la na diciendo que el chino estuvo en una si-
oferta laboral". tuación de servidumbre y prefiere denomi-
En estas conclusiones generales podemos nar a este trabajador asiático como "coolie"
estar de acuerdo con Cecilia Méndez, pero (sic) u hombre alquilado. Lo de "coolie"
no en reducir todo a "los intereses econó- no es nada más que la versión en inglés de
micos". Claro que ella no hace una reduc- lo que en castellano llamamos culi.
ción tan simple, pero no resalta, hasta los Como se anticipó, Wilma Derpich olvida
mismos niveles de importancia que los cri- una característica importante, que es la
terios económicos, lo destacable que era deuda implicada dentro del contrato que el
para los consignatarios del guano, igual que chino llevaba sobre sus hombros durante
para los hacendados, la disciplina de grupo años, hasta que con su trabajo terminaba
en el trabajo, la voluntad de trabajar cuan- de pagarla. Agregado a este olvido debemos
do había estímulos materiales, los hábitos decir que no es admisible referirse en este
de trabajo que tuvieron los conjuntos de caso a servidumbre ni a siervos. Este régi-
gente que participaron en la extracción del men se refiere a un señor propietario de la
guano de isla. Y lo esencial, indicado por tierra y a un siervo que depende de él, el
Macera y citado por Méndez, era, además, cual trabaja gratuitamente una cantidad de
la adopción de un tipo de trabajador por- días al año y por ello generalmente recibe
que ello implicaba una específica relación un pedazo de tierra que usufructúa. W.
social. Cierto tipo de relación social se Derpich sabe bien que el chino que trabajó
acondiciona siempre a las exigencias histó- en las haciendas estuvo lejos de aproximar-
ricas contextuales de la "producción". Y en se a estas características y si recibió un pe-
este caso lo que más se adecuó a las exigen- dazo de terreno fue muy tardíamente, jus-
cias productivas del guano fueron los semi- to cuando finaliza su condición de contra-
esclavos cutis y los presidiarios. tado e ingresa a un nuevo régimen que sí se
Nos acabamos de referir a los culis con- aproxima al de servidumbre.
siderándolos como semiesclavos. Y alrede- Las condiciones del contrato, ella tam-
dor de ello hay una discusión con Cecilia bién lo sabe, están lejos de referirse a algún
Méndez y también con Wilma Derpich. El tipo de alquiler. Hay alquiler cuando una
poco interés por lograr una precisión al res- tercera persona da a otra un bien para que
pecto ha conducido al absurdo de que, en- lo utilice duiante un tiempo determinado y
tre cinco o seis personas que regularmente por lo cual esta persona recibe algún tipo
han investigado sobre los chinos, tres de de compensación. ¿Quién era la tercera per-
ellas hayan intentado definir la relación so- sona propietaria del culi chino que lo alqui-
cial establecida a partir de la presencia de laba a los hacendados costeños o al Estado
los culis y que se haya dado tres definicio- peruano propietario de las islas guaneras o
nes diferentes. En el fondo hay, a nuestro a alguno de los consignatarios del guano?
entender, dentro de una misma orientación No la hay y por eso no hay alquiler posible
teórica criterios metodológicos distintos. ni de fuerza laboral ni de bienes inmue~
Presentamos, discutiendo por supuesto, es- bles(*).
tas tres definiciones en el interés de avanzar (*) Nota de redacción: Al cierre de la edi-
en este problema. ción, H. Rodríguez Pastor no nos había
Wilma Derpich, en su tesis de bachiller hecho llegar todavía el final de su co-
que en 1976 presentó en San Marcos, nos mentario.

70 Revista Andina, año 5


- - - - - - - - - , . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - M é n d e z : El guano

-que aún no había sufrido el impacto de la


Fernando de Trazegnies "modernización"- y la falta de interés del
Pontificia Universidad Católica del Perú habitante urbano de la costa en realizar tra-
Apartado 1761 bajos de campo o de explotación primaria ,
Lima 100, Perú han sido subvaluadas por Cecilia Méndez,
quien admite esto con escepticismo y no le
He leído con mucho interés este trabajo da mayor valor dentro de su propio argu-
y debo decir que lo he encontrado muy in- mento. No cabe duda de que, como señala
teresante. la autora, el hombre urbano de la costa no
El tema es sumamente importante para estaba dispuesto a trabajar por la poca paga
comprender la prosperidad económica que se ofrecía en las guaneras y ni aun en la
aportada por el guano al Perú en el siglo agricultura . Pero, además, creo que no ha-
XIX. Sin embargo, no se ha escrito mucho bía todavía una presión demográfica urbana
sobre el mismo. Aun cuando cada vez hay tan grande que lo obligara a salir de la ciu-
más investigadores interesados en la trata dad en busca de trabajo. Por otra parte, no
de chinos, las descripciones del sistema de existiendo propiamente un proletariado ur-
trabajo en las islas guaneras no abundan. bano (no había sino un industrialismo "ena-
Incluso una obra tan acuciosa como la de no", como dice Basadre), el trabajador ur-
Watt Stewart sólo menciona de paso la vida bano era un artesano, con todo lo que ello
del chino en las islas de Chincha . implica de calificación, de independencia
El trabajo se encuentra bastante bien do- relativa, etc. Parece en esas condiciones muy
cumentado , con abundantes referencias · a difícil para un carpintero, por ejemplo , en-
documentos encontrados en el Archivo Ge- gancharse para ir a trabajar como peón a
neral de la Nac.ión que indudablemente se- una guanera. De otro lado, en el campo cos-
rán de gran utilidad para investigaciones teño tampoco hay presión demográfica ,
posteriores, tanto de la misma autora como sino, por el contrario , falta de trabajadores,
de otras personas que decidan re-andar el como lo señalan casi todos los testimonios
camino con el objeto de completar la visión de la época . Asimismo, si bien al culi se le
de este negro período de nuestra Historia. paga una cantidad ínfima y se le cobra su
En ese sentido, e.l trabajo -además de sus viaje ,-·no deja de representar una financia-
méritos propios- es importante por la in- ción importante el hecho de montar expedi-
formación documental que aporta. ciones a China o a la Polinesia para ir a bus-
La descripción de la vida de los cutis en car trabajadores , aunque éstos resulten des-
las Islas de Chincha es bastante ilustrativa y pués muy baratos. Difícilmente unos "se-
la tesis general de Cecilia Méndez parece ñores" locales del siglo XIX estarían dis-
bastante razonable. puestos a lanzarse al mundo a reclutar gen-
En términos muy generales, la autora te para obtener una mayor utilidad margi-
sostiene que la opción del trabajo chino nal , si no hubiera habido una verdadera ca-
frente a la utilización de mano de obra pe- rencia de brazos y el trabajo del guano y de
ruana obedece fundamentalmente a razo- las haciendas costeñas no hubiera resultado
nes económicas: el chino era más barato ; y imposible debido a tal carencia. Eso no qui-
lo que el " empresario" buscaba era mano ta lo que afirma Cecilia Méndez en el senti-
de obra casi gratuita. Esta tesis parece irre- do de que, cuando los consiguieron , les pa-
futable; y enunciada así, de manera global, garon sumas irrisorias y , con el pretexto de
suena como una explicación completa de la resarcirse de todos esos gastos, aprovecha-
situación . Sin embargo, tomando en cuenta ron la oportunidad para sobreexplotar a los
otros datos que la propia Cecilia Méndez enganchados.
proporciona e informaciones obtenidas de Por otra parte, hay también un factor
otros trabajos, me pregunto si no es necesa- cultural que debe haber actuado en varios
rio complementar esta aseveración gruesa sentidos. De un lado, contra lo que se de-
con algunos elementos adicionales. cía habitualmente en el siglo pasado, el chi-
Tengo la impresión de que la "carencia no no era flojo, sino, por el contrario, tra-
de brazos" en el siglo XIX debida al afinca- bajaba más que el peruano. Toda una tradi-
miento a su comunidad del hombre andino ción de explotación y miseria en su propio

