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“Año del Dialogo y la Reconciliación Nacional”

“Decenio de la Igualdad de Oportunidades para mujeres y hombres”

CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA EN AMÉRICA LATINA


1. Económicas.
Las naciones iberoamericanas comenzaron la vida independiente con distintos grados de
desarrollo, sustentando en las estructuras económicas coloniales; pero presentaban el
rasgo común de encontrarse en una situación de crisis como resultado de los años de la guerra;
el enorme derroche de energías y recursos, así como incalculables destrozos a las fuentes
de producción, obligaron a la paralización de las actividades productivas. La economía estaba
descapitalizada y privada, en buena medida, de los empresarios o técnicos peninsulares que antes
la habían dirigido, quienes además al ser expulsados por las nuevas autoridades, se llevaron
consigo sus riquezas personales. Las actividades productivas también fueron afectadas por el
descenso de la población especialmente en aquellos países más castigados por la lucha de
independencia y por las guerras civiles que le siguieron.

La apertura al comercio exterior que pudo darse gracias al rompimiento con


la metrópoli produjo el efecto contrario al imaginado por quienes vieron en la eliminación de los
monopolios español, francés y portugués un medio de acceso al engrandecimiento económico. El
libre comercio favoreció principalmente el tráfico de mercancías con Gran Bretaña que, dado su
potencial industrial, podía suministrar todo tipo de manufacturas de mejor calidad y a precios más
ventajosos de que las de los elaborados en países iberoamericanos, lo que resultó perjudicial para
los proyectos de industrialización y obligó a los nuevos Estados a mantener
sus economías en condición de agro exportación, en el ámbito de una nueva forma de
dependencia.

2. Sociales
La sociedad sufrió ciertos cambios; fruto de la independencia fue la “igualdad” de todos
los ciudadanos. Se abolieron las diferencias legales con base racial, todos eran declarados
ciudadanos, se pasaba así de una sociedad de castas a una sociedad de clases en la que el nuevo
elemento diferenciador fue la riqueza.

Este cambio legal no conllevó un cambio significativo para los nativos,


los únicos beneficiados fueron los criollos, pues las antiguas élites sociales y económicas
mantuvieron su posición social. Si bien, la tierra se convirtió en el elemento sustentador de las
élites. La esclavitud fue una realidad que tendió a desaparecer, cuyo proceso en algunos países,
se inicia con los procesos de independencia mientras que, en otros, tendrá que esperar hasta
mediados de siglo para la aprobación de leyes abolicionistas.

Los indios pasaron a convertirse en ciudadanos, pero sus propiedades comunales se vieron
reducidas progresivamente por el avance de las haciendas, que fueron expulsando y
proletarizando a este sector social que pasó de la protección estatal española, al abandono de los
recientes estados en manos de los ricos terratenientes. Durante el tiempo que
Rosas gobernó Argentina, este país volvió a convertirse en emporio negrero; en cambio los Commented [YWIR1]: Adelanto la abolición
gobiernos de México, Uruguay, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile firmaron
compromisos con Gran Bretaña para perseguir a los comerciantes esclavistas.

3. Políticas
El elemento más significativo del proceso independentista fue el surgimiento de nuevas
naciones dotadas de independencia política. Sin embargo, sus sistemas políticos pronto se
distanciaron del liberalismo y derivaron hacia el autoritarismo. Un claro ejemplo de esto fue el
gobierno de Agustín de Iturbide en México. Por otro lado, las élites pronto tuvieron miedo a que el
proceso independentista derivase en movimientos revolucionarios, por lo que apostaron por
sistemas políticos autoritarios que protegiesen sus intereses.

Este movimiento autoritario dará origen al caudillismo (líderes carismáticos que solían
acceder al poder por procedimientos informales, gracias a la ascendencia que tenían sobre las
grandes masas populares. La gente veía al caudillo como un hombre fuera de lo común, capaz de
representar y defender los intereses del conjunto de la comunidad), Antonio López de Santa Anna
fue un ejemplo de ello en México.
“Año del Dialogo y la Reconciliación Nacional”
“Decenio de la Igualdad de Oportunidades para mujeres y hombres”

La independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos regionales se


agudizaron luego de la guerra. Simón Bolívar convocó a un Congreso en la ciudad de Panamá con
el objetivo de crear una federación de países hispanoamericanos
independientes, participaron Colombia, México, Perú, Bolivia y Guatemala, entre los acuerdos
estaban la creación de un tratado perpetuo de unión y confederación así como la integración de
un ejército latinoamericano para la defensa común sin embargo debido a las diferencias y
rivalidades entre países y a la oposición de Estados Unidos, los acuerdos solo fueron ratificados
por Colombia y debido a esto no tuvieron consecuencias efectivas. A pesar de
la cooperación mostrada de algunos países el sueño de una Confederación de Naciones
de Simón Bolívar no se hizo realidad.

