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ZHUANG ZI
«M A ESTRO ZH U A N G »

Traducción, Introducción y N otas


de Iñaki Preciado Ydoeta

editorialj^irós

B a r c e lo n a

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Portada: Zhuang Zi, Bibliothèque Nationale, Paris.
Diseño: Ana y Agustín Pániker

© de la traducción:
1996 by Iñaki Preciado
© de la edición española:
1996 by Editorial Kairós, S.A.

Primera edición: Junio 1996

Fotocomposición: Beluga y Mleka s.c.p., Barcelona


Impresión y encuademación: índice, Barcelona

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A la memoria de Jiang Qing.

A quienes todavía sueñan con la libertad.

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INTRODUCCIÓN

En la civilización china el papel desempeñado por la Filoso­


fía es equiparable al que, en otras civilizaciones, ha venido de­
sem peñando la religión hasta época reciente.
El libro de texto obligado de los niños chinos eran los Cua­
tro Libros {Analectas, M encio, El Gran Estudio y E l M edio D o­
ra d o ), B ib lia laica del co n fu cian ism o , y com o catón, para
aprender los caracteres chinos, los pequeños escolares usaban el
llamado San zi jin g (“Clásico en tres caracteres”), un texto con-
fuciano en frases de tres caracteres fáciles de guardar en la m e­
moria. Una especie de catecismo, sólo que sin ninguna mención
a un dios creador, ni a la idea de pecado, ni a la existencia de un
cielo o un infierno.
Hablando en general, hay que decir que la religión es un fe­
nómeno extraño a la mentalidad china. Cierto que el maniqueís-
mo, el nestorianismo, el islam, el catolicismo, etc., ganaron en
diferentes épocas cierto número de adeptos, pero siempre fueron
una exigua m inoría (salvo el islam en ciertas regiones). El m ayor
arraigo lo ha tenido el budismo, llegado de la India allá por el si­
glo i, pero que en realidad no es una religión, como ya es sabido.
El lugar de la religión lo ocupará en China el pensamiento
moral, basado en unos principios filosóficos determ inados, y es
esa ausencia de condicionam ientos por parte de la religión lo
que distingue a los sistemas filosóficos chinos de los sistemas
filosóficos de Occidente. De suerte que se podría afirm ar que

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Introducción

los chinos no fueron religiosos porque fueron filósofos. A hora


bien, su filosofía no pretende aum entar el saber positivo, sino
perfeccionar al individuo, perfeccionar su m ente, su espíritu. O
incluso elevarlo por encim a de la relatividad de los fenóm enos a
un nivel de com prensión superior.
El ideal del sabio está presente en todas las escuelas de pen­
sam iento. El sabio es aquel que ha alcanzado la perfección espi­
ritual, pero su papel y su actitud con respecto a la sociedad es
muy diverso de una escuela a otra, y aun en su m odo de com ­
portarse pueden llegar a ser antitéticos. Este es el caso del sabio
taoísta frente al sabio confuciano, com o luego verem os. Con
vistas a facilitar la m ejor com prensión del Z huang zi, resum ire­
mos algunos de los aspectos m ás destacados que caracterizan la
filosofía china en general, y el pensam iento taoísta en particular.

LA FILOSOFÍA CHINA

Entre otros, hay tres rasgos que pueden servir para caracteri­
zar a la filosofía china:
- La razón (no dialéctica), con sus prim eros principios lógi­
cos (Identidad, No contradicción,...) no es el fundam ento del f i ­
losofar. Dichos principios, o bien se ignoran, o bien se trascien­
den en u n a su erte de su p r a r r a c io n a lis m o s u p e ra d o r d e la
dicotom ía lógica radical del ser-no ser. Esto es algo patente so­
bre todo en el taoísm o y en el budism o, y que se m anifiesta en
las correspondencias entre el pensam iento hegeliano y el taoísta
del La o zi.
- Predom inante contenido ético y hum anista (sobre todo en
el confucianism o). Todas las escuelas se ocupan directa o indi­
rectam ente de la moral y del gobierno.
- El hom bre considerado com o un elem ento m ás de la N atu­
raleza, en arm onía con ella, integrado en ella, y no enfrentado a
ella, ni pretendiendo dom inarla o som eterla, sino acom odándose
a ella (sobre todo en el taoísm o).

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Pese a lo anteriorm ente dicho, la civilización china no es una


excepción, y com o en todas las dem ás, hallam os en sus orígenes
unas claras creencias religiosas.
De tiem pos de la dinastía Shang, en la segunda m itad del se­
gundo m ilenio a.n.e., se conservan inscripciones sobre hueso o
sobre caparazones de tortuga, de carácter oracular o m ántico,
que reflejan unas creencias religiosas. En aquella época, el rey
rendía culto a sus antepasados: su linaje se rem ontaba a Shang
di (“El em perador de lo alto”), suprem a divinidad celeste. A si­
m ism o se sacrificaba a diferentes deidades naturales: del suelo,
de las m ieses, de los m ontes y ríos. El Shang di, sin em bargo,
fue perdiendo paulatinam ente su carácter antropom órfico y per­
sonal, para convertirse en el tian (“C ielo”), que con el tiem po, y
en el taoísm o, acabaría identificándose con la N aturaleza.
Habrá que esperar a la dinastía Xi Zhou (“Zhou del O este”),
que se prolongará desde el siglo -xi hasta el año -722, para asis­
tir a los prim eros balbuceos del pensam iento filosófico chino. A
com ienzos de dicha dinastía, Zhou G ong (“D uque Z hou”) e s­
tructuró un sistem a filosófico-m oral, cuya finalidad no era otra
que garantizar el orden de jerarquías en el m arco del régim en
esclavista. A la postre, dicho sistem a sirvió de fundam ento para
el desarrollo de la doctrina confuciana.
A hora bien, cuando la filosofía china va a conocer su m áxi­
mo desarrollo y va a alcanzar un florecim iento nunca después
igualado, será a lo largo del dilatado período que transcurre del
siglo -vn al siglo -ni. Es la denom inada época Chun qiu (“Pri­
m avera y O toño”, de -722 a -481) y período Zhan guo (“Estados
com batientes” , de -481 a -221), siglos de profundos cam bios
económ ico-sociales y de guerras entre un m osaico de estados
chinos. Epoca de gran inestabilidad y al m ism o tiem po de un
alto grado de libertad, lo que perm itió la gestación y desarrollo
de una gran variedad de escuelas filosóficas, las “cien escuelas”
(bai jia). En el futuro, la única novedad, la constituyó en su día
(siglo i) la penetración en el Im perio del Centro de la filosofía
budista.

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De esas “cien escuelas”, seis destacaron sobre las dem ás. A sí


lo atestigua Sim a Dan, tal y com o se recoge en el Shi j i (“R egis­
tros h istó rico s”) del gran historiador Sim a Q ian (s. -n). Estas
fueron las seis escuelas: ru jia (co n fu cian a),/a jia (legista), da o
jia (taoísta), mo jia (m oísta), yinyang jia (cosm ologista) y ming
jia (nom inalista). En el Zhuang zi se encuentran abundantes re­
ferencias directas a confucianos, moístas y nom inalistas. Se sue­
le tratar de críticas frontales a sus doctrinas, aunque a veces
aparecen fragm entos de m arcado tinte confuciano; ello se debe,
en opinión de los com entaristas, a interpolaciones de copistas
confucianos en época posterior.

EL PENSAM IENTO TAOÍSTA

Se trata de un pensam iento no hom ogéneo, que incluye des­


de filósofos próxim os al confucianism o (Song Jian), hasta otros
cercanos al legismo (Shen Dao). Pero frente al confucianism o y
legism o, el taoísm o es una m etafísica de gran profundidad, que
supera de lejos los m eros planteam ientos ético-políticos de las
otras dos escuelas.
La tradición taoísta se rem onta a las figuras legendarias de
Huang di (Em perador A m arillo) y Lao Dan, y de ahí que en
tiem pos de la dinastía Han del Oeste (ss. -n y -i) se la conociera
com o escuela de Huang Lao.
En opinión de algunos historiadores, los prim eros taoístas
fueron al parecer yin shi (“erem itas”, hem os traducido un tanto
im propiam ente), antiguos letrados-nobles arruinados, insatisfe­
chos con la realidad social, que sentían una profundo desprecio
hacia el gobierno de su tiem po, e incluso hacia toda form a de
gobierno (posturas anarquizantes). Su crítica se extendía a la re­
ligión y a la ética tradicionales. Sus sentim ientos y doctrinas les
llevaron a alejarse de la sociedad, e incluso de este m undo en
sus posturas m ás radicales.
Uno de los m ás conspicuos representantes y prototipo del

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pensam iento taoísta prim itivo fue Yang Zhu, al que algunos ha­
cen discípulo del legandario Lao Dan. De él no se conservan es­
critos, sólo citas de sus enseñanzas. Una de ellas se recoge en el
libro Xian xue de la obra Han F ei zi: «(Yang Zhu) no estaba dis­
puesto a cam biar un solo pelo de su pierna por todas las rique­
zas del mundo». Es el qing wu gui sheng (despreciar las cosas
exteriores y estim ar la propia vida com o lo m ás valioso). El
hom bre debe realizarse “pasivam ente”, cortando todas las ata­
duras que le ligan a las cosas y a los dem ás hom bres, de suerte
que su vida discurra inm ersa en la Naturaleza. Por ello los con-
fucianos acusaron a Yang Zhu de preconizar un individualism o
eg o ísta rad ical, y así encontram os en un clásico confuciano
com o el M eng zi que la cita anterior aparece m odificada: «no
estaba dispuesto a arrancarse un solo pelo, aunque con ello hi­
ciera un gran favor al m undo».
A esto se añadía, para m ayor desesperación de los confucia-
nos y dem ás escuelas del orden, un profundo talante anarcoide,
que hizo que Yang Zhu y los taoístas de todos los tiem pos m os­
traran cierto rechazo (o cuando m enos, recelo) frente a las di­
versas m anifestaciones de la autoridad y de los entram ados je ­
rárquicos.
Durante el siglo -iv las diversas corrientes taoístas conocie­
ron un m om ento de gran apogeo. Los m onarcas del estado de Qi
acogieron en su corte a los m ás renom brados m aestros atrayén­
doles de su retiro. A sí apareció una especie de universidad, de
gran fam a y prestigio en su tiem po, llam ada J i xia. En ella esta­
ban representadas diversas escuelas, pero con predom inio de los
taoístas. Éstos aparecen divididos en varias corrientes, aunque
con un denom inador com ún: su interpretación del m undo y del
hom bre tiene su base y fundam ento en el Tao (dao) y su m ani­
festación en el N o-actuar (wu wei).
En chino el carácter dao tiene varios significados. Del prim i­
tivo “cam ino”, que en la época Chun qiu se interpretaba com o
“órbitas celestes” (tian dao), pasó a designar la ley que rige la
vida del hom bre, el destino (m ing). Por otra parte, en el Zhuang

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zi, y en los textos de las dem ás escuelas, encontram os a m enudo


dao con los significados de “doctrina” o “enseñanza” de un m a­
estro (“hablar” es otra acepción del carácter dao), y de “m éto­
do” (recuérdese el étim o de este vocablo).
En prim er lugar, conviene decir que el térm ino dao no es p a­
trim onio exclusivo del taoísm o. El confucianism o em plea dao
para representar la norm a m oral, en la m edida en que se corres­
ponde con los designios (cam inos) del Cielo. Y en el legism o,
dao es el proceso m ism o de transform ación de la N aturaleza, la
síntesis suprem a de todos los contrarios que se resum en en la
contradicción universal y prim era: YIN-YANG. Esta segun­
da interpretación es la m ás próxim a al taoísm o.
¿Q ué es el Tao para los taoístas? Los estudiosos occidenta­
les, a m enudo, no pueden escapar a la tentación de responder en
clave hegeliana: una entidad prim ordial y eterna (Idea, Espíritu
A bsoluto), “ anterior” a todas las cosas. Y apoyándose en los
m ism os textos taoístas, prosiguen: es inaccesible a los sentidos,
es la N ada (w u), de la que surge el m undo visible (you, aliena­
ción de la Idea), en el seno del cual van apareciendo los seres
particulares.
Esos m ism os textos taoístas dicen que el Tao no tiene form a,
no tiene límites; y por lo tanto no puede tener nom bre (es inefa­
ble), dado que el nom bre no se distingue de la esencia del ser
significado. El verdadero nom bre del Tao trascendente es él
m ism o trascendente, y por tanto incognoscible. A hora bien, el
Tao, por una parte es trascendente, pero por otra, en la m edida
en que se m anifiesta, se hace inm anente en los seres, y a eso es
a lo que el taoísm o llam a de (“Virtud”), es decir la Virtud, en ­
tendida com o fuerza epifánica, del Tao. Poco que ver, por consi­
guiente, con el de confuciano, que designa la virtud en su senti­
do m ás convencional.
En segundo lugar, el N o-actuar (wu wei) es la otra idea car­
dinal del pensam iento taoísta. No se trata de la pura inacción o
de la pasividad absoluta, sino de una reposada y serena no-inter­
vención en el curso de los acontecim ientos. El N o-actuar presu­

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pone una ausencia de intencionalidad, y así wu w ei tam bién po­


dría traducirse perfectam ente por “espontaneidad”.
Este No-actuar es un atributo del Tao: «El Tao nunca actúa y
sin embargo nada deja de hacer». A quí aparecería una nueva inter­
pretación del Tao com o ley universal del m ovim iento y de las
transformaciones del mundo. Estaríamos ante una concepción ate-
leológica del Tao, claramente opuesta a la de un Dios providente.
De suerte que, en esta línea de pensam iento, el discurrir, el
desarrollo de la N aturaleza, no se rige por fines, sino que se ve­
rifica con total espontaneidad, sin forzam ientos. Por ende, el sa­
bio igualm ente debe, identificándose con el Tao, dejar discurrir
librem ente su vida, suprim iendo m etas y deseos, para así alcan­
zar la auténtica libertad. Todo ello m uy en sintonía con el pen­
sam iento budista, al que en tantos aspectos se encuentra próxi­
m o el taoísm o, o viceversa.
A plicando al plano político la doctrina del No-actuar, el buen
gobernante no debe gobernar, es decir no debe intervenir, sino
respetar el libre curso de los acontecim ientos. Entonces la socie­
dad de los hom bres se ordenará por sí misma, de form a espontá­
nea. Paradigm a de lo cual fue el propio Mao Zedong en cierta
etapa de su quehacer político (Revolución Cultural, “que las m a­
sas se eduquen por sí m ism as”), y por ello los “confucianos” del
Partido Com unista Chino le han condenado, p ost m ortem , por su
crim en de “espontaneísm o” (¿taoísm o?).
El Tao y el No-actuar serán, en definitiva, los dos puntos de
apoyo de la postura vital adoptada por el sabio taoísta. Su moral
transcenderá los conceptos de bien y de mal (chao shan e), vistos
com o una manifestación más de esa m anía dicotom izadora de la
m ente humana, y se caracterizará por una idealización de la N atu­
raleza y de lo natural, que algunos explican a partir de la sociedad
campesina prim itiva en la que surgió y se desarrolló el taoísmo.
Bien es verdad que, en cierto m odo, tam bién en el confucia-
nism o se descubren unas raíces cam pesinas, por cuanto no deja
de ser la expresión teórica y ética del sistem a fam iliar agrario,
pero ya desde el principio la diferencia entre el confucianism o y

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el taoísm o se hace notoria: m ientras el prim ero afirm a las res­


ponsabilidades sociales del hom bre y el respeto escrupuloso de
las jerarquías , el taoísm o se recrea en desplegar el elem ento na­
tural y espontáneo de los individuos. Este talante espontaneísta
y de rechazo del encorsetam iento de norm as y reglam entos ha
venido aflorando recurrentem ente a todo lo largo de la historia
de C hina (su últim a m anifestación fue la R evolución C ultural
m aoísta).
No es ésa la única diferencia im portante entre confucianos y
taoístas, pues éstos tam bién rechazan toda idea de un Cielo dota­
do de inteligencia rector del mundo: lo que buscan es una unión
m ística (olvídese cualquier connotación religiosa del térm ino)
con un Todo indiferenciado. Y así vemos cóm o los grandes m a­
estros del taoísm o filosófico, Lao zi y Zhuang zi, consideraban
que el hom bre debe, siguiendo la ley del dao, perm anecer en la
pureza y quietud del wu wei, en la sim plicidad natural, y adoptar
una postura de “ ignorancia” (yvu zhi), y de ausencia de deseos
(w u yu ) y de espíritu de lucha (wu zheng): tal es la esen cia
(chang ran, “lo constante”) de la naturaleza humana. Perm ane­
ciendo en sem ejante estado nos hacem os uno con el Tao.
Los principios y categorías morales confucianas, tales com o
la benevolencia (ren) y la justicia (yi), la piedad filial (xiao), y
dem ás virtudes, son el resultado de un rechazo o de un abando­
no del G ran Tao, y de la pérdida consiguiente de la sim plicidad
original. D ado que estos principios y categorías “perturban la
m ente del hom bre y van en contra de la naturaleza de las c o ­
sas” , lo que hacen es seducir, engañar a los hom bres incitándo­
les a perseguir renom bre y riquezas. Particularm ente, los ritos
(//) representan un “debilitam iento de la lealtad y de la honesti­
dad, y son principio del desorden”; vienen a ser el resultado y la
m anifestación de la degeneración del género hum ano.
De ahí que el Lao zi proponga «abandonar santidad y sabi­
duría», «dar la espalda a la destreza y al beneficio», reducir día
a día conocim ientos y deseos, para «retom ar al estado de la pri­
m era infancia».

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Zhuang zi, por su parte, considera trabas para la vida hum a­


na todas esas, según él, auténticas contradicciones que son en el
fondo el ren yi (las virtudes de benevolencia y justicia), la dife­
renciación entre el bien y el mal, y la distinción entre verdadero
y falso, vida y m uerte, beneficio y perjuicio, cuya naturaleza va­
cía e ilusoria quiere hacer patente desde la perspectiva de su re­
lativism o radical. Su ideal de vida no es otro que la plena liber­
tad individual. Se trata de, m ediante un esfuerzo m ístico de
“cultivación del da o ” (xiu dao, que incluye el xin zhai [absti­
nencia m ental] y el zuo wang [m editación que transciende el
m undo y el yo]), alcanzar un estado de insensibilidad corporal y
anulación del intelecto (abandono del cuerpo y del pensam ien­
to), es decir la gran unidad universal (da tong), en que el cuerpo
se ha vuelto com o un m adero y la m ente cual ceniza; un estado
sin verdad ni falsedad, sin bondad ni m aldad, del que están au­
sentes las nociones de beneficio y perjuicio; un estado m ás allá
del bien y del mal; un estado m ístico superior en que la propia
vida se hace una con el Cielo y la Tierra, se unifica por com ple­
to con todos los seres del Universo.
Un último punto del pensam iento taoísta que conviene no ol­
vidar son las norm as de conducta social que deben observarse
con vistas a preservar la integridad de la propia persona. El Lao
zi ensalza la debilidad y la hum ildad, afirm a que «situándote de­
trás, te colocas delante; y extrañándote, te conservas»; considera
que «negando el interés personal, se puede realizar ese interés»,
y que absteniéndose de la lucha, «el m undo no podrá luchar
contra tí».
En línea parecida se expresa el Zhuang zi cuando dice que el
hom bre debe «no hacer uso de nada», para lograr así la «gran
utilidad» propia. Dice: «Quien obra el bien no debe buscar la
fam a, quien obra el mal no debe buscar el castigo. Si tom am os
com o norm a invariable acom odarnos en todo a la vacuidad, po­
drem os conservar la vida, podrem os guardar la integridad natu­
ral, podrem os alim entar el cuerpo, podrem os alcanzar la longe­
vidad».

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LA LITERATURA TAOÍSTA Y SU TRADUCCIÓN


En el aspecto form al, lo que llam a la atención cuando se lee
un clásico taoísta es la aparente incoherencia, o mejor, incone­
xión, de lo que en ella se dice. Nada de discursos elaborados, ni
de argum entación m inuciosa. Así, en el Lao zi nos encontram os
con una sucesión de párrafos cortos, que a m enudo poco tienen
que ver unos con otros. Se explica, en cierto m odo, porque estas
obras no son obras filosóficas formales, por cuanto tam poco sus
supuestos autores fueron profesionales de la filosofía. A dem ás,
se trata por lo general de recopilaciones, m ás o m enos felices,
de sus dichos, de sus cartas a discípulos o am igos, de diferentes
épocas, y a m enudo redactadas por diferentes personas.
Por otro lado los filósofos taoístas chinos tenían la costum ­
bre de expresarse a base de aforism os (Lao zi, que no puede m e­
nos de recordam os a Heráclito), o de relatos alegóricos y apólo­
gos (Zhuang zi y Lie zi).
A hora bien, esa falta de articulación viene com pensada por
lo sugestivo y sugerente de la expresión literaria. Son com o pin­
celadas o golpes de luz que nos ilum inan un territorio descono­
cido, y no ese encadenam iento silogístico que nos arrastra iner­
mes en un dirección dada. Es decir se leen, con m ayor libertad
creativa, se deja de ser esclavo de las palabras. En el libro XXV
del Zhuang zi se dice:

«La nasa sirve para coger peces; cogido el pez, olvídate de


la nasa. La trampa sirve para cazar conejos; cazado el conejo,
olvídate de la trampa. La palabra sirve para expresar la idea;
comprendida la idea, olvídate de la palabra.»

Todas estas circunstancias dificultan enorm em ente la traduc­


ción, en la que inevitablem ente se pierde esa fuerza sugestiva
del original, y en la que caben a m enudo diversas e incluso en ­
frentadas interpretaciones, sobre todo en ciertos aforism os y
fragm entos poco precisos.

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De una m anera muy particular, el fondo y las connotaciones


m ísticas de los textos filosóficos taoístas presentan una doble
dificultad: sus posibles afinidades con la m ística cristiana, y la
naturaleza a m enudo críptica, esotérica, de su lenguaje (sim bo­
lismos, alegorías y dem ás recursos sem ánticos).
En el prim er punto, el problem a gira en tom o a la hipotética
sim ilitud de las experiencias m ísticas, extáticas, de los sabios y
erem itas taoístas, con las de los m ísticos cristianos. En caso
afirm ativo, la literatura castellana es de una gran riqueza en este
cam po (Teresa de Á vila, Juan de la C ruz, M alón de C haide,
Juan de Á vila y otros m uchos). Y aun tenem os esa tradición
franciscana (Francisco de Osuna, Juan de los Á ngeles), que a
través de su canto a la Naturaleza, parece hallarse tan cerca del
ideal taoísta. Sin em bargo, no se debe olvidar que, bajo esas ex­
periencias y vivencias individuales, subyace toda una teología
totalm ente incom patible con el pensam iento taoísta, y térm inos
tales com o m ística, contem plación, visión beatífica, etc., no de­
berían usarse, para no inducir a error. Veamos a continuación
tres aspectos muy concretos que se plantean al leer el Zhuang zi,
y que es im portante ilustrar para poder com prenderlo mejor.
1. La idea de Dios. Es com pletam ente ajena al pensam iento
taoísta. Pero, tropezam os de continuo en el Zhuang zi con tér­
m inos que, para algunos sinólogos occidentales, recuerdan, más
o m enos rem otam ente la idea cristian a de Dios. Se trata, en
esencia, de dos: dao y dan. A ñadirem os algunas consideracio­
nes a lo que antes se ha dicho de ellos.
El Tao (dao) coincidirá con el concepto de Dios en la medida
en que se entienda com o principio supremo, que “engendra” (de él
surgen) y abarca todas las cosas. Es inefable, como absoluto. Es el
Gran Uno (Plotino) en el que se anulan todas las contradicciones
(Nicolás de Cusa). Y aquí aparece la diferencia nítida que separa
al Dios de la ortodoxia cristiana del Tao: Dios es SER, frente al
Tao que es SER y NO-SER. Dios es el Absoluto, com o opuesto a
lo relativo (sus criaturas), frente al Tao, que es al mismo tiempo lo
absoluto y lo relativo. Puestos a establecer forzadas implicaciones,

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el Dios cristiano sería en todo caso una m anifestación, o una em a­


nación, del Tao. O bien el Tao, en todo caso, podría interpretarse a
la luz del panteísmo del Cusano, de Bruno o de Spinoza.
En cuanto al Cielo (tian), si bien en el confucianism o prim i­
tivo podía tener, sin duda, un significado próxim o al Dios de los
deístas de la Ilustración, en la literatura taoísta, es prácticam ente
irrefutable que se refiere a la N aturaleza. O tra cosa es que se
quiera interpretar en sentido spinoziano.
P or últim o, conviene com entar brevem ente dos expresiones.
L a p rim era se repite constantem ente en el Z huang zi: tian di
(Cielo y Tierra). En definitiva se refiere al U niverso, al que se
considera en un doble plano (que recuerda lejanam ente la cos­
m ología aristotélica), con algunos m atices que no alteran sus­
tancialm ente el sentido principal. L a segunda, que sólo aparece
un par de veces, sí se presta a confusión: zao hua (que hace las
transform aciones) o zao wu (que hace las cosas). Parece referir­
se a un “ H acedor”, lo que ha llevado a algunos a proclam ar la
presencia del “C reador” en el Zhuang zi. Sin em bargo, ni uno
solo de los antiguos com entaristas chinos apunta en ese sentido;
todos ven en ese “ H acedor” a la propia N aturaleza.
2. El alm a. El concepto (y los correspondientes térm inos) de
lo que en la tradición filosófico-religiosa occidental se denom i­
na alm a (desde los pitagóricos y Platón hasta los teólogos cris­
tianos) se refleja en la literatura taoísta de form a muy confusa y
com pleja. Veamos los principales térm inos utilizados:
- xin , el m ás usado, significa literalm ente “corazón” , pero se
em plea en el sentido de m ente, conciencia, pensam iento, dispo­
siciones m entales, etc. En nuestra traducción lo hem os vertido
casi siem pre por “m ente” , pues el taoísm o ignora toda esa idea
de sustancial idad que acom paña al térm ino “alm a”.
- shen, significa “espíritu” , y así lo hem os traducido. Sería el
térm ino m ás cercano a nuestra “alm a”, aunque con las salveda­
des precedentes.
- jin g , que literalm ente significa “esencia” , “sem illa”, “es­
perm a”, sería una especie de sustancia sutil, que, unida al qi (el

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hálito, soplo o energía vital prim igenia, o incluso energía cósm i­


ca), constituiría el shen, el espíritu del hombre.
Finalmente encontramos dos caracteres que, por lo general, se
traducen por “alma”: hun y po. Pero aquí el problema, lejos de re­
solverse, se complica. En el hombre hay tres hun y siete po. Las pri­
meras son las almas del qi, principio de las funciones superiores, re­
lacionadas con el Yang, y cuyo lugar natural es el C ielo. Las
segundas, son las almas del cuerpo, principio de las funciones infe­
riores, relacionadas con el Ym, y cuyo lugar natural es la Tierra. Na­
turalmente, todo esto es una elaboración del taoísmo posterior, pero
ya en el Zhuang zi vemos apuntar esta doctrina en algunos pasajes,
si bien en los libros escritos en época posterior a Zhuang Zhou.
3. Las virtudes. En prim er lugar conviene señalar que aun­
que el térm ino virtud tiene para nosotros unas innegables con­
notaciones cristianas, su etim ología refleja exactam ente el senti­
do del carácter ch ino del que es la traducción. En efecto, de
significa en los textos taoístas la “fuerza”, el “poder” , la “efica­
cia” del Tao. En ese caso lo traducim os con m ayúscula: el Tao y
su Virtud (Tao y Te). El de es la fuerza operante del Tao, así
com o las cualidades propias de los seres, recibidas del Tao (la
“naturaleza” de A ristóteles). A hora bien, de tam bién significa
“virtud”, en el sentido tradicional de la palabra; y en este senti­
do lo usan los confucianos y el Zhuang zi cuando a las virtudes
confucianas se refiere. Entre estas virtudes confucianas, objeto
de crítica y denuncia por parte de los filósofos taoístas, dos son
las principales: la benevolencia (ren) y la justicia (yi).
La benevolencia podría muy bien interpretarse com o la cari­
dad cristiana, si despojam os a ésta de su contenido teológico,
pues C onfucio la define en una ocasión com o una especie de
«am ar a los dem ás com o a sí m ism o» (en otro lugar dirá que
consiste en «dom inarse y retornar a los ritos» [ke j i f u //]). Be­
nevolencia es, por tanto, bondad, hum anidad; siem pre una vir­
tud que se debe ejercitar de form a consciente con vistas a la
propia perfección m oral. Lo cual, por supuesto, choca frontal­
m ente con la espontaneidad taoísta.

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Introducción

La ju sticia (y*) confuciana viene a ser la dikaiosine griega,


en el sentido de que posee el yi quien cum ple escrupulosam ente
con su obligación o deber m oral. Por consiguiente, tam bién po­
dría traducirse (con vistas a disipar posibles confusiones) por
“rectitud” .
Y así llegam os a la diferente interpretación del térm ino “ sa­
biduría” , o si se quiere de lo que se entiende por “ sabio”, en las
diferentes escuelas filosóficas chinas. En el Zhuang zi se em ple­
an varias expresiones para designar al sabio, o a veces los diver­
sos grados de sabiduría. De ellas se inform a en las notas al tex­
to. A quí sólo señalarem os que una de esas expresiones, sheng
ren, suele a veces traducirse por “santo”, lo cual queda fuera de
lugar, por razones obvias. Salvo que se entienda la santidad des­
de un punto de vista estrictam ente hum ano, com o aplicable al
hom bre que es ejem plo de cualidades m orales y de una conduc­
ta m odélica. Es decir, el sabio de la antigua Grecia. En nuestra
traducción hem os optado por esta versión.
P or lo que toca al carácter a m enudo críptico del lenguaje ta-
oísta, m uchos son efectivam ente los pasjes de m ás que difícil
interpretación. Unos porque no se entienden bien, y otros por­
que se sabe, o hay fundadas sospechas de que quieren decir otra
cosa. Se trata de pasajes claram ente alegóricos, pero con alego­
rías cuyo significado no está claro.
A esto se añade que Zhuang zi juega con sus personajes, no
se atiene a la verdad histórica, unos son reales y otros ficticios,
o bien siendo reales hacen o dicen cosas que nunca hicieron o
dijeron: lo que cuenta es la enseñanza, el m ensaje; los persona­
jes son un m ero vehículo.

ZHUANG Z I Y EL ZHUANG ZI

Zhuang zi (M aestro Z huang) pasa por ser el autor de la obra


que lleva su nom bre, com o es el caso de la m ayor parte de los
antiguos filósofos chinos. De hecho, y com o luego verem os, la

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Introducción

c ritica m oderna ha dejado estab lecid o que sólo se le pueden


atribuir los siete prim eros libros de este clásico del taoísm o.
Poco se sabe de la vida de Zhuang zi. Su nom bre era Zhou, y
nació en -369 o -365 en M eng (para unos el actual C aoxian, en
Shandong; para otros, Shangqiu, en la provincia de H enan), en
el entonces estado de Song. Según el Shi j i (“R egistros históri­
co s”), Zhuang zi desem peñó por un tiem po un cargo de peque­
ño funcionario en su estado natal, aunque pronto volvió a su re­
tiro . V iv ió en v o lu n ta r ia p o b r e z a , si n o s a te n e m o s a la
descripción que hace de él el Zhuang zi, y a aquel fam oso episo­
dio: fiel a su ideal taoísta, rehusó cuando le ofrecieron un alto
cargo en la adm inistración del estado. Tam bién parece que m an­
tuvo una gran am istad, pese a sus divergencias ideológicas, con
H uí Shi, uno de los principales filósofos de la escuela de los
nom bres; y así, el Zhuang zi recoge varios relatos de sus con­
versaciones. M urió en -290 o -286.
En cuanto al Z huang zi, la obra que se atribuye a Zhuang zi,
puede decirse que fue com puesta durante la época Z han guo, es
decir en los siglos -iv y -m. A hora bien, dos son los problem as
que se plantean: el del autor o autores, y el del contenido pro­
piam ente dicho.
Por lo que respecta al autor, se han planteado diversas, y aun
encontradas teorías, a lo largo de los siglos. C ontroversias en las
que no vam os a detenem os, sino que nos lim itarem os a exponer
las opiniones predom inantes hoy en día entre los estudiosos chi­
nos y los sinólogos en general. Se supone, m ayoritariam ente,
que Zhuang Zhou fue el autor, directo o indirecto, de los siete
prim eros libros (nei pian, “ libros interiores”). U na notable ex ­
cepción es la de Yang R ongguo, quien argum enta que el libro II
es obra de Shen D ao o de alguno de sus discípulos. El resto
(wai pian, “libros exteriores”; y za pian, “libros varios”) fue re­
dactado por los discípulos de Zhuang zi, o por seguidores de sus
doctrinas, en época posterior. D icho en otros térm inos, los siete
prim eros libros reflejan el pensam iento de Zhuang zi (para Yang
R ongguo tam bién los libros IX, X, X V II y X X V II), m ientras

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Introducción

que el resto sólo lo hace de form a parcial. Entre estos últimos li­
bros, alguno pudieron ser escritos por filósofos de otras escuelas
taoístas, y algunos fragm entos incluso por filósofos confucia-
nos, com o se explica en las notas de nuestra traducción.
Por lo que toca al contenido, el Yiwen zhi del Han shu (“Libro
de los H an”, s. i) cita 52 libros del Zhuang zi. Y también las refe­
rencias a los comentarios de Sim a Biao (s. m) hablan de 7 “libros
interiores”, 28 “libros exteriores” y 14 “libros varios” (en lugar
de los actualmente conservados 7, 15 y 11, respectivamente). En
cualquier caso los 33 libros que han llegado hasta nosotros se co­
rresponden con los com entados por Guo Xiang (252-312).
Anque el Zhuang zi se remonta, al menos en parte, al siglo -iv,
fue en la época Wei Jin (220-420) cuando alcanzó una gran difu­
sión y com enzó a ejercer una enorme influencia entre los pensa­
dores chinos. Junto con el Lao zi y el Zhou li (“Ritos de Zhou”),
form ó la trilo g ía conocida com o los “T res M isteriosos” (san
xuan), textos básicos de la escuela xuan xue (“doctrina m isterio­
sa”), muy floreciente hasta el siglo vi, y que tuvo en Wang Bi a su
máximo representante. Y ya en pleno apogeo de la religión taoís-
ta, en el año 727 el em perador Xuanzong de la dinastía Tang con­
firió al Zhuang zi el título honorífico de “Verdadero Clásico del
País de las flores del Sur” (Nan hua zhen jin g ), al tiempo que se
convertía en uno de los textos canónicos de la religión taoísta.
Desde entonces el Zhuang zi no ha dejado de ser una de las obras
más apreciadas en China, tanto por su contenido filosófico, com o
por su forma literaria. Lu Xun, en este siglo, hizo de él un encen­
dido elogio en su Han wenxueshi gangyao (“Epítome de la histo­
ria de la literatura china”), y el mismo Mao Zedong se inspiró en
él para com poner en 1965 uno de sus mejores poemas, “Diálogo
entre pájaros” (Niao er xven da).
De las versiones del Zhuang zi, una de las m ás antiguas con­
s e rv a d a s es la del G u o X ia n g zhu (“ A n o ta c io n e s de G uo
X iang”), aunque sus com entarios no sean del todo acordes con
el sentido original del texto. De ellas existen varias ediciones
(Guyi congshu fu song, Xu guyi congshu ying song, Ying ming

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shi de tang y Si bu congkan ying song). En esta versión de Guo


X ian g se basan d o s de los m ás im p o rtan te c o m e n ta rio s al
Zhuang z i: el Z huang zi shiw en (Shiw en ) de Lu D em ing y el
Zhuang zi shu (C heng shu) de C heng X uanying, am bos de la
época Tang (618-907). Del C heng shu existe la edición Dao
cang. P o sterio m en te se escribieron algunas obras dignas de
m ención, com o el Zhuang zi yi, de Jiao Hong (dinastía M ing),
que recoge todos los antiguos com entarios y explicaciones so­
bre el Zhuang zi (ediciones xilográficas M ing wan li y Qing). A
finales de la dinastía Qing, ya en el siglo xix, Guo Q ingfan es­
cribe el Zhuang zi jish i, en el que se recogen los com entarios
del Guo X iang zhu, del Shiwen y del C heng shu, así com o otros
m uchos. En esta obra se tienen en cuenta las correcciones del
texto de los eruditos de la época Qing. De ella hay varias edi­
ciones (Si xian jian g she, Zhu zi ji cheng y la de la editorial
Z h o n g h u a). T am b ién de fin a le s de la d in a stía Q in g es el
Zhuang zi jijie de Wang Xianqian (edición xilográfica Qing, y
edición Zhu zi ji cheng). Las m anejadas habitualm ente son las
versiones de Guo Xiang, de Guo Q ingfan y de Wang Xianqian.
Ya en nuestro siglo, Ma Xulun y W ang Shumin realizaron nu­
m erosas com probaciones y correcciones del texto en sus respec­
tivos Zhuang zi yi zheng y Zhuang zi jia o shi (Editorial Shang-
w u ). En e s te ú ltim o se h an c o te ja d o to d a s las v e rs io n e s
conocidas del Zhuang zi. Por últim o, en fecha reciente la edito­
rial Zhonghua ha publicado el Zhuang zi jin zhu jin yi, de Chen
Guying. En esta obra se ha tenido en cuenta las diversas edicio­
nes y copias conocidas del Zhuang zi, así com o los com entarios,
tanto antiguos com o modernos. En ella hemos basado en gran
m edida nuestra traducción.

NUESTRA TRADUCCIÓN

Para verter el Zhuang zi al castellano nos hemos guiado prin­


cipalm ente por el texto y los com entarios de Chen G uying y de

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Guo Qingfan. Este últim o recoge en su obra prácticam ente to­


dos los com entarios e interpretaciones sobre el Zhuang zi hasta
el siglo xix, y el prim ero añade los trabajos de investigación y
las correcciones de los eruditos chinos, japoneses y occidentales
del siglo XX. Secundariam ente hemos consultado las obras cita­
das en la Bibliografía, lo que en algunos pasajes nos ha servido
de gran ayuda para una m ás exacta traducción, o al m enos para
proponer posibles variantes. La división en capítulos, o frag ­
m entos, de cada libro (señalada con núm ero rom anos), sigue la
de C hen Guying. De los com entarios, hem os seleccionado los
que hem os juzgado más adecuados para una m ejor com prensión
de la obra.
Para la transcripción de los nom bres, y de los caracteres chi­
nos en general, hem os seguido, com o ya es norm a, el sistem a
pinyin de la República Popular China; salvo, com o es lógico, en
el caso de los nom bres incorporados desde antiguo a nuestra
lengua (Tao, Pekín, etc.).
P ara term inar quisiera m anifestar mi agradecim iento a todos
cuantos han hecho posible una traducción en la que soñaba des­
de hace tiem po, y de m anera particular a A gustín Pániker, al
profesor G erardo López y a mi hija Izaskun.

Iñaki Preciado Ydoeta


Zarzalejo, febrero de 1996

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BIBLIOGRAFÍA ESCOGIDA

1. EN LENGUA CHINA

I. Ediciones principales
Zhuang zi, edición en cuatro volúm enes encuadernados al estilo
chino tradicional de una copia de la dinastía M ing, con los
com entarios de Guo X iang y Lu Dem ing, editorial Zhong-
hua, Shanghai, sin fecha.
Zhongguo zhexueshi ziliao jianbian. Xianqin bufen. (C om pen­
dio de m ateriales para la historia de la filosofía china. E po­
ca pre-Q in), dos volúm enes redactados en colaboración por
el grupo de historia de la filosofía china del Instituto de F i­
losofía de la A cadem ia de C iencias de C hina y por el S em i­
nario de historia de la filosofía china de la Facultad de F ilo­
so fía de la U n iv ersid a d de P ek ín . (L ib ro s y frag m en to s
aislados con traducción al chino m oderno). Zhonghua, P e­
kín, 1973.
C HEN Guying, Zhuang zi jin zhu jin yi (El Zhuang zi con notas
y traducción m odernas), Shangw u, Taibei, 1977.
G U O Q ingfan (dinastía Q ing), Z huang zi jish i (El Z huang zi
con una colección de explicaciones), 4 vol., en Xinbian zhu
zi jicheng (N ueva colección de los diferentes m aestros) de la
editorial Zhonghua, Pekín, 1989.
LI Zhongyu, Yuti Zhuang zi (El Zhuang zi en lengua hablada),
Shangwu, Taibei, 1974.

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Bibliografía escogida

W ANG F u zh i, Z h u a n g zi j i e (A c la ra c io n e s al Z h u a n g zi),
Zhonghua, Pekín, 1961.
WANG Xianqian (dinastía Q ing), Zhuang zi jijie (El Zhuang zi
con una colección de aclaraciones), Shangw u, Taibei, 1975.

II. Estudios
CHEN Guying, Zhuang zi zhexue (La filosofía del Zhuang zi),
Shangw u, Taibei, 1977.
FAN W enlan, Zhongguo tongshi jianbian (C om pendio de H isto­
ria G eneral de China), 4 vols., Renmin, Pekín, 1965.
FENG Youlan, Zhonguo zhexueshi (H istoria de la Filosofía chi­
na), 2 vols., Shangwu, Shanghai, 1934.
Gongsun Long zi, ed. de Pang Po, Renmin, Shanghai, 1974.
GUO M oruo, Nuli zhi shidai (La época del sistem a esclavista),
Renm in, Pekín, 1973.
HOU W ailu, ZHAO Jibin y DU Guoxiang, Zhongguo sixiang
tongshi (H istoria general del pensam iento chino), 5 vols.,
Renm in, Pekín, 1957-1960.
HU Shi, Zhongguo gudai zhexueshi (H istoria de la Filosofía an­
tigua china), Shangwu, Taibei, 1977.
REN Jiyu, Zhongguo zhexueshi (Historia de la Filosofía china),
Renm in, Pekín, 1966.
Zhongguo zhexueshi jianbian (Com pendio de Historia de la F i­
losofía china), Renm in, Pekín, 1973.
SIMA Qian, Shi j i (Registros históricos), Zhonghua, Pekín, 1973.
YANG R ongguo, Zhongguo gudai sixiangshi (Historia del anti­
guo pensam iento chino), Renm in, Pekín, 1973.
Jianm ing zhongguo zhexueshi (B reve historia de la F ilosofía
china), Renm in, Pekín, 1973.

III. Obras de consulta


Ci hai (“M ar de palabras”), gran diccionario en 3 vols., Cishu,
Shanghai, 1980.
Gu hanyu changyongzi zidian (Diccionario de caracteres de uso
frecuente en la antigua lengua china), Shangwu, Pekín, 1979.

26
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Bibliografía escogida

Hanyu da zidian (Gran diccionario de los caracteres de la lengua


china), 8 vols., Coedición de Sichuan y Hubei, 1986-1990.
Zhongguo da baike quanshu. Zhexue (Gran Enciclopedia China.
Filosofía), 2 vols., Editorial de la Gran Enciclopedia China,
Pekín-Shanghai, 1987.
Zhongguo lidai mingren cidian (D iccionario de hom bres fam o­
sos en la historia de China), por la Facultad de H istoria de la
Universidad de Nankin, Renm in, Changsha, 1982.
Zhongguo shenhua chuanshuo cidian (D iccionario de m itología
y leyendas de China), Shanghai, 1985.

2. E N OTRAS LENGUAS

I. Principales traducciones y estudios.


ALLISON, Robert E., C huang-T zufor Spiritual Transformation,
State University o f N.Y. Press, 1989.
ELORDUY, C arm elo (tr.), Dos grandes maestros del Taoismo:
Lao Tse y C huang Tzu, Editora Nacional, M adrid, 1980.
FENG Youlan (tr.), A Taoist Classic, C huang-tzu (sólo los 7 pri­
m eras libras), Foreign languages press, Pekin, 1989.
HANSEN, Chad, A Tao o fT a o in Chuang-tzu, en Experim ental
Essays on Chuang-tzu, ed. Victor H. Mair, University o f H a­
waii Press, H onolulu, 1983.
HARLEZ, de (tr.), Textes taoïstes, Paris, 1891.
LEGG E, Jam es (tr.), The Sacred B ooks o f China: The Texts o f
Taoism, C larendon Press, Oxford, 1891 (reed. D over Publi­
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LIO U Kia-hway, L ’oeuvre com plète de Tchouang-tseu, G alli­
m ard, Paris, 1978.
M ASPERO, Henri, Le saint et la vie m ystique chez Lao-tseu et
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PASTOR, J. Cl. (tr.), Zhuang zi (Tchouang-Tseu). Les Chapitres
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Bibliografía escogida

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WALEY, A rthur (tr.), Three Ways o f Thought in Ancient China
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WATSON, Burton (tr.), The C om plete Works o f C huang Tzu,
Colum bia University Press, N.Y., 1968.
W1EGER, Léon (tr.), L es Pères du systèm e taoïste, C athasia,
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W ILH ELM , Richard (tr.), D chuang dsi, das wahre Buch vom
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II. Taoismo y Filosofia e Historia de la antigua China


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DEM ARIA U X, J.-C., Le Tao, Cerf, Paris, 1990.
ELORDUY, Carmelo (tr.), E l lihro de los cam hios, Editora Na-
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Cam bridge University Press, 1954-74.

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Bibliografía escogida

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RAGUIN, Y., Leçons sur le taoïsme, Institut Ricci, 1981.
RIVIERE, Jean Roger, E l pensam iento filosófico de Asia, Gre-
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W ELCH , H. y SEIDEL, A., Facets o f taoism, Yale University
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W IEGER, León, Histoire des croyances religieuses et des opi­
nions philosophiques en Chine, Hien-hien, 1917.
Z EN K E R , E. W., H istoire de la P hilosophie chinoise, Payot,
Paris, 1932.

III. Obras de consulta.


D iccionario español de la lengua china, Instituto Ricci, Espasa-
Calpe, M adrid, 1977.
D ictionnaire classique de la langue chinoise, por S. Couvreur,
Kuangchi Press, 1966.

SIGLAS DE COMENTARISTAS
(seguidas del nombre y del título de su obra)

C. Zh. Cui Zhuan (citado en el Zhuang zi jishi de G.Qf.)


Ch. Bx. Chu Boxiu Nanhua zhenjing yihai zuanwei
Ch. Gy. Chen Guying Zhuang zi jinzhu jinyi
Ch. Qt. Chen Qitian Zhuang zi qianshuo
Ch. Sh. Chen Shen Zhuang zi pinjie
Ch. Shch. Chen Shouchang Nanhua zhenjing zhengyi
Ch. Xy. Cheng Xuanying Zhuang zi shu (Cheng shu)
F. Yl. Feng Youlan Zhuang zi zhexue taolun ji

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Bibliografía escogida

F. Yzh. Fang Yizhi Yao di pao Zhuang


F. Zhsh. Feng Zhisheng Zhongguo zhexue shi xinbian
G .F . Guan Feng Zhuang zi waizapian chutan
G .Q f. Guo Qingfan Zhuang zi jishi
G. St. Guo Songtao (citado en Zhuang zi jishi de G.Qf.)
G. X. Guo Xiang Zhuang zi zhu
H. Jh. Huang Jinhong Xinyi Zhuang zi duben
H. Sh. Hu Shi Zhongguo gudai zhexue shi
H .W y. Hu Wenying Zhuang zi dujian
J. H. Jiao Hong Zhuang zi yi
J. Xch. Jiang Xichang Zhuang zi zhexue
L. Dm. Lu Deming Jingdian shiwen Zhuang zi yinyi{Shiweri)
L. Fb. Liu Fengbao Nanhua xuexin bian
L. Hq. Lii Huiqing Zhuang zi yi
L. M. Li Mian Zhuang zi zonglun j i fenpian pingzhu
L. Md. Luo Miandao Nanhua zhenjing xunben
L. Sh. Lin Shu Zhuang zi qianshuo
L. Shp. Liu Shipei Zhuang zi bu
L. Wd. Liu Wendian Zhuang zi bu zheng
L. Xy. Lin Xiyi Nanhua zhenjing kouyi
L. Y. Li Yi (citado en el Shiwen de LuDeming)
L. Ym. Lin Yunming Zhuang zi yin
L .Z h. Li Zheng (citado en el Zhuang zi jishi de G. Qf.)
L. Zhy. Li Zhongyu Yuti Zhuang zi
M .Q x. Ma Qixu Zhuang zi gu
M. XI. Ma Xulun Zhuang zi yi zheng
S. Yr. Sun Yirang Zhuang zi zha yi
Sh. Dq. Shi Deqing Zhuang zi neipian zhu
Sm. B. Sima Biao (citado en el Zhuang zi jishi de G.Qf.)
T. Hq. Tao Hongqing Du Zhuang zi zhaji
W. Fzh. Wang Fuzhi Zhuang zi jie
W. Ky. Wang Kaiyun Zhuang zi neipian zhu
W. Mh. Wang Maohong Zhuang zi cunjiao
W. Ns. Wang Niansun Zhuang zi zazhi
W. Rl. Wu Rulun Zhuang zi diankan

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Bibliografía escogida

W. Shm. Wang Shumin Zhuang zi jiaoshi


W. Tx. Wu Tingxu Zhuang zi zhaji
W. Xq. Wang Xianqian Zhuang zi jijie
W. Yd. Wen Yiduo Zhuang zi neipian jiaoshi
X. D. Xi Dong Zhuang zi buzhu
X .Fg. Xu Fuguan Zhongguo renxing lun shi
X. X. Xiang Xiu (citado en el Zhuang zi jishi de G.Qf.)
X. Y. Xuan Ying Nan hua jing jie
Y. Lf. Yan Lingfeng Daojia sizi xinbian
Y. Shd. Yang Shuda Zhuang zi shiyi
Y. Wh. Yang Wenhui (citado en Zhuang zi xinshi de Zh.Msh.)
Y. Xw. Yu Xingwu Zhuang zi xinzheng
Y. Y. Yu Yue (Qing) Zhuang zi ping yi
Zh. Bl. Zhang Binglin Zhuang zi jiegu
Zh. Gy. Zhu Guiyao Zhuang zi neipian zhengbu
Zh. Msh. Zhang Mosheng Zhuang zi xinshi

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Primera Parte:
LIBROS INTERIORES
NEI PIAN

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LIBRO I. EN PLACENTERA
LIBERTAD

I. En el m ar septentrional hay un pez cuyo nom bre es K un.1


Es enorm e, pues m ide no se sabe cuántos m iles de li.2 M údase
en pájaro, y entonces su nom bre es Peng.3 Tam bién las espaldas
de éste m iden no se sabe cuántos m iles de li. Elévase por los ai­
res sacudiendo con fuerza sus alas, parejas a esos grandes nuba­
rrones que ocultan el cielo. Este pájaro, cuando el m ar se agita y
arrecia el viento,4 vuela hasta el m ar m eridional. El m ar m eri­
dional es un gran lago obra del C ielo.5
El Q i xie6 es un relato de portentos. En él se lee: «C uando el
Peng vuela hacia el m ar m eridional, la espum a salpica hasta una
altura de tres mil li, y los rem olinos que form a el batir de sus
alas lo elevan obra de noventa mil li en lo m ás alto del firm a­
m ento. Vuela aprovechando el gran viento del sexto m es».7 C a­
ballos salvajes, polvaredas, vivientes seres que se m ueven em ­
p u jad o s p o r el v ie n to .8 El cielo , azul; ¿es ése su v erd ad ero
co lor?, ¿es ilim itada su vasta extensión? M ira hacia abajo el
Peng, y eso es lo que contem pla.
C uando las aguas acum uladas no son profundas, no tienen
fuerza para sostener un gran barco. Viertes una taza de agua en
un hoyo, y una pajita es allí com o un navio; m as si pones una
taza, se pega al fondo, pues el agua es poco profunda y grande
el barco. Si la fuerza del viento no es grande, no tiene fuerza

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Libros interiores: Nei Pian

para sostener unas alas gigantescas. Y así, cuando el Peng se


eleva noventa mil li, es el viento el que lo em puja hacia arriba.
Después tom ará ventaja de la fuerza del viento y, con el cielo
azul a sus espaldas y sin hallar estorbo, enderezará su vuelo h a­
cia el m ar m eridional.
Una cigarra y una tortolilla se burlaban del Peng: «Nosotras,
nos echam os a volar con todas nuestras fuerzas, y cuando encon­
tramos con un olmo o un sándalo9 nos posam os en sus ramas; y si
no podem os llegar, pues sin más nos vamos al suelo; ¿para qué re­
montarse noventa mil li y volar hasta el sur?» Quien va a los alre­
dedores de la ciudad, sólo ha menester provisiones para tres com i­
das, retom a ese mismo día, y aun con el estóm ago lleno; quien va
a un lugar a cien li de distancia, ha de llevar provisiones para pasar
una noche fuera; y quien tan lejos como a mil li, provisiones para
tres meses. ¿Qué han de saber, pues, esos dos animalejos?

Un corto entendim iento no se puede com parar con un gran


entendim iento, ni un ser de corta vida con otro de prolongada
existencia. ¿Cóm o sabem os que es así? Un insecto'11 que nace
por la m añana y ya esa m ism a tarde m uere, no sabe lo que es
una luna; la cigarra que no vive m ás de dos estaciones, ignora lo
que es un año; son dos ejem plos de corta vida. Al sur de Chu
vive una tortuga prodigiosa" para la que quinientos años son
una prim avera, y quinientos años un otoño; y aun más, que en la
rem ota antigüedad había una gran cedrela para la que ocho mil
años era una prim avera, y otros tantos un otoño. He ahí dos
ejem plos de prolongada existencia. Aún en nuestros días Peng-
zu goza de gran fam a en el m undo por su longevidad, que todos
quieren com pararse con él. ¿N o es grande lástim a?

Tang y Ji tam bién tuvieron una plática de este tenor:12


-« A rrib a y abajo, y en las cuatro direcciones, ¿hay lím ites?»
-p reg u n tó Tang a Ji.
-« ¡M á s allá de lo ilim itado sigue sin haber lím ites!» - r e s ­
pondió Ji.

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Libro 1. En placentera libertad

«En el septentrión, donde ni brizna de yerba crece, hay un


vasto mar: un gran lago obra del Cielo. Vive en él un pez, cuyo
ancho alcanza varios m iles de li y del que nadie sabe cuánto
m ide de largo. Su nom bre es Kun. Y hay un pájaro, nom brado
Peng, cuyas espaldas sem ejan al Taishan, y a esas nubes que
ocultan el cielo sus gigantescas alas. Sobre los rem olinos de
viento, com o cuernos de carnero, elévase hasta noventa mil li
en lo alto del firm am ento. Sobrepasando nubes y éter, con el
cielo azul a sus espaldas, vuela hacia el sur y alcanza finalm en­
te el m ar m eridional. B úrlase de él un gorrión, de esos que hay
en los charcos: “ ¿A dónde va ése? Yo doy unos saltos, levanto
el vuelo, y a pocas v aras15 vuelvo a posarm e; revoloteo entre
las zarzas y artem isas; para eso está hecho el vuelo. Pero ése,
¿a dónde quiere ir?” » He ahí la diferencia entre lo pequeño y lo
grande.
A lgunos hom bres poseen talento para ser m andarines, otros
hay que por su recto proceder pueden servir de ejem plo a toda
una com arca,14 y aun encontrarás quienes por su virtud pueden
ganarse la benevolencia de un príncipe y la confianza de un es­
tado entero.15 Todos ellos se tienen en alta estim a, en todo pare­
jos a aquel gorrión. Song Rong zi no pudo m enos de hacer m ofa
de ellos. Song R ong zi ni tom aba ánim os de recibir general
aplauso, ni se sum ía en la tristeza por recibir general oprobio.
Sabía asaz de bien fijar los límites que separan el yo interior del
m undo externo, y distinguir dónde está la honra y dónde el des­
honor. ¡Eso era todo lo que sabía hacer! No se afanaba buscan­
do renom bre. A unque era así, nada dejó establecido.
L ie zi v iajaba cab algando el viento, con sum a lig ereza y
grande habilidad. Al cabo de quince días estaba de vuelta. No se
afanaba en buscar la felicidad. Con todo, y aunque no había m e­
nester de caminar, Lie zi al final seguía dependiendo de algo.
A quien es capaz de acom odarse a las leyes del C ielo y de la
T ierra16 para, así, dom inar las m utaciones de las seis energías
cósm icas17 y poder viajar por el espacio sin límites, ¿fuérale aún
m enester depender de algo?

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Libros interiores: Nei Pian

P o r eso se dice: «El hom bre perfecto no tiene yo, el hom bre
espiritual no tiene éxito, los grandes sabios no tienen n o m b re» .18

II . C uando Yao abdicó el gobierno del m undo en Xu You, le


dijo: -« L u e g o que el sol o la luna han salido, si las antorchas
que aún arden quisieran com petir con ellos, ¿no sería cosa harto
difícil? C uando la lluvia de tem porada ha com enzado a caer, se­
guir acarreando agua p o r ver quién m ejor h a de regar, ¿no sería
cosa vana? Si vos o cupáis el trono, el m undo perm anecerá en
orden; que si yo siguiera en el gobierno, no habría de sentir mi
persona sino grande confusión. R uégoos aceptéis os entregue el
gobierno del m undo».
A lo que Xu You respondió: -«V os gobernáis el m undo, y el
m undo perm anece en orden. ¿H abría yo de ocupar vuestro lugar
para así ganar renom bre? El renom bre no es m ás que huésped
de la realid ad , ¿por qué h ab ría yo de q u erer ser huésped? El
ch o ch ín con stru y e su nido en lo profundo del bosque, y para
ello le basta una ram a; el topo va al río a beber y bástale llenar
el estóm ago. ¡Volved a vuestro trono! Q ue no sabría yo qué h a­
cer con el m undo. A unque falten los cocineros, el oficiante del
fu n eral y el rep resen tan te del difunto no dejarán los v aso s y
bandejas rituales para ir a co cin ar» .1’

Jianw u preguntó a L ianshu: -« H e oído hablar a Jieyu, y sus


razones son exageradas y sin sentido, de las que van pero no
vuelven. C áusanm e espanto sus palabras, que parecen tan sin lí­
m ites com o el Río de P lata;20 y son tan excesivas,21 que no se
acom odan a la realidad de las cosas».
-« P u e s , ¿qué dice?» -p re g u n tó Lianshu.
-« Q u e en la rem ota m ontaña G ushe habitan hom bres esp iri­
tuales, de piel blanca com o la nieve,22 y por su belleza y dulzura
sem ejantes a una doncella. N o se alim entan de los cinco ce rea­
les,23 sino del viento que aspiran y del rocío que beben. C ab al­
gan las nubes, m ontan vo lad o res drag o n es y así viajan h asta

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Libro I. En placentera libertad

m ás allá de los cuatro m ares. Fijando su espíritu hacen que los


seres no sufran m enoscabo, y que m aduren las cosechas. Esto
dice Jieyu, un puro disparate que no puedo creer.»
-« A fe que así es -d ijo L ian sh u - El ciego no puede ver la
belleza de los ricos y brillantes colores, ni el sordo escuchar los
m elodiosos sones de cam panas y tim bales. Pero ¿es que sólo en
el cuerpo hallarás ceguedad y sordera? Tam bién en el en ten d i­
m iento las hay. Y son éstas razones que se os pueden aplicar.
Ese hom bre espiritual, m erced a su virtud puede abarcar al m i­
llón de seres24 en su unidad prim ordial. Los hom bres m undanos
gustan de la confusión,25 ¿cóm o podría él aceptar la fatiga de ad ­
m inistrar los negocios del m undo? A un hom bre com o él las co ­
sas ex terio res no p u ed en causarle detrim en to : suban h asta el
cielo las aguas desbordadas, que él no h a de perecer ahogado;
venga el azote de u na grandísim a sequía, que aun el oro y las
piedras derrita y agoste com pletam ente cam pos y m ontes, y él
ni siquiera sentirá calor. Forjárase un Yao o un Shun del polvo y
la paja de un hom bre tal, que ni aun así consintiera en ocuparse
de los m undanos n egocios»26

U n hom bre de Song fue al estado de Yue a vender gorros.


Las gentes de Yue, que acostum bran raparse la cabeza y tatuarse
el cuerpo, no habían m enester de ellos.

Yao puso orden en los pueblos del m undo y paz en las tierras
entre los cuatro m ares. Fuese entonces a visitar a los cuatro m a­
estro s27 que habitaban en la rem ota m ontaña G ushe, al norte del
río Fen. A llí se desengañó, y el m undo dejó de existir para él.

II I. H uí zi dijo a Z huang zi: -« E l rey de Wei28 m e hizo p re­


sente de una sem illa de calabaza gigante. La planté, creció y dio
por fruto una calabaza en la que cabían hasta cincuenta azum ­
bres.29 N o se podía usar entera para echar en ella líquidos, pues
su so lid ez no p erm itía levantarla; ni tam p o co serv ía c o rta rla

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Libros interiores: Nei Pian

para hacer dos recipientes, que por su tam año no cabrían en lu­
gar alguno. Pese a su grandor, no veía que pudiera ser de ningún
provecho; así que la he hecho pedazos».
A lo que Zhuang zi dijo: -« A fe que no sabéis hacer uso de
las cosas grandes. Hubo un hom bre en Song que sabía aderezar
un ungüento con el que las m anos no se agrietaban por el frío.30
D urante generaciones su fam ilia había tenido por oficio lavar
seda. O yó hablar de él un forastero, y fue a ofrecerle cien m one­
das31 por su receta. R eunióse la fam ilia para deliberar: “D urante
generaciones -d ije ro n - hem os estado lavando seda, y con ello
sólo hem os ganado unas pocas m onedas. A hora, en un m om en­
to, podem os ganar un ciento. ¡Vendámosla, pues!” A sí que el
forastero obtuvo la receta, y con ella se fue a Wu y pidió au­
diencia al rey. En ese tiem po Yue estaba atacando a Wu, y el rey
le puso al m ando de sus tropas. Entablóse un gran com bate n a­
val en pleno invierno y Yue sufrió una decisiva derrota. El rey
de Wu, en premio, le otorgó com o feudo una parte del territorio
conquistado. El rem edio contra las grietas era el mismo; m as al
uno sirvió para ganar un feudo, y al otro sólo para lavar seda: lo
que se entiende por el diferente uso que de él se hizo. Vos tení­
ais una calabaza de cincuenta azum bres, y ¿por qué no la habéis
atado con cuerdas para hacer de ella una suerte de flotador con
que navegar por lagos y ríos? Y no que os habéis estado lam en­
tando de que por su dem asiado tam año no había donde ponerla.
¡De donde se colige lo obtuso de vuestras entendederas!».

H uí zi h ab lan d o co n Z h u an g zi dijo: -« T e n g o un árb o l,


grande sobrem anera, al que todo el m undo llam a ailanto. Su
gran tronco está lleno de nudos, que no se le puede acom odar
cuerda y tinta; y tam poco com pás y escuadra a sus retorcidas
ram as. Está al borde del cam ino, mas no hay carpintero que lo
considere. Tales son las razones que enseñáis: grandes por d e ­
más y sin provecho, y todo el m undo se concierta a la hora de
rechazarlas».
A lo que Zhuang zi dijo: —«¿Por ventura no habéis visto a la

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Libro I. En placentera libertad

com adreja? Se agazapa y aguarda el paso de algún anim alillo;


brinca hacia el este, brinca hacia el oeste, sin dársele lo quebra­
do del terreno; y así hasta que cae en una tram pa o m uere dentro
de una red. Y ahora considerad el yak, cuyo gran cuerpo sem eja
esa nube que oculta el cielo. Es poderoso anim al, m as incapaz
de cazar un ratón. En cuanto a vos, con vuestro árbol grande so­
brem anera, os lam entáis de que no tiene provecho. Pero, ¿por
qué no lo plantáis en el país donde nada existe, en la desolada
vastedad? A sí podríais pasear sosegadam ente junto a él, y tum ­
baros debajo con todo regalo. Y el árbol m ism o no sufriría los
golpes del hacha, ni cosa alguna lo podría maltraer. El no ser de
ningún provecho, ¿por qué habría de ser ocasión de tanto em ba­
razo y cuidado?»

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LIBRO II. DE LA UNIDAD
DE LOS SE R E S'

I. Ziqi de N anguo se hallaba sentado, apoyado en un escabel.


A lzaba al cielo la cabeza y respiraba pausadam ente.1 A rrobado,
com o si su espíritu hubiera abandonado el cuerpo.2 Yancheng Zi-
you, que allí junto estaba a su servicio, dijo: -« ¿ Q u é ha acaeci­
do?5 ¿P or ventura es posible m udar el cuerpo inm óvil en árbol
seco y volver en frías cenizas la m ente? El que ahora se apoya en
un escabel no es el m ism o que antes en un escabel se apoyaba».4
D ijo a esto Z iqi: - « ¡ B ie n está tu p re g u n ta , Yan! E n este
tiem po tenía perdido mi yo, ¿lo sabías? ¡Puede que hayas oído
h ab lar de la m úsica del hom bre, y no de la m úsica de la Tierra!
¡O de la m úsica de la Tierra, y no de la del C ielo!»
-« P erm itid m e pediros que m e lo d e c la ré is» - dijo Ziyou.
-« C u a n d o la T ierra5 ja d e a -d ijo Z iq i-, es lo que llam am os
viento. A las veces el viento no se levanta, m as en cuanto lo
hace, rugen las oquedades todas. ¿Es que no has oído el ulular
de un poderoso viento? En las anfractuosidades de las boscosas
m ontañas6 encuéntranse enorm es árboles de cien palm os de c ir­
cu n feren cia, cuyas o q u ed ad es sem ejan narices, bocas, orejas,
huecos de vigas, cercados, m orteros, zafareches o charcas. Pe­
netra el viento por estas cavidades y produce diversidad de so n i­
dos: o ra estrépito de torrente, ora el silbar de una flecha, ora se­
m eja un bostezo, o bien profunda aspiración; a veces suena a

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Libro 11. De la unidad de los seres

llam ada, o a gem ido, a voz del profundo valle, o a atorm entado
lam ento. C anta delan te el viento y d etrás le acom pañan. C on
brisa, arm onía m enor; si vendaval, arm onía mayor. C uando el
vendaval ha pasado, las cavidades todas quedan silenciosam ente
vacías. ¿A caso no ves cóm o se agitan las ram as y las hojas de
los árboles?»7
D ijo Ziyou: -« D e m odo que la m úsica de la Tierra es el so­
nido del viento que sale de todas esas oquedades, y la m úsica
del hom bre la que sale de las flautas.8 P erm itidm e preguntaros
por la m úsica del C ielo».
- « L a m úsica del C ielo9 -d ijo Z iq i- es toda la variedad de so­
nes que el viento hace brotar de las innúm eras y diversas oque­
dades. Y esa incalculable variedad de sones débese al propio
natural de cada una de las cavidades. M as, ¿acaso hay alguien
en el origen de todo esto?»

II. L a gran sabiduría abarca, la pequeña distingue;10 las gran­


des palabras son brillantes, las pequeñas pura verborrea. D uran­
te el sueño el espíritu del hom bre está confuso; durante la vigi­
lia, su cuerpo no está quieto; dem asiado enm arañado es su trato
con el m undo, que el día entero andan intrigando los unos co n ­
tra los otros. H ab lan p ara d ar largas, o p ara engañar, o p ara
o cu ltar sus in ten to s." El pequeño tem o r los deja ab atid o s, el
grande paralizados. D isputan con el “es-no es”, 12 cual si saetas
se lanzaran con ballesta; obstínanse en sus opiniones, cual ju ra ­
m entados que resisten y no cejan; debilítanse com o el otoño-in­
vierno, y día a día se van extinguiendo; húndense en la acción, y
ya no es posible hacer que vuelvan; se contristan com o si estu ­
vieran am arrados, y cuanto m ás viejos, m ás incapaces de ro m ­
per sus ligaduras; cerca su espíritu de la m uerte, no hay m odo
de h acer que cobren su energía vital. A legría y cólera, pesadum ­
bre y contento, cuitas y lam entos, caprichos y tem ores,13 arreba­
tos y abandono,14 insolencia y afectación: todo esto surge cual
m úsica de instrum ento hueco, com o hongos de los terrestres va­

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Libros interiores: Nei Pian

pores. A ltém an se día y noche ante nosotros, m as nadie sabe de


dónde brotan. ¡Basta, basta! ¡En cuanto nos percatem os de todo
e sto ,15 su origen se nos hará patente!
Si no hay o tro ,15 no hay yo; si no hay yo, no hay nada que
p u ed a m an ifestarse. E stam o s m uy p ró x im o s, m as ignoro q u é
pued a ser lo que g o bierna todo. S upongam os que existe un v er­
dadero a m o ,'7 no hallarem os de él indicio alguno. Podem os re ­
co n o cer su obra, m as su form a no es visible; es real, pero sin
form a.
C ien hueso s, nueve orificio s y seis v is c e ra s18 com ponen el
cuerpo del hom bre. ¿P or cuál de ellos se siente m ayor afición?
¿A to d o s p o r igual estim a s? ¿O a a lg u n o de ello s p re fiere s?
¿Son todos siervos? ¿Y siendo todos siervos, ninguno podrá g o ­
b ernar? ¿O será que se alternan haciendo de señor y siervos? ¿O
acaso existe un verdadero señor?'9 C onozcam os o no la realidad
de ese verdadero señor, su verdad no sufre p o r ello m engua o
acrecentam iento.
U n a v ez que el h o m b re ha recib id o su fo rm a co rpórea, la
co n se rv a sin m u d an za20 h asta que se a g o ta (su en erg ía v ital).
T rata con las cosas exteriores, y así se van puliendo m utuam en­
te. S iem p re p ersig u iendo algo, cual g alo p e de corcel, y nadie
hay q ue lo detenga. ¿N o es digno de com pasión? Pasa la vida
entera penando sin v er provecho alguno; fatíg ase21 y padece, y
no sabe para qué. ¿A caso no es digno de lástim a? L a vida de e s­
tas gentes, aun diferente de la m uerte, ¿qué sentido tiene? A g ó ­
tase p o co a poco la fo rm a corpórea del hom bre y se va d eb ili­
t a n d o , y a la p a r t a m b i é n su e s p í r i t u . ¿ N o e s e s to a lg o
so b re m o d o la m e n ta b le ? ¿A caso es a s í d e o sc u ra la v id a del
h o m b re?22 ¿O es que p o r ventura sólo yo estoy en m edio de la
oscu rid ad , y los dem ás no?

III. Si se tom a los p ropios prejuicios com o m aestro,23 ¿quién


h abrá que no tenga m aestro? ¿Será m enester, para tenerlo, co n o ­
cer las inexcusables m udanzas de los seres? Pues que aun el ig­

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Libro II. De la unidad de los seres

norante lo tiene. D ecir que aun sin p rejuicios ya se anda d istin ­


guiendo entre lo verdadero y lo falso, es com o «ir hoy a Yue y
haber llegado ay er» .24 Es tener por ser el no ser. Q ue el no ser
sea, ni el m ism o Yu, con toda su clarividencia, lo p u d iera en ten ­
der, ¡cuanto m enos podré yo!
L a palabra no es com o el soplar del viento.25 El que h ab la e x ­
presa razones, m as estas razones no son algo perm anente.26 ¿H a­
bla realm ente? ¿O es que acaso no habla? Im agina que sus p ala­
bras son diferentes del piar de un pajarillo. ¿Se distinguen? ¿O
acaso no se distinguen?
¿C óm o ha podido ocultarse el Tao h asta el punto de aparecer
la distinción entre lo verdadero y lo falso? ¿C óm o se ha podido
o cultar la palabra h asta el punto de aparecer la distinción entre
el “e s” y el “no e s”?27 ¿H ay lugar donde el Tao no exista? ¿Será
im p o sib le la p alab ra? O c ú ltase el T ao b ajo los p eq u e ñ o s lo ­
gros,28 y la palabra bajo la florida elocuencia. Y así es com o sur­
gen las polém icas en tre los letrados ru y los seguidores de M o.29
C ada una de estas escuelas afirm a lo que la otra niega, y niega
lo que la otra afirm a. Si querem os afirm ar lo que los otros nie­
gan y n egar lo que los otros afirm an, n ad a m ejor que una m ente
ilum inada.30
T odo ser es otro y todo ser es él m ism o. Esto no se ve desde
el otro, sino que se sabe desde uno m ism o .31 D e ahí que se diga:
el o tro surge del sí m ism o , au n q u e ta m b ién éste d ep e n d e de
aquél. N acen am bos al m ism o tiem po, y aun así cum ple decir
que el nacer es m orir y el m orir nacer, y que el poder es no p o ­
d er y lo im posible posible. R azones p ara afirm ar lo son tam bién
p ara negar, razones p ara negar lo son tam bién para afirm ar. Por
eso el sabio no sigue este cam ino, antes bien se acom oda al C ie­
lo; y esa es ju stam en te la razón.
U no m ism o es tam bién el otro, y el otro es tam bién uno m is­
m o. El otro tiene su propia afirm ación y negación, y uno m ism o
tam bién tiene su p ro pia afirm ación y negación. M as, ¿v erd ad e­
ram ente hay d iferen cia entre el otro y uno m ism o?, ¿no hay re­
alm ente diferencia en tre am bos? Q ue el otro y el yo no se c o n ­

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Libros interiores: Nei Pian

trapongan: a eso nom bran eje del Tao. S ólo acom odándose a ese
eje se puede penetrar en el círculo,32 para así corresponder a los
infinitos cam bios. Los cam bios del “e s” son infinitos, e infinitos
los cam bios del “no e s” . P or eso se dice: nada m ejor que una
m ente ilum inada.

IV. A ntes que usar del “ pulgar” para m ostrar que el pulgar
no es un dedo, m ejor fu era usar del “ n o -p u lg ar” para m ostrar
que el p u lg ar no es un dedo; antes que usar del “caballo blan co ”
para m ostrar que el caballo blanco no es un caballo, m ejor fuera
usar del “no-caballo b lan co ” para m ostrar que el caballo blanco
no es un caballo.33 A d ecir verdad, el universo m undo es un p u l­
gar y el m illón de seres un caballo blanco.
C am in an d o se hace el cam in o , y a las co sa s dán d o les un
nom bre. Si se puede, hay una causa de ese poder; si no se p u e­
de, hay una causa de ese no poder. Si “e s” , hay una causa de ese
“es” ; y si “ no es”, hay una causa de ese “no e s”. ¿Por qué es
así? Es así porque es así. ¿P or qué no es así? N o es así porque
no es así. ¿P or qué puede ser? Puede ser porque puede ser. ¿P or
qué no puede ser? N o puede ser porque no puede ser. Todas las
cosas p o r fuerza tienen su “e s” , y por fuerza todas las cosas tie­
nen su “ puede ser” .34 N ada hay que no tenga su “es”, ni nada
que no tenga su “pueder ser” Por eso una yerbecilla y un gran
árbol, una sarn o sa y la b ella X ishi,35 así co m o cuanto hay de
raro y asom broso,36 todo en el Tao se hace uno. D ivídese la uni­
dad y tom an form a los seres; tom an form a los seres, y al tiem po
se destruyen. M as ninguna cosa se form a ni se destruye, que to ­
das retornan a la originaria unidad.
S ólo quien ha alcanzado la sabiduría conoce que los m illo ­
nes de seres son uno, y así no se aferra a sus prejuicios y se atie­
ne a lo com ún. Lo com ún es útil, lo útil aprovecha, el provecho
es logro. C onseguido el logro, se ha llegado al fin.37 Esto es aco ­
m odarse (al Cielo); acom odarse (al C ielo) sin saber por qué, a
eso se n om bra Tao.

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Libro ¡I. De la unidad de los seres

A gotar la luz del espíritu“ buscando la unidad, m ientras se ig­


nora la identidad de todos los seres, es lo que se llam a “Tres por
la m añana” . ¿Qué es eso de “Tres por la m añana”? Un criador de
monos, que les daba castañas para com er, dijo a sus m onos: -« O s
daré tres por la m añana y cuatro por la tarde». Los m onos se en ­
furecieron. Dijo entonces él: -« B ien , os daré cuatro por la m aña­
na y tres por la tarde». Y los m onos m ostraron grandísim o con­
te n to .39 P alab ras y re alid ad no h ab ían c a m b ia d o , m as fu ero n
ocasión de cólera prim ero y luego de alegría: aquel hom bre había
sabido acom odarse al natural de los m onos. D e ahí que el sabio
no se pierda en disputas acerca del “es-no es” , sino que reposa en
el equilibrio del Cielo;40 es lo que se llam a doble proceder.

El conocim iento de los antiguos tuvo un lím ite. ¿D ónde esta­


ba ese lím ite? A lgunos pensaban que nada existió en el origen
del universo; lím ite éste al que nada puede añadirse. O tros, de
m enor conocim iento, sostenían que hubo seres, m as carentes de
d eterm in acio n es. Y otros, de in ferio r co n o cim ien to , ad m itían
determ inaciones en los seres del principio, pero sin la distinción
del “es-no es” .41 P rosperó esta distinción, y ello significó el d e­
trim ento del Tao. El d etrim ento del Tao se debió al fo rta le ci­
m iento del am or.42 ¿E xistieron realm ente ese detrim ento y ese
fortalecim iento? ¿O realm ente no existieron? Z hao W en, tocan­
do el chin,43 prueba la existencia de uno y de otro; que de no
ex istir entram bos a dos no tocara Z hao W en el chin.44 Z hao Wen
tocaba el chin, S hik u ang llevaba el com pás, Hui zi d isp u tab a
apoyado en un parasol;45 el arte de estos tres m aestros alcanzó la
cum bre, y por eso su fam a pasó a la posteridad.46 C ada uno de
ellos ten ía su particular am or, que los hacía diferentes a los d e­
m ás hom bres; y con ese su particular am or quisieron m anifes­
tarse ante ellos. Q ueriendo explicar a los dem ás lo que los d e­
m ás no podían com prender, Hui zi pasó toda su vida sum ido en
la oscuridad de sus argum entaciones sobre “ lo duro y lo b lan­
co ” .47 Y tam bién el hijo de Zhao W en,48 que quiso seguir el arte
de su padre, sin que en toda su vida alcanzara éxito en su em ­

47
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Libros interiores: Nei Pian

presa. ¿Puede hablarse de éxito en tales casos? Pues entonces,


aun yo, que no he tenido éxito, lo tuviera. ¿N o puede hablarse
de éxito en tales casos? Pues entonces ni yo ni ser alguno lo tu­
viéram os. Por eso el sabio excusa el brillo que turba y confunde
a los hom bres,41' no se aferra a sus prejuicios y se atiene a lo co ­
mún. A eso llam an m ente ilum inada.

V. Ahora, de momento, he dicho unas cuantas razones, m as ¿se


puede saber si son del m ism o género que las dem ás opiniones?*1
¿o no lo son? No importa lo sean o no, pues que, siendo todas opi­
niones, un m ism o género son; de suerte que no guardan diferencia
alguna con las demás opiniones. Siendo así, perm ítasem e declarar­
lo. Unos dicen que el universo tuvo un principio; otros, que tuvo
un principio que no había tenido aún principio; otros, que tuvo un
principio anterior a ese principio que no había tenido principio.
Unos dicen que en el origen del universo estaba el ser; otros, que
la nada;51 otros, que la nada anterior a la nada; otros, que la nada
anterior a esa nada anterior a la nada. Aparecen improvisam ente el
ser y la nada, m as ignoramos si ese ser y esa nada son realmente
ser y nada. A hora he dicho estas razones, pero ¿realmente las he
dicho?, ¿o no las he dicho realmente? Lo ignoro.
No hay en el m undo nada m ás grande que la punta de un
pelo otoñal, y en cam bio el Taishan es pequeño. N adie hay m ás
longevo que un recién nacido m uerto, en tanto que Pengzu m u­
rió prem aturam ente.52 El universo y yo hem os nacido al m ism o
tiem po, y todos los seres y yo som os uno y lo m ism o. Y siendo
uno y lo m ism o, ¿son m enester las palabras? Y habiendo dicho
que som os uno y lo m ism o, ¿es m enester no hablar? Lo uno de
todos los seres y la palabra con que lo expreso son “dos”; estos
“dos” y “ uno” son “tres”; de proseguir la serie, ni el m ás hábil
aritm ético sería capaz de lograrlo, ¡y m enos un hom bre com ún!
Si desde la nada hasta el ser han aparecido tres, ¡cuánto no apa­
recerá si al ser vam os desde el ser! Es m enester no seguir ad e­
lante,53 sino acom odarse al Cielo.

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Libro II. De la unidad de los seres

El Tao nunca ha tenido límites; la palabra nunca ha sido per­


m anente. Por sostener una afirm ación, traza asaz de divisiones.54
Perm ítasem e declarar esas divisiones. Hay derecha, hay izquier­
da, hay orden, hay justicia, hay distinciones, hay discrim inacio­
nes, hay polém icas, hay disputas: son los ocho géneros de m ani­
fe s ta c ió n d e las d iv is io n e s .55 D e lo q u e e s tá m ás a llá del
universo, el sabio no trata; de lo que está dentro del universo, el
sabio sí trata, m as no com enta; los hechos de la época P rim ave­
ra y O toño y las historias de los antiguos reyes, el sabio los co ­
m enta, m as no los discute. Toda distinción encierra indistinción;
toda discusión en cierra indiscusión. ¿C óm o es esto? El sabio
todo lo abraza; los hom bres discuten sólo por hacer alarde. Por
eso se dice: “el que discute es que no v e” .
El gran Tao no se puede nom brar, el gran debate no usa de
palabras, la gran benevolencia no es benevolente,56 la gran h o ­
nestidad no destaca, el gran valor a nadie hace tuerto. El Tao
que se m anifiesta no es Tao, la palabra que disputa no alcanza la
verdad, la benevolencia que se obstina en serlo no es perfecta,
la honestidad que deja trazas no es real y verdadera, el valor que
intenta hacer tuerto no es un valor acabado: todos cinco son
cual círculo probando a ser cuadrado.57
Saber que hay cosas que no se pueden saber es la cum bre del
saber. ¿Q uién conoce el debate sin palabras, y el Tao que no tie­
ne nom bre? A quien sea capaz de conocerlo, se le podrá llam ar
tesoro del Cielo. Verterás en él no im porta cuánto, que no lo has
de colm ar; y por m ás que saques de él, jam ás lo verás agotado;
ni tam poco se sabe por qué. Llám ase a esto luz escondida.

V I. Largos años ha preguntó Yao a Shun: -« E s mi deseo ata­


car a Z ong, a Kuai y a X u-ao;5* m as en cuanto subo al trono, mi
corazón pierde del todo el sosiego. ¿Cuál es la ocasión?»
R espondióle Shun: -« E s o s tres señores59 es com o si habita­
ran en m edio de la selva; ¿por qué, pues, habríais de sentir cui­
dado de ellos? En la rem ota antigüedad aparecieron diez soles a

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Libros interiores: Nei Pian

un m ism o tiem p o /10 q ue a todos cuantos seres hay alum braron,


¡cuanto m ás la luz de la virtud, que sobrepasa a la del sol!».

P reg u n tó N ie Q ue a W ang Ni: -« ¿ C o n o c é is la verdad que


sostiene la igualdad de todos los seres?»
A lo q ue W ang Ni respondió: -« ¿ C ó m o había de conocerla?»
-« ¿ C o n o c é is que no la conocéis?»
-« ¿ C ó m o había de co n ocerlo?» - to m ó a responder W ang Ni.
-« ¿ E s que entonces los seres no pueden conocer?»
-« ¿ C ó m o había de saberlo?» - l e fue respondido.
-« C o n todo -p ro sig u ió diciendo W ang N i- , p erm itidm e os
lo declare. ¿C óm o se puede saber que lo que yo llam o “c o n o ­
cer" no es “ no co n o cer”? ¿C óm o se puede sab er que lo que yo
llam o “ no co n o cer” no es “co n o cer”? O s haré una pregunta: si
un h om bre duerm e en un lugar húm edo, acab ará con lum bago y
el cuerpo m edio paralizado; ¿acaécele lo m ism o a una anguila?
Si un h o m b re trepa h asta lo alto de un árbol, tiem bla de tem or y
todo le d a vueltas; ¿o cúrrele lo m ism o a un m ono? ¿C uál de los
tres co n o ce el lugar p erfecto? El hom bre com e c a r n e /1 los cie r­
vos62 co m en yerba, al ciem p iés le da gusto co m er dim inutas ser­
pientes, y el búho prefiere los ratones; ¿cuál de los cuatro tiene
el gusto perfecto? El m ono de una especie se aparea con m onas
de otra especie; lo m ism o hace el ante cuando se cruza con las
ciervas;63 la anguila n ad a con los otros peces; para el hom bre,
M aoqiang y X ishi fueron reputadas beldades, aunque a su vista
el pez se hu n d ía en las profundidades, el pájaro volaba hasta lo
m ás alto, y el ciervo huía velozm ente. ¿C uál de los cuatro co n o ­
ce la b elleza6-1 perfecta? P o r lo que veo, en los argum entos sobre
la b en ev o len cia y la ju stic ia ,63 en los cam inos que distinguen e n ­
tre el “ e s ” y el “ no e s ” , só lo e n c u e n tra s g ra n d e c o n fu sió n .
¿C óm o, pues, podría yo co n o cer tales distinciones?»
-« S i vos no hacéis d istinción entre lo provechoso y lo p erju ­
dicial - d i j o N ie Q u e -, ¿a c a so el ho m b re p e rfe c to p o r fu e rza
tam poco la ha de hacer?» A lo que W ang Ni respondió:
-« ¡P o rte n to so ser es el hom bre perfecto! A rdan los grandes

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Libro II. De la unidad de los seres

bosques, que él no ha de sentir calor; h iélense los grandes ríos,66


que él frío no ha de sentir; hienda el rayo la m ontaña, enfurezca
el m ar el huracán, q ue él no sentirá tem o r alguno.67 S iendo así,
m onta en las nubes, cab alg a la luna y el sol, y viaja hasta m ás
allá de los cuatro m ares. V ida y m uerte le son indiferentes, ¡m ás
le serán, pues, esas distinciones entre lo q u e aprovecha y lo que
daño hace!»

Q u q u e zi preguntó a C hangw u zi: -« H e oído decir al M aes­


tro: “ El sabio no se ocupa de los m undanos negocios. Ni busca
el beneficio, ni evita el perjuicio. No gusta de presuntuosos re ­
querim ientos, ni se apega rígidam ente al Tao. C uando no habla
parece q ue ha hablado, y cuando habla p arece que no ha h ab la­
do;68 y su espíritu vuela h asta m ás allá del sucio m undo” . T enía
el M aestro esta d o ctrina p o r irreal y absurda, m as yo la tengo
por cam in o que llev a al po rten to so Tao. ¿Q ué pensáis vos de
todo esto ?» A lo que C hangw u zi respondió:
-« S i al m ism o E m p erad o r A m arillo dejó perplejo esa d o ctri­
na, ¿cóm o había de ser capaz de com prenderla Q iu?69 En cuanto
a vos, debo decir que habéis ido dem asiado aprisa: en viendo el
huevo, ya queréis al gallo cantando al alba; en viendo la balles­
ta, ya queréis la tó rto la asada. De m om ento probaré a deciros
unos cuantos disp arates,70 y vos, prestad disparatado oído a lo
que os diga.
»El sabio brilla con el sol y la luna, abraza el universo todo,
sum érgese en la có sm ica arm onía, perm anece indiferente a todo
d eso rd en y co n fu sió n , tien e p o r ig u ales a nobles y p leb ey o s.
Los hom bres se afanan y fatigan; el sabio se m uestra estú p id o y
inactivo. R eúne los innúm eros cam bios y diferencias de antaño
y h o g añ o , m as él co n se rv a su pureza. T odos los seres son lo
m ism o, y se im plican m utuam ente en la sim plicidad y pureza.
»¿C óm o podría yo saber si el am or a la vida no es extravío?
¿C óm o podría yo sab er si el que siente h o rro r ante la m uerte no
es cual niño perdido que no encuentra el cam ino de su casa? Liji
era hija del señor de Ai, guardián de la frontera.71 C uando el rey

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51
Libros interiores: Nei Pian

de Jin se la llevó co n sigo, al principio llo rab a h asta em paparse


el vestido; m as llegando al palacio, luego q u e co m partió el le­
cho con el rey y com ió ex q u isito s m anjares, se arrepintió de sus
an terio res llantos. ¿C óm o puedo saber si d espués de m uerto no
he de lam en tar mi an terio r apego a la vida?
» S u eñ an los unos co n ban q u etes, y lloran al despertar; los
otros sueñan que lloran, y al despertar g o zan partiendo en c a c e ­
ría. C u an d o un hom bre su eñ a no sabe que está soñando, y aun a
veces en m edio del sueño sueña que está soñando. S ólo al d e s­
p erta r se d a cata de su sueño. Y así, sólo en el m om ento del
gran d esp e rtar se po d rá sab e r que todo ha sido un gran sueño.
M as los estú p id o s se tien en p o r despiertos, que todo lo saben.
A h o ra re y es, ah ora p asto re s, ¡qué g ra n d ísim a ignorancia! E se
C o n fu cio y vos, los dos estáis soñando. Y cu an d o os digo que
so ñ áis, tam b ién es sueño. T odas estas razo n es pueden d ecirse
aso m b ro sa m e n te e x tra ñ a s. C u an d o h ay an p a sa d o in co n tab les
g en eracio n es, se hallará un gran sabio que p o d rá co m p ren d er­
las; y esto aco n tecerá de la m añana a la noche.
»Si vos y yo d isp u tam o s,72 y vos m e v encéis, y yo no puedo
venceros, ¿quiere ello d e c ir que por fu erza vos tenéis razón, y
que yo no p u ed o m enos d e e sta r equivocado? Y si soy yo el que
os v ence, y vos no p odéis vencerm e, ¿fuerza es que yo tenga ra ­
zón y que vos estéis eq u iv o cad o ? ¿Es que d e nosotros dos uno
tiene razón y el otro está equivocado? ¿O bien los dos tenem os
razón, o am bos estam os eq u iv o cad o s? Ni vos ni yo podem os sa­
berlo, y un tercero no d e ja ría tam poco de e sta r a oscuras. ¿A
quién p o d ríam o s p ed ir q u e ju zg ara? Si a uno de vuestra opinión,
estan d o de acuerdo con vos, ¿cóm o podría ju z g a r? Si a uno de
mi opin ió n , estando de acu erd o conm igo, ¿có m o podría ju zg ar?
Si a uno de d istinta o pin ió n a la vuestra y a la m ía, no estan d o
de acu erd o con ninguno de los dos, ¿cóm o p o d ría ju zg ar? Si a
uno de la m ism a opinión que la vuestra y que la m ía, estando de
acuerdo co n am bos, ¿có m o p o d ría ju zg ar? D e m odo y m anera
que, no p u d ien d o saberlo ni vos, ni yo, ni un tercero, ¿habrá que
esp erar a un cuarto?

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Libro II. De la unidad de los seres

»L os sonidos que ca m b ian ,” aunque se oponen m utuam ente,


es co m o si no se o p u siera n . A rm o n íza lo s co n los lím ites del
C ielo, y acom ódalos co n la libertad del natural discurrir,74 y lle­
garás en paz al térm ino de tus años. ¿Q ué significa arm o n izar
con los lím ites del C ielo? El “e s” es “ no e s ” , y el “ sí” es “ n o ” .
Si el “ e s” es verd ad eram ente “e s”, en to n ces es diferente del “ no
e s ” , y esto no se p u ed e rebatir. Si el “ s í” v e rd a d e ra m e n te es
“ sí” , ento n ces es d iferen te del “ no” , y esto tam poco se p u ed e re­
batir. O lv id a los años q u e pasan, o lv id a las distinciones (entre
“e s” y “ no e s”); antes viaja h asta el lugar que no existe75 y a p o ­
séntate en él.»

V IL P reguntó la p en u m b ra a la som bra: -« P o c o ha te m o v í­


as, y ah ora estás parada; poco ha estabas sentada, y ahora estás
de pie; ¿p o r qué no te com portas de una determ inada m anera?»
A lo que la som bra respondió: -« ¿ A c a s o no soy así porque d e ­
pen d o de otro? ¿Y ese otro no es com o es porque dep en d e de
otro ? ¿N o dependo yo co m o la serpiente de sus escam as v en tra­
les y co m o la cigarra de sus alas? ¿C óm o puedo saber p o r qué
es así, o p o r qué no es así?».

U n a n o ch e76 Z h u ang Z hou soñó que era una m ariposa: una


m arip o sa que rev o lo teaba, que iba de un lugar a otro contenta
co n sigo m ism a, ignorante por com pleto de ser Z hou.77 D esp ertó ­
se a d esh o ra y vio, asom brado, que era Z hou. M as, ¿Z hou había
soñado que era una m ariposa? ¿O era una m ariposa la que estaba
ah ora soñando que era Z hou? Entre Z hou y la m ariposa h abía sin
duda una diferencia. A esto llam an “m utación de las co sas” .711

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LIBRO III. LO PRINCIPAL PARA
ALIMENTAR LA VIDA

I. N u e stra vida tiene un lím ite, m as el con o cim ien to es ilim i­


tado. P erseg u ir lo ilim itado co n lo que tiene un lím ite, ¡agotado­
ra labor! Y si aun agotado se persigue un conocim iento m ayor,
se m o rirá de agotam iento.
Q u ien o b ra el bien no d eb e buscar la fam a, quien obra el m al
no tiene p or q ué buscar el c a stig o .1 Si tom am os com o norm a in ­
v aria b le ac o m o d a rn o s a la v a c u id a d ,2 p o d re m o s c o n se rv a r la
vida, p o d rem o s gu ard ar la integridad natural, podrem os alim en ­
tar el c u e rp o ,’ podrem os alca n zar la longevidad.

I I . C u an d o el co c in e ro 4 del p ríncipe W enhui d esc u artizab a


un bu ey , su s m an o s a g a rra b a n el a n im al, lo a p o y a b a en su s
hom bros, afirm ab a los pies en el suelo, h in cab a sobre él las ro ­
dillas, y al h u n d ir el cu ch illo , ris-ras,5 un sonido del todo m u si­
cal, que se acordaba cab alm en te con la d an za de la m úsica “el
bosque de m o reras” y con el ritm o de la m ú sica “ cabezas e m p e­
n ach ad as” .6 D ijo a su co cin ero el príncipe W enhui: -« ¡A h ! ¡Ex­
celente! ¿C ó m o ha p o d ido tu arte llegar a tan alta perfección?»
A lo que el cocinero, d ejan d o su cuchillo, respondió: -« V u e stro
siervo tien e gran afición al Tao, y por eso h a adelantado en su
arte. Al p rin cip io , cuando v u estro siervo em p ezó a d escuartizar

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Libro HI. Lo principal para alimentar la vida

bueyes, sólo veía el buey que tenía delante; al cabo de tres años,
ya no veía el buey. De presente, vuestro siervo usa de su espíritu
para saber, que no de los ojos para ver. D etiénense sus sentidos,
y es su espíritu el q ue actúa. S iguiendo las m arcas naturales del
buey, corto p or entre las articulaciones, h asta llegar a los huecos
entre los huesos y los tendones. M anejo, pues, el cu ch illo ac o ­
m od án d o lo a las partes naturales del buey, y así, no h allan d o el
m en o r estorbo ni aun en las venas y ten d o n es,7 ¡m enos lo hallo
en los grandes huesos! Un buen cocinero m u d a de cu ch illo una
vez al año, pues que lo usa para cortar la carne; un cocinero v u l­
gar, u n a v ez al m es, co m o que lo usa p a ra c o rta r los h u eso s.
D iecinueve años ha q ue vuestro siervo viene usando el m ism o
cu ch illo , con él ha d escu artizad o varios m iles de bueyes, y sigue
tan afilad o com o recién salido de la m uela. Las articulaciones
del b u ey d ejan h u eco s, y el filo del cu c h illo no tien e g rosor;
hun d ien d o lo que no tiene grosor en lo q u e tiene hueco, se m a­
neja el cuchillo con co m odidad y so brado de espacio. P o r eso,
desp u és de d iecin u ev e años, este mi cu ch illo parece recién sali­
do de la m uela. Y aun así, cada y cu an d o que tropiezo con un
nudo, m e doy cata de la d ificu ltad y p ro ced o con g ra n d ísim o
cuidado: la m irada fija, m e m uevo d espacio, m anejo el cu ch illo
m uy lentam ente, y ¡ras! el buey ya está h echo cuartos,* cual te ­
rró n d esm o ro n a d o . A ese tiem p o m e y erg o , el cu c h illo en la
m ano, m iro en derredor, y m e siento contento. L im pio el c u c h i­
llo y lo guardo».
-« ¡E x celen te ! -e x c la m ó el príncipe W e n h u i- O yendo las ra­
zones de mi cocinero, he alcanzado a co m p ren d er cóm o es m e­
nester o b rar para alim en tar la vida.»

II I . V iendo G ongw en X uan al “m aestro de la d erech a” ,9 dijo


esp antado: -« ¿ Q u é hom bre es ése? ¿C óm o es que sólo tiene un
pie? ¿E s cosa del C ielo, o de los hom bres?»
Y d ijo :10 -« D e l C ielo, que no de los hom bre. El C ielo h a h e­
cho que nazca con un solo pie. La fo rm a del hom bre es un don

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Libros interiores: Nei Pian

del C ielo, de donde sabem os que es obra del C ielo , y no de los


hom bres»."

El fa isá n de los p an tan o s p ico tea cad a d iez pasos, y ca d a


cien p asos bebe. Lo p re fiere a vivir alim en tad o en una jau la;
que no fu era en ella feliz aun tratado com o rey.

H ab ía m uerto Lao D an y Q in Yi fue a p resen tar sus co n d o ­


lencias. L anzó tres lam entos y salió. Los discípulos del difunto
le preguntaron: -« ¿ N o sois am igo del m aestro?»
- « S í, p o r cierto» -re sp o n d ió .
-« S ie n d o así, ¿se puede presentar condolencias com o lo h a ­
béis hecho?»
- « S e puede, ciertam ente -to rn ó a re sp o n d er-. A ntes yo lo te­
nía p or h om bre perfecto, m as ahora ya n o .12 P oco ha, cuando he
entrado a presen tar m is condolencias, he visto allí ancianos que
le lloraban com o se llora a un hijo, y a m uchachos que le llora­
ban com o se llora a una m adre. Entre los reunidos, a no dudar
que alg unos han presentado sus condolencias sin sentir necesi­
dad de hacerlo, y que algunos han llorado sin sentir que era m e­
nester que lo hicieran. Eso es apartarse de la p ro p ia naturaleza y
volver la esp ald a a la re a lid a d ,13 y olvidar las propias prendas
naturales. D e lo cual en la antigüedad decían; castigo para q u ie ­
nes se ap artan de la propia naturaleza. L legado el m om ento de
venir, al punto vuestro m aestro nació; llegado el m om ento de
partir, o b ed ien te vuestro m aestro m urió. Q uien se acom oda al
m om ento, y a los cam bios se som ete, no puede verse em barga­
do de pesad u m b re o contento. A esto en la antigüedad llam aban
“cortar las ligaduras del em p erad o r” .14
»El ard er de la antorcha al final term in a,15 m as el fuego se
propaga, y se ignora cuándo acaba.»

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LIBRO IV. EL MUNDO DE
LOS HOMBRES

I. Yan H uí se p resentó ante C onfucio y se despidió de él re s­


petuosam ente. —<<¿ A dónde vas?» - l e preguntó.
- « A W ei» -resp o n d ió .
-« ¿ A qué vas?» -to rn ó a preguntarle.
- « H u í 1 h a o íd o d e c ir q u e el p rín c ip e d e W ei,2 en la ed ad
de m a y o r v ig o r, se c o m p o rta a rb itra ria m e n te , q u e g o b ie rn a
su e s ta d o co n su m a lig e re z a , y q u e no re c o n o c e su s fa lta s.
H ace m o rir a las g en te s del p u eb lo p o r n ad a, de m a n e ra que
los c a d á v e re s c u b re n las m a ris m a s , a m o n to n a d o s c o m o la
p a ja .3 El p u eb lo se h a lla d e sa m p a ra d o . U n a vez Hui o y ó d e ­
cir al m aestro : “ Si p aís b ien g o b ern ad o , aléja te ; si p a ís a lb o ­
ro tad o , acu d e a él; q u e a las p u erta s del físic o , los d o lie n te s
son le g ió n ” . A sí q u e se h a d e te rm in a d o a p o n e r en o b ra lo
que h a o íd o del m a e stro , y acaso a c ie rte a re m e d ia r los m ales
de e se e stad o .»
A lo que dijo C onfucio: -« ¡A h ! ¡Si vas, apostaría que te han
de co n d en ar a m uerte! Al Tao no conviene el m ezclar las cosas;
de la m ez c o la n z a n ace la m u ltip licid ad d e n eg o cio s; de esta
m u ltip licid ad , el d eso rd en de la m ente; d e este d eso rd en , un
gran desasosiego; y a este desasosiego y a no se puede rem ediar.
Los hom bres perfectos de la antigüedad, prim ero buscaban su
propia plenitud, y sólo después ayudaban a los dem ás. C uando

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aún no te has afirm ado en esa plenitud, ¿cóm o osas querer e n ­


m endar la conducta de un tirano?
»¿S abes p o r qué la virtud deja de ser verdadera, y por dónde
se escap a la sabiduría? La virtud deja de ser verdadera por cau ­
sa de la fam a, y la sab iduría se escapa por culpa de las disputas.
La fa m a es o casió n de q u e los h o m b res se av a sallen unos a
otros; la sabiduría, arm a con que los hom bres luchan entre sí.
U no y o tra son instrum entos nefastos, y con ellos no se puede
llevar a la perfección la co nducta del hom bre.
»U na acendrada virtud y una firm e opinión no son bastante
para que los dem ás te las tengan reconocidas; y aunque no c o m ­
pitas con los otros p or la fam a, los otros no te han de co m p ren ­
der, Si te obstinas en h ablar ante ese tirano de benevolencia, ju s ­
ticia y n orm as m orales, él no habrá de ver sino que haces alarde
de tu belleza frente a su fealdad, y se dirá que le causas daño.4
Si alguien causa daño a otro, el otro por fuerza le ha de causar
daño a él; y m ucho m e tem o que no sino daño has de recibir de
ese tirano. Y si el príncipe de Wei siente afición por los sabios y
d esam or hacia los hom bres m alos, ¿de qué había de servir que
fu eras tú a m o strar tus p a rtic u la rid ad es? N o ten d rás por qué
am onestarle, y entonces a no dudar que el príncipe aprovechará
la co y u n tu ra para dejar patente su victoria sobre tí. Tus ojos e n ­
turbiados y el rostro sin expresión, tu boca sólo probará a salir
del paso; tu talle rev elará que te has aco m odado, y tu p e n sa ­
m iento se hará parejo al suyo. Eso es rem ediar al fuego con fu e­
go y al ag u a con agua. A ello llam an acrecer el m al. Al p rin ci­
p io le s ig u e s la c o rrie n te , y d e s p u é s y a no h ay m a n e ra d e
detenerle. Y si él no da fe a tus generosas razones, no hay dudar
en que m orirás en p resencia del tirano.
»Otrora Jie dio m uerte a G uan Longfeng, y Zhou al príncipe Bi-
gan. G uan Longfeng y Bigan, buscando el perfeccionam iento de
sus personas, ocuparon un lugar inferior para socorrer al pueblo de
otro señor, y desde ese lugar inferior se opusieron a los de arriba.
De ahí que aquellos soberanos acabaran con ellos por culpa de su
ansia de perfección. Ahí tienes el fruto del am or al buen nombre.

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Libro IV. El mundo de los hombres

»A ntaño Yao atacó a C ong, a Zhi y a X u-ao,5 y Yu atacó a


Youhu. Los estados q u edaron vacíos, sus gentes exterm inadas6 y
m uertos sus reyes. Y esto acaeció porque continuam ente usaban
de las arm as, nunca saciada su am bición de riquezas. A hí tienes
el fru to que halla quien busca ahincadam ente fam a y riq u ezas.7
¿Por ven tu ra nunca habías oído hablar de ello? Si aun el sabio
no es capaz de vencer el deseo de ganar fam a y acum ular riq u e­
zas, ¡m enos lo has de ser tú! C on todo, p o r fuerza has de tener
pensada tu propia traza, ¡prueba a decírm ela, que yo la sepa!»
D ijo a esto Yan H ui: -« G ra v e d a d en el exterior y en el inte­
rio r m o d estia, en é rg ico en la acción y la m en te co n cen trad a,
¿podría así salir Hui con su propósito?»
A lo que C onfucio respondió: -« ¡C ó m o ! ¡Qué has de poder!
El príncipe de Wei está henchido de orgullo8 y m uda su hum or
cada dos por tres. Los hom bres com unes no osan contradecirle
y él reprim e todas cu antas advertencias se le puedan hacer por
dar p len a satisfacción a sus deseos. A un hom bre así, que no se
ejercita ni en las pequeñas virtudes,9 ¿cóm o podría dársele c o n ­
sejo de las grandes? F orzosam ente ha de m ostrarse obstinado y
no m udará; aunque p o r fuera consienta, no lo aceptará en su in­
terior. ¿C óm o, pues, p odrías tener éxito en tu em presa?»
-« P u e s entonces o braré tom ando por m odelo a los antiguos,
seg ú n el d ich o : “ R e c to p o r d e n tro , p o r fu e ra re s p e tu o s o ” . 10
“R ectitu d interior” es identificarse con el C ielo; quien se inden-
tifica con el C ielo con oce que tanto el príncipe com o él son del
C ielo hijos iguales. Son éstas razones que a m í m e digo, ¿por
qué h ab ría m enester b uscar a otro que m e las elogiara por b u e­
nas o m e las cen su rara por m alas? S iendo de esta m anera, todos
me tienen p or niño; a esto se llam a identificarse con el C ielo.
“E x terior respetuoso” es identificarse con los hom bres. L evan­
tar ju n ta s las m anos, ponerse de hinojos, h acer profundas reve­
rencias, son todos ellos ritos propios de los súbditos, que todo el
m undo observa; ¿osaría yo no hacer lo m ism o? Si hago lo que
todo el m undo hace, nadie podrá reprenderm e; a esto se llam a
identificarse con los hom bres. C uando tom o com o ejem plo a los

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antiguos, m e identifico con los antiguos; m is palabras son am o ­


nestacio n es, m as todas co n fundam ento, p u es son de los a n ti­
guos, no invención m ía. Y siendo así, aunque francas, m is ra zo ­
nes no po d rán ser o casión d e enojo; a esto se llam a identificarse
con los antiguos. Si tal com o os acabo de d ec ir procedo, ¿podré
alcan zar m i intento?»
-« ¡C ó m o ! - d ijo C o n fu c io - ¡Qué habías de poder! D em asia­
das trazas para en m en dar a alguien, y eso no es algo apropiado.
B ien es cierto que con ellas evitarás el castigo, pero nada m ás
conseguirás. ¿C óm o serías capaz de co rreg ir al príncipe? Te afe-
rras d em asiad o a tus opiniones.»
- « N o tengo traza m ejo r - d ijo Yan H u i- P erm ita el m aestro
que le p regunte cuál es el m étodo adecuado.»
-« P rim e ro guarda abstin en cia - l e dijo C o n fu c io -, que luego
te lo diré. ¿O acaso im aginas que por o b rar con preconcebida
determ in ació n " las cosas te han de resultar fáciles? Juzgarlo fá ­
cil no se acu erd a con la ley del C ielo.»
- « L a fam ilia de Hui es pobre -d ijo Yan H u i- M eses ha que
no he b eb id o vino ni co m id o carne. C on esto, ¿puede d ecirse
que he g u ard ad o abstinencia?»
- « E s o es a b stin en c ia sac rificial - l e re sp o n d ió C o n fu c io -,
m as no es ab stinencia m ental.»
- « P e r m i t a el m a e s tro p re g u n ta rle q u é es la a b s tin e n c ia
m en tal.»
-« R e c o g e r tu pen sam iento -d ijo C o n fu c io -, y no oir con los
oídos, sino con la m ente; no oir con la m ente, sino con la en e r­
gía v ita l.12 El oído se lim ita a escuchar los sonidos ex terio res,13
la m ente a representarse los fenóm enos. L a energía vital es L u ­
m inosa V acuidad que con tien e a los objetos exteriores. El Tao
se ap o sen ta en la Vacuidad. L a V acuidad es la abstinencia m en ­
tal.»
-« H a sta ahora -d ijo en esto Yan H u i-, m ientras Hui no había
oído hablar de abstiencia m ental, a fe que Hui existía;14 m as luego
que ha oído hablar de ella, al punto Hui ha dejado de existir. ¿Pue­
de decirse que ha alcanzado el estado de L um inosa Vacuidad?»

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Libro IV. El mundo de los hombres

- « ¡ S í , p o r cierto ! - e x c la m ó el m a e s tro - . E sc u c h a lo q u e
digo. Si eres capaz de ser recibido en la corte, no te m uevas p o r
ganar fam a. Si p uedes h acer que tus p alab ras sean acep tad as,
habla; si no, no hables. N o busques cam inos y puertas p ara c o n ­
seguir tus p ro p ó sito s.15 R ecoge tu m ente, y no obres si no es fo r­
zado; así m ás o m enos lograrás lo que buscas.
»Fácil es no cam inar, m as cam inar sin d ejar huellas asaz de
difícil es. Fácil es en g añ ar cuando se o b edece a las pasiones, d i­
fícil si se actúa conform e al C ielo. H e oíd o decir que sólo los
seres alad o s vuelan, y n u n ca que sin alas se pu ed a volar. H e
oído d ec ir que sólo co noce el que tiene en ten d im ien to , nu n ca
que sin entendim iento se p u ed a conocer. C onsidera el estad o de
L um inosa Vacuidad, y verás cóm o de ese estado m ental b ro ta
blanca claridad. L a felicidad se asienta en u n a m ente so seg a d a.16
Una m ente sin sosiego, a eso llam an “co rrer veloz m ientras se
está sen tad o ” . C uando llevas la vista y el oído a una co m p ren ­
sión interior, y al tiem po suprim es todo pensam iento, los dém o-
nes acu d en a visitarte, ¡cuanto m ás no acu d irán los hom bres!
A sí es com o se puede transform ar a todos los seres, y en ello
está la clav e de la sab iduría de Yu y de S hun, y la norm a de la
conducta de Fuxi y de Jiqu. ¡Con cuánta m ay o r razón no habrán
de estar las del hom bre com ún!»

II . A p restáb ase Z igao, duque de Ye, a v iajar h asta el estado


de Q i com o em bajador. A ntes de partirse fue a v er a C onfucio
por p ed irle consejo.
- « E l rey - d ijo Z ig a o - m e ha con fiad o una m isión d e m uy
grande m om ento. Pues bien, en Qi tratan a los em bajadores con
m ucho com edim iento en lo exterior, m as en realidad no se c u i­
dan de los negocios que traen en com isión. Y si ya p ersu ad ir a
un ho m b re ordinario es co sa harto difícil, ¡m ás lo ha de ser si se
trata con un gran señor! A fe que siento grandísim o tem or.
»El m aestro ha dicho: “ De todos los negocios, ya sean grandes
ya pequeños, pocos son los que bien acaban cuando no se sigue el

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Tao. Si el nogocio no tiene éxito, fuerza será sufrir castigo de los


hom bres; y si lo tiene, el daño te vendrá del desorden del Yin y el
Y ang.1' S ólo el hom bre de acabada virtud es capaz de no sufrir
daño tanto si tiene éxito com o si fracasa’. M i com ida es frugal y
no busco exquisitos m anjares; nadie en mi casa ha m enester re­
frescarse.18 E sta m añana he recibido la orden del rey, y por la tar­
de no he podido m enos de beber agua helada, ¡tal era el calor in­
terior que m e abrasaba!19 A ún no conocía la verdadera naturaleza
de la m isión encom endada, y ya sentía el m al causado por el d e­
sorden del Yin y el Yang. Si fracaso en esa m isión, no podré de
ninguna m anera escapar del castigo de mi rey. U na y otra desgra­
cia penden sobre mi persona, y yo, com o vasallo, no puedo en
buena fe soportarlo. ¿P odría el m aestro darm e consejo?»
-« H a y en el m undo dos grandes principios: el uno es la ley
natural, y el otro la ju stic ia .20 El am or del hijo p o r sus padres es
ley n atu ral, p o r cu an to no se puede a p a rtar de su corazón. El
servicio del vasallo a su p ríncipe es ju sticia. Vayas a donde v a ­
yas, siem pre hallarás un príncipe: no hay lugar en todo el u n i­
verso m u n d o a donde pu ed as escapar. A esto llam an gran p rin ­
cipio. P o r eso los hijos sirven a sus padres, sin dárseles dónde:
he ah í el suprem o am or filial. Y por eso tam bién los vasallos
sirven a sus príncipes, sin que se les dé cuál sea la m isión: he
ahí la sup rem a lealtad. S erv ir a la propia m ente cultivándola, no
verse alterad o por la m u d an za de contentos y tristezas, y, c o n o ­
cien d o q u e las d ificu ltad es con que se tro p iez a son in ex cu sa­
bles, acep tarlo todo com o determ inado por la ley natural: he ahí
la su p rem a virtud. El vasallo no puede m enos de verse obligado
a lo q ue no desea; m as si, cu an d o cum ple su com etido, se olvida
de su p ro p ia p erso n a, ¿c ó m o p o d rá en to c e s sen tir apego a la
vida y tem o r ante la m uerte? ¡O brad así, y bien se estará!
» Y aún perm itidm e os d ig a algo que ten g o oído. Por lo c o ­
m ún, cu an d o dos estados establecen relaciones, si están p ró x i­
m os esas relaciones se basan en la recíproca confianza, y si leja­
nos, en la fidelidad a la palab ra dada; y en este caso es m enester
de q u ien la trasm ita. Y trasm itir entre so b eran o s palabras que

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Libro IV. El mundo de los hombres

ora son d e alegría, o ra de grande enojo, es negocio el m ás d ifi­


cultoso del m undo. Pues p ara trasm itir entre soberanos m en sa­
jes que causan agrado, es m enester el d em asiado uso de h erm o ­
sas razones; y si m ensajes que son ocasión de enojo, fuerza es
usar en exceso de asaz feas razones. A hora bien, toda razón e x ­
cesiva es fa lsa razón, y co n falsas ra zo n es p iérd ese la m u tu a
confianza, y p erd id a é sta el em b ajad o r su frirá las co n se c u e n ­
cias. D e ah í la antigua m áx im a:21 “T rasm ite palabras m esuradas,
y no ex ag eradas; que así podrás conservarte sano y salvo".
»En las c o m p e tic io n e s de h a b ilid a d o fu e rz a , se e m p ie z a
lim piam ente, m as a m en u d o se acaba con suciedades;22 y en los
casos ex trem o s úsase de m arru llerías m il. C uando se bebe en
los b an q u etes rituales, al principio se hace com edidam ente, m as
a m enudo se acaba b eb ien d o sin orden ni concierto; y en los c a ­
sos ex trem o s el final es pura orgía. Lo m ism o acaece en cu a l­
quier negocio: al p rin cip io recíprocas lealtad es, p ara term in ar
e n g a ñ án d o se m u tu a m e n te ;23 al c o m ie n z o to d o h arto se n c illo ,
que al final se trueca en arduo sobrem anera.
» L as p alab ras son co m o las o las lev an ta d as por el v ien to .
C uando se trasm iten, unas veces procuran ganancia y otras c a u ­
san pérdida. L as olas se levantan fácilm ente, y fácilm ente surge
el p elig ro de que la g an an cia se vuelva en pérdida. P or eso la
cólera no tiene otra causa sino las palabras ingeniosas y las to r­
cidas razones. U na b estia m oribunda no dejará de aullar, se v o l­
verá fu rio sa y tendrá g an a de atacar. Si qu ien tiene autoridad la
ejerce con exceso y ag o b ia a sus su b o rd in ad o s, éstos fo rz o sa ­
m ente co ncebirán m alas ideas por tom ar v en ganza de aquél, y
todo esto sin sab er la causa. Y si no se co noce la causa, ¿quién
Podrá sab er cóm o será el efecto? D e ahí el antiguo dicho: “ N o
cam bies la orden recibida, ni te afanes en ten er éxito; lo e x c e si­
vo está de m ás” . C am biar la orden recibida y afanarse en tener
éxito e n c ie rra n un g ran p elig ro . R em atar co n éx ito una bella
em presa n ecesita de m u ch o tiem po, y cu an d o es feo negocio el
que se rem ata, ya no hay lugar para lam entaciones. ¿N o habrá,
Pues, q u e p ro ced er con grandísim a prudencia?

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» D ejar la m ente en libertad co n fo rm án d o se a la naturaleza


de las cosas, y alim entar la arm onía del espíritu asum iendo lo
in ex cu sab le,24 he ahí la su m a perfección. A sí que, ¿por qué h a­
b ríais d e ac tu a r p en san d o en la re sp u esta q u e po d éis recib ir?
M ás vale q ue os ten g áis d en tro de los térm in o s del C ielo,25 que
ah í resid e la m ayor dificultad.»

III. Yan He, a quien habían llam ado co m o p receptor del p ri­
m o g é n ito 26 del d u q u e L in g de W ei, fue a p e d ir co n sejo a Qu
Boyu.
-« S u p o n g a m o s - d ijo Yan H e - que se a h o m b re de natural
v io lento sobrem odo. Si le co n sien to todo, se volverá en un p eli­
gro p ara el estado; p ero si le som eto a estricta disciplina, seré yo
quien co rra peligro. Y si tiene entendim iento bastante para c o ­
n ocer las faltas de los otros, m as no para co n o c er las propias, en
sem ejan te trance, ¿qué p o d ría hacer yo?»
-« ¡E x c e le n te pregunta! - d ijo Q u B o y u - Es m enester p ro c e­
d er con su m a cautela. En p rim er lugar has d e p o n er tu p ersona
en la m ay o r rectitud. F uera lo m ejor que tu ex terio r se m uestre
afable, y tu m ente en arm onía. Y aun así, no dejarás de co rrer
riesgos; pu es tu afabilidad no debe caer en el exceso, ni ser d e ­
m asiado o stensible tu arm onía. Si la afab ilid ad de tu exterior c a ­
yera en el exceso, eso será tu derrum bam iento, tu ruina y tu d e s ­
tr u c c ió n ; y si fu e ra d e m a s ia d o o s t e n s i b l e tu a r m o n ía , tu
discíp u lo se dará a im ag in ar que lo que buscas es la gloria y la
fam a; lo cual te acarreará to d a suerte de d esventuras. Si su n a tu ­
ral fuera el de un niño, com pórtate con él com o un niño; si no
g u ard ara d istancias con los dem ás, tam poco las guardes tú con
él; si se co n d u jera sin n in g ú n freno, con d ú cete tú tam bién sin
freno alguno. G u ián d o le de e sa m anera, le introducirás en el c a ­
m ino d o n d e no hay e rro r posible.
»¿N o co noces lo de la m antis? A gitaba furiosam ente las p a ­
tas p ara d eten er la rueda del carro, ignorante d e lo im posible de
su em p eñ o : tan ex cesiv am en te grande ju z g a b a su ca p acid ad .27

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Libro IV. El mundo de los hombres

D ebes p ro ced er con su m a cautela. Si le o fendes haciendo alarde


de tu talen to , corres gran peligro.
»¿N o sabes lo q ue h acer los que crían tigres? N o se atreven a
darles de co m er seres vivos, p o r tem o r a p ro v o c ar su instinto
asesino; ni o san d arles p iezas enteras, p o r m iedo a e x c ita r su
tendencia a descuartizar. P ara saber si se en cu en tran irritados,
observan si están h am brientos o saciados. A unque el tigre y el
hom bre son de d iferen te especie, m uéstrase dócil con q uien le
alim enta, en tanto en cu an to que éste sabe acom odarse a su n a ­
turaleza; y si lo m ata, es porque ese hom bre ha contrariado la
naturaleza del tigre.28
»U n ho m b re ten ía tam añ a afición a los caballos, que reco g ía
en una cesta sus ex crem entos y en una co n c h a sus orines. U n
día go lp eó a d eshora los m osquitos que se en sañ ab an 29 co n uno
de sus cab allos, y éste se espantó, rom pió el freno y le destrozó
la cab eza y el pecho. A quel hom bre había ob rad o m ovido p o r su
am or a los caballos, m as las consecuencias no pudieron ser m ás
desastrosas; ¿no es, pues, m en ester ser prudentes?»

IV. Shi el C arpintero viajaba cam ino de Q i. L legado que fue a


Q uyuan, vio un roble, dios del lugar.30 E ra tan gigantesco, que
podía co b ijar bajo su som bra a m iles de bueyes; su grosor, de
hasta cien p asos;31 p o r su altura, com o una m ontaña, y h asta d o n ­
de su tronco alcanzaba las ochenta varas32 no le crecían las ra-
nias. U na decena de éstas bien hubieran podido sevir p ara co n s­
tr u ir o tr o s ta n to s b a r c o s . L a s g e n te s a c u d ía n e n tr o p e l a
adm irarlo, y aquello parecía un bazar. El m aestro carpintero, sin
Pararse a co n sid e ra rlo , sig u ió ad e la n te su cam in o . N o a s í su
aprendiz, que se estu v o largo tiem po m iran d o el árbol de una
parte y otra; corrió después h asta alcanzar a su m aestro y le dijo:
-« D e s d e que co g í el h ach a y em pecé a acom pañaros, m aes­
tro, n u n ca h abía visto tan ta y tan herm o sa m adera; en cam bio
vos, ni lo habéis m irad o, y habéis seguido vuestro cam ino. ¿P or
qué?»

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-« ¡Y a basta! - d ijo el c a rp in te ro -, ¡No m e h ables m ás de ese


árbol! Q u e no es sino d e p ésim a m adera, q u e p ara nada sirve. Si
usara d e ella para co n stru ir un barco, se hundiría; si un ataúd, se
p u d riría a m ás andar; si utensilios, pronto se rom perían; si p u er­
tas, re zu m arían ; si c o lu m n a s, se c a rco m ería n . Es un árbol de
m ala m ad era, que para n ad a es de provecho: por eso ha podido
v iv ir tan tísim o s años.»
C u an d o Shi el C arp in tero hubo reto m ad o a su casa, soñó una
noche co n el roble, que le decía:
- « ¿ C o n qué m e has com parado? ¿Q uieres que m e parezca a
esos árb o les tan h erm osos que hay por ahí? A cerolos, perales,
naranjos, toronjos, todos ellos frutales que cu an d o el fruto m ad u ­
ra sufren despojo, y con el despojo m enoscabo, y así ven sus ra­
m as g ran d es quebradas y las pequeñas dañadas. A esos árboles
su v alía les ha am argado la vida, y por eso m ueren prem atu ra­
m ente, a m edio cam ino, sin h aber podido co m p letar su ciclo na­
tural. E llos m ism os se han buscado el m altrato que reciben del
m undo. Y lo m ism o acaece con todas las cosas. L argo tiem po ha
que b u sco la inutilidad total, a pique he estad o de m orir bajo el
hacha, y ah ora p o r fin he logrado alcanzarla: en eso estrib a mi
gran d ísim a utilidad. D e h ab e r servido para algo, ¿hubiera podido
alcan zar este tam año? A dem ás, tú y yo som os cosas, ¿cóm o p o ­
dría, pues, una cosa ju z g a r a otra? Un inútil co m o tú, que pronto
has de m orir, ¿cóm o p uedes saber si soy un árbol inútil?»
D esp ertó se Shi el C arp in tero y contó a su aprendiz el sueño
que h ab ía ten id o .13
—«Si ese roble b u sca la in u tilid ad - d ijo el a p re n d iz - ¿por qué
es el árbol del dios del lu g ar?»
-« ¡C a lla ! - d ijo el c a rp in te ro -. Fue el d io s del lugar el que
vino a re sid ir en él, y así p u d o h acer frente a quienes no lo c o m ­
p rendían. D e no h ab er sido el árbol del d io s del lugar, ¿cóm o
hu b iera p o d id o escap ar del hacha? A dem ás, los m edios que usa
p ara co n se rv a rse son m uy o tro s que los d e to d o el m undo; y
asaz lejos de la verdad estarás, si sólo te g u ías p o r la razón o rd i­
n aria a la ho ra de v alo ra rlo .» 14

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Libro IV. El mundo de los hombres

V. N anb o Z iqi fue a p ase ar p o r la co lin a de S hang.35 E n esto


vio un g ran árbol, m uy d iferen te de los dem ás. P odía cu b rir con
su so m b ra m il cu ad riyugos.
-« ¿ Q u é árbol es éste? - s e p re g u n tó -. N o hay du d a q u e su
m adera h a de ser m uy particular.»
A lzó la m irada, y v io que sus ram as p eq u eñ as estaban to rc i­
das y no po d ían serv ir p ara vigas. M iró h ac ia abajo, y vio que
su tro n co estab a lleno de n u dos y agrietado, p o r lo que no p o d ía
servir p ara fab ricar ataúdes. L am ió sus h o jas, y la boca se le u l­
ceró. S ó lo con o lerlo p erd ió el ju icio , y estu v o em bebecido d u ­
rante tres días.
- « A fe q ue la m ad era de este árbol no sirve p ara n ad a - d ijo
Z iq i-, y de ah í que h aya podido crecer tanto. ¡Ah! P or eso ta m ­
bién los ho m b res esp iritu ales se m uestran co m o seres que p ara
nada sirven.»

E n el estado de S ong hay un lugar llam ado Jingshi. E n él cre­


cen m uy bien la catalpa, el ciprés y la m orera. D e estos árboles, a
los que tienen un g ro so r de una o dos m anos,36 los talan p ara h a­
cer estacas donde atar a los m onos; a los d e tres o cuatro p aso s
de grosor, los talan p ara hacer las vigas deco rad as de las casas
nobles; y a los de siete o ocho varas, p ara fabricarles ataúdes a
los aristócratas y a los ricos m ercaderes. P o r eso todos m ueren
bajo el h ach a p rem aturam ente, a m edio cam ino, sin haber co m ­
pletado su ciclo natural. E s la desventura de ser buena m adera.

E n los sacrificio s ritu ales que se c e le b rab a n en la a n tig ü e ­


dad, ni el buey de testu d blanca, ni el cerd o d e hocico le v a n ta ­
do, ni el ho m b re co n alm o rran as, p o d ían ser arro jad o s al R ío
com o o fren d a.37 T odo esto bien sabido es de sam anes y ag o re­
ros. L o q ue ellos tien en p o r nefasto, los h o m b res esp iritu ales lo
consideran m uy fav o rable signo.38

V I. E rase un h o m b re llam ad o Z hili S h u ,39 cuyo m en tó n se

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esco n d ía en el om bligo, y cuyos hom bros destacaban por en ci­


m a de la coronilla. Su m oño apuntaba al cielo .40 Sus cinco vis­
ceras estab an en la parte superior del cu erp o , en tanto que las
nalgas a la altura de las co stillas. R em endaba y lavaba ropa, y
así se g an ab a el sustento. C ribaba arroz,41 y así podía alim entar
hasta a seis personas. C uando el gobernador ord en ab a un re clu ­
tam ien to , el co n trah echo se cruzaba de brazos y, sin ningún te­
m or, p a se a b a en tre la g en te. C u an d o el g o b e rn a d o r o rd en ab a
trab ajo s o b lig ato rio s, el co n trah ech o , co m o inválido, qu ed ab a
ex en to del servicio. C uando el gobernador d istrib u ía ayuda a los
im pedidos y dolientes, recib ía treinta fanegas42 de grano y diez
haces de leña. Si un ho m b re de cuerpo co n trahecho puede ali­
m en tarse y cu m plir el ciclo natural de sus días, ¡más podrá el
co n trah ech o en virtud!

V II. C o n fu cio h izo un viaje al estad o d e C hu. El loco de


C hu, Jiey u , pasó p o r d elan te de su puerta diciendo:
- « ¡ F é n ix ! ¡F énix! ¿ P o r q u é se ha to rn a d o tan d éb il tu
virtud?
E l fu tu r o no se p u e d e esperar, ni p e rse g u ir el pa sa d o
C u a n d o el m undo está en orden, el sa b io da cim a a su
m isión
C u a n d o en el m u n d o no hay orden, el sabio sólo p u e d e
p reserva r su vida
E n estos días, sólo se busca evitar la condena a m uerte
L a fe lic id a d es m á s liv ia n a q u e u n a p lu m a , y n o h a y
quien sep a agarrarla
la d esgracia es m á s p esa d a que la tierra, y no hay nadie
que sep a excusarla
¡B asta! ¡Basta!
L le g a r s e a lo s h o m b re s con esa s v irtu d e s, ¡p elig ro so !
¡asaz d e pelig ro so !
T ra za r a los d em á s el cam ino que deb en seg u ir
¡A brojos! ¡Abrojos!**

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Libro IV. El mundo de los hombres

Q ue no estorben m is p a so s
R o d ea n d o , ro d ea ndo,** p o r que no hieran m is pies.»

Los árboles de la m o n tañ a provocan su p ro p ia tala, y la grasa


alim enta el fuego que la consum e. El canelo se puede com er, y
por eso lo cortan; el árbol de la laca tiene utilidad, y por eso lo
sangran. T odos conocen la utilidad de lo útil, m as ignoran la u ti­
lidad de lo inútil.

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LIBRO V. SIGNOS DE REBOSANTE
VIRTUD 1

I. E n el estad o de L u v iv ía un tal W ang Tai, m utilado d e un


pie.2 L os d iscíp u lo s q ue le seguían eran tan num erosos co m o los
de C onfucio.
-« W a n g Tai es cojo - d i j o C hang Ji a C o n fu c io -, y pese a
ello son tantos los d iscíp u lo s que le siguen, que se reparte a m e ­
dias con el m aestro el estad o de Lu. D e pie, n o enseña; sentado,
no co m enta. M as qu ienes se llegan a él vacío s, retornan c o lm a­
dos. ¿E x iste v erd ad eram en te la enseñanza sin palabras, y la p er­
fección d e la m ente al m argen de las form as corpóreas? ¿Q ué
suerte de h om bre es ése?»
- « E s e m a e stro es un g ra n sab io - l e re sp o n d ió C o n fu c io -
Q iu 3 se h a q u edado rezag ad o y aún no h a ido a pedirle e n se ñ an ­
za. E s in tención de Q iu to m arle por m aestro, y con m ás razón
d e b ieran h a c e r lo m ism o q u ien es no son tan to co m o Q iu. ¡Y
qué d iré só lo de L u, pero q u e del m undo en tero he de traer a las
gentes p ara q ue ap rendan d e él!»
- « E s e ho m b re - d ijo C h an g J i - aun siendo un cojo, ha p o d i­
do su p erar al m aestro; a sí q u e debe estar m uy p o r encim a de los
ho m b res com unes. Y si esto es así, ¿qué uso p articu lar hace de
su m en te?»
- « L a v id a y la m uerte —le respondió C o n fu c io - son cosas de
g ran d ísim o m om ento, m as a él le son indiferentes. D errum bára-

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Libro V. Signos de rebosante virtud

se el cielo y h u n d iérase la tierra, que él nada perdería. D e n ad a


ha m enester, ni le alteran las m udanzas de las cosas. G o b iern a
)aS m u taciones de los seres, y se atiene a su principio.»
-« E s o ¿qué quiere d ecir?» -p re g u n tó C hang Ji.
-« S i se co n sid eran las cosas desde sus d iferen cias - l e re s­
p o n d ió C o n fu c io -, el h íg ad o y la v esícula están tan lejos uno de
otro co m o el estad o de C hu del de Yue; m as si desde su sem e­
janza, to d as las cosas son una. Q uien alcan za a co m p ren d er esto
no cura de lo que co n v ien e a sus oídos o a su vista, sino que
busca que su espíritu se su m erja en la arm o n ía de la V irtud u n i­
versal. C o n sid eran d o las cosas desde su unidad, y a no se a d v ie r­
te n inguna pérdida. P o r eso p ara W ang Tai la pérdida de su pie
es de tan p o ca m onta co m o la pérd id a de u n a pella de barro.»
-« E s e h om bre -in s is tió C hang J i - al c u ltiv a r su persona, no
ha hecho sino usar p rim ero de su in telig en cia para o b ten er una
mente q u e to d o lo distingue, y después, basán d o se en esa m e n ­
te, reto rn ar a la “ m ente in m u tab le” que no establece d istin c io ­
nes; ¿p o r q ué, entonces, acuden a él tan tísim o s seres?»
A lo q ue respondió C onfucio: - « E l ho m b re no ve su im agen
reflejada en el ag u a q u e co rre, sino que se m ira en las aguas
tranquilas. S ólo lo so segado puede hacer que todo se sosiegue.
Entre los que recib en su destin o de la T ierra, sólo pinos y cipre-
ses co n serv an su rectitu d original, y de ah í q u e guarden su v e r­
dor tan to en invierno co m o en verano. E ntre los que recib en su
destino del C ielo, sólo Yao y Shun co n serv aro n su rectitud o ri­
ginal, y p o r eso estu v iero n a la cab eza de to d o s los seres.4 T u­
vieron la d ich a de p o d er m an ten er recta su p ro p ia n aturaleza, y
m erced a ello pudieron g u iar a todos los h om bres. Q uien es c a ­
paz de co n serv ar en tera su sim plicidad o rig in al no conoce el te­
mor, cual heroico g u errero que se atreve a cerrar él solo co n tra
los nuev e ejército s.5 Y si p o r gan ar fam a un guerrero es cap az
de tales p roezas, ¡harto m ás habrá de p o d er qu ien es señor del
universo y abarca en su seno a todos los seres, y tiene a sus seis
m iem bros p o r p ro v isio n al m o rad a, y p o r ilu so rio todo cu a n to
Ven sus ojos y sus oíd os oyen, y cuya intelig en cia es ca p az de

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hacerse uno con los ob jeto s que conoce, y en cuyo pensam iento
nun ca ha ex istid o la idea de la m uerte! E se hom bre puede ele­
varse a lo m ás alto 6 el d ía que le dé gana, que son los hombres
los que le siguen; m as él, ¿por qué h abría d e consentir en ocu­
parse d e ellos?»

II. S h en tu Jia era m u tilad o de un pie. H ízose d iscípulo de


B ohun W uren al m ism o tiem po que Z ich an d e Z heng. E n esto
dijo Z ich an a Shentu Jia:
- « O salgo yo p rim ero m ientras vos esp eráis un m om ento, o
salís v o s p rim ero y yo m e q u ed o esperando.»
O tro día, de nuevo estab an los dos en la m ism a sala, senta­
dos so b re la m ism a esterilla. Y Z ichan to rn ó a decir:
- « O salg o yo p rim ero m ientras vos esp eráis un m om ento, o
salís v o s p rim ero y yo m e quedo esperando. H oy saldré yo an­
tes; ¿p o d réis esperar, o no? E stáis viendo al gran consejero del
rey y no os apartáis; ¿p o r ventura os im agináis igual a todo un
gran co n sejero ?»
-« ¿ H a y los tales gran d es consejeros entre los d iscípulos de
nu estro m aestro ? —d ijo S hentu Jia—. ¡Os ja c tá is de ser gran c o n ­
sejero, y m en o sp reciáis a los dem ás! T engo oíd o un dicho: “ A
esp ejo b rillan te el polvo no se pega; que si se pega, ya no es b ri­
llante. V ive largo tiem po co n un sabio, y te verás libre de fa lta ”.
Y vos, q u e habéis venido ju n to al m aestro p ara aprender cóm o
cu ltiv ar la virtud, al h a b la r co m o lo habéis hecho, ¿no habéis
caído en falta?»
—« S ien d o un m u tilado —le replicó Z ichan—, aún pretendéis ri­
v alizar c o n el m ism o Yao en perfección. ¿A caso no os b asta p a ­
rar m ien tes en v uestra p ro p ia persona p ara luego al punto c o n o ­
cer cu á n ta es vuestra virtud?»
—« M u ch o s son -d ijo a esto S hentu Jia— los que, no reco n o ­
cien d o sus faltas, ju z g a n injusto padecer alg u n a m utilación; p o ­
cos los q u e, reco n o cien d o sus faltas, ju z g a n injusto co n serv ar
intacto su cuerpo. S ólo los hom bres que po seen la virtud, sab e­

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Libro V. Signos de rebosante virtud

dores de q u e nada se puede hacer, son cap aces d e vivir tran q u i­


l o s com o sabiendo que to d o es obra del destino. A quien se p o ­

día a tiro del arquero Yi, entran d o en el lu g ar donde se h allab a


el b lan co , la flecha de Yi no dejaba de alcanzarle; si n o le alca n ­
zaba, eso era o b ra del destino. M uchos son los hom bres que, te ­
niendo los p ies enteros, hacen befa de m í p o r faltarm e un pie.
Antes eso m e hacía m o n tar en grande cólera, m as después que
vine ju n to al m aestro , m i có lera desap areció . ¿N o será q u e el
m aestro m e ha p u rificado con su perfección? D iez y nueve años
ha que sig o al m aestro, y en todo este tiem po n u n ca se dio cata
de que m e faltab a un pie. D e presente vos y yo estam os b u sca n ­
do p erfeccio n ar “lo in terio r al cu erp o ” , m as vos os quedáis en
“lo ex terio r del cu erp o ” y m e valoráis p o r m i aspecto. ¿N o es
eso grave falta?»
Z ichan, un tanto co rrid o y el rostro dem u d ad o , dijo: - « N o se
hable m ás».

II I . V ivía en el estado d e Lu un hom bre m u tilad o de los d e ­


dos del pie. E ra su no m bre S hushan el S in-dedos. C am inando
sobre los talo n es fue a v er a C onfucio.
- « P o r no h ab er sido antes precavido - l e dijo C o n fu c io - h a­
béis s u frid o e s a d e s g ra c ia . A h o ra v e n ís a p e d irm e c o n s e jo ,
¡cuando y a es dem asiad o tarde!»
- « P o r falta de ex p e rien cia - l e replicó S in -d e d o s - usé de m i
cuerpo a la ligera, y de ah í resultó la p érd id a de esos dedos. M as
de p resente, si vengo aq u í es porque tengo algo harto m ás valio-
so que los pies, y q ue qu iero guardar entero. N ad a hay q u e el
Cielo no cu b ra, ni n ad a q u e no sostenga la T ierra; y así, ten ía yo
al m aestro p o r mi C ielo y p o r m i Tierra. ¿C óm o podía im ag in ar
yo que el m aestro m e d ijera lo que m e ha dicho?»
-« R e c o n o z c o lo m en g u ad o de mi co n o cim ien to -d ijo a esto
C onfucio—, ¿P o r qué no pasáis adentro? ¡Os ruego m e h abléis
de lo que tenéis ap rendido!»
N o bien se hubo p artid o S in-dedos, dijo C onfucio:

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-« ¡E sfo rz a o s, d iscíp u lo s m íos! Si S in-dedos, un m utilado, se


afana en aprender, p or re p a ra r sus pasados erro res, ¡cuanto m ás
q u ienes g u ardáis en tera v u e stra virtud!»7
En esto S in-dedos fue a v e r a Lao D an y le preguntó:
-« ¿ A c a s o C o n fu cio no es aún un hom bre perfecto? ¿P or qué
viene tan a m enudo aquí, a to m ar en señ an za del venerable m a­
e stro ? 8 L o q u e ese h o m b re b u sc a es se r co n o c id o en to d o el
m u n d o c o n e sa fam a d e e x tra v a g a n te ;9 ¿ a c a s o ig n o ra q u e el
h om bre p erfecto tiene eso p o r grillos y cadenas?»
- « ¿ P o r q ué no le h ab éis hecho co m p ren d er - d ijo Lao D a n -
que la v id a y la m uerte so n una m ism a cosa, y que lo posible y
lo im p o sib le se eq u iparan? ¿N o habríais p o d id o a sí liberarle de
esos g rillos y cadenas?»
-« ¿ C ó m o se le p o d ría lib e ra r de e llo s - d i j o S in -d ed o s— ,
siendo castig o del C ie lo ? » 10

IV. El d u q u e Ai del estad o de Lu preg u n tó a C onfucio: -« E n


el estad o de Wei vivía un h o m b re de gran fealdad, cuyo nom bre
era A itai Tuo. Los h o m b res que habían v ivido con el tal A itai
T uo, se acordaban de él y no podían abandonarle; y en cuanto a
las m u jeres, después de h ab e rle visto, decían a sus padres: “ a n ­
tes co n cu b in a de A itai T uo que esposa de o tro ” . Y m ujeres de
éstas h a b ía m ás de una d o ce n a. N u n ca se le oyó en to n ar una
can ció n , só lo aco m p añ ar a otros. N o ten ía p o d e r ni autoridad
para so co rrer a los dem ás en sus desgracias, ni acum uladas ri­
quezas p ara saciar estó m ag o s ajenos. A dem ás su fealdad e sp a n ­
taba a to d o el m undo. A u n q u e siem pre se aco m o d ab a y no to ­
m aba la d elantera, y pese a q u e sus con o cim ien to s no iban m ás
allá de las fronteras de su p aís," tanto h o m bres com o m u jere s12
se arrem o lin ab an ju n to a él. N o había duda q u e aquel hom bre
tenía algo q ue le hacía d iferen te de los dem ás. N os le co n v o c a­
m os a n u estra p resencia, y v erd ad eram en te su fealdad podía p o ­
n er esp an to a todo el m undo. E m pero, no h ab ía pasado un m es
v iviendo con nos, cu ando advertim os sus ex celen tes prendas. Y

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Libro V. Signos de rebosante virtud

antes del año le tuvim os grande confianza. C o m o en ese tiem po


no h abía gran co n sejero en nuestro estado, le ofrecim os ad m i­
nistrar los negocios del reino. El m ostró in d iferen cia a la hora
de acep tar y n inguna d ilig en cia a la hora de rehusar. N os sen ti­
dlos p o r ello grande o p robio, m as finalm ente le confiam os los
negocios del estado. Poco después nos abandonó, y se partió de
nuestro rein o . T am añ a fu e n u e stra a flic ció n , q u e lo sen tim o s
como u na gran d ísim a pérdida, com o si ya n adie hubiera en todo
el estado con quien co m p artir nuestras alegrías. ¿Q ué suerte de
hom bre es ése?»
-« U n día m e env iaron al estado de C hu con una co m isió n
-le dijo C o n fu c io -, y allí vi unos gorrines q u e m am aban de su
madre m uerta. M as a p o co los gorrines se apartaron corriendo:
se h ab ían dad o cata de que su m adre no los m irab a y de que y a
no era com o ellos. Lo q ue am aban de su m adre no era el cuerpo,
sino lo que anim a el cuerpo. A quien h a m uerto en el cam po de
batalla, no se le entierra en un ataúd con o rn a m e n to s.13 El m u ti­
lado de los p ies, ya no tien e afición a sus zapatos. ¡En uno y
otro caso se ha p erdido el fundam ento! L as d oncellas destinadas
al H ijo del C ielo no se cortan las uñas ni se ho rad an las o re ja s ;14
y los m an ceb o s, cu an d o h an de to m ar esp o sa , pueden h ab itar
fuera y y a no están o b lig ad o s a los d u ro s trab a jo s. Si en tan
grande estim a se tien e la integridad del cu erp o , ¡en cu án ta m a ­
yor no se h a de ten er al v aró n de entera virtud! Y ahí tenéis a
Aitai T uo que se g an a la confianza del señ o r duque sin p ro n u n ­
ciar palabra, y su resp eto y afición, sin h ab e r cum plido m erito ­
ria acción; le co nfía los negocios del estado, y sólo tiene tem o r
no ven g a a rehusar: eso es sin d u d a “en tera ca p acid ad ” y “ virtud
no m an ifiesta” .»
-« ¿ Q u é es lo que nom bráis “entera cap acid ad ”?» -p re g u n tó
el duque Ai. A lo que C o n fu cio respondió:
-« M u e rte y vida, g anancia y pérdida, m iseria y éxito, p o b re ­
za y riqueza, así com o sab id u ría y ignorancia, infam ia y gloria,
ham bre y sed, frío y calor, todo ello no es sino m udanza de las
cosas y discu rrir del d estino. S íguense com o el día y la noche,

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sin q ue el hum ano conocim iento alcance a co n o cer su principio


N o tienen p o r qué alborotar la paz interior, ni deben introducirse
en la m an sió n del espíritu. Es m enester h acer que éste p erm a­
nezca en arm ó n ico b ienestar, y que n u n ca p ierd a el contento;
h acer q u e d ía y no che, d e continuo, sea co m o una prim avera
p ara los dem ás seres. Y a sí la m ente podrá adaptarse y entrar en
arm o n ía co n el m u n d o ex terio r. A eso llam o “en te ra c a p a c i­
d ad ”.»
-« ¿ Y a qué nom bráis “virtud no m an ifiesta”?» -p re g u n tó el
duque.
- « E l nivel de las aguas tranquilas -re sp o n d ió C o n fu c io - es
el estad o de m áxim a quietud, y puede serv ir d e m odelo. En su
in terio r g u ard a una ex trem ad a quietud y p o r eso en su exterior
no se ag ita. V irtud es c u ltiv a r la arm onía perfecta. Y a aquél
cu y a v irtu d no se m a n ifiesta, los seres a c u d irán y no podrán
abandonarle.»
O tro día el duque de Ai hizo relación de esta plática a M in
zi, y le dijo:
-« A l principio, desde mi trono, era yo el señor del m undo,
go b ern ab a al pueblo, y m e afligían las m uertes de m is súbditos.
T eníam e p o r el colm o de la perfección. M as ahora, después de
h ab e r o íd o las ra zo n es d e lo s h o m b res p e rfe c to s, m u ch o m e
tem o que carezco de esas buenas prendas. H e usado a la ligera
de m i p ersona, y al final he causado la ruina de mi estado. Yo y
C onfucio no som os señor y vasallo, sino am igos en la virtud.»

V. U n cojo, contrahecho y sin labios, vin o a d ar consejo al


duque L ing del estado de W ei. Y tanta fue la afición que el d u ­
que le tom ó, que cuando v eía un hom bre bien form ado, le p are­
cía que su cu ello era dem asiado peq u eñ o .15
U n h om bre que tenía un bulto en el cuello tam año de una j o ­
faina v ino a dar consejo al duque H uan del estad o de Qi. T am ­
bién éste le tom ó grandísim a afición, y cu an d o veía un hom bre
bien fo rm ado, le parecía que su cuello era d em asiado pequeño.

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Libro V. Signos de rebosante virtud

D e d o n d e se colig e q u e cu an d o la v irtud es grande, el c u e r­


po se o lvida. C u ando el h o m b re no o lv id a lo que es m en este r
olvidar, y o lv id a lo que fo rzo so fu era no o lv id a r,16 a eso d ícese
verdadero olvido. D e ah í q u e el sabio se m u ev a en su p ro p io
m undo, d o n d e la in telig e n cia es una ram a seca, los p ac to s e n ­
gru d o , la v irtu d in te rm e d ia rio , el tra b a jo del a rte s a n o p u ra
m ercadería. El sabio no im ag in a trazas, ¿p ara qué, p u es, h a ­
bría de usar de la in telig en cia? N o pacta, ¿para qué el e n g ru ­
do? N o tien e d efecto , ¿ p a ra qué la v irtud? N o busca el b e n e fi­
c io , ¿ p a r a q u é m e r c a d e a r ? E s ta s c u a tr o c u a li d a d e s s o n
sustento del C ielo. S u sten to del C ielo es re cib ir alim ento del
Cielo; y si el sabio recib e alim en to del C ielo , ¿qué n ecesid ad
habrá d e los hom b res? T ien e cuerpo de h o m b re, m as no se n ti­
m ientos de hom bre. T iene cu erp o de h o m b re, y p o r eso vive
entre los hom bres; no tien e sen tim ien to s de hom bre, y p o r eso
el “es-n o e s” no le tu rb a ni le altera. ¡C uán peq u eñ o , y p o r eso
perten ece al hu m an o género! ¡Qué g ran d ísim o , que se ha h e ­
cho uno con el C ielo!

V I. D ijo H uí zi hablando con Z huang zi: -« ¿ C a re c e el ho m ­


bre de sentim ientos».
- « S í, p o r c ie rto » - respondió Z huang zi.
-« C a re c ie n d o de sentim ientos -d ijo H ui z i - se le p o d rá lla­
m ar hom bre?»
- « E l Tao le ha dado el aspecto -d ijo Z h u an g z i-, y el C ielo
le h a dad o el cuerpo; ¿por qué no se le h abrá de poder llam ar
hom bre?»
-« S i se le puede llam ar hom bre - d ijo Hui z i - ¿por qué no
tiene sentim ientos?»
-« L o que yo llam o sentim ientos -d ijo Z huang z i - es el “es-
no e s” . L o que yo llam o carecer de sentim ientos es no causar
m enoscabo al interior de la propia p ersona con apegos y d esa­
m ores; así com o acom odarse de continuo al C ielo y no usar de
artificios p ara acrecentar la v id a.» 17

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-« S i n o se acrecienta la v id a - d ijo Hui z i- , ¿cóm o se podrá


co n serv ar el pro p io cu erp o ?»
-« E l Tao d a al ho m bre el asp ecto - d ijo Z h u an g z i- , y el C ie­
lo el cu erp o . E s m en ester q u e el hom bre no ca u se m enoscabo al
in terio r d e su p ro p ia p erso n a con apegos y aversiones. D e p re­
sente, vos m ism o estáis v o lcan d o vuestro esp íritu hacia el ex te­
rior, co n lo q u e no h ac éis sin o a g o ta r v u e stra e se n c ia s u til.18
C an táis reco stad o en un árb o l, y dorm ís ap o y ad o en un seco p a ­
ra so l.19 El C ielo os dio el cu erp o , y vos usáis de él para disputar
sobre “ lo d u ro y lo b lan co ” .»

