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Vi a esa ilusión, peleándose furiosamente con el cinismo al que hemos ido adhiriendo
lentamente, como quien ha decidido no ganar para no correr el riesgo de perder. El
cinismo, claro, lo pone a uno a salvo del desencanto, y uno cuando se da por
desencantado se da automáticamente por estafado, por engañado y por traicionado,
pero ojo: también se da por vencido.
Sandra Russo
Es la imposibilidad del amor. La imposibilidad real del amor. El amor que existe es a
la vez imposible, porque el amor cuando ocurre se pretende para siempre, y es tan
frágil y está tan delimitado por una serie de circunstancias cambiantes que la
decepción de los amantes es eterna y renovable. Lo más habitual es la decepción...si el
milagro se da, dura poco. Pero a su vez, como se vive recordando esos días, ocurren
siempre y por eso son inolvidables.
Rodolfo Rabanal
Masticaba mierda. Tenía mugre en el corazón. Sabía que había abandonos, afrentas,
agravios del desamor, que eran irreparables.
Gabriela B.
...era mi amor
pero un día salió de mis cosas
y entró a ser recuerdo.
Después rodé en mil amores,
¡qué me van a hablar de amor !
Homero Expósito
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AMIGAS ME ACERCARON ESTAS OTRAS FRASES
JUSTIFICACIÓN INICIAL
Esta ensayo, comienza de modo atípico, con una recorrida por palabras que otros
(famosos o ignotos) pronunciaran sobre amores y desamores.
Palabras que suscitan diversas resonancias, palabras que se despliegan en abanico, para
decir, de cuántos modos se puede vivir el drama amoroso.
Y estas reflexiones heterogéneas, propuestas de modo Discepoleano, casi como de
biblia junto al calefón, tiene el propósito de ponernos en un camino.
El de recorrer dichas reflexiones, y las que seguirán, atendiendo al propio registro,
desde el cual algunas se leerán sin dejar rastro, pero otras detonarán ecos que quedarán
vibrando. A estos ecos será a los que valdrá remitirnos en nuestro propio e intransferible
itinerario en esta lectura sobre el amor y el desamor. Un itinerario que podrá ser
revelador, pero tendrá mucho de laberíntico. Que será diferente para cada quien, según
su historia, su sensibilidad, su experiencia.
Mi gratitud a los autores de todos estos epígrafes que inician este trabajo y son los que
me pusieron en marcha, y a todos los otros que citaré en el transcurso del mismo que me
regalaron sus palabras desde distintos lugares. Mi gratitud también a los primeros
lectores de este escrito, los que con sus sugerencias permitieron que se enriqueciera.
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Y para mi, el empezar de este modo, tiene que ver con una cautela que me lleva a
bordear, a rodear el tema desde lo pensado y pautado previamente por otros, antes de
sumergirme, y contar desde mi propia mirada.
Una mirada que una vez que complete su recorrido, hasta donde pueda llegar, quedará
en suspenso, con la ambigüedad de lo inacabado, de lo incompleto, de lo imperfecto.
Deliberada e inevitable ambigüedad que deja abierta la posibilidad de seguir sumando
otras reflexiones. Esto en tanto se sigan viviendo, hasta el fin, experiencias que amplían,
que expanden lo que podemos pensar y decir sobre nuestros sentimientos.
I-HISTORIAS DE AMOR
Historias viejas
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Las historias de amor forman parte del devenir humano como área privilegiada en
donde nos hacemos y nos deshacemos como hombres y mujeres en busca del paraíso,
siempre ajeno, siempre lejano, siempre provisional.
Y pueden ser historias trágicas, románticas, graciosas o sorprendentes, no importa:
todas ellas nos convocan a la reflexión con igual fuerza.
Las historias trágicas forman parte de a tradición amorosa.
Juana la loca es recordada por haber conservado embalsamado el cadáver de Felipe y
llevarlo consigo dónde viajara como prueba contundente de la locura en que
desembocara su amor.
Pedro el cruel de Portugal, también cayó en la necrofilia. Llegó a obligar a sus súbditos,
los nobles de la corte, a rendir homenaje a su amante asesinada en vísperas de la boda.
Para ello dispuso sus restos en el trono con traje de novia real, tal como si estuviera
viva. Los nobles que habían evitado con el asesinato que la desposara, antes de ser
castigados con la muerte, debieron desfilar saludando a su reina.
Y hubo una reina en Escocia que en el duelo de su esposo, al que había llegado a amar
profundamente, hizo pintar íntegramente el palacio de negro, colocó cortinados negros,
y se propuso nunca más salir de allí mientras permaneciera con vida
.
La historia romántica de Carl Linneo (1707/1778) cuenta que, enamorado de Sara Lisa,
la hija de un rico médico, éste le impuso condiciones que él no vaciló en aceptar. Las
crónicas lo describen en su apasionado propósito, como los cuentos de hadas describen
al príncipe que debe atravesar bosques y derrotar dragones para alcanzar su meta. Así
impulsado a buscar fama y fortuna en Alemania y Holanda, se alejó con ese propósito,
pero ante la noticia de que su ambicioso suegro estaba considerando la propuesta de
otro pretendiente y ante el riesgo de que su amada fuera casada con éste, volvió a
tiempo de ratificar su amor. Después de llegar a ser médico de la Corte en Estocolmo
pudo al fin unirse a ella y en su homenaje llamó a una planta, de las muchas que
clasificó, con un nombre. Con el nombre de Morea, lirio monándrico, que significa flor
de un solo hombre. No dudo que esta historia y este nombre, hoy suscitaría burlas de mi
colega Irene Meler que clasifica a las mujeres según su lugar en la vida de un hombre en
: “la legítima”, “la otra” y “una más”. Todavía y en los márgenes Irene menciona: “la
que nunca tuvo novio”.
Lo que la ironía me dicta y no se si Irene consideró, es que si pensamos así a las
mujeres en su relación con los hombres puede suceder también, que describamos a éstos
en la relación con aquéllas, de tal modo que una mujer pueda tener un marido legítimo,
un amante clandestino, y todavía algunos más más, en algunas historias transitorias.
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separarse de Soraya "la de los ojos tristes" en circunstancias que los medios siguieron de
cerca para información de muchas mujeres en identificación con la desdichada princesa
amada como mujer pero repudiada por no dar el heredero que la dinastía necesitaba.
Y más cercano en tiempo y espacio, pude conocer y escuchar al sensible aunque
pragmático Ricardo G.. Me relató su súbito y apasionado enamoramiento al ver la
fotografía de una joven , integrante de un grupo. Logró ser presentado, pero he aquí que
ella estaba comprometida. Entonces, llegó el momento de no desfallecer, y según sus
palabras "mostrarle que él era la mejor opción". Para ello, flores, llamadas, presencia
oportuna y al fin, convencida, ella se convirtió en su compañera de viaje.
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Ella resistió transida todo el tiempo del velatorio, pero cuando fueron al cementerio
quedó en la casa recostada descansando. Cuando los familiares volvieron encontraron
que ella también había muerto.
La otra es la de una pareja de inmigrantes que llegaron muy jóvenes al país y tuvieron
diez y seis hijos, diez varones y seis mujeres, que ayudaban al padre en las tareas del
campo. A los ochenta y un años de los dos, que tenían la misma edad, la abuela enfermó
y murió. El abuelo le pidió a una de sus nietas, que iba a un colegio religioso, que
organizara el rezo de una novena en homenaje a su esposa, y le alcanzó su libro de
Misa. Fue lo último que dijo, pues a partir de allí dejó de hablar. Rezaron durante nueve
días las oraciones. Al término del noveno día y cumplido su deseo también el abuelo
murió, sin que mediase enfermedad ninguna.
Una reflexión
Estas historias, tanto la que involucran a personajes conocidos, como las transmitidas
por los medios, como las relatadas por amigos, nos remiten a un modo de constituirse el
amor de pareja en sustento de la vida de los cónyuges, de un modo que podríamos
entender como simbiótico, infrecuente en estos tiempos. Puede parecernos a quienes
reflexionamos sobre los tormentosos modos de vinculación, que historias como éstas no
son representativas, pueden suscitarnos dudas los genuinos motivos de una
perseveración que llevara a los esposos a mantenerse unidos tantos años. Incluso puede
esbozarse alguna hipótesis respecto a la psicopatología implícita en estos casos.
Pero de lo que no cabe duda es que convocan a una imagen del amor y los enamorados
que produce profundas resonancias, en tanto encarna la fantasía de unión perfecta y
sólida, difícil pero anhelada, más acorde a los cuentos de hadas protagonizados por
mistificados héroes y heroínas, que a la conflictiva de las relaciones concretas entre
personas “de carne y hueso”. En ese rumbo de cuestionar idealizaciones respecto al
amor vale considerar expresiones como la serie “Sex and the city”, donde no obstante la
preocupación por describir las nuevas modalidades en el encuentro erótico, desapegadas
y cínicas, puede rastrearse una incongruencia entre lo planteado en el discurso, que
tiende a banalizar la cuestión y lo verdaderamente anhelado por las protagonistas.
Esto es, que aunque ellas se presentan como mujeres autónomas que en su discurso
relativizan la importancia de las relaciones de pareja, ésta ocupa en sus deseos un lugar
que no parece concordar con aquello que dicen.
Como si estuvieran de algún modo, expectantes de un encuentro.
EL ENCUENTRO
“El verdadero milagro de la vida no es encontrarse con uno mismo, que después de todo
no es más que una paradoja de quinta...
Lo importante es encontrarse con alguien. Esos efímeros puentes que dentro de este
mundo de islas algunos suelen tender, efímeros porque duran muy poco y hechos quizás
de la misma materia de la que están hechos los sueños.
Por ahí, cada tanto, en esa horrenda soledad que es la vida, uno liga un puente. Un
puente que se puede tejer con un cariño o con un amor; quiere decir que en este mundo
donde todas las citas son fallidas, o casi todas la citas son fallidas, en donde casi todo
consiste en ir a esquinas donde nadie acude, en donde casi todos los encuentros fallan,
uno va buscando un encuentro.
Mi vida es ir a buscar y no encontrar y es así...
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Salvo alguna que otra vez, como flechas luminosas en la noche, en que uno va a una
esquina y hay alguien, bueno...yo creo que eso merece festejarse y festejarlo con
dignidad, y hacer digno ese pequeño puentecito que se ha tendido.
