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BIBLIOTECA ARGENTINA DE HISTORIA Y POLÍTICA

Guido Di Tella

PERÓN-PERÓN
1973-1976

HYSPAMERICA
P rofesor en la Universidad Católica Argentina y en
las facultades de Derecho y de Ciencias Económicas
de la Universidad de Buenos Aires, Associate Fe-
show del Saint Anthony's College de Oxford, autor de tra
bajos sobre historia y economía como Las etapas del de
sarrollo económico argentino y Los ciclos económicos en
la Argentina, Guido Di Tella desempeñó entre setiembre
de 1975 y enero de 1976 el cargo de secretario de Coordi
nación y Programación Económica; a su condición de in
vestigador especializado y riguroso asocia la de testigo de
excepción de los acontecimientos que estudia en su libro.
La primera parte de Perón-Perón está consagrada al aná
lisis político: tras una rápida revista a los fenómenos más
significativos de las décadas anteriores, se entra de lleno
en el estudio del período 1973-76, desde los iniciales in
tentos izquierdizantes hasta el pronunciado giro a la de
recha que siguió a la muerte de Perón. El pormenorizado
examen de los hechos económicos que sigue a continua
ción sirve de base para una reflexión sobre ciertos pro
blemas cruciales que enfrenta la Argentina en ese terre
no. El libro se cierra con un intento de evaluación de las
posibilidades futuras de gobiernos de tipo laborista apo
yados en las estructuras sindicales. v-

EN LA MISMA COLECCIÓN -

Samuel L. Baily
Movimiento obrero, nacionalismo y política en la Argentir
Horacio Giberti
Historia económica de la ganadería argentina
Magnus Mórner
Actividades políticas y económicas de los jes-
William Mac Cann
Viaje a caballo por las provincias argentinas
Julio Godio, "~
La Semana Trágica de enero de 19'

nrj I
BIBLIOTECA ARGENTINA DE HISTORIA Y POLÍTICA H-5
Colección dirigida por Pablo Costantini
5- 3<? Guido Di Tella
PERÓN-
1973-1976

03038!
INTRODUCCIÓN A LA VERSIÓN CASTELLANA

Este libro se gestó a partir de marzo de 1979, cuando


inicié mi estadía de más de un mes en la ciudad de Ox-
ford, invitado por el St Antony's College, al que he vuelto
recurrentemente desde entonces, ya como miembro de él.
Se inició como un intento de reflexión —y de catarsis-
sobre un período tan agitado como el que va desde 1973
hasta 1976, durante el cual me tocó desempeñar algún
papel de cierta importancia, aunque breve.
Escribí la primera parte de estos ensayos en castellano,
pero luego, para facilitar la discusión con mis colegas, se-
guí redactándolos en inglés, de modo que terminé —cosa
curiosa, debo admitirlo— escribiendo en ese idioma que
no es el mío, y en Oxford, un libro sobre el peronismo.
Un libro que ha publicado a fines de 1982 la editorial
Macmillan.
Este libro fue pensado, pues, para un público culto,
pero no muy conocedor de nuestra historia. Es por
ello por lo que tuve que incluir, a pedido de mi editor, un
capítulo, el segundo, que registra una serie de hechos y
problemas surgidos desde el primer derrocamiento del pe-
ronismo hasta su retorno al poder, registro que un lector
argentino o un conocedor del período quizás podría sal-
tear sin mayor pérdida. Sólo al final del capítulo intento
una explicación del desmoronamiento del poder militar y
del imprevisible retorno de Perón, haciendo interpretacio-
nes que pueden dar lugar a alguna polémica.
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En la versión castellana he vuelto a insistir en el titulo
que inicialmente propuse para la versión inglesa, Perón-
Perón 1973-1976, pues me parece que reúne el conocido
estribillo de las manifestaciones populares y el nombre de
dos presidentes del mismo apellido. Para la versión ingle - AGRADECIMIENTOS
sa, en cambio, opté por el título Argentina under Perón,
1973-1976, más adecuado para un público que no podía Me es difícil expresar con propiedad mi gratitud a to -
entender ese doble sentido. das las personas e instituciones que contribuyeron a mejo -
Las circunstancias que ha vivido nuestro país harán que rar la historia de los episodios que aquí se relatan.
algunos de mis compatriotas desaprueben el lugar en Inevitablemente, debo ante todo dar las gracias a quien nes
que se ha escrito este libro. Estoy, sin embargo, entre los fueron mis colegas durante mi breve permanencia en el
que creen que por encima de las pasiones es fundamental gobierno argentino a lo largo de un período muy agitado,
el mantenimiento de un mundo más racional, en el cual desde agosto de 1975 hasta enero de 1976 en que fui
pueda desarrollarse la actividad intelectual y cultural, a Secretario de Coordinación y Programación Económica
fin de que continúen esos pequeños hilos de comunica - durante el ministerio de Antonio Cafiero. Si bien algunos de
ción que hay entre los hombres. Esto no sólo no consti - ellos han efectuado por cierto importantes aportes a la
tuye impedimento alguno para una sana y patriótica vi - ciencia económica, lo que aquí les agradezco es haber
sión del país, sino que puede contribuir a que sea más ayudado a mejorar los acontecimientos de ese tiempo -o al
madura y profunda, aunque a veces mucho más doloroso. menos haber evitado que fuesen peores— con una dedi-
La traducción se debe al esforzado trabajo de Luis Jus - cación y un desinterés no siempre del todo reconocidos
to, quien me ha hecho una serie de sugerencias que han en la Argentina.
permitido mejorar y aclarar ideas y conceptos; se las En el terreno académico, deseo agradecer a Raymond
agradezco particularmente. Carr, rector del St Antony's College, Oxford, y al profe -
sor Christopher Platt, director del Latín American Centre
y a sus colegas, por haberme permitido sumarme a un pri-
G U I D O D I T E L L A Buenos vilegiado grupo de estudiosos con quienes pude discutir,
Aires, diciembre de 1982 en una atmósfera apacible y lejos del teatro de los hechos,
los extraordinarios sucesos del período 1973-76.
En la Argentina, me fue dada la oportunidad de servir-
me de la inteligencia de muchos estudiosos, pertenecien-
tes sobre todo a varias distinguidas instituciones: el Cen -
tro de Estudios Monetarios y Bancarios (CEMYB) del
PERON-PERON. 1973-1976
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Banco Central de la República Argentina, y la Gerencia
de Investigaciones y Estadísticas Económicas, del mismo
banco; el Instituto de Desarrollo Económico y Social
(IDES); el Centro de Estudios Macroeconómicos de Ar-
gentina (CEMA), de la Fundación PAÍS; el Instituto de
Estudios Económicos de la Realidad Argentina y Latino-
americana (IEERAL) de la Fundación Mediterránea, y
lo que se podría llamar —si se me permite la licencia—
mi "alma pater", el Centro de Investigaciones Económi- GUIDO Di TE LLA
cas (CIÉ) del Instituto Torcuato Di Tella. Oxford, 1981
Para las partes estadísticas de este trabajo conté con la
asistencia, de incalculable valor, de un grupo de jóvenes
colegas formado por O. Baccino, P. Guidotti y M. Vicens,
sin cuya excepcional destreza me habría sido imposible
acometer los análisis que se efectúan en los capítulos VI y
VIL También debo agradecer a Sara Caputo, Balbina Fer-
nández, Ana Quaglia y María Cristina San Román la ayu-
da que me prestaron en la recolección de informaciones y
datos, que me hubiese sido imposible obtener, por haber
estado la mayor parte del tiempo lejos de mi país.
Desarrollo Económico y World Development me han
permitido reproducir partes de artículos que publiqué en
sus páginas; a su vez, la editorial Macmillan me autorizó
a utilizar parte de mi aporte al libro sobre las inflaciones
latinoamericanas compilado por Rosemary Thorp y Lau-
rence Whitehead.
Debo agradecer a Leonardo Auernheimer, Juan Carlos
de Pablo, Héctor Diéguez, Alberto Petrecolla, Maurice
Scott, Paul Streeten, Rosemary Thorp y Laurence Whi-
tehead sus ilustrativos y provechosos comentarios sobre
los capítulos de índole más económica de este libro.
También debo consignar mi muy especial gratitud a
Malcom Deas, quien comentó con su habitual sagacidad
partes substanciales de los capítulos más políticos.
INTRODUCCIÓN

Escribir sobre hechos recientes es sin duda muy arries-


gado. El polvo tarda no poco en asentarse y las conse-
cuencias de los acontecimientos descriptos siguen sintién-
dose durante un lapso sorprendentemente largo. Sin
embargo, reflexionar sobre episodios no muy distantes
puede acelerar la comprensión de lo que realmente ocu-
rrió e, incluso, contribuir a aplacar algunas de las pasiones
que están en la base de la comprensión errónea de tantas
cuestiones importantes. Sin duda, el tema de este libro
toca una de las heridas abiertas en la sociedad argentina.
En general, el fenómeno del peronismo todavía divide a
personas y a grupos, cualquiera que sea su clase o situa-
ción. Probablemente es una división más marcada aun
que la que existió en los comienzos del gobierno consti-
tucional después de caído Rosas y se remonta a la época
que va de 1946 a 1955, correspondiente a los primeros
gobiernos peronistas. El segundo régimen peronista, de
1973 a 1976, que constituye el tema del presente libro,
alteró el perfil y el sentido del antagonismo, pero no lo
mitigó.
El hecho de que el autor no sea neutral no facilita el
análisis de este período puesto que su militancia es cono-
cida y por añadidura durante un breve tiempo ocupó
posiciones públicas de cierta importancia. Por lo tanto.
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CUIDO DI TELLA
puede que alguien repudie de antemano todo este trabajo, indagar sus razones últimas, que con toda probabilidad —
por considerarlo tendencioso y por ende inválido. Sin afortunadamente— siempre se nos escaparán. El análisis
embargo, esperamos que los puntos de vista que aquí se incluye obviamente las motivaciones e intereses económicos,
expresan sean juzgados por su propio peso. reconociendo sin embargo que no tienen carácter exclusivo,
El título de este libro puede ser engañoso ya que Juan dada la complejidad de la naturaleza humana. En rigor, la
Perón sólo fue uno de los cuatro presidentes peronistas naturaleza humana es tan compleja, que debemos dejar sin
y permaneció en el poder durante diez de los treinta y explicación una considerable parte de las acciones de los
cuatro meses que duró la segunda experiencia peronista. hombres.
Por añadidura, el primer presidente, Héctor Cámpora, y el Si bien el propósito principal de este trabajo es el análisis
último, Isabel Perón, siguieron políticas substancialmente de los sucesos económicos del período 1973-76, nos hemos
distintas, cruciales para la comprensión de algunos de los visto obligados a consagrar dos de los primeros capítulos al
principales problemas. Sin embargo, todo el período fue
marcado por la influencia de Juan Perón, fuese por pre- examen de los episodios políticos y sociales. Esto
sencia o por ausencia. Por consiguiente, el título parece constituye por sí solo un reconocimiento del íntimo juego
más bien justificado. recíproco entre los factores no económicos y los hechos
más puramente económicos de dicho período, en
No pretendo haber comprendido todos los pormenores
de esta historia. Por cierto no quiero caer en la trampa definitiva, de cualquier período. Gran parte de lo ocurrido
común de explicar con demasiada claridad una realidad en el plano económico sólo puede ser comprendido dentro
intrínsecamente confusa. En las ciencias sociales existe la de un punto de vista más amplio.
tendencia de dar explicaciones demasiado completas y Hemos prestado alguna consideración, particularmente en
totalizadoras, cuando la realidad se presta para ser reve- el análisis político, a pequeñas circunstancias y detalles que
lada sólo hasta cierto punto. Superar tal tendencia supo- pueden considerarse de escaso relieve. Tai vez ello
ne arriesgarse a incurrir en generalizaciones infundadas decepcione un poco a quienes preferirían un punto de vista
y a ignorar —consciente o inconscientemente— hechos más en el estilo de la "grande histoire". Sin embargo,
contradictorios. Más aun, es preciso admitir que las cosas opinamos que algunas de las confusas percepciones de los
no suceden en una sola dirección determinada de ante- propósitos de los variados grupos resultaron muchas veces
mano; muchos son los casos en los que las características del impacto de esas pequeñas circunstancias. A veces
de personalidad, los sucesos fortuitos y las coincidencias cuesta comprender por qué sectores de pensamiento so-
accidentales han modificado los acontecimientos en for- cial progresista no apoyaron a un gobierno basado en la
ma substancial. clase trabajadora. Pero si uno se detiene a recordar que el
He tratado de profundizar el análisis de algunas de las jefe de ese gobierno llegó a declarar en un discurso público
causas en las que se fundan las acciones de ciertos grupos de su primera presidencia que "a nuestros enemigos (no
y personas. He procurado descubrir las razones más inme- se les hará) ni siquiera justicia", puede comprenderse uno
diatas de sus actos, absteniéndome de toda tentativa por de los muchos motivos por los cuales esos sectores
reaccionaron en forma "no estructural". Si al mismo
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tiempo uno se pregunta cómo pudo ser que prácticamente haya suscitado alguna suerte de amnesia selectiva, fre-
no se dijera nada de los varios centenares de personas
muertas durante el levantamiento de 1955, en tanto que cuente mecanismo de defensa.
media docena de muertes durante el período previo pro- Para enfrentar este problema he analizado los cuatro
vocó acusaciones de brutalidad contra el peronismo por principales diarios de la mañana: La Prensa, La Nación,
parte de la prensa, se empieza a comprender el resenti- Clarín, La Opinión, a los que he agregado Mayoría. El
miento experimentado hasta hoy por los militantes pe- primero representa, podría decirse, el punto de vista fa-
ronistas, ante ese tratamiento injusto y discriminatorio. náticamente antiperonista. A su propia y exagerada ma-
Prestar así atención a los detalles supone sus riesgos, nera, posee una de las líneas más coherentes y las más de
las veces su permanente pesimismo resultó acertado.
como el de detenerse demasiado en trivialidades y mi- También La Nación sustentaba una posición claramente
nucias. De cualquier modo, este enfoque tal vez permita antiperonista, pero mucho menos intolerante, y pro-
acercarse más al mundo real, con sus contradicciones e bablemente reflejara un espectro de opinión más amplio.
incoherencias, que un punto de vista más abstracto. Es Tal como lo hicieron muchos, civiles o militares, tam-
quizás lamentable que la realidad se comporte en forma bién La Nación modificó sus puntos de vista a lo largo de
tan desordenada, ineludible y contradictoria. este período. En muchos casos concedió al gobierno el
beneficio de la duda, y sólo al final abandonó toda espe-
Fuentes y referencias ranza de recuperación. Clarín denotó una actitud política
oscilante, bastante concorde con la línea de su mentor
político, el ex presidente Arturo Frondizi, pero por otro
Con el fin de transmitir el sabor de ese período, parti- lado siguió en lo económico una línea muy clara —tal
cularmente al analizar los sucesos políticos, he hecho un vez la más clara que haya seguido diario alguno—,
empleo generoso —si bien a veces algo insistente— de citas representativa de las tendencias proteccionistas del
de lo que se pensaba y se decía entonces. En ese tiempo empresariado industrial. La Opinión adoptó un rumbo
hubo tantos cambios de la actitud pública, y de los senti- político ambivalente, del que podría decirse que, en todo
mientos, que los recuerdos se tornan borrosos, y los jui- caso, reflejaba una posición ligeramente a la izquierda
cios emitidos con posterioridad, algo sospechosos. del centro, característica de algunos sectores intelec -
La viabilidad del retorno de Perón, el significado del tuales, y se mostró particularmente decidida en su cam-
movimiento guerrillero, la disyuntiva entre persuasión y paña por los derechos humanos en un tiempo en que no
represión, el acceso al poder de cuatro presidentes en un era fácil hacerlo. Finalmente, Mayoría, que apareció poco
año, la muerte del líder, la explosión inflacionaria del 900 antes de las elecciones de 1973 y apoyaba francamente al
por ciento a mediados de 1975 y, finalmente, el golpe mi- gobierno, representaba la rama moderada, intelectual y
litar, provocaron acaloradas discusiones y dejaron recuer- católica del peronismo. Si bien no era uno de los princi-
dos muy confusos de aquello que se creyó y de aquello pales diarios, lo he incluido porque reflejó un punto de vista
que se dijo en ese tiempo. Es probable también que se favorable al gobierno en medio de un panorama pe-
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riodistico que, casi sin excepción, le era francamente hostil. yoristas, que es más decisivo, se funda en una muestra de
En otro lugar (Di Tella y otros, 1981) se han transcripto 1953. Y por si ello no bastara, la extraordinaria variación
en forma completa las partes más significativas de las relativa de los precios ha tenido por consecuencia que no
informaciones y los comentarios editoriales que publica- se tomaran en cuenta, ni en relación con la producción ni
ron esos diarios desde enero de 1972 hasta marzo de con el consumo, los efectos de sustitución, cuando en rea-
1976. lidad fueron muy importantes. Representan un problema
Se han elegido estos diarios, de envergadura nacional y estadístico que, como todos sabemos, carece de una solu-
aparecidos cotidianamente durante todo el período, por ción única y adecuada. Diversos años de base a los que
ser representativos de la opinión de los medios de prensa, corresponden diferentes conjuntos de precios relativos
que en conjunto denotó una acentuada tendencia antigu- pueden dar origen a series bastante distintas, según cuál
bernamental. Esta selección refleja claramente lo que la sea la sensibilidad a las variaciones relativas de precios y a
prensa ofrecía todos los días al lector común. No intenté las diferentes ponderaciones. La División de Investiga-
en cambio el uso de citas elegidas más o menos al azar, ciones del Banco Central ha publicado algunas series
de diarios de corta existencia y menos aun de semanarios nuevas que mejoran la metodología de las cuentas nacio-
igualmente efímeros. La selección elegida deja de lado, nales desde 1960, y particularmente desde 1970 en lo que
por consiguiente, opiniones significativas como las expre- concierne a los sectores financiero, agrícola, de la cons-
sadas por Noticias, El Descamisado y La Causa Peronista en trucción y exterior (BCRA, 1979/80), tarea que ha de
la extrema izquierda, y El Caudillo en la extrema derecha. continuar. Circunstancia no poco extraña, algunas de las
Los he citado poco o nada, pero aunque no alcanzaron series correspondientes al comercio exterior se cuentan
amplia circulación en forma permanente y sólo eran entre las más débiles, hasta el punto de haber interferido
adquiridos por el lector interesado en la políti ca, son en 1974 en las negociaciones con el Fondo Monetario In-
sin embargo fuente de consulta valiosa. ternacional. Las series de los términos del intercambio
son particularmente deficientes; las dos disponibles de-
Para el análisis de los hechos económicos debí confiar notan en 1974 movimientos substanciales pero de sentido
inicialmente en mis propios recursos. Con el correr del opuesto, enigma de cierta importancia. Con el fin de
tiempo aparecieron varios libros y artículos que proyec- confeccionar el Apéndice Estadístico se eligieron las
taron luz sobre distintos aspectos de ese período. No hay series más confiables. Se debe tener en cuenta que algunas
duda de que los he aprovechado, aun en el caso de disentir de las conclusiones se basan en series débiles, que tal vez
con ellos, y así lo reconozco a lo largo del presente tengan que modificarse en el futuro.
trabajo. Como suele suceder en la Argentina, los datos
relativos a este período no son muy satisfactorios. Algu-
nos problemas derivan del empleo de muestras estadís-
ticas viejas. Si bien el costo de la vida se basa, afortunada-
mente, en una muestra de 1970, el índice de precios ma-
22 GUIDO DI TELLA
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PERON-PERON. 197.'MÍ*7 6
Plan general de este libro

Los dos capítulos siguientes se refieren esencialmente a cas casi de sabor "desarrollista" y las disputas internas en-
cuestiones políticas. El capítulo II analiza algunos de los tre los militares, seguidas por la sorprendente disolución
principales acontecimientos sucedidos desde el adveni- del régimen y por el aun más sorprendente retorno de
miento del peronismo a mediados de la década 1940-50. Perón en 1973. La aparición de la subversión fue, en ese
Empieza por recordar no sólo las bases económicas, sino tiempo, un factor crucial. La violencia en este caso parti-
también las de carácter político, psicológico y social sobre cular, contribuyó a acelerar la retirada de los militares.
las cuales se fundó, durante el período 1945-1955, la fer- Pero esta retirada no tuvo por fin facilitar ninguno de
viente lealtad de las clases trabajadoras a Perón. Se las re- los propósitos de la subversión; sino que favoreció el ad-
cuerda en forma breve, pues han sido ampliamente reco- venimiento de un régimen del cual se esperó que, por mu-
nocidas; las aceptan autores como Romero (1946-1975), cho que disgustara a los militares, fuera capaz de enfren-
Germani (1962), y Halperín (1964). Se evocan varias de tar a la subversión con armas políticas más eficaces.
las modalidades que adoptó ese fenómeno. Se sostiene Las convocatorias electorales, así como la creación de
que algunos de los excesos y peculiaridades del régimen un gobierno percibido por la mayoría como legítimo, fue-
peronista obstaculizaron su aceptación por parte de gru- ron en cierto modo una tentativa por socavar las supues-
pos que, de no haber sido así las cosas, lo hubiesen podi- tas bases del terrorismo. Se quiso dar así una solución po-
do aceptar. Esos problemas no eran triviales y vale la pena lítica al problema de la subversión, esperanza cuyo brutal
recordarlos para comprender en parte (si bien sólo en fracaso se reveló poco después de los comicios. Sin em-
parte) los encarnizados sentimientos a que esa época dio bargo, tal como se había previsto, el hecho de que se in-
origen. Se plantea la cuestión de si la reacción de los gru- tentara una solución electoral restó a la subversión gran
pos hasta entonces establecidos en el poder demostró, en parte del difuso apoyo con que contaba y la aisló de las
este caso, la misma amplitud mental frente al cambio que corrientes principales de la vida política. Posteriormente,
había caracterizado su actitud a fines del siglo pasado. la prosecución de sus violentas actividades provocó el re-
En el mismo capítulo se analizan ciertos aspectos de la sultado diametralmente opuesto al buscado acelerando la
evolución del peronismo —y también del país— que se caída de la coalición popular y el retorno de los militares.
operaron después de la caída de Perón. Se pone particular Este capítulo es de índole ante todo política y describe el
énfasis en la creciente independencia del movimiento sin- marco y las condiciones iniciales en que tuvo lugar el
dical, que debió soportar a diario el problema del distante retorno de Perón. Es de particular utilidad para el lector
líder, cuya oratoria, de tono cortante, pronto fue identifi- no argentino.
cada con "la oposición" al sistema. Asimismo, se analizan El capítulo III procura analizar la evolución política de
las consecuencias del golpe militar de 1966, las esperan- la coalición gubernamental durante su agitada existencia
zas iniciales de sus jefes de permanecer por un muy largo de casi cuatro años, desde mayo de 1973 a marzo de
tiempo en el poder, sus modernizantes políticas económi- 1976. Algunos autores entienden que los caóticos episo-
dios de esos años y los lamentables sucesos finales fueron
consecuencia de las contradicciones inherentes a una
PERON-PERON. 197 3-1976 25
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GUIDO DI TELLA con lo que se intentó hacer y de lo que se piense acerca de
las cualidades personales de sus miembros.
coalición populista incapaz de manejar un país mucho Lo que es seguro es que el suyo no fue un gobierno que
más complejo que el que había tenido en sus manos 20 marchara a la deriva, como lo consideran muchos observa-
años atrás. Según este juicio, la situación fue agravada dores de ese período. Por el contrario, lo esencial del "de-
fundamentalmente por la decadencia física del propio senlace" fue la rebelión del partido contra la oscilación
Perón —muerto a una avanzada edad aún en funciones— hacia la derecha que la presidenta y sus allegados procuraban
y por la absoluta incapacidad de su sucesora, Isabel imponer. Esta rebelión, y no la ineptitud de la presidenta,
Perón, carente de todo esquema político claro. La opi- creó el callejón sin salida donde se originó la caótica
nión que aquí se expresa es básicamente distinta. Aquí se situación final; la ineptitud y la falta de condiciones de
sostiene que el desorden típico e intrínseco de una coali- Isabel Perón fueron sin duda un factor coadyuvante, pero no
ción populista es de índole diferente (y mucho menos in- la causa principal. Probablemente, la mayoría de los
tensa). La muy convulsa historia de esos años resultó de comentaristas disentirá con el autor en torno de este punto;
las dos tentativas por tomar el control del gobierno efec- sin embargo, ésta es por cierto una de las principales
tuadas, desde extremos opuestos, por grupos relativamente afirmaciones que formulamos a lo largo del libro. Aquel
marginales de la coalición popular. El primer intento, conflicto se reflejó en la marcha de las economías y sub-
consumado por la izquierda, constituyó un fenómeno su- yace en la extraordinaria explosión de los precios y en la
mamente anormal tanto para el partido como para el consiguiente inflación de alto nivel de 1975, problemas
país, a juzgar por los respectivos antecedentes históricos. que adquirieron una intensidad inexplicable por razones
Tai como podía suponerse, la tentativa tropezó con una puramente económicas.
oposición frontal, desde la misma coalición gubernamen- El lapso transcurrido entre las bruscas oscilaciones ha-
tal, y fracasó totalmente; sin embargo, todo este proceso cia la izquierda y la derecha estuvo lejos de ser pacífico y
deterioró la estructura de la coalición gubernamental, rectilíneo. Pero a pesar de las incoherencias en el frente
así como su credibilidad pública. El segundo intento económico, las contradicciones entre los restantes miem-
fue consumado (inmediatamente después de la muerte de bros de la coalición populista y las tensas relaciones con
Perón), por la extrema derecha, encabezado por la propia los gremios, fue el período en que el gobierno contó con
presidenta y su ministro de Bienestar Social; fracasó des- mayor apoyo. Hubo incluso algunos fenómenos nuevos
pués de provocar una profunda convulsión entre los diri- que limaron ciertas aristas. El principal de ellos consistió
gentes y las bases del partido. También en este caso se trató en una relación mejor, por momentos incluso excelente,
de un paso muy anormal. Impuesto a un partido de
base sindical, tenía muy escasas posibilidades de triunfar con el principal partido opositor, la Unión Cívica Radical,
—si es que tenía alguna—, y fracasó miserablemente des- que respondió con un esfuerzo equivalente por superar su
pués de un choque frontal con los sindicatos a mediados viejo antagonismo.
de 1975. Este análisis atribuye a Isabel Perón y a su grupo Tal como lo dijo Perón en su peculiar estilo, "en vez
una considerable dosis de resolución y voluntad política, de nuestro viejo lema que decía que para un peronista no
con prescindencia de que se pueda estar o no de acuerdo
GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 1973-1976
régimen peronista. El capítulo III, de índole
hay nada mejor que otro peronista, tendremos uno nuevo esencialmente política, nos ayudará a
comprender los episodios económicos de ese
26 período, que se describirán después.
que dirá que para un argentino no hay nada mejor que El capítulo IV concierne al conjunto de
otro argentino". reformas económicas estructurales a largo
La prensa permaneció independiente, antigubernamental plazo puestas en marcha durante los primeros meses del
en su gran mayoría. Se procuraron aliados, y entre las nuevo gobierno. Se trataba de una serie de reformas
candidaturas peronistas se incluyeron, aquí y allá, algunos sumamente ambiciosas, que habían de cambiar
representantes de otros sectores. Esto no significa que hu- radicalmente la fisonomía económica del país. Si bien
biera desaparecido por completo la antigua conducta abu- gran parte del programa no llegó a aplicarse, y bajo la
siva, como se advirtió en el manejo de las emisoras radiales presión de los hechos diarios pronto se lo olvidó, tanto
y de televisión y en el ajuste de las disputas dentro del durante el período preelectoral como inmediatamente
partido. Este último aspecto, empero, se mezcló con un después tuvo considerable importancia, porque dio el
elemento por completo nuevo, el surgimiento de la sub- tono a toda la campaña y determinó en gran medida qué
versión, que elevó el nivel general de violencia en toda la grupos habían de tomar finalmente partido en favor o en
sociedad argentina. contra del nuevo gobierno.
Pero durante este período intermedio desde el final de De cualquier manera, es preciso formular una distin-
Cámpora al comienzo de Isabel las cosas evolucionaron ción entre los excesos retóricos perpetrados durante y
tal como podía suponerse e incluso denotaron algunas después de la campaña y lo que el programa realmente pro-
mejoras. En cambio, la inicial tentativa de la izquierda y pugnaba. Lo que tanto partidarios como críticos recuer-
la final tentativa de la derecha por tomar el poder cau- dan es sobre todo esa retórica. Las promesas verbales fue-
saron fuerte sorpresa. La existencia de esas alas, izquierda ron mucho más radicales y exageradas que el programa
y derecha, era natural y esperable, pero no el hecho de concreto, más aun que lo que puede esperarse en cual-
que alguna de ellas pudiese ocupar el centro del escenario. quier campaña electoral. El plan económico se situaba en
Que el gobierno fuese susceptible a tan temerarios asaltos un punto moderado a la izquierda del centro, más bien
puso en evidencia una debilidad característica de los nacionalista, pero fuertemente intervencionista. Sobre
partidos de jefatura fuertemente personalizada y débil todo reflejaba los puntos de vista de los sectores empre-
organización estructural. Ambos intentos fracasaron por- sarios incorporados a la alianza, que aceptaban algunas
que los sectores más moderados del partido, incluidos medidas "progresistas" en materia de impuestos, así
—y en lugar prominente— los sindicatos, estrecharon filas. como una discutida ley agraria, cuestión que no inte-
Tal anclaje en las franjas centrales del espectro político resaba mucho a los sectores empresarios. En compensa-
había sido y era una característica no decisiva de la coali- ción por esas medidas, se proponía un conjunto de polí-
ción populista argentina y constituyó, según se sostiene ticas favorable a los capitalistas locales, relacionado con
aquí, parte de su fuerza. Fue la tensión causada por esos las inversiones extranjeras, la protección industrial y -4o
cambios de frente, en especial el segundo, lo que provocó que suponía una novedad importante— la promoción de
el clima caótico de que se tiñeron las últimas etapas del
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las exportaciones industriales, incluso las destinadas a ma por el pueblo fue coloreada no tanto por lo que decía
los países del bloque soviético, dándole así, dadas las como por las circunstancias en las que se lo decía. Incluso
circunstancias, una sospechosa aureola izquierdista. enunciados secundarios e insignificantes originaron sospe-
Por añadidura, todas las políticas denotaban una acen- chas de toda índole: parecían confirmar los temores más
tuada tendencia hacia la intervención estatal. Ello se re- terribles. Los tiempos que corrían tornan bastante com-
flejaba particularmente en el comercio exterior, sobre prensible esa reacción; no olvidemos que en ese momento
todo en las exportaciones agrícolas, que habían de ser la organización "Montoneros" desempeñaba un papel di-
manejadas por empresas del Estado. También se lo advertía rectivo en la campaña.
en el sector bancario que, a consecuencia de su cen- El capítulo V está consagrado principalmente al análisis
tralización por una reforma financiera, convertiría a de los hechos económicos de ese lapso. Se lo puede divi-
los bancos en meros agentes del crédito que les asignara el dir en seis períodos, fácilmente caracterizable cada uno:
Banco Central. Circunstancia característica de la campaña
electoral, esas medidas fueron presentadas bajo una apa- junio-diciembre de 1973
riencia mucho más drástica que la que realmente poseían,
es decir, como nacionalización del comercio exterior y de Política económica inicial;
los depósitos bancarios. programa de estabilización,
pacto social y congelación de
Para satisfacer las exigencias de las bases partidarias se precios y salarios; medidas re-
exageró tanto en los aspectos más conflictivos, que el pre-
cio fue un desproporcionado antagonismo por parte de formistas.
la comunidad empresaria, superior al justificado por las Crecientes problemas con la
medidas y que dificultó más aun su cumplimiento. Tam- enero-agosto de 1974
congelación de precios y con-
bién se destacaba el papel del Estado en lo que se denomi-
nó el "pacto social", suerte de congelación general de pre- tradictorias políticas de ex-
cios y salarios; este punto llegó a ser, como lo veremos, pansión; dificultades en el
uno de los conjuntos de disposiciones que más intensa- sector externo.
mente se aplicaron.
septiembre de 1974- "Flexibilización" parcial de
El programa abundaba en objetivos irreales y en aspira- mayo de 1975 las políticas; introducción de
ciones utópicas. Pero en comparación con los programas la restricción financiera; crisis
de algunos partidos socialistas europeos era relativamente del sector externo.
moderado, aunque se pudiera disentir con sus propósitos.
Era más intervencionista, pero, a la vez, se definía más Reajuste drástico; conflicto
junio-julio de 1975
claramente en favor del sector empresario. Por sí mismo,
no justificó la reacción ni el entusiasmo con que se lo político; comienzo de una re-
recibió. De cualquier modo, la recepción del progra- cesión.
VERON-PERON. 197 3-1976 31
30 a algunas de las tensiones que contribuyeron, posterior-
mente, a la destrucción de todo el esquema. El éxito de la
agosto de 1975- etapa inicial, de junio" a diciembre de 1973, fue en alguna
enero de 1976
GUIDO DI TEL.LA

