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CUENTA CORRIENTE

El artículo 302 de la LGTOC establece que: “En virtud del contrato de cuenta
corriente, los créditos derivados de las remesas recíprocas de las partes, se anotan
como partidas de abono o de cargo en una cuenta y sólo el saldo que resulta a la
clausura de cuenta constituye un crédito exigible y disponible”.

Es un contrato celebrado entre comerciantes y tiene por finalidad el regular la


relación entre éstos, evitando el efectuar pagos y cobros periódicos y únicamente
saldar cuentas al fin de un periodo determinado.

Este contrato funciona a partir de las diversas remesas de mercancías o de dinero


que se envían los comerciantes entre sí, y que se anotan como crédito en una
cuenta abierta especialmente para ello, al término de un plazo pactado, se suman
las cuentas y se compensan, y el saldo resultante se paga por el deudor en favor de
su acreedor en la forma acordada.

Es importante señalar que la compensación efectuada al final del plazo es global y


que ninguna de las remesas puede considerarse como pago, ya que en tanto la
cuenta no se liquide no existirán deudas.

En este contrato las comisiones y los gastos por negocios objeto de la cuenta se
incluirán en ésta, salvo convenio en contrario (art. 303 LGTOC).

La clausura de la cuenta para la liquidación del saldo se opera cada seis meses,
salvo pacto o uso en contrario. El crédito por el saldo es un crédito líquido y exigible
a la vista o en los términos del contrato correspondiente. Si el saldo es llevado a
cuenta nueva, causa interés al tipo convenido para las otras remesas, y en caso
contrario, al tipo legal.

Su elementos personales son los cuentacorrentistas quienes necesariamente son


comerciantes. El objeto lo constituyen las remesas de dinero o mercancía que
recíprocamente se envían los comerciantes. La contraprestación implica que al
vencimiento del plazo pactado se salden las cuentas de ambos comerciantes y
opere una compensación de saldos a fin de liquidar el adeudo que exista entre los
comerciantes, convirtiéndose hasta ese momento en un crédito exigible y a cargo
de quien resulta deudor.
OPERACIONES DE FACTORAJE

El artículo 14 del CFF en su fracción VIII regula como enajenación los efectos de
una nueva figura que es el factoraje financiero.

Esta figura es regulada por la Ley General de Organizaciones y Actividades


Auxiliares del Crédito en su capítulo III bis.

Se entiende por contrato de factoraje financiero, el contrato mediante el cual las


empresas de factoraje financiero celebran con sus clientes, personas morales o
físicas que realicen actividades empresariales, y por medio del cual adquieren
derechos de crédito relacionados con la proveeduría de bienes, de servicios o de
ambos, con recursos provenientes de las operaciones pasivas reguladas por el
artículo 45-A de la LGOAAC.

Los recursos para estas operaciones se obtendrán de préstamos y créditos de


instituciones de crédito, de seguros y de fianzas del país o de entidades financieras
del exterior, provendrán de la emisión de obligaciones subordinadas y demás títulos
de crédito colocados entre el gran público inversionista.

Por virtud de esta figura, la empresa de factoraje financiero conviene con sus
clientes en adquirir derechos de crédito que éstos tengan en su favor por un precio
determinado o determinable, bajo las siguientes modalidades:

A) Que el cliente no quede obligado a responder por el pago de los derechos de


crédito transmitidos a la empresa de factoraje financiero, o
B) Que el cliente quede obligado solidariamente con el deudor, a responder del
pago puntual y oportuno de los derechos de crédito transmitidos a la
empresa de factoraje financiero.
Sólo podrán ser objeto del contrato de factoraje, los derechos de crédito no
vencidos que se encuentren documentados en facturas, contrarrecibos, títulos de
crédito o cualquier otro documento, denominado en moneda nacional o extranjera,
que acredite la existencia de dichos derechos de crédito y que los mismos sean el
resultado de la proveeduría de bienes, de servicios o de ambos, proporcionados por
personas nacionales o extranjeros.

La transmisión de los derechos de crédito a la empresa de factoraje surtirá efectos


frente a terceros, desde la fecha en que haya sido notificada al deudor, sin
necesidad de que sea inscrita en registro alguno.

El deudor de los derechos de crédito transmitidos a una empresa de factoraje


financiero, libera su obligación pagando al acreedor original o al último titular,
según corresponda, mientras no se le haya notificado la transmisión.

