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Esquema | Textos Curso 2018

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1 | Las Ménades

2 | Arquitectura en una ciudad simulada - Toyo Ito -

3 | Luces en Tsinghai

4 | Autopista del sur

5 | Tsunami

6 | Lo extremo pasa por el aire

7 | Rojo Bermellón

M2|Pescio|Esquema - Textos temáticos 1


1 | Las Ménades

Julio Cortázar, fragmentos

Alcanzándome un programa impreso en papel crema, Don Pérez me condujo a mi platea. Fila nueve,
ligeramente hacia la derecha: el perfecto equilibrio acústico. Conozco bien el teatro Corona y sé que
tiene caprichos de mujer histérica. A mis amigos les aconsejo que no acepten jamás la fila trece, porque
hay una especie de pozo de aire donde no entra la música; ni tampoco el lado izquierdo de las tertulias,
porque al igual que en el Teatro Comunale de Florencia, algunos instrumentos dan la impresión de
apartarse de la orquesta, flotar en el aire, y es así como una flauta puede ponerse a sonar a tres metros
de uno mientras el resto continúa correctamente en la escena, lo cual sería pintoresco pero muy poco
agradable.

Le eché una mirada al programa. Tendríamos El sueño de una noche de verano, Don Juan, El mar y la
Quinta sinfonía. No pude menos de reírme al pensar en el Maestro. Sólo yo de puro aburrido podía
meterme en un concierto donde después de Strauss, Debussy, y sobre el pucho Beethoven contra todos
los mandatos humanos y divinos. Pero el Maestro, que conocía a su público, armaba conciertos para los
habituales del teatro Corona, es decir gente tranquila y bien dispuesta que prefiere lo malo conocido a
lo bueno por conocer, y que exige ante todo profundo respeto por su digestión y su tranquilidad. Con
Mendelssohn se pondrían cómodos, después el Don Juan generoso y redondo, con tonaditas silbables.
Debussy los haría sentirse artistas, porque no cualquiera entiende su música. Y luego el Plato fuerte, el
gran masaje vibratorio beethoveniano, así llama el destino a la puerta, la V de la victoria, el sordo genial,
y después volando a casa que mañana hay un trabajo loco en la oficina.

(...) Mire hacia el paraíso y las galerías altas; una masa negra, como moscas en un tarro de dulce. En las
tertulias, más separadas, los trajes de los hombres daban la impresión de bandadas de cuervos; algunas
linternas eléctricas se encendían y apagaban, los melómanos provistos de partituras ensayaban sus
métodos de iluminación. La luz de la gran lucerna central baja poco a poco, y en la oscuridad de la sala oí
levantarse los aplausos que saludaban la entrada del Maestro. Me pareció curiosa esa sustitución
progresiva de la luz por el ruido, y cómo uno de mis sentidos entraba en juego justamente cuando el
otro se daba al descanso. A mi izquierda la señora de Jonatán batía palmas con fuerza, toda la fila
aplaudía cerradamente; pero a la derecha, dos o tres plateas más allá, vi a un hombre que se estaba
inmóvil, con la cabeza gacha. Un ciego, sin duda; adivine el brillo del bastón blanco, los anteojos inútiles.
Solo él y yo nos negábamos a aplaudir y me atrajo su actitud. Hubiera querido sentarme a su lado,
hablarle: alguien que no aplaudía esa noche era un ser digno de interés. Dos filas más adelante, las
chicas de Epifanía se rompían las manos, y su padre no se quedaba atrás. El Maestro saludo brevemente,
mirando una o dos veces hacia arriba, de donde el ruido bajaba como rolidos para encontrarse con el de
la platea y los palcos. Me pareció verle un aire entre interesado y perplejo; su oído debía estarle
mostrando la diferencia entre un concierto ordinario y el de unas bodas de plata. Ni qué decir que La
Mer le valió una ovación apenas algo menor que la obtenida con Strauss, cosa por lo demás
comprensible. Yo mismo me dejé atrapar por el último movimiento, con sus fragores y sus inmensos
vaivenes sonoros, y aplaudí hasta que me dolieron las manos.

