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UNIVERSIDAD NACIONAL

PEDRO RUÍZ GALLO

LAS MOMIAS DEL VOLCAN LLULLAILLACO

ESCUELA : Arqueología

ASIGNATURA : Investigación y Practica


Arqueológica III

CICLO : V

DOCENTE : Arql. Luis Chero Zurita

ESTUDIANTE : Celia Isabel Vilca Reto

Lambayeque, Julio 2018

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LAS MOMIAS
DEL VOLCAN
LLULLAILLACO

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CONTENIDO

Introducción: ................................................................................................................................4

I. EL IMPERIO INCAICO........................................................................................................5

II. HALLAZGO DE LAS MOMIAS DEL LLULLAILLACO:.............................................8

III. DISCUSIÓN:..................................................................................................................... 13

IV. CONCLUSIÓN: ................................................................................................................ 19

V. Bibliografía ........................................................................................................................ 20

VI. ANEXOS ............................................................................................................................ 21

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Introducción:

Hace ya cinco siglos que los Incas gobernaron nuestro territorio como un
imperio, los cuatro suyos en su conjunto se extendían a lo largo de más de 2
millones de km² y llegaron a abarcar, en su período de apogeo (hacia 1532),
parte de las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y
Argentina. Poseían aproximadamente 9 mil km de costa en el Océano Pacífico.
La expansión se inició con el Inca Pachacútec y llegó a su apogeo con el Inca
Huayna Cápac.

En uno de estos territorios dentro del Collasuyo se encuentra, en la actual


Argentina, el volcán Llullaillaco, uno de los más altos con sus 6000 metros
sobre el nivel del mar, aproximadamente, y el segundo más activo de
Sudamérica. Aquí se encontraron los restos de tres niños momificados, en un
estado de conservación asombrosamente bueno.

Estos niños serian un gran descubrimiento, puesto que mediante estos


hallazgos se puede comprender mucho mejor como era su percepción del
mundo de los Incas, en este ensayo lo que se va a plantear son dos simples
cuestiones, que es por qué fueron ellos los escogidos para ser parte de este
sacrificio y porque escogieron el volcán Llullaillaco para realizarlo

Mediante el análisis de las investigaciones de la arqueóloga María Ceruti y de


otros investigadores estudiaremos a los niños de este volcán y cual fueron las
causas por las que terminaron siendo los elegidos para ser sacrificados en este
lugar.

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I. EL IMPERIO INCAICO

El Imperio incaico o Tahuantinsuyo (del quechua Tawantin Suyu, 'las cuatro


regiones o divisiones') o Imperio quechua, fue un estado precolombino situado
en América del Sur. Al periodo de su dominio se le conoce además como
incanato.

Abarcó cerca de 2 millones de km² entre el océano Pacífico y la selva


amazónica, desde las cercanías de San Juan de Pasto en el norte hasta el río
Maule en el sur. El imperio incaico fue el dominio más extenso que tuvo
cualquier estado de la América precolombina, corresponde actualmente a
territorios relativos al sur de Colombia, pasando por Ecuador, principalmente
por Perú y Bolivia, la mitad norte de Chile y el noroeste de Argentina. El imperio
estuvo subdividido en cuatro suyos: el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte,
el Collasuyo (Qulla Suyu) al sur, el Antisuyo (Anti Suyu) al este y Contisuyo
(Kunti Suyu) al oeste. La capital del imperio fue la ciudad de Cuzco, en el Perú.

