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Expediente: 2011-24191-49-AAC
Departamento: Santa Cruz
En revisión la Resolución 148/2011 de 11 de agosto, cursante de fs. 148 a 150 vta., pronunciada
dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Montserrat Saucedo Gantier contra
Alaín Núñez Rojas, William Torrez Tordoya y Editha Pedraza Becerra, Vocales de la Sala Penal
Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de Justicia-; y,
Misael Severiche Saravia, Juez Quinto de Sentencia Penal todos del Distrito Judicial -ahora
departamento- Santa Cruz.
Por memorial presentado el 4 de abril de 2011, cursante de fs. 59 a 63, la accionante expone:
Dentro del proceso penal seguido por su persona contra Julio César Saldaña Trophemus, por la
presunta comisión del delito de violación agravada, el Juez Quinto de Sentencia Penal, emitió Auto
386 de 21 de diciembre de 2009, resolviendo la excepción de extinción del proceso por duración
máxima, contra el cual, formuló apelación incidental; sin embargo, el mismo fue confirmado por los
Vocales Alaín Núñez Rojas, William Torrez Tordoya y Editha Pedraza Becerra, el 4 de septiembre de
2010. Ambas resoluciones conculcaron los derechos y garantías al acceso a la justicia y a la tutela
judicial efectiva, toda vez que consideraron que pasaron más de tres años de iniciado el proceso
referido supra, sin tomar en cuenta la SC 0101/2004 de 14 de septiembre, el AC 0079/2004-ECA de
29 de septiembre, como tampoco la SC 0033/2006-R de 11 de enero, las cuales interpretan los
alcances y aplicación del art. 133 del Código de Procedimiento Penal (CPP) relativo a la duración
máxima del proceso, y que son de cumplimiento obligatorio, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 8
de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional (LTCP).
Las Resoluciones de las autoridades ahora demandadas, resultan ultra petita, pareciendo más un
alegato de la defensa, soslayando pronunciarse sobre su contestación a la excepción interpuesta por
el acusado, pretendiendo endilgar a la parte acusadora la demora procesal e ignorando los
innumerables actos dilatorios del imputado.
Por otra parte, las autoridades demandadas, han obviado la relevancia de las cuatro vacaciones que
han transcurrido durante la tramitación del proceso penal referido, ya que el art. 130 del CPP,
suspende los plazos, por lo que no debían haber sido computadas a efectos del art. 133 de dicha
normativa legal.
I.1.3. Petitorio
Solicita “se revoque el auto de vista impugnado, así como el auto del Juez aquo” (sic), a efectos de
declarar improbada la excepción de extinción de la acción por duración máxima del proceso,
resolviendo la prosecución del juicio.
Asimismo, haciendo el uso de la réplica, dijo: 1) En materia civil el impulso procesal depende de las
partes, mientras que en materia penal el impulso procesal se debe a los jueces quienes deben
cumplir con el principio de celeridad; y, 2) Durante las vacaciones sólo se remiten a los juzgados de
turno los expedientes con detenidos, los cuales conocen solamente las cuestiones cautelares.
Alain Núñez Rojas, William Torrez Tordoya y Editha Pedraza Becerra, no asistieron a la referida
audiencia; sin embargo, presentaron su informe el 28 de julio de 2011, cursante de fs. 73 a 75 vta.,
en el que manifestaron: a) El Auto de Vista que dictaron el 4 de septiembre de 2010, ha sido
debidamente fundamentado; b) La seguridad jurídica no puede ser tutelada por una acción de
amparo, porque se trata de un principio; y, c) La accionante debió haber identificado plenamente los
hechos que servían como fundamento, así como los derechos y garantías supuestamente lesionados.
Asimismo, debió señalar cómo los hechos u omisiones ilegales restringieron esos derechos.