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Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

país y una ideología asiática del respeto a años pasaron muchas cosas sobre ese zóca-
los compromisos los llevaban a soportar . lo: cambiaron las justificaciones, hubieron
más fácilmente la explotación: en vez de conflictos no sólo de chinos para matar a
hacer una resistencia pasiva al trabajo (que un caporal , sino también entre las fuerzas
hubiera sido la reacción más nuestra), el políticas gobernantes y entre las ideologías
chino trabajaba más para que no lo moles- imperantes en relación con el tema de los
taran. En ese sentido, su formación cultural chinos . La legislación tiene marchas y con-
lo hacía más sensible a la presión y, por ese tramarchas. Al final del trabajo, se insinúa
mismo motivo, se le hacía más presión que algo sobre esto. Pero no hay un análisis de
al peruano. Un segundo aspecto cultural ese contexto sumamente importante para
que debe haber influido es el hecho de en- comprender el fenómeno histórico en su in-
contrarse inmersos en un medio diferente y tegridad . El concepto de "masa-s aisladas"
hostil (tratados mal por los blancos y odia- es útil para entender estilos de vida , etc.
dos por los mestizos y los indios). En con- Pero esos enclaves funcionan dentro de un
secuencia , el chino tenía menores posibili- panorama más amplio, y las condiciones de
dades de quejarse, lo que lo convertía en posibilidad de la existencia de tales encla-
un trabajador muy "cómodo". ves están dadas fuera de ellos. Me parece
Por último, posiblemente razones políti- que un estudio más detallado de las leyes
cas hacían muy difícil que un peruano fue- de inmigración y de la legislación laboral
ra tratado con la dureza con que se trataba nacional de la época ( incluyendo, por cier-
a un chino. La ideología liberal dominante to, los debates parlamentarios y nacionales
-que había obligado a abolir la esclavitud- en torno a esas leyes) aclararía más el pano-
s'e habría resentido demasiado con las cade- rama .
nas, las prisiones privadas, los azotes, etc ., Por último, hay pequeños aspectos de
castigos que eran ilegales, pero que no eran detalle que podrían ser corregidos o com-
clandestinos en el caso de los chinos;-Sino a pletados. Por ejemplo:
la vista de todos. Esto era posible porque al 1) La ley de inmigración de 1849 no estu-
chino se le veía como "al margen del con- vo vigente durante 25 años, sino que fue
tra to social"; no pertenecía a la sociedad derogada por la ley de 19 de noviembre
peruana y era posible no prestar mucha de 1853 . Luego se da otra ley de inmi-
atención a las contradicciones entre la vida gración el 14 de marzo de 1861. Ade-
que lo hacían llevar y los aspectos más ele- más, durante todo el período de esos 25
mentales contemplados en la Constitución años hay un sinnúmero de disposiciones
y en las leyes. legales ( decretos supremos, resoluciones,
Por consiguiente, el culi chino resultaba etc.) que regulan la inmigración asiática
preferible para el "empresario" no sólo por- y que cambian con bastante frecuencia ,
que ganaba menos, que el peruano, sino por- de acµerdo a ese panorama político-so-
que, además, faltaban peruanos, porque a cial al que antes hacíamos mención . Es
los chinos se les podía obligar a trabajar verdad que la vida efectiva del chino
más que a los peruanos y porque a los chi- cambia poco a través de todo ese cambio
nos se les podía tener vinculados a una em- de legislación, pero no se lo puede igno-
presa guanera o a una hacienda como si fue- rar. Y sobre todo, no se puede afirmar
ran esclavos, lo que permitía una cierta es- que una sola ley rigió todo el período.
tabilidad y permanencia en el trabajo. 2) El mayor ingreso nacional producido por
También creo que el trabajo de Cecilia el guano dio efectivamente lugar a impor-
Méndez ganaría mucho si se desarrollara taciones improductivas. Pero no me pa-
un poco más la "historia chinera" . rece que un ejemplo de éstas sean los fe-
En general, el tema aparece tratado co- rrocarriles. En cambio, es mucho más sig-
mo una unidad: es un hito dentro de la His- nificativo el hecho de que haya aumenta-
toria del Perú, pero parece no haber habido do fundamentalmente el consumo sun-
una historia dentro del mismo. No cabe du- tuario europeo : vinos y perfumes de
da de que todo el período tiene un zócalo Francia, muebles de Inglaterra, etc. El
de brutalidad y explotación que Cecilia guano rompe el patrón español de consu-
Méndez describe bien. Pero durante esos 25 mo, todavía relativamente austero. Co-

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______________________________ Méndez: El guano

