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or primera vez, Itsuki era capaz de ver la casa frente a
frente.

Él había estado manejando cuesta arriba por la


montaña por tanto tiempo, que el camino se veía casi plano
para él. Mientras él manejaba cuidadosamente a través de la
tormenta de nieve, Itsuki se preocupó. El camino lucia viejo y
desgastado, marcado con líneas blancas que habían casi
desaparecido. No había espacio a los lados para caminar,
solo vegetación gruesa que se perdía en el bosque.

¿Sería que ya había pasado la casa? Tal vez la dirección estaba mal.
Tal vez era esa de allá. Tal vez él se la había pasado.

¿Debería dar media vuelta y regresar?

Itsuki miro el camino en frente de él. Era imposible ver


más allá del bosque, pero era casi imposible imaginar una
casa en estos lugares.

Juzgando por las señales del camino, iba por el camino


correcto y como el tortuoso camino continuaba él decidió
seguir hasta la cima de la montaña.

Sintiéndose un poco perdido, aceleró. Repentinamente,


el camino en frente de él se abrió. No podía ver más allá de
los árboles del bosque, pero ahora podía ver el área que lo
rodeaba. Parecía como que anteriormente hubo un cultivo
de arroz, pero había sido abandonado hacia tiempo.
Solamente quedaba pasto alto.

En medio de este escenario, una misteriosa y vieja casa


de campo apareció. Itsuki se estacionó a un lado revisando
su mapa y suspiró aliviado.

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Él había manejado el auto de la compañía algunas
veces antes. Pero nunca él solo durante más de tres horas. De
pronto, se dio cuenta de cuan nervioso estaba. Sus dedos
dolían mientras sujetaba el volante. Aunque era muy frio
afuera, sus manos estaban sudando y supo que el clima no
era la única razón por la que estaba nervioso.

Itsuki se miró en el espejo del carro. Como siempre,


algunos de sus cabellos de habían soltado de su cola de
caballo. Se había empezado a dejar crecer el cabello ocho
años atrás. Ahora estaba hasta sus caderas, algo muy extraño
en un hombre. Pero realmente, él se había acostumbrado a
que la gente lo mirara.

Aunque sonara ridículo para la gente, el jefe de Itsuki no


le dejaba cortar su cabello. Una vez al mes, Itsuki se cortaba
las puntas, asegurándose que su cabello luciera arreglado y
limpio.

Mientras el arreglaba su pelo en el espejo, Itsuki notó que


su cara lucia cansada. Ajusto su corbata y aceleró otra vez.
Encendiendo sus direccionales, él entró en el jardín de la
casa. Parqueó cuidadosamente, prestando atención a no
bloquear a la RV que estaba parqueada allí, después se bajó
del carro con su maletín.

Solamente en el campo puedes encontrar un jardín tan


grande con tantos tipos de árboles. Algunos eran más
grandes que la casa y debieron de estar aquí antes que el
dueño de la casa. Muchos de los árboles y arbustos ya
habían perdido sus hojas y estaban cubiertos por la nieve.

Este paisaje invernal se veía desolado y hermoso al


mismo tiempo.

Después de admirar el jardín, Itsuki se acerco a la puerta


de enfrente. Parándose debajo de los aleros, el se quito la

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nieve de sus mangas y tocó el timbre, el cual lucia extraño a
diferencia de la casa. Tal vez se había ido la luz. Él miró a la
placa de madera con el nombre de “Masatsugu Tokiwa”.

De pronto, recordó que la RV estaba con un poco de


nieve. Él se acordó de la tienda donde había pedido
direcciones una hora y media antes.

—¿Está buscando a Tokiwa, eh? El artista que vive en la


montaña. —Había dicho el tendero. —Solo maneje derecho
hasta la cima de la montaña. Es una casa grande, no la
dejará pasar. Si hay una RV estacionada en el jardín debe
haber alguien en casa.

El tendero que era de una edad madura se había


sorprendido por la apariencia de Itsuki.

—¿Eres un hombre o una mujer?— Dijo mirando a Itsuki


con fascinación. El área había sido una vez un área turística
por lo que el tendero estaba acostumbrado a extraños. Tal
vez esa fue la razón por la que Tokiwa tenía su taller allí.

¿Debería regresar? Se preguntó Itsuki. De pronto. Él escucho un


ruido dentro de la casa. Él se paró derecho al ver que la
puerta se abría.

—¿Hashimoto?— dijo un hombre alto, mirando a Itsuki.

Itsuki no había visto a Tokiwa en años. Él había esperado


esa reacción por eso bajo su cabeza educadamente.

—Perdón por venir sin avisar,— dijo él sinceramente. —


Pero puedo hablar con usted un momento.

—¿Estás solo?— Pregunto Tokiwa, mirando a Itsuki como


si él fuera alguna clase de extraña criatura.

—Si— respondió él.

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—¿Y qué hay de Kasaoka? ¿Yamabe-sensei no vino
contigo? — Tokiwa insistió.

—Kasaoka está en casa con Yamabe-sensei,— Itsuki


explicó. — Él no quería dejarlo solo. ¿Por qué lo preguntas?

— Bien, el hecho de que te hayan dejado hacer algo a ti


solo me sorprendió.

Lo dijo con un tono de franqueza y fastidio que dejó a


Itsuki sin palabras.

Yasuyuki Yamabe, el reconocido escultor y empresario,


tenía dos secretarios. Itsuki era el secretario mas nuevo,
manejaba horarios y alguna que otra tarea mientras que
Kasaoka era el asistente mayor de Yamabe y también era el
supervisor de Itsuki. No era extraño pues que Tokiwa pensara
que era extraño que Itsuki viajara solo, sin embargo le
molestaba el tono sarcástico que Tokiwa usó.

No obstante, para Itsuki el trabajo venía primero que sus


sentimientos heridos. Él levanto la frente y miró a Tokiwa.

—Viajo solo cuando es necesario.— dijo él— Hoy vine por


petición de Yamabe-sensei.

De repente Tokiwa lucia aburrido.

—¿Así que eso es lo que te trajo aquí?— Preguntó—


¿Qué fue lo que te mandaron a hacer a ti solo?

— Tengo un mensaje para ti de Yamabe— Itsuki


respondió.

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—¿Entonces solo decidiste venir?—Tokiwa dijo
sorprendido— ¿Qué hubieras hecho si no hubiera estado
aquí?

Itsuki sacó un sobre de su maletín y se lo entregó a


Tokiwa. Él se mantuvo en silencio mientras Tokiwa veia el sobre
y lo abría con los dedos.

Masatsugu Tokiwa era un escultor famoso cuya fama solo


crecía día tras día. Él había trabajado en el exterior y había
recibido muchos premios. Antes de independizarse, él había
sido uno de los estudiantes de Yamabe y aún estaban en
contacto.

Por eso fue que Kasaoka le había dicho que no


necesitaba una cita para ir a ver a Tokiwa. Itsuki pensó que
eso no era muy inteligente, pero hizo como le dijeron.

A Tokiwa le gustaba Yamabe como escultor, pero no


como persona. Él nunca hizo ningún esfuerzo para
comunicarse con Yamabe. Por eso si Itsuki hubiera intentado
sacar una cita, Tokiwa probablemente se hubiera negado.

Tokiwa frunció su frente y centró su atención en la carta.


Itsuki aguanto su respiración al ver el mal humor de Tokiwa. La
última vez que se habían visto, había sido seis meses antes, en
la apertura de una muestra de arte de un amigo en común.
Tokiwa había saludado a Yamabe, después lo había evitado
toda la noche. Aunque Itsuki había estado con Yamabe esa
noche, Tokiwa e Itsuki raramente se hablaban.

—¿Entonces? ¿Qué esperas que haga? Tokiwa gruño,


después de mirar la carta por un rato.

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—¿Podemos convencerte para que veas a Yamabe?
Haremos todos los arreglos necesarios. — Itsuki lo dijo como
todo un hombre de negocios.

—¿Ahora mismo? Preguntó Tokiwa.

—Lo siento—dijo Itsuki— Pero Yamabe necesita verte lo


más pronto posible.

—De ninguna manera. ¿Quién te crees que eres,


ordenándome así? Vete a casa.— Tokiwa grito, devolviéndole
la carta a Itsuki.

—¡Pero Tokiwa-sensei!—Itsuki suplicó.

—Yamabe-ensei no tiene ningún motivo para interrumpir


mi trabajo de esta manera y no estoy obligado a obedecerlo,
— Tokiwa gruño.— Yo hago las cosas a mi manera.

—Pero…— Itsuki comenzó.

—Yamabe-sensei tiene muchos a su disposición, ¿Por qué


no llama a uno de ellos? ¿Tal vez a alguien como tú? Dijo
Tokiwa mirando a Itsuki fríamente.

Itsuki sintió como si su corazón se congelara. Incapaz de


moverse o dar una respuesta, vio como la puerta se le
cerraba en la cara.

Itsuki suspiró. Este era un trabajo para tontos, así de


simple. No había razón para tratar de persuadir a Tokiwa
ahora, no con ese mal genio. Tal vez mañana sería mejor. Se
podría quedar en el hotel del pueblo. Eran solo las cuatro de
la tarde, todavía tenía tiempo de encontrar un sitio para
dormir.

Él no había esperado que Tokiwa estuviera de acuerdo


de una vez. Tampoco lo habían esperado Yamabe o
Kasaoka.

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—Está bien si el pone algo de pelea— Ellos le habían dicho.

Itsuki doblo la carta y la metió en su maletín. Cuando él


se iba de la casa, algo llamó su atención. Él jadeó con
admiración. Grandes y suaves copos de nieve estaban
flotando en el suelo. Él tomó uno en su mano y lo vio
derretirse.

La nieve crujía mientras él se dirigía al carro. Por alguna


razón ver sus huellas en la nieve le dio un sentimiento de
temor. Entonces, él vio a lo lejos un cobertizo que le llamaba
la atención.

Él se paro al lado de la RV de Tokiwa. Un arroyo pequeño


corría detrás del cobertizo, rodeado por rocas y tierra.
Caminando cuidadosamente por la nieve, él camino hasta
las orillas del arroyo, después se arrodilló y tocó el agua.

El tendero le había dicho que la casa de Tokiwa estaba


en “la cumbre de la montaña”, pero la verdadera cumbre
estaba a cierta distancia. El agua helada bajaba de la cima,
lo suficientemente fría para lastimar su piel. Itsuki se sintió
nostálgico al escuchar el sonido del agua. Había pasado
mucho tiempo desde que había estado solo de esta manera.

Itsuki había comenzado a trabajar para Yamabe ocho


años atrás. Desde entonces, él nunca se alejaba del lado del
hombre. Algunas veces, Itsuki salía por trabajo una hora o dos,
pero él siempre regresaba inmediatamente. Él nunca iba a
caminar solo porque quería hacerlo.

Itsuki se arrodilló allí, mirando el agua por un momento.


Cuando finalmente se paro, él pudo sentir el frio a través de
su abrigo. La nieve que caía ya había cubierto sus huellas.
Cuidadosamente escogió su camino de regreso a la RV,
después miró la casa de Tokiwa una vez más.

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Originalmente, Tokiwa había comprado este lugar para
que fuera su taller y su residencia. Era fácil decir la edad de la
casa por la textura áspera de la madera en la entrada. Pero
en realidad no se veía desgastada, solo bonita y usada.
“Rustica” la describía perfectamente. Rodeada por montañas
y nieve, la casa lucia pintoresca.

Sin embargo, Itsuki sabía que Yamabe nunca apreciaría


esto. En lo que se refería a propiedades, Yamabe solo se
preocupaba por cosas de importancia: la edad, el nombre y
la locación del lugar. A diferencia de Tokiwa, Yamabe
prefería las cosas nuevas que no hubieran sido tocadas por
manos humanas, otra razón por la que no se llevaban bien.

—Mejor me voy yendo, Itsuki pensó, conteniendo un estornudo.


Él miró su reloj. Había pasado una hora desde que había
llegado a este lugar.

El carro de la compañía no estaba diseñado para


conducir en mucha nieve e Itsuki se sentía incomodo acerca
de manejar montaña abajo por el camino congelado otra
vez. Proponiéndose llegar tan pronto como fuera posible al
pueblo, él corrió a su carro.

De repente, se paralizo. ¿Dónde estaban sus llaves? Él


pensó que las había metido en uno de los bolsillos de su
abrigo aún cuando él no era de los que lleva cosas en sus
bolsillos. Dado que él no manejaba mucho, tampoco tenía el
hábito de cargar las llaves.

Trató de rehacer sus pasos, pero aún así no podía


recordar que había hecho con ellas. ¿Será que las dejó caer
en el jardín?

Ahora estaba nevando más fuerte, cubriendo todo


(incluyendo su abrigo) con una capa de nieve. Se no se
apresuraba, los caminos se congelarían. Itsuki comenzó a

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cavar a través de la nieve con sus zapatos, buscando las
llaves. Para cuando llegó al cobertizo, decidió que sería mejor
bajar caminando la montaña.

Pero no podía dejar el carro allí. Por una simple razón, no


era su carro. Además, sería inapropiado dejarlo en el jardín
de Tokiwa, especialmente después de la forma en que lo
había tratado. Itsuki se dirigió hasta el pequeño arroyo, su
respiración como una bruma blanca, pero como él lo
suponía, ya estaba cubierto por la nieve. Era difícil ver el
agua, dificultando diferenciar que parte era solida.

Nerviosamente se acerco a la orilla. El aire se sentía más


frío aquí que en el jardín y él comenzó a temblar
incontroladamente.

—Las llaves deben de estar por aquí, pensó. Entonces, la roca en


que se apoyaba resbaló. Itsuki cayó, aún sosteniendo su
maletín y cayó fuertemente es su lado derecho. Un dolor
agudo atravesó su pierna, tan duro que sintió sus oídos pitar.

Mientras Itsuki yacía en el suelo, él podía sentir como el


frío se apoderaba de su cuerpo. Cuando se levanto en sus
manos, pudo ver que la situación era de verdad peligrosa. Sus
dos piernas estaban sumergidas de las rodillas para abajo.
Solo mirarlo lo hacía sentir más frío del que de verdad tenía.

El sentir sus pantalones pegados a sus piernas, hizo que


todo se volviera demasiado real. Cuando trató de sacar su
pierna derecha del arroyo, un dolor muy fuerte recorrió todo
su cuerpo. Él trato de respirar para evitar gritar.

De repente, escuchó una voz de tras de él, —¿Qué


demonios estás haciendo ahí?

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Él se giro para ver a Tokiwa mirarlo con una mirada de
reproche. Itsuki se empezó a disculpar, pero Tokiwa no lo dejó
ni comenzar.

—¡No te disculpes! Solo dime que está pasando aquí,— el


escultor dijo con rudeza.

En pánico, Itsuki trato de salir del agua, pero sus piernas


no querían cooperar y se hundió aún más en el agua. Ahora
hasta sus rodillas empezaron a estremecerse.

—¡Quédate quieto!— Tokiwa le ordeno con una vez


furiosa— ¿Acaso quieres hundirte todavía más?

Itsuki sintió como dos fuertes manos lo tomaban por


detrás y lo sacaban del agua. Estando en la nieve y con sus
piernas congeladas, estaba demasiado agotado para
disculparse o siquiera decir gracias.

—¿Por qué te quedaste aquí, con este tiempo tan


malo?— Tokiwa le gritó. —Tú realmente….

De repente, Tokiwa se calló. Por un momento parecía


como si fuera a dejar a Itsuki a su suerte.

—Tú mejor te vienes conmigo,— finalmente dijo— No


puedes manejar a casa en ese estado.

Después se giro y empezó a ir a la casa. Él estaba usando


los mismos jeans y suéter de antes con una chaqueta de
cuero encima.

—¿Cómo supo que me había caído? Itsuki se pregunto, mirando


cómo se iba Tokiwa. Pero Itsuki no estaba para pensamientos
analíticos es esos momentos. Colocó su mano en la nieve y
trató de levantarse, pero sus piernas cedieron. Él no se podía
parar solo mucho menos salir tras Tokiwa. Los tobillos le ardían

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como si estuvieran a fuego vivo y hasta sus huesos le dolían.
Incluso el movimiento más pequeño lo hacía gritar de dolor.

Itsuki dejo salir un sonido lastimero. Los lugares donde su


ropa mojada tocaba su piel ya se sentían adormecidos. Y
mientras el frío se deslizaba desde su espalda a sus hombros,
sus dientes empezaron castañear. El escucho pisadas
acercándose mientras veia su patético estado.

—¿Están tus piernas bien? ¿Las dos?

Itsuki levanto su mirada. Tokiwa se arrodilló al lado de él,


frunciendo el entrecejo.

—Estoy bien. Puedo caminar.—Itsuki insistió, forzando una


sonrisa. Cuando él estiró las rodillas, el dolor se incremento en
sus piernas pero aún así no se quejó.

Tokiwa levanto a Itsuki por los hombros y lo sentó en la


nieve, después le tocó los tobillos.

—! Ahhhh ¡— Itsuki jadeó, apretando sus dientes.

—No puedes soportarlo ¿verdad?— Tokiwa se burlo.

Zafándose de Tokiwa, Itsuki trató de enderezarse en su


pierna izquierda, pero de pronto se vio levantado del suelo
por los fuertes brazos de Tokiwa.

—No pelees, ¿OK?— Dijo Tokiwa, pareciendo molesto. —


No querrás volver a lastimarte. ¿Verdad?

Itsuki se sentía aturdido por la rapidez en que iban y por


sentir la chaqueta de cuero de Tokiwa en sus dedos. Rápida y
delicadamente

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Tokiwa sentó a Itsuki en el asiento del copiloto de su RV.

Itsuki ya sabía que sus cuerpos eran diferentes, él tenía un


cuerpo delicado mientras que el de Tokiwa era como el de
un obrero de construcción, pero aún se asombro por lo fácil
que lo llevo hasta el carro.

Tokiwa limpió los pantalones de Itsuki y después envolvió


las piernas con otra toalla que tomo de asiento trasero.

—Por favor, Tokiwa-sensei, puedo hacerme cargo de mi


mismo—Itsuki dijo débilmente.

—¿Cómo, cuándo ni siquiera puedes caminar?— Tokiwa


dijo tranquilamente, abrochando el cinturón de Itsuki. Se
sentó en el asiento del conductor y encendió el carro sin decir
otra palabra.

Itsuki se pregunto hacia donde se dirigían, pero no quería


preguntarle a Tokiwa. Cada movimiento y cada sacudida de
carro mientras bajaban hacían que sus piernas se sintieran
peor. Tan solo miraba a través del parabrisas mientras el
limpiaparabrisas quitaba la nieve que caía.

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okiwa llevó a Itsuki a una clínica privada del pueblo
que estaba en la base de la montaña.
Inmediatamente una enfermera lo puso en una silla de ruedas
y lo llevó a la sala de revisión.

—Su tobillo izquierdo está solo torcido pero el derecho


está fracturado— dijo el doctor de edad madura, con voz
firme. —Sin embargo, le pondremos yeso a los dos. Como su
tobillo izquierdo esta solo torcido no tendrá el yeso por mucho
tiempo.

El doctor curó rápidamente ambos tobillos y volvió a


poner a Itsuki en la silla de ruedas.

—No haga mucho esfuerzo en el lado derecho por el


momento— el doctor le previno. —Puede poner un poco de
peso en el izquierdo, pero sea cuidadoso, es una torcedura
grave. Sangró mucho internamente, por eso los ligamentos
estarán maltrechos. Si ve que está sanando muy despacio o
algo inusual pasa, venga inmediatamente.

—Muchas gracias— dijo Itsuki mientras asentía. Un


ayudante lo llevó a la recepción, la cual ya estaba cerrada
por esa noche. La espaciosa sala de espera estaba vacía,
iluminada solo por una bombilla.

—¡Disculpe! Me gustaría pagar la cuenta.— dijo Itsuki.

—Ya la pagué, te daré el recibo más tarde—. Dijo Tokiwa


secamente.

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—Uh, siento todo esto—. Dijo Itsuki. Tokiwa tenía derecho
a estar enojado después de todos los problemas por los que
lo había hecho pasar.

Tokiwa estuvo callado en el camino de regreso. Nunca


miró a Itsuki el cual estaba en el asiento del copiloto. No
parecía que la tormenta de nieve fuera a parar y todo el
bosque ya estaba cubierto de blanco. Finalmente, se pudo
ver la casa de Tokiwa.

—¿Sabes por qué paso todo esto, verdad? Fue por que
en vez de ir a tu casa directamente, te quedaste a jugar en la
nieve, ¿cierto?— Dijo Tokiwa secamente.

—Pero tu jardín es tan lindo—. Itsuki dijo sin pensar. Tokiwa


parecía confuso, pero Itsuki continuó. —El jardín de Yamabe
es lindo, pero de una manera superficial, nunca me gustó
mucho, pero el tuyo es de verdad hermoso.

—No le digas eso a Yamabe, o su jardinero llorará—, dijo


Tokiwa con una pequeña sonrisa, sorprendido por el
atrevimiento de Itsuki. —Además no se puede comparar el
jardín controlado de Yamabe con mi caos salvaje.

Ya en la casa, Tokiwa puso a Itsuki en la silla de ruedas.


Los copos de nieve eran tan blancos que se podían distinguir
aun en la noche. Itsuki miro nerviosamente a Tokiwa mientras
este lo llevaba hacia la puerta de enfrente.

—Ummmm—. Dijo, su voz sonándole muy alta. —Siento


causarte tantos problemas. Debería volver ahora mismo a
casa.

Tokiwa se detuvo mientras bufaba y se reía. Miro las


piernas de Itsuki y dijo —¡Tú no puedes conducir en ese
estado! ¿Cómo pretendes llegar a tu casa?

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—Podrías llamar a un taxi para mí—, Itsuki sugirió
esperanzadoramente, —Podría recoger el auto después, si
está bien para ti.

—Ningún taxi vendrá en medio de esta tormenta—, Dijo


Tokiwa cansadamente mientras miraba el jardín. —¿Tienes
otra idea?

Itsuki permaneció en silencio.

—Si crees no tolerar el estar conmigo, trata con uno de


los vecinos—. Dijo Tokiwa. —O duerme afuera y congélate. No
me importa. Hay otra casa un poco más abajo. Aunque no
llegaras muy lejos en esas piernas—.

Demasiado tarde, pensó Itsuki. Debió haber llamado un taxi


tan pronto como perdió las llaves del carro o haberle pedido
a Tokiwa que lo llevara a la estación después del salir del
hospital. Él podría estar en casa ahora mismo.

—Um, ¿Puedo por favor quedarme está noche aquí?—


Itsuki preguntó tímidamente.

Tokiwa condujo a Itsuki dentro de la acogedora sala de


estar, coloco una cobija sobre el sofá y después ayudo a
Itsuki a bajarse de la silla de ruedas. Cuando Itsuki estuvo
acomodado le dio un par de pijamas secas.

—Puedes dejar el calentador de aceite encendido si


quieres—, Instruyó Tokiwa, —y hay una cobija extra por si la
necesitas. Si necesitas ayuda, solo llámame.

—Gracias. Perdón otra vez por los problemas que te he


causado, —Itsuki dijo avergonzado. Tokiwa asintió y se fue.

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—¡Tokiwa-sensei— Llamó de repente Itsuki. Se encogió
cuando vio la mirada fría que le dirigió Tokiwa, pero se obligo
a decir lo que quería—. Gracias por las flores que enviaste. A
mi madre le hubieran fascinado. Siento no haberte
agradecido antes.

Tokiwa había enviado flores al funeral de su madre el


otoño pasado. Itsuki se había sorprendido al ver el nombre de
Tokiwa en un arreglo de hermosos y puros lirios blancos.
Después de que los 49 días pasaran, él envió a Itsuki el
acostumbrado presente de agradecimiento, pero nunca tuvo
la oportunidad de agradecerle en persona. Eso fue algo que
siempre le molestó.

Tokiwa guardo silencio mientras Itsuki hablaba.

Después de un momento habló calmadamente. —


Escuche que tu hermana se casó.

—Así es. Ella encontró un buen esposo y se casó la


primavera pasada—. Dijo sorprendido por el inesperado
comentario de Tokiwa.

Tokiwa sabía que Itsuki tenía una hermana y que lo había


criado una madre soltera. ¿Pero tenía eso alguna
importancia para Tokiwa?

Tokiwa lo miro sin revelar nada y dejó la sala de estar.


Cuando no regresó, Itsuki supuso que se había ido a dormir.

Itsuki se acurrujó en el sofá y lucho toda la noche contra


las ganas de gritar por el dolor. Él necesitaba calmantes para
el dolor pero no tenía ni uno. Aunque sus piernas se sentían
como aplastadas por el yeso, al final consiguió un poco de
sueño.

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A mitad de la noche, Tokiwa bajó a revisar a Itsuki. Él lo
levantó del sofá y le dio un poco de medicina. Itsuki tomó las
pastillas con un poco de agua y pronto se empezó a relajar.
Tokiwa lo acomodo de nuevo en el sofá y le limpió la frente
con un paño húmedo. Itsuki se volvió a dormir rápidamente.

Itsuki se despertó al amanecer confundido por las


memorias de la noche pasada. ¿De verdad Tokiwa cuidó de
él? ¿Había sido todo un sueño?

Itsuki vio un vaso con agua al final de la mesa. Él todavía


estaba mojado por el sudor pero su pierna se sentía mejor. Se
recostó y contemplo el cielo raso. No podía creer que de
verdad estaba en casa de Tokiwa.

Tokiwa había regresado al Japón hacía un año, pero no


habían hablado de verdad hasta el día de ayer.

A las siete, Tokiwa apareció con una bandeja con el


desayuno y con la misma oscura mirada de ayer. Puso la
bandeja cerca de Itsuki quien se sintió avergonzado por la
sorpresiva amabilidad. Después lo ayudo a sentarse en la silla
de ruedas.

Itsuki no tenía hambre y Tokiwa lo regaño por eso.

—No has comido nada desde anoche—. Regañó. —Pon


algo de comida en tu estomago y después podrás tomar más
calmantes.

—Gracias—. Itsuki asintió y tomo los palillos. Vio una


pastilla blanca en la bandeja y recordó como Tokiwa lo cuidó
durante la noche. Itsuki se forzó a comerse todo lo que había
en el plato mientras Tokiwa lo miraba de cerca. La ácida y

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energética sopa de tomate hizo que Itsuki se sintiera mucho
mejor.

—¿No vas a comer, también?— Itsuki preguntó a la


mitad de su comida.

—No te preocupes—. Dijo Tokiwa. —Siempre cuido bien


de mí. ¡Demasiados tontos esperan hasta que son maquinas
de sudar!

Entonces Itsuki se dio cuenta de que sus recuerdos de la


noche pasada si eran de verdad. Tokiwa tomó la bandeja y
se levantó.

—Gracias—. Itsuki dijo. —Otra vez siento causar tantos


problemas, pero…

Itsuki dudo al mirar la mirada de malestar de Tokiwa.

¿Ahora qué? Parecía que pensaba Tokiwa.

—¿Puedo usar tu teléfono? Itsuki finalmente dijo. —Mi


celular parece estar dañado.

Él ya había presionado el botón de encendido un millón


de veces pero no había prendido. Estaba cubierto de
arañazos y rayones y se debió haber dañado cuando se
cayó. Tokiwa se fue un momento, cuando regreso lo hizo con
un teléfono inalámbrico. Sin hablar se lo dio a Itsuki y se fue.

—Gracias. —Dijo a la espalda de Tokiwa, marcando el


número de Kasaoka.

Kasaoka respondió inmediatamente. Itsuki le explicó lo


que pasó y lo del celular y se disculpó por no haber llamado
antes. Kasaoka también parecía sorprendido por el
comportamiento de Tokiwa.

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—Al parecer necesitaste medidas extremas para llegar a
él—. Dijo burlándose. —Sin embargo, no hay necesidad de
que corras a casa. Solo asegúrate de decirle a Tokiwa de que
la reunión con Yamabe-sensei no durara más de una hora o
dos. Haz que regrese contigo, ¿Esta bien?

—No creo que él vaya a escucharme—. Itsuki susurro. —


Sería más fácil si usted viniera….

—Ah, eso no haría ninguna diferencia—. Le interrumpió


Kasaoka. —Tú fuiste muy cercano a Tokiwa en el pasado,
ahora mismo eres la mejor persona para tratar con él.

—Pero eso fue…— Itsuki empezó a decir antes de


detenerse a sí mismo. No quería envolver asuntos personales
en esto. —Eso fue hace mucho tiempo—. Dijo tranquilamente
—Las cosas son diferentes ahora.

Ahí lo dejó, preguntándose qué pensaría Kasaoka. Un


momento pasó antes de Kasaoka hablara.

—Sin embargo, no puedo dejar a Yamabe-sensei solo—.


Kasaoka finalmente dijo. —Si esperamos demasiado será muy
tarde. Trata de convencer a Tokiwa en las próximas dos
semanas.

—¿Dos semanas?— Itsuki logró decir. ¿Tendría que estar


ahí todo ese tiempo?

—Mientras más rápido mejor—. Kasaoka dijo. —Si lo


necesitas, puedes quedarte en un hotel del pueblo y seguir
en tu tarea. Pera hasta entonces no uses el teléfono de
Tokiwa. Espera hasta que estés en el hotel para volver a
contactarme.

—Está bien—. Itsuki dijo y colgó el teléfono.

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Él recordó su última reunión con Yamabe—sensei. El
sensei tenía casi 60 años, pero parecía al menos 20 más
joven. Su cabello era tan negro que no necesitaba pintarlo y
los pronunciados ángulos de su rostro le deban una expresión
distinguida. La voz de Yamabe todavía sonaba fuerte y
decidida y tendía a dominar cualquier discusión que
encontraba. El sensei odiaba cuando extraños se portaban
de manera muy familiar con él y nunca se mezclaba
socialmente con sus trabajadores.

Mientras Itsuki miraba su inservible teléfono, pensó que


debía llevar a Tokiwa ante Yamabe lo más pronto posible.

Como Tokiwa había dicho, no podía manejar en su


condición actual. Itsuki podría rentar un auto con solo
controles manuales, pero él pensar manejar con otra persona
montaña abajo por ese camino tan tortuoso lo aterrorizaba.

No se atrevió a contarle a Kasaoka la total extensión de


sus heridas o Kasaoka hubiera corrido a socorrerlo. Itsuki
odiaba hacer preocupar a su supervisor y más teniendo en
cuenta que él era el único responsable por la situación en la
que estaba.

Como fuera, el hecho era que estaba atrapado aquí


hasta que la nieve se derritiera. Miraría el reporte de las
carreteras al día siguiente y vería si pude llamar un taxi. Ahora
mismo parecía que esa era su única opción.

—¿Terminaste?— Tokiwa preguntó de repente,


sorprendiendo a Itsuki.

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¿Cuándo regreso a la habitación? Se pregunto Itsuki. Tokiwa volvió
a darle la misma mirada vacía de antes. Itsuki le dio el
teléfono inmediatamente.

—Siento haber monopolizado tu teléfono. Pero gracias


por dejarme usarlo—. Itsuki dijo educadamente. Él tragó
fuerte, era ahora o nunca. —¿Uh, Tokiwa—sensei? ¿Iras a ver
a Yamabe-sensei pronto?, preguntó nerviosamente.

Tokiwa levantó sus cejas pero no dijo nada.

—No tomará demasiado tiempo—.Itsuki razonó. —A lo


mucho medio día. Ellos te enviaran de regreso en un taxi
después de eso, se que está muy ocupado pero se lo ruego.

—Hoy o incluso mañana es físicamente imposible—.


Tokiwa dijo firmemente. —La tormenta está aún muy fuerte,
los caminos están congelados y escuché que hubo un
accidente cerca de la estación. Un taxi nunca vendría.

—Podríamos ir después de que la nieve se descongele—.


Itsuki sugirió esperanzadoramente. —Llama un taxi y ve a ver
a Yamabe—sensei. ¿Eso está bien contigo?

Tokiwa solo se rió sarcásticamente.

—Toma lo que quieras de la cocina—. Dijo ácidamente


saliendo de la cocina. —Pero mantente alejado de mi cuarto
y mi estudio.

Itsuki sintió que su corazón se hundía al escuchar eso y


ver como se iba Tokiwa.

Tal vez si Kasaoka le pregunta, volvió a pensar Itsuki.

Todo mundo confiaba en Kasaoka, incluso los jóvenes


artistas estudiantes de Yamabe lo hacían. Una vez, Yamabe
había echado a un aprendiz rebelde, pero Kasaoka había
logrado convencerlo de que lo recibiera de nuevo. Kasaoka

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escuchaba a todos y siempre trataba de ser justo. Cuando
Yamabe decía que Kasaoka era “un hombre de confianza”,
era porque era la absoluta verdad.

Del otro lado estaba Itsuki, el cual no contaba con la


confianza de los aprendices aunque él también trabajaba en
la casa. Era natural. Ya que no tenía permitido hablar con
ellos directamente e Itsuki no había hecho amistad con
nadie. Aunque él había estado trabajando para Yamabe por
ocho años, la verdad era que no tenía mucha importancia a
la hora de la verdad.

Itsuki fue en su silla de ruedas hasta la ventana y miro


hacia afuera. La nieve todavía caía fuertemente,
emblanqueciendo todo el panorama.

¿Por qué no le habré dicho toda la verdad a Kasaoka? Itsuki pensó


amargamente.

Hubo un tiempo en que consideraba a Tokiwa como un


amigo. Pero ahora Tokiwa odiaba a Itsuki o eso parecía. ¿O
era “suprema indiferencia” la mejor manera de decirlo?
Tokiwa podía ser brusco pero rara vez era cruel. Tal vez solo
actuaba de esa manera con Itsuki.

Itsuki suspiró al observar el paisaje cubierto de blanco.


Sentía que en su corazón también estuviera nevando.

27
evó fuerte toda la tarde. Sentado en su silla de ruedas,
Itsuki pasó casi todo el día mirando por la ventana.

Aunque su trabajo era parecido al de Yamabe, Tokiwa


no tomaba estudiantes o aprendices. No, Tokiwa era un
solitario de verdad, viviendo solo en esa obsesivamente limpia
y estéril casa. Comparado con el envejecido exterior, el
interior de la casa estaba totalmente renovado. Brillantes
pisos de madera habían sido instalados en toda la casa,
facilitándole a Itsuki el desplazamiento a través de la casa en
su silla de ruedas. La nieve del exterior le daba cierto atractivo
a la casa pero también la hacía sentir misteriosamente
callada. El sonido de su propia respiración y el ruido de la silla
de ruedas casi que ensordecían a Itsuki.

Al atravesar el pasillo en dirección al baño, Itsuki miró


todo con interés… y de repente fue sorprendido por una ola
de nostalgia.

Así como las obras de arte reflejan al artista que las hizo,
otras cosas también reflejan el toque único de su creador, ese
algo que sale naturalmente en un proceso creativo. Eso
quería decir que la casa de Tokiwa estaba en sintonía con su
estilo artístico.

En el marco de las puertas, cielorrasos e incluso en las


luces de la paredes, Itsuki podía reconocer “El Tokiwa
Estético” que él conocía también. Puros y rectos bordes con
áreas de suavidad. La casa tenía las mismas cualidades que
la amada escultura de madera que Tokiwa una vez le diera.
El solo mirar la casa le hacía sentir más sereno.

28
Tokiwa había estado en su estudio toda la mañana. Itsuki
se preguntó en qué estaría trabajando. No tenía ni idea como
era que Tokiwa pasaba sus días, pero había escuchado que
algunas veces enseñaba arte en la escuela de arte. De
pronto Itsuki sintió una punzada de vergüenza. Tokiwa había
gastado tiempo precioso de creación cuidando de él.

Llamaré un taxi tan pronto como deje de nevar, decidió. Le pediría


una vez más a Tokiwa que visitara a Yamabe. Si Tokiwa se
rehusaba otra vez, sabría que no podía hacer nada más.

Itsuki fue al baño y regresó distraídamente a la sala de


estar. De repente, algo llamó su atención, un cuarto detrás de
unas puertas corredizas. Paredes con estanterías llenas de
herramientas y pequeñas máquinas, modelos de esculturas y
ejemplos de piezas tirados por todas partes.

Éste debe ser su taller, pensó Itsuki, pero Tokiwa no se veía por
ninguna parte. La habitación daba la impresión de ser un
verdadero escondrijo para un artista.

Sólo mantente alejado de mi habitación y de mi taller.

Mientras Itsuki pensaba en la advertencia de Tokiwa, su


silla rodó y golpeó la puerta. Cuando estaba a punto de
regresar, vio algo que le resultó familiar.

Una acuarela de color azul en un marco plateado. Itsuki


recordó vívidamente sus brillantes colores. ¿Por qué estaba ahí?

Se acercó sin pensarlo. Pronto estuvo en mitad del


estudio sosteniendo la pintura que conocía tan bien.

Itsuki la había pintado tiempo atrás. Y ahora, ¿Tokiwa


decoraba su estudio con ella? Itsuki la miró aturdido hasta
que una voz áspera lo trajo de regreso a la realidad.

29
—¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que te mantuvieras
alejado —gritó quitándole la pintura.

Itsuki miró tímidamente a Tokiwa y éste le devolvió la


mirada. De repente Tokiwa sacó a Itsuki del estudio y lo
condujo por el pasillo.

—¡Espera! Yo puedo… —rogó Itsuki, señalando al estudio.


Tokiwa no paró de empujar la silla de ruedas hasta que
llegaron a la sala de estar.

—Pe… pero, ¿por qué? Esa pintura es de hace tanto


tiempo… —soltó Itsuki antes de poder detenerse. Él había
pintado ese cuadro cuando era apenas un estudiante
vocacional. Por la misma época en que conoció a Tokiwa.

Tokiwa le había preguntado por la pintura e Itsuki se la


había dado como un regalo. Pero eso fue ocho largos años
atrás. Itsuki no había esperado verla en el estudio de Tokiwa.

—Así es, fue hace mucho tiempo —dijo Tokiwa con voz
baja, enviando escalofríos por la espalda de Itsuki. Tokiwa se
acercó a Itsuki dirigiéndole una mirada tan penetrante que
parecía atravesarlo.

—Me pediste que visitará a Yamabe —murmuro Tokiwa—


. Pero, ¿sabes para qué me quiere, Hashimoto? Y si lo sabes,
¿de verdad quieres llevarme allá?

—Sé que tiene negocios que tratar contigo —admitió


Itsuki—. Yamabe me lo dijo directamente.

—¿Sabes que Yamabe tiene cáncer terminal y que le


quedan sólo unos meses de vida? —insistió Tokiwa—. Él me
quiere dejar todas sus posesiones. ¿Sabes todo eso?

Itsuki asintió tristemente.

30
Yamabe se había empezado a sentir mal desde la
primavera pasada.

—Debo de estar volviéndome viejo —había dicho


Yamabe—. No quiero levantarme en las mañanas y estoy
cansado todo el tiempo.

Itsuki nunca había escuchado a Yamabe hablar así, ya


que era muy activo para su edad. Kasaoka estaba
preocupado también y los dos le habían rogado a Yamabe
que fuera al doctor.

Yamabe había rehusado firmemente, riéndose por el


escándalo que se armaba por algo sin importancia. Pero
hacia el final del otoño, el mismo Yamabe decidió ir al
médico. Itsuki permaneció con el sensei a través de todas las
pruebas. Los resultados llegaron una semana más tarde:
cáncer terminal.

Itsuki estaba sentado al lado de Yamabe cuando el


doctor le dio las malas noticias. Desde el comienzo hasta el
final, Yamabe mantuvo una expresión firme, haciéndole al
doctor unas cuantas preguntas. Cuando regresaron a la
casa, Itsuki le contó todo a Kasaoka.

—Él necesita poner sus cosas en orden —dijo


sensatamente Kasaoka—. No puede dejar esto a la suerte. No
le queda más que hacer su testamento.

Itsuki no sabía qué decir, pero Yamabe sí.

—Déjenle todo a Itsuki —insistió el sensei. Itsuki quería


desesperadamente decir que no, ¿pero cómo podría?

31
Como Tokiwa, Yamabe había sido siempre un solitario, sin
esposa, hijos o personas cercanas. Yamabe se había
involucrado con muchas mujeres a lo largo de los años, pero
ninguna de ellas le había dado hijos y él había perdido
contacto con sus parientes lejanos.

Más tarde, Yamabe cambió de opinión, decidió dejar su


taller y todo lo demás a Tokiwa.

—Necesito discutir esto en persona con él —dijo


Yamabe—. Díganle que venga.

Itsuki no tuvo más opción que aceptar e ir a la casa de


Tokiwa ese mismo día.

—El taller de Yamabe es una gran propiedad —dijo


Tokiwa, sonando más interesado—. También dirige una
compañía y tiene muchas acciones. Él pagará todos los
honorarios y los impuestos del derecho de herencia, y si no
quiero esas cosas, las puedo vender.