Julio César Saldaña Trophemus, no compareció a la audiencia, sin embargo, asistió su abogada y
apoderada, quien manifestó: 1) No se pueden ampliar en audiencia los hechos que no fueron
expuestos; 2) Su representado solicitó extinción de la acción penal porque no puede estar en vigilia y
en zozobra durante el tiempo que preténdala la accionante; 3) La mencionada, solicitó conversión de
acciones seis meses y tres días después de haber realizado la denuncia; 4) Presentó su
acusación el 23 de noviembre de 2007, con una dilación de seis meses; 5) Ya se van a cumplir cinco
años desde que se inició el proceso sin existir sentencia de primera instancia; 6) La accionante se
notificó con el Auto de Vista que confirmó la extinción de la acción penal, un mes después, siendo
esta otra dilación en la que incurrió; 7) La Convención Americana sobre Derechos Humanos en su
art. 8.1 establece que toda persona tiene derecho a ser oída con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, el cual está determinado por el art. 130 del CPP, es decir, tres años; y, 8) Respecto a
las vacaciones, los plazos no se suspenden durante las vacaciones; sin embargo, se quedan de turno
juzgados de instrucción penal que atienden casos urgentes, si la accionante creía que este era un
caso urgente debía haber solicitado que sea remitido el proceso penal a los juzgados de turno,
habiendo sido negligente al no haberlo hecho así.
Haciendo uso de su derecho a la dúplica, dijo: i) La minoridad de la accionante nunca fue probada “y
que no existe” (sic), pues se determinó que el documento pertinente a la edad fue falsificado; ii) El
padre de la accionante, consiguió una sentencia ficticia, y eso lo corrobora una certificación del
funcionario de Samaipata que indica que dicho juicio no existe, y fue en base a dicha Resolución que
sacaron un carnet de identidad con una edad adulterada; iii) Del análisis del laboratorio clínico Zuna,
demuestra que la accionante el día del supuesto delito tenía dieciocho años, dos meses y tres días;
iv) El Certificado médico forense es falso, pues no se identifica en él a la víctima, no tiene carnet de
identidad ni certificado de nacimiento; además, dicho documento indica que hubo una desfloración
y no dice si fue antigua o nueva; y, v) Las autoridades ahora demandadas dictaron resoluciones
debidamente fundamentadas.
I.2.4. Resolución
La Sala Civil Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de
Justicia- de Santa Cruz, mediante Resolución 148/2011 de agosto, cursante de fs. 148 a 150 vta.,
denegó la acción de amparo constitucional, bajo los siguientes fundamentos: a) La SC 0101/2004,
establece que el incidente de excepción de extinción de la acción penal procede a favor del
imputado, siempre y cuando éste no haya producido dilación, prolongación indebida del proceso, a
fin de evitar que haya una sentencia que lo condene o ya sea que lo declare inocente; b) Revisado el
expediente original radicado en el Juzgado Quinto de Sentencia Penal, se constata que no hubo
dilación por parte del imputado, más al contrario se evidencia que el Auto Interlocutorio 386 de 21
de diciembre de 2009, dictado por el Juez a quo, que declara probada la extinción a favor del ahora
tercero interesado, así como el Auto de Vista 156/2010 de 4 de septiembre, emitido por los Vocales
ahora demandados, de ninguna manera fueron dictados ultra petita, sino que se han circunscrito
solamente en lo solicitado; c) Llama la atención las negligencias de la parte accionante en dicho
proceso penal, quien actuó con desidia; d) El Tribunal de garantías, no puede valorar pruebas; y, e)
No se puede proteger la seguridad jurídica con la presente acción de amparo constitucional, no
existiendo vulneración a los derechos a la defensa ni al debido proceso.
Por mandato de las normas previstas por el art. 20.I y II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; la
Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional conformó la Sala Liquidadora Transitoria,
posesionando a los Magistrados de la misma, el 15 de febrero de 2012, a objeto de la liquidación de
las acciones tutelares ingresadas a los Tribunales de garantías hasta el 31 de diciembre de 2011,
modificada por la Disposición Transitoria Segunda del Código Procesal Constitucional vigente desde
el 6 de agosto de 2012. Con la referida competencia, se procedió al sorteo de la presente causa,
dictándose resolución dentro de plazo.
