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El Sacramento de la Sagrada Eucaristía

La Eucaristía es el Sacramento que contiene verdaderamente el Cuerpo y Sangre


de Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad, toda la Persona de Cristo vivo y
glorioso, bajo las apariencias de pan y vino.

El concilio de Trento define claramente esta verdad, fundamental para la vivencia y


adoración de Cristo: " En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene
verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
juntamente con su Alma y Divinidad. En realidad Cristo íntegramente."

Como católicos, creemos que Jesucristo está personalmente presente en el altar


siempre que haya una hostia consagrada en el sagrario. Es el mismo Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero Hombre, que andaba por los caminos de Galilea y
Judea. Creemos que El viene ahora como nuestro huésped personal, cada vez que
recibimos la Santa Comunión.

La Eucaristía es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo para que
participemos de la vida de Dios. Es el mayor de todos los sacramentos, porque
contiene a Cristo mismo, el Autor Divino de los Sacramentos.
Hay tres aspectos o momentos en la Eucaristía.

El primero se dice real Presencia de Cristo en el altar, siempre que haya una hostia
consagrada en el Sagrario. Segundo, la Eucaristía como sacrificio, que es la Misa. Y
tercero, la Santa Comunión.

La palabra Eucaristía, derivada del griego, significa "Acción de gracias". Se aplica a


este sacramento, porque nuestro Señor dio gracias a su Padre cuando la instituyó.
Además, porque el Santo Sacrificio de la Misa es para nosotros el mejor medio de
dar gracias a Dios por sus beneficios.

La Sagrada Eucaristía es el verdadero centro del culto católico, el corazón de la fe.


Y porque creemos que el hijo de Dios está verdaderamente presente en el
Sacramento del altar, construimos bellas iglesias, ricamente adornadas.

El Sacrificio de la Misa no se limita a ser mero ritual en recuerdo del sacrificio del
Calvario. En él, mediante el ministerio sacerdotal, Cristo continua de forma
incruente el Sacrificio de la Cruz hasta que se acabe el mundo.

La Eucaristía es también comida que nos recuerda la Ultima Cena; celebra nuestra
fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.

Por la Eucaristía, se da Jesús mismo, Pan de Vida, en alimento a los cristianos para
que sean un pueblo más grato a Dios, amándole más y al prójimo por Él.

Se reserva la Eucaristía en nuestras iglesias como ayuda poderosa para orar y


servir a los demás. Reservar el Santísimo Sacramento significa que, al terminar la
comunión, el Pan consagrado que sobra se coloca en el Sagrario y allí se guarda
reverentemente. La Eucaristía en el Sagrario es un signo por el cual Nuestro Señor
está constantemente presente en medio de su pueblo y es alimento espiritual para
enfermos y moribundos.
Debemos agradecimiento, adoración y devoción a la real presencia de Cristo
reservado en el Santísimo Sacramento.

Las tumbas de los mártires, las pinturas murales de las catacumbas y la costumbre
de reservar el Santísimo Sacramento en las casas de los primeros cristianos
durante las persecuciones, ponen de manifiesto la unidad de la fe en los primeros
siglos del Cristianismo sobre la doctrina de la Eucaristía, en la cual Cristo realmente
se contiene, se ofrece y se recibe. De la Eucaristía sacó fuerzas toda la Iglesia para
luchar valerosamente y conseguir brillantes victorias. La Eucaristía es el centro de
toda la vida sacramental, pues es de capital importancia para unir y robustecer la
Iglesia.

La novena en honor del Sacramento de la Sagrada Eucaristía puede hacerse


muchas veces durante el Año Litúrgico, para ahondar nuestra fe en este gran
misterio de amor, centro de toda la vida sacramental de la Iglesia.

La Palabra de Dios

"Yo soy el pan de la vida.


Vuestros padres comieron el maná en el desierto
Y murieron; éste es el pan que baja del cielo,
para que quien lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.
Si uno come de este pan, vivirá para siempre;
y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por
la vida del mundo…."Si no coméis la carne
del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros.

"El que come mi carne y bebe mi sangre,


tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el ultimo día.
Porque mi carne es verdadera comida
y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre,
permanece en Mí, Y yo en él".

"Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado


y yo vivo por el Padre, también el que me coma
vivirá por mí". Jn 6, 48-57

"Mientras estaban comiendo, tomo Jesús pan


y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos dijo:
"Tomad, comed, éste es mi cuerpo."
Tomo luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo:
"bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza,
que es derramada por muchos para el perdón de los pecados".
Mt 26, 26-28

"Hagan esto en memoria mía".


Lc 22,19

Oración propia de la Novena

Te doy gracias, Jesús, mi Dios y Redentor, por haber venido al mundo para
salvarnos; por instituir el admirable Sacramento de la Eucaristía y quedarte con
nosotros hasta el fin del mundo. Te doy gracias por haber ocultado bajo las especies
eucarísticas tu infinita Majestad y Hermosura, cuya contemplación hace las delicias
de los ángeles. Así me inspiras confianza para acercarme al trono de tu
Misericordia.

Te doy gracias, Jesús mío, porque te me das a Ti mismo en el Santísimo


Sacramento y tanto lo enriqueces con el tesoro de tu amor que no hay otro don
mayor para mí. Te doy gracias por haberte hecho alimento para mí y ofrecerte
constantemente en sacrificio a tu eterno Padre por mi salvación.

Te doy gracias a ti Dios y Sacerdote, por ofrecerte a ti mismo como sacrificio


diariamente sobre nuestros altares en adoración y homenaje a la Santísima
Trinidad, perfeccionando nuestra pobre y defectuosa adoración. Te doy gracias por
actualizar aquí diariamente el sacrificio de la Cruz ofrecido en el Calvario, así
satisfaces por nosotros, pobres pecadores, a la Divina Justicia.

Te doy gracias, Jesús amadísimo, por haberte hecho la Víctima inapreciable que
merece plenitud de favores celestiales. Despierta en mi tal confianza que
desciendan gracias cada vez más abundantes y fructuosas sobre mi alma. Te vivo
agradecido por ofrecerte a ti mismo en acción de gracias a Dios por todos los
beneficios espirituales y temporales que Él me ha otorgado.

En unión con tu propio ofrecimiento en el santo Sacrificio de la Misa te pido esta


gracia particular (mencione el favor que desea)
Concédemelo, si es conforme a tu Santa Voluntad. Quiero también recibir de Ti la
gracia de perseverar en tu amor y servicio fielmente, una santa muerte y la
eternidad contigo en el Cielo. Amén.
Oración a Cristo, sumo Sacerdote.

Señor, Jesucristo, nuestro magnifico y supremo Sacerdote. Por tu Muerte y


Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el
Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección te
hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros
mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección por los sacramentos
del Bautismo y Confirmación, para unirnos en el ofrecimiento del sacrificio de Ti
mismo por la participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía. Así pertenecemos a tu
Reino en la tierra, haciendonos tu pueblo santo.

Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Amor y Vida


que nos una a ti, Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación para todos los
pueblos se establezca dentro de nosotros.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Sabiduría y
unión, que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la Iglesia, para ser tus testigos
en el mundo.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tu cruz remedie nuestros males, tu
Resurrección nos renueve, tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos
glorifique y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo como tu lo
estas con el Padre en el Espíritu Santo.

Señor, Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima, Sacerdote, Rey – por el


banquete salvador de la Eucaristía que Tu y nosotros ofrecemos en el altar del
Sacrificio, ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este mundo.
Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar con todos los
santos de tu gloria, amor y vida en unión con el Padre y el Espíritu Santo por toda la
eternidad. Amén.

Oración
¡Oh Señor! Nos has regalado este sagrado Banquete en el cual recibimos a Cristo,
se renueva la memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en
prenda la gloria futura. Nos has dado pan del cielo que contiene en sí todo deleite.