(...) El Maestro entraba y salía, con su destreza elegante y su manera de subir al podio como quien va a
abrir un remate. Hizo levantarse a la orquesta, y los aplausos y los bravos redoblaron. A mi derecha, el
ciego aplaudía suavemente, cuidándose las manos, era delicioso ver con qué parsimonia contribuía al
homenaje popular, la cabeza gacha, el aire recogido y casi ausente. Los «¡bravo!», que resuenan siempre
aisladamente y como expresiones individuales, restallaban desde todas direcciones. Los aplausos habían
empezado con menos violencia que en la primera parte del concierto, pero ahora que la música
quedaba olvidada y que no se aplaudía Don Juan ni La Mer (o mejor, sus efectos), sino solamente al
Maestro y al sentimiento colectivo que envolvía la sala, la fuerza de la ovación empezaba a alimentarse a
sí misma, crecía par momentos y se tornaba casi insoportable. Irritado, miré hacia la izquierda; vi a una

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mujer vestida de rojo que corría aplaudiendo por el centro de la platea, y que se detenía al pie del
podio, prácticamente a los pies del Maestro. Al inclinarse para saludar otra vez, el Maestro se encontró
con la señora de rojo a tan poca distancia que se enderezo sorprendido. Pero de las galerías altas venía
un fragor que lo obligó a alzar la cabeza y saludar, como raras veces lo hacía, levantando el brazo
izquierdo. Aquello exacerbó el entusiasmo, y a los aplausos se agregaban truenos de zapatos batiendo el
piso de las tertulias y los palcos.

Platea, Ciego, Aplauso, Ovación, Orquesta,

Equilibrio acústico, Fila 13, Pozo de aire, Bodas de plata, Vaivenes sonoros

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2 | Arquitectura en una ciudad simulada - Toyo Ito -

[Extraído de la revista “El croquis” 71 - Toyo Ito

Imágenes de Tokio se proyectaban en el suelo, fotografiada desde el aire como un mapa. Una de ellas es
una escena plana y homogénea tomada desde una altura de 300 metros y procesada gráficamente por
ordenador. Otra imagen muestra, vistos de espaldas, a unos jóvenes de pie, en fila y jugando con
máquinas recreativas. Luego la pantalla cambia de repente a una escena de una autopista que parece
sacada de un videojuego. La escena desaparece en la profundidad de la pantalla con la velocidad de
Akira montado en su moto. Gracias al procesamiento gráfico, la pantalla se vuelve completamente
plana, sin profundidad, y las imágenes se transforman en las de unos espectaculares dibujos animados.
Un forjado flotante de 10 metros de anchura y 28 de longitud está pavimentado con paneles acrílicos
opacos. Una pantalla acrílica traslúcida de 5 metros de altura se ondula en la dirección longitudinal. Una
pantalla de cristal líquido se incorpora a una pintura que puede controlarse eléctricamente en su
transparencia/traslucidez. Otra pared lateral tiene un acabado de planchas de aluminio, y una tela
traslúcida cuelga del techo. Todas ellas son pantallas para las imágenes que llegan desde 44 proyectores.
Dieciocho proyectores suspendidos del techo lanzan imágenes sobre el suelo acrílico mientras los 26
aparatos restantes proyectan imágenes solapadas sobre la pantalla desde detrás de placas acrílicas o
textiles.
Numerosas imágenes elaboradas y acumuladas en 12 discos láser muestran principalmente escenas
cotidianas de Tokio: multitud de personas cruzando pasos de cebra, hombres de negocios conversando
en el andén mientras esperan el tren, un joven llamando desde un teléfono público, etcétera.
Estas videoimágenes forman collages y cambian incesantemente en las 44 pantallas; éstas exhiben
imágenes distintas casi todo el tiempo, aunque ocasionalmente las imágenes coinciden. Una música
ambiental procesada por un sintetizador llena el espacio, procedente de altavoces de 16 canales, para
añadir otra dimensión a la escena.