II. CONCLUSIONES
II.1. El memorial de 17 de noviembre de 2009, presentado por Julio César Saldaña Trophemus,
ahora convocado como tercero interesado, en su calidad de acusado, indica que éste solicitó
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, dentro del proceso penal seguido en
su contra por Martha Eusebia Gantier Lemoine, ahora apoderada de la accionante, por la presunta
comisión del delito de violación agravada, indicando que el informe de investigación es de 27 de
octubre de 2006, que su declaración y la de su denunciante datan de 26 de octubre del mismo año y
que la misma fecha fue ordenada su detención a través de requerimiento fiscal. También señala que
consta la imputación formal en su contra, en cuya audiencia cautelar se le impusieron medidas
sustitutivas a la detención preventiva. Finalmente, señala que el cómputo del tiempo transcurrido
para la conclusión del proceso penal, por extinción contemplado en el art. 133 del CPP, era a partir
de la primera sindicación efectuada en sede judicial o administrativa contra una persona como
presunto autor o partícipe de la comisión de un delito y como lo señala la SC 0033/2006-R de 11 de
enero, todo proceso tendrá una duración máxima de tres años contados desde el primer acto del
procedimiento, salvo el caso de rebeldía; y tomando en cuenta que el proceso penal que se le sigue
tiene como inicio el 26 de octubre de 2006, se establece que han transcurrido más de tres años, por
lo que solicita la extinción de la acción por duración máxima del proceso y se disponga el archivo de
obrados, ello en concordancia con el art. 27 inc. 10, 133 y 308 inc. 4) del CPP (fs. 2 y vta.).
II.3. Por Auto Interlocutorio 386 de 21 de diciembre de 2009, Misael Severiche Saravia, Juez
Quinto de Sentencia Penal, declaró probada la solicitud de extinción de acción por duración máxima
del proceso interpuesta por el imputado, señalando que a “fs. 1” (del cuaderno principal) cursa la
denuncia de 25 de octubre de 2006, sentada por Martha Eusebia Gantier Lemoine contra Julio César
Saldaña Trophemus. A “fs. 15”, cursa un requerimiento fiscal de 26 de octubre de 2006, que ordena
la aprehensión del referido denunciado; también señala que cursa la imputación formal de 27 de
octubre de 2006 y finalmente, la solicitud del imputado de extinción de la acción penal de 17 de
noviembre de 2009. A continuación, señaló trece Conclusiones, de las cuales se citan las más
relevantes. Al respecto, manifestó que a partir de la conversión de acciones, el querellante tiene la
responsabilidad de la acusación. En el proceso penal referido la acusadora particular tenía la
obligación ineludible de promover la actividad procesal y no lo hizo, provocando con su desidia que
se produzca el vencimiento del plazo máximo previsto por el art. 133 del CPP. Analizada la actividad
procesal realizada señaló que desde la fecha de la denuncia, declaración y aprehensión del imputado
acaecidos el 26 de octubre de 2006, hasta la fecha pasaron tres años y cincuenta y cuatro días, sin
que el proceso se haya concluido. Por lo que señaló que era pertinente dar cumplimiento a lo
previsto por el último párrafo del art. 133 del CPP, que establece: “Vencido el plazo, el juez o
tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la acción penal” así como el
segundo párrafo de la Disposición Transitoria Tercera de dicho Código, y el último párrafo del
Fundamento Jurídico II.5.2 de la SC 0101/2004 y declarar extinguida la acción penal con el
consiguiente archivo de obrados (fs. 5 a 10.).