Eso eran noticias nuevas para Itsuki, pero no fue capaz


de responder. En cambio se quedó ahí, sintiéndose herido.
Tokiwa le dirigió otra mirada penetrante.

—¿Estás contento con esto? —preguntó Tokiwa.

Era una pregunta retórica, así que Itsuki no respondió de


inmediato. Después de un incómodo silencio, finalmente
respondió; —Para bien o para mal, ésa es la decisión de
Yamabe. No estoy en posición de discutirla.

—Entonces tiene que ver con tu posición, ¿huh? —siguió


Tokiwa—. ¿Exactamente cuánto tiempo te quedarás con él?

32
—Todo el tiempo que él me necesite. Ésa es mi
responsabilidad —dijo Itsuki sin asomo de duda. Era algo que
ya había decidido.

Tokiwa guardó silencio por un momento. Con los brazos


cruzados, miró intensamente a Itsuki en la silla de ruedas.

—Entonces, viniste aquí sabiendo todo esto —dijo


finalmente—. Él dijo que podría hacer lo que yo quisiera.

Itsuki sólo asintió.

—¿Pero tú me dejarás hacer lo que yo quiera? Ésa es la


verdadera pregunta aquí —señaló Tokiwa
intencionadamente. El ambiente en la habitación estaba
cambiando rápidamente.

Itsuki se congeló por un momento e instintivamente


agarró las ruedas de su silla. Justo cuando estaba a punto de
escapar, Tokiwa agarró la silla y la jaló hacia él. Antes de que
Itsuki pudiera protestar, Tokiwa le dio un beso que le quitó la
respiración.

—¡Nooooo! —protestó. Pero, ¿estaba protestando o sólo


gritando?

Mientras Itsuki movía su cabeza con incredulidad, Tokiwa


lo tomó del cuello. Itsuki trató de apartarlo, pero Tokiwa siguió
mordisqueando sus labios.

Finalmente, Tokiwa se detuvo dándole a Itsuki tiempo de


respirar. Itsuki parecía como si estuviera a punto de
desmayarse, incluso su visión estaba borrosa. Sentía como si
estuviera a punto de salir flotando de la silla de ruedas
mientras el cielo raso giraba sobre él. De repente, Tokiwa lo
levantó.

33
—No luches o te dejaré caer —dijo Tokiwa
sombríamente. Lo echó sobre su hombro y lo llevó fuera de la
sala de estar.

Itsuki se abrazó a los anchos hombros de Tokiwa mientras


iban por el pasillo.

Él es más fuerte de lo que parece, comprendió Itsuki, sintiéndose


asustado. Tokiwa lo llevó a su cuarto y lo puso en la cama.

Itsuki se llenó de miedo al ver a Tokiwa encima de él.


Tokiwa tomó las muñecas de Itsuki con una mano y las
sostuvo sobre su cabeza. Sosteniendo la mandíbula de Itsuki
con su otra mano, Tokiwa intentó robarle la respiración otra
vez.

Anticipando otro beso, Itsuki volteó su cabeza, sólo para


que el otro la devolviera a su lugar bruscamente. Tokiwa
estaba tan cerca que Itsuki podía sentir su respiración y se
olvidó completamente de cómo moverse. Tokiwa probó la
boca de Itsuki, atrapando su lengua con la suya. Primero
succionó fuerte, después gentilmente lo mordisqueo con sus
dientes, haciendo que todo el cuerpo de Itsuki temblara. Itsuki
gimió, incapaz de respirar, pero en vez de dejarlo ir, Tokiwa
aumentó su juego.

Tokiwa finalmente lo soltó después de otro beso largo y


profundo. Itsuki jadeó al sentir como Tokiwa descendía de su
mandíbula a su cuello. Tokiwa lo cubrió de besos y después
trazó la línea de sus doloridos labios con la punta de sus
dedos. El dolor se mezcló con otra sensación, Itsuki sintió su
mirada borrosa otra vez.

—¡Ohh! —se escuchó gemir al sentir que Tokiwa le


apretaba las caderas a través de la ropa. De repente, esas
manos vagaron aún más abajo. Itsuki tembló al encontrar la
cruel mirada de Tokiwa.

34
—¡Ahh! ¡Tokiwa—sensei! ¡Deténgase! —rogó.

Pero Tokiwa no soltó sus muñecas. Mientras Itsuki trataba


de soltarse, Tokiwa presionó su cuerpo contra el de Itsuki.
Sorpresivamente la mano de Tokiwa se hundió dentro de los
pantalones prestados de Itsuki y lo tocó allí.

El impacto fue tan intenso que Itsuki sintió como si


hubiese sido golpeado en la cabeza con un objeto
contundente. No podía creer lo que le estaba sucediendo a
su cuerpo en ese momento. Además, tenía el terrible
presentimiento de saber qué se proponía hacer Tokiwa
después de eso.

Tokiwa mordisqueó el oído de Itsuki y trazó su forma con


su lengua. Itsuki escuchó un sonido húmedo al sentir como
Tokiwa mordía su lóbulo. Sintió escalofríos desde su cuello
hasta su espalda.

—¡No! ¡Detente! —rogó Itsuki. Su voz entrecortada le


sonaba extraña incluso a él mismo, como si fuera la voz de
alguien más.

Avivando las llamas de la pasión de Itsuki, Tokiwa


encontró su objetivo con sorprendente precisión. Era la
primera vez que una persona lo tocaba allí y el cuerpo de
Itsuki respondió instintivamente. Tokiwa siguió succionando su
oído y cuello haciéndolo retorcerse.

Itsuki sabía que ahora no había vuelta atrás. Y mientras la


sensación crecía más y más intensamente, su cuerpo empezó
a estremecerse con calor. Él carecía de la fuerza para
rechazar a Tokiwa y por eso se aferró a las sábanas.

—¡Tokiwa—sensei, por favor deténgase, necesitamos


hablar! —suplicó Itsuki, pero Tokiwa ignoró sus ruegos.

35
Las mismas manos que una vez habían creado el arte
que Itsuki había amado y querido, ahora lo hacían ponerse
enfermo al sentir cómo Tokiwa lo tocaba allá abajo.

Con el movimiento de las manos de Tokiwa, Itsuki fue


incapaz de frenar sus gemidos. Se sentía atormentado por
una fiebre que se volvía cada vez más ardiente. La voz de
Itsuki se convirtió en un lamento, pero ni eso detuvo a Tokiwa.
Ahora Itsuki comenzó a balbucear incoherentemente,
rogándole a Tokiwa que lo liberara, hasta que finalmente
explotó en las manos de Tokiwa.

—¡Aaaaahhhh!

Itsuki escuchó su propia respiración entrecortada


mientras su cuerpo entero temblaba y se estremecía. De
repente, escuchó el sonido de ropa siéndole quitada. Giró la
cabeza y jadeó ante la visión.

Tokiwa estaba en sus rodillas, atrapando a Itsuki mientras


quitaba su suéter. Mirar los anchos hombros y el flexible
cuerpo de Tokiwa le provocó un temblar en todo su cuerpo.
Antes de que su cerebro tuviera tiempo de pensar, su cuerpo
se movió, luchando por salir de debajo del cuerpo de Tokiwa.

Itsuki logró sacar sus piernas de la cama. Pero cuando sus


piernas golpearon el suelo, Itsuki sintió como si le hubieran
pegado con un martillo. Se dobló por el dolor y cayó al suelo.
Sintió un silbido horrible en los oídos. Se acurrucó en posición
fetal, intentado reprimir un grito. A través de su nublada visión
vio un par de piernas. Rápidamente Tokiwa lo levantó y lo
volvió a poner en la cama. Tokiwa se veía muy enojado
aunque su toque era muy gentil. Itsuki dio un respingo cuando
Tokiwa colocó delicadamente sus piernas en la cama.

—¿De verdad te doy tanto asco? —siseó Tokiwa.

36
Aunque sabía que Tokiwa lo odiaba, Itsuki nunca lo había
escuchado hablar así. Su corazón sufrió al saber qué tan
indiferente se sentía Tokiwa hacia él.

—Tú eres sólo otra pieza de mi propiedad —soltó Tokiwa


con desprecio y con una mirada de rabia—. Entre más rápido
lo entiendas mejor estarás. Ya intentaste escapar de mí una
vez, ¿recuerdas?

¿Por qué está actuando así?, pensó Itsuki desesperadamente,


incapaz de hablar.

Él sabía que al verlos, la gente inmediatamente pensaba


que él era el amante de Yamabe. Itsuki estaba íntimamente
ligado a la vida de Yamabe, así que la gente sumaba dos
más dos. Como un empleado de Yamabe, Itsuki nunca
estaba seguro de lo que él pensaba en verdad. Ésa era la
realidad de su situación. No tenía nada que ver con Tokiwa.

—Sí, de verdad me das asco — respondió finalmente


Itsuki. Le arrojó una almohada a Tokiwa y movió sus piernas
ignorando el acribillante dolor. Iba a salir de ahí aunque
tuviera que arrastrarse. Escuchó a Tokiwa chasquear su
lengua en señal de desaprobación.

Tokiwa agarró el brazo de Itsuki y lo jaló de vuelta a la


cama. Se puso a horcajadas en los muslos de Itsuki, lo recostó
en la cama y le ató las muñecas con una tela. La cabeza de
Itsuki daba vueltas con dolor y confusión. El Tokiwa que
estaba ahora frente a él era muy diferente del que había
conocido en el pasado.

—¡Tokiwa—sensei!, ¿por qué está haciendo esto? —


preguntó Itsuki.

—Deja de moverte o terminarás hiriéndote otra vez.


Ahora, sé un buen chico y gírate —dijo Tokiwa seriamente.

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38
Itsuki sacudia la cabeza violentamente. Tokiwa lo besó
profundamente, después le abrió la boca con un dedo. Itsuki
podía sentir el sabor del tabaco cuando sus lenguas se
entrelazaron en un beso profundo. Sintiendo que le faltaba
aire respiró profundamente cuando Tokiwa finalmente lo
liberó.

Las manos de Tokiwa entraron bajo la camisa de Itsuki y


acariciaron su pecho y estómago. Mientras Tokiwa hacía un
camino de besos por su torso, la piel de Itsuki empezó a
responder. Tokiwa le bajó los pantalones deportivos y acarició
sus muslos con manos frías. En ese momento Itsuki supo que
Tokiwa no se detendría. Sintió la sangre congelarse en sus
venas.

Su inútil resistencia lo habían dejado sin fuerza alguna y


su pierna izquierda le dolía más que nunca. Pero aún así sintió
cómo se levantaba una erección en su entrepierna mientras
su sangre punzaba en sus oídos. Incapaz de moverse, resistió
al sentir cómo mordisqueaba su estómago, sabiendo que
Tokiwa se dirigía más al sur.

Alcanzándolo con su gran mano, Tokiwa apretó


suavemente el miembro de Itsuki, el cual estaba ya
completamente erecto debido a la continua estimulación.
Itsuki tembló al sentir un dedo que buscaba la abertura entre
sus nalgas, abrió su boca para protestar pero Tokiwa lo
silenció con otro beso.

Los dedos que habían creado el arte que Itsuki amaba


tanto, ahora penetraron ese inimaginable lugar, elevando su
pasión.

—No, no… —rogó Itsuki con voz ronca al sentir que


Tokiwa le levantaba las rodillas. Cuando lo penetró, Itsuki
experimentó una mezcla de intensa excitación e inmenso

39
dolor. Se sentía totalmente separado de su cuerpo, como si
no fuera el suyo.

Incapaz de decir algo, jadeó en busca de aire. Tokiwa


mordió tiernamente sus labios y exploró las profundidades de
su boca. No había nada que Itsuki pudiera hacer. Era tonto
intentar protestar.

Sólo soy un juguete para ellos, pensó Itsuki derrotado. Primero con
Yamabe y ahora con Tokiwa. Él debería haberlo sabido
desde el principio, pero el comprenderlo tan de repente fue
como un golpe al corazón.

Abrazado fuertemente por los brazos de Tokiwa y


arrastrado por oleadas de placer, una tras otra, Itsuki sintió
que sus ojos se calentaban como si fuera a llorar. Él sabía que
era raro que un juguete llorara, así que valientemente las
contuvo, mirando a su captor con mirada borrosa.

¿Quién es esta persona? se preguntó inútilmente. Desde las


profundidades de su brumosa conciencia, Itsuki escuchó su
nombre.

—Itsuki, Itsuki —repetía Tokiwa.

Él no me llama Hashimoto, pensó Itsuki.

Mientras Tokiwa le besaba los labios gentilmente, Itsuki


recordó su primer beso, allá en esos días cuando todavía
eran amigos.

40
okiwa e Itsuki se conocieron en primavera ocho atrás.
Por ese tiempo Itsuki estudiaba en la escuela
vocacional y tenía un amigo que trabajaba en el Mercado
de las Pulgas. Su amigo siempre lo invitaba, pero ese día Itsuki
fue solo. Él vagó por el mercado si prestar de verdad a algo,
solo esperando que algo especial llamara su atención.

Pronto el divisó una escultura de madera, la cabeza de


una ave tallada en una elaborada forma geométrica. Desde
el momento que Itsuki la vio, supo que tenía que tenerla.
Usualmente no se siente así sobre las cosas en el mercado de
las pulgas, así que no le importo si era costosa.

La escultura era de alta así como los hombros de Itsuki


eran anchos y más pesada de lo que esperaba. Él busco el
precio, pero solo encontró el nombre ―Tótem. Itsuki miro
alrededor buscando al vendedor y vio a un aburrido Tokiwa.
Cuando Itsuki preguntó el precio, Tokiwa lo miro
indiferentemente y dijo rápidamente un número de cinco
dígitos.

Aunque Itsuki tenía un trabajo de medio tiempo, el precio


era demasiado para él. Pero tal vez podría derrochar un
poco solo una vez ya que la escultura había llamado su
atención.

Itsuki sacó algunos billetes de su cartera. Tokiwa le dio el


tótem sin siquiera envolverlo y metió los billetes en su bolsillo.

— ¿La persona qué la hizo está por aquí? Itsuki preguntó.

Tokiwa frunció el entrecejo pero no dijo nada.

41
Itsuki se acobardó, pero él de verdad quería saber. —
¿Crees que le importará si lo pinto? Preguntó.

Finalmente Tokiwa se vio interesado y miro a Itsuki por


primera vez. —Pagaste por ella, ¿verdad? Haz lo que quieras
con ella.

—Así, pero no me gustaría pintarla sin el permiso del


artista— Dijo educadamente.

Itsuki había disfrutado el pintar desde que era muy


pequeño. Pero sintió que no encajaba en el club de arte de
la secundaria y no pudo unirse al el club en la preparatoria
por que no tenía dinero para comprar los materiales. Él
estudió acuarelas después de la preparatoria pero nunca
pudo pagar clases formales.

Itsuki hizo las cosas a su manera y uso técnicas que él


mismo había creado, por esa razón, él no quería alterar la
estatua sin permiso del autor.

—Haz lo que quieras con ella —Tokiwa dijo.

Pero Itsuki había comprado la pieza por que había


llamado su atención y no quería sobrepasarse.

—Una vez que se vendió, vendido está. —Tokiwa dijo


divertido. —Pagaste por ella, haz lo que quieras con ella.
Adelante, lúcete.

De repente, Itsuki comprendió que el misterioso escultor


estaba frente a él.

Tokiwa le dejo una gran impresión ese día pero Itsuki


pensó que nunca lo volvería a ver. Por esa razón fue
gratamente sorprendido cuando vio la misma malhumorada
cara unas semanas después en otro mercado de pulgas.

42
Tokiwa también lo reconoció cuando él se acerco a
saludar a su puesto.

— ¿Ya la pintaste? —Pregunto Tokiwa.

Itsuki asintió.

— ¿De qué color? Preguntó.

Itsuki lo pensó un minuto y saco un cuaderno de dibujo


que siempre llevaba con él. Rápidamente dibujo el tótem y lo
pinto con lápices de colores.

Él se lo mostro enseguida a Tokiwa ya que tal vez no


tuviera la oportunidad de volver a encontrase. Itsuki quería
mostrarle que colores usó.

Pero Itsuki comprendió que Tokiwa solo estaba siendo


cortes. Cuando Itsuki le mostro el cuaderno de dibujo, Tokiwa
levanto sus cejas de una manera exagerada. Para un artista
tan talentoso como Tokiwa los dibujos de Itsuki le deben
parecer lo de un simple novato. Itsuki se sonrojo y sintió deseos
de escapar.

Por un momento Tokiwa no hablo y cuando lo hizo, hablo


con una voz profunda

— ¿Dónde vives?

— ¿HUH? Preguntó Itsuki tontamente

Tokiwa solo lo miro fijamente.

—Me gustaría conocer este lugar de verdad — Dijo


señalando un dibujo hecho en un exterior. — ¿Puedes
mostrármelo alguna vez?

Después señalo el dibujo del Tótem.

43
— ¿Y puedes venderme ese? — Preguntó
sorpresivamente.

A Itsuki no le importaba mostrarle el objeto real a Tokiwa


pero se sintió raro cuando él le pidió que le vendiera le dibujo.
Aunque Itsuki intentó negarse, Tokiwa fue muy persistente. Al
final, intercambiaron teléfonos e Itsuki prometió a Tokiwa que
pintaría otra versión del tótem para él.

Se reunieron una semana más tarde e Itsuki supo que


Tokiwa era un graduado de la escuela de Arte que estudiaba
con un famoso escultor.

— Nunca he estudiado arte formalmente, soy auto


didacta. — Itsuki dijo como disculpándose cuando le entrego
la nueva acuarela a Tokiwa. Le preocupaba que Tokiwa se la
devolviera con desdén.

Tokiwa estudio en silencio el dibujo de Itsuki que estaba


entre las hojas de su cuaderno de dibujo. Después miro a Itsuki
en los ojos y le dio las gracias.

La siguiente vez que se encontraron, Tokiwa le preguntó


si tenía algún deseo de estudiar arte.

— Soy demasiado egoísta para que funcione.

— Itsuki dijo riéndose tristemente. — Solo puedo pintar


cosas que de verdad me interesen.

Las experiencias de Itsuki con el arte no eran


enteramente positivas. Sus instructores criticaban
frecuentemente su uso del color. Según su ánimo, él podía
agregar otra capa de color encima de la primera, creando
una pintura completamente diferente.

En la escuela, él se tenía que limitar únicamente a los


temas que el instructor escogiera. En los clubes cuando el

44
pintaba lo que quería, sus compañeros también lo criticaban.
Como resultado, para Itsuki ―pintar en la escuela fue una
experiencia poco encantadora.

Él pintaba afanosamente en las páginas de su cuaderno


pero nadie a parte de su familia lo felicitaba por su trabajo
con el arte. Estas experiencia lo habían llevado a pensar en el
pintar como ―solo un hobby, estaba bien para él.

— A demás. — Itsuki continúo. — Me gusta lo que estoy


estudiando ahora mismo. Si comenzara a estudiar a ahora,
terminaría como un artista mediocre. Tal vez lo haré más
adelante si tengo la oportunidad.

— Como sea. —Respondió Tokiwa.

Itsuki sintió un aguijonazo de culpa.

—Discúlpame, fue muy amable de tu parte sugerirlo.

—No hay problema. —Dijo Tokiwa. —Nadie puede


decirte que debes hacer, es tu decisión. Pero de verdad me
gusta la forma en que usas el color. Sería un desperdicio ver
tu arte como solo un ―hobby.

De repente Itsuki se sintió muy feliz.

El tótem que Tokiwa había hecho solo por diversión se


convirtió en la semilla de su relación. Como estudiante,
Tokiwa esculpía con acero, aluminio y concreto pero algunas
veces usaba madera para su disfrute.

—Le preste eso a un amigo como decoración para su


mesa. —Tokiwa admitió. —Nunca esperé que alguien lo
comprara.

Esa fue la primera y última vez que Tokiwa vendiera una


escultura de madera. Había sido pura suerte el que hubiera

45
estado en el stand en vez de su amigo cuando Itsuki pasó por
ahí. Nunca lo hubiera vendido de otra manera.

A partir de ese momento Itsuki y Tokiwa se encontraron


varias veces al mes. Tokiwa se veía muy viejo como para
llamarlo ―amigo e Itsuki no estaba del todo seguro de por
qué lo incluía en su vida. Pero él de verdad disfrutaba del
tiempo que pasaban juntos. Después de dos meses, se dio
cuenta de que esperaba con ansias sus encuentros con
Tokiwa.

Ellos iban a museos, galerías y lugares de los que Itsuki


nunca había escuchado antes. Muy pronto, Itsuki empezó a
ver a la escultura y arquitectura de una manera enteramente
nueva. El tiempo era muy diferente cuando lo pasaba con
Tokiwa.

Itsuki nunca se cansaba de ir a galerías con Tokiwa y


visitar a sus amigos. Él escuchaba sus discusiones, las cuales
estaban llenas de jerga artística, y gradualmente fue capaz
de poner sus propias impresiones en palabras. Cuando Itsuki
trataba de entrar en estas conversaciones, Tokiwa solo
sonreía.

— Es suficiente con solo dejar impresiones. — Tokiwa dijo.


— Lo que realmente importa es encontrar algo que tenga un
impacto emocional en ti. Pero cuando se llega a una charla
técnica, participa solo si quieres. Si no te interesa, déjalo
pasar.

Tokiwa raramente ofrecía comentarios sobre arte, incluso


si era sobre obras en las que él hubiera participado. Si Itsuki se
interesaba en algo, Tokiwa pacientemente le respondía sus
preguntas, pero nunca lo abrumaba con su conocimiento.
Hacia lo mismo con las pinturas de Itsuki, daba su ―opinión
personal y hay lo dejaba.

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Tokiwa compartió su arte con Itsuki en varias
oportunidades. Sus trabajos en progreso eran creados a base
de acero y concreto, pero tenían líneas delicadas. Antes de
que pasara mucho tiempo, Itsuki se moría por ver las obras
terminadas.

Cuando la estación cambió a verano, Itsuki no dudaba


más en enseñarle sus pinturas a Tokiwa. Habían mejorado
muchísimo desde aquellos bosquejos que hacía al principio.

Los bosquejos de Tokiwa, por otro lado, eran muy


diferentes a los de Itsuki. Estos permitían a Tokiwa tener una
idea de la forma y medidas de la pieza e Itsuki adoraba
verlos.

Cuando Tokiwa comenzó a llamarle por su primer


nombre, Itsuki tuvo la esperanza de que Tokiwa lo considerara
un verdadero amigo. Tokiwa le confirmó sus deseos ese otoño
cuando le confesó que sentía lo mismo.

Itsuki no recordaba todos los detalles, pero a la mitad de


esa conversación, Tokiwa comenzó a verle de manera
distinta. Aun cuando había ocurrido hacía ocho años, esa
escena aún se encontraba fresca en la memoria de Itsuki.

—Me gustas, Itsuki— confesó Tokiwa inesperadamente—.


No como un amigo, sino con un interés romántico. Sé que tal
vez me rechaces, pero no me importa.

Impresionado por esa revelación, Itsuki fue incapaz de


responderle

—Este… Tokiwa, ¿esto significa que a ti… eh… te gustan


los hombres? —preguntó Itsuki lleno de nervios. Las palabras
que había pronunciado estaban un poco fuera de lugar.

Tokiwa alzó las cejas. —Supongo que puedes decir eso. Y


en cuanto a hombres se refiere, tengo mis preferencias.

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Itsuki se disculpó eufóricamente haciendo que Tokiwa
riera.

—No luces incomodo —observó Tokiwa.

—No me molesta— respondió Itsuki viendo hacia abajo.

—Puedo ser sorprendentemente paciente —Tokiwa dijo


con gentileza—. No te preocupes ahora. Pero algún día me
gustaría saber si estás interesado en mí en ese sentido.

Los labios de Tokiwa formaron una sonrisa. Viendo


directamente a Itsuki continuó hablando con franqueza.

—Tal vez estoy siendo egoísta, pero me gustas


demasiado como para seguir fingiendo que somos
simplemente amigos. Pero si no te sientes de la misma forma,
por favor dímelo lo más pronto posible.

Desde ese momento Tokiwa no lo presionó para que le


diera una respuesta, Itsuki continuó pasando tiempo con él.
Tokiwa se comportaba más afectuoso, tocando sus brazos y
hombros cuando caminaban; pero por otra parte, las cosas
permanecieron iguales hasta un día a principios de
diciembre.

A último minuto Tokiwa debió cancelar sus planes para


ese fin de semana debido a un compromiso de trabajo. Sus
horarios no estaban sincronizados y ahora sólo podían verse
una vez al mes.

El maestro escultor del taller donde Tokiwa trabajaba


había sido invitado a crear una obra para conmemorar un
nuevo puente. El horario del proyecto era irregular,
dependiendo del clima. No se permitía el ingreso a nadie

48
fuera del personal autorizado, así que el trabajo únicamente
podía ser observado a distancia. Sin embargo Tokiwa invitó a
Itsuki a visitarle ahí e Itsuki aceptó felizmente.

Itsuki amaba observar algo cuando estaba en proceso


de creación y todavía más si era algo hecho por Tokiwa.
Tomaba el expreso matutino y un autobús para llegar al sitio.

Viendo el proyecto desde la distancia, Itsuki observaba


cómo el acero y el concreto se unían para formar un solo
objeto. Se divertía imaginando cómo luciría la obra
terminada y con orgullo localizaba a Tokiwa entre la multitud
de trabajadores, luciendo tan pequeño como la yema de un
dedo.

Tokiwa le envía un mensaje de texto alrededor de la hora


del almuerzo, diciéndole dónde podían reunirse. Lucía distinto
en sus sucias ropas de trabajo y ese día parecía estar
demasiado inquieto.

—Nos juntamos al finalizar el trabajo ¿cierto?— le


preguntó Tokiwa.

—De acuerdo.

Mientras observaba cómo Tokiwa regresaba al lugar del


trabajo, Itsuki estaba emocionado al pensar en su cita
después de la jornada.

Tokiwa y los otros habían completado el primer paso del


proceso al principio de la tarde. Itsuki vio cómo recogían
todos los materiales del sitio de trabajo durante las siguientes
horas.

Cuando empezó a oscurecer, Tokiwa se encontró con


Itsuki en el lugar designado.

49
—¿Me extrañaste?— bromeó Tokiwa—. ¿Dibujaste algo
mientras esperabas por mí?

Itsuki asintió vagamente.

—Entonces, muéstramelo.

—Tal vez luego— respondió Itsuki. Era sólo un dibujo


embellecido con algunos colores de sus crayones de madera.
Planeaba rehacerlo con acuarelas, pero Tokiwa quería verlo
ahora.

No importaba si se encontraba observando un bosquejo


o una inmensa escultura, la expresión de Tokiwa cambiaba
dramáticamente cuando se trataba de arte, por lo general
sus hermosas facciones y su seriedad hacían que luciera
inalcanzable. Eso se confirmaba en momentos como ese, sus
ojos lucían capaces de cortarte a la mitad si lo tocabas de la
manera incorrecta.

Tokiwa observó el bosquejo en silencio, luego observó a


Itsuki.

—Cuando lo hagas con acuarelas también quiero verlo


—dijo.

—Seguro— respondió Itsuki titubeando—. Pero no estoy


seguro de que sea lo suficientemente bueno como para
llevarlo al siguiente nivel.

—Solamente tú piensas esas cosas. Estoy esperando


verlo. —Tokiwa rió y desarregló el cabello de Itsuki
juguetonamente. Itsuki sabía que Tokiwa no mentía y se sintió
un poco avergonzado.

—¿Nos vamos a casa? —dijo Tokiwa—. Colócate tu


chaqueta así no atraparás un resfriado.

50
Tokiwa le pasó un casco de motocicleta, luego guió a
Itsuki hacia su enorme motocicleta. Itsuki ya se había subido
en ella en varias ocasiones, sin embargo en esos momentos se
encontraba titubeante.

Sus compañeros deben de venir acá en auto, pensó Itsuki. Quería


rehusarse a que Tokiwa le llevara a su casa. Era demasiado
lejos. Además era probable que Tokiwa estuviera exhausto. En
verdad no debería estar consintiendo a Itsuki con esas cosas.

—Aún puedo tomar el autobús —dijo Itsuki—. Revisé el


horario del tren.

—No me tengo que desviar tanto. Deja que te lleve a tu


casa —insistió Tokiwa.

Itsuki se subió al asiento trasero, pero no colocó sus


brazos alrededor de la amplia espalda de Tokiwa.

Tomaron un atajo por una ruta a la orilla del mar. Para el


momento en el que Tokiwa se detuvo en el parque cerca de
la casa de Itsuki, el cielo estaba completamente oscuro.

—Te lo agradezco —dijo Itsuki—. Fue divertido.

Tokiwa sonrió suavemente. Pero cuando Itsuki vio


tímidamente hacia abajo, Tokiwa colocó su gran mano en su
barbilla, levantó su rostro y lo besó con ternura. Itsuki se sintió
sorprendido y confuso.

Tokiwa tomó ambas manos de Itsuki, lo acercó y lo besó


más apasionadamente. Esta nueva sensación envió
escalofríos por toda la espina dorsal de Itsuki. Finalmente su
beso terminó e Itsuki fue capaz de respirar nuevamente.

—Qué… estás… ¡detente! —gritó Itsuki.

Tokiwa lo ignoró silenciando sus suplicas con otro beso.


Delineó los labios de Itsuki con su tibia lengua, provocando

51
52
temblores por todo el cuerpo de Itsuki. Mientras sus lenguas se
entrelazaban, Tokiwa le mordió suavemente convirtiendo el
beso en un deporte de contacto.

—Oooohhh… aaaahhh… —Itsuki gimió. Le parecía que


su voz sonaba un poco femenina, pero dentro de su cabeza
se sentía mareado.

Flotando a través de su conciencia, Itsuki sintió los


poderosos brazos de Tokiwa sosteniendo su cintura tan
fuertemente que casi dolía. Itsuki también había sentido su
primer sabor a tabaco. Tokiwa le estaba viendo de tan cerca
que no podía pensar en nada más.

—Itsuki —Tokiwa le susurró al oído.

Aún cuando había escuchado esa voz tan familiar decir


su nombre con anterioridad, su espina dorsal se electrificó.
Toda su resistencia fue olvidada, Itsuki se aferró a las mangas
de Tokiwa. Cuando por fin sus labios se separaron, Tokiwa dio
pequeños besos a la orilla de los labios de Itsuki, haciéndole
regresar a sus sentidos.

Ahora, Tokiwa parecía preocupado. Itsuki sintió cómo su


rostro enrojecía mientras le miraba.

Itsuki se volteó y salió huyendo, incapaz de volver a verle.

—Te llamaré —gritó Tokiwa cuando éste se fue.

Aunque era capaz de seguir huyendo, Itsuki se detuvo y


volteó a verle. Tokiwa se encontraba parado. Itsuki se forzó a
asentir.

Me gustas, Itsuki. No como un amigo, sino como algo más. Sé que tal vez me
rechaces, pero no me importa.

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En esos momentos, Itsuki entendió el significado de las
palabras de Tokiwa.

No volvieron a juntarse sino hasta dos semanas después,


Itsuki temía lo que diría o cómo actuaria cuando estuviera
con Tokiwa. Todo lo que podía pensar era en volver a verle.
Para su sorpresa, el beso no le había molestado.

Itsuki había perdido a su padre cuando era joven, él y su


hermana menor habían sido criados por su madre viuda.
Desde la preparatoria, había hecho trabajos de medio—
tiempo para ayudar con los gastos de la casa. Itsuki no tenía
abuelos, ni nadie más que pudiera ayudarles, así que siempre
había puesto a su familia antes que a nadie. Como resultado,
jamás había tenido una cita o se había enamorado de
alguna chica.

Esos nuevos sentimientos por Tokiwa eran confusos y


necesitaba tiempo para comprenderlos.
Desafortunadamente no lo tuvo.

Dos días después, Itsuki llegó a casa para encontrarse


con su madre y hermana muertas del miedo mientras el
teléfono continuaba timbrando. Su madre lloraba mientras
continuaba repitiendo nombres de unos familiares lejanos.

Itsuki luego comprendió que la pareja de esposos había


desaparecido.

Después de la accidental muerte de su padre, la pareja


les había ayudado en momentos de necesidad. Itsuki sabía
que su madre dependía de ellos, pero su reacción ante su
desaparición era extrema. La razón de su reacción fue
claramente explicada por la temible voz del teléfono.

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La pareja era dueña de una fábrica en un pequeño
pueblo. En el pasado había sido exitosa, pero últimamente
luchaban para mantenerse a flote. Habían pedido prestadas
grandes sumas de dinero y aún así no habían obtenido
ganancias. Finalmente vendieron la fábrica y desaparecieron
para escapar de sus deudas.

La familia de Itsuki no tenía relación con eso, mientras le


explicaba a la persona del teléfono.

El hombre únicamente le respondió con una amarga


sonrisa.

—Tu madre es la fiadora de su propiedad. Ella tiene


completa y total responsabilidad —dijo amargamente.

La madre de Itsuki juró no saber nada al respecto, pero la


pareja le había pedido al padre de Itsuki que fuera fiador
antes de que él muriera.

La familia de Itsuki había vivido pobremente en un


apartamento de dos habitaciones, apenas sobreviviendo con
el salario de oficina de su madre y el dinero que Itsuki traía de
su trabajo de medio tiempo.

Sin ahorros, no eran capaces de pagar por lo menos el


interés mensual que se acumulaba de la deuda. Itsuki dejó la
escuela una semana después para buscar un empleo de
trabajo completo, mientras aún conservaba su trabajo de
medio tiempo.

Su madre consiguió un trabajo extra y dejó de sonreír e


incluso hablar. Pronto la salud mental de Itsuki también
comenzó a fallar. Estaba demasiado ocupado para notar
que su hermana menor se deprimía cada día más. No tenían
a nadie a quien pedirle dinero ya que todos sus abuelos
había muerto.

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La madre de Itsuki comenzó a enfermarse unas semanas
más tarde. Todo el estrés estaba cobrando su precio en su
cuerpo y ahora había dejado de comer y dormir. Pronto, Itsuki
había perdido toda esperanza.

Mientras la condición de su madre empeoró, comenzó a


tomar el hábito de quedarse en casa durmiendo en vez de ir
a trabajar. Itsuki estaba demasiado ocupado trabajando, así
que le confió su cuidado a su hermana menor, quien le
esperaba despierta cada noche.

—Mi mamá está actuando extraño, creo que le pasa


algo raro —dijo.

—Le hablaré mañana —prometió Itsuki y lo dejó ahí. La


verdad era que Itsuki resentía el hecho de que tuviera que
trabajar por largas horas para que su madre pudiera
quedarse en casa y dormir.

Después de dos meses, una solución se le presentó. El día


anterior a su cita con Tokiwa, la madre de Itsuki intentó
suicidarse. Subió las escaleras de emergencia hacia la terraza
y saltó. Su hermana llamó a la ambulancia, luego a Itsuki a su
trabajo. Cuando vio a Itsuki acercarse, los largos meses de
tensión finalmente se hicieron sentir. Comenzó a llorar
descontroladamente, completamente inconsolable.

Su madre estaba severamente herida, requería cirugía y


hospitalización. El doctor aconsejó también un tratamiento
para su hermana. No podía ser dejada a solas con su madre y
debía pasar un tiempo con familiares de ser posible.

Itsuki estaba sorprendido al escuchar a su madre decir: —


Desearía haber muerto. —Y— Si no estuviera viva, la vida sería
más fácil para mi hijo.

Luego comenzaba a llorar sin previo aviso, después se


ponía a ver hacia la pared y se susurraba palabras. Su

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hermana menor ya no deseaba ingresar a la habitación del
hospital para ver a su madre, pero Itsuki estaba demasiado
asustado para dejarla sola.

Esa noche, mientras su hermana se estaba durmiendo


aferrándose a su camisa, Itsuki se preguntaba qué podía
hacer. Las facturas médicas de su madre iban en aumento.
Aún si se recuperaba por completo, no sería capaz de
regresar a trabajar. A partir de ese momento, su familia
debería sobrevivir únicamente con los ingresos de Itsuki.

Su hermana acababa de ingresar a una escuela pública


gratuita. Para cuando ella se graduara, Itsuki pensaba que él
sería capaz de haber conseguido un trabajo estable. Él sabía
que su hermana soñaba con ir a la universidad y quería hacer
realidad su sueño.

Mientras más pensaba en ello, más deprimido se sentía.


Después, inesperadamente Yamabe apareció en su vida.

Itsuki sabía acerca de Yasuyuki Yamabe. Sabía que era


un famoso escultor que enseñaba en un taller del cual Tokiwa
era aprendiz. Itsuki jamás le había conocido en persona y no
sabía qué pensar de su visita.

Tokiwa era el único vínculo entre ellos, pero Itsuki no le


había visto desde aquella noche en la motocicleta. Una de
sus citas con Tokiwa fue pospuesta debido a trabajo, luego la
otra por su madre que había intentado suicidarse. Tokiwa no
usaba su celular mientras trabaja así que era difícil
contactarse con él.

Itsuki jamás le contó a Tokiwa de su situación en casa. No


se sentía cómodo discutiéndolo, aún con aquellos amigos
que ya lo sabían.

—Lamento que mi horario esté muy ocupado ahora —le


dijo a Tokiwa.

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—Lo comprendo. Llámame cuando tengas tiempo —
respondió Tokiwa.

Sus sentimientos por Itsuki no habían cambiado.

Pero, ¿por qué rayos querría verlo Yamabe? El gran


maestro artista parecía sentir la incertidumbre de Itsuki.

—Te he visto hablar con Tokiwa cerca del lugar de


trabajo —explicó.

Itsuki estaba sorprendido, pero no dijo nada.

—Buscas un trabajo, ¿cierto? —Yamabe continuó


hablando—. Entonces, ¿por qué no trabajas para mí? Puedes
ser mi asistente personal.

Itsuki no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

Debo estar soñando, pensó. Yamabe quería que Itsuki


viviera y trabajara en su casa. Le pagaría un excelente salario
aparte de un lugar gratis donde vivir.

Yamabe también prometió transferir a la madre de Itsuki


a un mejor hospital, contratar una enfermera privada si era
necesario y pagar todas las facturas médicas. Y que cuando
la madre de Itsuki fuera dada de alta, si lo era, Yamabe
pagaría sus gastos mientras Itsuki trabajara para él. Yamabe
también enviaría a su hermana a un internado de élite,
donde se le daría la educación adecuada hasta que
estuviera lista para irse a la universidad.

—Y en lo que se refiere a la deuda de tu madre, también


me haré cargo de eso. ¿Hay algún otro problema financiero
con el que necesites ayuda? —preguntó Yamabe
suavemente.

Itsuki sintió un frío recorrer todo su cuerpo. Lo que


Yamabe ofrecía era demasiado bueno para ser verdad,

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debía haber algún tipo de truco en eso. Itsuki lo sabía
instintivamente, a pesar de su completo cansancio.

Yamabe rió al ver el rostro lleno de dudas de Itsuki y le


explicó las condiciones de su oferta.

—Puedes trabajar para mí todo el tiempo que quieras.


Faltan seis años para que tu hermana se gradúe de la
universidad, así que digamos que serán mínimo seis años. Pero
recuerda esto: cuando vivas conmigo, deberás obedecerme
completamente. Controlaré cada aspecto de tu
comportamiento, desde la forma en la que hablas hasta la
forma en la que te vistes, incluso tu estilo de cabello.

—¿Cuál es el punto de todo esto? —preguntó Itsuki


confundido.

—Me gustaría tenerte cerca, eso es todo. Me recuerdas


a una chica a la que amé hace mucho tiempo. Esto podrá
sonar extraño, pero yo me comprometo a la parte de mi
trato. Un notario hará un contrato si gustas.

Yamabe le entregó una tarjeta de presentación a un


sorprendido Itsuki, le dijo que lo pensara y se fue.

Para bien o para mal, la propuesta le vino a Itsuki como


anillo al dedo. Podía pagar las facturas médicas de su madre,
enviar a su hermana a estudiar y deshacerse de la deuda de
su familia.

Puedes trabajar para mí el tiempo que desees.

Nunca en sus sueños más locos, Itsuki pudo haberse


imaginado que algo así pasaría. Pero el trabajar para
Yamabe significaría sacrificar su libertad.

Itsuki no pudo dormir esa noche, preguntándose qué


hacer. A la mañana siguiente, se dirigió al hospital, aun

59
cuando sabía que su madre no estaba en condiciones de
aconsejarle.

La madre de Itsuki abrió sus ojos y con voz débil llamó a


su difunto esposo: —¿Dónde está mi bebé? ¿Dónde está “mi
bebé” Itsuki?

Había recaído en una enfermedad mental y el doctor no


sabía si era algo temporal o a largo plazo.

Esa noche Itsuki llamó a Yamabe para aceptar su oferta.