Se frustraron tres ejemplos de unidad entre naciones: la de México y Centroamérica; la de la Gran


Colombia y la confederación Perú-boliviana, esta última durando sólo tres años.
El fracaso de estas puede atribuirse a: Las diferencias regionales, enorme extensión geográfica,
escasamente comunicada; ambiciones personales e inexperiencia de sus gobernantes; el
mantenimiento de las estructuras sociales del periodo colonial; falta de tradiciones democráticas.

Todo esto en conjunto contribuyeron decisivamente a la inestabilidad política que durante el siglo
XIX caracterizó la vida de los estados nacientes.

América Latina después de las independencias


Las luchas de independencia fracturaron profundamente las sociedades coloniales entre las
élites comerciales y los afectos al liberalismo y las capas más tradicionales, defensoras del ancestro
español y de la religión, lo que sería una fuente de inestabilidad a lo largo del siglo XIX. La
independencia y las luchas por establecer un estado liberal fue el equivalente de la revolución
burguesa en la América Latina como construcción de escenarios de negociación política y económica
con reglas consensuadas y promoción del comercio internacional y del crecimiento económico. Dado
el enorme peso del absolutismo sobre las instituciones que se iban forjando, fue difícil que surgieran
estructuras parlamentarias y judiciales vigorosas e independientes. Aun así, el dislocamiento de la
estructura social que producen las guerras de independencia y los conflictos civiles que las
acompañan dan lugar a un aumento de la movilidad social, especialmente por medio de los ejércitos
improvisados y los que se constituyen regionalmente, dando lugar a una presencia mayor de mestizos
y mulatos en posiciones de mando y con acceso a la riqueza que se producía en las nuevas
repúblicas.
Aunque el sistema de castas es lo primero en suprimir la república y eso de por sí constituye
uno de sus grandes logros, se perpetuará la desigualdad frente a la ley de los descendientes de
blancos, indígenas, esclavos y mestizos lo cual tuvo como base material el segmentado acceso a los
derechos de propiedad sobre la tierra, a las relaciones de servidumbre y al limitado sistema educativo.
El racismo como ideología contribuyó a mantener a los indígenas, mestizos y negros en los lugares
inferiores de la sociedad. Los criollos mantuvieron las ventajas de posición política heredadas de la
Colonia durante la República, aunque no pudieron impedir el ascenso de militares mestizos y negros
en la vida social y política, lo mismo que a los que lograban acumular algún capital en el comercio. La
pérdida del orden político que mantuvo el imperio español con costos bastante bajos durante tres
siglos, sirvió para prestarle flexibilidad a la sociedad y cierta movilidad entre las castas fue posible.
El desmembramiento en múltiples republicas aumentó los costos de gobierno, pero lo que
verdaderamente sucedió fue un debilitamiento del Estado que pasó a ser administrado por una
burocracia poco competente. No sólo la burocracia letrada española es desplazada, sino que los
pocos intelectuales criollos son víctimas de la represión de la reconquista en los países andinos y en
la Nueva España. En palabras del historiador Carlos Contreras, la guerra de independencia la ganaron
los buenos pero los malos se quedaron administrando los nuevos estados independientes.
Uno de las grandes conquistas de la Independencia para los criollos fue el libre comercio. La
liquidación del monopolio de Cádiz, la reducción consecuente de los costos de transporte, la mayor
competencia en el comercio exterior y la eliminación de los impuestos que pagaban por la seguridad
de la travesía del tesoro americano (la avería, la alcabala, etc.,) abarataron considerablemente las
“Año del Dialogo y la Reconciliación Nacional”
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importaciones y les dejaron un margen superior a los exportadores. Se trataba de la eliminación de


