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UNIDADES TECNOLOGICAS DE SANTANDER


DEPARTAMENTO DE CIENCIAS NATURALES E INGENIERIAS
GUIA DE ESTUDIO No. Tercer corte
TEMA:
1.IDENTIFICACION
FACULTAD: CIENCIAS NATURALES E INGENIERIAS
PROGRAMA: TECNOLOGIA DE TOPOGRAFIA
CICLO: SEMESTRE: PRIMER SEMESTRE
Básico
ASIGNATURA: DIBUJO TOPOGRAFICO
UNIDAD TEMATICA: 3 corte –TEMA: MAPAS CATASTRALES
TEMA: CARTAS CATASTRALES
DOCENTE: Magister en
MARTHA HERNANDEZ HERNANDEZ
Educación -Arq.
FECHA:2-2015 Grupo : A181
LEIDY KARINA PLATA
LIZETH YARITZA REY
ESTUDIANTE: MARILYN SOFIA DIAZ
RUBIELA CASTELLANOS
JANER CARVAJAL
2.JUSTIFICACION
EN LA INVESTIGACION REALIZADS A CONTINUACIOS, DAREMOS A CONOCER QUE ES UN
MAPA CATASTRAR TENIENDO EN CUANTA LOS DIVERSOS CONCEPTO, EXPONIENDO SU
UTILIZACION Y APLICACIONES.
TAMBIEN PODREMOS OBSERVAR CUALES SON LOS TIPOS DE LEVANTAMIENTOS
CATASTRALES, Y LOS REGISTROS DE PROPIEDAD QUE DEBEMOS CONOCER A FONDO.

3. OBJETIVOS
 ESPONER QUE ES UN MAPA CATRASTRAL.
 ESPECIFICAR CUALES SON LOS DISTINTOS CONCEPTOS DE CATASTRO.
 DETALLAR CUALES SON LOS TIPOS DE LEVANTAMIENTOS CATASTRALES.
 IDENTIFICAR LOS REGISTROS DE PROPIEDAD.

4. ACTIVIDADES
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Cartas catastrales
Catastro es el término técnico empleado para designar una serie de registros que muestran la extensión, el
valor y la propiedad (u otro fundamento del uso o de la ocupación) de la tierra. En términos estrictos, un
catastro es un registro de fincas y de valores de la tierra y de los propietarios, que originalmente se
compilaba con propósitos de tributación. Sin embargo, en muchos países ya no existe un impuesto sobre la
tierra y en la práctica el catastro tiene otras dos finalidades igualmente importantes: facilita la descripción
precisa y la identificación de determinadas parcelas y sirve de registro permanente de derechos sobre la
tierra.

Normalmente un catastro moderno consiste en una serie de mapas o planos a escala grande con sus
correspondientes registros. Tanto los planos como los registros pueden ser almacenados en computadoras
tal como se expone en el capítulo dedicado a la “computadorización de mapas y registros”. El presente
capítulo trata de las características esenciales de los mapas catastrales, con especial referencia a la forma
que toman cuando se diseñan sobre el papel o se presentan en la pantalla de una computadora. Si bien el
levantamiento topográfico de una determinada parcela se ha traducido en algunos países en un “mapa
catastral” para esa parcela y puede no haber tenido relación con ninguna parcela adyacente, un verdadero
mapa catastral abarca todas las parcelas de una determinada zona y no únicamente parcelas aisladas.
Puede actuar como un índice para otros levantamientos de parcelas de tierras que muestren una
información más detallada, o puede ser de una escala suficientemente grande como para poder obtener del
mapa las dimensiones de cada parcela. En el presente capítulo, y a lo largo de todo este estudio, el término
“mapa catastral” estará relacionado con cualquier parcela de tierra definida por la propiedad, el valor o el
uso, siempre que la parcela tenga una identidad independiente y guarde relación con la ordenación de la
tierra en calidad de recurso natural. Un mapa catastral mostrará los límites de esas parcelas pero puede
además incluir detalles de los recursos que contienen, así como sus estructuras físicas superficiales o
subterráneas, su geología, sus suelos y su vegetación y la forma en que se utiliza la tierra.

La escala de los mapas catastrales es de gran importancia. Como la finalidad del mapa es proporcionar una
descripción precisa de la tierra y facilitar su identificación, la escala debe ser suficientemente grande como
para que cada parcela, que pueda ser objeto de posesión separada (convencionalmente conocida con el
nombre de “parcela de reconocimiento” o “parcela de tierra”), aparezca en el mapa como una unidad
reconocible. Si los datos de los mapas se almacenan en una computadora, se podrán trazar casi en
cualquier escala, hecho que dará la impresión de una mayor exactitud de la que exige la calidad de los
datos de un levantamiento.

Puesto que tanto el mapa como los correspondientes registros son partes complementarias del mismo
sistema de descripción e identificación, debe existir algún sistema de correspondencia entre lo que se
muestra en el mapa y lo que se incíuye en los registros. Por regla general esto significa que se debe asignar
un número o dar un nombre a cada parcela de tierra. Estas referencias se conocen con el nombre de
identificadores de la propiedad (IDP) o números de referencia de la parcela única (NRPU). Es posible
elaborar diversos sistemas de referencia, entre ellos:

a. El nombre del cesionario o el cedente


b. Un número de título que siga una secuencia
c. El volumen y los números de las hojas en que está registrada la parcela
d. El nombre de una finca o localidad con un número de parcela individual
e. El bloque de registro y números de parcelas individuales
f. Una dirección postal
g. Una referencia de índice de calles y el número de la parcela
h. Una retícula coordinada o “geocódigo”

La referencia escogida deberá ser de fácil comprensión y fácil de recordar; fácil para su uso por el público y
en computadoras; permanente de manera que no cambie con la venta de una propiedad, pero que pueda
ser actualizada cuando, por ejemplo, se produce una subdivisión de la tierra; deberá ser única, precisa y su
introducción ha de ser económica.

Es esencial que cuando estos números o nombres se introducen en un mapa no oscurezcan los detalles del
mapa. El mapa catastral deberá indicar los límites de cada parcela de tierra, y en algunas jurisdicciones puede
también mostrar su superficie y la longitud efectiva y la orientación de cada lindero. Obviamente, estas
consideraciones pueden exigir la utilización de una escala algo mayor que la que se requiere para indicar
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simplemente cada parcela del levantamiento.

