Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
- la experiencia de la causalidad.
La vida práctica, así como la actividad científica, reposan sobre el convencimiento de que existen
relaciones de dependencia efectiva entre las cosas. (Lo niega Hume) Si la ciencia es el
conocimiento cierto por causas, negada la causalidad, necesariamente se cae en alguna forma de
escepticismo.
Nuestra vida está llena de experiencias en las que la causalidad se pone de manifiesto:
- experiencia externa: observamos la influencia mutua entre los objetos exteriores a nosotros,
influjo que distinguimos perfectamente de la mera contigüidad temporal
- experiencia interna: cada uno advierte también que es causa de sus propios actos
- experiencia interna - externa: somos conscientes de nuestra actividad causal sobre el exterior y
del influjo que las cosas que nos rodean ejercen sobre nosotros
- en nuestros actos libres, además de la causalidad eficiente, poseemos una experiencia
privilegiada de la causalidad final (obramos siempre por un motivo)
- el principio de causalidad.
Al entender la causalidad no aprehendemos aisladamente las nociones de causa y efecto, sino en
su mutua e inseparable vinculación. Lo que es causa, es causa de algo, y ese efecto entraña con
necesidad un origen causal.
Desde el punto de vista ontológico aunque siempre hay relación real de los efectos a sus causas
(dependencia) la relación de la causa al efecto puede ser de razón: cuando la causa no
experimenta ningún cambio ni adquiere ninguna perfección al producir su efecto (ejemplo: Dios en
relación al mundo), evidentemente la causa no es relativa al efecto.
La dependencia causa efecto se conoce bajo el apelativo de principio de causalidad.
1
- de modo aún mas radical, este principio tiene vigencia en el caso de algo que empiece a ser de
modo absoluto, en cuanto a su ser sustancial. "todo lo que no siempre fue, si comienza a ser,
necesita de algo que sea causa de su ser"1
- todo lo que es movido es movido por otro (irreductibilidad absoluta entre la potencia y el acto,
y en la imposibilidad de que lo que está en potencia se de el acto a si mismo
- todo lo contingente necesita una causa, porque de por si lo contingente puede ser o no ser, si
de hecho es, postula una causa de su ser en acto
- todo lo que conviene a algo y no es de su esencia, le pertenece por alguna causa.2 En todos los
entes se advierten una serie de perfecciones que dependen de su naturaleza (cuya causa es su
esencia), sin embargo las perfecciones que no convienen a algo sólo por su esencia, tienen que
ser causadas por un agente distinto de el.
Esta última formulación parece ser la mas perfecta (por ser la mas universal) de este principio.
Todos los entes convienen en el ser, que no pertenece a su esencia y que, por tanto, exige una
causa realmente distinta. No pertenece a su esencia porque esta es principio de diversidad; en
cambio el ser es principio de unidad (todos son, independientemente de su modalidad esencial)
La finitud y multiplicidad de los entes evidencia que cada uno de ellos no tiene el ser en plenitud,
sino solo en parte, participadamente. Esta posesión participada del ser remite necesariamente a
una causa que sea subsistente, o ser por esencia.
De todo esto se sigue que nada puede ser causa de si mismo, pues se produciría en el ser para
llegar a ser, lo que implica que sería y no sería a la vez, atentando contra el principio de
contradicción.
Por otra parte se desprende también que ninguna causa puede producir un efecto superior a si
misma (lo menos no da lo mas, nadie da lo que no tiene)
- la causa formal.
Causa formal es el acto o perfección intrínseca por el que una cosa es lo que es, en el ámbito de la
sustancia o en el de los accidentes.
Cualquier forma es causa con respecto a su materia, porque le hace ser en acto según una
modalidad determinada de ser. La forma sin la cual un ente no sería nada se denomina forma
sustancial; la que adviene a un ente ya en acto, añadiéndole ulteriores determinaciones, son las
formas accidentales.
