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Materia:
Salud Mental
Docente:
Tema:
Grupo #5
Estudiantes:
Sección:
3 Tecnólogo “A”
Fecha de entrega:
Contenido Pág.
Introducción……………………………………………………………………. 1
Objetivos………………………………………………………………………. 2
Definición………………………………………………………………….. 3
Fase de preparación……………………………………………………. 5
Fase de develamiento………………………………………………….. 6
Conclusión…………………………………………………………………….. 11
Anexos…………………………………………………………………………. 12
Bibliografía…………………………………………………………………… 13
INTRODUCCIÓN
El abuso sexual infantil (ASI) es una forma de violencia a la infancia. Sin embargo, su
tratamiento en todas las instancias de intervención presenta diferencias con el de las otras
formas de violencia, y de manera especial en la intervención que se lleva a cabo en el
ámbito psicológico. Particularmente, el ASI constituye, desde el minuto cero, un desorden
emocional y psicológico. Cuando ocurre una situación de ASI y esta llega a manos de un
psicoterapeuta, la prioridad es proteger al niño o niña, poniendo en marcha los
mecanismos de apoyo psicológico de inmediato. De esta forma, se recomienda separar al
niño del presunto agresor —acción que favorece además la generación de condiciones
apropiadas para la intervención psicológica—, intentando preservar el derecho del niño a
vivir en familia y sin afectar los demás ámbitos de su vida (educación, esparcimiento,
salud). Paralelamente, el psicoterapeuta despliega una serie de acciones que le permiten
determinar el plan a seguir, para iniciar el proceso de reparación de las secuelas generadas
en el niño por la situación de abuso.
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OBJETIVOS
General:
Específicos:
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ATENCIÓN PRIMARIA EN NIÑOS Y NIÑAS DE 8 A 12 AÑOS QUE
SUFREN ABUSO SEXUAL
No existe una definición única de lo que constituye abuso sexual infantil. A continuación
se presentan diversas definiciones que contienen elementos centrales que no deberían
faltar a la hora de comprender de qué se trata exactamente el abuso sexual infantil-
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Una forma de erradicar estos preconceptos consiste en entender qué conductas
constituyen abuso sexual infantil en el contexto de las definiciones:
La utilización del niño y/o su cuerpo desnudo para la obtención de material
pornográfico aunque no haya contacto directo del adulto con su víctima.
Tocar al niño en sus genitales, zona anal y/o pechos, por encima de la ropa o por
debajo de ella.
Hacer que el niño toque al adulto en sus genitales, zona anal y/o pechos (en el
caso de mujeres ofensoras), por encima de la ropa o por debajo de ella.
Contacto oral-genital del adulto al niño.
Contacto oral-genital del niño al adulto.
Contacto genital del adulto sin penetración (frotamientos contra el cuerpo del niño
o alguna parte de este, con el objetivo de lograr excitación sexual y eventualmente
un orgasmo).
Penetración vaginal y/o anal con dedo/s y/u objetos.
Coito.
Estas conductas pueden darse en su totalidad o no. No todos los abusadores sexuales
llegan al coito, y las razones por las cuales esto sucede pueden ser varias: preferencia por
conductas específicas que satisfacen al ofensor, temor a dejar embarazada a la víctima si
es una niña o al develamiento del abuso sexual, que interrumpa su continuidad. Lo cierto
es que no se puede predecir hasta dónde puede progresar un abuso sexual sin ser
detectado, y hacer especulaciones al respecto equivale a jugar con fuego, con la certeza
de que quien se va a quemar será la víctima. Lo que sí se sabe es que una característica
propia de la conducta sexual abusiva es ser progresiva.
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reducir la posibilidad de resistencia. En general es llevado a cabo por un desconocido y
el contacto del violador con la víctima comienza y termina en la acción de violación.
En cambio, el as se desarrolla a lo largo de un tiempo a través de una vinculación
progresiva cuya finalidad última es el acceso al cuerpo del niño. Una vez que el abusador
sexual llega al contacto con el cuerpo del niño, ese contacto puede progresar a lo largo
del tiempo en su nivel de intrusividad, e incluso llegar a una penetración completa, propia
de una relación sexual.