Plano topográfico con detalles físicos

La escala más pequeña que se puede utilizar satisfactoriamente depende en primer lugar de la superficie de
la parcela más pequeña que probablemente se encontrará y, por consiguiente, puede variar mucho según
las circunstancias. Para los mapas catastrales de ciudades se necesitará una escala mucho mayor que para
los de zonas rurales. Del mismo modo, una zona rural muy densa, compuesta de campos y propiedades
pequeñas, exigirá mapas a una escala mayor de la que se necesitará en una zona de grandes propiedades
rurales con campos abiertos.

Los mapas más conocidos son mapas topográficos a escalas de aproximadamente 1:50.000. Esos mapas
permiten representar con exactitud (aunque no siempre a escala) la posición de carreteras, líneas
ferroviarias, senderos, aldeas, ríos, arroyos, puentes, edificios importantes, límites administrativos y otras
características semejantes, así como el relieve de la tierra, la profundidad del agua y las variaciones de nivel
de las mareas. Sin embargo, estos mapas son muy inadecuados para fines catastrales. Un simple ejemplo
aclarará este punto. Una línea trazada cuidadosamente con un lápiz tendrá una anchura aproximada de
medio milímetro. En un mapa a escala de 1:50.000 esta línea representará una línea de 25 metros de
anchura en el terreno. Hay muchos países, especialmente países montañosos, en los que existen parcelas
de menos de 25 metros de anchura. En su mayor parte, los mapas catastrales deben tener una escala de
1:500 a 1:2.500, aunque en zonas densamente desarrolladas se necesitará tal vez una escala mayor,
mientras que en campo abierto podrán utilizarse escalas mucho menores.

Inicialmente los planos a escala grande son mucho más costosos por unidad de superficie que los mapas a
escala pequeña, pero debe tenerse siempre presente que una vez completado el reconocimiento a escala
grande, de esos planos pueden derivarse mapas precisos en cualquier escala más pequeña. En cambio, lo
contrario no es cierto porque si bien es fácil levantar mapas a escala grande utilizando computadoras, estos
mapas no pueden ser nunca más precisos que los datos originales a partir de los cuales fueron levantados.

Por regla general, los mapas catastrales son únicamente mapas “planimétricos”, es decir que no necesitan
representar el relieve topográfico. Puede haber razones especiales para tener que registrar las alturas en
esos mapas, pero normalmente lo que se necesita es un plano de lo que se ve, sin visión estereoscópica,
desde un punto situado verticalmente sobre la parcela de tierra observada. Las distancias registradas en
esos planos son las distancias horizontales entre puntos y no las distancias de superficie medidas realmente
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en el terreno. De esta manera, la superficie registrada para una parcela en una ladera empinada será el
equivalente horizontal que puede ser considerablemente inferior a la superficie real de la parcela.

Plano catastral de los linderos de las propiedades

Un tercer requisito importante de los mapas catastrales es que deben mostrar un número suficiente de
puntos identificables con exactitud en el terreno, a fin de poder identificar en el mapa cualquier punto del
terreno (o viceversa), y todo ello a simple vista o con mediciones breves y sencillas. Desde un punto de vista
profesional, este requisito se satisface mediante el uso de señales que registran las estaciones de
triangulación originales, o las estaciones en la poligonación complementaria realizada con el teodolito, pero
este método suele ser inadecuado o inconveniente por razones prácticas. En zonas donde hay cercas
permanentes o campos rodeados de terraplenes, las cercas y los terraplenes pueden constituir un medio
adecuado de identificación detallada, pero en campos abiertos sin cercas ni terraplenes, será necesario
utilizar algún medio para indicar los límites de las parcelas sobre el terreno.

Una buena señal debe ser duradera por sí misma y difícil de eliminar accidental o voluntariamente.
Asimismo, en muchos países es conveniente que el material con que se fabrican estas señales sea de un
tipo que no incite al robo. Como las señales deben ser fácilmente reconocibles, conviene que sean bien
visibles en el terreno, pero para los puntos importantes, por ejemplo los utilizados como puntos de control en
los levantamientos, es útil complementar las señales de superficie con otras señales fabricadas con
hormigón y enterradas debajo de las primeras.

Otro método importante de identificación usado en los mapas catastrales es la “retícula”. En algunos países,
por ejemplo en gran parte de las tierras de propiedad pública en los Estados Unidos de América, se ha
colocado una retícula sobre el terreno creando así un “sistema rectangular”. Todas las parcelas de tierra están
delimitadas por líneas rectas, que a menudo van de norte a sur y de este a oeste. El problema que plantea este
sistema es que no responde a la topografía natural, pero su ventaja es su simplicidad y la claridad relativa de
los linderos en el terreno. Sin embargo, con más frecuencia se utiliza una retícula como un sistema de
referencia, de modo que las coordenadas de todos los puntos de los ángulos de los linderos puedan medirse,
calcularse y registrarse. Los datos pueden almacenarse en una computadora y utilizarse para levantar los
mapas catastrales o para ayudar a un topógrafo a restablecer las señales de linderos que se hayan perdido.
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Plano catastral que muestra las orientaciones y distancias de los lados, las superficies y los
números de las parcelas

El número de referencia de la parcela de tierra puede utilizarse para identificarla. Se le puede determinar en
relación con los archivos que contienen una información topográfica más detallada acerca de la parcela, por
ejemplo, sus dimensiones, y en relación con los datos sobre propiedad, valor y uso. En muchos países los
datos del levantamiento se conservan en un departamento del gobierno (el departamento topográfico),
mientras que los datos escritos y los detalles del título se conservan en otro departamento. Este último
puede ser el departamento de tierras, el ministerio de justicia o incluso el departamento del tesoro. Es
importante que cualquiera que sea el lugar donde se mantengan los registros de las parcelas, cada
autoridad adopte el mismo sistema normalizado de referencias de las parcelas.

