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Autor:
<Membresía al instituto de investigación, programa de postgrado>
<Universidad Técnica de Oruro>
<Ciudadela Universitaria, Zona Sud, Oruro, Bolivia>
correo electrónico

RESUMEN

1.- Orígenes y conceptos de Sistemas de innovación


El estudio de los sistemas de innovación se inició con el interés por entender los resultados
obtenidos por diferentes países o regiones. Los trabajos de Freeman (1987) y Nelson (1993) son
una muestra del interés por conocer cómo funcionaban los sistemas de innovación en varios países.
Posteriormente se han dedicado más esfuerzos a “medir” o encontrar indicadores cuantitativos que
permitiesen caracterizar los sistemas de innovación.
El sistema de innovación está en pleno desarrollo y se presenta como un instrumento sumamente
útil para entender el desenvolvimiento de las economías, especialmente en un contexto en el cual
el conocimiento es el motor central de crecimiento económico. (Juana R. Kuramoto,2011)
Es un concepto útil para identificar y analizar los distintos elementos que conforman el
comportamiento tecnológico de las empresas y demás instituciones, y del propio proceso de
innovación. Es un concepto que permite ordenar la diversa información proveniente de distintos
casos, y ayuda a la elaboración de una teoría que explicaría la diferencia en los resultados
económicos de distintos países o sociedades. Sin embargo, la teoría a la que estaría dando paso es
de corte pragmático, que pretende reconstruir procesos, pero no brindar predicciones (Mjøset
2003).
Sistema Nacional de Innovación
Inicialmente, el mayor énfasis se hizo en el concepto de sistema “nacional de innovación”, pero
posteriormente han emergido variantes sectoriales, regionales y locales y estos conceptos se
utilizan asiduamente, tanto en ámbitos científicos como en el seno de las instituciones de política
científica. Sistemas nacionales, regionales y/o locales de innovación. (François Perruchas , Elena
Castro Martínez, Alfredo Yegros Yegros, Ignacio Fernández, 2001)
Siguiendo el planteamiento de Schumpeter de que la innovación es el motor del crecimiento
económico, no es de extrañar que se trate de utilizar el concepto de sistema de innovación como
una herramienta que permita derivar recomendaciones de política para aquellos países en
desarrollo que quieran alcanzar altas tasas de crecimiento económico. De hecho, los análisis sobre
los sistemas de innovación en países en desarrollo han dado lugar, también, a una serie de “hechos
estilizados”. Entre algunos de ellos destacan la desarticulación de los sistemas de innovación, las
pocas capacidades tecnológicas de las empresas y la desarticulación de las políticas de innovación
con el resto de políticas, entre otros (Intarakamnerd y otros 2001).
Una de las principales ventajas del sistema de innovación es su gran versatilidad, no solo ha servido
para analizar las diferencias o similitudes institucionales entre distintos países y regiones (sistema
de innovación nacional y regional), y para explicar las diferencias en sus tasas de crecimiento y de
innovación, sino también para analizar por qué se dan estas diferencias entre distintos campos de
conocimiento (sistemas tecnológicos) o sectores industriales (sistemas de innovación sectorial).
Pero quizás una de las líneas de desarrollo más interesantes es la relacionada con el estudio de las
funciones de estos sistemas. Si bien la definición de los sistemas de innovación siempre mencionó
la generación, difusión y utilización de conocimiento, es recientemente cuando se produce un
interés por definir claramente cuáles son las funciones que deben cumplir para identificar la
contribución de cada componente del sistema y alcanzar el objetivo central del sistema. En tal
sentido, es posible diferenciar las funciones que contribuyen a conseguir resultados cognitivos
(nuevo o mejor conocimiento) de aquellas que contribuyen a conseguir resultados sociales (nueva
o mejor organización). Por otro lado, las funciones también se pueden clasificar de acuerdo con
los actores involucrados en ellas, ya sea actores directamente vinculados con el aspecto
tecnológico o aquellos vinculados con procesos sociales (Hekkert y otros 2004).
Para lograr un conocimiento más profundo de un Sistema de Innovación es preciso efectuar un
análisis más detallado. (COTEC, 1998; Comisión Europea, 2000a-c, Landabaso y col. 2000). Se
propone analizar cinco aspectos del Sistema: los recursos, la estructura, la capacidad de absorción,
la articulación y el marco legal e institucional en el que se opera. INNOVACIÓN Y SISTEMAS
DE INNOVACIÓN Dra. Dª Elena Castro Martínez (OTT CSIC CV) Dr. D. Ignacio Fernández de
Lucio (INGENIO, CSIC-UPV).
El sistema de innovación de un país puede delimitarse centrándolo en el sistema de producción,
considerando que lo que importa son las prácticas innovadoras que las empresas llevan a cabo.
Ello significa que, si bien el análisis que desempeñan las instituciones formales en materia de
innovación constituye un primer paso crítico para comprender el sistema de innovación de un
determinado país, en última instancia el análisis debe concentrarse en la propia innovación, en qué
punto se realiza, y en su impacto sobre los procesos de producción al nivel de las empresas.
Las metodologías utilizadas para la medición de las actividades de I+D e innovación se han
desarrollado en el seno de la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE);
en primer lugar, en 1963 esta organización publicó el Manual de Frascati para la medición de las
actividades de I+DT – esencialmente de los insumos, metodología que ha experimentado
revisiones posteriores (la última de 1993); esta información se complementa con los datos relativos
a publicaciones científicas, patentes y balanza tecnológica a fin de medir los resultados de las
citadas actividades. Más recientemente, como consecuencia de los trabajos desarrollados en el
seno del Technology and Economy Programme (OCDE, 1992) en los que se puso de manifiesto la
insuficiencia de los indicadores de I+D+T para ofrecer información sobre los procesos de
innovación tecnológica, la misma organización publicó, en 1996, el Manual de Oslo para la
medición de las actividades de innovación tecnológica en las empresas, lo que nos da entender los
tipos y clasificación de innovación que se detalla:
Tipos de innovación