1110 simultáneamente se vive una fascina- como gastos improductivos o a las "exhaus-
ción por los países "modernos" de Euro- tas" tierras europeas. Pero, lo que es más
pa ( Franda e Inglaterra), se adoptan los importante, no se apunta suficientemente
estilos. de vida "modernos" y con el gua- al examen de las relaciones ..:ntn: la organi-
no se pagan los bienes "modernos". zación del trabajo en la econrnnía )!llanera
3) Es exacto que el modo de producción y el resto de la economía perna11.1. ,, ..:n tor-
del guano no ca111 bia la vida de las zonas no al Estado y sus políticas. Asin11s1110, se
donde es extraído: su "producción" es traduce cierto sentido de oportunidad per-
elemental y basta casi con cogerlo, ensa- dida para un "desarrollo autóno1110", pero
carlo y exportarlo. '.\:o hay un valor-agre- que no alcanza a elaborar -aun a riesgo de
gado local. Pero no se puede desconocer plantear preguntas con trafactuales- sobre
L'l i111pacto qlle esta actividad econó111ica las implicancias que podría haber tenido
tienL· sobre el contL':\lo econó111ico-so- para la sociedad peruana el no contar con
cial. como lo señala dL· paso la propi,1 la posibilidad de traer a los cutis y tener
CL' Ltita Ménde7., es el guano el que pcr- así que intervenir sobre las formas sociales
111 itL' abolir la csclavit11d y el trih11to in- corporativas, como la comunidad campesi-
dígena. l:stas son transtor111acio11es ma- na y los diferentes gremios artesanales. Una
yores. Me parece que el acento en el as- pregunta que, con obvios cambios, tiene
pecto netamente laboral del problema resonancia hoy en día.
(<Jlll' es muy importante y que pocos En lo que respecta a la primera parte del
han trabajado) ha hecho que se dé me- artículo que trata sobre la conformación de
nos i111portancia a las conexiones entre la fuerza de trabajo en la economía guane-
ese aspecto laboral y la vida 11acio11 ;1\. ra, podemos observar que los Cuadros 2 y 3
En resumen , el trabajo 111e parece hu..:no no alcanzan a ser adecuadamente analiza-
y pienso que será muy Íltil su publicación dos, pues allí se muestran ciertos incremen-
en Revista Andina. tos en el número de trabajadores libres. lo
cual relativizaría algunas afir111acion..:s verti-
das en el texto. Asimis1110, la categoría de
"otros" no es analizada, pese a su magnitud
y posibles implicancias en términos de rela-
Fernando Villafuerte Medina ciones más allá de las islas. Ta111 bié1i se nota
Centro Las Casas un uso indebido del término "producción"
Apartado 4 77 guanera allí donde hubo más propiamente
Cusco, Perú explotación , lo cual tiene relación con la
organización y división del trabajo.
Dentro de los estudios de la econo111ía La observación mayor que podemos ha-
del guano, el trabajo de Cecilia Méndez tie- cer a la pri111era parte es, sin embargo, la
ne las virtudes de utilizar fuentes documen- referida a la utilización del salario como ca-
tales de pri111era mano (siguiendo a los pio- tegoría a la cual se le otorga tanto énfasis
neros Hunt, Bonilla y Maiguashca) y, a explicativo. Creemos que ver solamente la
través de ellas, plantear interrogan tes nue- cuestión de los jornales puede llevar a sub-
vos que resultan sugerentes para posterio- es timar los costos totales que traer a los
res estudios. culis y las respectivas co111isioncs implica-
Siguiendo un poco su propio orden de ban, además del atractivo nada desdeñable
exposición, realizaré algunas observaciones para los peruanos que negociaban estos
que considero que no comprometen el in- asuntos, tanto en términos de ganancias
dudable mérito y valor de su trabajo. monetarias como por la posibilidad de que
La lectura del artículo deja una pri111cra pasado el término de los contratos los tra-
impresión en torno a la introducción, la bajadores asiáticos llegasen a sus propieda-
cual 110 parece estar a la altura de las dos des agrarias en la costa peruana . Por el lado
secciones qu¡; le siguen. Se formulan pro- de las posibilidades de una mano de obra
posiciones que son correctas en lo general, peruana en las islas, los datos que la autora
pero que contienen inexactitudes, como proporciona muestran un cierto grado de
aquellas que se refieren a los ferrocarriles relación con la región iqueña, lo cual habla

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tal vez de una no tan inelástica oferta de bable que las rebeliones Taiping en la China
mano de obra. Sin embargo, las afirmacio- tuviesen por efecto la migración de pobla-
nes de C. Méndez no se pueden relativizar ciones con características regionales y cul-
mucho, pues la "economía oculta" ; es de- turales específicas. Llegadas a las islas,
cir, las diversas relaciones sociales presentes ¿cuáles fueron las características de estas
en las comunidades campesinas y los gre- microsociedades? La autora nos refiere que
mios de artesanos, hacía probablemente en los cincuenta hacían teatro y en los se-
poco atractivo el trabajo en las islas. La senta se rebelaron : ¿qué sentido de comu-
comparación con lo que se sabe sobre sala- nidad forjaron allí? En fin, algo más de eso
rios y captación de mano de obra para los que E.P. Thompson denomina la "experien-
ferrocarriles del centro y del sur podría ha- cia vivida" por las clases populares.
ber ofrecido una perspectiva sugerente que Relacionado a este mismo punto, hubie-
afinase el tratamiento de estos aspectos. se sido interesante ver cómo los culis imagi-
En la segunda parte del artículo surge naban al Perú, del mismo modo que saber
también esta misma observación. Debo con- la visión que las clases sociales peruanas te-
fesar mi predilección por las secciones que nían de ellos. La "otredad" de los cutis
tratan sobre la organización del trabajo , la pudo relegarlos a la indiferencia de los pe-
explotación difereñciada y, especialmente, ruanos acerca de su situación, pero durante
sobre conflicto y protesta; sin embargo, ha- cuatro décadas las cosas seguramente algo
bría una mayor posibilidad de enriquecer cambiaron. Una historia social informada
conceptualmente los materiales presenta- por la antropología es una tarea incipiente-
dos de adoptarse el recurso de comparar la mente asumida en el Perú , pero tiene inclu-
situación de la mano de obra asiática en las sive relevante importancia para nuestros
islas guaneras con la de africanos y asiáticos problemas actuales.
en el Caribe y otras partes del mundo que En síntesis, el trabajo de C. Méndez es
en el siglo XIX presenciaron el surgimiento una oportunidad poco frecuente de intro-
y expansión de economías de exportación. ducirnos no sólo en temas referentes a la
Asimismo, la segunda parte del trabajo economía guanera en el Perú del siglo XIX,
muestra interesantes aspectos que no son sino en las posibilidades de la historia so-
suficientemente aprovechados en el análisis. cial para iluminar los problemas de nues-
Quizás por sesgo profesional desearía un tros días. Esperamos que otros estudiosos
mayor tratamiento antropológico de la cul- prosigan esta tarea con el cuidado y acucio-
tura que los culis trajeron consigo. Es pro- sidad de C. Méndez.