También es indispensable que los cambios que se produzcan en los límites de las parcelas se registren
inmediatamente después de que se convenga en ellos. Debe notificarse inmediatamente a todas las partes
interesadas sobre cualquier cambio que se haya producido y que afecte a parcelas de tierra, por ejemplo,
cuando se ha procedido a una subdivisión oficial. Un mapa catastral debe estar al día en todo momento.

Reconocimientos aéreos y mapas catastrales


Hay dos formas de levantar mapas a partir de fuentes primarias. Una de ellas es el levantamiento sobre el
terreno y la otra los reconocimientos aéreos, es decir hacer mediciones a partir de fotografías aéreas. Los
puntos determinados en fotografías aéreas sobrepuestas pueden transformarse en posiciones en un mapa,
ya sea utilizando medios mecánicos análogos o mediante el uso de técnicas matemáticas. Este
procedimiento, conocido como fotogrametría, exige la realización de algunas mediciones sobre el terreno a
fin de determinar la escala y la orientación precisas de un mapa en relación con los datos obtenidos sobre el
terreno. La calidad actual de los instrumentos modernos es tan elevada que, junto con técnicas
computadorizadas y triangulación aérea, los puntos de control sobre el terreno que es necesario establecer
son relativamente pocos. Su número preciso depende del tamaño y la forma de la zona que deberá incluir el
mapa, la exactitud exigida y la escala de la fotografía. Esta última varía a través de una fotografía puesto
que es igual a la relación entre la longitud focal de la cámara de reconocimiento aéreo (f) y la altura de vuelo
del avión (A) sobre cualquier punto del terreno (a); matemáticamente:

la escala en cualquier punto = f/(A-a).

Como la altura del terreno (a) varía a lo largo de una zona, lo mismo sucede con la escala de la fotografía.

Puede emplearse la fotogrametría para establecer una mayor densidad de puntos de control desde los
cuales será posible levantar mapas topográficos detallados. Se pueden identificar y trazar con gran facilidad
y economía los lineamientos de los accidentes del terreno tal como se ven desde el aire, junto con las
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curvas de nivel. Si las condiciones son adecuadas, la fotogrametría puede producir mapas y mediciones
tanto o más precisos que los que se obtienen utilizando métodos comunes de levantamientos sobre el
terreno.

Las técnicas fotogramétricas han sido muy usadas para levantar mapas topográficos, pero en cambio han
contribuido bastante menos a los levantamientos catastrales. En circunstancias favorables, por ejemplo, si se
trata de arrozales con terraplenes alrededor de los bordes, de tierras montañosas con terrazas o tierras cercadas
con setos o muros perfectamente marcados, las fotografías podrán proporcionar todos los detalles necesarios
para el catastro. Es posible que en otros casos no se logren los mismos resultados, por ejemplo, en algunos
sistemas de campo abierto en los que diferentes propietarios de la tierra practican el mismo cultivo de una
manera más o menos continua en una gran extensión de terreno, o en algunas zonas arboladas. Las fotografías
aéreas pueden mostrar detalles de carácter temporal, por ejemplo, las divisiones de un solo campo en varios
cultivos, o detalles internos de la parcela que es objeto de reconocimiento, por ejemplo, pequeñas zanjas
internas de avenamiento. Estas características no deberían aparecer, o no es menester que aparezcan, en el
mapa catastral, pero en las fotografías puede resultar difícil distinguirlas de los linderos permanentes de los
campos.

Escala de la fotografía aérea = f / (A - a)

En muchas circunstancias los límites legales de las propiedades no pueden determinarse a partir de
fotografías si no se realiza una comprobación detenida sobre el terreno. En general será necesario trabajar
más para complementar las fotografías en el caso de los mapas catastrales que en el de la mayoría de los
mapas topográficos. Sin embargo, las técnicas pueden ser tan precisas como las de un levantamiento
realizado sobre el terreno, y bastante más baratas.

Una de las grandes desventajas de los reconocimientos aéreos es que, con excepción de las señales de
control sobre el terreno que forman parte de la red geodésica básica, no deja puntos señalados
permanentes sobre el terreno. Con frecuencia se necesita un gran número de estas señales para realizar un
reconocimiento catastral eficiente, a fin de facilitar el trabajo de subdivisión y el futuro restablecimiento de
las características limítrofes que falten. En los levantamientos sobre el terreno todas las estaciones de
teodolitos u otras estaciones de levantamiento son o pueden ser señaladas de manera sencilla y
permanente mediante tubos enterrados o postes de hormigón conforme avanza el trabajo. Este sistema
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permite reconstruir en todo momento cualquier parte de una triangulación o de una poligonación menores, lo
que constituye una ventaja indudable cuando se trata de identificar, mediante medición, los puntos no
señalados, o durante la revisión del levantamiento. En el caso de los reconocimientos aéreos, será
necesario implantar otras señales en el terreno, lo que deberá efectuarse de manera independiente y a
menudo a un costo considerable. En el caso de todos los levantamientos catastrales hechos mediante
fotogrametría es necesario efectuar levantamientos sobre el terreno para verificar la posición efectiva de los
límites legales que pueden no ser visibles en la fotografía o que pueden haber sido identificados de manera
errónea.

Todos los tipos de levantamientos suelen ser caros y el costo comparativo preciso de los métodos aéreos o
sobre el terreno sólo puede determinarse en cada caso particular. Los sistemas de reconocimiento aéreo se
benefician de las economías de escala cuando es necesario registrar gran número de límites o puntos
detallados. El capital y el costo ordinario de mantenimiento de los aviones y del equipo utilizados en los
reconocimientos aéreos son elevados, y el personal necesario, altamente capacitado, y está relativamente
bien pagado en comparación con algunos topógrafos que trabajan sobre el terreno. En un año, el número de
días en que es posible efectuar vuelos suele ser pequeño, pero en muchos países el número de días en que
es posible realizar levantamientos sobre el terreno está limitado por razones climáticas aunque no tanto
como en el caso de los vuelos.

En ciertos casos puede ser difícil obtener la autorización de las autoridades militares para efectuar
levantamientos aéreos, pues en muchos países estas autoridades se han opuesto tradicionalmente a dar
acceso público a las fotografías aéreas por presuntas razones de seguridad. Dada la fácil disponibilidad y la
calidad de las imágenes transmitidas por los satélites modernos, esta restricción prácticamente carece de
sentido. Un posible terrorista podrá obtener fácilmente de otras fuentes el tipo de información que los
opositores al acceso público a las fotografías aéreas tratan de ocultar. La oposición a la utilización de esta
fotografía ha aumentado el costo de muchos levantamientos y ha reducido su eficacia, con los consiguientes
costos, no calculados, que tienen un considerable impacto en una economía nacional.