Enfoque gradualista.
reequilibrio de los precios
relativos, indexación parcial
de la economía; medidas
antirrecesivas y crisis de la
balanza di1 payos.
enero-marzo de 1976 Tentativa por "enfriar"' la
economía y los efectos de la
inminente revolución militar.

Si bien la oscilación inicial hacia la izquierda tuvo con-


secuencias políticas muy serias, hasta el punto de impo-
ner un cambio de presidente, no incidió con demasiada
intensidad sobre el escenario económico. En rigor, el pro-
grama económico inicial, inaugurado en junio de 1973,
fue ejecutado en cierto modo independientemente de las
políticas del período de Cámpora y se lo consideró, en su
momento, como una concesión a los sectores de clase
media del partido. El primer ministro de Economía,
miembro de la Confederación General Económica (CGE)
—organización de los pequeños empresarios— duró 17
meses en esas funciones bajo los cuatro presidentes y
siguió básicamente la misma política económica. Esta
consistía, en esencia, en un programa de estabilización y
en un conjunto de medidas reformistas mencionadas en el
capítulo IV. El plan de estabilización, como veremos, se
dividió en dos etapas características. La primera alcanzó
cierto éxito, basada en un "pacto social" que apuntaba a
medida consecuencia de la autoridad que ejercía un
gobierno elegido popularmente y dirigido por una perso-
nalidad fuerte, otorgándole credibilidad al programa y
contrarrestando los temores inflacionarios. Otro factor
igualmente decisivo fue el mejoramiento de la situación
internacional, que proporcionó una ventaja imprevista.
Esto facilitó las políticas de distribución iniciales, si bien
obstaculizó el programa de estabilización por su efecto
sobre los precios de las importaciones. El fin de esta etapa
coincidió con el deterioro de los términos del intercambio
que se operó al concluir 1973 y fue determinado por
aumentos mayores en los precios de importación, que en
los de exportación. Las graves presiones inflacionarias
externas y la creciente contradicción entre la congelación
de precios y la política monetaria y fiscal expansionista,
provocó dificultades económicas cada vez más substancia-
les, escaseces internas, reducción de inversiones y pérdida
de reservas; surgió así una situación de inflación reprimida.
Al morir Perón en julio de 1974, el programa económi-
co moderado demostraba signos de agotamiento muy evi-
dentes. Se imponían cambios importantes. El hecho de
que hubiera que hacerlos después de la desaparición de un
jefe dotado de gran autoridad y de que fuesen acompaña-
dos por un drástico viraje político hacia la derecha creó
tensiones adicionales e inauguró un período de inestabi-
lidad sin precedentes.
Lo cierto fue que Isabel Perón tuvo cinco ministros de
Economía que duraron seis, tres, uno, seis y dos meses,
respectivamente. En el frente económico, la presidenta
inició en septiembre de 1974 un movimiento leve hacia la
derecha, y de mayo a julio de 1975 se consumó un deci-
dido giro en esa dirección. Pero ese giro exigía del Par-
tido Justicialista un grado de obediencia que simple-
mente no existía. Por el contrario, los sindicatos se
decía-
32 GUIDO DI TELLA
PERON-PERON, 197 3-1976 33
raron en rebelión abierta y estuvieron a punto de hacer
caer al gobierno. Este conflicto fue una de las causas bá- pleno control del gobierno e intentó poner en práctica un
sicas de la extraordinaria explosión de los precios a mitad programa de derecha más moderado que el del año ante-y
de ese año. Cabía esperar un proceso para volver al re- rior, pero la inminencia del golpe militar había restado
equilibramiento de la economía, pero en este caso lo toda credibilidad al gobierno. Al producirse una nueva ex-
anormal fue la intensidad del mismo. plosión de los precios, el gobierno quedó en situación
El mecanismo de los precios se había convertido en el de impotencia. Esta vez la explosión de los precios tenía
campo de batalla de la distribución del ingreso convir- conexión con la pérdida de toda clase de autoridad por
tiéndose a su vez, en una de las causas y mecanismos de parte de las esferas oficiales y, en especial, con la influen-
propagación del proceso inflacionario. Lo notable fue la cia extremadamente desestabilizadora del golpe militar
amplitud de la oscilación de los precios relativos y los que se veía venir y se consumó a fines de marzo de 1976.
cambios paralelos en la distribución, asociados a la con- Resulta imposible comprender esos años si no se com-
ducta oligopolística de grupos importantes. prende a la vez la evolución de los sucesos políticos, pues-
La explosión de los precios fue acompañada por una to que la intensidad de los conflictos surgidos en el seno
disminución en términos reales de la cantidad de dinero de la coalición gubernamental, así como la pérdida de la
circulante, causada por los tremendos aumentos de los capacidad de arbitraje por parte de ésta, fueron decisivos
precios y la fuerte tendencia a no retener dinero bajo nin- para el proceso económico. Sin embargo, algunos de los
guna de sus formas. En gran medida, la explosión resultó dilemas más puramente económicos, aunque no su inten-
de las luchas políticas. Al mismo tiempo, contribuyó a sidad, fueron bastante similares, tanto a lo ocurrido en
la intensidad de esas luchas y a crear un clima de caos. ciclos anteriores, como a lo ocurrido en otros países del
Para agosto de 1975 la presidenta había perdido todo su mundo luego de la crisis del petróleo.
poder de arbitraje; se limitó a conservar su posición rete- Después de todo, la evolución de la Argentina durante
niendo tan sólo un rol representativo. En su lugar asumie- esos años no fue tan peculiar, hubo un comienzo auspi-
ron el gobierno los sectores moderados con fuerte apoyo cioso, marchando a la zaga de la prosperidad mundial; a
sindical, logrando conservar el control hasta enero del año continuación se produjo un grave problema de balanza de
siguiente. pagos, en el momento de la crisis petrolera, que afectó ad-
La situación económica se caracterizaba por los efectos versamente su posición comercial y, después, aceleró la
inmediatos de la explosión de los precios, mientras se co- inflación. Lo que puede advertirse es que la Argentina no
rregía gradualmente la fuerte distorsión de los precios re- sólo fue incapaz de amortiguar los efectos de la crisis
lativos. Hacia fines de ese año, un intento de recobrar las mundial sino que los agravó hasta un punto excepcional-
riendas por parte del ala derecha del partido produjo una mente alto. En esto reside su desdichada originalidad.
situación de empate. Para ese tiempo ya era obvio que es- Los capítulos VI y VII pasan revista a algunos de los
taba a punto de producirse un golpe militar. principales problemas económicos planteados por la expe-
La presidenta adquirió a principios de 1976 otra vez riencia 1973-76. En el capítulo VI abordamos tres cues-
tiones substanciales.
34 PERON-PEKON, 197 3-1976
GUIDO DI TELLA manee de las ganancias sectoriales —queja
En primer término, la evolución seguida por las de los empresarios que se discutió mucho
inversiones tanto públicas como privadas durante
ese período, en comparación con otros anteriores. 35
Intervenimos en la controversia, por cierto bastante durante ese período— particularmente si se la compara
intensa en la Argentina, sobre si los gobiernos con la evolución de los salarios. Si bien la evolución de las
populares han denotado mayor o menor inclinación ganancias está lejos de ser brillante, no es tan mala como
hacia la inversión que los gobiernos no populares. se podría deducir por las quejas de la época. De
Aunque instintivamente se piensa que los gobiernos cualquier modo, tanto la incertidumbre como las amplias
populares tienden a invertir menos, con el fin de distri- diferencias entre los principales sectores pueden contribuir
buir, el hecho fue que durante este período el total de la a reconciliar parcialmente las cifras con las actitudes
inversión —en particular la pública— superó por mucho la empresarias del período.
de cualquier período anterior, con inclusión del compren- El tercer problema se relaciona con el impacto que tu-
dido entre 1966 y 1970, "liberal de derecha" y aparen- vieron sobre el sector externo la crisis internacional de
temente favorable a la inversión. Es preciso analizar esta 1973 y las medidas de orden interno, principalmente
aparente contradicción teniendo en cuenta la creciente las devaluaciones adoptadas en consecuencia. La crisis
tendencia a la inversión que se registró por lo menos internacional explica gran parte de la prosperidad inicial
durante los últimos veinte años. La verdad es que, con y el consiguiente desequilibrio externo. Será materia de
prescindencia del tipo de gobierno, la inversión deno- controversia el análisis de la amplitud alcanzada por la
ta una tendencia persistentemente positiva. Una compa- recuperación externa, el grado de eficacia de la devalua-
ración con cualquier período anterior demuestra un sig- ción de mediados de 1975 y los efectos de su manteni-
nificativo aumento de las inversiones. Todo ocurre como miento en términos reales hasta marzo del año siguiente
si la totalidad del mecanismo socioeconómico, en respues- así como si el precio que se pagó por ellos fue la intensa
ta a un conjunto de diversas presiones, tendiera a "resol- presión ejercida sobre los costos durante ese lapso.
ver" la ecuación social mediante el aumento de las inver- El capítulo VII se refiere a varias cuestiones que se rela-
siones, o sea, lo contrario de lo que se podría suponer. Un cionan más directamente aun con el proceso inflaciona-
análisis acertado debería centrarse en las desviaciones res- rio. Ciertos problemas que no se manifiestan muy clara-
pecto de esa tendencia. Si se adopta este punto de vista, mente en inflaciones menos largas o más suaves se pueden
más estricto, no son muchas las conclusiones de validez observar con mayor nitidez cuando la inflación se torna
estadística que pueden extraerse. Sin embargo, lo poco extremadamente intensa o variable. No sólo se logra ob-
que puede decirse explica en parte la primera reacción servar ciertos fenómenos que en casos menos serios
instintiva de los gobiernos populares en materia de pasan desapercibidos, sino que aparecen fenómenos nue-
inversiones, aunque en medida mucho menor que la vos, específicos de las inflaciones intensas y persistentes.
que sería de esperar.
El segundo tópico se relaciona con la pobre perfor- La primera cuestión que deriva de la experiencia
de este período es la de si los procesos inflacionarios pue-
den ser interpretados en función de un conflicto entre
36
GUIDO DI TELLA
sectores. En el caso argentino, la inflación es, en
buena medida, consecuencia de luchas entre sectores
oligopólicos, cuya agresividad es a su vez estimulada por PERON-PKRON. 197.H978 37
la inflación, creándose un lamentable círculo vicioso.
La segunda cuestión, conectada con la anterior, reside nivel del producto es bastante débil. En los ciclos infla-
en el carácter oscilatorio de la inflación argentina, o sea, cionarios se suceden distintos períodos: la inflación de-
de los precios relativos. Esta oscilación puede asociarse clina como consecuencia de la "represión" de algún pre-
con el comportamiento de los sectores oligopólicos y sus cio particular, en comparación con su valor de equilibrio;
tentativas de manipular los precios. En alguna oportuni- esa represión de un precio tiende a provocar un desequi-
dad pueden tener éxito, sólo para ver luego cómo otros librio que no puede mantenerse indefinidamente; por úl-
sectores (con inclusión de sus proveedores) hacen el mis- timo la liberación del precio reprimido se torna inevitable
mo intento, cancelando las ganancias iniciales que re- para evitar las negativas consecuencias económicas.
sultan así efímeras. En definitiva nadie puede obtener Señalamos que, curiosamente cuando los precios relativos
una ventaja permanente, pero los débiles, o los incapaces se distorsionan la inflación disminuye, y que cuando se
de luchar por sus precios, son barridos durante el proceso. los corrige (de acuerdo con algún presunto equilibrio de
Intentamos formular una correlación —que demuestra ser largo plazo de los precios relativos) la inflación aumenta.
sorprendentemente alta— entre la tasa de inflación y el Todo ocurre como si las políticas orientadas a mejorar la
grado de oscilación de los precios, específicamente defi- eficiencia y a optimizar los precios relativos fuesen a
nido. Además, sugerimos que inflaciones similares, si se corto plazo inflacionarias, en tanto que las políticas
las juzga por su tasa de variación de precios, pueden ser represoras, distorsionantes son capaces, por un tiempo, de
diferenciadas entre sí a la luz de las distintas intensidades bajar la tasa inflacionaria, aunque sea al costo de una
de oscilación de precios relativos. En la Argentina, des- explosión inflacionaria ulterior.
pués de la explosión de 1975, se intensificó en forma El capítulo concluye con un análisis de la indexación,
substancial el carácter oscilatorio de la inflación. De ello uno de los pocos procedimientos que permiten tornar
se deduce que cuanto más intenso es el carácter oscilato- menos perniciosa la inflación, en vista del hecho de que
rio de este fenómeno, más difícil se torna controlarlo, resulta casi imposible controlarla en el corto plazo. Se
problema que bien podría constituir la raíz de la extraor- analizan los efectos de la indexación sobre el mercado
dinaria persistencia de la inflación en la Argentina desde monetario, sobre la variabilidad y predictibilidad de la
1975 en adelante. tasa de inflación y finalmente sobre los movimientos de
La tercera cuestión, tratada en el capítulo VII, es la los precios relativos, tanto los oscilatorios como los de
existencia de una especie de ciclo inflacionario. Se tipo estructural a más largo plazo.
relaciona ese hecho con el presunto carácter de stop-go Se subraya el mayor impacto positivo que tiene la in-
de la economía argentina, pero no se trata del fenómeno dexación sobre el mantenimiento de la eficiencia de la
mismo. La correlación entre el ciclo inflacionario y el economía en el largo plazo aun al precio de agravar las
ciclo del presiones inflacionarias en el corto plazo. . El capítulo
VIII es una suerte de epílogo. No es realmente un
análisis de los problemas sociales y políticos provocados
por el período, los cuales exigirían un estu-
38 GUIDO DI TELLA

dio aparte. Muy brevemente, se pasa revista a la inesta- II


bilidad política que ha caracterizado a la Argentina du- LA LARGA ESPERA
rante más de cincuenta años, tratando de señalar que es
el surgimiento de un tipo de sistema —si es que se lo
puede llamar así—, muy peculiar que ha permitido a to- Si el estudio de cualquier proceso exige la comprensión
dos los grupos principales alternarse en el gobierno, pero de los acontecimientos que lo precedieron, en, este caso
compartiendo muy poco el poder con los demás. Esta ha es aun más necesario, puesto que procuramos analizar
sido la manera argentina de dar participación a los dis- el retorno de un régimen que estuvo en el poder casi tres
tintos grupos sociales de manera algo convulsiva, pero décadas antes, desde 1946 hasta 1955. El primer gobier-
resultando en una alternancia plural. Asimismo, se ana- no de Perón dejó una huella sumamente importante,
lizan las principales razones a las que respondió el caóti- tanto sobre sus partidarios como sobre sus opositores. A
co final, subrayando que la muerte de Perón no fue su su traumática caída siguió el largo exilio del líder y
única causa, ni siquiera la más importante. Más bien se una proscripción electoral no menos prolongada para sus
ponen de relieve la importancia y las disociadoras conse- partidarios. Esa larga espera de más de 17 años produjo
cuencias de los dos agudos cambios de política, el prime- cambios significativos en cuanto al papel del peronismo,
ro hacia la izquierda y el segundo decididamente hacia más significativos de los que suelen acompañar a cual-
la derecha. El abierto conflicto entre la presidenta quier partido que pasa de ser gobierno a ser oposición.
—apoyada por el ala de extrema derecha— y la masa No se procura aquí efectuar un relato detallado de esos
partidaria respaldada por los sindicatos, es lo que a mi años. Se lo ha hecho en otros lugares, trátese del período
juicio explica las caóticas condiciones de 1975 y la acti- entero o de algunos de sus aspectos (Halperín, 1964,
tud pasiva de las organizaciones gremiales ante el golpe 1972; Romero, 1975; O'Donnell, 1976; Portantiero,
militar de marzo de 1976. Terminamos el capítulo con 1978). Lo único que se pretende es pasar revista a los
un breve comentario sobre el muy discutido tema de la principales sucesos de la época, destacando especialmente
profundidad de los fines reformistas del peronismo y aquellos que influyeron en hechos acaecidos después y
sobre si fue la falta o el exceso de celo lo que determinó lo en el inesperado retorno de Perón.
acaecido en esos años.
L 1
40 GUIDO ni T F I . I . A PERON-PERON, 1973-1976 41

La división inicial les dio la sensación de poder, de sentido y de participación activa


