Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Black Butterfly
CAPÍTULO 1
— ¡¿Qué estás haciendo tanto tiempo ahí Victoria?! –no había podido dormir en
toda la noche y ahora estaba en el baño escondiendo mis lagrimas. Dudo que mi
madre sepa en el lío que me metí ahora.
—Nada, solo estoy un poco mal del estómago –no dijo nada, solo escuché los
pasos que me avisaban que se había ido.
Estaba sentada en el suelo, abrazando mis rodillas que las tenía flexionadas a
mi cuerpo.
—Necesito un milagro… —escondí mi rostro en mis manos, sin saber que podría
hacer para salvar mi trasero.
Ahora solo estaba perdiendo el tiempo, no ganaba nada preocupándome y
quedándome sentada sin nada que aportar, así que me puse de pie y limpié mi rostro
de toda marca…lo que no funcionó mucho, no paraba de llorar desde anoche. Mis ojos
estaban hinchados y rojos, además de las oscuras ojeras.
Fui a mi habitación rápidamente y comencé a mirar a todos lados como si
alguien me estuviera mirando ¡no tenía a quien recurrir! ¿Qué pasaba si llamaba a
alguna amiga? eso no funcionaria, la podía poner en peligro y menos se lo podía
contar a mi padres ¡¿Por qué diablos tuve que ir a fumarme ese maldito cigarro?!
— ¿Hija? –mi padre entró a mi habitación, le di la espalda y me volteé
rápidamente, un poco más compuesta.
Lo miré sonriendo, sus ojos oscuros y cabello con canas era lo que más lo
caracterizaba, debía decir que había salido más a él que a mi madre.
— ¿Si? ¿Qué sucede? –Él me miró preocupado por un segundo, pero su
atención se fue a sus manos, donde traía una caja hermosamente envuelta en un
papel violeta y que tenía un rosetón blanco — ¿Qué es eso?
—Si…bueno, un chico llegó con esto para ti, venia de una empresa de encargos.
—Está bien… ¿y? –lo miré extrañada.
—Es para ti —fruncí el ceño, sin entender, no tenia porque llegarme algo. Él rodó
los ojos y la dejó sobre la cama –ahí esta –salió de mi vista tan rápido como llegó.
Me apresuré en abrir la caja y al hacerlo me quedé en estado de shock; mi
respiración volvió a estar afligida, justo como anoche al ver que había un vestido o
algo ahí, pero mi atención no se centró en esto, sino que a la nota y a una pequeña
botella, de estas que dan en los viajes de avión, aquellas de licor, pero esta estaba
llena de…un liquido rojo, que no tenía ganas de saber a qué sabia.
Tomé la nota con rapidez dentro de mi estado y mis ojos notaron una hermosa
letra que solo escribió unas cuantas líneas, que decían:
“Mi querida Victoria…
Preferiría que estuvieras lista en la madrugada, por lo que te mando este
ejemplar vestido y bueno…alguna muestra de tu futuro alimento.
Con aprecio.
Alex”
Tiré la nota y casi me puse a vomitar de miedo ahí mismo. Había tenido la
esperanza de que en algún momento mi locura había sido tan extrema que me había
imaginado todo lo de anoche o que quizás él se había olvidado de mí y que estaría
sana y salva mañana por la mañana, pero todo se vino abajo y ahora ¡tenía que estar
hasta vestida para él!...no, eso no iba a pasar, estaba harta, esto no me iba a ocurrir a
mis dieciocho años, no ahora.
Tomé la caja, la doble lo que más pude y la fui a arrojar al bote de basura, él no
jugaría conmigo, no tenía ni un derecho sobre mí, tampoco me iba a convertir en su
juego personal por el tiempo que a él se le ocurriera.
Mis padres me vieron asombrados por lo que hice, pero no los tomé en cuenta.
Me fui a dar una ducha y me pues la peor ropa que encontré en mi armario, ese tal
Alex no me vería como él deseaba e iba a luchar todo lo que fuera posible para que él
no cumpliera lo que dijo.
Sin embargo todo se fue al caño cuando después del almuerzo llegaron un par
de amigas que casi me arrastraron a que aceptara a salir con ellas y con eso iba un
cambio de ropa, que no me agradó.
—Has dejado que te cambie de ropa como yo quiero ¿Qué anda mal? –mire a
Laura, que me observaba con una ceja enarcada mientras Ana y Mariana me miraban
tan intrigadas como Laura.
—No sucede nada —mi voz estaba cargada de miedo. Trataba de esconderlo de
la mejor manera, pero me era difícil.
— ¿En qué momento pensaste que somos tus padres y puedes mentirnos? –
Dios, si esto en la noche terminaba mal las extrañaría con todo mi corazón — ¿algo
anda mal? –Laura seguía esperando una respuesta decente de mi parte.
Me tomó un minuto darme cuenta que quizás esta sería mi última tarde con ellas,
así que… ¡qué demonios que hagan lo que quieran!
—Nada, no pasa nada, solo estoy dejando que me arreglen para que lo
pasemos bien hoy ¿sí?...solo háganlo y que no duela mucho –formé una amplia
sonrisa en mis labios y solo eso bastó para que las chicas no preguntaran nada y se
divirtieran jugando conmigo, sabía que eso lo querían hacer hace mucho.
Salimos a las diez de la noche, lo que indicaba que íbamos a alguna parte
primero antes de ir a bailar y ese lugar era la casa de Ana, sus padres habían salido y
las chicas habían comprado alcohol. Me despedí de mis padres con un abrazo muy
fuerte, lo que los extrañó, pero me desearon buena suerte y que me cuidara.
Claramente ellos no sabían la parte del alcohol…ahora lo que más quería era llenar mi
cuerpo de este para no saber nada luego de una hora, así evitaría estar tan nerviosa.
Después de unos minutos íbamos riendo de cualquier tontería mientras Laura y
Mariana iban adelante, Ana se quedó conmigo.
—Luces hermosa –Oh, el trabajo de las chicas había sido excelente, no me
reconocía, me habían maquillado, arreglado el pelo y puesto ropa que estaba bastante
escondida en mi ropero.
—Gracias, hoy es un día para divertirse, ya me aburrí, es como si no hubiera
aprovechado nada durante este tiempo —estaba con un tono bastante orgulloso, lo
que llamó mi atención.
—Wow…. ¿una nueva Victoria? ¿La ha traído papa Noel para navidad? –una
sonrisa irónica se formó en su boca.
—Ya que iré a la Universidad ¿Por qué no cambiar? –le mentí tanto a ella como
a mí para no estropear más mis ánimos.
—Bien, entonces bienvenida… —me dio medio abrazo y me acercó a ella –
aunque sabes que a mí no me engañas, sé que algo escondes mi querida amiga –si,
de las tres Ana era quien más me conocía, sabia casi todo de mi vida y como era yo,
pero lo único que pude hacer fue sonreírle y hacerme la desentendida; agradecí al
cielo que las chicas se voltearan y cambiaran la conversación a algo más trivial.
Llegamos a donde Ana y las chicas no perdieron el tiempo, sacaron cosas para
comer y trajeron más de una botella, no tenía idea sobre su contenido, pero las
dejaron sobre la mesa. No me tomó mucho tiempo encontrar los vasos y ser la primera
en abrir una botella, lo que les causó sorpresa, pero Ana me ayudó.
— ¡A celebrar por la nueva Viky! –me sonrió cómplice, ya que sabía que había
algo mal, pero que no quería pensar en eso ahora.
— ¡Entonces a celebrar! –gritó Laura y no sé cómo me mandé de un golpe el
vaso y ¡Dios!...como quemaba mi garganta.
— ¡¿Qué es esto?! –hice una mueca de asco, mientras las chicas se reían.
—Creo que dentro de todo, la nueva Viky debe aprender a tomar tequila –me
dijo Mariana mientras me mostraba los limones, hice una nueva mueca, lo que las hizo
reír aun más, pero no me desanimé.
—Está bien –me miraron sonriendo y…lo hicieron. Sal, trago y limón, sal, trago y
limón, me lo aprendí de memoria y las chicas me celebraron cada trago que tomé,
pero luego de unos cuantos ya no podía diferenciar mucho que estaba tomando.
Pasaron unas dos horas, donde Ana llamó un taxi que nos fuera a dejar a un
lugar, no sé donde quedaba, pero las chicas repetían “¡bailar, bailar, bailar!” cada vez
que terminaba de nuevo mi trago.
Nos subimos luego de unos quince minutos de espera y llegamos a un club que
no pude ver su nombre y debo decir que de las cuatro, la que estaba en peor estado
era yo y me importaba un comino, esta quizás era mi última noche con mis amigas y la
iba a disfrutar.
Pude estar más de dos horas sin conciencia de lo que hacía, estaba lucida, pero
con la adrenalina a mil, el alcohol y amigas eran buena combinación. Eso creí por lo
menos hasta que mi maldita mente recordó momentos de la noche pasada,
exactamente sus ojos, su piel… sus colmillos y con eso me trajo más fuerte el motivo
del porque estaba en este estado deplorable, era por el simple hecho de sentir miedo.
— ¡Viky! ¡¿Te sientes bien?! –gritó Ana, que estaba a mi lado, pero la música
estaba demasiado fuerte. Le negué y traté de decirle que tenía que ir a casa.
De alguna forma sobrenatural tuve la habilidad de ver la hora en mi reloj y eran
las dos quince de la madrugada, estaba atrasada.
Todo se comenzó a mover más rápido a mí alrededor y sin dudas no era por el
efecto del alcohol, el pánico se estaba apoderando de mi cuerpo.
Comencé a correr desesperada a través de las personas, estaba lleno para ser
un día de semana, aunque fuera verano. Recibí varios insultos por llegar y empujar a
los demás, pero no me importó, tenía a mis padres solos en casa y si ese tal Alex no
me encontraba, los iba a matar y con eso si que no podría vivir por nada en el mundo.
— ¡Victoria! –Grito Ana tomándome del brazo, mientras estaba a punto de salir
del Club — ¿Qué sucede contigo? No te puedes ir así, sola…
—Tengo que llegar a casa… —miré para todos lados. Si Ana antes podía tener
alguna duda sobre mi estado mental, ahora si la había convencido sobre mi locura.
—No, no tienes que hacerlo, tus papás te dieron permiso para quedarte en mi
casa.
—No… ¡Ana! tu no entiendes ¡tengo que volver a casa! –ella me miró
sorprendida, pero solo negó.
—Solo espera aquí un segundo —salió hacia afuera y la seguí, no la iba a dejar
sola en la calle sabiendo que la oscuridad de verdad nunca ha sido segura.
Vi que fue a un taxi y luego me llamó, me apresuré en llegar a su lado —Bien,
nos vamos a tu casa.
— ¡No! me tengo que ir sola…no quiero que vayas.
— ¡No te dejaré ir sola! –se estaba alterando al ver que no la tomaba en cuenta.
— ¡Debes, por favor! –no sé porque estábamos gritando, pero las personas que
pasaban a nuestros lados, nos miraban extraño.
—Dime que anda mal Victoria, por favor —la miré y solo por un segundo, una
fracción de segundo pensé en decirle toda la verdad y lo que estaba pasando, que un
vampiro…o quizás un maniático obsesivo me quería matar y que si no iba mis padres,
ellos iban a pagar por mi —¿Victoria? –pero al ver la preocupación en sus ojos no
pude, ella era una buena amiga y si le decía una sola palabra, correría tanto peligro
como el que estaban corriendo mis padres en este momento.
—No seas melodramática Ana –la miré frunciendo el ceño, si no resultaba por
las buenas, seria por las malas — ¡estas siempre ahí! casi acosándome para que te
diga lo que me sucede, ¿no has pensado que no quiero contártelas a ti
específicamente? –me quedó mirando con los labios entreabiertos, mientras una brisa
desordenaba su cabello castaño.
— ¿A qué te refieres?
—Quiero que te mantengas alejada de mi ¿está bien?... ¡eso quiero que hagas
de una vez por todas!... ¡todo el día cerca de mí, me aburres!... ¿por qué no vas a
molestar a otra? –solo tuve que ver sus ojos vidriosos para notar que lo había logrado,
la había alejado.
Había sido fácil, ya que la sorprendí con mi actitud, yo no era para nada de las
chicas que decían las cosas en forma hiriente. Ella dio un paso hacia el taxi y le habló
al conductor, para luego dirigirse a mi otra vez.
—Te dejará al frente de tu casa, no te preocupes por nada, ya le pagué…que
estés bien Victoria –dio media vuelta y se fue. Entró al club y se perdió entre las
personas, tensé mi mordida soportando no soltar ni una lágrima, no lo haría ahora
porque era un pésimo momento.
Subí al taxi y en un segundo el chofer partió. Me fui mirando ausente la calle,
pensando en si todo esto estaba pasando de verdad, mi mente me gritaba que no, que
era imposible y que llamara a la policía porque un posible psicópata se las estaba
arreglando para poder matarme, pero algo me frenaba, no tenía idea que, era
estúpido….a cualquier chica que le pasara esto, no estaría actuando como lo hago yo
¡esto era una maldita locura! ¡Ni siquiera yo me entendía! esto no debía ocurrir y no
debí dejarme llevar por estúpidos miedo e “ilusiones” ¡Él no era un maldito vampiro!
todo lo de anoche debió ser un engaño, alguien que se obsesionó conmigo o algo
parecido, que sabía que me podía engañar de esta manera ¡porque lo malditos
vampiros no existían!....y ese tal Alex, solo debía ser un lunático que quien sabe lo que
quería hacer conmigo.
—Srta. Llegamos –miré asustada al chofer que me miró con el ceño fruncido,
lucia preocupado, solo fue ahí que noté que estaba respirando aceleradamente y que
tenía mis mejillas mojadas.
Las sequé rápidamente y con bastante esfuerzo abrí la puerta para salir, me
tambaleé varias veces y solo di unos pasos para que el taxi desapareciera
perdiéndose en las sombras. Me quedé mirando mi casa y no di ni un solo paso al
notar lo que sucedía, la puerta estaba entreabierta….Alex había entrado por mis
padres.
Corrí hacia dentro de la casa, pude abrir rápidamente el portón, fue como si por
arte de magia todo el alcohol se hubiese ido de mi cuerpo. Abrí la puerta con fuerza y
vi como todo estaba desordenado, los sofás estaban en otro lugar, los cajones de los
muebles abiertos y arrojados en el piso, con todo lo que tenían adentro, papeles,
discos, fotos, también estaban algunas sillas, todo fuera de lugar.
Me saqué los tacos y los arrojé a un lado, mientras avanzaba como si mis pies
pesaran más de dos toneladas cada uno. Llegué a la cocina y estaba en las mismas
condiciones que la sala, pero fue en ese momento que reaccioné a lo que podría estar
ocurriendo, me desesperé y corrí con toda la velocidad que pude hacia la habitación
de mis padres.
Sentía como mis lagrimas seguían escapando y mi cuerpo iba perdiendo toda
fuerza debido al miedo de encontrarlos sin ninguna gota de sangre en su cama o
completamente destrozados, con sangre en las paredes… ¿Cómo había permitido que
esto ocurriera? Si algo malo le ocurría a alguien que amaba, esa no sería culpa de
Alex, sería completamente mi responsabilidad por no haber hecho lo que debía hacer.
Después que el pasillo se convirtió en una eternidad, la puerta de la habitación
de mis padres estaba cerrada, sabía que solo debía empujar para ver que había
pasado con ellos, solo un leve movimiento de mi mano haría que mi vida entera se
arruinara o…se salvara de estar el doble de arruinada de lo que ya estaba, pues si
estaban durmiendo tranquilamente significaba que solo quedaba encontrarme con
Alex, pero si estaban muertos, eso sería aun peor que tener que enfrentarme a un
loco/vampiro. Con toda la poca fuerza que me quedaba abrí la puerta.
Lo primero que vi fue la ventana que estaba abierta, era tan grande que
cualquiera podía entrar, la cortina se movía levemente por la brisa que entraba, mi
corazón comenzó a latir como si se fuera a salir de mi pecho, pero empujé de golpe la
puerta, hasta que chocó con la pared. Tenía los ojos fuertemente cerrados y mis labios
formaban una línea recta por la presión, pero me armé de valor para avanzar; abrí
lentamente mis ojos para encontrarme con una silueta apoyada en la pared, con una
actitud relajada al lado de mi madre mientras ella dormía plácidamente, al igual que mi
padre.
— ¡N… —no alcancé a decir algo cuando ahí pude ver que no era mentira
cuando dijo que era vampiro.
Alex se movió a tal velocidad que tapó mi boca antes que pudiera decir o gritar
algo.
—No, dulzura… —estaba apoyada en la pared del pasillo mientras que el
mantenía una mano sobre mi boca; la otra cuidaba que no me cayera, dejándola en mi
cintura.
Negué tratando que no lo hiciera, que no me matara, pero un brillo extraño pasó
por sus ojos.
—Si gritas cuando saque mi mano, en un parpadeo verás a tus padres muertos
¿harás eso? –Negué — ¿lo prometes? –Asentí sin resistirme –muy bien…recuerda
que lo has prometido –sus labios pálidos y realmente llamativos, marcaron una sonrisa
al ver mis respuestas, tenía que estar realmente enferma para encontrarlo atractivo en
un momento como este.
Alex apoyó su mano nuevamente a un lado de mi rostro, creo que tenía esa
manía o evitaba que me escapara, porque me tenia acorralada –Y bien…puedo notar
que tuviste una gran noche, hay olor a alcohol en cada brisa de tu respiración
¿trataste de evitarme en tus pensamientos? –su voz era irónica, lo que me
molestaba… además tenía esa mirada de suficiencia que decía “si, sé que mueren
todas por mi”…idiota, él no era nada más que un muerto.
—Como si eso fuera posible —sonrió ante mis palabras, de seguro creyendo que
era por él y su lado “seductor” –sabiendo que me tienes amenazada con matar a mis
padres si no llegaba aquí.
—Oh y eso que has llegado tarde, toma en cuenta que he sido
generoso…siendo que haces perder mi tiempo — ¡maldito, él me tenia aquí obligada!
— ¡¿Cómo puedes… —nuevamente su mano estaba en mi boca, silenciando
mis gritos.
—Y nuevamente lo he hecho, has parpadeado y tus padres siguen vivos…creo
que te tendré que llevar como un animalito en mi hombro ¿Eso quieres? –negué
enojada, con el ceño fruncido, queriendo partir cada hueso de su cuerpo, todo lo que
fuera para que muriera lenta y dolorosamente –Sabes que tienes curiosidad por mí,
aunque sea un poco…o quizás es bastante y no lo quieres asumir, así que no pongas
esa cara, como si te estuviera haciendo lo peor que te pudo haber pasado, créeme, te
estoy haciendo un favor –con una fuerza que no sé de donde saque corrí su mano de
mi boca de un golpe y lo empujé hacia la pared que tenia detrás.
—Escúchame bien….jamás, pero jamás sentiré algo por ti que no sea odio…así
que elimina la curiosidad de tus opciones —él frunció los labios.
—Victoria ¿de verdad piensas que te creeré? –al estar ahí apoyado en la pared,
la luz que llegaba de la luna que se colaba por la ventana de la habitación de mis
padres, lo hacía ver casi irresistible ¡el maldito sabía que era increíblemente guapo y lo
usaba, su piel! casi pareciera como si brillara, mientras que sus ojos se veían muy
negros, una sonrisa se marcaba en sus labios, mostrando parte de sus colmillos…y sin
dudas su medianamente corto y desordenado pelo, lo hacía ver extremadamente sexy.
—No tendrás otra opción porque es la verdad –siempre digna pensé para mí,
pero Alex tenía otros planes ya que su sonrisa se borró y de nuevo con su súper
velocidad me acorraló en la pared de mi lado, mirándome a los ojos, sin decir nada.
Ese movimiento provocó que mi corazón latiera con fuerza, más de lo que ya
estaba haciendo.
—No te tengo miedo –dije al segundo de tenerme así, tenía que concentrarme
en el hecho de que él había amenazado con matar a mis padres.
—No eres indiferente a mí y lo sabes –al hablar, su frío aliento chocó en mi
rostro, haciendo que mi piel se pusiera de gallina, esto era raro, pero de seguro era el
miedo.
—Oh ya veo…solo eres un vampiro con el ego herido ¿es eso? no has
encantado a alguien ¡pobre y triste vampi… —no me dejó seguir hablando, porque
puso su mano de nuevo sobre mi boca, lo traté de empujar pero no funcionó, era como
empujar un muro.
—Escúchame bien niña….eres mía y no tienes derecho a dar algún reclamo, tus
padres están a salvo, es tiempo de irnos y si no te callas, juro que ocuparé otras
formas de hacerte cerrar esa boca — ¡estúpida fuerza del estúpido vampiro que me
silenciaba en este estúpido momento!
Lo miré con todo el odio que tenia dentro de mí, pero él solo me guiñó el ojo.
—Ahora es tiempo de correr —al decir eso me tomó de la cintura y me levantó
hasta dejarme al frente de él –ahora necesito tu colaboración…y sin gritos –lo miré
confundida –quiero que rodees mi cadera con tus piernas ¿está bien? quiero llegar
rápido —enarqué una ceja esperando que esto fuera una broma — ¿Qué?
— ¿Por qué debo hacer eso? ¿Además por qué por adelante?... ¿no ves que
traigo un vestido? –si supiera de donde saqué el valor para hablarle así sabría porque
en este momento no era capaz de gritar, ya que mi secuestrador me dice como me
quiere llevar.
—Oh…si lo noto y veo que no es el que te regalé, aunque te queda mucho mejor
por lo que he visto… —en un segundo mis mejillas se calentaron, sabía que estaba
roja. El vestido que las chicas habían elegido era bastante corto, era negro y un poco
brillante, nunca me había puesto algo así, pero era mi última noche, además ellas me
lo habían regalado para mi cumpleaños recién pasado. Aquellos pensamientos me
recordaron el motivo de mi altanería…quizás era el efecto del alcohol — ¿Victoria?
¿Podrías moverte para este milenio por favor?
—No lo puedo creer, el vampiro tiene modales –él rodó los ojos y respiró
pesadamente, creo que se estaba enojado. Como advertencia mi cerebro me trajo el
recuerdo de anoche, cuando presionó mi brazo con tanta fuerza que lo hacía parecer
un simple palillo.
Lo miré pensativa y me rendí ¿Cómo podía escapar de un vampiro? Suspiré sin
tener esperanzas.
–Esta bien, pero aleja tus manos de lugares donde no deben estar –él rodó los
ojos de nuevo y me hizo una seña con la mano para que me acercara y apresurara.
—Tu pierna derecha –exigió, lo miré desconfiada, pero él se veía seguro en lo
que pedía ¡estoy loca, es un vampiro! claro que esta seguro, no era enemigo para él –
Victoria… —me puse nerviosa, pero lo hice.
Lentamente levanté mi pierna derecha y él la tomó como si nada y la dejó sobre
su cadera, haciendo que me acercara demasiado a él y casi haciendo que me cayera,
pero él me tomó por la espalda evitando cualquier accidente.
—Cuidado… —lucia concentrado, no sé porque tanto –si te llegas a caer ahora y
trato de evitarlo no me controlaré y te sacaré una extremidad solo por accidente, así
que concéntrate –lo miré sin decir nada y asentí.
El resto fue con mayor facilidad, solo tomó mi pierna izquierda e hizo que pasara
por su cadera, mientras mis brazos rodeaban su cuello y su pecho quedaba junto con
el mío. Estaba demás decir que estaba más que nerviosa e incómoda.
–Mírame… —me moví un poco para verlo –Estas tiesa, relájate un poco, no es
como si te fuera a violar aquí –lo miré con los ojos como platos, lo que lo hizo sonreír –
Solo quiero decir, que es un largo viaje, ponte cómoda o no será agradable, aunque no
es como si me importara, solo te lo digo porque es algo obvio –fruncí el ceño.
—Idiota… —él me movió un poco sobre él, mi rostro se volvió de color rojo
fosforescente, si es que ese color existía.
—No me trates de idiota, ahora silencio y apóyate más relajada que me pones
incomodo, no podré correr con facilidad —no dije nada, solo le hice caso y me apoyé
en su hombro y me relajé dentro de lo que se podía, apoyando mi cabeza en su
hombro, no sé cómo pero él se movió solo un poco y pude tener la ultima vista de mis
padres, eso hizo que mi corazón se partiera en dos –Hora de irnos.
—Adiós… —fue lo único que salió de mi boca antes de sentir como el viento
daba en mi espalda, por el miedo me aferré a Alex, que me tenía muy segura entre
sus brazos. Cerré los ojos para no marearme, todo se movía a una velocidad que
jamás pude imaginar.
CAPÍTULO 3
Con Alex, bueno en realidad él, estábamos corriendo hace más de cuarenta
minutos y yo ya me estaba cansando de estar en esta posición, me dolía mi cadera,
aunque Alex llevaba el mayor peso de mi cuerpo con sus brazos.
—Alex para… —él se detuvo de inmediato y me moví para encontrar su rostro –
me quiero bajar.
—No, ya casi llegamos, te tocará soportar, se nota que no ejercitas tus caderas
porque estoy seguro que una de tus amigas seguiría cómoda hasta ahora –entrecerré
los ojos y le di un golpe con mi mano hecha un puño sobre su hombro aunque de nada
sirvió, era tan duro como una roca –no vuelvas a hacer eso, tú me debes respeto.
— ¡No soy tu mascota, con quien te puedes entretener!... ¡ahora estoy cansada y
bájame! –él iba a decir algo, pero no le importó nada, siguió corriendo como si nada,
pero yo me empecé a mover desesperada, aunque se viera muy feo, contra él. La
reacción de Alex fue quedarme mirando sorprendido — ¡Bájame Alex! por favor,
además mi vestido se ha subido –en menos de un segundo estaba en el suelo, me
arrojó como cualquier cosa.
—No es mi culpa que te hayas vestido como una zorra —miré a todos lados con
una expresión indiferente, lo único que hice fue recostarme y juntar mis piernas.
—Oh…esto se siente bien –dije tocando mis caderas, de verdad me estaba
doliendo mucho.
Después de varios minutos estuve más tranquila me traté de sentar, pero no
pude, me dolió más de lo que pensé.
—Eres una debilucha.
—Si tus comentarios son de odio hacia mí ¿Por qué mejor no guardas silencio?
–Cerré mis ojos, pero de un momento a otro, como me estaba acostumbrando a que
pasaran las cosas, sentí las manos de Alex en mi cintura y me ayudó a sentarme, lo
miré extrañada –Eres bipolar.
—Cállate —si, sin dudas lo era — ¿ya estas lista? ¿Podemos avanzar?
—Creo que mejor caminamos de ahora en adelante, no creo que pueda ir en esa
posición otra vez en mi vida.
—No te preocupes, te queda poco de vida —de nuevo sin darme cuenta él me
ayudó a levantarme mientras yo me quedaba en blanco. Él tenía razón, ahora estaba
yendo a mi muerte, que no tenía idea de cómo seria, si él me iba a drenar entera o me
iba a convertir, ninguna opción era buena.
No quise pensar en nada de eso por el momento, así que cambié el tema, al ver
que él comenzó a caminar.
—Entonces ¿tú le sirves a algún estilo de rey? ¿Algún alguacil?...algo por el
estilo ¿no? –se volteó a verme y pude notar su sonrisa marcada.
—Estás loca ¿sabes? lees demasiado esos libros y ves demasiada televisión,
bueno eso se acabará pronto, ya no tendrás tiempo.
—Basta por favor –dije repentinamente, deteniéndome mientras lo miraba con el
ceño fruncido para que notara que estaba enojada –ya me tienes aquí, no sé cuál es el
motivo y ni siquiera te lo he preguntado porque no sé con qué respuesta vas a salir,
por ahora no quiero pensar en cómo terminará todo ¿está bien?...es mi vida la que
está en juego, así que basta –él me miró serio, como si estuviera enojado. Alex tenía
problemas con que le dieran ordenes, eso me podía dar alguna pista, quizás era el
jefe, ayer había nombrado algo de enviar a alguien por su alimento.
Comenzó a caminar de nuevo y me fui a paso lento tomando una distancia
segura con él.
—Yo soy el jefe, no es como en tus historias, aquí peleas por algo y lo obtienes,
con aliados, nada se puede hacer solo pero aun así, sigo siendo el jefe, incluso el de
mis aliados –bien, sé que era mi futuro asesino, pero encontré una avance a que me
haya dicho algo de información.
— ¿Y no temes que alguien venga a quitarte lo que tienes?
—No, ya que en nuestra especie no somos muchos, sabemos exactamente
donde están los clanes en todo el mundo, yo personalmente tengo dos lugares de
reunión, no tengo por qué darte más información –lo miré sorprendida ¿Qué edad
tenia realmente? debió haber luchado bastante.
— ¿Dónde es el otro punto?
—Bueno uno está aquí, en Chile y el otro en Italia… —noté que estaba hablando
con orgullo de sus logros.
—Eso quiere decir que Italia es tu tierra natal —se volteó a verme y siguió
caminando, de espaldas, agradecí eso, me gustaba ver su expresión cuando hablaba.
— ¿Por qué dices eso? –enarcó una ceja con su expresión tan desagradable,
creo que ya no me gustaba verle la cara.
—Porque te llamas Alex, aquí no hay muchos hombres con ese nombre, no es
chileno.
—Estas en lo correcto, nada sorprendente —idiota, como odiaba que hablara tan
indiferente, como si fuera superior o algo así, además lo encontraba demasiado
inmaduro de su parte –Ahora te he dicho bastante, tu turno ¿y tú has dejado a alguien
importante atrás de nuestra huida? –lo miré con la boca abierta, sin poder creer en sus
palabras ¿es qué él no entendía lo que había hecho? — ¡Por favor! no me mires así,
no seas melodramática, estas muy tranquila para fingir que de verdad no te interesa
esto, es claro que dejaste a tus padres, pero ¿hay alguien más?
—Mis amigas… —mi vista se fue a las estrellas al recordar a Ana y como le
había gritado.
—Esas no se llaman amigas —levantó los hombros dándole poca importancia a
lo que le decía.
— ¡¿Qué sabes tú?! –me alteré por como uso su tono de sabelotodo.
—Más de lo que te imaginas —desistí de tener una conversación civilizada con
él.
—No quiero seguir hablando de mi…total ya no importa ¿cierto? si mi vida tiene
los minutos contados –él sonrió satisfecho a lo que escucho.
—No podía estar más de acuerdo contigo Victoria –siguió caminando de la
misma forma, me miraba como si tratara de descubrir algo, lo que me puso nerviosa.
No pasaron más de unos segundos cuando volví a preguntar algo, no lo podía evitar y
no tenía idea el motivo.
—Entonces… —dije como que no quería la cosa.
—Sé que ocupas esa actitud desinteresada para saber los mitos de tus historias
que tanto has leído — ¡¿De dónde saca tanta información?! pareciera como si supiera
todo sobre mí –así que no ocupes tu patética técnica, pregunta… —lo miré
desconfiada, antes ni siquiera me dijo lo del sol y ¿ahora puedo preguntar lo que
quiera? quizás sintió lástima porque me mataría ¿a quién podía decirle sus secretos si
iba a morir?
—Bueno ¿el sol te destruye? –formó una risa.
—Esa ha sido el peor invento del cine, junto con las cruces y las
estacas…personalmente mi favorita es la del ajo –todo lo que dijo me dejó con la boca
abierta ¿nada de eso lo dañaba? ¿Era invencible? –Wow Victoria Guzmán, realmente
te dejé sorprendida, desde anoche creo que fue la última vez que te vi así.
—Eres un vampiro y usualmente me dejarás sorprendida… —dije mirándolo
como si fuera el idiota más idiota de todos.
—No te preocupes, eso dejara de pasar en un tiempo más, ya verás –lo miré
enojada, no tenía ningún respeto por mi vida. Tomé impulso y lo empujé con toda la
fuerza que tenia, pero solo me hice daño en las manos, haciendo que gritara de dolor
— ¡no respetas nada! ¿Por qué haces esto? ¡Es cruel y malvado! ¡Deberías matarme
de un buena vez y dejar mi cuerpo tirado, así alguien me encuentra y me lleva a donde
mis padres! –me senté de un movimiento, no lo soporté más y me puse a llorar ahí
mismo. Esto estaba provocando que tuviera cambios de humor tan rápido que me
abrumaban.
—Deja de llorar Victoria, no entiendes nada por el momento y no te lo voy a
explicar, estoy cansado y necesito dormir, mañana es un largo día –lo miré con odio,
mientras las lágrimas seguían cayendo. Estiró su mano hacia mí y la tomé de mala
gana, ya que me iba a morir de todas formas.
Agradecía que por lo menos hiciera calor y tocar su piel no me causara ningún
malestar más en este viaje.
–Ahora tú tienes la decisión… —lo miré confundida mientras él seguía al frente
mío sin moverse.
— ¿Sobre qué? –di un paso hacia atrás, quizás me iba a preguntar si me mataba
lento o rápido.
— ¿Quieres llegar a donde vivo, a pie o sobre mi? –Lo último lo dijo con un tono
descarado –te adelanto que son kilómetros todavía… —suspiré, ya el dolor de mis
piernas y cadera había disminuido un poco.
—No entiendo porque tiene que ser por adelante y no en tu espalda –dije
mientras levantaba mi pierna hacia él, quien la tomó en un segundo acercándome
bruscamente a su cuerpo para poder levantarme. Recién cuando estuvimos listos
respondió.
—Porque no quiero que a mitad de camino te marees y te caigas, aquí vas más
segura –ya me estaba acostumbrando a que era bipolar, así que no me animé con su
supuesta preocupación. Afirmé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, esperando a
que se moviera, pero luego de unos segundos no se movió.
— ¿Qué sucede? –Me moví para mirarlo, por lo visto se puso nervioso y ahí me
traspasó su estado –espero que no estés nervioso porque hay alguna acción debajo
de tus pantalones –mi voz era firme y segura, eso me agradó.
—Estaba solo analizando ciertas situaciones –encontró mi mirada y estaba serio,
pero si no me había sorprendido antes con su cambio de humor, lo que hizo después
si lo hizo. Llevó su mano derecha y la llevó a mis mejillas para secar las lágrimas que
habían quedado. Mi corazón se alteró de una manera incontrolable mientras pasaba
su piel tan helada por mi mejilla.
—Realmente… —me quedó mirando y luego sonrió, curvando sus labios. Ya no
me agradaba esa sonrisa, bueno, en realidad nunca me debió agradar, era la sonrisa
de mi asesino, además me daba la impresión que era un sinvergüenza, mujeriego —
amo esta camiseta, así que no quiero que se ensucie con tus patéticas lágrimas.
—Eres un imbécil –y sin más, empezó a correr, de inmediato cerré mis ojos y me
acomodé sobre su hombro. Esta vez iba más lento, me imaginé que en un mundo
paralelo lo estaba haciendo para que no me doliera tanto mis piernas y eso si fue muy
agradable, tanto que el cansancio de la noche se me estaba viniendo encima, así que
no pasaron muchos minutos cuando mis ojos se fueron cerrando poco a poco. Creo
que después de todo era mejor, no iba a vivir la tortura de estar despierta cuando me
matara o solo iba a vivir un dolor momentáneo.
Después de no sé cuánto tiempo, apenas abrí los ojos y noté que Alex ya no
me llevaba en esa posición tan incómoda, sino que ahora podía ver claramente su
rostro desde un ángulo inferior, ya que me llevaba en brazos, tomando mis piernas y
mi espalda. Noté que había luz por todos lados y que le hablaba a alguien en un
idioma que no pude entender, lo más probable es que fuera en italiano, pero fui
incapaz de preguntar ya que mis ojos se cerraron de nuevo.
Después de mi estado de inconsciencia, el cual no mejoró, solo me di cuenta
que estaba recostada en algo demasiado blando y confortable. Me removí entre las
sabanas que eran tan suaves como el algodón y abrí mis ojos lentamente para estirar
mis brazos hacia arriba mientras daba un gran bostezo. No hice ningún movimiento
más, me quedé mirando a mí alrededor, con los brazos en alto y notando que esta no
era mi habitación.
Me senté en un segundo, miré la amplia cama, de la cual esas maravillosas
sabanas eran color blancas y la habitación era bastante clara, excepto por unos
diseños de color negro que le daban un toque moderno, los muebles igual eran negros
y las ventanas eran del porte de dos veces la altura de mi casa, decoradas con unas
inmensas cortinas de color blanco.
Bajé lentamente la mirada para ver que traía puesto, no era el vestido de la
noche recién pasada, sino que se podría decir que tenía un mini vestido azul oscuro
de pijama.
Con la misma lentitud miré hacia mi lado izquierdo de la cama y vi que no estaba
sola ¡Dios! ¿Qué había hecho anoche? Me moví un poco para verle la cara a la
persona que me estaba dando la espalda a mi lado… era Alex ¡¿Qué había pasado
anoche?!
Comencé a desesperarme, tenía que salir de aquí con rapidez.
Bajé cuidadosamente de la cama, estaba segura que lo estaba haciendo
demasiado bien, ya que ni se notaba que me estaba moviendo y Alex respiraba
pausadamente, estaba durmiendo…otro mito que quedo fuera de mi lista. Los
vampiros si podían dormir.
Victoriosa salí de la cama y me fui de puntillas a la puerta, no tenía idea a donde
iba, pero no había otra opción. Estiré mi mano para tocar la hermosa manilla
transparente cuando repentinamente apareció ¡un maldito cuerpo entre la puerta y yo!
¿Por qué mi nombre no me traía nada de suerte?
—Debo darte el punto por ser perseverante –levanté la vista y me encontré con
una radiante sonrisa de Alex, que ahora solo llevaba unos bóxer negros con una línea
azul oscura en la parte superior. Se veía más alto de lo que recordaba anoche y su
rostro ahora lo podía ver mejor por estar en un ambiente más claro. Pude ver
detalladamente cómo era él en realidad.
Su cabello estaba desordenado, como lo tienen las personas cuando recién se
despiertan y sus cejas iban exactamente como debería ir en un hombre, eran
perfectas, lo estilizaban bastante; su nariz era como si la hubieran tallado los ángeles y
sus labios, se veían blancos y tenía que decir que esta figura no se veía arruinada por
sus colmillos, que en este momento solo resaltaba uno, por su sonrisa torcida. Seguí
bajando la mirada y noté que tenía su cuerpo bastante marcado, no de una forma
exagerada, pero tenía varias líneas marcadas, sobre todo en su abdomen, era de
contextura media, antes en la oscuridad había visto que era más delgado, pero estaba
equivocada, era mejor ahora
—Te gusta lo que ves ¿no? –seguía con su sonrisa, pero ni por un minuto pensé
en seguir con esto.
— ¿Qué hago vestida así Alex? ¿Paso algo…?
—No, no te preocupes, estabas aun con alcohol en tu cuerpo, solo te vestí ya
que no dejaría que otra persona lo hiciera, eres de mi propiedad ahora.
— ¡No soy un objeto maldito vampiro sicótico! –le iba a dar unos golpes con mis
manos, pero él me detuvo y las tomó con fuerza.
—Escúchame bien ¿sabes que la otra vez casi te rompí el brazo no? –asentí,
asustada al recordarlo, fue lo necesario para no tratar de golpearlo de nuevo –
entonces no lo olvides, en cualquier momento puedo decidir matarte
dolorosamente…—me soltó con fuerza, haciendo que me quejara –tengo que indicarte
algunas cosas, este es el baño –dijo abriendo la puerta que según yo iba a ser mi
“salida” –sé que ustedes los humanos lo necesitan, así que tienes un momento para
ocuparlo hoy en la mañana, hay todo lo que necesitas y si falta algo, solo pídemelo,
tienes quince minutos, sé que no te demorarás más, yo estaré aquí esperándote…no
trates nada, escucho todo lo que haces y tenemos que hablar cuando salgas, es hora
de aclarar todo —tragué saliva asustada, asentí y me metí al baño con rapidez. Le
puse seguro sabiendo que no servía de nada.
Me volteé y me quedé en shock otra vez, el baño era hermoso, tan o más amplio
que mi habitación y mucho más lujoso que todo lo que había visto antes. Sobre un
mueble había ropa, corrí hacia ella, eran unos jeans tubo color negro, una camiseta
blanca, unas zapatillas negras con líneas blancas y ropa interior, blanca. Respiré
satisfecha, lo último que me podía pasar era que me vistiera como una princesa y
simulara que era suya, aunque solo me faltaba el vestido. Esto cada vez se estaba
volviendo color hormiga.
Cansada me metí a la ducha y me apresuré, Alex había dicho que tenia quince
minutos, por lo que no quería que se aburriera y entrara mientras yo estaba desnuda.
Me sequé el pelo rápidamente, me vestí como si estuviera en una competencia, en
tiempo record. Tomé mi cabello en un moño y no sé porque, pero me miré al espejo,
aun esta ropa era demasiado ajustada para mí.
Salí rendida y Alex estaba mirando por una de las grandes ventanas. Ahora traía
una camisa gris con unos pantalones negros, era muy casual y para mi pesar,
encontré que se veía divino….Dios, de seguro alguien cuando era bebé me golpeó
como para estar pensando así de mi secuestrador.
—Bien, conversemos –se volteó y me sonrió, lucia extraño. Miré su cabello
negro y debo decir que no había mucha diferencia en el durmiendo y no durmiendo.
—Primero come –dijo con sus manos en los bolsillos y mirando a la cama. Seguí
su mirada y había una bandeja de plata con comida.
—No soy tu mascota y no tengo hambre…aunque trates, no me asustas, de
todas formas me vas a matar, esto es muy cruel de parte tuya.
—Victoria, come –su mirada fue furiosa, si quería asustarme lo había logrado
¡vamos por Dios! era un vampiro, le podría decir que no me asustaba, reacción un
tanto rebelde de mi parte siendo que jamás lo he sido, pero en realidad él me
aterrorizaba, sobre todo por los pensamientos para nada correctos que llegaban a mi
mente sin poder controlarlo.
Me dirigí de mala gana y me tomé un vaso de leche que había, con unas
tostadas con mermelada de frambuesa. Solo lo miré una vez y me estaba dando la
espada, él seguía mirando hacia fuera, donde el día estaba hermoso. Mi mente se fue
a como estarían mis padres y su sorpresa al notar que no estaba con ellos cuando
despertaran; eso sería muy doloroso para ellos y para mi, quería estar en mi casa, con
mi familia.
Terminé de comer un tanto atragantada por el nudo que se formó en mi garganta
al acordarme de mis padres, pero por lo visto, si tenía hambre, lo más probable que
era por el alcohol de anoche, ya que me comí todo.
—Bien, estoy lista, mi última comida ha sido memorable, tu conciencia estará
menos sucia, ahora hazlo de una vez que estoy cansada de tus juegos –se volteó y
me miró con dureza.
— ¿Crees que si hubiera sido por matarte, me habría dado todas estas
molestias? –me quedé en silencio. Buen punto, pero si no quería matarme, lo que
hacía que mi corazón saltara ¿Qué quería de mi? — ¿Y bien Victoria?
