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Todos son actores centrales, que no pueden estar ausentes en la política de Salud. ¿Y por
qué hago hincapié en el rol del Estado? Porque nosotros venimos de una década donde se
pretendió deslegitimar al Estado. Se pretendió reducirlo a su mínima expresión. Se nos
decía que el Estado debía retirarse y dejar que el mercado funcionara por sí mismo, que iba
a derramar las bondades ese funcionamiento independiente, separado. Así nos fue. Creo
que fue una de las grandes mentiras que quisieron imponernos. Y quedamos con un Estado
profundamente debilitado, con poco margen de maniobra, sometido a las presiones y a las
voluntades de los sectores de poder, internos y externos y ese es el Estado que nos dejaron,
un Estado que como sociedad debemos reconstruir, debemos reformular y ese Estado aquí,
en esta Argentina debió afrontar la peor crisis económica y social de su historia, pero
además con una profunda crisis política e institucional.
¿Y por qué digo esto? Porque en el marco de esa debacle, de ese Estado deslegitimado, de
esa crisis que nos hacía a todos los que tuvimos responsabilidades políticas institucionales,
gobiernos nacionales y locales ir corriendo detrás de las urgencias, y sin embargo hubo
espacio para definir políticas de fondo. Hubo espacio y decisión para definir políticas a
mediano y largo plazo. Suele decirse que las crisis son oportunidades para las sociedades. A
veces se lo usa como un cliché. Yo quiero reivindicar esa expresión, su contenido porque
en lo que hace a políticas de Salud, específicamente a políticas de medicamentos, a la
política respecto de la obligatoriedad del uso por nombre genérico, creo que como sociedad
hemos aprovechado la crisis para definir esas política. Creo que de no haber estado en esta
crisis tan profunda tal vez no hubiéramos tomado esas profundas definiciones políticas. Y
esto tiene mucho valor. Porque se pudo definir una estrategia.
Empecé diciendo de los recursos, del movimiento económico que significa la producción y
comercialización de medicamentos y cuando uno define estas políticas toca costados
sociales, permite la accesibilidad de millones de personas a los medicamentos, democratiza
la salud y el uso de los medicamentos, pero también afecta intereses económicos muy
fuertes. Y entonces en cuanto uno diseña estas políticas ya se pone en marcha la maquinaria
destinada a provocar el fracaso de esas políticas. A demostrar que no se puede. A decir que
va en contra la sociedad. Y el valor es haberlo sostenido. Y creo que el valor es también
haberse sentido acompañado en esa decisión. Porque no se dejó que confrontara un
gobierno con los sectores de muchos recursos y de mucho poder. Hubo un acompañamiento
social. Un acompañamiento de los diferentes sectores profesionales, cámaras que se
involucraron y salieron a la pelea. Y por supuesto que fueron pasos. No es que ya todo se
consiguió y hemos llegado al final del camino. Quizás el mayor valor es que se empezó. Es
que ya de esta decisión no hay retorno. Que se han subido escalones porque es necesario
generar un cambio de cultura muy importante. Y esto no se consigue de la noche a la
mañana.