Solo una vez en la vida de un hombre pasa un centímetro cúbico de suerte y solo la
pescará el que esté todo el tiempo atento.
Nos toca solo un cachito de suerte en la vida y el peor de los pecados es dejarla pasar.
Hay que estar atento a las señales, atento a las citas, que se cumplen pero son muy
pocas, atento a los sueños que se dan, pero son muy pocos...·
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dificultades y menos atados a las convenciones. También lo podemos registrar en
diferentes niveles socioeconómicos: en parejas de elegantes barrios privados, en la
apaleada clase media en donde el argumento que he podido escuchar, para dar cuenta de
esta forma de vivir es: “No tenemos la posibilidad de mantener dos casas...”, y también
entre quienes instalados en la precariedad sobrellevan una convivencia conflictiva, que
encubre una separación sin resolver.
Como este modo de funcionar atraviesa tiempos y espacios reiteradamente casi no
sorprende. En cambio, viene sucediendo que lo opuesto a esto se insinúe y se
despliegue. El acercamiento afectivo de quienes en los hechos se han separado, insiste
como modo no convencional, últimamente reiterado en las consultas.
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Contrapuesta a ésta, pero también sorprendente, estuvo la historia de la propuesta
recibida por una amiga. Ella se sentía profundamente atraída por un hombre. Se trataba
de un solitario, y ella también lo era. Habían compartido exposiciones, a las que los dos
llevaban sus obras, pero él se había mostrado siempre reticente, distante y elusivo.
Ambos eran solteros, tenían cerca de treinta años y el arte como una pasión que los
desbordaba a ambos. Cuando él la invitó a tomar un café, modo de acercamiento de la
década del sesenta, que todavía tiene vigencia, (en aquel tiempo tal vez significaba más
que ahora) ella tuvo que calmar su emoción porque era lo que había estado esperando
largamente. Y una vez sentados frente a frente los que él le dijo fue: “- Tengo que
hacerle una pregunta intempestiva, usted ¿se casaría conmigo?”
Ella, con un hilo de voz, totalmente trastornada, conmovida y agitada, haciendo un nudo
con su terremoto interior contesto simplemente: “- Sí.”
Entonces él sacó un estuche de su bolsillo, lo puso frente a ella. Tenía el anillo más
bello que se pudiera imaginar, engarzado con un escarabajo petrificado, negro y
brillante como el ónix.. Mientras se lo colocaba le dijo: “- Mañana le presentaré a mis
padres y brindaremos juntos.”
Hace más de cuarenta años que comparten vida y éxitos. Dolores y labores. Viajes,
incertidumbres y un reconocimiento que trasciende las fronteras. Y desde ese día, el de
la pregunta “intempestiva”, no fueron más solitarios.
(Cuando le pedí autorización para incluir este relato, la protagonista me pidió que
señalara la formalidad de la propuesta matrimonial y el trato de usted, que signó los
primeros tiempos de la relación.
Al fin ¿por qué habría de sorprendernos?, también Sartre trató de usted a Simone de
Beauvoir durante toda la vida.)
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¿Qué es lo que puede resultar imprescindible para una mujer que se va escapando, no
sabe adónde, no sabe por cuánto tiempo, no sabe con qué consecuencias?
¿Una muda de ropa interior?
¿El documento de identidad para atravesar la frontera?
¿El cepillo de dientes?
Bueno, lo único que ella llevó fue la lima de las uñas.
VARIABLES
El humor
Uno de los reclamos masculinos que vengo oyendo con insistencia es el que se refiere a
la benevolencia, o al humor que se espera de las mujeres y que se expresa en su sonrisa
o en su risa. Sonrisa y risa convocadas, deseadas, necesitadas.
No he escuchado esto de las mujeres como expectativa respecto de los hombres. La risa
masculina no significa para las mujeres lo mismo.
Reflexionando sobre el tema y esa necesidad masculina al respecto recordé el aporte de
Juan Carlos Volnovich al referir que uno de los temores profundos de los hombres es el
temor a la ira femenina. ¿Qué más oportuno que el gesto que por el contrario confirma
una disposición afable?
Este reclamo parece ocupar un lugar significativo como si a través de la sonrisa se
sintieran resguardados. Un joven me contaba que lo intimidaban las chicas "muy lindas,
o muy inteligentes, o mayores que él", y que cuando se veía en esa circunstancia lo que
trataba era de divertirlas con alguna ocurrencia, y que si lograba hacerlas reír, se
quedaba tranquilo, como habiendo aventado quien sabe qué peligro.
Otro refería que la risa de su novia lo predisponía al amor, hacía que le dieran ganas de
estar con ella.
El escritor Roberto Bolaños se refiere también al poder seductor y a lo inolvidable de la
risa de una amiga. En lo cotidiano también he escuchado esa disposición a la risa fácil
un factor de enamoramiento en colegas que por otro lado no parecían interrogarse al
respecto.
Y es que creo que se juegan aquí cuestiones que hacen al subterráneo desequilibrio de
poder entre los géneros, que llevan a los varones a demandar esa sonrisa como
aceptación de un estado de cosas y certidumbre de que no hay hostilidad (la ira
femenina tan temible).
Marta Mercader se refiere al tema en "Para ser una mujer".En esa época ella estaba
exilada en Francia, con su marido y sus dos niños pequeñitos. Tenían dificultades para
insertarse en la vida académica para la cual los dos estaban debidamente acreditados y
además serios conflictos matrimoniales, por desacuerdos en la distribución de
responsabilidades domésticas y extradomésticas. Eso hacía a asperezas en la relación.
Por ello deciden buscar ayuda. Ella recuerda esa etapa agotadora como la de "limpiar
culitos". El inicia su análisis con Monsieur Lagache que a su vez la deriva a ella para
trabajar con Madame Lagache.: "Yo consulté entonces a Madame Lagache. Ella me
decía: -Usted hace un gran esfuerzo, es muy meritoria, pero su marido quiere que haga
todo eso (atender a los niños) con una sonrisa.- Todo (el desmoronamiento de la pareja)
fue por culpa de la sonrisa. De la sonrisa que no salía de mi boca..."
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congéneres. Históricamente se les enseñó a las mujeres que deben gustar, es decir, que
deben ser simpáticas y gentiles, lo que significaría no discutir en situaciones
socialmente agradables, sobremesas y fiestas, por ejemplo. En particular aceptar los
comentarios de quienes disponen el poder. (Así) algunas mujeres aceptan de manera
risueña el agravio o la burla. El diagnóstico indica que esa respuesta forma parte del
dispositivo de la complacencia. La complacencia, analizada en este marco, privilegia
una actitud cercana a la tontería y el sometimiento, regulados por la presencia
enmascarada del placer, porque la palabra complacencia encierra el vocablo placer
(com-placer) que, en este ejemplo compromete a los protagonistas de una
conversación."
Así considerado, el hecho de que a los varones los enamora una sonrisa pierde
ingenuidad y puede ser leído en función de una mayor complejidad en las relaciones
inter-género.
¿Tendrá que ver con la desconfianza masculina a un encuentro con la mujer que no
venga acolchonada de gentileza según lo prescripto?
También puede suceder que la risa se asocie a permisividad y licencia, y que para las
normativas tradicionales, en que “la decencia” era la virtud enaltecida en las mujeres, la
risa fuera censurada. Así, el reír se asociaba, en la evaluación que pude escuchar de una
madre reprimida y represora a “cosa de putas”.
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cotidianidad que tiene que ver con la convivencia, y una convivencia mostrada
públicamente.
En cuanto a la cercanía establecida vía Internet es fuente de continuo asombro y sus
consecuencias vienen sorprendiéndonos a diario.
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muy frecuente de una amplia mayoría, instalándose en la sociedad como algo propio al
hombre y a la mujer. Naufragan las certidumbres, las certezas que para una época
hicieron huella y camino.
El Psa. dirá el deseo, su objeto perdido (o no tanto). El deseo que no tiene
objeto predeterminado (Freud). Lacan dirá el “petit a” palabras, términos que intentar
acorralar, racionalizar, la libertad y su posibilidad de ser reconocida y expresada.
El poeta J. Sabina, nos cuenta entre en sus poesías algunas de las búsquedas que
solemos realizar los hombres y mujeres:
“La locura acechando agazapada
La batalla diaria entre dos cuerpos…
la ceniza que queda, los despojos…
Los papeles que nunca nos unieron…
Los oscuros desvanes del deseo
La cama navegando en el vacío…
El sexo rescatándonos del tedio…
(“Inventario”. C.D “Inventario”)
Continuamos paseándonos y recordando aquella época, que diera tanta letra para
tantas disciplinas, ciencias y literatura. ¿Cómo y dónde se daban las citas, y la
posibilidad de conocerse? Sino en las reuniones de los partidos, el bar de la facultad,
compartir las semejanzas ideológicas, inquietudes políticas, ecológicas, la música, el
cine, el consumo de algunas sustancias, que bien podían ser prohibidas, o no. Todas y
cada una de ellas constituían puntos de encuentros, de acercamientos, y también de
desencuentros. Amores correspondidos que han perdurado en el tiempo, otros
probablemente fugaces, pero no por ello menos intensos que los primeros.
“Los sentimientos que alguna vez fueron reales, se han convertido en clishés,
mensajes, ideas en sí mismas, productos a consumir” (Ob.citada). Más adelante la
misma autora dice: “Los estilos y las formas han vampirizado a aquellos que lo
impusieron, vaciándolos de su espesor subjetivo, para convertirlos primero en
objetos”.
“Tras el inicio del proceso de idealización por una generación verbalizadora y
conceptualizadora y el incremento de este en la sociedad-marketing y consumo, los
mensajes, las ideas, son tomadas como cosas y así vuelven a reaparecer con cierta
desnudez algunos objetos como si de mensajes se tratara” (Ob.citada)
Epoca de razones y fundamentaciones, semejante a la del Iluminismo, primero la
razón, su hegemonía, su primacía, tal vez, aquí en esta época, aparece interrogada la
pasión, o quizás relegada a un segundo plano…
Vamos llegando con alguna prisa y sin pausa a la era de la tecnología, la
máquina, ya los niños no crecen sólo con peluches, o jugando a las bolitas en la vereda,
en un campito jugando al foot-ball, hay un mundo de botones que con sólo presionarlos
nos dan imágenes de las más diversas, e información de los lugares más recónditos del
mundo. ¿Cómo será el crecer para ellos? ¿ Y cómo su desarrollo psicoevolutivo, ya que
a edades tempranas intercambian con otros y otras desde el Chat, el cual está
incorporado a sus vidas, casi de un modo natural? Está entre ellos como un nuevo modo
de conocimiento, de estar y pertenecer. Y desde allí conversan, se seducen, se citan, se
mienten, se engañan, se enamoran y desenamoran.