En términos generales, las fotografías aéreas se han utilizado en la cartografía catastral en cinco formas
diferentes. En el caso más simple, se pueden utilizar fotografías de escala de contacto o ampliadas como
base para delinear las parcelas. En algunos países es suficiente preparar un plano que funciona como
señalización de las parcelas, cuyos límites pueden determinarse mediante inspección en el terreno. En esos
casos no es necesario registrar las dimensiones exactas de una parcela de tierra en la medida en que sus
límites son claramente visibles en las fotografías. Por ejemplo, en Kenya se han utilizado fotografías
ampliadas a escala de 1:2.500 para establecer la base sobre la cual pueden trazarse los límites de las
parcelas. Este método es eficaz cuando es necesario registrar gran número de parcelas en un período
breve. Cuando se dispone de tiempo y de dinero suficientes, en fecha posterior, las zonas pueden ser objeto
de un nuevo levantamiento de mayor precisión.

Puede procederse a una cartografía más precisa utilizando fotografías rectificadas que eliminan todas las
distorsiones que se presentan cuando la fotografía no se efectúa con la cámara apuntando exactamente
hacia abajo en forma vertical. El Programa de Propiedad de la Tierra de Tailandia utilizó ampliamente
fotografías rectificadas ampliadas, obteniéndose una información complementaria mediante levantamientos
sobre el terreno. Se levantaron fotomapas catastrales a escalas de 1:4.000 y mayores. Una técnica similar
se usó en Botswana donde los fotomapas se anotaron de manera adecuada para identificar determinadas
parcelas. Cuando existe una zona de sabanas en la que no se ha realizado ningún levantamiento sobre el
terreno, es posible identificar zonas de la vegetación y delinear en las fotografías zonas de tierras
destinadas a propósitos tales como estaciones veterinarias, pistas de aterrizaje y estaciones de policía. A
continuación pueden añadirse las dimensiones de las parcelas a partir de mediciones hechas con cintas
sobre el terreno. Una desventaja de la utilización de rectificadores es el costo relativamente alto de este
equipo.

En el caso de zonas que no son llanas, una mejora de la rectificación consiste en la producción de
ortofotografías en las que cada punto de la imagen fotográfica original es trasladado a su posición correcta
en un mapa topográfico. El producto resultante parece una fotografía, pero tiene las calidades métricas de
un mapa preciso puesto que elimina los cambios en las escalas de las fotografías originales que se han
producido por variaciones en la altura del terreno. Aunque este procedimiento exige una tecnología más
avanzada, la ventaja consiste en una mejor precisión planimétrica y, por consiguiente, las dimensiones de
las parcelas pueden medirse aumentando la escala del plano. En ciertas partes de Australia y el Canadá se
han utilizado positivamente fotografías ortogonales para elaborar planes de índices catastrales. Durante
muchos años ambos países carecieron, en la evolución de su territorio, de una red integrada de controles de
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levantamientos y la mayor parte de los levantamientos catastrales estaban relacionados sólo con
características locales. El resultado fue que si bien el tamaño y la forma de cada parcela habían sido
cuidadosamente establecidos, con frecuencia existía cierta incertidumbre respecto del sitio donde la parcela
estaba efectivamente situada. Los fotomapas ortogonales se utilizaron como base para armar el mosaico de
levantamientos dispersos de parcelas, es decir como si se tratara de armar las piezas de un rompecabezas.

Otro método diferente de levantamiento de mapas catastrales es la utilización de aparatos de


estereorrestitución fotogramétrica. Este equipo puede utilizarse ya sea para indicar las características físicas
que coinciden o coexisten con los límites locales, o para ubicar puntos detallados que pueden utilizarse
como un control para levantamientos catastrales simples sobre el terreno. Es posible entonces levantar
mapas catastrales partiendo de una combinación de una restitución fotogramétrica de detalles físicos que
son visibles desde el aire utilizando métodos gráficos simples de levantamiento para precisar determinados
límites de parcelas. El producto resultante responderá a las normas de precisión, es decir será equivalente a
la anchura de una línea trazada en el mapa.

Sin embargo, muchos países insisten en la información numérica para sus levantamientos catastrales, lo
que ha dado como resultado el levantamiento de mapas topográficos y catastrales separados, que se
traduce en una duplicación de esfuerzos incluso dentro de un departamento nacional de levantamientos
catastrales. En las zonas urbanas se comprueba con frecuencia que existe una cartografía topográfica a
escala grande producida con el método fotogramétrico con propósitos de planificación y de ordenación
general de tierras, mientras que los planos catastrales se han elaborado separadamente gracias a otros
levantamientos realizados sobre el terreno. Esta separación de funciones entre los levantamientos
catastrales y topográficos es sintomática de la polarización que se ha producido entre los partidarios de los
levantamientos sobre el terreno y de los reconocimientos aéreos, con la consiguiente falta de homogeneidad
en los datos.

Puede utilizarse la técnica de fotogrametría para producir datos coordinados numéricamente mediante el
uso de equipos analíticos de estereorrestitución o comparadores. De esta manera se obtienen coordenadas
para los puntos de las fotografías aéreas a partir de los cuales pueden calcularse las coordenadas sobre el
terreno. La precisión de estas coordenadas depende del equipo utilizado, pero puede ser similar a la lograda
mediante un levantamiento sobre el terreno. Por ejemplo, en Alemania y en Suiza se han utilizado con éxito
estas técnicas para revisar los mapas catastrales. La gran ventaja de los reconocimientos aéreos respecto
de los levantamientos sobre el terreno es la velocidad y, por lo tanto, la enorme cantidad de tiempo que
puede ahorrarse.

