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I Congreso Binacional de Investigación Científica Argentina – Chile

V Encuentro de Jóvenes Investigadores

LA CASA Y LA FILOSOFÍA

Unidad Temática: Estado, Sociedad, Poder y Política – Territorio y Poder.


Paravano, Gabriel y Torres, Cecilia.
Instituto de Teoría Historia y Crítica del Diseño (IDIS), FAUD, UNSJ.
Palabras Claves: Casa, Filosofía, En.

Este artículo se enmarca dentro del proyecto de investigación “De lo situado del territorio andino y sus
prácticas sociales. Una indagación situada en el Valle de Iglesia, San Juan.”
En primer término, toda casa es el laboratorio de un proyecto arquitectónico en el que se busca satisfacer un
requisito mínimo biológico y psicológico en un espacio específico (Botella, E., 2002, p. 19). Supone una
“edificación” que, en su carácter rígido y sustancial, trata de contener la divergente y múltiple expresión de lo
humano (Salvatierra, R., 2012, p. 263).
En segundo término, podría afirmarse que la casa busca constituirse en un hogar, i. e., un punto cálido de
encuentro y seguridad para un grupo familiar. No es un objeto para-sí sino que es algo para-otro, en ella se
contiene la actividad de la vida humana de un modo tal que permite tanto su desarrollo como su transformación.
Por principio, una casa intentaría ordenar el espacio en el interior de la estructura, y definir las circulaciones y
las composiciones que albergará (Botella, E., 2002, p. 26).
En tercer término, la casa funciona como un en, desde el cual el humano se encuentra con un mundo que ha
venido hacia él como un dominio privado, y que le sirve tanto de apertura como de retiro (Lévinas, E., 1992, p.
162). Funciona un carácter de “comienzo” a partir del cual se permiten relacionar complejidades y conjunciones
de los diversos sucesos que la casa se predispone a alojar en su “proyecto de domicilio”.
Las habitaciones, sus usos, pasos y tiempos no los dispone uno sino cuando ya es demasiado tarde, es decir,
cuando ya gobierna un proyecto de domicilio. La vida humana pasa entre edificios y disposición de espacios
con utilidades específicas que dan sentido a lo cotidiano. La realización personal, sea en el nivel y dimensión
que se quiera pensar, sucede en un lugar específico, no sólo en un “aquí-ahora”. Sucede en un aquí específico,
como mi casa, y en un ahora específico, relevante a mis tiempos.
Aristóteles comprenderá a este proyecto de domicilio que define a la estructura de la casa, dentro de la idea
de Oikos, como aquel lugar en donde se organizaban los recursos y agentes necesarios para la supervivencia y
educación de la familia.
Se comprendía a lo doméstico como una instancia más en el “arte de gobernar”, en donde específicamente
funcionaba una Oikonomia, v. gr., administración de la unidad principal de producción y de consumo de la
sociedad (Mirón Pérez, 2004, p. 64). Lo que se encontraba y se disponía relacionar en este en de las prácticas
humanas eran las complejas relaciones económicas de la vivienda, como sea la agricultura, la alfarería, la
carpintería, etc.
Con motivo de garantizar la continuidad de la Polis, centro material de la substancia humana, la casa se
ocupaba de sus espacios, de los usos y de los habitantes dentro de una lógica administrativa de los bienes de la
familia:
1. La casa respeta el carácter hilemórfico de la realidad, consta de Hyle (i. e., “materia”), como sean
los ladrillo, el barro o la arcilla, etc., y de Morphé (i. e., “forma”) como sea la idea o croquis de la
casa – actualmente se proyectaría en un plano – (Aristóteles, Metafísica, V, 8). Así, el Oikos será
una individual naturaleza en el que habita de un modo específico un animal particular: el zôon
politikón (i. e., “animal político”).
2. Los elementos constitutivos del zôon politikón son sus propiedades (formales y materiales).
Siguiendo a Hesíodo, los peripatéticos comprenderán que la casa es “mujer y buey de labranza”
(Pseudo-Aristóteles, 1343a18-21), i. e., lugar en donde la mujer forma familia y el buey (a veces
animal, otras esclavo) trabaja la tierra.
3. La casa será la comunidad social básica de las relaciones del zôon politikón, ya que es la base de
la organización familiar, mientras que la Polis (i. e., “Ciudad-Estado”), se asienta sobre la
organización de las familias (Aristóteles, Política, I, p.). El éxito de la segunda depende de la buena
administración de la primera.
Claramente esta lógica de la administración, que se extendía a un proyecto mayor de domicilio, el cual se
entiende como la Polis, deja de lado la relevancia del carácter material que constituye a la casa, pues lo
inanimado no es representante de la naturaleza animal del humano, ni muchos menos del crecimiento cultural
y virtuoso de la ciudad (Pseudo-Aristóteles, 1259b23-26).

