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Cmnte Rebeca: Bueno, hoy en día yo reflexiono sobre ello, pero en aquel tiempo,
cuando yo ingresé a las FPL, no me cuestionaron que yo fuera católica. Pero
teníamos un plan de formación muy estricto. Y entonces parte de nuestra formación
consistía en estudiar un librito titulado ¿Qué es filosofía?. Y entonces a partir de
allí nos introdujeron en el materialismo histórico y dialéctico, en la crítica de la
religión, el porqué no había que ser idealista sino materialista, y bueno... me
pareció lógico, y entonces le puse “borrador” a las ideas religiosas porque el peso
del compromiso político y la convicción de que para el pueblo era necesario todo lo
que estábamos haciendo y tener una explicación más científica me fue suficiente.
Con el paso del tiempo yo he reflexionado más y creo que hay muchos valores
dentro de la teología de la liberación, dentro del cristianismo, que si se aplican a la
realidad social necesariamente necesitan del marxismo leninismo con toda su
filosofía y entonces hoy yo digo que soy cristiana, no me hago problema si existe o
no existe dios, pero creo que esos valores son válidos y que deben ser aplicados
con un análisis correcto de la realidad y con una posición de clase, de género, muy
definida, que nos permita avanzar hacia una sociedad justa. Entonces, como estaba
jovencita, tenía entonces 17 años, pues no hacía entonces un gran conflicto... el
conflicto me lo hice más de grande [risas].
Cmnte Rebeca: ¡Por supuesto que por Camilo Torres! Camilo era como una fuente
de inspiración muy grande para nosotros; la gesta de los Tupamaros fue muy
importante también, y todo lo que se presentó con la situación de Chile —se
produjo justo en el año en que yo ingresé a la guerrilla— que en su conjunto
conformaron un cuadro de mayor compromiso. Ese mismo año, en El Salvador,
compitió la izquierda junto con la democracia cristiana... Por supuesto que en ese
tiempo yo ya estaba en algo más radical, ya no estaba en la cosa electoral... Pero
hubo un fraude tan extraordinario que para muchos jóvenes, sobre todo
estudiantes, maestros y a algún sector obrero, terminó de darle sentido a la
necesidad de contar con una estrategia político militar.
Cmnte Rebeca: Sí, yo ingresé en la FPL en mayo de 1973. Ese año nos pusimos
nombre. En 1972, cuando yo era colaboradora y todavía no militante, no teníamos
nombre. En 1973 la organización pasa a denominarse FPL Farabundo Martí.
N.K.: ¿Cuál era la base social con la que contaban o a la que apuntaban para
realizar esa estrategia?
N.K.: En el momento de ingresar a las FPL ¿qué influencia tuvieron el ejemplo del
Che Guevara y toda la experiencia de la revolución cubana?
N.K.: ¿Por qué adoptaban el nombre de Farabundo Martí y cómo fue el proceso de
integración con otras organizaciones revolucionarias de El Salvador bajo ese mismo
nombre?
Cmnte Rebeca: Pues mira, el PRTC y la RN son ramales desprendidos del ERP. En
el PRTC había más influencia un poco más trotskista y marxista, mientras que la RN
también tenía influencia marxista pero había más pluralidad en los planteamientos,
al igual que en el ERP. La Resistencia Nacional surge después del asesinato de
Roque Dalton. La RN es la organización que surge cuando es reprimida la
orientación política de Roque Dalton, Milagros Ramírez y otros dirigentes que
cuestionaban el militarismo del ERP. El ERP tenía una visión más militar que política
y una visión más insurreccional.
N.K.: Vos mencionás a Roque Dalton, un compañero muy querido y admirado por
todos nosotros. ¿Cuál es el papel de Roque en el surgimiento de estas
organizaciones revolucionarias?
N.K.: Aún con diferencias con las visiones más militaristas, Roque propiciaba la
lucha armada...
