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INTRODUCCION
(*) La necesidad de emprender esta investigación se discutió en el seno del grupo Taki
Onqoy. Quiero agradecer particularmente a Carlos Contreras por su invalorable
aporte en estas discusiones, al profesor Alberto Flores Galindo por su apoyo cons-
tante y entusiasta a esta investigación y a CELADEC, que proporcionó la ayuda
económica que la hizo posible.
• Lurín
~ Chincha
SAN ANDRES
Q! Islas Ballestas O Isla Blanca
o
o
º
Isla
San Gollá
Cuadro No. J
Año
Lugar de Estado que se
Nombre Profesión/ocupación origen civil Edad estab.
Cuadro No. 2
chinos 262
esclavos 39
Isla Norte libres 130
presidiarios 209
640
Fuente: A .G.N., O.L. 386, 442-491, Gobernación de las islas Chincha, 1854. El "Informe . . . " de Pié-
rola (1853) reporta una información similar, aunque totaliza en 840 el número de trabajadores.
Cuadro No. 3
Cuadro No. 4
Cuadro No. 5
16
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ •. éndez: El guano
a su lugar de origen con gastos pagados por la empresa, una vez cumplidos los
diez meses de la contrata(34 ). En cualquiera de los casos, la movilización de
los libres era más frecuente que la de los asiáticos, lo que desde ya implicaba
un mayor gasto.
Este breve análisis de costos del trabajo, comprendido dentro de los cri-
terios de rentabilidad que observaran los empresarios del guano, sugiere,
pues, que la presencia mayoritaria de asiáticos y presidiarios obedecía a inte-
reses económicos muy específicos. Pero estos costos estaban a su vez en fun-
ción de la oferta laboral. Los libres eran más caros porque su oferta no pare-
cía ser precisamente abundante: "la experiencia ha demostrado -escribía
una autoridad de las Chinchas en 1863- no ser fácil encontrar peones en el
continente y se ha ocurrido al enganche de éstos en el Callao sin que sean los
más aparentes para el trabajo"(35). Aunque los salarios de los libres eran más
elevados que las pagas de presos y chinos, seguían siendo muy bajos. Los seis
o diez reales diarios pagados a los jornaleros libres en las islas quedaban pe-
queños comparados con los tres pesos diarios que recibían los cabos matricu-
lados(36) y con los tres o cuatro pesos diarios que los particulares abonaban
a los carpinteros y calafates que trabajaban reparando lanchas para el car-
gu ío(37 ). Es cierto que estos últimos desempeñaban un trabajo más califica-
do , pero aún los dos pesos diarios que recibía un carpintero o calafate que
trabajaba en las islas por cuenta del Estado (más una "ración armada" en di-
nero) resultaba "un salario muy pequeño y casi les es insuficiente para su
subsistencia en éstas en donde tienen todos los artículos a precios muy subi-
dos"(38). Los libres que aceptaban la propuesta del "enganchador", lo ha-
cían, pues, midiendo su "costo de oportunidad", y si no se dio el caso de que
se presentara una legión de voluntarios dispuestos a enrolarse en el trabajo de
las islas era precisamente porque dentro de su juego de oportunidades labora-
les la remuneración ofrecida no representaba un gran aliciente.
De haberse resuelto a pagar salarios más decorosos por el rudo trabajo
en las islas y de acuerdo al elevado costo de vida, seguramente los contratis-
tas habrían podido conseguir el número de jornaleros requeridos. Después de
todo, el trabajo en el guano exigía un mínimo de especialización y ejércitos
más bien reducidos de trabajadores. Que durante la primera década de explo-
tación se empleasen mayoritariamente libres resulta por demás significativo:
el "enganche" de jornaleros en el litoral no era lo "imposible" que se ha pen-
sado. Pero los empresarios del carguío no alentaron esta situación. Y no sólo
por un problema de costos, sino porque los libres no podían asegurar una
permanencia prolongada en las islas y llevaban , además , una disciplina de
trabajo más relajada que el resto de jornaleros: "los libres son muy eventua-
les -lamentaba Piérola-; no quieren trabajar como constantemente se expe-
rimenta en la isla. Con libres -añadía- no cuente el Gobierno para cumplir
sus compromisos"(39).
Y en efecto, no eran precisamente los jornaleros libres quienes se esfor-
zaban por !1acer tareas extras, alentados por la posibilidad de un ingreso adi-
cional, sino los presidiarios, "que son los más trabajadores, que echan hasta
dos tareas fuera de su obligación ganando por lo tanto doce reales más"( 40).
Por su misma condición de voluntarios, era más difícil retener y presionar
para el trabajo a los libres contratados para el cargu ío, pues, a pesar de los
compromisos adquiridos, podían desertar, como lo hizo en 1857 un grupo de
carpinteros y herreros contratados para trabajar en el muelle de las islas Chin-
cha , "quienes faltando a su contrata han abandonado el trabajo y se hallan
en la provincia"(41 ).
Claro está que en estos casos, por el carácter calificado de esta mano de
obra , los contratistas y el gobierno no tenían más que depender de los libres
(si bien trataron de explotar, asimismo, las habilidades y adiestramiento de
algunos presidiarios)(42). Para la contrata de trabajadores del carguío, en
cambio, había un cierto margen de elección, que por razones más complejas
que la evaluación de los costos del trabajo que hemos realizado, no se inclinó
a favor de los libres. "La naturaleza y disponibilidad de la oferta, así como la
relación social implicada", de las que habla Macera, fueron tan o más decisi-
vas en el guano que en la agricultura costeña para determinar el tipo de fuerza
de trabajo a emplear. La seguridad de contar con una fuerza laboral perma-
nente y siempre disponible ("que es la que se paga y no tiene precio"), era
acaso más imperativa en la producción del guano, donde la urgencia de la de-
manda no podía tolerar demoras. Un buque licitado para recibir guano tenía
el derecho de esperar su carga durante un cierto margen de tiempo, pasado el
cual el Estado se comprometía a abonar una cantidad de dinero por los per-
juicios que esta demora pudiera ocasionarle. De allí que la necesidad de con-
tar con un mínimo indispensable de trabajadores permanentes en el carguío
era no sólo conveniente para los contratistas, que ganaban más mientras más
guano embarcasen, sino para el propio Estado, que se perjudicaba con las
tardanzas en la entrega. Sólo los asiáticos, que estuvieron atados al servicio
exclusivo de un patrón, en un principio por tres y luego durante un período
de ocho años (en lo que constituyó, en la práctica, una nueva forma de escla-
vismo )( 43 ), y los presidiarios, que por razones obvias estaban privados de li-
bertad de decisión, represen ta ban esa seguridad que no podían brindarla los
libres, con el beneficio adicional de ser "más trabajadores" y más baratos.
"Se precisa la necesidad -decía el gobernador de las Chincha en 1863-
que el licitador tenga trabajadores constantes para atender estas fluc-
tuaciones (de los buques que se presentan para carga) ( ... ). Los presi-
diarios y los chinos contratados con que puede contarse en estos casos
son los únicos que evitan a que reuniéndose muchos buques sean demo-
rados en su carga y por consiguiente que las casas consignatarias dejen
de tener en tiempo oportuno en los mercados en que se espende (sic) el
abono nacional los cargamentos necesarios, ésta es la ventaja que la na-
ción reporta al conservar el supremo Gobierno presidiarios en éstas, ade-
más de no gravar a las entradas fiscales con los alimentos que les ten-
drían que dar estando en esa o en el Callao (los presidiarios se automan-
ten ían con la paga que recibían de los contratistas)"(44).
ses del Estado. Se sugirió así el reemplazo del sistema de mangueras por el de
ensacamiento total , pero esto no pasó de ser una idea(60). Aun con todo sus
rudimentos. el sistema adoptado resultaba aceptable y era, dentro de los que
materialmente se pudo aplicar, el más eficiente. Es cierto que las p é rdidas
hubiesen podido ser menores, pero no tanto aplicando nuevos métodos o me-
jores técnicas. Piérola argumentó que el origen de los desperdicios estaba en
la forma en que se habían establecido las responsabilidades en la explotación.
El contratista sólo se encargaba de la extracción. mientras el embarque era
controlado directament e por el gobierno.
"Sin esta particular distinción , quiero decir que si todo fuera a cargo del
contratista, gravitando sobre él la responsabilidad del desperdicio, estoy
seguro de que éste habría puesto todos los medios eficaces para evitar
tan considerables pérdidas''(6 I ).
No sabemos hasta qué punto la aplicación de esta sugerencia hubiese
traído consigo una extrema liberalidad en el manejo del guano. Lo cierto es
qu e esto no llegó a darse. Al menos en las islas Chincha la división de respon-
sabilidades tierra : contratistas, mar : Estado, permaneció , con un evidente sal-
do en contra para el último. La comunión de intereses entre el Estado y los
contratistas, que propiciara, con éxito, el empleo de mano de obra forzada,
parecía diluirse a cierta altura del proceso de ex plotación. Aun cuando en la
e tapa fin al del mismo la oferta de tra bajo se "a utorregulaba " al intervenir los
int e reses de los compradores (los propios capitanes pagaban a los trabajado-
res que abarrotaban el r,uano e n las bodegas de los buques, colaborando tam-
bién los marin eros en las labores de embarque), el Estado debía asumir direc-
tamente la mante nción de una flota de lanchas (eran alrededor de cincuenta
en las islas Chincha). la construcción de muelles y otras obras de infraestruc-
tura y, por consiguiente, la responsabilidad sobre esta mano de obra . forma-
da , a diferencia ele la mayoría de trabajad ores de "tierra". por jornaleros vo-
luntarios, definidos é tnicamente corno " individuos de castas me zcla das y
bajas"(62). Vista de esta manera, la explotación del guano funcionó a modo
de una e mpresa privad a. con todo e l respaldo y apoyo es tatal.
sacios ele las fuertes tareas que clesempefían "(73 )- y porque a pesar ele recibir
jornales tan bajos los presos procuraban obtener algún excedente con su tra-
bajo, ele allí que alentados por esta posibilidad se esforzaran mucho más que
los libres en hacer tareas extras. Otras estrategias de recuperación del exce-
dente fueron la venta clandestina de amoniaco , "a cuya especulación se dedi-
can particularmente los asiáticos"( 74 ), y ·eventualmente el robo(7 5 ).
El delito contra la sociedad (aun cuando no fuese debidamente proba-
do) privaba , de hecho , a un individuo de la libertad de disponer de su propio
trabajo y por ende de una parte sustancial de su vida. La única manera ele re-
dimirse del mal causado a la sociedad era poner su tiempo, su trabajo y su
vida al servicio de ella. Esta fue la justificación ideológica que estuvo detrás
de la sobre-explotación de la fuerza de trabajo de los presidiarios. Está de
más decir que, en el caso específico de las islas guaneras , lo que se presentaba
como un "servicio a la nación" era sobre todo un servicio al contratista, y la
verdadera palabra es negocio. El sistema permitió incluso el envío a las islas
de presos políticos (se admitía la existencia del delito poi ítico en la legisla-
ción). lo que fue justificado o recusado , conforme unos u otros grupos o cau-
dillos estuvieron en el poder(76).
Con respecto a la situación ele los asiáticos, no vamos a detenernos aho-
ra en su condición legal. Quienes han eludido el término esclavo, lo han he-
cho atendiendo más bien a criterios teóricos que prácticos. Se ha dicho que,
mal que bien, el chino percibía un "salario" , que es el que "lo diferenciaba
esencialmente del esclavo"(77) y que , por otro lado, firmaba contratos que
lo ligaban a un "señor" sólo por un determinado número de años (que empe-
zaron con ser cuatro, pero Juego se establecieron en ocho), terminados los
cuales podía considerarse libre, lo cual ha dado pie a que se hable de una
"semi-esclavitud "(7 8 ).
Sin embargo, sabemos que la relación salarial debe ser matizada no sólo
por el ínfimo monto de la paga , que apenas cubría sus subsistencias, sino
porque el chino contratado terminaba pagando con su trabajo los costos de
su "enganche": parcialmente los gastos de transporte desde los puertos chi-
neros al Perú , así como los "adelantos" que recibía del contratista al ser em-
barcado(79). Por otro lado, es cierto que la condición de contratado pudo
diferenciar legalmente a un culi de un esclavo convencional , poniendo al
margen la forma coercitiva y engañosa con que se obtenían estos contratos o
bien las circunstancias sociales y precisas que expulsaban a los chinos de su
propio país. Mas esta afirmación debe también relativizarse en atención a lo
que las últimas investigaciones vienen revelando sobre la situación del esclavo
negro en la Lima del siglo XIX: éste era capaz de comprar su libertad con el
producto de su trabajo artesanal en un lapso de tiempo hasta cuatro veces in-
ferior al mús largo contrato chino(80).
Las oportunidades laborales de los chinos fuera de las obligaciones para
con su patrón eran , a diferencia de aquel esclavo , prácticamente nulas y sólo
posibles furtivamente, como hemos visto , en tanto "queda convenido que
2. 3. Conflicto y protesta
El aislamiento geográfico de los yacimientos guaneros contribuyó a la
consolidación de microsociedades en torno a ellos(86) . Las reducidas propor-
ciones de las islas propiciaron un estrecho contacto entre la población abas-
tecedora, la eventual (marinos y otros), la tropa que guarnecía las islas y los
trabajadores, y de éstos entre sí. Una situación similar experimentaron otros
centros extractivos, como los campamentos mineros, que compartieron este
carácter de "masa aislada"(87). Pero a diferencia de lo que ocurriera en las
minas, en las islas el permanente contacto entre los pobladores no suscitó un
enfrentamiento significativo entre los trabajadores y la "empresa". Esta se
reducía a fin de cuentas a unos pocos representantes y, por parte del Estado ,
al gobernador y a algunas otras autoridades y oficiales encargados de la tro-
pa. Pero la razón principal era que la precariedad generalizada de las condi-
ciones de vida en las islas matizaba enormemente las posibles diferencias
entre la calidad de las viviendas , ambientes y "estilos" de vida , que fueron
percibidas por los trabajadores de los campamentos mineros modernos y les
hasta permitiesen su evasión a través de los mismos canales que ellos abrían
para sí(97) .
En reiteradas oportunidades, las autoridades de las islas solicitaron el
incremento numérico y el oportuno relevo de la tropa (diez meses era un
tiempo prolongado), visto el peligro que los descuidos para con ella suscita-
ban. Pero la preocupación no era obviamente sólo el control de los presos,
quienes, después de todo, no constituían la mayoría, sino la custodia de los
jornaleros chinos, "quienes cumplen forzadamente las obligaciones de su
contrata sólo por temor a la fuerza armada"(98). Esta frase, no obstante ,
exige matices porque si bien es cierto que la tropa, a pesar de sus deficien-
cias, jugó un rol importante en el control de la mano de obra, no fue el posi-
ble enfrentamiento "fuerzas represivas"-trabajadores el que cristalizó más
dramáticamente la violencia consustancial al sistema coercitivo implantado
en la explotación del guano. No eran los soldados , al margen de su rol ame-
drentador, a quienes los trabajadores percibían como su más cercano agresor.
La mayor carga de violencia del sistema se delegó a un verdugo llamado el
caporal. Los asiáticos, tanto por ser mayoría como por su situación más des-
ventajosa (menos canales legales para reclamos, en suma , menos derechos),
fueron sus principales víctimas.
Con una jornada que se iniciaba a las 5.00 a.m ., se interrumpía a las 10
u 11 para almorzar "dos libras de arroz y media de carne"(99) y luego conti-
nuaba nasta el atardecer bajo un sol intenso , los chinos eran compelidos a
trabajar bajo las órdenes de sus capataces, los caporales ; éstos eran, por lo ge-
neral , como en las haciendas de la costa , negros libertos, ex esclavos converti-
dos ahora en verdugos. Con reiteración se ha llamado la atención sobre la
saña con que estos hombres blandirían "sobre otro cuerpo el mismo látigo
que tantas veces había macerado las carnes de ellos"(! 00). Pese a su crudeza,
no pensamos que el trato dado a los asiáticos en las islas fuese peor que en
los demás lugares , como suele afirmarse. Sucede que la crueldad del trato a
los chinos en las islas fue observada y denunciada por periodistas, cronistas y
viajeros de muchas partes del mundo, llegando a provocar escándalo interna-
cional. El drama de los cutis en las haciendas tuvo, en cambio, menos propa-
ladores ; fue , si se quiere , más ocultable a los ojos del mundo , y ello ha inci-
dido sin duda en la conformación de la idea que se maneja hasta el presente
de que el "infierno" de los chinos en el Perú se ubicó geográficamente en las
islas Chincha, sin que ello quiera negar que este infierno existió(IOI ). Las
islas guaneras estuvieron demasiado lejos de las "Colinas Doradas" con las
que ellos habían soñado al dejar su país.
El hecho de que los caporales fuesen por lo general negros no era casual.
