Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
DEL
SIGLO XIX
ANTOLOGÍA
1
INDICE
VV. AA. (2005). La Filosofía en el Siglo XIX, capítulo III “Arthur Schopenhauer”,
pp. 67-94, México: Siglo XXI. 143
VV. AA. (2005). La Filosofía en el Siglo XIX, capítulo XII “Friedrich Nietzsche”,
pp. 398-458, México: Siglo XXI. 173
2
663840
Historia de la filosofía
.IV. Filosofía contemporánea
Mariano Fazio
Francisco Fernández Labastida
Palabra
l
Zi!CQ l":eliUN-
3
U l\· A Yi
.~:BLiOTt=e ~ ct=NTRAL
C C., Si F b 'e 7.::...:---
_:¡_ s.J1:} &___·
- ·- - •»---- ~ __ ....,.._,_.....,.,..,_..--
.l9'S,__,;,:; Q\~ .
r·l "·',e,; 1L
"li:M. <'.DCJ~42
Co.ecciór: Albatros
D1rector de la colección: Juan Manuel Burgos
l .. -~
4
~---. ~-- -~
Capítulo I
EL ROMANTICISMO
17
5
Historia de la filosofia contemporánea
18
6
:, l
El romanticúmo
19
J~ 7
. -- -
Historia dP {r¡ llloso{ia conft?mporánea
20
8
El romanticismo
21
9
Historia de la filosofía contemporánea
22
10
El romanticismo
23
11
Historia de la filoso{ia contemporánea
~-.
•di¡.:ioso rico y viviente que debía ser recuperado. Fe católica,
~-f
12
El romanticismo
~5
13
·-......--~-~.- -- ----.-....
Historia de la filosofía contemporánea
~6
!, .
14
El romanticismo
3. El romanticismo filosófico
27
15
'".:1~
Hi.,toria de la filosofa contemporánea
1
aJ Hamann, Herderyjacobi
\
El pensamiento de johann Georg Hamann (1730-1788) se
caracteriza por una contraposición frontal al racionalismo ilus-
trado, a través del redescubrimiento de la fe. Para Hamann 1
toda la realidad es revelación. El hombre no se puede conocer
a sí mismo sin referirse a Dios, y no puede conocer a Dios si no
indaga en las formas en que Dios se revela a los hombres. Dios
se revela en la naturaleza, en la historia, en las Escrituras, y su-
premamente en la Encarnación del Logos. Todas las cosas al-
. c:mzan su significado último si se las pone en relación con la
Trascendencia, de las que son símbolo, cifra. Pero las cosas es-
tán en el tiempo, y por eso son_ ininteligibles si no se las pone
en contacto con el pasado y el futuro. Por eso, la historia y la
poesÍa -entendida como conocimiento profético y lenguaje
primigenio- cobran particular importancia en la cosmovisión
de Hamann.
Esta revaloración del lenguaje poético como aquel que
logra entrar en contacto con las realidades más profundas y
más altas implicaba una crítica a la razón ilustrada, que preten-
día ser una razón pura al despojarse de su contacto con la reli-
gi6n y la tradición. Para Hamann, la razón pura no existe: si
existiera, habría que elaborar un lenguaje igualmente puro,
carcnie de elementos imaginativos, sentimentales y tradiciona-
les. \lientras no se logre esto -afirma Hamann polémica-
nll'nte- el contacto con la realidad se da en un lenguaje que,
prcci~amente por su insuficiencia_ y limitaciqn, lleva a lo di-
·)9,
-'-'
16
El mmanticismo
29
17
~~
.
31
19
!''~~·.
Historia de la (iloso[ia contemporánea t-:,
:)~
20
El romanticismo
***
Si hemos definido el romanticim.o en oposición a la
Ilustración, hay que aclarar que Il~strac:ón y romanticismo no
33
J 21
Hí$loria de la {ilosofia contemporánea
34
22
El romanticismo
3.~
23
!fistoria de la {i/oso(ia contempor'-'a"'''-"le'-'a"--------------- '
:;:''
3G
24
663840
Historia de la filosofía
.IV. Filosofía contemporánea
Mariano Fazio
Francisco Fernández Labastida
Palabra
l
Zi!CQ l":eliUN-
25
U l\· A Yi
.~:BLiOTt=e ~ ct=NTRAL
C C., Si F b 'e 7.::...:---
_:¡_ s.J1:} &___·
- ·- - •»---- ~ __ ....,.._,_.....,.,..,_..--
.l9'S,__,;,:; Q\~ .
r·l "·',e,; 1L
"li:M. <'.DCJ~42
Co.ecciór: Albatros
D1rector de la colección: Juan Manuel Burgos
l .. -~
26
~---. ~-- -~
Capítulo II
EL IDEALISMO ALEMÁN
- .37
27
llüuulu..dt! luJilr.wJiif.trrmtr_w¡J!ll'Ót!t'''·
33
28
El idea1umo alemán
39
29
/Jhttll'iJJ. .diJaJl{U/IJJJltUJIJfH!!IIJJI!l'Jl!l!'J' 1~~
,' ~;
a) Vida y o&ras
1
b) Los principios fundamentales de la filosofía
1
Fichte sostiene que la filosofía, como cualquier otr2
ciencia, tiene que apoyarse sobre un principio fundamental
( Grundsatz). Además, dado que la filosofía es la ciencia del
41
31
'~
-t2
¡ 32
~
Ei idealismo alemán
43
33
lfiJ!..IJJ.ri.tJ.Jk la fi/m10/lu ccmtempuránea
-,
ji··
;.~·.
·.)./
~···.
-·.._.-
: ldrm. ftUte Einúitung in dú Wissmschafstlehre, en S.W. l., p. 440.
H 34
..,.___
El idealismo alemán
45
35
."'.
l!ÜlJli.ÚL d1! la filoso/la contemporánea
-t6
36
El idealismo alemán
tal mi ser está constituido por un solo impulso que abarca a los
dos, considerados desde dos puntos de \ista diferentes. Es de-
cir, yo soy un sujeto-objeto, y mi verdadero ser estriba precisa-
mente en la identidad y separabilidad de ambos. Si me consi-
dL • .:> a mí mismo como un objeto, determinado por las leyes de
la intuición sensible y del pensamiento discursivo, entonces lo
que es mi propio impulso se convierte en un impulso natural,
pues yo soy la naturaleza. Si, por el contrario, me considero
como un sujeto, el impulso sería de carácter puramente espiri-
tual, una ley de autodeterminación. Todos los fenómenos del
yo se producen simplemente debido a la reciprocidad de estos
dos impulsos, que constituyen por otra parte una relación recí-
proca de uno y ei uúsmo impulso,4.
Tal síntesis se logra cuando el hombre realiza las accio-
nes a las· que le impulsan sus instintos naturales no solo para
satishcer dichos instintos, sino integrándolos en el fin ideal
que el hombre posee en cuanto sujeto espiritual. Solo así, me-
i diante una espiritualización de los instintos, el hombre se rea-
1
1
liza como ente moral, en una libre, continua y progresiva afir-
1 mación de sí mismo. El ideal o fin moral del yo consiste en la
autoacthidad, en la acción determinada únicamente a través
1
del yo.
El yo, en cuanto manifestación tlnita del yo puro, es acto
que se pone a sí mismo, se concibe a sí mismo como autoacti-
-vidad, se piensa necesariamente como libre, y, por tanto, como
sometido a la ley de determinarse en conformidad al concepto
de autodeterminación. Esta voluntad en cuanto capacidad de
ejercitar una c...:ción causal exige un mundo natural-el no-yo-
en donde pueda realizar las acciones particulares. La produc-
ción del no-yo es el instrumento mediante el cual el yo des-
plit>ga libremente su actividad y se realiza moralmente. Si utili-
zar 10s una imagen del teatro para t..ratar de aclarar esta idea, el
md'1do natural representa el escenario que el yo se construye
47
37
·~
\':
Historia de La filosofia contemporánea
d) La filosofía de la religión
·, lbídnn, p. 173.
4U
38
El idealismo alemán
-t9
39
{-listoria de la (iloso[fa contempor"á'""n,_,e~a'---------------
"1
~~f l
"•'"-
a) Vida y obras
l :)()
40
El idealismo alemán
51
41
,p·l
,:¡,
Historia de La filoso/ia contemporánea
i 52
42
b
¡- 1..1 irlealiiJIIw lllmm.fn. n
que tiende hacia la autoconciencia. Naturaleza y espíritu son
respectivamente como el polo positivo y negativo de la totali-
dad, que es un organismo universal. En la naturaleza hay un
continuo desarrollo dinámico que llega hasta la toma de
conciencia de sí misma, mediante el espíritu humano. Esto
¡ trae consigo una visión evolutiva de la naturaleza: las potencias
naturales -Schelling habla fundamentalmente de tres poten-
cias, materia, luz y vida- finalizan en el hombre, donde la natu-
1 raleza se hace consciente de sí misma.
¡ Con su visión dinámica, orgánica y finalista de !o natu-
ral, la filosofía de la naturaleza de Schelling supera tanto la
unilateralidad del subjetivismo fichteano, como el objetivismo
spinoziano y el mecanicismo de algunos autores de la Moder-
nirlad. La naturaleza es la manifestación inmediata y objetiva
del .-\bsoluto, que toma conciencia de sí misma mediante el es-
píritu humano. Por esta razón, la filosofía de la naturaleza y la
filosofía del espíritu únicamente muestran dos perspectivas
distintas del mismo ser absoluto. «La misión del filósofo -se-
úala Copleston- es explicar de qué modo la naturaleza es
ideal, sin restricción alguna, en el sentido de que es un sistema
dinámico, unificado y teleológico en constante desarrollo
hasta alcanzar un punto en el que "uelve sobre sí misma, en y a
traYés del espíritu humano. Una vez expuesto este modelo de
la naturaleza, podemos comprender que la vida de las repre-
sentaciones no es algo simplemente ajeno y contrapuesto al
mundo objetivo de tal modo que origine el problema de la co-
rrespondencia entre lo subjetivo y lo objetivo, lo ideal y lo real.
La \ida de las representaciones es el conocimiento que la natu-
raleza tiene de sí misma; es la actualización de la potencialidad
de la naturaleza por la que el espíritu adormecido llega hasta
la conciencia>>9.
Dado que naturaleza y espíritu son ~olo dos caras o dos
aspectos distintos de un mismo ser, !"-filos fía del espíritu -filoso-
9 Ibídem, p. 91.
53
43
Historia de la {iloso{ia contemporánea
44
~ :->4
El idealismo alemán
.SS
45
Hiatoria de la filosofia contemporánea ~,
e) La filosofía de la identidad
56 46
r
'!~
El idealismo alemáf!.
.)7
47
~,.
1
' \\'. SI!EI.l.l~l;, Philosof>hie und Religion, en Schellings Werke, I\', p. 28.
11 /hidrm, p. 47.
:-,g
48
El idealismo alemán
'' Gino Piovesana subraya el influjo que ruvo la filosofía ::"la natma·
leza de Schelling en Rusia en los años 1830-40: Serrara en rea::üd de una
lecmra. de Schelling hecha por aficionados, que cumplía la fur. :t<.ltl dt' llH'·
diación entre filosofía v religión. Cfr. G. PIOVESA.'\A, Storia ritlfJn.:::n'O Jilnwjím
russo, Paoline, Cinisello Balsamo 1992, pp. 88-89.
59
49
GIOVANNI REALE y DARIO ANTISERI
Tomp TERCERO
BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1988
Versión castellana de JUAN Anonés lctssms. de ia obra de
Giovanni Ria/mz y Dmuo Amisem. Il pensíero occidemalc dallc arigíni ad oggi.
torno lll. Bditricc La Scuola. Brescia "l984
Ilustraciones: Arborio Mella, Ballarin Bild, Costa . Farabola . Garzant'1. L orcs R'wa. Lottc Mittncr.Graf
Tomsich
100
Escritos
muy jóvenes sus obras maestras, él llegó lentamente a su meta. Sin embar-
go, los sistemas de sus contemporáneos, a los que él alude, fueron auténti-
cos sueños que se desvanecen al llegar la mañana, mientras que las ideas
de Hegel, en lo bueno y en lo malo, han constituido un componente básico
del pensamiento occidental.
101
Hegel
102
¿Í Génesis del pensamiento
punto (cf. p. 70ss.). Hegel va aún más allá. Según Fichte el «yo» se pone a
sí mismo, en la medida en que es pura actividad que se autopone, y opone
(de manera inconsciente) a sí mismo el «no yo», esto es, un límite que
luego trata de superar de forma dinámica. A lo largo de este proceso, el
«yo›› fichteano jamás llega a una meta definitiva, dado que el límite avan-
za y se aleja hasta el infinito, pero nunca resulta superado por completo.
Para Hegel este infinito, que puede configurarse como una recta que
avanza sin limitación alguna, constituye un «mal infinito», un infinito fal-
so, puesto que es un proceso inacabado, en la medida en que jamás llega
del todo a su propio fin u objetivo, y el ser y el deber ser permanecen
escindidos de forma perenne, en una especie de carrera sin final. Por
consiguiente, afirma Hegel, Fichte no logra recomponer la escisión entre
=«yo_››_ y__«ne_y_o›_›_,, sujeto y objeto, infinito y finito. Pór lo ta_nto, en Fichte
=si_gue_habi_endo una no superada oposición o antítesis estructural, que hay
que superar. _ _
Schelling ya había realizado un intento de superar tales escisiones me-
diante su filosofía de la identidad, que Hegel en un primer momento
considera __como un punto de vista más elevado que el de Fichte. Sin
-embargo, la concepción de la realidad como identidad originaria entre
«yo$› y «no yo», entre .sujeto y objeto, entre infinito y finito, tal como la
había defendido Schelling, muy pronto fue considerada por Hegel como
vacía y artificiosa, ya que en realidad no deducía ni justificaba sus conteni-
dos, presuponiéndolos como algo dado, y a continuación los cubría con el
manto de una -indiferencia o una identidad abstracta y extrínseca. Tal
concepción fue considerada por Hegel como una «disolución de todo lo
diferenciado y determinado», como un precipitar todas las diferencias «en
el abismo de la vacuidad», porque dicha noción no era consecuencia de un
desarrollo coherente y, por lo tanto, no se justificaba así misma. Se com-
prende, por lo tanto, la célebre afirmación que aparece en la Fenomenolo-
gía (y que provocó la ruptura de la amistad entre Hegel y Schelling), según
la cual lo absoluto de Schelling es como «la noche en la que todas las vacas
son negras», y la filosofía de la identidad- de Schelling «es ingenua y
falilla».
Por consiguiente, la postura de Hegel es clara. El espíritu se autogene-
ra, generando al mismo tiempo su propia determinación y superándola
plenamente. El espíritu es infinito, no por una mera exigencia, como
pretendía Fichte, sino de un modo que siempre se actualiza y se realiza a sí
mismo, como continuada posición de lo finito y al mismo tiempo como
superación de lo finito mismo. El espíritu, en cuanto movimiento, produ-
ce de'modo paulatino los contenidos co-determinados y, por lo tanto,
negativos (Spinoza ya había dicho que omnis determinatio est negatio). Lo
infinito es lo positivo que se realiza mediante la negación de aquella nega-
ción que es propia detodo lo finito, es la eliminación y superación siempre
activa de lo finito. Este, en sí mismo, posee una existencia puramente
ideal o abstracta, en el sentido de que no existe por sí mismo como algo
opuesto a lo infinito ofuera de éste, lo cual -en opiniónde Hegel- consti-
tuye «la principal proposición de toda filosofía». El espíritu infinito hege-
liano es como un círculo; en el que principio y final coinciden de manera
dinámica, como un movimiento en espiral dentro del cual lo particular
siempre 'está puesto en lo universal y siempre se resuelve dinámicamente
106~
La realidad como espíritu
107
Hegel
que constituye el «ser otro» o «fuera de sí››; 3) uii tercer momento que
constituye el «retorno a sí» o el «ser en sí y para sí». El movimiento o
proceso autoproductivo de lo absoluto posee un ritmo triádico, que se
manifiesta a través de un «en sí», un «fuera de sí» y un «para sí». (o «en sí y
para sí»). Recordemos un ejemplo particular, mencionado por el propio
Hegel. «Si [...] el embrión es en sí el hombre, no lo es sin embargo para sí;
sólo es para sí como razón desplegada››; y sólo ésta es su realidad efectiva.
La semilla es en sí la planta, pero tiene que morir en cuanto semilla, y por
lo tanto salir fuera de sí, para convertirse desplegándose en la planta para
si (o en sí y para sí). Los ejemplos se podrían multiplicar a placer, ya que
este proceso se verifica en todos los momentos de lo real, como hemos
dicho antes.