RESPUESTA
universo de la explotación del guano (siglo
Cecilia Méndez G. XIX) que tenía como eje el estudio de la
Facultad de Ciencias Sociales conformación, características y condiciones
Universidad Nacional de de vida de su fuerza laboral, sin excluir una
San Cristóbal de Huamanga visión global sobre las funciones económi-
Apartado 76 cas directa o indirectamente vinculadas con
Ayacucho, Perú la explotación del guano en y alrededor de
los depósitos. Tal estudio, concluido luego
de algunas interrupciones en mayo de 1986,
En 1984 y bajo el aliento de una pro- fue presentado como Memoria para optar
puesta colectiva del Grupo de Investigación el grado de Bachiller en Humanidades con
y Difusión de Historia Taki Onqoy, empecé mención en Historia en la Universidad Ca-
a desarrollar una investigación referida al tólica del Perú-Lima. La novedad casi abso-

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!uta del tema (tan tratado desde otros án- Dejo a Ju1c10 de los lectores decidir si mis
gulos), unida a la utilización mayoritaria motivaciones o mi discurso historiográfico
de materiales inéditos procedentes de archi- obran a favor o en contra de un. supuesto
vos peruanos, explican, creo, el interés que "conservadurismo radical". Pero con segu-
suscitó este trabajo, ofreciéndoseme más de ridad lo que sí será difícil de explicar para
una tribuna para darlo a conocer cuando el propio autor de tales epítetos es cómo
menos fragmentariamente( 1). El capítulo han podido surgir de mi "extremo conser-
tercero, titulado "Los Trabajadores", me vadurismo" argumentos tan "audaces y no
fue solicitado expresamente para la sección conservadores" ( cito textualmente) como
Debates de la Revista Andina. El poco los que lo estimulan a desarrollar ,las más
tiempo que medió entre la solicitud del sugestivas (y supongo que audazmente libe-
texto y su entrega apenas me dio la oportu- rales) proposiciones acerca de la posibilidad
nidad de quitar las referencias que aludían de extraer un plus trabajo de los chinos a
a otros capítulos, agregar otras complemen- causa de su "otredad" y su condición com-
tarias y adosarle una breve introducción parable a la de esclavos (sobre esto volvere-
que compensara en algo su separación del mos), con las que, por lo demás, estoy en
conjunto. El paso final fue cambiarle el completo acuerdo. Sólo queda, al respecto,
título original por uno que, si bien perdía recordar el refrán: "el pez por la boca
en precisión, ganaba en capacidad de suge- muere".
rir (comprendo que a una persona como En lo que atañe al resto, si es conserva-
Malamud, que demuestra carecer de un mí- dor referirse a la importancia del guano se-
nimo de conocimientos sobre el tema, esto ñalando los más relevantes cambios que
pueda crearle problemas). éste ocasionó en las estructuras del Estado
Luego de vencer algunos obstáculos, da- peruano y su impacto en la sociedad (la
dos principalmente por el difícil hallazgo llamada "modernización" y las reformas de
y el carácter disperso y fragmentario de las Castilla), habrá que seguir siendo conserva-
fuentes, concluí la investigación, no con la dores hasta que por lo menos un estudio
sensación de haber escrito una "obra acaba- sólido haya dado respuesta a preguntas
da", pero con la satisfacción de haber cum- como: ¿qué sucedió al interior de la socie-
plido, mínimamente, con los objetivos ini- dad peruana (y, particularmente, con lapo-
ciales del trabajo. A saber: develar el uni- blación que cubría el macizo de los Andes)
verso de relaciones sociales y económicas luego de la abolición del tributo indígena? ;
que estuvieron en la base de la generación ¿adónde fueron los negros de las haciendas
de una riqueza de tan trascendentales reper- y en qué medida se perjudicaron o benefi-
cusiones (y cuyo protagonismo hemos ciaron los hacendados costeños tras la su-
acostumbrado a asignar únicamente a las presión de la esclavitud?; o, en suma, ¿cuá-
aves) Y, asimismo, sugerir, a partir del mun- les fueron los términos de la relación socie-
do de la explotación del guano, algunas dad civil-Estado (o simplemente sociedad-
nuevas pistas de interpretación de la reali- Estado) a lo largo del siglo XIX y en qué
dad peruana en el siglo XIX. Por último, el medida el guano contribuyó a reestructu-
estudio buscaba -aunque esto ya no esté rarlas, las modificó o permitió replantear-
muy de moda- (quizá de allí lo de "con- las?(2).
servadora") abrir algunas pautas para el es- El espectro de posibilidades de análisis
tudio .de la clase trabajadora en el Perú, que ofrece el "fenómeno guano" es tal que
tema muy tratado desde ámbitos sociológi- convirtió al Perú, ya en los cincuenta, como
cos para el siglo XX, pero virtualmente ig- acertadamente observa Ch. Hünefeldt, en
noto en la historiografía sobre el siglo XIX un "laboratorio analítico" donde historia-
en el Perú. dores económicos o economistas, mayor-
El artículo es sólo parte de la tesis (y en mente extranjeros, podían comprobar cier-
ello acierta Deustua), pero el debate que ha tos supuestos teóricos. De hecho, el histo-
suscitado resulta alentador (a pesar o, pre- riador que es parte de este "país laborato-
cisamente, gracias a las más agudas críti- rio" ingresará al tema probablemente sin el
cas) en tanto acoge en buena parte los pro- celo de quien cuida la más mínima "reac-
blemas que era nuestra intención sugerir. ción" de su "experimento" y sin esa trans-