El enfrentamiento étnico resultaba hasta cierto punto beneficioso para la
"eficiencia" del sistema laboral , aunque, como bien señala Macera, este en-
frentamiento tuvo un origen económico: la presencia de los chinos envileció
los jornales de los trabajadores locales , quienes , en general -porque el odio
y racismo hacia los chinos fue común a blancos, negros , indios y "castas"-,
desfogaban en ellos toda la agresión que no pudieron revertir sobre sus ver-
daderos dominadores, a quienes , acaso , no vislumbraron con suficiente cla-
ridad( I 02). Como en otros Jugares del Perú, los asiáticos en las islas guane-
ras fu eron objeto de esta agresión , cuyos componentes psicológicos (senti-
miento de frustración, complejo de inferioridad) no pueden, desde luego ,
subestimarse ; pero, contra lo que también equivocadamente se ha venido
sosteniendo , estuvieron muy lejos de ser receptores pasivos de ella( l 03 ).
Las fuentes oficiales han dejado constancia de por lo menos tres motines de
asiáticos en las islas Chincha. El blanco principal de la violencia: el caporal.
Los tres ocurrieron en la isla del Medio, donde casi la totalidad de trabajado-
res -no es casual- fueron siempre asiáticos. El primer motín estalló en la
noche del 25 de enero de 1866. La noticia de que "los asiáticos de la isla del
Medio se habían insubordinado contra sus caporales" llegó rápidamente a la
sede de la Intendencia de Policía, ubicada en la isla Norte . De inmediato se
ordenó la participación de la tropa "mas por ser ya algo tarde no se pudo
conseguir nada" y la calma sólo llegó a ser reestablecida hacia el amanecer.
El saldo : cuatro caporales muertos, "que fueron asesinados desde el princi-
pio del motín" , y acaso algunos asiáticos. El Intendente que reportaba estos
acontecimientos reconoció que los asiáticos "han dado este serio paso ( ... )
exasperados por el tremendo maltrato que sufren ( ... ) y más que todo en
el alimento y demás precisas necesidades de la vida"( I 04 ). El segundo motín
ocurrió sólo unos días después. Esta vez la violencia de los chinos amenazó
también a "los pocos trabajadores libres que existían en la isla del Medio y
del Sur ( ... )(105) tal era lo resueltos que estaban"(l06). Se aplicó, como
en la anterior oportunidad , la fuerza de las armas para reducirlos, resultando
de ello varios heridos. El Intendente no informó sobre asiáticos muertos (o
no nos han llegado esos informes), y sólo meses más tarde saldría a luz el
caso de un asiático que reclamaba en herencia los bienes de un hermano suyo
muerto "en el motín" (no se especifica si en éste o el anterior)(l 07). El ter-
cer amotinamiento , ocurrido casi exactamente al año ( 17 de enero de 1867),
repitió los rasgos de los primeros estallidos, particularmente del primero. Se
inició en horas de la noche, intervino la tropa en la represión y recién por la
mañana quedó restablecido el orden , "sin otra deplorable ocurrencia que el
asesinato ejecutado por aquellos en la persona de su caporal"(l 08).
¿Tuvieron estos motines planes pre-determinados, líderes precisos, o
fueron solamente reacción espontánea e inorgánica de una masa "exaspera-
da" . para emplear el término del Intendente Arguedas, por el maltrato y las
duras condiciones de vida? Para hacer este análisis a profundidad requeriría-
mos una mayor información sobre los hechos , de la que acaso nunca dispon-
dremos. Las autoridades informaron haber aprehendido a algunos "cabeci-
llas" para que fuesen "severamente juzgados"(l 09), sin que hayamos podido
saber más de ellos ni de la realización de estos "juicios". No obstante, yana-
lizando estos hechos dentro de un contexto más amplio, podemos decir que
algo de ambos elementos, organización y espontaneidad, se mezcló en ellos.
no y evitando así que se repitan las horribles escenas que ya han tenido lugar
en éstas"(l 17).
Y es que, en realidad, la violencia ejercida contra los chinos no se limitó
al látigo blandido por los caporales; éstos no eran sino eficientes verdugos de
un sistema basado exclusivamente en la fuerza. Las órdenes de castigar a los
chinos que incurriesen en algún descuido u osaran resistirse al trabajo en al-
gún momento de la jornada eran impartidas de más arriba o, en todo caso ,
toleradas con amplitud por la empresa del carguío y aun por las propias auto-
ridades militares. Se aplicó penas tan viles como
"tener colgado a un individuo por medio de sogas o cadenas de la cin-
tura o de otra manera desde el amanecer hasta el anochecer sin comer
durante ese período, uno, dos o más días, según la magnitud de la falta ,
y tenerlos atados a las boyas de baja marea espuestos (sic) al agua, a más
del calor y del frío"(l 18), ·
por no mencionar otras modalidades de castigo. El maltrato físico hacia los
chinos fue, en realidad, expresión superlativa de una violencia que ya estaba
dada en la precaria alimentación, el rigor, en general, de la jornada y los bajos
salarios, que eran de responsabilidad de la empresa y el Estado. Las huidas, el
consumo de opio y los suicidios que los asiáticos cometían "cada semana"
arrojándose de los acantilados, en la creencia, según alguna mitología de la
época , de que resucitarían en su propio país( 119), fueron otros mecanismos
de respuesta a la explotación, pero, a diferencia de los motines, se trató de
vías más bien individuales y evasivas. La significación de los motines ocurri-
dos entre 1866 y 1867 radica precisamente en su carácter colectivo -que
denota una mayor conciencia sobre la base de intereses comunes- y de en-
frentamiento, que los diferenció radicalmente de las otras modalidades de
protesta, más bien pasivas.
Las condiciones de los asiáticos sólo parecieron experimentar una mejo-
ra en el transcurso de los setenta, en que las islas Chincha cedieron lugar pro-
tagónico a las islas Lobos y a los depósitos del litoral tarapaqueño. Según los
testimonios, el trato siguió siendo muy duro, pero se había logrado un alza
significativa en el nivel salarial. Entre 1875 y 1877, los chinos contratados por
la Empresa del Carguío en el Pabellón de Pica y Punta de Lobos percibían un
jornal de dos pesos diarios( 120), lo que suponía un considerable incremento
en relación a los ocho pesos mensuales de veinte años atrás. Por otro lado,
también en el transcurso de esta década, y acaso como producto de sus pro-
pias movilizaciones en las haciendas, principalmente, los chinos accedieron a
una serie de reivindicaciones, como el derecho a descansar los domingos, la
regulación de un horario de trabajo y el pago de horas extras( 121 ). Mientras
· tanto , los jornaleros libres apenas habían logrado duplicar sus jornales en el
mismo período: tomando como medida la nueva unidad monetaria, el sol de
cien centavos (que sustituyó al peso de ocho reales), un peón enganchado en
los alrededores de los depósitos tarapaqueños percibía un jornal igual al ofi-
cialmente establecido para los asiáticos: S/. 1.60 ó S/. 2.00 , cuando menos.
El alza general del costo de vida, ocurrida a partir de 1869, con su consecuen-
te elevación del nivel salarial , afectó, pues, en forma considerablemente des-
favorable a los enganchados locales, esos jornaleros libres que tuvieron en un
comienzo una situación económica y laboral tan ventajosa en relación al res-
to. Hemos dicho ya que el caso de los depósitos del sur no es representativo
del conjunto; es decir, no expresa lo que fue la situación general de los traba-
jadores durante la época del auge del guano (convendría , además, un estudio
específico sobre la oferta de trabajo y el mercado laboral en esta zona duran-
te los setenta). No obstante , al observar la evolución de las condiciones labo-
rales de los chinos guaneros y constatar que , mal que bien , fu e positiva, nos
preguntamos -asumiendo que la situación de las guaneras resumió y reflejó
una situación nacional- si el proceso de adaptación de los chinos a la socie-
dad peruana no fue más positivo y sus caminos reivindicativos más eficaces
de lo qu e se ha venido pensando.
NOTAS
( J) La enorme renta generada por el guano, según ha demostrado Shane Hunt , se desti-
nó a rubros improductivos (ampliación de la burocracia, pago de deudas interna y
externa, reducción de cargas tribu !arias, ferrocarriles), en lugar de reinvertirse en el
desarrollo productivo del país. Ver Hunt, Shane, "Guano y crecimiento en el Perú
del siglo XIX", Hisia, IV, segundo semestre, 1984. La era del guano ha sido, por
ello, para algunos autores sinónimo de "fracaso económico" o de la "oportunidad
perdida" para el país (este enfoque se encuentra especialmente en Bonilla, Heraclio .
Guano Y. Burguesía-en el Perú. IEP. Lima, 1974).
(2) Una importante excepción es el artículo de W.M. Mathew : "A Primitive Export
Sector: Guano Production in Mid-Nineteenth Century Perú " , Journal of Latin Ame-
rican Studies, 9, 1, mayo de 1977. Hasta entonces, las ideas más divulgadas sobre la
fuerza laboral guanera provenían de la información presentada por J onathan Levin
(Economías de Exportación. UTEHA . México, 1964), quien retomó información
impresa que circulaba en la época . Aparte, sólo existe un par de breves artículos que
han querido llamar la atención sobre las condiciones de los trabajadores - básica-
mente los asiáticos- en las islas guaneras. El de Wilma Derpich, "Explotación en las
islas guaneras", El Comercio, suplemento dominical, 25 de enero de 1976, y el de
Juan Zanutelli, ''Los coolíes chinos en las guaneras del sur", La Prensa, 8 de octu-
bre de 1981.
(3) Aun inflando las cifras, Hunt calcula que los costos de trabajo en el guano represen-
taron menos del 4 por ciento de los costos totales. El guano fue prácticamente "un
monopolio sin costos de producción" (Hunt, op. cit. , p. 47).
(4) El cambio debe buscarse, en todo caso, en la estructura demográfica y ocupacional
de los puertos, acaso en un cierto auge de actividades mercantiles debido a la afluen-
cia masiva de buques (ello fue particularmente notorio en el Callao, que centraliza-
ba el tráfico guanero), pero no en la orientación de la estructura productiva de estas
regiones.
(S) HUNT, Shane, "Guano y crecimiento en el Perú del siglo XIX", Hisla, IV , Urna. ,:
1984, p. 45. Más que de los costos en un sentido amplio, Hunt habla de los salarios.
(6) MACERA, Pablo, "Las plantaciones azucareras andinas ( 1821 - 1875)". En sus Tra-
bajos de Historia. Vol. IV. I.N .C. Lima, 1977. p. 52.
( 7) Tizón 1874, citado en Macera, op. cit., p . 191.
(8) Citado en Macer~, op. cit.,p. 192.
(9) Las Chincha -conjunto de tres pequeñas islas (la isla Norte, la más extensa, tiene
apenas 2 km. de largo por I de ancho) ubicadas a unos 20 km. del puerto iqueño de
Pisco y a 192 km. en dirección sur del Callao , primer puerto peruano- fueron el
más importante depósito guanero. Su explotación se realizó ininterrumpidamente
entre 1840, en que el Estado firma el primer contrato para la comercialización del
abono, y 1870, en que quedan virtualmente agotadas.
(10) LEVIN , Jonathan , Economías de Exportación. UTEHA . México, 1964. Levin ase-
gura que la extracción del guano se efectuó durante el decenio de 1840 con el con-
curso de presidiarios (pp . 95-96) a solicitud de los contratistas. No hemos encontra-
do en las fuentes oficiales evidencias de ello en los años cuarenta, sino sólo después.
Si los hubo, en todo caso, fueron más bien complemento de los peones enganchados
en el litoral y no al revés , como afirma Levin, según quien unos "pocos trabajado-
res peruanos a sueldo" complementaron a los convictos. Este autor toma ciertas
cifras de los años cincuenta para explicar el período anterior. El peligro de estera-
7.onamiento es obviar el significativo movimiento de mano de obra libre que se pro-
dujo en el litoral en los inicios de la explotación del guano y el porqué de su fracaso.
(11) B.N. (Biblioteca Nacional), D 1730. De José María Lizarzaburu al Coronel Subpre-
fecto de lea, 18 de diciembre de 1848.
( 12) Ibídem.
(13) Citado en MATHEW, W.M., "A Primitive Export Sector: Guano Production in Mid-
Nineteenth-Century Perú", Journal of Latin American Studies, 9, I, Cambridge
University Press, 1977, p. 41.
(14) B.N ., D1730, 1848-1849.
(15) Los cálculos del tonelaje pertenecen a Hunt , op. cit., p. 37.
( 16) En ventas finales , el guano exportado habría generado unos 750 millones de pesos.
lbidem, p. 53.
( 17) Ibídem, p. 49.
( 18) Levin postuló que el guano fue un caso típico de "economía de enclave" que dej ó
prácticamente intocada a la economía doméstica y no estimuló la transformación
en otros sectores. Hunt cuestiona la hipótesis central de Levin y sugiere que el pro-
blema con la economía peruana no fue que el ingreso del guano dejara in tocada a la
economía doméstica; el problema estuvo en lo que el ingreso del guano provocó en
y
la estructura de precios costos (Hunt, op. cit.) .
( 19) Cálculos de Macera, op. cit., en base al censo de 1876.
(20) Mathew, op. cit.
(21) De acuerdo a las fuentes de Levin, mil nativos fueron capturados en la isla de Pas-
cua, en 186 2, para ser empleados en la industria del guano en el Perú . Posteriores
estudios han mantenido la idea de que los polinesios trabajaron en las islas guaneras
(DERPICH, Wilma , "Introducción al estudio del trabajador coolie en el Perú del
siglo XIX", Tesis Br. UNMSM , Lima , 1976; MILLONES , Luis, ''Los chinos en el
puso que "entretanto se resuelve mejorar su condición, se les pague ocho pesos
mensuales por semanas de a dos pesos, que no se les maltrate y que se cuide el ali-
mento que debe ser bueno" (A.G.N., H-4, 2004, 1853-1857, p. 95, y Mathew, op .
cit ., pp. 47-48). Es difícil precisar los salarios que los chinos percibían antes de ese
decreto (1854); los testimonios se prestan a confusión. En 1853, Piérola aseguró
que los chinos recibían, como los presos, vagos y reclutas, un diario de tres reales,
de los que destinaban dos a su alimentación, más un peso a la semana ("Informe
sobre el estado del carguío de guano en las islas de Chincha y sobre el cumplimiento
del contrato celebrado con D. Domingo Elías", 1853. Boletín de la Compañía
Administradora del Guano. Vol. IV. No. 4, 1928, p. 157). Otras fuentes atribuyen
a los chinos un jornal de un real diario y ninguna paga adicional a la semana
(Mathew, op. cit., p. 47), la misma que para los chinos se extendía hasta los domin-
gos inclusive, si hemos de fiarnos del testimonio de George Washington Peck: los
trabajadores de la isla Chincha Norte tenían descanso dominical, mientras que los
de la del Medio -donde los chinos eran casi la totalidad- no (citado en MURPHY ,
R.C. , Bird Islands of Perú. A record of a sojourn in the west coast. New York , p.
115).
Por último, los primeros con tratos de inmigración china ( 1849) habían estimado
una remuneración de cuatro pesos mensuales, es decir 3 2 reales (ver nota SO). lo
que resulta más cercano a la estimación de un real diario. El salario de ocho pesos al
mes establecido en 1854, se mantendría para los chinos durante la década siguiente
(Mathew, op. cit., p. 48) y sólo se alteraría para elevarse en el transcurso de los se-
tenta, como más adelante veremos.
(3 2) Pié rola señaló en su "Informe" que aparte de tres reales por tarea, los presos y los
chinos percibían un peso adicional a la semana (p. 157), sin que hayamos podido
corroborar esto último en ninguna otra fuente. En realidad, tal paga semanal pare-
cía no efectuarse . La información recabada por una comisión investigadora enviada
por el gobierno a las Chincha en 1853 confirmó que los presidiarios recibían sólo
tres reales por tarea; es decir, tres reales diarios, que podían ser más si efectuaban
tareas extras, sin otra paga adicional ("Expediente sobre las informaciones relativas
a las islas Guaneras", A.G.N., O.L., 380-433, 1853-1854). En 1854 se dispuso que
los presidiarios ganaran cuatro reales por tarea más dos por alimentos (A.G.N ., H-4,
2004, 1853-1857, 30 de setiembre de 1854, p. 101). Si bien el incremento de un
real por tarea se habría hecho efectivo con los años, nunca se cumplió la disposición
que les otorgaba dos reales por alimentos. Hacia 1862, los presidiarios percibían
únicamente cuatro reales por tarea (A .G.N., H-4, 383, 1863-1871, 1863, p. 7) y en
1870 esta suma permanecía inalterada (A.G.N., H-J, leg. 272, 1854-1872).
(33) A.G .N. , 0-L, 380-433 , "Expediente sobre las informaciones relativas a las islas gua-
neras" , 1853-1854.
(34) A.G.N., H-4, 416, Empresa del Carguío del Guano, Arrendamiento de servicios, art .
8, 1875 .
(35) A.G.N., H-4, 383. De José María García al Ministro de Guerra , 1863 .
(36) A.G.N., H-4, 460, 1850-1859, p . 22 .
(37) A.G .N., 383, 1863-1871. De José María García al Ministro de Hacienda, 6 de julio
de 1863.
(3 8) Ibídem.
(39) Piérola, op . cit., p. 167. Esto lo decía contemplando la posibilidad de que la explo-
tación del guano fuese asumida directamente por el Estado : "Si el Gobierno toma
la empresa de su cuenta, no tiene para trabajar con certeza sino presidiarios .. . "
(lbidem , loe. cit.).