-La innovación de productos (la tecnología del producto)


-La innovación de procesos (tecnología de producción)
-La innovación organizacional: nuevas formas de organizar el proceso y la producción dentro de
la empresa, el arreglo entre las empresas.

Clasificación de la innovación
Incremental (mejora de la existente)
Radical (introducción totalmente nueva)

Pilares de los Sistemas de Innovación


Figura 1
Pilares de los Sistemas de Innovación

Fuente: World Bank Institute, 2013, Gestión de la Innovación y la Tecnología, Mauricio Céspedes Quiroga
Las economías que han hecho de los procesos de generación de I+D e innovaciones algo cotidiano
han conseguido acelerar sus tasas de crecimiento y abrir una brecha tecnológica respecto a países
menos activos en este sentido (OCDE, 1991).
Aplicando un mayor énfasis en los sistemas de innovación se puede incrementar la capacidad del
país en identificar, producir, difundir, usar e integrar el conocimiento científico y tecnológico, con
el propósito de mejorar la competitividad, y contribuir a la transformación productiva del país.
Figura 2
Modelo de Sistema de innovación

Fuente: Innovación y Sistemas de Innovación E. Castro e I. Fernández de Lucio

2.- Sistemas de innovación en países emergentes (Argentina y Canadá).


A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, Argentina y Canadá registraron un crecimiento
económico sin precedentes. En el período que se extiende desde 1890 a 1914, la Argentina y el
Canadá han acogido a millones de migrantes de Europa y se convirtió en el más grande de los
prestatarios en los mercados de capital del mundo. La infusión de capital y la mano de obra
extranjera contribuyó a convertir el vacío de pastizales en cestas para el pan para el mundo.
La expansión fue impulsada por los cultivos en el sector de exportación, principalmente cereales
cultivados en la pampa argentina y de las praderas canadienses. En los primeros años de este siglo,
el trigo se convirtió en la principal exportación para ambos países, y finalmente se ubicó entre los
principales exportadores de cereales. Después de la I Guerra Mundial, ambos países se combinan
para suministrar alrededor del 60% del total mundial del comercio de exportación de trigo.
Hasta la Primera Guerra Mundial, Canadá y la Argentina tenían un PBI per cápita similar (el
canadiense era levemente superior), iniciaban su desarrollo industrial y exportaban básicamente
productos primarios. Ambos eran países escasamente poblados que recibieron flujos
significativos de inmigrantes de origen europeo desde mediados del siglo XIX. Sin embargo, en
el periodo entre guerras la brecha relativa en el PBI per cápita aumentó y, a partir de la Segunda
Guerra Mundial, la divergencia en las trayectorias económicas de ambos países se sentía
notablemente. En tanto Canadá pasó a formar parte de los países desarrollados, Argentina tuvo
un pobre y errático desempeño. En el periodo 1965-1980 el PBI per cápita en Canadá creció al
3,3 % anual, mientras que en la Argentina lo hizo al 1,7 %. En los años '80 el PBI se contrajo en
la Argentina mientras que Canadá seguía creciendo, aunque a tasas menores. La profunda brecha
que separa a ambos países solo parece haber comenzado a reducirse durante la década del '90: el
PBI per cápita en Canadá crece al 2,1 % anual y en la Argentina lo hace al 4,5 % (World Bank,
1998). De cualquier manera, en 1997 el PBI per cápita de Canadá (con 30 millones de habitantes)
era de $us 21.860, mientras que el de la Argentina (con una población de 36 millones) era de $us
9.950, ambos medidos en PPP (paridad de poder adquisitivo), según el World Bank, 19982 O sea,
la brecha de productividad del conjunto de la economía (medida por el PBI per cápita) era de 2,2.