N.K.: Antes de que lo acusen Roque ya había escrito ese libro maravilloso titulado
Un libro rojo para Lenin... ¿no es cierto?
Cmnte Rebeca: ¡Claro! ¡Claro! Aun con la dictadura y la clandestinidad, Roque era
muy leído por toda la juventud de nuestro país, por los estudiantes, los
universitarios pero no sólo por la gente más radical. Roque tenía un ascendiente
moral muy grande en toda la juventud progresista de El Salvador.
N.K.: ¿Ya eras comandante en las FPL antes de que se constituyera la unidad de las
cinco organizaciones?
Cmnte Rebeca: Sí, en las FPL había ciertos criterios para ser comandantes. Yo
creo que en total llegamos como 14 a ser comandantes. La comisión política era la
comandancia general de nuestra organización. Todos los miembros de la comisión
política eran comandantes revolucionarios y estaban dirigiendo el trabajo político
militar. Los que cumplíamos uno de estos dos requisitos: haber dirigido
militarmente un frente de guerra o haber dirigido militarmente un batallón en
adelante...
Cmnte Rebeca: Significa un batallón, dos batallones, una brigada, etc. Entonces
los que cumplíamos uno de estos dos requisitos podíamos tener el grado de
comandante. Yo fui jefa de dos frentes guerrilleros. Por un período fui jefa del
frente para central y en otro período fue jefa del frente occidental. Entonces
cumplía las condiciones de haber dirigido tropa, de haber dirigido el mando, de
haber sido responsable de la defensa de una zona grande y de haber asumido ese
trabajo. En esas condiciones me otorgaron el grado de comandante.
Cmnte Rebeca: Bueno, eso depende. Fíjate que en el frente para central teníamos
dos batallones de unidades móviles que podían desplazarse. Eso significa que eran
como 1.000 (mil) personas, con el aparato logístico como 1.300 personas. Esas
unidades móviles no estaban ligadas a la defensa del terreno. Eran unidades que
podían concentrarse para golpear al enemigo en puntos clave sin problema de
abandonar terreno porque su misión principal consistía en buscar las unidades del
enemigo donde estuvieran y no tanto la defensa del terreno. Aparte de eso
teníamos dos batallones y su logística, una unidad de armas de apoyo que podía
acompañar, o bien a la guerrilla o bien a las milicias o bien a las unidades móviles.
Allí teníamos camiones, ametralladoras, etc. Esa era una unidad como de 150
personas. En cada región del frente había un destacamento guerrillero. Entonces
nosotros teníamos cuatro destacamentos guerrilleros, más o menos de 100 ó 125
personas que eran guerrilleros a tiempo completo en la lucha armada pero que
operaban contra el enemigo en su zona. Se concentraban pero dentro de su zona.
No podían moverse dentro del frente ni fuera del frente para otro tipo de
operaciones. Emboscaban en carreteras, limpiaban los puestos de paramilitares de
su zona, esos eran los destacamentos guerrilleros. Eran cuatro: 400 personas. Y
además estaban las milicias de autodefensa, que eran personas que vivían dentro
de las comunidades campesinas que había dentro de cada frente de guerra,
participaban del poder local en cada una de sus comunidades, y eran directamente
los encargados de la defensa de la población civil y de enfrentar todo lo que era la
autodefensa para los grandes operativos militares. A su vez la milicia era una
poderosa fuerza de apoyo junto con la población civil para el abastecimiento de las
unidades guerrilleras y de las unidades móviles. Por todo el frente para central
había en total unas 3.000 personas en armas, si se suman las 1.300 a todo el
resto.
N.K.: ¿Todo esto que me relatás hace referencia a las FPL, antes de la unidad en el
FMLN?