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parente claridad que a veces otorga la leja- los linderos estrictamente académicos, a tra-
nía para racionalizar la lógica del conjunto vés de libros que, como el de Julio Cotlear,
(o desmembrar sus partes), pero con la in- Clases, Estado y Nación en el Perú, divulga-
quietud no menos legítima de sugerir pro- ban eficientemente la Historia del Perú co-
blemas que, siendo teórica y académica- mo una sucesión de fracasos). Esta imagen,
mente importantes, son también -y princi- por tanto, no puede ser obviada como si no
palmente- problemas de una historia que existiera. Posiblemente todavía forma parte
le preocupa porque forma parte de su pro- de la idea de la Historia del Perú que mane-
pio devenir como país y como colectividád~ jan muchos peruanos (en ella, el "episodio
No estoy proponiendo una disyuntiva entre del guano" no pasaría de significar estafas,
el análisis del que "es parte" y el que es derroche, enriquecimiento de algunos, fe-
"de afuera" (creo, más bien, que ambos se rrocarriles y gastos improductivos) y, en
alimentan recíprocamente como lo demues- tanto es así, requiere ser explicada. El pun-
tran los debates que promueve Revista to de partida -que explica el punto de lle-
Anüina). Pero -y aquí recuerdo y concuer- gada- es que los fabulosos ingresos que re-
do con las afirmaciones de Alberto Flores tuvo el Estado peruano con las exportacio-
Galindo en un debate anterior en esta mis- nes de guano (en constatar ello radica el
ma revista- debemos convenir en que la mérito de Hunt y su avance en relación a
óptica, las motivaciones y preocupaciones Levin), debieron propiciar una vía de desa-
serán siempre distintas. rrollo capitalista en el Perú. Tal cosa no se
habría dado (aunque queda por precisar
11 qué se entiende por desarrollo y por capita-
Debo confesar que nunca imaginé que lismo); de allí el "fracaso". Este anhelo
los comentarios llegarían a ser tantos. Será (casi desarrollista al estilo rostowniano) de
obvio para el más paciente lector que no ver reproducirse el capitalismo en los países
podré satisfacer las demandas de todos mis llamados subdesarrollados o de medirlo
comentaristas, así que me limitaré, en lo todo en función de esa posibilidad ( o impo-
que sigue, a rescatar las críticas más reitera- sibilidad), siempre de acuerdo a un "esque-
tivas y a aclarar algunos puntos que .pueden ma ideal", ha seguido y sigue siendo el quid
prestarse a equívocos (si no lo han hecho de las preocupaciones de muchos investiga-
ya). Curiosamente, son algunas de mis afir- dores (y ello obviamente trasciende el tema
maciones de la introducción (dos páginas y del guano). El propio Gootenberg, cuyos
media en un total de 73 en el texto origi- estudios podemos considerar por lo menos
nal) las que han provocado las mayores sus- innovadores en la historiografía sobre el
picacias. Derpich y Malamud malen"tienden siglo XIX peruano, parte de la constatación
mis argumentos de entrada asumiendo que del fracaso de una vía industrialista en el
parto de supuestos a los que precisamente Perú del siglo XIX(3). Sus aportes, pues, no
aludo críticamente. Sería por lo menos ex- están tanto en un punto de partida diferen-
travagante derrochar tantas energías en un te dentro de la historia del guano, sino en
tema fundando la importancia de su estu- las explicaciones de este "fracaso", que casi
dio en ser el motor de algo tan vago como literalmente dan un "vuelco" a los argumen-
una "oportunidad que se perdió". Una lec- tos que Bonilla propusiera hace trece
tura despojada de prejuicios sería, creo, años( 4 ). A partir de los estudios de Gooten-
más enriquecedora y puede ser complemen- berg, estrechez del mercado, falta de capi-
tada, además, con una bibliografía que no tales o ausencia de "espíritu empresarial"
cité en toda su amplitud porque no incidía no serían más razones que expliquen el fra-
en el tema directamente, pero, sobre todo, caso de -específicamente- una vía indus-
por darla por sabida. trialista en el Perú (Lima) al amparo de los
La imagen de la era del guano como la dividendos del guano; y las razones de este
"oportunidad perdida" para el desarrollo fracaso, más que en la ausencia de condicio-
del Perú, que se perfila sobre todo en los nes internas para tal de§arrollo, se encon tra-
trabajos de Shane Hunt y Heraclio Bonilla rían finalmente en el terreno de las decisio-
de la primera mitad de los setenta, ha sido nes políticas. El debate en torno a la posi-
sumamente difundida (más allá inclusive de bilidad de un "desarrollo capitalista" en el

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

Perú a partir del guano posiblemente va a mos su análisis en las premisas de ciertos
seguir dándose, y es probable que los argu- esquemas ideales que algunos quisieran ver
mentos -vistos desde las provincias y no reproducidos en el pasado, sin lograrlo. Es
sólo desde Lima- den uno y . mil giros(S). comprensible que a tal constatación sobre-
Finalmente, y habrá que convenir en ello venga un cierto ánimo frustrante (sobre
los más grandes aportes de las investigacio~ todo en el caso de ser peruano); y ello
nes dedicadas al tema no residen tanto en obviamente incide en una particular mane-
lo que concluyen (se cumple o no se cum- ra de interpretar el presente y proponer
ple un "ideal esperado"), sino en lo que opciones futuras, en el Perú. Pero esto es
van descubriendo en el camino ; y es en este entrar en un debate político y creo que ya
sentido que perdura, por ejemplo, el traba- nos hemos alejado bastante del tema.
JO de Hunt. III
La particular dinámica generada por el
guano al interior de la sociedad, la econo- Ahora responderé a las críticas que apa-
mía y las estructuras del Estado peruano recen más reiterativamente en los comenta-
está -no obstante los notables avances- rios y que tienen que ver con las temáticas
todavía muy lejos de perfilarse ante noso- centrales del artículo. Estas se refieren bá-
tros con claridad. La ejemplar tesis de Al- sicamente al énfasis, o falta de énfasis, de
fonso Quiroz (La Consolidación de la Deu- ciertos argumentos explicativos destinados
da Interna Peruana, 1850-1858: los efectos a responder a la pregunta de por qué se
sociales de una medida financiera estatal. recurrió preferentemente a los chinos como
Pontificia Universidad Católica, Lima, mano de obra en la explotación del guano.
1980) tendría que tener su contraparte en Contreras, Trazegnies, Rodríguez Pastor
el análisis de otras medidas estatales igual- y Deustua me reprochan un énfasis en los
. mente importantes, como quedó dicho arri- aspectos económicos que mediaron en esta
ba, así como en el estudio de las diversas elección (salarios y costos del trabajo, en
formas de capitalización de los ingresos del general) y una falta de desarrollo de los
guano en el sector privado (en la forma en aspectos culturales referidos tanto al com-
que, por ejemplo, lo hizo Manuel Burga en portamiento de los trabajadores libres
su estudio sobre el valle de J equetepeque). (Contreras) como de los chinos (Trazeg-
Las transformaciones ocurridas en los puer- nies), que contribuyen a explicarla. Puedo
tos -y particularmente en el Callao- a par- aceptar esta observación global y enunciada
tir del guano parecen haber sido -como he- así, de esta manera, pero de ninguna mane-
mos tenido la oportunidad de constatar- ra que mi argumento es "reduccionista"
realmente de una gran .envergadura(6). Ha- (Rodríguez) o que una vez constatado que
bría que buscar también por estos circuitos sí era posible reclutar peones en el litoral,
(estoy de acuerdo con Quiroz) los "efectos yo atribuyo la negativa de los contratistas
multiplicadores" del guano (en la forma- a hacerlo a una razón de "avaricia", pues
ción de mercados de trabajo, en las estruc- ello no sólo no es mi argumento (como
turas del comercio portuario, en las propias Contreras pretende, separando mis frases
transformaciones demográficas). Quizá en de su conjunto y completándolas con las
adelante ganaríamos más desde este tipo de suyas propias), sino que de sólo escribirlo
enfoques que a partir de un "fracaso" cu- me resulta risible y pueril. Precisamente los
yas posibles explicaciones nos conducirán, argumentos que siguen (y que Contreras
con muchas probabilidades, a más de un obvió muy fácilmente) inciden en los as-
callejón sin salida. Finalmente -quizá po- pectos que, trascendiendo los costos del
damos convenir en ello-, importa más res- trabajo, destacan aquellos factores que ha-
catar y comprender lo que el guano generó brían sido, en última instancia, los decisivos
que lo que no produjo (me reafirmo en lo para optar por uno u otro tipo de mano de
dicho en la introducción) ; después vendrán obra: "lo que se paga y no tiene precio"
los "ismos" que definan estos procesos. La no es el trabajo, sino la seguridad de contar
historia es - y ello no puede obviarse- con una fuerza laboral permanente y siem-
"más complicada que la teoría"(?) y lo su- pre disponible. "Trabajo seguro en cual-
ficientemente rica como para que detenga- quier día y a toda hora" que parecían no