En el Cusco, las comitivas regionales junto a sus niños por ofrendar, se reunían
en la plaza principal ante las imágenes de Viracocha (dios de la creación), el
Sol, el Trueno y la Luna. Allí los sacerdotes efectuaban sacrificios de algunos
animales y después, junto al a la máxima autoridad política y religiosa , el Inca,
oficiaban matrimonios simbólicos entre las criaturas elegidas de ambos sexos,
quienes debían dar dos vueltas a la plaza, alrededor del ushnu, una
construcción que representaba el centro simbólico del mundo inca. Luego de
esta celebración, los niños, sacerdotes y acompañantes regresaban a su lugar
de origen –o donde el inca decidiera-, pudiendo la peregrinación durar
semanas o meses según la distancia. Al llegar, eran recibidos y aclamados con
gran regocijo. (Vitry)

Después de la ceremonia, el séquito iba al lugar donde se realizaría la ofrenda,


entonando canciones rítmicas en honor al Inca. La criatura elegida era vestida
con la mejor ropa, le daban de beber chicha (alcohol de maíz), y una vez
dormida, era depositada en un pozo bajo la tierra, junto a un rico ajuar. Las
ofrendas humanas se realizaban sólo en las huacas o adoratorios más

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importantes del Tawantinsuyu, en ocasiones especiales, como la muerte de un
Inca, quien emprendía su viaje hacia el tiempo de los antepasados.

1.1 Los Incas en Argentina:

Según las fuentes históricas en el territorio de Argentina, entre 1479 y 1535, el


imperio incaico conquistó las partes occidentales de las actuales provincias de
Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja, San Juan, y el extremo noroeste
de Mendoza incorporándolas al Collasuyo. Algunas investigaciones sugieren la
influencia incaica en parte de la Provincia de Santiago del Estero (zona
interfluvial en donde está la ciudad de Santiago del Estero), pero la
incorporación de esa zona al imperio no ha sido probada. Tradicionalmente se
atribuye la conquista al inca Túpac Yupanqui. Los pueblos que entonces
habitaban esa región, los quechuas, los aymaras, los calchaquies, los huarpes
y los diaguitas y otros, intentaron resistir pero los incas lograron dominarlos,
trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus
de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio
boliviano.

Entre los establecimientos incaicos más importantes en Argentina, se


encuentran el Potrero de Payogasta en Salta, la Tambería del Inca en La Rioja,
el pucará de Aconquija y el Shincal de Londres, ambos en Catamarca, el
pucará de Tilcara en Jujuy y las ruinas de Quilmes en Tucumán, la mayoría de
las cuales eran preincaicos y fueron organizados en una red urbana dentro de
su imperio, estableciendo en ellos puestos de control militar.

Las provincias (wamanis) incaicas en el actual territorio argentino fueron cinco:

 Humahuaca: con probable cabecera en Tilcara, llegando por el norte


hasta Talina, actualmente en el Sur de Bolivia. Habitada por mitimaes
chichas.
 Chicoana o Sikuani: habitada por los pulares, se extendía por el piso
de puna de Atacama y la parte septentrional de los valles Calchaquíes
hasta cerca de Seclantás y abarcaba probablemente desde las Salinas
Grandes de Jujuy hasta el sur de La Paya en Salta, donde estaba su
capital la antigua Chicoana.

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 Quire-Quire o Kiri-Kiri: que comprendía el resto de los valles
Calchaquíes comenzando en Pompona (hoy La Angostura), todo el valle
de Santa María y los valles de Andalgalá, Hualfín y Abaucán. Habitada
calchaquíes y yocaviles y por un gran número de mitimaes, tenía dos
asientos principales en Shincal y en Tolombón.
 Tucumán o de Tucma: comprendía los valles orientales y las sierras
subandinas.
 La provincia más meridional: probablemente se extendía desde La
Rioja hasta las montañas del Cordón de Plata, alcanzando el cerro
Tupungato en Mendoza y quizás formaba parte, con el nombre de Cuyo
o Kuyun de la provincia de Chile o Chili

Los incas construyeron caminos (el Camino del Inca), centros agrícolas y de
producción de tejidos, asentamientos (collcas y tambos), fortalezas (pucarás) y
numerosos santuarios en lo alto de las montañas en donde realizaban
sacrificios humanos especialmente de jovencitas y de niños, utilizando también
construcciones preexistentes.