—Entiendo tu punto, pero ¿y entonces? –se podía decir que mi futuro no estaba
tan negro después de todo.
—Tú eres mía ahora.
—Deja de repetir eso...no lo soy, no soy de nadie y jamás lo seré –eso le hizo
sacar una sonrisa –además las personas no son propiedades, alguien tan viejo como
tu debería saberlo.
—Tanto mi cuerpo como mi mente están en los veinticuatro, aunque parezca un
tanto mayor, no avanzo ni un poco, gano madurez, eso es cierto, pero no es como si
fuera un depravado –la última palabra me llamo la atención, para ser un depravado
debe tener alguna atracción a una menor o sea en este caso yo y eso no podía ser
posible –y eso me hace sentir mal contigo –lo miré sorprendida, llamando de nuevo mi
atención –imaginarme que te tendré para siempre con esa mente, de una chica de
dieciocho…mmm —ese “mmm” pareciera que le salió de lo más profundo de su
cuerpo —…tan rebelde –ahí fue, solo eso necesite, aunque no había algo más claro a
lo que dijo. Demonios ¡él me quería convertir en un vampiro!
— ¡No me puedo convertir en alguien como tú! ¡Prefiero la muerte! –Le grité con
fuerza y poniéndome de pie. En un segundo lo tenía al frente a centímetros de mi de
nuevo y auto cuestionándome de donde salió tanta valentía de mi parte.
Alex tomó mi mentón y me hizo mirarlo fijo, su agarre de nuevo era firme y bruto.
—Escúchame muy bien….cuando te convierta será porque tú me rogaste por
hacerlo y esto será luego que me des lo más preciado que tienes para mí –lo ultimo lo
dijo pasando su dedo índice por mi mejilla, lo cual odie porque me causó escalofríos y
no específicamente por miedo.
— ¿Y qué es eso? ¡Aparte de tener que dejar de ser humana y que mi corazón
no siga latiendo para luego beber sangre como un animal!
—Tu valiosa virginidad, quiero ser el primero y único en tu vida como humana —
lo quedé mirando con los ojos como plato. El rodó los suyos –y no bebemos sangre
como animales ¿Qué crees que estamos en el siglo V?
— ¡Suéltame! eres un sádico pervertido, no tengo idea como te enteraste si
había tenido relaciones o no, pero jamás, escúchame bien –lo miré directo a los ojos –
jamás me tendrás en tu cama –pensé mejor en lo que decía porque recién anoche
había dormido a su lado —¡de esa manera! –el sonrió de una forma arrogante y se
acercó más, pareciera como si sus labios estuvieran solo a milímetros de los míos.
— ¿Sabes? –su frío aliento hizo que tuviera que tragar saliva ¡maldito vampiro
sexy! –algo de lo que has leído es cierto, puedo escuchar tu corazón latir como
también puedo sentir el aumento de tu frecuencia respiratoria, además de otras cosas
–ladeó un poco su cabeza, seductoramente –te puedo leer entera y te aseguro que
serás mía –lo miré seria.
—Creo que tienes razón —él enarcó su ceja izquierda un poco – ¡el día que
caigan miles de vacas desde el cielo me tendrás! –frunció el ceño, levemente enojado,
quizás lo había ilusionado.
—No me gusta que jueguen conmigo —me empujó hacia atrás.
—Y a mí no me gusta que me secuestren… ¡Bravo! Nos estamos conociendo –
dije con voz irónica. Traté de mover su mano, pero me fue imposible. Pude notar que
Alex tenía la mordida tensa, pero luego de un segundo se relajó y también me liberó.
—Nos vemos más tarde, puedes recorrer la casa como se te antoje, te informo
que esta mansión está rodeada de guardias que no son humanos, así que no trates de
escapar, todos están avisados de que estas aquí…y bueno –ahora hizo una mueca de
incomodad –no me gusta tener servidumbre así que hay dos chicas, ellas son
humanas, no saben nada de vampiros y cosas así, pero pueden servirte de compañía
–realmente le creí por un segundo que se preocupó de que tuviera con quien
socializar.
—Oh que considerado –mi mirada era fría, él rodó los ojos, viendo como si mis
acciones fueran infantiles.
—Nos vemos, Vittoria –bien, no estaba preparada para como me nombró; ese
“Vittoria” lo dijo con un acento italiano muy marcado y esa sonrisa tan característica de
él; era como si te mirara ¡No! ¡Maldito vampiro!....no iba caer, solo tenía que mantener
en mi cabeza lo que me estaba haciendo, él era el monstruo que me separó tanto de
mi familia como amigos.
CAPÍTULO 4
Más de una hora estuve en la ducha, la cual era con agua fría, el beso de Alex
me había dejado bastante intranquila y amaba que fuera verano para poder bajar las
alzas de temperatura. Me sequé el cabello y me vestí, con la ropa de hace un par de
horas. Tomé coraje y me animé a salir del baño, no había nadie en la habitación,
suspiré contenta, quizás Alex se había ido a algo sobre sus extraños negocios.
Bajé las escaleras y fui rápidamente a la cocina pasando por la puerta principal
casi corriendo, no quería contarle esto a los chicos, me daba vergüenza, había
cedido… ¡y de qué manera!
Entré a la cocina y busqué algo que comer, tenía hambre debido a nadar tanto
tiempo. Encontré frutas por lo que comí una manzana, mientras me iba a la sala y me
quedaba sentada ahí, pensando y pensando en lo que había pasado. Jesús…ese sí
que había sido un beso impresionante, aun sentía las manos de Alex en mis manos,
en mis muslos y en mi espalda. Cerré mis ojos inconscientemente recordando ese
beso…estaba en un grave problema, ya no podría volver a dormir a su lado, tendría
que decirle que se fuera de la habitación, aunque dudo que lo haga, pero ese no es su
lugar, ahí solo hay cosas que son “mías”. La otra opción sería dormir en el suelo, si,
era mejor que estar a su lado, caería demasiado fácil, si Alex no hubiera dicho “Esta
bien” cuando le pedí que no siguiera creo que ahora estaríamos todavía arriba ¡y
quizás hasta estaría siendo convertida! ¿Cómo dejé que él avanzara tanto?
— ¿Ahora seguirás arrancando de mí? –Alex se sentó en el sofá de al frente,
elegantemente, mientras sonreía.
—No estoy arrancando de ti… —le di otro mordisco a mi manzana. El me quedó
mirando sin decir nada y yo me quede hipnotizada por su mirada que estaba siendo
más seductora de lo usual, después solo suspiró audiblemente.
—Creo que por tu respuesta allá arriba has entendido que no saldrás de aquí –
bien, que lo haya besado de vuelta no significaba una respuesta a lo que me dijo, solo
que ya no me pude resistir más, pero igual entendí su punto, lo que quiero decir que si
me hubiera besado así, ayer u hoy, le hubiera respondido de todas formas.
—No y si –respondí dándole otro mordisco a mi manzana, él entrecerró los ojos
al verme, note que estaba confundido –lo que hice arriba solo fue por mis
hormonas…solo eso, tengo 18, soy humana, pero aun así tienes razón, nunca volveré
a tener mi vida.
— ¿Solo tus hormonas? –asentí mientras nuevamente mordía mi manzana –
Oohh…ya veo, lo bueno de todo esto es que has entendido lo que sucede –asentí —
¡Excelente!...eso quiere decir que aceptas mis reglas, si es así, te debí besar antes –
mi expresión era seria, ni siquiera me enojé, era más como una cara de póker, de
todas formas ya había vendido mi alma al diablo.
—Si…pero no estoy todavía preparada para eso —le di otro mordisco a mi
manzana.
—Entendible… —su voz había cambiado y de un momento a otro desapareció
de mi vista, para luego verlo a mi lado en el sofá –no sigas comiendo la manzana
ahora por favor — ¿Qué? ¿Me había dicho por favor?
— ¿Por qué?
—Solo no lo hagas –me levanté de hombros y solo le di una última mordida para
luego dejarla de lado. Mire a Alex y su mordida era tensa.
— ¿Qué tienes con la manzana?
—Solo no lo hagas…—sus ojos estaban negro, más de lo común, sus labios
estaban entre abiertos y su expresión era seria.
—Bien, a sus órdenes ¿algo más que anotar en la lista aparte de no comer al
frente tuyo?
—No, nada mas…ahora solo te aviso que no estaré aquí durante tres días,
tengo que hacer un viaje y me llevo a Ezequiel y Javier conmigo –mi estómago se
revolvió un poco, ahora sí que estaría sola, sola y más sola.
— ¿A dónde? –mi voz hizo que notara mi molestia.
—A Italia…los chicos dijeron que te hacía falta algo de tecnología, así que toma
–llegó y lanzó un artefacto hacia mí, el cual ágilmente lo tome. Era un Ipod –no trates
nada raro, pues solo puedes escuchar música.
—Si es que aprendo a ocuparlo…está bien, gracias –dije mirando que no sabría
cómo manejarlo, además esperaba que cuando lo hiciera solo hubiera una canción de
mi gusto.
—Muy bien, estoy corto de tiempo…me iré –se puso de pie, avanzó un poco y
me quedó mirando. Me levanté de hombros.
—Que te vaya bien…cuídate –bien, de todas formas me preocupaba que algún
motín de vampiros le hiciera daño ¿si me preguntan por qué?...no tengo la menor idea.
—Ehhh…Victoria ven –dijo serio, lo miré y me pare de mala gana, siendo que él
se movía más rápido.
— ¿Qué? –mi voz era desagradable y lo quede mirando con la misma actitud.
—Despídete como se debe –dijo rápidamente y lo quede mirando confundida.
— ¿A qué te refieres? –él no me respondió y solo me quedo mirando por unos
segundo para saber a qué se refería.
—No… —ahora me puse roja como un semáforo, mientras él seguía esperando.
— ¿Ahora te avergüenzas?...hazlo pronto el piloto me está esperando –me
mordí el labio inferior nerviosa y luego busque su mirada mientras que el corazón me
latía con fuerza.
—Solo no mires y cállate –él rodó los ojos y los cerro. Tome su brazo e hice que
se moviera, me quedaba muy alto, así que llegamos cerca del sofá, él no abrió los ojos
–bien –me subí al sofá y quede en mejor posición.
— ¿Sabes cuánto vale el sofá donde estas cómodamente parada? –dijo
mientras mantenía los ojos cerrados.
— ¡Silencio o no lo haré! –él se quedo callado y luego me arme de valor. Bien,
no lo vería en tres días y muy a mi pesar, quería sentir sus labios de nuevo así que lo
hice.
Llevé mi mano a su cuello, mientras lo acercaba a mí, tenía una perfecta
expresión de nada, indiferente como siempre, ordene con la otra mano un mechón de
su cabello que estaba desordenado en su frente y me acerque lentamente a sus labios
hasta que lo bese con suavidad, él no respondió, hasta que enrede mis manos en su
cabello y Alex llevo sus manos a mi cintura, sus labios se movían contra los míos
como me estaba empezando a encantar, pero antes que él tomara control me separe
de él y eleve mis hombros con indiferencia.
—Sin dudas las manzanas tienen mejor sabor en tus labios –hice todo para
controlarme.
—Que te vaya bien –mi tono era indiferente, no quería que él supiera cuando me
estaban empezando a gustar sus labios.
—Ciao Vittoria –su acento casi hizo que me derritiera ahí mismo. Soltó mi cintura
y se comenzó a alejar — ¡no olvides que te leo completamente y te vuelves loca con
mis besos! –grito antes de salir. Marque una sonrisa al escucharlo. Dios, estaba
enferma.
Bien, solo costaron tres horas y media para saber manejar el famoso ipod y
pude meterme a donde estaba la música, comencé a ver la lista y ¡estaban todos los
grupos que me encantaban! Coldplay, Radiohead, Keane, Band of Horses, era
simplemente perfecto. Me quede recostada en el sofá mientras cantaba a todo pulmón
mis canciones favoritas y solo fui interrumpida cuando Francesca me trajo una bandeja
con la cena, lo que agradecí un montón, y claro, ella luego se fue sonriendo, no era
como si yo tuviera una hermosa voz. Comí bastante alegre de tener la casa para mi
sola y que no iba a ser sorprendida por ningún vampiro, también ¡iba a dormir
sola!...esa cama, completamente para mí, eso me hacía muy feliz y sin dudas…el Ipod
había tenido su efecto en mi humor, todo gracias a Javier y Ezequiel.
Después de haber comido, saltado por la casa cantando y haber corrido por
cada lugar sin ningún preocupación, cansada me fui a la habitación y me puse mi
pijama, estaba recién oscureciendo pero estaba agotada, había nadado mucho…y
luego, bueno, estaba cansada. Me leve los dientes y me fui directo a la cama aun con
los audífonos puestos, era hora de dormir con música, así me quedaba más tranquila y
me dormía más rápido, pero al arrojarme en la cama noté que había una caja color
rojo oscuro, que apropiado, había una nota encima, la tomé con rapidez.
“Victoria:
No trates de hacer nada con él, no puedes, no soy estúpido. Quiero que lo
traigas siempre a tu lado, en cada momento y si necesitas algo solo marca el número
que está guardado ahí, es el mío. Ahora deja de perder el tiempo y duerme ya que
luego que seas mía, no lo harás con frecuencia.
Con aprecio
Alex”
Deje la nota de lado, recordando lo idiota que era Alex con esa parte de que no
iba a dormir mucho cuando fuera suya…Idiota, de todas formas sonreí. Guardé la nota
donde tenía las demás, me puse de pie en la cama y la metí entre un espacio que
había arriba en el dosel de la cama, aun no descubría su uso, pero ahí guardaba las
notas. Abrí la caja con rapidez y vi un hermoso artefacto….que no tenía ni un solo
botón, como milagro lo prendí y encontré el numero guardado como “Tu Dios” y me
arme de valor para apretarlo.
Comenzó a llamar en un segundo ¡diablos!...traté de marcar todas las opciones
para cortar, pero no pasó ni un segundo cuando el celular empezó a sonar con una
melodía bastante linda, miré el numero y estaba llamando “Tu Dios” maldito arrogante.
Le apreté el botón de contestar y lentamente me lo lleve al oído.
— ¿Hola? –dije nerviosa.
—Supongo que estás jugando con el aparatito, espero que no lo trates mal…por
si acaso vibra, te puede servir cuando te sientas sola –ya me podía imaginar su
expresión al decir eso.
—Eres un asqueroso…
—De todas formas te gusta este asqueroso –rodeé lo ojos.
—Bien…me iré a dormir como han sido tus órdenes, salúdame a Ezequiel y
Javier.
— ¿Por qué tengo que hacer eso? –Su voz era ruda –no lo haré.
—Da lo mismo, tienen que estar cerca y escucharon de todas maneras –desde
ahí pude escuchar las risas de los chicos.
— ¡Silencio! –no hubo ni un ruido luego de que Alex gritara.
—Que melodramático…espero con todo mi corazón que el avión no se caiga y
justo te pase algo –hubo un silencio de su parte.
—Duerme –su voz fue indiferente, no como había sido hasta hora
—Estás sensible…no lo digo en serio, Ezequiel y Javier me caen bien, no quiero
que se caiga el avión.
—Adiós…
—Que estés bien —lo último me salió tan natural. Alex colgó.
Dejé el celular en la mesa de noche y luego me recosté en medio de la cama,
estaba de tal manera que trataba de abarcar toda la cama y luego lentamente mis ojos
se fueron cerrando, mientras que todavía sentía las manos de Alex en mi
cuerpo….esto estaba muy mal, pero aun así me dormí con una sonrisa en los labios.
Me desperté cerca del mediodía, de un salto fui al baño y me cambié a un bikini
negro, tomé una toalla y fui corriendo a la piscina, el sol estaba arriba y los rayos del
sol daban directo sobre agua. De un salto me sumergí y comencé a nadar, esto
realmente era relajante, estuve aproximadamente unos treinta minutos en el agua, me
encanta y era saludable. Después me fui a dar una ducha y elegí ponerme un vestido
y ni siquiera me puse alguna sandalia. Fui a la cocina y Francesca estaba ahí
sonriendo.
— ¡Ciao! –dije alegre, ella me sonrió y me saludo igual. Arreglo un poco la cocina
y comí con su compañía, aunque ella se movía de un lado a otro. Tomé mi
desayuno/almuerzo bastante nerviosa por ver tanto movimiento, pero me dio la
oportunidad de ver mejor a Francesca. Estaba con su uniforme gris, con un delantal
blanco, se veía adorable. Llevaba el pelo tomado y ahí algo me llamó la atención —
¿Francesca? –ella se volteó curiosa. Rezaba porque me entendiera — ¿Qué es eso?
–dije apuntando a su cuello. Ella sonrió avergonzada y se puso colorada. Había dos
marcas en su cuello, lo que hizo que me saltara el corazón.
—Vampiro –su acento tan marcado y su tono de ingenuidad hicieron que me
pusiera helada ¿ella sabía todo?
— ¿Alex te hizo eso? –Ella negó, debo decir que eso hizo que me relajara, no
tengo idea el porqué –guardia –su voz se entristeció y llevó una mano a su corazón.
—Oh ¿estás enamorada de uno de ellos? –ella asintió –pero… ¿se alimenta de
ti? –Hizo una mueca y luego asintió otra vez –eso es muy triste ¿piensa convertirte? –
Ella levantó los hombros, supongo que no tendría idea de cuales serian sus planes a
futuro — ¿Cómo se llama?
—John —ese nombre no era de estos lados.
— ¿Ingles? –ella negó.
—Yanqui.
—Oh… norteamericano –me quedé callada y ella siguió con todo, pero mantuve
la duda — ¿Alex sabe esto? –Ella se volteo y asintió –Francesca, recuérdame
enseñarte a hablar español, lo necesito –ella río alegre y luego asintió otra vez.
Terminé mi comida y traté de ayudar a Francesca pero no me dejó, así que me aleje
otra vez y fui a la sala y me quede mirando a todos lados, sin saber qué hacer, no me
quería ni asomar a la puerta para ver que guardias estaban, pero me distraje de eso
cuando el teléfono sonó, miré y había uno a mi lado ¿Cómo no lo vi antes? Esperé
unos minutos y no quise contestar, no sabía con quien me podía encontrar al otro lado
de la línea, pero al ver a Francesca apareciendo con un teléfono inalámbrico supe
quien era, asentí a Francesca y tomé el teléfono.
— ¿Hola? –aun estaba nerviosa.
— ¿Por qué tienes ese tono? –la voz de Alex era tan clara como si lo tuviera
aquí al lado.
—No sé…—me relaje un poco, cada vez esto era peor, me alivie al escucharlo.
—Bien ¿Qué parte de llevar el teléfono que te deje por todos lados no
entendiste? –se escuchaba un poquito alterado.
—Bueno, no tengo bolsillos –me enojé por su tono.
— ¿Andas desnuda? –ya podía ver su sonrisa marcada.
— ¡Deja de ser tan pervertido!
—Me es inevitable contigo…ahora recuerda, el teléfono siempre a tu lado.
—Está bien –dije de mala gana, pero recordé algo para aprovechar su llamada –
Alex ¿tienes un guardia llamado John?
—Así es ¿Por qué? ¿Qué hiciste? –me sorprendieron sus preguntas, pero era
algo obvio, para conocer a algún guardia tenía que estar haciendo algo indebido.
—No, nada…hablé con Francesca.
—Oh si, él está con ella y se alimenta también de Francesca, a ella le gusta.
— ¡Alex! ¿Pero planea convertirla? –casi escuché una risa del otro lado del
teléfono.
—Claro que no…eso es más complicado de lo que piensas.
— ¿Y se puede alimentar de ella sin herirla?
—Así es ¿quieres probar cuando llegue? — ¡no podía ser tan pervertido!
—No…le voy a pedir a John que lo haga –hubo un silencio de su parte –Idiota.
—Sabia que mentías, pero si, se puede… ¿y qué pasa con eso?
—Él está jugando con ella.
— ¿Y?...es solo una humana –ahora fue mi turno quedarme en silencio –
Dios…las mujeres son tan complicadas, no te lo tomes personal, yo no te estoy
engañando, te voy a convertir, pero no puedo obligar a John hacerlo.
— ¡Él está jugando con ella Alex!...ella trabaja para ti.
—Lo sé, ambos lo hacen, son sus problemas, no míos.
— ¡Eres un maldito gusano!
— ¿Ya empezamos con los insultos de nuevo? lamento no estar ahí para
hacerte callar solo como solo yo sé –mi corazón se aceleró ante la idea.
— ¡Además eres un mentiroso! –Dije sin tomar en cuenta lo que me dijo –ella
sabe que eres un vampiro ¿Por qué dijiste lo contrario?
—Para ver si podía confiar en ti, aun no lo hago, pero por lo menos no me fuiste
a delatar a Francesca.
—Idiota… —dije luego de unos segundos –Que te vaya bien.
— ¿Me extrañarás? –me quedé en silencio ¿Qué le pasaba ahora?
—Adiós Alex.
—Ciao –y corté de un golpe.
Me puse de pie, enojada ¿Cómo Alex podía ser tan insensible con Francesca?
Presentía que ella llevaba años junto a él trabajando, aunque no pasaba de los treinta.
Me fui a la habitación y tomé el teléfono, lo presioné un poco y casi me tuve que sentar
en la cama….había, una llamada perdida ¿tanto escándalo de parte de Alex por nada?
Llevé el ipod junto con el celular y me fui escuchando música mientras recorría la
casa, para ver si había algo entretenido, pero cada vez que abría una puerta o llegaba
a una sala, no había muchas cosas con que entretenerme, eso pasó por media hora
de recorrido, hasta que llegué a otra puerta y la abrí lentamente al igual que con las
otras, temía encontrarme con cosas raras, como grupo de mujeres en el suelo, con
marcas en sus cuellos o cosas que había leído antes, pero nada de nada, era la
mansión de un vampiro más aburrida que podía existir….hasta que abrí esta puerta.
Me quedé boca abierta mirando lo que había en su interior, había un escritorio
hermoso de madera, atrás de este había dos ventanales gigantes, mientras que todo
lo demás eran….libros, libros y más libros. Corrí adentro y vi que todas las paredes
estaban llenas de ellos, debía haber cientos, quizás ¡hasta un millón! ¡Y estaban
clasificados por tema!...no lo podía creer, esto era demasiado para mí.
—Dios santo… —salió de mi boca, asombrada comencé a ver las
clasificaciones, cosa que no era para nada profesional, Alex las había hecho, habían
cosas como “Interesante, pero aburrido” “Para pasarlo bien” “Porno” y muchas más,
pero la que me llamó la atención fueron dos “Yo” y “Estupideces”, del primero saqué
un libro, que era más como un cuaderno y se titulaba solo con un “1715” lo abrí y noté
que era de Alex, él lo había escrito. Comencé a leer.
-“Otro año nuevo y estoy sin ella….se fue hace un par de meses y mis
informantes han dicho que ha muerto…ya no se qué hacer” –mi voz salió como un
susurro ¿de verdad serian estos diarios de vida de Alex? Rápidamente lo guardé y
saque otro, mas actualizado del 1951, lo abrí al azar –“Ya no se qué hacer para
retenerla, Vanesa se ha ido, cada vez dura menos a mi lado” –lo cerré de golpe y lo
guardé donde estaba. Miré el estante y noté que eran demasiado ¿Cuántas mujeres
habrá tenido?...no pude evitar sentir un poco celos, él escribía como si fuera alguien
sensible y preocupado, pero mis pensamientos no pudieron seguir por culpa de que
“Mi Dios” estaba haciendo que mi celular vibrara.
— ¿Qué sucede? –dije enojada.
— ¿Dónde estás? –sonaba preocupado.
— ¿Cómo que donde estoy? ¿Crees que pude escapar de tus guardias?
—Sé que sigues en la casa, dime en que parte.
—En tu biblioteca.
— ¡Sal de ahí!...eso es privado —miré el teléfono con ganas de romperlo.
—Puedo notar que lo es ¡bastante! –me sorprendí por mi tono de voz.
—Sal de ahí Victoria, te lo ordeno…
— ¡Que miedo! –Dije irónica — ¿Qué harás?....no puedes hacer nada.
— ¡No me tientes! –su voz era furia pura.
— ¡Vete al diablo Alex!...o perdón, mejor dicho ¡Alexander Lenardis! –lo llamé a
como estaban nombrados los cuadernos. Presioné el teléfono donde fuera y corté.
El teléfono volvió a sonar a los segundos, pero no contesté y luego lo apagué.
Me senté en uno de los sofás que había ahí, no quería volver a leer algo relacionado
con esos cuadernos. Apuesto que tenia cientos de mujeres en sus años, maldito
bastardo, ahora sí que se habían acabado las esperanzas…si, quizás tuve la idea de
estar a su lado, no era tan irreal, viendo que no tenía otra escapatoria, pero ahora no,
¡ahora sí que no!
Salí de esa biblioteca y tomé un libro de la clasificación “Estupideces” ahí
habían libros de vampiros, por lo menos vampiros que me gustaban, no como el que
tenía en casa, que era arrogante, asqueroso, pervertido, sádico ¡e hipócrita!....era
dulce con las demás, ya podía verlo todo patoso y cariñoso con otras mujeres, bueno,
yo no iba a ser una más de su lista, mejor muerta antes que eso.
Entre a la habitación y cerré las cortinas, hora la de “autocompasión”. Prendí la
lámpara de mi mesita de noche y me puse pijama, no volvería a salir de ahí. Abrí el
libro y comencé a leer, estuve así unos momentos, hasta que entró Francesca
corriendo con un teléfono en las manos.
— ¡Sr. Lenardis! –gesticuló con las manos, quizás como estaba de enojado puso
nerviosa a Francesca. Lo tomé enojada.
— ¡¿Si?! –grite.
—Victoria si estas… —ni siquiera se preocupaba por mí. Ahora si vería quien era
Victoria Guzmán.
— ¡Oh si!... ¡tengo todos tus cuadernos en mis manos y los leeré! –dije para
hacerlo enojar.
— ¡Te prohíbo que hagas eso victoria! –no le dije nada más y le corté por haber
gritado. Francesca me miraba con los ojos como plato y la boca abierta.
—Francesca, te agradecería que me dejaras sola por favor –ella asintió y salió
rápido de la habitación. Ella no volvió de nuevo con el teléfono.
¡Que rabia!...jamás me había sentido así por alguien, ¿Por qué Alex era tan
pesado y rudo conmigo? Se notaba por sus escrituras que él era tierno y amoroso con
las demás… “las demás” que mal sonaba eso, pero yo no sería otra, hasta aquí le
llegaba su jueguito de Don Juan.
Me levanté y para que Francesca no molestara con el teléfono otra vez le puse
seguro a la puerta y decidí irme a la cama. Me quede leyendo hasta que el libro cayó
en mi cara, debo decir que era un excelente libro y que ni siquiera me dio hambre, me
dormí hasta que me faltaron unas cuantas hojas para terminarlo, ya estaba
oscureciendo cuando caí en un profundo sueño. El libro sin dudas me tranquilizó.
Escuché un golpe en la puerta y salte preocupada, mientras se prendía la luz
de la habitación provocando que me cegara por unos segundos. La puerta estaba
abierta y había un vampiro furioso mirándome al frente de la cama. Rodeé los ojos al
verlo.
— ¿Pero si no es Romeo? –dije enojada de nuevo, recordando esos dos trozos
que leí sobre sus amores pasado.
— ¿Qué te dije Victoria? –Por su tono podía notar que él también estaba
enojado — ¿Cuánto leíste?
—No lo sé —me puse de pie y deje un dedo en mi mentón –solo para notar que
eres un ¡farsante! ¿Cuántas han sido…Alexander? —Él frunció el ceño al oírme —
¡¿Cuántas?!
— ¿Es por eso que estas enojada? ¿Solo por el número? ¿Cuánto leíste en
verdad? –de un momento a otro pareció relajarse un poco.
—Fueron solo dos trozos, alguien te abandonó…para su suerte y Vanesa, quien
también escapó de tus garras ¡eres un hipócrita! podía notar por como escribías que
no eres como me demuestras ser ¡solo eres así para torturarme! ¡Toda oportunidad
que tuviste conmigo ahora sí que la arruinaste Alex! ¡La arruinaste! no seré una más
de tu lista, eso ni lo pienses –no iba a salir de aquí, ninguna salida dramática de
película. Me metí de nuevo a la cama y me quede sentada ahí, viendo como por
primera vez dejaba completamente sorprendido a Alex.
—Dios…. –dijo masajeando con una mano sus sienes — ¿eso fue todo lo que
leíste? –No le respondí nada — ¿Sabes?...tenía un tema importante en Italia y
volvimos aquí para ¿ver este escándalo? –Apagué la luz de la lámpara que seguía
prendida y me acosté —¿Cuántas veces te he dicho que no me dejes hablando solo?
¡Es desagradable!
— ¡Cállate! –Me senté y le grité — ¡vete de aquí, no te quiero ver!
— ¿Me estas echando de mi propia casa? –lo dijo de un tono arrogante y con
esa estúpida sonrisa.
— ¡No, te estoy sacando de esta habitación! –él frunció el ceño.
— ¡Bien! –Gritó enojado –pero… —comenzó avanzar hacia mí –no pienses que
te dejare con mi almohada –lo miré enarcando una ceja.
—Eres lo mas infantil que existe en este planeta –la sacó y luego desapareció
apagando la luz y cerrando la puerta. Me acosté de golpe y me quede ahí, tratando de
reconciliar el sueño.
No dormí nada durante toda la noche, lo que fue un martirio, no podía creer
que Alex ni siquiera se inmutara por mi descubrimiento, solo lo vio como una estupidez
y luego se fue, idiota. Me levanté y me di una ducha, cansada y me vestí con un
pantalón deportivo blanco, una camiseta blanca y un suéter negro; me tomé todo el
cabello y bajé cansada a la cocina, donde estaba Francesca y gracias al cielo me tenía
un café cargado, era muy temprano por lo que me dio frío.
— ¿Estar bien? –ella me miró preocupada y solo asentí. Que estupidez, me veía
peor de lo que me había visto los días anteriores, incluso cuando me había
secuestrado.
—Estoy bien –al decir eso, me quebré y me puse a llorar ahí mismo. Francesca
corrió a consolarme — ¡estoy tan casada!....creo una cosa y luego él sale con otra, no
puedo confiar en él, es imposible…no me dice la verdad ¡yo no sirvo para ser una más
de sus listas!
—Ya….ya, tranquilidad —repetía Francesca mientras yo seguía llorando y
hablando estupideces.
Luego de unos minutos me tranquilicé y me tomé mi café rápidamente, no comí
nada. Salí de la cocina y fui a la puerta principal, la abrí decidida y dos vampiros
conocidos me esperaban ahí.
—Lo siento —habló Javier, mientras que Ezequiel igual me miraba preocupado.
— ¡Él no es capaz de entender nada! –no podía parar de llorar y mientras más
me miraban con cara de pena, mas me hacían llorar.
—Oh —dijo Javier abrazándome –te entiendo, igual desconfiaba de Ezequiel, no
sabía qué vida tenía antes.
— ¡Pero tu estas enamorado de él! ¡No te rapto!...eso es diferente, más cuando
luego se trata de confiar –tenía todo un enredo en mi cabeza.
—Nunca te había visto así Victoria –escuché la voz de Ezequiel –Ni siquiera
cuando llegaste el primer día ¿eso no te sorprende? –lo mire con odio.
— ¡Claro que me sorprende! ¿Crees que no lo he pensado? ¡Aun así no puedo
controlar el llanto! –Javier se sentó y me quedé abrazada por él.
—Solo quería estar seguro…no era para que me gritaras –dijo Ezequiel
sentándose a mi lado y pasando su mano por mi espalda.
—Ustedes no entienden…él es diferente conmigo, la otra noche vi como les
sonreía de una forma que nunca ha reído conmigo.
—Quizás no eres tan graciosa como nosotros –dijo Ezequiel, lo mire con
odio…otra vez.
—Eres muy poco sensible para ser gay….
—Ahí es nuestro problema –dijo Javier, también mirándolo feo. Pasó un segundo
y seguí.
—Y luego quizás…solo quizás había una posibilidad de que nosotros ¡soy una
estúpida!...no sé cómo pensé que podía ser diferente…especial —si, lo había pensado
hace días, creo que desde la primera vez –pero solo soy una más de su lista.
—No digas eso Victoria —dijo Ezequiel –tu eres especial, sin duda tu eres
diferente y no tengo la menor idea del porque, no debería ser así… —lo miré
confundida, pero luego tuvo esa mirada rara.
—No digas nada –dije sollozando –no le diré que dijiste eso, estoy cansada –me
apoyé en Javier.
—Apuesto a que no dormiste nada –dijo mi almohada humana, asentí –
bien…quizás es hora de hacerlo, te ves muy agotada.
—Sí y nosotros tenemos que seguir trabajando –de nuevo mire enojada a
Ezequiel y me puse de pie.
—Gracias J-a-v-i-e-r –dije mirando a Ezequiel.
—No te preocupes sé que no tienes preferido… —me sonrió y luego cerré las
puertas, mientras que Javier le daba un golpe a su novio en el brazo… ¡apostaba que
ellos estaban muy enamorados! ¿Por qué tenía este tipo de pensamientos? En vez de
estar llorando por Alex, debería estar planeando algo para escapar ¿Qué demonios
me sucedía?
Iba en dirección a las escaleras para sumirme en la cama, cuando escuché
cierta voz que muy a mi pesar, causo escalofríos en mi columna.
—Victoria —dijo con tono dominante, esa voz ronca que me provocaba
sensaciones que no debería tener. Me detuve y mire a mi derecha y ahí estaba Alex,
sentando en el amplio sofá –ven…y no te atrevas a irte –rodeé los ojos y me dirigí
hacia él. Lo miré seria, sabía que debía estar desastrosa –te ves desastrosa…no me
agrada.
— ¿Y eso me importa? –mi voz salió ronca. Él frunció el ceño, lucia como si se
preocupara, pero no le creería, Alex era una mentira –Si es solo eso me voy Sr.
Lenardis –me fui como un muerto en vida, di media vuelta y caminé, pero Alex estaba
al frente mío.
—No tomo riesgos, es eso…por eso me comporto así contigo.
—No me importa, no quiero saber nada de ti y de tu trauma amoroso.
— ¡Ey!...no me hables así —rodó los ojos cansado —Dios, ven conmigo –me
tomó del brazo con fuerza y me hizo sentar en el sofá –Nunca voy a cambiar contigo,
pero quiero que sepas que me preocupas…y que si eres especial, por eso estas aquí
conmigo –levante la mirada y pude notar que estaba nervioso.
—No seré una más de tu lista.
—Vittoria…no hay lista –me miró preocupado y llevó su mano a mi mejilla, pero
me alejé –solo quiero que te quede claro –su voz era dura –ahora puedes retirarte –
me puse de pie y me apresure en llegar a la habitación.
Me saqué las zapatillas y me recosté, cansada y con los ojos llenos de lágrimas,
ahora quería a mi mamá, sentía como si mi corazón estuviera roto en mil pedacitos,
pero antes de poder tener a mi mamá, sentí como la cama tenia a otro invitado.
— ¿Por qué no me dejas en paz? –dije sollozando.
—Esto lo haré solo una vez, no harás preguntas y que te quede claro, no volverá
a pasar...y que no eres parte de ninguna lista porque no existe tal cosa ¿escuchaste?
–me volteé enojada a ver a Alex, pero él estaba arreglando su almohada en mi lado,
tomó mi brazo y me hizo llegar a su lado, muy cerca. Me quede estática viendo, como
se acomodaba mejor y me rodeaba con sus brazos –no digas nada, te gusta como soy
y eso no incluye ser romántico…esto no volverá a pasar —Descanse mi cabeza en su
pecho –dime si tienes frió luego de un rato — ¡ni loca le diría!...esto no lo podía creer,
él tenia su lado tierno.
Me acomodé a su lado de mejor forma y luego de unos segundos mis ojos se
cerraron y no quería que esto pasara porque de seguro cuando despertara, él no
estaría a mi lado. Me aferré a su camisa para que no escapara.
Mis ojos se abrieron y las cortinas estaban abiertas por lo que pude notar que
estaba atardeciendo, la apuesta de sol se veía hermosa desde este lado. Me moví un
poco y note que no estaba sola, lo que hizo que mi corazón saltara. Levanté la mirada
y me encontré con Alex mirándome.
—Bien…creo que no me he podido mover, sin despertarte, me tenías agarrado
demasiado fuerte, sé que me quieres cerca, pero un poco de libertad no me molestaría
–lucia nervioso y sabía que su tono relajado no representaba lo que verdaderamente
sentía.
—Quiero un trato… —dije sentándome, fue una idea que se me vino de repente.
El enarcó una ceja.
—Nada de tratos…tú no estás en una posición de hablar de tratos.
—Claro que lo estoy y no quiero volver a sacar el tema de esos extraños
cuadernos, quiero un trato –él me miro serio.
—Esto no me agrada, pero escucho…
—Yo aceptaré tu nuevo tú…claro, para mi es lo más normal, pero aceptare que
seas depravado y asqueroso —me estaba metiendo en la boca del lobo con esto.
— ¿Y?
—Pero cada noche, cuando duermas conmigo, debe ser como ahora.
— ¡No! eso es injusto, tu no me das nada a cambio.
— ¡Te acepto, eso es bastante!
—No lo es –fruncí el ceño —Quiero a cambio de eso… —dijo serio y sentándose
—…practicas –lo miré confundida, sin entender a que se refería con eso –tu vas a ser
mía Victoria, de eso que no te quepa duda, sabemos que hay una atracción bastante
fuerte entre los dos –lo seguí mirando confundida y sintiendo unas pequeñas
mariposas en mi estómago –tu solo tendrás esto en la noche, antes de dormir, pero yo
antes de eso obtengo practicas entre los dos, para que cada noche se te haga más
fácil la idea de ser mía.
— ¿Qué? ¡No!
—Eso o nada… —su mirada era firme, sabía que sería lo único que obtendría de
él.
—Bien… —de todas formas salía casi ganando en mayor parte.
—Un trato entonces, no puedes deshacerlo –estiro su mano a la mía y la tome
con cuidado. Sin dudas estaba haciendo un pacto con el diablo.
CAPÍTULO 7
Alex había dicho lo mal que me veía vestida, pero me daba bastante flojera
cambiarme de ropa, así que no le hice caso y bajamos al primer piso, porque ahora
tenía hambre, era tarde y no tenía nada en mi estómago.
—Quisiera saber cuánto leíste en realidad –íbamos bajando las escaleras
mientras que su voz era indiferente, pero pude notar que me miró de soslayo.
—No quiero hablar de eso –mi tono era seguro, de verdad no quería hablar más
de ese tema porque solo lograba que mi cabeza creara teorías de cómo él tenía una
lista de mujeres con las cuales había acabado.
—Pero yo si…dime cuanto fue y no te pongas altanera, yo sigo siendo el jefe
aquí –rodeé los ojos y me detuve. Lo miré y estaba bastante serio. Puede ser que por
un momento olvidé que era un vampiro, el cual me había raptado.
—Solo lo que te dije, nada que me revelara el número exacto de tus… -no tenía
un nombre especifico para sus parejas pasadas -lo que sean –lo mire seria y no tuvo
ninguna expresión a lo que dije. Siguió bajando sin ningún problema.
—Francesca preparó tu cena…ve a comer –me sentí como una verdadera
mascota cuando dijo eso y me sorprendió la facilidad que tenia para cambiar de
personalidad. Estaba loco.
Fui a la cocina y Francesca me recibía con su amable sonría, mientras me
servía un plato con una comida que no supe saber que era. La comí con recelo al
principio, pero luego casi me la devoré, era exquisita. Me iba a quedar para poder
“hablar” con Francesca, pero Alex irrumpió en la cocina como dueño y señor del lugar.
—Francesca –asintió levemente hacia ella, quien lo miro sorprendida. Presentí
que Alex no venia mucho para acá –Victoria, veo que has terminado –lo mire
confundida.
—Sí.
—Bueno, es tarde…quizás quieras ir a dormir, ya que anoche no lo hiciste bien –
levante la mirada buscando el reloj de la cocina y era temprano.
—Son recién los ocho Alex ¿Qué pretendes?
—Es tarde, está terminando de oscurecer… —Francesca se dio media vuelta y
comenzó a ocuparse en algo.
—Exacto es temprano aun, no quiero ir a la cama.
—Bien, pero yo te lo estoy diciendo —me quede boca abierta al escucharlo
¿Qué le pasaba?...siempre me ordenaba cosas, pero ahora se veía como ansioso.
—No iré –mi voz era segura y no pensaba salir de la cocina o por lo menos esa
era mi idea. Alex respiro audiblemente.
—Francesca —ella se volteó y asintió casi como una reverencia hacia él y luego
se fue de la cocina.
— ¿Qué…? –mire desconcertada el espectáculo, esto me estaba dando un mal
presentimiento.
—Ven –Alex tomo mi brazo y me llevo a salida de la cocina a arrastras y siguió el
recorrido por toda la sala.
— ¡Ey! ¿Qué te pasa? –me removí a su agarre, ya que estaba siendo brusco.
—Tu… —dijo ahora mirándome –tienes que dormir.
— ¡No quiero dormir!...ni siquiera tengo sueño ¿Qué te traes? –mi corazón latía
con fuerza ahora, me estaba asustando.
—Solo te quiero a ti…durmiendo, en un rato más —mi boca marco una “O” por la
sorpresa y de un movimiento bastante rápido me solté de su agarre, dándome cuenta
de todo.
— ¡Quieres esas prácticas! –di unos pasos hacia atrás, chocando con unos
muebles ¿Cómo siempre terminaba acorralada?
— ¿Quieres que se cumpla el trato? –No le respondí, siempre supe que las
ideas de un segundo a otro, nunca eran buenas — ¿Victoria, quieres?
—Yo…no sé –me mordí mi labio inferior abrumada por todo esto –no pensé que
fuera luego de treinta minutos.
—Bien, lo es, así que vamos.
— ¡No! –di otros pasos hacia atrás, aun chocando con un mueble. ¡Vamos! esto
me ponía nerviosa.
—Victoria –sus ojos se veían amenazadores –No me gusta que jueguen
conmigo –dio un paso hacia a mí.
—No estoy preparada…no hoy.
— ¿No hoy? –negué. Alex enarcó una ceja y me tomó del brazo, pero esta vez
fue más delicadamente — ¡Alex no! –trataba de moverme hacia atrás, pero él
comenzó a caminar y claramente él tenía más fuerza que yo, por lo que la única idea
fue botarme en el suelo.
—No puedo creer que estés haciendo esto –sus labios marcaron una sonrisa,
mientras yo lo miraba desde abajo. Estaba demasiado nerviosa.
—No estoy preparada para eso –mi voz hacía notar el pánico a lo que se podía
venir.
—Son solo practicas —Alex estaba mirándome preocupado –no te haré nada
malo…es sin dudas todo lo contrario —me quedé hipnotizada por lo que dijo.
