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NUEVAS MIRADAS SOBRE LAS CERAMICAS

ARQUEOLOGIA DE LA AMAZONIA

Helena Pinto Lima


Cristiana Barreto
Carla Jaimes Betancourt

RESUMEN

Las cerámicas son la clase más abundante de restos arqueológicos en la Amazonía, y


siempre han despertado la curiosidad de los turistas y exploradores. Para los arqueólogos,
estos objetos son verdaderos documentos que en los informan acerca de las tradiciones
tecnológicas, las relaciones sociales y el universo simbólico de los pueblos que los han
producido, utilizados y descartados. El desarrollo de la arqueología amazónica cambió el
foco de la investigación actual para centrarse en nuevas evidencias de la monumentalidad
y la gestión de los recursos naturales, la enorme diversidad de contextos culturales
observados en los objetos de cerámica sigue es un reto para la disciplina. En este artículo,
mostramos cómo las perspectivas arqueológicas en el registro de cerámica en la Amazonía
han cambiado con el tiempo, lo que refleja diferentes enfoques teóricos y metodológicos.
También invitamos al lector a unirse a nosotros en un viaje subiendo el río Amazonas,
visitando los diversos complejos cerámicos de cada región y discutiendo las principales
cuestiones implicadas en la reconstrucción de estas tradiciones ancestrales de la
Amazonia.

“Todo arte impone una forma a una materia. Pero entre las artes llamadas de la
civilización, la cerámica es probablemente aquella en la que el paso entre la
materia prima y el producto se da de forma más directa, con menos pasos
intermediarios entre la materia prima y el producto, salido de las manos del
artesano ya formado, antes incluso de sometido a la quema ". (Claude Lévi-Strauss)
1985: 235, traducción nuestra).

El arte de transformar la arcilla en formas cerámicas se remonta a miles de años. Esta es


una tecnología que ha sido explorada y apurada por poblaciones antiguas en todo el
mundo, desde sus inicios. Los objetos cerámicos presentes hoy en el registro arqueológico
se encuentran en contextos tan diversos, como, por ejemplo, los soldados de terracota en
China, las ánforas de la Grecia antigua y las urnas funerarias de la Amazonia, que hasta
nos olvidamos que son frutos de una misma tecnología. La versatilidad de la arcilla
permite explorar formas, texturas y volúmenes en variaciones infinitas, pero, a pesar de
ello, la mayor parte de los objetos de cerámica están hechos de proyectos con diseño de

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repertorios y funciones muy estrictas así definidas, siendo las vasijas o los recipientes, de
lejos, los más comunes.

El uno - diseño de una pieza está definida por una combinación compleja de factores que
van desde las cualidades de la arcilla, las técnicas conocidas y usadas en las etapas de
fabricación de los objetos, el desempeño funcional esperado del objeto, además de las
opciones estéticas individuales y colectivas. Pero, más importante, los objetos cerámicos,
así como otros, simbolizan elecciones culturales y son al mismo tiempo productos y
vectores de relaciones sociales. En este sentido, los objetos cerámicos pueden ser leídos
por los arqueólogos como verdaderos documentos que nos hablan de las tradiciones
tecnológicas, de las relaciones sociales y de los universos simbólicos de los pueblos que los
produjeron y utilizaron. La posibilidad de acceder a estos testimonios de diferentes
lugares y contextos cronológicos nos permite no sólo trazar las historias de diferentes
tradiciones ceramistas, pero también de diferentes modos de vida y de procesos sociales.

En la Amazonia, las cerámicas son la clase más abundante de vestigios arqueológicos. Esto
es ciertamente debe al hecho de que, entre la amplia gama de artefactos producidos por
pueblos indígenas en la región, cestas, plumas, tejidos, cuñas, armas de madera, flautas
en hueso, collares de semillas, etc., las cerámicas, junto con las piedras, son aquellos que
presentan mejores condiciones de preservación en el medio tropical, muchas veces
constituyendo el único vestigio material de la actividad humana ocurrida en un lugar.
mismo que se encuentra muy fragmentada o erosionada, su simple presencia es un
testimonio inequívoco de la actividad humana. Por otro lado, la presencia abundante de
cerámica en muchos sitios arqueológicos de la Amazonia nos habla también de la
importancia de esta tecnología para los pueblos indígenas: no sólo las vasijas ocupan un
papel importante en los complejos sistemas de procesamiento y consumo de bebidas y
alimentos, pero también actúan como medios para compartir y transmitir ideas a través
de las imágenes pintadas, grabadas o modeladas en sus paredes. Las urnas funerarias en
cerámica preservan los restos humanos de los antepasados y, a menudo, constituyen
nuevos cuerpos para otra vida post-muerte. En muchos de los contextos funerarios
amazónicas, las cerámicas parecen haber tenido un protagonismo en la demarcación de
lugares sagrados, y tal vez esta elección se debe a su alta durabilidad y preservación a lo
largo del tiempo. Son objetos hechos para última. Además de las vasijas, la cerámica
también fue la tecnología elegida para la confección de muchos otros tipos de artefactos,
como estatuillas, bancos, pipas, rodajas de husillo, pesos de red, silbatos, chocolates,
colgantes, bodegas, etc. Así, debemos aproximarnos a las cerámicas arqueológicas, no
sólo por el hecho de que a menudo representan los únicos vestigios materiales
disponibles, pero porque ocupaban, de hecho, un papel importante en la vida cotidiana y
ritual de los pueblos indígenas de la Amazonia.

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Otro aspecto no menos importante de las cerámicas es el potencial que sus vestigios
presentan para tratar de la identidad de los lugares, no sólo para nosotros los
arqueólogos, sino para otros pueblos indígenas.

Pensando en aquellos lugares persistentes que fueron ocupados por diferentes


poblaciones a lo largo del tiempo, aquellos lugares tan comunes en la Amazonia que los
arqueólogos suelen llamar sitios multicomponenciales, a menudo reubicados debido al
paisaje allí construido (con elementos tales como la tierra negra de indio, plantas y árboles
frutales, caminos, vertederos, etc.), la cerámica allí dejada no sólo integra esta paisaje
producido, pero también puede ser categorizado por pueblos que vengan a ocupar el
lugar mientras cerámicas de los ancestros, de los enemigos, de pueblos parientes o
simplemente de "otras gentes". Esto, sin la duda, es de fundamental importancia para las
investigaciones arqueológicas colaborativas hechas hoy en tierras Indigenas. Así, es
importante retener el hecho de que la cerámica no sólo puede ser leída como testimonio
del pasado, pero también que su lectura puede operar en diferentes regímenes de
historicidad.