(SO) Stewart, op . cit., p . 26; Levin, op. cit., p. 96. El contrato que autorizaba a Domingo
Elías y Juan Rodríguez a traer cutis estipulaba que "los chinos debían servir a su
patrón o amo por un período de cinco años a partir de la fecha del contrato, des-
contando el tiempo de enfermedad; que debían ejecutar cualquier labor ordenada
por d patrón; que no les era permitido cambiar ·e[ lugar de su trabajo sin permiso
escrito; que debían vestirse de su peculio y pagar a su amo el adelanto recibido para
el viaje a razón de un peso al mes. En cambio, el patrón se comprometía a pagarle
cuatro pesos mensuales, alimentarlo /y/ pagarle los gastos de enfermedad" (Stewart ,
op. cit., p. 30). El período de servicio establecido en este contrato sufrió algunas
variaciones. Hacia 1856, por ejemplo , los cutis se comprometían a laborar en las
islas Chincha por un mínimo de tres años (B.N., Dl928 , 18Sú). Los contratos fir-
mados durante los sesenta, en cambio, fijarían el plazo de servi cio en ocho a,ños.
(51) Macera, op. cit., tomo IV, p. 216.
(52) A.G.N., H-4, 416. De José María García al Director de Rentas, 5 de febrero de
1877.
(53) B.N., Dl928, Traducción de un artículo publicado en los Estados Unidos, 1856.
(54) Piérola, op. cit., p. 158.
(55) Ibídem, p . 157: A.G .N., O.L., 380-433, 1853-1854. Según Piérola, los carros, las
carretillas y los sacos nunca se entregaban del todo llenos, de allí que , en la práctica,
la tarea consistía en tres y media toneladas.
(56) Ibídem, p. 159.
(57) A.M.N. (Archivo del Museo Naval), Libro Copiador, 1877-1879, Informe dirigido al
Director de Rentas, p. 164.
(58) Piérola , op. cit., p . 158.
(59) Ibídem, p. 162, Piérola calculó los desperdicios de guano en un cinco por ciento.
Otros fueron más lejos: Francisco Cañas criticó el sistema de carguío argumentando
que las pérdidas llegaban al diez por ciento (CAÑAS, Francisco, Exploración de las
Islas Chincha con tres planos. Lima, 1854, p. 31 ). El problema persistió, pese a las
denuncias y llamadas de alarma de las autoridades. Hacia 1875, el Interventor Fiscal
del Pabellón de Pica expresaba su "profundo desagrado ( ... ) al ver y calcular las
enormes pérdidas que sufre la nación, con el sistema adoptado en los depósitos del
sur para el carguío del huano", asegurando "que desde que se coloca el huano en los
carros, hasta que entra en las bodegas de los buques, ha perdido más de un veinte
por ciento de su peso bruto" (A.G.N., H-4, 416 , Comunicación dirigida al Director
de Rentas, 13 de noviembre de 1875).
(60) Cañas, op. cit., pp. 31-32 ; Piérola, op . cit., p. 165.
(61) Piérola, op. cit. , p. 162.
(62) B.N ., Dl928, 1856.
( 63)La declaración pertenece a José Antonio Belaochaga, dependiente en las Islas Chin-
cha hacia 1853: "por cada carro les satisfacen (a los peones) 1 peso cuando lo
extraen de la parte más fuerte y dos reales para comida y cuando lo sacan de un
lugar flojo entonces solamente se les satisfacen seis reales" . Declaraciones de diver-
sos trabajadores corroboran esta afirmación , A.G.N. , O.L. , 380-433 , 1853-1854.
(64) Pié rola, op. cit ., p . 159.
(65) Ibídem, p. 171.
(66) Al peón libre se le pagó , hacia 1854, de tres a cuatro reales diarios, sin alimentos, y
en 1869 su jornal fue de seis a ocho reales (BASADRE, Jorge, Historia de la Repú-
blica del Perú. Tomo IV. Ed. Universitaria. Lima, 1968, p. 160). Es importante re-
parar en que este incremento salarial fue parte del encarecimiento, en general, del
costo de vida que ocurrió a partir de este último año. Una información más amplia
sobre jornales a mediados del siglo XIX puede verse en Macera, op. cit., tomo JV.
En base al sol de cien centavos, unidad monetaria que reemplazó al peso, el Minis-
terio de Hacienda elaboró en 1866 una escala de jornales compuesta por seis clases,
los jornales más altos eran de S/. 0.80 y comprendían la ciudad de Lima, los demás
variaban entre S/. 0.20 y 0.60 (ibidem, p. 156).
(67) A.G .N., O.L., 406, 207 . De Juan Elías (por Domingo Elías) al Ministro de Hacien-
da , 9 de mayo de 1857.
( 68) Sobre la base de las cifras proporcionadas en el "Informe" de Pié rola, Luis Pásara
("El Rol del Derecho en la época del Guano", Derecho, 28, PUC, Lima, 1970) ha
calculado la plusvalía obtenida por Domingo Elías con la explotación del guano . Si
éste cobraba al Estado doce reales por cada tonelada puesta en buque y pagaba a los
presos y chinos a su servicio tres reales por cada cuatro toneladas extraídas, estaba
recibiendo 48 allí donde pagaba tres: una ganancia a razón de 1/16 . Esta estimación
puede no ser del todo representativa: las cifras de Piérola no son ilustrativas de todo
el período (el jornal de los presos sería de cuatro pesos después de 1854, y el de los
chinos ocho pesos mensuales ; es decir, menos de tres reales diarios); sin embargo, es
válida como aproximación y expresa lo lucrativo del negocio de los contratistas.
( 69) La pena de presidio - que por lo general conllevaba trabajos forzados- era, de
acuerdo al código penal de 1862 , una pena grave : "su gravedad es tal que sigue a la
pena de muerte en la escala descendente de las penas" (García Calderón , op. cit.. p .
I 507). Su duración podía variar entre un mínimo de cuatro y un máximo de quince
años. De acuerdo a la ley , los tribunales designaban el lugar donde los reos debían
cumplir sus condenas, pero ello no siempre ocurría. El empleo de presidiarios en
obras públicas y en la extracción del guano dependió mucho de la urgencia de la de-
manda de mano de obra y de las presiones de los contratistas. Si un reo era conde-
nado a diez o quince años de presidio con trabajos forzados no significaba que iba a
pasarlos todo el tiempo en un solo lugar. Concretamente hablando de las islas Chin-
cha, el tiempo de permanencia de un reo en ellas dependía en última instancia de su
rendimiento y estado de salud : si éstos eran aceptables, el presidiario era retenido
hasta el cumplimiento de su condena; de lo contrario, era remitido nuevamente al
lugar de reclusión de procedencia (véase : A.G .N., documentos de la sección R-J,
Prefectura del Callao).
(70) A.G .N ., R-J , leg. 1O1, Prefectura del Callao, 1868-1879. Del Comandante de la
Guarnición de las islas Chincha al Gobernador de las mismas, 10 de diciembre de
1870.
(71) Ibídem.
(72) A.G.N., H-4, 385 . De Castañeda al Gobernador de las islas Chincha, 5 de febrero
de 1863, sobre presidiarios devueltos por "inútiles". Véase: A.G.N., H-4, 432
(1855-1857), H-4 383 (1863-1871), pp. 5, 20, 24, 25, 279; A.G.N., O.L., 434,
1667-1742, O.L., 2010, 2014 ( 1855); A.G .N., R-J, leg. 272 ( 1854-1872).
(73) A.G .N., O.L. 384-433, 1853-1854. La declaración corresponde a un jornalero libre
de las islas Chincha en 1853, y con ella coinciden casi la totalidad de opiniones
recogidas en el expediente.
(74) A.G .N., H-4, 373, Del Interventor Fiscal de las islas Chincha al Ministro de Hacien-
da, 20 de octubre de 1857, f. 7. La comunicación dice : "A la respetable nota de
Ud. de 5 del presente en la que me transcribe el ( . .. ) documento de 3 del mismo
acerca de la cstracción (sic) y venta de amoniaco que hacen los _jornaleros en estas
islas tengo el honor de contestar a Ud. que estas sales son halladas por ellos en tro-
zos muy pequeños y cuando han reunido alguna cantidad llenan una a dos botell as
al cabo de algún tiempo que venden a peso c/u. a cuya especulación se dedican par-
ticularmente los asiáticos, esto es inaveriguable , sin embargo si pudiera sorprender
algunas sales en esta clase serán secuestradas, lo mismo que las cristalizaciones".
(75) En las isl as Chincha fueron denunciados algunos casos de fugas de asiáticos, previo
robo de dinero o especies. En marzo de 1856 (A .G.N., H-4, 368, nota del Goberna-
dor de las islas Chincha , 20 de marzo de 1856; un caso) y en junio de 1863 (A .G .N.,
H-4 . 383, pp. 3 y 17: dos casos) . Lo curioso es que de estos tres casos, dos eran de
chinos que servían a algún "patrón" (servicio doméstico) en las islas y no eran , al
momento, trabajadores en la explotación de guano. Más que una estrategia cotidia-
na para recuperar un excedente, como fue la venta de amoniaco, el robo parece
haber sido un recurso extremo y acaso exitoso cuando no fue descubierto. El caso
del asiático Acay, quien fuera asesinado en el motín que tuvo lugar en la isla Chin-
cha del Medio, en enero de 1866, merece alguna atención . En el inventario de sus
bienes se anotó "una suma metálica aproximada a trescie ntos pesos y algunas alha-
_jillas de poco valor", que fueron reclamadas en herencia por otro asiático que asegu-
raba ser su hermano (A.G.N., H-4 , 383, de M. Zavala al Ministro de Justicia, 6 de
diciembre de 1866). Dado el salario percibido por los chinos es difícil pensar que la
cantidad acumulada por Acay fuese producto del ahorro de su trabajo como con-
tratado en el guano. Cualquiera que hubiese sido el mecanismo que les permitió
esta acumulación, se trató de una vía ilegal, puesto que los asiáticos se habían com-
prometido , bajo contrato, a no trabajar para otro que no fuera su patrón y ni aun
para sí mismos.
(76) El problema de si los presos políticos debían o no laborar en el guano salió a flote
cuando el conflicto entre Castilla y Echenique (1854-1855). En setie mbre de 1854
se dispuso que se "remita a esta capital a disposición del gobierno a los presos polí-
ticos que se han mandado a esas islas (Chincha) en distintas ocasiones (sic) y que
por su calidad de personas decentes u otras circunstancias no pueden tomar una
lampa como los demás peones destinados allí" (A .G.N .. H-4 , 2004 , del Ministro de
Guerra y Marina al Gobernador de las Islas Chincha, 15 de setiembre de 1854, p .
98). Algún tiempo después, 16 presidiarios pedirían su libertad arguyendo que per-
manecían en las islas por causas políticas (A.G .N., R-J , leg. 272, del Gobernador
Cesáreo Vargas al Ministro de Hacienda, 26 de enero de 1855). Una relación de fe-
cha posterior estableció en once el número de "presos políticos de la administración
pasada" (Echenique) , los mismos que serían remitidos al Callao junto con otros 17
reos "inapropiados para el trabajo" (A .G .N., O. L. 2018 , 5 de marzo de 1855, y
A .G.N ., H-4 , 2004, del Jefe Supremo Político y de Marina al Gobernador de las islas
Chincha , 7 de marzo de 1855).
(77) DERPICH . Wilma, "Introducción al estudio del trabajador coolíe chino en el Perú
del Siglo XIX", Tesis Br. U .N.M.S .M., Lima, 1976, pp . 32-33. Derpich sostiene que
la condic·ión del chino en el Perú fue de "servidumbre".
(78) RODRIGUEZ PASTOR , Humberto , "Los trabajadores chinos culíes en el Perú ,
Artículos Históricos", Lima,1977 (mimeo).
(79) De acuerdo a los contratos firmados en Macao hacia 1868, "queda convenido y me
doy por satisfecho - decía el firmante - que será descontado del salario que ha sido
estipulado un sol al mes hasta reintegrar en su totalidad la suma de 8 dólares". Tex-
to del contrato en Stewart, op. cit. , p. 4 7.
(80) Christine Hünefeldt , quien viene realizando algunas investigaciones exhaustivas acer-
ca de la esclavitud en Lima durante el siglo XIX, ha demostrado cómo un esclavo
negro era capaz de comprar su libertad en períodos de hasta dos y tres años, gracias
al producto de su trabajo artesanal, con el que inclusive "mantenía" a su amo . Véa-
se "Esclavitud y Familia en el Perú en el siglo XIX", Revista del Archivo General de
la Nación, 7, Lima, 1984.
(81) Contrato de 1868 transcrito en Stewart, op. cit., p. 47.
(82) Un sondeo estadístico realizado en las islas Chincha en 1853 registró en la isla Norte
42 "mujeres de vivanderos y trabajapores libres", estimando en 114 el número de
"sus hijos menores" (A .G .N., O.L. 380, 433, 1853-1854). Otros documentos se re-
fieren a las mujeres de los presidiarios y las describen como "gente de color africa-
no" (A .G.N. , O .L. 386,461, 1854).
(83) Ibídem, loe. cit. Estas condiciones fueron establecidas desde los primeros contratos
firmados por los chinos (véase nota 50).
(84) Algunos ejemplos. En febrero de 1854 se da cuenta de la fuga de treinta chinos de
las islas Chincha, "de los pertenecientes a D. Domingo Elías" (A .G.N., O.L. 386,
4:i4 , del Gobernador de las Islas al Ministro de Hacienda). En julio de 1857, el Mi-
nistro de Hacienda comunica al Gobernador de las Chincha haberse enterado de la
suspensión del "secuestro de los chinos y otros bienes pertenecientes al Coronel
Cesáreo Vargas" (A .G.N., H-4, 432, 1855-1859, f. 25). También existían en las
Chincha chinos que habían sido "comprados por el Gobierno" (A.G.N . , O . L. 386,
4 73: Del Gobernador de las Islas al Ministro de Hacienda, 21 de julio de 1884 ).
Otro testimonio señala sin eufemismos que, hacia 1876, en el Pabellón de Pica exis-
tían 87 "chinos esclavos, propiedad de la Empresa" (A .G.N ., H-4, 911, 1874-1879,
p. 345).
( 85) El 30 de setiembre de 1871 , doce reos, trabajadores de las islas Ballestas, remiten
una queja al Juez de Rematados, denunciando los malos tratos a que eran someti-
dos. Estos reos fueron transferidos a estas islas de las islas Chincha para realizar la
limpieza de la basura del guano. El expediente sobre este caso en : A.G.N. , R.J.,
leg. 272, 1854-1872.
(86) Las islas Chincha llegaron a albergar, en sus mejores momentos, a más de tres mi-
llares de habitantes. Aunque precario y efímero, se había consolidado un pueblo
alrededor de una comunidad de trabajadores. Su sede fue la isla Norte. Véase Mén-
dez, Cecilia, "Los trabajadores guaneros del Perú, 1840-1879". Memoria de Bachi-
llerato. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1986, capítulo 2.
(87) La noción de "masa aislada" fue planteada por Eric Hobsbawn para definir asenta-
mientos de trabajadores aislados geográficamente y dentro de los cuales se establece
un tipo particular de relaciones sociales (mayor roce entre trabajadores y empresa-
rios), que no se da en los contextos urbanos, por ejemplo, donde los obreros residen
por lo general en barrios diferenciados de los de sus patrones. Esta noción de "masa
aislada" ha sido empleada por Alberto Flores Galindo al caracterizar los asentamien-
tos mineros de Cerro de Paseo en las primeras décadas del siglo XX. Véase Los Mi-
neros de la Cerro de Paseo. Universidad Católica. Lima, 1983, p. 40.
(88) A.G.N., O.L., 380-433, Inventario realizado por el Gobernador de las islas Chincha,
por orden del gobierno, 1853-1854 .
(89) A.G .N., H-4, 373, del Interventor Fiscal al Ministro de Hacienda, 5 de mayo de
18S7.
(90) A.G.N . , O.L. 383-461, 1853-1854. La Casa Gibbs jugó un rol gravitante en la co-
mercialización del guano peruano durante los 50 y parte de los 60. Al suspenderse
el acuerdo del gobierno central con Domingo Elías por ciertas irregularidades y el
incumplimiento de algunas cláusulas del contrato (la suspensión del contrato se pro-
COMENTARIOS
para que el trabajo compulsivo -única ma- tuvo que esperar 1O, 20, 30 años antes de
nera de asegurar un trabajo permanente - poder reunir el monto de su valor o tuvo
fuera el eje que sustentara todo el sistema que endeudarse -vía el servicio personal-
productivo del guano. para comprar su boleta. Los culis. enton-
Dentro de este contexto no ha de extra- ces, vivían en condiciones cercanas a las de
ñar que los presidiarios hayan sido un re- los esclavos negros, a veces peores, pero
curso tan importante. La cárcel tuvo siem- también podían vivir con una esperanza
pre una íntima relación con el trabajo y la más cercana de acceder a la libertad. (Aun-
producción . Aunque en el caso peruano la que, ciertamente, en ambos casos tal "li-
relación entre encarcelamiento y escasez de bertad" no era sino un abuso del lenguaje) .
mano de obra no sea tan clara como en la En suma. el artículo de Cecilia Mén-
Europa de los siglos XVI a XIX (Melessi y dez nos permite percibir cómo, en el caso
Pavarini 1980), lo cierto es que siempre se del guano como en tantos otros, la articula-
usó del trabajo de los presos para cubrir ción de nuestra economía al sistema mun-
ciertas necesidades. La justificación ideoló- dial, con nuestras clases dominantes de por
gica era la misma : el delincuente tenía una medio, se ha dado siempre sobre la base no
deuda con la sociedad y debía saldarla: ade- solamente de tecnología "atrasada", sino
más, como decía M.F.Paz Soldán, la cárcel fundamentalmente sobre la explotación de
debía servir como "ejemplo, conversión y nuestras clases trabajadoras. Contribuir a
arrepentimiento" . Pero la "rehabilitación" esclarecer esos mecanismos de explotación
tenía también otra finalidad muy clara: do- -pasados y presentes- es uno de los apor-
mesticar al preso para el trabajo disciplina- tes más significativos de la nueva historia
do y productivo. El propio Paz Soldán sos- social en el Perú .
tenía enfáticamente que sin trabajo en las
cárceles no habría rehabilitación posible.