Lentamente me fue levantando hasta que quede al frente de él — ¿Vamos?
— ¿No puede ser aquí? ¿Por qué en la habitación? –no sabía lo que estaba
diciendo, solo quería ganar tiempo.
—Porque ahí va pasar todo en un futuro ¿Por qué te comportas de esta manera?
habíamos quedado en un trato.
—No quiero… ¿eso no basta? –Él negó y me tomó de la cintura y después me
levantó — ¡Alex! ¡No! –me subió al hombro de un movimiento, mientras yo pataleaba y
golpeaba su espalda con mis manos.
—Creo que después de todo si te tengo que llevar como un animalito… —antes
de poder contestarle o poder otro golpe, estábamos ya entrando a la habitación.
—No, no quiero…Alex por favor…no lo hagas –el pánico comenzó a aumentar
aun mas. Se detuvo un segundo y luego me bajó.
—Está bien, tu ganas, solo por esta vez –me sorprendió su cambio de opinión,
pero busqué su mirada esperando algún rastro de enojo….no la había. Suspire
aliviada.
—Gracias.
—Pero aun así, no quiero que estés fuera de aquí, porque no tienes nada que
hacer, así que presiento que podríamos…conversar en la cama –fruncí el ceño, algo
estaba mal aquí.
— ¿Conversar? –dije confundida.
—A menos que quieras hacer otras cosas –su mirada me decía de inmediato a
lo que se refería. Negué y me apresuré en llegar al guardarropa y al baño. Me cambie
pensando en que podía preguntarle a Alex, mientras estábamos en la cama. Esto
sonaba tan sospechoso, incluso para él que era tan bruto y desagradable.
Salí de baño lista y mire a la ventana, donde siempre encontraba a Alex, pero
ahora no estaba, lo encontré cómodamente recostado en la cama. Las cortinas
estaban cerradas y la habitación solo estaba iluminada por las lámparas de las mesas
de noche. Alex se veía perfecto a esa luz tan tenue.
Avance a la cama desconfiada a todo esto y luego me recosté. Como siempre él
no llevaba nada para arriba y podía ver claramente lo perfecto que era su torso, nunca
había visto algo así.
— ¿Sucede algo? –su voz era indiferente, mientras me miraba de la misma
forma.
—No…nada –me recosté con cuidado y tome mi distancia de él –Bien ¿qué
quieres que conversemos?
—Infórmame de tu vida –su voz era clara y dura, como siempre era cuando daba
una orden.
—No creo que haya nada nuevo que nombrar –de un segundo a otro sentí ese
remordimiento contra él por haberme alejado de mi hogar y mi futuro –además de
quitarme mi futuro…no veo otra cosa que decirte.
—No hice tal cosa, te estoy dando un futuro mejor.
—No, no lo haces… —fruncí el ceño por notar que a él no le importaba nada de
lo que yo había perdido.
—Aun así te gusta estar a mi lado, no lo puedes negar –su mirada era fría,
parecía que si se había enojado por rehusarme a las practicas.
—Lo admito, pero aun así…yo iba a ir a la Universidad, tenía mi futuro planeado,
me quitaste la posibilidad de encontrar a alguien por cuenta propia…y librarme de
sentir algo por ti.
—Eso no me gusta, conmigo no te falta nada… —hablaba como si de verdad
creyera todo lo que decía.
—No es cierto, si me faltan cosas –él frunció el ceño.
— ¿Qué es lo que falta?....te he dado comida, techo, ropa y lujos que jamás
podrías haber costeado.
—Necesito mis cigarrillos –había estado de muerte en algunos momentos por no
tenerlos, pero tanto cambio de escenario y tanta adrenalina hizo que pasara por alto
mi única adicción.
—Esos no los volverás a ver…no me gustan, te hacen mal y te dejan mal sabor
en la boca…cosa que no permitiré –levantó los hombros.
— ¿Qué te importa mi salud si me vas a convertir?
—Si lo haces en mejores condiciones todo se percibe mejor –entrecerré los ojos.
De una u otra manera iba a tener mis cigarrillos antes que anocheciera de nuevo. Lo
que había dicho Alex me había dado una idea.
—Entonces… ¿eso quiere decir que no es solo convertir a alguien? –él negó.
—Si estas en mejores condiciones físicas, serás un mejor vampiro…
—Oh ya veo… ¿y qué pasa con el sol? –aun no era capaz de contestarme como
se debía todas mis dudas.
—No nos hace nada…solo nos cansa, eso es lo que nos permite poder dormir, lo
que es agradable para pasar el tiempo.
— ¿Entonces si no te expones puedes pasar días sin dormir? –Asintió –genial…
—no pude evitar emocionarme, era fanática de los vampiros y sus mitos.
—Creo que puedes usar esta oportunidad para tus dudas…si más informada
estas, bueno es menor el shock para cuando te conviertas.
— ¿Por qué me quieres convertir? –lancé de un momento a otro. Pude ver cómo
le incomodo la pregunta.
—Eso…bueno, porque te quiero tener —no lo dejé terminar, siempre hablaba de
lo mismo.
—Lo puedo entender, pero no indica que me quieras tener para siempre…John
solo utiliza a Francesca, tú podrías hacer lo mismo sin necesidad de convertirme.
— ¿Quieres que haga eso? –me miró enarcando una ceja. Negué de
inmediatamente.
—Solo digo…aun no me das una explicación como se debe —él se volteo a
verme y pude notar mejor su cuerpo. Suspiré sin poder evitarlo.
— ¿Sabes? has sacado ese tema por segunda vez, estoy comenzando a creer
que quieres sentir mis colmillos en tu cuello –me sonrió seductoramente,
inconscientemente me mordí el labio inferior. ¿Cómo se sentiría? Siempre leí que era
lo máximo, que con la mordida de un vampiro solo sientes dolor al principio y luego,
bueno, solo placer… —No habría problema si es que quieres una mordida —curvo su
sonrisa y fue como si estuviera hipnotizada –Es verdad…lo quieres.
—No —dije rápidamente.
—Oh…si, lo quieres, te adelanto que soy bueno, a las mujeres que he mordido,
lo sienten magnifico –eso no ayudaba a mi autocontrol.
—Nunca seria mordida de esa forma —él iba a decir algo, pero me adelante –A
propósito de eso ¿solo muerdes a mujeres? ¿Cualquier mujer en la calle? –él rodó los
ojos y asintió.
—No es tan así, busco algo… bueno, siempre —enarqué una ceja al ver su
confusión.
— ¿Y qué pasa si sientes hambre aquí en casa? –él frunció los labios.
—Eso no te lo diré –iba a decir algo, pero note que algo estaba extraño aquí.
—Estas más cerca que hace un minuto… —levanté la mirada para ver su
expresión, pero solo sentí su mano en mi pierna y haciendo con su fuerza delicada,
que me fuera recostando lentamente ¡¿Cómo había sido tan ingenua?! –No querías
conversar… —lo miré mientras mi corazón latía con fuerza. Realmente no quería
prácticas con Alex…no por miedo y cosas así, sino porque…bueno, quería aprender a
tener autocontrol de mis acciones –Alex…no —mi voz apenas salió, mientras que él
seguía acercándome, sin ningún problema, su sonrisa reflejaba lo manipulador que
era.
— ¿No qué? — ¡Dios!...su voz.
—No quiero, aléjate… —no podía sacarle los ojos de encima, se veía tan
seductor.
— ¿Y porque no me alejas? –se fue posicionando lentamente sobre mí.
—Yo…yo…Dios…como te odio –susurré.
—Lo sé —respondió con un susurro, mientras sus manos subían por la cama
ahora alcanzando las mías e inmovilizándolas.
— ¿Por qué no dejas…moverme y poder tocarte? –mi respiración era fatal y más
si podía sentir como Alex pasaba su nariz por mi cuello.
—Porque ese es un privilegio que te costará ganar –su voz era ronca y seria,
como siempre.
—Alex —mi pecho subía y bajaba rápidamente –no hagas esto, es tortu…
—Tortura, si, me gusta eso –luego de eso sentí como los dientes de Alex
mordían un poco mi cuello, pero solo superficialmente. No pude decir palabra alguna a
lo que sentí ahí, pude apreciar sus colmillos en mi piel de una forma que jamás
imaginé, no importaba cuántos libros hubiera leído, nada, pero nada se parecía a lo
que sentía ahora.
—Vas a matarme —lo único que pude decir. Él sonrió contra mi piel.
—Aun no, pero pronto… —subió lentamente hacia encontrar mis rostro y sus
labios formaban una sexy sonrisa — ¿Y me dijiste que no querías esto? te puedo leer
por completo Vittoria —al decir eso solo se fue acercando a mis labios.
—Alex, me estas distrayendo —sonreí al notar donde comenzó todo esto, una
parte muy lejana en mi cerebro seguía pensando en el porqué su deseo de
convertirme y porque no me daba un buen argumento.
—Así es…cuando yo lo desee hablaré, así que no tientes tu suerte Vittoria –
paso suave y lento sus labios por mi mejilla hasta que luego de unos segundos pude
sentir sus fríos labios contra los míos. Cerré mis ojos y solo me deje llevar, era lo único
que podía hacer. Apenas rozaba su boca, apenas podía sentirlo y eso no me
agradaba, levanté mi cabeza para encontrarlo, pero el solo se alejó un poco ¡estaba
volviéndome loca!
— ¡No juegues! –fruncí el ceño, pero él solo me quedo mirando.
—Puedo jugar contigo cuanto se me dé la gana –eso me hizo enojar, una cosa
era ver lo sexy que se comportaba, pero otra cosa era escuchar cómo se ponía
arrogante.
— ¡Suéltame! –Él me miro confundido –Alex…no me gusta que… —y lo hizo de
nuevo, me hizo callar, pero con sus labios. Creo que había encontrado la forma de
manipularlo, punto para mí –Alex —dije contra sus labios.
—Shhh… —luego la presión aumentó y no me importó. Alex llevó mis manos
arriba de mi cabeza, mientras seguía jugando en mi boca, podía sentir su fría lengua
uniéndose a la mía, mientras que mi cuerpo iba moviéndose lentamente, junto al ritmo
del beso, era demasiado lento y eso me estaba volviendo loca. El agarre en mis
manos solo paso a una de las suyas y automáticamente la otra comenzó a recorrer mi
cadera y la empujo levemente hacia él, lo que hizo que saliera un gemido de mi
garganta –Mmm… te gusto eso ¿no? –No pude responder, me encantaba cuando
hacía “Mmm” salía tan profundo de su pecho, que me causaba escalofríos –Quiero
que respondas –buscó bruscamente mi mirada, sentí como mis mejillas se sonrojaban.
—Alex… —eso fue como un quejido, quería seguir sintiendo sus labios, pero no
me gustaba como salía mi voz, estaba expuesta completamente.
—Responde…quiero que digas que soy el primero que te hace sentir así —
¡claro que era el único! ¡Diablos!... ¿quién mas podía tener colmillos que me volviera
loca?
Me removí bajo su cuerpo, lo que hizo que saliera un gruñido de su parte. Eso
hizo que mi pecho se inflara de orgullo.
—No me tientes –dijo mirándome fijo, pero yo no respondía nada –A menos que
esto sea más que una simple practica –se acercó a mi oído izquierdo y paso
lentamente sus labios por el lóbulo de mi oreja —¿es eso lo que quieres? –su aliento
frío contra mi oído hizo que me dieran escalofríos. No quería que esto terminara.
—Quiero mis manos libres…. –volvió a acercase a mis labios y volvió a besarme,
pero ahora estaba más ansioso. Note como su mano ahora iba subiendo mientras
pasaba por mi cintura, pasando por arriba de la tela, su mano era tan grande, me
encantaba como se sentía contra mi cuerpo. No sabía qué hacer para poder tocarlo,
no tenía mis manos libres, pero luego de unos segundos….pude notar que tenía mis
piernas libres. Lentamente mi pierna derecha se fue alejando de donde estaba y la fui
flexionando, quedando al lado de la cadera de Alex, sentí como sonrió ante mi
movimiento –mis…manos…por favor…Alex –dije apenas entre besos.
—No puedo…me… –me quedo mirando solo una fracción de segundo y no
siguió hablando, volvió a besarme, pero ahora había un poco de descontrol, ya que
sus besos eran con más fuerza, solo hacía que me desesperara por querer moverme.
— ¡Alex! –Dije con voz alta, él se separó de golpe mirándome con el ceño
fruncido –mis brazos duelen –era cierto, tener las manos así era verdaderamente
agotador.
—Oh… —soltó su agarre y lo mire sonriendo –creo que la práctica se acabó.
— ¡¿Qué?! –lo miré sorprendida, por fin había obtenido lo que quería y ahora no
podía tocarlo.
—Sí, corres peligro con…tus manos libres –paso suavemente su dedo índice por
mi mentón y me guiño un ojo, para luego separarse de mí.
—Alex… —lo mire frunciendo el ceño y mis labios formaron un puchero.
—No me mires de esa forma y en esa posición… —ahí me di cuenta de cómo
estaba. Mi pierna seguía flexionada, mi pijama estaba levantado y tenía mi cabello
completamente desordenado.
—Yo solo quería tocarte —me moví rápidamente y me arrodille arreglando mi
cabello.
—No…ya te lo dije y…—me quedo mirando sin decir nada –recuéstate pronto –
él lo hizo a la velocidad de la luz –Eres una hipócrita Victoria –dijo mientras yo me
metía bajo las sabanas. Lo mire esperando más de su comentario –Se que querías
más y eso que antes te negabas.
—Eso lo decía por mí, necesito autocontrol –me quedé muda luego de eso
¿Cómo diablos se lo dije? –bueno….yo…
—Ahora veo –su sonrisa era burlona –bien, de todas formas, es hora que
descanses, además mañana llegarán visitas, pronto es año nuevo –me tapé con las
sabanas y sentí nostalgia al escuchar que pronto se acabaría el año 2010. Sin dudas
extrañaría a mis padres –ven –su mano fue a mi otro extremo de la cintura y me atrajo
a él de golpe.
— ¿Qué haces?
—Soy hombre de palabra y cumplo con mi parte del trato –quede muy cerca de
él mientras sus labios se unieron a los míos en un corto beso, eso me sorprendió –
buenas noches… —aproveché que lo tenía cerca y mis manos se fueron a su torso
¡como deseaba tocarlo hace unos segundos! Pasé mis dedos lentamente por ahí, pero
Alex se removió nervioso –Victoria…hora de dormir, no de tentarme para que luego
saque mi nombre de tus labios con gemidos –lo miré con la boca abierta a lo que
había dicho. Le di un golpe en su estúpido torso y me trate de separar de él, pero su
agarre me superaba. Rendida, lo cual fue muy fácil, me quedé a su lado y me dormí.
CAPÍTULO 8
Mis ojos se fueron abriendo poco a poco mientras bostezaba. Pude notar que
ya estaba de día, un hermoso día para ser específicos. Me volteé para ver si estaba
acompañada, pero no, la cama estaba vacía. Creo que esto de que “Alex sacara su
otro yo de noche” no estaba funcionando si no tenía idea como era porque estaba
dormida, era bastante injusto, aunque anoche…lo pase bastante bien, tenía que ser
honesta. Como estúpida marqué una sonrisa al recordarlo.
Me levante y mire la hora en el teléfono que me había regalado Alex, era más
de medio día, cosa que me sorprendió, sabiendo que no me había dormido tarde
anoche y también porque aun mi cabeza me hacia estar concentrada respecto a cómo
me estaba tomando todo y eso se estaba haciendo demasiado…fácil.
Fui al baño tratando de no pensar en lo que pasaba, porque no podía hacer
nada para cambiarlo, Alex tenía razón en eso, no había forma de obtener mi libertad
de nuevo y analizando a como estaban yendo las cosas…no era tan malo como
realmente debería ser, sacando la parte de que un vampiro me quería convertir y no
me daba una buena explicación del porque quería hacerlo.
— ¿Victoria? –me quede quieta bajo la ducha al escuchar la voz de Ezequiel.
— ¡¿Qué haces aquí?! –me empine un poco para verle la cara, la ducha tenía
ese vidrio que evitaba que se notara más de lo debido, pero era solo una parte, si me
empinaba un poco podía ver claramente el baño y ahí estaba Ezequiel con su traje de
siempre, mirando impaciente —¡¿no ves que me estoy duchando?! –sí, quizás para
los ojos de un humano el vidrio cumplía su función de cubrir todo, pero no tenía la
menor idea si un vampiro podía traspasar esa protección.
—Tranquila… —ahora se veía sonriente, como si todo esto le causara gracia –
no es como si me fuera a convertir a heterosexual solo por verte –entrecerré los ojos,
pero tenía razón. Gracias al cielo que Ezequiel y Javier eran gay, me daba cierta
confianza que no podría tener si hubieran otros guardias –Solo vine a ver si estabas
bien, porque es tarde…raro en ti levantarte a esta hora y además porque el Sr.
Lenardis preguntó por tu estado y se sorprendió que durmieras aun y quiso que
verificaba que estuvieras aquí.
— ¿Y que no escape de su mansión/cárcel traspasando a todos sus guardias y
luego haber llegado mágicamente a mi casa? –ladeé un poco la cabeza, esperando su
respuesta. Era imposible escaparse de aquí, no a menos que fuera fuerte y
rápida…muy rápida.
—No me trates como estúpido, solo cumplo órdenes, así que aquí estoy… —no
le respondí nada, no había nada más que hablar, pero él se quedo ahí, mirando,
esperando.
— ¿Qué sucede? –mi expresión se volvió a confusión y más cuando paso la idea
de que el vidrio no me estaba cubriendo como quería. Mis mejillas me delataban.
—Solo que… ¿ya sabes lo que vas a vestir hoy? –sus ojos tenían cierto brillo.
Ezequiel al haber arreglado mi guardarropa presentía que quizás, podía jugar a las
muñecas conmigo. Quede unos segundos en silencio, barajando la idea de darle en el
gusto.
—No ¿podrías buscar algo para mí? ¿Por favor?...además no sé cuando
lleguen, bueno Alex dijo algo relacionado con unas visitas –los ojos de Ezequiel, si es
que era posible, brillaron más –y no sé si debo ponerme lo mismo o algo más formal
¿estaré presente? –ahora llegaba esa duda, ¿Alex dejaría que alguien supiera que me
tenia?...quizás estaba prohibido tener humanos secuestrados. Deseché esa idea en un
segundo, los vampiros se alimentaban de humanos, dudo que tengan reglas que nos
resguarden.
—Bueno…creo que por ahora te puedo ayudar y luego con Javier podemos
elegir algo para ti, porque si, tú estarás presente –lucia un poco preocupado al decir lo
último, pero aun así sus ojos brillaban de la emoción.
—Bien…entonces ¿me puedes elegir algo de ropa?
—Excelente, porque ayer estabas desastrosa –salió rápidamente del baño y me
preocupe de bañarme, no sé que me pasaba pero esta vez me quede más de media
hora bajo el agua. Salí con el cabello seco y cubriendo mi cuerpo con una toalla blanca
al ver que no estaba la ropa en el baño, quizás Ezequiel tenía algo más importante
que hacer, pero al llegar al guardarropa pude notar que no tenía nada que hacer
porque estaba todavía eligiendo mi atuendo.
— ¿Todavía estas en esto? –lo mire sorprendida.
— ¿Ya saliste? ¿Es que tú no te sabes bañar? –Me miro aparentemente enojado
–bien, solo que no encuentro una camiseta, era linda, con unos estampados de líneas
negras a un lado.
—Oh eso…bueno, lo ocupé ayer ¡lo iré a buscar! –me voltee para salir.
— ¡No! –me quede estática y volví a girar para verlo –jamás ocupas dos veces
seguida un atuendo, tú no te darás cuenta, pero tu ropa…cada vez se repone por
nueva, no puedo creer que hayas arruinado esa hermosa camiseta ayer, ese suéter
sin dudas no iba con aquello.
—Creo que te estás tomando esto a pecho ¿Qué cada vez hay ropa
nueva?...ese es un gasto inútil, se lo diré a Alex –su boca se entreabrió a la sorpresa
de lo que dije.
— ¡Claro que no lo harás!....además de estar de guardia, yo me encargo de
eso…y es mi única entretención luego de estar en la casa.
—Pero…
— ¡No hay pero! —se giró a un estante –ahora… —se empino y saco otra
camiseta, pero esta era más como una blusa, color azul con tiras, la caída era más
suelta –bien, no elegí nada raro, solo quería esa camiseta de ayer –paso una brisa de
tristeza por sus ojos pero luego miro la blusa y era muy linda –bien, toma –me sonrió y
quedo esperando.
— ¿Por qué no sales? –enarqué una ceja al ver que no se movía dándome algo
de privacidad. Ezequiel solo rodó los ojos y salió en un segundo de ahí, fue
verdaderamente un segundo. Me quede nerviosa, no me acostumbraba a eso de que
ellos fueran súper rápidos y fuertes.
Me cambie con rapidez y me miré al espejo, era normal y cómodo, me gustaba.
Salí para que uno de mis guardias favoritos vea su creación, pero como se estaba
haciendo costumbre, no estaba, había otro vampiro apoyando su espalda en una
esquina de la cama.
—Buenas…tardes –dije dudando por la hora que era.
—Hola…eso te queda bien, me alegra que hayas despertado –Alex se veía
increíble, nunca me acostumbraría a verlo. Andaba bastante informal, con unas
bermudas negras y una camiseta muy apretada a su cuerpo del mismo color.
—De verdad te gusta el negro, debí suponerlo –siempre llevaba algo negro, le
quedaba sin duda alguna, además de darle un toque misterioso. Alex rodó los ojos, de
seguro mi comentario era en contra de lo que los vampiros eran, como siempre él era
el experto.
—Hoy estaré poco en casa –lo miré un poco desconfiada, quizás que iba a ser
afuera –tengo que hacer ciertos preparativos para nuestras peculiares visitas, así que
solo te informo para que no te metas donde no debes esta vez, no puedo estar
siempre a tu lado controlándote –levanté ambos hombros, quitándole importancia,
pero inevitablemente recordé cuando encontré esos diarios y me puse furiosa,
probablemente debí leer más, pero no me gustaba ver que Alex solo se comporta de
esta manera por elección propia.
Se dirigió a la puerta, sin siquiera decir un adiós, pero mis esperanzas no se
fueron cuando se volteo a verme.
—Estaré yendo y viniendo…así que de todas maneras sabré que andas
haciendo…no hagas nada que me haga enojar –no le dije nada y salió. La relación de
odio y “otra cosa” con Alex era tan rara, porque de noche era como si me pudiera
controlar a su manera y yo aceptaba, pero en el día volvía ese resentimiento por
quitarme lo que era mío.
Arreglé la cama, para así no darle trabajo a Francesca y luego bajé a donde
ella, sin antes saludar a Javier. Ezequiel estaba ahí y dijo que Alex lo había corrido de
la habitación que por eso no estaba cuando salí vestida, pero que luego en la tarde
volveríamos a probar otras cosas, para que me viera algo “decente” para la noche.
No tenía la menor idea de quien venía, pero se estaba haciendo bastante trabajo
para que Alex tuviera que estar preparando todo para sus invitados. Realmente no
tenía ni un poco de curiosidad por estar entre vampiros y creo que en estos días
llegaban más y más a mi vida, eso será como estar caminando descalzas en una
habitación llena de trampas para ratones.
Llegué a la cocina y pude notar que estaba vacía, espere unos minutos, pero
Francesca no apareció, quizás era su día libre o estaba ocupada con todos los
arreglos para los famosos invitados. Fui a la nevera y me encargué de comer lo que yo
quería, ningún plato raro de Italia que me hacia querer comer más, pero si un rico plato
de frutas, el cuales devoré, las extrañabas.
Me tomé mi tiempo en comer para ver si llegaba Francesca, pero eso no ocurrió
y me comencé a preocupar por ella, quizás John, el vil guardia que no conocía pero
odiaba por estar usándola para beber su sangre no había tenido cuidado con ella o
quizás Alex la corrió de la casa, no tenía idea que podía ser, pero me preocupé. Me
apresuré en llegar a la puerta principal donde estaba Javier y Ezequiel.
—Tengo una duda –dije al abrir la puerta de sorpresa, de seguro ya me sentían
venir — ¿Dónde está Francesca?
— ¿La humana de la cocina? –Javier habló con cierto tono extraño. Asentí –De
seguro salió con el Sr. Lenardis ha hacer las compras…para tu alimentación –tuve un
momento de sorpresa ¿Alex iba por mi comida igual?
—No —intervino Ezequiel rodando los ojos –estamos a jueves, eso indica que
fue sola, además el Sr. Lenardis está ocupado con cosas más importantes ¿Por qué
preguntas, Victoria? ¿Quieres algo en especial? –una sonrisa se marcó en mis labios y
asentí.
—Ella tiene celular –afirme, sin titubear.
—Sí, pero no debemos dártelo –miré a Javier frunciendo el ceño.
—Es completamente valido que me lo den, ella no hará nada para ayudarme a
escapar, pero si me ayudara para relajarme aquí, necesito chocolate…de cierta marca.
—Oh…bueno, no creo que haya problema en eso —Ezequiel rodó los ojos al
escuchar a Javier, pero no dijo nada. Javier saco un celular que se veía incluso más
complicado que el mío y luego me dio calmadamente el número. Si mi cabeza
funcionaba bien, estaba segura que Alex no había bloqueado el numero de Francesca,
era ridículo hacerlo, ella solo me ayudaría a sentirme más cómoda en casa, no ha
escapar.
Me fui al tercer piso, así no me arriesgaba a que nadie me escuchara y marqué
el numero, solo pasaron dos tonos para que ella contestara.
— ¿Ciao? –sonreí a su tono, me encantaba.
—Francesca…soy Victoria.
— ¡Srta. Victoria! –su tono era alegre, eso me agrado, ella me hablaba como si
se preocupara de mí.
—Necesito un favor Francesca –al decir eso hubo un silencio, no sé si era
porque no me había entendido o pensaba que el favor era algo que le costaría su
trabajo…o su vida –cigarrillos ¿puedes traerme?
— ¡Cigarrillos!... ¡sí! –casi comencé a saltar ahí mismo, esto se había dado más
fácil de lo que había pensado.
—Por favor ¿podrías comprarme?
— ¡Claro Srta. Victoria! –suspiré aliviada.
—Bien, nos vemos, adiós Francesca.
— ¡Ciao!
La llamada se cortó y por fin mi maldito nombre me traía algo de suerte, esta
batalla la estaba ganando y me iba a relajar solo en unos momentos más cuando
Francesca llegara, pero por mientras, no tenía nada que hacer.
Baje las escaleras yendo a no sé donde, Alex me pudo haber llevado a donde
fuera, me aburría tanto aquí, no tenía nada que hacer, además ni siquiera tenía una
laptop para poder comunicarme con el mundo exterior o solo para ver algo entretenido,
aunque no tenia porque necesitarlo, aquí estaba todo, libros, música, películas,
televisión, todo lo que Internet me daba, pero yo quería conversar con alguien, no
tenía problemas en hacerlo con Javier, Ezequiel y un poco con Francesca, pero aun
así, extrañaba a Ana, mis padres, incluso a Laura y Mariana, pero no podía hacer
nada para verlos o escucharlos.
Con un suspiro decidí que mejor sacaba esos pensamientos de mi cabeza y
mejor me iba a la biblioteca, quizás había algo entretenido que leer ahí, ni siquiera
notaria los cuadernos de Alex, eso me haría pasar un mal rato.
Entré sin problemas, tuve la idea que quizás Alex podía tener esa parte con
llave, pero no, lo que si me sorprendió fue que toda la sección de “Yo” había
desaparecido por completo, estaba el estante de madera vació. Saqué un libro
cualquiera de “Estupideces” y me senté en un sofá. Comencé a leer, pero mi cabeza
inició a traer ideas que no quería. ¿Por qué Alex no deseaba que supiera nada? Y
ahora los cuadernos habían sido escondidos en Dios sabe dónde, aunque no me
interesaba leerlos.
Estuve horas leyendo, eso me entretuvo bastante, pero realmente estos libros
se estaba convirtiendo en estupideces, ahora que sabía que los vampiros hacia esto y
no lo otro, me quitaban toda ilusión que había tenido, además siempre los estúpidos
personajes se enamoraban de la humana, eso tampoco era posible, Alex sería incapaz
de amar a quien fuera, incluso a esas mujeres de los cuadernos, estoy segura que las
tenia de muñecas, como me estaba tocando vivir a mí. Rodeé los ojos porque no
podía dejar en paz esas historias y guardé el libro cuando ya iba a más de la mitad.
Iba en dirección a la puerta cuando esta se abrió antes y apareció un completo
desconocido, que claramente no era humano.
Era alto, con el cabello hasta un poco más debajo de los hombros, color castaño,
su piel era muy blanca al igual que Alex, era alto y se veía de una contextura
musculosa.
— ¿Quién eres? –mi corazón sin poder controlarlo se asustó y comenzó a latir
más fuerte.
—Estaba verificando donde se encontraba Srta. Victoria –su tono era extranjero,
pero no como Ezequiel o como Alex, pero era más conocido que los de ellos. Luego
de un segundo noté que el tenia la misma vestimenta de mis dos vampiros favoritos
—Eres parte de los guardias de Alex.
—Del Sr. Lenardis, si –me miro feo, eso no me agrado, lo hizo cuando nombre a
Alex por su nombre.
— ¿Y puedo saber cómo te llamas? –no me gustaba ni un poquito, pero por lo
menos quería identificarlo. En estos dos últimos días, había pensado que Alex mentía
con que tenia a vampiros que “cuidaban” de mí, pero por lo visto, era verdad. Aunque
no serbia de nada que fuera mentira, no me ayudaba en nada, sabía que Javier o
Ezequiel no permitirían que me escapara, eran demasiado fieles a Alex.
—Mi nombre es John, con eso basta –bien, al escucharlo mi corazón comenzó a
latir más fuerte, pero no de miedo, sino de rabia.
— ¡Tu! –lo apunté, sin siquiera importarme que era un vampiro que podía
matarme en un pestañear de ojos — ¡tú eres el que juega con Francesca! –se vio que
lo tome por sorpresa, pero su rostro fue solo inexpresivo luego de otro segundo.
—Ese no es su problema Srta. –sentí la rabia en sus palabras.
— ¡Claro que lo es!...ella no es tu juguete ¡y dejaras de sacarle sangre e
ilusionarla sobre convertirla! –me fije a como tensaba su nariz y su mandíbula, me
miraba con ganas de matarme ahí mismo.
—Es solo una humana, además usted no tiene ningún mando sobre mí, yo
trabajo para el Sr. Lenardis y si a él se le ocurre traer a una humana de mascota como
a usted, no me entrometo como él tampoco lo hace sobre mi vida privada ¿escuchó
bien? –esto último lo dijo acercándose más a mí, haciendo que ahora el pánico reinara
mi cuerpo.
— ¡Aun así!... ¡es malo lo que haces! — ¿Cómo se me ocurrió decir eso?...no
tengo la menor idea.
—Le pregunte si ¿escuchó bien? –se estaba acercando peligrosamente a mí,
ahí no pude pronunciar palabra.
— ¡John! –escuché la voz firme de Ezequiel. Estuvo a mi lado en un segundo —
¿Qué haces dentro de la casa? –John se tranquilizó y miró a Ezequiel con desprecio.
—Esto verificando donde estaba la humana –su tono era como su rostro,
hablaba con asco de los humanos.
—Bueno, sabes que esa no es tu función y no harás más que hacer enojar al Sr.
Lenardis, uno, por entrar a la casa, sabes que no le agrada eso y segundo, por
hablarle así a la Srta. Victoria, pero si te vas ahora, no le diré nada al Sr. Lenardis –vi
a Ezequiel y él tenía una expresión amable.
—No me hables en ese tono, si no fuera porque ustedes hacen mal su trabajo el
Sr. Lenardis no habría tenido problema con las demás –me quede sorprendida con lo
que dijo, de nuevo había información sobre las otras chicas. Ezequiel se posiciono
ahora adelante mío, tapándome la vista.
—Estas solo hablando demás John –la voz de Ezequiel era muy tranquila, pero
algo me decía que estaba fingiendo –Tu solo llegaste hace dos años aquí, no tienes
idea de nada.
—Tengo lo necesario para ver quien hace mal su trabajo, y ese eres tú y tu
marica de compañero ¿crees que no me he dado cuenta?...los otros serán idiotas,
pero yo no –no podía creer como era de desagradable este John, hablar esas cosas al
frente de cualquiera. No era como si la relación de mis vampiros favoritos tuviera que
ser un secreto, pero Ezequiel y Javier así lo querían. Mi pobre Ezequiel se quedó sin
palabras, lo había agarrado con la guardia baja.
— ¿De dónde sacas eso? –salí de atrás de Ezequiel. John algo iba a decir, pero
me adelante — ¡No te atrevas a hablarle así como si lo conocieras! ¡No eres más que
un simple guardia escondido entre los jardines del patio trasero!... ¡por algo tienen a
Ezequiel y Javier en la puerta principal! ¡Es porque son mejores que tú!... ¡así que
mejor lárgate de aquí, no eres nada más que un simple vampiro con una mala actitud!
–sentí la mano de Ezequiel en mi hombro.
Sabía que su silencio había otorgado a la acusación de John, pero aun así, me
dio mucha rabia que lo tratara de humillar. John nos quedo mirando sin decir nada y
cuando pensé que estaba siendo mi día de suerte por ganar batallas, John me mostró
sus dientes, específicamente sus colmillos.
—Escóndete de estos humana –dijo refiriéndose a sus feroces colmillos –mira
que no creo que al Sr. Lenardis le importe perder a una simple y vulgar chica –di un
paso para decirle algo, pero note que ahora no estábamos solo los tres y pude ver la
cara de pánico de John al ver a…..Alex.
— ¿Qué haces aquí arriba John? –estaba afirmado en el marco de la puerta, con
sus brazos cruzados en su pecho y sus piernas también estaban cruzadas, se veía
bastante relajado, pero eso mismo lo hacía ver demasiado poderoso.
—Estaba verificando donde estaba su humana Sr. Lenardis, para que no tuviera
que pasar algún mal rato –una leve sonrisa se marco en los labios de Alex, pero supe
de inmediato que no era de agradecimiento, sino que estaba soportando no perder la
paciencia.
— ¿Cómo te has referido a ella John? –seguía en la misma posición, todos en
realidad. No corría ni una brisa, ni siquiera me había dado cuenta que yo misma había
dejado de respirar.
—Lo siento, es la Srta. Victoria –mi mirada iba como en los juegos de tenis, de
Alex a John y de John a Alex. Sentí los ánimos de decirle a Alex todo lo que dijo John
ahí mismo, pero sentí el apretón de Ezequiel que me indico que me quedara tranquila.
— ¿Y que ha sido lo último que has dicho? ¿Algo relacionado con que se
cuide?... creo que los años me están empezando a dejar sordo ¿no crees, Ezequiel?
–Alex solo miraba a John, era increíble verlo en su faceta de jefe, no me gustaría
trabajar para él, ahora veía porque todos lo trataban con tanto respeto.
—Fue mi error Sr. Lenardis, no volverá a pasar, solo que…ella me perturbo –me
dio una leve mirada y luego miro hacia abajo. ¡John maldito cobarde!
— ¿Qué te ha dicho? –Alex no me miro, lo que me relajo un poco, recién ahí
comencé a respirar de nuevo.
—Se entrometió en mi relación con Francesca –Oh Oh…aquí iba a estar en
problemas, Alex me había dicho que dejara ese tema en el pasado.
— ¿Es eso cierto Victoria? –me sorprendió que haya ocupado mi nombre con
ese tono, no me agrado, era como si le estuviera hablando a una más de sus
empleados.
—Así es…solo velo por la vida de una persona –está bien. Mi actitud de heroína
aun no se iba.
— ¿Por qué dices eso? –Alex tenía su mirada concentrada en mí, pero la
esquive, para así concentrarme.
—Porque Francesca es una humana y John –casi vomite su nombre de mis
labios –la esta drenando de a poco…eso va en contra de todo lo que se conoce –mire
a John enojada, aunque estaba segura que mi mirada no lo iba a matar.
—De cierta forma tienes razón –mire a Alex sorprendida al escucharlo –no por
esa estupidez que acabas de decir, pero si con que no está bien el tema sobre
Francesca, ella es mi empleada y la he visto más desanimada, lo más probable que
sea porque le estas sacando sangre a tu gusto John –su mirada nuevamente se volvió
a concentrar en John –así que creo que bastara con decirte que no lo hagas… —mi
corazón latió de felicidad –por un tiempo –y volví a caer en lo mismo, Alex no tenia
arreglo, a él no le importaba ni un poco las personas –ahora, te adelantare que no le
vuelvas hablar así a Victoria y menos amenazarla porque ella es mía, sabes que solo
tengo que dar un llamado para obtener una autorización –me giré un poco para ver a
Ezequiel ¿De qué diablos estaban hablando? ¡No entendía nada!
—Si Sr. Lenardis, no volverá a ocurrir –di un paso para decir todo sobre como
trato a Ezequiel, pero dos cosas pasaron, Ezequiel me retuvo…otra vez y Alex se
adelanto.
—Y por ultimo no vuelvas a entrar a la casa, sabes las reglas y recuerda que
esta humana, como la has nombrado tu –en menos de un segundo me sobresalte al
ver a Alex a mi lado –tiene razón, tú no eres más que un guardia del patio
trasero…recuerda eso –mire sonriendo a Ezequiel, que se mantuvo inexpresivo, pero
no importaba ¡Alex lo había defendido!...de una forma, muy, pero muy sutil –ni una
palabra de lo ocurrido aquí ¿esta entendido?
—Si Sr. Lenardis –John miraba solo a Alex, pero estoy segura que él me hubiera
matado ahí mismo.
—Puedes retirarte –en un segundo ya no estaba John –y tu igual Ezequiel –el
apoyo que tenia de mi nuevo amigo había desaparecido en menos de un segundo.
Alex luego dirigió su mirada a mi — ¿Qué pretendes? ¿Estar salvando el día con tu
ayuda a Francesca? –Estaba serio, creo que lo había molestado un poco –No es
regular para mi tener problemas con mis empleados y no lo haré ahora por tu culpa.
— ¡No fue mi culpa!... ¡el tipo trato mal a Ezequiel y eso me hizo enojar!
—Aun así, tú lo provocaste con ese temita de Francesca, te di la orden de que
olvidaras de eso y mira ahora… —esquive su mirada enojada.
—Como sea, no permitiré jamás que le hagan daño a alguien y menos olvidarlo
así como así.
— ¡Claro! ¡Lo olvidaba, si estoy hablando con la que iba a ser una excelente
doctora! ¡Ayudar a los demás y toda esa estupidez! –esto no era posible, no podía
creer lo que dijo. Lo mire y sentí como mis mejillas se ponían rojas de rabia.
—Me habrás quitado eso, pero no me harás cambiar como persona ¡no seguiré
tus estúpidas órdenes Alexander! –él sonrió curvando sus labios, esta vez no causo
ningún efecto en mi más que el querer borrársela con un golpe.
—Eso es por poco, luego serás bastante sumisa, ya verás… —rodé los ojos
enojada y le di la espalda. Él no me iba a dominar y no me iba a cambiar en ningún
sentido.
—Vete al infierno, espero que choque tu estúpido avión o lo que sea cuando
salgas de nuevo –me cruce de brazos, digna y segura a no ser rebajada por Alex, él
no tenía ningún derecho.
—Bien, que mal que elegiste eso, porque indica que quieres tu muerte –analicé
un segundo sus palabras y luego me voltee a verlo.
— ¿Qué quieres decir? –una sonrisa se marco en mis labios por arte de magia.
—Que no quiero seguir teniendo problemas con el resto de mis empleados, así
que vendrás conmigo, solo tengo que hace un viaje más y estará todo listo…vamos –
como si fuera posible, amplié aun mas mi sonrisa y mi corazón latió con más fuerza y
rapidez al escucharlo, no pude evitar saltar de alegría.
— ¡¿Dónde vamos?!
9
— ¡¿Dónde vamos?! –sabia que mis ojos tenían que estar brillando de la
emoción.
—Está claro que no te lo diré, te puedes ubicar geográficamente, sé que eres
bastante astuta, así que no me arriesgaré — ¿me importo su comentario? No, iba a
poder salir, Alex no me arruinaría esto.
Él comenzó a caminar y lo seguí en un segundo. No dijimos nada hasta que
salimos por la puerta principal, me llamó la atención la cara de preocupación tanto de
Javier como de Ezequiel, no me dijeron nada cuando me despedí, pero bueno, no
importo. Seguí caminando, hasta ir por el lado izquierdo de la casa y encontrarme con
una estupenda avioneta, donde estaba un…si, era un vampiro, lo que era conveniente
si es que te proponías viajar a cualquier hora, apoyado en ella.
—Hola… —le dije sonriente cuando nos acercamos. El piloto era mayor que
Alex, pero presentía que solo en apariencias. Si Alex fuera astuto, como sé que es, no
tendría a vampiros mayores que él, no correría ese riesgo.
—Buenas tardes Srta. Victoria, yo soy Raúl, un gusto conocerla, el Sr. Lenardis
habla mucho de usted –él me tendió la mano y la tomé confiada, mienta miraba a Alex,
su rostro expresaba que el comentario no le había agradado.
—A alguien tengo que contarle de cómo por arte de magia, ahora tengo dolores
de cabeza –Alex se subió a la avioneta sin decir nada más. Mire a aquel vampiro
mientras me soltaba de la mano.
— ¿Es eso posible? ¿Los dolores? –Raúl rió y negó. Me llamó la atención que
no le siguiera el juego a Alex, no le importó, de seguro era un vampiro de confianza,
como Ezequiel, deberían llevar años trabajando para Alex. Me subí a la avioneta, muy
emocionada, esta sería mi primera vez sobre una, no tenía idea a dónde íbamos, pero
no importaba.
Los primeros minutos del viaje estaban siendo en silencio, cosa que no me
importaba, estaba demasiado emocionada viendo como todo se veía en miniatura, ni
siquiera me importaba hacia dónde íbamos, solo que estaba afuera de esa mansión.
Amaba esos aparatitos que servían para escuchar al otro.
— ¿Nunca habías viajado en avioneta? –preguntó Alex a mi lado. No le dije
nada, solo negué –bueno, creo que soy el encargado de darte tu primera vez en
todo…eso me gusta –me gire a ver a Alex, para luego mirar a Raúl que solo iba
concentrado en manejar. Le di un golpe con la mano en la brazo, o eso trate de hacer,
me detuvo antes de poder hacerlo y me negó serio. ¡Qué desagradable era Alex! Pero
no iba a dejar que me arruinara esto.
— ¿Por qué no está Ezequiel y Javier aquí?....ellos te acompañan en los viajes.
—Porque iremos cerca y me puedo cuidar solo…aquí no haya nada peligroso –
rodeé los ojos.