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LIBRO VI. EL MAESTRO DEL
LINAJE UNIVERSAL'

I. D istin g u ir lo que es o b ra del C ielo de lo que es o b ra del


hom b re, he a h í la su m a p erfec ció n . S a b e r lo que es o b ra del
C ielo, es reco n o cer q ue el C ielo es el que en g e n d ra.2 S ab er lo
que es o b ra d el h o m b re, es u sar de lo q u e a lca n za a c o n o c e r
n u estro en te n d im ie n to p a ra p re se rv a r lo q u e n u estro e n te n d i­
m iento no alcan za a co nocer; es co n serv ar la v ida h asta su lím i­
te natu ral ev itan d o u n a m u erte prem atura. H e ah í la p len itu d del
saber.3 C o n todo, las cu itas no han de faltar, p o r cuanto que todo
con o cim ien to , para p o d er ser ju zg ad o v erd ad ero , fuerza es que
antes se co n fo rm e a su objeto; y ese objeto cam bia, no es algo
fijo. ¿C ó m o sab er que lo que llam o C ielo no es el h o m b re? ¿Y
que lo q u e llam o h o m b re no es el C ielo? S ólo el h om bre v e rd a ­
dero4 pued e ten er v erd ad ero conocim iento.
¿A q u ién es llam an h o m b res v erdaderos? L os hom bres v e rd a ­
deros d e la antig ü ed ad no huían de la escasez, no se v an a g lo ria­
ban de sus éx ito s, ni se d ab a n traz as en m u n d an o s n eg o c io s.
S iendo así, podían su b ir a las alturas sin tem blar, e n tra r en el
agua sin m ojarse y en el fu eg o sin quem arse. T odo lo cual sólo
es p o sib le cu an d o el co n o cim ien to h a llegado a la cu m b re d e la
unión co n el Tao.
L os h o m b res v erd ad ero s de la antigüedad, cuando do rm ían
no so ñ ab an , ni tenían cu itas cuando velaban. N o com ían ricos

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m anjares; su resp iració n e ra profunda. L a resp iració n del ho m ­


bre v erd ad ero llega h asta los talones. El ho m b re del vulgo resp i­
ra sólo co n la garganta. E ste, cu an d o en un d eb a te se ve supera­
do, p arece co m o si se le atrag an taran las p alabras. El hom bre de
gran d e co n c u p isc en cia sólo po see m enguadas prendas.
L os h o m b res v erdaderos de la antigüedad no conocían ni el
am or a la v id a ni el horror a la m uerte. Ni se holgaban de haber
nacido, ni d ejab an de a c ep tar su m uerte. P artían se tan natu ral­
m ente com o habían venido; eso era todo. N o olvidaban su origen,
y no b u sca b an su final. A c ep tab an alegres lo q u e les venía, y
cuando algo perdían teníanlo p o r retom o. E sto es no m enoscabar'
el Tao p o r usar de la propia m ente, y no p retender ayudar al C ielo
usando de hum anas acciones. E sos son los hom bres verdaderos.
L o s tales h o m b res era n d e m en te seren a,6 tran q u ilo talle y
desp ejad a frente. Si fríos, co m o el otoño; si calientes, com o la
prim avera. Su co n ten to y su en o jo , tan n atu rales co m o el suce-
derse de las cu atro estaciones. S abían ad aptarse a todos los se­
res, y n ad ie co n o c ía su secreto. [Por eso los g ra n d es sabios p o ­
dían u sar de las arm as, y d e stru ir un estad o sin m alquistarse los
ánim os d e sus gentes. Sus b en eficio s po d ían ex ten d e rse a in co n ­
tables g en eracio n es sin que ejercitaran el am o r a los dem ás. De
suerte q u e q u ien g u sta de g an arse a los seres, no es un gran sa ­
bio. Q u ien hace favores, c a rec e d e b enevolencia. Q uien ap ro v e­
ch a las circu n stan cias, no es sabio. Q uien ig n o ra la identidad de
lo p ro v e c h o s o y lo p e r ju d ic ia l, n o es un h o m b re d e h o n o r.7
Q uien b u sca el ren o m bre y se p ierde a sí m ism o , carece de n o ­
bleza. Q u ien arru in a su p e rs o n a y no c o n se rv a su v erd ad , no
pued a d ar ó rd en es a los d em ás. E jem plos de e llo fueron H u B u-
xie, W uguang, B oyi, S huqi, Ji zi, X uyu, Jitu o , S h entu Di. Todos
ellos se afan aro n en el serv icio a los dem ás, y se acom odaron a
lo que a los otro s ap ro v ech ab a, y no a lo que a ello s m ism os era
de p ro v ech o .]8
L os h o m b res verdaderos d e la antigüedad eran de talle alti­
vo,9 y en m o d o alg u n o p u silánim es. P arecían fa lto s d e algo, m as
nada acep tab an . E n el trato co n los dem ás eran m uy particula-

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Libro VI. El maestro del linaje universal

m as o b stin ad o s no e ra n .10 Su ánim o, v acío , sin o rnam ento


alguno." L ib res y felices, p arecían reb o sar de contento. S ólo ac­
tuaban c u a n d o no p o d ía n m e n o s .12 L a p le n itu d d e su in te rio r
p o s trá b a s e en su am ab le ro s tro .13 G ra n d e e ra su v irtud, y las
gentes b u scab an en ellos a p o y o .14 Vasto era su e sp íritu ,15 q u e al
entero m u n d o igualaba. Tan alto y lejos lleg ab a su libertad, que
ningún rito ni ley la p o d ían estorbar. P or su silen cio parecían te­
ner sellad o s los sentidos; y tal era su d esap eg o del m undo, que
se dijera h ab ían olv id ad o el uso d e la palabra. [D el castigo h ac í­
an su cu erp o , de los ritos sus alas, de la sag acid ad su acierto, de
la virtud su guía. H acien d o del castigo su cu erp o , con d en ab an
con in d u lg en cia. H acien d o d e los ritos sus alas, podían m o v erse
por el m u n d o . H acien d o de la seguridad su acierto , sólo se d a ­
ban a los h u m an o s n eg o cio s cu an d o les era forzoso. H aciendo
de la v irtu d su guía, alcan zab an su fin co n la m ism a facilid ad
con q ue el que tiene p ies lleg a h asta la colina. N o se esfo rzab an
en obrar, m as todos les ten ían p o r h om bres m u y a c tiv o s.]16
(El C ielo y el ho m b re son u n o );17 y no im p o rta si el hom bre
gusta de ello o deja de gustar, q u e todo es uno. N i tam p o co im ­
porta si el ho m b re lo tien e p o r uno o no lo tien e, que to d o es
uno. C o n sid e rar que el C ielo y el hom bre son uno, es aco rd arse
con el C ielo; co n sid erar q u e no lo son, es aco rd arse con el h o m ­
bre.18 E l C ielo y el h o m b re no se o ponen m u tuam ente: a qu ien
esto ve, llam an ho m b re verdadero.

II. M u erte y vida no se p u ed en e x c u sa r;19 son com o la c o n s­


tante su c e sió n de la n o c h e y el d ía, o b ra d el C ie lo . D e to d o
cuanto el ho m b re no p u ed e cam biar, la razó n está en la p ro p ia
naturaleza d e las cosas. P iensan los hom bres q u e el C ielo es su
Padre, y m u éstran le h asta q u e m ueren rev eren te am or; ¡cuanto
ntás no h ab rán de m o strarlo h acia lo que le es superior!20 P ien-
San los h o m b res que su p rín cip e les es superior, y le hacen sac ri­
ficio de su vida; ¡cuanto m ás no habrán de h ac érse lo al Tao, que
*° es con m ay o r verdad!

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C u an d o el m anantial se agota, los p eces se ju n ta n en el lodo


E ch an se u nos a otros el h ú m ed o aliento, em p áp a n se m utuam en­
te con sus babas; m as h arto m ejo r les fuera n ad a r en los lagos y
ríos sin sab e r los unos de los otros. A ntes que elo g iar la virtud
de Yao y co n d e n ar a Jie p o r sus m aldades, m ás valiera olvidarse
de am b o s y fu n d irse con el Tao.
[L a T ierra m e ha p ro v e íd o de un cu erp o , y fatigado con la
vida; m e h a lib erad o con la v ejez, y con la m u erte m e dará repo­
so. A sí pu es, b ien v en id a sea la vida, y p o r lo m ism o tam bién la
m u erte sea b ien v en id a.]21
O c ú ltese un b arco en un esc o n d id o valle, y una m o n tañ a22 en
lo p ro fu n d o de un p antano, y podrá d ecirse q u e se hallan en lu­
g ar seguro. M as a la m ed ia noche viene el q u e tien e la fu erza2' y
se lo llev a to d o co n sigo, y el q u e duerm e de n ad a se percata. Es­
co n d er lo p eq u eñ o en lo gran d e no deja de ser co n v en ien te, pero
no p o r e llo se ev ita su p érd id a. S ólo esc o n d ie n d o el universo en
el m ism o u n iv erso n ada se p u ed e perder: tal es la v erdadera y
p erm a n en te n atu ra leza de las cosas. S ólo p o r ten er un cuerpo
h u m ano, los h o m b res se sien ten dichosos. M as con o cien d o que
el cu erp o del ho m b re no es m ás que una de las innúm eras m u ta­
cio n es, ¿p o d rían se co n tar las alegrías de este g én ero ? P or eso el
sabio trata rá de m o v erse en el ám bito donde n o cabe pérd id a al­
g u n a, y d e u n irse al T ao e n su e x iste n c ia . Si to d o el m u n d o
q u iere im itar al que acep ta g u sto so tan to la m u erte p rem atura
com o la lon g ev id ad , tanto el p rin cip io co m o el final de su ex is­
ten cia, ¡m ás d eb iera q u erer im itar a lo que es fuente y origen de
todas las co sas, y razón y fu n d am en to de to d as las m udanzas!

II I . El T ao es real y v erd ad ero . N o actú a ni tien e form a. P u e­


de trasm itirse, m as no re cib irse.24 Se puede com p ren d er, pero no
ver. E s su p ro p io o rig en y su p ro p ia raíz. A n tes de que ex istiese
el C ielo y la T ierra, el Tao y a ex istía desde los tiem pos m ás re ­
m o to s. E n g e n d ró a los d é m o n e s y a los d io s e s ;25 en g e n d ró al
C ielo y a la T ierra. P or e n c im a de la su p re m a cu m b re del uni-

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vefSO,2í’ y no p o r ello es alto; p o r deb ajo d e los seis ex trem o s del


universo,27 y no p o r ello es p ro fu n d o . E x istie n d o antes q u e el
Cielo y la T ierra, no p o r eso es duradero. D e m ás edad que la
más rem o ta an tig ü ed ad , y n o p o r ello es viejo. [X iw ei lo a lca n ­
zó, y co n certó C ielo y T ierra. Fuxi lo alcan zó , y puso arm o n ía
en la en e rg ía p rim o rd ial. L a O sa M ayor lo alcanzó , y ya n u n ca
cesará su m o v im ien to . K an p i lo alcanzó, y p u d o to m ar po sesió n
del m o n te K u n lu n . F e n g y i lo a lc a n z ó , y p u d o n a d a r p o r los
grandes ríos. Jian w u lo alcan zó , y pudo h ab itar en el T aishan. El
E m perador A m arillo lo alcan zó , y pudo elev a rse h asta el n e b u ­
loso cielo. Z h u an x i lo alcan zó , y pudo h ab itar en el p alacio n e ­
gro. Y u q ian g lo alc a n z ó y p u d o re in a r en el P o lo N o rte . X i-
w angm u lo a lc a n z ó , y p u d o e s ta b le c e r su s e d e e n el m o n te
Shaoguang. N ad ie co n o ce su co m ien zo , ni h ay qu ien co n o z ca
su final. P en g zu lo alcanzó, y p u d o vivir d esd e los tiem pos de
Shun h asta la ép o ca de los cin co señores. F u y u e lo alcanzó, y
llegó a ser g ran co n sejero de W uding y a g o b ern ar el m undo; al
morir, ca b alg an d o sobre la estre lla D ongw ei y la estrella Jiw e i28
se to m ó en co n stela ció n .]29

IV. N a n b o Z ik u i p re g u n tó a N üyu: -« P e s e a v u estro s m u ­


chos años, aún tenéis la tez de un infante; ¿có m o es ello?»
-« P o rq u e he escu ch ad o el Tao» - l e respondió.
-« ¿ P u e d o ap ren d er el T ao?» -p re g u n tó N a n b o Z ikui.
-« ¡ N o , no! - r e s p o n d ió - ¡N o podéis! N o so is el g é n e ro de
hom bre q u e apren d e el Tao. B uliang Yi tien e m ad era de sabio,
mas no el m éto d o p ara lleg ar a serlo. Yo ten g o el m éto d o p ara
llegar a la sab id u ría, m as no tengo m ad era d e sabio. Q u isiera
enseñárselo, pero ¿p o d rá él lleg ar a ser sab io ? A unque no p u ­
diera, no h a de ser d ifícil e n se ñ a r el ca m in o d e la sab id u ría a
lu ie n tiene m ad era de sabio. Se lo m o straré y p ersev eraré con
él. P ersev eraré tres d ías, y y a p o d rá o lv id arse del m undo. C u an ­
do y a se h a y a o lv id a d o del m u n d o e x te rio r, p e rs e v e ra ré aú n
m ás, y a los siete d ías y a p o d rá olvidarse de los seres. C u an d o

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se h aya o lv id ad o de los seres, p erseveraré aún m ás, y a los nue­


ve días y a p o d rá olv idarse de su propia ex isten cia. C uando se
haya o lv id ad o de su p ro p ia ex isten cia, p o d rá co m p re n d er con
toda clarid ad . C u ando co m p ren d a con to d a clarid ad , podrá al­
can zar la v isió n de lo ab so lu to .30 C uando alcan ce la visión de lo
ab soluto, p o d rá trascen d er el pasado y el p resen te. C uando tras­
cien d a el pasad o y el p resen te, podrá p en e trar en donde vida y
m uerte y a no existen. El q u e m ata la vida, no m uere; el que en­
g en d ra la vida, no nace. Es una co sa (el Tao) q u e a todos despi­
de y a to d o s acoge; que to d o destruye y que hace todo. Su nom ­
bre es “ q u ietu d en la ag itac ió n ” .31 “Q uietud en la ag itació n ” es
m an ten er la m ente so seg ad a en m edio del alb o ro tad o surgir y
d esap arecer de los in contables seres.»
-« ¿ D ó n d e habéis oído to d o eso?» - l e p reg u n tó N anbo Zikui.
- « L o he o íd o del hijo de la escritura32 -re s p o n d ió N ü y u -; el
hijo de la escritu ra lo oyó del nieto de la lectura; el nieto de la
lectu ra, d e la c la ra v isió n ; la c la ra v isió n , d e la aten ció n del
oído; la aten ció n del oído, de un riguroso ejercicio; el riguroso
e je rc ic io , d el cá n tic o ; el c á n tic o , de la q u ie tu d silen cio sa; la
q u ietu d silen cio sa, de la v acu id ad suprem a; la vacuidad supre­
m a, del p rin cip io sin prin cip io .»

V. Z isi, Z iy u , Z ili y Z ilai33 d ijeron hab lan d o en tre ellos:


- « S i alg u ien puede ten er la n ad a p o r cab eza, la vida p o r e s­
pinazo, y la m uerte p o r rabadilla, y si co n o ce q u e la vida y la
m uerte, y el ten er y el perder, son una y la m ism a cosa, a ése
tendré p o r am igo.»
M iráro n se los cu atro y d iero n en reir. C o n certáro n se y se h i­
cieron am igos.
A p o c o Z iy u a d o le c ió , y Z is i fu e a v is ita rle . D ijo Z iy u :
-« ¡G ran d io so ! El H aced o r34 m e h a vuelto un se r deform e». E n ­
co rv ad o y ch ep o so , las c in co visceras en la parte superior del
cuerpo y el m en tó n esco n d id o bajo el om bligo, los hom bros por
en cim a de la co ro n illa y el m o ñ o 35 apuntando al cielo: habíase

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quebrado en él la arm o nía entre el Yin y el Yang. Su m ente, e m ­


pero, m an ten íase seren a y co m o si n ad a ac aeciera. A rrastró se
hasta un p o zo que ju n to había, y en él se m iró.
-« ¡A y ! -e x c la m ó - ¡En q u é ser deform e m e ha convertido el
Hacedor!»
-« ¿ E s tá s en ojado?» - l e preg u n tó Zisi.
- « N o - d ijo Z iy u -. ¿P o r q u é h ab ría d e e s ta r en o jad o ? P lu ­
guiera al H aced o r v o lv er en gallo m i brazo izquierdo, y can tara
yo al alba; p lu g u iérale v o lv er en ballesta m i brazo d erech o , y
diera yo en ca zar u n a tó rto la p ara co m erla asada; p lu g u iéra le
m udar en ruedas m i ra b ad illa y m i espíritu en caballo, y m o n ta ­
ra yo en ese carro, q ue no h ab ría m en ester d e otro. A dem ás, el
ganar d ep en d e de la o p o rtu n id ad del m o m en to , y el p erd er pide
acom odarse. Q uien es cap az de atenerse a la opo rtu n id ad y de
acom odarse a las circu n stan cias, nunca se v erá invadido de tris­
teza n i c o n te n to . A e s to lla m a b a n lo s a n tig u o s “ d e s a ta r el
nudo” . El h om bre que no es cap az de d esatarse p o r sí m ism o, se
encuentra atado p o r las cosas. A hora bien, las cosas no pueden
con el C ielo, largo tiem po h a que esto es b ien sabido; ¿por qué,
pues, h ab ría d e estar en o jado?»
Poco desp u és fue Z ilai el que adoleció. Su resp iració n en tre­
cortada, a p ique estab a y a d e m orir. Su m u jer y sus hijos llo ra­
ban a su alrededor. Z ili fu e a visitarle y les dijo: -« ¡A p a rta o s!
¡No hay p ara qué p ro v o car tem o r a quien v a a transform arse!»
A rrim ó se lu ego a la p u erta y dijo hab lan d o co n Zilai:
-« ¡G ra n d e es el H acedor! ¿Q ué hará de tí? ¿A dónde te hará
•r? ¿Te v o lv erá en híg ado d e ratón? ¿Te co n v e rtirá en pata de in­
secto?»
-« U n o s padres - d ijo a esto Z ila i- pueden e n v ia r a sus hijos a
donde sea, este, oeste, su r o norte, que los hijos no han sino de
obedecer. E l Yin y el Y ang36 n o son, p ara el hom bre, d iferentes
de sus p ro p io s p ad res. S i m e llev an h a c ia la m u erte y no lo
R e p ta ra , sería rebelarm e. ¿A caso com eten alg ú n crim en c o n m i­
go? L a T ierra m e ha p ro v eíd o de un cu erp o , y fatigado co n la
vida; m e h a liberado con la vejez y con la m u erte m e d ará re p o ­

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so. A sí pu es, b ien v en ida sea la vida, y p o r lo m ism o tam bién la


m uerte sea b ienvenida. T om em os el ejem plo d e un gran fundi­
d o r que e stu v iera fu n diendo m etal. S alta a d esh o ra una porción
de m etal d el h o rn o y dice: “ S in falta m e has d e h acer espada
m o y e”37 A no d u d ar que el fu n d id o r tendrá aquel m etal por m e­
tal de m al ag ü ero . A hora, si p o r haberte to c a d o en suerte un
c u e rp o h u m a n o , e m p ie z a s a g rita r “ ¡soy h o m b re! ¡soy h o m ­
b re !”, p o r fu e rza el H aced o r h ab rá de tenerte p o r hom bre de mal
agüero. A h o ra el C ielo y la T ierra son el gran h o m o , y el H ace­
d o r es el g ran fundidor, ¿a d ó n d e no podría yo ir?»
(Z ilai) se d u rm ió p lácid am en te; y se sin tió a gusto al d e s­
pertar.

V I. Z i S an g h u , M eng Z ifan y Zi Q in zh an g 38 d ijeron hab lan ­


do entre ello s: -« ¿ Q u ié n es ca p az de trab ar am istad con otro,
m as sin in ten ció n de h acerlo ? ¿Q uién de ay u d ar a otro, pero sin
que lo p arezca? ¿Q uién es cap az de levantarse h asta el cielo y
andar p o r en tre las nubes, y d e saltar al infinito, y de olvidarse
de la v id a y de la m uerte, y no ten er final?»
M iráro n se los tres, y diero n en reir. C o n certáro n se y se h icie­
ron am igos.
A po co Zi S an g h u m urió. A ún no lo habían enterrado, cu a n ­
do C o n fu cio , in fo rm ado d e su m uerte, envió a Z ig o n g para que
ay u d ara en los funerales. C u an d o llegó Z ig o n g , halló a uno de
los am ig o s c o m p o n ie n d o un c a n to fú n e b re ,39 y al o tro que le
aco m p añ ab a con el chin. C an taro n a dúo:

«¡Ay, Sanghu! ¡Ay, Sanghu!


A tu verdad4" por fin has retomado,
y nosotros aún en este ser humano.»

L legóse a ellos Z ig ong, y les dijo: -« P e rm itid m e os p re g u n ­


te: ¿es co n fo rm e a los ritos ca n ta r estan d o presente el cuerpo del
difunto?»

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L os dos am igos se m iraron, y rom pieron a reir, al tiem po que


decían: —«¡Q ué sabrá éste del sentido p ro fundo de los ritos!»
N o bien hubo retornado, Z ig o n g dio n o ticia de todo a C onfu-
cio y le dijo: —«¿Q ué g én ero de hom bres son éso s? No ac o m p a­
ñan la v irtu d de los buenos m o d o s requeridos, ni tom an cu id ad o
del cu erp o . C an tan ante el ca d áv er del d ifu n to , sin que se les
m ude el rostro; no hay p alab ras p ara nom brarlo. ¿Q ué género de
hom bres so n ésos?»
- « E s o s ho m b res - d ijo a esto C o n fu c io - an d an fu e ra de n u es­
tro m u n d o ,41 m ientras que yo ando dentro de este m undo n u es­
tro. F u era y d en tro no tien en n ad a que v er u n o con otro; y por
eso, cu an d o te envié a que presentaras las h ab itu ales co n d o len ­
cias, ¡g ra n d e fue m i e s tu p id e z ! E so s d o s h o m b re s an d a n en
com pañía42 del H aced o r de las cosas, y se m u even en la unidad
de la en erg ía universal. P ara ellos, la v ida es u n a condensación
de en ergía, com o una suerte de tum or; y la vida, una d ispersión
de en ergía, com o el re v en tar de p u rulenta h inchazón. Y siendo
así, ¿có m o po d rían d istin g u ir la vida de la m u erte, el antes del
después? D e cosas d iferentes, al ju n tarse, se fo rm a el cu erp o .43
O lvídanse de su híg ad o y de su vesícula, y no h acen caso de su
vista ni d e su oído.44 D ejan que la vida siga el curso natural de
los ciclos y m u danzas, y no se afanan en d esc u b rir sus lím ites.
Vagan en p len a libertad m ás allá del sucio m u n d o , y viven libres
de to d o c u id a d o en un p e rfe c to n o -actu ar. ¿ P o r q u é h ab ría n ,
pues, de to m arse m o lestia en la o b serv an cia d e los m undanos ri­
tos, p ara so laz de los ojos y oídos de las gentes?»
-« S ie n d o así - d ijo Z ig o n g -, ¿qué norm a sigue el m aestro?»
—«E ste que te h ab la - l e resp o n d ió C o n fu c io - es un hom bre a
quien el C ielo ha im p uesto un castigo. L o cual no es esto rb o
para que tú y yo vay am os ju n to s.» 45
-« P e rm ita le p reg u nte de q u é m anera» - d ijo Z igong.
- « L o s p e c e s se m u e v e n e n el a g u a - d i j o C o n fu c io -, lo s
hom bres se m u ev en en el Tao. Los que se m u ev en en el agua,
con que les caven u na ch a rca y a tienen alim en to . L os que se
m ueven en el Tao, no se ocupan en nada y así su naturaleza se

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b asta a sí m ism a .46 D e a h í el dicho: “ O lv íd ase el p ez de todo


cuan d o n a d a p o r lagos y ríos; olvídase el ho m b re de todo cuan­
do se m u ev e d en tro del T ao” .»
-« P e rm ita le p regunte q u é es un hom bre singular» -d ijo Zi-
gong.
-« L o s h o m b res sin g u lares - d ijo C o n fu c io -, son singulares
frente a la m ay o ría de los h o m b res, m as son iguales al C ielo. De
ah í el d icho: “ H o m b recillo p ara el C ielo, rey en tre los hom bres;
rey p ara el C ielo, h o m b recillo entre los h o m b res” .»47

V IL Yan H ui p reg untó a C onfucio: -« C u a n d o m urió su m a­


d re , M e n g su n C ai no d e rra m ó lá g rim a s al llo ra rla , n o sin tió
p en a en su corazó n , y no d io señal de d o lo r d u ran te el tiem po
del duelo. N o h izo n in g u n a de esas tres cosas, y pese a ello, en
el estad o de Lu alcanzó fam a d e fiel cu m p lid o r d e los ritos fu n e­
rarios. ¿C ó m o es po sible te n e r fam a a la q u e no corresponden
los h echos? A n te esto no pu ed o m enos de espantarm e».
- « M e n g s u n c u m p lió c a b a lm e n te c o n lo s rito s fu n e ra rio s
- d ijo C o n fu c io -, y sobrepasa co n m ucho a los q u e conocem os
esos ritos. R ito s que d ebieran ser m ás sim ples, si no fuera porque
lo estorban los usos del m undo; aunque él sí los llevó a esa sim ­
plicidad. M en g su n ya no sab ía q u é es la vida, y tam bién ignora­
ba qué es la m uerte; no sabía aferrarse a la vida, y tam bién des­
c o n o c ía el c u id a d o d e la m u e rte . N o h a c ía sin o a c e p ta r las
tran sfo rm acio n es n atu rales, m ien tras esp erab a u n a tran sfo rm a­
ción q ue no p o d ía conocer. A dem ás, si ah o ra se está tran sfo r­
m an d o , ¿ c ó m o co n o c e r el e sta d o de no tra n sfo rm a c ió n ? Y si
ahora no h ay transfo rm ación, ¿cóm o co n o cer el estad o de lo ya
tran sfo rm ad o ? T ú y yo estam o s soñando y no acabam os de d es­
pertar. M en g su n p en saba q u e m ientras el cu erp o del hom bre se
transform a, su m ente no padece daño; que m u d a el cuerpo, sin
que el esp íritu perezca. M engsun, m uy particularm ente desperta­
do de ese sueño, em pezó a llo rar cuando los d em ás lloraban, y
ésa fue la ca u sa de aquel su proceder. Las gentes hablan entre sí

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de su y o ,48 m as ¿có m o sa b e r si lo q u e llam o y o es re alm en te


y o ?49 E s co m o cuando sueñas q u e eres pájaro y vuelas h asta el
cielo; y cu an d o sueñas que eres p ez y nadas h asta las profundi­
dades del mar. N o sabem os si los que ah o ra estam os hablando
soñam os o estam o s d esp ierto s. A lcanza su m en te el estad o de
m ayor felicid ad y no ríe; y cu an d o ríe, lo hace espontáneam ente.
Sólo aco m odándose, en p erfec ta calm a y serenidad, a las m u d an ­
zas, se p u ed e p en etrar en la p u ra unidad del vasto C ielo.»50

V III. Y i-e r Z i fu e a v e r a X u Y ou, y é s te le p re g u n tó :


-« ¿ Q u é te h a en señ ad o Y ao?»
A lo que Y i-er Z i respondió:
-« Y a o m e ha dicho: “ E s de n ecesid ad ex p resa que ejercites
la b en ev o len cia y la ju stic ia , y que sepas d iscern ir claram en te el
‘e s ’ y el ‘no e s ” ’.»
-« E n to n c e s - d ijo X u Y o u -, ¿para qué h as ven id o a verm e?
Puesto q u e Yao te ha m arcad o la fren te51 c o n la b en ev o len cia y
la ju stic ia , y te ha m u tilad o la n ariz52 con el “ es-n o e s” , ¿cóm o
podrás ah o ra v iv ir libre y sin cuidado, y m o v erte sin trabas ni
estorbos en m edio de las m u d an zas?»
- « C o n to d o - d ijo Y i-er Z i- , h arto h o lg ara yo de m o v erm e
com o decís.»
- « N o es po sib le - l e d ijo X u Y o u -. P ues un ciego no puede
adm irar la h erm o su ra de unas cejas, de unos o jo s, de un rostro;
y el que h a p erd id o los o jo s no puede c o n tem p lar la b ellez a de
los co lo res, d e los b ro cad o s y bordados.»
-« W u z h u a n g o lv id ó su b e lle z a - d ijo a esto Y i-er Z i - , Ju-
liang o lv id ó su fuerza, y el E m p erad o r A m arillo olvidó su sab i­
duría. T odo eso se o b tiene en el tem p lar de la fragua. ¿C óm o se
puede sab er q ue el H aced o r no v en d rá en b o rrar la m arca d e m i
frente, y en volv erm e la n ariz m utilada, de su erte que p u ed a yo
cobrar m i in teg rid ad sig u ien d o al m aestro?»
-« ¡A y ! -e x c la m ó X u Y ou-. E so no se puede saber. N o obstan­
te, te lo diré resum idam ente, escucha bien: ¡M aestro mío! ¡M aes­

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tro mío! R educes a polvo los seres, m as no es por crueldad.5’ E x­


tiendes tus beneficios a m iles y m iles de generaciones, m as no en
ello m uéstrase tu benevolencia. E res anterior a la m ás rem ota an­
tigüedad, m as no p or ello eres viejo. C ubres el cielo y sostienes la
tierra, tallas y esculpes todas las form as, m as no p o r ello m uestras
habilidad. ¡A sí es el m overse librem ente (del espíritu)!»

IX . D ijo Yan Hui: -« H e h ech o grandes adelantos».


-« ¿ C u á le s ? » - l e p reguntó C onfucio.
- « H e o lv id ad o los ritos y la m ú sica» 54 -re s p o n d ió Yan Hui.
-« B ie n está - d ijo C o n fu c io -, m as no es bastante.»
A p ocos días Yan Hui volvió a verle y le dijo: - « H e hecho
grandes adelantos».
-« ¿ C u á le s ? » - l e preguntó.
- « H e o lv id ad o la b en ev o len cia y la ju sticia.»
-« B ie n está, m as no es bastante.»
D ías m ás tarde volvió Yan H ui a verle y le dijo: - « H e hecho
grandes adelantos».
—«¿C uáles?»
-« M e d ita r h asta el olv id o .» 55
- « ¿ A q u é lla m a s m e d ita r h a s ta el o lv id o ? » - l e p re g u n tó
C onfucio, m arav illad o .
A lo que dijo Yan Hui: -« O lv id a rm e de m is m iem bros, a n u ­
lar mi intelecto, ab an d o n ar el cu erp o , suprim ir los co n o c im ien ­
tos, y h acerm e uno con el gran Tao. A eso llam o m ed itar hasta
el olvido».
- « E n e sa u n ió n - d ijo C o n fu c io - d esa p are ce to d a p a rc ia li­
dad; y en el trasfo rm arse, toda perm anencia. ¡A fe que eres un
sabio! Es mi d eseo m e p erm itas seg u ir tus pasos.»

X. Z iyu y Z isan g eran am igos. D iez días llev ab a sin p arar de


diluviar.56 D ijo en tre sí Ziyu: -« ¡Z is a n g debe de e star enferm o
de ham bre!»

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Libro VI. El maestro del linaje universal

E n v o lv ió algunos alim entos y fue a llevárselos a su am igo.


L legado que hubo a la p uerta de Z isang, oyó dentro algo que pa­
recía m itad canto m itad llanto. A com pañándose del chin decía:
-« ¡A y , padre! ¡Ay, m adre! ¡Ay, C ielo! ¡Ay, hom bre!»
C an tab a con débil v oz, y atro p ellab a los versos. E ntró Z iyu y
le p reguntó: -« ¿ P o r qué can táis d e esa m anera?»
- « H e estad o p en sando - l e respondió Z is a n g - cuál podía ser
la cau sa del lam entable estad o al que he llegado, y no he sabido
averiguarla. ¿P or ven tura m is padres podrían q u erer que yo fu e­
ra po b re? El C ielo cu bre a todos por igual, sin acepción de p er­
sonas; y la T ierra tam b ién a todos so stien e p o r igual; ¿cóm o,
pues, h ab rían de q u erer que yo sea pobre? B usco la razón d e m i
po b reza, y no se m e alca n za cuál p u ed a ser. C o m o q u ie ra que
sea, a este ex trem o he llegado. ¡D ebe de ser el D estino!»

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LIBRO VIL D E CÓMO H AN D E SER
LOS REYES Y EM PERADORES

I. N ie Q u e fu e a p re g u n ta r a W ang N i. H ízole cu a tro p re g u n ­


ta s,1 y a las cu a tro W ang N i re sp o n d ió que no sabía. A esto N ie
Q ue saltó de c o n ten to y fue a d ec írselo a P uyi zi.
-« ¿ A h o ra te en teras? - d i j o P uyi z i- . Y ouyu n o estu v o a la
altu ra de T ai.2 Y ouyu ejercitab a la b en ev o len cia p ara gan arse las
vo lu n tad es d e los h o m b res, y b ien que se g an a ra su confianza,
n u n ca se v io lib re d e las atad u ras del m u n d o ex terio r.3 E n ca m ­
bio Tai d o rm ía p lácid am en te, y se d esp ertab a a g u sto y sin c u i­
dado. L o m ism o le d ab a q u e le tu v ieran p o r un ca b allo , o que
dijera n q u e e ra un buey. S us p e n sa m ie n to s eran v e rd a d e ro s y
sinceros, y asaz au tén tica su v irtu d , y n u n ca cay ó e n las a tad u ­
ras del m u n d o exterior.»

II . Jian w u fu e a v er al loco Jiey u . E ste le preg u n tó :


-« ¿ Q u é te h a d ich o R izh o n g sh i?»
-« M e ha d ich o -re s p o n d ió J ia n w u - q u e cu an d o un príncipe
to m a p o r fu n d a m e n to su p ro p ia p erso n a al tiem p o d e estab le cer
norm as y ley es,4 n in g u n o de sus súbditos o sa d eso b e d ece rle, y
todo s acab an re fo rm án d o se.»
-« E s o es un p u ro en g añ o - d ij o el loco J ie y u -, G o b e rn ar el
m u n d o de e sa m a n e ra es co m o e x c a v a r un c a n a l en el m a r o

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Libro VII. De cómo han de ser los reyes y emperadores

preten d er q u e un m o sq u ito tran sp o rte u n a m o n tañ a. ¿A caso es


ord en an d o el ex terio r co m o g o b iern a el sabio? P rim ero re ctifica
su p ro p ia p erso n a y sólo d esp u é s refo rm a a los dem ás; y d eja
que ca d a cu al d esp lieg u e sus cap acid ad es, eso es todo. Q ue aun
el p ajarillo v u ela h asta lo alto p o r e sta r a salv o d e las flech as5, y
el rató n de cam p o hace p ro fu n d o s agujeros b ajo los altares de
los d io ses de la tierra p a ra esto rb a r q u e lo aco sen co n hu m o o
que ex c av en su m ad riguera; ¿acaso les vas a la za g a a eso s dos
an im alillo s?» 6

I I I . R a íz d e l C ie lo 1 v ia jó h a s ta Y inyang,* y lle g a n d o m ás
arriba del río L iao, se en c o n tró co n H o m b re sin n o m b re ,9 al que
dijo:
-« P e rm itid os p reg u n te có m o se g o b iern a el m undo.»
- « ¡ A p a r ta de m í! - d i j o H o m b re sin n o m b r e - . E re s un se r
d esp reciab le. ¿P o r q u é m e en o ja s co n e sa p re g u n ta ? A n d o yo
ahora en co m p añ ía del H acedor; y cu an d o m e harto, m onto el
pájaro d e la p ro fu n d a in m e n sid a d ,10 y cab alg an d o en él vu elo le­
jo s de los lím ites del u n iv erso , y viajo h asta el p aís donde n ad a
existe, y m o ro en el d esierto in fin ito y vacío. ¿ P o r qué, pues,
vienes tú ah o ra a q u eb rar el so sieg o de m i m en te co n esa d isp a ­
ra ta d a“ p re g u n ta acerca del g o b iern o del m u n d o ?»
R en o v ó su p reg u n ta R a íz d e l C ielo , y H o m b re sin nom bre le
dijo:
- « Q u e tu m en te se m u ev a en la in diferencia; q u e tu en erg ía
vital se co n c en tre en el sile n c io .12 D eja q u e las cosas sig an su
curso n atu ral, y no ab rig u es p en sam ien to s in te re sa d o s.13 E n to n ­
ces el m u n d o p o d rá e sta r b ie n g o b ern ad o .»

IV. Yang Z iju fue a v isita r a L ao D an, y le preguntó:


- « D e h ab e r un h o m b re q u e fuera d esp ierto y anim oso, p ro ­
fundo y c la riv id e n te ,14 in can sab le en el estu d io del Tao, ¿cab ría
co m p ararle co n los rey es ilu stres d e la an tig ü ed ad ?»

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Libros interiores: Nei Pian

- « A los o jo s del sab io - d i j o L ao D a n -, e se h o m b re sería


co m o un m an d arín de bajo ra n g o 15 atado p o r su talen to , y al que
el trab ajo ag o ta el cu erp o y fa tig a la m ente. D ícese adem ás: “cá­
zase a tig res y leo p ard os p o r los dibujos de su p iel, y p o r su des­
trez a c a p tú rase a los m o n o s p a ra ten erlo s a ta d o s ” . 16 A sí pues,
¿cabe c o m p arar a esos h o m b res con los reyes ilustres?»
-« P e rm itid m e os p reg u n te - d ijo Yang Z iju un tanto corrido-
có m o fue el g o b iern o de los reyes ilustres.»
-« E n su g o b iern o - d ijo L ao D a n -, los rey es ilustres exten­
d iero n p o r to d o el m undo sus b eneficios sin q u e p areciera ser
o b ra suya. A yudaron y m ejo raro n a todos los seres, sin que el
pu eb lo d ep e n d ie ra de ellos. N o pro clam ab an sus m éritos, y h a­
cían q u e to d o s los seres se co n ten taran en su lugar. Se establecí­
an en lo im p rev isib le, y se m o v ían en la nada.»

V. E n el estado de Z heng vivía un sam án de grandes poderes


nom brado Jix ian .17 D e los hom bres, conocía la vida y la m uerte, la
existencia y la desaparición, el infortunio y la dicha, la longevidad
y la m uerte prem atura. Predecía el año, el m es y el día de los acon­
tecim ientos con la cabalidad y ju steza de un espíritu. Las gentes de
Z heng, no bien le veían, se apartaban corriendo. L ie zi fue a verle
y quedó em belesado. C uando retom ó, dijo a Hui zi, su m aestro:
—« A n tes ten ía yo la d o ctrin a del m aestro p o r la m ás perfecta,
m as ah o ra he sab id o que hay o tra m ás perfecta aún.»
- « L o q u e h asta ah o ra te he en se ñ ad o - d i jo H ui z i - no ha
sido sino la letra, pues lo esen cial de la d o ctrin a aún no te lo he
trasm itid o . ¿Im ag in as que has alcan zad o el Tao? Si sólo hay g a ­
llinas y falta el gallo, ¿podrán em p o llar? C o n o cien d o tan sólo
una d o ctrin a su p e rfic ia l,18 p re te n d es tratar con las gentes, y que
fo rzo sam en te te ten g an co n fian za. P or eso ha lleg ad o a d esc u ­
b rir tus m ás h o n d o s p en sa m ie n to s. P ru eb a a v e n ir co n él, por
v er si tam b ién p u ed e d esc u b rir los m íos.»
Al o tro día, L ie zi trajo al sam án para que o b serv ara a H ui zi.
C u an d o saliero n , dijo el sam án a L ie zi:

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Libro VIL De cómo han de ser los reyes y emperadores

-« ¡A y ! V uestro m aestro está a un paso de la m uerte, no le


restan de v id a ni d iez días. H e visto en él algo extraño: un rostro
sem ejante a cen izas m o ja d a s.» 19
T ornó a en tra r L ie zi y, h echo un m ar de lág rim as que aun su
ropa em p ap aro n , dio n o ticia a H ui zi de las p alab ras del sam án.
A lo que H ui zi dijo:
-« E s o h a d ich o p o rque acabo de m o strar ante él la quietu d
de mi m en te b ajo el asp ecto de la tierra, que ni se m ueve ni está
en rep o so ,20 p o r lo q ue sólo h a visto en m í signos de obstrucción
vital.21 P ru eb a a traerlo otra vez.»
Al sig u ien te día, to m ó a trae r al sam án p ara q u e ob serv ara a
Hui zi. C u an d o salieron dijo a H ui zi el sam án:
-« ¡G ra n d e h a sido la v en tu ra de vuestro m aestro al en c o n ­
trarme! Ya casi ha sanado. H a co b rad o en teram en te la en erg ía
vital. H e v isto có m o su o b stru cc ió n vital e m p ie z a a d e sa p a re ­
cer.»22
T ornó a en tra r L ie zi y dio n o ticia a su m aestro de las p a la ­
bras del sam án. O íd o lo cual, d ijo H ui zi:
-« E s o h a d ich o p orque lo que acabo de m o strar ante él es el
C ielo y la T ierra;23 que la fam a y las riq u ezas no h abían en trad o
en mi m en te, y q ue la fu erza vital ascendía desd e m is talones.
No h a v is to , p u e s, sin o e s a v ita lid a d .24 P ru e b a a tra e rlo o tra
vez.»
O tro d ía trajo de n uevo al sam án para q u e o b serv ara a Hui
zi. C u an d o saliero n dijo a L ie zi el sam án:
-« V u e s tro m aestro no está en orden. N ad a he podido d e sc u ­
brir. Q u e p ru eb e a co b rar el ord en y to m aré p a ra ex am in arle.»
E ntró L ie zi y dio cu e n ta a su m aestro. L u eg o que lo oyó,
dijo H ui zi:
-« E s o h a d ich o p o rq u e acabo d e m o strar an te él la vacuidad
suprem a, d o n d e no hay el m en o r signo.25 S ólo h a p o d id o v er en
m í el eq u ilib rio de la en erg ía vital. H ay ab ism o s26 form ados p o r
rem olinos d e ballen as, ab ism o s de aguas tran q u ilas y abism os
de aguas que fluyen. E stos tres gén ero s de a b ism o s2' se cuentan
entre los n u ev e q ue ex isten .28 P ru eb a a traerlo o tra vez.»

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Al d ía sig u ien te vino de nuevo el sam án. M as plantarse ante


Huí zi y salir co rriendo con el rostro dem u d ad o fue todo uno.
-« V e tras él» -d ijo Hui zi a L ie zi. A sí hizo éste, m as no pudo
alcanzarle. C u ando reto m ó ju n to a su m aestro, dijo:
-« N i rastro de él; no sé a dónde ha ido, no he podido alcan­
zarle.»
-« L o que acabo de m o strar ante él -d ijo H ui z i - h a sido un
estado de un ió n con m i p rin cip io .29 M e he p resen tad o en mi va­
cío, com o alg o indefinido,30 de suerte que él no po d ía saber qué
era lo q ue ten ía delante. H e im itado a las yerbas que se doblan
al v iento y a las aguas que se agitan al com pás de las o las.31 Eso
es lo que le h a hecho salir corriendo.»
D esde ese pu n to y h o ra supo L ie zi que no había aprendido
nada: re to rn ó a su casa, y d u ra n te tres años no salió de ella.
A d erezab a la co m id a para su m ujer, y daba de co m er a los cer­
dos con el m ism o m iram iento que si fueran hom bres. Se olvidó
de los m u n d an o s negocios. A bandonó todo adorno y reto m ó a
la sim p licid ad , y así era su asp ecto cual tronco solitario. En m e­
dio de la v o rág in e del m undo, co nservó su p rístin a unidad hasta
el fin de sus días.

V I. R ech aza la idea de g an a r fam a. R ech aza la inteligencia


que im agina trazas. R echaza el o b rar por d eterm inación arbitra­
ria. R ech aza la prim acía del hábil con o cim ien to .32 P en etra en lo
q ue no tie n e lím ite s y lle v a tu m en te al e s ta d o d e q u ie tu d ;33
acep ta los d o n es recibidos del C ielo, y no hagas alarde de h a ­
berlos gan ad o tú. E ntonces tu m ente habrá alcan zad o el estado
de L u m in o sa V acuidad. L a m ente del hom bre p erfecto es com o
un espejo: d eja que las cosas vengan y vayan sin acogerlas ni
despedirlas; resp o n d e a los dem ás sin esco n d er nada. D e ahí que
esté sobre las cosas, sin que d e ellas reciba tuerto.

El so b eran o del m ar m eridional se llam aba R ápido; el so b e­


rano del m a r sep ten trio n a l se llam ab a Veloz; el so b eran o del

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Libro Vil. De cómo han de ser los reyes y emperadores

cen tral se llam ab a In d e te rm in a d o .M A m en u d o R áp id o y


Veloz se reu n ían en los d o m in io s de Indeterm inado, quien los
recibía con gran d ísim o regalo. C oncertáronse un día R ápido y
Veloz p ara v o lv er a Ind eterm inado sus b o ndades, y se dijeron.
^<Todos los h o m b res tie n e n siete o rific io s, p o r lo s q u e v en ,
oyen, co m en y respiran; sólo a él le faltan. P robem os a h acérse­
los.» Y así le fueron haciendo un orificio cada día. Al séptim o,
Indeterm inado m u rió .”

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.

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Segunda Parte:
LIBROS EXTERIORES
WAI PIAN

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LIBRO VIII. DEDOS PEGADOS

I. U n d ed o g ordo del pie p eg ad o al de al lad o ,' así co m o un


sexto d ed o d e la m an o ,2 vien en d e la p ro p ia natu raleza, m as e x ­
ceden lo deb id o . L os tu m o res y ex crecen cias3 p ro ced en del p ro ­
pio cu erp o , m as exceden la p ro p ia naturaleza. L as m u ch as m a ­
n e ra s d e p r a c tic a r la b e n e v o le n c ia y la ju s t ic ia , a u n q u e se
co n fo rm en co n las cin co v isceras del cu e rp o ,4 n o son la re cta
virtud del Tao. P or eso un d ed o peg ad o no es m ás que la unión
inútil de dos tro zos de carne; y un sexto dedo, sólo es un dedo
q ue p ara n ad a sirve. T ener d ed o s p egados o sex to s d edos en los
sen tim ien to s q u e nacen de las c in co v isceras,5 n o es sino o ca­
sión de d eso rd en y ex trav ío en la p ráctica de la b en ev o len cia y
la ju stic ia , y de q ue de m u ch as m aneras se h a g a m al uso de la
inteligencia.
D e a h í q u e q u ien tiene d ed o s p egados en la v ista,6 acaba al­
b o ro tan d o los cin co co lo res7 y co n fu n d ien d o lín eas y d ib u jo s;8
q u ed a d eslu m b rad o p o r los v erd es, los am arillo s y el brillo de
los b ro cad o s.9 ¿N o es verdad? L izhu es el m ejo r ejem plo. Q uien
g u sta d em asiad o del oído, acab a alb orotando los cin co tonos y
c o n fu n d ie n d o las seis a rm o n ía s;10 en so rd ece ante tan to sonido
de m etal, p ied ra, seda, bam bú, y m ú sica h u a n g zh o n g y da lü ."
¿N o es cierto ? S h ikuang es el m e jo r ejem plo. El que en su b e n e ­
v o len cia tien e un sexto dedo, reprim e y o b struye su p ro p ia n a tu ­
raleza y v irtud; g an an con ello ap lau so y fam a, y h acen que todo
el m undo, co n gran algazara, sig a un m odelo inalcanzable. ¿N o

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es verd ad ? Z en g y Shi son el m ejo r ejem p lo . Q u ien tien e dedos


peg ad o s en el arte del deb ate, no hace sino a c u m u la r hueras ra­
zo n es y re to rcer p ro p o sicio n es, co m o el que ap ila tejas o anuda
c u e rd a s ;12 y an d a siem p re d iv ag an d o en to m o a esa s distinciones
en tre “ lo d u ro y lo b la n c o ” , y e n tre “ lo uno y lo d iv e rso ” . F atiga
su esp íritu c o n fútil p a la b re ría en pos de u n a g lo ria e fím e ra .13
¿N o es cierto ? Yang y M o 14 son el m ejo r ejem p lo . D e donde se
co lig e que to d o s ello s sig u iero n el ca m in o del ex c eso inútil del
d ed o p eg ad o o del sex to dedo, y q u e no p u ed en se r ten id o s por
el p erfecto m o d e lo 15 b ajo el cielo.
Q u ien es p erfec to m o d e lo ,16 no p ierde su in teg rid ad natural;
y p o r eso lo u n id o no es d ed o p eg a d o y lo añ a d id o no es sexto
ded o , y ni sien d o largo sobra ni sien d o co rto falta. A u n q u e las
patas de una o c a sean cortas, si las estiras le ca u sará s dolor; y
au n q u e las de la g ru lla sean largas, si se las aco rtas sufrirá. Por
eso, lo q ue es n atu ra lm e n te largo, no se debe aco rtar; y lo que
p o r n atu ra leza es co rto , no hay p a ra q u é alargarlo. N o hay nada
de q ue ap en arse. ¡Ay! ¿A caso la b en e v o le n cia y la ju stic ia no
son sen tim ie n to s p ro p io s del se r h u m an o ? ¿P o r q u é al hom bre
b en ev o len te le em b arg an tantas pen as y cu id ad o s?
C u an d o a u no le sajan un d e d o g o rd o del pie p eg a d o al de al
lado, llo ra de d o lor; y si a o tro le m u erd en un sex to d ed o de la
m an o , el d o lo r le hace gritar. D e esto s dos, uno tien e m ás de lo
que d eb iera y el o tro m enos de lo necesario , m as el d o lo r que
sien ten es el m ism o . L os h o m b res b en e v o le n tes d e hoy se la­
m e n ta n 17 y aflig en de los m ales del m undo; los h o m b res no b e ­
nev o len tes han a rran c ad o de sí to d o sen tim ien to natural y sólo
buscan h o n o res y riq u ezas. P o r e so se d ic e :18 ¿A caso la b e n e v o ­
len cia y la ju s tic ia no son sen tim ie n to s p ropios del se r hum ano?
M as ¿p o r qué d esd e los tiem p o s d e las T res D in a s tía s 19 en todo
el m u n d o no se d eja de a lb o ro ta r a c erc a d e ellas?

II. Q u ie n u sa d e g an c h o , c u e rd a , c o m p á s y e s c u a d ra p ara
rectificar, o fen d e la n atu ra leza d e las cosas. Q u ien u sa de cuer-

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Libro VIII. Dedos pegados

das20 y c o la p ara sujetar, m en o sca b a la v irtud d e las cosas. U sar


de los rito s y d e la m ú sica p a ra h ac er q u e los h o m b res se d o b le ­
guen, y u sar de la b en e v o le n cia y ju s tic ia p ara ad v e rtirles y a n i­
m arles, to d o ello p o r v er de c o n so lar los c o razo n e s d e cu an to s
habitan b ajo el cielo , eso es co n tra v en ir la v erd ad era y original
n atu raleza d e los seres. T odos los seres del m u n d o poseen una
verdadera y original n aturaleza. C onform e a esta naturaleza, lo
curvo no n ecesita de gancho, ni lo recto de cu erd a, ni lo redondo
de co m p ás, ni lo cu ad rad o d e escu ad ra, ni lo peg ad o de cola, ni
lo atado de cu erdas. P or eso todos los seres n acen esp o n tán ea­
m ente, sin sab e r p o r qué nacen; y del m ism o m o d o todos reciben
las cu alid ad es que les co n vienen, sin saber có m o las reciben. Y
de ah í q u e no h ay a d iferen cia en tre la antigüedad y nuestros días:
no se p u ed e u sar de v io le n c ia en d etrim en to d e los seres. A sí
pues, ¿qué n ecesid ad hay de que la b en ev o len cia y la ju stic ia , de
continuo u sad as co m o si d e cu erd as y cola se tratara, ven g an a
ejercer in flu en cia en un m u n d o re g id o por el T ao y su virtud?
¡L lévase con ello el m undo a universal extravío!

U n p eq u e ñ o ex tra v ío altera la o rien ta ció n ,21 un gran ex tra v ío


a ltera la p ro p ia n atu ra leza . ¿ C ó m o se sab e q u e es así? D esd e
que Yu22 p re co n izó la b en e v o le n cia y la ju stic ia , y co n ello se m ­
bró la co n fu sió n en el m u n d o , nadie h u b o en éste que no c o rrie ­
ra lo cam en te tras ellas; ¿no es esto , p o r v en tu ra, alterar la n a tu ­
raleza del h o m b re? P ro b em o s a d eclararlo . D esd e el tiem p o de
las T res D in astías no se h a v isto h o m b re q u e no h ay a alterad o
su n atu ra leza p o r ca u sa de las co sas ex terio res: el v u lg o se sa­
crifica p o r el d in ero , la p eq u e ñ a n o b leza21 p o r la fam a, los altos
d ig n atario s24 p o r el h o n o r d e su fa m ilia, los sabios p o r el m undo.
Son v arias clases de hom bre, cu y as tareas son d iv ersas, y d ife ­
ren tes sus títu lo s y n o m b res, m as al tiem p o de sacrificarse y de
dañ a r su p ro p ia n atu raleza, son to d o s iguales.
D o s s ie rv o s , el uno m a y o r y el o tro n iñ o ,25 era n p asto re s.
P erd iero n sus o v ejas, y c u a n d o le p re g u n taro n al m ay o r có m o ,
d ijo q u e p o r h a b e r esta d o ley e n d o un lib ro q u e h a b ía llev ad o

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Libros exteriores: Wai Pian

co n sig o .26 P reg u n tad o el niño, d ijo que p o r haberse distraído ju ­


gan d o a la taba. D iferentes uno y otro en lo que hacían, iguales
a la h o ra de p erd er las ovejas.
B oyi m u rió al p ie del m onte S hou y an g p o r g an a r fam a, y el
bandido Z hi p o r g an a r riquezas pereció en lo alto del D ongling;
diferen tes uno y o tro en la cau sa de su m uerte, iguales a la hora
de destru ir su v id a y d añ a r su naturaleza. ¿P or qué, pues, ha de
ser oblig ad o ju z g a r bien a B oyi y m al al bandido Z hi? Todo el
m undo sacrifica su vida. U nos la sacrifican p o r la benevolencia
y la ju stic ia , y a ésto s es co stu m b re llam ar señores; otros la sa­
crifican p o r los bienes y riquezas, y a éstos es co stu m b re llam ar
vulgo. Id én tico s a la h ora de sacrificar sus vidas, p ero los unos
señores y los otro s gente vulgar. C onsiderando el hecho de que
destru y ero n su v id a y dañaron su naturaleza, no h ay d iferencia
entre B oyi y el ban d id o Z hi. ¿P o r qué entonces e s a distinción
entre señores y vulgo?

D e q u ien m u d a su n atu raleza p o r ejercitar la b en ev o len cia y


la ju stic ia , y a fu era tan en ten d id o co m o un Z eng o un Shi, no d i­
je ra yo que es bueno. D e quien m u d a su n atu raleza p o r gustar
de los cinco sab o res,27 y a fuera tan enten d id o co m o Yu-er, no d i­
je ra yo que es b ueno. D e qu ien m u d a su n atu raleza p o r el placer
de los cin co to n o s, y a fuera tan en ten d id o com o S hikuang, no
d ijera yo que está do tado de fin o oído. D e quien m u d a su n atu­
ra le z a p o r g o z a r de los c in co co lo re s, y a fu e ra tan en ten d id o
co m o L izh u , no d ijera yo q u e e s tá d o tad o de e x c elen te vista.
C uan d o hab lo de b o ndad, no dig o tal a la b en ev o len cia y a la
ju stic ia , sin o a las cu alidades natu rales del hom bre, y n ad a m ás.
C uando d esp u és to m o a h ab lar d e la bondad, tam p o co digo tal a
la b en ev o len cia y la ju stic ia , sin o a la esp o n tan eid ad sin restric­
cion es, y n ad a m ás. C uando h ab lo de fino oído, no digo tal al
o ir lo de fuera, sin o al oirse a sí m ism o , y nada m ás. C uando h a ­
blo de ex celen te vista, no digo tal al v er lo de fuera, sino al v er­
se a sí m ism o, y n ad a m ás. Q uien no se ve a sí m ism o y sólo ve
al otro, q u ien no está contento co n sig o m ism o y sólo adm ira al

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Libro VIH. Dedos pegados

otro, ese h o m b re b u sca lo que el o tro h a c o n se g u id o y no su


propio co n ten tam ien to , bu sca el bien estar ajeno y olvídase del
propio.28 B u scar el b ien ajeno y olvidarse del p ro p io , no im porta
se trate del b an d id o Zhi o del m ism o B oyi, es ig u alm en te d e g e ­
n eració n y d escarrío. L ejos esto y yo de m erecer el Tao y su v ir­
tud, y p o r eso , ni p o r arriba oso ejercitar la b en ev o len cia y la
ju sticia, ni p o r abajo m e atrevo a darm e a la d eg en eració n y al
descarrío.

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LIBRO IX. CASCOS D E CABALLO

I. C on sus cascos pueden los caballos p isar la escarch a y la nie­


ve, y con su pelo resistir el viento y el frío; com en y erb a y beben
agua, levantan las p atas1 y brincan; he ahí la verdadera naturaleza
del caballo. L os encum brados estrados y los am plios palacios2 ca­
recen de in terés p a ra ellos. H a sta q u e ap areció B o le diciendo:
-« Y o sé cóm o m an ejar a los caballos». Y em pezó a quem arlos con
el hierro, a trasq u ilarlo s, a recortarles los cascos, a m arcarlos a
fu eg o ,1 a em bridarlos y trabarlos,4 a encerrarlos agrupados en esta­
b lo s:' dos o tres de cad a diez caballos m urieron. H ízoles después
pad ecer ham bre y sed, y trotar y galopar, y los puso en fila y los
adiestró; hízoles sufrir en su boca con el freno y am enazó su grupa
con el látigo.6 Al final m urieron m ás de la m itad de los caballos.
D ijo el p rim e r alfa re ro : -« Y o sé c ó m o m a n e ja r la arcilla ;
p u ed o h acer las fo rm a s red o n d as co m o trazad as a co m p ás, y las
cu a d rad a s co m o a escu adra».
D ijo el p rim er carp in tero : -« Y o sé có m o m an eja r la m adera;
h a g o las fo rm a s c u rv a s c o m o tira d a s a g a n c h o , y las re c ta s
co m o a co rd el» .
¿A caso p id en la n a tu ra le z a d e la a rc illa y la de la m a d e ra
co n fo rm arse a co m p ase s, escu ad ras, gan ch o s y c u e rd as? Y sin
e m b a r g o , g e n e r a c ió n tra s g e n e r a c ió n n o d e ja d e re p e tir s e :
—«B o le supo m an eja r a los ca b allo s, y alfarero s y ca rp in tero s sa-
b en m an e jar la arc illa y la m ad era.» ¡H e ah í el m ism o e rro r de
los q u e g o b iern an el m undo!

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Libro IX. Cascos de caballo

C o n sid e ro q u e no es a sí co m o o b ra qu ien sab e g o b ern ar el


m u n d o . E l p u e b lo p o se e u n a n a tu ra le z a in a lte ra b le : teje p a ra
vestirse y lab ra p ara alim en tarse. E s ésta cu a lid a d co m ú n a to ­
dos. H a cerse to d o s uno y sin acep ció n de p erso n as, a eso llám a­
se “esp o n tan e id ad n atu ra l” .7 P o r eso, en los tiem p o s de la p e r­
fecta v irtu d los h o m b res c a m in a b an p a u sa d a m e n te ,8 y su m irad a
era fran ca y sen cilla.9 E n esa ép o c a no h ab ía sen d e ro s ni m inas
en las m o n tañ as, ni sobre las ag u as barco s o p u en tes. L os m illo ­
nes de seres se m u ltip licab a n y v iv ían ce rca u nos de otros. N u ­
m ero sas eran las aves del cielo y las b estias d e la tierra; y las
yerb as y los árb o les crecían lib rem en te. P o r eso se p o d ía tirar de
los an im ales p a ra ju g a r co n ello s, y trep an d o h a sta lo alto c o n ­
tem p lar los n id o s de los cu e rv o s y d e las u rra c a s.IU
E n los tiem p o s d e la perfecta virtud los h om bres m oraban en
co m p añ ía de las aves y de las bestias, y con todos los seres ju n to s
vivían; ¿cóm o, pues, habrían podido distinguir entre el hom bre de
ho n o r y el ho m b re vulgar? Iguales en la ausencia d e co n o cim ien ­
to, todos vivían co nform e a su p ro p ia naturaleza; iguales en la au ­
sencia de am b iciones, todos eran puros y sencillos. S iendo puros
y sencillos, se p o d ía p reservar la naturaleza de las gentes.
A p areciero n los sabios, y se esfo rzaro n en p ra c tic a r la b e n e ­
v o len cia y se d esv iv iero n p o r e je rc ita r la ju s tic ia ;" y fue e n to n ­
ces cu an d o la co n fu sió n em p ez ó a re in a r en el m u n d o . A b la n d a ­
ro n 12 a los h o m b res con la m ú sica y los c o m p lic a ro n 11 co n los
rito s, y fu e en to n ce s cu an d o las d iv isio n e s em p e z a ro n a surgir
en el m u n d o . ¿C ó m o p o d rá h a b e r v aso s d e sa c rific io 14 si no es
tallan d o la m ad era virgen? ¿C ó m o p o d rá h ab e r cetro s ritu a le s15
si no es q u eb ran d o el ja d e b lan co ? ¿C ó m o p o d rá h ab e r b e n e v o ­
le n c ia y ju s tic ia si no es a b a n d o n a n d o el T ao y su V irtu d ? 16
¿ C ó m o p o d rá h ab e r rito s y m ú sic a si no es ap a rtá n d o se d e la
v erd ad era n atu raleza? ¿C ó m o p o d rá h ab er p in tu ras si no es c o n ­
fu n d ie n d o lo s c in c o c o lo re s ? ¿ C ó m o p o d rá n c o m p o n e rs e las
seis arm o n ía s si no es alb o ro ta n d o los cin co to n o s? D e stru ir la
m ad era v irg en p ara fa b ricar u ten silio s es el crim e n del c a rp in te ­
ro; arru in ar el T ao y su v irtu d es el crim en del sabio.

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Libros exteriores: Wai Pian

II . En los c a m p o s los c a b a llo s p ac en y e rb a y b eb e n agua-


cu a n d o e stán co n te n to s, se fro ta n el cu e llo u n o s c o n tra otros-
c u a n d o fu rio so s, v u elven la g ru p a y se co cean . E so es todo lo
q u e saben hacer.
M as c u a n d o se les ech ó al cu e llo la y u g u eta y se los aparejó
con fro n tiles en fo rm a d e luna, los cab allo s ap ren d iero n a rom ­
p er la v ara d e g u a rd ia ,17 a to rce r el cu e llo p ara q u itarse la y u g u e­
ta, a resistirse a los en g a n ch es del toldo, a e sc u p ir el freno, a ta­
ra z a r las rie n d a s . Si p u e s lo s c a b a llo s se to rn a r o n a s tu to s y
ad o p taro n ac titu d es h o stiles al h o m b re, el cu lp ab le n o fue otro
sin o B ole.
E n el tiem p o del e m p e ra d o r H exu, los h o m b res v iv ían tran ­
q u ilo s sin h a c e r n ad a, y cu an d o v iajab an no iban a n in g u n a p ar­
te. H o lg áb an se c u a n d o co m ían , se d ab an unas p alm ad itas en la
b arrig a, y se iban a pasear. E so e ra to d o lo q u e aq u e lla s gentes
sab ían hacer.
C u an d o ap a rec ie ro n los sab io s, d o b leg aro n y q u eb raro n a los
h o m b res co n los ritos y la m ú sica, p ara a sí co rre g ir las form as y
actitu d es de to d o el m undo; y p re sen taro n co m o m o d elo la b e ­
n e v o le n c ia y la ju s tic ia , p a ra c o n s u e lo d e lo s c o ra z o n e s del
m u n d o en tero. S ó lo en to n ces el p u eb lo se lanzó a la c a rre ra en
pos del c o n o c im ien to , y em p ez ó a lu ch ar a h in ca d am en te p o r las
ven tajas m ateriales. Y y a no se p u d o parar. D e to d o lo cu al los
solos cu lp ab les fu e ro n los sabios.

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LIBRO X. DESVALIJADORES
DE ARCAS

I. P ara p ro teg e rse c o n tra los lad ro n es q u e d esv a lijan arcas, y


vacían b o lsas, y d escerrajan arm a rio s, átase to d o esto co n recias
cuerdas y se c ierra co n sólidos can d ad o s. E s lo q u e se ac o stu m ­
bra llam ar in telig en cia. A h o ra bien, lleg a un lad ró n gran d e, que
carga co n el arm ario , a g a rra el co fre b ajo el b razo y se ec h a la
bolsa al h o m b ro , y su ún ico cu id ad o ah o ra n o es sin o q u e las
cuerdas y ca n d ad o s no sean lo bastan te fu ertes. C o n lo cual, lo
que las g en tes llam an in telig e n cia, ¿n o será g u a rd a r p a ra un la­
drón gran d e?
P ro b em o s a d ec la rar esto: L o q u e se ac o stu m b ra llam ar in te­
ligencia, ¿n o es g u ard ar p a ra un ladrón g ran d e? L o q u e se ac o s­
tum b ra llam ar sab id u ría, ¿no es p ro te g e r a los g ra n d es lad ro n es?
¿C óm o sab em o s q u e es así?
A n tañ o , e n el estad o d e Q i, los p o b lad o s v ec in o s se d iv isa ­
ban a lo lejo s, y se p o d ía o ir el c a n to de sus g allo s y el ladrido
de sus p erro s.' El territo rio en q u e po d ían e c h arse red es y nasas,
y q ue p o d ían lab rar arados y azad as, alca n zab a u n a ex ten sió n de
m ás de d o s m il li cu ad rad o s. E n el in terio r d e las cu atro fro n te ­
ras se lev an taro n tem p lo s d e lo s an tep a sad o s y tem p lo s d e los
esp íritu s d el su elo y de las m ieses;2 y tam b ién se estab leciero n
territo rio s a d m in istra tiv o s d e c in c o n iv e le s.1 ¿ A c a so no d e b ía
ser to d o co n fo rm e a lo in stitu id o p o r los sab io s? M as hete a q u í

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q u e un d ía T ian C h en gzi dio m u erte al p rín cip e de Q i y robó su


estad o . Y ¿có m o q u e sólo ro b ó el estad o de Q i? P ero que tam ­
bién robó al m ism o tiem p o sus sabias leyes. B ien es verdad q Ue
T ian C hen g zi se g an ó el títu lo d e ladrón, m as v iv ió después tan
tran q u ilo y seg u ro co m o Yao o S hun. L os estad o s pequeños no
osaro n co n d e n arle, ni los g ra n d es atacarle, y a sí p u d o conservar
el p o d er u su rp a d o en el estad o de Q i.4 ¿C ó m o no ha de poder
decirse que ro b ó no sólo el estad o de Q i, sino tam b ién sus sa­
bias leyes, p o r p ro teg e r su p erso n a d e ladrón?
P ro b em o s a d ec la rar esto: L o q u e se ac o stu m b ra llam ar suma
in telig en cia, ¿n o es g u ard ar p ara un ladrón g ra n d e? L o que se
ac o stu m b ra llam ar sab id u ría sum a, ¿no es p ro teg e r a los grandes
lad rones? ¿C ó m o sab em os q u e es así?
E n los tiem p o s an tiguos, a L o n g fe n g le d ec ap itaro n , a Bigan
le arran caro n el co razó n , a C h an g h o n g le d escu artizaro n , a Zixu
le a rro ja ro n al a g u a p a ra p asto d e los p eces. L o s c u a tro , con
to d a su sab id u ría, no p u d iero n e v ita r su p ro p ia ejecu ció n .
U no de sus seg u id o res p re g u n tó al ban d id o Z hi: -« ¿ T am b ién
los b an d id o s ten em o s una d o ctrin a?»
-« V a y a s a d o n d e vayas - l e resp o n d ió el b an d id o Z h i - siem ­
pre h ab rá una d o ctrin a. A d iv in ar lo q u e se g u ard a en u n a casa,
eso es sabid u ría; e n tra r el p rim ero , v alentía; salir el últim o, ju s ­
ticia; sab er si la acció n es o no p o sib le, inteligencia; rep artir el
b o tín eq u itativ am en te, b en ev o len cia. S in estas cin co cualidades,
nad ie en el m u n d o h a p o d id o lle g a r a ser un gran ban d id o .»
P o r d o n d e se v e q ue un h o m b re b u en o no p u ed e m antenerse
recto si no sig u e la d o ctrin a de los sabios, y que el ban d id o Zhi
no h u b iera p o d id o h ac er lo q u e h izo si no h u b iera seg u id o tam ­
bién la d o ctrin a de los sabios. E n el m u n d o p o co s son los h o m ­
bres bu en o s, y m u ch o s los q u e no lo son; de suerte q u e p o co es
el p ro v ech o q u e al m u n d o trae el sabio, y m u ch o el dañ o que le
acarrea. D e ah í el d icho: labios alza d o s,5 frío en los dientes; el
m al v ino de Lu trajo el asedio d e H an d an ;6 aparece el sabio, y
tras él el ban d id o . S ó lo d errib an d o a los sabios y lib eran d o a los
b an d id o s, v o lv e rá a re in a r el o rd e n en el m u n d o . S i el río se

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Libro X. Desvalijadores de arcas

seca, el v alle se to m a en erial; si la co lin a se d esm o ro n a , el b a ­


rranco se c o lm a al final. M u erto s los sabios, y a no h ab rá b a n d i­
dos, y en el m u n d o rein ará la p az y cesarán los co n flicto s.
Si los sab io s no m u eren, no d ejará d e h ab e r ban d id o s. C o n ­
fiar en los sab io s p ara g o b ern ar el m u n d o , es b en e ficiar so b re ­
modo a los b an d id o s Z hi. In v en tan unos el dou y el h u 7 p ara m e ­
dir, y los o tro s ro b an con el d o u y co n el hu\ fab rican unos pesas
y b alan zas p a ra pesar, y los o tro s ro b an co n pesas y balanzas;
unos h acen sellos* p ara d ar co n fian za, y los otros ro b an co n esos
m ism os sello s; p reco n izan unos b en e v o le n cia y ju s tic ia p ara e n ­
m endar a los h o m b res, y los o tro s ro b a n con b en e v o le n cia y ju s ­
ticia. ¿C ó m o se sabe q ue esto es así? Q u ien ro b a u n a h eb illa su ­
fre p e n a d e m u e rte , q u ien ro b a un e sta d o se c o n v ie rte en un
gran señ o r feu d al, y en las p u ertas de los señ o res feu d ales verás
escrito “ b en e v o le n cia y ju stic ia ” .9 ¿N o es esto ro b a r b en ev o len te
y ju stam en te, y co n sab id u ría y in telig en cia? P o r eso, a los que
van tras los g ran d es b an d id o s, y en salzan a los p o d ero so s señ o ­
res, y ro b a n con b en e v o le n cia y ju stic ia , y o b tie n e n p ro v ech o
del do u y del hu, y d e las pesas y balanzas, y d e los sellos, a los
tales no p ersu ad irás co n la p ro m esa d e re co m p en sarle s co n ricos
carruajes y g o rro s d e d ig n a ta rio ,10 ni tam p o co les p o d rás d eten e r
con la am en a za del h ac h a del verd u g o . Y así, e se h acer fa v o r al
bandido Z h i y no p o d er ac ab ar c o n sus fech o rías no es sino c u l­
pa de los sabios.
P o r eso se dice: “ El p ez no d eb e d ejar las p ro fu n d id a d es, y
las arm as afila d as del estad o no se d eb en m o stra r a los h o m ­
bres” .11 L o s sab io s, q u e son las arm as afila d as del m u n d o , no
deben an te el m u n d o brillar. Y así, sólo se p o d rá p o n er coto a
los g ra n d e s b a n d id o s c u a n d o se a c ab e c o n la s a b id u ría y se
abandone la in te lig e n c ia .12 A rro jad los ja d e s y d estru id las p e r­
las, y ya no h ab rá p eq u eñ o s ban d id o s. Q u em ad las tablillas c re ­
den ciales y ro m p ed los sello s, y el pu eb lo re to m a rá a su p rístin a
sim p licid ad . H en d ed los d o u y q u eb rad las b alan zas, y el pueblo
no reñirá. A b o lid las in stitu cio n es de los sabios, y el pu eb lo p o ­
drá to m ar p arte en los debates. D e sc o n certad las seis arm o n ías,

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d estru id p o r el fu eg o todas las flautas y u y los laú d es se ," tapad


los oídos a S h ik u a n g ,14 y en to n ce s las gentes del m undo entero
co n serv arán la fin eza de su oído. D estru y an se d ib u jo s y orna­
m en to s, c o n fú n d a n se los c in co co lo res, cié rre n se co n cola los
o jo s a L izhu, y en to n ces las g en tes del m undo g u ard arán la agu­
d ez a de su vista. S u p rím ase el g an c h o y la cu erd a, arrójense le­
jo s el co m p ás y la escu ad ra, ró m p ase los dedos a C hui el A rte­
sano, y en to n ce s las g en tes del m u n d o en tero co n serv arán sus
p ro p ias h ab ilid ad es. P or eso se dice: “ L a gran d estre za parece
to rp e ” .15 C o n d én ese la c o n d u c ta d e Z en g y de S hi, ciérrese la
b o ca a Yang y a M o, rechácese la b en ev o len cia y la ju sticia, y
en to n ces la v irtu d de todos los h o m b res p o d rá a lca n zar la identi­
d ad p ro fu n d a y m iste rio sa .16 Si los h o m b res g u ard an la agudeza
de su v ista, en el m u n d o no p o d rá h ab e r y a co n fu sió n . Si los
ho m b re co n serv an la fuerza de su oído, en el m u n d o y a no po­
d rá h ab er su frim ien to . Si los h o m b res co n serv an su natural co ­
no cim ien to , en el m u ndo y a no p o d rá h ab e r engaño. Si los hom ­
b re s c o n s e r v a n su v ir tu d , e n el m u n d o y a n o p o d r á h a b e r
ex travío. E so s Z en g , S hi, Yang, M o, S hikuang, G o n g ch u i, L iz­
hu, todos ello s b asaro n su v irtud en algo ex terio r a su persona, y
co n ello alb o ro taro n el m undo. Im itarles no lleva cam ino.

II. ¿N o co n o céis la época en q u e floreció la su p rem a virtud?


F u ero n los tiem p o s en que se sucedieron en el go b iern o del m un­
do R o n gcheng, D ating, B ohuang, Z hongyang, L ilu, L ixu, X uan-
yuan, H exu, Z u n lu , Z hurong, F uxi, S h en n o n g .17 E n aquella ép o ­
c a , la s g e n te s a n u d a b a n c u e rd a s p a r a r e g is tr a r lo s g ra n d e s
aco n tecim ien to s,18 en contraban sab ro sa su com ida, h erm o so s sus
vestidos, aleg res sus costum bres, có m o d as sus m oradas. D e un
estad o al vecino las gentes podían verse, y o ir ca n ta r a los gallos
y a los p erros ladrar, y sin em bargo envejecían y m orían sin h a­
berse v isita d o .19 E n una época así rein ab a un orden perfecto. De
p resente, en cam b io , se ha llegado al punto de v er a las gentes
estirar el cu ello y alzarse sobre las puntas de los pies m ientras se

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Libro X. Desvalijadores de arcas

dicen: “E n tal lu g ar hay un sab io ” . Y helos ah í co rrien d o hacia


allá, con las pro v isio n es bajo el brazo. D entro, abandonan a sus
padres, y fu era, el servicio de su señor. D ejan sus h uellas en su
continuo salir y en trar p o r las fronteras de los d iferentes estados,
y las ro dadas d e sus carros en su ir y v enir se cruzan en una dis­
tancia de m ás de m il li. Todo lo cual no es sino p o r culpa de la
grandísim a afición q ue los de arriba tienen a la inteligencia.
G u stan los de arrib a d e u sar la inteligencia, m as les fa lta el
Tao, y a sí el m u n d o cae en el m ás co m p leto deso rd en . ¿C óm o
sabem os q ue es así? C u an d o m u ch o es el ingenio a la h o ra de
fabricar arco s, b allestas, flech as, red es y to d o g én ero de tram ­
pas, los p ájaro s se alb o rotan en el cielo; cu an d o m u ch o es el in­
genio a la h o ra de fab ricar an zu elo s y cebos, red es y nasas, los
peces se alb o ro tan en las aguas; cu an d o m u ch o es el ing en io a la
hora de fa b ricar estac ad as,2" ce p o s y redes para lieb res, los a n i­
m ales se alb o ro tan en los p an tan o so s h erb azales. C u an d o m u ­
cho se d isp u ta u san d o las artes del em b u ste y del eng añ o , y con
las a rg u c ia s so b re “ lo d u ro y lo b la n c o ” , y c o n lo s so fism a s
acerca de “ lo id én tico y lo d iv e rso ” , las g entes del pueblo ac a ­
ban p erd ién d o se en la d iscusión. P o r eso, del p erm a n en te caos
que rein a en el m u n d o , la c u lp a no es sino de la afició n a la in te­
ligencia. Y a sí to d o el m undo se afan a p o r co n o c er lo que no c o ­
noce, y no b u sca co n o c er m e jo r lo q u e y a co n o ce. T odos saben
cen su rar lo q u e co n sid eran m alo, y no saben ce n su ra r lo que e s­
tim an bu en o . Y así es co m o el cao s rein a en el m undo. Y p o r
ello, en lo alto se o cu lta la luz del sol y de la luna, en lo b ajo la
esen cia sutil d e m o n tes y ríos se co rro m p e, y en el m ed io se p er­
turba el cu rso de las cu atro estacio n es. Y ya no ex iste g u sano o
insecto21 v o lad o r q ue no h a y a p erd id o su natural co n d ició n . ¡A
tal ex trem o h a lleg ad o la co n fu sió n en que h a su m id o al m u n d o
la afició n a la in telig encia! Y a s í es desd e los tiem p o s de las
Tres D in astías. N o se h ace ca so d e las gentes h o n estas y se e sti­
m a a los p illo s trep an tes;22 se ab a n d o n a el p lácid o n o -a ctu ar y se
estim an las en señ an zas de los charlatan es. S on esto s ch arlatan es
los que h an trasto rn a d o el m undo.

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LIBRO XI. DEJAR EN PAZ'

I. H em os o íd o d ec ir que es m en ester d ejar al m u n d o en paz y


no in terv en ir en él, y no hem os oíd o d ecir que se lo d eb a g o b er­
nar.2 El dejarlo en p az es p o r m ied o a que los h o m b re s1 vicien su
naturaleza. El no in terv en ir en él, p o r tem o r a q u e los hom bres
alteren su virtud. Y si ningún h o m b re v icia su n atu ra leza y to ­
dos p reserv an su v irtu d , ¿para qué g o b ern ar el m u n d o ? A ntaño,
cu an d o Yao g o b e rn ó el m u n d o , h izo re in a r en él la aleg ría, y
q u e los h om b res se sin tieran co n ten to s con su naturaleza. Ya no
h u b o tran q u ilid ad . C u an d o Jie g o b e rn ó el m u n d o , lo llenó de
trab ajo s y fatig as, y los h om bres ren eg aro n de su n aturaleza. Ya
no h u b o alegría. N o ten er tran q u ilid ad ni contento, es n eg ar la
virtud. N eg ar la v irtu d y p o d er d u ra r largo tiem po, n u n ca en el
m un d o se ha v isto tal.
Si el ho m b re se aleg ra en dem asía, m en o scab ará su Yang; y
si es d em asiad o su en o jo, su Yin su frirá dañ o .4 El d etrim en to del
Y in y del Y ang p e rtu rb a el o rd e n d e las cu a tro e sta c io n e s, y
ro m p e la a rm o n ía de los g ra n d e s frío s y lo s fu e rte s c a lo re s.
¿C ó m o , pues, no h ab rá de vo lv erse en dañ o para el cu erp o del
ho m b re? Q ue ello altera en éste la regularidad de sus alegrías y
en o jo s, y le hace o b rar d esatin ad am en te; pierde el d o m in io de
su p en sam ien to , y d etién ese a m ed io cam in o sin llev ar a térm i­
no su acción. E s en to n ce s cu an d o en el m undo surge la falsedad
y la p erv e rsid a d ,5 y d esp u é s ap a rec en c o m p o rta m ie n to s co m o
los del b andido Z h i, o los de Z eng y Shi. Y así todo el p o d er del

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Libro XI. Dejar en paz

m undo no b astará p ara p rem iar a los buenos, ni p ara ca stig a r a


los m alos el p o d er del m undo en tero será bastante. G rande es el
m undo, m as no b asta para p re m ia r y castigar. D esde los tiem pos
de las T res D in astías, se han d esg añ itad o p ro clam an d o que todo
se hace p o r el prem io o el castigo; ¿cóm o, en to n ces, podrán h a ­
llar h o lg an za p ara m an ten er estab le su auténtica y original n a tu ­
raleza?
¿G u sta el ho m b re de los p laceres de la vista? Se ex trav ía y
co n fu n d e en los colores. ¿G u sta d e los p laceres del oído? Se e x ­
travía y se co n fu n d e en los m u sicales sones. ¿G u sta de ejercitar
la b en ev o len cia? T rasto rn a su virtud. ¿G usta de ejercitar la ju s ­
ticia? C o n trav ien e la razón. ¿G u sta de p ra cticar los ritos? F o ­
m en ta sus m añ as.f,¿G u sta de la m úsica? F om enta en sí el d ese n ­
freno. ¿G u sta de la sabiduría? F o m e n ta en sí las artes. ¿G usta
del co n o cim ien to ? F o m en ta en sí un desm esu rad o esp íritu c ríti­
co. Si todo el m u n d o m an tien e estab le su a u tén tica y original
naturaleza, esto s och o géneros de co n d u cta bien p u dieran ex istir
o no existir; m as si las gentes del m u n d o no p erm an ecen en su
au tén tica y o riginal n aturaleza, estos ocho géneros de c o m p o rta­
m ien to lo re v u elv en y co n fu n d en todo, y alb o ro ta n el m u n d o
entero. M as hete aq u í que en to n ces el m undo em p iez a a h o n ra r­
los y ten erlo s en alta estim a; ¡a tal punto lleg a el ex trav ío del
m undo! ¿Im a g in á is q u e to d as é sta s son c o n d u c ta s p asa je ras?
P u es a h í v eréis q u e han de g u a rd a r ay u n o an tes de h a b la r de
esas n orm as, y han de h acer p ro fu n d as rev eren cias p ara recib ir­
las del m aestro , y h an de ca n ta r y d an zar para co n sag rarlas. ¡A
fe que n ad a se puede h acer para rem ediarlo!
Si un ho m b re de h o n o r se v iera fo rzad o a g o b ern ar el m u n ­
do, m ejo r fu era no actuara. N o actuando, p reserv aría la v erd ad e­
ra y o riginal n aturaleza. P or eso a quien estim a su p ro p ia p erso ­
n a m ás que al m u n d o entero, se le puede co n fia r el m undo; y a
qu ien am a m ás a su p ropia p erso n a que al m u n d o entero, se le
pu ed e en tre g ar el m u n d o .7 D e a h í que un hom bre de h o n o r no
p erm ita q ue sus cin co v isceras se desb o rd en , ni que su inteli­
g en cia brille; inm óvil com o un difu n to , m uéstrase rad ian tem en ­

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te v ig o ro so co m o un dragón; silen cio so co m o u n a sim a, retum ­


b a co m o el tru en o ;“ los m o v im ien to s d e su esp íritu se acuerdan
con el C ielo ;9 p erm an ecien d o en reposo sin actuar, los m illones
d e seres crecen cu al p o lv ared a lev an tad a p o r el v ie n to .1" ¿Q ué
necesid ad ten g o y o d e g o b ern ar el m undo?

II. C ui Q u p re g u n tó a L ao D an: -« ¿ C ó m o se p u ed e hacer


q u e la m en te d e los h o m bres se v u elv a h acia el b ien ," si no se
g o b iern a el m u n d o ?» A lo q u e L ao D an respondió:
-« C u id a de n o tu rb ar su m ente. L a m ente del h o m b re es de
tal natu raleza, q u e cu an d o la o p rim en se hunde, y cu an d o la em ­
pu jan se ex a lta .12 H u n d im ien to y ex altació n , que son prisión y
m uerte. B lan d a y d éb il, pu ed e v en c er lo duro y lo fuerte. C u an ­
d o a un h o m b re le a to rm e n ta s,13 su m en te arde de irritació n y se
h iela d e an sied ad . L a rap id ez d e las m u d an zas d e la m ente es
tal, q ue en un in clin ar y alzar la c a b e z a y a h a re to m a d o , después
de h ab e r ido h asta m ás allá d e los cu a tro m ares. C u an d o está en
rep o so , la ves en p ro fu n d a paz; c u a n d o agitada, elev a rse hasta
c o lg a r del cielo . A rro g an te y reb eld e, im posible de sujetar. A sí
es la m ente del ho m b re.
»A n tañ o el E m p era d o r A m arillo fue el p rim ero q u e tu rb ó la
m en te de los h o m b re co n la b en e v o le n cia y la ju stic ia . D espués,
Yao y S hun, sig u ien d o sus h u ellas y p o r alim en tar los cuerpos
d e to d o el m u n d o , p en aro n h asta q u e sus p an to rrillas quedaron
sin carn e y sin p elo s sus piernas; y aflig iero n sus c in co visceras
p o r p racticar la b en e v o le n cia y la ju stic ia ; y ag o taro n su energía
vital p o r estab le cer n o rm as y leyes. Y aun a sí no p u d iero n salir
con su intento. Yao h u bo de d e ste rra r a H uandou a C hongshan,
d e e x p u lsar a S an m iao h asta la reg ió n d e S anw ei, y de e x ila r a
G o n g g o n g a las tierras de Youdu. ¿N o es esto p ru eb a de q u e no
pu d o g o b ern ar b ien el m undo? L leg ó la ép o ca d e las T res D i­
n astías, y un esp a n to so deso rd en reinó en el m undo. E n lo m ás
b ajo ten éis a Jie y a Z hi, y en lo m ás alto a Z en g y a Shi. D es­
p u és su rg iero n las d isp u ta s e n tre letra d o s ru y se g u id o re s de

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Libro XI. Dejar en paz

M o. Y en to n ces fue cu an d o co n ten to s y ag rav iad o s em p ez aro n a


desco n fiar unos de otro s, ig n o ran tes y sabios a d esp reciarse m u ­
tuam ente, b u en o s y m alos a re crim in arse en tre sí, em b au c ad o re s
y gen tes d e ley a m o farse unos d e o tro s, y el m u n d o en tró en d e ­
cad encia. L a g ran v irtu d dejó de ser co m ú n a to d o s, y la original
natu raleza del h o m b re degeneró. E l m u n d o se afic io n ó al saber,
y el p u eb lo se co n su m ió bu scán d o lo . Y en to n ces se em p ezó a
usar el h ac h a y la sierra p a ra castigar, la cu erd a y la tin ta p ara
ejecutar, y el m artillo y el p u n zó n p ara aju sticiar.14 L a cu lp a de
tam año d eso rd en en el m undo, n o fue sino de q u ien es turbaron
la m en te de los hom bres. P o r eso el sabio se ap a rta y esco n d e
entre los risco s d e las altas m o n tañ as, en tanto q u e el señ o r de
m iles de carro s v iv e m oh ín o y tem b lo ro so en su palacio.
» E n lo s t i e m p o s q u e c o r r e n , lo s c a d á v e r e s d e lo s
a ju sticiad o s15 lleg an a fo rm ar g ran d es m ontones; in term in ab les
son las p ro c e sio n e s d e c o n d e n a d o s co n la c a n g a 16 al cu e llo y
cargados d e cad en as; p o r todos lad o s sólo ves g en te sen ten ciad a
a m uerte. Y h ete aq u í que los letrados ru y los seg u id o res d e M o
levantan el g rito 17 en m edio de las can g as y cadenas. ¡Ay! ¡Q ué
grande, q u é g ran d ísim a falta de p u d o r y d e v e rg ü en za la suya!
¿C óm o he p o d id o ig n o rar q u e la sab id u ría y el co n o c im ien to no
son sino los can d ad o s de las cad en as? ¿Y que la b e n e v o le n cia y
la ju stic ia só lo so n los cerro jo s d e las can g as? ¿C ó m o p u ed o sa­
b er que Z en g y S hi no fueron flech as tra z a d o ra s18 p a ra Jie y p ara
Z hi? D e ah í el d icho: “ E lim in ad a los sabios, d ese ch ad a los in ­
telig en tes, y un g ran orden re in a rá en el m u n d o ” .» 19

III. H acía d iez y nueve años q u e el E m p erad o r A m arillo re i­


n aba co m o h ijo del C ielo, y el m u n d o en tero ac atab a sus ó rd e­
nes. E n esto o y ó d ec ir que M aestro G u a n g ch en g h ab itab a en el
m onte K o n gtong. F u e a verle y le dijo:
- « H e o íd o decir, m aestro m ío, q u e habéis alca n zad o el Tao
suprem o. E n m i o sad ía q u isiera p re g u n taro s p o r la e se n cia sutil
de ese T ao su p rem o . E s m i d ese o p o see r la esencial del C ielo y

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d e la T ierra p ara fa v o rec er el c recim ien to d e los cin co cereales,


y a s í p o d er alim e n ta r al pueblo. Y tam b ién es d eseo m ío ad m i­
n istrar el Yin y el Yang p ara que se co n fo rm en co n to d o s los se­
res. ¿Q u é d eb o h acer?»
- « L o q ue d ese as co n o c er - d ijo M ae stro G u a n g c h e n g - es la
su stan cia de las co sa s;20 y lo q u e d ese as ad m in istrar son las h e ­
ces d e las co sas. D esd e q u e g o b iern a s el m undo, llu ev e antes de
q u e el v ap o r de las n u b es se h ay a co n d e n sad o , y las hojas caen
antes d e que y erb as y árb o les h ay an am arillead o ; y el b rillo del
sol y de la luna se h a em p añ ad o . C on esa tu pobre y c o rta m ente
de p ico de o ro ad u lad o r, ¿cóm o p o d ría yo hab larte del Tao su­
p rem o ?»
R etiró se el E m p e ra d o r A m arillo , y ab a n d o n an d o el go b iern o
del m u n d o , se h izo la b ra r una ca sita, q u e luego alfo m b ró con
e s te rilla s de ju n c o , y en ella v iv ió tres m eses. C u m p lid o este
tiem p o , fue de n u ev o a p ed ir la en señ an za.
M aestro G u a n g ch en g se h allab a aco stad o , v u elta la c a b eza al
sur.21 L leg ó se h asta él el E m p e ra d o r A m arillo co n g ra n d ísim o
re sp eto ,22 av a n zan d o sobre las ro d illas, y luego de to c a r el suelo
co n la frente, le dijo:
- « H e o ído decir, m aestro m ío, q u e hab éis alca n zad o el Tao
sup rem o . E n m i o sad ía q u isiera p re g u n ta ro s có m o se h a de g o ­
b e rn a r la p ro p ia p e rso n a p ara v iv ir largo tiem p o .»
L ev án tase lu eg o al p u n to M aestro G u a n g ch en g , y le dice:
—«¡B ien está e s a p regunta! ¡A cércate! Te h ab laré del T ao su ­
prem o . L a ese n cia sutil del Tao su p re m o es p ro fu n d a y o scu ra.23
L a cu m b re del T ao su p rem o está o cu lta y es silencio. N ad a m i­
res, n ad a escu ch es, co n se rv a la q u ietu d d e tu esp íritu y tu c u e r­
po se m an ten d rá re cto p o r sí m ism o. H as m en este r d e ca lm a y
p u reza, no fa tig a r tu cu erp o , ni a g ita r tu esp íritu , y a s í es com o
p o d rás alcan zar la lo n g evidad. Q ue tu s ojos n ad a v ean, q u e tus
o íd o s n ad a o ig an , q u e tu m en te n ad a co n o z ca, q u e tu esp íritu
vele p o r tu cu erp o , y tu cu erp o v iv irá largo tiem po . C u id a d e tu
interior, ciérrate al ex terio r,24 que el m u ch o en ten d im ien to lleva
a la ruina. Te ay u d aré a su b ir a las altu ras de la gran lu m in o si­

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dad, y alca n zarás las fu en tes del su p re m o Yang. Te ay u d a ré a


cru z a r las p u e rta s d e la p ro fu n d a o sc u rid a d , y a lc a n z a rá s las
fuentes del su p rem o Yin. El C ielo y la T ierra cu m p len ca d a uno
su m isió n , el Y in y el Yang tien en c a d a uno su lugar; cu ra bien
de v elar p o r tu cu erp o , y todos los seres p ro sp e rará n esp o n tá n e ­
am ente. E n cu a n to a m í, m e m an ten g o en la p u ra un id ad del Tao
su p rem o y d e su arm o n ía he h ech o m i m orada. A sí, he cu ltiv ad o
m i p erso n a d u ran te m il y d o scien to s años, y m i c u e rp o aún no
se ha d eb ilita d o .»
- « B ie n p u ed e d ecirse que M ae stro G u a n g ch en g es el m ism o
C ielo» - d ijo el E m p era d o r A m arillo lu eg o d e to c a r p o r dos v e ­
ces el suelo con la frente.
-« A c é rc a te - d i j o M ae stro G u a n g c h e n g -, q u e aú n he de h a ­
blarte. Él es u na c o s a 25 in fin ita , m as to d o s los h o m b re s p ien san
q u e tie n e un fin al. É l es u n a c o s a in so n d a b le , m as to d o s los
h o m b res im ag in an q u e tien e un lím ite. Él q u e a lc a n z a m i T ao,
a rrib a p u ed e s e r e m p e ra d o r y a b a jo p u e d e se r rey; el q u e se
ap a rta d e él, a rrib a só lo p u ed e v e r la luz y a b a jo se v u elv e en
tie rra .26 T odos los seres n acen de la tie rra y a la tie rra reto rn an .
P o r eso ah o ra he de ab a n d o n arte, p u es deb o c ru z a r las p u erta s
del in fin ito p a ra v a g a r p o r los c a m p o s ilim itad o s. B rilla ré con
el sol y la lu n a, m e h aré uno co n el C ielo y la T ierra. Q u ien a
m í v ien e, co n m ig o se hace uno; q u ien de m í se aleja, cae en las
tin ie b la s.27 N in g ú n h o m b re e sc a p a rá a la m uerte; só lo yo p e rd u ­
raré.»

IV. Y unjiang fue al este a pasear, y h ab ien d o atra v esad o las


ram as de F u y ao , q u iso la fo rtu n a q u e se e n c o n tra ra co n H ong-
m en g . V enía é s te c a m in a n d o a s a ltito s , c o m o lo s p á ja ro s, al
tiem p o que se d ab a azotes en las nalgas. A sí co m o le vio Yun­
jia n g , lu ego al in stan te se d etu v o , y p lan tán d o se re sp e tu o sa m e n ­
te ,28 le dijo:
-« ¿ Q u ié n sois, v en erab le? ¿Q ué h ace aq u í v u estra ven erab le
perso n a?»

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A lo que H o n g m en g, sin d ejar de b rin car y darse azotes, res­


pondió: -« E s to y d an d o un paseo».
-« G u s ta ría y o haceros una preg u n ta» - d ijo Y unjiang.
A lzó H o n g m en g la cab eza y clav a n d o en Y unjiang su m ira­
da, dijo: -« ¡A h !»
- « N o hay arm o n ía en la energía del C ielo - d ijo Y unjiang-, la
energ ía de la T ierra se h alla esto rb ad a, no hay orden en las seis
energías naturales, las cuatro estaciones se encuentran alteradas.
Q u isiera yo ah o ra co n certar la esen cia sutil de las seis energías
natu rales para alim en to de todos los seres. ¿Q ué deb o hacer?»
A lo que H o n g m en g, que p ro se g u ía con sus b rin q u ito s y azo­
tes, resp o n d ió m en ea n d o la cabeza: -« ¡ N o sé! ¡N o sé!» C on lo
q u e Y unjiang h u b o de partirse sin h a b e r o b tenido respuesta.
A l cab o de tres añ os, to m ó a v iajar h acia el este. A travesó
lo s c a m p o s d el e s ta d o d e S o n g , y d e n u e v o to p ó c o n H o n g ­
m eng. G ran d ísim o fue el contento d e Y unjiang, qu ien corriendo
h asta él, le dijo: -« ¿ O s habéis o lv id ad o de m í, oh C ielo ?29 ¿O s
h ab éis o lv id ad o d e m i, oh C ielo?» Y ren o v an d o sus p o strac io ­
nes to có el su elo con la frente, en la esp eran za d e o ir los c o n se ­
jo s de H ongm eng.
-« V ia jo flo tan d o sin sab er lo que b usco - d ijo H o n g m en g -;
an d o d e un lado p ara o tro sin sab e r a dónde voy; m e m u ev o en
m ed io de los in n u m erab les seres, p o r v er de co n tem p lar el v er­
dad ero ro stro .30 ¿Q u é p u ed o saber yo?»
-« T a m b ié n y o - d i j o Y u n jia n g - im a g in a b a q u e v a g a b a sin
ru m b o , m as las g en tes m e siguen a do n d e q u iera q u e vaya. Si
trato con ellas, só lo es p o rq u e no p u ed o h acer otra cosa; y a d e ­
m ás ah o ra soy el m o d elo que im itan . O s ru eg o m e co n ced áis
vu estro s co n sejo s.»
- « S i se p ertu rb a la ley del C ielo - d i j o H o n g m e n g -, si se v io ­
la la n atu raleza d e las cosas, estó rb ase la acción del m isterioso
C ielo. D isp érsan se los rebaños y m an ad as, y los p ájaro s cantan
p o r la noche. A lca n za el desastre a las yerb as y a los árboles, y
aun los in secto s31 n o se ven lib res de ta m a ñ a d e sg ra c ia . ¡Ay!
¡C ulpa es de q u ien es g ob iern an a los h o m bres!»

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-« S ie n d o a s í - d ijo Y u n jian g -, ¿qué pu ed o hacer?»


-« ¡A y ! - e x c la m ó Y u n jia n g - ¡N o tie n e re m e d io !12 ¡V uelve
presto a tu casa!»
-« H a rto d ifícil es el en co n traro s, oh C ielo - d ijo Y u n jian g -;
os ruego m e co n ced áis vuestros co nsejos.»
-« ¡A y ! -e x c la m ó H o n g m e n g -. P erfe c c io n a tu m en te. S ólo
has d e m an ten erte en el no-actuar, y las cosas se tran sfo rm arán
y en m en d arán p o r sí m ism as. A b a n d o n a tu cu erp o , v o m ita tu in­
telig en cia,11 su m érg ete en el o lvido de las cosas ex terio res, hazte
uno con la en e rg ía c ó sm ica ,14 lib era tu m ente y d eja suelto tu e s­
píritu, elim in a to d o cálculo y to d o intento. In fin ita es la v arie­
d ad del m illó n de seres, m as to d o s re to m a n a su ra íz .15 R eto m a
cad a cual a su raíz sin p ercatarse d e ello; m an ten ién d o se en la
in d istinción p rim o rd ial,36 acab ará sus días sin ab a n d o n ar su raíz.
P u es c u a n d o u san d o de su in te lig e n c ia lleg a a d a rse c a ta , se
a p a rta fin a lm e n te d e ella. N o d e b e s p re g u n ta r su n o m b re , ni
p ro b ar a d esc u b rir su verd ad era n aturaleza, que así los seres to­
do s n acerán y crecerán con to d a esp o n tan eid ad .»
- « M e h a b é is c o m u n ic a d o la v irtu d , o h C ie lo - d i j o Y un­
jia n g -; y m e h ab éis m o strad o el silencio. H e p asa d o la v ida b u s­
cán d o lo , y ah o ra p u ed o d ec ir q u e lo he hallado.»
P o strán d o se, to m ó a to car el su elo con la frente; levantóse
lu ego, se d esp id ió y se partió.

V. El h o m b re del m undo g u sta de aq u ello s q u e se le asem e­


ja n , y d etesta a q u ien es le son d iferen tes. E sp era q u e los dem ás
sean co m o él, y no d ese a que los d em ás sean de o tro m odo. Y es
a sí p o rq u e q u iere d estac ar d e en tre la m ultitud. Q u erien d o , e m ­
pero, d estac ar d e en tre la m u ltitu d , ¿cóm o p o d rá v erd ad eram en ­
te lleg ar a d estacar? P ues co n fo rm án d o se a la m u ltitu d h alla so­
siego, y su ex p e rien cia n u n ca será tan v asta co m o el talen to de
aquélla.
Q u ien es am b icio n an el p o d er del estad o , bu scan las ventajas
de los em p erad o res d e las T res D in astías, m as no v en su ruina;

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usan del estad o p a ra g ran jearse su p ro p ia fortuna. P ero ¿cuántos


se ha visto que se h ay an gran jead o su pro p ia fo rtu n a sin arruinar
al estad o ? Q ue h ay an p reserv ad o el estad o , ni uno entre un m i­
llón; q u e los que lo han arru in ad o , sin h ab er ten id o éx ito una
sola vez, son un m illó n sobrado. ¡L ástim a que no se les alcance
esto a qu ien es p o seen la tierra !37
Q u ien es p o see n la tierra, p o see n una co sa gran d e; y quien
p o see una co sa g ran d e, no debe d ejarse d o m in ar p o r las co sa s.3*
S ólo d o m in án d o las y no siendo esc la v o de ellas,39 se puede ser
señ o r de las cosas. Q u ien ve claram en te al q u e rige las cosas, él
m ism o no es cosa, ¿có m o p o d rá lim itarse a g o b ern ar a la gente
co m ú n del m u n d o ? P o d rá e n tra r en los seis p untos del esp acio y
sa lir de ello s, y m o v e rse lib rem en te p o r las n u ev e re g io n e s,40
y en d o y v in ien d o a su antojo. A esto llam an in d e p e n d e n c ia .41
U n h o m b re in d ep en d ien te es la su p rem a nobleza.
L a en se ñ an za d e los g randes h o m b res42 es com o el cu erp o a
su so m b ra, co m o el so n id o a su eco. C u an d o se les p reg u n ta,
re sp o n d e n ; d an to d o lo q u e tien en d e n tro ; h á c e n se ig u a le s a
to d o el m undo. M o ran en el silencio, y andan por d o n d e no se
dejan huellas. G u ían a la inquieta m u ch ed u m b re, y se m ueven
p o r la reg ió n sin p rin cip io ni final. S alen y entran p o r el esp acio
sin b o rdes, siem p re n u evos com o el sol. Su cu erp o y p erso n a se
han h ech o uno con la G ran Ig ualdad.43 E n la G ran Igualdad ya
no ex iste el yo; y no ex istien d o el yo, ¿cóm o podrían aferrarse a
las fo rm as m ateriales? A tiénense unos al ser, los an tig u o s h o m ­
bres de honor; o tro s al n o -ser se atienen, los am igos del C ielo y
de la T ierra.44

[A u n q u e las co sa s sean d esp reciab les, es m en este r a c o m o ­


darse a ellas. P o r vil y m ezquina que sea la gente, es m en ester
ten erla en cuenta. E s m en ester c u m p lir nu estro s co m etid o s, a u n ­
que n ad ie nos v ig ile. E s m en ester p ro m u lg ar leyes, p o r m ás que
no sean precisas. E s m en ester o b ra r en ju stic ia , au n q u e esté le­
jo s d e n u estro g usto. Es m en ester e x ten d e r nuestra b en e v o le n ­
cia, y no lim itarla a los que nos son p róxim os. C o m p licad o s son

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Libro XI. Dejar en paz

los ritos, m as no es p o sib le ex c u sa r que se acum ulen. E n el ju s ­


to m ed io está la v irtu d, m as es m en este r en salzarla. U no es el
Tao, m as no p u ed e p erm a n ece r inm utable. D iv in o es el C ielo,
pero no pued e d ejar de obrar.
P o r eso el sab io co n tem p la el C ielo, m as no le ayuda; p erfec­
cio n a la v irtu d , p ero sin vo lv erse en su esclavo; in sp írase en el
Tao, m as no p ara im ag in ar trazas; co n fó rm ase a la b en e v o le n ­
cia, p ero sin ap o y arse en ella; cu m p le con la ju stic ia , p ero sin
ex c e so s; o b s e rv a los rito s, m as sin e s ta b le c e r p ro h ib ic io n e s;
ac ep ta la tare a en co m en d ad a, y n o la rehúsa; o b ed e ce las leyes,
sin cau sar alb o ro to s; apóyase en la gente, y no la m enosprecia;
aco m ó d ase a las co sas, y nunca las rechaza. N o p u ed e m en o s de
h ac er p o r los seres, aunque ésto s no se lo m erezcan . Q uien no
h a lleg ado a co m p re n d er el C ielo, no puede alca n zar la p ureza
de su virtud; q u ien no h a llegado a co m p ren d er el Tao, no es c a ­
p az de nada. ¡C uán m iserab le, el que no ha llegado a c o m p re n ­
d er el Tao!
¿Q ué es el Tao? E xiste el Tao del C ielo y ex iste el Tao del
hom bre. S er de to d o s resp etad o sin actuar, he ah í el Tao del C ie­
lo. A g o b iarse de trab ajo p o r actuar, he ah í el T ao del hom bre.
S er señor, Tao del C ielo. Se v asallo , T ao del hom bre. L ejo s está
un o del otro. H arto es m en este r sab er d istin g u irlo s.]45

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LIBRO XII. CIELO Y TIERRA

I. A u n q u e in m en so s el C ielo y la T ierra, uniform es son sus


ca m b io s. A u n q u e in n u m era b le s los seres del u n iv erso m undo,
u n o es el o rd en ' al q u e se atienen. A u n q u e n u m ero so s los h o m ­
bres, un so lo p rín cip e los gobierna. F u n d am én tase el p rín cip e en
la v irtu d y en el C ielo h alla su p erfecció n . D ícese p o r eso que
los p rín cip es d e la re m o ta antig ü ed ad g o b ern ab an el m u n d o con
el n o -actuar, d ejab an q u e las cosas sig u ieran su cu rso natural, y
e so e ra todo.
Si se co n sid era las p alab ras d esd e el Tao, los títu lo s serán c o ­
rrecto s.2 Si se c o n sid e ra las d iv isio n es d esd e el Tao, h ácen se p a ­
ten tes los d eb eres del señ o r y sus v asallo s. Si se co n sid era el ta­
lento d esd e el Tao, los m an d arin es del m u n d o entero cum plirán
cab alm en te su m isió n . Si se co n sid era to d o desd e el Tao, los m i-
l l o n e s d e s e r e s s i e m p r e se c o r r e s p o n d e n d e la m a n e r a
ad e cu ad a .3 P o r eso co m p re n d e r al C ielo , es Tao; aco m o d arse a
la T ierra, V irtud; m o v erse entre el m illó n de seres, ju s tic ia ;4 g o ­
b e rn a r a los h o m b res q u ien está arrib a, cu m p lim ie n to ;5 d esp le­
g ar el pro p io talen to , h abilidad. L a h ab ilid ad se en c ie rra en el
cu m p lim ie n to , el c u m p lim ie n to en la ju stic ia , la ju s tic ia en la
V irtud, la V irtud en el Tao, y el T ao en el C ielo. Y así se dice:
“ A n tañ o , al tiem p o d e p ro v eer al su sten to del m undo, lo s so b e­
rano s no tenían d eseo s y al m u n d o n a d a le faltaba; no actuaban
y los seres to d o s se tran sfo rm ab an p o r sí m ism o s; silen cio so s
co m o el ab ism o , y las g en tes vivían en p a z ” .6 E scrito está: “ P e ­

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Libro XII. Cielo y tierra

n e tra en el U n o y triu n fa rá s en c u a lq u ie r em p re sa; n o ten g as


am b icio n es y los esp íritu s a tus pies se p o n d rá n ” .7

II. D ice el M aestro:8 -« E l Tao cubre y sostiene a todos los se­


res, ¡inm enso en su grandeza! El sabio no puede m enos de vaciar
su m ente si quiere com prenderlo. A ctuar sin actuar, he ahí el Tao;
hablar sin hablar, he ahí la Virtud;9 am ar a los hom bres y aprove­
char a los seres, he ah í la benevolencia; tener por igualdad las dife­
rencias, he ah í la grandeza; no com portarse de form a desatinada,
he ah í la am plitud de espíritu; abarcar dentro de sí las innúm eras
diferencias, he ah í la riqueza. Y por eso aferrarse a la Virtud es la
norm a universal, la práctica de la V irtud es la propia afirm ación,
obedecer al Tao es la previsión com pleta, no sufrir desánim o por
causa de las cosas exteriores es acabada entereza. U n hom bre de
honor com prende con claridad estos diez extrem os, y tóm ase am ­
plia y vasta su m ente, que los seres todos a él acuden. U n hom bre
así esconde el oro en las m ontañas y las perlas en las profundida­
des del m ar, no se afana por acum ular bienes, ni b usca honores y
riquezas; la longevidad no es para él ocasión de contento, ni de
tristeza una m uerte prem atura; ni se ufana de sus logros, ni de su
pobreza se avergüenza. A unque posea todas las riquezas del uni­
verso, no se tendrá p o r su dueño; aunque reine sobre el m undo, no
hará alarde de su persona. H acer alarde es brillar. T odos los seres
son uno solo. M uerte y vida son lo m ism o».10

D ice el M aestro: - « E l T ao m o ra en la o scu rid ad del abism o,


y es lim p io co m o el ag u a cristalin a. Sin él los in stru m en to s de
m etal o p ie d ra n o p o d ría n sonar. E sto s in stru m e n to s su e n a n ,
m as só lo si se los go lpea. ¿Q u ién es ca p az de d eterm in a r la re s­
p u esta del m illó n de seres?»
«El ho m b re d e gran virtud" co n se rv a su sim p licid ad natural
y d e sd e ñ a e n re d a rse en m u n d a n o s n e g o c io s; a sié n ta se firm e ­
m en te sobre su fu n d am en to y orig en , y su en ten d im ien to p e n e ­
tra en lo in so n d ab le. P o r eso v asta es su v irtud, y su m en te sólo

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Libros exteriores: Wai Pian

resp o n d e req u erid a p o r las cosas exteriores. D e ah í que el cuer­


po só lo pu ed a ser en g en d rad o p o r el Tao, y la v ida sólo p o r la
V irtud m an ifestarse. C o nservar el cu erp o y alcan zar una avan­
zad a edad, afirm ar la V irtud y co m p ren d er el Tao, ¿no es esto
p o see r una gran v irtu d ? ¡G randioso! ¡Surge de im proviso y se
m ueve p o d ero sam en te, y todos los seres se le som eten! E se es el
h o m b re de gran virtud.
»L o m iras y es o scu ridad, lo escu ch as y es silencio. S ólo en
m ed io de su o scu rid ad ves la luz, y sólo en m edio de su silencio
o y es la arm onía. P ro fu n d id ad de pro fu n d id ad es, puede e n g e n ­
d ra r las cosas; m isterio d e los m isterios, p u ed e fo rm ar la esencia
su til.12 P or eso el Tao está unido a los seres; suprem a Vacuidad,
q u e a todas las n ecesid ad es no d eja de proveer; g alo p an d o sin
cesar, m as seguro refu g io p ara todos. [G randes y p equeños, lar­
gos y cortos, p ró x im o s y lejan o s.]» 13

III. E m p erad o r A m arillo viajó h asta el norte del río R ojo, y


subió al m onte K unlun. P udo co n tem p lar desde lo alto las tie ­
rras al sur. E n el cam in o de retorno p erd ió su perla m iste rio sa .14
D esp ach ó a In telig en cia para que la buscara, m as no la pudo e n ­
contrar. D espachó a P ersp ica cia15 p ara que la buscara, m as tam ­
po co la pudo hallar. D espachó a D ialéctica p ara que la buscara,
y tam p o co éste fue cap az de encontrarla. E ntonces en v ió a bus­
carla a In ap arien cia,16 y éste sí la encontró.
-« ¡M a ra v illa es -e x c la m ó el E m p erad o r A m a rillo -, que sólo
In ap arien cia la h ay a p o d id o encontrar!»

IV. El m aestro d e Yao fue X u You; el m aestro de X u You fue


N ie Q ue; el m aestro de N ie Q ue fue W ang Ni; el m aestro de
W ang Ni fue B eiyi.
Yao p reguntó a X u You: -« ¿ P u e d e N ie Q ue g o b ern ar en ca li­
dad de hijo del C ielo? Es m i deseo p ed ir a W ang Ni que le in v i­
te a venir».

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Libro XII. Cielo y tierra

-« ¡G ra n d e p elig ro hay en ello! - d ijo Xu Y o u -. ¡Tanto, que


aun el m ism o m u n d o se v ie ra a m e n a z a d o ! P u es N ie Q u e es
hom bre de gran d e in teligencia y notable sabiduría, d esp ierto y
vivaz, cu y o n atural sobrepasa al del com ún de los m ortales. Y
así es co m o u sa d e los m odos h u m an o s p ara c o rre s p o n d e r al
C ielo. A saz d iestro a la hora de im p ed ir los erro res, m as ig n o ­
rante de la ca u sa que los produce. ¿G obernar en calid ad de hijo
del C ielo un ho m b re com o él? A p o y aríase en el ho m b re y se o l­
v id aría del C ielo. N o hay du d a en que se to m aría a sí m ism o
com o m o d elo p ara reform ar a los que le son diferentes; tendría
en alta estim a su in teligencia y se d aría traza para alcan zar rá p i­
dam en te sus fin e s;17 v o lv eríase en esclav o de los m en u d o s n eg o ­
cios y las co sas ex terio res le ten d ría n a ta d o ;18 m iraría a todas
partes y a to d as las cosas acogería; q uerría aten d e r a todos los
req u erim ien to s b u scando lo m ás conveniente; m u d aría sin cesar
a ten o r de las co sas y no ten d ría fijez a alguna. ¿C óm o po d ría
go b ern ar en calid ad de hijo del C ielo? T oda tribu tien e sus an te­
pasados, y él p o d ría ser padre d e la m u ch ed u m b re, m as nunca
ser p adre de los pad res de la m u ch ed u m b re.19 El go b iern o es el
origen de todos los desórdenes. El gobierno es la ca u sa de las
desg racias de los súbditos y d e la p erdición del so b eran o .» 20

V. Yao fue a visitar la región de Hua, y el guardián de la fronte­


ra le dijo: -« ¡O h sabio varón! R uégole se digne aceptar m is m ejo­
res votos, que el sabio varón alcance a vivir largos, largos años».
-« R e h u s ó » - d ijo Yao.
-« Q u e el sab io varón o b ten g a riqueza» - d ijo el guardián de
la frontera.
-« R e h u s ó » - d ijo Yao.
-« Q u e el sabio varón tenga m uchos hijos varo nes.»
-« R e h u s ó .»
- « L o n g e v id a d , riq u e z a y m u c h o s h ijo s v a ro n e s - d i j o el
guardián de la fro n te ra - son cosas q u e todo h o m b re desea. Sois
el solo q ue no las deseáis. ¿C uál es la razón?»

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-« L o s m u ch o s h ijo s varo n es -re s p o n d ió Y a o - son ocasión


de m u ch o s tem o res; la riqueza, de m uchos enfados; la longevi­
dad , de m u ch as o fen sas. Son tres circu n stan cias q u e no p erm i­
ten cu ltiv ar la v irtu d , y p o r eso he rehusado.»
-« T e n ía o s y o an tes p o r un gran sab io - d ijo a esto el guardián
d e la fro n te ra -, m as ah o ra veo q u e sólo sois un ho m b re de ho­
nor.21 El C ielo en g e n d ra a todos los h om bres, y h acién d o lo no
d eja d e asig n arles un com etido. Si se tiene m uchos hijos v aro ­
nes, y cad a uno recib e su com etido, ¿qué tem ores p u ed e haber?
Si sien d o rico, se co m p arten las riq u ezas con los d em ás, ¿qué
en fad o s pu ed e h ab er? El sabio, cual co d o rn iz, vive tran q u ilo en
cu a lq u ie r parte; cu al p olluelo, no b u sca afan o so su alim en to ;22
cual p ájaro, v u ela sin d ejar rastro. C u an d o en el m u n d o rein a el
o rd e n del Tao, p a rtic ip a d e la g en e ral p ro sp e rid ad ; c u a n d o el
m u n d o se alb o ro ta p o r la ausencia del Tao, cu ltiv a la virtud reti­
rad o d e los m u n d an o s negocios. Al cabo de m il años, hastiado
del m u n d o , lo ab an d o n a y se elev a h acia lo alto; cab alg an d o las
b lan cas nubes alca n za la tierra d e la V acuidad.23 N in g u n o d e los
tres m ales24 p u ed e alcanzarle, y su perso n a no puede su frir daño
alguno. A sí pues, ¿q u é o fensas p o d rá recibir?»
D icho lo cual, el g u ard ián de la fro n tera se partió. C o rrió tras
él Yao y le dijo:
-« P e rm itid os p reg u n te qué deb o hacer.»
-« ¡A p a rta o s !» - l e fue respondido.

V I. C u an d o Yao g o b ern ab a el m undo, B ocheng Z ig ao re ci­


bió de él un feudo. Yao ab d icó el tro n o en S hun, y éste después
en Yu. B ocheng Z ig ao ren u n ció a su feu d o y se en treg ó al c u lti­
vo d e la tierra. Yu fue a verle, y se h alló que estab a aran d o su
cam p o . L leg ó se ju n to a él Yu con g ran d ísim o respeto, y le p re­
guntó:
-« T ie m p o ha, cu an d o Yao g o b ern ab a el m undo, m i m aestro
recib ió y d esem p eñ ó la alta d ignidad de señ o r feudal. D espués
Yao ab d icó en S h u n , y S hun ab d icó e n m i perso n a, y en este

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Libro XII. Cielo y tierra

pu n to mi m aestro ren uncia a su feudo y se retira a cu ltiv ar la


tierra. O saría p reg u n tarle qué ocasión le h a m o vido a ello.»
-« T ie m p o h a - d ijo a esto Z ig a o -, cuando Yao g o b ern ab a el
m undo, no era m en ester reco m p en sar al pueblo para q u e éste se
p e rsu a d ie ra a o b ra r el bien; ni h a b ía n e c e sid a d d e c a stig a rlo
para que se ab stu v iera de o b rar el m al. E m pero, de p resen te vos
prem iáis y castig áis, m as el pu eb lo y a no es bueno. D e ahí viene
que la virtud se h ay a debilitado y los suplicios estab lecid o ; y de
ahí tam bién ha de v en ir el com ien zo de los futuros desórdenes
que asolarán el m undo. ¿P or qué no os partís, m i señor? Q ue no
h acéis sino retrasar m i trabajo.»
Y bajan d o la cabeza, p rosiguió arando su cam po, sin v o lv er
la m irada.

V II. El g ran p rincipio25 fue la N ada; no h ab ía Ser, ni h abía


n o m b res.26 D e ella surgió el U no. H abía el U no, p ero no h abía
fo rm as co rp ó reas. P articipando de él nacieron los seres, y a esto
nóm b rase V irtud. Lo que no ten ía fo rm a co rp ó rea se d iv id ió ,27 y
de ah í se sig u ió un incesante m o v im ien to , a lo que se nom bra
D e stin o . (L a e n e rg ía p rim o rd ia l) e n su a lte rn a n c ia d e m o v i­
m ien to y reposo en g en d ró los seres.2* C o n stitu y éro n se éstos de
m uy d iversas m an eras, y a esto se no m b ra form a. L a fo rm a c o r­
pó rea g u ard a el esp íritu, y cad a uno tiene sus p ro p ias leyes, y a
esto llam an natu raleza. M ediante el cultivo y p erfeccio n am ien to
de la p ro p ia n atu raleza, se reto rn a a la V irtud, y qu ien h a alcan ­
zado la V irtud se hace uno con el origen del universo. H acerse
uno con él es V acuidad, y V acuidad es grandeza. C o n fu n d irse
con el can to de los p ájaro s;29 y en esa confusión con el canto de
los pájaros alcan zar la gran co n fu sió n con el C ielo y la T ierra.
E sta g ran co n fu sió n es el total d e sv a n e c im ie n to , q u e aparece
co m o sim p licid ad y tam bién co m o oscuridad. N ó m brase a esto
V irtud P rofunda, y se identifica co n la gran arm o n ía.30

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VIII. P reg u n tó el M ae stro 31 a L ao D an: -« H a y h o m b res que


cu ltiv an el Tao co m o si le volvieran la e sp a ld a :12 dicen que es lí­
cito lo q ue no lo es, y de lo que no es verdadero d icen ser v erd a­
dero. A firm an los d ia lé c tic o s:13 “ D istin g u ir lo duro y lo blanco
es co m o v er lo q u e cu e lg a ante n o so tro s” . ¿P uede tenerse por
sab io a un h om bre así?»
- « U n h om bre a s í - l e resp o n d ió L ao D a n - es co m o el serv i­
d o r o el artesan o atad o a sus h abilidades, que fatiga su cuerpo y
tu rb a su m ente. Al p erro q u e caza zorros lo atan, y al m o n o por
su d estreza lo arran can de las b o sco sas m ontañas. Q iu, te diré
algo que no serás ca p az de co m p ren d er ni de ex p resar con p ala­
bras. N u m ero so s son los que, teniendo ca b eza y p ies, carecen de
m ente y co n o cim ien to ; m as es del to d o im posible la unión d e lo
que tien e cu erp o con lo que carece de cu erp o y no tiene fig u ra .14
M o v im ien to y reposo, m u erte y vida, ruina y p rosperidad, todo
ello es algo n atural y no se sabe p o r q u é es así. El p o n er orden
en las cosas, al h o m b re com pete. O lv id arse de las cosas y o lv i­
d arse del C ielo es lo que se llam a o lv id o de sí m ism o. El ho m ­
b re que se ha o lv id ad o de sí m ism o, es aquel de qu ien se dice
que h a en trad o en el C ielo.»

IX. Jian g lü M ian fue a v er a Ji C h e 15 y le dijo: - « E l príncipe


de L u h a dicho a M ian: “ O s ruego m e deis consejo y e n se ñ an ­
z a ” . N o he p o d id o rehusar, y hube de dárselos; ahora bien, ig n o ­
ro si he acertado o no. P erm ita el m aestro que le h ag a co nocer
m is palab ras. D ije, pu es, al p rín cip e de Lu: “ Es m en este r que
seáis resp etu o so y au stero; que elijáis a h om bres ju sto s y leales,
sin acep ció n de p erso n as. Y a sí n in g u n o d e v u estro s sú bditos
o sará m o strar su d esa cu erd o ” ».
O y en d o lo cual, Ji C he rom pió en grandes carcajad as, y dijo:
-« V u e stra s palab ras, m aestro, acerca d e la virtud de los so b era­
nos y reyes, son co m o la m antis q u e lev an ta sus patas p ara d ete­
n er la rueda de un c a rro .16 A fe que no h a de ser capaz. P ues si
v erd ad eram en te es así, su perso n a estará en m uy serio peligro,

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Libro XII. Cielo y tierra

los n eg o cio s de su co rte serán m uchos, y m u ch ed u m b re los que


acu d an a él p o r seg u ir sus h u ellas» .37
-« ¡L a s palabras del m aestro llenan a M ian de confusión! - e x ­
clam ó Jianglü M ian, esp a n ta d o -. E m pero, harto holgara yo que el
m aestro m e declarara las grandes líneas de su enseñanza.»
- « E l g o b ie rn o d e lo s g ra n d e s s a b io s - d i j o Ji C h e - tie n e
co m o n o rm a lib erar la m ente del p u eb lo , y hacer q u e las gentes
se ed u q u en y m u d en sus costum bres; y ex tirp ar to d a to rcid a in ­
ten ció n y fo m en ta r el d eseo de la p ro p ia p erfec ció n , co m o si
todo esto v in iera de la n atu raleza pro p ia, pero sin q u e las gentes
sepan p o r qué es así. Y en tonces, ¿p o r qué re v ere n ciar a Yao y
S hun co m o m aestro s y guías del p u eb lo , y o b ed ecerles c ie g a ­
m en te?38 E l deseo (del sabio) es q u e (el pueblo), id entificándose
con la V irtud, alcan ce el sosiego d e su m ente.»

X. Z ig o n g h ab ía viajado al sur, al estad o de C hu, y ah o ra re ­


to m a b a al estad o de Jin. C ru zab a las tierras al su r del río H an,
c u a n d o to p ó c o n un a n c ia n o q u e se h allab a tra b a ja n d o en su
huerto. H ab ía cav ad o un g alería h asta el pozo, y p o r ella sacaba
en un cubo el ag u a p ara regar. M ucho era el esfu erzo del an c ia­
no, y m en g u ad o s sus resultados. D íjole Z igong:
- « S i a q u í h u b ie ra un artilu g io , en un d ía se p o d ría n re g ar
cien tablas; co n p o q u ísim o esfu erzo se o b ten d rían gran d es re ­
su ltad o s. ¿N o os d aría gusto tenerlo, m aestro?»
A lzó la ca b eza el h ortelano y, puestos en él los ojos, dijo a
Z ig o n g : -« ¿ C ó m o es ello?»
- « E s un artilu g io - d ijo Z ig o n g - hecho de un tro n co ah u e ca­
do, p esa d o p o r d etrás y liv ian o p o r delante. S aca el ag u a con
gran facilid ad , y tan de p risa co m o cuando el caldo d esb o rd a al
hervir. Se llam a cig o ñ al.»
D em u d ó se el ro stro del h o rtelan o de puro enojo, y luego dijo
riendo: -« T e n g o ap ren dido de m i m aestro que quien usa de arti-
lugios m ecán ico s, fu erza es que se o cu p e de tareas m ecán icas, y
o cu p án d o se de tareas m ecánicas, su m ente no p o d rá m enos de

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to m a rse en m áq u in a. C on una m en te v u elta m áq u in a, no se p u e ­


de co n se rv ar la p u ra y lu m in o sa v acu id ad interior; al n o co n se r­
v ar la p u ra y lu m in o sa vacu id ad interior, su espíritu no puede
alca n zar el so siego; y con un esp íritu sin sosiego, es im posible
s o s te n e r el T ao. A s í q u e no es q u e d e sc o n o z c a e se a rtilu g io ,
sino q u e v erg ü en za sen tiría de usarlo».
O y e n d o lo cu al, Z ig o n g q u ed ó to d o c o rrid o y, b ajan d o la ca ­
beza, n ad a replicó.
A p o co rato, el h o rtelan o le preg u n tó :
- « ¿ Q u é sois v o s?»
- « S o y un d iscíp u lo de C o n fu cio » -re s p o n d ió Z igong.
- « ¿ N o seréis - d i j o el h o rte la n o - uno de eso s q u e c o n sus
m u ch o s co n o c im ien to s se hacen p a sa r p o r sabios, q u e se p a v o ­
n ean p ara d estac ar e n tre la m u ltitu d ,39 y que no hacen m ás que
an d a r co n sus m u sicales lam entos p o r g a n a r fam a en el m undo?
O lv id ao s de v u estro esp íritu , no os aferréis a v u estro cu erp o , y
¡ya casi hab réis alca n zad o (el Tao)! Si n o sois ca p az de g o b e r­
n ar v u estra p ro p ia p erso n a, ¿cóm o h ab ríais de p o d er g o b e rn a r el
m u n d o ? Idos y a y no retraséis m i labor.»
Z ig o n g , h o n d am en te hu m illad o , q u e aun el rostro se le d e ­
m u d ó , q u ed ó triste y m o h in o ; y h asta q u e no h u b o c a m in a d o
trein ta li no em p ez ó a sen tirse m ejor. D ijéro n le en esto sus d is­
cípu lo s: -« ¿ Q u é h o m b re era ése? ¿P o r qué al m aestro, h ab lan d o
co n él, se le ha d em u d ad o el rostro, y llev a todo el d ía sin re c o ­
brarse?»
-« Im a g in a b a yo an tes - l e s re sp o n d ió Z ig o n g - q u e só lo un
ho m b re, m i m aestro ,40 h ab ía en el m undo; ig n o rab a q u e ex istiera
tam b ién un h o m b re co m o éste. M i m aestro m e decía: “ E n los
n eg o cio s b u sca q ue sean haced ero s, y en las em p resas el éxito;
o b ten er co n el m en o r esfu erzo los m ay o res resu ltad o s, h e a h í el
Tao del sab io ” . H oy h e sabido que n o es así. El q u e se a ferra al
Tao, co n se rv a en tera su virtud; el q u e co n se rv a en tera su virtud,
tie n e seg u ra la e n te re z a d e su cu e rp o ; la e n te re z a del c u e rp o
p ro c u ra la del esp íritu ; la en tereza del esp íritu es el T ao del sa­
bio. Su v id a no es m ás q u e un puro y d e sp reo cu p a d o v a g a r entre

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Libro XII. Cielo y tierra

las g en tes, sin sab e r a dó n d e va, y su p u re za es p erfecta. E n su


m ente fo rzo sam en te no han de c a b er ni m éritos, ni intereses, ni
m ecán icas h ab ilid ad es. L os h o m b res co m o éste co n el que ac a ­
bo de hablar, só lo b u scan lo que es su v o lu n tad , y só lo h acen lo
que desean . H ó n reles el m u n d o en tero cu an d o han gan ad o , que
no h an d e m o s tra rs e e n g re íd o s ; d e n íg re lo s el e n te ro m u n d o
cu an d o han p erd id o , q u e su in d ifere n cia no su frirá m erm a. El
elo g io y la rep ro b ació n del m u n d o no le h acen c re c e r ni m e n ­
guar. ¡He a h í el h o m b re de en tera virtud! E n cu a n to a m í, h o m ­
bre soy al que el v ien to y las olas llev an de acá p ara allá.»
Ya en el estad o d e L u, hizo ré lació n del caso a C o n fu cio , el
cual dijo:
- « E s e es de los q u e se ejercitan en el arte de la co n fu sió n
p rim o rd ial.41 C o n o cen su unidad, ig n o ran su d u alid ad ;42 ordenan
su interior, y no el exterior. H an co m p re n d id o co n en tera c la ri­
dad la g ran p u re za o rig in al;41 no actu an d o , h an reto rn ad o a su
sim p lic id a d p rim e ra ; v iv e n e n tre lo s h o m b re s c o n el e sp íritu
gu ard ad o p o r su n atu ra leza co rp ó rea. A n te h o m b res así, ¿cóm o
no te hab rías de ad m irar?44 Y ad em ás, ese arte de la co n fu sió n
prim o rd ial, ¿p o d ríam o s acaso tú y y o a lca n zar a co n o c erlo ?»

X I. Iba C alin a h ac ia el este ca m in o del G ran V alle,45 cu an d o


topó co n B risa en las o rillas del m a r oriental.
-« ¿ A d ó n d e v ais?» -p re g u n tó B risa.
- « A l G ran V alle» -re s p o n d ió C alina.
- « Y ¿p ara q u é?» - to m ó a p re g u n ta r B risa.
- « E l G ran Valle es algo d o n d e p o r m u ch o q u e v iertas agua,
n u n ca reb o sa; y p o r m ás q u e saq u e s, ja m á s se vacía. A sí que
q u iero ir a verlo .»
- « ¿ E s que vos no tenéis interés p o r la g en te?46 H arto h o lg ara
yo m e en señ arais cu ál es el g o b iern o del sabio.»
-« ¿ E l g o b iern o del sabio? - d ijo C a lin a -. N o m b ra r m a n d a ri­
nes sin faltar a lo ju s to y co n v en ien te; co n fiarles carg o s y c o m e ­
tidos según sus talen to s y cap acid ad es; c o n sid erar m u y p o r m e ­

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n u d o los n eg o cio s y h ac er lo que sea m enester. Q ue palabras y


ac cio n es sean esp o n tán e as, y el m u n d o p o d rá tran sfo rm arse por
sí m ism o . Y así, c o n un solo ad em án o una sim ple m irad a, acu­
d irán a él todos los h o m b res, sin fa lta r uno, de los cu a tro puntos
ca rd in ales. A h í ten éis el go b iern o del sabio.»
-« A h o r a - d ijo B ris a -, harto h o lg ara y o m e en se ñ ara is cóm o
es el ho m b re de v irtu d .»
- « E l h o m b re d e v irtu d m o ra en la tran q u ilid ad , sin pensar
en n ad a; n ad a b u sc a c u a n d o hace algo; no se p a ra a d istin g u ir
lo b u en o y lo m alo , lo h e rm o so y lo feo. Su a leg ría es v er que
d en tro de los c u a tro m ares todos g o za n d e las c o m u n es riq u e­
zas, y su c o n ten to el v er a to d o s p ro v e íd o s del co m ú n . T riste,
p are c e un n iñ o q u e h a p e rd id o el a rrim o de su m adre; confuso,
sem eja al c a m in a n te q u e h a e x tra v ia d o su cam ino. S o b rad o de
b ien es, ig n o ra d e d ó n d e le han lleg ad o ; so b rad o d e c o m id a y
beb id a, ig n o ra de d ó n d e le han ven id o . A sí se m u estra el h o m ­
bre d e v irtu d .»
- « A h o r a - d i j o Y u a n fe n g -, h arto h o lg a ra yo m e e n se ñ ara is
có m o es el ho m b re esp iritu al.»
-« L o s esp íritu s su p erio res cab alg an la luz,47 y en ella se d e s­
v an e cen con su cu erp o . N ó m b rase a esto ilu m in ació n de la in­
m en sa V acuidad. H an lleg ad o al lím ite de su d estin o y llevado
su n atu ra leza a la p erfec ció n . G ozan co n el C ielo y la T ierra, las
co sas to d as del m u n d o y a no ex isten p ara ellos, y los m illones
de seres reto m an a su v erd ad era natu raleza. A esto llam an su ­
m irse en el p ro fu n d o m isterio.»

X II. M en W ugui y C h izh an g M anji estab a n vien d o d esfilar


las m esn ad as del rey W u. E n esto dijo C h izh an g M anji:
—« ¡C u án lejos del e m p e ra d o r Yu! P o r eso sufrim os tam añ o
info rtu n io .»
O y e n d o lo cual, p re g u n tó M en W ugui: -« C u a n d o Yu to m ó a
su ca rg o el g o b iern o del m u n d o , ¿e sta b a éste en paz? ¿O en él
re in a b a el caos y Yu v in o a p o n e r orden?»

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Libro XII. Cielo y tierra

- « D e h ab er rein ad o la p az -re s p o n d ió C h izh an g M a n ji-, to ­


dos h u b iesen estad o co n ten to s, y en to n ce s ¿h abrían n ecesitad o
del em p erad o r Yu? L o q u e éste h izo fu e san ar la llaga, q u e sólo
el calv o se p o n e p elu ca, ni buscas al físico h asta q u e no caes e n ­
ferm o. U n bu en hijo trae el rem e d io p a ra cu rar a su am ad o p a ­
dre, el sem b lan te afligido. El sab io , en cam b io , se av erg ü en za
de o b ra r así.
»E n la é p o c a en que rein ó la p e rfe c ta virtud, no se v en eró a
los sab io s,48 ni se d io p o d e r a los h o m b res d e talen to . L o s de
arrib a eran co m o las ram as altas del árbol;49 y el p u eb lo , libre
co m o los cierv o s del cam p o . E ran h o n esto s, p ero ig n o rab an lo
que era la ju stic ia ; am áb an se unos a otros, m as n o sab ían qué
era la b en ev o len cia; v eraces, sin sab e r q u é era la lealtad; h o m ­
b res d e p alab ra, ig n o rab a n lo q u e e ra la confianza.™ T en ían se
con sen cillez y se ay u d ab an m u tu am en te, m as no lo h ac ía n p o r
ejercitar la virtud. D e a h í que sus ac to s no dejaran h u ella, y que
sus h ech o s no se trasm itie ran a la p o sterid ad .»

X II I. U n b u en hijo no liso n jea a sus padres, ni un leal c o n se ­


je ro a d u la a su p rín cip e. E sa es la m e jo r m an ife sta ció n d e un
co n se je ro o de un hijo. A l que asien te a cu an to sus p ad res dicen
y ap ru eb a cu a n to h acen, el m u n d o no le tien e p o r buen hijo; a
qu ien asien te a cu an to su p rín cip e d ice y ap ru eb a cu a n to hace,
el m u n d o no le tien e p o r buen v asallo. Ju icio s ésto s d e los que,
p o r lo co m ú n , se ig n o ra el fu n d am en to . D e qu ien c o n sid e ra v er­
d ad ero lo q ue el m u n d o tiene p o r v erd ad ero , y ju z g a b u en o lo
que el m u n d o tien e p o r bueno, del tal n u n ca se d irá q u e es un
adulador. A h o ra b ien , ¿es q u e el m u n d o v erd ad eram en te es m ás
d ig n o de v en eració n q u e los p ro p io s p ad res, y m ás d ig n o de re s­
peto q u e el p ro p io p rín cip e? Si alg u ien te d ice q u e eres un liso n ­
je ro , la ag itació n te m u d ará el sem b lan te; si alg u ien te d ice que
eres un ad ulador, el en o jo te d em u d ará el color. Y sin em b arg o ,
no s p asam o s la v id a liso n jean d o y ad u lan d o a los d em ás; e m b e ­
llecem o s n u estro s d iscu rso s con m etáfo ras y ad o rn o s p a ra g a ­

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narn o s a la g ente, y n u n ca y en n ad a reco n o cem o s n u estro mal


o b ra r.51 C u id a m o s d e n u e s tra ro p a , c o n c e rta m o s su s co lo re s
ad o rn am o s n u estro asp ecto, y lo h acem o s p o r ag rad ar a todos, y
no nos ten em o s p o r ad u lad o res. U n h o m b re de este ja e z , que
im itan d o al vu lg o y ad o p tan d o sus criterio s, no quiere reconocer
q u e es parte de ese v u lgo, ciertam en te es el colm o d e la estu p i­
dez. Q ue cu an d o uno reconoce su estu p id ez, deja de ser un gran
estú p id o ; com o q u ien reco n o ce su ex trav ío , deja de ser un gran
descarriad o . Un g ran d escarriad o m u ere sin darse cata d e que lo
es; un gran estú p id o m uere sin lleg ar a saberlo. Si de tres hom ­
bres que viajan ju n to s uno de ellos y erra el cam ino, aú n se po­
d rá lleg ar al térm in o del viaje, co m o que uno solo se ha extra­
viado; p ero si son d o s, se fatigarán en vano sin llegar al térm ino,
co m o que son m ás los ex traviados. H oy to d o el m u ndo an d a ex ­
trav iad o , y sólo yo b u sco el verd ad ero cam ino, m as n o puedo
en co n trarlo . ¡Q ué g ran d ísim a pena!
L o s c a m p e s in o s n o g u sta n de la m ú s ic a e le v a d a , p e ro en
cam b io ríen de c o n ten to con “ A lam o p artid o ” o “ F lo res im pe­
ria le s” .52 D el m ism o m odo las elev ad as p alab ras no se quedan
en la m ente de los h o m b res com unes; las p alab ras su p rem as no
llegan a oirse, pues d o m in an sobre ellas las p alab ras vulgares.
Si d o s se ex tra v ían 55 y se qu ed an parados, no podrán lleg ar al fi­
nal del v iaje. H oy to d o el m u n d o a n d a e x tra v ia d o , y só lo yo
b u sco el verd ad ero cam in o ; ¿lo podré en co n trar? Sé q u e no p o ­
dré, m as con todo m e esfu erzo , lo cual no es sino nuevo ex tra­
vío. P o r eso m ejo r fu e ra dejarlo todo co m o está, y no em p eñ arse
en cam b iarlo . Si nadie se em p eñ a en cam b iarlo , ¿quién co m p ar­
tirá su p en a co n m ig o ?
U n a m u jer fe ísim a 54 p arió a m ed ia noche; diose p risa a e n ­
ce n d e r luz p o r v er a la criatura: presa de gran d e ag itació n , tem ía
se le p areciera.

XIV . C ó rtase un árbol ce n ten ario p a ra h acer de su tro n co v a­


sos d e sacrificio , q u e luego se pintan de verde y am arillo; los

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Libro XII. Cielo y tierra

restos del tro n co se arrojan a un foso. C o m p árese los vasos del


ara con las astillas del foso, y ahí se v erá que los unos son b e ­
llos y feas las otras; m as co n sid eran d o que unos y o tro s han p er­
d ido su o rig in al n a tu ra le z a , to d o s son ig u ales. P o r su s ac to s,
m alos o b u en o s, no d eja de h ab e r d iferen cia en tre J ie 55 y Z hi,
p or una parte, y Z en g y S hi, p o r otra; m as co n sid eran d o q u e ta n ­
to unos com o otro s p erd iero n su n atu ra leza original, son todos
iguales. C inco son las m an eras co m o se puede p erd er la n a tu ra ­
leza o rig in al. P rim ero , c u a n d o lo s cin c o co lo re s p e rtu rb a n la
vista, y el ojo ya no ve con claridad; segundo, cu an d o los cinco
sonidos p ertu rb an el o ído, y y a no se p u ed e oir con nitidez; te r­
cero, cu an d o los cin co o lo res56 ah úm an el olfato, y h ac en que la
nariz sufra ag u d o s trastornos; cuarto, cu an d o los c in co sabores
arru in an la b o ca, de suerte que se p ierd e el gusto; q u in to , c u a n ­
do el ap eg o y el d e sa m o r alb o ro ta n la m en te, y h acen q u e la
pro p ia n atu raleza se to rne in estab le y cam biante. E sto s son los
cin co m ales que aflig en al hom bre. L o s d icípulos d e Y ang, e m ­
pero, así co m o los de M o, se em p in an y tienen p o r triu n fad o res,
m as no es eso a lo q u e yo llam o triunfar. El que triu n fa se e n ­
cu en tra atado; ¿p u ed e a esto llam arse triunfar? P ues en to n ce s la
tó rto la e n ja u la d a ta m b ién p u d iera p e n sa r q u e h a triu n fa d o . Y
así, el gu sto o d isg u sto de sonidos y co lo res o bstruye la m en te;57
y el to carse co n go rro de piel o so m b rero de p lu m as,58 y el p o r­
tar tab lilla s59 y el ceñ irse las largas faldas con an ch o s cin tu ro ­
nes, ata el ex terio r d e las p ersonas. Su in terio r en cerrad o en una
ja u la , su ex terio r bien sujetado con cu erd as, y a p e sa r d e verse
en tal prisió n , im ag in an h ab e r triu n fad o . P ues en to n ces p o r tiun-
fad o r ha de ten erse al crim inal m an iatad o , y tam b ién al tigre y a
la p an tera en sacad o s o enjaulados.

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LIBRO XIII. EL TAO DEL CIELO

I. El Tao del C ielo es m ovim iento y n u n ca se detien e, y así


tod o s los seres nacen y crecen. El Tao del em p erad o r es m o v i­
m ien to y nun ca se d etien e, y de ahí que el m undo tom e en él re­
fugio. E l Tao del sabio es m ovim iento y n u n ca se detiene, y por
eso to d as las tierras q u e rodean los cuatro m ares se le som eten.
Q u ien co n o ce claram ente el C ielo, y co m p ren d e profundam ente
la sab id u ría, y alcan za sin estorbo la v irtud del em p erad o r en los
seis p u n to s del esp acio y en los cuatro tie m p o s,1 deja que las c o ­
sas se m u ev an p o r sí m ism as, y los m illo n es de seres nacen y
crecen callad a y tran q uilam ente. ¿P o r qué la quietud del sabio?
N o p o rq u e digan q ue la q u ietu d es b u en a se m antiene el sabio
en la q u ietu d , sino p o rque las cosas ex terio res no pueden turbar
su m en te. C u an d o el a g u a está tran q u ila refleja claram en te la
b arb a y las cejas, y su superficie es tan igual, que puede servir
de nivel al m aestro carp in tero . Si la tran q u ilid ad del agua p ro c u ­
ra clarid ad , ¡cuanto m ás la del espíritu! L a m ente del sab io en
su q u ietu d es esp ejo del C ielo y de la T ierra, y donde los seres
todos se reflejan .2 Q u ietu d v ac ía ,1 calm a, silencio, no-actuar, he
ah í el o rig en 4 del C ielo y d e la T ierra y la m ás alta cu m b re del
Tao y su V irtud. P o r eso el em p erad o r y el sabio p erm an ecen
siem p re en reposo. El rep o so lleva a la v acuidad, y la vacuidad
a la p le n itu d / y lo p len o es lo acabado. D e la vacuidad b rota la
quietu d , de la qu ietu d el m ovim iento, y del m ovim iento vienen
los logros. C o n serv an d o la q uietud no se actúa, y al no ac tu a r se

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Libro XIII. El tao del cielo

d eja q u e lo hagan qu ien es han sido nom brados p ara ello. El no


ac tu a r pro cu ra gran d e d icha, y este hom bre dichoso libre se verá
de in fortunios y cu itas, y alcanzará longevidad. Q uietud vacía,
calm a, silencio, no actuar, he ah í el origen de todos los seres.
Q u ien , h ab ien d o co m p re n d id o esta d o ctrin a , se sien te c a ra al
sur,6 será un soberan o sem ejante a Yao; quien, hab ién d o la co m ­
pren d id o , se siente cara al norte, será un consejero sem ejan te a
S hun. C on esta d o ctrin a, quien o cu p e el lugar elev ad o poseerá
la virtud del em p erad o r, hijo del C ielo, y quien o cu p e un lugar
b ajo, el Tao del sabio o scuro y del rey sin corona. C on esta d o c­
trina, q u ien se retire del m undo p ara v ag ar ocioso, se g an ará las
v olu n tad es de los q u e gustan de las soledades de ríos y m ares,
m on tes y bosques. C o n esta doctrina, qu ien se dé a la acción por
ay u d ar al m undo, g randes serán sus m érito s y notoria su fam a, y
aun el m undo alcan zará la unidad. E n la quietud, sabio; en la ac­
ción, rey. N o actú a y se ve respetado; es la pura sim p licid ad y
n ad a en el m undo pued e co m p etir con él en herm osura.

II . C o m p ren d er claram ente la v irtud del C ielo y de la T ierra


es lo q ue n o m bran la gran raíz y el gran principio; y es estar en
a rm o n ía co n el C ielo . Y u sarla p a ra p o n e r p az y o rd e n en el
m undo, es estar en arm onía con los hom bres. A la arm o n ía con
los h o m b res llam an h u m an a alegría, y a la arm onía con el C ielo,
aleg ría celestial.
D ice Z h u an g zi: -« ¡M a e stro m ío! ¡M aestro m ío!7 R educes a
po lv o los seres, m as no en ello se m u estra tu justicia. D ispensas
tus b en eficios a m iles de g en eraciones, m as no en ello se m u es­
tra tu b en evolencia. E res anterior a la m ás rem ota antigüedad,
m as no p o r ello eres viejo. C ubres el cielo y sostienes la tierra,
tallas y escu lp es todas las form as, m as no por ello m u estras h a ­
bilidad. ¡A sí es el m o v erse librem ente del espíritu!»
A esto llam an alegría celestial. P or eso se dice: “El que co n o ­
ce la alegría celestial, m ientras vive procede conform e al C ielo, y
cuan d o m uere se confunde con los seres; cuando en reposo, su

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virtud es una con el Yin, y cuando se m ueve, sus ondas se unen al


Yang”.8 Por eso el que conoce la alegría celestial libre se ve de las
iras del C ielo, los hom bres no le reprueban, ni le estorban las co ­
sas, ni los dém ones le castigan. Y así, se dice: “C uando se m ueve
es com o el Cielo; cuando está en reposo, com o la Tierra. Absorta
su m ente en la unidad, es rey del m undo.9 Libre su cuerpo de en ­
ferm edad y de fatiga su alm a,10 absórbese su m ente en la unidad y
todos los seres se le som eten”. Q uiere esto decir que, extendiendo
su vacía quietud al C ielo y a la Tierra, se la com unica á todos los
seres. He ahí la alegría celestial. La alegría celestial es la m ente
am orosa del sabio, de la que el m undo se alim enta».

"[L a virtud del em p erad o r tiene por principio al C ielo y a la


T ierra, p or señor al Tao y su Virtud, y por norm a el no-actuar. El
que no actúa usa del m undo y aun le sobra; el que actúa, usa de
él y aun le falta. P or eso los hom bres de la antigüedad honraban
el no-actuar. Si el de arriba no actúa, y tam poco los de abajo, la
virtud de éstos es igual a la de aquél, y siendo iguales en la vir­
tud los de abajo y el de arriba, ya no habrá vasallos. Si los de
abajo actúan, y el de arriba tam bién, el Tao de éste es igual al de
aquéllos, y siendo iguales en el Tao los de abajo y el de arriba,
ya no h abrá soberano. El de arriba debe no actuar y así usar del
m u n d o ; los de ab ajo d eben actu ar p ara que el m undo use de
ellos. Es éste un Tao inm utable. P or eso los soberanos de la an­
tigüedad, aunque su co nocim iento abarcaba C ielo y Tierra, nada
pen sab an p o r sí m ism os; y bien que su elocuencia p odía edificar
al m illón de seres, n ad a decían por sí m ism os; su poder sobrepa­
saba el de todos cu an to s habitan entre los cuatro m ares, y sin
em bargo no actuaban p o r sí m ism os.
El C ielo no en g endra, y todos los seres nacen de él; la Tierra
no hace crecer, y todos los seres de ella se alim entan; el em p era­
dor no actúa, y el m u n d o sigue su curso. D e donde el dicho:
“N ad a m ás poderoso que el C ielo, nada m ás rico que la Tierra,
nada m ás grande que el em p erad o r”. Y tam bién: “L a virtud del
em p erad o r es la del C ielo y la T ierra” . E ste es el Tao con el que

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Libro XIII. El tao del cielo

el em p erad o r tom a p o r vehículo al C ielo y a la T ierra, cabalga


sobre el m illón de seres y usa de las m ultitudes.
El tronco está en el de arriba, las ram as en los de abajo; lo
principal está en el soberano, lo secundario en los consejeros.
M o v er los tres ejércitos y las cinco arm a s,12eso son ram as de la
v irtud (del soberano). R ecom pensas y castigos, favores y d e s­
gracias, las cinco suertes de su p licio ,13 no son sino ram as de la
en señ an za (del soberano). R itos y leyes, m edidas y pesos, ca r­
gos y títulos y ex ám enes, son todos ram as del gobierno (del so­
berano). Sonidos de cam panas y atabales, plum as y pieles que
adornan los instrum entos, no son otra cosa que ram as de la m ú ­
sica. L ágrim as y lam entos, túnicas de luto y gorros de esparto,
las diversas vestim entas fúnebres, no son sino ram as del duelo.
E stos cinco ram ajes necesitan del m ovim iento del espíritu y del
im pulso de la m ente, sólo así pueden ser eficaces. E sta ciencia
de las ram as ya ex istió entre los antiguos, m as nunca la tuvieron
p or prim era. El soberano prim ero y los consejeros detrás, el p a­
dre prim ero y los hijos detrás, el herm ano m ayor prim ero y el
m en o r detrás, los de edad prim ero y los m ozos detrás, los v aro ­
nes prim ero y las m ujeres detrás, el esposo prim ero y la esposa
d etrás. N oble y p leb ey o , an terio r y posterior, es el o rd e n del
C ielo y de la T ierra. Y por eso el sabio se conform a a esta je ra r­
quía. El C ielo, noble; la Tierra, plebeya; son los lugares de la
claridad del espíritu. La prim avera y el verano prim ero, y d es­
pués el otoño y el invierno; es el orden de las cuatro estaciones.
N acen y crecen los m illones de seres, ora derechos, o ra torci­
dos; ora prosperan, ora decaen, y no cesa el fluir de sus m u d an ­
zas. Si en el C ielo y en la Tierra, cuyo poder es extrem o, hay un
o rd e n de n o b le so b re p leb ey o y d e p rim e ro so b re sig u ie n te ,
¡m ás lo ha de h aber entre los hom bres! En los tem plos de los
antepasados se ho n ra el parentesco, en la corte los títulos de no­
bleza, en el cam po la edad, en los negocios la inteligencia: es el
orden del gran Tao. H ablar del Tao y negar ese orden, es negar
el T ao m ism o . Si h a b la n d o del T ao se n ieg a el T ao m ism o ,
¿cóm o será posible adoptar el Tao?

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Libros exteriores: Wai Pian

P o r eso los que en la antigüedad co m p ren d ían claram ente el


gran Tao, p rim ero co m p ren d ían el C ielo y la T ierra, y sólo d es­
pués el Tao y su V irtud. D espués de h ab er com p ren d id o el Tao y
su V irtud, seguían la b en ev o len cia y la ju stic ia . U na vez c o m ­
pren d id as la b en ev o len cia y la ju stic ia , venían las tareas y d eb e­
res. C o m p ren d id o s ésto s, seguían los cargos y los títulos. L uego
de h a b e r co m p re n d id o é sto s, ven ían el ta le n to y los n o m b ra ­
m ien to s. C o m p ren d id o s los cuales, seg u ían los ex ám enes y e s­
cru tin io s. D espués de co m p ren d er éstos, v enían la aprobación y
la cen su ra. C o m p ren d id as éstas, ven ían las reco m p en sas y los
castig o s. Y cuando las recom pensas y los castigos se co m p re n ­
dían co n claridad, ig n o ran tes y en ten d id o s estaban donde d e b í­
an, n o b les y h u m ildes ocu p ab an el pu esto adecuado, in co m p e­
tentes y capaces trab ajab an según sus aptitudes. C ad a cual tenía
el carg o que co rresp o n d ía a su talento, y tam b ién el título ap ro ­
piado. C on estos p rin cip io s se servía a los de arriba, y con ellos
tam b ién se alim en tab a a los de abajo; co n ellos se g o b ern ab a a
los d em ás, y tam bién se p erfeccio n ab a la p ro p ia persona. N o se
usaba d e ingeniosas trazas, sino que se v iv ía conform e a la p ro ­
pia natu raleza. Es lo q u e se llam a la G ran P az, la perfección del
orden.
E scrito está: “ H ay cargos y hay títu lo s” . E ntre los antiguos
ya ex istían los cargos y los títulos, m as no los tenían p o r lo m ás
im p o rtan te. C uando h ab lab an del gran Tao, los títulos y cargos
sólo se trataban en el q u in to grado; y a las recom pensas y ca sti­
gos se los m en cio n a b a en el n oveno. Si se h ab la a p re su ra d a ­
m ente de los cargos y los títulos, no se p o d rá co n o cer su fu n d a­
m e n to ; ni el p rin c ip io d e lo s p re m io s y c a s tig o s , c u a n d o se
hab la de ellos tam bién a la ligera. El que, in v in ie n d o el Tao, o
en se n tid o c o n tra rio al T ao, h ab la a c erc a del g o b iern o de los
h o m b res, ¿cóm o ha de p o d e r go b ern ar b ien a los h om bres? El
que h ab la a la ligera de los cargos y títulos, y de los castig o s y
reco m p en sas, co n o ce los instrum entos del gobierno, m as no los
p rin cip io s del gobierno. P uede servir al m undo, m as no está d o ­
tado p ara servirse del m undo. E stos son los d ialéctico s, hom bres

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Libro XU1. El tao del cielo

de restrin g id o co n o cim iento. En cu an to a ritos, leyes, m edidas,


peso s, cargos, títu lo s, ex ám enes, to d o ello ya ex istía en tre los
an tig u o s, m as p ara q u e los de abajo sirvieran al de arriba, y no
p ara que el de arrib a alim entara a los de abajo.]