¿Por qué consideramos que la experiencia canadiense en su proceso de catching up es


particularmente valiosa para la Argentina? En primer lugar, el proceso de catching up de la
economía canadiense con los países que están en la frontera tecnológica se ha dado en forma
gradual y, como veremos, construyendo un conjunto de instituciones y políticas para favorecer el
desarrollo económico a través de la ciencia y la tecnología (CyT).

Entre 1960 y 1997 el gasto total en I&D como porcentaje del PBI ha pasado del 0,9 al 1,76 y
actualmente tiene un número de patentes (por millón de habitantes) registradas en los Estados
Unidos mayor que muchos países europeos. Canadá ha incorporado a su acervo productivo una
serie de actividades basadas en la ciencia y la tecnología, lo que le ha permitido por ejemplo llegar
a ser uno de los principales productores mundiales de equipos de telecomunicaciones y
aeronáutica, así como conseguir una buena posici6n relativa en actividades como industria
aeroespacial, software y biotecnología. De acuerdo con el World Competitiveness Report, Canadá
se encuentra hoy entre los cuatro primeros países del mundo en términos de competitividad. En la
segunda mitad de los '90 han aumentado muy fuertemente las inversiones en maquinaria y equipo,
los gastos en I&D, las inversiones en formación de mano de obra, etc. A pesar de la alta
participación de las filiales extranjeras en la producción manufacturera (supera el 50 %), se registra
en años recientes un cierto aumento en el control local de la economía, especialmente en los
servicios. Los nuevos y dinámicos sectores de software y biotecnología están casi enteramente
bajo control canadiense. Incluso se ha producido en años recientes un fuerte aumento de las
inversiones canadienses en los Estados Unidos, que de esta forma casi han alcanzado, en valores
absolutos, la inversión estadounidense en Canadá. Esto no só1o muestra el estrechamiento de los
lazos entre ambas economías, sino que tambi6n parece reflejar la renovada competitividad de las
empresas canadienses: recientemente Canadá ha conseguido equilibrar la balanza de pagos
tecnológicos con el país vecino. En segundo término, al igual que en la Argentina en la actualidad,
en Canadá hasta hace pocas décadas el esfuerzo privado en I&D era modesto, el gasto público era
preponderante y tenía muy poca vinculación con las actividades innovativas en el sector
productivo. Es recién a partir de la implementaci6n sostenida de un conjunto de políticas y un
significativo proceso de aprendizaje institucional que el esfuerzo de las empresas comenz6 a
aumentar, respondiendo actualmente por 2/3 del gasto ejecutado y la mitad del financiamiento del
gasto total en I&D.

3.- Análisis de la información


A lo largo de la historia de Canadá, su economía ha girado siempre en torno a la explotación de
sus recursos naturales. Sin embargo, cuando Gran Bretaña y otras potencias occidentales se
involucraron en la primera Guerra Mundial en el año 1900, la situación trajo una gran demanda de
productos fabricados de Canadá, especialmente de armamento. Este lamentable suceso en la
historia del mundo marcó el inicio del auge de la industria de armamento canadiense, una industria
que aún hoy en día sigue creciendo. Fue también durante este período de la historia cuando la
fabricación de automóviles se convirtió en un componente importante de la economía canadiense.
Para el caso argentino, en 1900, el 43% del volumen total de exportaciones corresponde a lana y
trigo, lo que supone una gran concentración de las exportaciones en torno a estos dos productos.
Sin embargo, en el periodo entre guerras la brecha relativa en el PIB per cápita aumentó y, a partir
de la década de los ‘60, la divergencia en las trayectorias económicas de ambos países se acentúa
notablemente, como lo ilustra el grafico 1.
GRÁFICO 1
Argentina y Canadá: PIB per cápita, 1962-2016
PIB per cápita (US$ a precios actuales)
50000
40000
30000
PIB per cápita ARGENTINA
20000
CANADÁ
10000
0
1962 1970 1980 1990 2000 2010 2016
Fuente: Elaboración propia. Datos sobre las cuentas nacionales del Banco Mundial y archivos de datos sobre
cuentas nacionales de la OCDE.