A lo largo de este proceso, puede o no haber violencia física explícita (por ejemplo,
pegarle para que acceda al abuso o si se resiste a él). A veces alcanza con la amenaza de
violencia para conseguir el sometimiento del niño víctima (amenazarlo con que algo malo
podría sucederle a él o a alguien querido si no acepta hacer lo que el adulto quiere o si le
cuenta a alguien, como, por ejemplo, matar al niño, a un miembro de la familia o a una
mascota). Otras veces la sola violencia emocional es más que suficiente (decirle al niño
que el adulto se pondría muy triste si no accede a lo que le pide, o que su mamá se moriría
de la pena si se enterara).
Suzanne Sgroi describe el abuso sexual en etapas bien diferenciadas (Sgroi, 1982):
1. Fase de preparación.
2. Fase de interacción sexual.
3. Fase de develamiento.
4. Fase de reacción al develamiento.
1. FASE DE PREPARACIÓN
El primer eslabón en este proceso de vinculación está dado por el vínculo de confianza,
y muchas veces de cariño, que une al niño con el adulto. La posición de autoridad del
adulto le agrega un elemento fundamental y necesario para hacer del sometimiento una
realidad. Sobre la base de la relación del niño con el ofensor, este último irá creando la
red en la que el niño quedará entrampado. Para que esta vinculación se afiance y
fortalezca cada vez más, el ofensor pone en juego diversas maniobras psicológicas; una
muy habitual es el favoritismo. Es común que el ofensor haga sentir al niño que es especial
y que ambos comparten un vínculo especial, diferente del que el ofensor tiene con otros
miembros del grupo familiar, y se encarga de hacerle notar al niño esta diferencia una y
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otra vez, no solo con hechos, sino también con palabras. El niño o niña comienza a recibir
premios, regalos, privilegios y permisos que, por ejemplo, otro hermano no tiene.
Durante esta fase se desarrolla el contacto concreto con el cuerpo del niño o niña a través
de las diversas conductas. Los primeros contactos suelen ser fugaces, de poco nivel de
intrusividad (es decir, ningún as comienza con una penetración), y el tiempo que pueda
pasar entre un tipo de contacto y otro de mayor intrusividad no es estático ni predecible.
Algunos ofensores sexuales no llegan nunca al estadio de la relación sexual completa, lo
cual no hace la conducta menos abusiva. Es posible que algunos de esos contactos fugaces
se hayan dado ya durante la fase de preparación, para chequear la permeabilidad o
resistencia del niño, y durante esta fase ese mismo contacto puede prolongarse, aumentar
la frecuencia o progresar. Para cuando esta fase se encuentra plenamente instalada, el
ofensor sexual sabe que puede avanzar. Aquí cobra fuerza un componente fundamental
de las situaciones de abuso sexual: la imposición del secreto. El secreto sella el pacto de
silencio que el abusador necesita para poder continuar con su conducta.
3. FASE DE DEVELAMIENTO.
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estar dirigido al adulto no ofensor de la familia o a alguien por fuera del círculo familiar,
como, por ejemplo, un docente.
El develamiento del ASI desata una crisis en el seno de la familia, tanto si ha sido
cometido por un miembro de esta como por alguien externo, aunque la intensidad de la
crisis y las formas de resolverla probablemente sean muy distintas en cada caso. La crisis
familiar se puede desencadenar por:
a) Temor al cumplimiento de las amenazas del ofensor
b) Incredulidad ante el relato infantil
c) Temor a la pérdida del bienestar material
d) Temor al involucramiento con el sistema legal
e) Pérdida de la ilusión familiar
f) Pérdida de lazos familiares (por ejemplo, cuando el abusador es un abuelo o un
tío y se teme perder el contacto con el resto de la familia extensa)
g) Idea de daño permanente.
Negación: los niños eran interrogados por un adulto o figura de autoridad preocupados
(que incluso podía ser un progenitor) o eran identificados como víctimas potenciales e
interrogados en un contexto formal de entrevista investigativa.
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Develamiento activo: implica un relato coherente y con detalles, dado en primera persona.
Retracción: es la acción por la cual el niño, niña o adolescente que ha hecho un primer
develamiento de as se desdice de sus dichos iniciales.
Los niños pueden explicar su retractación de diversas formas, atribuyendo el relato inicial
a:
Error: “Me equivoqué”.
Minimización: “Era un chiste”.
Desconocimiento: “No sé por qué lo dije”.
Disociación: “No me pasó a mí, le pasó a otra nena”.