I I I . En aquellos rem otos tiem pos p reguntó S hun a Yao:


- « ¿ E n q ué po n e su atención y cu id ad o el rey del C ie lo ? » 14
A lo que Yao respondió:
-« C u id o yo de no d esp reciar a los d esvalidos, de no a b a n d o ­
n ar a los m enestero so s; de co m p ad e cer al m oribundo, de sentir
am o r p o r los niños y lástim a de las m ujeres. De esto es de lo
qu e aten tam en te yo cu ido.»
-« H e rm o s o es eso - d ijo S h u n -, m as no grande.»
-« E n to n c e s , ¿qué debo hacer?»
- « E l C ielo es cu m p lid o y la T ierra está en p a z 's - d ijo S h u n -.
B rillan el sol y la luna y se suceden las cuatro estaciones. S em e­
ja n te es la reg u lar altern an cia del d ía y de la noche, y el ca er de
la llu v ia al paso de las nubes.»
—«¡Y yo ag itad o sobrem anera en m edio de tantos negocios!
-e x c la m ó Y ao -. Vos estáis p ro fu n d am en te unido al C ielo; yo,
só lo m e co n fo rm o a los hum anos.»
El C ielo y la T ierra y a eran lo m ás grande para los antiguos,
y lo que m ás ad m irab an el E m p era d o r A m arillo, Yao y Shun.
P o r eso , ¿q u é h ac ía n los q u e en la a n tig ü ed a d g o b e rn a ro n el
m u n d o ? T ener p o r d ech ad o al C ielo y a la T ierra, y n ad a m ás.

IV. C o n fu cio viajó al oeste para co n fia r sus libros a la casa


im perial de los Z h o u . E n esto Z ilu le propuso:
-« Y o u ha o ído h ab lar de un tal L ao D an, arc h iv e ro 16 de los
Z h o u , que vive retirad o después de h ab er ren unciado a su p u es­
to. Si es deseo del m aestro co n fia r sus libros a la b ib lio teca im ­
perial, p o d ría p ed irle que le ay u d ara en su intento.»
-« B ie n » - d ijo C o nfucio, y fue a v er a L ao D an, el cual no

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Libros exteriores: Wai Pian

co n ced ió a su deseo. E ntonces C onfucio, p o r p ersuadirle, e m p e ­


zó a d eclararle los Seis L ib ro s.l7C o rtó ll( L ao D an su explicación,
y dijo:
-« E s o es asaz de p rolijo. G ustaría de o ir lo esencial.»
-« L o esencial -d ijo C o n fu cio - es la benevolencia y la justicia.»
-« P e rm itid os p reg u n te -d ijo L ao D a n - si la b enevolencia y
la ju stic ia están en la n atu raleza del hom bre.»
- « S í, p o r cierto -re s p o n d ió C o n fu c io -. S in benevolencia, el
sabio no puede alcan zar la perfección; ni vivir, sin ju sticia. La
ben ev o len cia y la ju stic ia están verdaderam ente en la naturaleza
del ho m b re. ¿Q ué o tra co sa puede hacer?»
-« P e rm itid os preg u nte - d ijo L ao D a n - qué se entiende por
b en ev o len cia y ju sticia.»
- « U n a m ente recta, q u e halla contento en la arm o n ía,19 y un
am o r universal libre de todo egoísm o; ésa es la sustancia de la
b en ev o len cia y ju sticia.»
-« ¡A h ! -e x c la m ó L ao D a n -, ¡Peligrosas, esas palabras p o s­
tre ra s !20 ¿N o es, p o r v e n tu ra , d a r ro d e o s ese tan to h a b la r de
am o r universal? Y la au sen cia de egoísm o, que no es sino una
fo rm a de eg o ísm o .21 ¿Q u iere el m aestro q u e el m undo se v ea
p riv ad o de su pastor? P ues ah í tiene al C ielo y a la T ierra con
sus leyes inm utables, y al sol y a la luna con su brillante luz, y a
las estrellas y co n stelaciones tan bien o rdenadas, y a las bestias
y a las aves form ando sus bandadas, y a los árboles y plantas
que v erticales se elevan. D eje el m aestro o b rar a la V irtud, haga
conform e al Tao, y h ab rá alcanzado la perfección. ¿P ara qué a n ­
d ar p red ican d o a todas horas la ben ev o len cia y la ju stic ia , com o
el q ue to ca el tam b o r b u scan d o al hijo p erd id o ? ¡Ay! ¡El m aes­
tro h a trasto rn ad o p or co m p leto la n atu raleza del hom bre!»

V. Shi C hengqi fue a ver a L ao zi y le preguntó:


- « H e o íd o d ecir q ue el m aestro es un gran sabio, y p o r eso
no he rep arad o en lo largo del viaje a la h o ra de v enir a verle,
que tan gran d e era mi deseo. En cien jo rn ad a s de cam ino, aun

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Libro XIII. El tao del cielo

con los pies llenos de callos, no he qu erid o d escansar ni un solo


día. Y ahora que le veo, descubro que no es un sabio. P ues estoy
vien d o restos de co m id a cabe los agujeros de los ratones, señal
de que el m aestro ab an d ona las cosas pequeñas,22 lo que denota
fa lta de b e n e v o le n c ia . Y to d o s e so s a lim e n to s , ta n to c ru d o s
co m o cocidos, que no h a podido consum ir, ahí delante am o n to ­
nados, y que p arece q u erer acu m u lar h asta el infinito.»
S in inm utarse, L ao zi no replicó. O tro día Shi C hengqi fue
de nuevo a ver a L ao zi, y le dijo:
-« A y e r le zah erí, y hoy mi m en te h a en m en d ad o su error.
¿C uál pued e h aber sido la ocasión?»
H abló entonces L ao zi y dijo:
-« P o c o se m e da a m í ya que m e ten g an por hábil, intelig en ­
te, p o d ero so o sabio. G ritarais ayer que yo era un buey, y m e
llam ara buey; g ritarais que era un caballo, y m e llam ara caballo.
Si alg u ien m e n o m b ra ra lo que re a lm e n te soy, y yo re h u sa ra
aceptarlo, doble sería m i desgracia. C uando lo acepto, lo hago
de fo rm a esp o n tán ea y natural; n u n ca de intento, porque deba
aceptarlo.»
A p a rtó se Shi C h en g q i ca m in a n d o d e lado p o r no p isa r su
som bra. L uego se llegó ju n to a él m uy de espacio, y le p re g u n ­
tó: -« ¿ C ó m o se p erfecciona la propia persona?»
-« A ltiv o es tu sem blante - d ijo L ao z i- , tus ojos saltones, an ­
ch a tu frente, ab ierta tu boca, y tu talle im ponente; eres sem e­
ja n te a un corcel al que tienen atado. A rdes p o r actuar, m as re ­
frenas tus im pulsos; te m anifiestas co n la rapidez de una flecha
de ballesta; todo lo observas y lo ex am in as con cuidado; con tu
ingenio y tu talento, te m uestras arrogante. Todo eso nada tiene
q u e v er con tu v erd ad era natu raleza. E n la fro n tera hay unos
hom b res a los que llam an ladrones.»

V I. El m aestro h a d ich o :23 «El Tao, en lo grande no tiene fin;


y de lo pequeño, n ada se le escapa. P or eso está presente en to ­
dos los seres. Tan vasto, que n ad a hay que no contenga; tan p ro ­

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Libros exteriores: Wai Pian

fundo, que no se puede sondar. Castigos, recom pensas, benevo­


lencia, justicia, son ram as del espíritu. ¿Q uién podrá definirlo, de
no ser el hom bre perfecto? El hom bre perfecto posee el m undo,
¡y no es pesada carga!24 Ni basta para em barazarle. Todos luchan
por el poder,25 pero él se tiene aparte. De nada ha m enester, ni le
alteran las m udanzas de las cosas.26 H a llegado a com prender la
verdadera naturaleza de las cosas, y puede conservar su raíz. Por
eso trasciende el C ielo y la Tierra, abandona al m illón de seres, y
su espíritu se encuentra libre de todo estorbo y atadura. H a pene­
trado el Tao, se ha unido a la Virtud, ha renunciado a la benevo­
lencia y justicia, ha repudiado los ritos y la m úsica. L a m ente del
hom bre perfecto está anclada en la quietud».

VII. El Tao estim ado del m undo está en los libros. Los libros
no son m ás que palabras, y las palabras tienen algo por lo que se
las puede estimar. L o estim able en las palabras es la idea. Las
ideas tienen un objeto, pero el objeto de las ideas no se puede
exp resar con palabras. M as com o el m undo estim a las palabras,
las trasm ite por m edio de los libros. A unque estim ados éstos
por el m undo, no los tengo yo por dignos de estim a. Pues lo que
se estim a no es lo verdaderam ente estim able. Al igual que lo
que se puede ver son las form as y colores, y lo que se puede oir
son los nom bres y sonidos. ¡Lástima! Im agina el m undo que por
las form as y colores, p o r los nom bres y sonidos, es posible co ­
nocer la realidad de las cosas. Pero la verdad es que por las for­
m as y colores, por los nom bres y sonidos, no es posible conocer
la realidad de las cosas, y por eso el que sabe no habla, y el que
habla es que no sabe.27 M as, ¿podrá com prender esto el m undo?

VIII. H allábase el duque Huan leyendo en el piso de arriba


de su residencia, m ientras debajo el carretero B ian labraba una
rueda. D ejó éste el m artillo y el escoplo, subió al piso de arriba
y preguntó al duque Huan:

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Libro XIII. El tao del cielo

-« O sa ría p reguntar al duque qué se dice en lo que está le­


yendo.»
-« S o n dichos de hom bres sabios» -resp o n d ió el duque.
-« ¿V iv en aún esos hom bres sabios?» -p re g u n tó el carretero.
-« ¡E stá n todos m uertos!» -e x c la m ó el duque.
-« P u e s entonces, lo que lee el señor son los posos de los an ­
tiguos hom bres».
-« C u a n d o m i p erso n a lee - d ijo el duque H u a n -,28 ¿cóm o
osa un carretero opinar a su antojo? Si eres capaz de darm e ra ­
zón de tus palabras, pase; que com o no puedas, he de ordenar
tu m uerte.»
-« V u estro siervo -d ijo el c a rre te ro - ve las cosas desde la ex ­
periencia de su oficio. C uando labra una rueda, si la hace ho lg a­
da, entra suave pero no queda bien sujeta; y si estrecha, queda
dura y no entra.2’ Ni holguras ni estrecheces, sino lo que convie­
ne a la m ano y responde a la m ente. La boca no puede declarar
ese arte m isterioso que hay entre los dos extrem os. V uestro sier­
vo no ha podido com unicárselo a su hijo, ni el hijo de vuestro
siervo aprenderlo de su padre. Por eso a los setenta años sigue
vuestro siervo labrando ruedas. C uanto los antiguos hom bres no
pudieron trasm itir ¡está tan m uerto com o ellos! De m odo que lo
que lee el señor son los posos de los antiguos.»

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LIBRO XIV. MOVIMIENTOS
CELESTES

I. «¿El C ielo se m ueve? ¿Está quieta la T ierra?1 ¿C om piten


el sol y la luna por un lugar? ¿Q uién preside y gobierna esto?
¿Q uién lo m antiene? ¿Q uién m ueve, sin él actuar? ¿Es que hay
una m áquina que m ueve el universo, sin que nada se pueda h a­
cer? ¿O bien se m ueve p o r sí m ism o, y no puede parar? ¿Están
las n u b e s p a ra q u e llu e v a ? ¿L lu e v e p a ra q u e h ay a n u b e s?
¿Q uién form a las nubes y hace caer la lluvia? ¿Q uién, sin ac­
tuar, tom a grandísim a holganza en provocar esto? L evántase un
viento del norte, sopla ora al este, ora al oeste, y form a grandes
re m o lin o s en las a ltu ra s; ¿ q u ié n es el q u e so p la y a s p ira ? 2
¿Q uién, sin actuar, im pulsa con su aliento? Q uisiera en mi osa­
día preguntaros por la razón de todo esto.»
-« V e n que te lo declare -d ijo el sam án X ian Z h ao -. El C ielo
tien e seis puntos esp aciales y cinco elem en to s p rim o rd iales.1
C uando el em perador se acom oda a ellos, reina el orden; cuan­
do se les opone, desgracias sin cuento. (C onform ándose a ellos),
los negocios de las nueve regiones se cum plen con éxito, y ca­
bal es la virtud en ellas; alum bra las tierras de este m undo, y to­
das las gentes le apoyan com o su soberano. A sí fue el gobierno
de los antiguos em peradores.»

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Libro XIV. Movimientos celestes

II. D ang, gran co n sejero del estad o de Shang, preg u n tó a


Z huang zi acerca de la benevolencia.
-« L o s tigres y los lobos tam bién son benevolentes» - l e dijo
Z huang zi.
-« ¿ C ó m o así?» -d ijo Dang.
-« Q u erién d o se padres y hijos, ¿por qué no han de ser bene­
volentes?» -d ijo Zhuang zi.
-« P u e s perm ita le pregunte -d ijo D a n g - dónde está la supre­
m a benevolencia.»
- « L a su p rem a b en ev o len cia no sabe de p aren tesco s» 4 - l e
respondió Z huang zi.
O yendo esto, el gran consejero replicó:
-« D a n g ha o íd o d e c ir estas ra z o n e s: “ Sin c a riñ o no hay
am or, y sin am or no hay piedad filial” . ¿Podrá entonces decirse
que la suprem a benevolencia es la ausencia de piedad filial?»
-« N o , por cierto -d ijo Zhuang z i-. L a suprem a benevolencia
es lo m ás alto, y la piedad filial no basta para declararla. Lo que
habéis dicho no es algo que sobrepase la piedad filial, pero que
ni la alcanza. Es com o el que viajando hacia el sur llega a Ying,
y al volverse hacia el norte no ve el m onte M ing; ¿por qué esto?
Porque ha ido dem asiado lejos. P or eso se dice: “Fácil es la pie­
dad filial cuando se tiene respeto, difícil cuando es am or lo que
se tiene; fácil es la piedad filial cuando se tiene am or, difícil ol­
vid ar a los padres; fácil es olvidar a los padres, difícil que mis
padres se olviden de mí; fácil es que m is padres se olviden de
m í, difícil que yo m e olvide del m undo entero; fácil es que yo
m e olvide del m undo entero, difícil que el m undo entero se ol­
vide de m í” . M enospreciad, pues, a Yao y a Shun, y no actuéis;
y extended a m iles de generaciones vuestros beneficios, sin que
el m undo se dé cata de ello. ¿Por qué ha de ser m enester andar
ensalzando, entre suspiros, la benevolencia y la piedad filial? La
piedad filial, el am or y respeto hacia el herm ano m ayor, la b en e­
volencia, la ju sticia, la lealtad, la confianza, la integridad, la h o ­
nestidad, todas ellas no hacen sino fatigar la natural virtud del
hom bre, y no m erecen ser tenidas en dem asiada estim a. Por eso

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Libros exteriores: Wai Pian

se dice: E l h o n o r suprem o, re ch az ar todas las dig n id ad es del e s­


tado; la su p rem a riqueza, re ch az ar todos los b ien es del estado;
la glo ria su p rem a,5 rech azar to d o renom bre y fam a. D e ah í que
el Tao p erm an ezca siem p re sin m udanza.»

I I I . B om en C heng p reg u n tó al E m p erad o r A m arillo:


-« C u a n d o vuestra m ajestad im perial hizo so n ar la m elo d ía
xia n ch i en la inm ensa p lan icie,6 al em p ezar a o iría sentí g ran d í­
sim o tem or, d esp u és, y según la oía, m e fui sosegando, y el final
de la m elo d ía m e dejó perplejo; con gran tu rb ació n en m i esp íri­
tu, no m e sen tía du eñ o de m í.»
- « ¡ C u á n c e rc a h as e s ta d o d e c o m p re n d e rla ! -e x c la m ó el
E m p erad o r A m a rillo -. (E n su p rincipio) hice so n ar la m elodía
p o r los h o m b res y que el C ielo la acom pañara, la ejercité con la
b en ev o len cia y la ju stic ia y la fundé en la G ran P ureza.7 [La m ú ­
sica p erfecta, prim ero h a d e resp o n d er a las asp iracio n es h u m a­
nas, aco m o d arse a la leyes del C ielo, p ro c ed er según las cinco
virtu d es, y co n fo rm arse a la esp o n tan eid ad natural; y después,
ord en ar las cu atro estacio n es y estab lecer la gran arm onía entre
todos los seres.]8 S u céd ense las cuatro estacio n es, y los m illones
de seres n acen siguiendo e se orden, ahora p ró sp ero s para luego
decaer, se en g en d ran y m atan sucesivam ente; o ra lím pido, ora
turbio, el Yin y el Yang se arm onizan, y m ézclan se sonidos y lu ­
ces. C o m ien zan a re b u llir los aletargados insectos, que con mi
sonido d e tru en o d esp iertan de su sueño invernal. A caban y no
en cu en tras su final, em p iez an y no hallas su principio;9 de im ­
prov iso m u eren unos, de im p ro v iso nacen otros; cesan unos a
deshora, y a d esh o ra otros se alzan. Sus cam b io s son continuos,
sin final, y enteram en te in esp erad o s.10 E sto es lo que p uso ese
gran d ísim o tem o r en tu corazón.
» P ro seg u í desp u és la m elo d ía con la arm ó n ica co m binación
del Yin y el Yang, al tiem p o q u e ilum inaba con la luz del sol y
de la luna. L os sones eran a veces breves, a veces largos, ora
dulces, o ra recios; reg u lares eran sus cam b io s, m as no p o r ello

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Libro XIV. Movimientos celestes

se rep etían . C o lm ab an los valles y llenaban los barrancos. T a­


pan d o todo agujero," guardaban la entereza del espíritu; siguien­
do p len am en te el m o v im iento de los seres. M úsica m elodiosa, de
b rillan te y claro ritm o, que hace a los espíritus ocultarse en la os­
cu rid ad , y al sol, luna y estrellas, seguir su curso regular. A veces
mi m ú sica se detenía, m as sus ecos se propagaban h asta el infini­
to. P o r m u ch o que caviles, no puedes conocerlo; por m ucho que
lo m ires, no puedes verlo; p o r m ucho que lo persigas, no puedes
alcanzarlo. Del todo perdido, al final m e asiento en el T ao del
cu ád ru p le v ac ío 12 y canto apoyado en un seco parasol. L a m ente
se ag o ta en el an sia de conocer, la vista en el ansia de ver, las
fuerzas en el ansia de p erseg u ir;12 y así y a no puedo alcanzarlo.
Sólo la plenitud del cuerpo y una m ente lum inosa y vacía perm i­
ten una adaptación perfecta. Y así es co m o tú, m erced a e sa p er­
fecta ad ap tació n , te sentiste relajado.
» F in alm en te, los sones de m i m elo d ía to rn áro n se recio s, y
co n el ritm o de la natural esp o n tan e id ad estab le cí la arm onía.
P o r eso los seres se p erseg u ían en co n fu sa sucesión, b ro tab an a
un tiem p o en tropel, m ú sica de b o sq u e 14 que no se pu ed e p e rc i­
bir, que se d ifunde v ig o ro sa y sin esfu erzo , m úsica de la o scu ri­
dad q u e no se alcan za a oir. In escru tab les son sus ca m b io s, y
m o ra en las tin ie b la s;15 ora d iríase que m uere, ora que nace; ora
qu e es real, o ra q ue aparente; siem pre fluyendo, sin detenerse,
ni rep etirse en los m ism o s tonos. D udan las g entes del m u n d o , y
van a co n su ltar a los sabios. S abio es aquel que, hab ien d o c o m ­
pren d id o la n atu raleza de las cosas, se co n fo rm a a lo q u e el d e s­
tin o h a fijado. Inm óvil su propia n a tu ra le z a ,16 co n serv a la e n te ­
r e z a d e lo s c in c o s e n tid o s ; n o h a b la , y el g o z o c o lm a su
corazó n ; ésa es la m ú sica del C ie lo .17 Y p o r eso Yan la ensalzó
dicien d o : “C u an d o se escu ch a, no se oye su sonido; cu an d o se
m ira, no se ve su form a; colm a el C ielo y la Tierra; ab a rca los
seis p u n to s del esp a cio ” . Y com o tú q u isiste oiría y no pudiste,
al final te q u ed aste perplejo.
» E sta m ú sica, al p rin c ip io ca u sa tem o r, y este te m o r hace
que lo ten g as p or una desgracia. D espués los sones de m i m ú si­

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ca fu ero n m ás relajad o s, y co n ese relajam ien to viene la desapa­


rición del tem or. Y al final se cae en la p erp lejid ad , y con ella en
la estú p id a ig norancia, la cu al, a su vez, co n d u ce al Tao. L le­
gand o a este punto, y a es po sib le la fusión p len a y total con el
Tao.»

IV. C o n fu cio p artió de viaje hacia el o este, al estad o de Wei.


Yan Yuan p reg u n tó a Shi Jin:
-« ¿ Q u é o p in ió n le m ere ce el p ro ced er de m i m aestro?»
-« ¡ L á s tim a ! - r e s p o n d ió S h i J i n - , ¡V u e stro m a e stro n ad a
puede hacer!»
- « ¿ P o r qu é?» -p re g u n tó Yan Yuan.
A lo que S hi Jin resp ondió:
—«A los p erros de p a ja ,18 an tes de o fren d arlo s, los guardan en
cestos de b a m b ú ,19 en v u elto s en brocados, m ientras el rep resen ­
tante del d ifu n to y el o fician te del funeral se p reparan, m ediante
el ay u n o ritu a l, para p re se n ta rlo s. D e sp u é s d e la o fren d a, los
vian d an tes pisan sus ca b eza s y espinazos, y los leñadores los re ­
cogen p a ra en cen d er el fuego, y ah í se acabó. Si alguien tornara
a g u ard arlo s en una cesta d e bam bú, y a en v o lv erlo s en b ro c a­
dos, y llev án d o lo s co n sigo en sus viajes, se d etu v iera, y se e c h a ­
ra a d o rm ir con ellos al lado, aunque no tu v iera m alos sueños,
no dejara con to d o de sen tir gran d e em barazo. H oy vuestro m a­
estro tam b ién ha reco g ido los perros de p aja usados y a p o r los
reyes d e an tañ o ,20 y ha re u n id o un m on tó n d e d iscíp u lo s para
viajar con eso s perros, d eten e rse y d o rm ir ju n to a ellos. Y por
eso, en S ong co rtaro n el árbol b ajo el que se h ab ía co b ijad o ,21 en
Wei no le p erm itiero n q u ed a rse,22 y en S hang y en Z hou se halló
en g ra n d ísim o ap rieto . ¿E so no es v iv ir un m al su eñ o ? En la
frontera en tre C hen y C ai estu v o rodeado, sin p o d er co m er c a ­
liente d u ran te siete días, a p ique de perecer.2' ¿N o es esto grande
em barazo ?
»P ara v iajar p o r ag u a no h ay com o hacerlo en barco, y para
v iajar p o r tie rra no h ay c o m o h ac erlo en c a rro . Si p o rq u e un

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Libro XIV. Movimientos celestes

b arco p u ed e n av eg ar lo em pujaran p o r la tierra firm e, en toda


una g en eració n po co trec h o 24 les fuera dad o avanzar. ¿A caso los
tiem p o s pasad o s y el p resen te no son tan d iferen tes co m o la tie ­
rra y las aguas? ¿A caso el estad o de Z h o u y el de Lu no son tan
disp ares co m o un b arco y un carro? Q u e rer ap licar hoy a Lu los
prin cip io s del an tig u o Z hou, es co m o v iajar en barco p o r la tie ­
rra firm e: g ran d ísim o esfu erzo y nin g ú n resultado, y p o r añ a d i­
d u ra b u sca rse la p ro p ia ru in a. Ig n o ra v u e stro m aestro q u e es
m en este r aco m o d arse a los cam b io s en to d o tiem po, y que sólo
ad ap tán d o se a las co sas ex terio res se pu ed en ev itar las situ acio ­
nes sin salida. ¿Es q ue no habéis visto un cigoñal? C u an d o tiran
de él se inclina, y cu an d o lo sueltan se levanta. Son los h o m b res
los que tiran de él, no él de los hom bres; y p o r eso, b aja o sube
sin que nadie se lo reproche. D e ahí que el m érito de los ritos y
la ju stic ia , así com o de las leyes y las m ed id as de los T res S o b e­
ran o s y de los C inco E m p erad o res,25 no estu v o en su u n ifo rm i­
dad, sin o en su eficacia a la hora de p o n e r orden en el m undo.
D e m o d o y m an era q u e ritos, ju stic ia , leyes y m ed id as de los
T res S o b era n o s y de los C in co E m p e ra d o re s, bien se p u ed e n
c o m p a ra r co n las ac ero las, peras, n aran jas y to ro n jas, q u e te ­
nien d o m uy d iferen tes sabores, son to d as gratas al gusto.
»Fácil es de v er có m o los ritos, la ju stic ia , las leyes y las m e ­
did as de los T res S o b eran o s y de los C in co E m p erad o res m ú-
d an se co n los tiem p o s. Vestid hoy a un sim io con las ropas del
d u q u e Z h o u , y v eréis có m o las m u erd e y d e sg a rra , y só lo se
co n ten ta rá cu an d o c o n sig a d espojarse de ellas. P arad m ien tes en
q ue la d iferen cia en tre los antiguos tiem p o s y n u estra é p o c a es
co m o la que hay en tre un m ono y el d u q u e Z hou. Un d ía X ishi,
d elan te de sus v ecin o s, fru n ció las cejas sintiendo un d o lo r en el
pech o . V iola una feísim a m u jer de un lu g ar cercano y le p areció
q u e aq u ello h acía a X ishi aún m ás herm osa. C uando reto rn ó a
su casa, delan te de sus vecinos se llevó la m ano al p echo y fru n ­
ció las cejas. M as en v ién d o la tal, los ricos del lugar se e n c e rra ­
ron en sus casas y ec h aro n los cerro jo s, y los pobres, asien d o de
su s m u je re s e h ijo s, salie ro n c o rrie n d o . E sa m u je r s a b ía que

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fru n c ir las c e ja s ac re c ía la b ellez a, m as ig n o ra b a el po rq u é.


¡Lástim a! ¡N ada puede hacer vuestro m aestro!»

V. A sus cincuenta y un años C onfucio aún no había recibido


la en señ an za del Tao. V iajó, pues, al sur, a Pei, para visitar a
Lao Dan.
- « A s í que habéis venido - d ijo Lao D a n -. H e oído decir que
sois un sabio del norte. ¿E stáis ya en posesión del Tao?»
-« A ú n no» -re sp o n d ió C onfucio.
-« ¿ Q u é habéis hecho p ara encontrarlo?» -p re g u n tó Lao zi.
-« L o bu sq u é durante cinco años estu d ian d o las m edidas y
los núm eros -d ijo C o n fu cio -; m as no lo conseguí.»
-« Y después, ¿cóm o lo buscasteis?»
-« D u ra n te doce años lo estuve buscando en el estudio del
Yin y el Yang, m as tam poco lo conseguí.»
- « A s í es - d ijo Lao z i - Si se pudiese hacer ofrenda del Tao,
ningún súbdito dejara de ofrendárselo a su príncipe; si el Tao se
pudiese presentar, ningún hijo dejara de presentárselo a sus p a ­
dres; si el Tao se pudiese enseñar, nadie dejara de enseñárselo a
sus herm anos; si el Tao se pudiese dar, nadie dejara de dárselo a
su hijos y nietos. M as no se puede, y no hay o tra razón, que
com o en tu interior no haya principio rector, el Tao no se ha de
asentar en tí, ni lo podrás ejercitar cuando no lo pruebes26 en el
exterior. C u ando se atiene a los dictados de su com prensión in­
terior y no se le acepta en el exterior, el sabio no se m anifiesta;
cuando se atiene a los dictados del exterior y no tiene dentro de
sí p rin cipio rector, el sabio no se oculta. El renom bre es algo
público, de lo que no se debe uno apropiar en exceso. La b en e­
volencia y la ju stic ia son el albergue de los antiguos soberanos,
en el que sólo se puede p arar una noche, y no perm anecer largo
tiem po; si haces por que te vean en él, m enudearán lo reproches
hacia tu persona.
»Los hom bres perfectos de la antigüedad tom aban el cam ino
de la b en evolencia y hacían alto en la justicia, por viajar hasta la

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Libro XIV. Movimientos celestes

liberadora Vacuidad. A lim entábanse frugalm ente y se asentaban


en huertos no arrendados. L a plena libertad está en el no-actuar;
siendo frugal, siem pre se está satisfecho; al no arrendar, no se
consum e. A esto llam aban antiguam ente “ Viaje a la v erd ad ” .
»Q uien considera su m eta las riquezas, no cederá a otro sus
rentas; q u ien co n sid era su m eta la gloria, no cederá a o tro su
fam a; los ansiosos de poder, no consentirán en ceder a otro el
m ando. Tiem blan cuando lo tienen, se afligen cuando lo pierden.
E n su m ente, em pero, nada de esto ven con claridad: antes m iran
p erseverar en su em peño. Es com o si el C ielo los hubiera conde­
nado. A g rav iar y favorecer, tom ar y dar, am onestar e instruir,
perdonar la vida y condenar a m uerte, tales son los ocho instru­
m entos para corregir a los hom bres, de los que sólo puede usar
aquel que sabe acom odarse a las grandes m udanzas, sin que se lo
estorbe el deseo de las cosas. De ahí el dicho: “Sólo puede corre­
gir a los dem ás el que antes se ha corregido a sí m ism o” . Si en tu
m ente no lo ves así, las puertas del C ielo no se te abrirán.»27

V I. C onfucio fue a ver a Lao D an y le habló de la benevo­


lencia y la justicia. D íjole Lao Dan:
-« C u a n d o al ahechar te entra salvado en el ojo, el cielo y la
tierra, y los cuatro puntos cardinales, todo lo ves m udar de sitio.
Si te pica un m osquito o un tábano, no podrás dorm ir en toda la
noche. A sí es com o la benevolencia y la ju stic ia envenenan y al­
borotan nuestras m en tes,28 y no hay m ayor desorden que el que
de ellas nos viene. H aced que el m undo no pierda su sim plici­
dad natural, y para ello obrad según sople el viento, y m antene­
os firm es en los lím ites de la virtud. ¿P ara qué tanto afanoso c o ­
rrer tras la benevolencia y la ju sticia,29 com o el que aporrea un
gran tam b o r buscando al hijo perdido? El cisne no ha m enester
bañarse todos los días para estar blanco, ni el cuervo tiznarse a
diario p ara estar negro. El blanco y el negro pertenecen a la n a­
tu rale za o rig in al, y no hay p ara qué d iscu tirlo s; la fa m a y la
honra co rresponden a los prim eros rangos, y no hay p ara qué

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exagerarlas. C uando el m anantial se agota, los peces se juntan


en el lodo, se echan unos a otros el húm edo aliento y se m ojan
m u tuam ente con sus babas; m ás les valía antes, cuando nadaban
en los ríos o en los lagos sin saber nada unos de otros.»30
C u a n d o to rn ó C o n fu c io d esp u é s de h a b e r v isita d o a L ao
D an, estuvo tres días sin hablar. P reguntáronle sus discípulos:
-« ¿ Q u é consejos ha dado el m aestro a L ao D an cuando ha
ido a verle?»
A lo q ue C onfucio respondió:
-« E s ta vez he visto un dragón. Un dragón que cuando se e n ­
coge fo rm a un cuerpo, que cuando se estira m uestra brillantes
colores y dibujos; que cab alg a las nubes, y que se cierne y vuela
en m edio del Yin y el Yang. A brí la boca en viéndole y no la
pude cerrar; conque ¿qué consejo hubiera podido yo dar a L ao
D an?»
-« S ie n d o así - d ijo Z ig o n g -, ¿quiere d ec ir que v erd ad era­
m ente ex isten hom bres que, inm óviles cual cadáver, se m u es­
tran cam b ian tes com o un dragón; que, silenciosos cual abism o,
retum ban com o el tru eno;31 y que se m ueven com o el C ielo y la
Tierra? ¿P odría ir Si a visitarle?»
Y así, Z igong fue a ver a L ao Dan introducido por C onfucio.
H alló a L ao D an sentado en la sala.
- « S o y ya m uy viejo - l e dijo L ao D an con voz débil luego de
responder a su salu d o -. ¿Q ué habéis venido a enseñarm e?»
- « L o s Tres S oberanos32 y los C inco E m peradores -d ijo Z i­
g o n g - gobernaron el m undo de diferentes m aneras, m as todos
ellos se ganaron un m ism o renom bre y fam a. Pues bien, ¿por
qué sólo vuestra señoría no los tiene por sabios?»
-« ¡V é n g a s e aq u í ju n to el señ o r m ocito! - d i j o L ao D a n -.
¿Por qué decís que g o bernaron de diferentes m aneras?»
-« Y a o abdicó en Shun - d ijo Z ig o n g -, y Shun en Yu. É ste
gobernó con gran fatiga y Tang usó de las arm as. El rey W en se
som etió al tirano Z hou y no osó contrariarle, en tanto que el rey
Wu se enfrentó a Z hou y no co nsintió en som eterse. P or todo
esto digo que gobernaron de diferentes m aneras.»

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Libro XIV. Movimientos celestes

-« ¡V é n g a se m ás ju n to el señor m ocito! - d ijo Lao D a n - Q ue


os tengo de declarar cóm o gobernaron el m undo los T res S obe­
ranos y los C inco E m peradores. Pues sabed que cuando el E m ­
p erad o r A m arillo gobernó el m undo, hizo que los corazones de
las gentes fueran uno,-13 de suerte que, si alguien m oría y los su­
yos no le lloraban, nadie les censuraba. C uando Yao gobernó el
m undo, hizo que los corazones de las gentes sintieran la afición
entre allegados, de m anera que se em pezaron a hacer d iferen ­
cias en esas aficiones, sin que las gentes lo reprobaran. C uando
S hun g o b ern ó el m u n d o , llevó la riv alid ad al co razó n d e las
gentes, y así las m ujeres parían a los diez m eses,34 y a los cinco
las criaturas sabían hablar,35 y antes de hacerse niños ya em p e­
zaban a preguntar quién eres,36 y entonces com enzaron a p ro d u ­
cirse las m uertes prem aturas. C uando Yu gobernó el m undo, tra­
jo las constantes m udanzas al corazón de las gentes, y así cada
uno ten ía su propio intento y fue m en este r usar de las arm as
para forzar la obediencia, y ya no se ju z g ó asesino el que m ata­
ba a un ladrón, sino que se tenía por dueño y señor del m undo,37
con lo que el m undo dio en grandísim o espanto, y en esto apare­
ciero n los letrad o s ru y los seg u id o re s de M o. C on é sto s, al
principio hubo orden y m oral, m as hoy en día m irad en qué han
parado. ¿Q ué decís a todo esto? Y m ás os tengo de decir acerca
del gobierno de los Tres Soberanos y los C inco E m peradores:
que aunque lo llam an gobierno, en realidad no fue sino el m ayor
desorden conocido. Y en lo tocante a la sabiduría de los Tres
S oberanos, en lo alto ocultó la luz del sol y de la luna, en lo
bajo ofendió la esencia sutil de m ontes y ríos, y en el m edio p er­
tu rb ó el curso de las cuatro estaciones. Su sabiduría fue tan p er­
n icio sa com o el aguijón del escorpión, que ni aun a los anim al i-
llos m ás dim inutos les es dado llevar una existencia tranquila y
co nform e a su naturaleza. Y aun así, que los tales se hayan ten i­
do a sí m ism os p or sabios ¿no es una vergüenza? ¡Esos no sab í­
an lo que es tener vergüenza!»
T om ado de grandísim o espanto, Z igong apenas pudo soste­
nerse en pie.

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V II. D ijo C o n fu cio a L ao Dan:


- « T ie n e Q iu para sí, q u e h a gastado m u ch o tiem po en el e s ­
tudio d e los Seis L ibros: P o e sía s, H istoria, R itos, M úsica, M u ­
ta cio n es y P rim avera y Otoño.™ D espués de h ab e r alcanzado un
p ro fu n d o co n o c im ien to d e ello s, le han re cib id o en au d ien cia
seten ta y d o s prín cip es,39 a los que ha h ablado del Tao de los re ­
yes d e antaño, y d eclarad o las grandes em p resas de los duques
Z h o u y S hao, cuya m em o ria nos ha llegado. Pues bien, ni uno
solo d e esos p ríncipes h a consentido en ap licar lo que le he d i­
cho. ¡C óm o y qué difícil es! ¿A caso los hom bres son duros de
persu ad ir, o es el Tao el que es difícil de ilustrar?»
-« ¡Q u é gran fo rtu na h a sido -d ijo L ao D a n -, que no hallarais
p rín cip e d eterm in ad o a gobernar! P ues los S eis L ibros no son
sino las viejas huellas de los reyes de antaño, pero ¡nada dicen
del o rig en de esas huellas! Todo eso de lo que andáis hablando
no p arece sino pisadas; ah o ra bien, las pisadas son la m arca d eja­
d a p o r el calzado, m as ¿la pisada es el calzado? E ntre las garzas
b lan cas,40 el m acho y la h em b ra se m iran, sin m over un punto las
pupilas, y así la hem b ra q u ed a fecundada.41 E ntre los insectos, el
m acho can ta desde arriba, y la hem bra le responde desde abajo,
y así es com o ésta queda fecundada; y hay especies que son a la
vez m ach o y hem bra,42 y p o r eso pueden fecundarse por sí m is­
m os. N o se puede m u d ar la propia naturaleza, ni cam biar el des­
tin o , ni d e te n e r el tie m p o , ni e sto rb a r el T ao. T odo lo p u ed e
quien p o see el Tao, y n ad a puede quien lo h a perdido.»
E stu v o C o n fu cio tres m eses sin salir de su casa, y después
fue a v er de nuevo a L ao D an. D íjole C onfucio:
- « Q iu ya h a co m p rendido. E m pollan sus huevos los cuervos
y las u rracas, fecú n d anse los peces con la baba, en g éndranse por
m u tació n los insectos de cin tu ra estrecha, nace el herm ano m e ­
nor y el m ay o r llora.43 T iem p o ha que Q iu an d a en com pañía del
H aced o r de las tran sfo rm acio n es,44 que si no se anda en co m p a ­
ñía del H aced o r de las transform aciones, ¿có m o se podrá tran s­
fo rm ar a los dem ás h o m bres?»
-« B ie n -d ijo ento nces L ao D a n -; Q iu y a lo ha conseguido.»

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LIBRO XV. TALLAR EL ÁNIMO

I. Q u ien talla su ánim o para co n d u cirse con gran no b leza, y


ab an d o n a el m undo y se aparta de sus usos, y no siente ningún
co n ten to de los elev ad o s discursos, un hom bre así no d a señal
sino de un alto co n cepto de sí m ism o: tales son los erm itaños
q u e h a b ita n los b o sq u es y m o n tes. H o m b re s que d e te sta n el
m u n d o , y que g u stan de co n su m irse en la m o rtificac ió n y de
arro jarse al abism o.'
Q u ien h ab la de b en ev o len cia y ju stic ia , y de lealtad y c o n ­
fianza, y de resp eto y de austeridad, y de m odestia y de re n u n ­
cia,2 un h om bre así sólo busca la p ro p ia perfección m oral: tales
son los señores que q u ieren poner paz en el m undo. H om bres
que dan d o ctrin a y co nsejos, y que gu stan d e en señ ar viajando
de una parte a o tra o estableciendo su p ro p ia escuela.
Q uien habla de grandes em presas por ganar grande fam a, de­
fiende el orden jerárquico entre el soberano y sus súbditos, y en­
m ienda las relaciones entre los de arriba y los de abajo, un hom bre
así sólo busca el ejercicio del gobierno: tales son los señores de
palacio. H om bres que honran a su soberano y hacen fuerte al esta­
do, y que gustan de conquistar tierras y realizar grandes proezas.
Q u ien , retirándose a las m ontañas y a los pantanos, se a p o ­
senta y huelga en la soledad, y p esca en los ríos y m o ra en la
o cio sid ad , entreg ad o p o r entero a no h acer nada: tales son los
que viajan p or ríos y m ares. H om bres q u e se han apartado del
m undo, y que gustan de la o ciosa holganza.

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Q uien espira y aspira, vom ita lo viejo y traga lo nuevo,3 y se


pone tieso com o un oso y cual pájaro se estira,4 un hom bre así
sólo bu sca la longevidad: son los que se ejercitan en g u iar y
co nducir el aire vital.5 H om bres que alim entan su form a corpó­
rea, y que gustan de alcanzar la longevidad de Peng zu.
A quel que tiene una noble conducta sin tallar el propio áni­
m o, y se perfecciona m oralm ente sin usar de la benevolencia y
la ju sticia, y pone orden en el m undo sin buscar m érito y fam a,
y vive en la holganza sin andar por ríos y m ares, y alcanza la
longevidad sin haberse ejercitado en guiar y conducir el aire vi­
tal, un hom bre así nada hay que no haya dejado ni nada que no
posea. G ozando de infinita calm a, reúne en su persona la m ulti­
tud de perfecciones. He ahí el Tao del C ielo y de la Tierra, y la
Virtud del sabio.

II. P or eso se dice que la calm a, el silencio, el vacío y el no-


actuar, son el origen del C ielo y de la Tierra, y la esencia del
Tao y su Virtud.6 Y de ahí que el sabio m antenga su m ente sose­
gada, y así le es dado perm anecer en paz;7 perm aneciendo en
paz alcanza la calm a, y entonces, en paz y en calm a, no hay cu i­
dado o mal que le sobrevenga, ni influencia m aléfica que le aco­
m eta. De este m odo, entero, conservará su virtud y su espíritu
no sufrirá m enoscabo.
P or eso se dice que la vida del sabio es proceder conform e al
Cielo, y su m uerte confundirse con los seres. C uando en reposo,
su virtud es una con el Yin; cuando se m ueve, sus ondas se unen
al Yang.s No hace por ser feliz, ni tam poco se procura la desgra­
cia. Sólo responde cuando le incitan, sólo se m ueve cuando le
fuerzan; sólo se levanta cuando no puede m enos. R echaza la in­
teligencia, y las artes y engaños, y sigue en todo la ley del Cielo.
P or eso se dice9 que el C ielo no le envía calam idades, que las
cosas no le estorban, ni los hom bre le reprueban, ni los dém ones
le castig an .10 No ha m enester de cavilar, ni im agina tam poco tra­
zas. Es luz, pero no ilum ina;" y fiel, aunque nada haya prom eti­

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Libro XV. Tallar el ánimo

do. D uerm e sin soñar, y despierto no tiene cuitas. Su vida es flo­


tar; su m uerte, descanso. Puro es su espíritu, y su alm a infatiga­
ble. En la calm a de la Vacuidad se hace uno con la V irtud del
C ielo .12
P or eso se dice: “Penas y alegrías, te has apartado de la Vir­
tud: contento y enojo, has faltado al Tao; am or y odio, tu m ente
se ha perdido” .15 De ahí que una m ente sin penas ni alegrías, es
la suprem a virtud; perm anecer concentrado en la propia unidad
sin m udanza alguna, la suprem a quietud; no resistir a nada, la
suprem a Vacuidad; no tener trato con las cosas exteriores, el su­
prem o desasim iento; no oponerse a nada, la suprem a pureza.

III. P or eso se dice: “C uando fatigas tu cuerpo y no descan­


sas, desfalleces; cuando usas de tu espíritu y no cesas, lo ag o ­
tas” .14 La naturaleza del agua, la hace lím pida y clara cuando no
está m ezclada, y lisa su superficie cuando no se agita; y pierde
tam bién su lim pidez cuando se estanca: im agen de la virtud del
C ielo. Por eso se dice: “ Perm anecer puro, sin m ezclarse; c o n ­
centrado en la serena unidad, sin sufrir m udanza; desapegado de
las cosas externas, sin actuar; m overse conform e al orden natu­
ral: he ahí el arte de alim entar el espíritu” . Es com o el que posee
una de esas celebradas espadas de Wu y de Yue,15 que las guarda
en la vaina y no osa usarlas a la ligera, por cuanto las tiene por
lo m ás preciado. Pues bien, el espíritu se extiende y fluye por
las cuatro direcciones, y no hay parte que no alcance, que por
arriba llega al C ielo y por abajo envuelve la Tierra; transform a y
alim enta a los seres todos, siendo invisible su form a; y en su
operar es sem ejante al C ielo y a la Tierra.
Para conservar la pureza y la sim plicidad originales, sólo ha
m enester guardar tu espíritu; si lo guardas y no lo pierdes, te ha­
rás uno con el espíritu; y penetrando la esencia de la pura uni­
dad, te identificarás con la razón del C ielo .16 Hay un proverbio
que dice: “ El hom bre del vulgo estim a las riquezas, el honesto
letrado estim a el buen nom bre, el sabio ensalza los nobles idea­

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les, p ara el gran sab io '7 lo m ás precioso es el esp íritu ”. Y así, dí-
cese sim p le a lo que no está m ezclado, y puro a lo que no m e­
n oscaba el espíritu. A quien es capaz de com p ren d er la sim p lici­
dad y la p u reza llam an “hom bre verdadero” .

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LIBRO XVI. ENMENDAR
LA PROPIA NATURALEZA

I. L os que tratan de en m endar su pro p ia naturaleza p o r m e


d io d e los c o n o c im ie n to s v u lg a re s,1 b u sca n d o re stitu irla a su
p rístin o estado, así com o los que con pensam ientos vulgares e x ­
trav ían y trastornan sus deseos, buscando alcanzar la clariv id en ­
cia, los tales son g ente ignorante y ciega.
L os hom bres q ue antaño cultivaban el Tao, alim entaban su
sabid u ría con la quietud. C recía su sabiduría sin que con ella ac­
tuaran: es lo que se llam a alim entar la quietud con la sabiduría.
C o m o sab id u ría y q u ietu d se a lim en tab an en ello s re c íp ro c a ­
m ente, la arm o n ía bro taba de su propia naturaleza. [La V irtud es
arm o n ía y el Tao razón. L a virtud que todo lo abarca es la b en e­
volencia, y el Tao en que todo es conform e a la razón es la ju s ti­
cia. C o m p ren d er claram ente la ju stic ia y am ar así a los seres es
la lealtad. P erm an ecer puro y verdadero, y retornar a la n atu ra­
leza prim era, es la m úsica. S er hom bre de palabra, y de porte y
actitu d co nform es a los cánones, son los ritos. Si los ritos y la
m úsica se ejercitan d esviadam ente, el caos se apodera del m u n ­
d o .]2 L os otros se rectifican y yo guardo m i virtud, y g u ard án d o ­
la no la hago patente; pues si lo hiciera, no dejara de apartarm e
de m i propia naturaleza.

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II. L o s h o m b res de la an tig ü ed ad , en m ed io de una v ag a


co n fu sió n , v ivían to d os en la m ás co m p leta in d ifere n cia.1 En
aquel tiem po, el Yin y el Yang estaban arm oniosam ente eq u ili­
brados, y los espíritus no enfadaban a los hom bres, y las cuatro
estaciones se sucedían con regularidad, y los seres todos no su­
frían dañ o alguno. N o se conocía la m uerte prem atura entre la
m uchedum bre de seres, y aunque los hom bres estahan dotados
de inteligencia, no tenían ni dónde ni cóm o hacer uso de ella.
E stado éste al que llam an de la perfecta unidad.4 En aquel tiem ­
po nadie actuaba, y todo discurría siguiendo su curso natural.5
D e sp u é s, cu an d o la V irtud em p ezó a d e b ilita rse , lleg aro n
Suiren y Fuxi y gobernaron el m undo; aunque sólo pudieron h a­
cerse obedecer, y no fueron capaces de retornar a la prim itiva
unidad. C u ando la V irtud se debilitó aún m ás, llegaron S hen-
nong y el E m perador A m arillo y gobernaron el m undo; aunque
sólo lograron po n er en él paz, y no pudieron hacerse obedecer
por to d o s. D eb ilitó se aún m ás la V irtud, y en to n ces llegaron
Tang y Yu6 y gobernaron el m undo; levantaron toda suerte de
instituciones para go b ernar y educar al pueblo, con lo que la p u ­
reza y sim plicidad originales se disiparon. Se abandonó el Tao
por entreg arse a la acción,7 y quedó oculta la Virtud por darse a
la práctica. M ás tarde se apartaron de la propia naturaleza por
seguir los im pulsos del corazón. C onocerse unos a otros co ra ­
zón con corazón no fue bastante para poner paz en el m undo.
A ñadióse m ás tarde m ucho adorno literario1* y se acreció la e ru ­
dición. Tanto adorno literario acabó con la sustancia, y ahogado
quedó el esp íritu bajo tan ta erudición. D espués de lo cual las
gentes cay ero n en grande extravío y co nfusión, y ya no hubo
m anera de que tom aran a su verdadera naturaleza, ni que v o l­
vieran a su estado originario.
M irándolo así, el m undo ha perdido el Tao y el Tao ha perdi­
do el m undo. Y si el m undo y el Tao se han perdido m utuam en­
te, ¿c ó m o p o d rá a p a re c e r en el m u n d o un h o m b re del T ao?
¿cóm o po d rá el m undo m anifestarse en el Tao? El Tao no puede
aparecer en el m undo, ni el m undo puede h acer que el Tao ap a­

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Libro XVI. Enmendar la propia naturaleza

rezca. A unque el sabio no habite en el retiro de los bosques y


m ontañas, su virtud seguirá igual de escondida.
E scondida, m as no porque se esco n d a ella m ism a. L os lla­
m ados erm itaños de la antigüedad no eran hom bres que se o cu l­
taran y no se dejaran ver, ni hom bres que guardaran sus d o ctri­
n as y no las h icieran p ú b lic a s, ni ta m p o c o que m a n tu v ie ra n
oculta su sabiduría y no la m anifestaran a los dem ás. ¡Eran tan
co n trario s y d esarreglados los tiem pos en que vivían! C uando
los tiem pos son propicios, (el sabio) se m anifiesta am pliam ente
en el m undo, y entonces reto m a a la perfecta unidad y no deja
h u e lla alg u n a;9 m as si no h allan ese tiem p o p ro p icio , p enan
grandem ente en el m undo, y entonces se ocultan profundam ente
en la m áxim a quietud, y esperan. E ste es el arte de p reservar la
p ro p ia persona.

III. Los que antaño se ejercitaban en preservar la propia p er­


so n a,10 no em bellecían su sabiduría con discursos y argum entos,
ni estorbaban al m undo con su inteligencia, ni tam poco a la Vir­
tud. V ivían en total independencia" y retom aban a su naturaleza
original. ¿Q ué m ás debían hacer? El Tao no puede darse en una
co n d u cta m ezquina, ni la Virtud en un estrecho conocim iento.
Un conocim iento estrecho daña la V irtud, y una conducta m ez­
q u ina daña el Tao. P or eso se dice: “ Tente recto, eso es to d o ” .
S en tir contento por guardar entera la propia naturaleza es lo que
llam an plena satisfacción.
En la antigüedad se tenía por plenam ente contentos no a los
dignatarios de carroza y som brero, sino a aquellos que ya no p o ­
dían acrecer su dicha. Hoy, en cam bio, es a esos dignatarios de
carroza y som brero a los que se ju z g a plenam ente satisfechos. Ir
en carroza y portar som brero de dignatario corresponde a la p er­
sona, m as no es ni su verdadera naturaleza ni su propio destino.
Es algo exterior que a deshora te viene, com o si te lo confiaran
provisionalm ente; y estas cosas, ni las puedes rechazar cuando
vienen, ni retener cuando se van. P or eso no hay para qué dar

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rienda su elta al ánim o cuando se tienen carrozas y som breros, ni


tam poco ced er a los usos m undanos por hallarse en apretada c o ­
yuntura; cuando la d icha es la m ism a tanto en uno com o en otro
caso, no hay turbación ni cuidado. Hoy en día, cuando se pierde
lo que só lo es tem poral, tam bién se pierde el contento. M irándo­
lo así, aunque se haya tenido contento, ¡a no d u d ar que éste era
vano! P o r eso se dice: “ A quienes se pierden a sí m ism os en las
cosas, y pierden su n aturaleza en los m undanos usos, a los tales
llam an hom bres al rev és” . 12

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LIBRO XVII. CRECIDAS DE
OTOÑO

I. C uando llegan las crecidas de otoño, los cien tributarios


vierten sus aguas en el R ío ;1 tam aña es la anchura de su curso,
que de orilla a orilla, o entre las islas en m edio de sus aguas, no
se puede d istin g u ir un búfalo o un cab allo a lo lejos. En ese
tiem po el genio del R ío2 se sintió colm o de contento, com o que
ten ía para sí que todo lo bueno y bello del m undo se h abía reu ­
nido en su persona. Siguiendo la corriente fue hacie el este, y al
fin a l lleg ó al m a r s e p te n trio n a l.3 T en d ió su m ira d a h a c ia el
oriente, y no alcanzó a divisar el lím ite de las aguas. D em udóse-
le el rostro, h asta entonces contento, y contem plando el vasto
o céan o ,4 suspiró y dijo hablando con R uó, genio del m ar septen­
trional:
-« H a y un refrán que dice: “ A prendidas cien doctrinas, para
m í que nadie se m e com para” . Pues bien, este refrán dice de mí.
H e oído que algunos tienen en poco el saber de C onfucio y m e­
nosprecian la ju stic ia de B oyi.5 Al principio no lo creía; ahora
veo cuán grande es v uestra vastedad, que no es posible del todo
abarcar, y de no h ab er venido h asta vuestra puerta, ahí perdido
m e vierais, y a no du dar que vuelto en constante hazm erreír de
los hom bres que han com prendido el T ao.»6
-« E l pez7 que vive en un pozo -d ijo R uó del m ar septentrio­
n a l- nada puede h ablar acerca del m ar, y esto por causa de lo li­

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m itado de su espacio. El insecto estival nada puede hablar acer­


ca de los hielos del invierno, y esto por cau sa de lo lim itado de
su tiem po. Un letrado que vive en el cam po nada puede hablar
acerca del Tao, y esto por cau sa de lo m enguado de sus estu ­
dios. A h o ra vos habéis salido por prim era vez de vuestras rib e ­
ras, y al c o n te m p la r el v a sto o céan o os h a b é is p e rc a ta d o de
v uestra torpeza, de suerte que ya se os puede hablar de los g ra n ­
de p rin cip io s del u niverso. N o hay en el m undo entero aguas
m ás vastas que las del mar. A él retornan los m iles de ríos, sin
que se sepa que paren; m as con eso nunca lo ves colm ado. D e ­
sagua p o r la “puerta de la c o la” ,8 sin que se sep a que cese, pero
nunca se vacía. Ni la prim avera lo altera, ni tam poco el otoño;
ni sabe de inundaciones o sequías. Im posible es de calcular en
cu án to so b rep asa p or sus aguas a los g ra n d es ríos.g M as, con
todo esto, nunca m e he sentido orgulloso, p o r cu an to estim o que
mi fo rm a m e ha venido del C ielo y de la T ierra, y mi energía v i­
tal del Yin y del Yang la ten g o recibida. A sí pues, yo, entre el
C ielo y la T ierra, soy co m o una piedrecilla o co m o un arbolillo
en una g ran m ontaña. T eniéndom e en tan poca cosa, ¿cóm o p o ­
dría sen tirm e ufano? Si m edim os los cuatro m ares en m edio del
C ielo y de la Tierra, ¿no sem ejan, acaso, un h o rm ig u ero 10 en la
dilatada llanura? Si m edim os el País del C en tro " en m edio de
los cu a tro m ares, ¿no sem eja, acaso, un g ra n o de m ijo en un
granero? M ás de un m illón es el núm ero de los nom bres de los
diferentes seres, y el hom bre no es m ás que uno entre ese m i­
llón. L a m u ltitud de los hom bres habita en las nueve regiones,
donde crecen los cereales y que barcos y carros com unican e n ­
tre sí, y ahí, un hom bre, entre todos, no es m ás que una unidad.
C o m p arad o con el m illón de seres, un hom bre ¿no se asem eja a
la punta de un pelo en el cu erp o de un caballo? Pues bien, todas
las estra te g ias12 de los C inco E m peradores, todas las contiendas
de los T res R ey es,13 todas las cuitas de los hom bres benevolen­
tes, todos los esfuerzos de los hom bres de talento, ¡realm ente no
son m ás q u e eso! C u a n d o B o y i re n u n c ia p o r g a n a r fa m a , y
cuando C o n fu cio enseña en todas partes por m ostrar su m ucha

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Libro XVII. Crecidas de otoño

eru d ició n , y en tram b o s de esta suerte hacen alarde de sí m is­


m os, ¿acaso no se p arecen a vos cuando, hasta ha poco, os e n o r­
gullecíais de vuestras aguas?»
-« ¿ M e está p erm itido entonces - d ijo el genio del R ío - tener
p o r grande al C ielo y a la Tierra, y por pequeño la punta de un
pelo?»
-« ¡N o ! -e x c la m ó R uó del m ar se p te n trio n a l- L a m ed id a de
las cosas es infinita, su tiem po no tiene térm ino, su condición
no es perm anente, y su principio y su fin no dejan de m u d ar su
orden. P or eso un hom bre de gran sabiduría ve tanto lo lejano
co m o lo próxim o, y de ah í que no tenga p o r poco lo pequeño, ni
p o r m ucho lo grande; y esto porque sabe que la m edida de las
co sas es infinita. C o m p ren d e que la an tig ü ed ad y el p resen te
son en esencia lo m ism o, y de ahí que no sienta desánim o de lo
que está lejos, ni busque afanosam ente lo que tiene delante; y
esto porque sabe que el tiem po no tiene térm ino. D escubre la ra ­
zón de la plenitud y del vacío de los seres, y de ahí que cuando
algo g ana no se alegra, ni se aflige cuando algo pierde; y esto
porque conoce que la condición de los seres no es perm anente.
Ve claram ente cuál es el ancho y llano cam ino que el hom bre ha
de recorrer, y de ah í que ni la vida le haga m ás dichoso, ni la
m uerte desdichado; y esto porque sabe que el principio y el fin
no d ejan de tro car su orden. Lo que el hom bre sabe es harto
m enos de lo que ignora; el tiem po de su ex isten cia es harto m ás
co rto que el que p recedió a su n acim iento; con algo tan su m a­
m e n te p e q u e ñ o , q u e re r lle g a r al d o m in io de lo su m a m e n te
g ra n d e ,14 p or fu erza ha de llevarle a gran confusión y extravío,
y al final nada h ab rá conseguido. V iendo las cosas así, ¿cóm o
es posib le saber que la punta de un pelo es el lím ite de lo m ás
p eq u eñ o , y que el C ielo y la T ierra ag o tan el dom inio de lo m ás
gran d e?»
-« T o d o s cuantos en nuestro m undo debaten en to m o a estas
cosas -d ijo el genio del R ío - sostienen que las cosas m ás finas
no tienen form a y que las cosas m ás grandes no se pueden ab a r­
car. ¿E s esto cosa p robada?»

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- « S i se m ira lo grande desde lo m enudo, no se ve el todo


-re s p o n d ió R uó del m ar sep ten trio n a l-; si se m ira lo m enudo
desde lo grande, no se ven los detalles. Pequeño y grande, cada
uno tiene su com odidad, y así son las cosas.15 Lo fino no es m ás
que lo que hay de m ás pequeño entre lo pequeño, y lo enorm e, lo
que hay de m ás grande entre lo grande. Lo que llam am os fino o
grueso se lim ita a lo que tiene form a; pues en lo tocante a lo que
no la tiene, el cálculo no lo puede dividir; y en cuanto a lo que
no se puede abarcar, tam poco el cálculo lo puede agotar. Lo que
se puede tratar con la palabra, es el grueso de las cosas; lo que se
puede alcan zar con el entendim iento, lo fino de las cosas. En
cuanto a lo que no se puede tratar con palabras, ni el entendi­
m iento puede alcanzar,16 está m ás allá de lo fino y de lo grueso.

»[Por eso un gran hom bre se conduce sin causar daño a los
dem ás, y no se vanagloria de su benevolencia ni de sus favores.
N o actúa por interés, ni desprecia al portero o al siervo, ni con­
tiende p o r las riquezas, ni alardea de sus concesiones o de sus re­
nuncias. A nadie pide ayuda, sin por ello enorgullecerse de su
solo esfuerzo. N o se rebaja al extrem o de los am bicioso y co ­
rruptos. A pártase en su conducta del com ún de los hom bres, m as
no se m uestra ufano de ser diferente. Y cuando sigue a la m ulti­
tud en su obrar, no se abaja al extrem o de los picos de oro y adu­
ladores. D ignidades y rentas no bastan para persuadirle, ni casti­
gos y hum illaciones son b astante para avergonzarle. S abe que
entre el “es” y el “no e s” no hay distinción, y tam poco lím ites
entre lo m enudo y lo grande. He oído decir: “El hom bre de Tao
no es conocido, el hom bre de perfecta Virtud no triunfa, el gran
hom bre carece de yo” . L a perfección está en la renuncia].»17

Dijo el genio del Río: -« B ie n sea fuera de las cosas, bien den­
tro de ellas, ¿desde dónde se distingue y determ ina lo que es noble
y lo que es vil? ¿Desde dónde lo que es pequeño y lo es grande?»
-« S i lo consideram os desde el Tao -re sp o n d ió R uó del m ar
sep ten trio n al-, en los seres no se da la diferencia entre lo noble

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Libro XVII. Crecidas de otoño

y lo vil; si lo consideram os desde los seres, todos ellos se tiene


a sí m ism os por nobles y desprecian a los dem ás; si lo co n sid e­
ram os desde los usos m undanos, nobleza y bajeza no están en
uno m ism o (sino que le viene al hom bre de fuera); si lo co n sid e­
ram os desde sus d iferencias, todos los seres del m undo serán
grandes en tanto en cuanto a cada uno juzguem os grande p o r la
g randeza que en él hay, y serán pequeños en la m edida en que a
cad a uno estim em o s pequeño p o r la p eq ueñez que hay en él.
C uando se com prende que el C ielo y la T ierra son un granito de
m ijo, y que la p u nta de un pelo es toda una m ontaña, entonces
se puede saber cóm o calcular las diferencias. Si lo co n sid era­
m os desde la eficacia, todas las cosas existirán en tanto en cu an ­
to a cada una ju zg u em o s existente p o r lo que en ella hay de ser,
y no existirán en la m edida en que a cada una estim em os inexis­
ten te p o r lo que en ella hay de no-ser. C uando se com prende
q ue el este y el oeste, siendo opuestos, no pueden existir el uno
sin el otro, entonces se puede determ inar el grado de su eficacia.
Si lo consideram os desde sus tendencias, todas las cosas serán
verdaderas en tanto en cuanto a cada una juzguem os verdadera
p or lo que en ella hay de verdad, y serán falsas, en la m edida en
que a cada una estim em os falsa por lo que en ella hay de false­
dad. C uando se com prende por qué Yao y Jie se tenían a sí m is­
m os p or poseedores de la verdad, m ientras m utuam ente se d eni­
g r a b a n , e n to n c e s se p u e d e n d is c e r n ir la s te n d e n c ia s y la
integridad de los seres.
»A ntaño Yao abdicó en Shun, y am bos fueron em peradores;
K uai abdicó en Z hi, y fue la perdición de en tram b o s.18 Tang y
W u lucharon por el poder y llegaron a ser m onarcas; el duque Bo
luchó p o r el poder, y pereció. De donde se colige que el m odelo
de lucha o abdicación, así com o el proceder de Yao o de Jie, en
lo que tiene de noble o de vil, dependen de las condiciones del
m om ento, y no pueden afirm arse com o principios inm utables.
»U na viga o un cabrio pueden usarse com o arietes contra la
p u erta de una ciudad, m as no para tapar un agujero pequeño: es
el diferente uso de las herram ientas. Los célebres corceles qiji y

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hu a liu 19 podían galopar m il li en un solo día, m as a la hora de


cazar ratones harto a la zaga quedaban de un gato m ontés o de
una com adreja: es la d ifem cia de habilidades. Un buho, de n o ­
che puede cazar una pulga y distinguir la punta de un pelo, m as
a la luz del día, por m ás que abra los ojos, no podrá ver ni una
m ontaña: es la diferencia de condiciones naturales. O yese a m e­
nudo decir: “ Es m enester guiarse por el ‘e s ’ y negar el ‘no e s ’,
guiarse p o r el orden y negar el desorden” . Eso es no haber com ­
prendido el orden del universo, ni la realidad de los seres. Es
co m o g u ia rse p o r el C ie lo y no g u iarse p o r la T ierra, co m o
guiarse p o r el Yin y no guiarse por el Yang: lo que es im posible
de toda evidencia. Si algunos, pese a todo, se em peñan en p ro ­
seguir con estos discursos, si no son unos estúpidos es que d is­
paratan de propio intento.
»Los C inco E m peradores20 abdicaron de diferentes m aneras,
y diferentem ente se sucedieron las Tres D inastías. A los que no
se conform an a su tiem po y contravienen las costum bres, se les
llam a usurpadores; a los que se acom odan a su tiem po y siguen
los usos, se les dice h o m b res ju sto s. ¡C allad, pues, señor del
Río! ¿D e dónde habríais de conocer la diferencia entre lo noble
y lo vil, entre lo grande y lo pequeño?»
-« E n to n c e s -ndijo el genio del R ío -, ¿qué debo hacer y qué
no debo hacer? Y en lo tocante al rehusar o aceptar, y al tom ar o
rechazar, ¿qué criterio debo seguir?»
-« D e s d e el punto de vista del Tao - l e respondió R uó del m ar
sep ten trio n a l-, no hay nada de noble, ni nada de vil, pues in­
co n stantes21 son la nobleza y la vileza. No debéis frenar vuestro
ánim o, que ello sería contrario al Tao. Ni tam poco hay m ucho
ni poco, pues lo poco se vuelve en m ucho y lo m ucho en poco.
No debéis o b rar siem pre aferrado a lo m ism o, que ello no sería
acorde con el Tao. D ebéis ser m agnánim o com o el soberano de
un país, cuya virtud no hace acepción de personas. Debéis ser
de espíritu am plio, com o los dioses de la tierra a los que se h a­
cen ofrendas, los cuales protegen sin hacer distinciones. D ebéis
ser tan vasto com o el espacio infinito, sin lím ites ni fronteras,

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Libro XVII. Crecidas de otoño

que a todos los seres abarca en su seno, sin que ninguno reciba
p articular protección. A esto se llam a ser im parcial. Todos los
seres son uno y lo m ism o, ¿cuál será corto, cuál largo? El Tao
no tiene fin ni principio; las cosas, en cam bio, nacen y m ueren,
y no pueden apoyarse en una existencia tem poral. O ra vacías,
ora llenas, carecen de form a perm anente. Los años no se pueden
rechazar,2-’ ni d etener el paso del tiem po. E xtinguirse y renacer,
colm arse y vaciarse, tornar a em pezar después de haber term i­
nado. E so es hablar del sentido de la G ran Ju sticia,22 y tratar del
orden natural del m illón de seres. L a vida de los seres es cual
galope de veloz corcel, que cam bia con cada m ovim iento y a
cada instante se desplaza. ¿Q ué es m enester hacer? ¿Q ué es m e­
n ester no hacer? Las cosas se tranform arán por sí m ism as, de
form a espntánea; no hay dudar en ello.»
-« E n to n c e s - d ijo el genio del R ío -, ¿qué tiene el Tao de p re­
cioso?» A lo que R uó del m ar septentrional respondió:
-« Q u ie n conoce el Tao, por fuerza com prenderá el orden del
universo; quien com prende el orden del universo, no dejará de
ver con claridad las contingencias; quien ve con claridad las con­
tingencias, no podrá recibir daño de las cosas. Al hom bre de per­
fecta virtud, el fuego no le puede quem ar, ni las aguas ahogar,24
ni el frío o el calor causar m al, ni las aves o las bestias causar
daño. Esto no q u iere d ecir que desafíe, tem erario, esas cosas,
sino que sabe discernir la seguridad y el peligro, conservar el so­
siego ante el infortunio o la felicidad, y ser prudente a la hora de
entrar o de retirarse. Y así no hay nada que le pueda causar daño.
Por eso se dice: “ El C ielo está dentro, el hom bre está fuera, y la
v irtud en el C ielo ” .25 Q uien conoce la conducta del h o m b re,26
tom a al C ielo por fundam ento y se asienta en la Virtud; unas ve­
ces avanza, otras se retira, o bien se pliega, o bien se estira; re­
to m a a lo esencial del Tao y sólo habla de lo extrem o.»27
-« ¿ A qué nom bran C ielo? -p re g u n tó el genio del R ío -, ¿A
qué llam an hom bre?» A lo que R uó del M ar Septentrional res­
pondió:
-« Q u e el búfalo y el caballo tengan cuatro patas, eso es el

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C ielo. P o n er la cabezada a un caballo o horadar la nariz de un


búfalo, eso es el hom bre. P or eso se dice: N o destruyas el C ielo
por el hom bre, no destruyas el orden natural con tu acción,214 no
busques la fam a m ovido de la am bición.29 O bserva cuidadosa­
m ente estos principios, y no te apartes nunca d e ellos, y re to m a­
rás a tu v erdadera naturaleza.»

II. El ku i envidia al ciem piés,30 el ciem piés a la serpiente, la


serpiente al viento, el viento al ojo, y el ojo a la m ente. D ijo el
kui al ciem piés:
-« Y o m e m uevo dando saltos sobre mi sola pata; no hay otro
com o yo. Y ahora os veo con todas esas patas, que ni se pueden
contar, y m e pregunto cóm o podéis cam inar.»
-« A s a z de errado andáis - l e dijo el c ie m p ié s - ¿A caso no
habéis visto nunca escupir a un hom bre? U nas veces lo que e s­
cupe es grande y sem eja una perla; otras, fino com o dim inutas
gotas de niebla, que se m ezclan y caen en núm ero incalculable.
Pues bien, yo m e m uevo según y conform e a mi propia natura­
leza, sin sab er cóm o ni por qué.»
P reguntó el ciem piés a la serpiente: -« ¿ C ó m o es posible que
yo, con tantísim os pies, no pueda alcanzaros a vos, que no te­
néis ninguno?»
-« Y o m e m uevo siguiendo m i propia naturaleza - l e dijo la
serp ien te-; ¿cóm o, pues, podría cam biarlo? ¿D e qué m e serviría
tener patas?»
D ijo la serpiente al viento: -« Y o m e desplazo m oviendo el
espinazo y los costados, y es com o si tuviera patas. Y ahora os
veo a vos, que levantándoos im petuoso en el m ar septentrional,
con el m ism o ím petu os precipitáis hasta el m ar del m eridión; y
sin em bargo, a lo que parece no tenéis form a. ¿C óm o es eso?»
-« C ierta m e n te -d ijo el v ie n to - m e levanto im petuoso en el
m ar septentrional y m e precipito hasta el m ar del m eridión; m as
he de deciros que los hom bres m e señalan con el dedo y no lo
puedo estorbar, m e pisan y no lo puedo evitar. C on todo y con

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Libro XVII. Crecidas de otoño

eso, sólo yo soy capaz de rom per un gran árbol y de llevarm e


v o lan d o una ca sa g ran d e. A sí, de m u ch as peq u eñ as d erro tas
paso a obtener una gran victoria. Y sólo el sabio puede obtener
grandes victorias.»

II I . C uando C onfucio, en uno de sus viajes, pasó por K uang


se vio rodeado p or las gentes de S ong.” P ese a lo cual, no cesa­
ba de sus cantos, que acom pañaba del chin. Entró a verle Z ilu y
le preguntó: -« ¿ C ó m o puede el m aestro estar alegre?» A lo que
C onfucio respondió:
-« A c é rc a te que te lo diga. L argo tiem po ha que procuro huir
de estos duros trances, m as no m e es dado evitarlos: ¡es el desti­
no! Y tam bién ha largo tiem po que busco salir con mi em peño,
y no lo p u ed o co n seg u ir: ¡son los tiem p o s que corren! En la
ép o ca de Yao y Shun no había en el m undo hom bres desconten­
tos, y ello no se d eb ía a su saber. En la época de Jie y Z hou no
h abía en el m undo hom bres contentos, y ello no se debía a su
falta de talento. E ra fruto de las circunstancias del m om ento. No
h uir de los dragones jia o n cuando se anda por el agua, ahí tienes
la valentía del pescador. No huir de rinocerontes y tigres cuando
se anda por la tierra,” ahí tienes la valentía del cazador. C uando
ante el brillo de la desnuda hoja de la espada, se co n sid era la
m uerte idéntica a la vida, ahí tienes el valor del héroe. Sabiendo
que el infortunio viene del destino y que el éxito es fruto de la
o p o rtu n id ad del m o m ento, no sentir ningún tem or cu an d o so­
breviene un m uy grave contratiem po, ahí tienes el v alor del sa­
bio. ¡Pierde cuidado, You! Mi destino está determ inado.»
A poco rato, el que m andaba la tropa” entró para presentar
sus excusas, y dijo:
-« L e habíam os tom ado por Yang Hu y por eso le hem os te­
nido rodeado. A cabam os de dam os cata de nuestro error. Le p e­
dim os disculpas y nos retiram os.»

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IV. G ongsun Long preguntó M ou de Wei: -« C u a n d o Long


era m ozo estu d ió la doctrina de los antiguos soberanos; y ya en
su m adurez, ha alcanzado a com prender la práctica de la b en e­
volencia y de la justicia; ahora es capaz de unir la identidad y la
diversidad, y de distinguir “ lo duro y lo blan co ” ;35 de hacer v er­
dadero lo que no es verdadero y posible lo que no es posible; de
poner en ev idencia los conocim ientos de las cien escuelas filo ­
sóficas y de d ejar sin respuesta las bocas de los dialécticos. De
m odo y m anera que he llegado a tenerm e por el hom bre de m a­
yor conocim iento. M as ha poco oí las razones de Zhuang zi, y
ahora m e encuentro confuso y perdido. Ignoro si es mi dialécti­
ca la que no llega a la suya, o si son m is conocim ientos los que
lejos están de los suyos. Es el caso que de presente no soy capaz
de abrir la boca. O saría p re g u n ta r cuál puede ser la razón de
esto».
O yen d o lo cual, el p rín cip e M ou se recostó en su diván y
suspiró largam ente; luego alzó los ojos al cielo y dijo riendo:
-« ¿ A c a s o no habéis oído hablar de la rana que vivía en un
pequeño pozo? Que hablando con una tortuga gigante del m ar
oriental, dijo: “ ¡Qué grande es mi contento! P uedo salir y dar
saltos sobre el brocal, y vuelvo a entrar y descanso en los ladri­
llos rotos de la pared. C uando m e m eto en el agua, el agua m e
hace flotar por los sobacos y sostiene mi m entón; y cuando c a i­
go en el lodo, m is patas sólo se hunden hasta el em peine. M e
vuelvo a m irar las larvas, los cangrejos y los renacuajos, y no
hallo ninguno tan dichoso com o yo. Pues el colm o de la felici­
dad es el ser el solo dueño de una porción de agua y ocupar un
pequeño pozo. ¿Por qué no entráis un m om ento a verlo?” Aún
no había acabado de introducir la pata izquierda en el pozo la
tortuga del m ar oriental, cuando notó que se le había atascado la
derecha. R etrocedió entonces sin prisas, y le habló del m ar a la
rana. “ Mil li no bastan para significar cuán inm enso es, ni mil
varas para m edir su profundidad. En tiem pos de Yu, nueve de
cada diez años hubo inundaciones, sin que por ello subiera el ni­
vel de sus aguas; y en tiem pos de Tang, siete de cada ocho años

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Libro XVII. Crecidas de otoño

hubo sequía, y no p or ellos retrocedieron las costas. El hecho de


no cam biar porque el tiem po sea largo o sea corto, y de no au ­
m entar o m erm ar porque la lluvia sea m ucha o sea poca, es lo
q u e h ac e in m en sam en te feliz al m a r o rie n ta l” . C u a n d o esto
hubo oído, la rana del pozo se llenó d e espanto y quedó confusa
y abatida.
»C uando vuestro entendim iento no alcanza a com prender los
lím ites del “es-no e s” , querer exam inar las razones de Z huang zi
es com o pretender que un m osquito cargue un m onte a sus es­
paldas, o que un ciem piés cruce el Río; a fe que es de todo p u n ­
to im posible. C uando vuestro entendim iento no alcanza a co m ­
pren d er las razones m ás sutiles, sentirse satisfecho con un éxito
efím ero, ¿no recuerda acaso a la rana del pequeño pozo? C uanto
m ás q u e la d o c trin a de Z h u an g zi d e sc ie n d e h asta to c a r las
Fuentes A m arillas" y se eleva hasta la G ran L um inosidad.37 No
distingue norte y sur, se extiende en las cuatro direcciones sin
q ue n ada se lo estorbe, y se sum erge en las insondables p ro fu n ­
didades. No distingue este y oeste, surge del profundo y oscuro
m isterio, y retorna al Tao que todo lo penetra. Y vos pretendéis,
así com o así, descubrirlo usando del exam en y de la dialéctica;
pues eso es, pura y llanam ente, escudriñar el cielo a través de
una cañ a de bam bú o m edir la tierra con una lezna, ¿no es acaso
g randísim a m ezquindad? ¡Idos ya! ¿O es que no habéis oído h a­
blar de aquel niño de Shouling, que fue a H andan para aprender
a andar con distinción? N o sólo no logró aprender, pero que aun
su an terior form a de andar tam bién olvidó, y hubo de tornar a su
tierra a gatas. A sí que si no os partís ya, harto me tem o que ha­
béis de olvidar lo que antes sabíais, y perder con ello vuestro
oficio de m aestro.»
Q uedó G ongsun Long con la boca abierta y la lengua pegada
al paladar, y después se partió quedam ente, com o em bebecido.

V, E staba Z huang zi pescando en el río Pu, cuando el rey de


C h u i!i despachó a dos de su altos dignatarios para que le com uni­

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caran su intención:39 «¡Es mi deseo confiarle la carga de este mi


país!» Zhuang zi, sin soltar la caña ni tom ar la cabeza, les dijo:
-« T en g o oído que en Chu hay una tortuga prodigiosa, que
m urió tres m il años ha. Vuestro rey la guarda en el salón noble
de su palacio, envuelta en un paño y dentro de un cofre de bam ­
bú.40 Esa tortuga ¿quiso m orir para que sus huesos fueran vene­
rados, o hubiese preferido seguir viva aun arrastrando su cola
por el fango?»
-« H u b iese preferido seguir viva aun arrastrando su cola por
el fango» -respondieron los dos dignatarios.
-« ¡Id o s ya! -d ijo Zhuang z i-. También yo prefiero arrastrar
mi cola por el fango.»

VI. Siendo Hui zi gran consejero del rey Hui del estado de
Liang, fue Zhuang zi a visitarle. Alguien dijo a Hui zi: -«Z huang
zi ha venido porque desea ocupar vuestro cargo de gran conseje­
ro». Al oir esto Hui zi fue presa de grandísim o temor, y durante
tres días con sus noches estuvo buscando a Zhuang zi por todo el
país. Z huang zi fue a verle y le dijo:
-« E n el sur vive un pájaro al que llaman yuanchu.4I ¿Lo co­
nocéis? Este yuanchu vuela desde el m ar m eridional hasta el
m ar del septentrión, y en todo el tiempo sólo se posa en los p a­
rasoles, sólo com e el fruto del bam bú, y sólo bebe de los m a­
nantiales de deliciosas aguas. En esto un buho que había encon­
trado un ratón m uerto vio pasar volando al yuanchu, y alzando
hacia él la cabeza, le lanzó un “ ¡jo!” am enazador. Pues bien,
ahora vos tam bién me lanzáis un “ ¡jo!” por no soltar vuestro es­
tado de Liang.»

V II. Paseaban Zhuang zi y Hui zi por el puente sobre el río


Hao. Dijo Zhuang zi:
-« ¡Q u é contentos y despreocupados nadan esos peces plate­
ados!42 ¡Ahí se ve la dicha de ser pez!»

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Libro XVII. Crecidas de otoño

-«V os no sois pez -d ijo Hui zi—; ¿cóm o podéis saber que los
peces son dichosos?»
-«V os no sois yo -rep lic ó Zhuang z i-; ¿cómo podéis saber
que no sé que los peces son dichosos?»
-« Y o no soy vos -d ijo Hui z i-, por lo que ciertamente no os
conozco. Mas tam bién es cierto que vos no sois pez, y que por
ello no sabéis si los peces son dichosos. Esto es cosa averiguada.»
-« V o lv am o s, os ruego - d ijo Z h u an g z i- , al o rig en de la
cuestión. Habéis dicho: “¿Cóm o podéis saber que los peces son
dichosos?”. Con estas palabras, habéis significado que ya sabí­
ais que yo lo sabía, y por eso me lo habéis preguntado. Pues
bien, lo he sabido al pasar sobre el río H ao.»41

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LIBRO XVIII. GOZO SUPREMO

I. ¿E x iste en el m undo la fe licid ad su p rem a, o no existe?


¿E xiste un arte para alim entar la vida propia, o no existe? De
haberlo, ¿qué es m enester hacer?, ¿en qué apoyarse?, ¿qué ev i­
tar?, ¿en q u é p o n er la a ten c ió n ?, ¿a qué a rrim a rse? , ¿de qué
apartarse?, ¿de qué alegrarse?, ¿qué detestar?
Lo q u e el m undo re sp eta son las riq u ezas, los honores, la
longevidad, el buen nom bre; de lo que recibe gusto, el bienestar
del cuerpo, la buena m esa, los ricos vestidos, los bellos co lo res,1
la m úsica m elodiosa; lo que desprecia, la pobreza, la hum ildad,
la m uerte prem atura, la m ala reputación; por lo que se aflige,
que el cuerpo no pueda ten er bienestar, ni la boca exquisitos ali­
m entos, ni el ex terior ricos vestidos, ni el ojo gozar de bellos
colores, ni el oído de la m úsica m elodiosa. C uando no tienen es­
tas cosas, grande es su aflicción y desasosiego. H acer así por el
cuerpo, ¿no es, por ventura, grandísim a estupidez?
El rico fatiga su cuerpo y se consum e en el trabajo; acum ula
asaz de riq u ezas, que luego no puede gastar. H acer así por el
cuerpo es quedarse en lo exterior. El alto dignatario no deja de
pensar día y noche en el peligro de perder su buen nom bre. H a­
cer así p o r el cuerpo es grandísim o descuido. N ace el hom bre y
con él el sufrim iento. Si vive m ucho tiem po, cae en el aturdi­
m iento, prolóngase su sufrim iento y no acaba de m orir. ¡Qué in­
finito dolor! H acer así por el cuerpo, ¿no está tam bién m uy lejos
de lo que se busca? Al héroe el m undo tiene por bueno, aunque

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Libro XVIII. Gozo supremo

no le perm itió con servar la vida. Pues bien, no sé yo si eso es


algo verdaderam ente bueno, o verdaderam ente no lo es. Si digo
que es bueno, se m e podrá objetar que no le perm itió conservar
la vida; y si digo que no es bueno, que salvó la vidad de los d e­
m ás. Y así se dice: “ Si no te escuchan cuando am onestas leal­
m ente, retírate y no insistas” . Zixu insistió y provocó su propia
m u erte;2 de no h aber insistido, no h u b iera alcanzado la fam a.
¿Fue para él verdaderam ente algo bueno, o no lo fue?
V iendo lo que hoy la gente persigue y lo que le da c o n te n ­
to, no sé yo si ese co n ten to es v erd ad ero conten to, o no lo es.
C u an d o veo cóm o la gente corre cual en jam b re tras lo q u e les
hace felices, con to d a su m ente y su co razó n puestos en ello ,3
que no p arece sino q ue no pueden m enos, y cóm o todos dicen
que eso es la felicid ad , ignoro yo si es la felicidad o no lo es.
¿E x iste realm en te esa felic id a d , o no e x iste? T engo p ara m í
que el n o -actu ar es la v eradera felicidad, m as la g ente lo tiene
p o r g ran d ísim o su frim ien to . P or eso se dice: “ La su p rem a fe li­
cid ad es la ausen cia de felicidad, la su p rem a gloria es c a rec er
de g lo ria ” .
E n el m undo lo verdadero y lo falso ciertam ente no se p u e­
den determ inar. El no-actuar, em pero, sí puede d eterm in a r lo
verdadero y lo falso. L a felicidad suprem a da vida a la persona,
pero sólo el no-actuar perm ite conservar esa felicidad.4 P erm itid
que lo declare: el C ielo no actúa y de ahí su pureza, la T ierra no
actúa y de ahí su q u ietud;5 arm onízanse C ielo y Tierra en su no-
actuar, y los m illones de seres se transform an.6 C onfuso y neb u ­
lo so,7 ¡no se sabe de dónde nace! N ebuloso y confuso, ¡no halla­
rás de él el m enor atisbo! Infinita es la variedad de los seres, y
todos nacen del no-actuar. Por eso se dice: “ El C ielo y la T ierra
no actúan y nada hay que dejen de h acer” .8 ¿Q uién, entre los
hom bres, será capaz de alcanzar el no-actuar?

II. La m ujer de Z huang zi había m uerto, y Hui zi fue a visi­


tarle p o r m ostrarle su condolencia. H alló a Zhuang zi acu clilla­

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do en p o stura de harnero; estaba cantando al tiem po que golpea­


ba rítm icam ente una jo fain a.9
-« H a b é is pasado v u estra v ida con ella - l e dijo Hui z i- , ha
criad o a v u estro s h ijo s, y ah o ra, ya an c ia n a, h a m uerto; ya
está bien q ue no la lloréis, pero que por d em ás os deis a c a n ­
tar to can d o la jo fain a, ¿no se os antoja un ex ceso que no tiene
nom bre?»
-« N o es com o decís - d ijo Zhuang z i - E n el m om ento en
que m urió, ¿cóm o hubiera podido yo no sentir dolor? M as paré
m ientes en que al principio, en su origen ella no tenía vida; y no
sólo que no tenía vida, pero que tam poco tenía form a; y no sólo
no existía su form a, sino que tam poco su energía vital. En m e­
dio de la nebulosa confusión prim era se produjo una transfor­
m ación y apareció la energía prim ordial; m udó ésta, y se hizo
forma; m udó la form a y se tornó en vida. A hora es la vida la
que se ha to m ad o en m uerte. Es com o el sucederse de las cuatro
estac io n es: p rim av e ra, v eran o , otoño, in v iern o . C uando ella
ahora reposa tranquila en la G ran M ansión,10 si yo gim iera y so­
llozara am argam ente, para m í que no había com prendido la ra­
zón de la vida. Por eso ya no lloro.»

II I. El tío Zhili y el tío H uajie habían ido a la colina M ing-


bo" y contem plaban el desierto del K unlun, donde otrora se re­
posara el E m perador A m arillo. A deshora, en el codo izquierdo
de H uajie apareció un tum or,12 y Huajie, dando señal de gran d e­
sasosiego, parecía aborrecer aquel tum or que le había salido.
-« ¿ L o aborrecéis?» - l e preguntó el tío Zhili.
-« N o -resp o n d ió el tío H u ajie-. ¿Por qué lo había de aborre­
cer? L a vida es algo prestado. N acer es tom ar la vida prestada,
pura unión pasajera. M uerte y vida altérnanse com o la noche y
el día. A dem ás estábam os los dos, vos y yo, contem plando las
transform aciones de los seres;13 ahora la tranform ación m e ha
tocado a m í, ¿por qué lo habría de aborrecer?»

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Libro XVIII. Gozo supremo

IV. Iba Z huang zi cam ino de Chu, cuando acertó a topar con
una calavera, descarnada pero entera. D iole golpes con la fusta
y le preguntó:
-« ¿ A esto habéis llegado, señor m ío, por haber contravenido
la natural razón, de tan apegado com o estabais a la vida? ¿O a
esto habéis llegado por haber arruinado vuestro país y haber caí­
do bajo el hacha del verdugo? ¿O ha sido este vuestro fin por
causa de alguna infam e acción, que el oprobio no os dejó seguir
viviendo, por tem or a deshonrar a padres, esposa y hijos? ¿O
p o r h ab e r p erecid o de ham bre o de frío ? ¿O p o rq u e v u estro
tiem po era llegado?»
A cabando de decir así, tom ó la calavera, se la puso por al­
m ohada y se durm ió. A m edia noche se le apareció en sueños la
calavera y le dijo:
-« P o r lo que os he podido oir m ostráis ser un hábil dialécti­
co. C onsiderando vuestras razones, para los vivos todo son tri­
bulaciones, que cuando m ueren desaparecen. ¿G ustaríais cono­
cer cuál es el estado de los m uertos?»
—«Sí, p or cierto» -resp o n d ió Zhuang zi.
-« C o n la muerte -d ijo la calavera- ya no hay soberanos arriba,
ni súbditos debajo; ni tam poco los trabajos de las cuatro estaciones.
Vives contento, y tu tiem po discurre con el Cielo y la Tierra. Ni la
m ism a dicha del que reina cara al sur es m ayor que la nuestra.»
-« Y si yo pudiera hacer -d ijo Zhuang zi, in cré d u lo - que el
dueño del destino to m ara la vida a vuestro cuerpo, y os prove­
yera de huesos, carne, tendones y piel, y os devolviera a vuestro
padre y a vuestra m adre, y a vuestra esposa y hijos, y vuestro
lugar natal y todos vuestros conocidos, ¿acaso no lo desearais?»
Frunció el ceño la calavera oyendo esto, y luego dijo:
-« ¿C reéis que podría yo abandonar la dicha del que reina cara
al sur, para retom ar a las fatigas de vuestro hum ano m undo?»

V. Yan Yuan h abía partido hacia el este, al estado de Q i, y


C onfucio daba señales de tristeza. En esto Z igong abandonó su

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esterilla, se llegó a su m aestro y le preguntó: -« M i hum ilde p er­


sona osaría preguntar al m aestro: ¿Por qué el m aestro presenta
triste sem b lan te desde que Hui se partió al este, al estado de
Q i?»
-« B ie n está que m e lo hayas preguntado - d ijo C o n fu c io -
Tiem po ha G uan zi dijo algo que tengo por asaz ju sto y acerta­
do. Dijo: “ En saco p eq u e ñ o 61 no puedes gu ard ar nada grande,
con una soga corta no podrás sacar agua de un pozo profundo” .
Y siendo así, es m enester pensar que cada vida tiene su propia
razón de ser, y cada cu erp o su lugar oportuno; y nada se les
puede añ ad ir ni quitar. Pues bien, harto m e tem o que Hui habla­
rá al m arqués de Qi de la d octrina de Yao, de Shun y del E m pe­
rador A m arillo, y aun ha de repetirle las palabras de Suiren y de
Shennong. Y el m arqués tratará de com prender lo que se le dice
por su propia experiencia interior y no podrá; al no poder, sos­
pechará de Hui; y sospechando de él, term inará por m atarle.
»¿A caso no has oído la siguiente historia? En tiem pos re m o ­
tos un pájaro m arino vino a posarse en las afueras de la capital
de Lu. El m arqués de Lu lo recibió en el Tem plo de los A ntepa­
sados, donde le ofreció los m ejores vinos, hizo que por co n ten ­
tarle tocaran la m úsica jiu s h a o ,15 y que para alim entarle se ce le­
brara un g ran sac rificio .16 M as el pájaro, la m irada confusa y
con aire apenado, no se atrevió a com er ni un solo bocado de
carne, ni a beber un sorbo de vino, y a los tres días m urió. Y
esto fue así porque alim entó a un pájaro com o se alim entaba él
m ism o, y no com o se debe alim entar a un pájaro. P ara alim entar
a un pájaro al m odo de los pájaros, es m enester dejar que el p á­
jaro se pose en lo profundo del bosque, que se m ueva librem en­
te por los arenales, que nade en los ríos y lagos, que com a pece-
cillo s17 y anguilas, que se ju n te a las bandadas de su especie, y
que viva a su grado y com odidad. Lo que m ás aborrece un pája­
ro es la voz del hom bre, ¿por qué, pues, arm arle al pobre pájaro
todo aquel estruendo? Si se tocara en el vasto desierto la m úsica
x ia n c h i18 y la m ú sica jiu s h a o , los pájaros sald rían volando al
oiría, y las bestias corriendo, y los peces nadarían hasta lo m ás

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Libro XVIII. Gozo supremo

hondo; los hom bres, por el contrario, en oyéndolas acudirían en


raudo tropel, y, puestos en derredor, se estarían adm irando el e s­
pectáculo. El pez sólo puede vivir en las aguas, y el hom bre en
ellas se ahoga. El hom bre y el pez no pueden dejar de ser d ife­
rentes, y por eso diferente es tam bién lo que gustan y lo que d e­
testan. Y de ahí que los sabios de la antigüedad no tuvieran por
iguales las capacidades de todos, ni a todos ocuparan en la m is­
m a tarea; procuraban que los títulos fueran acordes con los m é­
ritos reales, y que los deberes se conform aran a la oportunidad
de las circustancias. A esto se llam a “com prensión del orden y
g arantía de la felicidad’’.»

VI. Iba Lie zi de v ia je ,19 cuando se paró a com er ju n to al


cam ino. Vio en esto una calavera, vieja de cien años; apartó
las yerb as y, ap u n tando hacia ella su dedo, dijo: -« S ó lo yo y
tú sab em o s que nu n ca ha habido vida, ni nunca m uerte ha h a ­
b id o .20 ¿E stás tú v erd ad eram en te triste?21 ¿E stoy yo realm ente
co n ten to ?»
D e entre las especies de seres, hay una nom brada ji;22 cuando
obtiene agua se convierte en llantén acuático; cuando obtiene el
in term ed io entre la tierra y el agua, se vuelve en “ v estid o de
ran a” (m usgo); cuando crece en las tierras altas, tórnase en llan­
tén terrestre. C uando el llantén terrestre encuentra terreno ab o ­
nado, se convierte en la planta “pata de cuervo” . La raíz de la
“pata de cuervo” se transform a en larvas de abejorro, y sus ho­
ja s en m ariposas. E stas m ariposas en breve espacio21 se transfor­
m an, y se vuelven en insectos: son los insectos que nacen bajo
los fogones, con aspecto de recién m udados, y cuyo nom bre es
qucluo. El quduo, al cabo de mil días, se vuelve en un pájaro lla­
m ado ganyugu. La saliva del ganyugu se convierte en el insecto
sim i, y el si m i en sh ixi (m osca del vinagre). El insecto yilu nace
del shixi, así com o los huangkuang nacen de los jiu yo u , y los
m a o ru i de las luciérnagas. La planta yangxi, unida a un bam bú
viejo sin retoños, da nacim iento al insecto qingm ing. Del qing-

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m ing nace el leopardo; del leopardo, el caballo; del caballo, el


hom bre. El hom bre retorna y entra en el j i prim ero. Todos los
seres salen del ji, y todos en el j i entran al final.24

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LIBRO XIX. CONOCIMIENTO
PROFUNDO DE LA VIDA

I. El que alcanza un profundo conocim iento1 de la verdadera


naturaleza de la vida, no busca lo que no es m enester para la
vida;2 el que alcanza a com prender la verdadera naturaleza del
destino, no busca lo que escapa al propio destino.3 Para cuidar
bien del propio cuerpo débese lo prim ero usar de bienes m ate­
riales; m as hay quienes tienen abundancia de éstos, y su cuerpo
no está bien cuidado. P ara conservar la vida es m enester lo p ri­
m ero no abandonar el cuerpo; m as hay quienes no abandonan su
cuerpo y con todo pierden la vida. C uando la vida viene, no se
puede rechazar; y cuando la vida se va, im posible es de estorbar
su partida. ¡Qué grande pena! Piensan las gentes del m undo que
basta cuidar del cuerpo para conservar la vida, cuando en reali­
dad la vida no está preservada por el solo cuidado del cuerpo.
E ntonces, ¿qué hay en el m undo que m erezca la p en a hacer?
A unque no m erece la p ena hacerlo, no se puede dejar de hacer:
es un hacer inexcusable.
Si deseas excusar todo ese hacer por tu cuerpo, no hay nada
com o abandonar el m undo. A bandona el m undo, y y a no ten­
drás cuidados; sin cuidados, alcanzarás un recto sosiego; p erm a­
neciendo en recto sosiego, te renovarás con el Cielo; y cuando
te renueves, estarás m uy cerca (del Tao). ¿M erece la pena aban­
do n ar los m undanos negocios? ¿M erece la pena olvidarse de la

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vida? Si abandonas los m undanos negocios, tu cuerpo se verá li­


bre de fatigas; si te olvidas de la vida, tu esencia sutil4 no sufrirá
m enoscabo. G uardando la integridad de tu cuerpo y la plenitud
de tu espíritu, te harás uno con el Cielo. El C ielo y la T ierra son
el padre y la m adre de todos los seres. Su unión form a los cuer­
pos; su separación es el retorno al origen.5 El hom bre cuyo cuer­
po y cuyo espíritu no sufren m enoscabo, es capaz de m udar si­
g u ien d o lo s ca m b io s. Y c u a n to m ás se p e rfe c c io n a en ello ,
tórnase m ás en ayuda del m ism o Cielo.

II. M aestro L ie zi preguntó a G uan Yin: - « E l hom bre p er­


fecto no se ahoga bajo el agua, ni se quem a al p isar el fuego,6 ni
siente tem o r cuando cam ina por encim a de todos los seres del
m undo. P erm itid os pregunte cóm o puede llegar a ese punto».
-« P o rq u e conserva la p ureza de su energía vital - l e respon­
dió G uan Y in -, y no p or su inteligencia, ni por su habilidad, ni
por su p ersev eran cia o su valentía. Sentaos, y os lo declararé.
Todo cu an to tiene aparencia y form a, y sonido, y color, es un
ser. Y ¿ p o r qué tam añ a es la d iferen cia e n tre un ser y o tro?
¿C óm o pueden unos seres llegar a situarse delante de los dem ás,
no siendo otra cosa que form as? M as el hom bre perfecto7 llega
al estado en que ya no m anifiesta form a alguna, y en el que cesa
toda transform ación; y habiendo alcanzado esto, y com prendida
su profunda razón, ¿cóm o podrían turbarle los dem ás seres?" El
hom bre perfecto se tendrá lejos del exceso, se ocultará en la m a­
deja sin cabos,'7 viajará hasta el principio y fin de todos los se­
res, unificará su naturaleza, alim entará su energía vital, y arm o­
nizará su virtud; y así com unicará con lo que hace a las cosas."’
En un hom bre tal, que conserva íntegra su naturaleza y sin ren­
dijas su espíritu, ¿cóm o podrían penetrar las cosas exteriores?
»C uando un borracho se cae de un carro, podrá recibir daño,
m as no se m atará. Sus huesos y articulaciones son com o los de
los dem ás hom bres, pero el daño recibido no es el m ism o. Y esto
es así porque su espíritu está recogido, y no sabe si sigue m onta­

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Libro XIX. Conocimiento profundo de la vida

do o si se ha caído del carro. En su pecho no hay cabida para los


sobresaltos y tem ores de la m uerte y de la vida, y de ahí que no
sienta m iedo cuando choca con las cosas. Y si esto es así para
quien conserva su en tereza en el vino, ¡más lo ha de ser para
quien conserva su integridad en el Cielo! E scóndese el sabio en
el C ielo, y por eso nada puede causarle daño.»"

[El que q u iere v e n g a r a sus pad res no rom pe las esp a d as


m oye y g a n jia n g12 (usadas por el asesino); por m uy rencoroso
que seas, no te puedes irritar contra la teja que te ha dado en la
cabeza. C on este p rin cipio reinaría la paz y la igualdad en el
m undo, y así no habría ya lugar para los desórdenes causados
por los ataques y las guerras, ni las m uertes ni los ajusticiam ien­
tos. Es m enester en ten der el C ielo no desde el hom bre, sino d es­
de el m ism o Cielo. Si desde el m ism o C ielo, favoreces la vida;
si desde el hom bre, destruyes la vida. Si no sientes enfado co n ­
tra el C ielo, y tam poco descuidas al hom bre, el pueblo estará
cerca de su verdadera naturaleza.]11

II I . Iba C o n fu cio cam in o de C hu, cu an d o al pasar p o r un


b o sq u e to p ó co n un jo ro b a d o que c a z a b a c ig a rra s c o n u n a
v ara;14 hacíalo con tanta habilidad com o si las fuera cogiendo
con la m ano.
-« ¡Q u é destreza la vuestra! - l e dijo C o n fu cio -. ¿H abéis se­
guido un m étodo?»
- « S í que he seguido un m étodo - l e respondió el jo ro b a d o -.
D urante cinco o seis m eses me estuve ejercitando en sostener
dos bolas, una sobre otra, sobre la punta de la vara sin que se
cayeran; cuando lo llegué a conseguir, poquísim as15 eran las v e­
ces que fallaba al cazar cigarras. C uando fueron ya tres las bolas
que sostenía, sólo fallaba una de cada cien veces. Y cuando fue­
ron cinco las bolas, ya el cazarlas fue para m í com o cogerlas
con la m ano. Me tengo bien quieto, com o un tro n co ,16 y mi bra­
zo con la vara es com o una ram a seca. En m edio de la inm ensi-

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dad del C ielo y de la Tierra, y entre la m uchedum bre del m illón


de seres, sólo veo las alas de las cigarras. Mi pensam iento no se
aparta de ellas, y no las trocara yo por todos los seres del m un­
do. ¿Cóm o, pues, no habría yo de salir con mi intento?»
O ído esto, dijo Confucio, vuelto hacia sus discípulos:
-« A ten to , sin distracción, y el espíritu recogido. ¡Qué bien
se aplica el dicho a este anciano jorobado!»

IV. Yanyuan preguntó a Confucio: -« U n a vez crucé las tur­


bulentas aguas del abism o “C opa Profunda”.17 El batelero m ane­
jaba la barca com o un dios. Le pregunté: “¿Se puede aprender a
m anejar una barca?” “ Se puede -m e respondió-. Un buen nada­
dor aprende luego de repetidos ejercicios; pero el que sabe zam ­
bullirse, aunque nunca haya visto una barca, la sabe m anejar”.
Le pedí m e lo declarara, m as nada m ás m e dijo. Osaría pregun­
tar al m aestro qué quiso decir el batelero».
-« E l buen nadador -d ijo C onfucio- aprende con gran rapi­
dez,18 porque acaba olvidándose del agua; y quien sabe zambullir­
se maneja una barca, aunque nunca la haya visto, porque ve las
profundidades del agua com o si fueran colinas, y el vuelco de un
batel com o el recular de un carro. Muéstrense a sus ojos las mil
maneras de volcar y de recular, que no han de alterar su ánimo.
¡Vaya donde vaya no ha de perder la calma! Si apuestas trocitos de
teja, serás hábil en el juego; si hebillas son lo que apuestas, jugarás
con miedo; y si son m onedas de oro, serás presa de gran confu­
sión. La habilidad es la misma, mas hay una emoción que actúa
porque se da importancia a algo exterior; y quienquiera que dé im­
portancia a algo exterior, se tom ará torpe en su interior.»

V. Tian Kaizhi fue a ver al duque Wei de Zhou.


-« H e oído decir - l e dijo el duque W ei- que Zhu Xian ha
aprendido el arte de la vida. Mi m aestro ha seguido las enseñan­
zas de Zhu Xian, ¿qué es lo que ha escuchado de él?»

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Libro XIX. Conocimiento profundo de la vida

-« ¿ C ó m o podría Kaizhi haber escuchado algo del m aestro


- l e respondió Tian K a iz h i-, cuando lo solo que ha hecho ha
sido barrer con una escoba la puerta de su patio?»
-« D éjese de m odestias el m aestro Tian -in sistió el du q u e-,
que mi hum ilde persona arde en deseos de oírle.»
-« E sto es lo que oí decir al m aestro -d ijo K aizhi-: “Quien
sabe alim entar la vida es com o el pastor: da de latigazos al que
se rezaga”.»
-« Y eso -d ijo el d u q u e-, ¿qué quiere decir?»
-« H a b ía en el estado de Lu -d ijo Tian K aizhi- un tal Shan
Bao, que vivía entre los riscos y sólo bebía agua, y que nada de
provecho com partía con las gentes del lugar. Tenía ya setenta
años, y aún conservaba el talle de un niño. Quiso la mala fortuna
que topara un día con un tigre hambriento, que lo mató y lo devo­
ró. Y estaba también un tal Zhang Yí, que no había mansión seño­
rial o hum ilde casa19 que no frecuentara, y éste, a los cuarenta
años, fue tomado de unas fiebres que lo llevaron a la tumba. Shan
Bao alimentaba su interior, y un tigre devoró su exterior; Zhang Yi
alimentaba su exterior, y un mal atacó su interior. Estos dos hom ­
bres cometieron el error de no dar de latigazos a los rezagados.»20

Habló C onfucio y dijo: «No hay que esconderse dem asiado


profundam ente, ni m ostrarse dem asiado ostentosam ente; es m e­
nester plantarse, cual árbol seco,21 en el m edio. A quien cum pla
estas tres condiciones, bien se le puede llam ar hom bre perfecto.
C uando se tem e viajar por causa de los bandidos, pues éstos han
dado m uerte a uno de cada diez viajeros, el padre y el hijo, y
uno al otro los herm anos, se advertirán m utuam ente del peligro,
y solo osarán salir con num erosa com pañía. ¿No es señal esto
de prudencia? Pero lo que más debe el hom bre tem er es el le­
cho, y el com er y el beber, y de esto ignora que es m enester pre­
caverse. ¡Qué grandísim o error!»

V I. Un oficiante de sacrificios, con su vestido y tocado de

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cerem onia,22 se llegó a la cerca de la pocilga, y dijo a los cerdos


por persuadirles: -« ¿ P o r qué tenéis tanto m iedo a morir? D uran­
te tres m eses os daré bien de comer. Después, guardaré diez días
de abstinencia y ayunaré otros tres; y luego os acom odaré en un
lecho de cañas de cogón, y pondré vuestras paletillas y pem iles
sobre una m esa de ofrenda ricam ente esculpida. ¿Os parece?»
Si un hom bre pensara en el bien de los cerdos, tendría por lo
m ejor alim entarlos con salvado y granos, y dejarlos en su cerca­
do. Pero si piensa en su propio bien, lo que desea es, en vida los
honores de las carrozas y gorros de dignatario, y después de
m uerto que le acomoden en un féretro ricam ente labrado, sobre
una carroza fúnebre bellam ente adornada. Lo que rechazaría si
pensara en los cerdos, lo busca cuando piensa en sí mismo. ¿En
qué es diferente de los cerdos?

V II. El duque Huan había salido de caza a los cam pos de­
siertos, y G uan Zhong conducía el carruaje. En esto el duque
vio un espíritu y, puesta su m ano sobre la de G uan Zhong, le
preguntó: -« ¿ Q u é ha visto el padre Zhong?»23
-« E ste su siervo no ha visto nada» - le fue respondido.
Cuando hubieron retornado, el duque cayó enferm o del susto
recibido,24 y durante varios días no salió de palacio. Un letrado
de Qi nom brado Huangzi G ao-ao vino a visitarle y le dijo:
-« E l mal del duque viene de él m ismo, pues ¿cómo podría
un espíritu causarle daño? C uando la energía vital contenida se
dispersa y no retorna, al hom bre le falta vigor; cuando sube y no
baja, el hom bre se torna irascible; cuando baja y no sube, el
hombre se vuelve olvidadizo; y si no sube ni baja, sino que se
atasca en la región del corazón, el hombre adolece.»
-« E n to n ces -d ijo el duque H uan-, ¿hay espíritus?»
-« S í los hay. En el fango25 se encuentra el espíritu Lü,26 y en
los hornos el espíritu Ji.27 En los lugares bulliciosos de la casa
m ora el espíritu Trueno. El espíritu Bei-a G uilong2* ocupa la
parte baja de la esquina nordeste de la casa, y en la esquina no­

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Libro XIX. Conocimiento profundo de la vida

roeste habita el espíritu Yiyang.29 En las aguas tenéis el espíritu


W angxiang,30 en las colinas el espíritu Xin,31 en las m ontañas el
espíritu K ui,32 en los desiertos el espíritu Panghuang,33 y en los
pantanos el espíritu W eiyi.»34
-«P erm itid os pregunte -d ijo en esto el duque H u a n - cuál es
la apariencia del espíritu Weiyi.»
-« E l espíritu Weiyi -respondió H u an g zi- es grande com o el
cubo de una rueda, y largo como el tim ón de un carro; trae ves­
tido de color púrpura y rojo tocado. A este género de espíritus
les aterroriza el atronador ruido de los carros, que en oyéndolo,
tápanse los oídos y se quedan plantados. Quien los vea, pronto
será el m ás poderoso m onarca.»
No bien hubo oído estas razones, el duque Huan sonrió todo
gozoso, y dijo: -« A ése es al que ha visto mi hum ilde persona».
Y entonces, luego de poner orden en su vestido y en su toca­
do, se sentó con H uangzi y prosiguieron su plática. No había
pasado un día, cuando ya su mal había desaparecido.

V III. Ji Shengzi criaba un gallo de pelea para el rey.35 Al


cabo de diez días vinieron a preguntarle: -«¿Y a está preparado
el gallo?»
-« A ú n no -resp o n d ió -; todavía se m uestra altanero y confia­
do en su energía vital.»
Pasaron otros diez días y le tornaron a preguntar.
-« A ú n no -d ijo é l-; todavía responde a todo sonido que oye
y a toda form a que ve.» Al cabo de otros diez días, renovaron la
pregunta, y él respondió:
-« A ú n no; todavía se advierte ira en su mirada, y su energía
vital sigue siendo poderosa.» A los diez días, de nuevo pregun­
tado, respondió:
-« Y a casi está preparado. Cuando oye el canto de otro gallo
no se altera; que viéndolo, dijérase que es gallo de m adera. Su
virtud está entera.36 Los dem ás gallos no osarán enfrentarse con
él: no bien lo vean,37 se darán la vuelta y saldrán corriendo.»

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IX. H alláb ase C onfucio adm irando L üliang, cu y a catarata


tiene una altura de hasta cien varas, y en cuyos rápidos espu­
m antes, que se prolongan a lo largo de cuarenta li, no hay tortu­
ga gigante ni cocodrilo,1!i ni pez, ni trioníquido, que sea capaz de
nadar. Y he aquí que a deshora ve a un hom bre nadando, que no
se dio a im aginar sino que era alguien a quien sus penas habían
m ovido a buscar la muerte. M anda, pues, a sus discípulos que,
siguiendo la corriente, se den p risa a rescatarle de las aguas.
M as a obra de cien pasos m ás abajo, el hom bre sale del agua,
sacude su cabellera, y cantando echa a andar a lo largo de la ri­
bera. Llégase hasta él C onfucio y le pregunta:
-« O s había tom ado por un espíritu, m as bien veo que sois
hom bre. Perm itid os pregunte: ¿existe un m étodo particular para
nadar así?»
-«Y o, no tengo m étodo alguno - l e respondió-. Al principio
fue para m í lo habitual; cuando crecí, se hizo en m í naturaleza;
y al final se ha vuelto en mi propia ley.39 M e hundo con el rem o­
lino y con la fuerza del agua salgo a flote. O bedezco los princi­
pios del agua, sin hacer nada p o r m í m ismo. A sí es com o nado».
-« ¿ Q u é quiere decir - le preguntó C o n fu cio - eso de “ser al
principio lo habitual, hacerse naturaleza cuando se crece, y vol­
verse al final en la propia ley”?»
-« Y o nací en estos m ontes - l e resp o n d ió - ,y en ellos he vivi­
do muy a gusto; he ahí lo habitual. C recí a la orilla del agua, y
en ella tam bién a gusto me encuentro; he ahí la naturaleza. Ig­
noro por qué esto es así, y ahí tenéis la propia ley.»

X. El carpintero Q ing labró un arm azón para cam panas, y


cuando la obra estuvo acabada, espantábanse todos cuantos la
veían, que no les parecía sino hecha por un espíritu o dios. Viola
tam bién el m arqués de Lu, y le preguntó:
-« ¿ Q u é industria habéis usado para hacerlo?»
-« E s te su siervo no es m ás que un artesano - l e respondió
Q in g - ,¿qué industria podría tener? M as con todo, algo tiene.

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C uando este siervo hubo de hacer un arm azón para cam panas,
no osó disipar su energía vital; ayunó sin falta para sosegar su
m ente. A los tres días de ayuno, ya no albergaba ningún pensa­
m iento acerca de felicitaciones, recom pensas, títulos o rentas. A
los cinco días de ayuno, ya no albergaba ningún pensam iento
sobre censuras o elogios, sobre habilidades y torpezas. A los
siete días de ayuno, im provisam ente40 dejó de pensar que tenía
cuatro m iem bros y un cuerpo. En ese m om ento se olvidó por
entero de la corte, tan ensim ism ado en su arte, que desapareció
todo el alboroto del m undo exterior. Se entró después en el bos­
que y estuvo exam inando la naturaleza de los árboles, hasta que
dio con el de form a perfecta. Entonces surgió ante sus ojos el
arm azón para cam panas, y después puso m anos a la obra. De no
haber sido así, no lo hubiese hecho. De esta m anera, la naturale­
za de este siervo se ha conform ado cabalm ente a la naturaleza
del árbol,41 y por eso im aginan que lo por él fabricado sea obra
de un dios. ¿No es así?»

X I. Dongye Ji se presentó ante el duque Zhuang para m os­


trarle sus artes de auriga. Avanzó y retrocedió en líneas tan rec­
tas com o tiradas a cordel, y giró a uno y otro lado en círculos
tan perfectos com o trazados a com pás. Díjose el duque Zhuang
que ni los dibujos y pinturas alcanzaban tal perfección, y m andó
a D ongye Ji que diera cien vueltas. A certó a verlo Yan He y, en ­
trando a presencia del duque, le dijo: -« L o s caballos de Ji re­
ventarán».
G uardó silencio el duque, y no respondió. Al poco rato, en
efecto hubo que retirar a los caballos, reventados.
-« ¿ C ó m o sabíais que esto había de acaecer?» - le preguntó el
duque.
-« L o s caballos estaban ya agotados -re s p o n d ió - y aún se los
hacía galopar. Por eso dije que reventarían.»

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XII. El artesano C hui hacía girar los objetos con las m anos,
y su arte era tan acabado, que superaba42 a lo trazado con escua­
dra y com pás. Fundíanse sus dedos con las cosas, y no era m e­
nester que su m ente estuviera atenta. Veníale su habilidad de un
espíritu41 recogido y libre de todo em barazo. C uando te olvidas
de los pies, es que tu calzado es cóm odo; si del talle te olvidas,
es que tu cinturón es cóm odo; si te olvidas44 del “es-no es”, es
que tu m ente está cóm oda. C uando tu interior no cam bia, ni el
exterior te dom ina, es que te encuentras en un cóm odo estado.
C uando tu naturaleza original se halla siem pre en un cóm odo
estado, y nunca deja de estarlo, ése es el estar cóm odo que ha
olvidado lo que es estar cóm odo.

XIII. [Un tal Sun Xiu acudió un día a la puerta de M aestro


Bian Q ingzi y le dijo: -« E n el lugar donde X iu vivía, no se ve
quien diga que X iu no cuida de perfeccionarse; ni quien diga
que, ante una calam idad, X iu no es anim oso. Y sin em bargo,
cultivando sus cam pos no ha tenido buenas cosechas, ni ocasio­
nes propicias cuando ha servido a su príncipe. R echazado por
sus vecinos y expulsado de su tierra, ¿qué grave ofensa ha podi­
do perpetrar contra el C ielo? ¿P or qué ha topado Xiu con tan
triste destino?» A lo que Bian zi respondió diciendo:
-« ¿ P o r ven tu ra no habéis oído hablar de cóm o procede el
hom bre perfecto? O lvídase de su hígado y de su vesícula, y no
hace caso de su vista ni de su oído; vaga en plena libertad m ás
allá del sucio m undo, y vive libre sin ocuparse de negocio algu­
no.45 De él se dice que ayuda a los seres sin atribuirse m érito al­
guno, y los hace crecer y los alim enta sin im ponerles su volun­
tad.46 Y ahora vos hacéis gala de vuestro saber para espantar a
los ignorantes, y perfeccionáis vuestra persona para poner de
m anifiesto las im purezas de los dem ás, y así brilláis de tal m a­
nera, que no parece sino que andáis con el sol y con la luna en
las m anos.47 C onserváis entero vuestro cuerpo, y todos vuestros
nueve orificios, y en m edio del cam ino de vuestra vida no os

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Libro XIX. Conocimiento profundo de la vida

habéis vuelto sordo, ni ciego, ni cojo; con lo que bien os podéis


com parar al núm ero de los hom bres. Eso es grandísim a fortuna.
¿C ó m o y qué razón ten éis para q u ejaro s del C ielo? Idos de
aquí.»
P artióse Sun zi y B ian zi se entró en su habitación. Se sentó,
y a poco, alzando su cabeza al cielo, lanzó un suspiro. P reguntá­
ronle sus discípulos: -« ¿ P o r qué suspira el m aestro?» A lo que
Bian zi respondió:
-« P o c o ha Xiu ha estado aquí y yo le he hablado de la virtud
del hom bre perfecto. H arto tem o no le haya espantado, y acabe
cayendo en confusión.»
—«N o -re p lic a ro n su d iscíp u lo s-. Si lo que dice Sun zi es
verdadero, y errado lo que dice el m aestro, el error de ninguna
m anera podrá con fu ndir la verdad; y si lo que dice Sun zi es
errado, y verdadero lo que dice el m aestro, por fuerza él ya ve­
nía confundido. ¿Q ué culpa puede tener el m aestro?»
-« N o -rep lic ó Bian z i - En tiem pos rem otos un pájaro vino
a posarse en las afueras de la capital de Lu. G ustó de él el prín­
cipe, y ordenó ce le b rar un gran sacrificio para alim entarle, y
m andó tocar la m úsica jiu sh a o para contentarle. M as el pájaro,
con aire apenado y la m irada confusa, no se atrevió a beber ni a
com er. Lo que hizo el príncipe fue alim entar a un pájaro com o
se alim entaba él m ism o. Para alim entar a un pájaro al m odo de
los pájaros, es m enester dejar que el pájaro se pose en lo pro­
fundo del bosque , que nade en los ríos y lagos, que se alim ente
de pececillos, y así podrá vivir tranquilo en la tierra.48 Y ahora
m e viene este Xiu, hom bre de estrechas m iras y cortos alcances,
y yo le h ablo de la v irtu d de los h o m bres perfectos: h a sido
com o usar de un carro de caballos para transportar un ratón, o
com o tocar cam panas y tim bales para dar contento a una codor­
niz. ¿C óm o no se habrían de asustar los pobre anim alillos?»]49

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LIBRO XX. EL ARBOL
DE LA MONTAÑA

I. C am inaba un día Zhuang zi por la m ontaña, cuando vio un


árbol m uy grande, con n u m erosas ram as y abundante follaje.
Los leñadores se detenían ju n to a él, m as no lo tocaban con sus
hachas. P reguntóles Zhuang zi el porqué, y ellos le respondie­
ron: -« N o sirve para nada».
-« E ste árbol -d ijo Z huang z i- , m erced a su inutilidad podrá
term inar sus días de form a natural.»
Salido que hubo del bosque, v in o 1 a casa de un am igo. D io
éste m uestras de gran contento, y m andó a un criado que m atara
un ganso para convidar2 a Z huang zi.
-« ¿ A cuál de los dos m ato -p re g u n tó el c ria d o -, al que sabe
graznar, o al que no sabe graznar?»
-« M a ta al que no sabe graznar» - l e respondió su am o.
Al siguiente día, los discípulos de Zhuang zi le preguntaron:
-« A y er, el árbol de la m o n tañ a podía term inar sus días de
form a natural, m erced a su inutilidad; hoy, el ganso del hués­
ped, m erced a su inutilidad ha encontrado la m uerte. ¿D ónde se
pondría el m aestro?»
-« Z h o u se pondría -re sp o n d ió Zhuang zi rie n d o - en el tér­
m ino m edio entre la utilidad y la inutilidad. Ese térm ino m edio
es en apariencia la postura m ás adecuada, m as en realidad no
evitarás con ella las fatigas del m undo. Pero no será así si, to ­

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Libro XX. El árbol de la montaña

m ando p or vehículo el Tao y su Virtud, te m ueves librem ente


por encim a de las cosas. Ya no habrá para tí ni elogio ni censu­
ra; ora serás dragón, ora serpiente;1 te transform arás siguiendo
el orden del tiem po, y nunca te estancarás en un punto fijo; ora
elevándote, ora descendiendo, siem pre con la arm onía universal
com o principio; tu m ente viajará flotando hasta el ancestro de
todos los seres; siendo señor de las co sas,4 que no esclavo de
ellas, ¿cóm o podrán estorbarte y fatigarte? Tal fue la norm a de
vida de Shennong y del E m perador A m arillo.
»M as para el que se atiene a la realidad de los seres, y a la
tradición de los hum anos usos, las cosas son así: lo unido se se­
para, lo hecho se destruye, lo afilado1 se em bota, lo respetado se
ve hum illado,6 hácese algo y se pierde, el sabio es blanco de in­
trigas, al que no lo es se le escarnece. ¿C óm o tom ar partido en
uno o en el otro sen tid o ? ¡Q ué g ra n d ísim a pena! D iscíp u lo s
m íos, tom ad bien en la m em oria esto que os digo: ¡Que el Tao y
su V irtud sean vuestra sola m orada!»

II. Shinan Yiliao fue a ver al m arqués de Lu, al que halló


con sem blante entristecido.
—«¿Por qué tiene mi señor ese triste sem blante?» - l e pregun­
tó. A lo que el m arqués respondió:
-« H e estudiado la doctrina de los sabios reyes de antaño, y
cultivado la herencia de los grandes hom bres de la antigüedad;
he reverenciado a los espíritus y respetado a los sabios; y esto
he hecho con todas las fuerzas de mi cuerpo y sin reposarm e un
solo instante.7 M as con todo y con eso, no he podido evitar los
m ales y desgracias. Por eso estoy triste.»
O yendo lo cual, dijo el m aestro de Shinan:
—«¡C uán m enguado es el arte de mi señor para descartar los
m ales y desgracias! Vea el zorro, con su herm osa piel, y el leo­
pardo, con sus adornos de rayas; véalos cóm o se refugian en los
bosques de la m ontaña y cóm o se ocultan en las cavernas roco­
sas, por hallar tranquilidad. M uévense de noche y de día no sa-

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Libros exteriores: Wai Pian

len, p o r estar precavidos. A unque tengan ham bre y sed, aguan­


tan;11 y sólo cuando no pueden m ás van lejos,9 a las riberas de
los ríos y lagos, para procurarse com ida; y así se com portan in­
variablem ente. Pues bien, ni aún así pueden evitar la desgracia
de caer en una red o en una tram pa. ¿Qué crim en han com etido?
Su piel es la causa de su infortunio. Y ahora, ¿no es acaso el es­
tado de Lu la piel de mi señor? ¡Cóm o deseara yo que mi señor,
dejando su cuerpo y despojado de su piel, purificando su m ente
y anulados sus deseos, fuera a vivir en toda libertad al yerm o
donde ningún hom bre habita!
»Al sur de Yue"’ hay un lugar nom brado “E stado de Jiande” .
Sus gentes son ignorantes y sim ples, poco egoístas y con esca­
sos d eseo s." S aben trabajar, m as no saben lo que es guardar.
Ayudan a los dem ás sin p ed ir com pensación. Todo lo ignoran
acerca de lo que exige la ju stic ia y acerca de lo que im ponen los
ritos. C om pórtanse a su guisa y voluntad, pero son sus actos to­
d os c o n fo rm e s al T a o .12 P u e d e n h o lg a rse m ie n tra s v iv en , y
cuando m ueren recibir sepultura. ¡Cómo deseara yo que mi se­
ñor, abandonando su estado y dejando sus m undanos negocios,
se diera a v ivir conform e al Tao!»
-« E l cam in o que allí lleva -d ijo el señor de L u - es largo y
está lleno de peligros. A dem ás hay ríos y m ontañas, y yo no
tengo barcos ni carruajes. ¿Q ué puedo hacer?»
-« Q u e mi señor no se m uestre en su exterior arrogante, ni se
aferre a su p alacio , y ello le serv irá de barco y de carruaje»
-resp o n d ió el m aestro de Shinan.
-« E l cam ino que allí lleva -d ijo el m arqués de L u - es largo
y apartado, donde no se halla un solo ser hum ano, ¿quién me
hará com pañía? Tam poco tengo provisiones de grano, ni otros
alim entos para el viaje, ¿cóm o podré llegar?»
-« Q u e mi señ o r d ism inuya sus gastos - d ijo el m aestro de
S h in an -, y reduzca sus deseos; y así, aunque no tenga provisio­
nes, le será bastante. C uando mi señor, luego de cru zar los ríos,
vaya flotando p o r el mar, no alcanzará a ver la orilla, y cuanto
m ás se adentre, m enos sabrá dónde acaba. Los que acom paña­

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Libro XX. El árbol de la montaña

ban a mi señor, le dejarán en la costa y se volverán a sus casas.


¡Entonces sí que estará ya lejos!
»P or eso el que tiene a otros hom bres a su servicio se en ­
cuentra atado; y el que a otro se ve forzado a servir, con asaz de
cuidados. Y así es com o Yao ni sirvió a otros, ni de otros se
hizo servir. ¡Cóm o deseara yo liberar a mi señor de esas sus ata­
duras, y elim inar sus cuitas, porque pudiera pasear, en la sola
unión con el Tao, por aquel inm enso país!
»Im aginad una doble b arca13 en la que se cruza un río; si una
em barcación vacía viene a chocar contra ella, ni el hom bre m ás
iracundo se enojará p or ello. A hora bien, si en esa em barcación
hay un hom bre, le gritarán: “ ¡Dale al remo! ¡C ía!”. Y si al gritar
así, no hay respuesta, tornarán a gritar; y si tam poco a la segun­
da la hay, ¿habrá una tercera? A no dudar que em pezarán a c u ­
brirle de injurias y denuestos en altas voces. A ntes no se en o ja­
ban, y ahora sí. A ntes estaba vacía, y ahora ocupada. Al hom bre
que es capaz de andar por el m undo “vacío de su propio y o ”,
¿quién podrá hacerle daño?»

III. B ogong She había recibido del duque Ling de Wei la co ­


m isión de recaudar los recursos necesarios para la fabricación
de una cam p an a.14 F uera de las puertas de la capital levantó un
altar de ofrendas, y al cabo de tres m eses ya se habían construi­
do los dos pisos del arm azón para la cam pana. Vino a verlo el
príncipe Q ingji y le preguntó:
-« ¿ D e qué industria habéis usado?». A lo que She respondió:
-« H e estado absorto en mi labor,15 sin atreverm e a usar de
industria alguna. She h a oído decir: “Tras haber esculpido y cin­
celado, torna a la bruta m ateria” . A sí que he estado todo el tiem ­
po com o el que ni sabe ni conoce, com o el sim ple que nada in­
tenta. He dejado que todo el m undo se reuniera, sin distinguir
claram ente si despedía a alguno o si a alguno acogía; no recha­
zaba al que venía, ni retenía al que se iba; al que no deseaba
contribuir, perm itíale partirse, y al que se acom odaba, que lo hi-

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Libros exteriores: Wai Pian

ciera a voluntad, a cada cual según sus m edios. Por eso, bien
que recaudaba de la m añana a la noche, nadie se sintió ni en un
pelo agraviado. ¡Cuanto m ás no podrán hacer lo m ism o que yo
quienes siguen el gran cam ino!»

IV. H allándose C onfucio rodeado en un lugar de la frontera


entre los estados de Chen y C ai, durante siete días no pudo co­
m er caliente.16 En esto el anciano Ren fue a consolarle y le dijo:
-« ¡C a si m orís de ham bre!».
-« A s í es» -d ijo Confucio.
-«¿T en éis m iedo a la m uerte?» - l e preguntó el anciano.
-« S í, por cierto» -resp o n d ió Confucio.
-« P erm itid que os hable -d ijo el an c ia n o - de un m étodo que
tengo para no morir. En el m ar oriental vive un pájaro de nom ­
bre P erezoso.17 Es un pájaro que vuela tan despacio, que no p a­
rece sino que le faltan las fuerzas. Vuelan en bandadas, y cuan­
do se posan en una rama, se aprietan unos contra otros. N inguno
q u iere v o la r d elan te cu an d o av an zan , ni q u e d a rse el últim o
cuando retroceden. C uando com en no se pelean por ser los pri­
m eros, antes com erán lo que dejen los otros. Y así es com o nin­
guno se ve expulsado de la bandada, ni recibe el m enor daño del
hom bre; de suerte que puede evitar toda desgracia. El árbol de
recto tronco será el prim ero en caer bajo el hacha; el pozo de
agua dulce será el prim ero en agotarse. Lo que vos buscáis es
hacer gala de vuestro saber para espantar a los ignorantes, y per­
feccionar vuestra persona para poner de m anifiesto las im pure­
zas de los dem ás. Brilláis de tal m anera, que no parece sino que
andáis con el sol y la luna en las m anos; y por eso no podéis
evitar las desgracias que os vienen encim a. Tiem po ha que oí a
un hom bre de gran perfección decir: “El que se ensalza, carece
de mérito; el que triunfa, cae; el que alcanza la fam a, pierde”.IB
¿Q uién será cap az de ren u n ciar a su m érito y a su renom bre
para tom arlos a la hum ana m ultitud! El Tao fluye sin detenerse
en su brillo; la V irtud se ex p an d e sin asentarse en la fa m a .19

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Libro XX. El árbol de la montaña

Sim ple y puro, y ordinario, únese al estúpido y al insensato. B o­


rra sus huellas y renuncia al poder; y no se afana tras el m érito y
el nom bre. Por eso no censura a nadie y por nadie es censurado.
El hom bre perfecto es ignorado de todos. ¿Por qué vos, en cam ­
bio, gustáis tanto de ser conocido?»
-« ¡B ie n decís! -e x c la m ó C onfucio. Y se despidió de sus
am igos, dejó a sus discípulos y se retiró al vasto yerm o. A llí se
vistió de pieles y de estopa, y com ía bellotas y castañas. C uando
entraba en una m anada de anim ales salvajes, no se dispersaban;
ni huían volando las aves, cuando se m etía por entre una banda­
da. Si las aves y las bestias no le aborrecían, ¡menos habían de
aborrecerle los hom bres!»

V. Preguntó C onfucio al M aestro Sang Hu:


-« D o s veces m e han desterrado de L u,2ü en Song cortaron el
árbol bajo el que m e había cobijado, en Wei no perm itieron que
me quedara, en Shang y en Zhou m e hallé en grandísim o aprie­
to, en un lugar de la frontera entre C hen y Cai me tuvieron rode­
ado.21 C on tantas desventuras, m is allegados y conocidos se han
ido apartando de mí, y cada vez son m ás los discípulos y am i­
gos que m e abandonan. ¿Por qué me ha de acaecer esto?»
-« ¿ N o habéis oído -d ijo M aestro Sang H u - la historia de la
huida de las gentes de Jia?22 En esa huida, Lin Hui abandonó un
disco de jad e que valía m il m onedas, y cargó a las espaldas con
su hijo recien nacido. H ubo quien le dijo: “En precio, el niño
tiene harto m enos valor; y en cuanto a em barazoso, el niño lo es
m ucho m ás. ¿Por qué, pues, has abandonado un disco de jade
de m il m onedas y cargado a cuestas con un recién nacido?” . A
lo que Lin Hui respondió: “ A aquel m e unía el interés, con éste
m e ha em parentado el C ielo”. Los que están unidos por el inte­
rés, se rechazan m utuam ente cuando surgen agobios, dificulta­
des, m ales o desgracias; m ientras que los em parentados por el
C ielo, se unen m ás en tiem pos de agobios, dificultades, m ales o
desgracias. ¡Y cuán grande distancia hay entre quienes se unen

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m ás y quienes m utuam ente se rechazan! A dem ás, la am istad del


hom bre de honor es insípida com o el agua, en tanto que la del
hom bre vulgar es dulce com o el vino; insípida la del prim ero,
m as íntim a y de corazón; dulce la del segundo, m as fácil es de
quebrar. En aquellos no hay razón para estar unidos, y así tam ­
poco la hay para separarse.»
-« ¡C o n el m ayor respeto, seguiré vuestras instrucciones!»
-d ijo Confucio.
Y así C o n fu cio con p ausado cam inar y sosegado talle, se
volvió a su casa. R enunció al estudio y abandonó los libros. Sus
discípulos dejaron de hacerle saludos y reverencias rituales, mas
su am or y respeto hacia él no hicieron sino acrecerse.
Otro día, Sang Hu le dijo:
-« C u an d o Yao estaba cerca de morir, dio a Yu las instruccio­
nes siguientes:23 “ ¡No te confíes! Lo m ejor será que en tu cuerpo
te acom odes y que en tus sentim ientos te guíes por tu auténtica
naturaleza. Si te acom odas, no te apartarás; y si te guías por tu
auténtica naturaleza, te verás libre de fatigas. No apartándote y
viéndote libre de fatigas, no buscarás inanes aderezos para ador­
nar tu persona; y así no dependerás de las cosas.” »

V I. Z huang zi, vestido con una ropa de tela burda, toda llena
de rem iendos, y con el calzado roto y atado con cordeles, se
presentó ante el rey de Wei:
-« ¿C ó m o ese lam entable estado del m aestro?» -d ijo el rey.
A lo que Z huang zi respondió:
-« P o b re , sí; m as no lam entable. Lo lam entable es que un le­
trado que posee el Tao y su Virtud no pueda ejercitarlos; una
ropa vieja y rem endada, y un roto calzado, es pobreza, que no
lastim oso estado. Esto es lo que se suele llam ar “no haber dado
con los tiem pos propicios”. ¿N o ha visto el rey al m ono trepa­
dor? C uando se sube a lo alto de los árboles nan, de las catal-
pas, o de los alcanforeros,24 se hace el dueño de sus ram as, y allí
se huelga a su entera voluntad, que ni aun Yi o Peng M eng fue-

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Libro XX. El árbol de la montaña

ran capaces de apuntar contra él sus flechas. M as cuando baja y


anda entre las cudranias,25 los espinos, los naranjos o los lim o­
neros, va con grandísim o temor, m irando a una parte y a otra, y
no para de temblar. E sto no le viene de que sus m úsculos se ha­
yan agarrotado y le falte agilidad, sino de que se encuentra en
desfavorables circunstancias, donde no puede m ostrar sus habi­
lidades. Viviendo ahora, com o vivim os, en una época de prínci­
pes estúpidos y consejeros alborotadores, quien quiera verse li­
bre de penalidades sueña con lo im posible. ¿N o es, por ventura,
Bigan, al que arrancaron el corazón, una buena prueba de ello?»

V II. H allóse C onfucio en tan grandísim o aprieto en un lu­


gar de la frontera entre los estados de C hen y Cai, que en siete
días no pudo com er caliente. En esto, apoyando su m ano iz­
q u ierd a en un tronco seco, em pezó a g o lp ear con la derecha
una ra m a tam b ién seca, al tiem p o q u e e n to n ab a un aire de
tiem pos de Biao. Tenía el instrum ento, m as no el ritm o; tenía la
voz, m as le faltaban las notas. Y aún así, el sonido de la m ade­
ra y la voz del hom bre pusieron alivio en el corazón de quienes
allí se hallaban.
Yan H uí, respetuosam ente de pie, con las m anos juntas sobre
el pecho, volvió la m irada para observarlo. C onfucio, tem iendo
que su discípulo diera en la exageración por alardear de su p er­
sona, o cayera en honda tristeza por tenerse com pasión, le dijo:
- « H uí , fácil es no sufrir m enoscabo del Cielo, m as cuando
los hom bres nos dan, harto difícil es no aceptar. No hay ningún
principio que no tenga final, y en esto son iguales el hom bre y
el C ielo. ¿Q uién es el que ahora canta?»
-« P erm ita le pregunte -d ijo Yan H u i- qué significa “fácil es
no sufrir m enoscabo del C ielo”.»
-« E l ham bre y la sed -d ijo C o n fu cio - el frío y el calor, los
agobios, las dificultades, los obstáculos, todo ello está dentro
del m ovim iento del C ielo y de la Tierra, y de la incesante m u­
d an za26 de los seres; entiéndese, pues, en esa unión con ellos

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dentro de la universal transform ación. El súbdito no osa rehuir


las órdenes de su señor. Y si éste es el principio que rige para
los súbditos, ¡más lo será cuando se trata con el C ielo!»
-« ¿ Q u é significa “cuando los hom bres nos dan, harto difícil
es no aceptar”?»
-« A l p rin cip io -re sp o n d ió C o n fu c io -, cu an d o te nom bran
para un cargo, todo te es favorable; títulos y rentas te llegan
adunia y sin parar. A hora bien, son bienes exteriores que no es­
tán en tí, ni de tí dependen; sólo el favor del destino te ha per­
m itido conseguirlos. Un hom bre de honor no se hace bandido;
ni el sabio ladrón. ¿Por qué, entonces, buscam os tener todas
esas cosas exteriores? De ahí que se diga: “L a golondrina es el
m ás sabio de los pájaros. N unca m ira por segunda vez el lugar
que ha visto no le conviene. Si se le cae la com ida, la deja y se
va volando. G rande es su tem or al hom bre, m as con todo entra
en sus casas, y en ellas hace su m orada y encuentra sustento.»27
-« ¿ Q u é significa “no hay ningún principio que no tenga fi­
n al”?»
-« L o s seres todos se transform an -resp o n d ió C o n fu cio -, y
no sabem os quién dispone esas m udanzas. ¿C óm o, pues, se po­
drá conocer su final? ¿C óm o saber su principio? D ejem os que
los cam bios sigan su curso natural; eso es todo.»
-« ¿ Q u é significa que el hom bre y el Cielo son iguales?»
-« E l h o m b re -re s p o n d ió C o n fu c io - p rocede del C ielo, y
tam bién del C ielo procede el m ism o Cielo. Si el hom bre no es
capaz de ten er el C ielo, es porque su n atu raleza es lim itada.
¡Sólo el sabio es capaz de acom odarse serenam ente a los cam ­
bios hasta el fin de sus días!»

V III. H allábase Zhuang Zhou paseando por el castañar2“ de


D iaoling, cu an d o vió venir volando desde el sur una extraña
urraca. Sus alas eran largas, de hasta cinco codos,29 y sus ojos
anchos de u n a p u lg a d a .30 P asó ro zan d o la fren te de Z huang
Zhou y acabó posándose en m edio del bosque de castaños.

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Libro XX. El árbol de la montaña

-« ¿ Q u é pájaro es éste? C on tan enorm es alas y no es capaz


de volar lejos; y con esos ojos tan grandes y apenas ve.»
Y arrem angándose el faldón, corrió, el arco en la m ano, y se
q u ed ó acech an d o los m o v im ien to s de la urraca. En esto vio
cóm o una cigarra, habiendo encontrado el cobijo de una buena
som bra, se olvidaba de sí m ism a; y cóm o una m antis, acercán­
dose a escondidas, la cazaba. La m antis, a su vez, conseguido su
intento, tam bién se olvidó de su propio cuerpo, lo que no dejó
de aprovechar la extraña urraca. A esta sólo m ovía el ansia de
provecho y con ello se olvidaba de su vida."
-« ¡A h ! -e x clam ó Zhuang zi espantado-. M ira cóm o los se­
res se dañan m utuam ente, y todo porque cada uno atrae la des­
gracia sobre el otro.»
D icho esto, arrojó de sí el arco, y volviendo las espaldas, es­
capó a m ás andar. El guarda corrió tras él, m ientras le lanzaba
toda suerte de im properios.32
Tornó Zhuang zi a su casa, y durante tres días33 no dió señal
de contento. Lin Ju le preguntó: -« ¿ P o r qué está el m aestro es­
tos días tan m ohíno?»34. A lo que Zhuang zi respondió:
-« P o r cuidar del cuerpo, olvidé mi persona; por contem plar
cenagosas aguas, m e extravié en un lím pido abism o. A dem ás,
de mi m aestro tengo oído: “A llí donde fueres, sus usos seguir
deb es” .35 C uando el otro día paseaba por D iaoling, m e olvidé de
mi persona; y una extraña urraca, que m e rozó la frente y fue a
posarse en el castañar, tam bién olvidó su auténtica naturaleza.
El guarda del castañar m e cubrió de im properios. De ahí que no
m e sienta nada contento.»

IX . Yang zi viajó al estado de Song, y allí paró en una posa­


da. Tenía el posadero dos m ujeres, la una herm osa y la otra fea.
A la fea tenía en grande estim a, y despreciaba a la bella. Pregun­
tó Yang zi cuál era la razón, y un m ozuelo36 de la posada le dijo:
-« L a hermosa se sabe hermosa, pero a nosotros ya no nos lo
parece; la fea se sabe fea, y a nosotros ha dejado de parecém oslo.»

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-« D isc íp u lo s m íos -d ijo Yang z i-, tom ad bien esto en la m e­


m oria: “Q uien obra sabiam ente y no piensa que es sabio”,” ¿a
dónde irá que no se le tenga afición?»

'

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LIBRO XXI. TIANZIFANG

I. Tian Zifang, m ientras estaba sentado haciendo com pañía


al m arqués Wen de Wei, elogió a Qi G ong en varias ocasiones.
-« ¿Q i Gong fue vuestro maestro?» -le preguntó el marqués Wen.
-« N o -resp o n d ió Z ifan g -; es un paisano de W uze. Sus d is­
cursos y opiniones son a m enudo asaz de prudentes, y por eso
W uze le ha elogiado.»
-« A s í pues -d ijo el m arqués W en-, ¿no habéis tenido m aes­
tro?»
-« S í, W uze lo tuvo» - l e respondió.
- « Y ¿quién fue vuestro m aestro?» -to rn ó a preguntar el m ar­
qués Wen.
- «D ongguo Shunzi» -resp o n d ió Zifang.
-« S ie n d o así -d ijo el m arqués W en-, ¿por qué nunca habéis
hecho elogio de él?»
- « E l m aestro de W uze -re s p o n d ió Z ifa n g - es un hom bre
verdadero. De hom bre es su talle, m as su m ente es C ielo.' Se
acom oda a los seres, pero conserva su verdad original. En su
pureza, puede, em pero, acoger a todos los seres. A los hom bres
apartados del Tao, los ilustra con la rectitud de su exterior, y así
hace d esa p are cer sus to rcid as opiniones. ¿C óm o sería digno
W uze de elogiar a un hom bre así?»
C uando Z ifang hubo salido, el m arqués W en estuvo el resto
del día m ohíno y sin decir nada. C onvocó a su presencia a los
cortesanos que le servían, y les dijo:

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-« ¡C u á n lejos estam os del varón de entera virtud! Antes te­


nía yo por el colm o de la perfección las razones de los sabios y
prudentes, así com o el proceder de los benevolentes y justos v a­
rones; m as ahora que he oído hablar del m aestro de Zifang, mi
cuerpo, desfallecido, ya no tiene ganas de m overse, ni mi boca,
atenazada, de hablar. Todo cuanto tengo aprendido no es sino
ídolo de b arro .1 ¡A fe que el estado de Wei es para m í grandísi­
m o estorbo!»

II. Iba W en B o X uezi cam ino de Qi, cuando paró en el esta­


do de Lu. H abiendo pedido licencia para verle un hom bre de
Lu, W enbo Xuezi dijo:
-« N o es posible. Tengo oído que los hom bres de honor del
País del C en tro ,' son m uy entendidos en los ritos y en la ju sti­
cia, m as torpes a la hora de com prender el corazón del hom bre.
No es mi deseo verle.»
L legó a Qi y en el cam ino de vuelta tornó a p arar en Lu.
Aquél m ism o hom bre de nuevo pidió licencia para verle.
-« L a otra vez -d ijo W enbo X u e z i- pidió verm e, y ahora de
nuevo lo torna a pedir. A no dudar que algo tiene con que ilus­
trarm e.»
Salió a ver a la visita, y al to m ar a su aposento no hacía sino
suspirar. Vio a la visita al siguiente día, y tam bién, de vuelta a
su aposento, se estuvo suspirando. Preguntóle su criado:
-« C a d a vez que ve a esa visita, cuando tom a a entrar, suspira
y suspira; ¿por qué es ello?» A lo que él repondió:
-« Y a te lo d ije antes: “ L as gentes de este P aís del C entro,
son m uy en ten d id as en los rito s y en la ju stic ia , m as torpes a
la hora de co m p ren d er el co razó n del ho m b re” . El que ha v e ­
n id o a v erm e , al e n tra r y al re tira rs e , lo ha h ec h o co m o a
com pás y reg la, y en su talle y m ovim ientos sem ejab a ora al
dragón, ora el tigre. P arecía un hijo, cuando m e am onestaba,
y un p ad re, cu an d o m e d ab a do ctrin a. P or eso m e has oído
suspirar.»

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Libro XXL Tiang Zifang

C onfucio tam bién le vio, pero nada le dijo. Zilu le preguntó:


-« L a rg o tiem po h a que mi m aestro d eseab a ver a W enbo
X uezi, y ahora cuando le ha visto, no le ha dicho nada; ¿por
qué?»
-« A n te un hom bre así -resp o n d ió C o n fu cio -, basta con p o ­
ner en él los ojos para conocer que está en posesión del Tao; y
entonces ya no te está perm itido usar de la palabra.»

II I. D ijo Yan Yuan a C onfucio: -« C u a n d o el m aestro va al


paso, le sigo al paso; cuando el m aestro trota, le sigo trotando;
cu an d o el m aestro g alopa, le sigo galopando; m as cu an d o el
m aestro sale volando, y desaparece sin que ni aun la polvareda
se alcance a ver, en ese punto m e quedo atrás con espantada m i­
rada.»
-« ¿ Q u é quieres decir, H ui?» - preguntó el m aestro.
-« C u a n d o el m aestro va al paso -resp o n d ió el d iscíp u lo -, le
sigo al paso: quiere decir que cuando el m aestro habla, puedo
repetir sus palabras. C uando el m aestro trota, le sigo trotando:
quiere decir que cuando el m aestro argum enta y debate, puedo
repetir sus m ism os argum entos. C uando el m aestro galopa, le
sigo galopando: quiere decir que cuando el m aestro declara el
Tao, puedo tam bién declarar el Tao. C uando el m aestro sale vo­
lando, y desaparece sin que ni aun la polvareda se alcance a ver,
en ese punto me quedo atrás con espantada m irada: quiere decir
que viendo cóm o el m aestro se gana la confianza de los hom ­
bres sin hablar, y cóm o se ve rodeado de las gentes sin haberse
m ostrado parcial, y cóm o a él acuden los hom bres pese a no te­
ner título de nobleza, viendo todo esto no sé cóm o dárm elo a
entender.»
-« ¡O h ! -d ijo C o n fu cio -. ¿Es que no lo tienes averiguado?
N o hay nada m ás lam entable que el perecer de la m ente, que el
del cuerpo siem pre lo es m enos. Sale el sol por el oriente, y se
pone en el extrem o occidental, y del m illón de seres no hay nin­
guno que a él no se acom ode.4 Todo cuanto tiene ojos y pies5 es­

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pera verlo levantarse para darse a sus negocios. Sale el sol y es


la vida, y la m uerte cuando se pone. Y otro tanto acontece con
los m illones de seres, que los unos esperan la m uerte y los otros
esperan to m ar a nacer. Luego de haber recibido una form a cor­
pórea, la conservo sin m udanza hasta que se agota (la energía
vital); y me m uevo en consonancia con las cosas exteriores, día
y noche sin cesar, y sin saber cuál ha de ser mi final. Se me pro­
vee espontáneam ente de una form a, y sé que no es posible pre­
ver lo que el destino me ha de deparar. Por eso Q iu día a día se
acom oda al curso de los cam bios.
»L levam os toda la vida tratándonos de cerca, y tú aún no
eres capaz de com prenderlo. ¿N o es grande lástim a? Sólo has
visto lo que m anifestaba yo al exterior. Mas eso ha term inado, y
tu sigues buscando com o si todavía existiera. Es com o buscar
caballos cuando la feria se ha quedado vacía. Lo que hay en mí,
pronto lo olvidarás; lo m ism o que lo que hay en tí, pronto lo ol­
vidaré. M as con todo y con eso, ¿por qué has de acongojarte?
A unque olvides mi yo pasado, siem pre restará algo de m í que
no podrás olvidar.»

IV. C onfucio fue a ver a Lao Dan. Acababa éste de lavarse la


cabeza y estaba con el cabello suelto esperando se le secara. En
inm óvil arrobam iento, no daba señal de ser hum ano. Retiróse
C onfucio y esperó. A poco rato vino a verle y le dijo:
-« ¿ S e le ha turbado a Qiu la vista, o es verdad lo que acaba
de ver? Poco ha el cuerpo del m aestro estaba rígido cual tronco
seco, y parecía que el m aestro, m ás allá de las cosas y de los
hom bres, se había asentado en la soledad de su persona.»
-« M i mente -d ijo Lao D a n - viajaba por el origen de los seres.»
-« ¿ E so qué quiere decir?» -p re g u n tó Confucio.
—«Mi m ente está tan em barazada, que no puede saber; y mi
boca tan cerrada, que no puede hablar. Probaré a darte una so­
m era idea. El Yin suprem o es gélido; el suprem o Yang, ardiente.
Lo gélido viene del Cielo, y lo ardiente de la T ierra surge. Uno

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Libro XXI. Tiang Zifang

y otro se m ezclan y com unican, y se form a la arm onía;6 y así, se


engendran los seres. A lgo hay que es norm a de esto, m as su fo r­
m a no se ve. M uerte y vida, plenitud y vacío, oscuro un tiem po
y otro tiem po lum inoso, cam bia con el sol y se m ueve con la
luna; no hay día que no actúe, pero nadie ve su obra. Tiene la
vida su germ en, y la m uerte su lugar de retom o. Principio y fin
sucédense indefinidam ente, y nadie conoce el final. Si no es así,
¿quién será su origen?»
-« P erm ítam e preguntarle - dijo C o n fu cio - cóm o es el viajar
por ese estado.»
-« A lc an za r ese estado -d ijo Lao D a n - es lo m ás herm oso y
el gozo suprem o. Y al que alcanza esa suprem a herm osura y
viaja por el gozo suprem o nóm branle hom bre perfecto.»
-« S e ría mi deseo conocer de qué arte se ha de usar» -d ijo
Confucio.
-« L o s anim ales que com en yerba» - l e d ijo - «no tem en cam ­
biar de pastos; ni a los bichos que en el agua viven, se les da el
m udar de charca. Sólo son pequeños cam bios, con que no p ier­
den su grande no-m udanza. Alegría, cólera, tristeza, gozo, no
tienen cabida en el pecho. Todos los seres del universo m undo
poseen una naturaleza com ún;7 y quien, habiendo com prendido
esta universal unidad, lo considere todo bajo esa igualdad, ten­
drá a los cuatro m iem bros y a los cien huesos de su cuerpo por
polvo y basura, y verá la m uerte y el nacim iento, el principio y
el fin, com o el alternarse del día y de la noche, y así ya nada le
podrá turbar. ¡M enos, pues, le podrá turbar el ganar o el perder,
el infortunio o la dicha! D eja al esclavo1* com o el que se quita
el barro de encim a, sabiendo que su persona es m ás preciosa
que el esclavo. El precio está en mí, y no se pierde en las m u ­
danzas. A dem ás, innum erables son los cam bios y transform a­
ciones, y no tienen térm ino. ¿Q ué hay, pues, por lo que deba
sentir aflicción? El hom bre que cultiva el Tao com prende esto
cabalm ente.»
-« L a virtud del m aestro -d ijo C o n fu c io - es igual a la del
C ielo y la Tierra, y aún usa de suprem as razones para (enseñar­

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m e a) perfeccionar la m ente. ¿Q uién, entre los respetables hom ­


bres de antaño, pudo superar esto?»
-« N o es así -d ijo Lao D a n -, Es com o el agua que m ana y
fluye:9 no actúa, y por eso es enteram ente natural. Lo m ism o
acaece con la virtud del hom bre perfecto: sin serle m enester cul­
tivarla, los seres no pueden apartarse de él. Y com o el Cielo,
que es alto p or naturaleza, y la Tierra, densa por naturaleza, y el
sol y la luna, naturalm ente lum inosos. ¿Por qué habrían m enes­
ter perfeccionarse?»
Salió C onfucio, y dijo a Yan Hui, por hacerle relación de lo
hablado:
-« E n lo tocante al Tao, Qiu era com o un m osquito en una
cuba.10 De no haber sido por el m aestro, que m e ha abierto la
tapa, a fe que no hubiera alcanzado a conocer la grandiosa tota­
lidad del universo.»