Esto también se lleva a cabo, en un grado más elevado, en la realidad
considerada en conjunto. Se hace así evidente por qué Hegel habla de lo
absoluto como de un círculo de círculos. Considerado como conjunto, el _\
círculo de lo absoluto también sigue el ritmo triádico del «en sí», el «fuera K.
de sí» y el «retorno a sí», y a estos tres momentos se los denomina «idea», ¡.›
«naturaleza›› y «espíritu›› (en sentido fuerte) respectivamente. Al igual
que en el proceso que lleva desde el embrión hasta el hombre, mediante
un desplegamiento de aquél, es siempre la realidad misma la que evolucio-
na actualizándose y llega a ser ella misma, lo mismo ocurre también con lo
absoluto: la idea (que es el logos, la racionalidad pura y la subjetividad en
sentido idealista) posee en si misma el principio de su propio desarrollo y,
en función de éste, primero se objetiva y se hace naturaleza alienándose, y
luego, superando dicha alienación, llega a ser ella misma. Por eso Hegel
puede añrmar con razón que el espíritu es la idea que se realiza y
se contempla a través de su propio desarrollo.l_En tales circunstancias, se
comprende la triple distinción de la filosofía hegeliana en 1) lógica, 2)
filosofía de la naturaleza y 3) filosofía del espíritu. La primera estudia la
idea en sí, la segunda, su alienarse, y la tercera, el momento del retorno a
sí. Véase este esquema ilustrativo que resume la cuestión:
A propósito del significado de lo especulativo. hay que recordar asimismo que se entien-
de por «especu|alivo›› lo que en otros tiempos, sobre todo en relación con la conciencia
religiosa y su contenido, se solía definir como «místico››. Cuando hoy se habla de mística, se
acostumbra a hacerlo en el sentido de considerar este término como equivalente a algo
misterioso c incomprensible, y luego, según la diversidad dela propia formación y del propio
talante, se acostumbra a considerar que esto que es misterioso e incomprensible es algo
auténtico y verdadero, o bien se trata de una superstición y una ilusión. A este respecto hay
que observar, antes que nada, que lo místico cs sin duda misterioso, pero sólo para cl
intelecto, y sencillamente porque la identidad abstracta es el principio del intelecto, mientras
que lo místico (como equivalente a lo especulativo) es la unidad concreta de aquellas deter-
minaciones que sólo valen para el intelecto en la medida en quese hallan separadas y
113
Hegel
' -
hemos visto °
el cnsamiento ' ' absti-acto
intelectivo
°°""aP'~'°stas ['"]: Ahma bfçn' ml como estra más bien como un continuo suP°f¦"'5° 3
f o definitivo que se ¡108 1110 , .
es algo° mn poco Ye en su o uesto' lo racional › como tal › consiste en cambio -en abarcar los
síliiìeìliotš yeiioggiiãišiiio comopmomentos ideales. Por lo tanto, todo lo racional hay que\
op . 'D ' _ ¢ e 0 * ' '
deïinirio al mismo tiempo como mistico, lo cual significa unicamente que va mas alla (le
intelecto, pero en absoluto que haya que considerarlo como algo inaccesible e li'iC0mpl'enSi-
ble para el pensamiento,
114
3. LA i=iaNoMBNoi.ocíA Dai. Bsríiuru
116
l~`eiionienología del espiritu
117
TABLA I
ESQUEMA DE LAS ETAPAS_Y DE LAS FIGURAS
DE LA «FENOMENOLOGIA DEL ESPIRITU›'›
1. certeza sensible
1. CÓNCÍENCIA l 2. percepción
3. intelecto
independencia y dependencia de la autoconciencia
2. AUTOCONCIENCIA (senorío y servidumbre)
estoicismo
liberación de la autoconciencia escepticismo
conciencia infeliz
1. observación de la naturaleza
ì 2. observación de la autoconciencia en su pu
_ reza y en su relación con la efectividad ex-
1. razón observadora terna (leyes lógicas y psicológicas)
3. observación de la relación entre la autocon-
ciencia y su efectividad inmediata (fisiognó
mica y frenología)
3. RAZÓN 1. el placer y la necesidad
2. actuación por sí misma de la - 2. la ley del corazón y el delirio de la
conciencia racional presunción
3. la virtud y el curso del mundo
1. el reino animal en el espíritu
3. la individualidad que es real .en si y para sí 2. la razón legisladora
3. la razón examinadora de las leyes
3. 'SABER ABSOLUTO
N.B. El saber absoluto representa la totalidad de los momentos en su sintclicidad. Al final de la Fuiomendlogia, en efecto, en la sección acerca
saber absoluto vuelven todas las etapas y figuras precedentes, como algo evocado (no en cuanto resumen). La ultima etapa no es más que la total: a
viviente de todas las etapas
Hegel
120
lwiiuiiiciitilugiai tlct cspii iiu
3.2.4. La razón
3) La razón nace en el momento en que la conciencia adquiere «la
certeza de ser toda la realidad». Esta es la postura propia del idealismo.
Las*etapasƒenomenológicas de la razón (o del espíritu que se manifiesta
como razón) constituyen las progresivas etapas dialécticas mediante las
cuales,se va adquiriendo esta certeza de ser todas las cosas, es decir, la
adquisición de la unidad entre pensar y ser. Estas etapas repiten los tres
momentos examinados "antes, pero en un grado más elevado, como en una
espiral que asciende mediante un movimiento que siempre vuelve a sí
mismo, describiendo círculos cada vez más amplios. El grado más alto
consiste en el hecho de que ahora la conciencia -en cuanto razón- sabe
que es unidad de pensamiento y de ser, y. las nuevas etapas a este nivel
consisten en v`erificar dicha certeza. Surgen así las tres etapas A) la razón
que observa la naturaleza; B) la razón que actúa y C) la razón que adquie-
re la conciencia de ser espíritu,
A) La razón que observa la naturaleza está constituida por la ciencia
de la naturaleza, que desde el principio se mueve en el plano de la con-
ciencia de que.el mundo es cognoscible por la razón, y por lo tanto es
racional. En la actualidad esta parte de la Fenomenología ha quedado
bastante obsoleta, ya que los parámetros que utiliza Hegel son los que
corresponden a la ciencia de su tiempo', o incluso a algunas pseudocìencias
como la fisiognómica de Lavater y la frenología de Gall, que son refutadas
por Hegel, pero sin que tal refutacìón posea ya ningún interés para nos-
otros. El propio Hegel resume así la tesis de fondo que es característica de
esternomento: «Ahora la razón muestra un interés universal por elmun-
do, ya que está segura de tener en el mundo su propia presencia o está
convencidade que dicha presencia es racional. La razón busca su “otro”,
sabiendo que en-ello no poseerá nada más que a sí misma; sólo busca su
propia infinitud» Hegel extrae la conclusión de que la razón que observa
«después de haber escudriñado todas las vísceras de las cosas, después de
haberles abierto todas las venas, como esperando desangrarse ella misma,
la razón no alcanzará tanta suerte; primero tiene que llegar a un acaba-
miento en si inisma, para luego lograr una experiencia de su perfección».
La razón para hallarse a sí misma en su «otro›› tiene que superar el mo-
mento observador y pasar al momento activo o práctico, el momento en
que la razón ya no contempla, sino que actúa moralmente.
B) La razón que actúa repite en un plano más alto -el dela certeza de
ser todas las cosas- el momento de la 'autoconciencia (cf. antes, p. 120). El
122
Fenomenología del espíritu
3.2.5. El espíritu
co tiene lugar con el Imperio romano (sobre todo durante el período que
transcurre entre los Antoninos y Justiniano) gracias a la creación de la
persona jurídica. Todos los hombres, sea cual fuere su origen, podían
obtener en aquel momento la ciudadanía romana, y se les reconocía como
personas jurídicas. Sin embargo, esta nivelación, que elimina todas las
diferencias, es algo abstracto. De tener todos los derechos se pasa -con
facilidad a no tener ningún derecho. Como antítesis de tal situación nace
el César, el amo del mundo. El individuo ha llegado a un extrañamiento
de su substancia ética, y por lo tanto se escinde de ella.
B) El momento de la escisión llega a su culminación en la Europa
moderna, donde la conciencia, al desvanecerse la unidad que había sido
característica del mundo medieval, se encamina a un autoextrañamiento,
dirigiéndose de forma preponderante a la conquista del poder y de las
riquezas. a) Este es el momento de la cultura, pero de una cultura fatua,
que todo lo critica y todo lo disuelve de un modo frenético, acabando por
autodestruirse. Se comprende, pues, que la fe se tome la revancha, con-
traponiendo otro mundo a la unidad del mundo de la cultura (Hegel
vuelve así al tema de la conciencia infeliz). No obstante, a la fe se le
contrapone la intelección pura, que vuelve a defender los derechos -de la
razón. b) Esta contraposición se eleva a un conflicto del máximo nivel con
la ilustración. Esta ha tenido el gran mérito de haber fortalecido la razón
(Hegel eleva la ilustración a figura del espíritu), pero tuvo como efecto
negativo el haber disuelto toda la realidad, transformándose en una espe-
cie de «furia por suprimir», salvando únicamente lo que era útil y redu-
ciendo todas las cosas al restringido valor de «servir para otras cosas».
c) Sin embargo, la absoluta libertad de la ilustración está vacía, así como
está vacío su igualitarismo, y el resultado de todo esto fue el Terror (como
ocurrió en la revolución francesa) que, una vez eliminadas todas las jerar-
quías sociales, y en general todas las diferencias, se rebela contra todo y
contra todos, y acaba por rebelarse dialécticamente contra sí mismo, auto-
anulándose.
C) El espíritu vuelve a la conciliación consigo mismo a través de la
moralidad. a) El primer momento de este retorno es el que fue expresado
por la moral de tipo kantiano, que proclama el deber por el deber, pero se
muestra incapaz de señalar cuál es el contenido de ese deber. b) Cae, por
lo tanto, en una distorsión estructural, reintroduciendo de modo subrepti-
cio aquellos contenidos y fines que pretendía (en apariencia) mantener
fuera de su razonamiento acerca del puro deber por el deber. c) De dicha
situación emerge dialécticamente la figura de la escrupulosidad, que es-el
«simple actuar conforme al deber, que no se dedica a cumplir este o aquel
deber, sino que sabe y hace aquello que es específicamente justo», ya que
es conciencia efectiva del deber concreto y une en una síntesis la abstrac-
ción kantiana con la concreción histórica de la vida. Esta escrupulosidad
puede degenerar en la escrupulosidad de la romántica «alma bella» (cf.
anteriormente, p. 51), que se convierte en tan escrupulosa que no quiere
comprometerse con ninguna acción, no soporta la realidad y acaba por
volverse loca o tuberculosa (¿referencia quizás a Höldcrlin y a Novalis?).
Empero, la escrupulosidad del alma bella no actúa, y sin embargo emite
juicios (por lo general, condenatorios) sobre quien actúa. Este conflicto
entre «yo» juzgador y «yo›› juzgado se ve superado a través de una síntesis
125
Hegel
4. LA Lóeicx
4.1. La nueva concepción de la lógica
'1. cantidad específica: a) cuanto especíñco - b) medida especificadora - c) ser para sí en la medida
2. medida real: a) relación entre medidas independientes - b) línea nodal de relaciones de medida -
3. medida i c) lo carente de medida
3. génesis de la esencia: a) la indiferenciación absoluta - b) la indiferenciación como relación in-
t versa entre sus factores - c) pasaje a la esencia
-
1. concepto: a)_ universal '
_- b) particular -_¢_') ln
' dividuo _ _ . - - d . . . de
es¡da¿ _ ¿) ¡mag
2, juicio: a) juicio de existencia - b) juicio de rBfl0XlÓ11 C) lU1°l° ° “ec
1. subjetividad concepto _ _ . . _ - - '6 . 'l ' sm ode necesidad
3, silogismo: a) silogismo de existencia b) silogismo de reflexi n C) S1 081
- -dad. G) ej objeto mecánico - b) el proceso mecánico - c) el me¢anìSI110 HUSOIUÍO
1. mecanici . _ _ . . - _ 1 'ó de la reactividad
2_ ¡-eagiivìdad quimica: a) el objeto quimico - b) el proceso c) a superaci n
3. concepto 2 - objetividad . .
quimica _ _ . _ - d
3. teleología: a) el fin subjetivo - b) el m¢dl0 C) °¡ fm 'cama °
_ _ . . . - › _b 1 vital- c) el género
” .i
3. i ea ji'3 -. if.iåÍÍ`d“2iÍÄ1{`°då§lf"åiÉiiif-§°d=
la idea absoluta
' 13 Í-35:58-SÍ) la idea de bie*
_ . - ° d - en su conexión
i categorias ~ dialéctica
' ° estnictiir¦_I l . la síntesis viviente que las
N.B. La idea absoluta constituye la totalidad orgfâlšlglcïã ïtfàdï läìaâi desplegarsc con p¡cmm¿
Hegel
sin ningún velo. Lo cual se puede expresar también diciendo que este
contenido es la manifestación de Dios, tal como él es en su esencia eterna,
antes de la creación de la naturaleza y de un espíritu finito.›› Préstese
mucha atención a esta afirmación referente a «Dios tal como era antes de
la creación etc.››. No significa lo mismo que en el contexto de la filosofía
clásico-cristiana, ya que para Hegel lo absoluto es proceso, es el resultado
de un proceso (autorresultado), de manera que el máximo resultado no se
obtiene en el momento inicial sino en el final y, por lo tanto, no en el Dios
que es objeto de la lógica, sino en el Dios tal como es después de la
creación, el Dios que conoceremos a través de la filosofía del espíritu. El
Dios anterior a la creación, en cierto modo, es un minus en comparación
con el espiritu posterior a la creación. Aquél representa el momento de la
tesis, mientras que éste representa el momento de la síntesis. El Dios de
la Lógica es el elemento puro del pensamiento (el logos)°que primero \
La lógica del ser, que avanza como sobre un plano, se divide en lógica
de 1) la cualidad, 2) la cantidad y 3) la medida.
1) La cualidad es la determinación conceptual más inmediata, que
coincide con la cosa; en efecto, al pensar una cosa, la captamos de in-
mediato como «un cual». 2) En la cantidad se niega la cualidad y se la
considera como indiferente (el cuanto prescinde del cual). 3) La medida es
la sintesis que suprime y conserva los dos momentos precedentes, ya que
se pone como unidad entre cualitativo y cuantitativo, como «cuanto cuali-
tativo», es decir, como regla de todas las operaciones de medida (y la regla
de la medida es justamente una sintesis cualitativocuantitativa).
El comienzo absoluto de la Lógica está constituido por la primera
triada con la que se inicia el avance lógico de la primera categoría (la
categoría de la cualidad), y representa el punto más discutido -con gran
diferencia sobre los demás- de toda la lógica hegeliana y quizá de toda la
obra de Hegel. Dicha triada está formada por a) ser; b) no ser; c) devenir
(cf. tabla ir, p. 128). Se han formulado innumerables interpretaciones y
exégesis al respecto. Se ha llegado incluso a afirmar que, en realidad, en
este comienzo se encuentra ya toda la lógica y toda la metafísica. Ser, no
ser y devenir, en efecto, resumen todo lo que es y todo lo que puede ser
pensado o dicho. A decir verdad, sin embargo, lo mismo podría repetirse
por motivos diversos en el caso de muchas de las tríadas siguientes, o
incluso de todas-. Si se ha entendido lo que antes hemos expuesto, no
habrá ningún motivo- de asombro, ya que Hegel afirmó expresamente que
las categorías de su lógica se limitan a expresar lo absoluto en un grado
progresivamente más elevado (y por lo tanto las sucesivas tríadas lógicas
expresan siempre todo, de un modo cada vez más articulado).
Sin embargo, la primera triada de la lógica hegeliana resulta de un
particular interés, ya que subsume las posturas de la metafísica griega más
antigua (la de los presocráticos y, en especial, la de Parménides y Heracli-
132
La lógica
to; cf. volumen i, p. 42ss y 55ss), es decir, las primeras formas en que se
pensó y se habló de lo absoluto. Reaparece así el fondo de la historia
del pensamiento occidental, de una manera muy atractiva, como inicio del
primer círculo de la espiral que irá ascendiendo gradualmente en círculos
cada vez más amplios. Las dificultades más importantes que se han encon-
trado en esta primera triada dialéctica con frecuencia se han debido a no
tener en cuenta con todas sus consecuencias el hecho de que pensamiento
y realidad coinciden en Hegel,y el movimiento ser/no-ser/devenir es al
mismo tiempo un movimiento de lo real y del pensamiento.
Este avance triádico se produce de la siguiente forma. Si pienso el puro
ser (ser carente de toda determinación), en último término estoy pensan-
do algo que no es nada (determinado). El pensar vacío no es un verdadero
pensar. El pensamiento es movimiento, y como tal se lleva a cabo en
cuanto devenir, y este devenir supone precisamente un continuo paso
desde el ser hasta el no ser (y viceversa). Como ha puesto de manifiesto un
destacado especialista en Hegel -H.G. Gadamer- el devenir es la verdad
del pensar (si inmovilizásemos el pensamiento, dejaríamos de pensar), al
igual que es la verdad de lo real. Así, ser y nada quedan superados por su
síntesis, y sólo poseen realidad en ésta (como ya habia sostenido Heracli-
to, aunque sobre un plano meramente objetivista; cf. volumen i, p. 44):
El devenir (la primera triada dialéctica) desemboca en el existir, en 1)
algo (determinado) que, como tal (en la medida en que toda determina-
ción es una negación), no es todas las demás cosas (tesis).'2) De esta
manera, el «algo›› exige otro «algo›› (antítesis). 3) Por lo tanto, se tendrá
(síntesis) un devenir en un plano más elevado en comparación con la
triada anterior, esto es, un devenir determinado y diferenciado.
Hacemos expresa referencia a esta segunda triada y no sólo a la prime-
ra (recuérdese siempre la tabla ii), porque en ella Hegel conecta sus
importantes observaciones sobre el falso y sobre el verdadero infinito, y
también sus consideraciones sobre la negatividad y la no verdad de lo
finito, y sobre la verdad del idealismo, que consiste justamente en la
denuncia de la no-verdad de lo finito.
Comencemos por la cuestión del falso y del verdadero infinito. El
«algo›› remite -por su propia naturaleza, que consiste en ser determinado-
a otro «algo››, es decir, a algo más, y éste a otro, y así sucesivamente, hasta
el infinito. Sin embargo, el infinito que se configura de este modo no es
más que una «huida de lo finito», que avanza en línea recta sin final. De
acuerdo con Hegel, esto no es para nada el verdadero infinito, sino única-
mente el falso -infinito característico del intelecto, un tipo de infinito en el
que Fichte mismo quedó anclado. El verdadero infinito es el infinito de la
razón, que no es como una recta que avanza sin final, sino como-un
círculo, o mejor dicho, como un proceso circular «que consiste en llegar
hasta sí mismo en el otro». El verdadero infinito es el proceso dialéctico.
Por consiguiente, Hegel lo define como «la negación de la negación, lo
afirmativo, el ser que se ha vuelto a restablecer desde la limitación».