Cmnte Rebeca: Sí, las FPL. Y de ahí nos mandan al frente occidental, que era al
revés... ¡Ahí teníamos cuatro gatos! [risas]. Ahí éramos como 60 (sesenta) y
además muy móviles porque las zonas no eran controladas sólidamente. Se decían
controladas pero yo que venía de San Vicente cuando llegué allí me sentí en el
infierno [risas]. Había una gran movilidad. El enemigo entraba a cualquier rato, y
entonces nos dieron una misión. A ese frente las Fuerzas Armadas del estado nunca
le metían batallones de elite... porque operaban muy poco. Entonces mi tarea
consistía en llevarme para esa zona un batallón de elite del enemigo al menos una
semana una vez al mes. Entonces yo tenía que estar golpeando y golpeando hasta
que llegaba el bendito batallón de elite [risas] y entretenerlo allí una semana para
alivianar las zonas más de retaguardia. Esa misión la cumplimos bien. Al final del
tiempo que estuve allí llegamos a tener, unos 700 guerrilleros y guerrilleras. Es
decir que en la relación con la población llevamos adelante un trabajo de
reclutamiento y entrenamiento y consolidamos una retaguardia propia. Eso nos
permitió tener mayor incidencia y estar más seguros de tener cada mes al batallón
elite y, por otro lado, tener un asentamiento para tener no sólo el trabajo militar
sino también el trabajo político. El trabajo político se dirigía desde el frente hacia
las zonas urbanas y hacia las zonas entre lo urbano y el frente. Allá teníamos gente
trabajando que dependía de la dirección político militar de cada frente.
Cmnte Rebeca: Sí, cuando las Naciones Unidas hicieron el censo de guerrilleros y
guerrilleras, nosotras éramos el 35%.
Cmnte Rebeca: En todo el FMLN. En las FPL había una mayor presencia de
mujeres en los mandos medios y superiores de la guerra. Porque en las otras
organizaciones que luego integraron el FMLN yo nunca conocí mujeres que
dirigieran militar y políticamente zonas. ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! Sin embargo,
nosotras tuvimos el mando de la zona de Cinquera [¿?, inaudible], el mando de la
zona militar de Chalatenango, el mando de la periferia inmediata de San Salvador
bajo mujeres que se destacaron con excelencia en esas tareas y que cayeron en
combate.
Cmnte Rebeca: Yo lo atribuyo a que al ser más fuerte el peso militar en esa fase
de la lucha llevó a que las cualidades masculinas se consideraran como si fueran
más revolucionarias que las femeninas. Eso sí es expresión del sexismo. ¿Cómo te
explicás que nosotros tuviéramos 35% de combatientes guerrilleras, mujeres, y
que hubiera tan pocas comandantes mujeres? Yo calculo que en el FMLN hay como
unos 60 (sesenta) ó 65 (sesenta y cinco) comandantes, a un promedio de unos 11
(once), aproximadamente, por partido —eran cinco partidos los que integraban el
FMLN—; unos más otros menos. Nosotros, el FPL, éramos muy grandes, éramos
como el 40% de la tropa del FMLN. Y entonces andá a buscar a las mujeres
comandantes... ya te dije, cuatro de nosotras, pero tres ya muertas; viva, sólo yo.
Ahí estaban Ana Guadalupe, Lidia, Lisa, Mariana, Dalia y... paremos de contar.
¡Hasta ahí! ¡Es increíble! No había un reconocimiento del aporte que daban las
mujeres.
Cmnte Rebeca: ¿En mi caso? Pues mira, sólo firmada la paz y reflexionando sobre
la condición de género he podido retroceder y pensar que era increíble porque al
principio yo creía que no era discriminada. ¡Yo no soy discriminada! ¡Yo mando
hombres!... para empezar. ¡Soy la jefa del frente y todos los demás son hombres y
yo los mando! Aparentemente... ¿cuál discriminación? Aparentemente... porque yo
eso lo pude sostener a condición de actuar, conducirme y reflexionar en muchos
temas de fondo como hombre. [Risas]. Es feo, ¿verdad? Pero esa es la conclusión a
la que he llegado hoy en día. Y no digo “como hombre” en la opción sexual sino en
lo que es la condición de género. Es decir, qué decisiones tomé en cada momento,
cómo consideré a mis compañeras mujeres, qué tipo de justificaciones di como
para que prevaleciera el sexismo, como prevaleció, en las filas del FMLN. Durante
los últimos años, después que naciera mi hija, yo comencé a cambiar un poco, pero
entonces no tenía una comprensión científica de lo que pasaba. Yo creía que era
como una “desgracia”. El haber estudiado después algunas corrientes de
pensamiento feminista me hicieron ver que era un problema tan estructural como
la pobreza.
