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La Eucaristía es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo para que
participemos de la vida de Dios. Es el mayor de todos los sacramentos, porque
contiene a Cristo mismo, el Autor Divino de los Sacramentos.
Hay tres aspectos o momentos en la Eucaristía.
El primero se dice real Presencia de Cristo en el altar, siempre que haya una hostia
consagrada en el Sagrario. Segundo, la Eucaristía como sacrificio, que es la Misa. Y
tercero, la Santa Comunión.
El Sacrificio de la Misa no se limita a ser mero ritual en recuerdo del sacrificio del
Calvario. En él, mediante el ministerio sacerdotal, Cristo continua de forma
incruente el Sacrificio de la Cruz hasta que se acabe el mundo.
La Eucaristía es también comida que nos recuerda la Ultima Cena; celebra nuestra
fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.
Por la Eucaristía, se da Jesús mismo, Pan de Vida, en alimento a los cristianos para
que sean un pueblo más grato a Dios, amándole más y al prójimo por Él.
Las tumbas de los mártires, las pinturas murales de las catacumbas y la costumbre
de reservar el Santísimo Sacramento en las casas de los primeros cristianos
durante las persecuciones, ponen de manifiesto la unidad de la fe en los primeros
siglos del Cristianismo sobre la doctrina de la Eucaristía, en la cual Cristo realmente
se contiene, se ofrece y se recibe. De la Eucaristía sacó fuerzas toda la Iglesia para
luchar valerosamente y conseguir brillantes victorias. La Eucaristía es el centro de
toda la vida sacramental, pues es de capital importancia para unir y robustecer la
Iglesia.
La Palabra de Dios
Te doy gracias, Jesús, mi Dios y Redentor, por haber venido al mundo para
salvarnos; por instituir el admirable Sacramento de la Eucaristía y quedarte con
nosotros hasta el fin del mundo. Te doy gracias por haber ocultado bajo las especies
eucarísticas tu infinita Majestad y Hermosura, cuya contemplación hace las delicias
de los ángeles. Así me inspiras confianza para acercarme al trono de tu
Misericordia.
Te doy gracias, Jesús amadísimo, por haberte hecho la Víctima inapreciable que
merece plenitud de favores celestiales. Despierta en mi tal confianza que
desciendan gracias cada vez más abundantes y fructuosas sobre mi alma. Te vivo
agradecido por ofrecerte a ti mismo en acción de gracias a Dios por todos los
beneficios espirituales y temporales que Él me ha otorgado.
Oración
¡Oh Señor! Nos has regalado este sagrado Banquete en el cual recibimos a Cristo,
se renueva la memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en
prenda la gloria futura. Nos has dado pan del cielo que contiene en sí todo deleite.
Oh Jesús Tu nos has dejado el recuerdo vivo de tu Pasión oculto bajo los velos de
este Sacramento, concédenos te pedimos venerar de tal manera estos sagrados
misterios de tu Cuerpo y Sangre, que podamos siempre gozar de los frutos de tu
Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Novena de la Santa Comunión
Meditación:
El Sacrificio de la Misa no se limita a ser un mero ritual en recuerdo del Sacrificio del
Calvario. En él, por ministerio sacerdotal, Cristo continua de manera incruenta el
Sacrificio de la Cruz hasta el final del mundo. La Eucaristía es también comida, que
nos recuerda la Ultima cena, celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el
banquete mesiánico del Reino de los Cielos.
Comulgar en la Misa es comer el Cuerpo del Señor que nos alimenta con la vida de
Dios y nos une a Jesús y entre nosotros mismos. Atrayéndonos a la unión con
Jesús, nuestro Padre celestial nos acerca más entre nosotros, porque participamos
de la vida de Cirsto en cuanto Dios por medio de su gracia. La Sagrada Eucaristía
es signo de unidad y amor que nos estrecha con Jesús y a unos con otros. Además
nos da la gracia que necesitamos para que ese amor sea fuerte y sincero.
La Santa Comunión es Cristo mismo, bajo las especies de pan y vino, que se unen
al cristiano para alimentar su alma. Dijo el Señor: "Yo soy el pan vivo, bajado del
cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es
mi carne por la vida del mundo".(Jn 6,51)
La Santa Comunión nos ayuda a amar más a Dios por la gracia divina que aumenta
en nuestras almas. La misma gracia nos ayuda a amar a los demás por amor de
Dios. Jesús nos fortalece con la gracia actual y sacramental, para que superemos la
tentación y no pequemos contra Dios ni contra el prójimo. Solo con la ayuda de su
gracia podemos verdaderamente vivir vida de caridad y cumplir el mayor de sus
mandamientos. Por eso, la Eucaristía es Sacramento de unidad, pues une a los
fieles más con Dios y entre sí mismos. Comiendo el Cuerpo del Señor estamos
aumentando nuestra unión con Dios y con los demás. Dice San Pablo: Porque aun
siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un
solo pan" (1 Cor 10,17).
La Palabra de Dios
Señor yo creo que para conseguir lo que deseo no puedo hacer nada mejor que
asistir a la Santa Misa y unirme a ti por la Santa Comunión, que eres tu, fuente de
toda gracia.
Cuando estas real y verdaderamente presente en mi alma, como Dios y Hombre,
tengo la mayor confianza, pues tu quieres ayudarme, porque eres la misma Bondad.
Tu sabes como ayudarme, porque eres la misma sabiduría. Tu puedes ayudarme,
porque eres todopoderoso. Sacratísimo Corazón de Jesús, yo creo en el amor que
me tienes.
Amén.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer
con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que
esta Palabra de verdad.
No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo
crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi
alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que
una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al
mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.
Amén.
Amable Jesús mío, viniste al mundo para dar tu vida divina a todas las almas.
Quisiste hacerte nuestro alimento diario para conservar y fortalecer esta vida
sobrenatural, frente a las debilidades y faltas de cada día.
Te pedimos humildemente que derrames tu Espíritu Divino sobre nosotros por amor
de tu Sagrado Corazón. Vuelvan a ti las almas que llevadas del pecado han perdido
la vida de la gracia. Que acudan frecuentemente a tu sagrado Altar todos los que se
hallan en gracia, para que, participando en tu Sagrado Banquete, reciban la
fortaleza que les haga victoriosos en la batalla de cada día contra el pecado y así
crezcan siempre ante tus ojos en pureza y santidad hasta alcanzar la vida eterna en
tu compañía. Amén.
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento
Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, gloria del pueblo cristiano,
gozo de la Iglesia universal, ruega por nosotros y concede a todos los fieles
verdadera devoción a la Sagrada Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.
Oración
Oh Sagrado Banquete, en el cual recibimos a Cristo, se renueva la
Memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en
prenda la vida futura!
V. Les has dado pan del cielo
R. Que contiene en sí todo deleite.
Oremos: Oh Dios, Tu nos has dejado el memorial vivo de tu Pasión bajo los velos
de este sacramento. Concédenos, te suplicamos, venerar los sagrados misterios de
tu Cuerpo y Sangre de manera que podamos siempre gozar de los frutos de tu
Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.