Existe, empero, otro modo falso de entender lo infinito, el propio de la
vieja metafísica que lo concibe como más allá y por encima de lo finito,
como una substancia infinita trascendente. Por lo tanto no habrá que
entender lo infinito a) como indefinido avanzar más allá de lo finito (desde
lo finito hasta lo finito), ni b) como trascendencia (lo infinito como lo
133
Hegel
134
La lógica
136
principio de toda vida y, al mismo tiempo, lo absolutamente concreto. Las cosas son así
como resultado _de todo el movimiento lógico que se ha desarrollado hasta aquí, y por lo
tanto no es necesario demostrarlo en este contexto. Luego, por lo que respecta a la oposición
entre forma y contenido que se establece en relación con el concepto, como algo exclusiva-
mente formal, cabe decir que a dicha oposición -junto con todas las demás oposiciones
determinadas por la reflexión- ya la hemos dejado atrás de un modo dialéctico, superada por
sí misma. El concepto, justamente, contiene en si mismo como superadas todas las anterio-
res determinaciones del pensamiento. El concepto, sin duda, hay que considerarlo como \
forma, pero sólo como forma infinita, creadora, que encierre en sí misma la riqueza de todos
los contenidos y, al mismo tiempo, la liberación de si misma. Así, el concepto se puede
calificar de abstracto; sin ninguna vacilación, si por concreto sólo se entiende lo que es
concreto de manera sensible, en un sentido general, lo que se puede percibir inmediatamen-
te. El concepto como tal, empero, no se deja aferrar con las manos; cuanto se trata del
concepto, el ver y el sentir deben permanecer atrás. De igual modo el concepto, como antes
se observó, es al mismo tiempo lo absolutamente concreto, y lo es justamente en la medida
en que contiene en si mismo, en unidad ideal, el ser y la esencia, y por lo tanto toda la
riqueza de estas dos esferas. Como antes se ha observado, si los diversos grados de la idea
lógica pueden ser considerados como una serie de definiciones de lo absoluto, la definición
de lo absoluto que de ella surge es la que afirma: lo absoluto es el concepto. No hay duda de
que, en este caso, debe entenderse el concepto en un sentido distinto y más elevado que el
propio de la lógica-del intelecto, según la cual el concepto únicamente se considera como
forma de nuestro pensamiento subjetivo, que en sí misma carece de contenido.
5 . LA i=tLoso1=íA DE LA NATURALEZA
5.1. La posición de la naturaleza y su significado en el sistema de Hegel
Después de haber leído la Lógica, se nos plantea el interrogante acerca
de qué puede faltarle todavía al sistema de Hegel, ya que en ella se halla
todo el pensamiento y toda la claridad (lógica + ontología). Sin embargo,
Hegel afirmó que la lógica era «la representación de Dios, tal como es él
en su esencia eterna, antes de la creación de la naturaleza y de un espíritu
finito». En consecuencia, lo que aún falta es precisamente la «creación de
la naturaleza» y, luego, de un «espíritu finito». Los especialistas han indi-
cado que este paso de la idea a la naturaleza constituye el elemento más
problemático y casi inexplicable de la filosofía de Hegel, tanto desde un
punto de vista exegético como desde una perspectiva teórica. Se ha seña-
lado que el lenguaje de la frase citada sólo es metafórico, ya que en Hegel
todo es idea y está en la idea, y por lo tanto la creación de la naturaleza no
puede significar que sobrevenga algo diferente a la idea misma y'sepa-
rado de esa idea. La razón de esta dificultad depende sobre todo del hecho
de que en este punto confluyen una serie de sugerencias procedentes
de orígenes diversos y que conducen a aporías inextricables, que el esque-
ma dialéctico logra unificar en parte, pero no consigue dominar y solu-
cionar.
1) Interviene, en primer lugar, la relevante sugerencia de la procesión
dialéctica característica del neoplatonismo (del cual Hegel era ferviente
admirador), que concebía el desarrollo de la realidad en un sentido triádi-
co (cf. volumen I, p. 3115) como permanencia (mone) - salida (proodos) -
retorno (epistrophe). La idea lógica hegeliana corresponde a la permanen-
138
Filosofía de la naturaleza
TABLA 111
LA F1LosoFíA DE LA NATURALEZA Y sus CATEGORÍAS
1. espacio
1. espacio y tiempo 2. tiempo ,
3. lugar y movimiento
mecánica 2 . matena y movimien- í
0 o o 1. inercia
to mecánica finita 2° ãgítìgue
3.
3. mecánica absoluta
'1. figura
3. fisica de la individua- 2. particularización del
lidad total i cuerpo individual
.3. proceso químico
1. la naturaleza geológica
139
Hegel
140
Filosofía de la naturaleza
primero, lo inmediato, como lo que es, a aquella conciencia que es en primer lugar exterior e
inmediata a ella misma, esto es, a la conciencia sensible. Sin embargo, aunque sea en el
elemento de la exterioridad, la naturaleza es representación de la idea; y en ella se puede
perfectamente -y se debe- admirar la sabiduría de Dios. A Vanini, no obstante, que afirma-
ba que una brizna de hierba era suficiente para dar a conocer el ser de Dios, hay que
responderle que cualquier representación del espíritu, la más baja de sus imaginaciones, el
vaivén de su capricho accidental, cualquiera de sus palabras, constituye un fundamento más
excelente que cualquier objeto natural, para conocer el ser de Dios. En la naturaleza no sólo
ocurre que la actividad de las formas se halla al arbitrio de una accidentalidad carente de
reglas y desenfrenada, sino que a todas las formas les falta por si mismas un concepto de sí.
La naturaleza, en su existencia, llega a su cumbre en la vida; pero ésta, al ser sólo una idea
natural, cae en poder de lo irracional de la exterioridad, y la vitalidad individual en todos los
momentos de su existencia ha de enfrentarse con una individualidad distinta de ella; por eso,
en toda manifestación espiritual se da el momento de la relación libre y universal consigo
misma. Se produce igual equivoco cuando los hechos espirituales en general son menos
estimados que las cosas naturales, debido a que hay que tomar del exterior su materia, y
además no son seres vivos. Como si la forma espiritual no contuviese una vitalidad más alta y
no fuese más digna del espíritu que la forma natural; y la forma en general no estuviese por
encima de la materia; como si, en todos los hechos morales, incluso aquello que puede
llamarse materia no perteneciese únicamente al espíritu: ¡como si en la naturaleza, aquello
que existe de más elevado -lo viviente- no tomase también su materia del exterior! Se aduce
asimismo el siguiente privilegio: la naturaleza, a pesar de toda la accidentalidad d_e sus
existencias, continúa sometida a leyes eternas. Sin embargo, también el ámbito de la auto-
conciencia se halla sometido a leyes eternas: lo reconoce la fe que se tiene en una providen-
cia que guie las cosas humanas. ¿O acaso las determinaciones de esta providencia, en el
campo de los sucesos humanos, sólo tendrían que ser accidentales e irracionales? E incluso
cuando la accidentalidad espiritual, el arbitrio, llega hasta el mal, hasta el mal es algo
infinitamente más elevado que los movimientos regulares de los astros y la inocencia de las
plantas; porque aquel que así se equivoca, sigue siendo espiritu, a pesar de todo.
TABLA IV
LA FILOSOFÍA DEL ESPÍRITU Y SU ESTRUCTURA
CATEGORIAL
*Y
l antropologia P
_ ,, alma
_ _ lo natural
__ _.
(doctrina del alma) l fdmf' ¦'ff"”'b¡°
ñ
alma real
4
1 conciencia
1. subjetivo 2 fenomenología -L 2. autoconciencia
3 I
§
11120!!
7
I espiritu teórico
3 psicologia I 2. espiritu práctico'
EsPíR1Tu = N 3 espíritu libre
¡DBA QUE V
la propiedad
Rec;-RESA l derecho 1
contrato
A si M1sMA I
!\Jt-I
l. familia Q
3. eticidad í_` 2. sociedad civil;
ã
3. Estado -”
1. arte
\ 3. absoluto 2. religión
3. filosofía
N.B. Téngase presente que esta tabla ofrece las categorias del tercer momento dialéctico de la idea (idea que vuelve u si), y
que el momento culminante del espíritu (el espiritu absoluto) representa la totalidad viviente de todas las categorías: l) de
la idea en si (la lógica); 2) la idea fuera de sl (Ia lilosolïa de la naturaleza), además de 3) la idea que vuelve a si. Por lo tanto,
la configuración esquemática sólo la pueden ofrecer en su integridad las tablas ti, tn y tv en su conjunto, de acuerdo con el
esquema indicado en la página 108
144
Filosofía del espíritu
145
Hegel
146
Filosofía de la historia
El Estado, en si y para sí, esta totalidad ética, la realización dela libertad; y la finalidad
absoluta de la razón es que la libertad sea real. El Estado es el espiritu que está en el mundo
y que se realiza en éste con conciencia, mientras que en la naturaleza sólo se realiza en
cuanto distinto de sí mismo, como espíritu adormecido. Sólo es el Estado en cuanto existente
en la conciencia, en cuanto consciente de si mismo, como objeto que existe. En la libertad no
hay que avanzar desde la individualidad, desde la autoconciencia individual, sino únicamen-
te desde la esencia de la autoconciencia; porque -sea o no el hombre consciente de ello-
dicha esencia se realiza como poder autónomo, enel cual cada uno delos individuos aislados
no es más que un momento. El Estado constituye el ingreso de Dios en el mundo; su
fundamento es la potencia de la _razó_n que se realiza como voluntad. En la idea de Estado no
hay que tener en cuenta Estados particulares, instituciones particulares; al contrario, hay
que considerar la idea por sí misma, este Dios real. Todo Estado -aunque se le declare como
algo malo según los principios que se profesen, o se descubran en él este 0 aquel= defecto-
siempre posee en sí mismo, especialmente si pertenece a nuestra época civil, los momentos
esenciales de su existencia. Sin embargo, como resulta mucho másfácil descubrir _un defecto
que entender lo positivo, se cae fácilmente en el error de iolvidar, por encima de los aspectos
particulares, el organismo interior del Estado mismo. El Estado no es una obra de arte; se
halla en el mundo, y por lo tanto en el ámbito del arbitrio, la accidentalidad y el error: un
147
Hegel
comportamiento malo puede desvirtuarlo desde muchos ángulos. Empero, el hombre más
odioso, el_reo de un delito, un enfermo 0 un tullido, continúan siendo hombres vivos; existe
lo afirmativo, la vida, a pesar del defecto; y tal afirmativo es importante, en este contexto.
148
Filosofia de la historia
El espiritu del pueblo cs, esencialmente, un espíritu particular, pero al mismo tiempo no
es más que el espiritu universal absoluto, ya que éste es Uno. El Wcligeist es el espiritu del
mundo, tal como se manifiesta en la conciencia humana; los seres humanos se encuentran en
él, del mismo modo que las realidades individuales se liallan en la totalidad que las contiene.
Este espíritu del mundo se muestra conforme al espíritu divino, que es el espíritu absoluto.
En la medida en que Dios es omnipresente, está en cada hombre, aparece en la conciencia de-
cada uno; y esto es el espíritu del mundo. Puede parecer el espíritu particular de un puebílo
particular: sin embargo, éste constituye un eslabón en la cadena formada por el transcurso
del espíritu del mundo, y este espiritu universal no puede perecer. El espíritu de un pueb 0
es, pues, el espiritu universal en una forma particular.
149
Hegel
150
El espíritu absoluto
presenta la verdad de una forma sensible. Más aún: bajo una forma sensible que posee en
esta apariencia suya un sentido y un significado más altos, más profundos, pero que no
quiere que a través del medio sensible se vuelva aprehensible el concepto como tal, en su
universalidad; precisamente porque la unidad de éste con la apariencia individual constituye
la esencia delo bello y de su producción mediante el arte. Dicha unidad se realiza en el arte,
a decir verdad, también en el elemento de la representación y no sólo en el de la exterioridad
sensible, lo cual ocurre de manera particular en la poesía. Sin embargo, también en ésta, que
es la más espiritual de las artes, se halla presente la unión entre significado y configuración
individual de éste -aunque sea para la conciencia representante- y cada contenido se capta y
se representa de un modo inmediato. En general, aquí hay que establecer de inmediato que
el arte, teniendo como su objeto particular lo verdadero, el espíritu, no puede ofrecer la
intuición de éste mediante los objetos particulares como tales de la naturaleza, por ejemplo,
el Sol, la Luna, la Tierra, las estrellas, etc. Sin duda, éstos son existencias sensibles pero
aisladas, y tomadas por sí mismas ofrecen la intuición de lo espiritual.
Al conceder al arte este lugar absoluto, dejamos explícitamente de lado la representación
antes mencionada, según la cual el arte puede servir para el contenido más heterogéneo
y para otros intereses extraños a él. Por otro lado, la religión se sirve del arte muy a menudo,
para aproximarse al sentimiento o para llevar a una imaginación de la verdad religiosa a
través de la fantasía. En este caso, el arte se halla sin duda al servicio de una esfera distinta
de la suya. Sin embargo, cuando el arte está presente en su máxima perfección, él es quien
posee en sus imágenes el tipo de manifestación más esencial y que mejor corresponde al
contenido de la verdad. En los griegos,-por ejemplo, 'el arte fue la forma más elevada con
que el pueblo se representó a los dioses y se elaboró una conciencia de la verdad. Porgeso los
poetas y los artistas, en opinión de los griegos, fueron los creadores de sus dioses, y los
artistas dieron a la nación una determinada representación del actuar, el vivir y el obrar de lo
divino, y por lo tanto el contenido específico de la religión. Y esto no ocurrió en el sentido de
que tales representaciones y doctrinas ya existían antes que la poesía, en,modos abstractos de
la conciencia, en cuanto proposiciones religiosas y determinaciones del pensamiento en
general, que luego los artistas hubiesen revestido de imágenes y cubierto exteriormentc con
el adorno de la poesía. Por lo contrario, el modo de la producción artística consistió en que
aquellos poetas lograron elaborar lo que se suscitaba en ellos, sólo en forma de arte y de
poesía. En otras fases de la conciencia religiosa, en las que el contenido religioso se muestra
menos accesible a la manifestación artística, el arte en este aspecto posee un campo de, acción
másjimitado.
Este sería el original y auténtico lugar del arte como supremo interés del espíritu. Sin
embargo, al igual que el arte posee su «antes›› en la naturaleza y en la esfera finita de la-vida,
también tiene un adespués», un ámbito que supera a su vez su modo de concebir y de
manifestar lo absoluto. En efecto, el arte continúa teniendo en sí mismo un límite, y por lo
tanto pasa. a formas más elevadas de la conciencia. Dicha limitación determina asimismo el
lugar que acostumbramos a asignar al arte en nuestra vida de hoy. 'El arte ya no vale, para
nosotros, como modo más elevado de darse existencia a sí misma la verdad. En general, el
pensamiento pronto se contrapuso al arte, en cuanto representación que convierte en sensi-
ble lo divino; esto ocurrió entre los judíos y los musulmanes, por ejemplo, e incluso entre los
mismos griegos, como se puede apreciar a través de la firme oposición de Platón a los dioses
de Homero y de Hesíodo. Al avanzar el desarrollo cultural de los pueblos, llega en general la
época en que el arte va más allá de sí mismo. Los elementos históricos del cristianismo, por
ejemplo, la venida de Cristo, su vida y su muerte, ofrecieron al arte, y sobre todo a la
pintura, numerosas ocasiones de desarrollo, y la misma Iglesia cultivó o estimuló el arte. Sin
embargo, cuando el impulso dirigido hacia el saber y la búsqueda, y la necesidad de una
espiritualidad íntima provocaron la reforma, también la representación religiosa se alejó del
elemento sensible y fue reconducida a la interioridad del ánimo y del pensamiento. De este
modo, el «después›› del arte consiste en el hecho de que resulta innata para el espiritu la
necesidad de verse satisfecho sólo desde su propio interior, como auténtica forma 'de la
verdad. En sus comienzos, en el arte sigue subsistiendo algo misterioso, un presentimiento
lleno de misterio,-un cierto recelo, porque sus producciones todavía no han extraído todo su
contenido a través de la intuición imaginativa. Pero cuando el contenido acabado ha -sido
puesto acabadamente de relieve a través de formas artísticas, el espíritu previsor- regresa
desde tal objetividad, alejándola de sí, en su interior. Esta época es la nuestra. Cabe esperar,
en efecto, que el arte se eleve y se perfeccione cada vez más, pero su ferina dejó de ser la
suprema necesidad del cspintu. Y aunque podamos hallar excelentesìlas imágencsjdc los
dioses griegos y ver representados con dignidad y a la perfección a Dios Padre, a Cristo y a
María, esto ya no basta, sin embargo, para que nos pongamos de rodillas.
151
Hegel
b) El siguiente ámbito que supera al reino del arte está constituido por la religión. La
religión posee como forma de su propia conciencia la representación, en la medida en que lo
absoluto se traslada desde la objetividad del arte hasta la interioridad del sujeto y se ofrece
ahora de un modo subjetivo a través de la representación, de modo que el corazón y el ánimo
-la subjetividad interna, en general- se convierten en momento fundamental. Podemos
caracterizar este avance desde el arte hasta la religión diciendo que para la conciencia
religiosa el arte cs sólo uno de sus elementos. En efecto, si la obra de arte presenta la verdad
de un modo sensible, el espiritu en cuanto objeto, y concibe como conforme esta forma de lo
absoluto, la religión le añade la devoción de lo interior que se relaciona con el obje-
to absoluto. En efecto, la devoción no pertenece al arte como tal. Nace exclusivamente del
hecho de que ahora penetra en el ánimo del sujeto precisamente aquello que el arte convier-
te en objetivo en cuanto sensibilidad externa, identificándose con ello el sujeto, de manera
que esta presencia interna en la representación y la intimidad del scntiiniento se convierte en
elemento esencial para la existencia de lo absoluto. La devoción es el culto de la comunidad
en su forina inás piira, más interior, más subjetiva; eii dicho ciilto se devoi .i y se digicre -por
así decirlo- la objetividad, y sii conteiiido, carente aliora de tal objetividad, se convierte en
propiedad del corazón y del ánimo.
c) Lajilosofia, por últinio, es la tercera forma del espíritu absoluto. En efecto, la religión
-para la cual Dios es primero para la conciencia un objeto externo, dado que antes hay que
apreliender qué es Dios y cómo se lia revelado y se revela- se vuelca despiiés en el elemento
interno, empuja y llena a la comunidad; pero la interioridad de la devoción del ánimo y de la
representación no es la forma más alta de la interioridad. El pensamiento libre es el que
constituye esta forma purisìma del saber; en éste la ciencia lleva a la conciencia un contenido
idéntico, convirtiéndose así el culto a lo más espiritual -el apropiarse y el saber conceptual-
mente a través del pensamiento- lo que de otro modo sólo seria contenido de sentimiento o
representaciones subjetivas. De esta manera, se unifican cn la filosofia los dos elementos del
arte y de la religión: la objetividad del arte, que aqui ha perdido, sin duda alguna, la
sensibilidad externa, pero ha encontrado su compensación en la forma suprema delo objeti-
vo, en la forma del pensamiento, y la subjetividad de la religión, que es purificada en cuanto
subjetividad del pensamiento. Por un lado, el pensamiento es la subjetividad más íntima,
más específica; y el verdadero pensamiento, la idea, es al mismo tiempo la universalidad más
objetiva y más efectiva que se puede captar en su propia forma sólo en el pensamiento.