Imagen, Pantalla, Escena, Dibujos animados

Dimensión, Profundidad, Velocidad, Transparencia

Fotografiar, Proyectar, Desaparecer, Ondular, Suspender

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3 | Luces en Tsinghai

Era una noche diáfana y profunda, una típica noche estival de Tsinghai, sin luna.
El camino, serpenteante, dejaba verse apenas por la tenue luz de unos pocos faroles de papel, que al
menearse agitaban su alfombra de piedras brillantes.
Siendo casi los últimos del numeroso grupo, fue arduo hallar un buen punto de vista.
La expectativa se dejaba sentir. Al percibir la ausencia del gran maestro en los últimos días, todos
esperaban esta nueva gala nocturna: qué podría haber estado haciendo él si no preparar su exquisita
artillería….
Agitado, Lin chu llegó anunciando el inminente inicio. Entonces fueron el silencio y la noche. El silbido
anunció el comienzo y una sucesión de ocho estrellas rojas, componiendo un primer arco ojival, verdes
el segundo y blancas el tercero, explotó en el cielo, para repetirse inversamente pocos segundos
después.
Antes de que se acallaran las exclamaciones, otra nueva sucesión, esta vez más lenta, y después de un
gran silencio, una tercera manejando intervalos por lo menos el doble de largos.
Sin solución de continuidad, comenzaron las luces de apertura en esfera, aquellas conocidas como
bengalas de la gruta: en tres tamaños diferentes, mayor medio y menor, ubicándose en simetría hasta
hacer cinco, al centro la menor, blanca, que apareció primero, y antes de extinguirse del todo, las dos
medianas de color verde, para finalizar en los extremos las dos rojas mayores, siempre apareciendo las
de igual tamaño y color con exacta simultaneidad.
Un nuevo silencio, esta vez más prolongado, preanunció una extensa batería de cascadas, todas rojas y
de igual tamaño, pero esta vez cayendo con parsimonia debido a una mayor permanencia de los fuegos
al caer. El efecto era sorprendente, pues cada una de las aperturas de las seis cascadas se producía a una
altura proporcionalmente menor en relación a su vecina, pero el arranque de cada una era coincidente
en tiempo al de todas las demás.
Igual espectáculo apareció tras de estas, pero esta vez en color verde, y comenzando la de mayor altura
de derecha a izquierda, a diferencia de la anterior que había sido de izquierda a derecha.
Después del efecto encandilante que la cantidad de puntos luminosos simultáneos produjeron, hubo
una larga calma. La oscuridad envolvió a todos en tensión: el excesivo intervalo amenazó por un
momento un anticipado final.
Fue entonces cuando una nueva sucesión de bengalas de la gruta aparecieron ante nosotros, había
repetición de colores, pero no de tiempos: en este caso la simultaneidad del encendido de las primera
fila de cinco, fue total. No más de tres segundos separaron a la segunda, e igual lapso a la tercera. Es
decir, ahora fueron tres bengalas, y no una.
Hasta los niños más pequeños permanecieron tiesos por el asombro. Los abuelos, no sin algo de
inocente recelo, trataban de explicar el secreto por el cual este octogenario podía mantener esa
precisión a lo largo de tantos años y a pesar de tantos avatares.
Pocos segundos transcurrieron hasta que una sola estrella blanca, de escaso tamaño, se abrió bien alto
extinguiéndose antes de caer. Sólo su centro se mantuvo encendido y cayó en picada como una lanza,
absolutamente vertical.
Antes de apagarse, casi sobre el valle, apareció una segunda de menor tamaño y de color rojo, para
repetir la misma escena. Nuevamente otra blanca como la primera y la lanza clavándose en el valle, para
dar lugar a una cuarta, nuevamente pequeña y roja, y a la quinta igual que la primera y la tercera: los
cinco jinetes del Monte Tien Chan, una figura conocida del maestro.
Un intempestivo aplauso provocó chistidos de desaprobación: tanto lo uno como los otros eran
costumbres totalmente censuradas en las exhibiciones de los fuegos de artificio del gran maestro. Pero
esta breve perturbación no logró opacar el magistral remate: el desafío del gigante y el pigmeo: triple
alternancia de racimos de luces policromáticas de gran altura frente a las más riesgosas, las de menor
altura, que casi se encontraban con su figura espejada en el arroyo.
Otra noche mágica los acercaba al viejo sabio, a través de la única vía que este había encontrado para
salir de su inmensa soledad.

