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DE LA UNIVERSIDAD QUE TENEMOS A LA UNIVERSIDAD QUE QUEREMOS

Reflexiones Preliminares
Universidad Cecilio Acosta
Maracaibo, 12 de abril de 2011

Resulta humanamente imposible reunir en una sola conversación la vasta problemática que
representan los desafíos ante los cuales se encuentra la Universidad en la actualidad. La
Universidad venezolana no vive su mejor momento. Las tensiones derivadas de la
transformación política vivida en los últimos veinte años han impactado a la Universidad en
muchos niveles, especialmente en lo que se refiere a la relación entre ellas y el gobierno
nacional.

En estas reflexiones preliminares sobre el necesario esfuerzo de transitar de la Universidad


que tenemos a la que queremos porque la necesita Venezuela, me propongo contribuir a una
reflexión serena en momentos de urgencia, buscando no perder de vista la complejidad del
compromiso. Nos referimos a la Universidad en su sentido amplio, no a una sola institución ni a
la suma de las existentes sino como sistema universitario capaz de responder a las necesidades
del presente y del futuro.

Vivamos el momento como oportunidad

La Universidad venezolana es consciente, desde hace muchos años, de la necesidad de revisar


a fondo sus bases y formas de actuar para ponerse a la altura del cambio de época histórica que
vive la humanidad. La Universidad no se ha estancado ni “dormido en sus laureles” como cierta
propaganda interesada quiere hacer ver. Son muchos los universitarios que han participado y
participan en iniciativas de transformación y no hay universidad que no incorporé en sus planes
diseñar los cambios que necesita y llevarlos a la práctica en cada una de las dimensiones que la
constituyen.

Si la Universidad ha durado diez siglos, desde Bologna 1 en el siglo XI hasta nuestros días, es
porque ha sabido incorporar cambios continuamente, especialmente en los cambios de época
histórica, al mismo tiempo que ha sido fiel a sí misma porque tiene tradición y memoria tanto
de sí misma como de la humanidad. Ese es nuestro punto de partida en la reflexión sobre la
Universidad en este momento de Venezuela.

La ocasión del extendido debate universitario en este momento en Venezuela ha sido la


devolución por parte del Presidente de la República de una Ley de Educación Universitaria
aprobada precipitadamente el 23 de diciembre de 2010, sin cumplir con los requisitos
reglamentarios ni las consultas debidas, por una Asamblea Nacional cuyo mandato estaba a
punto de extinguirse. El modo como se escribió, presentó y aprobó en la Asamblea Nacional la

1
L'origine dell'Università di Bologna è attribuita all'anno 1088, data convenzionale fissata da un comitato di storici
guidato da Giosuè Carducci.
L'Istituzione che noi oggi chiamiamo Università inizia a configurarsi a Bologna alla fine del secolo XI quando maestri
di grammatica, di retorica e di logica iniziano ad applicarsi al diritto.
http://www.unibo.it/Portale/Ateneo/La+nostra+storia/default.htm (consulta el 11 de abril de 2011)
1
Ley de Educación Universitaria refleja claramente el divorcio entre el proceso de reflexión que
durante años se ha hecho en la Universidad y las exigencias coyunturales de la estrategia
política del gobierno en ejercicio. El texto de la LEU-2010 tiene las características del modo
como fue hecho: con una intención ideológico-política antes que de auténtica transformación
universitaria y a la carrera, por un grupo pequeño que ni siquiera lo llegó a contrastar con otros
aún de la misma orientación ideológica, menos aún de las instancias formales de discusión
política como la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional y sus subcomisiones.

En la LEU devuelta se encuentran dos corrientes muy difíciles de componer: una “centralista”
que se propone concentrar todo el poder en el Ministerio de Educación Universitaria, al que se
le conceden atribuciones amplias en todas las dimensiones que forman la vida de las
universidades, y otra “protagónica” que impone una supuesta participación igualitaria de todos
los sectores de la comunidad universitaria en todas las decisiones que debe tomar la
universidad. De un texto así, se deriva, por una parte, un Ministerio de Educación Universitaria
gigantesco, para poder atender todo lo que le exige la ley y con una injerencia en las
instituciones universitarias que las convierte en apéndices del gobierno. Y, por la otra, una
organización interna de las instituciones universitarias que es una mala copia de la división de
funciones y poderes existentes en la organización del Estado. El resultado es una ley imposible
de llevar a la práctica, y un modelo de universidad ingobernable, por consiguiente,
imposibilitada de cumplir con su importante misión en la vida del país.

Como la Universidad tiene dolientes, todo el mundo universitario se sintió tocado y ha


reaccionado. Devuelta la ley y levantada su sanción por la Asamblea Nacional 2 se aleja el
conflicto inminente y se vuelve al terreno del debate, el diálogo y la negociación. Si bien el
mundo universitario venezolano es consciente de la necesidad de cambiar la legislación
existente sobre la Educación Superior, que además es una exigencia de la Ley Orgánica de
Educación del 2009, es también consciente de que una legislación cobra sentido y pertinencia
cuando está claro aquello sobre lo que se legisla. Allí es dónde está la posibilidad de convertir
esta ocasión con ribetes de conflicto en oportunidad de profundizar en la conciencia de la
naturaleza de las instituciones universitarias y diseñar un modelo universitario capaz de afrontar
los desafíos del mundo emergente desde las características propias del proceso social
venezolano.