En tanto Canadá pasó a formar parte de los países desarrollados, la Argentina tuvo un pobre y
errático desempeño. “En el periodo 1965-1980 el PIB per cápita en Canadá creció al 3,3 % anual,
mientras que en la Argentina lo hizo al 1,7 %” (Chudnovsky, 2000). “En los año '80 el PIB se
contrajo en la Argentina mientras que Canadá seguía creciendo, aunque a tasas menores”
(Chudnovsky, 2000). La profunda brecha que separa a ambos países solo parece haber comenzado
a reducirse durante la década del '90: el PIB per cápita en Canadá crece al 2,1 % anual y en la
Argentina lo hace al 4,5 % (Banco Mundial, 2017).
Aunque en el desarrollo de ambas economías los recursos naturales han jugado un papel
significativo, en 1997 las exportaciones canadienses basadas en los recursos naturales daban
cuenta de solo el 29 % del total exportado. En la actualidad, Canadá es la 12º mayor economía de
exportación en el mundo y la economía más compleja 34º de acuerdo con el Índice de Complejidad
Económica (ECI). En 2016, Canadá exportó $ 387 Miles de millones e importó $ 399 Miles de
millones, dando como resultado un saldo comercial negativo de $ 11,3 Miles de millones. En 2016
el PIB de Canadá fue de $ 1,53 Billónes y su PIB per cápita fue de $ 44 Miles. Las principales
exportaciones de Canadá son Coches 13% ($48,8 Miles de millones), Petróleo Crudo 10% ($39,5
Miles de millones), Oro 3,2% ($12,5 Miles de millones) y Piezas-Repuestos 2,7% ($10,6 Miles de
millones), de acuerdo a la clasificación del Sistema Harmonizado (HS).
En contraste, en la Argentina los recursos naturales todavía daban cuenta del 70 % del valor de las
exportaciones en 1997. Es cierto que el peso relativo de los bienes basados en los recursos naturales
ha disminuido del 95 % del total exportado en 1962-1965 al 72 % en 1991-1995, como
consecuencia de la menor incidencia relativa de los productos primarios. Y también vale
mencionar que, en los años 1990, las fuertes exportaciones de automóviles y autopartes han
constituido una novedad mayor en la pauta exportadora argentina. De todas formas, los bienes de
alta intensidad tecnológica daban cuenta apenas del 2,8 % de las exportaciones de manufacturas
en 1991-1996 (Porta y Anlló, 1998).
Sin embargo, Argentina en la actualidad es la 36º mayor economía de exportación en el mundo y
la economía más compleja 69º de acuerdo con el Índice de Complejidad Económica (ECI). En
2016, Argentina exportó $ 56,9 Miles de millones e importó $ 54,7 Miles de millones, dando como
resultado un saldo comercial positive de $ 2,24 Miles de millones. En 2016 el PIB de Argentina
fue de $ 545 Miles de millones y su PIB per cápita fue de $ 19,9 Miles. Las principales
exportaciones de Argentina son Harina de soja 18% ($10 Miles de millones), Maíz 7,4% ($4,19
Miles de millones), Aceite de soja 7,2% ($4,11 Miles de millones), Soja 5,7% ($3,23 Miles de
millones), Camiones de reparto 4,5% ($2,58 Miles de millones), Coches 2,7% ($ 1,53 Miles de
millones) y Piezas y repuestos 1,23% (721 Millones) de acuerdo a la clasificación del Sistema
Harmonizado (HS).
Los principales destinos de las exportaciones de Canadá son los Estados Unidos ($296 Miles de
millones), China ($15,8 Miles de millones), el Reino Unido ($12,9 Miles de millones), Japón
($8,09 Miles de millones) y México ($5,76 Miles de millones). Los principales orígenes de sus
importaciones son los Estados Unidos ($266 Miles de millones), China ($27,3 Miles de millones),
Alemania ($10,6 Miles de millones), México ($10,4 Miles de millones) y Japón ($8,16 Miles de
millones).
En el caso de Argentina, los principales destinos de las exportaciones son Brasil ($9 Miles de
millones), los Estados Unidos ($4,48 Miles de millones), China ($4,43 Miles de millones),
Vietnam ($2,55 Miles de millones) y Chile ($2,3 Miles de millones). Los principales orígenes de
sus importaciones son Brasil ($13,4 Miles de millones), los Estados Unidos ($8,51 Miles de
millones), China ($7,2 Miles de millones), Alemania ($2,96 Miles de millones) y México ($1,41
Miles de millones).
Con respecto a los datos expuestos párrafos arriba, podemos concluir que Canadá es una economía
mucho más abierta al comercio internacional y la inversión extranjera directa (IED) que la de
Argentina (gráfico 2). Por ejemplo, en el caso canadiense las exportaciones en el año 2016
significan un 25,29% del PIB a diferencia de las exportaciones argentinas que en porcentaje solo
se traducen en un 10,44% del PIB del país sudamericano. Si bien, los Estados Unidos es el principal
socio en inversión extranjera directa para ambos países, el principal socio comercial para la
Argentina en las últimas décadas es Brasil, por su cercanía geográfica. Para su fortuna, Canadá
cuenta con una mayor relación comercial, científica, tecnológica y de inversiones con la economía
estadounidense que su par sudamericano.

GRÁFICO 2
Argentina y Canadá: Inversión extranjera directa, entrada neta de
capital (% del PIB)
10
8
6
% del PIB ARGENTINA
4
CANADÁ
2
0
1970 1980 1990 2000 2010 2016
Fuente: Elaboración propia. Datos Fondo Monetario Internacional, Estadísticas Financieras Internacionales y la
base de datos de la balanza de pagos, Banco Mundial, Flujos Mundiales de Financiamiento para el Desarrollo , y
estimaciones del PIB del Banco Mundial y la OCDE.