—Eres bastante arrogante, no sabes que te puedes encontrar a la vuelta de la
esquina –o al a vuelta de tu puerta en tu misma casa como me paso a mí.
—De todas formas te tengo a ti –lo miré curiosa, no entendía a que se refería –si
aparece alguien peligroso te entrego, fácil.
—Eres un asqueroso y cobarde ahora, estas solo ampliando tu lista de adjetivos
negativos –me volteé a ver hacia afuera, pero escuché una risa desconocida y noté
que era Raúl quien se reía, parecía que había pasado una eternidad que no
escuchaba a alguien reír, de esa forma, porque había escuchado a Alex, pero eso…no
era lo mismo — ¿Qué sucede? –le pregunté, pude notar que Alex estaba tenso.
—Jamás la entregaría Srta. Victoria…Alex miente –me llamo la atención a como
lo llamo.
—Cállate viejo loco –en eso Raúl miró hacia tras serio y movió una palanca
haciendo que la avioneta se moviera de un lado a otro, muy rápido. En menos de un
segundo estaba tomada del brazo de Alex, quien me miro extraño –no te preocupes,
este viejo cree que soy su hijo, daría su vida antes que me pasara algo –mire a Raúl y
sonreí, se veía que Alex si podía tener una relación linda con alguien.
—Es verdad…pero siempre hay excepciones.
Me quedé al lado de Alex, no me importó que dijera que era una cobarde por no
soltar su brazo, pero no me iba arriesgar a que de nuevo se moviera la avioneta y no
tuviera de que apoyarme.
Llegamos a una ciudad de la cual no conocía, buscaba en todos lados donde
podía haber un nombre, pero no había nada. Estábamos en el aeropuerto, que era
privado y por lo que noté, era solo de Alex. Había una chica que lo quedo mirando
babosa, indicándole cosas que no tome atención. Salimos de ahí y un auto negro
estaba esperando. Raúl quedo atrás y vi que ahora había un chofer en el auto.
—No trates de mirar el nombre de la ciudad porque mande a sacar todos los
nombres –me quedo boca abierta mirándolo.
—Tú no puedes hacer eso, es imposible, no te permitirían hacerlo –el solo sonrió
e hizo un movimiento con su hombro que daba a entender que para él todo era
posible.
—Contactos…solo eso te diré –lo mire sorprendida. Estaba sentada al lado de
un vampiro que me secuestró y que más encima era un gánster. Miré hacia afuera y
mi cerebro hizo un clic, advirtiendo una nueva idea.
— ¿Entonces tenias planeado traerme?...eso de los anuncios debió tomar
tiempo –él me miró y no dijo nada, y para su maldita suerte yo tampoco pude decir
nada, porque su celular comenzó a sonar y contestó con bastante rapidez. Su
expresión cambio de inmediato a escuchar la voz del otro lado, esos cambios de
personalidad nunca le pasaban conmigo, siempre con otros. Ahora estaba contento.
—Sí, yo igual estoy feliz que vengas a casa, te estaré esperando, sabes eso –
sonrió al escuchar algo que le decían –No, eso es privado, no te lo diré –se veía entre
una especie de coqueto y de niño hablando Dios solo sabe con quién –bien, siempre
sabes lo que pienso, nos vemos entonces, que viajes bien –cortó y una sonrisa
bastante linda se le marcó en los labios. Lo miré y luego esquivé su mirada, no quería
saber con quien hablaba ¡no quería!...bien, quizás solo un poco.
— ¿Quién era? –me aventuré a preguntar, Alex me miró y su sonrisa se borró.
—Claramente alguien que no te debería interesar Victoria, entretente con el
paisaje –no le respondí nada, como dije antes, Alex no me iba arruinar esto. No le
daría importancia a quien fuera la persona que podía leer su mente, aunque con esa
sonrisa, podía deducir que era una mujer.
El chofer, que por lo que vi era humano, estacionó en el centro de la ciudad
“Desconocida” y me encantó. Haber estado sin contacto con los de más trajo sus
consecuencias ahora, extrañaba la gente, los autos, los negocios, extrañaba estar en
una vida normal. Me arrepentía de no haber salido tanto antes, ahora no podía al estar
encerrada.
—Ven conmigo –Alex salió del auto, mientras que el chofer abría mi puerta. Ahí
note que era humano. Me quede un segundo mirando todo, podía empujar al humano
y salir corriendo, Alex no me atraparía porque no podía correr como vampiro entre las
personas. Mi corazón latió extrañamente, mientras no descubría que elección tomar.
—Ni lo pienses –sentí como Alex entrelazaba su mano a la mía, lo que hizo que
mi corazón latiera demasiado fuerte –ahora aparenta que estas con tu novio… —
“aparenta” eso lo dijo muy serio, haciéndome ver qué era lo que sucedía. Debía tener
claro que Alex era mi secuestrador, nada más ¿Por qué no podía meter eso en mi
cabeza?
El chofer cerró a puerta y entró al auto. Me pregunto qué pensaría al escuchar lo
que dijo Alex. Acomodé mi mano en la de Alex y comenzamos a caminar a una tienda
de antigüedades, no sé que podíamos comprar aquí, pero no me sorprendía, no es
como si fuéramos a ir a un supermercado a comprar cosas para comer.
— ¡Carlos! –se dirigió a un hombre mayor que estaba detrás de un mostrador. La
tienda le hacía honor a lo que era, podía sentir el polvo en todos lados, todo era
demasiado…antiguo.
—Sr. Alex –se saludaron de la mano, pero Alex no me soltó en ningún momento,
su agarre era firme –señorita –dijo mirándome, solo le sonreí y mire a otro lado. No
era experta saludando a extraños.
—Bien…necesito los candelabros que te pedí hace unas semanas –me
preguntaba si él tenía planeado en ese entonces tener a alguien secuestrado.
Comencé a observar la tienda, mientras Carlos iba por según yo, los candelabros –
¿estás nerviosa que no saludas? –miré a Alex y me llamó la atención.
—No se me da tan fácil ser tan extrovertida como a ti, que tiene tantos conocidos
y puedes cambiar de ser un idiota a ser simpático con los demás –iba a decir algo,
pero para mi suerte llego Carlos con un pequeño baúl negro.
—Aquí están –los dejo arriba del mostrador, Alex miro mi mano y me soltó
precavido para luego mirar el interior del baúl. Creo que su agarre a mi mano no se
diferenciaba mucho a unas esposas. Observo lo que había adentro un poco y luego
sonrió satisfecho.
—Son exacto lo que necesito…—tomo el baúl, lo que me indico que estaba libre
de su agarre por unos segundos –un gusto hacer negocios contigo Carlos, nos
veremos pronto –le sonreí de nuevo al vendedor y me apresuré en salir, Alex iba a mi
lado, sin darme un poco de ventaja.
—No se te ocurra hacer una tontería cuando salgamos –asentí de mala gana
rodando los ojos mientras nuevamente estábamos en el exterior. Alex metió el baúl en
la parte de atrás de automóvil y luego me quedo mirando, sin decir nada unos segundo
–Entiendo…que quizás quieras hacer algo en particular ya que estas afuera.
— ¿Estás hablando en serio? –él asintió con indiferencia. Lo pensé un poco,
mientras mi corazón latía con fuerza, pero no se me ocurría nada. Alex se apoyó en el
automóvil esperando, se veía divino y pude notar que no era la única que pensaba lo
mismo, porque un grupo de chicas que pasaron por al lado de nosotros reían
coquetamente mientras lo miraban. Las quede mirando feo.
— ¿Por qué esa mirada? –su voz estaba con ese tono que demostraba que le
hacía gracia mi actitud.
—Por nada…necesito que me compres algo –estaba segura de su respuesta,
pero no perdía nada, me tenía que asegurar.
—No te comprare cigarrillos, eso dalo por hecho, prefiero que compremos los
parches de nicotina a tener que sentirte con ese desagradable olor a cigarros.
—Eso es injusto, yo te acepto…tal como eres –sin nada que reprocharle, a parte
de su actitud, no podía decir que tenía un mal hábito —Quiero ir a un parque entonces
–si, hasta a mi me sorprendió lo que dije. Alex se veía sorprendido –quiero ir y
sentarme, mientras cómo un helado.
—Está bien –abrió la puerta del auto y entré de inmediato.
No nos demoramos nada en llegar a uno y nos bajamos. Alex me ofreció su
mano y la tomé, claramente no era una opción. Compramos el helado de crema con
chocolate y nos dirigimos a una de las bancas del parque. No había mucha gente,
incluso para ser verano y siendo una hora libre para todos.
— ¿Qué piensas? –la voz de Alex me distrajo, me miraba curioso, el agarre a mi
mano seguía entre nosotros.
—Que hay muy pocas perso… —me quede hasta ahí, al notar que detrás de
Alex, venia una chica tomada de la mano de un chico, su novio, a ella la conocía, alta
de cabello negro, de tez trigueña, con ojos verdes; era Camila con su novio para ser
específicos, ella había sido mi compañera cuando éramos pequeñas en el colegio,
pero se había ido antes de terminar con nosotros los estudios. No tenía la menor idea
a donde se había mudado.
— ¿Qué sucede? –Alex se volteó y miro hacia donde venia Camila, pero antes
de poder decirle quien era él se acercó a mí y me besó.
El agarre a mi mano seguía ahí, pero con su otra mano hizo que mi rostro se
girara más hacia él, mientras sus labios se movían suavemente contra los míos, no me
tomo nada responder, no había sentido sus besos desde hace mucho tiempo. Mi mano
dejo caer mi helado para ir a tocar su rostro, pero no pude disfrutar de aquello por
mucho, porque él se alejo de mí.
— ¿Qué fue eso? –estaba aun abrumada y me tuve que concentrar bastante
para poder decir tres palabras. Alex quedo mirando hacia otro lado, viendo como
Camila se alejaba. Ahí entendí todo.
—Mejor nos vamos…además has arrojado tu helado –se veía algo extraño.
—Pero… —no me dio tiempo de decir nada, ya que se puso de pie y
comenzamos a caminar hacia el auto – ¡no tan rápido! –me resistí a caminar un poco y
Alex bajo la velocidad a su caminata.
—No pensé que aquí tendrías conocidos…creo que otra salida está fuera de
planes –suspire triste, esto después de todo había sido lindo.
—Me besaste para que no me vieran –concluí mirándolo, esperando una
respuesta.
—Claro ¿Qué pensabas? ¿Que había salido de mi muerto corazón para tener
una escena romántica?
—Obviamente para ti eso es imposible…no conoces la palabra amor –me miro
con una expresión nuevamente desconocida para mí y no dijo nada, supongo que no
tenía que, esta vez había ganado.
Subimos al auto y nadie dijo nada, incluso cuando llegamos al aeropuerto.
Subimos a la avioneta y ninguno de los dos habló cuando Raúl preguntó cómo había
estado nuestra “cita” claramente siendo irónico. El viaje de regreso no fue mejor, ni
una sola palabra de parte de nadie, ni siquiera me fije en el paisaje, fui mirando hacia
al frente, pensando en cómo tuve la oportunidad de escapar y no la había
aprovechado, eso solo hacía que mi mente se confundiera aun más.
Bajamos y Alex no me esposó a su mano, me dejo libre mientras se encargaba
del famoso baúl con los malditos candelabros. Me dirigí a la puerta principal y Ezequiel
con Javier se alegraron de verme de vuelta.
—Regresaste… —la voz de Ezequiel era de alivio, me sorprendió.
—Claro, no es como si tuviera muchas formas de escapar –al hablar me di
cuenta que mi humor había bajado bastante. Salude de beso a los chicos y entre sin
decir nada más. Fui a ver a Francesca y ahí estaba ella, dando vueltas de un lado a
otro.
— ¡Francesca! –me estaba acostumbrando a saludarla más efusivamente de lo
que se debería. Ella se volteó y me miro seria.
—Srta. Aquí, encargo –de su bolsillo sacó una hermosa cajetilla y la dejó en la
mesa. Fui y la tome con rapidez antes que Alex la viera. Volví a mirar a Francesca y
eso hizo que mi emoción por mis cigarros se disipara.
— ¿Qué sucede? –me miraba enojada, bastante para ser Francesca, aunque
recién la conocía.
—Usted…John —Oh…no me tomó nada saber lo que había pasado. No iba a
sentir lástima por aquello, Alex le había prohibido a John alimentarse de ella por un
tiempo, pero eso era lo mejor.
—Ya veo…de seguro me odias por separarte de él ¿no? –ella no me respondió
ni si o no.
— ¿Por qué? —respiré profundamente y decidí que por ahora no era bueno
hablar con ella, no quería que me arrojara un sartén por la cabeza.
—Solo te estoy dando tiempo, ve que él solo está jugando contigo, si llega a ti
sin querer alimentarse, bueno…fue mi culpa y lo juzgue mal, pero John no es bueno
para ti Francesca y no te quiero ver sufriendo con él, siendo que tu eres
hermosa…puedes conseguir algo mejor –me quedo mirando, me pregunté si había
entendido, pero por su expresión de enojo, creo que si –gracias por esto –le mostré la
cajetilla y luego salí de la cocina.
Corrí a las escaleras para esconder la cajetilla, pero para mi mala suerte, me
retuvieron. Metí la cajetilla entre mis shorts, en mi cadera.
—Victoria –Alex estaba al frente mío y quedo pensando unos segundo.
— ¿Si? –demostraba completamente que estaba nerviosa, pero bueno, quizás
Alex lo tomaba como que él era el causante, era demasiado egocéntrico.
— ¿Tienes algo que decirme? — ¡diablos! Me había descubierto. Suspire
derrotada –un gracias no estaría mal –ahora me confundí ¿de que estábamos
hablando?
— ¿Por qué?
—Por dejarte salir…luego del lío que hiciste con John –rodeé los ojos y para salir
luego de aquí, se lo concedí.
—Muchas gracias por permitirme tener algo de libertad secuestrador –no deje
que dijera nada, subí las escaleras como un rayo, Alex no me interceptó.
Entré y miré la cajetilla, lentamente pasé mis dedos por ella.
–Como los extrañé –quería fumarme la cajetilla entera de inmediato, pero sabía
que sería un error, así que corrí y la escondí en el baño, donde Alex no la pudiera oler,
o sea entre unos perfumes que estaban en el mueble. El no se metía ahí, no tenia
como averiguar algo.
Salí y me arrojé contra la cama, feliz, si, se podía decir que me sentía
medianamente feliz. Había salido y tenía mi cajetilla de cigarros, las cosas quizás
podían empezar a mejorar o eso es lo que pensaba yo.
—Victoria –Alex entro a la habitación a paso lento para luego quedar al frente
mío. Lo mire un poco soñolienta –creo que deberías dormir algo porque hoy nos
acostaremos muy tarde debido a mis invitadas y ellas…bueno no acostumbran a
dormir de noche –me senté en la cama intrigada ¿a qué se refería con eso? ¿Eran
como vampiros de los libros? Y lo principal de todo ¿dijo “ellas”?
— ¿Ellas? –ni siquiera tome atención a las otras preguntas que me había hecho
dentro de mi mente.
—Si…ellas llegan antes, son dos de mis amigas, te debes comportar –lucia muy
correcto al nombrar a sus tales amigas. Me quede analizando todo unos segundos
más.
— ¿Y porque tengo que estar presente? –no entendía nada de eso, además me
asustaba.
—Simple, porque yo lo digo –esquive la mirada de Alex, tratando de encontrar
alguna respuesta a todo esto, creía que cada vez que aparecía Alex, más me
complicaba las cosas, porque mi cerebro me inundaba con preguntas que no podía
responder –Me encantaría saber qué es lo que estas pensando en este instante, así te
descubro si me estás dando mil insultos –rodeé los ojos. Sin dudas este vampiro era
uno de los más ególatras del mundo.
—No todo es sobre ti, además dudo que alguna vez tengas la habilidad de saber
lo que pienso –una amplia sonrisa salió de sus labios. Sentí como se me iba el color
de mis mejillas ¿él podía…leer la mente? Si era así, estaba frita.
—Pronto la tendré, solo te debo convertir, la conexión que hay con tu creador, te
permite saber tanto sus pensamientos como él los tuyos, y además si tienes años de
práctica…te puedes comunicar con él desde distancias inimaginables –helada, así era
como estaba, si Alex me llagaba a convertir perdería todo tipo de privacidad, no podría
esconderme entre mis pensamientos –no te lo tomes a mal, luego de un poco de
practica los puedes bloquear, creando tu propio espacio…y créeme no toma mucho
tiempo –sí, pero quizás esa práctica tomaría millones de años en cumplirse. No dije
nada y Alex no se tomo mi respuesta muy bien — ¿Qué estas pensando que no
quieres que nadie lo sepa Victoria?
—Nada, nada que a ti te incumba…por lo menos tengo mis pensamientos y esos
a ti no te interesan y por ahora no tendrás nunca acceso a ellos –una linda sonrisa se
marco en sus labios, haciendo que mi actitud hacia el cambiara.
—Bien, como sea, no ganaras en eso tampoco y descansa, Ezequiel y Javier se
han… —se puso un tanto nervioso, esquivando mi mirada. Eso llamo mi atención por
completo –ofrecido a prepararte para esta noche.
— ¿A qué te refieres a “prepararme”? ¿Como dijo exactamente Ezequiel? –sabia
porque se había puesto nervioso, creo que el tema de la homosexualidad de sus
guardaespaldas no era muy fácil de llevar. Alex tenía que venir de una época muy
antigua, lo más probable que una relación entre hombres no hubiera ni estado en su
imaginación en ese entonces.
—Bueno… —su mirada iba de un lado a otro lado de la habitación, se veía muy
tierno –dijo algo de un nuevo look, algo así, no lo escuché mucho, solo le dije que no
te dejara como un Troll al final de la noche –al terminar lo que dijo, tenia de nuevo esa
actitud arrogante que no me agradaba.
— ¿Un Troll?... ¿crees que necesito un cambio de look? No estoy bien como soy
¿cierto? –solo estaba bromeando con él, quería ver sus reacciones. Alex me miro fijo
al escuchar las preguntas.
—Claro que no…estas bien como eres, pero…bueno, Ezequiel insistió mucho.
—Está bien, si quieres que me cambien entera…
— ¡No he dicho eso! –No pude evitar sonreír al verlo — ¿Estás jugando con
esto? –No le respondí nada, solo me reí de él –No me agrada cuando me toman el
pelo –se dio media vuelta y se fue, mientras yo seguía riendo. Su actitud era muy
tierna para ser Alex, preocuparse de que no me sintiera mal, si, a fin de cuentas había
sido eso.
Dormí como me dijo Alex, pero solo fueron un par de horas porque Ezequiel y
Javier comenzaron a salir y a entrar de mi habitación. Se veían muy emocionados con
esto, pero no me decían palabra alguna, solo noté que estaban convirtiendo la
habitación en un salón de belleza. Esto tomaría mucho tiempo.
CAPÍTULO 10
La noche y madrugada se paso en cómo habían estado todos este tiempo, las
cosas que habían hecho. Por lo que note a Charlotte no le agradaba tanto Raúl como
me agradaba a mí, y en especial, yo no le agradaba a Charlotte, siempre sentía una
mirada de rechazo de su parte. Alex por otro lado, se la pasó conversando como
jamás había visto, no tomo atención alguna en mí, pero eso no me importó, estaba
bastante fascinada con ver a Elizabeth y Raúl juntos, coqueteaban en todo momento,
lo que hizo que sonriera bastante. Eran más de las cuatro de la mañana y suponía que
en un par de horas amanecería, llegando la noche para todos los vampiros presentes,
aunque Alex y Raúl no tenían esa costumbre, Elizabeth y su “protegida” si la tenían,
por lo que nos habituamos a ellas, pero para mi pesar, yo estaba de muerte, tenía
mucho sueño y no había podido fumar ni un cigarrillo.
—Alex –Elizabeth llamó su atención –creo que deberías llevar a la cama a Viky,
mírala como esta, ella no tiene porque seguir nuestro ritmo.
—Estas siendo muy poco considerado –Raúl de nuevo con su tono burlón me
saco una leve sonrisa. Me sorprendía que él le hablara así a Alex, nadie más lo hacía.
—Bueno…creo que tienen razón ¿Victoria? –asentí mientras mis ojos pesaban.
—Buenas noches a todos –me puse de pie y me tambaleé un poco, pero Alex
me tomó antes de poder caer, de verdad moría de sueño.
Si…bueno, quizás omití la parte que durante estas horas, Elizabeth dijo que era
injusto que yo no tomara nada, por lo que Alex me traía cada cierto tiempo un trago,
color rojo, al cual me rehusé a tomar al principio, pero me dijeron que no había nada
peligroso en el, era verdad, era dulce y me había encantado, no era sangre. Mi
coordinación por aquello, no estaba en su mejor forma.
Alex me llevó calmadamente de la cintura por las escaleras, para llegar a la
habitación.
—Quiero ir…al baño primero –me saqué de golpe los tacos, mientras me
apoyaba en Alex.
— ¿Crees que tengo todo el tiempo para estar aquí contigo? –lo mire y asentí. Él
no dijo nada.
Fuimos al baño, donde me saque el maquillaje con cuidado, mientras escuchaba
los reclamos de Alex porque yo estaba haciendo esto ahora. No lo tome en cuenta
¿Por qué seguía aquí? Si yo me podía acostar sola, no era un bebé. Después me lave
con mucha paciencia mi dientes y recién ahí decidí ir a la cama.
–No tomas muy seguido, ahora lo noto –no tenía ganas de responderle a su mal
humor, que salió a flote conmigo, así que solo me recosté en la cama, ni siquiera me
puse pijama y sabia que no corría peligro de que Alex lo hiciera, estaba ansioso de ir
al primer piso y así lo hizo.
Estaba durmiendo plácidamente de panza cuando sentí algo frío por mi cuello,
me removí tratando de taparme con las sabanas pero no las encontraba. Sentí más
frío que iba subiendo por una de mis piernas y me di cuenta que ese frío tenia forma,
forma a una mano, exactamente a la de Alex.
— ¿Qué haces? –apenas abrí los ojos, pude ver por las cortinas que el sol ya
había salido.
—Solo sacándote este incomodo vestido para que puedas dormir bien –
comenzó a desabrochar todo atrás, pero no lo podía dejar, no andaba con nada arriba
— ¡No Alex!
— ¿Qué sucede ahora? ¡Estoy siendo amable! –abrí mejor los ojos y note que él
estaba ya en su pantalón de pijama. Me trate de voltear, pero no me dejo –dime…
—Es que…no tengo nada arriba –hubo un silencio por unos segundos.
— ¿Crees que con eso me harás parar?...—lo pensé un poco y tenía razón,
había sido una tonta.
—Alex…solo que... –me puse nerviosa.
—Victoria…si no ha pasado nada aun es porque soy alguien muy paciente –si
claro, pensé en ese momento, pero en parte tenía razón, me había dado la posibilidad
de las practicas –hoy no pasara nada, solo avanzaremos un poco –me volteé un poco
a verlo, se veía con una expresión extraña, como cuando me sonrió hace un par de
horas, se veía bastante sincero, pero luego su mirada y sonrisa fueron más coquetas –
Sé que quieres, solo eres demasiado orgullosa, y a mí no me agra..
—Está bien –lo interrumpí sorprendiéndolo –hazlo, sácame el vestido –su rostro
cambio a más seriedad, mientras asentía ¡¿En qué demonios me estaba metiendo?!
¡Dios! Me desconocía, esta no era la misma Victoria de antes.
Tomó mi cintura e hizo que me arrodillara, quedando al frente de él, claramente
un más baja, pero lo bastante cerca como para que él llevara sus labios a los míos y
lentamente sus manos fueran a los tirantes de atrás, mientras que las mías iban a su
cuello, estaba siendo dulce, cosa que me sorprendió, pero me alegre bastante, Alex
era diferente cuando estábamos en la habitación.
Pasó sus manos lentamente por mi espalda y comenzó desabrochando el
vestido, mientras separaba sus labios de los míos y bajaba a mi cuello, suave, solo
estaba rozándolos contra mi piel, no había contacto alguno con sus colmillos. Me
apoyé en su hombro, cerrando los ojos y sintiendo sus manos en mi espalda. Le tomó
unos minutos terminar, pero no me importo, estaba tan cómoda entre sus brazos, esto
se sentía tan extraño, no debería sentir más que repudio hacia él, pero me era
imposible, era algo que no podía controlar.
—Levanta tus brazos, Vittoria –amaba que me llamara así, además siempre que
era así su acento se marcaba más. Hice lo que dijo un poco temerosa. Cerré los ojos,
sentía como mis mejillas se iban sonrojando –Estas nerviosa –asentí, no era capaz de
mirarlo, mientras levantaba el vestido de a poco, con cuidado –No lo estés… —cuando
dijo eso ya estaba por sacar el vestido. Abrí lentamente mis ojos cuando sentí que
sacaba y dejaba a un lado el vestido, al hacer eso casi me pegué a él de pura
vergüenza, no quería que me viera. — ¿Qué hace esto aquí? –giré solo mi rostro y
pude ver que en su mano tenía el cigarrillo que había escondido en mi cadera. Lo
tome rápidamente y lo arrojé lejos.
—Shh… —fue lo único que dije para despistarlo y gracias al cielo Alex no dijo
ningún comentario sobre aquello.
Podía sentir su pecho contra el mío y como un leve gruñido salía de su garganta
cuando me acomodé mejor en él. Mi corazón latía con rapidez y fuerza, lo sentía en mi
garganta. Alex llevo su mano a mi cuello e hizo que lo mirara, ya que yo apoye mi
rostro en su hombro. Mis ojos se encontraron con los suyos, tan negros como la
noche, pero esta vez se veían de otra forma, algo que no podía identificar.
—Non può essere più bella Vittoria –no le entendí nada a lo que dijo, pero por su
mirada, no parecía ser algo malo.
— ¿Alex…? –mi voz demostraba mi confusión, pero él no tomo en cuenta eso.
Volvió a unir nuestros labios con cuidado, como si cuidara de no hacer ni un
movimiento brusco, mientras sus manos seguían en mi cuello. Yo tenía mis propias
manos apoyadas con cuidado en su cadera, aun estaba nerviosa, pero mientras sus
labios se movían contra los míos hicieron que me fuera relajando y pudiera responder
de mejor manera a sus besos.
Era un beso que iba muy despacio, lo que me gustaba. Esta era la primera vez
que veía así a Alex, tan tranquilo y como si muy en el fondo, él estuviera preocupado
de que esto no fuera más difícil para mí.
—Bien…es un excelente comienzo –dijo cuando se separó de mi luego de unos
minutos, sentía mis labios hinchados y como si necesitaran de los suyos. Agradecí que
no se separara completamente de mi cuerpo –ahora, arriba los brazos de nuevo –le
hice caso de nuevo sin chistar y él tomo una prenda a nuestro lado y lo paso por mis
brazos y fue cubriendo mi cuerpo de nuevo.
Cerré mis ojos, inevitablemente sintiendo vergüenza de nuevo, era obvio que me
había visto en parte desnuda.
—Bien… —dije mientras sentía como mis mejillas se sonrojaban, aun no era
capaz de mirarlo, esquive sus ojos, cerrando los míos –No fue para nada a como
pensé que sería…no fue tan incomodo, aunque si…pero –él nuevamente tomo mi
rostro con su mano sin dejarme terminar, abrí mis ojos ante la sorpresa de su toque.
Una sonrisa se marcaba en sus labios y era de esas que nunca había visto.
—Es porque…soy excelente con mis manos –rodeé los ojos al notar que el Alex
de siempre estaba de vuelta, pero antes de poder recostarme, él tomó mis labios de
nuevo, pero dio un corto beso, era algo tierno. Lo mire sorprendida.
— ¿Qué fue eso? –él tensó su mordida, notoriamente nervioso.
—Nada…solo pensé que te podía…gustar… —sonreí al verlo así.
Me arrojé en la cama, esto era demasiado para seguir en la misma posición por
mucho tiempo. Alex me miraba curioso mientras seguía de rodillas. Se veía
maravilloso, su torso era magnifico, no había forma de negar aquello, pero verlo así,
en este momento hizo que en mi cabeza se produjeran dudas, que no podía contestar.
— ¿Sabes que te odio por quitarme mi vida cierto? –Él frunció el ceño al
escucharme, no dijo nada, solo esquivo mi mirada — ¿y qué me odio a mi misma por
estar sintiendo algo que no identifico por ti? –estaba con una expresión seria
hablando, pero por dentro solo rogaba para que no me cambiara de tema.
—Lo sé…pero eso cambiara, ya veras, te lo digo porque tú eres…
—Yo soy tuya, si, lo has repetido muchas veces –dije interrumpiéndolo –y nunca
me has dicho porque –no le sacaba la mirada de encima y él tomo esa actitud que
siempre tenía conmigo.
—Porque yo lo digo…solo eso te debería bastar –entrecerró los ojos y luego se
recostó a mi lado, bueno realmente en su lado, no estaba ni un poco cerca de mí.
Supe que no le sacaría ni más información. Me cubrí con las sabanas, él hizo lo mismo
–Mañana llegara el resto de los invitados para celebrar la última noche de este año,
solo te aviso para que no te sientas nerviosa como hoy –al decir eso se volteo
dándome la espalda completamente. Fruncí el ceño al notar lo que estaba haciendo.
— ¿Y mi parte del trato? –ni siquiera se volteó.
—Esta noche no –sin decir nada más me quede ahí en la cama, que de un
momento a otro, ahora se veía gigante. Creo que después de todo, no había salido tan
bien esta práctica. Me acomodé dándole la espalda y rogando para quedarme
dormida. No pude evitar como cada noche, traer a mi mente mi familia.
Me desperté solo unas pocas horas después, calculé que podían ser unas dos o
tres, había dormido muy poco hoy. Miré a mi lado y confirmé que no había pasado
mucho tiempo porque Alex seguía ahí, respirando pausadamente, eso me aseguraba
que estaba durmiendo. Me fui al baño, lave mis dientes, solo tomé mi cabello, me
duché y me puse algo cómodo de ropa. Salí del baño y Alex todavía dormía, supongo
que ya no temía que yo me fuera corriendo o tratara de golpearlo mientras estaba así
de vulnerable. Antes de salir de la habitación me voltee a verlo, lucia tan tranquilo,
como si fuera una excelente persona, tierna y preocupada, todas los atributos que él
en realidad carecía.
Salí de ahí suspirando al recordar lo de que había pasado. Alex podía ser tan
tierno en las noches y a la vez tan hiriente, no me gustó nada que no haya cumplido su
parte del trato, justo esta vez que había sido preocupado y tierno. Caminé por el
pasillo como siempre lo hacía. Tendría que encontrar alguna entretención aquí o si no
me moriría por la monotonía, no era como estar haciendo lo mismo en mi casa, eso
era diferente.
Iba doblando para encontrarme con las escaleras principales cuando pude ver a
Francesca que caminaba apresuradamente mirando a todos lados, me escondí para
que no me viera o sino quizás que me obligaría a comer, llevaba una bandeja de plata
con comida, exactamente como las que me llevaba a mí. Me quede unos segundos
analizando aquello y mejor decidí bajar, quizás le llevaban algo a Elizabeth o a
Charlotte.
Iba a mitad de las escaleras cuando me quede quieta ¡esto era estúpido!...ni
Elizabeth o Charlotte se alimentaban con verdadera comida. Me volteé y subí
corriendo las escaleras y me fui al pasillo que se fue Francesca, quizás me traía
comida. No estaba, me había demorado mucho, pero me apresure en el paso de mi
caminar y comencé a mirar a todos lados, hasta que en un nuevo pasillo pude ver
como Francesca volteaba. Corrí hacia ella, teniendo cuidado de no ser descubierta,
algo aquí iba mal, ya había pasado desde un principio mi habitación. Con precaución
solo asome mi cabeza mientras escondía mi cuerpo y pude ver que Francesca miraba
nuevamente a sus lados, lucia sospechosa, estaba haciendo algo malo, eso era obvio.
Segundo después entro a una habitación. De inmediato me adelante para poder
saber que había ahí. Puse mi oído en la puerta y no pude escuchar nada, ni un solo
ruido ¡malditas puertas de buen material!
Me comencé a alejar rendida, cuando pude escuchar claramente un
quejido…eso si que la puerta no lo pudo ocultar y menos pudo ocultar los pasos de
Francesca. Corrí con toda la velocidad que me podían dar mis piernas y me quede
escondida en el pasillo, si tenía suerte Francesca se iría por el otro lado. Salió sin
bandeja, pero si con una mirada triste.
—Bianca hai amato di sostegno — ¡diablos! Tendría que aprender italiano o no
me enteraría de las cosas que pasaban a mí alrededor.
Francesca cerró la puerta y como si tuviera que hacer la última cosa del mundo
para salvar su vida se dispuso a caminar muy, muy rápido a mi dirección, para mi mala
suerte. Me voltee casi histérica y comencé a correr, no tenía idea a dónde meterme,
así que abrí la primera puerta que encontré y me escondí ahí.
Sentí como paso por el pasillo, mi corazón se tranquilizo. Me gire al notar que
esto estaba muy oscuro para ser de día y note que estaba en una habitación que
nunca había visto. Estaba muy oscuro y solo unos candelabros, que estaban en
ciertos puntos del lugar mantenían la habitación a una luz tenue. Mire la cama que
estaba en el centro y vi que alguien estaba ahí recostado…bueno, habían dos
personas.
—Dios… —susurre al notar que ahí estaban Elizabeth y Raúl durmiendo
¡diablos! Tenía que salir de ahí lo más pronto posible.
Abrí la puerta con cuidado y antes de salir pude ver que Elizabeth tenía sus
ojos abiertos y me miraba fijo ¡mierda! Ahora estaría muerta ¡de seguro me
desangrarían de a poco y dolorosamente!
Me quede en el pasillo, estática, ahora sí que había arruinado más las cosas y lo
peor era que estaba entre correr a mi habitación, esconderme debajo de la cama o en
ir a donde fue Francesca.
Mi curiosidad gano, me dirigí con cuidado a la puerta de la humana desconocía
que por lo que escuche se llamaba Bianca. Estaría perdida, siempre se ha dicho que
por la curiosidad muere el gato.
La abrí lentamente y pude notar otra cama, a diferencia de la última donde
estaba, la luz era la gran señora de aquí, las ventanas iluminaban todo y pude notar
que era una hermosa habitación con televisión, un computador, todo lo que se
necesita para solo mantenerse en el mismo lugar. Entre y nuevamente vi un cuerpo en
una cama, color blanca, exactamente como la mía. Me arme de ánimo y saque la voz.
CAPÍTULO 12
Pasé al baño de inmediato y puse mi plan en acción, no tenía idea cómo pero
mi mente planeo todo para tener un escape exitoso, claro…necesitaba mucha suerte
en esto y esperaba que alguien allá arriba en el cielo le hiciera honor a mi nombre y
saliera de aquí con una limpia victoria.
Tomé mi maquillaje y comencé a aplicarlo en mi cuello. Había visto muy bien
esas heridas, las marcas que deja ser mordida por un vampiro eran horrendas,
Francesca y Bianca habían ayudado como evidencia al estar alimentando a vampiros.
No me pude tomar mucho tiempo en hacerlas, ya que me arriesgaba a que Alex
despertara. Mi cuello quedo horrible, estaba morado como el de las chicas, como si
alguien te hubiera tomado una muestra de sangre de una pésima forma y hubiera
dejado morado todo alrededor de unas muy “variables” heridas. Trate de hacer la
simulación de los orificios, pero no salieron nada bien. Rendida fui al guardarropa y me
cambie de atuendo, algo más “sofisticado” a lo que traía puesto. Unos jeans y una
camiseta ajustada color azul fueron mis aliados. Zapatillas deportivas y una chaqueta,
tendría que protegerme del frío al anochecer. Sabía que iba a estar perdida por horas,
Alex había demorado más de cuarenta minutos poder llegar aquí a una velocidad que
era impresionante, así que no tenía otra opción, era perderse en hectáreas de césped
o era perderse en los colmillos de un vampiro y la ultima realmente no debería ser ni
una opción.
Salí de la habitación con el cabello suelto, el nuevo cambio de look ayudaría
mucho esta vez. Ni siquiera mire a Alex al escapar de ahí, no lo quería volver a ver en
mi vida. Con sigilo me fui por las escaleras para llegar al primer piso. Ya mi suerte
estaba cambiando, Javier y Ezequiel no deberían estar de turno en la entrada, siempre
que Alex estaba despierto ellos igual lo estaban, y hoy la fiesta comenzaba de noche,
ellos debían estar descansando, realmente ahora ni siquiera sentía algo por dejarlos,
ellos me ocultaron la verdad desde un principio, aquí nadie era mi aliado.
Mi objetivo era salir por el lado principal, si alguien quería escapar no sería por la
entrada principal. Tomé aire para ocultar el miedo que estaba acumulando, pero solo
necesite recordar a Bianca para abrir de golpe.
—Hola chicos… —dije sonriendo. Habían dos vampiros que nunca había visto,
eso ayudaba, ellos no me reconocerían. Ambos al verme fruncieron el ceño.
— ¿Qué haces aquí? — ¡bingo!...como lo había notado antes todos por aquí me
trataban de usted y estos dos ni les importó si quiera saber mi nombre.
— ¡Vengo a ver como es el lugar! ¡Es una gran mansión! –mi voz era tan
relajada que me asusté por lo buena actriz que estaba siendo –esto de verdad es
merecedor de vampiros ¿no creen? –ambos se miraron y luego sonrieron.
—Sí que lo es, el Sr. Lenardis es un gran y poderoso vampiro dentro de nuestra
especie… —dijo el de la derecha. El otro le dio un golpe en el hombro.
— ¡Claro que lo es!..Si es nuestro gobernador, es como si fuera nuestro…
— ¿Rey? –concluí yo, aun sorprendida por lo que estos dos estaban diciendo.
Me quise morder la lengua para no seguir sacando información —Pero…no es muy
bueno reteniendo chicas por lo que supe –sonreí y ellos borraron toda muestra de
amabilidad en sus expresiones.
—Ese tema no se habla —ambos se veían más afectado por el tema de lo que
me pude imaginar, pero ya era mucha pérdida de tiempo.
—Bien…como sea…tengo que recorrer este lugar –se miraron de reojo, pero
levantaron los hombros quitándole importancia — ¡excelente! –dije poniendo más
emoción de la que se requería. Avance para salir de ahí, pero uno tomo mi hombro
izquierdo.
—Tú eres una proveedora ¿no? –así es como se les llama pensé de inmediato.
Mi corazón latió de miedo, sabía que ellos podían escuchar. Cerré los ojos un segundo
y me voltee a encararlos de nuevo.
— ¡Chicos, chicos!...—me alejé un poco de ellos –saben que esto es más
complicado de lo que parece…y bueno, ya me han dado una mordida, aunque no me
molestaría hacerlo por ustedes —ambos sonrieron al escucharme –pero debo estar
lista para la noche –saben…Raúl pide mucha sangre en poco tiempo –me arriesgué
en nombrarlo, pero si no les decía que era de alguien estaba segura que esto no iba a
resultar.
— ¿Raúl?...pero si él es el piloto del Sr. Lenardis, nosotros no podemos tener a
alguien personal, a menos que la encontremos por si solos…y la mantengamos -El de
la derecha me miro curioso.
— ¡Por favor chicos!...saben que Raúl tiene cosas que no debería tener… —
ambos se miraron e hicieron una mueca –la vida no es justa, lo siento y hace poco fui
mordida ¡miren! –moví solo un poco mi cabello evitando mostrar las malas copias de
heridas, pero los cardenales estaban muy bien hechos.
—Wow… —dijo uno haciendo una mueca de dolor –sí que es bruto…claramente
la vida no es justa para ti, aun así han cerrado bien, no hay rastro de olor a sangre –
levante los hombros quitándole importancia –mejor ve a distraerte un poco…pásalo
bien –me voltee de inmediato con una sonrisa, la cual se borro al darle las espalda.
Avance rápido, pero el otro que se mantuvo un poco más callado llego a mi lado.
—Espera… —dijo tranquilo — ¿sabes? por el lado izquierdo de la casa hay unos
pequeños carritos, este lugar es gigante, el Sr. Lenardis juega golf con sus amigos, así
que lo puedes recorrer en alguno de ellos…así no te cansas más de lo debido –si no
supiera que estos vampiros hacían las cosas que sabía, hubiera suspirado por la
amabilidad de este chico, que no pasaba de los veinte, era demasiado joven.
—Muchas gracias bombón, quizás nos podemos ver por ahí sin que Raúl se dé
cuenta ¿no? –él sonrió ampliamente. Juro que si hubiera sido humano sus mejillas
estarían sonrojadas.
Desapareció con una sonrisa y yo me dirigí a donde él me había dicho. Me
apresure en caminar al perderlos de vista. No me tomo mucho tiempo encontrar los
carritos, eso me daría bastante ventaja, había cuatro de ellos y ningún vampiro cerca.
Me subí a uno que tenia la llave puesta, en realidad todos lo tenían. Esto iba a ser
difícil, no sabía manejar.
Prendí el motor y presione algo abajo que me dejo ahí mismo, lo volví a hacer
con el otro, pero tampoco pude ¡no sabía cómo manejar esto!
—Disculpe ¿Qué hace aquí? –me quede helada al notar que un vampiro estaba
al frente mío ¿Esta cosa estaba llena de ellos?
—Solo tratando de manejar esta basura –lo mire muy segura. Tampoco lo
reconocía, suspire de alivio, pero eso él lo interpretó como agotamiento.
—Tus marcas… —me cubrí “avergonzada” con mi cabello –oh tranquila, mira, yo
te enseño, si quieres te puedo servir de chofer.
—Creo que solo necesito un tiempo sola…es un mal momento —dije con voz de
víctima.
—Ya me lo imagino –dijo mirando mi cuello de nuevo –bien, mira, este es el
acelerador –me indico con el dedo –y este el freno, estos carritos son muy simples,
pero debes presionar fuerte, ahí estaba tu error, están hecho para fuerza de vampiro,
varios se han roto por lo mismo –sonreí al ver su amabilidad –y luego el volante y
listo…a ver prueba –dijo mientras se alejaba del carrito. Hice lo que me dijo y funcionó
a la perfección.
Avance y mire hacia atrás, aquel vampiro desconocido me sonreía, parecía
orgulloso del producto de su enseñanza. Mire hacia adelante para ver por dónde iba,
claramente ahora veía el motivo de tanto jardín trasero si Alex ocupada esto de campo
de golf. Volví a mirar atrás, pero el vampiro ya no estaba.
Comencé a manejar a través de los jardines, no vi ningún vampiro, quizás
estaban descansando o algo por el estilo debido la gran fiesta de hoy. Sin duda hoy
era mi día de suerte.
No paré en ningún momento, solo manejé en línea recta, ni siquiera podía
pensar en algo, solo miraba hacia el frente y nada más, agradecía que estuviera de
día para así poder ver todo a mí alrededor y no chocar con alguna pileta o algo así.