Rojo, Verde, Blanco


Resplandor, Simultaneidad, Extinción, Comienzo
Secreto, Silencio, Contraste, Ausencia, Efecto encandilante

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4 | La autopista del sur

Julio Cortázar, fragmentos

Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero
del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado
a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho
la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salidos de
Fontainbleau, han tenido que ponerse al paso, detenerse, seis filas a cada lado (ya se sabe que los
domingos la autopista está íntegramente reservada a los que regresan a la capital), poner en marcha el
motor, avanzar tres metros; detenerse, charlar con las dos monjas del 2HP a la derecha, con la
muchacha del Dauphine a la izquierda, mirar por el retrovisor al hombre pálido que conduce un
Caravelle, envidiar irónicamente la felicidad avícola del matrimonio del Peugeot 203 (detrás del
Dauphine de la muchacha) que juega con su niñita y hace bromas y come queso, o sufrir de a ratos los
desbordes exasperados de los dos jovencitos del Simca que precede al Peugeot 404, y hasta bajarse en
los altos y explorar sin alejarse mucho (porque nunca se sabe en qué momento los autos de más
adelante reanudarán la marcha y habrá que correr para que los de atrás no inicien la guerra de las
bocinas y los insultos), y así llegar a la altura de un Taunus delante del Dauphine de la muchacha que
mira a cada momento la hora, y cambiar unas frases descorazonadas o burlonas con los dos hombres
que viajan con el niño rubio cuya inmensa diversión en esas precisas circunstancias consiste en hacer
correr libremente su autito de juguete sobre los asientos y el reborde posterior del Taunus, o atreverse y
avanzar todavía un poco más, puesto que no parece que los autos de adelante vayan a reanudar la
marcha, y contemplar con alguna lástima al matrimonio de ancianos en el ID Citroën que parece una
gigantesca bañadera violeta donde sobrenadan los dos viejitos, él descansando los antebrazos en el
volante con un aire de paciente fatiga, ella mordisqueando una manzana con más aplicación que ganas.

“El 404 del ingeniero ocupaba el segundo lugar de la pista de la derecha contando desde la franja
divisoria de las dos pistas, con lo cual tenía otros cuatro autos a su derecha y siete a su izquierda,
aunque de hecho sólo pudiera ver distintamente los ocho coches que lo rodeaban y sus ocupantes que
ya había detallado hasta cansarse. Había charlado con todos, salvo con los muchachos del Simca que le
caían antipáticos…”

“A las dos monjitas del 2HP les hubiera convenido tanto llegar a Milly-la-Fôret antes de las ocho, pues
llevaban una cesta de hortalizas para la cocinera. Al matrimonio del Peugeot 203 le importaba sobre
todo no perder los juegos televisados de las nueve y media; la muchacha del Dauphine le había dicho al
ingeniero que le daba lo mismo llegar más tarde a París…”

“Detrás del 2HP había un Volkswagen con un soldado y una muchacha que parecían recién casados. La
tercera fila hacia el exterior dejaba de interesarle porque hubiera tenido que alejarse peligrosamente del
404; veía colores, formas, Mercedes Benz, ID, 4R, Lancia, Skoda, Morris Minor, el catálogo completo. A la
izquierda, sobre la pista opuesta, se tendía otra maleza inalcanzable de Renault, Anglia, Peugeot,
Porsche, Volvo; era tan monótono que al final, después de charlar con los dos hombres del Taunus y de
intentar sin éxito un cambio de impresiones con el solitario conductor del Caravelle, no quedaba nada
mejor que volver al 404 y reanudar la misma conversación sobre la hora, las distancias y el cine con la
muchacha del Dauphine.”