En el presente estudio, no pretendemos detenernos en un análisis de la importancia relativa de los


factores político y sociológicos que pudieran afectar al desarrollo económico de un país, más aún,
nos adentraremos en tratar de entender el papel y la importancia de los agentes, instituciones y,
sobre todo, el rol de las políticas específicas de innovación tecnológica claves que formaron parte
de la trayectoria tanto de Canadá y Argentina en su desarrollo económico.
Iniciemos consultando algunos datos actuales. La Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual mediante el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT), en su informe de
Solicitudes de Patentes, (PCT, 2016) señala que: “Canadá (-17,3%), por segundo año consecutivo,
registró un descenso importante de las solicitudes presentadas, reflejo de la menor cantidad de
solicitudes presentadas por Research in Motion/Blackberry y Nortel”. De ese modo, Canadá cerró
2016 con 2333 solicitudes de patentes (cuadro 1). En el caso de Argentina, se aprecia un
incremento del 62% en las solicitudes de patentes en relación al año anterior, cerrando 2016 con
47 solicitudes de patentes (cuadro 1). A pesar de la baja en el número de solicitudes realizadas por
Canadá entre 2015 y 2016, puede apreciarse la ventaja significativa en números que Canadá lleva
a su par sudamericano en términos de solicitudes de patentes.
CUADRO 1
Solicitudes internacionales PCT por origen
Origen 2015 Previsto 2016
Albania 2 0
Alemania 18.004 18.315
Angola 1 0
Arabia Saudita 274 296
Argelia 8 12
Argentina 29 47
Armenia 5 9
Australia 1.741 1.835
Austria 1.399 1.422
Bulgaria 57 63
Camerún 1 2
Canadá 2.821 2.333
Chile 166 197
China 29.839 43.168
Chipre 51 36
Colombia 87 99
Congo 1 1
España 1530 1504
Filipinas 27 29
Finlandia 1584 1524
Italia 3072 3358
Japón 44053 45239
México 317 288
Reino Unido 5290 5496
Suecia 3842 3720
Suiza 4265 4365
Fuente: Elaboración propia. Información de Informe de Solicitudes de Patentes, PCT (2016).
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en su publicación anual: The Global
Innovation Index 2017 - Innovation Feeding the World posiciona a Canadá en el puesto 18 en el
ranking de innovación a nivel internacional con un marcador de 53.65 puntos. Muy lejos de Canadá
se ubica Argentina en el puesto 76 con un marcador de 32 puntos. (OMPI, 2017) nos comenta que:
“El Índice Mundial de Innovación proporciona indicadores detallados de los resultados de la
innovación en 127 países y economías de todo el mundo. Mediante los 81 indicadores del Índice,
se analiza un amplio panorama de la innovación, que comprende el entorno normativo, la
educación, la infraestructura y el grado de desarrollo empresarial”.
Canadá es un éxito en lo que respecta a ciencia y tecnología. En datos de (Chudnovsky, 2000):
“Entre 1960 y 1997 el gasto total en I&D como porcentaje del PIB ha pasado del 0,9% al 1,76%”
(p.217). En la segunda mitad de los '90 se han incrementado de forma significativa las inversiones
en maquinaria y equipo, los gastos en I&D, las inversiones en formación de mano de obra, etcétera.
(Chudnovsky, 2000) nos comenta que: “Canadá ha incorporado a su acervo productivo una serie
de actividades basadas en la ciencia y la tecnología, lo que le ha permitido por ejemplo llegar a ser
uno de los principales productores mundiales de equipos de telecomunicaciones y aeronáutica, así
como conseguir una buena posición relativa en actividades como industria aeroespacial, software
y biotecnología” (p.217).

Para el año 2014, Canadá destinó el 1,62% del PIB a I&D, frente a 0,59% que destino Argentina.
Como se puede apreciar, el porcentaje del PIB que Canadá destinó las últimas dos décadas a I&D,
en promedio es aproximadamente cuatro veces más de lo destinado por Argentina en los diferentes
años a lo largo del mismo intervalo de tiempo (gráfico 3).
GRÁFICO 3
Gasto en investigación y desarrollo (% del PIB)
2.5