V. Z huang zi fue a ver al duque Ai de Lu." D íjole el duque:


-« N u m ero so s son los letrados12 en Lu, m as pocos los que si­
guen la doctrina y arte del m aestro.»
-« E n Lu hay m uy pocos letrados» -d ijo Zhuang zi.
-« P o r todo Lu se ve gente vestida de letrado -d ijo el duque
A i- ¿C óm o puede decir que hay pocos?»
-« Z h o u tiene oído -d ijo Zhuang z i - que los letrados se tocan
con som breros redondos porque conocen los tiem pos del cielo,
y que calzan zapatos cuadrados porque conocen las form as de la
tierra, y que se ciñen anillos de jad e con sedas de colores por­
que saben ju z g a r cuando un asunto se presenta. Al respetable
varón que posee todas esas artes y doctrinas, no le es forzoso
traer esa ropa; ni el que trae esa ropa por fuerza ha de entender
de tales artes y doctrinas. Si el duque estim a que no es así, ¿por
qué no hace pú b lico un edicto, p o r todo el estado, que diga:
“Q uien sin p oseer esas doctrinas vista esas ropas, será reo de
m uerte”?»
Y entonces el duque ordenó proclam ar el edicto durante cin­

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co días, y ya no se halló en Lu quien osara traer ropa de letrado,


si no un hom bre1’ que, con tales ropas, se plantó en la puerta del
palacio ducal.
C onvocóle el duque Ai a su presencia, y le preguntó acerca
de los negocios del estado. R espondió aquel hom bre a todo, y
con m ucha habilidad y por m enudo. Y así dijo Zhuang zi:
-« E n todo Lu sólo se ha hallado un letrado, ¿eso son m u ­
chos?»

VI. Boli Xi no soñaba con títulos y rentas, y por eso se dio a


la cría de búfalos, y sus búfalos eran anim ales bien cebados. Y
así fue com o el duque M u de Qin, no m irando su baja condi­
ción, le confió el gobierno de su estado. Yu no pensaba en la
m uerte ni en la vida, y por eso pudo m over a los hom bres.14

VIL Q uiso el príncipe Yuan de Song que le dibujaran una


carta,15 y acudió una m ultitud de dibujantes. R ecibida la orden,
hicieron el saludo ritual y se apartaron a un lado; allí, de pie,
em pezaron a hum edecer los pinceles con la lengua y a aderezar
la tinta, y tantos eran, que la m itad hubo de quedarse fuera. El
últim o en llegar fue un m aestro pintor, que se presentó tranqui­
lam ente, sin dar señal de tener prisa alguna. Recibió la orden,
hizo el saludo ritual, pero no se quedó allí de pie, sino que se
volvió a su casa. D espachó el duque gentes para que vieran lo
que hacía, y lo hallaron despojado de su ropa y sentado con las
piernas cruzadas. Dijo el príncipe: -« E s e servirá, es un verdade­
ro pintor».

VIII. H alláb ase el rey W en en v iaje de p lace r p o r Z ang,


cuando vio a un venerable anciano16 pescando. Mas pescaba sin
pescar. N o sostenía la caña con presupuesto de pescar, que todo
era tenerla continuam ente en la mano.

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V ínole en deseo al rey p rom over al anciano y confiarle el


gobierno de su estado; m as por tem or no se le alborotaran los
altos dignatarios, y sus propios deudos m ayores, desistió final­
m ente de su deseo. A un así, no soportaba que su pueblo se viese
privado de aquel celeste am paro, y una m añana dijo a sus con­
sejeros:
-« E s ta no ch e m i hum ilde persona ha tenido un sueño. He
visto un hom bre de gran talento y virtud, de oscura tez y con
barba. M ontaba un caballo tordo, cuyos cascos eran a la m itad
rojos. D ióm e voces diciendo: “ ¡Entrega el gobierno de tu estado
al anciano de Z ang, y tu pueblo se verá libre de calam idades!”»
Fruncieron el ceño los consejeros, y dijeron: - «E ra el difun­
to padre de nuestro soberano.»
-« S ien d o com o decís -d ijo a esto el rey W en -, consúltense
las suertes.»
-« S ien d o una orden de nuestro difunto soberano -d ije ro n los
con sejero s-, el rey no tiene por qué vacilar. ¿Para qué consultar
las suertes?»
Y así es com o recibió al anciano de Zang y le confió el go­
bierno del estado. N o cam bió ninguna institución ni ley alguna,
ni prom ulgó sesgado decreto. Al cabo de tres años, el rey Wen
fue a inspeccionar su estado, y halló que las bandas de la peque­
ña nobleza, perdidos sus jefes, se habían dispersado,17 y que los
m andarines no hacían ostentación de sus m éritos, y que ya no
osaban introducir por las cuatro fronteras las m edidas yu y hu.'*
Al haberse dispersado las bandas de los señores luego de perder
sus jefes, reinaba una gran concordia y arm onía; al no hacer los
m andarines ostentación de sus m éritos, cada cual se entregaba a
sus com unes deb eres; al no o sar y a intro d u cir p o r las cuatro
fronteras las m edidas yu y hu, desapareció la doblez entre los
señores feudales.
Entonces el rey W en quiso honrarle com o su gran m aestro, y
puesto en pie, cara al n orte,1,7 le preguntó: -« ¿ P u e d e este su go­
bierno extenderse al m undo entero?».
El anciano de Z ang perm aneció en silencio, sin responder;

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Libro XXI. Tiang Zifang

rehusó vagam ente. A la m añana siguiente despachó los asuntos


de gobierno, y por la noche había desaparecido. N ada m ás se
supo de él.
Yan Yuan preguntó a C onfucio:
-« ¿ E s que el rey W en no gozaba de con fian za? ¿P or qué
hubo de recurrir a un fingido sueño?»
-« ¡C a lla ! -d ijo C o n fu cio -. ¡No digas nada! El rey Wen obró
con toda discreción. ¿C óm o puedes fustigarle? Él no hizo sino
acom odarse al común* sentir del m om ento.»

IX . Lie Yukou m ostraba ante Bohun W uren su destreza en el


tiro con arco. Tendía a fondo el arco, le ponían sobre el codo
una taza de agua, y disparaba. A penas disparaba una flecha, y
ya estaba la siguiente en su lugar, y luego de esta una tercera. Y
en to d o este tiem p o , p e rm a n e c ía in m ó v il cual estatu a . D ijo
B ohun W uren:
-« E s o es “tirar tirando” , y no “tirar sin tirar”.20 ¿Por qué no
probam os a subir tú y yo a una m ontaña, sobre una roca a pico,
al borde de un precipicio de hasta trescientas varas? ¿Serías ca­
paz de disparar estando allí?»
Y diciendo y haciendo, W uren subió a una alta m ontaña, y se
plantó sobre una roca a pico, al borde de un precipicio de tres­
cientas varas de altura. D e espaldas al precipicio, fue retroce­
diendo paso a paso. C uando los dos tercios de sus pies colgaban
ya sobre el vacío,21 invitó cerem oniosam ente a Yukou para que
se llegara hasta él. Pero Yukou estaba tum bado en el suelo, y el
sudor le había chorreado hasta los talones.
-« E l hom bre perfecto -d ijo Bohun W u re n - observa hacia lo
alto el cielo azul, y hacia abajo se hunde en las Fuentes A m ari­
llas; vuela hasta los ocho lím ites del espacio y su espíritu per­
m anece inalterado. Si ahora tiem blas de m iedo y se te nubla la
m irada, ¡qué difícil ha de ser que aciertes en el blanco!»

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X. Jianw u preguntó a Sunshu Ao: -«H abéis sido tres veces


consejero y no os habéis vanagloriado; y tres veces os han desti­
tuido y no habéis dado señal de tristeza. D udaba yo de vos al
principio, m as veo ahora la placidez y sosiego de vuestra respi­
ración. ¿Cóm o habéis alcanzado ese dom inio de la m ente?»
-« ¿ P o r qué h abría yo de ser superior a los dem ás? -d ijo
Sunshu A o -, Cuando me vino el cargo, no pude rechazarlo, ni
retenerlo cuando se fue. Tengo para m í que el obtenerlo o el
perderlo no fue cosa mía, y por eso no di señal de tristeza. ¿Por
qué habría yo de ser superior a los dem ás? Cuanto m ás que ig­
noro si la honra estaba en el cargo, o si estaba en m í m ismo. De
estar en el cargo, nada tenía que ver conm igo; y si en m í mismo,
nada tenía que ver con el cargo. Con esto mi corazón se conten­
ta y miro a mi alrededor. ¿Por qué habría de tom ar en considera­
ción si los hom bres me honran o m e desprecian?»
Habiendo oído esto, dijo Confucio: -« A los hom bres verda­
deros de antaño, ni los sabios les podían persuadir, ni las belda­
des seducir, ni los bandidos despojar, ni Fuxi o el Em perador
Am arillo tenerlos por am igos. De gran m om ento son la muerte
y la vida, mas a ellos no alteraban; ¡menos, pues, las dignidades
y rentas! H om bres com o aq u éllo s, cuyo esp íritu atravesaba
grandes m ontañas sin hallar estorbo y se sum ergía en los abis­
mos profundos sin perecer ahogado, y que vivían entre los des­
preciados y hum ildes sin sentir hastío. Colm aban el cielo y la
tierra, y cuanto m ás daban, m ás tenían».22

El rey de C hu estaba sentado con el príncipe de Fan.23 Al


poco rato los que acom pañaban al rey de Chu dijeron repetida­
mente que el estado de Fan estaba perdido.24
-« L a perdición de Fan -d ijo el p rín cip e - no será bastante
para hacer que yo pierda mi existencia. Y si la perdición de Fan
no basta para que yo pierda mi existencia, la existencia de Chu
tam poco basta para conservar la suya. A sí m irado, ni Fan se
perderá, ni Chu se conservará.»

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LIBRO XXII. VIAJE BOREAL DE
ENTENDIMIENTO'

I. Viajó Entendim iento hasta el norte y llegó a orillas del Río


M isterioso;2 subió al M onte Confuso,3 y encontró con Silencio­
so No-actuar.4 Dijo Entendim iento a Silencioso No-actuar:
-« Q u isiera hacerte algunas preguntas: ¿C óm o es m enester
pensar, cóm o se debe cavilar, para conocer el Tao? ¿A qué es
m enester aferrarse, cóm o hay que proceder, para asentarse en el
Tao? ¿Qué cam ino es m enester seguir, de qué m étodo es nece­
sario usar, para obtener el Tao?»
Tres preguntas, a las que Silencioso No-actuar no respondió. Y
no es que no quisiera responder, sino que no sabía cómo responder.
No habiendo obtenido respuesta, tom ó Entendim iento al sur
del Río Claro,5 y subió a lo alto del Vacío de Duda,6 donde vio a
Estúpido Loco.7 Hizo Entendim iento a Estúpido Loco las m is­
mas preguntas, y Estúpido Loco dijo: -«¡A h! Yo lo sé, y ahora te
lo diré». Mas así com o quiso hablar, olvidó lo que quería decir.
No habiendo obtenido respuesta, tornó Entendim iento al pa­
lacio del em perador; presentóse ante el Em perador A m arillo y
le hizo las tres preguntas. El Em perador A m arillo le dijo:
-«C o n ó cese el Tao cuando no se piensa ni cavila. En el Tao
te asientas cuando a nada te aferras ni procedes de m anera algu­
na. O btiénese el Tao cuando no se sigue ningún cam ino ni de
m étodo alguno se usa.»

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-« N o so tro s dos lo sabem os - d ijo E ntendim iento al Em pera­


dor A m arillo -; ellos dos no lo saben; ¿quién tiene razón?»
-« S ilen cio so N o-actuar tiene verdaderam ente razón -d ijo el
E m perador A m arillo -, y E stúpido Loco lo parece. En cuanto a
nosotros dos, después de todo no nos acercam os (a la verdad).
El que sabe no habla, el que habla no sabe,11 y p o r eso el sabio
practica la enseñanza sin palabras.'' El Tao no se puede obtener,
y la Virtud no se puede alcanzar. La benevolencia se puede ejer­
citar, la ju stic ia puede faltar, y los ritos son m utua hipocresía.
De ahí que se diga: “Tras la pérdida del Tao, aparece la Virtud;
tras la pérdida de la Virtud, aparece la benevolencia; tras la pér­
dida de la benevolencia, aparece la justicia; tras la pérdida de la
justicia, aparecen los ritos. Los ritos son un huero adorno del
Tao y el principio del desorden”.10 Por eso se dice: “El que prac­
tica el Tao, dism inuye día a día (sus deseos), dism inuye y dis­
m inuye hasta llegar al no-actuar; y com o no actúa, nada hay que
deje de h acer” ." De presente, vuelto ya en cosa, si deseas retor­
nar a la ra íz ,12 ¿no ha de ser em peño harto d ifícil? Q ue fácil,
¡sólo lo será para los grandes hom bres!
»La vida es discípula de la m uerte; la m uerte, principio de la
v id a.11 ¿Q uién puede conocer la ley que a una y otra rige? El na­
cim iento del hom bre es una condensación de la energía vital. Su
c o n d e n sa rse es la vida; su d is p e rs a rs e , la m u e rte . Si así se
acom pañan la m uerte y la vida, ¿por qué habría yo de congojar­
m e? Pues los seres todos no son sino uno so lo 14 A lo que se en ­
cuentra herm oso, considéraselo m ilagroso y adm irable; a lo que
se en cu en tra ho rren d o , co n sid éraselo apestoso y podrido. Lo
apestoso y podrido m údase en m ilagroso y adm irable; y lo m ila­
groso y adm irable vuélvese en apestoso y podrido. P or eso se
dice: “El universo m undo es una sola y única energía vital”.15 Y
de ahí la m ucha estim a en que el sabio tiene a la unidad.»
Dijo E ntendim iento al E m perador Am arillo:
-« P re g u n té a Silencioso N o-actuar, y S ilencioso N o-actuar
no me respondió; no es que no quisiera responderm e, es que no
sab ía qué resp o n d er. P reg u n té a E stú p id o L o co , y E stú p id o

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Libro XXII. Viaje boreal de Entendimiento

L oco en su corazón quiso decírm elo, pero no m e lo dijo; no es


que no q u isiera d ecírm elo, sino que querien d o en su corazón
decírm elo, olvidó lo que quería decir. A hora te pregunto a tí, y
tú lo sabes; ¿por qué dices, entonces, que no te acercas (a la
verdad)?»
-« S ilen cio so N o-actuar tiene verdaderam ente razón -re s p o n ­
dió el E m perador A m arillo - porque no sabe; Estúpido L oco p a­
rece ten erla, p o rque h a olvidado; y no so tro s dos, d espués de
todo, no nos acercam os (a la verdad), porque sabem os.»
O yó E stúpido Loco estas razones, y tuvo para sí que el E m ­
p erador A m arillo era un buen conocedor de la palabra.

II. El C ielo y la T ierra poseen una grandísim a belleza, m as


nunca hablan de ella. O bedecen las cuatro estaciones a una bri­
llante ley, m as nunca debaten acerca de ella. Fórm anse todos los
seres conform e a una razón, m as nada dicen sobre ella. El sabio
se rem onta al origen de la gran belleza del C ielo y de la Tierra,
y com prende la razón de todos los seres. P or eso el hom bre p er­
fecto no actúa, ni obran los grandes sabios: quiere decir que to ­
m an p o r dechado al C ielo y a la Tierra.
U nidos a éstos (al C ielo y la Tierra), son divina lum inosidad
y esen cia suprem a; unidos a aquéllos (a los seres) participan de
sus cien m u d a n z a s.16 D el m illó n de seres, unos nacen, otros
m ueren, los unos redondos, los otros cuadrados, y nadie conoce
su raíz. F lorecen los m illones de seres,17 que existen desde la
m ás rem o ta an tigüedad. Inm enso es el esp acio entre los seis
p untos cardinales, pero no sobrepasa los lím ites (del Tao). D i­
m inuto es el pelo otoñal, m as de él depende cuando se form a.
N ada hay en el m undo a lo que no se vea hundirse y flotar, flo ­
tar y hundirse; nada que en toda su existencia perm anezca fijo
y estable. El Yin y el Yang, las cuatro estaciones, se alternan
o b servando cada una el orden que les toca. (El Tao), oscuro,
existe com o si no existiera; lleno de vida, es fuerza espiritual
sin form a. A lim enta a todos los seres, sin que reparen en ello.

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Se le nom bra raíz prim era; y quien conoce esto puede observar
el Cielo.

III. N ie Q ue preguntó a B eiyi acerca del Tao, y éste le dijo:


-« R e c tific a tu cu erpo, u n ifica tu visión, y la arm o n ía del
Cielo"1 vendrá a tí. A horra tu inteligencia, unifica tu juicio, y el
espíritu perm anecerá fijo en tí. L a virtud se te m ostrará en toda
su belleza, y el Tao establecerá en tí su m orada. Q ue tus pupilas
sem ejen las del tem erillo recién nacido, y no te afanes en averi­
guar la ocasión de cuanto acaece.»
A ún no había term inado de decirlo, cuando N ie Q ue se que­
dó dorm ido. Infinito fue el contento de Beiyi, que luego se alon­
gó cantando u na canción que de este tenor decía: «Su cuerpo
cual ram a seca, cual fría ceniza su m ente.1''E n verdad la realidad
del Tao ha com prendido, que a sus opiniones no se ha tenido
aferrado. E n confusa ignorancia, vacía la m ente, disputar con él
no se puede. ¡Qué hom bre éste!»

IV. Shun preguntó a Cheng: -« ¿ P u e d o obtener el Tao y h a­


cerlo m ío?»
-« S i ni aun tu cuerpo es tuyo - l e resp o n d ió -, ¿cóm o podrá
serlo el Tao?»
-« S i mi cuerpo no lo es m ío -d ijo S h u n -, ¿de quién es?»
-« E l C ielo y la T ierra - l e re s p o n d ió - son q u ien es te han
confiado ese cuerpo. Tu vida no es tuya, sino que es la arm onía
que te han co n fiad o el C ielo y la Tierra. Tu naturaleza no es
tuya, sino que es el acom odam iento que te han confiado el Cielo
y la Tierra. Tus hijos y nietos no son tuyos, sino que son las m u ­
danzas que te han confiado el C ielo y la Tierra. Por eso cuando
andas no sabes a dónde vas, cuando te quedas no sabes dónde
agarrarte, cuando com es no sabes qué gusto tiene. Es la energía
vital que se m ueve entre el C ielo y la Tierra. ¿C óm o, pues, po­
drías obtenerlo y hacerlo tuyo?»

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V. C onfucio preguntó a L ao Dan:


-« H o y que tenem os tiem po y com odidad, osaría preguntarle
cuál es el Tao suprem o.»
-« H a s de ayunar - l e dijo Lao D a n -, dom inar tu m ente, puri­
ficar tu espíritu,20 despojarte de tu saber. ¡El Tao es un gran m is­
terio del que no es fácil hablar! Sólo te daré una som era idea.
»Lo brillante nace de la oscuridad. Lo que tiene form a nace
de lo que no la tiene. El espíritu nace del Tao. Las form as m ate­
riales nacen de la esencia sutil, y los m illones de seres se en gen­
dran m utuam ente según sus diferentes form as. Y así es com o
los de nueve orificios nacen del útero; y los de ocho, del hue­
vo.21 C uando (el Tao) viene, no hay señal de su venida; y cu an ­
do se va, no trasciende ningún lím ite. No tiene puertas ni ap o ­
sentos; extiéndese por los cuatro lados, y todo lo penetra en su
in m en sid ad .22 Q uien siga el Tao verá ro b u stec erse sus cuatro
m iem bros, su pensam iento se hará penetrante, agudos sus senti­
dos; u sará de su m ente sin fatig arse, y no h allará esto rb o al
tiem po de acom odarse a los seres. El C ielo no puede m enos de
ser alto, la Tierra no puede m enos de ser ancha, el sol y la luna
no pueden m enos de m overse, el m illón de seres no puede m e­
nos de prosperar. ¡Ese es el Tao!23
»L a m u ch a erudición no es por fuerza verdadero saber, ni
forzosam ente inteligente el que sabe disputar.24 El sabio ha roto
con todo eso. Por m ucho que le añadas, no verás que aum ente;
ni verás que dism inuya por m ucho que le quites. Es lo que el sa­
bio ha de conservar. Insondable com o el m ar, im ponente com o
una gran m ontaña,25 cuando acaba tom a a com enzar. M ueve se­
gún m edida a todos los seres, sin que nada le falte. M as el Tao
de un hom bre de honor, ¿acaso no es en su exterior donde se
m anifiesta? De él se proveen los m illones de seres, y nada le
falta. ¿N o es ése, por ventura, el Tao?
»En el País del C entro hay un hom bre que no es Yin ni tam ­
poco Yang, y que habita entre el C ielo y la Tierra. D ícesele de
m om ento hom bre; un hom bre que m ás tarde habrá de reto m ar a
su original principio. C onsiderada desde su origen, la vida es

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algo form ado p o r condensación de la energía vital. Y bien que


haya vidas largas y vidas cortas, ¿acaso es grande la diferencia
entre ellas? Q ue no es la vida del hom bre sino cosa de un ins­
tante. ¿Para qué, pues, andar distinguiendo el bien que hizo Yao
y el m al que hizo Jie? Los frutos de los árboles y de la tierra26
crecen según unas leyes; los hum anos tratos, aunque difíciles y
com p licad o s, no dejan de g u ard ar un orden. C u ando el sabio
topa con hum anos negocios, no los excusa; deja que pasen, y no
se obstina. A com odarse a las cosas arm onizándolas, he ahí la
Virtud; aco m o d arse a las cosas m udando con ellas, he ahí el
Tao. A sí prosperaron los em peradores,y así los reyes levantaron
sus reinos.
»Vive el hom bre entre el C ielo y la Tierra, y es su vida cual
rayo de sol que atraviesa una rendija:27 un puro instante. Florece
el m illón de seres, y nada deja de nacer; m udan y se debilitan, y
nada deja de morir. T ransfórm anse, y nacen; tórnanse a transfor­
mar, y m ueren. Lam éntanse de ello los seres vivientes, y el g é­
nero hum ano p or ello se entristece. Es liberarse de las ataduras
naturales, d estru ir la natural envoltura; transform ación y m u­
danza, las alm as se van y los cuerpos las siguen. ¡Es el gran re­
tom o! Lo que no tiene form a vuélvese en lo que tiene form a, y
lo que tiene form a retom a a lo sin form a.28 E sto es algo que to­
dos los hom bres conocen. N o es algo de lo que sólo se ocupan
los que han llegado (al Tao), sino que es la m uchedum bre la que
habla de ello. Los que han llegado no hablan de ello; los que ha­
blan de ello no pueden llegar. U na clara visión no puede encon­
trarlo, y cu alq u ier dialéctica es harto inferior al silencio. El Tao
no se puede oir, y harto m ejor que oir es taparse los oídos. A
esto llam an el gran logro.»

V I. D ongguo zi preguntó a Z huang zi: -« ¿ D ó n d e está lo que


nom bran Tao?»
-« N o hay donde no esté» -resp o n d ió Zhuang zi.
-« D íg a m e un lugar» -in s is tió D ongguo zi.

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Libro XXII. Viaje boreal de Entendimiento

-« E n una horm iga» -d ijo Zhuang zi.


-« ¿ C ó m o en cosa tan baja?»
-« P u e s tam bién en una yerbecilla».
-« ¿ E n cosa m ás baja aún?»
-« Y en una teja»
-« ¿ C ó m o en cosa cada vez m ás baja?»
- « Y en la m ierda y los m eados»
D ongguo zi ya no dijo m ás.
-« L a s preguntas del m aestro -d ijo Z huang z i - ciertam ente
no llegan a tocar lo esencial. Un veedor de m ercados llam ado
Huo preguntó a los m atarifes cóm o com probar la gordura de los
cerdos: cuanto m ás se hunde el pie al pisarlos, m ás claram ente
se ve.29 N o has m enester de m ayores evidencias, pues que el Tao
no se aleja de las cosas. A sí es el Tao suprem o. Y tam bién es así
la gran Palabra. “G en eral” , “ universal”, “to tal” ,30 son tres térm i­
nos diferentes, m as se dicen de una m ism a realidad. U no y el
m ism o es su significado.
»Probem os a m ovem os en su com pañía por el palacio donde
nada existe, y resum iendo los diferentes discursos, ¿no direm os
que el Tao no tiene térm ino ni fin? ¡Probem os con él a no ac­
tuar! ¡Qué quietud y cuánta paz! ¡Qué silencio y soledad! ¡Qué
hoganza y arm onía! Mi ánim o no tiene lím ites. A ninguna parte
voy , ni tam poco sé a dónde he de ir. Voy y vengo, y no sé d ó n ­
de debo quedarm e. Parto y retom o, y no sé dónde está el fin.
M e m uevo sin rum bo por la inm ensidad del espacio. La gran sa­
biduría penetra en el Tao, m as no alcanza a conocer sus lím ites.
Lo que hace que las cosas sean cosas, no tiene un lím ite que de
ellas lo separe;31 m as las cosas sí tienen lím ites, es el llam ado lí­
m ite de las cosas. El lím ite de lo ilim itado, es lo ilim itado de los
lím ites, y si hablam os de plenitud y vacuidad, de debilitam iento
y dism inución, aquél (el Tao) hace que las cosas sean plenas o
estén vacías, aunque en él no hallarás plenitud ni vacuidad; hace
que las cosas se debiliten o dism inuyan, aunque en él no halla­
rás debilitam iento ni dism inución; hace que las cosas tengan un
principio y un final, aunque él no ha tenido un principio ni ten­

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drá un final; hace que las cosas se reúnan y se dispersen, aunque


en él no hay reunión ni dispersión.»

V II. A H egan y S hennong32 eran am bos discípulos de Lao-


long Ji. A poyado en una m esita y la puerta cerrada, Shennong
estaba durm iendo en pleno día. A m ediodía A H egan abrió la
puerta, entró, y le dijo: -« ¡L a o lo n g ha m uerto!» Levantóse en
pie S hennong apoyándose en su bastón,” que luego dejó caer
con ruido, y dijo entre risas:
-« N u e s tro celestial m aestro ,34 conocedor de que yo era un
ser to rc id o , m alo , d iso lu to y e m b u stero , h a d e te rm in a d o de
abandonarm e y por eso ha m uerto. ¡Se acabó! ¡El m aestro ha
m uerto sin d ejam os las suprem as palabras” que pudieran ilum i­
narm e!»
H abiendo oído estas razones, dijo Y angang Diao:
-« A quien es la encam ación del Tao vuélvense en busca de
apoyo36 los hom bres de honor que en el m undo son. Hoy (vues­
tro m aestro), que no había com prendido del Tao ni la m illonési­
m a parte de la punta de un pelo otoñal, ha m uerto después de
h ab er sab id o g u ard ar o cu ltas las p alab ras su p rem as; ¡cuanto
m ás quienes son la encarnación del Tao! L o m iras y no tiene
form a, lo escuchas y nada oyes; quienes de él hablan, lo nom ­
bran profunda oscuridad; de ahí que el Tao del que se habla no
sea el Tao.»
E n esto G ran P u reza p re g u n tó a Infinito: -« ¿ C o n o c é is el
Tao?»
-« N o lo conozco» -re sp o n d ió Infinito.
D espués preguntó a N o-actuar, y N o-actuar respondió:
-« C o n o z c o el Tao.»
-« E l Tao que conocéis, ¿adm ite diferencias?» -to rn ó a pre­
guntar.
-« L a s adm ite» -resp o n d ió .
-« Y ¿cóm o son esas diferencias?» -p ro sig u ió preguntando.
-« E l Tao que yo conozco -re sp o n d ió N o -a c tu a r- puede ser

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Libro XXII. Viaje boreal de Entendimiento

noble y p u ed e ser vil, p u ed e co n tra erse y p u ed e ex p an d irse.


Esas son las diferencias del Tao que yo conozco.»
G ran P ureza hizo relación de tales razones a Sin-principio, y
le preguntó:
-« D e esta m anera, Infinito no conoce el Tao y N o-actuar sí
lo conoce. ¿Q uién de los dos dice verdad, y quién yerra?»
-« E l que no conoce es profundo -re sp o n d ió S in -p rin cip io -,
y el que conoce superficial. El que no conoce h a llegado al inte­
rior, y el que conoce se ha quedado en lo exterior.»
E ntonces G ran Pureza, alzando la cabeza,17 exclam ó:
—«¡El no conocer es conocer! ¡Y el conocer es no conocer!
¿Q uién conoce el conocim iento que consiste en no conocer?»
-« E l Tao no se puede oír -d ijo Sin-principio-, lo que se oye no
es el Tao. El Tao no se puede ver, lo que se ve no es el Tao. El Tao
no se puede declarar con palabras, lo que se declara con palabras
no es el Tao. ¿Sabes que lo que engendra las cosas que tienen for­
ma, él m ism o no tiene form a? Al Tao no se lo debe nombrar.»
-« Q u ie n responde cuando le preguntan p o r el Tao -a ñ a d ió
S in -p rin cip io -, no conoce el Tao. El que pregunta por el Tao,
tam poco h a oído nunca hablar de él. El Tao no adm ite preg u n ­
tas, ni respuestas cuando se pregunta. P reg u n tar lo que no se
puede preguntar, es p regunta vacía; responder lo que no se p u e­
de resp o n d er, es re sp u esta sin co n ten id o . C on resp u estas sin
contenido a preguntas vacías, por fuera no se puede ver el un i­
verso, y p o r dentro no se puede conocer el G ran Principio. Y así
no es posib le cruzar las alturas del K unlun, ni m overse libre­
m ente p or la G ran V acuidad.»

V III. L u m in o sid a d p re g u n tó a N o -se r:1# -« ¿ E x is tís , o no


existís?» A lo que N o-ser no respondió.19
No habiendo obtenido respuesta, L um inosidad observó m uy
por m enudo la apariencia de No-ser. O scuro y vacío, en todo el
día que lo estuvo m irando, no lo pudo ver; ni lo pudo oir, por
m ás que prestó el oído; ni tocarlo, por m ucho que palpó.4*’

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Libros exteriores: Wai Pian

-« ¡S u b lim e! -e x c la m ó L u m in o sid a d - ¡Q uién pudiera llegar


a sem ejante estado! A m í se m e alcanza el no-ser, m as aún no se
m e alcanza la inexistencia del no-ser. Si cuando se quiere llegar
al no-ser, el ser no se puede excusar, ¿cóm o se podrá llegar a se­
m ejante estado?»

IX . El artesan o que fo rjab a broches para el C ondestable,41


pese a sus ochenta años, no errab a en sus golpes ni un pelo. Dí-
jo le el C ondestable: -« ¿ E s obra de vuestra destreza, o es que te­
néis un m étodo?»
-« S u siervo tiene un m étodo42 -re sp o n d ió el arte san o -. A los
veinte años, este su siervo ya gustaba de forjar broches. No veía
otra cosa; ni curaba de nada que no fuera broche. Y en este usar
de su arte, ha podido acrecer su eficacia por no haberse dado a
otros m enesteres. ¡Cuanto m ás quien no actúa, y en nada se em ­
plea! ¿Q ué ser no vendrá en su ayuda?»

X. R an Q iu preguntó a C onfucio: -« ¿ S e puede conocer qué


hubo antes de que existieran el C ielo y la Tierra?»
-« S e puede -d ijo C o n fu cio -. Lo antiguo y lo presente son
iguales.»
R etiróse R an Qiu sin la respuesta que buscaba. O tro día to r­
nó a ver a C onfucio, y le preguntó:
—«Ayer le pregunté: “¿Se puede saber qué hubo antes de que
existieran el Cielo y la Tierra?”, y el maestro respondió: “Se puede.
Lo antiguo y lo presente son iguales”. Ayer lo entendí claramente,
pero hoy lo veo confuso. O saría preguntarle qué significa esto.»
-« A y e r lo entendiste claram ente -d ijo C o n fu c io - porque tu
espíritu h abía com prendido de antem ano el sentido de mi re s­
puesta; hoy lo ves confuso, porque te esfuerzas p or com prender
encerrado en las ap ariencias.45 N o hay antiguo ni presente; no
hay principio ni final. ¿Puede hab er hijos y nietos si antes no ha
habido hijos y nietos?»

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Libro XXII. Viaje boreal de Entendimiento

No respondió R an Q iu, y C onfucio prosiguió diciendo:


-« ¡B a sta ! ¡No respondas! N o es la vida cau sa de la m uerte,
ni la m uerte la que hace perder la vida. M uerte y vida, ¿ acaso
no dependen la una de la otra? C ada una de ellas tiene su propio
ser. ¿H ubo cosas antes de que existieran el C ielo y la Tierra? Lo
que hace que las cosas sean cosas (el Tao), no es cosa. Las co ­
sas no pudieron salir de lo anterior al Tao.44 A partir de él hubo
cosas, y este engendrarse de las cosas a partir de él ya no cesó.
El am or del sabio p o r los dem ás hom bres, que nunca cesa, tam ­
bién en esto se inspira.»

X I. Yan Yuan preguntó a C onfucio: -« H u i ha oído decir al


m aestro: “ N o hay nada que despedir ni nada que acoger” . O sa­
ría preguntarle la razón de estas palabras».
-« L o s hom bres de la antigüedad -d ijo C o n fu c io - m udaban
en su exterior, m as en su interior perm anecían inalterados. Los
hom bres de hoy m udan en su interior, y por fuera no cam bian.
Quien cam b ia con las cosas, no cam bia en su unidad interior. En
com pleto sosiego se transform a, y tam bién en com pleto sosiego
no se transform a; se acom oda al m undo ex terio r en com pleto
sosiego, y participa en las transform aciones, m as sin excederse
jam ás. X iw ei tuvo su corte en un bosque cercado; el E m perador
A m arillo, en un jardín; Yu, en un palacio; Tang y W u, en m an ­
siones.45 Si aun los hom bres de honor, tales com o los m aestros
de la escuela ru y de la escuela de M o, han usado de la dialécti­
ca del “ es-n o e s” p ara atacarse m utuam ente; ¡cuanto m ás los
h o m b res de hoy! El sab io v iv e e n tre los seres sin c a u sa rle s
daño; y no causando daño a los seres, tam poco los seres le cau­
sarán daño a él. Sólo aquel al que ningún ser puede causar daño
es cap az de ten er trato co n los hom bres. ¡Oh bosques de las
m ontañas! ¡Oh vastas llanuras! ¡Cuán grande contento procuráis
a mi corazón! M as aún no se ha extinguido ese contento, cu an ­
do ya em p ieza a brotar en m i pecho la tristeza. C uando el c o n ­
tento o la tristeza vienen, no m e es posible estorbarlo; y cuando

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se van, tam poco lo puedo impedir. ¡Lástima! ¡El hom bre m un­
dano no es m ás que un albergue de las cosas! C onoce aquello
con lo que ha tropezado, y no conoce aquello con lo que no ha
tropezado; puede lo que puede,46 y no puede lo que no puede.
Hay cosas que no puede saber y cosas que no puede hacer, y
esto es algo que no puede excusar. Afanarse por evitar lo que
evitar no se puede, ¿no es harto de lamentar? La palabra perfec­
ta es la ausencia de palabra; la acción perfecta es el no-actuar.
Pretender que todo se reduce a lo que la inteligencia conoce es
algo superficial en extrem o.»

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Tercera Parte:
LIBROS VARIOS
ZA PIAN

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LIBRO XXIII. GENGSANG CHU

I. Entre los discípulos de Lao Dan contábase uno, nom brado


G engsang C hu, que había hecho particular aprovecham iento
de la doctrina de su m aestro. Y así había ido a establecerse en el
norte, en la m ontaña W eilei; y de entre sus sirvientes había
despedido a los que brillaban por su inteligencia, y había apar­
tado de sí a quienes de entre sus concubinas eran dechado de
virtud. H acíase acom pañar de gente sim ple y nada cultivada, y
tom ó a su servicio a los m ás diligentes y esforzados. Tres años
habían pasado desde su llegada, y Weilei había tenido ab u n ­
d an tes c o se c h a s. L as g e n te s de W eilei se d e c ía n e n tre sí:
-« C u an d o G engsang Chu vino a vivir entre nosotros, al princi­
pio nos p areció un hom bre extraño. A hora calculando en el
corto espacio de un día nos parece que falta, y calculando a todo
lo largo de un año nos parece que so b ra.1 ¡Si no es un gran sa­
bio, cerca está de serlo! ¿Por qué no le nom bram os, de com ún
acuerdo, nuestro soberano, y le honram os com o nuestro esp íri­
tu protector del suelo y de las m ieses?»
H abiendo llegado a oídos de G engsang C hu, que querían
hacerle sentar cara al sur, dio señal de gran disgusto. A dm irá­
ronse sus discípulos, y en tonces G engsang C hu les habló y
dijo:
-« ¿ P o r qué, discípulos, os adm iráis de m í? C uando sopla el
hálito prim averal, crecen las plantas todas; y cuando llega el
otoño, todos los frutos maduran. ¿Acaso la prim avera y el otoño

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son a s í sin c a u sa ni razó n ? N o, sino que es la o b ra del T ao del


C ielo. T engo o ído que el h o m b re p erfecto se está inm óvil en su
p eq u e ñ o h a b itá c u lo ,2 en tan to q u e el p u eb lo v ive alb o ro ta d o
sin sab er a dónde va. A hora las pequeñas gentes de W eilei q u ie ­
ren h acerm e o fren d as y h o n ra rm e 5 entre el n ú m ero d e los g ra n ­
des sab io s. ¿A caso no co n c ita ré en to n ce s las m irad a s de los
hom b res? D e ah í que m e v eáis m ohíno, com o q u e pienso en las
p alab ras de L ao D an.»
- « N o es a s í - d ije ro n los d is c íp u lo s -. Es co m o un arroyo de
och o o d ie c isé is p ie s,4 en el q u e un p ez g ran d e no p u ed e d ar la
vuelta, m ien tras los p ececillo s5 se m ueven con to d a com odidad;
o com o un m o n tecillo de unos pocos pasos o p o cas varas,6 en el
que un anim al m uy grande no pu ed e o cu ltar su cu erp o , en tanto
que una z o rra se puede e sc o n d e r m uy a su co m o d id ad . Y por
eso , h o n ra r a los sab ios y n o m b rar a los m ás cap aces, y p ro m o ­
ver a los ho m b res de ley y concederles beneficios, es lo habitual
desde los rem o to s tiem pos de Yao y de Shun. ¡C uanto m ás no lo
hicieran las gen tes de W eilei! ¡C onceda, pues, el m aestro con su
deseo !»
-« ¡V en g an acá los m ocitos! - d ijo G engsang C h u - P or gran ­
de que sea un anim al, que aun trag arse p u d iera un carro entero,
si ab a n d o n a la m o n tañ a en q u e vive, no p o d rá e v ita r la d e sg ra ­
cia de la tra m p a o de la red; y p o r gran d e que sea un pez, aun
ca p a z d e tra g a rse un b a rc o , si sale fu e ra del río y q u ed a en
seco, h asta las h o rm ig as p o d rá n hacerle sufrir. D e ah í que las
aves y las b e stia s no se h allen in có m o d as en las altu ra s, ni los
peces y los trio n íq u id o s en las p ro fu n d id a d es. P or lo m ism o , el
ho m b re que q u ie ra p re se rv a r en tero s su cu erp o y su vida, sólo
ha de m an ten er ocu lta su persona, sin que le fatigue lo profundo
y alejad o de su retiro.
»A d em ás, ¿qué h iciero n aq u e llo s dos señ o res (Y ao y S hun)
para que se les elogie y ensalce? Sus distinciones dialécticas son
tan d isp aratad as com o d errib ar los m uros de una ca sa p ara dejar
el terren o b a ld ío ;7 o co m o e sc o g e r uno a uno los ca b ello s p ara
p ein arlo s, o c o n ta r los g ran o s an tes de co c erlo s. ¿C ó m o p o d ría

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Libro XXIII. Gengsang Chu

salv ar al m u n d o tam añ a m en u d en c ia? C u an d o se en sa lz a a los


sabios, la g en te se pelea; cuando se confían los cargos a los m ás
in telig e n tes, la g en te m u tu a m e n te se roba. S on m éto d o s q u e
no b astan p ara h acer h o n esto al pueblo. E n éste verás cóm o,
m ovidos de su ex trem ada avidez de ganancia, el hijo m ata al p a ­
dre, y el v asa llo a su p rín cip e; y verás ro b a r a p len a luz, y ab rir
bo q u etes en los m u ro s a m ed io d ía. M irad lo que os d igo: el
origen de este caos se rem o n ta ciertam ente a los tiem pos de Yao
y de S h un , y sus fru to s se p ro lo n g arán h asta m il g en e rac io n e s,
pues sin d u d a al cab o d e m il g en e rac io n e s los h o m b res p ro s e ­
gu irán d ev o rán d o se los u nos a los otros.»

II. N a n ro n g C hu, ad m ira d o , se e n d e rez ó so b re su asien to y


dijo: - « U n a p erso n a e n tra d a en d ías, co m o C h u , ¿en qué h a de
ejercitarse p ara alcan zar el estad o de que h a hablado?» A lo que
M aestro G en g sa n g re sp o n d ió :
-« C o n s e rv a entero tu cuerpo, preserva tu vida y no dejes que
las p re o cu p ac io n e s o cu p e n tu p en sa m ie n to . Si así haces d u ra n ­
te tres añ o s, alca n zarás el esta d o del q u e he h ab lad o .»
- « E n lo to can te a la fo rm a de los ojos - d i j o N an ro n g C h u -,
no sé yo q u e h ay a d ife re n c ia en tre unos y o tro s, m as los cieg o s
no pu ed en ver; en lo tocante a la form a de los oídos, tam poco sé
que h ay a d ife re n c ia en tre unos y otros, m as los sordos no p u e ­
den oir; en lo que to ca a la fo rm a de la m en te, tam p o co sé que
haya d ife re n c ia s en tre unas y o tras, m as los lo co s no pu ed en
sen tir c o n te n to de sí. E n tre unas fo rm as y o tra s ex iste una gran
sem eja n za;8 m as ¿no será acaso que hay a lg o 9 en m ed io que
e sto rb a q u e u nos seres p u ed an c o m u n ica rse c o n o tro s, p o r m u ­
cho que se esfu ercen ? A h o ra le dice a C hu: “ C o n serv a en tero tu
cuerpo, p reserv a tu v ida y no dejes que las preo cu p acio n es o cu ­
pen tu p en sam ien to ” . ¡Por m ás que C hu se esfu erza en ap ren d er
el Tao, no p asa m ás allá d e sus o ídos!»
-« N a d a m ás p u ed o d e c irte - d i jo M aestro G e n g sa n g -. U na
peq u eñ a av isp a no se puede tran sfo rm ar en una grande o ru g a de

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la so ja;1" una gallina de Yue no puede em pollar un huevo de cis­


ne, pero sí una de Lu. E ntre una gallina y otra no hay diferencia
en cu an to a su n atu raleza, y la razón de que una p u ed a y la
otra no, no la has de h allar sino en su d iferen te capacidad: la
una es m uy g ran d e, la otra m uy pequeña. P ues bien, ahora mi
cap acid ad es p eq u eñ a, y no b asta para tran sfo rm arte. ¿P or qué
no vas al su r a v er a L ao zi?»
P ro v isto d el viático, v iajó N anrong C hu d u ran te siete días
con su no ch es, h asta lleg ar al lu g ar donde v iv ía L ao zi.
-« ¿ V ie n e s de G en g san g C hu?» - l e preg u n tó L ao zi.
-« S í» -re s p o n d ió N anrong C hu.
- « Y cóm o es que traes tan num eroso séquito?» - l e preguntó
L ao zi.
N an ro n g C h u , esp an tad o , v o lv ió atrás la m irada.
-« ¿ N o sabes lo que quiero decir?» -to m ó a preguntar Lao zi.
B ajó la ca b eza N an rong C hu, to d o corrido, y alzan d o luego
la m irad a al cielo , lanzó un su sp iro y dijo:
-« E s el caso que ahora he olvidado la respuesta, y por eso he
o lv id ad o lo que q u ería preguntar.»
-« ¿ Q u é q u iere s d ecir?» -p re g u n tó L ao zi.
-« S i no sé - d ijo N anrong C h u -, la gente d irá que soy un es­
tú p id o ;" y si sé, p o n d ré en p elig ro mi persona. Si no soy b en e­
vo lente, h aré dañ o a los dem ás; y si lo soy, será m i persona la
que corra peligro. Si no soy ju sto , causaré tuerto a los otros; y si
lo soy, seré yo m ism o el que estará en peligro. ¿C óm o podría yo
ex cu sar esto? Son tres razones que afligen y fatigan a Chu. D e­
searía, pues, siguiendo el consejo de G engsang C hu, preguntarle
acerca de ellas.»
-« C u a n d o he v isto antes tu ceño - d ijo Lao z i- , he sabido lo
que pensabas; ah ora que has h ab lad o , ya no m e cabe duda a l­
guna. E stás co n fu so y d e s c o n c e rta d o ,12 com o el niño que ha
perd id o a sus p ad res, o com o el que busca algo en el m ar con
una pértiga. P areces un d esterrad o , ¡com pletam ente perdido!
Q u ieres re to rn ar a tu verd ad era n aturaleza, m as no sabes por
dónde. ¡Qué pen a!»

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Libro XXIII. Gengsang Chu

P idió licencia N anrong C hu para entrar en su casa, y se e je r­


citó en la p ráctica de asu m ir lo bueno y re ch az ar lo m alo. Al
cabo de d iez días, sin tién d o se ap esad u m b rad o , fue de nuevo a
ver a L ao zi. D íjole L ao zi:
- « T e has p u rificad o. ¿P o r qué, en to n ces, esa p esad u m b re y
desaso sieg o ? Se ve que sale al ex terio r todo lo m alo que resta
dentro de tí. Si no se d o m inan las ataduras ex tern as, acab arán
por ahogar el interior; si no se dom inan las ataduras internas, es­
torbarán el exterior. Y cu an d o el ex terio r y el in terio r se hallan
obstru ido s, no es posible co n se rv ar el Tao y su V irtud; ¡y m ás
cuando sólo se está en el cam ino de ap ren d erlo !»
-« C u a n d o un ald eano cae en ferm o - d ijo N anrong C h u -, y
su vecino viene a p reguntar por su estado, el enferm o puede h a ­
b lar de su m al, con lo que, aunque siga en ferm o , es com o si no
lo e stu v ie ra .13 En cam bio C hu, cuando oye h ab lar del gran Tao,
es com o si tom ara una m edicina que agravara su m al. A sí que lo
único que C hu d esea o ir son los prin cip io s que se han de o b ­
serv ar p ara cu rar de la p ro p ia vida.»
- « H e a q u í los p rin c ip io s p a ra el cu id ad o de la p ro p ia v id a
-d ijo L ao z i-: ¿P uedes ab razar el U no? ¿P uedes no p e rd e rlo ? 14
¿P uedes co n o c e r lo fa u sto y lo in fau sto sin c o n su lta r los c a ­
p arazo n e s de to rtu g a o e c h a r las su erte s d e la m ile n ra m a ? 15
¿Puedes p ararte? ¿P uedes retirarte? ¿P uedes d ejar de buscar en
los d em ás y b u sca r d en tro de tí? ¿P u ed es m a n te n e rte lib re y
sin ata d u ra s? ¿P u ed es c o n s e rv a r tu sim p lic id a d y tu ig n o ra n ­
cia? ¿P u ed es v o lv erte un niñ o p e q u e ñ o ? 16 L os niños p eq u eñ o s
están to d o el d ía llo ran d o , y su g arg an ta no e n ro n q u ece : tan
p erfecta es su arm o n ía ;17 tien en apretados los puños todo el día
sin a flo ja r las m an o s: c o n se rv a n su v irtu d o rig in al; m iran f i ­
ja m e n te to d o el día, sin m o v e r los ojos: el m u n d o e x te rio r no
existe p ara ellos. C u ando andan no saben a dónde van, y c u a n ­
do están en un sitio no sab e n lo que h acen . A c o m ó d a n se al
curso n atural de las cosas, y ju n to con ellas se dejan m ecer p o r
las o las. A h í tien es los p rin c ip io s p ara el cu id a d o de la p ro p ia
v id a.»

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-« E n to n c e s - d ijo N an ro n g C h u -, ¿es é sa la v irtud del h o m ­


bre p erfecto ?»
- « N o -re s p o n d ió L ao z i- . E so sólo es la lib eració n de una
m ente o b stru id a; ¿podrás alcanzarla? El hom bre perfecto busca
su alim en to en la T ierra y en el C ielo su c o n te n to ;18 no se d esa­
so sieg a p o r el b en eficio o el p erju icio que p u ed a re cib ir de los
ho m b re o de las cosas; no se co m p o rta de fo rm a ex tra ñ a y sin ­
gular; no se em p eñ a en idear trazas; no se d a a los m undanos
negocios; va en total libertad, y viene ignorante y sim ple. Tales
son los p rin cip io s p ara el cu id ad o de la p ro p ia vida.»
-« S i hago así -d ijo N anrong C h u -, ¿alcanzaré la perfección?»
-« A ú n no -re sp o n d ió Lao z i - Ya te he dicho: “ ¿Puedes vol­
verte en un niño pequeño?” El niño pequeño se m ueve sin saber lo
que hace, anda sin saber a dónde va; es su cuerpo cual ram a seca,
y com o cal m uerta su mente. C uando eres así, ni la desgracia te al­
canza, ni hasta tí la dicha viene. N o existiendo para tí ni desgracia
ni dicha, ¿acaso podrás padecer calam idad de los hom bres?»

III. El ho m b re cu y a m ente está en co m p leta ca lm a irradia


celeste lu z .19 Irrad ian d o celeste luz, los h om bres le ven com o
hom bre, y las co sas cual co sa le v e n .20 S ólo el ho m b re que ha
sabido perfeccionarse puede cu ltiv ar la virtud perm anente; y p o ­
seyendo la virtud perm enente, los hom bres en él tom an refugio,
y el C ielo le fav o rece. P orque las gentes en él tom an refugio,
nóm b ran le h o m b re del C ielo; y hijo del C ielo le llam an, pues
que del C ielo fa v o r recibe.

IV. L os q u e q u ieren a p re n d e r se em peñan en ap ren d er lo


que no pued en aprender. L os que qu ieren h acer algo, afánanse
p o r h acer lo q ue no pueden hacer. L os que q u ieren argüir, es-
fu érzan se p o r arg ü ir lo que no pu ed en argüir. L a m ás alta p e r­
fecció n es sab er d eten erse allí donde ya no se puede saber m ás.
Si no h aces así, el to rn o del C ie lo 21 te destruirá.

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V. D isp o n er las cosas p ara cu id ar del cu erp o , sum irse en la


au sen cia de cav ilacio n es p ara alim en tar la m ente, c u ltiv a r el
propio in terio r para co m p re n d er a los d em ás se re s.22 Si haces
así, caigan sobre tí todos los m ales del m undo, que ya no serán
obra del h om bre, sino que vendrán del C ielo; y ya no podrán
tu rb ar tu v irtu d acab ada, ni en tra r h asta la terraza de tu e s p íri­
tu .23 L a te rra z a del e sp íritu tien e el d o m in io , m as ig n o ran d o
que lo tien e, no p o d rá ejercerlo de intento.
C uando un hom bre se vuelca hacia el ex terio r sin conocer su
verdad interior, todos y cada uno de sus actos son inadecuados.
Las co sas ex terio res en tran en él, m as en él no se asien tan , y
cada v ez m ás p ierde su o rig in al verdad. Al q u e hace el m al de
form a m an ifiesta, los h om bres le castigan con la m uerte; qu ien
hace el m al a hurto de to d o s,24 recibe el ca stig o de los propios
e sp íritu s.25 Si pu ed es p re sen tarte ab iertam en te ante los h o m ­
bres, y tam bién ante los espíritus, podrás o b rar solo (sin tener de
qué arrep en tirte).
L os q u e se esfu erza n en su p erfec ció n in te rio r,26 ac tú a n sin
d ejar n o m b re; q u ien es se afan an en lo ex terio r, ponen to d o su
ánim o en co n se g u ir riq u e z a s.27 Q u ien es ac tú a n sin d ejar n o m ­
bre, b rillan siem p re;28 los que ponen to d o su ánim o en c o n s e ­
guir riq u ez as no son m ás que m ercaderes. N o hay m ás que v er
de qué g u isa cam in an , tan em p in ad o s y co n ese talle tan se g u ­
ro de sí m ism o . A q u ie n e s se aco m o d an e n teram en te a las c o ­
sas, las co sa s se les so m e te n ;29 m as q u ie n e s no e n c ajan con
las c o s a s ,30 ni aun su p ro p io cu erp o son ca p ace s de soportar.
¿C óm o p o d rían , p u es, su frir a los dem ás h o m b res? El q u e no
puede su frir a los d em ás h o m b res no tien e am or, y el q u e no
tien e am o r es de to d o s ab an d o n ad o . N o h ay arm a m ás a fila d a
que el án im o , que aun la e sp a d a m o ye le v a a la z a g a;31 ni hay
b an d id o m ay o r que el Yin y el Y ang,32 del q u e n ad a de cu a n to
hay en tre el C ielo y la T ierra escapa. N o es, em p ero , el Y in-
Yang el que d esp o ja a los hom bres, sino que es su p ro p ia m en­
te la q u e los em puja.

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VI. El Tao to d o lo penetra. T odas las cosas se div id en y se


co m p letan , se fo rm an y se d e stru y e n .35 El d etesta r la división,
déb ese al d ese o de en tereza; y se aborrece la e n tereza porque
una vez q ue se tien e se sigue bu scan d o sin cesar. P or eso si el
espíritu se v uelca hacia el exterior y no retorna, y a llega cerca la
m uerte; pu es si el esp íritu se v u elca h acia el e x terio r y algo
ob tiene, esto no es o tra co sa que la m uerte. El que destruye su
n atu raleza o rig in al y sólo el cu erp o posee, es igual que un e s ­
pectro. C o n sid e rar que lo que tien e fo rm a es sem ejan te a lo
que no la tien e (al Tao), es h ab e r alcanzado un estab le quietud.
Sale y no tien e origen; e n tra y no hay o rific io .34 E xiste, m as
en ningún lugar está. D ura, pero no tiene principio ni fin. A que­
llo de donde los seres salen sin q u e se v ea o rificio , existe re a l­
m ente. E x iste realm en te, m as no está en ningún lugar: es esp a­
cio. D ura, p ero no tiene p rin cip io ni fin: es tiem p o . Es vida, es
m uerte, es salir, es entrar. E ntra y sale sin que se v ea su form a, y
a esto llam an p u erta del C ielo .35 L a p u erta del C ielo es el N o-
ser. Todos los seres salen del N o-ser. El Ser no se puede en gen­
drar a p artir del Ser, sino que p o r fuerza ha de sa lir del N o-ser;
m as el N o-ser absolutam ente no es. A hí es donde m ora oculta la
m ente del sabio.

VIL El co n ocim iento de los antiguos tuvo un lím ite. ¿D ónde


estab a ese lím ite? A lgunos p ensaban que nada ex istió en el ori­
gen del universo; lím ite éste al que nada puede añadirse. O tros,
de m en o r co n o c im ien to , so sten ían que hubo seres; ten ían la
vida p o r v ag ab u n d a m iseria,36 y la m uerte p o r reto rn o al hogar,
con lo cual ya hacían entre ellas diferencia. O tros, de m enor c o ­
nocim iento aún, decían que al principio nada había, que después
surgió la vida, y que al im proviso la vida m uere; ten ían el no-
ser p or cab eza, la vida por tro n co y la m uerte p o r ra b a d illa .37 A
quien es capaz de co n ocer que ser, no-ser, m uerte, vida, son una
y la m ism a cosa, a ése tengo por am igo. A unque haya diferencia
en tre los tre s ,38 p erten ecen a un m ism o lin aje.39 L os Z h ao y los

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Libro XXIII. Gengsang Chu

Jing son fam ilias n o m b rad as de altos d ig n atario s, y los Jie una
fam osa fam ilia feudal: no son la m ism a fa m ilia .40

L a vida es hollín.41 D istinguiendo se dice que la verdad no es


algo fijo. D ícese que la verdad no es algo fijo, y realm ente no se
deb iera decir. E sto, em p ero , no es fácil de saber. Es co m o el
gran sac rificio de la d u o d éc im a luna, cu an d o se ofren d an las
cuatro ex trem idades y las cinco visceras de la víctim a:42 se p u e­
de y no se p u ed e sep arar las p arte s.41 O co m o el que v isita una
m ansión y, después de recorrer sus salones y sus alcobas, va a la
letrin a.44 E stos ejem p lo s ilu stran lo m u d ab le que es la verdad.
P erm ítasem e d ec la rar p o r qué la verdad no es estable. T o­
m am os la v id a com o p rin cip io , y la in telig e n cia por m aestro, y
así es co m o nacen la v erd ad y el error. C iertam en te ex iste una
diferencia entre nom bre y realidad, y de ahí que cada uno se eri­
ja en señor y aprem ie a los dem ás a que le tom en com o ejem plo,
y que lleguen a sacrificar su vida com o respuesta. Y de esta m a­
nera jú z g a se in telig en te al que brilla, y estú p id o al que p e rm a ­
nece ocu lto ; punto de h o n o r el éxito, y o p ro b io sa la estrechez.
M udable verdad, los h o m b res de hoy ¡sem ejan en su c o n o c i­
m iento a la cig arra y a la to rto lilla!45

V III. C uando en el b azar pisam os el pie de alguien, nos d is­


culpam os p o r el descuido; si es el herm ano m ayor el que pisa al
pequeño, siente p en a y le co n su ela;46 si es un pariente m ayor (el
padre o la m adre), lo deja estar. Por eso se dice: la perfección en
los ritos no sabe de d iferen cias entre «yo y los dem ás», la p er­
fecta ju stic ia 47 no sabe de d iferencias entre «las cosas y yo», la
perfecta in teligencia no sabe de trazas, la perfecta benevolencia
no sabe de paren tescos,48 la perfecta lealtad no sabe de prendas.

IX . Es m en ester d isip ar la co nfusión del ánim o, ro m p er las


ataduras de la m ente, elim inar los im pedim entos de la virtud, re­

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m o v er los o b stácu lo s del Tao. H onores, riq u ez as, osten tació n ,


poder, fam a y lu cro son las seis cosas que co n fu n d en el ánim o.
El talante, los m ovim ientos, el sem blante, el discurso, el porte y
la v o lu n tad son las seis co sas q u e atan la m ente. O dio, deseo,
alegría, en o jo , tristeza y gozo son las seis co sas que im piden la
virtu d . R ech azar, aceptar, tom ar, dar, co n o c er y p o d er son las
seis cosas que esto rb an el Tao. Si no turban tu p ech o estos cu a­
tro sen ario s, p o d rás m an ten e rte en p erfecto eq u ilib rio ; m a n te ­
n ién d o te en p erfec to eq u ilib rio , ten d rás sosiego; estan d o so se ­
g a d o , v e rá s c o n c la rid a d ; v ie n d o c la ra m e n te , a lc a n z a rá s la
vacu id ad ; en la v acu id ad , no ac tu a rás sin q u e n ad a dejes de
hacer. El Tao es lo que la v irtud venera; la v ida es el resplandor
de la v irtud; la n atu ra leza es la ese n cia de la vida. El m o v i­
m iento de la n atu raleza es acción; si la acción viene del hom bre
es p u ra p érd id a. C o n o cer es to m ar contacto; co n o c e r es im ag i­
nar trazas; el co n o c er hay cosas que no puede conocer, com o el
ojo q ue b izq u ea. A ctu ar sólo cu an d o no se p u ed e m enos, se
llam a v irtud; ac tu a r sin que el yo in terv e n g a,49 se llam a orden:
térm in o s o p u esto s, m as las realid ad es se acuerdan.

X. Yi fue d iestro en acertar con las flechas un b lanco peque­


ñísim o, pero to rp e a la hora de im pedir que las gentes le elogia­
ran. Los sabios son diestros en lo que toca al C ielo, pero torpes en
lo tocante a los hom bres. Sólo el hom bre perfecto sabe ser diestro
con el C ielo y tam bién tratar a los hom bres. S ólo los anim ales511
pueden v iv ir co m o anim ales, sólo los anim ales pueden unirse al
C ielo.51 El hom bre entero ¿conoce el C ielo?, ¿conoce el C ielo del
hom bre? ¡Y m ás cuan d o ignoro si soy C ielo o soy hom bre!

X I. Si un g o rrió n p asa v o lan d o d elan te de Yi, no hay duda


en que éste lo ca zará, pues tie n e ca p acid ad p a ra hacerlo . Si
con sid eram o s el m undo com o una ja u la , los g o rrio n es no halla­
rán lu g ar p o r d o n d e escapar. P o r eso T ang e n ja u ló a Yi Yin

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Libro XXIII. Gengsang Chu

n o m b rán d o le su c o c in e ro ,52 y el duque M u de Q in en jau ló a


Boli Xi con cin co pieles de co rd ero .5’ D e m o d o y m an era que a
nadie p o d rás g anarte si no es usando de aq u e llo a lo que tiene
afición.

XII. A quel a quien han cortado un pie no se siente atado p o r


las n orm as; está m ás allá de la rep ro b ació n o del elogio. U n
co n d en ad o , cu an d o en su fo rzad o trab a jo h a de subir a lo alto,
no tien e tem or, pues que está m ás allá de la v ida y la m uerte. El
que no resp o n d e a las a m en a zas54 es que y a no d istin g u e entre
los d em ás y el propio yo; y no d istin g u ién d o lo , ha alcanzado el
estado de unión con el C ielo. Y así, venerado, no se alegra, ni se
en o ja si h u m illad o . S ólo el que se hace uno co n la arm o n ía del
C ielo p u ed e alcan zar ese estad o . E n ó jase sin en o jarse, y así su
en ojo n ace del n o -en ojo; ac tú a sin actuar, y a s í su actu ar nace
del no-actuar. Si b u scas el sosiego, calm a tu hálito; si b uscas la
en tereza de tu esp íritu , sigue a tu m ente; si bu scas o b ra r re c ta ­
m ente, co n fíate a la n ecesid ad . O b rar sólo cu an d o no se pu ed e
m enos, he ah í el Tao del sabio.

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LIBRO XXIV. WUGUI

I. X u W ugui, introducido p o r Nü Shang, se p resen tó ante el


m arqués W u, señ o r de Wei. D íjole éste por confortarle:
-« ¡C u á n ta fatig a la del m aestro! V ivir retirado en la m o n ta­
ña es co sa asaz de du ra y penosa; por eso se h a dig n ad o venir a
ver a m i h u m ild e p ersona.»
-« S o y yo el que ha venido a co n fo rtar a su señ o ría -re p lic ó
Xu W u g u i- ¿Q ué tiene su señ o ría que pueda co n fortarm e? Si
su señoría colm a sus deseos y acrece sus gustos y desam ores, su
naturaleza y su vida estarán enferm as; m as si renuncia a sus de­
seos y ech a de sí g u stos y d esam o res, serán sus oídos y sus
ojos los que adolecerán. A sí pues, soy yo el que ha de confortar
a su señoría. ¿Q ué tiene su señ o ría que pueda reconfortarm e?»
P erplejo, el m arqués W u no replicó. A poco rato, X u W ugui
dijo:
-« L e diré a su señoría lo que tengo observado sobre las artes
caninas. Los p erro s de in fero r co n d ició n se con ten tan con lle ­
narse la panza; tien en el natural de los g ato s.' Los de m ediana
cond ició n , p arecen m irar al cielo. L os de co n d ició n superior,
parecen h aberse olv id ado de su u n id ad .2 Pues bien, m is o b ser­
vacio n es sobre las artes can in as no se pueden co m p arar con lo
que tengo o b serv ad o sobre las artes equinas. L o que sobre las
tales artes ten g o observado es q u e los caballos de líneas rectas
com o tiradas a cordel y de curvas com o tiradas a gancho, de fi­
guras cu ad rad as com o trazadas a escu ad ra y de redondas com o

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Libro XXIII. Gengsang Chu

a com pás, los tales cab allo s son los m ejores de un estado; m as
m uy lejos quedan de los m ejores caballos del m undo. Los m e ­
jo res cab allo s del m undo poseen co n diciones que les vienen
del C ielo; parecen h allarse p erd id o s, com o si se hubieran o lv i­
dado de sí m ism os; tan raudo es su galopar, que ni aun p o lv a ­
reda deja tras de sí, y nadie sabe dónde acaba.»
R om pió a reír el m arqués de Wu del grande contento que re­
cibió o y endo aquello.
C u ando Xu W ugui salió, NU S hang le dijo:
-« ¿ C ó m o es que sólo el m aestro ha sabido co n ten tar de esa
m anera a nuestro soberano? Q ue por com placerle, le he hablado
todo cu an to se p o d ía h ab lar acerca de las P o esía s, de la H isto ­
ria, de los R itos y de la M ú sica ,3 y le he hecho relación de todo
cuanto se p o día decir acerca del arte de la g u erra de Tai G o n g ,4
y tam b ién le he p restado grandes servicios, que ni c o n tar se
pueden; y hete aq u í que ja m á s m i soberano llegó a m o strar los
dientes en una sonrisa. A hora, pues, ¿qué le h a dicho el m aestro
para cau sarle tan g randísim o regocijo?»
-« ¡ L o so lo que he h echo - d ijo Xu W u g u i- ha sido darle
noticia de m is o b serv acio n es sobre los perros y los caballos!»
-« ¿ S ó lo eso?» - d ijo N ü Shang.
-« ¿ A c a s o no habéis oído h ab lar de los d esterrad o s del país
de Yue? A los pocos días de hab er d ejado su país, sólo se a le ­
gran cu an d o ven a un conocido; cuando ha pasad o un m es, ven
a alguien de su país y ya se alegran; al cabo del año, se alegran
sólo con v er a alguien que se parezca a la g ente de su país.
¿N o sig n ifica esto que cuanto m ás tiem po pasa desde que se
deja a los v iejos am igos, m ás p rofunda es la añ oranza que de
ellos se siente? Un hom bre que ha huido al y erm o ,5 donde la
m aleza6 cierra los senderos por los que andan las com adrejas,
cu an d o ese ho m b re, d esp u é s de h ab itar p o r largo tiem p o en
aquellas soledades, oye hum anos pasos, cólm ase de contento, ¡y
m ás si oye cerca las voces o las risas de un herm an o o de a lg u ­
no de sus deudos! Pues bien, ¡largo tiem po h a que al oído de
nuestro soberano no sonaban razones de un hom bre verdadero!»

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II. H abiendo ido X u W ugui a v er al m arqués W u de W ei, dí-


jo le éste:
-« L a rg o tiem p o ha que el m aestro abandonó a mi hum ilde
persona: se ap artó a los bosques de la m ontaña, donde se ha e s­
tado alim en tan d o de b ellotas y castañ as, y co m ien d o puerros y
ajos silvestres. ¿P or ventura ya se siente viejo? ¿O acaso quiere
g u star el sabor de una ju g o sa renta? ¿O es que m i hum ilde p er­
sona ha recib id o la bendición de los esp íritu s p ro tecto res del
país?»
-« W u g u i n ació en una fa m ilia pobre y h um ilde - d ijo a esto
Xu W u g u i-, y no es su deseo lo g rar una ju g o sa ren ta de su se ­
ñoría, sino q ue h a venido a co n fo rtar a su señoría.»
-« ¿ C ó m o y que ha venido a confortarm e?» -d ijo el soberano.
- « A co n fo rtar el esp íritu y el cuerpo de su señoría» - r e s ­
pondió.
-« ¿ Q u é q u iere d ecir?» -p re g u n tó el m arqués W u.
- « E l C ielo y la T ierra alim entan y crían a todos p o r igual
-d ijo Xu W u g u i-; el que se h a elev ad o a lo m ás alto no tiene
p o r qué creerse n o ble y rep etab le, ni el que perm an ece en lo
m ás bajo tenerse p o r vil y despreciable. A hora bien, su señoría,
soberano de m iles de carros, hace p ad ecer a su pu eb lo con sus
exaccio n es, sólo p o r d ar contento y gusto a sus ojos, oídos, n a­
riz y boca. P o r ello su esp íritu no está satisfecho. El espíritu
gusta de la arm onía y detesta el egoísm o. El egoísm o es una en ­
ferm edad, y p o r eso el v en ir a confortarle. S ólo re sta co n o cer
por qué ha co n traíd o ese m al su señoría.»
-« L a rg o tiem p o h a que d eseab a ve al m aestro - d ijo el m a r­
qués W u -. Q u iero am ar a m i pu eb lo , y p racticar la ju stic ia d e ­
jan d o de h acer la guerra. ¿E stá b ien eso?»
-« N o -re sp o n d ió Xu W u g u i- A m ar al pueblo es com enzar a
arru in arle. P racticar la ju s tic ia d ejando de h acer la g u erra es
origen de una n u ev a guerra. Si su señoría em p iez a p o r actuar
así, es harto p ro b ab le que no salga con su intento. El éxito y el
buen nom bre son herram ientas del m al. A unque su señoría ejer­
cite la b en ev o len cia y la ju stic ia , ¡cuán cerca estará de la hip o ­

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Libro XXIV. Xu Wugui

cresía! T oda ap arien cia de virtud crea un estad o de hipocresía.


Todo éxito acarrea engreim iento. Todo cam bio provoca una gue­
rra exterior. Su señoría no debe hacer alarde de sus tropas en for­
m ación al pie de L ijiao,7 ni reunir a sus infantes y caballeros d e­
lante del palacio Zitan. N o am bicione en co n tra de toda razón;
no use de artim añas para triu n far de los hom bres, ni de trazas
para superarles, ni de la g u erra para derrotarles. Si se m ata a la
gente del país enem igo, y se conquistan sus tierras, por alim entar
el propio egoísm o y satisfacer al propio espíritu, ¿qué provecho
puede h aber en sem ejante guerra? ¿D ónde estará la llam ada vic­
toria? M ás vale que su señoría cese de guerrear y se dé a cultivar
la verdad de su m ente, que así podrá acom odarse a la esp o n ta­
neidad natural del C ielo y de la Tierra y no la perturbará. A sí su
pueblo podrá evitar la m uerte. ¿Por qué, pues, ha de deliberar su
señoría sobre si debe, o no, acabar con la m ilicia?»

II I . El E m p erad o r A m arillo fue a v isita r a G ran K uis en el


m o n te Ju ci. F an g m in g c o n d u c ía el c a rru a je , y C h an g y u iba
m ontado a su derecha. A brían la m archa Z hangruo y X ipeng, y
K unhun y H uaji seguían d etrás. C uando llegaron a la d esierta
llanura de X iangcheng, esto s siete sabios se ex traviaron y no
hallaban a quien p re g u n ta r el cam ino.
E stan d o en esto, quiso la fortuna que toparan con un m o ­
zuelo que p astoreaba una m anada de caballos. P reguntáronle el
cam ino diciendo:
-« ¿ C o n o c e s el m onte Juci?»
- « S í» -re sp n d ió .
-« ¿ S a b e s dónde h ab ita G ran K ui?» -p ro sig u ie ro n p re g u n ­
tando.
-« S í» -re sp o n d ió .
-« ¡E x tra ñ o m uchacho! -e x c la m ó el E m p erad o r A m a rillo -,
Que no sólo conoce el m onte Juci, pero que aun sabe donde está
la m o rad a de G ran Kui. P erm ite que te pregunte cóm o se ha de
g o b ern ar el m undo.»

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- « P a r a g o b ern ar el m undo - d ijo el m u c h a c h o - b asta con


h acer lo que hag o yo. ¿P ara qué en red ar las cosas? C uando yo
era niño m e p aseab a dentro de los seis puntos del espacio, y así
es com o m e tom ó un m al en los ojos, que todo lo veía confuso.
E n to n ce s, un h o m b re en tra d o en añ o s m e dio este co n sejo :
“ M onta en el ca rro del sol y viaja por la d esierta llanura de
X iangcheng” . De presente, mi m al se ha aliviado y ya puedo pa­
sear m ás allá de los seis puntos del espacio. G obernar el m undo
es lo m ism o; ¿p ara qué en red ar las cosas?»
-« E l gobierno del m undo -d ijo el E m perador A m rillo - no es
negocio que te incum ba; m as con todo, perm ite que te pregunte
cóm o se ha de g o b ern ar el m undo.»
El m u ch ach o reh u sab a responder, m as com o el E m perador
A m arillo in sistiera, dijo finalm ente:
-« ¿ Q u é d iferen cia hay entre el que go b iern a el m undo y el
que pasto rea una m an ada de cab allo s? ¡Éste sólo esto rb a que
algo pued a h acer dañ o a los ca b allo s!» 9
El E m perador A m arillo se postró en tierra, tocó tres veces el
su elo con la fren te, y luego de nom brarle m aestro celestial, se
desp id ió del m uchacho.

IV. Los pensadores no se sientes felices si no andan a vueltas


con sus cav ilacio n es; los d ialéc tico s no se sienten felices si no
están debatiendo; los veedores no se sienten felices si no tienen
causas que in q u irir:10 todos ellos están atados por algo que les es
exterior.
L os que h acen o sten tació n ante el m u n d o ,“ gozan del favor
de la corte. Los de m ediana c o n d ic ió n ,12 tienen p o r gran honra
títulos y rentas. Los hom bres fuertes hacen alarde venciendo las
d ificu ltad es. Los h o m bres valien tes se en frentan al infortunio.
Los hom bres de g u erra gustan del com bate. Los erem itas c o n ­
sagrados a la ascesis se apegan a su reputación. Los hom bres de
leyes m ultiplican las ordenanzas. Los ritualistas curan m ucho de
su com postura. Los que cultivan la benevolencia y la ju sticia es­

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Libro XXIV. Xu Wugui

tim an altam en te el hum ano trato. C uando el lab rad o r no tiene


trab ajo q ue h acer en el cam po, no está tran q u ilo . C uando el
m erc ad er no tien e n eg o c io que tratar, no está co n ten to . Los
hom bres del pueblo se esfu erzan cuando están ocupados en sus
cotid ian o s q u eh aceres, y los artesanos de todo oficio se sienten
anim osos cu an d o m anejan sus herram ientas. El avaro que no
puede acu m u lar riq u ezas está lleno de cu id ad o , y aflig id o el
arro g an te cuando no tiene poder. El hom bre que se aferra lo ca­
m ente al p o d er y a las riq u ezas gusta de las m udanzas y a lb o ­
rotos, q ue luego que h alla ocasión no deja de usar de ellos, no
siendo capaz de tenerse quieto. Todos estos hom bres se m ueven
al ritm o del tiem po, incapaces de m udanza alguna en las c o sa s.13
F atigan su cuerpo y su m ente, y se hunden en m edio del m illón
de seres; llegan al final de sus días sin d esp e rtar de su ilusión.
¡Qué g ran d e lástim a!

V. Z h u an g zi dijo a Hui zi: - « S i un arq u ero da en el blanco


sin h ab erlo antes fijado, se le dice ex celen te arquero; y así, to ­
dos los h o m b res serían co m o Yi. ¿Se puede d ec ir esto?»
- « S e pu ed e» -re s p o n d ió H ui zi.
- « S i en el m undo no hay una verdad com ún -p ro sig u ó d i­
cien d o Z h u an g z i-, «sino que cada cual tiene su p articu lar v er­
d ad , to d o s los h o m b re s se ría n co m o Yao. ¿S e p u ed e d e c ir
esto?»
- « S e pued e» -re s p o n d ió Hui zi.
-« E n to n c e s -d ijo Z huang z i-, de las cinco escuelas: la de los
letrados ru, la de M o, la de Yang, la de B in g ,14 cuatro que con la
del m aestro h acen cin co , ¿cuál de ellas es la verd ad era? ¿O
esto es acaso com o lo de Lu Ju? Al que uno de sus d iscíp u lo s
dijo un día: “ Ya he aprendido la doctrina del m aestro, com o que
ya soy cap az de calen tar en invierno un ca ld e ro de tres p atas y
de h acer hielo en p leno v e ra n o ” . 15 Y Lu Ju le replica: “ Eso es
atraer el Yang con el Y ang, y el Yin con el Y in, pero no es mi
d o ctrin a. A h o ra te la m o straré” . Y después de tem p lar dos s e ,16

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acom odó uno en el salón y el otro en un aposento. C uando lue­


go tocó la n o ta g o n g en el uno, la m ism a n ota gong vibró en el
otro; tocó desp u és la nota ju e en el uno, y la m ism a nota ju e v i­
bró en el o tro .17 Y era así p orque am bos se estab an acordados.
D e h ab er estad o una sola cu erd a d esaco rd ad a, sin p o d er arm o ­
n izar p or tan to con las cinco n o tas, al tocarlo hubiesen vibrado
las veinticinco cuerdas del otro se, m as nunca dieran sonidos di­
ferentes, com o que el del prim ero era el sonido dom inante. ¿No
será algo p arejo lo que acaece entre las cinco escu elas?»
-« C u a n d o los letrados ru -r e p lic ó Hui z i- , y los seguidores
de M o, y los de Yang, y los de B ing, disputan conm igo, y m e
refu tan con sus razo n es y tratan de im ponerse a voces, nunca
llegan a d em o strar que esté yo en el error. ¿C óm o, pues, se m e
p o d ría co m p arar con ellos?»
-« U n hom bre de Qi -d ijo Z h u an g z i - despachó a su hijo al
estad o de Song; le m andó que, com o m utilado, h iciera labor de
portero; ten ía u na cam p an illa, m as llev áb ala b ien en v u elta y
atad a p o r que no se le estropeara; un hom bre buscaba a su hijo
perd id o sin salir nu n ca del lugar donde vivía. ¡Igualito que esto
(son las d isp u tas en tre las escuelas)! Un hom bre de C hu que se
alojaba en casa ajena regañó fu rio so 18 al portero. A m edia noche,
estando solo con el barquero, riñ ó con él: antes de que la barca
hub iera alcan zad o la o rilla, ya se había ganado su e n e m ig a .» 19

V I. Un día que Z h uang zi ac o m p añ ab a un en tierro , acertó a


p asar ante la tu m b a de Hui zi. En ese m om ento, volv ió la cab e­
za y dijo a los q u e le seguían:
-« U n hom bre de Ying se ponía una m ota de yeso, tam año de
un ala de m o sca, en la p unta de la nariz, y luego p ed ía a Shi el
C arp in tero q u e se la q u itara con su hacha. Shi el C arpintero
blan d ía el h ach a con ruido de aire, y la descarg ab a con fuerza:
la m ota d esa p are cía sin daño alg u n o de la nariz. A todo esto el
hom bre de Y ing no se alteraba un ápice. O yó h ab lar del caso el
p rín cip e Yuan del estad o de S ong, y llam ando a su p resencia a

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Libro XXIV. Xu Wugui

Shi el C arp in tero , le dijo: “ M uéstram elo, que yo lo v ea” . A lo


que Shi el C arpintero respondió: “ A ntes este su siervo podía h a ­
cerlo, m as su o p o n en te h a tiem p o que m u rió ” . T am bién yo,
desde que el m aestro m urió, estoy sin o p o n en te, y no ten g o
con q u ien disputar.»

V IL C ay ó en ferm o G uan Z h o n g , y el d u q u e H uan fu e a


co n su ltarle.
-« G ra v e es el m al que h a tom ado al p ad re Z hong - d ijo el
duque hablando con G uan Z h o n g -. ¡No se puede ocultar!’" Si se
agravara aún m ás, ¿a quién p o d ría co n fiar el gobierno del esta ­
do mi h u m ild e p ersona?»
- « ¿ A q u ién q u iere el duque co n fiárselo ?» -p re g u n tó G uan
Zhong.
- « A B ao S huya» -re s p o n d ió el duque.
-« N o - d ijo G uan Z h o n g -; que es hom bre honesto y probo, y
no se co m p ro m ete con q u ien no es com o él. A dem ás, cu an d o
sabe de los defecto s de alg ú n otro, nunca lo olvida. Si le c o n ­
fiáis el g o b iern o del estad o , p o r arriba p o n d rá trabas a su so b e­
rano, y p o r abajo se m alq u ista rá los ánim os del pueblo. O fe n ­
derá a su soberano, y ¡no p o d rá sostenerse p o r m ucho tiem po!»
- « ¿ A q u ié n p u ed o n o m b rar, e n to n c e s ? » - l e p re g u n tó el
d uque.
- « N o siendo él - d ijo G uan Z h o n g -, p o d ría ser Xi Peng. Es
un hom bre del que los de arriba se olvidan, y contra el que no se
rebelan los de ab ajo .21 Se tiene por inferior al E m perador A m a­
rillo, y se apiada de q uienes no son com o él. Al que com unica a
los d em ás su v irtu d llam an gran sabio; al que co m p arte con
los dem ás sus riq u ezas sabio le llam an ;22 q uien hace alarde de
sabio ante los d em ás, n u n ca g an ará su co razó n ; qu ien en su
bondad se m uestra hum ilde ante los dem ás, nunca deja de ganar
su co razó n . Xi Peng no interviene en los neg o cio s del estad o ,
ni se afan a p or sab er to d o lo que p asa en su fam ilia. Si no hay
otra m an era, p u d iera ser Xi P eng.»

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V III. El rey de Wu navegó p o r el G ran R ío 21 y subió a la


m o n tañ a de los m onos. En viéndole venir, todos los m onos h u ­
yero n esp an tad o s y se o cultaron entre la m aleza; si no fue uno,
que iba y venía saltando y brincando, por m ostrar sus habiliades
al rey de W u. É ste le d isparó u n a flecha, y el m ono la co g ió al
vuelo. E n to n ces el rey de W u llam ó ju n to a sí a sus próxim os
se rv id o re s p a ra q u e a s a e te a ra n al m o n o , q u e a p o co q u ed ó
m uerto.
D ijo el rey de W u a su am igo Yan B uyi:
-« ¡M ira d ese m ono! O rg u llo so de sus h ab ilid ad es y seguro
de su ag ilidad ha q u erid o alard ear ante m í, ¡y eso le ha costado
la vida! ¡Tom adlo com o un aviso! ¡Ah! ¡Jam ás d esafiéis a los
ho m b res d an d o m u estras de arrogancia!»
C uando h u b iero n retornado, Yan B uyi tom ó a D ong W u por
m aestro para v en cer su orgullo. R enunció a los p laceres y reh u ­
só los ho n o res, y al cabo de tres años todos los hab itan tes del
país hacían elo g io de su persona.

IX . N anbo Z iq i24 estab a sen tad o , apoyado en una m esita.


L ev an tad a al cielo la cabeza, re sp irab a lentam ente. E n esto en ­
tró Y ancheng zi y dijo al verle:
- « E l m aestro verd aderam ente es un gran ser. ¿C abe duda de
que puede v o lv er su cuerpo en una ram a seca y su m ente en cal
m u erta?»
-« H u b o un tiem po - l e re sp o n d ió - en que viví retirado en las
grutas de la m ontaña. P or aquel entonces Tian He vino a verm e,
y las gen tes de Qi le felicitaro n p o r ello tres veces. H ube p ri­
m ero de hacerm e un nom bre para que él supiera de m í, y de po­
nerm e a la v en ta p ara que él m e com prara. De no haberm e h e ­
ch o un n o m b re, ¿có m o h u b iera p o d id o sab e r de m í? De no
hab erm e pu esto a la v enta, ¿cóm o h u b iera podido com prarm e?
¡Ay! C o m p ad ezco a los que se ex tra v ían , y tam b ién co m p a ­
dezco al que se co m p ad ece, y al que se com padece del que le
com padece. D espués, día a día, m e he ido aleja n d o .» 25

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Libro XXIV. Xu Wugui

X. V ino C o n fucio al estad o de C hu, y el rey de C hu le o fre ­


ció un ban q u ete. Sun S hu-ao tom ó una co p a en sus m anos y se
levantó en p ie.26 S hinan Y iliao recibió el vino, y al tiem po de
hacer la o fren d a ritual dijo: -« ¡A h , los h om bres de antaño! En
m o m entos com o éste p ro n u n ciab an unas p alab ras» .
- « L o que Q iu ha escu ch ad o - d ijo a esto C o n fu c io - es la
d o ctrin a sin p alab ras, y p o r eso nunca ha h ablado; m as aquí
hablará. S h in an Y iliao, h ac ie n d o ju e g o s m alab a res con unas
bolas, zanjó un serio conflicto entre dos fa m ilias.27 Sun S hu-ao,
tu m b ad o tra n q u ila m e n te y c o n un a b a n ic o de p lu m as en la
m ano, logró que las gentes de Ying arrojaran las arm as.28 ¡Y Qiu
soñando con ten er un pico de tres palm os de larg o !» 29
En aq u ello s dos, se p u ed e h ab lar de T ao sin p alabras; en
C onfucio, de discu rso sin p a lab ras;3“ por eso la V irtud se halla
reu n id a en la unidad del Tao. A hora bien, la p alab ra se detiene
en los lím ites de lo que el en ten d im ien to no p u ed e conocer, y
eso es lo m ás alto. La V irtud no puede ser igual a la unidad del
Tao; el d iscu rso no puede ilu strar lo que el en ten d im ien to no
puede co n o cer.31 E sa b ú sq u ed a del nom bre, co m o hacen los le­
trados ru y los seguidores de M o, es nefasta. El m ar no rechaza
a los ríos q ue fluyen hacia el este, y ahí está su suprem a g ra n ­
deza. El sabio abraza el C ielo y la T ierra, y al m undo entero al­
canzan sus b en eficios, m as de todos es ignorado. P or eso el
que en v id a ha o cupado cargos y m uerto no h a recibido títulos,
ni ha acum ulado riquezas, ni se ha procurado la fam a, ése es un
hom bre grande. N o p o r sab e r ladrar un p erro es bueno, ni un
hom bre es sabio porque sabe hablar bien; ¡y m enos, grande! N o
basta con esfo rzarse para ser grande, ¡y m enos p ara c u ltiv ar la
virtud! N ad a hay m ás g ra n d e 32 que el C ielo y la T ierra, m as
¿lo son p o r hab erlo buscado? Q uien co noce la g randeza, n ad a
busca, nada pierde, nada rechaza. N o m uda p o r causa de las c o ­
sas ex terio res. R eto rna d en tro de sí, y n u n ca se agota. S igue el
Tao perm an en te, sin em peñarse en descifrarlo. He ahí la v erd a­
dera n atu raleza de un hom bre grande.

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X I. Z iq i33 ten ía ocho hijos. Púsolos en ala ante sí, y llam ando
a Jiufang Yin, le dijo: -« E x a m in a d los rostros de estos m is hijos
y d ecid m e cuál d e ellos será afo rtu n ad o » .
- « K u n será el m ás afo rtu n ad o » - d ijo Jiu fan g Yin.
-« ¿ C ó m o ? » - d ijo adm irado Z iqi.
-« K u n com erá con un príncipe hasta el final de sus días» - le
resp o n d ió Jiu fan g Yin.
Al o ír esto , Z iqi, los ojos arrasad o s de lág rim as p o r la aflic­
ción que le to m ó , exclam ó:
-« ¿ P o r qué este hijo m ío ha de llegar a sem ejante extrem o?»
—«C uando alguien com e con un príncipe - d ijo Jiufang Y in -,
ese h o n o r se ex tien d e a sus tres p a re n te sc o s,34 ¡y m ás que a n a ­
die a sus p ro p io s padres! Y en cam bio vos, al o írlo ah o ra os
ech áis a llorar. E so es re h u sar la dicha. F o rtu n a del hijo, in fo r­
tu n io del p ad re.»
-« Y in - d ijo a esto Z iq i-, ¿có m o sabéis que K un v erd ad era­
m en te será afo rtu n ad o ? S ólo se sabe que el o lo r y el sab o r del
vino y los m an jares llegarán a su nariz y a su boca, pero ¿cóm o
se puede saber de dónde le han de venir? Yo no soy pastor, y me
ha nacido un co rd ero en el rincón sudoeste de mi casa; tam poco
soy cazador, y en el rincón n o rd e ste de m i ca sa m e han nacido
co d o rn ices. ¿P o r q u é no te has de m arav illar? Yo y m i hijo nos
m o v em o s lib rem en te, y an d am o s p o r el C ielo y la T ierra. G o ­
zam os ju n to s del C ielo y ju n to s buscam os sustento en la Tierra.
N o nos o cu p am o s ju n to s de h u m an o s neg o cio s, ni ju n to s id e a ­
m os trazas, ni hacem os ju n to s cosas extraordinarias. Vivo con él
co nform e a la realid ad del C ielo y de la T ierra, y no dejo que le
tu rb en las co sas de este m undo. D ejam o s los dos q u e las cosas
sig an su cu rso , y yo p ro cu ro q u e su m ente no se p are en si es
co n v e n ie n te obrar. ¡Y ahora, m irad p o r dónde, el m undo le re ­
com pensa! D o n d e hay signos ex trañ o s, no puede m enos de h a ­
ber hechos ex trañ o s, y ¡eso es asaz de peligroso! N o será culpa
m ía ni de mi hijo, ¡sino algo que le habrá dado el C ielo! P or eso
lloro.»
D e allí a po co , en v iaro n a K un al estad o de Yan, y en el ca-

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Libro XXIV. Xu Wugui

p in o cay ó en m an o s de unos bandidos. C o m o era difícil v e n ­


derle in tacto , y h arto m ás fácil si le vendían m u tila d o ,35 le c o r­
taron un pie. V endiéronle en el estad o de Q i, y a llí q u iso la
fortuna que lleg ara a ser p o rtero m ay o r del d u q u e Q u .36 C o m ió
carne h asta el final de sus días.

XII. N ie Q ue se en co n tró con Xu You y le preguntó: -« ¿ A


dónde vais?»
-« H u y o de Yao» - l e resp o n d ió .
- « Y ¿p o r qu é?» -p re g u n tó N ie Que.
-« Y a o po n e gran em p eñ o en p ra cticar la b en e v o le n cia - r e s ­
pondió Xu Y o u -, y h arto m e tem o no se v u elv a en irrisión de
todo el m undo. ¿A caso en las g en eracio n es fu tu ra s no llegarán
los h o m b res a d ev o rarse unos a otros? A la g en te, no es difícil
reu n iría a tu lado. M u éstrales afició n , y se te h arán próxim os;
fav o réceles, y vendrán a tí; elogíales, y se m ostrarán diligentes.
M as si les im p o n es alg o q u e a b o rre c e n , te a b a n d o n a rá n . El
am or y el interés nacen de la benevolencia y la justicia, y así p o ­
cos son los que las d esdeñan y m uchos los que de ellas se ap ro ­
vechan. L as accio n es b en e v o le n tes y ju sta s no son sino h ip o ­
cresía, y aun in stru m en to al serv icio de la am b ició n . P retenden
el bien de to d o el m undo a p a rtir del ju ic io de un solo hom bre,
lo cual es com o q u erer v erlo todo de una so la ojeada. Yao c o ­
noce que el sab io b en e ficia al m undo, m as ig n o ra el d añ o que
tam bién le hace. ¡Esto sólo lo sabe el que está m ás allá de la sa­
biduría!»

XIII. H ay h o m bres co n ten to s de sí m ism o s, otros que b u s­


can co m o d id ad es p asa je ras, y otros que pen an y se fatigan.
L os co n ten to s de sí m ism o s, han oído las en señ an zas de un
solo m aestro y ya se pro clam an satisfechos; tiénense p o r ahitos
de saber, y no saben que n u n ca han tenido nada. T ales son los
co n ten to s d e sí m ism os.

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L os q ue b u scan co m o d id ad e s p asajeras son co m o los piojos


de cerdo: e lig en las p artes m en o s pelu d as y las c o n sid eran am ­
plio p alacio y esp a cio so ja rd ín ; aco m ó d an se en los co rv ejo n es,
y en tre las tetas, en los m u slo s y en las p atas, y a llí se sienten
co m o en seg u ra y p ro v e ch o sa m orada. Ig n o ran q u e un d ía el
m atarife, co n recio m o v im ien to de brazo s, e x te n d e rá la y erba
so b re el su elo y asirá de una an to rch a, y to d o s ello s se asarán
ju n to con el cerdo. E so es lo que se llam a p ro sp e rar con las c ir­
cu n stan c ias y co n ellas ir a la ruina. T ales son los que buscan
co m o d id ad e s p asajeras.
L o s q ue p en an y se fa tig a n son co m o S hun. L a carn e de
cordero no gu sta de las horm igas, pero las horm igas sí gustan de
la carn e de co rd ero , p u es la carn e de c o rd ero tien e un fuerte
olor. D e la m ism a m anera, los acto s de S hun desp ed ían un fu e r­
te o lo r q ue e ra d el g u sto de las g en tes co m u n es. P or eso, d e s ­
p u és de h ab e r traslad a d o tres v eces su cap ital, fu e a e sta b le c e r­
se al d esierto d e D en g, d o n d e lleg aro n a re u n irse m ás de cien
m il fam ilias. H ab ien d o oído Yao h ablar de la sab id u ría de Shun,
q u iso e lev a rle d esd e aq u ellas tierra s v írg en es, y le dijo: “ E sp e ­
ro que ven g áis p ara prodigarnos vuestros fa v o res” . A sí es com o
S hun se vio elev a d o desd e sus tierra s vírg en es. S ie n d o ya a n ­
c ian o y m erm a d as su p e rsp ic a c ia y su in telig e n cia, no le fue
dado retirarse a g o zar de descanso. E so es lo que se llam a penar
y fatig arse.
P o r eso los h o m b res esp iritu ales detestan re u n ir m ultitudes.
C u ando se reú n en m u ltitudes y a no hay arm onía, y no habiendo
arm o n ía, no se tien e provecho. P or eso con n adie intim an d e ­
m asiado, ni de n adie se ap artan en exceso; abrazan la virtud y
alim entan la arm o n ía interior, para acom odarse a todos los ho m ­
bres. A éstos es a los que llam an hom bres verdaderos. R echazan
aun la in telig e n cia de una h o rm ig a, se sienten tan a gusto com o
un pez, y tam b ién rech azan aun la intención del c o rd e ro .17
U sa de los o jo s p ara v er lo q u e el ojo p u ed e ver; usa de los
oídos para oir lo que el oído puede oír; usa de la m ente para ilu­
m in ar lo q u e la m en te p u ed e com p ren d er. Si h aces así, tu m e n ­

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Libro XXIV. Xu Wugui

te e sta rá n a tu ra lm e n te en c a lm a , y tus m o v im ie n to s n a tu ra l­
m ente ad a p ta d o s. L o s h o m b res v erd ad ero s d e la an tig ü ed a d se
apoyaban en el C ielo p ara tra ta r los h u m an o s n eg o cio s, y no en
los h u m an o s n eg o cio s p a ra irru m p ir en el C ielo . P ara los h o m ­
bres v erdaderos de la antigüedad, la vida p odía ser ganancia y la
m u erte p é rd id a tan to co m o g a n a n c ia la m u e rte y p é rd id a la
vida.38

X IV . (T o m em o s el e je m p lo d e) las p la n ta s m e d ic in a le s ,
com o sh ijin , jie g e n g , jiy o n g , sh ilin g \ ca d a u n a de ellas es rein a
en su m o m e n to .39 ¡N o hay p alab ras b astan te s p a ra ex p resarlo !
C u an d o G u o jian h u b o d e re fu g ia rse , co n sus tres m il g u e ­
rreros, en K u aiji, sólo Z h o n g fue cap az de p re v e r q u e en m edio
de la d e rro ta aún h ab ía salv ac ió n ; m as Z h o n g no fue ca p az de
prev er su p ro p ia d e sg ra c ia .40 P o r eso se d ice q u e los o jo s del
buho tie n e n su tie m p o o p o rtu n o , y las p a ta s d e la g ru lla su
op o rtu n a m ed id a, q u e si se las ac o rtas, sin d u d a p ad ecerá.
Y tam b ién p o r eso se dice que cuando el viento pasa sobre el
Río, éste su fre m erm a, y q u e tam b ién la su fre c u a n d o p asa el
sol. M as c u a n d o las ag u as del R ío no su fre n m erm a, p ese a
que a un m ism o tiem p o so p la el v ien to y c a lie n ta el sol, es p o r­
que las fu e n te s n atu ra les a lim en tan de c o n tin u o su cu rso . P or
eso el ag u a no se separa n u n ca de la tierra, de la que brota; ni la
som bra del h o m b re, del que dep en d e; ni las co sas d e las d em ás
cosas, co n las q u e están u n id a s.41
De a h í q u e el p elig ro del ojo e stá en v er c o n d e m a sia d a c la ­
ridad, el del o ído en o ír co n d em asia d a ag u d e za, el de la m ente
en perd erse tras las cosas. T oda facu ltad corre un p eligro que se
esconde en su interior. C u an d o el p eligro se hace paten te, y a no
hay lu g a r p a ra el a rrp e n tim ie n to . P o r e so lo s in fo rtu n io s se
m u ltiplican. P ara re to m a r a la p ro p ia n atu ra leza original es m e ­
n ester un e sfo rz a d o eje rc ic io , y sólo tras largo tiem p o p u ed e el
éx ito c o ro n a r ese ejercicio . M as he ah í a los h o m b res, q u e en
{an alta estim a tien en a esas sus fa cu ltad es; ¿n o es p o r v en tu ra

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tris te c o sa ? P o r e so no c e sa n las ru in a s de los e sta d o s y la


m u erte de su s g en tes, p o rq u e no son ca p ace s de av e rig u a r la
cau sa.

XV. P o co s son los lu g ares q u e p isan los p ies del ho m b re; y


sien d o p o co s, p a ra p o d er lle g a r lejos han de ap o y a rse en donde
aún no h an p isad o . P oco es lo q u e el h o m b re sabe; y siendo
poco, para p o d er co n o cer lo que es el C ielo ha de apoyarse en lo
q u e no sab e . C o n o c e r la « G ra n U n id a d » , c o n o c e r el « G ran
Y in», co n o c e r el « G ran O jo » , c o n o c e r la «G ran Ig u a ld a d » , c o ­
n o ce r la « G ran N o rm a» , co n o c er la «G ran C o n fian za» , co n o cer
la « G ran E stab ilid a d » ,42 es la su m a p erfecció n . L a G ran U nidad
to d o lo p e n e tra , el G ran Yin to d o lo d isu elv e, el G ran O jo todo
lo o b serv a, la G ran Ig u ald ad to d o lo d isp o n e, la G ran N orm a
to d o lo rig e, la G ran C o n fia n z a to d o lo afirm a, la G ran E sta b i­
lid ad to d o lo so stie n e.
E n el e x tre m o de las co sa s e stá el C ielo; e n to d a m u d an za
hay clarid ad ; en la o scu rid a d , un g ozne; en el p rim e r p rin cip io ,
el o tro e x tre m o .43 E n estas circ u n sta n c ia s, c u a n d o se le d e sc u ­
bre, p arece q ue no se le h a descubierto; cuando se le conoce, p a ­
rece q u e aún no se le ha c o n o c id o . S ólo p o d rá c o n o c e rle qu ien
no se esfu e rc e p o r co n o c erle. C u an d o se p re g u n ta p o r él, no
p u ed e h ab e r lím ites, ni ta m p o c o no h ab erlo s. E n m ed io del in ­
m en so caos de los in fin ito s seres, hay algo que no cam bia. D es­
d e la an tig ü ed a d h asta el p re sen te h a p erm a n ecid o siem p re, sin
su frir m en o scab o alguno. ¿N o es acaso esto una g ran d io sa y a d ­
m irab le razó n ? ¿P o r qué no se la e x a m in a p o r m en u d o ? ¿P or
q u é tan tas d u d as? C on la ce rtid u m b re se disip an las dudas, y se
re to rn a a la c e rtid u m b re. E so es h o n ra r altam en te la gran c e rti­
du m b re.

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LIBRO XXV. ZEYANG

I. Z ey a n g v iajó al estad o de C hu, y u n a v ez allí, Yi Jie fu e a


reco m en d ar al rey que le recibiera. M as el rey no consintió, y Yi
Jie se v o lv ió a su casa.
P en g Y ang fue a v er a W ang G uo y le d ijo: -« ¿ N o p o d ría el
m aestro h a b la r de m í al rey?»
A lo q u e W ang G uo resp o n d ió : -« M e jo r q u e yo, G o n g y u e
X iu».
- « Y ¿q u é h ace ese G o n g y u e X iu?» - p r e g u n tó P eng Y ang.
- « E n in v iern o - l e re s p o n d ió - ca za co n arp ó n to rtu g as en el
G ran R ío , y en v eran o h u e lg a ce rc a d e la m o n tañ a. A cu an to s
p asan y le p re g u n ta n , re sp o n d e: “ E sta es m i m o ra d a ” . Si Yi Jie
no h a p o d id o , ¡m enos h a b ré de p o d er yo! P ues q u e m i v a li­
m iento an te el rey es m u ch o m enor. Yi Jie es ho m b re sin virtud,
pero con talento; lejos de m o strarse in d iferen te a la fam a y a las
riq u ezas, usa de ese ta le n to su y o p a ra h ac er d iv in o s sus trato s
sociales, y tiem p o ha que se h a hu n d id o en el m u n d o de los n o ­
bles y h ac en d ad o s; no fa v o re c e la v irtu d , an tes la m en o scab a.
S ería co m o el h o m b re tra n sid o de frío q u e a ñ o ra la c á lid a ro p a
de la p rim av e ra, o co m o el q u e sufre u n a in so lació n y b u sca el
frío v iento del invierno. En cu an to al rey de C hu, es hom bre que
se hace resp etar, y asaz de sev e ro , y co n los re o s de d elito im ­
p lacab le co m o el tig re. ¿Q u ién p o d rá h ac er q u e d é su b razo a
to rcer, si no un c h a rlatán o un d ec h ad o de v irtu d ? '
» P or eso el sab io , cu an d o es pobre p u ed e h a c e r o lv id a r a los

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suyos su m iseria; y si p ro sp era, p u ed e h a c e r q u e re y es y d u ques


olv id en d ig n id ad es y rentas y se to m en hum ildes. C on los seres,
v iv e en c o m ú n aleg ría; c o n lo s h o m b res, h u é lg a se en su trato ,
m as sin p e rd e r su p ro p ia p erso n a. P o r eso , sin u sa r de p a la ­
b ras, a lim en ta a los h o m b res c o n su arm onía; e s tá co n los h o m ­
b res, y h ac e q u e se tra n sfo rm e n . H ace q u e en las re la c io n e s
e n tre p ad res y h ijo s, c a d a cual o cu p e el d e b id o lugar; y tra ta a
los d em ás c o n el ta la n te del p u ro n o -actu ar. T an alo n g ad o está
de los h u m an o s c o ra z o n e s.2 P o r e so d ig o q u e tra té is c o n G ong-
y u e X iu .»

II. El sab io co n o ce a fo n d o las ligaduras del m undo, y reúne


en la u n id ad a to d o s los seres del u n iv erso , m as sin sab e r có m o
ni p o r qué: es m an ife sta ció n de su n atu raleza. S us ac to s son un
re to rn o a su ser o rig in al, y to m a al C ielo p o r su p re m o m aestro .
D e a h í q u e lo s h o m b res le n o m b ren sabio. E n c u a n to al q u e se
p re o c u p a p o r sab er, m as n o a c tú a de m an era c o n sta n te , sin o
q u e a las v ec es se d etien e , ¿q u é se p o d rá h a c e r co n él?
E l h erm o so de n acim ien to , au n q u e le d en un esp ejo , si no se
lo ad v ierten los o tro s, ig n o rará q u e su p era a los d em ás en b e ­
lleza. P arece q u e lo sabe, y ta m b ié n q u e n o lo sabe; p are c e e n ­
tera d o , y ta m b ién q u e no lo está; su e n c an to n u n c a se ag o ta, ni
ja m á s ce sa la a fic ió n q u e los d em ás le tien en : es m a n ife sta ­
ció n de su n a tu ra le z a . El sab io q u e a m a a los d e m á s, a u n q u e le
d en ese títu lo , si n o se lo a d v ie rte n los o tro s, ig n o ra rá ese su
am o r p o r los d em ás. P are ce q u e lo sab e, y ta m b ié n q u e no lo
sabe; p arece en terad o , y tam b ién que no lo está; su am o r p o r los
d em ás n u n ca se ag o ta, ni ja m á s c e sa el so sieg o q u e en él hallan
los d em ás: es m a n ife sta c ió n d e su n atu ra leza .

III. C u an d o se to rn a a v er la p atria , el lu g ar d o n d e se ha n a ­
cido,-' el co razó n se siente dichoso. A u n q u e los o tero s y colinas,
con la m ara ñ a d e su s árb o le s y y e rb a s, o cu lten las n u ev e d é c i­

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Libro XXV. Zeyang

m as p a rte s, su co razó n se se g u irá sin tie n d o d ich o so . ¡C uánto


m ás si se ve y se o y e lo m ism o q u e y a an tes se h a b ía v isto y
oído,4 co m o si se e stu v ie ra so b re u n a terraza de tre in ta v aras de
altura, su sp e n d id o en m ed io d e la m u ch ed u m b re!
R a n x ia n g p en e tró en el c írc u lo ,5 y así se p e rfe c c io n ó c o n ­
form án d o se a los seres. Su arm o n ía co n las co sa s no te n ía final,
ni ta m p o co p rin cip io ; sin tie m p o , sin d u ra ció n . M u d ab a c a d a
día sig u ie n d o a las co sa s, m as su m en te, en su se re n a unid ad ,
p erm a n ecía in altera d a. ¡D e d ó n d e h ab ría , p u e s, d e ab a n d o n ar
ese estad o ! E l q u e d e se a im ita r al C ielo , y no sale ad e la n te con
su inten to , se v erá a rrastra d o a la p erd ició n ju n to con las cosas;
¿qué fo rm a d e o b ra r es ésa? P ara el sabio n u n c a h a h ab id o C ie ­
lo, n u n ca h a h ab id o h o m b re, n u n c a h a h a b id o p rin c ip io ni fin,
nunca h a h ab id o co sa s;6 m u é v e se co n el m u n d o , sin em b arazo
alguno; so n sus acto s, ac a b a d o s, d e sp ro v isto s d e to d a ru id ad ;
¿qué g é n e ro d e u n id ad es é sa ? 7
T ang to m ó p o r m aestro a su c o n se je ro M en y in D e n g h e n g .8
Siguióle sin p o n erle trab a alguna, y así alcan zó la perfecció n de
su n atu ra le z a ac o m o d á n d o se a las cosas. [H izo q u e su c o n s e je ­
ro g an a ra fa m a , y e sta fam a, d e sb o rd a n te , ju n to co n las ley es,
m an ifestó su b rillo en e n tra m b o s a dos. C o n fu c io ag o tó sus c a ­
v ilacio n es, y se v o lv ió en un g ra n m a e stro .]9 R o n g ch en g d ijo:
«Q u ita el sol y no h a b rá añ o s; sin in te rio r n o h ay e x te rio r» .10

IV. Y in g , rey d e W ei, h a b ía firm a d o u n a a lia n z a co n M ou,


m arqués d e T ian . Q u e b ra n tó éste el ju ra m e n to , y Y ing d e W ei
m o n tó en c ó le ra y q u iso d e sp a c h a r g en tes p a ra m atarle .
C u an d o esto lleg ó a n o tic ia del m arisca l G o n g su n Y an," tú ­
volo p o r v erg o n zo so y d ijo al rey:
-« M i so b eran o es rey d e un g ra n e sta d o , se ñ o r de m ile s de
carro s, y a h o ra q u ie re u sar de un vil re cu rso p a ra co b ra r v e n ­
ganza. D éle a Yan d o cien to s m il h o m b res d e co raza, y le a ta c a ­
rá en no m b re de su so berano: h aré p risio n ero s a sus gentes y sa­
qu earé sus b ú falo s y ca b allo s; y a sí haré que a ese rey le q uem e

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la fieb re p o r d en tro h asta q u e le salg a un tu m o r en la espalda.


D espués le arreb ataré su estado y pondré en fuga a Ji; y luego le
azo taré las esp a ld a s y le q u eb raré el e sp in az o .»
C u an d o e sta s razo n es lleg aro n a n o ticia de Ji zi, p arecién -
d o le alg o v erg o n zo so dijo al rey: - « S i se o rd en a lev an ta r una
m u ralla de tre in ta varas de altu ra, y c u a n d o ya se ha alcan zad o
esa altura, lu ego se la m an d a d em oler, los siervos q u e la han le­
v an tad o sen tirán g ran d e am arg u ra. D e p re sen te, siete años ha
q u e a q u í no se lev an ta un ejército , y ése es el fu n d a m e n to del
re in a d o de mi señor. Yan a lb o ro ta a la g en te, no se le d eb e e s ­
cu ch ar» .
S upo de estas razo n es H ua zi y, ju z g á n d o lo o p ro b io so , dijo
al rey: - « E s e q u e tan bien h ab la de atac ar al estad o de Q i, es un
alb o ro tad o r; p ero tam b ién lo es ese otro que con tan ta e lo c u e n ­
cia h ab la de q u e no se d eb e atacar. P ero es q u e ad em ás, el que
d ice que tan to el a tac ar co m o el no a tac ar es alb o ro ta r a la g en ­
te, ese tal tam b ién es un alb o ro ta d o r» .
-« S ie n d o a s í - d i j o el m o n a rc a -, ¿qué p u ed o hacer?»
-« Q u e el so b eran o b u sque el Tao, ¡con eso b asta!» - l e fue
resp o n d id o .
Supo de esto Hui zi, y en to n ce s in tro d u jo a D ai Jin ren ju n to
al rey. D ijo D ai Jin ren : -« ¿ C o n o c e m i soberano eso que llam an
ca rac o l? »
- « S í, p o r cierto » - l e re sp o n d ió el m onarca.
- « E n el c u e rn o izq u ierd o del caraco l hay un re in o llam ad o
C hushi, y en el d erech o un reino nom brado M an sh i.12 A m enudo
lu ch an e n tre sí p o r el te rrito rio , los m u erto s c u b ren el suelo
po r m illares, y el ejército v en ced o r tarda quince días en retornar
tras p e rse g u ir al d e rro tad o .»
-« ¡A h ! -e x c la m ó el m o n a rc a -. E so no llev a cam in o .»
-« P e r m ita m i so b eran o que este su sierv o le m u estre la v e r­
dad de lo q ue dice. ¿Im a g in a mi so b eran o que las cu a tro d ire c ­
cio n es, y lo alto y lo b ajo, tien en un lím ite?»
- « N o tien en lím ite» -re s p o n d ió el m onarca.
- « S i, d esp u é s de v ia ja r en e sp íritu p o r las re g io n e s ilim ita ­

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das, to rn ara a un rein o bien co m u n ica d o , ¿no le p a re c ie ra im ­


p o sib le d is tin g u ir si ex iste o si no ex iste?»
- « A s í es» - d ijo el m onarca.
-« E n tre eso s rein o s bien co m u n icad o s se cu e n ta W ei, y d e n ­
tro de W ei e s tá L ian g , y en L ian g el señ o r m i rey. ¿H ay d ife ­
re n c ia en tre m i rey y M anshi, el c u e rn o d erech o ? »
- « N o hay d iferen cia» -re s p o n d ió el m onarca.
S alió el v isita n te , y el m o n a rc a q u ed ó d e c o n c e rta d o , co m o
perdido. C u an d o aquél h u b o salid o , H ui zi se p re sen tó an te el
m onarca, el cual h ab lan d o co n él dijo:
-« E s e que ha venido a verm e es un gran hom bre. A un los sa­
bios a la zag a le h an de ir.»
-« C u a n d o se so p la una fla u ta - d i jo a esto H ui z i- , sale un
po deroso so n id o ; cu an d o se so p la la g u arn ic ió n de u n a esp ad a,
apenas sale un ten u e silb id o . Yao y S hun, sab io s de to d o s e lo ­
giados, co m p arad o s con D ai Jin ren no son sin o ten u e silb id o .»

V. Ib a C o n fu cio ca m in o d e C hu cu an d o p aró en Y iqiu, en


una ca sa d o n d e v en d ían sopa. E n la casa v ec in a , m arid o y m u ­
jer, ju n to con sirv ien tes y cria d as, se su b iero n al tejado.
- « ¿ P o r q u é se ag o lp a to d a esa g en te en el tejad o ? » - p r e ­
guntó Z ilu.
-« S o n los sirvientes de un sabio - d ijo C o n fu c io -. E ste sabio
se ha o c u ltad o e n tre la g en te, y se h a e sc o n d id o en los cam p o s.
Su n om bre está su m id o en el silencio, m as su ánim o no tiene lí­
m ites. A u n q u e su b o ca h ab la, su m en te p erm a n e c e en silencio.
Da la e sp a ld a a los m u n d an o s n eg o cio s, y su m en te no se dig n a
m ezclarse en ello s. Se ha su m erg id o en la tie rra .13 ¿N o es, por
ven tu ra, S h in an Y iliao?»
P id ió licen c ia Z ilu p ara ir a in v ita rle, m as C o n fu cio dijo:
-« ¡D é ja lo ! Él sabe que Q iu le co n o ce b ien , y tam b ién sabe
que Q iu v a a C hu; im ag in ará que Q iu no p o d rá m en o s de p ed ir
a l rey de C h u que le in v ite a su p resen cia. A d em ás tien e a Q iu
Por un ch a rlatán , de suerte q u e si el o ír las p alab ras de un c h a r­

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latán es p ara él o casió n de verg ü en za, ¡m ás lo h a de ser verle en


p erso n a! ¿ P o r q u é p ien sas q u e sig u e ah í?»
F ue Z ilu a v erle , y en e fe c to , su ca sa e sta b a vacía.

V I. El g u a rd iá n d e la fro n te ra C h an g w u d ijo a Z ilao:


- « E n su g o b iern o , m i señ o r no d eb e m o strarse d ilig e n te , y al
p o n e r o rd e n en el p u eb lo no d e b e d a r señ ales de lig ere za. A ños
h a c u ltiv a b a y o la tierra , y c u a n d o a ra b a lo h a c ía c o n n e g li­
g en c ia , y a s í m is c o se c h a s era n m e n g u a d a s; y c u a n d o e s c a rd a ­
ba, tam b ién lo h a c ía a la lig era , p o r lo q u e m is c o se c h a s eran
p o b res. L o s añ o s sig u ie n te s m u d é m i p ro c ed er: aré p ro fu n d a ­
m en te y e sc a rd é co n esm ero , y a sí m is co se ch as h an sid o a b u n ­
d a n te s, y to d o el añ o ten g o a lim e n to m ás q u e su fic ie n te .»
E n te ra d o d e e s to Z h u a n g zi, d ijo:
- « H o y día, m u ch o s son los h o m b res que, en el cu id ad o de su
c u e rp o y en el c u ltiv o d e su m en te, so n co m o d ic e el g u ard iá n
d e fro n te ras. A lé ja n se del C ie lo y ap á rta n se d e su p ro p ia n a tu ­
ra le za, d e stru y e n su v e rd a d e ro ser, p ierd e n su e sp íritu , o b ran
c o m o el v u lg a r g e n tío . C u a n d o no se c u ra d e la p ro p ia n a tu ra ­
leza, las p a s io n e s , d ese o s y d e sa m o re s, son c o m o c a ñ a v e ra l14
q u e o c u lta y c ie g a e sa m ism a n atu ra le z a ; al p rin c ip io , só lo son
b ro tes q u e p a re c e n so s te n e r n u e stro cu e rp o , m as p o c o a p o co
ac ab an p o r a rru in a r n u e stra n a tu ra le z a , y e n to n c e s (la e n e rg ía
vital) se d is p e rs a y e s c a p a ,15 y p o r to d a s p arte s n o s salen tu m o ­
res y ú lceras, y la fie b re nos c o n su m e y p e rd e m o s e sp e rm a con
la o rin a.»

V II. B o Ju e stu d ia b a c o n L ao D a n , y un d ía le dijo: - « D a d ­


m e lic e n c ia p a ra ir a re c o rre r el m u n d o » .
- « O lv íd a lo - d i j o L ao D a n -; el m u n d o es c o m o esto .»
M as co m o in sistie ra en su p e d im e n to , L ao D an le p reg u n tó :
- « ¿ A d ó n d e irás p rim e ro ? »
-« P rim e ro iré a Q i» - l e re sp o n d ió .

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L le g a d o q u e fu e a Q i, v io el c a d á v e r d e un a ju stic ia d o , e x ­
puesto a la v ista d e todos. E m p u jó el cadáver, y u n a v ez tendido
boca ab a jo , lo c u b rió c o n su v e stid o d e g ala. A lz ó el ro stro al
cielo y se la m en tó co n g ra n d e s v oces:
-« ¡A y , m aestro ! ¡Ay, m aestro ! ¡Q ué g ra n d e s c a la m id a d e s
en el m u n d o , y v o s el p rim e ro en su frirlas! D ice n q u e no se
debe robar, q u e no se d eb e m atar; m as lu eg o q u e se in stau ran el
honor y la in fam ia, a h í v e rá s s u rg ir las m is e ria s q u e acarrean .
H ácese a c o p io d e riq u e z a s y m e rc a d e ría s, y lu e g o al p u n to ves
brotar d isp u tas y p eleas. Y hoy es el d ía en q u e se h a in stau rad o
lo que al h o m b re no h a de d ejar d e ac arrear m iserias, y se h a h e­
cho a c o p io d e lo q u e e n tre los h o m b re s no d e ja rá d e p ro v o c a r
disputas y p elea s. A g o b iase a las g en tes en sus cu e rp o s, y no se
les d eja m o m en to de rep o so . ¿S erá p o sib le c o n se g u ir q u e a este
ex trem o no se lleg u e?
»L os p rín cip e s d e an tañ o atrib u ían al p u eb lo los éx ito s y a sí
m ism os los fracaso s, al pu eb lo lo recto y a sí m ism o s lo torcido.
Por eso, con q u e un so lo h o m b re p erd ie ra la v id a ,16 retiráb an se y
cargaban co n la cu lp a. H oy, lejos d e se r así, o c u lta n la v erd ad y
acusan d e ig n o ra n c ia (a las g en tes del p u e b lo ),17 o rd é n an les d u ­
rísim o s tra b a jo s y les a c u sa n d e n o a tre v e rse c o n ello s, im p ó -
nenles p esa d as carg as y les ca stig a n p o r n o se r ca p ace s de c u m ­
plir co n e lla s, m an d an re c o rre r larg o s c a m in o s y c o n d e n a n a
m uerte al q u e no lleg a. Y a s í es c o m o , a g o ta d a s su in te lig e n c ia
y su fu e rza , el p u eb lo re c u rre al en g a ñ o y a la h ip o c re sía . S ie n ­
do d iaria la h ip o cre sía (de los p rín cip e s), ¿có m o n o h ab rá de ser
h ip ó crita el p u eb lo ? C u a n d o las fu e rz a s n o a lc a n z a n , ú sase de
hip o cresía; c u a n d o no b a sta la in te lig e n c ia , ú sa se del en g a ñ o ;
cu an d o no se p o see n su fic ie n te s re c u rso s, se a c a b a ro b a n d o .
A sí q u e c u a n d o se c o m ete un ro b o , ¿q u ién es el c u lp a b le ? »

V II I. Ju B o y u , a sus se se n ta añ o s, h ab ía m u d ad o de o p in ió n
sesenta v eces. S iem p re a c ab ab a p o r estim ar fa lso lo q u e al p rin ­
cipio ten ía p o r v erd adero. N o p o d ía afirm a r q u e lo q u e ah o ra te­

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nía p o r v e rd ad ero no fuera lo q u e te n ía p o r falso a sus c in c u e n ­


ta y nu ev e añ o s. L os m illo n es d e seres tien en un n ac im ien to ,
m as n ad ie p u ed e v er su raíz; tien en una salid a, p e ro n ad ie p u e­
de ver la puerta. T odos los hom bres tienen en gran estim a lo que
su in telig e n cia co n o ce, m as ig n o ran q u e lo que co n o cen se a p o ­
ya en lo q ue su in telig en cia no co noce. ¿N o es esto la sum a p er­
p lejid ad ? ¡B asta! ¡B asta! N o hay ad o n d e escapar. D icen que
e sto es v erd ad ; ¿lo es re alm en te?

IX . H a b la n d o C o n fu cio c o n los g ra n d es c ro n is ta s 18 D atao,


B o C h an g q ian y Xi W ei, les p re g u n tó :
- « E l d u q u e L in g de W ei h arto g u sta b a del v in o y del e s p a r­
cim ien to , y no se cu ra b a de los n eg o c io s de su estad o ; salía de
caza, con sus fle c h a s y sus re d e s ,19 y no a sistía a las asa m b le as
de los g ra n d es señ o res fe u d ales. ¿P o r q u é, en to n ce s, se le n o m ­
b ró “ D u q u e L in g ” ?» 20
-« J u s ta m e n te p o r ser a sí» 21 -re s p o n d ió D atao.
-« E l d u q u e L in g ten ía tres esp o sa s -re s p o n d ió B o C h a n g ­
q ia n - y co n ellas se b añ a b a en la m ism a b añera. C u an d o Shi
Q iu e n tra b a en sus ap o se n to s p o r te n e r a u d ie n c ia co n él, el d u ­
q u e o rd e n a b a q u e le llev aran lo q u e traía en la m an o y le a y u ­
d aran so sten ién d o le del b razo .22 P ese a llev ar u n a v id a disipada,
an te los sab io s no d e ja b a de m o stra r g ra n d e re sp eto . E sa es la
razó n de su títu lo de “ D u q u e L in g ” .»
-« C u a n d o m u rió el d u q u e L ing -re s p o n d ió X i W e i-, e c h a ­
ron las su erte s so b re el lu g ar de su e n terram ien to . L a re sp u esta
fue que sería in fau sto e n te rra rle en la tu m b a d e sus a n te p a s a ­
do s,23 y fausto si se le enterraba en S ha Q iu. Se ex cavó la tum ba,
y lleg an d o a u n a p ro fu n d id a d de una d o ce n a de v aras, tro p e z a ­
ro n co n una láp id a. L u eg o de lim p iarla bien, se p u d o leer una
inscrip ció n que de este ten o r decía: “ N o esp eres el apoyo de tus
hijo s, que el d u q u e L ing to m ará este lu g ar p ara h a c e r de él su
m o ra d a ” . A sí pu es, largo tiem p o ha q u e al d u q u e L in g se le h a ­
b ía n o m b rad o “ L in g ” ;24 ¿có m o p o d ría n sab e rlo e so s d o s? » 25

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X. E sca so S ab er p re g u n tó a G ran A rm o n ía Im parcial:


-« ¿ Q u é es eso q u e n o m b ran “ p alab ras de b a rrio ” ?» 26
-« L o s b arrio s -r e s p o n d ió G ran A rm o n ía Im p a rc ia l- c o m ­
prenden d ecen as de fam ilias, q u e reú n en a ce n te n are s d e p e rso ­
nas, todas con unos usos y co stu m b res com unes. R eú n ese lo d i­
ferente p ara fo rm a r lo igual, y la div isió n de lo igual o rig in a las
d iferen cias.27 Se p u ed en se ñ a la r ah o ra to d as y c a d a una d e las
partes d e un ca b allo y no te n e r «el cab allo » ; sien d o así que el
caballo, co n fo rm e a lo anterior, es la igualdad (unión) de las d i­
feren cias, p o r cu an to sólo la re u n ió n de las d ife re n te s p artes se
denom ina cab allo . Y así las co lin as y m o n tañ as h an co b rad o al­
tura p o r el am o n to n am iento de lo insignificante, y los ríos se h a ­
cen g ra n d es p o r la re u n ió n de p eq u e ñ o s cu rso s d e a g u a .28 L os
grandes h o m b res son ecu án im es p o rq u e aúnan los aspectos p a r­
ticulares. D e ah í q u e c u a n d o algo de fu e ra e n tra en su m e n te ,29
aun h ab ien d o en ella u nos p rin cip io s, no se aferra n a su p a r ti­
cular o p in ió n ; y cu an d o alg o sale d e su m en te h a c ia fu e ra, aun
siendo re cto s y ju s to s, a n ad ie ex c lu y e n .30 C ad a una d e las c u a ­
tro e stac io n es tien e su p ro p ia tem p erie; el C ielo no m u e stra e s ­
pecial fa v o r a n in g u n a de ella s, y a sí se c u m p le el o rd e n d e los
años. C ad a uno de los c in co c o n s e je ro s31 tie n e su p ro p io y p a r­
ticu lar c o m etid o ; el p rín cip e no h ace fa v o r a n in g u n o de ello s
sobre los o tro s, y así re in a el o rd e n en el e sta d o . D ife ren tes
son los talen to s32 en la corte y en la m ilicia; los grandes hom bres
no hacen fav o r a unos en d etrim en to de los otros, y así alcanzan
cu m p lid a v irtu d . D ife ren tes son los p rin c ip io s re cto res d en tro
del m illó n d e seres; el T ao no fa v o rec e a u nos m ás q u e a o tro s,
y p or eso no tien e n o m b re. N o te n ie n d o n o m b re, no actúa; y al
no actuar, n ad a se d eja d e hacer. El tiem p o tien e co m ien z o y fi­
nal, y el m u n d o tra n sfo rm a c io n e s y m u d an zas; la d ic h a y el
info rtu n io se su ced en . H ay o c a sio n e s ad v e rsas, y tam b ién las
hay fa v o rab les. C ad a ser sig u e su p ro p ia y p a rtic u la r d irecció n ,
y es recto en un sen tid o y to rc id o en el otro . P are jo s a un gran
bosque, en el q u e los d iv e rso s g én e ro s de árb o le s tien en ca d a
cual su p a rtic u la r uso; o m irad tam b ién una gran m o n tañ a, d o n ­

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de árb o les y risco s fo rm an un co n ju n to . E so es lo q u e nom bran


p alab ras de b arrio .»
-« S ie n d o a sí - d ijo E scaso S a b e r-, ¿se p u ed e d ec ir que es es
el T ao?»
- « N o -re s p o n d ió G ran A rm o n ía Im p a rc ia l-. Si hoy c o n tá ­
ram o s las co sa s q u e ex isten , serían m ás del m illó n , m as n ó m ­
b raselas « m illó n de seres» ,3’ p o r sig n ificar g ra n d ísim o núm ero.
Y a sí el C ielo y la T ierra son lo m ás gran d e q u e hay en el m u n ­
d o de la fo rm a; y el Yin y el Y ang lo m ás g ran d e q u e hay en el
m u n d o de la e n e rg ía có sm ica. En cu a n to al T ao, lo ab a rca todo
de m an era igual, y p o r eso se le puede nom brar así, p o r causa de
su in m en sid ad . T en ie n d o y a e se n o m b re, ¿q u é co m p a ra c ió n
c a b e ? 34 Q u e rer esta b le c e r e sa d iferen cia, es co m o c o m p arar un
p erro con un cab allo ; tam añ a es la d ista n c ia q u e los sep ara.»

X I. P reg u n tó E sca so S aber:


-« ¿ D e dónde nacen los seres que habitan dentro de los cuatro
p u ntos card in ales, en el interior de los seis puntos del espacio?»
- « E l Yin y el Yang se co rresp o n d en m u tu am en te - d ijo G ran
A rm o n ía Im p a rc ia l-, y m u tu am en te se cu b ren y se gob iern an .
L as cu atro e stac io n es se suceden unas a o tras, y unas a o tras se
en g en d ran y se destru yen. D e a h í vien en el deseo y la aversión,
la atra cció n y el rech azo ; y tam b ién p o r ello son co n stan te s el
u n irse y se p a ra rse 35 d e los m ach o s y las h em b ras. S eg u rid ad y
p elig ro se su ced en m u tu am en te, d e sg ra c ia y fe lic id a d m u tu a ­
m en te se en g e n d ran , len titu d y c e le rid a d u n a a o tra se tocan; y
a s í es co m o se p ro d u c e n u n io n e s y se p a ra c io n e s. S on ésto s
n o m b res y re alid ad es q u e se p u ed en distin g u ir, y ese n cias su ti­
les q u e se p u ed en registrar. O b ed ecen a la ley de un ord en tem ­
p o ral, n acen y se tran sfo rm an en su m o v im ien to ; lleg an d o a su
térm in o re to rn an , y cu an d o acab an vu elv en a em p ezar: tal es la
ex iste n c ia d e los seres. L o q u e la p a la b ra p u ed e cab alm en te
ex p resar, y el e n ten d im ien to alcan zar, se halla lim itad o al á m ­
bito de los seres. E l h o m b re que h a ap reh en d id o el Tao no b u s­

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Libro XXV. Zeyang

ca d ó n d e los seres se ex tin g u en , ni se esfu e rz a p o r a v e rig u ar


c u á l es su o rig en . A h í term in a su lógico d iscu rso .»
-« S o s tie n e Ji Z hen - d ijo E scaso S a b e r- que (en el origen de
los seres) n a d a h ay que actú e, y en ca m b io Jie zi d ice q u e hay
algo q ue m u ev e y d irig e .36 ¿C uál d e las dos o p in io n es se c o n ­
form a a la realid ad , y cuál se d esv ía de la razó n ?»
-« Q u e el g allo ca n ta y el p erro lad ra - d i j o G ran A rm o n ía
Im p a rc ia l- es co sa d e to d o s sabida. M as ni aun u n a gran in teli­
gencia es cap az de d ec la rar con p alab ras la cau sa de esas tra n s­
fo rm aciones, ni p re v er en su im ag in ació n 37 lo q u e han d e ser en
el futuro. E x am in an d o lo cu al, lo m en u d o lle g a a no po d erse
com parar, y lo g ran d e a no p o d erse lim itar. “ N o hay n ad a que
actúe” y “ h ay alg o q u e m u ev e y d irig e ” , son u n a y o tra a firm a ­
ciones que p o r fu e rz a se b asan en los seres, y al final no d ejan
de ser errad as. “ H ay algo q u e m ueve y d irig e ” , se basa en la re ­
alidad; “ no h ay n ad a que a c tú e ” , se b asa en la v ac u id ad . T ener
nom bre y re alid ad , p erte n ece al ám b ito d e los seres; no ten er
nom bre ni re alid ad ,38 está en el v acío de los seres. Se p u ed e e x ­
p resar co n p alab ras, y ta m b ién se p u ed e im ag in ar, p ero cu an to
más se u sa de la palabra, m ás nos alejam os de la verdad. Lo que
aún no h a n acid o no p u ed e e v itar la vida, y lo q u e y a h a m uerto
no puede esto rb ar la m uerte. M uerte y vida no están lejos de n o ­
sotros, m as su razón no se nos alcanza. “ H ay algo que m u ev e y
dirig e” y “no hay n ad a que a c tú e ” son su p o sicio n es que plan tea
nuestra du d a. M iro su o rig en , y su ir y v e n ir no cesa; b u sco su
fin, y n u n c a se a g o ta su fu tu ro . In c esan te, in ag o tab le, n o se
puede ex p resar con palabras, m as se rige por el m ism o principio
que los seres. “ H ay algo que m u ev e y d irig e ” y “ no hay n ad a
que actú e” son el fund am ento del discurso, pero em piezan y ter­
m inan co n los seres m ism o s. E l T ao no p u ed e e n ten d e rse en la
existencia, ni tam poco puede entenderse en la no-existencia.39 El
no m b re d e «Tao» só lo es un n o m b re p re sta d o .40 “ H ay algo que
m ueve y d irig e ” y “ no hay n ad a que ac tú e” se lim itan al p e q u e ­
ño rincón de los seres; ¿cóm o podrían decirse del G ran Tao?41 Si
la p alab ra es cabal, háblese to d o el día, y cuanto se d iga será del

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Tao; si la p a la b ra no es cab al, h áb lese to d o el día, y cu a n to se


diga será de las cosas. Los lím ites del Tao y de los seres,42 la p a­
labra y el silen cio no los pueden expresar. Ni la palab ra ni el si­
len cio . T ra n scien d en los lím ites del h u m an o d iscu rso .»

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LIBRO XXVI. LAS COSAS
EXTERIORES

I. En las co sas ex terio res n ad a hay de cierto y n ecesario. Y


así, a L on g fen g lo ejecutaron, a B igan lo m ataro n ,1Ji zi hubo de
fingirse loco, a E lai lo co n d e n aro n a m uerte, Jie y Z hou p e re ­
cieron con su din astía. N o hay p rín cip e que no d esee ten er c o n ­
sejeros leales, m as siéndole leales no ganan n ecesariam en te su
confianza. Y así el cadáver de W u Yuan fue arrojado al G ran Río
y C h an g h o n g m u rió en Shu; tres años gu ard aro n la sangre de
éste, y al cab o de ese tiem p o se tran sfo rm ó en v erde ja d e .2 N o
hay padre q ue no d esee q u e sus hijos le ten g an p ied ad filial,
mas teniéndosela no ganan necesariam ente su am or. Y así X iaoji
llevó u na v id a de su frim ien to y Z en g S hen de g ra n d ísim a tris ­
teza. M ad era con m adera, si las fro tas ard en ;’ m etal con fuego,
si los arrim as se funde el p rim e ro .4 Si el Yin y el Y ang se d e ­
sordenan, u n a v io len ta a g ita c ió n 5 se ap o d e ra del C ielo y de la
T ierra, y en to n ce s su rgen los tru en o s y los re lá m p ag o s; en m e ­
dio de la llu v ia cae fu ego que co n su m e h asta las ac acias g ig an ­
tes. P reo cú p an se so b re m a n era los h o m b res p o r los dos e x tre ­
m o s,6 y no h a lla n m o d o de e sc a p a r; in q u ie to s y te m e ro so s ,
term inan p o r no co n se g u ir nada; su m ente parece su sp en d id a
en tre el C ielo y la T ierra; tristes y c u itad o s, ch o c an en ello s lo
que les con v ien e y lo que daño les hace, y así b ro ta un gran fu e­
go en su interior. C o n sú m ese la arm o n ía de las m u ltitu d es en

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este fu eg o , q u e no p u ed e d o m in a r la lu n a .7 E n ese p u n to el e s ­
p íritu se m a rc h ita y el T ao se p ierd e.

II. C o m o su fa m ilia era p o b re , Z h u a n g Z h o u fu e a p ed ir


g ra n o p re sta d o al m arq u és Jianhe." D íjo le éste:
- « E s tá b ien . C u a n d o re c a u d e los trib u to s d e m i ju ris d ic ­
ció n , os p re sta ré tresc ie n tas m o n ed as. ¿O s p arece ?» M o n tó en
c ó le ra Z h u an g Z h o u y dijo:
-« C u a n d o a y e r Z h o u v en ía h a c ia aq u í, o y ó en m ed io del
ca m in o q u e alg u ien le llam ab a. V olvió la c a b e z a y vio u n a c a r­
pa en la ro d a d a de los carro s. “ S eñ o ra carp a, le p re g u n tó Z hou,
¿q u é h acéis a h í? ” Y e lla re sp o n d ió : “ Soy un v a sa llo del M ar
O rien tal; ¿no ten d ría, p o r v en tu ra, su señ o ría unos azu m b res de
ag u a para salv arm e la v id a?” “ Sí, p o r cierto, le resp o n d ió Z hou;
p rim ero v iajaré al su r a las tie rra s 9 de W u y d e Yue, y d esp u é s
d e sv ia ré las ag u a s d el río del o e s te 10 p a ra q u e lle g u e n h asta
aquí; ¿os p a re c e ? ” A lo q u e la ca rp a , fu rio sa , re sp o n d ió : “ H e
p e rd id o m i m e d io n atu ral y n o ten g o d o n d e vivir. S ó lo podré
c o n se rv a r la v id a si c o n sig o u nos az u m b res d e agua. Si su s e ­
ñ o ría m e d ice eso , m ás vale q u e a p o co m e b u sq u e en el bazar,
en los p u esto s del p esc ad o en s a la z ó n ” .»

III. El d u q u e h ered ero de R en se h izo un g ra n d ísim o an z u e­


lo y una e n o rm e c u e rd a n eg ra, y u san d o co m o ceb o cin c u e n ta
bu ey es, se ac u clilló sobre el m onte K uaiji y se p u so a p esc ar en
el m ar o riental. A sí todos los días d u ran te un año, sin co n seg u ir
p e sc a r ni un so lo pez. Im p ro v isam e n te , un gran p ez p icó , y t i ­
ra n d o del an z u elo lo arrastró h a c ia el fondo; re to rc ió se el gran
p e z sac u d ie n d o sus aleta s, y e sp u m a n te s olas se alza ro n cual
m on tañ as, y las ag u as del m ar se ag itaro n con gran d e violencia.
L o s ru g id o s que se o yeron, que no p arecían sino de d em oníacos
esp íritu s, pu siero n esp an to en m il li a la redonda. C uando el d u ­
qu e se hu b o h ec h o co n el pez, lo ab rió y lo p u so en salazón.

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Libro XXVI. Las cosas exteriores

D esde el este del río Z h e" h asta el n o rte del m o n te C an g w u , no


hubo q u ien no se h arta ra co m ie n d o de aquel e n o rm e pez. D e s ­
pués, g en te s v u lg a re s 12 y n a rra d o re s de ley en d a s se tra n s m itie ­
ron, m a ra v illa d o s, e s ta h isto ria. Si se co g e u n a p eq u e ñ a ca ñ a y
una fin a cu e rd a y se v a a un ria c h u e lo o ca n a lillo , e sp e ra n d o
que p iq u e alg ú n p eq u e ñ o p e z ,1’ asa z de d ifícil será p e sc a r uno
gran d e. A d o rn a rse co n d isc u rs o s triv ia le s p o r a lc a n z a r alto s
cargos y g ran fam a, es e sta r m u y lejos d e h a b e r lleg ad o a un
pro fu n d o c o n o c im ien to . P o r eso , qu ien n u n ca h a y a o íd o c o n ta r
el ejem p lo y p ro c ed er del d u q u e h ered ero de R en, m uy lejos e s­
tará de p o d e r ad m in istra r los n eg o c io s del m u n d o .

IV. L os letrad o s ru, usando de las P o esía s y d e los R ito s, sa­


quean an tig u as tum bas. H abla el letrado m ay o r y d ic e :14 -« ¡E s tá
salien d o el sol! ¿C ó m o v a el n eg o c io ? »
R esponden los letrados m enores: —«Aún no le hem os despojado
de la falda y el ju b ó n , pero en lo boca vem os que tiene una perla».
(D ice el letrad o m ayor): -« Y a lo dicen los an tig u o s v e rso s:15
“ L as v erd es esp ig a s de trig o , q u e han c re c id o en la lad era; en
vida a n ad ie h izo fav o r, ¿ p a ra q u é u n a p e rla en la b o c a ? ” A g a ­
rradlo p o r el pelo d e las sienes y tirad de su barba; g o lp ead '6 con
un m artillo su m en tó n y sep arad m uy d esp a cio sus m an d íb u las,
¡curad de no e stro p e a r la p e rla d e la bo ca!»

V. U n d isc íp u lo de L ao lai zi, q u e h a b ía sa lid o p o r leña, tr o ­


pezó c o n C o n fu cio . T ornó lu eg o y dijo:
- « A h í fu e ra hay un h o m b re de to rso larg o y p ie rn a s co rtas,
algo g ib o so y co n las o re ja s m uy atrás, y q u e m ira co m o si
ab a rca ra los c u a tro m ares. N o sé q u é p e rso n a je p u ed a ser.»
- « E s Q iu - d i j o L ao L a iz i- . In v ítale a en tra r.»
C u an d o lleg ó C o n fu c io , le d ijo : -« ¡Q iu ! A b a n d o n a ese tu
c o m p o rta m ie n to a ltiv o y ese ta lle de h o m b re en te n d id o , que
sólo así lleg arás a ser un v erd ad ero sabio».

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S alu d ó C o n fu cio ju n ta n d o las m an o s y se ap artó . P resa de


gran turbación, m u d ó su aspecto y preguntó: -« ¿ P o d ré así apro­
v e c h a r en la v irtu d ?»
-« Q u ie n , no p u d ien d o so p o rta r los m ales de su g en eració n
- l e dijo L ao lai z i - , p ro v o c a el in fo rtu n io de m iles de g e n e ra ­
cio n es, ¿lo h a rá p o r ca u sa de su m iserab le terq u e d ad ? ¿O bien
p o r la cortedad de su saber y recursos? Q uien busca ganarse a la
gen te m ed ian te fav o res, es un o rg u llo so q u e se v erá ex p u e sto a
la v erg ü en za d u ra n te to d a su vida; eso sólo lo h acen los h o m ­
bres de m ed ian a v irtu d p ara m edrar. U san de su re n o m b re para
a tra e r a los d em ás , y d e ocu lto s fa v o res p ara o b lig arles. M ejor
qu e alab a r a Yao y d e n ig ra r a Jie, m ás vale o lv id arse de e n ­
tram b o s y d ejarse de elogios y vitu p erio s. El que co n trav ien e la
n atu ra leza de los seres, no p u ed e m en o s de h ac erles tuerto; el
qu e ag ita su m en te, no p u ed e m en o s de a lu m b ra r to rcid o s p e n ­
sam ien to s. M u éstra se el sabio c a u to y p ru d en te en sus e m p re ­
sas, y así en to d as tien e éx ito . ¿P o r q u é tú siem p re te m u estras
tan p ag ad o de tu co n d u c ta ?»

V I. U na n o ch e, el p rín cip e Y uan del estad o de S ong vio en


sueños a un ho m b re con el cabello suelto, que le m iraba a través
d e una p u e rta la te ra l, y el h o m b re le d ecía: -« V e n g o de las
ag u as p ro fu n d as de Z ailu . Soy un m en sajero d esp a ch ad o p o r el
río Q in g 17 an te el g en io del R ío .18 El p esc ad o r Yu Ju m e ha c a p ­
tu rad o » .
D e sp e rtó el p rín c ip e Yuan y o rd e n ó in te rp re ta r el sueño.
«S e trata de una to rtu g a so b re n atu ral» , fue la resp u esta.
- « ¿ H a y a lg ú n p e s c a d o r n o m b ra d o Yu Ju ?» - p r e g u n tó el
p rín cip e.
- « S í, lo hay » - l e re sp o n d ie ro n sus serv id o res.
-« O rd é n e s e que Yu Ju v en g a a m i p re sen cia» - d ijo el p rín ­
cip e.
Al d ía sig u ien te Yu Ju ac u d ió a p re se n c ia del p rín cip e . P re ­
g u n tó le éste: -« ¿ Q u é has p escad o ?»

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Libro XXVI. Las cosas exteriores

- « E n las re d es de Ju h a c a íd o u n a to rtu g a b la n c a - l e re s ­
p o n d ió -; su ca p ara zó n m ide c in co p ies en red o n d o .»
-« P re s é n ta m e tu to rtu g a» - l e dijo el p rín cip e.
C u an d o tu v o an te sí a la to rtu g a, el p rín cip e no sab ía si m a ­
tarla o c o n se rv a rla v iva. E n m edio de e sta d u d a, o rd e n ó e c h ar
las suertes, y la resp u esta fue: « M atar la to rtu g a p ara usos m án ­
d e o s 19 será fausto». C o n lo que se destripó a la to rtu g a , y en las
setenta y dos v eces q ue se a g u jereó su c a p a ra z ó n ,20 no erró ni
una so la.21
-« A q u e lla to rtu g a so b re n atu ral - d i j o C o n fu c io - pudo a p a ­
recerse en sueños al p ríniepe, m as no fue capaz de esc ap ar de la
red de Yu Ju. Su sab er le perm itió acertar sin e rro r setenta y dos
ad iv in ac io n e s, p ero no e x c u s a r q u e le sac ara n las trip as. D e
donde se co lig e que el sab er tien e sus riesgos y los sobrenatural
sus lim itacio n es. A un do tad o del m ás alto saber, hab rás m en es­
ter de m ile s h o m b re s p a ra e n c o n tra r so lu c io n e s .22 El p ez no
tem e la red, p ero sí al p elícan o . S ólo ren u n cian d o a los p e q u e ­
ños saberes p u ed e b rillar la gran sab id u ría; sólo re n u n cian d o al
bien se p u ed e m a n ife sta r la p ro p ia bondad. U na n iñ ito no ha
m en ester de un gran m aestro p a ra sab er hablar: v ive en tre q u ie ­
nes sab en hab lar.»

V IL D ijo H uí zi a Z h u an g zi: -« V u e stra s p alab ras no tienen


nin g u n a u tilid ad » .
A lo q ue Z h u an g zi replicó:
-« S ó lo co n o c ie n d o lo q u e no tien e u tilid ad se p u ed e h ab lar
con los d em ás de lo q ue la tien e. El C ielo y la T ierra no es que
no sean in m en sam en te g ran d es, m as lo que le es útil al hom bre
no va m ás allá del lu g ar d o n d e pone los p ies. Y aun si a los la ­
dos de sus pies se ex cavara la tierra h asta las F uentes A m arillas,
¿le seg u iría sien d o útil ese lu g ar?»
- « N o ten d ría u tilid ad alg u n a» - l e re sp o n d ió H ui zi.
- « P u e s en to n ce s - d ijo Z h u an g z i - , asaz d e c la ra está la utD
ü d a d de lo in ú til.»

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V II I. D ijo Z h u an g zi: - « S i un h o m b re p u ed e m o v erse lib re­


m en te y con to d a co m o d id ad , ¿ d e ja rá de h ac erlo ? Y si un h o m ­
bre no pued e m o v erse có m o d a y lib rem en te, ¿d e b erá ob stin arse
en ello ? E l á n im o d e h u ir d e já n d o se lle v a r p o r la c o rrie n te , la
actitu d d e ro m p er p o r co m p leto con el m undo, ¡ay!, ¿n o es a c a ­
so lo p ro p io de lo s h o m b res d e p e rfe c ta sa b id u ría y cu m p lid a
v irtu d ? H ú n d a se el m u n d o , q u e e llo s n o han d e v o lv erse atrás;
e n m ed io de un in cen d io m a n tié n e n se im p ertérrito s. A u n q u e
sean los unos señ o res, y v asallo s los otros, esto sólo es algo p a ­
sajero ; y al m u d a r los tiem p o s, y a no hay lu g ar p a ra te n e r a n a­
d ie en m en o sp re cio . P o r eso se d ice q u e el h o m b re p e rfe c to no
se p a ra en eso s trato s.
» V en erar lo a n tig u o y m e n o s p re c ia r lo p re se n te es la c o ­
rrie n te q u e sig u en los e ru d ito s.21 Si se co n sid e ra el m u n d o de
h o y seg ú n la c o rrie n te d e los tie m p o s d e X iw e i, ¿ p o d ría al­
g u ien v erse arra stra d o p o r ella? S ó lo el h o m b re p e rfe c to p u ed e
m o v erse lib re m e n te p o r el m u n d o , sin ap a rtarse ; só lo él puede
aco m o d arse a los h o m b res, sin p erd erse a sí m ism o . N o estu d ia
sus d o ctrin a s (las d e lo s a n tig u o s); só lo ac e p ta su v e rd ad ero
e sp íritu , p ero sin id e n tific a rse c o n ello s» .

IX . O jo s p e n e tra n te s v en co n c la rid a d , o íd o s p e n e tra n te s


o y en co n n itid e z , n a riz p e n e tra n te h u e le d iv e rsa m e n te , b o ca
p en e tran te g u sta c o n d istin c ió n , m en te p en e tran te co n o c e p e r­
fe ctam en te, s a b id u ría p e n e tran te es la v irtu d .24 T odo lo q u e es
T ao no se p u ed e esto rb a r; si se esto rb a , se o b stru y e, y d e p e r­
sistir e sa o b stru cció n , detu v iérase el cu rso natural de las cosas y
su rg ieran co n ello to d a su erte de m ales. L os seres d o ta d o s de
p ercep c ió n n e c e sita n del h á lito ;25 y si éste no flu y e en ello s li­
brem en te, no es cu lp a del C ielo. El h álito del C ielo lo penetra, y
d ía y n o ch e no cesa; es el h o m b re m ism o el q u e o b stru y e sus
ab e rtu ra s.26 L a m em b ra n a (del c u e rp o h u m an o ) tie n e esp a cio s
v acío s,27y así el esp íritu puede m overse librem ente con el C ielo.
C u an d o en u n a c a sa n o hay lu g are s v ac ío s, su eg ra y n u era se

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Libro XXVI. Las cosas exteriores

pelean; si el esp íritu no p u ed e m o v erse lib rem en te con el C ielo,


los seis o rific io s 28 en tra n en co n flic to . L o s g ra n d e s b o sq u es,
las c o lin as y m o n tañ as, son b u en o s p a ra el h o m b re, p o rq u e su
esp íritu h a lla en ello s in co m p arab le c o m o d id a d y so sieg o .

X. D e sb o rd a la v irtu d en la fa m a , y la fa m a d e sb o rd a en la
ex c esiv a o sten tac ió n . D e las u rg e n cias su rg en las tra z a s, d e las
luchas nace la in telig e n cia, y de la a c titu d c o n se rv a d o ra n acen
las b arreras. L a lab o r de los m a n d a rin e s d eb e se r b u sc a r lo q u e
a la m u ltitu d co n v ien e . C u a n d o en p rim a v e ra llu ev e en tiem p o
oportuno, y erb as y árb o les crece n vig o ro so s; em p iez an a e sc a r­
dar las az ad as, p ero m ás d e la m ita d d e las p la n ta s y y erb as s i­
guen b ro tan d o , sin q ue n ad ie sep a p o r qué.

XI. E l s o sie g o de la m e n te p u ed e c u ra r u n a en fe rm e d a d ;
fro tar su av e m e n te los p á rp a d o s29 es re m e d io en la v ejez; la c a l­
m a p u ed e d e te n e r la a g itac ió n . A un así, es el h o m b re ag o b iad o
de trab ajo el que h a m en este r d e ello , que q u ien g o za de p az in­
terio r n u n ca se cu id ó de c o n o c e rlo . L o q u e del sab io m ara v illa
al m undo en tero , el h o m b re esp iritu al n u n ca cu ró d e conocerlo;
lo q u e d e u n h o m b re d e h o n o r m a ra v illa a su p a ís, el sab io
n u n ca c u ró d e co n o c e rlo ; lo q u e h ac e el h o m b re v u lg a r p o r
aco m o d arse a los tiem p o s, el h o m b re d e h o n o r n u n c a cu ró de
co n o cerlo .

XII. E n la p u e rta Yan h u b o un h o m b re q u e, a la m u erte de


sus p ad res, d io tales m u estras de d o lo r que acabó arru in an d o su
salud. N o m b rá ro n le p o r ello m aestro d e m a n d arin es. Im itá ro n ­
le sus p aisan o s, y la m ita d d e e llo s ac ab ó m u rien d o .
Yao q u iso c e d e r el im p erio a X u You, y X u You huyó; T ang
quiso c e d e r el im p erio a W u G u a n g , y W u G u a n g se en fu rec ió .
E n terad o Jitu o , se re tiró co n sus d isc íp u lo s a las o rilla s del río

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Libros varios: Za Pian

K u a n , y h asta a llí fu e ro n to d o s los señ o res fe u d a le s a p re s e n ­


ta rle su s re sp e to s. Al ca b o d e tres añ o s, p o r la m ism a razó n
S h en tu Di se arro jó al R ío.

X III. L a n a s a sirv e p a ra c o g e r p ec es; c o g id o el p ez, o lv íd a ­


te d e la n asa. L a tra m p a sirv e p a ra c a z a r co n e jo s; c a z a d o el
co n ejo , o lv íd ate de la trampa.-10 L a p alab ra sirve p ara ex p resar la
idea; co m p re n d id a la idea, o lv íd ate de la palabra. ¿C ó m o p o d ría
yo e n c o n tra r co n un h o m b re q u e h a y a o lv id a d o las p alab ras,
p a ra p o d e r h a b la r co n él?