En estos nuevos modos de conocerse y citarse, no pueden faltar los ciber,
verdadero espacio de encuentro para los adolescentes y los no tanto. A las primeras las
podemos denominar “encuentros ciberespaciales”, en ellas las distancias adquieren otra
acepción, o parafraseando al poeta que dice: “No entiendo la distancia, como existe y
no es real”.
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Formas, modos, pinceladas, texturas, intensidades, todas ellas nos permiten
armar la vida de modos diferentes, no hay una distancia, no hay un modo, no hay un
camino, no hay una forma de amar y de amor. Hay multiplicidades de colores, formas,
texturas, intensidades, profundidades de las cuales algunas pueden ser insondables,
difíciles de comprender con nuestra escasa razón.
Entre tanta diversidad, estos nuevos modos de acercamiento, conocimiento que
nos permite el ciberespacio, el Chat, que al igual que los otros modos de conocerse, que
mencionáramos anteriormente, pueden que prosperen o no. También es cierto, que
deparan viscicitudes muy similares a las de los modos más tradicionales de
conocimiento, para quienes eligen transitarlos. Continuan a modo de presente continúo
las dudas, incertidumbres, ansiedades, miedo al engaño, al fracaso, ansiedad por si irá al
Chat hoy tal como quedaron. Ayer hablábamos de esperar en algunos de esos lugares
citados, la posibilidad del encuentro. Como también cabía la espera de su llamado
telefónico.
Intento reflejar en los siguientes párrafos, algunas extracciones de relatos
escuchados, que denotan estos nuevos modos de encuentros. Dice una joven de 25
años, “quedamos en chatear, mañana, para ver si salimos el sábado, y nada, no fue al
Chat”. “No es la primer vez que lo hace, pero yo sigo yendo”.
Otro extracto de una mujer casada, de 40 años: “Chateamos todos los días, y a él
le pasan las mismas cosas que a mi, dentro del matrimonio. A él su esposa no lo
comprende, no lo escucha, él cree que la quiere, pero no la ama. Nos damos cuenta que
sentimos lo mismo, nos pasa lo mismo, entre nosotros y con los otros…
El me pide que le mande una foto mía, pero no me animo, él me envió una y no
sabes lo lindo que es.
Fue una relación que se extendió durante un tiempo considerable, lo que no se
pudo concretar fue un encuentro no cibernético, sino real, paradójicamente decían sentir
que ambos estaban hechos el uno para el otro, pero que el tiempo les había jugado en su
contra, o tal vez ellos mismos, jugaban un juego que solo daba para esos encuentros,
furtivos, pocos comprometidos, y tal vez, muy fantasiosos, quizás esto último, son
amores de fantasía, otros amores que nos permiten transitar y jugar estos tiempos
modernos. Serán estos amores, amores virtuales?.
Tercer relato de una joven mujer de 27 años, aún no nos hemos visto nunca,
esto ya lleva un tiempo, de chatear todos los días, y no encontrarnos, nos conocemos
mediante cámara web. Pero a mi eso ya no me gusta, quiero tocarlo, sentirlo, olerlo,
esto de la cámara, me está resultando con olor a plástico… Luego de que ella insistiera
un tiempo, él accedió al encuentro, pero la relación no prosperó. Ella sufrió durante un
tiempo, al cabo del mismo se enteró que él era casado.
Estos han sido sólo algunos relatos, para ilustrar estos nuevos modos de
relacionarse hoy, y que hacen a las viscicitudes del amor, estos casos no pretenden
cerrar nada, sino abrir aún más, los diferentes y posibles caminos del amor.
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Tardecita de Invierno del mes de Agosto del 2004, Alvarez.
Dorcas. Bressán
El otro/a en el amor
¿Quién está a salvo de confundir a su hermano con un rival y a la mujer que ama con
su propia sombra?
Eduardo Galeano
El/la amado/a me ha sido descriptos/as de todas las maneras imaginables en función del
lugar que ocupan en la vida, expectativas y proyectos de quienes los nombran.
Valgan ejemplos: "Es el premio para mí, que al fin llegó, y yo soy el premio para él"
"Es mi te de tilo que me alivia el stress"
"Es un tumor maligno que tengo que extirpar si quiero salvarme"
"El es un freezer y yo una sanguijuela, así que te imaginarás..."
“¿Cómo hago para quererme a mí misma y a él, si él me desdibuja cuando está?”
“Es mi pastillita de Ribotril, cuando llega se me calman los nervios”
“¿Es mi tutor y sin él me caigo”
“Sin ella soy como un avión sin motor”
Al fin convengamos que ese otro/a es un profundo misterio, un enigma que rodeamos
más o adornamos menos con nuestras floridas fantasías. Lo que nos lleva a
confrontaciones cuando la realidad de ese otro/a se sale del casillero previsto para
gritarnos en la cara algo de sí mismo que no encuadra en lo que creíamos o queríamos
creer.
Las palabras desilusión y desencanto dan cuenta de ese sentimiento, que según Daniel
Ferioli puede ser celebrado tal como se celebra la corrección de un equívoco.
Corrección que permitirá una mejor adecuación de nuestras expectativas a la realidad.
Pero aunque para quien se “ilusionó” o se “encantó” puede ser conveniente salir del
error, nadie duda que es penoso.
Tal vez uno de los sentimientos más dolorosos con los que lidiar en la empresa de
crecer.
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Mujeres:
1- Lucrecia, 35, bioquímica
DESCUBRIR LA TRAICION
---Porque una casa sin ti
es una emboscada
el pasillo de un tren de madrugada
un laberinto sin luz ni vino tinto
un velo de alquitrán en la mirada...”
Sin embargo
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Cancionero andaluz
Estoy lastimada por haber soportado una situación así, no tener una relación verdadera,
ser la segunda...Estoy dolida. ¿El dolor puede tapar un sentimiento?
No puedo creer haber aguantado tanto. Tenía la ilusión de tener una familia con él.
Deseaba tener un hijo de él...Y cuando ya cansada lo borro de mi vida, él se decide, pero
creo que es tarde. Sigue insistiendo en que yo soy la mujer que quiso, la mujer de su
vida.
Siempre le dije: Si te quedás conmigo será porque vos elijas quedarte conmigo. Y si no
hice explotar las cosas antes, con una llamada hubiera bastado, fue porque no quise. Por
eso también le decía: Vos te acostás conmigo pero te vas a dormir con tu mujer y te
despertás al lado de ella....
La gota que colmó fue que dejó de buscar casa para él, lo hacía porque le iba a plantear
a su familia que se iba. Y lo vieron un domingo de la mano con su mujer.
Yo estallé en ira. Cuando vino le dije las peores cosas: Sos un reverendo hijo de puta, le
dí patadas y puñetes que no se va a olvidar. Dejó que le pegara, yo era incontrolable. Le
escupí todo el veneno como una víbora porque me había dejado sola... yo no contaba
con él. Le hubiera clavado un cuchillo hasta el fondo, hasta el mango...Entonces rompí.
Ahora él está tratando de recomponer la relación. Ahora que yo me cansé. Y cuando el
amor se va, se va... No tengo ganas de cocinarle, no tengo ganas de hacer el amor
tampoco, me falta encenderme, y no puedo tener bajo control lo que me pasa por dentro.
¿Por qué me tuve que cansar? ¿Por qué él lo postergó tanto...?
A mí me buscó porque lo de él no funcionaba más ¿y entonces? Yo me preocupaba por
él. Quería cuidarlo hasta que fuera viejito. No usurpé, no le quité el amor de él a nadie.
No le saque nada...a la mujer yo la eludía, no hubiera podido compartir la mesa con ella,
ni en las despedidas de la oficina para fin de año. Hubiera querido encontrarlo en la
calle con ella para ver que hacía.
Yo lo cuidaba, hacía cosas por él, pegarle los botones, lustrarle los zapatos, un beso
porque sí...se fue enamorando de esas pequeñas cosas...Pero ya no se, para mí sigue
siendo una tranquilidad no haberlo presionado, no fui una hija de puta. Tuve un aguante
de años. Ahora que al fin él se fue de la casa y pidió el divorcio, yo ya no se... lo peor
para los hijos es que su madre haya sido engañada.
Y ahora que yo tengo dudas, él me crucifica como a la mal parida que empezó una
relación con un hombre casado, como si fuera la única culpable, como si el desleal no
hubiera sido él. El me está poniendo contra el paredón y no tiene derecho. No podía
soportar que yo fuera soltera cuando él era el que no era libre...
Cuando trabajé con él, me afectó mucho, lo quise negar, pero se me desestructuró el
mundo y fue como una cizaña en mi matrimonio.
¿Se puede amar a dos personas? Si, también se puede amar diferente a dos hijos...
Me siento entre dos amores, y aunque no lo vea, no pasa día sin acordarme de él.
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Fue típico: el que te escucha, el que te comprende, el que te da energía...
Y ahora soy una bomba de tiempo, no me juego, no tengo huevos.
Aceptar que él se acerque es jugar con fuego, y no hacerlo es castrarme.
Pero si lo hago puedo perder a mi familia. Además él es pan para hoy...y si lo aceptara
estaría más ahogada que feliz, extrañaría el mundo que construí... Y el problema con mi
marido es que no disfruto de la vida, le falta la cuota de alegría...Siempre le faltan cinco
para el peso, y de mí no se puede quejar, con lencería roja y todos los chiches...
Cuando estoy con el otro. me olvido de todo. ¿Por qué se me cruzó en la vida? Yo
controlo los sentimientos, pero cuando aparece tengo miedo.
Me dice que siempre vamos a estar juntos, aunque no sigamos. Me movió una base muy
sólida, nadie tuvo el poder de atraerme de esta manera. Pero me autodestruiría
Es una contradicción en mi vida, nadie supondría que tengo esta historia...al fin ¡Qué
hipócrita! dirían de mí.