II.4. La parte acusadora dentro del proceso penal referido, interpuso recurso de apelación
incidental el 12 de enero de 2010, indicando que el Auto Interlocutorio citado supra carecía de
fundamentación idónea, vulnerando el debido proceso, toda vez que el art. 173 del CPP, exige la
obligación de fundamentar adecuadamente las resoluciones judiciales en materia penal, debiendo el
juez o tribunal, asignar el valor correspondiente a los elementos de prueba. Reclama también que el
acusado no detalló dónde constaba la demora procesal atribuible al órgano jurisdiccional, requisito
que sí lo exige la jurisprudencia constitucional. Resultando, por ello, la decisión del Auto impugnado
ultra petita, soslayando pronunciarse sobre la oposición a la extinción de la acción penal de la
acusadora e ignorando los actos dilatorios del acusado. Asimismo, señala que las vacaciones no
debían ser computadas a efectos del art. 133 del CPP. Por todo ello, solicita la revocatoria del Auto
Interlocutorio 386 (fs. 13 a 15).
II.5. Por memorial de 19 de febrero de 2010, el acusado contestó a la apelación referida supra
indicando que en materia penal la vacación judicial no suspende los plazos procesales por el hecho
de que siempre existen jueces de turno que efectúan el control respectivo y la continuidad de las
acciones. La desidia de la querellante incurrió en un verdadero abandono temporal e intermitente
en la causa que duró varios meses (fs. 17 y vta.)
II.6. El Auto de Vista de 4 de septiembre de 2010, dictado por los Vocales ahora demandados,
declaró improcedente la apelación incidental interpuesta contra el Auto Interlocutorio 386,
indicando que en caso de existir demora evidente por parte del acusado, dichas dilaciones de
ninguna manera pueden ser computadas a efectos de favorecerlo en el cómputo del art. 130 del
CPP, en su última parte. Asimismo, indicó que con respecto a que el imputado no hubiera cumplido
con la obligación que tiene de señalar de manera detallada dónde consta que la demora procesal es
atribuible al órgano jurisdiccional, se observa que en el escrito de solicitud de extinción de la acción
penal, el imputado refirió que la actividad procesal empezaba con la denuncia sentada en su contra
el 26 de octubre de 2006. También, señaló que, analizados los datos procesales elevados a su
Tribunal, se llegó a establecer que la referida denuncia, fue el primer acto del procedimiento exigido
por el art. 133 del CPP, desde entonces hasta que el imputado planteara la extinción de la acción
penal por duración máxima del plazo establecido en el citado art. 133 del CPP, evidentemente,
habrían transcurrido más de tres años, sin existir aún una sentencia de primera instancia pasada en
autoridad de cosa juzgada, habiendo demostrado ciertamente que el imputado no ha provocado la
dilación del proceso, ya que no consta en obrados que los imputados hayan hecho uso excesivo de
los distintos medios de defensa y recursos para dilatar el proceso y por el contrario, se evidencia que
“los imputados” (sic) se han sometido al proceso, no siendo la demora culpa de éstos, sino del
órgano jurisdiccional y de la parte querellante, pues ésta no habría agilizado el proceso (fs. 46 a 55).
II.7. El 6 de abril de 2011, la Sala Civil Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora
Tribunal Departamental de Justicia- de Santa Cruz, conformado por Victoriano Morón Cuéllar y
Sergio Cardona Chávez, constituida en Tribunal de garantías, dispuso la admisión de la presente
acción de amparo (fs. 65), señalando audiencia para cuarenta y ocho horas después de notificadas
las partes. Del 3 al 22 de mayo del mismo año, dicha Sala ingresó de vacación (fs. 65 vta.). El 22 de
julio de ese año, ante la suspensión del Vocal Sergio Cardona Cuéllar, se convocó al Vocal semanero
de la Sala Civil Primera, Edgar Molina Aponte (fs. 66). Las partes de la presente acción de amparo
fueron notificadas con la admisión el 25 y 26 de julio de 2011 (fs. 66 vta. a 67 vta.). En la audiencia
instalada el 28 de julio de 2011 (fs. 76 a 77), el último Vocal citado se excusó, por lo que se
suspendió la referida audiencia y se convocó a otros Vocales hasta que, luego de sucesivas excusas,
se conformó el Tribunal de garantías con Sigfrido Soleto Gualoa (fs. 78 a 81), con quien se señaló
nueva fecha y hora de audiencia de consideración de acción de amparo constitucional, a la que
fueron convocados los sujetos procesales que forman parte de la presente demanda tutelar (fs. 82 a
83 vta.).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO
La acción de amparo constitucional, conforme establece art. 128 de la CPE, señala que tendrá lugar:
“…contra los actos u omisiones ilegales o indebidos de los servidores públicos, o de persona
individual o colectiva, que restrinjan, supriman, o amenacen restringir o suprimir los derechos
reconocidos por la Constitución y la ley”. Asimismo, el art. 129.I de la CPE establece: “La Acción de
amparo constitucional se interpondrá por la persona que se crea afectada, por otra a su nombre con
poder suficiente o por la autoridad correspondiente de acuerdo a la Constitución, ante cualquier
juez o tribunal competente, siempre que no exista otro medio o recurso legal para la protección
inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos o amenazados”.