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LIBRO XXVII. PALABRAS
ALEGÓRICAS

I. P alab ras aleg ó ricas son n u ev e de ca d a d ie z ;1 siete de cad a


diez son p a la b ra s de p e s o ;2 las p ala b ra s e sp o n tá n e a s ' son co sa
de to d o s los d ías, y lo q u e m e jo r se c o n fo rm a a los p rin c ip io s
del C ielo .
N u ev e de c a d a d iez son p a la b ra s ale g ó ric a s, p a la b ra s que
fin g id am en te se p o n en en b o c a d e o tro s h o m b res. U n p ad re no
hace de c a sa m e n te ro de su p ro p io h ijo , p u es n u n c a p o d rá ig u a ­
lar a o tro al tiem p o de e lo g ia r las p re n d as d e su hijo. E sto no es
culpa m ía, la c u lp a es del otro . A c ép tase lo que e s tá d e acu erd o
con la p ro p ia o p in ió n , y lo q u e no e stá de ac u e rd o se rech az a;
estím ase v e rd ad ero lo que es c o n fo rm e a la p ro p ia o p in ió n , y lo
que no lo es se tien e p o r falso .
S iete de ca d a d iez son p alab ras d e p eso , p alab ras co n q u e se
detienen las d isp u tas, pues son p alab ras de los an c ia n o s.4 M as si
lo que d icen carece de o rd e n y fu n d a m e n to , b ien q u e sean en
edad m ayores, vano será llam arles ancianos, y no se les podrá te ­
ner p o r n u estro s m ay o res. S er h o m b re y no te n e r ta len to , v irtud
y Saber, es no ten er el Tao del hom bre; al que, siendo hom bre, no
d en e el T ao del h o m b re, se le d ice h o m b re v iejo y g astad o .
L as p a la b ra s e sp o n tá n e a s son c o sa de to d o s los d ías, a rm o ­
nizan con los lím ites del C ielo , se aco m o d a n co n la lib ertad del
natural d isc u rrir, y a s í (el sab io ) lleg a en p az al té rm in o d e sus

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a ñ o s .' El q ue no h ab la, se hace uno co n la n atu ra le z a de las c o ­


sas; si ese h acerse uno se m ezcla co n p alab ras, y a no es hacerse
uno; y si las p ala b ra s se añ aden a e se h ac erse uno, éste d e ja de
serlo . P o r eso se d ic e q u e es m e n e ste r h a b la r sin h ab lar.6 El
q u e h ab la sin h ab lar, h ab la to d a su v id a, au n q u e p arece que
n u n ca hab la; no h a b la en to d a su vida, y n u n ca d e ja d e hablar.
P o r u na parte pued e ser, p o r otro lado no puede ser; p o r una p ar­
te es así, p o r o tro lad o no es así. ¿P o r q u é es así? E s a s í p o rq u e
es así. ¿P o r q u é n o es así? N o es a s í p o rq u e no es así. ¿ P o r qué
p u ed e ser? P u ed e se r p o rq u e pu ed e ser. ¿P o r qué no p u ed e ser?
N o p u ed e se r p o rq u e no p u ed e ser. T odas las co sa s p o r fu erza
tie n e n su « es» , y p o r fu e rz a to d as las co sas tien en su « p u ed e
ser». N ad a h ay q u e no te n g a su « es» , ni n ad a q u e no te n g a su
« p u ed e se r» .7 D e n o e x is tir las p a la b ra s esp o n tá n e a s, q u e son
c o sa d e to d o s los d ía s y lo q u e m e jo r se co n fo rm a a los p rin c i­
p io s del C ielo , ¿c ó m o se p o d ría p e rse v e ra r p o r larg o tie m p o ? 8
L o s m illo n es de seres tien en ca d a uno su e sp e c ie , y se van s u ­
ce d ie n d o unos a o tro s b ajo fo rm as d iferen tes. Su p rin cip io y su
fin es com o un círcu lo , del que no nos es dad o co n o c er la razón.
E s lo que llam an la Ig u a ld a d del C ie lo .9 L a Ig u a ld a d del C ielo
es el p rin cip io del C ielo .

II. Z h u an g zi d ijo a H ui zi: -« C o n fu c io , a su s se se n ta años,


h a b ía m u d ad o de o p in ió n se se n ta v eces. S ie m p re ac a b a b a p o r
e stim a r fa lso lo q u e al p rin cip io te n ía p o r v erd ad ero . N o p o d ía
afirm a r q u e lo q ue ah o ra ten ía p o r v erd ad ero no fu e ra lo que te ­
n ía p o r fa lso a su s c in c u e n ta y n u e v a años».
-« C o n fu c io - d i j o a esto Hui z i - siem p re se m o stró an im o so
y n u n c a d ejó de u sa r su in telig e n cia.»
-« C o n fu c io - r e p lic ó Z h u a n g z i - re n u n c ió a u sar d e su in te­
lig e n c ia , a u n q u e n u n c a lo d ije ra . L o q u e sí d ijo fue: “ D e la
g ra n raíz re cib im o s n u e stro talen to , y p a ra v iv ir d eb e m o s g u a r­
d ar n u estra en e rg ía esp iritu al. N u estro s sen tid o s han de a c o m o ­
d arse a su ritm o , y a su n o rm a n u estra s p a la b ra s” . E x p u so ante

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Libro XXVII. Palabras alegóricas

los h o m b res el in teré s y la ju s tic ia , y si d istin g u ó lo b u en o y lo


m alo , lo v erd ad ero y lo fa lso , no fue m ás q u e p a ra d á rse lo a
p ro b a r a los d em ás; a s í c o n sig u ió g a n a rse el c o ra z ó n d e los
h o m b re s, p a ra q u e no o sa ra n re b e la rs e , y e s ta b le c e r d e ese
m o d o la e s ta b ilid a d del m u n d o . M as, ¡b a sta ya! ¡B a sta ya!
¿C óm o p o d ría yo co m p a ra rm e co n él?»

I I I . T o rn ó Z en g zi a se r m a n d a rín , y sus se n tim ie n to s ta m ­


bién m u d a ro n ."’ D ijo así: « L a p rim e ra v ez q u e o c u p é el ca rg o
vivían m is p ad res; re cib ía d e e m o lu m e n to tan só lo cu a tro fa n e ­
gas de g ra n o , m as sen tía co n te n to en m i co razó n . L a seg u n d a
vez m is em o lu m en to s h an m o n tad o q u in ien to s a lm u d íe s," pero
no m e h a sid o d a d o v er g o z a r d e e llo a m is p a d re s, p o r lo que
mi co razó n e s tá em b arg ad o de tristeza » .
P reg u n taro n a C o n fu cio sus d iscíp u lo s: - « E n un c a so co m o
el de S h en (Z e n g z i), ¿ p o d ría d e c irse q u e no h u b o c u lp a de
apego?»
- « S í q u e la h u b o en su ca so -re s p o n d ió C o n fu c io -. D e no
h ab er e x istid o e se ap eg o , ¿ h u b ié ra se aflig id o de e se m o d o ? El
hom bre libre d e apegos, no ve m ás d iferen cia en tre tres f u y tres
m il zh o n g q u e la q u e p u ed e e n c o n tra r en tre un g o rrió n y un
m o sq u ito q u e p a sa ra n v o lan d o an te él.»

IV. Y ancheng Z iy o u d ijo a D o n g g u o Z iqi: - « D e s p u é s que


em pecé a o ír sus en señ an zas, al cab o del p rim er añ o re to m é a la
sim p licid ad n atu ral; al cab o del seg u n d o , ya p u d e ac o m o d a rm e
a las cosas; al tercero , fui cap az de penetrarlo to d o sin h allar e s­
torbo; al cu arto , m e hice uno con los d em ás seres; al q u in to , los
seres acudían a m í; al sexto, el espíritu entró en m í;12 al séptim o,
roe hice id én tico c o n el C ielo : al o ctav o , ig n o rab a la v id a y la
rouerte; al n o v en o , fue la gran m a ra v illa » .”

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V. A c tu a r m ie n tra s se vive es c a m in a r h ac ia la m u erte. P e r­


suád ese a las g en tes del m u n d o ,14 que la m uerte del hom bre tiene
un a cau sa; y q u e la v id a, sien d o Y an g ,15 c a rec e de o rig en . M as
¿es realm en te c ie rto to d o esto ? ¿D ó n d e está lo q u e co n v ien e ?
¿D ó n d e lo q ue no c o n v ie n e ? El C ielo es re g u la r co m o los n ú ­
m e ro s ,16 y la T ierra sirv e de ap o y o a los h om bres. ¿A d ó n d e iré
yo a b u scar (la ca u sa de todo esto)? N o co n o cien d o nadie su fin,
¿có m o po d rem o s afirm a r que no existe un destino? Si vem os se ­
res q u e se co rre sp o n d e n m u tu am en te, ¿có m o p o d re m o s afirm a r
q u e no hay esp íritu s? Si v em o s seres q u e no se co rresp o n d en
m u tu am en te, ¿có m o p o d re m o s a firm a r q u e hay esp íritu s?

V I. L a so m b ra d e la so m b ra p re g u n tó a la so m b ra :17 -« P o c o
h a q u e a b a ja b a s la c a b e z a , y a h o ra la lev an ta s; p o co h a que
tra ía s el ca b ello re c o g id o , y ah o ra lo llev as suelto; p o c o h a que
e sta b a s sen tad a , y a h o ra te p o n es en pie; p o co ha q u e c a m in a ­
b as, y ah o ra te p aras. ¿P o r q u é eres así?»
- « ¿ P o r q u é p re g u n ta s co sa s d e p o c a m o n ta? - d i j o la s o m ­
b ra -, Soy así sin sab e r p o r qué. S oy co m o el cap arazó n de la ci­
g a rra , co m o la p iel de la serp ie n te . P a re z c o , p ero n o soy. M e
m u e stro a la lu z del fu e g o y a la d el sol; co n la o sc u rid a d y la
n o ch e d e sa p a re z c o , ¿A caso d ep e n d o de a q u e llo s ? IS ¡Y m en o s
aún lo q ue de n ad a d epende! C u an d o viene, vengo con él; c u a n ­
do se va, co n él m e v o y ; c u a n d o se m u ev e, m e m u e v o co n él.
M e m u ev o , e so es to d o . ¿Q ué se p u ed e p re g u n ta r? »

V II. Yang Z iju v ia ja b a h acia el sur, ca m in o de P ei. L ao D an


h ab ía p artid o h ac ia el o este, ca m in o d e Q in. H ab ían co n c ertad o
verse en las afu eras de la ciudad, y así que Yang Z iju llegó a las
tie rra s d e L ian g , e n c o n tró L ao zi. E n m ed io del c a m in o , L ao zi
alzó su m irada al C ielo y dijo suspirando: -« A n te s ten ía para m í
q u e se te p o d ría e n se ñ a r, m as a h o ra he v isto q u e no». Y ang
Z iju no d ijo n ad a.

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Libro XXVII. Palabras alegóricas

L leg a d o s q u e fu e ro n al alb erg u e, Y ang Z iju o fre c ió a L ao zi


una jo fa in a p ara lav arse y e n ju a g a rse la b oca, a s í co m o u n a to ­
alla y un p eine. D esp ués se q u itó el calzad o fu e ra d e la p u erta y,
an d a n d o so b re las ro d illa s, se lleg ó h asta él y le d ijo : -« A n te s ,
este su d isc íp u lo q u iso p ed irle in stru c c ió n , p ero co m o el m a e s­
tro c a m in a b a y no te n ía lugar, n o o só h ac erlo . A h o ra q u e tien e
co m o d id ad , p e rm íta m e le p re g u n te cu ál h a sid o m i falta» .
- « C o n e se tu ta lle tan a lta n e ro 19 - l e d ijo L ao z i- ; ¿q u ién
p o d ría v iv ir co n tig o ? L a gran b la n c u ra p arece n eg ra; la a b u n ­
d an te v irtu d p arece no ser b a s ta n te .» 20
C o rrid o , Y ang Z iju d ijo co n d em u d a d o se m b lan te: - « E s c u ­
cho con g ran re sp e to la am o n e sta c ió n del m a e stro » .
C u an d o Y ang Z iju lleg ó la p rim e ra v ez , to d a la fa m ilia del
alb erg u e se h ab ía re u n id o p a ra re c ib irle , el p o sa d e ro le h ab ía
o frecid o la e s te rilla p a ra q u e se sen tara, su m u je r la to a lla y el
p ein e, los q u e estab a n en el a lb e rg u e 21 se h a b ía n le v a n ta d o de
sus esterillas, el c o c in e ro h ab ía d e ja d o el fogón. A l v o lv e r a h o ­
ra, los del a lb erg u e le d isp u ta ro n la e ste rilla .

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LIBRO XXVIII. D E LO S REYES
QUE ABD ICARO N

I. Yao q u iso c e d e r el im p erio a X u Y ou, y X u You re h u só .


E n to n ce s q u iso ce d é rse lo a Zi Z h o u Z h ifu , y éste le d ijo: -« Q u e
se m e n o m b re h ijo d el C ie lo p u e d e ser; m as es el c a so q u e de
p resen te m e h a to m ad o un serio m a l,1 del q u e m e esto y curando.
A s í p u es no te n g o tie m p o p a ra g o b e rn a r el im p erio » . S ie n d o el
im p erio lo m ás im p o rta n te , n o q u iso él m e n o sc a b a r su v id a con
a q u e lla h o n ro s ís im a c a rg a , ¡m en o s lo h ic ie ra c o n lo s d e m á s
neg o cio s! S ó lo se p u ed e co n fia r el g o b iern o del im p erio a qu ien
no se sirv e d el im p e rio .2
S h u n q u iso c e d e r el im p erio a Zi Z h o u Z h ib o , y éste le dijo:
- « D e p resen te m e h a to m ad o un serio m al, del que m e esto y c u ­
ra n d o , A s í p u es n o te n g o tie m p o p a ra g o b e rn a r el im p erio » .
E sta r al fren te d el im p e rio es el m ás a lto h o n o r, m as n o se p u e ­
d e tro c a r la p ro p ia v id a p o r ello . A h í e s tá la d ife re n c ia e n tre el
h o m b re q u e p o se e el T ao y el c o m ú n d e los h o m b res.
S h u n q u iso c e d e r el im p e rio a S h an Ju an , el cu a l le dijo:
-« E s to y p la n ta d o e n m e d io del e sp a c io y del tie m p o . E n in ­
v ie rn o m e v isto c o n p ie le s y te la d e lan a, y en v e ran o d e d e lg a ­
d o c a ñ a m a z o ;1 en p rim a v e ra aro lo s c a m p o s y sie m b ro , y m i
c u e rp o p u ed e so p o rta r tales fatig a s; en o to ñ o re co jo la co se ch a,
y m i c u e rp o p u ed e y a re p o sa r y a lim e n ta rse . S alg o a tra b a ja r
c o n el so l, y c u a n d o se p o n e , m e re tiro a d escan sar. V ivo a s í li­

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Libro XXVIII. De los reyes que abdicaron

bre y h o lg a d o e n tre el C ie lo y la T ie rra , y m i c o ra z ó n e s tá s a ­


tisfech o y co n ten to . ¿Q u é se m e d a a m í del im p erio ? ¡L ástim a!
¡No m e co n o c éis!» L u eg o d e reh u sar, se re tiró a lo m ás p ro fu n ­
do de la m o n ta ñ a , y y a n ad ie su p o d ó n d e h ab itab a .
Q u iso S h u n c e d e r el im p erio a un su am ig o lla m a d o L a b ra ­
dor de S h ih u . E ste le d ijo : - « ¡ C u á n to tra b a jo y a m arg u ras! ¡Mi
so b eran o es u n h o m b re a b ru m a d o d e fa tig a s!» C o n e llo q u iso
sig n ific a r q u e la v irtu d d e S h u n a ú n n o e ra b a sta n te . D e sp u é s
c arg aro n c o n sus b u lto s, el m a rid o a las e sp a ld a s y la m u je r so ­
bre la cab eza, y llev an d o co n sig o a sus hijos se e m b arcaro n y ya
no re to rn a ro n n u n c a m ás.

II. El g ra n rey D a n fu h a b ita b a e n B in, c u a n d o lo s b á rb a ro s


del n o rte 4 lo a tac aro n . O fre c ió le s p ie le s y telas, p e ro e llo s no
a c ep taro n ; o fre c ió le s p erro s y ca b a llo s, y sig u ie ro n sin acep tar;
o freció les p e rla s y ja d e s , y ta m p o c o ac e p ta ro n . P u es lo q u e los
b árb aro s q u e ría n e ra n tierra s. D ijo D an fu : - « N o s o p o rto v iv ir
con h erm a n o s m ay o re s a c u y o s h erm a n o s m en o res h e m an d ad o
a la m u erte , ni co n p ad res a c u y o s h ijo s a la m u e rte e n v ié . E n
c u a n to a v o so tro s, ¡sed fu e rtes y q u e d a o s aquí! ¿Q u é d ife re n c ia
hay e n tre se r sú b d ito s m ío s o d e lo s b á rb a ro s? A d e m á s ten g o
oíd o q u e n o se d e b e sa c rific a r a lo s q u e se a lim e n ta p o r te n e r
con q u e a lim e n ta rlo s» . Y d ich o e sto , se p a rtió d el lu g a r a p o y a ­
do en su b astó n . El p u e b lo le sig u ió , tira n d o d e su s c a rro s ,5 y
fu n d a ro n un n u e v o e sta d o al p ie del m o n te Q i. D el g ra n rey
D an fu p u e d e d e c irs e q u e s a b ía re s p e ta r la v id a. El q u e sab e
resp etar la v id a, au n q u e sea n oble y rico, nunca m e n o sc a b a rá su
c u e rp o p o r c o n s e v a r su d ig n id a d y riq u ez as; y a u n q u e p o b re y
h u m ild e , n u n c a fa tig a rá su c u e rp o p o r o b te n e r m a te ria le s p ro ­
vech o s. L o s h o m b res d e hoy, si son alto s m an d arin es o re sp e ta ­
dos d ig n a ta rio s, to d o s m iran m u c h o d e no p e rd e r su co n d ició n .
Ven un b e n e fic io , y lu eg o al in sta n te se o lv id a n d e su p ro p ia
vid a. ¿N o es e sto , p o r v e n tu ra , g ra n d ísim o e x tra v ío ?

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I I I . L as g en te s d e Yue h ab ían d a d o m u e rte a su s so b eran o s


en tre s g e n e ra c io n e s. T em e ro so d e c o rre r la m ism a su e rte , el
p rín c ip e S ou se re fu g ió en la g ru ta del C in a b rio , co n lo q u e el
e s ta d o de Yue se q u e d ó sin so b eran o . R o g aro n al p rín c ip e Sou,
q u e re h u só acep tar, y en to n ce s se lleg aro n h asta la g ru ta del C i­
n ab rio . C o m o el p rín c ip e S ou no c o n sin tie ra en salir, las g en tes
d e Yue a h u m aro n la cu e v a q u e m a n d o arte m isa . H ic ié ro n le d e s ­
p u é s su b ir a u n a c a rro z a re a l,6 y c u a n d o el p rín c ip e S ou se a g a ­
rró a las cu erd as p a ra m o n ta r en ella, alzó los ojos al cielo y e x ­
cla m ó su sp iran d o : -« ¡A y , trono! ¡Ay, trono! ¿P o r q u é no te has
olv id ad o de m í?» L o q u e ab o rrecía el p rín cip e Sou no era el tro ­
no, sin o las d esg racias que acarrea el ocuparlo. D el p rín cip e Sou
p u e d e d e c irse q u e n o q u e ría m e n o sc a b a r su v id a p o r to d o un
re in o , y e sa fue la ra z ó n de q u e las g en te s de Yue lo d ese ara n
p o r so b eran o .

IV. L os e s ta d o s d e H an y d e W ei lu ch ab a n p o r un te rrito rio .


M a e stro H u a z i7 fu e a v e r al m a rq u é s Z h a o x i, al q u e h alló con
tris te se m b la n te . D íjo le M ae stro H u a zi: - « S i hoy el im perio*
e s c rib ie ra an te m i se ñ o r un e sc rito c o n este so le m n e c o m p ro ­
m iso: “ Q u ien lo asg a co n la m an o izq u ierd a, p erd erá la derecha;
q u ie n lo asg a c o n la d e re c h a , p e rd e rá la izq u ierd a. M as aquel
q u e lo asg a , te n d rá el im p e rio ” , ¿m i se ñ o r lo a siría ? »
- « M i h u m ild e p e rs o n a no lo a siría » -r e s p o n d ió el m arq u é s
Z h ao x i.
- « ¡ M u y bien! -e x c la m ó M a e stro H u a z i- . C o n sid e rá n d o lo
a sí, los d o s b ra z o s son m ás im p o rta n te s q u e el im p e rio , y el
cu erp o m ás que los do s brazos. El estad o de H an es h arto m enos
im p o rtan te q u e el im p erio , y el te rrito rio p o r el q u e h o y peleáis
e s h a rto m e n o s im p o rta n te q u e el e s ta d o de H an . ¿ P o r q u é,
pu es, aflig e m i se ñ o r su p erso n a co n m en o scab o de su vida, c u i­
ta d o co m o e stá p o r no p o d e r c o n q u is ta rlo ? »
-« ¡B ie n ! -e x c la m ó el d u q u e -. M u ch o s son los h o m b re s que
h an q u e rid o p e rs u a d irm e , m as n u n c a o í p a re c id a s ra z o n e s.»

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Libro XXVIII. De los reyes que abdicaron

B ien p u ed e d e c irs e q u e M a e stro H u a zi sab ía d is tin g u ir lo


que es de g ran m o m e n to de lo q u e no tie n e im p o rta n c ia .

V. H a b ie n d o o íd o d e c ir el p rín c ip e d e Lu q u e Yan H e e ra un
hom bre q u e h a b ía a lc a n z a d o el T ao, d e sp a c h ó un e m isa rio co n
presen tes p o r m o stra rle sus re sp e to s. V ivía Yan H e en u n a h u ­
m ilde ca lle ju e la ; tra ía ro p as d e b u rd a te la , y él m ism o d a b a de
com er a los b ú fa lo s. C u a n d o lleg ó el e m isa rio d el p rín c ip e de
Lu, Yan H e en p e rs o n a salió a re c ib irle .
-« ¿ E s é s ta la c a sa d e Yan H e?» -p r e g u n tó el em isa rio .
- « S í - r e s p o n d ió Yan H e -, e sta es la ca sa de H e.» Y co m o el
em isario le e n tre g a ra los p re se n te s, d íjo le Yan H e: -« T e m o no
hayáis o íd o b ien , y q u e p o r ello os p u ed an castigar. M ejo r fuera
que os c e rtific a ra is sin q u e os q u e d e d u d a» . V olvióse el e m is a ­
rio, se in fo rm ó b ien de su co m isió n , y cu an d o to rn ó en b u sca de
Yan H e le fu e im p o s ib le e n c o n tra rlo . Ved a h í a un h o m b re
com o Yan H e, q u e v e rd a d e ra m e n te a b o rre c e las riq u e z a s y los
honores.
P or eso se dice: co n la v erd ad era ese n cia del Tao se g o b iern a
la p ro p ia p erso n a; c o n sus re sto s, se m a n e ja el e stad o ; co n sus
heces, se g o b iern a el im perio. Y a sí m irado, los m érito s de reyes
y e m p erad o re s, son p a ra el sab io n eg o c io s de p o co to m o , y que
no sirven p a ra la cab al p erfecció n de la p ro p ia p erso n a, p ara ali­
m en tar la v id a. L o s g ra n d e h o m b re s d e e sta é p o c a n u e stra p o ­
nen m u ch as v e c e s e n p e lig ro su p e rso n a y re n u n c ia n a su v id a
Por las co sas. ¿A caso no es la m en tab le? C ad a y c u a n d o q u e los
sabios ac tú a n , a n tes no d ejan d e e x a m in a r a d ó n d e v an y qué
harán. Si h o y d ía un h o m b re a s í d is p a ra co n u n a b a lle s ta la
Perla del m arq u é s d e S u i9 c o n tra un g o rrió n a m il v aras d e altu-
ra, a no d u d a r q u e to d o el m u n d o se m o fa rá de él. ¿ P o r q u é?
Porque h ab ría u sado de algo m uy v alio so p ara co n se g u ir algo de
escasísim o valor. P u es bien, la v id a ¿a caso no su p era en v alo r a
*a p e r la 10 d el m a rq u é s d e S ui?

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V I. M aestro L ie zi se hallaba en la m iseria, y el ham bre se re­


velab a en su ro stro . U n hom bre q u e había ven id o al estad o de
Z h en g de visita, dijo al consejero Z iyang: -« L ie Yukou es un le­
trad o que ha alcan zad o el Tao; vive en el estado de su señoría y se
halla en la m iseria; ¿quiere ello decir que su señoría no estim a a los
letrados?» Al punto Z iyang de Z heng ordenó a sus m andarines que
se le enviara grano. C uando M aestro Lie zi vio al m ensajero con el
g ran o , le salu d ó m u y co rté sm e n te u n a y o tra vez, p ero rehusó
aceptarlo. F u ese el m ensajero, y cu an d o M aestro L ie zi en tró , su
m u jer le m iró en o jad a y, golp eán d o se el pecho, le dijo: - « E s ta su
sierva tiene oíd o q ue todas las m ujeres de los hom bres que han al­
canzado el Tao llevan una vida có m o d a y feliz, y aquí estam os con
esta cara de h am brientos. Se entera su señoría, le en v ía a m i señor
co m id a, y m i señ o r no la acepta. ¿N o es esto un aciag o destino?»
- « S u s e ñ o ría n o m e c o n o c e - d i j o M a e stro L ie zi rie n d o -.
A lg u ie n le h a h a b la d o b ien d e m í y p o r e so m e h a e n v ia d o g ra ­
no. T am b ién p o d ría c a stig a rm e si a lg u ie n le h a b la ra m al d e mí.
P o r e so n o h e q u e rid o ac ep tar.»
Al fin al el p u e b lo se a m o tin ó y d io m u e rte a Z iy a n g ."

V II . C u a n d o el rey Z h a o d e C h u p e rd ió su r e in o ,12 un m a ta ­
rife d e c o rd e ro s lla m a d o Yue le ac o m p a ñ ó en su h u id a. C u an d o
el rey Z h ao v o lv ió a su re in o , q u is o re c o m p e n s a r a q u ie n e s le
h a b ía n seg u id o . C u a n d o le to c ó al m a ta rife d e c o rd e ro s Yue,
d ijo : -« C u a n d o el g ra n rey p erd ió su rein o , Yue p erd ió su oficio
d e m atarife; ah o ra el g ran rey h a re to m a d o a su rein o , y tam bién
Yue a su o ficio de m atarife. E ste h u m ild e siervo h a reco b ra d o su
c a rg o y su re n ta , ¡q u é m e jo r re c o m p e n sa !»
-« F u é r c e s e le a a c e p ta r» - d i j o el rey.
- « E s te h u m ild e sie rv o - d i j o el m a ta rife d e c o rd e ro s Y u e -
n o tu v o c u lp a d e q u e el g ra n rey p e rd ie ra su re in o ,y p o r e so no
h u b o lu g ar p a ra ca stig a rle ; ta m p o c o fue m érito d e este h u m ild e
sierv o q u e el g ran rey re co b ra ra su re in o ,y p o r eso n o hay razón
p a ra q u e re c ib a re c o m p e n sa .»

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Libro XXVIII. De los reyes que abdicaron

- « ¡ Q u e v e n g a a m i p re se n c ia !» - o r d e n ó el rey Z h ao .
- « E s n o rm a en el re in o de C hu - d i jo el m atarife d e c o rd ero s
Y u e- q u e só lo se re c ib a en a u d ie n c ia a q u ie n e s a n te s h an re c i­
bido im p o rta n te s re c o m p e n sa s p o r su s g ra n d e s m é rito s. P u es
bien, el ta le n to d e este h u m ild e sie rv o no b astó p a ra c o n se rv a r
el reino, ni su v alo r p ara m o rir a m an o s del invasor. C u a n d o las
tropas d e W u e n tra ro n en Y ing, n u e stra c a p ita l, m i h u m ild e
persona h u y ó del e n e m ig o te m ie n d o u n a gran d esg racia, q u e no
por seg u ir de in ten to al gran rey. A h o ra el g ra n rey q u ie re re c i­
bir en a u d ie n c ia a Y ue, q u e b ra n ta n d o n o rm as y p a c to s; no es
esto alg o p o r lo q u e este h u m ild e sierv o q u iera se le c o n o z c a en
todo el m u n d o .»
-« E s e m a ta rife d e c o rd e ro s Yue - d i j o el rey Z h a o a su c o n ­
sejero de la g u erra Z iq i- es de h u m ild e y baja co n d ició n , m as de
asaz e le v a d o s p en sa m ie n to s. Z iq i,13 o fre c e d le e n m i n o m b re el
cargo de te rc e r d u q u e .» 14
- « E l c a rg o d e te rc e r d u q u e - d i j o el m a ta rife d e c o rd e ro s
Y u e- b ien se m e alcan za que es h arto m ás noble q u e el o ficio de
m atarife; y q u e u n a re n ta d e m il a lm u d íe s 15 es m u c h ís im o m ás
de lo q u e g a n a un m a ta rife . M as ¿ c ó m o p o d ría d e ja rm e lle v a r
por la am b ició n d e ca rg o s y re n ta s, si co n ello h ag o c o b ra r a mi
rey fam a d e p ró d ig o in se n sa to ? Yue no o sa a c ep tar, y d e se a ría
re to rn ar a su o fic io d e m a ta rife d e co rd e ro s.»
A l fin al no co n sin tió .

V II I. Y uan X ian v iv ía en el e sta d o de L u, en u n a p e q u e ñ a


casa cu y a s p a re d e s no m ed ían m ás d e un e s ta d a l.16 El tejad o era
de y erb ajo s v e rd e s. L a p u erta , h e c h a c o n ram as d e p la n ta s s a l­
v a je s,17 no lle g a b a a c e rra r del to d o , y u n a ra m a d e m o re ra s e r­
vía de g o zn e . E ra la v en ta n a u n a v a sija ro ta, y u n a te la d e h a r­
p illera lo q u e s e p a ra b a las d o s h ab itac io n e s.'* El te ja d o te n ía
g o teras y el p iso h u m ed ad . P ero él, se n ta d o b ien d e re c h o , c a ñ ­
a b a a c o m p a ñ á n d o se d el c h in .19
Z igong vino a verle. M o n tad o en una carroza de grandes

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ca b a llo s, traía un v e stid o de c o lo r n eg ro y ro jo co n u n a ropa


b la n c a p o r e n c im a .20 L a c a rro z a n o c a b ía en la c a lle ja . S alió a
recibirle Yuan X ian tocado de un gorro viejo y ro to ,21 calzad o de
za p ato s llen o s d e ag u jero s y ap o y a d o en una ram a de quenopo-
d io a g u isa de b astó n .
-« ¡A h ! -e x c la m ó Z ig o n g -. ¿Q u é d e sg ra c ia le ha so b re v en i­
d o a mi señ o r?»
-« X ia n tien e o íd o -re s p o n d ió Yuan X ia n - q u e al q u e carece
de b ien es llam an p o b re, y d esg raciad o al que h ab ien d o e stu d ia­
d o el T ao22 no es ca p a z de p o n e r en o b ra lo ap ren d id o . A hora
X ian es p o b re , m as no d e sg ra c ia d o .»
Z ig o n g dio u n o s p aso s h ac ia atrá s, to d o co rrid o . E n tonces
Yuan X ian d ijo rien d o :
- « E s o de a n d a r siem p re c o m p la c ie n d o a la g en te, ju n ta rs e y
h a c e r am ig o s, e s tu d ia r p ara se r a lg u ie n , e n se ñ a r p a ra propio
b e n e fic io , o b ra r el m al b ajo el m an to d e la b e n e v o le n c ia y la
ju stic ia , la p o m p a y el bo ato de las lu jo sas carro zas, to d o eso es
alg o q u e X ian no so p o rta ría hacer.»

IX . Z en g zi v iv ía en el estad o de W ei. Vestía u n a ropa de bo­


rra sin fo rro .23 T en ía el ro stro h in c h a d o ,24 y las m an o s y los pies
llen o s de callo s. A v ec es p a sa b a tres d ías sin te n e r co n q u é e n ­
c e n d e r la lu m b re, y un v estid o d e b ía d u ra rle d iez añ o s. Si e n ­
d e re z a b a su g o rro , se le ro m p ían las cin tas; si tira b a de la p e ­
ch era de su v estid o , d ejab a sus c o d o s al d escu b ierto ; si m etía el
pie en su zap ato , se le salía p o r el taló n . A rra stra n d o sus rotos
za p ato s iba c a n ta n d o los him nos de S h an g ,25 y su voz llen ab a el
cielo y la tierra, cual si tocara toda una orquesta de instrum entos
de m etal y de p ied ra . El hijo del C ielo no h ab ía p o d id o p e rs u a ­
dirle p ara que e n tra ra a su serv icio , ni los señ o res fe u d ales para
que fu era su am igo. Y así es co m o el hom bre que cu ltiv a su ide­
al se o lv id a d e su c u e rp o , y el q u e c u ltiv a su c u e rp o se o lv id a
del m aterial b en eficio , y el que h a llegado al Tao se o lv id a d e su
p ro p ia m ente.

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X. C onfucio dijo a Yan Hui: -«¡V en aquí, Hui! Tu fam ilia es po­
bre y vives en una hum ilde casa. ¿P or qué no te haces m andarín?»
-« H u i no d ese a ser m an d arín -re s p o n d ió Yan H u i-; fu e ra de
las m u rallas tien e cin cu e n ta m u 26 de tierra que le b astan p ara to ­
m arse unas so p as, y d en tro o tro s d iez m u q u e le b asta n p ara
pro v eerse de sed a y cáñ am o . P a ra e sp a rc irse le b a sta to c a r el
chin, y p ara sen tirse co n ten to las d o ctrin as de su m aestro. A Hui
no le in tere sa n los ca rg o s.»
-« ¡E x c e le n te , tu m o d o de p en sar! - d i j o C o n fu c io , al q u e se
le h ab ía d em u d ad o el s e m b la n te -. Q iu h a oíd o d ec ir: “ El h o m ­
bre q ue sab e c o n te n ta rse no se fa tig a y e m b a ra z a p o r o b te n e r
gan an cias; el h o m b re q u e se sie n te satisfe c h o en su co razó n
no se a c o n g o ja c u a n d o algo p ierd e ; el h o m b re q u e c u ltiv a la
perfección in terio r no se av e g ü en za p o r no te n e r u n a b u en a p o ­
sición” . L arg o tiem p o h a que Q iu re cita estas razo n es, m as sólo
ahora las ve p u estas en o b ra en la p erso n a de H ui. E so es lo que
Qiu ha o b ten id o .»

X I. El p rín cip e M o u, señ o r d e Z h o n g sh a n ,27 d ijo a Z h an zi:


-« M i cu erp o se h a retirado a la N atu raleza,28 pero m i corazón si­
gue aún en el p a la c io de W ei, ¿Q u é p u ed o h ac er? »
-« E s tim a r altam en te v u estra v id a - l e dijo Z h an z i- . C u an d o
se estim a la v id a, se d e sp re c ia los b ien es m a te ria le s .» 2’
-« L o sé - d ijo a esto el p ríncipe M ou de Z h o n g sh a n -, m as no
soy ca p az d e d o m in a rm e .»
- « E l h o m b re q u e, no p u d ie n d o d o m in a rse - d i j o Z h an z i- ,
deja co rrer las co sas, ¿sentirá d isg u sto en su esp íritu ? El que, no
P udiendo d o m in a rse , se hace fu e rz a y no d eja c o rre r las co sas,
sufrirá un d o b le d añ o . S u frien d o un d o b le d añ o , no p o d rá c o n ­
tarse en tre los q u e a lca n zan la lo n g ev id ad .»
M ou de W ei e ra p rín cip e d e un estad o co n m ile s d e carro s;
Para él, v iv ir re tira d o en una g ru ta era h arto m ás d u ro y difícil
que p ara un h o m b re d el co m ú n . A u n q u e no lleg ó a a lc a n z a r el
Tao, b ien p u ed e d e c irse que tu v o e sa in ten ció n .

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X II. C u an d o C o n fu c io se vio ro d e ad o y en g ra n d e aprieto


en tre los e sta d o s de C h en y de C ai, d u ra n te siete d ías no pudo
co m e r ca lie n te , sin o só lo b eb e r c a ld o de y erb as sin ad itam en to
de cereales. Su ro stro d ab a m u estras d e ex ten u ació n , m as él, en
su h ab itac ió n , p ro se g u ía ca n ta n d o ac o m p a ñ án d o se d e su chin.
M ien tras Yan H u i e sta b a fu e ra re c o g ie n d o y erb as, Z ilu y Z i-
g o n g , h ab lan d o e n tre sí, d ecían : - « A n u estro m aestro le han
d este rra d o d o s v ec es d e L u, en W ei no le han p e rm itid o q u e ­
d arse, en S o n g c o rta ro n el árbol b a jo el q u e se h a b ía co b ijad o ,
en S h an g y en Z h o u se h alló en g ra n d ísim o a p rie to ,y ah o ra se
e n c u e n tra ro d e a d o en e ste lu g ar d e la fro n te ra e n tre C h en y
C ai.30 M atar a n u estro m aestro ya no es un crim en, ni se prohibe
cu b rirle de in ju rias.31 Y a p esa r de todo, ah í le tienes ca n ta n d o y
to c a n d o el ch in . ¿A q u é p u n to p u ed e lle g a r el im p u d o r de un
g ra n h o m b re?»
Yan Hui no su p o rep licarles; en tró y se lo refirió a C onfucio.
E ste ap a rtó de s í el ch in , su sp iró y d ijo: -« Y o u y Si son h o m ­
b re s d e p o ca ta lla .32 D iles q u e v en g a n , q u e he de h ab larles» .
E ntraron Z ilu y Z ig o n g , y el p rim ero dijo: -« ¡B ie n puede de­
cirse que e stam o s en ex tre m a d o a p rie to !»
-« ¿ Q u é p a la b ra s son ésa s? - d i j o C o n fu c io -. P ara un gran
h o m b re, c o m p re n d e r el T ao es e s ta r lib re, y no c o m p re n d e r el
T ao es h allarse en g ra n d e a p rie to .33 D e p resen te Q iu, q u e a lb e r­
g a en su p ech o el T ao de la b e n e v o le n c ia y de la ju s tic ia , está
su frie n d o los in fo rtu n io s d e un m u n d o su m id o en el d eso rd en ,
¿p o r q u é se h a de c o n sid e ra r esto un g ra n d e ap rie to ? E x am in o
m i in terio r y no m e v eo e n fe rm o 34 en lo q u e to ca al Tao; an te la
d esg racia, no he p erd id o mi virtud. S ólo cuando llegan los g ra n ­
des h ie lo s ,35 y cae la e sc a rc h a y la n ie v e , p o d em o s c o n o c e r la
fu e rz a con que c re c e n el p in o y el cip rés. E stas e stre c h e c e s e n ­
tre C h en y C ai, ¿n o serán p ara Q iu o c a sió n de d ich a? »
C o n fu c io , m uy re p o sa d a m e n te ,36 asió de n u ev o el ch in , y
ren o v ó su m ú sica y canto. Z ilu, estu siasm ad o , agarró un escudo
y em p ezó a bailar. Y Z ig o n g exclam ó: -« ¡N u n c a im aginé q u e el
C ie lo fu e ra tan alto y tan p ro fu n d a la T ierra!»

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Libro XXVIII. De los reyes que abdicaron

En los an tig u o s tiem p o s, los h o m b res que alca n zab a n el Tao


siem pre estab an felices, tanto en la ad v ersid ad co m o cu an d o las
co sas les eran fa v o rab les. Lo q u e les h ac ía fe lic es no e ra lo a d ­
verso o lo fa v o rab le. E stan d o en p o se sió n del T ao ,37 c o n s id e ra ­
ban lo adverso y lo fav orable com o la sucesión del frío y del ca ­
lor, del v ie n to y d e la llu v ia. P o r e so X u You pudo h o lg a rse en
Y ingyang y el co n d e de G o n g en Q iu sh o u .38

XIII. S hun q u iso c e d e r el im p erio a su am ig o W uze el N o r­


teño.39
-« ¡E x tra ñ o h o m b re, este so b eran o ! -e x c la m ó W uze el N o r­
teñ o -. V ivía en m ed io de los c a m p o s y las h u erta s, y se fu e al
palacio de Yao. Y no sólo esto, p ero q u e aun q u iere en su ciarm e
a m í con su m ism o im p ú d ico p ro ced er. M e sien to av e rg o n za d o
de sólo v erle .» Y se arro jó al ab ism o de Q in g len g .

XIV. P en san d o a ta c a r a Jie, T ang fue a b u sc a r a B ian Sui


para u rd ir la traz a. - « N o es asu n to q u e atañ a a m i p erso n a»
- le d ijo B ian Sui.
- « ¿ A q u ién p u e d o p ed ir co n se jo ? » - l e p re g u n tó T ang.
- « N o lo sé» - l e resp o n d ió .
Tang fu e a b u sc a r en to n ce s a W u G u a n g p a ra u rd ir la traza.
-« N o es asu n to que ataña a m i p ersona» - l e dijo W u G uang.
-« ¿ A q u ién p u ed o p e d ir co n se jo ? » - l e p re g u n tó T ang.
- « N o lo sé» - l e resp o n d ió .
- « ¿ O s p arece Y iy in ?» - l e p re g u n tó Tang.
- « E s m u y fu e rte - l e r e s p o n d ió - , y c a p az d e s o p o rta r las
afrentas; o tra co sa no sé.»
C on esto T ang, ac o n sejad o de Y iyin, urd ió la tra z a p a ra ata-
Car a Jie. V encido é ste , T ang o fre c ió el tro n o a B ian Sui. E ste
rehusó d icien d o : - « E l que mi so b eran o an tes de a ta c a r a Jie m e
c°n su lta ra , p ru e b a es d e que m e te n ía p o r un b an d id o ; y el que
ahora, vencido Jie, m e ofrezca el trono, es prueba de que m e tie­

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Libros varios: Za Pian

n e p o r un h o m b re am b icio so . H e n a c id o en una é p o c a en que


re in a el d e so rd e n , y un h o m b re sin T ao v ien e p o r d o s v eces a
m a n c illa rm e c o n su im p ú d ic o p ro c ed er. N o p u e d o s o p o rta r se­
g u ir o y en d o e sta s co sa s» . Y se a rro jó al río Z h o u y se ahogó.
D e sp u é s de e sto , T ang o fre c ió el tro n o a W u g u a n g d icién -
d o le: - « Q u e el q u e sab e d isp o n g a la traz a, q u e el b ra v o la lleve
a b u e n térm in o , q u e el h o m b re b e n e v o le n te o c u p e el tro n o : he
a h í el p rin c ip io o b se rv a d o d esd e a n tig u o . ¿ P o r q u é m i m aestro
no o c u p a el tro n o ? »
W u g u an g re h u só d icien d o : - « D e r r o c a r a un so b e ra n o no es
se r ju sto ; m a ta r a la g en te del p u e b lo n o es se r b en e v o le n te,
a p ro v e c h a rse d e los riesg o s y d ific u lta d e s a jen a s no es s e r p ro ­
bo. T en g o o íd o d ecir: N o ac ep tes re n ta s de q u ien no es ju sto , ni
p is e s la tie rra d e un m u n d o sin T ao. ¡Y m en o s c u a n d o se me
q u ie re h a c e r so b eran o ! Ya no so p o rto se g u ir v ien d o esto » . Y se
ató u n a g ran p ie d ra a la e sp a ld a y se h u n d ió en el río L u.

XV. A n tañ o , c u a n d o se fu n d ó la d in a stía Z h o u , h u b o dos


n o b les varo n es q u e v iv ían en el estad o d e G uzhou; llam áb ase el
u n o B o Yi, y S h u q i el otro . H a b la n d o e n tre sí, d ije ro n un día:
- « H e m o s o íd o d e c ir q u e en el o e ste h ay un h o m b re q u e parece
p o s e e r el Tao. ¿ P o r q u é no v am o s a v e rle ? »
L leg a d o s q u e fu e ro n a Q iy a n g ,40 el rey supo d e su v e n id a , y
al p u n to d e sp a c h ó a S h u d an p a ra q u e fu e ra a v erlo s, y les o fre ­
c ie ra u n a alian z a.
—« S e os e le v a rá v u estra ren ta en dos g rad o s, y se os n o m b ra ­
rá m a n d a rin e s d e p rim e ra clase. S e lla re m o s el d o c u m e n to de
alian za con sangre de un sacrificio y lo guardarem os bajo tierra.»
M irá ro n se los d o s h o m b res, y d ije ro n rien d o : - « ¡ A h , qué
ex tra ñ o ! E sto no es lo q u e llam am o s Tao. C u an d o o tro ra S hen-
n o n g g o b e rn a b a el im p erio , c e le b rá b a n s e co n la m a y o r d e v o ­
c ió n los sa c rific io s de las c u a tro e s ta c io n e s , p ero sin p e d ir p a r­
tic u la re s fa v o res; y se tra ta b a a las g en te s co n to d a le a lta d y
c o n fia n z a , y co n to d a d ilig e n c ia se les se rv ía , m as sin p ed ir

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Libro XXVIII. De los reyes que abdicaron

nada a cam b io . A l q u e g u sta b a d e a d m in istra r los n e g o c io s, se


le en c o m e d ab a la a d m in istra c ió n ; y c o n fiá b a se el g o b ie rn o a
quien g u s ta b a d e g o b ern ar. N o se b u sc a b a c o s e c h a r é x ito s a
costa de la ru in a ajen a , no se e n sa lz a b a uno m ism o h u m illan d o
a los d em ás, no se b u sc a b a o b te n e r p ro p io b e n e fic io d e las c o ­
yunturas fa v o rab les. A h o ra, en c a m b io , los Z h o u , v ie n d o el d e ­
sorden de la d in a s tía Y in, se h an d a d o p risa p o r c o n q u is ta r el
poder. Se estim a las in trig as y se p ra c tic a el c o h e c h o ;41 c o n s é r­
vase la au to rid ad co n la ay u d a d e las arm as; sacrifican an im ales
por sellar sus co m p ro m iso s y tenerse lealtad; alard ean de sus ac ­
tos p o r p e rs u a d ir a la m u ltitu d ; se m a ta y se ag re d e p o r te n e r
particu lar b en e ficio . E sto es fo m e n ta r el d eso rd en p ara tro ca rlo
por la tiran ía. H e m o s o íd o d e c ir q u e los n o b les v a ro n e s d e a n ­
taño no re h u s a b a n un c a rg o c u a n d o el o rd e n re in a b a , y q u e
ante el d eso rd e n no se afan ab a n p o r m an te n e rse en u n a v u lg a r
existencia. H o y d ía el m u n d o se h a lla en tin ie b la s. L a v irtu d de
los Z h o u se h a d e b ilita d o . M ás v ale q u e nos a p a rte m o s p ara
guardar lim p ia n u e stra co n d u cta, q u e no m an cillar n u estra s p e r­
sonas co n el tra to de lo s Z h o u » .
P artiéro n se , p u es, los dos h a c ia el n o rte y lle g a ro n al m o n te
S h o u y an g , d o n d e fin a lm e n te m u rie ro n d e h a m b re . H o m b re s
com o B o Yi y S h u q i, au n q u e p u d iero n o b ten er h o n o re s y riq u e ­
zas, ab stu v iéro n se de c o n d u c ta s to rcid a s. C on n o b le en tereza ,
rehusaron co m p o rta rse co m o los h o m b res v u lg ares; só lo b u s c a ­
ron co n ten to en su p ro p io ideal, y no p ersig u iero n m u n danos n e ­
gocios. A h í se ve la e n te re z a de eso s d o s n o b les v aro n es.

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LIBRO XXIX. ZHIELBANDIDO

I. C o n fu c io e ra a m ig o d e L iu x ia J i . 1 E ste te n ía un h erm ano


p e q u e ñ o al q u e lla m a b a n Z hi el B a n d id o . Z hi el B a n d id o había
re u n id o u n a g ra n p a rtid a d e n u e v e m il h o m b re s, c o n la q u e re ­
c o rría to d o el im p e rio . In v a d ía los te rrito rio s d e lo s señ o res
fe u d a le s , s a q u e a b a las c a sa s, se a p o d e ra b a d e b ú fa lo s y c a b a ­
llo s, ra p ta b a a las m u je re s y a las h ijas. E n su c o d ic ia no p e rd o ­
n a b a ni a su s p ro p io s p a rie n te s; n o m ira b a p o r su s p a d re s y
h e rm a n o s, ni o fre c ía sa c rific io s a su s an te p a sa d o s. E n lo s lu g a­
res p o r d o n d e p asa b a, si eran g ra n d es estad o s m o n ta b a n guardia
en las m u ra lla s, y si p e q u e ñ o s, se e n c e rra b a n e n su s re d u c to s.2
T o d as las g e n te s s u fría n so b re m a n e ra .
D ijo C o n fu c io h a b la n d o co n L iu x ia Ji: - « U n p ad re d e b e ser
ca p a z de a m o n esta r a su hijo, y un h erm a n o m ayor, d e aconsejar
a su h erm a n o m enor. Si un p ad re n o es c a p a z d e a m o n e sta r a su
h ijo , y un h e rm a n o m a y o r no es c a p a z d e a c o n se ja r a su h e rm a ­
no m en o r, el p a re n te s c o e n tre p a d re s y h ijo s, y e n tre h erm a n o s,
p ie rd e to d o su v a lo r y re sp eto . H oy, su s e ñ o ría es u n o de los
h o m b re s m ás d o ta d o s d e este m u n d o n u e stro , m as no es cap az
d e a c o n s e ja r a su h e rm a n o p e q u e ñ o , Z h i el B an d id o , v erd ad ero
azo te del im perio. Q iu , en su fu ero in tern o , siente v erg ü en za por
su señ o ría . Q iu p id e a su se ñ o ría le dé lic e n c ia p a ra ir en su
n o m b re a p e rs u a d ir a su h erm a n o » .
- « D ic e su se ñ o ría - l e re p lic ó L iu x ia J i - U n p a d re h a d e ser
c a p a z de a m o n e sta r a su hijo, y un h erm a n o m ay o r d e ac o n sejar

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Libro XXIX. Z hi el bandido

a su h erm a n o m en o r. P ero si el h ijo no e sc u c h a las a m o n e s ta ­


ciones de su p a d re , y el h e rm a n o m e n o r n o a c e p ta lo s c o n se jo s
de su h e rm a n o m a y o r, ¿ q u é se p u e d e h ac er, a u n te n ie n d o la
elo cu en cia d e su s e ñ o ría ? A d e m á s, Z h i es h o m b re d e m en te
im p e tu o sa cu al b o rb o to n es de m an an tial, y de án im o arreb a ta d o
cual v io le n to h u ra c á n . Su fu e rz a es b a sta n te p a ra re c h a z a r a
cualq u ier e n e m ig o , y s o b ra d a su e lo c u e n c ia a la h o ra d e e m b e ­
llecer su s p ro p ia s fa lta s. C u a n d o se e s tá d e a c u e rd o c o n él,
m u éstrase c o n te n to , p e ro si se le c o n tra d ic e , se e n fu re c e , y fá ­
cilm ente cu b re a la g en te de im p ro p e rio s. Su se ñ o ría n o d eb e ir
por n ad a del m u n d o .»
C o n fu cio n o le e sc u c h ó , y fu e a v e r a Z hi el B a n d id o . Yan
H uí g u ia b a el c a rru a je y Z ig o n g ib a se n ta d o a su d e re c h a . En
ese tiem p o Z h i el B an d id o se h a lla b a d e sc a n sa n d o co n su tro p a
al su r del T aish an . H a b ía n le a d e re z a d o p ic a d illo d e h íg a d o h u ­
m ano, y se lo e sta b a co m ien d o . 5 B ajó C o n fu cio del ca rru a je y se
adelantó. C u a n d o v io al je fe d e la g u a rd ia , le d ijo: -« C o n fu c io ,
de Lu, q u e h a te n id o n o tic ia de la e le v a d a re c titu d d e v u e stro
gen eral» . Y salu d ó d o s v e c e s, re s p e tu o s a m e n te , al je fe d e la
guardia.
E n tró el je fe d e la g u a rd ia a in fo rm ar. A sí c o m o Z h i el B a n ­
dido lo o y ó , m o n tó en g ra n d ísim a c ó le ra , q u e su s o jo s e c h a ro n
c en tellas y el g o rro se le m o v ió al e riz á rse le el c a b e llo .
- « ¿ A c a s o no es ese tal C o n fu c io , ta im a d o y fa lso p e rso n a je
del e sta d o d e L u ? D e c id le d e m i p arte : “ A n d a s in v e n ta n d o d i­
chos y p a la b ra s, q u e d esp u é s atrib u y e s fa lsa m e n te a W en y W u.
Te to cas c o n un g o rro q u e p a re c e u n a e n ra m a d a ,4 y te c iñ es
con un c in tu ró n de p iel de b ú fa lo . M u c h o h a b la r, y só lo d ices
alp ab ard as. C o m e s lo q u e no h a s c u ltiv a d o , y v iste s lo q u e no
has tejido. M u ev es los lab io s y m en ea s la len g u a para sen ten c iar
a tu g ra d o y v o lu n ta d q u é es v e rd a d e ro y q u é fa lso , y a sí e x tra ­
í a s a los so b e ra n o s d el m u n d o y no d e ja s q u e lo s h o m b re s
do cto s re to rn e n a su n a tu ra le z a o rig in a l. T e h as in v e n ta d o la
Piedad filial y el resp eto al h erm an o m ay o r p ara sac ar p artid o de
1 q s señ o res fe u d a le s, d e los ric o s y d e los n o b le s. E n o rm e s son

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Libros varios: Za Pian

en v erd ad tus crím en es. V uélvete a m ás andar, que si no, m e co ­


m eré tus h íg ad o s d e c e n a ” .»
C o n fu c io , e m p e ro , re n o v ó su p e d im e n to de q u e se le in tro ­
d u je ra , d ic ie n d o : - « Q iu tie n e el h o n o r d e c o n ta rse e n tre los
a m ig o s de L iu x ia Ji, y p o r eso e sp e ra se le c o n c e d a p o n e r los
p ies b ajo su tien d a» .
T ornó el je fe de la gu ard ia a anunciarle, y esta vez dijo Zhi el
B an d id o : - « H a c e d le v e n ir a m i p re se n c ia » .
E n tró C o n fu c io c o n p aso s lig ero s. D e sp u é s d e re h u s a r la
e ste rilla , d io unos p a so s h ac ia atrás y sa lu d ó dos v ec es a Z hi el
B an d id o . E ste, e n fu re c id o al v erle, se p a ró las p ie rn a s y asió de
su esp ad a. C lav ó en C o n fu cio una m irad a q u e ec h ab a lu m b re, y
lu eg o so n ó su v o z, cu a l ru g id o d e tig re sa a m a m a n ta n d o a sus
cach o rro s: -« ¡V e n acá, Q iu! Si lo que dig as m e place, v ivirás; si
m e c o n tra ría , d a la v id a p o r p erd id a » .
-« Q iu tien e o íd o - d i j o C o n fu c io - q u e en el m u n d o h ay tres
virtu d es: estar d o tad o de una gran talla, y de una b elleza sin par,
y ser del ag rad o de to d o s, m ozos y an cian o s, nobles y p leb ey o s,
ésa es la v irtu d su p erior; una in telig en cia que abarque el C ielo y
la T ierra, y sea ca p az de d istin g u ir to d as las cosas, ésa es la v ir­
tu d del m ed io ; ser a rro ja d o y v a lie n te , a u d a z y d e c id id o , ca p az
de re u n ir a las g en te s y m a n d a r las tro p a s, é sa es la in fe rio r de
las tres v irtu d es. C u a lq u ie r h o m b re q u e p o se a una so la d e estas
tres v irtu d es, d ig n o es d e sen tarse cara el sur y n o m b rarse h u é r­
fa n o .5 P u es b ien , h o y el g en e ral re ú n e en su p e rso n a to d a s tres
virtu d es: m ide su cu erp o o ch o palm os y dos pu lg ad as,6 su rostro
re sp lan d ece, sus lab io s son cual b rillan te cin ab rio , son sus d ie n ­
te s cu a l n á c a re s b ie n a lin e a d o s , y su v o z se m e ja la m ú s ic a
h u a n g z h o n g .1 M as h ete a q u í q u e d e to d o s es llam ad o Z h i el
B an d id o . Q iu no p u e d e sin o sentir, en su fu e ro in tern o , v e r­
g ü e n z a p o r el g e n e ra l, y no lo ac ep ta. Si el g en e ral c o n sin tie ra
en seg u ir el co n sejo de este su siervo, este siervo suyo le pediría
q u e se le d e sp a c h a ra co m o em isa rio del g en e ral a W u y a Yue
en el sur, a Qi y a L u en el norte, a S ong y a W ei en el o este, y a
Jin y a C h u en el o este. L ev a n taría p ara el general una gran c iu ­

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Libro XXIX. Zhi el bandido

dad, de v a rio s c ie n to s d e li, fu n d a ría un d o m in io c o n v ario s


cien to s de m ile s d e fa m ilia s, y h o n ra ría el g en e ral co m o señ o r
feudal. D an d o p rin c ip io e n to n c e s en el m u n d o u n a n u e v a era,
sin g u erras ni so ld ad o s, p o d ría a c o g e r y m a n te n e r a sus h e rm a ­
nos, y o fre c e r sa c rific io s a los an te p a sa d o s. H e a h í el p ro c e d e r
de un sab io y d e un h o m b re d e tale n to ; y ad em ás lo q u e an sian
las g en te s del m u n d o en tero .»
-« ¡V e n acá, Q iu! - d ijo Z hi el B an d id o to m ad o d e g ra n c ó le­
ra -. D e eso s a los q u e se p u ed e c o rre g ir co n m a te ria le s b e n e fi­
cios, y a los q u e se p u ed e e n m e n d a r c o n b e lla s p a la b ra s, bien
puede d e c irse q u e so n to d o s g e n te e stú p id a y vulgar. El que
yo a h o ra sea alto y h erm o so , y del a g ra d o d e cu a n to s m e ven,
no es sino v irtu d q ue d eb o a m is p ad res. N o n ecesito d e los e lo ­
gios de Q iu p a ra sab erlo .
»A d em ás he o íd o d ec ir que q u ien g u sta de alab arte a la cara,
a tus esp a ld a s se c o m p la c e en d e n ig ra rte . A h o ra Q iu m e h ab la
de u na g ran c iu d ad co n una m u ltitu d d e gente; m e q u iere , pues,
co rreg ir co n m ateria l b e n e fic io , tra tá n d o m e co m o a v u lg a r p e r­
sona. M as ¿ p o d ría ac aso yo c o n se rv a rlo p o r larg o tie m p o ? N o
hay ciu d ad , p o r g ra n d e q u e sea, tan g ra n d e co m o el im p erio .
Yao y S hun tu v iero n el im perio, m as sus d e sc e n d ie n te s ni lugar
do n d e c la v a r u n a lan za. T ang y W u re in a ro n co m o h ijo s del
C ielo, p ero su d e c e n d e n c ia se e x tin g u ió . ¿N o fu e a sí p o r c a u sa
de h a b e r g an a d o lo m ás q u e se p o d ía g an a r?
»Y aún hay m ás, que ten g o o íd o q u e en los tiem p o s rem o to s
m uchas eran las b estias y los h o m bres pocos, p o r lo que las g en ­
tes v iv ía n en los á rb o le s, co m o en n id o s, p o r e sc a p a r d e ellas.
P or el d ía re c o g ía n b e llo ta s y c a sta ñ a s, y de n o ch e d o rm ía n en
los árb o le s. P o r e llo se les h a llam ad o “ h o m b re s de los n id o s ” .
En la rem o ta an tig ü ed ad las gentes no sabían d e vestidos; en v e­
rano h ac ía n p ro v isió n d e leñ a p a ra c a le n ta rse en in v iern o . P o r
oso se les h a llam ad o “ h o m b res q u e sab ían v iv ir” . E n tiem p o s
de S h e n n o n g , d o rm ía n tra n q u ilo s y se lev a n ta b a n c o n te n to s.
Se co n o c ía a la m ad re, p ero no al p ad re. V ivían en c o m p a ñ ía de
!os g ra n d es c ie rv o s y de los p e q u e ñ o s. C o m ía n de lo q u e c u lti­

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Libros varios: Za Pian

v a b a n y se tejían su s v estid o s; y n ad ie p e n sa b a en h a c e r m al a
su v ec in o . F u e la é p o c a en que flo re c ió la su p re m a v irtu d . M as
el E m p e ra d o r A m a rillo no p u d o a lc a n z a r esta v irtu d ; lib ró una
g ran b atalla co n tra C h iy o u en los ca m p o s de Z huolu, y co rrió la
san g re en cien li.8 E n tra ro n en acció n Yao y S hun, y e sta b le c ie ­
ron u n a m u c h e d u m b re d e co n se je ro s. T an g d e ste rró a su s o b e ­
ran o , y el rey W u a s e s in ó a Z hou. Y d e sd e e n to n c e s los fu ertes
h an o p rim id o a los d éb ile s, y los m ás han h ech o v io le n c ia a los
m en o s. D esp u és d e T ang y de W u, to d o s h an sid o c a u sa n te s de
las d esg ra c ia s del p u eb lo .
»Y ah o ra v o s os h a b é is d a d o a c u ltiv a r los p rin c ip io s de
W en y de W u, y o s h ab é is ap o d e rad o d e la e lo c u e n c ia del im ­
p e rio p a ra in stru ir a las g e n e ra c io n e s fu tu ra s. C on v u e stra a m ­
p lia tú n ica y v u estro fin o cin tu ró n , usáis de falsas p alab ras y de
h ip ó c rita s a c c io n e s p a ra e m b a u c a r a los so b eran o s y g a n a r r i ­
q u e z a s y h o n o re s. N o h ay b an d id o m ás g ra n d e q u e v o s, ¿P o r
q u é, e n to n ce s, no o s llam an C o n fu c io el B an d id o , en lu g ar de
llam arm e a m í Z h i el B an d id o ?
»C on v u estras m elo sas razones p ersu ad iste is a Z ilu p ara que
os sig u iera, y le h ic iste is d e ja r su alto g o rro 9 y d e p o n e r su larga
e s p a d a p ara p o d e r lleg arse a re c ib ir v u e stra s en se ñ an za s. Y e n ­
to n c e s to d o el m u n d o d ijo : “ C o n fu c io es ca p a z de d e te n e r la
v io le n c ia y de im p e d ir los e n tu e rto s” . Y ¿q u é a c aec ió al fin al?
Q u e Z ilu qu iso m atar al p rín cip e de W e i10 y, hab ien d o fracasad o
en su in ten to , h ic ie ro n d e su c u e rp o p ic a d illo " en la p u e rta este
de W ei. V u estras e n s e ñ a n z a s h ic ie ro n p ic a d illo a Z ilu ; n ad a
co n sig u ió , ni arrib a p ara sí, ni abajo p ara los d e m á s.12 L o cual es
señ al de q u e v u e stra e n se ñ a n z a fraca só .
» ¿A caso no os p ro c la m á is h o m b re d e ta le n to y sab io ? Y sin
em b a rg o , os h an d e s te rra d o dos v ec es d e L u, y os p ro h ib ie ro n
h ab itar en W ei, y en Q i estu v istes en g ran d ísim o aprieto, y en la
fro n te ra en tre C h en y C ai os visteis ro d e ad o , que en to d o el im ­
p e rio no h ab é is h a lla d o p arte a lg u n a d o n d e e s ta b le c e ro s. ¿Q ué
e stim a p u ed e, p u es, m e re c e r v u e stra d o c trin a ?
» N ad ie ha h a b id o en el m u n d o m ás e n sa lz a d o q u e el E m p e ­

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Libro XXIX. Zhi el bandido

r a d o r A m arillo . P ero el E m p e ra d o r A m a rillo no p u d o a lc a n z a r


una p erfec ta y co m p leta virtud, y a sí libró b atalla en los cam pos
de Z h u o lu , y la san g re co rrió en cien li. Yao fue un m al p a d re ,”
y S hun un m al h ijo ;14 a Yu se le q u ed ó seco m e d io c u e rp o .15
Tang d e ste rró a su so b eran o , el rey W u atac ó a Z h o u . [El rey
Wen estu v o p re so e n Y o u li.]16 Y esto s so n s e is 17 p e rso n a je s e n ­
salzados p o r el m undo; los cuales, si los co n sid eram o s de cerca,
no h iciero n sin o p e rd e r su v erd ad fu n d a m e n tal p o r m a te ria le s
intereses, y p o r ello s v io len taro n y co n trav in iero n su naturaleza.
A fe q u e v e rg o n z o so so b re m a n e ra fu e lo q u e h iciero n .
»N adie ha h ab id o en el m undo m ás sabio que B o Yi y S huqi.
Y B o Yi, y S h u q i re h u sa ro n ser so b eran o s de G u z h u y fu e ro n a
m o rir de h am b re en el m o n te S h o u y a n g , d o n d e su c a rn e y sus
hu eso s q u ed a ro n sin sep u ltu ra. B ao Q iao tu v o u n a b e lla c o n ­
ducta, d ijo « n o » al m u n d o de su tiem p o , y m u rió a b raza d o a un
árb o l.18 S h en tu Di a m o n e stó a su p rín c ip e y no fu e e sc u c h a d o ,
por lo q ue se ató a la e sp a ld a u n a g ra n p ie d ra y se arro jó al R ío,
donde fue p asto d e los p ec es y to rtu g a s. Jie Z itu i, leal h a sta el
ex trem o , se co rtó c a rn e del m u slo p o r d a r de c o m e r al d u q u e
Wen; d esp u és éste le volv ió la esp ald a, y Z itu i, m uy en o jad o , se
partió y m u rió p o r el fu e g o a b raza d o a un á rb o l.19 W eish en g se
citó co n u n a m u je r d e b a jo d e un p u e n te ; e lla no a c u d ió , s o b re ­
vino u n a c recid a, él no se m o v ió de allí, y se a h o g ó ab ra z a d o a
un p ila r del p u en te. E sto s seis h o m b re s n o fu e ro n d ife re n te s al
perro d e sc u a rtiz a d o o al ce rd o a rro ja d o al a g u a ,2" o al m e n d ig o
con la c a la b a z a en la m a n o .21 T odos e llo s b u sc a ro n la fa m a y
d esp reciaro n la m u erte; no p en sa ro n en lo fu n d a m e n tal: a se g u ­
rarse u n a larg a vida.
» E n tre los q u e el m u n d o lla m a leale s v a sa llo s, n a d ie lo fue
m ás q u e B ig an y W u Z ixu. A éste lo a rro ja ro n al R ío, y a aquel
le arran caro n el corazón. A en tram b o s las gentes llam aron leales
vasallo s, m as fin a lm e n te to rn áro n se en irrisió n del e n tero m u n ­
do. C o n s id e ra d o lo a n terio r, h a s ta Z ix u y B ig an n a d ie h u b o
dig n o de h o n o r tan g ran d e.
» E n c u a n to a v u e stra s ra zo n es p o r p e rsu a d irm e , si m e h a ­

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b lá is d e co sas de e sp íritu s, es algo q u e no pu ed o sab er, y si de


co sas de ho m b res, y a está todo dicho, pues y a lo sé todo por h a­
b erlo o ído.
» A h o ra os h a b la ré yo de la n a tu ra le z a real d e los h o m b res.
S u s o jo s q u ieren v e r las fo rm as y c o lo re s; su s o íd o s o ír los s o ­
nid o s; su b o ca g u sta r los sabores; su án im o verse satisfec h o . El
h o m b re m ás lo n g ev o a lc a n z a los cien añ o s, el de m e d ia n a lo n ­
g ev id a d los o ch en ta, y el que m enos los sesenta. D e ja n d o a p a r­
te los m ales y en ferm ed a d es, las m u ertes y los duelos, las penas
y los in fo rtu n io s, e n un m es de su v id a, los h o m b res ab ren la
bo ca p ara reír ap en as cuatro o cinco días. El C ielo y la T ierra no
tien en lím ites, m as la v ida del ho m b re tien e un tiem p o lim itado.
Su ex isten c ia tem p o ral en la in fin itu d del tiem p o es un instante,
no d iferen te al q u e se tard a en ver p asa r un veloz corcel a través
de u na rendija. T odo el que no es cap az de satisfacer su án im o y
a lim e n ta r su v id a h a s ta la v ejez, es q u e n o ha co m p re n d id o c a ­
b a lm e n te el Tao.
» R ech azo to d o c u a n to Q iu h a d ich o . ¡V olveos p resto ! ¡No
p ro sig á is h ab lan d o ! V u estra d o c trin a es d isp a ra ta d a y vana, in ­
g en io so s em b u stes y v acías falsed ad es. N o sirve p ara co n se rv ar
e n te ra la v erd ad era n a tu ra le z a p ro p ia. ¡N o m ere ce la p en a d is ­
p u ta r a c erc a de ella!»
R e n o v ó sus re v e re n c ia s C o n fu cio y salió co n to d a c e le ri­
dad. C u ando estu v o fu era, subió al carru aje y tres veces se le e s­
cap aro n las riendas cu an d o quiso asir de ellas; sus ojos no veían
de p u ra tu rb ac ió n , y te n ía el ro stro lív id o , co m o cal m u erta.
A p o y ad o en el varal delantero y abajada la cabeza, apenas podía
resp irar.
L leg a n d o a la ca p ita l de L u, en las afu e ra s d e la p u e rta este,
se e n c o n tró c o n L iu x ia Ji.
- « D ía s ha que no n o s hem o s v isto - l e d ijo L iu x ia J i-,V u e s ­
tro s c a b a llo s y c a rru a je p arece n v e n ir d e lejos. ¿N o h ab réis ido
a v er a Z h i?»
L e v a n tó C o n fu c io su m irad a al c ielo , y lu eg o de su sp irar,
dijo : - « S í, he ido».

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Libro XXIX. Zhi el bandido

- « Y Z h i - d i j o L iu x ia J i - , ¿no os h a re b atid o , co m o y a os
prev in e?»
- « S í, m e ha re b atid o -re s p o n d ió C o n fu c io -. S oy co m o esos
de los q ue se dice “ p én e n se la c a ta p lasm a sin estar e n fe rm o s” .22
He ido p re c ip ita d a m e n te ju n to a un tig re , p a ra a c a ric ia rle la
ca b eza y tre n z a rle los b ig o tes, y p o r b ien p o co he p o d id o e sc a ­
par de sus fau ces.»

II. Z izh an g p re g u n tó a M an G oude: - « ¿ P o r q u é no cu ltiv áis


la virtud? S in v irtu d no se puede g an a r la co n fia n za d e la gente;
sin g o za r de co n fia n za, no se os n o m b rará p ara n in g ú n cargo; y
sin ocu p ar un cargo, no se puede ob ten er beneficios. D e ah í que,
m iran d o p o r la fa m a y c a lc u la n d o el b e n e fic io , la re c titu d v e r­
d ad eram en te se h a de m enester. M as tam b ién , si el le tra d o re ­
n u n cia a la fa m a y al b en e ficio , y se d a al ex a m e n de la p ro p ia
m en te, ni un so lo d ía p o d rá d ejar de e je rc ita r la v irtu d » .
- « L o s q u e no tie n e n v erg ü e n z a se h ac en rico s - d i jo a esto
M an G o u d e -, y los que tien en m u ch a labia23 fam osos. L a m ay o r
fam a y las m ás g ra n d e s riq u ez as, casi siem p re p ro c e d e n de la
falta de v erg ü e n z a y de la m u ch a lab ia. P o r lo ta n to , m iran d o
por la fa m a y ca lc u la n d o el b e n e fic io , la lab ia v e rd a d e ra m e n te
es lo q u e se h a de m en ester. Y si el letra d o re n u n cia a la fa m a y
al b en e ficio , y se d a al ex a m e n de la p ro p ia m en te, en su p rá c ­
tica de la v irtu d ¿n o a b ra z a rá ac aso el C ie lo ? » 24
- « A n ta ñ o - d i j o Z iz h a n g - Jie y Z h o u fu e ro n tan h o n ra d o s
co m o h ijo s d el C ie lo , y tan ric o s c o m o d u e ñ o s del m u n d o .
M as al p re s e n te , si le d e c ís a un e s c la v o o a un sie rv o : “ te
po rtas co m o un Jie o un Z h o u ” , se le to rce rá el g e sto y m o stra ­
rá d isg u sto , p u es au n los p e q u e ñ o s h o m b re s los d e sp re c ia n .
C o n fu cio y M o D i fu e ro n h o m b re s c o m u n e s, q u e v iv ie ro n con
e stre c h e c e s, p ero a h o ra si le d ic e n al c o n se je ro m a y o r d el rey:
“ p ro c e d é is co m o C o n fu c io o M o D i” , se le d e m u d a rá el s e m ­
b lan te al tie m p o d e d e c ir que es in d ig n o de tal elo g io . Tan alta
es la e stim a en q u e se tien e a los le tra d o s. De d o n d e se c o lig e

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q u e no p o r ser hijo del C ielo se es n ecesariam en te o b jeto d e e s ­


tim a; ni de d e sp re c io p o r ser un h o m b re po b re. L a d ife re n c ia
e n tre la e stim a y el d e sp re c io v ien e d e la b e lle z a o fe ald ad de
su c o n d u c ta .»
- « A l la d ro n z u elo p o n en en p risió n - d i jo M an G o u d e -, y al
g ran lad ró n le n o m b ran barón. En la p u e rta de los señ o res fe u ­
d ales está escrito « b en e v o le n cia y ju s tic ia » .25 O tro ra X iao b o , el
d u q u e H uan de Q i, d io m u erte a su h erm a n o m ay o r y c a só con
su c u ñ a d a ,26 y p ese a ello G uan Z h o n g c o n sin tió en se r su c o n ­
sejero . T ian C heng Z ich a n g asesin ó a su so b eran o y se ap o d eró
del re in o ,27 p ero C o n fu c io no d u d ó en a c e p ta r sus p re sen tes.
D e p a la b ra los m en o sp re cian , m as en sus actos se re b ajan ante
ello s. D e suerte que sus p alab ras y sus ac to s están en g u e rra en
el in te rio r de su p ec h o ; ¿n o es una g ra n co n tra d ic c ió n ? P o r eso
dice el libro: “ ¿Q u ién es feo? ¿quién h erm oso? Si triunfas, serás
cab eza ; si no triu n fa s, serás ra b o ” .»
- « S i no eje rc itá is la v irtu d - d ijo Z iz h a n g -, no h a b rá orden
en el trato en tre p ró x im o s y ex tra ñ o s, ni la ju s ta re la ció n entre
q u ien es son nobles y quienes son viles, ni tam poco jera rq u ía e n ­
tre los en ed ad m ay o re s y los m en o res. ¿C ó m o se p o d rá n d is ­
tin g u ir los “c in co p rin c ip io s” y los “ seis lu g a re s”? » 28
-« Y a o m ató a su p rim o g én ito - d i j o M an G o u d e -, y S hun
d e ste rró a su h erm a n o m e n o r n acid o de su m a d re ;29 ¿h u b o ahí
re sp e to del o rd en en el trato en tre p ró x im o s y ex tra ñ o s? T ang
d e ste rró a Jie, y el rey W u dió m u erte a Z h o u ; ¿h u b o a h í ju s ta
re la ció n en tre q u ien es son no b les y q u ien es son viles? El rey Ji
u su rp ó la p rim o g e n itu ra , y el du q u e Z h o u m ató a su h erm a n o
m a y o r;30 ¿h u b o a h í re sp e to a la je ra rq u ía en tre los en ed ad m a ­
y o re s y los m en o res? U san los co n fu c ia n o s de h ip ó critas d is ­
c u rso s, y los d isc íp u lo s de M o Di p re d ic a n el am o r u n iv ersal;
¿se p u ed e así d is tin g u ir los cin co p rin c ip io s y los seis lu g are s?
»Vos perseg u ís la fam a, y yo persig o el interés. En su p ro p ia
realid ad , tanto la fam a com o el interés no son conform es a la ra ­
zón, ni b rillan te re fle jo del Tao. A n tes, d isp u tan d o co n vos en
p re se n c ia de W uyue, d ijo :31 “ El h o m b re v u lg a r se sa c rific a p o r

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Libro XXIX. Zhi el bandido

las riq u e z a s , un h o m b re d e h o n o r se s a c rific a p o r la fa m a .


A q u ello p o r lo q u e uno y o tro m u d an su a u té n tic a re alid ad y
cam b ian su o rig in al n atu ra leza no es lo m ism o , m as e n tra m b o s
son ig u ales p o r cu a n to se ap artan de lo que d eb ieran h a c e r y se
sacrifican por h acer lo que no d eb ieran ” . D e ahí que se diga: N o
seas un h o m b re v u lg ar, to rn a d en tro de tí y sac rifícate a tu C ie ­
lo;“ no seas un ho m b re de honor, aco m ó d ate siem p re a la razón
del C ielo. T orcido o recto, o b edece al C ielo; co n tem p la las c u a ­
tro d irec cio n es, y tran sfó rm ate co n fo rm e al ord en de los tie m ­
pos. T anto si es v e rd ad ero co m o si fa lso , m an ten te firm e en el
cen tro del círc u lo q u e hay en tí.” B u sc a sólo re a liz a r tu p ro p io
ideal, y m u év ete lib rem en te co n el Tao. N o te o b stin e s en tus
acto s, ni im p o n g as tu ju stic ia , q u e si no, fa lla rás en lo q u e h a ­
gas. N o co rras tras las riq u ez as y h o n o re s, ni b u sq u es co n afán
el éx ito , q ue si no, te ap artarás d e tu C ielo.
»A B ig an le a rran c aro n el c o ra z ó n , y los ojos a Z ixu: la le ­
altad les llevó al d esastre. Z h ig o n g 14 p restó testim o n io c o n tra su
p adre, y W eisheng p ereció ahogado: la b u en a fe fue su in fo rtu ­
nio. B ao zi se c o n su m ió a b raza d o a un á rb o l,” y S hen zi se
arrojó a un río :16 la en tereza fue su d esgracia. C o n fu cio no vio a
su m ad re, y K u an g zi no vio a su p a d re :17 ser ju sto s fu e su falta.
Son ésto s h ech o s tran sm itid o s p o r las antiguas gen eracio n es, de
los que h ab lan las p o sterio re s. P o r ser d ig n o s letrad o s p u siero n
en o b ra sus rectas razo n es, y de ah í que la ca la m id a d y el in fo r­
tu n io se ab a tie ran so b re ello s.»

III. In sa c ia b le p re g u n tó a A rm o n ía :58 - « E n tr e la h u m an a
m u ch ed u m b re no h ay qu ien no a sp ire a la fa m a y b u sq u e su
p ro v ech o . Si es rico , la gente se le arrim a; arrim á n d o se a él,
ante él se h u m illan ; y h u m illán d o se , le en sa lz an . El verse e n ­
salzado y a la gen tes hum illarse ante la p ro p ia p ersona es el m é­
todo p ara p ro lo n g ar la vida, y para la com odidad del cuerpo y el
co n ten to del espíritu. ¿P or qué ah o ra no es éste vuestro parecer?
¿O s fa lta e n te n d im ie n to ? ¿O es q u e, en te n d ié n d o lo , ca rec éis

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de fuerzas para p o n erlo en obra, por cu an to observáis la rectitud


sin ja m á s o lv id a rla ? » 39
-« Im a g in e m o s a h o ra - d i jo a esto A rm o n ía - a un hom bre
a sí,40 q u e, co m p a rá n d o se con las g en te s de su tiem p o y q u e v i­
v en en su m ism o p aís, se tu v iera p o r un h o m b re que se d is tin ­
g u e del v u lg o y so b re sa le p o r e n c im a del m undo. E n re alid ad
e so sig n ific a q ue c a rec e en su m en te d e un p rin cip io re c to r que
le p e rm ita ju z g a r el p asa d o y el p re se n te , y d istin g u ir lo v e rd a ­
d e ro y lo falso; es m u d a r a ten o r de los usos del vu lg o . U nos
m u n d an o s usos que se ap artan de lo m ás im p o rtan te (la vid a), y
re ch az an lo m ás v e n e ra b le (el T ao), p ara h ac er lo q u e ap etece.
¿N o es eso lo co n tra rio de lo q u e p ro lo n g a la vida, y d a c o m o ­
d id ad al cu erp o y c o n te n to al esp íritu ? El d o lo r que ca u sa a flic ­
ció n y tristeza , y el so sieg o que es o c a sió n de c o n ten to , no se
m an ifiestan en el cu erpo; los m iedos que causan inquietud y so ­
b resalto , y el p lace r q u e es ocasión de aleg ría, no se m anifiestan
en el esp íritu . Se sab e lo que se h ace, m as se ig n o ra p o r q u é se
hace; y p o r eso, a u n q u e se sea tan no b le co m o el hijo del C ielo
y tan rico que se p o se a el m u n d o e n te ro , no se p o d rá e sc a p a r a
la d e sg ra c ia .»
- « L a s riq u ezas - r e p lic ó In s a c ia b le - p erm iten al ho m b re o b ­
ten er cu anto desea, y g o zar de la b elleza y del poder; algo que el
h o m b re p erfec to no p u ed e o btener, ni el sab io alcanzar. H ácele
p o d e ro so la ay u d a de o tro s, que ponen a su serv icio su v alen tía
y su fuerza; su p ersp icaz clariv id e n cia vién ele de la inteligencia
y co n se jo ajen o s; y tam b ién de las ajen a s v irtu d es le v ien e su
sab id u ría y bondad. N o posee estado alguno, m as tanta es su au ­
to rid a d co m o la de un p ad re so b eran o . A d e m á s to d o s los h o m ­
b res sab en , sin serle s m e n e ste r de a p ren d izaje , a p re c ia r en su
co razó n sonidos y co lo res, los sabores, y el poder; ni para sentir
co m o d id a d en su c u e rp o n ec esitan c o p ia r m o d elo alg u n o . D e ­
sear, aborrecer, rehuir, conseguir, son cosas que se saben sin n e ­
ce sid a d de m aestro: es la p ro p ia n atu ra leza hum ana. A u n q u e el
m u n d o en tero m e rep ru eb e, ¿quién es ca p az de ren u n ciar a todo
lo q u e he d ich o ?»

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- « E l h o m b re q u e sab e - d ijo A rm o n ía - o b ra siem p re d e in ­


ten to p o r el b ien d e las g en tes s e n c illa s,41 y n u n ca c o n tra v ie n e
sus no rm as. P o r e so siem p re se c o n te n ta y no co n tien d e ; d eja
que las co sas sig an su cu rso , y n ad a am b icio n a. C u an d o no tie ­
ne b a sta n te , lo b u sca; p u ed e lu c h a r p o r los c u a tro lad o s del
m undo sin ten erse p o r codicioso. C u an d o le sobra, se d esprende
de ello; puede d ejar todas las riquezas del m undo sin tenerse por
liberal. L a re alid ad d e la lib era lid ad y d e la c o d icia no d ep en d e
de la fu e rza eje rc id a p o r el m u n d o e x terio r, sino de la n o rm a
m oral q ue o b serv a el hom bre en su interior. Si su p o d er fu e ra el
del hijo del C ielo, no usara de su n obleza para hum illar a los d e­
m ás co n su o rg u llo ; ni u sara de sus riq u ez as, aun p o se y e n d o el
m u n d o en tero , p a ra h ac er alard e a n te los d em ás. C a lc u la las
posibles d esg racias y m edita en las v ueltas de la fortuna, y si es­
tim a que p u ed en c a u sa r d etrim en to a su p ro p ia n a tu ra le z a , re ­
ch ázalas y no las ac ep ta. Y no lo h ace p o r g a n a r re n o m b re y
fam a. Yao y S h u n fu e ro n em p erad o re s y re n u n ciaro n , m as no
p o r am o r al m u n d o , sino p o r no c a u sa r p erju ic io a su v id a con
tan ta m ag n ificen cia. S han Ju an y X u You p u d iero n ser e m p e ra ­
do res y no c o n sin tie ro n , p ero no re h u saro n p o r h ip ó c rita m o ­
destia, sino p o r no hacerse daño con tales negocios. T odos estos
bu scaro n su co n v e n ie n cia, y ex c u saro n su p ro p io p erju ic io , y el
m u n d o en tero los p ro c la m a sab io s. Y p u ed e d ecirse q u e lo fu e ­
ro n , m as no p o r h a b e r b u sca d o la g lo ria.»
- « S i p o r fu e rz a se h a de p re se rv a r el b u en n o m b re - d i j o In ­
sa c ia b le -, y p ara ello se debe fa tig a r el cu erp o y p riv arse de las
d u lzu ra s de este m u n d o , y re d u c ir el su sten to p ara p ro lo n g a r la
vida, eso no es m ás q u e p a d e c e r u n a larg a d o len cia co n c o n ti­
nuos su frim ien to s sin v er n u n ca lle g a r la m u erte.»
- « E l eq u ilib rio p ro c u ra fe lic id a d - d i j o A rm o n ía -, y to d o
ex c eso es d añ in o . A sí es en to d as las co sas, y so b re to d o en lo
tocan te a las riq u ezas. A los ricos d e hoy en d ía les d a g u sto oír
la m ú sica de cam p an as, tim bales y flautas, y saborear exquisitas
carn es y ex celen tes vinos; con lo q u e su ánim o se e x tra v ía y o l­
vidan sus deb eres. B ien puede d ec irse q u e viv en en gran d e so r­

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den. A h o g ad o s en la abu n d an cia, sem ejan a quien p o rtan d o p e­


sad a carg a re m o n ta em p in ad a c u e sta .42 B ien p u ed e d ec irse que
am arg a es su ex isten cia. C odiciosos d e riquezas, se buscan e n e ­
m ig o s;41 am biciosos de poder, agotan sus energías; cuando están
o cio so s, se ah o g a n ;44 y sólo se sien ten satisfec h o s c u a n d o su
c u e rp o está saciad o . B ien puede d e c irse q u e de en ferm o s es su
e stad o . E n su afán p o r las riq u ezas y b u sca n d o el b en e ficio , no
se sien ten satisfech o s ni aunque sus riq u ezas rebosen los m uros
de su m an sió n ; re b o san tes, m as no cejan . B ien p u ed e d ecirse
q ue su v id a es u n a p u ra ignom inia. A m asan riq u ez as, y no las
g astan ; siem p re p en d ien te s de ellas, sin soltarlas; llenos de in ­
q u ietu d y an g u stia, siem p re q u ieren m ás y n u n ca p aran . B ien
p u e d e d e c irse q u e v iv e n siem p re cu ita d o s. C u an d o e stá n en
c asa tem en no les ro b en los lad ro n es, y cu an d o salen an dan te ­
m ero so s no les asa lte n los ban d id o s. D e n tro lev an tan to rre s y
m u ro s, y fu era n u n ca o san sa lir solos. B ien p u ed e d ec irse que
te m e ro sa es su ex iste n c ia . E sto s seis son los m ay o res m ales
del m u n d o .45 T odos se o lvidan de ellos y no saben d escu b rirlo s.
S ó lo cu an d o la d e sg ra c ia llega, y a p u ed en ag o tar to d o su in g e ­
nio y u sar de todas sus riq u ezas, que no po d rán co n se g u ir ni un
so lo d ía de tran q u ilid ad . Y así si m iram o s su buen no m b re, no
se ve; y si co n sideram os su beneficio, no lo hubo. A tar la propia
m en te y el cu erp o p ara lu ch ar p o r estas co sas, ¿no es g ra n d ísi­
m o ex trav ío ?»

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LIBRO XXX. DE LAS ESPADAS

I. A n tañ o , el rey W en del estad o de Z h a o 1 te n ía g ra n d e a fi­


ción a la esg rim a. E ran m ás de tres m il los esp a d ach in es que se
reu n ían com o h u ésp e d es en las p u erta s de su p alacio , y que se
batían n o ch e y d ía ante él. C ad a añ o v ario s c ie n to s d e ellos
m orían o resultaban heridos, pero al rey le com placía y nunca se
h astiaba. A sí h ab ían tran sc u rrid o tres años, y el re in o se d e b ili­
taba, y los señ o res fe u d ales se co n fab u lab an c o n tra él.
El p rín cip e h ered ero K ui,2 sintiendo gran preo cu p ació n , re u ­
nió a sus asisten tes y les dijo: - « A quien sea capaz de p ersu ad ir
al rey p ara que se o lv id e de e sp a d ach in es le en tre g aré m il m o ­
ned as com o reco m p en sa» .
- « Z h u a n g zi será cap az» —le d ijero n sus asisten tes. E n to n ­
ces el p rín cip e d esp a ch ó a un m en saje ro con m il m o n ed as para
o frecérselas a Z h u an g zi. N o quiso éste aceptar, p ero acom pañó
al m en sajero h asta la p re sen cia del p rín cip e , al que dijo:
-« ¿ Q u é d esea el p rín cip e m an d ar a Z hou, pu esto que o frece
a Z h o u m il m o n ed as?»
-« T e n g o oíd o - d i j o el p rín c ip e - q u e el m aestro es un sabio
de gran c lariv id e n cia, y p o r eso he o frecid o re sp etu o sam en te
m il m o n ed as co m o p re sen te p ara sus sirv ien tes y co m p añ ía . Si
el m aestro no las ac ep ta, ¿cóm o o saría h ab larle Kui de lo que
desea?»
-« P u e s Z h o u h a o íd o - d ijo Z h u an g z i - que lo que el p rín c i­
pe d ese a de él, es p o d er ac ab ar co n la afic ió n del rey. A hora

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Libros varios: Za Pian

b ien , si este v u estro sierv o , p o r arrib a al p e rs u a d ir al rey c o n ­


tra v ie n e sus d e se o s, y p o r ab ajo no s a tis fa c e al p rín c ip e , su
p e rso n a su frirá la m u erte co m o ca stig o , ¿ p a ra q u é q u e rrá Z h o u
las m il m o n ed as? Y si p o r arrib a c o n sig u e p e rsu a d ir al rey, y
p o r a b a jo sa tisfa c e r al p rín cip e , ¿h a b rá alg o q u e no le c o n c e d a
el e sta d o de Z h ao si se lo p ide?»
-« R a z ó n d ecís - d i j o el p rín c ip e -; m as n u estro rey sólo re c i­
be a los e sp a d a c h in e s.»
- « B ie n - d ijo Z h u a n g z i- ; Z h o u es d ie s tro co n la esp a d a .»
- « S í - d ijo el p rín c ip e -, p ero los e sp a d a c h in e s q u e recib e
n u estro rey llev an to d o s e llo s greñ as y g ra n d e s p atilla s, y traen
g o rro s ca íd o s y c o n g ru e sa s co rreas. T ra en tam b ién u n a ro p a
ac o rtad a p o r d etrás, y tien en airado m ira r y un habla m a lso n a n ­
te .3 A sí es co m o g u stan al rey. Y si ah o ra el m aestro se p re sen ta
ante el rey con atu en d o d e letrado ru, a no d u d a r que el neg o cio
no p o d rá salir a d e la n te.»
-« R u e g o se m e haga una ropa de espadachín» -d ijo Z huang zi.
Al cab o de tres d ías el v estid o estu v o p re p ara d o , y a sí v e sti­
do fue a v er al p rín cip e , el cual luego le in tro d u jo con el rey. El
rey le e s p e ra b a c o n la e sp a d a d e sn u d a en la m ano, Z h u a n g zi
cru z ó la p u e rta del saló n p a u sa d am en te y c u a n d o vio al rey no
le h iz o re v e re n c ia alg u n a.
-« ¿ P a r a qué d ese áis h a b la r con mi h u m ild e perso n a - d i j o el
rey - , y os h ab éis h e c h o in tro d u c ir p o r el p rín cip e , m i p rim o ­
g é n ito ? »
-« E s te su siervo -re s p o n d ió Z h u an g z i - ha oído d ec ir q u e el
g ra n rey tien e a fic ió n a la esp ad a, y p o r e so ha v en id o a m o s ­
tra rle lo q u e sabe en el arte de la e sg rim a .»
- « ¿ C ó m o es v u e stra e sg rim a en lo to c a n te a p arar al a d v e r­
sario ? » -p r e g u n tó el rey.
-« C o n la esg rim a d e este v u estro sierv o -re s p o n d ió Z h u an g
z i - , p u ed e uno b a tirse c o n un h o m b re ca d a d iez p aso s, y en
m il li n ad ie h ab rá q u e te d en ten g a .»
H o lg ó se g ra n d e m e n te el rey al o irlo , y ex clam ó : - « ¡ N o te ­
n éis riv al en to d o el m u n d o !»

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Libro XXX. De las espadas

- « E n mi esgrim a - d ijo Zhuang z i-, prim ero m e m uestro vacío


ante los ho m b res, y les d escubro aparen te ventaja; soy el últim o
en atacar, y el p rim ero en tocar. H o lg aría po d érselo m ostrar.»
- « R e p ó s e s e el m a e stro en su a p o s e n to y e sp e re - d i j o el
r e y - , y c u a n d o te n g a a p a rejad a la p ru e b a, le m a n d aré llam ar.»
E n treta n to , el rey h izo m ed irse a su s e sp a d a c h in e s d u ra n te
siete d ías; m u riero n o q u ed a ro n h e rid o s m ás de sese n ta , y f i­
nalm en te elig ió a cin co o seis y les m an d ó p lan tarse co n sus e s ­
p ad a s en la p arte b a ja del saló n . H izo lu eg o q u e lla m a ra n a
Z h u an g zi, y le d ijo : - « H o y p ro b a rá a c ru z a r su e s p a d a con
m is esp a d a c h in e s» .
-« L a rg o tiem po he estado esperando este día» -d ijo Z huang zi.
-« ¿ C ó m o es de larg a la e sp a d a q u e usa el m a e stro ? » - p r e ­
g u n tó el rey.
- « A este su sierv o -re s p o n d ió Z h u a n g z i - , de c u a lq u ie r lar­
go le v alen . A h o ra b ien , este su sierv o tien e tres su erte s de e s ­
p ada, y q u isie ra q u e el rey elig iera; m as le ru eg a q u e a n tes de
p ro b a rlas, le p e rm ita hablar.»
- « E s m i d e s e o s a b e r - d i j o el r e y - q u é tre s e s p a d a s son
ésas.»
- «E s la una de hijo del C ielo - l e re sp o n d ió -, la otra es la e s ­
p ad a de n o b le, y la te rc e ra es e sp a d a de p leb ey o .»

II . -« ¿ C ó m o es la e sp a d a de h ijo del C ielo ?» -p r e g u n tó el


rey.
- « L a p u n ta d e la e s p a d a d e h ijo d e l C ie lo - r e s p o n d i ó
Z h u an g z i - son las m u ra lla s de Y anxi, su filo es el T aish an del
estad o de Q i, su lom o los estados de Jin y de W ei, su guarnición
los estad o s de Z h o u y d e S ong, y su em p u ñ ad u ra los estad o s de
H an y de W ei.4 E n v u e lta p o r los b á rb a ro s d e las c u a tro d ire c ­
ciones, y en v ain ad a en las cuatro estacio n es, el m ar de Bo la ro ­
d ea y los m o n tes H e n g 5 la ciñ en . D o m in a co n los cin c o e le ­
m entos,6 y con prem io s y castigos im parte justicia. D esenváinase
con el Yin y el Yang, con la p rim av era y el v eran o se so stien e, y

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se m an eja con el otoño y el invierno. N o hay nada que se le pon­


ga d elan te a esta esp ad a cu an d o tira de frente, ni encim a cuando
se levanta, ni deb ajo cu an d o se abaja, ni al lado cuando se blan-
de. A rrib a, co rta las n u b es que flotan; ab ajo , d esg a rra la tram a
de la tierra. Q uien de ella se sirva, luego al punto po drá dom inar
a los señ o res feu d ales y el m undo e n te ro se le som eterá. E sa es
la e sp a d a de hijo del C ielo .»
- « Y ¿có m o es la e sp a d a de n o b le?» -p re g u n tó el rey W en
co n fu so y d esc o n certa d o .
- « L a p u n ta de la e s p a d a de n o b le - l e re s p o n d ió -s o n los
h o m b res in telig en tes y v alero so s, su filo los p uros y h o n esto s,
su lo m o los sab io s y p ro b o s, su g u arn ic ió n los leales y v irtu o ­
sos, su em p u ñ ad u ra los héro es so b resalien tes. T am bién esta e s ­
p ad a es tal, que no hay nada que se le p o n g a delante cuando tira
de fre n te , ni e n c im a c u a n d o se lev an ta , ni d eb a jo c u a n d o se
ab aja, ni al lado c u a n d o se blande. P o r arrib a, to m a co m o m o ­
d elo al red o n d o C ielo , y se co n fo rm a a las tres lu m in a rias;7 por
a b a jo su d ec h ad o es la c u a d ra d a T ierra, y se a c o m o d a a las
cu atro estacio n es; en m edio, responde a la v o lu n tad del pueblo,
y a s í p o n e paz en las c u a tro reg io n es. Q u ien de ella se sirva,
luego al punto será cual el poderoso retu m b ar del trueno; dentro
de las cu a tro fro n te ras n ad ie h ab rá que no se le so m eta y to d o s
obed ecerán las ó rdenes del príncipe. E sa es la espada de noble.»
- « Y ¿có m o es la e sp a d a de p leb ey o ? » -p re g u n tó el rey.
- « L a esp ad a del p leb ey o - l e re s p o n d ió - es la del que llev a
g reñas y grandes patillas, y el gorro caído y con gruesas correas,
y una ro p a acortada p or d etrás, y que tiene airado m irar y un h a ­
bla m alsonante. Se bate delante del público, y por arriba co rta el
cu e llo de su riv al, y p o r ab ajo le atra v ie sa el híg ad o o los p u l­
m o n es. L a esp ad a de esto s h o m b res p leb ey o s en n ad a es d ife ­
re n te del g allo de p e le a , p u es c u a lq u ie r d ía pu ed e p e rd e r la
vid a, y en n ad a a p ro v ech a a los neg o cio s del estado. H oy d ía el
gran rey, o cu p an d o co m o o cu p a el tro n o del hijo del C ielo , tie ­
ne afició n a la esp ad a de plebeyo. E ste su siervo la desp recia en
su fu e ro in tern o en n o m b re del gran rey.»

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Libro XXX. De las espadas

T om óle en to n ce s el rey del b ra zo , y su b iero n al gran salón.


El co cin ero m ay o r sirv ió la com ida, y el rey dio tres v u eltas a l­
re d e d o r de la m esa.8
-« T o m e asien to el gran rey tra n q u ila m e n te y ca lm e su a g i­
tació n - l e dijo Z h u an g z i- , que ya del negocio de las esp ad as el
d iscu rso ha term in ad o .»
T res m eses estu v o el rey W en sin salir de su palacio , y todos
los espad ach in es, m o vidos de enojo, allí m ism o se dieron m u er­
te a s í m ism o s.

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LIBRO XXXI. EL VIEJO
PESCADOR

I. P a se a b a C o n fu cio p o r el b o sq u e d e Z iw ei. En esto tom ó


a sie n to p o r d e sc a n sa r un ra to en la T erra z a de los A lb erg es.
M ie n tra s sus d isc íp u lo s leían , C o n fu c io c a n ta b a a c o m p a ñ á n ­
d o se del ch in . N o h a b ía lleg ad o a la m ita d de la c a n ció n , c u a n ­
d o a p a re c ió un v iejo p e s c a d o r1 que, em p u ja n d o su b arca co n el
b o tad o r, v en ía h ac ia ello s. Su b arb a y su s ce ja s eran b lan cas.
T ra ía los ca b ello s su e lto s y a g itab a las m an g as de su v estid o .
V ino h a sta la o rilla, y se d etu v o al to c a r tierra . A p o y ó la m an o
iz q u ie rd a en la ro d illa y, so ste n ié n d o se el m en tó n con la d e re ­
ch a, se q u ed ó esc u c h a n d o . T erm in a d a la c a n ció n , llam ó a Z i-
g o n g y a Z ilu , y ello s le re sp o n d ie ro n :
- « ¿ Q u ié n es ése ?» - p r e g u n tó el re cién lleg ad o a p u n tan d o
con el d ed o a C o n fu cio .
- « U n g ran h o m b re del estad o d e L u » - l e re sp o n d ió Z ilu .
Y c o m o el recién lle g a d o le p re g u n ta ra de q u é fa m ilia era,
Z ilu le re sp o n d ió : - « D e la fa m ilia K on g » .
- « Y el señ o r K o n g , ¿a q u é se d e d ic a ? - p r e g u n tó el p e s c a ­
dor.» A ntes de que Z ilu respondiera, Z ig o n g se adelantó a decir:
- « E l señ o r K ong c u ltiv a en su n atu ra le z a la lealtad y la c o n ­
fianza, y en su p erso n a ejercita la b en ev o len cia y la ju sticia; v ir­
tu d es e sta s q ue a d o rn a c o n los rito s y la m ú sica. Q u iere e s ta ­
b le c e r un o rd en en las re la c io n e s fa m ilia re s y so ciales. Es de

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Libro XXXI. EI viejo pescador

gra n d ísim o p ro v e c h o p a ra el m u n d o , ta n to en lo alto , m o s trá n ­


do se leal co n los so b e ra n o s d e su tie m p o , co m o en lo b ajo ,
e d u c a n d o al p u eb lo llan o . E so es a lo q u e se d e d ic a el señ o r
K ong.»
-« ¿ E s so b eran o d e un territo rio ?» -to r n ó a p re g u n ta r el otro.
- « N o » - r e s p o n d ió Z ig o n g .
- « ¿ E s co n se je ro d e alg ú n rey o m arq u é s?»
- « N o » -re s p o n d ió Z ig o n g .
E l p e s c a d o r so n rió y se v o lv ió d ic ie n d o : -« B e n e v o le n c ia
p u ed e q u e no le fa lte , p e ro m u ch o m e tem o q u e su p e rs o n a no
podrá ex c u sar la d esg racia. F atig a su m en te y ag o b ia su cu erp o ,
y así a m en a za y p e rju d ic a su v e rd a d e ra n atu ra leza . ¡Ay! ¡C uán
lejos se h a a p a rta d o del T ao!»
C u an d o re to rn ó Z ig o n g , in fo rm ó a C o n fu cio . D e jó éste el
chin, y pu esto en pie, dijo: -« ¿ N o será un sabio?», y b ajó a b u s­
carle. C u ando llegó a la o rilla del lago, el p escad o r em p u jab a ya
su b arca ap o y a d o en el bo tad o r. C o m o v ie ra a C o n fu c io al v o l­
v er la cab eza, dió m ed ia v u elta y se q u ed ó de pie. C o n fu cio dio
unos p aso s h ac ia a trá s ,2 y lu eg o d e sa lu d a r ce re m o n io sa m e n te
dos v eces, se ac erc ó al v isitan te. -« ¿ Q u é q u eréis de m i?» - p r e ­
g u n tó éste.
-« P o c o ha, mi señ o r h a hab lad o - d ijo C o n fu c io -, p ero no ha
term in ad o . Q iu es alg o o b tu so y no h a alca n zad o a co m p re n d e r
el se n tid o de sus p a la b ra s. A h o ra a g u a rd a rá re s p e tu o sa m e n te 3
aq u í, en la e sp e ra n z a d e te n e r la fo rtu n a de p o d er o ír au n q u e
só lo sea el so n id o d e su to s o c a rra sp e o , q u e fin a lm e n te no d e ­
ja rá d e serle d e g ra n d ísim a ay u d a a Q iu .»
-« ¡A y ! -e x c la m ó el v is ita n te -. ¡A fe q u e g ra n d e es v u estro
d ese o de a p ren d er!»
H ízo le C o n fu c io dos p ro fu n d as re v e re n c ia s, y y a e n d e re z a ­
d o, le dijo:
-« D e s d e sus añ o s m o zo s h asta hoy, c u m p lid o s los sese n ta y
n u ev e años, Q iu no ha cesado de aprender; m as nu n ca le h a sido
d ad o e s c u c h a r la d o c trin a su p rem a. ¿C ó m o o sa ría n o d e ja r su
m en te h u m ild e m e n te v ac ía ?»

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Libros varios: Za Pian

- « L o s seres de la m is m a e sp e cie - d i jo el v is ita n te - se j u n ­


tan , y las vo ces ig u ales se arm o n izan ; y e sta es la ley firm e del
C ielo . P erm itid m e d ec la raro s lo que sé, p o r ayudaros en v u estra
e m p re sa . E sa e m p re sa v u e stra trata de h u m an o s neg o cio s. Si el
h ijo del C ielo , los señ o res fe u d ales, los m an d arin es y el p u eb lo
llano, si esto s cuatro cu m p len cabalm ente el com etido que les es
pro p io , rein ará un p erfec to orden social. P ero si los cuatro a b a n ­
d o n an su puesto y m isión, n o p o d rá h ab e r un caos m ayor. C u an ­
do el m an d arín d e se m p e ñ a d eb id a m e n te su carg o , y las g en tes
se o c u p a n d e sus n e g o c io s, no h ay d e so rd e n ni a g resio n es. Lo
q u e a flig e al p u eb lo lla n o es que los c a m p o s q u ed e n in c u lto s y
q u e las c a sa s se a rru in e n , q u e la ro p a y la co m id a no sea b a s ­
tan te, q u e no p u ed an p a g a r trib u to s y a lc a b a la s, que n o re in e la
a rm o n ía e n tre la e s p o s a y las c o n c u b in a s, q u e se q u e b ra n te el
o rd e n e n tre los m ay o re s en ed ad y los m en o res. L o q u e aflig e a
los m a n d a rin e s es no se r ca p ace s d e d e se m p e ñ a r su c a rg o , no
p o d e r re so lv e r a sa tisfa c c ió n los n eg o c io s o ficia le s, c o n d u c irse
d esh o n e sta m e n te, te n e r su b o rd in ad o s d esc u id a d o s y p erezo so s,
no p o d e r c o n se rv a r lo s títu lo s y las ren tas. L o que al se ñ o r fe u ­
dal aflig e es que en la co rte no haya co n se je ro s leales, q u e en el
e sta d o re in e la c o n fu sió n y el d e so rd e n , q u e los a rte s a n o s y
o p e ra rio s no sean h áb ile s, q u e los trib u to s recib id o s no sean de
b u en a ca lid a d , lle g a r ta rd e a las au d ie n c ia s im p eriales d e p ri­
m a v e ra y o to ñ o , no so m e te rse a la v o lu n ta d del hijo del C ielo.
L o q u e al H ijo del C ie lo 4 a flig e es q u e se ro m p a la a rm o n ía e n ­
tre el Y in y el Yang; q u e so b re v e n g a n fu e ra d e tiem p o g ra n d es
frío s o ca lo res, de los q u e su fre n d añ o to d o s los seres; q u e los
se ñ o re s fe u d a le s se a lb o ro te n y p ro c e d a n c o n v io le n c ia , lu ­
c h a n d o e n tre sí co n g ra n d a ñ o p a ra las g en te s del p u eb lo ; que
los rito s y la m ú sica se d esc o n c ie rte n ; q u e el e ra rio p ú b lic o se
agote; q ue las relacio n es e n tre los h o m b res se d esb araten en sus
norm as; q u e el p u eb lo llan o ca ig a en los ex c eso s y el deso rd en .
Y ah o ra vo s, q ue no te n é is p o r arrib a el p o d e r y la au to rid a d de
un so b eran o o señ o r fe u d a l, ni p o r a b a jo d e se m p e ñ á is carg o de
alto co n se je ro , os a rro g áis la m isió n de p ro p o n e r ad o rn o s d e ri­

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Libro XXXI. El viejo pescador

tos y m ú sica, y de p o n er orden en las relacio n es fam iliares y so ­


ciales, p ara así ed u c a r al pueblo. ¿N o son d em asiad o s y e x c e si­
vos n eg o c io s?
» A d em ás hay o ch o v icio s en lo q u e to ca a los h o m b res, y
cuatro m ales en lo to can te a los neg o cio s, que no se puede d ejar
de e x a m in a r m uy p o r m en u d o . H a cer lo q u e no se d eb e, llá m a ­
se “m o n o p o liz ar” ; ac o n sejar a qu ien no tiene interés en ello , dí-
cese “ h a c e r re tó ric a ” ; h a b la r p o r c o m p lac er, se llam a “ lis o n je ­
a r” ; h a b la r sin d is tin g u ir lo v e r d a d e ro y lo fa ls o , se lla m a
“ a d u la r” ; to m a r g u sto en h a b la r m al d e los d e m á s, se llam a
“m u rm u rar” ; sem b rar la cizaña entre am igos y la d isco rd ia entre
p arie n tes, d ícese “ p e rtu rb a r” ; p ro fe rir h ip ó c rita s a la b a n z a s y
lan za r ca lu m n ias p o r c a u sa r tu e rto a o tro , se llam a “ o b ra r con
m a lic ia ” ; ac o m o d a rse co n d o b le z a la g en te, sin d is tin g u ir lo
bueno y lo m alo, p ara arrebatarles secretam en te lo q u e se desea,
se d ice “ ser c a b a lle ro d e fo rtu n a ” . E sto s o ch o v icio s, p o r fu e ra
trasto rn a n a los d em ás, y p o r d en tro c a u san d añ o a la p ro p ia
perso n a. A q u ien los tien e, el h o m b re de h o n o r n o q u ie re p o r
am ig o , ni p o r c o n s e je ro el so b eran o . E n c u a n to a los c a u tro
m ales, son ésto s: g u sta r de tra ta r los g ra n d e s n e g o c io s, y p re ­
ten d er ca m b ia r lo e sta b le c id o y h ab itu al p o r c o b ra r m é rito y
no m b re, a lo q ue se llam a “ a m b ic ió n ” ; fu e rte de la p ro p ia in te­
lig en cia, q u e re r o cu p a rse de ajen o s n e g o c io s, p iso te a n d o los
d erech o s de los o tro s, p o r o b te n e r p ro p io p ro v e ch o , a lo que
n o m b ran “ c o d ic ia ” ; no en m e n d a rse d e sp u é s de v er las p ro p ias
faltas, y tras una a m o n esta ció n c o m p o rta rse aú n p eo r, a lo que
llam an “co n tu m ac ia” ; ap ro b ar a q u ien es son del m ism o parecer,
y a los q u e no lo son, aunque sean b u en o s, no ten erles p o r tales,
a lo q u e se llam a “ o rg u llo ” . E sto s son los cu a tro m ales. S ó lo a
quien es ca p az de ab a n d o n a r los o ch o v icio s y e v ita r los cu a tro
m ales, só lo a él se le p u ed e en señ ar.»

II. S u sp iró C o n fu cio , m uy tu rb ad o , y tras una d o b le re v e-


rencia, se en d erezó y dijo: -« D o s v ec es han ex p u lsad o a Q iu de

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L u , e n W ei no le p e rm itie ro n q u e d a rse , en S o n g c o rta ro n el á r­


bol b a jo el q u e se h a b ía c o b ija d o , y en la fro n te ra e n tre C h en y
C ai e stu v o ro d e ad o . A Q iu no se le a lc a n z a q u é e rro r h a y a p o ­
d id o c o m e te r; ¿ p o r q u é se han a b a tid o so b re su p e rso n a estas
c u a tro a fre n ta s? »
D íjo le el in v ita d o , d e m u d a d o el ro stro p o r la pena: -« ¡ C u á n
d ifícil se o s h ace co m p re n d er! H a b ía un h o m b re q u e te m ía a su
so m b ra y a b o rre c ía sus h u ellas; q u iso h u ir de ella s, y cu a n to
m ás co rría, m ás h u ellas iba d ejan d o , y p o r rá p id o que lo hiciera,
su so m b ra no se se p a ra b a de él; así q ue, im ag in an d o q u e aú n no
iba b astan te d ep risa, co rrió v elo zm e n te sin parar, h asta q u e m u ­
rió a g o ta d o . Ig n o ra b a q u e p o n ié n d o se a la so m b ra , la so m b ra
d e s a p a re c e , y q u e q u e d á n d o se q u ie to , y a no h ay h u e lla s. ¡Q ué
g ra n estú p id o ! Y a s í es co m o vos c o n sid e rá is la b e n e v o le n c ia y
la ju s tic ia , d istin g u ís lo id én tico y lo d ife re n te , o b se rv á is las
m u d an za s del rep o so y el m o v im ien to , estim áis las n o rm as de lo
q u e co n v ien e to m ar o dejar, ord en áis los sen tim ien to s d e am o r y
o d io , p o n éis m o d e ra d o ra arm o n ía en los en o jo s y aleg rías; pero
to d o e s o ap en as os h a lib ra d o d e la d e s g ra c ia . C u ltiv a d v u estra
p e rs o n a c o n a te n c ió n , c o n se rv a d v u e stra v e rd a d ' c o n g ra n c u i­
d a d o , to rn a d las c o s a s a los h o m b re s ,6 y a s í n ad ie h a b rá q u e os
a g o b ie y fatig u e. P u es he a q u í q u e v o s, a h o ra , an d á is b u sca n d o
a m o n e s ta r a los d e m á s, al tiem p o q u e d e já is d e c u ltiv a r v u estra
p e rso n a ; ¿n o es e llo g ra n d e sc u id o ? »
- « L e ru e g o m e d ig a - d i j o C o n fu c io m u y c o m p u n g id o - a
q u é se d ic e v e rd a d .»
- « L a v e rd a d - d i j o el v is ita n te - es la su p re m a s in c e rid a d y
p u reza. Si no se es sin c e ro y puro, no se p u ed e lleg ar al co razó n
d e la g e n te . Y p o r e s o el q u e llo ra fo rz a d o , co n su tris te z a no
ap iad a; el q ue fo rzad o se en o ja, co n su te rrib le talle no im pone;
y el q u e p o r fu e rz a d a m u e stra s d e am o r, c o n su so n risa no se
g an a a los dem ás. L a v erd ad era tristeza ap iad a aun silen cio sa; la
v e rd a d e ra c ó le ra im p o n e a u n q u e no e sta lle ; el v e rd a d e ro am o r
g a n a a los d em ás a u n sin sonrisas. C u an d o la v erd ad está dentro
de n o so tro s, n u estro esp íritu se m an ifiesta en el exterior; p o r eso

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Libro XXXI. El viejo pescador

se e stim a ta n to la v e rd a d . C u a n d o se u sa d e e lla p a ra p o n e r r a ­
zón e n tre los h o m b re s, en el se rv ic io a los p ad res, se es a m a n te
y p iad o so ; en el s e rv ic io al so b e ra n o , leal y h o n e sto ; en los
festin es, aleg re, y e n los d u e lo s, a flig id o . P a ra el sú b d ito leal y
h o n esto , lo p rin c ip a l es h a c e r m é rito s; p a ra el in v ita d o a un
festín, e sp a rc irse y d isfru ta r; p a ra el q u e a siste a un d u e lo , s e n ­
tirse a p e n a d o y triste; p a ra el q u e sirv e a sus p a d re s, d a rle s s a ­
tisfacc ió n . L a p e rfe c c ió n del m é rito , no se lim ita a u n a so la y
única m a n isfe sta c ió n ; el se rv ic io a los p a d re s p o r d a rle s s a tis ­
facció n , no se p re g u n ta p o r qué; el in v ita d o a un fe stín p a ra e s ­
p arcirse y d isfru ta r, no a n d a e lig ie n d o p la to s y v aso s; el q u e
asiste a un d u elo p o r sen tirse ap e n ad o y triste, no c u ra d e los ri­
tos. L o s ritos son o b ra del v u lg ar m u n d o ; la v erd ad se recib e del
C ielo , y a s í es n a tu ra l y no p u ed e m u d ar. D e a h í q u e el sab io
tom e al C ielo p o r m o d e lo , te n g a a la v e rd a d en alta e stim a y no
se deje atar p o r los u so s vulgares. El estú p id o es lo co n trario : no
es c a p a z de to m a r al C ie lo p o r m o d e lo , y só lo se c u ra d e los
hom bres; ni sab e estim a r su verd ad , sino q u e, hu n d id o en la v u l­
g arid ad ,7 m u d a c o n sta n te m e n te a te n o r del m undo. P o r eso n u n ­
ca se h a lla sa tis fe c h o . ¡Q ué g ra n d e lástim a ! ¡Q ué p ro n to os
h u n d iste is en la h u m a n a h ip o c re s ía , y q u é ta rd e h a b é is o íd o
h ab lar del g ran T ao !»
R e n o v ó C o n fu c io u n a d o b le re v e re n c ia y, e n d e re z a d o , d ijo :
-« H o y Q iu h a e n c o n tra d o al m a e stro , lo q u e c ie rta m e n te es un
gran fa v o r del C ielo . N o te n g a el m a e stro p o r d e sh o n ra re c ib ir­
le co m o un o de su s se rv id o re s, y d ele sus e n se ñ a n z a s en p e rs o ­
na. O sa ría p re g u n ta rle d o n d e tie n e su m o ra d a , y ro g a rle le p e r­
m ita re c ib ir sus e n s e ñ a n z a s p a ra te rm in a r d e a p re n d e r el gran
Tao».
- « H e o íd o d e c ir - d i j o el v is ita n te -: A q u ie n p u e d a ir c o n ti­
go, llé v a le h asta el m iste rio del T ao; a q u ie n no p u e d a ir c o n ti­
go, y no co n o ce el cam in o , gu árd ate m u ch o de re v elárselo , y e s ­
tarás lib re d e falta. ¡E sfo rzao s, pues! ¡O s d ejo , yo os d e jo !»
Y em p u jan d o co n el botador, se alo n g ó h asta d e sa p a re c e r e n ­
tre los ju n c o s .

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Yan Yuan d io m ed ia v u elta al c a rru a je , y Z ilu o freció a C on-


fu c io la cu e rd a p a ra m o n tar, pero C o n fu cio no v o lv ió la cabeza.
H a sta q u e no d e s a p a re c ie ro n las o n d a s en la su p e rfic ie d e las
ag u a s, y d ejó de o irse el c h a p o te o del b o tad o r, no se a tre v ió a
m o n ta r en el c a rru a je .
Z ilu , q u e iba a un lad o del c a rru a je , le p re g u n tó : -« L a rg o
tiem p o ha q ue You sirve al m aestro, y n u n ca le vio trata r a nadie
co n ta n ta re v e re n c ia y re sp eto . N o h a h a b id o so b e ra n o d e diez
m il c a rro s, ni p rín c ip e d e m il ca rro s, q u e re c ib ie n d o al m aestro
no le tra ta ra n co m o su ig u al en a sie n to y re v e re n c ia s, y el m a ­
e stro siem p re se h a m o stra d o d e sd e ñ o so y altiv o . Y en ca m b io
hoy, a n te ese p e s c a d o r q u e se le q u e d a d e p ie, sin m o v e rse ,
a p o y a d o en el b o ta d o r, el m a e stro d o b la el e sp in a z o c o m o un
c a rta b ó n ,8 y h a b la n d o c o n él, tam b ién le h ace re v e re n c ia s antes
de re sp o n d e rle . ¿N o h a sid o algo d e sm e su ra d o ? T o d o s lo s d is ­
c íp u lo s estam o s e x tra ñ a d o s de lo q u e h a h ec h o el m aestro . ¿P or
q u é e s e p e s c a d o r m e re c ía ta n ta c o n s id e ra c ió n y re sp e to ? »
C o n fu c io , a g a rra d o al v aral d e la n te ro , su sp iró y d ijo :
- « ¡ A fe q u e eres in co rreg ib le, You! T anto tiem p o su m id o en
el e stu d io d e los rito s y d eb e res, y aún no te has d e sp re n d id o de
e sa m e n te g ro se ra. L lé g a te a m i lado, q u e te lo ex p liq u e . E n ­
c o n tra rs e co n a lg u ie n d e m ás ed ad y no h a c e rle re v e re n c ia , es
fa lta r a los ritos; v er a un sab io y no m o strarle v en eració n , es no
te n e r b e n e v o le n c ia .9 D e no ser ese p e s c a d o r un h o m b re p e rfe c ­
to, no fu e ra c a p az d e h a c e r q u e o tro se re b a je an te él; y si éste
no se re b a ja co n c o ra z ó n sin cero y p u ro , no p o d rá c o n s e rv a r su
v e rd a d o rig in a l, y a s í c a u s a rá un d a ñ o d u ra d e ro a su p ro p ia
p e rs o n a . ¡G ran d e lá stim a ! N o h ay p a ra el h o m b re d e s g ra c ia
m a y o r q u e no ser b e n e v o le n te . Y tú ju s ta m e n te e re s d e éso s.
A d e m á s el T ao es el o rig e n de to d o s los seres; los q u e lo p ie r­
d en , m u ere n ; los q u e lo p o see n , v iv en . Q u ie n a c tú a c o n tra él,
fra c a sa ; q u ien c o n fo rm e a él, triu n fa . P o r e so el sa b io v e n e ra
to d o a q u e llo d o n d e el T ao se e n c u e n tra . El p e s c a d o r d e hoy
p u e d e en v erd ad d e c irs e q u e po see el T ao, ¿c ó m o , p u es, h u b ie ­
ra o s a d o yo no h o n ra rle y m o stra rle re sp e to ? »

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LIBRO XXXII. LIE YUKOU

I. L ie Y ukou p a rtió h a c ia el e sta d o d e Q i. A m e d io c a m in o


se v o lv ió , y en e s to e n c o n tró c o n B o h u n M a o re n .1 - « ¿ P o r qué
has v u e lto ? » 2 -p r e g u n tó B o h u n M ao ren .
- « H e te n id o m ie d o » -r e s p o n d ió L ie Y ukou.
- « ¿ D e qué h as te n id o m ie d o ? » - l e p re g u n tó .
- « H e co m id o e n d ie z ta b e rn a s, y e n c in c o de e lla s m e h an
serv id o el p rim e ro » -re s p o n d ió .
- « Y sien d o así, ¿ p o r q u é has te n id o m ie d o ? » - p r e g u n tó .
- « C o m o en m i in te rio r los s e n tim ie n to s no se han d e s v a n e ­
cido - r e s p o n d ió - , h e b rilla d o p o r fu e ra , e n m i asp e c to y m o v i­
m ien to s; m e he g a n a d o el co ra z ó n d e las g en te s co n a lg o e x te ­
rior, y he sid o o ca sió n d e que fa lta ran al re sp e to d e b id o a los de
m ás ed ad que yo, d e lo que tem o no se sig a alg u n a d esg racia. Si
los tab ern ero s, q u e n o g an an gran c o sa co n su v en ta de so p as, y
para q u ie n e s de tan p o c o to m o es el b e n e fic io y el p o d er, si los
tales, d ig o , m e h an tra ta d o así, ¡có m o no m e h a d e tra ta r un se ­
ñ o r d e m ile s d e c a rro s! F a tig a d o su c u e rp o p o r c a u s a de los
n eg o c io s del e s ta d o y a g o ta d a su in te lig e n c ia en los asu n to s
del g o b iern o , m e c o n fia rá eso s asu n to s y n eg o c io s, y au n m e ha
de e x ig ir que los tra te c o n éx ito . D e e s o es de lo q u e he ten id o
m ied o .»
- « ¡ E x c e le n te o b s e rv a c ió n la tuya! - d i j o B o h u n M a o re n -.
¡Tú q u éd a te ah í tra n q u ilo ,' q u e las g en tes no dejarán de a c u d ir a
tí!»

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P o c o tie m p o d e s p u é s fu e a v is ita rle , y vio d e la n te d e su


p u e rta to d o llen o de ca lz ad o s. B ohun M ao ren se q u ed ó de pie
m iran d o al norte, la b arb illa ap o y ad a en el bastón; así se estuvo
un ra to y d esp u és se p a rtió sin h ab e r d ic h o nada.
In fo rm ad o L ie zi p o r el po rtero , co g ió en la m an o su s z a p a ­
tos y co rrió d esc alzo h asta la p u erta d e la calle. L leg a d o allí, le
dijo: -« Y a que el m aestro h a ven id o , ¿ p o r q u é no m e ha re ceta­
do alg ú n re m ed io ?»
-« ¡Y a basta! - l e re s p o n d ió -. Ya te d ije q u e las g en tes a c u ­
d iría n a tí; y así ha sid o en efecto . N o es q u e tu seas c a p a z de
h acer que las gentes acudan a tí, sino que no eres capaz de hacer
que las g en tes no ac u d an a tí. ¿Q ué n ec esid ad tien es d e atra e r a
la g en te m a n ife stá n d o te tan d iferen te a los d em ás h o m b res? A
n o d u d a r que algo ha sac u d id o tu n a tu ra le z a ,4 eso no es m e n e s­
te r d ec irlo . E sos q u e an d an co n tig o , no tien en n ad a q u e a c o n ­
sejarte . S us fú tiles p a la b ra s, son to d as p u ro v en en o . In cap aces
de d esp ertaro s m u tu am en te, ¿cóm o p o d réis teneros afición unos
a o tro s?5 El hom bre hábil se fatiga y el que sabe se preo cu p a. El
q u e no p o see u n a p a rtic u la r c a p acid ad , n ad a busca; h á rta se de
c o m id a y v iaja en e n te ra lib ertad , flo ta cual b arco sin am arras,
v ag a la m en te v ac ía .»

II. U n hom bre de Z heng, de nom bre H uan, estudió6 en Qiushi.


Al cab o de tres años H uan ya era letrado. Sus fa v o res d e sb o rd a ­
ron en nueve li a la red o n d a, y de él sus tres fam ilias7 recibieron
b en eficio . M andó a su h erm a n o m en o r a estu d ia r la d o ctrin a de
M o. D isp u taro n los h e rm a n o s, letra d o ru el uno y se g u id o r de
M o el o tro , y su p ad re se p o n ía del lad o de D i, el p eq u eñ o . Al
cab o de d iez años, H u an se dio m uerte. Se ap a rec ió en su eñ o s a
su p ad re, y le dijo: - « F u i yo qu ien h izo a v u estro hijo se g u id o r
de M o. ¿P o r q ué no v ais a v er mi tu m b a, y có m o y a h an dado
fru to los cip reses q u e en e lla se p la n ta ro n ? »
El H a ced o r de las co sas d ota a los h o m b res, m as no les dota
co m o tales hom bres, sino que les d ota d e su n atu raleza original.

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Libro XXXII. Lie Yukou

Esta es la que hace q u e los h om bres sean co m o son. P ero aquél


se tu v o p o r d iferen te a los d em ás, y llegó a o fe n d e r a su p ro p io
padre. Son co m o aq u el ho m b re de Q i q u e, h ab ien d o ex c a v a d o
un po zo , se p eleab a con quienes v enían a b eb er en é l.8 D e ah í el
dicho: «L os h o m b res de hoy son to d o s H uan». A los o jo s del
hom bre q u e p o see v irtu d , los q u e se c reen en la v erd ad no son
in telig en tes, ¡cu an to m ás a los ojos del q u e posee el Tao! E n la
an tig ü ed ad a esto llam ab an ca stig o d e « esc o n d erse del C ielo » .9
E l sab io está có m o d o d o n d e p u ed e e sta r có m o d o , y no está
có m o d o d o n d e no lo p u ed e e s ta r;10 la gran m ay o ría q u iere estar
cóm oda donde no p u ed e e sta r có m oda, y no está có m o d a donde
lo p o d ría estar.
D ice Z huang zi: « C onocer el Tao es fácil; no h ablar de él, di­
fícil. Q u ien co n o c e el T ao y no h a b la d e él se une al C ielo;
qu ien co n o ce el T ao y h ab la de él se une a los h o m b res. E n los
tiem p o s an tig u o s, los h o m b res eran C ielo , no h o m b re s» ."

III. Z h u p in g M an fue a ap ren d er de Z hili Yi el arte d e m atar


d ra g o n e s. P ag ó p o r e llo m il m o n e d a s , to d a su h a c ie n d a . Al
cabo de tres añ o s y a e ra un m aestro en aquel arte, m as no halló
m an era de m o stra r sus h ab ilid ad es.
El sabio no tiene p o r necesario lo q u e es necesario, y p o r eso
se ve libre de guerras. L a gran m ayoría de los hom bres tien e por
necesario lo que no es necesario y de ahí las num erosas guerras.
C o n fo rm e al p rin c ip io de la g u erra, usan de ella p a ra sa tisfa c e r
sus am b icio n es. El q u e se basa en la g u erra, p e re c e rá .12
El co n o c im ien to d e los h o m b re c illo s no sabe sin o d e p re ­
sentes y b illetes.13 F atigan su espíritu con fútiles negocios, y aún
pretenden so co rrer y g u iar a la m ultitu d de seres, h asta alcan zar
la su p re m a u n id ad del v acío y de las fo rm as. L os tales andan
ex tra v iad o s en lo q u e to ca al u n iv erso ; y ag o tan su cu e rp o , sin
a lca n zar a co n o c e r el su p re m o c o m ien z o . El ho m b re p erfec to
to rn a su esp íritu h a c ia lo que no tien e p rin cip io , y se d u erm e
d u lcem e n te en el p aís do n d e n ad a e x iste . Es co m o ag u a, que

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Libros varios: Za Pian

flu y e sin fo rm a, y su e sp íritu b ro ta d e la su p re m a p u re za. ¡L ás­


tim a! Tu c o n o c im ien to se lim ita a la p u n ta d e un pelo , e ignoras
del to d o la g ra n q u ie tu d .

IV. U n h o m b re d e S o n g , llam ad o C ao S h an g , fue al estad o


d e Q in co m o e m isa rio d el rey de S o n g .14 A su ida, llev ó varios
c a rru a je s co m o esc o lta . C o m p la c id o el rey de Q in, a ñ a d ió a su
e s c o lta c ien c a rru a je s. D e v u elta en S o n g , vio un d ía a Z h u an g
zi y le dijo:
- « H e estad o v iv ie n d o en una c a lle ju e la d e un b arrio m is e ra ­
ble, tan p o b re q ue, p a ra so b re v iv ir m e v eía fo rzad o a tre n z a r al­
p a rg a ta s , y ten ía el ro stro a m a rille n to y el cu e llo d esc arn a d o ;
eso h a sid o a ca u sa de los defectos de m i p erso n a. P ero q u e ape­
n as v ie n d o a un s o b e ra n o de m iles d e c a rro s, te d e sp id a n con
u n a e sc o lta de cien ca rru a je s, eso se h a d eb id o a las g ra n d es v ir­
tu d e s d e m i p e rso n a .»
- « E l re y de Q in - d i j o a esto Z h u a n g z i - , c u a n d o cae e n fe r­
m o m a n d a llam ar a los físico s. El q u e le re v ie n ta un ab ceso o le
v a c ía un tu m o r o b tie n e un c a rru a je ; y c in c o el q u e le la m e las
alm o rran as. C u an to m ás bajo es el serv icio , m ay o r el n ú m ero de
c a rru a je s q u e g an a. ¿ A c a so le h a b é is tra ta d o las a lm o rra n as,
p a ra q u e os h ay a d a d o ta n to s? ¡Idos de aq u í!»

V. El d u q u e Ai de L u p re g u n tó a Yan H e: - « S i h ic ie ra y o de
C o n fu c io el p ila r de m i e s ta d o ,15 ¿ p o d ría h a lla rle re m e d io ? »
- « ¡ L o p o n d ría en g ra n d ísim o p elig ro ! - l e re sp o n d ió —. C o n ­
fucio g u sta de ad o rn o s de p lu m as, y d e d ib u jo s y p in tu ras; se da
a la re tó ric a flo rid a, y su ele an d a rse p o r las ram as. D e fo rm a su
n a tu ra le z a p ara q u e la g e n te le v ea , y n o se d a ca ta d e q u e no
in sp ira c o n tia n z a . Y si e sto es lo q u e re cib e en su m en te y lo
q u e g o b ie rn a su e s p íritu , ¿c ó m o p o d rá g u ia r al p u e b lo ? ¿O s
c o n v ie n e ese h o m b re ? ¿L e d iré is q u e p o n g a p az en el p u e b lo y
c u id e de é l? 1'’ P ues n o h ay d u d a q u e será gran yerro. H a cer a h o ­

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Libro XXXII. Lie Yukou

ra que el p u eb lo se a p a rte d e la v e rd a d p a ra a p re n d e r a se r h i­
pócrita, no es algo q u e se p u ed a m o strar a la gente. P en san d o en
las fu tu ra s g e n e ra c io n e s, m ás v ale q u e lo d e jé is. C o n él, d ifíc il
será g o b ern ar.»

V I. F a v o re c e r a los d em ás sin o lv id a r el p ro p io m é rito , así


no es la g e n e ro sid a d del C ielo . A los m e rc a d e re s no se les c o n ­
sidera; a u n q u e a v e c e s se tra ta co n e llo s p o r n e g o c io s, el h o m ­
bre de e sp íritu no les c o n sid era.

V II . L o s c a stig o s e x te rn o s son el m etal y la m a d e r a ;17 los


castig o s in tern o s, la a g ita c ió n y el re m o rd im ie n to . L o s h o m ­
b recillo s su fre n c a s tig o s e x te rn o s, se les h ac e p a g a r c o n el m e ­
tal o la m ad era. A q u ie n e s su fre n in te rn o c a stig o , el Y in y el
Yang les d e v o ra n .18 S ó lo el ho m b re v erd ad ero es ca p az d e e v itar
en tra m b o s ca stig o s.

V I I I . C o n fu c io d ijo : - « L a m en te del h o m b re es m ás p e li­


gro sa q u e las m o n ta ñ a s y río s, y m ás d ifíc il d e c o n o c e r q u e el
m ism o C ielo . P u es el C ie lo tien e sus tie m p o s fijos: p rim a v e ra ,
verano, o to ñ o , in v iern o , m añ an a, tard e; m ien tras q u e el h o m b re
tiene u n a g ru e sa c a p a p o r fu e ra y p ro fu n d o s se n tim ie n to s d e n ­
tro. Y a s í h ay h o m b re s d e e x te rio r p ru d e n te q u e son u n o s d is o ­
lutos; los h ay q u e p a re c e n su p e rio re s, y no son de p ro v e c h o
alguno; los hay d ó c ile s y su m iso s, q u e son de una in q u e b ra n ta ­
ble re c titu d ; los h ay d e d u ro e x te rio r, y q u e en el fo n d o son
b lan d o s; y los h ay q u e p a re c e n le n to s, y o b ra n c o n ra p id e z .
B u scan la ju s tic ia c o m o h a m b rie n to s y la re h u y en co m o si les
ab rasara. P o r eso si e n v ía s lejos a u n h o m b re de h o n o r, d e s c u ­
brirás su lealtad ; y si c e rca , d e sc u b rirá s su resp eto ; c o n fía le d i­
fíciles m isio n e s, y d e sc u b rirá s su tale n to ; p re g ú n ta le d e im p ro -
v iso , y d e s c u b r ir á s su in g e n io ; e m p lá z a le c o n u r g e n c ia , y

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d e s c u b rirá s q u e tie n e p alab ra; c o n fía le riq u e z a s, y d esc u b rirás


su h o n estid ad ; a d v ié rte le de un p elig ro , y d esc u b rirá s su firm e ­
za; e m b riá g a le c o n v in o , y d e sc u b rirá s su c o m p o stu ra ; júntale
co n m u jeres, y d esc u b rirás su castidad. C o n estas n u ev e pruebas
se p u e d e re c o n o c e r q u ié n no es un h o m b re m en g u ad o » .

IX . C u an d o a Z h e n g K a o fu 19 le n o m b ra ro n p a ra el p rim er
carg o , in clin ó la cab eza ; cu an d o m ás tard e le n o m b raro n p a ra el
se g u n d o , h izo u n a p ro fu n d a re v e re n c ia ; y cu a n d o d e sp u é s le
n o m b ra ro n p a ra el te rc e ro , se p o stró e c h á n d o s e d e b ru c e s .20
C a m in a b a sie m p re p e g a d o a la p ared . ¿ O sa ría alg u ien n o ten er
p o r m o d e lo a un h o m b re así? D e h a b e r sid o un h o m b re com o
los d e m á s, al p rim e r n o m b ra m ie n to y a se le h u b iera v isto orgu-
llo sam en te erg u id o ; al seg u n d o , d a n z a n d o sobre su carro za; y al
te rc e ro , lla m a n d o a su s tío s p o r sus n o m b re s .21 ¿Q u ié n p o d ría
c o m p a ra rs e co n T an g o c o n X u ?22
N o h ay n ad a p e o r p a ra el h o m b re q u e te n e r la m e n te p u esta
en el e je rc ic io de la v irtu d , co m o si tu v ie ra ojos. P ues te n ien d o
o jo s la m en te, tó rn a s e a m ira r h a c ia d en tro ; y c u a n d o se m ira
h a c ia d e n tro , es la ru in a . H ay cin c o fa c u lta d e s n e fa sta s, y de
e lla s la in terio r es la p eo r.23 ¿A q u é lla m a n fa c u lta d in te rio r? La
fa c u lta d in te rio r es la q u e nos h ac e c o n s id e ra r b u e n o lo que
n o s p la c e , y m o fa m o s d e lo que no h a c e m o s .24
E x tre m o s de a p u ro h a y o c h o , g a ra n tía s d e é x ito h ay tre s, y
seis so n las v is c e ra s d el cu e rp o . B e lle z a , b a rb a , ta lla , c o rp u ­
le n c ia , fu e rz a , e le g a n c ia , v a le n tía y a u d a c ia ; q u ie n e n ellas
o c h o a los d e m á s s o b re p a s a , p o r c a u s a d e e lla s e n e x tre m o
a p u ro se v erá. A c o m o d a rs e a la n a tu ra le z a d e las c o s a s, c o m ­
p o rta rse co m o los d e m á s,25 y m o stra rse te m e ro so y h u m ild e , he
a h í la s tres m an eras d e c o m p re n d e rlo to d o y en to d o te n e r é x i­
to. L a in te lig e n c ia y la sa b id u ría c o m u n ic a n c o n el m u n d o e x ­
te rio r; la v a le n tía y la a c c ió n p ro v o c a n re s e n tim ie n to s ; la b e ­
n e v o le n c ia y la ju s tic ia so n fu en te de re p ro ch e s. El q u e alcan za
u n a p ro fu n d a c o m p re n s ió n de la n a tu ra le z a d e la v id a, tó rn a se

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m ag n án im o ; el q u e e n tie n d e de ta le n to s y h a b ilid a d e s, es h o m ­
bre m e z q u in o . E l q u e a lc a n z a u n a p ro fu n d a c o m p re n s ió n del
gran d e s tin o , se a c o m o d a a él; el q u e só lo e n tie n d e d e su p e ­
q u e ñ o d e s tin o , lo su fre .

X . U n h o m b re q u e h a b ía ido a v is ita r al rey d e S o n g re c ib ió


de éste, co m o p re se n te , d iez ca rru a je s. Y c o n sus d iez c a rru a je s
fue a p a v o n e a rse a n te Z h u a n g zi. D íjo le Z h u a n g zi:
- « H a b ía ju n to al R ío u n a fa m ilia m u y p o b re , q u e se g a n a b a
la v id a tre n z a n d o ta llo s d e arte m isa . U no d e los h ijo s, n a d a n d o
h asta lo m ás p ro fu n d o del R ío, c o g ió u n a p e rla q u e v a lía m il
m o n ed as. D ijo el p a d re a su h ijo : “ ¡A g a rra u n a p ie d ra y m a ­
chaca e s a perla! U n a p e rla d e m il m o n e d a s no hay d u d a q u e e s ­
taba b a jo el m e n tó n d e un d ra g ó n n e g ro , en un a b ism o n u ev e
veces p ro fu n d o . Y si h a s p o d id o c o g e rla , p o r fu e rz a q u e e sta b a
d orm id o . ¡C om o d e s p ie rte el d ra g ó n n e g ro , no q u e d a rá d e tí ni
p e d a c ito s !” P u es b ie n , la p ro fu n d id a d del e sta d o d e S o n g es
m ay o r q u e la de u n a b ism o n u e v e v e c e s p ro fu n d o ; y su rey
harto m ás fiero q u e un d ra g ó n n eg ro . A no d u d a r q u e d o rm ía
cu an d o h a b é is p o d id o te n e r de él e so s ca rru a je s. ¡C o m o d e s ­
p ierte, o s h ará p ic a d illo !»

X I. A lg u ie n in v itó a Z h u a n g zi (p a ra n o m b ra rle su c o n s e je ­
ro), y Z h u a n g zi re s p o n d ió al e m isa rio : - « ¿ N o h a b é is v isto al
buey d e stin a d o al s a c rific io ? L o v iste n c o n b ro c a d o s, lo a li­
m entan co n y erb a y legum bres; h asta q u e un buen d ía tiran d e él
hasta el gran tem plo. H o lg ara él en to n ce s d e ser un tern e rillo so ­
litario , m as ¿a c a so p u ed e ?»

X II. A pu n to de m o rir Z h u an g zi, era d ese o de sus d iscíp u lo s


h acerle un as su n tu o sa s ex e q u ia s. D íjo les Z h u a n g zi: - « E l C ielo
y la T ierra serán m i d o b le ataú d ,26 el sol y la luna m is d o s d isco s

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d e ja d e , las e s tre lla s m is p e rla s, y el m illó n de seres m is p re ­


s e n te s fu n e ra rio s. ¿ A c a so no es b a s ta n te p a ra m is ex e q u ia s?
¿ Q u é m ás se p u e d e a ñ a d ir? »
-« T e n e m o s m ied o -d ije ro n los d is c íp u lo s - no os d ev o ren los
c u e rv o s y los m ila n o s.»
- « A r r ib a d e v o ra d o p o r los c u e rv o s y m ila n o s - d i j o Z h u an g
z i - , a b a jo p o r los c o rto n e s y las h o rm ig a s; q u e ré is q u itá rs e lo a
los u n o s p a ra d á rse lo a los o tro s, ¿ p o r q u é sois tan p o c o e c u á ­
n im e s? »
C u a n d o se ig u a la c o n lo que no es ig u a l, lo ig u alad o n o está
ig u a la d o . C u an d o se u sa co m o p ru e b a lo q u e no e s tá p ro b ad o ,
e s a p ru e b a no p u ed e p ro b ar. El q u e h ac e o ste n ta c ió n d e su p er­
s o n a es e sc la v o d e los d em ás; el h o m b re d e p le n itu d esp iritu a l
es la pru eb a. D esd e h ac e m u ch o tiem p o se sab e que el q u e hace
o ste n ta c ió n de su p e rs o n a no a lc a n z a ni d e lejo s al h o m b re de
p le n itu d e sp iritu a l, a u n q u e los e stú p id o s sig u en fiá n d o se d e lo
q u e v en c u a n d o tra ta n c o n los d e m á s. S u s m é rito s se qu ed an
fu e ra . ¿N o es h arto d e lam en tar?

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LIBRO XXXIII. BAJO EL CIELO'

I. M u ch o s h an sid o en el m u n d o lo s e stu d io so s d e lo s m é to ­
dos y las a rte s,2 y to d o s c o n sid e ra n q u e lo s su y o s so n in s u p e ra ­
bles. L o q u e en lo s a n tig u o s tie m p o s lla m a b a n el a rte d el T ao,
¿dónde re a lm e n te se e n c u e n tra ? Y la re sp u e sta es: « N o h a y lu ­
gar d o n d e no se e n c u en tre» . P reg u n ta: « ¿D e dónde d e sc ie n d e el
esp íritu ? ¿D e d ó n d e su rg e la c la ra v is ió n ? » 1 «L os sa b io s n a c e n
y los re y e s se h a c e n , y to d o s e llo s p ro c e d e n del U n o » .
Al q u e no se a p a rta d e su p rin c ip io o rig in a l, n ó m b ra n le
ho m b re del C ielo . A l q u e no se a p a rta d e la e se n c ia , le llam an
ho m b re e sp iritu a l, al q u e no se a p a rta d e la v erd ad , le d icen
hom bre p erfecto . A q u ien tiene el C ielo p o r p rin cip io o rig in al, a
la v irtu d p o r fu n d a m e n to , al Tao co m o p u erta, y sabe in te rp re ta r
los sig n o s de las m u d a n z a s, a ése llam an g ra n sabio. A l q u e p o r
b e n e v o le n c ia p ro d ig a su s b e n e fic io s, p o r ju s tic ia se rig e p o r
unas n o rm a s, p o r re s p e to a los rito s a c tú a c o m e d id a m e n te , co n
la m ú sic a ex tie n d e la a rm o n ía , y d a p e rfu m a d a s m u e s tra s de
am or y b en e v o le n cia, al tal llam an h o m b re de honor. E s ta b le c e r
las c a te g o ría s so c ia le s m e d ia n te la luz, to m a r los títu lo s co m o
c rite rio e x te rn o , u sa r d e lo s e x á m e n e s co m o p ru e b a, y d e c id ir
Iras ex h a u stiv a s co m p ro b a c io n e s, h e a h í los cu atro p u n to s c o n ­
form e a los c u a le s los c ie n c a rg o s o fic ia le s en je ra rq u ía se o r ­
den an . T o m ar el tra b a jo co m o n o rm a d ia ria , c o n s id e ra r la c o ­
m id a y e l v e s t i d o c o m o lo p r i n c i p a l , t e n e r p r e s e n t e la
P ro d u cció n y el a lm a c e n a m ie n to , y c u id a r de a n c ia n o s y d é b i­

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les, y d e h u é rfa n o s y v iu d a s, q u e to d o s te n g a n lo n ec esario


p a ra v iv ir, he a h í la ra z ó n q u e rige la v id a del p u eb lo .
¿N o eran los a n tig u o s, h o m b res c a b a le s? C o n certa d o s con la
c la ra v isió n del e s p íritu , y to m a n d o p o r n o rm a al C ie lo y a la
T ie rra , a lim e n ta b a n a to d o s los se re s, p o n ía n a rm o n ía en el en ­
tero m u n d o , y c o lm a b a n de b en eficio s a to d o el p u eb lo . Poseían
un p ro fu n d o c o n o c im ie n to de los p rin c ip io s fu n d a m e n ta le s, y
sa b ía n m u y b ien a p lic a rlo s a las c o n d ic io n e s p a rtic u la re s . No
h a b ía lu g ar d o n d e su a c tiv id a d no se d e ja ra sen tir, e n los seis
p u n to s del e sp a c io y los c u a tro tie m p o s, tan to en lo m en u d o
c o m o en lo g ra n d e, e n lo sutil y en lo g ro se ro . En la é p o c a anti­
g u a el arte del T ao se m a n ife sta b a b rilla n te en las in stitu cio n e s
d e los rito s y de la m ú sic a , y aún se c o n s e rv a n m u c h a s leyes y
tra d ic io n e s de los v ie jo s tiem p o s, tra n sm itid a s de g e n e ra c ió n en
g e n e ra c ió n en los re g is tro s h istó ric o s. H á lla n se en las P o esía s,
e n la H isto ria , en los R ito s y en la M ú s ic a , y m u ch o s d e los le­
tra d o s de Z ou y de L u ,4 y d e los m aestro s p o rtad o res d e tablillas
s u je ta s a sus a n c h a s fa ja s ,5 p u e d e n h o y ilu stra rla s. [T ratan las
P o e sia s de los sen tim ien to s; la H isto ria , d e los acontecim ientos;
los R ito s , de la c o n d u c ta ; la M ú sic a , d e la arm o n ía ; las M u ta ­
c io n e s , del Yin y el Y ang; P rim a v e ra y O to ñ o , de los títu lo s y
g ra d o s .]6 C ie rto n ú m e ro d e esa s in s titu c io n e s se han d ifu n d id o
p o r el m u n d o , y se h a n e s ta b le c id o en el P aís del C en tro . E stu ­
d ia d a s p o r las c ien e s c u e la s ,7 a m e n u d o h a b la n d e e lla s e lo g io ­
sam en te .
C u a n d o un g ra n d e s o rd e n re in a en el m u n d o , los sa b io s se
o c u lta n , y el T ao y su V irtu d y a no son uno. M u c h o s8 so n en el
m u n d o los q u e se a fe rra n a un e x tre m o p o r h a c e rse n o tar. Son
c o m o los o íd o s, los o jo s, la nariz y la b o ca, q u e tien en c a d a uno
su p ro p ia p e rc e p c ió n , sin p o d e r c o m u n ic a rs e e n tre sí; o c o m o
las c ie n esc u elas y la m u ltitu d de a rte sa n o s, q u e to d o s tien en su
p u n to fu e rte , y so n ú tile s p a ra su tiem p o . M as con to d o , n o tie ­
n en v isió n de c o n ju n to , ni to d o lo ab a rca n , sin o que só lo son le­
tra d o s de su p a rtic u la r rin có n . P arten la p u ra b ellez a del C ielo y
la T ie rra , y d iv id e n la ra z ó n de los seres; y al lim ita r la v isió n

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Libro XXXIII. Bajo el cielo

2|obal d e los an tig u o s, p o c o s son lo s q u e lleg an a a b a rc a r to d a


fa p u ra b e lle z a d el C ie lo y d e la T ie rra y a re fle ja r e n su a s p e c ­
to la c la ra v isió n del esp íritu . P or e so la d o c trin a de la sa b id u ría
in terio r y d e la e x te rio r re a le z a 9 q u e d a o sc u re c id a y n o b rilla ,
ahogada y no se d ifu n d e. C ad a cual, en el m undo, h ac e lo q u e le
place, y in v e n ta su s p a rtic u la re s re c e ta s . ¡Q ué g ra n d e pen a!
Las c ien e sc u e la s p o r a h í v an, y no se v u e lv e n . ¡Im p o sib le de
todo p u n to q u e se u n a n (en el arte d el T ao)! P o r d e sg ra c ia , los
estudiosos de las g en e rac io n e s fu tu ra s n o p o d rá n v er la p u ra b e­
lleza d el C ielo y d e la T ierra, ni d e sc u b rir la visión g lo b al d e los
antiguos. E l arte d el T ao se q u e b ra rá en to d o el m u n d o .

