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Ubicación geográfica.
La localidad de Cerro Colorado tiene hoy poco más de 400 habitantes. Está al No de la provincia de
Córdoba, 160 Km al N de la capital provincial y en el límite de tres departamentos: Tulumba, Río Seco y
Sobremonte.
En esta localidad está el Parque Arqueológico y Natural Cerro Colorado, que se extiende 13 Km en
dirección N-S y 4 Km en dirección E-O cubriendo unas 3.000 Ha. El Parque se constituyó como tal por un
Decreto del Poder Ejecutivo Nacional en el año 1961. También fue declarado “Bosque Permanente” y
“Reserva Cultural Natural”. Su fauna está protegida por ley, y desde el año 1991 está vedada la cacería
dentro de sus límites.
Geología.
El relieve del lugar es de areniscas rojas, una formación geológica sedimentaria única en el país. El
color se debe a una gran concentración de minerales de hierro. Los vientos y las lluvias erosionan fácilmente
estas areniscas, por lo cual se formaron numerosos aleros, cuevas y abrigos en todo el relieve de la región.
En ellos los indígenas vivieron o se refugiaron ocasionalmente, y pintaron sus paredes desde muchos siglos
antes de la conquista española hasta varios siglos después de ésta.
En el cerro Intihuasi hay cinco aleros para visitar: “El Español a caballo”, “Las Catas”, “Pinturas
Blancas”, “El Talud de los Astros” y “El Pozancón”. Predominan las escenas de batalla, de cacerías y de
ceremonias, aunque también hay figuras geométricas y abstractas. Hay españoles a caballo que indicarían
una antigüedad de 450 años, mientras otras escenas y figuras podrían tener hasta 1.000 años o quizás más.
El cerro Colorado tiene dos aleros para visitar: el “Ricci” y el “Quitilipi” (o “Del Búho”). En éstos hay
escenas de pastoreo y domesticación de llamas, ceremonias o bailes, diversas figuras humanas con arcos y
flechas y con trajes emplumados, además de otros animales.
En general, las figuras españolas están representadas con bastante detalle, mientras las figuras
indígenas están más bien esquematizadas y estilizadas.
Alfarería.
Era sencilla, de formas globulares –redondas- con superficies generalmente alisadas en color
predominantemente marrón-rojizo. A muchas vasijas se les hizo decoración incisa con la pasta aún fresca,
con puntos y líneas formando figuras geométricas como triángulos, escalonadas y grecas. Estos indígenas
dejaron muchísima alfarería con impronta –marca- de redes y cestas. También se hallaron fragmentos de
vasijas pintadas en rojo, negro y beige con buen acabado, distintas a la alfarería del lugar y que hacen
suponer contactos de estos indígenas con otros de las sierras del S y de la zona de Santiago del Estero.
Los Sanavirones.
Ocuparon también parte de las Sierras Centrales, en el norte de Córdoba. Al N estaban los tonocotés
y al E los guaycurúes del Chaco; por el O comenzaban a desplazarse sobre los comechingones. Se
asentaron sobre una gran extensión en el bajo río Dulce, incluyendo toda la zona de la laguna de Mar
Chiquita.
Igual que los comechingones fueron agricultores especialmente de maíz, que cultivaban en vastas
extensiones. También practicaron la recolección, la caza, la pesca y el pastoreo de llamas.
Las viviendas eran de gran tamaño (¿albergaban quizás varias familias?) y como los comechingones
las rodeaban con una empalizada de troncos. Las “casas comunales” y las empalizadas, indican influencias
de las culturas de la Selva.
Se sabe poco de sus industrias, pero sí que eran alfareros y que decoraban y pintaban sus
cerámicas, parecidas a las elaboradas por los tonocotés.
Relaciones con el seno de la comunidad, con lo sobrenatural y con otras comunidades: Es casi
imposible reconstruir estos aspectos de sus vidas por falta de informaciones. Por las características de sus
viviendas puede pensarse que su unidad mínima en la comunidad fue la familia extensa (padres e hijos y
otros parientes cercanos), y que socialmente un conjunto de estas familias extensas constituían una
parcialidad.
Tal vez las empalizadas fueran por las luchas fraticidas por venganzas de sangre o cuestiones de
límites. Esta particularidad de las luchas intestinas también sugieren influencias de la selva tropical. Nada se
sabe de su cosmovisión o visión del mundo, excepto que quizás hayan recibido aportes de tonocotés y
comechingones.
Sí es seguro que a la llegada de los españoles, estas comunidades de fuerte contenido guerrero
estaban presionando el hábitat comechingón en un intento por desalojarlos.
Muchas particularidades de esta cultura indican importantes influencias de la selva tropical,
posiblemente de antepasados que a través de la región del litoral cruzaron el sur del Chaco y se asentaron en
el territorio sanavirón. Pero la escasez de datos impide asegurar esta hipótesis. Es mucho más fácil
demostrar la influencia de la región de la Montaña por su vida sedentaria, agrícola, y alrededor de una
organización comunitaria.
(Comechingones y Sanavirones. Fuente: “Nuestros paisanos los indios. Vida, historia y destino de las comunidades indígenas
en la Argentina”, de Carlos Martínez-Sarasola. Editorial EMECÉ, 1992. Primera Parte, Cap. 2)