Pero voy a apostar a la familia, a esto que tenemos, cumplimos 15 años de casados
A veces pienso si me voy a arrepentir de las cosas que no hice. Pero le pido a Dios que
de esto. ¡basta! Es que tiene una parte mía que a mí me corresponde: el entusiasmo y la
fuerza Cuando salía de la Facultad, rogué que se me cruzara quinientos ángeles para no
verlo. Quiero ser fiel a mi marido Pero apareció en la parada del colectivo como Freddy
Krüeger.
Y me dijo que me imaginara a los setenta años en un geriátrico...si tendría importancia
habernos permitido vivir esto juntos...Dijo:¿Alguien te va a preguntar qué hiciste?
También dice que soy la mujer que más amó, la mujer de su vida, pero cambia cuando
está cerca N. su mujer. El no tiene que estar, no corresponde, me descalabró, tengo un
kilombo
Después de trabajar años juntos, todo empezó aquella vez que me preguntó ¿me
extrañaste?¡Porque yo te extrañé mucho! Y me abrazó como yo necesitaba ser abrazada.
Como mi marido nunca lo hace.
Y fue como si se me moviera el mundo, como si yo me estuviese enamorando. Porque
está todo mezclado...es reloco, me asusta, cada uno tiene su familia. La familia es cosa
sagrada, es cosa distinta dijo él. Que él respeta la familia sobre todo lo demás...
Que no se va a quedar conmigo, no se va a ir de su casa, y no va a destruir a los suyos
¿Es sólo sexo? Dijo que sexo puede tener con cincuenta chinitas y que en cambio yo lo
fascinaba. Que no quiere solo sexo, sino algo diferente...el reposo del guerrero, una
relación para pasarlo bien.
18
Cuando le pregunté ¿y ahora cómo se sigue viviendo? él dijo que no me haga rollos,
que él puede dormir tranquilo y seguir con sus cosas.
No quiere sentirse presionado, dijo que había que enfriar esto, pero lo dijo después de
estar juntos y me parece que trata de minimizar lo que yo digo de mis sentimientos por
él. Dice que soy una enamorada del amor. Y es esquizofrénico ser amantes, no por
moral, sino por salud mental.
Dice que soy maravillosa pero creo que tiene miedo que la relación sea una carga, por
eso se apura a decirme: no me vengas con reproches, si estás enamorada de mí es tu
problema...y sin embargo cuando estamos juntos ... Pero yo no voy a aceptar ser su
amante, ni su mina, ni su puta, ni su forro., para que después se vaya mansito con la
mujer porque se descargó conmigo. Por que yo no quiero minutos robados...
.¿Es un cobarde o es un tramposo? ¡Es un cagón o un manipulador? Quisiera llegar a
saberlo.
Dicen: “la verdad os hará libres”, pero una cosa es llegar a la verdad y otra actuar de
acuerdo a la verdad. Y yo acá estoy, me duele mucho vivir esto. Me lamento de no ser
más fuerte, pero se que no quiero una vida a medias.
DE REPROCHES Y REMORDIMIENTOS
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Ojalá
Hace cuatro años que murió mi esposo. Hacía más de treinta años que estábamos juntos
cuando él cambió de trabajo. Y se enamoró de la secretaria de la empresa. Ella era
joven, refinada y después se relacionó con un compañero de su edad, y se puso en
pareja con él Y entonces mi marido se enfermó de los nervios por esa chica.
Me dio tanto dolor que me quise vengar.
Cuando eso pasó lo empecé a despreciar, le dije: no me voy de mi casa porque no tengo
dónde irme. Me quedé pero fueron años de dolor. Ya no me salía cuando él me pedía:
Decime que me querés.
No me perdono a mí misma, la culpa me hace pensar, tanto que quiero que me lleve.
Voy al cementerio todos los domingos .
No podía creer, cuando esto pasó que él se enfermara por esa. Yo, desde ahí lo
ignoraba, el tomaba alcohol y pastillas, vivía dopado.
No me perdono el resentimiento que me hizo dejarlo solo. No me perdono no haberlo
perdonado.
LAS MANOS DE ÉL
Porque amores que matan
Nunca mueren...
Contigo
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Porque las manos son todo en una persona. En ellas estaba él y las tengo presentes,
conmigo.
Me acuerdo de sus manos cortando el pan, pasándome el plato. Me acuerdo de sus
manos cuando me la daba para bajar del colectivo. Me acuerdo de sus manos
acariciándome. Me las acuerdo cuando hacía gestos para explicarse.
Hasta para engendrar un hijo intervienen las manos, así que si serán importantes
Todos mis recuerdos más bellos están ligados a él, a lo que vivimos juntos. El me
enseñó todo los más importante. Sobre todo me enseño a comprender.
“Cuando escuchó su apellido, se paró decidida y caminó por el pasillo con la cabeza
erguida y el cuerpo extendido. Su desplazamiento tenía cierta elegancia.
Entró al lugar que le habían indicado. Saludó formalmente. Y se sentó, siguiendo el
gesto que le indicaba con la mano la persona que la estaba esperando.
Apoyó su cuerpo en la silla de un modo particular, como quien está probando la
capacidad de resistencia de dicho asiento y casi con movimientos imperceptibles se
desplomó.
Daba la impresión que necesitaba colocar el peso que traía en algún lado para poder
comenzar a hablar. Recién en ese momento, levantó los ojos y miró fijamente a la
médica de guardia.
Su mirada trasuntaba un brillo enigmático. Los ojos estaban muy abiertos por lo que era
bastante evidente adivinar cierta densidad en ellos.
-¿Qué le pasa? Dijo la profesional con la impresión clara de que debía ir con cuidado en
esta consulta.
-Tengo un duda que me carcome...y unos dolores de estómago muy fuertes desde hace
algún tiempo. Estoy con el vientre hinchado y a veces me mareo.
La doctora hizo una serie de preguntas con el objetivo de obtener una información más
clara sobre los síntomas antes de comenzar a revisarla. A pesar de tener mucha gente
esperando detrás de la puerta se dejó llevar por la atmósfera reinante y no privilegió,
como otras veces la ejecutividad sobre la reflexión para hacer más veloz la consulta.
Algo le hacía a ella “abrir los ojos”. Como si con ese gesto tratara de abarcar más de lo
que podía observarse a simple vista
-Sabe que pasa Dra., mi marido me dejó hace poco tiempo. Estos dolores comenzaron a
partir de que él (en el último tiempo de convivencia) me invitaba o a veces me forzaba
durante la noche a comer unos dulces que traía. Volvía de madrugada. Y me despertaba
como queriendo tener un gesto amoroso.
20
-Yo soy muy golosa, Agregó, como justificándose.
-Comí algunas veces, otras me negaba. Y como él evitaba que lo comieran nuestros
hijos...Yo no entendía muy bien esa actitud. Hace un tiempo, cuando comenzaron mis
problemas estomacales fui a ver al Dr. F. Y él me indicó una serie de análisis.
-Dijo que era probable que en mi cuerpo hubiera restos de arsénico. Yo me hice los
análisis pero no fui a buscar los resultados.
-¿Ud. también cree que es fundamental la diferencia entre suponer o saber... si esto fue
cierto?
¿No me puede dar igual un tratamiento que me cure de mis dolores de estómago?
La escena que siguió fue casi silenciosa. La médica salió al pasillo, pareció que fue por
el llamado de la enfermera del Hospital. Sí, algo estaba ocurriendo con los turnos. La
profesional acomodó lo que pudo en un presuroso diálogo. Y antes de volver a entrar al
consultorio, pensó en el valor de un diagnóstico preciso y veraz. Siempre había sido
muy rigurosa con los mismos...
Pero esta vez, tenía muchas dudas sobre: ¿cuánto puede envenenar una verdad...?”
Reflexiones
Parece interesante señalar las coincidencias en los planteos de los casos 1 “Descubrir la
traición” y 2 “La voz de la otra”, en la hostilidad que expresan, y las remite a una misma
fantasía: el ataque al tercer vértice del triángulo. “Es un hijo de puta”dicen ambas. “Le
hubiera clavado un tramontina trece veces en el pecho”, dice una; “Le hubiera clavado
un cuchillo hasta el fondo, hasta el mango”, recuerda la otra, ambas en flagrante
especularidad. El hombre es sentido desde ambas posiciones como responsable de la
situación padecida. En ambas mujeres la decepción es el sentimiento prevaleciente, y en
ninguna se registra una introspección. La que podría llevar a la interrogación respecto
de sí misma y de las condiciones que posibilitaran lo vivido como engaño en un caso y
como simulación y usufructo de la espera en el otro. En ambas lo que se siente es que
podrían decir como la canción:
¡Culpable...sos el único culpable
yo te acuso y te maldigo
te destierro de mi alma
y de mi corazón...!
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Si llegais a ser la esposa, sabed desde ya que en la próxima esquina siempre os estará
aguardando vuestro espejo: una amada, excitante, sempiterna otra”.
El caso 3 “Entre dos amores” nos sitúa frente a un dilema que suele darse de diferentes
modos, no con la misma vacilación. En el modo de plantearlo en el caso descripto
(tal vez por edad, educación e ideología) a pesar de la experiencia de amor
extraconyugal se sigue intentando sostener un ideal monogámico con el que dicha
experiencia resulta disonante. He escuchado a muchachas más jóvenes, o
posicionadas de otro modo, en que la cuestión se sostiene con menos culpa. Así
lo que a los treinta y cinco lleva a la protagonista a cuestionarse a sí misma:
“Dirían ¡qué hipócrita de mí!”, a los veintitres se dio en medio de un
cuestionamiento que hizo decir a una joven: “¿No se puede tener a los dos...?
¡Qué lástima!”
Los posibles balances en la vida amorosa de las mujeres de los testimonios 5 y 6, “De
reproches y remordimientos” y “Las manos de él”, son diferentes y remiten a
historias y experiencias contrapuestas. Ambas han perdido a sus compañeros, pero
se trata de duelos diferentes. La primera está capturada en duelo melancólico en el
que los remordimientos por el conflicto no saldado la llevan a desear la muerte.
En tanto la segunda atesora recuerdos positivos en que predomina la unión y
puede rememorar al amado desde el afecto, el reconocimiento y la valoración de
lo vivido cuando estaban juntos.