Me tomó como unos veinte minutos poder salir de los jardines y llegar a la línea
recta del césped, solo seguí y seguí, nada parecía que me haría parar, aun tenía mi
estomago revuelto por los nervios, pero todo lucia bien. Incluso cuando mire hacia
atrás no vi a nadie que me hiciera pensar en que esto no funcionaria.
Si que era astuta, esto estaba siendo una victoria limpia y me agradaba, pero
luego de unos minutos mi mente trajo a flote todo lo que había pasado en menos de
dos horas. No podía creer aún que Alex estuviera haciendo todo esto, solo un juego,
me estaba mintiendo exactamente como lo hacía John con Francesca, sin dudas yo no
tenía ninguna ilusión en convertirme en un vampiro y tener que beber sangre, pero
estaba siendo engañada de la misma forma que critiqué a Francesca, pensando que
jamás podría estar en su lugar.
Gracias al cielo que había encontrado a Bianca, ella de verdad parecía un ángel
caído con todas sus heridas, lucia tan enferma. Alex había traspasado todo límite que
me pude imaginar, pero eso solo ayudó a que yo ahora estuviera aquí, afuera de ese
lugar y escapando de su lado, ser más despreciable y malévolo que pude haber
llegado a conocer.
Esto parecía ser interminable, no estaba llegando a ningún lugar, solo estaba
viendo césped y más césped, ya había pasado más de una hora, agradecía mi taller
en el colegio relacionado con naturaleza o no hubiera podido saber la hora por el sol.
No veía nada conocido, mi paciencia se estaba acabando, lo único que me animaba
era que iba cómoda en el carrito y que me alejaba cada minuto de Alex. Estaba
observando a todos lados por si veía una casa o alguna carretera, pero no era más
que campo y más campo ¿Cuánto se había demorado realmente Alex en llegar a la
mansión desde la ciudad?....esto no lucia bien y menos cuando mi querido carrito por
arte de magia comenzó a botar humo del motor.
Paré bruscamente, levantando polvo. Abrí el capo del carrito, no sé para qué
hice eso si no era ninguna experta en mecánica. Mire a todos lados sintiendo como el
calor me estaba matando, no sé cuantos grados hacían, pero parecía como si el sol
estuviera lanzando rayos que se concentraban solo en mí. Luego de agudizar mi vista
note que a un par de metros había un portón, lucia de alambres.
Mis ojos se fueron del carrito al cerco y del cerco al carrito ¿cuán alto seria el
cerco para saltarlo? Rendida comencé a empujar el carrito desde atrás, era bastante
pesado, pero me lo podía, con todas mis fuerza. Me tomo de nuevo más de lo
pensado llegar al maldito cerco, por fin, completamente sudada llegue a él, note que
estaba electrificado…esto no podía estar bien, ni con la ayuda del carrito saldría ilesa,
pero al ver hacia ambos extremos solo podía ver kilómetros de cerco, noté que mi
mejor opción era dar un muy buen salto desde el carrito al otro lado. Eso sería
maravilloso de ver con mi cero habilidad gimnasta.
Acerqué el carrito lo más que pude al cerco y me subí con cuidado a él, no sé
cómo me soporto siendo que el techo no era para nada duro y grueso. Nuevamente
miré para todos lados, para ver otra opción, pero nada, ni siquiera un árbol cerca para
treparlo y saltar, así que me di ánimos pensando que cada vez estaba más lejos de
Alex. Respiré hondo concentrándome como veía antes que lo hacían en los juegos
olímpicos y luego miré los alambres que iban en círculos bastante grandes con púas.
Dios…esto iba a doler, solo tenía que contar y saltar.
Tres, dos, uno, y listo, nada más que eso ¡yo lo podía hacer!...si había llegado
hasta aquí, nada más me pasaría, incluso en la caída de más de dos metros que me
esperaba.
Era ya la séptima vez que estaba flexionando mis piernas para poder saltar, pero
no podía, me daba miedo, era algo relacionado con sobrevivencia que no me permitía
saltar. Cerré mis ojos tratando de concentrarme de nuevo y solo se vino a mi mente
los ojos de Alex, anoche, cuando me miró tan tierno y dijo algo que no tuve idea que
fue, pero presentía que era lindo ¡pero luego venia la imagen de Bianca, toda débil y
herida!...quizás le dijo lo mismo que a mí. Bien, solo ese pensamiento hizo que llegara
a mí el valor que faltaba.
Flexione mis piernas por octava vez, respiré profundo y con todo el impulso que
pude tomar salté ¡salté el cerco electrocutado que me podía matar!...y lo que vino
después no fue muy distinto a eso.
Estaba tendida en el suelo, mientras mis manos se hacían un puño en la tierra
por el dolor en mi espalda, esto se sentía horrible, ni siquiera podía llorar porque me
dolía más. La caída había sido fatal, pero la leve corriente eléctrica que pasó por mi
cuerpo no ayudó en nada. Ni una sola palabra salía de mi cuerpo, el cual también
tenía leves convulsiones…esto había salido peor que quedarme con Alex, por lo
menos Bianca tenía un computador, televisión en su cama y le iban a dejar almuerzo
en su cama…ahora parecía que estar siendo drenada no era nada comparado con el
dolor en mi cuerpo.
Moví mi pierna un poco, pero eso no ayudó en nada, sino que lo empeoró todo
porque una ola de dolor recorrió mi cuerpo hasta que hizo que mi cabeza doliera,
haciendo que mis ojos rodaran y me desmayara en ese mismo momento.
CAPÍTULO 13
De mi boca no había salido palabra alguna, no había sido capaz luego de haber
entendido el poco tiempo que me quedaba para ser vampiro.
Con Alex ya estábamos en casa, nos habíamos demorado en llegar, ya que yo
no quise viajar a su velocidad, agradecí que no dijera nada, creo que estaba
comprendiendo cuando tenía que callarse.
—No quiero ningún drama como te dije antes, no quiero incomodar a nuestras
invitadas ¿está claro? –estaba equivocada, aun le costaba guardar silencio. Asentí y
me dirigí hacia la sala –no sé por qué haces tanto escándalo Victoria, sabias lo que iba
a pasar, me sorprende tu actitud –me senté completamente abatida en el sofá,
mientras que Alex se sentaba en el otro extremo de este. No era capaz de entender su
actitud, no comprendía lo que me podía estar pasando en este momento con su
noticia. No pude responder a sus palabras porque ya no estábamos solos, a nosotros
ahora se unía Elizabeth y Raúl, quienes se sentaron en el sofá de al frente.
—Buenas noches –dijo Raúl, mientras tomaba la mano de Elizabeth. Solo lo mire
y sonreí.
— ¿Qué sucedió?... ¿hizo algo ese John? –La mirada de Elizabeth era
preocupada, pero luego miró a Alex, supongo que Alex le dijo a través de sus
pensamientos lo que había sucedido de verdad –Victoria… —ella se sentó en un
segundo a mi lado, mientras pasaba su mano por mi espalda, consolándome ¿Por qué
Alex no podía entender que eso era lo que necesitaba?
—Le está dando una importancia ridícula a esto, ni siquiera va a morir…bueno,
solo su corazón no latirá más –ya me estaba cansando de Alex y su poca sensibilidad,
por no decir que era completamente nula. Estaba tratando de ser lo más paciente para
no estallar y gritarle, odiaba que Alex sacara lo peor de mí. Me puse de pie para irme o
si no iba a terminar por tomar alguna estaca y partirlo en pedacitos….seria entretenido
si de verdad pudiera hacerlo.
—Viky —dijo Elizabeth preocupada, pero seguí hacia adelante, no obstante una
mano me detuvo.
—Te dije que nada de espectáculos, ahora ven a sentarte, porque Elizabeth Y
Raúl están aquí por ti —comenzó a caminar llevándome con él, hasta que hizo que
me sentara a su lado. Elizabeth había vuelto a estar con Raúl.
—Alex, no creo que sea el momento, puede ser mañana o cuando Viky se sienta
bien –Raúl me miraba preocupado, pero Alex no lo tomó en cuenta y menos lo hizo
cuando llegó a la sala Charlotte. Vestía pantalones negros ajustados y una ramera gris
que se movía a su alrededor de una forma envidiable mientras caminaba, llevaba su
largo y rubio cabello suelto…como me desagradaba.
—Buenas noches a todos, veo que hay un ánimo increíble por aquí –me sonrió
de esa forma que me apestaba en ella. Esperaba que nunca en mi vida estuviera sola
en una habitación con Charlotte.
— ¿Cómo has despertado? –Alex le sonrió mientras se separaba de mí e iba
saludarla con un beso en la mejilla, realmente no me importó, solo esquivé la mirada
de esa imagen, no tenia ánimos para soportar las tonterías de Charlotte.
—Muy bien, gracias Alex –no pude evitar volver a mirar y note claramente como
ella apoyaba su mano en el pecho de Alex, sonriéndole coquetamente.
—Alex, estamos aquí por algo ¿no? –Raúl lo miro serio y Alex asintió,
apoyándose en la chimenea que estaba a su lado, mientras que Charlotte iba a mirar
por la gran ventana. Raúl sigue hablando, pero ahora se dirigía hacia mi —Bien
pequeña Victoria, creo que te debes enterar más sobre nosotros siendo que serás una
más ¿no?
—Supongo —suspiré cansada, cada vez que me desanimaba y tenia momentos
de verdadero odio hacia Alex, era como si mi cuerpo entero estuviera agotado
después de hacer demasiado ejercicio.
—Deja de hacerte la víctima —Charlotte me miro fijo a los ojos –aquí eres todo,
menos una víctima, eres una simple y ordinaria humana que le ha tocado la suerte de
ser convertida por Alex –repentinamente se comenzó a alterar, y parecía una
verdadera fiera mientras caminaba hacia la parte detrás del sofá, donde estaba
Elizabeth y Raúl –y ahora te daré tu primera lección…no pienses que eres especial, no
lo eres, Alex solo tiene que tener una compañera para montar apariencias ante todo el
consejo y los vampiros, así que no esperes que te sea fiel….menos a ti niña –mi vista
fue de inmediato de Alex a Charlotte.
— ¡Basta Charlotte! ¡Vete de esta sala de inmediato! –Elizabeth se puso de pie y
miró enfadada a Charlotte, quien tenía una expresión de sorpresa por un segundo,
pero luego sus labios marcaron una perfecta línea por culpa de la presión de la rabia
que sentía. Desapareció en un segundo – ¡Dios!...me volverá loca –se sentó
acariciando su frente, mientras Raúl acariciaba su otra mano. Miré a Alex, quien no
tenía ninguna expresión, pero por lo menos tenia la decencia de mirarme.
—Por lo menos ahora tengo algo claro –no esquivé la mirada de Alex –ya sé
porque hiciste todo esto, estas lecciones por lo visto serán memorables…todo esta
cuadrando ahora.
—Pequeña, no creas lo que dice Charlotte, esa chica está loca…de verdad –
Raúl miró a Alex luego de decir eso, pero este ni siquiera se inmutó en decir algo.
—Si me disculpan –miré a Elizabeth y Raúl, mientras me ponía de pie –necesito
ir al baño y vuelvo ¿sí? –les sonreí para que no se preocuparan, ambos asintieron.
Me apresure en subir las escaleras y llegar a mi habitación. Cerré la puerta y me
senté en el suelo de inmediato, dando un largo suspiro, esto era demasiado para mi
¿Qué pasaba si Charlotte decía la verdad?...aunque Elizabeth sinceramente se enojó
con ella, siempre ha defendido a Alex diciendo que debo entenderlo o cosas así, pero
Alex ni siquiera se preocupó de desmentir lo que Charlotte dijo.
—Debes saber que esto lo hago por tu propio bien –al escuchar su voz me puse
de pie de inmediato. Charlotte solo estaba a unos metros de distancia de mí, apoyada
en un pilar de madera de mi cama.
— ¿Qué haces aquí?...sal, llamaré a Alex –su risa salió de inmediato.
— ¿Crees que él me dirá algo porque te he incomodado? una cosa es regañar a
sus empleados para engañarte, pero otra es regañar a un vampiro de verdad –cada
palabra que salía de su boca iban directo a mi estómago.
—No me importa lo que digas, sal de aquí, por favor –abrí la puerta esperando a
que desapareciera, pero solo se escuchó el golpe de la puerta cerrándose, mientras
perdía el tacto con la madera — ¡Sal de aquí Charlotte!...Alex escuchará o por lo
menos lo hará Elizabeth…y dudo que quieras seguir siendo regañada por ella –la tenia
al frente, mirándome enojada.
—Eso no lo creo, estas habitaciones se mandaron hacer con la cualidad de ser
aislante del sonido, a mi parecer solo Alex estaba arreglándoselas para poder tener a
más de una mujer en diferentes camas sin que se dieran cuenta –eso si me hizo
enfurecer.
— ¿Cuál es tu problema? yo no te he hecho nada.
—Eso es cierto, aun así no me agradas, pero tampoco me gusta ver como todas
andan humillándose con Alexander.
—Muchas gracias por tu preocupación, pero no lo necesito, así que puedes dejar
de actuar como la perra que eres –hice mis manos un puño para seguir con mi tiempo
de coraje. Entrecerró los ojos, pero duro solo un segundo, ya que dio media vuelta y
comenzó a caminar por la habitación.
—No puedo negar que eres valiente, eso es cierto, pero estas siendo muy
ingenua al pensar que puedes enamorar a Alexander.
— ¡¿Qué?! eso…. –la miré sorprendida por lo que había dicho –Wow…tranquila
vampirito, mira que por lo visto la equivocada aquí eres tú, yo no trato de hacer nada
con Alex –una amplia sonrisa se marcó en sus labios, supuse que no me creyó.
—Está bien, lo que tu digas…veras –se dirigió hacia la cama –mi temperamento
no siempre es agradable para los demás.
— ¿En serio? –dije irónicamente.
—Mira, no me has hecho nada, pero me eres desagradable, es algo de
química…ahora bien, eso no quiere decir que soporte verte como estúpida con
Alexander –me llama la atención a como lo llamaba “Alexander”…sonaba como si no
hablara de solo Alex –solo te haré ver que tengo razón…me gusta demostrarlo y si
tengo que darte una leve ayuda, lo haré –esto no me estaba dando un buen
presentimiento, para nada –pero tú debes hacer lo que yo te diga ¿te parece? –no
pude evitar reír a lo que dijo.
— ¿Qué te hace pensar que haré eso?
—Porque estas en desventaja, tengo más información de la que crees, llevo
mucho tiempo dentro de esta familia.
—No te creo y no caeré en tu juego, eres la típica malvada que trata de realizar
un plan, así que ahora vete…te lo estoy pidiendo amablemente –ella rodó los ojos.
—Alexander tenía razón, esto no es un libro Victoria, es la vida real y te estoy
dando una oportunidad que no volverá a ocurrir, ni siquiera te estoy dando la opción
de traicionarlo, sino de que sepas la verdad de todo ¿no crees que estoy siendo ya
muy generosa?
—Por Dios Charlotte, eres la típica víbora malvada, en lo ficticio tanto como en lo
real –suspiro un poco irritada.
—Victoria, escúchame bien, Alexander te esconde una cantidad de cosas que no
tienes idea, hay muchas partes de la conversión que ni siquiera se te han revelado.
—Para eso me está dando estas tan especiales “clases”
— ¡Bien! –Se puso de pie y comenzó a caminar hacia mi –te lo has perdido,
tuviste la oportunidad y la has rechazado, nunca debí si quiera querer ayudarte –me
miro con suficiencia y abrió la puerta. Debo admitir que sus palabras lograron que
entrara el pánico en mí, ella era mi atajo, encontrar toda la verdad solo a un paso, ya
que si tomaba el camino largo significaba tener que sacarle información a Alex –solo te
diré algo más, cuando estés… —llevó su mano a su mentón —más cerca de lo normal
con Alexander, te recomiendo que pases solo la punta de tu lengua por el lóbulo de su
oreja izquierda –abrí mi boca por culpa de lo que dijo.
—Vete de aquí Charlotte –ella rodó los ojos y siguió su camino.
—Cuando lo hagas, sabrás que todo lo que dice Alexander o los demás no
siempre es cierto –al decir eso desapareció.
Cerré la puerta de golpe, pero miré a mi alrededor y ya no quería estar ahí, por lo
que me apresuré en dar la vuelta más larga a través de la casa para poder tener más
tiempo para cuando retornara con los demás. Estaba en problemas y en unos muy
grandes. Quizás después de todo, Charlotte si quería mostrarme la verdad sobre Alex,
pero ella no era de confiar, tampoco lo era nadie en esta casa en realidad…estaba
sola, esa era mi verdad, yo no tenía por qué serle fiel a nadie, específicamente a Alex
¿en qué estaba pensando al rechazar la oportunidad que me estaba dando Charlotte?
Alex había sido quien me había quitado mi vida, me quería convertir en un
vampiro y no era capaz de ser un poco sensible, le daba lo mismo lo que yo sintiera.
Baje las escaleras más compuesta y decidida, solo tenía que probar algo para
confirmar mi decisión. Llegué con los demás, donde conversaban amenamente, Alex
me dio una larga mirada.
— ¿Qué? –dije arisca cuando me senté a su lado.
—Nada… —no fue capaz de decir algo. Tenía que concentrarme en ver que él
era el enemigo, en realidad todos, no tenía porque ser amable o tener que empezar a
preocuparme por alguien aquí, esta era mi cárcel y no sé qué había pasado, pero
había perdido esa visión por un tiempo.
—Veo que estas mejor –evité que la sonrisa de Elizabeth me desconcentrara.
—Así es…podemos seguir.
—No creo que eso sea lo correcto, Raúl tenía razón, ha sido muy pronto para ti –
miré a Alex confundida al escucharlo.
—Pero tú dijiste.
—Sé lo que dije, me equivoqué — ¡no podía seguir aguantando esto! no me
volvería bipolar con mis pensamientos, solo por dejarme llevar por las hormonas de
adolescente.
— ¡Bueno, me da lo mismo! —le grité sin que me importara nada ¡estaba ya
harta de sus cambios de humor! –no puedes decidir qué hacer conmigo en cada
minuto ¡es mi vida la que está en juego! –creo que todo esto me estaba arruinando.
Me gire para largarme de aquí, pero no pude, tenía más cosas que decirle al idiota de
Alex — ¡Dios! a ti no te importo nada Alex, por eso tampoco me debes importar
¡quédate con tus estúpidas lecciones y haz lo que quieras!
Bueno, podía decir que por primera vez había sorprendido a tres vampiros, ya
que todos me miraban con los ojos abiertos como platos.
Salí de ahí corriendo, sabía que todo había sido demasiado dramático, pero mi
paso normal no era una opción para salir de ese lugar. Traspasé la terraza corriendo y
fui directo al pequeño laberinto que había encontrado hace ya días atrás. Me senté en
la banca de piedra blanca y llevé mi rostro a mis manos…estaba agotada. Me tomó
unos minutos regular mi respiración y poder tranquilizarme.
—Realmente te asentara ser una vampiro, la luz de la luna se ve maravillosa en
tu piel —mire asustada y note que ahí estaba Elizabeth. Suspiré rendida, no podía
tener un momento de privacidad en este lugar.
— ¿Qué haces aquí Elizabeth? ya no quiero saber nada.
—Estas muy alterada ¿Qué sucedió? –me enfadé de nuevo por tu estúpida
pregunta.
—Oh, no sé quizás sea por el hecho de que ¡me van a convertir en un vampiro!
¡Qué Alex solo me está utilizando! ¡Y que me puede manipular a su gusto! ¿Cómo
nadie es capaz de entender que esto no es normal? –estaba furiosa, estaba cansada
de toda esta estupidez, como nadie entendía lo que de verdad pasaba.
—Victoria…respira –se sentó a mi lado y me rodeó con su brazo, acercándome a
ella. Solo eso bastó para romper en lágrimas, como una niña de cinco años –estas
bajo mucho estrés…es entendible que actúes así y más con la confusión que estas
sufriendo, solo respira, trata de no pensar en lo que pasa –sabias palabras, las tomé
de inmediato y me concentré en flores, era el perfecto lugar para hacerlo. Respiré
profundamente varias veces mientras que las lágrimas salían y salían como si no
tuvieran fin.
—Él solo me está usando, nada más… —ella me presionó más contra sus
brazos, no dijo nada, lo que me hizo llorar aun más.
Tuvieron que pasar largos minutos para que me tranquilizara por completo. Me
separé de Elizabeth y sequé mis mejillas con mis manos.
— ¿Mejor? –asentí, sentía que mis ojos me picaban –Bien, creo que te debo
informar de varias cosas…tu confusión llega a niveles estratosféricos –aquello lo dijo
sonriendo.
—Discúlpame Elizabeth, pero no eres tú la que debes decir nada en realidad, ni
siquiera eres tú la que deberías estar aquí –frunció sus labios, sabía que yo tenía
razón.
—Bien…pero no siempre obtienes lo que quieres querida, eso ya lo tendrías que
saber ¿no crees? –sí, claro que conocía esa frase y en estas semanas esa misma
frase me ha dado bofeteadas cada día.
—Escucho… —no tenía nada que perder, aparte de confundirme más.
—En realidad la que debe hablar eres tú ¿Qué te sucedió hace un momento
atrás? –esquivé su mirada. No podía decirle que todo pasó por culpa de Charlotte, ya
que si la delataba perdía mi oportunidad de saber todo de una buena vez.
—Nada, solo que es demasiado que soportar, no es como si me tomara esto
como una etapa de mi vida que tenía que pasar.
—Victoria…no me mientas, esto lo sabías de hace mucho tiempo y jamás has
explotado como lo hiciste antes, además tú te has dejado encantar por Alexander,
dudo que sea todo esto por ser convertida.
—Creo que no eres la más indicada para dar esa opinión, siendo que fuiste
capaz de convertiste a tu propio hijo —la miré directamente. Le tomó unos segundos
volver hablar.
—Alex y yo, eso éramos antes cuando fuimos humanos, solo los dos, su padre
desapareció al instante de saber que yo estaba embarazada, notaras que en los
tiempo que te hablo, ni se pensaba en una madre soltera, fue muy difícil tanto para él
como para mí y luego cuando Alex tenia tu edad llego Raúl, no preguntó ni hizo nada
de lo que Alex ha hecho contigo, solo me convirtió…tuve que estar lejos de Alex
durante largos meses por el miedo de matarlo, Raúl me explicó que podía verlo de
nuevo, que solo tenía que ser mas paciente…y lo hice, me tomó mucho más que unos
simples meses…me tomó dos años poder verlo y me tomó otro año poder hacer que
confiara en mí, fue la peor época de Alex, solo imagínate sola en un lugar donde se te
discriminaban por no tener familia, sin tener a donde recurrir –no le respondí nada,
estaba realmente sorprendida por lo que me estaba diciendo –Alex no sabía lo que era
yo, ni tampoco lo que era Raúl, al principio le dije me había ido porque había sufrido
un accidente, que Raúl me había encontrado y cuidado, tomándome dos años poder
volver a él…claramente es la historia más estúpida que pude haber inventado, pero
creo que Alex se hizo el desentendido porque me creyó, pero aun así no confiaba,
Raúl nos sacó de donde vivíamos y nos llevó a su hogar, con el tiempo me fui
enamorando de él, sabes lo magnifico que es…no se le hizo difícil robarse mi corazón,
después de todo, jamás sentí algún remordimiento por haberme convertido ¡es
fantástico! lo que si lamentaba era perder dos años al lado de Alex…él era muy
diferente a lo que es ahora, encantaba a varias chicas, pero…bueno, dejemos con que
era lo opuesto a lo que es en este momento –asentí.
—Eso ya lo sé…solo parece que me toca trazas del Alex antiguo, pero como
dijiste, no siempre obtienes lo que quieres, menos cuando Alex esta coqueteando con
Charlotte –entrelacé mis manos, presionando levemente al recordar como la saludó
tan amablemente.
—Oh…bien esa es mi culpa –la miré curiosa, nadie me daba una explicación
sobre que hacia aquí Charlotte —luego de varias décadas donde estábamos Raúl,
Alex y yo…pensé que sería bueno que él encontrara a alguien, Alex ya no vivía cerca
de nosotros, por lo que cuando me encontré con Charlotte fue como encontrarse con
un cachorrito herido, además su creador está muerto, ella no tiene conexión, así que
de inmediato pensé que ella era perfecta para él porque serviría igual para distraerlo
de su ultima perdida, pero cuando llegamos, era muy tarde, él ya tenía a alguien y
lucia muy feliz, eso devastó a Charlotte, pero por ahora supongo que ya lo superó, ha
tenido parejas, pero nada importante y no ha hecho ninguna conexión con un humano
–suspiró, parecía que de verdad se arrepentía de esa decisión –ella se ilusionó mucho
con lo que le comente sobre Alex, estaba tan segura… él fue una gran desilusión, pero
no por eso dejaré que hable mal de él adelante tuyo.
—Claramente no siempre obtienes lo que quieres –eso era deprimente.
—Así es Victoria…y Alex tampoco lo obtuvo siendo humano, pasaron ciertos
hechos que lo llevaron al extremo de la muerte, donde no tuve otra opción que
convertirlo, eso hizo perder mi conexión con Raúl…amo ser vampiro, pero Alex no
tenía idea de nada, por lo que sin su decisión yo jamás lo hubiera hecho, a menos que
me viera obligada, no lo podía perder, era mi única razón de vivir…él es todo para mi
Victoria, siempre lo querré ver feliz.
No pude evitar sentirme mal, por haber pensado que ella lo había hecho por ser
la persona más egoísta del mundo, pero aun así sabia que ahí había algo que no me
estaba diciendo y no iba a dejar que se me escapara.
— ¿Qué hechos importantes lo llevaron a la muerte? –ella sonrió ampliamente.
—Alex no miente sobre que no se te escapa nada –levanté los hombros sin
poder evitarlo, no era algo que contralaba, ponía atención a las cosas que me decían,
siempre, cada detalle.
—Supongo…
—Aun siendo muy astuta Victoria, no te lo puedo decir, no me han “autorizado” –
dijo haciendo las comillas con sus dedos –tuve suerte que me dejara venir hablar
contigo –suspiré rendida, cada vez el camino corto que me ofrecía Charlotte me
gustaba más y más.
—Tengo una duda…algo que me puedes contestar, porque es relacionado con
vampiros y tu vida –dude un poco, pero al verla asentir me arme de valor — ¿Por qué
no estás con Raúl ahora?
—Bueno…Charlotte no mentía en algo, es muy raro encontrar a un vampiro fiel y
Raúl no lo es y luego…bueno, yo tampoco, mi único objetivo que mantengo es Alex.
—Dijiste que tu conexión con él era muy fuerte antes, pero Alex ha convertido a
otras ¿Cómo sigues teniendo esa conexión?
—Porque cada vez si el vampiro que has convertido muere, vuelves a tu
conexión anterior –eso me hizo pensar en algo demasiado grave.
— ¿Todas han muerto? –era obvio, por algo yo tendría una conexión con Alex
¿él habrá sido capaz de…?
—Sí, pero él nunca le ha hecho daño a ninguna, como te dije antes, es raro
encontrar vampiros fieles y…Alex jamás ha sido infiel a una de sus compañeras –eso
si me sorprendió de verdad.
— ¿Ellas lo han dejado? –Ella asintió — ¿pero porque están muertas? ¿Tú
has…?
—¡No! por favor, amo ver a mi hijo feliz, pero si alguien lo deja, no sería capaz
de matarle, recuerda que fui gobernadora, se vería muy mal de mi parte…Victoria, ahí
está lo que le debes sacar a Alex, yo no te lo puedo decir, pero es algo que no puede
controlar y por aquello él ha cambiado hasta ser la persona que es ahora…ha perdido
demasiadas conexiones, de alguna forma eso te marca, es como si en cada perdida
que tuvo, era una parte de él que se llevaban con él –tragué saliva nerviosa, jamás
pensé que Alex pudo pasar por todo eso “en cada perdida que tuvo, era una parte de
él que se llevaban con el” aun así no podía confiar del todo en Elizabeth, ella misma
dijo que Alex era todo para ella, lo más posible era que podría mentir por él también.
—Elizabeth necesito un poco de tiempo a solas —ella asintió y me dio medio
abrazo para luego desaparecer –Dios… —suspiré cansada.
Esto era demasiado para digerir. No me podía imaginar todo el dolor que ha
pasado Alex, era injusto, pero tampoco entendía como ellas, cada una de sus
compañeras, que deducía que no eran pocas pudieron abandonarlo y terminar
muertas, quizás era algún estilo de infortunio que le perseguía, aunque eso era
completamente ridículo.
Por lo menos tenía algo en lo que podía estar segura, y era sobre las
conexiones. Habían tres formas de perderla, la primera era la natural, como Raúl, que
perdió su conexión con Elizabeth cuando ella convirtió a Alex, quedando
completamente libre de que alguien se metiera en su cabeza; la segunda era la de
Charlotte, donde su creador había muerto, también perdiendo la conexión, aunque ella
podría encontrar a un humano con el cual pasar una eternidad si lo convertía en
vampiro; y por ultimo Alex, para mí era la peor, perder aquella conexión porque al
vampiro que convertiste ha muerto llevándose parte de ti, eso debe ser horrible.
Luego de quedarme analizando todo lo que me dijo Elizabeth, ahora estaba
entrando a la casa y con una nueva actitud, estaba decidida…no tenía tiempo para
sacarle información a Alex, así que la opción de Charlotte era mucho más factible,
aunque al llegar a la sala, sentí como toda esa determinación se iba al ver a Alex, que
estaba dándome la espalda, ya que miraba por la ventana, se volteó a verme y note
que tenia uno de esos “tragos” carmesí.
— ¿Estas más tranquila? –asentí y con todas mis fuerzas trataba de
mantenerme fuerte, tenía que convencerme que Charlotte tenía razón, no obstante,
me sorprendí por su pregunta.
— ¿Ahora estas preocupado? –de un trago termino de bebe su copa, me sentía
mal porque cada vez se me hacía más normal que estuviera bebiendo
sangre…humana. Me ayudaba pensar que no había matado al dueño de su trago.
—Si –bien, si antes me había sorprendido por su pregunta, ahora estaba en
estado de shock al escuchar su respuesta –creo que te debo una disculpa, se cuando
me equivoco, y estos días al verte tan tranquila, pensé que habías asumido lo que
pasaría con tu futuro, por eso se me era incomprensible tu actitud.
—Que esté tranquila no significa que acepte todo lo que tendré que pasar.
—Ahora lo sé, siento mi descuido —aun estaba en estado de shock, aunque
haya hablado hace un segundo, no me era fácil recuperar mis habilidades léxicas –Lo
siento.
—Ya lo dijiste –no pude evitar ponerme a la defensiva, a mi mente vino la
conversación con Charlotte y lo que dijo también cuando estábamos todos juntos, que
Alex solo me estaba utilizando.
—Estas enojada.
—Claro que lo estoy sabiendo las noticias que se me han revelado últimamente
–de inmediato mi corazón me estaba avisando que me estaba alterando.
— ¿Es por lo que te ha dicho Elizabeth? –me sorprendía que ni siquiera se
esforzara por desmentir lo que dijo Charlotte.
—No, eso me aclaró muchas cosas, sobre ella más que de ti, ya que cuando
pregunté que pasó contigo cuando se acabó tu vida, me dijo que no la habías
autorizado a hablar.
—Eso es muy pronto para ti.
—Claro que no lo es Alex, pronto es ser convertida en vampiro y perder mi vida,
lento es saber los motivos de mi secuestrador y como ha sido su vida…eso es un
proceso bastante lento y me estoy cansando.
—Bien, no sacas nada con ponerte de mal humor, porque no hay forma de que
sepas las cosas antes y tampoco hay forma de que tu conversión se realice más tarde,
aunque quisiera, está fuera de mis manos –claro que había una forma más rápida de
saber de su vida.
— ¡Eres el gobernador de los vampiros!...no hay imposible para ti.
—Claro que los hay, ni siquiera has escuchado lo que te he dicho, por algo hay
un consejo, me controlan y la fecha de tu conversión es algo que controlan igual.
— ¡¿Como también haberme elegido?! ¡¿Ellos son el motivo de mi secuestro?! –
Di unos pasos para acercarme — ¿es por eso cierto?...di que si, hazlo —se me haría
todo más fácil si él aceptaba lo que había dicho Charlotte –lo has hecho porque
necesitabas alguien, solo por eso –los ojos de Alex me miraron intensamente,
mientras los entrecerraba.
—Si estuviera en mi poder, tu conversión seria más adelante, aun eres
demasiado inmadura para mantenerte en esta edad…aunque madures en un futuro,
tomará tiempo –por un momento me dejó atónita lo que dijo, pero me tuve que exigir ir
más cerca de él porque se estaba alejando, marchándose de la sala.
— ¡No, no, no y no! –Tomé su brazo para que se detuviera –no más misterio y
cosas por el estilo, quiero saber todo y ahora Alex….me lo debes –movió su brazo
soltándose de mi agarre.
—Yo no te debo absolutamente nada Victoria, ahora si me lo permites, debo salir
a alimentarme de verdad, iré con los demás –sin más desapareció, dejándome sola,
sin ninguna respuesta. ¿Cómo de un momento a otro parecía que me alejaba más y
más de lo que había logrado avanzar con Alex?
—Te lo dije –me volteé de inmediato.
— ¿Qué haces aquí Charlotte?....deberías ir a cazar igual.
—Estas confundida, lo sé —me arrojé contra el sofá, agotada.
—No sé de que hablas, vete —cada vez se me hacía más fácil poder hablar con
ella, su intimidación se estaba volviendo inútil.
—Victoria, Victoria…escúchame, pronto nos iremos, Alex no piensa que
estaremos aquí muchos días, menos cuando pronto todos tendremos que viajar a Italia
para la unión de ambos, por lo que solo te estoy dando una idea –me senté para verle
la cara, esa víbora tenían que delatarla sus ojos si es que mentía –si no aceptas mi
proposición, puedes hacer que las cosas avancen más rápido, si fueras capaz de
hacer que no haya ni un guardia en la mansión, ni siquiera que estuviera Francesca o
cualquiera, hacer que tengan la casa solo para los dos…eso ayudaría bastante, Alex
no tendría con quien hablar o tener que retenerse porque alguien los escucha o ve.
— ¡¿Estás loca?! –la miré con pánico, su idea era una locura objetiva, pero
imposible.
—Tendrías que optar por tus propias técnicas para sacarle la información…él
cede bastante a ti –eso era cierto, cada vez que me decía algo, era cuando…bueno,
estábamos más cerca de lo habitual.
—Eso es imposible Charlotte, él no aceptaría nunca aquello, además…—bien,
iba a completar la frase aceptando su propuesta, pero aun así me sentía como si
traicionara a Alex, eso no me gustaba, pero si me agradaba de tener la casa solo para
los dos, aunque hace unos minutos pensara que traicionarlo era una perfecta idea –
como te dije es imposible.
—No tanto, la mansión se ha quedado sola antes con Alex y bueno…su
compañera.
—Eso no es posible –me alteré un poco ante esa información.
—Sí lo es, solo déjamelo a mí, tomará tiempo y debes ser paciente.
—Eres una víbora Charlotte, no sé porque me ayudas pero…
—Oh, oh, oh –levanto su dedo índice haciéndome callar –yo no te estoy
ayudando, solo te estoy tratando de mostrar la verdad de cómo es Alexander Lenardis,
solo eso.
—Bien, entonces te creó un poco más ¿Cuánto te demoraras?
—Mmm…haré todo lo posible para que sea antes de tu conversión, eso está
claro, no sé si antes de que llegues a la cama de Alex, pero si antes de tu conversión y
tu unión con él –esas palabras me llamaron la atención.
— ¿Qué ganas con esto Charlotte?
—Fácil, demostrar lo canalla que es Alex y que por lo menos sepa que hay más
de alguien desilusionado de él y por la conexión que tendrás con él, sé que sabrá cada
día como te sientes sobre él, haciéndole un martirio su existencia –bien, eso era
sádico, pero viniendo de ella no me sorprendió mucho. No me preocupaba lo que
podía pasar después, dudo que hiciera un martirio la vida de Alex, no creo que sea tan
terrible la verdad.
—Está bien, trato hecho –estiré mi mano hacia ella, quien la estrechó con fuerza.
Estaba haciendo un pacto con el mismo diablo, me estaba condenando de verdad,
pero aun así, necesitaba una prueba de lo que ella había dicho y eso sería cuando
Alex regresara.
—Ahora…–dijo poniéndose de pie –debo ir a alimentarme, nos vemos –dio solos
unos pasos dándome la espalda para desaparecer.
Me recosté en el sofá, pensando en lo que acaba de hacer, estaría en muchos
problemas si alguien se enteraba de esto, fue ahí cuando entendí que estábamos
hablando de nuestro plan en la sala, a varios metros de la puerta principal, pero no lo
necesario como para Ezequiel y Javier escucharan… ¿o sí?
Corrí hacia la puerta, para ir a verificar que todo seguía bien con ellos. Ambos
me quedaron mirando.
—Hola chicos —dije mientras avanzaba y me quedaba al frente de ellos.
— ¿Escuchaste como nos llamo Javier?... “chicos” –Ezequiel le dio un suave
codazo en el costado a Javier, que lo hizo sonreír.
—Si lo noté ¿Qué quieres Victoria? algo tramas.
— ¡Que mentira! –Dije defendiéndome, por lo que notaba, no habían escuchado
nada –solo los vine a ver y a saber que les dijo hace unas horas atrás Alex.
—No tenemos permitido hablar de esas cosas –se escudó Javier.
— ¿Tiene que ver conmigo? –ellos se miraron y negaron.
—Victoria, solo nos pidió que le diéramos un informe de lo que pasaba a su
alrededor, el Sr. Lenardis estará de vacaciones por ti, pero no deja su trabajo –las
palabras de Ezequiel me dejaron atónita.
— ¿Qué dijiste? –de nuevo esa expresión, odiaba cuando ellos decía algo que
no tenían permitido y me dejaban con la duda. Ezequiel llevó su mano a su boca —
¡no me hagas esto! ¡Dilo de una vez! –nuevamente se dieron una mirada sospechosa,
hasta que habló Ezequiel.
—Bien… —Wow…eso si me sorprendió, ellos usualmente me dejaban más
confundida e intrigada de lo común, nunca me respondían nada –lo que pasa es que el
Sr. Lenardis está de vacaciones por ti, para ¿cómo se diría? para cuidarte…
—Y conquistarte claramente –interrumpió sonriente Javier –es tan romántico,
siendo que él es el gobernador de todo un mundo de vampiros, no es fácil tomarse
vacaciones, la última vez fue hace años.
—Claro, lo más probable que para cuidarte de otra perdida ¿no? –Ambos se
miraron e hicieron una mueca –lo sabía, pero bueno, creo que lo entiendo…él ha
perdido bastante.
— ¿Qué sabes? –Javier me miró con los ojos muy abiertos, sorprendido por lo
que había dicho.
—Elizabeth me dijo sobre las pérdidas de Alex, es una pena de verdad…no sé
como ellas pudieron dejarlo —fruncí el ceño a recordar cómo me contaba todo
Elizabeth.
—Tú también trataste de escapar ¿no? –Ezequiel me miraba serio.
—Sí, pero no fue porque… —Oh…eso no se los diría, ni siquiera yo me lo decía
con frecuencia. La razón de haber escapado había sido Bianca, por todas las locuras
que me dijo –tienes razón —dije para despistarlos.
—Bueno, creo que esto te debería servir para apreciar más lo que tienes
alrededor ¿no? –Ezequiel me miraba intrigado. Esto era sufrir de demencia, aun no
comprendía como todos veían de lo más normal traer a alguien aquí contra su
voluntad.
—Creo que entraré –me enfadé un poco con ellos –nos vemos –dije cerrando las
puertas, de nuevo ambos se miraron confundidos.
Mire a mí alrededor y no tenía la menor idea que hacer, pero como dijo Ezequiel
una vez, mejor para entretenerme iba a la piscina. Rápidamente me fui a cambiar y me
dirigí al tercer piso. Me quede varios minutos viendo por los gigantes ventanales que
rodeaban la piscina, tanto por los lados como por arriba. Las estrellas se veían
hermosas. Apagué las luces del piso y todo quedo iluminado por las estrellas y la luna,
se veía hermoso.
Me arroje al agua de un solo salto, estaba tibia, las luces dentro de ella hacia
todo mas mágico, jamás antes pude pensar en estar así, bañándome en un estilo de
casa como esta.
Comencé a nadar de espalda, viendo las estrellas, pensando en cómo estarían
mis padres, ya había pasado un tiempo, pero aun así debería ser poco para ellos,
deberían estar sufriendo y no podía hacer nada para ayudarlos, no podía avisarles que
estaba bien, que nada malo había pasado conmigo…por ahora, creo que en estos
momentos no lucia nada de mal pasar mi vida con una mirada desilusionante de mis
padres, al creer que había escapado con alguien a tener que convertirme en un
vampiro como dijo Alex.
No podía imaginar cómo sería una vida siendo vampiro, no conocía nadie que
me dijera que era lo mejor que le había pasado en el mundo, o sea, Elizabeth lo había
dicho, pero ella…no sé, creo que teníamos diferentes perspectivas de lo que es la
verdad felicidad, sin embargo, esos pensamientos fueron enterrados al recordar lo que
dijo Alex “aun eres demasiado inmadura para mantenerte en esta edad” no podía ver
la forma madura de tomarme las cosas últimamente y no tenía la menor idea a que se
refería; antes le había preguntado sobre si era cierto que me estaba utilizando para
mantener apariencias, lo único que respondo fue aquello. Si era consecuente, Alex
debió responder que aquello era mentira, antes había dicho que sentía algo por mí y
tiene ciertos comportamientos a veces que me hacen pensar que de verdad se
preocupaba, pero esas veces eran muy pocas y las arruinaba diciendo algo luego.
— ¿Qué estás haciendo aquí?...es tarde Victoria –miré a mi lado y pude ver de
pie mirándome desde un extremo de la piscina a Alex.
—Solo hace un rato te fuiste… ¿Cómo volviste tan rápido? –nadé hacia el
costado más cercano y salí del agua.
—Fue hace más de dos horas, pensé que te irías a dormir o estarías leyendo,
pero no nadando.
— ¿Qué tiene de malo que lo haga? me relaja –caminé directo al sofá blanco,
donde estaba la toalla. Alex ya me estaba esperando sentado en él cuando llegué.
Suspire derrotada, siempre me dejaba boca abierta, y ahí sentado, con su
camisa blanca y unos jeans, lucia muy bien.
—Luces bien –dijo con la toalla en su mano.
—Gracias –estiré mi mano para agarrar la toalla, pero Alex la movió hacia la
derecha, con una velocidad sobrenatural.
—No veo el porqué quieras cubrirte –me estaba comenzando a enojar, mi
irritación con él aun no se había ido. Moví mi mano para tomar la toalla de nuevo, pero
esquivó mi agarre con demasiada facilidad.