Yamabe inmediatamente cumplió su parte del trato,
pagando la totalidad de la deuda de la familia de Itsuki al día
siguiente. El día siguiente, la madre de Itsuki fue transferida a
un espacioso hospital cerca de las montañas. Al tercer día, la
hermana de Itsuki fue enviada a un internado. Itsuki observó
mientras un auto contratado se la llevaba, su hermana le
miraba llena de reproche desde el asiento trasero.

Cuando Itsuki regresó a su modesto apartamento,


Yamabe le estaba esperando cerca de la vieja puerta,
vistiendo un pulcro traje. Itsuki le invitó a pasar
inmediatamente. Yamabe observó las pobres pertenencias
de Itsuki lleno de curiosidad, luego le dijo que se deshiciera de
todo.

—No traigas ninguna posesión personal contigo —le


ordenó Yamabe—. Cuando decidas dejar de trabajar para
mí, me aseguraré que tengas todo lo que necesites. A partir
de este momento, no tendrás permitido tener contacto con
nadie sin mi consentimiento. Mi personal se encargará de tus
cosas. Debes venir conmigo ahora.

Itsuki le vio horrorizado. Así de simple fue como se le quitó


todo el que conocía hasta la fecha. Pero cuando lo pensó
detenidamente, se percató que no necesitaba ponerse en

60
contacto con alguien antes de partir. A excepción de una
persona.

—Me gustaría llamar a Tokiwa para despedirme, si eso


está bien con usted —le dijo tímidamente.

Yamabe solo rió. —Exactamente ¿qué clase de


“despedida” tienes en mente? —le dijo mientras sonreía
macabramente.

En esos momentos, Itsuki entendió el peso de su decisión


y su cambio de estatus.

Unas horas después, Yamabe llevó a Itsuki a su mansión.


Su casa tenía espacios ridículos para Itsuki, quien estaba
acostumbrado a vivir en apartamentos, pero no para su
anfitrión quien no sólo era un famoso escultor, sino que
también era el hijo de un millonario capitán de la industria.

—Todo esto me pertenece —le dijo Yamabe—. La casa,


el taller, el bosque, todo es mío.

En esos momentos Itsuki se sintió mareado.

Su habitación se encontraba en el segundo nivel de la


mansión, era el dormitorio adyacente a la habitación privada
de Yamabe. Tenía una cama que lucía poco costosa y un
escritorio, además de un closet lleno de ropa de la talla de
Itsuki.

—Si hay algo más que necesites, háblale a mi


confeccionista —le dijo Yamabe—. Pero por el momento
quédate en tu habitación y haz lo que digo.

La piel de Itsuki se enfrió al escuchar la voz dulce pero


con fuerza de Yamabe.

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—Podrás visitar a tu madre con un chaperón una vez al
mes, pero no tienes permitido dejar la casa por ninguna otra
razón —le dijo Yamabe.

Podrás trabajar para mí el tiempo que desees.

Itsuki sabía que estaría abandonando su libertado


cuando aceptó el trabajo, pero jamás se imaginó que sería
tratado como una pieza de propiedad.

En los ocho meses siguientes, Itsuki pasó todo su tiempo


en su habitación o en la de Yamabe, exceptuando las veces
en las que se le permitía ir a visitar a su madre una vez al mes.
El obsesivo comportamiento de Yamabe de querer estar en
control de todo, hacía que Itsuki se volviera loco. Yamabe
observaba a Itsuki como un halcón y señalaba todos sus
errores, incluyendo la manera en la que caminaba, hablaba,
se vestía y sus modales en la mesa. A Itsuki no se le permitía
cortarse el cabello sin importar lo largo que estuviera.

—Qué cabello más hermoso —comentaba Yamabe—.


Lucirá genial en tu delicada estructura ósea si lo llevas largo.

Sin necesidad de decirlo, ese constante escrutinio era


extremadamente estresante para Itsuki. Cuando Yamabe
estaba demasiado ocupado para “moldearlo”, le dejaba
libros y DVDs para estudiar. La habitación de Yamabe incluía
una gran biblioteca con una variedad de títulos, desde
novelas populares hasta libros de hágalo usted mismo.

Cuando Yamabe regresaba de sus viajes, animaba a


Itsuki a contarle sus impresiones del último libro o DVD.

—No quiero un títere que sólo asiente con su cabeza


ante todo lo que digo —Yamabe le dijo una vez.

Pero tú eres el que tiene todos los hilos, pensó Itsuki.

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—No pido tu absoluta sumisión —insistía Yamabe—.
Ódiame hasta que estés satisfecho, siempre y cuando hagas
lo que yo te ordeno.

—Tengo una visión de en quién quiero que te conviertas


y una educación balanceada es parte de eso. Si no puedes
pensar por ti mismo, pronto me aburrirás. Sólo nunca me
engañes o te involucres sentimentalmente con alguien.
Aparte de eso, puedes hacer lo que gustes. Si necesitas algo
pregúntale a Kasaoka.

Dijo algo muy extraño, pensó Itsuki. Me compraste, ¿recuerdas?

Pero de igual manera, Itsuki había sido quien había


aceptado la oferta para asegurarse de que su familia
estuviera segura.

Después de seis meses, Itsuki se percató de que Yamabe


le miraba lleno de satisfacción.

Bajo la dirección de Yamabe, Itsuki había dejado su


capullo con inteligencia y conservado su esencia. Se había
convertido en un caballero.

Tengo una visión de en quién quiero que te conviertas.

Ahora Itsuki había comprendido el significado de


aquellas palabras. Yamabe era un escultor por sobre todas las
cosas, creaba piezas a gran escala con concreto y acero. Sus
procesos eran bastante metódicos: diseñar el trabajo, dibujar
planos, escoger materiales, esculpir una versión de prueba. La
pieza final se veía siempre como él la había imaginado.

Itsuki era una escultura humana, un “trabajo en


progreso” ante los ojos de Yamabe. Las partes buenas eran
dejadas como estaban y las partes innecesarias eran
removidas. Itsuki se ajustó al molde de Yamabe y al final se
convirtió en la perfecta imagen de su diseño.

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Yamabe estaba creando una muñeca con vida. Al
principio, pensó que podría llegar a aburrirse con el proyecto,
pero en cuanto Itsuki comenzó a transformarse, Yamabe se
interesó más cada vez. Luego de que el cabello de Itsuki
creció rebasando sus hombros, Yamabe comenzó a tratarlo
como a un juego de muñecas, escogiendo su ropa y
accesorios. Los trajes siempre llevaban corbata. El cabello
atado en una coleta de caballo. Itsuki se sentía extraño
vistiéndose así, pero Yamabe era muy quisquilloso.

—Puedes comenzar a entrenar bajo la tutela de Kasaoka


para convertirte en mi segundo asistente personal —le dijo
Yamabe un día.

Kasaoka vio a Itsuki y movió los ojos. —Dime la verdad.


¿Quieres sentarte todo el día luciendo lindo? ¿O en realidad
quieres trabajar? —preguntó bruscamente.

—Quiero trabajar —respondió Itsuki.

Itsuki pensaba que era su deber hacer su mejor esfuerzo.


Yamabe le pagaba demasiado para ser simplemente una
muñeca bien vestida. Itsuki quería probar que era capaz de
mucho más que solo eso.

Kasaoka pareció relajarse un poco, aún cuando parecía


ser muy serio. —De acuerdo, entonces, el entrenamiento
comienza hoy. A partir de este momento sólo responderás
ante Yamabe-sensei y yo, pero no esperes ningún tratamiento
especial.

Itsuki estaba al tanto de su inexperiencia. Le agradecía a


Kasaoka que le dijera cómo mejorar. Trató de mejorar todo lo
que pudo leyendo libros, investigando en internet o
aprendiendo directamente de Kasaoka. Itsuki incluso se
quedaba despierto hasta tarde para estudiar, aunque
Yamabe no lo aprobaba.

64
—Kasaoka es mi asistente. Yo solo te quiero ahí a mi lado
—se quejaba mientras le miraba fastidiado.

—Lo lamento, pero me gustaría seguir aprendiendo —


murmuró Itsuki.

Yamabe no le respondió.

—Pasar tiempo contigo es suficiente para mí —Itsuki


continuó hablando con un tono de voz suave—. Pero quiero
seguir estudiando para ser el mejor empleado posible.

Yamabe suspiró. —Como gustes. Sólo no dejas que tus


estudios interfieran con el tiempo que pasas conmigo. No
toleraré eso.

Itsuki asintió.

Aun cuando Itsuki intentaba tener éxito por sus propios


medios, sufría de algunos problemas. Kasaoka había vivido y
trabajado con Yamabe durante años y era un asistente
personal muy talentoso. Itsuki no esperaba poder
reemplazarlo, y tampoco quisiera hacerlo. Yamabe también
trataba a Kasaoka como a cualquier otro empleado, pero
con Itsuki se comportaba como alguien que necesitara amor
y protección.

Cuando Yamabe se encontraba de mal humor, sólo


miraba a su amada mascota Itsuki y su sonrisa reaparecía en
su rostro. Acariciaba las mangas del traje de Itsuki, halaba
juguetonamente de su cabello, le llenaba de halagos como
“ese color te sienta bastante bien”.

Unas semanas después del debut de Itsuki como el


segundo asistente personal de Yamabe, los rumores
comenzaron a sugerir que él también era el amante de
Yamabe. Yamabe apenas había ido a su taller durante seis
meses, aunque frecuentemente descuidaba su trabajo si no

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estaba de humor para hacerlo. Sin embargo, seis meses eran
largos y su ausencia había dado vida a todos esos chismes.

¿Quién era esa “persona misteriosa” qué nunca dejaba


el lado de Yamabe? Cuando Itsuki comenzó a aparecer en
público, echó más leña al fuego.

Aún cuando Yamabe jamás le había demandado


favores sexuales, Itsuki no se encontraba en posición de
rehusarse. Se encontraba completamente en deuda con él.

De hecho, parecía casi extraño que su relación jamás


hubiera llegado a lo físico.

—Sensei, ¿no está preocupado por su reputación? —


preguntó Itsuki un día.

—Si quieren hablar, déjalos —respondió Yamabe,


recorriendo con sus dedos el cabello negro de Itsuki—. Estoy
bastante encariñado contigo y no tengo intención de dejarte
ir tan rápido —dijo Yamabe con firmeza—. Pero recuerda,
tienes prohibido tener relaciones con alguien hasta que
renuncies a este trabajo, ¿lo entiendes?

—Sí —asintió Itsuki.

Aún cuando el personal de Yamabe continuaba


observándole, Itsuki los ignoraba por completo. ¿Pero de qué
manera actuaría si volvía a ver a Tokiwa?

Itsuki había escuchado que Tokiwa había terminado su


entrenamiento y había dejado el taller de Yamabe. Se sintió
aliviado por las noticias, pero también un poco triste.

Finalmente se volvieron a ver casi un año después. Un día


mientras Itsuki asistía a una exposición de arte con Yamabe,
Kasaoka lo envió a un mandado a una tienda de
departamentos cercana. En su camino de regreso a la

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galería, Itsuki escuchó que alguien le llamaba por su nombre.
Se volteó lentamente… y su corazón se detuvo.

Ahí se encontraba Tokiwa, luciendo absolutamente


impactado, lucía increíble en ese traje. Asistía a la misma
exposición.

Cuando escuchó a Tokiwa llamarle por su nombre, Itsuki


se percató de que Yamabe era ahora la única persona que
lo llamaba por su primer nombre. Los otros se referían a él
simplemente como “Hashimoto”.

Una ola de nostalgia se apoderó de su corazón. Había


esperado ver a Tokiwa durante todo ese tiempo. Había tantas
cosas de las que le quería hablar, por las que se quería
disculpar. Itsuki no sabía por dónde comenzar.

—Oye tú —dijo Tokiwa, viéndole con rostro confundido—.


¿Por qué estás vestido de esa forma?

Itsuki regresó inmediatamente a sus sentidos, recordando


su promesa a Yamabe. Aun cuando Tokiwa le veía fijamente,
Itsuki involuntariamente se alejó. Dos años atrás, Itsuki se había
marchado sin decir adiós. Obviamente Tokiwa estaba
sorprendido al verle. Tenían asuntos sin resolver.

—¿Itsuki, qué te pasa?

Inmovilizado como un venado frente a las luces de un


carro, Itsuki fue rescatado cuando Kasaoka apareció.

Itsuki trató de parecer inexpresivo, pero Kasaoka pareció


comprender su remolino interior.

—Éste es el nuevo asistente de Yamabe —Kasaoka le dijo


a Tokiwa, quien parecía estar completamente confundido—.
Lo siento, tenemos que irnos.

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—¿Qué fue todo eso? —Kasaoka le preguntó mientras
alejaba a Itsuki.

—Solíamos ser… amigos —dijo Itsuki suavemente—.


Nunca tuve la oportunidad de despedirme…

—¿Sabe Yamabe acerca de esto? —preguntó Kasaoka


enfurecido.

Itsuki asintió.

Kasaoka suspiró. —Qué terrible —murmuró—. Tokiwa es el


favorito de Yamabe—sensei.

—Tokiwa es un sujeto muy franco —continuó Kasaoka—,


así que Yamabe-sensei piensa que es fascinante. Sensei
incluso le pidió a Tokiwa que formara parte de su personal.

Yamabe debió haber pensado que era especial, pensó Itsuki. Jamás
trataba de esa manera a sus aprendices.

—Probablemente volverás a ver a Tokiwa. ¿Puedes


manejarlo? —preguntó Kasaoka gentilmente.

Itsuki no respondió.

—Tokiwa rehusó la oferta de Yamabe, pero aún utiliza su


taller —continuó Kasaoka—. Probablemente lo verás seguido.
Le lanzó a Itsuki una mirada llena de compasión.

—Sé que quizás ya lo sepas, pero Yamabe-sensei puede


ser bastante posesivo —continuó—. En tu caso, va más allá de
una relación entre empleado—empleador. El verte con
Tokiwa hará que se ponga celoso.

—Lo sé —respondió Itsuki—. Fue mi decisión venir aquí y


estoy comprometido. Sólo le explicaré mi situación.

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Sin embargo nunca tuvo la oportunidad. Aun cuando
Itsuki observó a Tokiwa muchas veces en las siguientes
semanas, Yamabe hizo todo lo que estuvo a su alcance para
mantenerlos separados.

Yamabe enviaba a Itsuki a otros lugares si sucedía que


Tokiwa y él se encontraban juntos. Algunas veces, Tokiwa iba
tras Itsuki cuando éste se levantaba de la mesa. Itsuki sufría en
silencio mientras Tokiwa le suplicaba para que le hablara.

Había tantas cosas que quería decirle a Tokiwa… acerca


de su madre, su enorme deuda, su desaparición repentina.
Quería disculparse, pero en su lugar ignoró a Tokiwa.

—Lo lamento, necesitas hablarle directamente a


Yamabe—sensei. No estoy en libertad de hablarte —dijo Itsuki.

—Como quieras —dijo Tokiwa viéndole con sospecha—.


Sólo dime una cosa… ¿aún pintas?

Itsuki estaba demasiado sorprendido para responder. No


había trabajado en una obra desde aquel día en el área de
construcción de la escultura. De hecho, su cuaderno de
bosquejos le había sido quitado con el resto de sus
posesiones, incluyendo el tótem.

Itsuki fue forzado a dejar la escultura de madera de


Tokiwa en su apartamento la noche que partió con Yamabe.
Había rogado a Yamabe para que dejara que se la llevara,
pero su petición fue denegada. Después de que se fueron, el
personal de Yamabe se había llevado las cosas de Itsuki.

¿Había sido llevado el tótem con su madre al hospital


lujoso? ¿O se lo habrían dado a su hermana? Itsuki odiaba no
saber dónde estaba. Vio a Tokiwa y se forzó a hablar.

—Dejé de pintar —dijo—. Estoy demasiado ocupado por


el momento.

69
70
—¿Y eres feliz con eso?

La pregunta directa de Tokiwa fue como una puñalada


directa al corazón.

—He perdido el deseo de crear arte, eso es todo —


mintió.

Itsuki se disculpó cortésmente y se retiró.

Tokiwa no le siguió.

—¿Le hablaste a Tokiwa acerca de nuestra relación?


¿Qué era lo que querías decirle? —Yamabe preguntó con
insistencia.

—Nada en particular —Itsuki le respondió suavemente.

Yamabe no quería que Itsuki le hablara a nadie,


incluyendo a Tokiwa, así que continuó permaneciendo en
silencio frente a extraños. En el taller o en las fiestas, Itsuki
sonreía vagamente y permanecía cerca de la pared, aún
cuando sabía que eso provocaba que las personas hablaran
más acerca de él. Pensaba que era lo mejor que podía
hacer.

Era la mascota de Yamabe, una mascota en la cual el


artista había gastado su dinero y pasado tiempo
perfeccionándola, una fina pieza de arte que Yamabe quería
mostrarle a todos. Pero al tratarse de extraños, su actitud era
como la de “puedes ver, pero no tocar”. Un amo nunca
quiere que su mascota sea demasiado amigable con los
extraños.

Itsuki era como un ornamento en una vitrina de cristal,


sólo podía ser visible desde la distancia. Le tomó a Itsuki otros
seis meses poder comprenderlo en su totalidad. Tokiwa le

71
llamaba o hacía contacto visual con él, o se le quedaba
viendo, pero Itsuki se forzó a no responder.

El año siguiente, Tokiwa dejó el estudio y se fue a Europa.


Yamabe le dijo a Itsuki que Tokiwa se iba del país para
enseñar en un taller muy famoso y que no regresaría.

—Ya veo —respondió Itsuki sin emoción en su voz.

Esa noche, después de decirle buenas noches a Yamabe


y retirarse a su dormitorio, se deslizó hacia el suelo y pasó ahí
toda la noche hasta el amanecer.

Aún faltaban tres años para que el contrato de Itsuki


terminara con Yamabe, tres años más de esa tortura. A Itsuki
no se le permitía hablar con Tokiwa, llamarlo por teléfono o
incluso mandarle una carta, pero aun así había esperanza.
Aún cuando no podía hablar directamente con él podía
sentir su presencia.

Me gustas.

Itsuki pensaba con regularidad acerca de la confesión


de Tokiwa, ese día Tokiwa le vio directamente a los ojos.
Tokiwa jamás había mostrado mucha emoción, pero cuando
miraba que Itsuki se acercaba, sonreía.

Debí haberle dicho cómo me sentí, pensó Itsuki. Cuando aceptó la


propuesta de Yamabe, quería despedirse de Tokiwa más que
de nadie en este mundo, pero no había hecho nada al
respecto.

Quieres despedirte, ¿cierto? Sin importar quién sea ese amigo, cuando lo veas,
desde ahora en adelante no podrás hablarle ni tener contacto con él. ¿Cómo puedo
explicarte esto para que entiendas?

72
Itsuki no podía olvidarse de las palabras de Yamabe.

Sabía que tendría que enfrentarse a eso tarde o


temprano con Tokiwa. Sabía eso, pero no supo qué decirle.
¿Además, qué tal si Tokiwa lo trataba con desprecio?

Cuando Yamabe hizo su propuesta, Itsuki estaba


luchando por sobrevivir. Llegando a casa tarde por las
noches, después de su trabajo de medio tiempo, observaba
con desesperación los rostros dormidos de su madre y su
hermana, demacrada una y exhausta la otra. Itsuki pudo
haber aceptado la situación si hubiera sido su deuda
personal. Pero el peso que caía sobre los hombros de Itsuki no
debió haber sido su responsabilidad.

Itsuki había sido forzado a trabajar en empleos de medio


tiempo con bajo sueldo. Un trabajo de tiempo completo
estaba fuera de su alcance. No sólo había dejado de asistir a
la escuela, sino que también le faltaba la experiencia
necesaria.

Itsuki sabía que se le estaban acabando las opciones.

En la noche del intento de suicidio de su madre, había


observado a su hermana mientras dormía, preguntándose
durante cuánto tiempo más podría continuar, cuánto más
tendría que sacrificar.

Podía usar a su madre y hermana como excusa por


aceptar la oferta de Yamabe, pero la verdad era que la vida
de Itsuki era mucho más sencilla ahora. No tenía que
preocuparse más acerca de pagar nuevamente sus grandes
deudas, aún cuando había un gran precio por esa seguridad:
su libertad.

Itsuki había cortado a Tokiwa de su vida debido a que se


sentía demasiado avergonzado de decirle la verdad. No le

73
sorprendió que Tokiwa se mudara, después de la manera
como Itsuki le había tratado.

Justo antes del amanecer, Itsuki vio tristemente al cielo.


No podía regresar el reloj o deshacer las palabras o acciones.
No podía culpar más a su madre o hermana. Itsuki había
tomado solo la decisión de dejar a Tokiwa.

Había buenas razones para su decisión, pero Itsuki aún


no podía tolerar que Tokiwa se marchara. El hecho de que
Tokiwa ni siquiera se hubiera puesto en contacto con él antes
de irse, le lastimaba, desde un punto de vista muy egoísta.

Estoy enamorado de él, pensó Itsuki, finalmente entendió ese


sentimiento que se encontraba en el fondo de su corazón.
Tokiwa había sido una persona especial para él desde el
inicio. Ese era la razón por la cual le había dado la pintura.

Debería solo rendirme, Itsuki pensó deprimido. Tokiwa amaba a


la persona que solía ser Itsuki, no la persona que era en esos
momentos. Su pasión por Itsuki probablemente se había
terminado, esos sentimientos fuertes habían sido
abandonados en el pasado.

Aun cuando a Tokiwa ya no le importaba, Itsuki no quería


que se llevaran mal. Iba a dejar ir esas ilusas esperanzas,
esconder los recuerdos en el pasado, donde nadie pudiera
verlos. Cuando Tokiwa regresara a casa, Itsuki lo conocería
como el secretario de Yamabe, un adulto muy maduro.

Tres años después, Tokiwa regresó a Japón.

Desde la distancia, Itsuki observó cómo Tokiwa llegó a


saludar a Yamabe. Aun cuando Tokiwa saludó a Yamabe de

74
una forma muy cortés y le dijo hola a Kasaoka, ignoró por
completo a Itsuki. No volvieron a intercambiar palabras. Itsuki
escuchó a los aprendices decir que Tokiwa se había hecho
famoso en el exterior y planeaba fundar su propio taller en
Japón. Mientras Itsuki se sentía feliz por el éxito de Tokiwa, se
sentía completamente destrozado por haber sido alejado del
centro de atención del hombre.

¡Si tan solo pudiera decirle a Tokiwa que lo amaba!


Entonces Tokiwa podría rechazarlo e Itsuki continuaría con su
vida. Pero era demasiado tarde para hacer algo, sin importar
qué tan fuertes fueran sus sentimientos por Tokiwa.

75
tsuki despertó de un sueño maravilloso con una frescura
agradable sobre su rostro. Se sentía tan bién que exhaló
un breve suspiro mientras abría sus ojos. Sin embargo, una vez
despertó del todo se dio cuenta de que su cuerpo se sentía...
pesado, como si estuviera atrapado en un pantano, y su
mente estaba perdida y confusa. Trató de recordar dónde
estaba mientras concentraba su mirada en el techo.

—¿Cómo te encuentras? ¿Tienes sed?

Al girar la cabeza, Itsuki no pudo evitar tragar saliva.


Tokiwa estaba sentado sobre un cojín junto a la cama,
observando a Itsuki con una mirada impenetrable. Itsuki se
agitó en la cama, intentando escapar a pesar del dolor, pero
sus piernas, aún lesionadas, frustraron su propósito. Al
contemplarse a sí mismo recordó por qué seguía sin poder
moverse.

—¿Es que quieres hacerte daño otra vez?— Las grandes


manos de Tokiwa inmovilizaron a Itsuki mientras le lanzaba la
advertencia.

Tokiwa llevó a Itsuki otra vez hacia su cama, cogió una


toalla del suelo y volvió al cojín en el que estaba.

Por su parte, Itsuki se fijó en su pijama. Estaba claro que le


quedaba un poco grande, pero se sentía cómodo con el
roce de las prendas sobre su piel.

¿De quién será esto? se preguntó, mientas una mano se


alargaba para acariciar su mejilla.

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Itsuki se sobresaltó ante el roce frío de Tokiwa. Éste agarró
a Itsuki por los hombros y acercó su cara hacia él, mientras su
propia frente presionaba contra la de Itsuki. Sus labios se
juntaron en un beso de forma completamente natural.

Tokiwa apartó el cabello suelto de Itsuki con suavidad,


envolviendo su nuca con sus dedos. Itsuki sintió un escalofrío a
medida que Tokiwa lo fue acercando hacia sí.

—Tienes fiebre— dijo Tokiwa. —Debes descansar:


además, sigue nevando fuera.

Mientras Tokiwa besaba su tierno labio inferior, Itsuki sintió


un tremendo zumbido en los oídos, y a su mente vinieron las
palabras de Tokiwa de la noche anterior.

Para mí eres como cualquier otra parte de mis propiedades.

El recuerdo le asaltó como si le hubieran echado un jarro


de agua fría.

—Cuando estés listo ¿irás conmigo a ver a Yamabe?—


Itsuki fue al grano. A pesar de que el semblante de Tokiwa se
oscureció, Itsuki no se arredró: —Te lo pregunté ayer,
¿recuerdas? Estoy seguro de que pueden mandar a alguien a
buscarnos... ¿te importa que use el teléfono otra vez?

Tokiwa dirigió su mirada a Itsuki durante un breve


instante.

—Estoy trabajando en una nueva pieza— resopló


enojado. —No voy a dejarla a mitad para llevarte a casa sólo
porque hayas aparecido de repente.

—Pero...— Itsuki balbuceó una protesta.

—Dame dos semanas— soltó Tokiwa —y entonces te


llevaré.

77
Estaba claro que su tono no aceptaba negociación
alguna, así que Itsuki mantuvo un prudente silencio. Yamabe
tendría que aceptarlo: Tokiwa no iba a dejarlo todo para ir a
verle, por mucho que fuera su heredero, puesto que no
formaba parte de las amistades que su antiguo profesor
cultivaba. Además, aunque Yamabe tenía una enfermedad
terminal, por ahora le estaba yendo bien.

—De acuerdo, se lo diré a Yamabe— dijo Itsuki con aire


frío, tratando de mantener la compostura, pero la cercanía
del cuerpo de Tokiwa le quemaba como si fuera puro fuego.
Itsuki trató de zafarse de su abrazo, pero el dolor de las
piernas le hizo rechinar los dientes.

—Lo siento, pero tengo que irme hoy.

—¿Y cómo se supone que vas a hacerlo?— se burló


Tokiwa. —Las carreteras están bloqueadas, y en el tiempo
dijeron que mañana nevaría también. Dicen que es la peor
ventisca en décadas.

—Pero...

—Aquí no llegan los taxis, ¿recuerdas? ¿O vas a bajar la


montaña usando tus piernas rotas como piolets?

Los ojos de Itsuki se dirigieron a la ventana, que dejaba


ver un blanquísimo paisaje. Recordó que el camino a la casa
de Tokiwa estaba lleno de baches y curvas cerradas, además
de que muchos sitios no tenían guardarraíl y tendrían los
límites cubiertos de nieve. Bajar con un coche era
completamente imposible, y con las piernas en su estado...
mejor no pensarlo.

—Además, aunque te apresures en ir a casa, estarás de


más allí— escupió Tokiwa. —Todo el mundo sabe que eres la
putita de Yamabe, no te van a echar de menos.

78
Itsuki no tenía ni fuerzas para defenderse, pero las
palabras de Tokiwa le hirieron en lo más hondo.

—Supongo... que tienes razón,— admitió, —pero a ti


tampoco te soy de ayuda alguna. Llamaré para que me
recojan.

Tokiwa podía necesitar dos semanas para acabar su


obra, pero Itsuki no tenía por qué quedarse tanto tiempo. Si le
contaba a Kasaoka el problema del temporal lo irían a
recoger en un vehículo especial.

—¿Tu trabajo no consiste en estar por ahí pareciendo


una princesa?— soltó Tokiwa. —Aquí también puedes
hacerlo, pero sin tener a Yamabe-sensei manoseándote.

Itsuki se quedó literalmente sin palabras.

—¿O tu plan era impedirme trabajar para que te


llevara?— sugirió Tokiwa, aferrando la nuca de Itsuki.

Éste se mantuvo en silencio, pero Tokiwa no había


acabado con él.

—Iré contigo a ver a Yamabe en dos semanas, pero


ahora te quedas conmigo. Yo hablaré personalmente con él
en su momento— escupió Tokiwa, tras lo cual se dio la vuelta
y se marchó.

El cuerpo de Itsuki se quedó rígido, y le costaba respirar

No tendrás a Yamabe-sensei manoseándote.

No podía sacarse las palabras de Tokiwa de la cabeza


mientras miraba sus escayolas. La caída de la noche pasada
aún le dolía, y sus muñecas tenían marcas de las ataduras
que Tokiwa había hecho.

No puedo soportarlo más, pensó.

79
De repente, Itsuki sintió que la tensión desaparecía: se dio
la vuelta y la visualizó deshaciéndose, escapando a través de
las yemas de sus dedos; poniendo cuidadosamente sus
pienas sobre la cama, se cubrió la cabeza con una
almohada y empezó a reír descontroladamente. Sin
embargo, al escuchar el eco de sus carcajadas demenciales
vibrando en sus orejas, se mordió un labio para poder parar.
Itsuki jamás había tenido sexo con Yamabe, a pesar de que
ya no consideraba que su propio cuerpo le perteneciera. No
cabía duda de que su relación con Yamabe era
tremendamente morbosa. Y yo debo ser muy morboso para
mantenerme en ella.

Itsuki se hizo un ovillo en la cama y cerró los ojos mientras


aspiraba el olor de las sábanas, impregnado del tabaco de
Tokiwa. Itsuki jamás se cansaría de ese aroma, aunque para
llegar a olerlo hubiera tenido que pasar una experiencia tan
violenta.

80
okiwa regresó aquella misma tarde. Llevó en brazos a
Itsuki hasta el salón y le preparó una bandeja con
comida.

Aunque Itsuki no tenía hambre para nada, estaba claro


que Tokiwa quería que comiera; hizo un esfuerzo y tomó la
mitad de un cuenco de sopa antes de soltar la cuchara.

—¿Has acabado?— Tokiwa frunció el ceño.

Itsuki asintió. Tokiwa retiró la bandeja y le trajo una taza


de té.

—Gracias. Lamento ser una molestia— se disculpó Itsuki


con sinceridad.

Tokiwa arqueó una ceja, pero su expresión no cambió en


absoluto. Itsuki tomó su té con calma, y cuando lo hubo
terminado Tokiwa lo agarró por los hombros y se lo llevó a
cuestas a otra habitación antes de que Itsuki pudiera decir
esta boca es mía.

—A... ¿A dónde me llevas?— murmuró preocupado Itsuki.

—A bañarte. Llevas dos días sin hacerlo, ¿no?—


respondió Tokiwa.

Itsuki vio una lavadora y un fregadero en lo que parecía


ser un pequeño vestuario. Detrás de una puerta corrediza de
cristal se encontraba el baño. Ya allí, Tokiwa sentó a Itsuki en
una silla de madera.

—Quítate la ropa— ordenó Tokiwa con brusquedad.

¿Se va a quedar a verme? se preguntó Itsuki.

81
Tokiwa bufó ante las dudas de Itsuki, y empezó a
desabotonar el pijama de éste con sus largas manos, pero
Itsuki le apartó de encima.

—Puedo hacerlo solo— protestó. —¿Podrías dejarme


mientras me desvisto?

—Tal como estás, no te puedes valer por ti mismo.—


señaló Tokiwa. —Si te fijas, ahí no hay pasamanos.

—Bueno, quizá pueda...— Itsuki habló despacio, como si


tratara de ganar tiempo.

—El médico dijo que tus escayolas no podían mojarse.—


le recordó Tokiwa. —Además, aquí es fácil resbalarse. Te
puedes abrir la cabeza... ¿qué te parece la idea de volver al
hospital pero esta vez en la unidad de cuidados intensivos?

Itsuki no respondió: había constatado que Tokiwa no


estaba para dialogar mucho.

—No tienes nada que esconder. Ya lo vi todo la otra


noche— Tokiwa dijo, en tono práctico.

Itsuki se irguió mientras Tokiwa le quitaba la ropa y


guardaba sus escayolas en unas bolsas plásticas, luego lo
sentó al lado de la bañera en una silla también hecha de
plástico y vertio agua caliente sobre sus hombros.

—Agárrate bien, no quiero que te caigas— dijo Tokiwa


secamente mientras frotaba los brazos de Itsuki con una
esponja jabonosa.

Tokiwa volvía a aparecer completamente indiferente,


como si la última noche de pasión hubiera sido un sueño.

82
83
Ahora bañaba los muslos de Itsuki con un aire aséptico,
casi como si fuera un trabajo, y evitaba mirar a Itsuki, con lo
que éste se sintió tremendamente cohibido.

Tras quitarle a Itsuki el exceso de jabón, Tokiwa empezó a


lavarle el cabello, algo que nadie había hecho desde que
Itsuki era niño. Relajándose ante el gentil contacto de las
manos de Tokiwa, Itsuki cerró los ojos.

Después del baño Tokiwa envolvió a Itsuki con una toalla


y lo llevó de vuelta al sofá.

—Ponte esto por hoy— dijo Tokiwa, dándole más ropas


inconfundiblemente suyas, por el olor a tabaco. A
continuación abandonó la sala, mientras Itsuki las pasaba
duras para vestirse por su cuenta.

Sin embargo, Tokiwa regresó enseguida con otra


bandeja en la que había una taza y un pequeño cuenco. La
dejó en la mesa mientras retiraba la toalla mojada de Itsuki.

Éste se dio cuenta, mientras tocaba su cabello mojado,


de que no tenía la cinta que solía usar para sujetarse el
cabello. Probablemente la tenía en el dormitorio, peor ahora
no podía ir a buscarla.

Algo aburrido, Itsuki cogió el mando a distancia del gran


televisor de Tokiwa. Las noticias locales informaban de la
mayor nevada de los últimos veinte años, e informaban de
que la alerta por ventisca seguía vigente. Itsuki echó una
mirada a la ventana; estaba claro que no ternía elección y
que tendría que quedarse hasta que el tiempo mejorara.

84
Más tarde empezó una serie de anime, pero Itsuki estaba
aburrido y apagó la tele. Pensó en echarse una siesta hasta
que reparó en una pila de libros y revistas que había al lado
del sofá.

Eran álbumes de fotos, revistas y libros sobre arte. Itsuki


cogió uno que le llamó la atención y se quedó mirándolo
embobado.

El libro trataba sobre un artista que Itsuki admiró cuando


era niño. Éste ojeó la primera página y descubrió que lo
publicó un museo de una ciudad lejana. Itsuki se abstrajo
rápidamente entre las páginas. Itsuki visitó aquel museo en
una excursión del colegio, y se enamoró del pintor
instantáneamente. Aunque ya había fallecido, aquel artista
había dejado una importante colección de cuadros sobre
árboles, flores y pájaros. Los trazos delicados y el suave
entrelazado de los colores habían sido la marca
característica de aquel pintor. Engolosinado con las pinturas,
Itsuki vio una de ellas, que había visto junto a Tokiwa hacía
años.

Itsuki tenía aquel incidente grabado nítidamente en su


memoria: había estado mirando ese cuadro durante una
hora, completamente abstraído. Entonces, de repente una
voz le había susurrado: —¡Ajá! Conque esto es lo que te atrae.

Tokiwa había estado junto a él todo el tiempo, pero Itsuki


no se había percatado siquiera. Durante todo el tiempo en el
que Itsuki estuvo absorto, Tokiwa había estado contemplando
el cuadro a su lado.

—Muchas gracias— susurró Itsuki.

La primera vez que había visto los cuadros de aquel


pintor había sentido la misma compulsión, y por poco se
perdió el autobús de vuelta.

85
—Estaba mirando un cuadro— justificó Itsuki sin resuello al
volver al bus.

Sus compañeros se rieron de él, y en adelante Itsuki


siempre iba a los museos por su cuenta.

Cuando Tokiwa lo invitó por primera vez, Itsuki le explicó


sus manías.

—A veces puedo estar horas mirando un cuadro—


advirtió. —Pero trataré de seguir tu ritmo.

Sin embargo, Tokiwa no le había apresurado aquella vez.


Recordando aquella visita al museo, el corazón de Itsuki se
inflamó de nostalgia.

Se quedó dormido en el sofá, abrazado al libro de


cuadros, hasta que oyó que le llamaban por su nombre.
Tokiwa estaba otra vez a su lado: cogió el libro de entre sus
manos y lo levantó en brazos.

—¿A dónde me llevas ahora?

—Al baño... digo yo que ya te hace falta, ¿no?— dijo


Tokiwa en tono sarcástico.

Lo cargó al aseo, y aunque Itsuki le convenció de que se


quedara fuera mientras hacía sus cosas, nada más acabar
Tokiwa volvió a entrar y lo llevó al salón.

—Volveré en dos horas, pero llámame si necesitas algo—


le dijo —Estaré a tiro de piedra.

—Esto... ¿y la silla de ruedas?

86
El día anterior había podido usarla: era bastante útil para
aliviar un poco a Tokiwa de la necesidad de acarrear a Itsuki.

Con aire cansado, Tokiwa musitó: —La he devuelto.

—¿Qué? Pero, ¿por qué?

—El hospital la necesitaba. Cuando tu tobillo izquierdo se


cure te buscaremos unas muletas, pero por ahora tienes que
tener paciencia.— dijo Tokiwa bruscamente.

—Entonces debería irme a casa. No quiero ser un estorbo


para ti.

—¿Y entonces qué? Crees que Yamabe-sensei cuidará


de ti en mi lugar?

Itsuki no supo qué decir. Estaba acostumbrado a ser la


preciada mascota de Yamabe. Respondió a la mirada
penetrante de Tokiwa con un ademán frío. Si Tokiwa tenía
que especular sobre su extraña relación con Yamabe, él no
tenía que seguirle el juego.

Lo que estaba claro es que Yamabe jamás le había


gritado como hacía Tokiwa.

—Mira, haz lo que te dé la puta gana... ¡Me importa una


mierda! Que te vengan a buscar, o que te tires por el
barranco, ¡me la sopla!— Tokiwa bufó como un condenado y
salió de la habitación dando un portazo.

De repente a Itsuki no le pareció buena idea preguntar si


podía usar el teléfono.

Iré contigo a ver a Yamabe en dos semanas. Mientras tanto, te quedarás aquí.

Si Tokiwa no le dejaba entrar en su estudio, no podía


ayudarle en su trabajo. Ahora tampoco podía moverse por la

87
casa sin silla de ruedas. Estaba claro que Tokiwa quería que
Itsuki se quedara, pero éste no podía entender por qué.

Afuera seguía nevando copiosamente. Itsukimiró por la


ventana el mundo exterior, y su frustración crecía con cada
copo que caía.

88
a nieve cayó durante toda la noche y el noticiero local
informó constantemente que la ventisca estaba
rompiendo record

Tokiwa finalmente salió de su taller y entró en la sala,


donde Itsuki dormitaba en el sofá. Cuando sintió el aire frío,
despertó. Tokiwa le quitó el cobertor y lo levantó.

Itsuki vio cómo Tokiwa lo llevaba a la recámara. Su


cuerpo entero se tensó cuando lo colocó en la cama. Tokiwa
no parecía darse cuenta de que Itsuki había despertado, así
acomodó sus piernas por él, Entonces lo cubrió con un
cobertor y tranquilamente se alejó.

Itsuki se sintió aliviado cuando Tokiwa no regresó, pero


seguía un poco ansioso. Vio el reloj en la pared, eran casi las
once.

Lo de la noche anterior era otra cosa. Tokiwa no parecía


estar interesado en la herencia de Yamabe, Itsuki sabía que él
nunca había estado interesado en eso, pero si seguía
presionando, Tokiwa iría a ver a Yamabe.

De cualquier manera, Tokiwa podría realmente no


regresar a dormir esa noche. Probablemente decidiría dormir
en el sofá. Repentinamente Itsuki se sintió vacío. Pero ignoró
sus sentimientos y acomodó su cara en la almohada

Repentinamente oyó pasos por el pasillo y se congeló


bajo los cobertores. El sonido de la puerta al abrirse pareció
inusualmente fuerte. Tokiwa se movió tranquilamente,
pensando que Itsuki estaba dormido. Itsuki lo oyó desnudarse
y acostarse a su lado.

89
Entre más pretendía estar dormido, más se tensaba su
cuerpo. Se dijo a sí mismo que Tokiwa estaba ahí porque no
había otro lugar para él.

—¡Ahh!

Un brazo lo alcanzó y lo jaló más cerca, ocasionando


que Itsuki gritara sin pensarlo. Una fría mano se movió por su
garganta y tomó su mentón, ahora podía sentir la respiración
de Tokiwa en su piel. Tokiwa lo besó apasionadamente.
Robándole el aliento y sosteniéndolo fuerte para que Itsuki no
pudiera escapar.