Podemos, pues, vivir este momento como oportunidad de participar en la formulación de un


modelo de Sistema Universitario que responda a las necesidades de toda la sociedad
venezolana, a la altura de los tempos y de una legislación universitaria que facilite la transición
de la universidad que tenemos a la universidad que Venezuela necesita. Estamos llamados a
hacerlo incluso en el ambiente de las tensiones existentes por los recursos represados a las
Universidades oficiales y las difíciles situaciones tanto económicas como políticas que vive el
país. En los primeros meses de este año soplaron vientos de avenimiento, sin embargo,
constituir espacios de diálogo entre el gobierno y las comunidades universitarias, sobre
aspectos cruciales para el normal desenvolvimiento de la vida universitaria, sólo ha sido posible

2
En enero de 2011.
2
a base de presiones muy fuertes y presiones extremas3. A pesar de todo, no podemos cejar en
el esfuerzo de encontrar ese espacio y arribar a consensos básicos aunque se mantengan
posiciones divergentes.

Vivir esta ocasión como oportunidad de avanzar como sociedad y universidad hacia la
definición y puesta en práctica del Sistema Universitaria del futuro, exige que seamos capaces
de levantar la mirada más allá de los avatares cotidianos, importantes sin duda, salirnos
mentalmente de las relaciones polarizadas y con la dignidad propia de la academia aportar
desde lo que somos y desde lo que tenemos como tradición universitaria construida con
esfuerzo sostenido por décadas por varias generaciones de venezolanos y de universitarios
venidos de otros lares que han dado su generosa contribución a lo que ha llegado a ser la
Universidad venezolana a comienzos del siglo XXI.

Los contextos en los que nos movemos

Reconocer a la Universidad como institución autónoma no significa que sea autárquica. La


Universidad no tiene sentido en sí misma prescindiendo de la sociedad de la que forma parte y
del momento de la historia en el que vive. La Universidad cobra sentido dentro de las relaciones
entre los seres humanos que constituyen una sociedad con una cultura, o sea, con unos
determinados modos de concebirse a sí misma, su presente, su pasado y su futuro, el mundo en
el que vive, la vinculación con otros grupos humanos, con la trascendencia. Una sociedad con un
determinado modo de producir su base material, lo que necesitan para vivir de acuerdo a su
cultura, es decir, una economía y una manera de tomar las decisiones colectivas o régimen
político.

La Universidad está estrechamente relacionada con el quehacer cultural de la sociedad, es


productora de cultura a través de la creación de conocimiento, de la conservación de la
memoria colectiva y de su trasmisión a través de la docencia en sus diversas modalidades. La
Universidad se relaciona con la producción de la base material de la sociedad de diversos
modos, especialmente capacitando a quienes se dedican a esa actividad. La Universidad
participa en la toma de decisiones colectivas e incide en la política.

La mundialización desafía la Universidad

En un momento de cambio de época la Universidad es desafiada en muchos aspectos. Si


aceptamos como buena la definición de la época emergente como sociedad del conocimiento y
la globalización como una de sus dimensiones ineludibles, la Universidad tiene por delante el
desafío de alcanzar una mirada global e internacional en la que se funde la activa participación
en redes académicas, programas de intercambio de profesores y estudiantes, curricula con
competencias claramente establecidas y programas de estudio compatibles, a través de los
cuales la pertinencia social de la Universidad incluya la tensión local-global característica de la
época. Como parte de este desafío, la Universidad está llamada a mantener una estrecha

3
Como la huelga de hambre sostenida por estudiantes y empleados universitarios en varias partes del país por más
de un mes.
3
relación con su entorno local y nacional al mismo tiempo que ayuda a la comprensión de la
problemática mundial y orienta sus soluciones con visión planetaria.

Esto lleva a concebirse como Sistema Universitario más que como un conjunto de instituciones
independientes, por numerosas, diversas y de calidad que estas sean, para poder responder al
mayor desafío de la época, a saber, la creación de conocimiento y la incorporación de los
saberes societales, a través de poner el acento en la investigación, sin descuidar la docencia ni el
intercambio fluido con la sociedad. Un Sistema Universitario con diversidad institucional
permite satisfacer una demanda igualmente variada y segmentada, al mismo tiempo que puede
ofrecer el ingreso abierto de estudiantes, con la debida selección, de acuerdo a las habilidades e
intereses personales y las necesidades de la sociedad. Permite, también, la selección y
acreditación de los profesores para garantizar la calidad de la educación y la dimensión
investigativa del quehacer universitario.

Una condición, sin la cual no será posible diseñar y consolidar un Sistema Universitario que
responda a los desafíos de la época emergente, es la libertad académica que permita pluralidad
de enfoques y diversidad de campos de estudio tan ricos como la complejidad del mundo al que
avanzamos. Nada de esto es posible sin universitarios apasionados por la excelencia, por ir más
allá de lo conocido buscando no sólo más o mayor conocimiento sino mejor saber.

Uno de los mayores desafíos es sostener los altísimos costos que supone un Sistema
Universitario de calidad, pertinente y socialmente inclusivo. No cabe duda que hay áreas de
investigación y docencia sólo sostenibles por el Estado. Por otra parte, a largo plazo no hay
Estado ni renta petrolera que pueda cargar solo con todos los costos de un Sistema
Universitario como el que, intuimos, se necesita para responder a las exigencias del desarrollo
sustentable en el concierto mundial. Encontrar el modo justo y equitativo de diversificar las
fuentes de financiamiento del Sistema Universitario es una tarea que requiere apertura de
mente, creatividad y capacidad de superar la cultura rentista en la que hemos vivido y crecido
como ciudadanos venezolanos y como Universidades de este país.