153
Hegel
154
NICOLÁS ABBAGNANO
HISTORIA DE LA
FILOSOFÍA
Volumen 3
Traducción de
JUAN ESTELRICH
y
J. PÉREZ BALLESTAR
HORA, S.A.
BARCELONA
106
CAPITULO IX
MARX
107
MARX 179
607. ANTROPOLOGÍA
108
ter...
180 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
109
.te
MARX 181
110
1 82 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
interviene todo el hombre, con sus necesidades y con su razón, con sus
intereses y su ciencia, pero también interviene en su actitud práctica y
activa, es decir, en cuanto se manifiesta y actúa en el trabajo —no en su
actitud teorética contemplativa como hombre moral, religioso, filosófico, es
decir, como "conciencia" : ya que la conciencia (como veremos en seguida)
es el reflejo de su actividad productiva. Marx entiende de modo articulado,
no rígido, la relación entre las fuerzas productivas de los individuos y las
formas que las mismas determinan, de las relaciones sociales y de la
conciencia que las refleja. El desarrollo de las fuerzas productivas se verifica
de modo distinto entre los pueblos o grupos humanos distintos, y sólo
lentamente y de modo asimismo desigual determina el desarrollo de las
formas institucionales correspondientes. De ello se deduce que estas formas
continúan a veces sobreviviendo aun cuando hayan aparecido nuevas fuerzas
productivas que tienden a destruirlas y a suplantarlas con formas nuevas; o
que, en el interior mismo de un grupo, "los individuos tienen desarrollos del
todo distintos"; o que, en general, la conciencia pueda aparecer a veces más
avanzada respecto a la situación empírica contemporánea, de manera que en
las luchas de un período posterior se puede apoyar, como autoridad, en
teóricos anteriores" (Ib., p. 71). En otros casos, como en Norteamérica, el
proceso de desarrollo comienza "con los individuos más evolucionados délas
viejas naciones y, por tanto, con la forma de relaciones más desarrollada,
correspondiente a estos individuos, incluso antes de que esta forma de
relaciones pueda imponerse a otros países" (Ib., p. 71). Esto quiere decir que
la reducción, operada por Marx, del individuo (es decir, del ser humano) a las
relaciones sociales, no implica para nada el aplastamiento del individuo mismo
bajo las formas ya realizadas de tales relaciones ni el determinismo riguroso de
tales formas bajo la estructura de cada uno de los individuos humanos.
Pero según Marx, todo ello no hace sino demostrar el carácter social del
hombre. Como la sociedad produce al hombre en cuanto hombre, dice
Marx, así también la sociedad es -producida por él" (Manuscritos
económico-filosóficos de 1844, trad, ital., I I I , p. 259). La naturaleza misma,
con la que cada hombre, como ser viviente, se halla en relación, se humaniza
únicamente en la sociabilidad convirtiéndose en un vínculo entre hombre y
hombre y en el fundamentó de la existencia común. "La sociedad, dice
Marx, es la perfecta consustanciación del hombre con la naturaleza, la
verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo realizado del hombre
y el humanismo realizado de la naturaleza" (Ib., p. 260). Las mismas
actividades individuales (por ejemplo, la actividad científica) no son menos
sociales que las actividades colectivas públicas: no sólo porque emplean
instrumentos, por ejemplo, el lenguaje, que son productos sociales, sino
porque su fin o su destino es la sociedad misma. ' El individuo es un ente
social. Su manifestación de vida —aunque no aparece en la forma directa de
una manifestación de vida común, vivida juntamente con otros— es una
manifestación y una afirmación de vida social" (Ib., p. 260). Lo que le
distingue al individuo es simplemente su modo mas específico o más
particular de vivir la vida del género humano. "La muerte, dice Marx,
aparece como una dura victoria del género sobre el individuo y una
contradicción de su unidad; pero el individuo determinado es solamente un
ente genérico determinado y, en cuanto tal, mortal" (Ib., p. 261).
111 ,, í*
MARX I83
112
1 84 L-\ FILOSOriA DEL ROMANTICISMO
113
MARX 185
609. EL COMUNISMO
114
186 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
115
MARX 187
116
M"i-,
188 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
610. LA ALIENACIÓN
117
MARX 189
118
190 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
119
MARX 191
611. LA DIALÉCTICA
120
1 92 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
612. ENGELS
121
MARX . 193
122
194 LA FILOSOFIA DEL ROMANTICISMO
BIBUOG RAFIA
123
663840
Historia de la filosofía
.IV. Filosofía contemporánea
Mariano Fazio
Francisco Fernández Labastida
Palabra
l
Zi!CQ l":eliUN-
124
U l\· A Yi
.~:BLiOTt=e ~ ct=NTRAL
C C., Si F b 'e 7.::...:---
_:¡_ s.J1:} &___·
- ·- - •»---- ~ __ ....,.._,_.....,.,..,_..--
.l9'S,__,;,:; Q\~ .
r·l "·',e,; 1L
"li:M. <'.DCJ~42
Co.ecciór: Albatros
D1rector de la colección: Juan Manuel Burgos
l .. -~
125
~---. ~-- -~
--
Capítulo II
S0REN KIERKEGAARD
-----
119
126
Historia de la filosofía contemporánea
120
127
Soren Kierke;zaard
121
128
Historia de la filosofia contl!mporánea
-122 129
Soren /úerkegaaTYI
12:3
130
Historia de la filosofía contemporánea
1 1/Jidt·m. p. 2G.
124
131
Seren Kíerkegaard
1·)0:
-·.J
132
Historia de la !iloso{ia contemporánea"'----------------
~~~-
1~(¡
133
St'Jren Kierkegaard
a) El estadio estético
127
134
Histor,ia de la filosofia contemporánea
:r
'<'Mi-
':;·:-
128
135
~~
---------------------------------~------~S~o~~n}(rerkegaand
b1 El estadio ético
129
136
lli.vtoda de la lilosolia contemporánea
· /hit!nn, p. 46.
130
137
S0ren Kierkee:aard
e) El estadio religioso
131
138
·JI l
l.b'#an'a dt> la filosoffa conlr!.!JJ2!.!.!"'Ínt'tl
1:32
139
_______•'i.Pfl!fl Kierkr¡qgrd,
ll Ídf7'1,, p. 73.
1~ Íd{T;, p .. 58.
1" Posu/ia conci,;;iva non scientifica alle •. Briciole di Filosofia .. , r•. OfJe'l'l'.
1:13
-+-
140
lli.~toria de la {iloso[ia contemporánea
***
Kierkegaard presenta una de las críticas más radicales al
sistema hegeliano, con su revaloración del singular como in&·
YÍduo dotado de dignidad, y con la función central de la fe
p.lLI alcanzar d Absoluto. De Kierkegaard parten diversas co-
rnclltcs filosóficas contemporáneas, como algunas manifesta-
, h 'tH·s del personalismo y del existencialismo. Su obra pasó
1:1.111\-ntida en su siglo. pero a partir del siglo x.:x asistimos a
,., !lndnn.
134
141
~.
S0ren Kierkegaard
1.:).)
142
HISTORIA DE LA FILOSOFIA
Siglo veintiuno
Volumen 8
)J((]
siglo
veintiuno
editores
143
)J((I
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACAN, 04310, MEXICO, D.F.
144
1 ,¡ '\· : ~,~·,;.'
"'·~ '/
:¡¡_ 'i', ,·<
(
,,
'\
Schopenhauer nació en 17S8 en Danzig V se''le 1.$\:i~t!
considerar un poskant1ano, como Fichte y· Schelling.~ $111. .
1813 presentó su tesis sobre el Principio rié ra~n'su~
ficiente, en Jena. De 1814 al818 vivió en Dresdei~Fiíe
durante esta estancia de cuatro años en Dresde ~~cr~¡ ~_
bió a Erdmann-,- tuando mi sistema filosófico se· formó
en mi cabeza, de alguna manera al margen de mi .volun::
tad, como un cristal cuyos rayos convergen todos hacia
el centro. Lo he expuesto en el primer volumen, de imi
obra principal (El mundo como voluntad y repre~mt~•
ci6n).» Inmediatamente despries de haber entregad() su
manuscrito al editor, Schopenhauer partió para Roma: y - ·
Ná¡:{oles y se hizo inscribir, en febrero 'de 1820, en' lá ,
lista de los doctores enseñantes de la Univel'Sidad de
Berlín. Había decidido deliberadamente luchar contra
Hegel, que también enseñaba en esa época en la. Um" ·
vers1da,d berlinesa. Fue un fracaso.· Schopenhauér ha·
blaba ante una sala casi vacía, mientras que no se• P9".
día encontrar un sitio en la de Hegel. Elsemestré si-' "
guiente el curso se suspendió por fal~a de .. aúditorio. Ad.;~
más, nadie hablaba de su obra. A S~ alrededor se levan~.
taba un muro de silencio. Este silencio duró' treinta- •
años, durante los cuales Schopenhauer, rio dejó de lan-: .
zar violentos ataques contra la filosofía· enseñada en las
uni~ersidades, a~·· tiempo que acechaba con ~rada c~Io.
sa _la menor alusión, en los periódicos ale\nanes y ·6c~
tran,jéros, a su propia filosofía. En 1840, con cincuenta.
y ~.· afí.os, Schopenhaue):' compuso su Fundamento
· la :moral, con ocasión .de·· un.
concurso . aé~déií:Uco .
' ) '·'
145
\
68 146
"' .., ··~
,,
Scb)penhauer ~s ~ti· ve~adeto: edit1-C:IQ.('~
ún teml?ló, en torno ,a_ uriadn~ci~~·,qóp~
formó jamás~ Hay: que dis~ingúir en
la idea futldarnental ..del· sis'tef9;a; que,! la .;.fü""el:~~
idc;a etá desarrollada ' en el' párrafo :,3'
Jlundo CQ!mo voluntad ! .representqci6":'<
Terminaremos, por fin, ·p~r. descuprir. ~u~ ~····.
co.álo en lo.s dram¡¡s qe Gozzi; ·son s-iempre los
lo! que apatecen, 'tienen '•)as mismas pasiones ·y
los motivos y los acontecimientos varían, ciertamente,'
ferentes obras, pero el espíritu de los acontecfulientqs
roo; los .personajes de 'cada obra n..o saberi
sucedido en las anteriores, en las que, sin embargo,
papel; pór ello, pese ¡¡ toda la experiencia que
adquirir en· las obras precedentes, Pantalón no· es nF;más''1híffil1
ni más generoso, Tarlafia no es más consciente, ni B~ll~
valeroso, ni Colombina tiene más moralidad.
. ·, :<('·}·C.:?".. - '¡ '¡
147
JI "-.~.t.,.
l(.).,'·
148
J '\ ~
/ / /"''
1 1 • . ..
l. HACIA LA REPRESENTACION
',.1,
149
t;,t-'·"·;.· . ,. r:f·,-'-:"+,·\'>., ..··,~,\,.~··.·.,,.~-:.,.~~
Si
! -sentaci.ones al;,striict~s,:. s.e aplica ' 'COmo~ •ptitici)?io ·de ta., ·¡
. zÓii~ ~ co~oclmient0 y ser diversifica según' que el' jui· -i~~
A CÍO' 1con$tftllya :una verda:d .empírica,. lÓgica; ttascertden~ . ,,,(
rt~ 0-)l',let~iógil:a; tercero; si se .trítta de lo qu~·const:i• ,( .
tuye·l~J..fortna·de 1as ~epresentaclones, el ti~mpo -y:el es,.. ·J'
pacio¡-<.:el' principio sé aplica ' C(!)mo razón· de- ser-, y, por ·~~:
fm,' sk.se trata del sujéto de Lt voluntad, se aplica como \ ...
l~f de -motivación). Por esto, Schopenhauer aprueba, todo' · :,'
lo que en Kant Je parece «idealista»,· y escribé; en el
. Pundamen~o de la moral, estas Hn~, significativas:
\ ' ' . •, ' . ' .
:·¡2 ,·
'
' •. ,< ·~ \1 ,_ '
150
1 '.\,,"
'9! 1 ~-'. • <·· ~~'1
..:{
\, 151
.J. :-.. -.._., .. \, c1~ -·'
~~~~'·::n;~~:?::·i."('<;j' .· -. _ ' .:, , ; . 'f ; ·· ' :~ ! '' .: , . •' ' , -:
;.)
,\ '¡ .·
l 1. /-(
152
'¡/
' ' '·.-. ' ,' '. ' ~ ' ' 1' ' ,·: ·.:--:.,_,··"-'\
hauer .estaba resuelto .a. todo, con tal de que,K!U~a idea·
pudiera pa~ar. $sta es.la relación del sistetn:a' :C~q: li in-
tuición. I;:videntemente, a veces la -idea ,ha pasa~~·,1s:ola,,-
...
~~
. por así decido: el ejemplo del conde T0lstoi lc+.pl/Ue~a ..
Pero Schópenhauer no. era hombre que se arriesg"'s~\,l?o¡.:,
ello, en el sistema que, gracias a Kant, redúce el JI1upd~ .
a no ser más que pura representación, hay que ~~ u.f
'
:'f' nuevo paso. ;:');.·.,
Nadie ~e imagina [es¡¡ribe Schopenhauer] lo grande. q,'ue ~' i,{
fuerza de la verdad, lo tenaz y terca qp.e. es. Encontrathos s~- ·.· ·
huellas ~n los dogmas más extraños y más apsurdos4e iod~sl08.\ ·.
tiempos y de todos los países, mezcladas, funcl.idas, de la manera· •
más extraña, ¡;{ero, sin. embargo, siempre reconocibles. Se .P!R~e
a una planta que germina bajo. un montón de' gJ;9J1des ~l.edra,s,
pero que se esfuerza hacia la luz, que se topa co~ milopstácw.
los, deforme, pálida, endeble; pero al menos vuelta .hac;ia .18. 1~:
'i '· ~,,,
((
2. RE:PRESENTACION y VOLUNTAD
1 '' ' .
Con energía singular, Schopenhauer reduce la represen-
tación á no ser ínás de lo que se c¡-ee y planteir un a
problema. Ya que, como hemos . dicho, todo.no .e~ sipo
representación, el objeto no se distingue, c!n efecto,·(;fel'
sujeto. Schopenhauer sabe sin duda todoJo ciue le ~·
para de Kapt y lo que significan las palab¡.:as '·«sujeto~
1
7f,
'\
154
,; ;,
, L.. ~ "' ''·"''r'""".~'· ·~ ;~·· ,-,.,.,'!"'"• ~e ":t
.,,.. , q
'f }
\<
\ 1
/ 155
•,
P~:,~frK~l'i:<:?','.}f":;~t? ·. ;.. .·. .. . .· · .· ·...
~ ~j~1':~arttt~~ .· ~~ foQ1prdldo: que .es torp,o yo~ ·. ~-; eul(nt~.' ·
o
·
,-~~t; eri·ún gradt> mayor en-lo vegetal que en la piedra, en el
~il;l, que en la <pl¡mtá; m¡ls aún, su· manifestación Visible, su
··'ohjeti\l:ación, .. tiene till)tas . degradaciones infinitas com'! las que
éXisten· entré .el· más pálido resplandor crepusCular y la lui más
· ~illll,!nbr~t~, ~tre el sonido más intenso y el más débil mur-··
, m,ullo; ,' ·
x.
. ·. .. ..
~~;;¡; ~:J:,~~etun: ~~ al'ulca ~ta-
h\;. ·,:•h de lil:volpntacl~;~ue ·qúiere ser¡ ser .por ser, cosa:$,ue
~i:l~:L~ ~,,, 156
1
. ,
.,
, . ( '- •,.
no tiene sentido y que· se renueva sin cesár;;~dmo lse ·
puede ver al )meditar sobre la histotia. .. ' . '1 . . •.
A tod~s partes dirige Schopenhauer una !lrliradá· :l}ela-
da que. muestr~ que la existencia es teatral,· sitt.,.flhí . '
' '¡ ' ¡'' ,· ·->:(/:
Par!! ello, empecemos por pasar revista a la innumerab~;..,~er~~
de los animal~s [ ... l, pensemos que, l;ll general, la vida ~!! .l~'i¡}ui:
yoría de los insectos no es más · que un trabajo perpetuo ··;pára
preparar los alimentos y la vivienda' de las larvas , que Ik~et!in
más tarde de ,sus' huevos, y que, después,· esas larvas, t,ras h~\lét> .
devorado estos alimentos ·y h¡¡berse transformado en crls~lida~,
entran en la vida, para volver a empezar de nuevo la misma ~~~.
rea. Digamos que,· del mismo modo, la vida de los pájaros iraf1$c:
eurre en gran parte en hacer sus largas y penosas migraCiones, y '
después en construir su nido, en llevar el alimento a sus pollue- ·
los, destinados, a su vez, al año siguiente, a deáempeñar et' mis~' ,
mo papel; que así todo trabaja siempre para un. porvel).it ,t¡{¡~ .'
luego faltará [ ... ] ¿Cuál es el resultado de todo esto? [ . .'.] ,N'Ó.
nos puede enseñar nada más que la satisfacción del hambre y''el ·
instinto sexual, y quizá un breve momento .de bienestar { .. d .Si,
cotejamos, por un lado, la ingeniosidád' inexptesable de la prá(;ti-'"'
ca, la riqueza indecible de los medios, y, por otro, la pobreza def
resultado perse_gUido y obtenido, no podemos nl!garnos a. admitir
que la vida es un negocio cuyas ganancias están lejos de _cubrir
los gastos [ ... ] Tales ejemplos .son la prueba fehaciente .d(;l·.,que, '
entre las fatigas y los tormentos de la vida y el· produc;to (}Jle.de··
ellos se obtiene, no hay ninguna proporciólJ.. "
\o!;,,)
t'IJ~,.~
157 '¡ '\1,,'
... ¡.
~sl'!rrdllo,del ~istema. El sistema, que,-en principio, -ha.
,servido ,para a~untalar ·.la' intuición,' .se convierte···ahora
( eft un medio, .por lo demás sin gran fuerZ!l, de lllcha
contra la visi9n -de lo absurdo de lá existencia. Por esta
. .co~prensión de la vanidad de h existencia, por un lado,
/ y ette esfuerzo hacia el consueló, por otro, Séhopenhauer
se afirma 1éomo el. verdadero maestro de Nietzsche, del
primer Nietzsche al menos.- Si se cree que la vida no es
más que un sueño, si se ha edificado un sistema para
aségurar esta éreencia, entonces hay que Buscar el con-
suelo,. pues ninguna inteligencia puede admitir .desem-
peña¡;· un simple papel de figurante.
