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Policarpa Salavarrieta

Heroína colombiana de la Independencia. No existe unanimidad de criterios


respecto al lugar de nacimiento de María Policarpa Salavarrieta Ríos, también
conocida como La Pola. La gran mayoría de los historiadores lo ubican en la
población cundinamarquesa de San Miguel de Guaduas, otros en el barrio
Santa Bárbara de Bogotá y otros en la tolimense Mariquita.

Policarpa Salavarrieta

El hecho cierto es que la familia Salavarrieta Ríos estuvo avecindada en


Guaduas, villa en la que el padre, Joaquín Salavarrieta, y la madre, Mariana
Ríos, poseían una regular fortuna conseguida gracias a la agricultura y el
comercio. Actividad, esta última, en la que no era difícil desempeñarse en
Guaduas, pues la villa quedaba en la ruta que de Santafé conducía hacia el
principalísimo puerto fluvial de Honda. Policarpa fue la quinta de siete
hermanos.

Según parece, Joaquín Salavarrieta era oriundo del Socorro y había


participado en la revolución de los Comuneros de 1781. Había acompañado
a José Antonio Galáncuando éste emprendió la campaña por la hoya del río
Magdalena y conoció Guaduas cuando pasaron por allí, el 4 de junio de 1781,
vía Mariquita. Al enterarse, el 16 de junio, que se había firmado la paz y que
cada uno debía volver a su casa, don Joaquín retornó al Socorro. Sin
embargo, como después de la firma de las Capitulaciones se había desatado
una implacable persecución contra los participantes en la rebelión, resolvió
huir con su esposa, la moniquireña Mariana Ríos.

En 1798 la familia Salavarrieta se trasladó a Santafé de Bogotá, a la


parroquia de Santa Bárbara. El padre, la madre y dos hermanos (María
Ignacia, la mayor, y Eduardo, el menor) murieron entre agosto y septiembre
de 1802, a consecuencia de la epidemia de viruela negra que se extendió por
la capital virreinal. Los afligidos hijos y hermanos tuvieron que cerrar la casa,
pues estaba infectada, y buscar la forma de sobrevivir: José María y Manuel
ingresaron a la comunidad agustina; Ramón y Francisco Antonio se
emplearon como peones en una finca ubicada en Tena; la hermana mayor,
Catarina, se hizo cargo de los dos menores, Policarpa y Bibiano, y en 1804
se residenciaron nuevamente en Guaduas, en la casa de Margarita Beltrán,
hermana de Manuela Beltrán y madrina de Catarina. Al cabo de un tiempo,
la mayor de los Salavarrieta contrajo matrimonio con Domingo García y sus
dos hermanos fueron a vivir con ella.

A los nueve años llegó La Pola a Guaduas. Margarita Beltrán procuró su


ingreso a la escuela del Convento de La Soledad. Allí aprendió a leer y
escribir, estudió la doctrina y la historia española y aprendió a rasgar la
guitarra y a cantar. En la modesta casa del matrimonio García-Salavarrieta
era común que se alojaran ocasionales viajeros en tránsito hacia Santafé o
hacia Honda, por lo que existía una constante información sobre los sucesos
de España y del virreinato. Muchas familias tenían a Guaduas como lugar de
veraneo y mantenían relaciones cordiales con los familiares de La Pola, en
especial con la del futuro general Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán.

Ya adolescente, Policarpa Salavarrieta se dedicó a la modistería, y poco a


poco se enteró e involucró en las actividades independentistas: hacia 1809,
o quizás antes, conoció a los hermanos Leandro y Alejo Sabaraín, hijos de
Joaquín Sabaraín, residente en Mariquita, donde ejercía el cargo de factor de
las Reales Minas. Desde un comienzo, entre Alejo y Policarpa surgió el amor
y rápidamente pensaron en contraer nupcias en 1810, para lo cual Policarpa
comenzó a ahorrar algunos sueldos de lo que ganaba con sus costuras. Pero
los acontecimientos revolucionarios les obligaron a aplazar el matrimonio.