Venezuela 2011-2013: una mirada a la coyuntura nacional

Resulta bastante claro que las elecciones de diciembre de 2012 representan un punto de
inflexión en el proceso sociopolítico venezolano. El período anterior a ellas, el propio proceso
electoral y lo que suceda a consecuencia de ellas constituyen un tiempo comprometedor para la
sociedad venezolana.

En busca de la legitimidad perdida

La sociedad venezolana no llega a este momento por casualidad. La pérdida de legitimidad del
Sistema de Partidos Políticos y conciliación de élites, nacido del Pacto de Punto Fijo en 1958,
cuyos límites e imposibilidad de transformación quedaron patentes a finales del siglo XX, abrió
las puertas a que el poder cambiara de manos y el proyecto del Socialismo del siglo XXI, bajo el
liderazgo personal de Hugo Chávez Frías, buscará construir su hegemonía política a partir del
triunfo electoral de 1998. Doce años más tarde la sociedad venezolana no ha logrado establecer

4
un sistema político con la legitimidad suficiente para garantizar la estabilidad normal en su
desenvolvimiento.

Más aún, las cifras electorales más recientes4 muestran una sociedad cuyas preferencias están
agrupadas en dos mitades de proporciones semejantes. El liderazgo político propicia la
polarización ideológica, al punto de pretender la presencia de dos modelos sociales, dos
proyectos políticos, incompatibles entre sí, que obligan a escoger entre el uno o el otro sin más
posibilidades.

Vivimos un momento en el que quienes detentan el gobierno del Estado harán todo lo posible
para mantenerse en él y quiénes se oponen están seguros de obtener la mayoría para sustituirlo
en el 2013. Hay una lucha encarnizada por mantener y aumentar la sintonía posible con los
sectores populares y ganar para la propia causa a los sectores medios profesionales.

Aunque se quiera presentar al país en dos mitades equivalentes la realidad política es muy
diferente. Es evidente la existencia de dos polos distintos y contrarios cada uno de los cuales
sostiene representar una de las mitades electorales. Sin embargo, removiendo esa capa político-
publicitaria encontramos otra realidad. La población comprometida con cada uno de los polos
ronda un veinte por ciento en cada caso. Por consiguiente, más de la mitad de la población
fluctúa entre la simpatía por alguna de las propuestas polares, la conveniencia de acercarse a
alguna de ellas, la indecisión, la perplejidad y la indiferencia.

El desafío político de cada polo es atraer a los que no están convencidos ni comprometidos.
Tarea compleja porque no se trata de un grupo homogéneo ni políticamente desinteresado o
ingenuo como muchos opinadores lo proponen englobándolos bajo la inexpresiva categoría de
ni-ni.

Falsos y auténticos dilemas políticos

Comprender la dinámica política venezolana exige buscar más allá de las calificaciones que se
han hecho lugares comunes como puntofijismo, chavismo, escuálidos, revolucionarios, etc., los
auténticos dilemas ante los que la sociedad venezolana está obligada a tomar decisiones
políticas, es decir, opciones de mediano y largo plazo sobre el tipo de sociedad que se quiere
ser, las características del régimen político para regirla y el camino para alcanzar ese ideal
convertido en propósito socialmente compartido, son otros.

Chavismo-oposición es un primer falso dilema. El chavismo realmente existente es un mosaico


ideológico que no ha podido convertir el socialismo del siglo XXI en una propuesta consistente
que lleve a establecer un horizonte de largo plazo suficientemente claro y unas políticas
públicas coherentes para hacerlo realidad. Las piezas del mosaico ideológico son tan variadas
que derivar de ellas un modelo social es muy cuesta arriba. Integrar el bolivarianismo, con
distintas corrientes de la izquierda marxista, comunista, la revolución Libia y el tríptico
ceresoliano pueblo-ejército-líder, en un mismo proyecto político, puede resultar tarea

4
Elecciones legislativas del 26 de septiembre del 2010.
5
imposible, más aún si se hace al mismo tiempo que se gobierna respondiendo a coyunturas
internas y externas tan variables.

Por su parte, la oposición ha logrado consolidar una unidad política que le va permitiendo
enfrentar al chavismo tanto en el terreno electoral como en la lucha política coyuntural. Aunque
se arropa bajo el calificativo de democrática, en su seno conviven posiciones que no lo son del
todo. Además, carga con el peso de las frustraciones del pasado por las limitaciones y
debilidades del Sistema de Conciliación de Élites y Partidos Políticos. La pugna entre los partidos
y otras organizaciones sociales por el control político del espacio opositor, el surgimiento de
expresiones juveniles, estudiantiles, obreras y vecinales fuera del seno de los partidos, con
diferentes grados y modos de organización, complican una estrategia que logre incluirlos a
todos, sumar todo lo posible para constituir una mayoría electoral, y responder
organizadamente a las exigencias de un tiempo que se hace cada día más breve.

Más que entre modelos de país, el auténtico dilema de la política venezolana es entre modos
de concebirla y de hacer política. Es el dilema entre la vasta tradición personalista y autoritaria
existente en nuestra historia y la política como vinculación necesaria entre la libertad personal y
la cooperación entre todos en el logro de objetivos comunes que hace de la ciudadanía un
ingrediente constitutivo del pueblo organizado que se expresa democráticamente.