II. N o e n s e ñ a r la o s te n ta c ió n a las g e n e ra c io n e s v e n id e ra s ,
no se r p ró d ig o s c o n el m illó n d e se re s, n o b rilla r en las n o rm a s
y en los rito s; im p o n e rse u n a sev e ra d is c ip lin a ,10 p a ra p ro v e e r a
las u rg e n c ia s d el m u n d o . T o d o e sto se h a lla en el a rte d el T ao
de los an tig u o s. C u a n d o M o D i y Q in G u li su p ie ro n d e e s to s
usos y en se ñ a n z a s, h arto se h o lg a ro n d e ello s. M as a la h o ra de
e je rc ita rlo s c o m e tie ro n g ra n d e s e x c e s o s , y ta m b ié n m u c h o se
ex c e d ie ro n en su s lim ita c io n e s ." S e o p u s ie ro n a la m ú s ic a , so
colo r d e e c o n o m ía . N i c a n c io n e s e n v id a , ni v e stid o s d e lu to
tras la m u erte. M o zi p re co n izó el am o r u n iv ersal y el b en e ficio
com ún, y co n d e n ó las g u erras; e n se ñ ó q u e es m e n e ste r n o te n e r
odio s ni e n o jo s. T a m b ié n se c o m p la c ió en el e s tu d io y e n u n a
vasta eru d ic ió n sin d is tin c io n e s .12 N o estu v o de ac u e rd o c o n los
reyes d e a n ta ñ o y a rru in ó lo s rito s y la m ú sic a d e lo s an tig u o s.
El E m p e ra d o r A m a rillo tu v o su m ú s ic a x ia n c h i, Y ao la m ú ­
sica d a z h a n g , S h u n la m ú s ic a d a z h a o , Yu la d a x ia , T an g la
dahu, el rey W en la p iy o n g , y el re y W u y el d u q u e d e Z h o u
c o m p u sie ro n la m ú s ic a w u .'¡ E n las c e re m o n ia s fú n e b re s de
a n tañ o h a b ía d ife re n te s rito s p a ra n o b le s y p le b e y o s, y u n a j e ­
rarq u ía en tre los de a rrib a y los de abajo. El gran fé retro del hijo
del C ie lo c o m p re n d ía sie te ataú d e s; el d e los se ñ o re s fe u d a le s,
cin co ; el de los a lto s c o n se je ro s, tre s , y el de los m a n d a rin e s,

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dos. Y ah o ra M o zi h a ven id o a p ro p o n er com o norm a que n o se


ca n te en vida, ni se v istan ropas de luto tras la m uerte, y q u e los
ata ú d e s sean de m a d e ra de to n g ,'A d e tre s p u lg ad as d e g ro so r y
sin d o b le caja. E n se ñ a r estas co sas a los h o m b res, es p ro b a b le ­
m en te no am arles; y a p lic a rla s a uno m ism o , sin d u d a es no
a m a rse a sí m ism o . L a d o c trin a de M o zi aú n no se h a a rru in a ­
d o ;15 m as con to d o , lo s h o m b res ca n ta n y él co n d e n a el canto,
los h o m b res lloran y él co n d en a el llanto, co m p o n en m ú sica y él
c o n d e n a la m ú sica; ¿a c a so esto se av ien e con los h u m an o s se n ­
tim ie n to s? U n a v id a tan llen a de fa tig a s, y u n a m uerte tan poco
co n sid erad a: su d o c trin a es dem asiad o d u ra y vu elv e a los h o m ­
b res cu itad o s y tristes. P o n e rla en o b ra es asaz de d ifícil, y p ro ­
b ab lem e n te no se la p u ed e ten er p o r d o c trin a de un sabio. S ien ­
do co n tra ria al sen tir del m undo, el m u n d o no la puede soportar.
A u n q u e M o zi fu e ra c a p a z de p ra c tic a rla , m as ¿y el re sto del
m u n d o ? E l q u e se s e p a ra del m undo, m u c h o se aleja d e lo s re ­
y es d e an tañ o .
D eclaran d o su d o ctrin a, d ecía M o zi: «C uando antaño Yu d e­
tu v o la g ran in u n d ació n , abrió p aso s a las ag u as de los río s, y
c o m u n ic ó los cu a tro te rrito rio s b á rb a ro s y las n u ev e reg io n es
del Im perio. A sí hizo co n trescientos fam o so s río s 16 y tres m il de
su s a flu e n te s, así c o m o co n in n u m e ra b le s p eq u e ñ o s río s. Yu
to m ó c o n sus p ro p ias m an o s la e s p u e rta y el azad ó n y a s í c o ­
m u n ic ó e n tre sí los c u rso s de ag u a del Im p erio ; sus p an to rrillas
se d e sc a rn a ro n y sus p ie rn a s se q u e d a ro n sin pelos; las lluvias
to rre n c ia le s e m p a p a ro n su c u e rp o y los fu e rte s v ien to s a lb o ro ­
taro n su cab ellera . A s í es com o fu n d ó lo s m ile s de estad o s. Yu
fue un g ra n sab io , y d e esta m an era p en ó p o r el b ien del m u n ­
do » . P o r eso los d is c íp u lo s de M o zi d e las sig u ien tes g e n e ra ­
c io n e s han v estid o p ie le s y h a rp ille ra , y h an ca lz a d o zu e co s y
alb o rg as de cáñam o; sin d escan sar ni de n o ch e ni de día, su ide­
al h a sid o to m arse g ra n d e s trab a jo s y p en a s. D icen: « Q u ien no
es c a p a z de o b ra r así, no sig u e el ca m in o de Yu, y no m erece
llam arse d iscíp u lo de M o».
L o s d isc íp u lo s d e X ian g li Q in, los se g u id o re s d e W u H ou,

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Libro XXXIII. Bajo el cielo

los p a rtid a rio s m e rid io n a le s de M o, ta le s co m o K u h u o , Jich i y


D eng L in g z i,17 to d o s ello s recitan el M o j i n g m as se c o n tra d i­
cen u n o s a o tro s, y se llam an m u tu a m e n te « d iscíp u lo s h e te ro ­
do x o s d e M o». P o le m iz a n en tre sí co n arg u m e n to s so b re «lo
duro y lo b lan co » , « lo id én tico y lo d iv e rs o » ,19 y se re fu ta n m u ­
tu a m e n te co n d is c u rs o s c o n tra rio s y co n p a rc ia le s ra z o n e s .1"
C o n sid eran a Ju zi un gran sab io ,21 y to d o s d esean te n e rle co m o
su m aestro prin cip al, en la esperanza de p o d er ser sus sucesores.
D isp u tas to d as é sta s q u e p ro sig u en aún h o y en día.
L as in ten cio n es de M o Di y de Q in G u li fueron b u e n a s, m as
su m o d o de o b ra r erra d o . Y esto h ará q u e, en las fu tu ra s g e n e ­
ra cio n es, los se g u id o re s d e M o no d e ja rá n de to m arse g ra n d es
trab a jo s y fa tig a s, h a sta el p u n to d e e so s m u slo s d e sc a rn a d o s y
p iern as g lab ras, só lo p o r c o m p e tir e n tre sí. L o cual es su p e rio r
en tiem p o s alb o ro ta d o s, p ero in ferio r en tiem p o s de ord en . C on
todo eso , M o zi fu e v e rd a d e ra m e n te el h o m b re m e jo r del m u n ­
do, de los q u e no h a lla rá s p o r m u ch o q u e busques. A un seco su
cu erp o de ag o tam ien to , no cejó en su em p eñ o . ¡Q ué h o m b re de
talento!

III. N o d ejarse ata r p o r los usos m u n d an o s, no u sar d e las


co sas p ara p ro p io a d o rn o , no ser d e m a sia d o e s tric to s 22 c o n los
hom bres, no actu ar en co n tra del sen tir de la gente, d ese ar la paz
del Im p erio p ara q u e el p u e b lo p u e d a vivir, c o n te n ta rs e co n
que los dem ás y un o m ism o tengan lo suficiente p ara vivir, y así
d ar p ru e b a de un co ra z ó n puro: to d o esto se halla en el arte del
Tao de los an tig u o s. C u an d o S ong Jia n y Yin W en su p ie ro n de
esto s u sos y e n se ñ a n z a s, h arto se h o lg a n de ello s. H iciéro n se
g o rro s h u a sh a n p a ra sig n ific a r su p ro p ia d o c trin a .23 E n el trato
con to d o s los seres a d o p taro n el p rin c ip io de ro m p e r c o n los
P reju icio s. A la a m p litu d de la m e n te , lla m a b a n o b ra r d e la
m e n te .24 C o n su d u lz u ra un ían a lo s h o m b res, p o r lle v a r la a r­
m o n ía a la tie rra ro d e a d a p o r los c u a tro m ares. L o p rin cip a l
Para ellos era p ed ir a todos que fueran am plios de m ente: «N o te

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sien tas o fe n d id o al re c ib ir una afren ta, y a sí se re so lv e rán las


d isp u tas entre la gente; prohíbanse agresiones y el uso de las a r­
m as, y así d esaparecerán las guerras en el m undo». C on tales ra­
zo n es re co rriero n todo el Im perio, p ersu ad ien d o a los de arriba,
y en se ñ a n d o a los de abajo. P ese a q u e el m u n d o rehusó e s c u ­
c h arles, ellos no ab an d o n aro n , sino que prosiguiero n en señando
y p ersu ad ien d o . P o r eso decían: «A u n q u e los de arrib a y los de
ab ajo n o s d etesten , p o r fu e rz a nos han d e ver».
S in em b arg o , d em asia d o hicieron p o r los dem ás, y d e m a sia ­
do p o co p o r ellos m ism os. Y así decían: «A nosotros con un ce ­
le m ín 25 d e arro z n o s b a sta , no p ed im o s m ás». Y no só lo los
m aestro s no se h artab an , p ero que tam b ién los d iscíp u lo s a m e ­
n ud o p asa b an h am b re , sin q u e p o r e llo d e ja ra n alg u n a v ez de
p en sa r en todo el m undo. N o descansaban ni de día ni de noche.
D ecían : «¡T odos n o so tro s d eb em o s v iv ir!» ¡C uán p ro m in en tes
sa lv a d o re s del m undo! D ecían tam b ién : « U n ho m b re de h o n o r
no an d a afan o so b u sca n d o sab erlo to d o , n o se hace esc la v o de
las co sa s» . P en sab an q u e lo que no es útil p a ra el m undo, s e n ­
c illam en te m ás v ale no h acerlo . En lo ex terio r, que se p ro h íb an
las a g re sio n e s y ce se el uso de las arm as; e n lo in terio r, q u e el
h o m b re d o m in e sus p a sio n e s y am en g ü e sus d eseos. A sí era, y
n ad a m ás, lo g ran d e y lo p eq u eñ o , lo su til y lo g ro sero , de su
d o ctrin a , así co m o su m a n e ra de proceder.

IV. S er ju sto y no parcial; igual y sin egoísm o; no im p o n er la


p ro p ia o p in ió n , sino h acerse al m undo; ir a las cosas sin doblez;
no a n d a r siem p re ca v ila n d o , ni co n o c er de p lan es y trazas; no
e le g ir en tre las co sas, sin o m o v erse a te n o r d e todas: todo esto
se h a lla en el arte del T ao de los an tig u o s. C u an d o P eng M eng,
T ian P ian y S hen D ao su p ie ro n de esto s u so s y e n se ñ a n z a s,
h arto se h o lg aro n de ello s. L a u n id ad d e to d o s los seres fue
p ara ello s el p rin cip io ca p ita l. D ecían: « P u ed e el C ielo c u b rir a
los seres, m as no los p u e d e sostener; la T ierra p u ed e so ste n e r­
los, m as no los p u ed e cubrir. El G ran T ao p u ed e a b a rca rlo s,

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m as no pu ed e h a c e r d ife re n c ia s en tre ello s» . S ab ían q u e cad a


ser h ay co sas que p u ed e y cosas que no puede. De ah í q u e d ije­
ran: « E leg ir es no a b a rca rlo todo, e n se ñ a r es no lle g a r al final;
el T ao n ad a d eja e sc ap ar» .
P o r eso Shen D ao rech azab a los co n o cim ien to s y d esc artab a
su p ro p io yo, y só lo h a c ía lo que no p o d ía m en o s de hacer. Su
p rin cip io y razón era d ejarse llevar p o r las cosas. D ecía: «Q uien
se em p eñ a en co n o cer lo que no conoce, se verá atado p o r el co ­
n o c im ie n to y a c a b a rá p e rju d ic á n d o se a sí m ism o » .26 S e a c o ­
m o d ab a siem p re a la n atu ra leza de las co sas y no o c u p ó carg o
alg u n o , sin o q u e se m o fab a de la alta estim a en que el m u n d o
tien e a los sabios; libre y sin n o rm a alg u n a de conducta, n egaba
la g ra n d eza que atrib u y e el m u n d o a los g ra n d es s a b io s.27 C o n ­
fo rm án d o se al ro d a r de las cosas, co n ellas se m o v ía y m udaba.
R echazaba la d istin ció n entre lo verdadero y lo falso, o el bien y
el m al, con lo q ue ex c u sab a el verse com p ro m etid o . N o tom aba
co m o g u ía el talen to y la reflexión, ni sabía de d iferen cias entre
el an tes y el d esp u és; sim p le m e n te ah í e sta b a p lan tad o , altiv o
co m o u na roca. S ó lo an d a b a c u a n d o le em p u jab an ; sólo a v a n ­
zab a, c u a n d o tira b a n de él. Se m o v ía en re m o lin o s c o m o el
v ien to , re v o lo te ab a co m o una p lu m a, g ira b a cual p ie d ra m olar.
C o n serv á b ase ín teg ro y sin rep ro ch e; en sus m o v im ien to s y en
su q u ietu d n in g ú n e rro r co m etía, y ja m á s in cu rría en falta. Y
esto ¿ p o r q ué? U n se r sin e n te n d im ie n to , libre está de la d e s ­
gracia de su p ro p ia afirm ació n ; y cu an d o no se h alla em b a ra z a ­
do p o r uso del e n te n d im ie n to , su m o v im ien to o re p o so no se
ap a rta del ord en n atu ral. Y así, sin g lo ria ni fam a lle g a rá al fin
de sus d ías. P o r e so decía: « A lca n zar a ser co m o las c o sa s que
c a rec en de e n te n d im ie n to , eso es todo. N o se ha m e n e ste r de
v irtu d o sab id u ría, que una p e lla de tie rra n u n ca se ap a rta del
T ao». L os p e rso n ajes de su tiem p o se reían de él d icien d o : «L a
d o c trin a de S hen D ao no p u ed en p o n erla en o b ra los v iv o s, an ­
tes es prin cip io y razón para m uertos; sólo buena para acab ar en
la ex tra v ag an c ia» .
Y T ian P ian ta m b ié n lo m ism o . E stu d ió co n P en g M eng,

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del q u e ap ren d ió la e n se ñ an za sin palab ras. El m aestro de Pen»


M en g h ab ía dicho: « L o s an tig u o s h o m b res del Tao só lo b u sc a ­
ban a lc a n z a r el estad o en el que y a n ad ie les ap ro b ara ni nadie
les ce n su rara . Su d o c trin a era cual v ie n to q u e pasa sin d ejar
h u ella; ¿có m o p o d ría, p u e s, ex p resarse co n p alab ras?» A m e ­
n u d o c o n tra ria al h u m an o sentir, los h o m b re s no la tu v iero n en
c u e n ta , y no pudo m en o s de ro d a r sin a s e n ta rs e .“ L o q u e ellos
llam ab an Tao no es el Tao, y lo que decían ser verd ad ero no po­
d ía m en o s de ser falso . P en g M eng, T ian P ian y S hen D ao no
c o n o c ie ro n el Tao, a u n q u e sí tu v iero n to d o s e llo s una v ag a n o ­
tic ia d e él.

V. T en er al p rin cip io o rig in al p o r la e se n c ia sutil, a las cosas


p o r lo g ro se ro , a la a c u m u la ció n p o r in su ficien c ia , h ab itar libre
y p lácid am en te con la clarid ad del espíritu: todo esto se h alla en
el arte del Tao de los antiguos. C uando G u an Yin y L ao D an su­
p iero n d e esto s u sos y en se ñ a n z a s, h arto se h o lg aro n d e ellos.
E sta b le c ie ro n la d o c trin a de la N ada y del S er p e rm a n e n te s,29 y
era su p rin cip io re cto r el S uprem o U n o .20 E n su e x terio r d ébiles
y h u m ild e s,31 su re alid ad e ra el v acío in te rio r y el re sp eto a to ­
dos los seres. D ecía G u a n Yin: «N o os a fe rré is a v u estro y o , y
los seres c o rp ó reo s se m o stra rá n tal cual son. M o v eo s co m o el
ag u a, c u a n d o q u ie to s co m o un esp e jo , y re sp o n d e d co m o el
eco. V iv id au se n te s, c o m o si no e x istie ra is; y en silen cio so s o ­
sieg o co m o la p u reza del vacío. Si os h acéis iguales, v iv iréis en
arm o n ía , y si ten éis g a n a n c ia , p e rd e ré is .32 N u n c a b u sq u éis ser
p rim ero s, antes p o n eo s a la zag a de los d em ás» . Y L ao D an d e ­
cía: « C o n o ce lo m ascu lin o y co n se rv a lo fe m e n in o , y h a z te b a ­
rranco del m undo. C o n oce el honor, m antente en la hum illación,
y h az te v alle del m u n d o » .33 T odos los h o m b re s bu scan ser los
p rim e ro s, só lo él ser el p o stre ro ;34 y dice: « A su m e to d o s los
o p ro b io s d el m u n d o » .35 T o d o s los h o m b re s se e sfu e rz a n p o r
co n se g u ir lo real, só lo él se esfu e rz a p o r c o n s e g u ir el vacío; no
g u a rd a n ad a y p o r e so le so b ra .36 En el o b ra r d e su p erso n a, es

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tra n q u ilo y no se agota. N unca actúa, y de la habilidad se m ofa.


Todos b u scan la fe lic id a d , sólo él se p lieg a p o r co n se rv a rse e n ­
tero ;37 y dice: « E x c u sa r la d esg racia, só lo e so bu sca» . T o m a lo
p ro fu n d o p o r fu n d a m e n to , y p o r p rin c ip io y no rm a la a u s te ri­
d a d ; y d ice: « L o d u ro se d e stru y e , y lo a fila d o se m e lla » .3K
S iem pre trata a los seres con indulgencia y a los dem ás hom bres
no d añ a. Se pued e d e c ir q u e esto es a lc a n z a r la cu m b re . ¡G uan
Yin y L ao D an fu e ro n g ran d es, y h o m b res v e rd ad ero s de la a n ­
tigüedad!

V I. C o n fu so y o scu ro , sin cuerpo y sin d ejar huella, siem p re


en m u d an za y sin fo rm a fija. ¿E s m u erte ? ¿E s vida? ¿M u é v ese
con el C ielo y con la T ierra? ¿V iene y va con la clarid ad del e s­
píritu? ¿A dónde va en esa confusión? ¿A dónde se en cam in a en
esa o scu rid a d ? A b a rc a a to d o s los se re s, y nadie co n o c e a d ó n ­
de reto rn a: de to d o e sto se h ab la en el arte del T ao de los a n ti­
guos. C u an d o Z h u an g Z h o u supo de esto s usos y e n se ñ a n z a s,
h arto se h o lg ó d e ello s. U só d e p ro fu n d o s e in ap re h e n sib le s
discu rso s, de v astas y in so n d ab les ra zo n es, y de p alab ras sin lí­
m ites y in d efin id as. A m en u d o sin fre n o y libre de rig id ec es,
nunca aferra d o a p a rtic u la r o p in ió n . Ju z g a n d o al m u n d o e n fa n ­
gado en ex trem o , no p o d ía e x p re sa rse co n g ra v es ra zo n es, y de
ahí q u e h ic ie ra d e sb o rd a r y flu ir su d o c trin a co n p alab ras e s ­
p o n tán eas, la c e rtific a ra co n p alab ras de peso, y la d ifu n d ie ra
con p alab ras a le g ó ric a s.39 S ólo él supo m o v erse con el esp íritu
del C ielo y de la T ie rra , m as no m o stró altan e ro d e sd é n h ac ia
los d em ás seres. N o se en red ó en d istin c io n e s en tre lo v e rd a d e ­
ro y lo falso , o lo q u e es b u en o y lo q u e es m alo, sino q u e vivió
en a rm o n ía co n los u so s de su tiem p o . S us e sc rito s, a u n q u e
P articu lares y ra ro s, h an seg u id o ro d a n d o p o r el m u n d o , sin
que hay an sido o ca sió n de co n flicto s; y sus razo n es, pese a que
siem pre están c a m b ia n d o ,* son m ara v illo sas y dignas d e c o n si­
deración. Su p len itu d in terio r es inagotable; en lo alto se m u ev e
d b re m e n te ac o m p a ñ an d o al H a ced o r de los seres, y a q u í ab ajo

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es am ig o de qu ien es han trascen d id o la v id a y la m uerte y no sa­


b en d e fin al ni co m ie n z o . T ra ta del fu n d a m e n to p rim e ro g ra n ­
d io s a y a b ie rta m e n te , c o n am p litu d y p ro fu n d id a d ; y del f in
su p re m o trata con a rm o n ía y ju ste z a , y a lo m ás alto se elev a. Y
sin e m b a rg o , se a c o m o d a a las m u d a n z a s, sin verse a ta d o por
las co sa s. S us ra z o n e s no se ag o tan , y v ie n e sin a b a n d o n a r el
Tao. M iste rio y o sc u rid a d , sin n ad a q u e lo lim ite.

V II . H uí Shi e ra e n te n d id o en m u c h a s artes. S us lib ro s lle ­


n a b a n c in c o c a rre ta s .41 Su d o c trin a no e ra h o m o g én ea ; y sus
ra z o n e s, n o siem p re d e ac u erd o co n ella. D isc u rrie n d o so b re el
se n tid o de las co sa s, d ice:
« L o m áx im o no tie n e e x terio r, se llam a G ran U no; lo m ín i­
m o n o tie n e in terio r, se llam a P eq u eñ o U n o .» 42
« L o q u e no tien e g ro so r no se p u ed e acum ular, pero su g ra n ­
d o r se ex tie n d e m il li.» 45
«E l C ielo y la T ie rra son igual de b ajo s; y los m o n tes y p a n ­
tan o s ig u al de lla n o s.» 44
« E l S o l, ap en as lle g a al c é n it y a d e c lin a ; las co sa s, ap en as
n a c e n y a m u e re n .» 45
« L a g ran ig u ald ad y la p eq u e ñ a ig u a ld a d son d ife re n te s, y a
e so se llam a “ p e q u e ñ a d ife re n c ia de ig u a le s ” ; los m illo n e s de
seres son c o m p letam en te iguales y c o m p le ta m e n te d iferen tes, y
a e so se llam a “ g ran d ife re n c ia de ig u a le s ” .»4*
«E l su r no tien e lím ite s, p ero tam b ién tie n e lím ite s.» 47
« H o y v en g o a Y ue, y a y e r y a h a b ía lle g a d o .» 48
« L o s a n illo s e n c a d e n a d o s se p u ed en so lta r.» 49
« C o n o z c o el c e n tro del m undo: está al n o rte de Yan y al sur
d e Y u e.» 50
« A m a d a to d o s los seres sin e x c e p c ió n ; el C ielo y la T i e r r a
son un to d o ú n ic o .» 51

V I I I . P en sab a H ui S h i q u e esto e ra d ig n o de ser te n id o en

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gran co n sid eració n p o r to d o el m u n d o , y se lo en se ñ ó a los d ia ­


lécticos. Y así los d ia lé c tic o s del m u n d o e n te ro h arto se h o lg a ­
ron co n e sta s c u e stio n e s:
« L o s h u ev o s tien en p lu m a s .» 52
« L as g a llin a s tie n e n tre s p a ta s.» 53
« Y ing ab a rca el m u n d o e n te ro .» 54
«E l p erro p u ed e s e r c o rd e ro .» 55
« L as y eg u a s p o n en h u e v o s.» 56
«L as ra n as tien en c o la .» 57
«E l fu e g o no c a lie n ta .» 58
«L as m o n tañ as tie n e n b o c a .» 59
«L as ru e d as al ro d a r no to can el s u e lo .» 60
«El o jo no v e.» 61
«E l d e d o no lleg a, y d e lle g a r n u n c a te rm in a ra .» 62
« L a to rtu g a es m ás larg a q u e la s e rp ie n te .» 63
« L a e s c u a d ra no p u e d e tra z a r un c u a d ra d o , y el c o m p á s no
puede tra z a r un re d o n d e l.» 64
« L a m u esca no ro d e a la e s p ig a .» 65
« L a so m b ra del p á ja ro q u e v u ela n u n c a se m u e v e .» 66
«L a fle c h a q u e v u e la rauda, hay m o m en to s que no se m u ev e
y m o m en to s q u e no e s tá p a ra d a .» 67
«E l ca c h o rro no es p e rro .» 68
«U n c a b a llo b a y o y un b ú fa lo n eg ro son tre s .» 69
«E l p erro b la n c o es n e g ro .» 70
« U n p o tro h u é rfa n o n u n c a tu v o m a d re .» 71
«A un p alo de un pie de larg o , si c a d a d ía le van q u ita n d o la
m itad, en d iez m il g e n e ra c io n e s aú n no se h a b rá te rm in a d o .» 72
C o n estas cu e stio n e s resp o n d ía n lo s d ia lé c tic o s a H ui S hi, y
así se p asa b an to d a la v id a sin n u n c a acabar.
H u an T uan y G o n g su n L o n g se c o n ta ro n en tre el n ú m e ro de
los d ialéctico s. C o n fu n d ían la m ente de los h om bres y m u d ab an
Sl* án im o . E ran c a p a c e s d e c e rra r la b o c a a los d e m á s, p e ro no
de c o n q u ista r sus c o ra z o n e s. S on los lím ite s en q u e e s tá e n c e ­
rrad o el d ia lé c tic o .
H ui Shi no h ab ía d ía q u e no d isp u ta ra u san d o de su in g en io .

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F ue él, en tre los d ialéc tico s, el que m ás p articu larm en te fabricó


d esc o n c e rta n te s p a rad o jas. A sí era en térm in o s g en erales.
H uí S hi, em p ero , en sus co lo q u io s, ten íase p o r el m ás sabio.
D ecía: « ¡C u án g ra n d es son el C ielo y la T ierra!» H ui Shi tenía
un co ra z ó n g ran d e, m as el arte le faltó.
U n m eridional llam ado H uang L iao, ho m b re poco co m ú n , le
p re g u n tó p o r q u é el C ie lo no se d e rru m b a y la T ierra no se
hunde, y el porqué de los vientos y las lluvias, de los rayos y los
tru en o s. A todo ello re sp o n d ió Hui S hi, sin d ar señal a lg u n a de
m o d estia y sin cuid arse de reflexionar. H abló de todos los seres,
y h ab ló y h ab ló sin p arar, y tan to que n u n ca acababa. Y com o
aún le p arecía poco, añ a d ía razones fa n tá stic as y extravagantes.
T o m ab a p o r real lo q u e es c o n tra rio a la h u m an a razón, y b u s ­
c ab a la fam a co n fu n d ien d o a sus o ponentes. P o r eso n u n ca co n ­
v en ía co n los dem ás. E n v irtu d , d ébil; y fu e rte en lo to c a n te a
las co sas. S ig u ió un an g o sto c a m in o .” D e sd e el pu n to de vista
del T ao de C ielo y de la T ierra, el talen to d e H ui Shi fu e com o
el v an o e sfu erzo de un m o sq u ito o de un táb an o . ¿D e q u é u tili­
dad fu e p ara los seres? D e h ab e r sabido u sar de su arte p ara lle­
g a r a la p len itu d , p u ed e; y así hu b iese c o n sid e ra d o asaz de v a ­
lio sas las p alab ras, y h u b ie se estad o m uy ce rc a del T ao .74 P ero
H ui Shi no podía co n ten ta rse con esto. Se disp ersó en las cosas,
in can sa b le, y al fin al g a n ó gran fam a de hábil d ialéctico . ¡Qué
pena! H ui Shi d ila p id ó su talen to y n ad a o b tu v o ; c o rrió tras
las c o sa s sin sab e r reto rn ar. F ue q u erer a h o g a r el eco g ritan d o ,
q u e re r c o rre r m ás de p risa que la p ro p ia so m b ra. ¡L ástim a!

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NOTAS

N O TAS A L L IB R O I
1. El carácter kun designa originalm ente la freza, tal com o se recog e ya en el
E r y a shi you. A quí, sin em bargo, se refiere claram ente a un pez enorm e. F.
Y zh. com enta: «kun prop iam en te es nom bre de un pez peq u eñ o , pero el
Zhuang zi lo usa com o nom bre de un gran pez». C. Z h. dice: « kun debe de
ser una ballena». (V er G . Q f., Z huang zi jis h i, p. 3.)
2. M edida china de longitud, eq u iv alen te a algo m ás de m edio kiló m etro .
3. Según el Shuo wen, el carácter p en g que ap arece en el texto es la fo rm a an­
tigua del ca rá c te rfe n g (“ fén ix ” ). En ello con v ien en Sm . B. y o tro s c o m en ­
taristas. peng incluye un com ponente picto g ráfico que representa la co la de
un fénix, y que en chino actual sig n ifica “am ig o ” , “co m pañ ía” . E l m ism o
Shuo w en explica que cuan d o el fénix vuela, lo acom pañan m iles de p á ja ­
ros, y de ahí el carácter peng. (V er G. Q f., op. c., p. 3). p eng es aquí el nom ­
bre de un pájaro fabuloso , eq u iv alen te del “ro ch o ” de los cu en to s árabes.
4. En el original chino, hai yun (“el m ar se revuelve”). A lgunos com entaristas,
com o Ch. Q t., aluden al viento huracanado que levanta grandes olas y del que
se aprovecha el rocho para volar. W. Ky. dice que hai yun se refiere a lo que
hoy se llama tifón (V er Zhuang zi neipian zhu, citado en Wang Xiangqi quanji).
5. El carácter tian (“C ielo ”) se refiere aquí y, p or lo general en toda la obra, a
la “ N atu raleza”. Es unánim e opinión de los co m en taristas c h in o s, y sólo
bajo una interpretación estrictam en te p an teísta se podría asim ilar al c o n ­
cepto de D ios. “L ago del C ielo ” sería, pues un lago obra de la N aturaleza.
6 . Para los antiguos com entaristas (Sm. B., C. Z h., Y. Y .), Q i xie es nom bre de
persona, aunque tam bién el Sh i wen recoge o piniones de que se trata del tí­
tulo de un libro. Entre los m odernos, predom ina esta últim a teoría. Z hu G ui-
yao sostiene que se trata de un libro de cu en to s del estado de Qi (V er G lo ­
sario), para lo cual se basa en un capítu lo del W en xin diao long ded icad o a
ese género de relatos.

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Notas

I . L iu yu e x i puede traducirse de dos m aneras: “v ien to del sexto m es” y “des­


cansar después de seis m eses” . E sta últim a es la interpretación de G. X . y del
C heng shu. Sostienen la p rim era Sh. Dq. y X. Y., afirm ando que se refiere al
m es del verano en que los vien to s em piezan a so p lar con gran fuerza.
8. S egún Ch. Q t., se refiere al aire (qi), al po lv o y a los seres que el viento
(fe n g ) p one en m ovim iento.
9. F a n g , trad u cid o aquí p o r “ sá n d alo ”, es la D a lb e rg ia hupeana.
10. S egún varios co m en taristas (G. Q f., M. X I., W . S hm .), el c a rá c te r ju n
(“ h o n g o ”) de los textos p o sterio res era o rig in alm en te x iu (“ in secto ”), tal y
co m o aparece en la cita del D a o y in g , uno de los libros del H uai nan zi.
I I . T rad u cim o s m ing ling p o r “to rtu g a p ro d ig io sa” a p artir del com entario de
L. M d.: «E l licornio, el fén ix , la tortu g a y el d rag ó n son los cuatro (an im a­
les) pro d ig io so s. El “p ro d ig io so del m ar” (m in g lin g ) es la to rtu g a p ro d i­
giosa de los m ares». Se estim a errónea la interpretación de L. Y „ quien sos­
tiene que m ing ling es el no m b re de un árbol.
12. E sta conversación en tre T an g y J¡ se recoge am p liam en te en el Tang wen
del L ie z i (L ie zi. E ditorial K airós, p. 103 y ss.), donde en lugar del carácter
J i aparece el carácter G e (an tig u am en te h o m ófonos). E n m uchas versiones
faltan las dos prim eras frases de la co n v ersació n , que sig u ien d o la opinión
de W . Y d„ se han añadido conform e a la cita de S henqing, bonzo de la ép o ­
ca T ang.
13. V arios ren. El ren era una an tig u a m edida ch in a de longitud que equivalía
a siete u ocho chi, es d e c ir a lred ed o r de dos m etro s y m edio.
14. El xia n g era una unidad territorial adm inistrativa que com prendía doce mil
q u in ien tas fam ilias (C f. G . Q f., op. c„ p. 17).
15. El ca rá c te r guo (“e stad o ” ) d esig n ab a an tig u am en te a todos y cad a uno de
los d iferen tes estados feu d ales en que se h allab a d iv id id o el esp acio chino.
Sus so b eran o s (ju n , “p rín c ip e ”) no llevaban n ec esariam en te el títu lo de
rey (w a n g ); podían llevar el de d uque (g ong), m arq u és (hou), conde (bo).
16. E s decir, acom odarse a la natu raleza de los seres (G . X .). Y com o explica
X. Fg.: «L a principal causa de que el hom bre no p ueda acom odarse a la n a­
tu raleza de los seres es la o p o sició n seres-yo; sobre ella, el hom bre se afir­
m a a s í m ism o com o criterio p ara m edir las cosas, y de ah í nacen la idea de
v erd ad ero -falso y los sen tim ien to s de bien-m al» (op. c„ p. 394 ).
17. V ertem o s p o r “en e rg ía c ó sm ic a ” el c a rá c te r q i, de m uy d ifícil tra d u c ­
ción. O tro s lo traducen p o r “ a ire ” , “ h álito ”, “ so p lo v ita l” , etc. El q i de los
c h in o s eq u iv a ld ría al p ra n a hin d ú o al rlung tib eta n o . En o tro s co n tex to s
lo tra d u c im o s p o r “e n e rg ía v ita l” . E n c u an to a las “ seis e n erg ías c ó s m i­
c a s ”, los c o m en tario s no c o in c id e n . Sm . B ., p o r e je m p lo , d ice que son el
Y in, el Y ang, el V iento, la L lu v ia, la O scu rid ad y la L uz (V er G. Q f., op.
c., p. 20 ).

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Notas

18. El “hom bre perfecto” (zh i ren) rom pe con el pro p io yo al id en tificarse to­
talm en te con la N atu raleza. “ H om bre e sp iritu a l” (sh en ren) es, en el ideal
tao ísta, el que ha alca n zad o el T ao, h o m b re p ro d ig io so e in so n d a b le (V er
C i h a i, p. 1583). Los “g ran d es sab io s” (sh en g ren ) son los que p o se e n las
m ás altas cu alidades m o rales, in telig en cia y ta le n to (ibidem , p. 4 8 5 ). O tro
térm ino que aparece en el Z h u a n g zi, y en la literatu ra ch in a en g en eral, es
el de xian ren (“ sabio” , “ h om bre v irtuoso” ), que significa por lo general un
nivel de sab id u ría in fe rio r al del sh en g ren. En n u estra tra d u cc ió n hem os
vertid o p o r “ sab io ” am b o s térm in o s, a u n q u e a v eces, p ara m atizar, h e ­
m os em p lead o “gran sa b io ” p ara trad u cir el últim o . Sin em b arg o , las d ife­
ren tes escu elas filo só fica s ch in as tien en cad a una su p artic u la r idea, a v e ­
c e s m u y d if e r e n te , d e lo q u e se d e b e e n te n d e r p o r s a b i d u r ía (V e r
Introducción).
19. C on esto quiere sig n ific ar que cad a uno debe lim itarse a d e se m p e ñ ar la
función para la que está llam ado. En las an tig u as cerem o n ias fú n eb res ch i­
nas una persona h acía las v eces del d ifu n to , y en su n om bre re c ib ía las
ofrendas.
20. Yin h e (“ R ío de P lata”) es la V ía L áctea.
21. T raducim os por “excesiv o ” la expresión jin g ting. C om enta X. Y. que jin g
indica el cam ino fuera de la puerta, y ting el terreno delante de la sala, y que
esta expresión viene a sig n ificar un gran alejam ien to . Para L. X y. sig n ifica
unos lím ites m uy alejados.
22. B ing xu e, literalm ente “ h ielo y n iev e” (C f. G . Q f., op. c., p. 29).
23. W u gu (“cinco cereales” ). El arroz, dos clases de m ijo, el trigo y las alubias.
24. L a expresión china wan wu (“d iez mil seres”) designa a la totalidad de los
seres. El núm ero w an (“ d iez m il”) sig n ifica el m ay o r n úm ero, c o m o en la
exclam ación wan sui (“diez m il años”), que corresponde a nuestro "¡V iva! .
P o r ello casi siem pre h em o s trad u cid o wan wu p o r “el m illón (o los m illo ­
nes) de seres” , o en o tro s lug ares p o r “ to d o s los seres” .
25. A lgunos com en taristas m o dernos co n sid eran que el ca rácter lu á n (“c o n ­
fu sió n ”) debe sustituirse p o r zh i (“ o rd e n ”). E s la op in ión de C h. Q t., W.
X q., M. XI., entre otros.
26. O tra posible traducción : “¿C óm o p o d ría él c o n se n tir ocu p arse d e los n e ­
gocios de este m undo?” En este caso se prescinde de la expresión fe n fe n ra n
(“co n fu sió n ”), añad id a al tex to h ab itu al sig u ien d o la o pinión de W . Shm .,
q uien se basa en un p asaje sim ilar del H u a i nan zi.
27. L os cu atro m aestros (s i zi) serían, según Sm . B. y L. Y ., los sig u ien tes:
W ang N i, N ie Q ue, Bo Y i y Xu Y ou (V er G . Q f., op. c „ p. 34). P ero p re ­
dom ina la opinión de que los tales “cuatro m aestro s” no existieron, sino que
se trata de una d en o m in ació n p uram ente sim b ó lica.
28. Se refiere al rey H ui del estad o de W ei, tam b ién co n o cid o co m o rey H ui

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Notas

de L iang. El estado de W ei se había visto o b lig ad o a ev acu ar la p rovincia de


H edong para instalarse en D a L iang, de ah í q u e el estad o se llam ara a partir
de en to n c e s tanto W ei c o m o L iang.
29. El te x to ch in o dice “cin c o d a n ”. S egún el S h u o w en, un d an eq u iv a le a
u n o s c ien to veinte j i n (se se n ta kilos).
30. E n ch in o , g u i shou sig n ific a literalm en te “ m a n o s d e to rtu g a ” .
31. El c a rá c te r j i n sig n ifica “o ro ”, o m ás g e n é ric a m en te “ m e tal” (u n o de los
“ c in c o e le m e n to s” c h in o s, V e r n o ta 3 del lib ro X IV ). P o r c o n sig u ien te,
las m o n ed as no tenían p o r q u é ser fo rzo sa m e n te d e o ro (huang j i n , “ m etal
a m a rillo ”). A dem ás, este c a rá c te r a v eces se usa p o r su h o m ó fo n o q u e sig­
n ifica una unidad de p eso e q u iv a len te a una lib ra, p o r lo que p o d ría sig n i­
ficar ese peso en el m etal u sad o en aq u ella é p o c a c o m o eq u iv a le n te u n i­
v ersal.

N O T A S A L L IB R O I I

1. T ra d u c im o s xu p o r “ re sp ira r le n ta m e n te ” , sig u ie n d o el J in g d ia n Shiw en


Z h u a n g zi yin y i (S hiw en) d e L. D m. O tras v ersiones siguen el Z h u a n g zi shu
(C h en g sh u ) de C h. X y. y tra d u c en “ su sp ira r” .
2. El texto chino dice literalm ente: “com o si h ubiese perd id o a su p areja” . Esta
p areja, p a ra algunos (C h. Q t.) e s la fo rm ad a p o r el p ro p io yo y las cosas;
p ero la opinión m ás g en era liz ad a es que se trata del e sp íritu (de la m ente) y
d el cu e rp o . E n el estad o re fe rid o , la m ente se h a lib erad o de las re s tric c io ­
n es d el cu erp o , ha tra sc e n d id o su relació n co n él y h a alca n zad o u n a plena
in d ep en d e n cia y libertad.
3. O tras v ersio n es, sig u ien d o a Sm . B „ trad u cen : “ ¿cu ál h a sid o la c a u sa ? ” .
O tras, co n fo rm e a la trad u c ció n m o d ern a y literal del c a rá c te r ju , traducen:
“ ¿D ó n d e h ab éis e sta d o ? ” .
4. Y. L f. ex p lica que se trata d e la práctica que el Z h u a n g zi llam a en o tro s lu­
g ares zu o w ang (literalm en te, “ sen tarse y o lv id a rse ” ), y que eq u iv ale al bu­
d ista ru ding (“entrar en sam ad h i”). A sí aparece p o co desp u és ex p resad o en
el w u sa n g w o (“p erd er el p ro p io y o ”).
5. D a k u a i sig n ifica literalm e n te “ la g ran p ella de tie rra ” . S egún Y. Y ., se r e ­
fiere a la T ierra (V er G . Q f., op. c., p. 46). En el libro VI tam bién aparece la
m ism a ex p resió n .
6 . S eg ú n v ario s c o m en tarista s (X .D ., W . Y d., Y . L f.), en v ez de “ b o sco sas
m o n ta ñ a s”, “ m ontañas y c o lin a s ” (e rro r en un ca rá c ter).
7. T ia o tia o , el m o v im ien to v io le n to de las ram as; d ia o d ia o , el m o v im ien to

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Notas

suave de las hojas (H .W y.). S egún Sh. Dq. se refiere al hecho de que los á r­
b o les se siguen m o v ien d o au n q u e el v ie n to h ay a cesad o .
8. B izh u , es el nom bre de una an tig u a flau ta c h in a, co m p u e sta de 23 o 16 tu ­
bos alin ead o s.
9 . E ste co m ien zo de la re sp u e sta ha sido añ ad id o p o r W .S hm . a te n d ie n d o a
o tras o b ras y para h a c e r m ás c o h e re n te el tex to .
10. Según X .Y ., esta frase hay que en ten d erla en p aralelo con la an terio r sobre
la m ú sica de la T ierra. En este caso, las o q u ed ad es son “ v acía s” , p o r lo que
cuando p ara el viento, se reto rn a a la q u ietu d , en tan to que las d iferen tes e s­
cu elas filo só ficas, al te n e r u n a intención y p ro p ó sito (ch en g x in ), n o cesan
de disputar. Para Sh. D q„ se quiere d ar a en te n d e r que los h om bres de todos
los tiem pos, no h abiendo c o m p ren d id o el T ao , ni h ab ien d o alca n zad o el e s­
tado que trasciend e la p ro p ia m ente (wu x in ), se aferran a sus p en sam ien to s
intencionales, y m ueren sin h ab er alcan zad o el d esp ertar o m n ico m p ren siv o .
11. E sta frase aparece en el tex to ch in o red u c id a a tres caracteres: m an (“ le n ­
titu d ”), jia o (“c u e v a ” ) y m i (“ se cre to ”). P u ed e refe rirse tan to a lo que se
dice co m o a la fo rm a de actu a r.
12. L a ex presión sh i f e i está fo rm ad a p o r dos ca racteres que sig n ifican “ se r” y
“no se r” en el sentido d e a firm a ció n (o a p ro b ac ió n ) y n eg ació n (o re p ro b a ­
ción). A p arece reite ra d a m e n te en el Z h u a n g zi (y en la literatu ra filo só fic a
ch in a en general), pero co n un sig n ificad o m u ch o m ás am p lio (“ v erd ad ero -
fa lso ” , “b u en o -m alo ” ); v ie n e a re p re se n ta r la d ic o to m ía rad ical d el p e n s a ­
m ien to lógico, que siem p re e stá ju z g a n d o , co n lo que ro m p e la U n id a d en
una d u alid ad u n lv ersalizad a .
13. S eg ú n C h. B x., zh i sig n ific a “ no atrev erse a o b ra r p o r te m o r” . E n la tr a ­
du cció n de esto s ca ra c te re s h em o s se g u id o la in te rp re tac ió n de X .Y .
14. Y ao, “ o b rar a la lig e ra ”; y i, “ co m e te r ex c e so s y no ten e r d is c ip lin a ” (c o ­
m en tario del C heng shu).
15. E s d ecir, de to d as las d iv e rsas em o c io n e s a n te rio rm e n te referid as.
16. S eg ú n X .Y ., el c a rá c te r b i, q u e a q u í tra d u c im o s p o r “ o tro ” , se re fe riría al
“todo e sto ” de la frase an terio r, y entonces d eb ería traducirse p o r “ aq u ello ” .
G iles, en su versión in g lesa, tam b ién tra d u c e el b i p or “ th ese e m o tio n s”
(C huang Tzu, p. 14). N o so tro s seg u im o s el c o m e n ta rio de G . X ., p ara q uien
bi se refiere a la N atu raleza.
•7. “ V erdadero am o” (zhen za i) se refiere a la verdadera m ente (que es dueña del
cuerpo), o al verdadero yo. El yo form ado p o r las diversas em ociones sería un
falso yo, justam ente el yo al que se alude al co m ien zo del párrafo. O tros c o ­
m entaristas interpretan el “ verdadero am o ” co m o la N aturaleza o el T ao , lo
que resu lta m ás acorde con el “si no hay otro, no hay y o ” que antecede.
18. L os nueve orificios (jiu qia o ) son los ojos, los o íd o s, los dos o rificio s de la
nariz, la boca, el an o y el de la orina. L as seis v isc e ra s, el co ra z ó n , el h íg a ­

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Notas

do, el p án creas, los p u lm o n es y los dos riñones. (C o m en tario s del Chem>


sh u y de L. Z h., resp ectiv am en te, reco g id o s en G . Q f., op. c., p.57).
19. Z h en ju n (“verdadero se ñ o r”) tiene el m ism o sen tid o q u e antes “ v erd ad e­
ro a m o ” . En el X in shu del G u a n zi, se dice te x tu alm en te: “ L a m ente (xin)
en el cu erp o ocu p a el lu g ar del señ o r (Jun)”. F. Z h sh . señ ala que fo rz o sa ­
m ente la ex presión apu n ta a la sub jetiv id ad del h o m b re, p or cuan to el p en ­
sam iento filosófico de la ép o ca pre-Q in (hasta el año -221) no em pleaba los
térm inos zai o ju n para sig n ificar lo que gobierna el universo; tian (“C ielo ”)
o di (“ E m p erad o r” ) eran los habituales.
20. El carácter wang (“ab an d o n ar”) se considera erro r de copia por el carácter
hita (“ m u d ar”). E ste ú ltim o ap arece, m ás ad e la n te, en el libro X X I, y es el
c o rre c to en opinión de co m en taristas com o L.S hp. y Y. Lf.
21. N ie ran sig n ifica “fa tig a rse ” seg ú n el Shiw en.
22. T raducim os m ang por oscuro siguiendo a M. XI., quien a su vez se basa en
el S h u o w en. C h. Sh. trad u ce m a n g p o r “c o n fu so ” , y señ ala que e sta frase
q u iere d e c ir que el hom bre h a p e rd id o su “ v erd ad ero señ o r” .
23. E s d ecir, com o criterio a la h o ra de ju zg ar.
24. E ste d ich o , que aparece tam b ién m ás ad elan te en el libro X X X III, al h a ­
b lar de H uí zi, tiene una d o b le lectura. U na, q u e el ju z g a r hoy algo v e rd a ­
dero o falso (shifei, “es-n o e s ” ) procede de los p reju icio s ad q u irid o s ayer;
dos, q ue aq u ello de lo que se tra ta es algo a b so lu tam en te im posible.
25. L a p alab ra procede de un p reju icio , es algo in ten cio n al, no com o el v ien ­
to que es totalm ente esp o n tá n e o y natural.
26. N o m erece tenerse co m o c rite rio estab le, seg ú n C h. Qt.
27. V er n o ta 12 de este m ism o libro.
28. X ia o chen g se refiere a los lo g ro s de un c o n o cim ien to parcial y lim itado.
29. L os letrados ru eran los letrad o s confucianos; y los seguidores de M o, los
m o ístas, q ue tenían a M o D i (o M o zi) co m o m aestro . Se trata de d o s im ­
portantes escuelas (ru jia y m o jia ) de las m u ch as q u e en aquella ép o ca p o ­
lem izab an entre sí. S egún J. X ch., el Z h u a n g zi sim b o liza con ello s las
d isp u tas entre todas las n u m ero sas escu elas de su tiem po. V er G losario.
30. T rad u cim o s m ing (“c larid a d , lu m in o sid ad ”) p o r “ m ente ilu m in ad a” si­
g u ien d o a varios co m en taristas, q u ien es e x p lican que se trata de un m ente
clara y seren a que ha tra sc e n d id o los p re ju ic io s, y co n te m p la las cosas
d esd e la quietud vacía del g ran Tao.
31. E n to d o este p asaje el te x to c h in o esc rib e h i (“ a q u él, a q u e llo ” ) y sh i
(“éste, e sto ”). En nuestra trad u cció n hem os in te rp re tad o el hi com o sig n i­
fican d o a los dem ás seres (lo o tro ), fren te al sh i, que se referiría al yo.
32. S egún G . X ., el círcu lo (h u a n ) se refiere a la in fin ita su cesió n de los
cam b io s del “e s” y del “no e s ” . El interior del c írc u lo es la V acuidad, d o n ­
de ya no ex isten esas d iferen c ia s en tre el “ e s” y el “ no e s” .

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Notas

33 . L a argum entación de este p árrafo en to rn o al “d e d o ” y al “ca b a llo ” hace


alusión a los dos tem as p referid o s p o r la llam ad a escu ela de los n om bres
(lo g ic ista s o d ialéctico s, c u y o m ay o r re p re se n ta n te fue G o n g su n L ong)
p ara m o strar sus puntos de v ista en el terren o d e la lógica. El Z h u a n g zi los
utiliza para prevenir contra la tendencia a en red arse en discusiones en to m o
a la verdad de esto o aquello, o a la verdad de uno m ism o frente al erro r del
otro: no hay que aferrarse al pro p io p u n to de v ista p ara ju z g a r a los dem ás.
“ A ntes d e u sar de m i p u lg a r p ara m o strar que el p u lg a r del o tro n o es mi
pulgar, m ejo r fuera u sar del p u lg ar del otro p ara m o stra r que m i p u lg a r no
es el su y o ” .
34. L a traducción de este p árrafo sigue el orden del tex to co rreg id o de Y. Lf.,
el cual a su vez se ha basad o en la crítica textual de W . Xq. (p aralelism o de
este fragm ento con otro del libro X X V II). El tex to no corregido dice: «Pue­
de ser porque puede ser, y no puede ser porque n o puede ser. C am inando se
hace el cam ino, y a las co sa s d án d o les un no m b re. ¿P o r qué es así? E s así
porque es así. ¿P or qué no es así? N o es así p o rq u e no es así. T o d as las co ­
sas p o r fuerza tienen su “e s” , y p o r fu erza to d as las co sas tien en su “p uede
ser” . N ada hay que no ten g a su “e s” , ni nada que no tenga su “ puede se r”».
35. S ím b o lo s de lo p equeño y lo g ran d e, de lo fe o y lo bello.
36. P ara la trad ucción de la ex p resió n h u ig u i ju e g u a i, hem os seg u id o la v e r­
sión de J. X ch. y de C h. Qt.
37. E l p asaje “ Lo com ún e s ú til... se ha lleg ad o al fin ” es una in terp o lació n ,
según Y. Lf. Se trataría de una n o ta e x p lic a tiv a del c arácter y o n g (“c o ­
m ú n ”), con el que se cierra la frase an tec ed en te.
38. En el texto chino, shen m in g (“ clarid ad de e sp íritu ”). L os co m en taristas
ch in o s lo interpretan com o “e sp íritu ” (jin g sh en ) o “en ten d im ien to ” (x in s i).
39. E sta especie de fábula ap arece tam bién en el H u a n g di del L ie zi (ibidem ,
p. 7 4-75). Su versión, m ás ex ten sa, dice así: «E n S ong v iv ía un cria d o r de
m onos. L e gustaban los m o n o s y había re u n id o un gran nú m ero de ellos.
P odía en ten d e r sus d eseo s, y los m onos, p o r su p arte, c o m p ren d ían a su
am o. R educía la co m id a de su p ro p ia fam ilia p ara a lim en tar a los m onos;
m as sobrevino una ép o ca de escasez y se vio o b lig ad o a d ism in u ir la co m i­
da de los m onos. T em ien d o que estos se le rab elaran , q u iso e m p lea r con
ello s una argucia. L es dijo: “ ¿O s p arece su ficien te si os doy tres ta ro s (el
Z huang zi escribe xu, ‘c a sta ñ a ’ o ‘b e llo ta ’, en lugar de y u , ‘ta ro ’) p o r la m a­
ñana y cuatro por la tarde?” L os m onos se levantaron furiosos. E n to n ces les
dijo: “O s daré cuatro taros p o r la m añana y tres p o r la tarde, ¿os parece b a s­
ta n te ? ” Los m onos se tu m b aro n m uy co n te n to s. A sí es co m o los seres,
u nos listos y otros to n to s, se en g añ an u nos a o tro s. El sabio e n g añ a, v a ­
liéndose de su in telig en cia, a la m ultitu d de to n to s, igual que el c ria d o r de
m onos a todos sus anim ales» .

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Notas

40. T rad u cim o s por “eq u ilib rio del C ielo ” la ex p resió n tian ju n (lit. “ to rn o [de
alfarero] del C ielo ”), en la q u e el c a rácter ju n (“to rn o ” ) ap arece en lu g ar de
su h o m ó fo n o qu e sig n ific a “ e q u ilib rio ” . E ste ú ltim o lo e n c o n tra m o s en
una ex p re sió n p aralela m ás a d ela n te , en el lib ro X X V II.
41. A firm acio n es-n eg acio n es, v erd ad eo -falso , b u en o -m alo . V er nota 12 L ibro
11.
42. Se re fie re al am or p a rtic u la r, eg o ísta; no a un a m o r u n iv ersal y d e sin te re ­
sado. El a m o r egoísta es el o rig en de todas esas d istin cio n es de bueno-m alo,
v erd a d e ro -fa lso , etc.
4 3 . E l chin (qiri) es un in stru m e n to c h in o d e c u e rd a , esp e c ie d e laúd d e siete
cu erd as (antiguam ente de c in co ), fabricado sobre to d o en m adera de wutong
(“p a ra so l c h in o ”).
44. C o m e n ta rio de F.Y1.: « E sto q u ie re d ecir q u e , p o r g ran d e que sea la o r­
q u e sta de in stru m en to s de c u e rd a y v ien to , n u n ca p o d rá d e g o lp e eje c u ta r
todos los sonidos, sino que siem p re habrá a lg u n o q u e se le escape. D esde el
p unto de v ista de los sonid o s ejec u tad o s se p u ed e h a b la r de fortalecim iento,
d esd e el p u n to de v ista d e los q u e se han e sc a p a d o , de d e trim e n to . Por
eso, cu an d o se toca el chin hay fortalecim iento y d etrim en to , y cuan d o no se
to ca, ni lo uno ni lo o tro ... S eg ú n d icen , T ao Q ian te n ía en su ca sa un chin
sin cu e rd a s, cuyo sen tid o p ro b a b le m e n te h a y a q u e b u sc a rlo en lo q u e c o ­
m enta G uo X iang (que sólo esta rá n com pletos los so n id o s cuando no se eje­
c u te n in g u n o de ellos)».
4 5 . El p a ra so l ch in o ( w utong , F irm iana sim ptex) se u sa b a c o m o m aterial
p ara fa b ric a r los chin (la ú d e s), p o r lo que Sm . B. in te rp re ta que H ui zi se
a p o y a b a en un chin. O tro s, c o m o el Cheng shu, d ic e n q u e se refiere a una
m e sita de m ad era de p a ra so l. L a v ersió n del p ro p io á rb o l c o m o apoyo,
viene av ala d a por sendos p a sa je s sim ilares de los lib ro s V y X IV , c o m o se­
ñ ala L. S hp.
46. E sta es la v ersión de L .M . O tra v ersió n (L. X y ., Sh. D q ., L. Y m .), in te r­
p reta a sí el pasaje: “ejerciero n su arte hasta el final de sus d ías” . U na tercera
(C . Z h.): “ su renom bre p asó a la p o ste rid a d ” .
47. A unque el nom bre de H ui zi no aparece ex p lícitam en te en el texto chino, se
refiere a él, según Ch. Qt. L a disputa sobre si lo duro y lo blanco de un ser son
una o d o s cosas, fue una de las m ás frecuentes y conocidas entre los filósofos
de la escu ela de los n o m b res ( ming jia). V er n o ta 35 del libro X VII.
48. E sta es la versión de G . X ., a c ep tad a p o r la m a y o ría de los co m en taristas.
En o p in ió n de L .Y m ., sin e m b a rg o , no se re fie re al h ijo de Z h ao W en.
sino al de H ui zi. Y aún e stá la tra d u cc ió n in g le sa de Jam es L eg g e ( The
W rítings o fC h u a n g Tzu), q u ie n trad u ce la ex p re sió n qi zi (“ su h ijo ” o “ sus
h ijo s” ), p o r “ sus h ijo s” , en a lu sió n a los tres m ae stro s; a u n q u e en una nota
a d v ierte q ue p o sib lem en te se re fie re al h ijo d e H ui zi.

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49. En e sta frase el ca rá c te r tu , a q u í trad u cid o p o r “e x c u sa r” , se p re sta a c o n ­


fusión p o r sus varios y aun c o n tra d ic to rio s sig n ific a d o s en los tex to s m ás o
m enos antiguos. M o d ern am en te sig n ifica “ a sp ira r a” , “d e se a r”, “ b u sc a r”, y
de a h í que algunos propon g an una in terpretación rad icalm en te contraria: “ el
sabio e sp era y b usca b rilla r” . L a m ay o ría, sin em b a rg o , se in clin a p o r un tu
que sig n ificaría “a h o rrar” , “ m o strarse a v a ro ” (J. X ch .), o sim p lem en te “ n e ­
gar” , “ rech azar” (M . X I.). T am b ién W .Y d. señala la sim ilitud del carác te r tu
con el c a rá c te r bi, “d e sp re c ia r” (Clu d ía n x in y i, p .2 4 6 ).
50. L as d o c trin a s d e los o tro s m ae stro s y eru d ito s.
51. El se r (y o u ) y la nada (w u ) so n co n cep to s to m ad o s del L a o z i : «L as co sas
del m u n d o nacen del ser, el se r n ace de la n ad a» (cap . IV [X L ]).
52. L o g ran d e y lo p eq u eñ o , lo larg o y lo b rev e, es sie m p re alg o relativ o . N o
hay n ad a a b so lu tam en te g ra n d e , ni n ad a a b so lu ta m e n te p eq u eñ o .
53. E s d ecir, ab an d o n ar p o r c o m p le to la in te n c io n a lid a d d el len g u aje.
54. Según Sh. D q., para sosten er una afirm ación, la p alab ra debe estab lecer una
distinción entre el “e s” y el “ no e s” . J. X ch. dice que aq u í se alude a las d is­
putas interm inables entre los confucianos y los m oístas. O tra probable tra ­
ducción de esta frase sería: «P or esto (por ser no perm anente la palabra) se dan
las distinciones entre el “e s” y el “ no es” (C h. Q t.). L a diferencia estrib a en la
expresión wei shi, que puede significar “p or esto ”, y tam bién “para afirm ar”».
55. L as o cho clases de d ebates que sostenían los co n fu cian o s, los m o ístas y las
d em ás escu elas. L a izq u ie rd a se refiere a los d isc u rso s v u lg ares, y la d e re ­
cha, a los elev a d o s, seg ú n J. X ch.
56. D ice el L a o zi'. «El C ie lo y la T ie rra no son b e n e v o le n tes» (cap . X L IX
[V ]). Y en el libro X X III d el m ism o Z h u a n g zi leem o s: «L a p e rfe c ta b e n e ­
volencia no sabe de am o res» . S e trata de una c rític a de la b e n ev o le n cia que
hace d istinciones entre unos seres y otros, p o r razó n de sernos m ás o m enos
p ró x im o s o q u erid o s, y q u e p o r tan to es p arcia l e in teresa d a.
57. W uzhe yu a n er j i x ia n g fa n g . S eg ú n X. D. e ste te x to d eb e se r c o rre g id o
c o n fo rm e al texto p aralelo que ap arece en el H u a i nan zi: w uzhe w u q i e r j i
x ia n g fa n g . El c a rá c te r/á /? # (“ c u a d ra d o ” ) se refe riría al T ao , y p o r lo tan to
la tra d u cció n sería: “ N o h ay q u e ab a n d o n a r e sta s cin c o co sas, y e n to n c e s
casi se esta rá cerca del T a o ” .
58. T res pequ eñ o s estad o s, q u e m ás ad ela n te, en el libro IV a p arecen de n u e­
vo, aunque bajo distintos caracteres los dos prim eros (c o n g , y zhi). S egún L.
X y., se trataría de esta d o s im ag in ario s, d a d o q u e no se h a lla re fe re n c ia a
e llo s en los o tro s tex to s clásic o s.
59. San zi zhe, se refiere a los tre s so b eran o s de Z o n g , K uai y X u-ao.
60- L a ap arició n de los d iez so les se recoge tam b ién en el H u a i nan zi. Se tra ­
ta de u na aleg o ría de la g ra n lu z que en la re m o ta an tig ü e d ad h a b ría a lu m ­
b rad o a to d o s los seres.

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Notas

61. T ra d u c im o s p o r “c a rn e ” la e x p re sió n ch in a ch u h u an . chu d esig n a a los


an im a le s a lim en tad o s co n y e rb a (b o v in o y o v in o ) y h u a n a los c ria d o s con
g ra n o (lo s anim ales d o m é stic o s, el cerd o , la g a llin a etc.). E sta ex p licació n
a p a re c e en los co m e n ta rio s d e Sm . B.
62. En el texto chino aparecen los caracteres mi lu. mi (E la p h u ru s davidianu.s)
es un cie rv o de gran ta m añ o , lu es un c a rá c te r q u e d e sig n a a lo s c ie rv o s en
g en eral.
63. M i y lu. V er n ota an terio r.
64. E l ca rá c te r chino se (lit. “c o lo r”) tiene v ario s sig n ificad o s d eriv ad o s, entre
e llo s “ b e lle z a ” y “a p e tito s e x u a l” .
65. B en ev o len cia (ren ) y ju s tic ia (yi) son las dos v irtu d e s fu n d am en tales de la
m o ral co n fu cian a. V er In tro d u c c ió n , pp. 19-20.
66 . T ra d u c im o s p o r “g ra n d e s río s” los dos c a ra c te re s q u e d esig n an , re sp e c ti­
v a m e n te , al río A m arillo (h e ) y al río H an (h a n ), h e sig n ific a río, al igual
q u e jia n g , sólo q ue éste se su ele a p lic a r al río A z u l, o Y an g zi, q u e los c h i­
nos llam an C hang jia n g (“ L arg o R ío ”). E l río A zul (jia n g ) es el g ran río de
la C h in a del sur, en tan to q u e el río A m arillo (h e) e s el gran río de la C hina
d el n o rte . E n n u e stra tra d u c c ió n tra d u c im o s h e p o r “ R ío ” , y j ia n g por
“ G ran R ío ” .
67. S egún W . Shm ., después de “hien d a el ray o la m o n ta ñ a” h abría que añadir
“que él no sufrirá d a ñ o ” . A d u ce para ello un p asaje sim ila r del J in g sh en del
H u a i na n zi, y la m ás e v id e n te razó n de q u e sin ello , el p a ra lelism o de la
frase q u e d a roto.
68 . C o m p á re se con el p asaje d el lib ro X X V II q u e d ice: «E l q u e h a b la sin h a­
b lar, h a b la toda su v ida, a u n q u e p arece que n u n ca h ab la» .
69. Q iu es el nom bre de C o n fu c io (V er G lo sa rio ). A él tam b ién se alu d e aquí
lla m á n d o le “el M a e stro ” (fu z i).
70. C o m p á re se con lo q u e se d ic e en el libro X IV : «A l fin al se cae en la p e r­
p le jid a d , y con ella en la e stú p id a ig n o ran cia, la cu al a su v ez c o n d u ce al
T ao».
71. V e r en G lo sario L U I.
72. H ab la el m aestro C h an g w u .
73. “ S o n id o s que c a m b ia n ” (h u a sh e n g ) se re fiere a los térm in o s sh i (“ es",
“ v e rd a d e ro ” , “a p ro b a r”) y f e i (“ no e s” , “ fa lso ” , “ re p ro b a r”). T o d o este p á­
rrafo (hasta “ ...térm ino de tus a ñ o s.” ) aparece en las v ersiones h abituales del
Z h u a n g zi m ás ad elan te, in m e d ia ta m e n te a n tes d e “ O lv id a de los añ o s que
p a s a n ...” H em os p re fe rid o u b ic a rlo en e ste o tro lu g ar, que es en el q ue
a p arece en las v ersio n es d el te x to e sta b le c id a s p o r L. H q. y X . Y ., y de
a c u e rd o con las o p in io n e s d e J. X ch ., C h. B x., W . X q ., e n tre o tro s.
74. L a lib ertad del n atu ral d is c u rrir sig n ifica no c e ñ irse a las n o rm as e s t a b l e ­
c id a s, ni e s ta r lim itad o p o r re g la s p e rm a n e n te s (c h a n g g u i).

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75 . k mjin g (“ lugar que no e x is te ” ), lo in terp re ta L. X y. c o m o “el lu g ar d o n d e


nada e x is te ” ( wu w u), y Sh. D q. co m o “el lu g ar q u e trascien d e to d o lím ite” .
Este ú ltim o señala que se refiere al T ao. E n c u a lq u ie r caso , la n o ex isten c ia
del w u jin g no tien e n a d a q u e v e r con la n o e x is te n c ia d e la U to p ía de
M oro.
76. S eg u im o s a W . Shm . al tra d u c ir x i zh e p o r “ u n a n o c h e ” . En su o p in ió n x i
sería u n a fo rm a an tig u a del c a rá c te r y e (“ n o c h e ”), y co n el m ism o sig n ifi­
cado ap arece en el lib ro X X I.
77. C o m o a n tes a C o n fu cio , ta m b ién aq u í se d e sig n a a Z h u a n g Z h o u p o r su
solo n o m b re, sin p atro n ím ic o .
78. E sto sig n ifica que d esap a re c e n las d ife re n c ias y fro n teras en tre el y o y las
cosas, p o r c u an to todos los seres se fu n d en en uno.

N O TAS A L L IB R O I I I

1. El b ien (sh a n ) y el m al (e ) se refie re n a q u í a lo q u e la so cied ad c o n sid e ra


b ueno y m alo re sp ectiv am en te . C o m en tario del C h en g shu: «N o hay n a d ie
que hag a el bien q ue no se a c erq u e a la fam a, ni n ad ie q u e h ag a el m al que
no esté v ecin o del castig o . El sa b e r y los c o n o c im ie n to s v u lg ares n o bastan
para p reserv ar nuestro co n o cim ien to innato, ago tan n uestro espíritu y ponen
en m a y o r p elig ro n u estra v id a» (V er G . Q f., op. c., p. 116).
2. L a ex p re sió n y u a n du. p re se n ta alg u n as d ific u lta d e s. S egún a lg u n o s c o ­
m en taristas, co m o L. Z h ., G . X ., C. Z h. o S m . B., d u sig n ifica “ m e d io ” ,
“c e n tra l” . A hora b ien, seg ú n el H u a ko n g del S u w e n , d u es u n a “ v e n a ”
(especie de canal sutil por el q u e d iscurre la en erg ía vital). Y así tam b ién , el
B en sh u del L ing s h u , d ic e: «D e las siete “ v e n a s” (p a i), la del c e n tro del
c u ello se llam a du. A scien d e p o r el in te rio r de la c o lu m n a v erte b ra l, y p o r
eso se llam a " d u c e n tr a l’’-, y e s una de las “ v e n a s ” im p ares v e rtic ale s» . En
cam b io el Q i jin g h ab la de o c h o “ v e n as” y d ice q u e la llam ad a ren y la lla ­
m ad a du p resid en la re sp ira ció n . L a p rim e ra e s la “v e n a c e n tra l” a n te rio r y
la seg u n d a la “v en a c e n tra l” p o ste rio r. (C f. G . Q f., op. c., p .l 17). E n g e n e ­
ral lo s c o m en taristas in te rp re ta n d u c o m o “ el c e n tro v a c ío ” , y a s í la tra ­
d u cció n sería que co m o no rm a in v ariab le p a ra a lim e n tar la v id a se d e b e en
to d as las circ u n sta n c ia s “ situ a rse en la v a c u id a d ” (Z h. M sh .), lo cu al im ­
p lica la idea de que d eb e m o s se g u ir el T ao d e la N atu raleza.
2- El tex to o rig in al d ice y a n g qin (“ a lim e n ta r a los p a d re s” ), p e ro en n in g ú n
P asaje de la lite ra tu ra ta o ísta se e n c u e n tra se m e ja n te id ea o e x p re s ió n ,
c o m o señ ala C h.G y. S u p o n e q u e el c a rá c te r q in (“ p a d re s”) se e m p le a a q u í

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Notas

p o r sh en (“ cu erp o ”), c o m o ya se señala en una n o ta del J i y i del L i j¡. Véa­


se C h. G y ., Z hu a n g zi jin z h u jin y i, p. 104.
4. B a o d in g (“c o cin e ro ”) tam b ién podría trad u cirse c o m o “ D ing, el cocinero"
(C f. C. Z h., en G . Q f., op. c., p. 118).
5. E n el tex to chino ap arecen d o s caracteres o n o m ato p éy ico s: el so n id o de la
carn e al separarse del h u eso , o del cuch illo al d esg arrar. A m bos se pronun­
cian ap ro x im ad am en te c o m o el castellan o “j u a ” . S eg ú n C. Z h., el segundo
c a rá c te r (que se d istingue del p rim ero p o r in c lu ir co m o co m p o n en te la gra­
fía m a , “ca b a llo ”) rep re se n ta un sonido m ás fu e rte q u e el p rim ero.
6 . L a p rim era (sa n g lin ) es el no m b re de la m ú sic a del em p era d o r T an g , de la
d in a stía Y in; y la seg u n d a (J in g s h o u ) el de la m ú sic a del leg end ario em p e­
rad o r Y ao (tam bién llam ada x¡anchi o daxian, una de las “seis d an zas” de la
d in a stía Z hou). V er G. Q f., op. c., p. 118.
7. Z h i jin g designa las venas y las arterias, y ken qing, el lugar donde se juntan
los h u eso s y los tendones. L a ex p resió n “el m e n o r o b stá c u lo ” (w e i a i) no
a p arece o rig in alm en te en el tex to , y ha sido a ñ a d id a sig u ien d o la opinión,
ad m itid a, de Y. Lf.
8. L a versión de Ch. Gy. incluye aq u í la frase niu bu zhi qi si ye (“el buey ni se
ha e n terad o de que ha m u e rto ”), p ero las razo n es q u e aduce no son convin­
centes.
9. “ M aestro de la d e re c h a ” (y o u sh i) era, según el J ia n w en, c itad o en el Shi-
w en, un títu lo de fu n cio n ario . (V er G. Q f., op. c „ p. 125). S egún el Guan
F en g sh u o , no cabe d u d a de ello , p or c u an to los títu lo s de “ m aestro de la
d e re c h a " y “m aestro de la iz q u ie rd a ” (zuo sh i) a p a re c e n varias v eces en el
Z u o zh uan.
10. G o n g w en X uan se resp o n d e a sí m ism o; n o es el “ m aestro de la derech a"
el qu e co n testa.
11. E n el libro V se dice del h o m bre: “ El T ao le ha d ad o el asp ecto y el C ielo
le ha d a d o el cu erp o ” .
12. La frase se presta a varias interpretaciones (“el hom bre que era antes ya no
lo e s ”, “ an tes era un h o m b re v iv o y ah o ra y a n o ”). A lgún co m en tarista
p ien sa que el carácter q i de q i ren (“ese h o m b re ”), es un erro r p o r zh i ren
(“ hom b re p erfecto ”), con lo q u e la trad u cció n sería: “ A ntes le ten ía por
ho m b re p erfecto , m as ah o ra n o ” (V er Ch. G y ., op. c., p. 114).
13. P ara el C heng sh u , bei q in g sig n ificaría “a u m e n ta r n u estro s sentim ientos
v u lg ares y co rrie n te s”.
14. S egún el C heng sh u , el e m p e ra d o r (d i) se refiere a la N atu raleza. Para
X .Y ., el hom bre vive angustiado por la vida y la m uerte, com o si fueran ata­
duras; cu an d o se o lv id a de ellas, p uede d ecirse q u e se ha d esatado.
15. O rig in a lm e n te en el te x to ch in o ap are ce el c a rá c te r zh i que sig n if¡ca
“d ed o ”, por lo que las trad u ccio n es suelen d ecir “ los dedos acaban de a v iv a r

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N otas

el fu e g o ” . P ero según Z h. G y ., W .Y d. y C h. Q t., d ich o ca rá c ter se u sa aq u í


en lu g ar de su ho m ó fo n o q u e sig n ific a la g ra sa con que se e m p ap a b an las
antorchas (V er C h. G y., op. c., p. 115-116).

S O T A S A L L IB R O IV

1. H ui es el nom bre de Y an H ui. En to d o este frag m en to , al igual que en o tro s


m uchos del Z hu ang zi, el que h ab la no lo hace en p rim era p erso n a, sin o en
tercera usando su propio no m b re (aunque a v eces, co m o en este frag m en to ,
se altern an am bas form as). Se tra ta de una señal de m o d estia ante un in te r­
lo cu to r al qu e se co n sid era su p erio r.
2. Según Sm . B „ se trata de K uaikui, duque Z h u an g de W ei. Pero las crónicas
de la ép o ca le suponen rein an d o cuan d o ya Y an H ui había m uerto. D ebe te ­
nerse en cu en ta que el Z h u a n g zi no se atien e a la h isto ric id a d de sus p e r­
so n ajes, q u e sólo son m o tiv o p a ra la ex p o sició n d e su d octrina.
3. El texto chino se presta a d iferen tes traducciones. En la versión del Z h u a n g
zi Jish i se intercala el carácter g u o (“estad o ”), con lo que la traducción sería
“cubrir todo el estado”, y las “ m arism as” (ze ) pasarían a ser el lugar donde se
am ontona la yerba seca. N oso tro s hem os seg u id o la opin ió n de X. D., que
considera ese carácter guo , co m o una interp o lació n influida por la frase a n ­
terior (“ gobierna su estado ”). O tra in terpretación del Z h u a ng zi J ish i es que
jia o (“ y erba seca” ) tiene el sen tid o de “co sa d e sp reciab le, in sig n ific a n te ”,
por lo que debe entenderse que el p rín cip e de W ei c o n sid erab a a su p u eb lo
com o “ y erba seca” (p. 133). S egún el F eng su to n g el carácter jia o (“ q u e ­
m ad o ” en el lenguaje h ab lad o ) q u iere d ecir q u e, h ab ién d o se secado el p a n ­
tano, las yerbas están ag o stad as, com o q u em ad as p o r el fuego (ib., p. 133).
4. m ing zh i yu e za i sig n ifica literalm en te “ a e llo lo llam ará c ala m id a d ” . Z a i
(“catá stro fe, gran d a ñ o ”) rep re se n ta p icto g ráficam en te las plan tas ab atid as
en los cam p o s de cultivo.
5. E stos tres p equeños estad o s ap arecen m en cio n ad o s en el libro II con los
n o m b res Z o n g , K uai y X u-ao.
6 . S eg u im o s aquí la versión de C h. G y. (op. c., p. 125), que se b a sa en el c o ­
m entario de L.Y.: xu (“ vacío ” ) se refiere a las casas sin habitantes, y li (“e x ­
te rm in a d o ”) a los que m ueren sin d esc e n d e n cia (citad o del Shiw en).
1. S egún L. M „ esta frase se refiere a Y ao y a S h u n , y no, co m o so stien e W .
X q., a los estados atacado s.
8. C o m en ta G . X. la frase y i y a n g w ei chong k o n g y a n g : la fu erza (q i) de su
o rg u llo le co lm a por d en tro y d esb o rd a a su ex terio r.

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Notas

9. R ijian zh i d e, trad u cid o p o r “p equeñas v irtu d e s” , son las v irtudes que se


p ractican m en u dam ente, en el d ía a día (C o m en tario de M. Q ch.).
10. Se contrapone la re c titu d {zhi) interior, con el resp eto (qu, “ cu rv arse, do­
b la rse ”) de las form as e x te rn as.
11. You e r w ei zhi. S egún C h. G y. (op. c., p.1 3 0 ), el co m en tario de G . X. a
este p asaje perm ite su p o n e r q u e falta el ca rá c ter x in (you xin e r w ei zhi)
You x in (“ tener m ente o in te n c ió n ” ) lo hem os trad u cid o p or “preconcebida
d eterm in ació n ” .
12. El térm ino q i (“en erg ía v ita l”) se usa aq u í en sen tid o m etafórico, p ara re­
p resen tar cierto estad o d e la m ente, y no tien e nada que v er con el “puro
p rin c ip io v ita l” d e sig n a d o en el L ao z i c o n d ich o térm in o (C f. X . Fg„
Z h o n g g u o renxing lu n sh i), cap. 12, p.382). S egún C h. G y., aquí q i se refie­
re a un estado superior d e la m ente en el que ésta llega a alcanzar el vacío y
la cla ra conciencia (V er C h . G y.,op. c., p.130).
13. El orig in al chino dice tin g zh i yu er (“el e sc u ch a r se lim ita al o íd o ”). Se­
gún Y. Y ., se trata de un e rro r de copista, y d eb e in v ertirse el orden: e r zhi
yu ting (V er G. Q f., op. c ., p. 148).
14. Siguiendo a X. D., hem os traducido el carácter zi (“ uno m ism o”) por “existir”
(you). Se trataría de una confusión debida a la sem ejanza entre ambos caracteres.
15. W u m en wu du. En esta e x p resió n el carácter d u (hoy día, “ veneno”) se ha
interpretado de diversas m aneras. Para G. X. significaría “gobierno” (w u du,
“ sin g o b iern o ”); para L. X y „ y con él Sh. D q „ L .Y m . y X. Y., “ rem ed io ”,
“ m ed icin a”; para L. Z h ., “ o b ra de protección de un lu g ar”. Según esta últi­
m a versión, la traducción sería: “Sin puertas y sin esto rb o s”. En nuestra tra­
d ucción hem os p referid o la d o cu m en tad a o p in ió n de X. D., según la cual
m en y d u vienen a ser sin ó n im o s.
16. Jixiang zhizhi. Según Y. Y. (V e rG . Q f., op. c„ p. 151), el segundo zhi es un
error p o r ye, y para ello se rem ite a dos pasajes sim ilares; uno del J ia o zhen
del H u a i nan zi, y otro d el T ia n rui del L ie zi. En este caso h ab ría que su­
p rim ir “ m ente so seg ad a” . T am b ién X. D. dice que el seg u n d o zhi debe es­
crib irse de otra m anera, p e ro el sentido apenas se alteraría.
17. L a m ay o r parte de los co m e n ta rista s interpretan el “desorden del Y in y el
Y ang” com o la pugna en el p ech o del hom bre de las em o cio n es co n tra d ic ­
torias de alegría y tem or. Sin em bargo, L. M. argum enta otra interpretación:
cuando se tiene éxito, las e n e rg ía s (qi) del Y in y el Y ang se agitan p or cau ­
sa de la alegría, se pierde el eq uilibrio y la serenidad, y eso es lo que daña al
esp íritu del hom bre (V er C h. G y ., op. c., p.136).
18. El S h iw en recoge el sig u ie n te co m en tario de X. X.: «El que com e e x c e­
lentes m anjares no podrá m en o s de sufrir un calo r interno». (V er G. Qf-. °P-
c., p. 155). Según L. M ., el ca rá cte r cuan de la frase, significa cocinero, y de
él se d ice que no n ecesita refrescarse.

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Notas

19. P o r el tem o r y la preo cu p ació n , según el C hen g shu.


20 . m ing (“ m andato), el orden natural; y i (“ju s tic ia ”), el orden o norm as de la
sociedad hum ana, que resp o n de al anterior.
21 .F a y a n (“m áxim a, aforism o ”) sería, en opinión de L in X iyi, el título de un
antiguo libro.
22. El orig in al chino dice tex tu alm en te: «Se e m p ieza co n el Y ang y se acab a
con el Y in». C om enta G . St. que a lo m an ifiesto y v isib le se llam a Y ang, y
a lo escondido y oculto se llam a Y in, y que en las com p eticio n es, p o r fu e r­
za se recurre m uchas v eces a p ro ced im ien to s artero s (V er G. Q f., op. c.,
p. 159).
23. E sta es la versión que resu lta de in terp re tar el ca rá c te r liang co m o “ sin ­
ceridad, ser hom bre de p a la b ra ” , com o dice el C hen g shu. O tra v ersió n
sería la de Y. Y. (V er G . Q f„ op. c., p.1 6 0 ), p ara q uien liang d eb ía d e ser
originalm ente el carácter zhu, hom ónim o de du (“ ciu d ad an o ” , “c o rtés” ). En
este caso la traducción sería: “ al prin cip io c o rtesía s recírpocas, para te rm i­
nar en m utuas g ro serías” .
24. S egún L. M ., “ asum ir lo in ex cu sab le” (tuo h ud eyi) es acom odarse al c u r­
so natural de las cosas, adaptarse a la N aturaleza. “A lim entar la arm onía del
e sp íritu ” (yang zhong, lit. “ alim en tar el ce n tro ” ) tam bién po d ría trad u cirse
por “alim entar el T ao” (vacío en su centro), que nos lleva a “asum ir lo inex­
cu sab le” (Cf. Ch. G y., op. c.,p,138).
25. S egún L. X y., zhi m ing sig n ifica “ tran sm itir fielm en te las ó rd en es d el so­
b eran o ”; pero siguiendo el co m en tario del C hen g shu (V er G. Q f., op. c.,
p.163), se ha traducido po r “ ten erse d en tro de los térm inos del C ie lo ” . J a ­
m es L eg ge, en su v ersió n in g lesa, trad u ce: “ to be p rep ared to sacrifice
your life” ; lo que es un m an ifiesto error.
26. Se trata del m ism o p erso n aje del que se h ab la en la n o ta 2 d e éste m ism o
libro IV.
27. E sta fábula del Zhuang zi (que tam bién ap arece citad a en el libro X II), ha
dado lugar a un cheng y u (“ frase h ech a”) usad o hoy en día: tang h i dang
che (“la m antis que quiere detener un carro con sus patas” ), y que desig n a al
que acom ete una em p resa que ex ced e con m u ch o de sus fu erzas, y p o r
tanto está condenada al fracaso.
28. E ste pasaje acerca de los tig res ap arece tam b ién reco g id o en el H u a n g d i
del L ie zi (ibidem , p. 6 2 -6 3 ), con la sola d iferen c ia de que en el Z h u a n g zi
falta el carácter zhi (partícu la pronom inal); aunque ello no altera el sentido.
29. p u (“ lanzarse sobre”) sería, según W . N s., un erro r p or f u (“arrim arse, p e­
g a rse ”) (V e rG . Q f., op. c., p. 169).
30. S egún Zh. G y., en la an tig ü ed ad era frecu en te e leg ir un gran árb o l com o
dios o espíritu del lugar, y hacerle ofrendas y sacrificios (V er Ch. G y .,op.c.,
p.146).

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Notas

31. W ei e ra una m edida que para algunos eq u iv alía a una circunferencia de un


chi (un tercio de m etro ap ro x im ad am en te), y p ara o tro s, a un ba o (lo q Ue
p u ed en ab arcar los brazo s e x ten d id o s en red o n d o ).
32. En el texto original, d iez ren. V er nota 13 del lib ro I.
33. C o m en ta W . N s.: « X ian g X iu y Sim a B iao d icen am b o s que zhen sig n ifi­
c a “ in terp re tar un su e ñ o ”. P ero co n fo rm e a lo q u e sigue en el tex to se ve
que el carp in tero y su d isc íp u lo hab lan del a su n to del árb o l-esp íritu del lu­
gar, y no de in terp retar el sueño». De ah í d ed u ce W . N s. que el carácter
zhen e stá em pleado en lu g a r d e su hom ó fo n o y h o m ó n im o q u e significa
“d ecir, relatar, in fo rm ar” (V e r G . Q f„ op. c .„ p. 174).
34. L a ex p resió n y i y u tam b ié n p o d ría sig n ific ar “e n te n d e r a p a rtir de las
a p arien cias ex tern as”. A q u í seg u im o s la in terp re tació n que hace X .Y . del
c a rá c te r y i com o chang li (“ razó n o rd in a ria ”).
35. El actu al d istrito de S han g q iu en la p ro v in cia de H enan.
36. G ong ba. gong sig n ifica d o s m an o s ju n ta s, y ba lo que ab arca una mano
agarran d o . (V er Ch. G y „ o p .c ., p.150).
37. D ice el Cheng shu que en la antigüedad era costum bre ahogar en el río a hom­
bres (m uchachos o m uchachas) com o sacrificio al espíritu del río (he bo) (Ver
G. Q f.. op. c., p. 179). El R ío es el río A m arillo (V er n ota 66 del libro II).
38. E sos seres que los sam an es y adiv in o s, es d e c ir la sociedad en general,
co n sid eran nefastos, son fa sto s p ara sí m ism o s, p o r cu an to gracias a ello
p u eden co n serv ar la vida.
39. P ersonaje im aginario, q u e seg ú n Sh. Dq. sim b o liza a quien se d esp reo cu ­
pa del cu erp o (zhili, “c o n tra h e c h o ”) y ren u n cia a la inteligencia (shu, “des­
c o n o c e r”). V er Ch. G y., o p .c., p.152.
40. C o m en ta Sim a B iao que p o r ser jo ro b ad o su ca b e z a m irab a al suelo. (Ver
C h. G y ., o p.c., p. 152).
41. C. Z h. dice que la e x p re sió n g u c e bojing se refiere a ciertas técn icas ad i­
v in ato rias. O tros la interp re tan co m o “ reco g er los g ra n o s de arroz (caídos)
en el m e rcad o ”. (V e rG . Q f., op. c „ pp. 181-182).
42. En el orig in al chino “ tres zh o n g ". El zh ong e ra una m edida de capacidad
para árid o s, que eq u iv alía seg ú n Sm . B. a sesen ta y cu atro d o u (un don
e q u iv ale a d iez litros). V e r G . Q f., op. c „ p. 182.
43. X. D. y M . XI. (ib. I, 4-, p. 222) hacen referen cia a W ong Y inglin, el cual
recoge una cita en la que se d escrib e la p lan ta q u e los cam p e sin o s de Chu
llam an m iyang. Esta planta, co m o señala tam bién W . X q„ es espinosa y hie­
re los p ies cuando se la pisa. (V er Ch. G y., o p .c., p. 155).
44. En los textos m odernos en v ez de xiq u xiq u (“ro d ean d o , ro d ean d o ” ), apa­
rece w u xin g xiq u (“yo cam in o d an d o ro d eo s”). L a m odificació n , p or m o ti­
vos de paralelism o con la frase p recedente, ha sido argum entada p o r varios
co m en taristas, com o J. H. y W . Shm . (V er Ch. G y ., o p .c., p. 155).

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Notas

tfO TA S A L L IB R O V

1. S obre el co n cepto de V irtu d en el p en sam ien to tao ísta, V er In tro d u cció n .


2 . En la antigua C hina el y u e (la am putación del pie o de los dedos del pie) era
uno de los castigos legales. A unque el tex to c h in o n o lo esp ecifica, en éste
y en alguno de los relatos que siguen, p o d ría tratarse de personas q u e h a b í­
an su frid o este castigo.
3 . V er n o ta 69 del libro II y n o ta 1 del libro IV.
4 . Z a i w an wu zhi shou (“e sta r a la cab eza de los d iez m il seres”) a sí c o m o el
nom bre de Y ao, son seis caracteres que faltan en las versiones m odernas del
Zhuang zi. Se han añadido de acuerdo con la co p ia Z hang Junfang, y con un
com en tario de G. X. (C f. J. H ., Z h ua n g zi yi).
5. Jiu ju n (“ nueve ejércitos”) significa un gran ejército, según Ch. Q t.. P ara C.
Zh. los nueve ejércitos serían los seis del e m p e ra d o r ( tianzi liu ju n ) y los
tres de los señores feudales (Z huhou san ju n ) (V er G . Q f., op. c., p. 195). Un
ejército (jun) co m p ren d ería un total de doce m il q u in ien to s h om bres.
6. El carácter jia aquí significa “lejos” (com o xia), según Sh. Dq. y según el co ­
m entario de W . Xq. (Zhuang zi jijie, p.31). d engjia (“elevarse a lo m ás alto ”)
describe el espíritu del hom bre que trasciende el m undo de los m ortales.
7. Según Sh. Dq. y Zh. M sh., quan de (“g u ard ar en tera la virtud”) quiere d ecir
“c o n serv ar intacto el cu e rp o ” . (V er Ch. G y ., o p .c ., p.170).
8. B in bin (“ a m enudo” ) es frase adverbial q u e o tro s co m en taristas han in te r­
pretado de distintas m aneras (V .g. “respetuosam ente”, Sm. B.). A q u í hem os
seguido la opinión de Y. Y ., q u ien se b asa en el sig n ificad o de d ich o s c a ­
racteres en los textos an tig u o s (V er Ch. G y ., op. c., p.170).
9. Según Y. Y ., la expresión sh u g u i h u a n g u a i (“e x trav ag an te”) es sim ilar a la
ex presión huigui ju g u a i (“ raro y aso m b ro so ”) q u e aparece en el L ib ro II
(V er G . Q f., op.c., p.205).
10. Según L. Y m ., las pesad u m b res y los inconvenientes de la fam a (haom ing
zhi lei) son un castigo del C ie lo (tian xin g ). Es d ecir, un castig o im p u esto
por la p ro p ia N aturaleza.
11. B u chu hu siyu , literalm en te “ no salirse de las c u atro reg io n es (fro n te ri­
zas)” , sig n ifica que sus co n o cim ien to s eran m u y lim itados.
12. C i xio n g , (“hem bras y m ach o s” ) es in terp re tad o p o r la m ayoría de los c o ­
m entaristas com o hom bres y m ujeres. El C heng shu dice, en cam bio, que se
refiere a qin shou (“an im a le s”) (V er G. Q f., o p .c., p.208).
13. S h a , “ adornos de plum as en el ataú d ” según el S h u o wen. Se in d ica ta m ­
bién que el núm ero de esto s ad ornos era de o ch o en el caso del em p erad o r,
seis los señores feudales, c u atro los g ran d es d ig n a tario s, y dos los de in fe ­
rior rango. N o se trata, pu es, de un ad o rn o e x clu siv am en te m ilitar, según

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Notas

Z h. G y. Se supone que la fra se se ap lica a los q u e m ueren d e rro tad o s en el


cam p o de batalla.
14. P a ra c o n serv ar su cu erp o ín teg ro e intacto.
15. L. Z h. alude a un a no ta d el K aogong Z iren p a ra d ec ir que el carácter
jia n p o d ría sig n ificar “ la rg o ” y no “ p eq u e ñ o ” . (V e r G . Q f„ op.c., p.217).
16. S egún el com entario del C h en g sh u , lo que se debe o lv id ar es el cuerpo, y
lo qu e no se debe o lv id ar e s la v irtud (V er G . Q f„ o p .c., p .2 18).
17. El c a rá c te r y i sig n ifica “c o lm a r”. C on la e x p re sió n y i sh en g (“ co lm ar la
v id a ”), el pensam iento ta o ísta rep resen ta el in ten so y abusiv o “ d isfru tar de
la v id a ”, que no con d u ce sin o a un desg aste e sté ril del h om bre en su doble
dim en sió n .
18. El carácter jin g designa orig in ariam en te el g ran o esco g id o o refinado. Sus
sen tid o s d eriv ad o s son v a rio s, y en tre ello s “e se n c ia ” (“q u in tae se n cia ”) y
“e sp e rm a ” . En el ch in o m o d e rn o tam b ién sig n ific a “ e sp íritu ” (so b re todo
unido a shen). En el taoísm o filo só fico se debe in terp retar com o una “esen­
cia sutil”, que ju n to con el q i (energía vital) y el sh en (principio consciente),
co n stitu y e el fundam ento d e la v id a del h om bre.
19. V er nota 45 del libro II. E n algunas copias, tanto en este pasaje com o en el
sim ilar del libro X IV , no ap are c e el ca rá c te r g a o (“ se c o ” ).

N O T A S A L L IB R O V I

1. Los tres caracteres del título (da zong shi) significan literalm ente, “ grande”,
“ an te p a sa d o ” y “m aestro ” . L a e x p resió n d esig n a el T ao según W . X q. (op.
c., p.35). En cam bio C. Z h. d ice que se refiere al v a c ío d e la m ente, e n te n ­
dido com o el abandono y o lv id o del propio cu erp o y de la vida (V er G. Q f .
o p .c., p.224).
2. E s d ecir, reconocer lo q u e el ho m b re y las co sas p o seen p o r naturaleza.
3. El Z h u a n g z i jis h i co m en ta este p asaje com o sigue: « au n q u e el cu erp o del
hom bre sólo m ide siete ch i, debe co nten e r los c in c o elem en to s (V er nota 3
del lib ro X IV ); y así, aún sien d o tan p equeño, hace h o n o r al C ielo y a la
T ierra. De m anera que p o see C ielo y T ierra y el m illó n de seres, y ni un
solo día puede faltarle uno solo. E n cu an to le falta ra una sola cosa (w u ), la
vida no podría estar en él; en cu an to le faltara una sola razón (//), no podría
alc a n z a r el térm ino n atu ral de su ex isten cia. A h o ra b ien, lo que el cuerpo
p osee no se puede del to d o c o n o cer, ni se puede h a ce r to do lo que la razón
co m p ren d e. De ahí que p o c o se a lo que nu estra in telig e n c ia con o ce y m u ­
cho lo que nuestro cuerpo p o see. P or co n sig u ien te, la p lenitud del saber, es

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N otas

s a b e r que lo que el hom bre hace tiene unos lím ites, y así o b rar e sp o n tá n e a ­
m ente y sin fo rz a m ie n to ..., y con lo que se c o n o c e a lim en tar lo que no se
conoce» (p.225).
4 Para el taoísm o, el “hom b re v erd a d ero ” (zhen ren ) es aquel que “ c u ltiv a n ­
do su v e rd a d ” (su v erd ad e ra n atu raleza) ha e n trad o en p o sesió n d el T ao.
T am bién se le llam a xia n ren, q ue se suele tra d u c ir p o r “ In m o rtal” , aun q u e
este térm ino no aparece en el Z h u a n g zi ni en la literatu ra filo só fica tao ísta
de la p rim era época. S ó lo e n el taoísm o p o ste rio r, y so b re to d o en el m á g i­
co-religio so, la “ in m o rtalid ad ” (in clu so en ten d id a en térm inos físico s) será
el ideal p erseguido. T am b ién zh en ren fu e un títu lo h o n o rífico c o n ced id o
por los em peradores a los g rande m aestros. Y así, e n tre otros, el e m p erad o r
X uanzong de la d in astía T an g c o n firió a Z h u an g zi el títu lo de “ H om bre
v erdadero de N an h u a” (N a n hua zhen ren), así c o m o a Lie zi el de “ H o m ­
bre v erd ad ero de la p len a V ac u id a d ” ( C hong x u zh en ren).
5. Según varios co m en taristas (W . T x., Zh. G y ., W . S h m .), el ca rá c ter ju a n
(“e n treg ar a”) que ap arece en el texto m o d ern o es un erro r p or su casi h o ­
m ógrafo sun (“ m en o scab a r” ). El m ism o e rro r ap arece en alg u n a c o p ia del
Z huang zi, en el libro X X , y el S h iw en tam b ién lo señ ala a p ro p ó sito d e un
com entario de G . X. en el lib ro X X V .
6. E sta es la interpretación que hace G . X. del c arácter zhi. Para los m odernos
co m en taristas (C h. Bx. y o tro s), e ste ca rá c ter es un e rro r p o r o tro m u y p a ­
recido w ang (“olvidar”). En este caso la expresión xin wang significaría una
m ente que “o lv id a” , que no e stá siem p re ate n ta a las cosas, sino q u e e s ­
p o n tán eam en te se m ueve al u n ísono con ellas.
7. La expresión ju n zi significa literalm ente “ honorable m aestro' u "honorable
señor” , y designa a aquellas personas que, dotadas de vastos conocim ientos,
se aplican a practicar el bien hacia los dem ás. Se en contrarían en un escalón
inferior al xia n ren (“ sab io ”), en la “je ra rq u ía ” d e sc rita en la n ota 18 del li­
bro I.
8- Según W . Yd. todo este p árrafo e s una clara interpolación. A duce co m o ra ­
zones: 1) el hecho de h allarse in tercalad o en la d e scrip ció n que se hace de
los h o m b res v erdaderos (zh en ren), sin g u ard a r relació n con los tex to s a n ­
terio r y posterior; 2) la v a lo ra c ió n que aq u í se hace de los p erso n ajes c ita ­
dos, d istin ta a la que es h ab itu al en el resto de la obra. W uguang es un p e r­
sonaje sem ejante a Xu Y ou, del que en el L ib ro I se hace en e lo g io co m o
gran sab io (V er W . Y d., G uclian x in yi, p p .2 6 5 -2 6 6 ).
9. S egún Y. Y. el carácter y i (“ju s to ” , " ju stic ia ” ) d eb e en ten d e rse aq u í com o
su casi hom ógrafo e (“a lto ”), al igual que un ex p re sió n sim ilar que aparece
en el libro X IV de esta m ism a obra. L. M. y C h. Qt. co m entan que e sta d es­
crip ció n del “hom bre v e rd a d ero ” debe e n te n d e rse referid a no a su asp ecto
ex terio r, sino a su esp íritu .

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Notas

10. T raducim os por “ particu lar” el carácter (“á n g u lo ”, “arista”), pues según
el Shiw en equivale aquí a su hom ófono que sig n ifica “ solitario”, “sin g u lar”
en el sen tid o de “e sp ecia le s en m edio de la m u ltitu d ” . En este m ism o sen­
tido va el com en tario de G . X ., y tam bién el de L. Z h.
1 1. C h. Qt. interpreta a s í la frase zhang hu q i x u e r bu hua ye\ el ho m b re ver­
d ad ero tiene un esp íritu v asto , in terio rm en te v acío , y sin o sten tació n .
12. Es la interpretación p ro p u e sta p or el C h en g sh u y C h. Q t., en tre o tro s, de
la ex p resió n cu i hu q i bu d e y i ye.
13. El ca rá c te r xu (aq u í trad u c id o p or “p len itu d in te rio r”) sig n ifica seg ú n el
S h iw en “reco g er” , “a c u m u la r” . P ara Sm . B., “ b ro ta r” , “ m an isfestarse al
ex te rio r”. C om binando am bas interpretaciones, y la que da al co n ju n to de la
frase Sh. D q., hem os a c o m o d a d o nu estra trad u cció n .
14. S egún C h. G y., el c a rá c te r y u (“d a r”) eq u iv ale a q u í a su h o m ó fon o que
sig n ifica “ am p lio ”, y se refiere a la v irtud d e los “ h om bres v e rd a d e ro s” .
A sim ism o , el ca rá c te r zh i (“ d eten e rse ”) sig n ific a “ ap o y arse e n ” , “ tom ar
refu g io e n ” (V er C h. G y ., o p .c., p. 193).
15. En la copia de C. Zh. en lugar del carácter li (“se v ero ”, “grave”) aparece el
carácter guang (“vasto ”). T am b ién G. Qf. so stien e el m ism o punto de vista,
apoy án d o se en un co m en tario de G. X. y en o tro s tex to s antiguos (en el Shi
ze del H u a i nan zi, en el P in g jin hou zhuan del S h iji, en el Ru lin zh u a n , en
el H an shu y en el S h u o w en ) d onde ap arece la m ism a su stitu ció n .
16. D ice Z h. M sh. que to d o este largo p asaje n o co n cu e rd a con el p en sa­
m iento del Z huang zi y que, aunque se puede ex p licar de m anera forzada, si
se su p rim e, el texto re su lta m ás co h eren te. C ie rta m e n te hay en el frag ­
m en to un fo n d o co n fu cia n o q u e no en caja en una o b ra taoísta.
17. E ste añ ad id o es de C h. G y. (op. c., p. 195). N o ap arece en el tex to chino
o rig in al, p ero explica los p árrafo s siguientes.
18. E stas dos frases las c o m en ta G. X. com o sigue: « C u an d o no hay falta de
u n idad, es el C ielo; c u an d o el o tro es o tro y yo so y y o , es el ho m b re» . (G.
Q f., o p .c., p. 240).
19. En el original chino, “son D e stin o ” (m ing).
20. S egún G . Q f., el c a rá c te r zh u o sig n ifica “so b re p a sa r” , “e x tre m o ”, “ so lo ”
\ (G . Q f„ o p.c., p.242). E ste alg o que so b rep asa al C ielo no puede ser otro
que el Tao.
21. C om o señala W. M h., este pasaje es un claro erro r de copia. No tiene nada
que v er con el co n tex to , y p o r o tra parte ap arece rep etid o m ás a d ela n te, en
este m ism o libro del Z h u a n g zi, p u esto en boca de Z ilai.
22. A lg u n o s co m en taristas, c o m o Y. Y., dicen que el c a rá c te r shan (“ m o n ta­
ñ a ’ ) se em p lea aq u í en lu g ar de su hom ó fo n o q u e sig n ific a “ re d ” .
23. El que tiene fuerza (yo u li zh e) es el H acedo r del que se h ab la m ás ad e ­
lante en este m ism o libro.

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N otas

24. Q uiere decir, según Ch. Q t., que el T ao puede tran sm itirse por m edio de la
m ente, p ero n o recib irse a trav és de la p ala b ra . Se p u ed e c a p ta r co n la
m ente, pero no se puede ver. U na interpretación sem ejante propone Sh. Dq.
25. T rad u cim o s shen (“e s p íritu ” ) p o r “e n g e n d ra r” sig u e n d o la o p in ió n de
Zh. B l„ so sten id a tam b ién con arg u m en to s e tim o ló g ic o s p or Z h. G y. En
otras versiones, la frase se trad u ce con el sh en en fu n ció n de verbo: “ h acer
esp íritu s a los dém o nes y a los d io se s” .
26. T rad u cim o s p o r “ su p rem a cim a del u n iv erso ” el térm in o ch in o ta i j¡, que
en el tao ísm o desig n a g en eralm e n te y u a n q i (aire o en erg ía có sm ic a p rim i­
g enia), en cuanto an terio r a la m ism a ex isten cia del C ielo y de la T ie rra y a
la separación prim era del Y in y del Y ang. Sin em b arg o , p ara a lg u n o s c o ­
m en taristas se refiere al C ielo . En alg u n a s c o p ia s en lu g ar del c a rá c te r
sha n g (“ p o r encim a d e ”), ap arec e el carác te r x ia n (“ an terio r a”).
27. L os “ seis e x trem o s” (liu j i ) se llam an tam b ién los “ seis p u n to s (d el e s p a ­
cio )” (liu he). Son los cu a tro p u n to s card in a le s m ás el cén it y el nadir.
28. D os e strellas que se sup o n e so stien en la reg ió n e ste del firm am en to .
29. M u ch o s com en taristas su b ray an la e sc asa p ro fu n d id ad de esta larg o p á ­
rrafo y dudan que ten g a q u e v e r con la d o ctrin a de Z h u an g Z hou. S u p o n en
que es un añadido po sterio r.
30. Jia n du significa literalm ente “ v er lo solo” , “ v er lo in d ep en d ien te” . S egún
X. Fg., se refiere al T ao, en cuan to que trasciende a todas las cosas y de nin­
g una dep en d e. S eñala en su co m en tario que el L a o zi tam b ién d e sc rib e al
T ao co m o du li (lit. “ esta b le c id o so lo ”), p ero q u e en este caso se refiere al
T ao objetivo, m uestras que el Z huang zi aq u í apu n ta al estado espiritual que
se sig u e d esp u és de h a b er “ v is to ” el T ao. (V er C h. G y ., op. c., p.2 0 4 ).
31. Y ing n in g (lit. “ ag ita c ió n , q u ie tu d ”). N u e stra trad u cció n sig u e los c o ­
m en tario s de L. X y. y de Sh. D q.. P or o tro lad o , Y. W h. d ice q u e ning
(“q u ietu d ”) es aquí el com p en d io y resultado de “ co m prender con c larid ad ” ,
“ ver lo ab so lu to ”, “trascen d er p asad o y p re se n te ” y “no e x istir ya la v id a y
la m u erte” . (V er Ch. G y., op. c., p.205).
32. El “hijo de la escritura” (fu m o zhi zi), es, según Ch. Q t., una m etáfora para
sig n ificar que se ha oído (co n o cid o ) el T ao a p a rtir de la tran sm isió n de los
textos escrito s. De la m ism a m an era in terp re ta la se rie c o n caten ad a q u e s i­
gue: “ el nieto de la le c tu ra ” (luo so n g , “ re c ita c ió n c o n tin u a ” , seg ú n W .
X q.) sería la tran sm isió n o ral, que a su v ez d e p e n d e ría de la “ v isió n c la ra ”
(zhan m ing), ésta del “ aten to o íd o ” (n ie xu ), éste de una “rig u ro sa p rá c tic a ’
(xu y i), é sta de los “ c á n tic o s” (así in terp re ta X . Y. los cara c teres w u [yu]
ou ), é sto s de la “q u ie tu d sile n c io sa ” (xu a n m in g , q u e C h. Q t. e n tie n d e
com o un estad o pro fu n d o , m isterio so y sin fo rm as, sig u en d o la in te rp re ta ­
ción del C heng sh u , en tan to q u e G . X . d ice q u e es el n om bre que se d a al
N o -ser qu e no es N o -ser [V er G . Q f., o p .c., p. 2 5 7 ]), que a su v ez d e p e n ­

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Notas

dería del “vacío suprem o” ( can liao , que para C h. Q t. es el espacio infinito)
y éste, finalm ente, del “p rin cip io sin prin cip io ” (yi shi, lit. “d uda p rincipio”
que X. Y. explica com o significante de lo que no ha tenido principio aunque
p arece h ab erlo tenido).
33. T o d o s ello s perso n ajes im ag in ario s.
34. Zao w u zhe (“el que hace las co sa s”) se refiere aq u í al Tao. Poco m ás ade­
lante ap arece com o zao hua (“ [el que] hace las tra n sfo rm a c io n e s” ). Otras
v eces las m ism as ex p resio n es pued en referirse al C ielo , es d ecir a la N atu­
raleza. En m uchos caso s c a b e e sa d oble in terp re tació n .
35. Juzhui (“ m o ñ o ”). En el lib ro IV vem os una d e sc rip c ió n sem ejan te, aun­
q u e “ m o ñ o ” aparece b ajo los ca racteres huicuo.
36. El Y in y el Y ang representan a veces a la N aturaleza, com o en este pasaje.
37. m oye era el nom bre de unas célebres espadas. S egún refiere el C h en g shu;
« an tig u a m e n te un h o m b re del e stad o del W u lla m ad o G an jian g fabricó
unas esp ad as para el rey de W u. C om o su esposa se llam aba M oye, a las es­
p ad as m acho las llam ó “ ganjiang ”, y a las esp a d a s h em b ra, “moye"». (Ver
C h. G y ., op. c „ p .2 1 1).
38. L os tres son p ersonajes im ag in ario s.
39. V ersión de Ch. Qt. y de X . Y. E ste últim o re c h az a la v ersión del Cheng
shu, p ara el que hian qu significaría “ tejer una e sterilla” (se supone que para
e n v o lv e r el cadáver).
40. Zhen (“ v erd ad ”) sig n ifica a q u í el T ao o la N a tu ra le za , según C h. Qt.
41. Fang zhi wai (“fuera de [n u estro ] territo rio o lu g a r” ) q u ie re d e c ir salirse
fu era del m undo de los rito s, lib erarse de las a tad u ras de los ritos.
42. W ei ren (“ ser h o m b re” , “ a c tu a r co m o h o m b re ” ) sig n ific a a q u í w ei ou
(“ a c o m p a ñ a r”). W . N s. c ita v ario s pasajes del Zhuang zi (lib ro V II y XIV)
y de o tro s clásico s, en tre e llo s el Yuan dao del H uai nan zi, en los que ese
es el sig n ificad o de wei ren; fren te a la v ersión d e G . X ., según la cual sig­
n ific a ría “o b rar esp o n tá n e a m e n te ” .
43. E sas “co sas d ife re n te s” (yi w u) son, según el C heng shu, los elem entos
agua, fu eg o , m etal y m adera. El q u in to e lem en to , el aire, se supone está en
el o rig en del espíritu.
44. E s d ecir, se olvidan de sus sen tim ien to s (“ h íg ad o y v e síc u la ”) y no hacen
caso de sus sentidos (“ v ista y o íd o ” ).
45. Se so b ren tien d e “en b u sca d el T ao que ex ced e to d a n o rm a ” (C f. Ch. G y -
op. c., p. 218).
46. E sta es la versión de Y. Y ., p a ra q uien el c a rá c te r d in g (“e sta b le” , “ sere­
n o ”) es un e rro r de co p ia p o r zu (“ b a stan te” ). En c am b io el Cheng shu in­
terp reta la frase com o “ su n atu ra le z a p erm an ece se re n a ” .
47. En los textos habituales estas dos últim as o racio n es son idénticas a las dos
p rim era s, aunque en o rd en inverso. W . X q. y X. D. sostienen que es un

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Notas

error de co p ia y que p o r tan to deben intercam biarse los caracteres “C ie lo ” y


“hom bre” . N uestra traducción sigue este criterio. S egún W . Shm ., en las co ­
pias m ás antiguas, en lu g ar de “ h o m b re” (ren) e sta b a escrito “p u e b lo ” o
“g entes” ( min)\ la sustitución se debió a haberse co nvertido min en un bi hui
(carácter prohibido) al m o rir el e m p erad o r T aizo n g de los T ang. E n cu an to
a “ h o m b recillo ” , es tra d u c c ió n de xiao ren (lit. “p e q u e ñ o h o m b re ”), té rm i­
no con el que se d esig n a tan to al ho m b re de b a ja co n d ició n (n o n o b le),
com o al hom bre v u lg ar (n o sabio); p o r ello en n u e stra trad u cció n lo h em o s
v ertid o v arias veces p o r “h o m b re v u lg a r” .
48. Para X . Y. «son las g entes del m undo (shiren ) las que saben (p ien san ) que
tienen un yo». W . X q. co m en ta que «los h o m b res h ab lan en tre sí de su yo,
porque ven que su yo tiene en esos m om entos un cuerp o » . El co m en tario de
G. X . es com o sigue: «E n la m uerte, en la v id a, en las tran sfo rm acio n es, en
todo ello el yo está presen te. Si todo es el yo, ¿có m o se puede p erd er? Si el
yo n u n ca se pierde, ¿p o r q u é se aflig e?» (V er G . Q f., o p .c., p.277).
49. En el h ab itu al faltan d o s ca ra cte re s (fei wu, “n o ser y o ” ) que h e m o s tra ­
d ucido siguendo la o p in ió n de Z h. G y. P ara él, la frase e stá in co m p leta, y
señ ala u na sem ejante del lib ro II, a un q u e e stá re fe rid a no al yo sin o al c o ­
n ocim iento.
50. Liao tian y i (“ u nidad del v asto C ielo ”) se re fie re al T ao según X. Y .
51. Qing (“ m arcar la fren te”) era uno de los castig o s en la antigua C hin a, tam ­
bién llam ad o mo xing (“c a stig o de tin ta ”). T an to este ca stig o co m o el s i­
g u ien te, sim bolizan, seg ú n C h. Q t., la d e stru cc ió n , el q u eb ran to de la N a ­
turaleza.
52. Yi (“co rta r la n ariz”) e ra o tro de los castig o s le g ale s de la an tig u a C hin a.
53. En los tex to s h ab itu ales ap arece el c a rá c te r y i (“ju s tic ia ” ). P ero a lg u n o s
c o m en taristas, com o Y. S h d ., sostien en que es un e rro r p o r li (“c ru e ld a d ”),
tal y co m o se ve en un p a sa je sim ilar del libro X III. El “ m a estro ’ al q u e se
inv o ca es el Tao.
54. En los tex to s h a b itu ale s d ice aquí: “ H e o lv id a d o la b e n ev o le n c ia y la
ju s tic ia ” . Y m ás adelante: “ H e o lv id ad o los rito s y la m ú sic a ” . El ó rd en de
nuestra traducción se h a alterad o siguiendo una ex celen te argum entación de
L. W d.. En prim er lugar, p o r la c o m p aració n con pasajes sem ejan tes del
Dao ying del Huai nan zi, a sí co m o del Lao zi. E ste ú ltim o dice: “ T ras la
pérdida del T ao aparece la V irtud, tras la p érdida de la V irtud aparece la b e­
nevolencia, tras la pérdida de la benevolencia aparece la ju sticia, tras la p é r­
d id a de la ju s tic ia ap are c en los rito s. L o s rito s re p resen tan un d e b ilita ­
m ien to de la la lealtad y la co n fian z a, y son el p rin c ip io del d e so rd e n ”
(cap. I [X X X V III]). P o r o tro lado, para los tao ístas los ritos son in ferio res a
la b en ev o len cia y a la ju stic ia , p or cuan to rep resen tan lo ex tern o fren te a lo
in terio r, y la m eta, co m o se ve, es la “ m ed itac ió n h asta el o lv id o ” .

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Notas

55. T raducim os por “m editar hasta el olvido” la expresión china zuo (“sentarse”)
w ang (“olvidar”), zuo tiene el sentido de sentarse a m editar, y wang significa
probablem ente el estado que alcanza la m ente cuan d o se identifica con la va­
cuidad al llegar al estado del sam adhi: las cosas y el propio yo dejan de existir
56. Lin y u originalm ente se decía de la lluvia que cae d urante m ás de tres días
sin parar.

N O T A S A L L IB R O V II

1. Se trata de las cuatro p reg u n tas p lan tead as en el libro II. V er p 5 0 .


2. A q u í el Z h u a n g zi hace u n a su til crítica de los p o stu lad o s co n fu cian o s (el
e m p erad o r Y ouyu, es d ec ir S hun, era un “gran sa b io ” de la an tig ü ed ad ) al
c o n sid erar a Shun in ferio r al e m p erad o r Tai (V e r G lo sario ). L .H q. ve un
sentido oculto en am bos nom bres: y ouyu (“p reo cu p acio n es” [del que sabe])
frente a tai (“ tran q u ilid ad ” [del ignorante]).
3. Traducim os/«?/ ren (lit. “no ho m b re”) p or “ m undo ex terio r”, siguiendo a X.
Y., que com enta: «L os no -h o m b res son las cosas. Se tiene intención de ga­
narse a los dem ás hom bres, y a sí es com o si nos ataram o s a las co sas, in ­
cap aces de transcenderlas (sa lir fu era de las co sas)» . P ara L. X y., en c a m ­
bio,/«?/ ren se refiere al C ielo.
4. Jin g sh i y i du son cuatro caracteres de próxim o sig n ificad o , que hem os tra­
d ucido por “norm as y ley es” . El carácter y i que ap arece en el texto sig n ifi­
ca “j u s ti c ia ', pero según W . N s. se usa aquí p or su casi hom ógrafo que sig ­
n ifica “ norm a de c o m p o rta m ie n to ” .
5. En el original, zeng y i, antiguo artilugio para cazar pájaros en el que las fle­
chas iban atadas a un hilo d e sed a cruda.
6 . S eguim os aq u í la correcció n del tex to p ro p u esta p o r X. D. En el tex to h a ­
bitual en lugar del carácter ru (que indica la c o m p aració n ), aparece el c a ­
rácter zh i (“co n o cim ien to ” ), y en este caso la trad u cció n sería: «¿acaso tu
c o n o cim ien to es m enor que el de esos dos an im alillo s?»
7 . Tian gen , nom bre de un personaje im aginario. Este fragm ento es c la r a m e n te
alegórico.
8 . S egún el C heng shu, Y iny an g sig n ifica el lado su r del m onte Y in. P ara L.
Fb. sim b o liza a lo que es d u eñ o y señ o r del Y in y el Y ang.
9. W um ing ren es tam bién el no m b re de un p erso n aje im aginario.
10. M an g m ia o zhi niao (“ p ájaro de la pro fu n d a in m en sid ad ”) es sím b o lo del
qi (“energía cósm ica”, “en e rg ía v ital” ) puro y vacío , con el que el sabio ta-
oísta se m ueve librem ente p or la G ran V acuidad (Cf. Ch. G y., op.c., p.238).

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N otas

\ i En esta frase el carácter yi, m uy raro, se presta a diversas interpretaciones,


tal y com o recoge G . Q f. (o p .c., p.294). U na de ellas es la de Y. Y ., p ara
quien dicho carácter es un erro r p o r nie (“ norm a”), el cual a su v ez está usa­
do p o r su hom ófono que sig n ifica “p alabras pro n u n ciad as en su eñ o s” , “p a­
labras sin sentido”. C. Z h., p o r su parte, so stien e q u e y i equivale a wei, con
10 q ue el com ienzo de la frase, he yi, sería sim p lem en te he wei (“ p o r q u é ” )
y en e lla el térm ino “d isp a ra ta d a ” d eb ería su p rim irse.
12. Indiferencia (dan) y soledad (mo ) se refieren am bos a la quietud y sosiego del
no-actuar (wu wei) taoísta. C om enta el Cheng shu: «Q ue tu espíritu viaje por la
región de la tranquila indiferencia, y que el qi (energía vital) de tu cuerpo se
concentre en el país de la silenciosa “ soledad” ». (V er G. Q f., op. c., p.294).
13. El carácter si significa eg o ísta, p articular, p erso n al, y en general la visión
eg o cén trica de las cosas.
14. L. M . interpreta la ex p resió n ch in a wuche shum ing (“ pro fu n d o y c la riv i­
dente”) com o la “penetrante y clara visión de la razón de las cosas”. P ara él,
el carácter che equivale a dao (“cam ino”), y éste, a su vez, aquí sig n ificaría
11 (“razó n ”).
15. Xu y i se ha interpretado g en eralm en te com o referid o al artesano que cam ­
bia de o ficio (Cf. G . Q f., o p .c., p.295). A q u í seg u im o s el p a recer de Ch.
G y.. O tra posible in terp re tació n es que el ca rá cte r xu desig n e a los funci-
narios daxu, y el carácter yi a los funcionarios en cargados de la adivinación:
los prim eros debían ser m uy h áb iles y ex p erto s con la m ú sica y la d an za, y
los seg u n d o s en las artes ad iv in ato rias, y unos y o tro s estaría n a tad o s por
esas habilidades.
16. En las versiones habituales, en esta cita se incluyen cuatro caracteres zhi li
zhi gou (“ perros cazadores de zo rro s”). T am bién se caza a estos p or sus ha­
bilidades. Sin em bargo argum enta W . Shm . que deben ser una interpolación
de una expresión análoga que aparece en el libro X II. Las razones son que,
por una parte, estos cuatro caracteres rom pen el ritm o y el paralelism o de la
frase; y p o r otra, que hay h asta tres pasajes del Huai nan zi (en los lib ro s
M iao cheng, Quan yan y Shuo lin) d o n d e a p a recen frases sim ilares sin
esos cu atro caracteres.
17. E ste relato tam bién se reco g e en el Huang di del Lie zi (ibidem , p. 67 y
ss.). “ Sam án de grandes p o d eres” es trad u cció n de shen wu. L os tales shen
wu eran hom bres m uy en ten d id o s en las artes m ág icas y rep u tad o s fisó n o ­
m os, com o se ve en el relato que sigue.
18. Se in terp reta el c a rá c te r dao com o “d o c trin a su p e rfic ia l” , p u es L ie zi
sólo había alcanzado lo ex te rio r del T ao , p o r c u a n to su m aestro só lo le h a ­
bía en señ ad o “ la letra” .
19. L. Y m . com enta que la cal m u erta (cen iza m u erta, si hui) aún co n serv a
cierto calor, m ientras que la m o jad a (shi hui) lo h a p erd id o p or co m p leto .

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Notas

20. En las versiones m o dern as ap arece la e x p resió n buzhen buzheng (“no se


m ueve, no está recta”), d o n d e el carácter zheng (“ re c to ” ) debe sustituirse
p or zhi (“estar en rep o so ”), tal y com o aparece en la copia de C. Zh. citada
en el Shiw en , y en el H uangdi del Lie zi.
21. Du de ji. du significa “ o b stru ir” y de j i “ v ita lid a d ”. Según el com entario
del Cheng shu las cuatro su cesiv as m an ifestacio n es de Hu zi, de que habla
el texto en este pasaje son las siguientes: p rim era , m u estra el fundam ento
m arav illo so , vacío co n cen trad o , donde hay q u ietu d y no hay m ovim iento-
segunda, m uestra las im presiones y respuestas sen sitiv as, donde hay m ovi­
m iento y no hay quietud; tercera, el fu ndam ento y las im presiones se equi­
libran, y m ovim iento y quietud son sim ultáneos; cuarta, el fundam ento y las
im presiones desaparecen de la m ente, y con ello s el m ovim iento y la quie­
tud (V er G. Q f., op.c., p.300).
22. Du (“ o b stru cció n ”) quan (“ m o v im ien to ”, “c am b io ”). C om enta L. Ym.:
“ E n m edio de la o bstrucció n aparecen indicios de m ov im ien to (cam b io )”.
23. P ara L. M. lo que m u estra H u zi es la en eg ía v ita l (q i) entre el C ielo y la
T ierra. Para otros com entaristas, el Cielo y la T ierra representan aquí la pro­
pia espo n tan eid ad de la N atu raleza.
24. S eguim os la interpretación de X. Y. al traducir shan zhe j i (lit. “bueno m e­
c a n ism o ”). E n su opinión shan tiene aquí el sen tid o d e sheng (“v id a ”).
25. En la traducción de este p asaje hem os seg u id o la interp retació n de W.
Shm .: basándose en otro p aralelo del Huangdi del Lie zi, dice que el carác­
ter sheng (“v icto ria” ) debe en ten d e rse com o zhen (“p resag io ”).
26. Shenzhi yuan. El carác te r shen (que tiene d iv erso s significados) aparece
aq u í en lu g ar de su h o m ó fo n o que significa “ p ro fu n d o ”, referido a yuan
(“ a b ism o ”), y sim boliza, seg ú n L. M ., la p ro fu n d id ad del T ao de Hu zi.
27. E stos tres abism os sim bolizan, según Ch. Sh., los tres estados arriba m en­
cionados en el texto: obstrucción vital (du de ji), la propia vitalidad (shan zhe
ji) y el equilibrio de la energía vital (heng qi ji). El m ism o carácter “abism o”
(yuan) sería, según él, sím bolo de la profunda q u ietu d , insondable, del Tao.
28. En el fragm ento p aralelo del Lie zi se n om bran esto s nueve g én ero s de
abism o. A parte de los tres y a citad os, los seis restan te s son: abism os de
aguas desbordadas, abism os de aguas fértiles, abism os de aguas que d iscu­
rren ob licu am en te, abism o s de aguas estan cad as, abism os de aguas p a n ta­
nosas, abism os de aguas g rasas (ibidem , p . 68 ).
29. L iteralm en te, “ sin h ab er salid o aún de m i o rig e n ” (wei shi chu wu zong)'
30. T rad u cció n un tanto libre de la ex p resió n wei yi, que sig n ifica “ a d a p t a r s e
a los cam b io s conform e se p ro d u ce n ” .
31. D os m etáforas del estad o de indeterm inación en que, al final, se m an ifes­
tó ante el adivino. Su rostro , al m o strarse sin fijeza alg u n a, hizo im posible
al ad iv in o cu alq u ier interp retació n .

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Notas

32. Según Ch. Q t., estas cuatro proposiciones indican lo que hace el soberano
(el rey, el em perador) que se ad ap ta al d isc u rrir n atu ral de las cosas.
33 . Para Sh. Dq. you wu zhen sig n ifica “m overse librem ente p o r el co m ien zo
en que no existían las co sas” . “L o que no tiene lím ites” es el T ao, inm enso
y sin lím ites, según C h. Qt.
34. Según la interpretación de W. Shm . a la hora de trad u cir los tres nom bres
de los tres soberanos im aginarios de esta alegoría: Shu, Hu y H undun. En el
com en tario del Cheng shu, se dice que Shu es C larid ad , Hu, O scu rid ad , y
H undun, por ser soberano del centro, que no es ni norte ni sur, rep resen ta lo
que ni es ni no es. (V er G . Q f„ op.c., p.309).
35. El sentido de esta alegoría es que el actuar (wei) del hom bre, representado
por R ápido y V eloz, acaba m atando a la N aturaleza (Indeterm inado). In d e ­
term in ad o sim bo liza la p u rez a y sim p licid ad n atu rales, cuya p rim era c a ­
racterística es el no-actu ar (wu wei) rep resen tad o aq u í p or la au sen c ia de
orificios.

N O TAS A L L IB R O V III

1. A sí ex p lica el Shiwen la ex p resió n pian mu, sig u ien d o a Sm . B. y a L. Y.


2. Según C. Zh. el carácter zhi equivale a qi (“b ifu rcació n ”), po r lo que se tra ­
taría aq u í de un dedo doble.
3. U na expresión sim ilar ap arece en el libro VI.
4. Según el Shiwen, el Huang di su wen (“ Preguntas originales del E m perador
A m arillo”) dice que las cin co visceras son: h ígado, corazón, páncreas, p u l­
m ones y riñones. (V er G . Q f., op.c., p .3 13). L as “ cin co v isceras” rep resen ­
tan aq u í los sentim ientos.
5. E s d ecir, el exceso en los sentim ientos. E n n u estra trad u cción h em o s s e ­
guido la opinión de J. H „ para quien los dos caracteres iniciales de la frase,
d a fa n g (“m uchas m an eras”), son una in terpolación que rom pe el ritm o del
párrafo. T am bién X. Y. es de la m ism a o p in ió n . Sin esa supresión la tra ­
ducción sería: “L as m uch as m aneras de ded o s p eg ad o s o sextos d e d o s” .
6 . E s decir, quien se ex ced e con la v ista p o r g u sta r d e sutilezas v isu ales.
7. S egún el Cheng shu, los cin co colo res son: qing (azul o verde o scu ro s),
huang (am arillo), chi (ro jo ), hai (blanco) y hei (n egro). (V er G . Q f., op.c.,
P-314).
8. T rad u cim o s wen zhang p o r “ líneas y d ib u jo s” , p ero el Cheng shu dice que
wen es “ azul y ro jo ” , y zhang, “ rojo y b la n c o ” . (V er G. Q f., o p .c., p .3 14).
9. El original chino, fu fu , sig n ifica los bord ad o s de un vestido ritu al antiguo.

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Notas

S egún el Shiwen, el Zhou li (“ R itos de Z hou” ) dice q u e el ca rá c ter/i/ (tercer


to n o ) se refiere a los b o rd ad o s con hilos b lan co s y n egros, y el c a rá c te r /i,
(segundo tono) a los bordados con hilos negros y azules (o verdes). (V er G
Q f., o p .c., p .3 14).
10. Según el Cheng shu, los cin co tonos (wu sheng) son: gong, sh a n g ju e , zhi
y yu. En cuanto a las seis a rm o n ías (liu lü), son: huangzhong, dalü, gu.xj
ruibin, wushe y jiazhong. H abla tam bién de un total de doce si se sum an las
m ascu lin as (lüyang) y las fem en in as (lüyin). (V er G . Q f., op.c., p .3 14).
En otros textos y d iccio n ario s, los nom bres de las seis arm o n ías no c o in ci­
den co n las que da el Cheng shu.
11. huangzhong y dalü son d o s de las seis a rm o n ías (V er nota an terio r). En
c u an to a los sonidos de m etal, p iedra, seda y b am b ú , son cu atro de los
ocho sonidos, según el Cheng shu. L os otros cuatro son los sonidos de la ca­
labaza, tierra , cuero y m adera. (V er G. Q f., o p .c., 315).
12. S egún los co m entarios de C. Z h., de L. X y. y de Ch. Shch. la im agen del
a p ilam ien to de tejas y del an u d am ien to de cu erd a s e s sím bolo de la v erb o ­
rrea inútil del dialéctico, am ig o de una ex cesiv a retórica. En el texto c o rre ­
gido p o r W . Shm ., se añade la expresión chui t i (“ aporrear palabras”) detrás
de cuan ju (“reto rcer p ro p o sic io n e s”).
13. kui yu sig n ifica literalm en te “g lo ria de m ed io p a so ” . E n la trad u cció n
h em os seguido los co m en tario s de G. Qf. (o p .c., p .3 16).
14. Y ang Z h u y M o Di. V er G lo sario .
15. Zhi zheng. P ara el Cheng shu se refiere al T ao su p rem o y a la recta R azón
( zhidao zhengli), y para L. X y ., a la R azón de la natu raleza original (benran
zhi li).
16. E n las v ersio n es co rrien tes ap arece la ex p resió n zheng zheng. X . Y . y Y.
Y. o p in an q ue se trata de un e rro r p o r zhi zheng, y a q u e todo apu n ta a que
este p árrafo es una p ro lo n g ació n del an terio r (V er C h. G y., op.c., p. 260).
17. Según L. X y., la expresión hao mu significa “ten er los ojos sem icerrados” ,
y aquí describiría el estado de quien se sienta solitario ( du zuo ) en m edio de
su aflicció n . De igual opin ió n es X. Y., para q uien hao ex p resa una m irada
triste y desco n certad a (V er C h. G y., op.c., p.261).
18. Seguim os la m odificación del texto argum entada p or Y. Lf.: el carácter yi
(el m ism o que m ás arrib a se tra d u jo p or ¡ay!) debe se r sustitu id o p o r yu e
(“d e c ir”). En esta ocasión la o rac ió n se in icia con un gu (“p or e so ”).
19. San dai (“Tres dinastías”) se refiere a las tres prim eras dinastías de la Historia
China: X ia (s. -xxi a s. -xvi), Shang (s. -xvi a -1066) y X izhou (-1066 a -771)-
20. M. XI. propone su stitu ir la ex p resió n sheng yue p o r mo suo, aun q u e sólo
se tra ta ría de dos tipos d istin to s de cuerda.
21 .x ia o huo y ifa n g . “U n p eq u eñ o ex trav ío y el e ste, o este, su r y norte c a m ­
b ian de lu g ar”, es el co m e n ta rio de L. Xy.

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Notas

22. Y u (You shi en el texto ch in o ) es o tro n o m b re del legen d ario Shun (V er


G lo sario ). En el Zhuang z¡ siem p re se le d e sig n a con la ex p resió n Youyu
sh i, p o r lo que Y. Lf. supo n e que el carácter an terio r, zi (“d esd e” ), d eb e ser
un e rro r por you (Y. Lf., D aojia sizi sinhian, p .5 9 6 ). El sen tid o de la frase,
sin em b arg o , no varía.
23. En la an tigua C hina, los sh i , que aq u í trad u cim o s p o r “p equeña n o b le z a”,
era un estam en to social in term ed io entre la “ a lta n o b le z a” o “g ran d es d ig ­
n atario s” (da fu ) y el p u eb lo llano (shu miri).
24. V er n o ta anterior.
25. Zang y gu. C om entario del Shiwen: «En el Fang yan se dice: “ En los cam ­
pos del norte de Qi y en las afueras al norte de Y an, al varón casado con una
sierva, llám anle zang"». Y tam b ién co m en ta q u e gu, co nform e al c arácter
que aparece en la versión de C. Z h „ debe referirse a un niño siervo. (V er G.
Q f., o p .c., p.325).
26. Jia ce, “ llevar un libro b ajo el b razo ” . El c a rá c te r ce, que en el tex to ap a­
rece con una grafía inusu al, d esig n a claram en te las tiras de bam bú de que
estaban hechos los libros en la antigua china. El Shiwen señala que estas ti­
ras m edían dos chi y cu a tro cun, es d ec ir unos o c h en ta cm . (V er G . Qf.
o p.c., p.325).
27. P ican te (la), agrio (suan), salad o (xian), am arg o (ku) y dulce (tian).
28. U na frase sim ilar ap arece en el libro VI.

N O TAS A L L IB R O I X

1. S egún el Shiwen, C. Zh. en su versión del tex to escrib e wei (“c o la ” ) en vez
de zu (“p ata”). “L evantan su colas y saltan” , sería pues la traducción en este
caso.
2. Yi tai lu qin. S eg u im o s a q u í la in terp re tació n del Cheng shu, en la que el
c arácter yi no tendría el sig n ificad o usual de “c e re m o n ia”, com o ap u n ta Y.
Y ., sin o el de “ alto ” . (V e r G . Q f. o p .c .,p .3 3 1 ). O tra p o sib le v arian te de lu
qin (“am p lio s p a la c io s”), es la p ro p u esta p o r L. M .: “ am p lio s y c o n fo rta ­
bles le c h o s” .
3. Luo, “ m arcar a fu eg o ” . S eg u im o s la opin ió n , e n tre o tro s, de G . St., p ara
quien luo es aquí sinónim o de lao. E xisten o tras in terpretaciones, pero casi
to d o s los co m entarios rech azan la v ersión de S m . B ., p ara q uien luo sig n i­
ficaría “em b rid ar”.
4- Ji, p o n er el cabezal al cab allo ; zhi, trab arle las p atas (co m en tario de L.
Y m .).

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Notas

5. El texto chino escribe zao zhan. zao significa una especie de pesebre, dice el
C heng sh u ; y zhan, unas tablas dispuestas en el suelo a m odo de cam a para
evitar la hum edad, según el C heng shu y el Shiw en. (V er G. Q f„ op.c., p . 333 )
6. Traducimos por “látigo” bian ce. Según el Cheng shu, el bian llevaba tiras de cue­
ro, en tanto que el ce, no. Este último sería una vara (Ver G. Qf., op.c., p. 333)
7. T ia n fa n g , literalm en te “ lib ertad del C ielo ” . L. X y. co m en ta que se refiere
al co n ten to espontáneo, sin trab as, que se e n c u en tra en m edio de la N atu ­
raleza; y que la ex presió n tia n fa n g es eq u iv a le n te a las ex p resio n es lian
xin g , lia n ju n y lian yo u del libro II, con los que el Z h u a n g zi d escrib e esa
aleg ría natural (V er Ch. G y ., o p .c., p.273).
8. Interpretación de C. Z h., c itad a en el Shiw en, de la expresión tianiian. En el
C heng shu, en cam bio, se en tien d e com o “sa tisfe ch o s” . T am bién en el S h i­
w en se señ ala que en un p asaje p aralelo del H u a i nan zi, en lu g ar de rian-
tian, ap arece m om o (“ in d ife re n te ” ). (V er G . Q f., o p .c., p.335).
9. C. Zh. dice que la expresió n d iandian significa “ co n cen trad a” (zh u a n yi) re­
ferid a a la m irada. En el H u a n nan zi, en lu g ar de d ia n d ia n aparece m ing-
m ing (“confuso”) (V er G. Q f., op.c., p.335). En cu an to a nuestra traducción,
se basa en la interpretació n de L. X y.. P o r su p arte, L. M. co m en ta que el
co n ju n to de la frase d escrib e la natu raleza v e rd ad era (o rig in al) del pueblo.
10. E n el tex to corriente ap are c e la ex p resió n nia o q u e (“ pájaro s y u rracas”),
en la q ue p ara M. XI. n ia o es un erro r p o r wu (so n dos ca racteres casi
id én tico s), que sig n ifica “c u e rv o ” .
11. “ E sfo rz a rse ” y “d e sv iv irse ” co rresp o n d en ap ro x im ad am en te a la in ter­
p retación que d a el C heng shu d e las ex p resio n es h ie x ie y ti qi. Es tam bién
la interpretación de L. Y ., según el Shiw en. L. Shp. co m en ta que am bas ex­
p resio n es describen una v elo z carre ra en pos de algo.
12. Shan m an significa “co m p o rtarse licen cio sam en te” o “ten e r sentim ientos
licen cio so s”, según L. Y. y C h. X y. (V er G. Q f., o p .c ., pp. 335-336).
13. Z h e p i significa, según G . S t., “c o g er y d iv id ir”, “d esm en u zar”; de donde
el sentido de m enudencia que refleja in directam ente la traducción. E n cam ­
bio para L .M ., la ex p resió n zhe p i sig n ificaría “c o g e r ex tra v a g an c ia s” , es
decir, ad o p tar co m p o rtam ien to s e x trav ag an tes p ara co n se g u ir renom bre.
14. Xizun eran vasos libatorios que, según Sm. B „ estaban adornados con la fi­
gura de un to ro (o búfalo) d estin a d o al sacrificio . En el C heng shu se dice
que estaban tallados en fo rm a de cabeza de toro. (V er G . Q f., op.c., p.338).
15. S egún L .Y ., g u i zhang d e sig n a dos clases de in stru m en to s de ja d e : uno,
p u n tiag u d o p o r arrib a y cu ad ra d o en su parte in ferio r (gui); y el otro, el
zh ang, ten d ría form a de m ed io g u i (V er G. Q f., o p .c ., p. 338).
16. D ice el L a o zi, en el cap. L X II (X V III):
“C u an d o el T ao ha sido ab an d o n ad o ,
aparecen la benevolencia y la re c titu d ” .

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Notas

] 7 . T raducim os jie ni por “ro m p er la vara de g u ard ia ” siguendo la opin ió n de


M. XI. Sin em bargo, la interpretación m ay o ritaria es la de L. Y., p ara quien
sig n ifica “ m irar con fu ria ” . A ún hay una tercera, la de G . St.: “ p o n e r a r ­
m adura (al cab allo )” .

n o ta s a l l ib r o X

1. D ice el Lao zi en su cap. X X X (LX X X ): “L os E stados vecinos se d iv isan a


lo lejo s, pueden o ir el can to de sus gallos y el la d rid o de sus p e rro s” .
2. Zong m iao , tem plos d ond e se hacían ofren d as a los antepasados, s h e ji, lu ­
gares donde se ofrecían sacrificio s y hacían o fren d as a los esp íritu s de la
tierra (tudi shen) y a los e sp íritu s de los cin co cere a les (wugu shen).
3. L os cinco niveles m encio n ad o s en el texto son: yi, wu, zhou, lü, y xiangqu.
El Cheng shu com enta: «D ice Sim a Fa: “Seis chi (un tercio de m etro) hacen
un bu ; cien bu, un mu\ cien mu, un fu (un h o m b re); tres fu , un wu (una
casa); tres wu, un jin g (un p ozo); cu atro jing, un j i (u n p o b lad o )” . Y sigue
diciendo: “C inco jia (fam ilia) form an un bi (vecindario); cinco bi, un lü (b a­
rrio); cin co lü, un zu (trib u ); cin co zu, un dang (p artid o ); cin co dang, un
zhou (p refectu ra); cinco zhou, un xiang (p ro v in c ia )” . Z h en g X u an dice:
“V einticinco fam ilias form an un barrio; dos m il qu in ien tas fam ilias form an
una prefectu ra; doce m il q u in ien tas fam ilias fo rm an una p ro v in c ia ” » (V er
G . Q f., op.c., p.344).
4. E n el texto habitual del Zhuang zi aparece la ex p resió n shi er shi you qi guo
(“ d u ran te doce g en eracio n es [sus d escen d ien tes] d eten taro n el p o d e r en el
estad o de Q i”). Según el Shiwen, estas doce g en eracio n es serían las n ueve
que van desde Jingzhong h asta Z huang zi, y las tres que van d esd e el gran
duque H e hasta el rey W ei. E sta in terp retació n e s rech azad a p o r Y. Y „
q uien ex p lica con arg u m en to s léx ic o -o rto g rá fic o s que los carac te re s shi
er (“d o c e ”) de la ex p resió n son e rro res de c o p ista , y que o rig in alm en te
debían escribirse co m o shi shi (“ g en eració n tras g e n e rac ió n ”). O tro co ­
m en tarista, Y. Lf., da arg u m en to s, sobre la b ase de un p asaje p a ra lelo del
Yang Zhu del Lie zi, a fav o r de que shi er shi (“doce g en erac io n es” ) sea
considerado un error por zhuan (“m o n o p o lizar” , “d eten tar d ictato rialm en te
el p o d e r”). E sta ú ltim a es la op in ió n que h em o s seg u id o , pero tam b ién se
p ueden aceptar las anterio res.
5. Chun jie puede trad u cirse de dos m aneras, seg ú n se interprete el ca rá cte r
jie . Y. Y. se basa en el Zhan guo ce (“L ibro de los E stados C o m b atien tes” )
c u an d o dice que sig n ifica “ lev an tar” . L .Y ., en cam b io , ap o y án d o se en un

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Notas

pasaje del Chun qiu Zuo zhuan (“ C o m en tario de Z u o a los A nales de Prj.
m av era y O to ñ o ”), d ice q u e sig n ifica “p e rd e r” : si faltan los lab io s, |0s
dien tes tienen frío.
6 . Sobre este episodio histórico hay dos versiones. L a p rim era, recogida en el
Shiw en , dice así: «C uand o el rey X uan de C hu reu n ió a los señores fe u d a­
les, el d u q u e G ong de Lu llegó el últim o, y ad em ás o freció un vino de floja
calid ad . El rey X uan, d esc o n te n to , q u iso h u m illarle, p ero el d uque Gong
dijo: “ S oy d escen d ien te d el d u q u e Z hou, y d irijo los rito s y la m ú sica del
H ijo del C ielo. A hora, he falta d o a esos rito s c u an d o os he ofrecid o vino, y
aún p reten d éis repro ch arm e q u e el vino no era bueno. ¿N o es esto un gran
ex ceso p o r v uestra p arte?” Y con estas, se m arch ó sin desp ed irse. El rey
X uan se enojó, y envió tro p as p ara atacar el estad o de Lu. A ntes de esto, el
rey H ui de L iang siem pre había querido atacar el estad o de Zhao, pero no se
h ab ía a trev id o p o r tem o r a q u e C hu v in iera en su ayu d a; ahora, a p ro v e­
c h an d o la ocasión de que C hu y Lu estaban en g u erra, atacó a Z h ao y puso
cerco a su cap ital, H andan».
L a seg u n d a versión es la q u e e x p o n e X u Shen en u n a n o ta al Huai nan zi :
«El e stad o de C hu reu n ió a los señ o res feu d ales, y los estad o s de Lu y de
Z hao ofrecieron vino al rey de C hu. El vino de Lu e ra de floja calidad, y de
buen a calid ad el de Z hao. El m an d arín a carg o de los v inos en el estad o de
C hu ex ig ió v in o a Z hao, p e ro Z h ao no se lo dió; en to n ce s el m andarín
cam b ió el buen vino de Z h ao p o r el m alo de L u, y e n to n ce s el rey de Chu.
p o r la m ala calid ad del vin o o fren d ad o , atacó H an d an » .
7. El dou es una m edida de cap acid ad y tam bién el recip ien te que contiene esa
m ed id a de áridos. E quivale a alg o m ás de d iez litro s. El hu es tam b ién una
m edida y un recipiente, y e q u iv a lía an tig u am en te a d iez dou , y m ás tarde a
cinco.
8. Fu xi. S egún Ch. X y., el fu estab a com puesto p o r dos piezas que encajaban,
y el xi e ra un sello real de ja d e . A p artir de la d in astía Q in (año -221), el xi
d esig n ab a el sello del em p erad o r.
9. U na idea sim ilar encontram os en un pasaje del libro X X IX , donde dice: “ AI
lad ro n zu elo ponen en p risió n , y al gran ladrón le n o m b ran b aró n ” . En el
You xia zhuan del Shi j i (“ R e g istro s h istó ric o s” ) h allam o s citad a casi tex ­
tu alm en te esta m ism a frase.
10. Xuan es el nom bre de los ca rru a je s que en la a n tig ü ed ad usaban los d ig ­
natarios q ue pertenecían a las cate g o ría s de da fu o su p erio res, mian es el
nom bre del g o rro que c o rre sp o n d ía a d ich as c a te g o rías.
11. C ita del Lao zi, cap. L X X X (X X X V I).
12. D ice el Lao zi (cap. L X III [X IX ]): “ E lim inad a los sab io s, d esechad a los
in telig en tes, y el p ueblo o b te n d rá b en eficio s cien veces m ay o res” .
13. El yu e ra un antiguo instru m en to de viento, m uy p arecid o al actual sheng-

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Notas

Este consta de trece tubos de bambú de diferente longitud. El se era una es­
pecie de chin (,qin , laúd chino), que según el Cheng shu constaba de veinti­
siete cuerdas.
14. El tex to habitual escrib e gu kuang (“el cieg o k u a n g ”). P ara W . S hm . se
trata de un error, com o se d esp ren d e de o tro p asaje, en el libro V III, d onde
se alude a Shikuang y a L izhu. El error del co p ista tam bién podría provenir,
según él, de que S hikuang fu era ciego.
15. Según W . M h„ esta cita del Lao zi (cap. V III [X L V ]) es una interpolación,
p ues claram ente rom pe los p aralelism o s d el p asaje.
16. De la “ identidad p ro fu n d a y m isterio sa” (xuan tong) h ab la el Lao zi en el
cap. X IX (L V I).
17. C o m en tario de L. X y.: «D e esto s doce p erso n ajes, sólo X uanyuan, F uxi y
Shennong aparecen en los clásicos. De los dem ás nada he encontrado en los
libros. Tal vez pertenezcan a las leyendas de la rem o ta an tigüedad, o acaso
sean creacio n es de Z huan g zi; no se puede saber».
18. En la C hina de tiem pos rem o to s, al carecer d e escritu ra, las g en tes se ser­
vían de cu erd as anudadas p ara reg istrar los g ran d es aco n tecim ien to s.
19. D esde “ las gentes anudab an c u e rd a ...” , to d o este p asaje ap arece te x tu a l­
m ente en el Lao Zi (cap. X X X [LX X X ]).
20. S ignificado que da L. X y. a la expresión xiao ge (lit. “p elar ram as largas”).
21. S egún el Shiwen y L. X y ., zhui rúan es no m b re g en é ric o de los p eq u eñ o s
an im ales que reptan y xiao qiao de los que vuelan.
22. “H o n esto ” es com o interp reta el Shiwen la ex p resió n zhongzhong. P ara H.
W y., sig n ifica “sen cillo ” (pu ). En cu an to a “ tre p a n te s” , seg u im o s la in te r­
pretació n que hace C h. G y. de la ex p resió n yiyi (o p .c., p.293).

N O T A S A L L IB R O X I

1. El título del libro com prende dos caracteres, zai y you. Según L. X y., el p ri­
m ero sig nifica “libre” , “sin atad u ras”; y el seg u n d o “ to lerancia” . P ara L .M .,
el ca rá c te r zai es un e rro r p or su casi h o m ó g rafo ren (“d ejar ir”, “ no p o n er
trab as”). E l sentido, en c u a lq u ie r caso, es d eja r lib ertad , no in terv en ir en el
curso de los aco n tecim ien to s (d o ctrin a del wu wei, “ n o -actu ar”). A c o n ti­
nuación, traducim os zai p o r “ d eja r en p a z ”, y you p o r “no in terv en ir” , p ara
ce ñ im o s al texto chino.
2. Zhi tiene aquí el sentido de “d o m in ar y co n d u cir” (,tong yu). C o m entario del
Cheng shu: «C uenta un apólogo: “ Se ha oído d ecir que los hom bres virtuosos
y los sabios dejan en paz a los seres. C uando se d eja libertad y n o se inter­

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Notas

viene, el m undo está puro y tranquilo; pero si se estab lecen leyes (doctrina)
para do m in ar a los seres (hom bres), éstos perderán su verdadera condición
(naturaleza). C om o Bole cuan d o dom a los ca b allo s” » (G. Q f„ op.c., p . 364 )
3. En el tex to chino se escrib e tia n xia (“ m u n d o ”), y lo m ism o en la frase q Ue
sigue.
4. “ M en o scab ar” y “su frir d a ñ o ” son trad u cció n del c a rá c te r p i. E sa es la in­
terp retació n de Y. Y., que se o pone a la de Sm . B. (p i, “ ay u d ar”, “ favore­
c e r”). E n tre otras razones, ad u ce una frase del Yuan d a o del H u a i nan zi;
“ una gran cólera rom pe (p o ) el Y in, y una gran aleg ría rom pe el Y ang” . p or
su parte L. X y. o pina que p i sig n ifica aq u í “ a c re c e n ta r”, pues en los libros
de m e d icin a designa las e n ferm ed ad es debidas a un exceso.
5. L a ex p resió n q ia o jie zhu o zh i es de difícil in terp retació n . H. W y. dice que
sig n ifica una conducta co n tra ria y v io len ta (jia o f u b e i li). El S hiw en dice
que q ia o j ie designa un án im o d esigual (xing b u p in g ). P ara L. X y., la ex­
p resión describ e la falta de arm o n ía (buhe).
6 . J i, “h ab ilid ad es” , “ arte”. C. Z h. dice que aq u í es sin ó n im o de q i (“cam ino
lateral”), y significa por tan to “c o n d u cta no re c ta ” (b u duan).
7. E stas dos frases aparecen casi tex tu alm en te en el cap. L V II (X III) del Lao
zi. L as peq u eñ as m o d ificacio n es del texto del Z h u a n g zi p ropuestas p o r T.
Hq. (el pasaje em pieza po r «P or eso se dice: “A quien estim a...”»), y por W.
X q. (su p resió n de dos y u , c a ra c te re s p rep o sic io n a le s, tras sh e n , “propia
p erso n a” ) se han visto d esau to riz a d a s tras el d esc u b rim ien to de los dos
tex to s m ás antiguos del L a o zi en M aw angdui.
8. L ei shertg (“ voz del tru en o ” ) sig n ifica aquí, seg ú n L .X y ., co n m o v er a las
gentes. El m ism o L. X y. co m e n ta que en el C h a n (Z en) bud ista se dice
“ au nque no habla, su voz es co m o el tru e n o ” .
9. D ice L. X y. que “C ielo ” a q u í sig n ifica tian li (“ la razón del C ie lo ”), el o r­
den de la N aturaleza.
10. E sta es la interpretación que hacen varios co m e n ta rista s de la expresión
ch u i le i (“ so p lar y am o n to n a rse ” ).
11. Según W . X q. (op.c., p.59), el c arácter cang (“o c u lta r” ) que aparece en el
texto h ab itu al es un erro r p o r su casi h o m ó g rafo za n g (“ b u en o ”, “ b ie n ”).
12. Según G . X ., p a i x ia jin sh a n g (“oprim ir, h acia abajo; em pujar, hacia arri­
b a ”). D escribe la facilidad co n que la m ente h u m an a p asa de un estado a
otro. C om entario de L. Y m .: «C uando la m ente del hom bre se ve rechazada
p or los otros, se desanim a y p ierde los espíritus, y se viene abajo; cuando la
estim ulan, se va hacia arrib a, llena de elev ad as y lejanas esperanzas». (Ver
Ch. G y., o p .c., p.303).
13. Lian g u i diao zhuo significa literalm ente “herir con un pincho y tallar' ■En
el cap. X X I (L V III) del L ao zi se dice : “ S er acerado (lian) pero sin pinchar
(ci, sin ó n im o de g u i)”.