Un último punto interesante tiene que ver con el modo en que las protagonistas de estos
testimonios se posicionan desde el dolor y la sensación de fractura. Así es como
escuchamos: “me fui desmoronando por dentro al enterarme”, “soy una bomba de
tiempo”, “estoy empantanada” o “tengo un kilombo”...
También hay otras expresiones: “Yo no quiero una relación mediocre, no me quiero
morir en vida, yo no me permitiría estar en gris...”, “me está poniendo contra el paredón
y no tiene derecho”, “lamento no ser más fuerte, pero yo no quiero una vida a medias”,
palabras estas que aluden a una intención de recomposición del mundo interior,
conmovido por el desencuentro. Desencuentro con el otro de la relación y desencuentro
consigo mismas y la propia imagen, a restaurar.
Con respecto a la historia relatada por Silvina Estrada basada en un caso real, “Esa sutil
diferencia”. nos remite al drama de una mujer capturada en la necesidad de preservar
una ilusión, que soslaya la confrontación con una verdad que sospecha.
Lo eludido es descubrir que ni el vínculo, ni la persona amada son lo que creyó. Poner
en jaque ese sistema de creencias en que se fundó media vida, puede ser sentido como
mortal, aunque valga la paradoja, sostenerlo es lo que casi le estuvo costando la vida.
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Varones
UN HOMBRE APASIONADO
Amor es el pan de la vida
Amor es la copa divina
Amor es un algo sin nombre
Que obsesiona al hombre por una mujer
Obsesión
Yo la miro dormir y me excito. Siento tanto por ella que es de no creer. Nunca pensé
que me iba a pasar esto. Y cuando la penetro es como que entrara en un lugar mágico,
donde imagino que camino en un bosque, me recuesto a la sombra de un árbol, sobre el
musgo
Y me siento en el paraíso. Me imagino que estoy en un lugar maravilloso, que puedo ir
y venir a mi antojo vagabundeando..su cuerpo es mi paraíso. Ese es el cuerpo que yo
quiero tener a mi lado en la cama para siempre.
Y es que estoy enamorado, no hay ninguna cosa que se le parezca, para mí, hacer el
amor con ella es como drogarme. Es la pasión total. Ella no siente así por mí, lo sintió
por el padre de sus hijos que es un turro que la vivió y ...quedó desconfiada. Ella sintió
por él eso que yo siento por ella. Tengo que ganármela.
Pero conmigo puede contar porque estoy en todo, la llamo a cada rato, la voy a buscar,
dice que es tanto que la ahogo, tengo que controlarme para no cansarla. Y usted no sabe
lo que me cuesta.
Yo soy un “no se” en la vida de ella. Yo tengo definido que quiero estar con ella, pero
no en la forma que estamos, sin su compromiso , no quiero el tiempo que le sobre.
Ojalá pudiera mandarla a la mierda, me resta energías para hacer lo mío al estar
pendiente, me perturba. A veces pienso que no voy a poder nunca más tener una
relación en mi vida. Porque no se si voy a poder superar esto, es una chica que me
movió la estantería, la veo y siento mariposas en el estómago...eso no me pasó con
ninguna otra. La veo y se me paraliza el corazón y me transformo en un pelotudo...me
corre algo por el cuerpo.
Y es que las relaciones no son descartables, ella es la mujer de mi vida, pero no tengo
ganas de que de nuevo me diga que no. Tengo el pensamiento capturado en ese lugar y
no me deja, me estoy dañando, tengo que tomar ansiolíticos, siento que me quema la
gastritis, las contracturas me matan. No puedo hacer lo que tengo que hacer, yo tengo
que zafar de allí
¿Vos qué pretendés con esta actitud? le preguntaría, pero temo perderla del todo.
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Es una discapacitada afectiva y tiene una armadura impenetrable, me preocupa, me
parece malsano estar pendiente de ella.
En las relaciones cuando ellas son hijas de puta, uno está al pie, y cuando son ellas las
que están al pie no se las valora ni interesan tanto...
Esta es la loca de siempre, ejemplo de manipulación femenina, en eso yo soy pichón y
ella es peso pesado. Si me retraigo usa las tres herramientas: cae con dar lástima, con
inocularme culpa, y valerse de la piel para seducir. Todos mis amigos han tenido una
relación con una loca así, complicada, enrevesada, que te cuesta desengancharte.
No está donde tiene que estar, con los chicos que se tienen que arreglar solos Dice que
se quiere separar, que no me perdona y no quiere saber más nada...Me hizo una
denuncia la vez que peleamos. Desde que se hizo cargo de ese trabajo que es a la noche
no es la misma.. Yo le di piola, la dejé que le diera para adelante porque nos tapaban las
deudas y cada día llegaba una intimación, y ahora no se en que está. Vuelve tarde y los
chicos quedan desatendidos, lo vi al mayor que se iba a la escuela y ni había comido.
Y yo se que hubo cosas en que estuve mal, en que me bandeé, pero creí que después de
las vacaciones íbamos a seguir mejor, porque yo la sigo queriendo, pero no así, que no
sé en qué, ni con quién anda. No se está portando como una señora y eso no puede ser
porque son los chicos los que pagan el pato. Yo estoy desesperado y ellos descuidados,
si no vuelve atrás no se qué va a pasar.
LO INAUDITO
Y ahora que estoy frente a ti
Parecemos, ya ves dos extraños
Lección que por fin aprendí
¡cómo cambian las cosas los años!
Como dos extraños
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¿Cómo hago para vivir con una persona así? Quiero tomar represalia por el dolor que
me causó, mintió sin ningún escrúpulo, ha vivido traicionándome, espero cualquier cosa
mala de ella y sospecho de todo. Ella siguió como siempre pero yo estoy destruido.
Reflexiones
La problemática formulada en el primero de los testimonios, caso 1, “Un hombre
apasionado”. si bien puede ser conocida y frecuente, expresa un nivel de compromiso
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que sorprende por la franqueza. Se asemeja a un modo más a menudo expresado por
mujeres de reconocerse involucrado en la relación amorosa.
Acepta la dificultad de armonizar en el vínculo, pero sigue intentándolo: “No sabe lo
que me cuesta...”
Mi amiga y colega Dorcas Bressan me hizo notar la resonancia de este testimonio con
los versos de esposo a la Sulamita en el Cantar de los Cantares:
“Hija de príncipes
Que lindos son tus pies con sus sandalias.
Tu cadera se incurva como collares
hechos por manos de artistas,
Tu ombligo es un cántaro
donde no falta el vino con especias.
Tus dos pechos son como dos crías
Mellizas de gacela.
.........................................
Me dije: subiré a la palmera
A sacar sus frutos,
¡Sean tus pechos como racimos de uvas
y tu aliento como perfume de manzanas!
Tus palabras sean como vino generoso,
que va derecho hacia el amado
fluyendo de tus labios cuando te duermes.”
El caso 6 “Un nuevo tipo de amor”, remite a una etapa de balance en donde el dolor por
lo perdido y la falta de proyectos impregna los planteos. Quien sigue siendo hijo y está
por perder a su padre se acongoja. Tardíamente advierte que se privó a sí mismo y
perdió la oportunidad de ser padre él mismo. La desolación por lo no vivido pasa una
factura difícil de saldar. Este “tomar conciencia de mi finitud”, al no ir acompañado de
un proyecto (la vida nueva que no se ha permitido generar), suscita amargura y
sensación de amputación de futuro.
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Este anhelo respecto a ser padre viene siendo insistente. En hombres de edad media que
han tenido numerosas relaciones de pareja, pero han eludido la constitución de un
vínculo con otros alcances, ha sucedido que algo así como el mentado “reloj biológico”,
o el miedo de perder “el último tren”, o en suma, cierto anhelo de continuidad y
trascendencia los ha llevado al deseo del hijo, “como sea”. Esto es, no con una mujer
jerarquizada y a la que se ama y se privilegia como opción y de la cual un hijo es una
consecuencia posible, sino anteponiendo el interés por el hijo y valiéndose de la mujer
como medio para lograr la concreción de la paternidad.
Así como aumenta el número de mujeres solas que deciden ser madres, y éste e un
hecho frecuente y ya insistentemente señalado, empiezan a aparecer los hombres con el
mismo tipo de vacío existencial que exige ser colmado.
En los otros dos casos que puedo mencionar se trata de hombres maduros.
Ambos de alrededor de cincuenta años, uno es exitoso en lo profesional del área de la
salud mental, el otro está a cargo de una empresa familiar. Los dos hicieron relaciones
transitorias con mujeres más jóvenes. En el primero de los casos hubo una breve
convivencia y pronta separación. Pero del niño resultado de la misma, el padre asume
responsablemente cuidado y manutención, lo incluye en todos sus planes y parece
enormemente satisfecho con su nueva condición de padre solo a cargo de niño pequeño.
En el otro caso no hubo convivencia, ni se sostiene ya la relación que fue casi ocasional,
la niñita nacida de ese vínculo llena la vida de su papá con el que prácticamente convive
pues es el que tiene el tiempo y el gusto de asumir la crianza, además tiene los medios
económicos pues su situación es holgada. La madre debe trabajar horario completo y le
delega la mayor parte de los cuidados. Él es el que está al tanto de vacunas y pediatras,
de juguetes y guarderías. Este modo en la distribución de responsabilidades en los dos
casos puede resultar todavía infrecuente. Señala cambios no solo en la constitución de
las familias y en las imágenes parentales, sino también en la constitución de
subjetividades distintas, tal vez más flexibles en la adjudicación de lo femenino y
masculino, de lo que fuera para las generaciones precedentes.
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Incorporando ese fragmento de saber que les faltaba, la verdad que antes era
fragmentaria se completa para producir consecuencias.
(He escuchado en otra oportunidad de una joven que lo describió literalmente: “A él se
le cayó la careta y a mí la venda de los ojos. Y desde allí nada fue lo mismo.”)
Pero, volviendo a los casos 1 y 4, en tanto las palabras de ella surgen como catarata de
afecto y remiten a la historia en común y a sus confusos sentimientos actuales, las de él
tienen un sesgo diferente en su invocación a valores como la justicia y ofrecen un
recorte más escueto de los afectos movilizados.