La tensión entre civilismo y militarismo, también presente de un extremo a otro de la historia


política venezolana, no es ajeno a este dilema. La democracia es una actitud política, un modo
de tomar decisiones y un régimen intrínseca y exclusivamente civil. En una sociedad
democrática la cuestión militar tiene unos límites precisos, relacionados sólo a la necesidad la
defensa profesional del territorio, subordinada a las decisiones políticas tomadas por la
población civil y claramente diferencia de la función policial o de orden público interno que
corresponde a cuerpos que ejercen la legítima coerción dentro del marco de leyes civiles.
Disolver los límites entre lo militar y lo civil es socavar las bases de la democracia. El
personalismo militar es el mayor obstáculo al modo democrático de hacer política, aunque se
haga en su nombre.

Otro falso dilema en la política venezolana actual es el propuesto entre capitalismo y


socialismo. Ambas propuestas son expresiones del optimismo ilustrado de la época moderna
que está en trance de trasformación. Señalar que estamos viviendo un cambio de época se ha
hecho un lugar común y se repite sin caer en la cuenta de las implicaciones que tiene. Una de
ellas es la superación del capitalismo y del socialismo como modelos alternativos de sociedad.
De la época moderna se conservarán sus grandes aportes civilizatorios, pero sus modelos de
organización económica y social, capitalistas o socialistas, están en vías de extinción.

En el caso de Venezuela este dilema no tiene ningún sentido. La experiencia venezolana ha


sido de una modernización rentista manejada por el Estado Nacional, muy distinta al
capitalismo forjado en la relación capital privado y trabajo explotado, amparada por un Estado
lo menos presente posible o del socialismo nacido del esfuerzo productivo obrero bajo el
control de un Estado omnipresente. El rentismo que impulsó la modernización con apariencia
capitalista hasta 1998 se topó claramente con sus límites. Encontrar una alternativa productiva

6
a la distribución estatal de la renta capaz de sostener una sociedad socialmente justa, fue una
de las preguntas que quedaron sin respuesta al final del siglo XX.

El socialismo del siglo XXI lejos de deprenderse del rentismo se ha hecho más dependiente de
la renta petrolera que el modelo anterior. El rentismo propio de la estructura económica
venezolana es incompatible con la organización y la ética socialista, en esencia productiva y
solidaria. Un socialismo rentista es una contradicción en sus términos a menos que se entienda
como mero juego de palabras. El proyecto del actual gobierno no puede ni quiere renunciar al
rentismo. Sin el ingreso rentista es económica y socialmente inviable. Sin la renta manejada
exclusivamente por el líder es políticamente imposible.

Si en el horizonte posible de ser socialmente compartido está, como objetivo principal, la


superación de la pobreza a través de unas relaciones económicas productivas, un sistema de
distribución de lo producido inspirado en la justicia social, en un régimen democrático de toma
de decisiones, capaz de integrarse al movimiento mundial de parir una nueva época más
humana, discernir el papel de la renta petrolera se convierte para la sociedad venezolana en un
punto crucial con consecuencias en todos los ámbitos de su vida política, social y económica.

Desafío democrático y contexto internacional

Otra dimensión importante a tener en cuenta permanentemente es el impacto de la situación


internacional en la política venezolana. La economía rentista que sostiene los proyectos
políticos venezolanos desde comienzos del siglo XX es especialmente sensible a lo que sucede
en el resto del mundo del que se depende para obtener sus ingresos y sostener el ritmo de
importaciones que hacen posible la cotidianidad de la vida de la población.

Del mismo modo, la aceptación internacional es un ingrediente cada vez más importante para
construir la legitimidad del régimen político interno así como su estabilidad en el mediano y
largo plazo. Al finalizar el 2010, China había superado a Japón como la segunda la economía más
grande del planeta, al mismo tiempo que comienza a experimentar en su seno las tensiones del
crecimiento desigual, el aumento de las diferencias sociales que se reflejarán inevitablemente
en su vida política interna y en sus relaciones con el resto del mundo. El aumento de la
presencia activa de la ciudadanía en la vida política en todas las regiones del mundo, facilitada
por el creciente acceso a la información y la rapidez de las comunicaciones que caracterizan los
comienzos de la época que emerge, es otro elemento a tener en cuenta en la comprensión de
los procesos políticos5.

Si la opción de fondo es el modo democrático de hacer política, el mayor desafío público


venezolano, antes y después de las elecciones, es mantener la toma de decisiones en el ámbito
de la política, desechando activa y conscientemente toda posibilidad de trasladarlas al ámbito
de la guerra, de cualquier tipo de guerra. La democracia se fundamenta en el reconocimiento de
los actores con intereses legítimos, el diálogo como vehículo de la negociación entre intereses
diversos, para establecer, y respetar, una zona de intereses comunes con prioridad sobre

5
Es evidente la relación de este comentario con los sucesos de las naciones del norte de África en los primeros
meses de 2011.
7
cualquier interés particular por legítimo que pueda ser. Pasar de la política a la guerra es, por
ejemplo, poner la revolución como objetivo principal de la acción pública, por tanto, mantener
el poder sin importar los medios para lograrlo6. También es pasar de la política a la guerra
valerse de cualquier medio interno o externo distinto a la expresión libre de la voluntad popular
para provocar un cambio de régimen, por incómodo que éste resulte.

