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Qé^sh G. P. G O O C H
P{.±.
Historia e Historiadores
en el Siglo XIX
Versión española de
E r n e s t in a d e C h a m p o u r c in
y
R a m ó n I g le s ia
Librería BOGOTA
C arrera 6 a . No. 14-38
BOGOTA
F O N D O D K C U L T U R A E C O N O M I C A
Panuco, (>3 - México
C A P IT U LO IV
JACOBO GRIM M
1 Los mejores estudios sobre la historia de esta ciencia son R aumkr , Geschichte d.
Germanischen Philologie, 1870, y P a u l , Grundriss d. Germanischen Philologie, vol. 1, 1891.
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■ Scnr.KF.R, Jacob Grimm, 2* ed., 1885, es una de las mejores monografías alemanas.
Huy muchos datos de valor relacionados con los hermanos en Scherer, Kleine Schriften,
1895, Wi.iNiioiJ), Rede auf Grimm, 1863, es fidedigna. Una breve autobiografía de
Grímm se encuentra en sus Kleine Schriften, vol. 1, 1864. Su correspondencia llena m u
cho» volúmenes.
■ Véase el artículo de H. G r im m , “ Die Brüder Grimm u. die Márchen” , en sus
Beitrtigc z. deutschcn Culturgeschichtc, 1897.
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Los hermanos realizaron para el cuento de hadas lo que habían hecho Ar-
nirri y Brentano para la canción popular (Volkslied). Herder había observa
do que una colección de cuentos infantiles sería un regalo de Navidad para
la juventud del futuro. Su pronóstico resultó cierto; pero el principal
objeto de la obra era revelar las riquezas nacionales. Los hermanos cen
suraron severemanete las libertades que Arnim y Brentano se tomaban
ron su precioso material. “ No les interesa nada la investigación histórica
meticulosa’' escribía Jacobo a Guillermo en 1809; “ no se contentan con de
jar lo antiguo como está, sino que insisten en adaptarlo a nuestro propio
tiempo, al cual no pertenece.” Con sus naturalezas infantiles y su amor
a la poesía popular, los Grimm eran ideales intérpretes del cuento de ha
das para el mundo moderno. Los Márchen se asimilaron a la vida de
la nación alemana más que cualquier otra parte de la producción ro
mántica. La colección de sagas germanas que les sucedió tuvo menos
éxito. La mayoría ya estaban impresas, aunque se añadieron algunas to
madas de la tradición oral. Extraña mezcla de elementos cristianos y pa
ganos, de magia y de historia, eran de un gran valor como revelación de
la mente popular. Grimm declaró que la historia más primitiva de todos
los pueblos estaba en la saga popular, que era siempre épica. Se hallaba
de acuerdo con Arnim, según el cual la épica se componía sola, y con la
paradoja de Novalis de que hay más verdad en los cuentos de los poetas
que en las crónicas. Los románticos comprendieron la verdad esencial
de que el historiador tenía que reconstruir la vida y los hechos de los
pueblos. La historia había postergado las sagas y las baladas porque no
contenían “hechos” . Estos puntos de vista fueron expresados vigorosa
mente en el ensayo Pensamientos sobre el mito, la épica y la historia; pero
lttN enseñanzas de Grimm no carecían de graves faltas. Atribuía a las sagas
IXuU sustancia histórica de la que poseían. En su devoción por la poesía
popular era injusto con otros tipos posteriores. Considera lo consciente
como inferior a lo inconsciente, el trabajo individual como inferior a las
creaciones espontáneas de la comunidad. Le encantaba considerar la
literatura medieval, igual que las catedrales medievales, como la expre
sión anónima del alma de un pueblo.