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Notas

14. Según algunos com entaristas, sheng mo (“cu erd a y tin ta” ) se refiere a los
ritos y las leyes (U fa). C o m en tario de W . X q.: «El carp in tero rectific a la
m adera usando de la c u erd a y la tin ta, y el p rín c ip e rectific a a los h om bres
usando de los ritos y las leyes. El carpintero m u tila la m adera con el hacha,
la sierra, el escoplo y el fo rm ó n , y el príncipe m u tila a los hom bres con los
castigos y las leyes», (o p .c., p.60).
15. Según L. M ., shu si no sig n ificaría “aju stic iar” , “ m atar” , sino “d iferen tes
(shu) m uertes (si)”. Se referiría, según él, a las diferen tes form as de llev ar a
cab o un a ejecución.
16. En el texto chino, heng yang, instrum ento de ca stig o de la antigua C hin a,
esp ecie de cepo que su jeta b a los pies y el cuello.
17. L iteralm en te, “ se em p in an y dan co d azo s” (// qi rang bi). li qi sig n ifica,
según el Cheng shu, “esfo rz a rse ” .
18. Hao shi (“flechas sonoras”), después llam adas xiang jian, eran las flechas
que con su sonido señalab an , en las batallas, el p u n to que se d eb ía atacar.
M etáfora, aquí, para sig n ificar que Z eng y Shi señ alaro n el cam ino que d e ­
bían seg u ir m ás tarde el tiran o Jie y el b an d id o Z hi.
19. V er n ota 12 del libro X (Lao zi, cap. L X III [X IX ]).
20. Zhi (“ su stan cia”) se refiere a la su stan cia o rig in al (yuan zhi) o v erd ad era
sustancia (zhen zhi) de los seres. S egún L. X y., se refiere al T ao S u p rem o
del que se ha hablado antes.
21. S ituarse m irando al sur (nan mian) es o c u p a r el lu g ar de m ay o r p re e m i­
nencia. Es el caso de los em peradores y de los grandes m aestros. En este p a­
saje se d ice literalem nte “ ca b ez a al su r” (nan shou).
22. Shun xia fen g (“ siguend o el v ien to in ferio r” ) q u iere d ecir desde el lado
contrario al que sopla el v iento. En ese lugar no se m o lesta a la p erso n a h a­
cia la qu e se quiere m o stra r resp eto . Es una e x p re sió n que se rep ite en
otros lugares. Para L. M .,fe n g (“ v ien to ”) se usa aq u í en lugar de su antiguo
hom ófono fang (“ lugar”), con lo que la traducción literal sería “ siguiendo el
lugar inferior”. Hay cuatro pasajes en el Zhuang zi (uno en el libro X IV , dos
en el libro X II, y otro en el lib ro X X X I) d onde fe n g se usa por fang.
23. Yao (“ pro fu n d o ”) y ming (“o sc u ro ”) ap arecen en el Lao zi (cap. LX V
[X X I]) referid o s al p ropio Tao.
24. N o ag ites tu m ente, ni p erm itas que las co sas ex terio res puedan a g itarla
(co m en tario de L. X y.).
25. T rad u cim o s literalm ente bi qi wu. Él o aquél (bi), se refiere al T ao . En
cu an to a w u (“ co sa” ) es el térm in o h ab itu al p ara d esig n a r los seres del
m undo exterior, aunque aq u í no tiene ese sentid o , sin o el de “ alg o ” .
26. S egún L. X y., la frase q u iere d ecir que si lev an ta la cab eza sólo ve la luz
del sol o de la luna, y si la b aja no ve m ás que la tierra.
27. “C o n m ig o se hace u n o ” es trad u cció n del c a rá c te r min (n o m b re de la

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Notas

cuerd a en la que an tigu am en te se en sartab an las m o n ed as de cobre). Según


el Shiw en, min sig nifica a q u í min he (“d e sap a re c er en la u n ió n ”). D istinta
op in ió n es la de Sm. B ., p a ra el que min y d esp u és hun (“ tin ieb las”) sig n if.
can lo m ism o: la ind ifere n c ia ( wu xin ) ante el h ec h o de que los seres se
acerquen o alejen.
28. Zhiran li significa, seg ú n L. Y ., qu ed arse de pie (//') co m p letam en te in­
m óvil ( zhiran ). Para L. Y m ., q u ed arse de pie ju n ta n d o las m anos com o res­
p etu o so saludo (gong li).
29. Y u n jian g llam a “C ielo ” a H o n g m en g com o ex p re sió n del m áxim o re sp e­
to. Lo m ism o hace el E m p e ra d o r A m arillo co n G u an g ch en g en el fra g ­
m ento anterior.
30. “V erdadero rostro”, traducción libre de wu wang (“ no absurdo”), se refiere
a la v erd ad o realid ad de los seres. O tra in te rp re ta c ió n es la del C heng
shu: “ V asto s son los lugares p o r los que la m en te de H on g m en g v iajó, y
m uchas las cosas que alcan zó a ver. Su c lariv id en cia fue cap az de c o n te m ­
plar, y supo que el territorio que había contem plado n o te n ía lím ites”. (T ra­
duce wu wang p o r “ ilim ita d o ” ).
31. U nas v ersio n es escrib en zhi chong y otras kun zhong. En am bos caso s se
refieren a los “ in secto s”, a los p eq u eñ o s in v erteb rad o s terrestres. El carác­
ter zhi de zhi chong, d esig n a e sp ecíficam en te a los “ in se c to s” ápodos.
32. du sig n ific a “en v en en ar” . El sen tid o de la frase es: “ se ha e n v en en ad o a
los h o m b re s” .
33. Y. Y. dice que tu (“ v o m ita r”) se usa aq u í en lu g a r de du (“o b stru ir” )
(V er G. Q f., o p.c., p.391). O tro s co m en taristas c o rrig e n el c arác te r tu y lo
su stitu y en p o r chu (“d e stitu ir”), b asán d o se en un ex p re sió n sim ilar que
ap arece en el libro VI.
34. Xing ming se refiere aquí, según Sm . B „ al qi (aire vital, energía) de la N a­
turaleza.
35. E sta m ism a frase aparece, casi idén tica, en el Lao zi (cap. LX [X V I]).
36. Es la v erd ad era y sim ple n a tu raleza. L os c a racteres hun dun (“ag lo m era­
c ión c o n fu s a ”), aparecen co n el m ism o sig n ificad o , en el libro V II.
37. A lude a los señores feu d ales de aquel tiem po.
38. "U n a gran c o sa ” (da wu) se refiere a la p o b lació n de un vasto territorio,
según C h. G y. (op.c., p .3 19). El sen tid o de la frase es seg ú n M. Q x., que
q uien tiene el m undo (el im p erio , tian xia), debe situ arse m ás allá del m un­
do.
39. Wu er hu wu. U na frase sim ilar (wu wu er bu wu yu wu) aparece en el libro
X X . El sen tid o de la m ism a es q u e aunque se d o m in e y co n tro le las cosas,
no hay q ue in terv en ir en ella s, sin o d e ja r que actú en p o r sí m ism as.
40. S egún el Yu gong del Shang shu, la antigua C h in a se d iv id ía en nueve re ­
giones (jiu zhou): Ji, Yan, Q ing, X u, Y ang, Jing, Y u, L iang y Yong. O tra d i­

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N otas

visión en nueve regiones, b a sa d a en el Huai nan zi, se refiere al m undo:


Shen (S E ), Ci (S), R ong (S O ), Y an (O ), Ji (cen tro ), T ai (N O ), Ji (N ), Bo
(N E ) y Y ang (E).
41. du you, “e x istir so lo ” .
42. L os grandes hom bres (da ren) son los h o m b res p erfecto s (zhi ren). Se re ­
fiere aq u í a los hom bres independientes (du you zhi ren) del párrafo anterior.
43 . “ C u erp o y p erso n a” es trad u cció n un tan to lib re d e la ex p resió n song lun
xing qu, objeto de d iscu sió n e n tre los c o m en taristas. H em o s seg u id o la in ­
terp retació n de G. X. y de L. M ., p a ra q u ien es song lun sig n ific a ría “ a p a ­
rie n c ia s” (rong mao), es d e c ir la m an ifestació n co rp ó rea. E n c u a n to a la
G ran Ig u ald ad (da tong) se refiere a la N atu raleza.
44. El n o -ser (wu) se refiere al T ao , seg ú n C h. G y. (o p .c., p. 321). E sta o p i­
nión es m uy discutible, p o r cu an to el T ao trascien d e el ser (you) y el no -ser
(wu).
45. Según argum entan m uchos co m en taristas (X .Y ., M.X1., F. Yl. en tre otros)
aquí debía de acab ar este lib ro del Zhuang zi. L o que sigue fue añ a d id o en
época posterior; probablem ente por letrados confucianos, según o p in a L. M.
De hecho las ideas contenidas en todo este fragm ento no concuerdan con las
an te rio rm e n te d e sa rro lla d a s, son e x tra ñ a s al p e n sa m ie n to p a rtic u la r de
Z hu an g zi, y aun al p en sa m ie n to general tao ísta. El talan te c o n fu c ia n o de
las m ism as se descubre co n facilid ad .

NO TAS A L L IB R O X I I

1. Y . L f. sostiene que el ca rá c te r zhi (“o rd e n ” ) es un e rro r p o r su casi h o m ó ­


grafo shi (“ principio”). L a traducción entonces sería: “ uno es su p rin cip io ” .
2 . Ming (“ nom bres”), se refiere aq u í a los títulos en que basan su au toridad los
gobernantes. H em os seguido el p arecer de Y. Lf., q uien corrige el texto, con
arg u m en to s de crítica tex tu al, y su stitu y e el c a rá c te r ju n (“p rín c ip e ” ) p or
ming.
3. Según L. X y., esto quiere d ecir que entre las cosas nada hay que no tenga su
p a r o p u esto : frío -c a lo r, m a c h o -h em b ra , a rrib a -a b a jo , d e la n te -d e trá s, iz ­
q u ierd a -d erech a; todo e llo su rg e de fo rm a n atu ral (V er Ch. G y ., o p . c.,
p.326).
4. T raducim os según el texto de la copia Jiang nan gu cang, citada p or L. W d.
El tex to no corregido dice: “ P o r e so co m p re n d er al C ielo y a la T ierra , es
V irtud; m overse (xing) en tre el m illó n de seres, es T a o ” . C om o se p u ed e
com probar, no se co rresp o n d e exactam en te con lo ex p resad o m ás adelante.

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Notas

5. “ H acer que cada hom bre d e sem p eñ e la labor que le co rre sp o n d e ” (co m en ­
tario de G . X .).
6 . D ice el Lao zi: «N o actúo, y el p u eb lo se tran sfo rm a p o r sí m ism o; prefiero
la quietud, y el pueblo se co rrig e p o r sí m ism o; no m e o cu p o de negocio al­
guno, y el p ueblo se en riq u e c e p o r sí m ism o; m i d ese o e s no d esear, y el
p u eb lo se to rn a sencillo p o r sí m ism o » (cap. X X [L V II]).
7. El Shiwen dice que es cita de un obra de Lao zi, y el Cheng shu que está to ­
m ad a del X i shengjing. L. M . rech aza am bas o p in io n es.
8 . Z huang zi, según el Shiwen (que cita a Sm. B.) y C h. Shch. O tras opiniones,
m enos vero sím iles, son la del Cheng shu (se refe riría a L ao zi), o la de X.
Y. (se re feriría a C onfucio ). Y . L f. adm ite que en su fo rm a, lo que viene a
co n tin u ació n en el texto, se ac e rc a al co n fu cio n ism o , p ero sigue a Sm . B.
9. D ice el Cheng shu: « P erm an ecer silencioso, sin d e c ir nada, y responder de
m an era im parcial ( w u fa n g ), c o m o el esp ejo c o lg a d o en una alta sala, que
refleja los o b jeto s que vien en (an te él). P alabra y silen cio no se destru y en ,
y por eso se llam a V irtud». (V er G . Q f„ o p .c., p.407).
10. L iteralm en te, “ los m illo n es de seres son un so lo d e p ó sito ” ( wanwu y i
fu ), y “ m uerte y vida, m ism o a sp e c to ” (si sheng tong zhuang). E stas dos
ideas ap arecen , en térm in os m u y sem ejan tes, en el lib ro VI.
11. El c a rá c te r wang (“ rey ” ) se usa aq u í en lu g ar de su hom ó fon o que sig n i­
fica “a b u n d a n te ”. Se trata, p u es, del “ hom bre de a b u n d an te v irtu d ” .
12. D ice el Lao zi refirién d o se al T ao: « ¡C onfuso y n eb u lo so , m as las form as
en él están contenidas! ¡N ebuloso y confuso, pero en él están contenidas las
cosas! ¡P rofundo y o scuro , en él se en cu en tra la e se n c ia sutil», (cap. LX V
[X X I]).
13. D ice W . Rl. que estos seis ca ra c tere s (da xiao chang duan xiu yuan) son
una in terp o lació n . Se trata ría d e un co m en tario de G . X ., que m ás tarde se
h ab ría in co rp o rad o al tex to c en tral.
14. La parte m isteriosa (xuan zhu) sim b o liza el T ao , seg ú n Sm . B. (V er G.
Q f., o p .c., p.414).
15. En el texto chino, Lizhu, p ersonaje fam oso por la agudeza de su vista (Ver
G losario ).
16. X iang wang designa lo que no tien e form a o fig u ra, es d e c ir lo que no se
m an ifiesta co m o cuerpo natu ral: “ Sin ap arien cia (c o rp ó re a )” .
17. L iteralm ente, “estim ar altam ente su inteligencia y g alo p ar com o el fu eg o ”
(zun zhi er huo chi). Para L. X y., la traducción sería: “ tendría en alta e s tim a
su in telig en cia y se daría p risa a u sar de e lla ” .
18. El Cheng shun y G . X. in terp re ta n el ca rá cte r gai co m o “a ta r” . O tros
opinan que significa "to d o ” , y basán d o se en p asajes p arecid o s del Jin li zhi
del Han shu y del Tai xuan jin g , in terp retan la frase c o m o “ab arcar al m i­
llón de se re s” (V e rG . Q f., o p .c., p. 418).

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Notas

19. Z h o n g f u (“padre de la m uchedum bre”) sería el antepasado (zu) de la tribu,


en el sentido de su patriarca. P ara el C heng shu, eq u iv ald ría a “ prín cip e” , el
que dirige a la m uchedum bre (V er G . Q f., op.c., p.419). zhong f u f u (“ padre
de los p ad res de la m u c h e d u m b re ” ) es, seg ú n el c o m e n ta rio de G . X .,
“aq uello p o r lo que la huella es h uella (su o yi j i ye)"\ en alusión a la p o stu ra
taoísta del w u w ei (la n o -acció n ), según dice el C h en g shu (V er G . Q f.,
o p.c., p.419).
20. E n el tex to chino he¡ m ían (“ c a ra al n o rte ”, es d e cir los v asallo s) y nan
m ían (“cara al sur” , es d e c ir el so b eran o ), de a c u erd o con la p o sició n del
trono y la d irecció n de las rev eren cias.
21. S obre la d iferen cia entre g ran sabio (sh en g ren) y ho m b re de h o n o r (jun
z¡), (V er n ota 18 del libro I y n o ta 7 del libro V I).
22. C o m en tario de L. X y.: “ L a m adre lo alim enta (al p o llu elo ), y él com e sin
h ab erlo b u scad o ” . Lo que q u iere d ecir que no tien e la m ente pu esta en la
co m id a (w u x in y u shi).
23. En el texto chino, d i xia n g (“ país del em p erad o r” ). El C heng shu d ice que
es el “ País del C ielo y T ierra” . T raductores cató lico s occidentales, traducen
por “ región de D ios” (C. E lo rd u y , C huang-tzu, p.82). A q u í seguim os la in­
terp retac ió n de Ch. G y. (o p .c., p.339).
24. L os “ tres m ales” (san huari) serían, según L. Y m ., o bien en ferm edad, v e­
je z y m u erte, o bien las cala m id a d e s cau sad as p o r el agua, el fu eg o o el
viento (V er C h. G y., o p.c., p.3 3 8 ).
25. Tai chu, se refiere al com ien zo del universo. S ería, según el C heng sh u , el
m om en to en que surgió la en e rg ía có sm ica o rig in al (yu a n qi).
26. O tra p osible traducción: “ no e x istía el no m b re de N a d a” .
27. Se d iv id ió en Y in y Y ang.
28. L a ex p resió n liu dong er sh en g wu no m en cio n a ex p resam en te al y u a n qi
(“en erg ía p rim o rd ial”), p ero a él se refiere en o p in ió n de L. X y. P ara el
C heng sh u , el Y ang es m o v im ien to , y el Y in, reposo. O tra p o sib le tra d u c ­
ción de la frase sería la inspirada en el Shiw en, pues para L. Dm, su autor, el
c a rá c te r liu (“ d eten e rse”) a p a re ce ría aq u í en lu g ar de su h o m ó fo n o que
significa “ fluir”, con lo que la traducción sería: “ los m illones de seres nacen
en el (p ro ceso del) m o v im ien to ” .
29. S egún G . X ., he hui m ing es el habla e sp o n tán ea, sin intención o m ente
p reconcebida. Para L. X y., he hu i (“hacerse uno con el pico de los pájaro s” )
es “ no h ab lar” , y m ing (“can to de los p ájaro s”) es hablar; y así la ex p resió n
q uiere d e c ir “h ab lar sin h a b la r” (huyan zhi ya n ).
30. L a ex p resió n da xu n (“g ran a rm o n ía ”) ap arece en el cap. XXV111 [L X V ]
del L a o zi, donde se dice: “ a sí es co m o alca n za la g ran a rm o n ía”.
31. C o n fu cio , según el Shiw en .
32. Interpretación de Y. X w. y de L. M. O tra p osible, de G. X.: "H ay hom bres

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Notas

p ara q u ien es el T ao del g o b ie rn o co n siste en se r eje m p lo digno de im ita­


c ió n ” .
33. B ian zhe (“d ialéctico s” ) d esig n a a los filó so fo s de la escu ela de los n o m ­
bres (m ing jia ), tam bién llam ad o s logicistas. Sus prin cip ales representantes
fueron H ui zi y G ongsun L o n g (V er G losario).
34. L o q u e tiene cuerpo (y o u x in g ) es el hom bre; lo que n o tiene cu erp o ni fi­
g u ra (w u xin g w u zhang ) es el T ao.
35. S egún M. X I., este Ji C he se ría el Ji Z hen del libro X X V .
36. V er n ota 27 de libro IV.
37. L a d iv isió n en frases d e to d o este p árrafo no es u nánim e en tre los co ­
m en taristas. S egún la de G . X ., la trad u cció n sería: “ su perso n a estará en
m uy serio p elig ro en su co rte, m u ch o s seres acu d irán a él, y serán m u ch e­
d u m b re los que sigan sus h u e lla s” . Y según la de G . Q f.: “ su p erso n a esta­
rá en m uy serio peligro, lo s (n eg o cio s) de su co rte serán m uchos, los seres
acu d irán a él, y serán m u c h ed u m b re los que sig an sus h u e lla s”. N osotros
hem os seg u id o la pun tu ació n de W . Xq.
38. “ R e v e re n c ia r” se escrib e en el tex to c h in o x io n g (“ ten e r p o r herm ano
m ay o r” ), y “o b ed ecer” d i (“ h ac e r de h erm ano p e q u e ñ o ” ).
39. “ P av o n earse” (kua d a n ) e s la interp retació n q u e h a ce Sm . B. de la e x p re­
sión yu yu. L. M. com enta la frase apoyándose en un pasaje del libro II: «Zi-
g ong sig u e y se ad ap ta a las co stu m b re s m u n d an as, a d u la a los de arrib a y
en g añ a a la gente, y tod o ello p a ra co n seg u ir un lu g a r d estacad o sobre la
m u ltitu d » . (V er Ch. G y.,o p . c „ p.352).
40. F u zi (“ m aestro ”) falta en las v ersio n es co rreg id as. El m aestro de Z igong
era C onfucio.
41. El arte de la confusión p rim o rd ial (hun d u n zh i sh u ) se refiere, según L.
M ., a la p ostura, an terio rm en te descrita, de o lv id a rse del pro p io espíritu,
a b an d o n ar el p ropio cu erp o y no hacer uso de una m ente artificio sa. Este
p árrafo e s una crítica de la d o c trin a de C o n fu cio , y no una crítica de C o n ­
fucio a las palabras del h o rtelan o , com o supone G . X . p o r una d iferente in­
terp retació n léxica (V er C h. G y ., o p .c., p.353).
42. “ C o n o cer su u n id ad ” (shi q i y i) q u iere d ec ir c o n se rv a r la pu reza y u n id a d
de su m ente. “ Ig n o rar su d u a lid a d ” (h u zh i q i e r) q u ie re d ec ir que su m ente
no se halla d iv id id a (L. X y .), que en ella no ex iste la d u alid ad m ente-m un­
d o exterior; o bien quiere d e c ir que se m antiene en la sim plicidad y pureza,
sin p ro d u cir pensam ien to s a rtific io so s e in ten cio n ales (L. M .).
43. Según el texto corregid o p o r Y. S hd., co n fo rm e a un p asaje casi i d é n tic o
del J in g sh e n del H uai nan zi, se trata del carácter ru (“ p e n e tra r” ), su stitu i­
do p o r ta i (“ g ran d e”).
4 4 . G . X . co m en ta a s í: «E ste h o m b re (ha c o m p ren d id o ) v e r d a d e r a m e n t e la
co n fu sió n p rim o rd ial, se m u ev e co m o las olas de ac u e rd o con el m u n d o .

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Notas

pero sin perderse; y así, aun m o v ién d o se de un lado p ara o tro en m ed io de


los m u ndanos usos, p asa d e sap e rc ib id o sin d e jar h u ellas. ¿C óm o no te h a ­
brías de adm irar?» (V er G . Q f., o p .c., p.438).
45 . El G ran V alle (da he) es el m ar o rien tal, seg ú n se d ic e en el S h iw en (V er
G. Q f., o p .c .,p .439).
46. L iteralm en te, “p o r el p u eb lo de o jos h o riz o n tale s” (y u h en g m u zh¡ m in).
S egún L. Y m ., esta ex p resió n p ro ced e d el h ech o de que los o jos están s i­
tuados tran sv ersalm en te al rostro .
47. Según L. X y., cabalgar la luz (cheng guang) q uiere d ecir que su espíritu se
elev a m ás allá del C ielo y la T ierra, y así la luz del sol y de la lu n a q u ed a
por d eb ajo . P ara L. M ., q u ie re sig n ificar que se fu n d e n con la luz.
48. B u sha ng xia n . En su cap. X L V II (III) dice el L a o zi: “ N o e n salces a los
sab io s” (bu sha n g xia n ). sh a n g es tran scrip ció n fo n é tic a d e dos c a ra cte re s
hom ófon os.
49. L as ram as altas del árbol e stán a h í no p o rq u e lo d eseen (co m en tario del
S hiw en). L o m ism o viene a d e c ir el C heng shu: los g o b ern an tes, c o m o las
ram as del árbol, no bu scab an g lo ria y honores. L. M . in terp re ta el c a rá c ter
biao (“ex trem o s de las ra m a s”) c o m o ya n g (“ b a la n c e a rse ” , “ m ece rse” ), y
d ice q ue el lib re m o v im ien to de las ram as sim b o liz a al g o b ern an te que
d eja lib ertad al p ueblo y no lo o p rim e ni co n tro la.
50. B enevolencia, justicia, lealtad y confianza (ren, y i, zh o n g , xin ) son las cu a­
tro v irtu d es fu n d am en tales del co n fu cian ism o . E l c a rá c te r zh ong (“ le a l­
tad ”) incluye el co m p o n en te x in (“c o ra z ó n ” , “ m en te” ), en tanto que x in
(“c o n fia n z a ” , en el sentido de “ ser h om bre de p a la b ra ” ) incluye el c o m p o ­
nente ya n (“ p alab ra”).
51. L iteralm en te, “ nos sen tam o s co m o cu lp a b le s” (zu i zuo). El c a rá c te r zui
(“c rim e n ”, “fa lta ”) no ap are c e en m uchas versio n es.
52. S egún el C heng sh u , “á lam o p a rtid o ” (zhe y a n g ) y “ flores im p arcia le s”
(huang hua) son nom bres de a n tig u as can cio n c illa s populares.
53. L a ex p resió n fo u zhong huo ha sido div ersam en te in terp retad a p o r los c o ­
m entaristas. L iteralm ente parece significar una confusión entre dos m edidas
de líquid os (fou y zh o n g ), p e ro o tras v ersio n es (el C hen g shu y el S h iw en )
c o n sid e ra n e sto s d o s c a ra c te re s c o m o e rro re s d e co p ia p o r c h u i zh o n g
(“p ies c o lg a n d o ”, “p ies en el a ire ”). En este c aso la ex p resió n sig n ific a ría
“e x trav iad o , con un pie en el aire sin sab er a d o n d e ir” (C h en g sh u , L.
X y.). O tras, com o M. Q x., lee e r chui zhong huo (“ los pies extraviados ante
una b ifu rcació n del cam in o ” ), co n lo que ya no se h aría alu sió n a dos (er)
personas.
54. Li (“ m uy fe a ”) sig n ific a , se g ú n el C h en g sh u , fea y en ferm a. S eg ú n M.
X I., ese c a rá c te r se lee ta i (co m o se dice en el S h iw e n ), y sig n ific a “ s a r­
n o sa ” .

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Notas

55. El c a rá c te r y /e (nom bre d e un e m p erad o r de la an tig ü ed a d . V er G losario)


no ap arece en las v ersio n es h ab itu ales. Se ha añ a d id o sig u ien d o la o p i­
nión de L. S hp., fundada en el C h en g shu y en p a sajes p aralelo s del libm
XI.
56. Según el C heng sh u , los cin co o lores (wu xiu ) son: el de cordero (shan), e l
de hum o (xu n ), el de perfu m e (xia n g ), el de p esc a d o (xin g ) y el de podrido
(fu) (V er G . Q f„ op.c.,p .4 5 3 ).
57. C hai q¡ nei (“poner ram as secas en el interior”) sig n ifica, según X. Y., una
ram a q ue o b stru y e el pech o del hom bre.
58. P i hian, un antiguo gorro del piel. Y uguan, un an tig u o som brero adornado
con p lu m as de y u (“ m artín p e sc a d o r” ).
59. D ice el C heng shu que hu (“tab lillas”) se refiere a g u i, antiguos objetos ce­
rem oniales de jad e, en form a de tablilla. La frase en su conjunto alude a los
vestid o s y ad o rn o s con qu e se acu d ía a la corte.

N O T A S A L L IB R O X I I I

1. L iu tong si p i (“seis com u n icacio n es y cu atro d iv isio n e s”) se refiere, según


el C h en g sh u , a los “ seis p u n to s del e sp ac io ” (V e r n o ta 27 al libro V I) y a
los “cuatro tiem pos” (si shi), las cuatro estaciones. L a m ism a expresión apa­
rece en el lib ro X X X III.
2. De aq u í procede la idea del “ brillan te espejo y qu ietas ag u as” (m ing jin g zhi
sh u i) qu e en la escu ela C h an (Z en ) d escrib e, en c ie rto m o d o , el estad o del
D espertar.
3. D ice el L a o zi: “ A lcan zar el v a c ío (xu ) es la n o rm a su p rem a; co n serv ar la
q u ietu d (jin g ) es el m áxim o p rin c ip io ” (cap. LX [X V I]).
4. L os tex to s hab itu ales esc rib en p in g (“e q u ilib rio ” ). H em o s segu id o la co ­
rrecció n de M. X I., hen (“o rig e n ” ) en lu g ar de p in g .
5. D ice la escuela del C han (Z en): “T ras el verdadero vacío (zhen kong), el ser
real (shi y o u )".
6 . L a ex p re sió n nan x ia n g (“ h a c ia el su r”) e q u iv a le a n a n m ia n (“ cara al
su r”). V er nota 21 del libro X I, y n o ta 20 del lib ro X II.
7. T odo este pasaje aparece en el libro VI (V er nota 53). S ó lo que aq u í se pone
en b o ca de Z h u an g zi, lo cual p arec e ser o b ra de c o p ista s po sterio res.
8. El Y in es el p rin cip io p asiv o , fem en in o ; el Y ang, el a c tiv o , m asculino.
9. Según la corrección de W . T x. y de Y. L f„ en vez de w ang tianxia (“ ser rey
del m u n d o ”) debe escribirse tia n d i zh en g (“C ielo y T ierra ocupan su recto
lu g ar” ).

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Notas

¡0. T rad u cim o s fo rzad am en te p o p o r “ c u e rp o ” , cu a n d o en realid ad p o d e sig ­


na las siete “alm as inferiores” o “ alm as co rp ó reas”, relacio n ad as con el Yin
y con la T ierra. (D e hech o en la v ersió n no c o rre g id a ap arece el c a rá c te r
gui, “e sp íritu s” , en lugar d e p o ). En cu an to a “ a lm a ” es trad u cció n de h u n ,
que d esig n a las tres “ alm as su p e rio re s” o “alm as del q¡" (en erg ía vital o
c ó sm ica), relacio n ad as con el Y ang y con el C ielo.
11. El largo pasaje que sigue e n tre co rch etes es c laram en te una interpolación,
que d e b e ría su p rim irse del Z h u a n g zi. Su c o n te n id o n o sólo se a p arta del
pensam iento del Z huang zi, sin o que incluso lo co n trad ice. Es la op inió n de
varios co m en taristas.
12. S egún el C heng shu, las cin co arm as (w u bin g ) son: el arco (g ong), el v e ­
n ablo (sh u ), la lanza (m a o ), la p ic a (g e) y la a la b a rd a (/'/') (V er G . Q f.,
op.c., p.468).
13. L os cin c o suplicios (w u x in g ) eran: c o rta r la n ariz (y i), m arcar el ro stro
(m o), c o rta r un pie (yue), e m a sc u la r (g o n g ) y p a rtir en d o s (dapi). (C f. G .
Q f., o p .c., p.468).
14. S egún el C heng sh u , “rey d el C ielo ” (lian w ang) q u ie re aq u í d e c ir “H ijo
del C ie lo ” (lian zi), es d ecir, el em p erad o r.
15. S eguim os las interpretaciones y co rrecciones de Zh. Bl. y S. Yr. E n el tex ­
to h abitual aparece tian de e r ch u ning, que suele trad u cirse por “Q uien p o ­
see la virtu d del C ielo, o b ra sin p erd er la p a z ” . P ara S. Y r., chu (“ sa lir”) es
un e rro r p o r tu (“ tierra”); y p a ra Z h. B l., de (“ v irtu d ”) tiene aq u í el sen tido
de ch en g (“ acab am ien to ”).
16. Z h en g cang sh i era el no m b re del fu n cio n ario -h isto ria d o r (shi) e n carg ad o
de a rch iv ar (cang, “g u a rd a r” ) los libros c lásico s (zh en g ).
17. L os “ seis libros clásico s” (liu jin g ) son “P o e sía s” (Shi), “ H isto ria” (Shu),
“R itos” (Lí), “ M úsica” (Y ue), “C am b io s” (Yi) y “ P rim av era y O toñ o” (C hun
qiu). Se trata de seis libros canónicos del confucianism o (se supone que C on-
fucio fue el au to r de su red acció n d e fin itiv a), en los que se in spira to d o su
p ensam iento. C onviene distin g u irlo s de los llam ados C uatro L ibros (si shu),
i.e. A nalectas (Lun yu), M encio (M eng zi), el M edio D orado (Zhong yo n g ) y
el G ran E studio (da xu e), en los que se d esarrolla el ideario de C onfucio. En
el texto habitual se escribe “d o c e ” (shi er) y no “ seis" (liu), pero Y . Lf. p lan ­
tea num erosos y serios arg u m en to s de que se trata de un erro r de copia. Los
“d o ce” clásicos serían, seg ú n el S h iw en , los an terio res m ás las seis w ei (ex ­
plicacio n es geo m án ticas de las m ism as). O tro s o p in an que se refiere a las
dos partes del Yi jin g (“ L ibro de los C am b io s”) ju n to con los diez Yi (shi yi)-,
y tam bién q uien dice que se trata de doce libros del C hun qiu.
18. S entido que dan al carácter zh ong L. X y. y Y. Lf., en tre otros. En cam bio,
el C heng shu dice que sig n ific a “ a p ro b a r” .
19. W u k a i (“ aleg ría [con] los se re s” ) sig n ifica, seg ú n X . Y ., “a leg ría c o m ­

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Notas

p artid a con los seres” . L. M . d ice que wu es un e rro r p o r he (“ arm o n ía”)


Zh. B l„ que wu es un erro r p o r y/' (“ fácil”), y en este caso la expresión y i kai
sig n ificaría “v iv ir en alegre c o n co rd ia, llano y c e rc a n o a los d em ás” .
20. S egún Y. L f., palabras p o streras (h o u y a n ) sig n ifican todo lo d icho por
C o n fu cio d espués de la in terru p ció n de L ao D an, señ a la d a an teriorm ente
21. C om entan G. X. y el C heng s h u : el am ar a todo el m undo (am or universal)
im plica q ue uno m ism o d esea que todos los d em ás le am en, lo que es g ran ­
d ísim o eg o ísm o (V er G . Q f., o p .c., p.479).
22. S eguim os la interpretación de M. Q x, para quien q i m ei tiene el valor de q¡
m ié (“ab an d o n ar cosas p e q u e ñ a s” ). L. X y. y X. Y. in terp retan “no estim ar
las co sas y ab an d o n arlas” . O tras trad u ccio n es se b asan en id en tificar el
m ei (lit. “ h erm an a m en o r”) del tex to h abitual co n su h o m ó fo n o que sig n i­
fica “c o n fu s ió n ”, “ ig n o ran cia” . Y p o r últim o están las v ersiones inglesas
que, e rró n eam en te, trad u ce n lite ralm e n te el m e i del te x to ch in o (Jam es
L egge, H erb ert A . G iles, B u rto n W atson, etc.).
23. V er n ota 4 0 del libro X II.
24. Jam es L egge traduce la frase en form a in terro g a tiv a (ib id em , p.390). La
p artícu la final hu puede ser tan to ex clam ativ a c o m o interrogativa. A q u í se­
guim os la interpretación de los co m en taristas chin o s.
25. Tianxia dúo hing (“el m undo entero lucha p or el m an g o ”). El carácter hing
(“m ango, “asa”) significa el poder, según Sm. B. (citado en el Shiw en). Hoy
d ía m an tien e esa acepción.
26. E sta m ism a frase ap arece en el libro V, y ha serv id o d e arg u m en to para
co rre g ir el ca rá c te r li (“ b e n e fic io ” , “ in terés” ) p o r w u (“ co sa s”) a co m en ta­
ristas co m o X. D., M. XI. y Y. Shd.
27. C ita del L ao zi, cap. X IX [LV I], Sólo varía el c arácter hu (“ n o ”), que en el
original del L a o zi es el s in ó n im o /« .
28. E ste m ism o relato aparece en el D ao yin g del H u a i nan zi. En él se añade
en este lu g ar seis caracteres, y dice: “ Al d uque H uan, co n fu n d id o , se le
m udó el ro stro , y dijo m uy e n o jad o : . . . ”.
29. S eguim os la interpretació n de L. X y. Por su p arte, D. Z hch. d ice que la
holgura o estrech ez se refiere a los agu jero s de la ru ed a d onde en cajan los
radios (V er Ch. G y., o p.c., p.395).

N O TAS A L L IB R O X I V

1. En el libro X III se dice: “C u an d o se m ueve es c o m o el C ielo: cuan d o está


en reposo, co m o la T ie rra .” L os m o v im ien to s del C ielo (lia n yuri) se re fie ­

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N otas

ren a los giros del sol, la luna y las estrellas, así co m o al viento, a las nubes,
a la llu v ia y dem ás fen ó m en o s de la N aturaleza.
2 . X u x i (“esp irar-asp irar”) eq u iv a le al m o d ern o h u xi (“ re sp irar”). E n el libro
II se h ab la del viento com o el da ku ai y i q i (“ja d e a r de la T ie rra ”).
3 . Sobre los seis puntos esp aciales (liu he), V er n o ta 27 del libro VI. L o s c in ­
co elem en to s prim o rd iales (w u chang, lit. “ los cin co elem en to s” ), son m e ­
tal (jin ), m adera (m u), ag u a (sh u i), fu eg o (huo) y tierra (tu).
4 . El carácter qin significa “p arien te” o “persona q u erid a” . Es d ecir la perfecta
ben ev o len cia (zhi ren) no es p arc ia l, sino que es b e n ev o le n cia p ara co n to­
dos p o r igual. D ice el L a o z i : “ El T ao del C ielo no sabe de p a re n te sc o s”
(cap. X L IV [L X X IX ]). Y tam b ién el libro II: “ L a g ran b en ev o le n cia n o es
b e n ev o le n te”.
5. En el tex to habitual se escrib e zh i yu a n (“ am b ició n su p rem a” , “ d e se o su ­
p rem o ”), lo cual es un e rro r p o r zh i xia n (“ g lo ria su p re m a”), según X. D.
A duce p ara ello argum ento s b asad o s en p asajes sim ilares de este m ism o li­
bro y del libro X X III.
6. En el texto, “en los cam pos de D o n g tin g ” . D ice el C hen g shu: “ Los cam pos
de D on g tin g son el esp ac io e n tre el C ielo y la T ie rra , y no el g ran lago
D o n g tin g ” . (D ongting no m b re de un lago en la p ro v in cia de H unan).
7. T ai qing (“G ran P u reza”) es el T ao del C ielo, seg ú n el C heng shu.
8. E ste fragm ento entre corchetes, que com prende trein ta y cinco caracteres, es
para m uchos com entaristas un com entario de G. X ., y no parte del texto p ro ­
piam ente dicho. Y.X. da hasta cinco argum entos en este sentido, y W . Shm .
cita cinco ediciones antiguas del libro en las que no aparece este fragm ento.
9. Q izu w uw ei qishi w ushou sig n ific a literalm en te “ su final no tien e co la, su
p rin cip io no tiene cab eza” . A lg u n o s trad u cto res o c cid e n tales lo refieren a
los in secto s, pero tiene m ás sen tid o si se e n tien d e c o m o d escrip ció n , ju n to
con lo q ue sigue, de los so n id o s m usicales. O tam b ié n , de am bos.
10. “N ad a se puede esp e ra r” . A sí in terp re ta Y. Y. la e x p resió n yi bu ke d a i,
cu y a trad u cció n literal sería “ no se puede e sp e rar uno (la u n id a d )” .
11. La expresión tu que se refiere a los “siete orificios” (qi qiao) del cuerpo h u ­
m ano. E n el m ism o sentido dice el Lao zi: “ B loquea tus aberturas" (cap. X IX
[LV I]). P robablem ente quiere d ecir “ cerrar los sen tid o s al m undo e x te rio r”.
12. S i x u zh i d a o puede e n te n d e rse co m o el T ao q u e n o tien e lím ites p o r los
cu atro lados. O tra p osible trad u cció n sería: “e n c ru c ija d a de la V acu id a d ” .
13. S eguim os la corrección del tex to p ro p u esta p o r M . X I., que añ ad e la p ri­
m era de estas tres o racio n es al tex to h abitual. Su arg u m en to se b asa en el
paralelism o con las tres o ra c io n es de la frase an te rio r “ P o r m ucho q u e c a ­
viles no puedes c o n o c e rlo ...”, y en la presencia de un zhi (“conocer”) detrás
de m u (“o jo ”, “ vista”), que sólo se exp lica com o resto de la perdida oración
anterior.

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Notas

14. Lin yu e rep resen ta, según G . S t., una m ultitu d d e so n id o s m u sicales, que
suenan a la vez y cuya p ro c e d e n c ia es im p o sib le d istin g u ir, p o r lo que de
ello s se d ice que “no tien en fo rm a ” (w u x in g , “ im p e rc ep tib le ” en nuestra
trad u cció n ). P ara Zh. B l., lin (“ b o sq u e ”) se usa a q u í p o r su an tig u o h o m ó ­
fo no lo n g , que significa “ a b u n d a n te ”, “ g ran d io so ”.
15. P ro fu n d o y o scuro (ya o m in g ) se dice del T ao en el L ao zi (cap. LXV
[X X I]). T am b ién aparece en el libro XI.
16. “Su m ecan ism o cele ste” (tia n ji ) , dice el tex to ch in o .
17. S eguim os el orden del texto propuesto por W. M h. En las versiones habi­
tuales esta últim a oración va delante de “no habla y el gozo colm a su corazón”.
18. Los “perros de paja” (chu gou) se usaban en las cerem onias sam ánicas, se­
gún L. Y . T am b ién el L ao zi h a b la de ellos: “ El C ielo y la T ierra no tienen
b en ev o len cia alguna, el m illón de seres son p ara ello s cual perros de p aja”,
(cap. X L IV [V ]). En los rito s fú n eb res, se su p o n ía que los p erro s de paja
atraían sobre sí todos los m aleficio s que pesaban sobre el difu n to o le am e­
nazaban.
19. Q ie y a n son nom bres de ce stas de bam bú, ya n es u n a c esta de form a cua­
drada (s i ), según L. Y.
20. L os reyes de antaño (xia n w ang) son los leg en d a rio s Y ao, Shun y Y u, así
com o T an g , fu n d ad o r de la d in a stía S hang, y W en y W u, de la dinastía
Z hou (V er G losario). Para C onfucio y el confucianism o p osterior eran todos
ellos m odelos que se deb ían im itar.
21. En su co n stan te peregrin ar, un d ía C o n fu cio lleg ó al te rrito rio de Song, y
bajo un gran árbol se sentó a d escan sar con sus discíp u lo s. M ientras les en ­
señaba, llegó el consejero de la g u erra de Song, llam ad o H uan kui, al fren­
te de un gru p o de hom bres, y co rtó el árbol, y aun q u iso m atar a C onfucio.
E ste salió h u yendo con sus d iscíp u lo s. S egún se cu en ta , la cau sa de todo
ello se d eb ió a que C onfu cio h ab ía cen su rad o sev eram en te el p ro ced er de
H uan kui, quien, llevado de su ex trav ag an cia y v an id ad , h ab ía q u erid o le­
vantarse un m onum ento de p iedra. En tres años no h ab ía qued ad o contento
con las obras, y todos los artesanos habían ido cay en d o enferm os. De ahí su
an im ad v ersió n hacia C onfucio.
22. C uando C onfucio abandonó L u, vino hasta W ei. El d uque Ling de W e i se
in q u ietó co n su llegada y d e sp ach ó a G o n g su n Y u p a ra q u e le v ig ila r a .
C o n fu cio se vio o b lig ad o a d e ja r W ei, y al p a sa r p o r un lugar lla m a d o
K uang, sus habitantes le confundieron con Y ang H u, quien poco antes h a b ía
saqueado con sus tropas la reg ió n , y le tuvieron ce rcad o d urante cinco d ía s
antes de d ejarle m archar. C u an d o p u d o h acerlo , se le p ro h ib ió v o lv e r a
en trar en W ei.
23. La fro n te ra en tre C hen y C ai es la reg ió n de F u h an (h o y , d i s t r i t o de
X in y an g en la p ro v in cia de H en an ). C o m o en C h en re in a b a la a g it a c ió n .

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Notas

C o n fu cio d ecid ió ir a C hu , y al p a sa r p o r F u h an se e n c o n tró con los c o m ­


bates que libraban los ejé rc ito s de W u y de C hu. C o n fu cio se vio ro d ead o
por tro p as su b lev ad as, y los v ív eres se le ag o taro n . E n to n ces e n v ió a su
d iscíp u lo Z igong a tra ta r co n el c o m an d a n te de las tro p as de C hu y p u d o
salir del cerco .
24. “P o co trech o ” es trad u cció n d e xu n chang, dos m ed id as de lon g itu d . L a
prim era eq u iv ale a o cho ch i (u n o s dos m etros y m ed io ), y la seg u n d a a un
zhang y seis c h i (algo m ás de cin co m etros).
25. San h u a n g w u di. L os T res S o b eran o s (san h u a n g ) serían, según u nos, el
S ob eran o del C ielo (lian h u a n g ), el S oberano de la T ie rra (d i hu a n g ) y el
Soberano del H om bre (ren h u a n g )4, para otros, S uiren, Fuxi y Shennong. En
cuanto a los C inco E m peradores (wu di), p ara unos serían H uangdi, Z huan-
xu, D iku, Y ao y Shun; p ara otros, S haohan, Z h u an x u , G aoxin, Y ao y Shun.
26. S egún L. X y., zheng (“p ro b a r” ) es lo que d esp u és la e scu ela C han (Z en)
llam ará y in zheng (literalm en te, “ p ru eb a del se llo ” o “p ru eb a del m u d rá ” ).
27. E n el cap. LIX (X) del Lao zi aparece la ex presión “ abrir y cerrar las p u er­
tas del C ielo ” (tian m en qi he). L a sola d iferen cia es q i p o r kai, pero am bos
son sinónim os (“abrir”). “L as puertas del C ielo ” se refiere a la m ente (xin),
según el C heng shu. El sen tid o de la ex p resió n de la frase podría ser que la
activ id ad del espíritu no p o d rá ser fluida, se v erá blo q u eada.
28. K ui xin (“alborotar la m ente”) es corrección de G. Q f., aceptada p or Y . Lf.
E n los tex to s hab itu ales se lee fe n x in (“en o jar la m e n te ”).
29. En el texto habitual sólo se lee x i ji e ran (“p ara q u é tan to e sfu e rz o ”). Lo
que sigue (“correr en pos de la benevolencia y la ju stic ia ”, jie ren y i) ha sido
añadido p o r com en taristas co m o L. S hp., Y. X w . y W . Shm ., basán d o se en
un p asaje sim ilar del libro X III.
30. E ste frag m en to repite el q u e ya ap areció an tes en el libro VI.
31. L os tex to s habituales lo recogen inversam ente: “ retum ban com o el trueno
y su silencio es cual ab ism o ” . Se ha cam b iad o el o rd en porque es en el que
aparece la m ism a frase en el libro X I. (Cf. Ch. G y ., o p .c., p.423).
32. “T res R ey es” (san w ang) en las versio n es no co rreg id as. V er n o ta 13 del
libro X V II.
33. Es decir, consiguió unir los corazones de las gentes (del pueblo, m in) en su
pureza original.
34. M. XI. co n sid era erro r de co p ista el c a rácter m in que antecede a yu n fu
(“m u jer em b arazad a”). P o r e so n o trad u cim o s “ m u jeres del p u e b lo ” .
35. S egún el com en tario del C hen g shu, en la an tig ü ed ad las m u jeres a lu m ­
braban a los catorce m eses, y las niñas no em p ezab an a hablar hasta los dos
años. (V er G . Q f., o p.c., p.528).
36. E s d ecir, ya em pezaba a d istin g u ir en tre el p ro p io y o y los d em ás, hai
(“ n iñ o ”) se entiende com o el niñ o que ya sabe andar.

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Notas

37. E ntre estas dos últim as o racio n e s an terio res se e n c u e n tra el carác te r rert
(“ h o m b re”), p ara unos final, p ara otros prin cip io d e o ració n . La traducción
no se ve alterada en cualquiera de los casos. En cu an to a la segunda oración
(zi w ei zho n g er tianxia er), se p resta a d iferen tes in terp re tacio n es, y de
ellas hem o s seguido la de L. M ., q u ien su p o n e un c a rá c te r y i (“ so m ete r”,
“d o m a r” ) d elante de tian x ia (“ m u n d o ”). Para Z h. B l., la frase significaría
“todo el m u n d o o braba a su g rad o y v o lu n ta d ”.
38. L o s se is lib ro s c a n ó n ic o s d e l c o n fu c ia n is m o . V e r n o ta 17 d e l libro
X III.
39. C o m en ta Y. Lf. que el S h i j i (“ R eg istro s h istó ric o s” ), cuan d o h ab la de
C o n fu cio , d ice q ue fu ero n se is los estad o s q u e re c o rrió (L u, Q i, Song,
W ei, C hen y C ai), y tres los p rín cip es con los q u e trató (los duques Jin g de
Q i, D ing de Lu y A i de L u). A dem ás en la ép o c a C h u n q iu (P rim av era y
O toño, -772 a -481) sólo h ab ía doce g ran d es señ o río s feu d ales, y no seten ­
ta y dos estad o s, p o r lo que d ifícilm en te p u d iero n re c ib irle seten ta y dos
príncipes. S upone por tan to Y. L f., que el carácter q i (“ siete” ) de “setenta y
do s” , es un erro r por y i (“y a ”); de m odo que la trad u cció n sería “ ya m e han
recib id o en audiencia doce p rín c ip e s” .
40. Yi es el nom bre de una esp ecie de aves acu áticas, c ita d a en los lib ro s an ­
tiguos, sem ejan te a las g arzas (lu c i). De ellas se d ice q u e v uelan m uy alto.
Los an tig u o s chinos ad o rn ab an co n su im agen p in ta d a las proas de los b ar­
cos.
41. El texto ch in o escribe fe n g hua (“ v iento tran sfo rm a c ió n ”). G . X. com enta
que esta ex presión viene del h echo de q u ed ar fecu n d ad a sin unión. P ara W.
X q .,fe n g (“ viento”) significa la m u tu a atracción del m acho y de la hem bra,
y hua (“tra n sfo rm ació n ” ) la fec u n d ació n p o r e se sen tim ien to .
42. El Shan hai jin g (“C lásico de los M ontes y M ares” ) h ab la de dos especies
de estos anim ales herm afroditas: sh i lei (con aspecto de felino), y q i lei (con
asp ecto de ave fénix).
43. D ice L. X y. que el m ay o r d eb e d e ja r de m am ar p ara q u e el m en o r nazca;
de a h í sus lloros. E stas cu atro fo rm as de n acer (si sh e n g ) son las que se re­
cogieron d esp u és en los tex to s b u d istas: luán sh en g (“ n ac im ie n to p o r hue­
vo”), zi zheng (“ nacim iento por hum ectación”), hua sh en g (“ nacim iento por
m etam o rfo sis”) y tai shen g (“ n ac im ie n to p o r e m b rió n ” ).
44. E sta traducción de yu hua w ei ren (literalm ente, “ ser h om bre ju n to con las
tra n sfo rm acio n es”) se in sp ira e n un p asaje sim ilar que ap arece en el libro
VI. En este libro VI se em p lea la expresión zao wu (“ H aced o r de las cosas *
en lu g ar de hua (“tra n sfo rm a cio n e s” ).

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Notas

N O TAS A L L IB R O X V

\. T rad u cim o s p o r “co n su m irse en la m o rtific a c ió n ” la ex p re sió n k u g a o ,


que literalm en te sig n ifica “ra m as sec a s” (“co n v e rtirse en ram as se c a s” ).
Para H. W y., sin em bargo, d e sig n a el ánim o tran q u ilo de quien d esp recia la
fam a y las riquezas. L a expresión aparece en el S h i j i , cuan d o describe a Qu
Y uan al borde del río, antes d e arro jarse a sus aguas. L o cual en laz a co n la
expresión tou yuan (“ arrojarse al ab ism o ”), y que se aco stu m b ra in terp retar
com o el sacrificio de la pro p ia perso n a; aunque H. W y. d irá que d esig n a la
p u rifica ció n del cuerpo.
2. C uatro virtudes confucianas (g o n g j i a n , tui, rang), que aparecen así citadas
en el X u e er del Lun y u (“A n a le c ta s” ). P ara las c u a tro an terio res, V er n ota
del lib ro X II.
3. Tu gu na xin significa, según L. Y ., ex p u lsar el aire v iejo y trag ar el nuevo.
E sta frase hech a fue una de las co n sig n as de la R ev o lu ció n C u ltu ral la n z a ­
da p o r M ao Z ed o n g , referid a c laro está al terren o d e la lu ch a social.
4. Se tra ta de ejercicio s físico s p ara co n se rv ar la salud, x io n g jin g (“o so de
p ie”) dice Sm . B. que es un ejercicio respiratorio en el que se adopta la p o s­
tura del o so que trep a a un árb o l, n ia o sh en (“ p á ja ro e stira d o ”) d ic e el
C heng sh u que consiste en e stira r los pies co m o el p á jaro que vuela.
5. T rad u cim o s p o r “g u iar y c o n d u c ir” la e x p resió n ch in a d a o yin. S eg ú n el
Shiw en, el dao arm oniza el q i (la en erg ía o aire vital), y el y in e lim in a la ri­
gidez del cuerpo.
6. U n frag m en to m uy sim ilar e n co n tram o s en el lib ro X III. M an ten em o s las
m ism as correcciones.
7. Seguim os las com edones de T. Hq. y de Y. Y. El texto habitual dice: «Y por
eso se dice: “el sabio m a n tie n e ...” ». O tra pequeña corrección, que no altera
apenas la traducción, se basa tam bién en un fragm ento paralelo del libro XIII.
8. Idéntico frag m en to en co n tram o s en el libro X III.
9. “Se d ic e ” (y u e), añadido sig u ien d o el frag m en to p ara le lo del libro X III. El
orden del fragm ento que sigue n o se co rresp o n d e co n el del tex to h ab itu al,
pues hem os adoptado la se cu e n c ia p ro p u esta p o r Y. L f. El texto h ab itu al
dice así: “ ...S u vida es flo ta r... descanso. N o h a m en ester cavilar ... trazas.
Es lu z ... co m p ro m etid o . D u e rm e ... cu itas. P uro es su esp íritu . . . ” .
10. C asi idéntico fragm ento en co n tram o s en el libro X III. A llí se escrib e tian
y uan (“ q u ejas del C ielo ”), aq u í tia n za i (“ cala m id a d es del C ie lo ”).
11 • g uang er bu ya o . Idéntica ex p re sió n en co n tram o s en el L ao zi (cap. X X I
IL V III]).
*2. El orden de las oraciones de este fragm ento se ha m o d ificad o sig u ien d o la
opinión de Y. Lf.

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Notas

13. En el tex to h abitual se e sc rib e d e zh i sh i (“p é rd id a d e la v irtu d ”). P o r pa .


sajes p aralelo s del Jin g sh en y el Yuan dao del H u a i n a n zi, se p u ed e supo­
ner que d e (“v irtu d ”) es un e rro r p o r xin (“ m en te”). E s la o pinión de varios
c o m en taristas, com o L. W d. y W . Shm .
14. T exto correg id o por W . Shm . b asán d o se en un p asaje sim ilar del Jingshen
del H u a i nan zi. El texto no c o rreg id o dice: “ c u an d o usas de tu espíritu y no
cesas, lo fatig as; y fatig án d o lo , lo a g o ta s” .
15. E l tex to c h in o dice “esp a d a s d e G an y d e Y u e” (g a n y u e zh i jia n ). Según
Sm . B ., g a n es w u, nom b re d e u n o de los esta d o s de la an tig u a C hina. El
S h iw en d ice q ue en W u hay un v alle, llam ad o G an x i, y en Y ue una m onta­
ña, llam ada R uoye, de los que se extrae un excelente h ierro con el que se fa­
b rican unas fam o sas espad as.
16. Tian lu n , la “razón del C ielo ”, se refiere al orden (lo g o s) de la N aturaleza.
17. P ara la d iferen cia en tre “ sa b io ” y “gran sab io ” , V e r n o ta 18 del libro I.

N O T A S A L L IB R O X V I

1. E n los tex to s h abituales el c a rá c te r su (“ v u lg ar” , “ m u n d a n o ”) se repite. He­


m os seg u id o la opinión de v ario s co m en taristas, p ara q u ien es se trata de un
erro r, p o r se r a s í m ás in te lig ib le el sen tid o de la frase . S eg ú n L. X y. se tra­
ta de u na crític a co n tra la d o c trin a d e los co n fu cia n o s y de los m o ístas en
to rn o a la n atu ra le z a hum an a.
2. E ste frag m en to en tre c o rc h e te s e x p re sa ideas c o n tra ria s a las de la escuela
de Z h u an g zi, según alg u n o s c o m e n ta rista s, c o m o G . F. P ara éste, su co n ­
tenido id eológico coincide con el p en sam ien to de la escu ela de los filósofos
S ong Jian y Y in W en.
3. S egún el C heng shu, q u iere e sto d e c ir que los so b e ra n o s y su s sú b d ito s no
se tratab an , pues todos hab ían alc a n z a d o el T ao de la sere n a indiferencia y
del n o -actu ar. D e la m ism a o p in ió n es L. Xy.
4. “T o d as las co sas son N atu rale z a, de ah í la p erfe c ta u n id a d ”, es el co m e n ­
tario de G . X.
5. D ice el L a o zi: “ N adie h ay q u e se sitú e p o r e n c im a (ju e ), y todo sigue su
cu rso n a tu ra l” . (C ap. X IV [L I]).
6 . T ang es o tro nom bre de Y ao , y Y u o tro n om bre de S hun.
7. S eguim os la corrección del texto de G. Qf. En la versión habitual en lugar de
w ei (“a c c ió n ”) aparece sh a n (“ b u e n o ” , “ h acer b u e n o ” ), con lo que se suele
traducir “ p o r m ejorar (la so cied ad )” . El conjunto de la frase quiere decir, se­
g ú n G . Q f., qu e lo que se h ace n o es el T ao; ni lo que se practica, la v ir tu d .

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N otas

g. “A d o rn o s lite ra rio s” ( w en ) se refiere a los “c o n o c im ie n to s v u lg a re s” (su


x u e) de q u e se h abló an tes, seg ú n L. M.
9. N o se ve h u ella alg u n a de su a cció n , seg ú n c o m e n ta L. Y m.
10. En la m ay o ría de las versio n es ap arece x in g sh en (“ e je rcitar la p ro p ia p e r­
sona”) en lugar de cun shen (“ p reserv a r la pro p ia p erso n a ”). W . Shm . a rg u ­
m enta en fav o r de esta últim a, p o r co n co rd ar con el fin al del frag m en to a n ­
terior. L os traductores suelen tra d u c ir x in g sh en p o r “e je rcitar la v irtu d ” .
11. El C h en g sh u co m en ta que w eira n q u iere d e c ir “ e rg u irse so lita rio ” .
12. C o m en tario de X. X.: “ M u d a r de d irecció n p or lo ex te rio r, p uede d ec irse
estar p u esto al re v é s” (c ita d o en el S h iw en ).

NO TAS A L L IB R O X V I I

1. H e. V er n o ta 66 del libro II.


2. H e h o es p ara el C heng sh u el d io s del R ío, y p a ra L. M „ el “ señ o r (zh a n g ,
“señ o r” ) del R ío ” . E n el c o m e n ta rio del S h iw en se d ic e q u e he h o , del q u e
ya se h ab la antes en el lib ro V I, se llam ab a F en g Y i, y tam b ién B ing yi; y
que otros dicen que se llam ab a Lü G o n g zi, y que F en g Y i e ra el no m b re de
su c o n so rte (V er G. Q f., o p .c., p .5 6 2 ).
3. En el Shiw en se dice que el m ar septentrional (hei hai) está al norte (bei) del
m ar o rien tal (dong hai). (V e r G . Q f., o p .c., p. 56 2 ). Se trata rá p or tan to del
hoy llam ad o B ohai (B eih ai) o g o lfo d e Z hili.
4. A lgunos co m en taristas interp re tan la ex p resió n w a n g ya n g c o m o “ lev an tar
la m irad a” , y o tro s com o “ ex te n d e r la m irad a a lo le jo s” .
5. C o m en ta el C heng shu que los h o m b res v u lg ares tien en a C o n fu c io c o m o
un gran eru d ito por haber trab ajad o en la redacción d efin itiv a de los Seis L i­
bros (liu jin g . V er G lo sario ), y a B oyi p or ho m b re d e g ra n p ro b id ad y re c ­
titud p o r h a b er ab d icad o el tro n o ; p ero en cam b io , los h o m b res de g ran d es
alcances co n sid eran in sig n ific an te la rectitu d de B o y i, y e scaso el sa b e r de
C o n fu cio . E sto últim o es lo q u e d ice h a b er o íd o el g en io del R ío (V e r G .
Q f., o p .c., p.562).
6. D a fa n g sig n ifica aq u í el G ran T ao (da da o ), seg ú n d ice Sm . B. da fa n g zh i
jia , “ los h o m b res del G ran T a o ” . O tro s trad u cen “ g ra n d es sa b io s” .
7. M uchos tex to s escrib en w a (“ ra n a ” ). O rig in alm en te se e sc rib ía y u (“ p e z ” ),
según W . N s., y fue m ás tard e c u a n d o se ca m b ió y u p o r wa.
8- D ice G . Q f. q u e en el c a p ítu lo Y ang sh en g ¡un (“ S o b re el arte de alim e n ta r
la v id a”) del W en xuan (“ A n to lo g ía literaria” ) de Ji S huye, se cita a Sm . B.,
q uien dice: “L a p u erta de la c o la (w ei lü) es el lu g ar p o r d o n d e d e sa g u a el

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Notas

m ar. T am b ién se llam a w o jia o , y e stá en m ed io d el g ra n m ar o rien tal. Se


llam a “ C o la ” (w ei) po rq u e e stá d eb ajo d e los c ie n río s; y “ P u e rta ”
p o rq u e es el lugar donde se reú n en las aguas. A l e ste de F u san g hay una
roca d e cu aren ta m il li de e x ten sió n , y otros tan to s d e grosor. Las aguas del
m ar q u e en ella se v ierte n , h ierv e n y d esap a rec e n . P o r eso se llam a w0
jia o (“ aguas a rd ien tes”) (V e r G . Q f., op.c., p p .5 6 5 -5 6 6 ).
9. V er n o ta 66 del libro II.
10. A sí in terp re ta el S h iw en la e x p re sió n leí ko n g . L. M . d ice que significa
“p eq u eñ o ag u jero ” (xiao x u e ). X . D. dice que le i d e sig n a una an tig u a vasi­
ja de p e q u eñ o co n ten id o , de d o n d e la e x p resió n .
11. Z h o n g g u o (“país [o estad o ] d el C e n tro ”) es el n o m b re con que los chinos
d esig n an a su p aís. A sí lla m ad o p o rq u e a n tig u a m en te se lo consideraba
ro d ead o p o r pueb lo s b árb aro s.
12. S eguim os la versión del Jia n g n a n G ucang. E n las otras versiones, en lugar
del c a rá c te r yu n , ap arece lia n (“ u n ir”), que p ara W . Shm . es un erro r por
sh a n (“a b d ic a r”). En este caso , el tex to se refe riría a las “ a b d ic a c io n e s” de
los C in co E m peradores.
13. Y u, T ang y W u, los tres rey es (san w a n g) que fun d aro n las respectivas di­
n astías X ia, S hang y Z hou.
14. S egún c o m en ta el C hen g s h u : “ con una p e q u e ñ a y lim itad a sabiduría,
q u e re r lle g a r al gran territo rio d e lo que no tien e lím ite s” .
15. E n el tex to chino se escrib e y i h ia n (“d iferen te co m o d id a d ”). “ D iferente”
se refiere a lo g rande y lo p eq u eñ o , según el c o m e n ta rio de G. X. A d e m á s ,
esta frase, que aparece a co n tin u ació n de la sig u ie n te en los textos habitua­
les, se ha d esp lazad o de lu g ar sig u ien d o el p a re c e r d e M . XI.
16. El tex to habitual escrib e ch a zh i (“a v e rig u ar”). M . XI. y Y. Lf. consideran
q ue ch a es un a in terp o lac ió n , y q u e debe d ec ir zh i (“ a lc a n z a r”).
17. E ste frag m en to entre c o rc h e te s es un e rro r o u n a in terp o lació n , s e g ú n
C h. G y. N o tiene n in g u n a re la c ió n en lo que an tec ed e.
18. Su D ai, herm ano del filósofo nom im alista Su Q in, aconsejó al rey K uai del
estad o de Y an que abdica ra, sig u ien d o el ejem p lo de Y ao y de Shun, en su
p rim er m in istro , Z hi. A sí h iz o el rey (año -3 1 6 ), p e ro el p u eb lo se r e b e ló .
L os d istu rb io s se p ro lo n g aro n d u ran te tres añ o s, h a sta que el rey X uan del
estad o de Q i, aco n sejad o p o r el m ism o Su D ai, in v a d ió Y an y d io m uerte a
K uai y a Z hi.
19. Q iji e s el nom bre de los c a b a llo s tam bién llam ad o s an tig u am en te qianli
m a (“ caballos de mil li”), que se d ecía podrán g alo p a r m il li en un día. hua-
liu e ra el nom b re de uno de los o c h o e x c elen tes c o rc e le s del rey M u de Ia
d in astía Z hou.
20. El tex to ch in o h abitual e sc rib e d i w ang (“e m p e rad o res y re y e s” ), lo cual
es, en o p in ió n de M. X I., un e rro r p o r w u d i (“ cin co e m p e ra d o re s”). LaS

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N otas

T res D inastías son las m ás an tig u as d in astías ch in as: la de X ia, la de Shung


y la de Z hou.
21 . Según el S h iw e n j a n ya n se e sc rib ía o rig in alm e n te p a n ya n (“ lin d es a n e ­
g ad as”), y sig n ificaría “c o n fu n d irse ” .
22. “El p asad o no se co n serv a ” , co m e n ta X. Y. P or su p arte G . X. dice: “q u e ­
rer m o v er (los años) y hacer que vayan, no es p o sib le ” . (V er G . Q f., p.587).
23. L a G ran Ju sticia (da y i)se re fie re al G ran T ao , seg ú n L. Xy.
24. Es la m ism a idea que ap arece en el libro I y en el lib ro VI.
25. Los m isterio s del C ielo (de la N atu raleza) se e sc o n d e n den tro , en la m e n ­
te; los asuntos hum anos se m anifiestan fuera, en el cuerpo; y la suprem a v ir­
tud (p erfeccio n am ien to ) hace al h o m b re u n irse con el C ielo (co n la N a tu ­
raleza).
26. Z h i hu ren zhi xing es la versión de la copia Jiangnan, ap oyada p or Ch. Bx.
y p o r W . Shm .. L as otras v ersio n e s e scrib en tia n (“C ie lo ” ) en lu g ar d e la
p artícu la hu, y así la traducció n sería: “ Q uien co n o ce la c o n d u cta del C ielo
y del h o m b re ...”
27. R eto rn a a lo esen cial del T a o y sólo h ab la de lo e x tre m o de la razó n (c o ­
m entario de L. X y.). La razón (//) se refiere al orden có sm ico , de suerte que
esta frase deb e in terp retarse de fo rm a p aralela a la a n te rio r que h a b la d e la
G ran Ju s tic ia (el T ao) y del o rd e n n atu ral del m illó n d e seres (//).
28. El c a rá c te r gu, que trad u c im o s p o r “ a c ció n ” , sig n ific a la acción in te n cio ­
nada. Su sig n ificad o p rim ero , “ c a u sa ” , tiene el sen tid o de “ lo que m u ev e a
o b rar” . En cu an to a m ing (“ o rd e n n atu ra l”), que sig n ific a el o rd en im p u e s­
to p o r el C ielo , es d ecir p o r la N atu raleza, su ele a m en u d o trad u cirse p or
“ D e stin o ”.
29. El carác ter xu n (“b u scar”) ap arece en los tex to s h ab itu a le s con o tra g rafía
que significa “ sacrificar”, y así la frase se traduciría: “n o sacrifiques tu buen
nom bre p o r causa de la a m b ic ió n ” . “ A m b ició n ” es la trad u cció n del c a rá c ­
ter de, q ue sig n ifica “o b te n e r” .
30. D ice el S h a n hai jin g (“ C lá sic o de los M o n tes y M ares”): “E n el m ar
oriental hay una m ontaña llam ad a L iubo (“ O las que flu y e n ” ), y en ellas h a ­
b ita un anim al que tiene fo rm a d e bú falo . E s de p e lo g ris y sin c u ern o s.
A nda con el solo pie que tiene y su b ram ido sem eja al trueno. Se llam a kui"
(V er G . Q f., o p.c., p.592). El c a rá c te r lin (“ c o m p a d e c e r”), que sig n ific a b a
en el dialecto de Song y de L u “ am ar” según M. X I., lo hem os traducido p or
“e n v id ia r” (en sen tid o p o sitiv o ).
31. C om entario del C heng shu: “ S ong debe ser W ei, se trata de un erro r de c o ­
pista. K uang era un condad o d el esta d o de W ei. C o n fu cio viajab a d esd e Lu
hacia W ei y p asó p o r K uan g . A h o ra bien, Y an g H u h ab ía asaltad o y m a l­
tratad o a las g entes de K u an g , y C o n fu cio se le p arecía. A d em ás, un d is c í­
pulo de C onfucio llam ado Y an K e había acom pañado an teriorm ente a Y ang

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Notas

Hu en sus fech o rías contra las g en tes de K uang. A h o ra Y an Ke e ra el co ­


chero de C onfucio. De m odo q u e las g en tes de K uang, al v e r a C onfucio
tan p arecido a Y ang H u, y a Y an K e que le servía de cochero, pensaron que
era Y an H u en persona q u e v o lv ía p ara asaltarlo s de n u ev o . Y p or eso le­
v an taro n g en tes arm adas y le ro d e aro n ” . (V er G . Q f., o p .c., p.595).
32. D ragones capaces de p ro v o ca r inund acio n es, seg ú n las antiguas leyendas
chinas.
33. D ice el L a o zi: “C uando el que sabe alim entar su v ida anda p or las colinas
{ling) no h uye de rin o cero n tes y tig res” (cap. X III [L]).
34. J ia n g jia zhe, literalm en te “ el q u e d irig ía (jia n g ) las c o razas (jia)".
35. L a u n id ad de identidad y d iv e rsid a d {he tong y i) es la teo ría fundam ental
del an tig u o filó so fo H ui S hi, p e rten ecien te a la esc u e la d e los nom bres
(m ing jia ). L a distinción de lo d u ro y lo blanco (// jia n b a i) es el m ás cono­
cid o de los argum entos del d ialéctico G on g su n L ong (tam b ién de la escue­
la de los nom b res), cuya d o c trin a rep o sa sobre el “to d o s los seres del m un­
do están separados unos de o tro s” (tian xia jie du). S on, pues, dos doctrinas
d ife re n te s, de las qu e la p rim e ra es a trib u id a e rró n e a m e n te a G ongsun
L ong p o r el a u to r de este libro del Z h u a n g zi.
36. H uang quan es el nom bre del m u n d o subterráneo, d onde m oran los m uer­
tos, e q u iv alen te al H ades de los g riegos.
37. El ca rá c te r huang es o tra fo rm a de esc rib ir g u a n g (“ lu z ”), según M. XI.
D ice el C heng shu y el m ism o M. XI. que da huang (“ gran luz”) designa al
C ielo. A q u í significa lo m ás alto , co m o las F u en tes A m arillas lo m ás bajo.
38. Se trata del rey W ei de C hu, seg ú n Sm . B. (V er G . Q f., o p .c., p.604).
39. A lgunas versiones escriben w ang jia n (“ ir a v erle”), en lugar de w ang xian
(“ ir a an u n cia rle sus p ala b ra s” , seg ú n el Shiweri).
40. C o m en tario del C heng shu: “ L a tortu g a p o see p o d eres e x trao rd in ario s y
pro d ig io so s, y por eso se la m a ta p ara usos a d iv in ato rio s, p orque se puede
d eterm in ar lo fau sto y lo in fau sto . S e la pone d en tro de un cesto , se la tapa
con un p año, y se la g u ard a en el tem p lo de los an tep a sad o s. Se usa para
ech ar las su ertes sobre los asu n to s del estad o , y se la tiene en m uy alta e s­
tim a” . (V er G . Q f., o p.c., p.604).
41. U na esp ecie de fénix, seg ú n C h. G y.
42. El tex to ch in o escribe el c a rá c te r tiao (tam b ién se p ro n u n c ia yo u ). El
tiao es un p ez blanco (bai yu ), según el Shiw en. El S h u o w en se lim ita a de­
cir que es el nom bre de un pez.
43. Es decir, sobre el puente del río H ao. Interpretación de X. Y.: “M e he sen­
tido d ich o so m ientras and ab a {you) sobre el río H ao, y en to n ces he s a b id o
que tam bién eran dichosos los peces que debajo del río H ao nadaban {you)' ■

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Notas

S O T A S A L L IB R O X V I I I

1. V er no ta 64 del libro II.


2. C om entario del C heng shu: “F uchai, rey de W u, llev ab a una vida desen fre­
nada y viciosa, y carecía de principios. Zixu le dirigió sinceras am o nestacio­
nes, y p o r ello se le condenó a una m uerte atroz” . (V er G . Q f., op.c., p .6 1 1).
3. E sta viene a ser la interpretación que dan L. X y. y X. Y. de jin g jin g ran. El
C heng shu dice que significa “ ir a la m u erte” (qu si), y C. Z h. que sig n ifica
“to m ar lo falso por verdadero, y lo verdadero p o r fa lso ” . (V er G . Q f., op.c.,
p.611).
4. D ice el L a o zi: «El sabio no actúa, y p o r eso n o fracasa» (cap. X X V II
[L X IV ]).
5. D ice el L ao zi: «El C ielo o b tu v o el U no (de y i) y de ah í su pureza; la T ierra
o btuvo el U no y de ah í su q u ietu d » (cap. II (X X X IX ]).
6. A lgunos com entaristas, co m o L. W d. y W . Shm ., añ ad en el carácter sheng
(“ n a c e r”).
7. A sí in terp reta el C heng shu la ex p resió n m anhu huhu. L o m ism o dice el
L ao zi, refiriéndose al T ao, sólo que con distin to s caracteres: huang-a hu-a
(cap. L X V [X X I]).
8. El C ielo y la T ierra no actúan de form a in tencionada, prem editada, p ero no
hay nad a que no nazca, surja, de ellos. D ice el L a o zi: “El que escu ch a el
T ao no actúa, m as nada hay q u e no deje de h ac e r” (cap. X I [X L V III]).
9. T am bién puede que el carácter p en designe un an tig u o instrum ento m usical
en form a de vasija.
10. El S h iw en , citando a Sm . B ., dice que la G ran M an sió n es el C ielo y la
T ierra. (V er G . Q f., o p.c., p .6 15).
11. Se trata de dos personajes y un lugar im aginarios. S egún el C heng shu y L.
Y. (citad o en el S hiw en), Z h ili sim b o liza al que se o lv id a de su cu erp o , y
H uajie, al que se olvida de su intelig en cia. (V er G . Q f., op.c., p .6 1 6 ). El
n o m b re de la colina sig n ifica “ O scu rid ad silen cio sa” .
12. El original chino escribe liu (“sau ce”). G. Qf. d ice que este carácter se usa
aquí p o r su hom ófono que sig n ifica “tu m o r” . El C hen g shu dice: «E l sauce
es un árbol que crece fácilm en te; el árbol es im agen del ataúd; esto es p re ­
sagio de una m uerte próx im a» . (V er G . Q f., o p .c., p. 616).
13. L as transform aciones (h u a ) se refieren a los nacim ien to s y m uertes d e los
seres. D ice X. Fg. que “con tem p lar las tran sfo rm acio n es” (guan hua) quiere
d ecir m antener hacia los cam b io s de las cosas una actitud de m era o b serv a­
ción, y no perm itir que p ro voquen en nosotros sen tim ien to s o ju icio s.
14. S egún el Shiw en, chu d e sig n a un saco (o b o lsa) d o n d e se g u ard ab a o lle ­
vaba la ropa de vestir. (V er G . Q f., op.c., p. 620).

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Notas

15. S egún el C heng s h u j iu s h a o es el nom bre de una m ú sica de tiem pos del
em p erad o r S hun (V er G. Q f., o p .c., p.622).
16. L a expresión tai lao (“gran sacrificio”) designa el sacrificio de un buey, un
co rd ero y un cerdo. (Cf. G. Q f., o p .c., p.622).
17. T iao es un p ez que los ch in o s llam an tam b ién “ p ez b la n c o ” ( b a iyu ). Ver
nota 42 del libro X V II.
18. S egún el C heng shu, x ia n c h i es el nom bre de una m ú sic a de tiem pos del
em p erad o r Y ao. (V er G. Q f., o p .c., p.622).
19. T odo lo q ue sigue h asta el fin al del libro aparece tam b ién , con algunas
m o d ificacio n es, en el Tian ru i d el L ie zi (ibidem , pp. 4 4-45).
20. C om entario del C heng shu: “ P ara la calavera la v id a es m uerte y la m uer­
te vida; p ara L ie zi, la v id a es v id a, y la m uerte, m u erte. V ida y m uerte re ­
presentan cad a una un aspecto, y no pueden ser algo fijo; p o r eso n unca ha
habido m u erte, ni tam poco v id a ” . (El p u n to de v ista relativ o frente al p u n ­
to de v ista absoluto). (V er G. Q f., op.c., p.624).
21. X. Y. dice que el carácter yang (“alim entar”) significa aq u í “tristeza”. Para
Y. Y. eq u iv ale aq u í a su h o m ó fo n o que sig n ifica “ m a l” , “d esp recio ” . (V er
G. Q f., o p.c., p.624).
22. En op in ió n de M. XI. el c a rá c te r j i no sig n ifica aq u í “ cu án ta s” , com o in ­
terpretan la m ay o r parte de los co m en taristas (“ ¿C u án tas esp ecies e x is­
ten?”, sería entonces la traducción), sino que es el nom bre de una especie de
dim inuto s seres vivos, que se en co n trarían en el orig en de la vida sobre la
T ierra. P rueba su tesis con arg u m en to s lexicográficos y etim o ló g ico s. A ún
hay otros com en taristas que so stien en que j i sig n ifica “ m eca n ism o ”, “ m o ­
to r” , y en to n ce s la traducció n sería; «En los g érm en es (de la vida) hay un
m ecanism o sutil».
23. A sí se interpreta el carácter xu en con so n an cia con el sen tid o que se le da
en el L ie zi. P ara otros, es sim p lem en te el nom bre de esas m ariposas.
24. Seguim os la interpolación que hace M. XI. del carácter ji. O tra posible tra­
ducción sería; “El hom bre reto m a y entra en la m áquina (ji) de la N aturaleza.
T odos los seres salen de la m áq u in a y todos en la m áq u in a entran al fin al” .

N O TAS A L L IB R O X I X

1. El carácter d a significa etim ológicam ente el cam ino que lleva a todas partes.
A quí tiene el sentido de tong da, “com prensión pro fu n d a y sin ob stácu lo ” .
2. Según L. Y m ., “ lo que no es m en e ste r” (p ara la v id a) son las cosas e x te ­
riores a la p ro p ia persona.

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Notas

3 . El texto habitual escribe zhi (“conocim iento”) en lugar de m ing (“destin o ”).
C orregido siguiendo la opin ió n de varios co m en taristas.
4 . El ca rá c te r jin g (“ sem illa”, “e sp e rm a ”) desig n a una de las tres fu erzas v i­
tales cu y a acción es d ete rm in a n te p ara la c o n se rv a c ió n de la v id a. L as
otras dos son la “energía v ita l” (q i) y el “esp íritu ” (sh e n ).
5. O tra posible traducción: «su separación es el p rin cip io de la form ación (de
otro cuerpo)».
6 . En el libro V I se dice: “ E ntra en el agua sin m o jarse y en el fuego sin q u e ­
m arse”. T am bién en el H uang d i del Lie zi se dice: “ Se sum ergen en el agua
sin ahogarse y atraviesan el fu eg o sin q u em arse” (ib id em , p.55).
7. En el texto chino se escrib e wu (“ser” , “co sa”). Si nos atenem os a esta lec­
tura, la traducción de la frase sería: «El ser que llega a lo sin-form a...». En
este pasaje, detrás aparece el carácter zao (“h acer”), que aq u í eq uivale a zhi
(“p e rfe c to ”), según Ch. G y. (o p .c., p .5 15). El P. E lo rd u y lo vierte, de m a­
nera m as que dudosa, p o r “ la creació n de los s e r e s ...” .
8. C om entario de G . X.: «C uando alguien ha llegado al ex trem o de la p erfec­
ción, las cosas ya no tien en p o d er sobre é». Y tam b ién el C heng shu co ­
m enta: «El m illón de seres d el m undo, ¿cóm o p o d rían estorbarle y d o m i­
narle?» (G . Q f., op.c., p.635).
9. S ím bolo de las tran sfo rm acio n es c íclicas de los seres y fen ó m en o s del
universo. P ara M. XI., j i (“m a d e ja ”) es un p réstam o p o r su h om ófono que
sig n ifica “ fundam ento” . L a trad u cció n entonces sería: “ fu n d am en to de las
cíclicas tran sfo rm acio n es” .
10. D ice W . Fzh.: «Lo que hace (zao) a las cosas es el qi (“en erg ía c ó sm i­
c a ”) ... L as cosas son co n d en sacio n es del qi». P ara o tro s co m en taristas, lo
que hace a las cosas es la N aturaleza.
11. E sta m ism a frase aparece casi idéntica en el H uang d i del Lie zi: «El sabio
se esco n d e en el C ielo, y p o r e so n ingún ser le p uede cau sar daño».
12. V er n ota 37 del libro VI
13. E ste fragm ento entre co rch etes, que com p ren d e un total de setenta y dos
caracteres, es considerad o u n a interp o lació n . N o g u ard a relació n con el
co n ten id o del capítulo. L a resp u esta de G uan Y in a la pregunta de L ie zi
term ina en “(al sabio) nada le puede causar d añ o ” . A dem ás, el p asaje p a ra ­
lelo del H uang di del L ie zi (ib id em , p. 58) tam p o co lo recoge.
14. U na larga vara cuyo extrem o se ha untado con alguna clase de pegam ento,
para que a él queden adh erid as las alas de la cigarra.
15. En el o rig in al chino se escrib e zi zh u , m edidas de p eso de la an tig u a C h i­
na. Se trata de m edidas m uy pequeñas: seis zhu h acía n un zi, y cu atro zi
eq u iv alían a un liang (un lia n g , ap ro x im ad am en te trein ta gram os).
16. T radu cim os por “ tro n co ” la e x p resió n ju e zhu ju , en la que zhu sig n ifica
“ tro n co ” , y ju , “ raíz” . D ice G . X .: “ Inm ovilidad e x trem a ” .

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Notas

17. C o m e n ta rio del C hen g s h u : « S h a n g sh e n es e l n o m b re de un a b ism o


(y u a n ). Se lo llam a a sí p o r ten er fo rm a de copa. Se e n c u e n tra en el estado
de Song».
18. Según M. X I., el carácter shu (“ n u m ero so ” ) se em p lea aq u í por su (“rap i­
dez”). A sí ocurre tam bién en el cap. X L IX (V ) del L a o zi. Q uienes co n ser­
van el ca rá c te r an terio r trad u cen : « aprende luego de rep etid o s ejercicios».
19. El texto ch in o dice literalm en te: « altas puertas y c o rtin as colgadas» (gao
m en xian ho). L a interpretació n es la p ro p u esta p o r L. Y m.
20. Según C h. G y., esta ex p resió n sig n ifica que no fu ero n capaces de c o m ­
pletar lo qu e les faltaba. E n el m ism o sen tid o ap u n ta el co m en tario de L.
Ym.
21. L os co m en taristas chinos d icen que el “árbol seco ” (ch a i, “ leña”) sim b o ­
liza la m ente vacía de pen sam ien to s (w u xin ).
22. X uan duan significa, según el C hen g shu, v estid o s y gorros. El carácter
xuan (“o sc u ro ”) parece in d ica r q u e eran de c o lo r negro.
23. “Padre Z h o n g ” (zhong fu ) es la form a respetuosa en que el duque H uan se
dirige a G uan Z hong.
24. L a ex p resió n e tai es in terp re tad a d iv ersam e n te p o r los com entaristas:
“can san cio ” (Sm . B .), “p erd er los e sp íritu s” (L. Y .), “ in tran q u ilid ad ” (H.
W y.). A q u í la traducim os p o r “ asu starse ” sig u ien d o a C h. G y.
25. A sí interpretan Sm . B. y L. X y. el c a rácter chen. P ara Y. Y ., equivale a
shen (“horno”). Se trataría en este caso de los hornos portátiles, frente a zao,
el horno fijo , del que se h ab la a con tin u ació n .
26. Sm. B. lo llam a lou.
27. Según Sm . B., lleva vestidos rojos, y tiene la form a de una herm osa mujer.
28. D ice Sm . B. que hei-a es el no m b re de un esp íritu , y que el g uilong tiene
aspecto de niño, cuya altura apenas alcanza el m edio m etro; viste ropas ne­
gras y un gran gorro de c o lo r rojo; tam bién lleva una e sp ad a y una lanza.
Para M. XI. el hei-a es una esp ecie de lagarto, y el g u ilo n g una especie de
sapo.
29. Según Sm . B., tiene cab eza de leopardo y co la de cab allo .
30. Según Sm . B., tiene aspecto de niño, es rojo y n eg ro , de p atas negras,
grandes o rejas y largos brazos.
31. S egún Sm . B., tiene asp ecto de perro, con cu ern o s y el cu erp o rayado de
cinco colores.
32. S egún el C heng shu es g ran d e co m o un búfalo, y co n un solo pie.
33. Según Sm . B., tiene asp ecto de serp ien te , con d o s cab ezas y la piel con
adornos de cin co colores.
34. E sta ex presión china (w eiyi) sig n ifica “ serp en tean te” .
35. En el H uang di del Lie zi, donde tam bién aparece recogida esta historia, el
nom bre del rey es X uan de Z hou (ib id em , pp. 62-63).

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Notas

36. S egún X . Y ., esto quiere d e c ir q u e su esp íritu e stá co n cen trad o y sereno.
37. En alg u n as versiones no ap arece el c arácter jia n (“v e r”).
38. El yuan es una especie de tortu g a m ay o r que las co rrientes; y el tuo es p a ­
recido al cocodrilo, de entre tres y seis m etros de largo, con cuatro patas, le
gu sta d o rm itar y su piel sirve p ara fab ricar tam b o res. (C f. Ch. G y., o p .c.,
p.534).
39. El texto chino em plea el carác te r m ing (“d e stin o ”). El sentido de e sta fra­
se pued e ser que al final se h a ad ap tad o p o r co m p leto a la N atu raleza, y se
m ueve siem pre conform e a ella.
40. A sí in terp reta X. Y. la e x p resió n zheran. P ara Sm . B. sig n ifica un estad o
de inm ovilidad.
41. El tex to chino dice literalm en te: “arm onizo (m i) C ielo con (su) C ie lo ” .
A quí C ielo (tia n ) represen ta la natu raleza del ho m b re y del árbol re sp e c ti­
vam ente.
42. A lgunos com en taristas (L. H q., T. H q.) afirm an que el c a rácter g a i aq u í
sig n ifica “ ig u alar”, y no “ su p e ra r” .
43. El tex to chino dice literalm en te “el estrad o del e sp íritu ” (ling tai). Se re ­
fiere a la m ente que observa.
44. En los textos habituales ap arece el carácter zh i (“ co n o cim ien to ” ), con lo
que la traducción sería: «Si tu cono cim ien to se o lv id a...» R azones de ritm o
y p aralelism o llevan a p en sar que se trata de una interpolación.
45. E ste pasaje, desde “O lv íd ase de su h íg a d o ...” , ap arece, con lig eras v a ­
rian tes, en el libro VI.
46. “ A yuda a los seres ...v o lu n tad ” es cita textual del L a o zi (cap. X IV [LI] y
cap. L IV [X]).
47. E ste p asaje, desde “ H acéis g a la d e ...”, ap arece en el libro X X.
48. T o d o este relato ap a re c e , re fe rid o de fo rm a m ás ex te n sa , en el lib ro
X V III. A quí hem os trad u cid o w ei y i p o r “ p e ce c illo s” sig u ien d o a S m .B .,
aunque otros lo interpretan co m o “ se rp ien te s” , y en el libro X V III parece
sig n ificar “a su grado y c o m o d id a d ”.
49. T o d o este fragm ento fin al en tre corchetes es p ro b ab lem en te una in te rp o ­
lación. En prim er lugar rom pe la estru ctu ra del libro, que hasta aq u í había
expuesto once relatos alegóricos com o explicación de la idea principal; y en
segundo lugar, casi todo él es una rep etició n de pasajes de otros libros del
Z hu a n g zi o del L ao zi, co m o se indica en las no tas preced en tes.

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Notas

N O TAS A L LIB R O X X

1. El texto habitual añade los caracteres fu z i (“m a estro ” ). S egún algunos c o ­


m entaristas (M . XI., W. S h m .),/H es una partícula final, y zi fue añadido
erróneam ente p o r algún copista. T éngase en cuenta que los textos clásicos
no m arcan la separación de las oraciones con ningún tipo de signos. Es fu n ­
ción de las “palab ras v acía s” (xu ci).
2. S eguim os a algunos com en taristas, com o W . N s., p ara q u ien es el carácter
p eng (“co cin a r”) es un error p o r o tro casi idéntico, x ia n g (“ tratar con reg a­
lo ”, “o b seq u iar”).
3. “U nas veces te m ostrarás, otras te o c u ltarás” . L. X y. co m p ara esta e x p re ­
sión con la que contrapone al tigre con el ratón com o sím bolos del usar
(yong) y el rech azar (she).
4. T raducción de wu wu (“cosa c o sa ”), el prim ero con v alo r verbal, y el se ­
gundo de sustantivo. Su sentido literal sería “ hacer cosas a las co sas”. Ello
ha llevado a algún traductor cristian o a relacionarlo con la frase an terior en
el texto; y así, por ejem plo, el P. E lorduy traduce: « F lo tar y an d ar con el
P rogenitor (sic) de los diez mil seres que hace las co sas...» De nuevo el
problem a de la au sencia de signos gráfico s para sep arar los períodos.
5. Según Ch. G y „ el carácter lian (“ ín te g ro ” , “ p ro b o ” ) se usa aq u í p or li
(“afilad o ”), al igual que en otras obras, com o el L ao zi en su capítulo XXI
(L V III), donde dice: «ser afilad o (lia n ) sin pinchar».
6 . El original chino escribe yi, que para el Cheng shu significa “ poner en duda,
criticar”. N uestra traducción se ap ro x im a a la in terp retació n de Y. Y.
7. S eguim os la versión de Y. Y. P ara éste el carácter li (“ap artarse”) que se
añade en los textos es una interpolación. De m antenerlo, la traducción sería:
«sin apartarm e un sólo instante».
8. La expresión yinyue es un tanto oscura. Para L. X y., significa “ esconderse”;
y p ara el C heng sh u , “d elib era r” (zhen zhuo).
9. A lgunas versiones, com o en el C heng shu, cam bian el carácter xu (“lejano”)
por Jan (“ m añ an a”), y así algunas trad u ccio n es dicen: « (esp eran a) la m a­
ñana para ir...»
10. El sur de Y ue (nan yu e) sig n ifica un lu g ar m uy lejano (V er Y ue en G lo ­
sario). L. X y. señala que en la ép o ca de Z han G uo (“ E stad o s C o m b atien ­
tes”), cuando se escribió el Zh u a n g zi, el su r de Y ue aún no fo rm aba parte
del espacio chino.
11. D os referencias al L ao zi. En éste leem os: «M i deseo es no tener deseos, y
las gentes se tornan sim ples p o r sí m ism as» (cap. X X [LV IIJ). Y en el c a ­
pítulo L X III (X IX ), idéntica ex p resión : «Poco eg o ísta y co n escasos d e se ­
os» (o tam bién “reducir el e g o ísm o y d ism in u ir los d e seo s”).

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Notas

12. El texto chino dice literalm en te: «pisan por la gran región» (ta hu da
fa n g ). L a “gran reg ió n ” (da fa n g ) es el G ran Tao.
13. S egún el C heng shu, fa n g zhou (“barca c u ad rad a” ) significa dos b arcas
unidas entre sí. Se trata p robablem ente de dos barcas unidas de costado, de
donde surge la form a “cu a d ra d a ” .
14. Según el C heng shu, zh ong (“cam p an a” ) es el nom bre de un instrum ento
m usical. “ R ecaudar” (fu lian) tiene aquí, según X. Y ., el sentido de hacer
una colecta, no el de un im p u esto especial.
15. L a expresión y i zhi jia n tam bién podría interpretarse com o “o b ed ecer a la
N aturaleza” (L. X y.), o com o “escu ch ar al pueblo (y no fo rzarlo )” (L. Fb.).
En este últim o sentido apu n ta al h echo de que el p u eb lo ha co n trib u id o de
form a voluntaria con su din ero y su trabajo.
16. C om entario del C heng shu: «El rey Z hao de C hu invitó a C onfucio, y
C onfucio salió de Lu cam ino de C hu. Al p asar p o r la fro n tera entre los e s ­
tados de C hen y de C ai, co m o el padre C on fu cio iba acom pañado de n u ­
m erosos discípulos, las gentes de C hen y de C ai le tom aron por Y ang Hu y,
lev antando hom bres arm ad o s, le rodearon. Los d iscíp u lo s p asaro n gran
ham bre, y en siete días no pudieron com er caliente; se vieron en grandísim o
aprieto y dificultad». (V er G . Q f., op.c., p.679).
17. Según L. X y., “perezo so ” (y id a i) se refiere a la g o lo n d rin a (yan).
18. Se trata de una cita del Lao zi, al que se alude previam ente com o “hom bre
de gran perfección” (dacheng zhi ren). En el cap. L X V I (X X IV ) dice el Lao
zi: «El que se ensalza carece de m éritos». El resto de la cita no aparece en el
L ao zi, aunque sí se en cu en tran en él las sigu ien tes exp resio n es: «R ealiza
con éxito su obra (cheng go n g ) y no se ja c ta de m érito alguno» (cap. X LV I
[II]); “ U na vez que ha realizad o con éx ito su obra, se retira” (cap. LUI
[IX ]); “ R ealiza con éx ito su o b ra y no p ro cla m a su m é rito ” (L X X V III
[X X X IV ]).
19. Según Ch. Bx., el carácter de (“obtener”) se usa aq u í p o r su hom ófono que
significa V irtud. La versión de G . X. d ivide las dos o racio n es de d iferen te
m anera, y en ese caso la trad u cció n sería: «El T ao fluye sin brillar, se esta­
blece en la V irtud y no se asien ta en la fam a».
20. En tiem pos del duque D ing de Lu, C onfucio d esem peñó el cargo de si kou
(m inistro de ju sticia). L os g o b ern an tes del estad o de Qi pensaron sem b rar
cizaña entre C onfucio y el duque D ing, y entonces enviaron com o presente
a este últim o ochenta herm osas jó v en es y ciento veinte excelentes corceles.
A causa de las intrigas de Q i, C onfucio sufrió tal trato de su soberano,
que se vió obligado a salir de Lu.
21. T odos estos episodios de la vida de C onfucio aparecen referidos en el libro
X IV , y explicados en sus no tas 21, 22 y 23.
22. Jia es el nom bre de un an tig u o estad o de C hina. A lg u n o s co m en taristas

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Notas

consideran el carácter J ia co m o un erro r p or Yin. S egún M. X I., Y in es el


estado de S ong, de cuyo tirán ico rey Y an huyeron las g entes.
23. Seguim os la m odificació n del tex to p ro p u esta p o r W . Ns. Su arg u m en ta­
ción se basa en correspon d en cias d e grafías antiguas (zhen [“ v erdadero”] 0
zhi [“recto ”], equivalentes al actual nai [“finalm ente” ]), y al intercam bio de
caracteres hom ófonos (ling [“ lig ero , su av e” ] p o r su h o m ó fo n o [“o rd e n ” ]).
24. Los árboles txan (P hoebe nanm u), las catalpas (zi, C atalpa ovata) y los al­
canforeros (y u zh a n g ) son árb o les altos y rectos.
25. L as cu d ran ias (zhe, C u drania tricu sp id a ta ) son árb o les p equeños y e sp i­
nosos.
26. T raducim os el carácter a ie (“m a n a r”, “filtrarse”) p o r “m u d an za” sig u ien ­
do la opin ió n de M . XI. D ice este c o m en tarista que x ie es un préstam o por
y i (“cam b iar”).
27. L a ex presión s h e j i se refiere a la tierra (she) y al g ran o (/i). N orm alm en­
te desig n a a los dioses de la tierra y a los dioses del g ran o de un d e te rm i­
nado lugar; de donde su sig n ificad o de “país n a ta l”. A q u í sh e se refiere al
lugar donde v iven, y j i a aq u ello de lo que se alim entan.
28. Según Sm . B „ el carácter fa n se refiere a un cercad o de castaños.
29. Siete chi. U n chi equivale ap ro x im ad am en te a un te rc io de m etro.
30. U n cu n , eq u iv alen te a la décim a p arte de un chi.
31. El texto ch in o escribe zhen (“ v e rd a d ”). D ice el C hen g shu que zhen sig ­
nifica a q u í “ v id a ”. G. X. co m en ta: «Q ue los ojos sean cap aces de v er y las
alas de volar, es la v erdad era n atu raleza del pájaro. A h o ra sólo ve el p ro ­
vecho, y p o r eso se o lv id a de ello » . P odría, pues, trad u cirse tam bién por
“ n atu raleza” .
32. P orque creía que estab a ro b an d o castañas.
33. En el texto h abitual se lee “tres m eses”; pero, según el S h iw en , algunas
versiones d icen “tres d ía s” . E sta últim a v ersión, p or el co n tex to p arece la
m ás lógica.
34. En el orig in al se lee “ no salió al p a tio ” (bu ting); pero, según W . N s., el
carácter ting (“ salir al patio ” ) se usa aq u í p o r cheng (“ a le g re”).
35. E stas palab ras no aparecen en el L a o zi, p or lo que cab e d u d ar de que el
m aestro al que aquí alude Z huang Z hou sea Lao D an com o afirm a el Cheng
shu. A unque es cierto que Lao D an es objeto de elo g io p o r parte de Zhuang
Z hou, tam poco faltan las críticas y d iferen cias de opinión.
36. En el H an F ei zi shuo lin, donde aparece este m ism o relato, se dice “el pa­
dre del p o sad ero ” .
37. El texto del Z hu a n g zi dice: «y rech aza el co m p o rtam ien to (xing) del que
se tiene p o r sab io (x ia n )». L o h em o s m odificado, sig u ien d o la o pinión de
Ch. G y „ conform e al m ism o p asaje del Shuo lin, del H a n F ei zi (x in , “p en ­
sam iento”, en lugar de xin g ).

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Notas

N O TAS A L L IB R O X X I

1. T iene aspecto de hom bre, p ero su m ente (x u , “ v a c ío ” , p o r xin , “m en te” ) es


en todo conform e a la N aturaleza. O tra posible traducción se b asaría en una
diferente puntuación de la frase: «D e hom bre es su talle, pero es C ielo. E sta
vacío y ...» E sta últim a es la v ersió n de G. X.; la otra, la de Y. Y.
2. D ice Sm . B.: «tu geng sig n ific a hom bre de b arro (tu ren), que se desh ace
con la lluvia». (V er G. Q f., o p .c., p.704). L. Xy. co m enta que el tu geng da
a en ten d e r que se ha co m p ren d id o lo accid en tal y gro sero (cu), y n o la
esencia, lo fino (jin g ).
3. V er nota 11 del libro X VII. A q u í se refiere p articularm ente al estado de Lu,
según el C heng shu.
4. Según X. Y., hifa n g tiene aquí el sentido de “orientarse por el sol”. M. Qch. co­
menta: «bi significa obedecer, acomodarse; y fa n g significa el Tao. La expresión
quiere decir que todos los cam bios de las cosas obedecen a la órbita del sol».
5. En el libro X II se escribe: «T odo cuan to tiene c ab eza y pies». A lg u n o s co ­
m en taristas dicen que aq u í m u (“o jo s”) es un erro r p o r su casi h o m ó g rafo
sh o u (“cab e z a ”). Se refiere al hom bre.
6 . D ice el L ao z i: «L os diez m il seres con tien en en su sen o el Y in y el Y ang;
las (dos) energías vitales (q i) se funden y tó rn an se en arm onía» (cap. V
[X L II]).
7. O tra p osible traducció n sería: «El u n iverso m undo es la unidad del m illón
de seres». Es la m ism a idea que el “co n sid erar (ver) las cosas desde su u n i­
d ad ” del libro V.
8. El “esclav o ” (//) designa aquí, según H. Jh., las g anancias y pérdidas, el in­
fo rtu n io y la felicidad, que aco m p añ an a la persona.
9. S egún G . St., el carácter y u e sig n ifica el b rotar n atural del agua, el flu ir de
los arroyos que se unen.
10. X iji es nom bre de los m o sq u ito s que se crían en las vasijas de vino.
11. D ice el com entario del C heng sh u : «Z huang zi fue un hom bre de la ép o ca
de los Seis E stados (Z han G uo, “ E stados co m b atien tes”, -403 a -221), c o e ­
tán eo del duque Hui de W ei y del rey W ei de Q i. El duque Ai de Lu vivió
ciento veinte años antes, p o r lo que su entrev ista con este duque es una fic­
ción sim bólica». (V er G. Q f., o p.c., p .7 17).
12. Ru shi significa literalm ente “ letrado de la escuela ru". ru es el nom bre ge­
nérico de los letrados co n o ced o res de los libros c lásico s de la an tig u a C h i­
na y en ten d id o s en las artes trad icio n ales. V er n o ta 29 de libro II.
13. S egún el C heng shu, este h om bre (z h a n g fu ) sería C on fu cio . P ero no hay
que o lv id ar que C onfu cio v iv ió m ucho antes que Z h u an g zi, por lo que lo
m ás probable es que no se refiera a nadie en p articu lar, com o apunta Y. Lf.

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Notas

14. El texto chino escribe You y u sh i (lit. “ nom bre de fam ilia ” [í/k ], el que tie­
ne |y o u ] Y u ), n o m b re co m p le to de Y u. D ice el C h e n g shu: « Y ouyu es
Shun. Shun, cuyo patroním ico era G ui, y sobrenom bre Z honghua. Su suegra
le hizo la v ida im posible y se vio en m il peligros y dificu ltad es. M as la vida
y la m u erte no tenían cab id a en su co razó n , y su p erfe c ta p ied ad filial le
hizo céle b re y conm ovió al C ielo y a la T ierra. E n to n ces Y ao le d io p or e s­
posas a sus dos hijas y le co n fió m iles de carros. P or e so se dice que m ovió
a los h om bres».
15. U na carta geo g ráfica, con los m o n tes y los ríos de su estad o . A sí com enta
el C heng shu. (V e rG . Q f., o p .c., p.7 1 9 ).
16. El tex to h ab itu al escrib e z h a n g fu (“ h o m b re m a d u ro ”), p e ro y a el Shiw en
dice que en algunas versiones aparece zhang ren. (V er G . Q f., op.c., p.720).
Z hang ren es un tratam ien to de resp eto p ara con los an cian o s, que después,
en el m ism o frag m en to , ap arec e h asta tres veces. E ste a n cia n o p o d ría ser
Jian g Z iy a, p erso n aje cu y a h isto ria co in cid e a g ran d es rasg o s con el relato
del Z h u a n g zi.
17. L a traducción de esta frase se b asa en la in terp re tació n d e Y. Y. O tros co ­
m entaristas, com o L. X y., la entien d en com o que “ la peq u eñ a nobleza ya no
form ab a b a n d o s” .
S obre la “ p eq u eñ a n o b lez a” , V er n o ta 23 del lib ro V III.
18. A ntiguas m ed id as de ca p acid ad p a ra áridos. Un hu c o n te n ía unos c in ­
cu en ta litros, y un yu alred e d o r d e tresc ie n to s cu a re n ta litro s.
19. El soberano o el m aestro se sien tan “cara al su r” (n a n m ía n ), p o r lo que el
vasallo o el d iscíp u lo se sitúan “ c a ra al n o rte” (h e i m ia n ). E so h izo el rey
W en p ara m o stra r su respeto h a c ia el an cian o de Z ang.
20. Es d ecir, tira r de intento (y o u x in ) fren te a tira r o lv id á n d o se d e to d a in ­
tención o id ea (w u xin ). C o m en ta L. Y m .: « Q u iere d e c ir que es cap az de
u sar de su h ab ilid ad , p ero no de u sa r su esp íritu » . (V e r C h. G y., o p .c.,
p.603).
21. “ D os te rc io s” es la in terp re tac ió n que h ace L. X y. de la ex p re sió n e r fe n .
En cam b io L. Z hy. dice q u e sig n ifica “d o s d écim as p a rte s” y lo refiere al
p recip icio bajo los pies. D ifícil de en ten d e r.
22. Dice el L a o zi: «(El sabio), cuan to m ás hace por los otros, m ás tiene» (cap.
X X X I [L X X X I]).
23. S egún el C h en g sh u , se trata d el m arq u és X i de Fan (o p .c., p.7 2 8 ). El rey
de C hu es el rey W en del estad o d e C hu.
24. “ R ep etid am en te” es trad u c ció n d e sa n (“ tre s ”), en el se n tid o de “tres v e ­
c e s” . Y. Y. d ice que “tre s” fu ero n los a c o m p a ñ an tes d el rey q u e p ro n o sti­
caron la ruina de Fan; y G . X., que “ tre s” se refiere a los sig n o s o presagios
de la ruina an u n ciad a. (V er G . Q f., o p .c., p p .728-7 2 9 ).

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Notas

N O T A S A L L IB R O X X I I

1. El c a rá c te r zh i d esig n a la fa c u ltad c o g n o sc itiv a d isc u rsiv a y d iscrim in an te


(ser-n o ser). Según X. Y ., sig n ifica “ co n o c im ie n to ” . A q u í ap arece co m o el
nom bre de un personaje p u ram en te im aginario. 2.- T o d o s los no m b res p ro ­
p ios de este libro se refieren a p erso n ajes o lugares im aginarios, de c a rácter
a leg ó rico o sim ples p erso n ificacio n es.
2. El ca rá c te r xuan (“ n eg ro ” , “m iste rio so ”) ap arece re sa lta d o en el cap ítu lo
X LV (I) del Lao zi: xuan zhi y o u xuan (“m isterio de los m isterio s”). C h. Bx.
co m en ta que este v iaje h asta el R ío M isterio so sim b o liz a el an h elo q u e a l­
bergan los h om bres de gran co n o c im ie n to p o r re to rn a r a los o ríg en es.
3. L a ex p re sió n y in fe n es de d ifíc il in terp retació n . El C hen g shu dice: « yin
significa profundo y lejano y difícil de conocer; fe n sig n ifica claram ente v i­
sible» (G . Q f., o p.c., p .7 3 0 ). A q u í trad u cim o s p o r “ c o n fu so ” p ara refle ja r
esa im p recisió n entre el o cu ltarse (yin ) y el m an ife sta rse (fen) del “ p ro fu n ­
do m isterio d el T a o ” .
4. W u w ei w ei (lit. “no a ctu a r h a b la r” ) sig n ifica, seg ú n L. X y., la N a tu raleza
en su esp o n tan eid ad (zira n ). P a ra X . Y ., la e x p re sió n w u w ei w ei se refiere
al n o -actu ar y al n o -h ab la r q u e son fu n d am en to d el T ao .
5. L iteralm en te, “R ío B lanco ” . “ B lan co ” y “su r” tien en que v er con lo claro y
m a n ifiesto , frente a “N e g ro ” (x u a n , “ m iste rio so ” ) y “ n o rte ” , que a p a re c ie ­
ron antes en el texto.
6 . M onte im aginario. Los dos caracteres de su nom bre (hu que) significan “zo ­
rra” (h u ) y “ v a c ío ” (que). L a z o rra, en la trad ició n c h in a , es sím b o lo d e la
d u d a y la vacilación. El sen tid o d el n om bre es “ la d u d a que co n d u ce al v a­
c ío y q u ietu d d e la m en te” .
7. K u a n g qu. K uang sig n ific a “ lo c o ” , “ fu rio so ” , qu (“ c u rv a d o ”), seg ú n L.
X y., alude a las ram as de un árbol seco , y el no m b re co m p leto a un p e rfe c ­
to ig n o ran te (w u zhi).
8 . C ita literal del L a o zi, cap. X IX (L V I).
9. “L a enseñanza sin palabras” (hu ya n zhi jia o ) es una cita del L a o zi (cap. VI
[X L III]).
10. C ita del L ao zi (cap. I [X X X V III]). L a segunda parte de la cita no coincide
exactam ente con el Lao zi, donde se lee: «...Los ritos representan un debilita­
m iento de la lealtad y la confianza, y son el principio del desorden. Los cono­
cim ientos anteriores son un m ero adorno del Tao, y el principio de la necedad».
11. C ita del L ao zi (cap. XI [X LV III]). En éste, en lu g ar de “ p racticar” (w ei) el
T ao , se dice “e scu ch ar” (w en ) el T ao.
12. D ice el L a o zi: « In num erab le es la v aried ad de los seres, m as todos re to r­
nan a su raíz (origen)» (cap. L X [X V I]).

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Notas

13. D ice el L ao zi: «L a firm eza y la d u reza son d iscíp u las de la m uerte; la
blan du ra y la d eb ilidad discíp u las son de la vida» (cap. X L I [LX X V I]).
14. E sta idea ap arece repetida a lo largo de toda la obra. C f. libros I, II, V y
XXI.
15. La copia de Liu D eyi dice: «El en tero C ielo y T ierra, una sola energía v i­
tal (q¡)» (citad o por el Z huang zi que wu, de C hen B ixu, según G. Q f., op
c„ p.734).
16. El texto chino habitual co m ien za la frase con el carácter jin (“h o y”, “aho­
ra ”). Sólo la copia de Liu D eyi citad a en el Z h u a n g zi que wu, escribe he
(“unirse a ”) en lugar de jin . S egún Ch. B x„ esta v ersión tiene m ás sentido
dentro del contexto. “E sto s” y “ a q u e llo s” son traducción del m ism o carác­
ter, hi, cu y a d o b le sig n ifica c ió n v ien e señ a la d a p o r X. Y. En cu an to a
“c ien ” , dice el C heng shu que indica un núm ero eievadísim o.
17. T raducim os por “florecer” el carácter hian siguiendo a Ch. Bx. En cam bio
el C heng shu dice que sig n ifica “ v o lar velo zm en te” (pian).
18. L. Xy. d ice que tian he (“arm onía del C ielo ”) se refiere aq u í a la “energía
p rim o rd ial” (yuan qi).
19. En el libro II se habla de “volver la m ente en frías cenizas”, refiriéndose al
estado de arrobam iento o sam adhi.
20. “P u rificar” es traducción de zao x u e (lit. “ lavar n iev e”), tal y com o in ter­
pretan esta expresión L. X y y M. XI. “ E sp íritu ” es trad u cció n de jin g sh en .
Según el pensam iento taoísta, el espíritu (sh en) es una de las tres fuerzas v i­
tales fu n dam entales, y está form ad o p o r la unión de las otras dos: el jin g
(“esen cia”, “sem illa”, “esp erm a”), esen cia o sustancia sutil, y el q i (“aire” ,
“h álito ”), en erg ía vital prim ig en ia en tro n cad a con la en erg ía cósm ica.
21. V er n ota 18 del lib ro II. En las av es los dos ú ltim o s o rificio s son uno
solo.
22. Según L. X y., aquí se alude al T ao com o G ran V acío (tai xu ), que todo lo
abarca, y del que no puede d ecirse que entre o salga. (V er C h. G y., op.c.,
p.623).
23. N uestra trad u cció n sigu e la in te rp re tac ió n que de e ste p asaje hace el
C heng shu, en la que tam bién se c ita com o p rueba al L a o zi cuando dice:
«El C ielo es puro por haber o b ten id o el U no, los d iez m il seres nacen por
haber ob ten id o el U no». En el cap ítu lo II (X X X IX ) del Lao zi aparecen,
efectivam ente las dos prim eras pro p o sicio n es de la cita, p ero no la tercera.
En cam bio, G . X. sostiene una interpretación totalm ente opuesta, pues para
él el T ao nada tiene que ver con los fenóm enos referidos; la exclam ación fi­
nal tendría el sentido de una neg ació n . (V er G. Q f., o p .c., p.743).
24. Dice el L ao zi: «El saber no es eru d ició n » (cap. X X X I [L X X X I]). T a m ­
bién el texto habitual del L ao zi, aun q u e no el m ás an tig u o de M aw angdui.
dice en su cap. L X X X I: «El que sabe d isp u tar no es b ueno (shan)».

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Notas

25. Los dos caracteres ruó shan (“com o m ontaña”) no aparecen en el texto h a­
bitual. A ñadidas por M. XI. p a ra co m p letar el p aralelism o con la frase a n ­
terior.
26. G uo luo. guo, los frutos de los árb o les y p lantas; lu o , las cucu rb itáceas.
27. El texto chino escribe h a i ju (“blan co c o rcel”), de lo que el C heng shu
hace el siguiente com entario: “ El blan co co rcel se refiere a un veloz c a b a ­
llo, pero tam bién al so l”. (V er G: Q f., op.c., p.747).
28. Según Ch. B x., se refiere aq u í al nacim ien to y a la m uerte.
29. S egún una cita del S h iw e n , los inspectores del m ercad o , para sab er si un
cerdo está bien cebado, pisan el m uslo y la pata, pues son las partes m ás d i­
fíciles de cebar. (V e rG . Q f., o p .c., p.751).
30. zhou bian xian son tres térm in o s m ás o m en o s sin ó nim o s (“g e n e ra l” ,
“ u n iv ersal”, “ to tal”) que d esig n an una m ism a realidad: el Tao.
31. Es la identidad del T ao y de los seres, de lo A b so lu to y lo R elativo. En el
m ism o sentido se debe en ten d e r lo que sigue.
32. Según el Cheng sh u , este Shennong no es el antiguo em perador del m ism o
nom bre. (V er G . Q f., op.c, p.7 5 4 ).
33. Y. Y. considera una interpolación la expresión yin j i (“apoyarse en una me-
sita”) que en los textos corrientes precede a “ apoy án d o se en su b astó n ” .
34. El texto chino dice sim p lem en te tian (“C ielo ” ). S egún el C heng sh u , se
trata de un tratam iento de resp eto hacia L aolong Ji, al que se co n sid era en
posesió n de la virtud del C ielo (N aturaleza). (V er G . Q f. op.c., p.755).
35. A sí interpreta G. X. la ex p resió n kuang ya n (“palab ras de loco ”). (V er G.
Q f., op.c., p.755).
36. “B u scar apoyo” es trad u cció n de x i (lit. “ atarse a” ).
37. El carácter zhong equiv ale aq u í a y a n g (“ lev an tar la cabeza hacia el c ie ­
lo”), según la opinión de C. Z h. citada en el Shiw en. O tros conservan el sig­
nificado original de zhong y lo traducen por “acertar” o tam bién “ap ro b ar”.
38. C o m en tario del C heng shu: « L u m in o sid ad (g u a n g y a o ) es el e n te n d i­
m iento que es capaz de ver. N o-ser (w u yo u ) es el o b jeto (Jing) c o n tem p la­
do. El en tendim iento puede ilu m in ar, y p o r eso se lo llam a aq u í “ L u m in o ­
sid ad ” ; y el objeto es vacío, p or lo que aquí se lo llam a “ N o-ser” ». (V er G.
Q f., o p .c., p.759). A sí pues el N o -ser se referiría a la naturaleza ra d ic a l­
m ente vacía de todos los fen ó m en o s; aunque tam b ién cab e in terp retarlo
com o el N o-ser absoluto, rad ical, que se sitúa m ás allá de toda ex p erien cia
y pensam iento. En este caso se aproxim aría al Tao.
39. L os cinco caracteres que form an esta frase faltan en el orig in al chino. Y.
Y. los añade basándose en el tex to paralelo del D a o yin g del H uai nan zi.
40. D ice el L ao zi: «Lo m iras, y no lo ves; su nom bre es lo invisible. Lo e s ­
cuchas, y no lo oyes; su nom bre es lo inaudible. L o palpas, y no lo tocas; su
nom bre es lo im palpable» (cap. L V III [X IV ]).

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Notas

41. En la China antigua da ma (o da si m a , lit. “gran administrador de los caballos”)


era el nombre del cargo político equivalente a nuestro ministro de la guerra.
42. En el texto ch in o se escrib e sh o u (“c o n serv a r”, “g u a rd a r” ), p ero W. Ns.
dice que a q u í se u sa p o r dao (“m éto d o ”), pues an tig u am en te eran hom ó fo ­
nos. E sto co n cu erd a con la p reg u n ta del C on d estab le, d o n d e ap arece dao.
43. En este pasaje se contrapo n e el sh en (“e sp íritu ”) con el bu shen (“ no e s­
p íritu ”). En el p rim e r caso, la m ente está vacía de las c o sa s, y p o r eso
com prende nada m ás o ir (L. Y m .); en el segundo, se en cu en tra ocupada por
los fenóm enos, en ellos se em p an tan a, y p o r eso se e sfu erza reiterad am en ­
te por co m p ren d er (W . X q.).
44. El texto chino dice: «L as cosas no pu d iero n salir de lo an terio r a las c o ­
sas». G. Yq. argum enta que el prim er wu (“co sas”) se refiere a los “diez mil
seres” , y que el segundo se refiere a la “co sa” que ex istía an tes del C ielo y
de la T ierra. El sentido, pues, de la frase es que los in n u m erab les seres no
pudieron existir antes de aquello de lo que surgieron. En últim o térm ino, se
trata del T ao. A sí, leem os en el L ao zi: «H ay una co sa co n fu sam en te fo r­
m ada, an terio r al C ielo y a la T ierra» (cap. L X IX [X X V ]).
45. Es decir, cad a vez en lugares m ás reducidos.
46. En los textos habituales aparece al prin cip io el carácter zh i (“co n o cer”), y
p or eso traducen: «C onoce que puede lo que puede». En nu estra traducción
se ha suprim ido, siguiendo el texto descubierto en D un huang. M. Q ch. tam ­
bién lo considera una interpolación.

N O TAS A L L IB R O X X I I I

1. Q uiere dar a en ten d e r que los b en eficio s que pro cu ra el sab io no son p e ­
queños, ni su m érito inm ediato. E sa es la in terp retación de L. Zhy.
2. El texto chino habla de una casa de un zhang (algo m ás de tres m etros) cua­
drado (huart du zh i shi).
3. El texto chino escribe zu dou. C o m en ta el C hengshu: «Zu es una m esita so­
bre la que se co rta la carne, y d o u un recip ien te d onde se co lo c a la carne:
los dos son o bjetos rituales» . A q u í están usado en función de verbo.
4. xun chang. Un xu n equivale a o cho c h i (unos dos m etros y m edio), y un
chang a dos xun.
5. El texto chino escribe n i qiu . N i sig n ifica “salam an d ra” y qiu “ anguila” . El
Shiw en dice que se refiere a p eces p equeños.
6 . El bu, que traducim os por “p aso ”, eq uivale a seis chi (unos dos m etro), y el
ren , traducido por “v ara”, a siete ch i (alg o m enos de dos m etros y m edio).

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Notas

7. El texto ch in o dice: «para que crezcan p en g hao». p en g hao es el nom bre


vulgar de una planta llam ada tong hao (C hrysantem um coronarium ). La e x ­
presión sig n ifica sim plem ente “terren o in cu lto ” .
8 . El carácter p i del texto ch in o es in terp re tad o de d iv ersas m aneras: “a b rir”
(G. X. y Shiw en), “co m p arar” o “a sem ejarse” (Zh. K ch., Sh u o w en), “ em -
p aren tarse” (M . XI.).
9. T raducim os wu (“co sa”, “ ser”) p o r “alg o ” . Según X . Y. ese wu son los d e­
seos; de m anera que la frase q u e rría d ecir que son los deseo s los que crean
una sep aració n entre los seres q u e im pide una a u tén tica com unicación.
10. “P equeña avispa” es la interpretación que hace Sm. B. de la expresión hen
fe n g (lit. “ ab eja que co rre” ). El C hen g shu dice que se refiere a una av isp a
de talle fino, huo du, según Sm . B „ es una oruga g rande (d a q in g ch o n g ) de
la planta de soja.
11. G. St. interpreta la expresió n zhu yu co m o “co rto de co n ocim ien to s y h a ­
bilidades” (zhu aparece usado en el Z u o zh uan, en la expresión zhu ru , en el
sentido de “co rto y p equeñ o ” ). El C hengshu dice que zhu yu sig n ifica “e s­
pecialm ente to n to ” (zhuan yu ). (V er G . Q f., op.c., p.782).
12. G uigui (aquí traducido por “co nfuso y desconcertado”), significa, según el
C heng sh u , “ m en u d o ”; lo que llev aría a trad u c irlo p o r “ m in u cio so ” . El
Shiw en habla de am bas interp re tacio n es. (V er G. Q f., o p .c., p.782).
13. D ice el cap. X X X V I (L X X I) del L ao zi: «C onocer es no conocer, he ahí la
perfección. N o co nocer es co n o cer, he ah í la en ferm ed ad . Por eso el sabio
no está enferm o, porque lo está. E stá enferm o, y p or eso no está enferm o».
14. D ice el L ao zi: «¿Puedes, p o rtan d o sobre tí el alm a co rp ó rea (yin g p o ),
abrazar el U no, y no ab and o n arlo ?» (cap. LIV [X]).
15. E sta in terrogación tam bién ap arece en el X in shu del G uan zi.
16. D ice el L ao zi: «¿Puedes en c o n tra r la en erg ía v ital hasta alca n zar la fle ­
xib ilid ad , y volverte en un niñ o de p echo (yin g e r)? » (cap. LIV [X]).
17. E n tiéndese la arm onía de su qi (“e n erg ía v ita l”). D ice el L ao zi: «L lora
todo el día sin enronquecer: tan p erfecta es su arm onía» (cap. X V III [LV ]).
18. S eguim os la interpretació n que hace Y. Y. del c a rá c te r jia o : “ b u sca r”
{yao). Para el C heng shu, en cam b io , sig n ifica “ p a rtic ip a r” . En el libro si­
gu iente, volverem os a en co n trar la m ism a frase con el ca rácter yao.
19. El texto chino dice literalm ente: «El espacio en co m pleta calm a...» Los co ­
m entaristas señalan que yu (“ e sp a c io ”) significa aq u í la m ente del hom bre
(xin). L a frase quiere d ecir que c uan d o la m ente e stá en una calm a to tal,
brota en ella la luz de la sab id u ría (h u i guang).
20. “L as co sas cual cosa le v e n ” ( w u jia n q i w u) no ap arece en el tex to h a b i­
tual. Se ha añadido confo rm e a dos v ersiones citad as p o r Ch. Bx. en su
Z huang zi que wu.
21. V er n ota 40 del libro II. A q u í se refiere a la ley del C ielo.

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Notas

22. “R esp etar el propio interio r” (jin g zh ong) q uiere d ecir c u ltiv ar resp etu o ­
sam ente la sabiduría interior (n ei zhi). A sí se podrá co m p ren d er a fondo a
los otros (bi), es d ecir a las cosas exteriores.
23. L a “terraza del esp íritu ” (lin g tai) es la propia m ente (xin). E n el libro V
aparece la expresión “m ansión del esp íritu ” (ling fu ) con el m ism o sig n ifi­
cado.
24. El texto chino escribe yo u an (“ [lugar] apartado y o sc u ro ”).
25. Según Ch. G y., se trataría de los llam ados “rem o rd im ien to s de co n cie n ­
c ia ”.
26. T raducim os p o r “esforzarse en su p erfección in terio r” la expresión quan
nei , de co n tro v ertid a in terp retació n . Para X. Y ., quan significa “ u n ir”;
para el C heng shu y G. X ., “c o n d ició n ” (fen). En este últim o caso la tra ­
ducción sería: “ L os que se m antienen dentro de su c o n d ició n ”. P ara otros,
quan significa “fatig arse”.
27. Siguiendo la interpretación del texto que hace Y. Y., la traducción sería:
« ...p o n e todo su ánim o en el m áxim o de riquezas». E ntiende que qi no sig­
n ifica aquí “d esear”, sino “ ex trem o ” .
28. C om entario de X. Y.: «P oseen la p lenitud y resplandecen».
29. Nos basam os en la interpretación que hacen de esta frase el C heng shu, X.
Y. y otros. O tros traducen: «Las cosas entran en aquellos que se dan por en­
tero a las cosas».
30. Según una cita de M. Q ch., el carácter qie aparece aq u í en lugar de su casi
hom ógrafo zu (“esto rb o ”, “ o b stácu lo ”). E se obstáculo es el que no perm ite
encajar con las cosas.
31. Para “espada m oye", V er nota 37 del libro VI. C om enta L. Y m. que el áni­
m o, usado com o arm a, hiere la m ente de los hom bres; m ien tras que la e s ­
pada m oye sólo hiere el cuerpo.
32. El Y in y el Y ang están presentes en todos y cada uno de los hom bres; pero
lo que daña al hom bre no son el Yin y el Y ang, sino la com binación de am ­
bos en el individuo determ in ad a p o r sus deseos, com o viene a decirse más
adelante. Es dudosa la identificació n aq u í del Yin y el Y ang con la sex u a­
lidad, com o hace el P. Elorduy.
33. “C om pletarse” y “ form arse” son traducción de un m ism o carácter, cheng,
que aparece dos veces. La prim era, falta en el texto habitual, pero sí está en
alguna versión, y adem ás en un pasaje sim ilar del libro II. En este m ism o li­
bro tam bién aparece la expresión w ei y i (“hacerse uno”) detrás de dao tong
(“el T ao lo p en etra [todo]”).
34. A lgunos c o m en taristas (W . X q .) en tien d en que e sto se d ice del Tao.
O tro s , q u e d e l n a c im ie n to y m u e r te . A sí, el c o m e n ta r io de L. Xy-
d ice:«“ ‘S alir” (chu) es nacer, es el co m ien zo de todos los seres; com o no
tiene origen y no se puede saber, p or eso dice “no tiene o rig en ” (w u ben).

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Notas

“E ntrar” (ru ) es m orir, es el final de todos los seres; aunque se sabe que aca­
ban, no se ve el lugar en el que entran, y p or eso se dice “ no hay o rific io ”
(h’h qiao)».
35. Es decir, puerta de la N aturaleza. Dice el Lao zi: «M isterio de los m isterios,
es la puerta (la clave) de las transform acione de los seres» (cap. X LV [I]).
36. El carácter sang , que hem os traducido p or “v agabundear” , significa “per­
d er”, por lo que otros traducen: “ten er la vida p o r un pérdida (estado o rig i­
n al)”. Y después, el “retorno al hogar” se en tendería com o un reto m o a ese
p erdido pasado.
37. En el libro VI aparece casi idéntica frase. A llí, en lugar de wu yo u (“ no-
se r”) se escribe wu (“nad a”), y en lu g ar de ti (“c u e rp o ”, “ tro n co ” ) se escri­
be ji (“esp in azo ”).
38. N o-ser, vida y m uerte.
39. Según X. Y., ese com ún linaje es el Tao, origen de todo.
40. Z hao, Jing y Jia fueron tres fam ilias perten ecien tes al m ism o clan, el del
rey de Chu. El carácter jia es un préstam o por qu, p or el que se conoce a esa
tercera fam ilia. En este p asaje del Z huang zi son una sim ple analo g ía del
origen com ún del no-ser, de la v id a y de la m uerte.
41. El carácter an (“m ancha de hollín”) significa derivadam ente “o scuro” . Se­
gún L. X y., aq u í es sím bolo de la co n centración de la en erg ía vital (q i).
42. El texto chino escribe p i hai. Según el C heng shu, p i significa las cien
m em branas del estóm ago del búfalo o buey que se sacrifica, y hai sus p e­
zuñas. (V er G. Q f., op.c., p.805).
43. El com entario del C heng shu alude al hecho de que durante la cerem o n ia
sacrificial no se puede cortar y sep arar las cien m em branas (6a/ ye) del e s­
tóm ago del búfalo, y que só lo al final está p erm itid o . (V er G. Q f., op.c.,
p.805). Para L. Y m ., la explicación es m ás sim ple: cuando las visceras y las
extrem idades de la víctim a se d ividen y colocan en los vasos de sacrificio ,
eso es “poderse separar” ; y en tanto en cuanto siem pre está ah í el cuerpo de
la víctim a, “no se puede separar”. (V er Ch. G y„ op.c., p.671). El P. E lorduy
dice en su traducción, com o com entario entre paréntesis: “com o víctim a tie­
ne que estar entera, com o parte, están d iv id id as” .
44. C om entario de G. X: «L as alcobas y salas (m ia o ) están para d escan sar y
com er en ellas; la letrina, para hacer sus n e c e sid a d e s... Y así la v erdad, el
error, ora están aquí, ora allí, no se pueden e stab lecer fijam ente». (V er G.
Q f., op.c., p.806). El com en tario de L. Xy. dice: «En una casa hay alcobas,
hay salones, hay letrinas; son lugares diferentes unos de otros, cada uno con
su nom bre, pero todos son una m ism a casa. Y lo que llam am os casa, ta m ­
bién tiene diferentes nom bres: alcoba, salón, letrina. A sí igual es la n atu ra­
leza m utable de la verdad, que no se puede fijar» . (V er Ch. G y ., op.c.,
p.671).

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Notas

45. V er libro I, p 36.


46. Pero no se disculpa ni se siente culp ab le, com entan G . X. y el C heng shu.
47. Según C h. G y., aquí y i (“ju s tic ia ” ) equ iv ale a su h o m ó fo n o que sig n ifica
“co n v en ie n cia” , e indica que el o rd en de los m illones de seres seres es el
conveniente (V er Ch. G y., op.c., p.673).
48. V er n ota 56 del libro II, y n o ta 4 del libro X IV.
49. D ong e r f e i w o (versión co rregido p o r M. XI.) L a traducción de estos cu a­
tro caracteres depende del segundo, er, que en los textos h abituales aparece
com o wu. C om o er es una sim ple p artícu la , y wu una neg ació n , el sentido
cam bia por com pleto. A sí, aten ién d o n o s al texto h ab itu al, se debería tra ­
ducir: “a ctu a r sin que falte m i y o ...”
50. chong significa “insectos” , pero aq u í se refiere a todo género de anim ales,
com o señala L. Xy.
51. Es decir, g u ard ar y segu ir se p ro p ia naturaleza, com o ex p lica L. Xy.
52. D ice el C heng shu que Yi Y in era un ex celen te co cin ero , y que el e m p e ­
rador T ang, conocedor de su sabiduría, no quiso ir co n tra su naturaleza y le
em pleó com o cocinero. (V er G. Q f., op.c., p .8 15). Q u iere esto d ecir que si
le hubiera ofrecid o un puesto de co n sejero , h ab ría rehusado.
53. El duqeu M u de Q in oblig ó al sabio B oli X i (V er G lo sario ), con un reg a ­
lo de cin co p ieles de cordero , a a cep tar el carg o de p rim e r m inistro.
54. T raducció n de f u x i bu k u i (lit. “ no ten er vergüenza de rep etir sus e je rc i­
c io s”). El S hiw en dice que x i sig n ifica “rep e tir” , y G . St., que sig n ifica
“atem o rizar de p alab ra” . El m ism o G . St. co m en ta q u e ku i no sig n ifica
aquí “sentir vergüenza”, sino “reg alar de palabra” (se trata de dos caracteres
casi hom ógrafos). W. X q. está de acu erd o con este últim o.

N O TAS A L L IB R O X X IV

1. C om entario de Y. Y.: «El g ato caza rato n es, y cu an d o está harto, se para
¡por eso se dice “virtud de los g ato s” ». El texto chino em p lea el carácter de
(“ virtu d ”), que aq u í sig n ifica “n a tu rale za ” o “c ap acid ad ” .
2. Parecen haberse olvidado de sí m ism os. D ice el Shiw en: «U nidad es la p ro ­
pia persona; quiere d ecir que el e sp íritu está inm óvil, c o m o si no tuviera
cuerpo». (V er G . Q f., op.c., p.820). X . Y. com enta: « “U n o ” es uno m ism o.
“ Parece h aber perd ido su u n id ad ” sig n ifica que su co n cen tració n es p e r­
fecta, y que ignora hasta su p ro p ia existencia».
3. V er nota 17 del libro X III.
4. Tai G ong (“G ran D uque”) es L ü Shang, de la dinastía Z hou. Se le atribuyen

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Notas

las dos obras del arte de la g u e rra que aparecen citad a p or sus títu lo s en el
texto chino: J in ban (“ P lan ch as de o ro ”) y L iu tao (“ L as seis fu n d as [de
arco o e sp ad a]”).
5. D ice L. X y. que xu kong (“d esierto y v acío ”) sig n ifica “valle d e sie rto ” .
6 . T rad u cim o s por “m alez a” lid ia o , n om bre de una p lan ta q u en o p o d iácea
(C henopodium album ). D e e lla dice G. Q f. que es un p lan ta salv aje, m ás
alta qu e el hom bre, y que es p reciso co rtar p ara ab rirse cam ino.
7. Los caracteres li jia o son el n om bre de unas célebres torres (lou) del estado
de W ei, según Sm . B. y una cita de M. Q ch. “Infantes en form ación” es tra ­
du cción de he lie (“form ación de g ru lla ”), alu d ien d o a la V que form an las
b andadas de grulla cuand o vuelan.
8. “G ran K ui” (da kui) es un nom bre alegórico , com o todos los que aparecen en
este fragm ento, excepto el E m perador Amarillo. Sobre el significado de estos
nom bres, los com entaristas no se ponen de acuerdo, o m ás sensatam ente no se
atreven a opinar. Para algunos, “ G ran K ui” representa el G ran Tao.
9. L o que hace daño a los cab allo s es el exceso, seg ú n G . X. P ara el C heng
shu, se refiere a los asun to s que no son de la p ro p ia incum bencia o so b re ­
salen de la propia naturaleza.
10. C om entario de L. Xy.: «El letrad o (shi) que g u sta de inspeccionar, d isp u ­
ta con las g entes hasta los g ram os y los m iligram os».
11. Z h a o shi tam bién podría trad u cirse p or “ g anarse a la gente del m u n d o ” .
12. Z h o n g m iti podría tradu cirse p o r “ satisfacer al p u eb lo ” .
13. El texto habitual escrib e bu wu y u y i (lit. “ no co sas en cam b io ”). M. XI.
co n sid era que el orden e stá eq u iv o ca d o y debe d ec ir bu y i yu wu (lit. “ no
cam b iar en las co sas”). E sta ex p resió n sig n ifica que eso s hom bres se lim i­
tan a una so la cosa, a su e strech o h orizonte, y no son cap aces de cam biar.
14. M o es M o Di (fundador de la escuela m oísta), Y ang es Yang Zhu (represen­
tante del taoísmo primitivo), y Bing es Gongsun Long (escuela de los nombres).
15. El ding es un antiguo recip ien te con tres patas y dos asas, usado p a ra c o ­
cinar. S obre estas palabras del d iscíp u lo de Lu Ju co m en ta el C heng s h u :
«D icen que en invierno se reú n en cenizas de m il añ o s y al instante se hace
fuego, con el que se puede ca le n ta r un ding; y que en v erano se llena una
v asija de agua, se le hace h erv ir, se la cu elg a en un pozo, y al instan te se
hace hielo». (V er G. Q f., o p .c., p.839).
16. Instrum ento m usical de v e in ticin co cuerdas.
17. L a escala pentatònica de la antigua C hina co m prendía las siguientes notas:
g o n g , s h a n g j u e , zh i, yu.
18. En el texto habitual se escribe zhi (“echar fuera” , “d espachar”). Y. Y. y W.
X q. dicen que es un error de co p ista, que repite el m ism o c arácter a p arec i­
do al principio del párrafo; y que debe sustituirse p o r su casi hom ógrafo zhe
(“re g a ñ a r” o “enfurecerse co n tra a lg u ien ”).

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Notas

19. C o m e n ta Y. Y . que esta s d o s p e q u e ñ a s a n éc d o ta s d e l h o m b re de Chu


son fig u ra del h o m b re qu e sie m p re se c re e en p o se sió n d e la verdad.
20. L a m ay o ría d e las v ersio n es d e h o y e sc rib e n wei (“ d e c ir”, “ h a b la r”). Pero
tan to en la c o p ia Jiang nan gu cang, c o m o en el m ism o lib ro Li ming del
Lie zi a p arece en su lu g ar hui (“o c u lta r”).
21. S eg u im o s la c o rrecció n del te x to d e fe n d id a p o r a lg u n o s c o m en tarista s, y
fu n d ad a en el p asa je p a rale lo d el lib ro Li ming del Lie zi (ib id e m , pp. 12 7-
128). E n las v ersio n es h ab itu ale s fa lta el c a rá c te r bu (“ n o ”) d e la expresión
shang wang erxia (bu) pan (lit. “ arrib a o lv id a r y abajo (no) re b e lar”). X. Y.
co m en ta la frase así: C o m o n o h ac e a lard e de su ta le n to , los que están por
e n c im a d e él, se o lv id a n d e él; y c o m o m u e stra g ra n a m o r p o r la m u c h e ­
d u m b re, a los q ue están d e b ajo d e él n o se les o c u rre reb elarse.
22. P ara la d ife re n c ia e n tre “g ran sa b io ” y “ sa b io ” . V er n o ta 18 d el lib ro I.
23. E l Y an g zi, o río A zul. V er n o ta 6 6 del lib ro II.
24. D ice G . Q f. qu e se trata del m ism o p erso n aje que el N an g u o Z iqi del libro
II. L os ca ra c te re s bo y guo se leían a n tig u a m e n te de m a n e ra sim ilar, y por
e so se in te rcam b iab an con re la tiv a fre cu e n c ia . (V er G . Q f., o p .c., p.848).
25. L os c o m e n ta rista s y tra d u c to re s n o se p o n en d e ac u e rd o a la h o ra de e x ­
p lic a r de qu é se h a ido alejan d o . P a ra u nos, del m u n d o ; p a ra o tro s, de su
p ro p ia falta; p a ra C h. G y ., b asán d o se en G . X ., de to d o e n g re im ie n to y os­
ten tació n (xuan yu), p ara lleg a r al e sta d o del “ tro n co se co y la cal m u e rta ”
(c aren cia de to d a in ten ció n , wu xin, y to ta l in d ife re n c ia h a c ia la fam a y las
riq u ezas, boran).
26. E ste relato no tien e fu n d a m en to h istó ric o , p u es S un S h u -a o fu e m inistro
d el rey Z h u an g d e Z h o u , a n te rio r a C o n fu cio . C o m o en o tro s m u ch o s rela­
to s del Zhuang zi, se tra ta d e u n a a le g o ría filo só fica.
27. A sí re lata e sta h isto ria el Cheng shu: «El d u q u e B o sh en g d e C hu tram aba
un c o m p lo t p a ra d a r m u erte a L in g y in Z ix i. S im a Z iqi le h a b ló del va lie n te
c a b allero llam ad o Y iliao , que si lo g a n a b a p ara su c a u sa, p o d ía h ac e r fre n ­
te a q u in ie n to s h o m b res. E n to n c e s el d u q u e d esp a ch ó e m isa rio s p ara c o n ­
v encer a S hinan Y iliao. C u an d o llegaron, Y iliao estaba h acie n d o ju eg o s m a­
lab ares con u n as b o las, y n o h ab ló co n ello s. L os e m isa rio s le am en a zaro n
con la e sp ad a, p e ro él no tu v o m ied o , y n o Ies sig u ió , ni h a b ló con e llo s.
C o m o el d u q u e B osh en g no se g a n ó a Y iliao , su p lan fra c asó , y p o r eso se
dice: “ reso lv ió un serio c o n flic to ” ». (V e r G . Q f., o p .c., p .8 5 1). L. M d . d ice
q ue el ju e g o d e las b o las c o n sistía en la n z a r al aire n u ev e b o la s su c e siv a ­
m ente m a n te n ie n d o sólo u n a de e lla s en la m ano. E n c u a n to a “ re so lv er el
conflicto entre dos fam ilias”, W . X q. ap u n ta sus dudas, p o r cu an to a ra íz del
fracaso de su p lan el d u q u e B o ch en g fu e m u erto p o r su s ad v e rsa rio s.
28. C o m en ta el Cheng shu que S u n S h u -a o e ra h o m b re de g ra n v irtu d y s a b i­
d u ría, y q ue sin a b a n d o n a r su d iv án y su a b an ic o de p lu m a s, c o n s i g u i ó

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N otas

ab o rta r la in v asió n de su p aís p o r un e sta d o e n e m ig o a m il //' de d istan c ia .


C on e llo los h a b itan tes de Y in g , la c a p ital de C h u , p u d ie ro n a b a n d o n a r
las arm as. (V er G . Q f., o p .c., p .8 5 1 ). E ste relato y el a n te rio r ilu stran el v a ­
lor de la d o c trin a tao ísta del w u w ei (n o -a ctu a r).
29. C om entario de Y. F.: «Se trata de u n a ex p resió n retórica. C uan d o se ha es­
cu ch a d o (a p ren d id o ) la d o c trin a sin p ala b ras, au n q u e se te n g a un p ic o de
tres ch¡ (un m etro) de largo, ¿qué ap ro v ech a p ara so sten er un d ebate? Y m ás
cu an d o no se tien e» . (V er C h. G y ., o p .c ., p.7 0 7 ).
30. “A quellos d o s” se refiere a Shinan Y iliao y a Sun Shu-ao; “éste”, a Confucio.
31. Lo que q u iere d ar a e n te n d e r e ste p asaje es lo sig u ien te: la V irtu d se h alla
in c lu id a en el T ao y la p a la b ra n o p u ed e ir m ás a llá d e los lím ite s del e n ­
tendim iento; p o r eso la V irtud no p uede id entificarse con el T ao y la p alab ra
es in cap a z d e e x p re s a r d eb id a m e n te lo q u e de h e ch o es in co g n o scib le.
32. M . XI. co n sid era una in terp o lació n el c arác te r b ei (“a c a b a d o ” , “ p e rfec to ” )
que en lo s te x to s h ab itu ale s a p a re c e d e sp u é s d e d a (“ g ra n d e ”).
33. Según el C heng shu, se trata de un m in istro de la g u erra del estado de C hu.
O tro s d ic e n q ue se refiere a N an g u o Z iqi.
34. El del p ad re, el de la m ad re y el d e la esp o sa.
35. A l m u tilad o le resu ltab a m ás d ifíc il e sc a p a r de q u ien le c o m p ra b a c o m o
esclav o .
36. S egún el S h iw en , Q u g o n g no se refiere a un su p u esto “d u q u e Q u ” , sin o a
una rica fa m ilia del estad o de Q i. (V e r G . Q f., o p .c ., p .8 6 0 ).
37. N uestra traducción se ha inspirado en la interpretación de L. Xy. (V er Ch. G y.,
op.c, p.716). C om entario del C heng shu: «N o adm ira la bondad de la carne de
cordero, por lo que rechaza la inteligencia de la horm iga; no realiza actos que
huelen a cordero para educar a los seres, por lo que rechaza la intención del cor­
dero; abandona la benevolencia y la justicia, se identifica con el T ao Suprem o,
y sin hacerse daño con su espum a, se olvida en los lagos y en los ríos, y así con­
sigue alcanzar la m eta de los peces». (V er G. Q f., op.c., p.866).
38. C o m e n ta rio de L. X y.: «L a v id a es ta n to g a n a n c ia c o m o p érd id a, y la
m uerte e s lo m ism o ganan cia q u e pérdida. N o co n sid eran el m o rir o el v iv ir
com o g a n ar o perd er, sin o q u e d ejan que sea co m o te n g a q u e ser. Se p uede
d e c ir q ue la v id a es g a n a n c ia , y ta m b ié n q u e es g a n a n c ia la m u e rte; se
pued e d e c ir qu e la m u erte es p é rd id a , y tam b ién q u e e s p érd id a la v id a» .
(V er C h .G y ., o p .c., p.71 7 ).
39. S h ijin , ta m b ién llam ad a w u to u (“ ca b e z a d e c u e rv o ”), e s el A c o n itu m ca r-
m ich a eli. jie g e n g es el P la ty c o d o n g ra n d iflo ru m . jiy o n g , tam b ié n llam ad a
jito u (“c a b e z a de g a llo ” ) o q ia n , e s el E u ry a le fe r o x . sh ilin g , tam b ién lla­
m ad a y e zh u f e n (“e x crem e n to de ja b a lí”) es un h o n g o llam ad o P o ly p o ru s
u m b e lla tu s, cu y a raíz, dice Sm . B ., se p arec e a los te s tíc u lo s del c erd o . D e
estas c u a tro plan tas m ed ic in a le s d ic e el C h en g shu: el sh ijin cu ra el reum a,

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Notas

el jie g e n g las enferm edades cardiovasculares; el jiy o n g prolonga la vida; el


sh ilin g “cura la sed ”. Sm . B. c o m e n ta que cad a una de las plan tas m e d ic i­
nales cura una determ in ad a enferm edad, y en ese cam p o es reina de un m o ­
m ento de la vida del hom bre. (V er G. Q f„ o p .c., p.868).
40. G oujian fue un rey del estad o de Y ue en la ép o ca de Prim avera y O toño (-
772 a -481). Z hong (W en Z h o n g ) fue uno de sus g ran d es co sn ejero s. A sí
cu en ta la h isto ria el C heng shu: «Z hong es el n o m b re de un alto dig n atario
(da fu ) de Y ue. En su tiem po, el rey G oujian sufrió una gran d errota (a m a­
nos del v ecin o estad o de W u); sólo le qued aro n tres m il soldados, con los
que huyó a los m ontes K uaiji. (E l estad o de Y ue) estu v o a punto de d e s a ­
parecer. Pero Z hong vio, con su profunda perspicacia y secreto plan, que se
p odía salv ar. E ntonces firm ó la p az con el estad o de W u. V eintidós años
m ás tarde (Y ue) d estru y ó a W u ... D espués de h a b e r som etido a W u, (el
co nsejero) Fan Li abandonó Y ue p ara v iajar p o r ríos y m ares, se cam bió el
nom bre y el apellido para no d eja r rastro, y se h izo llam ar T ao Z hugong. El
consejero Z hong no se m archó, y G oujian ordenó su m uerte: supo que el es­
tado a punto de perecer p o d ía salv arse, m as no supo p rev er la m u erte in e ­
vitable de su propia perso n a» . (V er G . Q f„ o p .c., p.8 6 9 ).
41. L. X y. com enta: «C om o el ag u a del flu ir y la hu m ed ad , y el fuego de c a ­
lentar».
42. La “G ran U nidad” (da yi) se refiere al T ao (G. X .), aunque tam bién podría
referirse a lo Indeterm inado (el ap eiro n de A n axim andro) o riginal antes de
d iferen ciarse. El “G ran Y in ” (da y in ) es la su p rem a q u ietu d , según L. Xy.
El “G ran O jo ” (da m u) se refiere a la vastedad de la v isión, según L. Xy.; y
p ara C h. B x „ ver lo que los seres (w u ) no pued en ver. L a “G ran Igualdad"
(da ju n ) se refiere a la que m an ifiesta la N aturaleza (el C ielo y la T ierra) al
e n g en d rar y tran sfo rm ar a los seres sin h acer d iferen cia en tre ello s, siendo
igual p ara to d o s y sin n in g u n a p arcialid ad (Fy. G s.). L a “G ran N orm a"
(d a fa n g ), es la libertad irrestric ta (w u x ia n ) del m u n d o real (Fy. G s.). La
“G ran C onfianza” (da xin ) es “ la razón de lo verdadero y real” (zhen sh i zhi
¡i), según L. X y. (V er C h. G y ., o p .c., p p.722-723).
43. T raducim os bi por “el otro ex trem o ” siguiendo a X. Y. O tros interpretan el
b i (lit. “ aq u é l”) com o referen cia al T ao (C. E lorduy).

N O TAS A L L IB R O X X V

1. Según C h. G y., ning ren sig n ifica “p eq u eñ o h o m b re ” (x ia o ren), en co n ­


traposición a zheng de (“d echado de v irtu d ”). El p rim ero, que persuade con

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Notas

sus h abilidades dialécticas, alude a Yi Jie; el seg u n d o , que p ersuade con el


T ao, a G ongyue Xiu.
2. T an lejos está, en su seren o retiro , de las riv alid ad es e in q u ietu d es de los
hom bres. En cam bio, L. X y. lo in terp reta así: “ ¡Tan lejos están una de otra
las m entes (o corazones) de los h o m b res!» R efirién d o se seg u ram en te a la
gran d istan cia que separa las m entes de G o n g y u e X iu y de Peng Y ang.
(V er C h. G y., op.c., p.729).
3. El texto chino dice literalm ente: « V iejo país, v ieja capital» (jiu g u o jiu du).
A quí sim bolizan la naturaleza o rig in al (ben x in g ).
4. C o m en tario de L. X y.: «El ho m b re que busca el T ao , c u an d o de repente
d esp ierta (tom a conciencia), ve lo que antes vio y oye lo que an tes o y ó , y
todo son cosas que ya estaban ah í originalm ente. E ste m ism o sentido tienen
las p alab ras del B uda cu a n d o h ab la de la “ n a tu ra le z a ” o rig in al (b e n la i
m ianm u)». (V er Ch. G y., o p .c., p.733).
5. V er n ota 32 del libro II.
6 . Para alg u n o s com entaristas, el ca rá c ter wu (“ c o sa s”) se usa aq u í p o r zhi
(“ fin al”); en tanto que en el p u n to anterior, shi (“p rin cip io ”) no d eb ería e n ­
ten d erse com o “ p rincipio y fin a l” , sino literalm en te.
7. Según X. Y ., la unidad (he) con el T ao an u lan d o el p ensam iento.
8. T rad u cim o s siguiendo la in terp re tació n de L. Y m. O tro s c o m en taristas d i­
cen que m en y in era el nom bre de un cargo m andarinal, y que el nom bre de
este p erso n aje sería D eng H eng (C h en g shu y S h iw en ). El C heng shu ta m ­
bién dice que “m en y in ” p uede ser nom bre de perso n a. (V er G . Q f., o p .c.,
p.886). En este caso se trata ría de dos co n sejero s, M en Y in y D eng H eng.
9. E ste p asaje entre corchetes es de reco n o cid a o scu rid ad y difícil in te rp re ta ­
ción. Para Ch. G y., significa que T ang fue cap az de vacia r su p ro p ia m ente
y seguir a los hom bres, y que m irab a el renom bre y las leyes com o algo su-
perfluo o excesivo. Ch. Bx. co m en ta que la fam a de que aqu í se habla es la
del gobierno del m undo (o del im perio), y que cuando dice “alcanzar la m a­
n ifestación en los d o s” (de q i lia n g jia n ), da a en te n d e r que el señ o r y el
súbdito, ap oyándose m utu am en te llevan a su p e rfecció n el T ao del g o b ie r­
no, de suerte que sus hechos son conocidos en todo el m undo. (V er Ch. G y.,
op.c., p.734).
10. El m undo interior de la m ente form a el m undo e x te rio r de las cosas. A quí
se resalta lo im portante que es trasc e n d er los lím ites que separan am bos
m undos y la superación de la d u alid ad sujeto -o b jeto .
11. El tex to chino sólo escrib e los caracteres x i shou (“cab eza de rin o c e ro n ­
te”), título m ilitar del estado de W ei. C om enta Sm. B.: «C om o hoy día el tí­
tulo de “general dientes de tig re ” (h u ya )» . El C h en g shu dice que aq u í se
refiere a G ongsun Y an, c u y o n o m b re añade al tex to ch in o , del que faltab a
o rig in alm en te. (V er G. Q f., o p .c., p.889).

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Notas

12. P arecen se r dos estad o s im ag in ario s. El ca rá cte r ch u , d e “ C h u sh i”, sig n i­


fica “c o rn ear” (atacar); y m a n, d e “ M an sh i”, se ap licab a a los pu eb lo s b ár­
b aros del su r de C hina.
13. S um ergirse d onde no hay agua es m etáfo ra de o c u lta rse en m edio de la
gente, según G. X. P or su parte, L. X y. com enta: «Sum ergirse no en el agua
sino en la tierra, es ejem p lo del q u e se retira y o cu lta en el bazar». R etirar­
se y o cu ltarse se refieren al sabio tao ísta que se a p arta del m undo. Según
esto, la m ejo r m anera de ap artarse del m undo es h u n d irse en él, p or cuanto
p asará m ucho m ás d esap ercib id o que el erm itañ o , del q u e casi siem p re se
tienen noticias.
14. En el texto ch in o h u a n w ei y jia n jia , a n tig u o s n o m b res de p lan tas sem e­
ja n te s a los ju n c o s o cañas.
15. En el tex to c h in o parece so b ren ten d erse que lo que se d isp e rsa p or arriba
(kiu) y escapa p o r abajo (lou) es la “en erg ía v ital” (jing qi). A sí opina L. Y.,
según la cita del Shiw en.
16. El texto c h in o d ice literalm en te: « U n a sola form a (un cu erp o ) p erd er su
form a (su cu erpo)». Según W . X q., “ una sola form a” (yi x in g ) significa “un
solo h o m b re” .
17. El texto ch in o habitual esc rib e y u bu sh i (lit. “e stú p id o no c o n o c e r”),
pero Y. Y. considera que yu es un erro r de copista por su hom ófono que sig­
n ifica “e n c o n tra r”, y que é ste a su v ez se u saría aq u í p o r g u o (an tig u a­
m ente “c u lp a r”, “ec h a r en c a ra ” ). D e co n se rv a r la v ersió n p rim era, la tra ­
ducción p o d ría ser: “tach a r de estú p id o s a los que no saben (ad iv in ar la
verdad que el p rín cip e ha o cu lta d o )” .
18. Tai sh i (“gran d es cro n istas”) era el n om bre de los m an d arin es encargados
de red actar los an ales histó rico s.
19. Según el C heng shu, bi eran unas g ran d es redes, y y i flechas cautivas (con
una cuerda) usadas p ara c a z ar p ájaro s. (V er G . Q f., o p .c., p.907).
20. O rig in alm en te el ca rá c te r ling sig n ific a ría “ ad iv in o ” , y de a h í pasó a sig ­
n ificar “e sp íritu ” (“esp iritu a l” ), “ in te lig e n te ”, “e fic a z” . A q u í se alude al tí­
tulo postum o (Aiií) que se co n fería en la antigua C hina a los em p erad o res y
d em ás so beranos.
21. Según L. M ., quiere d ecir "p o r ser in teligente y e sp iritu al” . En cam bio, G.
X ., el C heng shu y otros co m en taristas lo interpretan en el sen tid o de “ Ling
fue un título p o stu m o inapropiado (>vw d a o )”. L. M. arg u m en ta su in terp re­
tación en el resto del p asaje, y en p a rtic u la r en su frase final.
22. El texto chino escribe b o b i (“ so sten er en la m ano telas de sed a”), y según
H. W y. se refiere al m om ento de las cerem o n ias cele b rad as en el tem plo de
los antepasados de la corte. H asta los co m en tario s de Fang Y ang, en la épo­
ca M ing, este p asaje del tex to se in te rp re ta b a h acie n d o c o in c id ir el h e c h o
del baño en co m ú n , con la a u d ien cia de Shi Q iu, p o r lo q u e ap arecen tra ­

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Notas

duccio n es q ue vienen a d ecir: Un d ía el d uque se esta b a b añ an d o con sus


tres m ujeres, y en esto entra Shi Q iu p ara tener la audiencia; entonces el d u ­
que cubre su desnudez con un lienzo de seda y hace que sus m ujeres le im i­
ten.
23. Gu m u (“antigua tum ba”). O tras versiones escriben da m u (“gran tum ba”).
24. Según L. M ., aq u í el cará cte r lin g sig n ifica “ esp íritu ” (lin g hun, el e sp íri­
tu de los m uertos), con lo q u e se d a a en te n d e r q u e el C ielo d eseab a su
pro n ta m uerte p o r cau sa de sus m u ch o s crím enes.
25. Se refiere a D atao y a B o C h a n g q ian , que h ab ían v a lo ra d o p o sitiv a m e n ­
te la figura del duque L ing. D e a h í la in terp retació n de la resp u esta de D a­
tao.
26. “ B arrio” es traducción de qiu li. S egún el S h iw en, un q iu (lit. “ m ontículo” )
com p ren d e cu atro y i (lit. “ v illa ”), y un y i c u atro jin g (“ p o z o ” ); y p o r o tro
lado, un li (“b arrio ”) com p ren d e cin co lin (“v ecin d a rio ”), y un lin cin co jia
(“fam ilia”). Ch. Tch. dice que “p alabras de b arrio” eq uivalen a “opinión pú­
b lic a ”.
27. L as disputas sobre lo igual (to n g ) y lo diferente (yi) fueron uno de los e jer­
cicios dialécticos que m ás interés suscitaron entre los filósofos de la escuela
de los n om bres (m ing jia ) o d ialéc tic o s. (V er libros X V II y X X X III)
28. D ice el L a o zi: «L as cosas g ran d es del m undo co m ien zan en lo m enudo»
(cap. X X V I [L X III]).
29. C uando oye h ab lar a otros h o m b res, según in terp re ta L. Y m.
30. Sólo así, co m en ta L. Y m ., es p o sib le u n ir lo d iferen te (h e y i) y re to rn a r a
lo igual (g u i tong).
31. S egún el “ R eg istro de los R ito s” (L i ji): “ L os cin c o m in istro s (w u guarí)
del E m perador se llam an si tu (ed u cació n ), si m a (g u erra), si g o n g (trabajos
p ú b lico s), si sh i (ad m in istració n ) y si ko u (ju sticia).
32. “ D iferentes talen to s” (shu cai) ap arece en la v ersió n de X. Y „ p ero n o en
los dem ás. W . Shm . añade sh u n eng (“diferen tes c a p a c id a d e s”) en lu g ar de
shu cai. En to d o caso, el a rg u m en to es que sin eso s d o s ca racteres la frase
no se co rresp o n d e con las que an te c e d e n y la q u e sigue.
33. V er n ota 24 del libro I.
34. N o se le puede co m p arar con lo q u e n o tiene n o m b re, d ic e X . Y.
35. P ian he, dice L. X y. que significa “ separación y u n ió n ” . Podría referirse al
Y in y al Y ang, que están se p arad o s y se h acen uno. P ara H. W y., p ia n
eq u iv ale a han (“ m itad ”), y alu d e a un p asaje del Yi li (“ R ito s” ), d o n d e se
dice que el m arido y la m ujer se u nen com o dos m itades para form ar un m a ­
trim onio .
36. Ji Z hen sostiene que todos los seres nacen de form a esp o n tán ea, sin in ­
terv en ció n de n inguna fu erza ex trañ a. E n cam b io Jie zi viene a a firm a r
que hay algo que en g en d ra a los seres.