En el mismo sentido el art. 51 del Código Procesal Constitucional (CPCo), establece: “La Acción de
Amparo Constitucional tiene el objeto de garantizar los derechos de toda persona natural o jurídica,
reconocidos por la Constitución Política del Estado y la Ley, contra los actos ilegales o las omisiones
indebidas de las y los servidores públicos o particulares que los restrinjan, supriman o amenacen
restringir o suprimir”.
El debido proceso es un derecho fundamental protegido por la Constitución Política del Estado en
sus arts. 115 y 117.I, que señalan, respectivamente: “I. Toda persona será protegida oportuna y
efectivamente por los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos. II. El
Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones”; y, “Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido
oída y juzgada previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá sanción penal que no haya sido
impuesta por autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada”.
Asimismo, el art. 8.1 del Pacto de San José de Costa Rica prescribe: “Toda persona tiene derecho a
ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación
de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”. Así también se encuentra el
art. 14.1 del PIDCP, que indica: “Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de
justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la substanciación de
cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos
u obligaciones de carácter civil...”.
Uno de los componentes del debido proceso es el derecho a la fundamentación o motivación de las
resoluciones, cuya omisión le quita al afectado la posibilidad de argumentar su petición a efectos de
desvirtuar los motivos de dicha resolución, ya sea emitida por una autoridad judicial o
administrativa, pues no sabe a qué se está enfrentando o con qué armas enervará dicha decisión y
por ende, se le quita la posibilidad de hacer valer sus derechos adecuadamente. Una resolución de
ese carácter; es decir, sin motivación o fundamentación, se convierte en una resolución arbitraria e
ilegal, que deja vulnerables a las personas que demandan una respuesta coherente y justa, ante el
conflicto en el que se encuentren.
(…)
Asimismo, se tiene a bien citar la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, que dice: “…la garantía del
debido proceso, comprende entre uno de sus elementos la exigencia de la motivación de las
resoluciones, lo que significa, que toda autoridad que conozca de un reclamo, solicitud o que dicte
una resolución resolviendo una situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que
sustentan su decisión, para lo cual, también es necesario que exponga los hechos establecidos, si la
problemática lo exige, de manera que el justiciable al momento de conocer la decisión del juzgador
lea y comprenda la misma, pues la estructura de una resolución tanto en el fondo como en la forma,
dejará pleno convencimiento a las partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas
sustantivas y procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por los principios
y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose cualquier interés y parcialidad,
dando al administrado el pleno convencimiento de que no había otra forma de resolver los hechos
juzgados sino de la forma en que se decidió”.
Al respecto, se tiene a bien citar la SC 0101/2004, que señaló: “Pues, debe tenerse presente que en
el sentido de la Constitución, se vulnera el derecho a la celeridad procesal y, dentro de ello, a la
conclusión del proceso en un plazo razonable, cuando los órganos competentes de la justicia penal
del Estado omiten desplegar, injustificadamente, la actividad procesal dentro de los términos que el
ordenamiento jurídico establece; por tanto, en sentido del orden constitucional, no habrá lesión a
este derecho, si la dilación del proceso, en términos objetivos y verificables, es atribuible al
imputado o procesado. Un entendimiento distinto no guardaría compatibilidad ni coherencia con las
exigencias de seguridad jurídica que la Constitución proclama [art. 7 inc. a)] así como el deber del
Estado de proteger de manera eficaz, toda lesión o puesta en peligro concreto, de los bienes
jurídicos protegidos por el orden penal boliviano.