En el caso del guano , como demuestra el REFERENCIAS:
artículo de C. Méndez, se cumplía con am- MEDICK, Hans. "Plebeian Culture in the
bos propósitos: obtener trabajo barato y transition to capitalism". In: R. Samuel
hacer de los presos elementos aptos para in- y G. Stedman J. eds., Culture, Ideology
corporarse al ejército laboral. and Politics. Routledge and Kegan Paul.
Fueron los culis. empero, el grupo más London, 1982.
numeroso en la explotación guanera. Ellos
tenían todas las ventajas apetecibles por los MELESSI, D. y PAVARlNI, M. Cárcel y fá-
empresarios: abundante número, menor brica. Los orígenes del sistema peniten-
costo relativo, disponibilidad total y lapo- ciario (Siglos XVI-XIX). Siglo XXI Ed.
sibilidad casi impune de ejercer sobre ellos México, 1980.
la máxima explotación. Estas condiciones
motivan a la autora a tildar de "una nueva
forma de esclavismo" al tráfico chinero. La
polémica sobre si los culis fueron esclavos,
semi-esclavos o siervos es antigua y proba- Fred Bronner
blemente no sea más que una cuestión de 4 Avi Zohar
términos. Pero lo cierto es que las condicio- Jerusalén 96-26 7
nes de los chinos durante el tiempo que du- Israel
raba su "contrato" eran similares y hasta
peores que las de los esclavos negros. No Un trabajo que bien vale la pena publi-
t~nían, por ejemplo, vida familiar, ni posi- car, digno de la investigación comprometi-
bilidad de una "economía propia" (que sí da de alto nivel que estamos acostumbrados
tenían los esclavos negros como "jornaleros a ver en Revista Andina.
libres" o con sus chacras y crías). Pero en Cecilia Méndez -creo- ha examinado
todo caso era una esclavitud "a plazo fijo". concienzudamente todas las fuentes publi-
Y si bien es cierto que hubo esclavos que en cadas sobre la era del guano y ha trabajado
dos o tres años podían conseguir su liber- laboriosamente en el Archivo Histórico Na-
tad , éste no fue el caso general. La mayoría cional, algo menos en la Biblioteca Nacio-
una antropología o sociología de lo cotidia- mas del salario, de la dieta, del consumo del
no, en el segundo. Sin embargo, hay casi pueblo trabajador peruano y, en el interme-
una ausencia, en el artículo de Cecilia Mén- dio, evidentemente, a los precios. Creo que
dez, de un enfoque antropológico, pese a un trabajador o un campesino del siglo XIX
algunas referencias que hace la autora a los peruano estaba mejor alimentado que un
problemas étnico-laborales: los coolíes chi- niño de las barriadas hoy en día. El capita-
nos deberían hablar un dialecto del chino lismo, la industrialización (dependiente), la
( ¿cuál?) y comportarse culturalmente de urbanización (bajo la forma de barriadas,
una manera diferente a los trabajadores villas miserias o poblaciones en otros países
"libres", presidiarios o negros esclavos de América Latina, slums en el Africa con-
(aquello de "color africano" me parece temporánea) conllevan un deterioro de las
una frase genial, supongo que es un color condiciones de vida de las clases populares
social que escapa a los que, yo conocía , y esto no sólo se mide por el salario, sino
existían en la descomposición de la luz). Y también por el consumo, por la dieta, etc.
la sociología de lo cotidiano a veces tam- Derivo de esto dos conclusiones: a) En el
bién se pierde por algunas observaciones terreno metodológico de la Historia como
macroeconómicas, aunque estaba bastante disciplina no hay que centrar tanto la aten-
pre sen te en la tesis ( esas páginas sobre las ción en el salario en sí, como lo hace la
vivanderas, sobre el consumo de los traba- autora, sino también en los otros factores
jadores, sobre la cerveza, me gustaron mu- que actúan en la vida de un trabajador no
cho). libre; b) En el terreno político, si los traba-
Sigo con las objeciones, aunque también jadores del guano son explotados, ¿qué
podría continuar con los elogios (desafor- pensar de los trabajadores peruanos hoy en
tunadamente, aquí hay que presentar las día? Téngase en cuenta, desde el punto de
críticas para crear polémica, abrir el debate vista de ciertos verdes en la Alemania con-
y así continuar con la investigación y no temporánea, que el capitalismo no sólo con-
cerrarla con la exaltación de las virtudes y lleva un deterioro de las condiciones de vi-
los hallazgos de la autora) . La cuestión de da del trabajador actual (más calorías y gra-
los trabajadores libres: ¿son verdaderamen- sas, más alimentos artificiales, químicos, el
te libres? Cecilia Méndez habla de engan- problema de lo nuclear, las nuevas tecnolo-
che, de adelantos de dinero, de deuda . Sin gías), sino también la destrucción irreme-
embargo, a la hora de referirse al salario lo diable de la naturaleza . Como me decía
hace con la mayor libertad. Permítaseme Joan Martínez Allier, habría que calcular la
recordar que una cosa es el salario en una explotación del guano en el Perú del siglo
economía capitalista y otra en una econo- XIX no sólo por su valor monetario en tér-
mía pre-capitalista. En este segundo caso minos de cantidad y precios, sino también
habría que referirse a todos esos mecanis- en términos energéticos, en sus componen-
mos que justamente impiden que el salario tes de fosfatos, nitrógeno o potasio. ¿Cuán-
sea un salario real ; por ejemplo, la cuestión to de esta energía que acumuló Inglaterra
del consumo forzado de los trabajadores. perdió el Perú en el siglo pasado y cuánto
Hay pocas menciones a eso en el artículo, fue lo que produjo el trabajador guanero ,
son mayores en la tesis. En algún momen- sea negro esclavo, _coolí chino, libre o pre-
to, hablando de la explotación de los chi- sidiario (peruano, boliviano o chileno)?
nos, se dice que almorzaban "dos libras de Dos conclusiones finales, por falta de es-
arroz y media de carne": ¡casi un kilo de pacio y tiempo, se añaden a lo dicho: a) La
arroz y un ciiarto de kilo de carne! Perdó- introducción, que se nota artificial, sobre-
neseme, pero, si en algo conozco los mer- · impuesta, presenta los mayores errores. Se
cactos de Lima, sobre todo los de las barria- dice que cuatro décadas de la historia perua-
das, en el Perú de hoy, podría fácilmente na, supongo que de 1840 a 1880; se susten-
afirmar que mejor comía un coolí chino, taron "virtualmente en un solo producto".
trabajador del guano, en el siglo XIX, que ¿Y la plata, el oro, el cobre, las lanas, el sa-
un desempleado o subempleado de las ba- litre, el azúcar, el algodón, etc., etc.? Luego
rriadas limeñas hoy en día. es insostenible (ningún trabajo que haya leí-
La observación nos remite a los proble- do lo dice) que las tierras inglesas en el siglo
XIX se encontraban "exhaustas". Por el tazo a las notas), la autora oculta estos ha-
contrario, se trataba de elevar su ya crecien- llazgos presentando en cambio una secuen-
te productividad; b) La labor de Cecilia cia lógica de cuestiones muy tradicionales.
Méndez me parece encomiable; Jo mismo Verdaderamente que aquí hay muy poco
puedo decir de su tesis, la publicación del "revisionismo".
Seminario de Historia Rural Andina, este Este conservadurismo, ¿hace que el es-
artículo, así como del trabajo de muchas de tudio sea un ejemplo, extremadamente cui-
sus compañeras y compañeros de profesión dadoso y convincente, de historia social o
y generación. Al respecto, sólo un consejo: deja sin resolver demasiadas cuestiones im-
trabajar pacientemente. Como lector espe- portantes? Al principio, Méndez adelanta
raría leer en el futuro más trabajos de esta una serie de proposiciones justamente con-
(y aún mayor) calidad, con la misma (y aún servadoras: las riquezas del guano sentaron
mayor) abundancia en el uso de fuentes do- las bases del Estado moderno y las élites
cumentales. del Perú, y la mano de obra jugó un peque-
ño papel (en términos económicos y tecno-
lógicos) en la creación de esta bonanza.
(Después de todo, las aves hicieron horas
extras por siglos.) Sin embargo, el trabajo
Pau/ Gootenberg aún tenía un rol protagónico. ¿En qué sen-
The Institute for Advanced Study tido? ¿Qué huella dejaron los trabajadores
Princeton University aparte de acarrear el guano a los barcos?
Princeton, NJ 08540 Nuestra comprensión de cómo funcionaban
Estados Unidos la economía y el Estado en la era del guano
sigue siendo primitiva. A través de esta ven-
El rasgo más notable de "La otra histo- tana uno quisiera saber si la organización de
ria del guano" , de Cecilia Méndez, es su ra- la mano de obra afectó, y cómo, a la em-
dical · conservadurismo. La autora se aferra presa del guano y a las políticas y al Estado
a problemas particulares sin declarar nada que fertilizó . Al final de este estudio, pare-
de extraordinaria importancia, sin vuelos ce que la respuesta sigue siendo "mínima-
de la imaginación acerca de la sociedad pe- mente", aunque, como lo recalcara W.M.
ruana. Es raro encontrar tal disciplina en el Mathew , este hecho de por sí tal vez sea el
desconocido terreno del siglo XIX , donde, factor principal para comprender la econo-
para bien o para mal, cada pequeño avance mía del guano . El rudimentario sistema de
en el conocimiento de los grupos sociales producción permitió al Estado peruano un
(unos cuantos artesanos, consolidados, mi- espacio sin igual para maniobrar en la histo-
neros , los trabajadores de una hacienda), es ria de América Latina. (Esta conclusión di-
una tentación para los historiadores de con- fiere bastante de la de Levin, en el sentido
vertirlos en ventanas que den a grandes y que la necesidad de importar directamente
aun más misteriosos procesos sociales. En la mano de obra disminuyó los beneficios
el contenido, Méndez es igualmente conser- que el Perú obtuvo de este comercio.) Qui-
vadora: la era del guano dejó como legado zás debiéramos invertir la pregunta para
el Estado "moderno" del Perú, así como que tenga más sentido : ¿habría sido, por
notables reformas; la empresa misma del ejemplo, la historia la misma si los barones
guano operaba a partir de criterios comer- del guano se hubiesen visto obligados a re-
ciales "racionales" y de una tecnología currir a una mano de obra voluntaria local
"e ficiente" ; sus trabajadores no fueron o de algún modo hubiesen tenido que trans-
peor tratados que los de las haciendas y el formar las relaciones sociales peruanas para
migrante chino demostró que se adaptaba conseguir a sus trabajadores?
mejor y que era aún más eficaz política- Méndez empieza acertadamente su dis-
mente de lo que normalmente se suponía. cusión sobre la movilización del trabajo y
Quizás lo más conservador de todo sea el las formas laborales evaluando, dentro del
estilo historiográfico. Y si bien es obvio que contexto más amplio de sistemas de trabajo
el trabajo surge de una extensa y nueva do- y la movilidad de mediados de siglo, la así
cumentación de archivos (echemos un vis- llamada "falta de brazos". He aquí una ven-
No . 1, Julio 1987 57
der casi en términos de relaciones cotidia- ción, ¿pero en el caso del guano con una
nas por qué, tanto por su volumen como población aparentemente desligada de sus
por las características de su retribución, la medios de producción? A menos que este-
mano de obra guanera pudo sólo represen- mos dispuestos a incurrir en una extrava-
tar un 30/0 (Hunt 1985) del gasto total en gancia (esta vez interpretativa) como decir
la producción guanera y, por tanto, expli- que era más rentable ser vago que guanero,
car también por qué los efectos de arrastre no podremos ser coherentes teóricamente .
a este nivel (por ejemplo, vía la creación de Además, en el contexto de otras experien-
un mercado interno) fueron casi nulos. Por cias "enclavísticas" peruanas, sabemos que
otra parte, porque las aseveraciones de C. los salarios recibidos por los obreros (Cerro
Méndez permiten plantear un interrogante de Paseo por ejemplo) en épocas de clara
más general acerca de los costos de oportu- bonanza 'de la empresa, fueron más altos
nidad de la mano de obra en el contexto que el promedio de los salarios recibidos
guanero. Al comparar el nivel de las retri- por obreros en otros sectores o empresas. Y
buciones entre coolíes chinos, presidiarios en el guano al parecer sucede exactamente
y jornaleros libres nos queda la certidum- lo contrario. Uno realmente se pregunta si
bre de una desigualdad existente, donde la en términos de racionalidad, el comporta-
mano de obra coolí es la más barata. El miento económico encierra algún tipo de
prejuicio étnico, el desamparo, la capaci- secreto especial que aún no hemos podido
dad de control militar y la propia diferen- detectar. Tal vez, por ejemplo, para respon-
ciación al interior de la fuerza de trabajo der a estos interrogantes debamos pensar
son la base de esta capacidad de explota- más en una lógica del fraude -como inten-
ción ampliada en función de los chinos. ta demostrar Edmundo Paredes ( 1986)-
Estos argumentos son plausibles y ahora, que en una lógica salarial. Y, ciertamente,
además, cuentan con el debido respaldo resulta importante responderlos, en vi.s ta de
empírico. que desde esta plataforma (el análisis de la
Sin embargo, existe otra dimensión del fuerza laboral) es que debemos comenzar a
problema, una cuestión a la que a mienten- repensar no sólo el carácter del imperialis-
der no se ha dado una respuesta convincen- mo ligado a la extracción guanera, sino
te aún. ¿Por qué una empresa altamente también la imposibilidad del desarrollo ca-
rentable, en la que además se ha demostra- pitalista en el país. Es, entonces, ciertamen-
do que las ganancias de los consignatarios te "otra historia" del guano, pero que re-
medidas en función del precio de adquisi- quiere de proyecciones más amplias.
ción del producto y el precio de venta en En esta dirección es significativa la preo-
el mercado europeo fueron altas, tuvo que cupación plasmada sobre la historia de los
recurrir a un sistema laboral tan complica- Estados Unidos (que tampoco fue clara-
do en términos organizativos y tan exóti- mente racional en términos de su lógica sa-
co? ¿Cuánto hubiera sido un salario com- larial/laboral). En realidad, lo común de las
petente en el mercado laboral de la época experiencias descritas y lo que nos ofrece
capaz de alentar a los 5000 vagabundos de C. Méndez es impactante (Hahn y Prude
Lima a vender su fuerza de trabajo en las (eds.) 1985).
islas y en cuánto el pago de un salario com-
petitivo hubiera aminorado las ganancias
de los consignatarios, sobre todo teniendo
en cuenta que .estamos hablando de una
masa laboral relativamente pequeña frente Shane Hunt
a Jo enorme del volumen de transacciones y Universidad de Boston
ganancias? Hasta ahora seguimos afirmando Center for Latin American
que el grado de explotación fue alto y que Deve/opment Studies
el coolí chino fue una modalidad laboral 745 Commonwealth Avenue
para subsanar deficiencias laborales de la Boston,Massachusetts 02215
economía peruana. En el caso de las hacien- Estados Unidos
das costeñas, la dificultad de irrumpir en la
economía campesina puede ser una explica- En Lord Jim, Joseph Conrad describe la
degradación de un joven inglés que, habien- rad la usó sólo para recordar al lector la de-
do perdido el derecho a ejercer su profesión gradación moral que caracterizó al peor as-
como oficial de marina, se hunde cada vez pecto del colonialismo europeo en Asia du-
más profundamente en lo peor de la socie- rante el siglo XIX . La isla del guano es la
dad europea que en el siglo XIX parasitaba metáfora que usa Conrad para el infierno
por los puertos asiáticos. En uno de los mo- en la tierra.
mentos más depresivos de Jim, Conrad in- Si la isla guanera era demasiado terrible
troduce un personaje australiano particular- como para Jim, es difícil imaginar cómo
mente repulsivo , un hombre empeñado en habrá sido para los chinos. Sin embargo,
un proyecto. uno necesita saber cómo fue para ellos, al
"Recientemente, en algún insospechado menos para recordar su sufrimiento.
lugar -según solía contar- había descubier- Aun aparte de la esclavitud, el siglo XIX
to una isla de guano . . . 'Tan buena como fue muy cruel para incontables grupos la-
una mina de oro', y luego exclamaría . .. 'y borales; en las fábricas de Inglaterra, en las
he logrado algo que le vendrá muy bien a minas y plantaciones de algodón de los
él. Le daré empleo en mi isla'. Movía afir- EE.UU., en los sistemas laborales de contra-
mativamente su cabeza. 'Voy a meter cua- tación que emergieron en el trópico, en la
renta coolíes en el lugar, aunque tenga que selva del Congo y Putumayo y en la masiva
robármelos. Alguien tiene que trabajar la migración coolí.
materia. Oh! que no se me mal interprete: Nuestra comprensión de la migración
cabaña de madera, techo con planchas me- coolí al Perú, originalmente abierta al inte-
tálicas ... También habrá que recoger agua. rés académico por el trabajo pionero de
·cendré que merodear por ahí y hacer que Watt Stewart, ha avanzado enormemente
alguien me preste una media docena de es- gracias al excelente trabajo de Cecilia Mén-
tanques de fierro de segunda mano. Para dez. A mi juicio, ella ha escogido el mejor
recolectar el agua de lluvia, ¿no? Dejemos camino para estudiar la historia, esto es,
que él se haga cargo. Hagámoslo jefe supre- con cuidadosa documentación , un enfoque
mo de los chinos. Que buena idea, ¿no? apropiado y un tratamiento sensible de su
¿Qué piensas?' 'Hay años enteros "sin que tema. Su análisis del pasado es también re-
caiga una gota de lluvia sobre Walpole' dije levante para la comprensión de la realidad
yo, demasiado impactado como para reír. actual: •
El mordía su labio y parecía molesto. 'Oh, Buena parte del trabajo de Méndez es
bueno . . . Y a arreglaré algo para ellos o les empírica: nos habla de cuales eran las con-
haré llegar suficiente agua. ¡Qué importa! diciones laborales en las islas del guano.