—Alex, pásame la toalla, no quiero estar contigo —traté de tomar la toalla de
nuevo, pero nuevamente se escapó de mi agarre y en cambio sentí como su otra
mano, tomaba la mía con delicadeza — ¿Qué haces? –En mi tono había un poco de
pánico, mientras que mi corazón comenzó a latir con más fuerza y como se hacía más
frecuente, no era por miedo –Basta, déjame.
—Te has puesto más rebelde últimamente, no me agrada –al decir eso, no sé
qué movimientos hizo, pero terminé recostada en el sofá, mientras que él estaba
sentado a mi lado, dejando una mano apoyada al lado derecho de mi cintura. De
inmediato mi corazón y respiración se volvieron locos.
—Bueno…no siempre obtenemos lo que queremos ¿cierto? –me traté de poner
de pie y salir de ahí, pero él no me dejó.
—Estas verdaderamente enojada, creo que la última vez que esto paso fue el
primer día que llegaste aquí ¿recuerdas? –claro que lo hacía, había sido tan estúpida
de pensar que la puerta del baño era mi escape.
—Alex, no estoy de ánimo de soportar tus cambios de humor ¿no puedes
entenderlo?
—Claro que no, siempre dices que no te comprendo —sus ojos estaban fijos en
los mío y eso ya estaba provocando su efecto.
—Estoy cansada, solo es eso…de ti para ser específicos, me agota estar
peleada contigo y me agota que seas un idiota que cambia su humor cada segundo ya
no puedo seg… —demonios…de nuevo me había hecho callar, besándome.
Su mano libre que tenia la toalla, ahora estaba en mi cuello, haciendo que me
levantara un poco para acercarme más él, mientras que mis manos ahora estaban
tomando firmemente su camisa. Dios…había extrañado sus besos, estos días solo me
estaba tentando, nada más, ahora podía sentir como sus labios se movían con
suavidad contra los míos, exactamente como se movía su lengua contra la mía, una
perfecta sincronía.
Mis manos ahora comenzaron a bajar, para poder meterlas bajo su camisa, no
me tomó mucho hacerlo, extrañaba su piel…sí, lo extrañaba él y bastante. Luego de
unos segundos se separó, dejándome en las nubes.
—No te debería besar, estas enojada ¿no?
—Alex —no me gustó que separara, y más dejándome en este estado. Me senté
para poder besarlo, pero él se alejó –esto lo haces apropósito.
—Sí, todo es parte de un increíble plan –me rodeó con la toalla y luego comenzó
a alejarse de mí, eso me molesto de verdad
— ¡Alexander Lenardis! no eres más que un poco hombre –se giró a verme,
frunciendo el ceño.
— ¿Qué has dicho?
—Sí, eres un poco hombre, solo te gusta jugar conmigo, nada más,
dejándome…en un pésimo estado –tiré la toalla a mi lado, realmente no tenía nada de
frio, sino todo lo contrario.
—Creo que estoy en la obligación de hacer que te retractes –estaba al frente
mío, mientras tomaba mi cintura y me acercaba a él, debo decir que ese movimiento
fue bastante delicado, Alex en su mayoría de las veces era bastante cuidadoso –yo no
soy el que anda tentando solo con caminar –me sonrojé al escucharlo. Me empiné
más y no le tomó nada tomar mis labios de nuevo, haciendo que mi corazón latiera
con más fuerza que antes por su agarre en mi cintura que hacía que sintiera su
cuerpo. Comenzó a avanzar, haciendo que tuviera que caminar, pero no me importaba
ver a donde me llevaba, estaba bastante concentrada sintiendo sus labios contra los
míos.
Sentí como el sofá chocaba con mis pantorrillas, haciendo que cayera sobre
este, Alex también lo hizo, pero cuidó de que yo no recibiera todo el peso. Nos
acomodamos mejor sobre el sofá, en ningún momento separando nuestros labios.
— ¿Es idea mi o estas bastante…ansiosa? –marcó una sonrisa, de esas que me
gustaban, curvando sus labios.
—Esto es tú culpa –me mostró aun más sus dientes sonriendo, pero no le di
tiempo de decir nada, porque mis manos fueron a su camisa y lo atraje a mí de nuevo,
me gustaba que él me dejara algo de control, era obvio que nunca podría empujarlo o
atraerlo a mí, siendo humana.
Sus manos comenzaron a recorrer mi abdomen a su gusto, haciendo que miles
de escalofríos pasaran por mi cuerpo, lo que solo provocaba que necesitara tenerlo
más cerca de lo que ya estaba. Esta vez que sus labios se separaron de mí, no dije
nada, ya que ahora iban bajando por mi cuello, haciendo que mi corazón latiera mucho
mas fuerte al sentir suavemente sus colmillos por mi piel, sabía que eso él lo hacía a
propósito.
Siguió bajando hasta llegar a mi clavícula y no tengo la menor idea como en ese
momento me acordé de...Charlotte, si, de ella, este era el momento que tenia para
poder comprobar lo que ella dijo, por lo que cuando Alex siguió bajando hasta pasar
sus labios por sobre la parte superior del bikini, haciendo que mi espalda se arqueara
y me fuera más difícil poder concentrarme y cumplir mi objetivo. Mis manos se hicieron
un puño en su cabello, mientras que él recorría con sus manos mis piernas, me estaba
volviendo loca…y eso era nuevo, si, porque nunca habíamos llegado a este nivel con
Alex, ahora me pasando sus labios por mis pechos y aunque fuera sobre el bikini, esto
era nuevo.
Con mucha fuerza de voluntad tomé el rostro de Alex e hice que volviera a mis
labios, no le tomó nada de tiempo concentrarse en ellos, pero deje mis manos en su
torso y lo aleje un poco, separándolo de mi. Alex frunció el ceño sorprendido, pero no
lo deje hablar primero.
—Quiero arriba —sonreí entusiasta, no podría llegar a besar su oreja, si no tenía
cierto poder en él.
— ¿Qué? –se veía confundido, pero solo lo empujé un poco y lo cambié de
posición, amaba que el sofá fuera amplio. Me senté sobre él, mientras Alex marcaba
una sonrisa coqueta. De inmediato me fui a sus labios y seguí besándolo por unos
segundos, para luego hacer lo mismo que él había hecho antes, bajar por su cuello,
me desconcentre bastante cuando las manos de Alex comenzaron a masajear mi
trasero, pero gracias a mi control sobre natural, pude llegar a mi objetivo. Me mordí el
labio inferior antes de pasar la punta de mi lengua por el lóbulo de su oreja izquierda.
Bien, lo primero que pasó fue un sonido y ese fue un gruñido desde el pecho de
Alex, y bueno ahora ya no tenía nada de poder y Alex me estaba besando con
bastante pasión, mientras mágicamente él había quedado entre mis piernas. Ni
siquiera me di cuenta como había pasado todo, fue muy rápido.
Alex volvió a bajar por mi cuello, mientras que sus manos iban a mi espalda y
desabrochaban mi bikini, esta vez no puse nada de resistencia, y vi como caía parte
del bikini al suelo. Él me quedo mirando y sonrió, me sonrojé completamente, pero no
tuve tiempo de decir nada cuando pude sentir de verdad los labios de Alex en mi
pezón mientras que su mano abarcaba el otro pecho.
—Alex… —su nombre me salió como un susurro, porque me estaba faltando el
aire y para mi sorpresa, eso le gusto a Alex, porque sentí como sonrió contra mi piel,
mientras seguía chupando, dando leves mordidas y apretando mis pechos, eso solo
hacían que mi cabeza volara, no quería que parara nunca, era magnifico en esto y
jamás lo había sentido, todo esto era nuevo para mí. Casi le grite a Alex cuando se
separo de mí.
—Eres exquisita, prométeme que podré beber de tu sangre –aun estaba bajo el
efecto de sus caricias, así que…bueno no era responsable de las cosas que dije.
—Sí, haz lo que quieras, pero sigue…
—Promételo —dijo sacando una de esas sonrisa, mientras mi concentración se
iba a como se sentía su pecho contra la tela de su camisa.
—Sí, lo prometo, ahora… —no me dejó decir nada más, estaba contra mis labios
y sus caderas se movían suavemente contra las mías. Me estaba volviendo
literalmente loca, porque necesitaba alguna forma de…liberarme, pero no sabía cómo
hasta que sentí como la mano de Alex que estaba en mi pecho comenzó a bajar, hasta
llegar a mi vientre, presioné bastante mi mano en su brazo cuando sentí que su mano
estaba bajo la única prenda que tenia. Agradecía que Alex me estuviera besando
mientras hacía esto, porque sentía como mis mejillas estaba muy sonrojada.
Comenzó a mover su mano contra mí, haciendo que mi cuerpo subiera a cien
grados de temperatura, hasta que segundos después sentí como un dedo se introdujo
en mi cuerpo, lo que me saco un gemido bastante fuerte, mientras mi pecho subía y
bajaba rápidamente. Me tuve que separar de sus labios para respirar mejor.
—Alex, más rápido… —dije mientras me encontraba con sus ojos. No movió
más rápido su mano, pero si añadió otro dedo –Alex —era lo único que podía salir de
mi boca, nada más. Él me dio una de esas sonrisas arrogantes, mientras me hacia
sonrojar aun más.
—Te ves increíble de este ángulo –fruncí el ceño al notar que su voz era lo más
tranquila del mundo, mientras que ahora yo me movía mis caderas contra él y como
arte de magia, Alex comenzó a moverse más rápido, haciendo que una bola de fuego
se formara en mi vientre, donde no paso más de diez segundo cuando pude sentir
como si mi cuerpo se liberara. Me tuve que morder el labio para no gritar.
—Dios… —Alex sacó su mano de donde estaba y pasó dos dedos por sus labios
para luego saborearlos. Me quedé boca abierta mirándolo y pensando como seria
tener su boca en la parte más intima de mi cuerpo.
—Sí, eres exquisita —no le dije nada, en estos momentos era como si fuera una
muñeca de trapo y me sentía bastante cansada –estas agotada.
—Si… —mis ojos pesaban. Alex se acercó y me dio un corto y dulce beso en los
labios para luego con cuidado poner la parte de arriba de mi bikini y tomarme en
brazos –gracias… —dije mientras dejaba mis brazos alrededor de su cuello.
— ¿Por qué? –su voz ahora era dura, siempre la utilizaba cuando el Alex tierno o
el Alex sexy se iba. Se dibujo una tonta sonrisa en mis labios, él sabia porque. No dijo
nada y me apoyé mejor en él. Segundos después estaba abriendo la puerta de mi
habitación y dejándome sobre la cama –dame un segundo –literalmente fue un
segundo, porque solo pasó eso para sentir como me ponía un pijama –terminé, estas
lista para dormir –me tape con las sabanas, mientras podía ver lo claro que se estaba
comenzando a poner la habitación. Alex cerró todas las cortinas.
—Alex… —susurré llamándolo, mientras me quedaban las últimas energías.
Sentí como se paró al lado de la cama –no te vayas —estiré mi mano hacia él, quien la
tomó de inmediato.
—Lo siento, pero hoy no –dio un suave beso en mi mano y luego la dejó en mi
cama –ahora me tengo que preocupar de mí, aquí solo tu tuviste tu liberación –se
acercó a mis labios y me besó, esta vez no fue nada dulce, pero me dejo queriendo
desear más sus labios; después de eso, solo sentí el golpe de la puerta.
¿A qué se refería Alex a que se tenía que preocupar de él? no quería seguir
pensando en aquello, primero porque moría de sueño y segundo, porque una de las
ideas que me traía aquella frase, era que se iría a meter a la habitación de Charlotte,
pero no tenia cabeza para aquello. Hoy me di cuenta de que en verdad comenzaba a
desear el momento en que Alex me hiciera completamente suya porque me imaginaba
que debería ser increíble; y también me di cuenta de que Charlotte si me dio un dato
sobre el lóbulo de la oreja de Alex, ella decía la verdad…y no quería pensar en cómo
lo descubrió, así que me rendí y me entregué a los brazos de Morfeo, prefiriendo por
ahora, ser una completa ingenua.
CAPÍTULO 17
—Despierta… —sentí como una mano me movía para que despertara, pero solo
me di media vuelta y seguí durmiendo –Victoria, despierta…has dormido todo el día.
—Alex, déjame tranquila, quiero dormir –me abracé a la almohada, pero solo
sentí como de un tirón Alex me la quitaba. Me volteé a verlo enojada.
— ¿Aun sigues molesta conmigo?
— ¡Claro! –era verdad, anoche fue solo un lapsus –te dije que me estaba
aburriendo de tus cambios de humor.
—Pensé que lo de anoche… —se veía confundido y no lo culpaba. Me senté en
la cama.
—Me iré a bañar —no le dije nada más y salí de la cama para ir al baño. Me
bloqueé de inmediato, me bañé sin pensar en nada, Alex me confundía más y más,
estaba furiosa y no furiosa al mismo tiempo.
Salí del baño, pensando que Alex se había ido, pero no, estaba sentado en la
cama mirándome mientras cruzaba hacia el guardarropa. Me vestí en un segundo,
curiosa por saber que hacia ahí; solo unos short, una camiseta negra, unas sandalias
y listo. Abrí la puerta de golpe para encontrarme con Alex en la misma posición que
estaba antes — ¿Qué haces? –pregunté mientras me acercaba a él.
—Nada, solo te esperaba.
—Nunca lo habías hecho ¿Qué pasa? –él rodó los ojos, como si le aburriera mis
preguntas.
— ¿Es que debo tener un cronograma con mis acciones en el día?
—No, pero si me deberías dar un diccionario para interpretar tus acciones, no
me vendría mal.
—No puedo creer que aun estés enojada, pensé que estarías de mejor ánimo.
— ¿Por lo que pasó anoche? –sí, había sido fantástico y lo disfruté a mil, es más
quería repetirlo ciento mil veces más, era mucho mejor a lo que había escuchado, y ni
siquiera me quería imaginar cómo era llegar al final del camino, tenía que ser aun
mejor.
—Si —me miró como si fuera algo obvio.
—Bueno, fue fantástico, pero aun así, no harás que mi humor se mejore con eso,
quizás por un rato, pero no olvido las cosas.
—Claramente lo has hecho, porque estas muy tranquila siendo que me
prometiste algo –lo miré confundida –creo que ahora podrías ser mi proveedora ¿no?
— ¡¿Qué?! –Lo miré con los ojos abiertos – ¡yo nunca…! –oh, solo tuve que
tener un segundo para recordar. “Eres exquisita…prométeme que podre beber de tu
sangre” había aceptado a aquello.
—No serás mi proveedora, solo pido una vez —lo miré asustada –no ahora, solo
te vine a buscar para que bajes a comer, hice que te sirvieran en el salón, así no te
incomodas con Francesca y lo que sucedió ayer –me quedé unos segundos mirándolo
sin decir nada ¿Cómo era que hoy aparecía todo comprensivo? Me senté en la cama
más confundida que antes — ¿Qué sucede? –se sentó más a mi lado.
—Tu sucedes, eso…no puedes cambiar de actitud tan rápido, me confundes y
me haces todo mas difícil, eres un engreído, luego me tratas como una mascota, para
después pedir disculpas e irte al segundo llamándome inmadura y por último, me
haces sentir cosas que nunca sentí antes y ni siquiera eres capaz de quedarte a
dormir conmigo, porque quizás que hiciste anoche para poder… —no terminé la
oración, me puse roja al recordar lo de anoche.
—No voy a cambiar por ti Victoria, soy así –eso me dolió, él había sido diferente
con las demás, menos conmigo.
—No, no lo eres…tu puedes ser dulce y tierno –tomé su mano que estaba
apoyada en la cama –es como si…te preocuparas por mí, como si te importara, pero
ese Alex solo sale a veces, yo lo quiero todo el tiempo.
—Eso no ocurrirá, debes entenderlo…Victoria, eres tan inmadura y olvidadiza a
veces, creí que eso había quedado claro, pero solo bastó una palabra de Charlotte
para que no creyeras que me importas…es más… —cerró los ojos mientras negaba y
soltaba un suspiró, para luego volver a mirarme —¿es qué crees que tu actitud hacia
mí es normal? sé que te traje contra tu voluntad, deberías odiarme…no preocuparte
por mí –tragué saliva, creo que Charlotte tenía razón, Alex me daba más información
mientras estaba más cerca de él, al parecer le daba a entender que iba confiando en
él, cosa que no era verdad, porque era imposible –entiendo que estés molesta porque
no fui capaz de comprenderte anoche, fue mi error, lo admito, apresuré las cosas, pero
fue tu culpa dejarte llevar por Charlotte —con toda la fuerza de voluntad evite suspirar
al notar cómo se preocupaba.
—Entonces…eso quiere decir que no me estas utilizando para aparentar y ¿qué
hay algo especial porque me siento atraía a ti? –se puso de pie, yendo a la puerta, me
apresuré para alcanzarlo y lo detuve –responde algo bien de una vez por todas.
—Pero si ya lo he hecho.
—Lo quiero escuchar, eso es lo que necesito, respuestas concretas saliendo de
tu boca —Me miró y no dijo nada, solo me acerco a él y me besó, bien, eso no lo
esperaba y me agradó bastante por lo que aferré mis manos a su camisa, pero
segundos después me separó de él.
—Ya te he dicho todo, me importas y bueno…creo que la segunda pregunta te la
puedes responder tu sola —siguió caminando y abrió la puerta, esperándome para
salir con él. Alex tenía razón, él me lo había dicho antes, todo estaba empezando a ser
más claro, pero desde que me dijo que mi conversión tenia fecha, bueno…eso hizo
que me cegara, porque él no era capaz de comprender mi situación, pero luego se
disculpó, admitiendo que se había equivocado; Alex cada vez me iba dando más
información y en el camino lo disfrutaba más que tener un atajo como el que Charlotte
me ofrecía. Aquello me hizo pensar que lo mejor era seguir por el camino normal, nada
de caminos cortos y nada de aceptar tratos con ella.
Me acerqué a Alex y sin que él pudiera evitarlo, entrelacé su mano con la mía.
—Creo que tendré la labor de sacar al Alex tierno mucho más seguido –apoyé mi
rostro en su pecho. Se tensó por completo, pero cerró la puerta y dejó que su brazo
me rodeara –Elizabeth dijo que era de los pocos vampiros fieles… espero que anoche
no hayas ido a desahogarte con Charlotte –escuche claramente su risa.
— ¿Sabes?...me dices a mí que no me sé comportar, cuando tu también tienes
reacciones extrañas, primero te enojas y mira como estas ahora –levanté mi rostro
para ver el suyo.
— ¿Qué parte de “me confundes” no entiendes? –él sonrió por unos segundos,
pero su expresión seria volvió a su rostro.
—Lo podemos hacer ¿sabes? a ti solo te retiene tu familia, podemos hacer que
se sientan mejor en un tiempo más, hacer como si encontraran tu cuerpo para que
estén tranquilos o engañarlos de alguna forma, pero al final que se tranquilicen –su
mano presionó más las mía mientras me decía aquello.
— ¿Los has visto? –él asintió, mi corazón latió con fuerza de inmediato —
¿Cómo están?
—Tristes…con rabia, han creído que alguien te secuestró, jamás lo quise
esconder, por eso dejé tu casa desordenada, para que no creyeran que te habías
escapado…no quería que pensaran que todo tu comportamiento no era más que una
farsa, que después de todo eras una rebelde, no lo eres –esquivé su mirada pensando
en cómo se podían sentir mis padres y como Alex tenía todo absolutamente planeado
antes de siquiera hablar conmigo.
—Tenemos que hacer algo…rápido –lo miré y él asintió.
—No te preocupes, yo me encargare de eso.
—Pero estas de vacaciones… —ahí recordé lo que me había dicho Ezequiel –
las vacaciones que pediste por mí –de inmediato el ceño de Alex se frunció y lamenté
haber hablado porque podía meter a Ezequiel en problemas.
—Claro que tuve que pedir vacaciones por ti, si no lo hacía te podrías escapar
fácilmente engañando a estos idiotas de guardias que tengo…eres muy inteligente –
sonreí por su halago. Me solté de su mano para seguir hacia la puerta, me giré a verlo.
—Bueno, no volveré a escapar y gracias por pedir vacaciones para
conquistarme…lo sé –Alex entrecerró los ojos y yo abrí la puerta para poder dejarlo
solo, me gustaba sorprenderlo. Dios, estaba loca, dejar que el vampiro que me
secuestró y alejó de mi familia me conquistara.
—Un momento —solo dijo eso, para después cerrar la puerta y dejarme atónita
contra ella mirando sus increíbles ojos — ¿así que no volverás a escapar?... ¿y ese
cambio de parecer?
— ¿Por qué dices eso? solo escapé la vez anterior por lo de Bianca, no me
gusta saber cosas malas de ti –mis ojos se abrieron como platos, sorprendida porque
lo que había dicho, jamás lo había hecho.
—Bueno…entonces evitaremos eso, me encargaré –en eso unió con bastante
rudeza sus labios a los míos, de inmediato dejé mis dedos entre su cabello, me
encantaba hacer eso, porque levemente lo tironeaba. Alex tomó mi pierna derecha y
me hizo levantarla, quedando en su cadera, sabía lo que quería hacer y no me iba a
negar. De un salto quede enrollando su cadera con mis piernas mientras que él me
sostenía y se dirigía hacia la cama. Me recostó delicadamente; sus labios se movían
contra los míos con bastante pasión, su lengua me estaba haciendo ver el cielo –
realmente te gusta esto ¿no? –dijo separándose de mí, no pude evitar sonreír, era
verdad, él me estaba empezando a encantar, exactamente como lo dijo Elizabeth.
—Sí.
— ¿Por eso también estabas enojada? ¿Por qué no te había besado? Eso dijiste
ayer en la noche –no pude evitar ponerme roja como un tomate al darme cuenta de
que era cierto y que lo había dicho –Es verdad… —iba a decir algo relacionado con lo
injusto que era que él supiera mis respuestas antes de saberlas o de omitírselas –No
lo volveré hacer –volvió a unir nuestros labios.
—Alex —dije entre besos, él se separó un poco de mí –quiero la casa solo para
los dos –bien, lo había dicho, nuevamente recordé a Charlotte mientras Alex me
besaba, eso no me estaba agradando, me desconcentraba.
— ¿Qué? –Notoriamente estaba sorprendido –pero si estamos solos el mayor
tiempo, ahora esta Elizabeth y Charlotte, si quieres las puedo echar…eso no me haría
nada de mal.
—No…yo digo todos, solo por unos días –frunció el ceño –incluidos los guardias.
— ¿Y por qué quieres eso? –bien, uno de los motivos era para poder sacarle
información, Charlotte tenía razón, de esta forma funcionaba bastante y la otra razón
era para no ponerme nerviosa cuando estaba con Alex, siempre pensaba que podía
haber alguien cerca y escucharnos.
—Solo para nosotros —lo miré sugestivamente para que entendiera que era algo
que no podía decir con palabras.
— ¿Por qué? –seguía sin entender. Me moví un poco para que no siguiera sobre
mí, él se sentó y espero a que hablara. Me senté al frente de él.
—Me da nervios que alguien nos escuche, entonces si queda…tan poco tiempo,
para lo que tú sabes que, bueno…no quiero estar pensando en las personas que
pueden escuchar –una amplia sonrisa se marcó en los labios de Alex.
—Eso es imposible, esta casa tiene habitaciones que tienen aislante de sonido,
excepto en las salas de abajo.
— ¿Y qué pasa si quiero estar contigo en una de las salas? Ezequiel y Javier
nos escucharan –me lleve la mano a la boca al instante de decir aquello, lo que hizo
reír a Alex.
—Dudo que se queden a escuchar —repentinamente la mirada de Alex se volvió
más atractiva de lo que era –no creo que sea buena idea despachar a los guardias, no
me lo permitirían, la última vez fue hace bastante tiempo.
—Oh —le había dicho a Charlotte que esto no funcionaria, era ridículo, jamás
haría que todos los guaridas tuvieran tiempo libre al mismo tiempo.
—Pero si quieres puedo hacer algo para sacar a Elizabeth y Charlotte –rodeé los
ojos.
—No, no serviría de nada.
— ¿Serviría?... ¿es qué tienes algo con las salas de abajo que las quieres
desocupar? sin nuestras visitas, podemos ocupar todas las habitaciones de acá —me
estaba comenzando a realmente avergonzar por lo que estábamos hablando.
—No, da lo mismo, ni siquiera sé donde estas tú durmiendo –bien, eso lo dije
con segundas intenciones, quería saber donde estaba mientras todos dormían…por si
pasaba algo.
—Nadie sabe dónde está, claro tu lo sabrás…cuando llegues a aceptar el anillo,
aunque de todas formas no tienes opción –rodeé los ojos, siempre trataba de poner
esa armadura conmigo, como si temiera de algo, por eso decía esas frases
desagradables.
— ¿Cómo que nadie? ¿Ni siquiera Elizabeth? –él negó — ¿Por qué?
—Porque podré ser el gobernador y ser bastante fuerte, tener una simpatía
inigualable, pero para tu sorpresa, no todo el mundo me ama, ha habido ciertos
problemas en distintos países, sobre revoluciones en las últimas décadas, las hemos
controlado, no es nada importante, pero aun así el consejo teme por mi “vida”…no
quieren que salga herido y dieron la idea de hacer una habitación especial –al instante
me preocupé al escuchar que Alex podía tener enemigos que quisieran lastimarlo.
— ¿Y porque yo lo sabré?
—Porque….supuestamente tu eres de confianza, tendré una conexión contigo –
enarqué una ceja al escucharlo.
— ¿Supuestamente? –él asintió.
—Digamos que no tengo la habilidad para escoger buenas compañeras —en
ese momento recordé de inmediato lo que me había dicho Elizabeth, sobre los
engaños y pérdidas que había tenido Alex en el pasado y lo que dijo me hizo enfadar.
— ¡Bueno, no tienes que andar comparándome con esas cualquieras que hacen
lo que se les frunce! –me crucé de brazos y miré hacia otro lado, dramáticamente
ofendida.
—Eso es gracioso, creo que es la primera vez que lo escucho.
—Me da lo mismo, además me tienes bastante controlada aquí, la única persona
de la que no se puede confiar es en ti.
— ¿Aunque estés empezando a hacerlo? –Lo miré como si no me interesara lo
que estaba diciendo, pero tenía razón, estaba pecando de ingenua y estúpida al
confiar aunque sea un poco en él — ¿Y bien?
—Sí, soy culpable de esa estupidez –él iba a decir algo, pero mi estómago sonó
y eso lo distrajo.
—Creo que esto quedara para otra ocasión, tienes que alimentarte.
—No —no quería, él iba a cambiar al momento que saliéramos por esa puerta.
— ¿Cómo que no? debes comer.
—No, no quiero bajar… ¿no nos podemos quedar aquí por un tiempo? –Alex no
dijo nada por unos segundos, pero luego sacó su celular y llamó a alguien, solo dijo
que suban la comida y pasaron unos cuantos segundos más para sentir un golpe en la
puerta, Alex fue a abrir y Javier llegó con una bandeja que dejó en la cama.
—Buenas noches Victoria –me puse de pie y lo fui a saludar.
—Javier ¿Cómo ha estado tu descanso?
—Bastante entretenido –de inmediato capté que aquello estaba relacionado con
Ezequiel.
—Me alegro, mi descanso también estuvo bastante interesante —lo miré
sonriendo y Javier abrió los ojos sorprendido.
—Bien…basta, has hecho lo que te he pedido, gracias Javier –Alex se ubicó a mi
lado y Javier asintió para después salir de la habitación.
— ¿Sabes? –Dije mirando a Alex –me gusta conversar con Javier y Ezequiel,
pero siempre los espantas, siendo que ellos cumplen todas tus ordenes, deberías
darles un premio.
—Realmente me da lo mismo lo que pienses sobre ellos –dejó su mano en mi
espalda y me empujó hacia la cama para que comiera. Lo mire extrañada por su
insistencia, pero después pensé que podía ser bueno comer algo, a Alex le gustaba –
entonces…noto que estas bastante cómoda con el tema de que te hare mía –casi me
atragante con el pedazo de lo que fuera que me llevaba a la boca, comida que no
conocía pero era rica.
— ¿De qué hablas? –me puse roja como tomate, él sonrió al notar lo nerviosa
que me ponía con el tema.
—Sí, ya hablas de aquello, lo de anoche te debió dar una idea ¿no? –muchas,
muchas ideas, eso había provocado lo de anoche.
—No sé de lo que hablas —me hice la desentendida.
—Victoria, creo que antes de convertirte deberías aprovechar lo que te puede
ofrecer ser humano.
—Si dijeras eso en serio, no estaría aquí siempre encerrada.
—Bueno, que escaparas me da desconfianza en ti, además que tenemos este
nuevo estilo de vida por ahora —eso me llamó la atención.
—Alex…cuando yo sea, bueno, cuando me conviertas –seguía sin gustarme la
idea — ¿Cómo lo haremos? –él frunció el ceño.
— ¿Cómo lo haremos? Fácil, se sentirá mejor siendo vampiro, solo quiero que
sepas que es estar con alguien como humano –rodeé los ojos, pensando que él solo
tenía escrito “sexo” en su cerebro.
—No hablo de eso, me refiero a ¿Qué haré yo mientras tú estás haciendo tu
trabajo?...no soy de quedarme todo el día aquí, solo lo he soportado unas semanas,
pero no podre de por vida.
—Oh…eso, bueno Elizabeth te iba a explicar eso mejor hoy, pero te daré una
introducción, cuando te convierta y ocurra el rito de unión tenemos tres meses para
nosotros, luego tenemos que comenzar a viajar bastante para que se te reconozca
como la compañera del gobernador.
— ¿Viajes por todo el mundo? –él asintió — ¿y eso toma…?
—Meses, bastantes, hay que ir a todos los lugares posibles…no estarás
tranquila en bastante tiempo.
—Pero tú siempre estarás ¿cierto? no es como si me fueras a abandonar en
algún lugar –él sonrió al escucharme, creo que le había gustado, pero no tengo la
menor idea del por qué.
—No, eso sería imposible, se vería mal para los demás.
—Oh…ya veo, los demás –Alex rodó los ojos, sabiendo que me refería también
al comentario, ahora sin importancia, de Charlotte.
—No, tampoco te podría dejar sola entre tanto vampiro, no soy capaz de dejarte
con dos que son gay y ¿crees qué te dejaría con otros?
— ¿En serio? –él asintió.
—No es tan terrible como piensas Victoria, ser vampiro no está mal, el único
sacrificio que tienes que hacer es beber sangre…humana, pero no te das cuenta como
te acostumbras a ella –lo que dijo me recordó a Charlotte, con otros de sus
comentarios ácidos.
—Charlotte me dijo que había temas que no me habías dicho sobre la
conversión.
—No…no hay nada –respondió de inmediato –que recuerde ahora, solo serás
mordida y debo beber hasta la penúltima gota de sangre, la última es la que se utiliza,
pasó mi lengua por la mordida y comienza el cambio celular…solo es eso, al otro día
despiertas y no sientes el latido de tu corazón, pero si un cambio en todos tus sentidos
y ahí está, eres inmortal –no se escuchaba tan mal como lo había pensado.
—No suena tan mal si lo pones así ¿es doloroso? –él frunció sus labios, eso me
bastó como respuesta.
—Cuando vas perdiendo la sangre, eso sí es doloroso tanto para ti como lo será
para mí.
— ¿Qué? –bien, tenía una idea de la conversión, pero no sobre lo que pasaba
con él.
—Sí, es demasiada sangre, tampoco podemos beber toda la sangre de un
humano, si hay muerte de ellos es porque hay vampiros poco astutos que muerden a
humanos que los pueden recordar, lo que no es bueno si rompes una regla de tu
especie, jamás deber hacer que te descubran, a menos que quieras un humano como
acompañante o proveedor, a mí se me permite tener a Francesca como
empleada…solo porque soy yo –lo que dijo provocó cientos de dudas en mi cabeza,
pero noté que dejé mi plato de comida vacio durante este tiempo y comencé a comer
unas frutillas que habían ahí.
—Ahora veo ¿pero es mucho lo que sufres? –él negó.
—Solo durante la conversión, mientras te muerdo, luego aquello desaparece.
—Lamento que seas un experto en conversiones –él sabia a que me refería,
nadie podía tener más información sobre las conversiones que él, ya que los vampiros
solo podían convertir una vez en su existencia.
— ¿Cuánto te dijo ella? –“ella”, me llamó la atención como se refirió a su madre.
—Bastante como para pensar que no existe una lista a como yo pensaba y
que…bueno, eres un Alex diferente al que ella vio de bebé, aunque no lo necesario
para saber el motivo de tu conversión, más que solo un accidente o algo por el estilo,
ni tampoco sobre tus compañeras pasadas.
—Averiguaste bastante con tu ataque de histeria que tuviste ayer, pero… —dijo
antes que me alterara por su comentario –como dije antes, fue justificado.
—Claro que lo fue —comí otro pedazo de frutilla, noté la mirada de Alex al hacer
eso.
—Frutillas —sonreí de inmediato al saber que significaba eso, no estaba de
ánimos de discutir con él.
— ¿Quieres? –tomé una frutilla y se la ofrecí, pero Alex tomó mi mano y movió la
bandeja para poder acercarme a él.
—No, no quiero “esa” frutilla —me atrajo más a él hasta que tuve que sentarme
a horcajadas sobre él.
—Te gusta besarme después de comer ¿Por qué? –dije a milímetros de sus
labios.
—Fácil, porque sabe fantástico con tu sabor —me mordí el labio inferior al
recordar lo que había hecho ayer luego de tener mi orgasmo. Solo ese recuerdo tuve
para besarlo, pero antes que sacara mi camiseta me separe de él, eso había sido
demasiado rápido, sus frías manos se colaron sobre mi piel sin siquiera poder
controlarlo.
—Hay más personas —tomé mi camiseta y la bajé. Alex me miró serio.
—Está bien, ellas no duran más de dos días aquí, las correré de la casa –mi
boca se abrió las escucharlo.
— ¡¿Qué?! Elizabeth me odiará, no son ellas Alex, es todo.
—Bien, pero ellas comienzan, dos días más y se van –iba a decir algo, pero él
me calló con un corto beso en los labios y bajándose de la cama –es mejor que
bajemos porque así recibirás las lecciones, ahora que estas más tranquila –tomé la
bandeja y asentí. Ahora si estaba más tranquila.
—Alex —dije antes que saliéramos. Me empiné un poco, él entendió de
inmediato, y me besó –Tienes que arreglar lo que arruinaste con mis padres –dije
cuando nos separamos, el asintió y salimos de la habitación. Alex tenía esa labor, me
la debía, además que pensando en ellos, siempre me sentiría fatal por cualquier cosa
que hiciera acá.
Bajamos las escaleras y me encontré con Javier, quien tomó mi bandeja a pesar
que le reclamé que no lo hiciera, pero se la llevó. Antes que me dirigiera a la puerta a
saludar a Ezequiel, Alex tomó mi mano e hizo desviarme para ir a la sala. No dije
nada, luego saludaría a Ezequiel, antes que llegáramos al salón Alex soltó mi mano.
—Buenas noches —dijo a Raúl y Elizabeth, ambos sentados en uno de los
sofás.
—Se han demorado —Elizabeth se acercó a nosotros y nos saludos.
—Buenas noches —con Alex nos sentamos en el sofá de al frente al de ellos. Lo
miré y note que estaba en esa actitud de indiferencia, demostrando que no le
importaba nada o nadie, esa actitud era la que lo hacía verse poderoso y que hacía
que a Alex lo respetaran mucho, pero para mí solo era la máscara donde se escondía
y a pesar que me gustaba, no era bueno para nosotros, porque guardaba todo lo que
pensaba o sentía y hacia que me confundiera.
—Bien, creo que es hora de dar información ¿no pequeña Viky? –Raúl me sonrió
y asentí segura –bueno, en esta etapa creo que la más indicada de informarte es
Elizabeth.
— ¡Exacto! –dijo ella alegre –no hay mucho que contar en realidad, porque Alex
se ha encargado de decirte todo sobre la conversión y qué papel jugarás como la
pareja del gobernador, pero te tengo que decir sobre el trabajo que tendrás los tres
meses libres antes de salir.
— ¡¿Qué?! — ¿trabajo? no era como si estuviera contra del, pero sí, bueno,
había pensado que sería un momento de solo Alex y yo.
—Sí, deberás estudiar idiomas, debes aprender tres, Italiano obviamente, Ruso
e Ingles, con aquellos estas más que segura — ¿idioma por mes? ¿Eso era lo que ella
quería? estaba loca, no lo iba a ser, eso me tomaría todo el día durante todos los
meses.
—Tendrás tu tiempo con Alex –dijo Raúl sonriendo, creo que notó mi sorpresa –
pero eso es durante unos días, luego deberás prepararte, como actuar en ciertas
situaciones, como socializar con los demás, lo que debes decir y lo que no, me refiero
a que hay temas que no se tocan, puedes usar ciertas palabras y otras no, es sobre
ciertos…problemas del pasado ¿sí? –asentí y lentamente dirigí mi mano hacia donde
estaba Alex, todo esto me estaba intimidando bastante, pero antes de poder
alcanzarla él la movió.
Rodeé los ojos a lo que hizo y me tomé la libertad de tomarla descaradamente.
Noté como Elizabeth sonrió a aquello.
—Ahora —dijo Alex –creo que debes saber sobre lo que más se acerca a
nosotros respecto al poco tiempo que tenemos, el rito de unión, es corto y simple, pero
significa mucho, se ha hecho durante siglos y espero que lo aprendas bien en su
momento para que así no quedes mal antes una especie entera –eso hizo que mi
estómago se revolviera –pronto deberás dejar de ser tan orgullosa y deberás usar el
anillo –eso aumentó mis nervios, por lo que presioné su mano y él lo único que hizo
fue cerrarla contra la mía, eso me dio más ánimos y descubrí que la bipolaridad podía
ser contagiosa. Era imposible al recordar cómo estaba ayer a como estoy ahora,
pensar que no soy bipolar.
En cada momento Alex estaba avanzando más y más, no me agradaba, porque
era como si me sintiera cada vez más a gusto en su compañía y que cuando él estaba
lejos, era como si fuera una agonía, esto era ridículo, más cuando pensaba en los
momentos de enojo que tenia con él, era como si se me fuera la vida en ello…ridículo.
—Lo sé, dijiste que no tenía opción.
—Así es —siendo que se veía molesto con todo, él no soltaba mi mano, eso me
hacía pensar que no estaba enojado o algo por el estilo.
—Bueno, no sé que más podemos enseñarte –habló Raúl –mejor que preguntes
tus dudas, ser vampiro para mi es demasiado normal.
—Está bien –esta era mi oportunidad para hacer mil preguntas — ¿Qué me hará
daño?
—El sol si lo tomas sin un proveedor –me contesto Raúl.
—Sí, pero eso implica otra pregunta –aquí miré a Alex — ¿tendré más libertad
contigo? o sea ¿tendré que andar con esposas o algo por el estilo?
—Claro que no –respondió de inmediato –para eso tengo una esposa mental, se
lo que estarás pesando en cada segundo aunque te moleste.
—Entonces tendré la libertad de tener un proveedor y seducirlo para poder
alimentarme cuando tenga que salir.
—No, esa parte de seducirlo esta demás, muerdes y listo.
—Pero tú dijiste…
—Sí, se lo que dije antes, pero ahora es diferente, no ando seduciendo a nadie –
sonreí al verlo tan a la defensiva con ese tema.
—Bien, entonces, volviendo al tema, no tengo que temer de nada cuando sea
vampiro, a menos que me corten la cabeza o me dejen horas al sol ¿es eso? –no dejé
de mirar a Alex.
—Estas en lo correcto, pero en tu caso igual tendrás que temer o mejor dicho,
tener cuidado con las personas que no apoyan nuestro estilo de gobernar –asentí, eso
lo tenía claro igual, desde que Alex dijo que hubo veces que lo trataron de asesinar.
— ¿Cuánto tiempo después que me muerdas estaré lista?
—Un día, nada más, pierdes la conciencia durante un poco más de veinticuatro
horas y luego despiertas siendo completamente una nueva persona –eso me llamó la
atención.
— ¿Nueva persona? ¿Voy a ser otra?
—Claro, pero solo físicamente, lamentablemente no podremos mejorar tu mal
humor –no le hice caso a su comentario acido y seguí pensando en más cosas que
preguntar.
— ¿No debo correr de la plata o cruces? –Alex negó — ¿y del ajo? –eso lo hizo
sonreír, recuerdo cuando dijo que su mentira favorita sobre los vampiros era la del ajo.
—Creo que estas divagando, no hay mucho que debas aprender en realidad,
solo unas pocas cosas claves, como las reglas que hay en nuestra especie.
— ¿Reglas? –él asintió.
—Si no fuera por ellas, creo que ya no habrían humanos…y eso no le conviene
a nadie –lo miré confundida –como notaras los vampiros, en su mayoría los jóvenes
tienen cierto rechazo a los humanos, es más resentimiento, pero aun así los odian y si
no fuera porque las reglas se deben cumplir, matarían a los humanos que utilizan para
alimentarse y eso no favorece a nadie porque, primero se revelaría que existen los
vampiros y segundo, comenzaría algún estilo de guerra por ambos lados y al final
acabaríamos con los humanos…y no tendríamos de que alimentarnos.
— ¿Acabarían con los humanos? –Pregunté un poco escéptica por su confianza
–los humanos son mucho más que ustedes.
—Sí, pero no tienen la fuerza, ni la rapidez que nosotros.
—Bueno, para eso tienen armas —me estaba comenzando a molestar por su
arrogancia –no somos estúpidos, lo más probable es que alguna gobierno ubique
donde hay mayoría de ustedes, por ejemplo, las casas de los guardias, son
muchas…las descubren y lanzan bombas o… —no se me ocurrió nada más –en fin,
los matan.
—Bueno, pensé que ibas a suponer que nos podemos regenerar –bien, podía
tener la idea en mi cabeza, pero era raro poder saber que de verdad existía.
—Aun así, no creo que puedan contra los humanos, es una ilusión, una bomba
los destruye a todos, imposible de regenerarse –Alex rodó los ojos, creo que esta
discusión no avanzaría nada, aunque sabía que yo tenía la razón — ¿es qué acaso
tienes todo planeado?
—No…bueno si, pero no pasará porque no le conviene a nadie, así que no hay
que preocuparse, además no tienes idea de las personas que son vampiros,
dominamos este mundo, ahora haz otra pregunta –por lo visto ahora estaba más
dispuesto a hablarme sobre los vampiros.
—Tengo una duda, cuando tú me conviertas…y pase el tiempo ¿yo podre
convertir a alguien?
—No —esa fue una respuesta rápida.
— ¿Por qué? ¿Qué pasa si te quieres retirar? Me dejarías el cargo a mí y yo no
lo quiero, tendría que convertir a un humano.
—No, eso no pasará, no tienes de que preocuparte.
— ¿Pero qué pasa si no quiero seguir teniendo una conexión contigo? –está
bien, esa pregunta solo la hice porque me había desagradado su respuesta, me
obligaba a hacer todo.