Marcha, Ocupante, Fatiga, Conductor

Explorar, Alejarse, Reanudar, Contemplar

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5 | Tsunami

Crecen la dimensiones de la catástrofe


(Extraído del diario La Nación, domingo 13.03.2011 sección exterior)
Agencias EFE, AP, AFP Y DPA

SENDAI-Las dimensiones de la destrucción causada anteayer por el terremoto de magnitud 8,9 en la


escala de Richter en Japón comienzan a conocerse con el paso de las horas: se teme que la cifra de
muertos supere los 1800 y que sean más de 350.000 los japoneses evacuados en las zonas más
afectadas.
El gobierno decidió ayer desplegar a 50.000 militares, 190 aviones y 25 barcos para atender las tareas de
rescate en una amplia franja de su costa este, golpeada por el fuerte terremoto y el devastador tsunami
que arrastró todo a su paso.
Las Fuerzas de Autodefensa de Japón (SDF) trabajaron en conjunto con los militares estadounidenses
estacionados en Japón para transportar unos 900 soldados japoneses y 250 vehículos con barcos
estadounidenses, añadieron las fuentes oficiales.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, calificó lo ocurrido como un desastre “sin precedente” para su
país y reconoció que el tsunami posterior al sismo fue mucho mayor de lo esperado, con olas de hasta
10 metros de altura.
En tanto, unas 9500 personas, más de la mitad de la población de Minamisanriku, en la provincia de
Miyagi, no han podido ser localizados aún, dos días después del paso del agua, informó un vocero del
gobierno local.
Miyagi, Iwate y Fukushima son las provincias más afectadas por el desastre, que llegó a borrar del mapa
a pueblos enteros.
En la ciudad costera de Sendai, a 130 kilómetros del epicentro del terremoto, varias personas fueron
rescatadas ayer con helicópteros que sobrevolaron la zona en busca de sobrevivientes. Varias personas
se habían refugiado en el techo de una escuela para escapar del tsunami.
En un intento desesperado de pedir ayuda, médicos y enfermeras formaron la señal SOS. en el techo del
hospital de Iwanuma, que esta semisumergido por las aguas.

A las imágenes de olas que entraban en el territorio, incendios e incontables destrozos, se sumó ayer el
temor a una amenaza nuclear con la explosión de un reactor en Fukushima.
El último cómputo oficial de víctimas fue de 900 muertos y 650 desaparecidos, pero los medios
japoneses los incrementan hasta 1800 víctimas confirmadas. Desde que se produjo el sismo el balance
no deja de crecer.

Unas 215.000 personas recibían atención en 1350 albergues temporales en cinco prefecturas, informó la
agencia nacional de policía.
En cinco provincias de la costa oriental de la isla, más de 350.000 personas han sido evacuadas, mientras
se calcula que 3400 edificios quedaron destruidos y se produjeron 200 incendios. Unos 5,3 millones de
japoneses se quedaron sin electricidad, y por lo menos un millón de hogares no tienen agua, la mayoría
en el Nordeste.
En la provincia Iwate, ciudades enteras, como la costera Rikuzen Taka, de 25.000 habitantes,
prácticamente desaparecieron.
“Más del 90% de las casas de tres localidades costeras fueron arrasadas por el tsunami. Si miro desde el
cuarto piso del ayuntamiento, no veo casas en pie”, dijo un funcionario de Futaba, en la provincia de
Fukushima.
Miles de casas quedaron devastadas, varios puentes colapsaron, los servicios de ómnibus y trenes
fueron suspendidos y muchas rutas fueron cerradas en el Nordeste. El terremoto también afectó las
redes de telefonía móvil y fija.
Ayer, a las 22.15 hora local, se produjo un nuevo sismo de 6,3 grados en la costa de Fukushima, cuyo
epicentro se situó a 40 kilómetros de profundidad y que, una vez más, pudo sentirse con bastante fuerza
en Tokio.