Oremos: Oh Dios y Padre nuestro, has designado Supremo Sacerdote a Jesucristo,


para tu gloria y nuestra salvación. Haz que el pueblo rescatado con su Sangre para
Ti llegue a participar del poder de tu Cruz y Resurrección por la celebración de su
Memorial en la Eucaristía, porque Él vive y reina contigo en el Espíritu Santo, Dios
por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Jesús Tu nos has dejado el recuerdo vivo de tu Pasión oculto bajo los velos de
este Sacramento, concédenos te pedimos venerar de tal manera estos sagrados
misterios de tu Cuerpo y Sangre, que podamos siempre gozar de los frutos de tu
Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Novena de la Santa Comunión

Meditación:
El Sacrificio de la Misa no se limita a ser un mero ritual en recuerdo del Sacrificio del
Calvario. En él, por ministerio sacerdotal, Cristo continua de manera incruenta el
Sacrificio de la Cruz hasta el final del mundo. La Eucaristía es también comida, que
nos recuerda la Ultima cena, celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el
banquete mesiánico del Reino de los Cielos.

Jesús se hace El mismo alimento de nuestras almas, el Pan de Vida. Se ofrece a Sí


mismo como Sacrificio en la Cruz. En la Sagrada Comunión participamos del
Cuerpo que fue entregado a la muerte por nosotros, y de la Sangre que se derramó
para nuestra salvación. Este sagrado banquete nos recuerda lo que sucedió en la
Ultima Cena, cuando Jesús mandó a sus apóstoles a hacer lo mismo en memoria
de Él.

Comulgar en la Misa es comer el Cuerpo del Señor que nos alimenta con la vida de
Dios y nos une a Jesús y entre nosotros mismos. Atrayéndonos a la unión con
Jesús, nuestro Padre celestial nos acerca más entre nosotros, porque participamos
de la vida de Cirsto en cuanto Dios por medio de su gracia. La Sagrada Eucaristía
es signo de unidad y amor que nos estrecha con Jesús y a unos con otros. Además
nos da la gracia que necesitamos para que ese amor sea fuerte y sincero.

La Sagrada Comunión nos da ya una parte del banquete de Cristo en el Reino de


los Cielos, porque es el mismo hijo de Dios hecho Hombre quien se unirá a nosotros
en gozo para siempre en el Cielo. Jesús prometió que también nuestro cuerpo
disfrutará algún día de su presencia. Él dijo: "El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene vida eterna, y yo le resucitare el último día" (Jn 6, 54). La comida que
Dios Padre nos ha preparado nos dispone a participar en aquella comunión
espiritual con Jesús y su Padre.

En la Eucaristía, Jesús mismo, Pan de vida, se da como alimento a los cristianos


para que sean pueblo más agradable al Padre, con mayor amor a Dios y al prójimo.

La Santa Comunión es Cristo mismo, bajo las especies de pan y vino, que se unen
al cristiano para alimentar su alma. Dijo el Señor: "Yo soy el pan vivo, bajado del
cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es
mi carne por la vida del mundo".(Jn 6,51)

La Santa Comunión nos ayuda a amar más a Dios por la gracia divina que aumenta
en nuestras almas. La misma gracia nos ayuda a amar a los demás por amor de
Dios. Jesús nos fortalece con la gracia actual y sacramental, para que superemos la
tentación y no pequemos contra Dios ni contra el prójimo. Solo con la ayuda de su
gracia podemos verdaderamente vivir vida de caridad y cumplir el mayor de sus
mandamientos. Por eso, la Eucaristía es Sacramento de unidad, pues une a los
fieles más con Dios y entre sí mismos. Comiendo el Cuerpo del Señor estamos
aumentando nuestra unión con Dios y con los demás. Dice San Pablo: Porque aun
siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un
solo pan" (1 Cor 10,17).
La Palabra de Dios

" Yo soy la vid;


Vosotros los sarmientos.
El que permanece en mi y yo en él,
Ese da mucho fruto;
Porque separados de mi no podéis hacer nada."
Jn 15,5

"En verdad, en verdad os digo:


si no coméis la carne del Hijo del hombre,
y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros."
Jn 5,53

"y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi;


la vida que vivo al presente en la carne,
la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó
y se entrego a sí mismo por mí."
Gal 2,20

"Porque donde esté vuestro tesoro,


allí estará también vuestro corazón."
Lc 12,34

Oración propia de la Novena

Jesús, mi amigo en la Eucaristía, acepta esta novena de la Santa Comunión que


estoy haciendo para acercarme más a tu Sagrado Corazón con el amor más
sincero. Si es así tu voluntad, concédeme la gracia particular por la que ahora estoy
haciendo esta novena (Mencione el favor que desea).