La repetición y el desarrollo de los puntos de vista románticos sobre
la literatura primitiva suscitaron una aguda crítica de Augusto Schlegel,
que ridiculizó la afirmación de que la épica y las canciones populares se
escriben solas.4 Que no sepamos el nombre del autor no es una prueba
de que nacieron solas. Las sagas y las baladas heroicas eran propiedad
común, no producto común de su época. “Cuando vemos que una ele-
vada torre se yergue por encima de las moradas de los hombres, sabemos
que muchas manos acarrearon las piedras para su construcción; pero las
piedras no son la torre. Esta es obra del arquitecto.” Sin naturaleza no
hay vida; pero sin arte no hay forma. Toda poesía es la combinación de
la naturaleza y el arte. Schlegel se burlaba de su devoción hacia lo in
significante, de su entusiasmo por las viejas fábulas de comadres y las
canciones de cuna. En la última crítica brota algo de la arrogancia de la
Aufklärung; pero en conjunto el ensayo hizo el efecto de una viva y fresca
brisa. La acusación se extendía a la etimología de Grimm. Declaraba
que el estudio de la antigua literatura alemana sólo daría resultados ba
sándose en un exacto conocimiento gramatical. Grimm comprendió la
justicia de esa crítica y empezó a dedicarse a los estudios gramaticales.
Rask, cuya gramática islandesa había elogiado cuando se publicó en 1811,
decía que la filología no debía decretar cómo deberían formarse Tas pala
bras, sino describir cómo fueron formadas y alteradas. Este principio
encontró rápida respuesta en Grimm, que sentía igual devoción por el idio
ma que por la poesía popular. El gramático debe ser discípulo y no maes
tro del lenguaje. Escribiendo durante el auge de la Aufklärung, Adelung
desdeñaba los dialectos y frenaba el lenguaje con riendas y bocado. Otros
insistían en la prospripción de ciertas palabras y la alteración de muchas
más. El ataque a las antiguas formas repugnaba a Grimm tanto como un
ultraje a la moral. La producción de una desabrida uniformidad era como
el método de los terroristas en la Revolución Francesa, y la fabricación
de nuevas palabras era un pecdo. Las arrugas y los granos ponían un
sello de hogar intransferible, como sobre un rostro conocido. Para susti
tuir la pedantería sapiente y la reforma niveladora ofrecía la gramática
histórica, que enseñaba el respeto a todo elemento vivo.
Las leyes del lenguaje habían sido delineadas por Guillermo Hum
boldt en 1812 en su magistral ensayo sobre los vascos. Insistía en que se
combinara el estudio del lenguaje con el de la historia, recomendando la
investigación de las características de las naciones como el necesario acom
pañamiento de la gramática. La estructura del lenguaje era orgánica;
pero su formación se veía alterada por préstamos y asimilaciones im
perfectas. Así todo lenguaje estaba constituido por partes orgánicas y
añadidos inorgánicos. Estas ideas fueron adoptadas por Grimm en su Gra
mática alemana, cuyo primer volumen apareció en 1819. El libro se pro
ponía revelar la actuación de una ley en el lenguaje como en la historia;
y la clave sólo podía recuperarse mediante la cuidadosa comparación de
todos los idioms y dialectos teutónicos. Su tesis principal era que todas
las familias de habla germánica se hallaban estrechamente relacionadas y
JACOBO GRIMM 65
8 Sobre CJrirnm romo jimsla poseernos la admirable nionojpana de IIO bner, Jacob
Grimm u. das dcutschr lltrh l, 1895.
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gia y las costumbres, y dará calor y brillantez a nuestra historia primitiva.”
Desempeñaron el mismo papel en el derecho que las canciones populares y
ios cuentos de hadas en la mitología y la poesía. En ambos casos utilizó la
tradición popular para ilustrar y explicar los monumentos escritos. Pero
la más antigua data del siglo xm; y se equivocó al emplearlas para ilustrar
tiempos mucho más remotos.