(…)
Que, en este sentido, como ha quedado establecido precedentemente, las disposiciones legales
objeto del presente juicio de constitucionalidad sólo pueden ser compatibles con los preceptos
constitucionales referidos, en la medida que se entienda que, vencido el plazo, en ambos sistemas,
en lo conducente, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida
la acción penal, cuando la dilación del proceso más allá del plazo máximo establecido, sea atribuible
al órgano judicial y/o, al Ministerio Público, bajo parámetros objetivos; no procediendo la extinción
cuando la dilación del proceso sea atribuible a la conducta del imputado o procesado”.
(…)
La normativa citada al exordio del Fundamento Jurídico III.2 de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, protege el derecho al acceso a la justicia o tutela judicial efectiva, pues el art. 115 de la
CPE, indica que las personas serán protegidas por los jueces en el ejercicio de sus derechos, y el art.
117.I del la misma norma prescribe que el Estado garantiza la justicia pronta y sin dilaciones. Todo
ello propicia que la persona que inicie un juicio, en el que obviamente busca un resultado que le
beneficie, cuente con un juez que tome todos los recaudos necesarios legales a efectos de que sea
escuchada su necesidad, tramitada y culminada de acuerdo a Ley, cuyo juicio, luego de haber
seguido el camino legal, al final, beneficie o no al demandante, pero sobre todo éste obtenga un
resultado, el cual será el más justo posible y no deje a la víctima o demandante desamparados ante
el perjuicio que hubiese sufrido, en resumen, se pone a disposición del demandante las armas que el
Estado le proporciona mediante la norma jurídica, las cuales las puede ejercer hasta obtener un
resultado, el cual tiene que ser el más justo y equitativo para el bien de la sociedad.
Al respecto, la SC 0600/2003-R de 6 de mayo, señala: “según la norma prevista por el art. 8.1 del
Pacto de San José de Costa Rica, 'toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecidas con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter', como podrá advertirse la norma transcrita consagra dos derechos humanos
de la persona: 1)el derecho de acceso a la justicia; y 2) el derecho al debido proceso, entendiéndose
por aquélla la potestad, capacidad y facultad que tiene toda persona para acudir ante la autoridad
jurisdiccional competente para demandar que se preserve o restablezca una situación jurídica
perturbada o violada que lesiona o desconoce sus derechos e intereses, a objeto de lograr, previo
proceso, una decisión judicial que modifique dicha situación jurídica…
Finalmente, este derecho está íntimamente relacionado con el derecho al debido proceso y la
igualdad procesal”.
Lo mismo sucede con el Auto de Vista de 4 de septiembre de 2010, dictado por la Sala Penal Primera
de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de Justicia- de Santa Cruz,
citado en la Conclusión II.6, en el que sólo desarrollan la teoría de los motivos de la interposición del
referido incidente y cuándo procede y cuándo no procede, advirtiéndose que realizaron su análisis
de manera teórica, pero no existe esa relación de lo teórico con los hechos; es decir, con lo que
realmente sucedió en dicho expediente; vale decir, que no se han señalado expresa y puntualmente
las dilaciones, descuidos o desidia en que hubiera incurrido la acusadora o la autoridad
jurisdiccional, en su caso, a efectos de determinar la confirmación del Auto pronunciado por el Juez
a quo.