Del modo como se lleve adelante el proceso previo a las elecciones será el comportamiento
ante sus resultados y las consecuencias posteriores a ellas. Puede ser la ocasión para
profundizar las actitudes y comportamientos políticos democráticos propiciando una
confrontación de ideas y la escogencia entre proyectos políticos consistentes, con estrategias
coherentes que permitan su puesta en práctica o puede convertirse en la confrontación agónica
entre aspirantes a la dominación de la sociedad. Transitar uno u otro camino nos llevará a un
2013 radicalmente distinto7.

Cómo vivirlo universitariamente

La Universidades están llamadas a vivir este proceso desde lo que son, desde su propia
identidad institucional de creadoras de conocimientos, trasmisoras de esos conocimientos a la
sociedad a través de la formación integral de profesionales capaces y ciudadanos conscientes.
Esta es la única esfera en la que la puede afirmarse que la Universidad tiene algún poder y
alguna capacidad de incidir en las decisiones colectivas de la sociedad.

No le corresponde a la Universidad, y tampoco está en capacidad de hacerlo, contrarrestar en


otros terrenos al gobierno que cuenta con instrumentos que la universidad no tiene ni debe
tener tales como las armas, el aparato de propaganda y la legitimidad para imponer el orden
por la fuerza8. Sin embargo, la lucha por el poder incluye el ámbito de lo simbólico, de la
hegemonía cultural, campo en el que sí se mueve la Universidad.

Por supuesto que la Universidad está en la obligación de rebelarse y defender con pasión su
razón de ser, su autonomía y libertad académica. En una situación en la que existen fuerzas
externas e internas que tratan de establecer mecanismos de control en la producción del
conocimiento y su trasmisión, la Universidad se siente inútil y su función debilitada, ante lo cual
no puede dejar de reaccionar sin perder su modo propio de hacerlo.

La reacción a una estrategia de radicalización del gobierno no puede ser ingenua, simplista o
suicida ni en lo social ni en lo político. Mucho menos en el ámbito universitario que se define
por ser un espacio plural, en el que tienen cabida las más diversas posiciones ideológicas y en el

6
Lo que estamos observando en Libia, hace reflexionar sobre este punto.
7
Aquí podría hacerse un excursus sobre el escenario “Costa de Marfil” en el que el Presidente optando a la
reelección y su principal opositor se proclaman ganadores en una elección con márgenes estrechos en la que
organismos estatales dan resultados diferentes favoreciendo al uno y al otro y que ha llevado a un confrontación
armada en la que todavía no se logra abrir el espacio a la negociación política.
8
Para algunos pensadores es inevitable que, a la larga, los gobiernos personalistas y dictatoriales terminen
sometiendo a su control a las universidades. Por ejemplo: ALBORNOZ, Orlando, Open letter to the international
academic community on the Venezuelan situation in higher education and in science and technology . 11 de enero
de 2011, p. 4
8
que el diálogo es la forma habitual de intercambiar ideas y opiniones en la permanente
confrontación que supone la búsqueda de la verdad cuya formulación la sabemos siempre
incompleta y perfectible.

Impulsar un cambio en la correlación de fuerzas políticas que contribuya a construir un nuevo


sistema político con la suficiente legitimidad para alcanzar la estabilidad, supone encarar el
doble y simultáneo desafío de organizar una resistencia efectiva a la imposición forzada de una
ideología y generar un proyecto social alternativo que conecte con la expectativas populares,
fortalezca la ilusión por un futuro mejor, renueve la esperanza y movilice las voluntades para
hacerlo realidad. Aceptar el doble desafío exige evitar las reacciones viscerales, concebir una
estrategia de corto, mediano y largo plazo, al mismo tiempo que se realiza el consistente
esfuerzo por ampliar y fortalecer la organización del pueblo en todos sus niveles.

La Constitución de 1999 es el punto de partida desde el cual se encara el doble desafío


mencionado. No se trata de volver atrás sino de hacer realidad el espíritu de creatividad popular
que inspiró la constituyente y que se plasmó en el texto constitucional. Se trata de resistir todo
intento de forzar la letra y el espíritu de la Constitución de 1999 y de construir a partir de ella el
país que se soñó, el Estado Social de Derecho y de Justicia, inclusivo, productivo, integrado a los
pueblos de América Latina y el Caribe, en sintonía con los que en el mundo buscan el camino de
la superación de la pobreza, la liberación de los pueblos, el equilibrio ecológico y el desarrollo
sustentable que garantice la vida de todos los habitantes del planeta.

La Universidad en la Venezuela de hoy

Hacer un diagnóstico de la situación universitaria hoy en Venezuela es una tarea necesaria,


imposible de abordar en esta conversación. Hay mucho adelantado puesto que, como se dijo al
inicio, la preocupación por el futuro de la universidad y la reflexión sobre su trasformación viene
siendo abordada desde diversos puntos de vista, con una enorme variedad de programas, desde
todas las instituciones universitarias. Sin embargo, es necesario conocer mejor la realidad actual
para lo cual se requiere disponer de mejor información estadística sobre la Universidad y el
sistema educativo venezolano y obtener un consenso básico sobre el horizonte que se pretende
alcanzar.