N.K.: En estas corrientes feministas que vos leíste ¿se le otorgaba suficiente
atención a la participación de las mujeres, no en la política “en general”, sino a la
militancia de las mujeres específicamente en la lucha armada? ¿O, por el contrario,
se tendía a subestimar el análisis de esa problemática privilegiando una mirada
centrada en la institucionalidad?
Cmnte Rebeca: Bueno, vos sabés que hay teorías de teorías sobre el rol que
deben tener las mujeres en la sociedad y dentro mismo del feminismo existe una
gran diversidad de corrientes de pensamiento. Desde algunas muy pacifistas, muy
moderadas, muy posmodernas, hasta planteamientos más claros sobre cómo la
opresión de género y su relación entre hombres y mujeres se vuelve funcional a la
reproducción del sistema capitalista. O sea corrientes que analizan cómo la
opresión de género y la reproducción capitalista se refuerzan mutuamente. El
capitalismo como sistema es patriarcal, es racista, es sexista, y se refuerza con
estas dominaciones para hacer más perfecta la dominación de los pueblos. Por ese
lado yo me orienté más. Por otro lado leí algunos textos, algunos muy idílicos sobre
las mujeres guerrilleras, por ejemplo los de Margaret Randall, quien ha escrito
tanto sobre las mujeres en los procesos revolucionarios desde una perspectiva de
una gran admiración y muy poca crítica hasta textos que decían que “las mujeres
nunca más deberíamos andar pensando en guerras”. Yo creo que el tema consiste
en que los pueblos no escogen los caminos. Esto sucede porque el nivel de
selección que tienen es el que la realidad les da para lograr sus objetivos de
transformación. En las condiciones de mi país, las mujeres y los hombres que
tomamos las armas debíamos tomarlas en aquel momento. Y de no haberlo hecho
El Salvador estaría en condiciones mucho más desgraciadas de las que nuestro
pueblo vive y está ahora. Las mujeres no estaríamos ahora hablando de igualdad
en El Salvador si todavía fuera el reino de los escuadrones de la muerte. Estaríamos
hablando de otras cosas. Es por eso que yo no me arrepiento ni me desubico a la
hora de pensar en el papel que nos tocó jugar en la guerra. Lo que sí creo es que
pudimos tener una visión más integral, no sólo de clase sino también de género.
Cmnte Rebeca: Sí, pudimos haberla tenido y no la tuvimos, porque éramos muy
sectarios en reconocer este tipo de aportes que nos venían “del exterior”.
Estábamos en guerra, nos estábamos dando duro, y entonces razonábamos así: “si
esta persona no está con nosotros con las armas en la mano, ¿de qué nos viene a
hablar?”. Pudimos haber tenido un enfoque mejor y más abarcador. Lo fuimos
corrigiendo bastante. No todo lo que nos gustaría ni todo lo suficiente pero lo
fuimos corrigiendo.
N.K.: ¿La represión del ejército era peor hacia las mujeres, por ejemplo cuando
caían prisioneras de las fuerzas contrarrevolucionarias y contrainsurgentes?