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Notas

37. El texto habitual escrib e y i (“ im ag in ació n ” ). W . Shm . con sid era, p or ra­
zones de paralelism o y ritm o con la frase precedente, que falta el carácter ce
(“calcular”). “Im aginar” y “ calcular en su im aginación” son las dos posibles
variantes.
38. Wu m ing w u shi. D ice el L ao zi: «L o que no tiene n om bre (wu m ing) es el
p rincipio de los d iez m il seres» (cap. X LV [I]). Y tam bién: «El T ao p e r­
m anente, no tiene nom bre» (cap. L X X X I [X X X V II] y L X X V I [X X X II]).
E n cuanto a “no ten er realid a d ” (w u sh i), eq u iv ale a d e c ir que “no ex iste ”
(w u yo u ) en la V acuidad (xu). Lo cu al debe in terp re tarse a la luz de lo que
se dice unas líneas m ás adelante: el T ao no puede en ten d e rse en la ex isten ­
cia (you), ni tam poco pued en en ten d e rse en la n o -ex isten c ia (w u). Es decir,
que el T ao trasciende la d ico to m ía de n u estro s esq u em as lóg ico s que nos
fuerzan a d istin g u ir y sep arar el ser y el no-ser.
39. V er nota anterior.
40. D ice el L ao zi: «Y o no c o n o z c o su no m b re, lo d en o m in o T ao » (cap
L X IX [X X V ]).
41. El texto chino escribe da fa n g (lit. “G ran C u ad rad o ”, “G ran S u p erficie”).
42. O tra posible trad u cció n de d a o wu zh i j i sería: «El T ao es el lím ite de las
cosas (de los seres)». L. M. dice que wu (“co sa ”) es una interpolación y que
el texto dice sim plem ente “L os lím ites del T a o ...”

N O T A S A L L IB R O X X V I

1. De la ejecución de L ongfeng y de la m uerte de Bigan se habla tam bién en el


libro IV y en el libro X.
2. De W u Y uan se habla tam bién en los libros X y X V III. D e C han g h o n g , en
el libro X. (V er sus nom bres en G lo sario ).
3. Y. Y. ofrece una serie de arg u m en to s p ara co rreg ir esta frase; no sería mu
y u m u (“ m adera co n m adera”) sino m u y u huo (“m ad era co n fu eg o ”), y en ­
tonces la traducción quedaría así: «M adera con fuego, si los ju n ta arde». Sin
em bargo, hay un pasaje del Y un dao del H uai nan zi que dice: «Si frotas dos
m aderas, arden».
4. C om entario del C heng shu: «L a m adera produce el fuego, y el fuego vence
al m etal. L a energía (qi) de los cinco elem entos (agua, m etal, tierra, m adera
y fuego) es la ley de la N aturaleza. P o r e so al fro tar dos trozos de m adera,
surge el fuego; y cuando el m etal se pone m ucho tiem po al fuego, se derrite.
D e ahí que cuando la m ente (xin) se aferra y obstina en las cosas exteriores,
acaba derrotada y se derrite y extingue». (V er G . Q f., op.c., p .9 2 1).

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Notas

5. A lgunas versio n es escrib en “g ran e sp an to ” (da ha¡). “ A g ita ció n ” y “e s­


p anto” (hai) son hom ófo n o s y sem ih o m ó g rafo s.
6 . Los extrem os (xian) de sufrir beneficio o daño, de tener suerte o padecer in­
fortunio. C om enta L. Xy.: “L os dos extrem os son que si no se sufren la des­
g racias del T ao hum ano (de los h o m b res), se sufren las del Y in-Y ang (las
de la N aturaleza).
7. L a luna sim b o liza el so sieg o de la m ente, en tan to que el fuego las in q u ie ­
tudes.
8. D ice el Cheng shu que se trata del m arqués W en del estad o de W ei (V er G.
Q f„ op.c., p.924), pero Zhuang Z hou y el susodicho m arqués vivieron en d i­
ferentes épocas. L. X y. dice que es p oco probable que se refiera a él, y que
tal v ez se trate de un títu lo de m andarín: «el m an d arín (m arq u és) que v ig i­
la el río» (jian he significa “v ig ilar el río ”).
9. El texto habitual escribe “ rey es” (wang) y no “tierras” (tu). A quí hem os se ­
guido la versión de Y ulan y la opinión de Ch. Bx. De la o tra m anera, la tra ­
ducción sería: «viajaré al sur, a co m u n icar con los rey es de W u y de Y ue».
10. Según el Cheng shu, el río oeste (xi jiang) es el río Shu: «El río Shu viene
del o este, y p o r eso se lo llam a x i jiang». (V er G . Q f., o p .c., p.924).
11. En el orig in al chino se escrib e Zhi he (“ río Z h i”). S egún el Shiwen, Zhi
debe entenderse com o Zhe y se refiere al Z he jiang (“ río Z h e”); y señala que
he es el carácter que usan los ch in o s del norte, en lu g ar de jiang, para sigi-
n ificar “río ” . (V er G. Q f., o p .c., p.9 2 6 ). El río Zhe es el río que da nom bre
a la actu al pro v in cia hom ónim a.
12. Quan cai (lit. “talento de ru e d a ”). C o m en ta L. Y. que “alg u n o s escrib en
qing (“ lig ero ”, “de poco p eso ” ) en lu g ar de quan (“ ru e d a” ).
13. El texto chino escribe ni ji. ni significa en el chino m oderno “ salam andra”,
y j i es el nom bre de una variedad de carpa (Carassius auratus). A quí am bos
caracteres significan “p eq u eñ o s p ec e s” .
14. El texto chino em plea el carácter lu, que, según el Shiwen, indica el hablar
de un su p erio r cuando se d irije a sus inferiores. (V er G. Q f., o p .c., 927).
15. Según Sm . B., se trata de una poesía perdida. Según L. X y., puede tratarse
de una antigua poesía, o tam bién de una com posición del m ism o Z huang zi.
16. En el texto chino habitual ap arece el carácter ru (“ letrad o ”), lo que para
W. Ns. es un erro r por er (p artíc u la co njuntiva). C o n fo rm e a lo prim ero , la
trad u cció n sería: «el letrado g o lp ea...» .
17. Qing significa “p u ro ”, “ lim p io ” . P ara algunos co m en taristas se referiría al
C h an g jian g (el río A zul), c o m p aran d o sus lim pias ag u as con las rev u eltas
del río A m arillo. P ara otros, es un río de la p ro v in cia de Jian g x i.
18. V er n ota 25 del libro X V II.
19. En la m ayoría de las versiones faltan los dos caracteres y i hu (“para la ad i­
v in ació n ”). D e todos m odos se so brentiende.

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Notas

20. U na de las antiguas prácticas ad iv in ato rias chinas se b asab a en agujerear


y poner al fu eg o el caparazón de una tortuga.
21. Sus v aticinios se cum plieron. El tex to chino dice literalm en te: «no hubo
p érd id a de la m ilen ram a (sh i)». sh i (A ch illea a lp in a ) es el n om bre de una
planta cuyo tallo se usaba en las prácticas adivinatorias de la antigua China.
22. Wan ren mou zhi. O tra posib le tradu cció n : «M iles de ho m b res harán p la­
nes contra tí».
23. A q u í el Zhuang zi hace una crítica d el pen sam ien to co n fu cian o , que p re­
conizaba un retorno a los antig u o s usos y co stu m b res de la sociedad escla­
vista de la d in astía Z hou. En este p u n to el Zhuang zi co in cid e plenam ente
con los legistas (fa jia), y esta co in cid en cia se p lasm ará p oco d espués en la
escu ela de H uang-L ao.
24. En el budism o chino se hablará m ás tarde de los “ seis ó rganos de los sen ­
tidos” (liu gen, en sánskrito sadayatana ): mu (ojo), er (oído), hi (nariz), she
(lengua), shen (cuerpo) y xin (m ente). En este pasaje del Zhuang zi she apa­
rece com o kou (boca), shen (cuerpo, el ó rgano del “tacto ”) no aparece, y en
últim o lugar se sitú a zhi (“ in telig en cia”) que parece referirse a un c o n o c i­
m iento de nivel superior.
25. “ H álito” (xi) se refiere al qi (“en erg ía v ita l”), según G . St. Q u iere decir
que los seres n ecesitan que el qi flu y a p o r todo su cuerpo. R ecu érd ese que
el qi taoísta es el aire sutil (energía sutil) que recorre los canales sutiles (los
nadi hinduístas) del cuerpo hum ano.
26. Tian zhi chuan zhi significa que el qi del C ielo penetra to d as las aberturas
(canales sutiles) del hom bre, o bien p en etra todos los seres, ri ye wu jiang
significa que d ía y noche no d eja de a lim en tar su resp iració n , ren ze gu sai
qi dou sig nifica que es el hom bre el que o b stru y e, con sus aficio n es y d e ­
seos, las aberturas por las que fluye.
27. D ice L. X y.: «P o r d en tro de la piel y de la carn e hay una esp ecie de
m em brana que en v u elv a el cuerpo p o r todas partes». Y L. Y m .: «L a m em ­
brana del cuerpo hum ano tiene esp acio s vacíos, y así es co m o puede m o ­
verse por él, el qi (“ en erg ía v ita l”)».
28. L as seis facultades de los sentidos.
29. Zi mié, para alg u n o s co m e n ta ristas, sig n ific a sim p lem en te “ d a r m a sa ­
je s ” . Según M. X I., se refiere al arte de alim en tar la vida (yang sheng shu).
30. quan es una especie de nasa hecha de bam bú, ti es una especie de red para
cazar conejos.

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Notas

NO T AS A L L IB R O X X V I I

1. La expresión yu yan (lit. “ palabra-h ab itació n ”) suele traducirse por “alego­


ría”, pero aquí caben de ella dos interpretaciones. Según G. X., se refiere a las
palabras o dichos atribuidos a o tra persona, y el significado de la frase sería:
«De los dichos atribuidos a otros, nueve de cada diez m erecen confianza».
(V er G. Qf., op.c., p.947). La otra interpretación quiere ver en “nueve de cada
diez”, la proporción que ocupan las alegorías en el conjunto del Z h u a n g z¡.
2. “Palabras de p eso ” (zhong y a n ) se refiere a los dich o s de los antig u o s sa ­
bios. Al igual que las anteriores, se viene a decir aquí que ocupan un setenta
por ciento de todo el Zhuang z¡. Zh. Msh. explica que a m enudo las palabras
alegóricas y las de peso no son m utuam ente exclu y en tes, y así se entienden
sus resp ectiv as proporciones.
3. El original chino escribe zh¡ ya n (“ p alabras zh i”). El zh i e ra una especie de
vaso del que dice el Shiw en: «zh i es un v aso red o n d o para vino... C uando
lleno, se inclina; y cuando vacío, se endereza. C am b ia según las cosas, y no
se aferra a una postura. (A sí es com o el sabio taoísta) cuando habla, cam bia
sig u ien d o a los d em ás h o m b res, sin ten er una idea fija y p erm an en te» .
(V er G. Q f., op.c., p.948). Zh. M sh. subraya que “ las palabras espontáneas”
a las que se refiere el Z huang zi son, p o r tanto, palabras que no responden a
una idea preconcebida, a una op in ió n fija e inm utable. Sus palabras, sem e­
ja n te s al zhi, son m anifestació n y d eb o rd am ien to de la m ism a N aturaleza.
(V er C h. G y., op.c., p.793).
4. Los caracteres qi ai (“an cia n o s”) desig n an al h om bre que ha su p erad o los
cincuenta años (q i), y al que ha sup erad o los sesen ta (ai).
5. Idénticas frases encontram os en el libro II, donde se e x p lica lo que sig n ifi­
ca “arm o n izar con los lím ites del C ie lo ” .
6 . E ntiéndase com o h ab lar sin o p in io n es fijas. El “ no h a b la r” (w u y a n ) es el
“h ablar sin m ente” (wu xin zhi y a n ), el h ab lar sin intención o p ensam iento, ’
espo n tán eo com o la propia N aturaleza.
7. T odo este largo pasaje es p arecid o a o tro del libro II (V er nota 34 d el libro
II), lo que lleva a algunos co m en taristas a so sp ech ar que se trata de una
sim ple rep etició n interpolada.
8. O tra p o sib le traducción: «¿Q u ién p o d ría ten er una v isió n d u rad era (del
u niverso que cam bia sin cesar)?»
9. La ex p resió n “ Igualdad del C ielo ” (tian ju n ), es m uy sem ejante al “ e q u ili­
brio del C ielo ” (tian ju n ), que ap arece en el libro II. Se trata de dos c a ra c ­
teres hom ófonos (jun), y casi hom ó g rafo s.
10. C om entario de L. Y m .: «Q u iere d ecir que cam b iaro n sus sentim ientos de
pena y alegría».

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Notas

11. El texto chino escrib e “tres m il zhong". El zhong era una m edida de c a ­
p acidad para áridos que eq u iv alía a seis hu y cu atro dou (unos seiscientos
cuarenta litros). L a prim era vez sus em o lu m en to s ascen d ían a “tres fu ". El
fu era otra an tigua m edida de cap acid ad eq u iv alen te a seis dou y cu atro
sheng (unos sesen ta y cu atro litros).
12. Gui ru (Iit. “el demon en tró ”). C o m en tario del Cheng shu: «(M i) espíritu
(shen ) supo co m p ren d er las cosas». (V er G. Q f„ op.c., p.957).
13. L a “gran m arav illa” (da miao) se refiere al m arav illo so m isterio del Tao.
14. La expresión quan (“p ersu ad ir” ) gong es de difícil interp retació n . H em os
seguido la de X. Y ., para quien gong sig n ifica aq u í “h o m b re s” . O tros c o n ­
servan el significado original de gong (“co m ú n ” ), y traducen: “recom endar
sentido co m u n itario ”.
15. L a vida del hom bre es una m ezcla y m ovim iento del yang q¡ (“ energía v i­
tal yang”). El yang es el asp ecto lu m inoso, m asculino, positivo.
16. “ R egular com o los núm ero s” (li shu) se refiere a los cam bios de las cuatro
estaciones. C om entario de H. W y.: «li shu son los grandes fríos del in v ier­
no (han), los gran d es calores del v eran o (shu), la p rim av era y el otoño».
17. Al com ienzo de esta frase aparece el carácter zhong (“m ultitud”), que muchos
com entaristas consideran una interpolación por no tener aquí ningún sentido.
18. “A quellos” (hi) se refiere al fuego y al sol. L os antiguos com entaristas di­
cen que bi se refiere al cuerp o (xing).
19. La expresión ch in a suisui xuxu alude a la arro g an cia de la m irada.
20. C ita del Lao zi (cap. III [X L I]). L a ú n ica d iferen cia es que el Lao zi dice
“ vasta v irtu d ” (guang de) en lugar de “ ab u n d an te v irtu d ” (sheng de).
21. La expresión shezhe se repite. A rrib a se refiere al posad ero ; aq u í y m ás
abajo, a los que ya estaban d escan san d o en el albergue. (V er G. Q f., op.c.,
p.964).

N O TAS A L L IB R O X X V I II

1. A sí interpretan el Cheng shu y el Shiwen la ex p resió n you you zhi bing. L.


X y. dice que se refiere a una en ferm ed ad “v erg o n zo sa” (an ji), y L. M. a
una enferm edad causada po r la tristeza y preo cu p ació n al v er que los h o m ­
bres no son cap aces de v iv ir en p az y tran q u ilid ad , sino siem p re c o m p i­
tiendo por la g lo ria y el poder.
2. O tra posible traducción: «a q uien no se in teresa p or el im perio».
3. El texto chino habla de una tela hecha con unas fibras de una p lan ta llam a­
d a ge (Pueraria lobata). Se refiere a una tela burda.

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Notas

4. D i era el nom bre genérico de los pu eb lo s no han (“c h in o s”) que h abitaban
en las estepas del norte. E n el L ib ro de las P o esías se les d en o m in a huo
shun, y en la época de las d in astías Q in y H an (s. -111 a s. -ti) xio n g nu (“ h u ­
n o s”?).
5. Seguim os a Sm . B „ para quien el carácter lian (“ un ir”) se usa aquí p o r nian
(“carro tirad o a m an o ”). P ara el C heng shu la ex p resió n xia n g lian sig n ifi­
ca “ unos tras o tro s”. (V er G. Q f., o p .c., p.968).
6 . El Shiw en escribe y u yu (“carroza de ja d e ”), en lugar de w ang yu (“carroza
de rey ”). “Ja d e ” (yu) y “ re y ” (w a n g ) son caracteres ca si hom ógrafos.
7. C om en ta Y. Y. que en el libro G u i sheng del L ü lan se en cu en tra la si­
guiente cita de M aestro H ua zi: “C o n serv ar íntegra la pro p ia vida es lo m e­
jo r (shang, “ su p erio r”), m e n o scab ar la p ro p ia vida ya es peor, la m uerte
peor aún, y lo peor de todo acab ar con la pro p ia v id a” . (V er G. Q f., op.c.,
p.969).
8. Según M. XI., “ im perio” (tian xia ) probablem ente es una interpolación, d e ­
bido a que m ás abajo dice “ ten d rá el im p erio ”. En tal c aso la o ració n sería
im personal: «Si hoy escrib ie ran ante mi señor...».
9. Según el C heng sh u , el estad o de Sui se hallab a p ró x im o al río Pu, del que
se sacaban perlas preciosas (b a o zhu). (V er G. Q f„ o p .c., p.972).
10. El carácter zhu (“p erla”) no ap arece en el texto orig in al, pero sí en un p a­
saje sim ilar del libro G ui sheng del L üshi C hun qiu. Y. Y. dice que sin él, la
frase queda incom pleta.
11. A sí com enta el Shiw en la m u erte de Z iyang: « Z iy an g era sev ero y d e s­
piadado , y a nadie perdonaba. U no de sus hom bres q u eb ró un arco y tuvo
gran m iedo del castigo de un Z iy an g enfurecido; y en to n ces, aprovechando
que las g en tes del país p erseg u ían a un p erro rab io so , m ató a Z iy an g » .
(V er G . Q f., op.c., p.973).
12. El rey P ing de C hu, padre del fu tu ro rey Z hao, m an d ó m atar al p ad re y al
herm ano de W u Yuan (V er G losario), el cual se refugió en el estado de Wu.
M ás tarde, el rey de W u puso su e jército al sev icio de W u Y uan y éste d e ­
rrotó a las tropas del rey Z h ao , que h ab ía su ced id o a su p ad re, y en tró en
Y ing, la capital de C hu. El rey Z hao se vio obligado a huir, prim ero a Sui, y
después a Z heng. M ás tarde recu p eró su reino.
13. S egún Y. Y ., com o es el rey el que habla a su co n sejero , no d eb ería lla ­
m arle p o r su nom bre; y así, d ice, el c arácter q i debe de ser una in terp o la­
ción. Q uedaría, pues, solo el ca rá cte r zi (“v o s”).
14. El texto chino escribe “tres b an d eras” (san jin g ), m eto n im ia basada en los
d istin tiv o s que llevaban los carru ajes de los nobles y alto s m andarines.
15. V er n ota 11 del libro X X V II.
16. En el texto chino, un zhang. El zhang equivale a d iez chi, lo que hace que
co rresp o n d a casi exactam en te co n n u estro estadal (3 ,3 3 4 m .).

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Notas

17. El texto chino escrib e peng hu (“p u erta de peng ”). peng es la Erigeron
acris.
18. El m arido y la m u jer tenían cad a uno su hab itació n , según el Cheng shu.
(V er G . Q f., o p.c., p.975).
19. L a m ayoría de las version es sólo escrib en xian (“to c a r un in stru m en to de
c u erd a”), y no aparece el c arácter ge (“c a n ta r” ).
20. Zong gan er biao su tam bién puede trad u cirse: « v estid o b lan co p o r fuera
y con forro de color negro y rojo». O tros com entaristas, com o el Cheng shu,
d icen que se refiere a los colo res del en to ld ad o del carru aje.
21. E sta es la arg u m en tad a in terp re tació n que hace T .H q. de la expresión
hua guan (“gorro hua"). El Shiwen h ab la de un g orro h ech o de co rteza de
ailanto (hua), y X . Y. de un “ g orro m onte H u a ” (hua shan guan, V er nota
23 del libro X X X III).
22. E n el texto h ab itu al no ap arece el c a rá c te r dao (“T a o ”). Se añade si­
g uiendo las o p iniones de L. W d. y W . S hm ., quienes se b asan en algunos
textos paralelos (com o en el Shi ji, “ R egistros h istó ric o s” , de Sm. Q .).
23. Es decir, que el forro estaba roto y d ejaba al descubierto la borra. (L. Xy.).
24. C om enta G. Qf. que el carácter kuai de la expresión zhong kuai (“hin ch a­
d o” , según L. X y.), debe de corresp o n d er a su casi hom ógrafo que significa
“ grave en ferm ed ad ” (hing shen).
25. Los “ him nos de la dinastía S h an g ” (shang song), son ju n to con los de las
dinastías X ia (xia song) y Zhou (zhou song), tres colecciones de him nos del
L ibro de las P oesías (Shi jing).
26. M edida de superficie, que en la antigua C hina equivalía a algo más de 6 áreas.
27. M ou era hijo del d uque de W ei, y había recib id o en feu do Z ho n g shan.
(V er G losario).
28. El texto chino dice literalm ente: «M i cu erp o está en los río s y en los m a ­
res» (shen zai jia n g hai shang).
29. El texto chino h abitual in vierte el o rd en de esto s dos caracteres: // qing
(“ los bienes m ateriales son de p oco p e so ”) en lu g ar de qing li (“ co n sid erar
de poco peso los bienes m ateriales” ). En el Lüshi Chun qiu y en el Huai nan
zi aparecen en el orden de nuestra traducción, y es tam bién la interpretación
del Cheng shu.
30. E stos cinco hechos aparecen recogidos en el libro X X, y los cuatro últim os
tam bién en el libro X IV . (V er notas en eso s libros).
31. El carácter jie (“ injuriar”, según el Shiwen) significa “atar con cuerdas” (.vi
fu ), según el Cheng shu.
32. El texto chino escrib e x i (“ fin o ” , “ m uy p e q u e ñ o ”). E q u iv ale a xiao ren
(“h o m b recillo ” ).
33. Juego de palabras: tong sig n ifica “c o m p ren d er a fo n d o ” y “no h allar obs­
tácu lo ” , y qiong sig n ifica “n o co m p ren d e r” y “estar en a p u ro s”.

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Notas

34. S eguim os la corrección del tex to de X. D. y W . Shm . El tex to habitual es­


cribe qiong (“ap u rad o ”) en lu g ar de jiu (“e n fe rm o ”).
35. da han es el texto correg id o p o r v ario s co m en taristas y el que ap arece en
pasajes p aralelo s de otras v arias obras. El texto h ab itu al escrib e tian han
(“tiem po frío ”).
36. La expresión xue ran tiene m últip les interpretaciones: a) el sonido m ism o
del chin ( Cheng shu); b) con m o v im ien to s n atu rales y d esen v u elto s (L.
X y.); c) con aire su p erio r y altiv o (X . Y .); d) tran q u ilam en te y con calm a
(L. M .).
37. S eguim os la correcció n del tex to de Y. Y ., basada en un p asaje p aralelo
del libro Shen ren del Lü lan: el c arác te r de (“ v irtu d ”) debe en ten d erse
com o sun h o m ófono que sig n ifica “ o b te n e r” . Sin esa co rrecció n la tra d u c ­
ción seria: «estando en esto el T ao y su V irtu d ...» .
38. L a versión no corregid a escrib e Gongshou (nom bre de un m onte, com o
Q iushou).
39. Según W . Shm ., este fragm ento debería ir inm ediatam ente después del fi­
nal del p rim ero de este libro X X V III, d onde S hun q u iere ab d icar en su
am igo Shihu. O tros com en taristas rech azan sus argum entos.
40. Según el Cheng shu , se trata del su r del m onte Q i (yang es el lado donde
da el sol). A llí estaba situ ad a la cap ital del rey W en de Z hou.
41. En el texto habitual aparece en m edio de la frase el carácter xia (“debajo” ).
W . Ns. lo ju z g a un error: el carácter shang significa “a rrib a” y tam bién “es­
tim ar”; aquí tiene esta últim a acepción, pero algún copista la interpretó en la
prim era y añad ió el xia para c o m p le ta r el sentido. El tex to no co rreg id o se
traduciría, por tanto, así: “Los de arrib a intrigan y los de abajo practican el
co h ech o ”.

N O TAS A L L IB R O X X IX

1. El Shiwen dice citando al Zuo zhuan : “Z han Q in (L iu x ia Ji) fue un hom bre
que v iv ió en tiem pos del d u q u e Xi de Lu; h u b iese ten id o m ás de o ch en ta
años cuando nació C onfucio y entre ciento cincuenta y ciento sesenta cu an ­
do m urió Z ilu, por lo que no p u d o ser am igo de C onfucio. E sto es, p or tan ­
to, una in vención (del Zhuang zi)". (V er G . Q f., o p .c., p.9 9 0 ).
2. D ice el Shiwen: «A las peq u eñ as m u rallas se las llam a bao (“ red u cto s” )».
(V er G: Q f., op.c., p.990).
3. El carácter bu, según el Shiwen, in d ica la co m id a q u e se hace a las hora
shen (entre las tres y las cin co de la tarde).

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Notas

4. L iteralm ente, un “gorro de ram as” ( zhimu zhi guan); p o r los m uchos a d o r­
nos que llevaba, según el Shiwen.
5. “ C ara al su r” (nan mian) y gu (“ h u é rfan o ” ) se refieren a un em perador.
E ste, en la C h in a antigua, se sentaba en el tro n o cara al sur, y se autodeno-
m inaba “h u érfan o ” .
6 . O cho chi (un chi equivale aproxim adam ente a un tercio de m etro) y dos cun
(un cun es la d écim a parte de un chi).
7. V er nota 11 del libro VIH.
8 . Según el historiador Sm . Q., C hiyou se había rebelado contra el E m perador
A m arillo, y éste lo d errotó , lo h izo p risio n ero y lo ejecu tó . L a b atalla y la
ejecución tuvieron lugar en el m onte Z hu o lu , en la actual p ro v in cia de H e-
bei.
9. D ice L. Y. que e ra el gorro p ro p io de un valien te gu errero , y que tenía for­
m a de gallo.
10. El duque Z hu an g de W ei, cu y o n o m b re era K uaigui.
11. E xpresión no fig u rad a, pues era una de las fo rm as de cru el ejecu ció n
u sadas en la an tig u a C hina. En ch in o , ju h a i.
12. “ V uestras enseñanzas... para los d e m ás” . E ste párrafo ap arece en el texto
habitual m ás adelante, después de “ ...n o habéis hallado parte alg u n a donde
e stab lecero s”. M . XI. o pin a acertad am en te que debe situ arse en el lugar
donde lo hem os traducido.
13. L iteralm en te, “ no fue un p adre am o ro so (ci)’\ C o m en ta el Cheng shu
que esto se dice porque no confió el im perio a su hijo, D anzhu. (V er G. Q f„
op.c., p.997). M ás adelante se dice que Y ao dio m u erte a su prim o g énito .
14. L iteralm ente, “ no tuvo piedad filial (x ia o )” . En el libro Z h o n g x ia o del
H an F ei zi se lee: “G usou fue el padre de Shun, y S hun lo d e ste rró ”.
15. E s decir, sufrió un a hem iplegia. En el libro II ap arece pian si (“ m u erto a
m ed ias”) en lu g ar de pian ku (“seco a m e d ia s”). D ice el co m en tario del
Cheng shu: «Se en treg ó a du rísim o trab ajo p o r d o m eñ ar las ag u as (del R ío
A m arillo), p einado p o r el v ien to y bañ ad o p o r la lluvia, su frió el m al de
“ seco a m ed ias”, y se le q u ed ó ríg id a la m itad del cu erp o » . (V er G. Q f.,
o p.c., p.997).
16. C om enta el Cheng shu que el rey fue encerrad o p o r el em perad o r Z hou en
Y ouli, nom bre de una prisión bajo la dinastía Yin. A llí pasó siete años, h as­
ta que lo pusieron en libertad. (V er G. Q f., o p .c., p.997). A lg u n o s c o m e n ­
taristas consideran esta referen cia del rey W en una interpolación. V er nota
siguiente.
17. L a versión del Jiang nan gu cang ben escrib e “ sie te ” (qi), p ero las v e r­
siones de principios de la d in astía T an g escrib en “seis” (//« ). Si se cuenta
los personajes aludidos (E m p erad o r A m arillo , Y ao, Shun, Y u, T ang, W u y
W en) son siete, pero la alu sió n al últim o se p uede estim ar un añ ad id o p o s­

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Notas

terio r para ju s tific a r ese m ism o siete. Si se co n serv a, p o r tanto, el m ás a n ­


tiguo núm ero “ seis”, la re feren cia al rey W en d eb erá co n sid erarse u n a in ­
terpolación.
18. C om entario del C heng sh u : «B ao Q iao tuvo una bella conducta y dijo “ no”
al m undo de su tiem po; fue h o n esto y co m edido; re co g ía ram as secas para
hacer fu ego y su com ida eran bello tas. N o ten ía h ijos; no e ra vasallo del
em perador; no era am igo de los señ o res feudales. U n d ía, Z ig o n g se e n ­
contró con él, y le dijo: “A m i m e han enseñado que el que desaprueba a los
gobernantes no pisa su territorio, y que el que co n d en a al príncipe no a ce p ­
ta sus beneficios. P ero resu lta q u e vos holláis su territo rio y os co m éis sus
beneficios. ¿C óm o puede ser e so ? ” A lo que B ao Q iao replicó: “ L o que yo
he aprendido es que el hom bre hon esto estim a el av an zar y d esp recia el re­
troceder, y que el sabio siente vergüenza con facilidad y d esp recia la m u er­
te ” . Y después de esto se ab razó a un árb o l y se d ejó co n su m ir h asta la
m uerte». (V er G. Q f., op.c., p.998).
19. El duque W en del estad o de Jin , se v io o b lig ad o a h u ir a o tro estad o por
las intrigas de L iji (con cu b in a de su p adre). En la h u id a tuvo lu g ar el e p i­
sodio aquí referido. C uando el d uque v olvió, recom pensó a sus seguidores,
pero se olvido de Jie Z itui. É ste entonces, enojado, huyó. El d uque se a rre­
pintió y organizó la búsqueda de Jie Zitui en el m onte Jie. A llí se o cu ltó Jie
Z itui, y el d uque lo prendió fuego p ara o bligarle a salir. Jie Z itui se ab razó
a un árbol y p ereció quem ado. (V er G . Q f, op.c., p.998).
20. Al perro se lo descu artizab a para o frecerlo en sacrificio , y el cerd o era
arrojado al agua com o v íctim a o fren d ad a al espíritu del río.
21. L a calab aza a gu isa de e scu d illa, servía p a r im p lo rar com ida.
22. “C atap lasm a” es tradu cció n libre p o r jiu (el arte c u rativ o ch in o de la m o-
xibustión).
23. El texto chino habitu al escrib e x in (“ c o n fian z a”, “c réd ito ” ). El C heng
shu co m en ta que equiv ale a ya n (“ p ala b ra ”), p u es son caracteres casi h o ­
m ógrafos. M. XI. dice que el d úo (“ m u ch o ”) de la ex p resió n d ú o xin , es un
erro r p o r sh i (“p erd er”), con lo que la trad u cció n sería: “el que p ierd e c ré ­
dito se hace fam o so ” . P or últim o , L. M. dice que x in es un erro r p or w ei
(“ falsed ad ”), y entonces se trad u ciría: «E l que m ucho em b au c a se h ace fa ­
m oso».
24. B ao lian (“abrazar el C ielo”) significa conservar y pro teg er celosam ente el
propio ser natural original.
25. El m ism o sentido tiene el frag m en to eq u iv alen te del libro X. P recisa­
m ente basándose en él L. Shp. ha c o rreg id o el texto, que orig in alm en te e s­
crib ía y i sh i (“ varones ju s to s”), en lu g ar de ren y i (“ b en ev o len cia y ju s ti­
cia”). En este caso la traducción sería: « A la p uerta de los señores feudales
acuden los varones ju sto s» .

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Notas

26. Según el Cheng shu, X iab ao m ató a su herm ano m ayor, llam ado Z ijiu, y
“entró a su c u ñ ad a” {ru sao). Sm . B. dice que “en tra r a su c u ñ a d a ” quiere
d ecir que la h izo su esposa. (V er G . Q f., op.c., p. 1004).
27. T ian C heng Z ich an g asesinó al d uque Jian, sob eran o de Q i, y se apoderó
del estado. (V er G . Q f., op.c., p. 1004).
28. Los “cinco p rin cip io s” ( wu ji) son las cinco grandes relacio n es en el seno
de la sociedad: p adre-hijo, so b eran o -sú b d ito , m arid o -m u jer, m ay o res-m e­
nores (edad), am igos. El Cheng shu da otras interpretaciones: a) abuelo, pa­
dre, la propia persona, hijo y nieto; b) los cinco elem en to s cosm ológicos
(m etal, m adera, agua, fuego y tierra); c) las cin co virtudes (benev o len cia,
ju sticia, ritos, prudencia y lealtad). En cuan to a los “seis lu g ares” (liu w ei),
dice que son los o cupados por: so b eran o , súbdito, padre, h ijo ,esp o so y e s ­
posa; o tam bién por: padre, m adre, herm ano m ayor, herm ano m enor, e sp o ­
so y esposa. (V er G . Q f., op.c., p. 1004).
29. C om entario del Cheng shu: «Y ao rep u d ió a su p rim o g én ito, D anzhu y no
le confió el im perio; p o r eso dice que lo m ató. S hun co n ced ió a X iang su
m edio herm ano p o r parte de m adre, el feudo de Y oubi; y o rd en ó a los fu n ­
cionarios del im perio que ad m in istraran el feudo, y co b raran los trib u to s y
los im puestos; por eso dice que lo d esterró » . (V er G. Q f„ o p .c., p.1005).
30. C om entario del Cheng shu: «E l rey Ji era h ijo bastard o del G ran R ey de
Z hou; de nom bre Jili, fue el padre del rey W en. El G ran B arón Z hongyong
(hijo legítim o del G ran R ey) abd icó sus d erech o s al trono, y p o r eso (el
G ran R ey) reconoció com o leg ítim o a Jili, su hijo m enor». (V er G. Qf.
op.c., p. 1005). En cuanto al duque Z hou, que m ató a su herm ano m ayor, la
h isto ria es com o sigue: El rey W u h ab ía fu n d ad o la d in astía Z hou, tras el
suicidio del últim o em p erad o r de la d in astía S hang. A su m u erte quedó
com o regente el duque Z hou, siendo m enor el rey C heng. L os herm anos del
d uque Z hou, G uan y C ai, intrigaron ju n to con W ugeng, h ijo del em perador
suicidado, y acabaron rebelán d o se. El d uque Z hou les derrotó: W ugeng y
G uan (su herm ano m ayor) fueron e jec u tad o s, y C ai, d esp o jad o de sus títu ­
los, m urió p oco después.
31. D ice L. Y m .: «C om o ning u n o de los dos d ab a su b razo a to rcer, acuden a
W uyue para que dirim a la disputa, wu yue es nom bre de persona». O tras in­
terpretaciones del texto consideran que wu yue debe entenderse en su propio
significado: « (hablar) con en tera lib ertad y sin restriccio n es» .
32. V uelve a tí y b usca el T ao de tu p ro p ia natu raleza, co m enta W . X q. Y el
Cheng shu dice: «H ay que ser capaz de co n d u cir la propia naturaleza (xing)
p ara retornar al orig en (raíz), y así u nirse al T ao de la N atu raleza ( ziran )».
33. L. M. com enta qu e el círc u lo g ira sin d escan so , y que con ello se sim b o ­
liza cóm o el “e s ” y el “no e s”, lo v erd ad ero y lo falso, se tran sfo rm an m u ­
tuam ente, y que no existen tales, de los que se pueda hablar. M antenerse fir­

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Notas

m e en el cen tro del círcu lo q u iere d ec ir m overse sin cesar, y o lv id arse de


form ular ju icio s: esto es (v erd ad ), esto no es (falso).
34. A q u í nom bre sim bólico, que sig n ifica ap ro x im ad am en te “hom bre de rec­
to p ro ced er” (testificó co n tra su padre q u e había ro b ad o un as ovejas). C on
este sig n ificad o aparece la e x p re sió n zhi gong en el Zilu d el Lun yu).
35. V er n ota 18 de este m ism o libro.
36. T raducim os el texto corregido p or M. XI. y W. Shm . El original escribe bu
zi li (“ no se ju s tific ó ” ), pero M a y W ang dan arg u m en to s para su stitu irles
por zi mai (“hundirse a sí m ism o”), li y mai son casi hom ógrafos. El Shen zi
del que aquí se habla sería Shentu Di, del que anteriom ente hizo m ención en
este m ism o lib ro el bandido Z hi. O tra in terp re tació n es la del Cheng sh u :
«Shen zi es Shen Sheng, p rín cip e heredero del d uque X ian del estad o de
Jin. H abiendo sido calu m n iad o p o r L iji (co n cu b in a del d u q u e), reh u só d e ­
fenderse y se ahorcó y m urió». (V er G. Q f., op.c., p. 1007).
37. Según el Cheng shu, C onfucio, que andaba recorriendo los estados en res­
p uesta a las invitaciones de los p rín cip es, no p u d o v e r a su m adre m o ri­
bunda. Y. Y. dice que no es a C o n fu cio , sino a Z h uan g zi, al que se refiere
este episodio, pero es una o p in ió n m uy dudosa. En c u a n to a K uang zi, h a ­
biendo am onestado a su padre, éste le expulsó, y en todo el resto de su vida
K uang zi no le volvió a ver. E sto últim o es un co m en tario de Sm . B. (V er
G. Q f., o p.c., pp. 1007-1008).
38. D os personajes im aginarios que sim bolizan la am bición (“ In saciab le”, wu
zu) y la honestidad (“ A rm o n ía” , zhi he).
39. L. M. corrige varios caracteres de esta frase: “ in ten cio n ad am en te” (gu yi)
en lugar de “por eso” (gu), “ renunciar” (tui) en lugar de “buscar” (m ism o ca­
rácter), “ d etener(se)” en lugar de “ rectitu d ” (zheng), “ ten er el ánim o puesto
en” (zhi) en lugar de “olvidar” (wang). Y así su traducción sería: «¿Es acaso
ren u n ciar intencionadam ente y no ten er el ánim o p u esto (en la riq u eza)?” ».
40. S egún W . X q., un hom bre que e stim a altam en te g an a r m u ch a fam a y b e ­
neficios m ateriales.
41. H ace suyo el corazón (la m ente) del p ueblo llano (bai xing), co m en ta el
Cheng shu.
42. El carácter ban (“cu esta” ) falta en el tex to habitual. En el texto de G . Qf.
aparece entre corchetes, y en alg u n as v ersiones sí ap arece detrás de shang
(“su b ir” ).
43. A sí interpretan M. XI. y Zh. Bl. la ex p resió n qu wei. Para W . X q., sig n i­
fica “b uscarse en ferm ed ad es” .
44. Se h unden en sus deseo s y a ficio n es, co m en ta L. Xy.
45. Los seis “m ayores m ales del m u n d o ” (tianxia zhi zhi hai) son, p or tanto:
“ d eso rd en ” (luán), “am arg u ra” (ku), “en fe rm e d a d ” (ji), “ ig n o m in ia” (ru),
“cu itas” (you) y “tem o res” (wei).

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Notas

N O T AS A L L I B R O X X X

1. Según Sm. B., este rey vivió en una ép o ca m uy d istante de la ép o ca en que


vivió Z huang zi. O tros dicen que esto es erró n eo , y que am b o s fueron co n ­
tem poráneos. (V er G . Q f., op.c., p. 1016).
2. S egún Y. Y „ el su ceso r en el trono del rey W en se llam aba D an (su título,
rey X iaocheng de Z hao), y no Kui. (V er G. Q f., op.c., p. 1017). C om o en
o tros m uchos relatos del Z h u a n g zi, no hay que b u scar la ex ac titu d h istó ri­
ca, sino el sig n ificad o y las en señ an zas que encierran.
3. L. X y. interpreta la ex presió n yu nan co m o “ habla llena de recíp ro co s in ­
su lto s” . P ara el S hiw en, sig n ifica que los esp adach in es no sabían hablar.
(V er G. Q f., o p.c., p. 1018).
4. E ste segundo W ei y el an terio r W ei aparecen bajo el m ism o carácter en los
textos habituales (an tig u o estad o situ ad o en las actu ales p ro v in cias de H e-
nan y S hanxi). De a h í que m uchos co m en taristas estim en un erro r el p ri­
m ero, que se d eb ería escrib ir con el ca rá cte r h om ófono que rep resen ta otro
estad o (en las actuales p rov in cias de H ebei y H enan).
5. En el texto habitual aparece el carácter chang, en lugar de heng (am bos son
sinónim os). W . Shm . ex p lica que la co n fu sió n se en tien d e p or el h echo de
que las copias de la d in astía H an d eb iero n e v ita r el c arácter h en g , p o r ser
h ui (especie de tabú) a la m u erte del e m p erad o r W en (cuyo n om bre p erso ­
nal era L iu H eng).
6 . V er nota 3 del libro X IV .
7. L as “tres lu m in arias” (san gu a ng ) son el sol, la luna y las estrellas.
8. E sto significa, según L. X y., que e sta b a co n fu so y avergonzado.

N O T A S A L L IB R O X X X I

1. Yu f u sig n ifica literalm en te “ P adre p esc a d o r” . De él dice el C hen g s h u :


“V iejo P escador es Fan L i, m in istro del estad o de Y ue. A y u d ó a G oujian ,
rey de Y ue, a so m eter el estad o de W u. C u an d o la g u erra h u b o acabado,
m ontó en un barco y navegó p or tres ríos y cin co lagos. C am bió su nom bre
y apellido, y se hizo llam ar V iejo P escador; y b ajo ese n om bre se encontró
con él Q u Y uan (céleb re poeta). C ru zó d esp u és el m ar y llegó al estad o de
Q i, donde se hizo llam ar Chi Yi zi. V ino a Lu, y se hizo llam ar M aestro Bo-
gui; llegó a T ao, y se hizo llam ar Señor Z hu. O cultó sus proezas y su brillo,
y cam bió según las circu n sta n cia s” . (V er G. Q f., o p .c., p.1024).

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Notas

2. Fan zou (lit. “volver and ar”) sig n ifica, según L. X y., retro ced er unos cuan­
tos pasos para después avanzar. Es m u estra de respeto, com o tam bién se ve
en el libro X X IX .
3. El texto chino escrib e x ia fe n g (lit. “ v ien to de a b a jo ”) que eq u iv ale a xia
fang (lugar inferior) o lugar opuesto a de donde sopla el viento. V er nota 22
del libro XI.
4. El texto chino habitual escrib e tian zi you si (“ H ijo del C ielo [y] m in is­
tro s”). M . XI. o pina, con b uen criterio , que “ m in istro s” (you si) es una in ­
terpolación.
5. “V erdad” ( zhen ) se refiere a la v erdadera y auténtica naturaleza original del
hom bre.
6. T raducción m ás o m enos literal de la expresión huan yi wu yu rert. L. Xy. la
explica diciendo que se trata de d ev o lv er las cosas exterio res a los dem ás, y
así todo retornará a la N aturaleza. Para L. M ., recom ienda no ejercer ningún
tipo de control ni sobre los d em ás ho m b res ni sobre las cosas. “ C eder a los
d em ás los propios b ien es”, es otra interpretación de alg u n o s com entaristas.
7. Interpretación de X. Y. La expresión lu lu tam bién se ha interpretado com o
“atado”, “ lim itado” (L. Shp.), y com o “seguir a donde vaya (el otro)” (X. D.).
8 . El texto chino com para las p ro fu n d as rev eren cias de C o n fu cio no con el
cartabón, sino con el qing, un instru m en to m usical de la an tig u a C h in a h e­
cho de ja d e o de piedra, de fo rm a m ás o m enos parecid a.
9. L a v irtud co n fu cian a de la b en ev o le n cia (ren) tien e un sig n ificad o m ucho
m ás am plio que el térm in o castellan o . V er Introducción.

N O T A S A L L IB R O X X X I I

1. Se trata del m ism o perso n aje que ap arece en el libro V bajo el n om bre de
B ohum W uren. E ste m ism o relato ap arece reco g id o en el Huang di del
Lie zi (ibidem , pp. 69-70).
2. L a expresión china xi fang er fa n viene a preguntar, en últim o térm ino, por
la causa del reto m o inesperado de L ie Y ukou. L os co m en taristas, sin e m ­
bargo, interpretan de diferente m anera el carácter fang: a) “cam ino” (en fun­
ción verbal, “hacer cam ino”); b) “cau sa”, “asunto” ; c) “desgracia” , xi es una
partícula interrogativa: «¿por qué, haciendo cam ino, te has dado la vuelta?»;
«¿por qué causa te has dado la v u elta?».
3. Ru chu yi (lit. “tú quéd ate [ahí]). El carác te r yi, una p artícu la, es m uy p a ­
recido al carácter j i (“ uno m ism o”). En el Huang di del Lie zi, se escribe yi;
en el tex to corriente del Zhuang zi, se escrib e ji, p ero varios co m en taristas

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Notas

lo consideran una confusión o error de copista. L a versión no corregida sig ­


n ificaría “tú quéd ate en tí m ism o ” .
4. Y. Bj. da un sentido algo diferente a esta frase, al interpretar de d istinta fo r­
m a algunos caracteres: «L as im p resio n es que han afe c ta d o a tu m en te”
(xin) han sacudido tu cuerp o (tu perso n a)» .
5. El carácter shu significa tanto “conocer bien” com o “am ar”, p or lo que la tra­
ducción tam bién podría ser: “ ¿cóm o podréis conoceros bien unos a o tro s?”
6 . El texto chino escrib e shen yin (“ le er en voz a lta”, “re c ita r”). Se entien d e
que los textos clásico s o b jeto de ap ren d izaje.
7. L as tres fam ilias (san zu) son: la del padre, la de la m adre y la de la esposa.
8 . A lgunas versiones escrib en qi min (“ las g en tes de Q i”) en lu g ar de qi ren
(“el hom bre de Q i"). El Shiwen c o m en ta que q u ien es actu a b an a sí ig n o ra­
ban que el agua del pozo perten eciera a la N aturaleza, y que con este ejem ­
plo se quiere sig n ificar q ue H uan ig noraba que la natu raleza de Di, su h e r­
m ano, era “ m o ísta” , y que p o r eso se e n o jó c o n tra él. (V er G . Q f., op.c.,
p.1044).
9. “E sconderse del C ielo” (dun tian) quiere d ecir o cultar o apartarse de la p ro­
pia naturaleza, recib id a del “ C ielo ” .
10. Según L. X y., donde el sabio h alla com o did ad y sosiego (an) es en la N a­
tu raleza, y donde no h alla esa co m o d id ad y so sieg o es en el h um ano o b rar
(ren wei).
11. “C ie lo ” significa una vez m ás la N aturaleza. A lg u n o s co m en taristas co n ­
sideran que en esta frase se ha o m itid o el c arác te r zhi (“p e rfe c to ”) delan te
de “ ho m b re” . En este caso se d eb ería tra d u c ir “ los ho m b res p erfecto s eran
C ielo , no h o m b res” .
12. D ice el Lao zi: «L as arm as son in stru m e n to s n e fa sto s» (cap . L X X V
[X X X I]).
13. Según el Cheng shu, baoju es una yerba arom ática que se o frecía com o re­
g alo, y gandu las tab lillas de bam bú d onde se escrib ía n las m isiv as a c o s­
tu m bradas en el trato social. (V er G . Q f., op.c., p. 1047).
14. El rey Y an, según Sm . B.
15. Es decir, si le n om brara mi p rim er m inistro.
16. El texto chino ofrece cierta d ificu ltad , p u es los varios p ro n o m b res (p e r­
so n ales y d e m o strativ o s) p o d rían m u y b ien , g ram atica lm e n te hab lan d o ,
sig n ificar a C o n fu cio , al p u eb lo , o al m ism o duque. C o m o ejem p lo , he
aq u í la traducción que resu ltaría de se g u ir la interp retació n de G . X .: «¿Es
al p ueblo o a vos (al duqu e) a q uien c o n v ien e? ¿Q u eréis m an ten erle (a
C onfucio)?».
17. Según G . X ., el m etal se refiere a la esp ad a, la sierra, el hach a y la a la ­
barda; y la m adera, a la m aza, el bastó n , los zhi (especie de g rillo s de m a ­
dera) y los gu (especie de esp o sas de m adera). (V er G . Q f., o p .c., p.1053).

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Noras

18. Es decir, las energías v itales (qi) del Y in y del Y ang se en trecru zan y tra­
ban, y les corroen.
19. S egún el C heng s h a , el no m b re de Z h an g K aofu es to d o un sím bolo:
hom bre que pisando por el recto (zh en g ) cam ino, h a llegado a p o seer p le ­
n am ente (ka o p o r cheng) la g ran (fu p o r da) v irtu d . (V er G . Q f., o p .c.,
p.1057).
20. En la antigua C hina, el prim er nom bram iento era de sh i (m andarín de ran­
go inferior); el segundo, de da f u (alto dig n atario , g ran m andarín); y el ter­
cero, de qing (co nsejero im perial, m inistro). C o m en ta L. X y. que cuan to
m ás se elev a b a en dignidad, m ás se ab ajab a en su persona.
21. El respeto a los m ayores no ad m ite que se les p ueda llam ar p o r sus n o m ­
bres propios. E sto sería una p ru eb a de d esv erg ü en za o, com o en este caso,
de una desaforada soberbia.
22. T ang se refiere a Y ao, y X u, a X uyou. (V er G losario).
23. Según el Cheng shu , son: la m ente (xin), el oído, la v ista, el gusto y el o l­
fato; y son nefastas (x io n g ) p o rq u e p o r ellas nos vien en todos los m ales y
d esgracias (V er G. Q f., o p .c., p. 1058). L a facu ltad in terio r ( zhong ) es la
m ente, que es de todos “ la cab ez a ” (shou).
24. O tra posible traducción: “ con sid eram o s en posesión de la verdad, y hablar
m al de lo que hacen los d e m á s”.
25. C om enta el Shiw en: «S ospecham os que (yan ya n g ) sig n ifica el acto de in­
clinarse (y a n ) y volverse a levantar (yang) siguiendo a los dem ás». (V er G.
Q f., o p.c., p. 1059).
26. “A taúd” es traducción del chino guan guo. G uan es el ataúd interior y guo
el exterior.

N O TAS A L L IB R O X X X I II

1. La expresión china tian xia (lit. “ bajo el C ielo”) suele traducirse generalm ente
por “el m undo” o “el im perio”. Se refiere sensu stricto al m undo chino.
2. L as d o ctrin as y los m étodos p ara g o b ern ar el m undo (el im p erio ) y p ara
ed u car y d irig ir al pueblo.
3. C om entario de L. Ym.: «El “espíritu” (shen) es donde se esconde la clara v i­
sión (m in g ). L a “clara v isió n ” es la m anifestació n del “e sp íritu ”. L iang Q i-
chao dice que espíritu y clara visión se refieren a la “ S abid u ría” (zhi hui)».
4. Se refiere a los letrados co n fu cian o s (ru sh i), por cu an to C o n fu cio era n a ­
tural del estado de Lu, y M encio, el segundo gran m aestro de la escuela, n a­
tural del estad o de Z ou.

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Notas

5. T am bién se refiere a los m aestros confucianos, “ letrados de Lu y Z ou”, que


llevaban tablillas de bam bú (jin) su jetas a anchos cin tu ro n es ( shen ).
6 . E ste fragm ento entre corchetes se co n sid era una interpolación. Según M.
XI. se trataría de un antigu o co m en tario al tex to o riginal que cop istas p o s­
teriores incluyeron com o p arte del m ism o.
7. Según el Yi wen zhi del Han shu (“L ibro de los H an” ), en la antigua C hina
hubo ciento och en ta y nueve escu elas filo só ficas. Se las conoce b ajo el
n om bre de bai jia (“cien esc u e la s”).
8 . Según Y. Lf., el carácter dúo (“ m u ch o ” ) es un erro r p or su casi hom ógrafo
ge (“cada uno”). L a traducció n en to n ces sería: «cada cual se aferra...»
9. L a “sabiduría interior” (nei sheng) se refiere a la virtud del sabio que se p o ­
see en la m ente, y la “ex terio r realeza” ( wai wang) a la “p o lítica” propia de
un rey que se m an ifiesta en la conducta.
10. Literalm ente, “corregirse a sí m ism o con cuerda y tinta” . Es decir, con nor­
m as tan precisas com o si estuvieran trazadas con cuerda y tin ta ( sheng mo).
11. O tra posible traducción: «Fueron d em asiado condescendientes (j(un) co n ­
sigo m ism os».
12. O tra posible lectura de esta serie de caracteres sería: «Se com plazco en el
estudio y adquirió una vasta eru d ició n , y no b u scó ser d istin to de los d e ­
m ás». E sta es la interpretació n de Zh. Bl. y de L. Ym.
13. N om bres todos estos de antiguas m úsicas propias de las diferentes dinastías.
14. T ong es el nom bre g enérico de varias esp ecies de árboles: Paulownia,
Aleurites, Eleococca etc.
15. El texto chino tam bién po d ría interpretarse com o que el au to r del Zhuang
zi no tiene intención de den ig rar la d o ctrin a de M o Di.
16. T exto corregido por Y. Y. El original escribe shan (“ m ontes”) en lugar de
chuan (“curso de ag u a”).
17. En el libro Xian xue del Han Fei zi se dice: «D espués de la m uerte de M o zi,
hubo m oístas de X iangli, hubo m oístas de X iangfu, hubo m oístas de Deng
L ing... Los discípulos de M o se dividieron en tres, con posturas diferentes».
D eng Ling, K uhuo y Jichi fueron los grandes m aestros del m oísm o del sur.
18. El M o jing (“C lásico de M o”), que co m prende diez capítulos, form a parte
del m ás am plio M o zi (un total de c in cu e n ta y tres libros), en el que se re ­
cogen las doctrinas de M o Di y de sus discíp u lo s.
19. A quí el Zhuang zi p one com o ejem p lo dos cuestiones de lógica o bjeto de
frecuente debate entre los d ialéctico s de la an tig u a C hina, a p artir de m e ­
d iados de la época de los E stad o s C o m b atien tes (hacia el siglo -iv). En e s­
tos debates se d istinguieron p articu larm en te la escuela de M o y la escuela
de los nom bres, en cuyas o bras en co n tram o s d esarro llad o s los d etalles. La
cuestión de “ lo duro y lo b lan co ” (Jian bai) aparece recogida en el M o jing
(de la escuela de M o) y en el Gongsun Long zi (de la escu ela de los nom -

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Notas

bres). En éste se incluye un cap ítu lo titu lad o “ De lo d u ro y lo b la n c o ”


(Jian bal lun), cuya idea central en sín tesis es: lo du ro y lo blan co de una
piedra no pueden conocerse y p ercibirse conjuntam ente, p or lo que hay que
separarlos y considerarlo s indep en d ien tem en te. F ren te a esto, el Mo jing
dice que “lo duro y lo blanco no están sep arad o s” (bu xiang wa¡). U nos y
otros exponen sus correspondientes argum entos. A lgunos com entaristas, sin
em bargo, sostienen que la ex p resió n jian ba i hace referen cia aq u í a otra
cuestión d ialéctica del Gongsun Long zi, el “ un cab allo blan co n o es cab a­
llo” (bai m a fe i ma), estim ando que jian bai significa “ sostener dura (firm e)
m ente lo del (caballo) blanco” . L a polém ica sobre “ lo idéntico y lo d iverso”
(tong y ij enfrentaba, por una parte a la escuela de los nom bres, que sostenía
que lo idéntico es diverso, y lo d iv erso idéntico, y p o r o tra a la escu ela de
M o, que se d istinguía de am bas.
20. P ara L. Q ch. la expresió n qi ou bu yu significa “ lo im p ar y lo p ar no se
u nen”, y se refiere a una tercera disp u ta (junto con las dos an teriores) d ia ­
léctica sobre lo im par (qi) y lo p ar (ou). El Gongsun Long zi trata de uno de
sus capítulos acerca de cóm o lo p ar no con tien e lo im par.
21. Ju zi (lit. “el grandísim o m aestro”), cabeza rectora de la organización m o-
ísta. En los antiguos lib ro s ap a re c e b ajo tres n o m b res, seg ú n señala L.
Q ch.: M eng Sheng, T ian X iang zi y Fu D un. T odos esto s nom bres se citan
en el Lüshi Chun qiu.
22. El texto chino habitual escrib e gou (“ ser d e sco n sid erad o ” , “tratar con li­
gereza”) en lugar de su casi ho m ó g rafo ke (“ ser estric to ” ). V ario s son los
co m entaristas que han arg u m en tad o en fav o r de e sta correcció n .
23. G orros con la form a del m onte H ua (Hua shan). D ice el Shiw en : «El
m onte H ua es igual y llano arrib a y abajo; al hacer gorros con esa form a,
significaban la igualdad y eq u ilib rio de sus p ro p ias m entes». (V er G. Q f.,
op.c., p. 1083). Y J. X ch. co m en ta que con esos go rro s “precon izab an la
igualdad de v ida de la hum an id ad e n te ra ” .
24. La “am plitud de la m ente” (xin zhi rong) debe abarcar a todos los seres sin
excepción, y a eso llam aban “acción de la m ente” (xin zhi xing). A sí ex p li­
ca J. X ch. la doctrina de S ong Jian acerca de la m ente: «la m ente (el p e n ­
sam iento) gobierna las accio n es, p o r lo que para o b serv ar una recta c o n ­
d u cta es p reciso te n e r una m en te recta; pero tam b ién las accio n es son
m anifestaciones de la m ente, por lo que la clarividencia de una m ente recta
requiere una p rev ia recta con d u cta» . (V er Ch. G y., op.c., p .9 5 1).
25. En el texto chino, “cinco sheng”. El sheng es una m edidad de capacidad
para áridos que equivale a un litro ap roxim adam ente.
26. D iferencias de puntuación y de interp retació n de caracteres llevan a esta
otra traducción: «D ecía : “El co n o cim ien to no es cap az de co n o c er”. Y
así, prim ero despreciaba los conocim ien to s, para desp u és ir m ás lejos y re ­

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Notas

chazarlos por com pleto». (V er “ M ateriales de H istoria de la F ilosofía C hi­


na”, tom o II de la parte P re-Q in, p.320).
27. Sobre la diferencia entre “ sabio” (xian ) y “gran sab io ” ( sheng ), V er nota
18 del libro I.
28. “ R odar sin asentarse” es traducción de la expresión yuan duan , que, según
el Cheng shu , significa “sin ángulos y a ristas” ( wu gui jia o ) (V er G. Q f„
op.c., p. 1092).
29. La expresión chang wu you sig nifica carácter p or carácter: “perm anente-
no ser (haber)-ser (haber)”. La naturaleza de la lengua china perm ite dos in­
terp retacio n es : “ p erm an en tes n o -se r y se r” y “ p e rm an en te n o -se r (wu
you)". Para estab lecer con ex actitud la traducción es necesario recu rrir al
contexto o a textos “h erm an o s”. Y así leem os en el Lao zi : «L as cosas del
m undo nacen del ser (you), el ser nace del no -ser (wu)». (cap. IV [XL]).
30. Tai yi (“S uprem o U no”) se refiere al Tao, el Ú nico A bsoluto.
31. El elogio de la debilidad es una constante en el taoísm o. D ice el Lao zi:
«Lo blando y lo débil triu n fa de lo fuerte» (cap. LX X X [X X X V I]). «Lo
blando y lo débil ocupan el lugar superior» (cap. XLI [LX XV I]). «N ada hay
en el m undo m ás blando y débil que el agua, pero nada la supera en el com ­
bate contra lo duro y lo fuerte» (cap. X LIII [LX X V III]).
32. El carácter de (“o b ten e r” , "g a n ar”) tiene aq u í el sentido de “ am bicio­
nar". C om párese con el Lao zi: «El m ucho am b icio n ar lleva n e cesaria­
m ente a la ruina» (cap. VII [X LIV ]). “ El que aferra algo, lo p erd erá” (cap
X X V II [X LIV]).
33. C ita del cap. L X X II (X X V III) del Lao zi. El sentido de la p rim era de esta
m áxim a es: después de conocer lo fuerte (lo m asculino), adopta lo débil (lo
fem enino) y ocupa el lugar inferior (barranco del m undo). “ V alle del m un­
d o ” tam bién significa el lugar inferior. Es im portante señ alar que el texto
habitual del Lao zi no coin cid e ex actam en te con la cita del Zhuang zi,
m ientras que las copias de M aw angdui sí. L o cual p arece co n firm a r su
m ayor fidelidad al texto original.
34. D ice el Lao zi: «N o atreverse a ir delante del m undo» (cap. X X X II [X L-
V II]). Se refiere a uno de los tres tesoros del sabio taoísta.
35. El Lao zi dice: «A sum e todos los oprobios del país (E stado)» (cap. X LIII
[LX X V III]).
36. Esta idea aparece en el Lao zi: «(El sabio) no tiene deseos egoístas, y por eso
puede realizar sus deseos egoístas» (cap. LI [VII]). «Por eso el sabio puede ha­
cerse grande; porque no se considera grande, de ahí que pueda hacerse grande»
(cap. LXXVIII [XXXIV]). El “no guardar nada” (wu cang) equivale al “saber
contentarse” (zhi zu) o al “vacío” (xu) del Lao zi. En el texto habitual del
Zhuang zi, detrás de esta frase se añade: «Independiente cual elevada montaña,
le sobra (todo)». L. W d. lo considera una repetición que debe suprim irse.

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Notas

37. D icel el L ao zi: «L o que se p lie g a se co n se rv a en te ro » (cap. LXV1I


[X X II]).
38. D ice el Lao zi: «D ureza y fortaleza, cam ino que a la m uerte lleva» (cap.
X LI [LX X V I]). «Lo que m ucho se afila, no podrá co nservarse p o r m ucho
tiem po» (cap. LUI [IX]).
39. Sobre las p alabras “esp o n tán eas”, “de peso ” y “a leg ó ricas” , V er libro
X X V II.
40. Cen ci (“de diferente longitud” ) significa para el Cheng shu “ora vacías, ora
reales”. Y L. Xy. comenta: «U nas veces esto, otras veces aquello; unas veces
hacia abajo, otras veces hacia arriba; no se puede afirmar nada con seguridad».
41. A lgún com entarista dice que no se refiere a los libros por él escritos, sino a
los que guardaba para su estudio. Sin em bargo, prevalece la otra opinión.
42. C uando lo grande llega a su m áxim o, no hay nada que no abarque, y e n ­
tonces ya no hay nada que le sea exterior; cuando lo pequeño llega a su m í­
nim o, no hay nada que pueda contener, y entonces ya no hay que le sea in­
terior. El G ran U no equivaldría, según algunos co m entaristas al universo o
al espacio; y el Pequeño Uno, a la m ínim a unidad de ese universo m aterial.
43. C om entario de L. X y.:«“ ‘Lo que no tiene grosor” es el m áxim o de d elg a­
dez, que no se puede acum ular; si se acum ula, ya tiene grosor. Si se a c u ­
m ula sin cesar, su grandor puede alcan zar mil //».
44. Se trata aq u í de diferentes puntos de vista, que llevan a diferen tes c o n ­
clusiones. C onsiderado desde el punto de vista del conocim iento o rdinario
del m undo, el C ielo y la T ierra, los m ontes y los pantanos, tienen diferente
altura, pero desde el punto de v ista del universo in finito, no se distinguen
apenas. C on esta sentencia Hui Shi explica el carácter relativo de lo que se
denom ina alto o bajo.
45. Desde el punto de vista del tiem po que fluye, no hay ser que no cam bie, ni
tiem po que no pase. E sto es lo que representan el curso del sol (el paso del
tiem po) y el nacim iento y m uerte de los seres (el d ev en ir universal).
46. C om entario de F. Zhsh.: «E sta tesis de Hui Shi toca el problem a de la rela­
ción entre especie y género. Los seres del mism o género tienen una naturaleza
com ún; esto es la “gran igualdad”. Las diferentes especies dentro de un m is­
mo género tam bién tienen cada una su naturaleza com ún; esto es la “pequeña
igualdad”. D educiendo a partir del género, los millones de seres pertenecen a
un m ism o gran género, todos tienen una naturaleza com ún, y por eso se dice
que “en últim o término son iguales”. D educiendo a partir de la especie, se lle­
ga hasta los seres individuales. C ada ser individual tiene sus características
propias, no pueden ser com pletam ente iguales, y p or eso se dice que “en úl­
tim o térm ino son diferentes” .Esta tesis explica al m ism o tiem po que las di­
ferencias entre los seres son relativas, no son absolutas; y que las diferencias
entre los térm inos y los conceptos tam bién son relativas y no absolutas».

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Notas

47. E ntiéndase a partir de la relatividad del espacio. Hu Shi afirm a que los sa­
bios de aquella época no sólo conocían que la tierra se m ueve, sino tam bién
que es redonda. F. Yl. explica la alusión al su r com o ¡lim itado porque los
chinos de aquel tiem po aún no lo habían explorado.
48. E ntiéndase a p artir de la relatividad del tiem po. Hu Shi lo ex p lica a partir
de una cita del Z hou bi suan jin g que dice: «C uando en el este el sol está en
lo alto, en el oeste es m edia noche». Y dice: «Si hoy llego a Y ue (estado del
sudeste de C hina) p o r la tarde, las g entes del oeste de S ichuan (provincia
del sudoeste de C hina) dirán que he llegado ay er a Y ue».
49. Se trata de un ejem plo del incesante d iscu rrir de los cam bios en los seres.
Es la m ism a ¡dea que subyace en aquél “los seres apenas nacen ya m ueren”
de que antes se habló.
50. Y an era un estado situado en el norte de C hina, y Y ue otro estado ubicado
en el sur. C om enta Hu Shi: «Y an está en el norte, y Y ue en el sur. C om o la
tierra es redonda, cualquier punto, no im porta esté al norte de un estado del
norte o al sur de un estad o del sur, puede d ecirse que es el centro».
51. E sta últim a exh ortación rep resen ta la co n clu sió n de las nueve afirm a cio ­
nes precedentes. El hom bre debe am ar a todos los seres p o r cuanto todos y
cada uno no son sino partes integrantes de ese gran T odo que es el universo.
52. El huevo es en potencia un anim al con plum as. D esde el punto de vista de
la filo so fía (p articu larm en te aristo télica), el nacim ien to de un ser es un
p roceso que va de la potencia al acto.
53. L a gallina tiene en realidad dos patas, pero si sum am os a esas dos patas el
“no m b re” de pata ya son tres.
54. Y ing (capital del estado de C hu) es sím bolo de lo pequeño, y el m undo en ­
tero (tian x ia ) de lo grande. Y ing es una parte del m undo, pero si nos fija ­
m os en la indivisibilidad del conjunto del espacio, puede decirse que “ Y ing
abarca el m undo en tero ” . D icho de o tra m anera, desde la p ersp ectiv a de lo
infinitam ente grande el m undo entero y Y ing se confunden en un punto. Re­
cuérdese la teoría leibniziana de que la m ónada representa en sí el universo
entero.
55. E sta proposición se basa en lo que es com ún a dos seres. El perro y el cor­
d ero son cuadrúpedos, y se supone que tienen un origen com ún, que los
contiene en potencia.
56. E sta proposición tiene un fundam ento sim ilar a la anterior: la p ertenencia
a un m ism o género o especie. El conocim iento vulgar nos dice que la yegua
es un m am ífero, d iferente a las aves que son ovíparas. A hora bien, tanto
m am íferos com o aves son anim ales v erteb rad o s, y p or lo m ism o y p o r el
m ás am plio principio que dice: “ los m illones de seres en últim o térm ino son
ig u ales”, se puede co n clu ir que “ las y eguas ponen hu ev o s” .
57. L as ranas se form an a p artir de los ren acu ajo s, que sí tienen cola.

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Notas

58. El calo r es una sensación, y p o r lo tan to algo subjetiv o . Es com o cuando


nos golpeam os con una piedra: el d o lo r está en no so tro s, no en la piedra.
59. H ay varias interpretaciones de e sta proposición: a) un ju e g o de palabras,
pues shan kou (“boca de m ontaña”) designa los pasos o puertos de m ontaña;
b) “m ontaña” sale de la boca, refiriéndose a la palabra (en este caso se m o­
d ifica la propia traducción); c) p or las m ontañas se tran sm ite la voz.
60. El térm in o “ ru ed a” se refiere aq u í al conjunto de la rueda. C uan d o la
rueda toca el suelo, en realidad sólo lo hace un punto de ella. El conjunto de
la rueda no puede to car el suelo al m ism o tiem po.
61. El solo ojo no es cap az de ver, n ecesita de la luz y de la actu ació n de la
m ente.
62. Si se señalan las cosas con el dedo, el d edo no llega a to car la cosas; sin
em bargo, en últim o térm ino el d edo atrae las cosas, p o r lo que se puede de­
cir que las llega a tocar. Para Hu Shi el carácter zhi (“d ed o ”) se refiere aquí
a las diversas cualidades exteriores de las cosas, com o la form a, el color etc.
C uando conocem os una cosa, e so es lo que con o cem o s, y no llegam os a la
p ropia cosa, ni tenem os por qué llegar. Si q uisiéram os c o n o cer la p ro p ia
co sa, sería inútil, com o m ucho só lo co n seg u iríam o s a v an zar d esd e una
cualidad a otra. E jem plo, el conocim iento del agua: cualidades del agua que
p odem os o bservar, hidrógeno y o x íg en o de que está com puesta, c a ra c te­
rísticas de los átom os de hidrógeno y oxígeno, partículas elem entales de los
que esos átom o s están com p u esto s,... É ste es el sen tid o del “ n unca te rm i­
n ara”, del que tam bién podría ser ejem p lo el cálcu lo infinitesim al.
63. “ L argo” y “corto” son algo relativo. Es la m ism a idea que encontram os en
el libro II, cuando dice: “N o hay en el m undo nada m ás grande que la p u n ­
ta de un pelo otoñal, y en cam bio el T aishan (m onte T ai) es pequeño. N adie
hay m ás longevo que un recién nacid o m uerto, en tanto que Peng zu m urió
prem aturam ente”.
64. O tra posible traducción: “ L a e scu ad ra no es c u a d ra d a ,...” L a e x p lic a ­
ción de F. Yl. es com o sigue: «El cuadrado absoluto es lo com ún de todo lo
cuadrado (el cuadrado perfecto); el redondo absoluto es lo com ún de todo lo
redondo (el redondo perfecto). En la realidad, las cosas cuadradas y la cosas
redondas no son ni el cuadrado absoluto ni el redondo absoluto; y si h ab la­
m os de escuadras y com pases concretos, tam poco son cuadrados o redondos
absolutos». En definitiva, una posible interpretación de esta proposición de
los dialécticos es que en el m undo no existen el cuadrado perfecto ni el c ír­
culo perfecto, ni siquiera los trazad o s con escuadra o com pás, porque sólo
p ueden ex istir com o tales en n u estra m ente.
65. Se refiere a la naturaleza única y esp ecífica de los seres individuales, de
suerte que no hay en el m undo dos seres individuales que se correspondan
de m anera total y absoluta.

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Notas

66. E sta proposición coincide con la céleb re ap o ría de Z enón de E lea acerca
de la flecha d isp arad a, q u e parece m o v erse pero que en realid ad no se
m ueve. La explicación de F. Yl. es com o sigue: «Se trata de una explicación
del m ovim iento desde el punto de vista de la m etafísica. C onsidérase que si
se dividen el esp acio y el tiem po recorridos por un m o vim iento, se d iv id i­
rían en m uchos puntos, tanto espaciales com o tem porales, que se c o rre s­
p onderían m utuam ente; de m anera que v eríam os que la som bra del pájaro
en cada punto del tiem po estaría quieta en el co rrespondiente punto del e s­
pacio, y p o r eso se dice que no se m ueve».
67. E sta proposición nos da a entender que el m ovim iento consiste en que una
co sa al m ism o tiem po está y no está en un lugar. En cuanto q u e está en un
lugar, se dice que “no se m u ev e”; y en cuan to que no está en un lugar, se
dice que “no está p arad a” . E sta es la ex p licació n de F. Yl.
68 . El cachorro (gou) no es p erro ( quan ). El carácter gou, que hoy significa
"p erro ”, antiguam ente designaba al “cach o rro ” (atestiguado en obras com o
el Li ji y el Er ya). Shao Jin h an dice que g o u es el perro (quan) al que aún
no le ha crecido el pelo. Para algunos co m en taristas el p ro b lem a que plan­
tea esta proposición es el de la relación entre los térm inos y sus sig n ific a ­
dos. De m anera que si en nuestro p en sam ien to , térm ino y realid ad sig n ifi­
cada son inseparables, el térm ino gou es el cachorro y el térm in o quan el
perro ya crecido. Entonces es perfectam ente lógico afirm ar que “el cachorro
no es perro ”.
69. El caballo bayo y el búfalo negro sólo son dos; pero si añadim os la idea de
“caballo bayo y búfalo n eg ro ” , ya son tres. El com entario de Sm . B. dice;
«B úfalo y caballo, de dos hacen tres: dices búfalo, dices cab allo , dices b ú ­
falo y caballo, y son tres form as (xin g ). D ices bayo, d ices negro, dices
bayo y negro, y son tres colores. D ices caballo bayo, dices búfalo negro, d i­
ces caballo bayo y búfalo negro, y las form as y colo res hacen tres».
70. C om entario de Sm . B.: «A un perro blanco que tiene ojos negros, tam bién
se le puede llam ar perro negro». (V er G. Qf. op.c., p. 1111). Y F. Yl. ex p li­
ca que el perro blanco se le llam a blanco p or el color de su pelo, pero que si
nos basam os en el color de sus ojos, al que los tiene negros, se le podría lla­
m ar perro negro.
71. Se trata de un ju eg o de sinónim os. La clav e de esta proposición radica en
considerar com o absoluto (no tener m adre) lo que sólo es relativo (hubo un
m om ento en que la tuvo).
72. Se refiere a la m ateria indivisible hasta el infinito. Es el m ism o argum ento
en que se basa la aporía de Zenón sobre la carrera entre A quiles y la tortuga.
73. L. Y. interpreta la expresió n tu a o co m o “cam ino p ro fu n d o ” (d a o shen).
74. T odo este pasaje resulta bastante com plicado, y de difícil y co ntrovertida
traducción. C om o ejem plo, he aq u í o tra posible: “D e h ab er desplegado la

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Notas

m aestría en un solo arte, puede; si h u b iese d icho q u e p odía av an zar un


paso en el respeto del T ao, en to n ces m ás o m enos lo h abría co n seg u id o ” .
N uestra traducción se inspira en la in terpretación del “ M ateriales de H is­
toria de la F ilo so fía C hina” (P arte P re-Q in, tom o II, p.326).

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GLOSARIO

G LO SA R IO D E N O M B R E S PROPIOS

E n este G lo sa rio só lo se re co g en n o m b res p ro p io s que a p a ­


re cen m en cio n a d o s en el Z h u a n g zi. N o se in clu y en aq u ello s
n o m b res de los q u e n o co n stan d ato s, ni tam p o co los de escasa
re le v an cia . El a ste risc o rem ite a este m ism o G lo sario .

A H EG A N . P ersonaje im aginario, al que se p resen ta com o d iscíp u lo de Lao-


long Ji.

A I, duque (A I G O N G , en el trono de -4 9 4 a - 468). S ob eran o del estad o de


Lu. N om bró m in istro a C onfucio.

A IT A I T U O . P ersonaje im aginario, cuyo n om bre sig n ifica “T u o el F eísim o ”


(o tam bién, “el M alo {tai) digno de lástim a (a i)”).

B A O Q IA O . E rem ita de tiem p o s de la d in astía Z hou. V er n o ta 18 del libro


X X IX .

B A O SH U Y A . M andarín en la corte del duque H uan del estado de Qi. A m igo


de G uan Z hong, a quien recom endó al d uque p ara prim er m inistro.

B A O Z I. V er B A O Q IA O .

B EIY I. V er PU Y I ZI.

B IA O (o B IA O SH I). O tro nom bre del legen d ario em p erad o r S hennong.*

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Glosario

B IG A N . T ío del em perado r Z hou. R eco n v in o a su so b rin o d u ran te tres días


por su vida disipada, hasta que Z hou dijo “ He oído d ecir que los sabios tie­
nen un corazón con siete o rific io s” , y o rd en ó que se lo arrancaran.

B IN . A ntiguo señorío feudal situado en el actual d istrito de X unyi, en la p ro ­


vincia de S haanxi.

B IN G . S obrenom bre de G ongsun L ong.*

B O , duque (B O G O N G ). El d uque B o se llam ab a Sheng. Fue nieto del rey


P ing del estado de C hu, e h ijo de T aizi Jian. Se alzó en arm as p ara c o n ­
quistar el estado, y fue m uerto p o r G ao, duque h ered ero de Ye.

B O , m ar de (B O H A I). V asto g o lfo de la C hina del n o rte, d onde desem b o ca


actualm ente el río A m arillo.

BO JU . T aoísta de la escuela de Lao D an.

B O C H EN G Z1GAO. P ersonaje de tiem p o s del em p erad o r Y ao. A lgunos c o ­


m entaristas lo consideran invención de Z huang zi.

B O G O N G SH E. A lto dign atario {da fu ) del estad o de W ei. Su n om bre era


She, y B ogong (B eigong, “palacio del no rte”) se le decía p o r el lugar donde
habitaba.

B O H U A N G . U no de los doce legendarios em peradores de la rem ota an tig ü e­


dad china.

B O H U N M A O R E N . V er B O H U N W U R E N .

B O H U N W U R E N . N om bre de un im ag in ario m aestro tao ísta. Su nom bre


significa literalm ente “ Señor O scuridad, el hom bre que no e x iste” . L a con­
fusa oscuridad (hun) es el estado suprem o que puede alcanzar el hom bre en
vida. En el libro X X X II aparece bajo el nom bre de B O H U N M A O R E N , en
el que m ao (“co n fu sió n ”) ha su stitu id o a hun.

B OLE. Sobrenom bre de Sun Y ang, hom bre m uy entendido en caballos que vi­
vió en tiem po s del duque M u del estad o de Qin.

BO LI XI. C élebre personaje del siglo -V . N atural del estad o de Yu (en al ac ­


tual pro v in cia de S hanxi), fue h ech o p risio n ero , ju n to con su soberano,

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p or las tropas del estad o de Q in. H uyó y se refu g ió en el estad o de C hu. El


d uque M ou de Q in, sab ed o r de que era un sabio, le co m p ró a las g en tes de
C hu por cinco pieles de carnero n eg ro , y le co n v en ció p ara que le sirviera
com o prim er m inistro. Se le llam ó “gran d ig n atario de las cin co p ieles de
c a rn ero ” (w ugu da fu ). O tra versión cu en ta que Boli Xi se v endió com o
c riad o r de ganado en Q in, y así pudo co n o cerle el duque M ou.

B O M EN C H E N G . M inistro del E m p erad o r A m arillo.

BOYI. El y su herm ano Shuqi eran hijos del príncipe de Guzhu (en Liaoxi, al no­
roeste de la actual provincia de H ebei). D escendientes del m ítico em perador
Shennong, renunciaron al trono a la muerte de su padre, y se dirigieron al oes­
te. N o queriendo aceptar al usurpador rey W u, se retiraron al m onte Shouyang,
en la provincia de H edong. A llí m urieron de ham bre por no q uerer com er el
grano de las gentes de Z hou, que habían conquistado a su propio pueblo.

CAI. A ntiguo estado de C hina, situado en la actual provincia de H enan. Su ca­


p ital estuvo p rim ero en S h angcai; d esp u és el m arqués P ing la traslad ó a
X incai; y por últim o el m arqués Z hao a Z h o u lai (hoy F engtai, en la p ro ­
v incia de A nhui). Fue conq u istad o p o r C hu el año -447.

C A N G W U . M onte situado en el distrito del m ism o nom bre, en la actual p ro ­


v incia de G uangxi.

C O N F U C IO (-551 a -479). Su n om bre e ra K ong Q iu, y su so b ren o m b re


Z hongni. N atural de Z ouyi (hoy Q ufu), en el estad o e Lu.* C o n sag ró su
v ida a la defensa y co n solid ació n de las in stitu cio n es creadas b ajo los p ri­
m eros em peradores de la d in astía Z hou (b asad as en los ritos y en una e s ­
tructura social esclavista). Se d edicó a la p o lítica y llegó a d esem p eñ ar el
c arg o de m in istro de ju s tic ia (si k o u ) de su esta d o natal. F ue e n to n ce s
cuando ordenó la ejecución de Shaozheng M ao, un d estacad o reform ista.
D espués de cesar en el carg o , co n sag ró el resto de su vida a la enseñanza.
R ecorrió los d iferen tes estad o s chinos de aquel em to n ces o frecien d o a los
g obern antes sus d o ctrinas ético -p o líticas. Sus dich o s y h echos fueron r e ­
c opilados por sus discíp u lo s en el L un yu (“ A n alectas”).

C O N G . Pequeño estado de las fronteras de C hina en tiem pos del em p erad o r


Y ao. T am bién llam ado Z O N G .

C H A N G JI. D iscípulo de C onfucio, aunque en el Z huang zi podría tratarse de


un personaje im aginario.

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C H A N G H O N G . Sabio consejero del rey L ing de la casa Z hou (s. -iv). El año
tercero del duque Ai de Lu, el rey L ing, dando oído a ciertas calum nias v e r­
tidas contra C hanghong , hizo que lo d escu artizaran . O tra v ersió n sostien e
que el rey le o b lig ó a v o lv er a Shu (hoy Sichuan), y allí, C h an g h o n g , la ­
m entando q ue su lealtad h u b iese sid o p u e sta en en tre d ich o , se ab rió el
vientre y m urió.

C H A N G W U . P uede ser el nom bre de un m aestro, real o im aginario, o bien el


nom bre de un lugar. V er C H A N G W U Z l.

C H A N G W U ZI (“ M aestro C h an g w u ”). El carácter chang sig n ifica "larg o ” y


“crecer” , y el carácter wu , “p a ra so l” (u n a especie de g ran d es árb o les). De
ahí que se suponga que este m aestro se llam aba así por vivir al pie de un pa­
rasol, o bien porque era el g u ard ián de la fro n tera de un lu g ar llam ado
C hangw u, donde debían de c recer m uchos paraso les (V er libro X X V ).

C H E N . A ntiguo estado de C hina, que com p ren d ía el este de la actual p ro v in ­


cia de H enan y parte de la de A nhui. Su capital fue W anqin (hoy H uaiyang,
en H enan). C o nquistado por C hu en -479.

C H E N G . S abio taoísta, m aestro del em p erad o r Shun. A lgunos o pinan que


cheng no es nom bre de perso n a, sino el de un cargo en la corte.

CH1Y OU . D escendiente del leg en d a rio em p erad o r S hen n o n g , d isp utó el tro ­
no al E m perador A m arillo. E ste le derro tó en el m onte Z hu o lu , y le dio
m uerte.

C H O N G S H A N . L ugar al que fue d esterrad o H uandou por el em p erad o r Yao.


Situado al sudoeste del distrito de D ayong en al actual p rovincia de H unan.

C H U . N om bre de G engsang C hu y de N anrong C hu (d iferen tes caracteres,


aunque hom ófonos).

C H U . U no de los “ siete (estados) p re p o ten te s” (q¡ xio n g ) de la ép o ca Zhan


guo, situado en el territorio de las actuales provincias de H unan y H ubei. Ya
en la ép oca C hun qiu, el rey Z h u an g había llegado a co n q u istar por un
tiem po la hegem onía sobre el resto de los estad o s chin o s. E n su m om ento
de m áxim o pod er se ex ten d ió h asta las actuales p ro v in cias de A nhui y de
H enan. Su capital estu v o situ ad a su cesiv am en te en Y ing (hoy Jian g lin g ,
H ubei), C hen (hoy H uaiyin, H enan) y Shouchun (hoy S h ouxian, A nhui).
D esapareció conquistad o p o r Q in en -223.

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C H U I E L A R T E S A N O (G O N G C H U I). V iv ió en tiem p o s d el e m p e ra d o r
Y ao, y se le atribuye la in v en ció n de la e scu ad ra y el co m p ás. T am b ién se
d ice que fue co n sejero del e m p erad o r Shun.

D A I JIN R E N . S abio del estad o de W ei.

D A N F U . B isabuelo del rey W u, fu n d ad o r de la d in astía Z hou. S eñ o r de B in,


en el actual S h aan x i, n o m b ró su ce so r a su te rc e r hijo , W ang Ji, p ad re del
rey W en y abuelo del rey W u.

D A N G . S o brenom bre de un m in istro de Song. Su no m b re e ra Y ing.

D AT1NG . U no de los doce leg en d ario s em p erad o res de la rem o ta antig ü ed ad


china.

D O N G W U . S abio del estad o de W u.

D O N G G U O S H U N Z I (“ M aestro S hun del b arrio e ste ”). M aestro de T ian Z i-


fang.* L L am ado a sí p o r h a b ita r en el b arrio este de la ciudad.

D O N G G U O ZI (“ M aestro del b arrio e s te ”). V er D O N G G U O SH U N Z I.

D O N G L IN G . M onte en la reg ió n de Jin an (en la p ro v in cia de S h an d o n g ).

D O N G Y E JI. C éleb re au rig a de la an tig u a C hin a. En o tro s tex to s se le llam a


D ongye Bi.

E L A I (E -L A I). C ortesano adu lad o r del e m p erad o r Z hou, últim o de la dinastía


S hang. P ereció cu an d o el rey W u acab ó con d ic h a d inastía.

E M P E R A D O R A M A R IL L O (H U A N G D I). U no de los cin co (o d o ce, según


v ersio n es) leg en d ario s em p erad o res de la rem o ta an tig ü ed ad ch in a, al que
hiciero n rem ontar sus d o ctrin a s los ad ep to s de la escu ela tao ísta de H uang
L ao. Su p atro n ím ico e ra G o n g su n , y su so b ren o m b re X uanyuan.

F A N . N om bre de un estad o de la an tig u a C hina. Su cap ital, Ji, esta b a situ ad a


en la actual F an ch en g (p ro v in cia de H enan).

FE N . A fluente del río A m arillo , que reco rre gran p arte de la actual p ro v in cia
de S hanxi. En el Z h u a n g zi p o d ría tratarse de un río im aginario.

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F E N G Y I. N atural de H uayin (en la actu a l p ro v in cia de S haan x i), el “ e m p e ­


rad o r del C ielo ” , le co n firió el títu lo de “ S eñ o r del R ío ” (H e bo).

FU X I. U no de los “T res S o b eran o s” (san huang), personajes m íticos de la an ­


tig u a china. T am b ién llam ad o T ai gao. S e le in clu y e e n tre los doce le g e n ­
darios em p erad o res de la rem o ta a n tig ü ed ad ch in a, y se le atrib u y e la in ­
vención de la escritu ra y de las artes m án ticas.

FU Y A O . G ig an tesco árbol de la m ito lo g ía china. Un árbol div in o , n acid o en


el m ar oriental.

FU Y U E . M inistro del em p e ra d o r G ao zo n g (W uding).

G E N G SA N G C H U . E rem ita taoísta, discíp u lo de L ao zi. En el L ie zi se le lla­


m a K angcang C hu.

G O N G , conde (G O N G BO). Su nom bre era He, y su feudo se hallaba en el ac­


tual H uixian de la pro v in cia de H enan. Se le co n sid e ra b a un sabio, y p or
ello se le ofreció el tro n o tras la d e stitu c ió n del rey Li de la d in a stía Z hou.
Él rehusó, y sólo aceptó el títu lo de p rín c ip e regente. C uan d o cato rce años
después subió al tro n o el rey X uan, se retiró a sus tierras, y p u d o “ holgarse
en Q iu sh o u ” .

G O N G G O N G . A lto m andarín del em p e ra d o r Y ao, e n carg ad o del con tro l de


las aguas. Su no m b re era Q iongqi.

G O N G SU N L O N G (c. -320 a -250). U na de las grandes figuras, ju n to con Hui


Shi, de la escu ela de los n om bres (m in g jia ) o logicistas. V ivió en el estad o
de Z hao. De su obra, el G on g su n L o n g zi, que c o n stab a de cato rce libros,
sólo seis han llegado hasta no so tro s.

G O N G Y U E X IU . E rem ita del esta d o de C hu.

G O U JIA N . R ey del estad o de Y ue. V er n o ta 4 0 del libro X X IV .

G R A N K U I (D A K U I). P erso n aje a leg ó ric o , sím b o lo del T ao , p a ra unos;


p ara otros, del m undo y su g obierno.

G U A N L O N G F E N G . S ab io co n seje ro del em p e ra d o r Jie, el cual o rd en ó su


d ecap itació n p o r h aberle reco n v en id o a c a u sa de sus excesos.

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G U A N Y IN (“ Y IN D E L P U E S T O F R O N T E R IZ O ” ). P ro b ab lem e n te un d is ­
cíp u lo de L ao zi. Se llam aba Y in X i, y de so b ren o m b re G ongdu. Jefe del
puesto fro n te riz o de H an gu en tiem p o s d el rey P in g d e la d in a stía Z hou.
A u to r del L a o zi, en o p in ió n de G u o M o ru o . El H a n shu (“ L ib ro de los
H an ”) le atrib u y e el G uan Yin zi, o b ra en n u ev e lib ro s, h o y p erd id o s.

G U A N Z H O N G (m . -645). L lam ad o Yi W u, y de so b re n o m b re Jin gzh o n g .


P recu rso r del p e n sam ie n to leg ista en el estad o de Q i, de c u y o d u q u e H uan
fue m inistro. H izo d e Q i el estad o m ás p o d ero so de su tiem po.

G U A N Z I. V er G U A N Z H O N G

G U A N G C H E N G . Personaje im aginario, sím bolo que q uien ha hecho suyo el


Tao de la espontaneidad natural. Para algunos com entaristas se trata de Lao zi.

G U SH E . N om bre de una m ítica m ontaña. A lg u no s libros de relato s fabulosos


la sitúan al norte del río Fen, en la actual p ro v in cia de S hanxi. Y así se dice
en el m ism o Z h u a n g zi.

H A N . U no de los “ siete (estad o s) p re p o te n te s” (q i x io n g ) de la ép o c a Z han


guo, form ado a raíz de la d e sm em b ra ció n d el estad o de Jin . S itu ad o en la
parte central de la actual p rovincia de H enan y en la reg ió n sudoriental de la
provincia de Shanxi. Su capital fue p rim ero Y angdi (hoy Y uxian, H enan) y,
d esp u és, X in zh en g (H en an ). C o n q u ista d o p o r Q in en -230.

H A N . R ío que nace en el m onte B anzhong (actual p rovincia de S haanxi) y de­


sem boca en el río Y ang zi (río A zul) en H anyang (actual provincia de H ubei).

H A N D A N . C apital del antiguo estado de Z hao, en la actual provincia de Hebei.

HAO . Río que discurre por el actual distrito de Fengyang (provincia de A nhui).

H E N G , m ontes (H E N G S H A N ). S itu ad o s en el norte de la p ro v in cia de S h an ­


xi. El pico m ás elev ad o alcanza los 2. 017 m . E s una de las cin c o m ontañas
sagradas del ta o ísm o ch in o , la q u e re p re se n ta el p u n to norte.

H E X U . U no de los d o ce leg en d ario s em p e ra d o re s de la re m o ta an tig ü ed ad


ch in a. El H exu d el lib ro IX es, p a ra a lg u n o s c o m e n ta rista s, el llam ad o
H uaxu en el L ie zi.

H O N G M E N G . P erso n ific ac ió n de la e n e rg ía có sm ica p rim o rd ia l (y u a n qi).

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H U B U X IE . S abio al que el em p erad o r Y ao ofreció el trono. Su resp u esta fue


su icid arse arro ján d o se al río.

H U Z I (“M aestro H u ”). S ob ren o m b re de un sab io del esta d o de Z h en g , cuyo


nom bre era L in. F ue m aestro de L ie zi, en c u y a o b ra h o m ó n im a ap arece a
m enudo.

H U A , m onte (H U A S H A N ). U na de las cin co m ontañas sag rad as del taoísm o,


la qu e rep re se n ta el p u n to o este. S itu a d a al su r de H u ay in , en la actual
p ro v in cia de S h aan x i, su cim a m ás a lta alca n z a los 1.997 m . L a fo rm a de
esta m o n tañ a dio nom b re a n tig u am en te a un tip o de so m b rero .

H U A . N om bre de un territorio situ ad o en el actual d istrito H ua de la provincia


de Shaanxi.

H U A Z I (“ M aestro H ua”). S abio del e sta d o d e W ei.

H U A N , d u que (H U A N G O N G ). El p rim e ro de los cin c o so b eran o s h eg em ó -


nico s (w u ha) de la ép o ca P rim a v e ra y O to ñ o . H e rm a n o m e n o r d el d uque
X ian del estad o de Q i, su nom bre e ra X iobo. V ivió en el ex ilio h asta que su
herm an o fue asesin ad o p o r las g e n te s de Q i. L u eg o v o lv ió p ara o cu p a r el
trono. N om b ró p rim e r m in istro a G u an Z h o n g , y el e sta d o a lca n zó una
gran prosperidad y la hegem onía sobre los dem ás estados chinos. S om etió a
los b árbaro s del o este (Y i) y d el n o rte (D i). T ras la m u erte de G u an Z ho n g
co m en zó la d ecad en cia de Qi.

H U A N T U A N . F iló so fo de la esc u e la de los n om bres (lo g ic ista ). N atu ral del


estad o de Z hao.

H U A N D O U . H ijo del em perad o r H ongshi y enem ig o del em p erad o r Y ao. Fue


d esterrad o por éste a C ho n g sh an (al su ro e ste del d istrito de D ayong en la
actu al p ro v in cia de H unan).

H U A N G Z I G A O ’A O . S abio del e stad o de W ei.

H U I. N om bre de Y an Y uan, d iscíp u lo d e C o n fu cio .

H U I SH I. V er H U I ZI

H U I Z I (“ M aestro H u i” ). S e llam ab a H ui S hi, y era n atu ral d el esta d o de


Song. Fue p rim er m in istro del rey H ui de W ei y am ig o de Z h u an g zi. U no

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de los principales representan tes de la escu ela de los nom bres (m ing jia ) o
logicistas. V ivió aproxim adam ente del -370 al -310. D e sus doctrinas se ha­
bla am pliam ente en el lib ro X X X III. Su obra, el H u í zi se p erd ió en época
tem prana.

JI. 1. Sabio que vivió en tiem pos del em perador T ang. 2. W ang Ji (rey Ji), hijo
bastardo del G ran R ey de Z hou. V er n ota 30 del libro X X IX . 3. N om bre de
T ian Ji, com andante en je fe del ejército del estad o de Qi.

JI C H E . Probablem ente es o tro nom bre de Ji Z hen.*

JI Z H E N . S abio del estado de Q i, po sib lem en te de la escu ela de Jixia.

JI Z I. 1. T ío del em perador Z hou de la din astía S hang. R econvino al em p era­


dor p o r su conducta disipada, pero no le escuchó. E ntonces se fingió loco, y
fue v endido com o esclavo. 2. S abio del estad o de W ei.

JIA . N om bre de un estado, conquistado en su d ía por el vecino y poderoso e s­


tad o de Jin.

JIA N D E . E stado im aginario, cu y o n om bre sig n ific a “ V irtud e sta b le c id a ” .


País donde reinaría el “o rd en ” taoísta.

JIA N H E , m arqués (JIA N H E H O U , “ M arqués que v ig ila el R ío ”). V er nota 8


del libro X X V I.

JIA N W U . 1. A ntiguo p ractican te del T ao, o b ien p ersonaje inventado p o r


Z h uang zi (libro I). 2. N om bre del espíritu del T aish an (libro V I).

JIE . Ú ltim o em perador de la d in astía X ia. Su nom bre era Kui. C ruel y d is i­
pado, según las crónicas, T ang le derrotó en M ingtiao y hubo de refugiarse
en N anchao. M andó d ecap ita r a su sabio co n sejero G uan L ongfeng.

JIE Z IT U I. L eal súbdito del duque W en del estad o de Jin. V er nota 19 del li­
bro X X IX .

JIE ZI (“ M aestro Jie ”). S abio del estad o de Q i, p osiblem ente de la escu ela de
Jixia.

JIEY U . S obrenom bre de Lu T ong, un erem ita del estad o de Chu que vivió en
tiem pos de C onfucio. E ra labrador, y se fin g ía loco para que no lo n o m ­

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braran para un cargo. El rey de Chu se enteró de que era un sabio, y le o fre­
ció cien m onedas de oro y cu atro carru ajes de cu atro ca b allo s p ara que le
sirviera, pero él rehusó. C ogió sus pertenencias y, acom pañado de su m ujer,
se fue a tierras lejanas, y ya no se supo m ás de él.

JIN . A n tiguo estado de C hina, fu n d ad o p o r S huyu, h erm an o m en o r del rey


C heng de la dinastía Z hou. Su cap ital estu v o en Jiang (h o y Y icheng, en la
provincia de S hanxi). C on el d uque W en llegó a ser el estad o hegem ónico
de C hina. L a capital se traslad ó a X in tian (hoy Q uw o, en S hanxi), y el e s­
tado se extendió por la actual p ro v in cia de S hanxi, al suroeste de H ebei, el
norte de H enan y parte de S haanxi. E n el año -376 se d iv id ió en tres e s ta ­
dos: H an, Z hao y W ei.

JIQ U . M ítico soberano de la rem ota an tigüedad china, an terio r a la invención


de la escritura. A lgunos co m en taristas p iensan que los dos caracteres de su
nom bre son una deform ación de los correspondientes al nom bre de Suiren.*

JIT U O . E rem ita que, habiendo oíd o cóm o el em p erad o r T an g h ab ía o frecido


el trono a W uguang, y tem iendo no le o curriera a él lo m ism o, se arrojó al
río ju n to con sus herm anos y sus hijos.

JIX IA N . N om bre de un sam án que v iv ía en el estad o de Z hang. P ro ced ía del


estado de Q i, según el L ie zi.

JU B O Y U . Se llam aba Ju H uan, y B oyu e ra su sobrenom bre. F ue un sabio


m andarín del estado de W ei, am igo de C onfucio.

JU L IA N G (“ F o rzu d o ” ). U n ho m b re de la an tig ü ed ad d o tad o de una gran


fuerza física. L uego de o ir las en señ an zas del T ao , a d o p tó la d eb ilid ad
propia de la m ujer y ya no volv ió a h acer alarde de su fuerza.

K AN PI. Según la m itología china, espíritus de los m ontes K unlun, situados al


norte del m ar septentrional. T ien e ro stro h um ano y cuerpo de anim al.

K O N G T O N G . L u g ar im aginario. S ig n ifica “ Identidad en la V acu id ad ” .

K U A I. R ey del estado de Yan. Sobre su abdicación y m uerte, V er nota 18 del


libro X V II.

K U A I. P equeño estad o en las fro n teras de C h in a en tiem pos del em p erad o r


Y ao. T am bién llam ado Z H I.

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K U A IJI. M onte situado al sudeste de S haoxing, en la actual p ro v in cia de


Z hejiang.

K U A N G . L u g ar del antiguo estad o de W ei, al sudoeste del actual d istrito de


C hangyuan de la provincia de H ebei.

K U A N G ZI (“M aestro K u an g ”). N atural del estad o de Q i, su nom bre era


K uang Z hang. V er nota 37 del libro XXIX.

K U N LU N . La m ás alta de co rd illera de C hina. A rrancando de la m eseta de


Pam ir se extiende hacia el este dividida en tres ram ales. Frontera natural en ­
tre el T ibet y el T urquestán.

LAO D AN . C onocido com o Lao zi (“ M aestro L ao” ), es el supuesto autor del


libro que lleva este últim o nom bre. Su identidad histórica sigue siendo o b ­
je to de controversia entre los filósofos e histo riad o res chinos (V er L ao zi.
A lfaguara, pp. XV y ss.).

LA O Z I. 1. V er LAO D AN . 2. T ítu lo de una o b ra atribuida a Lao D an, más


co nocida en O ccidente com o “T ao te king” . Es el p rim ero de los tres g ra n ­
des textos clásicos del taoísm o filosófico. Se d ivide en dos partes: el L ibro
de la V irtud (de) y el L ibro del Tao (dao). El prim ero consta de 44 capítulos
y el segundo de 37, con un total de cerca de cinco mil quinientos caracteres.
L a copia m ás antigua se rem o n ta al siglo -II. S obre el autor y la ép o ca en
que se escribió, V er Lao zi. A lfaguara, pp. X V III y ss.

L A O L A I Z I (“M aestro L aolai”). M aestro taoísta natural del estado de C hu y


coetáneo de C onfucio. E scribió quince obras. V ivía com o erem ita en el
M engshan (m onte M eng). El rey de Chu supo de su sabiduría y le pidió que
fuera su m inistro. L a m ujer de Laolai zi, al enterarse le dijo: «El que acepta
algo de otro, fuerza es que por él se vea dom inado». Y se marchó, seguida de
su m arido. L Levando sobre los hom bros y sobre la cabeza todas sus perte­
nencias, fueron al sur del río Y angzi, y ya no se supo m ás de ellos.

L A O L O N G JI. N om bre de un m aestro taoísta. Su nom bre significa lite ra l­


m ente “ V iejo D ragón F elicid ad ” .

L IA N G . 1. O tro nom bre del estad o de W ei (capital D aliang). 2. N om bre de


D aliang, capital del estado de W ei, hoy K aifeng en la p rovincia de H enan.

LIANSHU. Antiguo practicante del Tao, o bien personaje inventado por Zhuang zi.

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L IE Y U K O U . C onocido com o Lie zi (“ M aestro L ie”), y com o L icius en su


form a latina, es el supuesto au to r del L ie zi. V ivió en el siglo -iv.

L IE Z I. 1. V er L IE Y U K O U . 2. T ítulo de una obra atrib u id a a Lie Y ukou. El


el tercero de los tres grandes textos clásico s del taoísm o filosófico. C onsta
de ocho libros. Sobre su autor y la época en que se escribió, V er L ie zi, Kai-
rós, pp. 9 y ss.

LIJI. Su nom bre significa “co n cu b in a de L irong” . E ra h ija del oficial que
g uardaba la frontera del estado de L irong. El duque M u de Q in y el duque
X ian de Jin se coalig aro n p ara atac ar L irong. O btuvieron com o botín una
herm osa m uchacha y dos anillos de jade. El duque de Q in se quedó con los
jades, y el de Jin con la m uchacha. A lgunos com entaristas la identifican con
X ishi.

LILU . U no de los doce legendarios em peradores de la rem ota antigüedad


china.
LIN JU . D iscípulo de Z huang zi.

LIN G , duque (L1NG G O N G ). S oberano del estado de W ei (V er libro X XV ).


Su nom bre sirve de título a uno de los capítulos de las “A nalectas” (Lun yu).

L IU X IA Jl. Sabio del estado de Lu, tam bién conocido com o L iu x ia Hui. Su
nom bre com pleto e ra Z han H uo, y su sob ren o m b re Jiq in . D icen que el
nom bre de L iuxia (lit. “bajo el sa u ce”) le venía del lu g ar en que habitaba.
E logiado p o r C onfucio, era herm ano m ayor del célebre Z hi el B andido.

L IU X IA ZHI. V er ZH I EL B A N D ID O

LIXU. Uno de los doce legendarios em peradores de la rem ota antigüedad china.

LIZH U . V ivió en tiem pos del E m perador A m arillo. Poseía una v ista tan agu­
da, que podía distinguir la punta de un pelo a cien pasos de distancia. T am ­
bién se le conoce com o Lilou.

LO N G FE N G . V er G U A N L O N G FE N G .

LU. E stado de la antigua C hina, situ ad o en el sur de la actual p rovincia de


Shandong. Fue fundado p o r Ji D an, quien lo recibió en feudo de su h erm a­
no m ayor, el rey Wu de la dinastía Zhou. Fue conquistado en -256 por el e s­
tado de Chu.

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LU JU . P ersonaje que vivió a com ienzos de la d in astía Z hou.

L Ü L IA N G . P ara unos es el X ih e (“río del o e ste”) en el actual d istrito de


Lishi (provincia de Shandong). P ara otros, en P engcheng (actual distrito de
T ongshan, en la pro v in cia de Jiangsu)

M A N G O U D E . Personaje aleg ó rico . Los caracteres de su nom bre sig n ifi­


can: “satisfacer” , “co lm ar” {man); “a la lig era” {gou); “o b ten er” , “g a n ar”
{de). E s figura de aquellos hom bres que sólo buscan satisfacer com o sea sus
am biciones y sacar provecho.

M A O Q IA N G . Favorita del rey de Yue.

M E N G SU N C A I. Sabio del estad o de Lu.

M IN ZI. D iscípulo de C onfucio. Llam ado M in Sun, y de sobrenom bre Ziqian.


C élebre p o r su piedad filial, era natural de Lu.

M IN G . H ay un m onte de ese nom bre en el su ro este del actual d istrito de


X inyang (provincia de H enan), p ero en el Z h u a n g zi desig n a una m ontaña
im aginaria lejana y nebulosa.

M O. V er M O ZI.

M O DI. V er M O ZI.

M O ZI (“ M aestro M o”, c. -480 a -420). F u n d ad o r de la escuela m oísta {mo


jia ). De origen artesano, estu d ió p rim ero con los letrados co n fu cian o s {ru
jia ) del estado de Lu. D espués se apartó de las tesis confucianas, de las que
él y su escuela fueron enem ig o s irreconciliables. E stu d ió y puso en p rácti­
ca en el estado de Song el arte m ilitar. Sus discípulos, procedentes de las ca­
pas hum ildes de la sociedad, llevaban una vida austera y de trabajo. Sus en­
señanzas se encuentran reco g id as en los cin cu e n ta y tres libros del M o zi.

M O U . P ríncipe {gong zi, “hijo del d u q u e”) del estad o de W ei. Su feu d o era
Z hongshan, en el actual D in g x ian de la pro v in cia de H ebei.

M O U , M A R Q U É S D E T IA N (T IA N H O U M O U ). P ara unos es el rey W ei


del estad o de Q i, hijo del d uque H uan. O tros lo nieg an porque el S h iji
(“ R egistros h istóricos” ) dice que el nom bre del rey W ei era Yin.

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M U , duque (M U G O N G ). Soberano del estad o de Q in en la ép o ca C hunqiu


(“Prim avera y O toño”). LLegó a alcanzar la hegem onía sobre los dem ás es­
tados chinos de su tiem po.

N A N B O Z IK U I. V er N A N G U O ZIQ I

N A N B O Z IQ I. V er N A N G U O ZIQ I..

N A N G U O Z IQ I (“ M aestro Qi del b arrio su r”). U nos co m en taristas dicen


que era natural de C hu, herm ano del rey Z hao y m inistro de la guerra con el
rey Z huang; otros que era de Q i. P robablem ente se trata de un personaje
im aginario que sim boliza a quien ha alcanzado el Tao. En el libro IV y en el
X X IV aparece bajo el nom bre de N A N B O Z IQ I (“ M aestro Q i, señor del
sur”), y en el libro V I, com o N A N B O Z IK U I. Los caracteres K u i y Q i se
pronunciaban de m anera m uy sem ejante en la época antigua, p or lo que pu­
dieron intercam biarse.

N A N R O N G C H U . D iscíp u lo de G engsang Chu.

N IE Q U E. P ersonaje im aginario, a q uien el Zhuang zi p resen ta com o d iscí­


pulo de W ang N i, y m aestro de Xu Y ou. Los caracteres que form an su
nom bre significan “m o rd er” y “ fa lta r” (“ro m p er”).

NÜ SH A N G . V alido del m arqués W u, soberano del estad o de W ei.

N Ü Y U . Personaje im aginario, que en el Z huang zi sim boliza a un hom bre que


ha alcanzado el Tao.

PEI. L ugar situado en el actual P eix ian , en la p rovincia de Jiangsu.

PE N G M E N G 1. F ilóso fo erem ita del estad o de Q i, perten ecien te a la escu e­


la de Jixia. 2. C élebre arquero de la antigua C hina, d iscíp u lo de Yi.

PE N G Y A N G . V er Z E Y A N G

PE N G ZU 1. El M atusalén chino. P ersonaje legendario, cu y o nom bre era


Jian K eng. El em perad o r Y ao le oto rg ó el feudo de Peng, y de ah í el n o m ­
bre de Peng zu (“A buelo de P en g ”). S egún unos, alcanzó la edad de sete­
cientos años; segñun otros, ochocientos.

PR IM A V ER A Y O TO Ñ O (Chun qiu). T ítulo de una obra de carácter histórico

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del estado de Lu. En ella se registran los acontecim ientos que tuvieron lugar
entre el año -722 y el año -481. Posteriorm ente se denom inó, en la cro n o lo ­
gía oficial china, período Chun qiu al que se extiende desde el año -770 (fun­
dación de la dinastía Zhou del E ste) hasta el año -476.

PU. R ío que discurre p o r el d istrito de Puyang, en la actual p ro v in cia de H e-


nan.

PUYI ZI (“ M aestro Puyi”). T am bién llam ado Beiyi. Fue un sabio de tiem pos
del em perador Yao. Éste le o freció el trono, pero él no aceptó. Para algunos
co m entaristas se trata de un personaje im aginario.

Q I, m onte (Q I SH A N ). M onte situado en el actual d istrito de Q ishan, en la


provincia de Shaanxi.

QI. E stado de la antigua C hina, situado en la parte central de la actual pro v in ­


cia de Shandong, y cuya capital fue Yingqiu. Las reform as de carácter legista
im pulsadas por el m inistro G uan Z hong hicieron que Q i, bajo el duque
Huan, alcanzara la hegem onía sobre el resto de los estados chinos. En la épo­
ca Z han guo fue uno de los “ siete prepotentes” (qi xiong). En esta m ism a
época, el clan de Tian expulsó al de Jiang, que hasta entonces había o cupa­
do el señorío del estado, y fundó una nueva dinastía ducal. Fue el últim o es­
tado conquistado por Q in (-221) en el proceso de unificación de C hina.

Q I G O N G . S abio del estado de W ei.

Q IN. A ntiguo estado de C hina, situado en el territorio de las actuales p ro v in ­


cias de Shaanxi y G ansu. Su capital estuvo p rim ero en Y ong (hoy Feng-
xiang, S haanxi), y después en X ianyang. B ajo el duque M u, en el período
C hun qiu, Q in alcanzó la h eg em o n ía sobre los d em ás e stad o s.Y a en la
ép oca Z han guo, las reform as legistas de Shang Y ang, m inistro del duque
X iao, hicieron de Q in uno de los “siete p rep o ten tes” (q i xiong). F in alm en ­
te el soberano de Q in (el futuro em perdor Q in shi huang) conquistó los res­
tantes estados y unificó C hina en el año -221.

QIN G U L I. D iscípulo de M o zi. A ntes lo fue de Z ixia.

Q ING . M aestro carpintero del estad o de Lu. Su n om bre era Ji W enzi

Q INGJI. D escendiente del rey Ling de la dinastía Z hou, que ejerció com o alto
d ignatario del estado de W ei. D e a h í su título de w ang zi (“hijo de rey ” ).

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Q IN G L EN G (o Q IN G L IN G ). N om bre de un abism o situado al pie del m onte


X i-e, en la antigua prefectura (ju n ) de N anyang.

Q IU . N om bre de C onfucio; su p atroním ico era K ong.

QU B O Y U . Q u Y uan, de sobrenom bre B oyu. S abio dig n atario del estado de


W ei.

Q U Q U E Z I (“M aestro Q uque”). P osiblem ente un perso n aje im aginario.

RAN QIU (-522 a -489). D iscípulo de C onfucio. T am bién llam ado R an You,
su sobrenom bre era Ziyou. N atural del estado de Lu, era tím ido y estaba d o ­
tado de talento artístico.

R A N X IA N G . Un gran sabio, soberano de C hina en la rem ota antigüedad. De


él se habla en la crónica L ushi x u n feiji, de la dinastía Song del N orte (960-
1127).

R EN . A ntiguo estado de C hina, situado probablem ente en la actual provincia


de Z hejiang.

R IZ H O N G S H I. Personaje im aginario. Los caracteres de su nom bre significan


“ Sol M edio P rincipio ”.

R O N G C H EN G . U no de los doce legendarios em peradores de la rem o ta anti­


güedad china, al que se atrib u y e la invención del cale n d ario . El R ong-
cheng del libro X X V no es, según algunos, este em perador, sino un sabio,
m aestro de L ao zi.

SA N G H U. E rem ita, que algunos com entaristas identifican con el Z isang del
libro VI.

SA N M IA O . S eñor feudal del em perador Y ao. Su nom bre era T ao tie, y el de


su feudo Sanm iao. O tra versión es que se trata del nom bre de una tribu, que
habitaba en la región com prendida entre el sur del actual H enan y la zona de
los lagos D ongting (H unan) y B oyang (Jiangxi).

SA N W E I. L ugar al sur del distrito de D unhuang, en la actual p rovincia de


G ansu.

SH A N JU A N . N om bre de un erem ita. En otros textos se le llam a Shan Q uan.

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SH AN G. En el libro XIV Shang designa al estado de Song,* pues la casa rei­


nante en este estado era descendiente de los antiguos em peradores de la di­
n astía Shang.

SH AO , duque (SH AO G ON G). H ijo bastardo del rey W en y herm ano del rey
W u.* De nom bre Shi, tuvo prim ero su feudo en Shao, y después fue señor
de B eiyan. Junto con el duque Z hou, fue regente durante la m inoría de su
sobrino, el rey C heng de la din astía Zhou. A m bos después fueron alta­
m ente estim ados por C onfucio.

SH AO GU AN G. M íticos m ontes donde m ora Xi W ang Mu. Situados en el ex­


trem o occidental del m undo.

SH A Q IU (“C olina de arena”). Según el C heng shu es un lugar situado al


norte del río M engjin.

SHEN. V er ZEN G ZI

SH EN DAO. N atural del estado de Zhao. E nseñó en Q i, en tiem pos del rey
X uan. Su pensam iento es una síntesis de taoísm o y legism o. De los 42 li­
bros de su obra, el Shen zi, sólo se conservan, incom pletos, 7 libros.

SH EN ZI. V er SH EN TU DI

S H EN N O N G . U no de los doce legendarios em peradores de la rem ota an ti­


güedad china. El Shennong del que se habla en el libro XXII, no es el anti­
guo em perador, sino un im aginario discípulo de L aolong Ji.

SH EN TU DI. Personaje de tiem pos del em perador Tang. Al en terarse del


suicidio de Jituo* con toda su fam ilia, él tam bién se arrojó al río.

SHENTU JIA. Sabio del estado de Zheng, del que se dice discípulo de Bohun
W uren.

SHI. V er SHI QIU

SHI JIN (“Jin el M aestro”). G ran M aestro (tai shi) del estado de Lu. Jin era su
nom bre, no su patroním ico.

SHI Q IU. T am bién llam ado Shi Y u, fue consejero del duque Ling del estado
de W ei. E s m odelo de rectitud (la virtud [confuciana] de la “ju stic ia”).

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SH IH U . N om bre de un lugar.

SH IK U A N G . M aestro de m úsica del duque Ping del estado de Jin. Fue un


gran m úsico. Su sobrenom bre era Ziye.

SH IN A N Y ILIA O (“ Y iliao del sur del bazar”). Su patroním ico era X iong, y
su sobrenom bre Yiliao. Sabio del estado de Chu, vivía al sur del bazar, y de
ahí su nom bre. Sobre un im portante acontecim iento de su vida, V er nota 27
del libro XXIV.

SH O U LIN G . P equeño burgo del estado de Yan.

SH O U Y A N G . M onte situado en el antiguo distrito de P uban en H edong.

SHU. Nombre de un territorio (y antiguo estado) cuyos lím ites correspondían,


aproxim adam ente, a los de la actual provincia de Sichuan.

SH UN . Probablem ente caudillo de una conferderación tribal a principios del


segundo m ilenio a.n.e. Según los textos confucianos, era descendiente en
sexta generación del soberano Zhuanxu. Su madre lo concibió al “ sentir un
gran arco iris”. Prim ero se llam ó T ao, del lugar donde nació, y después
W ei, del nom bre del río a cuyas orillas vivió. Sus ojos tenían una doble pu­
pila, y de ahí su sobrenom bre C honghua (“ Doble flor”). Y ao supo de su sa­
biduría y le casó con dos de sus hijas, y le entregó el feudo de Yu. Cuando
tenía treinta años Y ao le hizo su m inistro y a los treinta y tres años abdicó
en su favor. R einó durante cuarenta años, hasta que abdicó en Yu. Su figu­
ra fue posteriorm ente enaltecida por los confucianos, quienes le consideran
uno de los “reyes sabios"(sheng wang).

SH U Q I. V er BOYI.

SH U SH A N . Personaje im aginario del Zhuang zi.

SI. N om bre de Z igong.*

SONG. Antiguo estado de China. Com prendía el este de la actual provincia de


Henan y la región fronteriza de las provincias de Shandong, Jiangsu y An-
hui. Su capital era Shangqiu (hoy provincia de H enan). En la época C hun-
qiu el duque X iang conquistó la hegem onía sobre los dem ás estados chinos.
En el año -286 fue conquistado por el estado de Qi.

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S O N G JIA N . F ilósofo del estad o de Q i, que viv ió en tiem pos del rey X uan.
En el libro I se le llam a Song R ong zi, y tam bién p or ese n om bre le m e n ­
ciona el H an F ei zi; el M eng zi le llam a Song K eng. Los diferentes nom bre
se explican por la parecida p ronunciación de los correspondientes caracte­
res en el an tig u o chino. Ju n to co n Y in W en tu v o p o r m aestro a un tal
Q ianshou, y am bos particip aro n en la escuela de Jixia. Su pensam iento es
en cierto m odo una sínteis de taoísm o y m oísm o. El H an shu (“L ibro de los
H an”) cita una obra suya, el Song zi, com puesta de dieciocho libros, p erd i­
do en época tem prana. A lgunos le atribuyen tres libros del G uan zi.

SO N G R O N G Z I (“M aestro R ong de S o n g ”). O tro de los nom bre con que se
c ita a Song Jian.

S O U . P ríncipe del estado de Y ue. E n otros textos se le llam a Y i o Y ifei

SU IR EN . M ítico personaje de la m ás rem ota antigüedad china, al que se atri­


buye la invención del fuego.

SU N SH U -A O . Sabio del estad o de Chu. D esem peñó el cargo de p rim er m i­


nistro con el rey Z huang.

TAI. Puede tratarse del em perador T ai H ao, otro nom bre de Fuxi.* P ara otros
com entaristas, un em perado r de la m ás rem ota antigüedad china, sin e sp e ­
cificar.

T A I G O N G (“G ran D uque”). El G ran D uque W ang. Se llam aba Jiang Shang.
Su feudo e ra Lü, por lo que tam bién se le co n o cía com o Lü S hang o Lü
W ang. Fue un decisivo colaborador de los reyes W en y W u de Z hou, y ayu­
dó a éste a fundar la dinastía Z hou. Se le en tregó com o feudo el futuro e s­
tado de Q i, gobernado duran te siglos por su d escendientes.

TA ISH A N . El m onte Tai (T aishan) es una de las cinco m ontañas sagradas del
taoísm o, la que representa el punto este. E stá situada en la actual p rovincia
de Shandong, y su altura alca n za los 1.524 m.

T A N G . 1. V er YAO. 2. N om bre del em perador que fundó la din astía S hang,


tam bién llam ada Yin (s. -x v i a -1066). Su nom bre era Zi Lü. D escendiente
del E m perador Am arillo. H om bre de grand virtud, se enfrentó con Jie, el ú l­
tim o em perador de la dinastía X ía, al que finalm ente derrotó en la batalla de
M ingtiao. Subió al trono tras rehusar el sabio W uguang, y estableció su c a ­
p ital en B o, que luego cam bió su nom bre en Shang.

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T IA N C H E N G Z I. A lto dignatario del estad o de Q i, cuyo nom bre era C hen


H eng. Según los “A nales de P rim avera y O to ñ o ”, el año d ecim o cu arto del
duque A i de Lu (-481), T ian C hengzi asesinó a su soberano, el d uque Jian
de Q i, y usurpó el poder del estado.

TIA N C H E N G Z IC H A N G . V er TIA N C H E N G Z I.

TIA N HE. N om bre de T aigong He (G ran D uque H e), rey del estad o de Qi.

TIA N K A IZ H I. D iscípulo de la escu ela taoísta.

TIA N PIA N . N atural de Q i, y filósofo de escu ela de Jixia, escrib ió una obra,
el Tian zi, com puesta de veinticinco libros, la m ayor parte perdidos. Su pen­
sam iento es una síntesis de taoísm o y legism o.

T IA N ZIFA N G . Su nom bre era T ian W uze, y Z ifang su sobrenom bre. Sabio
del estado de W ei. M aestro (o sim plem ente am igo) del m arqués W en de d i­
cho estado.

W A N G G U O . Sabio del estado de C hu.

W A N G NI. Personaje im aginario, a q uien el Z huang zi p resen ta com o m aes­


tro de N ie Q ue. Los caracteres que form an su nom bre significan “ re y ” y
“pequeño” (o “extrem o, lím ite”).

W A N G T A I. P ersonaje im aginario. Su nom bre significa “R ey P en co ” . Sím ­


bolo de la idea taoísta de que “ la gran sabiduría se m uestra com o estupidez”.

W EI. N om bre de dos antiguos estados de C hina (diferentes caracteres, aunque


hom ófonos). 1. U no de los siete p oderosos estados (qi xio n g ) de la época
Z han guo. Fundado en -376 p or el m arqués W en (W en hou) al d esm em ­
brarse el estado de Jin. Se ex ten d ía p o r el norte de la actual p ro v in cia de
H enan y el sudoeste de la de Shanxi. Su capital estuvo prim ero en A nyi (en
el actual distrito de X ia, Shanxi), hasta que el rey Hui la traslad ó a D aliang
(hoy K aifeng, en la provincia de H enan), p o r lo que el estad o tam b ién se
llam ó L iang. Fue conquistado por el estad o de Q in el año -225. 2. E stado
que se extendía por el norte de la p ro v in cia de H enan y el sur de la de H e-
bei. Su capital estuvo prim ero en C huqiu (hoy distrito de H ua, en H enan), y
después en D iqiu (hoy Puyang, en H enan). C onquistado p o r el estad o de
W ei (1.) en -254, se recuperó con la ayuda del estado de Q in, del que se
convirtió en vasallo hasta su d esaparición en -209.

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W EI, duque (W E I G O N G ). H ijo del duque H uan, m iem bro de la casa real y
señor de un feudo en la pro v in cia de H enan, d u ran te la d in astía de los
D ong Z hou (Zhou del este, -7 7 0 a -256).

W E IL E I. M onte en el estado de Lu. A lgunos opinan que, en el Z huang zi, es


el nom bre de un m onte im aginario.

W E ISH EN G . En el Zhan guo ce (“L ibro de los E stados C o m batientes” ) se le


llam a W eisheng G ao. E ra natural del estado de Lu. De su m uerte se habla
en el libro X X IX .

W EN , duque (W EN G O N G ). Soberano del estado de Jin en la época C hunqiu


(P rim avera y O toño). A lcanzó la hegem onía sobre los dem ás estados c h i­
nos, y se le cuenta por ello entre los “C inco P repotentes” (wu ba). V er nota
19 del libro X XIX .

W EN , m arqués (W EN H O U ). Soberano del estado de W ei en la época Z han


guo. Su nom bre era Si, y tam bién se llam aba Du. A m igo y discípulo de sa­
bios renom brados.

W EN, rey (W EN W A NG ). 1. Su nom bre era Ji C hang. Soberano de los Zhou,


extendió am pliam ente los dom inios de su estad o p (en el oeste de C hina)
después de conquistar los pequeños estados vecinos. T uvo com o consejero
a Lü Shang, y sentó las bases p ara que su hijo, el rey W u, fundara la nueva
dinastía Z hou. 2.Soberano del estado de Zhao. T am bién llam ado H uiw en,
su nom bre era He. Sucedió en el trono a su padre, el rey W uling.

W EN B O X U E Z I. Su nom bre era W en Bo, y X uezi su sobrenom bre. T aoísta


del estado de Chu.

W EN Z H O N G . A lto dignatario y m inistro del rey G oujian del estado de Yue.


V er no ta 40 del libro X X IV .

W U . N om bre de un antiguo estad o de C hina, fu n d ad o p o r T aib o , hijo de


D anfu.* C om prendía la actual provincia de Jiangsu y lo que hoy es el m u ­
nicipio de S hanghai, así com o parte de las p ro vin cias de A nhui y Zhe-
jiang. Su capital estuvo en W u (hoy Suzhou). En el año -473 fue c o n q u is­
tado por el estado de Yue.

W U , m arqués (W U H O U ). S oberano del estado de W ei. Su nom bre era Ji.


H ijo del m arqués W en.

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W U , rey (W U W A N G ). Su nombre era Ji Fa. Fue en un principio soberano de


los estados feudales del clan de los Ji (en las actuales provincias de Shaan-
xi y G ansu). En el año -1066 atacó y derro tó a Z hou, últim o em perador de
la dinastía Shang, y fundó la nueva d in astía Zhou.

W U Y UA N. V er ZIX U

W U D IN G . Su sobrenom bre era G aozong, y su título im perial Yin w ang (“rey


de Y in”). T ras un sueño, h izo que buscaran p or todo el im perio a Fuyue
p ara que le sirviera com o m inistro.

W U G U A N G . V ivió en tiem pos de la din astía X ia. Fue un gran m úsico (toca­
ba el chin), al que el em perador Tang ofreció el trono; su respuesta fue atar­
se una gran piedra a la espalda y arrojarse al río Lu.

W U ZE. N om bre de T ian Z ifang.*

W U Z H U A N G (“Sin afeites”). N om bre de una herm osa m ujer, que luego de


o ir las enseñanzas del T ao dejó de m aquillarse porque se había olvidado de
su belleza.

X I PEN G . S abio del estad o de Qi.

X IAN ZHA O. Sam án que llegó a ser m inistro del em perador Z hongzong de la
dinastía Yin. Para algunos com entaristas, en el Zhuang zi se trata de un per­
sonaje im aginario.

X IA N G C H E N G . N om bre de un distrito de la actual p rovincia de H enan.

X IA N G L I Q IN. F ilósofo m oísta, m áxim a autoridad de la escu ela del sur.

X IA O B O . V er H U A N , duque.

XIAOJ1. Hijo del em perador G aozong de la dinastía Shang. M altratado por su


m adrastra, m urió de pena y am argura.

X ISH I. B eldad del reino de Yue. Su padre era m ercader de leña. El rey G ou-
jian de Yue, derrotado por el rey Fuchai de W u, se la ofreció para perderle,
y así al final el ejército de Yue derro tó al de Wu.

X IW A N G M U (“ M adre R eina del O este”). P ersonaje de la m itología china.

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E spíritu del G ran Yin (Tai Yin), se le describe con co la de leopardo y dien­
tes de tigre. En el Shan hai jin g se dice que tiene figura hum ana, con cola de
perro y cabeza desgreñada.

X IW EI. 1. M ítico em perador de la antigua China. 2. N om bre de un historiador


(libro X X V ).

XU YOU. Personaje legendario. E rem ita en el m onte Q i (en la actual p ro v in ­


cia de H enan), Y ao quiso ced erle el trono al co n o cer que era un sabio. Al
o ir esta proposición, Xu Y ou se lavó en el río los oídos. Y otro erem ita, lla­
m ado C haofu, retiró del río los tern ero s que abrevaba, diciendo: “ M e has
ensuciado el agua”. A su m uerte, Yao le confirió el título de “duque de Q i” .

XU W U G U I. E rem ita del estad o de W ei, natural de M inshan.

X U A N Y U A N . N om bre del E m p erad o r A m arillo.

X U -A O . P equeño estado en las fronteras de C hina en tiem pos del em perador


Yao.

X U Y U . Probablem ente se trata de Jieyu.*

Y A N (o Y O U Y A N ). O tro nom bre del m ítico em p erad o r Shennong.

YAN. A ntiguo estado de C hina, uno de los “siete prepotentes” (q i xiong) de la


ép oca Z han guo. C om prendía el norte de la actual p ro v in cia de H ebei y el
oeste de la provincia de L iaoning. Su capital fue Ji (sudoeste de Pekín). E n
g uerra con el estado de Q i, llegó a ocupar m ás de seten ta ciudades de este
últim o durante un tiem po. D erro tad o p o r el estad o de Q in en -226, cuatro
años después desapareció com o estad o independiente.

YAN HE. S abio del estado de Lu.

YAN H U I (-521 a -490). D iscíp u lo de C onfucio. N atural del estad o de Lu,


com o su m aestro, su sobrenom bre era Ziyuan.

YAN Y UA N. D iscípulo de C onfucio. N atural del estado de Lu, su nom bre era
H u í , y su sobrenom bre Z iyuan. V ivió pobrem ente y m urió a los trein ta y
pocos años. L lorado por su m aestro.

Y A N C H E N G Z l. V er Y A N C H E N G Z IY O U .

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Y A N C H E N G Z IY O U . D iscípulo de N anguo Ziqi. Y ancheng era su p a tro n í­


m ico; su nom bre, Y an, y Z iyou su sobrenom bre. En el libro X X IV aparece
com o Y A N C H E N G ZI (“ M aestro Y ancheng”).

Y A N G . V erY A N G ZI

Y A N G H U. A parece en la o b ra com o je fe de una tropa de saqueadores, de


gran parecido físico con C onfucio.

Y A N G Z H U . V er Y A N G ZI

Y A N G Z I (“M aestro Y ang”, c. -395 a -335). Se llam aba Y ang Zhu, y su so ­


brenom bre era Z iju. S abio taoísta, que vivió retirado del m undo. N o se
conocen los detalles de su vida. El Z huang zi dice que fue discípulo de Lao
D an, pero no es probable.

Y A N G Z IJU . V er Y A N G ZI

Y A N G A N G D IA O . E rem ita taoísta. Su nom bre, d ia o , significa “ llorar a un


difunto (para consolar a sus d eu d o s)” .

Y A O (O TA N G Y A O ). Personaje legendario, probablem ente caudillo de una


confederación tribal a principios del segundo m ilenio a.n.e. S egún los tex­
tos confucianos, Y ao fue su título póstum o, Yiqi su patroním ico, y Fangxun
su sobrenom bre. H ijo de Di Ku (“ Ku el em p erad o r”), subió al trono a los
veintiún años y reinó durante setenta y dos años. E stableció su capital en
Pingyang, que luego llam ó T aotang. A bdicó en su m isnistro Shun. E levado
por los confucianos a la categoría de “ rey sabio” (sheng w ang), com o sím ­
bolo del m odelo de gobierno p o r ellos preconizado.

YI. C élebre arquero de la antigua China.

YI JIE. M iem bro de la corte del rey W en del estad o de Chu.

Y IN . O tro nom bre de la din astía Shang.

YIN W EN. N atural del estado de Q i, participó ju n to con Song Jian* en la e s­


cu ela de Jix ia, A l igual que Song Jian , cu y a filo so fía com parte, fue d isc í­
pulo de un tal Q ianshou. El H an shu (“ L ibro de los H an”), que le incluye
en la escuela de los nom bres, cita una o b ra suya, el Yin W en z i, perdida en
época tem prana. Los dos libros del Yin w en zi que han llegado h asta n o ­

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sotros se suelen co n sid erar apócrifos. A lgunos le atribuyen dos libros del
Guan zi.

Y IN G . C apital del antiguo estad o de C hu, situ ad a en el actual d istrito de


Jian g lin g (provincia de H ubei).

Y IN G . N om bre del rey H ui del estad o de W ei (o L iang).

Y IN G Y A N G . N om bre de lugar, en X iangyang.

Y IY IN . S abio, consejero del em p erad o r T an g de la d in astía S hang. Y iyin


era su patroním ico, su nom bre Zhi. H ábil cocin ero , T ang se sirvió de sus
aficiones culinarias para hacerle en trar a su servicio.

Y OU . N om bre de Zilu.*

Y O U D U . L u g ar en el actual d istrito de M iyun, en la p ro v in cia de H ebei.

Y OU HU . Pequeño estado de las fronteras de C hina en tiem pos del em perador


Y u. S ituado en el distrito de H u de la actual p ro v in cia de Shaanxi.

YOULI. N om bre de una prisión de tiem pos de la dinastía Shang. En ella el em ­


perador Z hou m antuvo encerrado durante siete años al rey W en de Z hou.

Y O U Y U (O Y O U Y U SH I). T ítu lo oficial del em p erad o r Shun.* A veces apa­


rece escrito sim plem ente Yu.

YU. N om bre de dos antiguos em peradores (transcripción fonética de dos ca­


racteres diferentes, hom ófonos). 1. (segundo tono) V er Y OU YU . 2. (tercer
tono) Prim er em perador de la d inastía Xia. N ieto del soberano Z huanxu, su
patroním ico era Si, y tam bién se llam aba W enm ing. Su feudo era X iabo. En
tiem pos del em perador Shun con sig u ió d o m in ar las inundaciones del río
A m arillo. Shun le cedió el trono, en el que Yu perm an eció por esp acio de
ocho años.

Y U A N , príncipe (Y U A N JU N ). D uque Y uan (Y uan gong), soberano del e s ­


tado de Song. Su nom bre era Z uo; Y uan fue su títu lo postum o.

Y UA N X IA N . T am bién llam ado Y uan Si y Z hong X ian. D iscípulo de C o n -


fucio, natural del estado de Song. Su sobrenom bre era Z isi, y después de la
m uerte de su m aestro vivió retirad o del m undo en el estad o de W ei.

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Y U E . N om bre de un antiguo estado de China, fundado por Yu Zhong, hijo de


Danfu.* Su centro era la actual provincia de Zhejiang. Su capital era Huiji (hoy
Shaoxing, en Zhejiang). En guerra con el vecino estado de W u, lo acabó por
conquistar el año -473. En su apogeo se extendió por las actuales provincias de
Jiangsu, A nhui y Jiangxi. En -306 fue conquistado por el estado de Chu.

Y U -E R . G astrónom o de la antigua C hina.

Y U N JIA N G (“M ariscal de la N ubes”). E spíritu de la nubes, que en el Zhuang


zi sim boliza la inteligen cia que se esfu erza p o r conocer.

YUQ 1A N G . T am bién llam ad o Y ujing. E sp íritu de las ag u as, con c a ra de


hom bre y cuerpo de pájaro. V iaja cabalgando dragones. H abita en el m ar
septentrional.

ZA N G . R egión próxim a al río W ei, no lejos de la actual X i-an (p ro v in cia de


Shaanxi)

Z E N G . V er Z EN G SH EN .

Z EN G SH EN . V er Z EN G Z I.

Z E N G ZI (“M aestro Z e n g ”, -505 a -435). Su n om bre co m p leto era Zeng


Shen. N atural de W ucheng, en el estado de Lu, fue discípulo de C onfucio y
dechado de piedad filial. Pese a ello , sus padres le o diaban, y a m enudo le
daban palizas de m uerte cuando era niño.

Z EY A N G . S obrenom bre de Peng Y ang. E ra n atural del estad o de Lu.

Z H A N ZI (“ M aestro Z h a n ”). Sabio tao ísta del estado de W ei, cuyo nom bre
era Z han He.

Z H A O . U no de los siete poderosos estados (q i xio n g ) de la ép co a Z han guo.


Fundado en -376 a raíz de la d esm em bración del estado de Jin. O cupó el
centro y norte de la actual provincia de Shanxi, el oeste de la de H ebei y el
nordeste de la de Shaanxi. Su cap ital fue p rim ero Jin y an g (al sudeste de la
actual T aiyuan), y después H andan (en la actual p rovincia de H ebei). Fue
conquistado por el estad o de Q in en el año -222.

Z H A O , rey (Z H A O W A N G ). D e nom bre Z hen, era hijo del rey Ping del e s ­
tado de C hu. V er nota 12 del libro X X V III.

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Z H A O W E N . C élebre p o r su arte tocando el chin (especie de laúd chino)

Z H A O X I, m arqués (Z H A O X I H O U ). Se refiere al m arqués Z hao (Z hao hou)


d el estad o de H an.

ZHE, río (ZH E HE). Es el Zhejiang, río que da nombre a la provincia homónima.

Z H E N G . A ntiguo estado de C hina, fundado p o r el duque W u de Z heng tras la


co nquista de los estados de K uai y de D ongguo. Su capital estuvo en X inz-
heng (actual provincia de H enan). En el año -375 fue conquistada por el e s­
tado de H an.

Z H E N G K A O FU . A lto d ig n atario (da fu ) del estad o de Song, antep asad o de


C o n fu cio en décim a generació n . Los tres caracteres de su nom bre sig n ifi­
can: “rectitu d ”, “p ro b ar” y “ p a d re” (hom bre de p ro b ad a rectitud).

ZH I. P eq u eñ o estado fro n terizo con C hina en tiem pos del em p erad o r Yao.
T am bién llam ado K uai.

Z H I. E ste nom bre aparece en el Z h u a n g zi d esig n an d o a dos p erso n ajes d ife ­


rentes (en realidad se trata de dos caracteres d istintos hom ófonos): 1. Zhi el
B andido*. 2. Prim er m inistro del estado de Y an. Su nom bre era Z izhi. M ás
d ato s sobre su vida en la n o ta 18 del libro X V II. (N .B . S alvo en el libro
X V II, en los dem ás casos se refiere al prim ero).

ZH I EL B A N D ID O (D A O ZH I). C élebre bandido de la antigua China, del que


no se sabe con certeza ni de d ónde era, ni de qué época. He aq u í las d ife ­
rentes versiones: 1. L iuxia Z hi, herm ano m en o r de L iuxia Ji,* y c o n te m ­
poráneo del duque Zhuang de Lu (C heng X uanying); 2. Célebre bandido del
estad o de Q in (Li Q i); 3. C élebre bandido de tiem p o s del E m perador A m a­
rillo (S im a Q ian).

Z H O N G . V er W EN Z H O N G

Z H O N G N I. S obrenom bre de C onfucio.

Z H O N G S H A N . A ntiguo feudo de C hina, en el actual D ingxian de la p ro v in ­


cia de H ebei. Se hallaba en la fro n tera del estad o de W ei.

Z H O N G Y A N G . U no de los doce legendarios em p erad o res de la rem ota a n ti­


g ü edad china.

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Z H O U . N om bre de Z huan g zi.

Z H O U (dinastía). Se distin g u e la d in astía Z hou del O este (X i Z hou) de la d i­


nastía Zhou del Este (D ong Zhou). La prim era fue fundada por el rey W u de
Zhou* en -1066, y desapareció en -771 con la m uerte v iolenta del rey You.
Fue la época de m áxim o esp len d o r de la sociedad esclav ista, con un a c a ­
bado sistem a patriarcal basado en el gobierno por los ritos (// zhi). C onfucio
hizo ju stam ente del reto rn o a los ritos de X i Z hou el núcleo de su doctrina.
La dinastía Zhou del E ste com ienza en -770, cuando el rey Ping traslad a la
capital de H ao (cerca de la actual X i-an, Shaanxi) a L uoyi (hoy L uoyang,
H enan). C om ienza ento n ces el llam ado perío d o de “P rim av era y O to ñ o ”
(C hun qiu), seguido por el de los “E stados com batientes” (Zhan guo). L a d i­
nastía entró en una p rog resiv a d ecad en cia hasta su desap arició n en -256.

Z H O U . Ú ltim o em perador de la d inastía Shang. Su nom bre era S houxin, y su


sobrenom bre Shoude. E ra de una gran fuerza física y de verbo fácil. L e gus­
taba el vino y las m ujeres. El rey W u de la casa Zhou le derrotó, y Z hou pe­
reció abrasado. O rdenó que arran caran el co razó n a su tío B igan.

Z H O U , duque (Z H O U G O N G ). Se llam ab a Ji D an. E ra hijo del rey W en de


Z hou, y herm ano m eno r del rey W u. A n tep asad o de los soberanos del e s ­
tado de Lu, ayudó a su herm ano a d erro car la d in astía S hang, y fue el o r­
ganizador de las instituciones de la din astía Z hou, ensalzadas p or C onfucio,
quien le consideraba uno de los m ayores sabios de la antigüedad. V er nota
30 del libro X X IX .

Z H U X IA N . N om bre de un taoísta.

Z H U A N G , duque (Z H U A N G G O N G ). S oberano del estad o de Lu.

Z H U A N G Z H O U . P atron ím ico y n om bre de Z huang zi.

ZH U A N X I. M ítico em perador de la antigua C hina. N ieto del E m perador A m a­


rillo, se llam aba G aoyang, y tam bién E m perador N egro (Xuan di), por ser os­
curo el color del norte, donde estaba su palacio, el Palacio N egro (xuan gong).

Z H U O L U . M onte situado al sudeste del d istrito de Z huolu, en la actual p ro ­


vincia de H ebei.

Z H U R O N G . U no de los doce leg en d ario s em p erad o res de la rem o ta a n ti­


güedad china.

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ZI Z H O U Z H IB O . V er ZI Z H O U Z H IFU

ZI Z H O U Z H IFU . E rem ita taoísta. Su patroním ico era Z i, su nom bre Z hou, y
Z hifu su sobrenom bre. O tro so brenom bre e ra Z hibo.

ZIC H A N . Sobrenom bre de G ongsun Qiao, sabio m inistro del estado de Zheng
en la ép o ca P rim avera y O toño.

ZIG A O . Sobrenom bre de Shen Z huliang, alto dig n atario (da fu ) del estado de
C hu y gobernador del d istrito d e Y e. El título de d uque se lo había atrib u i­
do ilegítim am ente.

Z IG O N G (-520 a -456). S obrenom bre de D uanm u Si, discípulo de C onfucio.


N atural del estado de W ei, fue célebre p or su elo cu encia. Se ded icó a los
n egocios (hizo una gran fortuna) y a la p o lítica (m in istro en los estados de
Lu y de W ei).

Z IL A O . S obrenom bre de un discípulo de C onfucio llam ado Q in Lao. O tro de


sus sobrenom bres e ra Z ikai. N atural del estad o de W ei.

ZIL U (-542 a -480). S obreno m b re de Z hong Y ou, d iscíp u lo de C onfucio.


O riginario de Bian, en el estado de Lu, era de natural im petuoso y violento.
Sirvió en la corte del estado de W ei, y a causa de las intrigas palaciegas aca­
bó ejecutado por orden de K uaigui, soberano de W ei.

Z IQ I. P ara unos, se trata de S im a Z iqi, del estado de C hu (p osiblem ente m i­


nistro de la guerra). P ara o tro s, es N anguo Z iqi (V. G losario).

Z IX U . S obrenom bre de W u Y uan. A m onestó al rey Fuchai del estad o de


W u, el cual le ofreció la espada shulou para que se suicidara. Su cadáver fue
introducido en un saco de piel de caballo y en form a de buho, y arrojado al
río Y angzi. A ntes de darse m uerte, dijo a sus h om bres que le sacaran los
ojos y los colgaran en la p u erta este de la cap ital, p ara poder ver la entrada
en ella del ejército de Yue (estad o vecino, en em ig o de W u).

Z IY A N G . M inistro del estado de Z heng

Z IZ H A N G . S obrenom bre de Z h u an su n Shi, d iscíp u lo de C onfucio. N atural


del estad o de C hen, uno de los cap ítu lo s de las “A n alectas” (L un y u ) lleva
su nom bre por título.

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Z O N G . P equeño estado en las fronteras de C hina en tiem pos del em p erad o r


Y ao. T am bién llam ado C O N G .

Z O U . E stado de la antigua C hin a, situado en el territo rio del actual Z ouxian


(“d istrito de Z o u ”) en la p ro v in cia de S handong.

Z U N L U . U no de los doce legendarios em p erad o res de la rem o ta an tigüedad


china.

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CHINA E N TIEMPOS DE ZH UANG Z I

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CRONOLOGÍA D E LA ANTIGU A CHINA
Sociedad
primitiva
P e río d o N e o lítico
Emperadores
C u ltu ra s m atria rca le s
legendarios:
(S h a n d in g d o n g , L iu jia n g , M a jia y ao .
Y ou ch ao
Z iy a n g , Y a n g sh ao )
S uiren
F uxi
S h en d o n g
C u ltu ra s p a triarc a le s
H u an g Di
(L o n g sh an , Q u jia lin g . Q ijia , Q in g lia n g a n g )
Y ao
S hun
Yu

D in a stía X ia

D in a stía S h a n g o Yin
Sociedad
esclavista

D in a stía X i Z h o u
(Z h o u d el o e ste )

É p o c a C h u n qiu
(p rim a v e ra y o to ñ o )

D in a stía D o n g Z h o u
(Z hou d el e ste )

E p o c a Z h an gu o /.huang Z¡
(esta d o s co m b a tie n te s)

D in a stía Q in
5 Sociedad
feudal

d
D in a stía X i H an (H a n del o e ste )

D in a stía D o n g H an (H a n del este )

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SUMARIO
Introducción ................................................................................................7
Bibliografía e sc o g id a.............................................................................. 25

P rim e ra P a rte : L ibros In terio res Nei P i a n .....................................33


Libro I. En placentera libertad .............................................................. 35
Libro II. De la unidad de los seres .......................................................42
Libro III. Lo principal para alimentar la v i d a .................................... 54
Libro IV. El mundo de los hombres .....................................................57
Libro V. Signos de rebosante v irtu d .....................................................70
Libro VI. El maestro de linaje universal .............................................79
Libro VII. De cómo han de ser los reyes y emperadores .................92

Segunda P a rte : L ibros E xteriores W ai P ian ................................. 99


Libro VIII. Dedos p eg a d o s................................................................... 101
Libro IX. Cascos de c a b a llo .................................................................106
Libro X. Desvalijadores de arcas ....................................................... 109
Libro XI. Dejar en paz .......................................................................... 114
Libro XII. Cielo y tie r r a ........................................................................124
Libro XIII. El tao del c ie lo ................................................................... 138
Libro XIV. Movimientos celestes ...................................................... 148
Libro XV. Tallar el á n im o .................................................................... 159
Libro XVI. Enmendar la propia naturaleza ...................................... 163
Libro XVII. Crecidas de o to ñ o ............................................................ 167
Libro XVIII. Gozo su p re m o ................................................................. 180
Libro XIX. Conocimiento profundo de la v i d a ................................ 187
Libro XX. El árbol de la montaña ...................................................... 198
Libro XXI. Tian Z ifa n g ........................................................................ 209

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Sumario

Libro XXII. Viaje boreal de E ntendim iento.................................... 219

T e rc e ra P arte: L ib ro s varios Za P i a n ............................................231


Libro XXIII. Gengsang Chu ............................................................... 233
Libro XXIV. Xu Wugui ....................................................................... 244
Libro XXV. Z e y a n g .............................................................................. 259
Libro XXVI. Las cosas ex terio res...................................................... 271
Libro XXVII. Palabras aleg ó ricas...................................................... 279
Libro XXVIII. De los reyes que ab d icaro n ........................................ 284
Libro XXIX. Zhi el b an d id o ................................................................ 296
Libro XXX. De las e sp a d a s..................................................................309
Libro XXXI. El viejo pescador.............................................................314
Libro XXXII. Lie Yukou ..................................................................... 321
Libro XXXIII. Bajo el c ie lo .................................................................329

N o t a s ........................................................................................................341
Notas al libro I ........................................................................................341
Notas al libro I I .......................................................................................326
Notas al libro III .................................................................................... 351
Notas al libro IV .................................................................................... 353
Notas al libro V .......................................................................................357
Notas al libro VI .................................................................................... 358
Notas al libro V I I ................................................................................... 364
Notas al libro V I I I ..................................................................................367
Notas al libro IX .................................................................................... 369
Notas al libro X .......................................................................................371
Notas al libro XI .................................................................................... 373
Notas al libro X I I ................................................................................... 377
Notas al libro X II I .................................................................................. 382
Notas al libro XIV .................................................................................384
Notas al libro X V ................................................................................... 389
Notas al libro XVI .................................................................................390
Notas al libro XVII ................................................................................391
Notas al libro X V III.............................................................................. 395
Notas al libro XIX .................................................................................396
Notas al libro X X ................................................................................... 400
Notas al libro XXI .................................................................................403
Notas al libro XXII ............................................................................... 405

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Zhuang Zi, quizá el más grande de los escritores taoístas, floreció
hacia el siglo -IV. El libro que lleva su nombre consta de 33 capítulos,
de los que la crítica moderna ha dejado establecido que se le pueden
atribuir con seguridad los 7 primeros.
Para Zhuang Zi, el bien sumo del ser humano es la armonía y la li­
bertad, las cuales se alcanzan si uno sigue con espontaneidad la propia
naturaleza. Central al pensamiento del Zhuang-Zi es la doctrina de la
no-acción (wu-wei), es decir, del obrar desapegadamente. Es el meollo
de la espontaneidad taoísta: dejar a todas las cosas su libre curso, re­
chazando las diferencias mentales entre bien y mal, vida y muerte, etc.
Dichas oposiciones son cambios sin término, y no un comienzo o un
fin.
El sabio debe identificarse con el Tao y dejar discurrir espontánea­
mente su vida, suprimiendo metas y deseos, y alcanzando así la genui-
na libertad. Doctrina ésta que muestra una clara sintonía con el pensa­
miento budista.
Aunque el Zhuang-Zi se remonta al siglo -iv, su mayor difusión la
alcanzó en la época Wei Jin, ejerciendo una enorme influencia entre
los pensadores chinos, y formando con el Tao-te-king (o Lao-Zi) y el
Lie-Zi, la trilogía clásica del taoísmo. Su repercusión en el mundo oc­
cidental ha sido también importantísima.

La traducción que del Zhuang-Zi ha realizado Iñaki Preciado, par­


tiendo del texto original chino, puede considerarse como una obra ma­
estra, tanto por su erudición de fondo como por su meticulosa fideli­
dad a las fuentes. Iñaki Preciado ha traducido también el Lie-Zi (en
esta misma colección), el Lao-Zi y la Vida de Milarepa.

Clásicos T^airós
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