Itsuki luchaba por respirar cuando la lengua de Tokiwa


encontraba su camino al interior de su boca, besándolo con
la misma intensidad que la noche anterior. Los largos brazos
de Tokiwa parecían querer exprimirle la respiración de su
cuerpo.

Los fríos dedos de Tokiwa se deslizaron por debajo de la


camisa de su pijama, acariciando su pecho y abdomen. Itsuki
tembló sorprendido cuando le pellizcó los pezones. Tokiwa
definitivamente iba a continuar donde se habían quedado la
noche anterior.

Tokiwa silenció las protestas de Itsuki con un gran beso.


Entonces besó su oído a través de su cabello y chupó su
cuello. Itsuki sintió las sensaciones recorrer toda su espalda.
Cerró los ojos y se tensó contra Tokiwa.

Las manos de Tokiwa se movían en sincronización con sus


labios, dirigiéndose abajo de la pretina de sus pantalones. La
noche previa había sido la primera ocasión en que había sido
tocado por otra persona. La sensación todavía lo asustaba,
pero su pene reaccionó automáticamente al toque de
Tokiwa.

—¿Por qué...? Uh.

90
Tokiwa no respondió; mientras Itsuki jadeaba, él chupaba
el lóbulo de su oreja y acariciaba su pecho con la otra mano.

Los dedos de Tokiwa eran implacables, mordisqueó el


labio de Itsuki, lenta pero sorpresivamente, llevaba al límite a
Itsuki. El deseo de Itsuki que recientemente había sido
despertado era incluso más intenso que el día anterior.
Mientras Tokiwa lo atendía con sus dedos y sus labios, Itsuki no
pudo evitar gritar de placer. Trató de mover sus caderas, de
escapar, pero Tokiwa lo jaló y lo mantuvo sumido en la
acción. Itsuki sentía que el fuego de la pasión lo quemaba,
mientras Tokiwa acariciaba su pene con intensidad.

—¡No! ¡Déjame ir! —gritó moviendo violentamente la


cabeza.

Trató de empujar a Tokiwa, de alejarlo, pero Tokiwa besó


su mentón, lamió su cuello y chupó el lóbulo de su oreja.
Antes de que Itsuki se diera cuenta, estaba llegando al borde

—Itsuki, Itsuki —gimió Tokiwa.

Itsuki sentía como si su corazón fuera arrancado,


escondió su cara en la almohada para silenciar sus gemidos,
tan altos que le lastimaban los oídos.

Pensó que Tokiwa finalmente lo liberaría, pero Tokiwa giró


a Itsuki, y de nuevo lo besó profundamente. Sorpresivamente
Tokiwa puso su mano entre las piernas de Itsuki, quien tembló
de miedo.

Tokiwa levantó suavemente sus piernas enyesadas, como


si manejara objetos preciosos, puso sus manos frías debajo de
sus rodillas.

Esto no ha terminado todavía, pensó Itsuki

91
Recordó la fuerza bruta de la noche anterior, y tembló.
Abrió la boca para protestar, pero las palabras no salieron.

Sorpresivamente Tokiwa raspó sus dientes en la suave


carne del interior de sus muslos. Itsuki sintió dolor un momento,
pero rápidamente fue reemplazado por la humedad de la
boca de Tokiwa, una nueva y extraña sensación se esparció
sobre Itsuki.

—No pelees conmigo, o tendré que obligarte de nuevo,


sé buen niño y quédate así. Te prometo que no te lastimaré —
dijo Tokiwa mientras brutalmente mordisqueaba el muslo de
Itsuki. Itsuki podía sentir el cálido aliento sobre su miembro y se
le puso la piel de gallina.

Se levantó y se apoyó en su codo para ver, y entonces


gimió a causa del impacto.

—¡Detente! ¡Eso es sucio! —gritó Itsuki.

—No está sucio, yo lo lavé esta tarde —bromeó Tokiwa—.


No te preocupes, puedo lavarlo de nuevo después.

Itsuki luchó por liberarse del poderoso y obstinado agarre


de Tokiwa. Pero no logró mucho, podía sentir la caliente
respiración de Tokiwa y su húmeda lengua devorando
cariñosamente su miembro. Mientras, Tokiwa tomaba en su
boca tanto como podía. Itsuki sentía su pene abrazado por la
profunda, húmeda y caliente garganta de Tokiwa.

El cuerpo entero de Itsuki se derretía de placer y no pudo


evitar gemir fuerte. Tomó el cabello, de Tokiwa tratando de
alejarlo, pero Tokiwa se movía demasiado rápido.

Ahora Tokiwa estaba usando su lengua y sus dedos para


abrir el agujero secreto de Itsuki.

92
Itsuki temblaba a causa de las intensas emociones, justo
cuando sintió el cabello de Tokiwa entre sus muslos. Incapaz
de sostenerse más tiempo, Itsuki cerró los ojos. Sintió un
brillante resplandor rojo quemando detrás de sus párpados.

Cuando Tokiwa jalaba su pene, oyó un húmedo sonido, y


supo que había llegado al clímax de nuevo. Miró al techo
jadeando y recordando lo que Tokiwa le había hecho la
noche previa.

No importaba cuanto protestara Itsuki, Tokiwa no se


detendría. Tokiwa no lo iba a dejar ir hasta que el virginal
cuerpo de Itsuki fuera completamente destrozado.

Pronto Itsuki estuvo demasiado agotado incluso para


gritar. La pálida luz del amanecer entraba por la ventana

¿Por qué sigue tan enojado?, pensó desesperado. ¿Por qué tiene que
llevar las cosas tan lejos?

Itsuki lo había acosado para que viera a Yamabe, pero


Tokiwa siempre podía rehusar la oferta. Además, no era culpa
de Itsuki que Tokiwa estuviera molesto con la propuesta de
Yamabe.

Quizás Tokiwa estaba enojado por la vieja pintura de


Itsuki. Tal vez no quería que viera que aún la tenía. Entonces,
otra vez, probablemente Tokiwa estaba enojado porque
había entrado al taller.

Tokiwa soltó las rodillas de Itsuki, y suavemente le besó el


cuello. Sostuvo las caderas de Itsuki, que seguían temblando
de placer.

—Ahora, relájate, déjame tomar el control —ronroneó


Tokiwa.

93
Un momento después Itsuki sintió la intensidad del pene
de Tokiwa penetrándolo, incluso más profundamente que la
noche anterior; no podía hacer sonidos, pero sostenía la
respiración ante el impacto de cada impulso de Tokiwa

—No sostengas la respiración, sólo exhala lentamente y


lo disfrutarás más —dijo Tokiwa suavemente.

Itsuki asintió y respiró profundamente, Tokiwa besó su


cuello como si lo consolara y también acarició su ardiente
piel.

Tokiwa no esperó mucho, una vez que Itsuki se relajó un


poco, lo agarró por las caderas y empujó su pelvis incluso más
profundamente. Mientras Tokiwa movía sus caderas, Itsuki
sentía una extraña y profunda sensación dentro de su cuerpo.

—Itsuki... —gimió Tokiwa de nuevo

El cuerpo entero de Itsuki se sentía caliente, y


cosquilleaba. Abrió los ojos ante la extraña sensación. Tokiwa
tenía su cara muy cerca de él. Itsuki cerró los ojos y se
bloqueó a todo. Tokiwa besaba su cara, mientras Itsuki
jadeaba luchando por respirar. Incluso con los ojos cerrados
podía sentir la mirada fija de Tokiwa en él. Itsuki giró la
cabeza, alejándose, pero Tokiwa lo detuvo y lo besó. Itsuki
gimió cuando Tokiwa le metió la lengua en su boca,
explorándola.

—Itsuki —Tokiwa le habló, con voz llena de sorprendente


dulzura—. Eres mío.

Tokiwa empujó dentro de Itsuki con un suave movimiento,


e Itsuki se dio cuenta repentinamente de que sus sentimientos
hacia Tokiwa no habían desaparecido del todo.

Cuando Tokiwa se salió, Itsuki hizo todo lo posible por


olvidarlo. Estaba convencido de que Tokiwa sólo lo veía

94
como una mascota y finalmente se prometió dejar el pasado
atrás. Pero a pesar de eso, el dolor en su corazón seguía
fresco y brillante, como los colores de su paleta de pinturas.

De nuevo Itsuki estaba solo. —Itsuki —Tokiwa le había


confesado sus deseos hacia él, pero de nuevo Itsuki estaba
demasiado aterrorizado para contestarle, Tokiwa estaba a su
lado con una chocante sonrisa

¿Como puede alguien ser tan dulce en un momento, y


después tratarte como una inútil muñeca?

—Itsuki.

Tokiwa lo besó profundamente, su lengua sabía a


cigarro. El cuerpo entero de Itsuki se derretía y cosquilleaba
de placer. Incapaz de contener sus gritos de placer, Itsuki
tuvo una extraña sensación de desesperanza.

A pesar de todo el disgusto y lo mucho que odiaba ser


tocado de esa manera, Itsuki no podía alejar las manos de
Tokiwa.

Si Tokiwa lo quería de esa manera, Itsuki le iba permitir


hacerlo. Sus sentimientos eran un lío de contradicciones.

Itsuki agarró las sábanas en un puño, sin poder detener su


cuerpo. Mientras Tokiwa seguía besándolo hambrientamente,
Itsuki se sentía horriblemente disociado. Una muñeca incapaz
de regresarle el abrazo a su compañero.

95
ara cuando la nieve empezó a derretirse, Itsuki sentía

sus tobillos muy mejorados. Incluso podía sostenerse de pie si


se apoyaba en algo. Después de comer, como de
costumbre, Tokiwa aparecía y lo llevaba al baño, donde se
aseaba las manos sosteniéndose del lavabo.

De regreso al sofá, Itsuki recordó repentinamente que


había perdido las llaves. Llevaba seis días en la casa de
Tokiwa.

Tenía que explicarle eso a Yamabe—sensei

Tokiwa había telefoneado a Yamabe el segundo día,


para conversar acerca de Itsuki. Kasaoka llamó a la casa dos
veces después de eso, y le dijo a Itsuki que no tenían que
hablar a diario para saber de su condición.

—Si él se pone rudo para prestarte el teléfono, sólo trata


de hacer lo mejor posible en esa situación —le había dicho
Kasaoka.

Itsuki quería decirle que enviara un carro por ellos, pero


Tokiwa siempre escuchaba cuando Itsuki hablaba por
teléfono. Se quedaba en silencio viéndole hablar, hasta que
Itsuki colgaba, frustrado.

Tokiwa levantaba todas las tardes a Itsuki del sofá.


Usualmente lo llevaba a la cama primero, y regresaba
después y sin un sonido lo jalaba a sus brazos.

Durante el día Tokiwa trataba a Itsuki con indiferencia


pero por las noches lo abrazaba tan fuerte que casi lo dejaba

96
sin respiración, y repetía su nombre una y otra vez Después de
hacer el amor, Itsuki dormía como un bebé en sus brazos.

Lo que le molestaba de todo eso, era que Tokiwa volvía


a actuar fríamente de nuevo en la mañana. Lo despertaba,
lo llevaba al sofá, le daba de comer, lo llevaba al cuarto de
baño. Todas las noches, bañaba a Itsuki primero y luego se
lavaba él. El resto del tiempo Tokiwa se encerraba en su taller.
Durante el día, Tokiwa llamaba a Itsuki “Hashimoto”.

La actitud indiferente de Tokiwa, su indescriptible


expresión y el sarcástico tono de su voz comenzaban a serle
familiares. Las manos que atendían a Itsuki eran suaves, pero
de una manera clínica.

Sin duda, Tokiwa era dos personas diferentes.

¿Quién es esta persona? Itsuki se preguntaba cuando Tokiwa lo


sostenía cerca de él en las noches. A la mañana siguiente,
cuando Tokiwa regresaba a su yo frío, Itsuki podía recordar el
cálido toque de la noche y suspiraba. Su calor y frío eran un
ciclo que se repetía cada día.

Itsuki no tenía ni idea de las intenciones de Tokiwa.


Quería preguntarle, pero no podía encontrar las palabras.
Además de que no estaba seguro de cómo reaccionaría
Tokiwa. Así que Itsuki se pasaba la mayor parte del día
preguntándose qué significaba todo eso.

Sorpresivamente Itsuki oyó ruidos en el exterior. Se asomó


a la ventana y vio aproximarse a la casa un carro
desconocido. El conductor apagó el motor y tocó la bocina.

97
Itsuki oyó a Tokiwa dirigirse a la puerta del frente. Durante
los pasados seis días nadie se había acercado,
probablemente debido al clima. Cualquiera que fuera el
visitante, Itsuki no esperaba que se lo presentaran.
Sorpresivamente la puerta de la sala se abrió, y Tokiwa entró
con el joven hombre.

—Entonces, ¿quieres que te corte el cabello? —dijo el


joven, viendo a Itsuki con interés.

Parecía ser más joven que Itsuki, con brillante cabello


castaño y ojos infantiles.

—Pero si se te ve muy lindo de esa forma —dijo,


acariciando el largo cabello de Itsuki—. Estás realmente
seguro de que quieres que te lo corte todo.

—Sí. Alrededor de los hombros —indicó Tokiwa saliendo


del cuarto

— ¿Lo quieres más corto alrededor de las orejas, o


esperamos a ver cómo se ve? —preguntó el peluquero,
quitándole el lazo del cabello. Tomó una bata de su caja y se
la puso a Itsuki.

—No quiero cortarme mi cabello, por favor detente —


pidió Itsuki.

El joven se congeló un momento y retiró la bata.

—Lo siento, pero no permitiré que cortes mi cabello —se


disculpó Itsuki.

—Pero Toki me pidió que lo hiciera. Dijo que estabas


lesionado y que no podías ir al salón —alegó el peluquero,
parecía turbado. Repentinamente su rostro se iluminó, como si
entendiera—. ¡Oh! Probablemente no te dijo que soy un

98
peluquero licenciado. Trabajo en el salón cerca de la
estación, aquí está mi tarjeta —dijo apurado.

Itsuki nunca había oído del salón.

—Realmente, hoy es mi día libre. No debería estar aquí.


No me acuses en el salón. ¿Bien? —dijo en tono de broma.

Recogió todas sus cosas, e Itsuki le vio alejarse. Se sentía


mal, pero, ¿qué podía hacer? Yamabe se pondría irritable si
se cortara el cabello.

—Realmente lo siento, pero cortarme el cabello no es mi


decisión —dijo acomodando su cabello en una cola de
nuevo.

—Si dejarlo largo no fue tu elección, entonces, ¿por qué


no te lo cortas? —preguntó Alguien detrás de ellos.

El corazón de Itsuki casi se detuvo. No necesitaba girarse


a verlo para saber que Tokiwa estaba de mal humor.

—La siguiente vez que me hagas subir hasta aquí,


asegúrate de que la persona realmente quiera un corte. ¿Está
bien, Toki? —resopló el joven. Dejó su caja de herramientas—.
Pero puedes hacer algo por mí. ¿Como darme un paseo por
tu taller e invitarme una taza de café?

—Puedo darte la taza de café, pero el taller está fuera


de los límites —dijo Tokiwa.

—Bueno, no es un gran problema, yo sólo quería... ey,


¡baja eso! —gritó el joven.

Itsuki sintió que levantaban su cola de caballo y oyó el


ruido de las tijeras.

—Toki, por dios, qué estás haciendo —gritó el peluquero.

99
100
—Sólo ayudo —aclaró Tokiwa—. Tú puedes arreglar lo
que ya hice.

—Le debió tomar años tener así su cabello —protestó el


joven—. ¿Quién te da derecho a cortarlo?

—Tengo todo el derecho para hacerlo —bufó Tokiwa,


luego dejó las tijeras y salió del cuarto.

Itsuki se tocó las duras puntas de su cabello. Tokiwa había


cortado toda su cola de cabello de un solo tijeretazo, y su
cabello estaba desparramado en el suelo. Se vio al espejo.

¿Quién soy ahora?

Sentía extraño no sentir el peso de su cabello en la


espalda. El cabello hasta su cintura no era sólo porque así le
gustaba a Yamabe, sino porque él amaba pasar sus dedos a
través. Itsuki temía regresar y que Yamabe lo viera así. Sólo
podría disculparse con Yamabe, y decirle que el corte había
sido contra su voluntad.

— ¿Te gustaría que arreglara las puntas ahora? —


Preguntó el peluquero, mirando a Itsuki con lástima—. No
quieres salir viéndote de esa forma.

—Por favor, hazlo —dijo Itsuki asintiendo.

El peluquero sonrió aliviado y comenzó a trabajar como


un profesional. Era platicador, como la mayoría en su
profesión, no parecía importarle que Itsuki no respondiera.
Mientras hablaba, Itsuki aprendió por qué el peluquero
conocía a Tokiwa.

El cuñado del peluquero era un amigo de la preparatoria


de Tokiwa. A menudo veía a Tokiwa cuando visitaba a su
hermana en su casa.

101
—Pero él es tan frío —se quejó el joven—. Pasaron
casi dos meses antes de que le hablara directamente.
Cada año se realizaba un proyecto para recaudar
donativos para los niños del jardín de infantes. Un
proyecto de arte donde sus parientes realizaban donaciones
a la escuela. Nosotros hablamos mucho mientras trabajaba
en el proyecto.

La escuela siempre contrata a un artista reconocido


para supervisar el proyecto, este año había sido Tokiwa. Los
padres y los niños se involucran mucho con los preparativos.
Muchos padres ofrecían su tiempo para llevar el proyecto a
gran escala.

—Toki principalmente supervisa a los padres, que no se


divierten mucho con eso —explicó el peluquero—. Pero él
siempre parece del tipo agresivo. ¿No lo crees?, ¿Él siempre
fue así?

El peluquero se rió, y continuó la historia.

—La mayoría de los padres no habían hecho nada


artístico desde la preparatoria. Ellos se cortan en los dedos
constantemente con los cuchillos para tallar, pero nadie se
quejaba. Toki seguramente debía de querer patearlos al
verlos.

Itsuki asintió, pesando en todas las cosas extrañas que


había oído. Sabía que Tokiwa hacía lo que se le antojaba.
Pero trabajar para un jardín de niños. ¿Que no había mejores
cosas que hacer con su tiempo? Justo en ese momento el
peluquero terminó.

—Listo —le dio un espejo a Itsuki—. ¿Quieres verlo por


detrás?

102
Tokiwa había dicho hasta los hombros, y el peluquero
había seguido las indicaciones al pie de la letra. El corte le
recordó a Itsuki la manera como lo usaba antes de conocer a
Yamabe. Tuvo la extraña sensación de que estaba viendo a
una versión más joven de él mismo.

—Con tu mandíbula y tu línea del cuello, tu cabello se ve


mucho mejor de esta manera. Te ves más como una persona
real ahora —dijo el peluquero francamente—. Antes parecías
más bien un objeto inanimado, como una planta en maseta
o algo así.

—Una planta en maseta —se rió Itsuki.

—Sí, estabas sentado ahí y no estaba seguro de si


estabas vivo o muerto. Te diré la verdad, me preguntaba si
eras un maniquí o algo así —dijo seriamente.

Itsuki no estaba seguro de qué decir.

—Oh, lo siento, no quise ser rudo —se disculpó el joven


repentinamente al notar la incomodidad de Itsuki—. No quise
decirlo de esa manera. Mi jefe siempre me dice cosas como
esa, pero yo no quise decirlo. En serio.

Mientras el hombre trataba desesperadamente de


salvarse, Itsuki no pudo evitar sonreír un poco. Quizá a alguna
gente le molestara la franqueza del joven. Pero Itsuki
realmente se sentía un poco celoso.

—Gracias por el corte —dijo—. Realmente, era justo así


como lo usaba antes, me trajo recuerdos.

— ¿En serio? Me alegra oír eso —dijo el peluquero


aliviado—. Quién sabe, quizá no soy tan creativo...

Ahora el peluquero se sentía un poco incómodo,


después de todo Itsuki era un extraño para él.

103
—Tú puedes decir lo que quieras, porque eres
independiente —dijo Tokiwa desde el fondo.

—Trabajo muy duro para ser independiente. Así que no


me lo hagas difícil. Subí a la montaña por ti. ¿Recuerdas? —
contestó el peluquero.

—Te lo pedí como un millón de veces —le recordó


Tokiwa—. De todas formas te voy a pagar, no te quejes.

—Wow, ¡gran hombre! ¿Es ese mi café? Gracias, pero lo


tomo con crema y azúcar.

—Se paciente, la traeré —dijo Tokiwa, girando los ojos.

El peluquero se giró hacia Itsuki, y se rió.

—Toki hace un gran café. ¿Lo sabías? —El joven al


parecer disfrutaba amargar a Itsuki.

—Cuánto es lo que te debo —preguntó Itsuki.

—No te preocupes por eso —dijo el joven—. Le cobraré


al hombre que te atacó.

—Pero me hiciste el corte a mí. Tokiwa no debe de pagar


por eso.

El peluquero parpadeó incrédulo.

—Bien. ¿Cuánto te debo? —insistió Itsuki.

—Eres extraño. ¿Realmente eres amigo de Tokiwa? —


preguntó el peluquero.

Itsuki se quedó tranquilo, el peluquero lo vio extrañado y


continuó.

104
—No te enojaste cuando te lo cortó a pesar de que le
pediste que no lo hiciera, ahora quieres pagarme. Tokiwa
tiene algún tipo extraño de control contigo.

—Cállate, chico tijeras. Respeta la vida privada de los


extraños —dijo Tokiwa, regresando al cuarto.

—No me llames de esa forma, suena como a película de


terror de segunda categoría —contestó el peluquero viendo
a Tokiwa.

—Cállate o tendré que sacarte. Siéntate y toma tu café


—dijo Tokiwa cortante, pero en tono de humor.

Dejó tres tazas en la mesa. Itsuki repentinamente se sintió


fuera de lugar.

—Estábamos hablando de los honorarios, el tipo quiere


pagarme él mismo, ¿por qué debería hacerlo? —preguntó el
peluquero tomando su taza de café.

—Si tú cobras doble tarifa, le diré a tu jefe —amenazó


Tokiwa.

—Si ese fuera mi plan, no te lo diría. ¿O lo haría? —El


joven se veía inquieto—. Vine aquí porque me lo pediste, y así
finalmente tendría un paseo por tu casa, ¡déjame ver el taller
y no te cobro el corte!

—No voy a dejar que veas nada. Deja de preguntar —


Tokiwa dijo con firmeza.

—Ufff. Tan pronto te alteras —El peluquero hizo un


puchero.

Tokiwa le sonrió a él de la misma forma como


acostumbraba sonreírle a Itsuki cuando eran amigos.

Tokiwa ya nunca le sonreía de esa manera.

105
Sentado en el sofá, Itsuki, avergonzado, deseaba
desaparecer. El peluquero era realmente amigo de Tokiwa.
¿Tendría otros amantes?

Antes, la vida privada de Tokiwa era todo un misterio.


Había rumores de todo tipo, pero sólo una cosa era cierta:
Tokiwa era adicto al trabajo.

Desde el principio Tokiwa había aclarado que no


hablaba de su vida privada. Pero nadie asumía que
careciera de amantes sólo porque no hablaba de ellos.

De repente la bata alrededor de su cuello se sintió


insoportablemente pesada. Se la quitó cuidadosamente
tratando de no que se dispersara el cabello. Todo eso
mientras Tokiwa y el peluquero continuaban conversando.

—Mañana es el último día del proyecto, ¿verdad?


¿Quieres venir a casa a comer? Voy a hacer arroz frito y sopa
—comentó el joven.

—Presta atención, chico tijera —dijo Tokiwa


amablemente—. Ellos van a llevar cajas de lonche mañana,
¿recuerdas? Además, yo paso de tu comida de todas formas,
no puedes obligarme a comer alimentos envenenados.

—Malvado, nadie ha comido comida envenenada en el


invierno —bromeó el peluquero.

Itsuki nunca había actuado tan casualmente con Tokiwa,


ni siquiera en el pasado.

—Oh, ¿él va a venir contigo? —preguntó el joven


señalando a Itsuki.

Itsuki prestó atención y vio al peluquero mirándolo con


expresión estúpida.

106
—Él no tiene idea de lo que estamos hablando, pero
puede venir. No sé en qué puede ayudar, pero… —el
peluquero trataba de explicarse, pero era honesto.

Tokiwa levantó las cejas y pretendió darle un golpe con


el puño.

—Ow, me golpeaste, te reportaré con la policía por


atacarme —chilló el peluquero.

— ¿Cuántas veces te he dicho que pienses antes de


hablar? ¿Puedes comprenderlo? —gruñó Tokiwa.

— ¡Ay, vamos! —protestó el joven—. Él puede caminar un


poco. ¿O no puede? Entonces, puedes subirlo en tu carro.

— ¿De qué estás hablando? —dijo Tokiwa con cautela

—Bien, entonces en una silla de ruedas —agregó el


joven—. Aunque dado que se va a hacer mucho trabajo
manual, no creo que pueda ayudar mucho, de cualquier
forma.

Itsuki no deseaba contestar, pero estaba interesado en el


proyecto del que hablaban.

—Todo lo que te estoy diciendo es que quizá deberías


elegir mejor las palabras, antes de hablar —dijo Tokiwa

— ¡Ey, espera un minuto! No me empujes de esa manera


—protestó el peluquero repentinamente. Tokiwa lo tomó de
los hombros y lo sacó de la sala.

— ¿Qué estás haciendo? —gritaba el joven.

Itsuki oyó el murmullo de una conversación en el pasillo.


Tokiwa regresó veinte minutos después. Vio la taza de café sin
tocar, y frunció el ceño.

— ¿No quieres nada? —preguntó.

107
Itsuki negó, Tokiwa colocó la taza en la bandeja y salió
de la sala llevándosela. Itsuki pensó de nuevo en el joven.

¿Realmente eres amigo de Toki?

Itsuki había sido incapaz de contestar esa pregunta,


como tampoco podía aclarar su papel en la vida de Tokiwa.

Durante el día Tokiwa veía a Itsuki con frialdad, sin brillo


de interés. Durante la noche se mostraba amable, pero
nunca dejaba que Itsuki hablara sobre lo que sucedía entre
ellos.

Últimamente parecía que Tokiwa lo veía como una


propiedad heredada de Yamabe. La puerta se abrió de
nuevo, pero era solo Tokiwa. Levantó a Itsuki. —
Probablemente quieras lavar tu cabello.

Tokiwa lo llevó al cuarto, lo desnudó y cubrió sus yesos


con bolsas. Sentó a Itsuki en la silla y lavó su recién cortado
cabello. Itsuki notó que había algo diferente en la manera
como lo llevaba de regreso al sofá.

Usualmente Tokiwa le dejaba la ropa limpia y lo dejaba.


Esta vez Tokiwa se sentó a su lado, antes de que Itsuki pudiera
decir algo. Comenzó a secarle el cabello con gran cuidado.
Itsuki vio entre los espacios de la toalla y se encontró con la
mirada de Tokiwa.

Tokiwa inmediatamente dejó la toalla, pasó sus dedos


por el cabello de Itsuki, acarició sus sienes y frente. Tocó los
oídos, la nuca y el cuello, y de nuevo las sienes. Parecía como
un niño maravillado por ver algo inusual por primera vez.

—Itsuki —murmuró Tokiwa.

108
109
Tokiwa nunca le había hablado a Itsuki por su primer
nombre durante el día. La íntima voz envió un temblor por la
espalda de Itsuki. Tokiwa le acarició la mejilla.

Itsuki fue incapaz de responder, pero por alguna razón no


sintió la urgencia de escapar.

Tokiwa se acercó y besó los párpados, las mejillas, el


puente de la nariz y las sienes de Itsuki, suavemente le mordió
el mentón, antes de cubrir su boca con la suya.

Esa era la primera vez que Tokiwa lo besaba


suavemente. Exploró el interior de su boca. Mientras Tokiwa
empujaba su lengua, todo el cuerpo de Itsuki hormigueó
debido al familiar y cálido sabor a tabaco.

Ahora los dedos del Tokiwa se sentían cálidos en su piel,


fresca después del baño. Antes, las manos de Tokiwa se
sentían frías, pero el agua debió haberlas calentado, y la
inesperada sensación desconcertó a Itsuki.

Después de un largo beso. Itsuki se sobresaltó cuando


Tokiwa lamía las esquinas de sus ojos. Tokiwa jaló a Itsuki a su
pecho y suavemente le acarició el cuerpo. Itsuki podía
fácilmente escapar, pero no quería que eso sucediera.

Tokiwa seguía en silencio, se acostó en el sofá, con Itsuki


acurrucado contra él y acarició su corto cabello.

Itsuki olía el tabaco en el suéter de Tokiwa, igual a como


olían las sábanas.

110
l siguiente día el cielo estaba claro y hermoso sin una
sola nube. Ellos habían desayunado temprano, como
de costumbre. Entonces Tokiwa lo levantó y lo llevó al carro.
Tokiwa le había dado una camisa de manga larga y un
overol de trabajo. Itsuki sabía que había una razón para que
Tokiwa le hubiera dado esa ropa.

— ¿A dónde vamos? —preguntó Itsuki emocionado.

—Tenemos que pintar algo. Es un trabajo perfecto para ti


—dijo Tokiwa misteriosamente.

Itsuki lo miró con gesto confundido. Tokiwa le sonrió


socarronamente y jugó con su cabello. La actitud de Tokiwa
había cambiado de la noche a la mañana. Itsuki pensó en el
largo y suave beso que habían compartido después del
baño. Tokiwa lo tocaba de manera diferente ahora. Parecía
estar revisándolo para ver si el Itsuki que él conocía seguía
ahí.

Las cosas en la noche habían sido diferentes también.


Tokiwa lo había abrazado y besado su cabello, pero no había
intentado nada más. Itsuki había esperado que buscara sexo,
pero Tokiwa sólo lo había abrazado y se había dormido. Itsuki
se había dormido en los brazos de Tokiwa, confundido por su
repentino cambio.

Tokiwa parecía estar en un inusual buen humor esa


mañana mientras bajaban la montaña. Itsuki estaba con la
boca abierta asombrado ante el escenario. Las casas, la
blanca arena, el profundo azul del océano, y el brillante azul
del cielo. Los ricos colores lo habían dejado mareado. La

111
primera vez que subió la montaña la espectacular vista se
hallaba oscurecida por la nieve.

Pasaron por un área residencial, llena de verdor, con el


azul del océano visible entre las casas. Los colores tenían
impactado a Itsuki, después de años de vivir en un lugar sin
océano y con pocos árboles. Salieron del camino, y Tokiwa
apagó el carro.

Itsuki vio un pequeño edificio, un patio de juegos y un


gran letrero en el estacionamiento.

Ese debe ser el jardín de niños, pensó Itsuki. Tokiwa está trabajando en el
proyecto de la graduación de los niños. Hoy era el último día. Así que
debería haber mucho trabajo por hacer. Itsuki se preguntó
cuánto podría ayudar en su condición.

—Supongo que tendrás que quedarte aquí —murmuró


Tokiwa, frunciendo el ceño.

—Solo déjame en el camino —pidió Itsuki—. Por favor,


déjame ir, sensei*

—No seas estúpido —contestó Tokiwa saliendo del


carro—. Quiero que ayudes a pintar, y no me llames sensei,
¿de acuerdo?

Desdobló la silla de ruedas y sentó a Itsuki.

¿Se la pediría prestada a alguien? se preguntó Itsuki. Entonces vio


un nombre familiar en un lado de la silla. Así que Tokiwa
nunca la regresó al hospital. Debió querer cargar a Itsuki. Al
menos Tokiwa no trataba de hacerlo en público.

— ¿Qué tipo de pintura están usando? —preguntó Itsuki


con interés.
* Sensei, maestro.

112
—Es a base de agua, es fácil de manejar. Quiero que les
muestres a los niños cómo pintar. ¿De acuerdo? Ellos deben
tener todo listo, te llevaré ahí...

Tokiwa empujó la silla de ruedas de Itsuki hacia uno de


los edificios y le presentó una mujer con delantal.

—Bienvenido, Hashimoto, gracias por venir a ayudar —


saludó a Itsuki inclinando la cabeza.

Sakamoto—san era la directora, una mujer en sus


cincuenta con una amable sonrisa.

—Encantado de conocerla —contestó Itsuki


automáticamente.

Mientras ellos hablaban, algunos padres extendían un


plástico azul y otros bajaban cuatro objetos largos de madera
de una camioneta.

Nosotros vamos a hacer postes de tótem, los niños van a


decorarlos con pintura y quedarán fijados en el patio luego
de hoy.

—Ya veo —contestó Itsuki mirando el área de trabajo.

Los postes de tótem medían dos metros y medio de alto


por aproximadamente treinta centímetros de diámetro, y
tenían esculpidos rostros humanos.

— ¿Lindos, uh? —dijo la directora orgullosa. Los niños


trazaron las caras primero y sus padres las esculpieron.

Los tótems fueron trasladados a la mitad del toldo.


Tokiwa examinó cuidadosamente cada cara esculpida,
asegurándose de que todo estuviera perfecto. Algunos

113
padres permanecían a su lado con papel de lija, listos para
seguir las instrucciones de Tokiwa.

— ¡Ey, me alegra que vinieras! —gritó alguien.

Itsuki se giró y vio al joven peluquero secándose el sudor


con un pañuelo.

—Lo sabía, te ves muuucho mejor con el cabello corto —


comentó—, claro algo tiene que ver que sea el mejor
peluquero de la ciudad.

—Sí, gracias —dijo Itsuki sintiéndose avergonzado.

—Me alegra cómo se ve, estaba tan feliz cuando Toki


dijo que le gustaba también.

El peluquero estaba rizándose el cabello. Itsuki le


respondió con una débil sonrisa, ya que encontraba
imposible ser desagradable con él.

—Siento lo de ayer —dijo el hombre—, no quería ser un


imbécil. Sólo pensé que no habría mucho en lo que pudieras
ayudar hoy. Por favor, no me odies.

—No, no, no te preocupes por eso —le contestó Itsuki—.


Me estaba preguntando lo mismo.

— ¿En serio? Entonces, ¿qué haces aquí? — preguntó el


peluquero— Lo siento, estoy siendo rudo de nuevo. No me
escuches.

Repentinamente alguien le gritó y él corrió viéndose


aliviado. La mayoría de los padres estaban llegando al patio
de juegos, platicando y riendo entre ellos. Itsuki pensaba en lo
que el peluquero había dicho.

Entonces, ¿qué haces aquí?

114
Itsuki quería saber la respuesta a esa pregunta, ¿por qué
Tokiwa lo quería a su lado? ¿Por qué lo había tocado de esa
manera? Itsuki necesitaba saber lo que Tokiwa pensaba y
sentía realmente.

Había llegado el momento de comenzar a pintar y la


directora presentó a Itsuki con los niños.

—Sólo díganme si necesitan ayuda —dijo Itsuki


tímidamente a los niños que empezaban a acercarse.

Pronto los niños aceptaron su oferta.

— ¿Debería usar este color? —preguntó una pequeña


niña.

— ¿Cómo debo pintar su cabello? —preguntó otro niño.

—Esta brocha me está dando problemas —lloriqueó


alguien.

Itsuki ayudó al equipo lo mejor que pudo, manchándose


con la pintura en el proceso. No le extrañó que Tokiwa le
hubiera dado un overol.

Habían pasado años desde que Itsuki estuvo entre niños.


Se sentía un poco desconcertado, pero era divertido ver al
equipo trabajar. Y comenzó a sonreír a pesar de sí mismo.

Había cuatro tótems, pero cada niño tenía un área


relativamente pequeña para pintar. Rápidamente cada
poste estuvo cubierto de vibrantes colores. Con el trabajo
terminado, cada grupo se detuvo para comer.

Un maestro le llevó a Itsuki una caja de comida y un vaso


de té, Itsuki vio alrededor preguntándose qué hacer.

115
—Ey, aquí. No es divertido comer solo. Come conmigo —
le dijo el peluquero.

Antes de que Itsuki pudiera protestar el joven empujó la


silla al límite del jardín, donde una pequeña niña comía con
sus padres.

—Ey, hermana mayor, y hermano mayor. Él es de quien


les he hablado, el célebre amigo de Toki —dijo el peluquero
bulliciosamente—. Toki se fue a alguna parte, y él iba a comer
solo. De cualquier manera, voy por las cosas antes de que se
acaben.

Se fue dejando a Itsuki. Itsuki recordó que el cuñado era


el amigo de Tokiwa de la infancia, pero ellos nunca habían
sido presentados.

—Eres Hashimoto, ¿verdad? ¿Hashimoto Itsuki? —el


hombre preguntó diplomáticamente.

Durante esa mañana Itsuki había oído a Tokiwa hablar


con él.

—Aota.

—Ese soy, así que finalmente ustedes dos tuvieron la


oportunidad de verse. Me alegra oír eso —dijo Aota
sinceramente.

— ¿Perdón? —preguntó Itsuki.

—Tokiwa te ha estado buscando por mucho tiempo —


reveló Aota.

Las palabras de Aota hicieron que Itsuki se estremeciera.


Justo en ese momento, oyó una conocida voz acercarse.

116
—Siento hacerte esperar, veo que ya se presentaron —
dijo el peluquero, quien llevaba comida para cinco personas,
seguido por Tokiwa, quien lo veía exasperado.

—Tú no puedes sólo llevarte a la gente de esa forma —


ladró Tokiwa—. ¿No hay alguien más a quien puedas
secuestrar?

—No tengo idea de lo que estás hablando. No he hecho


nada —dijo el joven.

—Bien, no estoy aquí, para hacer lo que se me dé la


gana, tengo responsabilidades que atender. Oh, lo siento,
Aota, no había visto que estabas aquí —murmuró Tokiwa,
tomando la silla de ruedas.

Viéndose desconcertado, el peluquero dejó otra caja de


comida en el regazo de Itsuki. Ahora él tenía dos.

—Lo voy a llevar a la sombra —dijo Tokiwa—. Él se está


recuperando de sus lesiones.

—Está bien, pero ¿por qué no me presentaste a Itsuki? —


preguntó Aota.

—Si ya lo conoces, ¿qué necesidad hay de que te lo


presente? —replicó suavemente—. De cualquier modo
hablaremos más tarde.

El peluquero asintió a su familia. —Vamos allá —sugirió a


su familia—. Hay más gente.

—Nos vemos después —dijo Tokiwa casualmente


llevando la silla de Itsuki bajo el alero del edificio

—No te preocupes por mí. En serio. Regresa con tus


amigos, Tokiwa—sensei.

117
—No estaría aquí si no quisiera estar aquí. Te disculpas
demasiado. Y no me llames sensei —dijo Tokiwa con aire
juguetón.

La entrada de la escuela tenía piso de cemento y


pequeños escalones para que subieran los niños. Tokiwa
acercó la silla ahí y se sentó en los escalones.

— ¿Tienes frío? —preguntó Tokiwa. Itsuki sacudió la


cabeza—. Apúrate a comer, es casi tiempo de regresar al
trabajo.

Itsuki se sintió aliviado de no tener que comer con


extraños. Abrió la caja de su comida, reflexionando en las
palabras de Aota: Finalmente ustedes dos tuvieron la oportunidad de verse.
Tokiwa te ha estado buscado por mucho tiempo.

Itsuki vio a Tokiwa, quien tenía un pañuelo azul marino en


la cabeza, y una toalla del mismo azul en los hombros, que
usaba para secarse el sudor cuando trabajaba. En un gesto
que Itsuki reconoció haberle visto en el pasado.

Tokiwa terminó su comida y encendió un cigarro.


Repentinamente miró a Itsuki. Itsuki se congeló, incapaz de
sostener la mirada, la apartó.

—Um —Itsuki tartamudeó—. ¿Puede una pintura a base


de agua funcionar para este proyecto? Los tótems se
quedarán en el exterior.

—Es una pintura a base de agua pero resistente al agua,


para exteriores —le aseguro Tokiwa—. Por qué no tratas de
experimentar con eso. Podrías pintar mi cobertizo, no me
molestaría.

—Pero es demasiado grande, y qué pasará si hago un


desastre —se preocupó Itsuki.

118
—Yo compro la pintura y te ayudo a preparar la
superficie —sugirió Tokiwa.

Itsuki no estaba seguro de cómo responder el amable


ofrecimiento de Tokiwa. Afortunadamente era tiempo de
regresar al trabajo.

Tokiwa se puso de pie, llevándose la caja vacía. —Me


tengo que ir, termina de comer —le dijo antes de irse.

Itsuki tomó uno de sus chopstick*

Ey, señor, ¿le duelen las piernas? —le preguntó una voz
infantil. Pero había perdido el apetito.

Itsuki vio a la pequeña, algo en ella se le hacía familiar,


inclinó la cabeza a un lado, mientras ella le veía las piernas.

Mientras estaban pintando, ella había trabajado


tranquilamente en medio del caos. La mayoría de los niños a
su alrededor apenas tomaban la pintura y ya estaban todos
manchados, pero ella seguía pintando su sección con toda
paciencia. Entonces, cuando casi iba a terminar, se detuvo.

— ¿Sucede algo malo? —le preguntó Itsuki.