Cmnte Rebeca: Bueno, vos sabés que los ejércitos burgueses siempre toman a las
mujeres como trofeo de guerra y como una manera de terminar de humillar al
pueblo. Muchas compañeras fueron violadas, torturadas, asesinadas por los
militares. ¡En El Salvador el Ejército se ensañó en matar y asesinar a las mujeres, a
la niñez y a los ancianos! Sobre todo porque los hombres jóvenes andaban en la
guerrilla. Entonces la manera que tenían ellos de hacer desesperar a la guerrilla era
invadir a la población civil que se quedaba en las aldeas y comunidades y allí
arrasar. Era la política de tierra arrasada, bajo el lema de “quítemosle el agua al
pez”. El “agua” de esos peces eran las mujeres, así como los niños y las niñas y los
ancianitos. Entonces su objetivo consistía en arrasar con la gente y no sólo con
ellos... También arrasar con los cultivos, las casas, con todo. ¡Era una política clara
y deliberada para aislar políticamente al FMLN! ¡Eso no se logró! Era increíble... en
San Vicente hubo un tiempo en que el Ejército ya había arrasado con las casas y
con todo... la gente andaba con láminas de aluminio y zinc [en Argentina se las
conoce como chapas]. Y entonces aunque el Ejército hiciera operativos, la gente se
iba a huir a los montes. Y aunque el Ejército quemara las láminas, ahí quedaban las
láminas... y luego la gente montaba de nuevo las láminas. Entonces hubo un
tiempo en que el Ejército hasta realizó desembarco de helicópteros para llevarse las
láminas en helicóptero... ¡Es increíble! ¡Un batallón de elite trasladando las láminas!
Cuando nosotros escuchábamos las comunicaciones del enemigo que decían “Lleva
las láminas” no lo podíamos creer...
N.K.: Era una estrategia no sólo circunscripta a El Salvador, sino aplicada por los
norteamericanos en todo el continente...
Cmnte Rebeca: ¡Por supuesto!. Esa política de tierra arrasada estaba impulsada
por los asesores norteamericanos que tenían los militares salvadoreños, quienes se
basaban en la teoría de guerra contrainsurgente denominada “guerra de baja
intensidad”. Esa perspectiva era impulsada por los asesores norteamericanos y el
Ejército salvadoreño la aplicó a rajatabla asesinando y arrasando a nuestro pueblo.
¡A pesar de todo ello no lograron derrotarnos!. Es importante subrayar esto para
comenzar a recuperar la autoestima de nuestro pueblo y de los revolucionarios. ¡Ni
siquiera con todo eso lograron derrotarnos! ¡No pudieron con nuestra lucha!
N.K.: Pensando en los desafíos actuales: ¿qué es lo que vos más rescatarías de los
años en que participaste en la guerra revolucionaria en El Salvador?
N.K.: A partir de toda esta experiencia militante revolucionaria que nos acabás de
contar: ¿qué te gustaría decirle a las militantes jóvenes que hoy hacen sus
primeros pasos en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, en El Salvador
pero también en otros países del mundo?
Cmnte Rebeca: Yo creo que nuestra actual juventud tiene el gran reto de crear
formas de lucha y de crear propuestas que den continuidad y no abandonen la
herencia revolucionaria y al mismo tiempo adecuen a los tiempos las propuestas
que hemos hecho los adultos cuando éramos jóvenes hace treinta años. Ese es un
reto que tienen. No deben dejarse intimidar por las certezas y las fijaciones que
tenemos los más adultos. Esa es una cosa. La otra es que no caigan en la trampa
de no incorporar en sus luchas actuales el enfoque de género. Porque cuando una
es jovencita normalmente tiene la ilusión de que va a ser eternamente jovencita y
puede caer en el error de que la teoría de las relaciones de género “es algo para las
mujeres viejas”. Pero te das cuenta de que si te discriminan desde chiquita te haces
vieja más rápido. Además, pensando en el futuro, yo creo que en la sociedad no
hay perspectiva hacia adelante para las ideas de izquierda, para las ideas
revolucionarias y transformadoras, si no se incorpora el enfoque de género.