En la Mitología alemana exploró otro aspecto de la vida teutónica
primitiva. Górres y Mone habían estudiado la supervivencia de la fe y
las prácticas paganas sin emplear métodos críticos. “En mis libros” de-
claraba Grimm en el prefacio, “he procurado demostrar que el lenguaje de
nuestros antepasados no era áspero y salvaje, sino fino y armonioso; que no
vivían en hordas, sino que eran libres, morales y que observaban la ley. Aho
ra deseo mostrar sus corazones llenos de fe, recordar sus magníficas aunque
imperfectas concepciones de seres más elevados.” La literatura, las sagas, los
cuentos de hadas, las costumbres, el lenguaje, se vieron forzados a contribuir
y fué coleccionada una gran masa de material oral. El viejo mundo resucitó
con brillante colorido y fantásticas formas. La escena se cubrió de dioses,
ninfas, genios, gnomos, elfos, sílfides, enanos y gigantes. Siendo la mito
logía una creación del espíritu poético, el talento de Grimm se adáptaba
especialmente a su estudio. La introducción despliega un vasto cuadro
<le la difusión del cristianismo en Europa, mientras el paganismo se re
tira paso a paso. Empezando con los dioses, pasamos a los seres mitoló
gicos menores, a los elementos y las estaciones en su relación con la vida
humana, a la personalidad de las plantas y los animales. El mundo de la
luz tiene paralelo en el mundo de las tinieblas, con los demonios, las
brujas y los magos. La Mitología alemana ocupó su lugar entre los d á
lleos de la erudición europea. Pero, aunque a menudo se la considera
como su obra más perfecta, y aunque su vitalidad y profundidad de visión
ion extraordinarias, no carece de graves faltas. El cuadro de la civiliza
ción teutónica es demasiado color de rosa, y concede a los tiempos primi
tivos muchas costumbres y creencias de desarrollo más tardío. Unos años
después las investigaciones de Adalberto Kuhn sobre la mitología indo
germánica y las de Mannhardt acerca de los cultos populares, hicie
ron aparecer anticuadas considerables porciones del libro. Sin embargo,
no por eso dejó de ser la base sobre la cual se ha edificado la ciencia del
paganismo teutónico y conserva un honroso lugar junto a la Gramática
y las Antigüedades Jurídicas entre las obras que recrearon la antigua Ale
mania.
La última época de la vida de Grimm estuvo casi por entero dedi
cada a los estudios lingüísticos. Su Historia de la lengua alemana, pu-
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blicada en 1848, era más una serie de disertaciones que un texto conti
nuo, y puede calificarse como un apéndice a 'la Gramática. Una gran
parte de las conclusiones del primer trabajo fueron modificadas a conse
cuencia de las obras de Bopp y de Pott. Las investigaciones de Zeuss le
habían interesado por la etnografía; y aunque ciertas partes del trabajo
son fantásticas y algunas de sus identificaciones de las tribus primitivas
incorrectas, el intento de proyectar la luz de la filología sobre la etnolo
gía y la cultura no carece de importancia. El Diccionario Alemán, la úl
tima gran tarea de su vida, fué sugerido a los hermanos por un editor, y
aceptado por ellos a cambio de un sueldo vitalicio. Incluiría todas las pa
labras desde la época de Lutero hasta la de Goethe. La primera parte
apareció en 1852, y la letra ‘F’ estaba casi completa cuando murió Jacobo
Grimm en 1863, lleno de años y de honores. “Todas mis obras”, escribía
en uno de sus últimos ensayos, se relacionan con mi patria, de cuyo suela
derivan su fuerza.” Estas sencillas palabras pueden servir de epitafio al
que fué, a la vez, un gran patriota y un gran erudito, conservando toda
su vida un corazón de niño.