—Porque yo me encargare de que eso no ocurra –se veía más molesto de lo
normal, creo que de verdad le desagradaba el tema, aunque era algo obvio sabiendo
que él había perdido a sus compañeras por irse con otro.
—Está bien, no tienes para que enojarte —esquivé su mirada, cada día me tenía
que amoldar mas a él, todo para que no se enojara y tener que empezar a sacarle
información se convirtiera en algo más difícil.
Delicadamente saqué mi mano de la suya, ya que aun la había dejado
entrelazada. Miré a hacia donde tenía que estar Elizabeth y Raúl, pero no se
encontraban.
— ¿Dónde se han ido?
—Vieron que no servían de nada, por eso se han ido –lo miré de soslayo, él lo
notó –daría todo para que tu conversión fuera en dos o tres años, eres demasiado
inmadura –tuve que contar hasta diez para poder controlarme y actué como lo hubiera
hecho antes, Alex tenía el poder de sacarme de quicio fácilmente.
—Solo me molesta que creas que puedes controlar mi vida a tu gusto, eso es
todo.
—Pero Victoria, yo controlo tu vida a mi gusto –lo miré sorprendida.
—No, no es así, no puedes controlar lo que siento —sonreí con suficiencia.
—Claro que puedo —sin más tomo mi camiseta desde atrás y me hizo quedar
aun más cerca de él, haciendo que mi corazón latiera con rapidez — ¿Ves? –Alex
sonrió arrogantemente.
—No —apenas salió la voz de mi boca, ya que me estaba perdiendo en la
mirada de Alex. Idiota, se le estaba haciendo todo más fácil ahora.
—Si –se acercó a mis labios y los besó con cuidado, lentamente. Cerré mis ojos
respondiendo a él. No había caso siempre haría que me alterara con sus besos,
haciendo que todo mi cuerpo se viniera en mi contra, sin poder controlarlo — ¿ves? –
se separó sonriendo.
—Bueno, no –no me respondió nada.
— ¿Nunca? –repentinamente su expresión cambio a algo más preocupada, eso
no me gustó, debo admitir que soy una tonta a que me importe su estado de ánimo,
siendo que a él no le importaba mucho el mío. No pude evitar pensar que recordó a las
demás que lo dejaron.
—Eso depende, si sale más el Alex tierno no te podría asegurar que me negaré.
—Suena bien, pero creo que tomare el camino largo, no tengo otra opción –tomé
su mano de inmediato.
—Si la tienes y lo sabes, solo que no quieres porque te sientes más seguro de
esta manera, siendo que cada mujer es diferente.
— ¿Me estas psicoanalizando? –tenía su ceño fruncido.
—Claro que no, solo te digo lo que pienso.
—Bueno, estas equivocada, cada mujer es igual, aunque tú tienes ciertas
actitudes bastante extrañas, pero sigues siendo igual a todas –rodeé los ojos, pero en
mi cerebro hubo un “clic” Alex estaba hablando de las parejas que tuvo antes, eso me
daba alguna libertad para hacer más preguntas.
— ¿Por qué te enojaste tanto cuando encontré tus diarios? –de inmediato se
tensó.
—No hablaré de eso contigo, ya te lo dije antes –como siempre hacia cuando yo
sacaba este tema, se puso de pie y comenzó a alejarse.
—Me lo tendrás que decir si quieres que confié en ti –no dio un paso más y se
giró a verme, mirándome enarcando una ceja –lo digo en serio.
— ¿Eso es una amenaza? –negué.
—Te doy una pista para un camino más corto, solo eso –me quedó mirando sin
decir nada, supuse que estaría pensando en las alternativas que tenia.
—Es algo privado, por eso no quiero que lo leas.
—No tenías porque esconderlos, si me decías, en buenas palabras que no lo
hiciera, no lo iba hacer.
—Lo dudo, eres bastante curiosa —negué de nuevo.
—Entiendo que es algo importante, que no quieras compartir, todos tienen
secretos Alex, tú los tuyos y yo los míos.
—No, tu no, los sé todos –no había forma de ganarle.
—Aun así, no todo, pero entiendo que no quieras que lea aquellos cuadernos,
tengo dudas –desde que había leído esos trozos de sus cuadernos y desde que
Elizabeth había hablado conmigo, vinieron bastantes preguntas a mi mente.
— ¿Cuáles?
— ¿Todas han muerto? –frunció el ceño, pensé que no me iba a contestar nada,
pero su movimiento me sorprendió. Se volvió a sentar pero de una forma que
demostraba que estaba cansado, literalmente se arrojo en el sofá, hundiéndose en el.
—Si, por eso puedo hacer la conexión contigo –no era capaz de mirarme, solo
tenía sus ojos fijos hacia al frente.
— ¿Cómo todas murieron, tú…?
—No, jamás haría eso, sé que crees a veces que soy un monstruo, pero no, no
las mandé a matar…solo pasa, no lo puedo controlar.
— ¿Eso quiere decir que si me separo de ti voy a morir? –mi boca se abrió
sorprendida dándome cuenta ahora de verdad de lo que estaba sucediendo. Alex me
miró son decir nada — ¡debes estar bromeando! ¿Cómo mueren?
—No lo sé, solo pierdo la conexión y luego me informan que la han encontrado o
algo por el estilo.
— ¿Qué es esto Alex? –me comencé a asustar. Me quedó mirando sin decir
nada por varios segundos, hasta que suspiró como si se estuviera rindiendo.
—Bien…tu ganas, te diré todo, ya me cansé de tus preguntas todo el tiempo,
además que el reloj esta en nuestra contra –esto no me estaba gustando, quizás no
quería saber la verdad después de todo –siempre un vampiro encuentra a un humano
para que sea su compañero, Raúl lo encontró con Elizabeth, y así muchos otros, bien,
tu eres esa humano para mí, es un estilo de unión bastante fuerte, por lo que al verse
separados, las cosas se ponen complicadas, nunca he estado presente en la muerte
de una mitad, pero se dice que la vida se les va desvaneciendo de a poco, hasta que
solo se desmayan cayendo sin vida.
— ¿Estás hablando de almas gemelas? ¡Eso no existe! –me miró sin decir nada,
ahí supe que me tenía que mantener callada –sigue…
—Gracias, bueno, esta unión claramente no está hecha por amor, yo soy la
prueba viviente –lo que dijo hizo que me diera una punzada en el pecho, él decía algo,
pero yo sabía que pensaba diferente, en sus cuadernos podía sentir el dolor de Alex al
escribirlas, fue extraño, pero eso fue lo que me enfureció en su momento –al principio
todos pensaban que lo era, por lo cual tu encontrabas tu conexión y eso era todo,
podías estar una eternidad con ella, todavía hay vampiros que tienen sus parejas de
hace miles de años, pero ahora ultimo…y hablo de unos siglos atrás, las cosas
cambiaron, Charlotte tenía razón en que hay pocos vampiros fieles, nadie se opone a
que se engañe a su conexión, porque bueno así sigue aumentando la cantidad de
vampiros, tu eres mi conexión, por eso estas aquí –tragué saliva nerviosa, mientras mi
labio inferior temblaba.
—Estas mintiendo, es imposible, tú has convertido a varias personas y sigues
vivo, aunque te hayas separado de tu conexión.
—Si…bueno no soy yo el que se aleja –esto lo dijo enojado mientras me miraba
–no soy yo el que encuentra mágicamente otra conexión ni tampoco soy yo quien
convierte a otro humano solo por capricho y luego muere, dejando a un vampiro
demás –tensó la mordida mientras me miraba y decía todo esto.
—Me lo debiste decir el primer día Alex ¡Ahora entiendo porque me canso
cuando me disgusto contigo! ni siquiera la primera noche que me trajiste aquí lo sufrí
más que cuando te odie por lo de Bianca.
— ¿De qué estás hablando? –me senté mejor en el sofá.
— ¡Diablos! esto no me puede estar pasando, ¡vamos! ¡Esto es la vida real!..las
almas gemelas no existen ¡y menos si me entero de esta manera!
— ¿Por qué estas siendo tan melodramática? ¿Querías que te lo escribiera en
una carta? ¿Qué te lo dijera mientras tú estabas en un balcón?...te dije que estas eran
las lecciones.
— ¡Es imposible que tú seas mi alma gemela! Si ni siquiera me conoces bien, no
me comprendes y tampoco me amas –me miró sin decir nada, espere varios segundos
pero no fue capaz de decir una palabra –Alex…te has equivocado de persona.
— ¿Crees qué esto es a la suerte? ¿Qué lo elijo yo? –esto era demasiado para
mí.
—Alex…estas mintiendo, Raúl y Elizabeth siguen vivos y están separados, me
estas mintiendo.
—No lo estoy haciendo, ellos se ven bastante seguido.
— ¡No puede ser!...hay miles de vampiros que no están con sus creadores,
además tú fuiste convertido por tu madre ¡esto no cuadra!
—Cuando encuentras a tu conexión solo eso basta, si conviertes a alguien más
no importa que conviertas a otro humano, sigue teniendo tu conexión, el humano que
convertiste queda libre para encontrar a su otra mitad –se puso serio al decir lo último,
como si le incomodara hablar de “mitades” “almas gemelas” o cosas por el estilo.
— ¿Y Ezequiel y Javier?...ellos son ambos vampiros y ¡hombres!
—Eso no importa, puede ser que puedan estar juntos o puede ser que ambos
encuentren a alguien más.
— ¡Me estas mintiendo! –me puse muy nerviosa, trataba de encontrar el “pero” a
todo esto.
—No desesperes… —se notó que se estaba preocupando, porque incluso se
acerco a mí y dejó su mano en mi hombro, mientras yo respiraba agitadamente — ¿A
qué te refieres con que te cansas cuando te enojas conmigo? –me quede mirándolo
unos segundos, pensando que todo esto era una locura.
—Es como…si me cansara demasiado, sin ganas de hacer nada cuando te odio,
no es una sensación agradable.
—Eso es nuevo —llevé mis manos a mi rostro.
—Si todo esto es cierto ¿Por qué eres tan idiota conmigo?
—Eso es ahora ultimo…realmente no recuerdo como era las primeras veces,
pero si no era como ahora.
—Esta conexión es una farsa —dije cansada –has sido capaz de tener más de
una, esto es una locura.
—Soy el único, no se conoce a alguien más que pierda su conexión y pueda
reanudar otra.
—El afortunado —no fui capaz de mirarlo al decir eso.
—No es nada bueno, si cada vez que se van… —se notó la tristeza en la voz de
Alex. Levanté la mirada y suspiré derrotada, odiaba preocuparme por él.
—Lo siento —se sorprendió al escucharme y me volvió a mirar —tienes razón,
actúo bastante inmadura contigo a veces, pero esa fue demasiada información en muy
poco tiempo.
—Lo sé, por eso no te lo quería decir…aun.
—Esto explica muchas cosas —sonreí nerviosa.
— ¿Cómo lo fácil que estas cediendo a mi?...porque anoche cediste bastante –le
di un golpe en el hombro.
— ¡Alex! –me puse roja como tomate.
—Creo que la sesión de lecciones ha terminado por hoy ¿no? –asentí.
—Por favor, eso fue demasiado, nunca me dices nada y ahora sin más me dices
que tenemos alguna…conexión, estoy aun confundida.
—Sé que te es difícil de entender y te lo hubiera dicho en semanas o meses
más, pero con la presión del consejo por nuestra unión, bien…eso complica las cosas
–lo que dijo trajo a mi memoria el día que me escapé y les pronuncié a los guardias
sobre las “otras” y ambos se pusieron serios, como si el tema fuera un tabú.
— ¿Por qué todos esconden el tema de tus perdidas? –solo me miró un segundo
para esquivar mi mirada.
—Si no morí con mi primera conexión o con las demás, no significa que pasara
desapercibido aquella perdida para mi…la última vez que la perdí fueron tiempo
difíciles, para todos, necesitaban un líder y yo no estaba en condiciones de serlo, solo
eso –no fue capaz de decírmelo a la cara. Me sentí mal por él, ahora veía mejor todo
lo que Alex había sufrido, con las pérdidas de sus conexiones, él había cambiado y no
había sido su decisión.
—Quiero leer tus diarios, eso me ayudaría mucho a comprenderte.
—Eso no pasara, no los tendrás en tus manos nuevamente –repentinamente se
volvió molesto; odiaba cuando hacia eso, pero me controlé para que no se molestara
aun más.
—No tienes para que enojarte, solo te lo estoy pidiendo, sé que son muy
privados para ti…no lo hagas, pero me tienes que hablar de todo lo que no sé, así
entiendo mejor porque eres tan desagradable conmigo, siendo que tenemos una
supuesta “conexión” –una leve sonrisa se marcó en sus labios.
—Estas entiendo mal, yo no soy desagradable contigo…solo soy así, con todos.
—Eso es mentira Alex y lo sabes, sé que me estás haciendo pagar por algo que
no he hecho, también sé que a veces sale el lado tierno de ti porque no lo puedes
evitar, pero me tratas de esta manera solamente porque perdiste a las demás, no es
difícil de adivinar.
—No es cierto, estas equivocada –su ceño se frunció, molesto. Tenía la razón,
desde que habló esto de la conexión lo descubrí, incluso tenia las sospechas antes.
—Tienes razón, creo que si a mí me hubiera pasado lo mismo que a ti, no
confiaría en nadie.
— ¿Me comprendes? –me miró confundido.
—No he esperado más de ti, porque no conozco más, tampoco lo he hecho
porque no debo, tú me secuestraste y creo que esas pequeñas partes donde eres
tierno y preocupado, completamente diferente a lo que de verdad eres, ha hecho que
me…atraigas, cosa que es enferma, notando que me has quitado todo y solo debería
odiarte.
—Pero ¿no lo haces? –negué.
—La mayor parte del tiempo, hay partes que desearía sacarte cada hueso y
quemarlos mientras bailo alrededor de tu fogata.
—Eso es sádico y malvado ¿Cómo me odias a ese nivel?
—Cuando eres testarudo y no eres capaz de escuchar a nadie, me
frustras…tengo derecho a odiarte de esa manera –me sorprendía que estuviera
hablándole tan relajadamente como si estuviera hablando con un amigo de años.
—Yo no soy testarudo –se sentó mejor en el sofá y se acomodó en el respaldo,
quedando un poco recostado.
—Claro que lo eres, conmigo, otra prueba que lo haces apropósito.
—Victoria, no me comporto así contigo apropósito —trataba de convencerme
que eso era cierto pero desde el primer día lo noté, él es diferente en especial
conmigo.
—Si lo haces, te ríes y eres simpático con los demás, Ezequiel, Javier, Elizabeth,
Raúl, incluso Charlotte que es una estúpida.
— ¿Es que acaso estas celosa? –rodeé los ojos. Alex podía llegar a ser tan
ególatra.
—No, solo que se nota la diferencia que hay entre ellos y yo…a mi me tratas
como si fuera cualquier cosa, aunque claro, no dejas que me traten mal los demás, así
que estoy segura en decir que te estás vengando conmigo.
—No lo hago, si lo hiciera no estarías tan cómodamente sentada aquí.
— ¿Daño físico?...jamás serias capaz de golpearme y estoy segura, quizás el
primer día tomaste mi brazo para amenazarme, pero no lo hacías por ser malévolo.
— ¿Y de donde sacas tanta información? te veo muy segura –sonreí con
suficiencia.
—Solo observo, tú podrías notar muchas cosas de mí si lo hicieras igual, pero no
eres capaz, porque parte de ti me odia, todo por lo que ha pasado antes, cosas que no
tengo idea.
—Yo no te odio —se sentó mejor para mirarme realmente serio — ¿de dónde
sacaste esa idea? estas delirando Victoria, es mucho tiempo que tienes para hablar
solo contigo –se veía bastante sincero al decir aquello, eso me daba la idea a que ni
siquiera él se daba cuenta de lo que sentía.
Lo miré unos segundos sin decir nada, sus ojos oscuros, sus rasgos jóvenes,
Alex a pesar de tener una personalidad de un hombre mucho mayor, solo tenía
veinticuatro, seis años más que yo, no era nada, bueno un poco, sin embargo había
vivido más que muchos ancianos juntos; su cuerpo era de un hombre alto, fuerte, pero
cuando sonreía se notaba que físicamente era joven. No podía imaginar cómo alguien
lo pudo dejar solo por capricho, más cuando en ese entonces él sonreía más.
— ¿Has quedado muda?
—No, solo estoy cansada de decirte todo sin que me des crédito, tengo razón y
algún día deberás aceptarlo –frunció los labios haciendo que mi atención se fuera a
ellos, me encantaban los labios de Alex, eran tan suaves pero a la vez dejaban en
claro quién mandaba, haciendo que mi cerebro se volviera loco cuando decidía
besarme.
—Yo igual puedo decir mucho de ti —volví a concentrarme en él y lo miré como
si hubiera dicho lo más estúpido del mundo.
—No, no eres capaz —me sonrió y comenzó a hablar sobre mí.
—Eres testaruda, por eso tenemos tantos roces, pero eso mismo te prende
cuando te voy a besar y luego provocar que tengas un orgasmo.
— ¡Alex! –suspiré derrotada, siempre salía lo más idiota de él conmigo ¿Cómo
era posible que él fuera el gobernador por su sabiduría? Comenzaba a creer que su
elección fue turbia. Me levanté del sofá, no iba a seguir escuchándolo.
—Alto –su voz era tranquila mientras rodeaba mi cintura con sus brazos y me
hacia caer a su lado –bien, bien…te diré cosas más aburridas –lo miré desconfiada,
me quise mover de su lado, pero no me dejó, no seguí insistiendo –eres muy
inteligente, descubres cosas en mi que no todos lo hacen, te preocupas por los
demás…. –no me estaba mirando mientras decía esas cosas lindas de mí –odias las
injusticias y eres graciosa cuando te enojas conmigo, cuando me extrañas en las
noches o cuando me quedas mirando con ganas de…. –me miro sonriendo –no sé de
qué, pero tienes ganas de algo, exactamente como me estas mirando ahora –me
sonrojé de inmediato, no había notado que lo estaba mirando raro —¿Ves?...hay más
cosas, pero esas me las guardo para mí –lo quede mirando casi babeando, pero
recordé algo que me ponía bastante nerviosa.
— ¿Ves que tenemos que estar solos? los chicos pueden escuchar ahora —
sonreí confiada en que tenia la razón. Alex se acerco más a mí.
—Dudo que les importe.
—Pero a mi si —me puse de pie para evitar problemas. Él frunció el ceño, pero
me alejé bastante rápido, pasé por al lado de la puerta principal y me fui directo a la
salida trasera, agradecí que Alex no me siguiera.
Llegué a la terraza y me senté un poco más relajada a lo que estaba hace
minutos atrás. Cerré mis ojos por un segundo y después miré hacia el cielo estrellado,
hacía calor, eso hacía que toda la información que me había dado Alex se sintiera el
doble de pesada en mi cabeza. Agradecía que ahora él me diera un tiempo a solas
para poder procesar todo.
Almas gemelas, aun no lo creía, menos por parte de él, siempre las almas
gemelas de los libros se llevan bien, son como dos piezas de un rompecabezas
adyacentes, encajan perfectamente, pero eso era claro que no se aplicaba a Alex y a
mí, menos si ahora él era diferente a lo que era, quizás antes seriamos perfectos el
uno para el otro, pero ahora…lo dudaba, aunque habían ciertas características de
ambos que teníamos en común, como lo testarudo o nuestra bipolaridad única en los
dos.
Me puse de pie inquieta, no sabía qué hacer. Me apoyé en el hermoso diseño de
madera que había en la terraza, mirando a todos los jardines de Alex, estaban
iluminados solo por la luna. Me encantaba poder venir a pensar aquí, no sé cómo,
pero todo aquí me gustaba, tenia los colores que a mí me agradaban y…
—Muy buenas noches Srta. Victoria –me volteé de inmediato al notar de quien
era esa voz.
— ¿Qué haces aquí John? –una leve sonrisa salió de sus labios, mostrando sus
filosos colmillos, no me gustó ni un poco. En otras personas no me acostumbrar a ver
esos colmillos, solo en Alex –no deberías estar tan cerca da la casa, Alex tiene otras
órdenes para ti.
—Solo quería ver como se encontraba, ese es mi trabajo –dio un paso más
hacia mí.
—Aléjate —me estaba empezando a asustar, John jamás me había dado
confianza.
— ¿Es qué acaso no puedo molestarla como usted lo ha hecho conmigo?
—John, si no te alejas gritaré y Alex me escuchará, ahí tendrás verdaderos
problemas –sentí un escalofrió a hablarle, él de verdad era un poco aterrador.
—Creo que deberías saber que eso no me importa… —en un segundo se acerco
a mí a tal extremo que podía sentir su fría nariz en mi mejilla –Ya me has cansado, si
no puedo tener a Francesca de proveedora, bueno, lo tendrás que ser tú, tendré
bastante prestigio cuando se enteren que probé la sangre de la futura gobernadora.
—Solo estarás en problemas, así que déjalo ya, vete, dudo que quieras más
inconvenientes con Alex.
—El Sr. Lenardis me importa muy poco en estos instantes, más cuando he
pasado bastante tiempo sin alimentarme –no podía creer que mi rabia cada vez
aumentara con John, él solo pensaba en Francesca como un pedazo de carne, nada
más ¡y ella era mi única humana cerca! No pude más, con toda mi fuerza trate de
empujarlo, mis manos se fueron a su pecho y con toda la fuerza trate de alejarlo, pero
fue inútil y como no tenía otra opción para salvarme de él, mi otra opción era gritar.
—Estás perdido –tomé todo el aire que pude para que saliera un grito bastante
audible — ¡Al –John tapó mi boca bruscamente, de verdad sentí como si mis dientes
se hubieran dado un vuelco.
—No lo creo lindura, la única perdida aquí eres tú –tomó mi cabeza y la movió
hacia un lado, dejando mi cuello expuesto, en ningún momento dejó mi boca
descubierta para poder gritar. John se acercó a mi cuello y pasó su lengua, comencé a
mover mis manos contra él para alejarlo, pero era inútil, era demasiado fuerte para mí.
Tensé mi mordida, esperando sin derramar ni una sola lágrima por este maldito
vampiro que enterraría sus dientes en mi piel, y fue ahí, en ese segundo que pasó
todo.
Sentí los colmillos de John contra mi piel, empezando a traspasarla, pero antes
de que pudiera avanzar un centímetro más sentí que alguien me empujaba hacia atrás
y me liberaba del agarre de John. Abrí los ojos de inmediato para ver de quien se
trataba.
— ¡Srta. Victoria ¿está bien?! –un guardia que no conocía estaba al frente mío,
dándome la espalda, solo había girado su cabeza hacia mí. Me moví un poco hacia al
lado y pude ver que otros dos guardias tenían de los brazos a John, que estaba
bastante tranquilo entre su agarre, mirándolos como si fuéramos los mas idiotas del
planeta.
—John Fletcher estas en serios problemas –el guardia que estaba adelante mío
le habló, y creo que por su tono, no estaba tan apenado por encontrar en algo que
pondría en problemas a John – ¡llévenselo de aquí! –los otros dos guardias tomaron a
John y se lo llevaron en menos de un fracción de segundo. El otro guardia acercó la
mano a su boca, creo que tenía en su ropa algún aparato tecnológico porque comenzó
a hablar por ahí, no pude entender nada, pero no demoró mucho. Aquel guardia se
volteó a verme con su mirada preocupada.
—Sentimos la demora Srta. Victoria, él se encargo de distraernos –lo quedé
mirando sin decir nada, el tipo me era conocido pero no lo podía traer a mi memoria
completamente en este momento.
— ¡¿Qué diablos sucedió aquí?! –Llego Alex gritando a la terraza — ¡¿Cómo es
posible que un simple y joven guardia se las haya arreglado para hacerte un inútil?!
¡Vete en este instante!...pronto hablaremos los dos Aníbal –el guardia desapareció en
un momento. Alex se acerco a mi rápidamente — ¿Victoria estas bien? ¿Qué te hizo?
–Movió mi cabello para dejar expuesto mi cuello –no te preocupes, solo dejó rosado,
no alcanzo a hacer nada –pasó su mano con cuidado por mi piel –di algo Victoria –no
era capaz de decir nada, en mi mente se repetía una y otra vez lo que había pasado
¿había sido cierto? Todo fue muy rápido – ¿Victoria? –sentí como mis piernas se iban
debilitando hasta el punto que no fueran lo bastante fuerte como para poder sostener
mi cuerpo. Me desvanecí perdiendo la conciencia sin saber en dónde o como había
caído.
CAPÍTULO 18
Usé toda la capacidad que mi cerebro me daba para poder controlarme luego
de ese beso y de las palabras que dije.
— ¿Qué sucede? –Mi respiración estaba acelerada — ¿Por qué te alejas? ¿Es
qué tú no…?
—No, estas entendiendo mal —di un paso hacia atrás sin poder creer que él
me estuviera haciendo esto –Victoria no –tomó mi mano y me acercó a él –Es algo
relacionado con Francesca —fruncí el ceño.
— ¿Qué? –sacó su celular de su bolsillo trasero.
—Estaba esperando una llamada sobre el paradero de Francesca porque
estamos desconfiando de ella… — ¿en serio estaba haciendo esto? ¿Ahora? No
podía articular palabra alguna al darme cuenta que Alex me estaba alejando por esto –
Solo una hora Victoria…una hora –bufé sin poder creerlo.
— ¿Una hora? –él asintió mirándome preocupado, creo que tampoco le
agradaba la idea de irse, pero la llamada era sobre un tema importante. No podía
creer que estuviera aceptando esto.
—Solo una hora Alex, si te demoras un minuto más, olvídalo –me crucé de
brazos y miré hacia otro lado, esta situación era estúpida.
—Lo prometo —me quedó mirando sin decir nada hasta que dejo sus manos
en mi cadera y me acercó a él para unir nuevamente sus labios contra los míos. Sin
poder evitarlo rodeé su cuello con mis brazos; mi corazón comenzó a latir con fuerza
nuevamente al sentir como me acercaba a su cuerpo al mismo tiempo que avanzaba
hasta apoyarme en la pared y quedar atrapada entre esta y su cuerpo, pero antes de
poder profundizas un poco más el beso él se separó dejándome completamente
descompensada.
—Eso…fue cruel –él sonrió y me guiñó un ojo, provocando que me sintiera
peor y deseando que no fuera a ninguna parte.
—Eso es para que esperes mi regreso –negué sin poder creerlo –no demorare
nada y no te asustes que quedan algunos guardias, no te pasara nada ¿sí? –asentí
aun en las nubes. Alex me volvió a dar otro beso, pero esta vez fue uno pequeño para
después desaparecer ante mi vista.
Miré a mis lados, pensando en lo que iba a hacer ¿de verdad iba a tener mi
primera vez con Alex? bueno, sería lo “normal” él ha sido el único que me ha
enseñado sobre este tema, él único que me ha tocado de esa forma…y al único que
podría responderle de la misma manera, sí…él era con quien deseaba tener mi
primera vez y no me iba a sentir mal al respecto, aunque me haya secuestrado y
separado de mi familia. Aquel pensamiento me trajo un tanto a la realidad, pero me
negué a rendirme a la pena, hoy no.
Salí del armario y comencé a recorrer la casa pensando en que podía hacer
para matar el tiempo, deseaba que Alex estuviera aquí mismo, deseaba poder sentir
sus labios de nuevo…volver a sentir su cuerpo. Bien, esos pensamientos no me
ayudaban a calmar mi cuerpo, extrañaba a Alex.
Renové mi caminata sin sentido por la casa pensando en sí tendría que utilizar
alguna prenda en especial, no tenía la menor idea de lo que podía hacer, además mi
ropa ya no estaba en mi habitación, quede pensando unos segundos y quizás podía
estar en la habitación de Alex, sonreí ante esa idea.
Me dirigí hacia la habitación para poder ir en busca de algo, pero en el camino
me encontré con un nuevo pasillo de la casa, miré en dirección a la habitación y luego
a aquella escalera que no había notado en mi tiempo aquí.
—No me hará nada de mal seguir conociendo este lugar –si, sin duda no me
haría mal si me quedaría aquí por un tiempo. Fui tranquila hasta la escalera caracol,
estaba bastante escondida para ser sincera así que mi curiosidad aumento. Subí
lentamente para no asustarme con nada que hubiera ahí, pero sucedió todo lo
contrario.
Era un nuevo piso, uno pequeño, donde había un nuevo escritorio, lucia como
la oficina de Alex pero más privada. Mi atención se fue hacia las ventanas al mismo
tiempo que los recuerdos de mis padres volvían a mi cabeza, no los había podido
olvidar del todo y era algo que me molestaba, sí, ya no era cómodo ver cómo era mi
vida antes porque me hacía sentir mal, pensar en el sufrimiento que ambos debían
estar pasando por mi desaparición. Suspiré mirando hacia el paisaje que me brindaba
la vista, este lugar estaba en la parte frontal de la casa, no sabía que había una
habitación por este lado.
— ¿Qué demonios…? –dije notando que algo blanco pasaba rápidamente a
unos kilómetros de la casa, luego volvió a pasar algo más, pero de otro color. Me
esforcé para poder ver de qué se trataba. Mis ojos se abrieron sorprendidos al ver que
eran aquellas pequeñas cosas que se movían con rapidez –autos… —me quedé unos
segundos mirando un poco más y pude ver un bus de transporte pasar ¡Dios Santo!
Era una carretera.
Como reflejo mis pies corrieron hacia la puerta y poder salir de este lugar. Bajé
corriendo las escaleras para poder llegar a la puerta principal, pero cuando las abrí me
quede helada. ¿Qué estaba haciendo? Fruncí el ceño al notar que mis deseos por
escapar del lado de Alex no se habían ido del todo, aquello me entristeció…no me
quería ir ¿Por qué estaba actuando de esta manera? Suspiré sin encontrar respuesta,
en realidad…me estaba mintiendo, sabía muy bien porque quería salir de aquí y creo
que por nuestro bien, de Alex y el mío, era mejor que saliera con rapidez.
Antes de seguir con mi cometido, subí a mi habitación y gracias al cielo las
joyas no habían sido tomadas y cambiadas de lugar, por lo que tomé muchas de ellas
y las guardé en mis bolsillos, debería salir a negociarlas para poder tener algo de
dinero.
Comencé a pensar en que podía hacer para poder escapar. Alex me había
dicho que habían guardias, pero estaban distanciados, eso significa que aquella mini
villa de casas donde los guardias se hospedaban estaba vacía, así que sin más temor
sobre qué hacer, me fui por uno de los autos que estaban en la parte de atrás de la
casa, ahí también se encontraban todas la llaves colgadas, Javier en su fascinación
por los autos de Alex me había llevado a ver cada uno de ellos.
Salí de la casa y miré hacia todos lados, me era extraño pensar que no habían
los guardias necesarios para detenerme, me mantenían en constante alerta, aquí algo
debía salir mal ¿no? Entre en el gigantesco garaje y busque en una tabla que estaba
protegida por un vidrio, el cual tenía una llave para poder acceder a las demás llaves
que me permitirían escapar de aquí…por unos momentos, iba a volver, pero para estar
con Alex sin ningún problema tenía que arreglar mi situación con mis padres y Alex no
había sido capaz de darle una verdadera solución, bueno, era mi turno de jugar mis
cartas, esto sería por el bien de ambos.
Rompí el vidrio con una palanca de metal que había al lado y las llaves
quedaron a mi disposición. Miré todos los autos que ahí se encontraban, ordenados en
filas y con un número en el cemento que me decía que llave tenía que elegir. Sonreí al
ver que auto seria el elegido. Tome las llaves del Jeep Wrangler Sport 2011 y corrí
hasta este para entrar sin dificultad y encender el motor, el carrito de golf que había
utilizado antes me había ayudado como guía, pero no tenía la menor idea de cómo
manejarlo. Presioné el acelerador y avancé de un solo golpe hasta chocar al jaguar
negro que estaba al frente.
—Lo siento –susurré pensando en que iba a decir Alex cuando viera lo que
había hecho con su auto. Retrocedí para poder tomar la salida, pero choqué el
Mercedes negro que estaba detrás –lo siento –volví a repetir, pero luego de chocar
otra vez al Jaguar negro y al Mercedes negro, pude salir por el camino hacia la
entrada del garaje.
Sonreí al ver que esto no era tan difícil como creía. Miré a mis lados y no había
ningún guardia, sonreí, esto quizás saldría bien… ¡por favor, Dios! Algo de honor a mi
nombre, esto tenía que ser una victoria definitiva, no lo estaba haciendo por mí.
Presioné el acelerador hasta el fondo y avancé por el camino de entrada de la
mansión Lenardis, la gran sorpresa vino minutos después cuando llegué a la villa de
los guardias, sonreí al ver que esto estaba completamente vacío. Sin duda alguna
Alex les había dado vacaciones, aunque fueran tres días. Disminuí un poco la
velocidad porque luego siguieron curvas y más curvas, no me quería estampar contra
un árbol y arruinar todo, a este tiempo mis manos estaba sudando y mi frente también
estaba mojada. Me iba a meter en problemas, eso era seguro y ahora lo estaba
pensando seriamente, pero tenía la mejor excusa de todas, así que su perdón no sería
difícil de conseguir.
Pasó alrededor de una hora cuando pude llegar a la carretera ¡estaba lejísimo
de la casa! Suspiré al notar que tenía una increíble carretera al frente de mis ojos y
para mi suerte, que no pudo ser mejor, vi como un gran transporte pasaba por al frente
del auto y tenía un gran letrero que decía “Concepción” sonreí feliz al darme cuenta en
qué dirección tenía que ir, de seguro hacia mi lado derecho llegaban a Santiago…esa
ciudad no era la indicaba mi objetivo. Gire hacia la izquierda, lo que me costó, pero no
vino ningún auto que me chocara. Adelante con dificultad al bus de transporte y
presioné el acelerador al máximo, me tomaría alrededor de cinco o seis horas poder
llegar a mi ciudad, donde estarían mis padres, llegaría de noche al parecer o quizás al
atardecer.
El viaje se desarrollo de una forma que mi adrenalina estaba por las nubes,
casi choché con un camión al no frenar con prudencia, pero me salvé. Recé cada
minuto, pensando por favor que alguien me escuchara arriba y me diera más tiempo
antes que Alex me encontrara, entre los autos se le haría muy difícil y no quería
encontrarme con un furioso vampiro antes de cumplir mi objetivo. Si llegaba a
oscurecerse le permitiría a Alex viajar a su propia velocidad sin correr el riesgo de ser
atrapado, por lo que mi corazón latió con fuerza al ver que esto podría salir mal, sin
embargo, aquello no opacó mi alegría al ver el gran letrero que me indicaba que había
llegado a mi ciudad natal.
Volví a acelerar para llegar pronto a las joyerías, tendría suerte si encontraba
alguna cerca. Sabía que mi suerte sobre chocar otro auto no eran las mismas en el
centro de la ciudad, así que dejé el auto en un estacionamiento, debería guardar
dinero para pagar.
Salí del auto y luego de horas de haber escapado, me di cuenta que estaba
libre. No pude evitar darme un minuto para sentir como la libertad corría por mis
venas, la forma de sentir la brisa y saber que no habría nadie que me dijera que
estaba haciendo mal. Caminé por las calles sonriendo como una loca, saludaba a las
personas y ellos me respondían un tanto confundidos, sin embargo, este era mi
momento y lo estaba aprovechando al máximo. Muy poco me faltó para estar saltando
como Laura Ingalls por la pradera, ese pensamiento me hizo sonreí, estaba loca.
Miré a mi alrededor y sabía muy bien dónde ir, conocía esta ciudad como la
palma de mi mano y entendía a qué lugar tendría que ir, hacia la periferia.
Caminé unos cuarenta minutos más y pude llegar a mi cometido, este lugar era
un tanto tenebroso, lo que no me agradaba, pero era necesario. Me quedé en una
esquina mirando alguien que luciera sospechoso, no pasó más de cinco minutos
cuando un hombre estaba haciendo lo mismo que yo, mirando a los demás. Se veía
de unos cuarenta y tantos, tenía su cabello largo oscuro y vestía roñosamente, sin
embargo cada vez que alguien pasaba por su lado él les decía algo a su oído, así que
me animé y me acerqué a él, no tenia porque temer, me había enfrentado a un
vampiro…esto no traería mayor problema. Respiré profundo antes de acercarme más.
—Hola, muñeca —me tensé ante su voz.
—Hola —él sonrió al ver que le había contestado.
— ¿Deseas algo? –abrió disimuladamente su chaqueta y me mostro unas
cuantas joyas.
—No, necesito que me digas quien me puede comprar joyas a un buen precio –
necesitaba algo rápido, por lo que este hombre me sería fácil de convencer –son
reales y muy antiguas –le mostré solo dos anillos.
— ¿Eres detective? —fruncí el ceño.
—Claro que no, solo necesito dinero rápido… —jugué con mi brazo
nerviosamente, lo que no pasó desapercibido para él.
—Ya veo —me miró sonriendo –también sé quién te pueden vender algo de
eso –dijo apuntando a mi brazo con su boca. Recién ahí entendí que creía que era una
drogadicta.
—Eso sería estupendo —él sonrió de manera desagradable.
—Niñita bonita en barrio bajo —lo miré incomoda, jamás había sido parte de
esa clase social.
—Hago lo que se puede –él asintió.
—Bien ¿Cuánto por los dos?
—Son originales —él asintió de nuevo.
—Quédate aquí –se fue a un par de cuadra hacia abajo y se metió a un
callejón, cinco minutos después volvió a aparecer y esta vez no venia solo, un hombre
más peligroso venia con él.
— ¿Y tú? –me preguntó levantando el mentón.
—Tengo dos anillos de oro…antiguos, vienen en mi familia desde hace mucho.
—Cien –negué.
—Es muy poco.
—No te daré más.
—Bueno, entonces iré a una casa de empeño, no soy estúpida –me giré pero
aquel hombre me volvió a hablar.
—Quinientos por los dos, no más –me quede quieta, con eso bastaría por
ahora.
—Bien, es un trato.
—Vamos –los dos se giraron y comenzaron a caminar, los seguí sin decir nada.
Esto se podía poner peligroso y quería que Alex estuviera a mi lado.
Desaparecimos en el mismo callejón que lo hizo el hombre minutos atrás y
entramos a una pequeña habitación, el olor era asqueroso. El segundo hombre se
sentó detrás de un escritorio y saco un maletín desde un cajón, de donde saco varios
paquetes de dinero.
—Ahí tienes —me los tiró en la mesa y dejé los anillos en la mesa.
—Debería cobrarte mucho más pero necesito el dinero —volví a rascar mi
brazo de forma nerviosa para aparentar que estaba con síndrome de abstinencia.
—Puedes volver cuando lo desees, bonita –asentí y salí de ahí lo más rápido
posible, mi cuerpo entero estaba transpirando. Esto había salido sorprendentemente
bien, era extraño, pero había sido fácil ¿tan rápido era hacer malos tratos con gente
mala?
Fui a una joyería que era donde mis probabilidades de ganar dinero eran
verdaderamente menores, pero fui de todas maneras. Entré haciendo sonar las
campanas de viento que había en la parte superior de la puerta, un anciano de
espalda encorvada salió desde detrás del mostrador.
—Señorita —por su voz podría decir que fácilmente este hombre tenía mil
años.
—Buenas tardes.
—Buenas noches. —me corrigió. Miré hacia la ventana y si, ya estaba de
noche, era mejor que mis expectativas iniciales.
—Buenas noches –respondí correctamente –vengo para ver si está comprando
joyas.
—Oh… ¿Qué tiene que ofrecerme? –el hombre se sentó en un banquillo y sacó
un objeto que utilizaban los joyeros para ver la calidad del producto.
—Es de mi familia, hemos estado pasando por malos momentos –él asintió.
—Eso se está haciendo más común de lo que desearía —llevé mis manos a los
bolsillos y le mostré el par de collares y unos anillos de diamantes que había sacado
—Oh creo que no tendré que utilizar esto –guardo su extraño objeto —esto es
ciertamente parte de una herencia, no podría costear lo que valen ni en sueños
señorita, pero debería ir a joyería Lenardis –abrí mis ojos sorprendida al escuchar
cómo se llamaba la joyería.
— ¿Dónde queda?
—Está en el centro de la ciudad, es la más importante aquí por lo menos… y
también tienen unas cuantas en otras ciudades.
—Ya veo.
—Debe estar cerrada a esta hora –asentí.
—Tendré que ir mañana, muchas gracias –el señor me entrego las joyas y salí
de ese lugar con rapidez.
Miré a los lados y supe que ya no había otra salida que ir donde mis padres
con lo que tenia, ellos se encargarían de ir a cambiar las joyas, pero ya no iba a perder
más tiempo de esta manera. Lo más probable es que Alex me estuviera buscando o
que más vampiros lo estuvieran haciendo, así que era hora de ir a casa de mis padres.
Por poco terminé corriendo para llegar al estacionamiento donde había dejado
el auto de Alex, pagué mi estancia ahí y comencé torpemente con mi recorrido hacia
casa. No podía evitar alegrarme al pensar que podría verlos de nuevo, era algo que
había deseado hace demasiado tiempo.
Gracias a todos los santos o a quien sea que estaba cuidado de mi durante el
transcurso a casa nada había salido mal, no había chocado a otro auto o una persona,
por lo que era todo un orgullo decir que estacioné sin problema el auto a varias
cuadras de mi casa. Miré hacia atrás y sonreí al ver una sudadera de Alex, nunca lo
había visto con esto, era gigante así que lo use para cubrir mi rostro con el gorro, aquí
era fácil que me reconocieran. Salí a comprar lápiz, papel y un sobre gigante, así que
tenía que ser precavida, dejé con seguro el auto y caminé por varios minutos para
llegar a la tienda más alejada que había. Cubriendo mí rostro como un verdadero
delincuente compre lo que necesitaba y salí de ahí más rápido de lo que entré.
Mis manos me temblaban al pensar en lo que haría y peor era pensar que
estaría pensando Alex, debí traer el celular conmigo, así le habría explicado mi misión.
Estoy segura que no se habría enojado, demonios… ¿Por qué hice todo tan
impulsivamente? Bueno, ese problema sería en otro momento, ahora me tenía que
concentrar a lo que venía.
Volví al auto y me senté. Agradecí que Alex fuera tan misterioso y tuviera los
vidrios polarizados porque las personas que pasaban cerca, quedaban mirando el
auto.
Apoyé el sobre y el papel sobre mis piernas y comencé a escribir mis
explicaciones en la carta, no iba a quedar como una hija muy decente, pero era mejor
eso a seguir sufriendo por mi muerte, dejarlos pasar por eso era demasiado egoísta.
—Me encantaría que me dieras una explicación antes de llevarte a casa de
nuevo y encerrarte de por vida –todos los vellos de mis brazos se erizaron al escuchar
esa voz y antes de pudiera controlarlo salté como un gato al que se le arroja agua y
grité aterrorizada. Me giré de inmediato para ver al portador de esa voz, quien prendió
la luz del techo del auto.