También me parece interesante que en ningún caso, de entre los varones encontré
conflictos con respecto a llevar paralelamente relaciones amorosas en simultáneo. Lo
que ha prevalecido es que para los varones las relaciones amorosas con dos o más
mujeres no suscitan el mismo tipo de escrúpulos. (Si los he encontrado en mujeres,
como la del testimonio 3 : “Entre dos amores”).
La sensación de ser subestimado tiene cierta equivalencia entre los testimonios 4 de las
mujeres (En presencia de Drácula)y 2 de los hombres (Varones que dependen y se
lamentan)
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“Cuando algo se emputece a determinado grado, como en este caso, me deja fuera del
juego según mis reglas, no insisto. Esto traza una línea que yo no cruzo si voy a respetar
mis propios valores. No me traiciono rebajándome a ciertas cuestiones.
A veces pienso que esto, esta relación tan jodida, fue una prueba, en respetarme yo
mismo, en no dejarme manipular.
Con el afán de estar con ella me estaba dañando yo. Me cansé de esperar, pedir,
mendigar, recibir migajas”.
Estos testimonios nos llevan a una aseveración : Las relaciones suelen ser conflictivas.
LO IRRACIONAL
Amar a veces desespera, llevando a desbordes a quienes en otras áreas se conducen de
manera mesurada. Y esto es así porque amar nos implica en cuestiones en que lo
arcaico, lo primitivo entra en juego. No solo porque los afectos en la relación amorosa
nos remiten a ese paraíso perdido del primer vínculo, del que fuimos expulsados y que
buscaremos siempre. No solo por las razones propias de la historia afectiva. También
por razones que tienen que ver con nuestra constitución desde lo más elemental, en
donde se superponen a disposiciones que nos hacen posible el pensamiento racional, la
deliberación y el lenguaje, otras que engarzando en lo emocional, escapan a ese
“barniz” y se imponen de modo imprevisto y masivo.
Y porque existen, se ponen en juego pasiones indomeñables cuando de lo que se trata es
del desafío de amar y ser amado. De desear y ser deseado.
Al punto que en muchos casos se contactan con lo mortífero que también albergamos y
lo que pareció emerger de lo vital se contacta con lo letal.
Suicidios, asesinatos y accidentes dan cuenta de ello.
Con respecto a los primeros somos sensibles a casos en los que la muerte de la persona
amada determina la decisión de concluir con la propia vida. Romeo y Julieta no están
solo en el mito, mirando las crónicas volvemos a encontrarlos. Todos recordamos el
caso que el año pasado conmovió los ámbitos de los trabajadores de la salud cuando un
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médico de reconocida trayectoria en el medio, fue quien asumió la más trágica decisión
a poco de enviudar. Se que sobrevolarán a este comentario referencias a duelos
melancólicos, pero ¿quién puede avanzar raudamente con hipótesis desde la
psicopatología cuando lo que se aborda es un misterio?
Con respecto a los asesinatos que cometen los Otelos contemporáneos, todavía
sobresalta uno que fue paradigmático por la violencia implicada, el padecido por
Carolina, de sólo 17 años, y las 113 puñaladas con que Fabián, puso fin al noviazgo en
el que como en “Crónica de una muerte anunciada” el desenlace podía preverse. Esto
sucedió en 1996 y si bien muchos otros crímenes se cometieron antes y tantos otros
después, si tomo éste, es porque la irracionalidad a la que aludía, encuentra en esas 113
puñaladas su expresión absoluta. ¿Qué mueve el amor tan emparentado con la muerte y
la locura para que la caricia se convierta en golpe letal y el amado en enemigo?
Con respecto a los accidentes vale recordar la causalidad implicada en ellos. Gloria y su
testimonio son ilustrativos. Lo más penoso que escuché de ella (y tal vez lo más penoso
que escuché en relación al amor y sus cautiverios) lo trajo al decir: “Si bien hace años
que nos separamos, no he dejado de quererlo. Cuando estoy con otro hombre, para
poder llegar al orgasmo cierro los ojos y me imagino que estoy con él.”..
Tan situación parecía prevalecer sin alivio y sin salida, cuando a poco de empezar las
sesiones, conduciendo su moto Gloría se accidentó. Lo que trajo luego, al retornar, fue
que mientras se deslizaba y rebotaba en el pavimento, en el mismo momento en que la
muerte la miró a los ojos, en su mente, un balance de su vida se desplegó con velocidad
vertiginosa. Y ese lugar trascendente que asignara a quien creía el “amor de su vida”
quedó desmantelado. Su esclavitud a ese que ahora veía como un “hombre pequeñito”
y que ella que había vivido idealizando y anhelando, se mostró con claridad meridiana.
Y toda la vida no vivida quedó visibilizada en un instante y dimensionada como un
error. Un error en el que había permanecido sumergida y que pudo advertir justamente,
ante el riesgo de perder la vida. Ese accidente ¿hasta que punto accidental? marcó un
antes y un después. Podemos preguntarnos si de no mediar una situación como ésa ella
hubiera podido cuestionarse su adhesión a ese hombre. Pero en los hechos, dicho
accidente (¿dichoso? ¿accidental?)la liberó de una dependencia y le abrió otra mirada
sobre sí misma, su valor y posibilidades.
A veces no se llega a tanto en los conflictos de pareja y lo que se descubre, como dijo
Ana es: “Si hago como el avestruz podemos estar, si no es La guerra de los Roses...”,
pero hacer como el avestruz es algo en donde las propias posibilidades queda amputadas
en holocausto a ese vínculo del que agrega: “Esta relación no es lo que yo quiero como
relación, pero mi vida tampoco es lo que yo quiero como vida.”
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Contrapuesta a esta actitud es la de aceptación incondicional del otro/a a quién se
jerarquiza y de quien se valora lo que éste/a es .Carlos dice : “Fernanda me quería a mí,
quería estar conmigo no importaba si fuera médico o abogado...”- Claudia se burla de sí
misma: “Mi novio es un dulce y me coje bien, que me importa si la heladera no
funciona y no tenemos para arreglarla...”.
La necesidad de entender: es una de las más insistentes demandas en los casos en que el
desamor lastima. Impregna los planteos de quien llega desolado haciendo un recuento
de lo vivido y preguntándose: ¿por qué? ¿Por qué ya no me ama, o no me ama como
antes, o no me ama como yo quiero que me ame? Preguntas que se transitan con
angustia, que tal vez no tengan respuesta porque de lo que se trata es de sentimientos
que tienen la densidad de una nube, erráticos, inconsistentes y elusivos.
Quien sabe por qué ama, no ama dice el poeta, y con ello dice una verdad.
Esta necesidad de saber acerca del amor, y sobre todo del desamor, y sus respectivas
verdades, conduce y encamina muchos de nuestros esfuerzos.
Los encontramos en la clínica en palabras como las de Claudia: “Quiero comprender
qué es lo que pasó. Por qué alguien que juraba amarme y quería pasar su vida conmigo,
de pronto se convierte en un extraño...”.
Tal vez tengan sentido los versos de Sabina :
“Yo no quiero saber por qué lo hiciste,
yo no quiero contigo, ni sin ti.
Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.”
Tal vez tengan sabiduría lo planteado por María Fasce, joven narradora, que dice en una
entrevista:
“...empecé a pensar en la necesidad de las mujeres por decir la verdad, por buscar
siempre las razones de todo, por explicarse todo. Cuando se acaba una relación nos
preguntamos interminablemente “y por qué, por qué ahora no me quiere”, y en realidad
no importa: se acabó...todo podía relacionarse con eso, con la verdad y la mentira...
La relación de pareja corre peligro a cada momento, porque es algo que uno elige: esa
es una diferencia clave en la vida cotidiana, porque un hijo o un padre van a estar
siempre y la pareja, en cambio tal vez no...Estamos rodeados de esas historias pequeñas,
de movimientos casi imperceptibles, de repente no sabés que pasó, ni por qué, y querés
a otra persona o la dejás de querer.”
Este relato no estaría completa si no incluyera lo que di en llamar: “La saga de los 4
psicoanalistas” (vacilé en llamarlos así, pero se trata justamente de profesionales
respetados y prestigiosos que ejercen como tales en una de las instituciones más
tradicionales).
Los hechos son los siguientes:
Un psicoanalista recibe en tratamiento a una colega, que de entrada le plantea
dificultades en su relación matrimonial. Su esposo, con quien tiene dichos conflictos
también es psicoanalista.
La descripción que ella hace del malestar entre ellos, y del comportamiento elusivo y
ausente de él, le sugiere que él puede estar involucrado con otra persona.
Pero la consultante, si bien lo sospecha, no tiene la certeza, y cada vez que trata de
abordar el tema se encuentra con evasivas de su marido, que la elude y evita responder.
Lo que el psicoanalista consultado advierte, a poco de recibirla, y confirma por otras
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vías posibles entre profesionales psi, como las supervisiones e interconsultas, es que
efectivamente esa relación extramatrimonial existe y se despliega entre este hombre y
otra psicoanalista más joven.
Quien me relata la historia conoce a los cuatro y describe al psicoanalista a cargo, muy
responsable, cuestionándose su intervención en este tratamiento y perturbado por el
hecho de que la información que él posee lo pone en condiciones especiales en relación
a su paciente. A ésta la describe como una mujer conmocionada por las circunstancias,
al esposo como “antisísmico” por su habilidad para sortear lo inestable de la situación.,
en una definición no muy técnica, pero ilustrativa. A la amante se la describe como con
una personalidad muy seductora.
A poco de iniciadas las sesiones de esta paciente, su elusivo marido enferma (¿tal vez en
relación a su situación de duplicidad?) El psicoanalista sabe por la otra fuente que allí la
amante toma distancia y decide unilateralmente interrumpir el “affaire”. El marido
pregunta a su esposa (que sigue en la incertidumbre respecto a la existencia de otra
persona) si lo va a acompañar, en la etapa que se avecina.
En instancias en que ella, muy angustiada, está trabajando en su análisis el tema, y en
medio de una sesión, el psicoanalista que sigue cuestionándose a sí mismo por su
responsabilidad, en el colmo de la tensión, sufre un accidente cardiocirculatorio y debe
ser internado.