Las arqueologías de la cerámica en la Amazonia:


el legado de los pioneros y las nuevas miradas

La arqueología de la Amazonia ha pasado por grandes avances y cuestionamientos


paradigmáticos en los últimos años. Al mismo tiempo que las investigaciones recientes
han revelado un gran número de evidencias de la construcción de estructuras
monumentales, con sitios y formaciones de tierra, tales como geoglifos, carreteras, (por
ejemplo, Heckenberger, 2008, Schaan et al., etc.). al., 2012; Rostain, 2013, entre otros),
también ha quedado cada vez más claro que la Amazonia no era un bosque virgen e
intacto, y que buena parte de la subsistencia de sus antiguos habitantes provenía de un
manejo extensivo de los bosques y sabanas de la región, sin necesariamente involucrar la
agricultura intensiva (Neves, 2013, Rostain, 2013). A poco vemos la Amazonia alejarse de
los modelos clásicos que asocian el advenimiento de la cerámica a la domesticación de
plantas ya la producción agrícola. Como entonces el estudio de las cerámicas se encaja en
estos nuevos escenarios?

Incluso con el actual foco de la arqueología amazónica orientado a entender las nuevas
evidencias de monumentalidad y de manejo de los recursos naturales, la enorme
diversidad de contextos culturales y los patrones de transformación del paisaje sigue
siendo sorprendente, y poco se sabe sobre los procesos históricos y sociales que
engendrar esas diferentes formas de construcción de paisajes culturales. Principal manera
de mapear esta gran diversidad cultural en el tiempo y en el espacio es a través de las
cerámicas producidas por esas poblaciones pasadas. Además, la cerámica es el soporte de

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información más específicas sobre las áreas de actividad, funcionalidades, sistemas
tecnológicos, áreas de interacción y redes, cambios estilísticos, etc.

Desde los primordios de la arqueología amazónica, las cerámicas han servido como guía
fundamental en identificación y delimitación geográfica de los grandes complejos
culturales y distribución de las tradiciones regionales.

Recordemos que ya a principios del siglo pasado, uno de los precursores de la arqueología
americanista, Erland Nordenskiöld ([1916] 2009: 221), sugería que los Arawak fueron los
portadores de la idea de construir montículos o tesos con el fin de proteger sus cultivos,
cementerios y casas. Este rasgo cultural era entonces conocido en la isla de Marajó, en los
Llanos de Mojo y en el alto río Paraguay hasta el delta del río Paraná. Años más tarde, el
mismo investigador (Nordenskiöld, 1930: 27) argumentaba sobre la gran dispersión del
grupo lingüístico Arawak, mediante las semejanzas observadas entre los materiales
cerámicos inciso-modelados provenientes de Santarém y del delta de Paraná. Los
complejos cerámicos de la cuenca amazónica conocidos hasta entonces eran pocos y
llamaron más la atención por los atributos genéricos, distribuidos a lo largo de un gran
territorio, que de una u otra forma manifestaban cierta familiaridad estilística.

Décadas más tarde, la cerámica fue protagonista en las propuestas de Meggers y Evans,
en los años 1950 y 1960, trayendo inicialmente a la Amazonia los sistemas clasificatorios
de Horizontes, y luego los de Tradición y Fase, siempre basadas en la definición de tipos
cerámicos (o tipos-variedad) y en los métodos de seriedad, para ordenar los tipos en el
tiempo y en el espacio. El principal supuesto, hoy bastante cuestionado, es el de que las
secuencias seriadas, organizadas en curvas lineales de popularidad de los diferentes tipos,
señalan, de forma sistemática, los principales cambios ocurridos a lo largo del tiempo.

Fuera de la Amazonia brasileña, un camino diferente fue recorrido por Cruxent y Rouse, al
proponer el el concepto de Serie (Cruxent, Rouse, 1958-59) para organizar inicialmente la
cronología regional de Venezuela, pero que posteriormente se extendió a otras regiones
del norte de América del Sur, sobre todo para el área circundante del Caribe y las
Guyanas. Cruxent y Rouse utilizan el término para designar grupos en serie" estilos
similares y contiguos", por lo que se han transmitido las características compartidas por
difusión de un área a otra, y hayan persistido de un período a otro, y no inventadas de
forma independiente. Este concepto, una manera de lidiar con la distribución cronológica
y espacial al el mismo tiempo, se basa en los análisis modales, y aunque se utilizan para
materiales de todos los períodos, incluso el pre-cerámico, funcionó mejor para agrupar las
cerámicas. A diferencia del método propuesto por Meggers y Evans, los análisis modales
(o componenciales) tenían por supuesto que las clasificaciones deben basarse en las reglas
estructurales usadas por los artesanos para fabricar las vasijas, los "modos", los cuales

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podrían ser descubiertos a partir de las combinaciones recurrentes de atributos. La
clasificación así hecha de las cerámicas en diferentes Series tuvo un fuerte impacto en la
arqueología de las tierras bajas de las regiones citadas anteriormente, sobre todo en lo
que se refiere a aquellas cerámicas clasificadas en las series denominadas Saladoide,
Barrancoide y Arauquinoide.

La cerámica fue también protagonista en los estudios de Lathrap y sus alumnos en los
años 1970, los cuales, además de incorporar los análisis modales, avanzaron en dos
aspectos esenciales para entender las cerámicas amazónicas como marcadores de
procesos de interacción social: por un lado, la correlación entre la distribución de matrices
de estilos cerámicos y la dispersión de los grandes troncos lingüísticos amerindios,
aplicando los conceptos de difusión cultural (Lathrap, 1970, Brochado, 1989, por ejemplo);
y, por otra, un entendimiento más profundo sobre los procesos tecnológicos y sociales
involucrados en la constitución de estilos cerámicos a partir de estudios
etnoarqueológicos (DeBoer, 1979, 1990, Roe, 1995, por ejemplo).