Eso no es problema". Pero también aborda cuestiones de inter-
"Yo no dije nada. Tuve una rápida visión pretación de tal realidad. Una de esas pre-
de Jim encaramado en una asoleada roca, guntas tiene que ver con el uso del trabajo
con guano hasta las rodillas, con gritos de forzado. Méndez revisa las explicaciones li-
aves marinas en sus orejas, con la incandes- gadas a la coerción : el vago lamento con-
cente bola del sol arriba de su cabeza; el temporáneo de "falta de brazos" o la más
amplio cielo y el vacío océano, todo inquie- precisa idea de inmovilidad laboral. Su pro-
to y casi hirviendo en medio del calor, has- pia explicación, pienso, está mejor susten-
ta perderse de vista. 'No se lo aconsejaría tada empíricamente y es más convincente :
ni a mi peor enemigo .. .', comencé. '¿Qué los trabajadores forzados eran subremune-
le pasa a Ud.?', gritó Chester. 'Yo pretendo rados y se les podía exigir más. La elastici-
darle una buena oportunidad, apenas las dad de la curva de oferta de trabajo era
cosas caminen, por supuesto. Es muy fácil. francamente de poca importancia, puesto
No tendría casi nada que hacer; con dos que los empleadores no se veían en la nece-
pistolas en su cinto seguramente no le teme- sidad de restringirse a la oferta doméstica
ría a nada que pudieran hacer los cuarenta de trabajo. Si esta fuera cero (esto es, in-
coolíes, con dos pistolas y siendo, además, movilidad laboral) o positiva en el punto
el único hombre armado!" relevante, las condiciones políticas y socia-
A pesar de toda su humillación y deses- les imperantes permitían que el empleador
peración, Jim no va a la isla guanera. Con- no aumentara salarios para nuevas contrata-
ciones. Si los coolíes estaban disponibles y mo que una interpretación correcta de los
la estructura política permitía su importa- cambios salariales en las islas guaneras está
ción, ¿por qué no hacerlo? muy lejos de nosotros porque, incluso si tu-
Los coolíes eran usados porque era lo viéramos un buen índic.e de precios, proba-
más barato por tonelada de guano. La sepa- blemente sería adecuado sólo para Lima.
ración de este bajo costo de mano de obra Persistiría la duda respecto de la estructura
en una diferencia en salarios y una diferen- de precios realmente enfrentada por los tra-
cia en productividad debido a la mayor dis- bajadores en mercados tan remotos como,
ciplina laboral es simple conceptualmente, por ejemplo, la plaza de una isla guanera.
pero difícil de estimar. Méndez hace referencia al trabajo de
Levin, en su trabajo sobre el Africa, da Mathew sobre protestas mundiales contra
un dramático ejemplo de la importancia de las condiciones laborales en las islas guane-
la disciplina laboral. Hace notar que habían ras y hace notar correctamente que Mathew
regiones donde la mano de obra para las no tomó en cuenta las evidencias de protes-
plantaciones era importada, mientras al ta en el mismo Perú. En efecto, muchas de
mismo tiempo la población nativa era en- las fuentes que refiere Méndez son reportes
ganchada en otras partes para trabajos simi- oficiales en los que se protesta por las con-
lares. diciones laborales en muy duros términos.
El argumento clásico sobre este fenóme- Los comentarios de Méndez demuestran la
no viene de Marx, en su análisis de "La acu- necesidad de un estudio más amplio respec-
mulación primitiva", donde sostiene que la to de la formación de actitudes y políticas
disciplina proletaria sólo puede formarse si en relación a las condiciones laborales de
el trabajador es expropiado de sus propios los coolíes en Perú. Tal estudio demandaría
medios de producción. "La expropiación determinación y objetividad de parte del
del campesino de la tierra es la base de todo investigador peruano, dado que entraría a
el proceso". Marx notaba, con ironía, que un área en la cual el extranjero se pone una
un esquema de colonización en Australia, coraza de virtud para criticar los pecados
basado en un modo de producción capita- de los peruanos. Parece ser razonable una
lista, había fracasado simplemente porque hipótesis de trabajo que sostenga que la crí-
los colonos "importados" habían escapado tica externa fue más fuerte que la peruana
hacia una agricultura de subsistencia. El uso simplemente porque la élite social .peruana
de los coolíes en las islas guaneras y en la estaba ligada con intereses económicos que
costa ayudó al Estado y a los hacendados se beneficiaban del trabajo de los coolíes.
peruanos a evitar un destino similar. Si cualquier peruano hubiera observado las
Aunque el estudio de Méndez ha agrega- condiciones laborales en Misisipi durante la
do mucho a nuestro conocimiento sobre las misma época, sin duda que le habrían
condiciones laborales en las islas guaneras, arrancado comentarios más críticos que a
principalmente gracias a su cuidadoso tra- los observadores locales. En ambos casos, el
bajo de archivos, éste nos hace pensar en extranjero habría estado más cerca de la
todo lo que todavía no sabemos. Buenas in- verdad, de acuerdo a la visión de la verdad
vestigaciones crean la necesidad de nuevas que recibimos como habitantes del siglo
investigaciones. En este caso, yo quisiera XX.
sugerir algunas de las direcciones adiciona- Lo que más se echa de menos en el tra-
les que parecen más interesantes. bajo de Méndez, como seguramente ella
Primero, está la pregunta sobre los pre- misma reconoce, es la voz del coolí. A ve-
cios y los salarios, y la significación en tér- ces, unos observadores simpatizantes tratan
minos de bienestar de las tendencias de los de hablar por él, pero a él mismo no se le
salarios nominales. Existe una variedad de oye. Parece particularmente irónico que las
datos sobre salarios nominales del siglo XIX barreras idiomáticas y culturales, que a me-
dispersos en varios estudios históricos, pe- nudo le negaron al coolí la protección de
ro, hasta donde tengo conocimiento, toda- los sentimientos humanitarios de su propio
vía no hay un índice confiable de precios amo, también hayan excluido su voz del
que nos permita interpretar los cambios de registro histórico. Quizás esto no es cierto,
los salarios nominales en el tiempo. Me te- pero entonces me pregunto: ¿adónde fue-
ron los coolíes?, ¿a quién le contaron su loable) e inversionistas que sentaron las pri-
historia?, ¿qué registro de tal relato fue he- meras bases de la modernización económi-
cho alguna vez? ca queda evidenciado en la siguiente cita :
"Los señores Dreyfus hnos. y Cia. entre-
Traducción d e Sheila Campion
guen a la orden de Enrique Meiggs la canti-
dad de ciento sesenta mil libras 160,000 i
en Bonos de los ferrocarriles de La Oroya y
Puno o !11.1 equivalente en dinero" (J.F. Gar-
Isabel/e Lausent-Herrera cía, Dirección de Contabilidad General y
12, rue d'Hennemont Crédito del Ministério de Hacienda y Co-
78100 St. Germain-en-Laye mercio- 21/7/1870, B34 , AGN , Meiggs).
Francia Antes de comentar las ideas centrales del
artículo , no podemos dejar de señalar que
El artículo de Cecilia Méndez tiene el ellas pierden fuerza o devienen confusas de-
doble mérito de plantear nuevos y relevan- bido al empleo de una term in ología ambi-
tes interrogantes sobre la economía del gua- gua o inadecuada. Así , por ejemplo, se alu-
no y el de haber examinado la cuestión a de repetidas veces a "la producción guane-
partir de fuentes documentales de primera ra", al "proceso de producción", aunque el
mano, hasta ahora insuficientemente explo- contenido de estas categorí as (como queda
tadas. Nuestros comentarios se limitarán a claro a lo largo del texto) corresponde más
señalar los temas que a nuestro parecer de- bien a u na actividad ex tractiva, de recolec-
berían ser el objeto de un desarrollo ulte- ción y no de produce ión propiamente di-
rior y aquellos que nos plantean dudas o cha, y que no todo proceso laboral implica
discrepan cias, sin insistir en los múltiples necesariamente producción o creación de
aportes del artículo. nueva riqueza. La distinción no es pura-
En primer término, investigaciones igual- mente formal pues permite captar la parti-
mente detalladas deberán trazar un balan ce cularidad de las actividades ex tractivas res-
del impacto de la economía guanera sobre pecto a la explotación de la fuerza de tra-
el resto de la economía, yendo más allá de bajo. En efecto, en la extracción del guano,
la simple constatación de las "oportunida- el objeto de trabajo está dado como una
des perdidas" para así concentrarse en los masa pre-existen te y, puesto que sólo se re-
"importantes cambios" que la era del gua- quieren herramientas rudimentarias , la ma-
no suscitó en la sociedad peruana. Que la sa y valor del guano aumentan en propor-
mayor parte de la renta guanera haya sido ción directa con la cantidad de trabajo em-
destinada a fines improductivos no implica pleado sin que haya necesidad alguna de
que su impacto sea desdeñable. La enorme aumentar el capital avanzado en materias
expansión presupuestaria permitió , entre primas ( como es el caso de la industria). Es
otras cosas, la supresión de la esclavitud y decir, los beneficios aum entlin a medida
del tribu to indígena, cambiando de este que crece (en extensión e intensidad) la ex-
modo el paisaje del mercado laboral coste- plotación de la fuerza de trabajo , de allí la
ño . La consolidación de la deuda interna tendencia a sobre-explotar a los trabajado-
puso en manos de particulares considera- res imponiéndoles un sistema de trabajo a
bles sumas de dinero: ¿cuáles fueron sus destajo hasta el límite de sus fuerzas físicas.
efectos sobre la circulación de mercancías El problema de la captación y del crite-
y el desarrollo del sistema bancario? La rio de selección de la mano de obra (libre o
construcción de ferrocarriles - indebida- forzada), así como la racionalidad del siste-
mente considerada como parte de los gas- ma de explotación del guano , constituyen
tos improductivos- en un país desarticula- los ejes y aportes del artículo. ¿Por qué se
do como el Perú, ¿no integró más estrecha- recurrió principalmente a mano de obra im-
mente a la capital vastos espacios de los An- portada ( coolíes) o forzada y no a jornale-
des centrales motivando especializaciones ros libres? Aparte de las razones avanzadas
productivas? El vínculo entre los beneficia- por la autora, no debe olvidarse que el trá-
rios de la renta guanera (obtenida, es cierto , fico de coolíes fu e, en sí mismo, una activi-
al precio de una explotación humana nada dad lucrativa que rindió jugosos beneficios ,
No . 1, Julio 1987 61
como lo prueba la carta de W.R. Grace a reproducción de la fuerza laboral (14 7 vi-
Michael Grace. Según ella, en 18 70- 71, 600 vanderos y otros en 18 54 ). Por otro lado,
hombres en China costaban cada uno $100 que la autora no haya encontrado rastros
y luego de deducir los costos de flete, segu- de polinesios ( ca naques) en las islas guane-
ros y pérdidas por decesos, el costo unita- ras no implica que su existencia quede des-
rio subía a $255, mientras que el precio fi- virtuada ( en particular si la autora no pre-
nal de cada sobreviviente (540 individuos) senta cifras de la población para el período
en Lima era de $340; es decir, una ganancia 1863-1865, época en la que los canaques
neta de $84.5 por cada coolí o $45,600 hubieran podido trabajar en las islas): tam-
por cada travesía (C. Alexander G. de Seca- poco ofrece cita alguna de Maude en apoyo
da 1985 : 608). de la "insustancialidad de tal hipótesis".
Aunque intuitivamente sea sensato su- Otros testimonios tienden , por el contrario,
poner que a medida que las reservas de gua- a confirmar su existencia. Así, E. Reclus,
no se agotaban los consignatarios recurrían citando el informe médico de D'Ornellas,
crecientemente al empleo de mano de obra afirma que los dos mil canaques traídos de
forzada y que frente a la exigüidad del mer- las islas Marquesas en 1863 murieron casi
cado laboral ello se traducía en el empleo todos de tuberculosis al cabo de 18 meses
de un mayor número de chinos, las cifras (Reclus 1893 : 557). Que según las mismas
avanzadas por la autora para sostener esta fuentes de la autora el número de chinos en
hipótesis son contradictorias o bien inexis- 1857 sea de 800 ó 500 (Cuadro No. 4) o
tentes. La autora sostiene que "los jornale- que el número de presidiarios en 1854 sea
ros o peones libres siguieron participando de 183 en el Cuadro No . 3 y de 139 (en el
en la explotación del abono, aunque con el mismo año, en las mismas islas) en el Cua-
tiempo quedarían reducidos a proporciones dro No. 5, nos lleva a pensar que las fuentes
mínimas" y que "la presencia de los culis debieron ser tratadas críticamente o con
resulta, por último, la más relevante , mayo- mayor cautela.
ritaria a partir de los cincuenta" y para ello Volviendo a la cuestión del criterio pre-
cita cifras expuestas en los Cuadros No. 2 y . valeciente en la captación de la mano de
3, los únicos en los cuales se detalla la com- obra y la racionalidad de la explotación
posición de la fuerza laboral en las islas guanera, los argumentos avanzados por la
Chincha. Sin embargo, según los cuadros, autora plantean aún varios interrogantes
entre 1853 y 1854, la proporción de traba- que estudios más específicos deben tratar
jadores libres pasó de 140/0 a 210/0 (o a de resolver. En primer lugar, el estudio de
3 50/0 si se incluye en el total los "otros los mercados de trabajo y de la movilidad
trabajadores"), mientras que la de chinos de la mano de obra revelaría quizá una ima-
se redujo de 61 o/o a 540/0 (o 440/0 si in- gen más compleja que la simple idea de es-
cluirnos "otros" en el total). Si se excluye casez absoluta de jornaleros libres. Nuestra
del cálculo a los trabajadores de la isla del impresión, basada en evidencias fragmenta-
Medio (que no empleó ningún trabajador rias, es que existió efectivamente un con-
libre entre 1853-1854), la proporción de tingente de trabajadores "libres", cierta-
chinos en la isla del Norte se reduce de mente no muy numerosos en relación a la
41 o/o a 300/0 ( o 220/0 si consideramos demanda de los hacendados y consignata-
" otros") y la de libres aumenta de 200/0 a rios y cuya escasa movilidad daba al merca-
330/0 (o 490/0 si incluimos "otros" dentro do laboral un carácter marcadamente local
de la categoría "libres"). Llama la atención o regional. En estas circunstancias, es natu-
que el importante grupo de "otros trabaja- ral encontrar que la mayor parte de "jorna-
dores y habitantes" no sea analizado con leros libres" provengan de las cercanías
mayor detalle. La mención del tráfico de (lea) y que la competencia entre propieta-
opio sugiere la existencia, en una micro-so- rios y consignatarios entre sí diera lugar a
ciedad como la de las islas guaneras, reputa- los jornales relativamente más elevados en
das como desiertas, de una suerte de econo- las islas. En el texto que sigue, los emplea-
mía subterránea en conexión con provee- dos de Meiggs en Arequipa se enfrentan a
dores exteriores. Tal análisis habría permi- las mismas dificultades para la construcción
tido comprender mejor las condiciones de del ferrocarril , lo cual los conduce a recu-
rrir a la mano de obra comunera, cuya mo- proyecta de Chimbote a Huaraz , tanto por-
tivación para asalariarse difiere de las exis- que es general el entusiasmo que esa obra
tentes bajo la época del tributo indígena , inspira aquí como porque entonces, no
conservando a la vez su naturaleza (necesi- tendrían que salir de su departamento, que
dad de un excedente monetario). Nótese, es la parte ardua para estas gentes'' (Huari,
además, que el jornal ofrecido corresponde 15-9-1870, carta de B. Arana a E. Meiggs,
al pagado a los presidiarios de las islas gua- AGN, Meiggs).