Todo este relato nos pone frente a un hecho: nadie está libre de conflictos y todos somos
vulnerables. (Como seres humanos y como profesionales psi)
Respecto al segundo de los registros, el encuentro como aventura, hubo quien expresó:
“Cómo René, mi pareja estuvo de viaje yo salí el sábado...Y cómo yo “puedo resistir
todo menos la tentación” me enganché con una chica, había mucha onda, pura histeria.
Me vieron con ella. Y ahora estoy esperando que no le llegue, que no le vayan con el
cuento, porque si le comentan ...va a ser para problema. Lo de esa chica fue anecdótico,
fue una cagada. Si te digo bien: fue una cagada anecdótica, que no se por qué pasó,
porque yo no evalué dejar a René a quien amo, ni cambiar de vida... pero...”
Puede suceder que se describa la infidelidad desde una posición culposa como algo no
superado, ligándolo a un sentimiento de arrepentimiento . Así escuchamos a Jorgelina.:
“Desde mi relación con José no puedo ni mirarme al espejo. Ese fue un error que no me
voy a perdonar nunca”. Se maximiza en estos casos en función de la adhesión a
creencias, principios y actitudes cuyo peso podemos examinar pero no desconocer.
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También minimizar el significado que el episodio pudiera tener a veces, es señalado a
modo de disculpa como: “Al fin se pueden contar con los dedos de la mano las veces
que estuve con la otra y mintiéndole a mi mujer”.
O: “Al fin se puede contar con los dedos de la mano los otros tipos que tuve desde que
me casé”.
Y por último: “Yo soy una mujer muy fiel. Solo tuve un esposo y un amante.”
Incluso existen casos en que la infidelidad puede tener la intención explícita o
subyacente de promover una reacción en el compañero remiso, a quien se desafía en la
construcción de ese otro vínculo, que aunque esté oculto produce efectos, por esas
resonancias captadas más allá de lo explícito.
33
Que llegue a considerárselo como una persona con la cual poder contar en las peripecias
de vivir, entiendo que viene siendo más reciente. No era común escuchar años atrás
referencias al ex_conyuge que no estuvieran impregnadas de culpa o bien de furia y
resentimiento. Era muy difícil pensarlo como otra cosa que enemigo/a, situación que ha
variado.
Puedo presumir que ello obedece a la multiplicación de separaciones y divorcios (mal
de muchos...) A que la resignación por el quiebre de proyectos juveniles no implica la
clausura de todos los otros que pudieran volver a gestarse. A que la disposición a vivir
con menos conformidad y nuevos planes lleva a las personas a embarcarse en proyectos
hasta edades más tardías de lo que solían hacerlo. Y a que la modalidad “light”
impregna todos los estamentos de la vida, incluidos aquellos que tienen que ver con el
destino de los afectos
Uno de los descubrimientos que nos depara esta adultez juvenil (y a veces adolescente)
es que hay oportunidades en que frente al desbande vital de ese padre o madre devenido
en aventurero son los hijos los que asumen una prudencia precoz, una adultez
adelantada.
Hijos adultos que se preocupan como Manuel de veinte años: “Mi papá no tiene Obra
Social, si le pasa algo me gustaría que estuviera protegido con una...Cuando vivió en la
isla ni frazadas tenía, yo le tuve que llevar. Ahora vive con sus padres, mis abuelos,
pero sigue siendo un bohemio”.
Y agrega algo desopilante: “Cuando supo que mi novia y yo nos íbamos de mochileros,
dijo que se quería venir con nosotros a esas vacaciones...”
Y Josefina, de quince le plantea a su madre: “Cómo no vas a ir a saludar a tu mamá en
Pascua, por mucho que tengas que pasarle factura, ella también hizo cosas por vos, que
tenés que agradecerle”.
Nadina De veintidós, frente a los reiterados escándalos de un padre violento, alerta y
apoya a su madre diciéndole: “No le creas, que no va a hacer nada de lo que dice. Lo
hace para asustarnos, pero no le llevés el apunte, ni dejés que te grite”,
Estos hijos e hijas que frecuentemente ven con extrema lucidez los sentimientos
movilizados en sus padres, actúan como moderadores, muchas veces exitosos de los
conflictos familiares.
También las abuelas vienen cumpliendo un rol más que protagónico en familias en las
que las separaciones y divorcios crean condiciones diferentes a la convivencia y a la
crianza de los más chicos.
El discernir las ventajas y desventajas de cada decisión que se tome en este rumbo surge
de una reflexión, que casi nunca es desapasionada.
Diego comenta: “Vivir sólo tiene cosas horribles como la soledad y otras cómodas.
Cómo que entro al departamento y no hay perros, ni gatos, ni nerviosismo, ni gritos de
la madre con los chicos, ni los varones jugando a la pelota en el living, ni música
estridente, ni Los Simpson, ni Marilyn Mason con sus ruidos.
Pero mi madre, que parece que está en la luna cuando le hablo de que dudo de volver a
casa, es sabia porque me dijo:- Si, toda esa libertad que vos tenés es muy linda, pero si
querés la compañía que necesitás vas a tener que renunciar a parte de tu libertad.”
Vivir sólo/a efectivamente nos implica en una dimensión existencial de la cual podemos
salir bien o mal parados.
Lo que la experiencia y las estadísticas indican es que los varones, más rápida y
frecuentemente reinciden en la formalización de nuevas relaciones después de una
ruptura.
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Para la generación de mujeres que afrontan separaciones con niños pequeños la lucha es
más ardua que aquellas que ya completaron las tareas de la crianza.
De éstas últimas es de las que he escuchado: “Es fantástico abrir el placard y ver toda
mi ropa ordenada...”
O: “Arreglé el departamento a mi gusto y no sabés lo feliz que me hace no tener que
discutir dónde poner un cuadro o una lámpara...”
Pero también, como la otra cara de la moneda, está quien expresa: “No me gusta ir los
domingos al supermercado porque van las familias, y aunque no se sabe que pasa en
cada casa, me entristece no tener con quien ir...”
V- NUEVAS-VIEJAS ETICAS
Las relaciones de amor y desamor nos implican cada día y cada segundo. Engarzan con
la idea de cómo habrá de ser nuestra vida, por cuáles reglas habrá de regirse y qué ética
la habrá de guiar.
Pero entendamos que estas relaciones de amor y desamor nos atañen en tanto
subjetivados en un tiempo y en un lugar particulares, singularizados en función de
ciertos valores y encaminados en proyectos en los que precisamente lo afectivo puede
llevar la voz cantante.
Y esto nos lleva a conectar con éticas que a veces son complementarias y otras veces
contrastantes entre sí. Allí surge el doloroso conflicto.
Además cada uno de nosotros/as padece alguna discapacidad (en algún área obvia o
soterrada), arrastra alguna obsesión, está capturado por alguna adicción y no puede
renunciar a alguna perversión. (“Visto de cerca nadie es normal” supo decir Eduardo
Galeano). Todo ello configura el modo y la forma que damos a nuestros amores y
desamores
En función de esto, los valores con que armamos nuestra tabla tienen diferente
prioridad.
Para algunos de nosotros/as es la lealtad, o al menos la sinceridad.
Hay quienes siente como su falla ética más grave, ésta de no sostener la transparencia
que un vínculo amoroso reclama como condición ineludible.
Otros sienten grave caída el no sobreponerse al resentimiento que suscita una mentira y
abrigar ideas de venganza.
Otros que en no dominar la ira, y dejarse llevar por ella, colocan la más grave de las
fallas éticas.
Y quienes en la soberbia y en la arrogancia encuentran el quiebre más profundo.
Están los que evalúan la pereza y reticencia en el cultivo del amor de quienes se dejan
amar, el mayor mal.
Y algunos para quienes son peores la mezquindad y el egoísmo de los que primero se
aman, segundo se aman y después... también.
Para otros la ambición y la envidia son incompatibles con una ética de las relaciones
amorosas, pues hacen mella en la imprescindible solidaridad.
Cuando la escala de valores sustentada por los integrantes de una pareja coincide, hay
acuerdo respecto a como evaluar una conducta.
Cuando discrepan puede sobrevenir el drama.
Si alguien piensa que la deslealtad es la peor entre las afrentas, agravios y injurias a la
relación amorosa, la posición que se asume, es el reclamo de justicia y que este anhelo
se comprenda.
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Si ese anhelo de justicia entra en colisión con otra norma ética que pone en alto la
comprensión y el perdón, y en el resentimiento de quien reclama la falla ética más
severa, entonces estamos frente a un conflicto de muy difícil tramitación.
Uno de los ejes de la ética en el amor tiene que ver con el respeto a la libertad del otro.
Y hay tanto avasallamiento en incluir al amado en situaciones para las que no ha dado
su acuerdo, como en impedirle que opte según su sentir.
Con respecto a lo primero: se afrenta la libertad, incluyéndolo en situaciones para las
que no ha dado su acuerdo, forzando artificialmente la permanencia dentro del vínculo
amoroso. Si se ocultan cuestiones que eventualmente llevarían a la ruptura o al menos a
la puesta entre paréntesis de la pareja inicial, se está agraviando la libertad de quien no
consintió en permanecer en esas circunstancias. Se lo afrenta si se obstaculiza su
conocimiento de lo que podría determinar su salida de la relación, si ese fuera el caso.
Con respecto a lo segundo: también se avasalla la libertad cuando se obtura el deseo de
disponer de la propia vida en la exploración de nuevas posibilidades, cuando se presiona
al otro de la pareja a permanecer en el vínculo forzando la continuidad de la relación.
Cuando con ruegos, amenazas o promesas se evita o se posterga la clausura de una
historia.
En función del amor y sus destinos nos contamos versiones de nuestra propia vida, que
no nos hagan sentir humillados. Como si el relato pudiera ajustarse a los deseos y al
anhelo de reciprocidad que nos ponen en camino hacia alguien.
Cuando el amor nos devuelve en la mirada del otro, una imagen enaltecida de nosotros,
podemos cantarle loas, sentirlo poniéndole alas a nuestro deseo.
Pero contrariamente a esto, para quien sintió como escuché una vez: “Ya fui hasta lo
más bajo que se puede ir por amor, así que ya no sigo más”, el amor fue algo que
redujo a servidumbre, restó libertad, expropió energías y trajo desánimo y amargura.
Allí el amor fue la encerrona, cadena, condena y sumisión a una cruel tiranía.
Y tal vez sea paradigmático del amor el poder vestirse de modos tan contrapuestos.