El primer paso hacia el consuefo se da en la teoría
de las 1ideas que, como bien ha visto E. Cassirer, toma
muchas éosas prestadas de las doctrinas de Fichte y de
Schelling, Schopenhauer llama «idea» a los distintos
grados de objetivación de la voluntad. Se ha compren-
didb efectivamente que esta voluntad que se manifiesta
/ ya en la graveaad no es\ comparable en nada a la volun-
'tad enten,dida en un sentido kantiano o fichteano. Para
Schopenhauer la volu~tad es más bien «la tendencia» ha~ ·
da el atto de existir. Ahora bien, esta tendencia o vo-
luntad de l!i que resulta un mundo malo, maligno 1y tea-
tral, tiene grados m~didos por .su visibilidad en la repre-
, \ sentació11 pbr su objetivación.
1
Estos gracjos de la ob)etivación de la voluntad · [escribe Scho-
penhauer] no ~on ' otra cosa que las ideas de Platón [ ... ] Com-
preQcjo, ·pues, bajo el concepto de Idea, cada grado determinadb
y fijo de la objetivación. de la voluntad, en tanto que es cosa en
s~ y; como tal, 1extraña a1 la pluralidad; estos grados aparecen en
los .pbjetos particulares como sus 'formas eternas, como sus pro-
/ totipos. -
158
¡,
rl,
.?"
'J.;'
1\
159 1,,
,.JI'
)~,:~¡5~'.\~·~> < ·. 1' ,, •..•. . ' : ", ',· ' • ·.' '
'.. . /~:;)~,-
160
! .'•1
za». ¡t\$í, ante ·la.s .ru+na~ ·. bañádas. por •la lpz, ~1 espíritu
se consuela y deja de llorat:. Se -dirá', sin duda 1 qu~ Scho-
penhauerera un romántiCo, .pero se ve tambiéni'que 'es-
taba profundamente comprometido en el;ptohlewia del
arte. En el Mundo como voluntad y repres_entaci(J*'· ex-
. plica el arte a través ~e las distintas artes (pintura,/~d~
sía, etc.); Y Schopenhauer llega !t. la músic11;,· que e~;;
para él, el arte supremo: «Hay --<!ice- en la múska
algo. de inefable y de íntimo; por eso p~sa cerca de nó!l~
otros semejante a la imagen ·de un paraíso familiar, a u~~·
que eternamente inaccesible.» Perola música no/ es U:n
arte cqmo las otras. Todas las artes reproducen las ideas
mediante la producción de una copia: las. obras de\ arte.'
Ahora bien, la música no representa ninguna idea:
[ ... ] la música que va más allá de las ideas es sompletame~lt.e in~ .
dependiente .del mundo fenomenal; lo ignora completamente y
podría de algún mc\do seguir existiendo, aun cuando el· ·universo!'
no existiera; no se puede decir lo mismo de las otras artes .
<
161
1
,,.
,,· , •. , j.''
~ '?''
\ 1 . lí -
. j!c ,~, í:~ . . , . ., , . . . ·. ·.~;. '-.
J.$bla;4eJ pi~ estético.; del· «co,nsuelo pot el ...arté». (I.Jdr' ,
, T:r.osl~ de'n .die Kunst. giwiihrt). Y se. aprecia k:¡lrill;lerá,
paradoj.a d~ .la doctrina: ;de Sthop~auer: .a la 4esgrada:
t~tral. responde ,un co1;1~uel~ iguaÍment~, teatral. -A<:tedet
. a este~consuelo es lo propio del genio: Peto nó se. trata,'
, corno dice: S.~hopenhauer, más que;c;le. un «consuélo pro"
. visioñ:dfdurante lá vida». . '
: &4. :.
1
162 \.fi'
·' 1
'- '·
163 <.
:;>Ji"[!~ '.~' . .. ·. . . · . . . ' . : '¡': . .•. : . .~ .
' ;~&tia_: eJ: p~add, ~ 'mitad' qu~ sJbe) d porverJ.ir: :A~riba
:.,está'. un punw.;~ndivi~ible¡ .el-punto de'.contact& eon la.
,®ig~~e·;.. ~~~stt el presente: mr::sf!eradó». 'No ·setpuede
' hab~ seri~~te del· PPl:'~enir o' del pasado '. como de
tQsav::ori'c:J;etas. ·Así, «lo. que no seré» y~«lo que no erá»
·.., ~; puedeb ~er. verdad; n& hay nadá fuera del presente
''ep :él: '•qti~1 la . voluntad se mani,fiesta como eternidad,: y
· Séb~rlhauer. hace suya lá fór$ula de. Spinoza: /Sentimus
. · . ex¡ie'rimurque, nq! aeternos esse. Ciertamente, en el i11-
. ·'tel:'ior del tíempó, 'rni vida se· d~arr0llá y se ~acaba. Pero
,., ' ya no -p~edo,~restar atención a esto: «La vida de cada
. . urio . <k ,~nosotl'()s, vista en su conjunto, de una. ojea-
. , ·da [::·.}··es ~una ,verdadera tragedia;' pero cuando hace
; #tlt1l, epas() ·á ~~. agot~lá en detalle, toma el aspecto
de 'Una" :cÓm.edia.» La 1vida :no es interesante si' sólo es
··, \'tista desd~'dentro del tiempo; si no, tenemos la sensa-'
.qón de ser. eternos. «Y; por encima de todo, la muerte
.es la gran 'ocasión de no ser ya el yo.» En efeCto, me
"libera>·dei la individualización. «¡Bienaventurado entonces
'~ el qüe sabe aprovecharse de ello!», pues al perder el
~erpó me fusiono con la voluntad misma:.
;·) .·. . \ ~- ·¡ . .' "'" •, " . :'
u muette, es el momento de la 'liberación de una individualidad
• ' e'strec;hll '1/ ;unifor~e que, lej6s de constituir la sustancia íntima
1' ·' de nu~strp ser, representa m~s bien · como una especie de aberra-
. clóh: rae él: la 'l1bertad ~verdadera y primitiva reaparece en' ese
'!
' ·.
1
iiioroento que¡ én el sentido indicado, puede ser considerado como
c~l).a tfstitutía In integrum. De ahí, s,egún parece, ,es11 expresión
d~ p~ y 1de ~rénquilídad que1 se dibuja en el rostro de la mayo-
da de los muertos.
\ ' "'
'
·'~(·:/·.· ,~- !
,i''
164
'< ,·,:
'v''
seña ,que esa cosa. t~n s.etda que es Ia"/llluerte, ~!1 que,
como todo d mundo sabe, «nop.os c;:ngañá, ·se presenta'
como lo que es», ,puede y debe ser sobrepl!sad¡¡,;<.f\d(!más
la naturaleZa. nos ayuda a' eÚo: ',
165
\'-·.~
~~~. 1 ,\ '.
a
\ ' / ' J
. '\ "'
5. MOitiL
. '.
Y PI~DAD
\
)- . ~
.a
166 \. .-;"1
·~)
••..,. ~·"' ,/ 1--;-
,.
e.
. /
. . '
en. sí. el~v~a por encima f;le la dive__rsidác:l ~~te ~
esJ?acio y .al tiemp(). El no-y() es. todavía yb, 'SÍ fiJ.osofa-
Pl()S~ y 1~ piegap es, por tantp-. ,egof~mo 11niversal.ó ~
taffstco. ·· ' .r · ·~. - ' · .·\
,
.. . ' , r • . .
, La. individuació~ es una ·. pur.11 apuiertcia, nacida. del .espaci9\ Y> el ,
tiempo, ql.ie no son nada más que las formas impqe~tas J>Ot,, rpi
facultad. de éonocer, por medio de mi cerebro, a todcÁ! lo8 Qbj~ ~¡
tos del éonocimiento; por e9nsiguiente, la multipliddiid• y tam-
bién la divemldad no son. más que apuiencia, es decif;is6Jo exis-
ten- en mi representaci6n. Mi ser. verdadero, ,ínt~o; existe en tod~ ·
lo que vive tan lnni.edi11tamente que se me mariifie~ta en la eon~·
ciencia. Esta es la verdad pua lá que existe en sánsCrito W~a f6r-
mula típica, ÚJt-twllm asi, este sér eres tú, y que se manifies.ta
bajo la forma de la piedad; fundamento de toda vir~d vercla'
dera, es decir, desinteresada, .y de la que es expresi6rí en la rea,
lidad todá buena acción. · ·
1 '
167
Q~izá- ~a~dad
se dfga que la es locura:: El ser malo
' JlObrepasa los límites del fatalismo. Schopenhauer va aún
más lejos f!l decir que .~1 ser·. malo, como,~ que ·se suiCi-
da, afirma la vida con energíá: «Ve cuánto apego le tie-
ne y pbr qúé l~os sólidos está vin~ulado ,a ella; el su-
frimiento del prójimo, simplemente•conocido, no ha po-
dido eniqcionarle; hek aquí que cae presa de lá vida y
1 del sufrimíento, esta vez experimentado. Qj.leda por sa-
ber si será bastante para cortar el impuls_a ide su volun-
, tad y par~ dominarlo.>> ¿Por qué escribe Schopenhauer
«queda por saber ... »? Porque el malo es más fatalis-
ta que cualquier ser en el mundo; no le concede nin-
guna importancia a la vida, que no es nada para él. En
la Vorselung über die gesamte Philosophie Schopen-
hauer señíila que un carácter grap.de es aquel para quien
' su persona y su propia vida son simples medios de cara
a tina meta objetiv~, incluso cuando esa meta es un cri-
men, y afirma:- «por ejemplo, Louvel». Añade ¡Cave! y
concluye· que vale más ser bueno 'que grande. A ·'partir
de aquí se encamina hacia la reducción de su intuición
y de sti sistema. Sólo quiere conocer ya la caridad -que
tiene muchb que hacer en este mundo, por aparen-
/ te que ' sea....:...., y termina el tomo 1 del Mundo como
voluntad y. representación citando la Vida de la señora
Guyon.' L. Brunschvicg no se equivoca lo más mínimo
· cuando. escribe.· que «el Buda .de Schopenhauer no es más
que J~sús reencontrado [ ... ] en el inefable sentimiento
/de la unidad divina que excluye tanto el instinto de do-
minación, el privilegio del yo, el don de las prácticas so-
' bren~turales, ,como el diálogo con un mediador imagi-
·. _ nario». ' / ·
· Al meditar quizá sobre los criminales, como loharán
Nietzsche y Dostoievski, Schopenhauer llegó .a rehabili-
, tar · esa razón (V ernunft) 'que tanto había hecho por su:
. ~~rar. Lo hizo. en un apéndice del párrafo 36 del Mundo
como volun(ad y representaci6n. La locura' tiene< dife-
90
168
/
1 . . . .· .' 1
rentes caras, pero se vuelve absoluta en el.«enaj~nado»,. '
que se precipita sobre las cosas y. los seres con la in-.
tendón dedes~ruirlos. c:En, qué consiste la 16cur~: ~n la
ausencia de' intuición especulativa o estética, en el apego
a la vida? Esto es lo que toda lacfilosofía de Schopen· ·
hauer. nos invitaría a pensar .• Pero él da una explicación
1
muy distinta, que no dejará de sorprender si se recuer-
1\ da todo lo que ha dicho del tiempo, del presente, de la' \
eternidad a la que se eleva 'el genio en ' el conocit~iento.
de las ideas. «La verdadera salud del espíritu -dice 1
19!
'\
169
~¡ </
/,.,-/l.
.
-, ·~f.i
) / f
. ~ . ' \ .
(véa8e ,}á' carta ;de Nietzsche a Franz Over15eck dél 23 de
febrerQ ·de 1887). ¿Cuál fu~da J.ecclón·que sacó·Nietz-
t SChe de ,la }ectura de Schbperihauer? Cqntestaremo~1 a
este ·difícil proJ?lema diciendo\ que ' Schopenhauer legó
· a ·Niétzséhé la idea de que la conciencia de los hombres
J'i:ó<basta ·para déterminar su "vida. y que; por tanto, es
necesapo rech~zar el racionalismo como interpretación
d~>·hambre. No es la conciencia la que determina la' -¡,
Vida, sino .la vida la que determina la conciencia. De
aq'u.í se deducirá uti cierto pesimismo en Nietzsche, ~un-
qtie orientado de .otra manera; pero en su. primera filo-
sofía Nietzsche también buscará el consuelo y lo descu-
! brirá o,' más bien1 cr~erá descubrirlo en el arte y la
92
170
'-
..
~
,
·' '}'
(' ¡l
>' ·.
·Alexis PHILONENKO
! /-
'
L. :aRUNSC H VICG, Le· pr9,.,es de la .coJJScience tians. la philo- .
sophie 'dcciáentale, t. II,.· Pañs, 1928. . · · ·,
\.E. CAsslRER, El probzr·.ti, del. conocimiento en la, filo$0/14 '1 Í1f .
' . '. \
""\ /
'
171
'
'"..
lai,,Ciinti~>mod~mas! de-.la. ,;uette ~~ :ijeg~l a· nufstr,o; dirh ..
(18J2~1932)} tr,&d.. q' W.)lpces, FCE, Méxicó, 1948¡ · · '
G .. Úl'KÁCI!, . .]zl> asaltQ-. a, la . ra~qn,,,Giijalbo, Méiico~.
,T: 'F,~~;¡Schopen~uer•... ];'l~~s;, 19Ü:
· . 1 .· : . ·. 1
.•
., \
A.:' $cH,óPEN~AUER;
Sobre Ja cuádruple raiz del principio de
.~ ,¡
'rr4:zpn suficiente, trad. de ÓVejeto, Agullar, Madrid, 1967. , ,
.:_,El mundo como voluntad y como representación, trad. d~
Ovtjetp, AguUar, Madrid, 19?7. , . .. ·
.~ Sobre· la voluntad ' en la .naturaleza, trad. de Unamurio, in-
ttcicf!xcci6n, y nó~a~ de. G. Gonzálei Noriega, ·Alianza Editorial,
Madrid, 1970, • . ·
..,- tos t/.os problemas fundamentales de la ética, l. Agui~ar,
. .Argentina, Buenos Aires, 1970~
· '· -Arte del búen vivir, EDAF, Madrid, 1970.
' ·~ ' ..:.... tAforismos · sobre la sg,biduria de la vida, Aguilar Buenos
Aires, ·1970; ' ··' . \
·. '- El amor, las muieres y la muerte, EDAP, trad. de A. López
W,hi~e,. Madrid, 1966.
· -:- Fragmentos sohr1 la 1historia de la filosofia,. Agullar, Ma-
: ,9fid, 1967. . ·. '
{: \ 7 La -libertad,. Prometeo, Valencia,¡ 1968~ ·
• 1,, -;- ~~ededor de la filosofia, trad. de S. Vives, Edics. Picaza,
· ,)Wteiona, .1969. • · . (.. . . • , ..
Estudios de Historia filos6fiéa¡ \traq; de K González
. · l\ · . - Blan~· ·
',1
~.' ~~. Buenos Aires, Biblioteca N~evil, 1945 (?). ·
'\f¡
· '
' . 1
:94
172
'/ 1
'' ~ .J ' /1
HISTORIA DE LA FILOSOFIA
Siglo veintiuno
Volumen 8
)J((]
siglo
veintiuno
editores
173
)J((I
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACAN, 04310, MEXICO, D.F.
174
¡-;
1: BIOGRAFIA
. . ··:.
~98
175
·. ~:~·.·~:'.
. ,,¡
..
<i,
399
176
. f y
400,
177
matrimonio por su propia torpeza· (encarga ·a Paul Rée,
.entonces rival ~uyo, que haga a Lou la petici6n) y a
causa de los celos de ·su hermana,· que teme que se le
escape su hermano. Compone, en ese mismo afio de
1882, los cuatro primeros libros de La gaya ciencia.
Después de. este fracaso sen.timental aumenta su ais~
!amiento, prosigue su alternancia de estancias, se edifi-
ca la obra: invierno de 1882 en Rapallo y en Niza (pri~
mer libro de Zaratustra); verano de 1883, en Sils-Maria
(Zaratustra II); invierno de 1884 en Niza (Zaratus-
tra IV); nuevos veranos en Sils-Maria hasta 1888.
A partir de 1886 se acelera el ritmo de la producci6n:
el libro v de La gaya ciencia; después, La genealogía.
de la moral. Se acumulan las notas y los esbozos para
la proyectada gran obra. El último afio de lucidez per-
mite a Nietzsche emprender y acabar febrilmente la re-
dacci6n de cinco escritos, en que el tono se eleva hasta
las tensiones más alta. De la misma época son también
los. Ditirambos de Dioniso, sus últimos poemas. Georg
Brandes da en .Copenhague el primer curSo sobre «el fi-
l6sofo alemán Nietzsche».
El 3 de enero de 1889, en la plaza de Cario Alberto,
de Turín, Nietzsche abraza a un caballo de tiro que un
cochero acababa: de golpear, después cae sin conocimien~
to. De unos días antes son las notas y cartas de la lo-
cura, dirigidas a amigos o desconocidos y firmadas la
mayoría de las veces como «Dioniso» o «el Crucifica-
do». Definitivamente, Nietzsche ha perdido su «identi-
dad». Ya no escribirá y, cayendo pronto en un total
mutismo, continuará, sin embargo, durante algunos afios,
tocando a veces trozos de música e improvisando en el
piano. Llevado a Basilea por Overbeck, es conducido
luégo por su madre a Jena, donde la clínica psiquiátrica
da el diagn6stico de parálisis general.