Es evidente, que la falta de fundamentación en las resoluciones referidas supra han vulnerado el
derecho al debido proceso de la ahora accionante, asimismo, al haberse archivado obrados, se le ha
negado sin la fundamentación debida el acceso a la justicia que ella busca. Los derechos de los
sujetos procesales que conformaron el proceso penal que dio origen a la presente demanda tutelar,
deben ser respetados, pero sin vulnerar ilegítimamente el derecho del otro litigante. Una resolución
clara, completa, precisa, es decir, fundamentada idóneamente, logra satisfacer la necesidad de
justicia, pero una resolución infundada, no lo logra, sino que provoca la negación a una persona del
acceso a la justicia. Pues, de acuerdo a lo referido en el Fundamento Jurídico III.3 de la presente
Sentencia Constitucional Plurinacional, una persona tiene protegido su derecho de acudir a la
justicia, pero si este derecho le es denegado de manera arbitraria, como en este caso, resolviendo
un incidente de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, sin cumplir con lo
establecido por la jurisdicción constitucional en la SC 101/2004; es decir, con total arbitrariedad,
indudablemente vulnera la expectativa de aquella persona de lograr un resultado de un juicio de
acuerdo a ley, más allá de que dicho resultado sea positivo o negativo.
Finalmente, tomando en cuenta que por los defectos hallados en el Auto de Vista de 4 de
septiembre de 2010, dictado por los Vocales demandados, se considera que se debe anular el
mismo, debiendo emitir el respectivo Auto de Vista tomando en cuenta las consideraciones
realizadas en el presente análisis ya que las referidas autoridades tienen la potestad de revisar el
Auto Interlocutorio 386, emitida por el Juez a quo, y resolver adecuadamente el recurso de
apelación incidental planteado el 12 de enero de 2010.
En ese entendido, cabe referirse a la actuación del Tribunal de garantías; indicando que, de los datos
citados en la Conclusión II.7 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, se tiene que
habiéndose dictado el Auto de admisión de la presente acción tutelar del 6 de abril de 2011,
cursante a fs. 65, el Oficial de Diligencias, recién procedió a notificar a las partes de la presente
demanda el 25 y 26 de julio de ese año, lo que implica que el Tribunal de garantías, no ejerció el
principio de Juez director del proceso y contralor de las funciones del personal subalterno, en este
caso del Oficial de Diligencias; advirtiéndose que se incurrió en una demora injustificada en la
tramitación de la presente causa de casi tres meses, desnaturalizando la esencia sumarísima prevista
por el art. 129.III y IV de la CPE, del cual está revestida la presente acción tutelar.
POR TANTO
1º REVOCAR en parte la Resolución 148/2011 de 11 de agosto, cursante de fs. 148 a 150 vta.,
pronunciada por la Sala Civil Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal
Departamental de Justicia- de Santa Cruz, CONCEDER la tutela únicamente respecto a Alaín Núñez
Rojas, William Torrez Tordoya y Editha Pedraza Becerra, Vocales de la Sala Penal Primera de la Corte
Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de Justicia- de Santa Cruz, y en relación
a los derechos al debido proceso, en su elemento a la debida fundamentación; al acceso a la justicia
o a la tutela judicial efectiva; y, DENEGAR la tutela en cuanto al principio de la seguridad jurídica, así
como en relación a Misael Severiche Saravia, Juez Quinto de Sentencia Penal del departamento de
Santa Cruz, de acuerdo a lo dispuesto supra.
3º Por la naturaleza de ser una acción de defensa de carácter sumarísimo, en aplicación del art.
39.II del Código Procesal Constitucional (CPCo), y en mérito a lo referido en el Fundamento Jurídico
III.6 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, remítase copia de la presente Resolución
a la Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura, para el inicio de proceso disciplinario, contra
Victoriano Morón Cuéllar, Vocal de la Sala Civil Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial -
ahora Tribunal Departamental de Justicia- de Santa Cruz, como único miembro del Tribunal de
garantías al momento de la dilación evidenciada en la notificación a las partes del proceso, con el
Auto de 6 de abril de 2011, por el que se admitió la presente acción de amparo constitucional,
asimismo, contra César Castro Calvimonte, Oficial de Diligencias responsable de dichas
notificaciones. Con respecto al Vocal Sergio Cardona Chávez, al no conocerse la fecha de su
suspensión, no se dispone nada en su contra.
No intervienen los Magistrados Dr. Macario Lahor Cortez Chávez y la Dra. Carmen Silvana Sandoval
Landivar, por ser de voto disidente.