en los cambios políticos del país" (Germani, 1978).
Durante los últimos 40 años la Argentina experimentó
una áspera lucha entre las fuerzas peronistas y las anti- Esos cambios, empero, no pudieron consumarse en for-
peronistas, que envenenó su vida social, política e intelec- ma indolora, puesto que involucraban "destruir o neutra-
tual. Si se adopta un punto de vista de muy largo plazo, se lizar la trama de las relaciones estructurales en existencia
puede decir que la Argentina sufre los dolores del parto hasta ese momento" (Mora, 1980). Las transformaciones
del nacimiento de un sistema social, que no sólo inclu- sociales tuvieron conexión íntima con la transferencia de
ye a las clases medias, objetivo que lograron durante un más del 10 por ciento del PBN en manos de los terrate-
proceso que ocupó la primera mitad del siglo, sino tam- nientes y capitalistas a las de los asalariados, fenómeno
bién a las clases trabajadoras, proceso éste que parece que se operó a muy poco de iniciado el período.
que insumirá la mayor parte de la segunda mitad. Hasta se No se trató de una reforma "estructural", ni de un hecho
siente la tentación de concluir que, al fin y al cabo, un que impresione mucho a los revolucionarios sociales, en
lapso inferior a un siglo no sería, para un proceso de tan particular los de la variedad latinoamericana; pero así y
profundo alcance, más largo que el que necesitaron los todo fue el tipo de cambio que afecta e interesa de manera
países del hemisferio Norte, donde no se dio de una manera significativa a grupos muy importantes. A fin de cuentas,
ni menos agitada ni menos prolongada. Las transiciones en la vida política diaria gran parte de las discusiones giran
fáciles son contadas y por desdicha no son característi- en torno de qué se hace con el dinero. Incluso, sobre
cas. transferencias más pequeñas que ésta provocan debates
La primera aparición del peronismo —desde 1946 hasta apasionados en otros países más maduros. Las revolucio-
1955— aportó muchas novedades al escenario social y eco- nes, por lo menos en la Argentina, rara vez se operaron
nómico. Esas novedades giraban principalmente en torno debido a tremendos peligros sociales, y sí en cambio —y
a la mayor movilización de los trabajadores y al papel con más frecuencia— cuando las participaciones en el
central otorgado a los sindicatos, así como en tomo de las ingreso nacional se alteraron en un sentido u otro. El
políticas económicas nacionalistas, cuya consecuencia sesgo nacionalista inicial del peronismo lesionó los intere-
más notable fue un proceso de industrialización basado ses británicos y los de los grupos argentinos conectados con
en el mercado interno, en el capital local y en la interven- ellos; su pérdida de poder fue dolor osa y creó resenti-
ción estatal, acompañado todo ello por un ritmo crecien- mientos, por más que fuese la inevitable consecuencia de
te de urbanización. la decadencia de Gran Bretaña. Más importante aun fue la
circunstancia de que los empresarios locales, si bien favo-
"Los aspectos sociales fueron probablemente los más importan- recidos por la nueva perspectiva económica, tenían con-
tes. Gracias al peronismo las masas tomaron conciencia de su pro- ciencia de que esos cambios formaban parte de un nuevo
pio significado. Pasaron a ser una categoría de gran significado en conjunto de políticas, no tan conocidas y por lo tanto
la vida nacional, una fuerza capaz de ejercer el poder. El peronismo menos predecibles. En cierto modo, sintieron la pérdida
42 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 1973-1976 43
de la protección ofrecida por un conjunto de tradiciones Los círculos empresarios cundió el justificado temor de
que, aunque no los favorecieran, les daban seguridad. que de ahí en más
Una política que beneficia al capital extranjero pro-
voca resentimiento entre los empresarios locales, pero al "nadie podía trabajar en paz bajo la amenaza de que cualquier ma-
mismo tiempo supone la garantía de que no se ensayarán ñana uno podía despertarse con la noticia de que no es más el due-
experimentos "extraños" y de que el capital privado —el ño de su propiedad" (La Nación, marzo de 1950).
extranjero y el nacional— será protegido. Una política
contra el capital extranjero, en cambio, puede provocar la El Estado acrecentó substancialmente su función, que
sospecha de que sea el comienzo de una política en con- iba desde la compra de la mayoría de las materias primas
tra de todo capital privado. básicas por organismos estatales hasta el otorgamiento de
En ciertos momentos, el problema no residió tanto en crédito a tasas negativas por intermedio del sistema
las consecuencias de las nuevas políticas sin oyen el hecho bancario, seminacionalizado, y la concesión de permisos
de que fuesen adoptadas por nuevos grupos sociales y de importación.
económicos. Nunca se había esperado que esos grupos de- Un pequeño círculo de protegidos oficiales se enrique-
tentaran posiciones de poder y riqueza; súbitamente se ció considerablemente gracias a los favores del gobier-
los vio —y se vieron a sí mismos— ocupando esas posicio- no, lo cual creó un clima de inmoralidad empresaria que
nes y compitiendo por los puestos claves del poder polí- superó en cierta medida a la que suele acompañar las
tico y económico. El fenómeno se vio agravado porque transformaciones sociales y económicas de esta índole.
los recién llegados conservaban ostensiblemente su indi- El mayor papel del Estado suscitó todo un nuevo conjun-
vidualidad, sus costumbres y sus valores; muy distintos to de antagonismos, agravados por la forma en que se
por cierto de los que tenían los grupos que hasta entonces manejaban esas nuevas intervenciones. Se dio la impresión
habían detentado el poder. Esto no se confinó sólo a los de que el Estado no se atenía a reglas de ninguna especie,
sindicatos, el caso más obvio, sino que se extendió a los viejas o nuevas.
nuevos grupos económicos favorecidos por el régimen, En todos los casos es preciso distinguir entre la resis-
provocando quejas acerca de tencia intrínseca que cambios estructurales —no revolu-
cionarios pero significativos— hubiesen provocado de to-
"la sumisión de la economía nacional a la dictadura de una oligar- das maneras, y las animadversiones que surgieron por la
quía industrial próxima al presente gobierno", (UCR, La Prensa, 17 manera particular en que se consumaron esos cambios.
de diciembre de 1948). Los cambios profundos rara vez se efectúan en forma
pura o perfecta, pero no hay duda de que las peculiarida-
Se llevaron a cabo, al mismo tiempo, una serie de ex- des del peronismo echaron leña al fuego de la oposición y
propiaciones de tierras y empresas que, si bien cuantitati- le hicieron perder al gobierno el apoyo de muchos grupos
vamente no resultaron importantes, crearon una profunda de clase media, profesionales e intelectuales que no
desconfianza y una fuerte sensación de inseguridad legal. discrepaban Con los fines últimos del proceso.
44 A PERON-PERON. I97;*-1976 45
También en el frente político la conducta del gobierno "el precepto (que se imponía) a todos los habitantes del país axial
contribuyó a dar la impresión de que el régimen no se como a sus partidos políticos y diarios era el de ver, escuchar y
sentía atado por ningún conjunto de reglas preexistentes. callar" (La Prensa, 18 de noviembre de 1948).
Los opositores fueron hostigados y en algunos casos noto -
rios —si bien bastante excepcionales— encarcelados por Los empleados públicos fueron obligados a afiliarse al
corto tiempo. El único partido opositor de alguna impor - Partido Justicialista. Como la mayoría de ellos eran ya en-
tancia, la Unión Cívica Radical, criticó vigorosamente una tusiastas partidarios del régimen, la medida sólo tuvo el
situación en la cual efecto de irritar a los opositores sin acrecentar el caudal
partidario. Como era de imaginar, el gobierno fue pronto
"el gobierno ha tomado el control político, económico y cultural acusado de inclinaciones fascistas. Sin embargo, a despe -
total, cancelando la libertad de prensa y de radio, y reduciendo al cho de los orígenes efectivamente fascistas de algunos de
partido Justicialista a un grupo autocrático dirigido de mane ra sus miembros y de las preferencias ideológicas iniciales
autocrática por el propio gobierno" (U.C.R. Comité Nacional, La de su jefe, las masas urbanas y trabajadoras lograron ins-
Prensa, 17 de diciembre de 1948).
tilar un carácter popular al movimiento y, en gran medi-
da, a todo el régimen. Lo curioso es que las prácticas an-
Si bien estas políticas autoritarias no eran nuevas en el tidemocráticas suelen ser empleadas por gobiernos mino-
país y continuaron después de 1955, habían sido maneja- ritarios que sólo así pueden llegar al poder y conservarlo
das con otros estilos y sobre todo dando la sensación de después. Pese a esto los peronistas, capaces de ganar
que estaban restringidas a ciertas áreas. No era la primera elecciones por márgenes substanciales, también consi-
vez que se derrocaba un gobierno constitucional, se pros - deraron indispensable adoptar medidas coercitivas, in-
cribía candidatos y se anulaban elecciones -incluso se las necesarias para su éxito electoral. En rigor, los valores
había adulterado cometiendo fraudes y arbitrariedades democráticos —de los que desconfiaban— les hubieran
más graves que las cometidas por el peronismo— pero la otorgado una legitimidad mucho mayor; en cambio las
libertad de prensa había sido relativamente respetada y ideologías autoritarias o fascistas que toleraron trabajaron
la educación —si bien reflejaba como es natural los pun - en su contra.
tos de vista de los grupos gobernantes- había conserva - En el frente cultural el gobierno tropezó con obstácu -
do básicamente la autonomía. Ahora el proceso electoral los importantes. Las universidades en particular, se convir-
era libre y sin proscripciones, pero la prensa fue sometida tieron en el centro de la resistencia intelectual.
a controles y la enseñanza regulada formalmente. El gobierno sostuvo que las universidades representa-
La mayoría de los diarios y radioemisoras fueron com- ban una concepción elitista y reaccionaria de la sociedad
prados, uno por uno, o clausurados —como en el notorio y que era necesario abrirlas a los nuevos grupos. La afir-
caso de La Prensa—, en tanto que otros debieron sujetarse mación no era del todo infundada, pero la forma en que
a una línea semioficial para sobrevivir. La impresión reci- se consumó ese intento fue torpe en grado sumo y con-
bida por los medios era de que tribuyó a rebajar el nivel académico. Esta violación de la
46 GUIDO DI TELLA
PERON-PERON. 1973-1976 47
autonomía universitaria, uno de los principales agravios Algunos aspectos de la actividad final del gobierno pe-
esgrimidos por los grupos antiperonistas, fue repetida años ronista —por ejemplo, el conflicto con la Iglesia— y
más tarde varias veces por los gobiernos militares de corte algunos comportamientos personales del propio Perón, un
antiperonista; sin embargo, y al margen de esta interfe tanto extravagantes, contribuyeron a dar la impresión de
rencia política, se operó un aumento substancial de la que el gobierno no era confiable y sí era capaz de come-
inscripción de estudiantes, sobre todo en los niveles ter acciones arriesgadas imposibles de predecir. Se llegó
secundario y universitario. En cierta medida, esto re incluso a perder de vista el concepto de que el carácter
sultaba de una mejor distribución de los ingresos. Incluso reformista, pero limitado, del régimen era lo bastante
personas que simpatizaron con claras posiciones antagó manifiesto como para disipar todo peligro de convulsión
nicas al gobierno han considerado que / social. En varios sentidos representaba un "peligro"
mucho menor que el que hoy significa, en Occidente,
"el peronismo promovió un importante y genuino crecimiento edu- tanto el eurocomunismo, o incluso un partido al estilo del
cacional" (Mora, 1980), laborismo británico. Las fantasías acerca del potencial
revolucionario del peronismo parecen bastante carentes
situación que afortunadamente había de continuar. En de fundamento.
todos los niveles, incluso en el primario, se intentó aplicar De cualquier modo, lo que el peronismo se proponía
una política de adoctrinamiento cívico, si bien en forma lograr estaba dentro de la gama de cambios que normal-
bastante elemental. En materia cultural el gobierno mente excitan, si no la imaginación, por lo menos la vo-
adoptó una postura nacionalista. Esta osciló entre un in- luntad política de grandes sectores de la población, en
tento por dar relieve a ciertos valores presumiblemente particular de las clases más postergadas. Es difícil deter-
olvidados de la tradición argentina, y una mera actitud minar en qué medida el encarnizado antagonismo que sus-
antiextranjera. Por cierto, algunas de las cuestiones plan- citaron los primeros gobiernos peronistas fue consecuen-
teadas fueron más interesantes que las tentativas concre- cia de los cambios estructurales que se operaron, o de las
tas particularmente tediosas que se confinaron a lo pinto- peculiares formas en que se los llevó a cabo. Es obvio que
resco y a subrayar las expresiones del arte folklórico. Lo ambos factores desempeñaron un papel importante. Si
cierto fue que la mayoría de los intelectuales, con la ex- bien algunas de esas peculiaridades se confunden con la
cepción, al principio, de la minoría nacionalista católica, "petite histoire", pueden echar luz sobre los aconteci-
sintieron el fuerte antagonismo que derivaba de la nue- mientos de ese tiempo y sobre la división que produjeron
va actitud cultural y la forma en que fue entre los argentinos.
"impuesta sobre la producción intelectual del país, así como sobre
su transmisión, algo que va contra las garantías dadas en la
Constitución, algo que no está permitido por ninguna de las leyes
existentes" (La Nación, 12 de septiembre de 1949).
48 GUIDO DI TELLA PERÓN-PERÓN. 1973-1976 49
Caída, represalias y persecución tencia peronista. Incluso cabe conectar con esos orígenes
a parte de los grupos subversivos peronistas de principios
Si los años de dominación peronista constituyeron una de la década 1970-80, aunque la gran mayoría surgió in-
experiencia traumática para muchos grupos importantes cJpnendientemente utilizando aquel alzamiento como
la sangrienta caída del régimen en 1955 y, "las muchas símbolo. Lo indiscutible es que hacia fines de la década
víctimas causadas" (i.e. Times, 17 de junio de 1955) — 1950-60 la sociedad argentina estaba profundamente
muchas más que las habidas antes en ocasiones similares— dividida entre peronistas y antiperonistas y que ambos
así como la represión que siguió inmediatamente a la caída, grupos tenían agravios reales y graves que reivindicar así
exacerbaron entre los peronistas el resentimiento ya como sus mitos y sus mártires.
existente. En las Fuerzas Armadas, el gobierno y las
universidades se llevó a cabo una rigurosa depuración
de todo elemento teñido por cualquier clase de asociación Modernización y desarrollo
con el régimen anterior. Las Fuerzas Armadas inter-
vinieron los sindicatos, y muchos dirigentes gremiales Uno de los fenómenos más importantes operado
así como del Partido Justicialista, fueron encarcelados, durante la década siguiente a la caída de Perón fue la
mientras una campaña pública llevada a cabo mediante reapertura del país a los contactos con el extranjero —
la prensa, la radio y la televisión, procuró desacreditar tanto en el campo cultural como en el económico—, en lo
al gobierno anterior. En muchos sentidos, lo que ocu- que configuró un acelerado proceso de modernización.
rrió fue la inversión, exacerbada, de lo sucedido durante La fase previa, caracterizada por cierto aislacionismo
el período previo, afirmación ésta con la que por cierto respecto del exterior, había comenzado más bien
en la Argentina muchos disentirían. El gobierno no involuntariamente en la década de 1930-40, junto con la
consideró que repetía los excesos del pasado, sino que crisis mundial, y se había acentuado durante los años de
más bien los corregía. Lo cierto fue que los peronistas to- la Segunda Guerra Mundial. Concluida ésta, y por primera
maron los hechos como una definida persecución políti- vez por propia voluntad, la Argentina se empeñó por un
ca. Y fue sin duda una persecución, aplicada en forma dis- camino nacionalista que mantuvo al país al margen de las
tinta, a grupos sociales distintos, pero no menos "intensa principales corrientes económicas internacionales, así
que la consumada anteriormente por los peronistas. Antes como de los acontecimientos culturales extranjeros.
de que las cosas empezaran a aplacarse en 1958, este En tanto que la década de 1920-30 correspondió al
período alcanzó su climax en 1956, al estallar un aborta- apogeo de la actitud internacionalista, los comienzos de
do golpe intentado por los peronistas. El levantamiento la década 1950-60 coincidieron con el ápice de la tenden-
fue sofocado con facilidad, pero por primera vez en este cia aislacionista. Por la manera en que se desarrollaban los
siglo el castigo incluyó el fusilamiento de sus jefes y de acontecimientos, cabía esperar que el país virara de nuevo
una veintena de sus seguidores. Estas muertes tuvieron "hacia una actitud más internacionalista.
por consecuencia el surgimiento de los grupos de "resis- Una interrupción de más de veinte años en los contac-
50
GUIDO DI TÉLLA
PKRON-PERON, 197 3-1976
51
tos con el mundo no podía dejar de provocar serias ten- ción social y cultural creó una situación particularmente
siones al reanudarse dichos contactos y no es ilícito tensa para los jóvenes que se incorporaban a la fuerza
pensar que algunos problemas de ese tiempo pueden laboral y a las universidades, exacerbando su grado
estar asociados con la acelerada "actualización" ¿cuanto normal de confusión y ansiedad, ensanchando la brecha
en lo económico como en lo cultural. Para empezar, se habitual entre la Weltanschauung de los jóvenes y la de
verificó un cambio completo en las universidades. Aparte sus mayores. Resulta imposible determinar con certeza si
de las inevitables vendettas contra quienes habían es válido relacionar este hecho con la posterior conducta
colaborado con Perón, se operó un proceso de de los jóvenes a comienzos de la década 1970-80, como se
modernización. Las ciencias sociales, que constituyen ha sostenido con algún énfasis (Torres, 1980). Lo indu-
un buen ejemplo de esta transición, se abrieron a la dable fu que se operó
influencia norteamericana y en menor medida a la
europea. Se introdujeron disciplinas nuevas, como la "en casi todos los frentes una modernización de la sociedad argen-
sociología, y se elevaron otras a más altos niveles, como tina, observable en el tipo de consumo de la clase media, en la es-
economía y psicología (Halperín, 1972). tructura anti-tradicional dada a las ideologías dominantes desde
Los medios de difusión habían trabajado hasta enton- una universidad en plena expansión cientifista y en los medios de
ces bajo todo un conjunto de restricciones relativas a co- comunicación masivos" (Portantiero, 1978).
bertura de las noticias del exterior y a la admisión de
libros y películas cinematográficas. Ahora, en forma Todos éstos fueron rasgos típicos del gobierno de
totalmente súbita, el país obtenía de nuevo acceso a ma- Frondizi, que advino al poder en 1958 como consecuen-
terial extranjero de toda índole. En el campo económico, cia de un pacto electoral concluido con Perón, quien ha-
el capital extranjero que, durante el período anterior bía sido proscripto por los militares. Los partidos polí-
había sido obstaculizado, fue atraído nuevamente, y si ticos de todos los matices, criticaron a los militares por
bien no ayudó en las cantidades que se esperaban no dejó estas discriminaciones y, a la vez, sacaron todo el prove-
de tener efectos. Se reconstruyó la comunidad cho posible de sus consecuencias, situación que habría
empresaria extranjera, esta vez bajo preponderante de repetirse más adelante.
influencia norteamericana. El proceso de urbanización A cambio del apoyo electoral, el nuevo gobierno otor-
iniciado durante el período anterior prosiguió, si bien a gó una amnistía a los presos políticos, reconoció a los sin-
ritmo ligeramente más lento, acrecentando las dicatos y les permitió elegir a sus autoridades, lo cual
dimensiones de las "villas de emergencia" crecidas en los significó en la práctica, entregar la jefatura de la Confede-
alrededores de todas las grandes ciudades. Los migrantes ración General del Trabajo (CGT) a los peronistas. A esa
pasaron de habitats sociales relativamente estructurados a altura de las circunstancias, pocos de los viejos dirigentes
la condición despersonalizada propia de las grandes sobrevivían como tales. Había emergido una nueva gene-
urbes, situación ideal para la conservación de una lealtad ración; igualmente identificados con el peronismo, esos
política personalizada en un líder del tipo de Perón. Esta dirigentes no habían sido designados, empero, por Perón
moderniza-
52

GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 197 3-1976


mismo, sino que habían conquistado sus posiciones como vocó un importante impacto sobre la industria en general.
fruto del propio esfuerzo. Se puso más énfasis en la creación de nuevas industrias
La elección de Frondizi fue una sorpresa que contra- de gran intensidad de capital, que en la actualización de
rió mucho las esperanzas y los deseos de los militares, he- industrias ya establecidas que operaban con tecnología
cho que tendió a crear una inestabilidad de fondo. Si obsoleta. Se produjo una extraña dicotomía: apareció un
bien Frondizi se presentó a elecciones con un programa sector industrial moderno en expansión, de propiedad ex-
de centro-izquierda, que le permitió contar con el apoyo tranjera, gran capital y alta prioridad, frente a un sector
de la clase media y los grupos intelectuales, una vez en el anticuado y estancado, en su mayor parte de capital lo-
poder giró substancialmente, aplicando un programa de cal, no prioritario. A nadie extrañó que los industriales
centro-derecha bastante moderno. Empezó por firmar un locales —que habían comenzado por apoyar a Frondizi—
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI),lo luego de su elección empezaran a distanciarse, recordando
cual abrió las puertas a los inversores extranjeros, en par- con nostalgia los antiguos tiempos anteriores a 1955, en
ticular a los capitales norteamericanos. En tanto que el los que ningún capital extranjero competía con ellos.
país, durante los años de Perón, había enfatizado la subs- Pero más allá del programa en sí, el hecho significativo
titución de las importaciones "livianas" y estimulado el fue que el cambio de política superó por mucho la dife-
capital local, ahora había de impulsar) una substitución rencia habitual entre la plataforma electoral y el progra-
de las importaciones "pesadas", y las inversiones ma de gobierno efectivamente aplicado. Creó una tremen-
directas desde el exterior. La nueva actitud sostenía que da confusión ideológica y semántica e implantó un grado
de cinismo y de falsedad en el lenguaje político que ten-
"lo que importa no es el origen del capital sino su función. Si está dría graves consecuencias sobre la futura vida cívica del
al servicio de los fines nacionales, el capital extranjero es bienveni-
país (Corradi y Torre, 1978).
do y es útil" (Arturo Frondizi, La Nación, 2 de julio de 1961).
La áspera reacción de los sindicatos ante este giro del
La originalidad del programa económico residía en que gobierno se hizo sentir pronto bajo la forma de una ola de
combinaba un intenso plan de substitución de importa- huelgas que se declararon a principios de 1959 y alcanza-
ciones —tan extremo como el de la CEPAL— con una ron inesperada intensidad. El gobierno puso en práctica
política de inversiones extranjeras aborrecida tanto por el plan de emergencia llamado CONINTES, encarceló a
los círculos cepalinos como por los nacionalistas de todos varios dirigentes gremiales y dejó sin efecto algunas de
los matices. La estrategia consistía en estimular al capital las ventajas otorgadas corto tiempo atrás a los sindicatos.
extranjero en todas las áreas de alta prioridad, conside- Las huelgas fracasaron, dejando un amargo resentimiento
rando al acero, la petroquímica, el papel y el petróleo entre los jefes sindicales que tan sólo un año antes ha-
como tales. Los principales éxitos se verificaron en el sec- bían tenido un papel tan decisivo en la elección de
tor petrolero, donde la producción creció vertiginosamen- Frondizi. Sin embargo, ya en esta confrontación pudo
te, y también en la industria automovilística, lo cual pro- advertirse en las filas peronistas un conflicto que habría
de caracterizar los acontecimientos futuros. El
Comando
54 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 1973-1976 55
Nacional Peronista, subordinado a Perón y constituido en los dirigentes sindicales. Sin embargo, los resultados de
su mayoría por políticos, criticó a los dirigentes gremia - esos comicios fueron sorprendentemente favorables para
les por haber vacilado abiertamente en su actitud anti- el gobierno, si bien es verdad que se celebraron en zonas
gubernamental y por de escasa industrialización y donde la fuerza laboral era
pequeña. En la más industrializada de esas provincias,
"no haber infundido en las masas el suficiente fervor revolucio- Santa Fe, el gobierno logró triunfar gracias a la fuerte
nario" (Militancia, 19 de julio de 1973). popularidad del dirigente partidario local. A esa altura de
las circunstancias Frondizi logró atraer gran parte de los
La diferencia no pasó inadvertida; el gobierno pronto votos antiperonistas, incluidos los de la derecha. Alenta -
trató de captarse a algunos de los jefes sindicales, medíante do por estos resultados, el gobierno fue adelante con las
el ofrecimiento de beneficios especiales a un gremio elecciones nacionales de 1962, que incluían a las principa-
tras otro, pero tuvo éxito limitado. Aun así, inauguró la les provincias, entre ellas la de Buenos Aires, cuyo peso
práctica de las negociaciones con la jefatura gremial, y en era decisivo. El peronismo fue hostigado, pero aun así sus
especial con el grupo llamado "participacionista". Esta candidatos fueron autorizados a presentarse bajo una
práctica habría de perdurar, y a pesar de las huelgas frus- variedad de rótulos partidarios. La muy singular fórmula
tradas y de una política económica desfavorable para los que presentaron en la provincia de Buenos Aires estaba
trabajadores, ese hecho representó un gran cambio en constituida por Andrés Framini, dirigente gremial, como
los sindicatos. En vez de estar en el ostracismo, empeza - candidato a gobernador, y el propio Perón como vicego-
ron a ser aceptados como parte integrante del sistema. bernador. El peronismo triunfó en esa provincia y tam -
Fue evidente que: bién en la Capital Federal, en tanto que los radicales
vencían en la de Córdoba. En todo el país, el peronismo
"Estas divergencias profundas entre los puntos de vista obrero obtuvo el 30,9 por ciento de los votos; el gobierno, el
y presidencial no bastan para ocultar el hecho central: hay diálogo 26,2 por ciento, y la Unión Cívica Radical del Pueblo, e)
entre el gobierno y la CGT y ese diálogo se desarrolla sobre un fon- 19,9 por ciento. Los resultados provocaron un estado de
do político" (La Nación, 2 de julio de 1961).
conmoción que tornó borroso el excelente resultado
electoral del gobierno y los pobres desempeños de los
Durante el período de Frondizi se reconoció el papel
otros dos partidos principales.
de los sindicatos —la CGT fue "normalizada" en 1961- y
Si bien el gobierno deseaba anular las elecciones, no
se produjo cierta legitimación del movimiento peronista
Pudo obtener el apoyo de las Fuerzas Armadas. Por
como un poder de facto, si bien siempre con un carácter
añadidura, su vuelco político le había hecho perder el
marginal.
respaldo de sus partidarios iniciales sin permitirle con-
En 1962, el gobierno probó su suerte en varias elec -
quistar las simpatías de aquellos grupos hacia los cuales
ciones parciales en las provincias. Ya no contaba con el
apuntaba su política. No obstante sus primeros éxitos,
apoyo de Perón y sí con la oposición de la mayoría de
disk no logró erigirse en representante confiable para
56 Guido PERON-PERON, 1973-1976 57
J.C.
esos grupos y terminó por carecer de apoyos importantes
Este giro de los acontecimientos había de encontrar
paralelo en el que protagonizó años después Isabel Perón, Cambios internos en los sindicatos
que, análogamente, rompió la alianza original volcándose
a la derecha sin llegar a constituir una alternativa viable. Como consecuencia del gobierno de Frondizi, el movi-
Al mismo hecho responden, básicamente, las caídas tanto miento peronista y en particular los sindicatos terminaron
de Frondizi como de Isabel Perón. Con prescindencia de por obtener mayor legitimidad. Adquirieron conciencia
lo que pueda pensarse sobre sus respectivos objetivos, de su importancia aunque no lograran conquistar el po-
ambos fueron capaces de reunir apoyo transitorio, cir- der. Cada vez que lo intentaban eran barridos de la escena
cunstancia que sus fracasos han tendido a oscurecer. No política. Sabían que eran un grupo de presión con fuerza
resulta tan fácil, en cambio, demostrar que sus fracasos suficiente para que los militares los cortejaran. El movi-
fueron inherentes a sus políticas; sólo puede afirmarse miento gremial se dividió desde el principio en un grupo
que su éxito era improbable, pero no necesariamente más activo inclinado hacia la izquierda —los "combati-
imposible. El golpe militar contra Frondizi, uno de los vos" — y otro menos ideológico y más pragmático —los
más injustificados de una larga lista de golpes injustifi- "participacionistas"—. Al comienzo, y particularmente
cados, fue parte de una crisis interna sumamente grave después del golpe dado en noviembre de 1955 por los
en las Fuerzas Armadas —sobre todo en el Ejército—, que militares de línea dura, encabezados por el general Pedro
llevó al país al borde de la guerra civil. Las ilusiones de Eugenio Aramburu, la reacción militante surgió espontá-
los grupos antiperonistas de 1955 se habían hecho trizas. neamente. Los gobiernos que ensayaron una línea blanda,
La democracia, en la que creían formalmente, había encontraron en general una respuesta positiva; pero
entregado el gobierno a su despreciado enemigo. cuando intentaron aplicar una línea dura, como después
de la caída de Frondizi, los sindicatos respondieron con
"El legalismo aparece hoy herido y disperso porque está perple- firmeza, como lo prueba el programa de Huerta Grande
jo. Su motor esencial, la fe en la ley y la Constitución, se vio afec-
tado por los comicios del 18 de marzo, por su inmediata anulación de 1962. Fue una manera de señalar su peligrosidad
y más aun por el derrocamiento de! doctor Frondizi" {La Nación, potencial si se los perseguía y marginaba.
Io de abril de 1962).
Un giro decisivo de particular interés para esta historia
Después de un enfrentamiento armado que arrojó un fue el discreto pero intenso conflicto entre Perón y los
saldo de varios muertos, resultó triunfante el grupo sindicatos. Ese conflicto ya se había manifestado durante
"azul". Era más abierto a alguna suerte de acuerdo con las huelgas de 1961 y acentuado desde 1963 en adelante
los peronistas y se comprometía a restablecer un gobierno con el creciente poder de Augusto Vandor tanto en las
civil, en tanto que en el grupo "colorado", vencido, mili- "2 Organizaciones —el grupo sindical peronista— como
taban los antiperonistas más intransigentes. la CGT. El conflicto no disminuyó de intensidad como
consecuencia del asesinato de Vandor en 1969, y se man-
58 PERON-PERON, 1973-1976 59
GUIDO DI TELLA
i.it Vandor y su grupo prefirieron negociar con los militares,
tuvo en ebullición a fuego lento desde entonces constitu- que no intentaron en momento alguno pasar por alto a
yendo un ingrediente de suma importancia en los proble- los jefes gremiales y entenderse directamente con las bases;
mas del lapso 1973-76. Tal conflicto se remonta al los militares necesitaban a esos dirigentes, a quienes
surgimiento del peronismo. Si bien es cierto que el go- consideraban miembros legítimos —si bien subordinados
bierno de Perón apoyó y hasta promovió a los sindicatos, — del sistema. Por su parte, los sindicatos, aunque
entre 1945 y 1955, éstos fueron adquiriendo gradualmente mantuvieron su lealtad a Perón y al peronismo, experi-
vida independiente. Las críticas antiperonistas típicas mentaron varios cambios importantes, relacionados con
sostenían que los nuevos gremios eran hasta tal punto una su obvia necesidad de acomodarse a las condiciones exis-
creación del gobierno, que se desplomarían una vez derri- tentes, y esto fue lo que dio origen al distanciamiento
bado Perón. No es imposible que el propio Perón creyese entre Perón y Vandor. Una cosa era adoptar una posición
que él había "creado" los sindicatos, por así decirlo. militante a distancia del país y de los riesgos que suponía
Después del golpe de septiembre de 1955 los sindicatos adoptarla allí, y otra observar la misma militancia viviendo
fueron sometidos a varias intervenciones militares, de en el país. Por añadidura, los sindicatos debían resolver
intensidad variable. Hacia fines de esa década, empero, muchos problemas concretos y cotidianos que intere-
los militares y empresarios llegaron a apreciar lo impor-
tante que era para ellos la posibilidad de tratar con una
representación orgánica de los trabajadores, antes que
con los movimientos espontáneos que se producirían ine-
vitablemente en ausencia de aquélla. Al mismo tiempo,
saban s (legítimos, pero no por ello menos comprometidos) en
a sus conservar cierto aparato en funcionamiento. Si bien les
bases; era útil conservar su identificación con el peronismo, que
tenían contribuía a la comunicación entre los dirigentes y las
que bases y constituía un símbolo de protesta, no deseaban
manten que esto les impidiera mantener canales de
er una comunicación permanentemente abiertos con los distintos
organi gobiernos y grupos de presión. Existe cierta similitud en-
zación tre estos hechos y la evolución de algunos movimientos
burocr sindicales europeos; éstos han mantenido su fidelidad a
ática la tradicional ideología socialista o comunista —que de-
relativa sempeña un útil papel de convocatoria—, a la vez que han
mente tenido que desarrollar las funciones prácticas de la vida
amplia, gremial cotidiana. El desarrollo del eurocomunismo es un
con fenómeno complejo, pero en gran medida refleja la
abogad importancia de las demandas de carácter práctico de los
os, sindicatos; éstos obligaron a eliminar aquella parte de la
contad ideología que obstaculizaba su progreso y substituirla
ores por una versión "modernizada" que sirviera a las nuevas
médico necesidades. La "modernización" significó perder gran
sy parte del contenido anterior, particularmente en lo que
emplea concierne al celo revolucionario, cambio disfrazado con
dos de una complicada fraseología, para hacerlo aceptable por
distint la "vieja guardia". En un nivel de ideologización mucho
os menos intenso, el conflicto interno del peronismo a que
n
órdene os referimos evolucionó sobre líneas muy parecidas.
s que ( con Vandor, los sindicatos alcanzaron uno de los
admi- puntos culminantes de su autoafirmación, así como
nistrab uno de los Picos de desinterés por los cambios
an estructurales.
servici Desde el punto de vista de Perón, una de las
os trabas
sociale
s
import
antes.
Había
grande
s
interes
es
creado
60 G u i d o DI TELLA PERON-PERON, 1973-1976 61
creadas por la estrategia de Vandor, centrada en los un tiempo no se supo con certeza si ello indicaba una
gremios, residía en que, por encontrarse más clara- nueva tendencia radicalizada en las clases trabajadoras o
mente perfilados, los sindicatos no se prestaban tan fácil- un mero aumento de su militancia. Aunque de carácter
mente para sus manipulaciones y amenazas políticas. En localizado, fueron capaces de presentarse como lo que
varias oportunidades Perón intentó crear grupos que com- pareció ser una amenaza real, que pesó hasta que en 1974
pitieran con aquéllos; generalmente situados a la izquier- las autoridades sindicales nacionales, con apoyo del
da de la gran masa del movimiento gremial. La primera gobierno, intervinieron esos gremios y detuvieron la
tentativa consistió en la creación, en 1966, de las "62 Or- desviación hacia la izquierda. Esta abrupta desaparición
ganizaciones de pie junto a Perón", entidad de curioso de la izquierda sindical no nos permite sacar ninguna
nombre que duró hasta 1967. La segunda, y más impor- conclusión definitiva. La cuestión principal es la de
tante, fue la creación en 1968 de la "CGT de los Argen- si esas "desviaciones" hacia la izquierda constituían movi-
tinos", escisión de la CGT y conducida por Raimundo mientos normales pero limitados, o representaban el co-
Ongaro, la cual perduró hasta 1970. mienzo de una evolución importante y a largo plazo, que
Una amenaza más importante para la línea de Vandor podría haber modificado el carácter del movimiento la-
consistió en la aparición de algunos grupos sindicales de boral. Si bien toda respuesta a esta pregunta puede estar
carácter regional, e incluso zonal o de fábrica, ubicados teñida de alguna ideología, cabe arriesgar el juicio de que
más a la izquierda, o por lo menos más militantes. Proba- lo más probable era y es que el carácter burgués de la
blemente, ello se haya debido al hecho de que las organi- mayor parte del movimiento obrero argentino, concorde
zaciones gremiales de alcance nacional, centralizadas y con los ingresos y el nivel de consumo relativamente altos
necesariamente burocráticas, habían aumentado su dis- de las bases, ha creado límites claros a las posibilidades de
tancia respecto de las bases, tornándose menos sensibles evolución revolucionaria.
a las demandas laborales en el plano de las fábricas (To-
rre, 1980). Por comparación con la menor distancia y la
facilidad de acceso con que contaban antes, los afiliados El interludio radical
sindicales se sintieron menos representados por la jerar-
quía gremial y buscaron otros canales, más • directos. Al caer Frondizi los militares no tomaron formalmente
Este desarrollo de la vida sindical involucró una disper- el gobierno, sobre todo a causa de sus profundas
sión del poder dentro de la estructura de los sindicatos, divisiones internas, pero fueron por cierto el poder detrás
un aumento de la actividad militante y una disminución del trono. Al cabo de un período de interinato, en 1963
del poder de la jefatura nacional. Algunos de esos grupos se convocó a elecciones con el peronismo proscripto;
laborales más militantes e ideológicos aparecieron en dichas elecciones fueron ganadas por los radicales más
Córdoba, como en el caso de los sindicatos "clasistas tradicionales, la Unión Cívica Radical del Pueblo, que en-
que ganaron terreno en las grandes fábricas, nuevas y au- frentó a una alianza de las derechas, un tanto débil, en-
tomatizadas, surgidas al comenzar la década del 60. Por cabezada por el general Aramburu, jefe del gobierno mili-
62 CUIDO DI
TELLA PERON-PERON, 197 3-1976 63
tar de 1955 a 1958. Ambas fórmulas resultaban acepta-
bles para las Fuerzas Armadas, que sin embargo se incli- "vamos a cerrar las puertas del país al esfuerzo concurrente en
naban por la coalición aramburista, circunstancia que de hombres, en técnicas y en capitales y vamos a regresar al aislacionis-
nuevo creó una tensión subyacente entre ellas y el nuevo mo económico con siniestra secuela de frustraciones, envolviéndo-
gobierno radical. Tanto el gobierno como las Fuerzas nos como en un sudario en el bla-bla pomposo de remanidas frases
alusivas a la entrega y al imperialismo que hace mucho superamos
Armadas, por otra parte, demostraron suma frialdad los argentinos" (Clarín, 6 de noviembre de 1963).
ante todo acercamiento al peronismo, proscripto del
proceso electoral, o a los sindicatos, lanzando a estos últi- En una actitud que ahora puede ser vista como una
mos a una oposición inmediata y activa. Los radicales campaña concertada, la prensa ridiculizó sin piedad a los
obtuvieron apenas más que el 25 por ciento de los votos, radicales, presentándolos como sumamente anticuados,
y Aramburu el 13,9 por ciento, en tanto que algo más tímidos e ineficaces. Sin embargo, constituían uno de los
del 19 por ciento estuvo constituido por votos en blanco, grupos más rectos, democráticos y políticamente toleran-
representativos del núcleo recalcitrante del electorado tes del país. Ello fue admitido incluso por algunos parti -
peronista, que en esos comicios no tuvo otra salida. dos opositores:
Esta división de los votos ponía en cuestión la legitimi-
dad del gobierno por parte de la primera mayoría. "Para los conservadores la gestión del gobierno aparece rodeada
Una vez en funciones, el gobierno radical siguió una de dignidad y honradez, por cuanto las instituciones funcionan
política situada ligeramente a la izquierda, que pronto normalmente, los derechos y garantías de la Constitución se hallan
provocó la inquietud tanto de los grupos empresarios asegurados y se han realizado esfuerzos para atender las necesidades
como de los peronistas, si bien, como es obvio, por más apremiantes del Estado" (Federación de Partidos de Centro,
razones muy distintas. La derecha sostuvo que el gobierno La Nación, 26 de enero de 1964).
no comprendía cabalmente las necesidades del sector Sin embargo, esa conducta tolerante y esa fe en los
empresario. Se consideró que, más bien que estar contra procedimientos democráticos, junto con la ominosa ex -
las empresas, éstas le eran indiferentes. También creó pectativa de elecciones libres —y el eventual retorno del
una inquietud adicional la tibia aunque clara actitud anti- peronismo al poder—, no sólo no lograron evitar la caída
extranjera del gobierno, el mejor ejemplo de la cual fue de los radicales, sino que en realidad contribuyeron a ella.
la anulación de los contratos petroleros firmados por El sector empresario se mostraba bastante receloso, sin
Frondizi con empresas del exterior. También se consideró, que la positiva performance de la economía lo disuadiera
y no sin alguna razón, que el enfoque radical era de esa actitud. Durante 1964 y 1965 el PBN aumentó
impermeable a las necesidades de modernización del país, un 10,3 y un 9,1 por ciento respectivamente, pero se
tal como si las agujas del reloj se hubiesen vuelto atrás. consideró que ello reflejaba una mera recuperación res-
No pocos de los cambios posteriores a 1955 fueron rever- pecto de la crisis de 1962. Se basó más en un aumento
tidos. Los grupos que se habían asociado a la anterior del consumo que de la inversión. Esa reanimación trajo
tentativa de modernización reaccionaron afirmando que presiones inflacionarias y algunos problemas en la balanza
GUIDO DI TELLA