un molesto intermediario que se quedaba con una tajada desproporcionada del negocio. Los términos
de intercambio favorecieron a la América Latina durante la mayor parte del siglo XIX no sólo porque
se redujeron los precios de las manufacturas y aumentaron los de las materias primas, especialmente
durante la segunda mitad del siglo, sino porque se redujeron los costos de transporte asociados con
la revolución industrial.
El impacto económico de la Independencia en el corto plazo fue de una reducción apreciable
del ingreso por habitante en todos los territorios donde más estaban cimentadas las instituciones
españolas pues eran ellas las que más contaban con sectores sociales que iban a defender el
absolutismo político que se metamorfosearía en centralismo, justificado por los valores religiosos
católicos y la lengua. Efectivamente, el virreinato del Perú, la Audiencia de Quito, el virreinato de la
Nueva Granada, el virreinato de Nueva España son los que más sufren del conflicto iniciado por la
Independencia pues no es sólo una lucha contra el imperio español sino también, de hecho, guerras
civiles. En términos de PIB por habitante, México pierde 30% entre 1800 y 1850, mientras la Nueva
Granada se contrae un 11%. De los otros países del continente no contamos con datos del PIB en
1800 que es la fecha clave para poder establecer el impacto económico de la Independencia. Pero
entre 1820 y 1850 los países menos afectados por las guerras de independencia obtienen
crecimientos positivos del indicador de PIB por habitante. Así, Brasil aumenta su PIB por habitante
entre 1820-1850 a 109%, Chile un 20.4% y Argentina un 5.8%, región que experimenta un largo
conflicto, pero de menores consecuencias que los del hoy Perú, México y Colombia.
El monopolio religioso también tendría sus efectos sobre el desarrollo económico,
entorpeciéndolo en varios sentidos: el culto se financiaba con un pesado tributo, el diezmo,
equivalente al 10% de la producción bruta agropecuaria, algo que limitaba la producción y aumentaba
los precios de las subsistencias; el sistema de crédito estaba monopolizado por la Iglesia que prestaba
a las capas superiores de la sociedad a tasas del 5% anual sobre propiedades a censo (hipotecadas)
y capellanías (rentas que financiaban el cuidado de las almas de los difuntos), tasa que se volvió muy
onerosa con la crisis económica y debió conducir a la pérdida de haciendas y minas pignoradas a
favor de la Iglesia. La crítica situación económica y crediticia para la elite de propietarios debió
preparar el terreno político para la desamortización de manos muertas que ocurrió en todo el
continente durante la segunda mitad del siglo XIX. Algo que hay que recalcar es que el sistema de
crédito eclesiástico y corporativo era un oligopolio de facto porque había leyes contra la usura que
impedían el surgimiento de un sistema financiero moderno hasta que no se liquidaran las restricciones
morales y materiales sobre el crédito. Era un sistema además muy limitado tanto en su capital como
en su cobertura que terminaba inmovilizando grandes porciones de la propiedad tanto urbana como
rural. Las restricciones morales que implantó la Iglesia en la población latinoamericana que logró
educar a través de los tiempos conformaban una cultura anti-capitalista, en contra del logro y de la
responsabilidad individual, asociando la adquisición de riqueza con el pecado capital de la avaricia.
Quedó en la conciencia de buena parte de la población latinoamericana una actitud maliciosa y
aversión frente a los empresarios, que se vieron como explotadores y no como creadores de
empresas y proveedores de empleo productivo. Esto fue particularmente cierto con relación a la banca
privada, asociada también con el pecado de la usura que la Iglesia quiso tornar en delito si lograba
influir sobre el código penal. La usura supone que se cobran intereses por utilizar durante cierto tiempo
un préstamo por encima de una tasa natural, que es independiente de la oferta y de la demanda de
fondos prestables o se llega a la posición extrema de Santo Tomás para quien el tiempo es de Dios y
por lo tanto gratuito. Esta conciencia colectiva contribuyó a que se facilitara el surgimiento de
movimientos populistas y a que dentro de la misma Iglesia surgieran sectores igualitarios bastante
radicales que apoyaron la Insurgencia.

Bibliografía

Kalmanovitz, Salomón. Las consecuencias económicas de la Independencia en la América Latina. Recuperado de


https://www.academia.edu/8241122/Las_consecuencias_econ%C3%B3micas_de_la_Independencia_en_la_Am%C3%A9rica
_Latina, consultado el 06 de marzo del 2018
“Año del Dialogo y la Reconciliación Nacional”
“Decenio de la Igualdad de Oportunidades para mujeres y hombres”

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