—No sé qué color usar ahora —dijo ella—. Mami y papi


dicen que elija el color que me guste, pero el color que me
gusta es diferente a todos los demás.

—Creo que debes hacer lo que mami y papi te dicen —


le contestó Itsuki con una sonrisa—. Es tu pintura, después de
todo. Caramba, una vez yo pinté el océano púrpura y el cielo
amarillo.

* Comida en forma de palitos, popular en el oriente.

119
Sus coletas y serios gestos le recordaron a su pequeña
hermana. Cuando ella estaba en el jardín de niños, su madre
los había llevado al océano para un picnic. Itsuki había
empezado a pintar con acuarelas.

Mientras su madre y su hermana jugaban en la arena,


Itsuki pintó la escena.

A su hermana le encantó que pintara el océano de


púrpura pálido.

—Es el color del océano al atardecer —le dijo su madre


feliz.

La pequeña niña seguía junto a la silla de ruedas, viendo


a Itsuki.

— ¿Te duelen ambas piernas? ¿Te lastimaste mucho? —


le preguntó de nuevo.

—Sí —asintió Itsuki—. Tuve un pequeño accidente y mis


piernas no se han curado todavía.

—Espero que te mejores pronto —deseó inocentemente,


acariciando con sus manitas el yeso.

Itsuki perdió las palabras.

Ella continuó acariciando el yeso, entonces levantó la


vista y lo vio con gesto serio. —Es bueno colocar tus manos en
esto.

—Tus manos —repitió Itsuki.

—Mami dice que te curas más rápido de esta forma —


dijo convencida la pequeña niña.

Ella seguía pasando su mano por el yeso, como si lo


calentara. Un momento después la retiró.

120
—Gracias, me dolía antes, pero ahora me siento mucho
mejor —le dijo Itsuki.

Ella respondió con una alegre sonrisa, justo cuando sus


padres la llamaron. Ella corrió por el jardín a los brazos de su
padre, riéndose. La escena hizo que Itsuki se sintiera
nostálgico de su propia infancia, y deseó poder pintar la
escena. Había pasado mucho tiempo desde que sintiera la
urgencia de pintar.

Desde que estaba con Yamabe, Itsuki no había realizado


una sola pintura. Yamabe pudo haberle dado los materiales,
pero no sentía deseos de pintar ahí.

Vio a los padres levantar los postes de los tótems. Las


bases de soporte ya habían sido instaladas, sólo faltaba
insertar los postes y verter cemento.

Mientras los adultos continuaban con ese proceso, los


niños pasaban el tiempo dibujando.

Itsuki los veía desde su silla de ruedas y se sentía aburrido.

— ¿Por qué te apartas, Hashimoto?

Itsuki levantó la vista y se encontró con Aota, el amigo de


Tokiwa, quien se acercó. Tenía cemento en la camisa y la
mejilla.

—Estás aquí para ayudar, así que por qué no te acercas.


¿No te aburre estar aquí solo? —preguntó Aota.

—No quiero atravesarme en el camino de Tokiwa —


contestó Itsuki.

121
—Relájate. Si tú te atraviesas en su camino, Tokiwa será el
primero en hacértelo saber. Además, Tokiwa es capaz de
trabajar con un montón de distracción —Aota sonrió y señaló
al montón de ruidosos niños.

Itsuki se rió.

—De cualquier manera, él siempre dice que es mejor


entrar y tocar las cosas con tus propias manos —dijo Aota.

— ¿Quieres decir, experimentarlo con tus manos? —


preguntó Insumí.

Aota asintió. —Sí, si sólo ves las cosas, no puedes decir si


está frió o caliente, duro o suave. Eso es lo que Tokiwa siempre
dice.

Aota se puso de cuclillas mientras veía a Itsuki


parpadear.

—Por ejemplo, el tofu es suave, si lo tocas mal, lo puedes


desmoronar. Pero no importa cuántas veces alguien te lo
explique, no lo puedes comprender, tienes que tocar todo el
bloque, hacer la sopa de miso. No puedes entender nada si
nunca lo has experimentado de primera mano.

—Eso es cierto —murmuró Itsuki, preguntándose qué


pensaba Aota de él.

—Tú puedes estar lesionado, pero tu sensación al tacto


todavía está bien —le aseguro Aota—. No puedes entender
algo sólo viendo y escuchando. La directora de esta escuela
comparte esa filosofía, gracias a Dios.

Después del breve discurso. Aota abruptamente cambió


el tema. —Me olvidé preguntarte antes, si ya tuviste
oportunidad de ver el libro de pinturas.

— ¿Qué libro de pinturas? —preguntó Itsuki.

122
— ¿Me estás diciendo que nunca te lo dio? —replicó
incrédulo—. Tokiwa me pidió que lo comprara para él, me
dijo que era tu artista favorito, eso fue hace seis años, antes
de que me casara.

Itsuki abrió más los ojos, cuando Aota mencionó el


nombre del artista. Era el artista favorito de Itsuki. Aota estaba
hablando del libro que Tokiwa descuidadamente dejara
cerca del sofá.

—Ya vi el libro, gracias por preocuparte —dijo Itsuki.

Aota se iluminó. —Agradece a Tokiwa, no a mí. Cuando


me fui de viaje, yo estaba cerca del museo y me pidió que lo
comprara, e incluso me invitó unos tragos para
recompensarme. A él no le gusta pedir favores. Después oí
que había perdido el contacto contigo.

Aota sonrió de nuevo y se disculpó, regresando al


trabajo. Itsuki no podía sacar las palabras de Aota de su
mente. Tokiwa había comprado el libro especialmente para
él.

Hacía años ese artista había publicado un volumen con


sus obras, en ese tiempo Itsuki había ido a verlo, pero el libro
estaba muy lejos de su presupuesto. El libro en la casa de
Tokiwa era diferente, pero también mostraba una maravillosa
colección. Itsuki reconoció la consideración de Tokiwa.

Itsuki recordó haberle hablado a Tokiwa sobre sus


recorridos por las tiendas de libros usados, buscando los de su
artista favorito. Estaba asombrado de que Tokiwa hubiera
recordado la conversación.

123
Seis años. Eso fue dos años después de que Tokiwa saliera
de su vida.

Ahora la vida de Itsuki estaba consagrada a complacer


a Yamabe. Repentinamente se dio cuenta de que había
abandonado las cosas que más le importaban.

Necesitas estar aquí y tocar con tus propias manos.

Reflexionó en la filosofía de Tokiwa por un prolongado


momento. Itsuki no había tocado nada ni a nadie. Ése no era
el caso cuando vivía con su familia. Él podía luchar con sus
amigos y jugar con su hermana. Después, cuando se
encontró con Tokiwa, sentía muchas cosas diferentes.
Entonces era normal tocar cosas.

Pero después de que Itsuki dejara la casa familiar.


Yamabe era la única persona que lo había tocado. Pero
cuando Yamabe lo tocaba, era solamente para jugar con su
cabello.

Entonces hacía unas noches Tokiwa lo había agarrado


de los brazos. Se le había puesto la piel de gallina la primera
vez que Tokiwa lo tocó de esa manera. Estaba
desacostumbrado a sentir el calor de otra persona, y su
expuesta piel había experimentado un cúmulo de
emociones.

Itsuki había olvidado completamente lo que se sentía al


ser tocado. Él pensó en la pequeña niña acariciando su yeso,
casi sintió la gentileza a través de la gruesa capa. Incluso ese
limitado contacto había sido olvidado durante los ocho años
anteriores.

Siempre se sintió como una muñeca con Yamabe. No


como una muñeca a la que se ama y sostiene, sino como
una a la que se mantiene en una caja de cristal. Una muñeca

124
para ser exhibida a través del cristal, nunca sacada, nunca
tocada.

Itsuki se había resignado a vivir dentro de esa caja de


cristal. Y no tenía esperanzas de que otra persona pudiera
tocarlo.

—Ey, señor, ¿quiere pintar?

La pequeña niña había regresado y jalaba de su manga.


Itsuki la vio, ella sostenía un pequeño caballete de pintor. Bajó
su caja de crayones y se sentó a su lado.

— ¿No quieres ver cómo suben los postes del tótem? —le
preguntó Itsuki.

— ¡No! Quiero pintar contigo —dijo—. Puedes usar mis


crayones.

Ella dibujó una línea con su crayón rosa. Itsuki pensó en


las palabras de Tokiwa.

¿Has hecho alguna pintura últimamente?

Eso fue lo primero que Tokiwa le había preguntado en la


casa de Yamabe. Cuando Itsuki le dijo que había dejado el
arte, la expresión de Tokiwa se ensombreció. Se sintió
avergonzado incluso al pensarlo en ese momento.

Itsuki dibujaba porque le gustaba dibujar, no pensando


en mostrar sus dibujos a otros, sino sólo porque le divertía
hacerlos.

Todo eso cambió cuando se mudó a la casa de


Yamabe.

125
Por mucho tiempo no había dibujado nada.

Ahí no había nada que quisiera dibujar, se decía a sí mismo.

¿O sería que no se detenía a ver a su alrededor?

— ¿Que vas a dibujar? —preguntó la pequeña niña.

Cuántas veces Tokiwa le había hecho la misma


pregunta. Itsuki pensó en la escena de la niña con su padre, y
sintió una inconfundible urgencia de dibujar, por primera vez
en años. Ahora esos preciosos sentimientos inundaban su
corazón con una fuerza como la que había tenido entonces.

—Creo que no sé —dijo lentamente.

—Ten —la pequeña niña le dio un crayón azul. Del mismo


color del pañuelo de Tokiwa

Itsuki dejó que el crayón se deslizara a través de la


blanca hoja. El atrevido arco de color se veía deslumbrante a
sus ojos.

Al día siguiente Itsuki sostenía una brocha de pintura por


primera vez en años. Sentado en una esquina del taller de
Tokiwa, Itsuki aplicaba color en un grueso bosquejo.
Repentinamente Tokiwa se levantó de su mesa de trabajo y
empezó a buscar por todos lados en un estante. Tomó un
grueso y agrietado libro. Itsuki podía decir por la ropa de
Tokiwa, jeans y suéter, que su trabajo estaba en la etapa de
planeamiento.

El taller de Tokiwa no se parecía en nada al de Yamabe,


con todo ese equipo y maquinaria a gran escala, que incluso
los principiantes, aprendían a trabajar con ellas. El taller de

126
Tokiwa, por otro lado, era bastante modesto. No había nada
elegante ni asistentes.

Durante la etapa de planeamiento él sólo necesitaba un


escritorio y algo de papel. Tokiwa mantenía el mínimo equipo
a mano, si necesitaba algo más, lo rentaba. La verdad fuera
dicha, Tokiwa parecía no desear heredar el taller de Yamabe.

Itsuki vio relajado cómo trabajaba después de un día en


el jardín de niños. Tokiwa no llevó a Itsuki al sofá, en su lugar lo
había llevado con él al taller por primera vez.

Tokiwa había enfundado a Itsuki en un gran abrigo,


envuelto sus piernas en una manta y sentado en una silla
frente a la mesa.

Itsuki siempre había disfrutado mirar a la gente hacer


cosas. Pero disfrutaba más ver a Tokiwa. Sin embargo, él se
mantenía cuidadosamente fuera de su camino.

Con anterioridad sólo había visto el taller de Tokiwa una


vez, ahora podía mirar cada cosa, los dibujos preliminares en
las paredes, las piezas modelo, y las maderas labradas que
Tokiwa había hecho por diversión. Tokiwa sonrió cuando vio a
Itsuki estirar el cuello para ver alrededor, y acomodó su silla.

Itsuki había pasado la mayor parte del día viendo un


estante en particular. El tiempo pasaba rápidamente mientras
tocaba las cosas que podía alcanzar. Comparadas con las
piezas terminadas, él veía la vida real en los prototipos que
sostenía en sus manos.

Fueron a la sala a comer y después regresaron al taller,


donde Tokiwa le dio un cuaderno de dibujo y un juego de
acuarelas, murmurándole las instrucciones: —Juega con esto
si te aburres.

127
Itsuki fue incapaz de responderle adecuadamente y
Tokiwa levantó las cejas.

—Vi tus dedos moverse esta mañana —aclaró.

El hecho de que Tokiwa hubiera notado ese pequeño


detalle, sorprendió a Itsuki y encendió la pasión de su
corazón.

El cuaderno de dibujo y los colores eran de una nueva


marca. Itsuki apresuradamente le agradeció, mientras Tokiwa
regresaba a su trabajo. Levantó una mano en señal de
entendimiento, pero seguía de espaldas en su trabajo.

Itsuki se calmó y abrió el cuaderno de dibujo. Pensó en la


blanca hoja de papel que la niña del jardín de infantes le
había dado el día anterior y en el crayón azul marino.

Pintó furiosamente toda la tarde, hasta que Tokiwa lo


obligó a detenerse. Después de años sin pintar él quería
seguir.

Ahora veía a Tokiwa parado junto a la repisa de enfrente


y se detuvo a mirarlo. Tokiwa vio sobre su hombro al sentir la
mirada de Itsuki. Dejó su cigarro en el cenicero y fue a su
lado.

— ¿Necesitas algo? ¿Tienes frío? —preguntó Tokiwa.

—Estoy bien, gracias —dijo rápidamente.

El taller era frío a pesar de la calefacción, pero Tokiwa se


había asegurado de que él estuviera bien cubierto a pesar
de que Tokiwa sólo llevaba sus acostumbrados jeans y suéter.

Tokiwa miró el cuaderno de dibujo de Itsuki.

—Qué preciosos colores —comentó Tokiwa.

128
Itsuki había pintado unos inusuales paisajes que incluían
el taller de Tokiwa, también el cielo y el océano que miraba a
través de la ventana. En las hojas anteriores había pintado lo
que había visto recientemente, incluido el jardín de Tokiwa.

—Itsuki.

Tokiwa le habló suavemente. Itsuki tenía la sensación de


que le robaría la respiración de nuevo con el profundo beso
que recibía. Tokiwa trazó los labios de Itsuki y sus lenguas
danzaron en el interior de la boca de Itsuki. Los hombros de
Itsuki temblaron ante el familiar calor y el sabor a tabaco, una
mano acarició el cabello de Itsuki y lo tomó en un puño,
aferrándolo en el lugar.

—Mmm... Aah...

Cuando sus labios se abrieron sus gemidos salieron de su


garganta y sus mejillas se calentaron. Ruborizado, Itsuki apartó
la cara, sólo para que Tokiwa lo jalara y besara la punta de su
nariz. Itsuki suspiró de placer cuando Tokiwa pasó sus dedos a
través de su cabello.

Itsuki ya no sentía la urgencia de resistirse.

Desde el día del proyecto en el jardín de infantes, Tokiwa


había experimentado un visible cambio. Ya no era frío e
indiferente con Itsuki durante el día, no lo forzaba durante la
noche. Era simplemente placentero estar con él. De noche o
de día lo llamaba:”Itsuki” con una suave y profunda voz.

Cuando estaban juntos en el taller, de cuando en


cuando él iba y veía los dibujos de Itsuki, y ofrecía consejos. Lo
tocaba suavemente antes de regresar a su propio trabajo.
Nunca se demoraba mucho, pero a Itsuki le gustaba que
Tokiwa lo mirara. Era como cuando eran amigos, ahora ellos
habían regresado al tiempo en el que estaban juntos.

129
Una que otra cosa había cambiado.

Tokiwa no empujaba a Itsuki por sexo, no pasaban de


besos y caricias. Cada noche Itsuki se dormía en los brazos de
Tokiwa y despertaba cada mañana viendo su cara. Tokiwa se
acercaba y lo besaba. Eso era todo.

Itsuki sentía que ahora Tokiwa lo valoraba. No era un


hombre de muchas palabras, pero Itsuki sabía que Tokiwa lo
veía protectoramente dándole suaves miradas y le hablaba
con palabras de afecto.

Cuando Itsuki lo pensaba, se daba cuenta que Tokiwa


debió estarlo mirando cuando llegó; si no hubiera sido así,
nunca lo hubiera rescatado cuando Itsuki se cayó al río, ni le
hubiera dado su medicamento para el dolor a la mitad de
esa primera noche.

Tokiwa había cuidado a Itsuki todo ese tiempo, pero lo


había tomado mientras lo hacía.

La mano de Tokiwa tocó la mano de Itsuki que sostenía el


pincel. Él dejó la brocha mientras Tokiwa tomaba su mano en
su puño.

—Toma un descanso antes de que te lastimes —aconsejó


Tokiwa.

—Estoy bien —murmuró Itsuki—. He tomado descansos.

—Está bien entonces —contestó Tokiwa, acercando su


cara hasta que Itsuki pudo sentir su respiración en los labios.
Tokiwa acarició la mano de Itsuki. Sus dedos eran
considerablemente más grandes que los de Itsuki, quizá
debido a la naturaleza física de su trabajo. Itsuki se veía
mucho más pequeño en comparación, él se rió al pensarlo.

— ¿Tus piernas están frías? —preguntó Tokiwa.

130
—Tengo una manta y el calentador — dijo Itsuki—. Estoy
más preocupado por ti que por mí. No tienes frío, sensei, eh,
quiero decir, Tokiwa.

—Estoy acostumbrado a esto, siempre he tenido una


fuerte tolerancia al frío y al calor —dijo Tokiwa suavemente,
viendo la manta en las piernas de Itsuki—. Debemos ir
mañana al hospital. La pierna derecha no está bien todavía,
pero creo que podrían quitarme el yeso de la otra. ¿No lo
crees?

—Sí — asintió Itsuki—. Mañana.

Esa palabra le causaba dolor en su corazón.

Aunque la pierna derecha todavía le dolía, el dolor en la


pierna izquierda había casi desaparecido. Si le quitaban el
yeso podría caminar por sí mismo.

Si ya no había problema en su pierna izquierda él podría


regresar al lado de Yamabe al día siguiente, podría comprar
unas muletas en el hospital, la estación no quedaba lejos,
podría tomar un taxi o el tren.

Pero encontró la idea muy deprimente.

Para el caso, él podría ir a casa ahora. Incluso si no podía


usar el teléfono, podría usar un pedazo de madera en lugar
de bastón e iría cojeando a la casa más cercana en donde
pediría un taxi o le pediría a Kasaoka que mandara por él.
Entonces todo se hubiera acabado.

Realmente sólo había nevado los primeros días a partir


de su llegada a la casa de Tokiwa, desde ese punto de vista
no estuvo “atrapado” ahí, podía fácilmente pedir prestado el
teléfono y llamar a casa.

131
Por alguna razón Itsuki ni siquiera lo había intentado.
Simplemente no había querido.

Sintió que Tokiwa se acercaba y levantó la mirada.


Tokiwa le dio un suave beso en los labios, cerró los ojos y sintió
sus largos dedos acariciar sus sienes. Se sintió mareado
cuando Tokiwa suavemente mordisqueó su lengua y lo tomó
por la cintura.

Si en la jaula de Yamabe era una muñeca en una caja de cristal, en la jaula de


Tokiwa era un bebé envuelto en una manta, pensó Itsuki.

Una muñeca en una caja de cristal no puede


desobedecer a su propietario. Todo lo que puede hacer es
ver a través del limpio cristal el mundo exterior.

Pero un bebé en una manta está protegido de otros


niños, del sol y del viento, y suavemente cubre su piel sin
atarlo. No puedes moverte cuando estás envuelto en ella
pero puedes quitarla en cualquier momento.

Itsuki no había pedido el cuaderno de dibujo ni las


pinturas, pero dos días después de recibirlas casi había
cubierto cada página de color, sólo quedaban unas pocas
en blanco.

Un corte de cabello, artículos para su arte, un cuaderno


de dibujo y afecto físico. Tokiwa le había dado cada cosa
que hubiera querido y más amabilidad de la que Itsuki
hubiera imaginado. Sentía que podría llorar.

Ahora Itsuki se dio cuenta de que la jaula de Tokiwa era


gentil. Una vez que el entendió esto, no hubo vuelta atrás.

Finalmente había encontrado paz en los brazos de ese


hombre. Itsuki sintió los cálidos labios de Tokiwa y su corazón le
volvió a doler.

132
Esa era su última oportunidad de estar con Tokiwa de esa
manera.

—Voy a ver a Yamabe contigo, dentro de dos semanas.


Hasta entonces, tú te quedas aquí conmigo.

Solo cinco días más, eso podría ser el fin de su vida con
Tokiwa. Él regresaría con Yamabe.

De cualquier manera no había aceptado ser el heredero


de Yamabe, así que Tokiwa podría no quedarse mucho
tiempo en la casa de Yamabe. Él podría dejar la casa ese
mismo día aunque también podría quedarse por unos días
más.

Después de eso Itsuki regresaría a su vida diaria como la


mascota de Yamabe. Eso era todo para Itsuki, la vida que
había elegido para sí mismo.

Itsuki oyó el timbre del teléfono y Tokiwa liberó el abrazo.

—No vayas —pidió Itsuki, Tokiwa mordisqueó su labio.


Itsuki se sobresaltó sorprendido y Tokiwa acarició su espalda
con una de sus grandes manos. Vio hacia Tokiwa y sus
miradas se encontraron. El corazón de Itsuki se aceleró al ver
la amorosa expresión de Tokiwa.

—Ahora regreso —dijo Tokiwa.

Besó suavemente los labios de Itsuki y salió del cuarto.


Itsuki sentía su cuerpo entero temblar. No importaba qué tan
duro tratara de calmarse, no podía dejar de ver la puerta.

Tokiwa regresó un momento después y fríamente le pasó


el teléfono a Itsuki.

—Es para ti —dijo —. Es Yamabe.

Itsuki parpadeó, pero Tokiwa ya había dejado el cuarto.

133
Itsuki suspiró. Kasaoka le había hablado el día anterior
diciéndole que Yamabe estaba peor. Itsuki no podía imaginar
cómo podía Yamabe contactarlo directamente en su
presente condición.

— ¿Te estás divirtiendo en la casa de ese sinvergüenza?


—inquirió Yamabe—. Me preguntaba si estás mejor para venir
aquí.

Yamabe inició una inusual conversación. Se quejó de


que Kasaoka lo tratara como inválido. Que incluso no lo
dejara comer fuera. Que incluso había dejado de trabajar en
el nuevo proyecto. Esa era la más animada conversación que
Itsuki había tenido con Yamabe. A pesar de que se oía que el
sensei estaba luchando, su fuerte salud ya no estaba.

Ellos habían pasado ocho años juntos. Como resultado,


Itsuki conocía mejor que Kasaoka la salud y el humor de
Yamabe. A pesar de no estar viéndolo, podía decir por su
tono de voz que Yamabe no estaba bien.

—Qué terrible he sido, causándote problemas hasta el


amargo final —dijo Yamabe—. Si Tokiwa se rehúsa a acceder,
supongo que eso no podemos evitarlo. Regresa a casa tan
pronto te sientas bien.

Yamabe hizo una pausa, Itsuki tenía la impresión de que


el viejo hombre tenía una amarga sonrisa.

—Nunca pensé que iba a sentirme tan solitario sin ti


alrededor —dijo Yamabe—. No puedo decirle esto a Kasaoka
pero deseo que regreses a casa lo más pronto posible.

Era inusual de Yamabe, hablara tan abiertamente e Itsuki


se contuvo de responder. Era la primera vez que Itsuki había
oído a Yamabe hablar de un sentimiento vulnerable.

134
Itsuki sabía que Yamabe podía vencer a cualquier
oponente con su mirada. El viejo hombre prefería no mostrar
su debilidad y siempre mantenía la distancia, incluso con sus
amantes.

La condición de Yamabe debería estar peor de lo que le


dijera Kasaoka, Itsuki sintió una enorme culpa cuando se
percató de eso.

—Lo siento, trataré de ir —aseguró Itsuki—. Mientras tanto,


trata de comer y descansar, y no te presiones demasiado.

—No te preocupes, Kasaoka hace que me comporte —


le dijo Yamabe—. Pero todo me sabe mal, incluso he perdido
el gusto, o es porque no estás aquí.

Itsuki conocía las habilidades de Yamabe y sabía que el


hombre lo estaba manipulando.

—Probablemente esté en casa mañana o pasado


mañana —dijo Itsuki—. Hasta entonces, por favor cuídate y no
olvides tu medicina. Yo hablaré con Kasaoka y el cocinero
para asegurarme de que estés comiendo.

—Bien, hasta entonces —contestó Yamabe, se oía feliz y


más relajado

—Te llamaré después —prometió Itsuki—. Te oyes


cansado, por favor trata de descansar ahora.

—Bien, quizás esté cansado. De acuerdo, me voy a la


cama, ven a verme pronto —dijo Yamabe más animado y
colgó.

Itsuki apagó el teléfono.

Él podría haberse ido a casa hacía días, ahora Itsuki se


sentía lleno de vergüenza por su propia cobardía. De todas

135
las cosas que debería hablar con Yamabe, estaba el corte de
cabello,

También había sido violado, y el contrato prohibía


cualquier involucramiento romántico. Y lo peor de todo,
había correspondido a los sentimientos de Tokiwa. Viendo el
teléfono apagado, Itsuki empezó a reírse.

No sabía cómo percibía Tokiwa la relación. Esas dos


semanas estaban por terminar, y entonces una llamada
telefónica lo alejaba de él.

Itsuki levantó la vista sorprendido. En ese momento


Tokiwa estaba detrás de él. Revisó que el teléfono estuviera
apagado. Entonces se fue a su mesa de trabajo. El ruido
hacía eco en el taller.

—Tokiwa —llamó Itsuki.

Se interrumpió ante la clara mirada de furia, tan dura y


fría que lo hizo estremecer.

— ¿Vas a regresar? —ladró Tokiwa.

—Yamabe-sensei está mucho peor —explicó Itsuki—.


Necesito irme mañana.

—Así que sales corriendo en el segundo que te llama,


¿huh? —gruñó Tokiwa—. Me gustaría que dijeras que vas a ir
porque te complace, pero en realidad no creo que quieras
regresar.

Itsuki levantó su mirada y se encontró con la de Tokiwa.

—Tú aceptaste quedarte aquí dos semanas —dijo


cortante Tokiwa—. En caso de que lo olvides, te lo recuerdo,
no tengo intención de dejarte ir antes de eso. Te quedas aquí
cinco días más.

136
—Pero no puedo —protestó Itsuki—. Le prometí a
Yamabe-sensei estar ahí lo más pronto posible. Mi única razón
para quedarme aquí era que no podía conducir a causa de
mis lesiones.

Se detuvo, no pudo continuar debido a la mirada de ira


de Tokiwa. No decía nada, pero Itsuki sabía que eso era peor.
Tokiwa rara vez se molestaba por algo que no fuera el
trabajo, y no era una persona que se enojara fácilmente.
Itsuki estaba sintiendo una extraña sensación de deja vu.

— ¿Realmente quieres regresar a casa ya? —preguntó


Tokiwa con voz profunda—. Con sólo una llamada telefónica
y una orden tú cambias tus lealtades por completo. Ha hecho
un excelente trabajo quebrando tu voluntad, usó a tu familia
para amenazarte. Así fue como te ha entrenado.

Se tomó unos momentos para entender las palabras de


Tokiwa.

— ¡N—no seas rudo! —exclamó Itsuki—. Yamabe no es


ese tipo de persona.

—Por favor, explícame qué tipo de persona envía a su


amado asistente personal como cebo a casa de un extraño,
¿no es ese tipo de persona? ¿Realmente lo conoces? —gritó
Tokiwa.

—Pero…

Antes de que Itsuki pudiera contestar, Tokiwa lo besó con


fuerza, sin misericordia. Itsuki estaba clavado en la silla
mientras Tokiwa devoraba sus labios. Su instinto era escapar,
pero Tokiwa lo agarró tan fuertemente que quedó totalmente
restringido. Su inútil lucha causó que su respiración quedara
atrapada en su garganta.

137
138
Su abrazo era marcadamente diferente a los anteriores.
Los dedos que agarraban su mentón y el brazo que
presionaba su cintura lo hacían tan fuertemente que Itsuki
pensó que en cualquier momento sus huesos se quebrarían.

Incluso si trataba de empujarlo, su fuerza no se


comparaba con la de Tokiwa. Y dejó caer sus flácidos brazos
desesperado.

— ¡No! —gritó.

Tokiwa estaba sobre la silla acariciando su ingle sobre la


ropa. Itsuki sabía a dónde se dirigía y su cuerpo se tensó de
miedo al recordar la violenta forma de hacer el amor de
Tokiwa las noches anteriores.

Itsuki movía sus caderas, mientras Tokiwa tocaba su


ombligo con sus dedos, quitó la manta de sus piernas, levantó
a Itsuki de la silla y lanzó su cuerpo al sofá.

Itsuki fue incapaz de hacer cualquier ruido. La fría mirada


de Tokiwa parecía congelar cualquier pregunta o cualquier
protesta. Cuando un pequeño gemido escapó de su
garganta, Tokiwa mordió su labio inferior. Entonces le besó tan
duro que le quitó la respiración. Tokiwa le arrancó la camisa,
los botones saltaron al piso.

Itsuki tembló indefenso ante la urgencia de las febriles


caricias de Tokiwa. Tokiwa encajó sus dientes en la clavícula
de Itsuki, pellizcó duro sus pezones. Itsuki gritó de dolor. Tokiwa
sostuvo sus muñecas contra el sofá.

Tokiwa se movió de la clavícula a su pecho, arrancando


su ropa y bajándola por sus muslos. Itsuki estaba paralizado
por la energía de Tokiwa, incapaz de luchar. Tokiwa
chasqueó su lengua cruelmente, ante el estado de
desamparo de Itsuki. En un momento ya había desgarrado

139
toda la ropa de Itsuki y agarraba la parte de atrás de sus
rodillas.

Itsuki se mordió el labio al sentir los dedos y la caliente y


húmeda lengua en su agujero. La conducta de Tokiwa era
más dura y despiadada que las otras noches. Ignorando la
expresión de miedo en la cara de Itsuki, Tokiwa procedió
mecánicamente, como si fuera un horrible deber que debía
realizar. El dolor emocional de Itsuki ante la salvaje conducta
de Tokiwa era peor que el dolor físico que sentía. Su piel
estaba inflamada por la pasión y sentía el frío como hielo, y él
era totalmente incapaz de moverse.

Incómodo por el silencioso temblor de Itsuki, Tokiwa se


detuvo y vio a Itsuki con fría indiferencia, Acercó sus caderas,
no se molestó en desnudarse, sólo bajó el cierre de sus jeans,
y sacó su pene. Entonces Tokiwa entró en Itsuki mientras el
sofá crujía. El dolor era tan intenso que Itsuki sentía que iba a
desgarrarse.

A Tokiwa no le molestó el sufrimiento de Itsuki, empujaba


hacia las caderas de Itsuki con todo su poder, con tanta
violencia que causó que Itsuki gritara de dolor. El mundo se
volvió blanco ante sus ojos, cuando Tokiwa entró
profundamente en él.

Un sudor frío bajó por la espalda de Itsuki. Incluso la


primera vez no había sido tan brutal. Y él había sido forzado a
hacerlo con la gentileza con que Tokiwa lo trataba. Itsuki
nunca había visto a Tokiwa mostrar tanta crueldad antes,
realmente no entendía qué empujaba a

La ira de Tokiwa le causaba dolor al corazón de Itsuki.

Mientras Tokiwa sin piedad empujaba en su interior, Itsuki


pensaba en el Tokiwa de un momento antes. La noche
anterior Itsuki había dormido seguro en los brazos de ese

140
hombre, él lo había acariciado amorosamente mientras se
quedaba dormido. La cara de Tokiwa era lo primero que Itsuki
veía en las mañanas. Ellos habían pasado tiempos juntos,
envueltos en un capullo pleno de una atmósfera de paz y
tranquilidad. Quizás Tokiwa sabía que todo era temporal y por
eso era amable. A pesar de eso, Itsuki no entendía qué había
empujado a Tokiwa más allá del borde.

—Detente... por favor —Itsuki logró gritar.

Las muñecas de Itsuki le dolían a causa de la presión, no


podía soportar ver a Tokiwa, pero Tokiwa jaló su cara y encajó
sus dientes en sus labios. Forzó a Itsuki a abrir la boca con su
lengua, e Itsuki sintió que lo devoraban. Quería preguntar
“¿por qué?” pero no encontraba las palabras,

—No eres nada, sólo una propiedad.

Las duras palabras de Tokiwa entraron lentamente en él


como un veneno, infectando todo su cuerpo. Atormentado
por su ilusión, Itsuki perdió el conocimiento.

141
tsuki despertó después de las seis, el cuarto estaba
oscuro, las luces apagadas y el cielo afuera oscuro.

Saltó fuera de la cama pero instantáneamente su


cuerpo se quebró con el dolor, se obligó a regresar bajo los
cobertores.

Una vez que el dolor desapareció, Itsuki se dio cuenta


que estaba en la cama de Tokiwa. Recordó ser llevado a la
cama después de haber pasado un tiempo en el sofá. Tokiwa
podría no tolerar hablar con Itsuki, pero había tomado
especial cuidado en llevarlo a la cama, acomodar
cuidadosamente sus piernas, y preguntarle si sentía dolor, y lo
había besado de nuevo. Itsuki estaba exhausto por lo
sucedido en el taller, cuando Tokiwa había ignorado sus
desesperados ruegos.

Aliviado de ver que estaba solo, Itsuki miró al techo. Sintió


una terrible sed y buscando algo de beber se deslizó al borde
de la cama.

Lentamente bajó ambas piernas y se puso de pie. Su


pierna derecha seguía siendo un gran problema, pero la
izquierda estaba más o menos sin dolor, si él se movía
lentamente podría llegar a la cocina. Se forzó a llegar a la
pared y avanzar hacia la puerta, le tomó mucho tiempo
llegar hasta ahí, pero finalmente lo hizo. Repentinamente le
pareció oír voces afuera. Itsuki asomó la cabeza y no vio a
nadie. Salió al pasillo.

— ¿Sigues ahí? —Itsuki oyó la voz que hablaba en su


camino a la cocina. Vio al conocido joven en la entrada de
la casa.

142
— ¿Estas bromeando? No te he visto aquí en la última
semana, ¿es por tus lesiones, o estás ayudando a Tokiwa con
otro trabajo? —preguntó el peluquero.

Itsuki estaba demasiado agotado para dar una


respuesta apropiada y sólo le dirigió una mirada vaga.

—Ey, ¿eres uno de los ayudantes de Toki? —insistió el


joven—. Oí que tiene un gran proyecto. ¿Es cierto? Él nunca
deja la casa en estos días. La última vez que lo vi estaba
teniendo problemas supervisando una pintura. No tenía idea
de que normalmente trabajara con eso.

— ¿Qué gran proyecto? —tartamudeó Itsuki.

El joven abrió los ojos, suspicaz. —Él nunca habla de eso.


Pero, ¿por qué estás aquí? Eso parece un poco extraño…

—Supongo —asintió Itsuki—. Incluso si fuéramos amigos,


eso parecería extraño. Pero supongo que es porque
realmente no soy amigo de Tokiwa—sensei.

Itsuki sintió cómo el pensamiento lo estaba cortando en


pequeñas partes, mientras lo decía, pero una vez que puso
sus sentimientos en palabras, sintió que era casi imposible
detenerlo.

—Correcto, estoy aquí simplemente por cuestiones de


trabajo —confesó—. En cinco días, esto puede cambiar.
Después de eso no regresaré a causarle más problemas a
Tokiwa—sensei. Por favor, sólo déjalo pasar.

— ¿De qué estás hablando? —preguntó el joven.


Entonces, súbitamente exclamó—. Ey, ¡tu cara se está
poniendo azul! ¡Qué te sucede! ¡Espera un minuto!

143
La cara del peluquero repentinamente cambió, e Itsuki
se aferró a la pared por su vida, su visión empezó a nublarse.
El joven se apuró a quitarse los zapatos y correr hacia él.

—Tienes fiebre —declaró, tocando con sus manos frías la


frente de Itsuki—. ¿Por qué estabas tratando de caminar por ti
mismo? Toki, Toki, ¡ven rápido!

Itsuki tomó la muñeca del joven para silenciarlo, el


peluquero lo vio directamente.

—Por favor. Estoy bien. Puedo caminar por mí mismo —


insistió Itsuki.

—Pero todavía tienes la pierna quebrada —protestó el


joven.

—Estoy bien, no quiero molestar a Tokiwa—sensei, por


favor déjalo así —mientras Itsuki hablaba comenzó a
deslizarse por la pared hasta terminar sentado en el piso.

El joven vio a Itsuki un momento y habló con tono


amonestador. —Te llevaré yo mismo. Toma mi brazo.

—No, no quiero molestarte... —protestó Itsuki débilmente.

—No me molestas. Estás enfermo. Si no quieres que te


ayude, llamaré a Toki. Y no quieres eso —dijo el peluquero
amenazador, levantando a Itsuki.

Con todo ese esfuerzo su pierna izquierda se sentía débil


de nuevo. Se dejó llevar hasta la sala y al sofá.

El peluquero lo cubrió con una manta. —Tus piernas


siguen lastimadas, y estás trastabillando con fiebre. ¿En qué
estás pensando? Pídele a Toki que te ayude. Estoy seguro que
no lo molestarás. —Colocó su mano en la frente de Itsuki, y
éste gimió—. Te ves sediento, ¿quieres algo de beber?, una

144
bebida deportiva será mejor que el agua, si tienes fiebre.
Ahora regreso.

Con eso salió de la sala dejando la puerta abierta. Itsuki


no tenía la fuerza para levantarse y cerrarla. Sentía una
opresión en su pecho, mientras cerraba los ojos. A pesar de su
piel caliente, el interior de su cuerpo se sentía extrañamente
frío. Se envolvió en el cobertor luchando contra la
abrumadora urgencia de llorar. Quizás el olor a los cigarros de
Tokiwa en el cobertor le provocaba la emoción. Itsuki se
acurrucó en un ovillo, temblando.

— ¡Está lastimado! ¡Debería ser visto por un doctor y


enviado a casa! Eres un imbécil sin sentido común. —Itsuki oía
lo que el peluquero decía—. Cómo puedes dejar que un
amigo sufra así. Se ve digno de compasión. Déjalo ir.

—No te metas en los asuntos de otra gente, chico—tijeras


—contestó Tokiwa con tono frío—. Sólo has visto a Itsuki
algunas veces.

—Hace un momento estaba temblando en el pasillo,


más pálido que un fantasma —le gritó el peluquero.

— ¿Él estaba en el pasillo? —preguntó Tokiwa, su voz


parecía repentinamente preocupada.

—Justo en la esquina, apoyándose en la pared —


contestó el joven—. Colapsó mientras hablaba conmigo, y lo
llevé a la sala. ¡Toki! ¡Toki, él sufre por eso!

145
Itsuki repentinamente oyó pasos aproximándose, se
enredó más y escondió su cara. No podía ver a Tokiwa ahora.
Los recuerdos de lo que había sucedido rondaban su
cerebro.

—Itsuki —Tokiwa le hablaba suavemente.

Itsuki siguió acostado, pretendiendo dormir. Esa voz


estaba llena de un dolor que él no había escuchado antes.
Tokiwa suavemente retiró el cabello de su cara. Itsuki conocía
muy bien ese toque. Peo era como si estuviera siendo tocado
por primera vez. Tokiwa estaba en silencio, pero Itsuki podía
sentir su mirada fija.

— ¿Ya se durmió? — preguntó el peluquero—. Mejor no


lo despiertes, dejaremos su bebida cerca. Y deberías sacar la
silla de ruedas del carro.

—Buena idea —aceptó Tokiwa—. ¿Puedes hacerme el


favor de traerla?

—Claro —aceptó el joven—. ¿Por qué la dejas todo este


tiempo en el carro? Itsuki debe tenerla cerca, si la hubiera
tenido no hubiera tratado de caminar por sí mismo.

—Eso creo —aceptó Tokiwa.

—Dame las llaves entonces —dijo el peluquero—. ¿Hay


algo más que quieres que traiga? Él está usando tus pijamas,
¿verdad? ¿No tiene un cambio de ropa en el carro?

—Él está usando mis pijamas porque no tiene otra cosa


aquí —contestó Tokiwa.

Itsuki oyó al joven salir, y se dio cuenta de que estaba


solo con Tokiwa.

—Te llevaré a la cama, no luches —indicó Tokiwa.

146
Antes de que Itsuki pudiera contestar, Tokiwa lo levantó
con todo y cobertor, Itsuki seguía haciéndose el dormido con
los ojos bien cerrados. De repente se sintió en el colchón.
Tokiwa acomodó sus piernas y lo cubrió con los cobertores,
entonces dejó el cuarto.

Acostado en la cama, se sintió incluso más sediento. Oyó


pasos un momento después y que dejaban algo en la mesita
de noche. Itsuki se sintió aliviado de que su cara estuviera
cubierta en la oscuridad. Un momento después, otros pasos
se aproximaron.

—Toki, te dije que no lo despertaras —exclamó el


peluquero.