de pagos que, de cualquier modo, fueron bastante suaves


64
en comparación con las dificultades anteriores y posterio- PERON-PERON. 1973-1976
res (Mallon y Sourrouille, 1973). La evolución de esos
años, sobre todo si se tienen en cuenta las condiciones Mientras desde un extremo del espectro político se
que imperaban en 1963, no fue en modo alguno deficien- formulaban estas acusaciones, en el otro los peronistas
te. Por el contrario, fueron años de bonanza y, si se los se sentían disgustados por las tentativas que el gobierno
analiza desde cierta perspectiva —teniendo en cuenta los radical efectuaba para fomentar algunas de las disputas
años posteriores— parecen mejores todavía. surgidas en el seno del partido, así como en algunos de
El principal ataque lanzado por la derecha se basó en los principales sindicatos. Tales intentos eran parte de la
el supuesto hecho de que el gobierno carecía de un mí- estrategia gubernamental para obtener algún apoyo popu-
nimo de autoridad. La forma en que manejó algunas de lar, más allá del que le brindaban sus tradicionales grupos
las huelgas y en especial las huelgas de "brazos caídos", de clase media y clase media baja. El gobierno y el Minis-
fue considerada como una prueba de su debilidad. Las terio de Trabajo procuraron interferir en la vida de los
ocupaciones de fábricas, que se cumplieron en mayo de gremios, tomando partido en algunas disensiones internas,
1964 como parte de un plan general de la CGT, asu- y siguieron una política bastante explícita de dividir a la
mieron características particularmente violentas y en jefatura peronista. Ejemplo de esto fue la admisión de
muchos casos incluyeron la toma de rehenes. Esas ocupa- Isabel Perón en el país, con la esperanza de que dividiera
ciones duraron pocos días pero fueron potencialmente y obstaculizara los esfuerzos de la jefatura sindical. La
explosivas; en algún momento dieron la impresión de que ocasión se dio en 1964, con motivo de las elecciones en
la situación estaba fuera de control. El sector empresario la provincia de Mendoza, en las que se presentaron dos
considero que la ocupación de plantas era "amenazadora candidatos peronistas. Uno contaba con el apoyo de
y subversiva" (Polémica, 22 de febrero de 1964) y pidió Perón y la ayuda que significaba la presencia de Isabel, y
"una acción enérgica",-lo que podría haber empeorado obtuvo dos tercios de los votos peronistas, en tanto que
las cosas hasta un punto muy peligroso. Las huelgas de el otro, que también invocaba su apoyo pero sólo era res-
brazos caídos con ocupación de fábricas no podían man- paldado por los gremios, obtuvo el resto. El antagonismo
tenerse y fueron levantadas. Ello se debió en parte a la entre Isabel Perón y los dirigentes sindicales habría de
actitud del gobierno, que al no provocar oposición dio a pesar posteriormente, durante su gobierno. Vandor, que
los huelguistas la impresión de que se trataba de un ejer- había alentado la confrontación política, se retiró des-
cicio inconducente, riesgoso y difícil de mantener. Si pués de esa derrota a una posición puramente sindica-
bien, dadas las circunstancias, la política del gobierno fue lista, en un área donde a Perón no le resultaba fácil cues-
probablemente la más acertada, el sector empresario se tionarlo.
sintió afectado ante la impresión de que se había producido A fines de 1964 se registró otro enfrentamiento, si bien
un vacío de autoridad y de que se estaba iniciando una indirecto, en el curso de un episodio confuso, en el cual
etapa socialmente caótica y potencialmente explosiva. Perón fracasó en el intento de retornar al país. Para
1965, los grupos peronistas se habían tornado sumamente
recelosos ante las varias tentativas de los radicales por
dividirlos. Comprensiblemente, la reacción d2 los
66 PERON-PERON. 197 3-1976 67
GUIDO DI TELLA
dirigentes, y de Vandor en particular, fue negativa en
grado sumo. Incluso empezaron a dar su apoyo, en forma
no del todo velada, a un golpe militar. El hecho fue que El retorno de los militares y la política
los radicales, que tenían una base social en cierto modo económica de Krieger Vasena
más parecida a la del peronismo, y con aspiración a cap tar
la misma clientela, resultaron ser en algún sentido más El golpe de 1966 se inspiró en el supuesto de que era
peligrosos para lo? peronistas que los propios militares, necesario adoptar un sistema político distinto para impe -
quienes no contaban con apoyo popular alguno y no te - dir de una vez por todas que los peronistas, e incluso la
nían más alternativa que negociar con los gremios. En UCR, accedieran al poder. Sólo una vez, en 1930, se ha-
favor de esta línea se basaba la imagen de que los milita - bía intentado implantar un régimen no liberal, que en -
res podían ser "nacionalistas" e incluso "populistas", contró fuerte resistencia incluso entre los grupos tradicio -
como lo habían sido en el período 1944-55. nales. La nueva tentativa, efectuada por el general Juan
En definitiva, los radicales se enfrentaron con la oposi- Carlos Onganía, por instaurar un gobierno no liberal fue
ción de los gremios y la de los empresarios, y también recibida con desconfianza, incluso por quienes habían
la de algunos intelectuales, en particular los de la línea otorgado su apoyo a la nueva política económica. Esos
desarrollista. Finalmente, en junio de 1966, cuando su grupos sólo estaban dispuestos a que de acuerdo con
gobierno fue derribado, los radicales se encontraban to-
"la mejor doctrina democrática sólo puede considerar al gobierno
talmente aislados. Un típico comentario que el sector de
do Onganía como transitorio a pesar de todas las fallas que hayan
centro-derecha formuló al caer el gobierno radical criti -
caba duramente: podido exhibir los partidos políticos" (La Nación, 10 de julio de
1966).
[...] "la parálisis de la administración depuesta, su falta de condi- Puede que esos sectores admitieran la necesidad de un
ciones para reaccionar, para comprender la magnitud del problema
con que se enfrentaba, para tomar las medidas que reclamaban la lapso de transición largo, pero rechazaban como meta un
opinión y la prudencia, su inconmovible confianza en que el trans- sistema político distinto. Se tornó de nuevo manifiesta
curso del tiempo podía aportar, por sí, soluciones" (La Nación, 3 la importancia de los valores democráticos, ampliamente
de julio de 1966). compartidos y heredados de una élite modernizante que
había "creado" el país a fines del siglo pasado y comien-
Sin embargo, lo que terminó por provocar la caída del zos del presente. El nuevo gobierno resultaba de una pre-
gobierno radical fue su adhesión a los principios democrá- caria alianza entre grupos militares que sustentaban ideas
ticos. En realidad, se había tornado claro que estaban fir - patentemente no liberales y sectores empresarios, alianza
memente resueltos a llevar adelante las elecciones de que contó inicialmente con la aquiescencia de la fuerza
1969, sinónimo de inevitable victoria peronista. Los mili - laboral. El período inicial, de septiembre a diciembre de
tares, que de mala gana se habían abstenido en 1962 de 1966, se distinguió por su sesgo nacionalista. En el deci-
tomar el poder tras el golpe, lo hicieron en 1966.
68 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 197 3-1976 69
sívo cargo de ministro del Interior se designó a un polí- rencia inicial de ingresos al sector interesado. Dichos
tico bien conocido por sus inclinaciones nacionalistas, y impuestos fueron eliminados gradualmente, lo cual apenas
en Economía fue nombrado Néstor Salimei, militante de alcanzó para compensar el aumento de los precios internos,
la derecha católica, de vagas inclinaciones nacionalistas y en vista de la inamovible tasa de cambio. Otro elemento
nuevo miembro, no del todo aceptado, del mundo em- nuevo consistió en una política de expansión monetaria
presarial. La línea nacionalista y más autoritaria chocó basada en un estricto programa fiscal y una generosa
contra los grupos empresarios más liberales y con más política crediticia para el sector privado (van
conexiones internacionales, lo cual creó al gobierno una Rijckeghem, 1972). Estas medidas fueron
delicada situación. Onganía debió ceder y nombró a compatibilizadás mediante la reducción drástica de las
Adalberto Krieger Vasena nuevo titular de Economía, un expectativas de inflación y el aumento de la demanda de
auténtico y sobresaliente representante de los grupos liquidez y activos 'monetarios. Se impuso una suerte de
industriales y financieros. También le dieron la bienve- política de ingresos mediante la congelación de los
nida los sectores agrarios, situación que más adelante salarios en el 95 por ciento de sus valores reales históricos,
habría de modificarse. A partir de enero de 1967, Onga- lo cual permitió mantener en alrededor del 44 por ciento
nía se ciñó a una línea política menos pretenciosa y au- la parte del PBN correspondiente a los salarios. A la vez,
toritaria, a la vez que adoptó un programa económico se concertó un acuerdo de precios flexible con las 500
substancialmente liberal. Ello significó principales firmas. Al cabo de aproximadamente dos
"una clara división del poder ^festivo —dentro de los equipos años, este pro grama logró reducir la tasa de inflación a
gubernamentales— en dos grandes esferas de influencia: la política menos del 10 por ciento anual (fenómeno que no había
y la economía, que cada día se perfila con mayor nitidez" (La Na- de durar mucho) sin disminuir el nivel de la actividad
ción, 22 de enero de 1967). económica. No constituyó de ningún modo una política
clásicamente ortodoxa, como lo interpretaron al principio
La novedad de la estrategia económica consistió en que tanto sus defensores como sus enemigos (Braun, 1970).
pronto demostró una clara tendencia en favor del sector Se apartaba de la ortodoxia previa en tres aspectos
industrial y financiero, en vez de favorecer, según era tra- principales: primero, por su tentativa de evitar una
dicional en las políticas de ese tipo, al sector agrario. Se transferencia de ingresos del sector industrial al agrícola;
efectuó una devaluación importante -debía ser la última— segundo, por su intento de imponer alguna especie de
que elevó el precio del dólar en un 40 por ciento, con la control de precios sobre las principales empresas, y
idea de mantener a partir de allí un tipo de cambio fijo, tercero, por su política monetaria y crediticia
plan que había de convertirse en uno de los escollos del expansionista. En este programa puede advertirse un
programa entero. La novedad estribó en que la devalua- claro énfasis sobre las expectativas y un enfoque
ción fue acompañada por impuestos ad valorem a las "costista" del proceso inflacionario, lo cual lo distinguió
exportaciones agrícolas lo cual evitó la abrupta transfe- de las soluciones monetaristas más características; incluso
presentó algunas similitudes con el programa de
estabilización 1973-74. Por otro lado, el progra-
GUIDO DI TELLA PLRON-PEROK. 1973-1976

70
aumento de la participación extranjera en ese sector y
ma fue tradicionalmente liberal en su acento sobre el ca- la reducción del nivel de la protección efectiva
pital extranjero y en el papel que asignó a la empresa ofrecida a la actividad manufacturera, hecho
privada. La situación económica mejoró substancial-
mente: 1969 fue un año económico excelente en térmi- determinado por la reducción del nivel nominal de los
nos de producción, balanza de pagos e inflación,'y no aranceles aduaneros combinada hacia el final con el
malo en lo concerniente a salarios reales y distribución aumento de la sobre valuación de la tasa de cambio. Las
del ingreso. empresas más pequeñas y de mayor proporción de capital
nacional se resintieron ante la preferencia que el gobierno
La tasa de cambio fija, si bien contribuyó hacia el final a demostró por las firmas más grandes y modernas y en las
reducir el ritmo de la inflación, deprimió al sector que había mayor participación de capital extranjero.
agrícola y a los nuevos sectores industriales exportadores, Esto era consecuencia de la actitud del gobierno en
y redujo la protección efectiva neta en favor de la industria favor de la modernización de la economía y el aumento
a la vez que intensificó las importaciones. La del nivel general de eficiencia (Gerchunoff y Llach,
combinación de una tasa de cambio fija y una inflación 1975). La tentativa consumada por Krieger Vasena fue
fuerte, si bien declinante, tendió hacia el final a sobrevaluar
de nuevo la tasa de cambio, situación que se reflejó en el por cierto una de las principales que se efectuaron por
pobre desempeño del sector externo. Sin embargo, las modernizar la estructura económica del país. Reflejaba el
reservas crecieron gracias a substanciales préstamos recibidos punto de vista de que la Argentina estaba
del exterior, que compensaron la proporción, bastante "tres décadas atrás con respecto a otras naciones. Y la recuperación ■
pequeña, de inversiones directas. En el sector agrícola esta del tiempo perdido es lo que triplicará el esfuerzo [necesario en el
situación apenas si fue compensada mediante la reducción futuro]". (Clarín, 14 de noviembre de 1966).
de los gravámenes aplicados a sus exportaciones, a la vez
que los precios agrícolas caían hasta algunos de los niveles Aún está en discusión si el programa de Krieger Vase-
más bajos de la década. La situación fue agravada por la na podría haber continuado con pequeños reajustes si no
disminución del precio internacional de la carne. Esto rebajó hubiesen aparecido problemas políticos. Eran inevi-
los precios internos y dio origen a una crisis ganadera tables una devaluación del peso, un aumento del precio
sumamente seria, circunstancia que por fin volcó a todo el de la carne vacuna y una nueva etapa inflacionaria. Es
sector agropecuario contra el gobierno. A corto plazo, la probable que de cualquier modo se hubiesen producido
crisis ganadera y el bajo precio de la carne vacuna, tan los hechos de 1971-72, si bien no necesariamente en la
importante en la canasta de los consumidores, misma escala. Pero el argumento de que los problemas
contribuyeron al programa antiinflacionario, permitiendo políticos fueron consecuencia directa de la política eco-
mantener bajos los salarios nominales sin deprimir nómica de Krieger Vasena es insostenible, ya que la etapa
demasiado su nivel real. final sobrevaluatoria, si bien creó problemas a los sectores
Sobre la industria empezaron a cernirse algunos nuba- productivos, benefició a los sectores asalariados.
rrones. En parte los problemas fueron consecuencia del
72 GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 197>1976 73
Las ilusiones políticas que los dirigentes sindicales ali- sin adquirir realmente un carácter revolucionario social.
mentaron al advenir el nuevo gobierno duraron poco. Lo También Perón se permitió en aquel tiempo una re-
sorprendente no es tanto que así sucediera, cuanto el tórica sumamente radicalizada, lo que no le impidió al
hecho de que se hubieran forjado ilusión alguna. Probable- mismo tiempo negociar si se le daba oportunidad; por
mente varios de ellos contaban con recrear una alianza ejemplo, en el caso del acuerdo con Frondizi. La desig-
entre los militares y los trabajadores, ilusión compartida nación política inicial hecha por Perón de John William
por muy distintos círculos desde Í955. En definitiva, los Cooke en la conducción del movimiento, posición que
gremios se encontraron frente a un gobierno que ofreció aquél conservó hasta 1969, fue un signo de esa actitud
de entrada políticas económicas menos apetecibles aun
que las anteriores y que empleaba las mismas técnicas izquierdizante. Es verdad que Cooke ostentaba en aquel
de negociación, o más duras aun. El único consuelo momento una actitud más moderada que la que fue adop-
residió en que no se efectuó intento alguno por hacer tando más tarde, sobre todo luego de la revolución cu-
a un lado a los líderes gremiales. Cualquier apoyo que bana. Las cartas cambiadas entre Perón y Cooke (publi-
los sindicatos pudieran haber dado al nuevo gobierno cadas én 1973) constituyen un documento fascinante de
durante sus fases iniciales pronto fue»retirado; a la vez las tentativas efectuadas por el segundo para imponer a
que en el seno del movimiento obrero surgieron algunas Perón una línea revolucionaria. Por su parte, Perón
disensiones sobre la medida en que debía intensificarse la siempre trató de mantener abiertas tantas opciones
oposición. distintas como le fuera posible, con el fin de atraer a
grupos de un espectro ideológico tan amplio como pu-
diera. Simultáneamente apoyó líneas no poco contradic-
La amenaza de la subversión torias entre sí, hecho que lo tornó susceptible de las
interpretaciones más dispares. Pero lo cierto fue que esta
estrategia le reportó considerables beneficios, aun a
expensas de proyectar una imagen borrosa de sí mismo.
Debemos volver ahora a la caida de Peron en septiembre En 1960 se registró una tímida tentativa por crear un
de 1955 y en particular, al golpe dentro del golpe que dos foco subversivo en Tucumán, episodio que en su momento
meses después abrio el camino a los grupos de pareció extraño y casi pintoresco. Pero por pequeños
linea dura encabezadas por el general Aramburu. Este Pasos, la subversión llegó a ser uno de los principales fac-
hecho creo entre los peronistas un resentimiento mas in tores nuevos, de consecuencias de largo alcance sobre el
tenso aun y los llevo naturalmente hacia una linea frente político y la estructura general de la sociedad. Re-
igualmente dura, adoptando actitudes por lo menos sulta difícil comprender cómo sobrevino este tipo de
retoricas mas extremas.El levantamiento peronista de violencia y cómo arraigó en sectores tan importantes de
1956 reprimido con dureza, puede ser identificado »a juventud. Constituyó una de las auténticas tragedias
como el punto de partida de la resistencia armada. Sin argentinas de los últimos tiempos. Este tipo de violencia
n
embargo, durante muchos años asumio mas bien o se conocía en el país, por lo menos desde el movi-
el carácter de lucha que libran algunos partidos
derrotados cuando se los persigue,
74 GUIDO DI TELLA 75
PERON-PERON, 197 3-1976
miento anarquista de las dos primeras décadas del siglo. ron ese salto, justificando la violencia y practicándola.
En el trasfondo estaban las continuas revoluciones, re-
presiones y transgresiones de la norma legal que habían Más significativos que esos casos extremos fueron los
tenido lugar, creando un clima en el que toda idea de mensajes y cartas pastorales de algunos de los prelados en
límites, reglas y tolerancia se había debilitado. Otro fac- posiciones influyentes y de mayor jerarquía. Sin perdonar
tor que contribuyó fue una actitud política general que la violencia, adoptaron frente a ella lo que hoy podría ser
prevaleció en América Latina a fines de la década de visto como una posición indulgente.
1960-70 y principios de la siguiente que penetró en la La Teología de la Liberación —un paso más adelante
mayoría de las instituciones, incluidas la Iglesia y las por el mismo camino— igualaba la injusticia a la violencia,
Fuerzas Armadas. Esa fue la época de Velasco Alvarado y lo que era más sorprendente, parecía justificar la
en Perú, Torres en Bolivia —ambos prominentes miem- contestación por medios violentos. La injusticia puede ser
bros de las fuerzas armadas de sus países— y Allende en peor que la violencia, pero es un problema de distinto
Chile. Sin embargo, es preciso distinguir entre una posi- orden.
ción de izquierda y una actitud subversiva y violenta. Los jóvenes atraídos por los movimientos subversivos,
Entre ambas hay una diferencia cualitativa, incluso provenían en su mayor parte de los sectores medio y alto
cuando a veces los objetivos últimos que se aducen de la clase media; habían nacido y vivido durante el im-
puedan no parecer muy distintos. Al juzgar los movimien- pacto de la modernización acelerada de la sociedad argen-
tos políticos se debe considerar que los medios son por lo tina en el curso de la década de 1960-70. Algunos de ellos
menos tan importantes como los fines; lo que la .gente provenían de familias que habían perdido posiciones de
usualmente experimenta son los medios, en tanto que la relativo prestigio o poder detentadas en el pasado. Mu-
mayoría de los fines quedan en los papeles. chos eran de extracción católica y habían estado asocia-
Otro factor específico que formó parte de la actitud dos a grupos nacionalistas y de derecha. Entre los de ma-
general izquierdista consistió en la línea progresista yor edad, algunos provenían de la. resistencia peronista,
adoptada por la Iglesia y anunciada por el movimiento desarrollada desde 1956 y activa con intermitencias.
del Tercer Mundo. La Conferencia Episcopal celebrada en Empero, la combinación de todas estas circunstancias
Medellín en 1969 representó un hito en esa evolución no es en modo alguno suficiente para explicar la extraor-
progresista que condenaba la opresión económica y polí- dinaria erupción de la subversión violenta, extraordinaria
tica y estimulaba la participación de los laicos en la refor- por su capacidad de penetración entre los jóvenes y por la
ma política. virulencia de sus actos. Después de todo, muchas de esas
No se alentó de manera específica el uso de medios vio- circunstancias prevalecían en otros países latinoamerica-
lentos, ni menos aun la subversión como tal, pero en el nos sin tener consecuencias similares. En Chile, por ejem-
particular contexto latinoamericano de la década de plo, la radicalización de grupos políticos fue mucho más
1960-70 y comienzos de la siguiente, no era difícil saltar intensa que en la Argentina, pero grupos subversivos
de una cosa a la otra. Algunos sacerdotes y laicos die- como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
desempeñaron escaso papel en el proceso.
76 PERON-PERON, 197 3-1976
77
GUIDO DITELLA
Los primeros disturbios graves se produjeron en 1969 Cámpora fue el primer comandante en jefe del Ejército—
en Córdoba; durante unos pocos días, las calles cordobe - y por el coronel Harguindeguy, su principal colaborador.
sas fueron teatro de violencias, actividad de francotirado- Poco después, el titular del Ministerio de Economía, a
res y destrucción física. Si bien existía en mucha gente un cuyas políticas se atribuyó vagamente la responsabilidad
fondo de resentimiento e insatisfacción, no hubo propor- de la mayoría de los problemas, fue sustituido por el doc -
ción entre esos sentimientos y la violencia que sobrevi - tor José María Dagnino Pastore. Este siguió la misma
no. Lo que ha quedado en claro es que no se trató del línea económica básica de su antecesor, pero, por lo
fenómeno espontáneo que muchas personas en esa opor - menos en la mentalidad pública, estaba menos asociado al
tunidad y algunos científicos políticos (Delich. 1974) grupo gobernante, y sobre todo menos ligado a intereses
creyeron que era. Fue una de las primeras vece» en que extranjeros.
las organizaciones subversivas tuvieron activo impacto El golpe final contra el gobierno de Onganía fue el
político sobre la sociedad argentina (Hodges, 1976). secuestro y asesinato del ex presidente Aramburu por la
Uno de los aspectos sorprendentes del "cordobazo", organización subversiva Montoneros, que debutó así en
consistió en la débil reacción del gobierno. El argumento
el escenario de la violencia sangrienta. La opinión pública
de que la represión militar fue diferida intencionalmente
entró en estado de conmoción. Algunos acusaron al go -
con el fin de crear una situación embarazosa para el
gobierno no está probado por ningún documento. En rea - bierno de manejar con indolencia la investigación; otros
lidad la vacilante reacción constituyó una prueba de que sostuvieron que el propio gobierno era cómplice de los
los militares no consideraban aún que debían desempeñar secuestradores:
un papel decisivo en la represión de levantamientos "el gobierno del general Onganía es responsable del secuestro
populares. Por otra parte todavía muchos reputaban de Aramburu; aun cuando no haya sido el autor material, lo ha
posible una alianza entre el ejército y el pueblo, lo que juzgado con una actitud complaciente" (Héctor Sandler). "Existen
puede haber influido sobre la paradójica actitud del algunos hechos que hacen difícil descartar la posibilidad de un
gobierno, que no obstante su imagen de dureza, adoptó plan siniestro" (grupo de Amigos de Aramburu, Análisis, 16 de ju-
una línea contemporizadora. El gobernador de la pro - nio de 1970).
vincia fue destituido y el flamante gobernador militar que
lo reemplazó declaró que a su juicio Aramburu, que había evolucionado hacia una actitud
más liberal, empezaba a surgir como posible reemplazante
"en vez de hablar de una actitud rebelde es mejor hablar de la de Onganía en caso de que los militares optaran por una
pujanza de un pueblo fuerte" (Comodoro R. Huerta, Análisis, 5 de política menos autoritaria con apoyo civil conserva dor, y
julio de 1969). ello constituyó la base de esas acusaciones, extra-
ordinariamente forzadas. Sin embargo, el mero hecho de
La misma línea fue seguida también por el jefe militar que fuesen formuladas es un signo del estado de con-
de la provincia, general Carcagno —que bajo el régimen de moción en que se encontraba la opinión pública. Este
I
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GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 197 3-1976