El Profesor Humberto Ruiz (ULA) encontró este comentario del economista catalán Xavier Sala
i Martín a propósito de lo que se debe hacer ante la crisis española que me permito reproducir:

…Se debe fomentar la innovación y la creatividad, el espíritu crítico. En materia educativa,


hay que cambiar el sistema de gestión de las universidades. Imagine que todos los jugadores
del Real Madrid cobrasen lo mismo, que sólo se les subiera el sueldo por trienios, que entre
todos eligiesen al entrenador... En ese caso, el equipo estaría en tercera división, exactamente
donde está la universidad española.9

9
Sala I Martín, Xavier (2010): "La crisis española empeorará este año". En Marcos Ezquerra: Entrevista Profesor de
Economía De la Universidad de Columbia. Madrid - 19/01/2010. Ver en el link:
http://www.cincodias.com/articulo/economia/crisis-espanola-empeorara-ano/20100119cdscdieco_5/ (consultado
el 28 de marzo de 2011). Publicado en el blog de H. Ruiz, De todo como en botica el 8 de junio de 2011
9
Al preguntarnos por la situación de las Universidades venezolanas no debemos dejar de lado
asuntos de importancia como la evaluación del desempeño y la relación con los salarios de
profesores, empleados y autoridades, así como la eficiencia en la trasmisión de los
conocimientos, sin dejarnos llevar por criterios o formas que corresponden a otras instituciones
o ámbitos de la vida humana.

Siguiendo las tendencias actuales se pude afirmar que existe un consenso en cuanto al
carácter público de la Universidad y de la educación en general. En este aspecto podemos
sintonizar con la forma en que lo expresa la Asociación Venezolana de Educación Católica
(AVEC) en su documento La educación que Venezuela necesita, publicado en 2007 como aporte
al debate sobre la Ley Orgánica de Educación.
…La educación es un bien público prioritario para todos los que viven en la República. Lo
público supone el todo, el espacio común donde se construye ciudadanía civilizada, lo que
pertenece a la comunidad, lo que se tiene en común. Bienes públicos son aquellos que se
consideran imprescindibles para todos los integrantes de la república y que de alguna manera
el colectivo se compromete a facilitarles. Todos los miembros de la sociedad tienen el derecho
y el deber de contribuir a su formación y producción. La manera de producir esos bienes
públicos varía, pero ningún ciudadano (individuos y habitantes con responsabilidad y sentido
de la res-pública, de la polis y de la civis) es tal sin deberes y derechos públicos.
…El que sea público no significa que sea estatal, ni que los educadores se conviertan en
funcionarios de la administración pública….
Hoy nadie cuestiona la responsabilidad indeclinable del Estado en materia educativa. Nadie
sueña con una sociedad en la que el Estado nada tenga que ver con la educación. La discusión
y preocupación sobre el tema está en que a través de la LOE, con una reinterpretación
ideologizada de la tesis del Estado Docente, el Gobierno estaría buscando el poder político y
control social absoluto en la educación.10
A grandes rasgos encontramos tres grandes conjuntos de instituciones universitarias: las
oficiales tradicionales, las oficiales promovidas en los últimos diez años y las privadas. El primer
conjunto incluye las llamadas Universidades Autónomas11 y las Universidades Experimentales,
así como los Institutos y Colegios Universitarios creados a partir de la década de los setenta del
siglo XX, como una manera de ampliar el sector universitario, garantizando un mayor control
por parte del Estado y una forma distinta de distribuir el presupuesto universitario, en
detrimento de las Universidades Autónomas.

El segundo conjunto está formado por las instituciones universitarias que han sintonizado con
la ideología del gobierno o han sido creadas desde 1999 en adelante bajo su control. Se trata de
un conjunto fuertemente ideologizado que cuenta con niveles elevados de recursos públicos y
acceso preferencial al empleo público de sus egresados. Es en él que se ha concentrado el
esfuerzo de crecimiento de la educación universitaria.

10
Números, 22, 23 y 38
11
Se utiliza esta expresión por la convicción de que la autonomía debe considerarse una característica de toda
institución universitaria y no sólo de unas pocas.
10
El conjunto de instituciones universitarias privadas representaba en 1992 el 32,7% de la
matrícula total y aportaba el 38% de los egresados del país. En 2004 aumentó al 37,8% de la
matricula y llegó a aportar el 52% de los egresos totales del sistema. Las políticas del gobierno
tuvieron como resultado la disminución del peso de las instituciones privadas que en 2007
suponía el 21% de la matrícula, aunque mantenía el 53% del total de egresados, duplicando la
proporción de egresado sobre número de estudiantes inscritos 12.

Un debate universitario que logre ubicarse más allá de la coyuntura, los prejuicios y visiones
ideológicas debe tomar en cuenta la variedad del conjunto de instituciones universitarias
existentes, aprovechar sus potencialidades y superar sus limitaciones para avanzar hacia un
Sistema Universitario que responda a las necesidades del país con la contribución de todos los
actores posibles.

Un Sistema Universitario en un país escasamente desarrollado

Una de las grandes ventajas de la Universidad es que tiene historia, memoria consciente,
tradición que le permite su transformación sin partir de cero. Los cambios de época histórica no
son “borrón y cuenta nueva” para las sociedades humanas y menos aún para la universidad. Son
procesos complejos, prolongados y social e institucionalmente asincrónicos, es decir, que
marchan a ritmos distintos según las circunstancias personales, institucionales y ambientales.