Para establecer un sistema catastral es sin duda útil utilizar técnicas fotogramétricas cuando los límites de
las parcelas son visibles desde el aire, o cuando es posible instalar señales relativamente baratas y estables
y de un tamaño que permita verlas claramente en las fotografías. Cuando se trata de zonas pequeñas, o
cuando un levantamiento ya existente es objeto de una adición o revisión, la ventaja de la velocidad es
mucho menor y, en todo caso, se debe sopesar en relación con el aumento de los costos. Este aumento se
debe no sólo al mayor tiempo pasado en el aire en relación con la cantidad de fotografías tomadas, sino
también al costo del establecimiento de los controles de tierra necesarios para un trabajo pequeño.

Además de servir para el levantamiento de mapas, las fotografías aéreas a escala grande tienen otras
aplicaciones. Estas aplicaciones son: levantamientos relacionados con la erosión de terrenos,
levantamientos para efectuar inventarios forestales, para identificar el uso de las tierras y otras muchas
aplicaciones. A menudo puede resultar económico usar fotografías aéreas para hacer levantamientos
catastrales y utilizarlas para levantar mapas, aunque la fotografía aérea no se justificaría sólo para efectuar
levantamientos de mapas catastrales.

De las observaciones anteriores se desprenden las siguientes conclusiones generales:

1. Cuando los reconocimientos aéreos forman parte de las prácticas normales de levantamientos
topográficos de un país, también pueden emplearse para efectuar trabajos catastrales de cierta
importancia, siempre que el trabajo de campo adicional no sea de tal magnitud que resulte más
económico utilizar sólo personal de tierra. En esos casos puede resultar económico usar fotografías
a escala suficientemente grande para atender las necesidades de los levantamientos catastrales,
aunque de esta manera se exceda de las necesidades de otros proyectos cartográficos. Puede
resultar económico llevar a cabo un levantamiento dual o múltiple mediante un juego de fotografías.
Sin embargo, a menudo las necesidades de diferentes aplicaciones de la fotografía son
incompatibles y tal vez sea necesario usar juegos múltiples de fotografías.
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2. Cuando es necesario realizar rápidamente un nuevo levantamiento catastral de una zona extensa, el
reconocimiento aéreo es con frecuencia el método más práctico, a menos que sea preciso realizar
posteriormente muchos trabajos de campo suplementarios.

3. A menos que se encuentre una ocupación razonablemente permanente para el personal y el equipo
de un departamento de reconocimientos aéreos de un organismo nacional de cartografía,
generalmente será más económico contratar a una empresa comercial para que efectúe el trabajo.

4. Los levantamientos catastrales de zonas pequeñas, la ampliación de levantamientos ya existentes y


el trabajo de revisión se realizarán mejor empleando el personal de tierra de la organización nacional
de levantamientos catastrales, de conformidad con un programa continuo.

5. El reconocimiento aéreo no eliminará el levantamiento sobre el terreno con fines catastrales; debe en
realidad complementarlo. Cuando no sea muy urgente abarcar una zona muy extensa, y sobre todo
si se dispone de topógrafos locales, o pueden conseguirse en número suficiente, resultará preferible
confiar por completo en los levantamientos sobre el terreno para levantar mapas catastrales, aunque
los reconocimientos aéreos pueden utilizarse para algunos otros fines. En todo caso, es sumamente
útil que el personal del catastro se haga plenamente responsable de la conservación y la
actualización de los mapas que produce.

6. En muchos casos conviene utilizar fotografías aéreas a escala grande en lugar de los mapas
basados en fotografías. Si se toman estas fotografías, es posible que, con algunas variaciones en el
método y un mayor cuidado en la adaptación, se puedan emplear para levantar mapas así como
para sus propósitos originales. No deben dejarse de lado las oportunidades de esta clase. En efecto,
cuando se toman fotografías aéreas de una determinada zona para los fines de un departamento
administrativo, es conveniente averiguar si otros departamentos también necesitan fotografías o
mapas de la zona, y estudiar si resulta económico tomar de una sola vez las fotografías a la mayor
escala necesaria para cualquiera de estos fines.

Registros de la propiedad
Los mapas catastrales son esencialmente descripciones de las parcelas (parcelas de levantamiento o
propiedades) con referencia a las cuales se definen los derechos y se identifica a los titulares de esos
derechos. No son, en sí mismos, un registro de los derechos poseídos, aunque es cierto que pueden
utilizarse para diferenciar ciertos tipos de propiedad, por ejemplo, tierras del Estado y tierras no
pertenecientes al Estado, reservas forestales y tierras mantenidas por las autoridades públicas o con arreglo
a ciertas formas de tenencia (por ejemplo, fundaciones religiosas o de beneficencia). En tales casos los
mapas pueden ser parte de un registro de los derechos de propiedad. El registro oficial de derechos figura
normalmente en uno o más “registros” que en algunos países se conoce con el nombre de “Libro de
propiedad de la tierra”. Normalmente estos registros se apoyarán en mapas catastrales. Sin embargo, lo
contrario puede no ser cierto y pueden existir mapas catastrales sin registros de derechos, por ejemplo,
cuando son el registro original de una clasificación de la tierra con fines tributarios.

Es necesario hacer una distinción entre los registros de la propiedad y los registros de escrituras. Una
escritura es un documento en el que se hacen constar las transacciones que afectan, o pueden afectar, a un
derecho. Las escrituras deben registrarse por interés público o por interés de particulares. Sólo se levanta
una escritura cuando hay algún cambio en la posesión de un derecho y un registro de escrituras es también
un registro de las transacciones relativas a los derechos, pero no de los derechos mismos. Sin embargo, el
registro de las escrituras puede desempeñar una función importante en la preparación o mantenimiento de
un registro de la propiedad como veremos más adelante.

Los derechos sobre la tierra son de muchas clases y abarcan desde la plena propiedad al simple derecho
condicionado de acceso, que se ejercita en determinados momentos y para ciertos fines. También existen
derechos sobre las aguas, que se pueden poseer separadamente y a título distinto del derecho sobre la
tierra en la cual, o bajo la cual, se encuentra el agua. También pueden existir derechos separados sobre
árboles, minerales, etc. Un registro completo de derechos debe tener en cuenta todos estos derechos, pero
en la práctica son pocos los registros tan completos, y la mayor parte de las personas cuando hablan de
registros de derechos sobre la tierra piensan solamente en el registro del título, es decir, de los derechos de
propiedad (o quizás, de manera más general, en los de tenencia primaria).