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tipo de insinuaciones, acompañado por la exigencia de candidato de compromiso, el general Roberto Levingston,
una actitud fuerte, si bien vagamente definida, había carente de sustento en las filas castrenses, lo cual dio na-
sido frecuente en otros países donde la subversión ya ha- cimiento a una situación muy inestable. La sustitución de
bía asestado sus golpes; es una suerte de reacción irracio- Onganía por Levingston puso de manifiesto las amplias
nal ante un peligro nuevo y desconocido, pero que se divisiones que separaban a los militares y destruyó la
siente profundamente. A Onganía le quedó escaso apoyo. credibilidad en un régimen militar sólido y duradero.
No contaba con el favor de la mayoría de los grupos Correspondió a Levingston presidir la disolución del plan
conservadores liberales, molestos ante: de estabilización y la pérdida de apoyo extranjero para el
programa económico. En tanto que hasta 1968-69 el
"las notorias discrepancias imperantes entre quienes aspiran
a una salida democrática acorde con nuestra mejor tradición re-
gobierno había dado la impresión de desempeñarse satis-
publicana y quienes desean instaurar formas de gobierno extrañas factoriamente, alrededor de 1971 ya se disgregaba tanto
al pasado argentino" (La Nación, 7 de julio de 1968). en el frente político como en el económico.
El efecto económico más inmediato fue el deterioro
Los radicales, que compartían esos temores, y los pe- del potencial crediticio exterior, una de las bases del pro-
ronistas, que no los compartían, también se oponían a la grama de estabilización del período 1967-69. El nuevo
gestión de Onganía con firmeza, tal como los grupos titular de Economía, Aldo Ferrer, intentó una política
sindicales que al principio habían dado su asentimiento. "desarrollista" de sesgo nacionalista moderado pero evi-
El sector agropecuario se hallaba poco menos que suble- dente. Se impuso por ley a los organismos del Estado op-
vado, en tanto que las empresas más pequeñas y de tar en sus compras por productos de origen nacional. Se
propiedad principalmente argentina se sentían restringió el crédito local otorgado a las empresas de
antagonizadas por el programa de modernización del capital extranjero y se practicaron discriminaciones de
gobierno. Este sólo conservó el apoyo del sector acuerdo con la nacionalidad del capital. Al mismo tiempo
empresario más poderoso y con más injerencia
extranjera, importante desde el punto de vista económico, se consumó una tentativa por elevar el nivel de las inver-
pero insuficiente base de sostén político. siones estatales, que no fue financiada mediante un au-
mento de los impuestos, sino más bien por un aumento
del déficit gubernamental; el gobierno anterior lo había
reducido a un nivel sin precedentes (el 1,7 por ciento del
Crisis militar y economía desarrollista PBN en 1971) y cabía esperar un aumento moderado,
Finalmente, Onganía fue reemplazado por un movi- compatible con el nivel calculado de inflación futura. Se
miento que encabezó el comandante en jefe del Ejército, aumentó la meta de inversiones del Plan Nacional, como
general Alejandro Lanusse, quien se abstuvo sin embargo si representara un paso muy importante; en rigor no
de tomar el poder en sus propias manos. Se designó a un significó mucho más que una declaración de intenciones,
pues no se adoptaron medidas significativas en esa direc-
ción. Tales situaciones provocaron hondo resentimiento
GUIDO DI TELLA

en la comunidad extranjera y también alarmaron a los


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capitalistas locales, recelosos ante el nuevo sesgo inter-
vencionista y ante la sospecha sobre los objetivos últimos VY RON-PERON. 1973-1976
de las nuevas políticas, que se imaginaban peligrosos.
Otras medidas sólo eran consecuencia inevitable del
programa anterior. Tal como se dijo antes, las políticas La retirada de los militares
económicas previas habían dejado una situación "re-
primida", con precios relativos distorsionados y cabía El reemplazo de Levingston por Lanusse fue el golpe
esperar cierta "laxitud" (véase la sección sobre ciclos final a las últimas esperanzas que restaban de una larga
inflacionarios en el capítulo 7, y el Apéndice). Cualquier permanencia de los militares en el poder. La falta de con-
medida que se tomara conduciría a reiniciar el proceso fianza en la duración del gobierno agravó algunos de los
inflacionario. Como de costumbre, el desequilibrio en el problemas reinantes en la esfera económica. El Ministerio
sector externo fue el factor que marcó el ritmo del de Economía fue disuelto, lo cual provocó una grave falta
proceso de reajuste. Se impuso la necesidad de una de coordinación. Este problema fue complicado más aun
devaluación substancial, llevada a la práctica a lo largo de por la nueva política de la Tesorería, imprudente y
una sucesión de pequeños pasos, similar a la política bastante incoherente, dirigida durante su período más
gradualista del período 1964-66. Aunque muchos consi- largo por Juan Quilici, que triplicó el déficit fiscal de años
deraron que esta nueva política habia destruido la estabi- anteriores —un 2 por ciento en 1968-70— hasta alrededor
lización anterior, fue su consecuencia inevitable, y se vio de un 6 por ciento. La tasa de inflación, que durante los
agravada por el comienzo de los disturbios políticos. Las dos años anteriores ya había ascendido a cerca de un 40 y
políticas económicas expansionistas y más nacionalistas un 65 por ciento anuales, pasó, después de haber bajado
satisficieron en mayor medida algunas de las difusas temporariamente en la segunda mitad de 1972, a una tasa
aspiraciones del sector militar, pero el sector empresario anual superior al 100 por ciento en los primeros meses de
no las aceptó. Circunstancia muy curiosa, el sector 1973. Ello reflejó la incertidumbre de la situación polí-
ganadero, tan beneficiado como lo fue por la recupera- tica y los inevitables aumentos anticipados de los precios.
ción de sus precios relativos, no se dejó seducir por las
nuevas políticas. Los ganaderos sentían un profundo recelo La situación del sector externo pasó por momentos
por el grupo Levingston-Ferrer, al que no consideraban sumamente delicados; el gobierno se vio obligado a firmar a
confiable, entre otras razones, debido a su actitud ante mediados de 1972, con el FMI, un acuerdo en términos
el capital extranjero. A ese recelo se sumaron los cre- duros, que le permitiera superar la muy difícil situación
cientes problemas económicos, particularmente el re- cambiaria. Por otra parte, el acuerdo se firmó en el
brote de la inflación, centrando erróneamente toda la preciso momento en que el país empezaba a sentir los
responsabilidad en el nuevo equipo económico. efectos de un mejoramiento substancial de sus términos
del intercambio, consecuencia de que los precios de las
exportaciones y de las importaciones aumentaron res-
pectivamente en un 40 y un 10 por ciento. Empero, los
efectos benéficos no se sintieron inmediatamente, en
tanto que el impacto inflacionario sí.
82 GUIDO DI TELLA 83
PERON-PERON, 197 3-1976
Las dificultades económicas, cada vez más serias, em- El gobierno contemplaba un programa moderado, que
pezaron a su vez a gravitar sobre la situación política, y apuntaba a la elección de un candidato "confiable", pro -
ésta fue una de las razones que indujeron a los militares bablemente el propio presidente Lanusse. Dicho progra -
a considerar las posibles ventajas de retirarse. Creían que ma había de resultar de una modificación del sistema
"no habrá solución definitiva de los problemas económicos hasta electoral, asociada con alguna suerte de negociación con
que se concrete la solución política, a la que este gobierno ha Perón. Las reformas electorales tenían por objeto reducir
convocado" (Lanusse, La Nación, Edición Aérea Internacional, 13 al mínimo la posible representación del Partido Justicia-
de marzo de 1972). lista y, a la vez, la permanencia en funciones de los
candidatos elegidos. Tales objetivos habían de alcanzarse
Hubo hechos más importantes, específicamente políti- mediante la implantación de una segunda rueda electoral;
cos, que apuntaban en esta dirección, y que en parte deri - según se suponía, facilitaría la coalición de los candidatos
vaban del creciente desacuerdo entre los militares acerca antiperonistas en esa segunda vuelta sin exigir complica -
de su participación a largo plazo en el gobierno. La situa - das alianzas electorales en la primera. La permanencia en
ción llegó al punto de que se empezó a considerar alguna funciones sería reducida a un máximo de cuatro años,
suerte de retorno a la escena política del Partido Justicia- con vistas a disminuir las fuertes presiones que se acumulan
lista. Era una conclusión sorprendente, dada la firmeza durante períodos más largos. Asimismo se proyectaba
con que se lo había proscripto durante más de 17 años. celebrar elecciones simultáneamente en los planos nacio-
La intención declarada, por parte del gobierno, de nal, provincial y municipal a intervalos de cuatro años, con el
poner fin al régimen militar y la posibilidad de elecciones fin de combatir la conmoción continua provocada por la
galvanizaron a la opinión pública y agitaron a los grupos realización poco menos que anual de comicios.
políticos. El proyecto de Lanusse, si bien parecía una La parte decisiva del proyecto político estribaba en las
apuesta peligrosa, era el único que tenía fuerza y, por negociaciones. Su base era el creciente convencimiento de
añadidura, coincidía con los tradicionales valores libera- que el Partido Justicialista no era, a fin de cuentas, un
les, aún poderosos en el país. Lanusse creía que "animal" tan terriblemente peligroso. El movimiento
sindical era, en el peor de los casos, de índole reformista,
"Perón es una realidad, nos guste o no nos guste" (27 de julio
de 1972) muy similar al tipo norteamericano de sindicato; por otra
parte los gremios más peronistas eran los menos ideológi-
y que cos. El factor de perturbación consistía, empero, en la
adhesión que los grupos subversivos prestaban a Perón,
"en la medida en que nos resulte posible llevar adelante la rodeándolo de una aureola peligrosa. A pesar de todo, en
institucionalización del país, también con Perón y con el aquel momento se consideró que ese apoyo resultaba del
Justicialismo, más sólidos serán los resultados" (9 de octubre de bloqueo de los canales electorales normales. Aunque
1972). nunca se sostuvieron negociaciones con los grupos subver-
sivos, se pensaba que la readmisión del peronismo en el
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1976
sistema político los despojaría de su principal razón de En ambos casos el proceso escapó del control de sus
ser y que se le daría a la violencia una solución política. gestores y concluyó con la entrega del gobierno a la
De acuerdo con una actitud típica, flamante oposición. Las tensiones así creadas contribu -
yeron al fracaso de ambos experimentos, en el primer
"el aislamiento o la supresión definitiva de la guerrilla sólo será caso al cabo de catorce años y, en el segundo, transcurri -
posible en la medida en que se genere un contexto político y social dos menos de cuatro años.
que anule, en los hechos, la razón de ser de este tipo de enfrenta-
miento" (Tcherkeski, La Opinión, 12 de enero de 1972). El gobierno procuró montar una suerte de programa de
unidad nacional, el llamado Gran Acuerdo Nacional. En
La readmisión del peronismo fue en gran medida con- términos amplios, debía involucrar un pacto con Perón
secuencia de los contradictorios objetivos de los militares, para la elección de Lanusse, a cambio de lo cual el pero -
penetrados también por los conflictos de la sociedad civil nismo sería legalizado. Se trataba de un convenio que
—o al menos por los conflictos internos de la clase me - tenía precedentes. Empero los antagonismos eran, a todo
dia—, del creciente convencimiento general de que el pe- esto, demasiado profundos, y lo que es más importante,
ronismo era esencialmente reformista y de la necesidad de existían dudas de que los militares aceptaran ese giro de
suprimir las presuntas bases de la subversión mediante la las cosas sin que fueran forzados a ello. Perón consideró
constitución de un gobierno legítimamente elegido. Se que
consideró que aceptado el peronismo, éste se abriría
menos a las influencias extremistas y se inclinaría más a , "todos los equilibrios que está haciendo la dictadura militar
apoyar el sistema como tal. No es absurdo comparar esta [...] tienden a un mal disimulado proceso de trampa electoral o a
encontrar una manera más o menos potable de hacer muchas
situación con la que imperó durante las dos primeras cosas,, a fin de que todo quede igual" (Clarín, 3 de junio de 1972).
décadas del siglo, cuando por fin se permitió al Partido
Radical (UCR) intervenir en elecciones nacionales, por
El gobierno intentó entablar negociaciones directas por
entenderse que menos peligroso resultaría mantenerlo
medio del embajador argentino en Madrid y de un
dentro del sistema que al margen de éste, expuesto a
enviado especial, el coronel Cornicelli, pero los resultados
tentaciones revolucionarias. Análogamente, el cambio fue
fueron nulos. A continuación procuró imponerle la deci -
determinado en esta otra oportunidad por la convicción
sión de volver a la Argentina antes de agosto de 1972, so
de que si bien el Partido Justicialista representaba a un
pena de ser excluido de la campaña electoral. También
grupo social distinto, sería más fácil integrarlo a la
esto fue considerado una estratagema, tanto por partida -
estructura social existente si se lo dejaba compartir el
rios como por opositores. Se pensaba
poder. Ambas tentativas respondieron a la intención de
permitir sólo una participación minoritaria en el enten - "que lo que nadie puede considerar seriamente es que el líder
dimiento de que el partido recién admitido desempeñaría justicialista regrese y se presente como candidato, resulte admiti-
el papel de "oposición leal", y afianzaría así el sistema. do, triunfe, se le entregue el poder y, finalmente, se le permita go-
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bernar. Es obvio que la actual estructura de las Fuerzas Armadas de ese año, incluso algunos sectores destacados de los
no permitiría este ensayo [...]" (Eichelbaum, La Opinión, 2 de grupos dirigentes consideraban que
agosto de 1972).
"las elecciones son imprescindibles porque sin ellas no hay
Lo cierto fue que Perón siguió un curso ambiguo, pues- . ninguna solución estable y porque la exigencia de un Gobierno
to que él, tal como todos los demás, carecía de toda certi - fuerte que el país necesita, sólo surge —y así ocurrirá— del vigor
dumbre acerca del resultado final. Intentó dejar abierta incontenible de la democracia que genera el sufragio [...]" (La
la puerta a las diversas alternativas, es decir, a la realización Nación, 23 de noviembre de 1972).
de elecciones más o menos libres o a la continuación del
régimen militar, y por momentos parecía estar "en po sición A fin de ese año, el gran acontecimiento fue la deci -
alternativa de desear las elecciones o de sabotear las" (La sión de volver al país que adoptó Perón, no con el pro-
Prensa, 25 de marzo de 1972). El ala política del Partido pósito de presentar su candidatura (cosa que de acuerdo
presionó sobre Perón en favor de concesiones, pues con la ley electoral no le estaba permitida), sino de apre-
cualquier solución política había de favorecerla. Los ciar la situación, estimular el entusiasmo de los seguidores
sindicatos optaron por la ambivalencia, pues durante los y designar al candidato del frente popular (el Frecilina, que
gobiernos militares habían aprendido a negociar con éxito después había de llamarse Frejuli). Contra todo lo que se
entre bastidores y temían lo que parecía ser una juga da suponía, su llegada, en noviembre de 1972, no provocó
política. Por su parte, los grupos juveniles estaban menos disturbios, lo cual se debió en parte alas excepcionales
interesados aun, pues ya se habían comprometido con medidas de seguridad que adoptó el gobierno. De cual -
una estrategia más directa y drástica. quier manera, el giro de las cosas sorprendió a todos. In -
El gobierno, y más todavía los militares, procuraron cluso el presidente Lanusse declaró que
obtener de Perón una condena abierta de los grupos sub -
versivos y sus notorios asesinatos de militares. Perón no se "el país acaba de vivir acontecimientos que —hasta hace muy
avenía a formular esa condena, puesto que eso era lo que poco— parecían imposibles" (La Nación, 23 de noviembre de
prometía hacer en forma implícita si se lo aceptaba y no 1972).
quería repudiar la violencia de antemano. Tal circunstan-
cia hizo que algunos no vacilaran en pensar que Algunos círculos acusaron a Lanusse de haber

"la violencia no ha sido condenada sino estimulada por Perón. "irreflexivamente estimulado este viaje que ha causado un es-
La embajada Argentina en Madrid y su titular han reclamado en tado de alarma e incertidumbre" (La Prensa, 28 de noviembre de
vano una categórica definición" (La Prensa, 22 de abril de 1972). 1972).
En tanto que otros, desde la posición opuesta, consi-
El gobierno se vio obligado a seguir la dinámica del
deraron que como consecuencia del viaje "un clima ge -
proceso que él mismo había desencadenado. Hacia fines
neral conciliatorio ha prevalecido" (Mayoría, 22 de no-
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viembre de 1972). La relación entre Perón y los radicales "no ha perdido [...] las esperanzas de que haya un golpe militar
era excelente y dio origen a lo que después sería descripto capaz de interrumpir el camino hacia los comicios. Lo demuestra la
como un "flirt" y un "diálogo casi idílico" (Clarín, 18 de circunstancia de que Perón intenta amontonar obstáculos" (La
febrero de 1973). Nación, 14 de enero de 1973).
La principal decisión de Perón, adoptada inmediata-
mente después de retornar a España, muy poco antes de El gobierno sintió que se le forzaba la mano, pero ya
fin de año, consistió en la designación de Héctor Cámpora no podía hacer nada. El impulso electoral era extrema-
como candidato a la presidencia. Fue una resolución ex- damente fuerte y el desacuerdo entre los militares tam-
traña; se trataba de un viejo miembro, poco estimado, bién culminaba. Aun así,
del ala política del Partido, donde no contaba con sim-
patía de otros círculos y además era aborrecido por los "la decisión del gobierno revolucionario de no vetar en su momen-
militares, debido a sus nexos con la izquierda peronista. to la candidatura presidencial del Dr. Cámpora tomó por sorpresa a
Esa designación fue interpretada tanto por varios comen- un elevado número de dirigentes políticos, incluido Perón" (La
taristas políticos como por algunos dirigentes del Partido Nación, 5 de abril de 1973).
Justicialista como un signo de que Perón no deseaba
concurrir a las elecciones y prefería que los militares Cuando se empezó a pensar seriamente en la posibili-
proscribieran a su candidato. Ello hubiese demostrado dad de que el régimen militar se eclipsara y el peronismo
que no hacían juego limpio, lo que habría otorgado a retornara al poder, empezó, como era inevitable, la com-
Perón un amplísimo poder para negociar sin verse forzado petencia por posiciones dentro del movimiento peronista
a enfrentar algunas de las muy difíciles decisiones que le y alrededor de él. La CGE, entidad que agrupaba a los
hubiera planteado un retorno con la plenitud de sus pequeños empresarios, en otro tiempo bastante favorable
fueros. al peronismo, titubeó mucho en apoyarlo, pues no creía
Es probable que Perón haya considerado ambas ideas. que Perón se propusiera realmente intervenir en las elec-
Por un lado, seguía una estrategia electoral muy improba- ciones. Al principio se inclinó hacia los radicales y sólo
ble, forzando la situación de manera tal que si llegaba a ha- después de conocerse los resultados electorales se volcó
ber elecciones, éstas se efectuaran después de que los mili- francamente hacia el peronismo. El movimiento sindical
tares hubiesen cedido por completo. Alternativamente, si exigió para sí un papel preponderante, que Perón puso
se lo proscribía su posición moral se vería enaltecida y sumo cuidado* en no darle, puesto que a esa altura del
su poder de negociación mejorado. Algunos pensaron que proceso las expectativas de los sindicatos eran más
había optado por esta segunda estrategia y que ambiciosas que en la época de Vandor.
El conflicto entre Perón y los sindicatos no resultó sor-
prendente, pero sí lo fueron la intensidad de la lucha y
algunos de los procedimientos empleados. El extraordina-
rio énfasis puesto sobre los grupos juveniles y la forma
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en que se los utilizó para mantener en jaque al poder sin- tas tradicionales, desbordados por la izquierda peronista.
dical fueron no poco insólitos. Perón habló sobro la También ejercieron cierta atracción sobre los círculos
intelectuales, donde esta nueva versión radicalizada del
"necesidad de cambiar a los dirigentes, reemplazándolos por
los jóvenes, los que han llegado hasta aquí finalizaron su ciclo y, peronismo se puso de moda.
en consecuencia, no es injusto relevarlos..." (citado por La Nación, Otros intelectuales, por más que simpatizaran con el
2 de abril de 1973). peronismo, no concordaron con esa línea:

Previamente las candidaturas del peronismo se habían "No podemos creer ni por un momento que el movimiento pe-
dividido en tres grupos: el político, el femenino y el ronista va a transformarse en una fuerza de la izquierda revolucio-
naria. Es de esperar que sea moderado y nacionalista, con una fuerte
gremial. En ese momento se los distribuyó entre cuatro
predisposición hacia el bienestar social y una más equitativa dis-
grupos, incorporando como una nueva rama a los grupos tribución de los bienes" (Di Tella, New York Times, 25 de abril de
juveniles y reduciendo así el rol del tradicional sector 1973).
gremial. La juventud había elaborado una versión muy Muchos integrantes de la rama más puramente política
romántica del peronismo, idealizando el pasado hasta un del peronismo tomaron posición junto a los jóvenes. Ha-
punto casi increíble, provocando una reacción escéptica bían perdido importancia desde 1955 viéndose obligados
incluso entre los antiguos militantes. Se oponían abierta-
mente a los sindicatos, por considerarlos intermediarios a buscar la tutela de los sindicatos, lo que en muchos
burocráticos que distorsionaban la "auténtica voluntad"" casos les había reportado experiencias humillantes. Aun-
de las bases. Anhelaban una comunicación espontánea que por razones muy distintas, encontraron en la ju-
entre el pueblo y el líder e incluso rechazaban la idea de ventud peronista a un grupo que compartía sus senti-
un "partido" en favor de la vaga noción de un "movi- mientos antisindicales. La coalición Cámpora-Abal Medi-
miento" en que no hubiese burocracia, ni afiliación, ni na, el segundo secretario general del Partido y miembro
elecciones, y en el que los dirigentes surgieran por del movimiento juvenil representaba muy bien esa alianza
consenso espontáneo. Esperaban antisindical. Desde el principio fue dominada por los
elementos juveniles, capaces de desarrollar una organiza-
"trasladar las instancias de decisión política de los cuerpos buro- ción que el débil sector político no poseía, excepto en
cráticos del Estado hacia las bases populares" (Juventud Peronista, algunas provincias donde la izquierda no disfrutaba de
citado en La Opinión, 22 de abril de 1973). fuerza alguna. La alianza Cámpora-Abal Medina otorgó a
la Juventud Peronista y a los elementos extremistas un
A esos matices anarquistas se sumaba, en algunos gru margen de poder mucho más amplio que el contemplado
pos, una despiadada aprobación de los métodos violentos. por el propio Perón. Si bien no existen pruebas acerca de
Esos grupos adquirieron importancia en las universidades, la medida en que esos elementos se excedieron con
donde compitieron con éxito con los grupos antiperonis respecto a las intenciones de Perón, por cierto acentuaron
las tendencias izquierdistas dentro del movimiento más
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allá de lo que una alianza multiclasista de ese tipo podía
soportar. La campaña por el retorno de Perón y en mayor
medida la campaña electoral, fueron dominadas por la
nueva alianza. El grado de control obtenido por los ultras
y sus contactos con la subversión fueron más amplios que
lo que la mayoría del público llegó a percibir en el mo-
mento. III LAS
Los militares fueron adelante con el llamado a eleccio-
nes y cumplieron a regañadientes la palabra empeñada PRESIDENCIAS PERONISTAS
a pesar de las frustraciones y los peligros que para ellos
significaban.
La elección de Héctor Cámpora
Pocos meses antes de fines de 1972 el retorno de Perón
ora inconcebible. Sin embargo, una serie de medidas supri-
mió casi todas las restricciones y permitió comicios limpios
e increíblemente libres dados los riesgos que suponía para
quienes los convocaron. Las elecciones fueron ganadas
por la coalición justicialista, que alcanzó el 50 por ciento
de los votos. El resultado no fue sorprendente, pero
excedió lo que el gobierno e incluso los jefes de la coa-
lición habían esperado, sobre todo si se considera que
la candidatura de Perón había sido prohibida y la de
su sustituto era muy débil. Prevaleció la impresión de
que para el peronismo, cualquiera hubiesen sido sus can-
didatos y su conducta, los resultados hubieran sido
siempre excelentes, hecho que disminuyó el peso de los
moderados en el Frente. En nueve de los veinticuatro dis-
tritos electorales, sus candidatos sobrepasaron el 5Q por
ciento, lo que evitó la realización de una segunda vuelta
(cuadro 3.1). Donde ésta se hizo fue ganada en todos los
distritos salvo dos. En éstos los candidatos oficiales de-
signados por el grupo de Cámpora se enfrentaron con los
caudillos peronistas locales y perdieron en beneficio de'
T
PERON-PERON. 1973-1976 95
Í-8Í facciones escindidas del peronismo patrocinadas por di-
r _. —. I 00
chos caudillos.
Todo ello permitió comprobar que el caudal electoral
peronista se hallaba compuesto de nuevo por dos grupos
s ~? muy disímiles entre sí (Mora y Smith, 1980). En los
centros urbanizados prevalecía el electorado obrero,
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carente de jefatura personalizada; allí la columna verte -
Sí bral era la organización sindical. Por otro lado, en las
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provincias menos urbanizadas los sindicatos no tenían
tanto peso; prevalecía en cambio la jefatura personalizada
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del caudillo local, posibilitando hasta cierto punto un
N H ¿"o O* «i->" fs" manejo del electorado no del todo distinto del que
practicaban los caudillos conservadores en el pasado. Tal
dicotomía reflejaba el desarrollo inicial del peronismo,
basado en la absorción, entre otros grupos, del electorado
I |B¡¡ socialista urbano y el electorado conservador rural.
Lililí Las elecciones fueron celebradas como un gran paso
hacia el logro de una solución política. Las dudas que
existían sobre la disposición de los militares a entregar el
=■11
gobierno se disiparon, pues se había llegado demasiado
lejos poniendo en marcha un proceso que ya no podía
revertirse. La actitud general era de reconciliación nacio -
nal. En la víspera de la transmisión del mando, el coman -
dante en jefe de la Fuerza Aérea habló con ese espíritu
acerca de

"la necesidad de elevarnos sobre odios, revanchas y antinomias y de


considerar a la unidad nacional como presupuesto básico de toda
empresa de desarrollo [...]las Fuerzas Armadas deberán efectuar un
replanteo del papel que quieren desempeñar: o se colocan en
posición de tutelar al pueblo argentino y de sostener un esquema
de valores asumido por las mismas Fuerzas o se ponen al servicio de
objetivos y aspiraciones de su pueblo, resguardando su logro de
toda interferencia extranjera. Creo que a esta altura de los acon-
tecimientos no pueden ni deben tener otra alternativa que la se-

a i. l
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GUIDO DI TELLA
gunda [...] no estoy sosteniendo que ellas deben aislarse en el pro- der— controla perfectamente el aparato del Estado y ninguna ame-
fesionalismo del no compromiso, por el contrario, pienso que, jun- naza visible parece cernirse sobre ningún centro vital.
tamente con el ejercicio de su misión profesional, deben también "Por el contrario, son precisamente tales ocupaciones, las que
colaborar en la constante tarea de definir dichos objetivos (los de pueden proporcionar un clima de caos, vacío de poder, y provocar
su pueblo) y colaborar en su obtención". graves enfrentamientos" (La Opinión, 15 de junio de 1973).