Los intentos de modernización en la historia republicana de Venezuela si bien no han logrado


asegurar un sistema educativo que abarque a toda la población con un nivel aceptable de
calidad, han tenido como resultado que los venezolanos sientan que la educación es un derecho
inalienable para todos. Así se recoge en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
de 1999 desde su preámbulo y a lo largo de su articulado 13. En ella se establecen las
características de la educación que ansía la sociedad venezolana y que sus leyes deben
garantizar para que la actuación del Estado, del gobierno, las instituciones y los ciudadanos se
orienten en su realización. Al reconocerla como derecho humano y deber social establece las
condiciones para realizarla:
…es democrática, gratuita y obligatoria” (…) “instrumento del conocimiento científico,
humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad. La educación es un servicio público y está
fundamentado en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de
desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en
una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la participación
activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social consustanciados con
los valores de la identidad nacional y con una visión latinoamericana y universal. 14
La considera una tarea conjunta de la familia, la sociedad y el Estado de manera que cada
persona pueda recibir una educación integral y de calidad, en igualdad de condiciones y
12
Datos publicados por: RAMA, Claudio, La universidad privada (IV) en el Diario El Nacional del 9 de abril de 2011.
13
La CRBV desarrolla las características de la educación en el Título III dedicado a los Deberes, Derechos y
Garantías. Además de lo establecido en la Exposición de Motivos, los artículos 102 a 107 describen con claridad las
características de la educación a la que se compromete el Estado siguiendo el dictamen soberano de la sociedad.
14
CRBV, art. 102
11
oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y
aspiraciones15. En fin, es un derecho que debe ser ejercido libremente siempre que se tengan
las condiciones para hacerlo.
En la Constitución se señala que la educación es una “función indeclinable” y prioritaria en
los fines del Estado y es “deber constitutivo de la raíz más esencial de la democracia”;
también que el gobierno “desarrolla la triada solidaria entre sociedad, familia y Estado” y que
“la educación es plural en su apertura a todas las corrientes del pensamiento universal”
(Exposición de motivos de la CRBV, p. 22). El Estado es el ente rector de la educación, sin
embargo debe cumplir con su deber respetando los derechos constitucionales, es decir, en
primer lugar debe valorar el principio de la participación del ciudadano (Art. 62), así como los
derechos y deberes de la familia en lo referente a la educación (Art. 76).”16
En este horizonte es posible formular un diseño de Sistema Universitario que contribuya a la
realización de la aspiración presente en la sociedad venezolana, superando, para mejorar, las
experiencias anteriores, o sea, conservando sus aspectos positivos y un plan transparente que
permita sortear el riesgo de una universidad ingenuamente tan abierta que quede absorbida
por las tendencias internacionales o contralada por el gobierno, por consiguiente obligada a
atender solo los intereses de éste.
Así como hay que evitar iniciativas educativas que no se ajusten a la Constitución o que
promuevan antivalores como el racismo, el fundamentalismo religioso, la xenofobia o la
discriminación, hay que evitar formulaciones legales que puedan ser utilizadas para imponer
ideologías políticas o intereses de personas o de partidos a toda la sociedad, a través de un
Sistema Educativo, o que no estimulen la necesaria apertura, iniciativa y libertad en la
construcción del conocimiento y en el desarrollo de la sociedad y de su cultura.17
Esto es posible en una sociedad que considere el valor per se de la academia y el rol del
sistema universitario en el proceso de desarrollo sustentable. Tanto los universitarios como el
Estados están ante el desafío de vivir y trasmitir ese valor clave para que exista una vida
universitaria en relación sustancial con la vida de las personas y la sociedad.

Cuando definimos la época actual como sociedad del conocimiento, estamos reconociendo que
si bien la Universidad es una comunidad de conocimiento no es ella el único espacio ni el único
modo como se produce conocimiento en la sociedad. Esta es una buena noticia para la
Universidad, formar parte de una sociedad en la que la creación de conocimiento es parte de su
actividad normal, pues se convierte en exigencia para la comunidad universitaria en todos sus
niveles.

En numerosos ambientes universitarios se tiende a evitar asociar la identidad y tarea de la


Universidad a la búsqueda de la verdad, como se expresa en el primer artículo de la Ley de
Universidades de 1970, haciéndose eco de una antigua tradición universitaria. Se pretende

15
CRBV, art. 103. También se garantiza el derecho a la educación de las personas con discapacidad y privadas de
libertad. La gratuidad tiene como objetivo la igualdad de oportunidades y la inclusión de todos los sectores sociales
en las mismas condiciones.
16
AVEC, o.c., n. 34
17
La Educación que Venezuela necesita. Aportes para el diálogo. Manifiesto del Colectivo de Organizaciones
Católicas en Educación. Caracas, 17 de marzo de 2007, n° 10.
12
asociar la formulación de la verdad con una posición dogmática, cerrada a la innovación,
desvirtuando el significado profundo de esta expresión.

La búsqueda de la verdad es una dimensión irrenunciable del ser humano libre, capaz de elegir
el camino de su vida y, junto con los otros, el de la historia. Sin verdad no es posible la libertad.
Bien sabemos que la libertad humana siempre es situada y la verdad que se alcanza a formular
siempre es incompleta y provisional. Elegir es un acto de valor, es decir, que requiere la valentía
de tomar decisiones y actuar de acuerdo a los valores fundamentales del ser humano uno de los
cuales es, sin duda, la verdad. Buscar la verdad, formularla provisionalmente, está asociado a la
creación de conocimiento en su más variada forma. Que un grupo de seres humanos se
relacionen entre sí, unidos por el interés espiritual común de buscar la verdad, es una
consecuencia necesaria de la socialidad humana. Más aún, como lo expresa hermosamente San
Agustín, buscar la verdad, descubrirla y comunicarla, en todos los campos del saber es uno de
los mayores gozos del ser humano18.