—Él sigue dormido —dijo Tokiwa—. Sólo pensé que estaría


más cómodo aquí.

—Oh, bien —el joven estuvo de acuerdo—. Pero qué


pasará contigo, dónde vas a dormir esta noche.

—Donde sea —contestó Tokiwa—. Hay muchos cuartos


aquí.

—Pero están fríos —agregó el joven—. Tus piernas son


demasiado largas para el sofá, si quieres te presto un colchón.
Mis amigos se quedan a dormir seguido y tengo extras.

—Aprecio la oferta —dijo Tokiwa—. Ey, Aota me habló de


un álbum de fotografías.

—Oh, sí —dijo el joven—. He estado tomando fotografías


de las construcciones, para el tipo del que te había hablado.

147
—Trae las cosas —dijo Tokiwa—. Creo que me quedaré
en la sala.

—Claro. Por cierto, dejé la silla de ruedas en la puerta del


frente. Limpié las ruedas para que la puedas traer al interior
después. Será más fácil para él. A menos que dejes la silla de
ruedas lejos para castigarlo. En ese caso, es otra historia
diferente.

— ¿Realmente piensas que haría algo como eso? —


demandó Tokiwa.

—Bueno, no es mi asunto, pero... —la voz del joven


parecía dudar.

Itsuki sostenía la respiración para escuchar la


conversación.

Durante toda la charla, Tokiwa mantuvo su mano en la


cabeza de Itsuki, pasando los dedos por su cabello.

Itsuki se dio cuenta de que sus hombros estaban


temblando. Sintió los afectuosos dedos de Tokiwa
acariciando sus mejillas, retirándole el cabello de los ojos.
Todavía como una roca, Itsuki sintió que le besaban los
párpados y se retiraba de nuevo. Él no entendía por qué
Tokiwa lo besaba de nuevo.

—Lo siento —Tokiwa le murmuró al oído antes de alejarse.

Oyó los pasos salir de la habitación y la puerta cerrarse. El


cuarto se oscureció de nuevo e Itsuki finalmente abrió los ojos.
Se giró hacia la mesita de noche para tomar la bebida
deportiva que estaba junto a la lámpara.

A pesar de sentirse deshidratado, Itsuki se la tomó


lentamente. Regresó la botella a la bandeja y volvió a
acostarse.

148
No podía borrar las palabras de Tokiwa de su corazón, a
pesar de los sucesos en el taller. El beso que habían
compartido antes de la llamada de Yamabe, había sido tan
diferente a la última noche de deseo físico sin significado o
razón.

No eres nada más que una propiedad, necesitas darte cuenta de eso y someterte a mí.

Esas palabras seguían gritando en su interior. La última


noche, Tokiwa nunca escuchó lo que Itsuki decía, él sólo lo
veía con su helada mirada.

Tokiwa no le llamaba por su primer nombre. Al principio


Tokiwa había sido agresivo, pero había algo de bondad en su
toque, había tratado a Itsuki como una molestia, pero aun así
se rehusaba a apartarlo de su lado.

Itsuki se dio cuenta de que él no era más que una


muñeca prestada, aún cuando Tokiwa hubiera sido amable.
Se había permitido olvidar eso. Tokiwa seguía viéndolo como
la mascota de Yamabe. Porque Itsuki era una propiedad, una
baratija, y no importaba lo que sucediera con él. Tokiwa lo
seguiría viendo de esa manera. Itsuki había decidido pensar
que nada más sucedería entre ellos.

Itsuki simplemente quería estar cerca de Tokiwa. Él quería


estar cerca de él, ser tocado por él. No le importaba que
Tokiwa lo viera simplemente como un juguete.

Itsuki había decidido que se iría a su casa, que se


quedaría ahí, que se involucraría con Tokiwa… Había
decidido todo eso por sí mismo.

Podrán ser amigos, pero de una extraña manera...

Las palabras del peluquero eran tan exactas que le


causaban dolor. Itsuki no era conocido como amigo de

149
Tokiwa, ni como su amante, Itsuki no era más que un juguete
para Tokiwa.

Itsuki debería saber que Tokiwa lo odiaba desde el


principio. Sabía que Itsuki era una muñeca comprada por el
dinero de Yamabe. Entendía por qué Tokiwa lo veía de esa
fría manera.

Itsuki no tenía permitido ni cortar su propio cabello. ¿Por


qué le importaría a Tokiwa alguien como él?

Itsuki repentinamente pensó en el peluquero que


conversaba con Tokiwa un momento antes. Era incluso más
joven que Itsuki. Pero Tokiwa lo trataba como un igual. Al
peluquero no le preocupaba complacer a Tokiwa con sus
pensamientos o palabras. Itsuki nunca había tenido esa
seguridad, ni siquiera en el pasado, menos ahora.

Eso debería divertir a Tokiwa, comparar a los dos jóvenes


opuestos frente a él.

Itsuki como una muñeca en una vidriera, sin voluntad ni


valor. Pero su relación pronto terminaría. Tokiwa nunca intentó
que su romance se prolongara más de dos semanas.

Mañana lo dejo decidió Itsuki. Tokiwa le había dicho que podía


ver a Yamabe y de seguro mantendría su promesa. Ser
honesto era su debilidad.

No había razón para que Itsuki siguiera ahí, pero aun así
quería quedarse. Itsuki se rió de su propia tontería.

Él quería estar cerca de Tokiwa, un poco de tiempo más.


Oliendo el familiar aroma de tabaco en las sábanas, Itsuki se
mordió su lastimado labio.

Realmente no soy amigo de Tokiwa—sensei.

Sus propias palabras cortaron como chuchillo su corazón.

150
emprano la siguiente mañana, Kasaoka llamó de
nuevo, Yamabe había empeorado dramáticamente,
Tokiwa colgó el teléfono y se movió rápidamente. Despertó a
Itsuki y lo preparó para irse. Veinte minutos después iban en el
RV de Tokiwa rumbo a la casa de Yamabe.

Se acabó, pensó Itsuki con la cabeza apoyada contra la


ventana del asiento del pasajero.

De vez en cuando Tokiwa le preguntaba si tenía frío o


dolor. Itsuki sólo sacudía la cabeza, y sentía la mirada de
Tokiwa fija en él. Pero Itsuki estaba determinado a mantenerse
tranquilo. Si abría la boca podría decir algo estúpido. No
quería dejar un mal recuerdo en Tokiwa.

Lograron atravesar el difícil tráfico y llegaron a la casa de


Yamabe antes del mediodía.

Yamabe había pasado la noche en el hospital, pero ya


estaba en su casa; acostado en su cama había presionado al
doctor para que lo diera de alta esa mañana.

—Odio los hospitales y puedo descansar mejor aquí —


dijo Yamabe, se oía como siempre, pero había perdido peso
durante esas dos últimas semanas. Se veía pálido pero su
sentido del humor estaba intacto.

—Tenemos mucho de qué hablar —dijo viendo a Tokiwa


a los ojos.

151
Kasaoka, inmediatamente objetó. —El doctor dijo que no
se presione, debe pasar el resto del día descansando. Puede
hablar con Tokiwa-sensei mañana. ¿Está de acuerdo
Tokiwa—sensei?

El tono de voz de Kasaoka parecía más enérgico que de


costumbre. Tokiwa aceptó y preguntó si podía usar el baño, y
salieron del cuarto.

Yamabe llamó a Itsuki, quien estaba cerca de la puerta.

—Bienvenido a casa, Itsuki. Gracias por tu duro trabajo.


Realmente ayudaste a que saliera.

El tono de voz parecía complacido, pero Itsuki no podía


verlo a los ojos. Apenas logró murmurar una disculpa, y
Yamabe le contestó con una amarga sonrisa.

—Tokiwa es una nuez dura de pelar —dijo el viejo—. Pero


olvida eso, me alegra que estés de regreso. Acércate,
déjame ver tu cara.

Itsuki asintió y se aproximó a Yamabe, deteniéndose junto


a la cama.

—Vamos, acércate más —insistió Yamabe.

Itsuki se acercó vacilante y Yamabe lo jaló del corto


cabello y le preguntó: — ¿Cómo están tus piernas y qué le
paso a tu cabello?

—El tobillo izquierdo sólo se dislocó, pero el derecho se


quebró —contestó Itsuki—. Y debo verme horrible.

— ¿Puedes caminar? ¿Te duele? —preguntó Yamabe.

—Sólo si me apoyo, el dolor ha disminuido bastante —


contestó Itsuki, mostrando su bastón—. Sobre mi cabello —

152
continúo Itsuki—, me lo cortaron contra mi voluntad. Debe
parecerte extraño.

— ¿En serio? —murmuró Yamabe.

Itsuki lo vio a los ojos, encontrándose con una extraña


nostalgia.

—Es el mismo corte que tenías la primera vez que te vi —


dijo Yamabe intrigado.

—Lo siento —murmuró Itsuki. Yo voy a conseguir algunas


extensiones o algo pronto.

—No es necesario —dijo Yamabe—. Realmente ese estilo


te queda mejor ahora,

Itsuki no contestó.

—Yo pensé que te veías mejor con el cabello largo, pero


ocho años han pasado desde entonces. La gente cambia —
dijo Yamabe complacido. Cerró los ojos y se acomodó de
lado.

Itsuki siguió a Kasaoka fuera del cuarto del enfermo.


Kasaoka tranquilamente le dio un nuevo celular para
reemplazar el quebrado. Le dijo que pasara el resto del día
en su habitación. Itsuki parpadeó, debía acostumbrarse a
seguir indicaciones nuevamente.

—No te ves bien —agregó Kasaoka—. Duerme algo,


iremos al hospital a que te revisen las piernas. ¿Crees que
puedan retirarte el yeso de la izquierda al menos?

—Sí —dijo Itsuki—. Aunque la pierna derecha requerirá


más tiempo.

—Lo entiendo —dijo Kasaoka—. No te presiones


demasiado, conseguiremos una silla de ruedas si es necesario.

153
Y quédate con Yamabe tanto como sea posible. De ahora en
adelante ése es tu trabajo.

Itsuki asintió en respuesta a las palabras de Kasaoka.

Yamabe estaba en un punto sin retorno. Su enfermedad


había avanzado más rápido de lo esperado y se había
complicado. Aunque Yamabe parecía en paz ahora, estaba
sufriendo mucho, según Kasaoka, y siempre tenía el
medicamento para el dolor cerca.

—Por cierto, ¿Tokiwa dijo algo acerca de la herencia? —


preguntó Kasaoka.

—Nada —contestó Itsuki—. Él no parece interesado.

—Oh, ¿en serio? —preguntó Kasaoka, no parecía muy


sorprendido.

En el pasado su cuarto estaba junto al de Yamabe,


ahora lo habían mudado a otra parte de la casa. Una vez
que llegó, Itsuki respiró profundamente. Tokiwa le había
fabricado un bastón provisorio, dado que no podrían llevar la
silla de ruedas a la casa de Yamabe. El corazón de Itsuki se
hinchó de emoción al verlo.

Más tarde, la noche previa, Tokiwa había entrado en la


recámara. La fiebre de Itsuki había subido, mientras luchaba
por respirar, unos fuertes brazos lo levantaron y le dieron
medicina y agua. Itsuki logró tomarse el medicamento antes
de que lo acostaran nuevamente. Tokiwa se había sentado al

154
lado de la cama, mientras acariciaba su cabello y colocaba
su fría palma sobre su frente. Itsuki sonrió un poco, pensando
que la excesiva bondad de Tokiwa era sólo otra forma de
crueldad.

Sabía que tenía que alejar los sentimientos que tenía


hacia ese hombre. Pero no podía. Sabía que era inútil,
todavía quería seguir con Tokiwa.

Itsuki sacudió la cabeza, luchando por suprimir las


emociones que creía extintas. Terminó de cambiarse y se
metió a la cama.

Fue difícil dormir en un cuarto desconocido. Su fiebre


había bajado pero todavía entraba y salía de la consciencia.

Temprano, la siguiente mañana, Itsuki fue al hospital. Los


doctores quitaron el yeso de su pierna izquierda y le dieron un
par de muletas.

Itsuki pasó el resto del día en una silla al lado de la cama


de Yamabe.

Itsuki vio a Tokiwa la siguiente mañana, justo antes de


que hablara con Yamabe. El encuentro fue más breve de lo
esperado, pero Itsuki no oyó lo que pasaba entre los dos
hombres. Ni Itsuki ni Kasaoka estuvieron presentes. Yamabe lo
quería de esa forma. La única persona que estuvo en ese
cuarto fue el abogado.

Kasaoka probablemente ya sabía lo que se discutiría ahí,


pero no le dijo nada a Itsuki y él no se molestó en preguntar.

La noche antes de que supuestamente se fuera Tokiwa,


Yamabe se puso peor. Itsuki fue el primero en notar que

155
Yamabe estaba extraño. Para cuando la enfermera llegó, ya
estaba inconsciente. Se apuraron a llevarlo al hospital
nuevamente.

Los recuerdos de ese momento en la mente de Itsuki


eran extraños y desarticulados. Él había estado en todo
momento junto a Yamabe, pero no recordaba en qué piso
estaba el cuarto, incluso no recordaba el número ni la cara
del médico o las enfermeras. Sólo el sonido del equipo
médico, la nieve que caía tras la ventana, y su mano
estrechando la de Yamabe, estaba tan claro en su memoria
que Itsuki podía pintar un cuadro con eso.

Yamabe murió tranquilamente después de tres días de


inconsciencia. Kasaoka y Tokiwa llegaron rápido al enterarse
de la noticia, al igual que las cuatro mujeres que habían sido
amantes de Yamabe.

Itsuki regresó a casa a hacer los preparativos. Puso orden


en la vieja habitación de Yamabe de manera mecánica,
sintiendo como si todo fuera un mal sueño. Cuando el cuerpo
del sensei fuera traído sería acostado en su familiar cama y
envuelto en una sábana blanca. Lo que ponía
completamente nervioso a Itsuki.

Yamabe había muerto dos meses antes de lo que


predijera el médico. El sensei esperaba llegar a la primavera y
ver los cerezos en flor.

—Yo planeé verlos cada año, pero nunca lo hice —le


confesó Yamabe.

Itsuki recordaba la amarga sonrisa de Yamabe cuando


dijo eso. Ahora el viejo hombre nunca le hablaría
nuevamente. Itsuki se dio cuenta de que, después de todo,
no lo odiaba.

156
Sólo que Itsuki sentía ira acerca de muchas cosas que
habían sucedido durante esos ocho años. Quitarle su tótem,
obligarlo a sacar a Tokiwa de su vida. Las noches de soledad,
el dolor de perder la libertad de cortarse el cabello, la
agobiante cortesía, dejar la escuela y sus sueños. En esas
ocasiones Itsuki realmente odiaba a Yamabe.

Yamabe había moldeado la vida Itsuki como parte de su


particular juego, modelando su apariencia y conducta,
complacido con semejante transformación.

Incluso más que eso, en esos ocho años Yamabe había


sido la única persona cercana a Itsuki. Yamabe había sido la
única persona que se ocupó incondicionalmente de Itsuki
durante ese tiempo.

Su madre había muerto de neumonía el año anterior.


Hasta su fin, ella no notó en qué se había convertido su hijo.
La última vez que Itsuki había visto a su madre sonreír, fue
cuando era estudiante y lo despedía por la mañana. Con su
hermana sólo tenía lazos de sangre, ella había cortado
cualquier relación, cuando él la mandó a la escuela. Incluso
se rehusó a hablarle en el funeral de su madre.

Itsuki se sentía triste a causa de la distancia entre ellos,


pero sabía que no lo podía evitar. A pesar de toda su
discreción, los rumores viajaban rápido. En ese momento la
hermana de Itsuki creía que Itsuki y Yamabe eran amantes, y
él no podía verla a la cara.

—Bienvenido a casa —le había dicho su hermana.


Aunque pareciera extraño, esas palabras significaban mucho
para Itsuki. Le aseguraban que todavía tenía sitio en algún
lugar.

Yamabe era una persona especial en la vida de Itsuki,


pero no era ni su amante ni su familia. Era más una relación

157
de amo—mascota. Pero incluso así, Yamabe lo había tratado
como una muñeca e Itsuki lo había animado a ello.

Itsuki se aproximó al cuerpo de Yamabe, apoyándose en


sus muletas, no tocó la sábana pero colocó su mano encima
del cuerpo de Yamabe, la carne estaba dura y fría. Yamabe
definitivamente se había ido. Había dejado el mundo de los
vivos. Ya no iba a corregir la gramática de Itsuki o regañarlo
por la ropa que usaba, no le llamaría ni le sonreiría. Itsuki sintió
un agujero enorme en su corazón.

Al final estoy solo, pensó Itsuki.

158
amabe tendría un funeral privado seguido de un largo
servicio funerario realizado por los trabajadores del
taller, ahí habría mucha gente del grupo cercano a Yamabe.
No habría una dramática demostración de duelo. Yamabe
quería una sencilla cremación, pero se mantenía la cuestión
de la herencia.

Durante el funeral estaba claro que Tokiwa heredaría el


patrimonio. Aunque ambos residían en la mansión, Itsuki no
había visto a Tokiwa desde el día en que se vieron en el
hospital. Kasaoka había tomado el rol de su asistente
personal, y se le había avisado a Itsuki de que ya no requerían
de su ayuda. Él cumpliría su deber quedándose a atender a
Yamabe hasta el final.

Itsuki pasó la noche entera sentado al lado del cuerpo


de Yamabe, después de la cremación los restos fueron
trasladados a la recámara que había sido transformada en
salón funerario, donde se encontraba el altar. Itsuki estaba en
esa habitación.

Él se había apurado esa mañana y el cielo gris se sentía


opresivo.

El usualmente tranquilo pasillo estaba lleno de actividad.


Itsuki se sentía rezagado, su mundo estaba de cabeza.
“Rezagado” era bastante exacto. Itsuki realmente había sido
compañía para Yamabe, el título de „asistente personal‟ era
sólo para mostrar. Ahora era visto como la antigua mascota
de Yamabe.

Nadie se preocupa por los sentimientos de una mascota.


La muy amada muñeca de una persona no es más que

159
chatarra para los ojos de otra. Itsuki no era nadie ahora que
Yamabe se había ido.

—Hashimoto, ¿estás solo? ¿Dónde está Tokiwa—sensei?

Itsuki levantó la vista y se sorprendió al ver a alguien


dirigirse hacia él. Era Kurasawa, uno de los aprendices que se
había unido al taller el año anterior y era un año menor que
Itsuki, alto y delgado, de la misma altura que Tokiwa.

—No tengo idea —contestó Itsuki.

— ¿Realmente Tokiwa-sensei se va a encargar del taller?


—preguntó Kurasawa.

Itsuki levantó la vista incrédulo.

— ¿Por qué me lo preguntas? —inquirió Itsuki.

—Alguna gente dice que él es el heredero, otros, que no


—contestó Kurasawa— Imaginé que seguirías como su
asistente personal, si Tokiwa aceptara el puesto.

—Yo... yo... yo no —tartamudeó Itsuki.

Kurasawa lo vio extrañado: — ¿Estoy equivocado? Ellos


dicen que Tokiwa es amable contigo, así que parecía que
seguirías como su asistente. ¿No te quedaste con él las últimas
semanas?

—Mi futuro es incierto ahora, yo sólo visité a Tokiwa-sensei


por cuestiones de trabajo —Itsuki lo dijo en un tono cerrado.

160
Itsuki sentía que la sangre era drenada de su cuerpo. Si
Kurasawa había oído esos rumores, entonces estarían
diseminados por todos lados para ese momento. Tenía
sentido, después de todo había pasado casi dos semanas en
la casa de Tokiwa. Los aprendices sabían bien que Tokiwa no
aceptaba extraños en su territorio. Tokiwa trataba a Itsuki con
amabilidad. Esa actitud familiar hacia Itsuki se debía a un
dramático cambio.

Desde el día que regresó, Itsuki había sido el blanco de


los rumores nuevamente. Terminó la conversación con
Kurasawa y pensó en cruzar por el pasillo hacia su habitación.

Itsuki se sentía enfermo, el aire a su alrededor parecía


haberse vaciado. Cuando sentía que la gente lo miraba se
obligaba a erguirse apoyándose en sus muletas.

—Itsuki, ¿estás bien? —preguntó una voz. Alguien lo


levantó y lo apoyó contra la pared. Ahora se sentía mareado.
Cerró los ojos con fuerza y al abrirlos estaba de nuevo viendo
a Tokiwa parado frente a él, pulcramente vestido con traje y
corbata para el funeral. Tokiwa veía a Itsuki con aire
preocupado.

—Discúlpame —dijo Itsuki finalmente.

Tokiwa arrugó la frente en respuesta, acarició la esquina


de los ojos de Itsuki, y habló suavemente: — ¿Has comido
suficiente? ¿Has dormido bien?

—Estoy bien —mintió Itsuki—. Gracias por preguntar.

Es él de nuevo pensó Itsuki, forzándose a sonreír. Es peligroso


estar juntos de esta manera en público. Quizá Tokiwa estaba
preocupado por él, simplemente por la manera en como se
sentía respecto a Itsuki en el pasado.

Tokiwa vio a Itsuki y suspiró.

161
—Ven aquí un momento —dijo tomándolo del brazo.

—Tokiwa—sensei, hay unos negocios que necesita


atender —gruñó Kasaoka.

—Esto sólo me tomara cinco minutos —contestó Tokiwa.

Mientras Kasaoka veía, Tokiwa colocó su brazo alrededor


de Itsuki y lo guió a una habitación de huéspedes vacía. Itsuki
no pudo luchar.

Antes de que Itsuki pudiera abrir la boca y hablar, sus


palabras fueron interrumpidas por un beso de Tokiwa. Eso
estaba sucediendo demasiado rápido para que pudiera
pensar. Itsuki recobró la sensatez cuando oyó a la gente en el
pasillo. Los huéspedes habían recorrido grandes distancias
para acudir al funeral; aunque el cuarto estaba desocupado,
alguien podría entrar en cualquier momento.

¿Cómo actuaría Tokiwa si la gente los viera juntos de esa


forma? El solo pensar en eso hizo que a Itsuki se le helara la
sangre.

— ¡Detente! —dijo Itsuki tratando de alejarlo, pero Tokiwa


lo ignoró.

Los largos brazos de Tokiwa rodearon la cintura de Itsuki,


acercándolo más y chupando la lengua de Itsuki. La
garganta de Itsuki se contraía mientras un estremecimiento
recorría toda su espalda y él, impotente, sucumbía al placer.
Sabía que no podía derrotar a Tokiwa, pero Itsuki no podía
quedarse sin pelear. Sin embargo, Tokiwa tomó sus manos y
las sostuvo contra la pared. Itsuki pensó en arañarlo, pero no
tenía corazón para hacerle eso. Se movía en vano contra el
agarre de Tokiwa.

Tokiwa detuvo la cabeza de Itsuki contra la pared y le


dio un profundo beso.

162
163
Agarró las caderas de Itsuki con firmeza, pero la lengua
que exploraba era suave y gentil en contraste. Itsuki quería
llorar. Cuando Tokiwa finalmente lo dejó tomar aire. Itsuki dejó
de luchar, y tomó las mangas de Tokiwa.

Su respiración era un poco jadeante, mientras Tokiwa le


mordía el labio, causando que sus caderas saltaran. Tokiwa se
acercó más a Itsuki y lo vio a los ojos.

— ¿Es cierto que nunca dormiste con Yamabe—sensei?


—preguntó Tokiwa sorpresivamente.

Itsuki parpadeó sorprendido ante su inesperada


pregunta.

— ¿Es cierto? —preguntó Tokiwa ansiosamente.

Itsuki logró asentir pero Tokiwa seguía viéndolo sombrío.


Tokiwa debió notar que Itsuki lo miraba aterrado, porque
suavizó la expresión.

—Necesito hablar contigo —dijo suavemente


acariciando la mejilla de Itsuki—. Iré a tu cuarto en la noche,
ahora no es el momento.

Esta vez era el mismo tono que Tokiwa usaba cuando le


hacía el amor. Itsuki sintió su piel erizarse y ponerse de gallina,
pero era incapaz de asentir o incluso sacudir la cabeza.

—Itsuki.

Tokiwa le habló de nuevo, Itsuki asintió vagamente,


Tokiwa le besó la nariz, y luego devoró su boca de nuevo. No
había manera de escapar a los apasionados besos de
Tokiwa.

Los dedos que hacía un momento eran rudos, se


volvieron gentiles cuando Tokiwa acarició la mejilla de Itsuki.
Murmuró el nombre de Itsuki en su oído, hasta que éste no

164
pudo oír nada más. Los dedos de Itsuki distraídamente se
cerraron en un puño en la manga de Tokiwa. Sabía que si
tocaba el calor de Tokiwa nunca podría dejarlo.

Justo entonces sonó el celular de Tokiwa. A juzgar por el


tono de su voz cuando contestó, la llamada debía ser de
Kasaoka. Después de una breve conversación, Tokiwa besó la
frente de Itsuki y salió del cuarto. Apoyado contra la pared,
Itsuki fue incapaz de moverse durante un momento.
Finalmente se sentó.

Itsuki vio sus muletas en la alfombra y pensó en la fuerte


espalda de Tokiwa. El funeral comenzaría pronto, y ellos
probablemente no tendrían oportunidad de hablar antes de
eso.

No habría mucha gente en el funeral, pero Tokiwa estaría


ocupado atendiéndolos. Ese era un excelente momento para
el plan que Itsuki tenía en mente. Cuando el funeral acabara
Itsuki dejaría la propiedad de Yamabe por su propio bien. Lo
había decidido justo después de que se le diagnosticara la
enfermedad terminal.

El contrato era válido sólo mientras Yamabe viviera.


Kasaoka ya le había explicado eso a Itsuki. Iba a dejar todo
atrás y a empezar de nuevo. Sin explicaciones o
preocupaciones.

Solamente Kasaoka sabía que Itsuki planeaba irse. Itsuki


le había pedido que guardara el secreto, pero en realidad…
¿quién extrañaría a la mascota de Yamabe una vez que se
fuera? Lo que fuera que Tokiwa quisiera discutir con él no le
importaba. Se iba a ir, y eso era todo.

165
Suspiró. Justo cuando la puerta se abrió, Itsuki se
escondió.

— ¿Hay alguien aquí? —dijo alguien.

—Debes estar alucinando —dijo alguien más—


¿Realmente piensas que ellos pueden estar escondiéndose
juntos en momentos como estos?

— ¿Escondiéndose?— Repitió la primera voz— Agradable


manera de decirlo. Tokiwa-sensei está ocupado con los
preparativos e Itsuki fue devoto a Yamabe hasta el final.
¿Correcto?

—Si llamas devoción a sólo estar sentado a su alrededor


—se burló el otro hombre—. Al menos podría atender a los
huéspedes que patrocinaban a Yamabe, pero
probablemente no sepa cómo.

Esa conversación era tan extraordinaria que Itsuki se


descubrió sosteniendo el aliento.

—Bien, él se ve lindo para ser hombre —continuó la


sarcástica voz—. Yamabe-sensei y Tokiwa-sensei están locos
por él. ¿Por qué Yamabe-sensei lo mantendría tanto tiempo a
su lado sin hacerle nada? Probablemente se irá ahora con
Tokiwa.

—Quizás deberías inventar historias divertidas sobre ti


mismo —bufó la otra voz.

Itsuki se dio cuenta de que ese hombre era Kurasawa, el


aprendiz con el que había hablado en la mañana.

Eso hizo que Itsuki quisiera esconderse incluso más.

—Estás siendo irrespetuoso al involucrarlo con todo el


mundo. Hashimoto puede que incluso no trabaje con Tokiwa,
me lo dijo —comentó Kurasawa.

166
— ¿Dónde está lo irrespetuoso en esto? —preguntó el
otro aprendiz—. Todo el mundo sabe que Hashimoto era el
chico—juguete de Yamabe—sensei.

—Esos eran rumores, hombre. Es injusto para Hashimoto —


puntualizó Kurasawa.

—No realmente —respondió el otro—. Kasaoka hacía el


trabajo, Hashimoto sólo se exhibía.

—Tú no estás seguro de eso —defendió Kurasawa—. Si


Yamabe-sensei mantenía a Hashimoto como su asistente, era
porque probablemente necesitaba ayuda extra. He oído que
Hashimoto es un buen trabajador.

—Bueno, para jugar al inocente, lo es —dijo el otro


aprendiz—. ¿Tienes algo con él también? Su cuarto está
conectado con el de Yamabe—sensei, ¿lo sabías? De esa
manera podía estar a él fácilmente. Tokiwa-sensei tiene sus
ojos puestos en Hashimoto también. Probablemente ya
durmió con él. Oí que los tres estaban juntos. Sólo de hablar
de eso, me enferma.

—Haces que me enferme de oírlo. Estás diciendo todas


estas molestas cosas porque estás enojado, ya que Tokiwa le
encargó el taller a otro —agregó Kurasawa en tono
ofensivo—. No puedo escuchar más de esto. Tienes miedo de
atacar directamente a Tokiwa—sensei, así que dices toda esa
basura de Hashimoto. ¿Eres quien esparció los rumores sobre
Yamabe-sensei y Hashimoto, “dulzura”?

— ¡Cómo te atreves a llamarme de esa manera! —gruñó


el otro aprendiz—. Quién diablos te crees para decirme
“dulzura”.

—Lo siento —dijo Kurasawa, aunque no parecía una


disculpa del todo—. Es que no puedo llamarte por el nombre

167
de traidor que disemina mentiras sobre gente que apenas
conoce.

—Kurasawa —gritó el hombre.

Cuando parecía que la conversación se iba a convertir


en pelea, Itsuki decidió que era momento de hablar.

—Discúlpenme, pero ¿pueden mantener la calma? —


pidió Itsuki.

Los aprendices guardaron silencio cuando Itsuki salió a la


vista. El chismoso lo miró lívido cuando descubrió a Itsuki
espiándolo desde las sombras.

—Qué diablos, ¿desde cuándo estas ahí? —preguntó el


hombre.

—Me sentí débil y entré a descansar un momento —dijo


Itsuki suavemente—. Oí la conversación entera. ¿Hay algo
que quieras decirme de frente?

La cara del hombre se puso rojo brillante y salió sin decir


una palabra. De repente se oyeron gritos de dolor afuera.
Itsuki imaginó que el hombre había chocado con alguien en
el pasillo.

— ¿Estás bien, necesitas algo? —preguntó Kurasawa


ansiosamente, viéndose más que incómodo.

Itsuki sonrió ante la aprensión del joven.

—Gracias, estoy bien —dijo Itsuki—. Tú podrías ser más


cuidadoso con la gente que eliges para hablar.

El chismoso era un viejo aprendiz de Yamabe, quien le


había rogado quedarse en el taller después de que su
aprendizaje terminara. Luego había empezado a asistir

168
regularmente. Aunque recibía el salario regular del aprendiz,
podía ser un enemigo fastidioso si se enojaba contigo.

—No puedo creer que haya dicho eso —dijo


honestamente Kurasawa, rascándose la cabeza—. Siento que
lo hayas oído. Supongo que tu trabajo será más difícil ahora.

—Estaré bien —le aseguró Itsuki—. Gracias por


defenderme.

—Seguro —dijo Kurasawa parpadeando.

Itsuki le sonrió un poco: —Es grandioso que nos hayas


defendido a Yamabe y a mí, pero deberías mantener la boca
cerrada en el futuro.

— ¿Te molestó lo que dije? —preguntó Kurasawa.

—Eso no hace ninguna diferencia —aseguró Itsuki con un


tono de sinceridad—. Los rumores son inevitables por aquí. Tú
sólo lo hiciste enojar y va a ir detrás de ti.

Itsuki suspiró cuando vio a Kurasawa dejar el cuarto.

Sólo de hablar de eso, me enferma.

Repentinamente sintió su corazón pesado. Itsuki respiró


profundamente y miró al techo.

De ahora en adelante Itsuki Hashimoto no le va a causar ningún problema a


Tokiwa, pensó calmadamente.

Pero Itsuki todavía quería mucho a Tokiwa. Él amaba


cuando Tokiwa bruscamente le murmuraba al oído. Pensar
que el hombre que parecía autoritario y agresivo en la
superficie, tenía un alma gentil.

Cuando Yamabe le había ordenado a Itsuki visitar a


Tokiwa, Itsuki naturalmente se había puesto nervioso, pero a la
vez tan feliz que podría haber gritado. Si ellos se veían cara a

169
cara, a lo mejor podrían finalmente hablar abiertamente. Sólo
hablar con Tokiwa era suficiente. Nunca soñó que se
quedaría en la casa de Tokiwa.

Los diez días que pasaron juntos habían sido un tiempo


muy especial. Itsuki había sido feliz en esa casa. Nunca
querría olvidar el tiempo que pasó envuelto en ese gentil
capullo. Pero ahora tenía que dejar la casa de Yamabe, si
quería preservar sus recuerdos.

A pesar de sentirse agradecido por las palabras de


Kurasawa, sabía que los otros huéspedes lo veían como una
decoración. Quedarse como secretario de Tokiwa no era
apropiado. Kasaoka podría ayudarlo. Y ciertamente

Tokiwa podía contratar a alguien con más experiencia


que Itsuki. Posiblemente Tokiwa quería hablar sobre eso con
él.

Itsuki no tenía experiencia como escultor, sólo un


entrenamiento de secretario de medio tiempo. Alguien como
él sería inútil ahí, pero por sus contactos previos, sabía que no
lo despedirían. Era por eso que tenía que irse.

Tokiwa probablemente entendería la situación de Itsuki


bastante bien. Sus padres estaban muertos. La casa familiar
perdida. No tenía experiencia de trabajo, lo que le dificultaría
encontrar uno nuevo. Tokiwa debería de estar preocupado
por el futuro de Itsuki, y querría discutir esos asuntos en detalle.

Itsuki sacudió la cabeza tratando de alejar esos oscuros


pensamientos. No importaba lo que Tokiwa esperara de él,
una cosa era cierta. Itsuki sabía que quería a Masatsugu
Tokiwa.

Incluso después de unirse a la casa de Yamabe, a Itsuki


le daba placer ver el arte de Tokiwa. Con poco tiempo para
sí mismo le era difícil ver el trabajo de Tokiwa en persona, pero

170
incluso a través de las fotografías lo disfrutaba.
Ocasionalmente podía darle un vistazo a una obra de Tokiwa
mientras le llevaba un mensaje de Yamabe. Eso siempre le
hacía sonreír.

Itsuki realmente disfrutaba ver a Tokiwa esculpir su


camino por la vida, era un hombre que se enfrentaba
confiado al futuro, pero tenía una inesperada gentileza en su
toque. Cada vez que Itsuki veía el arte de Tokiwa, se
impacientaba por ver lo que crearía después.

Itsuki era su fan desde el principio, el hecho de ser


amigos era irrelevante.

Durante los años, los rumores sobre la relación de Itsuki


con Yamabe habían sido salvajemente diseminados en el
taller. Los aprendices actuaban diplomáticamente en
público, pero en privado calumniaban a Itsuki. Yamabe no
sólo toleraba los rumores, sino que parecía encontrarlos
divertidos. Itsuki era forzado a sonreír y aguantar cuando esos
cuentos le llegaban.

Pero esta vez era diferente. Itsuki se mordió el labio


pensando en la conversación que acababa de escuchar. Si
se quedaba tendría que enfrentar los rumores solo. Peor aún,
la gente podría decir que estaba celoso de que Tokiwa
hubiera heredado las propiedades de Yamabe. Sospecharían
lo peor de él, y la maledicencia estaría constantemente
detrás de él.

Esas palabras podrían tener un impacto negativo en la


reputación de Masatsugu Tokiwa, y eso era algo que
definitivamente no quería. Pensar en eso le causaba que el
frío bajara por su espalda. No había manera de que Itsuki
permitiera que eso sucediera. Itsuki no iba a arriesgar el éxito
de Tokiwa.

171
Itsuki Hashimoto había sido la amada mascota de
Yasuyuki Yamabe, quien ahora estaba muerto. Él ya no tenía
lugar ahí. Igual que un gato desaparece cuando su amo
muere, una mascota humana que sobrevive a su servicio no
tiene elección, tiene que irse.

Itsuki suspiró y miró al techo nuevamente.

Cuida tus piernas, no empujes demasiado duro.

Pensó acerca de la última conversación con Tokiwa.


Nunca lo tocaría de esa manera de nuevo, nunca sentiría los
cálidos labios de Tokiwa sobre los suyos, ni presionando su
frente. Su expresión, su voz. Los recuerdos de las cálidas
manos que lo tocaban.

Itsuki miró a sus piernas y recordó la manera como Tokiwa


las había tocado hacía unos días.

Tengo que dejarte, pensó Itsuki, pero no podía evitar soñar que
podría tenerlo.

¿Por qué no podía dejarse avasallar por su deseo de


estar con Tokiwa? Si siempre lo tenía en su mente.

Justo entonces, Itsuki oyó más voces detrás de la puerta,


vio el reloj y se dio cuenta de que era hora del servicio
funerario. Se apresuró a tomar sus muletas y logró ponerse de
pie.

¿Qué querrá hablar conmigo? se preguntaba Itsuki, sintiendo una


punzada de arrepentimiento, mientras dejaba el cuarto y
atravesaba el pasillo.

172
n año después, Itsuki tenía un trabajo de medio tiempo
como editor asistente en una revista local. La oficina
estaba en el tercer piso de un edificio cercano a la estación
del tren.

—¡Ah! Hashimoto, te traigo algo bueno para ti!

Sajima—san, su supervisora, era la única trabajadora


sentada junto a la ventana tomando té de manera distraída,
cuando Itsuki entró a la oficina. La revista era, para ser
honestos, bastante conocida a pesar de su pequeño
tamaño. Se mantenía holgadamente gracias a sus costosos
anuncios publicitarios. Su personal era también pequeño,
formado por Sajima, que era la editora en jefe, un reportero y
una fotógrafa. Ella contrataba personal extra cuando era
necesario, pero crónicamente estaban faltos de personal.

Itsuki había tomado el trabajo al final del verano.


Después de dejar la propiedad de Yamabe, regresó a la
escuela vocacional un tiempo y uno de sus instructores le
sugirió intentar trabajar para Sajima—san. Ahora era un
empleado semi—regular.

—Bienvenida a casa, ¿cómo le fue en su viaje? —


preguntó Itsuki diplomáticamente.

—Perfecto, si solo no hubiera llovido —dijo Sajima—. Aquí


está tu obsequio, y gracias por encargarte de las cosas en mi
ausencia. Llévalas a casa contigo.

—Gracias, pero no sé si pueda comer tanto, vivo solo.


¿Lo sabe? —dijo Itsuki con una tímida sonrisa, viendo las
cuatro cajas de diferente tamaño.

173
Sajima—san había ido a visitar a la familia de su marido.
Ellos llevaban sólo seis meses de casados. Ella le había dejado
las llaves a Itsuki en caso necesario, pero nada realmente
urgente había sucedido. Afortunadamente.

—Una caja es suficiente, gracias —agregó Itsuki—.


Puede compartir el resto con su marido.

—Toma todas —insistió Sajima—. La pequeña está llena


de dulces, y las otras tienen hortalizas, cajas de fideo, arroz
sazonado y algo de vegetales hervidos. Te ayudarán en la
cocina.

Repentinamente ella tomó una revista.

—Aunque éste es el mejor regalo —señaló.

En una revista local como la suya había un logo


publicado en la portada, que Itsuki conocía muy bien. Abajo
de la página aparecía el nombre Masatsugu Tokiwa con
grandes letras.

—Esta revista estaba en casa de mi familia política —


confesó Sajima—. Recordé que eres fan de ese escultor, así
que la traje a casa. La hermana de mi marido escribió el
artículo. Estaba asombrada de conseguir la entrevista con
alguien de tanto prestigio y experiencia. Afortunadamente
alguien los presentó.

Ella hizo una pausa para servirle una taza de té a Itsuki, y


le ofreció azúcar.

—Ella dice que él es un hombre maravilloso —continuó—


. Él se rehusó a que tomaran fotografías, solo concedió la
entrevista. Puede que te interese.

—Gracias —dijo Itsuki.

174
—¿Lo conoces, verdad? ¿Es agradable en persona?
¿Por qué no se ha casado? —Sajima lo cuestionó
rápidamente.

Itsuki parpadeó ante su inesperado cuestionamiento.

—Mi cuñada se enamoró de él —dijo asombrada—.


Pero no pudo hacer preguntas sobre su vida personal.
Probablemente sepas algo sobre su vida amorosa.

—No, para nada —mintió Itsuki—. Yo sólo soy fan de su


trabajo. Lo siento, no puedo ayudar.

—No hay problema. Él probablemente no lo dice de


todas maneras. Está en su propia liga —dijo Sajima,
levantando su taza vacía—. Leí el artículo pero no pude
seguirlo y mantener claro en mi mente lo que él decía. Es un
gran hombre, pero dudo que hable de su vida hogareña.

Se puso de pie y empezó a limpiar las cosas del té.