Dentro de ese territorio en el Collasuyo, se encuentra el volcán Llullaillaco, fue


aquí donde hace aproximadamente cinco siglos, entre mediados del siglo XV y
las primeras décadas del XVI, Hace cinco siglos, como parte de sus prácticas
orolátricas consumaron el sacrificio de dos niños y una joven, en una de las
cumbres más altas de América, el volcán Llullaillaco

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II. HALLAZGO DE LAS MOMIAS DEL LLULLAILLACO:

El volcán Llullaillaco es un estratovolcán ubicado en la Cordillera de los Andes,


dentro de la Puna de Atacama, en la frontera entre la Provincia de
Salta (Argentina) y la Región de Antofagasta (Chile). Es considerado el
segundo volcán activo más alto del mundo, luego del Nevado Ojos del Salado,
y se encuentra a 6.739 m

El arqueólogo estadounidense Johan Reinhard dirigió tres expediciones entre


los años 1983 y 1985 investigando sitios arqueológicos en la cumbre y las
laderas de la montaña, durante las excavaciones llevadas a cabo en el
santuario, fueron hallados en 1999 en la cima del volcán tres cuerpos
congelados pertenecientes a víctimas de sacrificios humanos incaicos,
enterrados en el interior de una plataforma ceremonial de 10 metros de largo y
6 metros de ancho.

El grupo debió superar una verdadera aventura para alcanzar el hallazgo.


Especialmente, soportar el intenso frío de la zona, factor que permitió que los
cuerpos se mantuvieran en un estado casi perfecto, al punto de ser
considerados los mejores conservados del mundo.

Las bajas temperaturas, la escasa humedad y la ausencia de microorganismos


contribuyeron a la extraordinaria preservación de los cuerpos, los que se
consideran las momias mejor conservadas que se conocen hasta la fecha. La
descripción del contexto en el que se encontraron los niños es descrita por la
arqueóloga María Constanza Ceruti quien hace una descripción de los tres
individuos

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 Individuo infantil masculino: El Niño
El cuerpo del niño del Llullaillaco se encuentra en posición fetal sentado, con
flexión forzada de los miembros inferiores, los que estaban plegados sobre el
tronco y atados con cuerdas. Los brazos caen laxamente a ambos lados del
cuerpo y la cabeza está inclinada sobre las rodillas.

El infante tiene el cabello cortado a la altura de la nuca y ostenta como adorno


cefálico un penacho de plumas blancas sostenido por una honda de lana color
natural, enrollada alrededor de la cabeza. Viste una túnica de lana de camélido
teñida de color rojo y se sienta sobre una túnica o unku de color gris.

Un manto tejido de color rojo y café cubría la cabeza y parte superior del
cuerpo, formando el textil exterior del fardo funerario. Calza mocasines de
cuero y lleva tobilleras de piel blanca como abrigo. Un brazalete de plata
adorna el antebrazo derecho, a la altura de la muñeca. No se observa, a simple
vista, el empleo de pigmentos corporales. Como hecho curioso, cabe señalar
que se advierte la presencia de abundantes parásitos (liendres) en el cabello
del individuo.

El niño se encontraba sentado sobre una túnica o unku plegado, de color negro
grisáceo y presentaba un ajuar con distintos elementos, tales como dos pares
de sandalias o ushutas, una bolsa o chuspa tejida, dos hondas, una bolsita de
piel de animal que contiene faneras y una chuspa engarzada con plumas
blancas. A la izquierda del cuerpo, sobre el fondo del pozo funerario, se
encontraban dos estatuillas de Spondylus, una masculina y otra que
representaba a un camélido. (Ceruti, 2003)

 Individuo juvenil femenino: La Doncella


El individuo juvenil de sexo femenino se encuentra en posición semisentada y
presenta los miembros inferiores semiflexionados y los miembros superiores
descansando sobre el abdomen, con las manos parcialmente superpuestas
entre sí. La cabeza, recostada sobre el pecho, está inclinada ligeramente hacia
adelante y hacia la derecha, con los párpados y la boca cerrados.

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Presenta pigmentos corporales rojizos aplicados sobre los pómulos y manchas
del mismo color alrededor de los labios. Debajo de la nariz se observan
diminutos fragmentos de hojas de coca, su cabello está peinado con
numerosas trenzas pequeñas y viste un acsu color café, sostenido por una faja
policroma enrollada alrededor de la cintura. Lleva puesto sobre los hombros un
manto o lliclla en tono grisáceo sostenido por un tupu de metal.