neras y peones de la costa. Finalmente, un estudio más profundo
"El Sr. Franck está meditando arreglar de los jornales efectivamente pagados y, so-
con "reducciones" de indígenas que com- bre todo, de los costos totales para el con-
pren sus bienes, denominadas comunidades, signatario de cada tipo de trabajador, po-
vendidos últimamente por el Estado . La re- dría conducir a la conclusión de que, des-
ducción adquiriente se comprometería a pués de todo, las diferencias de costos no
mantener cierto número constante de peo- fueron significativas en la selección prefe-
nes en la línea durante tal tiempo que el rencial de una categoría en vez de otra. Un
abono de 4 reales diarios por individuo pro- delicado equilibrio parece haberse estable-
duzca el valor de la tierra" (Arequipa 21-5- cido entre jornal, costo total y rendimien-
1869. AGN, Meiggs; carta de La Jara/ to. De este modo, si bien los chinos reci-
Harmsen a Meiggs). bían el menor jornal, es probable que la in-
P(l)r su parte, Dows, en su búsqueda de versión inicial en la "compra" del coolí.
trabajadores libres para el ferrocarril de La amortizada sobre la duración del contrato
Oroya, escribe a Meiggs quejándose de que (prolongado de 3 a 8 años con el fin de re-
los trabajadores que él había contratado en ducir el costo por período de servicio), y
lea habían sido ya empleados por José Boza los gastos de mantenimiento en que incu-
en su hacienda, generándose así un conflic- rría el consignatario(*), vuelvan insignifi-
to de intereses (AGN , Meiggs, 20-3-1872). cante la diferencia de costos entre chinos
Benito Arana, encargado de prospectar la y jornaleros libres de la costa (y presidiarios
región de Huari a fin de reclutar mano de en la isla, cuya manutención no estaba ase-
obra para la misma línea de ferrocarril, se gurada por el consignatario). El jornalero
queja de la poca movilidad de los peones libre; por su parte, recibió un jornal supe-
dispuestos a enrolarse como jornaleros, rior, producto quizá de la compensación
dando cuenta de un mercado laboral estric- necesaria para desempeñar tareas que jmpli-
tamente local, limitado a un espacio ecoló- caban riesgo de muerte ("mangueros") y de
gico homogéneo y probablemente estacio- la competencia entre demandantes por pro-
nal (cuya explicación residiría quizá en los curarse fuerza de trabajo. Esta compensa-
vínculos con la comunidad y su condición ción era, sin duda, igual o menor a las pér-
de agricultores): didas promedio (de la inversión en la "com-
" . .. y tengo el sentimiento de anunciar- pra") que podía ocasionar la muerte de un
le que he adquirido el convensimiento (sic .) coolf.
de que de estas provincias trans-andinas es Si asumimos que los costos para el con-
de todo punto imposible conseguir trabaja- signatario de cada categoría de trabajadores
dores en número competente, es decir, en eran similares y si, como afirma la autora,
número que meresca (sic) la pena para la todos debían al menos cumplir una tarea
mencionada vía de La Oroya, porque creen diaria ( 4 toneladas de guano aproximada-
que por la distancia, sería para ellos hacer mente) , recibiendo todos seis reales por ta-
un viaje a la eternidad y que marcharían a rea adicional, entonces la única razón plim-
una muerte segura separándose a tanta dis- sible para preferir chinos residiría (aparte
tancia de sus hogares. Ninguna reflección de la larga duración del contrato) en el he-
(sic), ningún aliciente es bastante a arrancar cho de que éstos, al no descansar ni domin-
a estos infelices de esta fatal obsecación, gos ni lunes y al proporcionar tareas ex tras
hija más bien que de su negligencia, de su más frecuentemente que los jornaleros li-
ignorancia y de sus preocupaciones provin- bres (calidad que compartían con los presi-
ciales. Pero no sucedería esto si se trataba diarios), eran por consiguiente capaces de
de concurrir al trabajo del ferrocarril que se procurar una mayor cantidad de guano por
No ; 1, Julio 1987 63
semana. En suma, se prefirió a los chinos po. Esta es una de las razones por la que
principalmente por la posibilidad de ex traer aplaudo la publicación del trabajo de Ceci-
de ellos una mayor cantidad de trabajo ex- lia Méndez sobre la fuerza laboral guanera.
cedente que del resto de trabajadores. Las otras son las siguientes. En primer lu-
No nos cabe duda que la investigación gar, éste es un esfuerzo pionero por estu-
emprendida por Cecilia Méndez representa diar el trabajo humano en la producción
una contribución importante al conocimien- guanera, asunto que hasta el momento ha
to de los trabajadores guaneros del Perú en- sido inexplorado. En segundo lugar, se tra-
tre 1840 y 1879. ta de un trabajo bien hecho .
Claro, todo trabajo de investigación im-
(*) Para un análisis detallado de los costos plica selección y esto, a su vez, exclusión o
totales (salario, alimentación , vestido, limitación, circunstancias que ofrecen a los
etc .) de un coolí para t;l hacendado¡ comentaristas la oportunidad de puntuali-
véase M. Ch. Renoz (citado por Pie zar sus desacuerdos y predilecciones. El tra-
1983 : 142). Un estudio sugerente acerca bajo de Cecilia Méndez no es una excepción
del uso de trabajo forzado y trabajo li- y, por lo tanto, acto seguido me propongo
bre en la minería andina es el proporcio-
nado por E. Tandeter. La estructura de expresar por lo menos un desacuerdo y una
costos y márgenes de ganancia del con- predilección.
signatario alrededor de 1875 se encuen- Primero quiero referirme al desacuerdo .
tra en Cruchaga 1929: 225-26. Para mí el título del trabajo, "La otra his-
toria del guano", conlleva un planteamien-
REFERENCIAS: to metodológico muy claro, el de recons-
ALEXANDER G. DE SECADA, C. "Arms, truir la historia de este producto a partir de
Guano, and Shipping: The W.R. Grace la perspectiva del trabajador guanero. Ceci-
Interests in Peru, 1865-1885", Business lia Méndez no hace esto, excepto tal vez en
History Review, 59, 4: 597-621, 1985. las últimas trece páginas de su artículo. El
resto es más bien la historia del explotador
CRUCHAGA , M. Guano y Salitre. Editorial guanero: sus intereses, sus propósitos, sus
Reus S.A. Madrid, 1929. planes y la implementación de los mismos .
PIEL , Jean. Capitalisme Agraire au Pérou. Obviamente, no estoy diciendo que esto no
Deuxieme volume. Edición Anthropos. vale la pena ser estudiado. Lo que estoy su-
Paris, 1983. giriendo es que, a mi manera de ver, el títu-
lo del artículo compagina mal con su con-
RECLUS, E. Géographie Universelle Vol. tenido. Un título más adecuado pudo haber
18. Amérique du Sud. Librería Hachette sido "La fuerza laboral en la explotación
y Cia. Paris, 1893. del guano: Perú, 1840-1879".
T ANDETER, E. "Trabajo Forzado y Traba- Habiendo registrado un desacuerdo, me
jo Libre en el Potosí Colonial Tardío" , gustaría ahora hacer referencia a una predi-
Desarrollo Económico, Vol. 20, No. 80. lección. Tengo que confesar que la parte
Enero-marzo 1981 . que más me ha interesado del trabajo de
Cecilia Méndez es la última. la sección inti-
tulada "Conflicto y protesta". Aquí sí la
investigadora se coloca en el ámbito de la
"Otra historia" y nos ofrece una caracteri-
Juan Maiguashca zación del coolí guanero no como un ente
164 Munro Bvld. inerte y pasivo, sino más bien como un pro-
Willowda/e, Ontario tagonista histórico. Desgraciadamente, en
' M2P JCB una docena de páginas la autora no tiene el
Canadá espacio suficiente para desarrollar esta ca-
racterización a fondo. Claro que no se trata
A pesar de que la historia "de los de de una crítica, pues e·s evidente que la auto-
abajo" ha recibido alguna atención en estos ra se propuso en un primer trabajo explora-
últimos años en los países andinos, queda torio ofrecernos una visión panorámica de
todavía muchísimo por hacer en este cam- todos los aspectos relativos a la fuerza !abo-
ral guanera. Pero ahora que ya ha logrado han respondido con activ idades artísticas,
este fin, ¿no se le podría pedir que estudie el teatro entre ellas. Este no es el momento
más a fondo la protesta del coolí guanero? para desarrollar esta hipótesis, puesto que
En caso que se anime a abordar este tema, lo estamos haciendo en otro lugar. La única
me permito a continuación ofrecerle un par razón por la que la hemos mencionado es
de sugerencias, fruto de un trabajo paralelo porque tenemos la sospecha de que un es-
que he venido realizando por algunos años. tudio de las representaciones teatrales y
La primera es de carácter metodológico . otras expresiones artísticas de los coolíes
Creo que el método comparativo es muy guaneros confirmaría la tesis que propone-
útil en el estudio de la protesta popular. El mos. Nuestra segunda sugerencia, por lo
paso de la protesta individual a la colectiva, tanto, se reduce a lo siguiente: para com-
por ejemplo, que la autora identifica en el prender al coolí guanero como protagonis-
caso de los coolíes guaneros, se da también ta histórico no basta dar importancia a sus
en la protesta de los esclavos negros en las motines. Igualmente importantes son sus
Antillas y en la de los indígenas andinos. Es expresiones artísticas, a través de las cuales
evidente que entre coolíes, negros e indios seguramente canalizaron su protesta. En lo
hay diferencias fundamentales. Pero tam- que se refiere a la incidencia de estos dos
bién hay semejanzas, un aspecto que ha si- tipos de protesta, la hipótesis que acaba-
do por lo general ignorado. A mi manera de mos de formular podría ser un punto de
ver, estudiando debidamente estas semejan- partida: teatro en los años cincuenta cuan-
zas se puede llegar a una mejor compren- do el coolí fue la víctima de un sistema de
sión de las relaciones de opresión y explo- control casi completo; motines en los años
tación entre colonizadores y colonizados. sesenta cuando, como Cecilia Méndez lo
Esta mejor comprensión, a su vez, permiti- admite, "las condiciones de los asiáticos
rá la elaboración de estudios sobre la pro- experimentaron una mejora . . ."
testa popular de una mayor riqueza con-
ceptual.
La segunda sugerencia es sustantiva y se
relaciona con una propuesta hecha última-
mente por Alberto Flores Galindo. Este his- Carlos D. Malamud
toriador, en su hermoso libro intitulado Dpto. de Historia de América
Europa y el país de los Incas: La utopía Facultad de Geografía e Historia
andina (1986), mantiene que a fines del si- Universidad Complutense
glo XVII los indígenas andinos comenzaron Madrid 28040, España
a utilizar corrientemente formas culturales
artísticas, como el teatro y la pintura, por El acercarse al presente trabajo, que
ejemplo, en respuesta a las relaciones de aborda una temática de mediados del siglo
opresión y de explotación impuestas sobre XIX, un período bastante dejado de lama-
ellos por los colonizadores. Según Flores no de dios por parte de los historiadores
Galindo, este fenómeno se debió a un cam- latinoamericanos o que se ocupan de esas
bio notable de circunstancias pues, ya para cuestiones, representa una gran alegría, es-
fines del siglo XVII , "había terminado el pecialmente si en él se abordan cuestiones
prolongado asedio a la cultura indígena y generalmente descuidadas, principalmente
los españoles optaron por la tolerancia". los problemas sociales y económicos. Sin
¿Fue tolerancia lo que realmente permi- embargo, al comenzar. su lectura, surge una
tió el uso corriente del teatro popular y cantidad de interrogantes acerca de cuál
otras formas de arte folklórico entre los será la "otra historia" prometida, interro-
indígenas andinos? Lo dudo mucho, por- gantes que tardan un cierto tiempo en ser
que en otros ámbitos ha sucedido todo lo respondidos. Antes de que esto suceda se
contrario. En efecto, ha sido precisamente esboza el planteamiento de un cierto mode-
en períodos en que los colonizadores lo contrafactual, del tipo "que hubiera pa-
han aumentado el nivel de control social sado si la renta generada por el guano se hu-
sobre los colonizados cuando estos últimos, biera utilizado acertadamente", ya que se
desprovistos de otras válvulas de escape, parte de la idea de que el Estado no lama-
ingreso fiscal, el comercio exterior y la in- les el Estado concedió monopolios sobre el
fraestructura en el Perú, más remota se per- abastecimiento de trabajadores para las is-
filaba la opción de un "enclave" del guano las, decidieron afrontar la desigual fluctua-
con mínima o ninguna repercusión sobre la ción e incremento de embarcaciones en de-
economía peruana. Los estudios de Hunt manda de carga de guano con el empleo de
soq especialmente valiosos en descubrir las presidiarios y chinos, cuya presencia perma-
magnitudes que transformaron sustancial- nente en las islas era posible garantizar. Así
mente la condición depresiva de la econo- los contratos de carguío del guano no se
mía peruana de mediados del siglo XIX. A demoraban más de la cuenta, lo cual garan-
pesar de ello, la crítica de Hunt a los resul- tizaba igualmente los ingresos estatales. Los
tados de largo plazo del boom guanero trabajadores libres significaban costos adi-
apunta al uso inadecuado de los ingresos cionales en salarios, transportes y disciplina
provenientes del guano en proyectos "im- laboral. Era de interés de los contratistas el
productivos", sobre todo los ferrocarriles, mantener una fuerza de trabajo reducida y
y a la mínima distribución del ingreso debi- confiable . Además, para los presidiarios
do a los bajos costos laborales. ( como para los trabajadores libres, se ten-
Es sobre este último aspecto que el ar- dría que añadir) existía demanda de traba-
tículo de Cecilia Méndez elabora un bien jo alternativa en la construcción de ferroca-
razonado argumento explicativo del fracaso rriles (y en las haciendas costeñas para los
en la formación de una fuerza laboral libre libres). Bajo estas circunstancias no es sor-
en las islas guaneras. Este tema de historia prendente la alta rentabilidad que para los
laboral guanera no había sido tratado ante- capitalistas significó la explotación y co-
riormente en lo específico por los especia- mercialización del guano.
listas. Utilizando hábilmente fuentes ma- Cabría señalar si es posible en el esque-
nuscritas dispersas de las secciones de Ha- ma de Méndez considerar la administración
cienda y Justicia del Archivo General de la de la fuerza laboral en la explotación del
Nación, Méndez demuestra que hubo una guano como una faceta del "fracaso" de la
evolución én la utilización de la fuerza la- época del guano o, por el contrario, como
boral en las islas guaneras. En los primeros una adaptación "eficiente" a las condicio-
años de la explotación guanera se da "un nes éapitalistas existentes. En todo caso, en
significativo movimiento de mano de obra la evaluación ~inal de este período se tendrá
libre que se produjo en el litoral" (nota 5), que tomar en consideración el efecto multi-
mientras que hacia la década de 1850 ocu- plicador que sobre el comercio y otros sec-
rre una etapa transitoria en la cual se u ti liza tores económicos tuvo el guano. Pequeños
cada vez más trabajo forzado en las islas comerciantes, vivanderos, artesanos y tra-
Chincha, en especial el proveniente de culis bajadores del sector servicios deben ser in-
chinos y presidiarios. En la década de 1870 cluidos igualmente como integrantes de una
se da, por el contrario, conjuntamente con fuerza laboral en formación. Los efectos
el declive de la producción en las Chincha , del guano en el sector comercio no deben
una mayoritaria presencia de trabajadores subestimarse. W.R. Grace inició su gran for-
asalariados, muchos de ellos chilenos, en las tuna como empleado-socio de una tienda
islas guaneras de la zona sur, de explotación de artículos navales instalada en una embar-
más reciente. Trabajo libre y trabajo com- cación anclada por años en una de las islas
pulsivo estarán, pues, presentes en una com- Chincha. Si, como demuestra Méndez , se
binación determinada de acuerdo a ciertos corrobora la utilización de una fuerza de
factores que Méndez se propone explicar. trabajo mayoritariamente forzada en el pe-
En lo básico, Méndez atribuye el fracaso ríodo de mayor explotación en las islas gua-
del sistema local de enganche, fuente inicial neras, ¿en qué otros sectores se deben bus-
de la formación de una fuerza laboral libre car los efectos multiplicadores del guano?