Con excepción de los trabajos de Brochado, esas propuestas tuvieron, en la época, poca
penetración en Brasil, donde a partir de 1970 ya se ensayaba el Programa de
Investigaciones Arqueológicas de la Cuenca Amazónica (PRONAPABA), coordinado por
Mário Simões e integrado por los equipos de Eurico Miller, Ondemar Días y Celso Perota.
Según Brochado (1970), uno de los objetivos del PRONAPABA fue probar la validez de las
clasificaciones anteriores de Meggers y Evans (1961) y aclarar la distribución geográfica de
los diversos estilos y tradiciones. Los esfuerzos del PRONAPABA a lo largo de las décadas
de 1970, 1980 y 1990, en refinar el trabajo Meggers y proceder a la seriedad y clasificación
de los complejos cerámicos locales en fases y tradiciones generó una enorme cantidad de
datos relativamente estandarizados, uniformizó la terminología, y permitió la
comparación de conjuntos cerámicos de diferentes regiones, ayudando a sostener, así, los
los modelos de ocupación humana para la Amazonia defendidos por Meggers (Meggers,
Evans, 1961, Meggers et al. 1988; Meggers, 1997). El Museo Paraense Emilio Goeldi y su
equipo tuvieron entonces un papel fundamental en la organización de este conocimiento,
no sólo sirviendo como base logística de las investigaciones, pero también preservando las
colecciones cerámicas de cada proyecto de forma sistemática, incluyendo las "colecciones
tipo "de cada fase y tradición entonces curadas por los investigadores involucrados.

Cuarenta años más tarde, es evidente que el cuadro clasificatorio anteriormente


propuesto por estos pioneros necesita ser actualizado, con revisiones y refinamientos, y,
sobre todo, necesita integrar nuevos conceptos y métodos. Así, aunque las clasificaciones
de las cerámicas en fases y tradiciones, y el repertorio terminológico del aporte de esta
escuela todavía constituyen la más importante referencia para la mayoría de los

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arqueólogos que trabajan en la Amazonia brasileña, muchos descubrieron que es
necesario un gran cambio de en los métodos de clasificación e interpretación de la
cerámica amazónica (Schaan, 2007, Machado, 2007; Barreto, 2010; Lima y Neves, 2011) y
en el diseño de un modelo general más dinámico para la la cronología cultural de la región
(Neves, 2008, Heckenberger, 2008, por ejemplo).

Los análisis vienen dando más énfasis a los diferentes modos de hacer cerámica,
definiendo complejos cerámicos a partir de la definición, no sólo de las reglas
estructurales, sino de las elecciones reales hechas por el artesano en cada uno etapa de la
cadena operativa, desde la recolección de la arcilla hasta el acabado de los potes. El
énfasis anteriormente dada a algunos pocos elementos, condimento y técnica decorativa,
para organizar las secuencias seriadas, ahora da lugar a análisis compositivos
multivariados, basadas en la observación de cientos de variables relativas no sólo a las
técnicas de fabricación, sino también a las morfologías de diferentes partes de la vasija, a
los motivos decorativos ya las señales de uso y descarte. Así, la variabilidad de las
cerámicas es no sólo mejor documentada, posibilitando caracterizaciones y
comparaciones regionales más precisas, pero también hay un mejor entendimiento de la
complejidad de los procesos de la cual es resultante. Además, tanto la etnoarqueología
como la etnología están haciendo grandes avances en la comprensión de las relaciones
entre identidad y cultura material, incluida la cerámica, trayendo nueva información sobre
regímenes nativos de materialidad y cómo el comportamiento simbólico de los pueblos
puede afectar los patrones de producción de cerámica, uso y descarte (Silva, 2008;
Barcelo Neto, 2006, 2012; Vidal, 2011).

Además de los métodos de análisis de la cerámica, el mayor avance ha sido en la


correlación de los atributos de la cerámica con los contextos específicos en los que se
encuentran. Excavaciones más amplias, con mayor rigor en el registro estratigráfico y,
sobre todo, con mayor atención a los innumerables tipos de facciones en que se insertan,
permitiendo una visión más integral y contextual para la interpretación de la variabilidad
cerámica.

Más importante, el crecimiento de la arqueología en la Amazonía en las últimas décadas


ha llevado a un mayor el número de áreas investigadas, reveló una enorme diversidad de
complejos estilísticos y, sobre todo, aumentó nuestros cuestionamientos en cuanto a las
clasificaciones, denominaciones y áreas culturales anteriormente definidas por los
pioneros.

No sólo se encontraron complejos cerámicos más antiguos, pero también la principal


hipótesis cronológica del modelo meggeriano, que presuponía que los cuatro grandes

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horizontes estilísticos - Zonado Hachurado, Borda Incisa, Policromo e Inciso-Ponteado –
han tenido su origen fuera del amazonas, no es mas valido (Veves, 2007: 365).

Hoy sabemos que las cerámicas de la Amazonía están entre las más antiguas de las
Américas. Si consideramos las fechas de Taperinha, en el Bajo Amazonas (remontando la
ca. de 8000 años AP), y de la Tradición Mina, en el litoral de Pará (remontando la ca. de
6000 años AP), podemos hablar de tradiciones tecnológicas milenarias con orígenes
locales. Por otro lado, cuanto más las investigaciones avanzan, mayor es la diversidad de
estilos cerámicos evidenciados, diversidad tan grande, comparable a la diversidad
lingüística que esta región comporta. Además de términos complejos cerámicos más
antiguos y más diversos, continuidades y rupturas estilísticas parecen variar mucho más
regionalmente, haciendo la cronología cultural de la región mucho más compleja.

En qué medida esta diversidad está relacionada con la antigüedad de esta tecnología en la
región, es decir, al hecho de que algunas pocas matrices antiguas tuvieron más tiempo
para ramificarse y diversificarse, como argumentó Roosevelt (1992: 44-45), - o
simplemente es consecuencia de una multiplicidad de centros creativos que se
superponen a lo largo del tiempo, todavía no está claro. A pesar de esta diversidad y de las
expresiones bien regionalizadas, muchos estilos cerámicos comparten atributos que
atraviesan regiones, a veces con dispersión pan-amazónica, reflejando tal vez matrices
tecnológicas comunes o extensas redes de interacción.