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Fue la última de las más de 150 réplicas que hacen temblar a Japón desde que a las 14.46 de anteayer
ocurrió el terremoto, el quinto de la historia moderna en cuanto a su potencia, que sumió en el miedo y
la oscuridad a gran parte del archipiélago.
El sismo provocó la paralización temporal de varias actividades. El Parlamento no retomará su actividad
mañana, mientras que los tres principales fabricantes de autos decidieron detener la producción en
todas sus fábricas en Japón por un día.

Amenaza nuclear, pueblo costero, costa oriental,

Avión, barco, helicóptero, médico, enfermera, muerto, terremoto, sobreviviente,


epicentro.

Rescatar, hundir, sobrevivir, colapsar, devastar, ayudar, escapar.

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6 | Lo extremo pasa por el aire

(Nota sobre kitesurf extraída de la revista URL 4.18)

El kitesurf define la movilización de una persona y su equipo, utilizando la fuerza del viento, para surfear
en el agua ó saltar arriba de ella. El sistema de este deporte se compone de cuatro elementos: El kite
(cometa), las líneas (que frenan o aceleran la potencia del kite), una barra o sistema de control y una
tabla. El kitesurfer debe desplegar y mover el kite, dentro del agua. Actuar como unión y transferencia
de fuerza entre el barrilete y la tabla. Direccionar esos elementos e impulsarse con el poder del viento,
para surfear y volar.

Una de las cosas más impresionantes del Kitesurfer, es que en los últimos tres años ha sido y es el
deporte de mayor crecimiento. Cada día los equipos son más fáciles de usar y se puede aprender más
rápido. El deporte es una mezcla de muchos otros, tiene la sensación de vuelo de un parapente, la
sensación de velocidad como el windsurf, la libertad del surf, y la extremidad del snowboard, wakeboard
y skate. Todo junto en un deporte. Todo esto pareciera necesitar de un equipo enorme o complicado.
Pero no, sólo se necesita un barrilete ó cometa, generalmente inflable (lo cual permite que se levante
del agua cuando se cae). Este barrilete se infla, se le atan las líneas que vienen con él y se le pone una
barra para manejarlo. Esto básicamente actúa como la lancha en wakeboard, o la montaña en
snowboard, es lo que produce el movimiento.
Luego de tener velocidad, se sube a la tabla y se lo dirige hacia donde se quiera ir y listo. Para aprender
es muy fácil y ya desde el nivel de aprendizaje se salta y se hacen piruetas en el aire, no como otros
deportes que al principio suelen ser un poco aburridos. Lo ideal es tomar un curso de cinco clases y con
eso ya se puede salir. Solo con el hecho de aprender y andar derecho, la gente se divierte y eso lo hace
interesante, ya que chicos desde 12 años hasta adultos de 60 lo pueden aprender.

Los lugares donde se puede practicar es uno de los elementos que hacen al kitesurf tan novedoso y lo
hace crecer tan rápido. Muchos deportes (no tradicionales) tienen muchas limitaciones, como nieve,
olas, mar, lagunas, viento, etc. En cambio, el kitesurf es un deporte que casi no tiene limitaciones,
cualquier persona puede practicarlo en el mar con olas, en un río sin olas, en una laguna, en el medio del
desierto, en la tierra o hasta en la nieve. Sólo se necesita el mínimo de viento (alrededor de 8-10 nudos)
esto es algo que muy pocos deportes lo tienen. Otra de las cosas que hacen al deporte tan novedoso es
la altura. Los nuevos Cabrinha kites me están permitiendo volar desde 4-5 metros con vientos flojos
hasta 15-20 metros con vientos fuertes y olas. No se necesitan olas para saltar, pero si hay, se usan
como rampas para volar más. Aparte de eso, los saltos son de hasta 9 segundos de tiempo en el aire.