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Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

brindar los peones locales y en cambio sí los empresarios que empezaban a razonar
los chinos. En suma, no es mi argumento en términos "capitalistas", ni, particular-
- como parecen haber interpretado algu- mente, a los requerimientos laborales de las
nos- que los criterios de rentabilidad que industrias de exportación con escenarios en
observaron los contratistas y el Estado se la costa: guano y haciendas de algodón y
midieron únicamente en función de los cos- azúcar ; es decir, allí donde la demanda ex-
tos del trabajo y los salarios (aunque admi- terna del producto prometía las más altas
to que puede haber un problema de orden ganancias y ello llevaba a acelerar los meca-
en la exposición): los chinos resultaban más nismos de producción. En el guano esto se
rentables no sólo porque eran más baratos, tornaba superlativo y en tanto la tecnolo-
sino por su mayor productividad (volvere- gía tuvo aquí límites muy precisos, el logro
mos sobre esto). El problema que estaba en de esa mayor productividad estaba en fun-
la base, pues, no era tanto la imposibilidad ción casi únicamente del plus trabajo que
de reclutar peones en el litoral, como creo se obtuviera de los peones. "Fijación" , pe-
haberlo demostrado, sino la inconveniencia ro, sobre todo, "disciplina laboral" pare-
de hacerlo. cían ser los requisitos básicos. Paradójica-
No es tanto en términos de "inmovili- mente (y ésta sería otra de las " paradojas
dad" que debemos entender la "carencia de clave" para comprender la historia del gua-
brazos" -y aquí intento responder a Fred no), la menos "capitalista" de las "empre-
Bronner-, aunque ello significa transponer sas" peruanas en el siglo XIX (en el sentido
nuevamente el tema del guano. Levin enten- de tecnología, inversiones y especialización)
día por "inmovilidad" la falta de alicientes demandaba una fuerza de trabajo que reu-
para atraer a una población todavía atada a niese las características de la más pura "aris-
sus medios de producción y encasillada en tocracia obrera" de la Inglaterra industrial.
una economía de autoconsumo (comunida- Pero esto era el Perú del siglo XIX, y aun el
des) o, en el caso del medio urbano, "ata- Perú del siglo XX no ha resuelto los proble-
da" a sus gremios o corporaciones. Investi- mas de "disciplina laboral" (claro, y vale
gaciones recientes, no obstante, han desdi- anotarlo, en las islas Chincha, como en las
bujado esa imagen "congelada" del Perú en más infernales fábricas de la Europa indus-
el siglo XIX. Carlos Contreras ha demostra- trial, este concepto tenía la clara connota-
do (en un estudio que vio la luz cuando mi ción de un trabajo esclavizado). Entonces
artículo ya estaba probablemente cruzando -es la pregunta obligada-, ¿era inevitable
los mares) cómo la minería de plata de la llegada de los culis? Yo no diría que sí
Cerro de Paseo (y esto puede ser también tan categóricamente como Wilma Derpich.
una respuesta al clamor de José Deustua) Era posible hacerlo, era además legal (como
funcionó eficientemente durante todo el observa Hunt, las estructuras políticas per-
siglo XIX sobre la base de una fuerza labo- mitían su importación) y era, por último,
ral campesina que migraba estacionalmente muy rentable en más de un sentido: acojo
a los campamentos: los campesinos sí res- aquí las muy plausibles sospechas de Goo-
pondían a estímulos monetarios porque su tenberg, así como las puntualizaciones de
propia economía o "modus vivendi" depen- Lausant sobre el enorme negocio que estu-
día del mercado(8). Claro que se trata de vo detrás de este tráfico humano (y con
un caso regional muy específico que, para ello Trazegnies tendrá algunas cosas para
ser generalizable, requiere de estudios aná- meditar). La llegada de los culis permitió
logos en otras regiones, pero resulta, por lo que el rendimiento de las empresas de ex-
menos, " desmitificador". En lo que cabe a portación llegara al máximo esperable den-
la costa, allí estaba el veinte por ciento de tro de la escasa tecnología, pero a la vez
desempleados(9) o los 5,500 "vagos" que retrasó -como observa Contreras- el pro-
pululaban por Lima y la nada rígida estruc- ceso de conformación de un mercado libre
tura de los gremios urbanos. El problema, de trabajo en el Perú ; es decir, la generaliza-
pues, no parece haber sido tanto la "inmo- ción más temprana del "enganche" o meca-
vilidad" cuanto las particulares característi- nismo que a través del adelanto del salario
cas de la oferta de trabajo disponible, que ' estimula la oferta laboral. En nuestro análi-
ya no se adecuaba más a las exigencias de sis, este proceso parecía estarse dando ya