—De regreso al trabajo —dijo, saliendo de la pequeña


cocina. A mitad del camino, se detuvo—. Ooops, olvide
decirte, la próxima semana saldré de la ciudad para una
entrevista, ¿podrías ayudarme? ¿Cómo está tu horario?

Mencionó un lugar cerca del mar. El artículo sería sobre


la comida de invierno para la próxima edición.

—Debe estar bien — dijo Itsuki—. Nunca he estado ahí


antes y me encantaría acompañarle.

—Genial —exclamó Sajima—. Estaba preocupada de


que tuvieras algo que hacer. No estás cancelando una cita,
¿verdad?

—No —contestó Itsuki—. No estoy saliendo con nadie,


ahora.

175
—Eso es algo que no puedes dejar, Hashimoto —dijo
Sajima seria, viendo a Itsuki directamente—. No me lo tomes a
mal, pero me parece que estás un poco desapegado del
mundo real. La gente de la escuela incluso te dice monje.

—No realmente —dijo Itsuki—. Es porque estoy


estudiando duro. Ahora, para el viaje, ¿qué necesito
preparar?

—Sólo tu licencia de manejar, estará bien —dijo


Sajima—. Logra comer y dormir bien antes de salir. No quiero
que te quedes dormido en un momento crucial.

Itsuki asintió y regresó a su escritorio, estaba realmente


agradecido con la invitación.

Itsuki había empezado a trabajar con la señora Sajima


no sólo por el sueldo sino para tener un lugar a donde sintiera
que pertenecía; después de tantos años apartado de la
sociedad, no le sorprendía que Sajima lo viera desapegado.
Por muchos años lo había estado.

La nueva vida de Itsuki había empezado en la


primavera después de que dejara la casa de Yamabe.

Se tomó un tiempo para adaptarse al dramático


cambio. Afortunadamente fue capaz de enrolarse en un
programa de servicios de información y en una escuela
vocacional, con otros estudiantes de su edad. Había hablado
con gente que trabajaba en campos diferentes, pero
ninguno parecía muy interesado.

176
Itsuki había ahorrado bastante dinero durante sus años
con Yamabe, su mamá había muerto y su hermana se había
casado, y ahora sólo tenía que cuidar de sí mismo.

Él está en su propia liga.

Las palabras de Sajima lo hicieron recordar los artículos


en el periódico y la televisión conmemorando a Yamabe,
había escenas del funeral entremezcladas con algunas del
taller. Ese mundo parecía terriblemente distante al de ahora.
Era difícil creer que había pasado ocho años al lado de
Yamabe.

Si la deuda familiar no lo hubiera arruinado, se hubiera


graduado de la escuela vocacional y habría encontrado un
buen trabajo como la gente normal. Hubiera enviado a su
hermana a la universidad y ayudado a su mamá con los
gastos de la casa. Los tres probablemente vivirían juntos en
familia. Si Yamabe no hubiera hecho la oferta, Itsuki estaría
trabajando hasta el cansancio con deudas hasta el cuello.

Pero ninguno de esos escenarios ocurrió, Itsuki había


habitado un mundo diferente. En una casa sin conexiones, sin
relaciones. Y justo en medio de eso estaba Tokiwa.

Itsuki no lo había visto en ninguno de los programas de


televisión, pero como Sajima había dicho, a él no le gustaba
exponerse ante los medios.

Itsuki no había oído lo que sucedió con los restos de


Yamabe. Podría preguntarle a Kasaoka. ¿Pero cuál sería el
punto?

Había oído algo sobre Tokiwa durante ese año, algo


acerca de la exhibición de algunas piezas de Tokiwa que
habían sido premiadas, y su fama estaba aumentando.

177
Tokiwa podría probar con cualquier cosa, y mucho de su
nuevo trabajo tenía una sensación experimental. La pieza
que estaba creando mientras estuvo en su casa estaba a
punto de ser terminada y se exhibiría en el aeropuerto de la
región de Tohoku. Itsuki ya había decidido que iría a verla.

Mientras ansiosamente seguía la carrera de Tokiwa,


sabía que todavía lo tenía en su corazón. Pero Tokiwa, estaba
en su propia liga. Eso era más que cierto.

—Ey, Itsuki, eres pintor, ¿verdad? —Preguntó Sajima—. Vi


esas acuarelas. ¿Incluso has considerado entrar a la
competencia?

Itsuki estaba tan ocupado con el diseño de la


publicidad para la siguiente edición, que no contestó.

—El concurso de la tienda local de arte —insistió


Sajima—. Es el primero, y no tienen muchas solicitudes. El
último día es en cuatro días y puedes utilizar lo que quieras:
crayones, acuarelas pintura de aceite...

—Deberían anunciarse en las escuelas locales —


comentó Itsuki distraídamente.

—Ya lo hicieron, tienen demasiados dibujos con crayón.


Algunos artistas locales les dieron algunas piezas también,
pero ahora quieren más solicitudes de otra gente.
Demasiados dibujos de niños. Los organizadores se están
volviendo locos. Deberías llevarles esa pintura que me
mostraste. Seguro que les encantaría.

—Pensaré en eso —dijo Itsuki diplomáticamente,


rechazándolo.

178
Algo en la expresión de Itsuki le decía que no lo
presionara.

Itsuki había realizado dibujos un año antes en la casa de


Tokiwa, en su prisa por regresar a la casa de Yamabe, había
dejado el cuaderno. Recién mudado a su departamento
Kasaoka lo había enviado por correo. De camino a su
trabajo, había recogido el misterioso paquete de la oficina
postal. Lo abrió durante su descanso y se quedó impactado
con lo que encontró en el interior. Sajima vio las pinturas
asombrada.

—Wow —dijo—. No he dibujado nada desde la escuela.


Y sólo puedo dibujar la luna y el horizonte.

—Ya no dibujo más —dijo Itsuki tranquilamente poniendo


fin a la conversación.

Después de empezar a dibujar en el cuaderno de dibujo


en casa de Tokiwa, habían quedado sólo unas hojas en
blanco. Pero no había hecho nada para llenarlas desde
entonces. Incluso no estaba seguro de querer hacerlo.

Itsuki disfrutaba dibujar, pero sólo si estaba inspirado.


Ahora estaba empecinado en terminar la preparatoria y no
había dibujado nada durante ese año.

Pero de camino a casa esa tarde pasó por la tienda de


arte y compró una paleta de pintura, brochas y acuarelas. La
revista que Sajima le había mostrado había encendido el
fuego en él. Según la entrevista, Tokiwa se había dedicado a
su arte, lo que a Itsuki le inspiró nostalgia por esos días.

Llegó a su casa, tomó una ducha y buscó el cuaderno


de dibujo. Quería terminar la pintura antes de la cena, incluso
antes de una taza de té.

179
Al día siguiente envió la pintura terminada al concurso
con el nombre de su hermana. Aunque no había razón para
que la buscaran, dos días después la llamó.

—Uh, disculpa, ¿te molestaría que usara tu nombre? —se


disculpó Itsuki.

Su hermana sólo se rió. —Está bien, no me molesta,


usaste el nombre de casada o mi nombre de soltera.

—El de soltera. Ayaka Hashimoto —confesó Itsuki—. No


quería usar el nombre de tu marido, esa es información
privada.

—Como quieras —dijo su hermana—. Me gustaría ver la


pintura alguna vez. ¿Estás pintando nuevamente? Eso me
hace muy feliz.

—¿Por qué? —Itsuki preguntó sorprendido.

—Me encantan tus pinturas, tonto. Siempre me han


gustado, desde que eras joven, y me encantaría verlas de
nuevo. Si tienes tiempo, podrías hacer una pequeña visita a
Yuuta —dijo su hermana animadamente.

Durante el pasado año Itsuki y su hermana habían


reparado su inestable relación. Seis meses después su cuñado
había hablado para informarle que su hermana había tenido
un saludable bebé varón, e Itsuki los había visitado.

Con sólo ver a su hermana con su nuevo bebé, se


reavivaron sus viejos lazos. Por primera vez Itsuki entendió lo
que le había parecido a su hermana que la enviaran a la
escuela. Un lugar que ellos nunca hubieran podido pagar.

180
Mientras ella estuviera ahí, no tendría que atender a su
madre. Ella sería libre para ir a la universidad de su elección.

Pero el precio de su libertad había sido el confinamiento


de su hermano en una extraña casa.

—Sé que trataste de ayudar a mi mamá y a mí, pero


todavía odio que nos dejaras —admitió su hermana—. ¿Por
qué tenías que ir a esa casa con ese extraño hombre? Yo te
amaba y no podía entender todo eso. Después de que
mamá murió, seguía preguntándome por qué las cosas
cambiaron de esa manera.

Así que no era el único con las manos atadas, pensó Itsuki.

Su hermana se había enojado por algo que ella


tampoco pudo evitar. Ir contra su madre, y consigo misma, no
era de extrañar que se hubiera deprimido.

Itsuki no dijo nada más de la competencia, pero dos


días después que la exhibición se abrió, Sajima encontró a
Itsuki en la entrada. Cuando Itsuki le mostró su trabajo, ella lo
felicitó profundamente.

—Hashimoto, gracias por inscribir la pintura en el


concurso. Eres su salvación.

—Para nada —se rió Itsuki—. Pero mi pieza está


escurriendo color, comparada con las otras en la sala.

—Quizá, pero el color y el tema lo hacen interesante —


dijo Sajima—. Mis amigos están felices de recibirla. Por cierto
la televisión local filmó las pinturas hoy y las veremos en las
noticias mañana.

—Es la primera vez que oigo eso —admitió Itsuki—. No


tengo cable en mi departamento.

181
—Es solo el noticiero local, pero probablemente es sólo
para los escolares —dijo Sajima—. Lo siento, no grabaron la
tuya.

—No te preocupes por eso, era algo con lo que estaba


experimentando —dijo Itsuki rápidamente, ansioso por
cambiar de tema.

—Bien, esta noche te invito a cenar —dijo Sajima.

Incapaz de rehusar su amable invitación, Itsuki se


permitió ir con ella al restaurante después del trabajo.

—¿Podrías hacer alguna ilustración para el periódico


alguna vez? —propuso Sajima, en el transcurso de la charla
mientras cenaban —. Tienes un uso único del color, quizás
demasiado inmenso para la portada, pero podemos tratar
con una pequeña pintura, si la reacción es positiva la
llevamos a la portada.

—Gracias, pero no, gracias —contestó Itsuki con una


sonrisa—. Realmente no puedo hacer ese tipo de cosas.

Sólo pinto cuando estoy de humor. Algunas veces han


pasado años sin que pinte.

—¿En serio? Qué desperdicio. Bien, avísame cuando


estés de humor —dijo Sajima vagamente.

Se separaron al frente del restaurante. Sajima se dirigió a


la estación del tren e Itsuki se subió a su bicicleta. Eran casi las
nueve de la noche, pero mucha gente seguía afuera. El
departamento de Itsuki estaba a diez minutos de la estación
del tren. La mayoría de los otros inquilinos eran estudiantes
que se habían ido por el fin de semana. Itsuki bajó de su
bicicleta y la encadenó. Subió los escalones hacia su
departamento en el segundo piso.

182
Como era viernes, a la mañana siguiente no tendría
trabajo ni clases, por lo que había planeado ir al museo en
otra ciudad. Como no podía costear el tren exprés, tomaría el
tren local y transbordaría.

Itsuki caminaba hacia su departamento sacando las


llaves de su bolsillo, cuando vio que alguien estaba apoyado
en su puerta, viendo al suelo. Las personas no lo visitaban sin
avisarle. Esa persona debía estar perdida.

Itsuki se aproximó pero se detuvo después de unos


pasos.

La persona levantó lentamente su cabeza.

183
ientras el agua hervía en una olla en la pequeña
cocina, Itsuki veía hacia el siguiente cuarto. Era un
lugar simple amueblado sólo con una cama y un escritorio.
Todas las cosas estaban guardadas en el armario. Uno de los
amigos de la escuela de Itsuki había comentado, cuando vio
el cuarto, que parecía más un “cuarto de exhibición” que un
lugar donde alguien viviera.

Ahora Tokiwa estaba a la mitad de ese cuarto, era


extraño pero innegable.

Itsuki no lo había visto desde el funeral de Yamabe.


Kurasawa había estado preocupado de que él se quedara a
su lado durante el servicio. Itsuki le había dicho a Kurasawa
que él lo había dispuesto de esa manera, y que tomaría un
taxi después. Después de dejar a Kurasawa, Itsuki había
comprado algo de ropa nueva en la tienda departamental
cercana y pedido un taxi.

—¿Me lleva a la estación, por favor? —le dijo al chofer,


se cambió en el cuarto de baño de la estación, dejó ahí su
traje y se apuró a comprar un boleto de tren que lo sacara de
la ciudad. Había dejado el celular que Kasaotka le diera en la
habitación de Yamabe.

El primer mes Itsuki vivió en casas que rentaba


semanalmente y no le dijo a nadie de su paradero.

Cuando se mudó a un departamento permanente e


inició la escuela, reanudó el contacto con alguna gente
seleccionada, pero no con Tokiwa.

184
Así que, ¿por qué razón en el mundo ese hombre estaba
aquí ahora?

Como rara vez tenía invitados, Itsuki sólo tenía trastes


para una persona. Sirvió el café instantáneo en la única taza
y se preparó para enfrentar a Tokiwa.

Imaginaba que Tokiwa nada más lo veía como un


antiguo conocido. Era poco probable que pudiera sentir
cualquier afecto por él. No después de su último acto de
desaparición.

Colocó la taza en una bandeja y regresó a donde


esperaba Tokiwa. Tokiwa estaba de pie junto a la ventana,
viendo con interés el cuarto de Itsuki.

Su inolvidable hombre, parecía el mismo. A pesar de ser


febrero, los brazos de Tokiwa estaban bronceados. Debía
estar trabajando en exteriores, considerando que su cara
estaba también bronceada. Se veía que había hecho más
ejercicio. Su espalda y hombros se veían más grandes, incluso
más musculosos.

—Lo siento pero sólo tengo café instantáneo —Itsuki se


disculpó colocando la taza en el escritorio.

Tokiwa se movió para levantarla y vio a Itsuki antes de


hablar.

—No necesitas disculparte, he sido rudo al aparecer de


esta forma. ¿Cómo está tu pierna derecha? ¿Todo está mejor
ahora?

—Estoy bien —contestó Itsuki—, tomó un par de meses,


la fractura era limpia, así que no tengo problemas para
caminar ahora.

—Bien, ¿qué con la escuela? ¿Iniciaste clases de nuevo?

185
Itsuki asintió como si nada ante la pregunta de Tokiwa.
Tokiwa había logrado encontrar dónde vivía. ¿Qué tanto
sabría de su nueva vida?

—¿Todo está bien? ¿Necesitas ayuda con algo? —


continúo preguntando Tokiwa.

¿Él sólo está aquí para hacer todas esas irritantes preguntas? se
preguntaba Itsuki. Lentamente levantó la cabeza y vio a
Tokiwa a los ojos.

—Gracias por tu preocupación —contestó—. Todo está


bien.

¿Ese era su “tenemos que hablar” que había


mencionado antes del funeral? Tokiwa se había molestado
cuando Itsuki desapareció por segunda vez en su relación,
incluso sin dejar una nota. Cuando llamó al taxi todo lo que
Itsuki llevaba era la ropa que había comprado, su cartera y su
libreta de direcciones. Tokiwa debió preocuparse de a dónde
había ido y cómo sobreviviría.

Pero Itsuki dudaba que la preocupación de Tokiwa fuera


amor. Tokiwa era el tipo de persona que no perdona cuando
alguien desaparece.

—Siento haberme ido de esa manera —dijo Itsuki


tranquilamente—. Decidí que me iría en el momento que
Yamabe enfermó. No quería crear una gran molestia con eso.
No te lo dije antes, lo siento si causé que te preocuparas.

Itsuki bajó la cabeza, pero Tokiwa no dijo nada.

—Pero estoy bien, en serio —continúo Itsuki—. Empecé la


escuela, y estoy tratando de hacer un nuevo comienzo.

Itsuki sabía que el haber regresado a la escuela


vocacional no necesariamente le garantizaba un futuro

186
exitoso, muchos graduados de las preparatorias estaban
luchando por encontrar un buen trabajo ahora. Itsuki se
preguntaba cuántas compañías estarían interesadas en
contratar a alguien en la última mitad de sus veintes con una
experiencia limitada.

No obstante, Itsuki había regresado al programa que


había iniciado años antes y actualizado su visión para el
futuro. No había lugar para Tokiwa en su futuro.

Itsuki vio a Tokiwa por un momento. Como su jefa había


dicho, Tokiwa estaba en su propia liga. Itsuki atesoraría
profundamente en su corazón los recuerdos placenteros de
un pasado distante.

—No necesitas preocuparte por nada más —dijo Itsuki


finalmente con un tono de voz calmado. Mientras decía esas
palabras se sentía mucho mejor.

—Bien —contestó Tokiwa, suspiró y comenzó a moverse,


giró la cabeza y vio a Itsuki—. Ahora, vamos a cambiar el
tema, para algo más importante. Tengo un favor que pedirte.
Quiero que me des otra oportunidad.

Itsuki parpadeó completamente impactado.

—Puedo entender que sigas enojado —continuó


Tokiwa—. Sólo que yo no soy bueno disculpándome. Grítame
si quieres, empújame, patéame, todo lo que necesites para
sacarlo de tu sistema. Todo lo que quiero es una oportunidad
para compensarte.

—Compensarme, ¿de qué? —preguntó Itsuki


confundido.

—No quiero decir lo que sucedió hace un año —aclaró


Tokiwa—. Estoy hablando de lo que sucedió hace nueve
años, cuando tú eras un estudiante y yo un aprendiz en el

187
taller de Yamabe. ¿Recuerdas la última noche que te lleve a
casa en la motocicleta?

No había manera de que Itsuki pudiera olvidarlo. Esa fue


la primera vez que Tokiwa lo había besado, su último
encuentro antes de que su vida cambiara para siempre.
Durante sus años con Yamabe Itsuki a menudo deseaba
poder regresar a ese dorado momento.

Pero era demasiado tarde para cambiar el pasado.


Itsuki se mordió el labio tratando de bloquear los momentos
dolorosos.

La paz y tranquilidad que él había luchado tan duro por


conseguir, sentía que repentinamente estaba siendo
desgarrada en tiras. ¿Por qué Tokiwa decía eso ahora?

—Tokiwa—sensei, creo que me odias... —dijo Itsuki con


una distante voz. Lo único natural era que Tokiwa lo
despreciara. Durante todos esos años con Yamabe, ellos
nunca habían hablado, ni siquiera para decirse hola.

—Yo... yo no quería ser de esa manera —continuó Itsuki


desesperadamente—. Creo que no tuve decisión en el
asunto. No quería pensar en cómo deberían ser las cosas.

Tokiwa arrugó la frente mientras Itsuki luchaba por


continuar.

—Ellos me llamaban el prostituto de Yamabe, pero el


hecho es que yo no podía hacer nada sin el permiso de
Yamabe. Estaba avergonzado de que me vieras de esa
manera. Eso hería mi orgullo. Me sentía tan débil...

—Sí. Lo sé. Tienes razón, estaba enojado —admitió


Tokiwa—. Sólo, no regresabas las llamadas, dejaste la escuela
y desapareciste de tu casa. ¿Qué suponías qué pensaría?
Imaginé que algo malo te había sucedido y empecé a

188
buscarte. Descubrí lo de tu madre y su deuda. Entonces el
rastro se perdió. Pero seguí esperando que me llamaras algún
día.

Tokiwa se apoyó en el escritorio y vio a Itsuki.

—Finalmente te encontré y no querías hablarme —


Tokiwa recordó tristemente—. Cuando llegué al taller me
dijeron que eras el amante de Yamabe—sensei, pero ahora
sé que el sensei te tenía girando en su meñique. Él siempre fue
muy posesivo con las cosas que amaba.

Itsuki jadeó mientras Tokiwa continuaba.

—Para decir verdad, estaba impactado de ver cómo


Yamabe te trataba como un objeto y tú lo soportabas
pacientemente, incluso ¡dejaste de pintar! Hablabas
mecánicamente, te oías como un robot. Sólo, no te veía
como Itsuki.

Itsuki bajó su cabeza avergonzado, incapaz de


contestar a las duras palabras de Tokiwa. Veía las largas
piernas de Tokiwa y se preguntaba cuál era la real razón
detrás de esa visita.

—Cuando estuviste en mi casa, finalmente me di cuenta


lo equivocado que estaba acerca de ti —dijo Tokiwa
suavemente—. Parecías un robot al principio, hasta que vi
cómo mirabas el jardín.

Itsuki levantó la vista y se encontró con la de Tokiwa, su


cuerpo tembló cuando Tokiwa continúo.

—Tú nunca habías actuado de esa forma en la casa de


Yamabe. Después de que vi que te caías en el río, supe que
Itsuki todavía estaba debajo de todo eso. Simplemente no
podía enviarte a casa de Yamabe después de eso. Pensé

189
que si te alejaba lo suficiente podrías regresar a tu verdadero
yo.

—Al principio, yo sentía ira, y estaba totalmente


impactado por la carta de Yamabe, pero tú parecías
totalmente indiferente a tu destino. Pensé que era
inaceptable ser algo más que una linda muñeca.

Las palabras de Tokiwa perforaban el corazón de Itsuki


de vez en vez. Él cerró los puños pero no apartó la mirada.

—Incluso aceptaste mi abuso, aunque el Itsuki real


empezaba a brillar un poco. Si realmente hubieras sido un
robot sin alma me hubieras dejado hacer lo que me
complacía sin luchar.

Repentinamente Tokiwa sonrió un poco al recordar esas


noches de pasión que pasaron juntos.

—De día actuabas como un androide, pero de noche


comenzabas a ser el Itsuki que una vez conocí.

Quería tocarte, que regresara tu verdadero ser. Cuando


te corté el cabello te vi incluso más como el antiguo Itsuki. Ya
no tenía corazón para obligarte a tener sexo.

Tokiwa había tratado tan duro de que Itsuki regresara,


dejando el libro de pinturas donde él pudiera encontrarlo,
cortándole el cabello, llevándolo de asistente al proyecto del
jardín de niños.

Cuando Itsuki comenzó a pintar de nuevo, los esfuerzos


de Tokiwa fueron recompensados.

—No espero que me perdones —dijo Tokiwa sin rodeos—


. Te obligué a hacer muchas cosas contra tu voluntad. La
última noche en particular. Fue horrible para ti y yo realmente
lo siento. Itsuki.

190
Cuando Tokiwa bajó la cabeza con tristeza, Itsuki sintió
que su corazón se comprimía.

—Tokiwa... —murmuró.

—No soy tan tonto para incluso pensar que puedas


perdonarme —dijo Tokiwa—. Sólo quería que supieras de
dónde surgió.

—Bi—bien… —tartamudeó Itsuki.

—Cuando hablaste con Yamabe—sensei, tú me


hablabas como el viejo Itsuki, no como un robot. Ese hecho
me llenó de ira. No podía perdonarte que quisieras regresar
con él —confesó Tokiwa francamente—. Yo no quería dejarte
ir, de ninguna manera, te amaba tanto.

—Tú... ¿me amabas? —preguntó Itsuki.

—¿Porque me metería en todos estos problemas para


encontrarte de nuevo? —puntualizó Tokiwa—. Te he amado
por todos estos nueve años, y nunca he perdido la esperanza
de encontrarte nuevamente. Traté de olvidarte pero no he
podido. Quería preguntarte después del funeral, que si
todavía querías estar a mi lado.

—Todo lo que quiero es otra oportunidad para estar


contigo —pidió Tokiwa—. Si las cosas no funcionan entre
nosotros, podemos tomar caminos diferentes. Te prometo que
te dejaré solo —sonrió amargamente y sacudió la cabeza—.
Por favor, considéralo. Podemos comenzar como amigos y
llevar las cosas lentamente. No quiero forzar lo imposible, pero
soy un poco obstinado. Esa es la manera en que soy y no
puedo evitarlo.

Itsuki podía ver la fiebre en la mirada de Tokiwa.


Repentinamente sintió también la fiebre. Tokiwa todavía lo
amaba a pesar de todo.

191
Cuando ellos se conocieron la primera vez, Itsuki era un
estudiante de la escuela vocacional y Tokiwa un aprendiz
que soñaba con ser un maestro escultor. Ahora Tokiwa había
llenado su potencial y empezado a ser una estrella.

Una oportunidad para que nosotros comencemos de nuevo.

Pero justo eso no era posible.

La respuesta no era clara para Itsuki, quien era feliz


como estaba, un humilde estudiante sin un real status social.
Una vez que se graduara planeaba tener un tradicional
trabajo de oficina.

Tokiwa, por otro lado, estaba constantemente en el ojo


público. Sus vidas habían cambiado mucho desde su primer
encuentro. Si regresaba al lado de Tokiwa, sólo sería de la
forma en la que Tokiwa quisiera.

Quizá la gente podría verlo sólo como el “amigo” de


Tokiwa, pero la realidad era que Itsuki Hashimoto era
demasiado bien conocido por su trabajo. En cualquier
momento que los aprendices los vieran juntos, iban a
conjeturar, recordando la relación de Itsuki con Yamabe. Si
Tokiwa empezaba a vivir con el antiguo chico—juguete de
Yamabe, se levantaría un torrente de rumores.

—Yo—yo no puedo —murmuró Itsuki. Aspiró


profundamente y tomó valor—. Lo siento, pero yo estoy
enamorado de alguien. Y realmente no quiero recordar esos
días.

La casa de Tokiwa estaba más allá de su alcance. No


importaba lo que hubiera sucedido en su pasado, eso se
había acabado ya. Si Itsuki pudiera cambiar algo, él hubiera
dejado a Yamabe después de los seis años. Y no hubiera

192
estado en cada arrebato que tuvo Tokiwa en esos diez
maravillosos días.

Esos diez días lejos de Yamabe y todo lo ordinario. Itsuki


quería mantenerlos claros en sus recuerdos.

La mirada de Tokiwa lo taladraba.

—¿Cuál es su nombre? —preguntó suavemente.

—¿Quién? —preguntó Itsuki.

—La persona que amas. ¿Cuál es su nombre? ¿Donde


vive? ¿Qué hace para vivir? —preguntó Tokiwa.

—Tokiwa, eso no es asunto tuyo —gruñó Itsuki.

—Difiero en eso —se burló Tokiwa—. ¿Por qué no me lo


dices? ¿Esa persona realmente existe?

—Oh, claro que existe —aseguró Itsuki, pero su tono de


voz sonó falso incluso para sí mismo. Se recompuso y habló
más suavemente—. No puedo decirte, porque yo lo amo
mucho. Él es el único en quien yo puedo pensar ahora y para
siempre.

Itsuki sentía su cabeza mareada pero se obligó a


continuar.

—Por favor, ve a casa y no regreses. No tengo nada más


que decirte. —Mientras hablaba Itsuki sentía crecer dentro de
él una misteriosa calma.

Tokiwa observó a Itsuki en silencio, entonces suspiró. El


alto sonido fue doloroso para los oídos de Itsuki.

—Bien, siento haber irrumpido en tu vida de esta forma.


—Tokiwa se dirigió hacia la puerta.

Itsuki se sentía paralizado, incapaz de ver a Tokiwa salir.

193
El sonido de la puerta al cerrarse fue ensordecer para
Itsuki. El repentino silencio parecía tan innatural cuando cayó
al frío suelo.

Siento haber irrumpido en tu vida de esta forma.

La voz de Tokiwa todavía seguía ahí, aun después de


que Itsuki se tapó los oídos con las manos. Nada podía
ahogarla.

Después del funeral Itsuki imaginó que nunca vería de


nuevo a Tokiwa, a pesar de su secreta esperanza de cruzarse
con él algún día. Años después, incluso décadas después,
ellos podrían tropezar con el otro, sonreír y decirse hola.

Tokiwa podía reconocer a Itsuki, detenerse y hablar con


él.

Pero ahora ese “algún día” podría no suceder. Itsuki


había corrido la cortina y puesto fin al espectáculo. Si ellos se
encontraran nuevamente, Tokiwa incluso no iba a querer
hablar con él.

¿Puede incluso que lo olvide? ¿Puede él desvanecerse entre sus otros recuerdos?

Divertidas como son las cosas, Itsuki sabía en su corazón


que Tokiwa nunca lo olvidaría. Sólo el pensarlo hacía que
Itsuki se sintiera un poco mejor. Itsuki realmente quería que
Tokiwa lo recordara.

La sorpresiva visita de Tokiwa había vuelto su mundo al


revés.

Su visión estaba borrosa y poco definida, inundada de


color. Él sabía que nunca vería a Tokiwa de nuevo, y eso caía
en su pecho como un porrazo.

Nunca de nuevo.

194
Sorpresivamente algo golpeó su puerta. Se tambaleó
hacia la puerta, se colocó los zapatos, y justo cuando agarró
la manija, alguien la abrió desde afuera.

—¿Huh?

Ahí estaba Tokiwa en el pasillo, viendo a Itsuki con los


ojos muy abiertos.

—Itsuki —dijo Tokiwa suavemente.

Instintivamente Itsuki supo que Tokiwa no había caído en


su mentira.

—Lo si—siento, por favor, perdóname —dijo Itsuki con


voz temblorosa.

Tokiwa llenó la cara de Itsuki con pequeños besos. —


Itsuki —murmuró de nuevo.

Itsuki se derritió, había pasado un año desde que dijeran


su nombre de esa manera.

Tokiwa acunó la cara de Itsuki entre sus manos y le quitó


el aliento en un apasionado beso. Deslizó su lengua entre los
labios abiertos de Itsuki y chupó su lengua. Besó a Itsuki
profundamente, apasionadamente, acercando el cuerpo de
Itsuki al suyo.

Itsuki temblaba de placer. El familiar olor a tabaco lo


abrumó, y se rindió a sus sentimientos de deseo. Sabía que
era imposible que estuvieran juntos, pero Itsuki no podía resistir
más. Agarró la camisa de Tokiwa en un puño,
completamente incapaz de dejarlo ir.

—Itsuki —dijo Tokiwa—. Te preguntaré de nuevo. ¿Cuál


es el nombre del hombre al que amas?

195
Itsuki gimió, la voz de Tokiwa hizo que todo su cuerpo
temblara. Sostuvo el aliento cuando Tokiwa levantó su cara y
repitió la pregunta. No había dónde esconderse cuando
Tokiwa lo tenía tan cerca y viéndolo a los ojos. No importaba
donde estuviera Itsuki, Tokiwa lo encontraría de nuevo. Itsuki
tragó saliva y se mordió el labio.

—Tokiwa —murmuró finalmente.

Tokiwa acarició la cara de Itsuki y le dio un apasionado


beso una y otra vez. Cuando sus miradas se encontraban,
entre besos, Itsuki seguía disculpándose.

—No seas tonto, no necesitas disculparte —dijo Tokiwa.

Entonces presionó a Itsuki contra la pared y acarició su


espalda. Itsuki gimió cuando Tokiwa cubrió su boca con la
suya y la lengua de Tokiwa lo probó y chupó.

Tokiwa besó los parpados de Itsuki. Eso hizo que su visión


fuera clara de nuevo. La hormigueante sensación era como
fuego que llegaba a la base de la médula de Itsuki. Itsuki ya
no quería correr para alejarse. Después de otro largo beso,
Tokiwa lo llevó a la cama. Un momento después Tokiwa
estaba encima de él.

Itsuki tembló al recordar lo que sucediera el último día


en la casa de Tokiwa. Sintiendo su aprehensión, Tokiwa lo vio
con gentileza.

—No hay manera de que eso vuelva a suceder.

Por un momento Itsuki fue incapaz de hablar, distraído


por los recuerdos que flotaban en su mente. Cuando Tokiwa
lo besó de nuevo, el mundo pareció desvanecerse alrededor
de ellos.

196
—Relájate, no te lastimaré —murmuró Tokiwa,
mordisqueándole una oreja. Él comenzó a estimular a Itsuki en
lugares más sensibles, haciendo que temblara de placer. Los
labios de Tokiwa iban de sus orejas a su cuello y a su pecho,
llevando a Itsuki a la locura del deseo. Itsuki se sintió mareado
de placer y aferró las sábanas en un puño.

—Eres un tonto, debes agarrarte de mí —bromeó Tokiwa.


Colocó las manos de Itsuki en la parte de atrás de su cuello y
lo besó con fuerza. Entre besos Tokiwa decía su nombre una y
otra vez, hasta que Itsuki casi lloró. La conducta de Tokiwa
durante esos diez días no era nada en comparación. Itsuki
sólo había asumido que a él no se le permitía tocar a Tokiwa
de la manera como él lo tocaba.

Itsuki acarició los hombros de Tokiwa por primera vez,


actuando por su propia y libre voluntad. Lo sentía
fuertemente mientras lo acariciaba sobre la camisa.

Ahora Itsuki desesperadamente quería sentir las partes


privadas de Tokiwa y deslizó su mano bajo sus pantalones, el
pene de Tokiwa aún crecía. Con sus dientes enterrados en el
cuello de Itsukim éste vio a Tokiwa asombrado por su caricia.
Con su otra mano Itsuki tocó los hombros y el cuello de
Tokiwa. La piel de Tokiwa se sentía suave.

Itsuki repentinamente se dio cuenta de que amaba


sentir a Tokiwa de esa manera. Apoyándose en sus codos,
Tokiwa lo vio con una rara sonrisa, y entonces lo besó de
nuevo. Cuando se iba a alejar, Itsuki lo jaló del cuello para
acercarlo. Las puntas de sus lenguas se enredaron juntas.

—Tokiwa.

Itsuki dijo su nombre y al hacerlo se aseguró de que


realmente estaba ahí y no era un sueño. Movió su mano por

197
la mejilla de Tokiwa y sintió su fuerte mentón. Estaba tocando
todo de Tokiwa y no quería detenerse.

Tokiwa tomó la mano de Itsuki y besó el espacio entre


sus dedos. La sensual sensación hizo que todo el cuerpo de
Itsuki temblara. Enterró sus dedos en el sedoso cabello de
Tokiwa. Tokiwa dejó que Itsuki se complaciera, entonces
comenzó a moverse nuevamente.

Tokiwa acarició la piel de Itsuki con una gentil precisión


en su toque, entonces lavó los oídos de Itsuki con tiernos
besos. Itsuki gemía y se derretía de placer mientras Tokiwa se
frotaba sobre él. Itsuki arqueó su espalda con su pene
prestando atención.

Él estaba desnudo ahora, pero no podía recordar cómo


sucedió. Su desnuda piel se sentía inusualmente agradable al
tacto.

Tokiwa acarició sus hombros atizando las flamas de la


pasión.

Cada vez que Tokiwa acariciaba un nuevo lugar en su


cuerpo, Itsuki sentía cómo su piel se erizaba de placer, Tokiwa
lo notó y lentamente fue bajando sus manos por su cuerpo.
Cuando Itsuki jadeó, Tokiwa besó su mentón.

—Ahhh...

Itsuki sentía que podía desmayarse si Tokiwa seguía


probando puntos sensibles. Apretó sus dientes ante la
abrumadora sensación.

—Itsuki.

198
Tokiwa lo besaba una y otra vez. Entonces subió las
rodillas de Itsuki. Acostado de lado. Itsuki vio la cabeza de
Tokiwa entre sus piernas.

—Detente —pidió, agarrando el cabello de Tokiwa.

—¿Qué? —preguntó Tokiwa obedeciendo al momento.

Sólo el sentir la respiración de Tokiwa entre sus muslos era


suficiente para hacer temblar a Itsuki.

—¡No, por favor, detente! —Itsuki pidió de nuevo.

—Relájate y disfrútalo —indicó Tokiwa ignorando los


ruegos de Itsuki.

Sus largos dedos e implacables besos llevaban a Itsuki a


un estado de despiadada excitación. Tokiwa agarró sus
caderas y las acercó, Itsuki recordó el placer anterior, pero el
sentimiento era demasiado intenso.

Tokiwa dijo el nombre de Itsuki de nuevo, se movió entre


las piernas de Itsuki, mientras éste se sentía desfallecer.
Aunque el cuerpo de Tokiwa se veía nublado y poco
definido, Itsuki podía ver claramente su cara.

Tokiwa finalmente salió de su posición, besó el cuello de


Itsuki.

—Sólo relájate —insistió Tokiwa, colocando los brazos de


Itsuki alrededor de su espalda.

Cuando sus cuerpos se presionaron juntos, Tokiwa entró


en él. Itsuki gimió cuando sintió el calor de la penetración. Tan
caliente que casi quema su interior.

—Itsuki —murmuró Tokiwa—. ¿Estás bien?

Itsuki asintió y Tokiwa lo besó profundamente. Él podía


despertar a Itsuki con sólo decir su nombre. Mientras Tokiwa

199
200
empezó a empujarse en su interior, Itsuki apretaba al
hombre a quien pensaba que no volvería a ver nuevamente.

Sólo con ser capaz de tocar a Tokiwa, Itsuki era tan feliz
que podría llorar.

La siguiente mañana Itsuki despertó solo.

¿Todo eso fue un sueño?, se preguntó Itsuki.

Se quedó acostado, aturdido, saboreando el recuerdo,


cuando oyó ruidos en la puerta.

Repentinamente Tokiwa apareció. Vio a Itsuki y levantó


sus cejas. —Así que finalmente despertaste. ¿Te vas a
levantar?

—¿Tokiwa—sensei?

—Deja de llamarme sensei, eso me pone nervioso. —


Tokiwa juguetonamente reprendió a Itsuki—. Te sientes un
poco afiebrado. Lo siento, te empujé bastante duro.

Itsuki sentía que estaba soñando de nuevo, pero Tokiwa


lo veía con preocupación.

—¿Sucede algo malo? —preguntó Tokiwa.

—Yo... yo pensé que todo era un sueño —tartamudeó


Itsuki—. Estoy perfectamente si estás aquí conmigo.

—Niño tonto —se rió Tokiwa, besando a Itsuki de nuevo.


Cuando se atrevió a meter su lengua, Itsuki se estremeció

201
sorprendido. Tokiwa se acercó más y se comió sus labios
durante un largo momento.

—No hay buenas tiendas en el vecindario —dijo


finalmente Tokiwa—. Realmente conocí el área en un minuto.

Tokiwa entró en la cocina. Eran casi las nueve. Itsuki se


sentía un poco extraño de que otra persona estuviera en su
deprimente departamento. Lentamente salió de la cama y
entró en la cocina, preocupado de que Tokiwa pudiera
desaparecer si no lo estaba viendo.

Tokiwa estaba haciendo el desayuno con una habilidad


de chef. Regresaron al cuarto con la comida servida en
platos que no combinaban. Itsuki recordó el sabor de lo
primero que comió en la casa de Tokiwa.

Itsuki sentía su cuerpo pesado y adolorido, pero quería


ver a Tokiwa más que cualquier cosa. Lo miró limpiar la
cocina antes de que Tokiwa lo obligara a regresar a la cama.

—Si sigues tropezando alrededor, lo de anoche va a


suceder todo de nuevo —dijo Tokiwa frunciendo el ceño.
Acercó la silla del escritorio a la cama y se sentó.

La cercanía de Tokiwa no era fácil para Itsuki. Cuando la


fría mano de Tokiwa acarició su frente, se relajó
completamente, tomando la otra mano de Tokiwa entre las
suyas. Tokiwa sonrió y acercó su cara.

Itsuki cerró los ojos cuando Tokiwa lo besó. Tokiwa chupó


su labio inferior y besó sus mejillas, sienes, nariz y esquina de
sus ojos. Después otro gran beso en los labios, Itsuki finalmente
tuvo el valor de preguntarle a Tokiwa cómo lo había
encontrado. Se lo había estado preguntando toda la noche.

—Eso realmente no fue muy difícil —dijo Tokiwa—.Sigues


en contacto con Kasaoka, ¿verdad?

202
Cuando Itsuki oyó el nombre de su antiguo supervisor,
entendió todo.

Itsuki había hablado con Kasaoka cuando se había


establecido. Itsuki le había dado su dirección porque sabía
que podía confiar en él. No hablaban mucho pero
mantenían contacto por correo electrónico.

Él era una de las pocas personas que sabía la verdad


acerca de Itsuki y expresaba una amistosa preocupación por
su bienestar. Desde hacía años, a Itsuki Kasaoka le recordaba
cómo sería su padre si hubiera vivido.

¿Pero por qué una persona tan discreta como Kasaoka


le daría información personal a Tokiwa?

—No culpes a Kasaoka —dijo Tokiwa—. Si no fuera por él


tú continuarías en confinamiento.

—¿Confinamiento? —repitió Itsuki.

—Después del funeral, cuando me di cuenta de que


desapareciste, quería encontrarte y llevarte de regreso —
explicó Tokiwa—. Incluso planee contratar a un detective,
pero Kasaoka me detuvo. Dijo que eso sería peor que la
manera como Yamabe te había tratado.