Probablemente esa limitación se debe a que los registros escritos de derechos se establecen, aunque no
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siempre, en países que se encuentran en una fase relativamente avanzada de desarrollo social. Estos
países suelen tener registros basados en ideas europeas sobre la propiedad de la tierra que tienden a
proteger al propietario y se interesan menos en el interés público. En esos países se ha tendido a considerar
el registro como un instrumento para mejorar el proceso de traspaso más que como un instrumento de
ordenación de los recursos de tierras.

Un importante resultado de este interés por los sistemas de registro de las tenencias individuales primarias,
ha sido el aumento de la creencia de que la inscripción en el registro es impracticable o innecesaria, e
incluso inconveniente, en los lugares donde la propiedad privada no es una característica importante del
régimen de tenencia de la tierra. Es verdad que en muchas sociedades de tipo tradicional, lo que podemos
denominar memoria colectiva, con frecuencia ayudada por un alto nivel de publicidad, de solemnidad e
incluso de ritual, es en sí misma una forma de registro que puede ocupar el lugar de un registro escrito.
También puede ser cierto que las condiciones económicas o sociales de un país pueden justificar el
aplazamiento de los trabajos de levantamiento y de registro. Sin embargo, la experiencia nos enseña que
inevitablemente llegará el momento en que una presión demográfica creciente sobre la tierra y otros
factores crearán la urgente necesidad de definir con exactitud los límites de las propiedades familiares,
locales o tribales, así como los derechos que tienen sobre dichas tierras los miembros de esas
comunidades.

Una vez que se abandona el concepto de registro de la propiedad de la tierra como un registro de derechos
individuales sobre determinadas parcelas, desaparecen muchas de las objeciones que se hacen en
determinados lugares a la creación de un registro. Es obvio que los miembros de una comunidad que
poseen tierras con arreglo a un régimen comunal, o sobre la base de lo que se conoce con el nombre de
régimen de la familia ampliada, pueden razonablemente oponerse a cualquier intento de definir los derechos
de los individuos en función de la tierra que realmente ocupan, especialmente cuando, como ocurre en
ciertos casos, se cree que la verdadera propiedad corresponde a un antepasado remoto. Sin embargo, ésta
no es una característica fundamental de un sistema de registro de derechos. En esos casos, el registro
puede consistir simplemente en una descripción precisa de las tierras de posesión común, en una
formulación de los tipos de derechos de que gozan los miembros del grupo y en una lista de los miembros
del grupo considerados como poseedores de dichos derechos. No será necesario hacer referencia alguna a
la ocupación actual, o referencias que establezcan con absoluta claridad que la ocupación no lleva consigo
el derecho de hipotecar ni el de libre disposición. Al principio ese registro sería simplemente un reflejo
escrito de la memoria colectiva, y su mantenimiento sólo sería un registro de los cambios debidamente
autorizados por las ceremonias y ritos tradicionales. Sus ventajas como método para evitar controversias y
reclamaciones individuales infundadas, junto con su manifiesta utilidad cuando el sistema tradicional es
incapaz de resolver una situación, serían probablemente más que suficientes para contrarrestar las
objeciones que podrían esgrimirse contra ese registro.

Debe tenerse también en cuenta que muchos derechos sobre la tierra y las aguas, o sobre los productos de
las tierras y las aguas, distintos de los derechos de posesión individual de la tierra, se registran en realidad
en formas distintas de los registros oficiales de la tierra. Por ejemplo, en los mejores sistemas de
administración forestal es práctica común que en las órdenes de constitución de nuevas reservas forestales
se haga constar detalladamente (a veces con la inclusión de listas de nombres) la naturaleza y la extensión
de los derechos de residencia, cultivo, pastoreo, extracción de madera y derechos de caza de ciertos
individuos o pueblos, que pueden subsistir después de la constitución de la reserva forestal. Los contratos
de arrendamiento de pesquerías continentales contienen a menudo cláusulas en las que se describen los
derechos de los agricultores vecinos respecto del uso y control del agua, y establecen limitaciones locales,
basadas en dichos derechos, sobre la medida en que el arrendamiento puede obstruir o desviar el curso de
las aguas. Todo ello constituye, en realidad, un método distinto del registro ordinario de la propiedad de la
tierra. Desde el punto de vista administrativo puede ser conveniente mantener registros separados de
algunos de estos derechos, pero ello no impide que esos registros formen parte de un registro nacional de
derechos sobre la propiedad de la tierra y que deban ser considerados como tales.

Algunas clases de derechos de propiedad de la tierra no pueden dejarse de lado, por ejemplo, los derechos
de ocupación secundaria o de uso de la tierra. Algunos de ellos, por ejemplo, los arrendamientos
hereditarios y vitalicios, el derecho de ocupación, etc., se apartan tanto de los derechos del poseedor
primario que necesariamente deben encontrar lugar en todo registro de derechos. Otros, por ejemplo, los
arrendamientos estacionales que no se renuevan, son de tan breve duración que el trabajo de llevar el
registro al día no se justifica con las ventajas derivadas del registro de esos derechos.

Otra importante clase de derechos sobre la tierra es la de los gravámenes y las reversiones condicionales,
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incluidas la hipoteca y la prenda. La nutrida clase de las hipotecas usufructuarias, que entrañan cambios en
la posesión física, se inscribirán probablemente en un registro normal de la propiedad. Las hipotecas
simples que no entrañan cambios en la posesión física se registran normalmente como documentos en los
lugares donde existe ese registro de documentos, pero quizás no encuentren sitio en los registros de la
propiedad de la tierra. Muchos contratos de prenda agrícola establecida como garantía subsidiaria ni
siquiera se inscriben en el registro. Sin embargo, hay razones en favor de que todos los gravámenes sobre
la tierra se inscriban en el registro público.