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Méndez: El guano

(hacen bien Quiroz y Gootenberg al rele- como parte de un complejo mundo (o


varlo) en la zona guanera de Tarapacá, a " submundo") de personajes que creó el
mediados de los setenta, coincidentemente guano entre las islas y los puertos, donde
con el progresivo acceso a la libertad de confluyeron marinos, comerciantes, vivan-
muchos chinos, como lo prueban muy cla- deros, boteros, artesanos diversos, viajeros,
ramente los niveles salariales y el crecimien- aventureros y hasta ladrones y prostitutas,
to del número de peones libres. En los An- y cuyas principales características hemos
des, adonde no llegaron los culis, este siste- descrito en otra oportunidad, con particu-
ma habría empezado a manifestarse más lar detalle para las islas Chincha( 1O). Lla-
tempranamente, según observa Contreras mábamos también entonces la atención so-
en su estudio sobre Cerro de Paseo (y ha- bre la necesidad de estudiar las transforma-
bría que ver en qué medida fenómenos co- ciones ocurridas en los puertos a partir del
mo la abolición del tributo contribuyeron a tráfico guanero (y particularmente en el
su generalización). Callao, que centralizó todo el tráfico) pues-
De no haberse importado los culis, las to que al parecer -como quedó dicho- no
islas Chincha habrían tenido que arreglárse- fueron tan mínimas.
las con peones enganchados y un número Finalmente, volviendo al tema, los chi-
adicional de presidiarios, a riesgo, claro, de nos fueron preferidos por su baratura, por
reducir los contratistas sus ganancias ; aun- la posibilidad de retenerlos por más tiempo
que -esto es lo cierto y patético- también y por su mayor productividad. Bastaría con
se hubiese perjudicado el propio Estado entender lo último recordando que trabaja-
pues, al no poder compeler a hombres li- ban bajo presión de una fuerza armada, pe-
bres al mismo ritmo de trabajo de los presi- ro esta presión era posible precisamente a
diarios o los cuasi esclavos culis, se arriesga- razón de su "otredad" (creo que son muy
ba también el cumplimiento de los contra- pertinentes las puntualizaciones de Gooten-
tos de entrega del abono; y era febril la de- berg). Más discutible resulta explicar el ma-
manda. Hubo brazos, ciertamente (y no es yor rendimiento de los chinos a causa de
de despreciar ese porcentaje de peones lo- una "ideología asiática de respeto a los
cales que acompañaron permanentemente a compromisos" o de cosas como que " el
presos y chinos), pero no hombres dispues- chino.. trabajaba más para que no lo moles-
tos a esclavizarse si podían optar por la vi- tasen". Aunque, a decir verdad , tampoco
da. Y es significativo, además, que los hu- me siento muy autorizada para negarlo (me
biese para una empresa como la explota- aúno a Fred Bronner en que necesitaríamos
ción del guano, que en sí misma no estimu- sinólogos), creo que estas actitudes de los
laba una afluencia natural de brazos. Dejan- chinos se comprenden precisamente a par-
do de lado lo del excremento , porque loca- tir de esa "otredad" o extrañamiento (que
lizándose en islotes y puntas costeras casi el mismo Trazegnies describe en otros tér-
desiertas por siglos no tenía a nadie (sino a minos) y no tanto en función de idiosincra-
las aves y lobos marinos) a quien desplazar sia o cultura. Me pregunto -invirtiendo la
para asimilar como mano de obra, como historia- si los campesinos andinos, trasla-
con toda comodidad lo hizo, por ejemplo, dados a la China a laborar en las mismas
el industrialismo europeo al desplazar la condiciones en que lo hicieron los chinos
producción artesanal (ganando mano de acá, hubiesen reaccionado de otra manera.
obra a partir del desarrollo de la tecnolo- IV
gía) o como podían hacerlo y lo hicieron
muchas haciendas al expandirse absorbien- Algunas otras demandas emanan de los
do a agricultores más pequeños (ganando comentarios: una mayor vinculación entre
mano de obra con el acaparamiento de es- el mundo de las guaneras y el país (sus po-
pacios), creo que la presencia de un con- líticas económicas, legislativas o de gobier-
tingente permanente de peones libres (y no) ; un poco más de historia social, para
aquí trato de contestar las preocupaciones algun~s, de historia chinera, para otros, o
de Ch. Hünefeldt, pues se entiende que ello de historia comparativa y antropoiogía,
resulte ininteligible desde un plano teórico finalmente , para· los últimos. Desarrollar
de "lógica laboral") debe comprenderse todos y cada uno de estos puntos me pare-