—Alex —hice mis manos un puño al ver su expresión de molestia.
— ¿Sabes? Al ver el auto aquí fui de inmediato a la casa de tus padres,
pero…vi que no estabas, me llamó la atención –su mordida estaba tensa y notaba que
estaba usando todo su autocontrol.
—Alex…
—Silencio —levantó su mano al nivel de su pecho para que me callara –luego
vengo aquí, luego de haber recorrido lugares bastante desagradables, siguiendo tu
olor y me encuentro con esto ¿Qué demonios estabas haciendo cerca de
narcotraficantes? Y ¿Qué significa esto? –levantó su otra mano y me mostró algunas
joyas que había vendido.
Mi rostro se sonrojó por completo y me sentí pequeña. Demonios, le había
robado y escapado de su casa. Comencé a llorar avergonzada de mis acciones y por
haber preocupado a Alex.
–No sacas nada llorando ¡¿Qué pretendes escapando?! ¿Ah? solo me has
engañado, no eres nada diferente a las demás, lo sabia… —se movió hasta quedar
sentado en el lugar del chofer y yo en el copiloto –has sacado joyas que son más
antiguas que esta ciudad y te vas… ¡Arruinando mis autos! –traté de controlar mi llanto
para explicarle, pero era inútil...no podía — ¡Di algo!...esto me servirá para no darte
ninguna libertad ¡Mira bien a tu alrededor Victoria, porque no volverás a salir de las
cuatro paredes que te esperan y necesitaras recuerdos de cómo es una ciudad! –No
sé cómo pero simplemente cuando Alex llevó su mano a la llave para prender el motor
de auto, yo lo detuve dejando mi mano sobre la de él y negué con mi cabeza, para que
no nos llevara lejos de mi casa, no antes de poder completar mi misión — ¿Qué
sucede ahora? –llevé mi mano a su boca y la cubrí con esta, no quería que siguiera
hablando porque me estaba hiriendo, además que aun seguía avergonzada por lo que
hice.
—Yo… —tensé mi mordida para poder encontrar control en mi cuerpo,
deseaba dejar de llorar para explicarle. Alex alejó mi mano de su boca.
— ¿Tu qué?... ¿seguirás mintiendo? –le pasé la carta que había escrito,
realmente casi se la arrojé contra su pecho. Él la tomó y mi llanto comenzó a disminuir
mientras él la leía.
—Dios, siento tanto haber sacado y roto tus cosas, pero tenía que hacerlo –él
me miró sin entender nada –Alex, si me escape fue para solucionar el tema de mis
padres…y poder estar tranquila –su ceño se frunció –fui a vender algunas joyas para
dejar algo de dinero…no lo sé… —hice un mohín por sentirme avergonzada de nuevo,
pero Alex levantó mi rostro –iba a volver, sería estúpido que hubiera escapado y me
quedara aquí.
—Hiciste esto ¿por…nosotros? –no pude evitar sonreír al escuchar el
“nosotros” eso había sido algo nuevo.
—Para quedar tranquila…no puedo pensar en el sufrimiento de ellos y tú no
has encontrado solución –miré hacia un lado apenada, sabía que había sido una
irresponsabilidad salir de la mansión de Alex sin pensar en nada más, pero solo
imaginarme de no llevar la carga de la pena de mis padres, me aliviaba demasiado.
—Vittoria —alejé mi rostro de su mano cuando quiso tocarme. Me sentía mal
conmigo porque no debería estar deseando quedarme con Alex en vez de mi familia –
yo pensé que te habías escapado para no volver –sonreí triste.
—Claro que no, yo no te hubiera engañado para luego escapar Alex –dejó su
mano en mi mejilla e hizo que lo mirara.
—Lo siento, sabes que no he tenido las mejores experiencias en este estilo de
cosas –asentí.
—Debí avisarte, llevar el celular por lo menos.
—Eso es cierto —al mirar la expresión de Alex, que ya no estaba enojado me
tranquilizó mucho más –si que te has escapado esta vez.
—Choqué tus autos.
—Eso no importa –apagó la luz del techo del auto.
—Y las joyas.
—Eso es más importante pero por un valor sentimental ya que muchas son de
Elizabeth, así que iremos por algo más ¿sí? Deja eso atrás –indico él sobre con las
joyas. Hice lo que me pidió y lo miré asustada cuando partió el auto –volveremos
Victoria –mi corazón volvió a latir más tranquilo.
No tengo la menor idea a donde me llevaba Alex, pero dejé que condujera sin
darle problemas. Me había dicho que volveríamos y le creía.
— ¿A dónde fuiste en la tarde, Alex? –recordé cuando a mi mente vino el
último momento que había tenido con él. Mordí mi labio sin pensarlo.
—Fue una reunión rápida sobre John, dicen que lo vieron…además del tema
de Francesca.
— ¿Aquí?
—Es difícil decirlo, porque fue en las fronteras con Argentina.
—Oh… ¿pero aun no lo atrapan? –él negó, mientras giraba el auto con el
volante, me quedé mirando como su hombro se marcaba con su camiseta blanca y
miré hacia otro lado antes de ser descubierta.
—No debes preocuparte, yo te protegeré –no pude evitar sonrojarme, tanto sea
por quedarme mirando más de la cuenta a Alex como también porque esas frases
simplemente me atrapaban.
— ¿A dónde vamos?
—A la joyería que tengo acá, tu solo quédate tranquila y descansa que debió
ser un día muy agotador, pero –me miró –no quiero que vuelvas a hacer esto Victoria,
te arriesgaste demasiado y la próxima vez que lo hagas no me importaran las razones
que tuviste –tragué saliva nerviosa y asentí.
Los minutos que recorrimos con Alex lo hice mirando hacia afuera, mucho más
tranquila, hora estaba mucho más relajada al saber que Alex estaba enterado de todo
esto, era algo que me sacaba un peso de encima.
Miré atenta hacia afuera cuando Alex frenó el auto, estábamos al frente de una
gran joyería.
—Espérame aquí.
—No, ni loca me quedare aquí sola…además quiero ver, soy curiosa –él
sonrió, por lo visto le agrado mi respuesta. Bajamos del auto y él se adelanto abriendo
la puerta con algo un tanto extraño, era como una llave…pero era circular y de metal.
—Es una llave maestra, todas mis adquisiciones tienen un cerradura para que
esta llave pueda entrar, tu tendrás también una llave… –abrió por completo la puerta
luego de marcar unos número –adelante –pasé y Alex prendió las luces.
De inmediato quede sorprendida al ver tantas joyas juntas, sin duda esta era la
mejor joyería que había visto en mi vida…o televisión.
— ¿Para qué tienes tantas adquisiciones, Alex? ¿De verdad las necesitas? –él
enarcó una ceja mientras se iba hacia un cuadro. No me agradaba que fuera tan
millonario, me intimidaba.
— ¿De qué hablas?
—Demasiados negocios, autos, joyas…es demasiado.
—En algo debo invertir mi tiempo, se volvería muy aburrida mi existencia si no
tuviera nada que hacer.
— ¿Nada que hacer? –Me apoyé en el mueble que exponía anillos preciosos –
eres el gobernador de los vampiros, es imposible que no tengas nada que hacer –él
me sonrió mientras se dirigía hacia el cuadro que estaba en la pared de al frente mío.
—Puede ser, pero soy un tanto hiperactivo, así que solo un trabajo no me
ayuda mucho, además tengo mucho que pagar, necesito estos negocios –no pude
evitar reír ante su descaro.
— ¿Mucho que pagar? Alex tienes cientos de hombres como empleados, por
eso necesitas pagar tanto.
—Eso no es tan cierto, solo pago a quienes trabajan en mis adquisiciones, los
guardias o personas que has visto en la mansión son pagados por bueno, ciertos
recursos que llegan de parte de todos los vampiros.
— ¿Impuestos? –Él rio mientras negaba, pero antes de seguir preguntando
mire como introducía la famosa llave en una de las esquinas del cuadro, recién ahí
este se movió y apareció la caja fuerte –Te van a ver –dije mirando las cámaras.
—No, porque el sistema de cámaras tiene una excepción conmigo…no me
agrada que me conozcan muchos humanos, por lo que cuando entro aquí con la llave
maestra, el sistema de seguridad se apaga.
—Que cobarde eres.
— ¿Disculpa? –metió la mano, donde dejo las joyas que había robado, cosa
que provoco que me avergonzara de nuevo y saco un sobre color mostaza para
guardar dinero en el.
—Eres un cobarde por no crear lazos con tus empleados.
—Mejor no vayas a ese tema, eres aun muy pequeña para entender —enarqué
una ceja.
— ¿Ahora soy pequeña? –Alex era muy descarado a veces — ¿Por qué no
quieres hacer lazos con tus empleados? Siempre es bueno saber para quien uno
trabaja —cerró la caja fuerte y volvió a mirarme.
—Veras, los humanos se ven algo propensos al verse atraídos por vampiros,
no me gustaría abatir la vida de alguna mujer…u hombre –dijo haciendo una mueca –
porque me tienen como su amor platónico –lo miré unos segundos sin decir nada
hasta que no lo soporté y me reí a carcajadas, no lo pude evitar.
—Dios santo –dije tratando de controlar mi risa –eres un arrogante ¿crees qué
eres tan irresistible como para ser el centro de todos tus empleados de por vida? –él
no se rió ni un poco y aun estaba muy serio.
—No estoy siendo arrogante, no quiero verme expuesto de nuevo a problemas
—se dirigió a la puerta indicándome que nos fuéramos.
— ¿Problemas? –pasé mis manos por mis mejillas porque sentí que había
llorado de la risa.
—Hubo un tiempo que compartía con mis empleados, tratando de no pecar de
arrogancia y altanería —abrió la puerta del auto para mí. Tuve que esperar a que
entrara para que siguiera con la historia.
— ¿No eres altanero? Discrepo con eso.
—Deberías considerar por un minuto que no soy siempre la misma persona
que soy contigo.
—Oh muy bien –asentí –saco lo peor de ti, eso es excelente.
—Victoria —dijo reprochando mi comentario, le hice una seña para que
continuara –bien, veras…eso fue hace muchos años, estaba soltero igual que ahora o
bueno, semanas atrás. Yo sabía que alrededor de unas cinco mujeres de las que eran
mis empleadas, no solos se sentían atraídas, sino un tanto obsesivas –noté que aun
no comenzaba a manejar así que supuse que lo que me estaba diciendo era algo
importante, además su mirada estaba preocupada, recordando lo sucedido –no hice
nada para dejarles en claro que no me interesaban, encontraba que estaba demás y
que algún día se les pasaría, pero cuando…bueno, conocí a cierta mujer que se hizo
mi pareja –fruncí el ceño.
— ¿Cierta mujer? ¿Es que no tiene nombre?
—Amparo, esa es otra historia –asentí porque no tenía ni un ánimo de
escuchar sobre “Amparo” –bien, ellas al enterarse que bueno, me había unido a ella.
— ¡¿Te uniste a ella?! ¿Con cuantas personas que has unido? –lo miré
aterrorizada, es que odiaba que hablara de otras mujeres como si fuéramos partes de
una lista, sabía muy bien que esa era mi impresión, pero no me podía pedir que no me
preocupara sobre el tema si lucia exactamente como si coleccionara mujeres.
—Victoria —suspiré frustrada. No le dije nada más porque quería que me dijera
el problema con sus empleadas.
—Sigue…
—Bueno, a los días me enteré que las cinco en diferentes propiedades que
poseía, se habían quitado la vida, todas dejaron el mismo argumento –él miró hacia al
frente, pensando en Dios sabe qué –que no soportaban que estuviera con
Amparo…es cierto que es extraño, pero eran vidas humanas las que se esfumaron por
algo tan insignificante, si acepté ser gobernador, bueno una de las razones es para
que la especie humana no desaparezca –podía notar por su expresión que aun
pensaba en ello, lo que encontraba ridículo, él no tiene la culpa de contratar obsesivas.
—Pienso que deberías hacer un examen psicológico antes de contratar
personas Alexander, no puedes estar pensando que eso es tu culpa, además es
simplemente estúpido. No puedo negar que si no te conociera y trabajara para ti, me
atrajeras de igual forma, pero llegar a ese extremo…bueno, es realmente sin sentido y
no deberías sentirte mal –él me miró sonriendo.
— ¿Un examen psicológico? ¿Es en serio?
—Si –mire hacia al frente para que moviera el auto, pero no lo hizo.
—Victoria —no lo miré, estaba concentrada en otra cosa que me dijo –Amparo
fue hace muchos años atrás, no deberías comportarte de esa manera.
—Oh…cállate, no estoy enojada ¿Por qué lo estaría? Mejor conduce.
—Aun es muy temprano y claro que estas enojada conmigo, me has llamado
Alexander —hice mis manos un puño por haberme delatado, pero era incontrolable
llamarlo así cuando me enojaba.
—Te has unido a muchas personas…has sido de muchas mujeres, es
simplemente injusto, yo no he sido de nadie, debería tener la misma cantidad de
hombres en mi pasado.
— ¡Ja! No dudo que no lo tengas –dijo espontáneamente. Lo miré sorprendida
sin poder creer lo que había dicho.
— ¿Qué? ¡Alexander Lenardis! Para tu información yo jamás, pero jamás… —
antes de terminar la frase él cubrió mi boca con su mano.
—Lo siento, no debí decir eso —fruncí el ceño y moví su mano para que no me
siguiera callando –es que debiste tener algún novio antes ¿no? –enarqué una ceja.
—Es extraño lo que me dices ya que tú mismo me aseguraste que no he tenido
a nadie —él bufó acomodándose aun más en el asiento.
—Bien, me molesta que hables de esa manera de mi pasado, llevo muchos
más años aquí que tú ¿no? No iba a ser casto y puro –lo ultimo lo dijo casi riendo.
—Tienes razón –dije fríamente, no quería hablar de esto porque me molestaba
–mejor maneja.
—Aun es temprano, no han de dormir a esta hora ¿cierto?
—No, más tarde… —jugué con mis manos nerviosa por lo que iba a hacer en
un tiempo más, iba a abandonar a mis padres por este vampiro que tenia al lado, no
tenía la menor idea de lo que me pasaba pero no había vuelta atrás. Estaba segura en
lo que iba hacer –cuéntame eso de los impuestos que dan los vampiros por ti.
—No son impuestos Victoria, yo no salgo elegido por votación recuérdalo,
simplemente es un cargo otorgado por el gobernador anterior.
—Oh verdad, bueno ¿entonces como lo haces?
—La agrupación de consejeros que tengo, donde están Elizabeth y Raúl, han
creado durante diferentes años servicios para vampiros, los cuales les va muy bien,
aunque en este país no existe ninguno.
— ¿Y eso porque?
—Porque no hay una gran cantidad de vampiros, por eso elegí venir
aquí…entre otras razones.
— ¿Y qué servicios?
—Bueno, en Italia no se acostumbra ir a un pub y beber de los humanos, sobre
todo con los vampiros mayores que lo encuentran un tanto…vulgar.
—Tú eres antiguo y lo has hecho.
—No tan antiguo –sonreí al ver cómo le molestó el comentario de su
“antigüedad” –bueno, como sea hay centros donde se tienen humanos, preparados
para ofrecer su sangre.
— ¿Y ellos aceptan?
—Si, como te he dicho hay muchos humanos que aceptan ser benefactor de un
vampiro.
—Ya veo… ¿y de ese tipo de centros te pagan?
—No me pagan, sino que se mantiene los establecimientos bajo nuestro
mando, hay mucho que deberás conocer Victoria.
—Mmm…bueno, como sea –levanté los hombros quitándole importancia. No
me gustaba la idea de mi destino sobre dejar de sentir como mi corazón latía, quería
seguir viviendo, pero aun tenía una confusión por las sensaciones que me estaba
causando Alex.
—Sigues enojada –miré hacia adelante, no quería que me viera molesta por su
Amparo –Victoria… —tomó mi mano y me hizo mirarlo ante su caricia, era la primera
vez que me tocaba así luego de nuestro encuentro en el armario, me dieron nervios al
recordar ese momento y que sucedería probablemente cuando llegáramos a casa –
aun no te he dado las gracias.
— ¿Gracias?
—Por lo que estás haciendo, renunciando a tus padres –suspiré y alejé mi
mano de su agarre. Esto me hacía sentir mal, pero no tenía idea que me pasaba con
él que me estaba comportando de esta manera.
—Si bueno…um no quiero hablar de eso Alex.
—Nos preocuparemos que nunca les falte nada —sentí como mi pecho se
comenzaba oprimir ante la idea de no verlos nunca más, esta sería la última noche –
bien, cambiemos el tema –asentí –Entonces…me llamó la atención hace unas horas
como decías que yo era solo tuyo ¿me podrías explicar eso un poco más? –lo miré
enojada, estaba jugando conmigo.
—Mejor volvamos al tema anterior.
—No, vamos, te has hecho la desentendida todo este tiempo ¿me lo podrías
repetir?
—Alex basta, a menos que quieras hablar de tu espectáculo con Charlotte
¿no? Hablemos de eso, es interesante.
—Mejor no –dijo negando y prendiendo el motor, pero yo no quería irme
todavía. Desde que se había ido lo había extrañado y a pesar de sentirme cómoda con
él aun no me sentía con la confianza de hacer lo que quisiera con él. Lo que era muy
diferente.
— ¿Alex?
—Victoria, no ha ocurrido nada con Charlotte y sabes que no importó… tú eres
la que me...
—No —dije negando –no es eso –después de lo sucedido hoy realmente me
había atrapado con esa frase “no me interesa besar otros labios que no sean los
tuyos” ¡Dios! ¿Es que aquello había sido real?
— ¿Qué sucede entonces? –estaba sonrojada como un tomate, no me atrevía
a tomar la iniciativa ante un simple beso.
—Nada –negué sin atreverme a dar el primer paso –mejor vamos a mi casa
para esperar tranquilos ¿sí? –él enarcó una ceja, mirándome curioso por mi
comportamiento.
—Dime que sucede ¿me escondes algo más?
—No, claro que no…vamos.
—Victoria, dime lo que sucede, no debes esconderme nada, si deseas decirme
algo debes hacerlo, aunque tú no escondes nada –dijo sonriendo –ahora dime que
pasa –lo quedé mirando por unos segundos ¿Cómo demonios iba a avergonzarme por
desear besarlo? Habíamos hecho…realmente él me había hecho cosas más increíbles
que un simple beso en los labios.
—Bien, no es que quiera decirte algo, sino mas bien hacer –él frunció el ceño
sin entender, pero cuando vio que me acercaba a él sonrió. Gracias a Dios no dijo
nada.
Tuve que tener cuidado para no perder el equilibrio, pero me acomodé mejor
para poder besarlo. Él sonreía arrogantemente, odiaba cuando hacia esto, pero
bueno…Alex era así. Apoyé mi mano en su pierna porque no sabía cómo acercarme
más a él, simplemente Alex no estaba ayudando.
—Así no debe funcionar –dije molesta por ver que tenía que hacer todo el
esfuerzo.
—Lo sé, pero me agrada ver como tú tomas la iniciativa — iba a responder que
era cruel de su parte hacerme pasar por esto, pero su mano llegó a mi cuello y con
suavidad se acercó a mí.
Agradecí con toda mi alma el gesto, pero me dio más seguridad para eliminar
la distancia que había entre nosotros y unir mis labios a los suyos, lo deseaba tanto.
Mis labios se movieron en los suyos, los cuales eran suaves y provocaban que
quisiera seguir besándolo; no me tomaron muchos segundos para acercarme más a él
y que el beso que comenzó tan dulcemente se volviera más…pasional, más cuando
sin pensarlo o controlarlo mi lengua se unió a la suya, dejando salir un pequeño
gemido de mi boca, me acerqué tanto a él que ya no era capaz de apoyarme bien, lo
que hizo que mi mano resbalara y tocara cierta parte de su anatomía que lo hizo
gruñir.
Me separé de él como un saltamontes y lo miré aterrorizada, jamás había
hecho ¡ay Dios, jamás había tocado…!
—Victoria —me miró un tanto gracioso y excitado ¡Oh Dios! De seguro estaba
roja como un tomate.
—Lo siento, yo… —estaba avergonzada a más no poder. Este tiempo he sido
muy desinhibida con Alex, pero siempre respecto a enfrentarme a él, sin embargo, al
llegar a ese nivel, al que estábamos actualmente no era mucho mi aporte, no tenía
idea de nada en ese campo y simplemente me avergonzaba.
—Calla —no dijo nada más. Me tomó del brazo e hizo que saliera de mi asiento
y quedara arrodillada, dejando cada pierna al lado de las suyas, para después volver a
besarme, no me negué en ningún momento.
Nos besamos por largos minutos que hicieron que mi corazón se volviera loco y
que estuviera más nerviosa que antes ya que estaba…bueno, sentada sobre él.
—Alex —me separé de él al ver que mi cuerpo estaba respondiendo ante sus
labios, lo quería por completo en este momento, pero sabía que no podía ya
que…bueno, estábamos en un auto. Miré sus ojos que estaban más negros de lo
usual y no pude evitar dejar escapar mis pensamientos.
— ¿Qué me estás haciendo? te extrañé estas horas –él sonrió satisfecho de
mis palabras, lo que me molestó, él sabía lo que causaba en mi. Le di un pequeño
golpe en su pecho.
—Es como debería ser Victoria —suspiré apenada de que él no me
respondiera de la misma forma, pero creo recordar lo enojado que estaba y que me
haya buscado, tenía que haber extrañado mi presencia; además me cuidada de John
o de cualquier vampiro que pusiera sus ojos sobre mí.
—Creo que deberíamos ir —él asintió, pero antes de que me pudiera separar
de él, me acerco de nuevo y volvió a besarme, de una forma más intensa, dejándome
sin palabras ante aquel movimiento y por poco acabando con mi corazón y mi razón.
—Alex —me moví un poco sobre él y al notar lo que estaba haciendo, me
sonrojé y me separé de él. Creo que la valentía de hoy en la tarde se había esfumado
por completo, a pesar de que tenía muy claro lo que iba a ocurrir esta noche –
deberíamos irnos.
—Sí, es una buena idea –sonrió y me ayudó a sentarme nuevamente.
Nunca en mi vida había dormido tan bien, rodeada por los brazos tan
masculinos de Alex me hacían sentir segura, me giré y pude ver que él ya estaba
despierto, con sus ojos fijos en mí.
—Buenos días, ya estas despierto.
—Así es —me separé de él tomando la sabana y tratando de ponerme de pie,
pero no me alcancé a sentar en la cama cuando él me hizo volver a mi lugar –no te
levantes aun ¿tienes hambre?
— ¿Por qué? ¿Me prepararás el desayuno? –él bufó.
—Ahora que lo preguntas no lo haré —me sonrió de esa forma arrebatadora,
mirándome de forma intensa.
— ¿Qué sucederá ahora Alex?
—Por ahora solo quiero tenerte entre mis brazos –dijo para llevar su mano a mi
rostro y besarme, sin preámbulos, luego comenzó a tocar mi piel como en el dueño
que se había convertido, sin embargo algo me faltaba, sentía que Alex estaba tenso.
—Alex –dije al sentir como iba bajando sus besos por mi cuello hacia mis
senos –Alex… —llevé mis manos a su cabello e hice que me mirara — ¿Qué sucede?
–él frunció el ceño, sonriendo.
— ¿Qué va a suceder? Solo déjame disfrutar de ti, he estado años esperando
por ti —sonreí nerviosa, pero seguía frustrada, quería decirle que me encantaba y que
solo él me haría sentir de esta manera, pero…temía que me fuera a rechazar o algo
por el estilo —¿me dejarás? –alejé mis manos y dejé que siguiera haciendo lo que
quisiera, pero al darme cuenta a donde se dirigía me tensé de nuevo.
Sus manos estaban en mi centro, excitándome aun más, me invadió la
sorpresa cuando separó más mis piernas y sus dedos fueron reemplazados por su
lengua. Su nombre escapaba de mis labios como si fuera lo más natural en mi vida y
todo mejoró cuando luego de mi primer orgasmo, Alex se incorporó y se introdujo en
mi cuerpo causando que todo a mí alrededor diera vueltas, por lo visto este sería un
gran día.
Creo que estaba adquiriendo una obsesión por Alex, no me cansaba de tocarlo
como tampoco él lo hacía conmigo, lo volvimos hacer en la ducha, de nuevo en la
cama y en el sofá luego de que solo comiera una fruta.
—Acabarás conmigo –dije aun en el sofá, tratando de tranquilizar mi
respiración –no sabía que esto se sentía así.
— ¿Por qué? ¿Lo habríamos hecho antes?
—Sin duda alguna —cerré mis ojos y me apoyé en el pecho de Alex.
—Siento no dejarte descansar por mucho tiempo, solo que he esperado años
por ti –me giré y quede apoyada en mis manos sobre el pecho de Alex.
—Me habías visto antes ¿cierto? –él asintió.
—Esa noche solo me cansé de estar observando así que decidí traerte —
comenzó a jugar con mis dedos, los cuales alejé porque ya sabía donde terminaría
esto y ahora quería conversar más.
— ¿Desde cuándo?
—Eras muy pequeña aun, eras tierna en ese entonces –fruncí el ceño y le di un
pequeño golpe en su tórax — ¿ves a lo que me refiero? –Dijo riendo –como sea, eras
demasiado pequeña cuando te encontré así que tuve que esperar.
—Ya veo, no estás involucrado en que nadie me invitara a salir mientras crecía
o algo parecido ¿cierto? –Él tenso su mordida — ¿Alex?
—En parte, tenía que cuidarte porque serias mía y… —abrí mis ojos
sorprendida sin poder creer lo que me estaba diciendo –entiéndeme un poco, somos
bastante posesivos, has encontrado…
— ¡Oh calla! –Puse mi mano en su boca –no puedo creer que lo hayas hecho,
no quiero hablar ahora de ese tema o terminaré realmente molesta.
—Y no queremos eso.
—No, no lo queremos… —él sonrió y pasó su mano por mi nariz. Quedé
concentrada en sus ojos y sin poder controlarlo las palabras casi salieron por completo
de mi boca.
—Alex yo… –él me miró curioso.
— ¿Tú qué? –no pude, traté pero no pude. Conocía a Alex y él tenia serios
problemas para poder expresar lo que sentía y no me iba a exponer a decirle que lo
amaba si él no me iba a responder de la misma forma.
—Nada, te deseo de nuevo –dije acercándome a sus labios y volviendo a sentir
sus labios.
CAPÍTULO 23
Abrí mis ojos al sentir la incomodidad de tener mis labios resecos, no sé cuánto
tiempo había pasado, pero el sol había estado sobre mi durante demasiado tiempo.
— ¿Victoria? –al escuchar la voz de Alex mis ojos terminaron abriéndose
abruptamente. Lo busqué con la mirada y lo encontré en el mismo lugar donde había
estado antes de desmayarme, pero esta vez había marcas por todo su cuerpo, heridas
con diseños que no entendía, siendo aun más terroríficos por aquel liquido negro que
había escapado de su cuerpo cuando Charlotte lo hirió.
No poda decir nada, sentía que mi corazón se estaba destrozando por verlo en
ese estado, era como estar sintiendo aquel dolor en mi propio cuerpo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, sin poder decirle nada. Mi Alex estaba herido
por culpa de esa maldita ¿Por qué nos estaba haciendo esto? ¿Tanto deseaba tener a
Alex?
—Victoria… —miré hacia un lado, no tenía la fuerza de seguir observándolo, su
estado era insoportable, no podía verlo así de herido –lo siento… —las lágrimas
comenzaron a caer por mis mejillas ¿Por qué me decía esto?
—No lo sientas, no seas tonto —levanté la mirada y lo único que pude hacer,
fue concentrarme en sus ojos, no era capaz de ver el daño que le habían hecho.
—Esto es mi culpa, debí concentrarme en atrapar a John y no confiar en
Charlotte, lo siento –al escuchar lo que estaba diciendo, varias imágenes de días atrás
vinieron a mi mente hasta que una en particular llamo mi atención.
Hice lo que me dijo, todos asintieron a mi forma de actuar, así que con Alex
salimos de ahí rápidamente, porque mis colmillos estaban ardiendo, necesitaba
alimentarme o terminaría mordiendo a Alex.
—Señorita… —miré hacia un lado cuando salimos de ese lugar y vi como la
vampiro que me había ayudado antes, en casa, volvía ahora con una nuevo traje para
mí, pero mucho más cómodo –aquí traigo unos jeans con una camiseta blanca y unas
sandalias.
— ¿Quién eres? –dije al notar que ya era la segunda vez que me ayudaba.
—Soy su asistente, mi nombre es Alanna…y le he servido a las gobernadoras
desde que comencé a ser una vampiro –miré a Alex sin poder creer lo que decía, pero
no pude tomar mucha atención porque lo único que tenía en mi mente era beber
sangre.
Con Alanna fuimos a una habitación donde me pude cambiar de ropa con
rapidez, le pedí que quemara ese vestido Valentino que había sido manchado con la
sangre de Charlotte.
Alex me indico a donde teníamos que ir, seguíamos en el mismo edificio, así
que supuse que este lugar le pertenecía a los vampiros.
—Ahí está tu alimento… —me dijo mirando hacia la puerta de al frente,
habíamos subido al último piso para llegar a ese lugar.
Me acerqué como si fuera víctima de un hechizo y abrí la puerta, después de
eso y ver al hombre que estaba en una esquina de la habitación…todo se borró, para
luego sentir como una sensación de éxtasis recorría mi cuerpo.
Segundos después al abrir mis ojos me encontré con el cuerpo sin vida de
aquel chico.
— ¡Alex! –grité mientras movía el cuerpo de esa persona. Nadie me había
dicho que acabaría matando a un ser humano — ¡Alex!
La puerta se abrió y apareció mi vampiro, con una expresión de seriedad
mientras yo trataba de traer a la vida a ese hombre.
—No hay nada que puedas hacer, tu primera alimentación siempre será una
víctima, ya luego de eso será una caza normal, bebiendo solo un poco de los
humanos…no te lo dije porque sabía que no querrías alimentarte.
— ¡Claro que no! ¡Soy una asesina!
—No –llegó a mi lado y me separo de ese chico –no lo eres amor, solo eres
una vampiro neófito, sedienta que solo cometerá una sola muerte en su
existencia…además era un delincuente, pedí que eligieran un humano que tuviera una
mala vida para que acabaras con él, nadie lo extrañará y realmente le has hecho un
favor a la humanidad.
—Oh Dios… —Alex me abrazó y cerré mis ojos, tratando de encontrar algún
tipo de tranquilidad — ¿un humano que nadie extrañara? ¿Estás seguro?
—Lo pedí para ti, claro que estoy seguro, no dejaría que vivieras con la culpa,
no es nada más que un bastardo que tuvo el honor de ser tu primer bocado –levanté la
mirada para ver a Alex –tienes sangre en los labios.
Me iba a limpiar con mi mano, pero sus labios me tomaron por sorpresa y me
besó. Aferré mis manos en sus brazos al sentir como Alex sorbía mi labio inferior,
bebiendo los restos de sangre que quedaban.
— ¿Aun sigues sedienta? –negué de inmediato, para después llevar mis
manos hacia su cuello, quería seguir besándolo. Lo acerqué y me removí bajo su
agarre al sentir que aquel beso traspasaba mi columna vertebral por las sensaciones
que provocaba.
—Alex –susurré ahora alejándome de él, porque si no, el control se perdería y
de verdad quería el día de nuestra unión fuera muy importante.
—Está bien —susurró mirándome enojado. Me tomó de la mano y nos fuimos
de esa habitación, olvidando a ese humano, para siempre.
Epílogo
—Ya no quiero seguir dando vueltas por todo el lugar buscando algo que me
interese, esta es tu casa, para ti es importante que se quede algo atrás –me recosté
en la cama de un salto. Esto del cansancio vampírico era serio cuando el sol llegaba a
tu cuerpo durante todo el día, estaba cansadísima.
—Te ves agotada, siendo una neófito debes ser más cautelosa –cerré mis ojos
deseando poder dormir así, pero fue un gran error. Tenía que tener demasiado
cuidado con Alex, porque si me encontraba desprevenida, él no dudaba en
atacarme…y no me refiero a la violencia.
—No… —susurré cuando él se recostó junto a mí y rodeó mi cintura,
acercándome a él.
—No me gusta este juego que traes, ya no esperaré más, te deseo ahora
mismo –sus labios trataron de atrapar los míos, pero me alejé antes de que esa
trampa mortal llegara a mi boca.
—Alex, no…ya he dicho.
— ¿Has dicho? Vittoria, te deseo ahora y nada podrá evitarlo –sin más tomó
entre sus manos mi camiseta negra con tiras y la rompió, dejando expuestos mis
senos, que ahora solo estaban cubiertos con mi sujetador de encaje negro.
Sus labios no demoraron en tomar mi cuello, tirando de mi piel con sus
colmillos, dejando que todo en mi cuerpo comenzara a hervir.
Con fuerza me acomodo en la cama mientras trataba de empujarlo para que no
siguiera, pero no me tomó en cuenta. Se acomodó con facilidad entre mis piernas,
empujando su cadera contra la mía, haciéndome entender cuanto me deseaba, ya que
pude sentir cuan excitado estaba.
—Ya para… —cerré mis ojos, tratando de concentrarme, si no lo hacía caería
demasiado fácil. Alex me tomó de las muñecas y la llevó sobre mi cabeza – ¡No es
justo! Yo también soy vampiro, no puedes manejarme así… —él alejó su cabeza de mi
cuello y me miró directo a los ojos.
—Lamentable que solo seas una vampiro bebé ¿no? –su nariz rozó la mía,
haciendo que mi cuerpo comenzara a palpitar por lo que estaba haciendo.
—No lo haremos, Alex, hemos durado días…
— ¡Ni siquiera he podido besarte! ¡Esto es ridículo! Estoy ansioso y mal
humorado, supuestamente ahora lo podría hacer contigo sin tener que preocuparme
de matarte en el transcurso –se removió sobre mi cuando evitó caer sobre la cama,
haciendo que su pelvis chocara contra la mía.
Intuitivamente mordí mi labio inferior, tendría que utilizar toda mi fuerza de
voluntad.
—Quiero que sea especial, quiero que ese día sea importante en todo ámbito,
sabes que esa ceremonia no es para nosotros…es para tus súbditos, las personas
que te siguen, para el consejo…para todos, menos para los dos.
—Para las personas que nos siguen, ese día serás mi compañera oficialmente
y estaremos unidos, serás la gobernadora de los vampiros, su reina.
—No Alex, nosotros ya estamos unidos, me has convertido…di mi vida por ti, ni
siquiera deberíamos hacer esa ceremonia —él soltó mis manos, pero no se alejó de
mí.
—Estas nerviosa –sonrió al decir aquello –ya verás que todo saldrá bien, no te
comportes como un bebé.
— ¡Oh gracias! Pero que compañero me he conseguido –lo empujé por no
tener tacto para darme ánimo, pero él nuevamente no me dejó escapar.
—Amor, no debes preocuparte de nada ¿Por qué lo haces? Yo estaré
ahí…esperando para que llegues a mi lado y lo haré más feliz si me besas ahora ¡esto
es ridículo! –volvió a decir bastante serio.
—Hazlo por mí Alexander Lenardis, no me hagas caer porque deseo que ese
día sea de verdad especial para los dos, por favor –sus ojos se detuvieron sobre los
míos por varios segundos y luego acercó su rostro al mío, para darme un beso en la
mejilla.
—Cuando llegue el día, lamentarás hacer esto porque ahora estoy demasiado
frustrado y perderé el control.
—Me arriesgaré.
¿Me arriesgaré? ¿En qué demonios estaba pensando? Ahora por estar con
esa abstinencia me sentía aun más nerviosa. ¡Oh Dios! Necesitaba apoyo moral o
moriría en este mismo momento, aunque fuera prácticamente imposible.
— ¿Viky? –la puerta de la lujosa habitación se abrió y entró Elizabeth, también
traía un vestido largo, pero el suyo cubría sus hombros y se ajustaba mucho más a su
perfecto cuerpo.
—Elizabeth… ¿has visto a Alex? –ella negó. Solo me quedó mirando
sonriendo.
—Te ves hermosa… ¡oh Dios! No pensé que él podría unirse a alguien
nuevamente, ha pasado demasiado tiempo —no puedo decir que me sentí cómoda
con su comentario, pero sabía que Elizabeth jamás me lo diría para herirme —
¿Alanna? –La vampiro que no era más joven que yo la miró atenta –creo que ya
deberías ir con los demás, está todo listo.
—Muy bien, con su permiso –ella hizo de nuevo esa reverencia y se retiró.
Tendría que hablar seriamente con ella si hacia eso cada vez que se retiraba de una
habitación donde yo me encontraba, no me gustaba.
—No tiene porque tratarme así, me pone nerviosa.
—Debe hacerlo, tú eres parte de la elite de nosotros, es parte del protocolo,
querida…y ahora he traído algo que te marcará como tal –fruncí el ceño, sin entender
de lo que hablaba –es un amuleto.
— ¿Amuleto? –miré curiosa cuando sacó un pañuelo negro de su pequeño
bolso. Abrió la tela tomándola desde las puntas. Mis ojos se abrieron sorprendidos al
notar lo que había en su interior –eso es de plata…
—Plata y oro, Victoria –la mire sin entender –se podría decir que es tu joya
real, Alex odia que nos refiramos a nosotros como tal, pero eso es lo que somos.
—Él no me dijo lo mismo, esto está relacionado con…
—Querida, Alex tiene que explicarte muchas cosas aun, ahora gírate para
poder ponerte esto.
—Pero es de plata…me hará daño.
—Solo por unos segundos, esta es tu forma de demostrar cuan unida estas a
tu pueblo, el collar de plata, será parte de ti, uniéndose a tu piel para que no se pueda
mover, exactamente como será tu lealtad hacia Alex y hacia los demás vampiros…no
dolerá como la plata original, ya que ha sido modificada para que el oro cumpla un
efecto de anestesia.
— ¿Lealtad hacia Alex? ¿Él llevará algo por mí? –ella asintió.
—El anillo de la unión, ambos tomaran las alianzas pero la de él está hecha
con plata y oro… —miré la cadena; era fina y podía ver las marcas de plata, pero
también las de oro. Terminaba en un trébol de cuatro hojas.
—Supongo que no tengo opción –me giré para que ella lo pusiera.
—Es un signo celta, desde ese entonces los vampiros comenzaron a
organizarse, le debemos mucho. Ocupamos esto desde que Alexander perdió a su
primera compañera, creemos que el vínculo es mayor de esta forma.
Tensé mi mordida al ver que ella tomaba con el pañuelo, las puntas de la
cadena y la pasaba sobre mi cabeza hasta posarla sobre mi pecho y ajustarla atrás de
mi cuello.
Un segundo después de que estuviera ajustada, un dolor se apoderó de toda la
zona que el collar abarcaba, pero no era algo verdaderamente intenso, solo lo
necesario para que la plata me dañara un poco. Me moví para ver si era cierto que no
se movía.
—Impresionante –dije al notar que era cierto –y ya no duele.
—No, pero sabes que es tu alianza hacia tu pueblo y tu compañero, mi hijo –
me giré hacia ella y asentí sonriendo –puedes dejar de usarla cuando estés en
privado.
—No te preocupes, no sucederá nada malo.
—Eso espero Victoria, eso espero… —su mirada preocupada llamó mi
atención, pero antes de poder decirle algo, nos interrumpió un vampiro, pude
reconocer de inmediato que era parte del consejo. Era el canoso que me había
hablado el día de la ejecución de Charlotte.
—Señoras, ya es el momento, las estamos esperando.
—Ya vamos, Eder –él asintió y se retiró con rapidez.
—Muy bien, la hora ha llegado —ella se acercó y me abrazó –eres muy fuerte y
has dejado mucho por Alex, deseo que ese amuleto sea beneficioso para ti y tengas
toda la suerte del mundo.
Dicho esto ella desapareció. Ahora tenía que partir sola hacia al gran salón del
castillo, donde se encontraban los clanes más importantes dentro de los vampiros,
donde me esperaba Alex.
Esperé varios minutos hasta que decidí salir de esa habitación y acabar con
todo de una buena vez.
Caminé por los pasillos, mirando los cuadros antiguos, sintiendo como la
alfombra rozaba mis tacos, como ahora había llegado el momento por el cual Alex me
había tomado esa noche, por el cual todo el mundo vampírico había puesto sus ojos
en mí.
—Lo amas —susurré, dándome ánimos al ver que estaba sola, caminando en
un país desconocido, dejando atrás a mi familia y amigos, a pesar de que Alex ni
siquiera me había dicho un “Te amo” –ya basta… —mis manos se hicieron un puño y
giré hacia donde se encontraban las inmensas puertas de madera tallada, también con
signos celtas.
Estas se fueron abrieron lentamente, dejándome ver como el lugar estaba
repleto de vampiros, atentos a mis movimientos, como las velas eran las únicas que le
daban iluminación al lugar. Aquí seguían con la tradición de vivir de noche, no como lo
hacíamos con Alex, que vivíamos normalmente.
—Alex —susurré al verlo al final de ese camino que formaban los bancos. Esto
debería lucir como una boda, un hermosa e increíble boda, pero más que eso…era
como si fuera a entregarme para ser esclava de todos los que me estaban rodeando
mientras avanzaba, pero no me podía importar, solo estaba concentrada ahora en el
vampiro que me esperaba al final.
Su mirada fría y penetrante me indicó que esto tampoco le agradaba, pero que
lo iba a hacer de todas formas, estaba acostumbrado, ya lo había hecho antes.
¿Por qué vienen estos pensamientos a mi cabeza?... ¿Por qué debo llevar un
amuleto que me hace daño para demostrar cuan unida estaba a Alex?
—Esperemos que no lo deje esta vez –susurró alguien entre la multitud.
Apariencias…eso era lo que estaba buscando Elizabeth al darme el amuleto.
Dejar en clara la apariencia de mi compromiso hacia Alex, ya que ninguno podía saber
que había en mi alma por él, nadie podía entender o ver cuánto amaba a Alex.
“Yo estoy aquí…” sonreí al escuchar la voz de Alex en mi mente. Me había
dejado sola todos estos días y ni siquiera podía tener una conexión a este nivel, se
había alejado de mi cabeza y no me agradaba.
Cerré mis ojos y seguí avanzando hasta dejar que mi mente se uniera a la de
él.
“¿Por qué me dejaste sola?” susurré en pensamientos.
“Para que supieras de que se trataba esta conexión…yo igual te extrañé”
Sonreí al sentir que lo que decía era cierto “He escuchado tus pensamientos en el
pasillo, Vittoria…no dudes de cuanto puedo dar por ti, me has atrapado
completamente y siempre seré tuyo…”
Sonreí satisfecha al escucharlo, no era un “Te amo” pero sin duda llegaba al
nivel de estarlo.
Continuará…