Se prometían la reconciliación y un nuevo compromi- Sin embargo, la actitud que prevaleció fue la de que
so, pero también se exigía claramente una suerte de parti- por fin se había hallado una solución política que era
cipación. Por fin se sintió que, despejados los peligros, era digna de ser probada. La mayoría de los sectores par-
posible intentar un período de vida política normal. La ticiparon de la tendencia general hacia la izquierda, o
movilización en masa que acompañó al proceso electoral por lo menos hacia una comprensión amplia de sus aspi-
trasladó todo el espectro de la opinión, dentro y fuera del raciones. Se designó un nuevo comandante en jefe del
Partido Justicialista, hacia la izquierda, creando un clima Ejército. Los grupos más decididos querían pasar por en-
de entusiasmo. Fue como una súbita explosión de deman- cima de todos los generales y nombrar a un coronel,
das sofocadas. Se propusieron toda suerte de proyectos; presumiblemente adicto al nuevo gobierno, lo que
surgió la idea general de que, una vez en el poder las fuer- hubiera significado el retiro prematuro de toda la plana
zas populares, todo sería posible y todos los obstáculos mayor. Empero, se siguió aproximadamente el orden de
se superarían. Se propagó una actitud que por momentos precedencia militar y la designación cayó sobre el general
era festiva, inconsciente, irresponsable, o directamente Carcagno, miembro destacado del grupo "azul", de caba-
provocativa. En el día de la transmisión del mando las llería, que controlaba el Ejército desde la revuelta de
ceremonias tradicionales se entremezclaron con estallidos 1962. Desde el principio resultó claro que el nuevo co-
de entusiasmo popular, las tropas fueron públicamente mandante en jefe se empeñaba en zanjar las diferencias
vilipendiadas y los edificios públicos ocupados por miem- entre el Ejército y las nuevas corrientes políticas. En la
bros de la Juventud Peronista, en el entendimiento de Conferencia Militar Interamericana de Caracas declaró
que las nuevas autoridades de las reparticiones oficiales que:
serían elegidas por voto popular. Aunque esta idea nunca
se materializó, contribuyó a dar la impresión de que el "El ejército de mi país se presenta hoy, [...] reconociendo co-
proceso escapaba de todo control provocando un intenso mo principios básicos inalienables el de la no intervención, el de la
autodeterminación de los pueblos y el del escrupuloso respeto a
malestar. Tal como se indicó en ese momento:
las individualidades de cada país en un. contexto en el que carecen
de sentido las diferencias ideológicas.
"La ola de ocupaciones que se generalizó en reparticiones pú- "0 nos renovamos y comprendemos nuestras misiones tal como
blicas, empresas del Estado, hospitales y medios de difusión, resul- las circunstancias lo imponen en nuestros países, o quedamos a la
ta tan confusa como inaceptable: es difícil asumir el sentido de zaga condenando a nuestros pueblos a ser víctimas de las agresio -
tales actos, cuando el gobierno —que los ocupantes dicen defen- nes que los están vulnerando y apartando de su destino.
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"Nuestros pueblos están suficientemente maduros y han alcan- donde se nutría la violencia y de que más importante que
zado un nivel de politización que los hace suspicaces y los faculta tratar de barrer con las consecuencias de la injusticia era
para rechazar todo impulso que comprometa su libertad o aleje atacar sus raíces mismas. Si esto no se hiciera se
de sus conveniencias y los sume a la confusión. No necesitan ni
aceptan que se les indique lo que deben pensar. "impedirá una revolución en paz, agudizando las manifestacio-
"La imagen de los ejércitos como guardias pretorianos de un nes —clandestinas y no clandestinas— de odio y violencia que están
orden político, económico y social injusto es en extremo perni - acompañando la transformación del país" (Arzobispo de Santa Fe,
ciosa para la salud de los pueblos, para el logro de sus aspiraciones,
para la conformación del ser nacional y para su proyección con-
La Nación, 3 de enero de 1974).
tinental" (La Opinión, 6 de septiembre de 1973). Pero si bien la línea general era claramente progresista,
la Iglesia no simpatizaba en especial con el nuevo
Resulta claro que, a juicio del Ejército, la subversión gobierno. Su relación era mucho más distante que lo que
había echado raíces como consecuencia de la falta de
legitimidad de los gobiernos anteriores y de la existencia había sido en 1946. Lo que adquirió importancia, y dio
de injusticias sociales y económicas: tono a todo el proceso, fue la activa participación de
jóvenes de educación católica en los grupos juveniles
"Al identificar subversión como respuesta a un orden social de extrema izquierda e incluso en la organización Monto-
injusto, las Fuerzas Armadas [...] advierten que la erradicación neros.
por la fuerza de este tipo de subversión se torna imposible, y del Muchos intelectuales adoptaban una línea progresista
empleo del poder militar contra ella, se deriva un distanciamiento similar. La explosión de la actividad política, las princi-
cada vez mayor entre el pueblo y el Ejército que forma parte de pales tendencias del gobierno y el nivel de violencia que
ese pueblo" (La Opinión, 6 de julio de 1973). preponderaba eran considerados como un fenómeno his-
El Ejército lanzó el llamado Operativo Dorrego, en el tórico inevitable, consecuencia del proceso de moderni-
curso del cual los conscriptos cooperaron con la Juventud zación, de la evolución de las diferencias de ingresos, de
Peronista y miembros de la organización Montoneros en la lucha de clases o dentro mismo de las clases, de la mo-
programas de acción civil. Tal plan fue saludado como vilización social, de la decreciente movilidad social y de
una expresión del las aspiraciones frustradas.
Si bien al principio algunas de esas explicaciones eran
"punto de comprensión a que se ha llegado [...] en todas las ca- bastante válidas, se había llegado a un punto en que la
pas de la sociedad argentina en las que hay predisposición para mayor parte de la violencia era obra de grupos que habían
emprender tareas comunes por encima de las diversas ubicaciones llegado a constituirse en factores autónomos en el escena-
sociales, políticas y filosóficas" (Clarín, 8 de octubre de 1973). rio político argentino y cuya acción exigía interpretacio-
También la Iglesia fue impregnada por el mismo espí-
nes más específicas y menos amplias. Aun así, no eran
ritu, adoptando la actitud de que la injusticia era el terreno muchos los que advertían la profunda penetración ni
ala importancia alcanzadas por las organizaciones subver-
100 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 197 3-1976

sivas, ni el hecho de que lo que estaba en curso era un Con el apoyo de los radicales, la decisión fue votada
enfrentamiento frontal con ellas. La liberación de prisio- por el Congreso, reunido especialmente para ese fin. No
neros políticos inculpados por actos de violencia, secues- se practicó discriminación ni distinción alguna, y proba-
tros y asesinatos fue uno de los primeros problemas cru- blemente hubiera sido difícil hacerla. Pero esta medida
ciales. En un programa de cinco puntos, firmado por casi iba a tener graves consecuencias. Por lo menos, algunas
todos los generales, los militares habían advertido (25 de fuentes militares estiman que ese episodio constituyó
enero de 1973) que no iban a aceptar un importante retroceso en la lucha contra la subversión,
pues muchos de sus jefes pasados y futuros fueron libe-
"la aplicación de amnistías indiscriminadas para quienes se en - rados aquel día. Tal preocupación fue compartida por
cuentren bajo proceso o condenados por la comisión de delitos muchos círculos; muchos dudaron, con razón, de que
vinculados con la subversión y el terrorismo". dicha medida condujera a la pacificación del país. De
cualquier manera, se pensó que por lo menos la organi-
Empero la subversión había tenido un papel decisivo zación Montoneros condenaría los actos de violencia y
en el retiro de los militares y en la convocatoria a eleccio- que el ERP, al verse aislado, haría otro tanto. En rigor,
nes y contaba con simpatizantes en altas posiciones del sucedió que los Montoneros, apartándose del Ejército
gobierno. Tan importante como este hecho era el espíritu Revolucionario del Pueblo (ERP), declararon una suspen-
de reconciliación nacional y la convicción, compartida sión temporaria de sus actividades subversivas, pero no
por muchos, de que la amnistía sería depusieron sus armas y dieron a entender que su futura
conducta dependería del cumplimiento de un programa
"el punto de partida para el desmonte de un mecanismo conflic-
tivo, un cimiento indispensable para la edificación de la paz inte -
revolucionario. Su actitud, en verdad, no era nada clara.
rior" (Clarín, 12 de mayo de 1973). Por un lado las desordenadas ocupaciones iniciales de
fábricas, los muchos secuestros de ejecutivos, así como
El día mismo de la transmisión del mando los grupos los ataques lanzados por el ERP contra objetivos militares
de izquierda efectuaron una amenazante manifestación no fueron condenados por los Montoneros. Por otro lado
ante la cárcel de Villa Devoto, lo que provocó una pre- formularon declaraciones en el sentido de que:
sión irresistible. Es probable que el gobierno hubiera
"Nuestra estrategia sigue siendo la guerra integral, es decir la
llevado adelante de cualquier manera la amnistía, pero que se hace en todas partes [...] y por todos los medios con la parti-
cipación de todo el pueblo en la lucha y utilizando los más varia
"en una situación extremadamente riesgosa anticipó su decisión dos métodos de acción, desde la resistencia civil, pasando por las
de indultar a los prisioneros, tratando de evitar males mayores" movilizaciones, hasta el uso de las armas" (Fuerzas Armadas Revo-
(Clarín, 27 de mayo de 1973). lucionarías-Montoneros, 9 de junio de 1973).
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nadores de las provincias de Buenos Aires,
Córdoba y Mendoza respectivamente, tenían
tendencia alguna hacia la izquierda, y otro tanto
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Más francamente, si bien algo después, el jefe de los
Montoneros, Mario Firmenich, interrogado acerca de si se puede decirse de Jorge Taiana, ministro de Educación. En
proponían abandonar la fuerza, contestó: rigor eran, dentro del Partido, miembros de aquellos
grupos de clase relativamente alta, conectados sobre todo
"De ningún modo, ya que el poder político viene de la boca del con la burguesía. Algunos provenían de familias que
fusil. Si llegamos a este punto, es porque teníamos fusiles y los usa-
mos. Si los abandonamos, sufriremos un retroceso en nuestra posi- habían perdido posiciones de poder y riqueza dentro de
ción política. En la guerra hay momentos de enfrentamientos como sus grupos. Presentaban antecedentes políticos
los que pasamos, y hay momentos de tregua, en donde se prepara para conservadores y su conversión hacia la izquierda había
la próxima confrontación" (El Descamisado, 11 de septiembre de sido bastante reciente. El caso de Rodolfo Puiggrós,
1973). designado para el conflictivo cargo de rector de la Univer-
sidad de Buenos Aires y cuyos antecedentes eran defini-
Mal puede extrañar que muy pronto haya surgido la damente izquierdistas, fue la excepción, y constituyó parte
impresión de que la solución política del problema de de una solución política que se consideró necesaria
la subversión, incluso en el caso de los Montoneros, que para evitar la tradicional oposición ofrecida al peronismo
había suscitado mayores esperanzas, fracasaba. La reac- por el sector universitario. Por otro lado, aquellas funcio-
ción más comúnmente expresada ante tal circunstancia nes gubernamentales relativas a la economía fueron con-
fue la de que: fiadas a miembros de la CGE, representante de las em-
presas pequeñas. De ningún modo se podría describir
"El advenimiento de las autoridades constitucionales y la san- su programa como izquierdista, pues era tibiamente na-
ción de la ley de amnistía no parece haber contenido, sino, por el cionalista y distribucionista. No se trataba de un progra-
contrario, impulsado el recrudecimiento de la violencia" (La Pren- ma socialista, pues no contemplaba un aumento del sec-
sa, 3 de junio de 1973). tor de propiedad pública, pero, por otra parte, era noto-
riamente intervencionista, porque se basaba en la acción
Esta decepción revela con claridad qué suerte de espe-
ranzas habían existido. estatal y demostraba en general una fuerte descon -
El gobierno de Cámpora, como consecuencia de su fianza respecto de los mecanismos del mercado.
corta permanencia en el poder, tomó pocas medidas. Uno de los elementos esenciales de este plan fue el
Entre las más importantes se contaron las designaciones llamado "pacto social". Constituía un aspecto central
de muchos funcionarios de inclinación izquierdista. de la ideología peronista. En suma, el "pacto" suponía
En algunos casos, esto no fue tan notorio dado sus cono- un acuerdo sobre la manera de distribuir el ingreso na-
cidos antecedentes de derecha. Probablemente, en aquel cional entre los trabajadores, representados por los sindi-
momento, pocos pensaron que personas como Raúl catos, y los sectores empresarios. Esta idea tiene algunas
Bidegain, Ricardo Obregón Cano y Martínez Baca, connotaciones corporativistas, particularmente por la
gober- necesidad de imponer a cada sector una representación
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única. Más importante era, desde el ángulo peronista, el "El pacto social parece lo bastante razonable como para encon-
concepto de que las distintas clases sociales o, por lo me- trar la adhesión de las entidades empresarias [...] que podrían hallar
nos, un sector significativo de ellas, podían convenir una en sus lineamientos por lo menos un modo de convivencia dentro
solución armoniosa. El estímulo gubernamental era visto de la tregua".
como una función esencial del Estado, y si éste se hallaba
en manos de una coalición dotada de las características Por otro lado, los sectores tibiamente reformistas esti-
del Justicialismo el éxito era considerado como posible. maban que:
El pacto (que analizaremos con mayor detalle en los
capítulos IV y V) exigió no poca presión por parte del go- "Es probable que muchos se sientan desilusionados ya que el
bierno. Para obtener el apoyo de los sindicatos, el propio aumento salarial menor que lo esperado, seguido del aumento de
Perón necesitó la lealtad incondicional del secretario ge- las tarifas y de las cargas impositivas, y acompañado de la suspen-
neral de la CGT, José Rucci. Los sindicatos estaban muy sión de las paritarias trae reminiscencias demasiado desagradables".
preocupados no sólo por las consecuencias económicas
(que no resultaron negativas), sino también por la sus- Si bien admitían que otros aspectos del pacto signifi -
pensión de las negociaciones colectivas, que constituían caban
una de sus actividades más importantes. El secretario ge-
neral de la CGT influyó mucho para que se llegara a una "un cambio en la estructura del poder económico y constituyen
solución, circunstancia acaso conectada con su asesinato, un importante paso hacia la revolución pacífica anunciada por el
a manos de las organizaciones subversivas, en septiembre presidente Campara..." {La Opinión, 12 de diciembre de 1973).
del mismo año. Dentro del Frente, el programa económi-
co fue interpretado, en definitiva, como una concesión a Esta actitud ambivalente pudo advertirse también en
sus sectores de las clases media y empresarial. Las críti- las actitudes del Partido Comunista y los Montoneros. El
cas proferidas desde la derecha se centraban principal- primero declaró que
mente en torno de su índole intervencionista, en la obli-
gatoriedad de la congelación de precios y en el hecho "la burguesía adopta algunas decisiones positivas y antimono-
implícito, de que pasaba por alto el mercado. Pero como polistas, pero impone la carga principal de los sacrificios sobre las
el sector empresarial había esperado del gobierno de espaldas de la clase obrera"(30 de junio de 1973).
Cámpora soluciones drásticas, y había padecido las con-
secuencias de un proceso inflacionario que había supera- Mientras que Montoneros, por boca de
do el 100 por ciento anual durante los últimos meses del
"Mario Firmenich [...] declaró que estaban contra el pacto social en
gobierno anterior, reaccionó en forma bastante positiva. los términos en que viene siendo concebido, pero no en contra de
La Nación, en su edición del 10 de junio de 1973 una alianza de clases" (La Nación, 9 de septiembre de 1973).
afirmaba que:
106 GUIDO DI TELLA
PERON-PERON, 1973-1976 107
El ERP vaciló menos y condenó el pacto en términos
inequívocos. Sin embargo, la atención no se centraba tan- to, que había tenido muy poca influencia en el pasado y,
to en el frente económico como en el político, donde sur- según se demostró después, contaba con apoyo electoral
gía un grave enfrentamiento de los grupos opuestos entre bastante escaso. La fricción natural entre un líder perso-
sí dentro del movimiento peronista. Este conflicto se ma- nalista, como Perón, y un presidente peronista fue inten-
nifestó trágicamente en ocasión del segundo y definitivo sificada por la nueva orientación política adoptada por
retorno de Perón al país, el 20 de junio. En la inmensa Cámpora. Se tornó así inevitable el conflicto con la cir-
multitud congregada para recibirlo, estalló un feroz cunstancial coalición formada por la pequeña empresa,
tiroteo entre grupos de Montoneros y del ERP por un los sindicatos y el ala derecha que dominaba el círculo ín-
lado y elementos de choque de López Rega por otro. Se- timo de Perón. Se trataba de una alianza típicamente
gún lo consignó la prensa partidaria, Perón se encontró peronista, la misma que había caracterizado a su primer
gobierno, colocando a los grupos juveniles universitarios
"con la discordia de sus partidarios. Con todo, ya ocurrido lo en su tradicional papel opositor. Perón endosó los esfuer-
que se temía, debemos confesar que la violencia era algo hasta cierto zos de esta coalición y, el 12 de julio de 1973, impuso la
punto previsible. Esta gente vivió demasiados años en la clandes- renuncia de Cámpora.
tinidad y se acostumbró a vivir en el clima de peligro, demasiado
cerca de la muerte propia y de la ajena. [...] Los héroes de la guerra
a menudo se convierten en los pandilleros de la paz" (Mayoría, 21 La caída de Cámpora y la nueva
de junio de 1973). convocatoria a elecciones
Era la primera vez que aparecían los grupos de acción La presidencia fue confiada a Raúl Lastiri, presidente
del ala derecha, precursores de la organización llamada de la Cámara de Diputados y miembro del grupo de dere-
"Triple A", formada para combatir a los grupos subversi- cha, liderado por López Rega para lo cual se dejó de lado
vos mediante métodos ilegales. Si bien no está en claro mediante un artificio legal, la precedencia constitucional
qué grupo desencadenó la agresión, en general se conside- que tenía el presidente del Senado, por considerarlo ideo-
ra que la principal responsabilidad recae sobre los de de- lógicamente sospechoso. Que fueran pocas las voces que
recha. De cualquier modo, el hecho de que ambos bandos se alzaron para cuestionar la legitimidad del procedimiento
estuviesen armados hasta los dientes constituye la mejor —aunque parezca extraño La Prensa fue una de ellas— es
indicación de cuan precaria era la tregua concertada. Lo una clara indicación de la manera en que se recibía el
cierto fue que a partir de allí los Montoneros reanudaron distanciamiento de toda persona sospechosa de conexio-
sus acciones violentas. nes con el régimen de Cámpora.
La experiencia de Cámpora estaba condenada desde el De acuerdo con la Constitución, se programaron para
principio mismo, puesto que sólo representaba las opinio- septiembre de ese año nuevas elecciones, en las que Pe-
nes e intereses de una porción minoritaria del movimien- rón finalmente podía ser candidato. La decisión crucial
fue la designación por parte de Perón de su esposa Isa-
108
GUIDO DI TELLA
PERON-PERON, 1973-1976
109
bel como candidata a la vicepresidencia. Se habían con- "La posibilidad de una efectiva presidencia de Isabel Perón en
templado varias alternativas distintas, incluso la de elegir caso de sucesión es vista hoy con escepticismo por todos los sec-
para ese cargo al jefe de la oposición y de la UCR, Ricar- tores" (La Opinión, 10 de agosto de 1973).
do Balbín. Aunque ni siquiera se llegó a la etapa de las
negociaciones, el simple hecho de que se la tuviese en Aunque se sabía que Isabel estaba en buenos términos
cuenta es un indicio de la imagen conciliatoria que con López Rega, su designación pareció no favorecer a
proyectaba Perón, muy distinta de la que había pro- ningún grupo dentro del Frente. Nada menos verdadero
yectado en sus dos primeras presidencias. que esa apariencia de neutralidad. En rigor ella estaba pro-
Desde su retorno, Perón había procurado presentarse fundamente comprometida con el ala derecha, hecho que
como un viejo estadista que se hallaba por encima de los había de reflejarse de manera esencial en los posteriores
pequeños problemas; hablaba de reconciliación nacional conflictos de su presidencia. En esta ocasión, a diferen-
y presionaba sobre sus partidarios para que cedieran a las cia de la anterior los resultados electorales estaban pre-
demandas de sus aliados políticos. Pero el nombramiento vistos.
de Isabel, si bien no totalmente inesperado, dio la impre-
sión de que retornaba a algunas de las. prácticas muy per- "En ese momento la elección de marzo decidía [...] el rumbo de
sonalistas y arbitrarias que tanto le habían costado antes la Nación y el gobierno militar contrariaba sin ocultamientos a los
en términos de respetabilidad y aceptación pública. Den- candidatos justicialistas [...]; los ciudadanos, por su parte, se
tro del clima político general favorable, se procuró inter- sentían llamados a dirimir el pleito político que se les presentaba.
pretar esta designación como un esfuerzo por evitar una Hoy, en cambio, la situación política aparece previamente aclarada.
confrontación interna en el peronismo, o, bajo una luz Todo está, en cierto modo, decidido. Y la gente siente que se la
menos favorable, se la vio como la característica inevita- llama solamente a confirmar [...] una solución alcanzada en el nivel
ble de un dirigente carismático que no puede soportar de los dirigentes" (Mariano Grondona, La Opinión, 20 de sep-
tiembre de 1973).
competencia alguna.
Perón obtuvo el 65,1 por ciento de los votos, lo cual
"El sentido obvio e inmediato de la candidatura de la señora de
Perón es la necesidad de asegurar la unidad justicialista. Profunda- excedió por mucho los resultados alcanzados antes por el
mente dividido entre moderados y radicalizados, [...]el peronismo Frente (Cuadro 3.2). Esta vez, la cifra del 50 por ciento
habría absorbido difícilmente cualquier candidatura sectorial. [...] fue superada en todos los distritos electorales; con la
Designar una figura políticamente idéntica a la figura de Perón en excepción de la ciudad de Buenos Aires. Por Perón podía
la vicepresidencia tiene, además, un sentido más profundo que el votarse mediante las boletas del Frente Justicialista de
de soslayar la división partidaria. El sentido de afirmar antes que Liberación (FREJULI) o las del Frente de Izquierda
nada el rol insustituible de Perón dramatizando el vacío sucesorio Popular (FIP), disidente y de obvia filiación izquierdista.
que lo rodea. Ambos presentaron a Perón como candidato a la presi-
dencia, pero en tanto que el FREJULI apoyaba a Isabel
para la vicepresidencia, el FIP presentaba la candidatura
I
PERON.-PERON, 197 3-1976 111
n r-
de Abelardo Ramos, conocido dirigente de izquierda.
Estos recibieron respectivamente el 59 y el 8 por
r —' ' —" o' O' —* O —T ciento de los votos, en total un 17 por ciento más que en
Isl las elecciones de marzo (Cantón y Jorrat, 1980). Si
? bien hubo como de costumbre, algunas protestas, por
parte de La Prensa, la campaña electoral fue
saludada como

■ O — • r- r— (N i/)(NfS * \O ■<■ O —t
"la campaña más civilizada de que se tenga memoria. Fue una elec-
(Ni/)<NM^0M/)0<^f>O(N^
r- I—
vn y—i ción en medio de la convivencia y no, como otras veces, el
O*>
rg --. — i^ , ÍN anticipo de la confrontación. La violencia queda, si no eliminada,
ilegitimada, moralmente anonadada frente a la vasta convergencia
de voluntades que se manifiesta no sólo en la impresionante
_- "S"1 ^ _' r^' —r « mayoría del vencedor sino también en la evidente cordialidad que
1 ^4 -M (^1 fS
preside la relación peronista-radical" (M. Grondona, La Opinión,
25 de septiembre de 1973).
Oí . O v-) O*. — r- O \O •—' t -t,
O i/i ON ro —
Om Perón presidente
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■o ° Esta vez, Perón se presentó como un resuelto