En adelante vivirá con su madre, que le cuidará has-
ta su propia muerte ~ 1897; después con su hermana,
401
178
~
402
179
'f _ _,;,.;,:::.:::::l
.· . ;:';1~1
1 . . .· .. '·\\~
en francés reproducían .hasta . aq.ora el .texto de' cforml ": ;
parcial y truncada., sin auténtico· respeto ni .al m@us~.·· ~
to· . ni a la cronología. Si finalmente alineamos··~s:'i~ i¡
siones «literaHao del , nietzscheanismo · ~Thomas ·. Manri, ..}~
Musil, Jünger, Borges)· y los ~mentarías .propiamen~.ifi.;'?.;~.
losóficos (Heidegger,Jaspers, Fi~; Ba!aille, Kl~ssoWJld.··.··~.·.·.·.f.·;;~i
o~tenemos una desoconcertan~e diversidad de l~terpret~¡¡'1~
aones que ~uestr~ la .a~plitud del campo ab1erto ~;;~~'
este pensamlento¡·aun difícil de abarcar. . :·,~::¡¡'¡)~¡~
Sia·embargo, parece que la inaccesibilidad de· N~y¡~~
sche proviene de otras partes, que se debe, sobre ~;;;v:i~
al status extraño y ambiguo de su lenguaje frente:~:iiÍ;:':!/
lenguaje tradicional de la filosofía.· En efecto, Nietm:llér~;~
desarrolla contra esta .tradición y contra su lenguaje ·•::tJ
forma particularmente insidiosa, insinuante y cornpkíf;:r~
de subversi6n. Por una parte, si se sirve del sistema ;~;::'~~
oposiciones ·metafísicas corrientes (que para él se redu~:):~
todas a la oposición platónica de «mundo real,. y «m~··:'i,!,
do aparente») es para desembocar en la supresión ra, ··
cal, en la abolición de estas mismas 'distinciones. ·;-E,"'"' '"··
ello pesa inevitablemente una ambigüedad sobre el· u;~r41
que hace de términos que tienen un sentido preclso·'il!~
· esta tradición, tales como «verdadero» y «falso» o «bi, ' ·
y «mal». Por otra parte, las palabras clave del voca
lario nietzscheano (voluntad de poder, nihilismo, supp¡¡i¡+
hombre, eterno retorno) se escapan a la lógica. del C<
cepto. En efecto, clásicamente el concepto compr·
contiene, de forma idéntica y total, el ci>ntenidó.
subsume. Ahora bien, la mayoría de estas palabras,
veremos, hacen aparecer, por el contrario, una plut:
dad de. sentidos que arruina cualquier lógica fund
sobre el prinCipio. de identidad. De alguna forma es.
palabras serían palabras que estallan . en la medida. ;
que encierran significados incompatibles: una pala~;;;,¡
como nihilismo designa a la vez la, más despreciableh;fJ~~
la más «divina» forma de pensamiento .. Pero actúan:, ' ''"~
180
li"'' ·w
~,:·.'
406
181
j
grésiva ~e estos tema~ finales· {y al mismo tiempo el
1 problema.de la pedodifkación de la obra), se debe al
,¡ 1 mismo \:ien;¡po a qQ.e tales problemas desbordarlan lós
1 límites de'. esta presentación y. a· que nos apoyamos en
la tesis ~igualmente indemostrable aquí) según la cual
lo esencial del intento nietzscheano se encuentra ya; de
forma encubierta, imprevisible ' y enmascarada, en' .ese
~ primer libro que Nietzsche no dejará de reelaborar, de
defender y, en· definitiva, de realizar: El nacimiento de
la. tragedia.
3. LA VOLUNTAD DE PODER
401
182
~
:.<¡·
.
.
.
empírico; exterior a la voluntad (riqueza, poder político,
glor~)~ fin buscado y manipulado .con presuntuosi~ad .
Habría de ·todos modos una distinción entre poder .y vo-
p' . Juntad;. sieQdo uno el qbjeto deseado o poseído por la
f . otra. . . , .
! Ahora bien, la voluntad de poder es algo diferente a
1 la relación psicológica entre. un sqjeto-deseo y un objeto- '
p(>der .· Es «la. palabra del ser», pero esta palabra es una
locución cuyos dos términos son indisociables y en la
que cada uno de los términos pierde su sentido habitual.
Aunque se trate de una afirmación referente a la totali-
dad del ser, y en este sentido «metafísica», la locución
realiza, en primer lugar, la destrucción y la eliminación
del concepto metafísico tradicional de voluntad. El tér-
min0 «poder», por su parte, sólo tendrá sentido a par-
tir de este intento de superar el concepto de voluntad.
Designará la esencia propia de esta voluntad pensada de
nuevo. Así, la voluntad de poder, palabra que estalla,
palabra irreductible a la identidad, va a expresar todo
. excepto una variedad de voluntad.
La representación clásica de la voluntad hace de ella
' en realidad una sustancia metafísica o más a menudo
una facultad del sujeto; por otra parte, ve en ella la
causa, la fuente de nuestros actos; en resumen, la con-
cibe. como una unidad, una identidad.
Nietzsche opone a esta concepción, como tema que
' guía sus análisis de la voluntad, esta sorprendente afir-
mación: «No hay voluntad:» ¿Por qué? En primer lu-
gar, porque la voluntad como facultad consciente ni es
una unidad ni un término primario. Es pluralidad, com-
plejidad, derivación. Lo que llamamos voluntad no es
más que el síntoma y no la causa Por un lado, la «vo•
luntltd», en sentido psicológico, constituye la simplifi- .
!li cación en e], lenguaje corriente de un juego complejo de
causas y efectos. Por otro, la metafísica de la ·voluntad
establece falsamente un origen único tanto en la reali-
408
183
.·:1'¡j..
e;\·,
409
184
por ·una causalidad libre. No ~·voluntad: es decir, ·no
hay .centro fijo y definitivo (el centro se. desplaza sin
cesar y es inalcanzable), sino una pluralidad de '«VO·
.~luntades» elementales, es decir, de pulsiones insconS:. r
dentes, en conflicto ,perpetuo, cqn fase de imposicicSn
o de subordinación. eN.O hay voluntad; sólo' hay fui.
guraciones de volUl!ltad ·cuyo poder crece y ·decrece 'per-
.petuamente;~ Frente a estas pulsiones, toda nuestra mo• J
tivación: consciente indica una ficción o, mas. bien, un
síntoma. No dejamos de confundir en psicología los
efectos y las .causas. De una forma general, el dominio
intelectual ·y la esfera de lo consciente no son mas que
símbolos que descifrár, síntomas de los movimientos
pulsionales, es decir, síntomas de los movimientos del
cuerpo. Por .ello, de ahora en adelante· es preciso filoso-
far, es decir, interpretar los fenómenos, tomando al cuer- ..
po como «hilo conductor». "
·Entonces,. ¿la voluntad de poder es sólo el nombre
-que designa el ámbito de lo inconsciente o del cuerpo?
Todo lo contrario. Por una parte, la locución se aplica
a cualquier fuerza: concierne no sólo únicamente a las
fuerzas·· subyacentes en los fenómenos psíquicos, es decir,
las pulsiones del cuerpo; sino al conjunto de los fenó-
rnenos del mundo; por otra, se aplica más precisamente
al dinamismo propio de estas fuerzas, a la orientación
que las califica. En efecto, más que las fuerzas conside-
radas en .si mismas como nuevas sustancias metafísicas,
que' Nietzsche rechaza como ficticias, la voluntad de poder
nombra la polaridad queJas orienta, las estl'l:lctura .y de-
fine su sentido. No un sentido absoluto, una dirección.
univoca 1 una finalidad cualquiera; sino un sentido múl· ~~
410
185
orgánico..(pulsiones, instintos, necesidades), en el .mun"
j do psicológico y moral (deseos, motivaciones, ideales)
y en el inundo inorgánico mismo en la medida en que «la
} vida s6lo es un caso particular de. la voluntad de P'--
der». Toda fuerza participa de esta misma esencia: «Es
la. misma fuerza la que se .emplea en ·¡a creaci6n artística
y en· el acto sexual; s6lo hay una clase de fuerza,» Pero,
el concepto de fuerza única que . se diversifica no basta
para explicar la voluntad de poder: «Es preciso además
--dice Nietzsche-- atribuir a la fuerza un deseo inter-
no que yo llamaría 'voluntad de poder', es decir, exigen-
cia insaciable de demostraci6n de fuerza.»
Esta «exigencia insaciable de demostraci6n de fuer-
za» es la que expresa el complemento «de poder», ge-
nitivo que traduce por .otra parte muy mal en castellano
·"i
el «movimiento hacia» contenido en el «ZUr» Macht. ,
¿Qué es, pues, el poder? Es la ley íntima de la volun-
tad, o de la fuerza, que está constituida de tal modo
que querer es querer el ·propio desarrollo. La voluntad
que es voluntad de poder responde originalmente a .su
imperativo interno: ser más. Este imperativo la condu-
ce a la alternativa: o aumentarse, superarse, o declinar,
degenerar. Según la direcci6n que tome la fuerza (pro-
gresi6n o regresi6n), según la respuesta (sí o no) a la
condici6n que se impone a la vida o que la vida se im-
pone a sí misma: «Soy aquel que es impelido a .supe-
rarse a sí mismo perpetuamente» (Zaratustra: cDe las
mil metas y de la única meta»), aparecen desde el co-
mienzo, en el seno de la voluntad de poder, dos tipos
de fuerza o de vida: la fuerza activa y la fuerza reactiva,
la vida .ascendente y la vida decadente. Si todo querer
significa querer ser más fuerte, si todo .poder es poder~
sobre, el querer puede intentar sustraerse a sí mismo,
a su exigencia de crecimiento. Aquí hay 1lna paradoja.
1~,
Porque, en rigor, cesar de «querer» es imposible: s~
pondría cesar de ser. La voluntad decadente que se niega
411
186
a admitir las cbndiciones fundamentales de la vida» no
.es. por elh menos' una voluntad: «El hombre prefiere
· antes tener ··la ·voluntad de la nada que no· tener volun.
J tad en absoluto.» Lo únicb que ocurre .es que la di•
rección deLquerer se ha invertido: el crecimiento. se t
convierte en· prpgreso en la decadencia. El «refuerzo»
necesario para la volimtad de poder se ejercerá al revés.
Tal será el caso /particular de la creación extrema de la ':;
l moral decadente: el ideal ascético.
Por tanto, la voluntad de. poder tiene siempre que
ver consigo misma. Posee una fundamental reflexividad,
lo cual qUiere decir que siempre es autosuperación, ya
1 sea en la acción o en la reacción. Se presenta original·
mente· a sí misma COJ:ll,O la diyersidad caótica y contradic·
toria de. las pulsiones elementales: es la primitiva afee·
.tividad. Lo que. Nietzsche denomina el «caos» designa
· esa primitiva indeterminación de la voluntad de poder.
•
Indeterininada en sí misma, puede tomar todas las for·
, mas que constituyen otras tantas máscaras: es «Proteo».
'Informe por exceso de posibilidades, el caos significa,
por una part~, no el desorden, sino la multiplicidad de
las pulsiones, todo el horizonte de las fuerzas, en cuyo
interior el conocimiento o el arte van a dibujar sus pers·
pectivits. Por otra parte, el caos representará igualmente
un momento, el del hundimiento de los valores en el
cual· se produce un retomo sobre sí misma, una especie
de retomo a cero, de la voluntad de poder.
Frente al caos, la voluntad de poder aparece al mismo
tiempo como el principio de jerarquización · de las , fuer·
zas en lucha por la preponderancia y como la tendencia
a•la apropiación de un espacio de juego cada vez mayor. .~~
Fuerte será la voluntad capaz de armonizar sus propias
fuerzas, en sí mismas divergentes, de dominar su cons-
tante desarrollo. El hombre ppderoso es «aquel que de.
sea ver el caos», es decir, el que acepta afrontar el 4.
conjunto de las pulsiones {o por lo menos el mayor nú·
\ 412
187
~·
·!,,,
"'.'ij·
···~
.~
188
Origen de los valores, origen de toda jerarquía de va"
lor~s, la voluntad de poder fija el valor d~ los valores.
Pero este origen r,.o puede reducirse ·a una unidad primi-
tiva, a una identidad, porque no es más·. que una di-
rección que siempre está por determinar. Por otra par-
te, este origen no adquiere y no tiene sentido más que
retrospectivamente mediante el desarrollo ··genealógico
surgido de ella y en el que ella se reconoce.
4. EL NIHILISMO
414
189
tado normal de la humanidad». (Un tipo de hombre
que no conociera el nihilismo ¿sería, no obstante, un
hombre?)' Pero constituye también, y sobre todo, en
cuanto .enfermedad específica del homl;>re contemporáneo
1' (enfermedád que exigirá un remedio homeopático), un
«estado patológico transitorio».
En efecto, el nihilismo asalta al hombre y a la cul-
tura mucho más como experiencia y sentimiento de un
estado crítico vuelto brutalmente actual que como pen~
samiento crítico que el hombre y la cultura vuelven
contra las creencias, los valores o los ideales. Porque,
antes de abrumar pesadamente, el nihilismo se aproxi-
ma, dice Nietzsche, «como el más inquietante de todos
los huéspedes», se instala insidiosamente como el senti-
miento en un primer momento entristecedor y después
atemorizador del fracaso de todo sentido. Es el agota-
miento progresivo de todos los significados, el reino en
expansión de los significados vados, por completo ago-
tados. Es el momento en que se experimenta, como si
fuera en una pesadilla o una desorientación completa
en el espacio y en el tiempo, el deslizamiento o el flo-
tamiento hacia los confines borrosos en que persiste
todo sentido anterior, pero invertido en un sin-sentido.
«El desierto crece.» Todos los antiguos sentidos (mora-
les, religiosos, metafísicos) se ocultan, se alejan, se nie-
gan: «faltan las metas». Todo el sentido se tambalea,
vacila, lanza aún algunos fulgores como un sol que va ·a
apagarse. El nihilismo, como experiencia del agotamien-
to del sentido, se traduce en el gran cansancio, «el gran
hastío» en el hombre y del hombre hacia sí mismo. Ya
no vale nada, todo vale lo mismo, todo se hace igual.
Todo es igual, equivalente: la verdad, la falsedad, el
bien, el mal. Todo se supera, usa, envejece, eclipsa, mue-
re. Es una agonía infinita del sentido, un interminable
crepúsculo. No una aniquilación concreta de los signifi-
cados, sino su vago naufragio.
1
190
Puesto que es desorientación completa, un nihilismo
así puede invertir bruscamente su Stimmung, dejar de
ser inquietud para convertirse en beatífica quietud.
Se' trata entonces de una voluntad satisfecha con el sin-
sentido, feliz de que ya no haya un sentido que buscar,
habiendo encontrado su bienestar en el vacío del sen-
tido, su felicidad en la certeza de que no hay respuesta
a la pregunta «¿por qué?», o incluso «¿qué es?». Este
es el estadio que Nietzsche describe como el. del «último
hombre».
Una expresi6n pronunciada por Zaratustra y reprodu-
cida en La gaya ciencia (párrafo 125), la expresión «Dios
ha muerto», resume este derrumbamiento de todos los
valores. Porque la pérdida de la fe religiosa no es más
que uno de los signos de la rui(\a de todo ideal. No so-
lamente de todo ideal, sino también de toda inteligibi-
lidad, de toda idea. Con Dios desaparece la garantía de
un mundo inteligible, la garantía también de todas las
identidades estables, incluida la del yo. Todo vuelve al
caos. Por eso Nietzsche compara este acontecimiento con
una 'catástrofe natural, con un diluvio, con un seísmo,
pero la mayoría de las veces con un eclipse de Sol. El
Sol inteligible se OSC\lrece; la Tierra ha roto su rela-
ción con él. Convertido en un 'astro errante, sufre de
este eclipse y de su propio oscurecimiento. Este es el
«nihilismo total», que no es la primera ni la última
forma del nihilismo.
Originariamente, el nihilismo es la expresión de la
voluntad decadente, de la voluntad de poder impotente
que retrocede ante la afirmación. de la «vida» y se con-
vierte en negación, porque lo que se niega en y con el
nihilismo es lo que Nietzsche llama la «vida», es decir,
el mundo como pluralidad, devenir, contradicción, su-
frimiento, ilusión, mal. Esta negación de la «vida» y del
mundo es lá que proclama: «Este mundo no vale nada
y' nada vale en este mundo.» A partir de ahí el nihilis-
416
191
mo inventa un «mundo verdadero~, es decir, un mundo
que posee todas las propiedades que no tiene la «vida.»:
unidad, estabilidap, i,dentidad, felici~d, verdad,· bien.
eso
- Por .. la escisi6n de los dos mundos realizada por
Plat6n constituye el acto nihilista por· excelenda. Tóqos
los valores metafísicos y todas las .categorías inteligibles
conti~en implícitamente una voluntad de negar, es de~
cir, de despreciar, de calumniar la vida. Así, .en su
forma primera (socrático-plat6nica) el. nihilismo perma-
nece latente. No se muestra la negaci6n. S6lo aparecen
afirmaciones: la de los grandes valores suprasensibles
(la Verdad, la Belleza, el Bien); más tarde, ,la de los
grandes principios de la l6gica (de identidad, de cau-
salidad, de raz6n suficiente, etc.).
Entre el nihilismo larvado de la metafísica triunfante
y el nihilismo «total~ (nada de todo esto, ningún :valor,
tiene sentido) se sitúan las diferentes formas del nihi-
lismo «parcial~, en las cuales la voluntad de negaci6n
se revela progresivamente. El nihilismo parcial es el
producto de la descomposici6n del «mundo verdadero_,.:
se in.tenta encontrar valores sustitutivos para que reem-
placen a los del ideal plat6nico y cristiano (porque el
cristianismo no ha hecho más que «popularizar~ el con-
cepto de «mundo verdadero» con su idea del más allá).
Entre otros sustitutos está la moral kantiana, que ya
s6lo puede postular el otro mundo: «El antiguo Sol al
fondo, pero oscurecido por la bruma y la duda; la idea
ahora sublime, pálida, n6rdica, konigsberguiana.» Son
los ideales «laicos»: fe en el progreso, religi6n de la feli-
cidad-para-todos (el socialismo en la medida en que pro-
mete la felicidad en la tierra aparece como un sucedáneo
del cristianismo), riúsica de la cultura o del hombre. Pero
el hombre que, después de haber matado a Dios, es decir, '
reconocido la vaciedad del «mundo verdadero», ocupa su
lugar, se encuentra obsesionado por su gesto iconoclas-
ta: no podrá adorarse a sí mismo, acabará por volver
....._
417
192
,·..·.'
~
', ,,
'• 1,
'
1
1
sensible¡ la diferencia: metafísica esencial (platónica; cris-
tiana, _incluso kantiana) entre el ser en sí y la aparien-
cia, entre la. verdad y la ilusión, se encuentra rechazada.
l Lo que queda abolido no es solamente el «mundo ver-
1 dadero» con una revalorización correlativa de la anti-
gua «apariencia». Es la misma distinción entre la «sim-
!:
ple» apariencia y la idea la que se encuentra suprimida:
,¡' ~Con ,el ~undo-verdad hemos abolido el mundo 1de laJ
apariencias.»