Fiscalmente a estas operaciones también le son aplicables las reglas de la


enajenación.
EL FIDEICOMISO

El artículo 346 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, establece que


el fideicomiso es un contrato por virtud del cual el fideicomitente destina ciertos
bienes a un fin lícito y determinado, encomendando la realización de ese fin a un
institución fiduciaria.

Son tres partes en este contrato:

EL FIDEICOMITENTE

Es la persona que afecta el patrimonio en fideicomiso; sólo pueden ser


fideicomitentes las personas físicas o jurídicas que tengan la capacidad necesaria
para hacer la afectación de bienes que el fideicomiso implica, y las autoridades
judiciales o administrativas competentes, cuando se trate de bienes cuya guarda,
conservación, administración, liquidación, reparto o enajenación corresponda a
dichas autoridades o a las personas que éstas designen.

EL FIDUCIARIO

En nuestro derecho se exige que el fiduciario sea persona moral, concretamente


una institución de crédito autorizada, su función es desempeñar el fideicomiso, es
decir, tienen por función velar porque el patrimonio en fideicomiso cumpla con el fin
para el cual fue afecto.

Las instituciones fiduciarias desempeñarán su cometido y ejercitarán sus facultades


por medio de uno o más funcionarios que se designen especialmente al efecto, y de
cuyos actos responderá directamente e ilimitadamente la institución, sin perjuicio
de las responsabilidades civiles o penales en que ellos incurran personalmente.

Asimismo existe un comité técnico, dicho comité consiste en un organismo


designado al momento de la constitución del fideicomiso que se encargará de emitir
diversos dictámenes sobre el manejo del fideicomiso a manera de un consejo de
vigilancia y de administración, su organización, facultades y funcionamiento serán
definidos en el acto de constitución del fideicomiso.

EL FIDEICOMISARIO

Los fideicomisarios son las personas físicas o jurídicas que tengan capacidad
necesaria para recibir el provecho que el fideicomiso implica. El fideicomitente
puede designar varios fideicomisarios para que reciban simultáneamente o
sucesivamente el provecho del fideicomiso. Puede no señalarse fideicomisario al
constituirlo, sin que ello lo invalide, siempre que se cumpla con la condición de que
su fin sea lícito y determinado.

Es nulo el fideicomiso que se constituya a favor de la fiduciaria, y solo pueden ser


fideicomitentes o fideicomisarios las personas físicas o jurídicas que tengan la
capacidad necesaria para hacer, respectivamente, la afectación de bienes o la
recepción de provechos que el fideicomiso implica.
Puede ser objeto del fideicomiso toda clase de bienes y derechos, salvo aquellos
que, conforme a la ley, sean estrictamente personales de su titular. Los bienes que
se den en fideicomiso se consideran afectos al fin a que se destinan y, en
consecuencia, sólo podrán ejercitarse respecto a ellos, los derechos y acciones que
al mencionado fin se refieran, salvo los que expresamente se reserve el
fideicomitente, los que para él deriven del fideicomiso o los adquiridos legalmente
respecto de tales bienes con anterioridad a su constitución, por los fideicomisarios o
por terceros.

El fideicomiso puede ser constituido por actos entre vivos o por testamento.
Siempre debe constar por escrito y no puede exceder de treinta años en su
duración, y ajustarse a los términos de la legislación común sobre transmisión de
los derechos o la transmisión de propiedad de las cosas que se den en fideicomiso.
Cuando el fideicomiso recaiga en bienes inmuebles deberán inscribirse en la sección
de propiedad del Registro Publico del lugar en que se encuentren los bienes.

La regulación de esta figura se contiene en los artículos 346 a 359 de la Ley


General de Títulos y Operaciones de Crédito.

En materia fiscal, el fideicomiso puede encuadrar bajo dos efectos fiscales distintos,
dependiendo de la operación con él relacionada, si el bien fideicomitido se transmite
en propiedad se presentarán todos los efectos inherentes a una enajenación, pero
si el patrimonio afecto a fideicomiso es un negocio mercantil, se presentarán los
efectos inherentes a la realización de actividades empresariales.
REPORTO
En virtud del contrato de reporto, el reportador adquiere por una suma de dinero, la
propiedad de títulos de crédito y se obliga a transferir al reportado la propiedad de
otros tantos títulos de la misma especie en el plazo convenido y contra el
reembolso del mismo precio más un premio (art. 259 LGTOC)

Es una transmisión temporal de títulos de crédito como bienes fungibles, lo que


permite al reportado el enajenar dichos títulos en el mercado, a condición de que al
vencimiento devuelva bienes de la misma especie y calidad, más un premio.