El domingo 22 de julio se conoció en Guaduas la noticia del grito de


Independencia y de los acontecimientos que lo suscitaron y precedieron. Ante
el llamado de alistamiento hecho en los pueblos para formar las milicias,
tanto el cuñado de Policarpa como su hermano Bibiano se incorporaron al
ejército en formación. Desde un comienzo Alejo Sabaraín se vinculó a las
actividades de la Junta de Gobierno que se formó en Mariquita, ingresó al
batallón que allí se organizó y, a principios de 1811, participó en el conflicto
civil armado entre Honda y Ambalema.

Policarpa Salavarrieta (óleo de Epifanio Garay)

El obligado alejamiento de Alejo Sabaraín impulsó a Policarpa a trasladarse


a Santafé, donde fue recibida como niñera y dama de aguja, en enero de
1812, en la casa de doña María Matea Martínez de Zaldúa. Sus hermanos
José María y Manuel pertenecían a la comunidad agustina, eran republicanos
centralistas partidarios de Antonio Nariño y a través de ellos y de las
esporádicas cartas de Alejo abrazó la causa del centralismo.

Gracias a su habilidad para la costura, visitaba frecuentemente las más


encopetadas casas de la capital, lo que le sirvió para aclarar en su mente las
diferencias existentes en la sociedad estamental de la época. Además conoció
muy bien la ciudad, recorriendo sus barrios y parroquias.

Mientras tanto, su novio se había unido a las milicias de Cartagena,


preparándose para atacar Santa Marta, en donde los refugiados españoles y
criollos realistas se preparaban para reconquistar el Nuevo Reino. Hacia
noviembre de 1812, en plena efervescencia de las luchas intestinas entre el
Congreso y el gobierno de Nariño, apareció en la Gaceta Republicana la noticia
de que "en la parte oficial se recomienda a los hermanos cadetes Leandro y
Alejo Sabaraín por su valor y heroísmo".
Esa noticia muy seguramente la llenó de orgullo y la impulsó a colaborar y
participar en los planes de defensa de la capital, ante el inminente sitio de
los ejércitos de la Federación, todo ello con el beneplácito de sus hermanos
curas, pues los padres agustinos eran los más entusiastas promotores del
reclutamiento de una legión formada por jóvenes de los distintos
estamentos, a cuya cabeza espiritual estaba su prefecto y capellán, fray
Vicente Echeverry. El Precursor Nariño supo estimular a los agustinos: en
solemne ceremonia, nombró generalísimo de las tropas a la imagen del
Nazareno que se venera en su iglesia.

El sitio de Santafé fue motivo de agitación y estímulo de la imaginación


popular, pues Baraya difundía rumores alarmantes (como que "todos los
santafereños serían pasados por las armas" o que "había resuelto ahorcarlos
en la Plaza Mayor"), para que la población desistiera de los planes de
defensa; pero el pueblo de Santafé no se dejó amilanar y compuso décimas
y canciones burlándose de los comandantes federalistas.

También las mujeres fueron un factor importante para mantener en alto la


moral de los santafereños, pues colaboraron activamente en la elaboración
de casacas y capas de uniformes, correajes para las bestias, limpieza de las
armas y preparación de la comida. Recorrían las trincheras con alimentos,
recados y ánimo alentador. En todas esas actividades estuvo involucrada
Policarpa Salavarrieta. Al final del asedio, el 8 y 9 de enero, los santafereños
resultaron triunfantes.

Hacia mediados de febrero de 1813, Alejo Sabaraín llegó, como subteniente


del Ejército Republicano, a Santafé de Bogotá y se reencontró con Policarpa.
Había contraído el tabartillo y esperaba que en los cuarteles de la capital
pudieran curarlo. Junto con otros militares, tenía la misión de informar al
gobierno de Nariño sobre el movimiento de tropas desde España, al mando
del general Pablo Morillo, para reconquistar Cartagena y luego el resto del
Nuevo Reino de Granada.
Por un tiempo, La Pola se dedicó a comprarle medicinas a Alejo y a
enviárselas por intermedio de su amigo, el negro Domingo, esclavo de
confianza de don José Miguel Pey. En el convento de los agustinos recibía
noticias del desarrollo de la brillante campaña que el coronel
venezolano Simón Bolívar cumplía en el bajo Magdalena.