La «apariencia», tal como la concibe Nietzsche, . se
convierte en la «Única realidad», el Todo: ésta es. la
razón por la que le pueden convenir el conjunto de los
predicados de la antigua apariencia, «incluidos los predi.
cados contrarios». Esta palabra «nueva» de apariencia
contiene a. la vez la verdad y la mentira, la realidad y
la ficción.; significa a la vez «apariencia». en el sentido
de paralogismo (falta contra la lógica) e imagen veridi-
418
193
"''!:1!'''•':~e¡¡¡
!!1111,
)í'
419
194
5. LA GENEALOGIA Y LAS TABLAS ANTIGUAS·
420
195
copoctmíento. «puro», ·objetivo; que sobrevolara la rea-
lidad . sin comprometerse con. eUa, que desRrovisto de
todo partido, es decir, punto de vista, fuera su reflejo
fiel. La -ilusión propia del conoCimiento, la ilusión de
la objetividad, consiste en imaginarse que es posible pe-
netrar hasta el fondo en la esencia de las cosas al refle-
jarlas; Ahora· bien, el conocimiento es esencialmente ac-
tivo, incluso cuando se cree pasivo, esencialmente solar
cuando se cree lunar (es decir, gira en torno a la rea-
lidad tornando de ella la escasa y fría luz propia que
posee). Todo conocimiento es también muestra de creen-
cia y de conquista.
Creencia, puesto que las verdades (incluidos ·los prin-
cipios_ y las categorías lógicas) no corresponden a nin-
gún en~s{ de las cosas, no son adecuación a los «obje-
tos)>, sino a la vóluntad de poder. Tenemos que creer
en una I6gica para que las cosas se nos sometan. «De-
ducir» la lógica de la voluntad de poder significa refe-
rirla a necesidades y deseos; deseo de .estabilidad, que
introduce la simplicidad; el orden, la identidad; necesi-
dad de prever, que inventa las categorías de causalidad
y de finalidad, categorías que a su vez hacen. posibles
sistemas repetitivos y la previsibilidad de los , fenóme-
nos. La lógica se. basa en una falsificación Ói:il y nece-
saria (nace de la necesidad vital de. apoyarse en las
identidades cuando nada real es reducible .a la unidad y
a la identidad). Esta es la razón por la que cla verdad
es esa especie de error sin el cual una especie determi-
nada de sere.s vivos no podda vivir». Pero es, por aña-
didura, «falsificación- de la falsedad», porque el cen-sí»
o el «puro devenir» se presentan como caos, lo cual
quiere- decir no-verdad (lógica) eterna é infinita.
Por otra parte, d conocimiento es conquista en 'la
medida en que es esencialmente imperativo, en que im-
pone leyes al cao&, en que es actividad de asimilación.
196
Actúa despóticamente sin dejar de suprimir, de simpli-
ficar, de igualar. La lógica, como la moral, se desprende
de una voluhtad de reducir todos los fenómenos a «Ca-
sos. idénticos». El saber esquematizado, /cuando finge
objetividad, crea coherencias-ficticias y, por otro lado,
se apropia con una especie de voracidad inagotable de
todo lo que le es extraño, con el único. objetivo de ha-
éerse el dueño. Pero hay más: la actividad esquematiza-
dora y asimiladora del conocimiento no es ni siquiera
obra de la conciencia. Se produce ya al nivel del cuerpo
y desde. él emerge al nivel consciente. Conocer, juzgar,
sólo es reconocer un esquema de asimilación que se en-
cuentra disponible porque ya ha sido trazado por el cuer-
po, es decir, por la voluntad de poder.
La destrucción de la lógica por su genealogía implica
igualmente la ruina de las categorías psicológicas ·que
se fundaban en esa lógica. Todas las categorías psico-
lógicas _(el yo, el individuo, la persona) son consecuen-
cia de la ilusión de la identidad sustancial. Pero esta
ilusión remite en primer lugar a una superstición, que
no engaña solo al sentido común, sino también a los fi-
lósofos, a saber: la creencia en el lenguaje, y más pre-
cisamente, en la verdad de las categorías gramaticales.
La gramática (la estructura sujeto-atributo) es la que
inspira a Descartes la «certeza» de que «yo» es el su-
jeto del verbo «pienso»: cuando son más bien los pen-
samientos los que vienen a «mÍ», y en el fondo, la creen-
cia en la gramática no haría más que traducir la volun-
tad de ser la «Causa» de mis pensamientos. El sujeto,
el yo, el individuo son otros tantos conceptos falsos
porque transforman en sustancias unidades ficticias que
sólo tienen en principio una realidad lingüística. Por
otra parte, el «yo» ·referido a la voluntad de poder se
revela como una simple ilusión de perspectiva en -la
medida en que está planteado como una unidad subya-
cente, centro permanente, instancia de decisión. Ahora
422
197
bien, el «yo» o el individuo son ·fi~ones ·que ocultan·
una configuraCión; una pluralidad d.e fuerzas en lucha·.
· Lj& identidad. co~sciente y personal, además de ser una
«costuttlbre gramatical», esconde la pluralidad· original
y fundamental que. constituye la voluntad de poder como
cuerpo. «SomO$ ·una . multiplicidad .que ha construido
una· unidad imaginaria»: una ·multiplicidad de·. pulsiones
que se ha dado un centro arbitrariamente coherente y
sustancial. A partir del cuerpo como multiplicidad ori-
ginalmente separada que se atribuye una· unidad, se des-
cubre mejor el «funcionamiento» de la voluntad de po-
der. Filosofar sirviéndose del cuerpo éomo «hilo con- ·
ductor» equivale a mostrar el. «yO» como instrumento,
expresión, intérprete del cuerpo; a· mostrar el cuerpo,
en oposición a nuestra pequeña facultad de razonar, don-
de s6lo a¡1arecen «causas» superficiales, como la «gran
raz6n», es decir, la totalidad de las causas profundas en
su móvil y contradictoria diversidad. · La filosofía no ha ·
dejado de despreciar al cuerpo: no ha querido reconocer
que es el cuerpo quien inspira al «alma» 'sus. pensamien-
tos y que la conciencia no es más que un fenómeno
superficial y terminal. La psicología siempre .ha adorado
las unidades superficiales por miedo a enfrentarse .con
la multiplicidad desconcertante del fondo del ser.
Precisamente es de esta «voluntad de·· encontrar la ,
verdad», es decir, lo fijo, lo estable, lo idéntico y lo no-
contradictorio, de donde proviene la falsedad de nuestras
categorías lógicas y psicológicas. Pero esta desvalorización
de la contradicción. y del cambio revela un pre¡uicio mo-
ral en la base del conocimiento. Este prejuicio se resume
así: lo siempre-estable, lo siempre-idéntico, no sólo es la
verdad, es también el bien. En dos sentidos: el cono·
cimiento pretende aportar la salvación y se eneuentra
obsesionado· por un ideal de honestidad moral:. le .da·
vergüenza de engañar tanto como de ser eñgañade; la
verdad tiene más valor moral que la falsedad,: Pete> si
. . '
-· 42.)
198
'~ ¡'. ;'r
,
r'
querer conocer la verdad es querer ser bueno y ~<salva
1
do», esto es para Nietzsche negar la «vida».
En efecto, si la auténtica lÓgica se define· como una
búsqueda de la identidad a toda·costa y c.ómb el recpazo
del carácter contradictorio de la vida, la voluntad de
verdad se liga a una voluntad de poder nihilista y,
más brutalmente, a una Úculta voluntad de .muerte. Todo
conocimiento está impulsado por esta voluntad ascética,
esta voluntad de autodestrucción que va a revelarse como
la forma suprema de moral. En todo conocimiento se
encontraría la aspiración a situarse definitivamente fue-
ra de toda contradicción, es decir, para Nietzsche, en la
nada.
Así, toda genealogía (de la lógica, de la ciencia, de
la psicología, etc.) remite a la genealogía de la moral
en la medida en que el ideal moral es el arquetipo y
la fuente de todo ideal (el de la verdad en particular).
No hay verdad y falsedad sino en la medida en que hay
·bien y mal. El ideal del conocimiento se revela como
un caso particular y derivado del ideal en general: «La
necesidad de saber lo que debe ser ha suscitado la ne-
cesidad de saber lo que es.» Más radicalmente, la ge·
nealogía de la moral plantea la cuestión del sentido del
ideal, es decir, de la dirección original de la voluntad de
poder a la que tal creación responde y presta servicio.
Al mismo tiempo que detalla y desenmascara el proceso
de fabricáción del ideal, la genealogía hace aparecer la
co11ciencia moral como una formación surgida de un lar·
go desarrollo y que implica diferentes grados.
Desde un punto de vista genealógico, parece que la
moral sólo puede recibir una definición unívoca, pura-
mente negativa y peyorativa: tanto la conciencia moral
como. el ideal se analizan y desenmascaran como crea-
ciones del «resentimiento». Ahora bien, ¿qué significa
el resentimiento sino, el·· odio, la condena, la deprecia-
ción de la «vida»? Dicho de otro modo, la moral está
424
199
i\ 1 ~''
(' ' '""'1
'7j:
',_·}::··'·
42.S,
200
·!~,.-
1.~
1'1.·¡··
426
201
la ambivalencia y la duplicidad del \«CbnceptO»· de «mo-
ral>;; porque si se refiere ordinariamente a una VGÍun-
·tad ;de poder débil y reactiva, también puepe. remitir a
los valores deseados por la voluntad fuet:te y activa.
Por, ello, el punto de vista supremo de la· voluntad de
poder · afirmativa se ·sitúa necesariamente IIliÍs allá del
bien, y del mal, ya que la distinci6n 'misma ·de bien y
mal es obra de la debilidad. Para ésfá, el fuerte y el
débil (así como los valores que mantienen o que les
mantienen) son igualmente morales e igualmente inmo-
rales. La ·inmoralidad se encuentra repartida· entre am-
bo~ lados. La moral unilateral se encuentra, disuelta.
Y de hecho: «El concepto 'bueno' no es único» (Genea-
logía de la moral). No hay «virtudes» ni «vicibs» que
no se tomen por lo menos en dos acepciones opuestas.
Igual que hay una prudencia de los débiles; baja y vil,
hay una prudencia de los fuertes, noble y orgullosa; una
crúeldad cobarde y débil, una crueldad valiente y fuer-
te; un pesimismo síntoma de agotamrento y. de descom"
posici6n y un pesimismo que manifiesta un aumento de
energía, que constituye una especie de lujo de la fuerza.
·Así pues, 1~. necesidad de destrucci6n y de cambio pue-
de· ser la expresi6n tanto de una fuerza exuberante y
desbordante como del odio y del descontento respecto
a lo que existe, de la misma ma11era que la necesidad
de estabilizar, de 1fijar, de «eternizar» puede provenir
de la generosidad y de la felicidad o puede emanar del
rencor y del m6rbido deseo de perpetuar el sufrimiento
y la désgracia. El hombre «bueno» puede desiguu, en
una misma cultura, al «bondadoso», pero también «al
que ansía el combate y la· victoria». Así, el punto de
vistl;l geneal6gico lleva a descubiir una tipología moral,
antitética: la oposici6n fundamental inicial «débil-fuer-
te» se vuelve a encontrar en la del tipo .gregario (pasivo, '
defensivo, vulgar) y del tipo solitario (activo, agresivo,
noble). La profunda idea de NietzSthe es que este an-
427
202
• 1
,,f
\ 430 ! '
203
religi6n de los fuertes, o más bien dos: la religi6n grie- ,
ga primitiva, la de Dioniso, y la futura del eterno re-
torno.
Pero el resentimiento evoluciona necesariamente ha-
cia su tercer estadio, que ~constituye la última realiza-'
ci6q de su p~opio fip (fin ya presente en el comienzo):
la supresión de sí. La conciencia, que es su propio ver-
dugo, acaba por no ppder soportarse. Quiere su muerte,
es decir, le es necesario vivir su muerte. El ideal ascé-
tico, con la fkci6n del otro-mundo, del mundo «verda-
dero», que posee todos los caracteres opuestos al--de la
«vida», representa el medio de realizar la muerte en el
seno de la vida. La voluntad podrá vivir su imposible
autosupresi6n, continuar queriendo, pero queriendo la
nada (de sí mismo Y~ del mundo). La autoacusaci6n se
convierte en autodestrucci6n. El hombre se inmola al
más allá religioso con las privaciones de una existencia
ascética. Cuando el ideal religioso ha hecho agua y se
encuentra reemplazado por el ideal científico, el sacrifi-
\
cio permanece determinado siempre por ·el ideal ascéti-
co. Que la vida sea sacrificada a Dios o a la verdad,
eso no cambia en nada el principio del ideal. Peró al
final la supresi6n misma del ideal, n,o solamente del
ideal-Dios, sino de todo ideal, cualquiera que sea, apa-
rece como el prolongamiento y la obra del principio de
negaci6n presente en el ideal ascético. El ateísmo y el
nihilismo son el resultado de la aplicaci6n, de la puesta
en práctica incondicionada del ideal de «verdad a toda
costa», nacido de la moral ascética. En efecto, el ateís-
mo, como muestra Nietzsche, no tiene otra fuente que
el ideal de escrupulosa sinceridad, y después el de la
honestidad intelectual rigurosa, tal como sé ha desarro•
liado bajo la influencia de los refinamientos de la con~
ciencia creados por el cristianismo mismo. Por ello el
ateí~mo es, en su sentido genealógico, «la catástrofe. im-
ponente ,de una disciplina dos veces milenaria del ins-
4.31
204
~r~) y 1'
'1
1
tinto qe ,.verdad que ·a fin de:cueptas se prohíbe, .la .men"
tira de la fe en. Dios» (Genealogía de la ~oral, tercer
tratado). ¡Los ateos son los hombres más piadosos,· en .
,.espec)al ··los espíritus. pentíficos!. Así mueren la moral y · ·
la religión pói . su propia exigencia: se suicidan. «Dios
a matado a Dios.» Todo lo que es grand~ sólo puede
perecer 1 por un «acto d~ autosupresión»: así lo quiere la
y~luntad .de poder.
El nihilismo revela que hasta ahora sólo el dolor, el
sacrificio, la autodestrucción han dado un seritido a la
.vida, que nunca ha habido otro ideal. Pero este ideal
ya, rio existe: «faltan las metas». La .voluntad de ,poder ;
ex:Íge 9e la humanidad SÚ propia superación: pero ¿cómo
1
defhiir esa nueva meta, el superhombre, con respecto a
todos los' tipos· solamente humanos?
¡
6. · EL SUPERHQMBRE Y LA TRANSMUTACION
.
,·'
J;p ,cuanto
«meta». última, evidentemente el superhom-
bre ,no puede identjficarse con ningún otro tipo de
1 \
432
_,'í
205
:inal de rebaño»;, .uniformizado, igualizado, J?i~eladci (y
1
43.3
\
206
•,.,.
.f·. i
1¡1
''
·i·•'
'
li"ci6n ~· de la e.enda del h~mbre 1que realiza '
lo que solo se encontraba en potencla en eL pasado) o, J
por 'el contrario, como una especie. superior al hombré .!
1
,JI
Ir!
(quizá un dios), de' todos modos otro tipo de ser vivo , 1
. diferente del hombre? Cuestión fundamental, porque no j
se trata de una sencilla disputa a propósito de una dife- . ,'
· tencia de grado o -de n¡¡turaleza. Se trata de saber si .:'!1 ,
nihilismo es hasta tal punto coextensivo con la· esencia
del hombre que no es posible. superarlo sino superando
la humanidad misma. Ahora bien, la respuesta de Nietz-
sche es clara. Opone a un humanismo del progreso que
implica la acumulación por la especie entera de todas
las ganancias, es decir, el reparto entre todos los hom-
¡1¡
434
207
a -llegar· al superhombre, una experiencia arriesgada y
peligrosa que \Íntenta.
Pero el superhombre es «un ensayo para algo que ya
no es el hombre» (el subrayado es nuestro). Una vez
más. se encuentra rota aquí la lógica de la identidad, no
porque el superhombre contenga una ambivalencia (no
es aÍ mismo tiempo realización y superación del hom-
bre), sino porque se opone a la identificación del hom-
bre consigo mismo en cuanto ser vivo supremo. El hom-
bre ya no puede idolatrarse. La «voluntad de justicia»
(«justicia» significa para Nietzsche a la vez respeto ·a la
distanci¡:¡, ~ la separación, y relación de adecuació~ con
la voluntad de poder) ordena a Zaratustra «quebrar a
[su] imagen del superhombre todas vuestras imágenes
del hombre» (subrayado en el original). La humanidad,
que se ha entregado irremediablemente a la esclavitud,
deja de ser la meta: «El superhombre es la meta.»
El superhombre se caracteriza como ese tipo de ser vivo
que se habrá librado irreversiblemente de los lazos que
la humanidad, aunque sea afirmativa, mantendrá siern-
i pre con el nihilismo. Este «desprendimiento» constituye
para Nietzsche el futuro del futuro. En efecto, supone
ya realizada la inmensa tarea, futuro ella misma de la
transmutación.
El superhombre, que será tan diferente del hombre
como el hombre del animal, no es un mito, sino la exi-
gencia «económica» de la voluntad de pocler. En efec-
to, representa la necesaria compensación de 1a degrada-
ción o pérdida de energía que se produce en la especie
nivelada. Es preciso que la voluntad pueda encontrarse'
íntegramente de ese lado, ya que por el lado del hom-
bre declina íntegramente. Así pues, el superhombre no
realizaría a la humanidad sino a lo que en ella es más
originario incluso que ella misma, la voluntad de poder:
sería la realización no de la esencia del hombre, sino de
la esencia de la vida.
435
208
¡ .. '
436
209
¡ ( .~ ,.:. t' ..
- \ . ~-
437
. \
210
creación del lenguaje como «formación artística de me-
táfotas» (mf!~áforas luego momificadas en. con<;eptos). La
ciencia vuelve a encontrar, en forma de conceptos con-
gelados, exangües, descoloridos~ las imágenes y los es•
quemas que el lenguaje había impuesto r. primitivamente
al mundo, pero es el arte ,quien ha hecho en primer
lugar el caos antropomorfo. El hombre del conocÚnien-
to, .conquistador· y creyente, es un artista sin saberlo.