Hay también muchos derechos que no entrañan posesión legal, física o condicional de la tierra. Uno de los
más interesantes deriva del hecho de que en algunos países la propiedad de los árboles se puede tener y
transmitir independientemente de la propiedad de la propia tierra. Otro ejemplo análogo es el de los
derechos sobre los minerales. También existen muchas servidumbres, especialmente derechos de pastoreo,
de paso, de extracción de madera y productos forestales y en general el derecho de obtener alguna utilidad.
Todo ello puede ser de gran importancia, sobre todo cuando afecta a terrenos de propiedad pública o
cuando una gran propiedad debe ser parcelada. En esos casos un registro público de esta clase puede ser
muy útil.

Hay también una clase muy numerosa de derechos públicos sobre la tierra, que comprenden no sólo
derechos del Estado, sino también de un gran número de organismos estatales, locales y comunidades
campesinas, y en algunos países los propios lugares de las aldeas.

Tal vez se han dado ya suficientes argumentos para indicar la insuficiencia de un registro en el que se
inscriba sólo el título de propiedad. Sin embargo, la medida en que un registro nacional debe abarcar todo
este campo es una cuestión que deberá decidirse caso por caso. Antes de examinar los objetivos que debe
perseguir un buen registro, debemos referirnos a una cuestión de importancia fundamental, ya que proviene
de la principal dificultad con que tropieza un registro eficiente. Se trata de la dificultad de determinar en
términos absolutos la naturaleza exacta de los derechos de una persona, o inversamente, la de identificar a
la persona que posee determinado derecho. Por regla general esta cuestión se examina en función del título
de propiedad o de posesión de la tierra y como tal la examinaremos aquí. Sin embargo, debe advertirse que
lo que se diga acerca del título se aplica por regla general a todos los demás derechos.

En primer lugar, conviene que volvamos por un momento a la distinción entre el registro de escrituras y el
registro de derechos. Una escritura es el testimonio de una transacción aislada y es la prueba de que dicha
transacción se ha verificado. Pero, desde un punto de vista jurídico, no prueba por sí misma el derecho de
las partes a proceder a la transacción y, en consecuencia, no es una prueba de la legalidad de la misma.
Por consiguiente, los defectos de un registro de escrituras como registro de derechos son obvios. Como
afirma Sir Robert Torrens, la gran autoridad australiana en materia de registro de títulos, “el título de
propiedad basado en la escritura nunca puede ser aceptado como prueba plena; se puede presentar sólo
como una deducción más o menos lógica de la prueba documental con que se cuenta en el momento”.
(Torrens, R. The South Australian system of conveyancing by registration of title, Adelaida, 1859.

Un registro de títulos apunta claramente a algo mucho más concreto. Cada parcela de tierra se inscribe
originariamente en el registro como una unidad de propiedad. Una vez hecho esto, todas las transacciones
que afectan a la parcela se inscriben en el registro, refiriéndolas a la misma parcela, con lo que la
inscripción sirve de prueba del título y de salvaguardia contra cualquier pretensión contraria. La dificultad
estriba en la naturaleza de la prueba en que se ha basado la inscripción original. Cuando el registro se ha
efectuado desde la primera ocupación de la tierra no surge ninguna dificultad, ya que es evidente que no
existía anteriormente ninguna pretensión antagónica. Sin embargo, esto ocurre raras veces e
inmediatamente se plantea el problema de determinar la prueba que se necesita para efectuar la primera
inscripción. El examen de los títulos absolutos de propiedad puede ser, y habitualmente es, un proceso
largo, difícil y costoso, y en el peor de los casos no se consiguen resultados definitivos. Por otra parte, un
sistema de registro basado en la posesión, que es una alternativa obvia, puede proporcionar una prueba de
presunción acerca del título, aunque desde un punto de vista legal ese registro ofrece muy pocas ventajas
sobre el sistema de registro de escrituras. Sin embargo, cada año que pasa hace más difícil refutar la
prueba presuntiva, y las leyes pueden terminar con la incertidumbre limitando los plazos dentro de los
cuales se puede presentar la reclamación de un derecho sobre la tierra. Se sostiene, naturalmente, que
según las costumbres de muchos países, especialmente de Africa, el mero transcurso del tiempo no
extingue un derecho adquirido. Afortunadamente, es precisamente en dichos países donde la memoria
colectiva a que hemos aludido antes es más activa y exacta. Por esa razón, hay razones suficientes para
pensar que, siempre que la indagación en que se basa la primera inscripción tenga carácter público y local y
que se procure que la gente comprenda su finalidad, no se lesionarán los derechos de los ausentes, ni
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siquiera en primera instancia.

Por supuesto, no se quiere dar a entender que, incluso en el caso en que la inscripción se basa en los
títulos de posesión más que en un título absoluto de propiedad, sea suficiente la mera inscripción de los
nombres de las personas que ocupan en ese momento la tierra. Muchas de estas personas serán, por
propia confesión o conforme al testimonio de los vecinos, ocupantes subordinados o coocupantes, y es
obvio que lo que debe inscribirse es el nombre del poseedor primario o todos los nombres de los
poseedores mancomunados. Por consiguiente, será necesario realizar una investigación minuciosa para
dilucidar la posesión efectiva y es probable que al mismo tiempo sea necesario investigar otras cuestiones.
Debe advertirse que el hecho de que una investigación minuciosa sea necesaria sólo para precisar todos los
hechos relativos a la posesión efectiva, disminuye considerablemente la posibilidad de que se presenten
reclamaciones contrarias a los hechos así establecidos.

El establecimiento de un sistema de registro de la propiedad de la tierra puede tropezar a veces con una
fuerte oposición pública, y hay quizás un mayor número de casos en que dicha oposición impide toda
acción. Es muy significativo observar que sólo en contadas ocasiones esa oposición proviene de los mismos
propietarios de la tierra, lo que a veces hace pensar en el desinterés de la oposición. Por ejemplo, no es
lógico esperar que un abogado que suele cobrar elevados honorarios por el traspaso de fincas se
entusiasme ante la idea de un registro. Hay casos, sin embargo, en que la oposición está o parece estar
justificada, y en esos casos debe tenerse mucho cuidado de corregir el sistema para eliminar o disminuir las
dudas y los temores del público.