Yamabe le había pagado a Itsuki mediante un acuerdo


claro, puesto en un contrato. Como el acuerdo había sido
mutuo, Kasaoka lo había aceptado. Pero esta situación era
completamente diferente. Itsuki tenía todo el derecho a
desaparecer después de la muerte de Yamabe. Kasaoka
sentía que hacer un reporte de persona desaparecida como
quería Tokiwa, era faltarle al respeto a la propia decisión de
Itsuki.

—Entonces, ¿qué hizo Kasaoka? —quiso saber Itsuki.

203
—Kasaoka me explicó que decidiste irte por voluntad
propia —explicó Tokiwa—. Dijo que yo no iba hacer
absolutamente ninguna llamada para interferir.

Tokiwa veía a Itsuki pensativo mientras continuaba.

—Imaginé que tú te pondrías en contacto conmigo.


Cuando eso no sucedió, le rogué que me dijera dónde y
cómo estabas y qué hacías. Él me dijo que si te seguía contra
tu voluntad, pondría un reporte de acoso.

Itsuki estaba totalmente perdido con las palabras. Hasta


donde Itsuki conocía a Kasaoka, él era una persona en
extremo gentil. Un hombre con una suave manera de hablar.
Era meticuloso con su trabajo. Nunca hablaría de la manera
brusca que Tokiwa describía. Itsuki debió mostrar sus dudas,
porque Tokiwa se rió de su expresión.

—Kasaoka no trabaja para mí —dijo Tokiwa—. No


tenemos una relación jefe/empleado, así que él puede
decirme lo correcto. Y tenía razón, si te perseguía, te causaría
problemas. Era mejor esperar.

—¿Y esperaste? —preguntó Itsuki.

—Recientemente vi una maravillosa pintura en las


noticias —dijo Tokiwa—. Sabía que tú la habías pintado.

Era precisamente lo que le había comentado Sajima.


Qué increíble coincidencia que Tokiwa pudiera ver esos
segundos de grabación.

—Ayer invité a Kasaoka a ver tu pintura —continúo


Tokiwa—Después de eso, él me dijo que estaba bien si yo te
veía una sola vez. Así que vine aquí enseguida.

—¿Huh? —preguntó Itsuki.

204
—Necesitaba saber realmente qué era lo que pensabas
—aclaró Tokiwa.

—¿Lo que realmente pensaba? —repitió Itsuki.

—Kasaoka te envió el cuaderno de dibujo, ¿recuerdas?


Era tu corazón lo que te llevaba a pintar. Él también se
percató de que era mi mano en tu pintura.

Itsuki se sintió ruborizar mientras Tokiwa hablaba. Había


realizado la pintura para enviar al concurso del tótem que
había hecho hacía mucho tiempo, Itsuki la había pintado de
memoria, después de terminarla se dio cuenta de que algo
faltaba y agregó una gran mano sosteniéndolo.

Esa era la mano de Tokiwa. Itsuki había estudiado esas


manos trabajando cuando eran amigos, y de nuevo en la
casa de Tokiwa. Podía recordar cada detalle y no tuvo
problemas para plasmarlas.

Hacía dos días Itsuki había ido a la exhibición. En medio


de los brillantemente coloridos paisajes y retratos, el suave
tono de su pintura destacaba dramáticamente.

En su peculiar idea de una pintura, eso probablemente


no significaba mucho para los extraños. Pero Itsuki había
inscrito la pintura sin una razón, nunca soñó que Tokiwa
pudiera verla.

Tokiwa sabía que Itsuki pintaba sólo las cosas que


realmente le importaban. Eso era particularmente cierto
cuando se trataba de retratos. Itsuki sólo pintaba gente que
era especial para él. Tokiwa había interpretado la pintura
como una señal y le había pedido a Kasaoka que le
permitiera ver a Itsuki.

Tokiwa ahora parecía serio mientras hablaba en voz


baja.

205
—No trato de decir que regreses conmigo ahora, pero
en cuanto termines la escuela, espero que lo consideres.
Confía en mí, no va a ser un confinamiento como antes. Si tú
quieres trabajar, yo te ayudaré en lo que pueda. No necesitas
apurarte, sólo piénsalo por favor.

—Yo... yo no puedo —dijo Itsuki sin pensar—. Es


imposible, es mejor que sólo nos veamos de esta forma,
cuando sea conveniente para ti, no quiero ser una molestia,
ni interponerme en tu camino...

Tomando una profunda aspiración, Tokiwa sintió un dolor


familiar en el pecho. Ahora que había sido tocado por Itsuki,
nunca querría dejarlo ir. Se dio cuenta de que eso estaba
ahora en un nivel incluso más profundo.

Itsuki sentía que quería estar al lado de Tokiwa, pero


tenían que ser cuidadosos. Él estaría mejor fuera del ojo
público. El solo olor de los nefastos rumores, podría arruinar la
carrera de Tokiwa.

Tokiwa repentinamente se vio turbado, se levantó de la


silla y se sentó en la cama, se acercó a Itsuki y lo vio a los ojos.

—¿Qué es lo que quieres decir con que sea


“conveniente” para mí? —preguntó Tokiwa—.¿Y por qué
piensas que serías una molestia para mí?

—Tú debes saberlo. Cuando trabajaba con Yamabe yo


era su mascota, su juguete —Itsuki sonaba calmado pero sus
palabras eran dolorosas para él—. Si me mantienes a tu lado,
puedo ser un obstáculo en tu camino.

Itsuki repentinamente sintió un poco de alivio, él no


podía regresar el tiempo. No podía regresar a nueve años
antes, cuando aceptó la propuesta de Yamabe.

206
—No tenemos que regresar al taller de Yamabe —dijo
Tokiwa—. Y no podríamos hacerlo, incluso si quisiéramos.

—¿Huh? —dijo Itsuki sorprendido.

Tokiwa sonrió. —Como Yamabe fue mi maestro, sentí


que era mi deber hacer los arreglos del funeral, pero rechacé
su herencia. Sus bienes fueron divididos entre sus parientes
lejanos. La casa fue puesta en venta y el taller se desmanteló.
Ahora es sólo tierra residencial. Los aprendices fueron
transferidos a otros talleres.

Itsuki vio el suelo en silencio.

—Kasaoka—san ahora trabaja en un lugar


completamente desconectado de Yamabe. ¿No sabías eso?
—preguntó Tokiwa con un suave tono de voz.

Itsuki negó.

Tokiwa continúo: —Supe los detalles del contrato que


firmaste con Yamabe. Los rumores eran totalmente falsos.

Esas inesperadas palabras hicieron que Itsuki levantara


la cabeza.

—Yamabe me explicó todo —confesó Tokiwa—. Yo le


dije que no quería su herencia, que sólo te quería a ti, y le
pregunté si te permitiría irte.

Tokiwa acarició la mejilla de Itsuki. —Yamabe se rió, dijo


que él era cariñoso contigo pero que tú realmente no te le
entregaste. Que en lo que fuera a suceder en tu futuro él no
tenía intención de intervenir. Dijo que te veía como a un hijo,
y que nunca tuvo una conducta inapropiada contigo.
También me regañó por creer esos rumores.

Itsuki recordó su última conversación con Yamabe, justo


antes de que el viejo hombre muriera. Yamabe, todavía débil,

207
se despertó y vio a Itsuki con gesto perturbado. Cuando Itsuki
le preguntó si sucedía algo, Yamabe sacudió la cabeza.

—He interferido en tu vida demasiado tiempo —le dijo


Yamabe.

Itsuki le pidió que se explicara, pero Yamabe se rehusó a


decir más. En ese tiempo, Itsuki se preguntó si Yamabe se
refería a su relación con Tokiwa.

Tokiwa tiernamente acunó la mejilla de Itsuki. —He


pasado mucho tiempo pensando, y finalmente me di cuenta
de algo. Quizá tu confusión cuando estamos juntos se deba a
tu falta de experiencia sexual —repentinamente parecía
avergonzado—. Lo siento. Me comporté horrible —dijo con
voz suave.

—¿Qué? —preguntó Itsuki

—Pensé que te resistías a mí porque querías estar con


Yamabe —admitió Tokiwa—. Pero como continuabas
ruborizándote, debí darme cuenta de que era tu primera vez.
Me siento horrible al no haber visto algo que era tan evidente.

Itsuki siguió en silencio mientras Tokiwa acariciaba su


cabello y seguía hablando.

—Antes del funeral, te dije que necesitábamos hablar,


pero entonces tú sólo desapareciste.

—Lo sé, lo siento —murmuró Itsuki.

—Está bien —contestó Tokiwa—. Kasaoka pensó que tu


desaparición era tu respuesta hacia mí. Yo realmente no
podía culparte. Actué como un real imbécil contigo en
algunas ocasiones. Pero todavía no podía rendirme, y
Kasaoka comenzó a vigilarme.

—¿Vigilarte? —preguntó Itsuki.

208
—Él me checaba para ver si hacía algo estúpido —dijo
Tokiwa viéndose un poco avergonzado—. Pero yo no quería
una mascota, o un juguete, ni un amante secreto. Sólo una
pareja con quien compartir mi vida. Hace un año te
quedaste en mi casa. ¿Podrías mudarte a ella para siempre?

Itsuki se quedó sin aliento cuando Tokiwa dijo las


palabras que nunca imaginó oír. Abrió más los ojos y vio a
Tokiwa con incredulidad.

—No es tan grande como la de Yamabe y no tengo


ama de llaves —suspiro Tokiwa—. Las compras son difíciles,
hay que ir hasta la ciudad, pero tiene hermosas vistas, aire
limpio y fresca comida del mar. Después de todo no es un
mal lugar para vivir.

Itsuki no sabía cómo responder, él quería aceptar la


oferta de Tokiwa inmediatamente, pero por alguna razón era
incapaz de asentir.

Itsuki seguía preocupado por entrar en el camino de


Tokiwa.

—Mi invitación te molesta, ¿debido a que te recuerda la


oferta de Yamabe? —preguntó Tokiwa intencionadamente.

Tokiwa tenía razón, pero Itsuki negó.

—Es sólo… —Itsuki trató de explicar.

—Siempre me han gustado los hombres —dijo Tokiwa


directamente—. La gente ha murmurado a mi alrededor
porque soy gay, pero me tiene sin cuidado, y no tengo
intención de permanecer solo para evitar rumores. —Hizo una
pausa y besó la punta de la nariz de Itsuki—. No tengo el
hábito de hacer un comunicado de prensa sobre mi
preferencia sexual, pero tampoco deseo esconderla. Siempre
he vivido mi vida de esa manera y deseo continuar. Si

209
comienza a ser un gran problema, dejaré el país, puedo
trabajar en cualquier lado.

Itsuki frunció el ceño.

—Pero en ese caso tú vendrías conmigo —le aseguró


Tokiwa—. Todo lo que quiero es estar contigo. —Trazó el labio
inferior de Itsuki con su dedo—. No trato de apurarte, sólo
avísame desde ahora hasta el día de tu graduación.
¿Correcto?

—Tokiwa...

—Es enteramente tu elección, Itsuki, tómate el tiempo


que necesites.

Acurrucado en sus brazos, Itsuki lo veía, Tokiwa nunca


hubiera podido decir ese tipo de cosas si no las pensara. Él no
era frívolo. Itsuki pensó que sería rudo contestar demasiado
pronto.

—Necesito pensarlo —contestó finalmente.

Tokiwa sonrió y lo besó de nuevo.

Itsuki suspiró, estar con Tokiwa lo hacía feliz. Nueve años


después seguía amando ver la cara de ese hombre.

Itsuki esperaba poder ver a Tokiwa por siempre.

—Por cierto, ¿estás ocupado el siguiente fin de semana?


—preguntó Tokiwa repentinamente.

—No —contestó Itsuki—. No tengo clases y la revista está


tranquila, mi jefa no necesita que vaya.

—Bien —contestó Tokiwa—. Vamos a hacer un viaje.

Itsuki lo vio sorprendido.

210
—Planeabas un viaje al museo, ¿verdad? ¿Por qué no
vamos juntos? —Tokiwa sugirió señalando los papeles en la
mesa. Itsuki se sintió ruborizar.

Ahí estaba el mapa del museo que Itsuki quería visitar. En


la lista de la exhibición permanente el nombre de Tokiwa
estaba subrayado. Tokiwa debió haber visto el mapa la
noche anterior.

Ahora me ha visto completamente, pensó Itsuki sintiéndose más avergonzado.

—Pero Tokiwa-sensei—gritó—. Uh, quiero decir Tokiwa.


¿No tienes qué trabajar? El museo está lejos de aquí.

Tokiwa silenció rápidamente sus protestas. —No te


preocupes por eso, me tomé un descanso de mi trabajo.
Renté un cuarto en un hotel cercano a la estación hasta la
semana siguiente. Podemos ir manejando hasta el museo y
pasar la noche allá.

—Tienes reservación en un hotel —exclamó Itsuki


asombrado.

—No tenía intención de regresar a casa hasta


encontrarte y aclarar las cosas. Soy un bastardo obstinado.
¿Recuerdas? —agregó Tokiwa.

—¿Pero no necesitas regresar a tu taller? —protestó


Itsuki.

—No creas que puedes deshacerte de mí tan


fácilmente —se rió Tokiwa—. Pasé nueve años esperando por
ti, otros diez días no son nada para mí.

Tokiwa se oía casi como si estuviera rogando e Itsuki lo


vio directamente. Avergonzándose un poco, Tokiwa lo
acurrucó en sus brazos y lo meció como un bebé. Itsuki
acarició los hombros de Tokiwa.

211
Es enteramente tu elección, tómate el tiempo que necesites.

Tokiwa respetaba su libertad de decisión, pero parecía


ver hacia el futuro, satisfecho con Itsuki.

Un año antes Itsuki había pasado diez días encerrado en


la “jaula” de la casa de Tokiwa. Antes había vivido como una
muñeca con Yamabe.

Ahora que Itsuki finalmente era libre, la casa de Tokiwa


parecía una confortable jaula, una que Itsuki podía dejar
cuando quisiera.

Tenía un año para darle la respuesta a Tokiwa.

212
213
l último tren de la noche llegaba a la estación. Oyendo
el rugido del tren desde la estación, Masatsugu Tokiwa
soltó el aliento aliviado, llegaba a tiempo. Se acercó a la
ventanilla donde checaban los boletos con paso enérgico.

Era mediados de marzo, pero las noches seguían siendo


frías, toda la gente en la estación usaba abrigos. Tokiwa
sonrió burlonamente cuando notó que su abrigo era más
grueso que todos los demás.

El área alrededor de la casa e Tokiwa estaba unos


grados más abajo que en la estación, debido a la altura.
Normalmente usaba una chaqueta ligera, pero en su prisa
había tomado lo que normalmente usaba en el jardín.

Justo cuando Tokiwa iba a prender su cigarro una


oleada de gente cruzó las puertas: asalariados, turistas, amas
de casa, que habían ido de compras a la ciudad. Finalmente
Tokiwa vio una figura familiar.

Itsuki sonrió cuando vio a Tokiwa apoyado en la pared.


Antes de que Tokiwa pudiera levantar la mano para
saludarlo, su amante se apuró a llegar con él, llevando una
pequeña maleta.

—Gracias por venir a esperarme. —Itsuki saludó a Tokiwa.

—No hay problema. ¿Estaba frío el tren? —preguntó


Tokiwa con las manos en los bolsillos. Tenía muchos deseos de
abrazar a Itsuki pero ése era un lugar público. Y solo habían
pasado diez días desde la última vez que se habían visto,
pero Tokiwa había extrañado terriblemente a Itsuki.

214
—Estoy bien, hacía calor —dijo Itsuki con una sonrisa, su
abrigo era más ligero que el de Tokiwa.

Le prestaré un abrigo más grueso cuando estemos en casa, pensó Tokiwa


tomando la maleta de Itsuki.

—¡Bien! Entonces, ¿vamos a casa? —preguntó feliz.

El mes pasado se había cumplido un año de su


reencuentro en casa de Itsuki, se habían visto cada fin de
semana desde entonces, pero la semana previa Itsuki había
tenido mucho trabajo.

—Mi jefa necesita que investigue un artículo con ella,


quiere tomar un poco de tiempo libre durante las vacaciones
de primavera y no pude decirle no —había explicado Itsuki.

Itsuki había planeado pasar las vacaciones de primavera


completas en casa de Tokiwa, así que éste no podía quejarse
demasiado. Incluso si lo hacía, Itsuki podría quedarse en su
apartamento.

Itsuki tenía la tendencia a pensar en otra gente antes


que en sí mismo, pero cuando Tokiwa trató de argumentar,
fue claro que ya había tomado su decisión. Era una persona
gentil pero no un tonto. Esto era particularmente cierto
cuando se trataba de sus pinturas.

—Sólo deja la escuela y múdate conmigo —Tokiwa


había bromeado sobre ese punto.

Itsuki lo vio turbado. —Lo siento, pero no puedo, tengo


que terminar y conseguir un trabajo después de la
graduación, si lo dejo ahora, tendré que depender de tu
apoyo, y realmente no quiero eso.

215
Tokiwa recordó repentinamente algo que Kasaoka había
dicho, Itsuki no se mudó con Yamabe porque quisiera ser
mantenido por un hombre. Aceptó el trabajo para probarse a
sí mismo.

—Yamabe lo mimaba mucho. Pero Itsuki nunca actuó


como un niño consentido —le dijo Kasaoka—. Él siempre
trabajó duro y siempre trató de ser la mejor persona que
pudiera ser.

Un año antes Tokiwa se había referido a Itsuki como


“dulce decoración”, pero Kasaoka definitivamente lo había
corregido en eso. De hecho, Itsuki se había convertido en un
excelente asistente personal, algunas veces incluso mejor que
Kasaoka.

Tokiwa sabía que desde que Itsuki había tomado su


decisión no iba a ceder. Había elegido trabajar para Yamabe
por su libre voluntad y trabajó duro para hacer lo mejor hasta
el amargo final.

Tokiwa aprendió a no refunfuñar y sólo preguntar por el


siguiente fin de semana en que podrían verse. Itsuki le explicó
que tenían un acuerdo previo, y que no iba a cambiar de
opinión. Pero que seguía preocupándole interferir en el
trabajo de Tokiwa.

Para Tokiwa era difícil creer que Itsuki estuviera con él


ahora. Algunas veces Tokiwa tocaba la piel de Itsuki sólo para
asegurarse de que estaba realmente ahí. Ahora, cuando vio
a su amante ahí, en su vestíbulo, mirando alrededor, la
realidad de la presencia de Itsuki lo avasalló.

Él realmente está aquí

—¿Qué es tan interesante? —preguntó Tokiwa.

216
Itsuki estaba viendo las paredes y el techo. Había hecho
lo mismo en cada visita, estudiando el interior de la casa con
interés.

—Uno puede ver tu estilo artístico dentro de la casa —


comentó Itsuki.

—¿Que te hace decir eso? —preguntó Tokiwa.

Itsuki hizo referencia a los ángulos y líneas únicas en las


esculturas de Tokiwa. Cuando Tokiwa trabajaba en una
escultura usaba esas líneas para producir un efecto. Incluso
aunque su casa no era una escultura, Itsuki observó una
misteriosa precisión.

—Es difícil de explicar. Las líneas entre las paredes, el


techo y el suelo —dijo Itsuki viendo el vestíbulo—. La forma de
las puertas, la manera como las luces están conectadas, todo
me recuerda una de tus estructuras. ¿Recuerdas el
monumento que construiste cerca de la estación?

Eso fue algo que Tokiwa había realizado hacía tres años y
la estación quedaba a hora y media de la casa, Itsuki la
había ido a ver el año anterior.

—Las líneas de tu casa me recuerdan las líneas de esa


pieza —comentó Itsuki—. Pero quizás es sólo mi imaginación.

No. Eres bastante observador —dijo Tokiwa—. Hice un uso


particular de los materiales y del diseño cuando remodelé
esta casa.

Tokiwa colocó sus manos en los hombros de Itsuki y lo


guió a la sala, impresionado por las observaciones de su
amante.

Una vez que Tokiwa había encontrado su propiedad,


había trabajado duro para crear un medio ambiente en

217
donde se sintiera bien consigo mismo. Estuvo cerca de los
arquitectos y constructores, asegurándose de que el
producto final fuera exactamente como él lo había
planeado. Tokiwa quería que la casa tuviera las mismas
características de su arte, así que seleccionó toda la madera
personalmente.

Es innecesario decir que todo el mundo se sintió revivir


cuando el proyecto estuvo finalmente terminado. Nadie
sabía que Tokiwa había jugado un papel importante en cada
rol del proceso. De hecho sus otros amigos nunca notaron
que su casa era tan especial. Itsuki fue el único.

—Estaba trabajando en el monumento y la casa al


mismo tiempo —le explicó a Itsuki.

—Sé eso —dijo Itsuki quitándose el abrigo y dejándolo en


el sofá—. Es un gran producto. ¿No es así? Esas líneas limpias y
suaves, pero conservando la fuerza y la pureza. No sé mucho
de arquitectura, pero tu casa hace que me sienta relajado.

Tokiwa sonrió irónicamente, sirviendo una taza de té.

—Es la primera vez que oigo eso —admitió—. La gente


suele decirme que se siente bastante tranquila y solitaria, que
quizás se deba a los muebles tan separados.

Tokiwa odiaba el desorden, y había mantenido los


muebles al mínimo. La sala sólo tenía un sofá, una mesa de
café y una televisión colgada en la pared. Su taller era la
única excepción, un feliz y creativo desorden.

—¿En serio? Pero yo amo tu casa —comentó Itsuki


tomando la taza de té con ambas manos—. Uno se siente tan
seguro aquí. Siempre pensé que podría ser un agradable
lugar para vivir, desde la primera vez que la visité.

218
Tokiwa se sentó junto a él. —Incluso aunque yo te
mantuve aquí contra tu voluntad.

—Bueno, ese es un asunto totalmente separado, uh,


Tokiwa, yo... yo... —balbuceó Itsuki luchando con las palabras.

Tokiwa le quitó la taza de té de las manos, y se acercó a


besarlo. Una vez que lo tocaba, Itsuki era incapaz de resistirse.
Tokiwa lo empujó al sofá y lo besó nuevamente.

No importaba lo mucho que Tokiwa lo tocara, Itsuki


siempre quería más. Aunque había sido pasivo al principio,
ahora la atmósfera era diferente, Itsuki podía ver a los ojos a
Tokiwa, y acercarse a él para tocarlo con sus manos.

—¿Quieres cenar? —preguntó Tokiwa después de un


gran beso. Itsuki lo miró avergonzado, Tokiwa besó su nariz y
preguntó de nuevo.

—Yo, uh, comí algo antes de llegar aquí —admitió Itsuki—


. No quería desperdiciar nuestro tiempo juntos.

—¿De verdad? ¿No necesitas algo? —preguntó Tokiwa.

—Sí —aseguró Itsuki.

Tokiwa llenaba de besos la avergonzada cara de Itsuki.

Cuando se encontraron en la estación, Tokiwa quería


tocar a Itsuki desesperadamente. De regreso a la casa había
tratado de controlarse. Pero la confesión de Itsuki hizo que
perdiera la razón.

Tokiwa estaba enfermo de amor por el hombre frente a


él, incluso aunque ellos estaban juntos, todavía sentía que
estaba hambriento. Ese sentimiento estaba claramente
escrito en toda su cara.

219
Itsuki se acobardó un poco, asustado por la pasión de
Tokiwa, pero él lamía su cuello haciéndole temblar.

—¿No quieres esto? —preguntó Tokiwa en su oído, no


queriendo forzarlo.

Itsuki estuvo tranquilo un momento, pero pronto sus


dedos comenzaron a moverse, agarró la camisa de Tokiwa
en un puño y presionó su cara en el hombro de Tokiwa.

Tokiwa se sintió revivir, pero aún sentía que algo era


extraño.

Tenía sus labios en el lóbulo de la oreja de Itsuki, mientras


acariciaba sus muslos con sus fuertes manos. Entonces
murmuró una necesidad al oído de Itsuki.

Sabía que a Itsuki las cosas nuevas le abrumaban


fácilmente, debido a su escasa experiencia. Así que Tokiwa
esperó a que Itsuki respondiera. Itsuki parecía un poco
desconcertado, pero lo veía a los ojos como diciendo algo.

Itsuki lo besó con gentileza pero sorpresivamente


apasionado. Se separaron para respirar, pero Itsuki lo jaló de
nuevo. Tokiwa oyó un pequeño ruido escapar de la garganta
de Itsuki.

—Mmmm...

Ese pequeño sonido excitó aún más a Tokiwa, quien


deslizó sus dedos bajo el delgado suéter del otro y acarició su
piel, Itsuki tembló sorprendido.

Las temperaturas de sus cuerpos eran tan diferentes. La


piel de Itsuki usualmente era caliente, mientras que la de
Tokiwa a menudo era fría, Itsuki tembló con cada toque de
Tokiwa.

220
Cuando Tokiwa lo besó de nuevo sus lenguas danzaron
juntas. Después de un largo y satisfactorio beso, Tokiwa
mordisqueó su oreja, Itsuki se estremeció mientras Tokiwa le
hacía cosquillas con su caliente lengua en el lóbulo de la
oreja.

—Ahhh... ohhh... ¡Tokiwa!

Tokiwa sintió su temperatura subir ante la nota de súplica


en la voz de Itsuki. Tomó el mentón de Itsuki y mordisqueó
suavemente sus labios. Los gemidos de Itsuki aumentaban.

Ellos envolvían hambrientos sus brazos alrededor del otro.


Sosteniendo el cuerpo de su amante más cerca. Tokiwa sabía
que podría estar de esa forma el resto de la noche.

Una persona tímida.

Esa fue la primera impresión que Tokiwa tuvo de Itsuki.

Nueve años antes él era aprendiz en el taller de Yamabe,


cuando le prometió a un amigo ayudarlo en su local en el
mercado de pulgas. Tokiwa le debía a su amigo un favor y
también pensaba que sería una manera divertida de pasar el
tiempo. Mientras estaba en el local, se sorprendió al ver una
de sus propias esculturas.

—¿No recuerdas? Te la pedí prestada hace tiempo —le


dijo su amigo.

—Oh, sí —murmuro Tokiwa—. Tienes razón.

Su amigo había ido a visitarlo después de que terminara


la pieza, esculpir madera era su pasatiempo y había hecho el
tótem sólo por diversión.

221
—¿Te molestaría prestármelo? Quiero decorar la mesa
del local en el mercado de pulgas. —Le había pedido su
amigo, prometiéndole no venderlo.

Tokiwa había estado de acuerdo, y rápidamente lo


había olvidado. El letrero bajo el tótem decía “No está a la
venta,” pero Tokiwa dudaba que alguien pudiera comprar su
esfuerzo amateur. El letrero lo había hecho consciente de
eso. Rompió el letrero y colocó uno que decía tótem. Estaba
enfermo de que la gente preguntara qué era esa cosa.

—Disculpe —preguntó una tímida voz mientras estaba en


el local.

—Me gustaría comprar esto. ¿Cuánto cuesta?

Tokiwa vio al niño que parecía de preparatoria y que


veía con intensidad el tótem. Tokiwa no pensó que ese niño
en realidad estuviera interesado por esa pieza, así que le dio
un precio ridículamente alto.

El niño le dio a Tokiwa la exacta cantidad que pedía.


Tokiwa estaba perplejo, pero no podía rehusarse, tomó la
escultura y se la dio al niño sin molestarse en envolverla.

El niño que parecía tan serio antes, sonrió


repentinamente. La abrupta transformación hizo que Tokiwa
se sintiera repentinamente atraído hacia él. Hubiera podido
darle el tótem gratis si hubiera sabido cómo reaccionaría.

—¿Te molestaría si lo pinto? —preguntó el niño.

Tokiwa contestó que podía hacer lo que quisiera, pero el


niño dijo que no se sentía cómodo de hacer algo sin el
permiso de su creador.

222
Interesante pensó Tokiwa. Después de conversar un
momento, Tokiwa vio al niño alejarse aferrado a su compra.

Tokiwa olvidó el incidente hasta que unas semanas


después su amigo le volvió a pedir que cuidara el local. Vio al
niño unos minutos después de que su amigo se fuera. El niño
lo recordó también y se acercó a decir hola. Cuando Tokiwa
le preguntó si había pintado el tótem, el niño asintió con una
feliz sonrisa.

—¿De qué color?

Tokiwa sólo estaba siendo diplomático, pero el niño se


tomó la pregunta muy en serio. Una hora después regresó
con un cuaderno de dibujo.

Tokiwa abrió el cuaderno de dibujo cautelosamente y


entonces parpadeó sorprendido. La madera labrada estaba
dibujada con todo detalle y había cobrado vida al ser
coloreada. No podía alejar los ojos de los vibrantes colores.
Atrevidos y vibrantes, sí, no era de vanguardia.

Tokiwa extrañamente se conmovía debido al arte.


Cuando vio la pintura del niño, fue como si algo se hubiera
conectado en su cerebro. Su interés por él aumentó
repentinamente.

Cuando Tokiwa dijo que quería comprar la pintura el niño


comenzó a ponerse nervioso y se rehusó. Tokiwa le pidió
información para contactarlo y le preguntó si podrían verse
de nuevo. Había empezado a enamorarse del niño que se
llamaba Itsuki.

Una vez que lo conoció más, a Tokiwa ya no le pareció


que Itsuki fuera una persona tímida. Aunque Itsuki no podría
ser nunca una persona del tipo autoritario. Realmente la
personalidad de Itsuki era un poco como sus pinturas,

223
combinaba en todos lados, fácilmente se familiarizaba con
cualquier ambiente. Itsuki, su nombre significa “árbol” y
parecía como los imponentes árboles del parque, o los
decorativos en el vestíbulo de un hotel, él combinaba con su
entorno.

Incluso desde que comenzaran a ser amigos se sentía


muy natural y correcto para Tokiwa tener a Itsuki a su lado.
Cuando Tokiwa estaba estresado por un trabajo o un
proyecto, generalmente se alejaba de la gente, pero Itsuki
era la única excepción.

Cuando alguna cosa trivial hacía que Tokiwa se enojara,


el solo ver a Itsuki hacía que se sintiera mejor. Justo como un
copo de nieve derritiéndose en la palma de su mano, todo le
daba una sensación de paz. La presencia de Itsuki siempre
permitía que Tokiwa calmara sus pensamientos. Tokiwa sentía
una seguridad emocional con Itsuki como nunca la había
sentido ni con sus propios familiares. No le tomó mucho
tiempo darse cuenta de que estaba románticamente
interesado en Itsuki.

Tokiwa no estaba sorprendido de estar sexualmente


interesado por otro hombre. A él nunca le habían interesado
realmente las chicas, ni en la preparatoria. En la universidad
había tenido un novio de su misma edad.

Tokiwa decidió perseguir a Itsuki en ese preciso


momento. Pero pronto Tokiwa descubrió que Itsuki parecía
indiferente al sexo y era totalmente inexperto.

Tokiwa sabía que alguna gente desaprobaba su


preferencia sexual. Esa era la primera vez que perseguiría a
alguien que no era gay. Así que, ¿cómo debería proceder?
¿Mantenerse tranquilo y esperar lo mejor o confesarle todo?
Al fin Tokiwa eligió la segunda opción.

224
Itsuki se congeló con su confesión, pero no mostró ira o
malestar. Tokiwa lentamente probó las aguas, mostrándole a
Itsuki un poco más de afecto físico. Parecía cómodo con eso,
así que Tokiwa decidió llevar las cosas al siguiente nivel.

Repentinamente su relación terminó. Tokiwa buscó


alguna pista de Itsuki. Oyó acerca de sus problemas
económicos, de su madre enferma y de que sorpresivamente
desaparecieron de su casa. Desafortunadamente la pista de
Tokiwa terminó ahí.

La siguiente vez que se encontraron, Itsuki era asistente


de Yamabe, aunque Tokiwa había oído que eran amantes.
Eso era ajeno a la personalidad de Itsuki y él lo sabía. Tokiwa
se preguntó si era sólo una broma cruel.

Algo había cambiado en Itsuki. Sus ojos, que alguna vez


le habían sonreído a Tokiwa, ahora no presentaban emoción,
eran como de robot. Tokiwa lo veía como una concha
hueca, desprovisto de toda vitalidad.

No importó cuántas veces lo persiguiera, Itsuki


rápidamente escapaba. Cuando Tokiwa pensó que el viejo
Itsuki había muerto, sintió una abrumadora desesperanza.

Tokiwa creía que Itsuki había elegido a Yamabe en lugar


de a él. Y no podía quedarse a verlos juntos. Realmente
nunca quiso a Yamabe pero le gustaba su arte y lo respetaba
como maestro. Yamabe realmente nunca se interesaba en
sus aprendices pero por alguna razón realmente le gustó
Tokiwa, quien rápidamente se convirtió en su favorito.

Pero después de que Tokiwa viera en lo que había


convertido a Itsuki, Yamabe le gustó menos. Cuando Itsuki dijo
que había dejado de pintar, lo vio como a una muñeca sin
color.

225
Itsuki toleraba los maliciosos rumores y nunca se
separaba del lado de Yamabe. Tokiwa odiaba ver cómo lo
mostraba igual que a una baratija en una joyería.

Pronto Tokiwa empezó a encolerizarse. La ira que sentía


hacia Yamabe fue dirigida hacia Itsuki, y decidió dejar de
hablarle del todo.

Pero a pesar de todo, Tokiwa no podía tirar a la basura el


dibujo del tótem. Después de que comprara su casa colgó el
dibujo en su taller. Nunca se cansaba de ver esos suaves
colores. Todavía se sorprendía la manera cómo lo había
captado.

Antes, Tokiwa nunca hubiera imaginado que ellos algún


día serien pareja.

Ahora Tokiwa acomodó tiernamente la almohada bajo


la cabeza del dormido Itsuki. Había pasado todo un año
desde que Tokiwa le cortara el cabello a Itsuki. Itsuki lo había
mantenido corto desde entonces. Mientras Tokiwa sentía la
sedosa textura, los dolorosos recuerdos del pasado pesaban
en él.

Continuó acariciando la cara de Itsuki y se inclinó para


besarle la frente. Una vez que tocaba la suave piel de Itsuki,
no quería detenerse. Besó su nariz y presionó sus labios en los
labios de Itsuki.

Itsuki parecía estar agotado, sin signos de querer


despertar. Usaba un pijama de Tokiwa pero ésta se deslizaba
de sus estrechos hombros.

Demasiado agotado para buscar su pijama en su


maleta, había tomado prestada la de Tokiwa. Tokiwa quería
hacerle el amor esa noche pero nunca presionaría a Itsuki
mas allá de lo que él le diera voluntariamente. Habían

226
pasado mucho tiempo acurrucados en el sofá antes de ir a la
recámara.

Tokiwa tranquilamente se deslizó en la cama y abrazó a


Itsuki, quien seguía dormido, pero se acurrucó más cerca de
Tokiwa. Mientras veía a su amante dormido,

Tokiwa recordó unas semanas antes, cuando ellos se


dirigían a la ciudad.

—¿Hay algún lugar especial al que quieras ir? —le


preguntó Tokiwa.

—Quisiera llevar mis respetos a la tumba de Yamabe —


admitió Itsuki con voz vacilante. Habiendo huido tan
abruptamente después del funeral, nunca supo dónde había
sido enterrado Yamabe, estaba demasiado avergonzado
para preguntarle a Kasaoka.

Tokiwa se sintió repentinamente molesto, pero no lo


mostró en su cara. Mientras se dirigían al cementerio decidió
preguntarle a Itsuki de otra cosa que le intrigaba.

Tokiwa quería saber por qué Itsuki había permanecido


con Yamabe, después de que su madre había muerto y su
hermana se había casado. Yamabe había planeado dejar ir
a Itsuki después del funeral de su madre, pero un aprendiz le
había dicho a Tokiwa que Itsuki había decidido quedarse con
Yamabe.

Tokiwa sabía que Itsuki tenía algunos sentimientos por


Yamabe, juzgando por la manera como actuó en el funeral.
En ese tiempo Tokiwa asumió que esos sentimientos eran amor
romántico. Había cierta intimidad entre Itsuki y el famoso
sensei.

Itsuki no le respondió de inmediato. Esperó hasta que


dejaron la tumba de Yamabe de la mano para

227
abruptamente hablar, como si estuviera hablando consigo
mismo.

—Me sentía tan solo en el mundo —dijo Itsuki.

Esas siete palabras pesaban en el corazón de Tokiwa.

—Yamabe estaba muy solo también —dijo Itsuki


tranquilamente—. Nadie era realmente cercano a él, las
mujeres con las que había dormido nunca le dieron hijos y él
no quería pasar sus últimos años en soledad.

Itsuki se detuvo un momento, viendo a lo lejos, continuó.

—Pensé cuán solo me sentiría en esa situación, pero yo


no conocía los verdaderos sentimientos de Yamabe, creo que
él principalmente se sentía complacido de dejarme
acompañarlo hasta el final.

Así que Itsuki había sentido lástima por Yamabe, y


congoja cuando el viejo hombre murió. Mientras, el personal
de Yamabe seguía murmurando sobre ellos, incluso durante
el funeral.

Qué patético, pensó Tokiwa. Él no tenía idea de cuán solo se


había sentido Itsuki en el pasado.

Al principio Itsuki no había pensado en contactar con


Tokiwa cuando Yamabe muriera. Incluso estaba separado de
su hermana, a la que únicamente lo unían lazos de sangre.
Kasaoka era la única persona que sabía en dónde se
encontraba Itsuki. Buena cosa. O Tokiwa nunca hubiera
encontrado la pista de Itsuki nuevamente.

Sosteniendo a su amante más cerca, Tokiwa vio la


pintura en la pared.

Era la acuarela ganadora de Itsuki, la que los había


unido de nuevo. Los familiares dedos de Tokiwa sosteniendo

228
el tótem habían sido pintados con amoroso cuidado. Cuando
Tokiwa dijo que él quería la pintura, Itsuki se puso nervioso,
igual que hacía nueve años.

—Yo no había pintado por un tiempo. Necesito rehacer


eso —protestó Itsuki.

Al fin Tokiwa la tomó.

Cuando vio la pintura en la televisión, supo


inmediatamente que Itsuki era el artista. Ahora Tokiwa, como
si su corazón estuviera sostenido en la palma de su mano,
había tenido ese mismo sentimiento de antes, hacía nueve
años, cuando viera la pintura original de Itsuki. Tokiwa seguía
encantado por el uso del color de Itsuki, y quería tener
siempre la pintura al alcance de su mano.

—Mmm...

Tokiwa sintió a Itsuki moverse. Itsuki abrió los ojos y apoyó


la cabeza en el hombro de Tokiwa, sus soñolientos ojos lo
enfocaron. Tokiwa acarició su cabello y besó su mejilla.

—Vuelve a dormir —murmuró Tokiwa. Itsuki suspiró y cerró


los ojos nuevamente. Tokiwa sonrió viéndolo dormir.

—¿Todavía te sientes solo? —preguntó suavemente.

Pero Itsuki no contestó, se acurrucó contra el pecho de


Tokiwa y permaneció ahí. Itsuki finalmente se sentía seguro
con Tokiwa, llevándole a éste una sensación de paz real.

Sus duras palabras y acciones del año pasado habían


lastimado realmente a Itsuki. Con mayor razón Tokiwa lo
trataba con más cuidado ahora. No podía borrar el pasado,
pero avanzarían hacia un futuro mejor juntos.

229
Tokiwa esperaba que el hombre en sus brazos siempre
sonriera de esa manera. No quería darle una razón para que
se sintiera solo de nuevo.

230
Gracias por leer mi libro.

Tengo todo empacado en mi oficina, excepto mi


escritorio y computadora, en preparación para remodelar. Se
siente tan solo aquí.

Me sentía un poco loca imaginando el tema del libro,


pensé que terminaría con una separación, pero entonces
pensé que algo tenía que cambiar, de cualquier forma lo
superarían.

Yo tenía el nombre de “jaula gentil” casi desde el


comienzo, no podía encontrar un nombre mejor mientras
escribía el libro, decidí que se quedaba con ese. Como el
título lo indica, los personajes vivían en un mundo solitario.
Había sólo algunos encuentros entre Itsuki y Tokiwa. No estoy
segura cuánto tiempo me llevó el libro. Perdí la cuenta
mientras escribía. Me encantaría saber qué piensan acerca
de mi libro.

Uso este espacio para agradecer a la gente que me


ayudó en el camino, primero que todo gracias a M, quien
estuvo a mi lado a través de todo el proceso, y gracias a la
supervisión del editor por toda su asistencia. Kumiko Sasaki
tiene mi gratitud por darme tiempo en su apretado horario
para darme las hermosas ilustraciones del libro. Creo que la
portada captura la historia muy bien.

Gracias una vez más por leer mi libro, y espero que lo


disfruten.

You Shiizak

231
Yukitomiko

1al 3 SAKURA
4 Yukitomiko
5 al 6 Melcamon
7 al final Esther

Alexsasa

Haref01

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