Sei sulla pagina 1di 2

La policía en México

Si es considerada la seguridad como la motivación principal para la existencia del


Estado moderno, la seguridad pública —entendida como el mantenimiento de la
paz y el orden públicos1 (Rosas, 2012: 15)— influye primordialmente en la
estabilidad de los países y en la protección de los derechos —siquiera, desde la
percepción minimalista de la seguridad humana, en liberar a los individuos del
temor hacia la violencia—. No obstante, ¿quién es el defensor autorizado
legalmente de este orden público? La policía es la autoridad correspondiente, es la
ejecutora del monopolio de la violencia legítima del Gobierno2, pero esta función
ya no puede minimizarse a ser sólo reactiva y espontánea.

La policía puede y debe caracterizarse hoy por emplear la fuerza, por su


institucionalidad gubernamental y por su profesionalización (ibid: 67). Las primeras
dos son sus cualidades primigenias y la última es su recreación al menos
necesaria desde el siglo XX. La policía debe profesionalizarse porque la sociedad
a la que protege adquiere nuevos derechos, porque el mundo donde está esa
sociedad se complejiza y porque la delincuencia3 que enfrenta progresa.

Los individuos de esa sociedad a proteger han adquirido históricamente derechos:


de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y de la seguridad
estatocéntrica a la seguridad antropocéntrica, por lo que podría considerarse que,
si la causa del Estado moderno es la seguridad, su función principal sería el
desarrollo humano (si es que se asume la seguridad humana maximalista).

1 La ley inevitablemente es pública y de ella emana el orden jurídico que ha de regular el orden
público.
2 Weber escribe “Estado” en El político, pero atribuirle esta cualidad al Estado es propiciar su

confusión semántica, puesto que el Estado es una comunidad política y sólo contractualmente
puede argumentarse que cada individuo de esta comunidad posee y no posee el monopolio de la
violencia: lo posee porque la aplicación de ese monopolio emana de la ley y la ley o es su voluntad
o es la voluntad de su autoridad (hobbesianamente, la persona a la que le fue otorgada el derecho
de actuar en nombre de otro); y no lo posee porque la ley es manifestación o de una voluntad
general o de una autoridad que actúa en nombre de la comunidad. Por lo que, para evitar este
riesgo semántico, se expresa que el Gobierno es el poseedor de aquel monopolio por ser el actor
más visible.
3 Considerando que el crimen es delincuencia, distinguiéndolos sólo por el objeto al que afectan.
Asimismo el mundo se intrica: la globalización que al interconectar genera
interdependencia, la aparición de múltiples actores y fenómenos velados por la
dicotomía de la Guerra Fría y el neoliberalismo que reduce las capacidades
reguladoras de los Gobiernos.

Y debido a la complejidad desarrollada por el mundo, la delincuencia aprovecha


las lagunas o antinomias legales, la ausencia reguladora gubernamental (Internet)
y los yerros o incapacidades de las autoridades (el tráfico ilegal de armas como el
de Estados Unidos a México, el narcotráfico o tráfico de especies amenazadas por
vía marítima, terrestre o área, etc). Por lo que la delincuencia no sólo puede
organizarse y adquirir dimensiones trasnacionales sino también emplear las
debilidades que genera un mundo tan interconectado y con Gobiernos y
organizaciones ajetreados.

Empero, no sólo la policía tiene desafíos exteriores sino también interiores: su


corrupción y su desprofesionalización.

Potrebbero piacerti anche