Sobre el hombro derecho, pendiendo sobre el vestido, ostenta un interesante


conjunto de colgantes de hueso y de metal como adorno. Calza mocasines
sobre los pies desnudos. Un textil de tonalidad arena y ribeteado a colores
constituía el envoltorio externo del fardo, que se complementaba con otro textil
de color semejante que cubría la cabeza y parte superior del cuerpo.

El fardo de la joven se encontraba adornado con un unku o túnica de lana con


motivos de bandas y ajedrezados en azul, rojo y amarillo, plegado sobre el
hombro derecho. Asimismo, llevaba, colocado sobre la cabeza, un tocado de
plumas blancas. Se encontraron diversos elementos del ajuar asociados, tales
como un aríbalo, una vasija con pedestal, un jarrito con asa cinta, dos platos
simples y dos vasijas ornitomorfas. Entre los artefactos textiles se recuperaron
seis chuspas conteniendo alimentos varios, dos vasos de madera o keros en
miniatura, un peine de espinas y una cuchara. De la base del pozo funerario se
recuperaron tres estatuillas femeninas: de oro la primera, de plata la segunda y
de Spondylus la tercera. (Ceruti, 2003)

 Individuo infantil femenino: La niña del Rayo


El individuo infantil de sexo femenino se encuentra en posición sentada, con los
miembros inferiores flexionados y cruzados, las manos sobre los muslos y
cabeza erguida hacia adelante y hacia la derecha. Sus párpados están
semicerrados y los labios semiabiertos, lo que permite observar parcialmente la
dentadura. El impacto de un rayo afectó a la región torácica superior, hombros,
brazos, cuello y parte inferior del rostro. Se trata solo de quemadura de los
tejidos de la piel del rostro, en tanto que existe destrucción parcial y total de
tejidos dérmicos, musculares y óseos en las restantes zonas afectadas.

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Su cabello está peinado en dos trenzas que enmarcan el rostro y ostenta un
inusual adorno cefálico de metal plateado sobre la frente. Viste un acsu,
sostenido por una faja polícroma enrollada alrededor de la cintura y lleva
puesto sobre los hombros un manto o lliclla en tono café sostenido por un tupu
de metal; los pies están cubiertos por mocasines de piel de camélido. El manto
exterior se encuentra severamente afectado por las quemaduras ocasionadas
por un rayo, al igual que el textil que cubre la cabeza y parte superior del
cuerpo.

La niña se encontraba rodeada de distintas piezas, entre las que se contaban


un aríbalo, una vasija con pie, dos ollitas de dos asas, un jarrito con asa cinta,
cuatro platos simples y dos de forma ornitomorfa, así como dos keros de
madera. Entre los artefactos textiles se recuperaron cinco bolsas o chuspas
que contenían chuño, charqui, maíz y coca. Fueron recuperados además,
mocasines de cuero, sandalias y un peine de espinas asociado al par de
ushutas. También se extrajo una bolsita de piel de animal que contenían
cabellos. Del fondo del pozo funerario se recuperaron cuatro estatuillas
femeninas, dos de metal y dos de valva.

Los exámenes clínicos, estudios de paleoradiología y odontología, y los análisis


de ADN practicados en las momias congeladas del volcán Llullaillaco han
permitido realizar estimaciones de edad de los niños al momento de la muerte,
fueron realizadas sobre la base de la observación directa de la dentadura
(cuando fue posible en el caso de la niña más pequeña) y se asignó
tentativamente una edad de seis años para la niña más pequeña, siete para el
varón y de quince para la doncella. (Ceruti, 2003)

Mediante estudios radiográficos se logró confirmar que el niño del Llullaillaco


presenta deformación craneana de tipo circular, que consiste en un ligero
aguzamiento de la parte cuspidal de la bóveda, lo que fue obtenido
probablemente mediante la aplicación de vendas alrededor de la cabeza. La
niña de menor edad, por su parte, presenta un acentuado aguzamiento de la
parte posterior de la bóveda craneana, con aplanamiento fronto-occipital,
compatible con una técnica de deformación de tipo tabular oblicuo. Por último,