Nuevas miradas sobre las cerámicas arqueológicas amazónicas han levantado algunas
inquietudes bastante persistentes: Cómo trabajar con la enorme diversidad de estilos
cerámicos documentados en toda la región cuenca amazónica, reconociendo también a
veces los atributos persistentes a largo plazo e interregionales? ¿Cómo lidiar tanto con la
singularidad de algunos estilos como con la naturaleza híbrida de los demás? como
establecer áreas culturales, límites y patrones de interacción basados en similitudes y
diferencias de conjuntos Cerámica? Cómo trabajar con temas iconográficos y modos de
representación en la cerámica, junto con atributos tecnológicos y funcionales? La
asignación por separado de cada atributo de la cerámica puede ser más revelador que la
construcción de tipos basadas en su combinación? O debemos mejorar el análisis
multivariado, a fin de construir tipologías más fuertes?

Estas son algunas de las preguntas más comunes compartidas por la mayoría de los
arqueólogos que trabajan hoy en la región, independientemente de su contexto y de los
métodos de análisis arqueológico. Estas cuestiones deben ser discutidas más
ampliamente, a escala regional, en un esfuerzo colectivo de sistematización y síntesis. El
actual momento de la Arqueología amazónica coincide con la formación de una nueva
generación de arqueólogos, muchos de ellos habiendo tenido como escuela el Proyecto

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Amazonia Central (PAC) y después el Laboratorio de Arqueología de los Trópicos
(Arqueotrop), además de otros programas duraderos de investigación, como los de
arqueología en tierras indígenas. Coincide también con el inicio de la formación de nuevos
núcleos de arqueólogos académicos en la Amazonia, más regionalizados, como en la
Universidad del Oeste de Pará (UFOPA) en Santarém, en la Universidad de Rondônia
(UNIR) en Porto Velho, y en el Instituto Estatal de Investigación de Amapá (IEPA), en
Amapá, además de la intensificación de investigaciones en las Guyanas. El Museo Goeldi
sigue siendo la principal referencia para la investigación arqueológica en la Amazonia,
tanto por sus colecciones que materializan la historia de las investigaciones, como por la
provechosa producción científica, trayendo tanto la continuidad como la renovación a las
investigaciones con cerámicas arqueológicas. Se une a eso la enorme la cantidad de
investigaciones realizadas en el marco del licenciamiento ambiental de grandes
emprendimientos, también formando nuevos arqueólogos y generando una gran cantidad
de datos nuevos, los cuales, muy lentamente se hacen accesibles. Sin duda, esta nueva
generación, bien representada en este libro, será la autora de una nueva síntesis de
conocimientos arqueológicos de la Amazonia. Por otra parte, algunas síntesis regionales
han sido paulatinamente construidas, como para la Amazonia Central, el Amapá y las
Guyanas. Otras áreas como el Acre y Rondônia vienen siendo objeto de esfuerzos
concentrados de varios equipos, pero otras, como Roraima y algunas áreas vecinas de la
Amazonia peruana y colombiana permanecen aún muy desconocidas.

Si una gran síntesis aún no es posible, los trabajos presentados en este libro ciertamente
contribuyen para profundizar nuestro conocimiento y tener una visión más integrada de
las diferentes arqueologías de la cerámica hecha en la Amazonia hoy. Invitamos al lector a
viajar por este conocimiento, subiendo río Amazonas, visitando los diferentes proyectos
de investigación y sus resultados aquí sintetizados, contando las historias de cada lugar,
moldeadas por las cerámicas.

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Introducción a un largo viaje

En este libro, partiendo del litoral y estuario amazónico, iniciamos nuestro viaje visitando
las antiguas comunidades sambaquieiras, productoras de la cerámica Mina y los
habitantes de las palafitas maranhenses. Del otro lado del estuario, tenemos la síntesis
propuesta para la comprensión de la diversidad estilística de las Guianas, Amapá y Bajo
Amazonas, buscando conectar la arqueología del canal de Amazonas con su territorio
grande-río-hermano, el Orinoco, con el cual muchos intercambios se han hecho a lo largo
de los últimos milenios. Subiremos el gran río en un viaje de inmersión en los complejos
cerámicos ancestrales de toda la región, pasando por la bien conocida arqueología de la
Amazonia Central y sus alrededores; y buscando comprender la enorme variabilidad
artefatual y lingüística del Alto Madeira, con sus vecinos bolivianos y peruanos; y los
dueños de la espléndida arquitectura monumental de los geoglifos, de las lomas,
carreteras y canales. Por fin, se posaron en la alta Amazonia, donde las cerámicas
empiezan a conversar con estilos andinos y la arquitectura de la tierra da lugar a la de la
piedra.

Los avances de la arqueología en la región amazónica como un todo, a lo largo de los


últimos 20 o 30 años, una realidad para la mayor parte de los países que componen las
cuencas del Amazonas y el Orinoco. algunos se pueden observar las síntesis más bien
consolidadas. Por ejemplo, en las Guyanas ya se puede obtener un panorama de las
ocupaciones precolombinas, así como de las diferentes culturas cerámicas con tradiciones
milenarias, dispersas por amplias áreas (Rostain, en este volumen). Los cultivos Saladoide,
Barrancoide, Arauquinoide, Aristé, Koriabo, etc. han sido cada vez más bien entendidas,
comprendidas en una clara secuencia cronológica, aunque sigue siendo un reto integrarlas
frente a los datos obtenidos para la Amazonia brasileña.

Los avances obtenidos para la arqueología de las Guyanas han sido fundamentales en el
sentido de posibilitar una visión de la arqueología del Orinoco en continuidad con la del
estuario amazónico. Parece un consenso entre los arqueólogos que la interconexión de
esos datos (Amazonia brasileña, Guyana y países del norte de América del Sur) permitirá
un entendimiento más amplio de las ocupaciones amerindias en la región.