Las finalidades que persigue un sistema completo de registro de la propiedad de la tierra son:

1. proporcionar, en cualquier momento y mediante el simple examen de los mapas y registros, una
descripción exacta y actualizada de todos los derechos sobre la tierra reconocidos por la ley o por la
costumbre del lugar, así como una relación de las personas, clases de personas, corporaciones
públicas, etc., investidas en ese momento de tales derechos; y

2. ofrecer medios inmediatos para identificar, con certeza y exactitud, tanto las inscripciones de los
mapas y los registros relativos a cualquier parcela así como la parcela a la que se refieren las
inscripciones en esos mapas y registros.

Cabe esperar que la consecución de estos objetivos influya en todas las relaciones entre la tierra y los
individuos, grupos sociales y corporaciones públicas interesadas en la tierra. Estos efectos se examinarán
más adelante.

Para alcanzar estos objectivos se requieren los siguientes documentos:

1. Un mapa catastral en el que, mediante una serie de señales o características permanentes del
terreno, se pueda identificar con exactitud toda parcela que haya sido o pueda ser objeto de un
derecho, ya sea directamente mediante un examen o una simple medición.
2. Un registro que funciona como un índice del mapa, y que la superficie de cada parcela objeto de un
levantamiento ofrezca, mediante tablas, toda la información acerca de la parcela que figura en el
mapa.

3. Un registro o serie de registros coordinados que contengan toda la información siguiente que se trate
de registrar:

a. Número, nombre, etc., del mapa correspondiente.

b. La propiedad originaria de cada parcela en los lugares donde se reconozcan distintos


derechos de propiedad originarios, por ejemplo, tierras del Estado o terrenos que no son del
Estado; tierras comunales y privadas; tierras de aldeas y familias, etc.

c. Las “fincas primarias”, por número de serie y nombres (de haberlos).

d. La propiedad originaria de cada finca primaria, cuando se reconozcan distintos derechos de


propiedad originarios; por ejemplo, tierras del Estado o tierras que no son del Estado; tierras
comunales y privadas; tierras de aldeas o de familias, etc.
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e. Los números, u otros medios de identificación, de las parcelas incluidas en cada finca
primaria.

f. La superficie de cada parcela y la superficie total de la finca primaria.

g. El nombre, la descripción u otros medios de identificación del propietario original.

h. Si el propietario original es un grupo de personas (siempre que no se trate de una asociación,


por ejemplo, una empresa o sociedad cooperativa), los nombres y otros medios de
identificación de cada miembro del grupo que esté reconocido como copropietario y la
naturaleza de su derecho. Esta clasificación incluye grupos tales como los copropietarios,
una familia ampliada, los habitantes de una aldea, una tribu, etc. Deberá incluirse también el
nombre, título, etc., de la persona o entidad reconocida como representante de los
copropietarios con propósitos de transacción.

i. El tipo de tenencia de la tierra si difiere de la tenencia básica, por ejemplo, arrendamiento de


terrenos del Estado.

j. Cualquier derecho permanente sobre la tierra que no entrañe la ocupación por personas
distintas del propietario original o de los copropietarios, a saber, servidumbres, derechos de
pastoreo, tala o recogida de productos forestales, etc.

k. Todo derecho que el Estado se reserve frente al propietario original.

l. Cualquier derecho primario, por ejemplo, sobre árboles, etc., o sobre las cosas que se
encuentran en la tierra y que no pertenezcan al propietario original.

m. Los derechos permanentes y subordinados de ocupación o de uso de la tierra.

n. Los derechos subordinados de carácter temporal que tengan por efecto la supresión o la
suspensión de los derechos del propietario original, por ejemplo, las hipotecas usufructuarias.

o. Los derechos subordinados temporales de ocupación o de aprovechamiento de la tierra que


modifican, pero no suprimen ni suspenden, los derechos del propietario original, por ejemplo,
las tenencias ordinarias.

p. Los gravámenes sobre la tierra que no afecten a los derechos de ocupación y


aprovechamiento, por ejemplo las hipotecas simples.

Exponer en detalle todos estos requisitos parece muy complicado. Sin embargo, en la práctica, si se usan
formularios diferentes para tipos de derechos primarios tan claramente diferenciados como son la tenencia
individual y la comunal, y si se emplean de manera inteligente los registros complementarios (especialmente
en los casos en que los cambios suelen ser frecuentes como ocurre en los arrendamientos cortos), los
formularios necesarios resultarán muy sencillos. Por supuesto, la computadorización hará más fácil el
tratamiento de estas complejidades. En algunos casos en que los derechos estén ya registrados en un
documento público separado, como sucede, por ejemplo, con las reservas forestales de nueva constitución
antes mencionadas, todo lo que se necesitará quizás es hacer una simple referencia a ese documento, y
archivarlo en un lugar conveniente.

Al establecer un sistema de registro muchos gobiernos desearán tal vez limitarse inicialmente a los
elementos esenciales del registro de las tenencias básicas, de los titulares originales de derechos y de los
titulares subordinados cuyos derechos son más o menos permanentes, o pueden tener el efecto de
suspender los derechos existentes de los propietarios originales. Puede haber buenas razones prácticas
para no registrar derechos tales como los que confieren las tenencias anuales. Es una buena práctica limitar
la inscripción de una manera que permita actualizar el registro y mantener su precisión. La existencia de un
registro inexacto puede ser peor que la falta de un registro.

Por otra parte, puede haber circunstancias que aconsejen la inscripción de los derechos temporales, cuyo
registro generalmente puede considerarse demasiado difícil. Uno de esos casos es el que se presenta
cuando, sin necesidad de una renovación oficial, se concede a un arrendatario el derecho legal a prorrogar
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indefinidamente un arrendamiento anual mientras se comporte bien.

Por supuesto, los registros de la propiedad de la tierra pueden utilizarse para recoger muchos otros tipos de
información además de las simples tenencias. Ejemplos notorios, a menudo de gran importancia económica
y administrativa, son la diferenciación de los propietarios en residentes y no residentes o en propietarios
agricultores y no agricultores.

5-EJERCICIOS-Procedimiento
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Ejercicio no.1-Desarrollo paso a paso.

6. EVALUACION

7. BIBLIOGRAFIA

 B. Leighton Wellman, editorial reverté.


 Curso de Geometría Descriptiva , V, Gordon
 Paginas : http://www.fao.org/docrep/006/V4860S/V4860S07.htm PAG 1- 8

8. INFORMACION COMPLEMENTARIA

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