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la doncella no presenta evidencias de prácticas de deformación cefálica (Ceruti,
2003)

El grado de mineralización de los huesos y la ausencia de líneas de Harris en


las radiografías convencionales fueron asumidos como indicios de un
adecuado estado nutricional y de salud general de los individuos del Llullaillaco
durante su temprana infancia. El volumen de la masa muscular y la distribución
del panículo adiposo en las momias del Llullaillaco, confirmados en el análisis
de las tomografías computarizadas, fueron interpretados como indicadores de
que los niños habrían sido objeto de una alimentación abundante durante
semanas previas a su muerte.

En aquellas zonas del rostro y miembros superiores que se han descubierto no


se han advertido lunares notorios ni otras manchas que pudieran destacarse, a
excepción de una lesión en la piel del dedo meñique del niño y de un lunar
benigno o «nebus», resultante de un exceso de pigmentación de la dermis en
el antebrazo izquierdo de la doncella

A simple vista, ni en el niño ni en la niña del Llullaillaco se observa el empleo


de pigmentos corporales, Es posible que en el rostro de la niña se hubiesen
aplicado originalmente pigmentos que ya no son visibles como consecuencia
de la quemadura ocasionada por el rayo. La doncella presenta pigmentos
corporales rojizos aplicados sobre los pómulos y manchas del mismo color
alrededor de los labios

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III. DISCUSIÓN:

Nuestra discusión va hacia dos preguntas ¿Por qué seleccionaron a esos niños
en específico para ser sacrificados? Y ¿Por qué escogieron al volcán
Llullaillaco para el sacrificio?

Por las evidencias que se realizaron a las momias en las que se podía denotar
la evidencia de que tenían una muy buena nutrición, por lo que debieron tener
una muy buena posición social al momento de ser escogidos para el sacrificio
que se iba a dar.

Uno de los rituales más importantes del calendario Inca fue


la Capacocha o Cápac Hucha, que puede traducirse como “obligación real”, y
que se realizaba en el mes dedicado a la cosecha. La ceremonia abarcaba
montañas, islas y otros adoratorios o huacas localizados en toda la extensión
del Tawantinsuyu y servía para unir el espacio sagrado con el tiempo ancestral.
(Vitry) Los niños del volcán Llullaillaco parecen haber sido enterrados
simultáneamente, tras haber encontrado la muerte por exposición al frío en el
marco de una misma ceremonia de Capacocha (Ceruti, 2003)

En el Cusco, las comitivas regionales junto a sus niños por ofrendar, se reunían
en la plaza principal ante las imágenes de Viracocha (dios de la creación), el
Sol, el Trueno y la Luna. Allí los sacerdotes efectuaban sacrificios de algunos
animales y después, junto al a la máxima autoridad política y religiosa , el Inca,
oficiaban matrimonios simbólicos entre las criaturas elegidas de ambos sexos,
quienes debían dar dos vueltas a la plaza, alrededor del ushnu, una
construcción que representaba el centro simbólico del mundo inca. Luego de
esta celebración, los niños, sacerdotes y acompañantes regresaban a su lugar
de origen –o donde el inca decidiera-, pudiendo la peregrinación durar
semanas o meses según la distancia.

Después de la ceremonia, el séquito iba al lugar donde se realizaría la ofrenda,


entonando canciones rítmicas en honor al Inca. La criatura elegida era vestida
con la mejor ropa, le daban de beber chicha (alcohol de maíz), y una vez
dormida, era depositada en un pozo bajo la tierra, junto a un rico ajuar.