en · Ja costa, a los objetivos administrativos Sería esclarecedor, además, hacer compa-
de maximización de la ganancia privada e raciones con otros sectores laborales de la
ingreso estatal provenientes de la explota- costa para constatar si los efectos indirec-
ción del guano. Los contratistas privados tos del guano contribuyeron o no a la for-
(Elías, Alvarez Calderón y otros), a los cua- mación de una fuerza de trabajo libre ( ¿en
hecho por Cecilia Méndez: ¿por qué no in- Parece del todo cierto que en los depósi-
vestigar lo sucedido en otras islas guaneras?, tos guaneros no trabajaron grupos de poli-
¿por qué no investigar lo que acontece años nesios, como nos dice C. Méndez. Ella ase-
después, cuando va decayendo la presencia gura equivocadamente que los polinesios
de los chinos culis? que ingresaron al Perú los años 186 2 y
Veamos a continuación los pequeños e 1863 fueron 4,300. La relación más precisa
involuntarios gazapos, que son, nos parece, que se conoce de las embarcaciones que tra-
sobre todo acerca de información no bien ficaron con colonos polinesios y el número
revisada. de ellos han sido presentados por Mario
La autora nos dice que "el Perú vivió Castro de Mendoza en su libro La marina
(entre 1840 y 1879) de sus exportaciones mercante en la República 1821-1968, edi-
de guano. Casi cuatro décadas de bonanza ción de 1980. Este autor, que utilizó como
económica sustentada virtualmente en un fuente la información del archivo del Mu-
solo producto". Como consecuencia del seo Naval del Perú, indica que los poline-
guano se consolidó, añade, "una nueva cla- sios ingresados fueron 2,816, faltándole
se dirigente" a la que, como nos recuerda la precisar el número de polinesios de cinco
joven historiadora, Jorge Basadre llamó buques de un total de 30 embarques. De
plutocracia. Téngase en cuenta, empero, ninguna manera esta ausencia elevaría el
que Basadre no dice que la nueva clase que número en 1,500 polinesios más, ya que
va emergiendo se enriqueció sólo con el tres de estos buques, en otros viajes que
guano, sino " ... también (con sus) propie- realizaron, sólo trajeron (entre los tres) a
dades urbanas y, a la vez, en el auge que su- 87 polinesios.
pieron dar a sus haciendas trabajadas prin- En la parte dedicada a "conflicto y pro-
cipalmente por los chinos" (Historia de la testa", la autora supone que los motines en
República. T. IV, p. 224). Es evidente, las islas guaner¡¡,s tendrían carácter precur-
pues, que la autora no tiene muy en cuenta sor pues ocurren antes de 1869, fecha en
la importancia económica que hubo y los que suceden, de acuerdo a lo que conoce
cambios sociales que ocurrieron en el agro C. Méndez, "las primeras sublevaciones o
costeño como consecuencia del cultivo ex- conspiraciones de asiáticos". Amotinamien-
tensivo de algodón y azúcar. Y añadido a tos Y- otras formas de protesta de chinos ha
ello lo que económicamente representó (no habido desde los primeros años en que se
gran cosa en comparación con el guano, pe- inicia la inmigración. Y no sólo cuando ya
ro significó algo) la venta de los contratos estaban en las costas peruanas, sino tam-
de los chinos, así como lo que estos miles bién, y de formas muy graves, durante la
de culis fueron como mercado que consu- travesía entre Macao (u otro puerto chino)
mía alimentos y vestimenta. y Callao. Estamos sí seguros que estos amo-
En varias oportunidades la autora nos tinamientos se acentúan a partir de 1870,
dice que todos los chinos que vinieron al en tanto desde este año el número de culis
Perú salieron en barcos que partieron de que van ingresando a las haciendas es mu-
Macao, colonia portuguesa en los mares cho mayor. Además de que un conocimien-
chinos. No es así. También partieron bar- to más preciso de cómo comportarse ante
cos de puertos del mar del sur de China, una nueva realidad total (geográfica, social,
como Amoy, Swatow, Whampoa, Cantón. racial, económica, costumbres, etc.) la tie-
Esto ocurrió los primeros años del tráfico. nen los chinos conforme han pasado los
Posteriormente, los barcos chineros parten años y las múltiples experiencias individua-
exclusivamente de Macao, cuando el tráfico les se van conjugando en un solo haz.
amarillo al Perú, Cuba y Estados Unidos se Pero no son los asuntos mencionados en
regulariza. Para ello era necesario tener en los últimos cuatro párrafos con los que
esos momentos mayor libertad de acción principalmente discreparíamos. Son los que
-que no la permitían los colonizadores in- indicamos en las líneas que siguen.
gleses y sí la admitían los p~>rtugueses- , Una primera parte importante del artícu-
así como construcciones adecuadas; los ba- lo está destinada a analizar el mercado la-
rracones, donde podían quedar "almacena- boral a partir de la década de 1840 y la for-
dos" los chinos que esperaban emigrar. ma específica como la industria del guano
No . 1, Julio 1987 69
solucionó sus requerimientos de mano de dice, luego de presentar las características
obra. Sobre este asunto, la autora concluye del contrato del chino (olvida una de las ca-
en que "la explotación del guano descansó racterísticas fundamentales), que el dinero
mayoritariamente en una fuerza laboral de que éste recibe como pago semanal no debe
carácter forzado, en la que los asiáticos ju- ser considerado como salario, pero que eso
garon un rol fundamental". ¿Por qué fue es algo importante porque lo diferencia del
esto posible? Ella nos da otra conclusión, esclavo de origen africano. Además, otro
según la cual "la presencia mayoritaria de elemento diferenciador fundamental es que
asiáticos y presidiarios obedecía a intereses el culi tenía la opción de ser libre al final
económicos muy específicos. Pero estos del contrato. Por todo ello, Derpich termi-
costos estaban a su vez en función de la na diciendo que el chino estuvo en una si-
oferta laboral". tuación de servidumbre y prefiere denomi-
En estas conclusiones generales podemos nar a este trabajador asiático como "coolie"
estar de acuerdo con Cecilia Méndez, pero (sic) u hombre alquilado. Lo de "coolie"
no en reducir todo a "los intereses econó- no es nada más que la versión en inglés de
micos". Claro que ella no hace una reduc- lo que en castellano llamamos culi.
ción tan simple, pero no resalta, hasta los Como se anticipó, Wilma Derpich olvida
mismos niveles de importancia que los cri- una característica importante, que es la
terios económicos, lo destacable que era deuda implicada dentro del contrato que el
para los consignatarios del guano, igual que chino llevaba sobre sus hombros durante
para los hacendados, la disciplina de grupo años, hasta que con su trabajo terminaba
en el trabajo, la voluntad de trabajar cuan- de pagarla. Agregado a este olvido debemos
do había estímulos materiales, los hábitos decir que no es admisible referirse en este
de trabajo que tuvieron los conjuntos de caso a servidumbre ni a siervos. Este régi-
gente que participaron en la extracción del men se refiere a un señor propietario de la
guano de isla. Y lo esencial, indicado por tierra y a un siervo que depende de él, el
Macera y citado por Méndez, era, además, cual trabaja gratuitamente una cantidad de
la adopción de un tipo de trabajador por- días al año y por ello generalmente recibe
que ello implicaba una específica relación un pedazo de tierra que usufructúa. W.
social. Cierto tipo de relación social se Derpich sabe bien que el chino que trabajó
acondiciona siempre a las exigencias histó- en las haciendas estuvo lejos de aproximar-
ricas contextuales de la "producción". Y en se a estas características y si recibió un pe-
este caso lo que más se adecuó a las exigen- dazo de terreno fue muy tardíamente, jus-
cias productivas del guano fueron los semi- to cuando finaliza su condición de contra-
esclavos cutis y los presidiarios. tado e ingresa a un nuevo régimen que sí se
Nos acabamos de referir a los culis con- aproxima al de servidumbre.
siderándolos como semiesclavos. Y alrede- Las condiciones del contrato, ella tam-
dor de ello hay una discusión con Cecilia bién lo sabe, están lejos de referirse a algún
Méndez y también con Wilma Derpich. El tipo de alquiler. Hay alquiler cuando una
poco interés por lograr una precisión al res- tercera persona da a otra un bien para que
pecto ha conducido al absurdo de que, en- lo utilice duiante un tiempo determinado y
tre cinco o seis personas que regularmente por lo cual esta persona recibe algún tipo
han investigado sobre los chinos, tres de de compensación. ¿Quién era la tercera per-
ellas hayan intentado definir la relación so- sona propietaria del culi chino que lo alqui-
cial establecida a partir de la presencia de laba a los hacendados costeños o al Estado
los culis y que se haya dado tres definicio- peruano propietario de las islas guaneras o
nes diferentes. En el fondo hay, a nuestro a alguno de los consignatarios del guano?
entender, dentro de una misma orientación No la hay y por eso no hay alquiler posible
teórica criterios metodológicos distintos. ni de fuerza laboral ni de bienes inmue~
Presentamos, discutiendo por supuesto, es- bles(*).
tas tres definiciones en el interés de avanzar (*) Nota de redacción: Al cierre de la edi-
en este problema. ción, H. Rodríguez Pastor no nos había
Wilma Derpich, en su tesis de bachiller hecho llegar todavía el final de su co-
que en 1976 presentó en San Marcos, nos mentario.
país y una ideología asiática del respeto a años pasaron muchas cosas sobre ese zóca-
los compromisos los llevaban a soportar . lo: cambiaron las justificaciones, hubieron
más fácilmente la explotación: en vez de conflictos no sólo de chinos para matar a
hacer una resistencia pasiva al trabajo (que un caporal , sino también entre las fuerzas
hubiera sido la reacción más nuestra), el políticas gobernantes y entre las ideologías
chino trabajaba más para que no lo moles- imperantes en relación con el tema de los
taran. En ese sentido, su formación cultural chinos . La legislación tiene marchas y con-
lo hacía más sensible a la presión y, por ese tramarchas. Al final del trabajo, se insinúa
mismo motivo, se le hacía más presión que algo sobre esto. Pero no hay un análisis de
al peruano. Un segundo aspecto cultural ese contexto sumamente importante para
que debe haber influido es el hecho de en- comprender el fenómeno histórico en su in-
contrarse inmersos en un medio diferente y tegridad . El concepto de "masa-s aisladas"
hostil (tratados mal por los blancos y odia- es útil para entender estilos de vida , etc.
dos por los mestizos y los indios). En con- Pero esos enclaves funcionan dentro de un
secuencia , el chino tenía menores posibili- panorama más amplio, y las condiciones de
dades de quejarse, lo que lo convertía en posibilidad de la existencia de tales encla-
un trabajador muy "cómodo". ves están dadas fuera de ellos. Me parece
Por último, posiblemente razones políti- que un estudio más detallado de las leyes
cas hacían muy difícil que un peruano fue- de inmigración y de la legislación laboral
ra tratado con la dureza con que se trataba nacional de la época ( incluyendo, por cier-
a un chino. La ideología liberal dominante to, los debates parlamentarios y nacionales
-que había obligado a abolir la esclavitud- en torno a esas leyes) aclararía más el pano-
s'e habría resentido demasiado con las cade- rama .
nas, las prisiones privadas, los azotes, etc ., Por último, hay pequeños aspectos de
castigos que eran ilegales, pero que no eran detalle que podrían ser corregidos o com-
clandestinos en el caso de los chinos;-Sino a pletados. Por ejemplo:
la vista de todos. Esto era posible porque al 1) La ley de inmigración de 1849 no estu-
chino se le veía como "al margen del con- vo vigente durante 25 años, sino que fue
tra to social"; no pertenecía a la sociedad derogada por la ley de 19 de noviembre
peruana y era posible no prestar mucha de 1853 . Luego se da otra ley de inmi-
atención a las contradicciones entre la vida gración el 14 de marzo de 1861. Ade-
que lo hacían llevar y los aspectos más ele- más, durante todo el período de esos 25
mentales contemplados en la Constitución años hay un sinnúmero de disposiciones
y en las leyes. legales ( decretos supremos, resoluciones,
Por consiguiente, el culi chino resultaba etc.) que regulan la inmigración asiática
preferible para el "empresario" no sólo por- y que cambian con bastante frecuencia ,
que ganaba menos, que el peruano, sino por- de acµerdo a ese panorama político-so-
que, además, faltaban peruanos, porque a cial al que antes hacíamos mención . Es
los chinos se les podía obligar a trabajar verdad que la vida efectiva del chino
más que a los peruanos y porque a los chi- cambia poco a través de todo ese cambio
nos se les podía tener vinculados a una em- de legislación, pero no se lo puede igno-
presa guanera o a una hacienda como si fue- rar. Y sobre todo, no se puede afirmar
ran esclavos, lo que permitía una cierta es- que una sola ley rigió todo el período.
tabilidad y permanencia en el trabajo. 2) El mayor ingreso nacional producido por
También creo que el trabajo de Cecilia el guano dio efectivamente lugar a impor-
Méndez ganaría mucho si se desarrollara taciones improductivas. Pero no me pa-
un poco más la "historia chinera" . rece que un ejemplo de éstas sean los fe-
En general, el tema aparece tratado co- rrocarriles. En cambio, es mucho más sig-
mo una unidad: es un hito dentro de la His- nificativo el hecho de que haya aumenta-
toria del Perú, pero parece no haber habido do fundamentalmente el consumo sun-
una historia dentro del mismo. No cabe du- tuario europeo : vinos y perfumes de
da de que todo el período tiene un zócalo Francia, muebles de Inglaterra, etc. El
de brutalidad y explotación que Cecilia guano rompe el patrón español de consu-
Méndez describe bien. Pero durante esos 25 mo, todavía relativamente austero. Co-
1110 simultáneamente se vive una fascina- como gastos improductivos o a las "exhaus-
ción por los países "modernos" de Euro- tas" tierras europeas. Pero, lo que es más
pa ( Franda e Inglaterra), se adoptan los importante, no se apunta suficientemente
estilos. de vida "modernos" y con el gua- al examen de las relaciones ..:ntn: la organi-
no se pagan los bienes "modernos". zación del trabajo en la econrnnía )!llanera
3) Es exacto que el modo de producción y el resto de la economía perna11.1. ,, ..:n tor-
del guano no ca111 bia la vida de las zonas no al Estado y sus políticas. Asin11s1110, se
donde es extraído: su "producción" es traduce cierto sentido de oportunidad per-
elemental y basta casi con cogerlo, ensa- dida para un "desarrollo autóno1110", pero
carlo y exportarlo. '.\:o hay un valor-agre- que no alcanza a elaborar -aun a riesgo de
gado local. Pero no se puede desconocer plantear preguntas con trafactuales- sobre
L'l i111pacto qlle esta actividad econó111ica las implicancias que podría haber tenido
tienL· sobre el contL':\lo econó111ico-so- para la sociedad peruana el no contar con
cial. como lo señala dL· paso la propi,1 la posibilidad de traer a los cutis y tener
CL' Ltita Ménde7., es el guano el que pcr- así que intervenir sobre las formas sociales
111 itL' abolir la csclavit11d y el trih11to in- corporativas, como la comunidad campesi-
dígena. l:stas son transtor111acio11es ma- na y los diferentes gremios artesanales. Una
yores. Me parece que el acento en el as- pregunta que, con obvios cambios, tiene
pecto netamente laboral del problema resonancia hoy en día.
(<Jlll' es muy importante y que pocos En lo que respecta a la primera parte del
han trabajado) ha hecho que se dé me- artículo que trata sobre la conformación de
nos i111portancia a las conexiones entre la fuerza de trabajo en la economía guane-
ese aspecto laboral y la vida 11acio11 ;1\. ra, podemos observar que los Cuadros 2 y 3
En resumen , el trabajo 111e parece hu..:no no alcanzan a ser adecuadamente analiza-
y pienso que será muy Íltil su publicación dos, pues allí se muestran ciertos incremen-
en Revista Andina. tos en el número de trabajadores libres. lo
cual relativizaría algunas afir111acion..:s verti-
das en el texto. Asimis1110, la categoría de
"otros" no es analizada, pese a su magnitud
y posibles implicancias en términos de rela-
Fernando Villafuerte Medina ciones más allá de las islas. Ta111 bié1i se nota
Centro Las Casas un uso indebido del término "producción"
Apartado 4 77 guanera allí donde hubo más propiamente
Cusco, Perú explotación , lo cual tiene relación con la
organización y división del trabajo.