La arqueología de las Guyanas tiene en común con algunas otras áreas de la Amazonia la
presencia de hiatos cronológicos, alrededor de 4000 a 3000 años AP, y parece ser una de
esas regiones donde, a pesar de la ocupación antigua y diversificada, no tenemos una
secuencia lineal que desembocaría en la formación de sociedades complejas, con grandes
centros de poder y asentamientos jerarquizados. Por el contrario, las evidencias de gran
flujo estilístico y redes de intercambio a lo largo de la costa guyaní y área estuarina
(Barreto, 2010) parecen decir que el patrón de extensas redes de relaciones entre aldeas

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distantes, observado hoy por los etnólogos (Gallois, 2005), ocurría también en el pasado.
También la variedad de contextos encontrados en Amapá y Guyanas nos hace cambiar un
poco la perspectiva sobre los tesos de Marajó, pues dejan de ser el testimonio único y
aislado de la capacidad de los pueblos amerindios de esta región de alterar
profundamente el ambiente y construir paisajes culturales cargados de significados
ecológicos y simbólicos. La diversidad estilística de las cerámicas de Marajó también
necesita ser repensada ante estos nuevos contextos, lo que es hecho por Barreto (en este
volumen) en relación tanto a los conjuntos de la Tradición Polícroma de la Amazonia del
continente como en relación a los diversos estilos encontrados dentro de la isla.

Rostain sugiere un florecimiento de sociedades más complejas en esta área alrededor del
año 1000, con el auge de la cultura Marajoara y otras culturas arqueológicas locales de
Amapá, también tradicionalmente asociadas a la Tradición Polícroma, como Maracá,
Caviana y Aristé. Sin embargo, la diferencia entre estos estilos locales parece ser mucho
más marcada, sobre todo cuando se compara con el resto de los estilos locales de la
Tradición Polícroma que ocurren en la Amazonia central y en el alto Amazonas de forma
mucho más homogénea. Esto ha llevado a algunos autores a cuestionar la extensión de la
Tradición Polícrama a las Guyanas, (En el caso de las mujeres).

Al este del estuario, el litoral de Pará y de Maranhão presenta una de las cerámicas más
antiguas de la Amazonia, y en el caso de las mujeres, en este volumen; Bandera, en este
volumen). Durante algún tiempo, la cerámica Mina fue considerada el complejo cerámico
más antiguo de América del Sur, rivalizando con tipos más antiguos de la costa norte del
continente, lo que vino a forzar una revisión sobre la ocupación humana del área tropical
y su relación con las innovaciones culturales y centros de invención independientes
(Hoopes, 2004; Roosevelt, 1995). El avance de las investigaciones con estas cerámicas
permiten un mejor control de la antigüedad y duración de esas ocupaciones. bandera (en
este volumen) muestra la sorprendente persistencia temporal de las ocupaciones Mina de
Maranhão, fechadas entre 5.800 años AP (así como las fechas antiguas en el Salgado do
Pará, Oliveira y Silveira, en este volumen) y 1.245 años AP.

Si la cuestión de la antigüedad de las cerámicas Mina está bien establecida y ya colocada


en otro nivel, Bandera (en este volumen) apunta a nuevas cuestiones de investigación,
tradicionalmente descuidadas, como la presencia de tipos cerámicos considerados
intrusivos o la industria lítica y los materiales en huesos y conchas asociadas a las
cerámicas. De la misma forma, Oliveira y Silveira subrayan la necesidad de comprender las
relaciones entre las ocupaciones sambaquieiras y las ocupaciones de los sitios de tierra
negra, como es el caso del sitio Jabuti, que presenta cerámicas Mina en contexto de tierra
negra (Silveira et al., 2011).

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Aún en el litoral, en una región geográficamente situada en un límite entre la Amazonia y
el Nordeste brasileño, creemos que al traer los contextos y las cerámicas de las esteías
para las discusiones de la arqueología amazónica tendremos más posibilidades de
comprender la compleja historia de esta región. Las investigaciones sobre las de las costas
de la bajada maranhense, ocupaciones lacustres con palafita, en las que se preservaron
los esteios y la cultura material, han reflejado sobre la filiación amazónica y los orígenes
históricos de esas sociedades palafíticas, cuyas fechas se remiten al período precolonial
tardío (AD 770/900 a AD 1045/1085) (Navarro, en volumen). Se resalta que los lagos
forman un bioma típico amazónico, caracterizado por los fértiles campos de várzea, en los
que se identificó la construcción de tesos (op cit). Además de este paisaje cultural
amazónico, las investigaciones han evidenciado cada vez más las relaciones no sólo con
los contextos amazónicos, sino también con el Circum Caribe, a ejemplo de las cerámicas y
del muiraquitán encontrados en ese contexto (idem). tal las relaciones son atestadas por
las similitudes de las cerámicas con las amazónicas tardías, de la Tradición Inciso
Ponteada, de las estatuillas con base semilunar y perspectiva simbiótica, así como las
policromías allí evidentes.

Las investigaciones realizadas a lo largo del canal del Bajo Amazonas y foz del río Xingu
han mostrado intensos flujos estilísticos y una enorme variabilidad cerámica, con
ocupaciones ligadas a pueblos de matrices Arawak, Y en el caso de las mujeres, en el caso
de las mujeres. En esta área, datos lingüísticos, etnoarqueológicos y etnohistóricos han
apoyado algunas interpretaciones sobre la variabilidad cerámica en el registro
arqueológico. Parece que aquí tendremos no sólo un escenario semejante a las extensas
redes de las Guyanas y Amapá, así como nuevos ejes de organización de estas redes,
además de la dirección este-oeste facilitada por el Amazonas. La clara presencia de
cerámica Koriabo en sitios en Monte Alegre, Almeirim, Gurupá, semejantes a aquellas
identificadas en las Guyanas y Amapá por Rostain y Saldanha et al. (en este volumen),
indica que también las vías fluviales que nacen en la meseta de las Guyanas y desgran en
el Amazonas pueden haber servido como rutas de comunicación e intercambios, a
ejemplo de algunas rutas de comunicación fuga de esclavos documentados para períodos
históricos.