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Durante la ceremonia de la Capacocha se realizaba el matrimonio ritual de los
niños, con el fin de reforzar los lazos sociales en un territorio tan extenso y
diverso. La hija del jefe de un poblado se “casaba” con el hijo de otro, de
manera que ambas aldeas quedaban emparentadas y unidas a través de la
intervención del Inca. Este matrimonio simulado era acompañado con objetos
en miniatura fabricados en oro, plata y concha marina, con forma de animales y
seres humanos, y pequeños juegos de vajillas, que acompañaban como
ofrendas a los entierros. Las capacochas también se realizaban cuando se
conquistaba un nuevo territorio, de esta manera, se generaban huacas o
adoratorios en las nuevas tierras conquistadas, es decir se tomaba posesión
ritual de esas tierras casi conjuntamente con la posesión política y económica.
(Vitry)

Según lo refieren las fuentes históricas, en la elección de las víctimas para la


Capacocha, los sacerdotes incas tenían en cuenta requisitos físicos, tales
como la edad de los niños, su virginidad, su belleza e inmaculada apariencia.
Los procedimientos de selección incluían la tributación anual de niños por parte
de las comunidades locales; la selección y reclusión de joven citas en calidad
de acllas; y, excepcionalmente, la entrega de hijos de jefes locales en el marco
de negociaciones con el poder imperial en avance. (Ceruti, 2003)

Entonces, para escoger los niños que serían sacrificados como parte del
Capacocha, los Incas debieron tener una cierta cantidad de requisitos que
deban tener los “elegidos” para el sacrificio, la mayoría de los cronistas ubica la
edad de los niños escogidos en el intervalo entre cuatro y los diez años.

El niño de siete años, sacrificado en el Llullaillaco, contribuye a confirmar la


opinión general de los cronistas acerca de la edad en la que víctimas infantiles
masculinas eran escogidas para el sacrificio. El cronista Cobo explica que
algunas niñas incluidas en los sacrificios eran de la misma edad que los
varones, en tanto que otras eran doncellas de, aproximadamente, 15 años de
edad. Los individuos femeninos del Llullaillaco permiten comprobar el
enunciado de Cobo, puesto que la niña más pequeña era de edad semejante a
la del varón, en tanto que la doncella se acercaba a la edad de 15 años referida
por el cronista. (Ceruti, 2003)

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Asimismo, Reinhard atribuye la diferencia de edad con respecto a los varones
al hecho de que las doncellas eran custodiadas como vírgenes (acllas) en
instituciones especiales (acllahuasis) hasta el momento del sacrificio, en tanto
que no existía institución equivalente que pudiera garantizar la condición
virginal de los varones. Según Valera, los incas ponían gran cuidado en la
custodia de las mujeres escogidas, pues creían que, mientras se conservaran
vírgenes, los dioses les serían muy propicios (Ceruti, 2003)

Acerca de la belleza y la perfección física, los criterios de selección


transmitidos por las fuentes históricas parecen haber sido muy estrictos, en
particular en lo referente a la ausencia de manchas y lunares en la piel de los
elegidos. En el caso de los niños del Llullaillaco, la perfecta preservación de los
cuerpos permite contrastar los requisitos de belleza física y piel inmaculada de
las víctimas escogidas para el sacrificio.

Al momento de su muerte, los niños se encontraban en buen estado nutricional


y gozaban de buena salud, por lo que cabe esperar que se ajustaran a los
cánones de belleza física imperantes en tiempos de los incas. Pero, asimismo,
una verruga en el dedo del niño y un lunar en el antebrazo de la doncella
obligan a considerar que el estricto criterio de apariencia inmaculada expresado
como ideal en las fuentes históricas daba lugar, en la práctica, a situaciones en
las que aparentemente podían llegar a tolerarse pequeñas lesiones o manchas
pigmentarias de baja visibilidad. (Ceruti, 2003)

Según las fuentes históricas, existían al menos tres procedimientos diferentes


por los que niños y doncellas andinos llegaban a ser elegidos para participar
como víctimas en las ceremonias estatales de Capacocha. Niños menores de
10 años eran tributados anualmente al Estado inca por parte de las poblaciones
locales y eran conducidos a su muerte, por lo general, ese mismo año

Las crónicas ilustran, además, acerca del complejo sistema de selección,


reclusión y redistribución de mujeres elegidas o acllas, que daba cuenta de las
doncellas que terminaban sus días sacrificadas en las cimas de montañas

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sagradas. La elección de las acllas quedaba a cargo de administradores incas
denominados apu-panacas, quienes recorrían las aldeas cada cinco años,
seleccionando a las niñas de menos de nueve años de mayor belleza física e
inteligencia.