Dentro de los estudios de la econo111ía La observación mayor que podemos ha-
del guano, el trabajo de Cecilia Méndez tie- cer a la pri111era parte es, sin embargo, la
ne las virtudes de utilizar fuentes documen- referida a la utilización del salario como ca-
tales de pri111era mano (siguiendo a los pio- tegoría a la cual se le otorga tanto énfasis
neros Hunt, Bonilla y Maiguashca) y, a explicativo. Creemos que ver solamente la
través de ellas, plantear interrogan tes nue- cuestión de los jornales puede llevar a sub-
vos que resultan sugerentes para posterio- es timar los costos totales que traer a los
res estudios. culis y las respectivas co111isioncs implica-
Siguiendo un poco su propio orden de ban, además del atractivo nada desdeñable
exposición, realizaré algunas observaciones para los peruanos que negociaban estos
que considero que no comprometen el in- asuntos, tanto en términos de ganancias
dudable mérito y valor de su trabajo. monetarias como por la posibilidad de que
La lectura del artículo deja una pri111cra pasado el término de los contratos los tra-
impresión en torno a la introducción, la bajadores asiáticos llegasen a sus propieda-
cual 110 parece estar a la altura de las dos des agrarias en la costa peruana . Por el lado
secciones qu¡; le siguen. Se formulan pro- de las posibilidades de una mano de obra
posiciones que son correctas en lo general, peruana en las islas, los datos que la autora
pero que contienen inexactitudes, como proporciona muestran un cierto grado de
aquellas que se refieren a los ferrocarriles relación con la región iqueña, lo cual habla
No.1,Julio 1987 73
Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
tal vez de una no tan inelástica oferta de bable que las rebeliones Taiping en la China
mano de obra. Sin embargo, las afirmacio- tuviesen por efecto la migración de pobla-
nes de C. Méndez no se pueden relativizar ciones con características regionales y cul-
mucho, pues la "economía oculta" ; es de- turales específicas. Llegadas a las islas,
cir, las diversas relaciones sociales presentes ¿cuáles fueron las características de estas
en las comunidades campesinas y los gre- microsociedades? La autora nos refiere que
mios de artesanos, hacía probablemente en los cincuenta hacían teatro y en los se-
poco atractivo el trabajo en las islas. La senta se rebelaron : ¿qué sentido de comu-
comparación con lo que se sabe sobre sala- nidad forjaron allí? En fin, algo más de eso
rios y captación de mano de obra para los que E.P. Thompson denomina la "experien-
ferrocarriles del centro y del sur podría ha- cia vivida" por las clases populares.
ber ofrecido una perspectiva sugerente que Relacionado a este mismo punto, hubie-
afinase el tratamiento de estos aspectos. se sido interesante ver cómo los culis imagi-
En la segunda parte del artículo surge naban al Perú, del mismo modo que saber
también esta misma observación. Debo con- la visión que las clases sociales peruanas te-
fesar mi predilección por las secciones que nían de ellos. La "otredad" de los cutis
tratan sobre la organización del trabajo , la pudo relegarlos a la indiferencia de los pe-
explotación difereñciada y, especialmente, ruanos acerca de su situación, pero durante
sobre conflicto y protesta; sin embargo, ha- cuatro décadas las cosas seguramente algo
bría una mayor posibilidad de enriquecer cambiaron. Una historia social informada
conceptualmente los materiales presenta- por la antropología es una tarea incipiente-
dos de adoptarse el recurso de comparar la mente asumida en el Perú , pero tiene inclu-
situación de la mano de obra asiática en las sive relevante importancia para nuestros
islas guaneras con la de africanos y asiáticos problemas actuales.
en el Caribe y otras partes del mundo que En síntesis, el trabajo de C. Méndez es
en el siglo XIX presenciaron el surgimiento una oportunidad poco frecuente de intro-
y expansión de economías de exportación. ducirnos no sólo en temas referentes a la
Asimismo, la segunda parte del trabajo economía guanera en el Perú del siglo XIX,
muestra interesantes aspectos que no son sino en las posibilidades de la historia so-
suficientemente aprovechados en el análisis. cial para iluminar los problemas de nues-
Quizás por sesgo profesional desearía un tros días. Esperamos que otros estudiosos
mayor tratamiento antropológico de la cul- prosigan esta tarea con el cuidado y acucio-
tura que los culis trajeron consigo. Es pro- sidad de C. Méndez.
RESPUESTA
universo de la explotación del guano (siglo
Cecilia Méndez G. XIX) que tenía como eje el estudio de la
Facultad de Ciencias Sociales conformación, características y condiciones
Universidad Nacional de de vida de su fuerza laboral, sin excluir una
San Cristóbal de Huamanga visión global sobre las funciones económi-
Apartado 76 cas directa o indirectamente vinculadas con
Ayacucho, Perú la explotación del guano en y alrededor de
los depósitos. Tal estudio, concluido luego
de algunas interrupciones en mayo de 1986,
En 1984 y bajo el aliento de una pro- fue presentado como Memoria para optar
puesta colectiva del Grupo de Investigación el grado de Bachiller en Humanidades con
y Difusión de Historia Taki Onqoy, empecé mención en Historia en la Universidad Ca-
a desarrollar una investigación referida al tólica del Perú-Lima. La novedad casi abso-
parente claridad que a veces otorga la leja- los linderos estrictamente académicos, a tra-
nía para racionalizar la lógica del conjunto vés de libros que, como el de Julio Cotlear,
(o desmembrar sus partes), pero con la in- Clases, Estado y Nación en el Perú, divulga-
quietud no menos legítima de sugerir pro- ban eficientemente la Historia del Perú co-
blemas que, siendo teórica y académica- mo una sucesión de fracasos). Esta imagen,
mente importantes, son también -y princi- por tanto, no puede ser obviada como si no
palmente- problemas de una historia que existiera. Posiblemente todavía forma parte
le preocupa porque forma parte de su pro- de la idea de la Historia del Perú que mane-
pio devenir como país y como colectividád~ jan muchos peruanos (en ella, el "episodio
No estoy proponiendo una disyuntiva entre del guano" no pasaría de significar estafas,
el análisis del que "es parte" y el que es derroche, enriquecimiento de algunos, fe-
"de afuera" (creo, más bien, que ambos se rrocarriles y gastos improductivos) y, en
alimentan recíprocamente como lo demues- tanto es así, requiere ser explicada. El pun-
tran los debates que promueve Revista to de partida -que explica el punto de lle-
Anüina). Pero -y aquí recuerdo y concuer- gada- es que los fabulosos ingresos que re-
do con las afirmaciones de Alberto Flores tuvo el Estado peruano con las exportacio-
Galindo en un debate anterior en esta mis- nes de guano (en constatar ello radica el
ma revista- debemos convenir en que la mérito de Hunt y su avance en relación a
óptica, las motivaciones y preocupaciones Levin), debieron propiciar una vía de desa-
serán siempre distintas. rrollo capitalista en el Perú. Tal cosa no se
habría dado (aunque queda por precisar
11 qué se entiende por desarrollo y por capita-
Debo confesar que nunca imaginé que lismo); de allí el "fracaso". Este anhelo
los comentarios llegarían a ser tantos. Será (casi desarrollista al estilo rostowniano) de
obvio para el más paciente lector que no ver reproducirse el capitalismo en los países
podré satisfacer las demandas de todos mis llamados subdesarrollados o de medirlo
comentaristas, así que me limitaré, en lo todo en función de esa posibilidad ( o impo-
que sigue, a rescatar las críticas más reitera- sibilidad), siempre de acuerdo a un "esque-
tivas y a aclarar algunos puntos que .pueden ma ideal", ha seguido y sigue siendo el quid
prestarse a equívocos (si no lo han hecho de las preocupaciones de muchos investiga-
ya). Curiosamente, son algunas de mis afir- dores (y ello obviamente trasciende el tema
maciones de la introducción (dos páginas y del guano). El propio Gootenberg, cuyos
media en un total de 73 en el texto origi- estudios podemos considerar por lo menos
nal) las que han provocado las mayores sus- innovadores en la historiografía sobre el
picacias. Derpich y Malamud malen"tienden siglo XIX peruano, parte de la constatación
mis argumentos de entrada asumiendo que del fracaso de una vía industrialista en el
parto de supuestos a los que precisamente Perú del siglo XIX(3). Sus aportes, pues, no
aludo críticamente. Sería por lo menos ex- están tanto en un punto de partida diferen-
travagante derrochar tantas energías en un te dentro de la historia del guano, sino en
tema fundando la importancia de su estu- las explicaciones de este "fracaso", que casi
dio en ser el motor de algo tan vago como literalmente dan un "vuelco" a los argumen-
una "oportunidad que se perdió". Una lec- tos que Bonilla propusiera hace trece
tura despojada de prejuicios sería, creo, años( 4 ). A partir de los estudios de Gooten-
más enriquecedora y puede ser complemen- berg, estrechez del mercado, falta de capi-
tada, además, con una bibliografía que no tales o ausencia de "espíritu empresarial"
cité en toda su amplitud porque no incidía no serían más razones que expliquen el fra-
en el tema directamente, pero, sobre todo, caso de -específicamente- una vía indus-
por darla por sabida. trialista en el Perú (Lima) al amparo de los
La imagen de la era del guano como la dividendos del guano; y las razones de este
"oportunidad perdida" para el desarrollo fracaso, más que en la ausencia de condicio-
del Perú, que se perfila sobre todo en los nes internas para tal de§arrollo, se encon tra-
trabajos de Shane Hunt y Heraclio Bonilla rían finalmente en el terreno de las decisio-
de la primera mitad de los setenta, ha sido nes políticas. El debate en torno a la posi-
sumamente difundida (más allá inclusive de bilidad de un "desarrollo capitalista" en el
Perú a partir del guano posiblemente va a mos su análisis en las premisas de ciertos
seguir dándose, y es probable que los argu- esquemas ideales que algunos quisieran ver
mentos -vistos desde las provincias y no reproducidos en el pasado, sin lograrlo. Es
sólo desde Lima- den uno y . mil giros(S). comprensible que a tal constatación sobre-
Finalmente, y habrá que convenir en ello venga un cierto ánimo frustrante (sobre
los más grandes aportes de las investigacio~ todo en el caso de ser peruano); y ello
nes dedicadas al tema no residen tanto en obviamente incide en una particular mane-
lo que concluyen (se cumple o no se cum- ra de interpretar el presente y proponer
ple un "ideal esperado"), sino en lo que opciones futuras, en el Perú. Pero esto es
van descubriendo en el camino ; y es en este entrar en un debate político y creo que ya
sentido que perdura, por ejemplo, el traba- nos hemos alejado bastante del tema.
JO de Hunt. III
La particular dinámica generada por el
guano al interior de la sociedad, la econo- Ahora responderé a las críticas que apa-
mía y las estructuras del Estado peruano recen más reiterativamente en los comenta-
está -no obstante los notables avances- rios y que tienen que ver con las temáticas
todavía muy lejos de perfilarse ante noso- centrales del artículo. Estas se refieren bá-
tros con claridad. La ejemplar tesis de Al- sicamente al énfasis, o falta de énfasis, de
fonso Quiroz (La Consolidación de la Deu- ciertos argumentos explicativos destinados
da Interna Peruana, 1850-1858: los efectos a responder a la pregunta de por qué se
sociales de una medida financiera estatal. recurrió preferentemente a los chinos como
Pontificia Universidad Católica, Lima, mano de obra en la explotación del guano.
1980) tendría que tener su contraparte en Contreras, Trazegnies, Rodríguez Pastor
el análisis de otras medidas estatales igual- y Deustua me reprochan un énfasis en los
. mente importantes, como quedó dicho arri- aspectos económicos que mediaron en esta
ba, así como en el estudio de las diversas elección (salarios y costos del trabajo, en
formas de capitalización de los ingresos del general) y una falta de desarrollo de los
guano en el sector privado (en la forma en aspectos culturales referidos tanto al com-
que, por ejemplo, lo hizo Manuel Burga en portamiento de los trabajadores libres
su estudio sobre el valle de J equetepeque). (Contreras) como de los chinos (Trazeg-
Las transformaciones ocurridas en los puer- nies), que contribuyen a explicarla. Puedo
tos -y particularmente en el Callao- a par- aceptar esta observación global y enunciada
tir del guano parecen haber sido -como he- así, de esta manera, pero de ninguna mane-
mos tenido la oportunidad de constatar- ra que mi argumento es "reduccionista"
realmente de una gran .envergadura(6). Ha- (Rodríguez) o que una vez constatado que
bría que buscar también por estos circuitos sí era posible reclutar peones en el litoral,
(estoy de acuerdo con Quiroz) los "efectos yo atribuyo la negativa de los contratistas
multiplicadores" del guano (en la forma- a hacerlo a una razón de "avaricia", pues
ción de mercados de trabajo, en las estruc- ello no sólo no es mi argumento (como
turas del comercio portuario, en las propias Contreras pretende, separando mis frases
transformaciones demográficas). Quizá en de su conjunto y completándolas con las
adelante ganaríamos más desde este tipo de suyas propias), sino que de sólo escribirlo
enfoques que a partir de un "fracaso" cu- me resulta risible y pueril. Precisamente los
yas posibles explicaciones nos conducirán, argumentos que siguen (y que Contreras
con muchas probabilidades, a más de un obvió muy fácilmente) inciden en los as-
callejón sin salida. Finalmente -quizá po- pectos que, trascendiendo los costos del
damos convenir en ello-, importa más res- trabajo, destacan aquellos factores que ha-
catar y comprender lo que el guano generó brían sido, en última instancia, los decisivos
que lo que no produjo (me reafirmo en lo para optar por uno u otro tipo de mano de
dicho en la introducción) ; después vendrán obra: "lo que se paga y no tiene precio"
los "ismos" que definan estos procesos. La no es el trabajo, sino la seguridad de contar
historia es - y ello no puede obviarse- con una fuerza laboral permanente y siem-
"más complicada que la teoría"(?) y lo su- pre disponible. "Trabajo seguro en cual-
ficientemente rica como para que detenga- quier día y a toda hora" que parecían no
brindar los peones locales y en cambio sí los empresarios que empezaban a razonar
los chinos. En suma, no es mi argumento en términos "capitalistas", ni, particular-
- como parecen haber interpretado algu- mente, a los requerimientos laborales de las
nos- que los criterios de rentabilidad que industrias de exportación con escenarios en
observaron los contratistas y el Estado se la costa: guano y haciendas de algodón y
midieron únicamente en función de los cos- azúcar ; es decir, allí donde la demanda ex-
tos del trabajo y los salarios (aunque admi- terna del producto prometía las más altas
to que puede haber un problema de orden ganancias y ello llevaba a acelerar los meca-
en la exposición): los chinos resultaban más nismos de producción. En el guano esto se
rentables no sólo porque eran más baratos, tornaba superlativo y en tanto la tecnolo-
sino por su mayor productividad (volvere- gía tuvo aquí límites muy precisos, el logro
mos sobre esto). El problema que estaba en de esa mayor productividad estaba en fun-
la base, pues, no era tanto la imposibilidad ción casi únicamente del plus trabajo que
de reclutar peones en el litoral, como creo se obtuviera de los peones. "Fijación" , pe-
haberlo demostrado, sino la inconveniencia ro, sobre todo, "disciplina laboral" pare-
de hacerlo. cían ser los requisitos básicos. Paradójica-
No es tanto en términos de "inmovili- mente (y ésta sería otra de las " paradojas
dad" que debemos entender la "carencia de clave" para comprender la historia del gua-
brazos" -y aquí intento responder a Fred no), la menos "capitalista" de las "empre-
Bronner-, aunque ello significa transponer sas" peruanas en el siglo XIX (en el sentido
nuevamente el tema del guano. Levin enten- de tecnología, inversiones y especialización)
día por "inmovilidad" la falta de alicientes demandaba una fuerza de trabajo que reu-
para atraer a una población todavía atada a niese las características de la más pura "aris-
sus medios de producción y encasillada en tocracia obrera" de la Inglaterra industrial.
una economía de autoconsumo (comunida- Pero esto era el Perú del siglo XIX, y aun el
des) o, en el caso del medio urbano, "ata- Perú del siglo XX no ha resuelto los proble-
da" a sus gremios o corporaciones. Investi- mas de "disciplina laboral" (claro, y vale
gaciones recientes, no obstante, han desdi- anotarlo, en las islas Chincha, como en las
bujado esa imagen "congelada" del Perú en más infernales fábricas de la Europa indus-
el siglo XIX. Carlos Contreras ha demostra- trial, este concepto tenía la clara connota-
do (en un estudio que vio la luz cuando mi ción de un trabajo esclavizado). Entonces
artículo ya estaba probablemente cruzando -es la pregunta obligada-, ¿era inevitable
los mares) cómo la minería de plata de la llegada de los culis? Yo no diría que sí
Cerro de Paseo (y esto puede ser también tan categóricamente como Wilma Derpich.
una respuesta al clamor de José Deustua) Era posible hacerlo, era además legal (como
funcionó eficientemente durante todo el observa Hunt, las estructuras políticas per-
siglo XIX sobre la base de una fuerza labo- mitían su importación) y era, por último,
ral campesina que migraba estacionalmente muy rentable en más de un sentido: acojo
a los campamentos: los campesinos sí res- aquí las muy plausibles sospechas de Goo-
pondían a estímulos monetarios porque su tenberg, así como las puntualizaciones de
propia economía o "modus vivendi" depen- Lausant sobre el enorme negocio que estu-
día del mercado(8). Claro que se trata de vo detrás de este tráfico humano (y con
un caso regional muy específico que, para ello Trazegnies tendrá algunas cosas para
ser generalizable, requiere de estudios aná- meditar). La llegada de los culis permitió
logos en otras regiones, pero resulta, por lo que el rendimiento de las empresas de ex-
menos, " desmitificador". En lo que cabe a portación llegara al máximo esperable den-
la costa, allí estaba el veinte por ciento de tro de la escasa tecnología, pero a la vez
desempleados(9) o los 5,500 "vagos" que retrasó -como observa Contreras- el pro-
pululaban por Lima y la nada rígida estruc- ceso de conformación de un mercado libre
tura de los gremios urbanos. El problema, de trabajo en el Perú ; es decir, la generaliza-
pues, no parece haber sido tanto la "inmo- ción más temprana del "enganche" o meca-
vilidad" cuanto las particulares característi- nismo que a través del adelanto del salario
cas de la oferta de trabajo disponible, que ' estimula la oferta laboral. En nuestro análi-
ya no se adecuaba más a las exigencias de sis, este proceso parecía estarse dando ya