En marzo de 1813, La Pola conoció a los hermanos Almeida, quienes le


ayudaron a gestionar un mejor bienestar para su novio. Durante un mes
estuvo trabajando con doña Bárbara Romero, destilando clandestinamente
aguardiente, procedimiento que conocía desde su estadía en Guaduas, donde
se producía el mejor anisado de la región. En junio de ese año Sabaraín ya
estaba recuperado y participó activamente en el adiestramiento de nuevos
milicianos que irían a participar en la campaña del Sur, la cual se inició el 23
de septiembre y en la que participaron Sabaraín, Bibiano Salavarrieta y su
cuñado Domingo García, el cual fue dado de baja en la batalla del Bajo
Palacé.

A finales de 1813, Policarpa volvió a Guaduas junto con la familia Zaldúa y


allí permaneció al lado de su hermana y, según parece, dedicada a la
enseñanza. En 1815, Guaduas fue tomada por los españoles. Mantuvo
entonces La Pola una peligrosa posición de rechazo y continuó colaborando,
en lo que podía, con la causa patriota. En mayo de 1816, el general español
Pablo Morillo llegó a Santafé y comenzó la cruel ejecución de los criollos que
habían participado en la primera República.

Los montes de Guaduas se convirtieron en un importante lugar de refugio de


los republicanos que escapaban del "régimen del terror", especialmente hacia
los Llanos Orientales, en donde se sabía que un numeroso contingente de
guerreros se adiestraba y preparaba entre "la niebla". Así se llamaba un
grupo del que pronto recibieron órdenes los guadueros y del que formó parte
Policarpa Salavarrieta, que en la clandestinidad fue una de las más
entusiastas colaboradoras de los fugitivos.

Desde 1813, pocas noticias había recibido de Alejo Sabaraín, y por los días
de la derrota de los patriotas en la cuchilla del Tambo, en las cercanías de
Popayán, el silencio del novio fue total. Sólo en noviembre de 1816 recibió
una carta en la que Sabaraín le comunicaba que estaba vivo y cautivo en
Santafé, en el presidio correccional. Había caído preso junto con José Hilario
López y otros oficiales, y corrió la misma suerte del futuro reformador liberal;
en el último momento, cuando ya iban a ser ejecutados en el patíbulo, se les
conmutó la pena de muerte por ser de baja graduación militar. En su misiva,
Sabaraín le pidió a La Pola que se le uniera en la capital.

En diciembre de 1816, se presentó en la casa de Policarpa, en Guaduas, el


coronel patriota José Ignacio Rodríguez, de alias "El Mosca", quien dijo ser
enviado de los Almeidas y le propuso, a nombre de los antiguos amigos, un
trabajo para la patria: actuar en Santafé como espía y enlace de los grupos
patriotas.

Rodríguez le entregó un salvoconducto y pasaporte falso y claras


instrucciones de lo que debía hacer en la capital: se alojaría en casa de
Andrea Ricaurte de Lozano, a quien serviría como empleada del servicio; ésa
era la pantalla. Debía conocer el estado de las tropas españolas y poco a
poco hacerse amigos y enterarse de quiénes deseaban huir a los Llanos para
unirse a las guerrillas del padre Ignacio Mariño. Además, debía obtener las
listas de los patriotas buscados por insurgentes.

Rodríguez, además, le comunicó a La Pola que pronto recibiría la visita de


Bibiano, que para ese momento era prácticamente un héroe. El hermano
pequeño llegó y, según comprobaron las hermanas Salavarrieta, había
sufrido mucho en las campañas militares. La visita de Rodríguez y de Bibiano
a la casa de Catarina despertó gran sospecha entre los realistas que vivían
en Guaduas y precipitó el desplazamiento de Policarpa a la capital.