Refiere el cronista Acosta que las doncellas de 14 años eran llevadas


anualmente desde los acllahuasis a la corte: «Parte de ellas se disputaban para
servir a las huacas y santuarios, conservando perpetua virginidad; parte para
los sacrificios ordinarios que hacían de doncellas y otros extraordinarios, por la
salud o muerte o guerras del Inca; parte también para mujeres o mancebas del
Inca y de otros parientes o capitanes suyos, a quién él las daba y era hacerles
gran merced»
Es muy probable que la participación de la joven doncella en la Capacocha del
Llullaillaco estuviese precedida por su incorporación al sistema de acllas. Al
estimarse su edad de muerte alrededor de 15 años, se confirma lo enunciado
en las fuentes etnohistóricas acerca de la edad en que las acllas eran
escogidas y enviadas al sacrificio.

El caso de la niña del Llullaillaco presenta mayores dificultades en su


interpretación debido a su corta edad, que se estima cercana a los seis años.
Siendo demasiado pequeña para haber sido incorporada al sistema de las
acllas, es posible que fuese parte de los tributos anuales pagados por su
pueblo. Cabe también la alternativa de que la pequeña fuese hija de jefes
locales y que su participación en la Capacocha fuese concebida como
estrategia política para alcanzar favores de parte del Inca.

Incluyendo todos estos factores es claro pues que fue por su estatus social y
por su perfección ante los ojos de sus contemporáneos que fueron escogidos
para tener una participación en el Capacocha, sin embargo aún está la cuestión
del porque escogieron ese lugar para el sacrificio.

La arqueóloga María Ceruti, plantea según sus investigaciones que los niños
proceden de las familias nobles del Cuzco, los niños debieron recorrer 1.600
km desde Cuzco hasta la cima del volcán Llullaillaco, el punto más cercano al

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Sol, para convertirse en dioses vigilantes y protectores de las comunidades
bajo el imperio incaico.

En el antiguo Perú, los cuerpos de los difuntos eran colocados en aleros


rocosos en las laderas de los cerros, siendo dichas cuevas funerarias
conocidas como mallkihuasis o “casas de los ancestros desecados”. El
concepto quechua de mallki alude a la condición de deshidratación propia de
los ancestros momificados, vinculándolos en el nivel simbólico con las semillas,
generadoras de nueva vida.

Al no estar técnicamente “enterradas”, las momias andinas permanecían


accesibles para la visita de los deudos, quienes anualmente les llevaban
comida y les cambiaban de ropa. Los mallkis seguían cumpliendo funciones
rituales en sus comunidades, puesto que eran recordados e invocados en
relación con la salud, la fertilidad de los ganados, la abundancia de las
cosechas, la propiciación de las lluvias y la adivinación del futuro

Pese a que los misioneros católicos que recorrieron los Andes durante la
conquista y la colonización española, se esforzaban por convencer a los
indígenas de que enterrasen a sus muertos en los camposantos e iglesias, los
difuntos andinos eran desenterrados clandestinamente y llevados a cuevas
donde la comunidad podía continuar con su veneración.

Hallazgos accidentales y resultantes de la depredación intencional revelaron


las primeras pistas acerca del perfil de las víctimas humanas enterradas por los
sacerdotes incas en las altas montañas de la cordillera, durante trabajos viales,
fueron descubiertos accidentalmente los restos de dos individuos de sexo
femenino con ajuar incaico en la cima del cerro Esmeralda, a tan solo 900
metros sobre el nivel del mar.