defensor del "sistema". Había sido electo para poner fin
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al anterior experimento izquierdista y con el claro
2 mandato de barrer con la subversión. Ya desde el
acceso de Lastiri a la presidencia, y más todavía
„'! a después de la elección de Perón, el anterior
=111 2„
movimiento hacia uno de los extremos había sido
O .u G t-l¡ Q
drásticamente revertido. Los gobernadores de las
o
=c35 5 s provincias de Córdoba, Salta, Mendoza y Santa Cruz,
de tendencia izquierdista, fueron destituidos —
básicamente de acuerdo con el "derecho de
intervención" que la Constitución otorga al gobierno
federal— y el gobernador de la provincia de Buenos
§^ Aires Obligado a renunciar y reemplazado por el
vicegobernador, de extracción sindical. La facilidad
con que se operaron estos cambios se debió en parte al
hecho de que ninguno de esos gobernadores tenía
apoyo local, pues sus candidaturas habían
I
112 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 1973-1976 113
sido decididas por los allegados a Cámpora, con escaso Los grupos juveniles oscilaron entre cierta apariencia
respaldo de los principales grupos partidarios. Al mismo de aceptar las nuevas reglas del juego y una actitud de
tiempo, muchos funcionarios de alta y mediana jerar- enfrentamiento abierto y de apoyo a las actividades sub-
quía que sustentaban opiniones izquierdistas fueron desti- versivas. Su idea de conservar una rama legal, llamada
tuidos de sus cargos en los gobiernos nacional y provin- primero Juventud Peronista y después Partido Peronista
ciales. En la Universidad de Buenos Aires se destituyó Auténtico (PPA), y de mantener al mismo tiempo lealtad
al rector designado y se designó en su lugar al ex vice- a la organización subversiva Montoneros, constituía una
presidente, Vicente Solano Lima, conocido por su actitud proposición totalmente inaceptable para el gobierno y, en
de centro-derecha, con instrucciones de asumir el control rigor, para cualquier gobierno de cualquier color político.
de la situación, pero evitando todo choque frontal. En Las organizaciones subversivas habían sido legalizadas
todo este proceso se actuó con prudencia, al parecer por desde la amnistía política de 1973. En tanto que el ERP,
indicaciones del propio Perón, para no ahondar demasia- de orientación presumiblemente marxista, nunca suspen-
do el cisma, cosa que no se hizo después de su muerte. dió sus actos de violencia, Montoneros, tras declarar una
Pasar de la oposición al gobierno y a una situación de suerte de tregua temporaria, había reanudado sus activi-
responsabilidad había estrechado considerablemente la dades subversivas después del enfrentamiento de Ezeiza.
amplia gama del apoyo que Perón había logrado reunir Muy poco antes de asumir Perón el mando, los Monto-
durante su largo exilio. Resulta bastante comprensible el neros mataron al secretario general de la CGT, José
temor suscitado por la rapidez con que se desgastaba el Rucci, uno de los principales dirigentes sindicales y uno
apoyo inicial: los compromisos que el gobierno tuvo que de los que más influían para obtener el apoyo de los gre-
asumir para retener una masa partidaria tan multitudina- mios a la política económica de la Casa Rosada. El epi-
ria y heterogénea tuvieron un alto costo político. El sodio constituyó una clara afrenta al presidente, quien,
comandante en jefe del Ejército y algunos miembros de denotando todavía cierta moderación, denunció airada-
su grupo fueron destituidos, ya que mente que:
"su avance profundo lo había alejado demasiado de grandes sec- "El asesinato del secretario general de la Confederación General
tores del ejército, determinando su relativo aislamiento; se había del Trabajo no es sino la culminación de una descomposición polí-
convertido, objetivamente, en una alternativa política, sobre todo tica que los hechos han venido acumulando a lo largo de una enco-
para el caso de plantearse la sucesión" (La Opinión, 20 de diciem- nada lucha, que influenció a algunos sectores de nuestra juventud,
bre de 1973). quizá en momentos justificados, pero que hoy amenaza con tomar
caminos que divergen totalmente de los intereses esenciales de la
Se designó un comandante apolítico, cuyo nombra- República" (La Nación, 4 de octubre de 1973).
miento se ajustó a la jerarquía militar tradicional. La
marea izquierdista que había barrido el país cedía ya El otro episodio violento que sacudió al país fue el
en todos los frentes. ataque lanzado por el ERP contra los cuarteles del Ejér-
114 GUIDO DI TELLA
PERON-PERON, 1973-1976 115
cito en Azul en enero de 1974, uno de los golpes más
audaces consumados por la subversión. Se lo consideró braron durante ese período, en Misiones, en abril de
una afrenta no sólo para el gobierno, sino para los mili- 1974, donde obtuvo el 5,5 por ciento de los votos, contra
tares mismos. Perón otorgó excepcional importancia al el 46 por ciento del Frente y el 39 por ciento de los ra-
problema, si bien las medidas que se adoptaron, como dicales. Se argumentó que resultaban menos peligrosos
muchas veces en esos casos, no alcanzaron el nivel de los reconocidos que proscriptos, facilitando así su identifica-
enérgicos aunque difusos pedidos de acción que se formu- ción.
laron en ese tiempo. Con todo, una de esas medidas con- Durante ese período se asistió al ascenso del ala derecha,
sistió en una reforma drástica del Código Penal, que de- representada por Isabel y en particular por el ministro de
terminó la renuncia a sus bancas de ocho parlamentarios Bienestar Social, José López Rega, quienes adquirieron
peronistas, conectados en su mayoría con los grupos ju- creciente influencia, si bien no alcanzaron el control
veniles. En las filas superiores del peronismo surgió una completo hasta la muerte de Perón. Con todo, les fue po-
agitada controversia sobre si se debía o no proscribir a los sible emplear métodos de fuerza (como en ocasión de la
Montoneros. Si bien representaban una gran molestia y vuelta de Perón). Así pudieron eliminar a parte de la opo-
ponían al gobierno en situación embarazosa, la proscrip- sición, pero exasperaron a los grupos de izquierda y les
ción habría significado el fin de toda esperanza de atraer- dieron pretextos para actuar de la misma manera. Fue
los de vuelta mediante la persuasión, así como el comienzo otro caso en que el empleo de la fuerza permitió alcanzar
de una represión sangrienta. El ER.P había sido declarado algún objetivo a corto plazo, con el riesgo de compro-
fuera de la ley en septiembre de 1973, pero los meter objetivos a largo término mucho más importantes
Montoneros lo fueron sólo en 1975. Los grupos juveniles como el de la legitimidad. Uno de los elementos funda-
procuraron evitar una confrontación abierta con Perón, mentales que seguía faltando al Partido era un sector
en vista de la enorme popularidad que éste tenía en la político orgánico, vacío que fue llenado por una precaria
clase trabajadora, y afirmaron formalmente su lealtad a él alianza entre el ala derecha, el sector de la pequeña em-
mientras persistían en atacar muchas de sus políticas, atri- presa y los sindicatos, es decir, la misma coalición que
buyéndolas a los sectores de derecha y a los jefes sindica- había determinado la caída de Cámpora y la elección de
les. Al cabo de varias oscilaciones, fueron finalmente ex- Perón. En vez de contar con una rama política orgánica
pulsados del Partido en forma espectacular, por el pro- el movimiento debió confiar en tal alianza, y si bien esto
pio Perón, durante una reunión pública, el Io de mayo contribuyó a mantener una estructura de poder pluralista,
de 1974. Esos grupos ensayaron una nueva estrategia la tornó muy inestable, debido a que cada uno de los gru-
mediante la creación, poco después, del PPA, aparente- pos tenía considerable fuerza propia, pero estaban muy
mente desconectado de la violencia y de las organizacio- divididos entre ellos. La ausencia de una máquina bien
nes subversivas. La desconexión era dudosa, pero algunos aceitada capaz de arbitrar sus relaciones se hizo sentir de
creyeron en ella. Se le permitió organizarse e incluso in- manera particularmente intensa. En general, el gobierno
tervenir en las únicas elecciones provinciales que se cele- evolucionaba según las líneas qué cabía esperar. Se
consideró que
116 GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 197 3-1976 117
"Perón ha puesto al peronismo en el centro [...]ha optado [...]por Sin embargo, esto no significa afirmar que el gobierno
una síntesis de programas y una coalición de fuerzas antes que por careciera de problemas, y serios. Tal como la mayoría de
instaurar un movimiento único, excluyente y por lo tanto autorita- los movimientos moderados, tenía diferencias con ambos
rio [...]" extremos del espectro político. En el frente laboral, las
"Ha sido incuestionablemente consolidado un régimen pluralista actividades de los grupos subversivos intensificaron algu-
de partidos políticos. [...] Estamos haciendo pues una nueva ex-
periencia y ésta consiste en hacer nada menos que aquello para lo
nas de las tensiones normales entre la conducción y las
cual creíamos, sin embargo, haber tenido un ejercicio previo sufi- bases. También es bastante probable que la conducción,
ciente. Lo nuevo, lo auténticamente novedoso de la política argen- centralizada y de alcance nacional, fuese más apta para re-
tina es este extendido sentido del compromiso" (La Nación, 3 de presentar a los trabajadores de las fábricas más antiguas y
agosto y 18 de noviembre de 1973). de menor envergadura, cuyos problemas les eran familia-
res, y menos capaz de manejar las características propias
En ese momento, la hipótesis en que se había basado de las nuevas plantas de producción en masa, más gran-
la apertura ofrecida per Lanusse a Perón quedaba reha- des-, creadas entre fines de la década 1950-60 y la siguien-
bilitada. Perón y su movimiento se comportaban en la te, que exigían contacto más estrecho entre la conduc-
forma que se había esperado, como auténticos miembros ción y las bases. Por añadidura, se libraba una lucha por el
del sistema. Representaban una alianza social muy dis- poder entre la antigua jefatura y la que emergía en sectores
tinta de la constituida por la oposición, pero que no ha - nuevos de creciente importancia. Es probable que haya sido
cía peligrar el funcionamiento del sistema como tal. El este curso de los acontecimientos, más que cualquier otro
gobierno parecía en camino hacia un futuro más pacífico factor, la causa fundamental de la intranquilidad que pre-
y predecible. La política económica continuaba su curso valeció en las grandes plantas, particularmente de Córdo-
moderado. Los problemas e incoherencias ~u; TTipeza- ba, durante ese período; al menos, se trata de una sugesti-
ban a acumularse eran inherentes a su enfoque populis- va posibilidad señalada por algunos autores (Torre, 1979).
ta, que procuraba mejorar al mismo tiempo la distribu- Por otro lado, la relación del gobierno con el sector agro-
ción y la inversión, así como mantener en jaque la infla- pecuario se deterioraba; los agricultores estaban disgusta-
ción mediante el control de precios y a la vez intensificar dos por la reducción de sus precios relativos, no obstante
la demanda a niveles más alto-:. Igualmente predecibles ser mayores que los del período de Krieger Vasena, y par-
fueron algunas de las tensiones iniciales entre Perón, ticularmente por el carácter progresista de la ley de agri-
Gelbard y los dirigentes sindicales en torno al pacto so- cultura a que nos hemos referido antes. La situación era
cial; representaban, en gran medida, una repetición de
lo sucedido en 1945-55. La pérdida de la juventud y los mejor, si bien no del todo clara, en el frente industrial.
grupos de tendencia izquierdista redujo la base de sus- La antigua Unión Industrial se había fusionado con la
tentación del gobierno, pero por otro lado también dis- rama industrial de su acérrima enemiga, la CGE, consti-
minuyó la disparidad de intereses representados, así co- tuyéndose la CIÑA, hecho que se consideró como un
mo el antagonismo y los temores de otros grupos. gran avance del gobierno. Entre ambos grupos se gestó
un acuerdo más o menos estable, pero al precio de que los
118 PERON-PERON, 1973-1976 119
GUIDO DI TELLA
grupos de la CGE que integraban la CIÑA se acercaron "El gobierno está empeñado en la liberación del país no sola-
ideológicamente a la posición de la Unión Industrial, dis- mente del colonialismo sino también de estos infiltrados que tra-
minuyendo así el apoyo que habían prestado al nuevo bajan adentro y que traidoramente son más peligrosos que los que
gobierno. En cierto modo, la CGE obtuvo una victoria trabajan de afuera.
a lo Pirro. Pero aun así los descontentos originados en el "Hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más méritos
que los que lucharon durante 20 años. No me equivoqué en la
sector industrial no adquirieron gravedad hasta mediados calidad de la organización sindical que se mantuvo a través de 20
de 1974. años pese a esos estúpidos que gritan.
El gobierno padecía de lo que podrían denominarse "Estas organizaciones y estos dirigentes sabios y prudentes han
tensiones y desgaste normales. Había cortado sus lazos mantenido su fuerza orgánica y han visto caer a sus dirigentes ase-
con la izquierda, probablemente en mayor medida de sinados sin que todavía haya sonado la hora del escarmiento."
como lo hubiese hecho, de no haber sido por el "anor-
mal" giro inicial hacia la izquierda que había sacudido La disputa fue pública y sumamente grave. Los grupos
hasta tal punto al movimiento y al país. Estaba en muy juveniles se fueron de Plaza de Mayo, dejando vacía la
malas relaciones con el sector agrícola y en relaciones no mitad de ella; ésta constituyó la primera oportunidad en
insostenibles, aunque sí difíciles, con el sector empresa- que manifestaron abiertamente su oposición al líder. Ese
rial. Contaba con el fuerte apoyo de los dirigentes sindica- mismo día, horas después, al inaugurar las sesiones del
les, si bien parecía haber, tal como podía suponerse, Congreso, Perón declaró:
algún malestar en las bases. El factor nuevo e inesperado
era la subversión, que seguía en aumento, aunque no ha- "Superaremos también la violencia, sea cual fuere su origen.
bía llegado a constituir el problema decisivo que sería Superaremos la subversión. Aislaremos a los violentos y a los ina-
después. Resultaba claro que en este punto la solución daptados. Los combatiremos con nuestras fuerzas y los derrotare-
política había fracasado y que los movimientos subversi- mos dentro de la ley. Ninguna victoria que no sea también política
vos no habían depuesto las armas porque el gobierno hu- es válida en este frente. Y lo lograremos."
biese sido democráticamente elegido y contara con fuerte
apoyo popular. A partir de entonces, la jefatura peronista abandonó
Hacia fines de la presidencia de Perón sobrevinieron toda esperanza de que esos jóvenes volvieran al redil. La
dos acontecimientos de suma importancia. El primero se solución política del problema creado por la'subversión
produjo con motivo de la multitudinaria manifestación había fracasado, y Perón y su partido se habían enfrenta-
efectuada pi <i celebrar el Io de Mayo. La Juventud Pero- do resueltamente con ella. Los grupos tradicionales
nista y los Montoneros se congregaron en columnas pro- se sintieron exaltados, considerando que
pias en Plaza de Mayo, cantando consignas contra Isabel.
Perón reaccionó violentamente, condenándolos en los "a partir de este Io de mayo todo lo que pudo tener, en un princi-
términos más enérgicos y elogiando en cambio a los sindi- pio, de racional esa política de las fuerzas tradicionalmente críti-
catos y la CGT: cas al peronismo debe transformarse ahora en un acto de fe, en un
GUIDO DI TELLA

120
PERON-PERON, 1973-1976
acto de confianza intrínseca en las propuestas de un gobierno
practicante de una política de concordia nacional [...] este
peronismo es diferente del de 1946" (La Nación, 5 de mayo de A partir de ese momento los políticos y los militares
1974). contemplaron tanto la posibilidad de un gobierno viable
encabezado por Isabel Perón como la de una nueva inter -
Sin embargo, la figura del líder había salido algo dete- vención de las Fuerzas Armadas.
riorada de ese primer rechazo público, y para el 12 de Muerte de Perón y ascenso de Isabel al poder
junio se organizó otra manifestación; esta vez básicamente
a cargo de los sindicatos, quienes trataron de demostrar La muerte de Perón, el I o de julio de 1974, al cabo de
así que su capacidad de movilización no era inferior, una corta enfermedad, representó un shock para una si -
según algunos consideraban, a la de la Juventud. La mani - tuación política ya delicada. Perón había seguido un
festación, la última a la que Perón pudo asistir, obtuvo curso predecible, por más que no fuera de la preferencia
considerable éxito, a juzgar por la concurrencia que de muchos sectores, y su muerte sólo habría de intensifi -
alcanzó. Dio a Perón oportunidad para reiterar su llama- car la incertidumbre del futuro. Los discursos y comenta -
miento al orden, elogiando a la oposición y criticando rios hechos en ese momento, desde los más diversos sec-
ásperamente por su falta de disciplina a sus propios tores fueron sorprendentemente laudatorios.
partidarios, a algunos de los cuales acusó de Representantes de las principales instituciones, las Fuer-
zas Armadas, la Iglesia y los partidos políticos compitie-
"no hacer nada para asegurar la paz, transformándose en compañe- ron en el elogio. El comandante en jefe del Ejército, gene -
ros de ruta de la desorganización". ral Anaya, declaró en su oración fúnebre:

Inmediatamente después, Perón cayó enfermo de gra- "La nación llora la muerte de quien había sabido resumir en sí
vedad. Ello dio origen a rumores de toda especie, que no la voluntad de un pueblo.
excluían el posible retorno de los militares a la Casa Ro- "Dedicó más de medio siglo de vida a servir a la Patria a la que
sada. La actitud que prevaleció fue un espíritu de tanto amó. Tuvo dos grandes pasiones: el Ejército y su pueblo. Nos
deja revistando en servicio activo, ostentando la más alta jerarquía
"solidaridad que no tiene sólo entidad moral, sino también polí- militar y brindándose hasta su último aliento por la felicidad de su
tica. Un país que durante décadas tuvo que soportar antinomias y pueblo. El Ejército Argentino viste hoy el negro crespón de la
enfrentamientos desgarrantes pudo exhibir una sólida cohesión. muerte. Pero no se siente solo porque se une también el inmenso
"En un momento de prueba se comprendió, sin excepciones, dolor de la Nación ante la desaparición de su conductor. En las
que la unidad nacional debe anteponerse a toda ideología y a todo palabras que acabo de expresar, está incluida, por expreso pedido
interés" (Clarín, 30 de junio de 1974). de los señores comandantes generales de la Armada y de la Fuerza
Aérea, la emocionada despedida de sus camaradas de armas a quien
fuera el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y presidente
de la Nación.
122 GUIDO DI TELLA
PERON-PERON, 1973-1976 123
"Las armas de la Patria permanecerán en constante vigilia, velan- relación nueva, inesperada. Los grandes muertos dejan siempre el
do dentro de la más absoluta legalidad, el trabajo de la ciudadanía mensaje: salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos."
toda, para llegar al objetivo final que os habíais propuesto: la uni-
dad, la felicidad y la grandeza del pueblo argentino." Aun si se toman en cuenta el impacto provocado por
esa muerte y las especiales circunstancias en que fueron
El jefe de la Iglesia, cardenal Caggiano, recordó pronunciadas esas palabras, que acaso hayan tendido a
exagerar las actitudes de los momentos más normales, co-
"a toda la ciudadanía de la República que ella debe a la clarividen - rresponde decir que Perón falleció en un momento de re-
cia del Tte. Gral. Juan Domingo Perón el haber buscado y obtenido lativa concordia, aceptado por una amplia gama de la
el diálogo con los dirigentes políticos del país con el fin de buscar
la unión necesaria para la renovación y la reconstrucción de nuestra
opinión pública.
tierra [...] Los crecientes problemas del gobierno pueden explicar-
"Supo reconocer y dejar a salvo la debida autonomía de los se a la luz de factores puramente "estructurales", pero es
partidos políticos; aceptó la oposición y la pidió como una oposi - imposible no formular una explicación de orden persona-
ción constructiva que fue patrióticamente aceptada, con un resul - lista en una situación en que el liderazgo (tal vez por ra-
tado alentador y ejemplar. zones "estructurales") había ejercido tan importante pa-
"Más aun supo aproximar a empresarios y obreros organizados pel de arbitraje, que permitió mantener la cohesión de
que hasta hace poco, siempre fueron como instituciones contra- una alianza excepcionalmente amplia, donde se hallaban
puestas las cuales, por su mutua oposición, constituían una lucha representados los intereses más dispares. La muerte de
de clases inevitable. Perón no sólo permitió que afloraran de nuevo algunas
"Finalmente, paréceme un deber dejar constancia de que el Tte. tensiones reprimidas; además, determinó la aparición de
Gral. Juan Domingo Perón no aceptó la violencia como medio para otras, peculiares de esta nueva situación carente de lide-
reprimirla y suprimirla. Fue enemigo de la violencia en medio de razgo. Sin embargo, Isabel Perón logró conservar más au-
una desatada tempestad de violencia y terrorismo."
toridad y más capacidad de arbitraje que lo que podía
En la misma ocasión el máximo dirigente de la Unión esperarse. Ello se debió en parte al tradicional poder de
Cívica Radical, doctor Ricardo Balbín, en nombre de su la presidencia, quienquiera que fuese su titular, y en parte
partido y de los restantes, dijo que: al hecho de que en un partido cuyo tenor emocional era
habitualmente muy alto, el nombre de Isabel simbolizaba
"Con su presencia puso el sello a esta ambición nacional del en- la unidad del movimiento. Muchos dirigentes partidarios
cuentro definitivo, en una conciencia nueva, que nos pusiera a to - y sindicales, aun adversos a ella, consideraban que sin
dos en la tarea desinteresada de servir la causa común de todos los Isabel, y en ausencia de una ideología orgánica o un par-
argentinos. tido estructurado, las posibilidades de disolución eran de-
"No sería leal si no dijera también que vengo en nombre de mis masiado grandes. Cuando en su momento se había desig-
viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, per- nado a Isabel candidata a la vicepresidencia, muchos
mitieron en estos últimos tiempos la comprensión final. Nace una supusieron que así como ello permitía evitar dentro del
124 GUIDO DI TELLA PERON-PF.RON. 1973-1976 125
peronismo una lucha por posiciones, no se trataba de un fue mucho mayor de lo" que hubiera sido en otras cir-
nombramiento serio que proveyera una sucesión viable. cunstancias. Puesto que el nuevo programa suponía
La conjetura de muchos, incluso dentro del Partido, otro tipo de alianza social, no podía menos que romper el
era la de que si Perón moría en ejercicio de la presidencia precario equilibrio existente entre los varios sectores que
sería inevitable un golpe militar. Nadie consideraba que aún apoyaban al gobierno e impuso un reordenamiento
Isabel poseyera las mínimas condiciones personales nece- de las fuerzas. Los sindicatos, los pequeños empresarios
sarias para esa tarea e incluso muchos estimaban que ni y los partidos chicos que habían aportado su apoyo al
siquiera sería capaz de mantenerse como figura simbóli- gobierno dieron un paso atrás, a la vez que se enfriaban
ca. La historia se desarrolló en forma distinta. Si bien las relaciones con los radicales y se tendían nuevas líneas
muchos, dentro de los círculos castrenses, empezaron ya hacia los militares y el sector empresarial más poderoso.
a considerar inevitable el golpe, existió un sorprendente El nuevo programa, aunque disgustara a muchos, no era
consenso en el sentido de que era preciso dar a Isabel una incoherente; era sin embargo muy audaz, puesto que
oportunidad. La principal sorpresa consistió en que Isabel implicaba la ruptura drástica con una larga tradición
no asumió ni una posición decorativa ni tampoco una peronista y se dirigía a grupos como los militares y las
actitud que la situara por encima de todas las facciones en grandes empresas extranjeras, que habían estado en pugna
pugna. Por el contrario, con pleno apoyo de López Rega con dicha tradición.
y bajo su poderosa influencia, trató de manejar el go- En definitiva, consistía en cinco objetivos básicos tal
bierno y llevó adelante, en forma sorprendentemente cual lo explicitó el propio López Rega a los jefes milita-
enérgica, un programa de derecha, de línea muy auto- res de entonces. El primero era el compromiso de un nuevo
ritaria, que alarmó incluso a las fuerzas tradicionales: y decidido esfuerzo por acabar con la subversión, consu-
mado mediante el empleo de grupos civiles paramilita-
"El vuelco aparente hacia la derecha en el campo político tiene res, conocidos más adelante como la Triple A, ejecuto-
sus peligros si la reacción hacia la subversión se vuelve irrazonable
y se pierde la noción de equilibrio.
res del "trabajo sucio", que evitaba a los militares una
"En otro tiempo se decía que los fascistas eran los liberales asus- intervención directa. Esos grupos, utilizados antes esporá-
tados, pero a la dictadura de derecha se puede llegar por la vía dicamente dentro del Partido para algunos ajustes de
conceptual, como llegan los teóricos, o por la desesperación, mu- cuentas internos —como en el caso del tiroteo de Ezei-
cho más común que la ideología" (La Nación, 10 de noviembre za— ahora serían ampliados y usados metódicamente para
de 1974). combatir a los subversivos.
El segundo objetivo era la eliminación de la infiltración
Este cambio de política fue tan decisivo, para explicar izquierdista en la educación en general y en la Universi-
la intensidad de los conflictos que siguieron, particular- dad de Buenos Aires, en particular. Aunque Perón ya ha-
mente dentro del peronismo, como lo fue la pérdida de bía retirado el apoyo inicialmente ofrecido al grupo de
un líder; el cuestionamiento a la autoridad presidencial Puiggrós, se había procurado una solución intermedia
para evitar todo enfrentamiento abierto. Ahora la sitúa-
"f
126 GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 1973-1976 127
ción se invirtió por completo. Destituido el ministro de ción de los ingresos, sino también la supervivencia políti-
Educación, lo reemplazó un miembro relativamente de- ca de los dirigentes gremiales y el mantenimiento del mo-
rechista de la vieja guardia, el doctor Osear Ivanissevich, vimiento sindical como factor de poder independiente.
ex titular de esa cartera durante la segunda presidencia de El quinto objetivo, sumamente importante, consistió en
Perón. Se designó nuevo rector de la Universidad de pedir a los militares que, como compensación, abando-
Buenos Aires a un conocido personaje de la derecha naran su neutralidad política, mantenida desde la renun-
nacionalista, de línea dura, Alberto Ottalagano. cia del general Carcagno, y pasaran a una actitud de apo-
El tercer objetivo consistía en poner fin a las políticas yo tácito, en el entendimiento de que el conjunto de
económicas antiempresarias, relativamente nacionalistas y medidas propuestas justificaban ese pedido. Esto se logró
reformistas. Tenía que operarse un vuelco hacia el capital en mayo de 1975 —aunque fuese sólo por unos pocos
extranjero, hacia la economía de mercado y hacia la con- meses— con la designación de un nuevo comandante en
fianza en el capital privado como fuente de inversiones y jefe, el general Numa Laplane, quien abogó por una nueva
desarrollo. Se rebajarían los salarios y se restablecería la política de "profesionalismo integrado", que suponía
disciplina industrial. Se insistía en la necesidad de un pro- precisamente ese apoyo tácito.
grama de viviendas económicas y de un aumento del sala- Es probable que esta descripción del programa no trans-
rio mínimo; ello significaba una reducción del diferencial mita todo su significado. Por pequeños matices podría
salarial, estrategia particularmente perjudicial para los haber sido el programa de un grupo tradicional conserva-
sindicatos y sus miembros mejor pagados. Pero la caracte- dor, o bien el de un grupo autoritario de extrema derecha.
rística principal del programa, y lo que le dio su sello Los objetivos mismos podrían haber sido compartidos
distintivo, estribó en su intensidad, que superó todo por la mayoría de los sectores de centro-derecha. Pero
cuanto se hubiera intentado antes según estas mismas los métodos empleados, las connotaciones fascistas y
líneas, incluso por Frondizi o Krieger Vasena. la intensidad de las medidas suscitaron objeciones in-
El cuarto objetivo era el sometimiento de los dirigentes cluso en algunos de esos grupos. La falta de entendi-
sindicales, para lo cual se destituyó a algunos de los más miento entre el grupo Isabel Perón-López Rega y la
militantes y de opinión más independiente, vulnerables derecha argentina es acreedora de un estudio más deta-
algunos de ellos a acusaciones de manejo inde.bido de fon- llado que éste. Puede haber sido típica de uno de esos
dos, y se designó a una jefatura sindical obediente. Esta vuelcos, no poco frecuentes en política, en que la jefa-
fue la principal razón de la posterior intensidad de las tura de un partido, tratando de apartarse radicalmente de
medidas económicas y también de la intensidad de la su política tradicional, pierde el apoyo de sus adeptos sin
reacción que provocaron. El programa fue concebido ganar el del grupo al que la nueva línea beneficia. En cierto
como un medio apropiado para crear a los dirigentes sin- modo, algo similar le sucedió á Frondizi cuando giró
dicales una situación insostenible en relación con sus bruscamente hacia la derecha a fines de 1958, con-
bases e imponer así un cambio. Loque estuvo en discu- versión en la cual los tradicionales grupos de derecha nun-
sión no fue sólo una cuestión de mejor o peor distribu- ca creyeron ni tomaron por lo que era.
i
PERON-PERON, 1973-1976
Rega, de cualquier forma era inevitable una nueva
redis tribución de fuerzas, pues el equilibrio
anterior estaba en trance de agotarse. Empero,
128 como consecuencia de un programa como el
GUIDO DI TELLA
adoptado, y su alcance, las oposiciones despertadas
No es fácil establecer cuáles fueron las razones de la se acrecentaron enormemente. En septiembre de 1974,
particular posición asumida por el grupo de Isabel Perón- los Montoneros declararon públicamente que iban a
López Rega. Tal vez hayan tenido la sensación de que el
Partido se orientaba demasiado hacia los sindicatos, re- "volcar todas las fuerzas para encabezar la resistencia popular con-
tra la ofensiva imperialista y oligárquica que ha copado posiciones
legándolos a ellos dos al papel de impotentes instrumen- del gobierno" (citado por La Opinión, 7 de septiembre de 1974).
tos de sus deseos. Para sobresalir diferenciándose tanto
como les fuera posible de los principales grupos rivales, Desde la muerte de Rucci resultaba obvio que la situa-
Isabel Perón y López Rega necesitaban una "causa". El ción ya era ésa, pero el hecho de que entonces se tornara
camino elegido podría también aportarles algunos aliados explícita agregaba una dimensión nueva al conflicto. No
nuevos a cambio de los aliados internos perdidos. Los
antecedentes de Isabel Perón y López Rega, así como de todos los grupos de izquierda compartían esta decisión,
algunos de sus allegados más cercanos, no contribuyeron por estimar algunos que la violencia sólo ofrecía un ca-
a aumentar la confianza y a creer en la autenticidad del mino sin salida, actitud en la que se había inspirado la crea-
cambio. La posición de Isabel derivaba demasiado de ción, a fines de año, del Partido Peronista Auténtico. El
una decisión unilateral de Perón, y si bien esto pudo gobierno permitió que se organizara con el propósito de
haber evitado, en el momento de ser designada Isabel, el
peligro de una querella interna, en las nuevas circunstan- "no hacerle el juego a la guerrilla [con la esperanza de que] el
cias no facilitaba que se la considerase una auténtica mantenimiento de una vía legal abierta (según se argumenta en
líder. Algunas excentricidades personales de López Rega tales medios), precipitará a la larga una crisis en quienes insisten
contribuyeron a fortalecer una imagen general de escasa en cultivar simultáneas acciones armadas" (Lá Opinión, 2 de marzo
de 1975).
confiabilidad, tales como sus inclinaciones espiritistas o
su apoyo a grupos católicos disidentes. Por añadidura, el Esta actitud sutil no fue sin embargo característica de
grupo de Isabel estaba asociado a un manejo sumamente toda la lucha contra la izquierda. La intervención en la
desordenado y arbitrario de sus áreas de influencia. Uno
de estos casos consistió en la campaña de beneficencia Universidad de Buenos Aires asumió una fisonomía su-
personalmente emprendida por Isabel bajo el nombre de mamente severa, que encontró escasa resistencia por parte
Cruzada de Solidaridad Justicialista, que, si bien recibía de los grupos estudiantiles antes militantes. No obstante
fondos del Estado, a veces eran utilizados para gastos el acuerdo general —concertado entre los grupos modera-
personales de la presidenta. Una de esas instancias dio dos y los situados a la derecha, en el sentido de que era
origen a un proceso legal que se prolongó durante la
mayor parte de su gobierno, enrareciendo el clima general
contra ella y su grupo y cubriéndolos con el desprestigio
de la corrupción. Incluso en ausencia de un drástico
programa derechista como el elegido por Isabel y López