En esta fase, el juego va proporcionar al niño(a) una asistencia que le ayude a comprender
sus sentimientos, su comportamiento, sus ideas o personas que le causan más malestar;
de esta forma, se podrá, iniciar el trabajo terapéutico. Con uno o dos de los conflictos
encontrados, se da una resignificación del evento, se va a disminuir la culpa, los deseos
de destrucción hacia el agresor por un lado y la disminución de conductas
autodestructivas. Esta fase también es dirigida por el psicólogo. Aquí, el psicólogo crea
una alianza terapéutica para disminuir los conflictos y las manifestaciones sobre el abuso
(Portillo, 2005).
Se puede anticipar que en algunos casos el menor desarrolle un gran temor hacia el
agresor(a); de ser así, se puede trabajar con técnicas proyectivas que le ayuden a
disminuirlo, en las que se involucren acciones concretas de destrucción imaginaria del
agresor(a), de reparación del sí mismo, manejando el binomio héroe villano; disolución
de confusiones, utilizando el dibujo, los cuentos, los dilemas, imágenes
semiestructuradas, videos infantiles como el árbol de chicoca de Sánchez (2009), cuentos
infantiles como “Carola y su amigo perro” de Martínez (1993), la visualización del
pasado, presente y futuro en sus aspectos positivos y negativos, junto con técnicas de
relajación, a través del manejo de la respiración y del conocimiento del cuerpo, de las
sensaciones y los cambios propios que tiene por el crecimiento.
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De manera tal que con el uso de ellas, el menor se descargue, clarifique sus dudas, pueda
ver qué sucede, cómo se puede resolver de forma asertiva y dirigir la responsabilidad a
quien le corresponde. Si el menor presenta sus temores constantemente a través de las
pesadillas, es necesario identificar cómo las está percibiendo; en esta parte es necesaria
la ayuda de la madre o tutor, quien de forma inmediata tiene la información dada la vida
compartida que tiene con la víctima, también porque conoce con mejor precisión las
formas de expresión y entendimiento de las experiencias vividas. Esto es entendible desde
el marco de la psicología del desarrollo.
Hay menores que en virtud de su corta edad carecen de claridad al momento de relatarlo
que sucede; sobre todo en los niños(as) más pequeños(as), a diferencia de aquellos otros
que son más grandes, como el caso de aquellos cuya edad está en el rango de 6 a 12 años
y que pueden relatar la vivencia, apuntando el cómo, cuándo, dónde y quién, o bien las
pesadillas o alteraciones que tienen. La idea es ayudar al menor a identificar lo más
nítidamente los distintos elementos con los que está lidiando, psíquica, social y
corporalmente, brindándoles recursos de protección, todo lo cual se puede lograr a través
de técnicas como las mencionadas.
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Su uso en la práctica produce buenos resultados y una vez que se finaliza la intervención
con ellas, el menor logra tener un desenvolvimiento positivo a nivel familiar, escolar y
social. Este tipo de trabajo a corto, mediano y largo plazo abona en una recuperación de
los niños(as) abusados, pues de manera progresiva se van integrando sus emociones, su
cuerpo sus pensamientos, sus sentimientos y sus conductas, de forma favorable,
ayudándole a resignificar la experiencia adversa vivida, a comprenderla, descargándolo
de la culpa, ayudándole a sentirse más fuerte, más seguro(a), menos ansioso(a), más
tranquilo(a) consigo mismo(a) y a anticipar situaciones de peligro, actuando frente a ellas
con menor o nula incredulidad, de forma activa para resistirse y denunciarlas, y así no ser
parte de ellas.
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CONCLUSION
Parece no haber una definición universal acerca de qué constituye el abuso sexual
infantil. La claridad de algunas de estas definiciones es obviamente útil, pero existen
variaciones considerables entre las que se adoptan en los diferentes estudios. Las mejores
definiciones usadas corrientemente combinan una especificación clara del significado
del término "sexual" con alguna guía sobre la edad y el nivel de desarrollo de los
participantes. Los abusos sexuales pueden consistir en coito, contacto anal-genital,
manoseos o un encuentro con un exhibicionista. Otros han ampliado la definición para
incluir cualquier actividad que produzca gratificación sexual en el abusador. Así podemos
afirmar que abuso sexual es la participación en cualquier actividad sexual de menores
inmaduros con un adulto que los somete.
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ANEXOS
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BIBLIOGRAFÍA
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