1.5
% del PIB ARGENTINA
1
CANADÁ

0.5

0
2001

2012
1996
1997
1998
1999
2000

2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011

2013
2014

Fuente: Elaboración propia. Datos del Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Al igual que en la Argentina en la actualidad, en Canadá hasta hace pocas décadas el esfuerzo
privado en I&D era modesto, el gasto público era preponderante y tenía muy poca vinculación con
las actividades innovativas en el sector productivo. Es recién a partir de la implementaci6n
sostenida de un conjunto de políticas y un significativo proceso de aprendizaje institucional que el
esfuerzo de las empresas comenzó a aumentar, respondiendo actualmente por 2/3 del gasto
ejecutado y la mitad del financiamiento del gasto total en I&D.
Para (Chudnovsky, 2000): “El conjunto de empresas innovadoras productoras de bienes y
servicios, las universidades y otras instituciones públicas y privadas sin fines de lucro que generan,
absorben, difunden y aplican nuevos conocimientos científicos, tecnológicos y organizacionales y
las diversas interacciones que se establecen entre estas empresas e instituciones es lo que, en la
mayor parte de la literatura recibida, se entiende por Sistema Nacional de Innovación (SNI)”
(p.222).
El actual SNI canadiense no surgió de la noche a la mañana como subproducto del crecimiento
económico y del sistema político estable. La consolidación del SNI canadiense fue evidentemente
favorecida por el desarrollo económico en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero
este fue, en buena medida, el resultado de la creación enfática de instituciones públicas (como
laboratorios y universidades). Estas instituciones formaron recursos humanos calificados y
aumentaron la oferta de tecnologías críticas. A su vez, el gobierno federal puso en marcha un
conjunto de políticas para incentivar la innovación tecnológica y los esfuerzos de I&D tanto en las
firmas locales como en las filiales de las empresas tecnológicas.
El SNI en la Argentina tampoco surgió de la noche a la mañana. Las principales instituciones del
ente públio: Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA), Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) fueron creadas por el gobierno argentino en la
década de1950 casi simultáneamente con el impulso que experimentaron las universidades
públicas y el apoyo que recibió la industrialización sustitutiva de importaciones, a fines de esa
década. Lamentablemente, y a diferencia con Canadá, estas instituciones tuvieron que
desempeñarse en un escenario macroeconómico y político muy inestable y no coordinado con las
necesidades tecnológicas del sector productivo.
Durante la fase exportadora de productos agrícolas, las necesidades tecnológicas del sector
productivo en la Argentina han sido satisfechas por importaciones de tecnológicas, por los
conocimientos que aportaron inmigrantes calificados, y por los esfuerzos locales de absorción y
adaptación realizados por las firmas privadas y algunas empresas públicas. En agricultura, estos
esfuerzos estuvieron poco coordinados con las instituciones públicas de I&D. La principal
contribución de las universidades en ese escenario fue la formación de recursos humanos
calificados y las instituciones públicas de ciencia y tecnología se limitaron a la provisión de
servicios técnicos. Gran parte de los esfuerzos de estas firmas, pierden intensidad e incluso se
truncan frente a las dificultades que experimenta la economía argentina a fines de los años '70, con
las políticas de los gobiernos militares, y en los '80, con la crisis de la deuda externa.
Canadá tenía pocos laboratorios públicos en el siglo pasado como el Geological Survey (fundado
en 1842) y los primeros laboratorios agrícolas (1868). Las dos universidades más importantes en
investigación se desarrollaron antes de la Primera Guerra Mundial: McGill University en Montreal
y la University of Toronto. Sin embargo, fue durante y después de la Segunda Guerra Mundial
que el SNI canadiense desarrolló sus principales instituciones.

En datos de (Chudnovsky, 2000): “En 1939, Canadá destinaba simplemente el 0,1 % de su PIB a
gastos de I&D, aunque disponía de empresas privadas y laboratorios públicos que empleaban casi
2.500 científicos e ingenieros en esta materia”. En ese sentido, es importante mencionar que
Canadá participó activamente en la Segunda Guerra Mundial cooperando con los Estados Unidos
e Inglaterra en investigaciones sobre radares, energía atómica, aviación, caucho sintético y
electr6nica, durante y después del conflicto, esta relación marcó e impulso su desarrollo en materia
de ciencia y tecnología. El National Research Council (NRC) creado luego de la Primera Guerra
Mundial, aceleró su crecimiento durante la Segunda Guerra Mundial (de 300 a 700 investigadores)
y pasó a ser la principal institución de investigación canadiense.

Después de la Segunda Guerra Mundial se crean en Canadá laboratorios públicos para realizar
investigaciones en agricultura, medio ambiente, aviación y satélite, incluso en 1962 la NASA lanza
el primer satélite diseñado y construido en laboratorios públicos canadienses, en cuanto energía
nuclear en 1966 se pone en operación el primer reactor diseñado y construido en territorio
canadiense y finalmente las diversas tecnologías ligadas a la defensa. AI mismo tiempo, se
empiezan a crear instituciones provinciales de investigación especializadas en agricultura, recursos
naturales y estudios del mar. En 1969, los ochenta laboratorios públicos federales que había en
las distintas áreas gubernamentales empleaban a 4.500 científicos e ingenieros. Para ese mismo
año existían 47 laboratorios públicos provinciales empleando algo más de 800 científicos e
ingenieros. (Chudnovsky, 2000) comenta que: “A través de estas instituciones se abren nuevas
temáticas de investigación y se comienzan a atender las necesidades específicas de las regiones”.
En 1995, el sector público tenía alrededor de 150 grandes laboratorios federales con más de 25
investigadores cada uno y diez laboratorios provinciales. Estas instituciones requerían de 17.000
personas, de las cuales 7.700 eran científicos e ingenieros. Las más relevantes entre estas
instituciones eran Atomic Energy of Canada Ltd. (AECL), el grupo de laboratorios de NRC así
como Agriculture Canada, Environment Canada y los laboratorios de la Canadian Space Agency.
El gasto en I&D como porcentaje del PIB aumenta de 0,9 en 1960 a 1,3 en 1970 y se mantiene a
ese nivel hasta 1980. Aunque el peso relativo de las instituciones públicas comienza a declinar
desde los aros '70, los gobiernos federales y provinciales siguen siendo un componente central del
SNI en Canadá. Esto ocurre por la implementación, desde fines de los '60, de políticas destinadas
a consolidar el esfuerzo de I&D en las firmas privadas, así como la transferencia de tecnología de
las instituciones públicas a las privadas.