\
GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 1973-1976
Resulta claro que cuando la subversión alcanza
cierto punto, la represión antisubversiva se torna
130 131
preciso corregir la situación reinante en la Universidad- inevitable, con prescindencia del problema de las
la forma en que la intervención fue manejada y las afirma- medidas que apunten a corregir las causas profundas de
ciones formuladas por el nuevo rector, de que era preciso aquélla. Incluso cuando la operación antisubversiva es
optar entre "justicialismo y marxismo; estar con Cristo o ejecutada por los militares y de acuerdo con la ley, crea
contra Cristo" provocaron la reacción de muchas perso- mucha inquietud, pues muchas libertades civiles
nas, que sin estar en contra de los propósitos de la inter- tradicionales pueden correr peligro. Sin embargo, se la
vención, llegaron a temer que puede comprender y aceptar, como en el caso inicial de la
represión del foco de Tucumán, que contó con la
"lo que caprichosamente se entiende por 'derecha' no es otra aprobación no sólo del gobierno sino también de los
cosa que el nacionalismo fascista que ahora ha rebrotado y hecho círculos dirigentes de la oposición, cuyo jefe máximo,
nido en la universidad con poderes absolutos, para reeditar con sus Ricardo Balbín consideró que
actos y desmanes, los mismos atropellos y extravíos que habían
caracterizado al anterior gobierno de las altas casas de estudio" (La "ningún reparo de tipo constitucional podrá oponerse, ciertamen-
Prensa, 6 de octubre de 1974). te, a esta asunción por las Fuerzas Armadas de una tarea para la
cual las ha convocado el Ejecutivo y que, en definitiva coincide
Al cabo de casi tres meses el gobierno destituyó a con las pautas de su funcionamiento" (La Nación, 10 de febrero
Ottalagano, dando la impresión de que la universidad, de 1975).
después de haber
En cambio, si las operaciones antisubversivas se consu-
"estado dirigida por la izquierda tuvo luego un giro hacia la derecha man al margen de la ley, la situación se torna mucho
y ahora se le imprimiría su verdadero rumbo" (La Nación, 28 de di- peor. Y peor aun fue en este caso, en que la tarea fue eje-
ciembre de 1974). cutada ilegalmente y por una fracción del partido guber-
namental, la cual actuaba por intermedio de bandas anó-
nimas que cumplían reglas desconocidas.
La parte antisubversiva del programa Isabel-López La aplicación de las políticas económica y laboral se
Rega suscitó fuertes sentimientos adversos y oposición. tornó más difícil y fue diferida hasta marzo de 1975. De
Aun si se dejan de lado las consideraciones éticas, sus re- cualquier modo, poco después de la muerte de Perón el
sultados fueron ambiguos y difíciles de establecer; los ministro de Economía fue destituido y, por efecto de un
ataques terroristas se intensificaron, 1975 fue uno de los acuerdo, reemplazado por un miembro del llamado "gru-
dos peores años de todo el período, y nadie habría podi- po histórico", Alfredo Gómez Morales, quien había de-
do determinar con certeza si los episodios de violencia sempeñado un papel fundamental en la adopción de las
hubieran disminuido o no en caso de no existir la Triple exitosas medidas de estabilización en 1952-55. Su desig-
A. La mayoría de las personas se atemorizaron ante lo nación tuvo consecuencias políticas substanciales: signi-
que parecía ser el desarrollo de una guerra abierta entre
grupos facciosos.
132 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 197 3-1976 133
ficó un grave paso atrás para la CGE, que en su oportuni - Como la presidenta no deseaba otorgarles ningún papel
dad protestó contra los "peligros de una política de importante, la relación que se desarrolló fue sumamente
estabilidad similar a las del Fondo Monetario Interna- ambigua, y las declaraciones de confianza y lealtad que
cional". En la otra franja del espectro político, la reac - se formulaban no bastaron para disimular la desconfianza
ción fue bastante positiva, llegándose a afirmar en La recíproca. No sólo la presidenta temía al poder de los sin-
Prensa, que dicatos; la derecha tradicional, en forma no poco caracte -
rística de ella, consideraba que
"la impresión que prevalece [...] es que el gobierno ha iniciado una
rectificación que representará, después del desvarío y los excesos "la actividad de los grupos sindicales no reconoce ya ningún lími-
que hemos soportado, nada menos que un retorno a la sensatez" te" (La Prensa, 9 de septiembre de 1974).
(24 de octubre de 1974).
Este antagonismo afloró una vez más con motivo del
El sector agropecuario por su parte manifestó su "com- retorno de los restos de Eva Perón al país. El aconteci -
placencia", señalando que: miento estaba cargado de fuerte sentido simbólico, pero,
en vez de servir como oportunidad de unión, fue maneja -
"En la actualidad se ataca como nunca antes a la subversión, se do por López Rega en secreto excluyendo específica -
han enderezado las cosas en la universidad y la oposición colabora mente toda participación sindical. En una cuestión de
con la institucionalización del país. Si el gobierno modifica su po-
lítica económica va a tener un amplio respaldo" (Celedonio Pereda, contenido emocional tan intenso, la afrenta a los gre -
Presidente de la Sociedad Rural Argentina, La Opinión, 26 de octu- mios no pudo ser más grave. Su disgusto se manifestaba
bre de 1974). además en sus crecientes críticas de la política económi-
ca, y se centraba en el aumento del costo de la vida, exi -
El problema esencial, sin embargo, consistía en la lucha giendo un retorno a controles de precios más estrictos.
que, dentro de la coalición gubernamental, libraban los La CGT declaró
sindicatos y el ala derecha encabezada por la presidenta.
Durante los últimos meses de 1974 y los primeros de "su profunda discrepancia con el manejo unilateral y anárquico
1975 se asistió a un creciente enfrentamiento entre am - en el procedimiento que utiliza el secretario de estado de Comer-
cio para la fijación de precios" (La Nación, 25 de enero de 1975).
bos sectores. Los sindicatos se consideraban la única
fuente real de poder y querían
Más que limitarse a atacar este problema específico, los
"una mayor participación real y activa en la planificación estra- sindicatos expresaban la incomodidad de su posición de
tégica y en la ejecución táctica de las grandes políticas nacionales" apoyo a un gobierno con el que estaban cada vez más en
(La Nación, 27 de marzo de 1975). pugna.
Sin embargo, el gobierno llevaba adelante su programa.
Enfrentaba a una creciente oposición y, al mismo tiempo,
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9SI 9Z.6t-E¿6t ' vnax ia oaino
136 GUIDO DITELLA PERON-PERON, 197 3-1976 137
Estado, de España e Italia durante los regímenes de en el caso del primero —posiblemente— con alguna inter-
Franco y Mussolini. Los sindicatos vacilaron entre una vención militar y, en el del segundo, después de varias
tentativa por derribar a Rodrigo y López Rega y un plan semanas de tremenda inquietud laboral y demostraciones
más drástico encaminado a derribar al gobierno entero. públicas de los sindicatos. En su momento, estos episo-
No era fácil distinguir entre los ministros y la presidenta, dios fueron vistos como
quien les había dado apoyo explícito y público.
Por otra parte, el costo político de una estrategia más "la crisis más honda que se recuerde en la vida contemporánea de
amplia y los riesgos que involucraba eran demasiado la República" (La Nación, 20 de junio de 1975).
grandes. Isabel Perón conservaba todavía un valor sim-
bólico como líder del Partido Justicialista. Aunque care- Por si todo ello no bastara, la crisis se propagó y dio
cía de carisma personal, como presidenta aún era el sím- origen a una disensión interna en el más alto nivel del
bolo de unión para las bases peronistas. Derrocarla podría ejército. El comandante en jefe, general Numa Laplane,
haber dividido al Partido; podría haber provocado una quien había apoyado al gobierno durante el período de
nueva convocatoria a elecciones en una situación delica- López Rega, fue sometido a fuerte presión por parte de
da y con un partido escindido, o bien, más probable- los grupos más profesionales (y más antigubernamenta-
mente, un golpe militar. Para los dirigentes peronistas les). Los sindicatos procuraron mantenerse al margen,
no eran alternativas muy atrayentes. Se consumó un pues tampoco confiaban en Numa Laplane. Algunos jefes
intento por lograr la imposible, o, por lo menos, la gremiales, como Lorenzo Miguel, intentaron sin embargo
obviamente inconvincente distinción entre ella y sus conseguir algún apoyo popular para el militar cuestiona-
ministros. do, pero su actitud fue rechazada por la gran mayoría de
La CGT llamó a una huelga nacional, que debía efec- los dirigentes. La situación se resolvió, por el momento,
tuarse el 7 y el 8 de julio, repudiando mediante la designación del general Jorge Rafael Videla
como nuevo comandante en jefe, en agosto.
"el uso discrecional del poder que tiende a generar enfrentamientos Para entonces el gobierno estaba perdiendo la mayor
sin precedentes en la historia de nuestro Movimiento, entre la jefa parte de su apoyo. La eliminación de Gelbard había
del mismo y sus trabajadores" (5 de julio de 1975). cortado sus nexos con la CGE y la eliminación del ala
derecha dejaba la mayor parte del poder en manos de los
La estrategia sindical consistía en organizar moviliza- sindicatos, sólo controlados por, y en pequeña medida,
ciones de masas mientras se exigía un exorbitante aumento la muy débil ala política del Partido. Los sindicatos
salarial de alrededor del 160 por ciento, creándole al estaban sorprendidos de su nuevo papel central, que
gobierno una situación imposible. Esas acciones resulta- excedía sus expectativas tradicionales. Vandor, iniciador
ron, tal como se lo proponían, políticamente explosivas de esa tendencia, sólo había pretendido compartir el
y condujeron a la destitución de López Rega y Rodrigo, poder dentro del Partido, sin nutrir en momento alguno
la idea de un partido formado exclusivamente por la
138 GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 197 3-1976 139
clase trabajadora, y ni siquiera la de un partido dominado presidencia fue asumida por ítalo Luder, titular del
por los trabajadores. Senado y también destacado representante del ala po-
Si bien la presidenta no había sido destituida, toda su lítica moderada. La imagen del gobierno mejoró signifi-
autoridad había desaparecido. Ángel Robledo, uno de los cativamente incluso entre aquellos grupos que debe-
más destacados y hábiles miembros del ala política, fue rían haber preferido las anteriores políticas de derecha:
nombrado ministro del Interior y Antonio Cafiero titular
de Economía, elección que se imponía, esta última, en "[...] la llegada del doctor ítalo Argentino Luder a la Casa de Go-
virtud de sus tradicionales nexos con los sindicatos y su bierno y sus primeros actos como presidente interino llenaron de
reputación, compartida con Gómez Morales, como uno euforia a los medios políticos [...]
"[...] habiendo abierto nuevos contactos y dejando entrar aire fres-
de los principales economistas del Partido. Diez años co en las relaciones del gobierno con las Fuerzas Armadas y la
atrás, Cafiero se había asociado con Vandor en las elec- oposición" (La Opinión, 11 y 20 de septiembre de 1975).
ciones de Mendoza que habían determinado la interven-
ción de Isabel Perón, y no había estado en buenos tér- El desempeño de los nuevos hombres en el poder fue
minos con ella ni con López Rega. Las reacciones ante un
su designación y sus primeras medidas fueron favorables,
aun por parte de grupos que tenían ya frente al gobierno "estimulante ejemplo de un ritmo que puede modificar positiva-
una actitud abiertamente crítica. mente el curso de las acciones del P.E." (La Nación, 18 de octubre
de 1975).
"Ha de admitirse que en la referida circunstancia, [Cafiero] ha
obrado con pragmatismo y sentido de la responsabilidad. Ha de- Esas observaciones laudatorias se formularon a pesar
bido ajustarse el escaso margen de acción que le depara la realidad del hecho de que el nuevo reordenamiento estaba basado
y evitar los peligros involucrados en cualquier desborde de sus en los sindicatos. Tal contradicción aparente se debía a
límites, asumiendo en la emergencia el ingrato papel de adminis- que el nuevo grupo era más confiable, puesto que lo for-
trador de una crisis que no es ciertamente obra propia (Clarín, maban algunos de los políticos mejor reputados del Par-
8 de noviembre de 1975). tido Justicialista. Tal vez sus políticas fueran menos
aceptables para los grupos de derecha, pero, por otro
lado, ese sector era más digno de crédito, tenía más
La presidenta no era ya más que una figura decorativa, "límites conocidos" y era menos impredecible. Sus
pero aún conservaba una posición formal de poder. Te- inclinaciones, más democráticas, así como el hecho de
nía un gabinete que le había sido impuesto, y si bien los que no pesaran sobre ellos acusaciones de corrupción,
jefes sindicales necesitaban y utilizaban su nombre, crearon nuevas esperanzas, aunque fuera por corto
estaban resentidos por sus actitudes e inclinaciones. Poco tiempo.
después se le otorgó —más bien se le impuso— a Isabel Las posibilidades que este nuevo grupo tenía de llevar
Perón una licencia, que duró casi cinco semanas; la
140 GUIDO DI TELLA PERON-PERON. 1973-1976 141
adelante una política moderada no eran grandes. En lo el papel de columna vertebral que le asignara en su momento el
económico, si bien la explosión inflacionaria de mediados teniente general Juan Domingo Perón" (La Opinión, 23 de octubre
de año había empezado a ceder, la intensidad de las va- de 1975).
riaciones de los precios relativos creaba una tremenda
inquietud, de efecto negativo sobre el clima político. Aun El poder incontrolado de los sindicatos, sus exageradas
así, las perspectivas no se presentaron demasiado oscuras demandas y su conducta en muchos casos poco respon-
hasta mediados de octubre. Al término de ese mes, se sable aportaron una contribución significativa al clima
convino una nueva rueda de aumentos salariales, en un previo al golpe. A esta altura de los hechos, el gobierno
moderado nivel del 15 por ciento. Lo grave fue la serie era tan perjudicado por sus aliados como por sus enemi-
de aumentos diferenciales, manifiestos algunos, encubier - gos. A comienzo de octubre Isabel Perón volvió para
tos otros, que los distintos sindicatos procuraron obte - analizar un segundo otorgamiento de licencia que había
ner por encima del nivel general. Resultó claro que, como preparado el ministro del Interior, Robledo. Después de
consecuencia de las distorsiones de los salarios relativos aceptar en principio este plan, cambió de opinión a
provocadas por el torbellino de mediados de año, los sin - último momento y, en un combativo discurso del 5 de
dicatos se comportaban con moderación al actuar colec - noviembre, afirmó que continuaría con su tarea hasta el
tivamente, pero no cuando presentaban sus casos parti - final.
culares. A partir de entonces el gobierno quedó dividido, lle-
El creciente poder de los sindicatos alarmó a muchos vando las cosas a un punto muerto, resultado del empate
grupos. Algunos pensaron que de fuerzas, lo que hizo que poco a poco se llegara a una
situación anárquica sin una autoridad clara. Aprovechan-
"todo tiende a hacer evidente que el movimiento gremial justicia- do esta situación, algunos grupos opositores empezaron
lista, esto es, el sector que responde a la Casa Rosada, se apresta a proclamar públicamente la posibilidad de una revolu-
a intentar un gran salto en su escalamiento al poder. En ese rumbo, ción, y en especial algunos sectores económicos comen-
la concertación con la Casa Rosada y con el ministro de economía zaron a preparar a la opinión pública para ese evento. Dos
Dr. Cañero viene exhibiendo notorios testimonios. Definido como lock-outs declarados por el sector agropecuario ayudaron
la espina dorsal' del peronismo, el sindicalismo aspiraría ahora a a crear un clima propicio, mientras una nueva asociación
ser también cabeza; convertirse en médula, ocupar el centro del empresarial"; la APGE, creada fundamentalmente con ese
escenario y ya no permanecer en la periferia" (La Prensa, 25 de
octubre de 1975). objeto asumió abiertamente una actitud de rebelión. Para
"Queda, desde luego, la incógnita de si en virtud del creciente fines de año, algunos grupos financieros que habían coo-
poderío sindical en su seno el justicialismo no avanzará en direc- perado moderadamente con el nuevo esquema oficial,
ción de convertirse en un verdadero partido laborista" (La Nación, (como ADEBA, la principal asociación de bancos de pro-
11 de diciembre de 1975). piedad nacional) empezaron a retacear su apoyo. Muchos
"En cierto modo, esta tendencia sindical procura asumir unila- grupos empezaron a conducirse como si hubiese un golpe
teralmente la representación global del peronismo, hipertrofiando en perspectiva, tornándose sumamente rígidos y agresivos
142 GUIDO DI TELLA
PERON-PERON. 197 3-1976 143
en sus exigencias. Si bien ello se debió en parte a los pro- La CGE y la CIÑA, su rama industrial empezaron a
blemas del momento, creó nuevas y mayores dificultades apartarse. El grupo de Frondizi desautorizó formalmente
y preparó el escenario para el último acto. la antigua alianza con el gobierno declarando que
Se dijo que los militares demorarían el golpe hasta que
la situación se tornara imposible, con el fin de que su de- "el MID no se va del Frente (FREJULI) simplemente constata
cisión fuese bien recibida por la gran mayoría de la pobla- su inexistencia y denuncia que el mismo, por sus compromisos
ción. En ese momento, esto se llamó la "estrategia de la irreversibles, es ya un obstáculo para el desenvolvimiento del frente
manzana podrida": dejar que se pudriera hasta que la real [...] Las esperanzas de millones de argentinos [se]marchita ron
demanda pública de intervención militar fuese unánime. y las ha sucedido una generalizada frustración. La nación marcha
La estrategia tuvo éxito pero naturalmente, contribuyó a a la deriva. El Estado [...] la moral [...] la economía y la cultura
intensificar el mal estado de la manzana. La pública discu- están en crisis" (MID, 18 de diciembre de 1975).
sión del golpe y las actividades que algunos sectores em-
presarios iniciaron para crearle condiciones favorables En tono más constructivo, pero igualmente crítico, los
contribuyeron de manera significativa a la caótica situa- radicales empezaron a renunciar a toda esperanza de
ción que llegó a imperar a fin de año. mejoramiento, condenando
El gobierno se encontraba atrapado en una situación
cada vez más difícil. La cúspide se hallaba manifiestamen- "la notoria proclividad que denota la Presidente a guiarse por los
te dividida entre el grupo más moderado y el ala derecha. dictámenes arbitrarios de camarillas secretas, probablemente dirigi-
Los sindicatos estaban en pugna con la presidenta, y sus das desde Madrid [por López Rega]" (La Opinión, 21 de octubre
de 1975).
exageradas ambiciones carcomían la alianza con los secto-
res políticos moderados. Las esperanzas suscitadas al El gobernador de la provincia de Buenos Aires que
principio por el nuevo programa económico se transfor- mantenía contactos con los militares se pronunció en
maron en decepción. Un número creciente de sectores una forma que equivalía prácticamente a una rebelión
antes amistosos empezaron a criticarlo, sobre la base de abierta; criticó ásperamente a la presidenta, afirmando
que todavía entre otras cosas, que
"no se ha expuesto claramente el necesario programa económico
que permita revertir ese proceso y las medidas parciales adoptadas
"si las cosas siguen así, no llegamos siquiera al 77" (30 de sep-
no logran aún detenerlo. Aparecen a diario iniciativas o se concre-
tiembre de 1975).
tan imposiciones que provocan expectativas desmedidas, que agra-
varán aun más la situación [...] Las iniciativas parcializadas e inor- El gobierno se dividió entre quienes querían intervenir
gánicas [...] pueden responder a preocupaciones políticas, pero a la provincia, encabezados por Lorenzo Miguel, y la línea
muy corto plazo producirán [...] efectos contrarios a los busca- más moderada y democrática, dirigida por el Ministro del
dos" (CGE, 11 de octubre de 1975). Interior. La cuestión fue zanjada por el comandante en
jefe del ejército, general Videla, quien acudió en apoyo
144 GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 197 3-1976 145
del gobernador, dando así la primera de las pocas indica - "custodios del orden que funda su legitimidad en el número y no
ciones públicas de que los militares establecían contactos en la ley, que trastoca la razón con dichos y es ciego a los hechos
con sectores civiles. [...] que fomenta la especulación y persigue al trabajo, que ahoga
Como si estos problemas no hubiesen sido suficientes, el progreso que reniega de las jerarquías y saca fuerza de la mentira
el gobierno debió además hacer frente a las acusaciones y excusa sus flaquezas levantando el dedo acusador contra el ex-
de corrupción lanzadas por el Congreso contra la presi- tranjero en actitud nacionalista" (La Opinión, 16 de octubre de
1975).
denta. El grupo moderado deseaba satisfacer a la opinión
pública y permitir una investigación que llevaría ante la
En tono similar, el pro vicario castrense, monseñor Bo-
justicia a muchos allegados de López Rega pero que
namín, afirmó que
podía terminar por inculpar también a la presidenta. Se
rechazó una investigación parlamentaria, pero se permi -
"hay muchos pecados, muchos crímenes. Hay mucha cobardía.
tió una judicial (17 de noviembre de 1975), solución que Mucha traición. Mucha desvergüenza, y en todos los niveles hasta
a esa altura del conflicto no contentó a nadie. en los más superiores [...] Me pregunto si Dios no querrá algo más
Los militares se inclinaron por el golpe en algún mo- de las Fuerzas Armadas que esté en relación a una ejemplaridad
mento de la segunda mitad de 1975, probablemente a sobre toda la Nación" (28 de septiembre de 1975).
fines de octubre o principios de noviembre. Aun así, no
se mostraron ansiosos por actuar y formularon varias ad - La principal exigencia, si bien no la más abiertamente
vertencias al gobierno; desde luego, prestarles oído habría manifestada, era la de que se destituyese a la presidenta y
significado pagar un alto precio por una supervivencia a los elementos más derechistas del gobierno. Al principio
temporaria. En todo caso, varias declaraciones emitidas estas críticas parecieron apuntar a que el senador Luder
por altos jefes militares contribuyeron al clima que pre- reasumiera la presidencia, sin advertir que esto habría
cipitaría el golpe. En un sombrío discurso, el general Ca - significado un movimiento hacia una alianza de base más
tán, jefe de la decisiva guarnición de Campo de Mayo, sindical. Atribuían muchos de los problemas a la persona -
manifestó que lidad de la presidenta, a quien consideraban carente de
los requisitos más indispensables para ejercer la autoridad,
"es triste reconocer que se percibe día a día un ataque a todos los manchada por las acusaciones de corrupción y rodea -
valores morales, y que consciente o inconscientemente, vamos da por un círculo íntimo extraño y desacreditado, que
tolerando que se agraven los grandes males que vive la República incluía a varios antiguos adláteres de López Rega. En di-
y no reaccionamos ni como pueblo ni como Nación" (4 de octubre ciembre estalló un frustrado golpe de la Fuerza Aérea:
de 1975).
fue dominado, pero, según se tiene entendido ahora, al
precio de un acuerdo definitivo sobre el golpe que había
El general Boasso, comandante de la división de Neu-
de seguirlo.
quén, sostuvo que no debía suponerse que las Fuerzas Ar -
En enero la presidenta intentó recuperar su autoridad
madas eran
146 GUIDO DI TELLA PERON-PERON, 1973-1976 147
perdida, al menos dentro del partido, y trató de obtener Asimismo, los sindicatos solicitaron un nuevo plan que
pleno apoyo militar sugiriendo una reforma que siguiera contemplase su situación y rechazara
las líneas de una "bordaberrización" del gobierno; esto
significaba presentar una fachada civil legal, y a la vez per- "los principios reaccionarios liberales (11 de marzo de 1976,
mitir la intervención militar directa en la designación de citado en La Opinión).
quienes cubrirían los cargos más importantes, incluidas la
mayoría de las carteras ministeriales, tal como lo había Por primera vez, un programa económico peronista
hecho en el Uruguay el presidente Bordaberry. Una suge- incluía, entre sus objetivos explícitos y públicos, una re-
rencia de este carácter demostraba que los puntos de vista ducción del nivel de los salarios reales. Los dirigentes sin-
del ala derecha no diferían mucho de los que sostenían los dicales suspendieron la rueda de negociaciones salariales
militares. En cierto sentido, derivaba naturalmente del iniciada a comienzos de enero, y durante unos quince
programa de cinco puntos postulado por López Rega. A días todo pareció indicar el próximo estallido de un en-
esa altura de los hechos, el ofrecimiento tuvo escaso frentamiento abierto como el sobrevenido en junio de
atractivo. El grupo de la presidenta tenía demasiado mala 1975. Una ola de huelgas muy similares empezó a parali-
reputación; presentaba un récord de fracasos e incluso se zar las fábricas en protesta contra las nuevas medidas eco-
discutía su posición dentro del Partido, aunque la pre- nómicas. Sin embargo, los líderes sindicales vacilaban. En
sidenta misma disfrutara aún de cierto margen de popu- momentos en que todos esperaban un golpe, un enfren-
laridad. tamiento directo parecía carecer de objeto. La sumisión a
Rechazada su oferta, la presidenta trató de llevar a la presidenta y a la política de la derecha parecía una pé-
cabo por sí misma un programa similar. Empezó por sima alternativa, pero, dadas las circunstancias, la única
destituir a los líderes más prominentes de la alianza posible. A pesar de que algunos sectores del Partido pro-
centrista, Robledo y Cafiero, y designó personalmente a ponían el juicio político a la presidenta como una manera
sus reemplazantes. De nuevo se tornó patente en este de evitar el golpe, prevaleció la opinión de que éste era
caso la influencia de algunos antiguos colaboradores de de todos modos inevitable y en tales circunstancias, el
López Rega, en particular la del ex presidente Lastiri. juicio político constituía un acto innecesario que divi-
La nueva política económica fue más moderada que la diría al Partido sin dejar beneficio alguno. A último
de Rodrigo, pero mucho más rigurosa que la de Cafiero. momento se efectuaron otras tentativas por corregir la
Recibió el apropiado nombre de Plan Nacional de Emer- situación, pero la presidenta quería seguir adelante con
su programa; incluso logró imponer a sus candidatos en
gencia. Los sindicatos reaccionaron enérgicamente, por un congreso partidario, el 6 de marzo, derrotando a la
entender que el plan provocaría línea moderada de Robledo. Para entonces, todos los
"la disminución del salario real, la disminución del consumo, sectores esperaban el golpe. Los radicales, uno de los es-
la caída de la inversión, el aumento de la desocupación, el desabas- casos sectores que no lo propiciaban, no podían ofrecer
tecimiento y la desaparición del Estado como inversor". solución alguna. El discurso que su jefe pronunció el 16
148 GUIDO DI TELLA
de marzo fue dramático y conmovedor, pero no apuntó
hacia ninguna salida. En esas circunstancias no la había.
El movimiento militar encontró al partido dividido y
en pugna con su jefatura, incapaz de ofrecer lucha y
nada dispuesto a ella. IV
"En la madrugada de ayer concluyó el desmoronamiento del
gobierno [...] No hay sorpresa en la Nación ante la caída porque EL PROGRAMA DE REFORMA ESTRUCTURAL
estaba muerto mucho antes" (La Nación, 25 de marzo de 1976).

El golpe no tuvo oposición y puso fin a los tres años y Después de estos capítulos, principalmente políticos,
medio que duró la segunda experiencia populista argenti- podemos pasar al análisis de los hechos económicos.
na, por cierto tormentosa y desdichada. Como consecuencia de la campaña electoral y de la orien-
tación del espectro político hacia posiciones extremas
surgió una fuerte expectativa acerca de la índole del fu-
turo programa económico y la identidad del grupo polí-
tico que había de llevarlo a cabo. El programa anunciado
durante la campaña era difuso, lo cual resulta compren-
sible, puesto que se lo había formulado en el seno del
acuerdo multipartidario (las "coincidencias programá-
ticas") concertado a fines del año anterior (7 de diciem-
bre de 1972) entre los peronistas, los radicales, la unión
de pequeños empresarios, o CGE, y la confederación de
trabajadores, CGT.
Después de las elecciones, la primera noticia que se
tuvo sobre las intenciones del gobierno en el campo eco-
nómico fue la designación, por sugerencia de Perón, de
José Gelbard, jefe de la CGE, como ministro de Econo-
mía. Fue una sorpresa menor, pues la CGE y Gelbard
habían observado una actitud tibia hacia Cámpora; esa
candidatura indicaba que Perón no estaba realmente
ansioso de llegar a las elecciones y, en consecuencia, la
CGE y Gelbard mantuvieron contacto más estrecho con
los radicales. Conocido el resultado de los comicios,
CUADRO A.18
Operaciones de la Tesorería del gobierno central
(como porcentaje del PBI)

Periodo Gastos Ingresos Déficit


(2) (1) - (2) REFERENCIAS
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ÍNDICE

Introducción a la versión castellana......................... 9


Agradecimientos....................................................... . 11
I Introducción .................................................. 15
II La larga espera.................................................. 39
III Las presidencias peronistas............................... 93
IV El programa de reforma estructural ............... 149
V Las políticas económicas de corto plazo.......... 189
I Algunos de los principales problemas econó
micos: inversiones, ganancias y comercio in
ternacional ....................................................... 232
VI Otro problema crucial: la inflación.................. 265
VIII Epílogo político............................................... 317
Lista de Cuadros......................................................... 333
Apéndice estadístico ................................................ 335
Referencias................................................................. 357

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