El primero y el más eficaz colaborador de Jacobo fué su hermana
Guillermo.6 Empezaron juntos sus estudios en Marburgo, y sus publica
ciones fueron conjuntas hasta que el hermano mayor empezó a ocuparse
seriamente de gramática. Durante las décadas centrales de sus vidas, sus
caminos tomaron distintas direcciones; pero sus últimos años presenciaron
un retorno a la cooperación. El Diccionario es, como los Mahrchen, un
monumento de su colaboración. Además de los trabajos en que secundó
a su hermano, Guillermo tiene una producción independiente del más
alto valor. Su obra más importante es el estudio de la saga heroica ger
mánica. Pero su alcance era mucho menor que el de su hermano. Ins
tintivamente seleccionaba un terreno limitado y lo examinaba con amo
rosa minucia en todos sus rincones, en lugar de recorrer grandes campos.
Le faltaba el genio creador de Jacobo; pero era el trabajador más cuida
doso y exacto. Las relaciones de ambos hermanos constituyen uno de los
idilios de la historia de la erudición, y permanecen asociados en la me
moria como en la portada del Diccionario. -Amaban al pueblo alemán
y éste se lo ha pagado con creces. Figuran inmediatamente después de
Goethe y Schiller entre las influencias espirituales que han hecho cons
cientes de su unidad a los alemanes en todo el mundo.
La E scuela R o m á n t ic a . T h ie r r y y M ic h e l e t
vían como una casta privilegiada. Le pareció que esta clave descifraba la
historia inglesa hasta el acceso de Enrique VII. Inglaterra era ya una na
ción, pero entre los hacendados del campo se encontraban más nombres
normandos que entre artesanos y mercaderes. El libro es, pues, la elabora
ción de una teoría en forma de relato. Su éxito no tuvo precedentes. Por
primera vez una obra histórica tenía suprema distinción literaria. Lo veía *
todo en relieve y en colores. Había aprendido de Scott, “ese gran maestro
de la adivinación histórica“, que las escenas del pasado pueden ser resuci
tadas gracias ai poder de lá imaginación. La Edad Media sólo era tediosa
porque nadie sabía cómo interpretar sus monumentos. En sus manos los
textos no sólo relataban hechos sino que revelaban un mundo. Ya viejo
y ciego le pedía con frecuencia a Renan, entonces un muchacho, que le
ayudase en sus investigaciones. “ Nunca contemplé sin asombro“, recuerda
Renán, “la rapidez con que cogía un documento y lo adoptaba para su
narración. El menor fragmento le revelaba un conjunto orgánico, el cual,
por una especie de poder regenerador, surgía completo ante su imagina
ción.“ Donde otros descubrían a la Providencia o la actuación de cau
sas generales, él veía las luchas de hombres y mujeres vivos. La historia
dejaba de ser una procesión de sombras sobre un escenario en tinieblas.
Termina un capítulo con estas significativas palabras: “Estos hombres
han estado muertos durante setecientos años. Pero eso ¿qué importa? No
hay pasado para la imaginación.“
La Conquête dfAngleterre fué la revelación de un nuevo arte. Su
ardiente simpatía hacia el pueblo le aseguró una calurosa acogida en el
momento en que los mejores espíritus de Frància se hallaban ocupados
en la lucha contra el último de los Borbones. Por otra parte, la expli
cación de la historia de Inglaterra mediante una simple fórmula, im
presionó profundamente a una generación que empezaba a sentir la ne
cesidad de nuevas interpretaciones tanto como de ampliar su saber. Sin
embargo, la tesis de la obra era falsa. Los resultados políticos de la
conquista, a los que da poca importancia, fueron profundos; las conse
cuencias sociales y morales, en las que insiste, fueron transitorias. Su
afirmación de que el antagonismo racial es la clave de los siglos que
siguieron a la batalla de Hastings no constituye una exageración sino
un error. La parte más brillante es, sin duda, la que describe la actua
ción de Becket, al que exalta como paladín de los pisoteados anglosajo
nes. Su teoría de la separación racial le impide ver que la carrera del
arzobispo fué simplemente un episodio de la lucha europea entre la
Iglesia y el Estado. En su prólogo observa ingenuamente: “Siento una
LA ESCUELA ROMANTICA *79
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