La dimensión católica de nuestra identidad universitaria nos pone en condiciones de


desapegarnos de cualquier tipo de interés particular o local y enfrentar ese desafío de buscar,
hallar, comunicar la verdad y poner en práctica las consecuencias que de ella se deriven.
Nuestro aporte al nacimiento de una nueva época de la humanidad debe ser desde la verdad en
coherencia con nuestra identidad19.

En la Constitución Apostólica sobre las Universidades Católicas Ex corde Ecclessiae, Juan Pablo
II se refiere a la médula de este desafío:
Es un honor y una responsabilidad de la Universidad Católica consagrarse sin reservas a la
causa de la verdad. Es ésta su manera de servir, al mismo tiempo, a la dignidad del hombre y
a la causa de la Iglesia, que tiene «la íntima convicción de que la verdad es su verdadera
aliada... y que el saber y la razón son fieles servidores de la fe». Sin descuidar en modo alguno
la adquisición de conocimientos útiles, la Universidad Católica se distingue por su libre
búsqueda de toda la verdad acerca de la naturaleza, del hombre y de Dios. Nuestra época, en
efecto, tiene necesidad urgente de esta forma de servicio desinteresado que es el de
proclamar el sentido de la verdad, valor fundamental sin el cual desaparecen la libertad, la
justicia y la dignidad del hombre. Por una especie de humanismo universal la Universidad
Católica se dedica por entero a la búsqueda de todos los aspectos de la verdad en sus
relaciones esenciales con la Verdad suprema, que es Dios. 20
Buscar la verdad no es una limitación a la actividad universitaria, por el contrario, es un acicate
a la creatividad intelectual, pedagógica y social de su compromiso. En la búsqueda de la verdad
también pierde sentido el dilema entre conocimiento y saberes, así como cualquier intento de
exclusión epistemológica o gnoseológica. Más aún, es en esa función en la que encuentra
fundamento la autonomía universitaria que en la práctica, siguiendo al Dr. Angel Lombardi21, se

18 Cfr. Juan Pablo II. Ex corde Ecclessiae (1990), nº 1


19
Cfr. SOSA, Arturo, Lectio Brevis. UCAT, San Cristóbal, 9 de octubre de 2007.
20 Juan Pablo II. Ex corde Ecclessiae (1990), nº 4.
21
Escritura y compromiso. Maracaibo, Universidad Católica Cecilio Acosta, 2005, p.22, haciendo mención a los
acuerdos de la Asociación Internacional de Universidades en Nueva Delhi (1962, Cambrigde (1963), Moscú (1964) y
Tokio (1965).
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refiere a la posibilidad de seleccionar sus estudiantes con criterios libres y amplios, la autonomía
curricular, docente y administrativa que culmina en el otorgamiento de títulos académicos, la
capacidad plena para determinar el tipo de investigación que se lleva a cabo y la autonomía
para distribuir y administrar los recursos financieros y de cualquier otro tipo con los que cuente.

Caminar hacia un Sistema Universitario que ofrezca oportunidades a todos los ciudadanos
para desarrollar sus potencialidades de acuerdo a sus inclinaciones, vocación y aptitudes, con
una oferta integral y de calidad, requiere pensarlo dotado de instituciones diversas que pueda
responder en su conjunto a las necesidades de la sociedad y de la nueva época mundial.

Un Sistema Universitario con futuro debe contener instituciones de investigación de alto nivel
y capacidad de formar investigadores cualificados; preocuparse también por la formación
profesional de alto nivel y en todos los ámbitos o niveles en los que sean requeridos por el plan
de desarrollo sustentable del país, sin descuidar, simultáneamente, la capacitación técnica y
tecnológica. En todos sus niveles debe no sólo fomentar la creatividad y capacidad de
innovación sino formar en las actitudes y aptitudes propias de la tarea investigativa necesaria
tanto para la vida universitaria como para el ejercicio profesional en la sociedad del
conocimiento.

El Sistema Universitario que Venezuela necesita debe estar en capacidad de formar a los
educadores que hagan posible esa educación diseñada según las aspiraciones de los
venezolanos y las exigencias de los nuevos tiempos, incluyendo la formación de los profesores
universitarios. Es un área y una función extremadamente delicada e importante que no puede
ser exclusividad de nadie. Es un área y una función en la que su éxito depende de la
convergencia de voluntades y recursos de las personas, las familias, las organizaciones e
instituciones públicas o privadas y el Estado.

Hay otros aspectos de primera importancia a la hora de diseñar el Sistema Universitario que
queremos porque Venezuela lo necesita entre los que apenas me limito a señalar uno: la
estructura de gobierno y de administración eficiente de los recursos de la Universidad. ¿Cuáles
son las condiciones para una conducción eficiente de la Universidad? ¿Cómo se entiende la
participación en los distintos tipos de instituciones universitarias y cada uno de los
componentes de la comunidad universitaria en los procesos de toma de decisión al interior de
las instituciones y del Sistema Universitario?

Finalizo haciendo votos porque logremos encontrar el equilibrio entre los intereses políticos y
los universitarios que hagan posible diseñar un sistema eficiente que abra el país al futuro. Un
equilibrio por el cual la Universidad y los universitarios puedan participar en la política sin
subordinar los fines de la Universidad. Un equilibrio que estimule la formulación de políticas
públicas con visión de mediano y largo plazo que hagan posible la Universidad que queremos y
necesitamos.

Muchas Gracias,

Arturo Sosa A.
Universidad Católica del Táchira
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