Kitesurf, Movilización, viento, deporte, fuerza, transferencia, equipo

Enorme, complicado, nuevo, inflable, rápido, fácil

Desplegar, componer, mover, usar, permitir, necesitar

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7 | Rojo Bermellón

El secreto de los flamencos, Federico Andahazi

Una bruma roja cubría Florencia. Desde el Forte da Basso hasta el de Belvedere, desde la Porta al Prato
hasta la Romana. Como si estuviese sostenida por las gruesas murallas que rodeaban la ciudad, una
cúpula de nubes rojas traslucía los albores del nuevo día. Todo era rojo debajo de aquel vitral de niebla
carmín, semejante al del rosetón de la iglesia de Santa María del Fiore. La carne de los corderos abiertos
al medio que se exhibían verticales en el mercado y la lengua de los perros famélicos lamiendo los
charcos de sangre al pie de las reses colgadas; las tejas del Ponte Vecchio y los ladrillos desnudos del
Ponte alle Grazie, las gargantas crispadas de los vendedores ambulantes y las narices entumecidas de los
viandantes, todo era de un rojo encarnado, aún más rojo que el de su roja naturaleza.
Más allá, remontando la ribera del Arno hacia la Via della Fonderia, una modesta procesión arrastraba
los pies entre las hojas secas del rincón más oculto del viejo cementerio. Lejos de los monumentales
mausoleos, al otro lado del pinar que separaba los panteones patricios del raso erial sembrado de cruces
enclenques y lápidas torcidas, tres hombres doblegados por la congoja más que por el peso exiguo del
féretro desvencijado que llevaban un vilo avanzaban lentamente hacia el foso recién excavado por los
sepultureros. Quien presidía el cortejo, cargando él solo con el extremo delantero del ataúd, era el
maestro Francesco Monterga, quizás el más renombrado de los pintores que estaban bajo el
mecenazgo, bastante poco generoso por cierto, del duque de Volterra. Detrás de él, uno a cada lado,
caminaban pesadamente sus propios discípulos, Giovanni Dinunzio y Hubert van der Hans. Y finalmente,
cerrando el cortejo, con los dedos enlazados delante del pecho, iban dos religiosos, el abate Tomasso
Verani y el prior Severo Setimio.
El muerto era Pietro della Chiesa, el discípulo más joven del maestro Monterga. La Campagnia della
Misericordia había costeado los módicos gastos del entierro, habida cuenta de que el difunto no tenía
familia. En efecto, tal como testimoniaba su apellido, Della Chiesa, había sido dejado en los brazos de
Dios cuando, a los pocos días de nacer, lo abandonaron en la puerta de la iglesia de santa María Novella.
Tomasso Verani, el cura que encontró el pequeño cuerpo morado por el frío y muy enfermo, el que le
administró los primeros sacramentos, era el mismo que ahora, dieciséis años después, con un murmullo
breve y monocorde, le auguraba un rápido tránsito hacia el Reino de los Cielos.
El ataúd estaba hecho de madera de álamo, y por entre sus juntas empezaba a escapar el hedor
nauseabundo de la descomposición ya entrada en días. De modo que el otro religioso, con una mirada
imperativa, conminó al cura a que se ahorrara los pasajes más superfluos de la oración; fue un trámite
expeditivo que concluyó con un prematura “amén”. Inmediatamente, el prior Severo Setimio ordenó a
los sepultureros que terminaran de hacer su trabajo. A juzgar por su expresión, se hubiera dicho que
Francesco Monterga estaba profundamente desconsolado e incrédulo frente al estremecedor
espectáculo que ofrecía la resuelta indiferencia de los enterradores.

Bruma roja Procesión


Fuerte (forte) Cementerio
Puerta (porta) Lapidas torcidas
Murallas Féretro
Ciudad Sepulturero
Corderos Muerto
Perros famélicos Maestro
Mercado Discípulos
Puente (ponte) Religiosos/abate/prior
Vendedores ambulantes Rodeaban
Viandantes Avanzaban lentamente
Ribera Excavar
Pinar Nacer

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