Santarém, que desde Nimuendaju acumula una tradición longeva de investigaciones con
las cerámicas arqueológicas, y es base para muchas discusiones acerca de la complejidad
social y de los caciques en la Amazonia (Roosevelt, 1993, Gomes 2001, 2007), ha pasado
por cambios paradigmáticos en las encuestas. El foco se distanció de las cerámicas como
principales testimonios de la complejidad social, para integrar otras categorías de vestigios
(líticos, hechos, paisajes) y otras propuestas de investigación en enfoques más
contextuales, como propone el capítulo de Troufflard, en este libro. Por otro lado, el

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complejo cerámico Santarém continúa siendo investigado en todas sus variaciones, tanto
en el estilo globular aquí tratado por Márcio Amaral, tanto en las emulaciones estilísticas
en áreas periféricas a Santarém, como Barreto y Fernandes que se identificaron en Monte
Alegre.

Continuando nuestro viaje Amazonas arriba, la arqueología de la Amazonia central posee


una base de datos más sólidos, con investigaciones sistemáticas desde 1995, resultando
en una serie de disertaciones y tesis sobre temáticas variadas. De hecho, la Amazonía
central representa hoy una región con buenas condiciones para la prueba de modelos o
hipótesis antiguas y nuevas sobre la ocupación humana. Los resultados de tales las
investigaciones muestran, por ejemplo, que los sitios con cerámicas polícromas son
mucho más recientes en la área de confluencia entre los ríos Solimões y Negro de lo que
preveía el modelo de Lathrap (1970). Puede ser de enfoques exploratorios para estudios
más refinados sobre los procesos de formación de los lugares (Moraes, 2013), espacialidad
intrasítica (Stampanoni, 2014), distribuciones regionales de ciertos complejos (Tamanaha,
Belletti, ambos en este volumen). Sobre las cerámicas, podemos ver nuevos enfoques,
como la presentada por Oliveira (en este volumen) sobre los temas y lenguajes
iconográficos de la cerámica Guarita, y la propuesta de Moraes y Nogueira (también en
este volumen) sobre las posibilidades interpretativas de las variaciones de uso de los
antiplásticos en la cerámica.

En general, la arqueología de la Amazonia central nos enseña que, con una base empírica
más sólida se puede avanzar en cuestiones de diferentes órdenes. Nuevas perspectivas
que asocian los cambios observados en la tecnología cerámica a cambios observados en
los patrones de asentamiento y construcción de paisajes culturales construyen historias
regionales de larga duración ya mucho más detalladas, al mismo tiempo que permiten
aplicar conceptos provenientes de la antropología del arte y de la interlocución con la
etnología, para también entender aspectos ideológicos de los pueblos estudiados (Moraes
y Neves, 2012).

Por otro lado, mientras que para el área de confluencia de los ríos Negro y Solimões el
diálogo de los los investigadores con los estudios anteriores parecen haber sido más
productivos, con revaluaciones de las tipologías (por ejemplo, en el caso de las mujeres,
en el caso de las mujeres, para otras áreas, especialmente las de actuación del
PRONAPABA, las cuestiones clasificatorias ligadas a la La variabilidad de la cerámica aún
no está bien resuelta (por ejemplo, las cerámicas Saracá del río Urubu presentadas por
Lima et al. (en este volumen) y las cerámicas Axinim del río Madeira (Moraes, en este
volumen).

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En la Amazonia Central, la precedencia de ocupaciones con cerámicas antiguas Pocó-
Açutuba y Borda Incisa en relación a las cerámicas Guarita es evidente en la confluencia
del Negro y Solimões (Lima, 2008, Neves, 2013; Neves et al., 2014; Tamanaha, 2014, entre
otros) y también en el medio Solimões (Tefé) (Gomes, 2014; Neves et al., 2012). Sin
embargo, Tamanaha (en este volumen) subraya la ausencia de esta relación en la región
de Coari, donde los sitios de ocupación polícroma aparecen, por regla general, en sitios
unicomponenciales. Este autor sugiere que esto puede haber sido una zona tampón
(tampón de zona), separando complejo regionalBorda Incisa. También en el mismo
período cronológico, Moraes y Almeida sugieren la existencia de otra zona tampón en el
río Madeira, que divide el alto y el bajo curso. Juntos, estos dos búfer zonas podrían
explicar el largo periodo de estabilidad que parece haber dado la Amazonia Central,
atestado por las largas secuencias de cerámicas Borda Incisa. Aún con las zonas tampón,
tanto en el Solimões como en Madeira, más adelante estas áreas fueron escenario para la
expansión de grupos portadores de la cerámica policromada. La síntesis ofrecida por
Belletti (en este volumen) discute justamente la naturaleza de esta rápida expansión, si de
hecho correspondiendo a la expansión de pueblos de habla Tupi por la Amazonia, y la
forma belicosa con que estos nuevos habitantes tomaron las antiguas aldeas del canal de
Amazonas.

El conocimiento arqueológico sobre las ocupaciones del suroeste de la Amazonia se


muestra en franco crecimiento. El volumen de las investigaciones ha aumentado en
cantidad y calidad. El área es interesante por mostrar más un campo abierto para la
actuación de la arqueología, en asociación con la lingüística histórica, a ejemplo de las
discusiones sobre la expansión Tupi. De hecho, el Alto Río Madeira es considerado como
clave para el entendimiento de los orígenes de la TPA y (tal vez) de los pueblos de habla
Tupi. Cómo colocar Moraes y Almeida (en este volumen), es en el alto tramo de ese río
donde se encuentra la mayor diversidad de grupos de lenguas Tupi, siendo un supuesto
centro de expansión, y quien sabe de origen de esos grupos. Evidencias lingüísticas
acompañadas de antiguas fechas para materiales polícromos y largas secuencias
culturales parecen corroborar esta hipótesis (Neves, en este volumen).

