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Pielonefritis

Para evitar que una infección de orina


común llegue a convertirse en un caso
de pielonefritis, debe tratarse
rápidamente y hasta su total
desaparición.

Pielonefritis. La infección urinaria alta


se produce cuando una inflamación
aguda de las vías urinarias alcanza el
área de la pelvis renal. En esta galería
encontrarás de forma resumida toda la
información importante sobre
sintomatología, tratamientos, evolución
y prevención de la enfermedad.

Cálculos renales (piedras en el riñón, litiasis renal)


Los cálculos renales, también
denominados piedras en el riñón,
afectan, aproximadamente, a un 5% de
la población española. Esta patología,
también conocida como nefrolitiasis o
litiasis renal, es resultado de la
cristalización de sustancias que se
encuentran normalmente disueltas en la
orina. En las mujeres y niños la
incidencia de la nefrolitiasis es menor
que en los hombres.

En la mayoría de las ocasiones las


causas de los cálculos renales no
llegan a esclarecerse. En 1 de cada 5
casos, aproximadamente, los factores genéticos, la alimentación, la cantidad de líquido
ingerida, las infecciones de las vías urinarias y diversas enfermedades metabólicas
participan en su aparición.

Los síntomas de los cálculos renales dependen del lugar en que estén localizados y de
su movilidad. Con frecuencia las piedras no llegan a detectarse, o se hallan por casualidad.
Sin embargo, pueden provocar un cólico nefrítico, caracterizado por dolores intensos en
la espalda, los flancos o la parte inferior del abdomen. Si un cálculo renal se desplaza desde
el riñón hasta el uréter (que une el riñón con la vejiga urinaria), desencadena un cólico
ureteral. En este caso el dolor puede irradiar también a la ingle y a los genitales.
Cáncer de riñón
Los tumores malignos del riñón
(cáncer renal) son enfermedades
más bien infrecuentes en
España. Representan entre el
tres y el cuatro por ciento de
todos los cánceres, siendo su
forma más frecuente el
carcinoma de las células renales
(hipernefroma).

Las causas exactas que


ocasionan un cáncer de riñón
siguen sin estar claras. Sin
embargo, sí se conocen los
factores de riesgo que favorecen
considerablemente su aparición. Entre ellos, nombrar el tabaco y el sobrepeso, entre otros.
Dado que los síntomas suelen aparecer más bien en estado avanzado, esta enfermedad
se descubre por casualidad cuando se realiza una ecografía del abdomen. Si el cáncer de
riñón provoca dolores, éstos tienen un carácter múltiple y pocas veces se ajustan a la
clasificación de enfermedad de los riñones. Un síntoma importante que se origina
directamente en los riñones es la sangre en la orina.

Para determinar un cáncer de riñón los procedimientos por imágenes como la ecografía,
la tomografía computerizada (TC) y la tomografía por resonancia magnética (TRM) son muy
significativos. El tratamiento es la extirpación del tumor por intervención quirúrgica en
cuyo caso lo habitual es la extirpación total del riñón afectado. Si el tumor renal ha afectado
a otros órganos, el tratamiento inmunológico o la radiación son dos alternativas posibles de
tratamiento. Cuanto antes se descubra y trate un cáncer de riñón, mejores son las
posibilidades de curación.

Glomerulonefritis
La glomerulonefritis hace
referencia a un conjunto de
enfermedades renales, en las
que parte del tejido renal
(también conocido como corteza
renal) se inflama. Las causas,
son en la mayoría de los casos,
la reacción del sistema
inmunitario (reacción inmune)
contra estructuras del propio
cuerpo, a través de la cual el
sistema inmunitario ataca a un
elemento del tejido del riñón.

Se pueden distinguir cinco tipos de glomerulonefritis desde el punto de vista clínico,


aunque existen otras muchas clasificaciones. Estos son los siguientes:
Glomerulonefritis aguda

Glomerulonefritis rápidamente progresiva (GNRP)

Síndrome nefrótico

Glomerulonefritis crónica

Proteinuria asintomática (presencia de proteínas en la orina) / hematuria (sangre en la orina)

Dependiendo del tipo del que se trate varían los síntomas y las posibilidades de tratamiento.
Mientras determinadas formas de glomerulonefritis no afectan a la función renal, otras
pueden derivar en insuficiencia renal. En este último caso, cuando la insuficiencia es grave,
la única opción de tratamiento, es la hemodiálisis o el trasplante de riñón.

No se debe confundir la glomerulonefritis con la pielonefritis, que es una patología


causada por una bacteria y en la que se desarrolla también una inflamación de las vías
urinarias, la pelvis y el tejido renal.

Insuficiencia renal aguda (IRA)


La insuficiencia renal
aguda (IRA) se trata de
un deterioro brusco de la
función renal (de la
filtración glomerular) que
cursa de forma
transitoria (reversible).
Los riñones dejan de
poder filtrar
adecuadamente la
sangre Como resultado,
se acumulan los
productos nitrogenados,
residuos de la
degradación moléculas
y del metabolismo. La insuficiencia renal aguda conlleva, pues, a la disminución de la
producción de orina y la persona tiene excreta menor cantidad de orina o ninguna, lo que
se denomina oliguria o anuria. Sin embargo, también hay procesos en que la cantidad de
orina excretada es normal o incluso aumenta.

Para resolver la insuficiencia renal deben tratarse las causas subyacentes. Asimismo los
trastornos del equilibrio electrolítico e hídrico (edema, edema pulmonar) deben tratarse
sintomáticamente.

