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Los síntomas de los cálculos renales dependen del lugar en que estén localizados y de
su movilidad. Con frecuencia las piedras no llegan a detectarse, o se hallan por casualidad.
Sin embargo, pueden provocar un cólico nefrítico, caracterizado por dolores intensos en
la espalda, los flancos o la parte inferior del abdomen. Si un cálculo renal se desplaza desde
el riñón hasta el uréter (que une el riñón con la vejiga urinaria), desencadena un cólico
ureteral. En este caso el dolor puede irradiar también a la ingle y a los genitales.
Cáncer de riñón
Los tumores malignos del riñón
(cáncer renal) son enfermedades
más bien infrecuentes en
España. Representan entre el
tres y el cuatro por ciento de
todos los cánceres, siendo su
forma más frecuente el
carcinoma de las células renales
(hipernefroma).
Para determinar un cáncer de riñón los procedimientos por imágenes como la ecografía,
la tomografía computerizada (TC) y la tomografía por resonancia magnética (TRM) son muy
significativos. El tratamiento es la extirpación del tumor por intervención quirúrgica en
cuyo caso lo habitual es la extirpación total del riñón afectado. Si el tumor renal ha afectado
a otros órganos, el tratamiento inmunológico o la radiación son dos alternativas posibles de
tratamiento. Cuanto antes se descubra y trate un cáncer de riñón, mejores son las
posibilidades de curación.
Glomerulonefritis
La glomerulonefritis hace
referencia a un conjunto de
enfermedades renales, en las
que parte del tejido renal
(también conocido como corteza
renal) se inflama. Las causas,
son en la mayoría de los casos,
la reacción del sistema
inmunitario (reacción inmune)
contra estructuras del propio
cuerpo, a través de la cual el
sistema inmunitario ataca a un
elemento del tejido del riñón.
Síndrome nefrótico
Glomerulonefritis crónica
Dependiendo del tipo del que se trate varían los síntomas y las posibilidades de tratamiento.
Mientras determinadas formas de glomerulonefritis no afectan a la función renal, otras
pueden derivar en insuficiencia renal. En este último caso, cuando la insuficiencia es grave,
la única opción de tratamiento, es la hemodiálisis o el trasplante de riñón.
Para resolver la insuficiencia renal deben tratarse las causas subyacentes. Asimismo los
trastornos del equilibrio electrolítico e hídrico (edema, edema pulmonar) deben tratarse
sintomáticamente.
Un riñón sano se encarga de depurar el organismo (eliminando los desechos y las partículas
extrañas a través de la orina) y de regular el balance hídrico. Así, el riñón limpia y filtra la
sangre, que vuelve limpia al torrente sanguíneo después de ser filtradas por las nefronas.
A través de la orina, los riñones eliminan los restos no necesarios que llegan al organismo
a través de la alimentación. Así, a través de la orina, se eliminan urea, creatinina, calcio,
fósforo, ácido úrico... Así, los riñones van a mantener la proporción y el equilibrio exacto de
las distintas sustancias que se encuentran en el torrente sanguíneo y que se precisan para
hacer las distintas funciones básicas. Por ejemplo, mediante la eliminación de sodio, los
riñones consiguen regular la presión arterial. El sistema renal también es clave a la hora de
evitar la anemia, ya que los riñones contribuyen decisivamente a la formación de glóbulos
rojos, que son necesarios para evitar la anemia. Igualmente, el sistema renal, a través de
la regulación hormonal, regula la actividad sexual.
El fallo renal puede estar causado por multitud de desencadenantes. En muchas ocasiones,
la insuficiencia renal crónica es consecuencia de una diabetes mellitus o una hipertensión
arterial padecidas durante años, la toma excesiva de determinados analgésicos o
enfermedades inflamatorias de los riñones. Cuando el riñón no funciona correctamente,
pueden aparecer molestias muy diversas: la insuficiencia renal crónica muestra síntomas
derivados de la hiperhidratación tales como edema e hipertensión arterial, además de náuseas,
vómitos, anemia o disfunción eréctil, entre otros.
La aparición de dichos síntomas, junto con la existencia de una patología de base que pueda
propiciar una enfermedad renal, apuntan a una posible insuficiencia renal crónica. Un nivel de
creatinina en sangre elevado corrobora la sospecha de una insuficiencia renal crónica. Con
el fin de establecer un diagnóstico, se efectúan análisis de orina y sangre para determinar
otros valores renales, así como pruebas de imagen (por ejemplo, ecografía o tomografía axial
computarizada).
A diferencia de los quistes renales simples, los quistes renales múltiples, por lo general,
son hereditarios. Su forma más frecuente es la conocida como enfermedad poliquística
renal autosómica dominante (EPRAD), que es una de las enfermedades hereditarias
más comunes. La enfermedad poliquística hereditaria autosómica dominante puede ser
causa insuficiencia renal en personas ya alrededor de los 40 años de edad. En algunos
casos tan grave que sea necesario tratar con diálisis o trasplante de riñón. Alrededor de
una de cada cien personas con insuficiencia renal terminal que precisa diálisis, es a causa
de una enfermedad poliquística.