Hasta los años '50 la investigación científica en la Argentina solo se desarrollaba en algunos
institutos dependientes de las universidades de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y La Plata. AI
margen de las universidades, el apoyo del estado se limitaba a la creación y apoyo de instituciones
científicas como el Museo de Ciencias Naturales y el Observatorio Astron6mico. En lo que
respecta a estudios e investigaciones vinculados con la actividad productiva, en 1904 se crea la
División de Minas, Geología e Hidrología, en 1942 se organizó el Directorio de Investigaciones
de YPF y entre 1943 y 1945 el Ministerio de Agricultura estableció los Institutos de Suelos, de
Microbiología y de Fitotecnia que serían el núcleo del INTA cuando fue fundado en 1956
(Chudnovsky, 2000). El retraso relativo que se observa en la Argentina en la creación de
instituciones públicas de investigación con respecto a Canadá en áreas vinculadas a los recursos
naturales es más que elocuente. En alguna medida, se explica por las excepcionales ventajas
naturales del país para la producción agropecuaria. Lamentablemente, la falta de interés del estado
nacional en destinar recursos para la investigación agropecuaria esta probablemente relacionada
con el profundo estancamiento que experimenta el sector agropecuario entre los años '30 y '60.
Con la creación de instituciones públicas en investigaci6n básica (CONICET), agropecuaria
(INTA), nuclear (CNEA) e industrial (INTI) en los años '50, la Argentina empieza un tímido
incremento en ciencia y tecnología; el gasto en ciencia y tecnología como porcentaje del PIB
asciende a 0,32 % en 1960. Según las estimaciones disponibles, el gasto se reduce a 0,28 % del
PIB en 1968. En el año 2000 la Argentina tenía alrededor de 6.000 científicos e ingenieros en
tiempo completo equivalente en tareas de I&D, en tanto Canadá contaba con en sus filas con
19.000. En datos de (Chudnovsky, 2000): “El nivel de gasto en ciencia y tecnología como
porcentaje del PIB llega a 0,40 en 1975 para aumentar hasta 0,45 % en 1980”.

En Canadá la educación en general, son una responsabilidad provincial. Hasta los años '60 las
universidades sufrían una serie escasez de fondos, contando con algunas subvenciones y donantes
privados. A partir de entonces, la investigación en las universidades canadienses recibe un gran
impulso cuando el gobierno federal crea el Medical Research Council, el Natural Science and
Engineering Research Council y el Social Sciences and Humanities Research Council. A fines de
los '60 había alrededor de 30 universidades donde se hacía investigación en forma regular y se
otorgaban títulos de posgrado y doctorales, especialmente en medicina, ingeniería y ciencias
naturales. De esa forma, las universidades aumentan su participación como sector de ejecución de
un 19 % en 1963 a un 28 a 30 % del total en los años '70. Posteriormente la presencia de las
universidades como sector de ejecución se reduce a alrededor de un cuarto del total. Para el año
2000, existían 40 universidades con más de 200 centros de investigaci6n (de más de 25
investigadores cada uno). En las universidades canadienses, incluyendo las organizaciones sin
fines de lucro en el año 1995 participaban 45.000 personas en tareas de I&D, de las cuales más de
31.000 eran investigadores con posgrado.