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Aun así, la extensionalidad de la unidad básica de lo social es una noción que posee su actualidad. La idea
de que la casa no es una entidad clausurada por su forma a las otras instancias de lo social también encontró
desarrollo a lo largo del s. XX.
El arquitecto ruso, Alexander Klein (1879-1961), comprenderá al "espacio de entrada” de la casa como el
punto de conexión entre lo privado y lo público o, mejor dicho, entre la interioridad de la vivienda y la
exterioridad del mundo (Botella, E., 2002, p. 30). De allí su preocupación por definir una tipología de vivienda
en relación con el tamaño, forma y ubicación de la parcela, ya que desde esta disposición material se podría
trazar la dinámica relación casa-ciudad.
Luego, la preocupación peripatética de entender la política de la ciudad a través de la economía hogareña,
encuentra su resignificación en la dimensión material que se había dejado de lado, pues la relación casa-ciudad
sólo es posible gracias a la ocupación de un mismo territorio. El símbolo que se pone en manifiesto es la
“potencialidad” de la casa, v. gr., el carácter de ser el primer en de lo humano que le permite expandir las
posibilidades del cuerpo mismo.
La casa ofrece, gracias a sus usos y proyecto, una primera idea de cómo es lo social, lo familiar, el orden, el
uso del tiempo, etc. En palabras de Spinoza, confiere una interpretación del “apetito humano” al ofrecer una
idea de causa final:
“Cuando decimos que la «causa final» de tal o cual casa ha sido el habitarla, no
queremos decir nada más que esto: un hombre ha tenido el apetito de edificar una
casa, porque se ha imaginado las ventajas de la vida doméstica. Por ello, el
«habitar», en cuanto considerado como causa final, no es nada más que ese apetito
singular, que, en realidad, es una causa eficiente, considerada como primera,
porque los hombres ignoran comúnmente las causas de sus apetitos” (Spinoza, B.,
2011, 91).
Para Spinoza el “apetito humano” refiere al esfuerzo natural de conservar y desarrollar el propio ser, siendo
la mejor forma de realizarlo el tener un conocimiento acabado de las causas y las virtudes que la dominan, pues
la comprensión de cómo se relacionan los objetos para concentrar al individuo en el punto en el que se encuentra
le permitirá aumentar su Connatus (i. e., “esfuerzo”, “empeño”, “empresa”).
Aunque la idea de “punto” remarca una comprensión substancialista de la realidad, en verdad, para Spinoza,
el mundo en su totalidad está en una completa dinámica determinada por diversos “impulsos corporales” que
se esfuerzan por auto-conservarse: conatus sese conservandi (Duff, R., 2008, p. 7).
La exterioridad es un elemento central para comprender la funcionalidad de la casa como este en de lo
humano, ya que si no tuviese una relación cívica con el espacio público, no habría movimiento humano, si no
existiría la traza o el marco desde cual se configuren las relaciones causales entre los cuerpos que allí habitan,
no ocurriría el evento del “impulso de la existencia” al no haber un resto de fuerzas naturales que se opongan
(Spinoza, B., III, IX).
La complejidad que supone la inestable oposición de fuerzas naturales, en donde puede pensarse en
movimientos fluidos y curvos, da lugar a que se repensar la semántica del proyecto domiciliario, la distribución
geométrica motivará a que se modifiquen las estructuras formales que entran en juego en la casa.
En este sentido, puede encontrarse tal preocupación en la obra del arquitecto estadounidense Peter Eisenman
(1932), cuando aleja la casa del carácter antropocéntrico y teocéntrico de la concepción humana del mundo
(Macrae-Gibson, G., 1991, p. 65), equiparando al cuerpo humano con los demás cuerpos que se movilizan en
un mismo espacio: “creo que lo que he intentado hacer es restablecer aquella experiencia sensual del cuerpo y
el espacio fuera del control de la mente y el ojo” (Zaera-Polo, A., 1997, p. 14).
En consecuencia, en términos de en, la casa es una interpretación que condiciona la experiencia y percepción
del espacio acomodado a un proyecto. Este proyecto indica no sólo quién vive en la casa sino que se dispone
como una multiplicidad para-otro, i. e., para la constante diferenciación de sus habitantes, que constituye un
tipo de permanencia abierta y cerrada, pues no abre sus puertas a los ajenos y los anónimos.

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Bibliografía:
Botella, E. (2002) El análisis gráfico de la casa, ETS: Madrid.
Duff, R. (2008) Spinoza's Political and Ethical Philosophy, Nabu Press: Nabu.
Le Corbusier (1998) Hacia una arquitectura, Apóstrofe: Barcelona.
Lévinas, E. (1992) Totalité et Infinit, Kluwer: Paris.
Macrae-Gibson, G. (1991) La vida secreta de los edificios, Nerea: Madrid.
Mirón Pérez, (2004) “Oikos y oikonomía: el análisis de las unidades domésticas de producción y
reproducción en el estudio de la Economía antigua”, en Gerión, N° 1, pp. 61-79.
Pseudo-Aristóteles (1984) Económicos, Gredos: Madrid.
Salvatierra, r. (2012) La arquitectura después de Nietzsche, SPICUM: Malaga.
Spinoza, B (2011) Ética demostrada según el orden geométrico, Alianza: Madrid.
Zaera-Polo, A. (1997) “Una conversación con Peter Eisenman”, en El Croquis N° 83, El Croquis: Madrid.

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