Porque es en función del amor que existen agravios irreparables , esperas interminables.
Porque es en función del amor que ofensas, exclusiones y desprecios irredimibles nos
abaten cuando somos desdeñados ¿Y quién no lo fue alguna vez?.
En ocasiones, a partir de una historia trágica se entiende de qué se trata el odio, tan
denso que se puede cortar con un cuchillo, como una fuerza imprevisible del averno.
Y lo cierto es, que después de estas hecatombes, de estas tormentas desatadas, nuestra
vida no puede recomenzar si no recuperamos la dignidad perdida.
Surgirá una pregunta ¿qué hacer con la propia vida?. Con lo que queda de ella. Quien ha
sobrevivido deberá articular la cotidianidad con aquellos principios éticos de los que no
puede prescindir.
Todo queda en cuestión y debe ser replanteado: qué hacer, cómo vivir, qué caminos
transitar.
Cuando el amor es, como puede ser, fuente de desvalimiento y dependencia, existe la
perturbadora posibilidad de que dicho amor se use al servicio de manipular al otro o de
permitir ser manipulado. Esto ofrece una cara de la moneda. La que quedará impresa
con el signo de la desconfianza. Esta cara se contrapone a otra: la de su capacidad de
poner el alma en paz.
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Pues si toda vida es un proceso de demolición, como dijera Scott Fitzgerald, y toda
historia es historia de un fracaso, aún quedará resonando, inacabado, incompleto el
reclamo de amor que encuentra en eso, en volver a clamar una y mil veces, su núcleo de
verdad.
Apéndice
Una mirada desde el psicoanálisis
El amor queda redefinido no ya como el torbellino dantesco o la pesadilla kafkiana,
sino como una concreta y potente experiencia vincular, que le posibilita a la mente,
alcanzar grados crecientes de complejidad aumentando las chances de enfrentarse a la
experiencia emocional.
Leandro Stitzman
Alcanzar a concretar ese pasaje del enamoramiento al amor requerirá remontar la crisis
que surgirá de la verificación de que “las cosas no son como se creyeron”, y a partir del
conflicto que esto suscita, limpio el campo (de proyecciones e introyecciones) avanzar
en el mutuo descubrimiento y determinar que es lo que cada uno quiere del otro.
Según plantea S. Freud: El que está enamorado está humillado. Y es así que la profunda
perturbación que implica el enamoramiento, al desarraigarnos de nuestra autoestima
deberá ser remontada, para entonces sí, desde el propio respeto, se podrá también
respetar y dar garantías al otro que ya no será necesario utilizarlo para el propio
reaseguro.
Será a través de este amor que devengamos libres del cautiverio y sujección del
enamoramiento. Amor y enamoramiento como radicalmente diferentes a pesar de sus
similitudes.
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El amor en cambio encuentra la mágica alternativa entre eso que Hornstein llama “la
fusión mortífera o la soledad devastadora”.
El enamoramiento implica una ceguera que es inevitable (Te amo con mis ojos ciegos
bien abiertos, cita Sergio Rodriguez). Ni cerrar los ojos, ni dejarlos abiertos resuelve el
conflicto.
¿Por qué necesitamos creer que es posible el encuentro? El riesgo de la pérdida del
amor es el gran obstáculo. Tolerar esa posibilidad y animarse a vivir los amores el gran
desafío.
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los vínculos amorosos. Esto influirán en su manera de insertarse en el mundo, en su
relación consigo mismas y también en la relación con los otros que las posiciona en una
actitud de servicio.
La subjetividad organizada en clave sentimental a la que aludíamos es frágil en tanto
refleja situaciones de poder que desfavorecen a las mujeres, pues su dependencia
emocional las hace referirse al varón como fuente de reconocimiento, del que necesita
como suministro imprescindible.
En las mujeres coexisten ideales tradicionales vinculados a una hipervaloración del
vínculo con un varón, junto con otros que tienen que ver con dar especio a otro tipo de
logros. Estos tendrían que ver más con inserciones en lo público a través del trabajo.
Pero convengamos que estas aspiraciones entran en conflicto con la otra disposición,
que es la de emplear todo el tiempo y energías en las funciones conyugal y materna. La
identidad femenina ha estado regida por los ideales del amor romántico como eje de su
vida y las mayores trascendencias posibles a través de la maternidad. El
cuestionamiento de la identidad de la mujer concebida como madre y como tal regida
por los ideales de altruismo, entrega a los demás y postergación personal ha conmovido
los criterios sobre los que se estructuraba un modo de relación entre los géneros.
Este cuestionamiento no ha quedado solo en lo subjetivo, sino que trasciende a las
relaciones que las mujeres y los varones establecen entre sí.
Aquellos varones cuyo equilibrio narcisístico, por un lado y sus inserciones concretas en
la realidad por otra, estuvieron sostenidos por la distribución tradicional de roles y
espacios pueden sentirse amenazados. Y puede concebirse una contradicción en las
mujeres en donde sin duda coexisten los viejos mandatos con una necesidad de ser
“sujetos activos de su destino”, viviendo sus propias vidas y no vicariamente, a través
de los logros del compañero y /o de los hijos. También regirá una amenaza
intimidatoria: la de no ser amadas. Es lo que Irene Meler plantea como:
“...por su dependencia del deseo de otro, su deseo de ser entra en contradicción con su
deseo de ser amada.”
Al posicionarse de este modo, contrapone a la omnipotencia del hombre su propia
inermidad, como si delegara en la relación con él, y en los logros que él obtenga la
propia justificación.
La insistencia en la posición de objeto en la subjetividad femenina que todavía regula en
parte los vínculos entre hombres y mujeres, responde al modo tradicional de
intercambios. En este las mujeres circulan referidas a un varón que proveerá los
sentidos necesarios, pero en función del cual ellas invertirán sus mejores esfuerzos.
Esta dependencia afectiva forma parte importante de la subjetividad femenina. Así las
crisis que desencadena la perturbación de algún vínculo suelen ser sentidas como
catástrofes personales, cuando este “ser para otros” que completa y afirma la identidad
femenina se ve comprometido.
Esto sucede cuando existe la posibilidad de que ese universo orquestado en torno a lo
sentimental quede jaqueado por las vicisitudes que desde lo personal, o desde lo
vincular puedan surgir.
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Expresiones textuales recogidas así lo demuestran:
- No me puedo terminar de separar. Mi ex-marido me proscribe el presente.
- Si no hago lo que él dice, lo pierdo. Si hago lo que él dice, me pierdo a mí
misma.
- Se me pasaron las fantasías de suicidio cuando empecé a tener fantasías de
divorcio.
- Mi insanía es engancharme en relaciones conflictivas. Con tipos que son como
el poema que dice: Hombre pequeñito...
- Estuve preparada por mi mamá a buscarme un hombre así, que repitiera el
dominio y yo quedara sometida.
Estos ejemplos elegidos por su carga de significación, pero que son solo unos pocos,
nos permiten señalar, que los vínculos privilegiados en las consultas son aquellos que
hacen a la relación amorosa con un varón (o dos, o más) o a la falta de dicha relación en
el momento de la consulta. Decimos con un varón pero en el caso de elecciones
homosexuales, la relación con una mujer como objeto amoroso se daría con similares
características. (Monopolizar las inquietudes de la consultante).
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asignación al mundo privado sentimentalizado y a los roles de servicio) precipitan el
malestar psíquico denunciado en la consulta por las mujeres.
Si bien tienen su origen y sostén en el androcentrismo que impregna las relaciones
sociales, su eficacia estriba en la forma que han sido internalizados y han entrado a
formar parte constitutiva del psiquismo femenino.
La relación amorosa es particularmente significativa entre los motivos de consulta. La
manera en que dicha relación es planteada se vincula a los procesos de descentramiento,
desjerarquización y desubjetivación mencionados. En parte porque el modo en que se
posiciona la mujer frente al varón depende de dichos procesos, pero en parte también
porque realimenta y refuerza a los mismos.
La relación amorosa se coloca como causa de displacer y eventual fuente de reparación.
Esto es, parece pedírsele a la relación demasiadas respuestas. El conflicto con el hombre
ambivalentemente amado-odiado, la vacilación entre dos hombres o el anhelo de
encuentro que no se produce, y entonces, el doloroso sentimiento de soledad, son
reiteradamente mencionados en las consultas.
El primer vínculo establecido con la madre, tendrá repercusiones a largo plazo, sobre
todo en relaciones especialmente conflictivas, en donde lo que quedó inscripto es una
carencia, y en que lo planteado es una cristalización de la frustración.
Parecen existir equivalencias entre la forma que adopta el deterioro de la relación
amorosa actual y el que tuvo el vínculo inicial con la madre. Como si estuvieran
constituidas sobre una misma matriz, y en donde la subjetividad femenina tropezara dos
veces en la misma piedra.
Creemos que existe un nexo entre el modo de instaurarse la presencia de la madre como
referente en la vida de la mujer, y el modo en que la mujer se posiciona en las relaciones
de pareja. Que es obvio el vínculo entre relaciones materno-filiales afectuosas y
satisfactorias y las chances de establecer mejores relaciones de pareja.
También que aquello que contribuye a que el sesgo de androcentrismo sea cuestionado
y se puedan establecer relaciones más igualitarias entre varones y mujeres, les permitirá
a ambos desempeñarse en el cuidado de los hijos con menos ansiedad, disminuyendo las
probabilidades de conductas sobreprotectoras tanto como de conductas abandónicas.
Que permitirá que haya menos mujeres conflictuadas que se aferren a la conyugalidad
como coartada legitimadora y a la maternidad como contradictoria justificación.
Que permitirá que conyugalidad y maternidad puedan ser elegidas desde un marco de
mayor libertad.
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Otoño, 2004
Nota aclaratoria: El trabajo precedente: “Una mirada desde la perspectiva de género” parte de la
consideración de las relaciones amorosas en la vida de las mujeres. El eje está puesto en la subjetividad
femenina.
Sería interesante incluir una mirada que centrándose en la vida amorosa de los varones, pudiera dar
cuenta del modo en que ésta afecta la constitución de la subjetividad masculina. Pero ese es un trabajo
pendiente.
ÍNDICE
Justificación inicial.....................................................................................2
I- Historias de amor............................................................................3
V- Nuevas-viejas éticas.......................................................................34
APÉNDICE
42