Por otro lado, las investigaciones en el valle del Guaporé (Zimpel y Pugliese, en este
volumen) nos dan una enorme la profundidad temporal para las cerámicas en esta región,
iniciando en torno a 4000 mil años AP en el sambaqui de Monte Castelo, con el contexto
conchífero confirmando su importancia para pensar el surgimiento de las cerámicas en la
Amazonia a partir de un modo de vida en el que los moluscos ocupan un papel
importante, , refiriéndose al mismo fenómeno ya conocido para el Bajo Amazonas, en el
sambaqui de Taperinha, y para el litoral de Pará y Maranhão, en los sitios conchíferos de
la Tradición Mina (Zimpel y Pugliese, en este volumen). Aquí, en períodos siguientes

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abundan los sitios con zanjas o zanjas, tanto en el lado brasileño (margen derecha del
Guaporé) como en el lado Boliviano (margen izquierdo, donde el río es denominado
Iténez).

Un mapeo hecho con la tecnología Tratar ( Light Detection and Ranging ) encontró que las
zanjas circularesy elípticas, como las documentadas en la literatura arqueológica, forman
parte de un sistema muy extenso de zanjas. Una zanja más grande rodea un área de cerca
de 200 hectáreas, incluyendo en su interior en su interior zanjas circulares o elípticas
(Prumers, 2012, 2014; Prumers y Jaimes Betancour, 2014), con claras indicaciones de
áreas de uso diferenciado, y que ahora empiezan a ser investigadas. Contextos domésticos
y funerarios de diferentes ocupaciones se fecharon a partir de 300 dC hasta 1500 dC Como
parece no hay superposición de las capas culturales, la secuencia cronológica de esos
sitios enormes debe abordada horizontalmente, reconstruyendo la historia de formación y
expansión del sitio, considerando además las variables funcionales (Jaimes Betancourt, en
este volumen).

La región de Llanos de Mojos muestra fronteras culturales bastante rígidas. A pesar de las
ocupaciones contemporáneas en diferentes áreas y de una relativa proximidad geográfica,
la cerámica de los montículos monumentales al sureste de los Llanos de Mojos (600 dC a
1400 dC) forma un complejo distinto, denominado Tradición Casarabe. Esta presenta
atributos más emparentados con algunos complejos del nordeste amazónico, como el uso
intensivo de ralladores, encontrados también en Amapá; o decoraciones con pintura en
negativo, las características de la Tradición Polícroma. Después de la cronología
presentada por Nordenskiold (1909) en principios del siglo pasado, Jaimes Betancourt (en
este volumen) presenta una fina secuencia cerámica dividida en cinco fases, lo que nos
ayuda a entender mejor los procesos de transformación, tanto súbitas como paulatinas,
en los niveles locales y regionales, mostrando el grado de interacción, competencia y
demás relaciones entre estas poblaciones a lo largo del tiempo.

En Acre, la intensificación de las investigaciones se da a partir de 2007, con proyectos


académicos y de contrato. La mayoría de las investigaciones se han centrado en los sitios
del tipo geoglifo, que hoy ya suman cerca de 400, distribuidos por toda la Amazonia
Occidental (Saunaluoma, en este volumen). Estos sitios se construyen principalmente para
fines ceremoniales, sin evidencias de uso habitacional permanente (idem). La densidad de
la cultura material en los geoglifos es bajo, mientras que en los sitios compuestos por
pequeños montículos, también identificados en Acre, es más alta, siendo estos últimos
más recientes que las fechas obtenidas para los geoglifos, con fechas que indican una
intensificación de uso entre 200 ACE. y 900 AD. En cuanto a las cerámicas, Saunaluoma
apunta paralelos estilísticos con otras colecciones de la Amazonía occidental, aunque

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reconoce que tal hipótesis aún necesita ser mejor estudiada. Más que eso, es importante
que diferentes tipos de sitios, y no sólo los geoglifos, sean investigados en la región.

Moviéndonos hacia la alta Amazonia, percibimos cuánto aún necesitamos avanzar en la


investigación colaborativa entre los proyectos de las áreas amazónicas de Brasil, Bolivia,
Ecuador y Perú. La cuestión de la la expansión de la Tradición Polícroma, identificada en el
río Napo (Ecuador y Perú) por Evans y Meggers (1968), nunca había sido retomada, de
hecho, a partir de los datos ahora disponibles en Brasil. Cuarenta años después, el trabajo
de Arroyo-Kalin y Rivas Panduro (en este volumen), aún en fase inicial, trae datos que
implican considerar una secuencia mucho más compleja de las ocupaciones tardías de
esta zona y asociaciones de otros estilos, como las cerámicas corrugadas, en
concomitancia con las polícromas. Lo mismo puede decirse para las cerámicas del río
Pastaza (afluente del Marañon) estudiadas por Salieu et al. (en este volumen), cuyas de los
polícromas presentan evidentes similitudes con las de la Subtradición Jatuarana en el Alto
Madeira (Zuse, en este volumen), pero que ocurren también junto con cerámicas
corrugadas.

Más para el interior del Perú y en el área fronteriza con Ecuador, en afluentes más lejanos
del río Marañon, F. Valdez y Q. Olivera (en este volumen) estudian sitios de contextos
antiguos y recientes, con obvias relaciones con la Amazonia, y que tal vez constituyan las
mejores evidencias de contacto entre la región andina y las tierras bajas. El intercambio
entre la costa del Pacífico, Andes y Amazonia fue comprobado para diferentes períodos y
culturas arqueológicas. La arqueología precolombina ha demostrado que, las fronteras y
modelos de aislamiento entre estos ambientes son percepciones occidentales
equivocadas, construidas a partir de una exacerbación de la dicotomía entre el andino y el
amazónico. Las sociedades pre- colombianas establecieron relaciones de intercambio por
miles de años, intercambiando objetos, tecnologías y las ideas. Uno de los ejemplos más
antiguos es complejo cerámico Mayo-Chinchipe, que se inicia alrededor de 5300 años AP y
dura hasta 2300 AP, y presenta una cerámica variada, que podría insertarse en los
contextos de las cerámicas amazónicas, no fuera por la presencia de los vasos con alza
estribo, por lo demás, los más antiguos del continente, y que después siguen ocurriendo
sólo entre las culturas andinas.