El objeto del reporto es permitir al reportador el uso y aprovechamiento temporal


de ciertos títulos de crédito. El premio que el reportador obtiene no es el interés,
sino el uso temporal de los títulos de que se trate.

El reportador, persona que adquiere los títulos pagando su precio y los utiliza
durante el plazo del contrato, deberá reintegrarlos al vencimiento del plazo
pagando además un premio.

El reportado, es el dueño original de los títulos y quien los presta al reportador.

El reporto debe constar por escrito y se perfecciona con la entrega y endoso de los
títulos de crédito.

El plazo máximo del reporto será de 45 días y podrá prorrogarse una o más veces
sin que ello implique nuevo contrato.

En virtud del sistema inflacionario en que se desarrolla nuestra economía, se prevé


el reconocimiento de los efectos fiscales dentro de la Ley del Impuesto sobre la
Renta, por lo que a los intereses acumulables o deducibles, deberá descontarse su
componente inflacionario, en términos de los artículos 7, 7-A y 7-B de la Ley citada,
para determinar el efecto real de los mismos.
ARRENDAMIENTO FINANCIERO

En el caso del arrendamiento financiero procede hablar ya no de un contrato civil o


mercantil, sino administrativo, toda vez que la Ley General de Organizaciones y
Actividades Auxiliares del Crédito lo refiere en sus artículos 3, 5, 7, 8, 24 a 38, 48,
49, 78 y 97 a 99, y aún del arrendamiento puro existen referencias en la misma
Ley en sus artículos 17, 24, 26, 28 a 35, 38 y 65.

El Código Fiscal de la Federación en su artículo 14, fracción IV, señala que debe
entenderse como enajenación de bienes la que se realiza mediante el
arrendamiento financiero; y el artículo 15, en su primer párrafo, define esta
modalidad del arrendamiento como un contrato por el cual se otorga el uso o goce
temporal de bienes tangibles, siempre que se cumpla con los requisitos que dicho
precepto enumera y que son como sigue:

A) Debe establecerse un plazo inicial forzoso que será igual o superior al


mínimo para deducir la inversión en los términos de las disposiciones
fiscales o, cuando el plazo sea menor, se permita a quien recibe el bien, que
al término del plazo ejerza cualquiera de las siguientes opciones:

1. Transferir la propiedad del bien objeto del contrato mediante el pago


de una cantidad determinada, que deberá ser inferior al valor de
mercado del bien al momento de ejercer la opción.
2. Prorrogar el contrato por un plazo cierto, durante el cual los pagos
serán por un monto inferior al que se fijó durante el plazo inicial del
contrato.
3. Obtener parte del precio por la enajenación a un tercero del bien
objeto del contrato.

B) Que la contraprestación sea equivalente o superior al valor del bien objeto


del contrato.
C) Que se establezca una tasa de interés aplicable para determinar los pagos y
que el contrato se celebre por escrito.
D) Que se consigne expresamente en el contrato el valor del bien objeto de la
operación y el monto que corresponda al pago de intereses.

La Ley del Impuesto sobre la Renta es mucho más abundante en referencias


expresas a nuestro tema. En su artículo 7-A, tercero y cuarto párrafos, señala que
en esta clase de contratos debe considerarse como interés la diferencia entre el
total de pagos y el monto original de la inversión y, si el importe de los pagos se
ajusta mediante la aplicación de índices, factores o de cualquier otra forma, el
ajuste se considera como parte del interés devengado. El artículo 7-B, en su
fracción IV, inciso b), numeral 5, señala que deben considerarse como créditos,
para efectos de determinar los intereses y la ganancia o pérdida inflacionaria, las
cuentas y documentos por cobrar derivados de los contratos de arrendamiento
financiero; y, en su fracción V, este mismo precepto refiere que deben ser tratadas
como deudas las derivadas de esta misma clase de contratos.