3
Cf. Aristóteles, Física, lib.II, c.3, 194b 24. El estagirita es el primer filósofo en quien la noción de materia adquiere
carácter técnico.
4
La causalidad ejemplar.4
Se llama causa ejemplar al modelo que guía al agente en la realización de su obra.
La misma se encuentra en todos los procesos causales: pero más que un quinto género de causa,
se asimila a la causa formal, y es una condición esencial para que el agente sea realmente causa.
Toda causa agente propia y adecuada es a la vez causa ejemplar de sus efectos. Y esto sucede de
dos maneras:
- las causas naturales poseen la perfección que comunican de modo natural (un viviente
transmite su propia especie, y de ninguna manera puede producir un efecto superior a su
perfección ontológica5)
- las causas inteligentes poseen la perfección que producen de un modo intencional o espiritual
4. La Causa Eficiente.9
Al contrario de lo que sucede con las causas material y formal, que ejercen su influjo propio y
constitutivo por el mero hecho de ser, la causa eficiente creada se torna eficiente, no en virtud de
su ser mismo, sino por algo sobreañadido a su sustancia: la operación.
Esto es así porque las causas material y formal no son entes sino principios del ente; en cambio la
causa agente es una sustancia.
Como la experiencia lo atestigua, todas las cosas son capaces de obrar, manifestando por medio de
las operaciones su perfección intrínseca, que se comunica a otras cosas.
Las implicaciones del obrar son muy amplias: por medio de las operaciones las criaturas alcanzan
su fin, se relacionan mutuamente y dan lugar a un orden entre ellas, se perfeccionan a sí mismas y
11
Idem, Suma Teológica, III, q.19, a.1, ad 2.
12
Cf. J. De Finance, Etre et agir dans la philosophie de Saint Thomas, Univ. Gregoriana, Roma.
7
a las demás, etc. Como las cosas son más perfectas en cuanto poseen mas actualidad, se puede
decir que los entes creados son mas nobles y elevados en cuanto están en actividad, y entonces
reflejan mejor las perfecciones de Dios.
a) Acciones transeúntes: son la que proceden del agente hacia una cosa exterior a la que
transmutan; y se llaman propiamente acciones.
b) Operaciones inmanentes: son las que no proceden hacia un ente exterior, sino que
permanecen en el mismo agente, perfeccionándolo; se denominan con propiedad operaciones.
6. La Causa Final.
Del mismo modo que la criatura no se constituye en agente simplemente por ser, sino que
requiere poner en ejercicio su propia causalidad eficiente, tampoco esta causalidad encuentra en si
la razón última de su existencia, sino que remite a otro principio: la causa final. Por eso el análisis
de la causalidad eficiente se corona con el estudio del fin, verdadero principio del obrar creado.
- el principio de finalidad.
Todo agente obra por un fin. Así lo manifiesta el orden y la regularidad observables en las
actuaciones de la naturaleza, en las que advertimos que a los mismos efectos suceden de modo
certero las mismas causas, y que las causas se ordenan a conseguir ciertos resultados: su fin
propio.
"si el agente no tendiese a algún efecto determinado, todos le serían indiferentes;… por lo tanto
sería imposible que actuara. Así, pues, todo agente tiende a algún efecto, que se dice su fin". 16
7. La participación metafísica.
La noción de participación permite expresar y sistematizar todas las relaciones que median entre
los distintos componentes del universo: las de Dios con las criaturas, las de los entes creados entre
si, la de los principios constitutivos de cada realidad concreta.
Junto con la noción de "actus essendi", la noción de participación representa la clave especulativa
de más relieve para la comprensión metafísica de cuanto existe. Acto de ser y participación se
configuran como los dos grandes hallazgos metafísicos de Tomas de Aquino.