Más arriba, entre las cabeceras de los ríos Pastaza y Napo en Ecuador, Rostain (en este
volumen) nos trae en el caso de las cerámicas Upano, asociadas a una historia de
asentamientos que llegan a organizarse en escala urbana, con plataformas
monumentales, y que parecen más andinos que amazónicos, pero que después de algunos
cientos de años desaparecen y dan lugar a una ocupación de pequeñas aldeas por pueblos
ascendentes de los Ashuar, mostrándonos una dinámica no lineal de los procesos de

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ocupación humana en términos de patrones de organización social en esta región, que tal
vez refleje su posición intermedia entre los Andes y la Amazonia.

Aquí terminamos nuestro viaje, cerca de Quito, ciudad de la que partió Orellana para
desavisadamente explorar el Amazonas y dar a conocer al mundo occidental un universo
en sí, diferente de todo lo que había sido visto antes. Universo este que ahora los
arqueólogos tratan de reconstituir su historia, contada en gran parte a través de las
cerámicas.

Hacia una nueva síntesis

Es consciente de algunas lagunas importantes, como los contextos del noroeste


amazónico, no sólo en Brasil, pero también en Colombia y Venezuela, nuestro viaje
recorre así los principales resultados de las encuestas con cerámicas arqueológicas de casi
toda la Amazonia. Como pone Saldanha et al. (en este volumen) "Detrás de esta
diversidad podemos reconocer ciertos patrones recurrentes relacionados con los
artefactos cerámicos y estructuras asociadas, lo que permite una nueva síntesis para la
región.

Aunque el título del evento que generó este libro hace alusión a la búsqueda de una
síntesis, sabemos que en este punto una síntesis para las cerámicas arqueológicas de la
Amazonia aún no es posible (y tal vez hasta ni siquiera incluso deseable), se tenga en
cuenta no sólo la desigualdad del estado de conocimiento de las diferentes áreas, pero
también la diversidad de temas e historias contadas por los diferentes estudios de las
cerámicas. Pero sin embargo, creemos que los trabajos mostrados en este libro reflejen de
manera convincente el el cuadro actual de las encuestas. Para resumir en pocas palabras
este cuadro, las más destacadas son, sin la duda, la diversidad, no sólo de las cerámicas,
sino de los modos de vida de los que resultan, y dinámica, con historias poco lineales y
muchos cambios, aunque dentro de tradiciones longevas.

Al final de este viaje aprendemos que la cerámica sigue siendo una fuente privilegiada de
informaciones, desde que se ve en contexto, y que la comparación entre complejos
cerámicos nos puede informar sobre diferentes modos de interacción social y de
formación de redes entre diferentes pueblos y sus territorios. Algunos enfoques
(anteriormente criticados) y hipótesis que correlacionan lengua y cultura material siguen
siendo perseguidas de manera relativamente independiente en diferentes proyectos de
investigaciones arqueológicas, como es el caso de las correlaciones de Pocó-Açutuba /
Barrancoide con el tronco lingüístico Arawak, de la Tradición Policía con el tronco Tupi, y
de las cerámicas Koriabo y de la Tradición Inciso-Puente con el tronco Karib. Este cuadro
seguramente debe todavía ser cuestionado - o tal vez apurado a partir de relaciones más

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específicas e historias locales mejor documentadas, pero dejando claro también la
necesidad de la arqueología estrechar relaciones tanto con la lingüística, por un lado,
como con la etnohistoria, de otro. El estudio de cerámicas etnográficas ciertamente
también puede contribuir de forma definitiva a estos modelos todavía bastante gruesos,
pero que poco a poco van siendo lapidados.

De cualquier forma, la idea de que podamos trazar la historia de las cerámicas amazónicas
a partir de grandes las matrices antiguas, tal vez correspondiendo más a alineamientos
ideológicos que propiamente lingüísticos, para entonces trabajar las especificidades
locales, parece un camino productivo. Hoy, vemos que en algunas regiones, como en el
Bajo Amazonas, los complejos cerámicos parecen haber sido más fluidos y dinámicos,
mientras que en otras, como en la Amazonia Central, los patrones de interacción parecen
tener generado complejos más homogéneos y persistentes, aunque con variaciones
locales. Las dos extremidades de la Amazonia, tanto el estuario y el litoral, como la alta
Amazonia, más expuestas a influencias externas y diversas, también exhiben una mayor
diversidad de estilos cerámicos, pero aún es difícil entender los patrones de flujo estilístico
y configuración de estilos locales en esas áreas.

En fin, está claro que todavía hay un largo camino por recorrer en lo que se refiere al
conocimiento sobre las ocupaciones ceramistas en la larga duración de la historia indígena
amazónica, sobre todo cuanto a las historias locales en relación a las esferas de
interacción suprarregionales, ya los diferentes regímenes de historias operantes en el
pasado. Sin embargo, los datos empíricos ya disponibles permiten avance, incluso teórico,
de la arqueología amazónica como un todo, mostrando que modelos de subsistencia y
organización social, consagrados para explicar los desarrollos sociales en otras las partes
del mundo, no han funcionado bien para la Amazonia. En caso de que esta situación fuera
diferente, el eclecticismo metodológico observado en las investigaciones presentadas en
este libro podría, de hecho, dificultar una nueva síntesis, pero ante la diversidad de
contextos arqueológicos que se están encontrando, este eclecticismo tal vez sea sano e
incluso deseable.

Por último, queda aquí registrada la motivación mayor al reunir los trabajos presentados
en este libro en nuestro largo viaje, que es la de construir un balance de lo que se ha
hecho, de lo que se está haciendo y del que falta hacer en el estudio de las cerámicas.
Conocer las dinámicas locales, afinar cronologías, realizar comparaciones artísticas
puntuales, que incluyan "el modo de hacer, pensar y apreciar" la cerámica abrirá puertas
para entender cómo las relaciones sociales se fueron entrelazando a través de los ríos,
canales y caminos. Este libro rompe las fronteras geopolíticas actuales, para una vez unir a
los pueblos protagonistas del pasado precolombino amazónico.

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Así, como la serpiente canoa surgió de las aguas trayendo las ollas cantantes a la vista de
los Wauja, estimulándolos a hacer sus propias ollas, esperamos que este viaje sirva de
incentivo a los estudiantes a hacer sus propias incursiones por las historias moldeadas en
las cerámicas arqueológicas Amazonas.

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