En lo que atañe a personas morales, el artículo 16 de la misma ley en cita, en su


fracción III, al considerar las fechas a observar para determinar la percepción de
los ingresos, permite la opción de acumular en el propio ejercicio el total del precio
pactado o solo la parte del precio exigible durante el mismo, aclarando que la
opción que se adopte debe ejercerse por la totalidad de los contratos. Ahora bien,
la opción adoptada puede cambiarse sin requisitos una sola vez, ya que para los
siguientes cambios deben transcurrir cuando menos cinco años desde el último
efectuado. Y si se quiere cambiar antes de transcurrir dicho plazo deben cumplirse
los requisitos que prevé el Reglamento de esta misma ley.

Por otra parte, si se toma la opción de acumular solo la parte del precio pactado
que sea exigible en el ejercicio, la enajenación de los documentos pendientes de
cobro o su dación en pago anula dicho régimen, ya que debe acumularse en el
mismo ejercicio la cantidad pendiente de cobro como si ya se hubiese realizado. Y
si, dentro de esta misma opción, se rescinde el contrato por incumplimiento, se
tratan como ingreso del ejercicio las cantidades exigibles en el mismo al
arrendatario, disminuidas de las que ya se le hubieren devuelto conforme al propio
contrato. Finalmente, aclara que también son ingresos del ejercicio en el que sean
exigibles, los derivados de cualquiera de las opciones previstas por la fracción I del
artículo 15 del Código Fiscal de la Federación.

El artículo 24 de la misma ley en cita, en sus fracciones IX y XIX, se ocupa también


de este tema. En la primera de tales fracciones, al citar el Capítulo III del Título IV
de ella, señala tácitamente que son deducibles los gastos por arrendamiento
cuando hayan sido efectivamente erogados en el ejercicio de que se trate, es decir,
que se hayan pagado en efectivo, en cheque girado contra la cuenta del
contribuyente o en otros bienes que no sean títulos de crédito. Y en la fracción XIX,
al referir las deducciones por remuneraciones al personal o a terceros por los
contratos de arrendamiento en los que hubieren intervenido, condiciona el que se
deduzcan en el ejercicio en el que dichos ingresos se cobren, además de satisfacer
otros requisitos de ley.

El artículo 30 de esta misma Ley, al referirse al arrendamiento financiero en los


casos en los que el arrendador ha tomado la opción de acumular como ingreso solo
la parte del precio exigible en el ejercicio, señala que debe calcularse el costo
determinando, al término de cada ejercicio, el porciento que representa lo cobrado
con respecto al total de pagos pactados por el plazo inicial forzoso, sin incluir
intereses en ambos elementos de cálculo, con lo que la porción deducible será lo
que resulte de aplicar el porciento obtenido al valor de adquisición del bien de que
se trate.
DEPÓSITO

Es un contrato en virtud del cual una parte llamada depositario, se obliga a


custodiar una cosa, mueble o inmueble que de otra parte, llamada depositante, le
confía, y a restituirla cuando éste se la pida.

Salvo pacto en contrario, el depositario tiene derecho a exigir retribución por el


depósito, la cual se ajustará a los términos del contrato y en su defecto a los usos
del lugar en el que se constituya el depósito.

Es un contrato de prestación de servicios, regulado por los artículos 2516 a 2545


del Código Civil; por los artículos 332 a 338 del Código de Comercio; por los
artículos 267 a 287 de la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito; y por los
artículos 46, fracción I y 56 a 62 de la Ley de Instituciones de Crédito.
Consecuentemente existe depósito civil, mercantil, administrativo y bancario.

El código civil citado lo refiere como un contrato bilateral, aunque excepcionalmente


unilateral, oneroso (aunque puede ser gratuito si no se retribuye al depositario),
principal y de tracto sucesivo. Sus elementos básicos son la capacidad, el
consentimiento y el objeto, motivo o fin lícitos. No se necesita de forma. Y son
obligaciones de las partes, en lo que toca al depositario: recibir, guardar, conservar
y restituir la cosa. Y, en cuanto al depositante. Entregar la cosa, retribuir al
depositario (salvo pacto en contrario), indemnizarlo y pagar los gastos de entrega.

Desde el punto de vista mercantil se pueden ejemplificar algunas figuras del


depósito:

 El depósito bancario de dinero.


 El depósito de títulos.
 El depósito en almacenes generales de depósito.

El depósito es un contrato de servicios y como tal deberá ser tratado para efectos
fiscales.

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