Jesús, Tu has dicho: "Pedid y se os dará; buscad y hallareis; llamad se os abrirá".


(Mt. 7,7). Por intercesión de tu Santísima Madre, yo pido, yo busco, yo llamo; por
favor concede mi plegaria.
Jesús, tu has dicho: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Jn.16,23).

Por intercesión de tu Santísima Madre, nuestra Señora del Santísimo Sacramento,


pido al Padre en tu nombre que me conceda lo que deseo.

Jesús, Tu has dicho: " Si permaneceis en mi, y mis palabras permanecen en


vosotros, pedid lo que querais y lo conseguireis. (Jn 15,7). Por intercesión de tu
Santa Madre, nuestra Señora del Santísimo Sacramento, concedeme lo que te pido
pues quiero vivir en Ti por la Comunión frecuente.

Señor yo creo que para conseguir lo que deseo no puedo hacer nada mejor que
asistir a la Santa Misa y unirme a ti por la Santa Comunión, que eres tu, fuente de
toda gracia.
Cuando estas real y verdaderamente presente en mi alma, como Dios y Hombre,
tengo la mayor confianza, pues tu quieres ayudarme, porque eres la misma Bondad.
Tu sabes como ayudarme, porque eres la misma sabiduría. Tu puedes ayudarme,
porque eres todopoderoso. Sacratísimo Corazón de Jesús, yo creo en el amor que
me tienes.

Jesús, como prueba de mi más sincera gratitud prometo recibirte en la Santa


Comunión con la mayor frecuencia que pueda asistiendo a la Misa. Que yo te ame
en la Sagrada Eucaristía como mi mayor tesoro en la tierra. Los efectos de la
comunión frecuente me ayuden a servirte con mayor fidelidad para salvar mi alma y
estar contigo eternamente en el cielo.

Amén.

Himno Adóro te devote

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas


apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al
contemplarte.

Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer
con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que
esta Palabra de verdad.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la


Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel
ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo
crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.

¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi
alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que
una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al
mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.

Amén.

Santo Tomas de Aquino


Himno Pange Lingua

Santo Tomas de Aquino

Canta, oh lengua, del glorioso,


Cuerpo de Cristo el misterio,
Y de la Sangre preciosa
Que, en precio del mundo
Vertió el Rey de las naciones
Fruto del más noble seno.
Veneremos, pues postrados
Tan augusto sacramento;
Y el oscuro rito antiguo
Ceda a la luz de este nuevo;
Supliendo la fe sencilla
Al débil sentido nuestro.
Al Padre, al Hijo,
Salud, honor y poder,
Bendición y gozo eterno:
Y al que procede de ambos
Demos igual alabanza.
Amén.

Para comulgantes frecuentes

Amable Jesús mío, viniste al mundo para dar tu vida divina a todas las almas.
Quisiste hacerte nuestro alimento diario para conservar y fortalecer esta vida
sobrenatural, frente a las debilidades y faltas de cada día.

Te pedimos humildemente que derrames tu Espíritu Divino sobre nosotros por amor
de tu Sagrado Corazón. Vuelvan a ti las almas que llevadas del pecado han perdido
la vida de la gracia. Que acudan frecuentemente a tu sagrado Altar todos los que se
hallan en gracia, para que, participando en tu Sagrado Banquete, reciban la
fortaleza que les haga victoriosos en la batalla de cada día contra el pecado y así
crezcan siempre ante tus ojos en pureza y santidad hasta alcanzar la vida eterna en
tu compañía. Amén.
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento

Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, gloria del pueblo cristiano,
gozo de la Iglesia universal, ruega por nosotros y concede a todos los fieles
verdadera devoción a la Sagrada Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.

Oración
Oh Sagrado Banquete, en el cual recibimos a Cristo, se renueva la
Memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en
prenda la vida futura!
V. Les has dado pan del cielo
R. Que contiene en sí todo deleite.

Oremos: Oh Dios, Tu nos has dejado el memorial vivo de tu Pasión bajo los velos
de este sacramento. Concédenos, te suplicamos, venerar los sagrados misterios de
tu Cuerpo y Sangre de manera que podamos siempre gozar de los frutos de tu
Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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