17
En la voluntad humana encontramos un apetito o tendencia sui generis, que, siendo elícito, fluye sin embargo de
modo espontánea y necesaria. Santo Tomás llamó técnicamente a esta inclinación voluntas ut natura, porque, por una
parte, está determinada ad unum como cualquier apetito natural, pero, por otra, no va en pos de un bien concreto, sino
de la razón de bondad en general, conocida por el intelecto.
18
Santo Tomás, De potentia, q.1, a.5, c.
11
Hablamos de tomar parte en un proyecto de investigación, de hacer partícipes a nuestros
familiares o amigos de una noticia, de formar parte de un grupo u organización, de participar en
una representación teatral, etc. Los términos y ejemplos pueden multiplicarse, pero entre todos
ellos cabe establecer una discriminación básica, atendiendo a dos criterios.
El primero permite distinguir entre la participación física o impropia, y la participación moral o
espiritual, que es la participación en su sentido más estricto.
La participación física.
Participar equivale a "tomar una parte". Su ámbito más literal de aplicación es la participación
física.
- existe un todo previo, material, que se divide en el momento de la participación, y que
desaparece como todo: lo que queda son sus partes, distribuidas entre quienes participan del
antiguo todo
- una vez realizada la parcelación, cada uno de los que han intervenido en ella posee lo que en el
conjunto inicial era una parte, que ahora queda transformada a su vez en un todo, aunque
menor
- como consecuencia, la participación propiamente dicha tiene lugar únicamente en el momento
mismo en que se lleva a cabo la acción de repartir
- una vez que se lleva a cabo la distribución ya no existe un punto de referencia común que
relacione a los implicados
- la participación física mira principalmente al "objeto" que se reparte: se trata de un todo que
se fragmenta en sus porciones virtuales
Participación y causalidad.
La segunda discriminación básica es el sentido transitivo e intransitivo.
En el primer caso es "hacer partícipe", causar en el una cierta realidad. (Activa y transitiva)
El segundo sentido es derivado del que acabamos de describir: en cuanto algo o alguien recibe
parcialmente lo que otro posee de una manera acabada, participa de efectivamente de esa
realidad.
El vocablo participación tiene, pues, dos significados fundamentales, estrechamente
emparentados: en sentido dinámico, participar es transmitir o causar algo a otro; en sentido
estático o constitutivo, indica la posesión parcial de una perfección.
12
- antecedentes históricos de la doctrina tomista de la participación.
La participación platónica.
Se pueden reducir a tres las notas mas sobresalientes de la noción de participación, tal como es
empleada en los Diálogos platónicos:
- en su nivel mas primigenio, podría calificarse como vertical. Lo que Platón pretende expresar a
través de ella es la relación que existe entre las Ideas del mundo hiperuránico y las realidades
del mundo sensible, incluido el hombre (la participación implica así una degradación de
realidad)
- el ambiente en que se mueve esta doctrina es, como en cierta medida ocurre con toda la
filosofía platónica, predominantemente lógico. El problema que pretende resolver mediante el
auxilio de la noción de participación es el de la relación entre lo uno y lo múltiple, entendido
antes que nada como Idea (las realidades infrauránicas son ontológicamente inferiores a las
ideas, pero contienen todas sus notas distintivas desde el punto de vista lógico y, en este
sentido tienden a identificarse con ellas)
- la participación platónica debería ser calificada como extrínseca (la relación entre las Ideas y las
cosas es ejemplar.
La participación aristotélica.
La participación - causalidad podría caracterizarse por los siguientes rasgos:
- es fundamentalmente horizontal: la realidad se explica por la virtud eficiente de los
componentes del mundo sensible que constituyen su causa (no por una idea ejemplar de la
cual participan)
- la perspectiva es fundamentalmente metafísica porque se expresa una relación de influjo real -
físico (y no mero o predominantemente lógico)
- su índole de presencia es intrínseca. En Platón el participado es simple Modelo ejemplar de
quienes participan de el. Para Aristóteles participar es comunicar, mediante una causalidad
eficiente estricta, una réplica de la propia forma
14