En contraste, las universidades argentinas, que habían recibido un impulso notable a fines de los
años '50 y comienzos de los '60, reciben un golpe muy serio con la intervención del gobierno
militar en 1966 y la fuga de cerebros se origina. Se sigue haciendo investigación solo en medicina
y en algunas facultades de ciencias y se siguen formando recursos humanos a nivel de grado. A
pesar de estos inconvenientes y, dado el escaso esfuerzo del sector privado, las universidades
argentinas reunían más del 30 % del gasto en ciencia y tecnología. En 1987 se hace un tímido
movimiento para abandonar el modelo de supervivencia de la universidad, con la creación de la
Dirección de Convenios y Transferencias en la Universidad de Buenos Aires. Entre sus funciones
se encuentra la realización de seminarios y encuentros universidad-empresa, la confección de
catálogos de oferta tecnológica y la creación de incentivos para que docentes e investigadores
enfrenten tareas de vinculación con el sector privado (Chudnovsky, 2000). Contemporáneamente
aparecieron movimientos similares en otras universidades nacionales, que si bien son pasos en la
buena dirección no generan mayores movimientos. Como resultado de la aplicaci6n del programa
de incentivos a los docentes investigadores que se pone en marcha entre 1993 y 1995, el número
de investigadores equivalentes a jornada completa en las universidades nacionales pasa de 5.300
en 1993 a 9.200 en 1997. Para el año 2000, ya contaban con 2.000 becarios y 2.400 personas de
apoyo. Sin embargo, existían serias dudas acerca de cuantos de los profesores que se acogen al
programa de incentivos son investigadores efectivamente, dado que, en contraste con Canadá, las
facultades y universidades con planteles significativos de profesores con dedicación exclusiva y
con recursos para la investigación son la excepción a la regla. Para una cantidad similar de
estudiantes universitarios entre 800.000 y 850.000 en cada país en los años '90, las universidades
canadienses producen casi 180.000 graduados por año en tanto que las universidades argentinas
solo 35.000. Las universidades privadas tenían so1o 533 investigadores y 85 becarios,
contribuyendo só1o marginalmente a la producción científica universitaria en los años '90.

El sector productivo en Canadá fue aprendiendo a involucrarse y realizar esfuerzos de I&D a lo


largo de un proceso que llevó varias décadas. El primer estudio sistemático de I&D en Canadá,
realizado en 1939, puso en evidencia que, si bien el esfuerzo nacional era débil, el sector privado
era el principal ejecutor de actividades científicas y tecnológicas. Evidencias posteriores indicaron
un lento aumento en el número de firmas activas en este rubro. En 1955 había en Canadá 377
empresas que hacían I&D y empleaban casi 3.000 científicos e ingenieros. Más de la mitad del
gasto total en I&D se hacía en tres ramas: equipos de transporte (especialmente aviación), aparatos
eléctricos y productos químicos. El número de empresas que hacían I&D aumenta a más de 1.000
en 1970, año en que las empresas ejecutaban el 39 % del gasto total del país en I&D. Los cuatro
sectores más importantes en esta actividad eran equipamiento electrónico y computadoras,
aviación, metales y productos químicos (Chudnovsky, 2000). En 1969 la lista de 25 mayores
empresas privadas con unidades de I&D incluía solo seis firmas canadienses. En palabras de
(Chudnovsky, 2000): “A pesar de que la industria automotriz era ya muy significativa en la
producción y el comercio exterior, las subsidiarias de las empresas tecnológicas estadounidenses
no hacían esfuerzos de I&D e importaban toda la tecnología de sus casas matrices”. En lo que
respecta a celulosa y papel, las firmas canadienses tenían pequeñas unidades de I&D, pero
contaban con un instituto de investigaciones para toda la rama que empleaba más de 50 científicos
e ingenieros y que es aún hoy el mayor centro de investigación privado sin fines de lucro del país.
Bajo incentivos cada vez más sofisticados, puestos en marcha principalmente por el gobierno
federal, el número de firmas activas en I&D aumenta primero lentamente y luego mucho más
rápido. En 1984 había 1.526 firmas con actividades intramuros en I&D. El número de firmas llega
a 3.459 en 1990 y 6.628 en 1995. Hay una diferencia, sin embargo, entre la cantidad de empresas
que reciben el crédito fiscal a la I&D, cerca de 12.000 de acuerdo con Revenue Canada y aquellas
que hacen I&D intramuros menos de 7.000 de acuerdo con Statistics Canada.

Tanto en Canadá como en la Argentina, los años '90 se caracterizaron por la creciente apertura de
las economías al mundo, la estabilidad de los contextos macroeconómicos, la globalización y un
creciente cambio tecnológico. Se ha visto que Canadá adoptó varias políticas tecnológicas con
evidente éxito en la promoción de nuevas industrias intensivas en conocimiento. En el caso
particular de la Argentina, la modernización de su estructura productiva se Ilevó a cabo
principalmente a través de importaciones de bienes de capital y tecnología intangible, y es recién
que en la primera década del siglo XXI se comienza a formular en forma consistente políticas de
fomento a la innovación, incluyendo algunas que fueron particularmente exitosas en Canadá.

4.- Discusiones y reflexiones


5.- Conclusiones
6.- Bibliografía
Banco Mundial (2017)
Castro E, Fernández I. (2005) Observatorio virtual de transferencia de tecnología sistemas
nacionales de innovación
Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (UNESCO).
Kuramoto (2001) J. Sistemas de innovación tecnológica.
Sistema Nacional de Innovación (SNI) (p.222).

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