Conocer consiste solamente en redescubrir esquemas que
el instintc{ artístico ha impuesto ya a las cosas. Por otro
lado, si el arte tiene que convertirse en el valor supre-
mo, es en la medida en que es el que mejor correspon-
de, en que es el más ad.ecuado a la esencia de la volun-
tad de poder como desarrollo permanente de sí, como
insondable profundidad de ilusión, benéfica, exaltadora y
como afirmación duplicada. Si Nietzsche llama al arte,
ya en El nacimiento de la trag'edía, «la más alta tarea
y la actividad metafísica por excelencia», es porque
constituye el «gran estimulante de la vida»: el arte im-
pulsa al creaslor a superarse a sí mismo, amplía el mun-
do porque le devuelve su carácter explosivo, caótico: es
embriaguez, fiesta, orgía, ruptura de la identidad, mien-
tras. que la ciencia se contenta con ordenar lo que en ·el
fondo ya se ha adquirido. Si el arte intensifica eJ, sen-
timiento de .poder es porque reafirma toda la realidad
' en una duplicación que sitúa en sí misma toda «apa-
riencia» confirmándola como apariencia. Apariencia ele-
gida, corregida, magnificada, que significa adhesión ~ lo
que siempre se ha considerado sólo como ilusorio, que
glbrifica la ilusión como tal ilusión.
'En suma, la transmutación da origen al ideal de un ·.
conocimiento que ya no es enemigo del arte, sino que,
sometiéndose a él,· se somete directamente a la voluntad
de poder. :gse es el ideal de La gaya ciencia, que es al
mismo tiemp9 un saber trágico. Porque lo «trágico» en
1
,q"
438
211
estado que, gracias a la más al¡:a afirm¡¡.ción, es capaz
de incluir en sf y de reivindicar incluso el mayor sufri-
' ·miento~ Ya en El nacimiento de la tragedia, lo trágico/
dionisíaco encontraba su si~bolización más original en
el fenómeno de la disonancia musical, placer experimen-
tado a ·través del mismo dolor. El sufrimiento deja de
ser ·así un argumento contra lá vida. Ahora bien, el
saber no ha sido hasta ahora más que seriedad, dolor y
esfuerzo (todos los anteriores juicios de valor han es-
tado dominados por la idea del trabajo). El saber ha
sido fúnebre, mortífero, deseo de acabar con la vida, vo-
luntad de muerte, ascesis individualizadora y moralizan-
te. Por el contrario, un saber artista tendería: a romper·
los estrechos límites de la identidad individual que ha-
bía sabido quebrar la sabiduría dionisiaca de los prime-
ros griegos, de los griegos anteriores a. Platón. ¿Qué
enseñará esta Gaya ciencia sino la suprema enseñanza de
Nietzsche, o de Dioniso, porque quizá tenga como último
efecto destruir la identidad misma del nombre propio
de quien la profiere: «la inocencia del devenir», que se
identifica con el «eterno retorno de lo idéntico»?
7. EL ETERNO RETORNO
4.39
212
;¡¡J
cuada para inspirar el asco por la existencia, adecuapa
para empujar' a la desesperación: «El mismo tiempo es
un drculo.» La fórmcla «todo retorna» resuena en su
boca como un eterno «en. vano». Si todo retorna, t~do es
eterno, pero todo es lo mismo, todo es igualmente util e
inutil, lo mejor y lo peor tiene el mismo precio. Así, aun-
. qué sea lo inverso, la idea del eterno retorno se parece
en un principio de una forma carka,turesca a la forma
extrema del nihilismo: «Concebimps este pensamiento
bajo la forma más aterradora: la. existencia tal cual es,
desprovista de sentido y de metas, pero retornando i'n-
evitablemente sin acabarse 'a la nada: el 'eterno retor-
no'.» Si Nietzsche pone la expresión entre comillas es
porque este pensamiento es una prueba, es decir, üri
iJlstrumento de discriminación: ¿quién querría volver a
cómenzar su vida en condiciones absolutamente idénti-
cas? Sólo los fuertes, sólo aquellos que consideran su
;
existencia digna de repetirse indefinidamente se.. rán capa-
ces de soportar tal pensamiento. Si se impóne algúll día
es;a doctrina, acenwará la diferencia entre los fuertes y
los débiles, reforzará a los fuertes, los impulsará a afir-
marse aun más y, por el contrario, abrumará a los dé-
biles, los impulsará a querer negarse aun más. Con esto
,contribuirá a la gran tarea de la selección. Pero ¿cómo
se impondrá esta doctrina? Como una religión cuyos
elegidos seran aquellos que tengan fe en su . propia vida
como vida que merece repetirse innumerables veces. Re-
ligión opuesta a todas las religiones, que no hacen más
f
~:
que prometer una vida mejor, la felicidad en el más
allá, la doctrina da la felicidad en la tierra a aquellos
que sean capaces de esta, fe. Religión que, dke Nietz-
sche, será «dulce» para los descreídos, porque si bien
tiene un paraíso, no tiene un infierno: «El que no crea
rio tendrá , conciencia más que de una vida fugitiva.»
R,eligión sjn pecado ni culpa, porque todo lo que se re-
pite infinitamente Oil es ni bueno ni malo, es /
inocente,
442
213
es sin más. Unica religión desprovista de nostalgia que
suprip1e cualquier deseo de huir del mundo, cualquier
desv~lorización del «aquí-abajo» en beneficio de toda
trascendencia, la doctrina establece, como cualquier re-
ligión, uh vínculo con lo divino, entendido como; tota-
lidad, unidad del yo y del mundo. Pero, como veremos,
la <<divinidad» en Nietzsche no es sinónimo de perfección,
sino de afirmación absoluta que abarca la misma im-
p~rfección. Finalmente hay que considerar el eterno re-
torno como una religión de la pura posibilidad: igual
que el simple pensamiento de la condenación eterna
ha podido modificar las acciones de los hombres, la fe,
en todo momento,- en la vida, como digna de retorno,
elevaría a la humanidad por encima de sí misma. Si la
r~ligión del retorno representa una prueba ~ escala in-
dividual, el retorno del todo constituye una prueba para
la voluntad de poder en general en la medida en que
implica el retorno de todas las formas del nihilismo,
el retorno de la debilidad, el retorno de la decadencia.
Porque el retorno significa que incluso si la voluntad
de poder se libera y llega al superhombre, no obstante
el hombre nihilista y reactivo retornará eternamente.
Ese es el mayor obstáculo que la voiuntad de poder
tiene que afrontar. Sólo podrá vencerlo por la adhesión
a una nueva «necesidad», necesidad que incluye lo ne-
gativo mismo, aunque sin recuperarlo.
Experiencia en sentido de posibilidad y de prueba, el
retorno aparece también como la experiencia aparente-
mente muy simple de un momento privilegiado: la de
haber dicho «SÍ» a un instante. La afirmación auté9.tica-
mente plena y completa de un instante, el puro «SÍ» es
contagioso: estalla en una afirmación en cadena que no
tiene límites. «Si decimos sí a un solo instante, deci"
mos sí a toda la existencia.» Pero este instante es un
instante privilegiado: sólo un instante de alegría puede
afirmar asL Sólo la alegría posee el poder de quererse a
-"
1
214
.~.; ' i
l,
1 - /
.. 1 . . 1 '
444
215
idea de que lo que hago ahora compromete mi ser eter-
no. Pero' ~Sta ética opone en realidad 'á cualquier im-
perativo categórico («debo») un imperativo de la nece-
sidad («estoy obligado a»). «Mi doctrina enseña a 'Vivir
de tal forma que te ves obligado a desear vivir! de nue-
vo.» La ley del eterno retorno no puede formularse en "
indicativo; sino que su imperativo es al mismo tiempo
necesidad. «<mprimamos en nuestra propia vida el sello
de eternidad. Esta vida, tu vida eterna. Non alia, sed
haec vita sempiterna.» Actuar de modo que me en-
cuentre obligado a repetir mis actos e inversamente a
querer lo que estoy obligado a hacer ... Vet:ril~ obligado
a querer una necesidad que es la necesidad propia del
querer: esta ética se basa en un círculo.1 Este círculo
significa: la voluntad que quiere el eterno retorno es
la voluntad que se quiere a sí misma, que encuentra en
sí misma esta necesidad de quererse.
Pero ¿de qué «necesidad» se trata a fin de cuentas?
Nietzsche declara que se propone «liquidar el concepto
de necesidad». Y, en efecto, la expresión que resume la
sabiduría del eterno retorno, amor fati, hace estallar el
concepto tradicional de necesidad. Porque se trata, en
el fatum nietzcheano, de una necesidad que no es la ,
necesidad causal de las leyes de la naturaleza. (el meca-
nicismo), ni la de una finalidad, ni de una fatalidad cie-
ga y, como dice él, «a la turca», ni la de una libertad
que se determina a sí misma. Esta «necesidad» ya no
es una categoría, sino que incluye en sí los contrarios
lógicos, que son el caos y la forma, el azar y la Jey.
«Quiero amar sólo a lo que es necesario. Amor fati:
qúe ése sea mi último amor.» En la medida en que ,
todo es necesario, el amor fati es una contradicción para
la' lógica conceptual. Pero la oposición entre, el amor
como actividad de la voluntad y el' de~tino como deter-
minación puramen~e pasiva de lo que ya está realizado,
se encuentra precariamente suprimida. El querer/ transfi-
1
\ 1
216
gurado pqr el retorno ya no está calificado por el de- ',
seo, la aspiración, la carencia (ya no es voluntad que
busca lo que aún l}O es), sino plenitud, perfección de
una voluntad que·· s~\ dirige a lo que es. Este querer es
amor en el sentido en que ámar es querer que lo que
es (tal como es y no de otro modo), sea una infinidad
de veces lo que es. En este querer que ama la necesi-
dad se atenúa la aparente diferencia entre la voluntad
de poder, como «ser más>>, y el eterno retorno, como
«ser realizado». ,La «necesidad» engloba a la vez al fa-
tum, a la voluntad y al vínculo que los une, que tam-
bién es el «anillo» que une todas las cosas. Ya no hay
contradicción entre el determinismo, la libertad y la
contingencia para un querer que es amor a la necesidad
hasta el punto de constituir .su propia necesidad (ego
fatum). Por esta razón, el «fatalismo extremo es en el
. fondo idéntico al azar y a la actividad creadora»: ya
no hay azar ·para una voluntad que se afirma como su
propio destino y el del mundo, indisolublemente. Esta
/voluntad es la libertad absoluta en la necesidad absolu-
ta, ya que quiere con la misma fuerza y afirma de la
misma manera todo lo que sucede, en ella o en el mun-
do, lo haya o no escogido. ~<Todo lo que fue es frag-
¡ mento, enigma y horrible azar hasta el momento en que
la voluntad añade: pero yo lo quería así.» Ahora bien,
/
r, al unirse así a la fatalidad del retorno, ¿no perde,rá el
' ego su unidad y su propia identidad?
En efecto, la idea del retorno, experimentada en dife~
rentes formas, provoca el estallido de grandes distin-
ciones que, {>egún los principios de identidad y contra-
dicción,. definen tradicionalmente la modalidad de la
existencia: del mismo modo que la individualidad no
puede igualarse a la totalidad del mundo, las cosas no
pueden pectenecer al mismo tiempo a las categorías de
·pos!bilidad, de contingencia y de necesidad, igual que
no pueden depender •al mismo tiempo del tiempo y de
1
446
217
)~
447
218
/
...?
\
'
..
!.'
,
El círculo !\igue siendo lo que en el devenir siempre es
permanente. En cuanto ley del devenir, él mismo no
:1'1i deviene. Si el devenir es en sí lo inestable, el caos, el círcu-
lo es la mayor estabilización posible de lo inestable.
Por ello, el eterno retorno aparece como una simple
interpretación, interpretación del devenir según la pers-
pectiva del ser, pero como la interpretación suprema a
que se puede elevar la voluntad de poder. Porque ella
le as-egura el mayor triunfo, el triunfo eterno: mediante
la voluntad del círculo se asegurá a sí misma y asegura
el dominio constante del caos, es decir, la certeza de
superar infinitamente el retorno mismo de lo negativo.
Esto es lo que Nietzsche llama la «cima de la contem~
plación» y también la «recapitulación», el .-~;esumen de
~u pensamiento abisal: «Imprimir al devenir la marca
del ser: ésa es la forma suprema de la voluntad de po.
der [ ... ] Decir que todo reto~na es aproximar al má-
ximo el mundo del devenir al del ser.» Así, el eterno
retorno aparece como esa perspectiva de la voluntad de
'44~
219
J ' ! ~ ' /_, ..:..: .).
44,9,\
'•
220
mento en que el yo de Nietzsche coincide con la ~ota- L;,
lidad de la historia, se ·priva de la palabra y de la escd-
tura~ COmo Dioniso,. que es su última «identidad», el
' · yol de Nietzsche se encuentra desgarrado, desperdigado,
s~n 1~·~ perspectiva de la totalidad dispersa que a :pa_!- .
· tir de ahora encarna. El mutismo final de la locura se-
ría1 :como ,..-escribe poco antes de dejar de escribir, «la
máscara que oculta un saber fatal y demasiado seguro»,
pero ¿de qué saber? Quizá de saber que el lenguaje nÓ
puede romper el principio de identidad sin romperse a r
sí mismo, no puede someterse a él sfu renunciar a decir
el. fondo del ser. Así pues,· la destrucción del lenguaje
metafísico sería, en Nietzsche, un experimento llevado
hasta la autodestrucción del destructor en cuanto intér-
prete. Este intento de .subversión, a la vez triunfante y
alx>rtado, porque muestra el callejón sin salida esencial
.del discurso de la. metafísica 'occideqtal, defirie a Nietz-
sche como el mayor «seductor», para nosotros qut; no
tenemos otro lenguaje. , - ·. '
Si; ~ partir de él1 «cada palabra es un prejuicio», si
la gramática restaura indefinidamente los sustitutos del
, Diós muerto, ¿en qué consiste su legado más precioso
sino en que, a través de la engañosa sintaxis' de estas
palabras ·destruidas, a través de la sorprendente distri-
bución de los términos, es decir, de los límites, de este
lengúaje depreciado, no dejará de suscitar la intermina-
·Me. minucia 'de una .gran sospecha», ,en que el lengUaje
na retornado a sus propias torres?
Michel HAAR
4$0
221
.1
""\
CRONOLOGIA .·
4'1
222 ·,,,~
-~
' _)._' ·,~,-
',,1
í 1 . . • .·
1879"1888 Fragmentos y notas para las obras _publicadaS', (Aurora,
. Zaratustra)· .y para las obras proyectatr~ a partir de '
·1885, para las. cuale;s Nietzsche proy~etó. diferentes
títl,llos: La transm~táci6n de todos los valores, La vo- ,
luntad de poder, La inocencia del devenir.
\ 1 '
"' ¡·
•'¡('
,1
BIBLIOGRAFIA
r
! r
Edi;;ones completas
1¡
.En castellano, la única edición de Obras compl~tas, Madrid,
~iJar. 1~32.
:1- '
'l ) ¡452
.;..·
223
1 (
están traducidas.
De lás obras p6stumas:
La volonté de puissance (que reúne, según uno de los últimos
planes de Nietzsche, fragmentos de épocas muy diferentes, tré.duc-
ción de G. Bianquis, 2 volúmenes, París, Gallimard, 1947).
La naissance de la, philosophie a l'époque de la tnagédie grecque
(traducción del libro inacabado de 1873, y diferentes fragmemos,
París, Gallimard, 1938, reeditado en 1969).
Le livre, du philosophe (textos imp()rtantes ,de 1872', 1873 y
1875, traducción de A. K. Marietti, París, Aubier, 1969).
Próximamente: Les poemes, ,traducción de H. Albert, Mercure
de France, París, y en cuanto a la correspondencia: Lettres choi-
sies (A. Vialatte, París, \ Gallimard) y Lettres a Peter 'Gast
(A. Schaeffner, Mónaco, Editions du Rocher).
'Principales ensayos
453
224
Essais e:t conférent:es, Parls, /Gallimard, -1958 (eclicl6n alemana,
19.50). . / . • ·,
- Le t,not' de Nietzsche Die:u est mort, en Chemins, París,
Gallimard; 1962 (edid9n alemana, 1954). .. ··
-'-' Nietísche, 2 vols., Pfullingen, .1961 (textps escritos .entre
1936 y 1946). 7raducci6n francesa. de Pierre K1ossowski, París,
Gallimard, 1971. · . .
K. JASPERS, Nie-tzsche. lntroduction a la pb#osdphie, Berlín,
1936; París, Gallimard, 1950. Versi6n cast~ana: Buenos Aires,
Editorial Sudamericana1 .1963.
· P. KLOsshwsKt, Nietzsche,' et le cercle vicieux, París, Mercure
de France;·l969. Versi6n castellana: Nietzsche y el circulo vicioso,
Barcelona, S~ Barral, 1972. · ·
S. :KoFMAN, Ni.etzsche et. ta métaphore, París, Payot; 1972.
H. LEFEBVRE, Hegel,.Marx, Nietzsche, Madrid, Siglo XXI,l976.
G. MoREL, Nietzsche, 3 vols., París, Aubier-Montaigne, 1971.'
B. 'PAUTRAT, Versions du soleil. Figures et systeme de: Nietzs-
che, París, Ed. du Seuil, 1971. .
G. SOBEJANO, Nietzsche en España, Madrid, Gredos, 1967.
E. TRÍAS, E. SAVATER, S. G.NORtEGA, P. FERNÁNDEZ FL6REZ,
. A. GóNZ¡Á~Z,R. BARCE, J. EcH:EVERRÍA, A.. S. PASCUAL, En fa-
vor de Nietzsche, Madrid, Taurus, 1972.
, Colloque · de Royaumont, •obre . Nietzsche, París;' Editions de
Minuit, 1967, .con ponencias de H. BIRAULT, K. LOWITH,
E. GAEDE,). WAHL, G. MA:RfEL, M. FouCAULT,-P. KLossowsKI,
). BEAUFRET, G. DEi.EUZE.
Nietzsche auioud'hui?, 2 vols., coloquio de Cerisy, 1972, espe-
cialmente las ponencias de G. DELEUZE, J. DERRIDA, E. FINK,
P. Kt.ossowsK:t, S. KoFMAN, Ph; LACOUE-LABARTHE,·K. LOwrrH,
J. F. LYOTARD, J.-L. NANCY, H. WxsMANN, París, col. «10/18»,
UGE, 1973.
/
1
(
,!1.
._/
1
454
t'
225