En cumbres de volcanes del sur del Perú, las investigaciones arqueológicas


sistemáticas permitieron recuperar cuatro ofrendas humanas en el nevado de
Ampato, una doncella, una niña y un niño de las alturas del volcán Pichu Pichu,
un entierro juvenil femenino en el nevado Sara-Sara y un conjunto de seis

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sacrificios humanos y ajuar en la cima del activo volcán Misti, a una altura de
5822 metros

En cualquier caso, no caben dudas de que los niños fueron llevados exprofeso
en una peregrinación de más de mil quinientos kilómetros hasta una de las
montañas más altas del continente y que terminaron sus vidas ofrendados en la
cima del volcán. Es probable que las niñas hayan muerto en la cumbre por
exposición al frío y que el niño haya fallecido por mal de altura durante la última
parte de la ascensión (CERUTI, 2012)

Esto permite confirmar la importancia que tenían para ellos el ser enterrados en
lugares como estos, en los que no solo se ofrecían como sacrificio, sino que
también se encontraban más cerca de sus dioses, por lo que un volcán como el
de Llullaillaco sería el lugar perfecto para una clase de sacrificio como el que se
realizó con estos niños hace 500 años.

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IV. CONCLUSIÓN:

Como hemos podido analizar, la elite incaica jugo un papel importante en el


sacrificio de estos niños, quienes no solo fueron escogidos por su belleza y
perfección para ser ofrendados a los dioses, sino que también fue una alianza
política hecha por el inca mediante el rito del Capacocha.

Su propio estatus social fue bastante elevado, y esto se demostró no solo por
sus ajuares funerarios, en los que presentaban elementos de personas de elite,
sino también se pudo demostrar mediante análisis de sus cuerpos, en los que
se pudo determinar que llevaban una buena dieta y estaban muy bien
alimentados.

Así pues, debiendo cumplir con su obligación hacia el sacrificio, debiendo así
caminar desde el Cuzco, atravesando el durísimo paisaje que se encontraron
en el camino hasta llegar al volcán Llullaillaco, para ser sacrificados, siendo un
lugar que probablemente haya sido escogido por el inca.

Estos descubrimientos han llegado a ser tan importantes que Los “Niños del
Llullaillaco” fueron declarados “Bienes Históricos Nacionales” y la cima del
volcán “Lugar Histórico Nacional” en 1999, por la Comisión Nacional de
Monumentos y Lugares Históricos. Poco a poco, toda la comunidad cercana al
lugar se fue apropiando sentimentalmente de los estos niños y, a través de su
historia, empezó a darle más interés a temas relacionados con el pasado no
contado por la historia oficial

La historia particular de tres niños que dieron su vida por un fin religioso, así
como la historia universal de los pueblos que integraron esa unidad política
llamada Tawantinsuyu es apasionante y emotiva, como lo es también
contemplar sus plácidos rostros sumidos en un profundo sueño eterno,
imaginando cómo fueron sus breves vidas personales, cuyo desenlace se llevó
a cabo en una de las montañas más elevadas de la cordillera de los Andes,
muy cerca de su dorada deidad. (Vitry)

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V. Bibliografía

Ceruti, M. C. (2003). ELEGIDOS DE LOS DIOSES: IDENTIDAD Y ESTATUS EN LAS


VÍCTIMAS SACRIFICIALES DEL VOLCÁN LULLAILLACO. BOLETÍN DE
ARQUEOLOGÍA PUCP, 263-275.

CERUTI, M. C. (2012). LOS NIÑOS DEL LLULLAILLACO Y OTRAS MOMIAS ANDINAS:


SALUD, FOLCLORE,. Scripta Ethnologica [en linea] 2012, XXXIV, 89-104.

Geminis Papeles de Salud. (s.f.). Imperio incaico. Obtenido de Geminis Papeles de


Salud:
http://www.herbogeminis.com/IMG/pdf/imperio_incaico_wikipedia.pdf

Vitry, C. (s.f.). Los controversiales niños sacrificados del Volcán Llullaillaco. Obtenido
de Centro cultural argentino de montaña:
http://culturademontania.org.ar/Arqueologia/ARQ_ninos_llullaillaco_salta_0
72011.htm

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VI. ANEXOS

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