Si la insuficiencia renal aguda se trata a tiempo y se eliminan las causas


desencadenantes, el pronóstico a largo plazo es bueno. En la mayoría de los casos, la
función renal se puede restaurar completamente.
Insuficiencia renal crónica (enfermedad renal
crónica)
La insuficiencia renal crónica (enfermedad renal crónica) se caracteriza por la pérdida
progresiva de la función renal durante un largo periodo de tiempo, que culmina con la
incapacidad de los riñones para cumplir su cometido. La adopción temprana de
determinadas medidas permite, en la mayoría de los casos, enlentecer este proceso.

Un riñón sano se encarga de depurar el organismo (eliminando los desechos y las partículas
extrañas a través de la orina) y de regular el balance hídrico. Así, el riñón limpia y filtra la
sangre, que vuelve limpia al torrente sanguíneo después de ser filtradas por las nefronas.
A través de la orina, los riñones eliminan los restos no necesarios que llegan al organismo
a través de la alimentación. Así, a través de la orina, se eliminan urea, creatinina, calcio,
fósforo, ácido úrico... Así, los riñones van a mantener la proporción y el equilibrio exacto de
las distintas sustancias que se encuentran en el torrente sanguíneo y que se precisan para
hacer las distintas funciones básicas. Por ejemplo, mediante la eliminación de sodio, los
riñones consiguen regular la presión arterial. El sistema renal también es clave a la hora de
evitar la anemia, ya que los riñones contribuyen decisivamente a la formación de glóbulos
rojos, que son necesarios para evitar la anemia. Igualmente, el sistema renal, a través de
la regulación hormonal, regula la actividad sexual.
El fallo renal puede estar causado por multitud de desencadenantes. En muchas ocasiones,
la insuficiencia renal crónica es consecuencia de una diabetes mellitus o una hipertensión
arterial padecidas durante años, la toma excesiva de determinados analgésicos o
enfermedades inflamatorias de los riñones. Cuando el riñón no funciona correctamente,
pueden aparecer molestias muy diversas: la insuficiencia renal crónica muestra síntomas
derivados de la hiperhidratación tales como edema e hipertensión arterial, además de náuseas,
vómitos, anemia o disfunción eréctil, entre otros.

La aparición de dichos síntomas, junto con la existencia de una patología de base que pueda
propiciar una enfermedad renal, apuntan a una posible insuficiencia renal crónica. Un nivel de
creatinina en sangre elevado corrobora la sospecha de una insuficiencia renal crónica. Con
el fin de establecer un diagnóstico, se efectúan análisis de orina y sangre para determinar
otros valores renales, así como pruebas de imagen (por ejemplo, ecografía o tomografía axial
computarizada).

El tratamiento de la insuficiencia renal crónica depende de la enfermedad subyacente y del


estadio que haya alcanzado aquella: sin terapia esta patología pasa por cinco estadios con
diverso nivel de gravedad. Mientras no se haya perdido por completo la función renal (es
decir, hasta que la insuficiencia renal crónica haya alcanzado su estadio final = insuficiencia
renal terminal), en la mayoría de los casos es posible enlentecer la pérdida progresiva de la
función renal por medio de un tratamiento adecuado y un cambio en los hábitos de vida
(entre otros, una alimentación adecuada). Cuando la insuficiencia renal crónica es leve,
suele ser suficiente una terapia farmacológica y conservadora. En el último estadio de la
enfermedad, por el contrario, se hace necesaria la depuración artificial de la sangre (diálisis)
o una trasplante de riñón.
Quiste renal, enfermedad poliquística renal
Un quiste renal es una lesión cavernosa
con contenido líquido y cubierta por una
cápsula que se manifiesta en el riñón.
Cuando ambos riñones presentan
diferentes quistes, se habla de
enfermedad poliquística renal.

Las enfermedades quísticas del riñón


como el quiste renal y la enfermedad
poliquística renal suelen ser
anomalías del desarrollo. Se pueden
dar uno o dos quistes congénitos o
aparecer a lo largo de la vida, pero no
son hereditarios. El quiste renal simple
es la anomalía renal más común. Rara
vez se dan en niños. La prevalencia aumenta con la edad, por lo tanto es más frecuente en
la edad avanzada. A través de métodos de imagen, se detecta en 1 de cada 5 adultos de
más de 40 años y en 1 de cada 3 de más de 60 años de edad. El quiste renal simple por
lo general no causa síntomas y normalmente no requiere tratamiento. Sólo cuando un
quiste renal es tan grande que desplaza los riñones, pueden aparecer síntomas
(especialmente en formas de presión vaga en la zona de los riñones). En algunos casos es
posible extirpar el quiste renal en una intervención quirúrgica.

A diferencia de los quistes renales simples, los quistes renales múltiples, por lo general,
son hereditarios. Su forma más frecuente es la conocida como enfermedad poliquística
renal autosómica dominante (EPRAD), que es una de las enfermedades hereditarias
más comunes. La enfermedad poliquística hereditaria autosómica dominante puede ser
causa insuficiencia renal en personas ya alrededor de los 40 años de edad. En algunos
casos tan grave que sea necesario tratar con diálisis o trasplante de riñón. Alrededor de
una de cada cien personas con insuficiencia renal terminal que precisa diálisis, es a causa
de una enfermedad poliquística.

El diagnóstico de la enfermedad poliquística y los quistes renales se realiza, en primer


lugar, mediante pruebas de imágen como radiografías, ecografías o tomografías
computarizadas. Los pacientes que sufren enfermedad poliquística hereditaria, pueden
recibir consejo genético de los expertos sobre cuánto riesgo existe de que sus hijos hereden
la enfermedad.

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