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ce, en efecto, importa:1te, pero ello habría bordaba todos sus vicios", mientras eso no
significado hacer de este artículo (que es ya significara la alteración del ritmo de labo-
parte de un trabajo mayor) una obra acaba- -res impuesto ni amenazase con menguar la
da y acaso monumental y np el estudio ini- febril demanda. Ciertamente, los contratis-
cial y exploratorio que se propuso ser. Los tas o empresarios habrían sido concientes
problemas quedan en todo caso sugeridos y de la necesidad de permitir un tiempo y un
han sido ampliamente enriquecidos en el espacio para estos momentos catárticos o
debate, con lo cual el reto pasa a ser colec- simplemente recreativos de los trabajadores
tivo. (y en particular de los chinos) , sin los que
Lo que sí no puedo admitir -con todo -de seguro- no hubiesen tenido fuerzas
el respeto que me merecen en su conjunto para volver al trabajo. Mientras ello no les
las observaciones del profesor Hunt- es molestase, ¿qué interés podían tener en
que se haya omitido la " voz del culi " . Pre- siquiera volver sus ojos para atender a lo
cisamente, la investigación parte por resca- que hicieran estos hombres a quienes mira-
tar la importancia de una dimensión huma- ban con tanto desprecio y desdén? Los pe-
na en un aspecto de la historia del guano riodistas y viajeros de todo el mundo, que
que nos remitía casi únicamente a las aves. tan bien (seguramente) vendieron las noti-
Desgraciadamente, el artículo no refleja, cias sobre los suplicios y tormentos de los
como sí lo hace el trabajo mayor, toda la culis, ojalá hubiesen tenido la sensibilidad
complejidad de ese "submundo" que creó antropológica para registrar, por ejemplo , el
el guano en torno a las islas, y si se trata de tipo de representaciones que hacían en ese
preguntarse por la voz del culi, ¿por qué teatro (de cuya existencia sabemos gracias
no hacerlo por la de los presos y de los apenas a una fugaz mención). Acaso me
otros trabajadores que fueron parte no des- equivoco y peco por desconocimiento de
preciable del mundo laboral guanero? fuentes, quizá ese registro existe y lo que
Las pocas evidencias sobre sus activida- falta es descubrirlo. Ojalá sea así. De otra
des, su trabajo, sus quejas y pesares o sus manera estaríamos privados de desarrollar
distracciones y momentos de solaz, de que una investigación tan sugerente como la
hemos tenido noticia (nos referimos a to- que propone Juan Maiguashca.
dos los trabajadores) han podido ser obte- No estoy sugiriendo con ello un servilis-
nidas tras una difícil búsqueda en un mar mo a las fuentes. Pero si en algo se diferen-
de informaciones que, en principio, nada cia el historiador del novelista es en que las
tenían que hacer con ellos y donde era más historias que escribe el primero tienen que
frecuente toparse con informes sobre el ser verdad!!ras y ello sólo se logra tras un
despacho de cargas de guano, entrada y sa- muy delicado trabajo con las fuentes , las
lida de buques, relevo de tropa o semejan- mismas que, casi en su mayor parte, son
tes. Los pocos momentos en que los traba- indirectas. ¿No fueron los españoles ( o sus
jadores aparecen registrados es cuando hijos) quienes, mayormente, nos transmi-
-como será obvio- representan algún pro- tieron la historia de los Incas y en un idio-
blema: los peones libres son muy flojos e ma que no era el de los Incas? Y, siR embar-
indisciplinados, los chinos se distraen de go, ¿podemos decir acaso que no nos ha lle-
sus labores recogiendo amoniaco y comer- gado su voz? No en vano existe la crítica
ciando con él, han participado en alguna histórica, y el historiador, precisamente
pendencia o delito mayor perturbando la valiéndose de ella, puede, a través de sus
tranquilidad de las calles del pueblo de las testimonios indirectos, restituir la voz o
islas Chincha o se insubordinan colectiva- descifrar los mensajes de quienes por muy
mente por tres veces consecutivas, amena- diversos motivos no los dejaron escritos ni
zando con dejar paralizada la maquinaria los contaron (y si lo hicieron puede que ha-
humana de tan rentable negocio. Menos yan desaparecido definitivamente por algún
interesaba a nuestros funcionarios registrar interés o simplemente por azar). Creo que
momentos como los carnavales y, en gene- las actitudes y ios hechos concretos son tan
ral, los días festivos, en que al abrigo del válidos para escuchar la " voz" y descifrar
alcohol y del opio, en el caso de los chinos, los mensajes como puede serlo el discurso
esta "plebe" -como se solía decir- "des- verbal. Ello es -al menos- lo que hemos

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intentado hacer - en medio de una enorme my in Lima 1830-1860. Tesis, Master Ph.
limitación de fuentes- con los trabajadores Oxford University. Oxford, _1981 Y, del
guaneros, y no sólo con los culis. mismo autor "The Social Ongms of Pro-
tectionism and Free Trade in Nineteenth
NOTAS - Century Lima", Journal of Latín
American Studies, 14: 2, 1982. Entien-
(1) Una síntesis de la Memoria debe estar do que el autor tiene en preparación un
en proceso de edición (Cfr . "Acerca de la libro basado en su tesis doctoral , con
explotación del guano en el Perú: siglo algu~os nuevos planteamientos.
XIX" Apuntes. Revista del Centro de ( 4) Ch. Hünefeldt ha escrito un interesante
Investigación de la Universidad del Pací- balance sobre la historiografía del siglo
fico. Lima mayo de 1987). El texto XIX peruano, donde llama la atención
completo (con breves modificaciones) sobre estos y otros avances logrados has-
ha sido editado por el Seminario de His- ta 1984. Véase : Christine Hünefeldt ,
toria Rural Andina de la Universidad "Viejos y Nuevos Temas de la Historia
Nacional Mayor de San Marcos ("Los Económica del siglo XIX", en Las Crisis
Trabajadores Guaneros del Perú : 1840- Económicas en la Historia del Perú. He-
1879". Lima, UNMSM, 1987, mimeo.). raclio Bonilla (editor). CLAHES/Funda-
(2) María Isabel Remy tiene algunas pro- ción Friedrich Ebert, Lima, 1986, pp.
puestas in te re san tes para analizar el pro- 33-60.
blema de la abolición del tributo en rela- (5) Al respecto pueden resultar ilustrativo_s
ción a las comunidades camr.esinas (véa- los recientes estudios de Nelson Mann-
se : María Isabel Remy S., 'Gamonalis- que (Mercado Interno y Región : La Sie-
mo, Tierra y Poder Local en el siglo XI~ rra Central 1820-1930. DESCO . Lima,
cusqueño". Memoria para optar el bachi- 1987) y Carlos Contreras (Min~ros y
llerato en Ciencias Sociales. PUC, Lima, Campesmos en los Anoes : Cerro ae Pas-
1985; y, de la mis~a autora, los come_n- eo en el siglo Xi.X. IEP. Lima, en pren-
tarios a la ponencia de J a1me UrrutJa, sa).
"Las Comunidades en la Región de Hua-
manga". SEPIA 11, Ayacucho , junio de (6) Véase: Cecilia Méndez, "Los Trabajado-
1987). Los efectos de las medidas libera- res . . .", pp . 1 1-1 7 .
les ( o la "modernización del Estado") en (7) Pierre Vilar, Crecimiento y Desarrollo,
la sociedad peruana del siglo XIX pue- Ariel. Barcelona, 1980, p. 61.
den medirse desde múltiples vértices.
Hemos intentado observar estos cam- (8) Carlos Contreras La Fuerza Laboral Mi-
bios) muy brevemente, a partir de la evo- nera y sus Condiciones de }:unciona-
lucion de los criterios de la penalidad. miento. Cerro de Paseo en el siglo XIX.
Véase C. Méndez, "Penalidad y Muerte Documento de Trabajo Nro. 16. IEP.
en el Perú", Márgenes, !, SUR, Lima, Lima, 1986.
marzo de 1987. (9) Cfr. Ch. Hünefeldt, op. cit., p. 37.
(3) Cfr. Paul Gootenberg, Artisans and Mer- ( 1O) C. Méndez, "Los Trabajadores .. .",
chants: The Making of an Open Econo- pp. 11-40.

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