En enero de 1817, llegó La Pola a Santafé acompañada de su hermano


Bibiano. Por intermedio de sus hermanos curas, logró un salvoconducto para
visitar todas las semanas a su novio Alejo Sabaraín. En cada entrevista,
Policarpa le comunicaba noticias, órdenes y toda clase de mensajes enviados
por los comandos revolucionarios.

Las labores de inteligencia las cumplió con precisión y efectividad, pues,


como era conocida en la ciudad, podía salir con libertad e introducirse en los
costureros de las señoras españolas donde recogía informes útiles sobre los
movimientos de las tropas españolas. Sin embargo, la casa de doña Andrea
Ricaurte era un centro de subversión bastante peligroso: allí se celebraban
frecuentes reuniones clandestinas a las que asistían varios militares criollos
que por diferentes causas habían tenido que vincularse al ejército realista,
pero que esperaban la ocasión de reincorporarse a las fuerzas patriotas
acantonadas en los llanos; en el grupo participaban otras mujeres que, al
igual que Policarpa, cumplían labores de inteligencia. Para esconder los
mensajes enviados se usaban naranjas ahuecadas en las que se introducían
las misivas, y el santo y seña era "¡Vencer o morir!".

El 1 de julio de 1817, Alejo Sabaraín y todos los presos de las cárceles de


Santafé fueron puestos en libertad. En ese momento, la red de personas que
participaban en el movimiento revolucionario era bastante grande e
involucraba a hacendados de diferentes parroquias, en las que se alojaban
los soldados desertores en tránsito hacia los Llanos.

El novio participó en todo el engranaje y planeaba también viajar a los llanos


para unirse a las guerrillas de José Nonato Pérez, con el fin de adelantar con
la mayor rapidez posible la toma de Santafé. Alejo partió con Rafael Cuervo,
Francisco Arellano y otros más a principios de agosto de 1817. La ruta
escogida fue por los cerros de Monserrate para llegar al Guavio, luego a
Gachetá y, de allí, seguir a los Llanos.

Policarpa Salavarrieta camino del patíbulo (óleo anónimo)

Por entonces los sistemas de información de los realistas se habían afinado


al máximo y se pagaban muy buenas recompensas a quien delatara cualquier
movimiento sospechoso; un infiltrado venezolano, Facundo Tovar, delató que
en el seno del batallón de granaderos de Numancia se reclutaban soldados
para la causa patriota. La misma noche se enteró Policarpa Salavarrieta de
la detención de algunos de los miembros de la red de espionaje y apoyo a
los ejércitos patriotas. En vez de esconderse, siguió haciendo vida normal,
arriesgándose a llevar recados y dineros a los presos.

El 3 de septiembre fue detenido Alejo Sabaraín y sus compañeros de huida.


Ante la peligrosa situación, La Pola y los pocos miembros que aún quedaban
libres procedieron a ocultarse en una casucha ubicada en el barrio Egipto, en
la calle del Calvario con la carrera de San Bruno, al pie del cerro. Tanto los
hermanos de Policarpa como el coronel Rodríguez le insistieron para que se
fuera a Guaduas, pero ella se negó: quería permanecer cerca de su novio.

El encargado de policía, un oficial de apellido Iglesias, tenía conocimiento de


las acciones de Policarpa, lo mismo que el virrey. Iglesias pudo seguirle la
pista, pues le bastó vigilar a Bibiano para ubicar a La Pola. Fue detenida en
la noche del 10 de noviembre, recluida en el Colegio Mayor del Rosario y
ajusticiada, el 14 de noviembre de 1817, junto con su amado Alejo y otros
patriotas.
En el patíbulo, La Pola pronunció estas palabras: "¡Pueblo indolente! ¡Cuán
distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero
no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y
mil muertes más. ¡No olvidéis este ejemplo!" En la cárcel su compatriota
Joaquín Monsalve redactó el famoso anagrama que la identifica como
epitafio: "Yace por salvar la patria".

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